C Jürgen Habermas Nuestro breve siglo

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    Movimientos polticos y sociales

    Aprendemos de las catstrofes? Diagnstico y retrospectiva de nuestro breve siglo XXes un ensayo queJrgen Habermas ley hace dos meses en la Universidad de Magdeburgo. En su brillante trayectoriaintelectual, Habermas ha tocado todos los temas de nuestro tiempo, sus libros son la mejor prueba:El espacio

    pblico, Conocimiento e inters, La ciencia y la tcnica como ideologa, La lgica de las ciencias sociales,

    Cultura y poltica, Problemas de legitimacin en el capitalismo tardo, Teora de la accin comunicativa, Eldiscurso filosfico de la modernidad, La herencia de Hegel, Perfiles filosfico-polticos, El pensamiento post

    metafsico, El discurso del Derecho: facticidad y validez. En Aprendemos de las catstrofes? Habermasensaya su teora del siglo XX. Sus lectores pueden sorprenderse de la polmica con la idea de la globalizaciny el neoliberalismo, de su imaginacin utpica: el proyecto kantiano de la solidaridad civil universal y laapasionada defensa del Estado social. Este ensayo nos revela a un Jrgen Habermas no slo atento a laquiebra del Estado nacional, sino a todos los problemas polticos internacionales ya los nuevos movimientos

    polticos y sociales. Habermas es, sin duda, uno de los intelectuales ms destacados de nuestro tiempo.

    Nuestro breve sigloPor Jrgen HabermasPublicado en la revista mexicana Nexos, No. 248. Agosto de 1998.

    I. Las continuidades poderosas

    El umbral del prximo siglo atrapa nuestra imaginacin porque nos lleva a un nuevomilenio.. Este corte del calendario se debe a una cronologa construida por una historiaprovidencial, cuyo punto cero es el nacimiento de Cristo que, desde esa perspectiva,signific una interrupcin en la historia universal. Al final del segundo milenio los planesde vuelo de las compaas areas internacionales, las transacciones globales de las bolsasde valores, los congresos mundiales de los cientficos, ms todava, los encuentros en elespacio sideral, se ordenan de acuerdo con la cronologa cristiana. Pero estas cifrasredondas, producto de la divisin de un calendario, no explican los nudos temporales queson los mismos acontecimientos histricos. Cifras como 1900 2000 carecen designificado si las comparamos con los datos histricos de 1914, 1945 1989. Pero, sobretodo, los cortes del calendario ocultan la continuidad de las tendencias -que vienen de muyatrs- de una modernidad social, que pasarn intocadas el umbral del siglo XXI. Antes deabordar la propia fisonoma del siglo XX quisiera recordar las tendencias de larga duracinque han recorrido el siglo, tomando el ejemplo de (a), el desarrollo demogrfico, (b) loscambios en el mundo del trabajo y (c) el currculum del progreso cientfico y tcnico.

    A) Desde principios del siglo XIX comenz en Europa un crecimiento vertiginoso de

    la poblacin como consecuencia directa del progreso en la medicina. Desde mediados denuestro siglo, este desarrollo demogrfico.,-.que mientras tanto se detuvo en las sociedadesprsperas- ha continuado en el Tercer Mundo de manera explosiva. Los expertos nocuentan con un equilibrio antes del ao 2030, con una poblacin de diez mil millones deseres humanos. Vale decir, a partir de 1950 la poblacin mundial se ha quintuplicado.Detrs de esta tendencia estadstica se oculta, en efecto, una fenomenologa rica encambios.

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    A principios de nuestro siglo, el crecimiento explosivo de la poblacin era percibidopor sus contemporneos como un fenmeno de masas. Pero aun entonces este fenmeno noera muy nuevo. Antes de que Gustave LeBon se interesara por la psicologa de las masas, lanovela del siglo XIX describi la concentracin masiva de individuos en las ciudades y enlos barrios, en las fbricas, las oficinas y los cuarteles, as como tambin la movilizacin

    masiva de trabajadores y emigrantes, de manifestantes, huelguistas y revolucionarios. Noobstante, a principios del siglo XX por primera vez esas corrientes, organizaciones yacciones masivas se condensaron en fenmenos hegemnicos que dieron lugar a la visin,por ejemplo, de Jos Ortega y Gasset en La rebelin de las masas. En las movilizacionesmasivas de la Segunda Guerra mundial, en la miseria masiva de los campos deconcentracin, as como en las migraciones masivas de fugitivos y en el caos masivo d lasdisplaced persons se despliega un colectivismo que se haba anunciado en la imagen delLeviathan de Thomas Hobbes. En esa imagen, los innumerables individuos annimos sehan fundido en un macrosujeto todopoderoso y colectivo. Sin embargo, desde la mitad deeste siglo se ha transformado la fisonoma de las grandes cifras. La presencia de miles decuerpos reunidos y aprisionados en una marcha constante se ha transformado en lainclusin simblica de la conciencia de muchos individuos en las redes de comunicacincada vez ms amplias y abarcantes. Las masas concentradas se convierten en el pblicodisperso de los medios masivos de comunicacin. Las corrientes fsicas de trfico van enaumento: las redes electrnicas y sus puertos o conexiones individuales han transformadoen un anacronismo a las masas reunidas en las calles y las plazas. En efecto, el cambio de lapercepcin social ya no se explica por la continuidad del crecimiento demogrfico.

    B) De igual modo se han llevado a cabo los cambios en el mundo del trabajo, enritmos largos que trasponen el umbral de nuestro siglo. La introduccin de mtodos deproduccin que ahorran trabajo, vale decir: el aumento de la productividad es el motor deeste desarrollo. A partir de la revolucin industrial en la Inglaterra del siglo XVIII, lamodernizacin de la economa ha seguido la misma secuencia. La masa de la poblacintrabajadora que desde hace siglos laboraba en el campo se desplaza primero al sectorsecundario, la industria productora de bienes, luego al sector terciario, el del comercio, eltransporte y los servicios. Mientras tanto las sociedades postindustriales han desplegado uncuarto sector, el del conocimiento, que domina muchas actividades y sectores, como lasindustrias high-tec, los bancos o la administracin pblica, que dependen de la afluencia denuevas informaciones y, en el ltimo tiempo, de investigaciones y avances en los sistemasde la informtica. Todo esto se debe sin duda a una "revolucin en el sistema educativo"que no slo suprime el analfabetismo, sino que lleva tambin a una drstica ampliacin delos sectores secundarios y terciarios. Mientras la educacin superior perda su carcterelitista, las universidades se convirtieron a menudo en los centros de la rebelin y deldescontento poltico.

    En el transcurso del siglo XX este modelo no ha cambiado, pero su tempo ha venidoacelerndose. Desde principios de los aos sesenta, Corea dio el salto de una sociedadpreindustrial a una sociedad postindustrial, bajo las duras condiciones de una dictadura deldesarrollo y en los aos de una sola ronda generacional. Esta aceleracin explica que unproceso tan conocido como la migracin del campo a la ciudad haya adquirido, en lasegunda mitad del siglo XX, una nueva y sorprendente cualidad. Dejando aun lado a Chinay al continente africano -del Sahara hacia abajo-, el violento salto productivo de la

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    economa agraria mecanizada casi ha despoblado al sector agrario. En los pases de laOCDE, la poblacin activa en una economa agrcola altamente subvencionada alcanz lahistrica cifra de -10%. En la experiencia del mundo de la vida corriente esto significa unaprofunda ruptura con el pasado. Desde el neoltico hasta muy avanzado el siglo XIX la vidaen las aldeas o los pueblos imprimi, sin duda, el mismo sello a todas las culturas, y se ha

    convertido ahora en una trampa dentro las sociedades industriales. La decadencia delcampesinado ha transformado de raz la relacin tradicional del campo con la ciudad. Msdel 40% de la poblacin mundial vive hoy en las ciudades. Este proceso de metropolizacindestruye la ciudad misma, esa forma de vida urbana que se origin en la antigua Europa.Aunque la ciudad de Nueva York, el ncleo mismo de Manhattan, nos recuerde de modoincierto al Londres y al Pars del sglo XIX, las desbordadas regiones urbanas de la Ciudadde Mxico y de Tokio, de Calcuta y Sao Paulo, de El Cairo y Sel o Shangai han destruidopara siempre las dimensiones comunes de "La Ciudad". Los desvanecidos perfiles de estasmegalpolis que se multiplican desde hace dos o tres decenios nos dan la idea de unarealidad que no entendemos y cuyos conceptos nos faltan.

    C) Por timo, una tercera continuidad es la cadena que forma el progreso cientficoy tcnico y sus definitivas consecuencias sociales que avanzan a travs de los siglos. Lasnuevas materias primas y formas de energa, las nuevas tecnologas industriales, militares ymdicas, los nuevos medios de transporte y comunicacin que durante el siglo XXtransformaron la economa, as como las formas de vida y del intercambio social, sedebieron al conocimiento cientfico y los desarrollos tcnicos del pasado. Los xitos de latcnica, como el dominio de la energa atmica y los viajes al espacio, las innovaciones,como el descubrimiento del cdigo gen tico, y la introduccin de tecnologas genticas enla agricultura y la medicina transforman nuestra conciencia del riesgo, nuestra mismaconciencia moral. No obstante, esas conquistas espectaculares permanecen dentro de losmismos caminos trazados desde hace mucho tiempo. A partir del siglo XVII no hacambiado nuestra actitud instrumental ante una naturaleza transformada por la ciencia. Auncuando nuestra intervencin en la estructura misma de la materia sea ms profunda queantes y nuestros avances en el cosmos ms inslitos que nunca, no ha cambiado tampoco elmodo del dominio tcnico, la decodificacin de los procesos naturales.

    La vida diaria saturada de tecnologas exige de nosotros los legos, como siempre, un tratotrivial con aparatos y sistemas que no entendemos, una confianza habitual en elfuncionamiento de tcnicas y redes de transmisin que ignoramos. En sociedades altamenteindustrializadas, todo experto se convierte en un lego frente a otros expertos. Max Weberhaba descrito ya la "ingenuidad secundaria" que nos domina cuando manejamos el radio detransistores, el telfono celular, las calculadoras de bolsillo, los videocasettes y susreproductoras o las computadoras porttiles. Quiero decir, la manipulacin de aparatoselectrnicos conocidos cuya fabricacin resume el conocimiento acumulado de variasgeneraciones de cientficos. A pesar de las reacciones de pnico ante el anuncio dedesperfectos y peligros de estas tcnicas y aparatos, la inclusin de lo que no entendemosen el mundo de nuestra vida diaria apenas se ha visto amenazada, en algunos momentos,por la duda que nutren los medios masivos de comunicacin acerca de la confiabilidad delconocimiento de los expertos y de la gran tecnologa. La creciente conciencia del riesgo noperturba la rutina diaria.

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    El perfeccionamiento de las tcnicas de comunicacin y trnsito tiene unaimportancia muy distinta para el cambio a largo plazo del horizonte de nuestra experienciacotidiana. Los viajeros que emplearon, en 1830, los primeros ferrocarriles haban narradoya sus nuevas I percepciones del espacio y el tiempo. En el siglo XX, el automvil y laaviacin civil aceleraron todava ms el trfico de personas y el transporte de bienes de

    consumo y redujeron tambin de modo subjetivo- las distancias. Nuestra conciencia deltiempo y el espacio ha sido transformada de otro modo por las nuevas tcnicas detransmisin, acumulacin y procesamiento de datos e informaciones. En la Europa de finesdel siglo XVIII la impresin de libros y peridicos contribuy al nacimiento de unaconciencia histrica global y dirigida al futuro. A fines del XIX, Nietzsche se lamentaba delhistoricismo de una lite ilustrada que todo lo converta en presente. Mientras tanto, laseparacin entre el presente y un conjunto de pasados, que nuestra vista cosifica, se haapoderado de las masas de turistas ilustrados. El periodismo masivo es tambin resultadodel siglo XIX; pero el efecto "mquina del tiempo" que producen los medios impresos se haincrementado por la fotografa, el cine, el radio y la televisin. La distancias espacio-temporales ya no se "superan": desaparecen sin dejar huella en la presencia ubicua derealidades virtuales. La comunicacin digital supera finalmente a todos los otros medios enalcance y capacidad. Cada vez ms individuos pueden obtener ms rpido cantidadesdiversas de informacin, procesarlas e intercambiarlas simultneamente a travs de grandesdistancias. Todava no podemos apreciar las consecuencias intelectuales de Internet, que seopone de modo ms decisivo a las costumbres de nuestra vida diaria que un nuevo aparatoelectrodomstico.

    II. Dos rostros del siglo

    Las continuidades de la modernidad social que atraviesan el calendario del siglo nosensean de modo insuficiente lo que caracteriza al siglo XX. Por esta razn, loshistoriadores rigen la puntuacin de sus narraciones ms de acuerdo con los sucesos quecon los cambios de tendencias o de estructuras. El rostro de un siglo va tomando forma porla irrupcin de grandes acontecimientos. Entre los historiadores que todava estndispuestos a pensar en grandes unidades existe hoy un consenso: al "largo" siglo XIX(1789-1914) le ha sucedido un "breve" siglo XX (1914-1989). El comienzo de la PrimeraGuerra mundial y el desmoronamiento de la Unin Sovitica dan el marco a esteantagonismo que atraviesa dos guerras mundiales y la guerra fra. Esta puntuacin dejaespacio, sin duda, para tres diferentes interpretaciones, de acuerdo con el mundo donde sesite al antagonismo: en el espacio de la economa de los sistemas sociales, en el de lapoltica de las superpotencias o en el espacio cultural de las ideologas. La eleccin de esospuntos de vista hermenuticos est determinada desde luego por la lucha de las ideas quehan dominado el siglo.

    En la actualidad la guerra fra contina con los medios del trabajo historiogrfico,no importa si la Unin Sovitica desafa al Occidente capitalista (Eric Hobsbawm) o si elOccidente liberal lucha contra los regmenes totalitarios (Franois Furet). Ambasinterpretaciones explican de uno o de otro modo un hecho: slo los Estados Unidos salieronfortalecidos de ambas guerras en el mundo de la economa, de la poltica y de la cultura,ms an: son la nica superpotencia que ha sobrevivido a la guerra fra. Este resultado le hadado al siglo el nombre de los Estados Unidos. La tercera lectura es menos clara. Mientras

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    se use el concepto de "ideologa" en un sentido neutral detrs del ttulo "la poca de lasideologas" (Hildebrand) se esconde slo una variante de la teora del totalitarismo: la luchadel rgimen refleja la lucha de las concepciones del mundo. El mismo ttulo seala en otroscasos la perspectiva -que Carl Schmitt defini- de una guerra civil universal: a partir de1917 chocaron los grandes proyectos utpicos de la democracia y de la revolucin

    universales con Wilson y Lenin como sus representantes mayores (Ernst Nolte)-. Segnesta crtica de la ideologa -cuya filiacin de derecha salta a la vista- la historia contrae elvirus de la filosofa de la historia y se extrava de tal forma que slo a partir del ao de1989 vuelve sobre las vas de las historias nacionales.

    Desde cada una de estas tres perspectivas, el siglo XX obtiene su propio rostro..Segn la primera lectura, el ms grande experimento poltico que se haya llevado a cabocon seres humanos desafa y no le da tregua al sistema capitalista internacional. Laindustrializacin coercitiva bajo los ms crueles sacrificios le permiti a la Unin Soviticael ascenso poltico a una superpotencia, pero no le asegur una base econmica ni unapoltica social superior -o cuando menos una alternativa de sobrevivencia- al modelo delcapitalismo occidental. Segn la segunda lectura, el siglo XX trae los rasgos oscuros de untotalitarismo que suspende el proceso civilizatorio iniciado con la Ilustracin, destruye laesperanza de domesticar el poder del Estado y el proyecto de humanizar la convivenciasocial entre los individuos. La violencia totalitaria de las naciones que hacen la guerratraspasa los lmites del derecho internacional del mismo modo implacable en que laviolencia terrorista de los partidos nicos dictatoriales neutraliza en el interior las garantasconstitucionales. Mientras desde esta perspectiva luz y sombra se reparten por igual entrelas fuerzas totalitarias y sus enemigos liberales, segn la tercera lectura -una lecturapostfascista- nuestro siglo se encuentra bajo la sombra de una cruzada ideolgica entrepartidos, si no de la misma importancia, s de una mentalidad semejante. Ambas parteslibran un combate -concepciones del mundo antagnicas- entre distintos programas defilosofa de la historia, cuya fuerza fantica se debe a sus proyectos religiosos originalesdisfrazados de fines seculares.

    En todas estas versiones aparecen los rasgos oscuros de un siglo que "invent" lascmaras de gas y la guerra total, el genocidio bajo el mandato del Estado y los campos deexterminio, el lavado de cerebro, el sistema de la seguridad del Estado y la vigilanciapanptica de pueblos enteros. Este siglo "produjo" sin duda ms vctimas, ms soldadoscados, ms ciudadanos asesinados, ms civiles ejecutados y minoras expulsadas, mspersonas torturadas, violadas, hambrientas y congeladas, ms prisioneros polticos yfugitivos de lo que nadie nunca habra imaginado. La violencia y la barbarie determinan elsigno de la poca. De Horkheimer y Adorno hasta Baudrillard y Zygmunt Baumann, deHeidegger hasta Foucault y Derrida, los rasgos totalitarios del siglo se han convertido en uninstrumento de los mismos diagnsticos. Pero a estas interpretaciones negativas -que sedejan atrapar por el horror de las imgenes- se les escapa el reverso de las catstrofes.

    En efecto, los pueblos que participaron y fueron afectados necesitaron decenios parallegar a ser conscientes de la dimensin de ese terror que se advirti primero de un modoinsensible y aptico: el holocausto que culmina en el exterminio metdico de los judoseuropeos. Aunque primero se le reprimi yo desapareci de la conciencia, este shock liberenergas y, ms tarde, convicciones que en la segunda mitad del siglo localizaron la

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    geografa del terror. Para las naciones que llevaron al mundo, en 1914, a una guerra deinslitos despliegues tecnolgicos, y para los pueblos que despus de 1939 reconocieron loscrmenes masivos de una lucha de exterminio ideolgica, el ao de 1945 seala un granviraje. Un viraje hacia una situacin mejor, hacia la domesticacin de las fuerzas de labarbarie que florecieron, en Alemania por ejemplo, en el suelo mismo de la civilizacin.

    No aprendimos nada de las catstrofes de la primera mitad del siglo?La divisin del breve siglo XX en captulos contrae el periodo de las dos guerras

    mundiales con el periodo de la guerra fra y sugiere la continuidad de una guerra incesantede los sistemas, de los regmenes y las ideologas por ms de setenta y cinco aos. Sinembargo, aqu desaparece el significado del acontecimiento que representa un parteaguashistrico, pues no slo dividi al siglo XX desde la perspectiva cronolgica, sino tambineconmica, poltica y, sobre todo, normativa. Me refiero a la derrota del fascismo. Lasfuerzas liberales, de izquierda y revolucionarias sociales se reunieron por primera vez enEspaa para defender la Repblica. Por las caractersticas de la guerra fra se olvid muypronto el significado ideolgico de la alianza de las potencias occidentales con la UninSovitica, una alianza que luego apareci como "antinatural". Pero el triunfo y la derrota de1945 descalificaron por mucho tiempo esos mitos que, desde fines del siglo XIX, selanzaron en amplios frentes contra la herencia de la revolucin de 1789. La victoria de losaliados puso no slo las condiciones necesarias para el desarrollo democrtico de laRepblica Federal de Alemania, de Japn y de Italia, sino tambin de Espaa y Portugal.Todas las legitimaciones -por lo menos las que de manera verbal le rindieron tributo alespritu de la ilustracin poltica- perdieron entonces el suelo de la realidad.

    Un cambio de clima tuvo lugar, despus de 1945, en el invernadero de las ideas. Sinl no habra tenido lugar la nica, indudable, innovacin cultural del siglo: la revolucin delas artes plsticas, la arquitectura y la msica. Despus de 1945 el arte alcanz una validezuniversal, se habl entonces en la forma del pasado de la "modernidad clsica". El artevanguardista haba creado hasta principios de los aos treinta un repertorio de formas ytcnicas nuevas e inslitas con las que el arte internacional, en la segunda mitad del siglo,siempre experiment sin trascender nunca el horizonte de sus posibilidades creativas. QuizMartin Heidegger y Ludwig Wittgenstein fueron los nicos dos filsofos que lograronescribir una obra tan original, y tener una influencia histrica tan decisiva, como la del artevanguardista de los treinta; por cierto, ambos escribieron su obra al mismo tiempo, y ambosse apartaron del espritu de la modernidad. Sea como fuere, el cambio en el clima culturalconstituy el fondo de tres tendencias polticas que, desde el periodo de la postguerra hastalos aos ochenta, cambiaron tambin el rostro de nuestro siglo: a) la guerra fra; b) ladescolonizacin; c) la construccin del Estado de bienestar social en Europa.

    A) La espiral de la carrera armamentista, tan grandiosa como exhaustiva, mantuvo alas naciones amenazadas en el terror; pero el clculo enloquecido de un equilibrio del terrorMAD era1a irnica abreviatura de "mutually assured destruction"- evit como sea elcomienzo de una guerra caliente. La posibilidad de que las superpotencias enloquecieran yrompieran el pacto -el acuerdo racional entre Reagan y Gorbachov en Reikiavik seal elfinal de la carrera armamentista- nos hace ver retrospectivamente a la guerra fra como unproceso de autodominio -lleno de riesgos- y de alianzas entre pases con armas nucleares.De igual modo puede describirse la: pacfica implosin de un imperio mundial-la Unin

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    Sovitica-, cuyos gobernantes reconocieron la ineficacia de un modo de produccin -supuestamente superior - y la derrota en la lucha econmica, en lugar de desviar hacia elexterior los conflictos internos y transformarlos en aventuras militares.

    B) La descolonizacin tampoco fue un solo proceso lineal. En retrospectiva, las

    antiguas potencias coloniales slo libraron combates en la retaguardia. Los franceses sedefendieron intilmente en Indochina contra los movimientos de liberacin nacional; en1956, los britnicos y los franceses fracasaron en su aventura del canal de Suez; en 1975,los Estados Unidos pusieron fin a su intervencin en Vietnam, una guerra -con enormesprdidas humanas- de diez aos. El ao de 1945 no slo se derrumb el imperio del Japnderrotado, en el mismo ao surgieron Siria y Libia como pases independientes. En 1947,los britnicos se retiraron de la India; al ao siguiente, nacieron Burma, Israel, Indonesia ySri Lanka. Ms tarde lograron su independencia las regiones del Islam occidental, desdePersia hasta Marruecos, poco a poco los pases del frica central y, por ltimo, las coloniasrestantes en el sudeste asitico y en el Caribe. El fin del apartheiden Sudfrica y el regresode Hong Kong y Macao a China clausuraron un proceso que, por lo menos formalmente,destruy la dependencia de los pueblos coloniales. Al mismo tiempo estos flamantes pases,muchas veces divididos por guerras civiles, conflictos culturales y luchas tribales, fueronaceptados como miembros con los mismos derechos en la Asamblea General de lasNaciones Unidas.

    C) La tercera tendencia revela una ventaja inequvoca. En las democracias prsperasy pacficas de Europa occidental -y en menor escala en los Estados Unidos y en otrospases- surgieron economas mixtas que permitieron la continua ampliacin de los derechosciviles y, por primera vez, una efectiva realizacin de derechos sociales fundamentales.Entre principios de los aos cincuenta y principios de los setenta, el explosivo crecimientoeconmico mundial, la cuadruplicacin de la productividad industrial y el aumento diezveces mayor del comercio internacional incrementaron a su vez las desigualdades entre lasregiones pobres y ricas. Los gobiernos de los pases de la OCDE, que en esos dos decenioscontribuyeron con tres cuartos de la produccin mundial y el 80% del comerciointernacional, aprendieron tanto de las experiencias catastrficas del periodo de entre lasdos guerras, que se propusieron una poltica econmica inteligente, volcada hacia laestabilidad interna, con tasas de crecimiento relativamente altas, construyendo y ampliandoun impresionante sistema de seguridad social. En las democracias masivas con un Estadode bienestar social, la forma econmica altamente productiva del capitalismo se controlcomo nunca antes por la sociedad, y se concert ms o menos con la idea democrtica delos Estados constitucionales.

    Estas tres tendencias son, desde la perspectiva de un historiador marxista como EricHobsbawm, razn suficiente para celebrar los decenios de la postguerra como una "pocadorada". Sin embargo, a partir de 1989 la opinin pblica percibi el final de esta poca. Enlos pases donde el Estado de bienestar social era considerado, por lo menos enretrospectiva, como una conquista poltica y social, la resignacin ejerce su dominio. El findel siglo se encuentra bajo el signo de un Estado de bienestar social y un capitalismocontrolado en peligro, as como la inminente resurreccin de un neoliberalismo implacable.Hobsbawm narra, con el tono de un escritor de la decadencia del imperio romano, esaatmsfera melanclica y desconsolada donde slo se escucha la estridente msica tecno:

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    El corto siglo XX termina con problemas para los que nadie tiene una solucin, ni parece tenerla.Mientras los ciudadanos del fin de siglo se abrieron un camino a travs de la niebla global rumbo altercer milenio, slo saban con certeza que una poca histrica llegaba a su fin. No saban muchoms que esto.

    Los antiguos problemas de la paz y de la seguridad internacional, de lasdesigualdades econmicas entre Norte y Sur, as como el peligro de los desequilibriosecolgicos eran desde entonces de naturaleza global. Todos se complican ahora por otroproblema, hasta ahora desconocido, que cubre a los dems. Si en el proceso deglobalizacin del capitalismo hay un golpe ms, esta vez definitivo, se limitar tambin lacapacidad de accin de ese grupo selecto de Estados que, al contrario de los Estadoseconmicamente dependientes del Tercer Mundo, haban logrado conservar una relativaindependencia. La creciente globalizacin econmica significa el desafo ms importantepara el orden social y poltico de la Europa surgida de la posguerra. Una salida podraconsistir en que la fuerza reguladora de la poltica hiciera crecer de nuevo a los mercadosque escaparon al control de los Estados nacionales. O la falta de una orientacin

    iluminadora en el diagnstico de la poca nos ensea que slo podemos aprender de lascatstrofes?

    III. El fin del Estado de bienestar social?

    Ironas de la historia. Las sociedades desarrolladas enfrentan afines del siglo lavuelta de un problema que, al parecer, creyeron haber solucionado bajo la presin de lalucha de los sistemas. El problema es tan antiguo como el capitalismo: cmo aprovecharefectivamente el descubrimiento y la localizacin de mercados que se regulan a s mismos,sin tener que cargar con las distribuciones desiguales y los costos sociales que han sido, asu vez, irreconciliables con las condiciones de integracin de las sociedades liberales y

    democrticas? En las economas mixtas de Occidente, el Estado dispuso de una parte muyimportante del producto social, y tambin de un espacio para transferencias y subvenciones,quiero decir: para una efectiva infraestructura y una poltica social y de ocupacin. ElEstado pudo afectar el marco de la produccin y la distribucin para tambin incidir en elcrecimiento, la estabilidad de los precios y el empleo. Dicho de otro modo: por una parte elEstado poda favorecer medidas que estimularan el crecimiento; por la otra, promover almismo tiempo la dinmica econmica y asegurar la integracin social.

    Dejando aun lado las enormes diferencias, el sector de la poltica social en pasescomo los Estados Unidos, Japn y la Repblica Federal de Alemania se extendi en losaos ochenta. Sin embargo, desde entonces empez un cambio de tendencia: el auge del

    rendimiento se redujo. Se dificult el acceso a los sistemas de seguridad y aument eldesempleo. La reforma y reduccin del Estado de bienestar social ha sido la consecuenciainmediata de una poltica econmica orientada hacia la oferta, que busca entre otras cosasuna desregulacin de los mercados, la reduccin de las subvenciones, el mejoramiento delas condiciones de inversin, una poltica monetaria y fiscal antinflacionaria, as como lareduccin de los impuestos directos, la privatizacin de empresas estatales y otras medidassemejantes.

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    La liquidacin del Estado de bienestar social tuvo, sin duda, una consecuenciadirecta: las crisis que haba logrado detener resurgieron con ms fuerza. Esos costossociales daaron la capacidad poltica de integracin de una sociedad liberal. Losindicadores revelan de modo inequvoco un aumento de la pobreza, de la inseguridadsocial, de desigualdad de los salarios; todo esto resume las tendencias de la desintegracin

    social.

    1

    El abismo entre los empleados, los subempleados y los desempleados aumenta cadada ms. Con el aumento de los excluidos del empleo, de la educacin continua, de lassubvenciones estatales, del mercado de la vivienda, de los recursos familiares-, surgen lassubclases. Estos indigentes excluidos del resto de la sociedad ya no pueden dominar por smismos su propia condicin social.2 Sin embargo, una falta de solidaridad como stadestruye a la larga toda cultura poltica liberal, cuyo proyecto universal es imprescindiblepara las sociedades democrticas. Por otra parte, los acuerdos mayoritarios que cumplentodas las formalidades- muchas veces socavan la legitimidad de los procedimientos y lasinstituciones, porque slo reflejan los miedos de los grupos amenazados con el descensosocial, es decir, reflejan las atmsferas populistas de derecha.

    Los neoliberales que reconocen y aceptan una gran cantidad de desigualdadessociales, y que estn convencidos de la justicia inherente de los mercados financierosinternacionales, evalan esta situacin de modo diferente a las personas que todavadefienden los principios de "la era socialdemcrata", porque saben que los derechossociales no son sino una suerte de fajas de la ciudadana democrtica. Pero ambas partesdescriben el dilema de modo muy semejante. Sus diagnsticos terminan en un hecho: losregmenes nacionales han entrado en una aventura en la que nadie gana nada, una aventuradonde las inevitables metas econmicas se obtienen slo a expensas de los fines polticos ysociales. En el marco de la globalizacin de la economa, los Estados nacionales slopueden mejorar su capacidad de competencia internacional si limitan su poder estatal deconfigurarlos sectores sociales. Todo esto justifica las "polticas de desincorporacin" quedaan seriamente la cohesin social y someten a una dura prueba la estabilidad democrticade la sociedad.

    Ralph Dahrendorf llama a este dilema "la cuadratura del crculo": "Se trata de unirtres cosas sin conflictos: conservar y fortalecer la capacidad de competencia en el vientohuracanado de la economa internacional; no sacrificar la cohesin social ni la solidaridad;y llevarlas a cabo bajo las condiciones y en las instituciones de una sociedad libre". En esteensayo no puedo intentar una descripcin aceptable de este dilema, ni tampocofundamentarla. Se podra resumir en dos temas: 1 )Los problemas econmicos de lassociedades prsperas se explican por la transformacin estructural -que se resume con laidea de la globalizacin- del sistema econmico internacional. 2) Esta transformacinrestringe a los Estados nacionales de tal. forma en su capacidad de accin, que las opcionesque les quedan no bastan para amortiguar las indeseables sacudidas de un mercadotrasnacionalizado.

    NOTAS

    1 W. Heitmayer: Was treibt die Gesellschaft auseinander? [Por qu se desintegra la sociedad?], Frankfurt,1997.2Nilklas Luhmann:Jenseits der Barbarei [Ms all de la barbarie ], Frankfurt, 1996