CAIN ABEL Garcia Marquez

2
Breve lectura del mito del origen de Caín y Abel en Cien años de soledad Nombre: Arturo Ruiz Mautino Código: 20094010 El presente texto busca abordar las relaciones entre algunas de las distintas variantes del mito hebreo del nacimiento de Caín y Abel y los respectivos nacimientos de José Arcadio y Aureliano Buendía, hijos del primer José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán. Como se lee en Cien años de soledad, el primer acto de amor entre José Arcadio Buendía y Úrsula, su esposa, no se efectúa sino hasta después del asesinato, por parte de José Arcadio, de Prudencio Aguilar, quien, después de que el primero le ganase en una pelea de gallos, injuriaría a Buendía diciéndole «Te felicito […]. A ver si por fin ese gallo le hace favor a tu mujer» (García Márquez 1984: 25). Así, dado el temor, provocado por el cercano parentesco entre José Arcadio y Úrsula, de que sus hijos resultaran “iguanas”, poseedores de la temida cola de cerdo, aquel solo logra vulnerar la protección del pantalón de castidad de su mujer favorecido por la circunstancia de un asesinato. Al respecto, encontramos más de una resonancia en el origen de los hermanos Caín y Abel, la segunda generación de hombres, como se lee en el Génesis. Una de las versiones sobre el origen de Caín y Abel relata que, como en Cien años de soledad, el acto de amor no se efectúa de manera natural e inmediatamente después de celebrado el vínculo entre los dos padres fundadores. De ese modo, a Adán y Eva, como a José Arcadio y Úrsula, les habría de hacer falta la concomitancia de un evento sobrenatural, no ordinario, para aventurarse a engendrar a sus hijos. Tal versión, recogida por Graves y Patai (1986: 80-81), narra que, tras ser arrojados del Edén, es decir, emprendido ese primer éxodo comparable con la travesía de José Arcadio y Úrsula a través de la sierra, Adán y Eva se enfrentaron al problema de cómo asegurar la continuidad de la humanidad una vez perdida su condición de inmortales. Descansando en la orilla de un río, se les habría aparecido Samael, uno de los ángeles caídos más importantes de esa primera etapa de la cosmogonía hebraica, quien, tomando la forma de una mujer sumamente bella y acompañado de otras figuras demoniacas que ejecutaron la misma maniobra, les habría mostrado a la primera pareja de hombres la manera de reproducirse, diciendo luego: «Haz esto con Eva, pues sólo así puedes multiplicar tu raza» (1986: 80). La ulterior unión entre Adán y Eva, padres incestuosos, como José Arcadio y Aureliano, habría de celebrarse con la aquiescencia de Yahvé. Otra de las versiones sobre el mismo mito señala que Caín es hijo de Samael, quien, celoso ante la vista del amor entre Adán y Eva, habría seducido a esta última, tomando el lugar de Adán y engendrando al primer asesino. Eva no tarda en arrepentirse de su infidelidad, diciéndole a Adán: «¡Ay, Adán, he pecado! Destiérrame de la luz de tu vida. Iré al oeste y allí esperaré la muerte» (1986: 77). Eva, como Úrsula, aunque sin la compañía de su esposo, emprendería un viaje después de concebir a su primer hijo, motivada por la culpa. Recordamos que, en el caso de Cien años de soledad, también es la culpa, materializada en la visión del fantasma de Prudencio

description

simbología

Transcript of CAIN ABEL Garcia Marquez

Breve lectura del mito del origen de Can y Abel en Cien aos de soledad

Nombre: Arturo Ruiz MautinoCdigo: 20094010

El presente texto busca abordar las relaciones entre algunas de las distintas variantes del mito hebreo del nacimiento de Can y Abel y los respectivos nacimientos de Jos Arcadio y Aureliano Buenda, hijos del primer Jos Arcadio Buenda y rsula Iguarn.Como se lee en Cien aos de soledad, el primer acto de amor entre Jos Arcadio Buenda y rsula, su esposa, no se efecta sino hasta despus del asesinato, por parte de Jos Arcadio, de Prudencio Aguilar, quien, despus de que el primero le ganase en una pelea de gallos, injuriara a Buenda dicindole Te felicito []. A ver si por fin ese gallo le hace favor a tu mujer (Garca Mrquez 1984: 25). As, dado el temor, provocado por el cercano parentesco entre Jos Arcadio y rsula, de que sus hijos resultaran iguanas, poseedores de la temida cola de cerdo, aquel solo logra vulnerar la proteccin del pantaln de castidad de su mujer favorecido por la circunstancia de un asesinato. Al respecto, encontramos ms de una resonancia en el origen de los hermanos Can y Abel, la segunda generacin de hombres, como se lee en el Gnesis. Una de las versiones sobre el origen de Can y Abel relata que, como en Cien aos de soledad, el acto de amor no se efecta de manera natural e inmediatamente despus de celebrado el vnculo entre los dos padres fundadores. De ese modo, a Adn y Eva, como a Jos Arcadio y rsula, les habra de hacer falta la concomitancia de un evento sobrenatural, no ordinario, para aventurarse a engendrar a sus hijos. Tal versin, recogida por Graves y Patai (1986: 80-81), narra que, tras ser arrojados del Edn, es decir, emprendido ese primer xodo comparable con la travesa de Jos Arcadio y rsula a travs de la sierra, Adn y Eva se enfrentaron al problema de cmo asegurar la continuidad de la humanidad una vez perdida su condicin de inmortales. Descansando en la orilla de un ro, se les habra aparecido Samael, uno de los ngeles cados ms importantes de esa primera etapa de la cosmogona hebraica, quien, tomando la forma de una mujer sumamente bella y acompaado de otras figuras demoniacas que ejecutaron la misma maniobra, les habra mostrado a la primera pareja de hombres la manera de reproducirse, diciendo luego: Haz esto con Eva, pues slo as puedes multiplicar tu raza (1986: 80). La ulterior unin entre Adn y Eva, padres incestuosos, como Jos Arcadio y Aureliano, habra de celebrarse con la aquiescencia de Yahv.Otra de las versiones sobre el mismo mito seala que Can es hijo de Samael, quien, celoso ante la vista del amor entre Adn y Eva, habra seducido a esta ltima, tomando el lugar de Adn y engendrando al primer asesino. Eva no tarda en arrepentirse de su infidelidad, dicindole a Adn: Ay, Adn, he pecado! Destirrame de la luz de tu vida. Ir al oeste y all esperar la muerte (1986: 77). Eva, como rsula, aunque sin la compaa de su esposo, emprendera un viaje despus de concebir a su primer hijo, motivada por la culpa. Recordamos que, en el caso de Cien aos de soledad, tambin es la culpa, materializada en la visin del fantasma de Prudencio Aguilar, la que motiva la peregrinacin de Jos Arcadio, su esposa y otros hombres unidos a la expedicin. En el caso de Eva, el viaje lo realiza hacia el oeste, territorio desconocido al que se arroja en su destierro, mientras que, en el caso del viaje de Jos Arcadio, el oeste representa lo conocido, aquello de lo que se huye, la familiaridad de la costa, los lugares por los que ya transit su ascendencia. Por otro lado, anotan Graves y Patai que Adn logra acudir al nacimiento de Can, pues hubo sido informado por el Sol y la Luna del estado de su esposa, y que Can nace en el oeste, es decir, en el exilio (Jos Arcadio nace, anlogamente, durante la travesa de la sierra), y que su rostro angelical hace pensar a Eva que el padre de su hijo no es Adn ni Samael, sino Yahv.Una tercera versin relata que tanto Can y Abel son hijos de Adn y Eva, que el primero nace antes que su hermano, y que, desde su nacimiento, se hace patente la diferencia radical entre ambos. Como en el caso de una pareja de hermanos alqumica, Can, modelo del segundo Jos Arcadio, demuestra fortaleza fsica desde su nacimiento, pues se levant tan pronto como naci, sali corriendo y volvi con una espiga de trigo que entreg a Eva, quien inmediatamente lo llam Can, que significa tallo (1986: 77). Abel, por su parte, demuestra ventajas en su relacin con la divinidad, y su propio nombre, que podra significar tanto aliento como vanidad y pena, lo asocia con Aureliano Buenda, de quien se recuerdan sus facultades adivinatorias, presentes desde su nacimiento en Macondo, esto es, en la ciudad ya fundada, dentro de los lmites de la relativa normalidad.

Bibliografa:

GARCA MRQUEZ, Gabriel1984Cien aos de soledad. Bogot: Editorial Oveja Negra.

GRAVES, Robert y Raphael PATAI1986Los mitos hebreos. Madrid: Alianza Editorial.