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Julio Concepción Suárez 211 22. EL PICU TRES CONCEYOS: ALLERANOS, LEONESES y LENENSES, UNIDOS EN LOS ALTOS DE LAS BRAÑAS • LUGAR Y HORA DE SALIDA: sobre las 9 de la mañana, desde Pendi- lla (si va a calentar el sol, conviene madrugar). • LUGAR Y HORA DE LLEGADA: sobre las 6 de la tarde a Parana (se hace bien en menos horas). • PARAJES DE INTERÉS: La Calzá Romana por Las Retuertas, La Cochá los Corraones, El Picu Tresconceyos, Cuaña, El Camín Real Viiyu, El Camín Real Nuivu, Chastras, Piedrafita, El Monte Chadro- nes, el poblado de San Andrés ... • NIVEL DE DIFICULTAD: medio (los 2015 m de Tresconceyos se suben sin problemas al ritmo de cada uno/a). • ÉPOCA RECOMENDADA: primavera-verano, tras el deshielo de los trabes cimeras. • TIEMPOS: la ruta se hace bien, completa, en 7 horas. • DESCRIPCiÓN DE LA RUTA Aunque estamos a últimos de marzo (¡quién lo diría!), barrunta- mas calor, por lo que madrugamos un poco. Salimos de Pendilla (Pindietsa, para los vaqueros) so- bre las ocho: lo agradeceremos enseguida subiendo los primeros cochaos de Tresconceyos. Al paso entre las casas de Pen- dilla, un par de chuchos, en el cumplimiento estricto de su deber canino, anuncian nuestra presen- cia en el pueblo: nos saludan a su modo, dan un par de vueltas por las ruedas de los coches, y se di- rigen cada uno de nuevo a su du- ra vida perruna, tendidos ante el umbral de sus respectivas casas. Allí parece que van a seguir dis- puestos a estirar la noche arrulla- dos el río. Tomamos el ancho camino que nos lleva hacia La Cochá Propin- de (justo en dirección norte), por la pista izquierda del río, en parte, antigua vía romana de La Carisa. A nuestra derecha van quedando los praos de Pendilla. En poco más de media hora, cerca ya de La Cochá Propinde, dejamos la pista que se alargue a la derecha por las curvas, y corta- mos rectos carba arriba, justo tras cruzar el último regato a la iz- quierda. En menos de una hora se abre ante nosotros el gran boquete del bocarón asturiano, a través de la callada en panda (unos 1550 m): La Cochá Propinde. El camín real por Las Retuertas: las 'curvas' de la vía romana Siguiendo la línea divisoria en- tre leoneses y lenenses (hoy tra- ducida en alambrada), pronto en- contramos el camin real: una cal- zada que asciende uniforme por la cara leonesa del montículo (a la

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22. EL PICU TRES CONCEYOS: ALLERANOS, LEONESES yLENENSES, UNIDOS EN LOS ALTOS DE LAS BRAÑAS

• LUGAR Y HORA DE SALIDA: sobre las 9 de la mañana, desde Pendi-lla (si va a calentar el sol, conviene madrugar).

• LUGAR Y HORA DE LLEGADA: sobre las 6 de la tarde a Parana (sehace bien en menos horas).

• PARAJES DE INTERÉS: La Calzá Romana por Las Retuertas, LaCochá los Corraones, El Picu Tresconceyos, Cuaña, El Camín RealViiyu, El Camín Real Nuivu, Chastras, Piedrafita, El Monte Chadro-nes, el poblado de San Andrés ...

• NIVEL DE DIFICULTAD: medio (los 2015 m de Tresconceyos se subensin problemas al ritmo de cada uno/a).

• ÉPOCA RECOMENDADA: primavera-verano, tras el deshielo de lostrabes cimeras.

• TIEMPOS: la ruta se hace bien, completa, en 7 horas.

• DESCRIPCiÓN DE LA RUTAAunque estamos a últimos de

marzo (¡quién lo diría!), barrunta-mas calor, por lo que madrugamosun poco. Salimos de Pendilla(Pindietsa, para los vaqueros) so-bre las ocho: lo agradeceremosenseguida subiendo los primeroscochaos de Tresconceyos.Al paso entre las casas de Pen-

dilla, un par de chuchos, en elcumplimiento estricto de su debercanino, anuncian nuestra presen-cia en el pueblo: nos saludan a sumodo, dan un par de vueltas porlas ruedas de los coches, y se di-rigen cada uno de nuevo a su du-ra vida perruna, tendidos ante elumbral de sus respectivas casas.Allí parece que van a seguir dis-puestos a estirar la noche arrulla-dos el río.Tomamos el ancho camino que

nos lleva hacia La Cochá Propin-de (justo en dirección norte), porla pista izquierda del río, en parte,

antigua vía romana de La Carisa.A nuestra derecha van quedandolos praos de Pendilla.En poco más de media hora,

cerca ya de La Cochá Propinde,dejamos la pista que se alargue ala derecha por las curvas, y corta-mos rectos carba arriba, justo trascruzar el último regato a la iz-quierda.En menos de una hora se abre

ante nosotros el gran boquete delbocarón asturiano, a través de lacallada en panda (unos 1550 m):La Cochá Propinde.

El camín real por LasRetuertas: las 'curvas' de lavía romana

Siguiendo la línea divisoria en-tre leoneses y lenenses (hoy tra-ducida en alambrada), pronto en-contramos el camin real: una cal-zada que asciende uniforme por lacara leonesa del montículo (a la

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derecha, al surdeste), y se elevapoco a poco en zig-zag, tomandoaltura sobre la pista inferior másreciente (la que sigue a Cuaña).Por algo las curvas fonderas en

esta zona de la calzada se llamanLas Retuertas: 'las retorcidas', sise comparan con los tramos impe-cablemente rectos en la mayoríade la vía romana. Ya en la curvacimera, alcanza casi los 1700 m.En total, tres revueltas completas.Tras la curva cimera, dejamos,

por esta vez, que la calzá romanase prolongue a la izquierda (alnorte), en dirección a La Cochálos Corraones. Con el objetivohoy en Tresconceyos, seguimoscarba arriba (unos 70° al nordes-te). Dejamos La Carisa para el ve-rano, con los días bastante máslargos (ruta 38).

Una cruz, para unir en losmismos altos tres conceyosvecinos

De loma en loma, subimos sinproblemas hacia el alto, cuandollevamos hora y pico larga desdePendilla. Arriba y a la derecha serecorta en la cumbre la cruz deTresconceyos, recientemente blan-queada (90° al este). Una cruz conun sentido: la unión, la confluen-cia, (el 'cruce') de las vertientesleonesas, alJeranas y lenenses.Una cruz para axuntar los tresconceyos: como siempre en la vi-da de los altos, los montes unen,más que separan.A medida que ganamos altura a

Trcsconceyos, las gorbizas, losnieblos (Jnnlperus conmunis L),

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

las carquexas ... , castigados porlas ventiscas, se vuelven tan pe-queñas, que parecen adosadas a latierra: en esta época no pasan delos diez, doce ... centímetros; laraíz, en cambio, se defiende y ro-bustece penetrando profunda, aúnentre los riscos. También las plan-tas han de adaptarse (o morir) conlos rigores que les tocan en susrespectivos destinos.Cuando son las 10,30, colum-

bramos la última loma del picu:unos 2015 m, bastante llevaderos,si no cae vertical el sol del me-diodía. Ya decíamos que íbamos aagradecer el madrugón.Aún no es mediodía, pero como

el aire de la cima cosquillea, unavez más, en el estómago, damoscuenta del bocata, apostados jun-to al buzón (Isabel y Chus, de LaRiestra, Parana, firman como últi-mos visitantes registrados).Por un buen rato dejamos volar

la vista por las tres vertientes ave-cindadas en la cruz. Al sur, las tie-rras leonesas, con nombres biendistintos (Trambashojas, El Cua-dro, Bostamores ...), algunas limí-trofes con las brañas de Aller(L'Estorbín, Los Picos de Valver-de ... ).Al fondo del bosque ya lenense,

las casas de San Andrés; más aba-jo, Parana; un poco más allá, porambas riberas del río Fierros,Güeches, Fresneo, Heros, Herías.Más allá, Campomanes, Cuturre-su, Montalegre, Tiós, Zurea ... ,Riospaso, El Quempu ...] usto al norte, ya casi fundidas

con la nublina del mar, varias co-lumnas de humo se doblan en la

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dirección que marca el viento: En-sidesa, Veriña ... Tampoco logra-mos ver hoy el mar desde el picuTresconceyos.

Un mosaico animado connombres más bulliciosos porlos montes alleranos

Más al este, el sol ilumina losvalles reverdecidos en primaveracon las fincas alleranas de Santi-banes, Murias ... , casi al fondo dela vaguada.El mismo nombre de Nembra

(lat. némora, 'bosque, dehesa,selva ... ') nos recuerda, desde es-tos altos, una zona allerana bas-tante más cubierta de arboladosque lo está hoy. Tampoco es elmismo aquel paraje, con la recien-te madeja de pistas deshilachadasque serpentean al azar, sin másdestinos que el propio zigzagueode peronal en peornal (se dice quepara buscar carbón a cielo abier-tu). Pensamos que las pistas, losmontes y los proyectos no han deestar nunca reñidos: siempre to-caría perder a los mismos.Otros lugares de la fastera alle-

rana continúan en sus nombres laanimación del monte en los altos:L' Azorera, El Monte los Socor-cios, Les Robequeres, Los Picosde la Chiebre, La Faisanera, LaCuchá'l Guechu, Les Gavilance-res, Curuxeo, El Meloniru, LesMelendreres, El Baichaero l'Oso,Les Chobeteres, La Pena'lMartón, La Sienda'l Guetu ...Contemplamos los nombres de

estos parajes alleranos, que nece-sitan poca explicación: azores (je-

rres, para entendemos), corcios,robezos, chiebres, faisanes, uro-gallos, gavilanes, curuxas, melo-nes (teyón, Meles meles), osos,chobos, martas, gatu algaire ...Son los nombres de unos bosquesentonces, ciertamente, animados.

Por las últimas pedreras encuaña de la calzá romana

Repletos de nombres, de aires yde paisajes, regresamos de la cimade Tresconceyos en dirección aCuaña, por la misma ladera quesubimos: unos 270° ahora, en di-rección noroeste, para evitar losúltimos trabes. A medida que des-cendemos loma abajo, giramos unpoco a la derecha (sobre los 300°),para caer directamente sobre lascabanas de Cuaña.En pocos minutos pisamos el

firme de la vía romana a su pasopor estos altos (casi los dos milmetros). Por un momento nos de-tenemos en una pedrera, casi per-fecta, de la calzada: un pequeñotramo de piedras ensambladas concuidado, que servían de paso encuaña, por aquella zona más pen-diente de Las Cascayeras (el nom-bre lo dice todo).

Una braña, sin másprotección que la estrategiade la cuandia

Con unas cuantas dispositivasde la pedrera romana de La Ca-risa (por si hasta allí se atrevieraa distribuir a voleo sus zarpascualquier máquina o norma sub-sidiaria), seguimos descendiendo

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carba abajo al filo del crestónque termina en El Mayéu Cuaña(a unos 15 minutos bajo la calza-da).La braña se hubo de levantar al

cobijo de la cuaña, en aquellahondonada de la vertiente, se-miescondida entre El Cochaón, ylos cortes abruptos de Las Casca-yeras que dan al Mayéu Fierros.Una campera protegida, sólo enparte, por la cuandia (lat. cñndíta,'guardada, escondida, recóndita').y ciertamente, escondidas que-

dan la campa y las cabanas deCuaña, al paso por la vertiente deTresconceyos. Se conserva la ca-baña, un pareón semiderruido, yunas cuantas murias más de anti-guos corros y veyares.

El contraste de parajes quemarca L.:Argaxá la Moena:una tierra, ciertamente,arnoena ('amena,espectacular, frondosa, segúnla época')

Repletas las cantimploras en lafuente que mana generosa bajo lascabanas (y repuestos los ánimoscon las aguas al pie de los neve-ros), seguimos pista al oeste (di-rección a Propinde, de nuevo). Enpocos minutos damos en El Co-chaón de Chastras: cantizal sa-liente sobre un rellano, en el queconfluye el camín real nuivu y elcamín real viiyu (la vía romana).Dejamos que la pista siga hacia

La Cochá Propinde por L' Argaxála Moena. Lo de argaxá está a lavista; lo de La Moena (que tambiénpudiera referirse al antropónimo la-

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

tino Amoena), parece más bien unadjetivo aplicado a estos vistososparajes de la altura (lat. ámoena,'agradable, encantadora').Ciertamente, llegando de la uni-

formidad castellana y leonesa porPendilla, se abre una nueva tierrade aspecto bien distinto tras el bo-carón de Propinde: dos mil añosatrás, una tierra asturiana bastantemás plural según los coloridos delmonte marcados en cada época, osegún los tonos de la nublina has-ta fundirse y confundirse con lasmismas brumas del mar (terraámoena).

Las chábanas ('losas, lajas')en los teyaos de Chastras(las 'Iastras' que lleva elnombre)

Acomodados, una vez más, enEl Cochaón divisorio entre LaMoena y Cuaña, sobre La Mosta-yal, trazamos en el mosaico delboscaje el descenso a San Andrésde Parana. En estos finales demarzo, aún sin hojas en los altos,los caminos se dibujan sólos, lomismo en las carbas, que en lasentrañas de los hayedos. Podemosbajar por cualquier valle.De momento, descendemos al

hilo del cordal, por la senda que seescurre cresta abajo, recta a la ea-bana de Chastras sobre unaspeñas (las chastras de lleva elnombre). Como el hayedo estálimpio de maleza en esta época,nos adentramos entre las fayas porsentir, una vez más, el suave chas-quido de las fueyas ocres a nues-tros pasos.

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Siempre con unos 300° al noro-este, tomamos, por fin una sendamás ancha que se dirige del bosquea la cabaña. En pocos minutos,contemplamos el nombre del para-je sobre la techumbre de la cuadray la cabana: un par de construc-ciones rústicas bien conservadascon 'lajas, lastras' (chastras y chá-banas, entre los lugareños).Toda la cresta de Chastras es

una cantera alargada, de la que losganaderos de Parana sacaron sinproblemas este tipo de piedra lisa,buena de trabajar (afechisca), lomismo para parés y pareones, quepara el arte de ensamblar unos te-ya os de piedra, que nunca llega-ron a conocer las teyas.

Algunas fayas más, quetampoco volverán a sentir laprimavera en el hayedo

Desde las cabanas de Chastras,podemos seguir varias rutas: a la

izquierda de la loma abajo, por elcamino viejo de Los Fueyos, enpoco más de una hora podríamosestar en San Andrés (ruta siguien-te, 23). Pero es demasiado tem-prano para despedirse de los altos.Cosultamos los ánimos y, comovan bien, decidimos dar un rodeopor la vertiente lateral que culmi-na en Piedrafita (al nordeste).Giramos, pues, a la derecha de

la cabaña, tomamos la senda mar-cada que bordea la finca por lo ci-mero (unos 60° nordeste), y nosdirigimos casi en yano, al precio-so hayedo del Monte Cuaña,Monte Sicu, La Ventosa ... (noestán muy transitados los sende-ros, ciertamente)Ya a la entrada del bosque, la-

mentamos una hilera de fayascompletamente secas, con sus cor-tezas calcinadas, resultado de cual-quier costumbre sin control: concolilla, o con cerilla, el resultadoes el mismo. Cada invierno, la car-

Nel Picu Tresconceyos, a medias entre lenenses, leoneses y alleranos

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ba yerma puede ganar muchos me-tros al más vigoroso hayedo. Pen-samos, senderu alante, en el desti-no de estas y otrasfayas, que tam-poco volverán a sentir la primave-ra en los altos de Chastras.No se mueve ni una rama en el

fayeru. Sólo de cuando en cuando,divisamos en algún tronco carco-mido los agujeros impecablemen-te tallados por algún páxaru ear-pinteru, tal vez, el pitu negru, opicafayes, el picapinos (Dendro-copos major) ... Pero nun vemoslos páxaros, por mucho atisbamosentre las fayas.

Del troncaal de La Ventosa alresguardo de Los Invernales:lo saben bien los jamelgosde la braña

La senda se hace cada vez másdifusa por El Monte Cuaña yMonte Sicu: también ella echa demenos, sin duda, a ganaderos yganados. Siempre horizontal o li-geramente abajo, siempre buscan-do el nordeste, cruzamos un parde arroyos, y otra carba calcinada.En el tercer regueru, unas cuan-

tas hayas arrancadas de cuajo, ycon los troncos dispersos entre lasaguas, justifican, una vez más, larazón del troncaal. Es La Ventosa(que viene a caer bajo el MayéuFierros): una zona del bosque, confrecuencia castigada por un ven-daval capaz de amontonar en elarroyo muchos troncos gruesos,en cualquier noche racheada detorbellinos otoñales.Cruzamos un cuarto regato (El

Reguiru Fierros), y cambiamos de

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

ladera hacia Piedrafita. La sendasigue horizontal hacia los praosde Los Gurbazales, con abundan-tes gorbizos y gorbizas para justi-ficar el nombre de la zona (Pedi-cularis sylvatica L, Calluna vul-garis L).Un poco más arriba ya colum-

bramos la pista que lleva a Piedra-fita. Pero todavía ascendemos unpoco hacia los praos cimeros deLos Invemales, aunque sólo fuerapor sentir la razón del invierno enel nombre.y en efecto, Los Invernales de-

bieron ser pensados para el invier-no: una zona de fincas y carbassoleadas, al abrigo del viento nor-te en las ventiscas del otoño arri-ba; allí suelen recogerse los ani-males cuando barruntan tiempoinvernizo, tras el verano en lasbrañas. Y para ejemplo, un par dejamelgos, que allí siguen, a in-vierno firme, royendo ergumales,nevá tras de nevá. Y no es queestén tan flacos ni 'famélicos'.

Hasta las peruyales florecenprimero en el retiro de LosInvernales

La orientación estratégica delparaje, en fin, sustituye otras ex-plicaciones al topónimo: hastaunas perales silvestres (peruyales),ya completamente floridas pormarzo, adelantan allí la primaverasobre estos 1400 m. en altura.y lo saben bien otros arbolados:

algunos teyones, cereza les monte-sas, abedules, salgueros y salgue-ras ... , empiezan a contrastar, tam-bién, con las ramas completamen-

Julio Concepción Suárez

te descarnadas de los robles, lashayas, las espineras ... del hayedoque vamos dejando atrás.En fin, concluimos que sabe

bien cada arbusto dónde se ha decobijar, si quiere medirse, tambiénél, con las leyes impuestas por in-viernos en las brañas: si quiere se-guir t1oreciendo (y si le dejan) unaprimavera más.

El Mayéu Piedrafita: entre ElCastro de Curriechos, ElCastiechín y El Castiichu

Desde Los Invernales tomamosla pista que baja en travesera sobrelos praos del Yanón, Yenuspisu,Yenuscuru, Los Asprones .... (iz-quierda bajando), y llegamos alMayéu Piedrafita, siempre vistoso,soleyeru, topaeru: en realidad,'piedra plantada, muñón divisorio'.El nombre de Piedrafita se jus-

tifica en la relación estratégica deun conjunto de nombres más am-plio: El Castro de Curriechos (aleste, en la cima divisoria de Aller,1700 m), sobre Braña Cabachos yBus Chumoso (lugar lamizo, so-chamoso, con agua). El Cas-tiechín: rellano en un saliente a laraya del Monte Chadrones. ElCastiichu: otro saliente bajo Pie-drafita, sobre las aguas del río quebaja de Fargosa.

El artilugio de la ochera enPiedrafita, o el arte derefrigerar mantegas en labraña

El ingenio de vaqueros y vaque-ras, en su estancia veraniega por

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los altos, sin otros recursos quelos ofrecidos por el cielo, por suintuición y por el suelo, se conser-va hoy tallado en la cuadra de Pie-drafita.A nosotros llegó un mecanismo

que nos explican con detalle RaúlFaes y Pepe el de Floracebos. Elartilugio, tan sencillo como inteli-gente, sigue tallado en parte en lapared trasera de la cuadra: unaochera (' lugar para las ollas de laleche y la mantega') refrigeradacon agua traída de un manantialseparado de las cabanas (LaFuente'l Chope).El artilugio refrigerador en la

braña es muy sencillo: a metro ypico del suelo, sobresale al exte-rior un duernu de piedra tallada,del que la mayor parte queda pro-tegido en la cara interior de la pa-red del establo.En el ángulo derecho de la pie-

dra cóncava (unos 60 cm x 40 cmx 30 cm.), hay una pequeña mues-ca por la que entraba el agua fres-ca. El chorro de agua regulado eraconducido desde la fuente máspróxima a través de una canal la-brada en varales de tixu, ensam-blados en longitud (piezas más omenos delgadas y derechas).El agua era transportada, en su-

ficiente desnivel y cantidad conlos maderos tallados, hasta la altu-ra proyectada en la pared. Por lapalie exterior del duernu, entrabael agua al interior, donde estabancolocadas las mantecas frescasmazadas a diario.Cuando el nivel del agua subía

hasta un punto calculado en laconcavidad de la piedra (el nece-

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sario para cubrir las mantegas),otra muesca (ahora en el ánguloizquierdo del duernu) reconducíalos sobrantes de nuevo al exterior.

Las razones de una ocheraprotegida, lejos de unafuente al alcance decualquiera

Las razones de introducir laochera en el interior de la cuadraeran varias, por tanto. Dentro delestablo, con los ganados al pastoen el verano, las mantegas, la le-che, las cuayás ... , quedaban a lasombra y al fresco durante días,incluso semanas.Pero tal vez la razón principal

fuera, tiempo atrás, la salvaguardade productos tan delicados comogolosos. En un lugar de paso co-mo Piedrafita, marchar con unamantega descuidá, beber la lecheal fresco en una fuente, o cam-biarla de lechera ... , podía supo-ner, para la familia confiada, eltrabajo de toda una semana; y, pa-ra la excesivamente descarada, unsueldo extra a costa del sacrificioy las vacas del vecino.

y, si te robaban una mantega,¡qué dibas facerl: [toos sabíamoslo que yera lafame en casa '1pro-be! -reconocen todavía muchosvaqueros de hoy. A lo mejor, tam-poco por casualidad, al monte jun-to a Piedrafita, dieron en llamarChadrones.Llegado el viernes, los vaqueros

(por turnos) transportaban lasmantegas en odres de piel (igual-mente refrigerados por dentro conleche diburada) hasta los pueblos.

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

y el sábado, los familiares de lacasa, las llevaban a vender al mer-cado, o a otras familias más aco-modadas.

De Piedrafita a San Andrés,entre las hojarascas delhayedo

Los vaqueros y vaqueras de Pie-drafita descendían de la braña porel camín de Navidiecho (al noro-este del mayáu, tras los praos):una amplia calzada transitable to-davía por El Cunfurcu (unión deregueros), La Gramea (en honor ala planta de la grama), La Polea,Mudrielo ... Más abajo estaba LaCapilla Sanamiés, ya desparecidatambién.Nosotros en cambio, todavía

bien de tiempos y ánimos, preferi-mos disfrutar sobre la hojarasca,hayedo abajo, por el Monte Cha-drones (derecha bajando de Piedra-fita). Un poco más arriba queda ElMonte los Ingleses: una zona delbosque, en los años treinta arrasadapor otro vendaval huracanado quese cebó sobre el Reguiru Fargosa.El Monte los Ingleses quedó enton-ces convertido en troncaal.Tomamos la dirección nordeste

por la pista que cruza elfayeru deChadrones. A pocos metros de laentrada, en la primera loma, des-cendemos por una senda estrechaque se interna hayedo abajo, casidifusa entre lasfayas. Siempre unpoco en travesera, buscando la di-rección del valle y del arroyo, porun buen rato disfrutamos con loschasquidos de lasfiteyas al que-brarse a nuestros pasos.

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•••Cantón de Chagüezos

~~~: PENDILLA

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a Busdongo

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Las engarradiechas de lospáxaros en el fayotal a/'aveseo, y el concierto delos grillos en la solana

Sin más ruidos que el de las ho-jas resecas restallando suavemen-te entre faya y faya, descendemossigilosos por no espantar unoscuantos páxaros y páxaras, yamuy animados (y, sin duda, ani-madas) camin de la primavera.Dialogando con sus cantos de

rama en rama, nos parece distin-guir por el sonido algunos carbo-neros (Parus major), malvises(Turdus philemelos), tordos (Tur-dus pilaris), camachuelos (Pyrr-hula pyrrhula), verderones ...Entre los gorgoritos y engarra-

diechas de los páxaros por los ea-rrascales (no llegamos a saber simás o menos serias o amorosas),descendemos sin prisas, saborean-do la caída de una tarde tan ani-mada y sele en el boscajeDescendemos hayedo abajo por

L'Acebalón (hay acebos y carras-cos mezclados), Chombecueva(loma y covachas) ... , y llegamosa La Chera (finca y cuadra en pie-dra, casi sobre la misma ribayadel arroyo).La senda sigue amplia paralela

al río, cambiando a veces de ribe-

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

ra. Frente a nosotros, cuando yapasan de las cinco al rescaldo dela tarde, en la otrafastera del va-lle (a la solana), un concierto degrillos rompe el silencio en El Bu-rrunil, Val Beniz ... Se diría queno se dan vez, multiplicados porlos ecos del valle. Es la otra or-questa a punto de romper la pri-mavera.Sobre las vías de Renfe, cam-

biamos a la vertiente de los grillos(la que mira al poniente). La tardese estira a nuestros pies, ya un po-co pesados al paso junto a L'Escu-biu (zona de piedras y morrillos,como lleva el nombre).y ya sobre las casas de San

Andrés, se ha cubierto de tonos elarbolado: peruyales, nisales, man-zanales silvetres ... , cada una consus flores más o menos blanqueci-nas o rosadas. Los tonos escalona-dos de las hojas por especies flan-quean el camino de entrada a SanAndrés, como si de lafiesta '1pue-blu se tratara.Agradecemos un puyu en un

portal. La plática vespertina, ysiempre hospitalaria, con los veci-nos del poblado (Julio, Eduar-do ... ) nos aclara los detalles de laruta. Media hora más, y Parana.

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23. EL CASTRO CHAGÜEZOS: ENTRE PENDILLA YPARANA, POR UNA SENDA MÁS CORTA(variante de la ruta anterior)

• LUGAR Y HORA DE SALIDA: Pendilla, sobre las 10 de la mañana.• LUGAR Y HORA DE LLEGADA: Parana, sobre las 4 de la tarde (sepuede llegar bastante antes)

• PARAJES DE INTERÉS: El Castro Chagüezos, Siirru Miriu, El Mon-te los Fueyos ...

• NIVEL DE DIFICULTAD: bajo (no hay más problemas que el de los ca-minos, cada año un poco más estrechos entre las xebes).

• ÉPOCA RECOMENDADA: todas (cada una ofrece una "lectura" de es-tos altos).

• TIEMPOS: la ruta se hace bien en 5-6 horas.

• DESCRIPCiÓN DE LA RUTAComo se acaba de señalar, la ru-

ta es una variante más corta y sua-ve que la anterior: una travesíamás llevadera, con el simple obje-tivo de saborear el contraste de lasdos vertientes colgadas a uno y aotro lado del Ceyón.Hasta La Cochá Propinde segui-

mos la ruta desde Pendilla (r. 22).Una vez en el alto de la callada(una hora ...), dejamos la calzá ro-mana que ascienda a la derechapor Las Retuertas hacia Los Co-rraones, Tresconceyos ... Y deja-mos, también, la pista de montañaque continúa más fonda (tambiéna la derecha) en dirección aCuaña, Mayéu Fierros ...

El castro de Chagüezos

Nos acercamos hoy, con tiem-po, al Castro de Chagüezos. As-cendemos por la izquierda hacia1,:1 Cantón de Chagüezos, porcualquiera de los senderos ques .rpcntcan casi parejos a la alam-

brada divisoria de los pastos leo-neses y lenenses.En pocos minutos (poco más de

media hora) damos en lo alto delcerro alomado, desde el que secontemplan a un tiempo parajesbien dispares: al sur, la distancia,hoy casi azul, de la meseta; al nor-te, la longitud blanquecina de pi-cu en picu, sólo allanada al finalentre las olas del mar en Avilés yXixón. y entre los colores de lasdistancias, el castro.Repletos de parajes en todas di-

recciones, rebuscamos al surdestede la loma las corras del recintocastreño, a pocos metros sobre LaVía Romana. Y pronto damos conellas, algunas ya demasiado inva-didas por brezos, retamas, éricas,tajos ... Álguien opina que másque invadir, las malezas son lasalvación del castro.Recorremos las 14 corras, la

mayoría orientadas a la vertienteleonesa. Reducidas algunas a sim-ples círculos de piedra en formade cimientos con tapinos, todas

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las corras orientan su pequeña en-trada al sur.Al tiempo que damos vuelta a la

loma, se van dibujando los cercosde los fosos transversales del re-cinto, hoy simples calzadas super-puestas.

Los misterios de un focetesobre un questru

Al oeste, a nuestra izquierda, ElPicu Siirru Miriu (unos veinte mi-nutos en subirlo): otro picacho deresonancias misteriosas entre losvaqueros, intrigados como siem-pre estuvieron en un profundo ca-nalizo artificial (hoy repleto demaleza), que desciende por la ca-ra norte hacia las fuentes de LaParadiechina.Unfocete, encontrado entre los

morrillos derruidos en la cima deSiirru Miriu, alimentó algunas le-

El Monte las Talamberas, sobre Parana y

Los Fueyos

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

yendas de habitantes primitivospor estas alturas en torno al ques-tru de Chagüezos y La Carisa.En fin, el conjunto de Chagüe-

zos, Siirru Miriu, el canalizo, laproximidad de la vía romana ..., ha-cen pensar en uno de tantos castrasestratégicos de verano, al filo de laMeseta y las montañas que dejanya ver las brumas de la marina.

La sanción de las prindás:cuando las vacas también sepasan de "la raya"

Como es temprano, vamos biende tiempo, y el día acompaña, de-sandamos la cumbre hasta LaCochá Propinde, mientras escu-driñamos despacio los valles des-de los altos: no todos los días po-dremos saborear estos aires quetambién respiran los hayedos (LasTalamberas, Los Fueyos ...).Una vez en la vaguada de Pro-

pinde, compartimos la conversa-ción con un vaqueru (Julio el deParana), ocupado en componer laalambrera divisoria de la raya:que los ganados poco saben depagar prindás. Ya es tarde cuandoson tomados en "prenda",prinda-os, por los pastores leoneses, alhaber rebasado la raya de los pas-tos colindantes. Y las prindáspueden andar hoy hasta diez milpesetas por día y vaca.Por un buen rato nos va seña-

lando el vaquero, uno a uno, losdetalles de la ruta hasta Parana:nombres de los regueros, vueltasy revueltas del camino en el des-censo del hayedo, casrías, sende-ros, sendas ...

Julio Concepción Suárez 223

Las cabanas de Chastras, en días de vaqueros por las brañas

El camín desde Propinde aChastras

Así, desde el rellano en pandade la callada, pronto damos con elcamin de Chastras: justo 3500 alnoroeste, ligeramente a la izquier-da del barranco, donde nace elarroyo de Los Fueyos en la pe-queña fuente, se abre la calzadaancha del camino por la pendien-te ribera izquierda del bosque.

Pocos minutos más abajo, en laprimera encrucijada, se dividen (oconfluyen según se mire) los ca-minos: a la izquierda (unos 270°)sigue más estrecho el camin delScrraíru (mayáu con cabana enllano tras el hayedo); a la derecha,con un giro a los 90°, zigzaguea elcamin a Chastras por la misma ri-bava dcl arroyo.Cruzamos el regueru por un bis-

hit,)" ('una cascada') del monte

Las Talamberas, hoy semiseco, yacasi en el verano. El camino cam-bia de ladera con el paso del arro-yo (casi 350°, de nuevo), y así yahasta el mayéu de Chastras.A nuestra izquierda se abre toda

una ladera completamente recu-bierta defayas: el monte los Fue-yos, El Establón, el monte'lRancón, El Serraíru ... (que pocasexplicaciones necesita, en conse-cuencia, cada nombre).

Una "atalaya" bien vistosasobre el valle de Paran a

Tras el monte la Mostayal (conabundantes mostayales, 'los mos-tajos '), siempre en dirección nor-te, damos en la vistosa campera deChastras, que hace de estratégica"atalaya" sobre el valle de Parana(ya coincidimos en la ruta ante-rior, n" 22).

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Los parajes se abren a uno y otrolado de la campa: a la derecha ba-jando (al este), las fincas soleyerasde Los Gurbazales (rodeadas degorbizos y gorbizas, ya casifloríos);El Yanón, Yenuspisu, Yenuscuru;Los Invernales; La Gramea, con laplanta de la grama (Cynodon dacty-lon Rich.) que rezuma el nombre.Observadores fueron quienes ibandiseñando los topónimos.Más al este, la otra braña diviso-

ria de Piedrafita, a la entrada delmonte Chadrones: según explica-ción de los vaqueros, por aquellascircunstancias de los emboscadosque asaltaban los caminos reales alpaso por estos altos despobladoshacia los pueblos castellanos (ypuede que no vayan descaminados).Bajo Piedrafita, la Estación de

Navidicho (Navidiello, con la lle-gada de los nombres más en fino,que trajeron los viajeros y los raílesdel tren). La Polea: lugar depoleaspara deslizar las chatas defayas di-rectas a los fornos d' amasar y alchar del suilu en forma de faízas(las 'astillas de las fayas', claro).

y al oeste de Chastras, unparaje del todo diferente:sólo tayas alreor del Serraíru

A la izquierda de la campa deChastras (al oeste), el paisaje cam-bia completamente de ropaje: todoun bosque de fayas con varios va-lles y regueros por el medio, y conalgunos kilómetros desde lo fon-dero (sobre las mismas casas deSan Andrés), hasta lo cimero (labraña de Bostabide, o las cimas deSiirru Miriu y Los Cochaos).

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

Varios kilómetros de hayedo re-cubren, ciertamente, todo un con-junto boscoso que no habría de ser-vir para fincas ni para pastos, porvarias razones a la vista: son terre-nos muy pendientes, dan al norte,tienen profundos barrancos, hayabundantes chastras de pizarra ...Es el extenso hayedo del Es-

tablón, Los Fueyos, El Rancón,Las Talamberas ... , que confluyeen el ya citado monte del Serraíru:un rellano saliente entre dos pro-fundas vaguadas, donde por mu-chos siglos levantaron los vaque-ros una cabana y un serraíru, enel que aserraban las fayas, para re-cubrir las cuadras y payares deaquellos altos.

Una vez más, unidos losnombres de las brañas conla misma orilla del mar: deChastras a L1astres

Por un buen rato disfrutamos, aun tiempo, del bocata, de las vis-tas que se abren desde la atalaya,y de todo el entorno de una brañaconservado en Chastras: lugar dechábanas, morrillos, chastras('losas, lastras'), como se dijo.Una vez más, unidos los nom-

bres de los altos con la misma ori-lla del mar. La braña de Chastras,la villa de Lastres, Llastres ... lomismo da, se deben, tal vez, a unamisma circunstancia: una, azotadapor el viento norte en aquellas se-rraspas sobre los montes de Para-na; la otra, abatida por las olas en-tre los acantilados del Cantábrico.En ambos casos, las dos sobre las-tras.

225Julio Concepción Suárez

PARANA

-Via Renfe

Vía Renfe

Cantón de ChagOezos

Cochá Propinde

•• fnicioRulaPENDILLA _Ruta

= Carretera - Pista- - Camino Secundario¿, Capilla., Cuadrat Fuente•. PicoiI> CabanaS Población

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226 POR LAS MONTAÑAS DE LENA

San Andrés: a falta de capilla, misa de campaña con Don Benjamín

El origen de la voz ya es másdiscutible: las rocas sobre las quese asientan los nombres están a lavista, pero de dónde proceda en eltiempo la palabra, no se ve tanclaro. Tal vez de un supuesto galo*lakstra ('losa de piedra'). Talvez a partir del italianismo lastra('piedra plana'), a su vez del lat.antiguo astrácum. De lo que nohay duda es de les llastres, en am-bos casos bien arreguilaes.

Otra ochera bien conservadaen Chastras: la "nevera" dela braña

Tras el pequeño acebal que pro-tege la cuadra del viento norte, ytras la cabana, se conserva entre lasortigas (como casi siempre) la "ne-vera" imprescindible en una braña:la ochera (la que refrigeraba las"ollas" y tarreñas de la leche).

La ochera de Chastras es un re-cinto rectangular de piedras pla-nas plantadas, con un metro de an-cho, y un poco más de largo,abierto por el lado norte, y recu-bierto con chábanas mayores ymás anchas.En el verano, la ochera se me-

diaba de agua, canalizada por unapequeña presa desde la fuente su-perior (a unos doscientos metros),de modo que siempre estuviera re-frigerada día y noche. Los sobran-tes, salían de nuevo ladera abajo.y allí se conservaban los produc-tos de la semana (mantegas,cuayás, nata ...), hasta que se baja-ran al poblado.

El camín de Los Fueyos aSan Andrés de Paran a

Salimos de tan vistosa "atalaya"por el camino que se abre a la iz-

Julio Concepción Suárez

quierda entre los acebos (unos330° al noroeste). Serpenteandocarba abajo, pronto damos en elcauce del arroyo. Cambiamos deladera (vertiente izquierda ahora),y seguimos el camino paralelo alrío, todavía ancho, pero cada añoun poco menos transitado. En al-gunos tramos, casi cerrado entrelosfelechos. Pero pasamos bien.Siempre al norte, y siempre so-

bre el murmullo del arroyo, va-mos descendiendo en traveserapor el hayedo. Pasamos sobre eltúnel de Mudrielos, al tiempo queun mercancías de Renfe irrumpe

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de golpe en el silencio boscoso delvalle. Cruzamos el regueru porVeguetano, ya un poco más al nor-deste (unos 30°), y ahora por lavertiente derecha del río, el cami-no se abre cada vez más ancho.Vamos dejando la tarde al paso

por Sorribo ('sobre la misma ribe-ra del río'), La Fuente la Fontica,Los Invernales, El Pontónd' Armá, Las Viciechas (actualpantano), El Quentu l' Escubiu(sobre un 'morrillo", como elnombre indica), y, por fin, las ca-sas de San Andrés (comienzo dela pista a Parana).

1.~II)I'!!.arata de Pascua: el güevu, en medio; el tocin, dentro

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228 POR LAS MONTAÑAS DE LENA

24. LA CALZÁ'L FIERRO: HACIA LAS VETAS MINERALESDELARAMO

• LUGAR Y HORA DE SALIDA: El Sosechar, sobre las 9 de la ma-ñana.LUGAR y HORA DE LLEGADA: La Pola, sobre las 6 de la tarde.

• PARAJES DE INTERÉS: El Muñón d'Espines, La Calzá'l Fierro, LaMina'l Fierro, La Paradiecha, El Chegu los Veneros, El Dolmen de losVeneros, La Calzá'l Puerto, El Dolmen de Campa la Soma, El Dol-men de Los Fitos ...

• NIVEL DE DIFICULTAD: medio (alguna subida por la peña).• ÉPOCA RECOMENDADA: primavera, con las braña s ya floridas, an-tes de la entrada de los ganados a guarecer.

• TIEMPOS: se hace bien en 6-7 horas (entre las peñas del Aramo, la ru-ta se estira lo que se quiera).

• DESCRIPCiÓN DE LA RUTALlegó mayo también al Sose-

char, sobre Peral. Los pastos co-munales, ya florios, están ahoraacotaos, mientras, a duras penas,se contienen en las fincas los ga-nados, ansiosos de puerto y decamperas. Sólo margaritas en losmayaos.Salimos del Sosechar al norte,

campera arriba, tras la fuente, con lavista puesta en la collada que em-pieza a recortarse en la cima diviso-ria con Riosa: La Cochá Espines.En el primer rellano, damos ya

con la calzá, muy desdibujada conel tiempo, y confundida lo mismocon la senda de ganaderos, quecon el césped de la pradera en al-gunos tramos.

Entre les le tres del muñon, yel canto del cuquiichu en elhayedo

En pocos minutos columbramosLa Cochá Espines. Con la lectura

de rigor sobre las rústicas letrasdel muñón (Q R L), entendemosmejor las avenencias entre vaque-ros colindantes: quirosanos, riosa-nos y lenenses. Allí sigue el sím-bolo de piedra, que une más quesepara los tres conceyos, intactodurante siglos, y en su sitio (las le-tras y el muñón).Con el ejemplo de los vaqueros

por los altos (siempre tejiendoacuerdos, por voluntad o por fuer-za de los tiempos), giramos un po-co al nordeste, de nuevo hacia lacaja de la calzá '1fierro, que searrima entre los carrascos en labase de las peñas.Seguimos con la vista el trazo

que va dibujando la senda empe-drada por la cara este del Aramo.y cruzamos el carrascal fonderu(algunos son acebos), al tiempoque el cuquiichu, aún semidorm i-do -como nosotros- canta entrelas fayas cimeras de La CuevaGancios, un poco más al norte, y ala derecha (ruta 17).

Julio Concepción Suárez

y del fierro y la siderita, a lasestrellas

Al tiempo que serpenteamospor las pedreras de la calzada ha-cia la mina, a los lados del cami-no, o semi ocultos entre las breñas,vamos encontrando ya algunostrozos del mineral: pensamos en lasiderosa, la siderita, que dicen losexpertos.Se trata de algunos trozos de

mineral oscuro (brillante, quebra-dizo, duro), antes muy rebuscadopara la siderurgia. Salvamos delolvido algún trozo más pequeño,del que nos quedamos, sobre todo,con el nombre: la siderita, quetanto recuerda las esterllas (side-ral, sidéreo ... ).Los jóvenes técnicos, entendidos

del grupo (José Ramón, Fernan-do ... ), nos explican la relación en-tre ambos campos de palabras, enapariencia tan distantes: la sideritay la siderurgia más conocida tie-nen algo que ver con las estrellas.Escuchamos con interés la rela-

ción de los estudiantes entre elfie-rro y las estrellas: el hierro puro,sin oxígeno, sólo es posible en elespacio, en forma de meteoritos;una vez en tierra, ya no es puro,puesto que tiene oxígeno.Precisamente por ello, cuentan

los mitos clásicos (de estudiantescomo éstos siempre aprendemosalgo) que las mejores espadas eranlas que se forjaban con aquellosrebuscados meteoritos: con losrestos de las estrellas caídas a latierra.

.on la siderita y la siderosa,\l 'UITC algo parecido -continúan

229

los expertos-: contienen el óxidode hierro empleado en la siderur-gia (gr. sídéros, 'hierro' + érgon,'trabajo').De modo que ya en la antigüe-

dad griega y romana, unas pala-bras (siderites, sidereus ... ) recor-daban que el mineral de hierro eraconsiderado meteorítico, de ori-gen astral. También la siderosferarecuerda hoy en los libros que es'la capa pesada de la tierra', por elcontenido en hierro que tiene.

El valor de los nombresdonde hubo texos

Entre charla y charla, subimossin damos cuenta el zig-zag ma-yor de La Calzá'l Fierro. Así lallaman los lugareños, porque has-ta el siglo pasado llegó a estospueblos la tradición de los carros

La Mina'l Fierro, saliendo al Aramo por

La Paradiecha

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y las carreñas que bajaban hierrode la mina hasta La Fábrica deRiabona (recientemente en partedesmontada).y mientras zigzagueamos por la

calzada, en algunos tramos ya in-vadida por los brezos, contempla-mos los últimos texos solitarios dela altura, expuestos al rigor de lasventiscas. Son los últimos ejem-plares de una masa forestal muchomás compacta y extensa, prolon-gada hasta Texeo (un par de kiló-metros más allá, en la vertienteriosana). Terminarán por quedarlos nombres como carteles dondehubo texos.

La Mina'l Fierro: cuarzo,limonita ...

Cuando son las diez y mediallegamos a La Mina'l Fierro, antesyacimiento principal de La Fábri-

El túmulo de Los Veneros

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

ea en Morúes. Recogemos por laescombrera algunas muestras delimonita, siderita, cuarzo ... y to-mamos unas cuantas notas en li-bretas para acompañar a las filmi-nas: por si hasta aquí llegarantambién las zarpas de una palaserpenteando al azar por las cali-zas.y sobre la calzá, visitamos la

mina 'lfierro: un túnel armoniosa-mente recortado en la caliza, conel borde de la boca acristalado porla piedra blanquecina (tipo cuarzoy semejantes). A unos 20 metros,el túnel empieza a hundirse, por loque no arriesgamos adelante. Nossirven las imágenes y los garaba-tos que trazamos en el papel.

La Paradiecha, El Chegu ...

A partir de La Mina'l Fierro, lacalzada asciende suave hacia LaParadiecha: mayáu siguiente,donde la calzá termina por esfu-marse entre las pequeñas praderasy las rocas. En pocos minutos,buscando ahora más bien el noro-este, llegamos a la cumbre, carbaarriba. Subimos bien, por cual-quier parte.Giramos un poco más al suro-

este, y por la cima del cordal cali-zo del Aramo, damos en el altoLos Veneros. Y cambiamos depaisaje: desde el alto de las rocadivisamos ya las cabanas al fon-do de la vaguada, y a la derechadel lago.En todo este tramo de La Mi-

na'l Fierro a Los Veneros (lat.vena, 'veta, yacimiento') segui-mos observando abundantes pie-

Julio Concepción Suárez

dras pesadas de distintos tamañosy colores. Los tonos van de unamarillo terroso y claro, hasta unnegro intenso, próximo al azaba-che, reluciente hoy al sol del me-diodía.

El túmulo de Los Veneros ...

Dejamos a la derecha el túmulode los Veneros, conservado intac-to entre pesadas chábanas. Tam-bién las respetaron (hasta la fecha)los numerosos vaqueros y vaque-ras que, durante siglos, enveran-garon en la braña.y dejamos también, en su lugar

discreto, las cazoletas de piedraentre las rocas. Suponemos que aunos cuantos primitivos hubieronde servir de morteros, a juzgar porel desgaste de las tallas conserva-das. Y allí las dejamos a buen re-caudo, una vez más, en el silenciode aquellas las breñas.Es primavera. Las aguas rebo-

santes del lago contrastan con elcerco de las margaritas diminutasque lo rodean hoy en forma de co-rona. Tampoco podemos pasar sinmerodear las aguas del chaguete:no las encontramos tan adornadascada día.Numerosos renacuayos son aho-

ra los únicos dueños del lago, entanto los ganados mayores norompan, por el verano arriba, la ar-monía que disfrutaron las margari-tas en primavera. El Chegu los Ve-neros será, entonces, por xunio yxulio, un bullicioso aseladero, úni-'0 lugar del puerto donde los ga-nados puedan beber sin proble-11l·IS.

23]

El túmulo de Los Fitos

Túmulos y dólmenes enhilera: Campa la Soma, LosFitos ...

Tomamos el valle que sale deLos Veneros en dirección sur, porel ancho camino de los vaqueros.Cruzamos la carretera, y seguimosuna calzada en piedra (a veces, ta-llada en la misma roca), que con-tinúa bajo la cresta caliza por lacara lenense, ya casi al límite conla vertiente quirosana.En pocos minutos damos en

Campa la Soma (actual caseta deobras), lugar del túmulo excavadotiempo atrás. Visitamos la estrate-gia de la campa en alto (lat. sum-ma, la más alta'). Tras las excava-ciones quedan hoy, al intemperie,restos de zanjas entre piedras es-parcidas, de lo que fue un túmuloalineado en dirección este.

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Con la imagen del túmulo es-morecíu, salimos de Campa la So-ma, sin perder la línea divisoriadel cordal. Bordeamos la casetade obras, y ascendemos unos me-tros por la senda que nos lleva alalto de Chagüezos: en realidad,Campa los Fitos. El Prau Chagüe-zos (Llagüezos, ya para otros),más que por los túmulos, es cono-cido por la llamada Fiesta' 1Cor-deru (de creación reciente).Desde el alto de La Campa los

Fitos (lat. fictos, 'piedras planta-das'), contemplamos mejor el ali-neamiento en perspectiva de lossucesivos lugares excavados en elcordal del Aramo, que venimosdejando atrás.

y entre túmulos y dólmenes,un nombre: La Cobertoria

Atrás dejamos Los Veneros,Campa la Soma ... y por el altonos quedan, todavía, los túmulos

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

y dólmenes de La Cobertoria, es-parcidos a uno y otro lado del cor-dal divisorio: al oeste, los de lavertiente quirosana; al este, los delafastera lenense.En su conjunto, los túmulos de

La Cobertoria quedan reducidoshoya cajas construidas con losas,largas y lisas, de las que ha desa-parecido, en ocasiones, la cubier-ta cimera.Los dólmenes, en cambio, per-

manecen como gruesas piedrasde mayores dimensiones, despla-zada casi siempre la mayor (la ci-mera) desde su posición de co-bertera (de donde, tal vez, elnombre).En algunos casos, el suelo em-

pedrado en algún lateral del dol-men, y ciertos agujeros solitariosen el centro de una chábana, pro-longan la tradición en estos pue-blos de misteriosos ritos y ente-rramientos en torno a los morri-!los milenarios. El hecho de estar

El dólmen de Los Fitos

Julio Concepción Suárez 233

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234 POR LAS MONTAÑAS DE LENA

El morteru (la cazoleta) de Los Veneros

alineados entre sí favoreció la le-yenda de una intensa vida primiti-va en estos altos al sur del Aramo.Una vez más, túmulos y dolmenes

se van salvando (también languide-ciendo) gracias a su olvido entre laszarzas. No se sabe qué es peor.

Un rodeo por Tablao, entrelas fayas verdes ya a rebosar

En el descenso hacia El Alto laCobertoria actual (la1. *cooper-torIa, 'piedra cobertera'), repone-mos fuerzas en la fuente Los Fi-tos, a la izquierda del camino ba-jando. Es temprano para algunos,por lo que dividimos el grupo:unos pocos se van en coche haciaLa Pola; los más estiramos la rutacon un largo rodeo entre las fayas,que nos acompañan hasta casi lasmismas casas de Tablao.Siempre en dirección sur, por la

cima divisoria del cordal, cruza-

mos la carretera a Quirós (km 11),y tomamos la pista que nos intro-duce en travesera (ligeramente ha-cia abajo y por el hayedo) en di-rección a Tablao. Arriba quedanEl Picu Bildeo, El Alto la Balsa ...Cruzamos el bosque de hayas,

con un verde intenso ya a estas al-turas de la primavera. Descende-mos por Braña Martín (Cirniru,del Medio y Fondiru), siempre alfilo del cordal abajo, y siempre deloma en loma. Pasamos por LosPraones, y damos en Tablao (unahora despacio, desde el Alto),Una vez más, la tarde se nos fue

entre las caleyas. Sentados encualquier puyu, acordamos los úl-timos detalles de la andadura conlos siempre acogedores vecino yvecinas de Tablao.y la tarde cayó del todo cuando

llegamos a la otra Caleya (la de LaPola). Más que las palabras, sólofluyen ya las aguas del río Narco.

La Fiesta de Linares: con gaita y tambor ante La Capilla San Amiés

l'uru reponerse a la entrada del verano: roscas en San Pedro de Cabezón