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T. P., 62, n. o 2, 2005 CANCHO ROANO: EL PROCESO DE PRIVATIZACIÓN DE UN ESPACIO IDEOLÓGICO CANCHO ROANO: A PRIVATIZATION PROCESS FROM AN IDEOLOGICAL SPACE TRABAJOS DE PREHISTORIA 62, n. o 2, 2005, pp. 105 a 124 JAVIER JIMÉNEZ ÁVILA (*) RESUMEN Se estudia la secuencia arquitectónica del yacimiento de Cancho Roano (Zalamea de la Serena, Badajoz) aplicando principios metodológicos inspirados en la Arqueología de la Arquitectura, en particular la disposición de los accesos principales y su sujeción a características como la frontali- dad, la axialidad o la direccionalidad. El análisis permite constatar un proceso evolutivo de carácter lineal que se in- terpreta en términos de privatización simbólica de este es- pacio idiosincrásico. Este proceso se atribuye a transforma- ciones ideológicas relacionadas con la función del complejo monumental. ABSTRACT Applying methodological principles inspired by the Archaeology of Architecture, the architectural sequence of the Iron Age site of Cancho Roano (Zalamea de la Serena, Spain) is analyzed. The layout of the main entrances and their determination by factors such as axiality, frontality or directionality, and the degree of accessibility to the main ro- oms are emphasized. A linear and evolutionary process is detected that is interpreted in terms of symbolic privatiza- tion of this idiosyncratic space. This process is attributed to ideological transformations related to the political func- tion of the site. Palabras clave: Cancho Roano. Espacio ideológico. Ar- queología de la arquitectura. Extremadura. Hierro I. Key words: Cancho Roano. Ideological space. Archaeo- logy of architecture. Spain. Early Iron Age. INTRODUCCIÓN El yacimiento arqueológico de Cancho Roano (Zalamea de la Serena, Badajoz) fue descubierto para la Ciencia hace ahora 27 años. Su excavación y estudio crítico a lo largo de todo este tiempo han permitido sentar las bases iniciales para el conoci- miento de las postrimerías de la Primera Edad del Hierro en el tramo extremeño del Guadiana, y de las transformaciones económicas y sociales que expe- rimentaron las poblaciones de estos territorios en aquella época. Cualquier dato sobre el siglo V a. C habría supuesto una absoluta novedad en el yermo paisaje de la arqueología protohistórica extremeña de finales de los setenta (Almagro-Gorbea 1977). Pero nada hacía presagiar que las manifestaciones culturales de la Baja Extremadura post-orientali- zante pudieran alcanzar la monumentalidad arqui- tectónica y la riqueza material que han puesto de manifiesto los trabajos arqueológicos llevados a cabo en las últimas décadas. Cancho Roano está formado por un conjunto de edificaciones estructuradas en torno a un edificio central, elevado sobre una terraza de piedra, que aparece rodeado por una serie de largas y estrechas naves articuladas en pequeñas habitaciones. Todo ello, a su vez, es circundado por un ancho foso ex- cavado en la roca que delimita un espacio de unos 2.000 m 2 que, sin duda, alberga uno de los más so- bresalientes hallazgos de la Arqueología española del último cuarto del siglo XX. En consonancia, su equipamiento mueble no es menos sorprendente: joyas de oro finamente trabajadas, vajilla de bron- ce local y de importación, marfiles de diversas tra- diciones, objetos de pasta vítrea y una nutrida co- lección de cerámica entre las que destacan los vasos áticos, que permiten fechar el abandono del asen- tamiento hacia finales del siglo V a. C. Tal vez por (*) Instituto de Arqueología de Mérida. Pza. de España, 15. E06800 - Mérida. Correo electrónico: [email protected] Recibido: 11-I-05; aceptado: 14-IV-05.

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CANCHO ROANO: EL PROCESO DE PRIVATIZACIÓNDE UN ESPACIO IDEOLÓGICO

CANCHO ROANO: A PRIVATIZATION PROCESS FROM AN IDEOLOGICAL SPACE

TRABAJOS DE PREHISTORIA62, n.o 2, 2005, pp. 105 a 124

JAVIER JIMÉNEZ ÁVILA (*)

RESUMEN

Se estudia la secuencia arquitectónica del yacimiento deCancho Roano (Zalamea de la Serena, Badajoz) aplicandoprincipios metodológicos inspirados en la Arqueología dela Arquitectura, en particular la disposición de los accesosprincipales y su sujeción a características como la frontali-dad, la axialidad o la direccionalidad. El análisis permiteconstatar un proceso evolutivo de carácter lineal que se in-terpreta en términos de privatización simbólica de este es-pacio idiosincrásico. Este proceso se atribuye a transforma-ciones ideológicas relacionadas con la función del complejomonumental.

ABSTRACT

Applying methodological principles inspired by theArchaeology of Architecture, the architectural sequence ofthe Iron Age site of Cancho Roano (Zalamea de la Serena,Spain) is analyzed. The layout of the main entrances andtheir determination by factors such as axiality, frontality ordirectionality, and the degree of accessibility to the main ro-oms are emphasized. A linear and evolutionary process isdetected that is interpreted in terms of symbolic privatiza-tion of this idiosyncratic space. This process is attributedto ideological transformations related to the political func-tion of the site.

Palabras clave: Cancho Roano. Espacio ideológico. Ar-queología de la arquitectura. Extremadura. Hierro I.

Key words: Cancho Roano. Ideological space. Archaeo-logy of architecture. Spain. Early Iron Age.

INTRODUCCIÓN

El yacimiento arqueológico de Cancho Roano(Zalamea de la Serena, Badajoz) fue descubiertopara la Ciencia hace ahora 27 años. Su excavacióny estudio crítico a lo largo de todo este tiempo hanpermitido sentar las bases iniciales para el conoci-miento de las postrimerías de la Primera Edad delHierro en el tramo extremeño del Guadiana, y de lastransformaciones económicas y sociales que expe-rimentaron las poblaciones de estos territorios enaquella época. Cualquier dato sobre el siglo V a. Chabría supuesto una absoluta novedad en el yermopaisaje de la arqueología protohistórica extremeñade finales de los setenta (Almagro-Gorbea 1977).Pero nada hacía presagiar que las manifestacionesculturales de la Baja Extremadura post-orientali-zante pudieran alcanzar la monumentalidad arqui-tectónica y la riqueza material que han puesto demanifiesto los trabajos arqueológicos llevados acabo en las últimas décadas.

Cancho Roano está formado por un conjunto deedificaciones estructuradas en torno a un edificiocentral, elevado sobre una terraza de piedra, queaparece rodeado por una serie de largas y estrechasnaves articuladas en pequeñas habitaciones. Todoello, a su vez, es circundado por un ancho foso ex-cavado en la roca que delimita un espacio de unos2.000 m2 que, sin duda, alberga uno de los más so-bresalientes hallazgos de la Arqueología españoladel último cuarto del siglo XX. En consonancia, suequipamiento mueble no es menos sorprendente:joyas de oro finamente trabajadas, vajilla de bron-ce local y de importación, marfiles de diversas tra-diciones, objetos de pasta vítrea y una nutrida co-lección de cerámica entre las que destacan los vasosáticos, que permiten fechar el abandono del asen-tamiento hacia finales del siglo V a. C. Tal vez por

(*) Instituto de Arqueología de Mérida. Pza. de España, 15.E06800 - Mérida. Correo electrónico: [email protected]

Recibido: 11-I-05; aceptado: 14-IV-05.

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todo esto, durante la mayor parte del tiempo trans-currido desde su descubrimiento, el análisis histó-rico de este Complejo Monumental se ha realizadodesde su propia singularidad, con especial dedica-ción a la publicación de los resultados de las exca-vaciones y a la apertura de un debate sobre su na-turaleza palacial o “santuarial” que ha generado unaya amplia bibliografía (Celestino ed. 1996: 353-356; con posterioridad: Celestino 1994, 1997,2001, 2003 ed.).

No ha sido sino hasta fecha más reciente que elyacimiento de Cancho Roano ha podido ser valo-rado dentro de una perspectiva geográfica másamplia, gracias al descubrimiento de una serie deformaciones tumulares de gran tamaño que se pue-den emparentar con construcciones similares, y quese extienden por toda la provincia de Badajoz, afec-tando, incluso, al norte de Córdoba (Jiménez Ávi-la 1997). La condición de edificaciones protohistó-ricas de algunos de estos sitios ha sido confirmadapor nuevas excavaciones arqueológicas (Rodríguezed. 2004), o por hallazgos superficiales bien signi-ficativos (Jiménez y Domínguez 1995).

La proliferación de este tipo de asentamientos enla Baja Extremadura obliga a entender el “fenóme-no Cancho Roano” como un hecho histórico ge-neralizado dentro de los parámetros regionalescontemplados. Las primeras aproximaciones deconjunto permiten caracterizar estos yacimientoscomo enclaves aislados en el campo, sin relaciónaparente con hábitats concentrados inmediatos, loque obliga a examinarlos bajo un prisma eminen-temente rural: se trataría de residencias aristocráti-cas que actúan como centros gestores de la produc-ción agropecuaria del entorno. La apropiación delexcedente agrario provocaría la monumentalidadarquitectónica y la acumulación de riqueza que al-bergan como reflejo de la diferenciación social desus moradores, siendo discutible el papel de inter-mediarios comerciales que en ocasiones se ha pro-puesto.

El esquema organizativo que representan estasresidencias, disociadas de los núcleos de poblaciónconcentrada, permite diferenciar el Valle del Gua-diana post-orientalizante de los territorios con quese ha vinculado algunas veces el complejo de Can-cho Roano: el mundo Ibérico del Sureste o la An-dalucía tartésico-turdetana. Estos territorios tienenen el núcleo concentrado la unidad básica de pobla-ción y, lo que es más importante, de poder político,como demuestran la presencia de espacios diferen-ciados en el interior de los hábitats o su asociación

a necrópolis aristocráticas. Sin embargo, se detec-tan más afinidades con el modelo poblacional ysocio-económico que se implanta coetáneamenteen el Bajo Alentejo, presidido por una serie de pe-queñas construcciones aisladas –mucho menosmonumentales que las del Guadiana– en las que seobservan elementos que permiten identificarlascomo residencias aristocráticas de carácter rural, enla misma línea que los Complejos Monumentalesextremeños (Jiménez Ávila 2001a). También sehan valorado algunas analogías entre los sistemasfunerarios del Bajo Alentejo y los aún mal conoci-dos del Guadiana Medio, como síntoma de queambas zonas compartieron una serie de rasgos ar-queológicos que permiten bosquejar una ciertahomogeneidad cultural entre estos territorios suro-ccidentales a fines de la I Edad del Hierro (JiménezÁvila 2001a, 2001b, 2003).

A pesar de que todos estos recientes descubri-mientos y valoraciones permiten ir entendiendo elfenómeno de los Complejos Monumentales dentrode un contexto geográfico e histórico mejor defini-do, los datos arqueológicos que alimentan nuestroconocimiento siguen procediendo, fundamental-mente, de las ruinas de Cancho Roano.

Durante los últimos años las excavaciones del“Palacio-Santuario” se han centrado en la exhuma-ción de las fases más antiguas. Hasta ahora se hanestablecido 4 horizontes ocupacionales correspon-dientes a tres edificios (llamados A, B y C del másreciente al más antiguo) que presentan bastantesafinidades en cuanto a sus sistemas constructivos:todos son de trazado cuadrangular, están realizadoscon paredes de adobe y se dotan de pavimentos dearcilla roja de tonalidades muy vivas (Celestino1994, 1997, 2001). Con anterioridad a la primera deestas edificaciones existía en el solar de CanchoRoano una estructura maciza de piedras de plantaoval (Fase D) que constituye la evidencia ocupacio-nal más antigua detectada hasta la fecha (Celestino2001).

La superposición de estructuras hace que, amedida que se va profundizando en la estratigrafía,los datos empiecen a menudear (Celestino 2001).No obstante, es todo un lujo poder contar con unaseriación arquitectónica como la descubierta y es-tudiada en Cancho Roano y con el nivel de análisisque permite la conservación de las estructuras cons-tructivas.

Dadas las características idiosincrásicas de lossucesivos edificios construidos, esto es especial-mente importante para analizar y comprender los

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principios de funcionalidad y, sobre todo, los teó-ricos y simbólicos, que rigieron la organización delespacio edificado y que debe corresponder a plan-teamientos ideológicos y organizativos más am-plios.

Lo que se pretende con este trabajo es unaaproximación de carácter diacrónico a estos con-ceptos basada en el estudio secuencial de la orga-nización del espacio en cada fase histórica. Se pres-tará especial atención a tres aspectos básicos y a lastransformaciones que experimentaron a lo largo dela secuencia ocupacional registrada en las excava-ciones: la frontalidad, la axialidad de los accesosprincipales y su relación entre sí, y la accesibilidadal edificio y a sus espacios más importantes, enten-dida ésta, lógicamente, en la esfera de lo conceptualy de lo perceptivo, y no en la de la praxis. Los fun-damentos metodológicos aplicados se aproximan alos que inspiran los análisis de espacios internos enla Arqueología de la Arquitectura, en sus vertien-tes más semánticas (Kent ed. 1990; Steadman1996), si bien la naturaleza marcadamente ideoló-gica del espacio estudiado plantea problemas ysoluciones específicas, al disociarse de los ámbitospropiamente domésticos sobre los que este tipo deanálisis suele proyectarse, y al presentar una se-cuencia diacrónica bien conocida. Los recientestrabajos que sobre la fase A-3 de Cancho Roano sehan realizado bajo perspectivas metodológicas se-mejantes serán también objeto de atención, a pesarde que sus pretensiones son estrictamente sincróni-cas (Celestino et al. 2003).

1. LA SECUENCIA CULTURAL DECANCHO ROANO: UN ENSAYO DELECTURA ARQUITECTÓNICA

Las fases Cancho Roano D y C

El horizonte ocupacional más antiguo de loshasta ahora reconocidos en Cancho Roano está re-presentado por la denominada fase D. Las construc-ciones de esta etapa se reducen a una estructura depiedras de forma oval, de unos 3 m de diámetromayor, que se ubica bajo el ángulo NO de lo queposteriormente sería el edificio principal (Celesti-no 2001: figs. 4 y 5). La función y significado deesta estructura es difícil de desentrañar, si bien suconstitución a modo de plataforma maciza no favo-rece su reconocimiento como unidad de habitación,a pesar de que inicialmente se la ha identificado con

una posible cabaña (Celestino 2001: 22). En cual-quier caso, las posibilidades de proyectar sobreestos restos antiguos técnicas de análisis funciona-les de carácter espacial son restringidas, por nodecir inexistentes.

Algo similar cabe decir de la denominada FaseC, que constituye el primer programa arquitectó-nico de cierta envergadura. En la línea de la in-versión de volumen de datos y antigüedad de losmismos anteriormente referida, es la etapa peorconocida de toda la secuencia habitacional. Unode los principales problemas que plantea esta fasees el de su indefinición cronológica. Los materia-les adscribibles a este período, al tiempo que es-casos, son poco significativos. Los rasgos másdestacables son el incremento porcentual de lascerámicas a mano (que suman en torno al 40%) yla gran similitud con las formas de las fases másrecientes, que obligan a pensar en una relativaproximidad temporal entre una y otras (Celestinoed. 1996: 251-252).

Los restos más sobresalientes de este horizon-te están representados por una estructura moldeadaen el suelo de una gran habitación provista de unpavimento de arcilla y delimitada por paredes deladrillos de adobe (Lám. I). Se conforma esta es-tructura mediante un ligero resalte de sección abo-celada elaborado sobre el pavimento y con su mis-mo material arcilloso, que adquiere la forma de uncírculo adosado a un triángulo de amplia base, encuyo interior se instala un vaso cerámico elabora-do a mano (Celestino 1997: 372-373; lám. IV). Unhecho destacable de esta moldura es su infraposi-ción directa a una estructura de adobes que, deforma análoga a ésta, preside una habitación simi-lar en la fase posterior (B). Esta estructura se haasociado con una funcionalidad cultual, y se hadescrito como altar (Celestino 1997: 372-373).También se ha señalado la ausencia de paralelospeninsulares para esta forma y su similitud con elsigno egipcio chen, que a su valor como símbolode eternidad añade una carga profiláctica aplica-ble, sobre todo, a personajes de condición real.Este valor semántico alcanza su máxima expresióncuando el anillo chen se desarrolla y transforma enel famoso cartucho que envuelve (protege) el nom-bre del faraón (Lurker 1974; Wilkinson 1992).Este signo anular fue ampliamente representado enel arte egipcio, de donde lo tomarían los fenicios,quienes lo trasladaron a Occidente en la época dela colonización. Da fe de ello su aparición en unconocido brazalete áureo hallado en Tharros (Cer-

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deña) fechable en el siglo VI a. C., donde lo halla-mos sostenido por las garras de un Horus-jepertetráptero, en disposición cercana a modelos niló-ticos (Parrot et al. 1976: 234). Es importante ha-cer todas estas constataciones porque en la icono-grafía fenicia los seres alados desarrollan tambiénuna función protectora de la realeza, lo que noslleva a admitir la posibilidad de que, dentro de estemismo contexto iconológico fenicio, el signo chenmantuviera su valor semántico originario en tan-to que elemento preservativo de la figura regia. Siello es así, lo más posible es que la adopción de eseemblema para conformar el altar de la fase C deCancho Roano revista esta significación de protec-ción del poder real y, consecuentemente, que de-bamos considerar la existencia de una intenciona-lidad de marcar la condición regia y aristocrática–en todo caso dotada de un fuerte componenteideológico– de este espacio sacro desde sus prime-ras fases constructivas.

La fase Cancho Roano B

Sobre los restos constructivos de la Fase C sedisponen los de un nuevo edificio que da cuerpo ala denominada Fase B. Para este momento se cuentacon un acervo de datos algo más voluminoso. Losmateriales arqueológicos, como era de esperar, seasemejan aún más a los de la última fase, con apa-rición de elementos típicos, como las asas de ces-ta o los motivos pintados (Celestino ed. 1996: 252y 270-274). Recientemente se han reconocido res-tos de copas cástulo de primera generación proce-dentes de los sedimentos de esta etapa, lo que obligaa situar la amortización del edificio B con posterio-ridad al 475 y, muy probablemente, al 450 a.C. (Ji-ménez Ávila y Ortega 2004: 125-128).

Para la fase B de Cancho Roano conocemos,además, los primeros datos sobre la organizaciónespacial de las construcciones, gracias a la loableceleridad con que se van difundiendo los resultadosde las más recientes excavaciones efectuadas en elyacimiento (Celestino 2001). Esto nos permite ha-cer ya para esta fase unas primeras observacionesacerca de la organización del espacio construido decara a su estudio secuencial.

A partir de lo hasta ahora publicado, y a pesar delcarácter preliminar de los datos y de que gran par-te de las estructuras se han visto afectadas por lasedificaciones posteriores, se deduce la existencia deun edificio de planta simétrica, constituido por unanave de tendencia rectangular de la que sobresalendos cuerpos destacados hacia el Este, originandouna familiar disposición en “U” (Celestino 2001:Fig. 16). En este esquema aparecen ya dos ámbitosque perdurarán a lo largo de toda la secuencia ycuya concepción e interrelación interesa especial-mente de cara a nuestro estudio. El primero es elpatio delantero, que queda definido por la planta en“U” del edificio, y que actuaría como zona de aco-gida, ante la fachada oriental. El segundo es la ha-bitación que denominaré ‘estancia principal’, queaparece dispuesta en eje con el patio, y en situacióncentral respecto al resto de las compartimentacio-nes interiores (Fig. 1). Como en Cancho Roano Aesta habitación, que sobresale por su mayor tama-ño, está provista de elementos que le confieren uncarácter especial. En este sentido, destaca una yacélebre estructura de adobes, situada en la partecentral de la sala, que adopta en su forma la pecu-liar silueta de una piel de toro extendida. Esta es-tructura se superpone directamente a la molduraanular de la Fase C y se lee, como aquélla, en tér-

Lám. I. Estructura cultual a ras de suelo de CanchoRoano C.

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minos cultuales, identificándose con un segundoaltar (Celestino 1994). Redundando en la importan-cia de la situación topográfica, este altar de la faseB subyace directamente al pilar que preside la ha-bitación H-7 del último horizonte ocupacional. Eneste caso, la construcción de dicho pilar provocó ladestrucción parcial del altar preexistente (Celesti-no 1994: fotos 3 y 4). Parece, por tanto, que existeuna clara intencionalidad en diferenciar este espa-cio a lo largo de toda la secuencia constructiva.

Pero la situación topográfica no es el único ele-mento simbólico que provee de especial significa-ción a esta estructura: su configuración en forma derectángulo de lados cóncavos, que le otorga el as-pecto de una piel de toro extendida (o de un típicolingote chipriota) es igualmente significativa. Ya hasido reconocido el valor semántico de esta forma enel Mediterráneo Oriental desde el Bronce Recien-te, donde adquiere una significación religiosa (La-garce y Lagarce 1997), así como la abundancia derepresentaciones que adquieren esta peculiar siluetaen diversos contextos del Hierro peninsular (Prie-to 2002).

A elementos ya clásicos, del tipo de las joyas deEl Carambolo, han venido a agregarse evidenciasmás recientes, como el altar hallado en el Cerro deSan Juan de Coria del Río (Escacena e Izquierdo2001) o las estructuras del propio Cerro del Caram-bolo (Fernández y Rodríguez e.p.), en contextosinterpretados como espacios sacros adscribibles alPeríodo Orientalizante. Sin embargo, no hemos deolvidar la vinculación de esta forma con persona-jes socialmente destacados desde las primeras ma-nifestaciones habidas en suelo peninsular, comopone de manifiesto un inusual objeto cerámico in-cluido en la tumba de la Casa del Carpio (Belvís dela Jara, Toledo), que se encuentra entre los referen-tes más antiguos de enterramientos diferenciadosdel I milenio a.C. en la península (Pereira 2002: Fig.6, 3). Este mismo contexto funerario, asociado atumbas destacadas, es el que conviene a la mayorparte de hallazgos peninsulares de representacionesen forma de piel de toro extendida, que se sitúangeográfica y cronológicamente dentro de los lími-tes de la Cultura Ibérica. Es el caso del pavimentode guijarros del mausoleo turriforme de Pozo Moro,que adquiere especial importancia en este discurso,pues, este monumento, a través de su iconografía,refleja las transformaciones ideológicas y socialesque se están produciendo en el seno de la sociedadibérica de finales del siglo VI, que podríamos resu-mir sintéticamente en el paso de la legitimidad sa-

cra a la legitimidad heroica (Almagro-Gorbea1996). A partir del conjunto de Pozo Moro pode-mos comprender cómo estos símbolos, de conteni-do originariamente religioso, han pasado a asociar-se a los aristócratas ibéricos del siglo IV, lo queexplica su aparición en algunas tumbas de las ne-crópolis de Baza, Los Villares de Hoya Gonzalo oBaños de Fortuna, correspondientes a personajesdesprovistos ya de las prerrogativas propias de lamonarquía sagrada (Prieto 2002).

Pero la extensión de esta forma no se limita alárea ibérica, donde también aparece en pobladoscomo El Oral (Abad y Sala 1993). En menor medi-da, se constata su presencia en el área púnica (Siret1906: lám. XX, 7), en el valle del Tajo (Ortega yValle 2004) y, desde luego, en el Suroeste, dondese sitúa el ejemplar que aquí nos ocupa. En estecontexto geográfico, tal vez el conjunto que mejorcontribuye a explicar la presencia de este símboloen Cancho Roano es el hallazgo acaecido en el ya-cimiento de Neves I (Castro Verde, Portugal), conel que le unen otras concomitancias significativas,tales como su coetaneidad o el modelo de hábitataislado que representa (Jiménez Ávila 2001a). Bajoel nivel de suelo del edificio de Neves I se hallaronsuperpuestos, pero separados por un pavimento,dos objetos cerámicos con la característica forma depiel de toro asociados a (o conteniendo) cenizas yesquirlas óseas. Estos vestigios se han interpretadocomo la evidencia de sendas cremaciones de perso-najes diferenciados, subyacentes a las estructuras

Fig. 1. Cancho Roano B (según Celestino 2001): situaciónde la entrada sobre el eje del edificio y accesibilidad a la es-tancia principal.

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de habitación (Maia 1987), algo que podemos rela-cionar con los procesos de legitimación basados enel culto a los ancestros que se constatan en el cua-drante suroccidental durante toda la I Edad del Hie-rro (Jiménez Ávila 2002-03).

Pero, al margen del interés de estas apreciacio-nes de carácter simbólico, de cara a nuestros pro-pósitos de análisis espacial, interesa destacar, so-bre todo, la concepción axial y frontal del ingresoal edificio de la Fase B, que se sitúa en la fachadaeste, y que se hace desde el patio, así como la in-terconexión directa que se establece entre éste y laestancia principal. De este modo, en el muro quedefine la fachada exterior se reconoce la existenciade un vano ajimezado que conectaría con el patio(Fig. 1). Este acceso debía ser el único practicadoen el frontis del edificio, debiéndose la interrupciónque se aprecia en el mismo muro, un poco más alnorte, a procesos destructivos posteriores. Esteúnico vano ocuparía además una situación centralen la fachada, coincidente con la posición de laestancia principal. La situación central queda hoycamuflada en la planta reconstruida a partir de lasestructuras excavadas, debido a la conservacióndiferencial de las mismas, que es producto, a suvez, de la interposición de las construcciones mo-numentales de Cancho Roano A. De este modo, seaprecia una cierta simetría en la situación de esteacceso respecto de los espacios cuadrados defini-dos por gruesos machones que se sitúan a amboslados del pasillo longitudinal y que generan loscuerpos proyectados, que parecen estar interna-mente compartimentados, generando la sensaciónde un cierto descuadre.

En cualquier caso, lo que sí resulta confirmadoes la existencia de un segundo vano afrontado a laentrada ajimezada. Este segundo vano traspasa lapared occidental del pasillo y comunica directa-mente con la estancia principal que, atendiendo a laconcepción de la planta, sería “visible” y fácilmente“accesible” desde el exterior. El propio altar seencuentra en el mismo eje longitudinal del edificioparticipando de estas mismas condiciones de visi-bilidad y accesibilidad del resto de la estancia. Estesegundo vano, que nos permite establecer en eledificio de la fase B este elevado índice de axiali-dad y de accesibilidad (entendida ésta, recordémos-lo, en términos de concepción abstracta transferidaa la planta) se ha conservado de manera providen-cial, pues la mayor parte del muro ha sido destrui-do por las gruesas cimentaciones de la fase A queson bien visibles, precisamente, en la zona de la

puerta, como se aprecia aún in situ y en algunasfotografías publicadas (Celestino 1997: lám. IV, 1).

En definitiva, la disposición de los accesos prin-cipales del edificio Cancho Roano B puede carac-terizarse por su frontalidad, su disposición axial ypor la facultad de acceder fácilmente a la estanciaprincipal, a la que se llega directamente desde elpatio exterior, circunstancia que se ve posibilitadapor la situación afrontada de los vanos.

La fase Cancho Roano A-2

Bajo este epígrafe se agrupan las transformacio-nes arquitectónicas correspondientes a las fasesdenominadas A-1 y A-2 del yacimiento de CanchoRoano (Celestino ed. 1996) que, a efectos de orga-nización de los accesos y de situación de espacios,no manifiestan diferencias significativas de cara anuestros propósitos. Ambas representan los prime-ros momentos de la fase A o fase final del comple-jo arquitectónico. Una fase que, en conjunto, secaracteriza por la monumentalización de las edifi-caciones y por una frenética actividad constructivadesarrollada en un espacio de tiempo no superior a30 ó 40 años. La monumentalización del edificiocentral, que se dota de una potente terraza de pie-dras, aparejó la elevación del nivel de suelo en tornoa un metro sobre el de la fase anterior, lo que haposibilitado la conservación de las estructuras deCancho Roano B en un magnífico estado.

La planta del edificio central en la fase A man-tiene algunas de las características organizativasesenciales de la edificación de la fase B. Nos inte-resa destacar especialmente su simetría, la presen-cia de una zona de acogida definida por un patioabierto al Este y la existencia de una estancia prin-cipal, situada en eje con el patio, que ocupa la zonacentral del edificio (Maluquer et al. 1987: fig. 14).

No es fácil correlacionar entre sí las múltiplessubfases constructivas que se aprecian en las distin-tas zonas del complejo monumental a lo largo detoda esta gran fase final. Sin embargo, a esta prime-ra etapa A-1 se adscribe una larga nave rectangulararticulada en pequeñas habitaciones que flanqueael edificio principal por su lado Sur (Celestino ed.1996: 236). Esta nave puede considerarse el ante-cedente de las habitaciones perimetrales que pos-teriormente rodearán todo el edificio, aunque eneste momento solo se documenta su existencia enel sector meridional. La extrema proximidad deestas habitaciones de la fase A-1 con la terraza del

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edificio principal induce a pensar que el acceso a lasmismas se realizara desde el lado sur y que, conse-cuentemente, el foso aún no existiera. Habría sido,por tanto, la excavación del foso (que anularía laposibilidad de acceder por la parte externa), lo queobligó a separar las naves perimetrales del edificioprincipal, generando entre ambos espacios un pa-sillo suficientemente transitable en el que se colo-carían los nuevos accesos. Esta operación, además,habría coincidido con la ampliación de la serie dehabitaciones a tres naves adyacentes situadas pri-mero en los lados secundarios (S, O y N) y, final-mente, cerrando también el frente oriental, que co-rresponde a fachada principal del complejo. Laposibilidad de que hubiera sido la construcción dela terraza lo que habría obligado a desplazar lasestancias perimetrales como consecuencia del es-trechamiento del pasillo me parece menos creíble.

La organización de los accesos en esta fase su-pone algunas modificaciones respecto de lo quehemos observado en el edificio B, si bien algunasotras características se mantienen en vigor y otrasse matizan sustancialmente.

La frontalidad y la axialidad continúan siendo losrasgos que más obviamente perduran en esta etapa,pues el acceso sigue realizándose a través de unvano situado en el centro del muro occidental delpatio, que daría entrada al corredor H-2 (Fig. 2).Este vano, posteriormente cegado, fue descubiertoen los años 90 durante los trabajos de limpieza yplanimetría del edificio principal, al constatarse enel paramento una ruptura en los ladrillos de adobe,que dejaban de estar colocados a matajunta, paradefinir una línea vertical continua correspondientea una jamba (Celestino ed. 1996: 300). Este accesohabría requerido de la existencia de una escaleraprevia a la banqueta que actualmente ocupa el fon-do oeste del pasillo y que, como el resto de las ban-quetas del patio, no se construyó conjuntamente conla terraza. La percepción de este acceso principal,por tanto, queda mediatizada por su situación ele-vada respecto del suelo del patio, como consecuen-cia del proceso de monumentalización ya comenta-do. Esta elevación, que naturalmente no se traducea la planta, establece matices en la visibilidad poten-cial del interior del edificio desde el patio y en laconcepción de la edificación principal como un es-pacio diferenciado y jerarquizado respecto de lo queconocemos para la fase B, donde el acceso se sitúaprácticamente al nivel del suelo exterior.

Pero la transformación arquitectónica más sig-nificativa de esta fase se refiere al acceso a la habi-

tación principal H-7, que se superpone a la estan-cia principal de CR-B, heredando algunas de suscaracterísticas diferenciales más destacadas, comosu mayor tamaño (es la estancia más grande de lafase CR-A); su situación axial y la presencia de unaconstrucción central de adobes en forma de pilar deplanta cuadrada, cuya ubicación coincide con la delaltar en forma de piel de toro del edificio inmedia-tamente subyacente, como ya he señalado.

Ninguna de las cuatro paredes que cierran laestancia H-7 presenta interrupciones o huellas dehaber tenido puertas ni otro tipo de vanos. Esto esalgo que se aprecia especialmente bien en el murooccidental del pasillo H-2, que es uno de los para-mentos mejor conservados de todo el edificio, ydonde, consecuentemente, con mayor grado decerteza se puede verificar la existencia o inexisten-cia de posibles entradas. Esta circunstancia fue yaadvertida por Maluquer desde las primeras campa-ñas de excavación en el yacimiento, y fue uno de losargumentos que le llevaron a proponer que el acce-so a la habitación principal H-7 se realizaría desdela planta superior, lo que reforzaría el carácter es-pecial de este ámbito, para el que adoptó el concep-to de adyton con el que aparece en las primerasmemorias (Maluquer 1983: 13-15).

La bien constatada ausencia de puertas entre H-2 y H-7 es, por consiguiente, el rasgo de mayornovedad en la disposición de los accesos de la faseA respecto de la fase anterior. La habitación prin-cipal deja de tener comunicación con el corredor y

Fig. 2. Cancho Roano A-2: situación de la entrada sobre eleje del edificio y cierre de la estancia principal.

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pierde enormes cotas de accesibilidad y visibilidad.El acceso a este espacio diferenciado no solo sedistancia del patio y de la entrada principal, a la quetan vinculado estaba en la etapa precedente (por susituación a poco más de dos metros de distancia ypor su disposición axial, afrontada a la misma) sinoque se traslada a una planta distinta, de acceso pre-sumiblemente restringido. Estas operaciones, quesuponen una modificación significativa en los plan-teamientos formales de accesibilidad a distintaszonas del edificio, pueden interpretarse en términosde privatización simbólica del espacio principaldefinido por la habitación H-7, y constituyen lasprimeras evidencias arqueológicamente constata-bles de un proceso gradual que culminará en la fasefinal (A-3) y que afectará a todo el complejo.

Resulta difícil determinar si a estas transforma-ciones en los esquemas de acceso y circulación dela fase A-2 se añaden otros elementos interpretablesen la misma línea de evolución ideológica que, porel contrario, en las etapas posteriores se perciben deforma mucho más diáfana. En este sentido, se hansuscitado algunas dudas acerca del papel cultual dela construcción prismática que se instala en la par-te central de la estancia H-7 correspondiente a estaúltima fase, habiéndose propuesto en algunas oca-siones la posibilidad de que desarrollara una funciónmeramente tectónica (Maluquer 1983: 22; Celesti-no 1994: 296). Este “pilar”, de planta cuadrada, seeleva directamente sobre los restos del altar en for-ma de piel de toro de la fase B, buscando de mane-ra consciente el contacto físico con él, por debajo delos niveles de suelo, al punto que la construcción delpilar destruyó parcialmente la estructura subyacen-te. El hecho de que esta superposición reproduzcala misma situación que se da entre los altares de losedificios C y B, así como las notables diferenciasque se aprecian entre la habitación 7 y el resto de lasestancias del edificio (situación axial, mayor tama-ño, acceso superior, concepción constructiva amodo de cripta...) sugiere una continuidad en la fun-ción cultual de este elemento, que otorgaría a H-7 elmismo rango de espacio diferenciado que poseíanlas estancias homólogas de los edificios anteriores.Esta diferencia se explicaría entonces por la perma-nencia del carácter sagrado de este ámbito central.No obstante, hay que constatar que se produce unasimplificación de la forma constructiva de este nue-vo soporte cultual, que se ve reducido a un simplecubo, así como reiterar que el espacio de culto quedaostensiblemente aislado del sistema de circulaciónprincipal del edificio y, especialmente, del exterior.

La Fase Cancho Roano A-3

La fase A-3 es la mejor conocida de la secuen-cia constructiva del complejo monumental de Can-cho Roano, hecho derivado de su condición demomento final. Es la fase cuya planta definitiva hapodido irse completando a través de los sucesivostrabajos realizados desde entonces, que se han idoextendiendo a partir el edificio central hasta el ex-tremo del foso que rodea todo el conjunto (Fig. 3).

Análisis interno

Sobre la ordenación arquitectónica de esta fasese han realizado algunos trabajos recientes in-cluidos en el último volumen de estudios sobre elyacimiento (Celestino et al. 2003). Aunque estosanálisis son de carácter sincrónico merecen ser co-mentados, ya que afectan a conceptos que aquí in-teresan especialmente, como la accesibilidad o laprivacidad de los espacios.

El índice de publicidad que se obtiene, por ejem-plo, del análisis de visibilidad interna realizado enel edificio principal resulta, a mi juicio, desmesu-radamente elevado. Esto es algo que debe achacarsea las peculiaridades con las que se han aplicado lasrutinas metodológicas del sistema, ya que al trazar-se visuales desde todos y cada uno de los umbralesde acceso, la práctica totalidad del espacio resultaabsolutamente visible. De este análisis surgen, ade-más, otros resultados calificables de anómalos,como el hecho de que el corredor H-2, uno de losespacios más transitados de todo el edificio, sea elque presente mayores cotas de privacidad (Celes-tino et al. 2003: 334).

Un análisis de visibilidad más acorde a los pro-cedimientos metodológicos del sistema originaldesarrollado por Sanders (1990), plantea una distri-bución bastante más moderada de los índices depublicidad, que permite establecer hasta 5 nivelesdistintos, resultando que el nivel de máxima priva-cidad se acerca al 40% del total de la superficieanalizable (Fig. 4).

Aún más rotundo es el resultado que se obtieneal aplicar este mismo procedimiento a las estanciasperimetrales, si bien aquí es necesario reivindicarpreviamente la lectura arqueográfica que se propu-so en las memorias de excavación, según la cual, elacceso se realizaría individualmente a cada una deellas desde el pasillo perimetral (Celestino y Jimé-nez 1993; Celestino ed. 1996), y no la reinterpreta-

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Fig. 3. La planta del Complejo Monumental de Cancho Roano en su fase final a lo largo de 25 años de excavaciones (se-gún Maluquer y Celestino).

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ción que se hace en el mencionado trabajo, que pro-pone el tránsito continuo entre unas y otras (Celes-tino et al. 2003: 330). Los criterios arqueológicospara pensar en accesos independientes de espaciosincomunicados fueron expuestos en las memoriasde excavación a partir de las observaciones realiza-das in situ, por lo que no es necesario reiterarlos condetalle. Baste añadir, como uno más de los muchosargumento posibles, la disposición del depósitomueble de N-6, que imposibilita el tránsito a la ve-cina N-5 (Celestino y Jiménez 2003: fig. 11, lám.VIII).

En cualquier caso, resulta problemático realizaranálisis de visibilidad en estas naves a las que seaccede directamente desde el exterior, pues es di-fícil definir el umbral del espacio distribuidor desdeel que trazar las visuales, debido a su peculiar orga-nización arquitectónica. Pero, obremos como obre-mos (incluso estableciendo varios de estos umbra-les, como se propone en la figura 4), el índice devisibilidad de estas estancias es prácticamente nulo(inferior al 1%). Finalmente, si sumamos los resul-tados de los dos edificios (central + naves perime-trales) el índice de máxima privacidad alcanza el70%, magnitud que podemos considerar bastanteelevada (Fig. 4.2).

Similares conclusiones se obtienen del análisisgamma (Hillier y Hanson 1984) que, entiendo, deberealizarse de forma disociada entre el edificio cen-

tral y la nave perimetral, siguiendo el criterio de serespacios cubiertos y discontinuos, dotados de acce-sos independientes. Podemos manifestar un ciertoacuerdo en que el análisis global del espacio deCancho Roano no se atiene a los esquemas arque-típicos de las áreas residenciales (basta observar elregular pero anómalo árbol obtenido del análisisgamma de las habitaciones perimetrales), algo quedebemos atribuir a la condición idiosincrásica eideológica del espacio que estamos tratando (Fig.5.3). Sin embargo, no es menos cierto que el esque-ma que corresponde al interior del edificio central(Fig. 5.2) no se aleja mucho del que conocemospara espacios residenciales que han sido objeto deestudios parecidos situados en el ámbito ibérico,como la casa 2 del oppidum giennense de PuenteTablas (Sánchez 1998), que se interpreta como lavivienda de una familia de rango aristocrático (Ruizy Molinos 1997).

Tampoco creo que sea asumible (al menos indis-cutiblemente asumible) que el estudio de privaci-dad que se obtiene del análisis gamma sea diver-gente del que se deriva de la distribución demateriales arqueológicos. De hecho, las estanciasque mayor grado de alejamiento presentan (H-5 yH-6) son pródigas en hallazgos relacionables con elámbito de lo privado (como los juegos de azar), yen el estudio de distribución de materiales, los ele-mentos relacionados con la esfera del ‘ocio’ sonmayoritarios –o, incluso, exclusivos– en estas es-tancias (Celestino et al. 2003: 316-317). A este re-sultado tampoco se oponen los primeros análisis defuncionalidad realizados por M. Almagro-Gorbeay sus colaboradores a principios de los años 90, quevinculaban este área del edificio como la zona re-sidencial de un ámbito de naturaleza palacial (Al-magro-Gorbea et al. 1990).

En cualquier caso, la propia organización delespacio en Cancho Roano y su estudio secuencialobligan a matizar algunos de los conceptos relacio-nables con la visibilidad o la privacidad deduciblesa partir únicamente del análisis de las plantas. Lainterposición de un batiente o una cortina puedenestablecer niveles en el grado de privacidad real queno siempre son detectables en las planimetrías. Eneste sentido, se puede señalar el hallazgo de un gru-po de canutillos de plomo atribuidos por Maluqueral dobladillo inferior de una cortina en la estanciaH-5, lo que, de confirmarse, podría contribuir aacrecentar el aislamiento visual de determinadosámbitos (Maluquer 1983: 85).

Del mismo modo, espacios que presentan índi-

Fig. 4. Análisis de visibilidad del Complejo Monumental deCancho Roano en su fase A-3. 1: Distribución espacial; 2:Distribución cuantitativa de la superficie correspondientea cada nivel obtenido.

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ces equivalentes de visibilidad o profundidad en elanálisis de la planta pueden haber desarrollado ungrado de publicidad diferente en distintos momen-tos de la vida de un edificio. En el caso que nosocupa, por ejemplo, las habitaciones H-3 y H-8presentan el mismo nivel de profundidad en el aná-lisis gamma (Fig. 5.2) y aquélla un mayor índice devisibilidad que ésta (Fig. 4.1), lo que puede resul-tar sorprendente si se tiene en cuenta que la estan-cia H-3 antecede a los espacios privados H-4 a H-6. Sin embargo, esta situación podría explicarsecomo consecuencia de las transformaciones reali-zadas en el sistema de acceso y circulación del edi-ficio que aquí estamos estudiando, y que en la faseA-3 se centran en la lateralización de la entrada

principal, como posteriormente precisaré. Esta mo-dificación supone un cambio sustancial en el siste-ma de circulación interna del edificio principal,unificando en un recorrido único a través de todoel corredor H-2, lo que en la fase anterior habríasido un recorrido bifurcado en dos direcciones(Fig. 6). Este planteamiento inicial, de carácterdual, podría entenderse en términos de privacidad/publicidad (siempre que aceptemos que la distribu-ción interior del edificio en la fase A-2 coincidiríaen líneas generales con la de la fase A-3). En estatesitura, el recorrido norte definiría el área priva-da: las habitaciones H-3 a H-6 y H-1, que permiteel acceso a la planta superior, que también seríarestringido. Por el contrario, el tramo meridional

Fig. 5. Análisis gamma del Complejo Monumental de Cancho Roano en su fase A-3. 1: Nomenclatura; 2: Esquema del edificioprincipal; 3: Esquema de las habitaciones perimetrales.

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sería más público en la medida en que por él tran-sitarían personas ajenas a la intimidad del edificio:servidores que abastecerían las despensas situadasen la zona SW o quienes pudieran acceder al espa-cio diferenciado H-11, que posiblemente actuaríacomo sala de recepción. Tal vez no por casualidaden este recorrido “público” se intercala la habita-ción H-8, que por la abundancia de hallazgos debronce de distinta naturaleza (arreos ecuestres,vajilla ritual...) podría identificarse con un tesorode carácter exhibitorio.

La reconducción del acceso al edificio a travésde H-1 altera esta separación, lo que ya de por sípuede entenderse en términos de privatización delespacio, al reagruparse las dos zonas antes diferen-ciadas en un único recorrido continuo. Tal vez, elhecho de que la habitación H-3 se hallara práctica-mente vacía pueda explicarse como consecuenciade la necesidad de recuperar las cotas de privacidadperdidas con estas modificaciones en el recorrido,actuando así como barrera visual o antesala de losespacios más privados.

Análisis secuencial

Pero con ser importantes los cambios sufridos enla circulación interna del edificio principal, de caraa nuestros propósitos de análisis secuencial interesadestacar, sobre todo, las modificaciones que expe-rimenta el sistema de accesos al mismo que, comoya he adelantado, se concretan en la oclusión de lapuerta central del fondo del patio y en la apertura deuna entrada sustitutoria en el cuerpo saliente situa-do al norte –el que alberga H-1– (Fig. 7). Esta late-ralización del acceso principal rompe definitiva-mente con el principio de axialidad que habíacaracterizado la situación de la entrada desde elinicio de la secuencia arquitectónica, y matiza sus-tancialmente la frontalidad del edificio. No obs-tante, el conjunto arquitectónico, globalmente con-templado, mantiene aún un cierto grado de fronta-lidad, al permanecer en su situación axial el patio,que persiste en su función de espacio de acogida,dentro del recorrido general de acceso al comple-jo (Fig. 3.5).

Fig. 6. Transformaciones en el esquema de recorrido interno del edificio principal de Cancho Roano A a partir de la late-ralización del acceso exterior. 1: Recorrido bipartito de la fase A-2 (hipótesis reconstructiva); 2: Recorrido único de lafase A-3.

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La disposición lateral de la única entrada quepresenta el edificio central en esta fase resulta tananómala, dentro de la concepción simétrica y axialde su organización arquitectónica, que cuando estapuerta fue descubierta en las primeras excavacio-nes, antes de exhumar la parte meridional del mon-tículo, Maluquer propuso una reconstrucción de laplanta que contemplaba una puerta contrapuesta enel ala sur, recuperando así la simetría del conjunto(Fig. 3.1). La interpretación de esta puerta lateralcomo el resultado de un proceso gradual de trans-formaciones arquitectónicas contribuye a compren-der mejor esta “anomalía”.

Conjuntamente con las transformaciones que seproducen en el trazado de los accesos se asiste eneste momento a otras actuaciones constructivas quecontribuyen a modificar el aspecto externo del com-plejo monumental de Cancho Roano, y que puedenentenderse en términos de aislamiento simbólicodel entorno. En este sentido, destaca la construccióndel foso y de la serie oriental de las estancias peri-metrales, que ocultan la fachada del edificio prin-cipal. No obstante, y aunque todos los procesos sonde carácter lineal, no es fácil determinar la relaciónsecuencial de cada una de las actividades con lasdemás. La excavación del foso debió anteceder alcierre de las estancias por el Este, pero no es posi-ble correlacionar estas dos obras con la lateraliza-ción del acceso al edificio nuclear, que pudo tenerlugar antes, durante o después de las mismas.

De cualquier manera, estas actuaciones externascontribuirán a generar la percepción de espaciofortificado o protegido que parece adquirir el com-plejo en sus momentos finales (Celestino ed. 1996:345), algo que ha llegado a suscitar el uso, a mi jui-cio inadecuado, de términos propios de la poliorcé-tica (murallas, torres...) para la identificación ar-queográfica de algunas de sus unidades (Celestino2001: 45).

Otros elementos que pueden relacionarse coneste mismo proceso de repliegue y “fortificación”es la construcción de un pozo en el centro del patioH-12, actividad que se atribuye a este momento(Celestino ed. 1996). El pozo, que por su situacióninterfiere también la axialidad del antiguo acceso aledificio, permitiría la aguada del yacimiento sinnecesidad de salir del entorno constructivo, a pesarde la proximidad del arroyo Cagancha, lo que esmás propio de los espacios fortificados que de losabiertos.

Por último, es importante señalar la posibilidadde que, en este momento anterior a la destrucción

definitiva, la habitación principal H-7 estuvieracompletamente amortizada, como se ha indicado enalgunas ocasiones (Celestino 1997: 368). De con-firmarse este dato, deberemos pensar que el espa-cio cultual, que se ha mantenido en el mismo lugara lo largo de toda la secuencia arquitectónica, esta-ría ya fuera de uso, aunque no se reutilizara parafunciones prosaicas, manteniendo así aún un cier-to rango de ámbito inviolable o, al menos, especial.

Recapitulación

A lo largo de la secuencia arquitectónica delyacimiento de Cancho Roano se producen una se-rie de transformaciones significativas en su organi-zación espacial que afectan a la disposición de losaccesos, a la permeabilidad de la estancia principal(definida por la presencia de estructuras cultuales)y a su relación con el patio o área de acogida.

La fase B, la primera que es susceptible de seranalizada con este tipo de criterios, puede definir-se por el trinomio [Frontalidad + Axialidad + Direc-cionalidad], ya que la entrada exterior se sitúa en lafachada principal del edificio, en su eje central, yqueda afrontada directamente a la puerta de la es-tancia principal, lo que otorga un elevado índice deaccesibilidad y visibilidad a este ámbito diferencia-do. La situación del patio, prácticamente al mismonivel topográfico que el piso del edificio, favorece

Fig. 7. Cancho Roano A-3: situación de la entrada des-vinculada del eje de simetría del edificio, que queda alteradopor la presencia del pozo.

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la percepción del conjunto como un espacio próxi-mo, fácilmente accesible.

La Fase A-2 viene definida por los rasgos [Fron-talidad + Axialidad], desapareciendo la accesibili-dad a la estancia principal, que queda drásticamentedistanciada de la entrada exterior, ya que el únicoacceso posible a la misma se situaría en la plantaalta, tras un largo recorrido interno. El acceso prin-cipal al edificio sigue siendo frontal y axial, si bienel proceso de monumentalización que experimen-ta el complejo en esta fase, que sobreeleva en másde 1 m el piso del edificio principal, modifica sus-tancialmente elementos como la visibilidad y laproximidad (en términos de percepción) respecto alpatio.

Finalmente en la fase A-3 el acceso principal selateraliza, desapareciendo como consecuencia deello la disposición frontal y axial que había presi-dido las fases anteriores, aunque la idea de fronta-lidad se mantenga en cierto modo, si consideramosel sistema de acceso a todo el complejo en su con-junto, y no solo el del edificio principal.

El proceso, que se representa esquemáticamente

en la figura 8, es de tipo gradual y lineal, pues pa-rece encaminado a la pérdida progresiva de los ele-mentos arquitectónicos relacionables con la acce-sibilidad y la publicidad de los espacios y, porconsiguiente, puede ser leído en términos de priva-tización simbólica de los mismos.

Así invita a pensar también la serie de transfor-maciones arquitectónicas que paralelamente mo-difican el aspecto externo del conjunto, y quecontribuyen a percibirlo como algo cada vez máshermético y aislado de su entorno: la construc-ción de las estancias orientales, la excavación delfoso, etc.

Finalmente, y en estrecha relación con todosestos procesos, se detectan indicios que sugieren lapérdida de importancia de los referentes simbólicosque de modo tan fundamental habían determinadola situación (y la propia existencia) de las primerasconstrucciones: las estructuras cultuales se simpli-fican; los espacios rituales se apartan de los recorri-dos principales y, en última instancia, hasta esposible que unas y otros llegaran a anularse porcompleto.

Hay que entender que el proceso de privatiza-ción que documentan todas estas transformacionesfue de carácter simbólico o conceptual y no real. Elespacio debió ser privatizado desde sus orígenes,mediante la apropiación y la sacralización de refe-rentes simbólicos de carácter ancestral, como laestructura de Cancho Roano D –tal vez también laestela decorada– por parte de individuos o familiasemergentes. Pero para justificar esta apropiacióninicial fue necesario revestir con rasgos de publici-dad los edificios representativos de estas incipien-tes estirpes, concibiéndolos con un cierto grado deproximidad y accesibilidad, de modo que desdeellos fuera más fácil transmitir los principios ideo-lógicos sustentadores del sistema.

La progresiva consolidación del modelo políti-co, que queda de manifiesto a través de la crecien-te monumentalización del complejo, permitiría irreduciendo paulatinamente la apariencia de publi-cidad y accesibilidad de las edificaciones, así comola importancia de los referentes simbólicos del cultoancestral, procesos que hemos podido documentar,sobre todo, a partir de las modificaciones realiza-das en el sistema de acceso.

No obstante, también es posible que en estosprocesos haya incidido la incorporación de elemen-tos ideológicos de corte militar, como se despren-de del progresivo aspecto de casa fuerte o fortale-za que fue adquiriendo el complejo en sus fases

Fig. 8. Esquema secuencial del proceso de privatización delespacio en Cancho Roano.

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finales. Esto es algo que puede explicarse por la al-teración de las circunstancias socioeconómicas rei-nantes o por una adecuación a planteamientos ideo-lógicos más propios de la ya cercana Segunda Edaddel Hierro, circunstancias que, por otro lado, noresultan en absoluto incompatibles.

El seguimiento de todos estos procesos arqueo-lógicos, a los que se debe atribuir una motivaciónesencialmente ideológica, puede contribuir a expli-car los problemas que ha suscitado la interpretaciónfuncional de Cancho Roano desde los inicios de suinvestigación. La reiterada aparición de estructurasde signo cultual, a medida que se iban desenterran-do las fases más antiguas de la estratigrafía, ha sidocomplacientemente acogida por los partidarios delcarácter primordialmente religioso del sitio comorefuerzo de sus hipótesis explicativas. Sin embar-go, en buena lógica, la lectura del proceso históri-co debe realizarse en orden cronológicamente in-verso al de los hallazgos. Y lo que parece derivarsede la secuencia arquitectónica aquí analizada es quelos elementos cultuales fueron perdiendo importan-cia a lo largo del tiempo, y que su función primige-nia fue la de legitimar el arraigo al espacio de unafamilia aristocrática, a través del mecanismo ideo-lógico del culto ancestral, y no el de reproducir ac-tividades religiosas de carácter público, como seríapropio de un santuario, espacio que difícilmentepodría haber protagonizado un proceso de privati-zación semejante al que aquí hemos estudiado. Portanto, habría sido la necesidad de comunicar eficaz-mente los principios ideológicos del sistema lo quehizo que, en origen, se proveyera de una cierta apa-riencia de publicidad y accesibilidad a las arquitec-turas representativas de un espacio de poder que, enrealidad, nunca debió ser público ni accesible.

2. PROCESOS ANÁLOGOS

Señalaba en la introducción cómo durante casidos décadas los trabajos de investigación sobreCancho Roano se centraron de manera exclusiva enla excavación y en el estudio pormenorizado delyacimiento, concebido desde la óptica de su propiaexcepcionalidad. Esta actitud, justificable por eldesconocimiento del contexto histórico y arqueo-lógico de la Extremadura de finales del siglo V, haprovocado la percepción de Cancho Roano comoun fenómeno aislado. Trabajos más recientes hanpuesto de manifiesto la proliferación de yacimien-tos que presentan grandes afinidades con el comple-

jo monumental de Zalamea y que se sitúan en suentorno geográfico y cultural más inmediato: elValle Medio del Guadiana, dando cuerpo a la hipó-tesis de que este tipo de espacios ideológicos cons-tituyen una de las fórmulas habituales de ocupacióndel territorio puestas en práctica por determinadossectores de las poblaciones de la Edad del Hierro dela zona (Jiménez Ávila 1997).

Uno de los yacimientos que en mayor medida havenido a corroborar esta hipótesis es el complejoarquitectónico de La Mata (Campanario, Badajoz)por ser el único que en los últimos años ha sidoobjeto de excavaciones extensivas (Rodríguez yOrtiz 1998; Rodríguez ed. 2004). El conjunto de LaMata está situado a 25 km de Cancho Roano (Fig.9) y presenta enormes concomitancias con él, quese traducen tanto en la monumentalidad de los res-tos como en la distribución arquitectónica de lasestructuras, o en el modelo de ocupación territorialque representa –el hábitat aislado–. Bien es ciertoque también existen algunas diferencias significa-tivas, destacando la ausencia de referentes simbó-licos del tipo de los altares superpuestos situados enestancias diferenciadas. Estas ausencias, no obstan-te, podrían justificarse a través de los mismos pro-cesos ideológicos que aquí se estudian, como acontinuación expondré. La Mata, por lo tanto, no essolo el mejor exponente de que disponemos parailustrar la generalización del fenómeno de los Com-plejos Monumentales en el Guadiana Medio, sinoel único lugar en el que, hoy por hoy, podemos ve-rificar si los procesos de privatización que he creí-do detectar en Cancho Roano tuvieron también uncarácter más global.

Fig. 9. Situación de los yacimientos estudiados en la BajaExtremadura. 1: Cancho Roano; 2: La Mata.

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Por lo que a la disposición arquitectónica se re-fiere, el edificio principal de La Mata presenta unaplanta en “U” definida por dos cuerpos salientes–impropiamente denominados bastiones– que an-teceden a un núcleo de planta rectangular, forma-do por un corredor longitudinal y varios espaciostransversales de forma alargada en los que aparecendiversos tipos de estructuras y compartimentos in-ternos (Fig. 10). El edificio se dota en tres de suslados de un contrafuerte ataludado realizado enadobe y se rodea de un muro irregular de frágil apa-rejo. Todo ello, finalmente, es delimitado por unfoso de escasa profundidad (Rodríguez ed. 2004).Todos estos elementos han sido ya referidos por loseditores del yacimiento como claras evidencias delas analogías arquitectónicas que se pueden estable-cer entre este complejo y el cercano conjunto mo-numental de Cancho Roano.

Sin embargo, no parecen haber reparado en igualmedida en otras de las semejanzas que pueden es-tablecerse entre ambas edificaciones, que son espe-cialmente relevantes de cara a nuestros propósitosde análisis de las transformaciones sufridas en ladistribución de los espacios y de su significaciónideológica. Me refiero de forma destacada a la es-tancia designada como E-3 en la nomenclatura delyacimiento, y a la enorme similitud que guarda conel patio H-12 que articula la zona de entrada a lolargo de toda la secuencia arquitectónica de CanchoRoano. Como aquél, la estancia E-3 se orienta alEste, punto al que se abre lo que, a la luz de la dis-

posición de los cuerpos salientes, podríamos consi-derar como la fachada principal del edificio (estascoincidencias en la orientación de las arquitecturastampoco deben ser atribuidas al azar). La situaciónde este espacio entre los mencionados cuerpos sa-lientes es otra de las coincidencias en ambos progra-mas constructivos. Por otro lado, y de nuevo comoen H-12, el pavimento de E-3 se presenta comple-tamente enlosado con lajas de piedra constituyen-do, en el caso de La Mata, el único ambiente exca-vado que goza de esta particularidad. Finalmente,como en H-12, aparecen en E-3 banquetas de silla-rejo adosadas a las paredes (en este caso solo una)que se adhiere al muro occidental, que es el queconecta con el núcleo principal del edificio a travésdel pasillo E-4. Es precisamente la conformación deesta banqueta lo que me lleva a conjeturar que eledificio de La Mata sufrió procesos de transforma-ción en su organización espacial equiparables a losque he descrito para el caso de Cancho Roano, yque, como aquí, éstos deben corresponder a condi-cionantes de orden ideológico. La mencionada ban-queta se interrumpe regularmente a 1,60 m del “bas-tión” meridional, dejando un hueco de la mismaanchura en cuya base se han construido dos escalo-nes, cuya cota superior coincide con la del suelo delinterior del edificio en esa zona, igualando así eldesnivel existente entre el interior y el exterior(Lám. II) (ver cotas en Rodríguez y Ortiz 1998: figs.2 y 3). Todas estas circunstancias permiten, verosí-milmente, interpretar este hueco como una puertaobliterada y posteriormente enlucida, que en algúnmomento habría comunicado el patio enlosado E-3 con el corredor E-4, tal y como sucede en las pri-meras fases de Cancho Roano. Las dimensiones deeste hueco (1,60 m) no están alejadas de las de la

Fig. 10. Planta del edificio de La Mata (según Rodríguez ed.2004) y situación secuencial de los accesos.

Lám. II. Vista del espacio E-3 del edificio de La Mata conla interrupción de la banqueta occidental y los escalones delantiguo acceso (foto A. Rodríguez).

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entrada exterior de Cancho Roano en la fase A-3(1,40 m). Sería por tanto un acceso principal que, sibien no gozaría de una situación axial, sí ocuparíauna disposición frontal en la concepción arquitec-tónica del edificio.

La presencia de esta puerta obligaría a introdu-cir algunas correcciones en la secuencia propues-ta para la organización del espacio en el edificio deLa Mata a lo largo de su ocupación, estableciendouna fase en la que este acceso frontal habría estadofuncionando. Esta etapa podría coincidir con laconstrucción de los cuerpos salientes, que conde-nan las dos puertas principales P-1 o P-2 en tantoque accesos exteriores, pues no parece lógico pen-sar que la monumentalización de la fachada orientalcon la construcción de los cuerpos salientes (queademás subrayan notablemente su frontalidad),coincida con la lateralización del acceso principal.Pero también podría ser anterior a las mencionadaspuertas, en cuyo caso habría que pensar que éstasse habrían abierto ex novo para permitir el accesoal interior de los nuevos espacios E-5 y E-10, pu-diendo atribuirse el “estrechamiento” del vano quese aprecia en P-2 al propio proceso constructivo, yno a la preexistencia de una puerta anterior que seríaexageradamente ancha (2,5 m de luz). Para poderverificar estas posibilidades sería necesario, noobstante, conocer bien las relaciones estratigráficasentre los distintos elementos implicados (1).

Sea como fuera, sí parece constatado que la or-ganización del sistema de accesos en el edificio deLa Mata sufrió importantes alteraciones a lo largode su historia que presentan significativas concomi-tancias con lo que coetáneamente aconteció enCancho Roano. De este modo, la oclusión del acce-so exterior entre E-3 y E-4 rompió la concepciónfrontal del edificio de manera aún más marcada queen el “Palacio-Santuario” de Zalamea, al tener quesituarse la puerta sustitutoria en el flanco septen-trional del “bastión” norte (Fig. 10). La fachadaoriental abandonó así su rango de frente principaly antiguos espacios públicos, como el patio enlosa-

do, quedaron al margen del recorrido originario deacceso. Este patio, además, perdió su condición deespacio abierto y zona “de acogida” al cerrarsemediante un doble muro que lo convirtió en unadependencia de acceso externo, en difícil recodo,sin ningún elemento diferenciador, pues es posibleque el suelo enlosado se recubriera finalmente conuna capa de arcilla apelmazada (Rodriguez y Ortiz1998: 212). Estos procesos se subrayan con otraserie de actividades constructivas que, como enCancho Roano, hacen coincidir el proceso de pri-vatización con un proceso paralelo de aislamientosimbólico del entorno, como la elevación de unmuro alrededor del sitio (de escasa utilidad funcio-nal) y, probablemente también, y en última instan-cia, la excavación del foso. No es extraño que,como antes señalaba, en este contexto avanzado delproceso de privatización de los espacios y de lastransformaciones ideológicas que aparejan estén yaausentes los referentes simbólicos del tipo de losaltares que aparecen en las fases antiguas de Can-cho Roano –no debemos olvidar que, a estas altu-ras, la habitación H-7 de Cancho Roano probable-mente estaría amortizada– sin que sea descartableque en fases anteriores hubieran existido estos ele-mentos y que con posterioridad hayan sido desmon-tados o, incluso, que aún subyazcan bajo los actua-les pavimentos.

3. CONCLUSIONES

A lo largo de la secuencia constructiva del com-plejo monumental de Cancho Roano en sus distin-tas fases pueden detectarse una serie de transforma-ciones significativas que afectan a la disposición delos accesos y a la permeabilidad y visibilidad de susespacios principales. De este modo, atributos queen origen podemos vincular a un cierto grado depublicidad en el diseño arquitectónico del comple-jo, como la frontalidad, la axialidad o la direccio-nalidad en los vanos, van desapareciendo progresi-vamente conforme a lo que puede interpretarsecomo un proceso de privatización del espacio, en-tendido en su dimensión simbólica o conceptual.

Estos cambios en la accesibilidad perceptiva deledificio coinciden con otras actividades construc-tivas que pueden leerse en la misma línea de com-portamiento simbólico. Así, la edificación de laserie oriental de estancias perimetrales, que ocul-tan la visión de la fachada principal, o la excavacióndel foso, que rompe estructuras de fases anteriores,

(1) La escasa atención que se presta en la publicación de LaMata a las relaciones estratigráficas entre los distintos elementosconstructivos (no se enumeran ni se describen las unidades ni seestablece en forma de matriz la relación existente entre ellas,como es propio de la metodología arqueológica de finales del si-glo XX) dificulta que estas constataciones puedan realizarse a tra-vés de los datos publicados (Rodríguez ed. 2004). Desgraciada-mente, las agresivas reconstrucciones que se han llevado a caboen el edificio, al mismo tiempo que se realizaba la excavación,tampoco favorecen la posibilidad de realizar lecturas alternativasin situ, al haber quedado ocultas, a veces de forma irreversible,muchas de estas relaciones.

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y que contribuyen a percibir el conjunto arquitec-tónico como un espacio cada vez más hermético einaccesible.

Estos cambios, que adquieren un carácter linealy gradual, pueden ser entendidos en términos deevolución ideológica, al constatarse la naturale-za idiosincrásica del edificio y su vinculación conpersonajes o grupos sociales que ejercen el poder.

Paralelamente a estas tendencias, la estratigra-fía de Cancho Roano acusa un creciente grado demonumentalización de las estructuras y un progre-sivo abandono de los elementos simbólicos de ca-rácter cultual que tan destacado papel habían juga-do en la justificación de su origen, algo que hallaríamayor respaldo arqueológico si pudiera verificar-se que la amortización del espacio H-7 es anterior–significativamente anterior– al abandono defini-tivo del edificio, pero que, en cualquier caso, resultacoherente con el proceso ideológico que aquí hepropuesto.

El estudio detallado de estos procesos contribu-ye a comprender mejor la naturaleza de las cons-trucciones monumentales de Cancho Roano desdesus inicios, así como a indagar en los problemas queha planteado su interpretación funcional a la inves-tigación arqueológica de los últimos 25 años.

Cancho Roano encarna desde sus más tempra-nas fases constructivas un modelo de espacio ideo-lógico de carácter aristocrático, pudiendo inter-pretarse como la sede de una dinastía rural queencuentra en el culto a sus ancestros –reales o fic-ticios– el mecanismo más eficaz para su legitima-ción política. Este recurso es frecuente entre losgrupos aristocráticos de la Primera Edad del Hierroen la Península Ibérica y cuenta con abundantesejemplos en el contexto del Suroeste durante el si-glo V a.C., algunos de los cuales, por su gran simi-litud con lo que sucede en Cancho Roano, resultanespecialmente evidentes.

La necesidad de legitimación resulta tanto másacuciante cuanto más débilmente se manifieste elarraigo de la ideología en el seno del grupo socialde referencia, de ahí que en las fases iniciales delproceso este arraigo deba fortalecerse intensifican-do la comunicación de los principios sustentadoresdel poder, algo a lo que contribuye la creación deespacios de poder “abiertos” y “accesibles”, conce-bidos con atributos como la frontalidad o la axiali-dad en los accesos y en las zonas de acogida, queinspiran un cierto carácter público o participativo(si bien hay que reiterar que es ésta una publicidadque afecta a la concepción arquitectónica y a la

percepción de los edificios, y no, necesariamente,a su uso).

Del éxito del planteamiento y de su capacidad deproyección da fe la vertiginosa monumentalizaciónque experimentaron las arquitecturas de CanchoRoano en sus sucesivas fases históricas, y el enri-quecimiento material de que participaron sus mo-radores, si bien es cierto que en estos procesos, jun-to a la eficacia del discurso ideológico, debieronincidir de manera decisiva favorables condicionan-tes de orden económico.

Una vez consolidado (o presuntamente consoli-dado) el modelo político de las aristocracias rura-les representado por los Complejos Monumentalesdel Guadiana, se detecta a través del análisis arqui-tectónico realizado en Cancho Roano una tenden-cia lineal y progresiva a privatizar los recursos decarácter ideológico. Es posible que, en última ins-tancia, los referentes simbólicos del culto dinásti-co no solo se hayan privatizado, sino que, incluso,se hayan eliminado también de puertas hacia aden-tro. En Cancho Roano esto último es algo que estápendiente de confirmación arqueológica, pero laaproximación a la evolución arquitectónica deledificio de La Mata, un espacio con el que guardaenormes concomitancias de todo tipo, apunta enesta misma dirección.

La última fase constructiva de La Mata represen-ta estadios más avanzados del proceso de privatiza-ción que los reconocidos en Cancho Roano. La rup-tura con la frontalidad del edificio y la anulación deantiguos espacios públicos o de recepción es allímuy superior, pues en Cancho Roano el patio H-12siguió constituyendo una zona de paso obligado yárea “de acogida” hasta el último momento. En laúltima fase de La Mata la pérdida de referentes sim-bólicos relacionados con el culto dinástico (los al-tares superpuestos) es absoluta, al punto de que unposible papel de santuario para este complejo nisiquiera se plantea. La reiteración de un proceso deprivatización de características similares al estudia-do en Cancho Roano en la secuencia arquitectóni-ca de La Mata permite constatar, además, que estastendencias debieron tener un carácter más amplio,como lógico reflejo de unas condiciones históricasgeneralizadas.

En este punto final surge la pregunta de si esteproceso de transformación ideológica y la pérdidade referentes simbólicos que conlleva (o su sustitu-ción por planteamientos de otro tipo, como antes hesugerido) se situaría entre las causas que pusieronfin al sistema político y social representado por los

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Complejos Monumentales del Guadiana a finalesdel siglo V antes de nuestra Era. La respuesta quea priori se me antoja, aunque sea solo a título dehipótesis, sería afirmativa, pues parece reiterada-mente constatado a lo largo de la Historia que unsistema político que deja de proyectar al cuerposocial a que pertenece la ideología que lo sustentaestá irremisiblemente condenado a la extinción.

NOTA FINAL Y AGRADECIMIENTOS

Las ideas fundamentales de este trabajo fue-ron expuestas en un seminario sobre ArquitecturaOrientalizante en la Península Ibérica organizadopor el CSIC y celebrado en Madrid en abril de 1998.La proliferación de trabajos de campo y de ediciónsobre el tema con posterioridad a esa fecha ha obli-gado a actualizar el texto, aunque los planteamien-tos básicos son esencialmente los mismos. Quieroexpresar mi agradecimiento a las personas que le-yeron y comentaron el manuscrito y a Julia Sánchezpor sus indicaciones sobre los métodos de análisisen Arqueología de la Arquitectura.

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