Caida Del Imperio Incaico

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12 I Lima, lunes 22 de noviembre de 2004 APUNTES M ÁS que de la valentía, Cajamarca es el triunfo de la audacia y la astu- cia maquiavélica. Como se ha di- cho, se enfrentaron dos mentalida- des: una que confía en la cantidad, y otra en la pequeña técnica, indivi- dualismo y gregarismo. Este hecho abrió una herida en la memoria co- lectiva que aún se recuerda y con- mueve ahora cuando vemos la re- presentación del Apu Inca, una ac- tualización de la muerte de Ata- hualpa que se lleva a cabo en mu- chos pueblos del Perú, Ecuador y Bolivia. La lectura de Raúl Porras En toda la bibliografía del tema, el más completo y actual es el ensa- yo “La caída del imperio inkaico”, que Raúl Porras Barrenechea publi- có en 1935. Es el texto base leído por casi todos los escritores y tam- bién uno de los más plagiados en forma escandalosa. Raúl Porras re- sume las causas inmediatas del su- ceso de Cajamarca y señala tam- bién factores más amplios que alu- den realmente a las estructuras del imperio. Sin usar esta palabra, refiere instituciones económicas, sociales, mentalidades; por ejem- plo, la importancia entonces de la aparición de la propiedad privada. Esto nos hace recordar la interpre- tación de Arnold Toynbee con su teoría del “proletariado interno” y la minoría dominante. Sin embar- go, habría que discutir la teoría de Toynbee que cree que antes se ha- bría producido “el colapso” del in- cario y Cajamarca sería el último incidente de la declinación. En las causas de Cajamarca, Raúl Porras descarta el providen- cialismo de las dos partes. Deja también de lado la presencia de los caballos. Creemos, por nuestra parte, que el pánico de la multitud comenzó con la embestida es- truendosa de las bestias, coinci- dente con sólo dos tiros del ca- ñoncillo. Descarta también la ima- gen de la valentía de unos y la co- bardía de otros. Porras fue el pri- mero en señalar la importancia del cacique, que fungió como es- pía de Atahualpa en Poechos, río Chira, Sullana, Piura y Unos les lla- man Maizavilca, Betanzos dice Ci- quinchara (en la edición de Mari- carmen Martín Rubio). Dicho caci- que vio que los caballos no eran carnívoros, comían hierba y, por tanto, no eran feroces. Practicó el uso de la espada y otros detalles de la milicia y la estrategia. Raúl Porras dice que “perturbó el crite- rio de Atahualpa” al darle una vi- sión empequeñecida de los inva- sores. Esto lo confirman algunos cronistas como Jerez:“Te mintió.” Atahualpa embriagado en la cita con Pizarro Otro detalle es la decadente vida moral de la elite, ganada por fies- tas, diversiones y licor. El viejo Baco de Huayna Cápac se “emborracha- ba por sus vasallos”. Otro texto de Juan de Betanzos afirma asombra- do que Atahualpa llegó embriaga- do a la cita con Pizarro el 16 de no- viembre. En estos textos, no usados hasta ahora en este tema, dice que “se embriagó”, repite que “iba em- briagado”, “bien tomado en la be- bida” y aún “en las andas pidió de beber”; reitera como “el inca esta- ba embriagado” y “no hizo mira- miento ninguno” cuando hacían tambalear el anda de oro. Una de las cuestiones no acla- radas hasta ahora es la falta de reacción de los cuarenta mil acom- pañantes del inca en Cajamarca. Es un factor que sorprendió a Louis Baudin en El imperio socialista de los incas y también a Mario Vargas Llosa en el prólogo de la Edad del oro. Esta inacción se enmarca en la tesis liberal del excesivo estatismo que anuló la capacidad de reacción individual. Pedro Pizarro dice que “se embarazaron, se cortaron”. Be- tanzos agrega: “sin que los del Inca los resistiesen (a los españoles) nin- guna cosa y como ellos viesen la cosa tan súpita y no vista, tal como en sus días, quedaron tan atónitos los indios que sin se defender vien- do la gran matanza que en ellos se hacía procuraron de huir” y derri- baron la pared de la plaza de Caja- marca. La reacción antiespañola se iniciará en 1536, con el cerco de Li- ma, dirigido por Manco Inca, y des- pués continuará en el glorioso esta- do de Vilcabamba. Geopolítica, regionalismo Más importancia concede Raúl Porras al factor geopolítico y sus consecuencias de regionalismo. Se refiere a la excesiva extensión territorial en inmensas regiones. Pronto se levantaron unos contra la dominación incaica, otros con- tra los abusos espantosos de los atahualpistas. La llamada guerra civil de los UN DATO DE ATAHUALPA La caída del imperio incaico En la tarde del 16 de noviembre de 1532, el inca Atahualpa cayó en la trampa que le había puesto Francisco Pizarro en Cajamarca. La tragedia revela la increíble fragilidad del Estado incaico ante el empuje de no menos de 200 invasores y los factores intrínsecos del declive de la soberanía cusqueña. MIGUEL MATICORENA (*) [1] [2] [3]

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  • 1122 I Lima, lunes 22 de noviembre de 2004

    APUNTES

    MS que de la valenta,Cajamarca es el triunfode la audacia y la astu-cia maquiavlica. Como se ha di-cho, se enfrentaron dos mentalida-des: una que confa en la cantidad,y otra en la pequea tcnica, indivi-dualismo y gregarismo. Este hechoabri una herida en la memoria co-lectiva que an se recuerda y con-mueve ahora cuando vemos la re-presentacin del Apu Inca, una ac-tualizacin de la muerte de Ata-hualpa que se lleva a cabo en mu-chos pueblos del Per, Ecuador yBolivia.

    La lectura de Ral PorrasEn toda la bibliografa del tema, elms completo y actual es el ensa-yo La cada del imperio inkaico,que Ral Porras Barrenechea publi-c en 1935. Es el texto base ledopor casi todos los escritores y tam-bin uno de los ms plagiados enforma escandalosa. Ral Porras re-sume las causas inmediatas del su-ceso de Cajamarca y seala tam-bin factores ms amplios que alu-den realmente a las estructuras delimperio. Sin usar esta palabra,refiere instituciones econmicas,sociales, mentalidades; por ejem-plo, la importancia entonces de laaparicin de la propiedad privada.Esto nos hace recordar la interpre-tacin de Arnold Toynbee con suteora del proletariado interno yla minora dominante. Sin embar-go, habra que discutir la teora deToynbee que cree que antes se ha-bra producido el colapso del in-cario y Cajamarca sera el ltimoincidente de la declinacin.

    En las causas de Cajamarca,Ral Porras descarta el providen-cialismo de las dos partes. Dejatambin de lado la presencia delos caballos. Creemos, por nuestra

    parte, que el pnico de la multitudcomenz con la embestida es-truendosa de las bestias, coinci-dente con slo dos tiros del ca-oncillo. Descarta tambin la ima-gen de la valenta de unos y la co-barda de otros. Porras fue el pri-mero en sealar la importancia

    del cacique, que fungi como es-pa de Atahualpa en Poechos, roChira, Sullana, Piura y Unos les lla-man Maizavilca, Betanzos dice Ci-quinchara (en la edicin de Mari-carmen Martn Rubio). Dicho caci-que vio que los caballos no erancarnvoros, coman hierba y, por

    tanto, no eran feroces. Practic eluso de la espada y otros detallesde la milicia y la estrategia. RalPorras dice que perturb el crite-rio de Atahualpa al darle una vi-sin empequeecida de los inva-sores. Esto lo confirman algunoscronistas como Jerez: Te minti.

    Atahualpa embriagado en la cita con PizarroOtro detalle es la decadente vidamoral de la elite, ganada por fies-tas, diversiones y licor. El viejo Bacode Huayna Cpac se emborracha-

    ba por sus vasallos. Otro texto deJuan de Betanzos afirma asombra-do que Atahualpa lleg embriaga-do a la cita con Pizarro el 16 de no-viembre. En estos textos, no usadoshasta ahora en este tema, dice quese embriag, repite que iba em-briagado, bien tomado en la be-bida y an en las andas pidi debeber; reitera como el inca esta-ba embriagado y no hizo mira-miento ninguno cuando hacantambalear el anda de oro.

    Una de las cuestiones no acla-radas hasta ahora es la falta dereaccin de los cuarenta mil acom-paantes del inca en Cajamarca. Esun factor que sorprendi a LouisBaudin en El imperio socialista delos incas y tambin a Mario VargasLlosa en el prlogo de la Edad deloro. Esta inaccin se enmarca en latesis liberal del excesivo estatismoque anul la capacidad de reaccinindividual. Pedro Pizarro dice quese embarazaron, se cortaron.Be-tanzos agrega:sin que los del Incalos resistiesen (a los espaoles) nin-guna cosa y como ellos viesen lacosa tan spita y no vista, tal comoen sus das, quedaron tan atnitoslos indios que sin se defender vien-do la gran matanza que en ellos sehaca procuraron de huir y derri-baron la pared de la plaza de Caja-marca. La reaccin antiespaola seiniciar en 1536, con el cerco de Li-ma, dirigido por Manco Inca, y des-pus continuar en el glorioso esta-do de Vilcabamba.

    Geopoltica,regionalismoMs importancia concede RalPorras al factor geopoltico y susconsecuencias de regionalismo.Se refiere a la excesiva extensinterritorial en inmensas regiones.Pronto se levantaron unos contrala dominacin incaica, otros con-tra los abusos espantosos de losatahualpistas.

    La llamada guerra civil de los

    UN DATO DE ATAHUALPA

    La cada del imperio incaicoEn la tarde del 16 de noviembre de 1532, el inca Atahualpa cay en la trampa que le haba puesto FranciscoPizarro en Cajamarca. La tragedia revela la increble fragilidad del Estado incaico ante el empuje de no menos de200 invasores y los factores intrnsecos del declive de la soberana cusquea.

    MIGUEL MATICORENA (*)[1] [2]

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    APUNTES

    incas lleva a Porras a enfatizar elerror de Huayna Cpac. Uno, al noprecisar los trminos de la suce-sin. Otro, por no prever la rupturanorte-sur. Propicia otra metrpolisen Tumibamba, rival de la capitalsagrada del Cusco. Cuzqueos yquiteos ya no forman una sola na-cin, dice Porras.La conquista deQuito es la prdida del Tahuantin-suyo, agrega. La antigua paz in-caica estaba corroda por el des-contento social contra la lite mili-tar y clero dominantes, as comopor el odio norte-sur. Por nuestraparte, subrayamos la gigantesca lu-cha entre la lite militar y sacerdo-tal. Era por el predominio poltico ycon esto acaparar la mayor canti-dad de tierras, produccin, tributosy honores.

    Larvado feudalismoComo decamos, Ral Porras nomenciona la palabra estructura, pe-ro de hecho la seala en relacincon la economa y la sociedad.Men-ciona la propiedad individual y pri-vada introducida en una sociedadcolectivista, con la herencia o el usu-fructo permanente de los lotes. Re-coge un precioso texto de Fernndez

    de Oviedo no visto por los comenta-ristas: La gente de guerra tienemuy sojuzgada a los que son labra-dores o gente de campo que entien-den la agricultura. Este valioso tex-to es una de las definiciones que losmedievalistas, como Luis Garca Val-deavellano, dan del feudalismo. Unaminora militar y sacerdotal sobre lamayora campesina.

    Como definicin general delimperio incaico, autores antiguoscomo Horacio H. Urteaga e inclusoJohn Murra, slo en su primeraetapa, recurrieron a la caracteriza-cin de feudalismo. Ral Porras nomenciona esta palabra, pero leyen-do con atencin se sobreentiendeno que el incario sea una sociedadfeudal, sino que se encaminaba aesa etapa. Esto nos lleva a indicarque la base de esa sociedad feudalsera la propiedad privada y la he-rencia, acaparadas por los magna-tes, que por donacin del inca re-cortaban las tierras de la comuni-dad (como un estmulo para seguirluchando, hizo donacin de tierrasa los militares). Esto aumentaba laobligacin de los hatunruna paratrabajarlas.Algunos hablan inclusode esclavismo. Por supuesto, estoprovocaba gran descontento, que

    se sumaba al fastidio poltico quegeneraban las conquistas. Comouna curiosidad resulta que este lar-vado feudalismo se hara realidaddespus con las encomiendasdel virreinato.

    Hacia una reinterpretacinEl tema de la cada del imperio in-caico an espera una interpreta-cin ms completa. Los factores in-mediatos explican la captura de lapersona del inca. Con l se vieneabajo la fachada del cuerpo polticoque personificaba: la increble fragi-lidad del gigantesco edificio origi-nada por la lucha interna poltica ysocial. Para explicar esta fragilidad,hay que recurrir a las estructuraseconmica, social y de mentalida-des. Recurdese que la mxima ex-pansin del imperio no pas de unacenturia. Desde 1990 propusimoscomo tesis la incompleta cohesindel imperio incaico. Usando la ex-presin de Piganiol sobre la cadade Roma, en el Per hubo suicidio yhomicidio, o sea, factores internos yexternos (*).

    (*) Historiador de la UNMSM y miembrode la Academia de Historia.

    Ams de cuatro-cientos aos de laempresa conquis-tadora emprendida por losextremeos Hernn Cortsy Francisco Pizarro, toda-va cabe hacer algunas re-flexiones en torno a lo quea la postre signific el ini-cio del establecimiento delas nacientes sociedadeshispanoamericanas.

    Definitivamente, cual-quier comparacin entrelos sucesos de la conquis-ta espaola acontecidosen Mxico y el Per siem-pre ser discutible. Noobstante, el tema se orien-ta a buscar algunas analo-gas, algunas regularida-des. Jos de la Riva Age-ro, en 1937, al compararlas instituciones incaicascon otras precolombinas,esboz un paralelismo en-tre Huayna Cpac y Moc-tezuma, al resaltar la rebe-lin de seoros regionalesen ambos territorios(Obras completas, tomo V,1966).A esto hay que aa-dir, para referirnos al en-torno mental como pode-roso elemento o factor deconquista, los sombrospronsticos de invasionesextranjeras, as como lasfunestas profecas del re-torno de Quetzalcatl yWiraqocha.

    La concepcin cclicadel tiempo que posean losaztecas termin por avizo-rarles el fin de los tiempos.Moctezuma el Tlatoanipensaba que Corts y sushuestes eran los dioses va-ticinados que retornabanemergiendo de las aguaspara imponer un nuevo or-den. Con razn seal Ri-chard Konetzke que el em-perador fue vctima desus creencias (Descubri-dores y conquistadores deAmrica, Madrid, 1968).Huscar, por su lado, supu-so la presencia de los Vira-cochas de acuerdo con elrelato del Inca Garcilaso

    de la Vega en aquelloshombres de coraza y espa-da casi desfallecientes quepenetraron por el norte delimperio. Como advirti Oc-tavio Paz en su El laberin-to de la soledad (Mxico,1987), corremos el riesgode no comprender un im-portante factor de domi-nio si previamente no en-tendemos los mitos y cos-mogonas de los imperiosprehispnicos.

    En esta aproximacines imposible prescindir delfamoso artculo de RalPorras Barrenechea titula-do La cada del ImperioInkaico. Publicado en1935, seal en l que elgermen ms activo de ladecadencia del imperio ra-dic en su enormidad te-rritorial. A ms conquistas,fueron ms las fronteraspara defender con una eli-te que perda sus virtudesguerreras. Hubo necesidadde adjudicar a la noblezatierras en forma individualy hereditaria, lo que pro-voc una conmocin en laestructura colectivista an-dina. Para Porras, el des-contento de las masas conpesadas cargas fiscales ycada vez ms oprimidasconstituy el inicio del findel imperio. El derrumbese hizo inevitable.

    Hagamos ahora refe-rencia al ya clsico factorde la guerra civil entreHuscar y Atahualpa. Eldescontento antes men-cionado se traduce aqu encatstrofe.Y es justamenteel momento en que arribaPizarro. Como lo precisun cronista: si la tierra nohubiera estado divisa, dif-cil hubiese sido la conquis-ta. Los tlaxcaltecas antiaz-tecas jugaron el mismopapel que los huancas enel Per, cuyo papel colabo-racionista fue ampliamen-te estudiado por Walde-mar Espinoza. La diferen-cia reside en que aqu la

    guerra civil comenz antesy en Mxico se precipit araz de la alianza con Cor-ts. Estos pactos de Cortscomo los de Pizarro mues-tran la habilidad de los es-paoles. Comenta JuanMiralles que cuando seprodujo la toma de Te-nochtitlan, se desplomuna estructura poltica sinque el imperio cayera en laanarqua. Vencida la vo-luntad de Cuauhtmoc, almomento comenz a fun-cionar otro orden con au-toridades designadas porCorts, quien emple la in-fraestructura indgenaadicta a sus planes (Her-nn Corts, inventor deMxico, volumen II, Ma-drid, 2004).

    Muchos otros motivospueden mencionarse comocondicionantes de la des-truccin de los dos grandesimperios precolombinos.Escritores de corte liberalaprovecharon en hacer unenfoque propio presentan-do al sistema colectivistadel incario como un factorendgeno sumamente da-ino a los intereses impe-riales. Louis Baudin, en suEl imperio socialista de losincas, se refiri a la presinestatal que sufra el hom-bre andino hasta el fin desus das; en razn de esto,por no tener iniciativa pro-pia, al ser capturado el in-ca, fue tambin capturadotodo el imperio.

    Miguel Maticorenapostula que al no existiruna cohesin estatal y po-ltica de manera firme yestable, la estructura delTahuantinsuyo se estreme-ci y termin por derrum-barse ante la presencia dela minora espaola. El co-laboracionismo indgena yla mentalidad mgico-reli-giosa, tan distinta a la ra-cionalista europea, sonfactores de consideracinpara el estudio de la inva-sin hispana.

    El ocaso de los imperios americanos JAVIER LOZANO YALICO / HISTORIADOR DE LA UNMSM

    Nota

    (*) VESE ELARTCULO SOBREESTE TEMAACERCA DE LACADA INCAICAQUE PUBLICAMOSEN LA REVISTASOLERTIA, N 1,

    1990,Y LOSTRABAJOS DEWALDEMARESPINOZA,EDMUNDOGUILLN YVIRGILIO ROEL.

    LLeeyyeennddaass[1] El capitnRumi aui,

    emisario deAtagualpa Ynga,presenta a dosdoncellas a donFrancisco Pizarroy don Diego deAlmagro paraconvencer a losespaoles a quevuelvan a sustierras.

    [2] La ejecucin deAtagualpa Ynga enCajamarca:Umanta kuchun, lecortan la cabeza.

    [3] Don Diego deAlmagro, donFrancisco Pizarroy Fray Vicente deValverde de

    rodillas anteAtagualpa Yngaen Cajamarca,mientras que elindio Felipilloejerce deintrprete.

    [4] AtagualpaYnga en su prisinen Cajamarca.

    [5] LosconquistadoresSebastin de Balczar (en realidad,Benalczar) y Hernando Pizarro acometen a Atagualpa Yngaen los baos realesde Cajamarca.

    [4] [5]