Caldas Una Region Nueva Moderna y Nacional Por Luis Javier Ortiz y Oscar Almario 2007
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Caldas: una regin nueva,
moderna y nacional
LUIS JAVIER ORTIZ MESA
Profesor Titular
OSCAR ALMARIO GARCA
Profesor Asociado
Escuela de Historia
Facultad de Ciencias Humanas y Econmicas
Universidad Nacional de Colombia Sede Medelln
2007
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Universidad Nacional de Colombia Sede Medelln
Luis Javier Ortiz Mesa
Oscar Almario Garca
Fotografa portada: Caa y palmeras (Astrocryum et Ceroxylon) en las Pavas
(Quindo). Grabado No. 224. Tomado de: Fabulous Colombias Geography.
Compiled and directed by Eduardo Acevedo Latorre. Sexta Edicin. Litografa
Arco. Bogot, Colombia. 1990.
ISBN: 978 958 8256 74-7
Primera Edicin: Noviembre de 2007
Diseo, diagramacin, impresin y encuadernacin:
Centro de Publicaciones Universidad Nacional de Colombia Sede Medelln
Prohibida la reproduccin total o parcial de esta obra, sin permiso escrito de la Universidad Nacional de
Colombia Sede Medelln.
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Presentacin
El presente trabajo sobre Caldas consta de una introduccin y dos partes. La primera est
referida a imgenes y construcciones sobre la regin en el siglo XX y a perspectivas
investigativas que arroja el balance bibliogrfico realizado. All se sugieren tres perodos:
el primero comprende los aos 1905-1935; el segundo se extiende hasta fines de la
dcada de 1960; y el tercero recoge las nuevas construcciones e imgenes regionales
entre 1970 y 1996. La segunda parte presenta una visin comprensiva del modo como se
construy la regin Caldense en el siglo XIX, a travs de un panorama sobre territorios,
poblamientos y conflictos, y sobre la configuracin de sus pases, a saber: el pas del
norte caldense o del sur Antioqueo: colonizaciones, poblados, orden y conflictos; el pas
del centro: Antioquia vs. Cauca, colonizaciones blancas, mestizas y negras; el pas del
oriente: un encuentro conservador entre Antioquia y Tolima con matices liberales en
zonas clidas; el pas del occidente, heterogeneidad cultural, sociedades indfgenas y
negras y conflictos por tierras: de Anserma por Quincha hasta Marmato; el pas del
Quindo: poblamientos, luchas, leyes y caf.
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Agradecimientos
La realizacin delpresente trabajo es parte de la investigacin Poder y Cultura en el
occidente colombiano elaborada entre 1994 y 1998 gracias al apoyo financiero de
Colciencias, la Facultad de Ciencias Humanas y Econmicas de la Universidad Nacional
de Colombia, Sede Medelln, y el CINDEC de la misma Universidad; el ICFES apoy un
Encuentro de investigadores de Antioquia y Cauca en 1995 y la edicin mecanogrfica de
sus memorias. El investigador principal del proyecto fue el profesor Oscar Almario Garca
y el co-investigador, el profesor Luis Javier Ortiz Mesa. Ambos docentes discutimos las
perspectivas historiogrficas, metodolgicas y temticas del presente trabajo sobre
Caldas, el cual fue redactado finalmente por el profesor Luis Javier Ortiz Mesa, con
excepcin de la introduccin escrita por el profesor Oscar Almario Garca. Damos
nuestros agradecimientos a los archivos, bibliotecas y hemerotecas de Risaralda, Caldas
y Quindo por las valiosas fuentes que nos ofrecieron para la elaboracin de la
investigacin. Agradecemos, asimismo, al historiador Albeiro Valencia Llano de la
Universidad de Caldas por su hospitalidad y valiosas sugerencias para comprender
tpicos del Viejo Caldas. En Manizales, al investigador Alfredo Cardona y, en Supa, a
Jorge Elicer Zapata Bonilla por su inters en compartir con los autores sus
conocimientos y afectos por las historias locales. Roberto Luis Jaramillo, historiador y
amigo fue siempre un interlocutor creativo y sugerente para avanzar en nuestro estudio.
Contamos siempre con el apoyo permanente y eficaz de nuestros asistentes de
investigacin, Lina Marcela Gonzlez Gmez y Jos Alfonso Cano Velsquez. Daniel
Restrepo Posada colabor con dedicacin y eficacia como corrector de pruebas para la
edicin de la presente investigacin.
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ndice
Presentacin..4
Agradecimientos..5
ndice..6
A manera de Introduccin..7
Las percepciones historiogrficas de la colonizacin antioquea
Captulo 1
IMGENES Y CONSTRUCCIONES SOBRE LA REGIN EN EL SIGLO XX29
El primer perodo..30
El segundo perodo..32
El tercer perodo..38
Perspectivas..64
Captulo II
CALDAS: UNA RPIDA CONSTRUCCIN REGIONAL EN EL SIGLO XIX69
1. Una regin antioquea, caucana y tolimense: territorios, poblamientos y conflictos..69
2. Los Pases..83
2.1 El norte caldense o el sur de Antioquia: colonizaciones, poblados, orden y conflictos
2.2 El pas del centro: Antioquia vs. Cauca, colonizaciones blancas, mestizas y negras.
2.3 El pas del Oriente: un encuentro conservador entre Antioquia y Tolima con matices
liberales en zonas clidas.104
2.4 El pas del Occidente: heterogeneidad cultural, sociedades indgenas y negras y
conflictos por tierras: de Anserma por Quincha hasta Marmato..109
2.5 El pas del Quindo: poblamientos, luchas, leyes y caf..123
Bibliografia..131
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A manera de Introduccin
LAS PERCEPCIONES HISTORIOGRFICAS
DE LA COLONIZACIN ANTIOQUEA *
Los autores, de comn acuerdo, hemos querido utilizar el siguiente ensayo como
Introduccin de este libro por las razones que se exponen a continuacin.
Aunque fue escrito con un propsito acadmico especfico por uno de nosotros, como se
explica enseguida, sus lneas de reflexin forman parte del trabajo colectivo realizado por
los autores en el contexto del proyecto de investigacin Poder y cultura en el occidente
colombiano (1998), auspiciado por Colciencias y la Universidad Nacional de Colombia.
Sin duda, este ensayo sintetiza y profundiza discusiones y problemas tratados en dicha
investigacin.
Durante el desarrollo de la misma, los investigadores experimentamos un inevitable,
renovado y retador encuentro con uno de los temas ms referenciados y controvertidos de
la historiografa nacional, la llamada colonizacin antioquea, que ha sido tratado con
amplitud tanto por propios como por extraos. Precisamente, el interrogarnos por cmo se
haba configurado la regin caldense a travs de la accin de varias generaciones de
estudiosos sociales, nos permiti concluir algo central para entender su especificidad. En
efecto, ya se trate de describir e interpretar la dinmica socio-histrica de esta sociedad o
de identificar las maneras de representarla por parte de los distintos imaginarios
* Este ensayo se basa, en lo fundamental, en el concepto escrito que sobre el trabajo de grado del aspirante a Magster en Historia Jaime
Eduardo Londoo Motta, titulado Los Procesos de frontera y de Colonizacin en el Norte del Suroccidente Colombiano. Un Modelo Alternativo
a la Colonizacin Antioquea de James Parsons (213 pginas), present uno de nosotros, Oscar Almario G., como evaluador, ante el
programa de Maestra en Historia de la Universidad Industrial de Santander en noviembre de 2002.
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surgidos al hilo de los acontecimientos, incluidos los que construyeron las disciplinas
sociales en las ltimas dcadas, Caldas se presenta ante la historia de Colombia como
una regin nueva y nacional.
No obstante, desde nuestra perspectiva, este reconocimiento no supone entender que
Caldas represente algo as como la pieza clave para armar el rompecabezas de un pas
en transicin a la modernidad y que como tal permitira descifrar el complejo asunto de
nuestra singularidad histrica, la esquiva y dilatada construccin de la unidad nacional
colombiana, y mucho menos que ella pueda explicarse ahora como el resultado de un
trnsito natural desde regiones histricas como Cauca y Antioquia hacia regiones
nuevas como Caldas o el Valle del Cauca. Por el contrario, nuestro ejercicio de revisin
historiogrfica en el caso de Caldas, muestra las mltiples dinmicas sociales, la
diversidad de sujetos colectivos y la variedad de conflictos que concurrieron en la
formacin de esta regin.
En esa perspectiva, de hacer ms complejas y comprehensivas las relaciones regin-
nacin-Estado, conviene discutir de nuevo conceptos como colonizacin, frontera y regin
a la luz de otros enfoques y nfasis, lo que facilita comprender mejor esta valiosa
experiencia histrica, as como su comparacin con otras.
Tal es, pues, el propsito de esta Introduccin, a manera de abrebocas de lo que el lector
encontrar en el conjunto del libro.
***
Este ensayo, surgi de la realizacin de una tarea acadmica, cuando se le encomend a
uno de nosotros la delicada pero estimulante misin de evaluar el estudio de Jaime
Eduardo Londoo Motta, Los Procesos de frontera y de Colonizacin en el Norte del
Suroccidente Colombiano. Un Modelo Alternativo a la Colonizacin Antioquea de
JamesParsons, la cual fue aprovechada para plantear una discusin que no se agota con
la ponderacin de sus aportes pero tampoco con las observaciones acerca de sus
limitaciones, puesto que toca uno de los temas ms importantes y delicados de la historia
de Colombia.
1. En sus aspectos formales el trabajo de Londoo Motta consta de cinco captulos, que
implcitamente forman dos partes bien diferenciadas: la primera (caps. 1 y II ), ofrece el
panorama de la discusin conceptual y metodolgica planteada por el autor acerca de la
obra del gegrafo norteamericano James J. Parsdns y su influencia sobre la historiografa
colombiana y latinoamericana en torno al tema de la colonizacin y la frontera; la segunda
parte (caps. 111,1V y y), presenta su pretendida base emprica y el contra- modelo en
relacin con lo expuesto por Parsons. Igualmente, en las 213 pginas de este trabajo se
incluyen la introduccin, conclusiones y bibliografa. Ms los anexos: 13 cuadros y 9
mapas. Los cuadros y mapas no son originales del trabajo, se retoman de otras obras,
pero se han insertado adecuadamente para facilitar su lectura y comprensin. El trabajo
se atiene a las formas convencionales exigidas a este tipo de estudios, en cuanto a su
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presentacin, referencias bibliogrficas y manejo de anexos. Cabe decir tambin que en
trminos generales el estudio est bien escrito, lo que permite su comprensin y el
seguimiento de los argumentos y de las hiptesis en juego.
2. En cuanto a sus aspectos de fondo, contenido y metodologa de investigacin, el
trabajo pretende varios y muy ambiciosos objetivos: a) demostrar que la influencia de
Parsons en la historiografa colombiana ha sido determinante en la manera cmo sta ha
visto y abordado los problemas de frontera y colonizacin en el sur antioqueo o norte del
suroccidente colombiano o caucano; b) ofrecer un nuevo modelo, contrapuesto al de
Parsons, para el tratamiento de estos asuntos, que Londoo retorna de Richard Morse y
que denomina patrn de archipilagos; c) mostrar la validez de tal modelo por medio de
la metodologa desplegada en la investigacin, consistente, en lo fundamental, en una
revisin bibliogrfica de los materiales histonogrficos que se ocupan de estas cuestiones
y finalmente con la construccin de una nueva sntesis.
3. Su argumento central o hipottico sostiene que el modelo de Parsons (que segn el
autor proviene del historiador norteamericano F. J. Turner), quien construy una imagen
idealizada de esta experiencia, primero fue apropiado de forma pasiva y despus fue
aplicado mecnicamente por la historiografa colombiana. Con base en esta afirmacin, la
historiografa al respecto queda reducida por completo a ser la prueba reina de esta
supuesta evidencia, a duras penas matizada por una tipologa que diferencia entre
defensores-continuadores y crticoscontinuadores del modelo de Parsons. La distincin
conceptual entre frontera y colonizacin se plantea como fundamental para la
metodologa del estudio. Al tiempo que el modelo alternativo de Morse-Londoo, se
constatara a travs de la categora de vlvula de seguridad, que pretende dar cuenta del
papel que habran jugado los espacios vacos o marginales del suroccidente colombiano
al actuar como receptores de la poblacin excedente que se desplaz hacia ellos desde
los ncleos histricos de Antioquia. Esta hiptesis se complementa con el argumento de
la existencia de cinco factores de incidencia en estos desplazamientos: los baldos, los
imaginarios de frontera, la economa cafetera de exportacin, la construccin del
Ferrocarril del Pacfico y un marco imaginario de frontera que resulta de la imbricacin de
dichos factores, de los cuales el trabajo se esfuerza por documentar y constatar
nicamente el primero de ellos, es decir, el de los baldos.
Sin embargo, no acabamos de comprender del todo hasta dnde el autor es plenamente
consciente de la paradoja de su empresa. Porque el modelo que se cuestiona (el de
TurnerParsons) con el argumento de la supuesta carga de prejuicios que tena el primero
en la valoracin de las circunstancias histricas de Norteamrica hacia finales del siglo
XIX y principios del XX, y que el segundo extendi a la colonizacin antioquea sin
contar con el suficiente soporte factual, y todo ello para alimentar el mito identitario
antioqueo, es justamente replicado desde otro horizonte conceptual, que tambin
presenta varios prejuicios, y con otro modelo (el de Morse-Londoo) que se intenta validar
con un balance bibliogrfico sin duda limitado como veremos. No obstante estas
contradicciones, uno de los mayores mritos que hay que reconocerle al estudio
presentado por Jaime Londoo, consiste en haber retomado un problema fundamental
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para la historiografa nacional y para la propia constitucin de nuestra nacionalidad: el
mismo que fue ledo muchas veces como colonizacin antioquea y que ahora debemos
interpretar como un fenmeno singular, en el que concurren varias colonizaciones,
actores sociales diversos, imaginarios distintos, procesos y conflictos variados.
4. En los captulos iniciales de su trabajo, 1 y II, Londoo realiza una contextualizacin del
modelo Tuiner-Parsons y de la manera cmo, segn l, fue acogido y aplicado por la
historiografa colombiana que estudia la conformacin del espacio que dio origen a la
sociedad del Viejo Caldas como una prolongacin del ethos antioqueo. El esfuerzo del
autor para reconstruir tanto los aportes de los norteamericanos como sus limitaciones son
notorios, sin embargo, obsesionado ms por justificar su contra-modelo que en ser fiel a
un balance historiogrfico, el autor pierde la objetividad y el control de la discusin, como
lo indican varios extravos.
5. La relacin que establece el autor entre Turner y Parsons es pertinente. Asimismo, es
procedente la discusin sobre las conexiones entre hallazgos historiogrficos y formacin
de identidad nacional en el contexto norteamericano y es vlido que por va comparativa
se intente precisar su incidencia en el caso antioqueo y colombiano en ambos campos.
Sin embargo, estas correlaciones son tan complejas como elusivas, tanto para el caso
norteamericano como para el colombiano, porque dependen de una relacin igualmente
conflictiva, entre discurso histrico y representaciones colectivas. Pero Londoo, guiado
por un explicable celo disciplinar pero que lo conduce a lo unilateral, slo se preocupa de
uno de los polos de dicho conflicto en torno a estos ordenes del discurso (el
historiogrfico), descuidando el otro (el ideolgico e imaginario), lo que tiene
consecuencias metodolgicas problemticas para su proyecto, como veremos.
En efecto, est fuera de toda discusin, que de los hallazgos del historiador
norteamericano F. J. Turner en torno a la frontera y la colonizacin del Oeste y su
consiguiente modelo, se derivaron un conjunto de problemas ideolgicos y polticos que
tiene que ver con la construccin de la unidad nacional norteamericana y de su identidad
en aquella poca. Pero lo que realmente result ser trascendental para la historiografia
norteamericana, una vez se super el primer debate acerca del compromiso entre la visn
de la historia y la conciencia colectiva, es la discusin en torno a la peculiaridad de la
sociedad que se construy bajo la experiencia de la expansin de la frontera
colonizadora, su incidencia en el llamado carcter nacional norteamericano y cmo
valorar el aporte particular de la frontera en la construccin de una unidad nacional que
debi partir de muchos fragmentos originales.
Tema que, por otra parte, resulta clave a la hora de tender un puente comparativo con el
caso concreto que nos ocupa, el de la frontera sur de Antioquia y norte del Cauca,
espacio en el que supuestamente se confirma el empuje de lo antioqueo, donde toma
forma la economa cafetera y con cuya configuracin social se resuelve la pretendida y
tarda unidad nacional colombiana, al crearse un continuwn desde Rionegro hasta Nario.
El clebre tringulo de oro de la nacin colombiana (Bogot, Medelln, Cali), se reforz
entonces a partir de la configuracin del Gran Caldas, con lo cual se habra superado
tambin la secular diferencia entre el Cauca aristocrtico y esclavista y la Antioqua
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democrtica y emprendedora. Sin embargo, la posibilidad de comparacin entre el caso
norteamericano y el colombiano en buena medida se frustra, porque el autor reduce el
modelo de Turner y por extensin el de Parsons, a mera ideologa e impertinencia
metodolgica, con lo cual queda muy poco margen para una discusin relevante en torno
a los procesos vividos y la comprensin de los mismos por los historiadores y otros
pensadores sociales.
6 En efecto la comprension de la vision turnenana de la frontera cobra pleno sentido si la
entendemos como parte de una doble construccin: historiogrfica, para explicar un
perodo de la historia americana, por un lado, e ideolgica, respecto de la identidad
nacional, por el otro. Desde entonces y en adelante, en relacin con ambas tradiciones, la
acadmica y la ideolgica, entran en juego varios asuntos: la clebre cuestin del carcter
excepcional de la experiencia americana; la divisin de la historiografa en dos escuelas
con sus respectivas influencias en la conciencia colectiva, que giran en torno a las ideas
de consenso y conflicto; la valoracin que en la actualidad se le da a la combinacin de
tradiciones culturales y procesos de modernizacin as como a la heterogeneidad y
homogeneidad social e ideolgica en la produccin de la singularidad histrica de ese
pas; en ltimas, sobre el interrogante de cmo fueron posibles y coexistentes desde la
colonia y hasta el presente el universo religioso del puritano y el del yanqui surgido del
reto con los territorios de colonizacin temprana y despus tarda.
Turner no slo no desconoce el conflicto en el devenir norteamericano, sino que lo coloca
en el centro de sus hiptesis; pero lo que s hace es que lo desplaza, al enfatizar que es la
frontera abierta y que mira hacia el Pacfico, la verdadera constructora del carcter
nacional por oposicin al aporte histrico de la costa este o Atlntica. Sus obras claves
son el clebre artculo de 1893 sobre el significado de la frontera en la histora
norteamericana, que convirti en libro en 1920 (Turner, 1920), y finalmente otra bra suya
sobre la regin en la historia nacional publicado en 1950 (Turner, 1950). Con la lectura
atenta de la magistral obra de Oscar Handlin (La verdad en la historia, 1979/1982), uno de
los ms brillantes representantes de la nueva historiografa norteamericana, hubiera sido
suficiente para que Londoo se ubicara mejor en la importancia de esta discusin y en su
contexto preciso, pero desafortunadamente no parece haberla tenido en cuenta.
Segn este historiador norteamericano, la migracin ha sido la gran obsesin de la cultura
nacional de ese pas, lo que por otra parte explica que las mismas preguntas sobre por
qu migraron los colonizadores de sus territorios originales, por qu llegaron a esa tierra
prometida y porqu siguieron avanzando sobre territorios baldos u ocupados por los
grupos indgenas, se vuelvan a plantear una y otra vez desde distintos horizontes
historiogrficos y polticos. Norteamrica, dividida entre dos regiones y culturas diferentes,
el Norte y el Sur, superar tarde el regionalismo y en la resolucin de esta fractura social,
el Oeste parece entonces tener la clave para explicar y comprender la peculiaridad de su
unidad nacional. Aunque esta dinmica de fortalecimiento del proyecto nacional se
empieza a gestar entre 1815 y 1900 en medio de mltiplesycontradictorios procesos,
enrealidadcnstaliza despus, en la primera mitad del siglo XX, segn el estudio R. M.
Crunden (Introduccin a la historia de a cultura norteamericana, 1990/ 1994). Ahora bien,
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mientras que Norte y Sur designan realidades culturalmente reconocibles
(modernizacin / industrialismo vs. tradicionalismo / esclavismo), Oeste es un concepto
impreciso y ante todo promisorio, de futuro, y til para el despliegue ms de lo imaginario
que de lo real. La cultura nacional ser entonces el resultado tardo de una sntesis de
estos imaginarios distintos, que se produce entre 1900-1941, despus de que se
restaaron las heridas de la guerra civil de 1861-1863, se impusiera un ambiente
pragmtico para resolver las diferencias y conflictos aplazados y se reconciliaran lo
urbano y lo rural al comps de la industrializacin y de la modernizacin de la agricultura.
Por supuesto que quedaba pendiente el gran dilema americano, segn el anlisis de G.
Myrdal en 1944 y A. Rose en 1944 y como lo confirmaran los conflictos de las dcadas
posteriores, es decir, la paradoja de una dinmica sociedad democrtica pero incapaz de
integrar plenamente a los negros al proyecto nacional.
7. A nuestro juicio, este es el contexto adecuado para valorar la obra de Turner, y en esto
no hacemos ms que seguir a Handlin, quien observa que fue la reduccin de sus ideas a
los elementos ideolgicos en torno a la frontera, operacin que es de la entera
responsabilidad de los partidarios de una historia institucional y no de este historiador, lo
que obscureci los otros e importantes elementos de su obra y la de sus discpulos.
Segn Handlin, Turner se apartaba de una visin institucional de la historia y tena una
mirada ms amplia que la de la mayora de sus seguidores, era contrario a determinismos
geogrficos y polticos, procur mostrar las conexiones entre estos fenmenos y los
culturales y religiosos, y propugnaba por que estos fueran observados y apreciados en
una escala adecuada, lo que lo llev a interrogarse sobre cmo es que ellos toman forma
en la dimensin regional. Tambin parece evidente que Turner no fue del todo conciente
de la influencia e impacto de sus tesis acadmicas en el ambiente poltico e ideolgico y
que en su caso se ha producido una suerte de injusticia historiogrfica. En efecto, siempre
segn Handlin, desde 1920 se fue imponiendo una nueva generacin de
historiadores positivistas interesados en un nuevo relato histrico que se ocupaba ms de
los fenmenos sociolgicos (inmigrantes recientes, la clase obrera y la industrializacin,
las mujeres, las minoras tnicas) que demandaban explicaciones a las ciencias sociales,
y fue slo despus de 1945 que se retorn, bajo nuevos parmetros, al antiguo paradigma
consensual para explicar la historia nacional y que se redescubri, para manipularla, la
obra de Turner y sus ideas sobre la frontera y el Oeste. En esa misma vena se
encuentran las opiniones al respecto de otro experto en la historia norteamericana, quien
considera que fue despus de la segunda guerra mundial, y por supuesto ya bajo la
influencia de la sociologa parsomana (la referencia aqu es a T. S. Parsons, el grande),
que las tesis expuestas por Turner en un contexto muy distinto, se pusieron al servicio de
los ideales de una historiografa consensualista en los Estados Unidos, que para ese
entonces estaban vidos de unidad mtica e ideolgica para asumir el reto de actuar como
la gran potencia que emergi de entre las cenizas de la guerra y que se enfrentaba a un
poderoso enemigo externo, la Unin Sovitica y el comunismo (Cf. Zunz, 1990:272-283).
8. No obstante, no se puede inferir con ligereza de lo dicho, que J. J. Parsons, el
nuestro, fuera un simple agente del modelo funcionalista del otro Parsons, cuyo
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pensamiento sociolgico, dicho sea de paso, por su riqueza y complejidad, tampoco
puede ser reducido a mero sostn terico del mundo capitalista surgido de la posguerra,
sino que incluye muchos otros aspectos que hoy se estn retomando y revalorando por
las ciencias sociales bajo otros paradigmas, pero que no es del caso detallar aqu. En
Parsons, el gegrafo que estudi la colonizacin antioquea en Colombia, se
entremezclan varias y muy valiosas tradiciones acadmicas, entre las que se destaca la
influencia de la geografa cultural de Carl O. Sauer, que se orienta por una perspectiva
compleja e integradora de fenmenos sociales diversos.
Pero lo significativo es que la ms reciente historiografa norteamericana al respecto (Cf.
las obras citadas por Handlin y Zunz) ha terminado tanto por reconciliarse como por
superar la perspectiva de Turner, apuntando ahora s a una sntesis de la historia
norteamericana, al identificar que el puritano y el yanqui, el colonizador originario y el
moderno, la comunidad socio-religiosa original y la construccin de modernidad y Estado,
son ocesos sin duda diferentes pero que lejos de haberse excluido se complementaron y
retroalimentaron para dar forma a la peculiaridad de la experiencia histrica de ese pas.
No obstante, el hecho de que Londoo no identifique o reconozca estas tendencias y
luchas internas en la historiografa norteamericana y aun en el imaginario colectivo de sus
ciudadanos, hace que su alegato contra el modelo Turner-Parsons tenga un punto de
partida incompleto y que su consecuencia metodolgica inevitable sea la de su sesgo
respecto del anlisis del modelo de Parsons para analizar el caso de la colonizacin
antioquea.
9. Por otra parte, la revisin bibliogrfica asumida por Loiidoo, tiene toda la intencin y el
diseo de seriedad requerida por el caso y por la propia investigacin, no obstante varios
dvidos importantes que detallar ms adelante. Pero insisto, que tal vez z obsesionado
por un ajuste de cuentas historiogrfico, es decir, por el esquema mental de trabajo de un
modelo al que hay que oponer un contra-modelo, su balance termina por negar o no ver
suficientes evidencias que indican que desde los aos setenta hasta nuestros das, el
modelo de Parsons se fue superando, en forma sistemtica y sin interrupciones, por los
trabajos de las nuevas generaciones de historiadores profesionales y aficionados. Se le
puede conceder a Londoo que se trata de una superacin del modelo de Parsons ms
bien acumulativa que intencional o consciente, realizada sin mucha conviccin combativa,
pero no hay duda de que al fin y al cabo se trata de una superacin del modelo y eso es lo
que importa.
En efecto, una mirada ms atenta y menos sesgada sobre la historiografa que se inicia
desde la dcada del setenta, le habra ayudado a Londoo a matizar sus puntos de vista.
En concreto, lo hubiera puesto sobre aviso de que las relaciones entre los modelos y la
construccin de saberes histricos son mucho ms complejas de lo que parecen, como
este caso lo pone de presente. En efecto, sin negar la importancia de discutir la influencia
del modelo de Parsons (y Turner), una cuestin de fondo que Londoo olvida es que la
construccin historiogrfica del occidente colombiano fue tarda y que debemos admitir
que es en la medida en que se gana en la informacin y comprensin de procesos y
espacios contrastados, como finalmente se pueden trascender modelos como el de
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Parsons y cualquier otro. Ms concretamente todava, en lo personal soy de la idea de
que las figuras claves en la construccin acadmica del Occidente colombiano son
precisamente J. J. Parsons y G. Colmenares (nuestro estudio para Colciencias y la
Universidad Nacional de Colombia lo dedicamos al colombiano y al norteamericano,
fallecidos en 1990 y 1997, respectivamente), pero que no deja de ser una paradoja que la
tarea de correlacionar sus respectivos trabajos sea todava una empresa en ciernes
(Almario y Ortiz, 1998).
Los aciertos y errores en el trabajo nuestro y los que veo ahora en el de Londoo me
confirman esta percepcin. Echamos de menos tambin y lo lamentamos sinceramente,
que el trabajo que realizamos Luis Javier Ortiz y Oscar Almario, similar por la temtica y la
metodologa al de Londoo, le sea desconocido.
En nuestro caso, fue el reconocimiento de los avatares en la construccin historiogrfica
del occidente colombiano, el que nos dio la clave para penetrar en la densa y al tiempo
desigual produccin al respecto, en las ltimas dcadas en general, y a la que se refiere a
la construccin del Viejo Caldas en particular, como mostrar ms adelante.
A propsito de lo que aqu se evala y discute, una pieza clave del rompecabezas se
encuentra en Colmenares. Mientras que en el primer libro de Colmenares (1973) sobre la
economa y sociedad colonial se haba olvidado en buena parte el tratamiento del
occidente de la Nueva Granada, dicha debilidad se corrige con el siguiente libro suyo
sobre Cali (1975), en el que se pone de relieve la gran autonoma de las estructuras
provinciales frente al poder central colonial (Popayn o Santaf). Este ejercicio, adems,
constataba la pertinencia de su ya enunciado proyecto de una historia regional como
alternativa a los modelos estriles que no estaban dispuestos a abordar con rigor la tarea
de la documentacin histrica y su anlisis.
Es importante traer a cuenta estos asuntos, porque en el trabajo de 1973, Colmenares
utiliza un horizonte conceptual acerca de la frontera y la colonizacin que no tiene nada
que ver con las ideas de Tumer-Parsons (y las confusiones anotadas) y s con lo expuesto
por el historiador chileno Rolando Mellafe (1969), a propsito de la frontera agraria del
virreinato peruano en el siglo XVI. Lo que es una evidencia en contra del supuesto de
Londoo acerca de la influencia inapelable del modelo de Turner-Parsons en la
historiografa latinoamericana sobre el tema. Por supuesto que se trata de problemas
histricos distintos, es decir, en un caso la frontera colonial y en el otro la frontera
republicana. Pero lo que s queremos subrayar aqu, es que ya desde principios de los
setenta, Colmenares propona analizar la frontera colonial bajo unos parmetros
conflictivos y fluidos, como una relacin social y de poder entre los ncleos urbanos y los
pueblos indios subordinados o potencialmente tales, como un asunto observable a la luz
del control social y poltico del espacio, en el que estn presentes la resistencia indgena y
las rivalidades de centros urbanos por el control de su mano de obra. Si bien es cierto que
estos hallazgos y explicaciones se utilizan en Colmenares para dar cuenta de la
consolidacin y los retos en el dominio colonial, son una evidencia historiogrfica
innovadora que no se puede soslayar, precisamente porque con base en ellos se
definiran despus, por el propio Colmenares y por nuevas
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generaciones de historiadores, buena parte del tratamiento de los asuntos espaciales y de
poblamiento en tiempos decimonnicos y contemporneos.
No hay que olvidar, por otra parte, que mientras que la produccin historiogrfica del
mundo paisa sobre esta frontera es abundante, la reciente produccin historiogrfica
que se hace desde el mundo caucano es muy reducida y se concreta en unos cuantos
nombres (Zuluaga, Vlez, Valencia Llano, Atehorta, Londoo,Betancur, A]mario, entre
otros). Llama la atencin que Londoo olvide considerar uno de los pocos estudios que
tratan el tema de las fronteras del Gran Cauca, y ms aun cuando la parte sustantiva de
su argumento es directamente polmica con la perspectiva de Londoo. En efecto,
Valencia Llano (1993b) estudi el tema de las relaciones entre el poblaniiento y la
modificacin de las fronteras, un tema que no obstante su relevancia, en realidad haba
sido .olvidado por la historiografa regional, lo que por otra parte confirma el precario
estado de los estudios de historia demogrfica. El autor parte de un argumento central:
Los bajos niveles poblacionales y lo extenso del territorio evidencian que el Cauca no
tena poblacin suficiente para ocupar los inmensos baldos que lo conformaban
(Valencia Llano, 1993b: 1). Sobre todo los de la frontera norte que lindaba con Antioqua y
que desde la segunda mitad del siglo XIX empezaron a ser ocupados por las avanzadas
de los colonizadores mestizos-blancos provenientes de dicha regin competidora del Gran
Cauca. En contraste, las otras tres zonas fronterizas del Cauca estudiadas por Valencia
la inexplorada regin de vertiente que daba al Amazonas, la de los baldos de la
amplia frontera del Pacfico asociada a las explotaciones mineras y las tierras de los
resguardos indgenas del sur andino, que eran de propiedad comunitaria, presentaban,
en medio de diferencias notables, la caracterstica comn de ser, al tiempo, fronteras
econmicas y culturales, por el hecho de estar ocupadas por grupos tnicos como los
indgenas y los negros, que no se correspondan con el ideal de mestizaje proclamado por
la Repblica. Lo que sugerimos es que de cualquier manera, la dbil migracin caucana y
la ms dinmica antioquea, representan sin duda maginanos distintos pero de todas
formas tnicamente compatibles porque se trata de mestizo-blancos, es decir, que los que
se encuentran en esos espacios vacos no son mayoritariamente indios ni negros. Pero
el autor descuida el tratamiento de estos aspectos.
Las otras piezas del rompecabezas son muy variadas y la ruta ms confiable para
visualizarlas parece ser la de seguir en el tiempo esas construcciones historiogrficas,
metocologa en la que coincidimos con Londoo. Sin embargo, los resultados de ambos
ejercicios son diferentes y hasta contradictorios.
10. Otra contradiccin de Londoo parece residir en la cuestin de cmo se captan y
analizan fenmenos tendenciales en los procesos de frontera y colonizacin en los
espacios bajo estudio. En efecto, al poner el nfasis en que tales procesos ocurren en el
norte del suroccidente colombiano, Londoo parece sugerir que la tendencia social y
demogrfica principal procede de sur a norte, es decir, que se orienta desde el Cauca
hacia Antioquia, y eso es algo que con base en informacin contrastada y an con su
propia informacin y documentacin no se puede concluir. En nuestro caso (Almario y
Ortiz, 1998, II: 197-384), preferimos definir a Caldas, como una regin nueva, moderna y
Sebastin Martnez Botero
Sebastin Martnez Botero
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nacional, con lo cual sugerimos que si bien es el resultado de mltiples procesos de
frontera y colonizacin, finalmente se trata de una nueva regin nacional, que cuenta con
identidad propia y que ya no se trata de una regin que responda en lo fundamental a las
lgicas polticas y culturales decimonnicas y a las de sus antiguas unidades. Para
llegar a nuestras conclusiones, consultamos un total de 374 registros bibliogrficos,
mientras que Londoo llega a ls suyas a travs de 110 registros bibliogrficos. Pero la
cuestin no alude en estricto sentido a lo cuantitativo, porque como suele ocurrir en
cualquier balance bibliogrfico, siempre habr criterios dispares a la hora de seleccionar
el material a evaluar. No obstante, en los balances bibliogrficos hay que proceder con
suma cautela porque cualquier error puede desenfocar la labor. Por ejemplo, en nuestro
balance, decidimos incluir miradas sobre la regin que trascienden la de los historiadores
pero que son portadoras de imaginarios histricos, como en la novela, el relato popular, la
geografa, la sociologa histrica, entre otras; asimismo, ampliamos la revisin de
materiales hasta principios del siglo XX porque tenamos la percepcin de que la
construccin de la regin articulaba tanto esfuerzos de los intelectuales como de los
imaginarios colectivos. Pero lo ms importante a tener en cuenta en este punto, es que la
conclusin del balance bibliogrfico de Londoo se resume en que, no obstante matices e
intentos de superacin, el modelo de Parsons se ha mantenido inclume hasta el
presente. Mientras que nuestro balance difiere en mucho de esa conclusin. Y respecto
de las explicaciones acerca de qu es lo que explica en ltimo trmino los
desplazamientos hacia esos lugares vacos, la hiptesis de la vlvula de seguridad
parece haber funcionado sobre todo a favor de lo antioqueo antes que de lo caucano.
11. Buena parte de los problemas de Londoo en su balance bibliogrfico, aparte de lo
parcial que resulta, se originan en que no alcanza a captar la riqueza historiogrfica e
ideolgica que gira en torno a la configuracin de la regin y que amenta diferenciar tres
perodos en cuanto a la construccin de las imgenes de ella: el primero comprende los
aos 1905-1935; el segundo se extiende hasta fines de la dcada de 1960; y el tercero
recoge las nuevas construcciones e imgenes regionales a partir de 1970 hasta la fecha,
aproximadamente.1
El primer perodo cubre los aos comprendidos entre 1905 y 1935, y revela un optimismo
social, econmico, poltico y cultural, fruto de la epopeya colonizadora; del
fortalecimiento de valores identitanos; del auge del comercio y de la produccin cafetera,
ganadera, minera, agrcola e industrial, jalonados por una sociedad trabajadora que puso
en accin medios de comunicacin cada vez ms modernos: cables areos, navegacin a
vapor, ferrocarriles y carreteras para realizar intercambios con el resto del pas y con el
exterior, basados en una nueva moneda: el caf. La visin que predomin fue la
geogrfica: Apuntes para la Historia de Manizales de Jos Mara Restrepo Maya (1914),
Geografa Mdica y Nosolgica del Departamento de Caldas de Emilio Robledo (1916) y
sobre todo, cuando como resultado de los programas liberales de Cultura Aldeana, se
publique La Geografa Econmica de Caldas (1937) de Antonio Garca. Fueron
1 Las siguientes pginas con base en Almario y Ortiz, 1998, II: 197-384. En este estudio, la parte correspondiente a Caldas fue redactada por
Luis Javier Ortiz y aqu he tomado apartes textuales para los efectos del presente ensayo.
Sebastin Martnez Botero
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precisamente estas primeras imgenes las que impactaran a Parsons, cuando ste visit
Colombia en la dcada del cuarenta, pero imgenes similares le fueron tambin
transmitidas de viva voz por sus informantes en aquella poca.
En este contexto, el proyecto de las lites de Manizales fundado en los anteriores rasgos,
se impuso, no sin tropiezos, en la casi totalidad del Viejo Caldas. Dichas lites buscaron
hacer un departamento moderno e integrado econmica, social y culturalmente, con un
peso significativo del conservatismo y de la Iglesia, altos niveles educativos y otros lazos
de cohesin social tales como: juegos florales, concursos literarios, publicaciones e
imprentas, peridicos, revistas y buena comunicacin con los ejes de los mercados
nacional e internacional.
Con una bonanza econmica significativa y con el liderazgo poltico y cultural de sus
lites, roto el cordn umbilical de Medelln, se vislumbraba ya una identidad cultural
caldense que necesitaba sustentarse en una historia documental y en una literatura
propias (De los Ros, 1992). Dicha identidad fue jalonada por dirigentes regionales, desde
el eje de Manizales, con cobertura sobre un conjunto regional diverso que habra que
homogeneizar culturalmente hasta donde fuese posible, en medio de tensiones con
Pereira y Armenia.
El segundo perodo sigui teniendo una influencia geogrfica bajo un registro apologtico
de esta experiencia con obras como la de Antonio Garca y la publicacin en espaol de
la de Parsons (1950). Pero se agregan miradas sobre las ciudades ms importantes y
aparecen los trazos de los futuros ma1tices en las distintas zonas de colonizacin, tanto
con .respecto a Antioquia como con el Cauca, y una preocupacin por el pasado
precolombino, entre otros temas. A fines de la dcada del 40, James Parsons abri el
continente de la nueva reflexin sobre la colonizacin antioquea en el occidente de
Colombia, en muchos de cuyos rasgos coincidi con los estudios de Antonio F. Garca.
Con un excelente estudio de geografa cultural, Parsons seal peculiaridades de la
colonizacin, el importante carcter de la distribucin de la tierra y la configuracin de una
sociedad de pequeos y medianos propietarios campesinos, gentes de mentalidad
empresarial, que dieron lugar a una regin sui gen eris, predominantemente
conservadora, catlica, con un nivel de vida frugal, ycon altas tasas de natalidad. Segn
Parsons, la colonizacin y las caractersticas de la minera colonial dejaron campo abierto
para que la propiedad se fragmentara, lo que recibi un refuerzo e intensificacin con la
apertura de nuevas tierras desde mediados del siglo XVIII y durante el siglo XIX. As, en
las nuevas tierras volcnicas al sur y al oeste, la naturaleza profundamente quebrada de
la regin, el orgullo de los cultivadores de caf, y el espritu de autonoma libre e
independiente se combinaron para producir este caso rarsimo de una sociedad
democrtica de pequeos propietarios en un continente dominado por el latifundio latino
tradicional (Parsons, 1950: 106; Jaramillo Uribe, 1982: 5). En buena medida sus estudios
avanzaban muchsimo con respecto a la imagen construida por los pioneros del Archivo
Historial de la primera y segunda poca (1924-1934), y se constituirn en referente
obligado para los estudiosos de la colonizaci6n y de Caldas en particular.
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En resumen, las lites manizalitas lograron establecer smbolos, rituales, tradiciones
educativas, formas urbansticas y arquitectnicas, estilos de vida y trabajo, y una historia
documentadaparallevaracaboyconsolidarunproyecto econmico, poltico y social que hizo
de aquella, una regin nacional de peso indiscutible dentro del pas y en el exterior. Si
bien los lderes del proyecto trataron de independizarse totalmente de Antioquia en la
dcada de 1930, ms en la literatura y en el pensamiento de las lites intelectuales, ello
tuvo obstculos asociados a la violencia y a la competencia vial e industrial de las cuatro
ciudades ms desarrolladas del pas en las dcadas de 1940 y 1950. Manizales tuvo as
mismo dos ciudades competidoras dentro de su propio espacio, Pereira y Armenia. No
obstante, el proyecto continu vigente ya no slo bajo las formas tradicionales sino
buscando incorporar en l, con ms fuerza, al colono corriente y an al pueblo bajo, eje
de la colonizacin y de la formacin regional. En parte, la colonizacin comenz a verse
ya en la dcada de 1960 como resultado del colono luchador contra el latifundio, aunque
la idea de un mundo igualitario de pequeos propietarios campesinos se fortaleci.
Esta ltima idea tuvo parte de su fuerza en una economa altamente parcelaria y de
pequea y mediana propiedad, pero se manifest ms marcadamente en un proceso de
poblamiento que fue disperso en su primera fase cuando las colonias agrarias fueron ms
apoyadas por la Iglesia, y luego se transform en nucleado, cuando la formacin de
pueblos vio aparecer al gobierno concediendo tierras y ordenando los centros urbanos
con el apoyo de juntas de pobladores. Todo ello estuvo representado en un cmulo de
historias locales que difcilmente tiene parangn en otras regiones del pas, y que revela
un significativo apego al territorio y a su herencia en un mundo rural.
Sin embargo, las lites manizalitas no pudieron controlar las nuevas realidades, con lo
que Caldas se dividi en tres departamentos, lo que coincidir con nuevas perspectivas
de estudio y apertura a nuevos temas en la regin.
Con las visiones y percepciones que hemos sealado sobre Caldas, producidas desde
diversas disciplinas, se han construido algunas imgenes bsicas sobre la regin que
pueden recogerse en los siguientes tpicos, los cuales estn muy asociados a las
visiones de la sociedad antioquea:
a) Se trata de una regin nueva originada por un proceso de colonizacin antioquea al
punto que segn los estudios sealados, casi esta tendencia expansiva la fabric. El
papel de otras regiones en la configuracin caldense apenas se seal pero an no se
haba estudiado.
b) Bajo esta mirada, las caractersticas del pueblo paisa se trasladaron al eje Abejorral
SonsnSalaminaManfzales PereiraArmenia, es decir, sus gentes, segn esa
visin, tienen un carcter basado en las tradiciones antioqueas y diferente al del resto
de los colombianos, explicable por su constitucin racial y por el esfuerzo que realizaron
para superar las dificultades del medio; interesa la poltica en la forma pragmtica de una
administracin eficaz y barata, que haga caminos, funde escuelas y mantenga el orden; el
papel de la Iglesia es decisivo para el mantenimiento de las virtudes antioqueas y para
que los grupos de analfabetos, zambos, negros e indios -que no participan de aquellas
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virtudes- acepten su situacin y permitan que la sociedad sea guiada por las gentes de
bien (Melo, 1982). Adems la poltica est caracterizada por el civismo, el respeto a la
legalidad, el reconocimiento de los derechos de la oposicin, con excepciones; tales
ideales han sido compartidos por la mayora del pueblo de tal manera que el consenso se
ha impuesto sobre el conflicto social. En sntesis, liberales y conservadores han depuesto
sus diferencias y han logrado consenso para impulsar el desarrollo de una regin nueva,
dinmica, rica y nacional.
c) A estas percepciones se asociaron otras mas. De una parte unas tenues referencias al
pasado indigena en una sociedad mestiza y blanca predominantemente, e incrdula de
una posible relacin entre una sociedad moderna y unas sociedades prehispnicas casi
totalmente extinguidas. Aunque algunos pioneros abrieron este campo de estudio, sus
desarrollos institucionales fueron pocos y su incidencia social casi ninguna.
El surgimiento del tema negro apenas se insinu, ms desde la novela y con referencia a
un pasado lejano colonial que haba dejado algn rezago en el occidente caldense. El
eje de las reflexiones socio-raciales siempre fue la referencia a Antioquia y a sta en su
relacin con Espaa, pero en cualquier caso, el tipo predominante del caldense era el
blanco descendiente de europeos y el mestizo en menor medida, sobrio, bien alimentado,
de costumbres puras, robusto, enrgico, trabajador, aficionado al lucro y al ahorro y tenaz
en sus empresas. El tercer perodo comprende los aos 1970-1998 y en el mismo se
realizan estudios que muestran una regin heterognea y diversa, que se construye muy
rpidamente en el siglo XIX dentro de marcados conflictos pero con una significativa
distribucin y apropiacin de tierras donde predomin la pequea y mediana propiedad;
una cultura ms antioquea que tolimense y caucana, y con un mayor reconocimiento de
nuevos actores de carne y hueso: negros, indios, hacendados y comerciantes,
principalmente. Sealemos entonces algunas de las caractersticas ms significativas de
este perodo.
a) Los trabajos de los pioneros abrieron un nuevo panorama para el estudio de la
colonizacin de la regin, por lo que sus tesis sern claves para posteriores estudios, bien
para afirmarse en ellas, tomar tpicos o debatirlas.
b) Por las dcadas de 1960 y 1970 surge en Colombia una nueva generacin de
estudiosos de las ciencias sociales y humanas, algunos formados en el exterior, y
adquieren peso estudios de extranjeros sobre el pas, lo que permitir abrir nuevos
campos de investigacin, con nuevos enfoques y fuentes. No obstante, el caso caldense
ha sido abordado por pocos extranjeros, entre quienes sobresalen Keith Christie y
Catherine Legrand, pues James Parsons, Roger Brew y Frank Safford, lo referencian
asociado al caso antioqueo. Ms recientemente, Nancy Appelbaum estudia el caso de
Guamal desde una perspectiva etnohistrica. Este hecho puede incidir en que an la
regin no posea estudios histricos comparados y predominen los estudios de sociedades
muy ruralizadas. El nmero de trabajos se multiplicar y el estudio histrico de la regin
tomar fuerza donde el papel de los investigadores regionales y locales, especialmente
caldenses, ser notorio y tendr un predominio y mayor desarrollo en Manizales que en
Pereira y Armenia. Con ellos, surgirn tambin estudiosos que aportarn tesis de
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maestra y ensayos sobre temas regionales; se ampliar el nmero de publicaciones de
libros -donde la imprenta Departamental de Caldas sigui siendo pionera-, revistas y
folletos; as como eventos, congresos y encuentros; tambin son cada vez ms las
instituciones que apoyan los desarrollos investigativos:
Gobernacin de Caldas, Casas de la Cultura, Peridico La Patria, Instituto Caldense de
Cultura, Bibliotecas, centros de documentacin regional como es el caso del Banco de la
Repblica en Manizales, y las Universidades de Caldas, Tecnolgica de Pereira y
Quindo.
c) As, pioneros, nuevos investigadores y estructuras institucionales abrirn an ms los
tpicos del estudio regional, en el contexto de nuevas realidades culturales, sociales,
econmicas y polticas del pas y de los tres nuevos departamentos. Estos fenmenos
darn lugar a investigaciones tratadas con nuevos paradigmas de anlisis (marxismo,
estructuralismo, funcionalismo, sociologas del conflicto, historia social y econmica, etc.)
que coexistirn con un alto nmero de trabajos descriptivos, los que con excepciones
estn basados en limitadas comprobaciones documentales y una gran ausencia de crtica
de fuentes. Surgirn visiones matizadas de la regin y comenzar a comprenderse su
diversidad de poblamentos en diferentes subregiones y las peculiaridades de sus grupos
sociales en el proceso de configuracin local y regional; al tiempo, los tipos de conflicto y
formas de consenso. Si bien predominarn en los aos setentas y ochentas los estudios
de histora econmica, en clara reaccin a una historia predominantemente acadmica
que se venia elaborando en el pas y la regin, ms recientemente se empiezan a abrir
nuevos campos relativos a la vida cotidiana, la familia, los conflictos locales, la poltica
regional y en general temas de historia social. As mismo es notoria la bsqueda por
elaborar nuevas visiones sobre cada subregin o pas en el contexto de un renacer de la
historia regional en una sociedad cada vez mas globalizada y en el marco de una crisis
de la produccin cafetera.
12. En este contexto se produjeron hechos historiogrficos decisivos que el trabajo de
Londoo descuida sin explicacin:
a) En la dcada de 1970, a partir del horizonte abierto por un trabajo global de ivaro
Lpez Toro (1970) sobre la economa antioquea en los siglos XVIII y XIX, un conjunto de
trabajos con matices que no podemos detallar aqu, apunt a la cuestin de las tensiones
y conflictos en los procesos de frontera y colonizacin: J. Villegas (1977), R. Brew (1977),
E Satford (1977), M. Arango (1977), A. Tirado (1979), K. Christie (1979).
b) Los estudios previamente mencionados fortalecieron el ingreso a la dcada de 1980,
en la cual se produjo un renacer de la historia regional caldense (Valencia Llano, 1993b).
Los factores que motivaron este renacimiento segn Valencia fueron bsicamente el
Seminario de Estudios Regionales en Colombia, el caso de Antioquia, organizado por el
FAES en el ao de 1979, con su respectiva publicacin (1982); el segundo concurso de
literatura caldense en 1981 que dio lugar a la publicacin de 3 libros de historia regional
en 1983; el Premio Idea con la publicacin del libro El Gran Caldas, portento del despertar
antioqueo (1989); y el seminario sobre colonizacin antioquea realizado en Manizales
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en noviembre de 1987, que cont con la presencia del profesor James Parsons y un
conjunto de especialistas, y cuyos resultados fueron publicados como libro en 1989 (La
colonizacin antioquea).
c) El balance de esta dcada tan productiva para la historiografa regional resultara
dispendioso aqu, y adems ya lo realizamos; lo pertinente para los efectos de la
discusin que traemos radica en que los nuevos temas, autores y obras, coronan la
demolicin de las visones idealizadas de la historia regional, incluyendo el modelo de
Parsons.
d) En este marco, conviene destacar el esfuerzo de Ricardo de los Ros Tobn (1986),
quien retom este conjunto de aportes y los suyos propios, interpel especialmente los
trabajos de C. Legrand (1984) y K. Christie (1986) y present una breve pero penetrante
sntesis acerca de la configuracin de las subregiones caldenses durante el siglo XIX y
que dieron pie a la formacin del departamento de Caldas entre 1905-1912. Su modelo,
que complementamos y matizamos, nos permiti concluir en la existencia de cinco pases
en esta regin, lo que se encuentra en la perspectiva del patrn de archipilagos
propuesta ahora por Londoo. Tema que por su trascendencia vamos a retomar ms
adelante y con el cual cerramos esta discusin.
e) Como ya se dijo, en noviembre de 1987 se realiz en Manizales el seminario sobre
colonizacin antioquea, que cont con la presencia del profesor James Parsons y otros
especialistas, y produjo un libro que apareci publicado en 1989. El ambiente de este
evento reflej las nuevas tendencias de la historia y los estudios regionales; valga
recordar que el propio Parsons, con sus Reminiscencias de la Colonizacin Antioquea,
sealaba que en su bsqueda de lo positivo dentro del proceso colonizador antioqueo y
por darle mucho nfasis tal vez he contribuido un poco a un mito o leyenda rosa en
relacin con los antioquelogos. Coment que Jorge Villegas y otros haban mostrado
que eran algo romnticas sus presunciones acerca de la sociedad democrtica de
pequeos propietarios o colonos y de las virtudes sencillas de la vida campesina
tradicional, de la vida maicera en estas montaas. Por su parte, Jaime Jaramillo Uribe
afirm que lo que pareca seguir siendo el punto de partida de una hiptesis plausible de
trabajo es que la colonizacin antioquea del occidente colombiano y la sociedad global
producida por ella, constizuye por muchos aspectos un caso singular en la historia,.no
slo de Colombia sino de Amrica Latina. Seal que es posible que su misma
singularidad dentro de la tradicin hispano-colonial, haya llevado a sus primeros
exploradores a construir sobre ella una especie de leyenda rosa, pero para el sentido
crtico que debe animar la tarea del historiador ello no puede conducir a su sustitucin por
una leyenda negra. Consider que la historia est hecha de oro puro y escoria, de all que
lo realmente importante era establecer el tipo de sociedad que se produjo en esta mezcla,
determinar el carcter, resultado y efectos transformadores en su propio seno y en la
estructura global de la sociedad colombiana. De todos modos, culmin diciendo que este
es uno de los hechos nis significativos de la historia nacional.
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13. En 1998, Almario y Ortiz presentaron el informe final a Colciencias y la Universidad
Nacional de Colombia de un proyecto de investigacin que evalu bibliogrficamente la
configuracin del Occidente colombiano del siglo XIX, de acuerdo con la historiografa de
las ltimas tres dcadas. El primer volumen se dedic al Gran Cauca y el segundo a
Antioquia la Grande, en cuyo contexto observamos la configuracin del Viejo Caldas.
Contrario a lo que piensa Londoo, nosotros concluimos que para la dcada de 1980 lay
suficientes evidencias que indican que estaba en plena evolucin un modelo alternativo al
de Parsons para comprender la construccin de la regin caldense en el siglo XIX, a
travs de un panorama sobre territorios, poblamientos y conflictos, y sobre la
configuracin de sus pases, a saber, el pas del norte caldense o del sur Antioqueo:
colonizaciones, poblados, orden y conflictos; el pas del centro: Antioquia vs. Cauca,
colonizaciones blancas, mestizas y negras; el pas del oriente: un encuentro conservador
entre Antioquia y Tolima con matices liberales en zonas clidas; el pas del occidente, de
Anserma por Quincha hasta Marmato: heterogeneidad cultural, sociedades indgenas y
negras y conflictos por tierras; el pas del Quindo: poblamientos, luchas, leyes y caf.
El modelo propuesto por De los Ros (1986) para distinguir cinco subregiones en la
configuracin del departamento de Caldas es bastante sugerente, pero requiere ser
afinado desde dos perspectivas: de una parte, la regin que se construye durante el siglo
XIX posee parte de su historia asociada a las viejas ciudades coloniales y a sus
respectivas jurisdicciones. Por tanto, las dinmicas de anexin, separacin, segregacin y
rivalidades, entre gobernaciones, provincias, localidades o an estados o departamentos -
segn los perodos- se les debe comprender en esa combinacin de viejas jurisdicciones
y nuevos espacios republicanos. Esto es propio de un territorio disputado por las viejas
gobernaciones de Antioqua y Popayn, y por ciudades con jurisdiccin colonial y an
republicana como Mariquita, Remedios, Santa Fe de Antioquia, Arma, Anserma y
Cartago. Ello revela que si bien se trata de una regin nueva durante el siglo XIX, su
composicin reordenar viejos espacios coloniales que a su vez se proyectarn sobre la
repblica y otros espacios republicanos creados en ese siglo.
De otra parte, adems de ser necesarias precisiones histricas en la configuracin de los
diversos territorios, utilizamos la nocin de pases al referirnos a tales porciones del
territorio regional, haciendo explcitas sus caractersticas geohistricas, econmicas,
polticas y culturales, que hasta el momento permiten los estudios realizados.
En suma, con base en De los Ros Tobn (1986) y nuestro propio trabajo (Almario y Ortiz,
1998: II), se pueden concluir dos asuntos sustanciales: primero, que el modelo de
Parsons parece funcionar bsicamente para el sur antioqueo o norte caldense pero no
para el resto de los pases que se configuran en la regin; segundo, que el modelo de
subregiones o de pases coincide en lo fundamental con lo propuesto por Londoo sobre
el patrn de archipilago.
Veamos entonces de manera sinttica, basados en la bibliografa existente en los ltimos
aos, dentro del proceso de formacin regional caldense en el siglo XIX, los distintos
pases que se configuraron, y que unificados administrativamente entre 1905 y 1912,
dieron lugar al departamento de Caldas en Colombia.
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a) El norte caldense o el sur de Antioquia: colonizaciones, poblados, orden y
conflictos. El pas del sur antioqueo o norte caldense, fue construido por
pobladores de diversa condicin, en zonas medias de montaa entre el oriente de
Antioquia y el pramo del Ruiz, hacia las vertientes occidentales de la cordillera
central cayendo al ro Cauca y al Chinchin. Este es un pas nuevo formado entre
fines del siglo XVIII y mediados del siglo XIX, con la peculiaridad de que gran parte
de los globos de terreno existentes entre la Ceja del Tambo (oriente de Antioquia)
y el ro Chinchin, lmite entre las gobernaciones de Antioquia y Popayn, estaban
en parte titulados a los espaoles Felipe Villegas y Jos Mara Aranzazu, ambos
hombres influyentes y ricos comerciantes. Esta peculiaridad hizo muy conflictivo el
proceso de colonizacin, dado que la lucha de colonos pobres y medianos por
obtener tierras y formar colonias, con las dos concesionarias, fue larga y
conflictiva. A ello se agrega el hecho de que los, globos de terreno que decan
poseer la concesin Villegas y la Aranzazu, tenan zonas comprometidas con
las antiguas jurisdicciones coloniales de la ciudad de Arma, con particulares que a
cada paso alegaban propiedades o denuncios de baldos no legalizados, y con los
ttulos mismos que, en casos, estaban viciados procesaimente o haban sido
ampliados por sus sucesores.
El proceso de construccin del pas del norte reviste especial importancia porque
incorpora al territorio nacional gentes y espacios de gran valor para el desarrollo
econmico, social, poltico y cultural de Colombia. Reorgarnza y abre nuevas
comunicaciones entre Antioquia, el Cauca, el Tolima y el centro del pas. Da lugar a la
formacin de una sociedad donde, en medio del sistema de concesiones, logran tener
cabida pequeos y medianos propietarios que crean una cadena de poblados que
incidirn en la formacin de la regin. Manizales se constituir en el eje de la misma y sus
elites jalonarn un proyecto regional que en lo econmico se bas en el caf, la
agricultura, las vas de comunicacin, la ganadera y el comercio, y en lo poltico y
cultural, cre formas de cohesin desde el conservatismo en asocio con la Iglesia en el
contexto de la epopeya colonizadora.
El proceso de configuracin del pas del norte se produjo por el desplazamiento de
oleadas de gentes humildes, sectores medios y grandes propietarios y comerciantes,
sobre un espacio casi vaco y despoblado. Entre 1800 y 1849 las colonias de poblamiento
se asentaron desde Sonsn y Abejorral hasta Manizales, pasando por Aguadas, Pcora,
Neira y Salanuna. A pocos aos, Aranzazu y Filadelfia completaron el mapa y
transformaron una selva en una sociedad de frontera agrcola y ganadera, de frontera
cultural y poltica (Parsons, 1950).
b) El pas del centro: Antio quia versus Cauca, colonizaciones blancas, mestizas y negras.
El pas del centro tuvo como ejes a Pereira, San Francisco (Chinchin), Aldea de Santa
Mara, Santa Rosa, localidades cercanas y el valle bajo del ro Risaralda y del Caaveral
del Carmen.
Entre 1844 y 1863 se hizo el poblamiento que cubre la lnea Santa Rosa, Aldea de Mara
y Pereira. La heterogeneidad de esta zona tiene que ver con varios factores: en primer
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lugar, Pereira se configura en el espacio de una concesin de tipo colonial, de la familia
Pereira Gamba. En segundo lugar la aldea de Mara, que finalmente es asociada a
Antioquia, pasa por conflictos muy significativos despus de los aos 50, en especial en
cuanto a la adscripcin de tierras y titulacin de las mismas para la poblacin. En tercer
lugar, los poblamientos son dependientes de la movilizacin predominantemente de
antioqueos y gentes de la zona de Anserma y Riosucio hacia el territorio sur del
occidente. En cuarto lugar, fueron decisivos los conflictos en la zona del valle de
Risaralda, tanto en la Virginia como en Caaveral del Carmen, entre hacendados y
pobladores negros. Y en quinto lugar, son excepcionales las peculiaridades de la zona
antioqueo-caldense asociadas a poblamientos indgenas y an a poblamientos que se
comunican con la zona chocoana.
Este territorio es bastante heterogneo, tiene un eje central en Pereira y est asociado por
el norte a Manizales a travs de Santa Rosa y la Aldea de Mara; hacia el occidente antes
de pasar el ro Cauca se encuentran Marsella y Palestina, y mucho ms all despus del
Cauca, Risaralda, Belalczar y Viterbo. Sin embargo su relacin con el occidente ms
lejano y con la zona que se encuentra bordeando el ro Risaralda es bastante fuerte a
travs de Balboa, La Celia, Apa, Santuario, Virginia, Beln de Umbra y Pueblo Rico.
Como puede percibirse es una regin heterognea que tiene un poblamiento colonizador
antioqueo que se disputa con el poblamiento caucano en la aldea de Mara, Pereira y
Santa Rosa. Mayoritariamente y casi hegemnicamente antioqueo en la zona cercana
occidental, con poblamientos negros en la Virginia en donde hubo confrontaciones entre
hacendados y comunidades negras, y con un peso importante de poblamiento indgena
asociado a colonizaciones antioqueas en la zona que va desde Balboa hasta Pueblo
Rico, conectndose de esta manera con el occidente hacia Riosucio.
C).El pas del oriente: un encuentro conservador entr Antioqua y Tolima con matices
liberales en zonas clidas. El pas del Oriente fue colonizado entre 1860 y 1900. A
comienzos del siglo XX har parte decisiva del departamento de Caldas por sus
ganaderas extensivas sobre el Ro Magdalena (La Dorada), sus poblamientos de tierras
templadas y clidas asociados a la agricultura, minera y ganaderas pequeas en sus
dems cuencas, y al comercio que cubra el occidente minero en el eje SupaMarmato y
Antioquia. Por caminos, a travs de Sonsn, Salanuna y Manizales, se una con el ro
Magdalena a travs de Mariquita y Honda, hacia el centro de la repblica o el ocano
Atlntico.
En este pas se vieron comprometidas las jurisdicciones de Santa F de Antioquia y de
San Sebastin de Mariquita, pues sus lmites se remontan al perodo colonial y fueron
objeto de una larga disputa durante el siglo XIX.
En 1757, Remedios fue segregada de Mariquita para agregarla a Antioquia. Dado que
Remedios estaba poblada por varios lugares, se entenda que su amplia jurisdiccin del
ro la Miel hacia el norte, sera para Antioquia. En 1852, Codazzi seal los lmites entre
las provincias de Crdoba (con capital en Rionegro) y Mariquita, los cuales fueron
desaprobados por el gobernador de la primera en 1853 quien consider que: desde
tiempo inmemorial la antigua provincia de Antioquia reconoci como parte integrante de
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su territorio el que se comprende por aquella parte por el ro La Miel hasta su
desembocadura en el Magdalena y siguindose sta hasta los lmites con la provincia de
Mompox. Ese mismo ao de 1853 se present un conflicto cuando un grupo de
marmnillos fue amparado con ttulos de minas en las Serranas; segn ellos, tales minas
eran parte del distrito antioqueo de San Carlos. Meses despus, las autoridades de
Mariquita mandaron levantar en ese sitio una poblacin llamada Cocorn y nombraron un
regidor que atropell a los Marinillos a nombre de las autoridades de Honda (Jaramillo,
1997: 14).
Al constituirse los estados soberanos en 1863, los conservadores de Antioquia y Tolima,
alegaban derechos antiqusimos sobre los territorios del actual oriente caldense, por lo
que debieron acudir a plenipotenciarios para dirimir el conflicto. Antioquia buscaba
extender sus fronteras hasta el ro Magdalena y Tolima las suyas sobre el occidente
colombiano por las vas que la comunicaban con el sur de Antioquia, el norte Caucano y
el valle del Cauca hacia el Pacfico. Asimismo, estas tierras clidas eran ricas en aguas,
maderas y oro, y con trabajo, adaptables para el levante de ganados mediante la siembra
de nuevos pastos. Antioquia logr con la presencia de colonos el sostenimiento de
maestros, curas y algunas autoridades en el oriente, y con alegatos jurdicos, el
reconocimiento de las cuencas de los ros Saman y La Miel, los que en buena parte
pertenecen hoy al oriente de Caldas. La larga disputa culminara en 1907, cuando al
departamento de Caldas se agregaron zonas pobladas por antioqueos en territorios del
Tolima: Pensilvania, Marulanda, Manzanares, Marquetalia, Saman, La Victoria y La
Dorada.
d) El pas del occidente, de Anserma por Quincha hasta Marmato: heterogeneidad
cultural, sociedades indgenas y negras y conflictos por tierras. El pas del occidente
caldense est configurado por la vieja jurisdiccin de la villa y luego ciudad de Anserma
desde el perodo de la Conquista, y est atravesado por una formacin socio-racial
heterognea de negros exesclavos y sus descendientes, entre la villa de Supa y el centro
minero de Marmato; as como de indgenas de resguardos coloniales, entre Anserma,
Riosucio y Supa; mestizos, mulatos y colonos antioqueos y caucanos quienes en busca
de tierras y minas se asentaron all en el siglo XIX. Este es tal vez el pas ms
heterogneo en la construccin regional, por su importancia minera, sus viejos nexos y
centro de rivalidades entre Antioquia y Cauca; sus particularidades tnicas dado el
predominio de negros e indgenas; su posicin estratgica en el viejo camino colonial y en
las relaciones de sus principales ejes urbanos con el Choc. Se trata pues de un pas
antiguo, en cuanto mantiene tradiciones, viejas jurisdicciones coloniales y poblamientos
ancestrales; y nuevo, en cuanto se producir en l un proceso de colonizacin del
suroeste y centro de Antioquia, que se superpondr a poblamientos caucanos, y se
asociar a procesos de inversin de capitales britnicos en la minera en el eje Marmato-
SupaRiosucio.
Pues bien, este pas se construy en la margen izquierda del ro Cauca, y en las hoyas de
los ros Risaralda, San Rafael y Caaveral principalmente, sobre la vertiente oriental de la
cordillera occidental, y en menor medida sobre la vertiente occidental de la misma en
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terrenos medios de montaa entre 18 y 22 grados de temperatura y entre 1300 y 1900
msnm. Con las excepciones de Marmato, Supa y Viterbo en zonas ms clidas (25) y
Risaralda en terrenos bastante fros (10), predominan en las vertientes, las zonas
agrcolas y en menor medida ganaderas, y en las partes bajas, las zonas mineras ricas en
oro y plata principalmente (Garca, 1937).
Como sealamos, el eje colonial de este pas, en el cual se encontraban asentadas
sociedades indgenas, fue la Vifia de Santa Ana, fundada en 1539 en las provincias de
Umbra en dominios del cacique Anserma. Santa Ana de los Caballeros de Anserma hizo
parte, en razn de la produccin minera temprana, de ese circuito de ciudades y lugares
mineros del occidente colombiano, junto con Cartago, Arma, Caramanta y Antioquia.
Anserma, para mediados del siglo XVI, posea las minas ms ricas en oro del Nuevo
Reino. An hoy subsisten nombres de la toponimia de este pas tales como Supa, Apa,
Umbra, Anserma, Caramanta, Cartama y Guarma (Abad, 1995; Jaramillo, 1997).
e) El pas del Qumdo: poblamientos, luchas, leyes y caf. El pas del Quindo hunde sus
races en la jurisdiccin de Cartago Nuevo, la cual se mantuvo viva an hasta fines del
siglo XIX entre los ros Chinchin y la Vieja sobre la vertiente occidental de la cordillera
central hacia el ro Cauca y hasta los altos de Barragn. Como ocurri en la Provincia del
Sur de Antioquia, las tierras selvticas caucanas de Cartago no gozaban de
comunicaciones con el noroccidente, excepto por el viejo camino colonial que pasaba por
Anserma y se diriga a Santa F de Antioquia o cruzaiido el Cauca hacia Rionegro y
Medelln. La apertura de este territorio ser obra de colonos antioqueos provenientes del
sur y del oriente, y de caucanos principalmente, quienes modificarn radicalmente este
pas que tuvo 13.000 habitantes en 1892 (Salento, Filandia, Circasia, Calarc, Armenia y
Montenegro) y 60.712 en 1912. El nuevo pas inicia tambin su proceso de construccin
asociado a la ampliacin, mejoramiento y apertura del camino del Quindo, donde la
poblacin de Boqua (1842) y ms tarde de Nueva Salento (1865) cumpli un papel
decisivo en la formacin de los nuevos poblados del sur.
Boqua surge en 1842 y Nueva Salento en 1865, en cuya jurisdiccin se crearon en pocos
aos y con ms fuerza a fines del siglo, las colonias de Filandia (1878), Circasia (1884),
Calarc (1886), Armenia (1889) y Montenegro (1890). Asimismo, dentro de la jurisdiccin
de Cartago se cre una Empresa Colonizadora en 1884 de nombre Burila, que asoci a
ricos manizalitas con propietarios caucanos y dentro de la cual se produjeron ocupaciones
de colonos que lograron despus de largas luchas legales y violentas, obtener parcelas y
fundar poblados tales como Pijao, Gnova, Crdoba y Buenavista. En este proceso,
Calarc se constituy en el eje de la resistencia y reclamos de los colonos hasta que
lograron titulaciones en 1929, cuando el Quindo era ya el primer productor de caf en
Colombia. Tal como se percibe, el proceso de formacin del pas quindiano no estuvo
exento de conflictos y en parte suya se repitieron, con sus debidos matices, los sucedidos
entre colonos y la Concesin Aranzazu, entre Sonsn y Manizales.
En trminos poltico-administrativos, desde 1863 oper la municipalidad del Quindo, con
capital en Cartago; luego en 1886 se cre la Provincia del Quindo dentro del
departamento del Cauca, con la misma capital y con lmites al norte en el ro Chinchin;
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ms tarde, en 1896, la Provincia tena 71.000 habitantes, en su mayora antioqueos,
distribuidos en 9 distritos: Mara, San Francisco (Chinchin), Santa Rosa de Cabal,
Pereira, Filandia, Salento, Victoria, La Unin y Toro (Pea, 1892). Para entonces, Pereira
era el centro principal con 10.000 habitantes, cuando el representante liberal Rafael Uribe
Uribe propuso la secesin de la Provincia del Quindo para crear la de Pereira, lo que no
se aprob. Pereira tena entonces una fuerte rivalidad con Manizales y con Cartago, eje
junsdiccional, hasta comenzar el siglo XX. Unos aos despus, vecinos influyentes de
Annenia desarrollaron un movimiento para separarse de la Provincia del Quindo pero una
asamblea constituyente decret por la ley de abril 17 de 1905, el nacimiento del nuevo
departamento de Caldas con la oposicin de antioqueos y caucanos. Solo lograron
ponerle el nombre del sabio Caldas ante el proyecto oficial que lo denominaba de los
Andes. Por su parte, los Antioqueos obtuvieron en compensacin por la prdida del sur,
la regin de Urab, un viejo anhelo pero bastante costoso.
Pues bien, el poblamiento del pas quindiano tuvo cuatro ejes referidos al territorio
demarcado desde las tierras de Filandia al norte hasta Gnova sobre la cordillera del
Barragn; la Tebaida, Montenegro y Quimbaya hasta el ro la Vieja; y Salento hasta las
mrgenes del eo Otn. Tales ejes se configuraron del siguiente modo:
1. Las oleadas de colonos provenientes de Antioqui predominantemente. Dentro de una
dinmica de rivalidades por el control territorial a travs de la fundacin de pueblos y la
consecucin de tierras en zonas caucanas, entre antioqueos y gentes que ascendan del
valle geogrfico del ro Cauca, sobre todo de Cartago y localidades vecinas, se produjeron
oleadas de colonos antioqueos predominantemente. No falt la presencia estatal en la
distribucin de tierras a las colonias y en la fundacin de Salento.
2. Este ltimo se convirti en eje decisivo en la construccin de la regin y en la
consolidacin del camino del Quindo.
3. Dicho camino fue decisivo para la apertura del nuevo pas y para establecer
comunicacin entre el Magdalena y el Cauca, Ibagu y Cartago, el centro y el occidente
del pas.
4. Finalmente, el Quindio en su parte sur es ininteligible sin la presencia de la lucha entre
los colonos y la Empresa Burila (Cadena, 1988; Grisales, 1990; Snchez, 1982).
No obstante las objeciones al trabajo de Londoo Motta, reconocemos en l un intento
serio, pero incompleto, para aportar nuevos elementos a uno de los temas ms sensibles
de la historiografa nacional, por la calidad de los trabajos que se refieren a l y por la
trascendencia de esta experiencia en la configuracin de la nacionalidad colombiana,
incluido el muy sutil tema de las identidades. Dimensin en la que, precisamente, este
trabajo se debate. Porque ms all de los explcitos y convencionales procedimientos
propios de la disciplina, en l est presente otra tensin que aunque latente por
pertenecer al mundo de lo imaginario, no deja de ser real: la evaluacin de la influencia de
lo caucano versus lo antioqueo en la construccin de la nacin.
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Agreguemos que no es frecuente que los historiadores reflexionemos sobre nuestros
propios productos, esto es, que intentemos penetrar en el potencial epistemolgico de
nuestros hallazgos, hacindolos explcitos a la comunidad disciplinar. La eleccin de tal
perspectiva es menos frecuente todava en la tradicin acadmica nacional, por lo cual
hay que subrayar que este es uno de los mritos del estudio en cuestin. Pero es muy
probable tambin, que los evidentes obstculos que tuvo este investigador para resolver
la tarea que se uTLpuso, reflejen de cierta forma el estado de inmadurez de la disciplina y
de la propia formacin de sus nuevos investigadores. La admisin de esta situacin o
estado del arte de la disciplina histrica en este punto, no debe traducirse en trminos de
una suerte de fatalismo, desencanto o escepticismo respecto del discutido estatuto
cientffico de la historia, actitudes tan caractersticas de ciertas poses posmodemas muy
en boga en la actualidad, sino en la decisin de superar esta situacin a travs de
proponerse nuevos retos, personales y colectivos, subjetivos y disciplinares. Finalmente,
deseamos reconocer el esfuerzo de Londoo, y mencionar que el concepto del evaluador
del que, como se dijo, surgi este ensayo, fue aprobatorio.
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Captulo 1
IMGENES Y CONSTRUCCIONES
SOBRE LA REGIN EN EL SIGLO XX
La regin caldense se configur durante el siglo XIX, disgregada en provincias a partir de
la independencia, en departamentos y provincias pertenecientes a Estados bajo la
federacin (1863-1886), o a departamentos durante la regeneracin (1886-1903).
Como uno de los resultados del federalismo, se mantuvieron en los inicios de la
regeneracin, las divisiones territoriales de los Estados Soberanos. Mas, dentro de las
perspectivas regeneradoras, la quiebra de las viejas regiones para fortalecer el estado
central se hizo evidente. Por ello, entre 1888 y 1890 un proyecto de divisin territorial del
gobierno, liderado por Carlos Holgun a expensas de Rafael Nuez, busc crear nuevas
regiones sin xito inmediato, con lo que ya Manizales como cabeza de un nuevo
departamento apareci en el panorama nacional. Para entonces, viajeros y propios
perciban el sur antioqueo y el norte caucano y en menor medida el noroccidente
tolimense como una posible regin especialmente por sus pobladores
predominantemente antioqueos, por su relacin intima con la geografa de media
montaa, por la creacin de circuitos econmicos y culturales centrados en una
agricultura de subsistencia, una creciente ganadera, vas de comunicacin y una
excepcional produccin cafetera; y por la cada vez ms cohesionada lite manizalita con
Pero fueron Marceliano Arango en 1888 y Rafael Uribe Uribe en 1896, quienes
propusieron crear un nuevo departamento. Daniel Gutirrez Arango y Aquilino Villegas
tambin lo impulsaron desde relaciones en Pereira y Armenia.
las columnas del Correo del Sur. El mismo, debi esperar hasta los aos 1905-1912,
cuando finalmente obtuvo vida institucional.
Pero, cmo han evolucionado hasta el presente las imgenes construidas sobre la
regin, por estudiosos de diversas disciplinas durante el siglo XX? A nuestro modo de ver
existen hitos claves, contextos institucionales y de orden econmico y socio-poltico que
han incidido en las modificaciones de percepciones y conocimientos sobre la regin.
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El primer perodo
El primer perodo cubre los aos comprendidos entre 1905 y 1935, y revela un optimismo
social, econmico, poltico y cultural, f,ruto de la epopeya colonizadora; del
fortalecimiento de valores identitarios; del auge del comercio y de la produccin cafetera,
ganadera, minera, agrcola e industrial, jalonados por una sociedad trabajadora que puso
en accin medios de comunicacin cada vez ms modernos: cables, navegacin a vapor,
ferrocarriles y carreteras para realizar intercambios con el resto del pas y con el exterior,
basados en una nueva moneda: el caf.
En este contexto, el proyecto de las lites de Manizales fundado en los anteriores rasgos,
se impuso, no sin tropiezos, en la casi totalidad del Viejo Caldas. Dichas lites buscaron
hacer un departamento moderno e integrado econmica, social y culturalmente, con un
peso significativo del conservatismo y de la Iglesia, altos niveles educativos y otros lazos
de cohesin social tales como: juegos florales, concursos literarios, publicaciones e
imprentas, peridicos, revistas y buena comunicacin con los ejes de los mercados
nacional e internacional.
Con una bonanza econmica significativa y con el liderazgo poltico y cultural de sus
lites, roto el cordn umbilical de Medelln, se vislumbraba ya una identidad cultural
caldense que necesitaba sustentarse en una historia documental y en una literatura
propias (De los Ros, 1992). Dicha identidad fue jalonada por dirigentes regionales, desde
el eje de Manizales, con cobertura sobre un conjunto regional diverso que habra que
homogeneizar culturalmente hasta donde fuese posible, en medio de tensiones con
Pereira y Armenia.
En 1911 se fund en la capital el Centro de Estudios Histricos de Manizales y de Caldas,
impulsado por Enrique Otero DCosta, Emilio Robledo, Jos Mara Restrepo Maya y otros
intelectuales manizalitas, el cual tuvo la mxima expresin en su rgan de difusin, el
Archivo Historial. En su primera poca (1918-1923) fue decisivo para tener una
comprensin inicial de aspectos de la historia regional. Escritores profesionales e
historiadores aficionados indagaron sobre los perodos de conquista y colonia en Caldas,
el reciente proceso de colonizacin antioquea, las monografas locales, los fundadores,
la guaquera, los caminos de herradura, la arriera, las costumbres, las fiestas patrias,
prceres de la Independencia, genealogas y civismo. Con estos temas se dio principio a
la historiografa de tendencia acadmica.
Pero antes del Archivo Historial, se publicaron dos libros que marcaran radicalmente
pautas en la historia regional: Apuntes para la Historia de Manizales de Jos Mara
Restrepo Maya(1914) y Geografa Mdica y Nosolgica del Departamento de Caldas de
Emilio Robledo (1916). Al tiempo, Robledo como Gobernador del departamento y
humanista integral introdujo la maquinaria para la fundacin de la Imprenta Departamental
de Caldas, hecho decisivo en el proceso de afirmacin regional y eje de difusin de las
ideas de cohesin, trabajo y liderazgo regional.
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Jos Mara Restrepo Maya present una visin exaltaia de la colonizacin antioquea
desde antes de la fundacin de Manizales, primero hasta 1851 y luego hasta 1913.
Resalt el papel de Fermn Lpez y dems exploradores de la zona, el influjo de las
virtudes antioqueas en la formacin de la ciudad, los viajes al Ruiz y por el Pramo de
Ibagu y Lrida, la ereccin del distrito y su progreso desde 1850 por su ubicacin
geogrfica, sus conexiones comerciales con otras regiones y el exterior, y su peso dentro
de la regin.
Por su parte, el Dr. Robledo dedic la primera parte de su obra a la primera historia del
descubrimiento y colonizacin de Caldas bajo el gobierno espaol, aunque el tema haba
sido tratado por Joaqun Acosta y Manuel Uribe ngel, aportando nuevos documentos. En
segundo trmino, estudi la Geografa Mdica, Fitogeografa y Zoografa de la regin,
relacionando ciencias naturales y medicina. Pas del conocimiento de animales y plantas
de la regin a las costumbres y hbitos de sus gentes para deducir reglas de profilaxis y
sometimiento, tiles para el progreso de esa sociedad, para que la vida de los hombres se
mantuviera sana y longeva, y los animales y plantas pudieran ser utilizados y mejor
conservados en provecho del hombre mismo. Estos fenmenos fueron estudiados en el
contexto de los climas, orografa, hidrografa, temperaturas, aguas y enfermedades,
decisivos para comprender patologas. Luego recorri las poblaciones caldenses desde
Manizales, su capital, describiendo su fisonoma climtica y mdica, su situacin
geogrfica y las geologa, demografa y sociologa de sus gentes y enfermedades.
Finalmente, present los principales gneros y especies zoolgicos y de flora que se
encontraban en el departamento de Caldas; y un sumario donde se exponan las claves
de configuracin del departamento.
Segn Robledo, para 1915, Caldas posee 375000 habitantes en un rea de 14.000 Kms2
con predominio de raza blanca descendiente de europeos, la mestiza, unos miles de
indios civilizados y