campeona olímpica y entrenadora de talento Desarrollar el ... · promiso, sin que ello garantizara...

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Maribel Martínez de Murguía, campeona olímpica y entrenadora de talento voces Veinte años después ¿qué es lo que tiene más presente de la experiencia de ganar una medalla de oro? Es una experiencia que tengo presente cada día de mi vida, porque he dedicado tiempo a analizar cuáles fueron las claves de aquél éxito, y de hecho mi profesión está orientada a ello. Ese equipo fue un ejemplo claro de cómo gestionar a un grupo de personas para alcanzar, a priori, algo inimaginable: éramos mujeres normales y corrientes y conseguimos algo extraordinario. Partíamos de cero, diez años antes de los juegos éramos decimoquintas en el ranking mundial, y eso que sólo jugaban a hockey femenino 22 paí- ses; es decir, estábamos en la cola de atrás. Pero fuimos creciendo en competitividad y en equipo. Yo no diría que dimos la sorpresa, porque llega- mos a Barcelona tremendamente preparadas, pero lo sabía muy poca gente, porque el hockey no tiene la trascendencia mediática que tienen otros deportes. Es famosa la anécdota de cómo José Manuel Bra- sa, su entrenador, les dio a escoger varias alterna- tivas para encarar la competición… Es cierto que nuestro entrenador tuvo un papel clave. Nos expuso tres alternativas. Una, partici- par, jugando por diversión. Dos, ir a por el quinto o sexto puesto, intensificando el entrenamiento. Y tres, competir por una medalla, con el coste de un plan de máximo esfuerzo, dedicación y com- promiso, sin que ello garantizara el podio. Lo anotó en una pizarra y salió del aula. Tuvo la valentía –porque para mí es la palabra que lo defi- ne– de dejarnos tomar a nosotras la decisión. Se atrevió a compartir su sueño e hizo que nosotras fuéramos las protagonistas. Claro que su propó- sito era jugar por una medalla, pero de esta manera éramos nosotras las que lo decidíamos, y nuestro compromiso iba a ser mucho mayor porque no era algo impuesto. ¿Qué fue lo que no funcionó igual de bien, cuatro años más tarde, en Atlanta? Lo preparamos todo hasta el más mínimo detalle con el horizonte de Barcelona 92. Pero no estába- mos preparadas para lo que vendría después, desconocíamos la repercusión que podía tener aquél éxito. La celebración nos desbordó total- mente, y nos hizo perder el foco. En la alta com- petición los tiempos son muy cortos, y nosotras seguíamos festejándolo cuando los demás paí- ses ya se preparaban para el siguiente encuentro, la Copa del Mundo en Dublín. Esto fue acompa- ñado de muchos cambios en el equipo: por un lado, la mitad de las jugadoras se retiraron y la renovación no fue fácil; y, por otro lado, nuestro entrenador, viendo esa autocomplacencia en la que nos habíamos instalando, cambió su estilo de liderazgo hacia una actitud mucho más autori- taria…y en definitiva se perdió la esencia que nos había llevado hasta la medalla. Entonces, habiendo experimentado lo que son las dos caras de la moneda ¿cómo definiría usted el éxito y el fracaso? ¿Cuáles cree que son las cla- ves para poder disfrutar de las dos cosas? Durante muchos años tuve una concepción del éxito que ahora considero errónea: creía que era reconocimiento público, prestigio, estatus…lo basaba en valores externos. Pero ahora lo he madurado, y con perspectiva, puedo afirmar que para mí el éxito es vivir tu vida como quieres vivirla, ni más ni menos. Vivir en base a tus pro- pias elecciones y sintiéndote satisfecho con lo que estás haciendo en cada momento. Respecto al fracaso, la palabra en sí me parece demasiado fuerte, porque está cargada de mati- ces negativos. La sociedad occidental no inter- preta bien el fracaso, trata de huir de él…¡con la de lecciones que puede darnos! La vida está llena de derechos y reveses, y no podemos permitir que la carga cultural que asignamos al fracaso no nos permita aprender de ello, porque son apren- dizajes absolutamente necesarios para la madu- ración de la personalidad. Necesitamos errar, fallar, caer, para poder evolucionar. No hay que desaprovechar el fracaso, porque te mejora más como individuo que el éxito. De hecho, creo que el éxito nos vuelve un 70% más imbéciles. Además de su carrera estrictamente deportiva, es licenciada en Pedagogía y cuenta con un master en Psicología del Deporte. ¿Qué le ha aportado esta formación? ¿Le ha ayudado a digerir esas experiencias? Cuando escogí este master estaba acabando mi carrera como atleta y buscaba soluciones. Quería entender mis emociones, no comprendía por qué con los mismos inputs en unos momentos el equipo estaba arriba del todo y en otros pasaba justo al contrario. Es verdad que el master me ha dado un conocimiento más profundo de las emo- ciones y del comportamiento humano, pero me he formado en muchas más cosas. Me saqué el título de entrenadora nacional, me he formado como coach ejecutiva y como coach de equipos, he descubierto herramientas de liderazgo como el Discovery Insights o el TLC, que me han ayuda- do a poder digerir mis experiencias y hacer que otros hagan lo mismo. Desarrollar el talento es hacer a las personas más libres Aunque no partían como favoritas, el equipo de hockey hierba en el que estaba Maribel Martínez de Murguía ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, convirtiéndose así en las llamadas ‘chicas de oro’. Tras volver a intentarlo en Atlanta cuatro años más tarde, y no conseguirlo, Maribel Martínez de Murguía disfruta ahora transmitiendo cómo saborear el éxito y también el fracaso. Su última aventura es Entrenadores de Talento, donde espera poder con- tribuir a desplegar el potencial de personas, equipos y organizaciones. No hay que desaprovechar el fracaso, porque te mejora más como persona que el éxito equipos&talento 22

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Page 1: campeona olímpica y entrenadora de talento Desarrollar el ... · promiso, sin que ello garantizara el podio. Lo anotó en una pizarra y salió del aula. Tuvo la valentía –porque

Maribel Martínez de Murguía, campeona olímpica y entrenadora de talento

voces

Veinte años después ¿qué es lo que tiene máspresente de la experiencia de ganar una medallade oro?Es una experiencia que tengo presente cada díade mi vida, porque he dedicado tiempo a analizarcuáles fueron las claves de aquél éxito, y dehecho mi profesión está orientada a ello. Eseequipo fue un ejemplo claro de cómo gestionar aun grupo de personas para alcanzar, a priori, algoinimaginable: éramos mujeres normales ycorrientes y conseguimos algo extraordinario.Partíamos de cero, diez años antes de los juegoséramos decimoquintas en el ranking mundial, yeso que sólo jugaban a hockey femenino 22 paí-ses; es decir, estábamos en la cola de atrás. Perofuimos creciendo en competitividad y en equipo.Yo no diría que dimos la sorpresa, porque llega-mos a Barcelona tremendamente preparadas,pero lo sabía muy poca gente, porque el hockey

no tiene la trascendencia mediática que tienenotros deportes.

Es famosa la anécdota de cómo José Manuel Bra-sa, su entrenador, les dio a escoger varias alterna-tivas para encarar la competición…Es cierto que nuestro entrenador tuvo un papelclave. Nos expuso tres alternativas. Una, partici-par, jugando por diversión. Dos, ir a por el quintoo sexto puesto, intensificando el entrenamiento.Y tres, competir por una medalla, con el coste deun plan de máximo esfuerzo, dedicación y com-promiso, sin que ello garantizara el podio. Loanotó en una pizarra y salió del aula. Tuvo la

valentía –porque para mí es la palabra que lo defi-ne– de dejarnos tomar a nosotras la decisión. Seatrevió a compartir su sueño e hizo que nosotrasfuéramos las protagonistas. Claro que su propó-sito era jugar por una medalla, pero de estamanera éramos nosotras las que lo decidíamos,y nuestro compromiso iba a ser mucho mayorporque no era algo impuesto.

¿Qué fue lo que no funcionó igual de bien, cuatroaños más tarde, en Atlanta?Lo preparamos todo hasta el más mínimo detallecon el horizonte de Barcelona 92. Pero no estába-mos preparadas para lo que vendría después,desconocíamos la repercusión que podía teneraquél éxito. La celebración nos desbordó total-mente, y nos hizo perder el foco. En la alta com-petición los tiempos son muy cortos, y nosotrasseguíamos festejándolo cuando los demás paí-ses ya se preparaban para el siguiente encuentro,la Copa del Mundo en Dublín. Esto fue acompa-ñado de muchos cambios en el equipo: por unlado, la mitad de las jugadoras se retiraron y larenovación no fue fácil; y, por otro lado, nuestroentrenador, viendo esa autocomplacencia en laque nos habíamos instalando, cambió su estilode liderazgo hacia una actitud mucho más autori-

taria…y en definitiva se perdió la esencia que noshabía llevado hasta la medalla.

Entonces, habiendo experimentado lo que sonlas dos caras de la moneda ¿cómo definiría ustedel éxito y el fracaso? ¿Cuáles cree que son las cla-ves para poder disfrutar de las dos cosas?Durante muchos años tuve una concepción deléxito que ahora considero errónea: creía que erareconocimiento público, prestigio, estatus…lobasaba en valores externos. Pero ahora lo hemadurado, y con perspectiva, puedo afirmar quepara mí el éxito es vivir tu vida como quieresvivirla, ni más ni menos. Vivir en base a tus pro-pias elecciones y sintiéndote satisfecho con loque estás haciendo en cada momento.Respecto al fracaso, la palabra en sí me parece

demasiado fuerte, porque está cargada de mati-ces negativos. La sociedad occidental no inter-preta bien el fracaso, trata de huir de él…¡con lade lecciones que puede darnos! La vida está llenade derechos y reveses, y no podemos permitirque la carga cultural que asignamos al fracaso nonos permita aprender de ello, porque son apren-

dizajes absolutamente necesarios para la madu-ración de la personalidad. Necesitamos errar,fallar, caer, para poder evolucionar. No hay quedesaprovechar el fracaso, porque te mejora máscomo individuo que el éxito. De hecho, creo queel éxito nos vuelve un 70% más imbéciles.

Además de su carrera estrictamente deportiva, eslicenciada en Pedagogía y cuenta con un masteren Psicología del Deporte. ¿Qué le ha aportadoesta formación? ¿Le ha ayudado a digerir esasexperiencias?Cuando escogí este master estaba acabando micarrera como atleta y buscaba soluciones. Queríaentender mis emociones, no comprendía por quécon los mismos inputs en unos momentos elequipo estaba arriba del todo y en otros pasabajusto al contrario. Es verdad que el master me hadado un conocimiento más profundo de las emo-ciones y del comportamiento humano, pero mehe formado en muchas más cosas. Me saqué eltítulo de entrenadora nacional, me he formadocomo coach ejecutiva y como coach de equipos,he descubierto herramientas de liderazgo comoel Discovery Insights o el TLC, que me han ayuda-do a poder digerir mis experiencias y hacer queotros hagan lo mismo.

Desarrollar el talento es hacer alas personas más libres

Aunque no partían como favoritas, el equipo de hockey hierba en el que estabaMaribel Martínez de Murguía ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos deBarcelona 1992, convirtiéndose así en las llamadas ‘chicas de oro’. Tras volver aintentarlo en Atlanta cuatro años más tarde, y no conseguirlo, Maribel Martínezde Murguía disfruta ahora transmitiendo cómo saborear el éxito y también elfracaso. Su última aventura es Entrenadores de Talento, donde espera poder con-tribuir a desplegar el potencial de personas, equipos y organizaciones.

No hay que desaprovechar el fracaso, porque te mejora más como persona que el éxito

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voces Maribel_Maquetación 1 07/05/13 11:40 Página 22

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Afirma que su misión es “desarrollar el talento enlas personas, equipos y organizaciones parahacerlas más libres”. ¿La libertad pasa por poderdedicarnos a lo que nos gusta realmente?Claramente. Yo incluso haría la pregunta al revés:¿Te sientes libre si no haces lo que realmente tegusta? Creo que la libertad pasa por la capacidadde elegir. Somos capaces de desplegar todonuestro talento cuando nos encontramos en ellugar adecuado y en el momento adecuado, alque llegaremos tomando nuestras propias deci-siones.Una de las elecciones más importantes que he

tomado fue irme a vivir a Barcelona. Soy madrile-ña, pero el hockey se movía en Cataluña. Aquí fuientrenadora y luego, otra decisión importante, meintroduje en el mundo de la consultoría y el mana-gement, porque creía que tenía cosas a aportar.Sentía que podía contar, explicar, acompañar aotros individuos a entender cómo podían gestio-nar su liderazgo, porque tenía una experiencia muyvaliosa en este sentido. Si nos situamos dondequeremos estar, vamos a estar mucho mejor nosolamente nosotros, sino toda la gente que nosrodea, porque en la medida que nosotros estamosbien, nuestro entorno está bien.

La eterna pregunta…¿El talento nace o se hace?¿Qué parte es innata y que parte proviene degenerar el entorno adecuado y desarrollarlo?Yo parto de una premisa ineludible, y es quetodos nacemos con algún tipo de talento, todostenemos algo especial que ofrecer. A partir deahí, la mayoría de estos talentos se pueden entre-nar, aprender, desarrollar, con profesionalescomo nosotros. Cuando jugábamos a hockey y empezamos aentrenar, estábamos en un punto muy distinto alque llegamos en el 92. Teníamos un potencial ini-cial, pero estuvimos seis años desarrollándolo. Yen las organizaciones pasa lo mismo, primerohay que saber detectar el talento y luego darle lasherramientas necesarias para que se desarrolleen todo su esplendor. Ojalá todas las políticas deRecursos Humanos estuvieran enfocadas aldesa rrollo de personas y equipos para hacer cre-cer el negocio.

¿Y cómo identificamos el talento, especialmenteen momentos tan difíciles como el actual para elmercado laboral?Es cierto, el aumento de demanda dificulta estatarea, pero la selección también ha cambiado.Antes bastaba con una licenciatura o con un mas-

ter, porque sólo tener el título era suficiente paraentrar en una organización. Hoy estos conoci-mientos técnicos se dan por sentado y lo que sebusca es un talento más relacional, con habilida-des para transmitir, para ser empático…esetalento es el que para mí marca la diferencia. Hoyquedarse sólo en el conocimiento técnico es limi-tarse mucho. Vivimos y trabajamos en equipo,por lo que necesitamos profundizar en las habili-dades relacionales.

¿Y cambia también en consecuencia el estilo deliderazgo?Yo quiero creer que está cambiando, pero aún tie-ne que cambiar mucho más. Los líderes ya nopueden ser aquellas personas que tienen unconocimiento que no tienen los demás miem-bros, porque la gente está muy informada y muypreparada. Los líderes, pues, tienen que ser capa-ces de inspirar y transformar a sus equipos, deestablecer las condiciones necesarias para quelos miembros apliquen todo su potencial en prodel grupo. Siempre digo que un líder es como unjardinero, tiene que disponer las condiciones ide-ales para que las plantas florezcan, pero las quellevan la semilla dentro son ellas mismas. Ennuestro caso, Brasa puso las condiciones paraque el equipo fuera creciendo exponencialmentey así fue, hasta que llegamos a la medalla.

De hecho, tendríamos que estar hablando deco-liderazgo, porque es hacía donde se dirigenlas organizaciones emergentes. Ya no hay nadieimprescindible, y esto lo trabajo mucho en coa-ching individual: hay managers que tienen miedoa ser prescindibles, y yo siempre les digo queésta sería la mayor de las alegrías, porque signi-ficaría que lo ha hecho tan bien que el equipo fun-ciona por sí solo. La capacidad de un líder de serinvisible es muy válida, porque si se ha consegui-

do que un equipo funcione sólo, se podrá aplicarlo mismo en otros equipos.

En este sentido cabe destacar su andadura enMakeateam, con Andoni Zubizarreta y JuanManuel López Iturriaga, entre otros. ¿Qué se llevade esa etapa como gerente en este proyecto?Ha sido una etapa muy bonita de mi vida, estoytremendamente agradecida por lo aprendido enesos trece años y por lo muchísimo que me hedivertido, que para mí es otro de los argumentosclaves en las cosas que hago. He descubierto elmundo del desarrollo y la formación y lo he com-partido con deportistas que han vivido experien-cias similares a la mía. Pero últimamente estabamuy enfocado a los resultados, primaba el “sál-vese quién pueda” y no los valores de un verda-dero “team”. Esta incoherencia ha hecho que afinales del año pasado decidiera abandonar elproyecto.

Háblenos de su última iniciativa, Entrenadoresde Talento. ¿Cuál es el propósito de esta nuevaaventura?Es mi ilusión renovada, que abrazo, acojo eimpulso con todas mis fuerzas. Trato de retomarlos valores más valiosos del deporte y que tantonos inspiran hacia la transformación. Esperopoder ayudar a esas personas, equipos y orga-nizaciones que quieran desarrollarse y crecerpara que se atrevan a soñar, espero seguiraprendiendo divirtiéndome y también esperodisfrutar con mis compañeros y socios porquepara mí, la vida compartida es más n

Un líder es como un jardinero, tiene que disponer las condiciones ideales para que las plantas florezcan, pero las que llevan la semilla dentro son ellas mismas

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voces Maribel_Maquetación 1 07/05/13 11:40 Página 23