Campagna Capítulo 1 Libro de Ética2

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Capítulo 1 La ética y los valores

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ética en el ámbito privado y publico

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Capítulo 1

La ética y los valores

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1.1 La Ética: concepto. Diferencia entre Ética y Moral.

En nuestros discursos cotidianos se usan con frecuencia los términos ética y moral

como sinónimos, aunque no refieren exactamente a lo mismo. El término ética proviene del

griego ethos (costumbre) y refiere a la reflexión filosófica acerca de los valores

que contribuyen a la dignidad de la persona y su desarrollo en plenitud, aunque también le

corresponde la reflexión sobre los fundamentos para la construcción de una sociedad

democrática más justa, solidaria y equitativa.

Por ello le corresponde a la ética analizar y comprender los problemas morales de

las sociedades actuales, valorar proyectos éticos de respuesta a tales problemas, desarrollar

una actitud crítica (en el sentido de análisis) constructiva, tolerante y participativa para

permitir el diálogo como camino de excelencia para iluminar la resolución a los problemas

humanos. Hay diferentes concepciones filosóficas de la ética, que son, entre otras, la ética

aristotélica, la kantiana, la utilitarista, etcétera.

La palabra moral proviene del latín mos que también significa costumbre. Entonces,

¿cuál es la diferencia? La moral es algo que las personas y las sociedades viven, y se

expresa en el lenguaje y en el quehacer de la vida cotidiana. Hay distintas concepciones de

la moral, que en general se apoyan en concepciones religiosas: moral cristiana, moral

budista, moral musulmana.

Sturla Stalsett distingue dos dimensiones de lo ético: el de ética como búsqueda de

la buena conducta del ser humano, y ética como la buena vida, o la buena sociedad.

En la primera dimensión se pone el acento en la calidad ético-moral de los

procedimientos, refiere a destacar si esta o aquella actividad es buena, honesta,

transparente, etcétera. La importancia de esta dimensión en el mundo de hoy refiere a temas

como la corrupción, el clientelismo, la impunidad, etcétera, pues las sociedades actuales

precisan agentes públicos y privados con principios morales.

La segunda dimensión es complementaria a la anterior, pues es necesario que las

metas y las reglas sean las correctas, ya que comprende la calidad ética fundamental de las

metas y la sustancia y legitimidad de las reglas.

Profesor asociado y director del Programa de Investigación: Religion in a globalised age, Universidad de Oslo

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Este autor propone tres valores éticos fundamentales en el mundo globalizado: la

vulnerabilidad, la dignidad y la justicia.

¿Por qué considera la vulnerabilidad un valor ético? Porque todos en un mundo

global comparten la vulnerabilidad en tanto el calentamiento global, la contaminación, las

crisis financieras, las epidemias, etcétera; pero también la vulnerabilidad es asimétrica,

porque no afecta a todos del mismo modo.

Esta vulnerabilidad compartida pero asimétrica lleva a asumir la responsabilidad de

hacerse cargo, hacerle frente como tarea personal y colectiva. Por eso para este autor lo

ético es la vulnerabilidad reconocida y asumida (Cfr. Stalsett, 2005).

La dignidad como requerimiento mínimo y criterio de juicio es un proceso de

desarrollo, pues la pobreza no es sólo privación de recursos sino también privación de

capacidades para hacer realidad las metas... La sociedad buena en el sentido ético es una

sociedad en la cual todos los seres humanos que la integran reconocen, respetan y realizan

mutuamente su dignidad humana. La dignidad depende de factores externos e internos: los

externos son el reconocimiento, las condiciones culturales, materiales, etcétera; y los

factores internos son el autorrespeto, la autoestima.

La justicia es la demanda prioritaria y el horizonte último del desarrollo en un

mundo globalizado, porque se hace necesario que se cumplan las leyes consideradas justas

para que se observe el derecho a la vida digna de todas las personas de la comunidad (Cfr.

Stalsett, 2005).

1.2 Etica civil, ética pública y ética empresarial

El proceso global, que consolida la interdependencia, es cada vez más potente.

Al mismo tiempo, se carece de referencias que den sentido a la diferenciación y a

modos de integración que signifiquen un tratamiento equitativo entre los pueblos. Por

ello, es la respuesta fundamentalista de cualquier signo lo que aparece como la segura

salida ante el peligro de identidades diferentes.

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Además se ha generado otro tipo de fundamentalismo, de orden secular, que

ahoga a los países de economías dependientes, como sostiene el catedrático colombiano

Urbe:

“...deberíamos declararle nuestro rechazo al fundamentalismo de mercado que

agobia a nuestros países, por su fe ciega en que las soluciones para nuestros graves

problemas económicos y sociales, y aún los políticos y culturales, provendrán de los

intercambios autorregulados de productos, de bienes y de servicios... que no se

pronuncia explícitamente como tal, pero que no es menos dogmático que otras

posiciones, es aún más peligroso por eso mismo... Ciertas tecnocracias creen que,

aplicando en caída libre determinados instrumentos de medición (la mayoría de las

veces construidos para estudiar otros contextos, otras condiciones económicas),

obtienen diagnósticos ajustados a la realidad, y que de ahí pueden derivarse recetas

que arrojarán grandes o, al menos, razonables resultados”.1

La Ética civil

Se hace necesario distinguir entre los distintos tipos de ética civil que pueden

presentarse, para tomar conciencia de la urgencia de construir una sociedad donde la

inclusión y la convivencia fecunda entre las personas sea el imperativo.

Los distintos tipos de ética civil son: la ética religiosa, la ética laicista y la ética

laica.

a) La ética religiosa

La ética religiosa es aquélla en la que, para orientar el sentido de justicia y de

felicidad de su sociedad, echa mano de forma explícita a ciertos principios religiosos

imponiendo la orientación específica de su credo.

Esto se hace presente de manera radical en los fundamentalistas de todo cuño,

quienes se acercan al sentido platónico de la política, que sostiene que ésta debe ser

conducida por aquéllos que están en contacto con la Verdad. Así entonces, los

fundamentalismos como formas de religión politizada, que buscan resistir al avance de

la secularización y establecer nuevas formas a las instituciones de acuerdo a sus

1 Uribe 2002

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dogmas, e incorporando espacios de difusión y adoctrinamiento como escuelas,

periódicos, etcétera, se sienten poseedores únicos de tal verdad.

El alcance sociopolítico del fundamentalismo está en un todo relacionado con la

visión unilateral autoritaria y por cierto violenta, de ahí que muchos renuncian a la

política y asumen como práctica la guerra como el camino para entronizar sus

propósitos. De cualquier signo o procedencia, los distintos fundamentalismos se

asemejan en impugnar el reemplazo de las leyes divinas por las leyes seculares que

sirvan al orden social (Cfr. Campagna: 2003).

Desde el orden religioso de cada uno de los credos se deducen normas morales

que descansan en la Palabra de Dios en los Libros Sagrados. La obediencia a estas

normas se circunscribe a los creyentes, aunque en las sociedad actuales se suscitan

polémicas frente a cuestiones éticamente complejas como el aborto, las orientaciones

sexuales, etcétera.

b) La ética laicista

Este tipo de ética civil es opuesta totalmente a la ética religiosas. Sus seguidores

ostienen que la verdadera libertad está en negar toda forma de trascendencia y la

necesidad de suprimir todo rasgo de religiosidad.

Si bien, en parte, se pueden sostener ciertos argumentos de estos seguidores de

la ética laicista en un escenario mundial donde los discursos fundamentalistas y los

fanatismos producen rechazos masivos, no es menos cierto que esta posición también de

manera absoluta excluye, pues no intenta sino estigmatizar, ridiculizar o desdeñar a las

distintas formas de religiosidad y en ocasiones actúan como a quienes critican,

reduciendo las prácticas a su propia percepción (Cfr. Campagna, 2002).

Hay que alertar que muchas veces se propagandiza este tipo de ética como ética

laica, despojada de todas las ataduras que sometieron históricamente a las personas las

religiones. Es un reduccionismo que se funda en un concepto de tolerancia que

menoscaba la libertad integral de las personas, y que es una aspiración de los nuevos

tiempos.

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c) La ética laica

Frente a las anteriores posturas drásticas se presenta la ética laica, que es una

posición en principio incluyente, y con ello se escinde de las otras que, bajo distintos

aspectos, excluyen. Esta ética necesita propagar el establecimiento de nuevos canales de

diálogo intercultural que pongan en marcha mecanismos de consideración de la

diversidad cultural.

La sociedad actual necesita abrir canales para realizar un intenso esfuerzo

ecuménico por desarrollar nuevas claves de carácter espiritual que resignifiquen la

dignidad de la persona 2.

Esta búsqueda de consensos no puede darse sino en una democracia deliberativa,

sustentando la posición aristotélica de que lo político es la búsqueda de lo verosímil 3.

Esta disposición de integración y respeto absoluto por las diferentes costumbres

y creencias es, en este tiempo, un ideal que hay que producir a través de una pedagogía

que alcance a todos los miembros de la sociedad.

La Ética en la función pública

Las personas son esencialmente sociales; no tiene sentido, entonces, hablar de

ética pública y ética privada, pues las acciones humanas tienen su correlato social. Por

ello, de aquí en más, en cuanto se mencione ética pública, refiere a la ética en la función

pública.

Se entiende por ética de la función pública a una forma de ética aplicada a los

"actos que son ejercidos en el marco del desarrollo de la función pública, por quienes, a

través de la voluntad expresa del Estado, son llamados a constituirse en funcionarios u

agentes públicos. Su ética se enmarca también en el fin último de la gestión que la

comunidad les confía, esto es: el interés general"4.

En una sociedad democrática, el Estado tiene un fin superior, que es el interés

general. Supone un compromiso de los funcionarios y un desafío que exige ser guiado

2 Mül-Fahrenholz, Geiko, 1992.3 verosímil es un adjetivo que refiere a aquello que se acerca a la verdad, pero que no es la verdad.4 Agostinelli, 2002:222

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por los valores morales. En la materia que principalmente nos ocupa, la Administración

Pública, esta ética se expresa en las siguientes condiciones de:

Requerir una capacitación permanente, como lo exige este tiempo histórico de

constantes cambios.

Seleccionar a los individuos dotados para cada función.

Poseer la necesaria competencia y objetividad en materia de organización.

Preservar la imparcialidad y ejecutar sus acciones de acuerdo al orden legal y

no en función de sus intereses personales.

Controlar eficazmente la gestión en los hechos concretos, tanto de arriba hacia

abajo como a la inversa.

Establecer comités de ética para atender aquellas cuestiones que no estén aún

establecidas en el marco legal.

Cooperar en la optimización de los servicios a partir de su experiencia y

conocimiento de la función.

Colaborar creativamente con propuestas técnicas y/o políticas administrativas

que contribuyan a cubrir vacíos legales.

Establecer órdenes de mérito para los ascensos que tengan en cuenta no sólo la

capacidad técnica sino también los valores personales.

Promover la integridad de los funcionarios con conducta proclive a afirmar la

solvencia y el compromiso.

Fomentar el espíritu de servicio a la sociedad civil.

La Ética empresarial

La empresa es una institución fundamental en nuestra cultura, por tanto no puede

ni debe permanecer ajena a las cuestiones que tienen que ver con la calidad de vida, la

atención a la calidad del servicio, la satisfacción al cliente, y con ser respetuosa de los

derechos de los demás.

Los derechos reinan en nuestra época y, como es entendible, los derechos

colisionan, o bien pueden colisionar, entre los intereses de los distintos individuos. De ahí

la importancia y la necesidad de acuerdos, de normas, de pactos que sirvan a los efectos de

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regular las conductas con la finalidad de establecer vínculos más eficientes y eficaces. Por

todo ello, las empresas han adoptado la ética en los negocios.

No hace mucho tiempo atrás, la bandera empresaria era business are business,

“negocios son negocios”, desentendiendo o descuidando la problemática de la acción

empresaria sobre los individuos. Sólo interesaba el provecho mismo de la empresa, en

especial en los países pobres

Hoy la cuestión ha cambiado fundamentalmente; las empresas necesitan mostrar

que cuidan el ambiente, que respetan normas de calidad en sus productos: la ética es un

negocio. Porque utiliza estos recursos para dar cumplimiento con cuestiones legales -

muchas de ellas exigidas por el comercio internacional -, y como instrumentos que le

otorgan un valor agregado de valoración del producto. Hoy los consumidores calificados

exigen de las empresas, a través de sus productos, ser respetados.

A la vez, esta actitud se traslada a las normas de conducta que una empresa le

imprime a sus empleados. La empresa se encarga de dar a conocer estas normas, por una

necesidad de orden interno, y como una marca más de calificación ante sus clientes y

proveedores.

La necesidad de un código de conducta empresarial es una actitud postmoderna,

que se desprende de la impronta de ofrecer un modelo, la corporación, como un conjunto

de derechos donde la empresa entra a jugar como un individuo.

Muchas empresas tienen sus códigos éticos donde establecen las conductas para y

con los empleados, con los clientes, con los acreedores, con los inversores. Pero no basta

con que implementen, además del código, programas de ética (capacitación de sus

agentes, asesoramiento por especialistas), si no están acompañadas por políticas de

reconocimiento vinculadas en la organización, es decir, cuando toda la estructura

organizativa está ceñida e integrada en un todo a la ética.

La ética empresarial contempla como indebidos los registros dudosos, y exige el

estricto cumplimiento de los requerimientos contables vigentes en cada país donde la

empresa esté establecida, aunque hay empresas que contratan profesionales para que

estudien los vacíos legales que les permitan evadir o pagar lo menos posible.

En los últimos años han sucedido escándalos de comportamientos ilegales que son

en el fondo fallas éticas de la cultura corporativa: son los casos Enron, WorldCom,

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Tycoon y Health South, entre los más difundidos en los medios de comunicación.

Empresas dirigidas por destacados gerentes, los mejores alumnos de las más prestigiosas

universidades de los EEUU.

¿Cuáles son las fallas de esta cultura corporativa? El privilegiar el lucro frente a la

responsabilidad social de la empresa. Por ello no basta que las universidades tengan cursos

de ética para formar los futuros empleados, o que las empresas escriban códigos éticos que

acaben como letra muerta para sus gerentes de los más altos niveles de conducción.

“Las empresas que se plantean altos objetivos de ciudadanía social o que

contribuyen a la sociedad haciendo algo más que donaciones económicas, requieren una

clase distinta de programa: son las que se refieren a objetivos sociales y al empleo de las

competencias fundamentales de manera corporativa” 5.

En los últimos años se está gestando un nuevo concepto, que es la ciudadanía

empresarial o la empresa ciudadana.

La empresa ciudadana significa no ya una empresa filantrópica con fundaciones a

través de las cuales genera donaciones, subsidios a la investigación, premios, etcétera.

Según la Directora del International Business Leaders Forum: Esto quedó atrás, se le pide

hoy a la empresa sea un ciudadano ejemplar.

Las responsabilidades de la empresa ciudadana son: juego limpio con los

consumidores, muy buen trato con el personal, cuidado del medio ambiente, integración a

las actividades de promoción de la comunidad local (Cfr. Klisberg 2004).

Según la profesora Celina Pagani-Tousignant, experta del Boston College Center

for Corporate Citizenship, en una conferencia en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires

del 23 de abril de 2004, sostuvo que el desafío empresarial del siglo XXI es que la

empresa sea el vecino ideal. La conferencista expresa que los objetivos de la empresa

como vecino ideal son:

Que los ejecutivos de más alto rango demuestren apoyo, compromiso e integración en

los esfuerzos por la integración con la comunidad.

Que la empresa identifique y monitoree los asuntos que son importantes para sus

operaciones y reputación.

5 Donalson,2002:56

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Que la gerencia de la empresa reconozca que construir y mantener relaciones de

confianza con la comunidad es un componente crítico en las estrategias y operaciones

de la empresa.

Que la empresa desarrolle un plan estratégico para programas para la comunidad, y

respuestas que se basan en asuntos que los conciernen a ambos; metas y

preocupaciones de la empresa y de la comunidad.

Que en todos los niveles de la organización existan distintos roles y responsabilidades,

para cumplir con los objetivos de la integración en la comunidad.

Que la empresa establezca un proceso de evaluación de las estrategias, actividades y

programas para la integración en la comunidad, y verifique el impacto en la empresa y

en la comunidad.

En América Latina hay mucho que hacer con respecto a la toma de conciencia de este

modelo de gestión empresarial. En varios países, como Inglaterra y Francia, entre otros de

la Comunidad Europea, se mide la responsabilidad social empresarial y se incentiva a

aquellas empresas que aumentan su responsabilidad con la comunidad, y se castiga a

quienes la eluden.

1.3 Los valores morales

Los valores son cualidades irreales, carecen de corporeidad; puede decirse que los

valores son de las cosas. Los valores son percibidos de un modo no intelectual, pero no

puede excluirse de manera completa lo intelectual en la esfera de los valores.

En la antigüedad y en ciertas doctrinas filosóficas se equipara el ser con el valor (o

el valer) o bien el ser verdadero con el valor. Por ejemplo, para Platón, las Ideas poseen la

máxima dignidad, y por tanto son valiosas. Es lo mismo decir que algo es y que algo vale.

Por ello establece una escala ontológica paralela a la escala axiológica. Por lo tanto, la

equiparación del ser con el valor es un juicio de valor (Cfr. García Morente:1979).

Pero un juicio de valor no es una teoría de los valores. Lo característico de la teoría

de los valores es la reflexión autónoma sobre la naturaleza y el carácter del valor.

Varios autores han establecido las siguientes características a los valores:

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1. Los valores valen, pues la bondad, la belleza, etcétera, no son reales, pero

tampoco ideales. La forma sustantiva del valer supone una conciencia que

acepta o no algo.

2. Los valores son objetivos en tanto el marco cultural; es decir, no dependen de la

arbitrariedad subjetiva, sino que corresponden a un espacio sociocultural e

histórico.

3. Los valores no son independientes, pues están ligados al ser y a las

predicaciones del mismo; esto es, hay una adherencia del valor a las cosas.

4. Los valores tienen polaridad, se presentan como contrapunto o desdoblamiento

del aspecto positivo y del aspecto negativo de algo. El aspecto negativo se

presenta como disvalor. La belleza se contrapone con la fealdad, la justicia con

la injusticia, etcétera.

5. Los valores son cualidades independientes de la cantidad de las cosas, por eso

no pueden fijar relaciones cuantitativas entre las cosas valiosas.

6. Los valores tienen jerarquía. Esta caracterización depende de la concepción

filosófica, sea ésta objetivista o perspectivista. En la primera, los valores son una

realidad absoluta, y, en la segunda, dependen del acontecer histórico.

Los valores son, entonces, cualidades de las cosas, de las personas o de los grupos

sociales. Los valores se clasifican en: religiosos (sagrados, divinos, etcétera), morales

(solidaridad, lealtad, etcétera), estéticos (belleza, armonía, etcétera), vitales (salud, energía,

etcétera), y económicos (eficiencia, calidad, etcétera).

Las características singulares a los valores morales son:

a) Que son valores que la persona puede alcanzar en su vida personal o social.

b) Que son valores específicos de las personas o asociaciones conformadas por

ellas.

c) Que son valores que se adquirieren a partir de la libertad y de la responsabilidad.

La honradez, la lealtad, la tolerancia activa, la solidaridad, la bondad, son valores

morales que sirven de guía para la vida digna (Cfr. Cortina: 1996).

1.4 Normas y deberes

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Las normas muestran el modo en que debe conducirse en el orden moral, jurídico

y/o religioso, y, en ocasiones, son distintas al modo en que efectivamente las personas

suelen conducirse en la vida cotidiana.

Las normas morales son aquellas que obligan internamente a las personas y cuya

infracción va acompañada de una sanción interna. El imperativo categórico de Kant, “obra

de tal manera que puedas querer que la máxima de tu acción se convierta en ley

universal”, puede servir de característica de la norma moral

Las normas jurídicas son promulgadas por las autoridades competentes y obligan a

todos los miembros de una comunidad política. En caso de infracción, existe una sanción

externa establecida por en el código penal, y el juez es el encargado de interpretarla. Las

normas jurídicas, a pesar de estar legítimamente sancionadas, pueden ser injustas o bien

estar desactualizadas; de ahí la provisoriedad y la posibilidad de reformularlas. A diferencia

de las normas jurídicas, las normas morales no pueden ser injustas.

Ante una ley injusta, la desobediencia civil es una acción por la cual la ciudadanía

puede manifestar la necesidad de la reformulación de esa ley, que, aunque legítimamente

promulgada, no se ajusta a los valores de una sociedad democrática.

Las normas religiosas son aquellas que proceden de la Palabra de Dios a través de

los libros sagrados, y son interpretadas por la comunidad religiosa. Tienen fuerza de

obligatoriedad para la comunidad de fieles creyentes, aunque el último criterio de

obligatoriedad está en la conciencia de los mismos. En una norma religiosa, la sanción es

interna y externa, que se manifiesta a través de la interioridad del creyente, que se siente

culpable y se arrepiente ante la divinidad, y en ocasiones ante la comunidad religiosa.

Con respecto al deber como necesidad derivada de la obligatoriedad, de la

sujeción, de lo ineludible, no es lo mismo con respecto de quién viene el mandato: Dios, el

Estado, la Naturaleza, el mundo de los valores. Las éticas anteriores a Kant han sido

morales concretas, la reflexión contaba acerca de lo debido o indebido. Por ejemplo, para

los estoicos, el deber es vivir conforme a la Naturaleza, a la Razón Universal. Para Kant, el

deber es la obligación moral, es la necesidad de actuar por puro respeto a la ley: equivale a

identificar al deber con el soberano bien (Cfr. Kant: 1968).

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Las normas son indispensables, necesarias y forzosas para vivir, tanto en el ámbito

familiar como en el colectivo. Permiten ordenar y organizar la conducta de las personas de

acuerdo con los valores.

Hay distintos tipos de normas que, según Adela Cortina, se pueden distinguir de

acuerdo a los siguientes elementos formales:

Quién es el promulga el mandato y exige, por lo tanto, su cumplimiento.

Quiénes son los destinatarios.

Ante quién debe responder el que lo infringe.

Qué tipo de sanción recibe quien infringe el mandato.

De quién se puede esperar obediencia.

La autora propone el siguiente esquema que responde a los elementos formales

y las diferencias entre las normas 6:

Norma Religiosa Jurídica Social Moral

Quién

promulga Dios

El cuerpo legislativo

legitimado para ello

La sociedad a través de

costumbres, moda, etcétera

La persona

Destinatarios Todos los seres humanos

Los miembros de la comunidad

política

Los miembros de la sociedad Cada persona

Ante quién

respondeAnte Dios

Ante los tribunales Ante la sociedad Ante sí mismo

Sanción Conciencia de pecado

La determinada por leyes

Vergüenza, ostracismo Remordimiento

De quién se

puede esperar

obediencia

De los creyentes De los obligados por el pacto

político

De los miembros de esa sociedad

De todos los seres humanos

6 Cortina, 1996:13

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1.5 El pluralismo y la autonomía moral

Tanto en regímenes bajo el comunismo, como Estados que tuvieron cohesión

política con la Iglesia, que se convirtieron en confesionales, se funcionó bajo un código

moral único. Esta situación es denominada como monismo moral.

Un Estado está bajo el monismo moral entonces cuando sus ciudadanos se

inscriben bajo una misma cosmovisión, en ocasiones por convicción, y en otras por

imposición de los grupos que sustentan el poder. Estas alineación supone un mismo código

moral desde el cual se resuelven los problemas o se legisla.

La posición que sostiene Max Weber en oposición al monismo es llamado

politeísmo axiológico o politeísmo moral o subjetivismo moral. La justificación consiste

en que el proceso de modernización y secularización de Occidente hay un retroceso los

discursos religiosos y de morales compartidas, con el avance de la racionalización que se

funda en la aplicación a las distintas formas de pensar y a los distintos ámbitos sociales con

un uso instrumental. “Se llama así porque se trata de una razón perfectamente habituada a

descubrir qué medios son adecuados para alcanzar los fines que se persiguen, como

también a calibrar las consecuencias de realizar determinadas acciones, pero que nada

quiere saber de valorar los fines últimos, ya que no se sabría desde dónde hacerlo” 7.

El politeísmo axiológico supone que los valores morales son cuestiones muy

subjetivas, y que cada persona elige la jerarquía de valores que le parece, sin aportar

argumentos a favor de su elección, pues éstos no existen.

Defender el politeísmo axiológico es la postura opuesta al pluralismo moral, ya que

es incompatible con el subjetivismo moral.

El pluralismo moral es la postura que comparte los mínimos morales desde los que

es posible construir una sociedad más justa y equitativa. El pluralismo es una posición que

en una democracia participativa, pues la ciudadanía puede, a partir de una actitud dialógica,

convivir con respeto y tolerancia activa entre las distintas culturas.

Es en el pluralismo como cada uno es dueño de organizar su vida acorde con sus

propios ideales.

7 Cortina, 1995:46

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Es en el pluralismo donde se consigue la autonomía personal real y no en el

espejismo que produce el politeísmo moral, que en nombre de la subjetividad proclama la

libertad.

La conciencia moral es la disposición que poseen las personas para conocer y juzgar

la bondad o maldad de los actos tanto propios como ajenos. Para poder juzgar sobre la

bondad o la maldad de actos o normas, la conciencia se vale de principios que guían su vida

(Cfr. Cortina 1998).