Caldas Una Region Nueva Moderna y Nacional Por Luis Javier Ortiz y Oscar Almario 2007

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    Caldas: una regin nueva,

    moderna y nacional

    LUIS JAVIER ORTIZ MESA

    Profesor Titular

    OSCAR ALMARIO GARCA

    Profesor Asociado

    Escuela de Historia

    Facultad de Ciencias Humanas y Econmicas

    Universidad Nacional de Colombia Sede Medelln

    2007

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    Universidad Nacional de Colombia Sede Medelln

    Luis Javier Ortiz Mesa

    Oscar Almario Garca

    Fotografa portada: Caa y palmeras (Astrocryum et Ceroxylon) en las Pavas

    (Quindo). Grabado No. 224. Tomado de: Fabulous Colombias Geography.

    Compiled and directed by Eduardo Acevedo Latorre. Sexta Edicin. Litografa

    Arco. Bogot, Colombia. 1990.

    ISBN: 978 958 8256 74-7

    Primera Edicin: Noviembre de 2007

    Diseo, diagramacin, impresin y encuadernacin:

    Centro de Publicaciones Universidad Nacional de Colombia Sede Medelln

    Prohibida la reproduccin total o parcial de esta obra, sin permiso escrito de la Universidad Nacional de

    Colombia Sede Medelln.

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    Presentacin

    El presente trabajo sobre Caldas consta de una introduccin y dos partes. La primera est

    referida a imgenes y construcciones sobre la regin en el siglo XX y a perspectivas

    investigativas que arroja el balance bibliogrfico realizado. All se sugieren tres perodos:

    el primero comprende los aos 1905-1935; el segundo se extiende hasta fines de la

    dcada de 1960; y el tercero recoge las nuevas construcciones e imgenes regionales

    entre 1970 y 1996. La segunda parte presenta una visin comprensiva del modo como se

    construy la regin Caldense en el siglo XIX, a travs de un panorama sobre territorios,

    poblamientos y conflictos, y sobre la configuracin de sus pases, a saber: el pas del

    norte caldense o del sur Antioqueo: colonizaciones, poblados, orden y conflictos; el pas

    del centro: Antioquia vs. Cauca, colonizaciones blancas, mestizas y negras; el pas del

    oriente: un encuentro conservador entre Antioquia y Tolima con matices liberales en

    zonas clidas; el pas del occidente, heterogeneidad cultural, sociedades indfgenas y

    negras y conflictos por tierras: de Anserma por Quincha hasta Marmato; el pas del

    Quindo: poblamientos, luchas, leyes y caf.

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    Agradecimientos

    La realizacin delpresente trabajo es parte de la investigacin Poder y Cultura en el

    occidente colombiano elaborada entre 1994 y 1998 gracias al apoyo financiero de

    Colciencias, la Facultad de Ciencias Humanas y Econmicas de la Universidad Nacional

    de Colombia, Sede Medelln, y el CINDEC de la misma Universidad; el ICFES apoy un

    Encuentro de investigadores de Antioquia y Cauca en 1995 y la edicin mecanogrfica de

    sus memorias. El investigador principal del proyecto fue el profesor Oscar Almario Garca

    y el co-investigador, el profesor Luis Javier Ortiz Mesa. Ambos docentes discutimos las

    perspectivas historiogrficas, metodolgicas y temticas del presente trabajo sobre

    Caldas, el cual fue redactado finalmente por el profesor Luis Javier Ortiz Mesa, con

    excepcin de la introduccin escrita por el profesor Oscar Almario Garca. Damos

    nuestros agradecimientos a los archivos, bibliotecas y hemerotecas de Risaralda, Caldas

    y Quindo por las valiosas fuentes que nos ofrecieron para la elaboracin de la

    investigacin. Agradecemos, asimismo, al historiador Albeiro Valencia Llano de la

    Universidad de Caldas por su hospitalidad y valiosas sugerencias para comprender

    tpicos del Viejo Caldas. En Manizales, al investigador Alfredo Cardona y, en Supa, a

    Jorge Elicer Zapata Bonilla por su inters en compartir con los autores sus

    conocimientos y afectos por las historias locales. Roberto Luis Jaramillo, historiador y

    amigo fue siempre un interlocutor creativo y sugerente para avanzar en nuestro estudio.

    Contamos siempre con el apoyo permanente y eficaz de nuestros asistentes de

    investigacin, Lina Marcela Gonzlez Gmez y Jos Alfonso Cano Velsquez. Daniel

    Restrepo Posada colabor con dedicacin y eficacia como corrector de pruebas para la

    edicin de la presente investigacin.

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    ndice

    Presentacin..4

    Agradecimientos..5

    ndice..6

    A manera de Introduccin..7

    Las percepciones historiogrficas de la colonizacin antioquea

    Captulo 1

    IMGENES Y CONSTRUCCIONES SOBRE LA REGIN EN EL SIGLO XX29

    El primer perodo..30

    El segundo perodo..32

    El tercer perodo..38

    Perspectivas..64

    Captulo II

    CALDAS: UNA RPIDA CONSTRUCCIN REGIONAL EN EL SIGLO XIX69

    1. Una regin antioquea, caucana y tolimense: territorios, poblamientos y conflictos..69

    2. Los Pases..83

    2.1 El norte caldense o el sur de Antioquia: colonizaciones, poblados, orden y conflictos

    2.2 El pas del centro: Antioquia vs. Cauca, colonizaciones blancas, mestizas y negras.

    2.3 El pas del Oriente: un encuentro conservador entre Antioquia y Tolima con matices

    liberales en zonas clidas.104

    2.4 El pas del Occidente: heterogeneidad cultural, sociedades indgenas y negras y

    conflictos por tierras: de Anserma por Quincha hasta Marmato..109

    2.5 El pas del Quindo: poblamientos, luchas, leyes y caf..123

    Bibliografia..131

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    A manera de Introduccin

    LAS PERCEPCIONES HISTORIOGRFICAS

    DE LA COLONIZACIN ANTIOQUEA *

    Los autores, de comn acuerdo, hemos querido utilizar el siguiente ensayo como

    Introduccin de este libro por las razones que se exponen a continuacin.

    Aunque fue escrito con un propsito acadmico especfico por uno de nosotros, como se

    explica enseguida, sus lneas de reflexin forman parte del trabajo colectivo realizado por

    los autores en el contexto del proyecto de investigacin Poder y cultura en el occidente

    colombiano (1998), auspiciado por Colciencias y la Universidad Nacional de Colombia.

    Sin duda, este ensayo sintetiza y profundiza discusiones y problemas tratados en dicha

    investigacin.

    Durante el desarrollo de la misma, los investigadores experimentamos un inevitable,

    renovado y retador encuentro con uno de los temas ms referenciados y controvertidos de

    la historiografa nacional, la llamada colonizacin antioquea, que ha sido tratado con

    amplitud tanto por propios como por extraos. Precisamente, el interrogarnos por cmo se

    haba configurado la regin caldense a travs de la accin de varias generaciones de

    estudiosos sociales, nos permiti concluir algo central para entender su especificidad. En

    efecto, ya se trate de describir e interpretar la dinmica socio-histrica de esta sociedad o

    de identificar las maneras de representarla por parte de los distintos imaginarios

    * Este ensayo se basa, en lo fundamental, en el concepto escrito que sobre el trabajo de grado del aspirante a Magster en Historia Jaime

    Eduardo Londoo Motta, titulado Los Procesos de frontera y de Colonizacin en el Norte del Suroccidente Colombiano. Un Modelo Alternativo

    a la Colonizacin Antioquea de James Parsons (213 pginas), present uno de nosotros, Oscar Almario G., como evaluador, ante el

    programa de Maestra en Historia de la Universidad Industrial de Santander en noviembre de 2002.

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    surgidos al hilo de los acontecimientos, incluidos los que construyeron las disciplinas

    sociales en las ltimas dcadas, Caldas se presenta ante la historia de Colombia como

    una regin nueva y nacional.

    No obstante, desde nuestra perspectiva, este reconocimiento no supone entender que

    Caldas represente algo as como la pieza clave para armar el rompecabezas de un pas

    en transicin a la modernidad y que como tal permitira descifrar el complejo asunto de

    nuestra singularidad histrica, la esquiva y dilatada construccin de la unidad nacional

    colombiana, y mucho menos que ella pueda explicarse ahora como el resultado de un

    trnsito natural desde regiones histricas como Cauca y Antioquia hacia regiones

    nuevas como Caldas o el Valle del Cauca. Por el contrario, nuestro ejercicio de revisin

    historiogrfica en el caso de Caldas, muestra las mltiples dinmicas sociales, la

    diversidad de sujetos colectivos y la variedad de conflictos que concurrieron en la

    formacin de esta regin.

    En esa perspectiva, de hacer ms complejas y comprehensivas las relaciones regin-

    nacin-Estado, conviene discutir de nuevo conceptos como colonizacin, frontera y regin

    a la luz de otros enfoques y nfasis, lo que facilita comprender mejor esta valiosa

    experiencia histrica, as como su comparacin con otras.

    Tal es, pues, el propsito de esta Introduccin, a manera de abrebocas de lo que el lector

    encontrar en el conjunto del libro.

    ***

    Este ensayo, surgi de la realizacin de una tarea acadmica, cuando se le encomend a

    uno de nosotros la delicada pero estimulante misin de evaluar el estudio de Jaime

    Eduardo Londoo Motta, Los Procesos de frontera y de Colonizacin en el Norte del

    Suroccidente Colombiano. Un Modelo Alternativo a la Colonizacin Antioquea de

    JamesParsons, la cual fue aprovechada para plantear una discusin que no se agota con

    la ponderacin de sus aportes pero tampoco con las observaciones acerca de sus

    limitaciones, puesto que toca uno de los temas ms importantes y delicados de la historia

    de Colombia.

    1. En sus aspectos formales el trabajo de Londoo Motta consta de cinco captulos, que

    implcitamente forman dos partes bien diferenciadas: la primera (caps. 1 y II ), ofrece el

    panorama de la discusin conceptual y metodolgica planteada por el autor acerca de la

    obra del gegrafo norteamericano James J. Parsdns y su influencia sobre la historiografa

    colombiana y latinoamericana en torno al tema de la colonizacin y la frontera; la segunda

    parte (caps. 111,1V y y), presenta su pretendida base emprica y el contra- modelo en

    relacin con lo expuesto por Parsons. Igualmente, en las 213 pginas de este trabajo se

    incluyen la introduccin, conclusiones y bibliografa. Ms los anexos: 13 cuadros y 9

    mapas. Los cuadros y mapas no son originales del trabajo, se retoman de otras obras,

    pero se han insertado adecuadamente para facilitar su lectura y comprensin. El trabajo

    se atiene a las formas convencionales exigidas a este tipo de estudios, en cuanto a su

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    presentacin, referencias bibliogrficas y manejo de anexos. Cabe decir tambin que en

    trminos generales el estudio est bien escrito, lo que permite su comprensin y el

    seguimiento de los argumentos y de las hiptesis en juego.

    2. En cuanto a sus aspectos de fondo, contenido y metodologa de investigacin, el

    trabajo pretende varios y muy ambiciosos objetivos: a) demostrar que la influencia de

    Parsons en la historiografa colombiana ha sido determinante en la manera cmo sta ha

    visto y abordado los problemas de frontera y colonizacin en el sur antioqueo o norte del

    suroccidente colombiano o caucano; b) ofrecer un nuevo modelo, contrapuesto al de

    Parsons, para el tratamiento de estos asuntos, que Londoo retorna de Richard Morse y

    que denomina patrn de archipilagos; c) mostrar la validez de tal modelo por medio de

    la metodologa desplegada en la investigacin, consistente, en lo fundamental, en una

    revisin bibliogrfica de los materiales histonogrficos que se ocupan de estas cuestiones

    y finalmente con la construccin de una nueva sntesis.

    3. Su argumento central o hipottico sostiene que el modelo de Parsons (que segn el

    autor proviene del historiador norteamericano F. J. Turner), quien construy una imagen

    idealizada de esta experiencia, primero fue apropiado de forma pasiva y despus fue

    aplicado mecnicamente por la historiografa colombiana. Con base en esta afirmacin, la

    historiografa al respecto queda reducida por completo a ser la prueba reina de esta

    supuesta evidencia, a duras penas matizada por una tipologa que diferencia entre

    defensores-continuadores y crticoscontinuadores del modelo de Parsons. La distincin

    conceptual entre frontera y colonizacin se plantea como fundamental para la

    metodologa del estudio. Al tiempo que el modelo alternativo de Morse-Londoo, se

    constatara a travs de la categora de vlvula de seguridad, que pretende dar cuenta del

    papel que habran jugado los espacios vacos o marginales del suroccidente colombiano

    al actuar como receptores de la poblacin excedente que se desplaz hacia ellos desde

    los ncleos histricos de Antioquia. Esta hiptesis se complementa con el argumento de

    la existencia de cinco factores de incidencia en estos desplazamientos: los baldos, los

    imaginarios de frontera, la economa cafetera de exportacin, la construccin del

    Ferrocarril del Pacfico y un marco imaginario de frontera que resulta de la imbricacin de

    dichos factores, de los cuales el trabajo se esfuerza por documentar y constatar

    nicamente el primero de ellos, es decir, el de los baldos.

    Sin embargo, no acabamos de comprender del todo hasta dnde el autor es plenamente

    consciente de la paradoja de su empresa. Porque el modelo que se cuestiona (el de

    TurnerParsons) con el argumento de la supuesta carga de prejuicios que tena el primero

    en la valoracin de las circunstancias histricas de Norteamrica hacia finales del siglo

    XIX y principios del XX, y que el segundo extendi a la colonizacin antioquea sin

    contar con el suficiente soporte factual, y todo ello para alimentar el mito identitario

    antioqueo, es justamente replicado desde otro horizonte conceptual, que tambin

    presenta varios prejuicios, y con otro modelo (el de Morse-Londoo) que se intenta validar

    con un balance bibliogrfico sin duda limitado como veremos. No obstante estas

    contradicciones, uno de los mayores mritos que hay que reconocerle al estudio

    presentado por Jaime Londoo, consiste en haber retomado un problema fundamental

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    para la historiografa nacional y para la propia constitucin de nuestra nacionalidad: el

    mismo que fue ledo muchas veces como colonizacin antioquea y que ahora debemos

    interpretar como un fenmeno singular, en el que concurren varias colonizaciones,

    actores sociales diversos, imaginarios distintos, procesos y conflictos variados.

    4. En los captulos iniciales de su trabajo, 1 y II, Londoo realiza una contextualizacin del

    modelo Tuiner-Parsons y de la manera cmo, segn l, fue acogido y aplicado por la

    historiografa colombiana que estudia la conformacin del espacio que dio origen a la

    sociedad del Viejo Caldas como una prolongacin del ethos antioqueo. El esfuerzo del

    autor para reconstruir tanto los aportes de los norteamericanos como sus limitaciones son

    notorios, sin embargo, obsesionado ms por justificar su contra-modelo que en ser fiel a

    un balance historiogrfico, el autor pierde la objetividad y el control de la discusin, como

    lo indican varios extravos.

    5. La relacin que establece el autor entre Turner y Parsons es pertinente. Asimismo, es

    procedente la discusin sobre las conexiones entre hallazgos historiogrficos y formacin

    de identidad nacional en el contexto norteamericano y es vlido que por va comparativa

    se intente precisar su incidencia en el caso antioqueo y colombiano en ambos campos.

    Sin embargo, estas correlaciones son tan complejas como elusivas, tanto para el caso

    norteamericano como para el colombiano, porque dependen de una relacin igualmente

    conflictiva, entre discurso histrico y representaciones colectivas. Pero Londoo, guiado

    por un explicable celo disciplinar pero que lo conduce a lo unilateral, slo se preocupa de

    uno de los polos de dicho conflicto en torno a estos ordenes del discurso (el

    historiogrfico), descuidando el otro (el ideolgico e imaginario), lo que tiene

    consecuencias metodolgicas problemticas para su proyecto, como veremos.

    En efecto, est fuera de toda discusin, que de los hallazgos del historiador

    norteamericano F. J. Turner en torno a la frontera y la colonizacin del Oeste y su

    consiguiente modelo, se derivaron un conjunto de problemas ideolgicos y polticos que

    tiene que ver con la construccin de la unidad nacional norteamericana y de su identidad

    en aquella poca. Pero lo que realmente result ser trascendental para la historiografia

    norteamericana, una vez se super el primer debate acerca del compromiso entre la visn

    de la historia y la conciencia colectiva, es la discusin en torno a la peculiaridad de la

    sociedad que se construy bajo la experiencia de la expansin de la frontera

    colonizadora, su incidencia en el llamado carcter nacional norteamericano y cmo

    valorar el aporte particular de la frontera en la construccin de una unidad nacional que

    debi partir de muchos fragmentos originales.

    Tema que, por otra parte, resulta clave a la hora de tender un puente comparativo con el

    caso concreto que nos ocupa, el de la frontera sur de Antioquia y norte del Cauca,

    espacio en el que supuestamente se confirma el empuje de lo antioqueo, donde toma

    forma la economa cafetera y con cuya configuracin social se resuelve la pretendida y

    tarda unidad nacional colombiana, al crearse un continuwn desde Rionegro hasta Nario.

    El clebre tringulo de oro de la nacin colombiana (Bogot, Medelln, Cali), se reforz

    entonces a partir de la configuracin del Gran Caldas, con lo cual se habra superado

    tambin la secular diferencia entre el Cauca aristocrtico y esclavista y la Antioqua

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    democrtica y emprendedora. Sin embargo, la posibilidad de comparacin entre el caso

    norteamericano y el colombiano en buena medida se frustra, porque el autor reduce el

    modelo de Turner y por extensin el de Parsons, a mera ideologa e impertinencia

    metodolgica, con lo cual queda muy poco margen para una discusin relevante en torno

    a los procesos vividos y la comprensin de los mismos por los historiadores y otros

    pensadores sociales.

    6 En efecto la comprension de la vision turnenana de la frontera cobra pleno sentido si la

    entendemos como parte de una doble construccin: historiogrfica, para explicar un

    perodo de la historia americana, por un lado, e ideolgica, respecto de la identidad

    nacional, por el otro. Desde entonces y en adelante, en relacin con ambas tradiciones, la

    acadmica y la ideolgica, entran en juego varios asuntos: la clebre cuestin del carcter

    excepcional de la experiencia americana; la divisin de la historiografa en dos escuelas

    con sus respectivas influencias en la conciencia colectiva, que giran en torno a las ideas

    de consenso y conflicto; la valoracin que en la actualidad se le da a la combinacin de

    tradiciones culturales y procesos de modernizacin as como a la heterogeneidad y

    homogeneidad social e ideolgica en la produccin de la singularidad histrica de ese

    pas; en ltimas, sobre el interrogante de cmo fueron posibles y coexistentes desde la

    colonia y hasta el presente el universo religioso del puritano y el del yanqui surgido del

    reto con los territorios de colonizacin temprana y despus tarda.

    Turner no slo no desconoce el conflicto en el devenir norteamericano, sino que lo coloca

    en el centro de sus hiptesis; pero lo que s hace es que lo desplaza, al enfatizar que es la

    frontera abierta y que mira hacia el Pacfico, la verdadera constructora del carcter

    nacional por oposicin al aporte histrico de la costa este o Atlntica. Sus obras claves

    son el clebre artculo de 1893 sobre el significado de la frontera en la histora

    norteamericana, que convirti en libro en 1920 (Turner, 1920), y finalmente otra bra suya

    sobre la regin en la historia nacional publicado en 1950 (Turner, 1950). Con la lectura

    atenta de la magistral obra de Oscar Handlin (La verdad en la historia, 1979/1982), uno de

    los ms brillantes representantes de la nueva historiografa norteamericana, hubiera sido

    suficiente para que Londoo se ubicara mejor en la importancia de esta discusin y en su

    contexto preciso, pero desafortunadamente no parece haberla tenido en cuenta.

    Segn este historiador norteamericano, la migracin ha sido la gran obsesin de la cultura

    nacional de ese pas, lo que por otra parte explica que las mismas preguntas sobre por

    qu migraron los colonizadores de sus territorios originales, por qu llegaron a esa tierra

    prometida y porqu siguieron avanzando sobre territorios baldos u ocupados por los

    grupos indgenas, se vuelvan a plantear una y otra vez desde distintos horizontes

    historiogrficos y polticos. Norteamrica, dividida entre dos regiones y culturas diferentes,

    el Norte y el Sur, superar tarde el regionalismo y en la resolucin de esta fractura social,

    el Oeste parece entonces tener la clave para explicar y comprender la peculiaridad de su

    unidad nacional. Aunque esta dinmica de fortalecimiento del proyecto nacional se

    empieza a gestar entre 1815 y 1900 en medio de mltiplesycontradictorios procesos,

    enrealidadcnstaliza despus, en la primera mitad del siglo XX, segn el estudio R. M.

    Crunden (Introduccin a la historia de a cultura norteamericana, 1990/ 1994). Ahora bien,

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    mientras que Norte y Sur designan realidades culturalmente reconocibles

    (modernizacin / industrialismo vs. tradicionalismo / esclavismo), Oeste es un concepto

    impreciso y ante todo promisorio, de futuro, y til para el despliegue ms de lo imaginario

    que de lo real. La cultura nacional ser entonces el resultado tardo de una sntesis de

    estos imaginarios distintos, que se produce entre 1900-1941, despus de que se

    restaaron las heridas de la guerra civil de 1861-1863, se impusiera un ambiente

    pragmtico para resolver las diferencias y conflictos aplazados y se reconciliaran lo

    urbano y lo rural al comps de la industrializacin y de la modernizacin de la agricultura.

    Por supuesto que quedaba pendiente el gran dilema americano, segn el anlisis de G.

    Myrdal en 1944 y A. Rose en 1944 y como lo confirmaran los conflictos de las dcadas

    posteriores, es decir, la paradoja de una dinmica sociedad democrtica pero incapaz de

    integrar plenamente a los negros al proyecto nacional.

    7. A nuestro juicio, este es el contexto adecuado para valorar la obra de Turner, y en esto

    no hacemos ms que seguir a Handlin, quien observa que fue la reduccin de sus ideas a

    los elementos ideolgicos en torno a la frontera, operacin que es de la entera

    responsabilidad de los partidarios de una historia institucional y no de este historiador, lo

    que obscureci los otros e importantes elementos de su obra y la de sus discpulos.

    Segn Handlin, Turner se apartaba de una visin institucional de la historia y tena una

    mirada ms amplia que la de la mayora de sus seguidores, era contrario a determinismos

    geogrficos y polticos, procur mostrar las conexiones entre estos fenmenos y los

    culturales y religiosos, y propugnaba por que estos fueran observados y apreciados en

    una escala adecuada, lo que lo llev a interrogarse sobre cmo es que ellos toman forma

    en la dimensin regional. Tambin parece evidente que Turner no fue del todo conciente

    de la influencia e impacto de sus tesis acadmicas en el ambiente poltico e ideolgico y

    que en su caso se ha producido una suerte de injusticia historiogrfica. En efecto, siempre

    segn Handlin, desde 1920 se fue imponiendo una nueva generacin de

    historiadores positivistas interesados en un nuevo relato histrico que se ocupaba ms de

    los fenmenos sociolgicos (inmigrantes recientes, la clase obrera y la industrializacin,

    las mujeres, las minoras tnicas) que demandaban explicaciones a las ciencias sociales,

    y fue slo despus de 1945 que se retorn, bajo nuevos parmetros, al antiguo paradigma

    consensual para explicar la historia nacional y que se redescubri, para manipularla, la

    obra de Turner y sus ideas sobre la frontera y el Oeste. En esa misma vena se

    encuentran las opiniones al respecto de otro experto en la historia norteamericana, quien

    considera que fue despus de la segunda guerra mundial, y por supuesto ya bajo la

    influencia de la sociologa parsomana (la referencia aqu es a T. S. Parsons, el grande),

    que las tesis expuestas por Turner en un contexto muy distinto, se pusieron al servicio de

    los ideales de una historiografa consensualista en los Estados Unidos, que para ese

    entonces estaban vidos de unidad mtica e ideolgica para asumir el reto de actuar como

    la gran potencia que emergi de entre las cenizas de la guerra y que se enfrentaba a un

    poderoso enemigo externo, la Unin Sovitica y el comunismo (Cf. Zunz, 1990:272-283).

    8. No obstante, no se puede inferir con ligereza de lo dicho, que J. J. Parsons, el

    nuestro, fuera un simple agente del modelo funcionalista del otro Parsons, cuyo

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    pensamiento sociolgico, dicho sea de paso, por su riqueza y complejidad, tampoco

    puede ser reducido a mero sostn terico del mundo capitalista surgido de la posguerra,

    sino que incluye muchos otros aspectos que hoy se estn retomando y revalorando por

    las ciencias sociales bajo otros paradigmas, pero que no es del caso detallar aqu. En

    Parsons, el gegrafo que estudi la colonizacin antioquea en Colombia, se

    entremezclan varias y muy valiosas tradiciones acadmicas, entre las que se destaca la

    influencia de la geografa cultural de Carl O. Sauer, que se orienta por una perspectiva

    compleja e integradora de fenmenos sociales diversos.

    Pero lo significativo es que la ms reciente historiografa norteamericana al respecto (Cf.

    las obras citadas por Handlin y Zunz) ha terminado tanto por reconciliarse como por

    superar la perspectiva de Turner, apuntando ahora s a una sntesis de la historia

    norteamericana, al identificar que el puritano y el yanqui, el colonizador originario y el

    moderno, la comunidad socio-religiosa original y la construccin de modernidad y Estado,

    son ocesos sin duda diferentes pero que lejos de haberse excluido se complementaron y

    retroalimentaron para dar forma a la peculiaridad de la experiencia histrica de ese pas.

    No obstante, el hecho de que Londoo no identifique o reconozca estas tendencias y

    luchas internas en la historiografa norteamericana y aun en el imaginario colectivo de sus

    ciudadanos, hace que su alegato contra el modelo Turner-Parsons tenga un punto de

    partida incompleto y que su consecuencia metodolgica inevitable sea la de su sesgo

    respecto del anlisis del modelo de Parsons para analizar el caso de la colonizacin

    antioquea.

    9. Por otra parte, la revisin bibliogrfica asumida por Loiidoo, tiene toda la intencin y el

    diseo de seriedad requerida por el caso y por la propia investigacin, no obstante varios

    dvidos importantes que detallar ms adelante. Pero insisto, que tal vez z obsesionado

    por un ajuste de cuentas historiogrfico, es decir, por el esquema mental de trabajo de un

    modelo al que hay que oponer un contra-modelo, su balance termina por negar o no ver

    suficientes evidencias que indican que desde los aos setenta hasta nuestros das, el

    modelo de Parsons se fue superando, en forma sistemtica y sin interrupciones, por los

    trabajos de las nuevas generaciones de historiadores profesionales y aficionados. Se le

    puede conceder a Londoo que se trata de una superacin del modelo de Parsons ms

    bien acumulativa que intencional o consciente, realizada sin mucha conviccin combativa,

    pero no hay duda de que al fin y al cabo se trata de una superacin del modelo y eso es lo

    que importa.

    En efecto, una mirada ms atenta y menos sesgada sobre la historiografa que se inicia

    desde la dcada del setenta, le habra ayudado a Londoo a matizar sus puntos de vista.

    En concreto, lo hubiera puesto sobre aviso de que las relaciones entre los modelos y la

    construccin de saberes histricos son mucho ms complejas de lo que parecen, como

    este caso lo pone de presente. En efecto, sin negar la importancia de discutir la influencia

    del modelo de Parsons (y Turner), una cuestin de fondo que Londoo olvida es que la

    construccin historiogrfica del occidente colombiano fue tarda y que debemos admitir

    que es en la medida en que se gana en la informacin y comprensin de procesos y

    espacios contrastados, como finalmente se pueden trascender modelos como el de

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    !

    Parsons y cualquier otro. Ms concretamente todava, en lo personal soy de la idea de

    que las figuras claves en la construccin acadmica del Occidente colombiano son

    precisamente J. J. Parsons y G. Colmenares (nuestro estudio para Colciencias y la

    Universidad Nacional de Colombia lo dedicamos al colombiano y al norteamericano,

    fallecidos en 1990 y 1997, respectivamente), pero que no deja de ser una paradoja que la

    tarea de correlacionar sus respectivos trabajos sea todava una empresa en ciernes

    (Almario y Ortiz, 1998).

    Los aciertos y errores en el trabajo nuestro y los que veo ahora en el de Londoo me

    confirman esta percepcin. Echamos de menos tambin y lo lamentamos sinceramente,

    que el trabajo que realizamos Luis Javier Ortiz y Oscar Almario, similar por la temtica y la

    metodologa al de Londoo, le sea desconocido.

    En nuestro caso, fue el reconocimiento de los avatares en la construccin historiogrfica

    del occidente colombiano, el que nos dio la clave para penetrar en la densa y al tiempo

    desigual produccin al respecto, en las ltimas dcadas en general, y a la que se refiere a

    la construccin del Viejo Caldas en particular, como mostrar ms adelante.

    A propsito de lo que aqu se evala y discute, una pieza clave del rompecabezas se

    encuentra en Colmenares. Mientras que en el primer libro de Colmenares (1973) sobre la

    economa y sociedad colonial se haba olvidado en buena parte el tratamiento del

    occidente de la Nueva Granada, dicha debilidad se corrige con el siguiente libro suyo

    sobre Cali (1975), en el que se pone de relieve la gran autonoma de las estructuras

    provinciales frente al poder central colonial (Popayn o Santaf). Este ejercicio, adems,

    constataba la pertinencia de su ya enunciado proyecto de una historia regional como

    alternativa a los modelos estriles que no estaban dispuestos a abordar con rigor la tarea

    de la documentacin histrica y su anlisis.

    Es importante traer a cuenta estos asuntos, porque en el trabajo de 1973, Colmenares

    utiliza un horizonte conceptual acerca de la frontera y la colonizacin que no tiene nada

    que ver con las ideas de Tumer-Parsons (y las confusiones anotadas) y s con lo expuesto

    por el historiador chileno Rolando Mellafe (1969), a propsito de la frontera agraria del

    virreinato peruano en el siglo XVI. Lo que es una evidencia en contra del supuesto de

    Londoo acerca de la influencia inapelable del modelo de Turner-Parsons en la

    historiografa latinoamericana sobre el tema. Por supuesto que se trata de problemas

    histricos distintos, es decir, en un caso la frontera colonial y en el otro la frontera

    republicana. Pero lo que s queremos subrayar aqu, es que ya desde principios de los

    setenta, Colmenares propona analizar la frontera colonial bajo unos parmetros

    conflictivos y fluidos, como una relacin social y de poder entre los ncleos urbanos y los

    pueblos indios subordinados o potencialmente tales, como un asunto observable a la luz

    del control social y poltico del espacio, en el que estn presentes la resistencia indgena y

    las rivalidades de centros urbanos por el control de su mano de obra. Si bien es cierto que

    estos hallazgos y explicaciones se utilizan en Colmenares para dar cuenta de la

    consolidacin y los retos en el dominio colonial, son una evidencia historiogrfica

    innovadora que no se puede soslayar, precisamente porque con base en ellos se

    definiran despus, por el propio Colmenares y por nuevas

  • !"&!

    !

    generaciones de historiadores, buena parte del tratamiento de los asuntos espaciales y de

    poblamiento en tiempos decimonnicos y contemporneos.

    No hay que olvidar, por otra parte, que mientras que la produccin historiogrfica del

    mundo paisa sobre esta frontera es abundante, la reciente produccin historiogrfica

    que se hace desde el mundo caucano es muy reducida y se concreta en unos cuantos

    nombres (Zuluaga, Vlez, Valencia Llano, Atehorta, Londoo,Betancur, A]mario, entre

    otros). Llama la atencin que Londoo olvide considerar uno de los pocos estudios que

    tratan el tema de las fronteras del Gran Cauca, y ms aun cuando la parte sustantiva de

    su argumento es directamente polmica con la perspectiva de Londoo. En efecto,

    Valencia Llano (1993b) estudi el tema de las relaciones entre el poblaniiento y la

    modificacin de las fronteras, un tema que no obstante su relevancia, en realidad haba

    sido .olvidado por la historiografa regional, lo que por otra parte confirma el precario

    estado de los estudios de historia demogrfica. El autor parte de un argumento central:

    Los bajos niveles poblacionales y lo extenso del territorio evidencian que el Cauca no

    tena poblacin suficiente para ocupar los inmensos baldos que lo conformaban

    (Valencia Llano, 1993b: 1). Sobre todo los de la frontera norte que lindaba con Antioqua y

    que desde la segunda mitad del siglo XIX empezaron a ser ocupados por las avanzadas

    de los colonizadores mestizos-blancos provenientes de dicha regin competidora del Gran

    Cauca. En contraste, las otras tres zonas fronterizas del Cauca estudiadas por Valencia

    la inexplorada regin de vertiente que daba al Amazonas, la de los baldos de la

    amplia frontera del Pacfico asociada a las explotaciones mineras y las tierras de los

    resguardos indgenas del sur andino, que eran de propiedad comunitaria, presentaban,

    en medio de diferencias notables, la caracterstica comn de ser, al tiempo, fronteras

    econmicas y culturales, por el hecho de estar ocupadas por grupos tnicos como los

    indgenas y los negros, que no se correspondan con el ideal de mestizaje proclamado por

    la Repblica. Lo que sugerimos es que de cualquier manera, la dbil migracin caucana y

    la ms dinmica antioquea, representan sin duda maginanos distintos pero de todas

    formas tnicamente compatibles porque se trata de mestizo-blancos, es decir, que los que

    se encuentran en esos espacios vacos no son mayoritariamente indios ni negros. Pero

    el autor descuida el tratamiento de estos aspectos.

    Las otras piezas del rompecabezas son muy variadas y la ruta ms confiable para

    visualizarlas parece ser la de seguir en el tiempo esas construcciones historiogrficas,

    metocologa en la que coincidimos con Londoo. Sin embargo, los resultados de ambos

    ejercicios son diferentes y hasta contradictorios.

    10. Otra contradiccin de Londoo parece residir en la cuestin de cmo se captan y

    analizan fenmenos tendenciales en los procesos de frontera y colonizacin en los

    espacios bajo estudio. En efecto, al poner el nfasis en que tales procesos ocurren en el

    norte del suroccidente colombiano, Londoo parece sugerir que la tendencia social y

    demogrfica principal procede de sur a norte, es decir, que se orienta desde el Cauca

    hacia Antioquia, y eso es algo que con base en informacin contrastada y an con su

    propia informacin y documentacin no se puede concluir. En nuestro caso (Almario y

    Ortiz, 1998, II: 197-384), preferimos definir a Caldas, como una regin nueva, moderna y

    Sebastin Martnez Botero

    Sebastin Martnez Botero

  • !"'!

    !

    nacional, con lo cual sugerimos que si bien es el resultado de mltiples procesos de

    frontera y colonizacin, finalmente se trata de una nueva regin nacional, que cuenta con

    identidad propia y que ya no se trata de una regin que responda en lo fundamental a las

    lgicas polticas y culturales decimonnicas y a las de sus antiguas unidades. Para

    llegar a nuestras conclusiones, consultamos un total de 374 registros bibliogrficos,

    mientras que Londoo llega a ls suyas a travs de 110 registros bibliogrficos. Pero la

    cuestin no alude en estricto sentido a lo cuantitativo, porque como suele ocurrir en

    cualquier balance bibliogrfico, siempre habr criterios dispares a la hora de seleccionar

    el material a evaluar. No obstante, en los balances bibliogrficos hay que proceder con

    suma cautela porque cualquier error puede desenfocar la labor. Por ejemplo, en nuestro

    balance, decidimos incluir miradas sobre la regin que trascienden la de los historiadores

    pero que son portadoras de imaginarios histricos, como en la novela, el relato popular, la

    geografa, la sociologa histrica, entre otras; asimismo, ampliamos la revisin de

    materiales hasta principios del siglo XX porque tenamos la percepcin de que la

    construccin de la regin articulaba tanto esfuerzos de los intelectuales como de los

    imaginarios colectivos. Pero lo ms importante a tener en cuenta en este punto, es que la

    conclusin del balance bibliogrfico de Londoo se resume en que, no obstante matices e

    intentos de superacin, el modelo de Parsons se ha mantenido inclume hasta el

    presente. Mientras que nuestro balance difiere en mucho de esa conclusin. Y respecto

    de las explicaciones acerca de qu es lo que explica en ltimo trmino los

    desplazamientos hacia esos lugares vacos, la hiptesis de la vlvula de seguridad

    parece haber funcionado sobre todo a favor de lo antioqueo antes que de lo caucano.

    11. Buena parte de los problemas de Londoo en su balance bibliogrfico, aparte de lo

    parcial que resulta, se originan en que no alcanza a captar la riqueza historiogrfica e

    ideolgica que gira en torno a la configuracin de la regin y que amenta diferenciar tres

    perodos en cuanto a la construccin de las imgenes de ella: el primero comprende los

    aos 1905-1935; el segundo se extiende hasta fines de la dcada de 1960; y el tercero

    recoge las nuevas construcciones e imgenes regionales a partir de 1970 hasta la fecha,

    aproximadamente.1

    El primer perodo cubre los aos comprendidos entre 1905 y 1935, y revela un optimismo

    social, econmico, poltico y cultural, fruto de la epopeya colonizadora; del

    fortalecimiento de valores identitanos; del auge del comercio y de la produccin cafetera,

    ganadera, minera, agrcola e industrial, jalonados por una sociedad trabajadora que puso

    en accin medios de comunicacin cada vez ms modernos: cables areos, navegacin a

    vapor, ferrocarriles y carreteras para realizar intercambios con el resto del pas y con el

    exterior, basados en una nueva moneda: el caf. La visin que predomin fue la

    geogrfica: Apuntes para la Historia de Manizales de Jos Mara Restrepo Maya (1914),

    Geografa Mdica y Nosolgica del Departamento de Caldas de Emilio Robledo (1916) y

    sobre todo, cuando como resultado de los programas liberales de Cultura Aldeana, se

    publique La Geografa Econmica de Caldas (1937) de Antonio Garca. Fueron

    1 Las siguientes pginas con base en Almario y Ortiz, 1998, II: 197-384. En este estudio, la parte correspondiente a Caldas fue redactada por

    Luis Javier Ortiz y aqu he tomado apartes textuales para los efectos del presente ensayo.

    Sebastin Martnez Botero

  • !"(!

    !

    precisamente estas primeras imgenes las que impactaran a Parsons, cuando ste visit

    Colombia en la dcada del cuarenta, pero imgenes similares le fueron tambin

    transmitidas de viva voz por sus informantes en aquella poca.

    En este contexto, el proyecto de las lites de Manizales fundado en los anteriores rasgos,

    se impuso, no sin tropiezos, en la casi totalidad del Viejo Caldas. Dichas lites buscaron

    hacer un departamento moderno e integrado econmica, social y culturalmente, con un

    peso significativo del conservatismo y de la Iglesia, altos niveles educativos y otros lazos

    de cohesin social tales como: juegos florales, concursos literarios, publicaciones e

    imprentas, peridicos, revistas y buena comunicacin con los ejes de los mercados

    nacional e internacional.

    Con una bonanza econmica significativa y con el liderazgo poltico y cultural de sus

    lites, roto el cordn umbilical de Medelln, se vislumbraba ya una identidad cultural

    caldense que necesitaba sustentarse en una historia documental y en una literatura

    propias (De los Ros, 1992). Dicha identidad fue jalonada por dirigentes regionales, desde

    el eje de Manizales, con cobertura sobre un conjunto regional diverso que habra que

    homogeneizar culturalmente hasta donde fuese posible, en medio de tensiones con

    Pereira y Armenia.

    El segundo perodo sigui teniendo una influencia geogrfica bajo un registro apologtico

    de esta experiencia con obras como la de Antonio Garca y la publicacin en espaol de

    la de Parsons (1950). Pero se agregan miradas sobre las ciudades ms importantes y

    aparecen los trazos de los futuros ma1tices en las distintas zonas de colonizacin, tanto

    con .respecto a Antioquia como con el Cauca, y una preocupacin por el pasado

    precolombino, entre otros temas. A fines de la dcada del 40, James Parsons abri el

    continente de la nueva reflexin sobre la colonizacin antioquea en el occidente de

    Colombia, en muchos de cuyos rasgos coincidi con los estudios de Antonio F. Garca.

    Con un excelente estudio de geografa cultural, Parsons seal peculiaridades de la

    colonizacin, el importante carcter de la distribucin de la tierra y la configuracin de una

    sociedad de pequeos y medianos propietarios campesinos, gentes de mentalidad

    empresarial, que dieron lugar a una regin sui gen eris, predominantemente

    conservadora, catlica, con un nivel de vida frugal, ycon altas tasas de natalidad. Segn

    Parsons, la colonizacin y las caractersticas de la minera colonial dejaron campo abierto

    para que la propiedad se fragmentara, lo que recibi un refuerzo e intensificacin con la

    apertura de nuevas tierras desde mediados del siglo XVIII y durante el siglo XIX. As, en

    las nuevas tierras volcnicas al sur y al oeste, la naturaleza profundamente quebrada de

    la regin, el orgullo de los cultivadores de caf, y el espritu de autonoma libre e

    independiente se combinaron para producir este caso rarsimo de una sociedad

    democrtica de pequeos propietarios en un continente dominado por el latifundio latino

    tradicional (Parsons, 1950: 106; Jaramillo Uribe, 1982: 5). En buena medida sus estudios

    avanzaban muchsimo con respecto a la imagen construida por los pioneros del Archivo

    Historial de la primera y segunda poca (1924-1934), y se constituirn en referente

    obligado para los estudiosos de la colonizaci6n y de Caldas en particular.

  • !")!

    !

    En resumen, las lites manizalitas lograron establecer smbolos, rituales, tradiciones

    educativas, formas urbansticas y arquitectnicas, estilos de vida y trabajo, y una historia

    documentadaparallevaracaboyconsolidarunproyecto econmico, poltico y social que hizo

    de aquella, una regin nacional de peso indiscutible dentro del pas y en el exterior. Si

    bien los lderes del proyecto trataron de independizarse totalmente de Antioquia en la

    dcada de 1930, ms en la literatura y en el pensamiento de las lites intelectuales, ello

    tuvo obstculos asociados a la violencia y a la competencia vial e industrial de las cuatro

    ciudades ms desarrolladas del pas en las dcadas de 1940 y 1950. Manizales tuvo as

    mismo dos ciudades competidoras dentro de su propio espacio, Pereira y Armenia. No

    obstante, el proyecto continu vigente ya no slo bajo las formas tradicionales sino

    buscando incorporar en l, con ms fuerza, al colono corriente y an al pueblo bajo, eje

    de la colonizacin y de la formacin regional. En parte, la colonizacin comenz a verse

    ya en la dcada de 1960 como resultado del colono luchador contra el latifundio, aunque

    la idea de un mundo igualitario de pequeos propietarios campesinos se fortaleci.

    Esta ltima idea tuvo parte de su fuerza en una economa altamente parcelaria y de

    pequea y mediana propiedad, pero se manifest ms marcadamente en un proceso de

    poblamiento que fue disperso en su primera fase cuando las colonias agrarias fueron ms

    apoyadas por la Iglesia, y luego se transform en nucleado, cuando la formacin de

    pueblos vio aparecer al gobierno concediendo tierras y ordenando los centros urbanos

    con el apoyo de juntas de pobladores. Todo ello estuvo representado en un cmulo de

    historias locales que difcilmente tiene parangn en otras regiones del pas, y que revela

    un significativo apego al territorio y a su herencia en un mundo rural.

    Sin embargo, las lites manizalitas no pudieron controlar las nuevas realidades, con lo

    que Caldas se dividi en tres departamentos, lo que coincidir con nuevas perspectivas

    de estudio y apertura a nuevos temas en la regin.

    Con las visiones y percepciones que hemos sealado sobre Caldas, producidas desde

    diversas disciplinas, se han construido algunas imgenes bsicas sobre la regin que

    pueden recogerse en los siguientes tpicos, los cuales estn muy asociados a las

    visiones de la sociedad antioquea:

    a) Se trata de una regin nueva originada por un proceso de colonizacin antioquea al

    punto que segn los estudios sealados, casi esta tendencia expansiva la fabric. El

    papel de otras regiones en la configuracin caldense apenas se seal pero an no se

    haba estudiado.

    b) Bajo esta mirada, las caractersticas del pueblo paisa se trasladaron al eje Abejorral

    SonsnSalaminaManfzales PereiraArmenia, es decir, sus gentes, segn esa

    visin, tienen un carcter basado en las tradiciones antioqueas y diferente al del resto

    de los colombianos, explicable por su constitucin racial y por el esfuerzo que realizaron

    para superar las dificultades del medio; interesa la poltica en la forma pragmtica de una

    administracin eficaz y barata, que haga caminos, funde escuelas y mantenga el orden; el

    papel de la Iglesia es decisivo para el mantenimiento de las virtudes antioqueas y para

    que los grupos de analfabetos, zambos, negros e indios -que no participan de aquellas

  • !"*!

    !

    virtudes- acepten su situacin y permitan que la sociedad sea guiada por las gentes de

    bien (Melo, 1982). Adems la poltica est caracterizada por el civismo, el respeto a la

    legalidad, el reconocimiento de los derechos de la oposicin, con excepciones; tales

    ideales han sido compartidos por la mayora del pueblo de tal manera que el consenso se

    ha impuesto sobre el conflicto social. En sntesis, liberales y conservadores han depuesto

    sus diferencias y han logrado consenso para impulsar el desarrollo de una regin nueva,

    dinmica, rica y nacional.

    c) A estas percepciones se asociaron otras mas. De una parte unas tenues referencias al

    pasado indigena en una sociedad mestiza y blanca predominantemente, e incrdula de

    una posible relacin entre una sociedad moderna y unas sociedades prehispnicas casi

    totalmente extinguidas. Aunque algunos pioneros abrieron este campo de estudio, sus

    desarrollos institucionales fueron pocos y su incidencia social casi ninguna.

    El surgimiento del tema negro apenas se insinu, ms desde la novela y con referencia a

    un pasado lejano colonial que haba dejado algn rezago en el occidente caldense. El

    eje de las reflexiones socio-raciales siempre fue la referencia a Antioquia y a sta en su

    relacin con Espaa, pero en cualquier caso, el tipo predominante del caldense era el

    blanco descendiente de europeos y el mestizo en menor medida, sobrio, bien alimentado,

    de costumbres puras, robusto, enrgico, trabajador, aficionado al lucro y al ahorro y tenaz

    en sus empresas. El tercer perodo comprende los aos 1970-1998 y en el mismo se

    realizan estudios que muestran una regin heterognea y diversa, que se construye muy

    rpidamente en el siglo XIX dentro de marcados conflictos pero con una significativa

    distribucin y apropiacin de tierras donde predomin la pequea y mediana propiedad;

    una cultura ms antioquea que tolimense y caucana, y con un mayor reconocimiento de

    nuevos actores de carne y hueso: negros, indios, hacendados y comerciantes,

    principalmente. Sealemos entonces algunas de las caractersticas ms significativas de

    este perodo.

    a) Los trabajos de los pioneros abrieron un nuevo panorama para el estudio de la

    colonizacin de la regin, por lo que sus tesis sern claves para posteriores estudios, bien

    para afirmarse en ellas, tomar tpicos o debatirlas.

    b) Por las dcadas de 1960 y 1970 surge en Colombia una nueva generacin de

    estudiosos de las ciencias sociales y humanas, algunos formados en el exterior, y

    adquieren peso estudios de extranjeros sobre el pas, lo que permitir abrir nuevos

    campos de investigacin, con nuevos enfoques y fuentes. No obstante, el caso caldense

    ha sido abordado por pocos extranjeros, entre quienes sobresalen Keith Christie y

    Catherine Legrand, pues James Parsons, Roger Brew y Frank Safford, lo referencian

    asociado al caso antioqueo. Ms recientemente, Nancy Appelbaum estudia el caso de

    Guamal desde una perspectiva etnohistrica. Este hecho puede incidir en que an la

    regin no posea estudios histricos comparados y predominen los estudios de sociedades

    muy ruralizadas. El nmero de trabajos se multiplicar y el estudio histrico de la regin

    tomar fuerza donde el papel de los investigadores regionales y locales, especialmente

    caldenses, ser notorio y tendr un predominio y mayor desarrollo en Manizales que en

    Pereira y Armenia. Con ellos, surgirn tambin estudiosos que aportarn tesis de

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    !

    maestra y ensayos sobre temas regionales; se ampliar el nmero de publicaciones de

    libros -donde la imprenta Departamental de Caldas sigui siendo pionera-, revistas y

    folletos; as como eventos, congresos y encuentros; tambin son cada vez ms las

    instituciones que apoyan los desarrollos investigativos:

    Gobernacin de Caldas, Casas de la Cultura, Peridico La Patria, Instituto Caldense de

    Cultura, Bibliotecas, centros de documentacin regional como es el caso del Banco de la

    Repblica en Manizales, y las Universidades de Caldas, Tecnolgica de Pereira y

    Quindo.

    c) As, pioneros, nuevos investigadores y estructuras institucionales abrirn an ms los

    tpicos del estudio regional, en el contexto de nuevas realidades culturales, sociales,

    econmicas y polticas del pas y de los tres nuevos departamentos. Estos fenmenos

    darn lugar a investigaciones tratadas con nuevos paradigmas de anlisis (marxismo,

    estructuralismo, funcionalismo, sociologas del conflicto, historia social y econmica, etc.)

    que coexistirn con un alto nmero de trabajos descriptivos, los que con excepciones

    estn basados en limitadas comprobaciones documentales y una gran ausencia de crtica

    de fuentes. Surgirn visiones matizadas de la regin y comenzar a comprenderse su

    diversidad de poblamentos en diferentes subregiones y las peculiaridades de sus grupos

    sociales en el proceso de configuracin local y regional; al tiempo, los tipos de conflicto y

    formas de consenso. Si bien predominarn en los aos setentas y ochentas los estudios

    de histora econmica, en clara reaccin a una historia predominantemente acadmica

    que se venia elaborando en el pas y la regin, ms recientemente se empiezan a abrir

    nuevos campos relativos a la vida cotidiana, la familia, los conflictos locales, la poltica

    regional y en general temas de historia social. As mismo es notoria la bsqueda por

    elaborar nuevas visiones sobre cada subregin o pas en el contexto de un renacer de la

    historia regional en una sociedad cada vez mas globalizada y en el marco de una crisis

    de la produccin cafetera.

    12. En este contexto se produjeron hechos historiogrficos decisivos que el trabajo de

    Londoo descuida sin explicacin:

    a) En la dcada de 1970, a partir del horizonte abierto por un trabajo global de ivaro

    Lpez Toro (1970) sobre la economa antioquea en los siglos XVIII y XIX, un conjunto de

    trabajos con matices que no podemos detallar aqu, apunt a la cuestin de las tensiones

    y conflictos en los procesos de frontera y colonizacin: J. Villegas (1977), R. Brew (1977),

    E Satford (1977), M. Arango (1977), A. Tirado (1979), K. Christie (1979).

    b) Los estudios previamente mencionados fortalecieron el ingreso a la dcada de 1980,

    en la cual se produjo un renacer de la historia regional caldense (Valencia Llano, 1993b).

    Los factores que motivaron este renacimiento segn Valencia fueron bsicamente el

    Seminario de Estudios Regionales en Colombia, el caso de Antioquia, organizado por el

    FAES en el ao de 1979, con su respectiva publicacin (1982); el segundo concurso de

    literatura caldense en 1981 que dio lugar a la publicacin de 3 libros de historia regional

    en 1983; el Premio Idea con la publicacin del libro El Gran Caldas, portento del despertar

    antioqueo (1989); y el seminario sobre colonizacin antioquea realizado en Manizales

  • !#"!

    !

    en noviembre de 1987, que cont con la presencia del profesor James Parsons y un

    conjunto de especialistas, y cuyos resultados fueron publicados como libro en 1989 (La

    colonizacin antioquea).

    c) El balance de esta dcada tan productiva para la historiografa regional resultara

    dispendioso aqu, y adems ya lo realizamos; lo pertinente para los efectos de la

    discusin que traemos radica en que los nuevos temas, autores y obras, coronan la

    demolicin de las visones idealizadas de la historia regional, incluyendo el modelo de

    Parsons.

    d) En este marco, conviene destacar el esfuerzo de Ricardo de los Ros Tobn (1986),

    quien retom este conjunto de aportes y los suyos propios, interpel especialmente los

    trabajos de C. Legrand (1984) y K. Christie (1986) y present una breve pero penetrante

    sntesis acerca de la configuracin de las subregiones caldenses durante el siglo XIX y

    que dieron pie a la formacin del departamento de Caldas entre 1905-1912. Su modelo,

    que complementamos y matizamos, nos permiti concluir en la existencia de cinco pases

    en esta regin, lo que se encuentra en la perspectiva del patrn de archipilagos

    propuesta ahora por Londoo. Tema que por su trascendencia vamos a retomar ms

    adelante y con el cual cerramos esta discusin.

    e) Como ya se dijo, en noviembre de 1987 se realiz en Manizales el seminario sobre

    colonizacin antioquea, que cont con la presencia del profesor James Parsons y otros

    especialistas, y produjo un libro que apareci publicado en 1989. El ambiente de este

    evento reflej las nuevas tendencias de la historia y los estudios regionales; valga

    recordar que el propio Parsons, con sus Reminiscencias de la Colonizacin Antioquea,

    sealaba que en su bsqueda de lo positivo dentro del proceso colonizador antioqueo y

    por darle mucho nfasis tal vez he contribuido un poco a un mito o leyenda rosa en

    relacin con los antioquelogos. Coment que Jorge Villegas y otros haban mostrado

    que eran algo romnticas sus presunciones acerca de la sociedad democrtica de

    pequeos propietarios o colonos y de las virtudes sencillas de la vida campesina

    tradicional, de la vida maicera en estas montaas. Por su parte, Jaime Jaramillo Uribe

    afirm que lo que pareca seguir siendo el punto de partida de una hiptesis plausible de

    trabajo es que la colonizacin antioquea del occidente colombiano y la sociedad global

    producida por ella, constizuye por muchos aspectos un caso singular en la historia,.no

    slo de Colombia sino de Amrica Latina. Seal que es posible que su misma

    singularidad dentro de la tradicin hispano-colonial, haya llevado a sus primeros

    exploradores a construir sobre ella una especie de leyenda rosa, pero para el sentido

    crtico que debe animar la tarea del historiador ello no puede conducir a su sustitucin por

    una leyenda negra. Consider que la historia est hecha de oro puro y escoria, de all que

    lo realmente importante era establecer el tipo de sociedad que se produjo en esta mezcla,

    determinar el carcter, resultado y efectos transformadores en su propio seno y en la

    estructura global de la sociedad colombiana. De todos modos, culmin diciendo que este

    es uno de los hechos nis significativos de la historia nacional.

  • !##!

    !

    13. En 1998, Almario y Ortiz presentaron el informe final a Colciencias y la Universidad

    Nacional de Colombia de un proyecto de investigacin que evalu bibliogrficamente la

    configuracin del Occidente colombiano del siglo XIX, de acuerdo con la historiografa de

    las ltimas tres dcadas. El primer volumen se dedic al Gran Cauca y el segundo a

    Antioquia la Grande, en cuyo contexto observamos la configuracin del Viejo Caldas.

    Contrario a lo que piensa Londoo, nosotros concluimos que para la dcada de 1980 lay

    suficientes evidencias que indican que estaba en plena evolucin un modelo alternativo al

    de Parsons para comprender la construccin de la regin caldense en el siglo XIX, a

    travs de un panorama sobre territorios, poblamientos y conflictos, y sobre la

    configuracin de sus pases, a saber, el pas del norte caldense o del sur Antioqueo:

    colonizaciones, poblados, orden y conflictos; el pas del centro: Antioquia vs. Cauca,

    colonizaciones blancas, mestizas y negras; el pas del oriente: un encuentro conservador

    entre Antioquia y Tolima con matices liberales en zonas clidas; el pas del occidente, de

    Anserma por Quincha hasta Marmato: heterogeneidad cultural, sociedades indgenas y

    negras y conflictos por tierras; el pas del Quindo: poblamientos, luchas, leyes y caf.

    El modelo propuesto por De los Ros (1986) para distinguir cinco subregiones en la

    configuracin del departamento de Caldas es bastante sugerente, pero requiere ser

    afinado desde dos perspectivas: de una parte, la regin que se construye durante el siglo

    XIX posee parte de su historia asociada a las viejas ciudades coloniales y a sus

    respectivas jurisdicciones. Por tanto, las dinmicas de anexin, separacin, segregacin y

    rivalidades, entre gobernaciones, provincias, localidades o an estados o departamentos -

    segn los perodos- se les debe comprender en esa combinacin de viejas jurisdicciones

    y nuevos espacios republicanos. Esto es propio de un territorio disputado por las viejas

    gobernaciones de Antioqua y Popayn, y por ciudades con jurisdiccin colonial y an

    republicana como Mariquita, Remedios, Santa Fe de Antioquia, Arma, Anserma y

    Cartago. Ello revela que si bien se trata de una regin nueva durante el siglo XIX, su

    composicin reordenar viejos espacios coloniales que a su vez se proyectarn sobre la

    repblica y otros espacios republicanos creados en ese siglo.

    De otra parte, adems de ser necesarias precisiones histricas en la configuracin de los

    diversos territorios, utilizamos la nocin de pases al referirnos a tales porciones del

    territorio regional, haciendo explcitas sus caractersticas geohistricas, econmicas,

    polticas y culturales, que hasta el momento permiten los estudios realizados.

    En suma, con base en De los Ros Tobn (1986) y nuestro propio trabajo (Almario y Ortiz,

    1998: II), se pueden concluir dos asuntos sustanciales: primero, que el modelo de

    Parsons parece funcionar bsicamente para el sur antioqueo o norte caldense pero no

    para el resto de los pases que se configuran en la regin; segundo, que el modelo de

    subregiones o de pases coincide en lo fundamental con lo propuesto por Londoo sobre

    el patrn de archipilago.

    Veamos entonces de manera sinttica, basados en la bibliografa existente en los ltimos

    aos, dentro del proceso de formacin regional caldense en el siglo XIX, los distintos

    pases que se configuraron, y que unificados administrativamente entre 1905 y 1912,

    dieron lugar al departamento de Caldas en Colombia.

  • !#$!

    !

    a) El norte caldense o el sur de Antioquia: colonizaciones, poblados, orden y

    conflictos. El pas del sur antioqueo o norte caldense, fue construido por

    pobladores de diversa condicin, en zonas medias de montaa entre el oriente de

    Antioquia y el pramo del Ruiz, hacia las vertientes occidentales de la cordillera

    central cayendo al ro Cauca y al Chinchin. Este es un pas nuevo formado entre

    fines del siglo XVIII y mediados del siglo XIX, con la peculiaridad de que gran parte

    de los globos de terreno existentes entre la Ceja del Tambo (oriente de Antioquia)

    y el ro Chinchin, lmite entre las gobernaciones de Antioquia y Popayn, estaban

    en parte titulados a los espaoles Felipe Villegas y Jos Mara Aranzazu, ambos

    hombres influyentes y ricos comerciantes. Esta peculiaridad hizo muy conflictivo el

    proceso de colonizacin, dado que la lucha de colonos pobres y medianos por

    obtener tierras y formar colonias, con las dos concesionarias, fue larga y

    conflictiva. A ello se agrega el hecho de que los, globos de terreno que decan

    poseer la concesin Villegas y la Aranzazu, tenan zonas comprometidas con

    las antiguas jurisdicciones coloniales de la ciudad de Arma, con particulares que a

    cada paso alegaban propiedades o denuncios de baldos no legalizados, y con los

    ttulos mismos que, en casos, estaban viciados procesaimente o haban sido

    ampliados por sus sucesores.

    El proceso de construccin del pas del norte reviste especial importancia porque

    incorpora al territorio nacional gentes y espacios de gran valor para el desarrollo

    econmico, social, poltico y cultural de Colombia. Reorgarnza y abre nuevas

    comunicaciones entre Antioquia, el Cauca, el Tolima y el centro del pas. Da lugar a la

    formacin de una sociedad donde, en medio del sistema de concesiones, logran tener

    cabida pequeos y medianos propietarios que crean una cadena de poblados que

    incidirn en la formacin de la regin. Manizales se constituir en el eje de la misma y sus

    elites jalonarn un proyecto regional que en lo econmico se bas en el caf, la

    agricultura, las vas de comunicacin, la ganadera y el comercio, y en lo poltico y

    cultural, cre formas de cohesin desde el conservatismo en asocio con la Iglesia en el

    contexto de la epopeya colonizadora.

    El proceso de configuracin del pas del norte se produjo por el desplazamiento de

    oleadas de gentes humildes, sectores medios y grandes propietarios y comerciantes,

    sobre un espacio casi vaco y despoblado. Entre 1800 y 1849 las colonias de poblamiento

    se asentaron desde Sonsn y Abejorral hasta Manizales, pasando por Aguadas, Pcora,

    Neira y Salanuna. A pocos aos, Aranzazu y Filadelfia completaron el mapa y

    transformaron una selva en una sociedad de frontera agrcola y ganadera, de frontera

    cultural y poltica (Parsons, 1950).

    b) El pas del centro: Antio quia versus Cauca, colonizaciones blancas, mestizas y negras.

    El pas del centro tuvo como ejes a Pereira, San Francisco (Chinchin), Aldea de Santa

    Mara, Santa Rosa, localidades cercanas y el valle bajo del ro Risaralda y del Caaveral

    del Carmen.

    Entre 1844 y 1863 se hizo el poblamiento que cubre la lnea Santa Rosa, Aldea de Mara

    y Pereira. La heterogeneidad de esta zona tiene que ver con varios factores: en primer

  • !#%!

    !

    lugar, Pereira se configura en el espacio de una concesin de tipo colonial, de la familia

    Pereira Gamba. En segundo lugar la aldea de Mara, que finalmente es asociada a

    Antioquia, pasa por conflictos muy significativos despus de los aos 50, en especial en

    cuanto a la adscripcin de tierras y titulacin de las mismas para la poblacin. En tercer

    lugar, los poblamientos son dependientes de la movilizacin predominantemente de

    antioqueos y gentes de la zona de Anserma y Riosucio hacia el territorio sur del

    occidente. En cuarto lugar, fueron decisivos los conflictos en la zona del valle de

    Risaralda, tanto en la Virginia como en Caaveral del Carmen, entre hacendados y

    pobladores negros. Y en quinto lugar, son excepcionales las peculiaridades de la zona

    antioqueo-caldense asociadas a poblamientos indgenas y an a poblamientos que se

    comunican con la zona chocoana.

    Este territorio es bastante heterogneo, tiene un eje central en Pereira y est asociado por

    el norte a Manizales a travs de Santa Rosa y la Aldea de Mara; hacia el occidente antes

    de pasar el ro Cauca se encuentran Marsella y Palestina, y mucho ms all despus del

    Cauca, Risaralda, Belalczar y Viterbo. Sin embargo su relacin con el occidente ms

    lejano y con la zona que se encuentra bordeando el ro Risaralda es bastante fuerte a

    travs de Balboa, La Celia, Apa, Santuario, Virginia, Beln de Umbra y Pueblo Rico.

    Como puede percibirse es una regin heterognea que tiene un poblamiento colonizador

    antioqueo que se disputa con el poblamiento caucano en la aldea de Mara, Pereira y

    Santa Rosa. Mayoritariamente y casi hegemnicamente antioqueo en la zona cercana

    occidental, con poblamientos negros en la Virginia en donde hubo confrontaciones entre

    hacendados y comunidades negras, y con un peso importante de poblamiento indgena

    asociado a colonizaciones antioqueas en la zona que va desde Balboa hasta Pueblo

    Rico, conectndose de esta manera con el occidente hacia Riosucio.

    C).El pas del oriente: un encuentro conservador entr Antioqua y Tolima con matices

    liberales en zonas clidas. El pas del Oriente fue colonizado entre 1860 y 1900. A

    comienzos del siglo XX har parte decisiva del departamento de Caldas por sus

    ganaderas extensivas sobre el Ro Magdalena (La Dorada), sus poblamientos de tierras

    templadas y clidas asociados a la agricultura, minera y ganaderas pequeas en sus

    dems cuencas, y al comercio que cubra el occidente minero en el eje SupaMarmato y

    Antioquia. Por caminos, a travs de Sonsn, Salanuna y Manizales, se una con el ro

    Magdalena a travs de Mariquita y Honda, hacia el centro de la repblica o el ocano

    Atlntico.

    En este pas se vieron comprometidas las jurisdicciones de Santa F de Antioquia y de

    San Sebastin de Mariquita, pues sus lmites se remontan al perodo colonial y fueron

    objeto de una larga disputa durante el siglo XIX.

    En 1757, Remedios fue segregada de Mariquita para agregarla a Antioquia. Dado que

    Remedios estaba poblada por varios lugares, se entenda que su amplia jurisdiccin del

    ro la Miel hacia el norte, sera para Antioquia. En 1852, Codazzi seal los lmites entre

    las provincias de Crdoba (con capital en Rionegro) y Mariquita, los cuales fueron

    desaprobados por el gobernador de la primera en 1853 quien consider que: desde

    tiempo inmemorial la antigua provincia de Antioquia reconoci como parte integrante de

  • !#&!

    !

    su territorio el que se comprende por aquella parte por el ro La Miel hasta su

    desembocadura en el Magdalena y siguindose sta hasta los lmites con la provincia de

    Mompox. Ese mismo ao de 1853 se present un conflicto cuando un grupo de

    marmnillos fue amparado con ttulos de minas en las Serranas; segn ellos, tales minas

    eran parte del distrito antioqueo de San Carlos. Meses despus, las autoridades de

    Mariquita mandaron levantar en ese sitio una poblacin llamada Cocorn y nombraron un

    regidor que atropell a los Marinillos a nombre de las autoridades de Honda (Jaramillo,

    1997: 14).

    Al constituirse los estados soberanos en 1863, los conservadores de Antioquia y Tolima,

    alegaban derechos antiqusimos sobre los territorios del actual oriente caldense, por lo

    que debieron acudir a plenipotenciarios para dirimir el conflicto. Antioquia buscaba

    extender sus fronteras hasta el ro Magdalena y Tolima las suyas sobre el occidente

    colombiano por las vas que la comunicaban con el sur de Antioquia, el norte Caucano y

    el valle del Cauca hacia el Pacfico. Asimismo, estas tierras clidas eran ricas en aguas,

    maderas y oro, y con trabajo, adaptables para el levante de ganados mediante la siembra

    de nuevos pastos. Antioquia logr con la presencia de colonos el sostenimiento de

    maestros, curas y algunas autoridades en el oriente, y con alegatos jurdicos, el

    reconocimiento de las cuencas de los ros Saman y La Miel, los que en buena parte

    pertenecen hoy al oriente de Caldas. La larga disputa culminara en 1907, cuando al

    departamento de Caldas se agregaron zonas pobladas por antioqueos en territorios del

    Tolima: Pensilvania, Marulanda, Manzanares, Marquetalia, Saman, La Victoria y La

    Dorada.

    d) El pas del occidente, de Anserma por Quincha hasta Marmato: heterogeneidad

    cultural, sociedades indgenas y negras y conflictos por tierras. El pas del occidente

    caldense est configurado por la vieja jurisdiccin de la villa y luego ciudad de Anserma

    desde el perodo de la Conquista, y est atravesado por una formacin socio-racial

    heterognea de negros exesclavos y sus descendientes, entre la villa de Supa y el centro

    minero de Marmato; as como de indgenas de resguardos coloniales, entre Anserma,

    Riosucio y Supa; mestizos, mulatos y colonos antioqueos y caucanos quienes en busca

    de tierras y minas se asentaron all en el siglo XIX. Este es tal vez el pas ms

    heterogneo en la construccin regional, por su importancia minera, sus viejos nexos y

    centro de rivalidades entre Antioquia y Cauca; sus particularidades tnicas dado el

    predominio de negros e indgenas; su posicin estratgica en el viejo camino colonial y en

    las relaciones de sus principales ejes urbanos con el Choc. Se trata pues de un pas

    antiguo, en cuanto mantiene tradiciones, viejas jurisdicciones coloniales y poblamientos

    ancestrales; y nuevo, en cuanto se producir en l un proceso de colonizacin del

    suroeste y centro de Antioquia, que se superpondr a poblamientos caucanos, y se

    asociar a procesos de inversin de capitales britnicos en la minera en el eje Marmato-

    SupaRiosucio.

    Pues bien, este pas se construy en la margen izquierda del ro Cauca, y en las hoyas de

    los ros Risaralda, San Rafael y Caaveral principalmente, sobre la vertiente oriental de la

    cordillera occidental, y en menor medida sobre la vertiente occidental de la misma en

  • !#'!

    !

    terrenos medios de montaa entre 18 y 22 grados de temperatura y entre 1300 y 1900

    msnm. Con las excepciones de Marmato, Supa y Viterbo en zonas ms clidas (25) y

    Risaralda en terrenos bastante fros (10), predominan en las vertientes, las zonas

    agrcolas y en menor medida ganaderas, y en las partes bajas, las zonas mineras ricas en

    oro y plata principalmente (Garca, 1937).

    Como sealamos, el eje colonial de este pas, en el cual se encontraban asentadas

    sociedades indgenas, fue la Vifia de Santa Ana, fundada en 1539 en las provincias de

    Umbra en dominios del cacique Anserma. Santa Ana de los Caballeros de Anserma hizo

    parte, en razn de la produccin minera temprana, de ese circuito de ciudades y lugares

    mineros del occidente colombiano, junto con Cartago, Arma, Caramanta y Antioquia.

    Anserma, para mediados del siglo XVI, posea las minas ms ricas en oro del Nuevo

    Reino. An hoy subsisten nombres de la toponimia de este pas tales como Supa, Apa,

    Umbra, Anserma, Caramanta, Cartama y Guarma (Abad, 1995; Jaramillo, 1997).

    e) El pas del Qumdo: poblamientos, luchas, leyes y caf. El pas del Quindo hunde sus

    races en la jurisdiccin de Cartago Nuevo, la cual se mantuvo viva an hasta fines del

    siglo XIX entre los ros Chinchin y la Vieja sobre la vertiente occidental de la cordillera

    central hacia el ro Cauca y hasta los altos de Barragn. Como ocurri en la Provincia del

    Sur de Antioquia, las tierras selvticas caucanas de Cartago no gozaban de

    comunicaciones con el noroccidente, excepto por el viejo camino colonial que pasaba por

    Anserma y se diriga a Santa F de Antioquia o cruzaiido el Cauca hacia Rionegro y

    Medelln. La apertura de este territorio ser obra de colonos antioqueos provenientes del

    sur y del oriente, y de caucanos principalmente, quienes modificarn radicalmente este

    pas que tuvo 13.000 habitantes en 1892 (Salento, Filandia, Circasia, Calarc, Armenia y

    Montenegro) y 60.712 en 1912. El nuevo pas inicia tambin su proceso de construccin

    asociado a la ampliacin, mejoramiento y apertura del camino del Quindo, donde la

    poblacin de Boqua (1842) y ms tarde de Nueva Salento (1865) cumpli un papel

    decisivo en la formacin de los nuevos poblados del sur.

    Boqua surge en 1842 y Nueva Salento en 1865, en cuya jurisdiccin se crearon en pocos

    aos y con ms fuerza a fines del siglo, las colonias de Filandia (1878), Circasia (1884),

    Calarc (1886), Armenia (1889) y Montenegro (1890). Asimismo, dentro de la jurisdiccin

    de Cartago se cre una Empresa Colonizadora en 1884 de nombre Burila, que asoci a

    ricos manizalitas con propietarios caucanos y dentro de la cual se produjeron ocupaciones

    de colonos que lograron despus de largas luchas legales y violentas, obtener parcelas y

    fundar poblados tales como Pijao, Gnova, Crdoba y Buenavista. En este proceso,

    Calarc se constituy en el eje de la resistencia y reclamos de los colonos hasta que

    lograron titulaciones en 1929, cuando el Quindo era ya el primer productor de caf en

    Colombia. Tal como se percibe, el proceso de formacin del pas quindiano no estuvo

    exento de conflictos y en parte suya se repitieron, con sus debidos matices, los sucedidos

    entre colonos y la Concesin Aranzazu, entre Sonsn y Manizales.

    En trminos poltico-administrativos, desde 1863 oper la municipalidad del Quindo, con

    capital en Cartago; luego en 1886 se cre la Provincia del Quindo dentro del

    departamento del Cauca, con la misma capital y con lmites al norte en el ro Chinchin;

  • !#(!

    !

    ms tarde, en 1896, la Provincia tena 71.000 habitantes, en su mayora antioqueos,

    distribuidos en 9 distritos: Mara, San Francisco (Chinchin), Santa Rosa de Cabal,

    Pereira, Filandia, Salento, Victoria, La Unin y Toro (Pea, 1892). Para entonces, Pereira

    era el centro principal con 10.000 habitantes, cuando el representante liberal Rafael Uribe

    Uribe propuso la secesin de la Provincia del Quindo para crear la de Pereira, lo que no

    se aprob. Pereira tena entonces una fuerte rivalidad con Manizales y con Cartago, eje

    junsdiccional, hasta comenzar el siglo XX. Unos aos despus, vecinos influyentes de

    Annenia desarrollaron un movimiento para separarse de la Provincia del Quindo pero una

    asamblea constituyente decret por la ley de abril 17 de 1905, el nacimiento del nuevo

    departamento de Caldas con la oposicin de antioqueos y caucanos. Solo lograron

    ponerle el nombre del sabio Caldas ante el proyecto oficial que lo denominaba de los

    Andes. Por su parte, los Antioqueos obtuvieron en compensacin por la prdida del sur,

    la regin de Urab, un viejo anhelo pero bastante costoso.

    Pues bien, el poblamiento del pas quindiano tuvo cuatro ejes referidos al territorio

    demarcado desde las tierras de Filandia al norte hasta Gnova sobre la cordillera del

    Barragn; la Tebaida, Montenegro y Quimbaya hasta el ro la Vieja; y Salento hasta las

    mrgenes del eo Otn. Tales ejes se configuraron del siguiente modo:

    1. Las oleadas de colonos provenientes de Antioqui predominantemente. Dentro de una

    dinmica de rivalidades por el control territorial a travs de la fundacin de pueblos y la

    consecucin de tierras en zonas caucanas, entre antioqueos y gentes que ascendan del

    valle geogrfico del ro Cauca, sobre todo de Cartago y localidades vecinas, se produjeron

    oleadas de colonos antioqueos predominantemente. No falt la presencia estatal en la

    distribucin de tierras a las colonias y en la fundacin de Salento.

    2. Este ltimo se convirti en eje decisivo en la construccin de la regin y en la

    consolidacin del camino del Quindo.

    3. Dicho camino fue decisivo para la apertura del nuevo pas y para establecer

    comunicacin entre el Magdalena y el Cauca, Ibagu y Cartago, el centro y el occidente

    del pas.

    4. Finalmente, el Quindio en su parte sur es ininteligible sin la presencia de la lucha entre

    los colonos y la Empresa Burila (Cadena, 1988; Grisales, 1990; Snchez, 1982).

    No obstante las objeciones al trabajo de Londoo Motta, reconocemos en l un intento

    serio, pero incompleto, para aportar nuevos elementos a uno de los temas ms sensibles

    de la historiografa nacional, por la calidad de los trabajos que se refieren a l y por la

    trascendencia de esta experiencia en la configuracin de la nacionalidad colombiana,

    incluido el muy sutil tema de las identidades. Dimensin en la que, precisamente, este

    trabajo se debate. Porque ms all de los explcitos y convencionales procedimientos

    propios de la disciplina, en l est presente otra tensin que aunque latente por

    pertenecer al mundo de lo imaginario, no deja de ser real: la evaluacin de la influencia de

    lo caucano versus lo antioqueo en la construccin de la nacin.

  • !#)!

    !

    Agreguemos que no es frecuente que los historiadores reflexionemos sobre nuestros

    propios productos, esto es, que intentemos penetrar en el potencial epistemolgico de

    nuestros hallazgos, hacindolos explcitos a la comunidad disciplinar. La eleccin de tal

    perspectiva es menos frecuente todava en la tradicin acadmica nacional, por lo cual

    hay que subrayar que este es uno de los mritos del estudio en cuestin. Pero es muy

    probable tambin, que los evidentes obstculos que tuvo este investigador para resolver

    la tarea que se uTLpuso, reflejen de cierta forma el estado de inmadurez de la disciplina y

    de la propia formacin de sus nuevos investigadores. La admisin de esta situacin o

    estado del arte de la disciplina histrica en este punto, no debe traducirse en trminos de

    una suerte de fatalismo, desencanto o escepticismo respecto del discutido estatuto

    cientffico de la historia, actitudes tan caractersticas de ciertas poses posmodemas muy

    en boga en la actualidad, sino en la decisin de superar esta situacin a travs de

    proponerse nuevos retos, personales y colectivos, subjetivos y disciplinares. Finalmente,

    deseamos reconocer el esfuerzo de Londoo, y mencionar que el concepto del evaluador

    del que, como se dijo, surgi este ensayo, fue aprobatorio.

  • !#*!

    !

    Captulo 1

    IMGENES Y CONSTRUCCIONES

    SOBRE LA REGIN EN EL SIGLO XX

    La regin caldense se configur durante el siglo XIX, disgregada en provincias a partir de

    la independencia, en departamentos y provincias pertenecientes a Estados bajo la

    federacin (1863-1886), o a departamentos durante la regeneracin (1886-1903).

    Como uno de los resultados del federalismo, se mantuvieron en los inicios de la

    regeneracin, las divisiones territoriales de los Estados Soberanos. Mas, dentro de las

    perspectivas regeneradoras, la quiebra de las viejas regiones para fortalecer el estado

    central se hizo evidente. Por ello, entre 1888 y 1890 un proyecto de divisin territorial del

    gobierno, liderado por Carlos Holgun a expensas de Rafael Nuez, busc crear nuevas

    regiones sin xito inmediato, con lo que ya Manizales como cabeza de un nuevo

    departamento apareci en el panorama nacional. Para entonces, viajeros y propios

    perciban el sur antioqueo y el norte caucano y en menor medida el noroccidente

    tolimense como una posible regin especialmente por sus pobladores

    predominantemente antioqueos, por su relacin intima con la geografa de media

    montaa, por la creacin de circuitos econmicos y culturales centrados en una

    agricultura de subsistencia, una creciente ganadera, vas de comunicacin y una

    excepcional produccin cafetera; y por la cada vez ms cohesionada lite manizalita con

    Pero fueron Marceliano Arango en 1888 y Rafael Uribe Uribe en 1896, quienes

    propusieron crear un nuevo departamento. Daniel Gutirrez Arango y Aquilino Villegas

    tambin lo impulsaron desde relaciones en Pereira y Armenia.

    las columnas del Correo del Sur. El mismo, debi esperar hasta los aos 1905-1912,

    cuando finalmente obtuvo vida institucional.

    Pero, cmo han evolucionado hasta el presente las imgenes construidas sobre la

    regin, por estudiosos de diversas disciplinas durante el siglo XX? A nuestro modo de ver

    existen hitos claves, contextos institucionales y de orden econmico y socio-poltico que

    han incidido en las modificaciones de percepciones y conocimientos sobre la regin.

  • !$+!

    !

    El primer perodo

    El primer perodo cubre los aos comprendidos entre 1905 y 1935, y revela un optimismo

    social, econmico, poltico y cultural, f,ruto de la epopeya colonizadora; del

    fortalecimiento de valores identitarios; del auge del comercio y de la produccin cafetera,

    ganadera, minera, agrcola e industrial, jalonados por una sociedad trabajadora que puso

    en accin medios de comunicacin cada vez ms modernos: cables, navegacin a vapor,

    ferrocarriles y carreteras para realizar intercambios con el resto del pas y con el exterior,

    basados en una nueva moneda: el caf.

    En este contexto, el proyecto de las lites de Manizales fundado en los anteriores rasgos,

    se impuso, no sin tropiezos, en la casi totalidad del Viejo Caldas. Dichas lites buscaron

    hacer un departamento moderno e integrado econmica, social y culturalmente, con un

    peso significativo del conservatismo y de la Iglesia, altos niveles educativos y otros lazos

    de cohesin social tales como: juegos florales, concursos literarios, publicaciones e

    imprentas, peridicos, revistas y buena comunicacin con los ejes de los mercados

    nacional e internacional.

    Con una bonanza econmica significativa y con el liderazgo poltico y cultural de sus

    lites, roto el cordn umbilical de Medelln, se vislumbraba ya una identidad cultural

    caldense que necesitaba sustentarse en una historia documental y en una literatura

    propias (De los Ros, 1992). Dicha identidad fue jalonada por dirigentes regionales, desde

    el eje de Manizales, con cobertura sobre un conjunto regional diverso que habra que

    homogeneizar culturalmente hasta donde fuese posible, en medio de tensiones con

    Pereira y Armenia.

    En 1911 se fund en la capital el Centro de Estudios Histricos de Manizales y de Caldas,

    impulsado por Enrique Otero DCosta, Emilio Robledo, Jos Mara Restrepo Maya y otros

    intelectuales manizalitas, el cual tuvo la mxima expresin en su rgan de difusin, el

    Archivo Historial. En su primera poca (1918-1923) fue decisivo para tener una

    comprensin inicial de aspectos de la historia regional. Escritores profesionales e

    historiadores aficionados indagaron sobre los perodos de conquista y colonia en Caldas,

    el reciente proceso de colonizacin antioquea, las monografas locales, los fundadores,

    la guaquera, los caminos de herradura, la arriera, las costumbres, las fiestas patrias,

    prceres de la Independencia, genealogas y civismo. Con estos temas se dio principio a

    la historiografa de tendencia acadmica.

    Pero antes del Archivo Historial, se publicaron dos libros que marcaran radicalmente

    pautas en la historia regional: Apuntes para la Historia de Manizales de Jos Mara

    Restrepo Maya(1914) y Geografa Mdica y Nosolgica del Departamento de Caldas de

    Emilio Robledo (1916). Al tiempo, Robledo como Gobernador del departamento y

    humanista integral introdujo la maquinaria para la fundacin de la Imprenta Departamental

    de Caldas, hecho decisivo en el proceso de afirmacin regional y eje de difusin de las

    ideas de cohesin, trabajo y liderazgo regional.

  • !$"!

    !

    Jos Mara Restrepo Maya present una visin exaltaia de la colonizacin antioquea

    desde antes de la fundacin de Manizales, primero hasta 1851 y luego hasta 1913.

    Resalt el papel de Fermn Lpez y dems exploradores de la zona, el influjo de las

    virtudes antioqueas en la formacin de la ciudad, los viajes al Ruiz y por el Pramo de

    Ibagu y Lrida, la ereccin del distrito y su progreso desde 1850 por su ubicacin

    geogrfica, sus conexiones comerciales con otras regiones y el exterior, y su peso dentro

    de la regin.

    Por su parte, el Dr. Robledo dedic la primera parte de su obra a la primera historia del

    descubrimiento y colonizacin de Caldas bajo el gobierno espaol, aunque el tema haba

    sido tratado por Joaqun Acosta y Manuel Uribe ngel, aportando nuevos documentos. En

    segundo trmino, estudi la Geografa Mdica, Fitogeografa y Zoografa de la regin,

    relacionando ciencias naturales y medicina. Pas del conocimiento de animales y plantas

    de la regin a las costumbres y hbitos de sus gentes para deducir reglas de profilaxis y

    sometimiento, tiles para el progreso de esa sociedad, para que la vida de los hombres se

    mantuviera sana y longeva, y los animales y plantas pudieran ser utilizados y mejor

    conservados en provecho del hombre mismo. Estos fenmenos fueron estudiados en el

    contexto de los climas, orografa, hidrografa, temperaturas, aguas y enfermedades,

    decisivos para comprender patologas. Luego recorri las poblaciones caldenses desde

    Manizales, su capital, describiendo su fisonoma climtica y mdica, su situacin

    geogrfica y las geologa, demografa y sociologa de sus gentes y enfermedades.

    Finalmente, present los principales gneros y especies zoolgicos y de flora que se

    encontraban en el departamento de Caldas; y un sumario donde se exponan las claves

    de configuracin del departamento.

    Segn Robledo, para 1915, Caldas posee 375000 habitantes en un rea de 14.000 Kms2

    con predominio de raza blanca descendiente de europeos, la mestiza, unos miles de

    indios civilizados y