CANDIDATO AL CONTACTO DISCIPULADO … · ... la Escritura Sagrada o Biblia de la India, ... mente...

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1 CANDIDATO AL DISCIPULADO AKOUSTIKOÍ CONTACTO 1 COMPAÑERO DEL SECRETO

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CANDIDATO AL

DISCIPULADO AKOUSTIKOÍ

CONTACTO

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COMPAÑERO DEL SECRETO

Comunidade Jessênia © Reservados todos los derechos.

ÍNDICE Introducción.............................................................................................................................. 2 Capítulo 1

Las grandes religiones antiguas que iluminaron los caminos espirituales de la humanidad.. 6 Capítulo 2

La enseñanza cabalística de la Comunidad Jesenia ............................................................. 15 Capítulo 3

Las cinco tradiciones iniciáticas adoptadas por la comunidad jesenia................................. 19

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INTRODUCCIÓN

Querido amigo que se aproxima la Comunidad Jesenia por primera vez:

En este primer contacto queremos presentarle nuestra Escuela Sagrada, nuestro santo taller, y brindarle las informaciones preliminares acerca de la magna y secreta obra que en ella llevamos a cabo, y que nos coloca día y noche en una plena y muy consciente unión con los divinos Misterios de Dios y de sus seres angélicos. Que su empeño en seguirnos a través de los caminos de estas informaciones y revelaciones sea cubierto de luz y pueda conducirle a un buen fin.

Desde que el hombre apareció sobre el planeta Tierra se diferenció de las demás criaturas y seres terrestres por poseer mente, capacidad de raciocinio y de asimilación de conocimientos. Esas facultades estaban destinadas a hacer de él el dueño y señor absoluto de este planeta.

A través del tiempo, en el transcurso de los siglos y eras de su existencia en la Tierra, el hombre, impulsado por sus facultades mentales, salió de la prehistoria, de la vida salvaje y animalesca, nómada, solitaria y primitiva, para formar grupos mayores que el de su familia, para formar sociedades y civilizarse. Luego comenzó a organizar ciudades, desarrollar culturas, técnicas agrícolas, pastoriles, militares, de construcción, etc.

A lo largo de ese desarrollo el ser humano debió enfrentar las fuerzas de la naturaleza, el fuego, el relámpago, los vientos, maremotos, terremotos, volcanes, inundaciones, el cielo con sus estrellas, el sol, los planetas, etc., procurando dominarlas y comprenderlas. En las primeras sociedades civilizadas, un grupo de personas preparado por una especie de escuela, se destacó en el estudio y en el intento de dominar las fuerzas de la naturaleza. Estas personas fueron conocidas como sabios iniciados. Debido a que ellos estudiaban los grandes Misterios de la naturaleza, sus fuerzas y las criaturas invisibles que las manejaban, la Escuela formada por ellos fue llamada Escuela de Misterios.

En una época anterior al surgimiento de la Escuela de Misterios en la Tierra el primitivismo del hombre era tan agudo, que los grandes Seres Invisibles, los seres angélicos de Dios, co-creadores y ordenadores de la Creación, debieron descender a la Tierra, manifestarse entre los hombres y apartarlos de su condición infantil, para dirigirlos hacia la etapa adulta. Fueron estos seres angélicos los que inauguraron en nuestro planeta las Escuelas de Misterios.

Los Ángeles divinos acunaron al hombre en el inicio de su vida terrestre, proporcionándole las primeras nociones acerca de la Divinidad, acerca de Dios como ser superior y controlador de la naturaleza, como fuente de todo lo que existe en el universo. Estas nociones se convirtieron en los principales temas que los sabios antiguos, más tarde, desarrollarían como conocimiento espiritual. Estos sabios conocían bien los métodos que los Ángeles utilizaban para dominar las fuerzas de la naturaleza, para conducirlas y controlarlas benéficamente, de tal modo que aprendían junto a ellos esos métodos, convirtiéndose así en magos-sacerdotes. Ellos también sabían que los seres angélicos eran una especie de hermanos más viejos que los hombres y que eran sus conductores, consejeros y maestros, dotados de un elevado y voluntario amor, consagrados al sublime e inimaginable Pensamiento de Dios, a Su voluntad y a Su plan de desarrollo de la Creación.

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En los primeros tiempos de la civilización humana sobre la tierra los sabios detentaban

el conocimiento que entonces se expresaba a través de tres medios: el arte, la ciencia y la religión. La religión era la elevada ligazón de los hombres con los Ángeles, el conjunto de conocimientos que tejían el hilo entre lo humano y lo divino. La ciencia era el conjunto secreto de conocimientos acerca las fuerzas de la naturaleza, de las leyes que rigen los elementos naturales, el espacio, las estrellas, los minerales, vegetales y animales; de las leyes que rigen los relámpagos, los vientos, la atmósfera, las temperaturas climáticas; que producen las substancias curativas y, en el seno de la tierra, los metales, etc. El arte era el medio de escribir, registrar y grabar los conocimientos secretos. Fue el arte el que produjo la escritura jeroglífica del antiguo Egipto, constituida de dibujos y pinturas que registraban el conocimiento religioso y científico de los sabios egipcios. En la India, el arte también expresó y registró los profundos conocimientos espirituales revelados por los dioses (Ángeles) a los hombres. Los que entraban en los templos hindúes podían contemplar las figuras que representaban a los yoguis practicando los secretos métodos liberadores del Yoga. Las posiciones de Hatha Yoga (que preparaba al cuerpo para purificarlo e higienizarlo a través de ejercicios o gimnástica, junto con baños y lavados internos y externos que preparaban para recibir las fuerzas del espíritu) jamás hubieran sido comprendidas y recordadas si no hubieran sido esculpidas o pintadas en las paredes de los templos.

En el desarrollo de su existencia terrena el hombre alcanzó el ápice de su evolución con el desarrollo del habla, la emisión de voz y la articulación de un lenguaje que le permitió expresar racional e inteligentemente sus pensamientos. Todos nosotros sabemos cuán importante son la lengua y la cultura de un pueblo en el mantenimiento de su sociedad y su nación. Los Ángeles cooperaron intensamente para que el hombre terrestre pudiese aprender a hablar. Con el habla la humanidad terrestre llegó a adquirir el control mágico del sonido, técnica que en la India llegó a ser conocida como Mantra-Yoga.

El Mantra-Yoga es una vertiente del conocimiento espiritual hindú orientado al uso mágico de la voz. Los sabios antiguos sabían que Dios creó el universo a través del sonido de su Palabra creadora, y que Él, hasta hoy, controla su Creación a través de la emisión de poderes sonoros. Los Vedas, la Escritura Sagrada o Biblia de la India, cuentan que a la madre de Krishna, Dios supremo nacido en la tierra a semejanza del Jesús nacido de María tal como lo relatan los mitos cristianos, quiso mirar dentro de su boca cuando él cantaba, algo que él siempre le impedía. Cierta vez, sorprendiéndolo, ella logró ver detrás de sus labios y, como fulminada por una visión extraordinaria, cayó desmayada. Después de recuperar el sentido por la ayuda de su hijo, éste le preguntó qué había visto dentro de su boca y ella respondió: “Vi soles, mundos, planetas, estrellas, luces y dioses, que se movían conducidos e impulsados por el sonido de Su música de la misma manera en que la música domina y determina el movimiento de los danzantes”.

En sánscrito, antigua lengua de la India, la palabra Mantra significa: man= mente; tra= liberación. Cantar una música mágica, es decir, cantar un mantra, es permitir que la mente humana –en la que se encuentran las facultades de asimilación del conocimiento, del raciocinio, del pensamiento, de la voluntad, de la razón, de la intuición y de la iluminación– se libere de sí misma, se eleve y se ligue al mundo santo de Dios y de sus Ángeles. En esta unión el hombre recibe la fuerza y el conocimiento necesarios para su desarrollo espiritual. Los cristianos de los primeros años de nuestra era conocían las técnicas del mantra-yoga bajo la forma de oraciones de invocación. La mayoría de esas oraciones eran cantadas según normas secretas, que sólo los iniciados conocían.

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Todas las lenguas de los pueblos antiguos surgieron para expresar los poderes sonoros

que Dios y los Ángeles usan diaria y constantemente, de manera ininterrumpida, para regir el movimiento, la vida, las energías y la esencia de todo lo que fue creado. Al comienzo de la civilización humana, el secreto de la manipulación mágica de la voz y del lenguaje, el secreto de las técnicas del Mantra-Yoga, fue entregado por los ángeles a los sabios iniciados quienes se convirtieron en maestros de las Escuelas de Misterios. Aquellos que deseaban aprender estos secretos debían dirigirse a las Escuelas de Misterios y pedir a estos maestros su admisión en el grupo de discípulos. Dicha admisión llegó a ser conocida con el nombre de Iniciación en los Misterios. El iniciado era el discípulo admitido en el grupo interno que estudiaba los tres grandes ramos del conocimiento espiritual ya mencionados: el arte, la ciencia y la religión. Para expresarnos con más claridad, el iniciado podría llegar a ver el interior de la boca de Dios y contemplar todo el vasto secreto del poder sonoro creador divino.

Algunos sabios antiguos grabaron en la tierra sus nombres y sus enseñanzas como en letras de fuego. Fo-Hi, Rama, Lao-Tse, Confucio, Akhenaton, Hermes, Zaratustra o Zoroastro, Orfeo, Pitágoras, Sócrates, Platón, Moisés y Jesús son algunos de ellos. Jesús fue, entre todos, el más elevado. Mientras los demás contemplaron el interior de la boca de Dios, y vieron como el sonido de Su Verbo o Palabra creadora generaba y dinamizaba la Creación, Jesús fue el aliento sonoro mismo de Dios. Todos estos grandes Instructores de la humanidad fundaron o dinamizaron las Escuelas de Misterios de las que hablamos en un comienzo. Estos dividieron sus enseñanzas en dos grandes ramas: una destinada al pueblo en general, al hombre de la masa, a la multitud que no poseía las aptitudes necesarias para recibir directamente los elevados secretos de la sabiduría, denominada enseñanza exotérica; y la otra, destinada a los discípulos del grupo interno de las Escuelas de Misterios, colmada de los elevados secretos y Misterios acerca de la Divinidad, de sus fuerzas, de Sus Ángeles, y de las fuerzas de la naturaleza, profundos secretos que exigen, de quien desea adquirirlos y dominarlos, una aptitud muy específica, así como elevados dones de dedicación, disponibilidad, bondad, moral y devoción; esta última es la enseñanza esotérica.

Es evidente que al pertenecer solamente a unos pocos, a una élite muy selecta y noble, el conocimiento esotérico tiende siempre a desaparecer de la Tierra, mientras que el conocimiento exotérico, arraigado en las multitudes, tiene mayor tendencia a permanecer a través de los siglos. Es por esta razón que los registros sólo dan cuenta de las enseñanzas de los grandes sabios del pasado en su versión más resumida, más general, más accesible al pueblo. Por otra parte, el conocimiento exóterico desaparece casi por completo, dejando apenas señales dispersas y casi imperceptibles de su existencia. En este hecho reside un problema que ha generado en la historia de las sociedades humanas muchos conflictos, muchas disputas religiosas y el derramamiento de mucha sangre. En vista de que la enseñanza esotérica de los grandes instructores espirituales desaparece, quedando apenas la más general, la exotérica, la Inteligencia divina se ve obligada a enviar de vuelta a la vida terrestre a estos maestros para que, de tiempo en tiempo, recuperen las enseñanzas perdidas y reformen la enseñanza más general, adaptándola a los nuevos tiempos. Sin embargo, al retornar, los instructores encuentran que la vieja enseñanza ha sido no sólo deformada sino también elevada al grado de única verdad y a la vez manipulada por señores pretenciosos, que se señalan a sí mismos como los únicos y fieles representantes de aquella enseñanza. Los maestros reformadores, al retornar a la Tierra, e intentar reformar y recuperar el lado

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esotérico, acaban por volverse enemigos de los representantes de la religión establecida. De esta forma, pretendiendo defender la originalidad del pensamiento exotérico de una línea de enseñanza, sus representantes acaban persiguiendo y asesinando a los enviados de la luz. El caso de Jesús Cristo fue el más destacado ejemplo de todos estos ataques lanzados contra los maestros-profetas de Dios. Él mismo, al ver esos ataques, se lamentó profundamente a las puertas de la ciudad israelita de Jerusalén diciendo: “Jerusalén, Jerusalén, que mata y apedrea mis profetas. Cuántas veces yo quise reunirte como la gallina reúne a sus polluelos, mas tú lo rechazaste”.

Jesús reformó en su tiempo, la vieja religión de Moisés en su aspecto exotérico, y recuperó los aspectos esotéricos desaparecidos de la enseñanza de aquel profeta israelita. Los representantes de la religión de Moisés que residían en Jerusalén consideraron a Jesús como un gran enemigo que pretendía adulterar las antiguas enseñanzas, introduciendo invenciones, innovaciones y falsas doctrinas en ellas. Cegados por estas opiniones, ellos mostraron una fuerte resistencia y oposición a las enseñanzas de Jesús.

Jesús debió enfrentar, además de las dificultades con los representantes legales de la religión de Moisés, los aspectos característicos de la era en la que él se manifestó en la Tierra. En otro momento abordaremos dichos aspectos pues ellos son muy importantes para comprender los esfuerzos de los grandes enviados de la Luz, de los maestros instructores de la humanidad, y para poder cooperar con el desarrollo del trabajo espiritual inaugurado por ellos en la materia y en el seno de las civilizaciones humanas.

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CAPÍTULO 1

LAS GRANDES RELIGIONES ANTIGUAS QUE ILUMINARON LOS CAMINOS ESPIRITUALES DE LA HUMANIDAD

Anteriormente mencionamos a Moisés, gran profeta y líder del pueblo de la antigua nación de Israel. La historia de esa nación, que desde tiempos antiguos se instaló en Oriente Próximo a orillas del Mar Mediterráneo, constituye gran parte del libro espiritual que conocemos como La Biblia.

Antes de Moisés, al comienzo de la formación de la nación israelita, vivió el patriarca formador de esta nación, Abraham, natural de una antigua ciudad caldea llamada Ur, situada en la región históricamente conocida con el nombre de Mesopotamia. Este hombre recibió especial atención tanto de grandes maestros como de la onda invisible de seres angélicos. Estos maestros y Ángeles lo apartaron del seno de su antigua familia y de su tierra natal, y le transmitieron los conocimientos espirituales al mismo tiempo que lo hicieron migrar desde las tierras orientales hasta Egipto. Allí, otros grandes maestros dirigían Escuelas de Misterios seguían antiquísimas líneas de conocimientos sagrados y las reformaban de tiempo en tiempo, recuperando y manteniendo siempre sus aspectos esotéricos en una forma viva y eficaz.

La religión egipcia enseñaba a sus discípulos que Dios era, en su manifestación cósmica, pura luz, y, por causa de ello, habitaba todos los cuerpos luminosos, especialmente en el Sol.

Los antiguos maestros egipcios Enseñaban que en el trono del Sol y utilizando las fuerzas luminosas, Dios regía la vida terrestre y todas las manifestaciones de la Creación en la Tierra. Los instructores egipcios enseñaban a sus discípulos que cada ser humano guarda dentro de sí la posibilidad de asimilar esas fuerzas y de realizar, a través de ellas, la transformación y el perfeccionamiento de su ser interior, de su mente, y del mundo que le rodea. En la medida en que el ser humano domine esas Fuerzas podrá transformarse en un mago-sacerdote. Continuando su perfeccionamiento, el hombre transformado en mago-sacerdote podrá construir un cuerpo espiritual propio para habitar en el seno puro, inmutable y eterno de la luz solar.

En Egipto Abraham encontró al clero de aquella nación ocupado en instruir a sus discípulos en los elevados arcanos o aspectos de la doctrina de la manifestación de Dios en las fuerzas solares. Él convivió con los dignatarios de esa doctrina, así como con los maestros que lo retiraron de su ciudad en Caldea. De tales contactos surgió el cuerpo de doctrinas de la primitiva nación israelita. Después de Abraham fue su hijo Isaac quien siguió el Camino espiritual de los maestros de su padre, y el hijo de este, Jacob, siguió también esta misma línea de doctrina. Jacob tuvo doce hijos, y cada uno de ellos dio origen, con su descendencia, a una tribu de la nación de Israel. Durante ese tiempo, los israelitas vivían tanto en la región conocida más tarde como Palestina, como en Egipto, aprendiendo junto a ellos los grandes secretos del conocimiento espiritual, de la sabiduría divina.

Con el pasar de los años la nación israelita cayó bajo el poder del faraón egipcio Ramsés, pasando de ser amiga a ser esclava, sufriendo toda suerte de opresiones y trabajos forzados. Fue entonces cuando entre los israelitas, también conocidos como hebreos, nació Moisés.

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El faraón Ramsés receloso de un crecimiento exagerado de la población israelita

emitió un decreto que ordenaba matar a todo recién nacido del sexo masculino que hubiera nacido de mujer. Utilizando un ardid, la madre y la hermana de Moisés lo ocultaron hasta la edad de seis meses. No pudiendo esconderlo más, la madre de Moisés y su hermana lo colocaron en una cesta impermeabilizada y lo echaron al río Nilo. La criatura descendió flotando por el río y acabó llegando a un lugar en el que las princesas egipcias tomaban un baño. Una de ellas, percatándose que el niño en el cesto era hebreo, quiso adoptarlo; entretanto, la hermana del pequeño, que había seguido el cesto por la orilla, se aproximó y, manifestando que la criatura necesitaría ser amamantada, pidió a la princesa que por lo menos le permitiese a una hebrea amamantarlo. Una vez recibida la autorización, la hermana de Moisés lo llevó de vuelta a su verdadera madre.

Cuando Moisés pasó la fase de lactancia fue devuelto a la princesa egipcia quien lo crió hasta la adolescencia. En esa edad era costumbre en Egipto entregar a los jóvenes de la realeza para que los sacerdotes los observasen y cuidasen de su educación. Quienes poseyeran dones comerciales eran preparados para el comercio, los que tuviesen dones militares eran entregados al ejército, y los que poseían dones espirituales eran conducidos a la Iniciación.

La Iniciación era el proceso de admisión de discípulos en el sistema religioso y filosófico de las creencias espirituales egipcias. Moisés, al ser entregado a los sacerdotes, acabó recibiendo esta Iniciación. Fue llevado entonces a Tebas y Menfis, importantes centros del clero egipcio en los que recibió el conocimiento esotérico, es decir, secreto y elevado, el cual incluía el estudio de la astrología, de la magia, de la filosofía, de las ciencias alquímicas, de la medicina, del secreto proceso de momificación, del arte de escribir o dibujar los jeroglíficos templarios y sepulcrales, así como el de copiar el Libro Egipcio de los Muertos.

A lo largo de sus elevados estudios esotéricos, Moisés fue descubriendo que detrás de todo el conocimiento que los maestros egipcios le mostraban, sobresalía la creencia en un Dios supremo, creador y mantenedor del universo, rodeado de una compañía de dioses, es decir, de seres muy elevados y sublimes, que podían nacer en la Tierra entre los hombres terrestres y que sumergidos en la materia se encargarían de civilizar, educar, transmitir el conocimiento espiritual y concientizar a los hombres de que la vida terrestre es una peregrinación en el error, en el dolor, en la miseria, en la enfermedad y en el sufrimiento, y que esta vida sólo se vuelve útil si el hombre la dirige hacia su realización espiritual, hacia la Iniciación. La Iniciación consistía en una serie de procedimientos a través de los cuales el discípulo purificaba progresivamente su ser interior, su alma y su mente, hasta alcanzar una unión con el reino de los dioses, con la luz suprema de Dios y de sus dioses. En la medida en que esa unión se volvía más fuerte y plena, el discípulo alcanzaba la capacidad de construir otro cuerpo físico, invisible, inmutable, eterno, con el que podía alcanzar una existencia eterna.

Todo este conocimiento existía también entre los pocos sacerdotes hebreos que habían sido esclavizados por el faraón Ramsés. Moisés pudo constatar que los sacerdotes de su pueblo habían conservado la tradición santa de los hebreos. Ellos guardaban celosamente las enseñanzas entregadas a Abraham, Isaac y Jacob, así como a los doce hijos de Jacob conocidos como los Doce Patriarcas. Sin embargo Esta Tradición necesitaba recuperar enteramente su parte esotérica, y renovar su dimensión exotérica, para que pudiese producir, por un lado, profetas e iniciados, y por otro, un pueblo regido por leyes sociales más espirituales, más justas, más cohesionadas y eficaces.

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Cuando Moisés comprendió que su misión era reformar la tradición semita, la

tradición de los israelitas, emprendió entonces una larga peregrinación a otros centros iniciáticos del oriente, siendo el más importante de ellos aquel que dirigía Jetró, hierofante de los pueblos del desierto de Sión, en la península árabe. Al encontrarse con Jetró, Moisés estableció contacto con la tradición oriental más antigua de la tierra, y conoció a su futura esposa, Séfora. En esa época Moisés, pastoreando el ganado de su suegro, se aproximó al Monte Horeb y recibió allí una visión mágica que le permitió entrar en contacto con una manifestación de los dioses de Dios, con los Ángeles divinos del mundo de la Luz. Allí, Moisés recibió oficialmente su misión profética de reformador de la religión esotérica y exotérica del pueblo israelita.

Moisés se retiró del Monte Horeb, del monte de su visión celeste, elevado al grado de legislador y profeta de Dios. Retornó entonces al pueblo hebreo esclavizado en Egipto y comenzó un proceso político y espiritual para obtener su liberación. Moisés debió, en diversas ocasiones, enfrentar al faraón Ramsés y a los sacerdotes egipcios hasta que finalmente conquistó la liberación de su pueblo.

Atravesando el Mar Rojo y guiado por Moisés, la nación israelita partió a una peregrinación que la llevó a través de desierto de la Península Sinaítica durante cuarenta años. Durante ese período Israel recibió los primeros libros de su Biblia, el Pentateuco o Torá, compuesto por cinco libros conocidos como los Libros de Moisés: El Génesis, el Éxodo, el Levítico, los Números y el Deuteronomio.

Después de cuarenta años de peregrinación por el desierto, los israelitas acabaron por llegar a las tierras de Canaán, las cuales conquistaron después de duras guerras. Aquella región se convirtió, entonces, en el país de Israel, dividido en doce tribus y organizado como una nación sacerdotal, regida por los maestros espirituales, detentadores de los lados esotérico y exotérico de la Torah.

El lado esotérico, confiado a los profetas y a los sabios, recibió más tarde el nombre de Cábala. Por su parte el lado exotérico era transmitido al pueblo por los sacerdotes. Los profetas y maestros sabían muy bien que Moisés fue el encargado de llevar la alta Iniciación egipcia al pueblo hebreo mediante una reforma que promovió a través de sus contactos proféticos con Dios y con la compañía de dioses, es decir, con los Ángeles divinos que rodean a Dios.

Los rituales y fiestas santas tales como la Pascua, el Sabbath, el Pentecostés, el día de la Expiación, la Fiesta de las Tiendas, eran observadas según un calendario solar secreto basado en los conocimientos astrológicos citados en los Libros de Henoch y en otro libro denominado Libro de los Jubileos. Esas fiestas litúrgicas eran conmemoradas entre un grupo de iniciados conocidos como Esenios de acuerdo a rigurosas observaciones astrológicas de los llamados ototh schamaim, las señales de los cielos, de los astros, de su posición celeste y de las estrellas. Los sacerdotes y altos iniciados de la comunidad esenia observaban en el cielo astrológico la rueda del destino humano y, de acuerdo a estas observaciones, organizaban las medidas secretas que debían ser adoptadas para poder trabajar en la materia, entre los hombres. Las estrellas, según los libros de Henoch, presentaban configuraciones específicas conforme al transcurso de los días del año solar. Cada una de esas configuraciones era como un libro celeste escrito en caracteres secretos que sólo los esenios iniciados podían leer e interpretar. De este libro celeste los esenios conocían algunas páginas especiales, en las cuales

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leían profética y escatológicamente1 el advenimiento del surgir en el cielo de las ototh cohrab Mashiar, las señales de la Estrella del Mesías, el Cristo2. Observando astrológicamente las señales celestes, los esenios percibieron que la venida del Mesías estaba próxima, y la esperaban en una fecha próxima a los días en que ellos vivían. Durante la celebración de sus rituales litúrgicos, los esenios procuraban organizarse de forma tal que pudiesen entrar en el mundo angélico celeste y cantar alabanzas junto a las santas moradas de los Ángeles.

Jesús apareció con su Estrella de Belén certeramente en la época en la que lo esperaban los esenios. Los magos persas, que también observaban los ototh schamaim, las señales celestes, vieron su estrella y se dirigieron a traerle presentes.

A los doce años Jesús fue al templo de Jerusalén y encontró allí un grupo de maestros cabalistas con quienes mantuvo conversaciones de cuño esotérico, causando enorme admiración entre aquellos sabios. Antiguas tradiciones nos cuentan que Jesús leyó y tejió comentarios o pescherim (palabra hebraica plural de pescher, que significa comentario) acerca de los libros proféticos de Isaías y Habacuc, usando elevados conocimientos cabalísticos a través de los cuales él medía, pesaba y calculaba cada letra hebraica del texto de aquellos libros proféticos, mostrando a los sabios las fechas y las señales celestes que anunciaban la venida del Mesías. Tales conocimientos eran muy secretos, transmitidos de manera ocasional a un círculo muy cerrado de sabios, cuyas edades deberían ser igual o mayor que cincuenta años. Contemplar a un niño de doce años en posesión de la capacidad y el arte oculto de operar los grandes arcanos de la Cábala era sin duda motivo de espanto y admiración.

Muchos de esos arcanos eran de difícil elucidación por estar relacionados con los denominados Misterios Mayores y por tratar acerca de la preparación cósmica y macrocósmica de la encarnación del Mesías o Cristo. Estos arcanos formaron, en el cristianismo naciente, una serie de instrucciones secretas, guardadas apenas por los llamados cristianos gnósticos quienes constituyeron el grupo cristiano que conservó el aspecto esotérico del cuerpo de instrucciones y enseñanzas de Jesús y el Camino de la buena Iniciación.

El grupo de los cristianos gnósticos es uno de los que más han contribuido al conocimiento jesenio actual acerca de las disposiciones adoptadas para afrontar de modo positivo y verdaderamente iniciático una nueva era. Debido a que, en el desarrollo de las 1122 lecciones del discipulado de la Comunidad Jesenia, siempre estaremos cerca de la tradición gnóstico-cristiana, es muy importante que conozcamos a estos grupos, sus enseñanzas secretas, sus rituales, su lenguaje de Misterios, sus enseñanzas sacerdotales y terapéuticas. Los gnósticos fueron, a nuestro parecer, los primeros psicoterapeutas de la Era de Piscis. Bajo la inspiración del Apóstol Pablo, ellos dividieron a la gran sociedad humana sobre la tierra en tres grandes grupos: el grupo de los hylicos o materialistas que no poseen ninguna capacidad espiritual; los psíquicos poseedores de cierta capacidad espiritual, pero que no sobrepasan el

1 Escatologia: Estudio de las previsiones proféticas futuras, o estudio de las cosas que acontecerán o están previstas para el futuro. 2 Mesías o Cristo: La figura de un Mesías surgió en el judaísmo anterior a Jesús a través de las revelaciones hechas por profetas tales como Isaías, Habacuc o Zacarías, según las cuales ese Mesías sería la manifestación de un ser celeste que surgiría en Israel encarnado como un rey y sacerdote, para restaurar la independencia política y militar de aquel país, así como para reformar la religión de Moisés, haciéndola recuperar sus características y aspectos espirituales y esotéricos primitivos.

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nivel de la fe religiosa; y los pneumáticos que poseen en las profundidades de su ser una semilla espiritual, una chispa-espíritu, que los torna capaces de asimilar la vida espiritual en sus más elevados aspectos, pudiendo, inclusive, penetrar en la sabiduría de los Misterios y recibir de ella una redención verdadera y perfecta.

En la aurora del cristianismo, cuando los apóstoles aún vivían y actuaban, las enseñanzas de Jesús fueron guardadas de forma oral, y divididas en enseñanzas públicas o exotéricas, y enseñanzas secretas o esotéricas. Las enseñanzas esotéricas se encontraban muy próximas a la Cábala y a los aspectos esotéricos del judaísmo, de la Religión original de Moisés, así como a la enseñanza profética de los esenios, pues Jesús había estudiando junto a la sagrada Comunidad Esenia. Sin embargo, nuevos e importantes elementos fueron creados dentro de la comunidad cristiana primitiva, los cuales buscaban desnacionalizar el conocimiento secreto de la tradición semita y asimilar la tradición gnóstico-helénica, es decir, las tradiciones provenientes de Grecia. Así, aunque en forma de semilla, el cristianismo primitivo contenía elementos de universalización, de asimilación de otras tradiciones. El reconocimiento de dichos elementos generó una polémica muy grande y dejó marcas en las escrituras cristianas, como las que podemos constatar en las cartas de Pedro y de Juan. En estas cartas descubrimos o bien la existencia de una helenización indeseable y sin criterios, combatida a toda costa por los apóstoles (o, según afirman algunos estudiosos modernos, por discípulos de éstos, que, para dar autoridad a los documentos que ellos escribían, les atribuían una autoría pseudoepígrafa, antigua costumbre literaria, en la que el escritor escondía su identidad detrás de la de otro escritor, más antiguo y más famoso que él); o bien una helenización genuina, sin embargo secreta, que no podía ser escrita y que, por ello, era apenas mencionada sin mayor profundidad para ser abordada más profundamente en círculos internos y especiales que fueron llamados por cristianos como Orígenes y Clemente de Alejandría “el círculo de los Iniciados en los Misterios Mayores”.

En la obra de Clemente denominada Stromata, este afirma: “Aquellos que todavía son ciegos y mudos, y sin entendimiento, o no poseen la clara y penetrante visión del alma contemplativa, han de quedar fuera del coro divino. Por eso, de acuerdo con el método oculto, la Palabra verdaderamente sagrada, verdaderamente divina y tan necesaria para nosotros, depositada en el sagrario de la verdad era llamada por los egipcios el Adytum, y por los hebreos el velo. Sólo los consagrados tenían el derecho de acercarse a ella. También Platón pensó que no era justo que los impuros tocasen lo puro. Por eso las profecías y los oráculos eran proferidos a través de enigmas para el pueblo inculto que no tenía la necesaria instrucción. No es, pues, deseable que todas las cosas sean expuestas indiscriminadamente a todos, o que los beneficios de la Sabiduría sean comunicados a los que ni en sueño fueron purificados en su alma, porque no se puede permitir que caiga en manos de cualquier forastero o advenedizo lo que con tantos esfuerzos fue procurado y adquirido. Ni se deben exponer al profano los Misterios de la palabra. Los Misterios fueron establecidos para el beneficio de conceder la santa y bendecida contemplación de las realidades ocultas. Así, pues, por una parte, hay Misterios que estuvieron ocultos hasta el tiempo de los apóstoles, y éstos los comunicaron tal como los recibieron de Jesús, y estos Misterios, ocultos en el Antiguo Testamento, fueron manifestados a los santos y preparados. Y por otra parte están las riquezas de la gloria de los Misterios de los paganos, que es la creencia y la fe en Jesús Cristo. La Instrucción que revela cosas ocultas se llama Iluminación, y esta es el único instructor que descubre la llave que abre el arca.”

Orígenes escribe, por otra parte, en su libro De Principiis: “Las Escrituras Sagradas tienen un sentido aparente, y otro que la mayoría de los hombres no percibe. Porque están

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escritas en la forma de ciertos Misterios, y a imagen de cosas divinas. Al respecto, existe una opinión en toda la Iglesia: toda Ley es en verdad espiritual, sin embargo el sentido espiritual de la Ley no es conocido por todos, sino sólo por aquellos que recibieron la gracia del Espíritu Santo en la palabra de sabiduría y conocimiento”. Así, los primeros cristianos sabían que dos tipos de personas se acercarían al cristianismo: un tipo sin el toque pneumático y, por tanto, incapaz de aproximarse a la salvación por el conocimiento y la sabiduría de los Misterios, pero que poseía capacidad de asimilar mediante la fe el lado superficial de la Ley; el otro tipo, tocado por el don pneumático, por la chispa-espíritu, que poseería plena capacidad de asimilar los conocimientos y la sabiduría de los Misterios divinos y descender al nivel profundo y espiritual de la Ley y que podría gozar de completa iluminación y redención.

Consideramos importante definir de una mejor manera qué son los Misterios, cómo son transmitidos y qué proporcionan a quienes se encuentran preparados para recibirlos. Es igualmente importante saber cómo los Misterios llegaron a los grupos esotéricos de la Palestina anterior y contemporánea a Jesús, así como saber de qué forma estos Misterios dieron origen, en el naciente cristianismo, al grupo esotérico de los cristianos gnósticos.

En general se ha definido a La Religión de los Misterios como un culto secreto de los antiguos sacerdotes griegos basado en un conjunto de creencias antiguas y destinadas a un grupo especial de personas, preparadas para entenderlo de modo completo y profundo. La palabra Misterios proviene del griego misterion, que significa ceremonia religiosa secreta, y está relacionada con los siguientes términos griegos: Mycós, La parte más profunda del alma, en la que yace la simiente pneumática, transcendente a la razón, al raciocinio y a la inteligencia, que la ceremonia de Misterios toca para despertar la Gnosis, es decir, el verdadero conocimiento; Myo: el estado en que la razón, el intelecto y la voluntad corrientes del hombre mortal son silenciados para que el hombre inmortal pueda abrir su mycós, es decir, los oídos de su alma, y oír la voz del silencio, que el hierofante produce no solamente con su boca, sino también con el sonido de los nuevos chacras de su nuevo cuerpo astral. Este sonido pronunciado mágicamente por el instructor o hierofante vibra en el local sagrado donde él reúne a su comunidad secreta; Mystas: Labios cerrados, secretos revelados solamente a los iniciados capaces de silenciar sus facultades mentales; Myeo: Iniciación o consagración en los Misterios.

Estos diversos significados de los términos griegos asociados a la palabra Misterios nos permiten entender en qué forma los Esenios se organizaron como Comunidad o Escuela de Misterios. Podemos también, deducir la razón por la cual acostumbraban a permanecer en silencio durante casi todo el día, lo que hizo que llegaran a ser conocidos como los callados.

La gnosis, el conocimiento que proviene de la iluminación, de la mente que se silencia para dar lugar a la afluencia de las fuerzas interiores del alma, específicamente de la parte de esa alma denominada Mycós, es como una voz interior, como un murmullo o susurro, que instruye al discípulo en su Camino iniciático. Esa voz puede tocar el alma de otra persona y conducirla a la Senda iniciática; esa es la verdadera misión de un hierofante o fundador de una Escuela de Misterios. Él no va a las plazas públicas, ni a los centros en los que la población se concentra para ejercer la tan mal entendida prédica, no. Del interior de su corazón, de la esencia de su alma sanguínea, la Voz hierofántica se hace oír para todos aquellos que tienen oídos.

De manera más o menos parecida, la Cábala se ajusta a estos mismos aspectos. Ella también es enseñada a grupos especiales de personas, en circunstancias muy particulares. En

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hebreo, la palabra Cabbalah significa conocimiento oculto transmitido oralmente, susurrado de boca a oído.

De esta forma, los gnósticos cristianos, es decir, el grupo esotérico cristiano que conservó y helenizó harmoniosamente las enseñanzas secretas de Jesús, constituyó la primitiva Escuela de Misterios Cristianos. Ellos avanzaron en la Senda iniciática abierta por Jesús y desarrollada por los jesenios (es decir, por los apóstoles de Jesús y sus discípulos), hasta que pudieron alcanzar el don de la Voz Hierofántica, es decir, hasta alcanzar el don de producir un campo invisible de fuerzas sonoras, dentro del cual se manifiestan poderosas corrientes ígneas, cargadas de instrucciones sagradas que tocan la mycós del alma del candidato a los misterios despertándole y abriendo su oídos para un entendimiento superior y su visión para la contemplación de las cosas divinas.

Los gnósticos cristianos pudieron entonces constituir un cuerpo de doctrinas esotéricas, animado por el espíritu de la Verdad, animado por el fuego de la Palabra Divina, de la voz Hierofántica, iluminado por el soplo de los Ángeles santos y por la presencia radiante y gloriosa del Cristo de Dios. Los antiguos egipcios enseñaban que el sacerdote de los Misterios debería poseer Maa Keru, es decir, una voz capaz de proferir palabras de fuerte poder mágico, palabras que pronunciadas correctamente y dirigidas a los cielos extraerían fuertes corrientes astrales de poder mágico; por medio de estas palabras el sacerdote celebraría las fiestas y rituales de los Misterios, envolviendo al grupo de discípulos con el soplo de su Maa Keru.

Jesús también sopló sobre sus discípulos para que ellos recibiesen el pneuma aggion o Espírito Santo. Los gnósticos, en sus ceremonias de Misterios, abanicaban a los discípulos con una varita metálica dotada de alas, ordenándoles recibir al Espíritu Santo.

En el documento 1QH de los Manuscritos esenios del Mar Muerto, podemos hallar todos estos temas que acabamos de abordar. Allí, el maestro de la Justicia, en su calidad de hierofante de los esenios de Qumran, explica cómo Dios alteró el ritmo de sus palabras y corrigió su boca, para que pudiese proferir instrucciones esotéricas verdaderas. También Isaías, en el capítulo 5 de su libro, explica que los Querubines y Serafines, Ángeles santos de Jehovah, buscaron dentro del fuego solar brasas vivas para colocarlas en la boca de aquel profeta, para que pudiese proferir palabras ígneas y poderosas. Los Serafines buscan brasas con un instrumento misterioso, denominado en hebreo tanakim que, ante la falta de equivalente en otras lenguas, fue traducido por pinzas del altar.

Si nos remontamos nuevamente al seno de los Misterios Egipcios, al ceremonial de momificación del Libro Egipcio de los Muertos, encontramos igualmente una extraña pinza o instrumento denominado abridor de boca, el cual, al abrir a boca del muerto, le concedía la capacidad de recuperar el habla y proferir, frente a sus enemigos en el más allá, palabras de poder mágico.

Este instrumento egipcio aparece en los más diversos textos jeroglíficos, muchas veces relacionados con períodos astrológicos específicos, que nos llevan a creer que la ceremonia del enderezamiento o abertura de la boca del difunto se modificaba o se adaptaba a los aspectos astrológicos de cada era zodiacal. Mirado más de cerca, de modo más profundo y esotérico, el difunto, al tener su boca abierta a través de un ritual alineado con un período astrológico correctamente observado, podía proferir palabras de Misterios referentes a dicho

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período, revelando así, los matices, características y aspectos inherentes al ciclo zodiacal en cuestión.

El cristianismo, por ejemplo, en su historia, pasó por períodos específicos en los que, a los ojos del conocimiento oculto, recibió marcas astrológicas profundas. Sus primeros setecientos años fueron marcados firmemente por la transición entre la Era de Aries que llegaba a su fin, y la naciente Era de Piscis. En la iconografía cristiana de esta época la figura del cordero crucificado cedió lugar a la cruz con dos peces y la cruz con las letras griegas a (alfa) y W (omega). En ésta última la letra a era, al mismo tiempo, una letra y el dibujo simplificado de un pez. La comunidad de las catacumbas3 romanas, que se sirvió de las tumbas subterráneas de la periferia de Roma para esconderse de las persecuciones y dejó allí diversos dibujos, frases y pinturas, dejó en su iconografía sagrada las huellas de esta transición.

El cristianismo de los años setecientos a mil cuatrocientos después de Cristo, se presentó ya adaptado a las condiciones astrológicas de la Era de Piscis. Los grupos esotéricos cristianos de este período, tales como los priscilianos, los neomaniqueos, los bogomilos y los cátaros utilizarían la cruz con peces de modo más constante. Otro símbolo de la Era de Piscis fue la ostra y sus perlas que aparece principalmente entre los grupos neomaniqueos. Sin embargo, de las sombras de un pasado todavía más remoto, de forma un tanto obscura y, en aquella época, muy oculta, surgió durante el período entre los años 700 y 1400 d.C. la figura acuariana de la copa del Grial, del Vaso Celeste repleto del líquido uraniano de Acuario. Los cátaros, grupo cristiano esotérico del sur de Francia, cuyo último hierofante fue asesinado a finales del siglo XIII d.C., convirtieron la figura del Grial en un símbolo futuro del cristianismo. Entre los años mil cuatrocientos a dos mil cien después de Cristo, la actuación corresponde a los Templarios, a los Masones y a los Rosacruces. Ellos manifiestan el Grial, la copa acuariana de los ríos uranianos y jupiterianos. El símbolo sublime del Grial es el ave pelícano hundiendo su pico en el pecho hasta herir su corazón y derramar su sangre redentora. En la era de Aries, el Cristo era el cordero de Dios, en Piscis era el Pez de la raza celestial angélica, en Acuario es el Pelícano herido y sangrante. El cordero tiene como tarea recibir el fuego solar de Dios. En este fuego, el océano astral celeste, el océano de astros, se ofrecerá como combustible para eliminar toda mancha elemental animal. En ese período el culto israelita mundial colocaba en el altar animales para el sacrificio, y los hacía arder en llamas. Este es el período de los sacrificios de animales. El pez es el animal que tiene como tarea la purificación de la materia cósmica que forma los cuerpos sutiles del hombre y de los animales. Ese es el período en que se desarrolla la medicina y la navegación y se dominan, por tanto, los mares, y en el que el ritual hebreo de la circuncisión es substituido por el bautismo y por las lustraciones a través del agua. Aries purifica por el fuego, Piscis por el agua, el pelícano mezcla el fuego y el agua, produciendo el soplo, el aire. La era del pelícano es la de las conquistas aéreas y espaciales. Las alas del pelícano producen el viento, el pico hiere el corazón de luz, del que brota la savia rojo – áurea de los éteres santos. Estos éteres son soplos sutiles y volátiles derramados en el Grial divino que los buscadores de la Verdad deben encontrar y de los cuales deben alimentarse. Entre esos éteres, uno de los más

3 La comunidad de las catacumbas de Roma existió y sufrió persecuciones entre los siglos II y III d. C.. Los cristianos de las catacumbas eran marginados y perseguidos por la ley romana y usaron aquellos cementerios para esconderse y practicar el culto cristiano que en ese entonces se encontraba prohibido en Roma. Esta comunidad constituiría un grupo esotérico cristiano con creencias muy diferentes a las que eran consideradas tradicionales u ortodoxas y que produjeron un conjunto de figuras y símbolos que expresaban las enseñanzas esotéricas de Jesús y de los apóstoles.

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importantes es el Archaeus, sin el cual ninguna medicina, ningún remedio, ninguna cura es eficaz. Otro éter exhalado del pico sangrante del pelicano es el éter eléctrico, también denominado éter mágico, pues constituye la fuerza de todos los actos mágicos. Cuando los cristianos simbolizan el Espíritu Santo por la doble SS colocada dentro del círculo y rodeada por siete palomas, están indicando las siete corrientes de éteres eléctricos provenientes de la acción del Espíritu Santo en la atmósfera de la Tierra. Esta doble SS es uno de los símbolos acuarianos más sagrados de la actualidad.

Por lo expuesto hasta aquí, podemos constatar que la Comunidad Jesenia moderna, al adoptar el símbolo del Grial, del pelícano y de la doble SS con las siete palomas, se coloca, en todos los sentidos, como una Escuela de Misterios específicamente manifestada para nuestra era actual. Ella invita a todos los buscadores a apreciar de modo libre y consciente sus arcanos y su Doctrina de Misterios. En primer lugar estos buscadores son admitidos como estudiantes de sus treinta y cuatro grados secretos. En dicha etapa los estudiantes pueden recibir las mil ciento veintidós lecciones y los contactos, sin adentrarse en las corrientes de las Távolas4, es decir, uno de los muchos grupos de doce estudiantes de la Comunidad Jesenia. Sólo serán admitidos en las Távolas aquellos que puedan abrir los oídos del alma, que puedan preparar sus facultades mentales y conducirlas al silencio, aquellos que den pruebas incuestionables de persistencia, paciencia y devoción frente a sus errores y constantes fracasos en la Senda. La Comunidad Jesenia dispone de todas las herramientas y conocimientos necesarios para prepararse para las radiaciones de la Era de Acuario, constituyéndose en un grupo esotérico moderno verdaderamente apto para ofrecer una Iniciación genuina. Nuestros estudiantes deberán tener una absoluta e inquebrantable fuerza de voluntad, dedicación, devoción y esfuerzo para poder ser partícipes de las características de nuestra Escuela.

4 N.T: Se mantiene en esta traducción el término portugués Távola, que en español equivaldría a Tabla en el sentido de mesa, el cual sin embargo ha caído en desuso. Aquí Távola, o Tabla, toma su sentido de la Tabla o Mesa Redonda de la Leyenda Artúrica que según algunos relatos fue creada por Merlín como imitación de la mesa del Grial de José de Arimatea, a su vez una imitación de la mesa de la Última Cena de Jesús y sus discípulos.

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CAPÍTULO 2

LA ENSEÑANZA CABALÍSTICA DE LA COMUNIDAD JESENIA

La Comunidad Jesenia, al reunir todos los conocimientos pertenecientes a la denominada Sabiduría Antigua y al ofrecer el sistema clásico de Iniciación, se muestra públicamente como una Escuela de Misterios, poseyendo un cuerpo doctrinario exotérico y un cuerpo doctrinario esotérico. Se clasifica a sí misma como Escuela Cabalística ya que ofrece a sus alumnos la antigua y mística enseñanza esotérica referente al Antiguo Testamento bíblico y a la religión de Moisés. Esta enseñanza fue conocida a lo largo de los diez primeros siglos después de Cristo como Cábala.

Si quisiéramos adentrarnos en la historia del conocimiento esotérico oculto tras el velo del Antiguo testamento bíblico, tendríamos que retroceder hasta el tiempo en que el propio Moisés se estableció para auxiliar a sus setenta hombres denominados sabios ancianos, los cuales recibieron de él el conocimiento más sublime y más secreto acerca de la naturaleza de Dios, acerca de los divinos poderes constructores de Dios, de las fuerzas que hacen moverse, desarrollarse y vivir al Universo y a sus criaturas. Ellos formaban un colegio de sabios, una Escuela de Misterios, y admitían en ella a todos aquellos que quisieran conocer los elevados Misterios celestes. Fue en esa Escuela en la que los grandes profetas tales como David, Salomón, Daniel, Ezequiel, Joel, Jeremías, Elías y muchos otros alcanzaron la Iniciación.

En el tiempo de Salomón, tercer rey de Israel, ese colegio de sabios ancianos era dirigido por Sadoc, un sacerdote cuya personalidad estaba cercada por enigmas. La tradición cabalista nos cuenta que él no sólo representaba el conocimiento secreto cabalístico sino que también poseía contactos con otros centros de Iniciación del mundo antiguo, tales como los núcleos de Tebas en Egipto, de Tiro en Fenicia, y de Melquisedec en el desierto del Gobi – entre Nepal y Tibet –. Esos lugares eran considerados, en la época de Sadoc, como de la más alta iniciación sacerdotal del mundo antiguo.

Los discípulos de Sadoc formaron mucho más tarde, después de la época de los

profetas, la Escuela de Misterios de los Esenios, conocida en la historia como Comunidad Esenia y, actualmente, luego del descubrimiento de los Manuscritos del Mar Muerto en 1947, como Comunidad de Qumrán. Una parte de sus discípulos continuaron formando el colegio de los sabios ancianos de Israel. Después de la destrucción de Jerusalén por las tropas romanas del general Tito en 70 d.C., un alto sacerdote y sabio anciano, el Rabino5 Shimeon ben Yohai, escapó de ser asesinado, huyendo primero a Galilea donde, junto con ocho rabinos más, encendió la llama del conocimiento esotérico relativo al Antiguo Testamento. Todo el conocimiento secreto que Israel poseía, toda su brillante religión cabalística, era celosamente guardada por el rabino Yohai y, con su fuga de Jerusalén, corría el riesgo de perderse para siempre. Él reunió entonces a ocho compañeros y les reveló todo lo que guardaba. Este tesoro de revelaciones quedó registrado en un libro denominado Sefer haZohar.

5 Rabino o rabí: palabra hebrea que designa literalmente "maestro" o "doctor religioso"; en la religión judía equivale al “padre” en la religión católica. Sin embargo, el Rabino Yohai debe ser considerado perteneciente al grupo de verdaderos maestros, sabios cabalistas, dedicados al aspecto esotérico e iniciático de la religión de Moisés o religión judía, así como del Antiguo Testamento bíblico.

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El Cristianismo enseñado por Jesús a sus discípulos nació de la misma vertiente de la Cábala y de las enseñanzas esotéricas esenias. La influencia esenia en el sistema cabalístico-esotérico de enseñanza de Jesús fue tan grande, que sus contemporáneos judíos le dieron al grupo formado por él, el nombre de Jesenios, es decir, esenios del grupo de Jesús. Los fariseos enemigos de Jesús y de los esenios, cuando querían referirse a los seguidores del buen Maestro, o a los seguidores de los esenios, los llamaban por un solo nombre: los del Camino, según constatamos en los Hechos de los Apóstoles, capítulo 9, versículo 2. Este nombre dado a los esenios y primeros seguidores de Jesús, proviene del hecho que los esenios llamaban a sus seguidores los del camino del desierto, lo cual significaba que aceptaban la Torah (las leyes de Moisés escritas en los cinco primeros libros del Antiguo Testamento) tal como ella fue aceptada y seguida por los judíos de la época de la salida de Egipto, durante la época de su peregrinaje de cuarenta años por los caminos del desierto, hasta llegar a la tierra prometida, a Canaá. Los seguidores de Jesús tuvieron igualmente una estrecha relación con Juan Bautista, esenio y profeta que dijo de sí mismo: yo soy la voz del que clama en el desierto, preparad el Camino, enderezad las Sendas (Marcos, en sus primeras predicaciones públicas, y los demás discípulos y seguidores de Jesús, dieron tanta importancia al trabajo preparatorio de Juan Bautista y a sus enseñanzas proféticas proferidas en el desierto, provenientes casi todas del libro y de la tradición del profeta Isaías, que acabaron siendo llamados también los del Camino.)

También en nuestra época, lo que distingue a los esoteristas de los seguidores de las religiones exotéricas es el hecho de que los primeros están dispuestos a recorrer la Senda o el Camino iniciático, buscando alcanzar la verdad y la luz, mientras que los segundos tan solo se embriagan con los aspectos emocionales, históricos y externos de las religiones, quedando detenidos en la fe, sin poder avanzar en dirección a esa verdad y a esa luz. En relación a esto Jesús dijo en el Evangelio Gnóstico de Tomás, dicho 74: “Hay muchos alrededor de la fuente, más pocos son los que entran en ella para beber de sus aguas”. Podemos citar igualmente como distintivo de aquellos que pretenden superar la embriaguez de la fe y alcanzar la sabiduría iniciática, la expresión de Camino o Senda que debe ser recorrida y enderezada. Tal es el caso de quienes en la Francia Medieval iban de París hasta los Pirineos por las sendas druídicas, atravesando el norte de España hasta llegar a la ciudad de Compostela. Ellos recorrían el místico, antiguo e iniciático Camino de Compostela, en una época en la que en sus márgenes se instalaban los caballeros templarios del Santo Grial, los cátaros y los druidas, dispuestos a mostrar al peregrino las fuentes originales de la verdadera iniciación. Actualmente, cuando a la orilla de este camino ya no encontramos más ni templarios, ni cátaros, ni druidas, sus sendas producen aún una extraña sensación y una fuerza mística inquietante y profundamente despertadora.

Las antiguas rutas celtas del sur de Francia, del norte de España y de Portugal asumieron, en la época medieval, el papel de Caminos Iniciáticos, y fueron preparados por las fraternidades mencionadas para acoger a todos aquellos que deseaban recorrer la Senda de la clásica Iniciación. Quien las recorría, pasaba por la experiencia de adentrarse en los Misterios Antiguos, en su santa y bellísima cámara iniciática, recibiendo de los llamados hospitalarios de la orilla de aquellos caminos una acogida semejante, por ejemplo, a la que es ofrecida al hombre moderno por los rosacruces y masones.

Las antiguas Compañías premasónicas, por ejemplo, en su deseo de guardar relación con ese pasado druídico y templario de Europa medieval, ofrecían a sus participantes los denominados viajes iniciáticos que eran pruebas simbólicas del recorrido que el candidato a la Iniciación debería atravesar desde los oscuros subterráneos de la tierra hasta los astros, y de

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los astros al Sol, fuente de la Luz. El viajero, en los Misterios antiguos, era un buscador, y el objeto buscado variaba de acuerdo al tipo de Misterio que era celebrado. En el caso, por ejemplo, del griego Jasón, él buscaba el Vellocino de Oro, a través de una terrible hazaña, peligrosa y de las más difíciles, que requería un largo viaje a través de aguas de mares desconocidos. Jasón encontró luego a las fieras que habitaban los lugares desiertos, yermos, que aquel héroe debía atravesar en su búsqueda. Después de jurar a un rey que buscaría el Vellocino de Oro, Jasón tuvo, como primera idea, ir hasta Dodona y preguntar al Roble Parlante cuál sería el mejor Camino a seguir. Junto a ese roble sagrado, el héroe recibió como consejo buscar a Argos, constructor de navíos, y pedirle que construyera una embarcación de cincuenta remos. Con esta embarcación Jasón emprendió parte de su búsqueda.

El cristianismo de Jesús, en su versión gnóstico-esotérica, a pesar de ser menos mitológico que los Misterios arriba citados, no dejó también de hacer que sus discípulos emprendieran viajes al centro de la Tierra, en donde yacía, desde la caída, Adán, o a los cielos, como en el caso de Juan en el Apocalipsis y de Pablo que, según sus cartas, estuvo en el tercer cielo. Pablo realizó también un viaje marítimo en el que naufragó. Llegó así a las playas de una isla llamada Malta e intentó encender allí una hoguera para secarse; al buscar ramas para encenderla, resultó picado por una víbora. El pueblo local, al verlo libre del veneno de la serpiente, lo recibió como un dios.

La huida del Rabino Simeon ben Yohai, citado anteriormente como guardián de los secretos cabalistas de Israel, y su hijo también fue registrada como un viaje simbólico que terminó en una caverna donde se desnudaron y permanecieron en constante oración hasta que fueron visitados por la Santa Presencia de Dios. Sin entrar en los pormenores de lo que ocurrió en aquella gruta, lo que importa ahora saber es que tanto el rabino como su hijo salieron de la gruta preparados para transmitir las grandes y sagradas enseñanzas de la Cábala.

Pablo, el rabino Yohai y Jesús indicaron el Camino que el hombre debe seguir para buscar el Manto de Luz, el Vellocino de Oro, el Vestido Luminoso, la Redención que le posibilita escapar de las tinieblas y cambiar su morada al reino de la perfecta claridad.

La Comunidad Jesenia presenta igualmente este Camino clásico a través de las Santas Instrucciones Universales, entre las que sobresalen la Cábala, el gnosticismo cristiano, el hermetismo egipcio, los Misterios Esenios, la Magia de la antigua Persia zoroástrica y la tradición hindú, por medio de la literatura védica, el Yoga y el Budismo esotérico.

La Comunidad Jesenia presenta la Cábala desde tres ángulos: la Cábala rabínica, que nos muestra un judaísmo esotérico y el pensamiento original de Moisés; la Cábala esenia, que nos muestra la enseñanza de los profetas y del mesianismo profético así como una visión más profunda de las enseñanzas de Moisés; y la Cábala cristiana, orientada a interpretar esotéricamente las grandes enseñanzas de Jesús y de sus discípulos.

En la Comunidad Jesenia la Cábala cristiana es presentada principalmente a través de la interpretación de nuestro mebaker y maestro el señor Jodachay Bilbakh, judío, ex-rabino, profundo estudioso y admirador de los esenios y de la denominada Comunidad de Qumrán, así como de los hallazgos del Mar Muerto y de Nag Hammadi. Este último es un conjunto de documentos gnóstico-cristianos encontrados en 1945 cerca de la localidad egipcia de Nag Hammadi, de donde proviene el nombre de la colección. Dicha localidad se encuentra cerca de un sitio arqueológico denominado Chenoboskion.

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En Nag Hammadi se encontró un conjunto de doce códices que contienen antiguas

obras cristianas tales como el Evangelio de Tomás, el Apócrifo de Juan, el Evangelio de Felipe, el Evangelio de la Verdad, la Epístola apócrifa de Tiago, el Libro de Tomás – el Atleta, la Protennoia Trimorphe, etc..

El señor Jodachay Bilbakh estudió esos documentos desde la perspectiva del cristianismo cabalístico de los rosacruces, en especial desde el ángulo del cristianismo del alemán Jacob Boehme, así como desde la propia Cábala rabínica y esenia. Él también buscó inspiración en las enseñanzas de los cristianos gnósticos valentinianos, que elaboraron el Evangelio de la Pistis Sophia, y en los cátaros y bogomilos maniqueos de los siglos X a XIV d.C.

Desde la perspectiva de nuestras pesquisas y búsquedas, consideramos que el antiguo Camino Iniciático, en la pluma del señor Jodachay Bilbak, fue completamente desvelado, dispuesto y preparado para que Occidente pudiera abrazarlo y, bajo su instrucción, buscar el Manto de la Luz, el Vellocino de Oro, el Grial, la suprema Iniciación. Nuestro maestro J. Bilbakh nos demostró ser aquel inmenso santo y poderoso Roble Parlante de la leyenda de Jasón y el Vellocino de Oro. En él encontramos la voz de la sagrada instrucción, suave y de una claridad incomparable, vasta como los océanos, cristalina y tranquila como las aguas de un lago. La Cábala utiliza también el simbolismo del árbol cuyas hojas reciben las letras santas de los Misterios celestes. Esa es su figura central y más destacada, a la que los sabios rabinos dan el nombre de Árbol de la Vida o Árbol de las Diez Sephiroth. El cabalista aprende, él mismo, como en la leyenda de Jasón, a hacer que esas hojas misteriosas sacudan sus letras y produzcan millares de santos diálogos, repletos de secretas instrucciones, y discursos muy elevados acerca de los profundos abismos de la sabiduría de Dios. En el movimiento rítmico del viento divino, bajo las leyes mántricas de la Palabra de Dios, cada letra del Gran Árbol Sagrado va emitiendo la enseñanza que Adán perdió cuando cayó y fue separado del Paraíso.

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CAPÍTULO 3

LAS CINCO TRADICIONES INICIÁTICAS ADOPTADAS POR LA COMUNIDAD JESENIA

Durante las lecciones iniciáticas de la Comunidad Jesenia el candidato a los Misterios Cristianos y Cabalísticos se encontrará con las cinco corrientes clásicas de la Iniciación antigua, a las que denominamos Tradiciones Antiguas de la Sabiduría Universal. Ellas son: las Tradiciones Semita, Persa, Egipcia, Hindú y Gnóstico-Cristiana.

En la Edad Media estas cinco corrientes se resumían en tres tradiciones denominadas Alquimia, Cábala y Astrología. El nombre genérico de esas tres ciencias era el de Sabiduría Oculta. Ellas eran estudiadas profundamente por quienes que deseaban ser médicos o aspiraban a conocer los grandes secretos de la naturaleza humana, de la naturaleza del universo y de la naturaleza de Dios. Las diversas sociedades iniciáticas de aquella época llamaban al iniciado en la Sabiduría Oculta Maestro del Secreto. El Secreto en el que esos maestros estaban versados estaba constituido por el conocimiento oculto de Dios, y por el conocimiento de los grandes procesos, virtudes y operaciones del universo y de la naturaleza humana. Ese conocimiento provenía de las Cinco Tradiciones que acabamos de mencionar.

La Tradición Semita está constituida por la Cábala y es presentada al neófito como una ciencia secreta que detenta el secreto del Verbo de Dios, es decir, de los sonidos, letras, números y mantras a través de los cuales Dios creó el universo, el hombre y las creaturas angélicas. La Cábala es una ciencia dedicada a estudiar la fuerza mántrica y acústica de la Palabra Creadora de Dios, y enseña al discípulo a manipular esa fuerza a través de la cual puede tocar su naturaleza, la del universo y la de los Ángeles, operando así la llamada Magia de las Palabras, la cual efectúa operaciones que el lego clasifica erróneamente como milagros.

La Cábala presenta igualmente una serie de métodos de interpretación del texto hebreo y arameo del Antiguo Testamento bíblico, que pueden ser aplicados por el discípulo para descubrir el sentido profundo y esotérico de las Sagradas Escrituras. En la Comunidad Jesenia estos métodos son presentados al neófito sin que para ello sea necesario dedicarse al estudio del idioma hebreo. Basta con el conocimiento de las letras, los elementos básicos de su fonética y su significado oculto, algo que las mismas lecciones proporcionan de modo muy simple y de fácil de asimilación.

En los textos de las lecciones, las palabras en griego, hebreo o arameo serán transliteradas, presentando su pronunciación y mostrando de la manera más simple y fácil de asimilar posible, su significado común y su significado oculto. En cuanto a esto el neófito no tiene nada de qué preocuparse.

La Tradición Egipcia fue asimilada por las sociedades secretas antiguas, por el cristianismo esotérico o gnóstico, por los filósofos y alquimistas medievales, como Hermetismo, es decir, a través del conjunto de enseñanzas de Hermes Trismegistos, el gran hierofante y maestro del antiguo Egipto, cuyas principales enseñanzas están disponibles actualmente en la obra Corpus Hermeticum. Entre los documentos de esta obra se destaca en especial el denominado Poimandres, o Pastor, en el que Hermes enseña acerca del Verbo o Logos divino, es decir, acerca de la potente y creadora Voz de Dios, que en el comienzo creacional tocó el vacío y generó en él los primeros movimientos. La Tradición Persa dejó

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como herencia un conjunto de enseñanzas que fue conocida a lo largo de la historia como Magia. En la antigua Persia, aproximadamente 700 años antes de Cristo, se manifestó Zoroastro o Zaratustra, gran hierofante del Reino de la Luz que enseño a los pueblos persas una sublime religión cuyo Dios supremo era llamado Ormuz o Ahura-Mazda, rodeado por Siete Espíritus sublimes llamados Amesha Spenta.

Ahura-Mazda, según las enseñanzas de Zoroastro, es el Sublime y Altísimo Señor de la Luz, el cual creó al universo usando como material de construcción la substancia de la Luz, y adornándolo con Su Sabiduría y Su Bondad. Al cubrir Su creación con la Justicia y la Verdad, Él hizo que el Todo brillara con bellísima perfección y gloria.

La principal tarea de los discípulos seguidores de Zoroastro, profeta anunciador de las obras y de la existencia de Ahura-Mazda, era la de aprender a utilizar las fuerzas de la Justicia y de la Verdad para adornar su ser interno con el brillo de la perfección y la belleza de la bondad. El conjunto de instrucciones que revelaban a asimilación, el dominio y la utilización de esa fuerza es lo que ha sido denominado Magia. De esta forma, el Mago persa era un sabio que conocía el secreto de las fuerzas de Dios y que poseía el don de dominarlas y de realizar con ellas una prodigiosa transformación en sí mismo, en la naturaleza y en el universo.

La Tradición Hindú que se integró al cuerpo de enseñanzas de la Comunidad Jesenia está principalmente basada en el budismo. En esencia, las doctrinas de Buda relativas a la cesación de la existencia perecedera, llena de dolor y de sufrimiento, a la ruptura con la cadena de fenómenos que constituyen el cuerpo ilusorio y mortal del hombre, sus sentidos y su mente, y a la disolución de sus ideas erróneas acerca de la naturaleza terrestre humana, constituyen pilares fundamentales de la enseñanza jesenia.

Las siete escuelas yóguicas y el conjunto de doctrinas expuestas en los Vedas aparecen también la instrucción jesenia en menor grado pero firmemente reveladas y aplicadas, de modo práctico, en el día a día de los discípulos, en sus actividades espirituales y devocionales. Dentro de esa práctica surge algo que podríamos describir como Kundalini Yoga, el cual ofrecemos a los discípulos más avanzados que han dado pruebas de haber crecido y avanzado de forma segura e incuestionable en sus actividades espirituales y en su dedicación y disposición.

La Tradición Gnóstico-Cristiana es la raíz central y el tronco del cuerpo doctrinario jesenio. Ella está compuesta por las enseñanzas secretas de Jesús vistas a través de los ojos del mundo greco-romano y permea todas las lecciones, haciéndose presente en todos los escritos e imprimiendo su sello en todas las instrucciones.

Los cristianos gnósticos constituyeron, en los primeros años de nuestra era, una comunidad cerrada, iniciática, que guardó los aspectos esotéricos de los evangelios, principalmente de las parábolas de Jesús, presentando un cristianismo mucho más profundo y filosófico que el de los cristianos que llegaron a ser conocidos como la ortodoxia.

La Gnosis presentó a los primeros cristianos el conjunto de los conocimientos ocultos que hoy en día constituyen los principales secretos de los Rosacruces, de los Templarios, de los Masones y de muchas otras Órdenes Esotéricas.

Querido amigo, para terminar lo expuesto en este contacto, queremos colocar nuestras instrucciones secretas, nuestros rituales, nuestros cánticos mántricos, en fin, nuestros tesoros

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doctrinarios, todos nuestros bienes a su disposición si, con humildad y gran disposición, consciente del acto de responsabilidad que ello implica, usted decide solicitarlos. Después de este primer contacto seguirán otros dos, en los que profundizaremos y cimentaremos nuestros lazos con los candidatos a neófitos. Esto es necesario ya que para que el candidato a nuestra Iniciación pueda decidir entrar en nuestra Escuela, requiere estar plenamente consciente de dicho acto, de manera que pueda libremente, sin coacción alguna, ingresar en el Camino espiritual.

Que la Luz de Belén, el Cristo de Dios, irradie de su corazón colmado de fuerzas, consolaciones y gracias transformadoras que lo cubrirán a usted y a quienes lo rodean con inquebrantable paz.

¡Amén!