CAMPANELLA, Francesco. El pensamiento económico neoclásico, Oikos, 1989.

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\€rsión ca:;iella¡ra ,1e jainrc RieraR. y Luis Ángel Fernández i.:.;,t . ,i ¡:t .j'Ér,,.-r., F-fed- h¡l ffieFrT-AHgEEtrbTH# Éi EC@EC&ETEHC& É/ o fiC&CEASECS Francescc Canrpanella 1- ,r7/,, ,/u,/\\ 'r\CrV/ \\\/ oikostau, s. a. APART,\DO 5347 - C'ü|JSO B,{RCÉI-ONA VILASSAR Dt f".AR - B{RCELONÉ, - ESF¡\ÑA

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Este indispensable documento para el estudio crítico de la teoría económica neoclásica, breve y sintético, nos ofrece un amplio mapa de la construcción de esta teoría. Un argumento que no encontrarás en un curso regular de economía.

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\€rs ión ca:; ie l la¡ra ,1e ja inrc Riera R. y Luis Ángel Fernández

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12 / El sensamicnto económico neoclásict¡

sicas: en Suecia con Wickseil, en ltalia con furrara, pantaleoniy Barr:ne, estudiosos todos ellos de fama internacional.

Paradójicamente, fue precisamente Jwons quien no logróque sL s ideas fecundaran en una escuela en bran BretaÉa.Durante mucho tíempo permaneció aislado y atemorizadode sus propias conviicíones científicas, hastá cierto puntotan rerolucionarias con respecto a las tradiciones imperan.tes en la época. Poco después, Alfred Marshall, otro écono-mista cri tánico, sería quien renovara, aunque sobre basesdifererrtes, la hegemonía ingleSa en el ámbito de la econo-mia, tal y como lo habían hecho anteriormente Smith vRicardo y, posteriormente, Keynes.

Resuliaría imposible reconstruir aquí el pensamienioneoclásico a la luz de todas estas contribucionés, porque secorre el riesgo, amé1 cie la superioridad, de un ilegÍtinrb proceso de reducción de las contribuciones individüales. iero,independientemente de estq exíste otro riesgo que nópodemos ignorar: el intento de recomponer todós aquellosentoques, puede proyectar, paradójicamente, una imagenoetormada.(aunque no en un sentido peyoratívo) del uni_verso neoclásico.

El tiem¡:o y el ejercício académico constituyen filtros ines-crutables, aunque no siempre idóneos, para seleccionar losapcrtes más válidos y correctos; y estos filtros han transmi-t ido hasta nuestros días el esquema neoclásico de acuerdocon las interpretaciones y manipulaciones de Marshali. Todoel contenido de los Principles marshallianos constituve indu-dablemerrte la versión nrás vulgar y contraciictoria de'los presupuestos básicos de Jevons; pero es la versión nrás ci i fun-d¡da., cie la que tociavía no se pueCe pi-escindir. El pacienteacademicismo ha uni.rersalizado, hasta el l ímite del lugarcomún, casi todos los conceptos y categcrías rnarshailianós;poi ' eiemplo, las denominaCas leyes de la demanda v laoferta, la imagerr de la ernpresa coinpetitiia, el principio'delccste marginal creciente y la c.iistinción entre corto y largoplazo.

De poco ha servido la culta y rigurosa crítica a todas estascategorías, desde el artículo de Sraffa de 1926 hasta hoy:

Ei pensatniento y la cc.,rtsolidación / 13

generaciones de gstudiosos continúan, impertérri tos, ui i l i -zándolas corto punto de referencia, hasta llegar a convei'-tirlas en autos de fe.

Atravesar la interpretación marshalliana sigue siendo,pues, un viaje obligado. Pero, para no continuar repitiendoacrít icamente el contenido de todo manual de economíaque se respete, podemos aprovechar esta ocasión para expGner, junto a la versión de Marshall de la econontía neoclási-ca, aquella más matizada y compleja de \Mcksell, uno de lospocos economistas modernos conscientes de las lógicas difi-cultades que rodeaban la elaboración teórica que se ibaproponiendo. No por casualidad la lectura de Wicksell ,sobre todo en lo que se refiere a la teoría de la produccióny de la distr ibución, no logró el éxito que alcanzó la de Mar-shall; para los propios neoclásicos está plagada de nume-sosas dificultades e interrogantes: rica en matices que laaproximan muchas veces a la sensibi l idad del mundo clási-cb, sin la suficiente evidencia como para revestirse de la dig-nidad científ ica, sus intuiciones son simples observacionesdel mundo real.

Sintetizarla y exponerla breve y parcialmente ofrece unaserie de ventajas: a/ puede ayudarnos a comprender lasuperf icial idad de la versión marshall iana; b) nos faci l i taráel indispensable acercamiento a las contribuciones más sig-niÍ icativas de las otras escuelas (sobre todo la austríaca y lade lausana); c/ nos pei 'mit irá clarif icar, mucho mejor decomo lo podrían hacer los Principíes de Marshall, las carac-terísticas metodológicas del rnodelo neoclásico, excelente-nrente definidas pol nobbins; d) por últ imo, puede it tst i f i-car los l ímites de esta obra, qlte intenta consicierar única-rrente una parte del pensamientc neoclásico, aquella relatiraa la ieoría del valor v de la distr ibución.

g-IDttE

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2. los presupuestosde Ia teoría neoclásica de! valor

Desde el punto de vista de los contenidoq la primera piedra de esta cbnstrucción, mérito principal de los autores dela revolución de 1871, consiste en el rechazo explícito de lateoría del ralor+rabajq demasiado imperfecta como para notomar en consideración las excepciones; ante las que cedeRicardo y demasiado parcial como para avanzar una expli-cación completa del efectivo comportamiento humano.

En la teoría clásica

" [ . . . ] e l valor de cambio de una mercancía aparece def inido enel sent ido puramente relat ivo de la cant idad de otras mercan-cías contra las que ella es normalmente intercambiada. Perouna solución determinada por este sistema de relaciones deintercambio fue buscada en el pr incipio según e! cual estasrelaciones estaban determinadas en definitiva por la cantidadde trabajo requerido (en un momento determinado de la sociedad y la técnica) para producir las mercancías en cuestión. Estasolución ha const i tuido la famosa teoría del valor-trabaio,(Dobb).

Para los neoclásicos, empero, el raior de las rnercancíasno ouede ser encontrado en cual idades extr ínsecas a el las(el i rabaio incorporado), s ino que se deriva, subjet ivamen-te, de los juic ios expresaCos por los individuos. Son estos,de acuerdo con sus propias necesidades y preferencias,ouienes atr ib¡ryerr vaiores a los bienes.

'De impr,rviso, pues, la teoría objet iva dei valor cede ellugar a la teoi ' ía subjet iva: la atención cjel estudioso se des-plaza desde la esfera de la producción, interés fundamen-tal c ie los clásir ,os, a la esfera del consurnc. Se er ige el pr in-cipio Ce la soberanía del consumidor, v iga maestra dele<l i f ic io neociásico: será este, según sus prcpios g'"rstos ydecisiones, el que determine el r¡alor de los brenes ); por tan-to, el que regule y or iente el mundo de la producción.

Los presupuestos de Ia teoría neoclá'sica del valor / 15

Pero la determinación dr:l valor de las mercancías no es

un hecho arbitrario, duñQU'3 sea stlbjet ivo: depende- qomonos lo ha explicado Robbins, de un ciato concreto y de un

pfesupuesto.El dato concreto es que tos medios idóneos para satisfa-

cer las necesidades de los individuos son escasos; p9r9,

dado que estos medios (y bienes) poseen la propiedad de

,n uso alternativo, surge el problema de decidir sobre su

é*pf"o de acuerdb coñ l" importancia de la necesidad' Si

estó no fuese así, nunca habria surgido gl rproblema ecGnómicor.

La cuestión es que esta decisión sea tomada racionalmen-te, de acuerdo con un cálculo lógico (Napoleoni)' El postu-

lado de la raciona!idaci exige que el individuo clas.ifique, enprimer lugar, sus propiasiecesidades de acuerdo con suimoortanóa; para iepá¡.t¡r posteriorrnente los medios esca-ioiqu" tiene a su disposilión a fin de obtener el más ele'vado nivel de satisfacción.

Es ia teorización más densa del comportamiento ocohe'

rente, v a ella se aplican todas las leyes de la lógica: el prin-

cipio d'e identidad'(,4 : A), el de no contradicción (si A : B,B': A) y el de transitividad (si A : B y B : C, entoncesA : C').

La lóeica delcomportamiento del consumidor mantienesu r¡alidJz independibntemente del fenómeno de la produc-ción. En efecto, los primercs neoclásicos supon€lr que losindividuos tienen ya a su disposición deterrninadas nlercan-cías, cle calidad y cantidad diferente entre ellos, por lo queei proble:'na consiste en anaiizar en qué modo cada indivi-<Jub logra alcanzar el más alto nivei de satisfacción posiblemediañte sirnples actos de intercambio. Flipótesis, aceptada,canrbiado lo que se debía carnbiar, incluso cuando los mar-ginalistas se ócuparon de ia esfera de la producción: .enáouel caso, cornó veremos, ios bienes en dotación estánconstituitjos por tos factorps productivos, cuya oferta estásr.iieta a las mismas reglas*precedente,"nente citadas"

Pero el problema támpoco cambia si imaginamos a unirrdividuo aislado (la clásica figura de Robinson Crusoe antes

l

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iIIIIliii

f..

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'f6 / El pensamiento económico neoclásico

de encontrar a Viernes). Nuewmente ei comportarnientoracional CCr¡du6. por el mismo i",,.'ino, clasifit:ación de lasnecesidadcs de acuerdo c9n la urgáncia y distribuc¡Jñ J"los recursos escasos tpor "¡ár¡rro

Srfilrnpo) entre tas diver-sas necesiades a fin de mi¡ni¡zár la satiifacción obtenida.,^ ,lt:t::ll"gue aparece claramente expresado en las ob;;ue- ros rres pnmeros neoclásico, aun cuando los énfasis erandiferentes:'la economíu r".onuiurt¿ un n ciencia de la elec_cíón y encuentra su propia justificación en ei vínculo (esca_sez de medios poseédoies á" ;;;;;;ternativodiversidadde f ines o necésida¿us in¿iu¡¿urr"r l . 'er objeto nsocialu dela^investigación científ ica ei

"r ñiu¡áuo, sin dist inción decfases, vtsto como homo economicus, racional en el com_portamiento y l ibre en las decisiones.'

. I p.artir. de este enfoque nnecesidades-bienes, nace lai,nueva teoría del valqr, qub es bautizada con el nombre dáteoría de. ta uritidrC,

$ ¡,Jái.A" ;r';;;.rncías depende de'su capacidad para satlsfacer ras necesidua"s ¡eiáüil;nado por el jüicio subjetivo áei ' .á-nrJrn¡oor.. _S.in gTba,rqo,al pasár de la fase o" iul ¿uiiniciones a lateo rización del comportam iento racional d; l;; ;;J ffi ;;,los neoclásicos terminrn .onrlá"runJq impticitanrente, lautilidad como la efectiva satisfacción J" tu, necesidades: deeste modo- ella aparece como una magnitud r¿ariable

"" ,."1*ción con las variacirnes de tur.rntiá?áes Oe bienáip;idos,c, cons u m idos, siendo, p;; ;;";,g;,]"n,", u n a m agn itud

T,l*ll:;Y::::l si se consid"," u"t, ,,rr¡¿"i'riil:i'il;cuarq u rer ot ra maqn ituci económ icarnente i m po rtan'Íe) cornocant idades var iabies r_, ' modo ccnt inLrc,r , es posible consicJ+rar su tasa de var iación co' to nrevAs cant lcJades: ¡ ;or el ioserá natural aplicar a fa nueva ieoría

".";;;; ü ,;;"il;

l?l"l¡ngl"Sía y lcs.símbolos det cátcuto infinitesímal. E; l;arirrnacton d€ aqrJel principio marginal que contribuirá a cJis_trngutr permanentemente a ía ecónornía neociásica.

i.:r.*¡**&t¡.:-:ft.irri;¿L:"¡*: Léá¡á¡i¡its,rwt¡lrliii*{¿.gl*.:¡{idrt-{¡*d3¡dr*il

3. I-a vat'iabilidad del valor de uso

.Afrora bien, si el valo¡. de las mercancías depen Je de suuti l idad, ¿cómo es posible que existan bienes'ciertamenteútiles (como el agua) que no posean valor, y bienes clara_mente inúti ies (como los diarnantes)a los que se le s atr ibu_ye un elevado valor? La respuesta al recurrente problema dela dist inción entre valor de uso y valor de .rmbio consisteen ef lrecho, como afirma Wicksell en sus Lecciones de eco_nomía política,.de q.u9 "el mismo bien puede poseer dife_rentes grados de uti l idad según las persónas, dó modo quelos relativos valores de uso-pueden, al misrno t iempo,'sermayores o menores que los relativos valores de cambio res_pectivanrente para una u otra de las partes del intercambio.Razonando así observaremos quL' una misma ccsa puedeposeer diferentes gra.ggs cie utilidad para una misma per_sona, pero bajo condiciones diferentesn.

Wicksell, retomando un ejemplo de Bóhm-Bawerk, nosexplica err qué consiste esta variabi l idad del ralor cle uso:

uUn colono oue vive ais lado en un bosque virgen, ha cose_chado sólo cincb sacos cle trigo (excluyen<{o lo qil" É, ,¡*todo para la siembra), io que representa toda su reserua alimen_t ic ia hasta la próxima cosecha. Si d ispone de esta Drovis ió,r c leacuerCo con lo que fue su consuftlo prececJente, cáda saco ser_virá para un t . tso c j i ferente, por io que tendrá una in--portancia¡l i iert nte par;r éi, aunqul, físic¿rrlrente 3ean iodos iguales. El p:i_nrcr saco es absr i t r - l tarrrenie nccesar iO para segui iv iv iendo: est . r r r pret ' ioso (onro srr r . ' ida nr isnra. i l segundc es tociavía nruvirnportante, porque con este podrá comér hasta saciarse v.on'_servar su salud y,su fuerza f is ica. f l tercero ya no será cbnsu_nr ldc directamente por é1, le servrrá para mánterre¡ a las avesde cori 'ai, procurándose dsí una varieCaci en ia dieta, que deotro modo consistiría sóio en cereales. Ei cuarto saio lb des-t inará a la fabr icación de alcohol . para el quinto saco noencuentra mejor uso, dentro de sus modestas ccndic iones devida, que emplear lo para divert ise, es decir para al imentar a

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78 / Fl pensantiento económico neoclásico

algunos papagayos. Si por cualquier circunstancia llegase a per-der uno de los s¿Ljos, el sacrif icio sería por supueslo el qir in-to saco, o sea, el menos importante desde el punto de vistade la satisfacción de sus necesidades. Si perd' iese otro más,entonces ya no fabricaría alcohol, p€ro no sacrif icaría obvia_mente uno de lor; ut i l izados para su sustento.u

, En este ejemplo encontramos todos los ingredientes dela teoría neoclásica del valor: a/ clasificación áe las necesi-dades de acuerdo ( on su importancia; b,) disponibi l idad deun medio uti l izable para f ines alternativos; c/ necesidad deelegir ante la disporibi l idad de medios escasos en relacióna los f ines (en el caso de pérdida de algunos de los sacos).Pelo .el ejemplo contiene también la ñipótesis central detoda la teoría: cuarrdo aumentan los sacós de tr igo obteni-Cos de la.cgsecha, aumenta ciertanlente la satisfa"cción glebal (uti l idad del bien); sin ernbargo, cada saco que s" ina-de implica incrementos de satií facción constintementedecrecientes.. En términos analít icos, considerando la uti l idad ({/) que

un individuo obtiene de un determinado bien (x) duranteun cierto período de t iempo como una función continua yderivable cuantas veces se quiera de las cantidades (R dóaquel b ien, tenemos que la función

u:fk)

posee las siguientes propieda,jes:

f'{",(', > 0

f"3) < A.

La primera propiedaci irrdica cue la función es crecien-te: la uti i idad crece al aumentar las cantídades poseídas oconsumidas del bien. Esta Íunción torna e! nornb¡-e de uti l i -dad total (U7), representa.cia gráficamente en el diagrama 1.

La segunda señala los inciementos de satisfaccién cadavez más decrecientes a medida que aumentan las dcsis inf i-

La variabilidad del valcr de uso / 19

nitesimales del bien. Esta función toma el nombre de uti l i -dad marginal (l-)M,), r'epresentada gráficarnenre en el cji¿t_grarna 2. [ l la corresponde a la r leriváda du/dx de ia funciónantes mencionada y se obtiene midiendo la incl inación dela uti l idad en cada uno de sus puntos.

He aquí resueita la paradoja de Smith. Como recuerdaJevons, el valor cie uso en los clásicos corresponde a la uti-l idad total de una mercancía, mientras que lb que los indi-viduos toman en cuenta al intercambiár los bienes entreellos es la uti l idaci nrarginal.

Este aspecto fue clarif icado por Wicksell cuando recogenuevamer¡te el ejemplo del colono en otra de sus ob¡.as:

nSi ahora suponemos que a nuestro Robinson Crusoe sele ofrece un nuevo bien a cambio de uno de sus sacos de tr i -go, entonces es c laro que el valor (c ie acuerdo con sus cálcu_los) de la cant idad de tr igo a la cua! está c l ispuesto a renun-ciar esta¡'á.compietamerrte deterrninado por el rnenos uigentede lcs ya citados nlccios de empleu o poi la necesicjad a lícuaiccrresponde. Ei no cederá, por así decirlo, ninguno de los cua_tro pr imeros.sacos, s ino sólo el quir , to; err o i ras palabras, s ifa uti l idaC del hrien que se le ha ofrecido la pareciera suficientecotno pdra compensar surplacer de. al imentar papagayos,en.tonce-s.aceptará el cambic. Pero si en seguida tuviera queprivarse cie otro saco de. trigo y, por consiguiente, del placerque le procura el aguardienle qde este saco le hacía pósible,

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22 / Fl p€r¡santienfo eccnómico neoclási:o

De este ejemplo se podrían deducir numerosas CC,r.tclu-siones úti les para complementar nuestra exposición de lateoría de la uti l idad.

El pfiT"l lugar; en él se afirrna el principio de la equi-marginalidad, según el cual el individub maximaliza su prGpia satisfacción igualando la uti l idad marginalcalculadá dedos brenes, pan y carne, obtenídos por la iransformación deltrigo. En efecto, al considerar como dadas las condicionestécnicas de la transformación, se desprende que en unasituación de equil ibrio la uti l idad de iJos ki los de pan esigual a la de medio ki lo de carne; es decir, la uti l idad'margi-nal de la carne es cuatro veces la utilidad del pan. tn otráspalabras- para maximizal la satisfacción es necjsaiio que lasuti l idades marginales de los dos bienes sean propoüi,rna-les a los coeficientes de transformación del uno en el otro.. El segundo lggut. si una porción de tr igo pudiese sertranstormada en 314 de carne en vez de en 1n kúo,la uti l i -dad marginal del trigo transformado en carne sería mayorque en ei caso anterior (ver cuna EF en el diagrama 3). 'En

[:l principio de !a equimarginaliciad / 23

con secuencia, si cambiamos los coef iclentes t'le tran sfo rma-ción, se modif icaría también la distr ibució¡t del medio enrrelos dos usos; en este caso el colono destinaría una mayorcantidad de trigo a la producción de carne con respecto ala situación anterior.

Por tiltimq el esquema expuesto puede ser aplicado yasea al caso de un trueque entre dos individuos, o al de lacompra de dos bienes (carne y pan) por parte de un con-sumicior individual, bienes disponibles en el mercado a unprecio determinado (precios que ocupan el lugar de los co-eficientes de transformación y que también t iénen que serconsicierados como dados e independientes de las decisio-nes individuales), a canlbio de la moneda (trigo) en su poder.Desde este últ irno punto de vista, el co¡rsumidor alcanzaráel equi l ibr io cuando de la úl t ima l i ra gastada en la adquis i -ción de los dos bienes obtenga la misma satisfacción; esdecir, cuando las uti l idades marginales de los dos bienessean propo¡"cionales a la relación entre sus precios.

Si x e y son las cantidades de los dos bienes considera-9ot y pn, p,los respectivos precios de mercado, el equili-brio del consumidor exige que:

uM' : -P.UM,' Pv

o también que:

yltfL: UM,

F, pv

Este es ei pr incipio c ie ia equimargir ia l idad, los c imien-tos que sostienerr el edif icio neoclásico.

Diagrama 3

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*i n * j; .i:^f.l^}".: rrJil.t .*<t:;',#{¡*t

5. tutensurabilidad de Ia irtilidady Ia fey de la demanda

Dos cuestiones se plantearon muy pronto a tos margi-'alistas:

la prímera tenia retací0" .á" la mensurabifidad dela utilidad y, en consecuencia, .on ui problema de fa com_parabir idad interp.ersonut ou ártu'*"ugnitud; fa segunda sederivaba de una i:ierta iniat¡rrr.ao"?" ros estudiósos anteuna teoría comple_tamente sub;etiu ¿"1 valor, Ia cual descui_Caba fenómenos empíricameóte verif icables ), neqaba, por:i.,:3,

de cualquier'fír-nite corpr""riUfe la i'cid,encia, <Je'".. :oj: :1

de producción de las, már"canc¡as.Lr pnrner problema fue afronta¿o, y f,*i, ciertc¡ purrtoresuelto, por un amplio grrpo ¿";;nomrstas que incluíaa Edgovorrh, Fisher y "t

i?"¡J1. e"üJ, ,nun.or esre útrimode la técnica cle las curvas Oe ¡n¿¡[üi,.¡". e¡to, afirman oueta medición de una. magnitud .sub¡eiiyl ", ;;#iü,::rnediante una escala,Oroiüt, ni*", i ipo'ote ni necesaríc."Tratar de medir con exactituJ ii ,ri¡r¡i"i es, a prirnera vista,ian absurdo como:i:ry, qy:,.r¡;;;".na es rlna vez ynrecra más arr,able qug,gl.rq" oVickseii). De todas maneras.aun rechazando ta pbsíbítidad ,1" i.i.írl"rl;;;;,;; ilil.i:

Íl,j ::rj,^"stos a u to res sosl u viero n q u u el com no r1a m ien toce cada cr.;rrsurnidrrr inr.¡ivi,Juaf puAa ,"l. ¿ur.r¡i,., in i;;;:::

d. prefe.rencias, o hacieni" I"f"r""i¡" a vaior.acj'nes detroo cuali tat i , , ,o. Vy'íckscl i cor,t inúa

,,"r'5;Jr"i:j,;j;3::]. cieniuestra et ejempio anrer ior", rodose n c a ci a .. ; ;; i"'; { i i "T [;-"ll], ? ?;n':: ll : H:áL,.á jexacta no presenta en.absolt¡ to , ,n ut * ioo. Si podenros cleciren general que urra c ierra porció; ;ü; ; b ien cfrece ur¡a ut i -t road igual, o un poco r,niryor o menor que la ¿" ü, ; ; ; i l ;onerente, entonces pociemos af i rmai ro-nrsmo tJe cos, t res o[X'"?T:' :?,",' j;::¿:d;;.;';;il; i, .on u n u o m ás u n i_

Mensurabilidad de la tftilidad y ta ley de la demanda/25

La soluciólr del problema resídió, pues, en la proposiciónde una mensurabir¡dad en "r

t"niiJ'o orornar, antes que car-d i n at, de ta u ti I idad, au nq ue rug,rig "¡4irt¡";$ ;ñ

"'i-¿¡r*rencias respecto a ¡y. co.mp"rib¡l¡J"o rnterpersonal.. _a segunda cuestión fue tratada especiatmenü pá, fr¡ur_shatl en sus principles. Este ,unou¿ál d" ü

"r;;;fi;;i;r,propuso ya.:e.a poner en evidencia ra verifii;b¡riá;i'3u-ruteoi'Ía neocfásica del valor, ya s9a ,eulor",. ii;;üil;"que al valor de las mercancías deriva ¿e fa esfeá;;;;;*ducción, hasta entonces conrpfearn""ú'i"ñj. t, n¿á], Et.punro de part ida cfer anil is¡s marsharri iná;;;r l ; ;";"la definición deiequil ibr¡o Jui."Áir i . ' ¡Oor, de acuerdo conia conocida teoría be la utí l iJ"J. Sup""gamos q(re un con_sunrici,r tiene a su disposición u¡ra ilun" cantidad de moneÍ1:r,: ,P:,ude gastar

"n taaáqu¡; i ; i ;" dc un cleterminadooten 0v) cuvo orecic (p,) es d'a<Jo e ;nAepenC-ie;;';;1",

can tidades áruétiuu, ..iqi, i r,¿"'; ¿"1i u er bien. S u pongamos,ÍAá:l

para simplificar, que. el d¡nlro (JM"), entendidocomo nrercancía de intercambio, es constante.E[consumídor maximiz.ra ru pÁpü satisfacción igualan_do ta uritidad marginal.ur.uruá" ü; rá; ¿.f ¡i""Li'"ilü;cía x y dinero; es"decir, .u"nJo,-- '""

Uht, : l)M"

Pr

lg ' ]dg uh4r es ra irt ir idao margínar der bien c'nsiderado vL/M ' Ia rrtilidad mei-r¡irrar ¿et o'ineio]luy., pr".io es obvia-r¡iente '1.!_sta igr-.raíriaci puede escr.ibirse c1e la síguienre manera:

l 'h4, ,

UM".p*.

Lste p ;"oi ed i m i e ntc p u ede sgr_rep resentado g ráf icarn e ntecomo lo ntuestra el diagrama 4. El éc_¡nsumidor ¿rlcanzará eli l1; i j igrio cornprando" ias .uni¡áá.r", q., del bierr encuest ión.

IIi lII. .-:

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Diagrama 4

26 / EI pensatn¡ento econórnico neoclásicc Mensurabiiiciad de la utilidad ¡' la ley de la dentanda / 27

Ahora bien, si el precio de este bien disminuye (se trans-forma en p' , ) , la igualdad precedcnte se convierte en unadesigualdacl. En cuyo caso el consumidor debe comprarmayores cantidades del bien x a f in de reducír su uti l idadmarginal hasta l legar a restablecer una nueva posición deequil ibrio. (en términos gráficos, la l ínea UM".'p, baja y elconsumidor maximiza la satisfacción aumentando las can-t idades adquir idas del bien de g., a gz).Lo contrario suce.de cuando aumenta el precio dó este bien.

De este modo, se hace erriCente una relación inversaentre las cantidades demandadas de un determinado bieny su precio: es la famosísima ley de la demanda, conocidadesde los orígenes de la economía, pero considerada, has-ta la irrupción de los neoclásicos, conro un fenórneno obvioy natural. En el esquema marginalista esta ley no sólo apa-rece explicada sobre la base de una teoría, sino que permi-te superar, en un cierto sentido, los l ímites de la teoría dela uti l idad: gracias a dicha ley ia atención se desplaza des-de las causas del comportamiento del consumidor (defini-das en sus connotaciones subjetivas) hacia el terreno de losefectos de este comportamiento, verificables en términosobjetivos: los. precios y las cantidades demandadas, magni-tudes medibles y calculables emoíricamente. La transcrip-ción gráfica de aqi-rel la relación es la conocida curva de lademanda, que mostratnos en el diagrama 5.

Para cada mercancía individual es posible frazar, a pari-dad de condiciones, la correspondiente curya de demandarefe.rida al conjunto de ios consumidores, como simple agre.gación de las situaciones indiviCuales. Pero este importan-te desarrol lo ieórico no agota, para ñlarshail , el problemade la determinación del valor cie las mercancías: es necesa-rio considerar, junto a las fuerzas que gobiernarr la deman-da, las que originan la oferta de tos bienes. Al concepto deuti l idad se debe añadir, en un modo arrnónico y coheren-te, el concepto de coste de producción, para poder comple.tar un esquema que de ot! 'a suerte corre el r iesgo de redu-cir la econonría a una símple investigación introspectiva.

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6. [a tecría de !a pnoducción

Cuando los neoclásicos se vieron obligados a no :;eguirconsiderando a las mercancías como cantídades dada,,vlenconsecuencia, cuando se encontraron ante la necesidaá deconstruir una teoría de ra producción, sus enfoquer no."Á-biaron mucho: coherentemente, model"ron ,i.,. iuo--,í].;;la oferta de bienes absolutamente simétrica a fa teoría Jel idemanda.

La coherencia del e.nfoque se detecta ya en la propia defi_nición dei fenómeno de ra producción: esta consii te bn cuar-quier oroceso destinado a acrecentar la ui i l idad de ros bü-nes o a satisfa.cer las necesidades de ros individuos. Elproducto social, p.ues, no comprende sólo a los b¡enás *"tonares/ como en el universo clásico, sino además a los servi_cios (tanto el del comerciante como el del doméri¡.áj ,ü"r_pre que sean i. tercambiados l ibremente en el nrercado.

nA veces se ha dicho que los comerr, iantes no producen,que mientras los carpinteros proclucen muebler, lb, .oÁ"i lc iantes de muebles simplemenie venden lo que v. 'n, , ¡Jó oioducido. Pero esra distiniión no tiene ningú,.'1;"áu;;;,; .i¿;tífico. Tanto el uno, comc ei otro procirrón r.,tif iJ"O u

"l^g"_ode los dos podría hacer otra cosa: el comercrarrte rnuei.,e y dis-pone de las cosas para que i l rcremerrten sLr ur i l ic jacJ, to ' , r i i_mo que el carpintero. Ei rnar inero V el maouinista c je t renesque transDortan el carbón lo prodücen de iqual ;" ;" ; ; ; ;el minero que excava bajo t ierra, ( i !1arsl¡al t f

-

Pero todo proceso de proclucción, tanto de mercancíasr.orrro. le servi< ' ios, exige el empleo d"," .u,r . , , ( \ ,es aquíclgn{e se apoya le tradic:ional di'isión dc l,s fu.tnr"i

"r, ;J;_

tal , t ierra y t ; 'abajo), l ,o gue permite o r . , n-ráig¡". l i r i*""1reprcponet, s in introdrrcir ninguna nlor j i i icac¡uñ ¡rporton_te, el probiema de la escasez y"el de las clecision"r. i.; ;;;ductores afrontan la peculiar iarea cie ,iiri;ürl; lo; ;J;;recursos disponibles entre los di ferentes usos posibles, a f in

La teoría dc ia producción / 29

de producir y.de ofrecer los bienes má,s úti les. El principioparalelo que sostiene la soberanía Cel consumidor es el dela eficiencia de la producción.

De este modo, el análisis de la escasez de los recursosno conlleva de por sí al problema de la decisión sobre suutilización, a menos que se añada otro elemento: lcs mediosdeben ser idóneos para usos alternativos. Este presupuestolleva a los neoclásicos a considerar que normalmente exis-te un elerado nivel de sustituibilidad entre los diferentes fac-tores: en consecuencia, las técnicas productiras ya no pue-den ser consideradas como exógenas con respecto a lasdecisiones tomadas por los productores, sino que pasan aestar estrechamente relacionadas con el probler,ra econo-mico. La función sociai de lcs productores reside precisa-mente en elegir la mejor combinación posible de los facto-res, tomando en consideración los precios relativos decompra y las cantidades de productos que puedenobtenerse.

Replanteando el problema de la escasez y el de las deci-siones, los neoclásicos conrenzaron a buscar, en la órbita dela producción, una ley simétrica a la de la uti l idad marginaldecreciente de los bienes. Esta ley fue deducida de la general ización del principio de los rendimientos decrecientes.Esta es la segunda pieza en importancia que se añade alesquema neoclásico: cada factor productivo empleadc enla producción de cualquier mercancía, considerado en símismo y combinado con otros factores disponibles en unacantidad dada, determina, rnás allá de un cierto límite, irrcreInentos menos que proporcionales en el volumen de la pro-oirccror ' )

En iér¡ninos anal í t icos, la funcion de la proCucción

v: f8)

Conde y representa las cantidades prcducidas de cualquiermercancía y x las cantidades variables cie ciralquie; ' factorapficado a otros qr.re permanecen co¡stantes, posee iassigu ientes característ icas

&P4

*

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30 / El pensamiento económico neoclásico

in ic ia lmente

sucesivamente

f'g) > 0

f"8) > 0

f"(x\ < o.

La prímera propiedad indica que la función es creciente(ver la curva TP en eldiagrama 6); la segunda, que los incre-mentos de la producción son inicialmente crecientes y pos-teriormente decrecientes al aumentar las porciones infini-tesimales del factor va¡'iable. Esta última función toma elnombre de productividad marginal dei factor WP,) y estárepre.sentada gráficamente en el diagrama Z. Correspondea la derivada dy(dx de la funcíón de la producción ya exa-minada más arriba, y se obtiene midiendo la incl inación dela curva del producto total (IR en cada uno de sus puntos.

Es evidente que es el trazo decreciente ije la curva de laproductividad marginal del factor lo que importa a los finesdel análísis neocláiico. La línea creciénte se justifica con lahipótesis de que existe una combinaciórr óptima entre el fac-tor variable y los factores disponibles en una cantidad dada:a medida que nos acercamos a esta combinación los rendi-mientos del factor r¿ariable son crecientes, después de lo cuallos factores fijos que se han combinado con el variablepasan a sei' relativamente insuficientes, determinando losrendimientos decrecientes de este últ imo,

Diagrarna 7Diagrama 6

It

La teoría de la Prodttcción / 31

Según los neóclásicos, esta ley se aplica a cualquier fac-

tor 6e"la producción. Recurriendo a una función de prcrduc-

ción genérica, en la que comparezca la tradicional clasifiqa-

ción "cle los factores en tierra (I), capital (K) y trab.ajo (l)

Y: f (, K, L)

podemos decir que 6y/6T representa la productividad mar-

iinal de la tierra; AyiOX la dél capital y 6y/61 la productivi-áad nrarginal del trabajo.

La ley"de la produclÑidad marginal decreciente de los fac-

tores recoge y general iza la hipétesis clásica de los rendi-

mientos dicreciéntes de la tierra, sobre la cual Ricardo había

levantado el esquema de la formación cie la renta, aunquelos neoclásicos lá utilizan de ur-l modo muy particular. En rea-

licad Ricardo distinguía dos tipos de renta: <la renta exten-

l¡* tqr" proviene dél cultivo de tierras cada vez menos fér-

i i f"r iV la'renta intensiva (que proviene,de la a.pl icación de

caniidad"s crecientes de capital y de trabajo sobre esas mis-

mas t ierras). El primer t ipo de renta no congenia,con el aná-

l isis marginalista (y ha sido en general ignorado), pero el

segundo"tipo -la renta intensivá- se presta perfectamen-teá ta! análisis" (Pasinett i).-

t-a ley de la productividad marginal.de los factores desem-

oeña uÁa dobie y fundamental función en el ámbito de la

ieoría neoclásica áe la producción. Por un lado explica y col-

f¡rrnu fu teoría de la oierta de las nrercancías basada en la

hipótesis de los costes crecientes de producción; por,el. otro,

regu|aydeterminae|prob|emade!adistr ibuciónde|pro.Oücto social entre los poseedrlres de los re(ursos pro-

ductivos.

aJ-

i1 l , í iu

Page 11: CAMPANELLA, Francesco. El pensamiento económico neoclásico, Oikos, 1989.

7. El equilib¡.io de [a empresay la ley de la oferta

Consideremos ult sector industrial en el sentido mar_shall ianq es decir, un conjunto de empresas que producenuna cierta mercancía. Todas estas empresas éstáñ dotadasde ciertos factores qur:, después de pbco tiempo, r"rrltinl i:t^tffTmos, por e;emptb, en plantas ¡n¿usir¡alei;y;,:1T."_nsoles no pueden ser alteradas en un espacio corto:,::lSTIlp),),gue, en conjunro, deternrinan la capacidad pro(Iuctrva del sector. Estos factor€s suporrañ, en iada

"*brosa/ un coste que rro depende del volumen de la producéióny que es fijo (p.ongamos por caso las amo,-tizaciones).. Par? prcducir aquella mercancía, cada empresa adquir i_

rá, en los mercados'correspondientés, los otró factores ouenecesita (el factor ti'abajo, por eiempro), pagándor;;;';;precio que, conviene reco¡.dar aquí, ei ¿áob ó inaepenJien_te delvolumen de la compra. fa ley'Oe la productivib;J;;;_ginal nos muestra la situáción de ía prod'ucción ar u"ri . iü,<'antidades aplicadas del factor variable.

Este últ imo factor comporta un coste creciente a medi_da que aurnenia la producción, tal ),como aparece reqistra_19 :n et diagram a B (FC es et cosre iiio, vc

"i¿;¡" ;r:abi;,

/L ra suma de el los, e¡ , las cant idades del b:en producido).La dinámica del coste variair le es fáci lment" ' .o*oünri_

¡le si recordamos la forrna de ia fLrnción ct_- ñ;i l I ; ; ; ;[)! 'opuesta por los neoctásicos (ver diagrama 6) i si ,upon*rnos, cor¡o l iemos Cicho.antes, que.el lrecio OJ.rrpi, J"frrctor variable es dado. t/urtipric;ndo ías cantidades áeÍ fac-tt lr v¿riable por su prec;o (qúe es Lrna constante)V oonien_r'ro c! i 'esufiado err relación con ias ca.t idac.res de pr'ducto,l¡ relación se nraniiene vista bajo la forrna de funcion; Uí¡rroducto total, intcrcanibiando ios e¡es, conro en er caso derdiagrama B.

El equilibrio cie la entpresa y la ley de ia oferta / 33

Oi"gr.r. O Diagrama 9

La inclinación de la cuna de los costes rariables (VO asu-me un signif icado económico part icular: mide el aumentodel coste total al crecer una unidad inf initesimal de la mer-cancía producida y está representada gráficamente con lacuwa MC en el diagrama 9.

Esta línea se denomina curva del coste margina!, y suínclinaciórr, después de un cierto limite, aumenia precisa-mente como consecuencia de la ley citada anteriormente delos rendimientos decrecientes de los Íactores.

El diagrama 9 también recoge la situación de ios costesmedios Íijos (FC/y), variables (VC/y) y totales (TC/y); estosdos últimos adoptalr la característica forma en U que tanirnportarrte será en la teoría de la empresa y de ias formasde rnercado.

Suponganros ahora qtre cada ernpresa vende la rnercan-cía en cuestión a urr precio dado e independieniemente delvolumen de las ventas/ sin preguntarse córno se for¡na eseplecio: así ¡"esulia muy fácil establecer la estructura de losingresos totales (precios por cantidades r¡endidas; ver la cur-va IR del Ciagrama 'i0), medics v marginales (que correspon-den al pi-ecio de mercado y oue no cambian al cambiar lascant¡dades ofrecidas; ver la curva p : MR del diagrama 11).

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i4 / El pensamiente e.conómico neocliisico

Diagrarna 10 Diagranra 11

Tenemos así todos los elementos para resolver un pro-blema: estabiecer la posición de equil ibrio de la un¡dad dadade producción. Obseryemos el diagrama 12, en el que semuestra la situación de los costes totales (TOy de los irrgre.sos totales (IR).

El cor-nportamiento racional del productor supone que,dadas aquellas condiciones, se producirá 1, elsrtará la can-tidad de mercancías necesarias para maximizar la díferen-cia entre ingresos y costes. Esto ocurrirá produciendo la can-tidad (Oq) en relación con la cual las curyas TR y TC man-t ienen la misrna incl inación, Si corrs ideramos que la incl i -nación de estas dos cur\as corresponde, respectivamente,al precio de la. mercancía y a su coste marginal de produc-ción, se puede observar la posición cie equil ibrio de iaempresa como aparece señalado en el diagrama 13 (MC esel cc¡ste rnarginal v ,&lR el irrgrs3s marginal, corresporrdien-te al precio).

La explicacion dei principi,. ; según ei cual la ernpresa estáen equil ibrio cuancio iguala el coste marginalal precio, pue-de sér intuit iva: hasta el mornentc en que e! incremento delos costes es menor que el incremento ,Je los ingresos, aiproductor le conviene exparrci ir ia producción, la que alcan-zará su volumen óptimo cuancjo el coste nrarginal y el pre-cio se igualen. Esto es vál ido independienremente del n iveldel precio, por tanto la curva del coste marsinal puede ser

El equilibrio de l¿ emoresa y la ley de la oferta / 35

f-)iagrama tZ Diagraina 13

consideraCa como la curva de oferta de la empresa y, poragregación, del sector industrial.

Procediendo de esta manera, los marginalistas contrapo-nen a la lev de la demanda una relación en absoluto simétrica y homogénea en las nragnitudes consideradas: la leyde ia oferta, según la cual los productores están dispuestosa incrementar la producción, ceteris paribus, sólo si aumentael precio de la mercancía (ver ef diagrama 14, donde semuestra la tradicional cuna de oferta de una mercancía cual-quiera).

Ahora no queda más que resolver el problema Ce ladeterni inación del precic de las mercancÍas, hasta ahorasupuestamente dado tanto resDecto a ia empresa individualcomo ai consumidor. Para cada bien, ei precio de mercadoestá deternr inado por ' las fuerzas que gcbiernan la deman-cla (1ras io cual opera la ley'de ia uti l idad rnaiginal decrecien-tc cit ios (-ostes rnarginales), ; , la oferta (determinada po; larnar'-ha creciente de los costes nrarginaies)consideradas ensu conjunto como las cios hojas de una t i jera, sobre las quees inúti l preguntarse cuál corta rnejor. lVlás conocida es larepresentación gráfica de esta afirmación: el precio de equi-l ibric de cada mercancía está formacio por ia interseccióndc' la curva coiectiva Ce demanda con la curva der oÍerta rela-t iva a todo el sector industrial (r,er diagrarn¿r 15), !o que per-

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36 / El pensaniento ecr/:///" , ,) neoc¡ásico

Diagrama'r ' .

l -+- . .o

B. tearía marshallianaLade los precios

El precio de mercado, ignorado por los clásicos, comien-za a adquirir. una importancia crucial: ofrece la oportunidadde conciliar la orientación subjetiva de la teoría delvalor delos primeros marginalistas con el reconocimiento de laimportancia del coste cie producción (recuperando esta últi-ma categoría, como veremos, para la teoría de ia utilidad).

"Por ello es incorrecto afirmar, como hizo Ricardo, que sóloel coste de producción determirra el valor; pero no es menosincorrecto, como otros han hecho, convert i r a la ut i l idad enel único fundamento del valoru (Marshal l ) .

Util idad y coste, considerados en su conjunto, determi-nan el sistema de precios relativos, en relación al total deIas mercancías producidas, el cual constituye el verdaderoíndice de las situaciones de escasez o sobreabundancia debienes (y, por consiguiente, de i¡rsatisfacción o de íneficien-cia): la aguja de la brújula que orienta la acción de las fuer-zas competit ivas hacia aquella distr ibución óptima de losrecursos de la cual es imposible alejarse sin reducir el bie.nestar de por lo menos un individuo.

Los ajustes en los precios que se han fornrado en situa-ciones contingentes cie corto nlazo originan, a largo plazo,el '¡alor ncrmal de las mercancías, considerado por Mar-shail como equivalerrte al concepto smithiano de vaforrlatu ral:

uEi valor rrormal de urra mercancia en un mercadc cualquie-ra, o sea, aque! valc,r medio al cual se l legaría a part i r de laacción de la l ibre cornpetencia entre lcs productores, es iguala los gastos [costes] que conlleva su producc!ón en aouel mer-cado particrrlar. Cada vez que el valor se sitúa por ciebajo deeste nivel entran en juego las fuerzas que t ienden a elevar lo;cuando se si túa oor encinra, funcionan entonces las fuerzasque tratan de hacer lo descenderu (Marshal l ) .

Diagrama 15

mite obtener un €mplrrr r, t t i<nal de los,recursos y, al mis-

,". i iár"p., el nivel Áá,,,4,"t¡do posibie de bienestar s'cial.

fas feyeá de la ofert;r y l;r rftm-anda' -váidas

para cualquier

mercancía o servicio, q,, ' l r ' t t tsforma,n.así en el nuevo credo

científ ico y en la justi i i r ,rr i /rrr natutal,du-lolp' i lcipales fenomenos económicos: la ,¡l,tltr) invisible' de Smith Se concreta

en un mecanismo tan it lr¡rrtrsonal como exento de imper-

fecciones; el mercado rlr. . l i l rrt l ,competencia alcanza la. { ig-nidad de mito, más al l ; i rk. toda.duda razonable; se olvidaru rági.u efectiva del c,ttr l)r 'r l¿lmiento^individual (del consu-midjr y del productor) /

,,r, lturizaulllógica abstracta y.for-rnal, a put. i de alguni ' , vrx ( 's aisladas. que y9 preparabanlas premisas de uña t . r l l t r , r u l ter ior a la teoría dominante(Sraffa).

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38 / El perlsamientc económico neoclásico

lhra comprender este pasaje fundamenta! de la obra deMarshall , i"eplanteénronos e! problema de! eouil ibrio de unproductor individual, tal y como aparece representado enel diagrama 12

Por diferentes r¿tzones, en un determinado mercado puede formarse un precio (ver diagrama 16)ampliamente sirperior al coste medio total 6C del diagrama 17) de una empresa dada. En la posició_n de equilibiiq el productor pu'edeusufructuar de una diferencia posítiva entre ingresos y cos_tes, denorninada por |,4arshali, no sin ingenüidad, o6r¡¿5¡-renta,, similar a la renta r icardiana que el propietario de latíerra más fért i l obtiene, sin mérito ni intervención, apenasc<¡mienzan a cultivarse las tierras menos fértíles.

L¿ teoría marshalliana de los precios / 39

rá, con el iiempo,,a la nivelación de los precios alcoste míni-¡o de producción de cada empresa.

Desgraciadanrente, si, como Marshaii , comparamos la'zida de cada empresa con la de un organismo que nace, se,Jesarrolla, envejece y muere, siempre habrá, en cadanomento, alguna empresa más eficiente que gozará de las{ruasi-rentas y otra menos eficiente que se verá obligada arbandonar la lucha competitira. ¿Cómo conciliar esta visiónorgánica de la esfera de la producción (necesaria a la super-'vivencia del propio mercadc competitivo)con la realizacíórrCel valor normal de la mercancía?

Es aquídonde Marshall se ve obligado a inventar ef con-cepto de uempresa representativao, entiCad carente de con-notaciones reales, imagen ideal de aquella unidad produc-tiva que opera con un establecimiento correspondiente a lasdinrensiones pronredio del sector, y que refleja aquella situa-ciórr final de equilibrio de todas las enrpresas reales que nlas

Diagranra 16 Diagrama 17

g0

Sin embargo, ¿n el esquema marshall iano, las cuasi-rentas, en cuanto fenómeno de mercado, representan unobstáculo o un vicio que ofusca la a¡"nronía de tccia la construcción.teórica, porque tornan inúti l el principio de la sob+ranía de! consunlidcr (quien debe podei pagai el precio másbajo), inadecuado el de fa eficiencia de la froducción (rela-cionado con el concepto de coste medio'mínimo) e insos-tenible, como ve!'et los, una teoría coherente ce la distr i-bución.

De ahí la necesidacl lógica de su desaparición a iargo pla-zo: será la acción de las fuerzas cornpetitivas la que iácjüci-

C,R

II

II

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42 / El pensamiertto económicc neoclásico

quien sacrif ;ca la uti l idad que pueda obtener hcy para asegurarse una mayor uti l idad mañana. Tcdos pueden, con laaostinencia/ contr¡buir a la formación de naquella parte dela r iqueza destinada a producir ulteriormentó más riqueza,(Mar:shall), naturalmente no en virtud de un precio moral,sino porque existe la perspectira real de corrseguir unarecompensa que torne conveniente el sacrificio. Los bienesahorrados son vendidos en un mercado de libre competen-cia a los- productores que los requieren en cuanto capital yque están dispuestos a pagar una remuneración de merca-9o. |-a ganancia es/ por consiguiente, el precio del capital(renta para el consumidor-ahoirante y coste de producciónpara. el.empresario-inversor). Y he aquí la tercera viga maes-tra de los neoclásicos: la justi f icación de la gananc' ia comoprecio que se forma de acuerdo con las leyes y mecanisnrosuniversales y como remuneración de un factor que se deter-mina del mismo modo y en base a los lnismos principiosformales que presiden la formación del salario y d'e la rénta.

De este modo, desaparecen los conceptos'de exceden-te y de ganancia entendida como el residuo del que se aprGpian sin ninguna razón formal los capital istas. También enel caso del trabajo, la tierra y el capital son las fuerzas quesubyacen en la oferta y la demanda de los servicios produc-t ivos para determinar, en los respectivos mercados,'aqueilaremLrnera.ción que satisface los intereses antagónicos de laspartes: tal como ocurre con la teoría del valór, tambiérr lade la distr ibución se disuelve en L¡na teoría generai de losprecios.

Pero, precisamente, la teoría de la distr ibución somete adura prtreba la habiliciad analírica de ios neoclásicos: no tan-to desde el punto de visia de los precios de oferta de caciafactor, explicables desde la pers¡rectiva de la desutilidad rnar-ginal.creciente que deriva de la cesión de porciones añadi-das ciel servicio productivo, sino nrás bien ciesde el puntode vista de lcs precios de denrancia.. ?t jo este aspecto, no podía dejar.de l lamar ia atención

de [cs neoclásicos má¡ plecavidos (conro, por ejemplo,\Mcksel!)el hecho de la fundamental asimetría bntre Íos ion-

La teoría neoc!ástca de la distribución / 43

ceptos de trabalo y tierra por una parte, y de capital, en elconcepción marshalliana, por" el otro. Los precios de los pri-meros dos factores (respectivamente la tasa de salario y larenta unitaria) se refieren a magnitudes (horas de trabajo,hectáreas) medibles en términos físicos; por el contrario, latasa de ganancia se refiere a un conjunto de bienes (aho-rrados por los individuos) heterogéneos, que solamente pueden ser medidos en términos de valor. Sin embargo, parapoder determinar el r¿alor del capital tenemos que conocer,con anterioridad, la tasa de ganancia: precisamente la r¡aria-ble por determinar.

La concepción del capital como agregado de bienes con-duce, por tanto, tanto desde el punto de vista conceptualcomo desde el de su lógica interna, a un círculo vicioso queirrvalida el enfoque marshalliano. Pero, antes de resolver deun modo tan elegante corno original el problema de la defi-nición del capital, Wicksell se detiene en otros aspectos, nomenos importantes, que aÍectan a la coherencia de la teo-ría marginalista de la producción; aspectos que escapabana ia atención de los neoclásicos más vuigares.

Para esto, Wicksell plantea su teoría de la distr ibuciónsegún un método que no t iene nada que ver con la técnicamarshall iana y que, hasta cierto punto, se parece al método empleado por los economistas c lásicos: é l supone quela producción, cu¡,o ciclo cubte el espacio de un año se ller¡aa cabc sólo mediante el emplec de trabajo y t ierra, sin !aintervención del capital. Con este recurso evita la caída enel círculo vicicso del que hemos hablado antes, dedicandoal concepto de capital toda la atención analít ica que esienrerece.

t l problema que se plantea a lVicksell en esta pi ' imeraoarte de su anál is is es el de ver en oué modo se determinaiu r."*un"racir in del trabajo y de la't ierra y cómo se diEtr- i-buye el prociucto entre los poseedores de lc¡s dos Íaciorcs(Wicksell recupera los conceptos de (propietar¡os de la t ie-rrau.y (trab,ajadores,, aun sin considerarlos nclases sociales,).

El supone, entonces, que la producción requiere sólo elenrpleo de trabajo y de t ierra, organizados y combinados

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44 / El pensat,-liento económ¡c(t neoclás¡co

según los l ibres acuerdos que suscriben, mediante la accíóndel mercado, los propietaric.s de los dos factores. l-a hipo-tesis básica de este caso de producción no capitalista es queel producto se divida entre l()s propietarios de la tierra y lostrabajadores al final del añ,r o ciclo productivo. De estemodq los salarios serán pos¡ruestos y utilizados por los tra-bajadores para mantenerse rlurante el año siguiente: así seevita el peligro de reintrodu,:ir el concepto de capital bajola forma de anticipación der salario.

Si los propietarios de las tierras y los trabajadores actúanen condiciones de igualdad )¡ de efectiva competencia, exis-ten dos t ipos posibles de acuerdos: a) los propietarios dela tierra contratan trabajadores a cambío de un salarío paga-do en bienes al f inal del períoCo de producción; b) los propios trabajadores arriendan ia t ierra pagando una renta sóloen el momento de la cosecha del producto. Como demos-trará Wicksell , no habrá posibi l idad de un tercer t ipo deacuerdo si se introduce la f igura de un etnpresario que con-trata trabajadores y arrienda las tierras, porque no quedaránada del producto para é1.

9.1 El propietario de la tierra considerado como empresario

El presupuesto básico del anállsis de Wicksell en estecaso es que la tierra es un factor escaso en relación ¿l ira-bajo y que (ya, desde hace tiempo, ha sido superado el lími-te según el cual cada trabajador proCuciría el mismo pro-ducto adicional o, con una mejor organización del trabajo,un producto incluso nrai,or que ei entregado por térmrnorneclio por ei t i 'abajc ya empleado en la misma superf iciecie t ierra,. En otros términcs, es crucial la hipótesis segúnla cual nse ha alcanzado tai nivel cle intensidad productivaque cada trabajador nucvo, errr¡r ieado en la misma superir-cie de t ierra, puede errtregar un producto adicional inferioral térrnino medio,. Con¡o poderrtos ve4 ncs encontramosante el tradicional enfoque neoclásico: dadas las cantidadesdisponibles de un factor ( la t ierra de igual fert i l idad), el otro

La teoría neoclásica de la distribuc!ón / 45

(el t rabajo de individuos con el mismo nivel de habi l idad)está sometido a las leyes de la productividad marginal decre''ciente.

Y Wicksell orosigue:*Evidentemente, al propietario de la tierra no le convendrá

nunca pagar un trabajador adicional con un salario mayor queel aumenio del producto obtenido como consecuencia de suempleo. Pero, ya que existe la libre competencia entre los tra-bajadores y ya que (como hemos supuesto a guisa de ejem-plo) cada trabajador es tan hábil como el que más, ningunoempleado antes puede pedir un salario más alto que el del últi-mo contratado, porque en ese caso al propietario le conven-dría despedirlo y sustituirlo por otro que se conforme con unsaiario inferior. Por otra paitg si existe una cornpetencia per-fecta entre los empleaciores, los salaric-,s no pueden descen-der materialmentepor debajo del v'olumen de aumento de laproducción que seguiría al hecho de contratar un trabajadornuevo o (lo que es lo mismo si el número de trabajadores esconsiderable) por debajo del volumen que se perdería si unode los trabajadores ya empleados fuese despedido y su trabaiodistribuido entre los restantes. Mientras el propietario obten-ga, contratando un trabajador más, un aumento de la produc-ción mayor que el aumento de los salarios, para él resultaráventaioso contratarlo: en cambio, el despiCo de un trabajadorya empleado representará, a fortio;'i, una desventaja.,

Si esta cc¡nducta fuese imitada por toda la clase de lospropietarios de la tierra, osu competencia en la contrataciónde trabajadores eler¿ará los salarios hasta el punto de des-aparecer las eventuaies diferencias entre el maycr volumencie prcductos obtenido y los salar ios pagados por el úl t imctrabajaCor contratado. Por esto se puede afirnrar, en teoría,que el producto adicional c iel úl t imo trabajado: 'ernpleado,en gerreral , es el que regula los salar ios, Ios cuales no pue'Cen aumerrtar por encima ni dis lninuir por debajo de esteu.

Podemos reconsiderar todo lo dlcho hasta ahora deacuercio con lcs esquemas tradicionales a que nos t ieneacosturnbraCos el rnundo académico. La demanda de traba-jo expresada por el propieiario individual de ia tierra estáconstituida por el trazo decreciente de la curva de la pro

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La teoría neoclásira d,: la distribución / 4746 / El pensamientd ecoróm'(o neoclá.sico

ductividad marginal del trabajo (ver la líneaMP, del diagra-ma 20), que, sumada a las curvas refericias a los otrospropietarios-empresarios, determina la curva de la deman-da colectiva de trabajo que se contrapone a la curva de laoferta colectiva expresada por el conjunto de los trabajado-res (ver diagrama 19).

Dado el salario que se ha formado en el mercado comoconsecuencía de la actividad de las fuerzas libres de la com-petencia (Ow), el propietario individual alcanzará el equili-brio contratando a un número de trabajadores (OA/) equi-valente a la igualdad del salario con el total del ¡;roductomarginal. De todo el producto cbtenido, equivalente aONTR, la porción ONTw será atríbuida a los trabajadores,según el principio marginal: mientras que la porcióir w,?fserá retenida residualmente por el propietario individual, loque constituir 'á su renta.

9.2 El trabajador considerado comc empresario

Examinemos ahora ei caso en e! que son los trabaiacio-res quierres arriendan la tierra a cambio de r.,n pago en espe-cies al f inal del período de producción. Según Wicksell , *elprocerso a través del cual al f inal se alcanzaría el eouil ibrioes, en este caso, completamente arrálogo al descr-iio ante-

riormente; q meior dicho, es su exacta conti"apartida'.Cuanianrás t ierra (cie la'misrna calidad) se procuren los trabajadores, mayor será el producto: si bien este no aumenta pro-

ooicionamente a lá tierra sometida a cultivo, sino más len-'tamente, de modo que cada nueva hectárea adquirida. dará,

con la misnra ofertá de trabajo, un rendimiento cada vez

menOfD.El factor escaso, meior dicho, ei factor disponible en una

cantidad determinada, es ahora el trabajo, mientras que el

sector variable, Ia, tierra, está sujeto a la ley de la productivi-dad marginal decreciente. Ei prccedimiento a seguir es per-

fectameñte análogo a! indicado en el caso precedente: "lostrabajadores, si ictúan por motivos económicos, dekrenexteíder su demairda de t ierra hasta el punto en el cual el

rendimiento adiciorrai de la últ ima hectárea correspondeexacta.rnente a la renta der¡ancjad; ¡rcr esta, (Wrcksell). l¿

cuna MP,del diagrarna 2'2 inci ica ia procluctividad marginal

cle la t ieria y. por-consiguierite, l¿ demanda de este factor

expresada p'oi un traLrajádor ind¡'¿idual. Si la renta unitar¡aes' ieual a Ór (determinada en el mercado según está repre-

seniacJa en el diagrarna2l), el trabajadc'r-er'rpresario indivi-

dual alcanzar-á et équilibrio arrendarldo OQ hectáreas Ce tie

rra. Del producto ol-rtcnido, OQltr será atribuido a lospropietaribs de la t ierra como renta, según el principio rtar-

! inát; \ ' r2 fornrará residuamente la poi 'ciÓn obtetr ica por

el trabajador.

Diagrama 2l Diagr.ima 22Diagrarna 19 Diagrama 20

Page 18: CAMPANELLA, Francesco. El pensamiento económico neoclásico, Oikos, 1989.

-10. Los problemasde la distribución

si consideramos conjuntamente ros dos casos examina-dos, surge una pregunta interesante:

"La distr ibución.del producto entre los propietar ios de lat ierra y los traba¡adores, ¿será igual en cadá una de nuestrashipótesis? O, planteando el próblema de otro modo, si losempresarios son [rna tercera. categcría de personas que con_iralan trabajadores y arr iendan t ielrra, pagancr 'o amb<t, segúnIa ley de. la productívidad maiginar, ¿ibsórberá er totar-á'e-rarenta y del salario tod.o e.l. prod"ucto, iin dejar nada af em[r"_sario como tal?" (Wicksel l ) .

. F.respuesta a este { j l9ma es, según Wicksel l , en parte

intui t iva y en parte analí t ica:

"S.egún nuestras hipótesis, tanto los trabajadores como lospropietar ios de la t ierra pueden eregir r ibremente ent ieemplear su trabajo y su t ierra por cuenta propia o arrendar-los a otros. si ra cuota pertinenfe der produtto bs ¿¡tereÁte enun cascr u otro, se puede pensar que la di ferencia será anula_da rápidarnente por" la ccmpetenciá ¡...¡. Al mismo ti"rrr", :;"raoDvlo que las ganancias del empresario tenderán siempre haciacero.,Por el . t rabajo y !a intel igencia que ei ernpresari ; deJ¿aa ta dtreccton de la producciórr . e l debe recibir , naturalmerr_te, su remrneración conro cuarquier otro trabaiador- interec-ly i ] -

S¡ l por,otrr parre, ét pudiesb obrencr una parte dei pro_3i: ]9

srrnptemente.pcr su cal idad de empresario (parte notlasada nr en el trabajo ni en la tierra), entor.tces se poái_ía pen_:1r.gug cualquiera se precipi taría a obtener una r 'enta de tanfá<- i l adquis ic ión."

De todos rnocios, quecla aún pendiente el problema dedemostrar analí t icamente que el producto, distr ibuido entre-alario y renta según er principió de ra pioductividad mir-qrnar/ se agota rntegramente, sin que quede residuc alguno,

Los problemas de la distribución / 49

positivo o negativo. En otros térrninos, si tenemos una fun_ción de la producción del t ipo

Y:f(TL)

donde y es el producto, T y L los factores tierra y trabajqcuya remuneración corresponde a la propia prodlctividádmarginal (6y/6T es la renta unitaria; 6y/61el ialario), debe-ríamos tener que

6y -r ,6y- . t

ó7- 6¿.L:¡ t '

Wicksell fue uno de los primeros margínalistas queencontró.una respuesta precisa a este proble-ma, recordbn_do que el agotamiento del producto sólo se consigue en elcaso de encontrarse frente a una función de la próducciónhomogénea de primer grado (teorema de Eulei.). Una fun_ción se dice homogé.nga de grado k cuando mult ipl icandocada una de las variables independientes por. unatonstan_te-pos.itiva ó, la función resulta multiplicada porók. La fun_ción, de la produccíón que hemos visto es homogénea degrado k si

f (bT bL) : bkf g, L).

Sik --.1,.e| producto crece cie manera exactamente pro_porcional al auntento que se registra en la cantidad de losfactores: en este caso nos encontramos ante rerrdinrientosconstantes de escala. si k > l, los rendimientos son crecien-tes: ei proCucto aumenta en modo más que proporcionairespecto al auntento de todos los factores. Finalmente. sik < 1, los rendimientos son decrecientes.

B pos¡Uilidad de que el producto se agote sólo si k _- i(es decir, sólo si la función de prociuccióñ es homcgéneade primer.grado), inrplica alfiunas dificultades para el u"rquoma neoclásico, qu.e no escapan al propio Wicksell. Ei ágo-tamiento del producto exige una condición part icular: -

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.tC / El pensam¡enlo eccnórnir,o neoclásica

.Esta condición puedr. ser o qut: las operaciones en gran-de o pequeña escaia sean ;Sualmente product ivas, de modcque, cua,rdo todos los fa, f ores de producciÓn aumentan enla misma proporción, el ¡rroducto total aumente en la mismaproporción; o, por lo menos, que todas las empresas produc-t ivas alcancen el l ímite más al lá del cual un ul ter ior aumentoen la escala de !a produr-ciórr no representará ya ningunaventaja. '

Si no ocurr iese así, es dr:cir , s ik > 1, la empresa se vol-vería más productiva al aumentar la escala de la producción:entonces, si el t rabajo y la t ierra enlpleados fuesen pagadosde acuei ' r jo con la ley de la product iv idad marginal, la sumade sus po.rciorres superar i , -r al proCucto total , sufr ie¡rdo elenrpresar io en dicho c¿is() una pérdida. Wicksel l af i rma:

uEste resultado se debc a que en estas condiciones el equi-l ibr io resulta inrposible. Li ls operaciones a gran escala, s ien-do más ventajosas que las de pequeña escala, pueden of recermejores condicicnes a los propietar ios de la t ierra y a los tra-bajadores (o mercancías rnás baratas a los consumidores); ysi el empresario más pequcño intenta competir , sus gananciasserán negat ivas: la competencia resultará en su quiebra. Perolo mismo ocurrirá también con la gran empresa en el momentomismo en que aparezca olra empresa operando a una escalamayor al tn.u

Tendremos el caso inverst-r si k < 1, o sea, si una empresa es tanto rnás rentable cuanto más pequeña es la escalade sus operacicne5 n[en esle caso] el empresario obtendrárrecesariamente una ganartcia, pero por esta razón todosquerrán sei"enrpresarios, (.()n ei resultado f inal de que todaslas empresas se atorrrzarán en ;;equeñas unidades indivi-dualesu.

Eí pensamiento neoclirsico tradicional siempre ha soste'nido !a posibi l ídacl de que, ai crecer las dinrensiones de lasemprcsas, se obtengan en rtn comicrizo rendimientos ci 'ecientes cie esr:ala, l imitados luego o anulados por la inter-vención de deseconomías que generan rendim¡entos decre'cientes. Si esto es así, existe entonces una escala óptimanalrededor de la cual la ernpresa debería gravitar siempre,

Los problemas de la distribución / Sl

económicarnente hablando; y desde el momento en que seerrcuentra ,,,n la fase de transición entre los rendímientoscrecientes y los rendimientos decrecientes, la empresa seadecuará ac,uí a la ley de los costes constantes (vihculada,lógicamentr,, a la suposíción de una función de la produc-ción.homo¡;énea de prímer grado). Los salarios y ia rentaseguirán estando determinadas por la ley de la pioductivi-dad marginzrl y las ganancias del empresario tencierán haciacero -suooniendo que las empresas en cuestión, en la mis-ma rama be la prodücción, sean los suficientemente rrume-rosas como para competir eficazmente las unas con lasotras-, 0l/icksell).

En términos nrarshall íarrcs, se obtiene la ígualdad entrecl valcr <lei producto y las cuotas atribuídas alos diferentesfactcres cuando err cada empresa individual que funcionasegún las condiciones de la l ibre competencia, la l ínea delprecio del bien es tangente a la curva del coste medio total:sólo en aqugl punto se consiguen rendimierrtcs (y costes)constantes. Una sítuación de esta índole se realiza única_mente cuando ia empresa logra un equilibrio a largo plazo:pero, desafoftunadamente, Marshall ha puesto esta iituaciónen relación con una emprea abstracta ad hoc, la ernpresarepresentativa, admitiendo, por otra parte, que las empre.sas efectivamente presentes en el mercado pueden encon-trarse en concjiciones diferentes respecto a la que representael té¡ 'mino medio de las inciustr ias. Si siempre pueden exis-tirernpresas corr cuasi-rerrtas, positivas o negativas, siemprehabrá una cuota dei prociuctc (sol-.regananóias o pérdicias)no expiicada por el prirrcicio nrarginal.

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I '¡. ta deflnición del capitaf

Tratado e! tema del agotamiento del productq empren-damos ahora el examen de la definición de capital. Ya en losúlt imos años del sigfo xtx, poco después por consiguientede la urevolución' d=e los prímeros maiginalisias, el pi'oble'ma de la naturaleza del capital y de la relación existente entretasa de ganancia y tasa de interés se ubicaba en el centrodc un implio debate entre las diferentes escuelas neo-clásicas.

La escuela inglesa, a Part¡r de Marshall , definiendo alcapital como abit inencia o como conjunto de_ bienes nocohsumidos, pretendía construir un pro)'ecto de fusión entreinnovación marginalista (r: l concepto de desuti i idad de lacl i lación del conlumo) y la tradición clásica (que privi legiael aspecto del ncoste real de producciónr Cor reSP€cto al denproductividad,).'

Este planteamiento ha logrado qug en el lenguajecomún, el capital, compuesto de bienes heterogéneos, fuesecalculado como surna de valores y no como cantidades físi-cas, como ocurre con el trabajo y la tierra. Estos últimos sonfactores para los cuales existen unidades técnicas de medi-cJa (iornadas o meses de lrabajo, hectáreas cultivacjas anual-mcnte, etc.); ei capital, en tambio, es medido por t lr ta uni-cjad extraña a él nl ismo Y cs aquídonde cotnienza el círculoviciosr¡ ya ser-ialado: ia renruneración dei capital, ccmc la delos otros factores, debería tortesponder a su productividadrnarginal; pero para determinar la productividad marginai delcaprtal debemos consicierar este factor como utr vafor, elc ual, a su \€zl sóio se puetie cieterminar si se corroce su prGriuct iv idacl marginal .

La teoría de! capital forr l lulada por la escuela aust¡ ' íacaparte de supuestos contrarios a los sostenidos. por el enfoque marshalliano. Su expotlente más reconocido fue Bohm-

La ,lefinic!ón del capítal i 53

Bawerk, uno de los pocos autores neoclásicos que elaboról¡na teoría no rnonetarista tjel interés. El econcmista austría-co destaca en su arrál isis un rasgo preciso que dist ingue eltrabajo y la tierra del capital: los dos primeros son faétoresoriginales e independientes de la producción, mientras queel capital, al igual que cualquier otra (mercancía,, posee lanaturaleza de los bienes producidos, obtenidos con elempleo y auxilio de los dos factores originales. Los bienesde capital, al contrario de lo que afirma Marshall , no son elresultado puro y simple de una uabstenciónn de consumiraparecienáo uní" Bóhm-Bawerk como lo que

"r".i¡uirn"nlte son: medios de producción, o sea, bienes nintermediosoque no repr;rian una utilidad directa e inmediata para el indi-vidug sino que se convierten en una fuente de uti l idad sólocon el paso del tiempo.

Fara clarificar esta peculiar concepción del capital, el propio Bóhm-Bawerk recurre al ejemplo de Robinson Crusoe.Este, para satisfacer sus necesidades vitales, puede pescardirectamente con la mano o con un medio *indirecto,, comoel empleo de una red; pero para construir esta requieretiempo y trabajo: el la no es úti l en sí misma, pero permite,en el futuro, incrementar la obtención de pescado (Blaud.

.Es e¡ este punto donde se desarrol la la parte nrás ori[ i-nal cie la teoría austríaca, basada casi exclusivamente en-elprincipio de uti l idaC. Según Bóhm-Bawerk, cualquier biendisponible actualmente posee un valor más alto que unacantidacj igual de bienes obtenibles en el futuro: en conse.cuencia, esta diferetrcia ,.exige, a favor Ce los l-rienes aciua-les un prenrio o un interés de ca: 'a a los bienes futuros.

Bóhm-Ba'"verk expolre tres razones diÍerentes para expli-ca:" este presupuesto. Las dos primeras son de tipo psicolo-gico y se refieren al cornportamiento dei indivicjuo en cuan-to consumidor: este tiende, por una parte, a sobrevalorar sucapacidad para satisfacer sils necesidades futuras ),, por iaotra, a subvalorar la lmportarrcia tt la intensídad de las nris-mas necesidades futuras corl respecto a las presentes. Estosdos elementos, casÍ refo¡'zándose entre sí, conducen a unasobrevaloración de la utí l idad mar.ginal de los bienes actua-

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51 t F.t pensamiento económico neo;lasico

les con respecto a la uti l idad marginal de los mismos bie-

nes en el Íutul"o.LatercerarazÓncle|mayorva|oratr ikruidoa|osbienes

oreientes es de índole fundamentalmente técnica y t iene

[¡";i¿;;rn el lado de la demanda del factor capital: los bie

né, ".tu"trente

disponibles constituyen medios técnicos

superiores (o más productivos) que el trabajo y la tierra nece

r"i¡o, para satisfacer las necesidades humanas y por el lopor""n una utilidad mayor que los medics futuros. Estas tres

ir-n"t, pero sobre toáo lás dos primeras, ex.pl ican la for-

mación'd'el interés, como (parteD aütónoma, diferenciada de

la remuneración de los sectores originales'Precisamente en la versión austríaca, y en Bóhm-Bawerk

en part icular, se inspira la teoría wicksell iana del capital. En

concreto, para Wicksell, este factor comprende

"[.. . ] todos los elementos auxil iares de la prodtrcc.ión a excep-. lOñ a" las fuerzas naturales en su forma original y el trabaiohumano directo. Así, en primer lugar, se incluyen las casas yios edif icios en los que se realiza el trabalo [" ' ] ; los instrumen-tos, utensil ios y maquinarias [. . . ] ; las materias primas [" ' ] ; porúltimo, y no pót elló lo menos importante, lo.s sfocks y.otrosbienes <iue O'eban ser acumulados y preparados para al imen-tar el trabaio durante el período en que este se reallza'u

No hay que subval<;rar la importancia de esta conceptua-l ización ctue, a t i .avés de una enumeraciórr, concreta f inal-

mente rqruitu noción de ufactoreg>r.QU€ los demás rreoclá-sicos habían mante' ido e' la abstracción o definidoequívocarnente en térmil los (nrcnetarios) o, peor atin, npsi-

cológicos',.lámbién \A¡icl<sell i'eivinCica la naiuraieza del caoita! com-

puesto pcr bienes ya producidos 7- producto de la coope.ración de los dos fáctcres originales, t ierra y trabajo:

, i lodcs los bienes de capital, aurrque aparezcan como. muydiferentes, pueden reducirse ai t rabajc ' y a, ia t te i ' ra Lo urt lco

que dist ingúe a estas cant idades de t ierra y de trabaio de aqu+

l ias que hémos consideracJo precedentemerrte [e l iminando el

caso'de ia producción no capi ta l is ia l es c iue estas pertenecen

L¿ def i,tición dei caPital / 55

a años anteriores, mientras que nosotros, en un primermc'mento, 'ños hemos interesado únicamente por el t rabaionormal y por la t ierra directa.mente empleada en la produc-

ción de'bienes de consumo. Pero esta di ferencia es suf ic ien-te como para justificar la formación de una.cateSoría especialde medios de producción, iunto al trabajo y la tierra, que denc-minamos capital; ya que, én el intervalo de tiempo, el trabajoy la t ierra acumulados han podido asumír formas que noposeían en su estado primitivo, en virtud de las cuales consi-guen una mayor ef ic iencia en numerosos obiet ivos pro-d uctivos.o

Sustancialmente, la solución de Wicksel l recoge cgTo

elemento central, como ya había hecho Bóhm-Bawerk, el fac-

tor tiempo: en este caso'el capital apare-e consideracjo nada

*ar qi . ,á como lrabaio y t ier ia ahorrados,y acumulados e-1t

el curso cle los años. Todo bien de capital ha sido.produci-

do en los años precedentes mediante el em.pleo de trab-aio

v de recursos naturales, para ser dest inado, en los años

i iguientes, iunto a los mismos factores or iginales, a la pro'

ducción de otras mercanclas.- - Áunqr" la gran mayoría de los bienes de cap.ital. consis-

te en una com"binaciOh de los dos factores ' r ig inales

aho

i iuJot, por comodidad en el análisis Wicksell se refiere al

.oo¡ful-r i-uUaio I ' al capital-t ierra como elementos diferentes,

;.U; un p,inó de vista teórico, de la rrasa total de capital

f i t i .r . Pueitas así las cosas, si se supone un regimen de.i ibre

competen( ' ia, e l probiema de la prodtrcción y de la dtstr t -

bu.¡bn puecle encontrar una solución completamente aná-

losa a l j que hetnos recordado en el caso de la prcduccton

nó'capitai ' ista. salvo el hecho de que aquí nos enccntramosfrenie a cuatro, rto dos, factores productivos: trabajc coi'rlen-

te, t iei 'ra corriente, trabajo ahoiracjo y t ierra ahorrada'-' Las cuoias del producio social obtenido estarárt determi-

nacias, para carla üno de estos cuatro factores, tornarrdo en

cuenta' ias respeciiva¡ productivid.ades .¡¡¿rgirrales, tPd1,t

mensurables en térmihos físicos. Sin elnbar8o/ la productl-

vidad marginal de |os :.ecu!"sos de trabajo v tierra ahorraclos

es norm¿lñente Superior a la de los recursos corrientes, de

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56./ El pensamiento econóntito neoclásico

otro modo nc convendría ahorrar o acumular recursos paralos años venideros' De este modo, (una persona que en unaño compra trabajo y tierra para convertirlos en capital des-tinado a ia producción del año siguiente, puede tener siem-pre la posibilidad de obtener un producto mayor, o un ralormayor, de lo que él ha gastado. Este excedente es lo que sedenomina interésn (Wicksell).

'12. Límites y dificultadesde la economía rnarginalista

Los aspectos h¿sta ahora examinados no agotan, cierta-mente, el ámbito propi<t de la teoría marginalista. Las esca-sas referencias a la teoría del valor y de la distr ibución sonapenas suficientes para dar una imagen representatira de unesquema de análisis que se basa en la simetría de las leyesy que enfatiza el comportamiettto l ibre y racional de indivi-duos que ya no están divididos en clases.

Al contrario del mundo clásico, rico en nimperfeccionesoteóricas y espejo de las contradicciones sociales, el margi-nalista, desde este punto de vista tan poco merecedor delapelativo de neoclásico, describe (o si lo queremos expre-sar en modo normativo, prescribe) un sistema econÓmicoarmónico, síntesis superior de los egoísmos individuales einmune a la crisis. Pero cuando la economía polít ica recha-za el concepto de crisis, no hace más que introducir la cri-sis dentro de sí misma en cuantc ciencia que quiere, a pesarde todo, ser ciencia social.

Esto explica la revolución keynesiana de ios años treintay la necesidad de una nueva Teoría Gene¡alque recogierael concepto de crisis y que analizara los fundamentos cje!equi l ibr io de i rn s istema pleno de contradicciones y en elcual el no empleo de los recursos consti luye Ia ncrtna y nola ercepción (el trabajo, sobre todo). Pero, aparte de Keynesy antes de su 'feoría General, la teoría marginalista, en sutri t¡nfal ista versión marshall iana, lrabía sido puesta en cues-tión por un famoso artículo de Sraffa, anticipación de su crí-tica, todavía rnás profunda, presentada en Producción demercancías por medit> de tnercancías.

Err aquel artículo, Sraffa detectó el punto ciébil del esqusma marshall iano: la hipótesis de la competencia perfecta.Luego de haber demostrado la incoherencia lógica de las

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5ti I tl pensa,:r,¡?itto ecc{¡óniico ni,oclás¡ro

leyes de la productiviciad que servían como ftrndanrento dela teoría de la oler-ta de mer,.-ancías, Sraffa afirt , ló qtre el obs-táculo contra el que choca el empresar io cuatrc lo quiereaumentar la producción no está dado oor los cosles crecien-tes, sino por la dif icultad de vender la mayoi 'cantidad sinreducir el precio o sin incurrir en mayores gastos de venta.

Es absolutanrente irreal y carente de signif icado suponerque Lrn empresar io indiv idual pueda contar con un preciode mercatlo dado y constante: si cada productor oestuvieseverdaderamente seguro de que el mercado en el cual ven-de su producto l ]arece dispuesto a absorber de él cualquiercantidad a precio normal, sin otra molestia para él que pro'ducir ia, anrpi iaría enor¡nelnente sus negccios: no resultafáci l encontrar una empresa que, en un perícdo de act iv i -dad normal, l imite sistemáticamente su propia producciÓnpor debajo de las cantidades que podría vender a precionormal, y a la cual, aciemás, la competencia impida superaraquel precio" (S¡'affa). La provocación sraffiana condujo alanálisis de formas de mercado diferentes de la competen-cia perfecta y más urealistas,, que, aurrque conservaba enparte las técnicas e instrumentos neoclásicos, tuvieron elmérito de derrotar definit ivamente los mitos adquir idos porla conciencia acaCémica, como eran el principio de la sobe.ranía del consumidor-trabajador o el de la eficiencia de laprodr-rcciórr.

Otro punto crít ico importante del pensamiento margina-l is ta estr iba en la f l 'nr . ión de la producción agregada y elccn{repto de capitai. Ciertarnente la solución ' .vicksell ianacorrst¡tuve el mas inr¡enioso intento necciásico de cieíinir elcapitai como carit idárJ n.:edibls rncieperrdientemente de ladistr ibución de la r iqueza y, de los pi 'ecics; sin embargo,como ha dcnroEti-ado Caregnani, este intento se basa eni-iipótesis muy restrictiras hasta el punti-l de reducir su tirpor-tancia.

Frente a las críticas impiacables originadas lxr:- el corrcepto de capitaf, que se an'astran hasta nuestros días, la únicasalida para los neoclásicos estaba representada en el regre-so a un modelo de equi l ibr io económico general , t ipo Wai-

Lítt i i ies y dif i t ' r t l tadt 's ¡ i¡ ' Li eit ' ; to) i t ia ntarStnai isü) 5:t

ras, en el cual Ro se requería una lr ipótesis de honrogenei-dad del capital (Sylos Labini).

El análidis walrásiano (y, er ' general, el de la escuela deLausana) del equilibrio económico general ha representado,en el ámbito cjel pensamiento neóclásico, la alternativa alenfoq ue marshal I iano de los eq u i l i brios parciales,.alte¡nati-va de'construcción teórica y de perlección lnetódica. El sis-terna económico aparece cornprendido en su coniunto y esposible definir su equil ibrio, de acuerdo con los presupues-ios cle la teoría neoclásica, sobre la base de algunas suposi-ciones muy precisas. En el esqrtema walrasiano se estimancomo dadas: a) las cantidades de ¡n bienes f inales, a consu-nrir en un deternrinado período de t ir:mpo; bl la oferta den factores de la producción, que puecierl ser ernpleadosdirectamente por los propietarios c cedidos en los corres-pondientes mércados; c/ los coeficientes técnicos de produc-ción. es decir, las combinaciones de trabaio, t ierra y capitalrequeridas por el estado de la técnici para producir !9:,b¡*nei f inales; d/ la uti l idad marginal (o, en palabras de Walras,la ra: 'eté) de los bienes o factores respectivamente consumi-dos, poseídos o uti l izados por los individuos.

A'estos datos del problema, Walras añade la hipótesis.deun comportamiettto'racional u noptimiz¿nteu de los indivi-,Juos, tcmando en cuenta los r ' ínculos que l imitan sus deci-s iones.

Dicho esto, en su sistema ias incógnitas son: las cantida-des de los m bienes f inales demandados; las cant idades delos n factores productivos ofertados; l-rs prr:cios de ios m bienes t inales y lbs precios de los n factores productivos. Ahcrra bierr, si uno cic los factores consicieradcs es elegicio como(nLrnrerarioD, expresando los precic-rs de los ot¡-os bienes enLrase a é1, l legariamos a tener Ltt + ?-rt -- 1 incógnitas, en eiár¡rbi ic; del sistema correspcrrdiente i le ccuaciones a detet-rninar en modo simtl l táneo; y esio hace posib' ie, t :on la soiu-ción matemática Ce las ecuácictres sirnultáneas, la identif i-cación dei equi l ibr io económico general .

No debre sorprender esta brevísirna referencia (en reali-dad, una recornendación a una lectura especial izada 1' no

I :Cr 'JNOMIA