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Cabe prever una época en que el género policial, invención dePoe, hayadesaparecido,yaqueeselmásartificialdetodoslosgénerosliterariosyelquemássepareceaunjuego.ElpropioChestertonhadejadoescritoquelanovelaesunjuegodecarasyelrelatopolicialunjuegodemáscaras…Peseaestaobservaciónyalposibleeclipsedelgénero,estoysegurodequeloscuentosdeG.K.C.siempreseránleídos,yaqueelmisterioquesugiereunhechoimposibleysobrenatural,estaninteresantecomolasolucióndeordenlógicoquenosdanlasúltimaslíneas.

JorgeLuisBorges

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GilbertKeithChesterton

ElojodeApoloLaBibliotecadeBabel15

ePubr1.1orhi17.10.14

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Titulosoriginales:TheThreeHorsemenofApocalypseTheQueerFeetTheHonourofIsraelGowTheEyeofApolloTheDuelofDr.HirschGilbertKeithChesterton,1911Traducción:JorgeLuisBorges&JoseLuisLópezMuñoz&AdolfoBioyCasares

Editordigital:orhiCorreccióndeerratas:AstennuePubbaser1.1

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Prólogo

«Elmundoeramuyviejo,amigomío, cuandonosotroséramos jóvenes…»,escribeGilbertKeithChestertonenladedicatoriadeElhombrequefuejueves.Enefecto,laadolescenciadeChesterton,quenacióen1874,correspondealosañosdesesperadosycrepuscularesdelsimbolismoydeldecadentismo.DeesanegaciónlosalvaronlagranvozamericanadeWhitmanyladeStevenson,muriendoenunaisladelPacíficoy«cantandocomounpájarocantaenlalluvia».Afirmarqueunhombrebondadosoyafable comoG. K. C. fue también un hombre secreto, que sentía el horror de lascosas, puede asombrarnos, pero su obra, contra su voluntad, lo atestigua. Asícomparalasplantasdeunjardínconanimalesencadenados,elmármolconunaluzdelunamaciza,eloroconunahogueracongeladaylanocheconunanubemayorque el mundo y un monstruo hecho de ojos. Pudo haber sido Kafka o Poe perovalerosamenteoptóporlafelicidadofingióhaberlahallado.Delafeanglicanapasóalacatólica,que,segúnél,estábasadaenelsentidocomún.Arguyóquelararezadeesafeseajustaalararezadeluniverso,comolaextrañaformadeunallaveseajustaexactamentealaextrañaformadelacerradura.En Inglaterra, el catolicismodeChestertonhaperjudicado su fama, pues la gentepersisteenreducirloaunmeropropagandistacatólico.Innegablementelofue,perofuetambiénunhombredegenio,ungranprosistayungranpoeta.No deja de ser significativo que sus dos espléndidas epopeyas, The Ballad of theWhite Horse (1911) y Lepanto (1912), conmemoren victorias de cristianos sobrepaganos.LaprimeracelebraunabatalladeAlfredoelGrandecontralosvikingos;enlasegundavanapareciendoelSultándeBizancio,Mahomaensuterribleparaíso,FelipeII,elPapaensucapillasecreta,MigueldeCervantesenvainandolaespadaysoñandoyaconDonQuijotey lasombraconstantedeDonJuandeAustria, tensahacia la gloria. Sin desmedro de su gran amor por Inglaterra y por Francia,ChestertonsiemprevioenRomaelcentrodelmundo.Leemosenunadesuscartas:«EsinsensatoiraRomasinosetienelaconviccióndevolveraRoma.»La labor crítica de Chesterton —los libros sobre Dickens, Browning, Stevenson,Blake y el pintor Watts— es no menos encantadora que penetrante; sus novelas,compuestasaprincipiosdesiglo,aúnanlomísticoalofantástico,perosurenombreactualsedebeantetodoaloquepodríallamarselaGestadelPadreBrown.Cabepreverunaépocaenqueelgéneropolicial,invencióndePoe,hayadesaparecido,yaqueeselmásartificialde todos losgéneros literariosyelquemássepareceaunjuego.ElpropioChestertonhadejadoescritoquelanovelaesunjuegodecarasyelrelatopolicialunjuegodemáscaras…Peseaestaobservaciónyalposibleeclipsedelgénero,estoysegurodequeloscuentosdeG.K.C.siempreseránleídos,yaqueelmisterioquesugiereunhechoimposibleysobrenatural,estaninteresantecomola

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solución de orden lógico que nos dan las últimas líneas. Antes de ensayar laliteratura,Chestertonensayólapinturaytodasuobranarrativaesmemorablementevisual.Susecretariaymejorbiógrafa,MaisieWard,hacometidolabuenaindiscrecióndeconfiarnos que elmaestro, antes de iniciar el dictado, trazaba furtivamente con elcigarro la señal de la cruz. Este obeso gigante no dejó nunca de entregarse alamparodivino.Nuestrovolumen incluyeelqueyosientoelmejorcuentodeChesterton,quearmacon un largo camino blanco, con húsares blancos y con caballos blancos unahermosajugadadeajedrez.MerefieroaLostresjinetesdelApocalipsis.EnExtrañospasos se inventa un nuevomodo de disfraz; en El honor de IsraelGow, el tétricocastillodeEscociaesparteesencialdeunmisterioaparentemente insoluble;enElojodeApolo,el cultodeunantiguodios sirvepara laejecucióndeuncrimen;eltítulodeElduelodeldoctorHirsch—noquieroserdemasiadoexplícito—yaesunapeticióndeprincipio.Elantiguotemadeldoble,quehainspiradolibrosfamososaStevensonyaDostoievski,serenuevaaquíconoriginalidad,demuydiversosmodosque no anticiparé al lector, pero que éste, suspicazmente, irá, descubriendo conrenovadaadmiración.La literatura es una de las formas de la felicidad; quizá ningún escritorme hayadeparado tantashoras felicescomoChesterton.Nocompartosu teología,comonocomparto la que inspiró La Divina Comedia, pero sé que las dos fueronimprescindiblesparalaconcepcióndelaobra.Chesterton,ciertavez,estuvoapuntodevisitarBuenosAires,yoibaaserinvitadoala comida de recepción; el hecho me alegró, pero no pude dejar de sentir quemágicamente eramejor que no viniera y que permaneciera en su límpida lejanía.Además,penséqueloconocíacomoamimejoramigoyqueesoyaerasuficiente.

JorgeLuisBorges

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ElojodeApolo

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LostresjinetesdelApocalipsis

LasingularyavecesinquietanteimpresiónqueMr.Pondmecausaba,apesardesucortesía trivial y de su corrección, se vinculaba tal vez a alguno demis primerosrecuerdosyalavagasugestiónverbaldesunombre.Eraunviejoamigodemipadre,un funcionario; y sospecho que mi imaginación infantil había mezclado de algúnmodoelnombredeMr.Pondconelestanquedeljardín.Pensándolobien,separecíaextrañamentealestanque.Era,engeneral, tansereno,tanregularytanclaroensushabitualesreflejosdelatierra,delcieloydelaluzdeldíacomoaquél.Yyosabía,sinembargo,quehabíaalgunascosasrarasenelestanquedeljardín.Unaodosvecesalañoelestanqueparecíaunpocodistinto:unasombrafugazoundestellointerrumpíasulisatranquilidad,yunpezounsapooalgunacriaturamásgrotescasemostrabaalcielo.YyosabíaquetambiénenMr.Pondhabíamonstruos:monstruosmentalesqueemergían un instante a la superficie y luego se perdían. Tomaban las formas deobservacionesmonstruosasenmediodesusobservacionesinofensivasyrazonables.Algunos interlocutores pensaban que en lamitad de un diálogo juicioso se volvíaloco.Perotambiénreconocíanqueregresabaalacordurainmediatamente.Una tarde, hablaba muy juiciosamente con Sir Hubert Watton, el conocidodiplomático; estaban sentados bajo enormes quitasoles, mirando el estanque, ennuestro jardín. Hablaban de una parte del mundo que ambos conocían y que enEuropa Occidental se conoce muy poco: las vastas llanuras anegadizas que sedeshacen en pantanos y ciénegas en los confines de Pomerania y de Polonia y deRusia,yquesedilatanacasohastalosdesiertossiberianos.YMr.Pondrecordóqueenunaregióndeprofundasciénegas,cortadasporlagunasylentosríos,hayunsolocamino en un estrecho terraplén empinado: una senda no peligrosa para el peatón,peroescasaparaquedosjinetespasenauntiempo.Esteeselprincipiodelcuento.Serefiereauntiemponomuylejano,auntiempoenelqueaúnseusabantropasdecaballería,aunquemásparacorreosqueparacombates.Bastedecirqueestoocurrióenunadelasmuchasguerrasquehanarrasadoaesapartedelmundo,siesposiblearrasar un desierto. Esa guerra entrañaba la presión del sistema prusiano sobre lanaciónpolaca,peroesinnecesarioformularlapolíticadelasuntoodiscutirelproyelcontra.DigamosligeramentequeMr.Ponddivirtióalospresentesconunenigma.—Espero que ustedes recordarán —dijo Pond— el revuelo que produjo PabloPetrovski, el poeta de Cracovia, que hizo dos cosas bastante peligrosas en aqueltiempo:mudarsedeCracoviaaPoznamyseralavezpoetaypatriota.Laciudadenque vivía estaba ocupada en ese momento por los prusianos; estaba situadaexactamenteeneltérminoorientaldellargocamino;pues,comoesdeimaginarse,elcomandoprusianosehabíaapresuradoaocupar lacabezadepuente,deesepuentetansolitario,sobreesemardeciénegas.Perosubaseestabaeneltérminooccidental

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delcamino:elcélebremariscalvonGrockteníaelcomandosupremo;ysuantiguoregimiento,queseguíasiendosuregimientopredilecto,losHúsaresBlancos,estabaacampado cerca del extremo occidental del alto camino. Por supuesto, todo eraimpecable,hastaelmenordetalledelosespléndidosuniformesblancos,atravesadosporeltahalíllameante—estoeraanterioralempleodeloscoloresdelbarroydelaarcillaparatodoslosuniformesdelmundo—.Nolosrepruebo.Avecespiensoqueeltiempode la heráldica eramás hermoso que el tiempodelmimetismoque trajo lahistorianaturalyelcultode loscamaleonesyde losescarabajos.Sea loquefuere,este regimiento de caballería prusiana usaba su propio uniforme; y, como veránustedes, ése fue otro elemento del fiasco; pero no sólo eran los uniformes; era launiformidad. Todo fracasó, porque había demasiada disciplina. Los soldados deGrockleobedecíandemasiado;demodoquenopodíahacerloquequería.—Esodebeserunaparadoja—dijoWatton,conunsuspiro—.Serámuyingeniosoytodoloquequieran;perorealmenteesundesatino.Yaséquelagentesueledecirquehaydemasiadadisciplinaenelejércitoalemán.Peroenunejércitonopuedehaberdemasiadadisciplina.—Peronolodigodeunamanerageneral—dijoPond,quejumbrosamente—.Lodigorefiriéndome a este caso particular. Grock fracasó porque sus soldados leobedecieron. Claro que si uno de los soldados le hubiera obedecido, las cosas nohubieran ido tan mal. Pero como dos de sus soldados le obedecieron, el hombrefracasó.Wattonserióguturalmente.—Meencantasunuevateoríamilitar.Ustedpermitelaobedienciaaunsoldadoenunregimiento; pero que dos soldados obedezcan, ya es un exceso de la disciplinaprusiana.—No tengoninguna teoríamilitar, hablo de un hechomilitar—contestóMr. Pondplácidamente—.EsunhechomilitarqueGrockfracasóporquedosdesussoldadosleobedecieron. Es un hechomilitar que hubiera tenido éxito si uno de ellos hubieradesobedecido.Encárgueseusteddelasteoríasmilitares.—Nosoyaficionadoalasteorías—dijoWattonconciertasequedad,comoalcanzadoporuninsultotrivial.En ese momento se vio la vasta y fanfarrona figura del capitán Gahagan, elincongruenteamigoyadmiradordelapacibleMr.Pond.Teníaunafogosamalvaenelojal y un sombrero de copa atesado sobre la roja cabellera; y aunque erarelativamente joven, había en su andar un contoneo que sugería la época de losdandies y de los duelistas. Alto y de espaldas al sol, parecía el emblema de laarrogancia.Sentado,caraalsol,atenuabanlaimpresiónanteriorlosojospardos,muysuaves,tristesyunpocoansiosos.Mr.Pondinterrumpiósumonólogoyseperdióenuntorrentededisculpas:

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—Estoy hablando demasiado, como de costumbre; la verdad es que hablo de esepoeta,Petrovski,quecasifueejecutadoenPoznam,haceyatiempo.Lasautoridadesmilitares vacilaban; iban a dejarlo en libertad si no recibían órdenes directas delmariscalvonGrock;peroelmariscalhabíadecididoquemurieraelpoeta;ymandólasentenciadeejecución,esamismatarde.Despuésmandaronunindulto;perocomoelportadordelindultomurióenelcamino,elprisionerofuepuestoenlibertad.—Perocómo…—repitiómecánicamenteWatton.—Naturalmente,elprisionerofuepuestoenlibertad—observóGahagan,conunavozfuerteyfeliz—.Esclarocomolaluzdeldía.Cuéntanosotrocuento.—Esunahistoriaestrictamentecierta—protestóMr.Pond—,yocurrióexactamentecomo les digo. No es una paradoja. Claro, si se ignoran los hechos, todo puedeparecercomplicado.—Sí—convinoGahagan—,necesitaremosmuchosdetallesparacomprenderqueesahistoriaessimple.—Cuénteladeunavez—dijoWatton.—Pablo Petrovski era uno de esos hombres nada prácticos, que son de prodigiosaimportanciaenlapolíticapráctica.Supoderestabaenelhechodequeeraunpoetanacional,perotambiénuncantorinternacional.Esdecir,teníaunabellavozpoderosacon la que cantaba sus himnos en todas las salas de concierto del mundo. En supatria, naturalmente, era una antorcha y un clarín de esperanzas revolucionarias,especialmenteentonces,enaquellacrisisinternacionalenqueellugardelospolíticosprácticoshabíasidoocupadoporhombresmuchomásomenosprácticos.Porqueelverdadero idealista y el verdadero realista comparten el amor de la acción. Y elpolíticoprácticovivedeformularobjecionesprácticasacualquieracción.Laobradelidealista podrá ser impracticable; la del hombre de acción, inescrupulosa; pero enningunodelosdoscasospuedeunhombreganarunareputaciónpornohacernada.Es raro que esos dos tipos extremos estuvieran en los dos extremos de ese largocaminoentrelospantanos:elpoetapolaco,prisionero,enlaciudad,aunextremo;elsoldadoprusiano,comandandoelcampamento,alotro.»Porque el mariscal von Grock era un verdadero prusiano, no sólo enteramentepráctico, sino enteramente prosaico. Jamás había leído un verso, pero no era unimbécil. Poseía el sentido de la realidad, propio de los soldados; este sentido leimpedíaincurrirenelerrorasnaldelpolíticopráctico.Noseburlabadelasvisiones;selimitabaadetestarlas.Sabíaqueunpoeta,ounprofeta,podíanserpeligrososcomounejército.Yhabíaresueltoqueelpoetamuriera.Erasuúnicotributoalapoesía,yerasincero.»Estaba sentado ante una mesa, en su tienda; el yelmo con punta de acero, quesiempreusabaenpúblico, estabaa su izquierda;y sucabezamacizaparecíacalva,aunque sólo estaba rapada. También la cara entera estaba rapada y nada la cubría,

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salvo unos anteojosmuy fuertes, que daban un aire enigmático al rostro pesado ycaído.Sevolvióauntenientequeestabafirmeasulado,unalemándelosdecaraindefinidaycabellopálido,cuyosredondosojosazulesmirabancomoausentes.»—Teniente von Hocheimer—preguntó—, ¿dijo usted que su alteza llegaría estanochealcampamento?»—A las siete y cuarenta y cinco,mi general—respondió el teniente, que parecíapocodispuestoahablar,comoungrananimalqueapenasdominaseesahabilidad.»—Estamosjustoatiempo—dijoGrock—paramandarloaustedconlasentenciademuerte, antes que llegue. Debemos servir a su alteza de todas formas, peroespecialmente ahorrándolemolestias inútiles. Ya tendrá bastante con revistar a lastropas;cuidequetodoestéadisposicióndesualteza.Alasochoycuarentaycincosualtezapartiráparaelpróximopuestoavanzado.»Eltenientevolvióparcialmentealavidaehizounesbozodesaludo.»—Esclaro,migeneral,todosdebemosobedecerasualteza.»—Hedichoquetodosdebemosservirasualteza—dijoelmariscal.»Conunmovimientomásbruscoquedecostumbresequitólosanteojosylosarrojósobre la mesa. Si los vagos ojos azules del teniente hubieran sido perspicaces, sehubieran dilatado todavía más ante la transformación operada por ese gesto. Fuecomo la remoción de una máscara de hierro. Un segundo antes, el mariscal vonGrockseparecíaextraordinariamenteaunrinoceronte,consuspesadosplieguesdecoriáceamandíbulaymejilla.Ahoraeraunanuevaclasedemonstruo:unrinocerontecon ojos de águila. El frío resplandor de sus ojos viejos hubiera dicho casi acualquieraquealgohabíaenélquenoerasolamentepesado;quealgohabíaenél,hechodeaceroynosólodehierro.Porquetodosloshombresvivenporunespíritu,aunque seaunespíritumalvado,ouno tanextrañoa la comunidadde loshombrescristianos,queéstosapenassabensiesbuenoomalo.»—Hedichoque todosdebemos servir a sualteza—repitióGrock—.Hablaré conmásclaridadydiréquetodosdebemossalvarasualteza.¿Nobastaanuestrosreyessernuestrosdioses?¿Nolesbastaquelossirvanyquelossalven?Nosotrossomosquienesdebemosservirysalvar.»El mariscal von Grock raramente hablaba o pensaba (tal como entienden elpensamiento las personas intelectuales). Los hombres como él, cuando se ponen apensar en voz alta, prefieren dirigirse a su perro. Les complace ostentar palabrasdifícilesycomplicadosargumentosanteelperro.Sería injustocompararal tenienteHocheimerconunperro.Sería injustoparaelperro,queesunacriaturasensitivayvigilante.SeríamásexactodecirqueelmariscalvonGrock,eneseraromomentodereflexión,teníalacomodidadylatranquilidaddesentirqueestabareflexionandoenvozaltaenpresenciadeunavacaodeunalegumbre.»—Unayotravez,enlahistoriadenuestracasareal,elsirvientehasalvadoalamo

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—continuóGrock—sinlograrotropremioquesinsabores,alomenosdepartedelaopiniónpública,quesiempregimecontraelafortunadoyelfuerte.Perohemossidoafortunadosyhemos sido fuertes.Maldijeron aBismarckpor haber engañado a suamo,coneltelegramadeEms;peroconvirtióasuamoenamodelmundo.Parísfuecapturada; destronada Austria; y nosotros quedamos a salvo. Esta noche PabloPetrovski habrá muerto, y otra vez estaremos a salvo. Por eso lo mando con estainmediatasentenciademuerte.¿EntiendeustedquellevalaordenparalainmediataejecucióndePetrovskiyquenodeberegresarhastaquelacumplan?»El inexpresivoHocheimersaludó;entendíamuybienesaorden.Al findecuentasteníaalgunasdelasvirtudesdelperro:eravalientecomounbulldogypodíaserfielhastalamuerte.»—Debeustedmontaracaballoypartir sin tardanza—continuóGrock—ycuidarque nada lo demore, o impida sumisión.Me consta que ese imbécil de ArnheimlibertaráaPetrovskiestanoche,sinorecibemensajealguno.Apresúrese.»Yeltenientevolvióasaludaryentróenlanoche;ydespuésdemontarunodelossoberbioscorcelesblancosqueeranpartedelesplendordeeseregimientoespléndido,empezóagaloparporelaltoyestrechoterraplén,casicomoelfilodeunamuralla,quedominabaelsombríohorizonte,losdifusoscontornosylosapagadoscoloresdeaquellospantanosenormes.»Cuandoelúltimoecodelcaballoretumbóenelcamino,elmariscalseincorporó,sepuso el casco y los lentes y salió a la puerta de la tienda; pero por otra razón. ElEstadoMayor,conuniformedegala,yaleesperaba;y,desdelasprofundasfilas,seoíanlossaludosritualesylasvocesdemando.Habíallegadoelpríncipe.»Elpríncipeeraalgoasícomouncontraste,almenosenloexterno,conloshombresquelorodeaban;yaunenotrascosaseraunaexcepciónensumundo.Tambiénusabayelmoconpuntadeacero,perodeotroregimiento,negroconreflejosdeaceroazul;y había algo semiincongruente y semiapropiado, por alguna anticuada razón, en lacombinacióndeeseyelmoconlalargayoscurabarbafluida,entreaquellosprusianosbienrasurados.Comoparahacerjuegoconlalargayoscurabarba,usabaunlargoyoscuromantoazulconunaestrellaresplandeciente,delamásaltaordenreal;ybajoelmantoazulvestíauniformenegro.Aunquetanalemáncomolosotros,erauntipodistintodealemán;yalgoensurostroabsortoyorgullosoconfirmabalaleyendadequelaúnicapasióndesuvidaeralamúsica.»En verdad, el adustoGrock creyó poder vincular con esa remota excentricidad elhecho fastidioso y exasperante de que el príncipe no procediera inmediatamente arevisarlastropas,formadasyaentodoelordenlaberínticodelaetiquetamilitardesunación;yqueinmediatamenteabordaraeltemaqueelmariscalqueríaevitar:eltemadeesepolacoinformal,supopularidadysupeligro;porqueelpríncipehabíaoídolascancionesdeestehombreenlosteatrosdetodaEuropa.

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»—Hablardeejecutarloesunalocura—dijoelpríncipe,sombríobajosucasconegro—.Noesunpolacovulgar.Esunainstitucióneuropea.Seríalamentadoydivinizadopornuestrosaliados,pornuestrosamigos,hastapornuestroscompatriotas.¿QuiereustedconvertirseenlasmujereslocasqueasesinaronaOrfeo?»—Alteza —dijo el mariscal—, sería lamentado; pero estaría muerto. Seríadivinizado;peroestaríamuerto.De losactosqueanhelaejecutar,noejecutaríaunosolo.Todoloquehaceahora,cesaríaparasiempre.Lamuerteesunhechoirrefutable,ymegustanloshechos.»—¿Nosabeustednadadelmundo?—preguntóelpríncipe.»—Nadame importa delmundo—contestóGrock—más allá de los jalones de lafrontera.»—¡Diosdel cielo!—gritóelpríncipe—.Ustedhubiera fusiladoaGoetheporunaindisciplinaconWeimar.»—Por la seguridad de su casa real —contestó Grock— no hubiera vacilado uninstante.»Hubounbrevesilencio,yelpríncipedijoconunavozsecaydistinta:»—¿Quéquiereusteddecir?»—Quierodecirquenohevaciladouninstante—dijoelmariscal,confirmeza—.YaheenviadoórdenesparalaejecucióndePetrovski.»El príncipe se irguió como una gran águila oscura; su capa ondeó como en unvértigodealas;ytodosloshombressupieronqueunairamásalládellenguajehabíahechodeélunhombredeacción.Nisiquierasedirigióalmariscal;atravésdeél,convozalta, habló al jefedeEstadoMayor,generalvonZenner,unhombreopaco,decuadrada cabeza, que había permanecido en segundo término, quieto como unapiedra.»—¿Quiéntieneelmejorcaballodesudivisión?¿Quiéneselmejorjinete?»—ArnoldvonSchachttieneuncaballoquevenceríaalosdecarrera—respondióenseguidaelgeneral—.Yesunadmirablejinete.EsdelosHúsaresBlancos.»—Muy bien —dijo el príncipe, con la misma decisión en su voz—. Queinmediatamente salga en persecución del hombre con esa orden absurda, y que lodetenga.Yoledaréunaautorizaciónqueeleminentemariscalnodiscutirá.Traiganpapelytinta.»Sentóse,desplegandolacapa;letrajeronlopedido,escribiófirmementeyrubricólaordenqueanulabatodaslasotrasyasegurabaelindultoylalibertaddePetrovski,elpolaco.»Después,enunsilenciodemuerte,quevonGrockaguantósinpestañear,comounídolobárbaro, el príncipe salióde la estancia, con su capay su espada.Estaba tandisgustado, que nadie se atrevió a recordarle la revista de las tropas. Arnold vonSchacht, un muchacho ágil, de aire de niño, pero con más de una medalla en su

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blancouniformedehúsar, juntó los talones, recibió laordendelpríncipey, afuera,saltó a caballo y se perdió por el alto camino, como, una exhalación o como unaflechadeplata.»Conlentaserenidadelviejomariscalvolvióalatienda;conlentaserenidadsequitóelcascoylosanteojosylospusoenlamesa.LuegollamóaunasistenteyleordenóbuscaralsargentoSchwarz,delosHúsaresBlancos.»Unminutodespuéssepresentóanteelmariscalunhombrecadavéricoyalto,conunacicatriz en lamandíbula,muymorenoparaalemán, comosi el colorde su tezhubierasidooscurecidoporañosdehumo,debatallasydetormentas.Hizolaveniaysecuadrómientraselmariscalalzabalentamentelosojos.Yaunqueeramuyvastoelabismo entre elmariscal del imperio, con generales a sus órdenes, y aquel sufridosuboficial,lociertoesquedetodosloshombresquehanhabladoenestecuento,sóloestosdossemiraronysecomprendieronsinpalabras.»—Sargento—dijo secamente elmariscal—, ya lo he visto dos veces. Una, creo,cuandoganóelprimerpremiodelEjércitoenelcertamendetiro.»Elsargentohizolavenia,silencioso.»—Laotra—continuóelmariscal—cuando lo acusarondematardeun tiro a esaviejaquesenegóainformarsobrelaemboscada.Elincidentediomuchoquehablar,aunennuestroscírculos.Sinembargo,semovióunainfluenciaensufavor,sargento.Miinfluencia.»Otravezelsargentohizolavenia.Elmariscalprosiguióhablandodeunmodofrío,peroextrañamentesincero.»—SualtezaelpríncipehasidoengañadoenunpuntoesencialasupropiaseguridadyaladelaPatria,yahoraacabademandarunaordenparaqueponganenlibertadaPetrovski, que debe ser ejecutado esta noche. Repito: que debe ser ejecutado estanoche. Tiene usted que salir inmediatamente en pos de von Schacht, que lleva laorden,ydetenerlo.»—Meserámuydifícilalcanzarlo,migeneral—dijoelsargento—.Tieneelcaballomásvelozdelregimientoyeselmejorjinete.»—Yonodijequeloalcanzara.Dijequelodetuviera—dijoGrock.Luegohablómásdespacio—.Unhombrepuedeserdetenidodemuchosmodos:porgritosodisparos—sehizomáslentaymáspesadasuvoz,perosinunapausa—.Ladescargadeunacarabinapodríallamarlelaatención.»Elsombríosargentohizolaveniaporterceravez,ynodespególoslabios.»—Elmundocambia—dijoGrock—,noporloquesediceoporloqueserepruebao alaba, sino por lo que se hace. El mundo nunca se repone de un acto. El actonecesarioenestemomentoeslamuerte—dirigióalotrosusbrillantesojosdeaceroyagregó—:Hablo,claroestá,dePetrovski.»ElsargentoSchwarzsonrióferozmente;ytambiénél,despuésdealzarlalonaque

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cubríalaentradadelatienda,montóacaballoysefue.»Elúltimodelostres jineteseraaúnmásinvulnerablea lafantasíaqueelprimero.Pero,comotambiénerahumano(siquieradeunmodoimperfecto),nodejódesentir,enesanocheyconesamisión,elpesodeesepaisajeinhumano.Alcabalgarporeseterraplén abrupto, infinitamente se dilataba en derredor algomás inhumano que elmar. Porque nadie podía nadar ahí, ni navegar, ni hacer nada humano; sólo podíahundirseenellodo,ycasisinlucha.Elsargentosintióconvaguedadlapresenciadeunfangoprimordial,quenoerasólido,nilíquido,nicapazdeunaforma;ysintiósupresenciaenelfondodetodaslasformas.»Eraateo, como tantosmilesdehombres sagaces,obtusos,delnortedeAlemania;peronoeradeesospaganosfelicesquevenenelprogresohumanounflorecimientonatural de la tierra. Elmundo para él no era un campo en que las cosas verdes ovivientessurgíanysedesarrollabanydabanfrutos;eraunmeroabismodondetodaslascosasvivientessehundiríanparasiempre;estepensamiento ledaba fuerzaparatodos los extraños deberes que le incumbían en un mundo tan detestable. Lasmanchas grises de la vegetación aplastada, vistas desde arriba como en un mapa,parecían el gráfico de una enfermedad; y las incomunicadas lagunas parecían deveneno,nodeagua.Recordóalgúnescrúpulohumanitariocontralosenvenenadoresdelagunas.»Pero las reflexiones del sargento, como casi todas las reflexiones de los hombresqueno suelen reflexionar, tenían su raíz enalguna tensión subconsciente sobre susnervios y su inteligencia práctica. El recto camino era no sólo desolado, sinoinfinitamentelargo.Imposiblecreerquehabíacorridotantosindivisaralhombrequeperseguía. Sin duda, el caballo de von Schacht debía ser muy veloz para habersealejadotanto,porquesólohabíasalidounratoantes.Schwarznoesperabaalcanzarlo;perounjustosentidodeladistancialehabíaindicadoquemuyprontolodivisaría.Alfin,cuandoempezabaadesesperarse,lodivisó.»Unpuntoblanco,quefueconvirtiéndosemuydespacioenunaformablanca,surgióalolejos,enunafuriosacarrera.Seagrandó,porqueSchwarzespoleóyfustigóasucaballo;llegóauntamañosuficientelarayaanaranjadasobreeluniformeblancoquedistinguíaaluniformedeloshúsares.Elganadordelpremiodetirodetodoelejércitohabíadadoenelcentrodeblancosmáspequeñosqueaquél.»Enfilólacarabina,yundisparoviolentoespantó,porleguasalaredonda,lasavessalvajes de los pantanos. Pero el sargento Schwarz no pensó en ellas. Su atenciónestabaenlaerectayremotafigurablanca,quesearrugódeprontocomosielfugitivosedeformara.Pendíasobrelamonturacomounjorobado;ySchwarz,consuexactavisiónyconsuexperiencia,estabasegurodequesuvíctimahabíasidoalcanzadaenelcuerpo;y,casi indudablemente,enelcorazón.Entonces,conunsegundobalazo,derribóalcaballo;ytodoelgrupoecuestreresbalóysederrumbóysedesvanecióen

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unblancorelámpagodentrodeloscuropantano.»El sargento estaba seguro de haber cumplido su obra. Los hombres como él seaplicanmuchoensusactos;poresemotivosuelensertanerróneossusactos.Habíaultrajado la camaradería, quees el almade los ejércitos;habíamatadoaunoficialque estaba cumpliendo con su deber; había engañado y desafiado a su príncipe yhabía cometido un asesinato vulgar sin la excusa de una pendencia, pero habíaacatado la orden de un superior y había ayudado a matar a un polaco. Estas doscircunstanciasfinalesocuparonsumente,yemprendióelregresoparadarsuinforme.No dudaba de la perfección de la obra cumplida, indudablemente, el hombre quellevabaelperdónestabamuerto;y,siporunmilagro,sóloestuvieraagonizando,erainconcebiblequellegaraalaciudadatiempodeimpedirlaejecución.No;ensuma,lo más práctico era volver a la sombra de su protector, el autor del desesperadoproyecto.Contodassusfuerzasseapoyabaenlafuerzadelgranmariscal.»Y,enverdad,elgranmariscalteníaestagrandeza:despuésdelamonstruosidadquehabía cometido, o que había ordenado cometer, no temió afrontar los hechos o lascomprometedorasposibilidadesdemostrarseconsuinstrumento.Unahoradespués,élySchwarz,cabalgabanporel largocamino;enundeterminadositiodesmontóelmariscal, pero le dijo al otro que prosiguiera. Quería que el sargento llegara a laciudad,yvierasi todoestabatranquilodespuésde laejecución,osipersistíaalgúnpeligrodeagitaciónpopular.»—¿Aquíes,migeneral?—interrogóelsargentoenvozbaja—.Hubierajuradoqueeramás adelante; pero la verdad es que este camino infernal se estiraba comounapesadilla.»—Aquíes—dijoGrock,yconlentitudseapeódelcaballo.Seacercóalbordedelparapetoymiróhaciaabajo.»Sehabíalevantadolalunasobrelospantanosysuesplendormagnificabalasaguasoscuras y la escoria verdosa; y en un cañaveral, al pie del terraplén, yacía, en unaespeciede luminosay radiante ruina, todo loquequedabadeunode los soberbioscaballos blancos y jinetes blancos de su antiguo regimiento. La identidad no eradudosa; la lunadestacabaelcabello rubiodel jovenArnold,el segundo jinete,yelmensajerodelindulto;brillabantambiéneltahalíylasmedallasqueeransuhistoria,ylosgalonesylossímbolosdesugrado.Grocksehabíasacadoelyelmo;yaunqueesegestoeratalvezlavagasombradeunsentimientofuneralderespeto,suefectovisible fue que el enorme cráneo rapado y el pescuezo de paquidermoresplandecieron pétreamente bajo la luna como los de un monstruo antediluviano.Rops,oalgúngrabadorde lasnegrasescuelasalemanas,podríahaberdibujadoesecuadro:unaenormebestia,inhumanacomounescarabajo,mirandolasalasrotasylaarmadurablancaydeorodealgúnderrotadocampeóndelosquerubines.»Grock no expresó piedad y no dijo ninguna plegaria; pero de unmodo oscuro se

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conmovió como en algún instante se conmueve la vasta ciénega; y, casidefendiéndose,tratódeformularsuúnicafeyconfrontarlaconeluniversodesnudoyconlalunainsistente.»—Antesydespuésdelhecho,lavoluntadalemanaeslamisma.Noladestruyenlasvicisitudes y el tiempo, como, la de quienes se arrepienten. Está fuera del tiempo,comounacosadepiedraquemirahaciaatrásyhaciaadelanteconunasolacara.»El silencio duró lo bastante para halagar su fría vanidad con una sensación deprodigio;comosiunafiguradepiedrahubierahabladoenunvalledesilencio.Perola soledad volvió a estremecerse con un remoto susurro que era el redoble de ungalope;pocodespuésllegóelsargentoysucaraoscuraymarcadanosóloerasevera,sinofantasmalenlaluzdelaluna.»—Mi general —dijo, haciendo la venia con una singular rigidez—, he visto aPetrovski,elpolaco.»—¿Noloenterrarontodavía?—preguntóelmariscalsinlevantarlosojos.»—Siloenterraron—dijoSchwarz—,haremovidolalápidayharesucitadodeentrelosmuertos.»Schwarzseguíamirandolalunaylaciénega;pero,aunquenoeraunvisionario,noveía lo que miraba, sino más bien las cosas que había visto. Había visto a PabloPetrovski, recorriendo la iluminada avenida de esa ciudad polaca; imposibleconfundirlaesbeltafigura,lamelenarománticaylabarbafrancesaquefigurabanentantosálbumesyrevistas.Ydetráshabíavistolaciudadencendidaenbanderasyenantorchasyalpuebloenteroadorandoalhéroe,festejandosulibertad.»—¿Quiere decir—exclamóGrock con estridencia repentina en la voz—que handesafiadomiorden?»Schwarzhizolaveniaydijo:»—Yalohabíanpuestoenlibertadynohabíanrecibidoningunaorden.»—¿Pretende usted hacerme creer —dijo Grock— que del campamento no llegóningúnmensajero?»—Ningúnmensajero—dijoelsargento.»Hubounsilenciomuchomáslargo,yporfindijoGrock,roncamente:»—¿Quéhaocurrido,ennombredelinfierno?¿Puedeustedexplicarlo?»—Hevistoalgo—dijoelsargento—quemeparecequeloexplica.CuandoMr.Pondllegóaestepunto,sedetuvoconunaplacidezirritante.—¿Yustedpuedeexplicarlo?—dijoGahagan.—Meparecequesí—dijoMr.Pond,tímidamente—.Comoustedsabe,yotuvequeaclararelasuntocuandoelministeriointervino.Todofuemotivadoporunexcesodeobedienciaprusiana.Tambiénfuemotivadoporunexcesodeotradebilidadprusiana:eldesdén.Ydetodaslaspasionesquecieganyenloquecenydesvíanaloshombres,lapeoreslamásfría:eldesdén.Grockhabíahabladocondemasiadalibertadanteel

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perro y ante la legumbre. Desdeñaba a los imbéciles, aun en su regimiento: habíatratadoavonHocheimer,elprimermensajero,comosifueraunmueble,sóloporqueparecía un imbécil. Pero Hocheimer no era tan imbécil como parecía: habíaentendido, tanto como el sargento, lo que el gran mariscal quería decir; habíacomprendido laéticadelmariscal, laqueafirmaqueunactoes irrefutable,aunqueseaindefendible.SabíaqueloquesujefedeseabaeraelcadáverdePetrovski;quelodeseaba de todos modos, a costa de cualquier engaño de príncipes o muertes desoldados. Y cuando oyó que lo perseguía un veloz jinete, comprendióinmediatamentequeéstetraíaunindultodelpríncipe.VonSchacht,muyjovenperomuy valiente oficial, que era como un símbolo de esa más noble tradición deAlemania,queesterelatohadescuidado,merecíalacircunstanciaqueloconvirtióenheraldo de una políticamás noble. Llegó con la rapidez de esa equitación que halegadoaEuropaelnombremismodecaballerosidad,yordenóalotro,conun tonocomo la trompeta de un heraldo, que se detuviera y se volviera. Von Hocheimerobedeció.Sedetuvo,sujetóelcaballoysevolvióenlasilla;perolacarabinaestabaen su mano, y una bala atravesó la frente de von Schacht. Luego se volvió yprosiguió,conlasentenciademuertedelpolaco.Asuespaldaelcaballoyeljinetesedesmoronaron por el terraplén, y quedó despejado todo el camino; por ese caminodespejadoyabiertoavanzóeltercermensajero,maravillándosedelalongituddesuviaje;hastaquedivisóeluniformeinconfundibledeunhúsarquedesaparecíacomounaestrellablancaenladistancia;peronomatóalsegundojinete:matóalprimero.Por eso no llegó ningún mensaje a la ciudad polaca. Por eso el prisionero fuelibertado.¿MeequivocabayoaldecirqueelmariscalvonGrockfracasóporquedoshombreslosirvieronfielmente?

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Extrañospasos

Sise tropiezaustedconunmiembrodeeseclub tanselecto,«Losdoceverdaderospescadores», cuando entre en el hotel Vernon para su cena anual, observará, alquitarseélelabrigo,quesufracesverdeynonegro.Si(suponiendoquetengaustedlaincreíbleaudaciadedirigirlapalabraaeseser)lepreguntaporqué,probablementele responderá que lo hace para evitar que le confundan con un camarero. Ustedentonces se retirará anonadado. Pero dejará a sus espaldas unmisterio todavía sinresolveryunahistoriaquemerecelapenacontarse.Si (paraproseguir en lamisma líneade improbables conjeturas) se tropezaraustedconunapaciblecuritamuytrabajador,llamadoBrown,ylepreguntasecuálleparecíael golpe de suerte más singular de su vida, probablemente respondería que, enconjunto,elmásnotableseprodujoenelhotelVernon,dondeevitóundelitoy,quizá,salvó un alma, simplemente por prestar atención al sonido de unos pasos en uncorredor.Quizá se sienta un tanto orgulloso de esta increíble y fantástica intuiciónsuya, y es posible que la mencione. Pero como resulta descomunalmente pocoprobable que usted ascienda lo suficiente en el mundo social para encontrar a losdoce verdaderos pescadores o se hunda lo bastante por los barrios bajos y entredelincuentesparadar conelPadreBrown,muchome temoque sequedeusted sinconocerlahistoriasinomelaoyeamí.ElhotelVernon,dondelosdoceverdaderospescadorescelebrabansuscenasanuales,eraunainstitucióncomosólopuedeexistirenunasociedadoligárquicaquecasihallegadoalalocuraporsuinsistenciaenlosbuenosmodales.Setratabadeunadeesascreaciones sin pies ni cabeza a las que se da el nombre de empresa comercial«exclusiva», es decir, un negocio que prospera rechazando clientes, en lugar deatrayéndolos. En el corazón de una plutocracia los comerciantes llegan a tener lasuficienteastuciaparasermásquisquillososquesusclientes.Creandificultadesparaque a sus acaudalados y hastiados clientes les sea posible gastar dinero y recursosdiplomáticos superándolas. Si hubiera en Londres un hotel demoda en el que nopudieseentrarningúnhombrepordebajodelmetroochentadeestatura,lasociedadproporcionaría sumisamente grupos de personas de un metro ochenta para quecenaran en él. Si hubiese un restaurante de lujo que por simple capricho de supropietarioabrierasólo los juevesaprimerahorade la tarde,estaríaabarrotado losjuevesaesahora.ElhotelVernonsealzaba,comoporaccidente,enlaesquinadeunaplaza enBelgravia.Era un hotel pequeñoy conmuchos inconvenientes. Pero esosmismosinconvenientessevalorabancomomurosparaprotegeradeterminadaclasesocial.Habíauninconveniente,enparticular,quesejuzgabadevitalimportancia:elhecho de que sólo veinticuatro personas pudieran cenar allí al mismo tiempo. Laúnicamesadegrandesdimensioneseralacelebradamesadelaterraza,colocadaal

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aire libre en una especie de porche, desde donde se dominaba uno de los másexquisitos jardines antiguos de Londres. De manera que incluso las veinticuatroplazas de estamesa sólo podían disfrutarse durante el buen tiempo, con lo que elplacer,alsermásdifícil,resultabatodavíamásdeseable.Elpropietariodelhotelenaquel momento era un judío apellidado Lever; y le sacaba casi un millón por elprocedimientodehacerdifícilentrarenél.Porsupuestocombinabaestalimitaciónenelnúmeroconelmásmeticulosorefinamientoenelservicio.LosvinosylacocinaerandeverdadtanbuenoscomolosmejoresdeEuropa,yelcomportamientodesusempleados reflejaba con exactitud los rígidos modales de la clase inglesa alta. Elpropietarioconocíaatodossuscamareros,quenoeranmásquequince,comoalosdedosdesumano.Resultabamuchomásfácilllegaramiembrodelparlamentoqueacamarerodeaquelhotel.Acadaunoselepreparabaparallevaracabosutrabajoconextraordinariosilencioysuavidad,comosifueseelcriadopersonaldeuncaballero.Y, de hecho, generalmente, había por lo menos un camarero por cada cliente quecenabaenelhotel.Elclubde«Losdoceverdaderospescadores»nohubieseaceptadomásqueunsitioasíparacenar,porqueinsistíaendisponerdegranintimidadcontodosloslujos,ylehabríamolestadomucholasimpleideadequecualquierotroclubestuviesesiquieracenandoenelmismoedificio.Conocasióndesufiestaanual lospescadores teníanpor costumbre sacar a la luz todos sus tesoros, como si comieran en una casaparticular, especialmente el famoso juego de cubiertos de pescado, cubiertos quevenían a ser, por así decirlo, las insignias de la sociedad, cada uno de ellosexquisitamentetrabajadoenplataconformadepez,yconelañadidodeunaperladegran tamaño en el mango. Estos cubiertos se sacaban siempre para el plato depescado,queera,porsupuesto,elmejordeunamagníficacomida.Elclubteníaungrannúmerodeceremoniasycostumbres,perocarecíadehistoriaydefinalidad;enesoseadvertía su rancio sentidoaristocrático.Noerapreciso sernadapara formarparte de los doce pescadores; a no ser que se fuera ya cierto tipo de persona sedesconocíasuexistencia.Elclubllevabadoceañosfuncionando.SupresidenteeraelseñorAudley.Suvicepresidente,elduquedeChester.Sihe logradoenalgunamedidapintar laatmósferadeestepasmosohotel,quizáellector se preguntemaravillado cómo llegué a saber algo acerca de él, e incluso seasombre de que una persona tan corriente como mi amigo el Padre Brown serelacionaracon tansingularolimpo.Por loqueaesose refiere,mihistoriaesmuysimple,diríaquehastavulgar.Existe enelmundoun sediciosodemagogodeedadprovecta que irrumpe en losmás refinados retiros con la espantosa noticia de quetodosloshombressonhermanos,y,siemprequeesesupremoigualadormontabaensu caballo roano, la profesión del PadreBrown le obligaba a seguirle.Uno de loscamareros,italiano,habíasufridounataquedeparálisisaprimerashorasdelatarde,

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y su patrono judío, aunque un tanto sorprendido ante tales supersticiones, habíaconsentidoenavisaralclérigopapistamáscercano.LoqueelcamareroconfesaraalPadreBrownnonosconcierne,porlaexcelenterazóndequeelbuensacerdotenoselocontóanadie,peroelagonizanteexigió,alparecer,quemiamigoredactaraunanota o declaración para hacer llegar a su destino algún mensaje o para enderezaralgúnentuerto.ElPadreBrown,porconsiguiente,conelmismoapacibledescarodelque también habría dado muestras en el palacio de Buckingham, pidió que se leproporcionara una habitación y recado de escribir. El señorLever fue presa de lasmásterriblesdudas.Eraunhombrebondadoso,yposeíatambiénesamalaimitaciónde la bondadque es el horror ante cualquier dificultadoposible confrontación.Almismotiempolapresenciaensuhotelaquellanochedeuninsólitoextrañoeracomounamanchadesuciedadenalgoreciénlimpio.NoexistíanantecámarasnitierradenadieenelhotelVernon;nohabíapersonasesperandoenelvestíbuloniclientesquellegaran por casualidad. Había quince camareros y doce comensales. Sería tansorprendenteencontraraquellanocheunnuevoinvitadoenelhotelcomodescubriraunnuevohermanotomandoeldesayunooeltéenlacasafamiliar.Porañadiduraelaspecto del sacerdote era vulgar y llevaba la sotanamanchada de barro; el simplehechodeverle a lo lejospodíaprovocaruna crisis en el club.Finalmente al señorLever se le ocurrió un plan para ocultar aquel oprobio, dado que no era posibleborrarlo. Si usted entra (cosa que no hará nunca) en el hotel Vernon, tendrá querecorrer un breve pasillo, adornado con unos cuantos cuadros, opacos peroimportantes, para llegar al vestíbulo y salón principal, a cuya derecha se abren loscorredoresquellevanalazonadehuéspedes;alaizquierdaexisteunpasillosimilaren dirección a las cocinas y demás dependencias del hotel. Inmediatamente a laizquierdasurgeelángulodeundespachoacristalado,quelindaconelsalón:unacasadentrodeotracasa,porasídecirlo, comoelbardelviejohotelqueprobablementeocupósusitioenotrotiempo.Éste era eldespachodel representantedelpropietario (nadie aparecíanuncaallí encarne y hueso si el señor Lever podía evitarlo), e inmediatamente después deldespacho,decaminohacialazonadelservicio,seencontrabaelguardarropadeloscaballeros,últimafronteradesusdominios.Peroentreeldespachoyelguardarropaexistíaunahabitacioncitaprivadasinotrassalidas,recintoqueelpropietariousabaaveces para importantes y delicados asuntos, como prestar a un duquemil libras onegarle seispeniques.Elhechodepermitirqueeste sagrado lugar fueseprofanadodurantemediahoraaproximadamenteporunsimplesacerdote,garrapateandosobreuntrozodepapel,esunapruebadelagenerosatoleranciadelseñorLever.Lahistoriaque elPadreBrownestaba escribiendo eramuyprobablementebastantemejorqueésta,peronolasabremosnunca.Sóloestoyencondicionesdeseñalarqueresultabacasiigualdelargayquelosdosotresúltimospárrafoseranlosmenosemocionantes

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ycautivadores.Porquesóloaliraredactarloselsacerdotepermitióquesuspensamientosdivagaranun poco y que sus sentidos, no desprovistos de normal agudeza, despertaran a suentorno.Lahoradelaoscuridadydelacenaseacercaba;laolvidadahabitacioncitaen la que se hallaba carecía de luz artificial, y quizá la creciente penumbra, comosucedeaveces,aguzósusentidodeloído.MientraselPadreBrownescribíalaparteúltimaymenosesencialdeldocumento,sedescubriómanejandolaplumaalritmodeunreiterativoruidoexterior,delamismamaneraqueavecespensamossiguiendolamelodía de un tren enmarcha.Al tomar conciencia del ruido descubrió de qué setrataba: tan sólodelordinario repiqueteodeunospiesquecruzabanante lapuerta,asuntoperfectamenteordinarioenunhotel.Sinembargo,elPadreBrownsequedómirandoaltechoysiguióescuchandoelruido.Despuésdeoírloduranteunoscuantossegundosdistraídamente, sepuso enpiey lo escuchó congran atención, la cabezaalgo inclinadahaciaun lado.Luegosesentódenuevoyhundió lacabezaentre lasmanos,ahoranosólooyendo,sinoescuchandoypensandoalmismotiempo.Aisladamente los pasos del exterior eran como los que cualquiera puede oír encualquier hotel; y sin embargo, tomados en conjunto, había algo muy extraño enellos.Noseoíanotrospasos.ElhotelVernoneraunacasamuysilenciosa,porquelosescasosclienteshabitualessedirigían inmediatamenteasusaposentos,ya losbienadiestrados camareros se les inculcaba que se hicieran prácticamente invisiblesmientrasnosesolicitarasupresencia.Noeraposibleconcebirunsitiodondehubieramenosrazonesparaadvertiralgoirregular.Peroestospasoserantanextrañosquenoresultaba posible decidir si llamarlos regulares o irregulares. El Padre Brown lossiguióconundedosobreelbordedelamesa,comounapersonaquetratadeaprenderunamelodíaenelpiano.Primero venía una larga sucesión de pasitos rápidos, como los que un hombre depoco peso podría utilizar para ganar una competición de marcha atlética. Endeterminado punto se detenían, transformándose en un modo de caminar lento,pesado y balanceante, con algo así como la cuarta parte de pasos, pero ocupandoaproximadamente el mismo tiempo. En el instante en que cesaban las resonantespisadasreaparecíalacorrienteomurmullodepiesligerosavanzandoatodaprisa,yluegootravezelretumbardelosandaresmáspesados.Setratabasindudadelmismopar de botas, en parte porque (como ya se ha dicho) no había otras botas por losalrededores,yenparteporquecrujíanunpoquito,perodemanerainconfundible.ElPadreBrown tenía el tipode cabezaquenopuede evitar hacersepreguntas; y estapreguntaaparentementetrivialcasilehizoestallarelcerebro.Élhabíavistocorreralagenteparasaltardespués.Habíavistoaotraspersonascorrerparadeslizarse.Pero,¿porquérazóntendríaquecorreralguienparaandarluego?Ysinembargoésaeralaúnicadescripciónqueseajustabaa lapeculiaractividaddeaquelpardepiernas.O

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bienlapersonaencuestiónandabamuydeprisalamitaddelcorredorpararecorrermuy despacio la otramitad, o andabamuy despacio en un lado para disfrutar delplacerderecorrerelotromuydeprisa.Ningunadelasdosposibilidadesparecíatenermucho sentido. El cerebro del Padre Brown se oscurecía cada vez más, como lahabitaciónqueocupaba.Sinembargo,alempezarapensarininterrumpidamente,lamismanegruradesuceldapareciódarmayorvivezaasusideas;empezóavercomoenunaespeciedevisión,alosfantásticospieshaciendocabriolasalolargodelcorredorenposturasforzadasosimbólicas. ¿Se trataba de la danza de una religión pagana? ¿O de algún tipocompletamentenuevodeejerciciocientífico?ElPadreBrownempezóapreguntarseconmás precisión qué sugerían los pasos. El caminar lento no hacía pensar en elpropietario. Los hombres de su especie se contonean a buen ritmo, o permanecenquietos.Tampocopodía tratarsedeunsirvienteorecaderoesperandoinstrucciones.Noeraelruidoapropiado.Losmiembrosdelasclasesmáspobres(enunaoligarquía)dan tumbos a veces cuando están ligeramente borrachos, pero por regla general, yespecialmenteensitios tandistinguidos,permanecendepieosentadosenactitudesforzadas. No; aquel caminar lento pero elástico, con una especie de descuidadafuerza, no especialmente sonoro, pero sin preocupación por el ruido causado, sólopodíapertenecer a unode los animalesde estemundo.Se trataba, sinduda, deuncaballero de laEuropa occidental, y probablemente de uno que no había trabajadonuncaparaganarselavida.En elmomento en que el PadreBrown alcanzaba esta sólida certeza, los pasos, alpasar junto a la puerta, se hicieron rápidos y tan febriles como los de una rata.Elatento oyente advirtió que si bien este caminar resultaba mucho más rápido, eratambiénmenosruidoso,casicomosilapersonaencuestiónanduvieradepuntillas.Y,sinembargo,noloasociómentalmenteconalgosecreto,sinoconotracosa…,algoquenolograbarecordar.Leasaltóunodeestosrecuerdosamediasquehacenqueunapersonasesientaestúpida.Claroquehabíaoídoaquellospasosrápidosyextrañosenalgúnsitio.Derepentesepusoenpieconunanuevaideaen lacabezaysedirigióhacia la puerta. Su celda no comunicaba directamente con el corredor, sino quellevabaporun ladoaldespachoencristalado,yporotroalguardarropaqueveníaacontinuación.Probóaabrirlapuertadeldespacho,perocomprobóqueestabacerradaconllave.Luegomiróhacialaventana,convertidayaenuncristalcuadradollenodeuna nubemorada hendida por el lívido crepúsculo, y por unmomento olió elmalcomounperrohueleratas.Suladoracional(nonecesariamenteelmásprudente)recobrólasupremacía.Recordóqueelpropietariolehabíadichoqueibaacerrar lapuertaconllaveyquevolveríamás tarde para devolverle la libertad. Se dijo que otras veinte cosas en las que nohabíapensadopodíanexplicarlosextrañossonidosenelexterior;serecordóquele

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quedaba sólo la luz suficiente para terminar el trabajo ya empezado.Acercando elpapelalaventanaparaaprovecharlaúltimaluzborrascosadelatardecer,sesumergióunavezmáscondecisiónenel relatocasi concluido.Yhabíaescritoduranteunosveinteminutos, inclinándose cada vezmás sobre el papel por la escasez de la luz,cuandoderepenteseirguió.Habíavueltoaoírlosextrañospasos.Ahorateníanunatercera peculiaridad. Anteriormente el desconocido había andado, con ligereza sinduda y con la velocidad del rayo, pero había andado. Esta vez corría. Se oían losrápidos,suaves,elásticospasosalolargodelcorredor,comoproducidosporlaspatasdeunapanteraquehuyeasaltos.Fueraquienfueseelsujetoencuestión,setratabadeunhombrefuerte,activo,presadeunaemocióncontenida,peromuy intensa.Y,sinembargo,cuandoelsonidohubopasadojuntoaldespachocomounaespeciedesusurrantetorbellino,repentinamentevolvióaconvertirseenelcaminarlento,pesadoybalanceante.ElPadreBrown tiróelpapely, sabiendoque lapuertadeldespachoestabacerradacon llave, se dirigió inmediatamente al guardarropa del otro lado. El encargado sehabía ausentado momentáneamente, con toda probabilidad porque los únicoshuéspedesestabancenando,ysutrabajoeraunsinecura.Despuésdeabrirsecaminoatientasporungrisáceobosquedeabrigos, elPadreBrowndescubrióqueeloscuroguardarropa comunicaba con el iluminado corredor por medio de una especie demostradoromediapuerta,comolamayoríade losmostradorespor losquea todosnoshandevueltounparaguasacambiodeunaficha.Habíaunaluzinmediatamenteencimadelarcosemicirculardeestaabertura,peroapenasiluminóalsacerdote,queparecía una simple silueta oscura recortada sobre la ventana y con los últimosestertoresdelcrepúsculoasusespaldas.Lalámparaarrojabaencambiounaluzcasiteatralsobreelhombreinmóvilenelcorredor,delotroladodelguardarropa.Setratabadeunhombreeleganteconuntrajedeetiquetamuysencillo;alto,peroconaspectodenoocuparmuchositio;dabalaimpresióndequepodríahaberatravesadocomounasombrapordondemuchoshombresmáspequeñosllamaríanlaatenciónyresultaríanunestorbo.Surostro,ahoraclaramenteiluminadoporlaluzdelalámpara,era moreno y muy expresivo, sin duda el rostro de un extranjero. Su figura eraexcelenteysusmodalesreflejabanseguridadensímismoybuenhumor;uncríticosólohabríapodidodecirqueelfracnoestabadeltodoalaalturadesufiguraydesusmodales,yqueinclusomostrabaextrañosbultosyprotuberancias.EnelmomentoenquereparóenlanegrasiluetadeBrown,recortadacontraelcrepúsculo,arrojósobreelmostradoruntrozodepapelconunnúmeroysolicitóconafableautoridad:—Misombreroymiabrigo,porfavor;tengoquemarcharmeinmediatamente.ElPadreBrowncogióelpapelsindecirunapalabra,yobedientementefueenbuscadelabrigo;noeraelprimertrabajoservilquehabíahechoensuvida.Locogióylopuso sobre el mostrador; mientras tanto, el extraño caballero, que había estado

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palpándoseelbolsillodelchaleco,dijo,riendo:—Notengoplata;quédeseconesto—pusosobreelmostradormediosoberanodeoroyrecogióelabrigo.LafiguradelPadreBrownsiguiócompletamenteaoscuraseinmóvil;peroenaquelinstante había perdido la cabeza, que era siempre más valiosa cuando la habíaperdido.Entalesmomentossumabadosydosysalíancuatromillones.AmenudolaIglesia católica (que estámuy ligada al sentido común)no le aprobaba.Amenudotampoco el mismo Padre Brown lo aprobaba. Pero resultaba una verdaderainspiración—importante en crisis excepcionales— cuando se cumplía, de manerasimilaracomodiceelevangelio,aquellodequequienpierdasucabezalasalvará.—Meparece, señormío—dijo cortésmente—, que tiene usted algo de plata en elbolsillo.Elcaballerodeaventajadaestaturaselequedómirando.—¡Caramba!—exclamó—.Siledoyoro,¿quémotivotieneparaquejarse?—Porquelaplata,aveces,esmásvaliosaqueeloro—dijoelsacerdotemansamente—esdecir,engrandescantidades.Eldesconocidolemiródemaneraextraña.Luegomiródemaneraaúnmásextrañaelcorredorquellevabahacialaentradaprincipal.Después contempló de nuevo a Brown, y finalmente, y con mucho cuidado, laventana detrás de la cabeza del sacerdote, todavía coloreada por el resplandorcrepusculardelatormenta.Acontinuaciónpareciódecidirse.Pusounamanosobreelmostrador, saltó por encima con la facilidad de un acróbata y se irguió enormedelantedelPadreBrown,poniéndoleunamanoformidablesobreelcuelloromano.—Nosemueva—dijo,conunsusurroentrecortado—.Noquieroamenazarle,pero…—Yosíquieroamenazarle—dijoelPadreBrown,conunavozcomoelredobledeuntambor—.Quiero amenazarle con el gusano que nomuere y con el fuego que nocesa.—Esustedunextrañoencargadodeguardarropa—dijoelotro.—Soyunsacerdote,monsieurFlambeau—respondióBrown—,yestoydispuestoaoírleenconfesión.El otro quedó inmovilizado por el asombro unosmomentos, y luego se derrumbósobreunasilla.

Los dos primeros platos de la cena de «Los doce verdaderos pescadores» habíanllegadoatérminodemaneratantranquilacomosatisfactoria.Noposeounacopiadelmenú;ysilatuvieratampocoleaclararíanadaanadie.Estabaescritoenesetipodefrancésdealtosvuelosqueempleanloscocineros,peroqueresultaininteligibleparalos franceses corrientes. En el club existía la tradición de que los hors d’oeuvresfuesentantosytanvariadosquerozaranellímitedelodescabellado.Selostomabaen serio por tratarse de algo reconocidamente superfluo, como lamisma cena y el

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club en su totalidad.También existía la tradición de que la sopa fuese ligera y sinpretensiones:unaespeciedesimpleyausterapreparaciónparael festíndepescadoquevendríaacontinuación.Laconversacióneraextraña,esaconversaciónsuperficialque gobierna el imperio británico, que lo gobierna en secreto, y que sin embargoapenas ilustraría a un inglés corriente si en alguna ocasión pudiera oírla. A losministrosenelgobiernoylosex-ministrosenlaoposiciónselesaludíautilizandosunombre de pila con una especie de aburrida condescendencia. Al ministro dehacienda,delpartidoradical,aquiensesuponíaque todos los toriesmaldecíanporsusexacciones,seleelogiabaporunospoemasconmuypocaspretensiones,oporsuexcelenciaenlasillademontardurantelascacerías.Unanálisisdellídertory,aquiense suponía que todos los liberales odiaban por tirano, sirvió, en conjunto, paraalabarlo… como liberal. Parecía de algún modo que los políticos eran muyimportantes.Y,sinembargo,cualquiercosaseconsiderabaimportanteenellosmenossu política. El señor Audley, el presidente, era un anciano bondadoso que todavíausaba cuellos de la épocadeGladstone; constituía una especie de símbolode todaaquellasociedadfantasmaly,sinembargo,perfectamenteestable.Nuncahabíahechonada, ni siquiera algo equivocado. No era un hombre de mente particularmentedespierta;nitampocoespecialmenterico.Peroestaba«enlaonda»yesoeratodoloquehacíafalta.Ningúnpartidopodíaignorarle,ysihubieraqueridoformarpartedelgobierno le habrían puesto en él sin la menor duda. El duque de Chester, elvicepresidente,eraunpolíticojovenyenalza.Dichodeotromodo:eraunmuchachoagradable, de cabellos rubios y lisos y cara pecosa, de inteligencia moderada yenormesposesiones.Siempreteníaéxitoensusaparicionesenpúblicoylanormaporla que se regía era muy sencilla. Cuando se le ocurría un chiste lo hacía, y lecalificabandebrillante.Cuandonoseleocurríaningunodecíaquenoeramomentopara frivolidades, y le llamaban competente. En privado, en un club de su propiaclase,selimitabaaseragradablementefrancoeingenuo,comouncolegial.ElseñorAudley,quenuncahabía tomadoparteactivaen lapolítica, tratabaa losmiembrosdel club con un pocomás de seriedad.En ocasiones llegaba incluso a turbar a lospresentesconfrasesqueparecíanindicarlaexistenciadealgunasdiferenciasentreunliberal y un conservador. Él, personalmente, era conservador, incluso en la vidaprivada.Llevabaunaondadecabellosgrisessobrelaparteposteriordelcuello,comociertosestadistasalaantiguausanza,yvistodesdedetrásparecía«elhombrequeelimperionecesita».Vistopordelanteparecíaunsolteroapacible, indulgenteconsigomismo,conhabitacionesenelAlbany…,comoefectivamenteeraelcaso.Comoyasehadicho,habíaveinticuatroplazasenlamesadelaterraza,ysólodocemiembros en el club. De manera que podían ocupar la terraza de la manera mássibarítica de todas, colocados en el lado de dentro de lamesa, sin nadie en frente,disfrutando del ininterrumpido panorama del jardín, con colores todavía brillantes,

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aunque la tarde fuesecayendodemaneraun tantopálidapara laépocadel año.Elpresidentesesentabaenelcentrodelafila,yelvicepresidenteenelextremodeladerecha.Poralgunarazóndesconocida,existíalacostumbredeque,cuandolosdoceinvitadossedirigíanporprimeravezaocuparsusasientos,losquincecamarerossedispusieran contra la pared como soldados presentando armas al rey, mientras elgordo propietario hacía profundas inclinaciones en dirección al club con unarefulgente sonrisa de asombro, como si nunca hubiera sabido de su existencia conanterioridad. Pero antes del primer tintineo de cuchillo y tenedor este ejército deservidores había desaparecido, quedando tan sólo uno o dos: los necesarios pararecogerydistribuirlosplatos,yendodeaquíparaalláatodaprisayentotalsilencio.El señorLever,elpropietario,habíadesaparecidomuchoantes,por supuesto,entreconvulsiones de cortesía. Sería exagerado,más aún, irreverente, decir que volvía apresentarseencarneyhueso.Perocuandollegabaelplatomásimportante,elplatodepescado,había—¿cómolodiríayo?—unasombramuyprecisa,unaproyeccióndesupersonalidad,quehacíasaberqueélnoseencontraba lejos.El sagradoplatodepescado consistía (para los ojos del vulgo) en una especie de monstruoso budín,aproximadamente del tamaño y de la forma de una tarta nupcial, en el que unconsiderable número de interesantes pescados habían perdido definitivamente laforma que Dios les diera. Los doce verdaderos pescadores empuñaban en esemomento sus famosos cuchillos y tenedores de pescado, y no habrían abordado elplatoconmayorgravedadsicadacentímetrodebudíncostaratantocomoeltenedordeplataqueusabanparacomerlo.Yprobablementeasíera,por loqueamísemealcanza.Esteplatoseconsumíaenmediodeunafanosoydevoradorsilencio;yenésta, comoenotras ocasiones, sólo cuando el suyo estaba casi terminado, el jovenduquehizolaobservaciónritual:—Estonolosabenhacerenningúnotrositio.—En ningún otro sitio —repitió el señor Audley, con voz de bajo profundo,volviéndosehaciaquienhabíahechousodelapalabraymoviendodearribaabajosuvenerablecabezaunbuennúmerodeveces—.Enningúnotrositio,sindudaalguna,exceptoaquí.AlguienmehaseñaladoqueenelcaféAnglais…—Alllegaraquíseviointerrumpidoyhastamomentáneamentedesconcertadoporladesaparicióndesuplato,perorecuperóenseguidaelvaliosohilodesusideas—.SemeseñalóqueenelcaféAnglaissabíanhacerloigualdebien.Noadmitecomparación,señormío—dijo,agitandolacabezasincompasión,comounjuezcondenandoalahorca—.Noadmitecomparación.—Esunsitioconmásreputacióndelaquemerece—dijociertocoronelPound,que,porsuaspecto,sediríaqueeralaprimeravezquehablabaenvariosmeses.—No sé, no sé —intervino el duque de Chester, que era un optimista—, esfrancamentebuenoenalgunascosas.Nohayquienlosupereen…

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Uncamareroentróvelozmenteenelcuartoyluegosedetuvoenseco.Sudetenersefuetansilenciosocomosucaminar,perotodosaquelloscaballerosbenévolosypocoprecisosestabantanacostumbradosalaabsolutasuavidaddelainvisiblemaquinariaque rodeaba y sostenía sus vidas, que un camarero que hiciera algo inesperadosuponíaunsobresaltoyuna sacudida.Sintieron loqueustedyyosentiríamossi elmundo inanimado nos desobedeciera, si una silla saliera corriendo delante denuestrosojos.Elcamarerosequedóquietounossegundos,mirandoconfijeza,mientraselrostrodetodosloscomensalesreflejabaunaextrañavergüenzaqueesíntegramenteproductodenuestrotiempo,ycombinacióndelhumanitarismomodernoconelhorribleabismocontemporáneoentrelasalmasdelosricosydelospobres.Un auténtico aristócrata de otros tiempos habría arrojado cosas al camarero,empezando con botellas vacías, y terminando probablemente con dinero. Unverdaderodemócrata le hubiesepreguntado, con la franquezadeun camarada, quédemoniosestabahaciendo.Estosplutócratasmodernosnosoportabanlaproximidadde un pobre, ni como esclavo ni como amigo. Que algo no funcionara bien en elservicio era simplemente una cosa muy desagradable y sin el menor interés. Noqueríansercruelesytemíanverseobligadosalabenevolencia.Sóloqueríandarporzanjadoelincidente,fueraelquefuese.Yelincidentequedózanjado.Elcamarero,despuésdepermanecerunos segundos tan rígidocomosi fuesepresadeunataquecataléptico,girósobresustalonesysaliódelcomedorcomoalmaquellevaeldiablo.Cuando reaparecióen la terraza,omásbienen suumbral, lohizoencompañíadeotrocamarero,cuchicheandoygesticulandocontodoelímpetudeloshijosdelsur.Luego el primer camarero se ausentó, dejando al segundo, y reapareció con untercero.Cuandouncuartocamareroseincorporóaesteprecipitadosínodo,elseñorAudley comprendió que se hacía necesario romper el silencio en interés del tacto.Echómanodeunatosmuyfuerte,enlugardelmazopresidencial,ydijo:—UntrabajoespléndidoelqueeljovenMoocherestáhaciendoenBirmania.Adecirverdad, ningún otro país del mundo podría tener… Un quinto camarero se habíadirigidohaciaélconlavelocidaddeunaflechayleestabasusurrandoaloído:—Lo sientomucho.Es importante.El propietario quisiera hablar unmomento conusted.Elpresidentesevolviódesconcertado,yvio,sinsalirdesuasombro,avanzaralseñorLeverendirecciónsuyaconsupesadaceleridaddesiempre.Lamaneradeandardelbuenpropietario era, sinduda, lahabitual, pero la coloraciónde su rostrono teníanada de corriente.De ordinario era suavemente cobriza; ahora, en cambio, de unaamarillezenfermiza.—Me perdone usted, señorAudley—dijo, con una falta de aliento decididamenteasmática—. Tener grandes temores. ¡Los platos de pescado están retirados con el

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cuchilloyeltenedor!—Parecelógico—dijoelpresidenteconbastantecalor.—¿Vistousted?—jadeóeldescompuestopropietario—.¿Vistocamareroqueseloslleva?¿Conoceaél?—¿Que si conozco al camarero? —respondió indignado el señor Audley—.¡Naturalmentequeno!ElseñorLeverabriólasmanosenungestodedolor.—Yo no mandarlo—dijo—. No saber ni cuándo ni por qué venir. Yo mando micamarero para llevarse platos, pero los platos ya no están. El señor Audley aúnparecía demasiado desconcertado para ser realmente el hombre que necesita elimperiobritánico;ningunodelospresentesfuecapazdedecirnadaconlaexcepcióndelhombredemadera—elcoronelPound—,quepareciórepentinamentedominadoporunaextrañaenergíavital.Alzándosecongrantiesuradelasilla,mientrastodoslosdemás seguían sentados, seajustóelmonóculoydijoconvoz roncamuybaja,dandolaimpresióndequesehabíaolvidadoamediasdecómohablar:—¿Quiereusteddecirquealguienharobadonuestrojuegodecubiertosdepescado?Elpropietariorepitióelgestodeabrirlasmanosconuncomponentetodavíamayordedesvalimiento;y enunabriry cerrardeojos todos losocupantesde lamesa sehabíanpuestoenpie.—¿Están aquí todos sus camareros? —preguntó el coronel, con su tono de voz,ásperoybajo.—Sí; están todos aquí. Lo he comprobado yo mismo—exclamó el joven duque,situandosurostrojuvenilenprimertérmino—.Siempreloscuentoalentrar,¡tienenunaspectotancurioso,alineadoscontralapared!—Perosindudanoesposiblerecordarconexactitud…—empezóelseñorAudley,agobiadoporgravesdudas.—Lo recuerdo con toda claridad, se lo aseguro —exclamó el duque con grananimación—. Nunca ha habido más que quince camareros en este hotel, y hoytampocohabíamásdequince,puedojurarlo;nohabíamásnitampocomenos.El propietario se volvió hacia él, presa de una especie de parálisis causada por lasorpresa.—Usteddice…,usteddice—tartamudeó—,¿queveatodosmisquincecamareros?—Comodecostumbre—asintióelduque—.¿Quéhaydeextrañoenello?—Nada—dijoLever,con tonoprogresivamentemássolemne—,sóloqueustednopoderverlos.Porqueunodeellosestarmuertoenelpisodearriba.Hubo un instante de terrible inmovilidad en la terraza. Puede ser (tan sobrenaturalresultalapalabramuerte)quetodosaquelloshombresociososcontemplaransualmadurante un segundo y la vieran como un diminuto guisante seco.Uno de ellos (elduque,meparece)dijoincluso,conlaestúpidaamabilidaddelaopulencia:

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—¿Podemoshaceralgo?—Hatenidounsacerdote—dijoeljudío,untantoconmovido.Entonces,ycomosihubieranescuchadolostrompetazosdeljuiciofinal,fuecuandotomaron conciencia de su verdadera situación. Durante unos cuantos extrañossegundoshabían llegado realmente a pensar que el camareronúmeroquince era elfantasma del hombremuerto en el piso alto. Habían enmudecido bajo aquel peso,porque los fantasmas eran una cosa incómoda para ellos, igual que losmendigos.Peroelrecuerdodelaplataquebróelhechizodelomilagroso;loquebróbruscamenteyprodujounareacciónbrutal.Elcoronelapartósusillaconviolenciaysedirigióagrandeszancadashacialapuerta.—Si aquí había una decimoquinta persona, amigos —dijo—, esa persona era unladrón.Hayquellegarinmediatamentealapuertaprincipalyaladeatráseimpedirquesalganadie;luegohablaremos.Merecelapenaquerecuperemoslasveinticuatroperlas.ElseñorAudleyparecióabrigardudasenunprimermomentosobresierapropiodeun caballero darse tanta prisa por algo; pero al ver al duque precipitarse escalerasabajoconjuvenilenergía,sedecidióaseguirleaunqueconpasomásreposado.Enaquelmismoinstanteentróunsextocamareroyexplicóquehabíaencontradolapiladeplatosdepescadoenunaparador,peronirastrodeloscubiertosdeplata.Eltropeldecomensalesyservidoresquesederramó,sinordenniconcierto,porloscorredoresacabódividiéndoseendosgrupos.Lamayoríadelospescadoressiguieronalpropietariohacialaentradaprincipalparapedirinformaciónsobrecualquiersalida.ElcoronelPound,conelpresidente,elvicepresidente,yunoodosmás,selanzóporel pasillo que llevaba a la zona del servicio, considerándolo la vía de escapemásprobable. Al hacerlo, pasaron junto al oscuro nicho o caverna del guardarropa, yvieronaunapersonadebajaestaturavestidadenegro,presuntamenteelencargado,depieyuntantoretirado,enlapartemásensombra.—¡Oigausted!—exclamóelduque—.¿Havistopasaraalguienporaquí?Elaludidonorespondiódirectamentealapregunta,sinoqueselimitóadecir:—Quizátengayoloqueestánustedesbuscando,caballeros.Losotrossedetuvieron,vacilantesyasombrados,mientrassuinterlocutorsedirigíasinprisasalapartetraseradelguardarropayregresabaconlasdosmanosllenasdeplatareluciente,plataqueprocedióaextendersobreelmostradorconlamismacalmacon que lo habría hecho el dependiente de una tienda, y que fue tomando laaparienciadeunadocenadetenedoresycuchillosdecuriosasformas.—Usted…, usted… —empezó el coronel, completamente desconcertado por fin.Luegocontemplóconmásdetenimientolapequeñahabitaciónenpenumbrayviodoscosas:enprimerlugar,queelhombrebajoydenegrosropajesibavestidodeclérigo;y,ensegundo,queelcristalde laventanasituadadetrásdeélestaba roto,comosi

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alguienlohubieraatravesadoviolentamente.—Objetos muy valiosos para depositarlos en un guardarropa, ¿no es cierto? —observóelclérigo,conserenobuenhumor.—¿Acaso…, acaso ha robadousted esos cubiertos?—tartamudeó el señorAudley,mirándoleconojosmuyabiertos.—Siasífuera—respondióelPadreBrownamablemente—,yavealmenosquelosestoydevolviendo.—Peronohasidousted—dijoelcoronelPound,sindejardecontemplarlaventanarota.—Sihedeserlescompletamentesincero,no;nolosherobadoyo—dijoelotro,conciertaironía—.Ysesentócongransolemnidadenuntaburete.—Perosabequiénlohizo—dijoelcoronel.—Ignorosuverdaderonombre—respondióelsacerdoteconplacidez—,peroséalgode su capacidad combativa ymucho sobre sus dificultades espirituales. Calibré supoderíofísicomientrastratabadeestrangularme,yestablecímijuiciomoralcuandosearrepintió.—¡Nomedigaquesearrepintió!—dijoel jovenChester,conunarisotadaquefueunaespeciedecacareo.ElPadreBrownsepusoenpie,llevándoselasmanosalaespalda.—¿Verdad que es extraño—dijo— que un ladrón y un vagabundo se arrepienta,cuando tantosque son ricosyviven tranquilosno renuncian a la frivolidadni a ladureza de corazón, ni dan fruto paraDios o para los hombres?Pero en ese punto,tendráustedqueperdonarme,invadeustedunpocomijurisdicción.Sidudausteddeque la penitencia sea un hecho práctico, ahí están sus cuchillos y sus tenedores.Ustedes son los doce verdaderos pescadores, y ahí están todos sus peces de plata.PeroamíÉlmehahechopescadordehombres.—¿Ha capturado usted a ese individuo? —preguntó el coronel, frunciendo elentrecejo.ElPadreBrownlemiródehitoenhito.—Sí—respondió—, le he capturado con un anzuelo que no se ve y con un sedalinvisible, lobastante largoparapermitirle llegarhastaelfindelmundoyobligarle,sinembargo,avolverconunsimpletiróndelhilo.Se produjo un largo silencio. Todas las demás personas presentes fuerondesapareciendo para llevar la recobrada plata a sus compañeros de club, o paraconsultaralpropietariosobreelextrañodesenlacedeaquelasunto.Peroelcoronel,consurostroceñudo,continuósentadodeladosobreelmostrador,balanceandolaslargasyflacaspiernasymordiéndoseelbigote.—Debíadeseruntipolisto,perocreoqueconozcoaotroaúnmásinteligente—ledijofinalmentealsacerdoteconmuchacalma.

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—Erauntipolisto—respondióBrown—,peronoestoydeltodosegurodeaquéotroserefiere.—Hablodeusted—dijoel coronel, conunabrevecarcajada—.Noquieroponeraeseindividuoentrerejas;tranquilícese.Perodaríaunabuenacantidaddetenedoresdeplataporsaberexactamentecómohallegadoustedaintervenirenesteasuntoycómoconsiguiósacarle loscubiertos.Creoqueesustedelpájaroquemássabe loquesetraeentremanosdetodoslosqueestamosaquí.AlPadreBrownpareciógustarlebastantelairónicasinceridaddelsoldado.—Bueno—dijo sonriendo—, no estoy en condiciones, por supuesto, de revelarlenadasobre la identidado lahistoriadenuestrohombre;peronohayningunarazónespecialparaquenolecuentelasdemáscosasquehedescubiertopormímismo.Elsacerdotesaltóporencimadelabarreraconinesperadaenergíaysesentójuntoalcoronel Pound, agitando las cortas piernas como un chiquillo sobre un portón. Yempezóacontarle lahistoriacon lamismanaturalidadconque se lacontaríaaunviejoamigojuntoaunfuegoeldíadeNavidad.—Verá usted, coronel —dijo—, yo estaba encerrado en ese cuartito de ahí,escribiendo unas cosas, cuando oí unos pies en el pasillo bailando una danza tanextrañacomoladanzadelamuerte.Primerounoscuriosospasitosrápidos,comodeun hombre caminando de puntillas por una apuesta; luego otros pasos lentos,descuidados, chirriantes, como de un hombre corpulento paseándose con un buencigarro habano. Pero ambos tipos de pasos los daban losmismos pies, se lo juro,respetando un orden; primero la carrera, luego el paseo, y después la carrera denuevo.Mepregunté, primerodistraídamenteymás adelante converdadero interés,porquéunhombretendríaquerepresentarlosdospapelesalmismotiempo.Untipodepasosya lohabía reconocido;eranexactamentecomo lossuyos,coronel.Era laforma de andar de un caballero bien alimentado que espera algo y que se paseadebidomásasubuenaformafísicaqueimpulsadoporlaspreocupaciones.Yosabíaquepodíaidentificarelotrotipodepasos,peronoacababadesituarlo.¿Quéextrañacriaturahabíaconocidoyoenmisviajesqueavanzasedepuntillasatodavelocidadconaquelestilotanextraordinario?Luegooíunentrechocardeplatosenalgúnsitio,ylarespuestasemeaparecióconclaridadmeridiana.Eralamaneradeandardeuncamarero: el cuerpo inclinadohacia adelante, los ojos bajos, las puntas de los piesempujandoelsuelohaciaatrás,losfaldonesdelfracylaservilletaalbrazoenplenovuelo.Luegoseguípensandominutoymediomás.Ycreoquevilaformaenqueibaacometerseeldelitocontantaclaridadcomosifuerayoelladrón.ElcoronelPoundlemirócongraninterés,perolosapaciblesojosgrisesdelclérigoestabanfijoseneltechoconairedistanteycasimelancólico.—Un delito —dijo lentamente— es como cualquier otra obra de arte. No sesorprendatanto;losdelitosnosondesdeluegolasúnicasobrasdeartequeproceden

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de un taller infernal. Pero toda obra de arte, divina o diabólica, tiene una marcaindispensable;quierodecirquesumeolloesalgomuysimple,pormuchoquelleguea complicarse su realización. Así, enHamlet, pongamos por ejemplo, el caráctergrotescodelsepulturero,lasfloresdelachicaquepierdelarazón,elfantásticoatavíodeOsrico,lapalidezdelfantasmaylamuecadelacalaverasontodoellorarezasqueformanunaespeciedeenmarañadaguirnaldaentornoalasimplefiguratrágicadeunhombrevestidodenegro.Bien,puestambiénésta—continuó,bajándoselentamentedelmostradorconunasonrisa—eslasimpletragediadeunhombrevestidodenegro.Sí—prosiguió,alverqueelcoronellevantabalavistacongestodebastanteasombro—, toda la historia gira en torno a un frac. En este caso, como enHamlet, hayexcrecenciasdeestilorococó;ustedes,pongamosporejemplo.Elcamareromuerto,queestabaahí,cuandonoteníaqueestarahí.Lamanoinvisiblequesellevótodalaplatadesumesaysedesvanecióenelaire.Perotododelitointeligentesefundaenúltima instancia en algún hecho muy simple: un hecho que no es en sí mismomisterioso.Laperplejidadsurgealocultarlo,alconseguirquelosdemásnopiensenenello.Estedelitoimportante,sutilymuyprovechoso(silascosashubieranseguidosucaucenormal)estabaedificadosobreelsimplehechodequeeltrajedeetiquetadeun caballero es idéntico al de un camarero. El resto era un problema deinterpretación,queporlodemásenestecasohasidoextraordinariamentebuena.—Detodasformas—dijoelcoronel,poniéndoseenpieycontemplándoselasbotasconelentrecejofruncido—.Noestoysegurodeentenderloquehapasado.—Coronel —dijo el Padre Brown—, créame si le digo que el arcángel dedesvergüenzaquerobósustenedoressepaseóveintevecesdeunextremoaotrodeestepasillobajoelresplandordetodaslaslucesyantelasmiradasdetodoslosojos.Nofueaesconderseen rinconesoscurosdonde la sospechapodríahaber idoensubusca. Estuvo recorriendo constantemente los pasillos iluminados, y donde quieraque iba daba la impresión de estar allí por derecho propio. No me pregunte quéaspectotenía;ustedlehavistoseisosietevecesestanoche.Ustedestuvoesperandocontodaslasdemáspersonasimportantesenlasaladerecepción,alfinaldelpasillo,inmediatamente antes de la terraza. Cuando el ladrón aparecía entre ustedes,caballeros, lohacíaconel estilo relampagueantedeuncamarero, cabeza inclinada,servilleta ondeante y pies que apenas tocan el suelo. Salía disparado a la terraza,hacía algo con elmantel y volvía a salir disparadohacia el despachoy la zonadeservicio.Paracuandoseponíaalalcancedelasmiradasdelocupantedeldespachoyde los camareros ya se había convertido en un hombre completamente distinto encada centímetro de su cuerpo y en cada gesto instintivo.Nuestro hombre se paseóentre los criados con la distraída insolencia a la que sus clientes les tienenacostumbrados.No les resultabanuevoqueunelegantede losqueparticipanen lacena recorriese todas las dependencias de la casa como un animal en el Zoo; el

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servicio sabe que nada caracteriza tanto a la alta sociedad como la costumbre deentrar donde a uno le apetece. Cuando el ladrón estaba gloriosamente harto derecorreresepasilloconcreto,lebastabacondarmediavueltaysuperardenuevoeldespacho;enlasombradelarcoquequedaacontinuaciónsetransformabacomoporel toque de una varita mágica y corría de nuevo a toda prisa entre los docepescadores,unavezmásservidorsolícito.¿Porquétendríanquefijarseloscaballerosen un criado cualquiera? ¿Por qué tendrían que sospechar los camareros de undistinguidocaballeroquesepasea?Enunaodosocasioneshizo jugadasdemuchoingenio.En las habitaciones privadas del dueño pidió con gran desparpajo un sifónasegurando que tenía sed. Luego añadió con gran cordialidad que lo llevaría élmismo, y así lo hizo; lo llevó con toda rapidez y corrección, pasando entre todosustedes,convertidoencamareroconunamisiónmuyprecisa.Porsupuestonohabríapodidomantenerlacomediamuchotiempo,perosólonecesitaballegarhastaelfinaldelplatodepescado.»Su momento más comprometido fue cuando los camareros se colocaron en fila;pero,inclusoentonces,consiguióapoyarsecontralaparedentrelasdoshabitaciones,demaneraqueenaquelinstantetanimportanteloscamareroslecreyeranunodeloscaballeros,mientrasqueloscaballerosletomabanporunodeloscamareros.Elrestofuecoserycantar.Sialgúncamarerolesorprendíalejosdelamesasetropezabaenrealidadconunlánguidoaristócrata.Sólotuvoqueestaratentoparaentrarenaccióndosminutosantesdequeempezaranaretirarelpescado,transformarseeneficientecamareroyllevarselosplatos,queluegodejósobreunaparador,laplataselaguardóenelbolsillointeriordelfrac,creandounbultoapreciable;despuéscorriócomounaliebre (yo le oí llegar) hasta el guardarropa. Allí sólo tenía que ser de nuevo unplutócrata que ha de marcharse precipitadamente por cuestiones de negocios. Notenía más que dar el ticket al encargado del guardarropa y desaparecer tanelegantementecomohabíaentrado.Sóloque…,sóloquediolacasualidadqueerayoelencargadodelguardarropa.—¿Quélehizousted?—exclamóelcoronel,conintensidadnadahabitual—.¿Quéledijoél?—Tendráquedisculparme—dijo el sacerdote sin inmutarse—,pero aquí es dondeterminalahistoria.—Ydondeempiezalahistoriainteresante—murmuróPound—.Creoqueentiendoeltrucoprofesionaldelladrón.Peronomeparecehabercaptadoelsuyo.—Tengoqueirme—dijoelPadreBrown.Recorrieronjuntoselpasillohastaelsalónde laentrada,dondevieronel rostro juvenilypecosodelduquedeChester,quesedirigíahaciaelloscongrandeszancadaselásticas.—Vengaconmigo,Pound—exclamócasisinaliento—.Leheestadobuscandopor

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todaspartes.Lacenaestáotravezenmarchaconmuybuenestilo,yelviejoAudleytienequehacerundiscursoparacelebrarelrescatedeloscubiertos.Queremosiniciaralguna nueva ceremonia, ¿sabe usted?, para conmemorar el acontecimiento. Enrealidad hemos recuperado la mercancía gracias a usted, ¡ya lo creo que sí! Demaneraquedénossusugerencia.—Está muy claro —dijo el coronel, contemplándole con una irónica sonrisaaprobatoria—.Yosugeriríaquedeahoraenadelantellevemosfracverdeenlugardenegro.Nosesabenuncaquéconfusionespuedenllegaraproducirsecuandounoseparecetantoauncamarero.—¡Ni hablar! —dijo el joven duque—, un caballero nunca se confunde con uncamarero.—Niuncamareroconuncaballero,supongo—dijoelcoronelPoundconelmismosoterrado regocijo en el rostro—.Reverendo señor, su amigo tiene que haber sidomuylistopararepresentarelpapeldecaballero.ElPadreBrownseabotonósuvulgarabrigohastaelcuello,porquelanocheestabadesapacible,ysacósuvulgarparaguasdelparagüero.—Sí—dijo—;debedeseruntrabajomuyduroseruncaballero;pero,¿sabeusted?,aveceshepensadoquedebedesercasiigualdelaboriosoeltrabajodeuncamarero.Y al mismo tiempo que decía «buenas noches» abrió la pesada puerta de aquelpalaciodeplaceres.Laspuertasdoradassecerrarontrasél,yelPadreBrownselanzóabuenpasoporlasoscurasyhúmedascallesenbuscadeunvehículopúblico.

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ElhonordeIsraelGow

Caía una tormentosa tarde color de aceituna y de plata, cuando el Padre Brown,envueltoenunamantaescocesadecolorgris,llegóaltérminodeunvalleescocésdecolorgrisycontemplóelsingularcastillodeGlengyle.Elcastillocerrabaelpasodeun barranco o cañada y parecía el fin del mundo. Aquella cascada de techosinclinados y cúspides de pizarra verdemar, al estilo de los viejos «châteaux»francoescoceses,hacíapensarauninglésenlossombrerosenformadecampanarioqueusanlasbrujasdeloscuentos.Ylospinaresquesebalanceabanentornoasusverdestorreonesparecían,porcomparación,negroscomoinnumerablesbandadasdecuervos. Esta nota de diabolismo soñador y casi soñoliento no era una simplecasualidaddelpaisaje.Puesenaquellugardescansabaunadeesasnubesdeorgulloydelocuraydemisteriosaaflicciónquecaenconmayorpesadumbresobrelascasasnobles de Escocia que sobre ninguna otra morada de los hijos del hombre. PuesEscocia padece una dosis doble del veneno llamado «herencia»: la tradición de lasangreenelaristócrataylatradicióndeldestinoenelcalvinista.Elsacerdotehabíarobado un día a sus trabajos en Glasglow para ir a ver a su amigo Flambeau, eldetectiveaficionado,queestabaalasazónenelcastillodeGlengyleacompañadodeun«empleadooficial», haciendo averiguaciones sobre la vidaymuertedel difuntocondedeGlengyle.Estemisteriosopersonajeeraelúltimorepresentantedeunarazacuyovalor, locurayviolentaastucia lahabíanhecho terrible, aunentre la siniestranobleza de la nación, allá por el sigloXVI.Ninguna familia estuvomásmetida enaquel laberinto de ambiciones, en los secretos de los secretos de aquel palacio dementirasqueseedificóentornoaMaría,reinadelosescoceses.Unacoplalocaldabatestimoniodelascausasyresultadosdesusmaquinaciones,enestascándidaspalabras:

ComolasaviaverdeparalosárboleseselororojoparalosOgilvie.

Durantemuchossiglos,elcastillodeGlengylenohabíatenidounamodigno,yeradecreerqueyaparalaépocadelareinaVictoria,agotadaslasexcentricidades,seríade otro modo. Sin embargo, el último Glengyle cumplió la tradición de su tribu,haciendo la única cosa original que le quedaba por hacer: desapareció. No quierodecirquese fueraaotropaís;alcontrario: siaúnestabaenalgunaparte, todos losindicioshacíancreerquepermanecíaenelcastillo.Pero,aunquesunombreconstabaenelregistrodelaiglesia,asícomoenelvoluminosolibrorojodelosPares,nadielohabíavistobajoelsol.A menos que lo hubiera visto cierto servidor solitario, que era para él algo entre

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jardineroypalafrenero.Eraestesujetotansordoquelagenteapresuradalotomabapormudo,aunquelosmáspenetrantesloteníanpormedioimbécil.Eraunlabriegoflaco, pelirrojo, de obstinada mandíbula y barba, y de ojos azules casi negros;respondía al nombre de Israel Gow y era el único servidor de aquella desiertapropiedad. Pero la diligencia con que cultivaba las papas y la regularidad con quedesaparecíaenlacocinahacíanpensaralagentequeestabapreparandolacomidaasusuperioryqueelextravagantecondeseguíaescondidoenelcastillo.Contodo,sialguien deseaba averiguarlo a ciencia cierta, el criado afirmaba con la mayorpersistenciaqueelamoestabaausente.Unamañana,eldirectordelaescuelayelpastor(losGlengyleeranpresbiterianos)recibieronunacitaparaelcastillo.Ahíseencontraronconqueeljardinero,cocineroy palafrenero había añadido a sus muchos oficios el de empresario de pompasfúnebres,yhabíametidoenunataúdasunobleydifuntoseñor.Siseaclaróodejódeaclararse el caso es asunto que todavía aparece algo confuso, porque nunca seprocedió a hacer la menor averiguación legal, hasta que Flambeau apareció poraquella zona del norte. De esto, a la sazón, hacía unos dos o tres días. Y hastaentonces el cadáver de Lord Glengyle (si es que era su cadáver) había quedadodepositadoenlaiglesiadelacolina.AlpasarelPadreBrownporelvagojardínyentrarenlasombradelcastillo,habíaunasnubesopacasyelaireerahúmedoytempestuoso.Sobreeljiróndeoroverdosodelúltimoreflejosolarviounanegrasiluetahumana:eraunhombreconsombreroalto y una enorme azada al hombro. Aquella combinación hacía pensar en unsepulturero;peroelPadreBrownlaencontrómuynaturalalrecordaralcriadosordoquecultivabalaspapas.NoleerandesconocidaslascostumbresdeloslabriegosdeEscocia,ysabíaqueeran lobastantesolemnesparacreerseobligadosa llevar trajenegro durante una investigación oficial, y lo bastante económicos para nodesperdiciarporesounahoradelaboreo.Ylamiradaentresorprendidaydesconfiadaconqueviopasaralsacerdoteeratambiénalgoqueconveníamuybienasutipodecelosoguardián.Flambeauenpersonavinoa abrir lapuerta, acompañadodeunhombrede aspectofrágil, con cabellos color gris metálico y un rollo de papeles en la mano: era elinspectorCraven,deScotlandYard.Elvestíbuloestabacompletamenteabandonadoycasi vacío, pero las caras pálidas y burlonas de los perversos Ogilvie loscontemplabandesdesuspelucasnegrasyennegrecidastelas.Siguiendo a los otros hacia una sala interior, el Padre Brown vio que se habíaninstaladoenunalargamesaderoble,llenadepapelesgarabateados,dewhiskyydetabaco en un extremo.El resto de lamesa lo ocupaban varios objetos; objetos taninexplicablescomoindiferentes.Unoparecíaunmontoncitodevidriosrotos.Otroeraunmontóndepolvopardo.Eltercerobjetoeraunbastón.

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—Estopareceunmuseogeológico—dijo elPadreBrown, sentándosey señalandoconlacabezaelpolvopardoyloscristalinosfragmentos.—Nounmuseogeológico—dijoFlambeau—,unmuseopsicológico.—¡PoramordeDios!—dijoelpolicíaoficial,riendo—.Noempecemosconpalabrasdifíciles.—¿Nosabeustedloquequieredecirpsicología?—preguntóFlambeauconamablesorpresa—.Psicologíaquieredecirestarloco.—Noloentiendobien—insistióeloficial.—Bueno—dijoFlambeaucondecisión—.Loqueyoquierodecir esque sólounacosahemospuestoenclarorespectoaLordGlengyle,yesqueeraunmaniático.LanegrasiluetadeGow,consusombrerodecopaysuazadaalhombro,pasóporlaventana, destacada confusamente sobre el cielo nublado. El Padre Brown lacontemplómecánicamenteydijo:—Yamedoycuentadequealgoextrañolesucedía,cuandodetalmodopermanecióenterrado en vida y tanta prisa se dio en enterrarse al morir. Pero, ¿qué razonesespecialeshayparacreerloloco?—Bueno—contestó Flambeau—; vea la lista de objetos que el señor Craven haencontradoenlacasa.—Habráqueencenderunavela—dijoCraven—.Vaacaeruna tormentayyaestámuyoscuroparaleer.—¿Ha encontrado usted alguna vela entre sus muchas curiosidades? —preguntóBrown,sonriendo.Flambeaulevantóelgraverostroyfijósusnegrosojosenelamigo.—Tambiénestoescurioso—dijo—.Veinticincovelasynirastrodecandeleros.En la oscuridad creciente de la sala, en medio del creciente rumor del vientotempestuoso,Brownbuscóenlamesa,entrelosdemásdespojos,elmontóndevelasdecera.Alhacerloseinclinócasualmentesobreelmontóndepolvorojizoynopudocontenerunestornudo.—¡Rapé!—dijo.Tomóunavela,laencendióconmuchocuidadoydespuéslametióenunabotelladewhiskyvacía.Elaire inquietode lanoche,penetrandopor laventanadesvencijada,agitaba la larga llama como una bandera. Y en torno del castillo podían oírse lasmillasymillasdepinonegro,hirviendocomounnegromarentornodeunaroca.—Voy a leer el inventario—anuncióCraven gravemente, tomando un papel—.Elinventariodetodas lascosas inconexase inexplicablesquehemosencontradoenelcastillo.Antes conviene que sepa usted que esto está desmantelado y abandonado,peroqueunoodoscuartoshansido,evidentemente,habitadosporalguienquenoeselcriadoGow,yquellevaba,sinduda,unavidamuysimple,aunquenomiserable.Heaquílalista:

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»1.°—Un verdadero tesoro en piedras preciosas, casi todas diamantes, y todassueltas,sinningunamontura.Desdeluego,esmuynaturalquelosOgilvieposeyeranjoyasdefamilia,peroenlasjoyasdefamilialaspiedrassiempreaparecenmontadasenartículosdeadorno,ylosOgilvieparecequehubieranllevadosuspiedrassueltasenlosbolsillos,comomonedasdecobre.»2.°—Montonesymontonesderapé,peronoguardadoencuerno,tabaqueranibolsa,sino por ahí sobre las repisas de las chimeneas, sobre el piano, en cualquier parte,como si el caballero no quisiera darse el trabajo de abrir una bolsa o levantar unatapa.»3.°—Aquí y allá, por toda la casa, montoncitos de metal, resortes y ruedasmicroscópicas,comosihubierandestripadoalgúnjuguetemecánico.»4.°—Lasvelas,quehayqueensartarenbotellaspornohaberunsolocandelero…Yahorafíjeseustedenqueestoesmuchomásextravagantedeloqueunoseimagina.Porque ya el enigma central lo teníamos descontado: a primera vista hemoscomprendidoquealgoextrañohabíapasadoconeldifuntoconde.Hemosvenidoaquípara averiguar si realmente vivió aquí, si realmente murió aquí, si este espantajopelirrojoqueloinhumótuvoalgoqueverensumuerte.Ahorabien:supóngaseustedlopeor, imagineustedlaexplicaciónmásextrañaymelodramática.Supongaqueelcriadomatóasuamo,oqueéstenohamuertoverdaderamente,oqueelamosehadisfrazado de criado, o que el criado ha sido enterrado en lugar del amo. Inventeusted la tragediaquemás leguste,alestilodeWilkieCollins,y todavíaasí leseráimposible explicarse esta ausencia de candeleros, o el hecho de que un ancianocaballerodebuenafamiliaderramaseelrapésobreelpiano.Elcorazón,elcentrodelenigma, está claro; pero no así los contornos y orillas. Porque no hay hilo deimaginaciónquepuedaconectarelrapé,losdiamantes,lasvelasylosmecanismosderelojeríatriturados.—Yo creo ver la conexión—dijo el sacerdote—.EsteGlengyle tenía lamanía deodiar la revolución francesa. Era un entusiasta del ancien régime, y trataba dereproducir al pie de la letra la vida familiar de los últimos Borbones. Tenía rapéporque era un lujo del sigloXVIII; velas de cera porque eran el procedimiento delalumbradodelsigloXVIII;lostrocitosmetálicosrepresentanlachifladuradecerrajerodeLuisXVI;ylosdiamantes,elcollardediamantesdeMaríaAntonieta.Losdosamigoslomiraronconojosatónitos.—¡Qué suposiciónmás extraordinaria y perfecta!—exclamóFlambeau—. ¿Y creeustedrealmentequeesverdadera?—Estoy perfectamente seguro de que no lo es—contestó el PadreBrown—.Sóloque ustedes aseguran que no hay medio de conectar el rapé, los diamantes, lasrelojeríasylasvelas,yyolespropongolaprimeraconexiónquesemeocurreparademostrarleslocontrario.Peroestoysegurodequelaverdadesmásprofunda,está

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másallá.Callóuninstanteyescuchóelaullardelvientoenlastorres.Luegodijo:—EldifuntocondedeGlengyleeraunladrón.Vivíaunasegundavidaoscura,erauncondenadovioladordecerradurasypuertas.Noteníaningúncandeleroporqueestasvelassólolasusaba,cortándolasencabos,enla linternita que llevaba consigo.El rapé lo usaba comohanusado la pimienta losmásferocescriminalesfranceses:paraarrojarloalosojosdesusperseguidores.Perola prueba más concluyente es la curiosa coincidencia de los diamantes y lasruedecitasdeacero.Supongoqueustedestambiénloveránclaro:sólocondiamantesoconruedecitasdeacerosepuedencortarlasvidrieras.Laramarotadeunpinoazotópesadamentesobrelavidrieraqueteníanasuespalda,como parodiando a un ladrón nocturno, pero ninguno volvió la cara. Los policíasestabanpendientesdelPadreBrown.—Diamantesyruedecitasdeacero—rumióCraven—.¿Ysóloenesosefundaustedparaconsiderarverdaderasuexplicación?—Yo no la juzgo verdadera —replicó el sacerdote plácidamente—. Pero ustedesaseguraban que era imposible establecer la menor relación entre esos cuatroobjetos…Laverdadtienequesermuchomásprecisa.Glengylehabíadescubierto,ocreíahaberdescubierto,untesorodepiedraspreciosasensuspropiedades.Alguienlohabíaembaucadoconesosdiamantessueltos,asegurándolequehabíansidohalladosenlascavernasdelcastillo.Lasruedecillasdeaceroeranalgoconcernientealatallade losdiamantes.La talla teníaquehacersemuyenpequeñoymodestamente, conayudadeunoscuantospastoresogenterudadeesosvalles.Elrapéeselmayorlujodelospastoresescoceses;loúnicoconqueselespuedesobornar.Estagentenousabacandelerosporquenolosnecesitaba:cuandoibanaexplorarlossótanosllevabanlasvelasenlamano.—¿Yesoestodo?—preguntóFlambeau,traslargapausa—.¿Alfinhallegadoustedalaverdad?—¡Oh,no!—dijoelPadreBrown.El vientomurió en los términos del pinar como unmurmullo de burla, y el PadreBrown,concaraimpasible,continuó:—Yosólohelanzadoesasuposiciónporqueustedesafirmabanquenohabíamedioderelacionarel tabaco, lospequeñosmecanismos, lasvelasy laspiedrasbrillantes.Fácil es construir diez falsas filosofías sobre los datos del Universo, o diez falsasteorías sobre los datos del castillo de Glengyle. Pero lo que necesitamos es laexplicación verdadera del castillo y del Universo. Vamos a ver, ¿no hay másdocumentos?CravenriódebuenaganayFlambeau,sonriendo,selevantó,recorriólalongituddelamesayseñaló:

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—Documentos número cinco, seis, siete; y todos más variados que instructivos,seguramente.Heaquíunacuriosacolección,nodelápices,sinodeminasdelápices;más allá una insignificante cañadebambú, con el puño astillado: bienpudo ser elinstrumento del crimen. Sólo que no sabemos si hay crimen. Y el resto, algunosviejos misales y cuadritos de asunto católico que los Ogilvie conservaban tal vezdesdelaEdadMedia,porquesuorgullofamiliareramayorquesupuritanismo.Sólolos hemos incluido en nuestro museo porque parece que han sido cortados ymutiladosdeunmodosingular.AfueralatercatempestadarrastrabaunanidadadenubessobreGlengyle,ydeprontola amplia sala quedó sumergida en la oscuridad, al tiempo que el Padre Brownexaminaba las páginas miniadas de los misales. Antes de que aquella onda deoscuridadsedisipara,elPadreBrownvolvióahablar,peroconlavozdeunhombredistinto.—SeñorCraven—dijocomohombreaquienlequitandeencimadiezaños—,ustedtiene autorización para examinar la sepultura, ¿verdad? Cuanto antes, mejor: asíentraremosdellenoenestehorriblemisterio.Yoenlugardeustedprocederíaaelloahoramismo.—¿Ahoramismo?—preguntó,asombrado,elpolicía—.¿Yporquéahora?—Porque esto ya es muy serio—contestó Brown—. Aquí no se trata ya de rapéderramado o piedras desmontadas por cualquier causa. Para esto sólo puede haberunarazón,ylarazónvaadarenlasraícesdelmundo.Estasestampasreligiosasnoestán simplemente sucias ni han sido rasguñadas o rayadas por ocio infantil o porceloprotestante, sinoquehansidoestropeadasmuycuidadosamenteydeunmodomuy sospechoso. Dondequiera que aparecía en las antiguas miniaturas el grannombreornamentaldeDios,hasidoraspadolaboriosamente.Ysólootracosamáshasido raspada: el halo en torno a la cabeza delNiño Jesús.Demodo que venga elpermiso,vengalaazadaoelhachayvamosahoramismoaabrireseataúd.—¿Quéquiereusteddecir?—preguntóeloficiallondinense.—Quiero decir —contestó el curita, y su voz pareció dominar el ruido de latempestad—, quiero decir que el Diablo puede estar sentado en el torreón de estecastillo en estemismo instante, el granDiablo delUniverso,más grande que cienelefantesyaullandocomoenelApocalipsis.Hayentodoestoalgodemagianegra.—Magianegra—repitióFlambeauenvozbaja,porqueerahombrebastanteilustradoparanoentenderdeeso—.¿Quésignifican,pues,esosúltimosdocumentos?—Algohorrible,meparece—dijoelPadreBrownconimpaciencia—.¿Cómohedesaberloacienciacierta?¿Cómovoyaadivinartodoloquehayenestelaberinto?Talvezelrapéyelbambúsoninstrumentosdetortura.Talvezlaceraylaslimadurasdeacerorepresentanaquí lamaníadeunloco.Talvezconlasminasde los lápicessehaceunabebidaenloquecedora.Sólohayunmediopara irrumpirdeunavezenel

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senodeestosenigmas,yesiralcementeriodelacolina.Sus compañeros apenas se dieron cuenta de que lo habían obedecido y seguido,cuando, en el jardín, un golpe de viento les azotó la cara. Sin embargo, lo habíanobedecidocomoautómatasporqueCravenseencontróconunhachaenlamanoylaautorización para abrir la tumba en el bolsillo. Flambeau llevaba la azada deljardinero,yelmismoPadreBrownllevabaellibritodoradodelcualhabíanarrancadoelnombredeDios.Elcaminoque,sobrelacolina,conducíaalcementeriodelaparroquiaeratortuoso,pero breve; con la furia del viento resultaba largo y difícil. Hasta donde la vistaalcanzaba, y cada vez más lejos, conforme subían la colina, se extendía el marinacababledepinos,dobladosporelviento.Ytodoaquelorbeparecíatanvanocomoinmenso;tanvanocomosielvientosilbarasobreunplanetadeshabitadoeinútil.Yenaquelinfinitodebosquesazulososycenizoscantaba,estridente,elantiguodolorquehayenelcorazóndetodaslascosaspaganas.Parecíaqueenlasvocesíntimasdeaquel insondable follaje gritaban los perdidos y errabundos dioses gentiles,extraviadosporaquellaselva,eincapacesdehallarotravezlasendadeloscielos.—Yavenustedes—dijoelPadreBrownenvozbaja,peronosofocada—.Elpuebloescocés,antesdequeexistieraEscocia,eralomáscuriosodelmundo.Todavíaloes,porlodemás.Peroentiemposprehistóricosyocreoqueadorabanalosdemonios.Yporeso—añadióconbuenhumor—,poresocayeronenlateologíapuritana.—Pero,amigomío—dijoFlambeau,demalhumor—,¿quésignificatodoeserapé?—Pues,amigomío—replicóBrownconigualseriedadysiguiendosutema—,unadelaspruebasdetodareligiónverdaderaeselmaterialismo.Ahorabien:laadoracióndelosdemoniosesunareligiónverdadera.Habían llegado al calvero de la colina, uno de los pocos sitios que dejaba libre elrumoroso pinar. Una pequeña cerca de palos y alambres vibraba en el viento,indicandoellímitedelcementerio.ElinspectorCravenllegóalsitiodelasepulturayFlambeauhincólaazadayseapoyóenellaparahacersaltarlalosa;ambossesentíansacudidosporlatempestadcomolospalosyalambresdelacerca.Crecíanjuntoalatumba unos cardos enormes, ya mustios, grises y plateados. Una o dos veces, elvientoarrancóunoscardos,lanzándoloscomoflechasfrenteaCraven,queseechabaatrás,asustado.Flambeau arrancaba la hierba y abría la tierra húmeda. De pronto se detuvo,apoyándoseenlaazadacomoenunbáculo.—Adelante—dijocortésmenteel sacerdote—.Estamosenel caminode laverdad.¿Quétemeusted?—Temoalaverdad—dijoFlambeau.El detective londinense empezó a hablar ruidosamente, tratando de parecer muyanimado:

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—¿Por qué diablos se escondería tanto este hombre? ¿Sería repugnante tal vez?¿Seríaleproso?—Oalgopeor—contestóFlambeau.—¿Qué,porejemplo?—continuóelotro—.¿Quépeorqueunleproso?—Nosé—dijoFlambeau.Siguiócavandoensilencioy,despuésdealgunosminutos,dijoconvozsorprendida:—Temoquefueradeforme.—Como aquel trozo de papel que usted recordará—dijo tranquilamente el PadreBrown—.Y,contodo,logramostriunfardeaquelpapel.Flambeausiguiócavandoconenergía.Entretanto,latempestadhabíaarrastradopocoa poco las nubes prendidas como humareda a los picos de las montañas, ycomenzaban a revelarse los nebulosos campos de estrellas. Al fin Flambeaudescubrióungranataúdde robley lo levantóunpocosobre losbordesde la fosa.Craven se adelantó con suhacha.Elviento le arrojóun cardo en la caray lohizoretroceder;despuésdiounpasodecidido,yconunaenergíaigualaladeFlambeaurajóyabrióhastaquitardeltodolatapa.Ytodoaquelloaparecióalaluzgrisdelasestrellas.—Huesos—dijoCraven.Yluegoañadiócomosorprendido—:¡Ysondehombre!YFlambeau,convozdesigual:—Y¿notienen…nadaextraordinario?—Parecequeno—contestóeloficialconvozronca,inclinándosesobreeloscuroyruinosoesqueleto—.Espereunpoco.SobreelenormecuerpodeFlambeaupasócomounaolapesada:—Yahoraquelopienso,¿porquéhabíadeserdeforme?Elhombrequeviveenestasmalditas montañas, ¿cómo va a librarse de esta obsesión enloquecedora, de estaincesantesucesióndecosasnegras,bosquesybosques,y,sobretodo,deestehorrorprofundoeinconsciente?¡Siestoparecelapesadilladeunateo!¡Pinosypinosymáspinos,ymillonesde…!—¡Dios!—gritóelhombrejuntoalataúd—;noteníacabeza.Ymientraslosotrossequedabanestupefactos,elsacerdotedejóverporprimeravezsuasombro:—¿Con que no hay cabeza? —preguntó—. ¿Falta la cabeza? —como si hubieraesperadootradeficiencia.Por lamente de aquellos hombres cruzaron insensatas visiones de un niño acéfalonacidoenlacasadelosGlengyle,deunjovenacéfaloocultándoseenelcastillo,deun hombre acéfalo cruzando esos antiguos salones o ese profuso jardín… Pero, apesardelenervamientoquelosdominaba,aquellasfunestasimágenessedisiparonenun instante sin echar raíces en su alma. Y los tres se quedaron escuchando losbosques ensordecedores y los gritos del cielo, como unas bestias fatigadas. El

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pensamientoparecíaalgoenormequeseleshabíaescapadodelamano.—En torno a esta sepultura—dijo el PadreBrown—, sí que hay tres hombres sincabeza.Elpálidodetectivelondinenseabriólabocaparadeciralgoysequedóconlabocaabierta.Unlargosilbidodevientorasgóelcielo.Elpolicíacontemplóelhachaqueteníaenlasmanos,comosinoleperteneciera,yladejócaer:—Padre—dijoFlambeauconaquellavozgravee infantilque tanrarasvecesse leoía—.¿Quéhacemos?Larespuestadesuamigofuetanrápidacomoundisparo.—Dormir—dijoelPadreBrown—.Dormir.Hemosllegadoal términodelcamino.¿Sabeustedloqueeselsueño?¿SabeustedquetodoelqueduermecreeenDios?Elsueño es un sacramento, porque es un acto de fe y es un acto de nutrición. Ynecesitamos un sacramento, aunque sea de orden natural. Ha caído sobre nosotrosalgo quemuy pocas veces cae sobre los hombres, y que es acaso lo peor que lespuedecaerencima.LosabiertoslabiosdeCravensejuntaronparapreguntar:—¿Quéquiereusteddecir?Elsacerdotehabíavueltoyalacarahaciaelcastillocuandocontestó:—Hemosdescubiertolaverdad,ylaverdadnotienesentido.Yechóaandarconunpasoinquietoyprecipitado,muyraroenél.Ycuandotodosllegaronalcastilloseacostóalinstanteysedurmióconlasimplicidaddeunperro.Apesardesumísticoelogiodelsueño,elPadreBrownselevantómástempranoquelosdemás,conexcepcióndelcalladojardinero.Ylosotrosloencontraronfumandosupipayobservandolamudalabordelexpertojardineroeneljardincitocercanoalacocina.Haciaelamanecerlatormentasehabíadeshechoenlluviastorrenciales,yeldía resultómuy fresco.Pareceque el jardinerohabía estadoun rato charlando conBrown,peroalveralosdetectiveshoscamenteclavólaazadaenunsurco,dijoalgodesualmuerzo,sealejóporentrelasfilasdeberzasyseencerróenlacocina.—Ese hombre vale mucho —dijo el Padre Brown—. Logra admirablemente laspapas. Pero —añadió con ecuánime compasión— tiene sus faltas. ¿Quién no lastiene?Porejemplo,nohatrazadoderechoestesurco—ydioconelpieenelsitio—.Tengomisdudassobreeléxitodeestapapa.—¿Yporqué?—preguntóCraven,divertidoconlanuevalocuradelhombrecito.—Tengomis dudas—continuó éste— porque también las tiene el viejo Gow. Haandado metiendo sistemáticamente la azada por todas partes, menos aquí. ¡Ha dehaberaquíunapapacolosal!Flambeauarrancólaazadaylahincóimpetuosamenteenaquelsitio.Alrevolverlatierrasacóalgoquenoparecíapapa,sinounasetamonstruosaehipertrofiada.Aldarsobre ella la azada hubo un chirrido, y el extraño objeto rodó como una pelota,dejandoverlamuecadeuncráneo.

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—ElcondedeGlengyle—dijomelancólicamenteelPadreBrown.YdespuéslearrebatólaazadaaFlambeau.—Convieneocultarlootravez—dijo—.Yvolvióaenterrarelcráneo.Yreclinándoseenlaazadadejóverunamiradavacíayunafrentellenadearrugas.—¿Quépuedesignificarestehorror?Y, siempre apoyado en la azada, hundió la cara en lasmanos, como lo hacen loshombresenlaiglesia.El cielobrillaba, azulyplata; lospájaroscharlabanyparecíaqueeran losmismosárboleslosqueestabancharlando.Ylostreshombrescallaban.Bueno,yorenuncio—exclamóFlambeau—.Estonomeentraenlacabeza,yestosehaacabado.Rapé,devocionariosestropeados,interioresdecajasdemúsicayquéséyoquémás…Pero Brown, descubriéndose la cara y arrojando la azada con impaciencia, lointerrumpió:—¡Calle, calle!Todoeso estámás claroque el día.Estamañana, al abrir losojos,entendítodoesodelrapéylasrodajasdeacero.YdespuésmehepuestoaprobarunpocoalviejoGow,quenoestansordonitanestúpidocomoloaparenta.Nohaynadademaloentodosesosobjetosencontrados.Tambiénmehabíayoequivocadoenlodelosmisales estropeados: no hay ningúnmal en ello. Pero esto últimome inquieta.Profanar sepulcros y robarse las cabezas de losmuertos ¿puede no sermalo? ¿Noestaráenesto lamagianegra?Estonoconcuerdaconlasencillísimahistoriadelasvelasydelrapé—ysepusoapasear,fumandofilosóficamente.—Amigo mío —dijo Flambeau con un gesto de buen humor—. Tenga cuidadoconmigo; recuerde que yo he sido un criminal. La inmensa ventaja de ese estadoconsiste enqueyomismo forzaba la intrigay ladesarrollabaal instante.Peroestafunción policíaca de esperar y esperar sin fin es demasiado para mi impacienciafrancesa.Todamivida,parabienoparamal,lohehechotodoenuninstante.Tododueloquesemeofrecíahabíadeserparalamañanadeldíasiguiente;todacuenta,alcontado;nisiquieraaplazabayounavisitaaldentista.ElPadreBrowndejó caer lapipa,que se rompióen trespedazos sobre el suelo,yabrióunosojosdeidiota.—¡Diosmío,quéestúpidosoy!;¡peroquéestúpido,Señor!Ysoltóunarisadescompuesta:—¡Eldentista!—repitió—.¡Seishorasenelmáscompletoabismoespiritualytodopornohaberpensadoeneldentista!¡Unaideatansencilla,tanhermosa,tanpacífica!Amigos:hemospasadounanocheenel infierno,peroahoraseha levantadoelsol,los pájaros cantan, y la radiante evocación del dentista restituye al mundo sutranquilidad.—Yodescubriréestemisterio,aunquemeveaforzadoarecurriralostormentosdela

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Inquisición—dijoFlambeau,encaminándosealcastillo.El Padre Brown tuvo que contener un ímpetu de ponerse a bailar en mitad delcantero,yailuminadoporelsol,ygritódespuésdeunmodocasilastimosoycomounchiquillo.—¡Por favor, déjenme ser loco un instante! ¡He padecido tanto con estemisterio!Ahoracomprendoquetodoestoesdelomásinocente.Apenasunpocoextravagante.Yeso,¿quéimporta?Diounavueltaenunpiecomounchiquilloydespuésseenfrentóconsusamigosydijogravemente:—Ésta no es la historia de un crimen, sino de una singular y torcida honradez.Precisamentesetrataquizádelúnicohombreenlatierraquehatomadoexactamenteloqueledeben.Esun caso extremode esa lógicavital y terrible que constituye la religiónde estaraza.LaviejacoplasobrelacasadeGlengyle:

ComolasaviaverdeparalosárboleseselororojoparalosOgilvie,

esalmismotiempometafóricayliteral.NosólosignificaelanhelodebienestardelosGlengyle;tambiénsignifica,literalmente,quecoleccionabanoro,queteníanunagrancantidaddeornamentosyutensiliosdeestemetal.Queeran, en suma, avarosconlamaníadeloro.Yalaluzdeestasuposiciónrecorramosahoratodoslosobjetosencontradosenelcastillo,diamantessinsortijadeoro;velassinsuscandelabrosdeoro;rapésintabaquerasdeoro;minasdelápizsinellapicerodeoro;unbastónsinsupuñodeoro;piezasderelojeríasinlascajasdeorodelosrelojes,o,mejordicho,sinrelojes.Y,aunqueparezcalocura,elhalodelNiñoJesúsyelnombredeDiosdelosviejosmisalessólohansidoraspadosporqueerandeorolegítimo.Flambeauencendióuncigarrillomientrassuamigocontinuaba:—Todoeseorohasidosustraído,perono robado.Un ladrónnuncahubieradejadorastrossemejantes:sehabríallevadolastabaquerasconelrapé;loslapicerosconlasminas,etc.Tratamosconunhombrequetieneunaconcienciamuysingular,peroquetieneconciencia.Esteextrañomoralistahaestadohablandoconmigoestamañanaeneljardincitodelacocina,ydesuslabiosoíunahistoriaquemepermitereconstruirlotodo.»EldifuntoArchibaldoOgilvieeraelhombremáscercanoaltipodelhombrebuenoque jamás haya nacido en Glengyle. Pero su amarga virtud se convirtió enmisantropía.Lasfaltasdesusantecesoresloabrumaban,ydeellasinducíalamaldadgeneral de la raza humana. Sobre todo tenía desconfianza de la filantropía o

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liberalidad.Yseprometióasímismoque,siencontrabaunhombrecapazdetomarsólo lo que estrictamente le correspondía, ése sería el dueño de todo el oro deGlengyle. Tras este reto a la humanidad se encerró en su castillo, sin la menoresperanza de que el reto fuera contestado. Sin embargo, una noche, unmuchachosordo, y al parecer idiota, vino de una aldea distante a traerle un telegrama, yGlengyle, con un humorismo amargo, le dio un cuarto de penique nuevo. Mejordicho, eso creyó haber hecho, porque cuando, un instante después, examinó lasmonedasvioqueaúnconservabaelcuartodepenique,yechódemenosencambiounalibraesterlina.Esteaccidentefueparaéluntemadeamargasmeditaciones.Decualquiermodo,elmuchachodemostraríalacodiciaqueeradeesperarenlaespeciehumana.Odesaparecería,unladrónrobandounamoneda;ovolveríavirtuosamente,unpedantebuscandounarecompensa.PeroalamedianocheLordGlengyletuvoquelevantarseaabrirlapuerta—porquevivíasolo—yseencontróconelsordoidiota.Yel sordo idiota venía a devolverle, no la libra esterlina, sino la suma exacta dediecinueve chelines, once peniques y tres cuartos de penique. Es decir, que elmuchachohabíatomadoparasíuncuartodepenique.»La exactitud extravagante de este acto impresionó vivamente al desequilibradocaballero. Se dijo que, nuevo Diógenes afortunado, había descubierto al hombrehonrado que deseaba. Hizo entonces un nuevo testamento, que yo he visto estamañana.Trajoasuenormeyabandonadocaserónalmuchacho,loeducó,hizodeélsucriadosolitarioy,a sumanera, lo instituyóherederodesusbienes.Esteextrañosordo, aunque entiende poco, entendió muy bien las dos ideas fijas de su señor:primero,queenestemundoloesencialeselderechoy,segundo,queélhabíadeser,porderecho,eldueñodetodoelorodeGlengyle.Yestoestodo,yesmuysencillo.Elhombrehasacadodelacasatodoeloroquehabía,yniunapartículaquenofueradeoro;nisiquieraungranoderapé.Yasílevantótodoelorodelasviejasminiaturas,convencido de que dejaba todo el resto intacto.Todo esome era ya comprensible,pero no podía yo entender lo del cráneo, y me desesperaba el hecho de haberloencontradoescondidoentrelaspapas.Medesesperaba…,hastaqueFlambeaudijolapalabrafeliz.»Todoestáyamuyclaro,ytodoirábien.Estehombrevolveráelcráneoalasepulturaencuantolehayaextraídolasmuelasdeoro…Y, en efecto, al pasar aquella mañana por la colina donde está el cementerio,Flambeau vio a aquel extraño ser, a aquel justo avaro cavando en la sepulturaprofanada,conlabufandaescocesaalcuello,agitadaporelvientodelamontaña,yenlacabezaeldecentesombrerodecopa.

(TheInnocenceofFatherBrown,1913)

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ElojodeApolo

Ese singular centelleo —a la vez confusión y transparencia— que es el extrañosecreto del Támesis, iba cambiando progresivamente del gris a su resplandecientefinal mientras el sol ascendía hasta su cénit, cuando los dos hombres cruzaron elpuentedeWestminster.Unoeramuyaltoy el otromuybajo; echandomanode lafantasíaselespodríahabercomparadoconlaarrogantetorredelrelojdelParlamentoy con los hombros encorvados, más humildes, de la abadía, porque el más bajollevaba traje talar. Al individuo de elevada estatura se le identificaba oficialmentecomo monsieur Hercule Flambeau, detective privado, y se dirigía hacia su reciénestrenadodespachoenunnuevoconglomeradodeapartamentos situado frente a laentradade la abadía.Ladescripciónoficial del hombrebajo era la de reverendo J.Brown,adscritoa la iglesiadeSt.FrancisXavier, enCamberwell,yveníaaver lanuevasededesuamigodespuésdeatenderensulechodemuerteaunfeligrésdesuparroquia.El edificio era americano por su altura de rascacielos, y americano también por laeficiente complejidad de su sistema de teléfonos y ascensores. Pero estaba reciénterminado y aúnmedio vacío: sólo se habían instalado tres inquilinos; los localesencima de Flambeau se hallaban ocupados, y lo mismo sucedía con losinmediatamentedebajo;perolosdospisosdemásarribaylostresinferioresestabancompletamente vacíos. Sin embargo, la primera ojeada a la nueva torre deapartamentos advertía algomuchomás llamativo.Con la excepción de unas pocasreliquias del andamiaje, el objetomás notorio se hallaba situado en el exterior dellocal inmediatamenteporencimadeldeFlambeau.Setratabadeunaenormeefigiedoradadelojohumano,conrayosdeoroalrededor,queocupabatodoelespaciodedosotresventanas.—¿Sepuedesaberquéeseso?—preguntóelPadreBrown,deteniéndose.—Noesmásqueunanuevareligión—dijoFlambeau,riendo—,unadeesasnuevasreligionesqueperdonalospecadosdiciendoquenuncahanexistido.Yodiríaqueseparece bastante a la Ciencia Cristiana. Lo cierto es que un individuo que se hacellamarKalon(ignorocuálpuedasersunombre,peroséquenoesése)haalquiladoelapartamento encima del mío. Tengo dos mecanógrafas debajo, y encima a estefarsantellenodeentusiasmo,queseconsideraasímismocomoelnuevosacerdotedeApoloyadoraalsol.—Máslevaldrá tenercuidado—dijoelPadreBrown—.Elsoleraelmáscrueldetodoslosdioses.Pero,¿quésignificaeseojomonstruoso?—Tal como yo lo entiendo, se trata de una teoría de esos creyentes—respondióFlambeau—, según la cual un hombre puede soportar cualquier cosa si tiene unacabezamuyfirme.Susdosgrandessímbolossonelsolyelojoabierto;porquedicen

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quesiunhombreestuvieserealmentesanopodríamiraralsol.—Siunhombreestuvierarealmentesano—dijoelPadreBrown—,nosemolestaríaenmirarlo.—Bueno, eso es todo lo que puedo decirle acerca de la nueva religión —siguióFlambeaudespreocupadamente—.Sostiene,porsupuesto,queestáencondicionesdecurartodaslasenfermedadescorporales.—¿Escapazdecurar laenfermedadespiritualporexcelencia?—preguntóelPadreBrown,congravecuriosidad.—¿Y cuál es esa enfermedad espiritual por excelencia? —preguntó Flambeausonriendo.—Puespensarqueunoestáperfectamentebien—dijosuamigo.Flambeau se interesabamás por la tranquila oficinita debajo de la suya que por elaparatosotemplodearriba.Eraunhombrelúcidodelsur,quesóloseveíaasímismocomocatólicoocomoateo;ylasnuevasreligionesdetipobrillanteopálidonoeranunadesusespecialidades.Perolahumanidadleinteresabasiempre,sobretodosierabienparecida;además, lasdamasdelpisodeabajoeranverdaderospersonajesasumanera.Laoficinalallevabandoshermanas,lasdosesbeltasymorenas,yunaaltayllamativa, de perfil aquilino, intenso y serio; una de esas mujeres que siempre serecuerdan de perfil, como si se tratase de la silueta perfectamente recortada de unarma;parecíaabrirsecaminoporlavidacomounaflechaqueatraviesaelaire.Susojos poseían un brillo sorprendente, pero era el brillo del aceromás que el de losdiamantes; y su esbelta figura resultaba un poquito más rígida de lo debido. Suhermana pequeña era como una sombra suya en tamaño reducido, un poquitomásgris,pálidae insignificante.Ambas llevaban ropadeuncolornegro funcional, conpuñosycuellosmasculinos.ExistenmilesdemujeresigualmentetenacesylacónicasenlasoficinasdeLondres,peroel interésdeestasdosradicabamásensuposiciónrealqueenlaaparente.PorquePaulineStacey, lamayor, eradehecho laherederadeun títuloydemediocondado, así comode grandes riquezas; se había educado enmansiones y jardinesantesdequeunahelada fiereza (peculiar de lamujermoderna) la llevase a loqueconsiderabacomounaexistenciamásseveraymáselevada.Nohabíarenunciadoasudinero, por supuesto: esohabría significadoun abandono románticoo eremíticocompletamenteajenoasu imperiosoutilitarismo.Conservabasupatrimonio,habríaexplicado ella, para utilizarlo en la resolución de problemas sociales. Parte de sudinero lo había invertido en su negocio, el núcleo de un emporio mecanográficomodelo; y otra parte se hallaba distribuida en diferentes ligas y causas para elprogresodetrabajosdeesetipoentrelasmujeres.HastaquépuntoJoan,suhermanay asociada, compartía este idealismo ligeramente prosaico es algo de lo que nadiepodíaestarmuyseguro.Perolamásjovenseguíaasuadalidconunafectoperruno

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que resultaba en cierto modo más atractivo—con su toque de tragedia— que elentusiasmo sin desfallecimientos de la mayor. Porque Pauline Stacey no tenía lamenorrelaciónconlatragedia;sedabaporsentadoquenegabasuexistencia.Su rígida rapidez y fría impaciencia había divertidomuchísimo a Flambeau en suprimeravisitaalnuevoedificiodeapartamentos.Eldetectivesehabíaquedadojuntoalascensorenelvestíbulodeentradaesperandoaquecomparecieraelascensorista,quien de ordinario trasladaba a los visitantes a los distintos pisos. Pero estamuchacha,semejanteaunhalcóndebrillantesojos,sehabíanegadosinambagesasoportar cualquier tipo de retraso oficial. Dijo con brusquedad que sabía todo loreferentealmanejodelascensor,yquenodependíanideascensoristasenparticular,nidehombresengeneral.Aunquesuoficinaestabaeneltercerpiso,aprovechólosescasos segundos del trayecto para, con gran espontaneidad, hacer partícipe aFlambeaudemuchosde sus fundamentalespuntosdevista; la idea central eraquePauline era una trabajadora moderna y le gustaba la maquinaria moderna. Susresplandecientesojosnegrosardíanconfuriaabstractacontraquienesrechazabanlacienciamecánica y pedían el regreso de lo novelesco. Todo el mundo, decía ella,debería ser capaz demanejarmáquinas, de lamismamanera que ellamanejaba elascensor.DiocasilaimpresióndetomaramalelhechodequeFlambeauleabrieralapuerta para salir, y el detective subió hasta su apartamento sonriendo conentremezcladossentimientosalrecordaraquellaindependenciatancolérica.SindudaalgunaPaulineteníamuchocarácter,vigorosoyprácticoalmismotiempo;losgestosdesuselegantesmanosdededoslargoseranbruscoseinclusodestructivos.Enciertaocasión,Flambeauentróensuoficinaporunasuntodemecanografía,yseencontróconqueacababadetiraralsuelounasgafasquepertenecíanasuhermanayquelasestabapisoteando;almismotiemposoltabaaraudalesunadiatribaéticasobrelas «enfermizas ideasmédicas» y elmorboso reconocimiento de debilidad que ibaimplícitoenaquelartefacto.Desafióasuhermanaaquevolvieraatraeralaoficinasemejantebasuraartificialymalsana.Preguntósiseesperabaqueellallevasepatasdepaloopelucasuojosdevidrio;yalhablarsusojoscentelleabancomoelterriblecristal.Flambeau, completamente desconcertado ante aquel fanatismo, nopudopormenosde preguntar a la señorita Pauline (con sincera lógica francesa) por qué un par degafaseraunsignodedebilidadmásmorbosoqueunascensor,yporqué,silaciencianospodía ayudardisminuyendounesfuerzo,no sucedía lomismoenel casode lavista.—Son cosas bien diferentes —dijo Pauline Stacey con altivez—. Las pilas y losmotoresytodasesascosassonmanifestacionesdelafuerzadelhombre…,sí,señorFlambeau,¡ytambiéndelafuerzadelasmujeres!Tendremosnuestroturnoalmandode esas grandesmáquinas que devoran las distancias y desafían al tiempo. Eso es

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espléndido y majestuoso…, eso es realmente ciencia. Pero los desagradablesartefactos y emplastos que venden los médicos…, esas cosas no son más quesímbolosdecobardía.Losmédicossenosagarranalaspiernasyalosbrazoscomosihubiéramosnacidolisiadosynofuésemosmásqueesclavosenfermos.¡Peroyonacílibre,señorFlambeau!Lagentecreequenecesitaesascosasporlasimplerazóndequeselahaeducadoenelmiedo,enlugardeeducarlaparalafuerzaylavalentía,delamismamaneraquelasestúpidasnodrizasdicenalosniñosquenomirenalsol,yelresultadoesquenolopuedenhacersinpestañear.Pero,¿porquéhadehaberentrelasestrellasunaquenomeestépermitidover?El solnoesmidueño,yabriré losojosylemiraréfijamentesiemprequemeapetezcahacerlo.—Susojos,señorita—dijoFlambeau,conunainclinaciónquenadateníadeinglesa—, deslumbrarán al sol—le divertía piropear a aquella extraña beldad demasiadoestirada,enparteporqueconellolograbahacerleperderunpocosucompostura.Peromientrassubíaasusoficinas,respiróhondoysilbó,diciendoparasusadentros:«Demaneraquehacaídoenmanosdeesehechicerodearribaconsuojodorado.»Porque,apesardequesabíamuypocoyse interesabamenosaúnpor lanueva religióndeKalon,habíaoídohablardesupeculiarideasobrelacontemplacióndelsol.Prontodescubrióqueloslazosespiritualesentreelpisosuperioryelinferioreranyaintensosyadquiríancadavezmásfuerza.ElhombrequesehacíallamarKaloneraunamagníficacriatura,digno,ensentidofísico,deserelpontíficedeApolo:casitanalto como Flambeau y mucho mejor parecido, de barba dorada, penetrantes ojosazulesyunamelenaechadahaciaatráscomoladeunleón.Enestructuraeralabestiarubia de Nietzsche, pero toda esta belleza animal resultaba elevada, iluminada ysuavizadaporunverdaderointelectoyunaauténticaespiritualidad.Aunqueparecieseuno de los grandes reyes sajones, se trataba precisamente de uno de los reyes quehabían sido, además, santos.Y esto a pesar de la incongruencia londinense que lerodeaba; a pesar de que tuviera un local amedia altura en un edificio deVictoriaStreet;apesardeloficinista(unjovencorrientequellevabapuñosycuelloduro)queocupabalahabitaciónexterior,entreKalonyelcorredor;yapesardequesunombreaparecíaenunaplacadelatón,ydelemblemadoradodesucredo,colgadosobrelacalle, como el anuncio de un oculista. Toda esta vulgaridad no privaba al hombrellamado Kalon de la intensa fuerza e inspiración que surgían de su alma y de sucuerpo.Demanera que, a fin de cuentas, en presencia de este charlatán cualquierpersona tenía la impresión de hallarse delante de un gran hombre. Incluso con elsueltotrajedechaquetaconfeccionadoenhiloqueutilizabacomoropadetrabajoensu despacho, seguía siendo una figura fascinante y formidable; y ataviado con lasblancas vestiduras y la corona dorada con que diariamente saludaba al sol, teníarealmenteunaspectotanespléndidoquelarisadelagentedelacalleseleahogabarepentinamenteenlagarganta.Tresvecesaldíaelnuevoadoradordelsolsalíaasu

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balconcito,delantedetodoWestminster,pararecitarunaletaníaasuresplandecienteseñor:alalba,alponerseelsolytambiénaltoquedelmediodía.Yfuemientrasaúnresonaban débilmente las campanadas de la torre del Parlamento y de la iglesiaparroquialcuandoelPadreBrown,elamigodeFlambeau,alzólavistaycontemplóporprimeravezalblancosacerdotedeApolo.PeroparaFlambeauyanoeranningunanovedadestosdiariossaludosaFebo,yseintrodujoenelportaldelaltoedificiosincomprobarsiquierasileseguíaelclérigo.ElPadreBrown,sinembargo,yafueseporsuinterésprofesionalenlosritosoporunintenso interés personal en cualquier tipo de payasada, se detuvo a contemplar elbalcóndeladoradordelsol,exactamenteigualquesepodríahaberdetenidoanteunteatrillo de marionetas. Kalon el profeta, erguido en toda su estatura, con albasvestidurasymanosalzadas,hacíallegarelsonidodesuvoz,extrañamenteresonante,hasta la bulliciosa calle al recitar su letanía solar. Había llegado ya a la mitad, ymanteníafijoslosojoseneldiscollameante.Esdudosoquevieraalgooalguienenestemundo;esprácticamenteseguroquenoveíaaunrechonchosacerdotedecararedondaque,mezcladoconlamultitud,lecontemplabadesdeabajoguiñandolosojosconstantemente. Porque ésa era quizá la diferencia más llamativa entre estos doshombres ya de por sí tan distintos. El Padre Brown no podía dejar de pestañearcuandomirabacualquiercosa,mientrasqueelsacerdotedeApolopodíacontemplarelsoldemediodíasinelmásleveparpadeo.—¡Oh sol!—exclamó el profeta—, ¡oh estrella demasiado grande para ocupar unsitio entre las estrellas! ¡Ohmanantial que fluyesmansamente en ese lugar secretollamadoespacio!Padreblancodetodaslasincansablescosasblancas,llamasyfloresycumbresblancas.Padremásinocentequetodostusmásinocentesymansoshijos;purezaprimigenia,encuyapaz…Un ruido silbante y un estrépito como la carrera invertida de un cohete quedóahogado por unos estridentes e incesantes alaridos. Cinco personas se abalanzaronhaciaelinteriordeledificioalmismotiempoquetresindividuossalíancorriendodelportal, y durante unos instantes se ensordecieron mutuamente con sus voces. Elsentimiento de algún horror completamente inesperado pareció llenarmomentáneamentemediacalledemalasnoticias:malasnoticiasqueresultabanaúnpeores porque todos ignoraban en qué consistían. Dos figuras siguieron inmóvilesdespués de la conmoción que produjo el estrépito: el bien parecido sacerdote deApoloenelbalcón,yelfeosacerdotedeCristoenlacalle.Finalmente,laaltafiguraylatitánicaenergíadeFlambeauaparecieronenelumbraldel edificio y dominaron el pequeño tumulto. Hablando a voz en cuello con lapotenciadelasirenadeunafábricadijoquealguienfueseenbuscadeunmédico;y,alvolverseparaentrardenuevoeneloscuroyabarrotadoportal,suamigo,elPadreBrown, se deslizó tras él con la discreción de la insignificancia. Incluso mientras

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esquivaba y se zambullía entre lamultitud siguió oyendo lamagnífica y uniformemelodía del sacerdote del sol, todavía invocando al feliz dios amigo de losmanantialesydelasflores.ElPadreBrownencontróaFlambeauyaunasseispersonasmásentornoalespaciocerrado donde normalmente se detenía el ascensor. Pero el ascensor no habíadescendido.Otracosalohabíahechoensulugar;otracosaquedeberíahaberbajadodentro del ascensor.Durante los cuatro últimosminutos Flambeau lo había estadocontemplando; había visto la figura ensangrentada y la cabeza destrozada de lahermosamujer que negaba la existencia de la tragedia.Nohabía tenido en ningúnmomentolamenordudaquesetratabadePaulineStacey;y,aunquehubieseenviadoaporunmédico,tampocoteníalamenordudadequeestabamuerta.No era capaz de recordar con seguridad si aquella mujer le agradaba o ledesagradaba; había en ella tanto de agradable como de desagradable. Pero Paulinehabíasidounapersonaparaél,yelinsoportablepatetismodelospequeñosdetallesyde la costumbre le punzaban con todos los diminutos puñales del desconsuelo.Recordó su agraciado rostro y sus pedantes discursos con esa repentina intensidadsecreta que expresa toda la amargura de lamuerte. En un instante, como un rayocaídodeloalto,comountruenosalidodenosesabedónde,aquelhermosocuerpodesafiantehabíasidoarrojadoalpozoabiertodelascensorparaencontrarlamuerteensufondo.¿Setratabadeunsuicidio?Parecíaimposible,tratándosedeunapersonatan optimista y tan insolente. ¿Era un asesinato? Pero, ¿quién había en aquellosapartamentosprácticamentedeshabitadoscapazdeasesinaranadie?Conuntorrentede ásperas palabras, que Flambeau deseaba firmes y descubrió repentinamentedébiles,preguntódóndeestabaeltalKalon.Unavoz,habitualmentegrave,tranquilaysonora, leaseguróqueKalonhabíapermanecidoensubalcónadorandoasudiosdurantelosúltimosquinceminutos.CuandoFlambeauoyólavozysintiólamanodelPadreBrownvolvióelatezadorostroydijoconbrusquedad:—Entonces,sihaestadoarribatodoeltiempo,¿quiénpuedehaberlohecho?—Quizá—dijo el otro—debamos subir y averiguarlo.Disponemosdemediahoraantesdequelapolicíaentreenacción.Dejando el cuerpo de la herederamuerta al cuidado de losmédicos, Flambeau selanzó escaleras arriba hasta la oficina mecanográfica, la encontró completamentevacía y subió rápidamente hasta la suya.Después de entrar allí regresó junto a suamigoconunaexpresióndistintayelrostromuypálido.—Suhermana—dijocondesagradableseriedad—,suhermanaparecehabersalidoadarunpaseo.ElPadreBrownasintióconlacabeza.—Opuedequehayasubidoaldespachodeladoradordelsol—sugirió—.Siyofuerausted lo comprobaría, y luego hablaremos de ello en su oficina. No—añadió de

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repente,comosirecordaraalgo—;¿esquenodejarénuncadedecirtonterías?Enlaoficinadelashermanas,porsupuesto.Flambeau se le quedó observando y siguió con la mirada al sacerdote de cortaestatura escaleras abajo, hasta el piso vacío de las Stacey, donde el impenetrablepastordealmasseacomodó, juntoa lamismapuerta,enunampliosillóndecuerorojo,desdedondepodíaverlasescalerasylosdescansillos,ysepusoaesperar.Notuvoqueaguardarmucho.Alcabodeunoscuatrominutostresfigurasdescendieronporlaescalera,semejantestansóloenlasolemnidaddesuporte.LaprimeraeraJoanStacey, la hermana de la mujer muerta: evidentemente había estado arriba en elprovisional templo de Apolo; la segunda era el sacerdote de Apolo en persona,concluidayasu letanía,barriendolasvacíasescalerascongranmagnificencia:algoensusvestidurasblancas,barbaycabellosdivididosenelcentrohacíanpensarenelCristosaliendodelPretoriodeDoré;laterceraeraFlambeau,conexpresiónsombríayuntantodesconcertado.LaseñoritaJoanStacey,morena,derostrotensoycabellosprematuramenteteñidosdegris,sedirigiódirectamenteasuescritorioyordenósuspapelesconuneficientemanotazo.Este simplegestohizoque todos losdemás recobraran la cordura.Si laseñoritaJoanStaceyeraunaasesinalollevabaconmuchacalma.ElPadreBrownlacontemplódurantealgún tiempoconunaextraña sonrisita,y luego, sinquitarle losojosdeencima,sedirigióaotrapersona.—Profeta —dijo, hablando presumiblemente con Kalon—, me gustaría que mecontasemuchascosassobresureligión.—Me sentirémuy honrado haciéndolo—dijo Kalon, inclinando la cabeza todavíacoronada—,peronoestoysegurodeentender.—Bueno,setratadelosiguiente—dijoelPadreBrownconsumanerafrancamentedubitativa—.Senosenseñaquesilosprincipiosbásicosdeunhombresonrealmentemalos, laculpatienequeserenpartesuya.Pero,apesardeeso,advertimosciertasdiferenciasenunhombrequeobradecididamentecontrasuconciencia,aunqueestémásomenosrepletadesofismas.Asíquevamosaver,¿creeustedrealmentequeelasesinatoseaunaacciónreprensible?—¿Estoesunaacusación?—preguntóKalonconmuchacalma.—No —respondió Brown con la misma suavidad—; se trata del alegato de ladefensa.EnlaprolongadaysorprendidainmovilidaddelahabitaciónelprofetadeApolosepusoenpielentamente,ysumovimientofueenverdadcomolasalidadelsol.Llenóaquellaestanciadetalmaneraconsuluzyconsuvidaquecualquierpersonahubierapensadoquepodríallenarconlamismafacilidadla llanuradeSalisbury.Sufigura,cubierta con una túnica, pareció adornar todo el cuarto de colgaduras clásicas; sugestoépicodiolaimpresióndeextenderseamásampliasperspectivas,hastaquela

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negrafigurilladelclérigomodernopareciónosermásqueundefectoyunaintrusión,unaredondamanchanegrasobrealgúnesplendorgriego.—Por fin nos encontramos,Caifás—dijo el profeta—.Tu iglesia y lamía son lasúnicasrealidadessobrelatierra.Yoadoroelsolytúeloscurecimientodelsol;túereselsacerdotedeundiosagonizanteyyodelDiosvivo.Tutareaactualdesospechaycalumniaesdignadetusotanaydetucredo.Todatuiglesianoesmásqueunanegrapolicía; no soismás que espías y detectives que tratáis de arrancar a los hombresconfesiones de culpabilidad mediante la traición o mediante la tortura. Vosotrosdeclaráisa loshombresculpablesdedelitos,yo losdeclaro inocentes.Vosotros losconvencéisdequesonpecadores,yo,desuvirtud.»Te diré una palabra más antes de hacer saltar para siempre por los aires tuselucubracionessinfundamento, lectorde los librosdelmal.Nopodríasentendernipor lomás remoto lopocoquemepreocupaquepuedasdeclararmeculpableono.Lascosasalasquellamasignominiayunahorriblemuerteenlahorcanosignificanpara mí más de lo que significa para un hombre ya crecido un ogro en un libroinfantil.Hasdichoquemeestabasofreciendoelalegatode ladefensa.Me interesatanpocoesemundocubiertodenubesqueeslavidapresentequevoyaofrecerteelalegatodelaacusación.Sólosepuededecirunacosaencontramíaenesteasunto,ysoyyoquienvaadecirla.Lamujerquehamuertoeramiamorymiesposa;nodelamaneraquevuestrostemplosdeguardarropíallamanlegal,sinodeacuerdoconunaley más pura y más rigurosa de lo que tú podrás entender nunca. Ella y yocaminábamosporotromundodistintodeltuyo,yavanzábamosporlugaresdecristalmientrasvosotrosos arrastrabaispor túnelesy corredoresde ladrillo.Puesbien, séquelospolicías,teológicosodecualquierotraclase,siempreseimaginanquedondehahabidoamortienequeaparecerprontoelodio;demaneraqueahítieneselprimerargumento para la acusación. Pero el segundo es todavíamás fuerte; eso no voy anegártelo.No sólo es cierto quePaulineme amaba; también lo es que estamismamañana,antesdemorir,redactóenesamesauntestamentodejándonosamíyaminueva iglesia medio millón. Vamos, ¿dónde están las esposas? ¿Imaginas que meimportanlasridículascosasquepuedashacerconmigo?Losañosenlacárcelseráncomoesperarlaenunlugaralbordedelcamino.Lahorcanoserámásqueirhaciaellaenuncocherápido.Hablabaconlaestremecedoraautoridaddeungranorador,yFlambeauyJoanStaceyse le quedaron mirando con asombrada admiración. El rostro del Padre Brownparecíaexpresar tansólounaextraordinariacongoja;contemplabael sueloconunaarruga de sufrimiento cruzándole la frente. El profeta del sol se apoyó condesenvolturaenlarepisadelachimeneaycontinuó:—Enunaspocaspalabras tehepresentadotodoloquehayencontramía; loúnicoquecabepresentarencontramía.Lovoyahacersaltarporlosairesaunconmenos

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palabras, demanera que noquedeni rastro de todo ello. Porque en cuanto a si hecometido este crimen, la verdad se resume en una frase: no lo he podido cometer.Pauline Stacey cayó desde este piso a las doce y cinco. Cien personas darántestimoniodequeyoestabaenelbalcóndemiapartamentoenelpisosuperiordesdepoco antes de las campanadas de las doce hasta las doce y cuarto…, la duraciónnormaldemisoracionespúblicas.Mi subalterno (un respetable jovendeClapham,quenotieneningunaconexiónconmigo)juraráqueestuvoenelantedespachotodalamañanayquenoseprodujoningunacomunicaciónconelexterior.Darátestimoniode que llegué por lomenos diezminutos antes de la hora, quince antes de que seprodujeraelmásmínimomurmullosobreelaccidente,yqueyonosalídelaoficinani del balcón durante todo ese tiempo. Nadie ha tenido nunca una coartada tancompleta; podría citar a declarar amedioWestminster.Creoque serámejor que teguardesotravezlasesposas.Eljuiciohaterminado.»Pero además, con el fin de que no quede en el aire ni rastro de esta estúpidasospecha,voyadecirtetodoloquequieressaber.Creoconocerlaformaenquemidesgraciadaamigaseprodujolamuerte.Podrás,siasílodecides,culparmeamíporello, o por lomenos culpar ami fe y ami filosofía; pero no podrás, desde luego,metermeenlacárcel.Todoslosestudiososdelasmásaltasverdadessabenbienquedeterminadosadeptose iluminati hanobtenidoa lo largode lahistoria elpoderdelevitar…,esdecir, de sostenersepor símismosenel aire.Se trata tan sólodeunaparte de esa conquista general de lamateria que es el elemento básico de nuestraocultasabiduría.LapobrePaulineerade temperamento impulsivoyambicioso.Enmiopinión,sihedesersincero,secreíamáscompenetradaconesosmisteriosdeloqueenrealidadestaba;ymehadichomuchasveces,cuandobajábamosjuntosenelascensor, que si tuviéramos la suficiente fuerza de voluntad podríamos descenderflotandosinhacemosmásdañoqueunapluma.Creosolemnementequeenunnoblemomentodeéxtasisintentóelmilagro.Lavoluntad,olafe,lefallaronenelinstantecrucial,y la ley inferiorde lamateriase tomósuhorriblevenganza.Esaes toda lahistoria, caballeros, muy triste y, como ustedes piensan, muy presuntuosa ydesagradable, pero en ningún caso criminal ni relacionada conmigo en ningunaforma.Enellenguajedelosatestadosserámejordarleelnombredesuicidio.Yolollamaré siempre un fracaso heroico por el progreso de la ciencia y por la lentaascensiónhaciaelparaíso.EralaprimeravezqueFlambleauhabíavistoderrotadoalPadreBrown,queseguíainmóvil, mirando al suelo, con muchas arrugas en la frente y expresión dolorida,comosisesintieraavergonzado.Eraimposibleeludirelsentimientoavivadoporlasaladaspalabrasdelprofetadequeseestabaenpresenciadeunsombríoprofesionaldelaacusaciónydelasospechadesbordadoporunespíritumáspuroymásaltivo,poseedordelibertadydesaludnaturales.Finalmente,elsacerdotedijo,parpadeando

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comosifuesepresadealgunaangustiacorporal:—Bien,señormío,sieséseelcaso,loúnicoquetieneustedquehaceresrecogeresedocumento testamentario del que ha hablado y marcharse. Me pregunto dónde lohabrádejadolapobreseñora.—Creoquedebedeestarsobresuescritorio, juntoa lapuerta—dijoKaloncon laimpresionanteinocenciaquesedesprendíadetodosucomportamientoyqueparecíaabsolverle por completo—. Me dijo precisamente que lo redactaría hoy por lamañana,ydehecholaviescribiendocuandosubíaenelascensoramidespacho.—¿Teníalapuertaabiertaenaquelmomento?—preguntóelsacerdote,conlamiradaenunaesquinadelaesterilla.—Sí—dijoKaloncalmosamente.—¡Ah! Y ha seguido abierta desde entonces —replicó el otro, continuando susilenciosoestudiodelaesterilla.—Hayunpapelaquí—dijolaseveraseñoritaJoan,convozuntantosingular.Habíallegadohastaelescritoriodesuhermanaatravesandoelumbralysosteníaenlamanoun folio de papel azul. La agria sonrisa que acompañó a sus palabras parecíainadecuadaparasemejanteescenauocasión,yFlambeaulacontemplóconunceñocadavezmáspronunciado.Kalon el profeta semantuvo alejadodel papel con el regiodesinterés que le habíaayudado hasta entonces a superar todas las dificultades. Flambeau, en cambio,recogió el documento de manos de la señorita y lo leyó dando muestras deextraordinarioasombro.Empezaba,efectivamente,ateniéndosealafórmulahabitualenlostestamentos,perodespuésdelaspalabras:«Doyylegotodasmisposesiones»,la escritura sedeteníabruscamente, convertida enuna serie de trazos sueltos, y noaparecía el menor rastro del nombre de ningún heredero. Flambeau lleno deadmiración,pasóeldocumentoasuamigo,quien,despuésdelanzarleunaojeada,selopasóensilencioalsacerdotedelsol.Un instantedespués,elpontífice,envueltoensusampliasyespléndidasvestiduras,habíacruzado lahabitaciónendosgrandeszancadasy secernía sobre JoanStaceyconlosojoscasisaliéndoseledelasórbitas.—¿Quéjugarretaesésta?—exclamó—.AquínoestátodoloquehaescritoPauline.Losdemássesorprendieronaloírlehablarconunavozcompletamentedistinta,enlaque había aparecido una estridencia típicamente yanqui; toda la grandiosidad y elbueninglésdeKalonhabíadesaparecidocomoquiensedespojadeunacapa.—Nohaynadamássobresuescritorio—dijoJoan,enfrentándoseleconfirmezaysinperdersusonrisademalavoluntad.De repente, el orador del sol prorrumpió en una catarata de blasfemias y frasesdescreídas.Habíaalgodeestremecedorenaquelquitarselamáscara;eracomosiunhombredejaracaersuverdaderorostro.

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—¡De acuerdo! —exclamó con marcado acento americano, después de maldecirhastaquedarsesinaliento—;quizáyoseaunaventurero,peromeparecequetúeresunaasesina.Sí,caballeros,aquítienenlaexplicacióndeesamuerte,ysinnecesidadde levitaciones. La pobre chica está escribiendo un testamento en mi favor; sumalditahermanaentraenelcuarto,forcejeaparaquitarlelapluma,laarrastrahastaelhuecodelascensorylaarrojaalvacíoantesdequepuedaterminarlo.¡Creoquenosvanahacerfaltalasesposasdespuésdetodo!—Comoustedmismoha indicadoacertadamente—replicóJoancon temiblecalma—,suempleadoesunjovenmuyrespetable,quesabeenquéconsisteunjuramento;yesejovendarátestimonioantecualquiertribunaldequemeencontrabaenlaoficinadeusted,ocupadaconuntrabajodemecanografíadesdecincominutosantesacincominutosdespuésdelacaídademihermana.YelseñorFlambeauañadiráquemehaencontradoallícuandohasubido.Seprodujounsilencio.—Entonces —exclamó Flambeau—, ¡Pauline estaba sola cuando cayó, y fue unsuicidio!—Estabasolacuandocayó—dijoelPadreBrown—,peronofueunsuicidio.—Enesecaso—preguntóFlambeaucontonoimpaciente—,¿cómomurió?—Fueasesinada.—Peroestabacompletamentesola—objetóeldetective.—Fueasesinadacuandoestabacompletamentesola—respondióelsacerdote.Todos los demás se le quedaron mirando, pero él siguió en la misma actitud deabatimiento,conunaarrugamuymarcadaenlafrenteredondayunaireimpersonaldevergüenzaydepena;yalhablarsuvozresultabadescoloridaytriste.—Lo que yo quiero saber —exclamó Kalon, acompañando sus palabras con unjuramento— es cuándo va a venir la policía a por esta sanguinaria y perversahermana.Hamatadoaunapersonadesumismasangre;meharobadomediomillónqueeraunadonacióntansagradacomo…—Vamos,vamos,profeta—leinterrumpióFlambeauburlonamente—,recuerdequetodoestemundonoesmásqueunbancodenubes.Elintérpretedeldiosdelsolhizounesfuerzoporencaramarsedenuevoensupedestal.—Noes una simple cuestiónde dinero—exclamó—, aunque eso habría permitidoquenuestracausasedifundieraportodoelmundo.Setratatambiéndelosdeseosdemibienamada.ParaPaulinetodoestoerasanto.AojosdePauline…ElPadreBrownselevantódeprontocontantaviolenciaquetirólasillaparaatrás.Teníalapalidezdelamuertey,sinembargo,parecíallenodeesperanza:lebrillabanlosojos.—¡Eso es! —exclamó con voz firme—. Por ahí hay que empezar. A ojos dePauline…

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Elprofetadeelevadaestatura retrocedióanteeldiminutosacerdotecasi totalmentedescompuesto.—¿Quéquieredecir?¿Cómoseatreve?—exclamóvariasveces.—AojosdePauline—repitióelsacerdote,mientraslossuyosbrillabancadavezmás—. Continúe…, siga, por el amor de Dios. El delito más atroz que jamás hayansugeridolosespíritusdiabólicossehacemásllevaderodespuésdeconfesarlo.Siga,siga…,aojosdePauline…—¡Déjememarchar, engendro del averno!—exclamóKalon, forcejeando comoungigante encadenado—. ¿Quién eres,maldito espía, para tejer tus telas de araña entornoamí,yescudriñarymirarahurtadillas?Déjamemarchar.—¿Debo detenerle? —preguntó Flambeau, precipitándose hacia la salida, porqueKalonhabíaabiertoyalapuertadeparenpar.—No; déjele salir—dijo el PadreBrown, con un extraño suspiromuy hondo queparecía surgir de las profundidades del universo—. Deje paso a Caín, porqueperteneceaDios.SeprodujounprolongadosilenciodespuésdequeKalonabandonaraelapartamento,silencioquefueunalargaagoníadeinterrogaciónparaelardientetemperamentodeFlambeau.LaseñoritaJoanStaceysepusoaordenarlospapelesqueteníaencimadelescritoriocongranfrialdad.—Padre—dijoFlambeauporfin—,esmideber,noúnicamentemicuriosidad…,esmideberaveriguar,simeesposible,quiénhacometidoestedelito.—¿Quédelito?—preguntóelPadreBrown.—El delito del que nos estamos ocupando, por supuesto—replicó su impacienteamigo.—Nos estamos ocupando de dos delitos—dijoBrown—,delitos demuydiferentepeso…,ycometidospordelincuentesmuydistintos.LaseñoritaJoanStacey,despuésderecogeryguardarsuspapeles,procedióacerrarcon llaveelcajón.ElPadreBrowncontinuó, reparandoenella tanpococomoellareparabaenél.—Losdosdelitos—hizonotar—secometieronaprovechandolamismadebilidaddelamismapersona,enunforcejeoporsudinero.Elautordeldelitomásimportantehavistodesbaratadossusplanesporeldelitodemenorcuantía;elautordeesteúltimoesquiensehaquedadoconeldinero.—Por favor, abandone ese tono tan didáctico —gimió Flambeau—, dígamelo enpocaspalabras.—Lopuedodecirconunasolapalabra—respondiósuamigo.LaseñoritaJoanStaceyseplantóenlacabezasufuncionalsombreronegrodelantedeunespejitoconunrápidofruncimientodeceño,y,mientraslaconversaciónseguíasucurso,recogiósubolsoysuparaguasconmuchacalmayabandonólahabitación.

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—Laverdadestáenunasolapalabra,ybastantecorta,porañadidura—dijoelPadreBrown—.PaulineStaceyeraciega.—¡Ciega!—repitióFlambeau,irguiéndoselentamenteentodasuenormeestatura.—Tenía una predisposición hereditaria —continuó Brown—. Su hermana habríaempezadoausargafasdepermitírseloella;perosuespecialfilosofíaomaníaeraqueno se deben propiciar tales enfermedades cediendo ante ellas. Pauline no estabadispuesta a admitir que su visión fuese borrosa; o trató de superarlo a fuerza devoluntad.Demanera que sus ojos empeoraron progresivamente debido al esfuerzoporver;peroaún faltaba lopeor.Teníaqueaparecernuestro inestimableprofeta,ocomoquieraquesellameasímismo,queleenseñóamiraralsoldirectamente.Esorecibía el nombre de aceptar aApolo. ¡Ah, si estos nuevos paganos fueran por lomenoscomolosantiguos,seríanunpocomásprudentes!Losantiguossabíanquelasimpleadoracióndelanaturalezasinproteccióntieneunladocruel.SabíanqueelojodeApolopuedeestallarycegar.Hubo una pausa, y el sacerdote continuó con voz muy suave e incluso un pocoquebrada:—Tantosiesedemoniolahizoquedarseciegadeliberadamentecomosino,nocabelamenordudadequelaasesinódeliberadamenteaprovechándosedesuceguera.Lamismasimplicidaddeldelitoes sobrecogedora.YasabeustedqueKalonyPaulinesubíanybajabanenelascensorsinayudadenadie;tambiénsabeconquésuavidadyqué silenciosamente se deslizan esos ascensores. Kalon llevó el ascensor aldescansillode lamuchacha,y lavio,graciasa lapuertaabierta,escribiendocon lalentitud provocada por su ceguera el testamento que le había prometido. La llamóalegrementeparadecirlequeteníalistoelascensoryquepodíautilizarloencuantoterminara.Luegoapretóelbotónysubiósilenciosamenteconelascensorasupiso,atravesó laoficina,salióalbalcónyrecitabayasusplegariascon toda tranquilidadantelacalleabarrotadadegentecuandolapobrechica,despuésdeterminarsutarea,corriójubilosahaciadondesuamadoyelascensoribanarecibirla,yseprecipitó…—¡Nosiga!—exclamóFlambeau.—Tendría que haber conseguido medio millón apretando un botón —continuó elsacerdote de breve estatura con la descolorida voz con que hablaba de semejanteshorrores—, pero le salió el tiro por la culata. Se le estropeó el plan porque había,además,otrapersonaquetambiénqueríaeldinero,yconocíaelsecretodelapobrePauline.Hayundetalleacercadeesetestamentoquesegúncreonadiehaadvertido:aunque estaba sin terminary le faltaba la firmaprincipal, la otra señoritaStaceyyalgún criado suyo lo habían firmado ya como testigos. Joan lo firmó primero,diciéndole a Pauline que podía terminarlo después, con típico desprecio femeninohacialasformalidadeslegales.LaverdadesqueJoanqueríaquesuhermanafirmaseel testamento sin testigos reales. ¿Por qué? Yo he pensado en la ceguera y estoy

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seguro de que quería quePauline firmara a solas porque no quería que firmase enabsoluto.»Las personas como las Stacey siempre usan plumas estilográficas pero esto seaplicabademaneramuyespecialaPauline.Porcostumbre,ydebidoasugranfuerzadevoluntady a sumemoria, aúnescribía casi tanbiencomosi continuaraviendo,pero no estaba en condiciones de saber cuándo necesitaba mojar la pluma, Porconsiguiente, su hermana llenaba siempre con mucho cuidado sus plumasestilográficas…, todas excepto ésta, que la señorita Joan dejó cuidadosamente sinllenar;latintaquequedabalepermitióaPaulineescribiralgunaslíneashastaqueseagotódeltodo.Yelprofetaperdióquinientasmillibrasesterlinasycometióenvanounodelosmásbrutalesybrillantesasesinatosdelahistoriadelahumanidad.Flambeausedirigióhacia lapuertaabiertayoyóquelapolicíaestabasubiendolasescaleras.Sevolvióydijo:—TieneustedquehaberhiladomuyfinoparasercapazdedescubrirlaculpabilidaddeKalonendiezminutos.ElPadreBrowntuvounaespeciedesobresalto.—¿Lade él?—dijo—.No;he tenidoquehilar bastante finoparadescubrir loquehabía hecho la señorita Joan con la pluma estilográfica. Pero sabía queKalon eraculpableantesdeentrarenelportal.—¡Bromeausted!—exclamóFlambeau.—Hablocompletamenteenserio—respondióelsacerdote—.Ledigoquesupequelohabíahechoantesinclusodesaberquéeraloquehabíahecho.—Pero,¿cómoesposible?—Estospaganosestoicos—dijoBrownreflexivamente—siemprefallanporexceso.Seprodujounestrépitoyungranalaridoen lacalle,yelsacerdotedeApolonisesobresaltó ni miró alrededor. Yo no sabía lo que había pasado; pero supeinmediatamentequeélloestabaesperando.

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ElduelodeldoctorHirsch

Monsieur Maurice Brun y monsieur Armand Armagnac atravesaban los soleadosChamps Elysées con una especie de animada respetabilidad. Ambos eran bajos,activos y audaces. Los dos tenían barbas negras que daban la impresión de nopertenecerasucara,deacuerdoconlaextrañamodafrancesaquehacequeelpelodeverdad parezca artificial.MonsieurBrun lucía una oscura franja de barba, pegada,según todas lasapariencias,bajoel labio inferior.MonsieurArmagnac,paravariar,teníadosbarbas,quenacían,respectivamente,delasesquinasdesuenfáticabarbilla.Amboseran jóvenesy tambiénateos, conunadeprimente rigidezen suspuntosdevista,perogranversatilidadalahoradeexponerlos.LosdoserandiscípulosdelgrandoctorHirsch,científico,publicistaymoralista.Monsieur Brun había alcanzado notoriedad mediante su propuesta de que laexpresiónAdieu,deusotancorriente,fuesetachadadetodoslosclásicosfranceses,ydequeseimpusieraunapequeñamultaporsuusoenlavidaprivada.«Apartirdeesemomento»,decía,«elnombremismodevuestroimaginarioDiosdejaráparasiempredehallarecoeneloídohumano».MonsieurArmagnacseespecializabamásbienenlaresistenciaalmilitarismo,yqueríaqueelestribillodelaMarsellesasecambiaradeAux armes, citoyens a Aux grèves, citoyens. Pero su antimilitarismo era de unaespeciemuypeculiarymuyfrancesa.Uneminentecuáqueroinglés,muyacaudalado,quehabía acudido a verle para preparar el desarmede todo el planeta, quedómuyafligido ante la propuesta de Armagnac de que (para empezar) los soldados rasosfusilaranasusoficiales.Yeraprecisamenteenestecampodondelosdosjóvenesateosseseparabanmásdesu líder y padre en la filosofía. El doctor Hirsch, aunque nacido en Francia yadornado con los más gloriosos dones de la educación francesa, tenía, portemperamento, una personalidad distinta: era apacible, soñador, humanitario; y apesar de su escepticismo filosófico no le faltaba un componente detrascendentalismo. Tenía, por decirlo en pocas palabras, más de alemán que defrancés;yaunquesusdosdiscípulosleadmirasenmucho,habíaunpuntodeirritaciónen el subconsciente de estos galos al verle abogar por la paz de una manera tanpacífica.PaulHirschera,sinembargo,parasuspartidariosentodaEuropa,unsantode la ciencia. Sus grandiosas y audaces teorías cósmicas daban testimonio de laausteridaddesuvidaydesuinocente,aunqueuntantofría,moralidad;suposturaeraalgoasícomounamezcladeladeDarwinconladeTolstói.Perotampocoselepodíatacharnideanarquistanideantipatriota;susideassobreeldesarmeeranmoderadasyevolucionistas.Elgobiernodelarepúblicahabíadepositadoconsiderableconfianzaenélacercadediferentesadelantosquímicos.Recientemente,eldoctorHirschhabíadescubierto incluso un explosivo silencioso, cuyo secreto guardaba el gobierno

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celosamente.Su casa se hallaba en una hermosa calle cerca del Elysée; una calle que en aquelcalurosoveranoparecíacasitanllenadefollajecomoelmismoparque;unahileradecastaños, que acogía también bajo sus ramas la zona donde un amplio café seadelantabahastalacalle,cortabaelpasoalaluzdelsol.Casienfrentedeestecafésehallabanlaspersianasverdesyblancasdelacasadelgrancientífico,yunagaleríadehierro, tambiénpintadadeverde,quecorríaa lo largode la fachadadelantede losventanales del primer piso. Debajo se situaba la entrada a una especie de patio,adornado con arbustos y azulejos, en el queBrun yArmagnac entraron charlandoanimadamente.Simón,elancianocriadodeldoctorHirsch,que,graciasasuseverotrajenegro,susgafas,sucabellogrisysuscordialesmaneras,podríamuybienhaberpasadoporsuamo, fue quien les abrió la puerta. De hecho, el sirviente resultaba un hombre deciencia mucho más presentable que el doctor Hirsch, que no pasaba de ser unaespecie de rábano ahorquillado, con la suficiente protuberancia amodo de cabezacomoparaquesucuerporesultaseinsignificante.Contodalagravedaddeunmédicoeminenteentregandounareceta,SimónofrecióunacartaamonsieurArmagnac,querasgóelsobreconunaimpacienciamuyfrancesayleyórápidamenteloquesigue:«Nomeesposiblebajarahablarconustedes.Hayunindividuoenestacasaalqueme niego a recibir. Es un oficial chovinista, llamado Dubosc. Está sentado en lasescaleras.Haestadodandopatadasa losmuebles en todas lasdemáshabitaciones;meheencerradoenelestudio,quequedaenfrentedeesecafé.Simetienenustedesafecto, vayan al café y esperen en una de las mesas de la terraza. Trataré deenviárselo. Quiero que le respondan y que traten con él. Yo no puedo recibirlepersonalmente.Nopuedoynoloharé.VaaproducirseotrocasoDreyfus.

P.Hirsch.»

MonsieurArmagnacmiróamonsieurBrun.MonsieurBruncogiólacarta,laleyóysequedómirandoamonsieurArmagnac.Luegoambossedirigieronabuenpasoaunade lasmesitasbajo loscastaños,dondesehicieronservirdosgrandesvasosdehorrible ajenjo verde, bebida que al parecer ambos podían consumir en cualquierestaciónyacualquierhora.Porlodemáselcafédabalaimpresióndeestarvacío,conlaexcepción,enunamesa,deunsoldadoquetomabacafé,y,enotra,deunindividuomuyaltoyfuerteconunvasitodealmíbarydeunsacerdotequenotomabanada.MauriceBrunseaclarólagargantaydijo:—Porsupuestotenemosqueayudaralmaestrodecualquiermanera,pero…HubounbruscosilencioyArmagnacdijo:—Quizá tenga excelentes razones para no entrevistarse personalmente con eseindividuo,pero…

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Antesdequeningunodelosdoscompletaraunafrase,resultóevidentequeelinvasorhabíasidoexpulsadodelacasadeenfrente.Losarbustossituadosbajolaarcadaseinclinaronhastaabrirseporcompleto,yelmolestohuéspedsaliódisparadodeentreelloscomosisetratasedeunabaladecañón.Elsujetoencuestiónposeíaunasólidacontexturayunpequeñoyladeadosombrerotirolésde fieltro;y, adecirverdad, toda su figura teníaen líneasgeneralesalgodetirolés. De hombros anchos y robustos, sus piernas, por el contrario, resultabanesbeltasyactivas,enfundadasenpantaloneshasta la rodillaymediasdepunto.Derostromuymoreno, sus ojos castaños brillaban y semovían inquietos; por delantellevabaelpelo,muyoscuro,tiesamentepeinadohaciaatrás,ymuycortoalaalturadel cogote, delineandoun cráneo cuadradoy poderoso; y poseía un enormebigotenegro,semejantealoscuernosdeunbisonte.Unacabezatannotablesesustentadeordinarioenuncuellodetoro,peroelsuyoquedabaocultoporunagranbufandadecolores, liadaen tornoa susorejasyque le caíapordelantedentrode la chaquetacomosisetratasedeunaespeciedechalecodefantasía.Eraunabufandadefuertescolores apagados, rojo oscuro y oro viejo ymorado, probablemente de fabricaciónoriental.Enconjunto,aquelpersonaje teníaunalgodebárbaro;habíamásenéldecaballerohúngaroquedeoficialgalocorrienteymoliente.Sufrancés,sinembargo,era, a todas luces, el de un nativo; y su patriotismo francés era tan impulsivo queresultabaligeramenteabsurdo.Suprimerareacciónalsalirdisparadodelaarcadafuegritarconvozdeclarínendirecciónalacalle:«¿Hayalgúnfrancésaquí?»,comosiestuvierapidiendocristianosenLaMeca.ArmagnacyBrunsepusieron inmediatamenteenpie;pero lohicieroncon retraso.Desdetodaslasesquinasdelacallecorríanyaloshombres;enseguidaseformóunapequeñamultitudque crecía constantemente.Con el rápido instinto francéspara lapolíticacallejera, el individuodelbigotenegrohabíacorridohastaunaesquinadelcafé para subirse a una de las mesas; allí, después de agarrarse a la rama de uncastaño con el fin de no perder el equilibrio, gritó como lo hiciera CamilleDesmoulinscuandoesparciólashojasderobleentrelaturba.—¡Franceses!—lanzóavoleo—;¡nopuedohablar!Pero,queDiosmeayude,¡ésaesla razón de que esté hablando! Los individuos que aprenden a hablar en nuestrosinmundos parlamentos también aprenden a guardar silencio…, ¡a guardar silenciocomoeseespíaqueseagazapaenlacasadeenfrente!¡Aguardarsilenciocomohaceélcuandoaporreolapuertadesudormitorio!¡Aguardarsilenciocomolohaceahora,apesardequeoyemivozdesdeelotroladodelacalleyseestremecemientrassiguesentado! ¡Sin duda, los políticos son capaces de guardar silencio de manera muyelocuente!Perohallegadoelmomentodequehablemoslosquenopodemoshablar.Seos está entregandoa losprusianos.Estáis siendo traicionadosenestemomento.Traicionadosporesehombre.SoyJulesDubosc,coroneldeartillería,condestinoen

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Belfort.AyercapturamosunespíaalemánenlosVosgos,yseleencontróunpapel…,unpapelquetengoahoraenmimano.¡Claroquehantratadodeechartierraencima!Peroyose lohe traídodirectamentealhombreque loescribió…, ¡aldueñodeesacasa!Essuletra.Estáfirmadoconsusiniciales.Soninstruccionesparaencontrarlafórmulasecretadeesanuevapólvorasilenciosa.Hirschlahainventado,yesHirschquienhaescritoestanotaqueestáenalemán,yquesehaencontradoenunbolsilloalemán.«Dígalealresponsablequelafórmuladelapólvorasehallaenunsobregrisen el primer cajón a la derecha del escritorio del ministro, en elMinisterio de laGuerra,yqueestáescritacontintaroja.Hadetenermuchocuidado.P.H.»Elindividuodelbigotenegrolanzabafrasescortascomounaametralladora,peroerasindudaalgunaeltipodehombrequeoestálocootienerazón.Lamayorpartedelamultitud era nacionalista y formaba ya un amenazador alboroto; y unaminoría deintelectualesigualmentefuriosos,dirigidosporArmagnacyBrun,sólolograbaquelamayoríasesintieramásmilitante.—Sisetratadeunsecretomilitar—gritóBrun—,¿porquéseponeustedachillarenmitaddelacalle?—¡Voyadecirleporquélohago!—rugióDuboscporencimadelaruidosamultitud—. Me he dirigido a este hombre con franqueza y cortesía. Si tenía algunaexplicaciónpodíahaberlaofrecidocontotalconfianza.Peroseniegaaexplicarnada.Meremiteadosdesconocidosenuncafécomoadoslacayos.¡Mehaechadodesucasa,perovoyavolveraella,conelpueblodeParísdetrásdemí!Un alarido pareció hacer temblar la fachada de la mansión vecina; dos piedrassalieron volando y una rompió un ventanal a la altura de la galería. El indignadocoronelselanzóunavezmásbajolaarcadayseleoyógritarytronarenelinterior.Acadamomento elmar humano se hacíamayor y se estrellaba contra la verja y losescalonesdelacasadeltraidor;cuandoyanocabíadudadequeaquellugaribaaserasaltadocomolaBastilla,seabrióelventanalconelcristal rotoyeldoctorHirschsalióalagalería.Porunmomento,elfurorseconvirtióamediasenrisa;porqueelfamosocientífico resultabauna figuraabsurdaenaquellaescena.El largocuelloaldescubiertoyloshombroscaídosledabanlaformadeunabotelladechampán,peroéseeraelúnicodetallefestivodesuaspecto.LachaquetalecolgabacomosiHirschfuese una percha; el pelo, de color zanahoria, lo llevaba largo y descuidado; y lasmejillasylabarbillasehallabantotalmenteorladasporunadeesasirritantesbarbasquecomienzanmuylejosdelaboca.Estabamuypálidoyllevabapuestasunasgafasazules.A pesar de su lividez habló con una especie demodesta decisión que hizo que lamultitudsecallaraamitaddelatercerafrase.—…sólotengodoscosasquedecirlesaustedesenestemomento.Laprimeraparamisenemigos,lasegundaparamisamigos.Amisenemigoslesdigo:esciertoqueno

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voy a recibir amonsieurDubosc, a pesar del estrépito que está organizando en lapuertamismadeestahabitación.Esciertoquehepedidoaotrasdospersonasqueseenfrenten con él enmi lugar. ¡Yvoy a decirles por qué!Porquenodeboni puedoverlo…,porqueverloiríacontratodaslasreglasdeladignidadydelhonor.Antesdeque se me declare inocente con todos los pronunciamientos favorables ante untribunal,existeotroarbitrajequeesteseñormedebecomocaballero,yalremitirleamispadrinosestoyestrictamente…ArmagnacyBrunagitabansussombrerosdesaforadamente,e incluso losenemigosdeldoctoraplaudieronconentusiasmoanteeste inesperadodesafío.Denuevounascuantasfrasesresultaroninaudibles,perodespuésseoyódeciraHirsch:—Amisamigos:confiesoqueyosiemprepreferiréarmasintelectuales,yconfíoenqueunahumanidadplenamentedesarrollada se limite a estasúltimas.Peronuestraverdadmáspreciosaeslafuerzafundamentaldelamateriaylaherencia.Mislibrostienenéxito;nadie refutamis teorías;peroenpolíticame tropiezoconunprejuiciofrancés que es casi un defecto físico. Yo no puedo hablar como Clemenceau yDéroulède,porquesuspalabrassoncomoecosdesuspistolas.Losfrancesesexigenunduelistacomolosinglesesexigenunapersonaconespíritudeportivo.Deacuerdo,voyapasarlaprueba:pagaréestebárbaroprecioyluegovolveréalarazónparaelrestodemivida.Dos hombres surgieron inmediatamente de la multitud, dispuestos a ofrecer susservicios al coronelDubosc, que reapareció enseguidamuy satisfecho.Uno era unsoldadoquetomabacaféyselimitóadecir:«Meofrezcopararepresentarle,coronel.SoyelduquedeValognes.»Elotroeraelhombrecorpulentodeelevadaestatura;suamigo el sacerdote, después de intentar disuadirle en un primer momento, acabómarchándosesolo.Aúltimahoradelatarde,unacenaligeraestabadispuestaenlapartedeatrásdelcaféCharlemagne.Aunsinlaproteccióndeningúncristalniescayoladorada,losclientessehallabancasiensutotalidadbajoundelicadoeirregular tejadodehojas;porquelos árboles ornamentales crecían tan juntos alrededor y entre lasmesas como paraproporcionaralgodelamezcladeluzyoscuridaddeunpequeñohuerto.Enunadelas mesas centrales se encontraba un pequeño sacerdote muy rechoncho,completamentesolo,queconsumía,conexpresiónsolemneyconsiderableplacer,unbuen montón de arenques jóvenes. Aunque su vida diaria era de extraordinariasencillez, disfrutaba de manera peculiar con algunos lujos tan repentinos comoaislados; el Padre Brown era un frugal epicúreo. No levantó los ojos del plato,alrededordelcualelpimentón,loslimones,elpanmorenoylamantequilla,etc.,sehallabancolocadoscongranrigor,hastaqueunalargasombracayósobrelamesa,ysuamigoFlambeausesentófrenteaél.Eldetectiveparecíadesalentado.—Metemoquedeboabandonaresteasunto—dijoconcansadaentonación—.Estoy

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totalmenteafavordesoldadosfrancesescomoDuboscycompletamenteencontradeateosdelamismanacionalidadcomoHirsch;peromeparecequeenestecasohemoscometido una equivocación. El duque y yo decidimos que no estaría de másinvestigarlaacusación,yhedeconfesarquemealegrodehaberlohecho.—¿Setrataentoncesdeunafalsificación?—preguntóelsacerdote.—Esoesprecisamentelomásextraño—replicóFlambeau—.Laletraesexactamentecomo la deHirsch, y nadie es capazdedescubrir elmásmínimoerror.Perono laescribió Hirsch Si es un francés patriota no la escribió porque da información aAlemania. Y si es un espía alemán tampoco la escribió, bueno…, porque no dainformaciónaAlemania.—¿Quiereusteddecirquelainformaciónesfalsa?—preguntóelPadreBrown.—Falsa,efectivamente—replicóelotro—,yfalsaenloqueeldoctorHirschconoceperfectamente: el sitio donde se guarda su fórmula secreta en su propio despachooficial.GraciasalacolaboracióndeHirschydelasautoridades,senoshapermitidoal duque y a mí examinar el cajón secreto del Ministerio de la Guerra donde seguardalafórmuladeHirsch.Somoslasúnicaspersonasqueconocenelsitio,conlaexcepción del inventor mismo y del ministro de la guerra; pero el ministro lo haautorizado para que Hirsch no tenga que batirse en duelo. Después de eso nopodemosapoyaraDuboscsisusrevelacionessonunembuste.—¿Yloson?—preguntóelPadreBrown.—Loson—respondiósuamigoconvozsombría—.Setratadeunafalsificaciónmuytorpe,hechaporalguienquenosabíanadadelverdaderoescondite.Lanotadicequela fórmulaseencuentraenelarmarioa laderechadelescritoriodelministro.Yenrealidadelarmarioconelcajónsecretosehallaaciertadistanciaalaizquierdadelescritorio.Tambiéndicelanotaqueelsobregriscontieneunlargodocumentoescritoentintaroja.Peroeldocumentoestáescritocontintanegraordinaria,noroja.Esatodas luces absurdo pensar que Hirsch se pueda haber equivocado acerca de undocumento que sólo él conocía; o que pueda haber tratado de ayudar a un ladrónextranjero diciéndole que busque en el cajón que no es. Creo que hay que darcarpetazoaesteasuntoypedirdisculpasalviejopelodezanahoria.ElPadreBrownparecióreflexionar,alzóunpequeñoarenquejovenconeltenedor.—¿Estáusted segurodeque el sobregris estaba en el armariode la izquierda?—preguntó.—Totalmente —replicó Flambeau—. El sobre gris…, bueno, era blanco enrealidad…, estaba…El PadreBrown depositó de nuevo el pececillo plateado y eltenedorsobreelplatoysequedómirandoasucompañero.—¿Cómo?—preguntóconvozalterada.—¿Quéquieredecirconcómo?—replicóFlambeau,comiendoconexcelenteapetito.—Noeragris—dijoelsacerdote—.Flambeau,measustausted.

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—¿Dequédemoniosseasustausted?—Me asusta un sobre blanco—dijo el otro con gran seriedad—. ¡Si hubiera sidosimplementegris!¡Caramba,podíaperfectamentehabersidogris!Perosierablancotodo el asunto se pone negro. El doctor ha estado jugando con un poco de azufredespuésdetodo.—¡Pero le estoy diciendo que no pudo haber escrito semejante nota! —exclamóFlambeau—. Ese papel tiene todos los datos equivocados. Y tanto si es inocentecomosiesculpable,eldoctorHirschconocíatodoslosdatos.—El hombre que escribió la nota conocía perfectamente todos los datos—dijo elclérigosolemnemente—.Nuncapodríahaberseconfundidotantosinconocerlos.Hayquesabermuchísimoparaequivocarseentodo…,comolesucedealdiablo.—¿Quiereusteddecir…?—Quierodecirqueunhombrequedicementirasalalburhabríaacertadopartedelaverdad—explicó el sacerdote con firmeza—. Imagínese que alguien le enviara aencontrarunacasaconunapuertaverdeyunapersianaazul,conun jardíndelanteperonodetrás,conunperroperosingato,ydondesebebecaféperonoté.Usteddiráquesinoencontraraunacasaasítodoseríaunainvención.Peroyodigoqueno.Digoquesiencontraraustedunacasadondelapuertafueseazulylapersianaverde,dondehubieraunjardíndetrásperonodelante,dondelosgatosfueranmonedacorrienteyalosperrosselespegaseuntironadamásverlosydondeeltésetomaraentazasdecuarto de litro y el café estuviese prohibido…, sabría que ha encontrado la casa.Quien le dio la información tenía que conocer esa determinada casa para ser tanexactamenteinexacto.—Pero,¿quésignificaeso?—preguntóelotrocomensal.—No sabría decirlo—respondió Brown—; confieso no entender en absoluto esteasuntoHirsch.Cuandosóloeracuestióndelcajónizquierdoenlugardelderecho,yde tinta roja en lugar de negra, creí que tal vez se tratara de las equivocacionesfortuitasdeunfalsificador,comousteddice.Peroeltresesunnúmeromístico;esunnúmero que acaba las cosas. También cierra ésta.Que las instrucciones acerca delcajón,delcolordelatintaydelcolordelsobrenoseanenningúncasocorrectasporcasualidadpruebaquenosetratadeunacoincidencia.Nopuedeserlo.—¿Quéhasidoentonces?¿Traición?—preguntóFlambeau,reanudandolacena.—Tampocoestoyseguro—respondióBrown,conexpresióndetotaldesconcierto—.Loúnicoquesemeocurre…Bueno,yonuncaentendíelcasoDreyfus.Siempremehagocargodelaspruebasmoralesmejorquedelasotras.Meguíoporlosojosylavozdeunhombre,yalosabeusted,ymeenterodesisufamiliaparecefelizydequétemas de conversación elige…, y de cuáles evita. Bueno, tengo que confesar miperplejidad ante el caso Dreyfus. No debido a las horribles acusaciones que sehicieronporamboslados;sé(aunquenoresultamodernodecirlo)quelanaturaleza

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humanaenloslugaresmásaltostodavíaescapazdeequipararseconlosCenciolosBorgia.No; lo queme desconcertaba era la sinceridad de los dos bandos. Nomerefiero a los partidos políticos; los militantes de base son siempre más o menoshonestos, y con frecuencia incautos. Me refiero a los personajes del drama. Merefieroalosconspiradores,siesqueloshabía.Merefieroaltraidor,siesquehabíauntraidor.Merefieroaloshombresquetienenquehabersabidolaverdad.Dreyfussiguióadelantecomounhombrequesabíaqueseestabacometiendouna injusticiacon él. Y, sin embargo, los estadistas y los militares franceses siguieron adelantecomosisupieranquenoeraunhombretratadoinjustamente,sinosimplementeunamala persona. No estoy diciendo que se comportasen bien; tan sólo digo que lohicieroncomosiestuvieranseguros.Nosoycapazdedescribirestascosas;séloquequierodecir.—Ojalá lo supiera yo—dijo su amigo—. ¿Y qué tiene que ver eso con el viejoHirsch?—Imagínese a una persona que ocupa una posición de confianza —continuó elsacerdote—yque empezase adar información al enemigoporque era informaciónfalsa. Imagínese que esa persona pensara incluso que estaba salvando a su paísdesorientandoalosextranjeros.Imagínesequeestolellevaraaloscírculosdeespíasy se le hicieran pequeños préstamos y se fuese ligando con pequeños lazos.Imagínesequemantuvierasucontradictoriaposiciónporelsistemadenodecirnuncalaverdadalosespíasextranjeros,peropermitiendocadavezmásymásadivinarla.Lamejor parte de su personalidad (lo que quedase de ella) todavía diría: «No heayudadoalenemigo;dijequeestabaenelcajónderecho.»Supeorparteestaríayadiciendo: «Pero quizá tengan el suficiente sentido común como para ver que esoquiere decir el izquierdo.» Lo considero psicológicamente posible… en una edadesclarecida,yasedaustedcuenta.—Quizá sea psicológicamente posible —respondió Flambeau—, y sin dudaexplicaríaqueDreyfusestuviesesegurodelainjusticiaquesecometíaconélyquesus jueces estuvieran convencidos de que era culpable. Pero no resiste el examenhistórico, porque el documento de Dreyfus (si es que era suyo) era literalmentecorrecto.—NoestabapensandoenDreyfus—dijoelPadreBrown.El silencio había ido instalándose a su alrededor al vaciarse progresivamente lasmesas;yaeratarde,aunquelaluzdelsolcontinuabaagarradaatodaslascosas,comosi se hubiera enredado accidentalmente con los árboles. Flambeau movió la sillabruscamente—produciendounruidoaisladoqueseprolongóennumerososecos—ysacóuncodoporencimadelrespaldo.—Bien—dijo,bastanteásperamente—,siHirschnoesmásqueuntímidotraidordevíaestrecha…

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—No debe usted mostrarse demasiado duro con ellos—dijo el Padre Brown condulzura—.No es del todo falta suya; pero carecen de instintos.Me refiero a esosimpulsosquehacenqueunamujerseniegueabailarconunhombreoqueunhombrenoseintereseporunainversión.Seleshaenseñadoquetodoescuestióndegrado.—En cualquier caso —exclamó Flambeau con impaciencia—, eso no es ningúndesdoroparami representado;ypienso llegarhastael final.ElviejoDuboscquizáestéunpocoloco,peroesunpatriotadespuésdetodo.ElPadreBrownsiguióconsumiendoarenquesjóvenes.Algo en su impasible manera de hacerlo tuvo la culpa de que los ardientes ojosnegrosdeFlambeauexaminarandenuevodetenidamenteasuacompañante.—¿Quédemonios lepasa?—preguntó—.ADuboscno se lepuedeponerningunapegaeneseaspecto.¿Esquedudausteddeél?—Mi querido amigo—dijo el sacerdote, dejando el cuchillo y el tenedor con unaespeciedefríadesesperación—,dudodetodo.Merefieroatodoloquehasucedidohoy.Dudodetodalahistoria,aunquesehayarepresentadoenmipresencia.Dudodetodo lo que han visto mis ojos desde esta mañana. Hay algo en este asuntocompletamentedistintodelmisteriopolicíacoordinarioenelqueunhombremientemásomenosyelotroestámásomenosdiciendolaverdad.Aquíamboshombres…¡nosé!Lehecontadolaúnicateoríaquesemeocurrequepodríasatisfaceraalguien.Peroamínomesatisface.—Niamí tampoco—replicóFlambeaufrunciendoelceño,mientraselotroseguíacomiendopescadoconairedetotalresignación—.Sitodoloquepuedeustedsugeriresesaideadeunmensajetransmitidomediantelosdatosopuestos,yoloconsideraríade una inteligencia fuera de lo común, pero…, bueno, ¿qué opinión le merece austed?—Yolollamaríapococonvincente—dijoelsacerdoteconpresteza—.Yolollamaríaextraordinariamentepococonvincente.Peroesoesloextrañodetodoesteasunto.Lamentira es como la de un colegial. Sólo hay tres versiones: la de Dubosc y la deHirsch y la extravagancia que se me ha ocurrido a mí. O esa nota la escribió unoficial francés para hundir a un funcionario francés; o la escribió un funcionariofrancés para ayudar a oficiales alemanes; o la escribió un funcionario francés paradesorientaraoficialesalemanes.Muybien.Cualquieraesperaríaqueundocumentosecretoconelquesecomunicaesetipodepersonas,funcionariosuoficiales,tuvieraunaspectomuydistintodelquetieneéste.Cualquieraesperaríaunescritoenclave,probablemente, como mínimo con abreviaciones; con toda seguridad, términoscientíficos y estrictamente profesionales. Pero esta nota es esmeradamente simple,comounfolletíndeperragorda:«Enlacuevamoradaencontraráselcofredorado.»Parece como si…, como si estuviera pensado para que se descubriese el juegoinmediatamente.

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Casiantesdequepudierandarsecuenta,unhombrenomuyaltoconuniformedelejército francés había llegado a toda velocidad hasta sumesa, sentándose con unaespeciederuidosordo.—Traigo lasmásextraordinariasnoticias—dijoelduquedeValognes—.Vengodeverahoramismoanuestrocoronel.Estáhaciendoelequipajeparairsealextranjero,ynoshapedidoquepresentemossusexcusassurleterrain.—¿Cómo?—exclamóFlambeaucontotalincredulidad—.¿Pedirdisculpas?—Sí—respondióelduqueconexpresiónceñuda—;deinmediato,delantedetodoelmundo,cuandolasespadasestándesenvainadas.Yustedyyo tenemosquehacerlomientrasélsemarchadeFrancia.—Pero, ¿qué quiere decir eso?—exclamó Flambeau—. ¡No es posible que tengamiedo de ese insignificante Hirsch! ¡Maldita sea! —estalló, con una especie deindignaciónracional—,¡nadiepuedetenermiedodeHirsch!—¡Yo creo que es una intriga!—dijo bruscamenteValognes—, una intriga de losjudíosydelosmasones.SetratadeprestigiaraHirsch…El rostro del Padre Brown, nada extraordinario, tenía una expresión curiosamentesatisfecha;podíareflejartantolaignoranciacomounaprofundacomprensióndeloshechos. Pero había siempre un instante en que caía la máscara de la simpleza yocupabasupuesto lade la inteligencia;yFlambeau,queconocíaa suamigo, supoqueelsacerdotehabíacomprendidoderepente.Brownnodijonada,peroseterminóelplatodepescado.—¿Dóndehavistoustedporúltimavezanuestroinapreciablecoronel?—preguntóFlambeaucontonoirritado.—EstáenelhotelSaintLouis,juntoalElysée,adondefuimosencocheconél.Lerepitoqueestáhaciendoelequipaje.—¿Creeustedquetodavíaseguiráallí?—preguntóFlambeau,mirandoceñudamentelamesa.—No creo que se haya podido ir—replicó el duque—, necesitarámucho equipajeparaunviajetanlargo…—No—dijoelPadreBrownconvozperfectamentenormal,peroponiéndoseenpiederepente—,setratadeunviajemuycorto.Unodelosmáscortos,adecirverdad.Peroquizápodamosencontrarleaúnsitomamosuntaxi.No fueposible sacarleunapalabramáshastaqueelcoche torcióen laesquinadelhotelSaintLouis,dondeseapearon;desdeallíelsacerdotedirigióalpequeñogrupopor un callejón lateral envuelto en densas sombras a causa del crepúsculo.En unaocasión,cuandoelduquepreguntóimpacientesiHirscheraculpableonodetraición,Brownlecontestóconairebastantedistraído:—No; tan sólo de ambición…, como César.—Luego añadió de manera un tantoincoherente—:Llevaunavidamuysolitaria;tienequehacérselotodoélmismo.

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—Bien, si es ambicioso podrá sentirse satisfecho —dijo Flambeau con bastanteamargura—.TodoParísleaclamaráahoraquenuestrocondenadocoronelsevaconelraboentrelaspiernas.—Nohabletanalto—dijoelPadreBrown,bajandolavoz—,sucondenadocoronelestájustodelantedenosotros.Susdosacompañantesdieronunrespingoyserefugiaronaúnmásenlasombradelatapia, porque vieron la robusta figura de su huidizo representado, que caminabacansinamentea la luzdelatardecer,conunamaletaencadamano.Seguía teniendoprácticamente el mismo aspecto que la primera vez que lo vieron, aunque habíacambiado su pintoresco pantalón demontañero por otromuchomás corriente. Nocabíalamenordudadequeestabaescapandodelhotel.Elcallejónporelqueleseguíaneraunodeesosqueparecenestardetrásdetodaslascosas y tienen el aspecto de un decorado teatral visto desde bastidores. Una largatapia descolorida ocupaba uno de sus lados, interrumpida a intervalos por suciaspuertas de colores apagados, todas cerradas a cal y canto y sin otro rasgocaracterísticoquelosgarabatoscontizatrazadosporalgúngaminalpasar.Lascopasdelosárboles,ensumayorparteconíferasbastantedeprimentes,aparecíandevezencuando por encima de la tapia, y más allá, en el crepúsculo gris y morado, sedistinguíalapartetraseradealgunalargaterrazadelasaltascasasparisinas;terrazasque, en realidad, no estaban nada lejos, pero que parecían, extrañamente, taninaccesiblescomounacordillerademontañasdemármol.Alotro ladodelcallejóncorríalaaltaverjadoradadeunmelancólicoparque.Flambeaumirabaasualrededordeunamanerabastanteextraña.—¿Sabenustedes?—dijo—,hayalgoacercadeestesitioque…—¡Miren!—exclamóelduque—;eseindividuohadesaparecido.¡Sehadesvanecidocomosifueraunduende!—Tieneuna llave—explicóelPadreBrown—.Nohahechomásqueentrarpor lapuerta de uno de los jardines. —Y, mientras hablaba, oyeron cómo una de lasdeslustradaspuertasdemaderasecerrabadelantedeellosconunchasquido.Flambeauseacercóagrandeszancadasalapuertaquecasilehabíancerradoenlasnarices,ysequedóunmomentoquietofrenteaella,mordiéndoseelbigotecomidoporlacuriosidad.Luegolevantóloslargosbrazosy,lanzándosehacialoaltocomounmono, seencaramósobre la tapia,y suenorme figura se recortó, como lasoscurascopasdelosárboles,contraelcielomorado.Elduquemiróalsacerdote.—La huida de Dubosc es más complicada de lo que pensábamos—dijo—; peroimaginoqueestáhuyendodeFrancia.—Estáhuyendodetodaspartes—respondióelPadreBrown.LosojosdeValognesbrillaron,perosuvozseconvirtióenunsusurro.

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—¿Hablausteddeunsuicidio?—preguntó.—Noencontraránustedeselcuerpo—replicóBrown.Flambeaulanzóunaespeciedegritodesdeloaltodelatapia.—¡Dios mío!—exclamó en francés—, ¡ya sé dónde estamos! ¡Detrás de la calledondeviveelviejoHirsch!¡Yyocreíaquesabíareconocerunacasapordetrástanbiencomoaunhombre!—¡YDuboschaentradoahí!—intervinoelduque,dándoseungolpeenlacadera—.¡Asíquevana entrevistarsedespuésde todo!—Ycon repentinaagilidad francesa,trepóhastacolocarsealladodeFlambeausobrelatapia,presadelmayorentusiasmo.Tansóloelsacerdotesequedóabajo,apoyadocontralatapia,deespaldasalteatrodelosacontecimientos,mirandopensativamente laverjadelparquey loscentelleantesárbolesmedioensombras.Elduque,pormuyentusiasmadoquesésintiera,teníalosmodalesdeunaristócrata,yprefería contemplar la casa desde lejos en lugar de actuar como un espía; peroFlambeau,que tenía las tendenciasdeun ladróndecasas (ydeundetective), saltóinmediatamentedesdelatapiaalsitiodondesebifurcabaeltroncodeunárbolmuyfrondoso, para desde allí arrastrarse por una rama hasta colocarsemuy cerca de laúnicaventanailuminadaenlaaltacasaaoscuras.Alguienhabíabajadounapersianaroja, pero estaba torcida, demanera que quedaba abierta por una lado. Flambeau,jugándoseelcuelloalavanzarporunaramaqueparecíatanpocoresistentecomountallojoven,logróveralcoronelDuboscdeambulandoporundormitoriomuylujosoybrillantementeiluminado.Peroaunqueeldetectiveestabamuycercadelacasa,oyólaspalabrasdesuscolegasjuntoalatapiaylasrepitióenvozbaja.—Sí,¡vanaentrevistarsedespuésdetodo!—Noseveránjamás—dijoelPadreBrown—.Hirschteníarazónaldecirqueenunasuntoasílosprotagonistasnodebenentrevistarse.¿HaleídoustedunextrañorelatopsicológicodeHenryJames,acercadedospersonasque,porcasualidad,consiguennoencontrarsenuncaylohacencontantaperseveranciaqueempiezanatenermiedoelunodel otroy apensarque es el destino?Este caso es algoparecido,peromáscurioso.—Hay personas en París que les curarán de semejantes fantasíasmorbosas—dijoValognes con tono resentido—.No les quedarámás remedioque enfrentarse si loscapturamosylesobligamosabatirse.—No se encontrarán ni siquiera en el día del Juicio Final —dijo el sacerdote—.AunqueDiostodopoderosoempuñaselavaraqueseñalalaentradaenliza,yaunquesanMiguel tocara la trompeta para cruzar las espadas…, incluso entonces, si unoestuvieradispuestoelotronoaparecería.—Pero,¿aquévienetodoestemisticismo?—exclamóelduquedeValognes,llenodeimpaciencia—,¿porquédemoniosnopodríanenfrentarsecomootraspersonas?

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—Seoponenentresí—dijoelPadreBrown,conunaespeciedeextrañasonrisa—.Secontradicenmutuamente.Seborranelunoalotroporasídecirlo.Siguió contemplando los árboles cada vez más oscuros que tenía enfrente, peroValognesvolvióbruscamentelacabezaanteunacontenidaexclamacióndeFlambeau.Eldetective,quevigilaba lahabitación iluminada,acababadevercómoelcoronel,después de un par de pasos, procedía a quitarse la chaqueta. La primera idea deFlambeaufuequeaquelloempezabarealmenteateneraspectodepelea;peroprontohubo de renunciar a esa suposición. La solidez y la robustez del tórax y de loshombrosdeDuboscnoeramásqueunagranpiezaderellenode laquesedespojójunto con la chaqueta. En mangas de camisa y pantalones era un caballerocomparativamenteflaco,queatravesóeldormitoriocaminodelcuartodebañoconlaintención nada belicosa de asearse. Después de inclinarse sobre una palangana, sesecólasmanosyelrostroconunatoalla,yalvolversedenuevo,laluzdelalámparaleiluminólacaradelleno.Habíadesaparecidosutezmorenaytambiénsuenormebigotenegro;aparecíaencambiounrostrocompletamenteafeitadoymuypálido.Delcoronelnoquedabanyamásquesusbrillantesojoscastaños,semejantesalosdeunhalcón.Junto a la tapia, el Padre Brown seguía en profunda meditación como si hablaraconsigomismo:—TodoesexactamentecomoloqueleestabadiciendoaFlambeau.Estosopuestosnosirven.Nofuncionan.Nosepelean.Sisetratadeblancoenlugardenegro,ydesólidoenlugardelíquido,yasícontodolodemás…,entonceshayalgoqueestámal,monsieur,hayalgoqueestámuymal.Unodeestosdoshombresesrubioyelotromoreno,unorobustoyelotroflaco,unofuerteyelotrodébil.Unotienebigoteperocarecedebarba,demaneraquenoselevelaboca;elotrotienebarbaperonobigote,ynoselevelabarbilla.Unotieneelpelocasicortadoalcero,perousaunabufandaparaocultarelcuello;elotro llevacuellosdecamisamuybajos,peroelpelo largopara ocultar la forma de la cabeza. Resulta todo demasiado preciso y correcto,monsieur, y hay algo que está mal. Cosas tan contrarias no están hechas parapelearse.Cuandounosalealasuperficieelotrosezambulle.Esigualqueunacarayunamáscara,ounacerradurayunallave…Flambeaucontemplabaelinteriordelacasaconelrostrotanblancocomoelpapel.El ocupante de la habitación estaba de espaldas a él, pero situado delante de unespejo,yyasehabíacolocadounaespeciedemarcodefrondosopelocolorzanahoriaenlacara,peloquelecolgabadesordenadamentedelacabezayqueselepegabaalasmandíbulasyalabarbilla,mientrasdejabaaldescubiertolabocaburlona.Vistoasí en el espejo, el pálido rostro parecía la cara de un Judas riendo atrozmente yrodeadopor las saltarinas llamasdel infierno.Duranteunmomentode indignaciónFlambeau vio bailar los ardientes ojos de color castaño casi rojo; luego quedaron

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cubiertos por un par de gafas azules. Después de embutirse una amplia chaquetanegra, la figura desapareció, camino de la parte delantera de la casa. Instantesdespués,elestruendodelaplausopopulardesdelacalleanuncióque,unavezmás,eldoctorHirschhabíahechosuapariciónenlagalería.

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GILBERTKEITHCHESTERTON (CampdenHill, 1874 -Londres, 1936).Crítico,novelista y poeta inglés, cuya obra de ficción lo califica entre los narradoresmásbrillantes e ingeniosos de la literatura de su lengua.El padre deChesterton era unagenteinmobiliarioqueenvióasuhijoalaprestigiosaSt.PaulSchoolyluegoalaSladeSchoolofArt;pocodespuésdegraduarsesededicóporcompletoalperiodismoyllegóinclusoaeditarsupropiosemanario,G.KsWeekly.

Desde joven se sintió atraído por el catolicismo, como su amigo el poeta HilaireBelloc, y en 1922 abandonó el protestantismo en una ceremonia oficiada por suamigoelpadreO´Connor,modelodesudetectiveBrown,uncuracatólicoinventadoañosantes.

Además de poesía (El caballero salvaje, 1900) y excelentes y agudos estudiosliterarios (Robert Browning, Dickens o Bernard Shaw, entre 1903 y 1909), esteconservadorestetizante, similar almismoBellocoalgrannovelistaF.M.Ford, sededicóa lanarrativadetectivesca,conElhombreque fueJueves,unadesusobrasmaestras,aparecidaen1908.

Apartirde1911empezaron las seriesdelpadreBrown, inauguradasporElcandordel padreBrown, novelas protagonizadas por ese brillante sacerdote-detective que,muytempranamentetraducidasalcastellanoporA.Reyes,consolidaronsufama.Dehecho,Chestertoninventó,comoloharíaunpocomástardeT.S.EliotoE.Waugh,unasuertedenostalgiacatólicaanglosajonaquecelebrabalajocundiamedievalyla

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vida feudal, por ejemplo, en Chaucer (a quien dedicó un ensayo), mientras queabominabadelaReformaprotestantey,sobretodo,delpuritanismo.

Maestrode la ironíaydel juegode laparadoja lógicacomomotorde lanarración,polígrafo, excéntrico, orfebre de sentencias de deslumbrante precisión, en suabundantísimaobra(másdecienvolúmenes)aparecentodoslosgénerosdelaprosa,incluidoeltratadodeteologíadivulgativoydegranpoderdepersuasión.

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