Caperucita roja en helicóptero
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Caperucita Roja en helicóptero
Un día Caperucita decidió ir a lo de su abuela, juntó unas flores y salió en el helicóptero.
Iba sobrevolando el bosque cuando, de repente, el lobo, armado con una bazuca, comenzó a
dispararle desde tierra. El malvado animal logró derribar el helicóptero pero afortunadamente la
joven fue rescatada por unos leñadores quienes la llevaron sana y salva a la casa de su abuelita.
Nicolás Capurro (4to lugar)
Caperucita Roja en helicóptero
Había una vez una joven morocha llamada Caperucita, quien era apasionada por el rojo
por lo que siempre usaba vestimenta de ese color. Ella vivía en la cuidad con su mamá y su
hermano menor, su papá había fallecido en Vietnam. Lo único que le quedaba por parte de la
familia de su padre era su abuela a quien adoraba con todo el corazón. Sin embargo, la anciana
vivía en los bosques helados del Himalaya y la nieta casi nunca podía verla.
Un día, Caperucita decidió ir a visitarla y abordó el helicóptero, único medio de transporte
capaz de llevarla hasta la cabaña de su abuela. Cuando partió el clima era ideal, sin embargo, a
mitad de camino se desató una tormenta de nieve, hubo una turbulencia y el helicóptero cayó en
el bosque. Cuando la joven despertó se dio cuenta de que unas flores gigantes amortiguaron su
caída y la salvaron.
Al recuperar sus fuerzas, Caperucita salió en busca de la casa de su abuela pero en el
camino se encontró con una jauría de lobos. La niña intentó correr en vano, los salvajes animales
la alcanzaron al instante y la devoraron. Nadie supo nunca más de la joven muchacha con
caperuza roja.
Agustín Gómez (3er lugar)
Caperucita Roja en helicóptero
Todos conocemos la tradicional historia de Caperucita Roja: esa chica que le llevaba flores
a su abuelita y que en el camino se encontraba con el lobo. Pero esta historia es puro cuento,
ahora te diremos como pasó realmente todo.
Había una vez una niña llamada Caperucita Roja que ansiaba la llegada de su abuela con
esas flores que tanto le gustaban. Lo que ninguna sabía era que, camino a la casa de Caperucita,
habitaba un cazador de ancianos. La abuela que desprevenida caminaba por el bosque rumbo a lo
de su nieta, sintió que una red la envolvía. Era el cazador que la atacaba.
La joven presintió que algo malo le sucedía a su abuela y corrió al bosque en busca de
ayuda. Encontró al lobo, se acercó a él y le contó su preocupación. El valiente animal puso en
marcha su helicóptero para inspeccionar mejor el bosque. Muy pronto, visualizaron una casa con
un enorme letrero que decía: “VENDO ABUELOS POR $20 CADA UNO.”
Caperucita y el lobo entraron a la casa del sospechoso y vieron a la abuela. Cuando
intentaron rescatarla, salió el cazador y se comió a la anciana de un bocado. El lobo, como un gran
héroe, desmayó al malviviente de un solo golpe, le abrió la barriga, sacó a la abuela y puso piedras
en su lugar. La joven le agradeció toda su vida al lobo por haber salvado a su amada abuela.
Rocío Otalora y Ailén Ortega (2do lugar)
Caperucita Roja en helicóptero
Yo amaba mi caperuza roja, tanto como amaba a mi abuela, y decir que ella fue la que me
la hizo, la que se quedó hasta tarde en la noche cociendo con hilo rojo el regalo de cumpleaños
para su nieta.
Aquel día me puse mi preciada caperuza y me dispuse a caminar, como de costumbre, a la
casa de mi abuela. Llevaba mi canasta con comida siempre pero ese día tenia un agujero; y en
cuanto me di cuenta me senté en el suelo y comencé a arreglarlo.
De repente, un estrepitoso y ruidoso zumbido se escuchó, el viento sopló irregularmente y
levanté mi cabeza. Un insecto de metal con alas en la cabeza se alzaba sobre mí. Instintivamente
grité- lo cual pareció ahuyentarlo- el monstruo dio media vuelta y huyó al bosque de pinos
oscuros.
Era un lugar al que no iba porque me habían dicho que era peligroso, pero aquel insecto
me hipnotizó y me encontré caminado hacia él sin mirar atrás. Me adentré en el bosque que
estaba muy oscuro ya que las hojas de los árboles no dejaban filtrar la luz y encontré al monstruo
de metal. Estaba totalmente quieta y sus alas estaban petrificadas al igual que su cuerpo.
-Fantástico ¿no?-dijo una voz
-¿Quién anda ahí? Pregunté.
Poco a poco una figura se amoldó en mi visión. Un hombre alto, vestido de traje antiguo y
elegante, con la cadena de su reloj saliendo del bolsillo de su chaqueta; tenia el pelo oscuro y
revuelto y unos potentes ojos amarillos que le daban un aspecto sombrío.
-Veo que te gusta mi helicóptero- dijo con amabilidad.
-En realidad yo no debería estar aquí.
-¿Dónde deberías estar niña?
-No debo hablar con extraños, disculpe- dije queriendo parecer educada.
-Es bueno que sepas como cuidarte, salvo por una cosa.
-¿Cual?
-¿No crees que es peligroso estar en un bosque tan oscuro? Alguien podría atacarte. Hay muchos
lobos en la zona.
-¿Es suyo aquel…?.
-¿Helicóptero? Si, ¿quieres subir?
-No, gracias. Aunque creo que si lo usara para ir a la casa de mi abuela me tomaría el mismo
tiempo que ir caminando.
-¿De verdad eso crees? Apostemos: el que llega primero a la casa de tu abuelita gana un premio.
-De acuerdo-contesté
-Entonces te veo después niña.
De vuelta en el sendero original, me encaminé a la casa de mi abuela y cuando llegué a su
cabaña vi la puerta abierta. Un escalofrío recorrió mi espalda pero aun así entré.
-¿Abuela?- dije. Estaba muy oscuro y nadie respondió.
-¿Abue…?- miré el piso manchado de sangre. Huellas de un animal enorme estaban allí marcadas.
Unos ojos amarillos brillaron en la oscuridad.
-Me parece que he ganado el premio.
El hombre se alzaba sobre el cadáver de mi abuela y de su boca chorreaba sangre.
-Creo que merezco un segundo premio también.
Vi petrificada y con horror como el sujeto se transformaba en un lobo negro y como sus
dientes se lanzaban hacia mí, antes de que todo se volviera oscuridad.
Melanie Kerr (1er lugar)