Caballeros de la Orden de Calatrava que efec-

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Cਕਅਏਓ ਏਓ Aਉਇਏਓ ਏਓ Mਕਓਅਏਓ Oਓਕ, .º 22|| ISSN 1697-1019 ||2020 119 1 . Lർඋඎඓ ඎඇൺ ඏൾඓ උൾඌඍൺඎඋൺൽൺ. LA CRUZ DEL CORTIJO DE SANTA CRUZ Y UNA FECHA: 1771 Por Jඈඌඣ Mൺඋටൺ Aඎංඅൺඋ na hermosa cruz de forja, del siglo එඏංංං, realza desde el 1.º de abril de 2017 el atrio de la iglesia de Santo Domingo, sede de la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, de Osuna. Se trata de una espléndida pieza artística que procede de la heredad de Santa Cruz, a la que acaso –lo más probable– diese nombre. Una confusión motivó una errónea atribución de los donantes que hicieron posible la colocación en pleno centro de Osuna de esta bellísima cruz, que presenta tras de sí una interesante historia. Uඉൾඋඌඈඇൺඃൾ ൽൾඅ Bൺඋඋඈർඈ Para empezar, hemos de referirnos a quien mandó colocar la cruz en el cortijo hace dos siglos y medio: Andrés Tamayo Varona de Alarcón López de Carrizosa y Terán. Nacido en Osuna, fue el primogénito de los 12 hijos del matrimonio integrado por Manuel Pedro de Tamayo y López de Carri- zosa y María Ana Varona de Alarcón. Recibió las aguas del bautismo el 22 de octubre de 1718. El 11 de julio de 1753 consiguió el hábito de la Orden de Calatrava 1 . Casi un año después, en abril de 1754, pidió autorización al cabildo de la 1 Jආඣඇൾඓ-Tඎඌൾඍ Mൺඋඍටඇ, Luis: Tamayo. Recuerdos de una familia, LJT, 2018, p. 164. Colegiata para tomar dicho hábito públicamente en el tem- plo, acto que se vericó con la pompa y el despliegue acos- tumbrado 2 . Por el libro Caballeros de la Orden de Calatrava que efec- tuaron sus pruebas de ingreso durante el siglo ਘਖਉਉਉ, tomo 3, años 1751 a 1783, se tienen más noticias de este singular personaje del Barroco ursaonense. Así, se señala que probó nobleza el 22 de octubre de 1736, a sus 18 años, y obtuvo patente de capitán de Infantería en el Puerto de Santa María. También, que fue segundo regidor en Osuna (1742), jurado (1735) y alcalde (1749). En 1765 amplió honores y pasó a integrar el Real Cuerpo de la Maestranza de Caballería de Granada. Don Andrés era miembro de una de las diferentes ramas del apellido Tamayo que estaban asentadas en Osuna a me- diados del siglo එඏංංං. Francisco Ledesma Gámez, historia- dor del arte, archivero y bibliotecario del Ayuntamiento de Osuna, señala que miembros del linaje de los Tamayo lle- garon a Osuna a mediados del siglo එඏං como criados de los Girones, procedentes de Peñael. Figuran en los padrones en la categoría de hidalgos de «solar conocido». Los Tamayo aspiraban a subir en la escala aristocrática. Para ello se dotaron del aparato externo que exigía el estatus que querían alcanzar. En el primer cuarto del siglo එඏංංං, An- drés Rafael Tamayo y Oliva, el abuelo de Tamayo y Varona, fundó un primer mayorazgo 3 . El anhelo era conseguir un tí- tulo del Reino. Nuestro don Andrés no cejaría en el empeño. Era ya caballero de la Orden de Calatrava y maestrante de Granada cuando, en 1774, otorgó poderes a Laureano Gómez de Ayala, residente en Madrid, con el propósito de que solici- tara para «mi persona y Casa gracias y mercedes de Su Majes- tad (que Dios guarde) con las que se perpetúe y establezca más esplendor y lustre de ella». Por n, el 12 de febrero de 1775 le fue concedido por gracia y privilegio de Carlos III el título de Castilla con la denominación de Casa Tamayo. Pero no fue hasta el mes de diciembre de 1778 cuando presentó ante el cabildo de Osuna la provisión real para su reconocimiento 4 . Lඉඈඋඍൺൽൺ ආගඌ ඌඎඇඍඎඈඌൺ De la vida y el legado de Tamayo y Varona no se puede pa- sar por alto la fecha del 8 de agosto de 1764. Once años antes de la concesión del título nobiliario que tanto anheló, don Andrés rmó con el maestro cantero Juan Antonio Blanco, sevillano pero ancado en Estepa por su matrimonio, el con- trato para acometer la más espectacular de sus realizaciones y la más hermosa y suntuosa portada palaciega de Osuna: la de la conocida como casa del marqués de la Gomera, que en puridad debería llamarse casa-palacio de Casa Tamayo. El labrado de esta portada, que ha quedado inmortalizada en el cine junto a la calle San Pedro gracias a Franco Zerelli y su película Callas Forever, se ajustó en 33 000 reales y un plazo de entrega de un año 5 . El hecho de que esta casa-palacio sea conocida hoy en día como del marqués de la Gomera ofrece fácil explicación. Ta- mayo fundó en 4 de octubre de 1781 el segundo mayorazgo de su Casa, en el que en otras ncas estaba incluida la here- dad de Santa Cruz. El I marqués de Casa Tamayo falleció el 22 de abril de 1784, a los 65 años. El título y el mayorazgo pasaron a su sobrino Miguel Tamayo y Tamayo 6 . A causa de las herencias, tanto el título como el mayorazgo quedarían incluidos en el Marquesado de la Gomera, ya en el siglo එංඑ 7 . Este título, creado por Fernando VII, data del 27 de agosto de 1817. El I marqués fue Manuel Tamayo y Carvajal. 2 Lൾൽൾඌආൺ Gගආൾඓ, Francisco: «Vivir del arte: el caso de Juan Antonio Blan- co». Cuadernos de Amigos de los Museos de Osuna, n.º 19, 2017, p. 32. 3 Ib., p. 32. 4 Jආඣඇൾඓ-Tඎඌൾඍ Mൺඋඍටඇ, Luis: Tamayo..., op. cit., p. 166. 5 Lൾൽൾඌආൺ Gගආൾඓ, Francisco: «Vivir del arte..., op. cit., p. 31. 6 Jආඣඇൾඓ-Tඎඌൾඍ Mൺඋඍටඇ, Luis: Tamayo..., op. cit., p. 169. 7 Lൾൽൾඌආൺ Gගආൾඓ, Francisco: «Vivir del arte..., op. cit., p. 33. Jඈඌඣ Mൺඋටൺ Aඎංඅൺඋ La cruz del cortijo de Santa Cruz y una fecha: 1771, pp. 119-121

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C A M O , .º 22|| ISSN 1697-1019 ||2020 119

1 . L .

LA CRUZ DEL CORTIJO DE SANTA CRUZ Y UNA FECHA: 1771

Por

J M A

na hermosa cruz de forja, del siglo , realza desde el 1.º de abril de 2017 el atrio de la iglesia de Santo Domingo, sede de la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, de Osuna. Se trata de una

espléndida pieza artística que procede de la heredad de Santa Cruz, a la que acaso –lo más probable– diese nombre. Una confusión motivó una errónea atribución de los donantes que hicieron posible la colocación en pleno centro de Osuna de esta bellísima cruz, que presenta tras de sí una interesante historia.

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Para empezar, hemos de referirnos a quien mandó colocar la cruz en el cortijo hace dos siglos y medio: Andrés Tamayo Varona de Alarcón López de Carrizosa y Terán. Nacido en Osuna, fue el primogénito de los 12 hijos del matrimonio integrado por Manuel Pedro de Tamayo y López de Carri-zosa y María Ana Varona de Alarcón. Recibió las aguas del bautismo el 22 de octubre de 1718. El 11 de julio de 1753 consiguió el hábito de la Orden de Calatrava1. Casi un año después, en abril de 1754, pidió autorización al cabildo de la 1 J -T M , Luis: Tamayo. Recuerdos de una familia, LJT,

2018, p. 164.

Colegiata para tomar dicho hábito públicamente en el tem-plo, acto que se verifi có con la pompa y el despliegue acos-tumbrado2.

Por el libro Caballeros de la Orden de Calatrava que efec-tuaron sus pruebas de ingreso durante el siglo , tomo 3, años 1751 a 1783, se tienen más noticias de este singular personaje del Barroco ursaonense. Así, se señala que probó nobleza el 22 de octubre de 1736, a sus 18 años, y obtuvo patente de capitán de Infantería en el Puerto de Santa María. También, que fue segundo regidor en Osuna (1742), jurado (1735) y alcalde (1749). En 1765 amplió honores y pasó a integrar el Real Cuerpo de la Maestranza de Caballería de Granada.

Don Andrés era miembro de una de las diferentes ramas del apellido Tamayo que estaban asentadas en Osuna a me-diados del siglo . Francisco Ledesma Gámez, historia-dor del arte, archivero y bibliotecario del Ayuntamiento de Osuna, señala que miembros del linaje de los Tamayo lle-garon a Osuna a mediados del siglo como criados de los Girones, procedentes de Peñafi el. Figuran en los padrones en la categoría de hidalgos de «solar conocido».

Los Tamayo aspiraban a subir en la escala aristocrática. Para ello se dotaron del aparato externo que exigía el estatus que querían alcanzar. En el primer cuarto del siglo , An-drés Rafael Tamayo y Oliva, el abuelo de Tamayo y Varona, fundó un primer mayorazgo3. El anhelo era conseguir un tí-tulo del Reino. Nuestro don Andrés no cejaría en el empeño.

Era ya caballero de la Orden de Calatrava y maestrante de Granada cuando, en 1774, otorgó poderes a Laureano Gómez de Ayala, residente en Madrid, con el propósito de que solici-tara para «mi persona y Casa gracias y mercedes de Su Majes-tad (que Dios guarde) con las que se perpetúe y establezca más esplendor y lustre de ella». Por fi n, el 12 de febrero de 1775 le fue concedido por gracia y privilegio de Carlos III el título de Castilla con la denominación de Casa Tamayo. Pero no fue hasta el mes de diciembre de 1778 cuando presentó ante el cabildo de Osuna la provisión real para su reconocimiento4.

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De la vida y el legado de Tamayo y Varona no se puede pa-sar por alto la fecha del 8 de agosto de 1764. Once años antes de la concesión del título nobiliario que tanto anheló, don Andrés fi rmó con el maestro cantero Juan Antonio Blanco, sevillano pero afi ncado en Estepa por su matrimonio, el con-trato para acometer la más espectacular de sus realizaciones y la más hermosa y suntuosa portada palaciega de Osuna: la de la conocida como casa del marqués de la Gomera, que en puridad debería llamarse casa-palacio de Casa Tamayo. El labrado de esta portada, que ha quedado inmortalizada en el cine junto a la calle San Pedro gracias a Franco Zeffi relli y su película Callas Forever, se ajustó en 33 000 reales y un plazo de entrega de un año 5.

El hecho de que esta casa-palacio sea conocida hoy en día como del marqués de la Gomera ofrece fácil explicación. Ta-mayo fundó en 4 de octubre de 1781 el segundo mayorazgo de su Casa, en el que en otras fi ncas estaba incluida la here-dad de Santa Cruz. El I marqués de Casa Tamayo falleció el 22 de abril de 1784, a los 65 años. El título y el mayorazgo pasaron a su sobrino Miguel Tamayo y Tamayo6. A causa de las herencias, tanto el título como el mayorazgo quedarían incluidos en el Marquesado de la Gomera, ya en el siglo 7. Este título, creado por Fernando VII, data del 27 de agosto de 1817. El I marqués fue Manuel Tamayo y Carvajal.2 L G , Francisco: «Vivir del arte: el caso de Juan Antonio Blan-

co». Cuadernos de Amigos de los Museos de Osuna, n.º 19, 2017, p. 32.3 Ib., p. 32.4 J -T M , Luis: Tamayo..., op. cit., p. 166.5 L G , Francisco: «Vivir del arte..., op. cit., p. 31.6 J -T M , Luis: Tamayo..., op. cit., p. 169.7 L G , Francisco: «Vivir del arte..., op. cit., p. 33.

J M A La cruz del cortijo de Santa Cruz y una fecha: 1771, pp. 119-121

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En el siglo , la familia Tamayo también construyó ca-pillas en la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria, de la Orden de los Mínimos de San Francisco de Paula, y la de Santo Domingo, de la Orden de Predicadores. En esta última, y a expensas del I marqués de Casa Tamayo, fue edifi cada la bellísima capilla barroca de Nuestra Señora de la Soledad. Se trata de la popularmente conocida como del Santo Entierro. Esta hermandad estableció hace unos años su sede canónica en la iglesia de San Carlos el Real, templo que fue de la Com-pañía de Jesús, congregación religiosa expulsada de España en 1767 bajo el reinado de Carlos III.

Hoy en día reciben culto en la capilla de la Soledad las veneradas imágenes de Nuestro Padre Jesús Caído y Nuestra Señora y Madre de los Dolores, cuya Real Esclavitud fue fundada en 1705 en el convento de la Merced. La hermandad ha enriquecido esta capilla con una magnífi ca peana neoba-rroca para el Señor de la Caída, labrada en madera de cedro por el tallista ursaonés José Carlos Ligero y decorada por el pintor José Miguel Morales, también ursaonés y hermano de la cofradía.

En la cripta de la capilla reposan los restos de Tamayo y Varona8.

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La heredad de Santa Cruz perteneció a la Compañía de Je-sús hasta 1767. Un año después, Andrés Tamayo compró esta fi nca del término de Osuna a la Real Hacienda. Estaba com-puesta de «tierras calmas, olivares, chaparral, casas de cam-po, y en ellas: capilla para celebrar misa, gañanía, tinajón, salas de habitación, altos para encierros de grano, molino de aceite con dos vigas, huerta y demás que se comprende bajo de una cerca»9. Como ya se ha apuntado, esta propiedad fue agregada al mayorazgo fundado en octubre de 1781 por el I marqués de Casa Tamayo.

Tamayo y Varona colocó allí la cruz forjada. Todo un sím-bolo. En las rosetas de la artística pieza, situadas donde se intersecan el segmento horizontal y el vertical, se obtiene una primera información acerca de ella. En la trasera se lee «SE REEDYFICO A DEVOCYON DE», y en la delantera, «DON ANDRES TAMAYO Y BARONA. AÑO D 1771». Se cumplirán, pues, dos siglos y medio en el año que está próximo a comen-zar y que esperamos traiga consigo la salida del trágico túnel de la pandemia por la Covid-19.

Pero, ¿se trata de dos siglos y medio de la hechura de la cruz? ¿O de la reedifi cación del cortijo? ¿Se llevó a cabo alguna reforma y la cruz da memoria de ella? O, tal vez, ¿se refi ere a la fecha de reedifi cación de la cruz, que pudo estar anteriormente en otro lugar y fue trasladada a la heredad? Hipótesis. Como lo es también que la cruz puede ser más antigua de lo que proclama su roseta.

Este tipo de cruces eran colocadas en los límites de las co-llaciones, si se trataba de ciudades o pueblos, y en los cami-nos, dando lugar así a los humilladeros, rincones devotos o piadosos marcados por una cruz o una imagen en una pea-na. Un siglo después, 1868, y tras la Gloriosa, se procedió a retirar de las calles la gran mayoría de cruces y altares. Las autoridades, muchas de las cuales pertenecían a la masonería, buscaban desacralizar los espacios públicos.

La bellísima cruz –¿qué manos la forjarían?– fue emblema del cortijo durante varios siglos. Allí la conocieron muchas generaciones de sus propietarios. Pero hace unos años desa-pareció de su emplazamiento, lo que produjo desazón cierta. Estuvo desaparecida, pero no perdida. Recuperada por sus legítimos dueños, su intención no fue otra que donarla a la iglesia de Santo Domingo.

8 J -T M , Luis: Tamayo..., op. cit., p. 175.9 Ib., p. 171.

Según testimonio de Bernardo Picamill Vela, la artística pieza fue recogida por Antonio Jesús Rodríguez Báez, párro-co de la Asunción de Osuna; Alberto Rodríguez Fernández, maestro cerrajero de Écija en cuyo taller se procedió a la repa-ración de la cruz; su primo Juan Carlos Fernández Sola, y él. Se hallaba torcida y con piezas que se deshacían. Un estado realmente deplorable. Rodríguez Fernández tenía ante sí tra-bajo. Un delicado pero apasionante trabajo.

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El restaurador, el maestro ecijano Alberto Rodríguez, es un experto profesional que comenzó su aprendizaje en el ofi cio a los diez años, en el taller de herrería de su padre. Su labor es artesana. De fragua, yunque y martillo. Trabaja las piezas or-namentales en la forja y, si el diseño lo requiere, también usa el torno. Todas las uniones las hace mediante remaches, lazos de amarre y grapas. Sigue de este modo las técnicas tradi-cionales y evita la soldadura. En cualquier caso, no se cierra a innovaciones tecnológicas. Con él trabaja su hijo Alberto. Su hija María del Valle, licenciada en Historia del Arte y res-tauradora, se interesó por la historia de la cruz, al igual que su maestro, el historiador del Arte Manuel Clavijo Andújar.

El taller donde fue acometida la restauración se localiza en el kilómetro 1 de la carretera de Osuna. La labor, meticulosa y esmerada, se prolongó durante dos meses y medio, entre fi nales de 2016 y principios de 2017. El maestro Alberto Ro-dríguez, que ha enseñado cerrajería artística a alumnos de la Sagrada Familia en Écija, evoca la tarea: «La cruz esta-ba hecha polvo, pero la pudimos recuperar. Se aprovechó la estructura principal. No obstante, advertimos que faltaban trozos. Pese a todo, se pudo reconstruir el dibujo original. A partir de ahí, realizamos piezas para sustituir las que ya eran inservibles y recuperamos las que faltaban».

Una faena muy meritoria. Así, el maestro Alberto unió su exquisito trabajo en la

cruz para Osuna a otros anteriores para Écija que jalonan su gran ejecutoria profesional, como el cancel de la iglesia de San Juan y el del palacio de los Palma; la veleta de la iglesia de Santa Cruz, y candelabros y cancelas de la iglesia de Santiago.

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Según consta en el documento de donación de la cruz que antaño lució en el cortijo de Santa Cruz, hogaño abandonado y en ruinas, las dimensiones de la pieza son las siguientes: al-tura, 1,95 metros; anchura, 1,25 metros, y profundidad, 0,04 metros; datación, 1771. La columna sobre la que se alza tiene la altura de 1,95 metros. La columna y su base proceden de Mármoles Fernández S. C., empresa ecijana radicada igual-mente en la carretera de Osuna, barriada de la Fuensanta. El maestro Alberto Rodríguez realizó la abrazadera para la suje-ción a la pared de la iglesia.

2. R , A R .

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LA CERÁMICA FEMENINA DEL RIF Por

L P CColeccionista

s difícil saber cuál fue la primera pieza de la colec-ción Luis Porcuna Jurado – Osuna, pero es fácil saber que está entre las piezas que la componen. Un coleccionista no encuentra jamás el momento

de desprenderse de ellas, pues una tras otra van creando un hilo de continuidad y abriendo campos tan extensos como variados.

Es difícil saber cuál es el período más llamativo, o qué grupo de piezas constituye la familia más interesante, porque una colección de alfarería está llena de vivencias, de momen-tos inolvidables en cada trato, de historias que te llenan el recuerdo con sus leyendas.

Es tan variado y rico este mundo de la alfarería y la cerámi-ca que no te produce cansancio, todo lo contrario, un aliento fresco de vida acelera tus latidos y te invita a continuar bus-cando. Es emocionante observar las distintas técnicas, colori-dos y formas, que en nada se parecen y son lo mismo, tierra, agua y fuego. Un panel de azulejos hispano-musulmán lleno de dibujos geométricos donde la matemática ejerce sus valo-res; un cuenco de Fajalauza vidriado y decorado en azul co-balto, combinado con verde y manganeso; o te sumerges en una alfarería primitiva y salvaje, desgarradora en sus formas,

El documento, fechado en 1.º de abril de 2017, fue rubrica-do como donantes por doña Carlota Sola de Castro, doña Te-resa Vela Moreno y doña Rafaela María Carmen Calle Pica-mill, herederas de tan preciosa pieza, y por la parte donataria, el presbítero Antonio Jesús Rodríguez, titular de la parroquia de Santa María de la Asunción. En los trámites burocráticos para la donación tuvo papel primordial Verónica Quirós, una ursaonense que es secretaria en el Palacio Arzobispal.

Testimonios familiares subrayan la ilusión que produjo en las donantes ver instalada la cruz en el atrio de la iglesia de Santo Domingo aquel día de abril de 2017. Especial emoción causó en doña Carlota Sola y doña Teresa Vela admirar de nuevo, y en todo su esplendor, el antiguo templo dominico, clausurado al culto por necesarias obras de restauración a fi nales del mes de diciembre de 2005 y reabierto a mediados del mes de diciembre de 2016. Ellas, dada su avanzada edad, pensaron en algún momento que no disfrutarían de dicha contemplación. Doña Teresa Vela, viuda de Antonio Pica-mill de Castro, falleció en Sevilla el 19 de enero de 2020.

La cruz está ubicada en el atrio de la iglesia, en el rincón que da a la capilla de la Soledad, primor barroco que mandó levantar Andrés Tamayo y Barona, I marqués de Casa Tama-yo, en cuya cripta está enterrado. El último de los Tamayo inhumado allí es Antonio Tamayo Contreras, III marqués de la Gomera, fallecido en Sevilla el 17 de enero de 1944, a los 72 años. Estuvo casado con María de los Ríos Quintero y no tuvo hijos. Fue propietario de un chalet en el sevillano paseo de la Palmera que, construido entre 1935 y 1936 por el arquitecto Romualdo Jiménez Carlés, está inspirado en la casa palacio de la calle San Pedro.

Tras fallecer el III marqués de la Gomera, su hermana Car-lota heredó una parte del cortijo de Santa Cruz; precisamente donde se hallaba la cruz. Ella estuvo casada con Antonio de Castro Arregui y falleció el 10 de septiembre de 1955. Doña Carlota tuvo a su vez como herederas de esta propiedad a sus hijas Rafaela y Ángeles de Castro y Tamayo, cuyos descen-dientes han recuperado, restaurado y donado la cruz.

Dos siglos y medio después –¿de la reedifi cación del cor-tijo?, ¿o de la artística pieza, trasladada desde otro lugar? Es lo de menos–, la bellísima cruz de forja, legado de la Casa Tamayo, hermosea el atrio de la iglesia de Santo Domingo junto a una de las más fastuosas capillas de Osuna.

Sea por muchísimos siglos más.

F C R , , M.ª J M .

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J M A La cruz del cortijo de Santa Cruz y una fecha: 1771, pp. 119-121