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HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
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C A P Í T U L O I
ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA INGENIERÍA MILITAR
Sección 1: La Ingeniería Militar en las antiguas Culturas (Pre Incaicas – Incaica)
Sección 2: La Ingeniería Militar durante la dominación española
Sección 3: La Ingeniería Militar en la República hasta comienzos del siglo XX (1900)
S E C C I Ó N 1
LA INGENIERÍA MILITAR EN LAS ANTIGUAS CULTURAS (PRE INCAICAS – INCAICA)
1. Generalidades 2. Culturas Pre Incaicas 3. Cultura Incaica
1. GENERALIDADES
Para los fines de la presente obra, es conveniente tomar conocimiento de nuestra historia en los
diferentes momentos o etapas en los que se desarrolló, dándole a ella una visión nacional (global)
y progresista o evolucionista, procurando desligarla de las corrientes de opinión tradicionales y
conservadoras que pretenden sostener el concepto de descubrimiento y transculturización de los
conquistadores; pues, si bien es cierto que ellos trajeron su idioma, su religión y otros valores,
también es verdad que encontraron en América una cultura propia, una diferente forma de vida
del hombre americano, basada en la equidad, reciprocidad y fuerte solidaridad humana; por lo
tanto, tal descubrimiento es mutuo, es en realidad, el encuentro de dos culturas.
Es, asimismo, conveniente asumir que el sujeto social de la historia es la evidente presencia del
ingeniero militar en el pasado, íntimamente ligado a la historia del Ejército del Perú, como
componente del mismo.
Los estudiosos de la transición evolutiva de las culturas pre-incaicas a la incaica del antiguo Perú,
manifiestan que en aquella etapa de nuestra historia, básicamente no se experimentaron cambios
sustantivos, ya que cada pueblo gestó, desarrolló y mejoró su propia cultura; además precisan
que, frente a las magistrales obras de ingeniería que encontraron, no se detuvieron a determinar
si su origen era pre-incaico o incaico, sino que solo trataron de resaltar la grandeza e importancia
de aquello que nos legaron nuestros antepasados.
Es indudable que la arqueología ha permitido conocer que las antiguas culturas peruanas han
dejado, como testimonio de su quehacer, algunas construcciones de carácter defensivo que los
pueblos, dentro de sus concepciones tribales, edificaron para defenderse de otros pueblos más
fuertes o de las fieras existentes; tales edificaciones sugieren la presencia de una naciente,
aunque incipiente, ingeniería militar, la misma que crecería y se desarrollaría a medida que
evolucionaban los ejércitos de tales culturas a los que servían y apoyaban. Esta aseveración es
considerada en la Obra “Visión Histórica de la Ingeniería Militar desde el Incanato hasta la
República”, escrita por el General Marcial Rubio Escudero quien manifiesta que “…para conocer la
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
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ingeniería militar de hoy, debemos remontarnos imprescindiblemente a la época del imperio
Incaico, pues sus monumentos arqueológicos, por su ubicación, solidez y disposición de su
arquitectura, demuestran una evidente concepción militar”. Tales expresiones permiten
establecer que el ingenio y las técnicas del ingeniero militar incaico estuvieron presentes para
ayudar al ejército incaico y al Inca en el logro de sus fines de conquista y expansión civilizadora.
Es indudable también que durante las épocas de la Conquista, el Coloniaje, el Virreinato, la
Independencia y la República, se han construido importantes obras de ingeniería de carácter
militar, las mismas que han permitido satisfacer las necesidades de los ejércitos de entonces y en
cuyos proyectos se plasmó la transferencia tecnológica española a través de los científicos e
ingenieros militares que la diseñaron y ejecutaron con la participación de peruanos criollos,
mestizos y nativos.
Por lo expuesto, es posible apreciar que la Ingeniería Militar es tan antigua como la guerra, pues
los ejércitos que participan en ella, en todos los tiempos y latitudes, han necesitado siempre del
camino y del puente para facilitar el logro de sus objetivos de conquista; de fortalezas y trincheras
para defender su causa; o de los campamentos y cuarteles para albergar a sus tropas, obras y
edificaciones que evidencian la innegable presencia del ingeniero militar como parte constitutiva
de los ejércitos.
En nuestra patria, la Ingeniería Militar también se hace presente en todas las épocas de su
historia, como se apreciará a continuación:
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
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2. CULTURAS PRE-INCAICAS
Las manifestaciones primigenias de la Ingeniería Militar
No existen evidencias adecuadas que permitan conocer los orígenes de la Ingeniería Militar en la
época de las culturas pre-incaicas; sin embargo, asumiendo que ella es parte constitutiva de los
ejércitos de hoy y de siempre, es posible afirmar que sus orígenes se pierden en la época de
desarrollo de la civilización CHAVÍN, que surge en el período Formativo Medio, aproximadamente
en el año 1,000 a.c.; pues, en aquellos tiempos, comienzan a aparecer centros ceremoniales de
diversa magnitud, uno de los cuales es el gran Templo de Chavín de Huántar (Fig.1)1; aparecen
también artefactos que fueron hechos para servir como armas, tales como las porras o macanas y
otras menos especializadas como las puntas arrojadizas que eran accionadas mediante estólicas o
propulsores.
Se observa, asimismo, el culto de las “cabezas trofeos” y las representaciones de guerreros
portando porras o flechas (Fig.2)2, todo lo cual posibilita, teóricamente, la aparición de la guerra y
del Ejército y, por ende, de la Ingeniería Militar.
Es pertinente puntualizar que lo expresado en relación a la civilización Chavín es testimonio de la
labor de investigación del Dr. Luis Guillermo Lumbreras expuesta en el Capítulo “Orígenes de la
Guerra y el Ejército en el Perú” 3. Es indudable, sin embargo, que él y otros muchos estudiosos ha
tenido y tendrán muchas dificultades para interpretar el rol que le cupo a la civilización Chavín,
como jalón sustantivo, como punto de partida, en la búsqueda de la verdad de nuestro pasado
histórico relacionado con la Ingeniería Militar.
1 Historia General del Ejército Peruano, Tomo I Pág. 321
2 Ibídem, p. 252.
3 Ibídem, p. 239.
Fig. 1.- Fachada del templo tardío de Chavín. Uno de los grandes monumentos arquitectónicos del Perú. Estaba decorado con lápidas de granito grabadas con representaciones míticas de complicadas figuras. Siglo IX a.c.
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En este sentido es interesante agregar que con ocasión de conmemorarse el V Centenario del
descubrimiento de América por Colón, se publicó el libro titulado “Viaje al Infierno Mitológico”,
escrito por el Profesor Eurico Mattievich, nacido en Italia, nacionalizado peruano y catedrático de
la Universidad Federal de Río de Janeiro, en Brasil. Este estudioso, al referirse al templo de Chavín,
lo consideró como una extraordinaria obra de ingeniería hidráulica, en razón a que en su
estructura existen galerías subterráneas que por su declive y por su curvatura lateral que
presentan indican que servían para conducir torrentes de agua con fines estrictamente acústicos,
de modo de simular las voces o gemidos de los dioses que habitaban en el templo.
La aparición de los “Reductos”
Durante el período inmediatamente posterior al de la civilización Chavín, que corresponde al
denominado Puerto Moorin o Salinar, del Intermedio Temprano, se hacen evidentes las primeras
manifestaciones reales de la existencia del Ejército. Así lo interpreta también Gordon Willey
cuando afirma que dicho período se caracteriza porque: “…las fortificaciones revelan el
nacimiento del militarismo, una nueva y significativa fuerza…” 4. Las primeras fortificaciones o
sistemas defensivos a las que se refiere Willey y cuyo diseño y construcción correspondió al
ingeniero pre-incaico, precursor del ingeniero militar de nuestros días, aparecen en forma de
“reductos” en las colinas (Fig. 3) 5 que respondían a un patrón de “guerra generalizada”, con la
participación de todo el pueblo y para dar protección a la gran cantidad de población aldeana.
Los “reductos” estaban constituidos por plataformas artificiales en las cumbres de los cerros
rodeadas por una cerca defensiva.
4 Ibídem, p. 267
5 Ibídem, p. 268
Fig. 2.- Personaje mitológico alado esculpido en una lápida de Chavín. Constituye una de las primitivas
muestras de cabezas-trofeo en el Perú.
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De los “Reductos” al “Castillo”
Posteriormente, los reductos son reemplazados por el “Castillo”, complejo fortificado
perteneciente a la época Gallinazo o Virú, ligeramente posterior a Puerto Moorin o Salinar. Según
las mismas interpretaciones de Gordon Willey, este tipo de fortificaciones se caracterizó porque:
“El rasgo esencial del Castillo es una pirámide de adobe, o una plataforma en terrazas o un alto
pico. La mayoría de los castillos tiene murallas circundantes, como los reductos y otros sistemas
de muros defensivos…” 6. Las principales características del castillo son:
- De menor superficie que los reductos.
- Más complejos en su organización, con diversos servicios.
- Destinados a servir a un ejército o a una élite y no para todo el pueblo.
Testimonio fehaciente de lo expresado lo constituye el Castillo Tomaval, cuyo plano y el detalle
del estado actual de un sector del castillo se muestran en las figuras 4 7 y 4 A.
6 Ibídem, p. 269.
7 Ibídem, p. 270
Fig. 3.- Plano de la aldea fortificada del Período Temprano de Puerto Morín (Salinar), según el arqueólogo Gordon R. Willey.
Fig. 4.- Plano del castillo de Tomaval construido según Willey en el período Gallinazo.
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Las primeras “Fortalezas”
Otro ejemplo singular de la técnica y habilidad del ingeniero pre-incaico, es la fortaleza de
Chanquillo, (Fig.5) 8 ubicada en el Valle de Casma. Es una estructura compuesta por tres murallas
de circunvalación o fuertes circulares, cada una con su correspondiente entrada de acceso. La
primera muralla, o sea la externa, parece confundirse con el cerro natural, es de altura variable
entre 6 a 8 m., de acuerdo a las sinuosidades del terreno. El espacio entre la primera y segunda
muralla es muy empinado, se sube por él a través de escaleras de 4 peldaños.
La segunda y terceras murallas se encuentran hacia la cumbre del cerro. El espacio que existe
entre ambas es de 25 metros, empinado y cubierto de relieves de rocas graníticas. Toda esa
edificación está vinculada a trece “torreones”; que servían para las observaciones astronómicas y
la protección de las construcciones interiores. Esta fortaleza constituye, por lo descrito
someramente, un verdadero baluarte militar, tanto por la naturaleza defensiva de sus
edificaciones cuanto por su estupendo domino del valle; y por su acondicionamiento para las
prácticas de la astronomía, en manos de la élite, perteneciente a una cultura más avanzada que se
desarrolló en el Valle de Casma.
8 Ibídem, p. 285
Fig. 4 A.- Fotografía con detalle actual de un sector del Castillo de Tomaval.
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Los “Sitios” y los Estados Teocráticos
Recién en la época de los estados teocráticos, en la que destacaron las culturas Moche, Chimú,
Recuay y Wari, se puede decir con exactitud que existía ya el Ejército como organización de una
parte de la población con fines guerreros, a cargo de especialistas (oficiales).
En estos Estados, la función específica de la organización política dependía de funcionarios
íntimamente ligados a la religión y al culto. Es probable que los jefes militares fueran sacerdotes-
guerreros y que muchas de las guerras tuvieran más motivaciones religiosas que políticas.
En este aspecto, la cultura Moche, como expresión representativa de los gobiernos teocráticos,
organiza un estado de conquista, contando para ello con ejército bien constituido, e inicia sus
campañas sojuzgando a los pueblos de Virú y otros valles, formando así un reino que abarcó
desde Lambayeque y Nepeña, con extensiones a Piura por el norte y hasta Huarmey por el sur.
En el desarrollo y expansión del estado de Moche, corresponde a la ingeniería de su ejército,
participar en este proceso mediante construcciones defensivas, las mismas que fueron
evolucionando desde las simples fortificaciones tipo “reducto”, al “sitio atrincherado” de tipo
“castillo” para culminar en la construcción de edificaciones especiales para la guerra, como son las
“fortalezas”, complementadas con obras adicionales tales como caminos, atalaya, fuertes, etc.; su
propósito era netamente defensivo, y albergaba en ella a los pueblos “amurallados o
atrincherados”, ubicados a lo largo de los valles pero fuera de las zonas de tierras fértiles para
Fig. 5.- Vista panorámica del conjunto arquitectónico de Chanquillo (Nótese las murallas y los torreones).
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cultivo. Es testimonio permanente del esplendor de esta época el sitio de Huancaco (Fig.6)9,
ubicado en el valle de Virú este sitio es una réplica del centro urbano o ciudad de MOCHE; y los
mochicas en sus campañas de conquista trasplantaron este modelo a los valles conquistados bajo
el control técnico del ingeniero de su ejército, estableciendo así una suerte de “capitanes
provinciales” como ocurrió en Huancaco.
Este esquema se trasladó también a otros valles conquistados por los mochicas, como sucede en
el valle del río Santa, donde se ha encontrado hasta 85 “sitios” de ocupación Moche, pero con la
particularidad de un cambio en el diseño de las construcciones, en las que el ingeniero mochica
cambia el esquema defensivo del Sitio por otro carácter más administrativo.
Los numerosos “sitios” establecidos por los mochicas y la compleja red caminera que los
enlazaba, evidencian, por un lado, la habilidad de sus ingenieros, quienes acondicionaron y
utilizaron adecuadamente el terreno para tales fines; y, por otro lado, explican cómo la cultura
mochica pudo dominar un reino tan grande, en el cual existía, entre valle y valle, un desierto que
los separaba.
LAS FORTALEZAS SANTUARIOS
Es conveniente mencionar que los estudiosos e investigadores del pasado pre-incaico tienen
dudas acerca de la verdadera finalidad o propósito de algunos testimonios forjados por los
pueblos del antiguo Perú, que enriquecen nuestro patrimonio cultural. Tal es el caso de la
denominada Fortaleza de Paramonga, a la que algunos no la califican como recinto fortificado
sino como santuario. De igual manera, el denominado Templo de Sechín, ubicado en el Valle de
9 Ibídem, p. 320
Fig. 6.-Vista de las ruinas arqueológicas de Huancaco, capital del Valle Virú
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
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Casma, es considerado, por sus características arquitectónicas, como un santuario y no como una
construcción defensiva; sin embargo, las representaciones grabadas en un parámetro de piedra,
que para muchos muestra a guerreros en escenas bélicas, hacen pensar que esta calificación
correspondería a una fortaleza.
Por el valor histórico que tales testimonios culturales representan, se hará una breve reseña de
estas magistradas obras de ingeniería militar y se incluirán otras muestras de las culturas
preincaicas:
El Templo de Cerro Sechin (Fig.7)10.-
Ubicado en el Valle de Casma, fue construido sobre un templo de la época Chavín, sus muros
exteriores han sido enchapados con losas en las cuales se ha representado a ataviados guerreros
vencedores frente a desnudos vencidos que son víctimas de cruel carnicería, cabezas degolladas,
brazos y piernas separados del tronco, individuos seccionados por la cintura, orejas atravesadas,
rosarios de ojos, etc. El santuario ocupa el lugar central y las losas exteriores cumplen una función
ornamental y conmemorativa. Diversas interpretaciones se han dado a estas representaciones,
unos las circunscriben a escenas guerreras y otros, por tratarse de un templo, a escenas litúrgicas.
10
Ibídem, p. 276.
Fig. 7.- Muro del Templo de Sechín con representaciones incisas de mutilaciones
humanas: cabezas, brazos, piernas, ojos, etc.
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La Fortaleza de Paramonga.-
Es para algunos investigadores magistral expresión de la arquitectura e ingeniería preincaica de la
Cultura Chimu (Fig.8) 11, y que hoy es posible admirar fácilmente, ya que se encuentra al borde de
la carretera Panamericana Norte, en el Valle de Pativilca (Fig. 8 A). Hacia el este, la fortaleza
continúa con otros recintos fortificados; todas estas edificaciones fueron hechas con muros de
adobe. La Fortaleza Principal está conformada por múltiples terrazas amuralladas superpuestas,
de las que se hace una descripción apretada a continuación:
…“tiene tres murallas escalonadas de siete a nueve metros de altura con una plataforma
rectangular en la parte más alta, con un área de 1,138 metros cuadrados (58 x 19.5 metros). La
primera terraza tiene cinco metros de ancho y algo más en la parte norte, en la que el muro tiene
forma de arco. La segunda terraza tiene 4 metros de ancho aunque llega 14.5 metros frente a la
entrada, donde forma un atrio; es decir, un espacio descubierto.
La entrada a la fortaleza está en el ángulo oriental de donde una huella en zig-zag, probable
escalinata, conduce a la segunda entrada donde bifurcándose lleva a la primera y segunda
entrada y, de esta última, se sube la tercera en la que se encuentran pasadizos con
interrupciones y varias habitaciones que, según las interpretaciones del historiador Middendorf,
las dos delanteras eran las viviendas del jefe y oficiales de guardia; y, según otros historiadores,
eran parte del adoratorio o también observatorio astronómico. De las primeras terrazas se llega a
los bastiones, que están construidos en tres salientes de la colina.
11
Márquez Miranda F., Libro “Historia de América”, p. 82.
Fig. 8.- Fotografía con vista aérea de la fortaleza de Paramonga, 1943
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El bastión mayor, situado al oeste de la misma, es un rectángulo irregular, cuyo lado mayor mide
38 metros y continúa en una terraza y una plataforma en las que hay un cuarto para el centinela,
abierto hacia adelante. El bastión del sureste tiene la forma de un pentágono irregular, es más
pequeño que el anterior y tiene un cuarto en su plataforma. El bastión del noreste es de forma
rectangular y tiene varias habitaciones grandes que parecen haber sido cuarteles para la
guarnición correspondiente a las terrazas inferiores y los bastiones, excepto la mole cuadrada de
la entrada, a cuya defensa concurría una construcción delante de las vías de acceso.
Circundando todo el conjunto en la parte más baja, existen restos de una muralla que pudo haber
sido el sostén de una primera terraza con la que habrían cuatro plataformas principales, fuera de
otras angostas, interrumpidas a diferentes niveles que parecen de contención”.
Esta fortaleza es el mejor testimonio de la habilidad y la técnica del ingeniero militar preincaico,
que construyó un recinto inexpugnable, mediante el mejor empleo del terreno y organizándolo de
tal suerte que permitió su defensa en todas direcciones.
La Gran Muralla del Santa.-
Su construcción corresponde también a los ingenieros militares preincaicos de la Cultura Chimú,
(Fig.9)12, fue edificada con la participación de los habitantes ubicados a lo largo del valle que
jalona el río del mismo nombre, con la finalidad de defenderse contra la invasión de las fuerzas
Mochicas. Esta monumental obra, tal como lo señala el Sr. Eugenio Alarcó, premio nacional de
historia, en el prólogo al Tomo I de la Historia General del Ejército Peruano, Pág. XXIII, (ha sido)…
“Levantada a lo largo de los cerros que yerguen en el lado norte del río Santa, sus restos aún
subsisten y se pueden ver a partir de unos 8 a 10 Km. de la costa…Serpenteando por un tramo de
por lo menos sesenta Km, en dirección hacia la Sierra…La construcción es de tapia y, cada cierto
trecho, está flanqueada por recintos fortificados o pequeñas ciudadelas en forma circular o
rectangular, con los muros hechos de piedra sin labrar, acumuladas irregularmente y asentadas
con barro. Algunos de estos muros tenían cinco metros de altura y uno y medio de espesor. Han
12
Historia General del Ejército Peruano .- Tomo I .- Pág. XXXIII
Fig. 8 A.- Fotografía con vista en elevación de la fortaleza de Paramonga.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
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podido descubrirse hasta 14 de estás fortificaciones tan bien ubicadas para los propósitos de
defensa militar que cumplían…”.
Y al terminar su prólogo señala…” Es evidente que lo que aún queda de esta impresionante obra
de Ingeniería Militar merece un detenido examen, que daría, sin duda mayores luces para el
conocimiento de la historia, tanto civil como militar, de aquella región”.
Chan Chan.-
Además de las obras descritas, pertenecientes a la cultura Chimú, es necesario hacer referencia a
otra obra monumental realizada también por los ingenieros militares preincas, que es la ciudad de
Chan Chan (Fig. 10) 13, capital del entonces reino Chimú; esta ciudad, en su momento histórico,
fue el centro del poder político, económico, militar y social de esta cultura.
Chan Chan está ubicada al norte de la actual ciudad de Trujillo y cubre una superficie de 20 Km²;
es todo un complejo urbano, dividido en 10 sectores o barrios, amurallados y separados por
anchas y muy rectas calles y plazas, planificadas para el paso de la población total. Estos barrios
eran de forma rectangular, cada uno de ellos tenía un complejo de casa, terrazas, depósitos de
agua, parques, calles y edificios públicos, construidos a base de tapial y adobes.
Normalmente tenían la parte baja más ancha. Hay paredes que pasan los nueve metros de altura
y con una base de más de tres metros de espesor.
13
Ibídem, p. 166
Fig. 9.- Fotografía de sector de la gran muralla del Santa.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
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Los reservorios de agua permitían mantener embellecidas con pastos verdes las partes áridas y
secas de la ciudad. Los muros de los palacios y templos estuvieron decorados con frisos en relieve
con representaciones ornamentales geométricas y figuras ligadas al culto, así como de aves, peces
y plantas.
Para su protección, la ciudad tenía una enorme muralla de defensa, construida bastante al norte
de la ciudad de Trujillo.
Las Culturas Tiahuanaco y Wari.-
Alcanzaron su pleno desarrollo en el período de Segundo Horizonte u Horizonte Medio, gracias a
su crecimiento económico, social y político, los que propiciaron sus tendencias expansivas, pero
con características diversas en ambas culturas. No se conoce mucho sobre estas tendencias en el
Tiahuanaco, por la deficiente investigación acerca de la guerra y el rol institucional de su Ejército,
y por ende de su Ingeniería; su expansión más allá del valle del Tiahuanaco, que comprendió todo
Bolivia, el sur del Perú (Puno, Arequipa, Moquegua y Tacna), Arica y Antofagasta, responde
racionalmente a un modelo de carácter económico que involucró intercambio comercial, por un
lado, y de colonización agrícola por otro. Los diferentes “sitios” de poblamiento tiahuanaquenses
no fueron excavados ni estudiados profusamente, tampoco se han encontrado en los “sitios”
vestigios de trabajos de fortificación que permitan establecer si existió o no “ocupación
Tiahuanaco”; lo que permite inferir que Tiahuanaco fue una sociedad pacifista, un gran centro
ceremonial y su organización básicamente debió ser cultista.
Fig. 10.- Vista panorámica de la ciudad de Chan Chan.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
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Por el contrario, la cultura Wari se diferencia por tener un Estado con carácter militarista y un
Ejército bien organizado con el que pudo conquistar todo un imperio, apoyado por su ingeniería
militar preincaica; su ámbito de influencia comprendió desde Cajamarca y Lambayeque hasta
Sicuani (Cuzco) y el norte de Arequipa. La capital de este imperio fue la ciudad de Wari, ubicada a
25 Km. al noreste de Ayacucho. Dentro de su política expansiva, la influencia Wari reemplazó de
modo violento todo lo que hasta entones conformara la cultura Moche en el valle del Santa y la
costa norte; esta influencia se dejó sentir en una serie de “cambios” en los establecimientos
poblacionales, con los correspondientes reordenamientos sociales, políticos y religiosos. Sobre el
particular, dice Willey: “Es probable que la estrategia militar y las tácticas cambiarían, como
resultado del cambio político. Los fuertes tipo “Castillo” no eran necesarios por más tiempo; en
cambio, fueron construidos grandes complejos amurallados, con paredes altas, en la parte baja
del valle, y ellos deben haber sido lugares de refugio, guarniciones o centros administrativos, o
pudieron servir para las tres funciones al mismo tiempo. En las construcciones comunales, un
nuevo patrón (modelo) se hizo popular. Se trata de un claustro rectangular que contiene cuartos
tendientes a ser construidos en un orden dado, mayor que aquel que existía en las aldeas
aglutinadas previas”. 14
Un testimonio de lo expresado lo constituye la ciudadela fortificada de Huiracochapampa (Fig.
11)15 que era, al mismo tiempo, fortín, centro administrativo y residencial; fue construida por los
Wari inmediatamente después que sojuzgaran a los estados de Cajamarca y Huanchaco, y la
designaron como su capital “virreinal”.
14
Ibídem, p. 391. 15
Ibídem, p. 402.
Fig. 11.- Plano de la ciudad de Huiracochapampa, según Theodore D. McCown..
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
15
Esta impresionante obra es producto de la técnica y talento del ingeniero militar preincaico Wari,
quien imprimió, en esta edificación, los lineamientos arquitectónicos y urbanísticos propios de su
cultura, destacando en forma clara el aspecto fortificado de la misma y al sistema de “claustro”
que poseen todas las instalaciones estatales de Wari, además de una clara planificación; lo que en
opinión de Theodore Mc. Cown revelaría que la ciudadela “es un poblado cuyo terreno y
desarrollo fue el resultado de un plan maestro originado en la cabeza de un solo arquitecto”.
La Cultura Cajamarca.-
Formó un Estado regional que irrumpió en el Intermedio Temprano, extendiéndose en la zona de
Utcubamba (Dpto. de Amazonas), región septentrional andina, serranías de la Libertad y norte de
Ancash. Dentro de este marco territorial, la influencia del estado regional en la zona de
Utcubamba se desarrolló con características propias, emergiendo otras culturas como la cultura
Kuélap o Chachapoyas, cuya existencia se remonta probablemente también al Intermedio
Temprano o período de los Desarrollos Regionales, etapa en la cual cobran auge los maestros
artesanos.
Pertenece a esta cultura Kuélap un edificio Pre-incaico, muy conocido en el Departamento de
Amazonas como el “Machu Pichu” del nor-oriente peruano, tal como lo publica una crónica de
turismo del diario “El Comercio”, sección “C” del 30 de diciembre de 1985, (Fig. 12). Fue
descubierto en 1843 por don Crisóstomo Nieto, Juez de Primera Instancia de Chachapoyas y,
desde entonces es motivo de estudio por los arqueólogos. Fue Arturo Ruiz Estrada quien en 1965
efectuó la primera excavación y el estudio arqueológico de esta “Ciudad Fortificada”, como ha
sido calificada, por contar con murallas muy altas, por sus características arquitectónicas
defensivas y por su ubicación que la hacen casi inaccesible. La ciudad está formada por
plataformas artificiales superpuestas, sobre una montaña a 3,000m.s.n.m., rodeada de abruptas
pendientes que desembocan en quebradas profundas.
Fig. 11 A.- Fotografía con vista en elevación de la ciudadela fortificada de Huiracochapampa.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
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En la primera plataforma se encuentran más de quinientas habitaciones circulares, cuyas murallas
llegan a medir hasta 19 metros de altura y más de medio kilómetro de longitud. La segunda
plataforma es de 10 metros de altura y contiene también edificaciones circulares, decoradas con
figuras geométricas formadas por las mismas piedras utilizadas para su construcción. La fortaleza
tiene acceso a través de las terrazas de las murallas que tienen forma de embudo, con una
desembocadura de 1.20 m. que permite el paso de una persona por vez, dificultándose el ingreso
a la ciudad fortificada, lo que reafirma su carácter defensivo. Dentro de la misma ciudad se
aprecian otras plataformas en forma de terrazas que parecen puestos de vigilancia para
centinelas.
Esta ciudad fortificada representa el esfuerzo creativo de un pueblo organizado, de su Ejército y
de sus ingenieros militares, quienes la construyeron para hacer frente, en primer término, a la
conquista expansiva militarista de la cultura Wari, lo que no llegó a concretarse en la zona del
departamento de Amazonas.
Recientemente, también se han descubierto las ruinas de otra nueva ciudadela, la de Huangli, que
junto con la anterior constituyen “fabulosos Tesoros del Amazonas”. Estas dos ciudades rivalizan
“en hermosura y dimensiones con Machu Picchu”.
Es conveniente manifestar que, a diferencia de las edificaciones y fortalezas construidas en la
costa y en la sierra de nuestra patria y que han sido descritas en los párrafos precedentes, es la
región selvática la que desde la época de la conquista encierra un universo de imágenes y mitos
Fig. 12.- Ciudad fortificada de Kuélap.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
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como los del “Dorado”, cuyos atractivos sirvieron de acicate para que los conquistadores se
abocaran a la empresa de su descubrimiento, pero que solo los condujo a descubrimientos
geográficos como el del río Amazonas.
Al parecer, es la región boscosa del oriente cuzqueño en la que se mantiene la esperanza del
Dorado Peruano con el nombre de “Paititi”. Sobre este particular, el Sr. Federico Kauffmann Doig,
escribió en el diario “El Comercio”, sección “C”, del 31 de diciembre de 1983, bajo el Título “Mito
y Realidad del Paititi”, que lo que se conoce sobre este mito, es en base a experiencias del
“misionero Dominico Vicente de Cenitagoya, quien desde 1921 considera que la búsqueda del
Paititi debe centrarse en el área comprendida entre los ríos Piñipiñi y el Pantiacollo, tributarios del
río Alto Madre de Dios. En esta área se encuentra una roca que sirvió de pizarrón para grabar
extraños signos en un campo de nueve metros de largo por dos de alto”.
Se considera que el petroglifo de Pantiacolla, es un “testimonio de la presencia real de ciudades
prehispánicas… que esperan ser descubiertas”. Asimismo, el Gral. EP Ludwing Essewanger
Sánchez, quien en 1980 exploraba la zona, considera que la “simbología que Pantiacolla
representa, es como un mapa de orientación que apunta a ciudades perdidas”.
Hasta el momento, Pantiacolla es un enigma, y así continuará hasta que los arqueólogos orienten
sus esfuerzos a encontrar la verdad, descifrando algo que hasta el momento sólo es producto de
una “febril imaginación”.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
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3. CULTURA INCAICA
Es necesario precisar que el Imperio Incaico fue prototipo del estado imperialista y por ende, del
estado militar. Se consideraba al inca como “Señor de la Tierra” y, por lo tanto, tenía el mandato
divino de “poseerla y señorearla”; de allí que su organización política, administrativa y militar era
expansionista, la del conquistador dominante, con proyección geopolítica, orientada al
sojuzgamiento de otras naciones o pueblos de la costa y del ande para culturizarlas y ofrecerles
así la oportunidad de romper con la barbarie; era pues una campaña civilizadora, respetando la
cultura de los pueblos anexados, exigiéndoles tan sólo la adopción del quechua y el culto al Dios
Sol.
En concordancia con esta realidad histórica, el Imperio Incaico fue guerrero y esencialmente
trabajador; el trabajo fue la actividad gestora en la que se sustentó su desarrollo y apogeo; para
lograr estos propósitos, forja su propia tecnología para desarrollar la infraestructura ligada tanto a
los fines militares, cuanto a los administrativos, económicos y de adoración. Ello fue posible
gracias al surgimiento, en esta etapa evolutiva de su historia, de un tipo de hombre pensante, el
ingeniero militar incaico, continuador de las construcciones y edificaciones que forjara el
ingeniero militar preincaico, cuyos testimonios, en las diferentes etapas de desarrollo cultural
preinca, en la costa y el ande, han sido ya descritos.
En los comentarios de los principales cronistas como Garcilaso de la Vega y Cieza de León, no se
aprecia que en la organización del Ejército Incaico figuran específicamente elementos de apoyo
de combate, tal como actualmente entendemos a la Ingeniería y Artillería; sin embargo, podemos
inferir que de la Escuela de formación de Oficiales del Inca, en Collcampata, salieron los primeros
ingenieros constructores y diseñadores de edificaciones; entre otras especialidades, como
ingenieros mecánicos, hidráulicos, etc., si bien por estas habilidades no reciban la denominación
de “Ingenieros”, es posible calificarlos así, por la calidad de las obras de ingeniería que nos
legaron y que constituyen testimonios permanentes de su esplendor y de su ingenio.
En este aspecto, los precursores en el Perú incaico, según Garcilaso de la Vega, fueron Apu
Huallpa Rimachi, el diseñador y ejecutor principal de la gran fortaleza de Sacsayhuamán; le
sucedió Inca Maricanchi: el tercero fue Acahuana Inca, a quien se le atribuye gran parte de las
edificaciones y otras obras de ingeniería que se realizaron en el Tiahuanaco; el cuarto y último se
llamó Cella Cunchuy. Así como los nombrados, existieron otros oficiales ingenieros militares
incaicos quienes fueron gestores y constructores de tantas obras como las fortalezas o pucaras,
los caminos, los puentes, los centros administrativos, los tambos, etc.
De todas ellas, se hará sumaria referencia para demostrar los logros alcanzados por aquellos
ingenieros del Imperio Incaico, quienes con su propia tecnología, orientada a los aspectos
castrenses, religiosos y administrativos, tuvieron positiva gravitación en el pasado durante 200
años de vida autónoma, ante de la dominación española, lo que les permitió garantizar el bien
común del pueblo incaico, construyendo una sociedad homogénea y eficiente que vivió en
seguridad y con bienestar.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
19
FORTALEZAS O PUCARAS
Los principales cronistas designaron con esta denominación a todo tipo de fortificación que
encontraron a lo largo del Imperio, construida en la parte alta de una colina o un cerro. Sin
discrepar con algunos autores que manifiestan que estas fortalezas fueron adoratorios o templos
dedicados a los dioses, es evidente que también cumplían una necesidad de carácter militar; pues
los ingenieros militares de aquel entonces construyeron estas obras con el claro criterio que
tenían sobre la protección o defensa militar y contando para ello con la experiencia heredada de
los pueblos preincaicos, la edificaron todas amuralladas, en puntos de difícil acceso, para
refugiarse en caso de amenaza.
Fortalezas de SACSAYHUAMAN.- (Fig. 13) 16
Esta fortaleza representa el prototipo de las obras monumentales que aún subsisten. Al respecto,
Garcilaso de la Vega dice: “La obra mayor y más soberbia que los Incas Reyes del Perú mandaron
hacer para mostrar su poder y majestad fue la fortaleza del Cuzco…fue casa del Sol, de armas y
guerra, como lo era el templo de oración y de sacrificios”.
Esta fortaleza está ubicada sobre la colina que se levanta al norte de la ciudad del Cuzco, a 3,570
m.s.n.m. Comprende dos sectores: el sector religioso, constituido por diez habitaciones
intercomunicadas a través de puertas trapezoidales y escalinatas, con una superficie total de 350
m², destinado al ritual religioso, y el sector militar constituido por tres baluartes o muro ciclópeos
y por tres torreones.
Los tres baluartes o muros ciclópeos se construyeron frente a una explanada llamada
Chuquipampa, en forma de zigzag y en tres niveles diferentes de altura:
- El primero es el más importante, porque en él se emplearon rocas ciclópeas de 40 metros
cúbicos de volumen y de 90 toneladas métricas de peso, con una cimentación entre dos o
cuatro metros, aunque algunas están a flor de tierra; la altura de este muro oscila entre
1.45m. y 6.75m., presenta 23 ángulos salientes y 23 entrantes, además de tres puertas de
forma trapezoidal.
- El segundo muro es de piedras de menor tamaño y es sostén de una segunda terraza, su
altura varía entre 0.50m. y 3.00m., tiene cinco puertas con sus respectivas escalinatas. Este
muro guarda paralelismo con el primero, también en zigzag; tiene además 36 conductos,
hechos en la parte baja con fines de desagüe y otros conductos hechos a cierta altura del
suelo que, se supone, fueron canales o tubos fónicos para transmisión de órdenes o
mensajes.
- El tercer muro o baluarte tiene una altura de unos tres metros, fue construido con piedras
sillares de forma poligonal y tiene también 37 ángulos y cuatro puertas; asimismo, tiene los
ductos para desagüe y para usos fónicos como en el segundo baluarte.
16
Historia General del Ejército Peruano, Tomo II.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
20
En la parte central y superior de la colina, circundada por las murallas ciclópeas descritas, se
levantan tres torreones, el de Sallaccmarca situado en la parte este y destinado para depósito de
la guarnición y aposentos para soldados; el segundo, denominado Muyuccmarca, es el torreón
central, de cuatro pisos con varias ventanas.
En este torreón se construyó un gran reservorio de agua con cuatro canales de distribución en
diferentes direcciones. Este torreón se comunicaba con los otros, mediante pasadizos
subterráneos y calzadas exteriores; y, finalmente, el torreón de Paucamarca, que era de base
cuadrada y, como el de Sallaccmarca, tenía aposentos para los soldados que hacían guardia y que
pertenecían a la nobleza incaica.
Fortaleza de OLLANTAYTAMBO. (Fig. 14) 17
Otra de las obras magníficas y admiradas como prototipo de la ingeniería militar inca, es la
Fortaleza de Ollantaytambo, ubicada en la margen derecha del río Urubamba, a unos 60 Km. al
noreste de la ciudad del Cuzco.
En el área se aprecia diversas construcciones civiles, religiosas y militares, hechas dentro de un
concepto de defensa y protección. Hacia el oeste del lugar donde se levantan edificaciones de la
población civil, se encuentra un espolón agreste sobre el que se yergue la fortaleza de
Ollantaytambo, la misma que contiene senderos, rampas, andenes, acueductos, terrazas,
murallas, templos, depósitos y viviendas.
17
Historia General del Ejército Peruano, Tomo II Lámina 93.
Fig. 13.- Bastiones, primero, segundo y tercero de Sacsayhuamán.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
21
En la puerta que da acceso a la fortaleza existen edificaciones que corresponden al llamado
“Templo del Sol”, donde es posible apreciar el fino trabajo en piedra, constituido por seis
gigantescas rocas de pórfido rojo, ensambladas en el sitio.
La muralla levantada en la parte noroeste y norte, que aprovecha la configuración del terreno, es
de piedra canteada y barro, con una longitud de 162m., una altura variable entre 4 y 6 metros y
un ancho de 0.85m.; esta muralla presenta seis ángulos salientes y seis entrantes.
Si bien el conjunto arquitectónico de OLLANTAYTAMBO quedó inconcluso, es preciso señalar que
el fuerte, tal como quedó con sus murallas y terrazas terminadas a la perfección, cumplía con su
objetivo principal, que era el de constituir un refugio seguro ante la presencia de amenazas,
siendo inexpugnable a las armas del arte militar indígena.
Ciudad Fortificada de MACHU PICCHU. (Fig. 15)18
Ejemplo sobresaliente de la ingeniería militar incaica es la fortaleza o ciudad fortificada de Machu
Picchu, cuya construcción obedece al propósito de hacerlo un refugio, cuya protección y defensa,
basada en la escabrosidad del terreno, se completaba con andenerías, terrazas, murallas y
atalayas, además del casi inaccesible Huaynapicchu a su espalda, el que constituía un refugio final.
En la construcción de sus muros se utilizó granito blanco, siendo ellos los que han permitido
comprobar, una vez, más la técnica y calidad de la ingeniería incaica al tratar y cortar las piedras y
al ser colocadas con precisión en las rocas y piedras adyacentes.
18
Historia General del Ejército Peruano, Tomo II
Fig. 14.- Vista general de la Fortaleza de Ollantaytambo.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
22
Es necesario resaltar que la tecnología empleada por los ingenieros militares del incario en la
construcción de las fortalezas antes señaladas, demuestran su calidad técnica en el empleo de
bloques ciclópeos de piedra, cuya superficie exterior se presenta sin desbastar, pero las caras en
las que se apoyan están colocadas con tal perfección, que no obstante la forma poligonal irregular
de los bloques, estos se asientan perfecta e íntimamente unos a otros, de tal forma que,
literalmente, no podría introducirse un alfiler entre sus junturas.
Los cronistas no indican con exactitud el procedimiento usado para lograr tal perfección; sin
embargo, existe la presunción más aceptada del procedimiento que consistiría en el corte
imperfecto del bloque de piedra, su colocación en el muro, seguido de una etapa de pulimento
por frotamiento o vaivén de las piedras una sobre otra, a pesar de su peso y dimensiones; esta
apreciación se desprende cuando Garcilaso de la Vega, tomando como fuente las palabras del
Padre Maestro Acosta, dice:… “Todo sufrimiento al labrar, porque para encajar una piedra con
otra, según están ajustadas, era forzoso probarlas muchas veces, no estando las más de ellas
iguales ni llanas”, etc.
Fig. 15.- Machu Picchu vista de conjunto de gran parte de las construcciones Líticas de
esa ciudad, situada al norte del Cuzco. Foto BNP
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
23
LOS CAMINOS.- (Fig. 16) 19
Los caminos incaicos fueron motivo de admiración de los cronistas que los vieron y recorrieron,
como Cieza de León; son todavía a la fecha, aunque casi destruidos, testimonios permanentes de
estas magistrales obras, cuya construcción no obedeció sólo a las necesidades económicas del
pueblo, sino que fueron expresión del poder del Estado, del poder incaico; por lo tanto, la vasta
red caminera en el Incaico sirvió para enviar tropas y administradores a las regiones conquistadas,
para traer prisioneros y tributos a la capital; es decir, jugó rol importante como instrumento
político de penetración, de unificación y de control de las provincias del imperio.
La ingeniería militar incaica demostró su incuestionable maestría en la construcción de estos
caminos estratégicos; ella venció todos los obstáculos: la puna, los torrentes, las ásperas
pendientes y los abismos de la sierra andina y los bosques tropicales de la selva; nada pudo
detenerla, tal como es posible apreciar en las siguientes consideraciones:
El “trazo” en planta de los caminos seguía rigurosamente la línea recta, tanto en los llanos como
en los terrenos accidentados de la sierra, particularmente en estos últimos casos, en los que el
trazo subía y bajaba los cerros, pero manteniendo su dirección fija entre los puntos extremos.
Constituyen motivo de admiración el hecho de que estas “direcciones”, en recorridos tan grandes,
hayan podido ser mantenidas en tangente aún en casos en los que se ha cruzado dos o tres
cordilleras.
19
Historia General del Ejército Peruano, Tomo II
Fig. 16.- Camino Incaico escalonado que une las
ciudades de Machu Picchu y WiñayHuayna.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
24
En la construcción del camino se tuvo siempre el cuidado de conservar la “rasante” apropiada en
las rutas elegidas, para lo cual su elección se hacía siempre buscando terrenos de gradiente
natural aceptable.
Las consideraciones antes señaladas llevaron al ingeniero militar incaico a escoger dos zonas bien
definidas para la ubicación de sus dos grandes caminos troncales:
- Los llanos de la costa; y
- Los altiplanos o pampas elevadas a inmediaciones de las cumbres andinas, por los puntos
de paso.
En su preocupación por mantener la rasante, cuando encontraban en el trazo, zanjones o
quebradas secundarias sin agua, lo solucionaban rellenándolas con muros de albañilería con
taludes; en cambio, cuando se encontraban con un tramo de pendiente mayor que la consideraba
como máxima, construían escaleras o graderías; en unos casos, tallándolas sobre la roca misma
pero, en la mayoría de las veces, las hacían artificialmente, utilizando lajas perfectamente unidas
en planos. Estas escaleras las hacían de grandes pasos, de 4 a 5 m. de ancho y 0.20 a 0.25m. de
altura, con descansos de trecho en trecho.
La técnica utilizada en los caminos del inca era consecuente con la necesidad de que estos iban a
ser empleados tanto por los chasquis o correos y las llamas como elemento de carga, cuanto por
el “Hijo del Sol”, el Inca, quien era transportado en andas y cargado por hombres; es decir, se
exigía que los caminos tuvieran determinadas características para evitar la excesiva inclinación de
las andas que se derivaría en la incomodidad del Inca y en falta de ritmo en el movimiento de los
cargueros. El ancho de los caminos era variable; de acuerdo a la naturaleza del terreno, algunos
eran hasta de quince pies y otros tan angostos que no podían pasar más de dos personas juntas.
En los desiertos de la costa, los caminos estaban jalonados por una sucesión de postes, y en los
lugares en los que era necesario cruzar terrenos de cultivo, los caminos iban tapiados entre dos
altos muros de adobón, formando un callejón, con la finalidad de que los caminantes o el ejército,
en sus desplazamientos, no dañaran los sembríos.
En la sierra, el pavimento de los caminos era construido con piedras chatas o lajas pulidas que
propiciaban el deshielo de la nieve y el escurrimiento del agua hacia los costados donde corrían
pequeños canales; estos caminos se estrechaban en la peñolerías y se hacían anchos en las partes
llanas.
La red caminera troncal, como se ha señalado, estaba constituida por dos grandes caminos
paralelos que atravesaban longitudinalmente el imperio, el de la sierra y el de los llanos. (Fig. 17) 20.
El principal era del de la sierra que comunicaba el Cuzco con Quito y Pasto hacia el norte, pasando
por Jauja, Huánuco, Huamachuco, Cajamarca, Ayabaca, Tomebamba y Latacunga; y, hacia el sur,
20
Historia General del Ejército Peruano, Tomo II
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
25
atravesando el Nudo de Vilcanota, rodeando la ribera occidental del Lago Titicaca y dejando hacia
el este a Chuquiabo, terminaba en Chuquisica (Charcas Alto Perú), de donde se prolongaba hacia
Tucumán y Rioja en la Argentina actual. El segundo, llamado el camino de los llanos, que doblaba
al anterior por la costa, partía de Tumbes, franqueaba a Chimú, Pachacamac hasta Nazca, de
donde se internaba al Cuzco por Vilcas, para volver a la costa de Arequipa y continuar por Arica,
Tarapacá y el Desierto de Atacama hasta Maule. Otros caminos transversales enlazaban las dos
grandes rutas señaladas siguiendo el curso de los valles principales que descendían de la sierra a
la costa, y de la sierra al oriente de los Andes. Esto constituía un gran abanico cuyo puño se
encontraba en el Cuzco, de donde irradiaba siguiendo las cuatro direcciones o Suyos en los que se
dividía el Imperio, o sea el norte Chinchaysuyo, al este el Antisuyo, al sur el Collasuyo y al oeste el
Contisuyo.
Todo lo descrito hasta este momento acerca de los caminos del Inca, es producto de la
compilación e interpretación de la información disponible; sin embargo, la dinámica que
caracteriza las investigaciones arqueológicas nos permite contar con nuevos datos que
enriquecen lo que ya se conoce acerca del sistema vial inca, el más grande de América, ya que su
extensión fue aproximadamente de 23,000 km. de camino y abarcó los territorios del Perú,
Bolivia, Argentina, Chile, Ecuador y Colombia.
Fig. 17.- Mapa de la red caminera troncal incaica.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
26
En este aspecto, le correspondió a la NASA (Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio,
de los Estados Unidos de América) ayudar a un grupo de arqueólogos chilenos para descubrir un
tramo del Camino del Inca hasta ese momento desconocido. Sobre el particular, en el diario “El
Comercio” del 26 de febrero de 1984, se publicó un artículo sobres las versiones del jefe de dicha
expedición, el arqueólogo Rubén Stenhberg, quien manifestara que, “la ruta descubierta tiene
aproximadamente unos 30 km., de senda peatonal que sube y baja montañas en línea recta y que
formaba parte del sistema de caminos que construyeron los Incas en el siglo XII”. Lo importante
de este descubrimiento es que fue un camino que utilizaron los Incas hace 500 años para penetrar
en el valle central chileno ya que, según comenta el arqueólogo en referencia, “antes de ahora se
pensaba que la penetración incaica hasta lo que es hoy territorio chileno se realizó desde el que
sería suelo argentino a través de un paso cordillerano (actualmente denominado Uspallata). Pero
el descubrimiento de este tramo cercano a Santiago demuestra que existía otra vía de
comunicación incaica que incluso utilizaron los conquistadores Diego de Almagro y Pedro de
Valdivia para llegar a lo que es hoy Chile”.
PUENTES Y MEDIOS DISCONTINUOS DE PASAJE
Toda la red caminera del Imperio Incaico estuvo unida, salvando los cursos de agua, a través de
diversos tipos de puentes, los que fueron construidos por los ingenieros militares incaicos,
aplicando la tecnología apropiada de acuerdo a la naturaleza del terreno y a los medios materiales
disponibles en la región. Desde este punto de vista, se construyeron desde puentes fijos de 5 a
6m. de luz, hasta puentes colgantes, los que recibieron diversas denominaciones, tales como
puentes de hamaca, puentes de red y, en general, puentes tejidos.
Los puentes fijos.- (Fig. 18 y 18.A) 21
Se construyeron para cruzar ríos pequeños, de brechas no mayores de 6m, pues ésta era la
longitud de las piedras más grandes empleadas en su construcción.
El procedimiento consistía en colocar, sobre el muro de cada uno de los estribos, una piedra chata
en forma de “Cantiliver”, y el espacio que quedaba entre ellas lo cerraban con una tercera piedra
chata, igualando el espesor de ésta con relleno de otras piedras chatas, como empedrado. Estos
pequeños puentes no merecieron mayor atención de los cronistas.
21
R. Ravines, Libro “Tecnología Andina”, p. 633.
Fig. 18.-Pontón, Loza de 6m. Fig. 18A.- Puente.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
27
Los puentes colgantes.-
El de mayor importancia en el Imperio fue construido sobre el río Apurímac. El Inca Garcilaso de la
Vega se extasía con este puente y expresa que fue el Inca Mayta Cápac quien ordenó a sus
ingenieros militares su construcción, para así poder cruzar este río y sojuzgar a las provincias
importantes del Contisuyo (Fig. N° 19) 22. Según la descripción de Garcilaso, “El material que
utilizaron en este puente fue de mimbre, rama delgada y correosa. Hacían de tres mimbres
sencillos unas criznejas (trenzas) muy largas, de acuerdo al largo que ha de tener el puente; de
tres criznejas, de tres mimbres, hacen otras de 9 mimbres; de 3 de aquellas hacen otras criznejas
que viene a tener un grueso de 27 mimbres; y, de 3 de éstas, hacían otras más gruesas, y de esta
manera van multiplicando y engrosando las criznejas, hasta hacerlas tan gruesas como el cuerpo
de un hombre; de estas gruesas hacen cinco criznejas”.
“Para pasarlas a la otra parte del río; los indios (pontoneros) lo hacían a nado o en balsas, llevando
asido un cordel delgado al cual atan una maroma (soga) de cáñamo, gruesas como el brazo de un
hombre; a esta maroma atan una de las criznejas, y tiran de ella gran multitud de indios
(pontoneros) hasta pasarla a otra ribera del río. Así, habiéndolas pasado todas las cinco criznejas,
22
Ing. Regal, Libro “Los Puentes del Inca en el Antiguo Perú”, p. 84.
Fig. 19.- Puente colgante Apurímac. Dibujo de Clementes Roberts Markhan
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
28
las ponen sobre dos estribos altos que tienen hechos de peñas (rocas) vivas, donde las hallan con
comodidad y no hallándolas, hacen los estribos de cantería tan fuertes como la peña misma”.
“El puente de Apurímac que está en el Camino Real del Cuzco a los Reyes (Lima), tiene un estribo
en peña viva y el otro de cantería. (Fig. 20) 23. Los estribos hacia la parte de tierra son huecos con
fuertes paredes a los lados. En aquellos huecos de una pared a otra, tenía cada estribo
atravesadas 5 ó 6 vigas de madera tan gruesas como bueyes puestos por su orden y compás
como escaleras de manos. Por cada viga de éstas (andajes), hacían dar una vuelta a una de las
criznejas de mimbres gruesa de por sí, y para que el puente esté tirante y no se afloje con su
mismo peso que es grandísimo; pero por mucho que lo tiren siempre hace vaga y queda hecho
arco, que entran (los viajeros) descendiendo hasta el medio y salen subiendo hasta el cabo; y con
cualquier aire que sea algo recio, se está meciendo”.
“Tres criznejas de las gruesas ponían por suelo del puente y las otras dos ponen por pretiles
(murete o cerco para seguridad de los transeúntes) de uno al otro lado del puente. Sobre las que
se sirve de suelo (calzada) echan madera delgada como el brazo atravesado y puesto por su orden
en forma de zarzo (tejido plano), que tomaba todo el ancho del puente; el cual sería de dos varas
(0.835 x 2-1.77m) de ancho. Echaban (colocaban) aquella madera para que guarde (proteja) las
criznejas para que no se rompiesen tan pronto y atábanles fuertemente con las mismas criznejas
más delgadas. Sobre la madera así atravesada, echaban gran cantidad de ramas atadas y puestas
por su orden; para que los pies de las llamas tengan de qué asirse y no deslicen y caigan”.
“De las criznejas bajas que sirven de suelo a las criznejas altas que sirven de pretiles, entretejían
muchas ramas y madera delgada muy fuertemente atada para formar pared en todo lo largo del
puente y así quedaba fuerte para que pasen por ella hombres y llamas”. Ver Fig. 20 A.
23
R. Ravines, Libro “Tecnología Andina”, p. 633.
Fig. 20.- Puente en Camino Real, dibujo de E.G. Squier, 1869.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
29
Los puentes flotantes.-
Fueron poco numerosos en el Imperio Incaico. Los cronistas insisten en que se hacían de enéa,
junco o espadaña, lo cierto es que se construían de totora, reemplazándose cada 6 meses. El
más afamado fue el puente flotante sobre el río Desaguadero que mandó construir por primera
vez el Inca Cápac Yupanqui y cuyo modelo se mantuvo en uso por mucho tiempo (Fig. 21) 24.
24
Dibujo Ing. Regal, “Los Puentes del Inca en el Antiguo Perú”, p. 46.
Fig. 21.- El puente de balsas sobre el Desaguadero, dibujo de E.G. Squier, 1869.
Fig. 20 A.- Puente sobre Rio Apurímac.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
30
Sobre la técnica de construcción de este tipo de puente, Garcilaso de la Vega dice: “De la paja
(totora) hacen cuatro maromas (sogas gruesas) como la pierna de una persona; dos echan sobre
el agua atravesando el río de una ribera a otra, cuya corriente por encima parece que el agua no
corre y por debajo lleva grandísima corriente. Sobre estas dos maromas en lugar de barcas echan
muy grandes haces (porciones de totora amarrada) del grueso de un buey, fuertemente atadas
una contras y a las maromas también; luego, echan sobre estas haces las dos otras maromas y las
atan fuertemente con las haces para que se incorpore y fortalezca una con otra. Sobre estas dos
maromas superiores, para que no se rompan rápidamente con el paso de las bestias, echan otra
gran cantidad de totora en haces delgadas como el brazo y la pierna, las cuales son; asimismo,
cocidos unos con otros y con las maromas. Estos haces menores constituyen la calzada del
puente. Este puente tenía ciento cincuenta pasos (120m) de largo y trece o catorce pies de ancho
(4.25m), siendo su altura sobre el agua de una vara (0.835m) castellana. Los cabos de las
maromas gruesas, que son el fundamento del puente, entierran debajo de la tierra y no hacen
estribos de piedra donde las aten”.
Los puentes de balsas.-
El sistema de “puentes de balsas” fue ideado por el Inca Huayna Cápac y construido por sus
ingenieros militares en un día, sobre un río grande que constituía un obstáculo para el Inca en su
campaña de sometimiento de los Chachapoyas, que se le habían amotinado. La rapidez de esta
construcción se debió a que en las orillas del río en mención, se encontró la cantidad suficiente de
balsas hechas de madera ligera (palo de balsa) que provenía de Quito; el trabajo consistió, como
Garcilaso dice: “Juntando todas las balsas como un zarzo; es decir, manteniendo los elementos
unidos como un tejido plano y amarrado con junco”. De esta manera, el Inca pasó con su Ejército
en escuadrón formado, a cumplir su cometido.
Las balsas constituían un medio rápido y discontinuo de pasaje de los cursos de agua,
reemplazando a los puentes cuya construcción era costosa y muy minuciosa; por lo tanto, su
fábrica se justificaba solo en los caminos reales.
Las balsas eran grandes y chicas; es decir, de cinco o de siete palos largos. Sobre las técnicas de
su construcción, Garcilaso dice: “…el palo del medio era más largo que todos los otros; los
primeros colaterales eran menos largos, luego los segundos eran más cortos, para que de esta
manera cortasen mejor el agua, y la misma forma tenían en la popa y en la proa”.
“Atánbanle dos cordeles, y por ellos tiraban para pasarla de una ribera a otra del curso de agua”.
En estas balsas, como se ha explicado, utilizaban la madera de balsa; sin embargo, por no
disponer frecuentemente de este material (palo de balsa), lo mismo que de totora, el ingeniero
pontonero incaico recurría a otro artificio para hacer balsas, conforme dicen los cronistas, el que
consistía en utilizar: “muchas calabazas secas y enteras, las que metían en una red, fuertemente
atadas unas con otras en un espacio de vara y media por lado (1.28m); cada redada es una balsa,
encima de la cual se pone la gente que debe pasar, y los balseros van a nado; uno o dos adelante,
tirando de ellas con unas cuerdas asidas a la frente, y otros detrás, también nadando y poniendo
las manos en la popa de la balsa, la van echado adelante, haciendo fuerza con los pies en el agua”.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
31
En el Imperio se estableció una sabia política de restauración y sustitución o reemplazo de los
puentes construidos para asegurar la continuidad de los caminos reales; y, con este propósito, las
autoridades civiles y militares de cada provincia tenían el material necesario para estos trabajos,
preparados de un año para el otro, de allí que el cambio del puente se hacía en brevísimo tiempo.
La oroya.-
Fue otra ingeniosa manera que utilizaron los incas para dar continuidad a los caminos en los casos
que era necesario atravesar ríos grandes, de mucha velocidad y turbulencia, o cuyas riberas
estaban constituidas por riscos y peñas, sin espacios para embarcar o desembarcar.
La construcción y funcionamiento de este artificio lo describe Garcilaso de la Vega, cuando dice:
“La Oroya la conforma una maroma o soga gruesa de hichos o de bejucos del grosor de una
pierna, la cual amarran muy tirante de ambas orillas del río a dos peñascos, si las hay, y si no, a
fuertes pilares o estribos hechos de piedra o árboles gruesos. De esta maroma cuelga un cesto o
canasta de mimbre con una asa de madera, gruesa como el brazo, y en forma redonda o arqueada
por la cual entra la maroma; en el cesto pueden ir de tres o cuatro personas. El cesto trae dos
sogas delgadas atadas a sus extremos, que terminan en cada orilla por los cuales tiran de la
canasta para pasarlas de una ribera a otra. Y si la maroma es tan grande y tiene una gran bajada y
caída en el medio; es necesario ir soltando la canasta poco a poco hasta el medio de la maroma,
porque va muy cuesta abajo, y de allí adelante la tiran a fuerza de brazo, ya sea por personal
asignado para este propósito por los curacas de la provincia; y, sino los hay, son los mismos
pasajeros los que tiran la soga”.
Este tipo de pasaje no se construyó en los caminos reales sino en los caminos secundarios, pero
fue de gran utilidad para que los funcionarios del Inca visitaran e inspeccionaran los pueblos de
una provincia determinada. Su empleo fue más frecuente en la serranía, especialmente sobre los
ríos Vilcanota y Mantaro.
LOS CENTROS ADMINISTRATIVOS Y LOS TAMBOS
Se ha expresado que el Tahuantinsuyo fue el prototipo del estado imperialista y por ende de
estado militar; en consecuencia, el Inca para poner en ejecución su política expansionista,
organizó un poderoso ejército para sojuzgar a las naciones y pueblos, dentro de la concepción de
culturización y no de esclavización. Si adaptáramos esta organización castrense incaica a los
conceptos contemporáneos, se vería que el ejército contaba, además de sus elementos de
maniobra, con elementos de apoyo administrativo, que por los roles que cumplieron
constituyeron verdaderos núcleos de poder militar y político.
Al mencionar estos elementos, que constituían el sistema logístico del Imperio, se hará con la
denominación con la que ahora se les conoce, es decir, como Centros Administrativos a los de
mayor envergadura, y Tambos a los más pequeños, los cuales se escalonaban a lo largo de los
principales caminos del Inca, de la costa y de la sierra, permitiendo así satisfacer las necesidades
logísticas del ejército en campaña, que lógicamente no tenía la complejidad que actualmente
requiere un ejército moderno. En base a los cálculos de necesidades de las diferentes clases de
abastecimiento, esencialmente de víveres, vestuario, armas y de alojamiento, que realizaba el
Quipucamayoc, el ingeniero militar incaico construía las siguientes instalaciones:
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
32
El denominado “Centro Administrativo”.-
El mismo que durante el Incanato constituyó un núcleo de poder militar y político; fue organizado
y diseñado para el dominio de una provincia y se construyó en las zonas más productivas del
Imperio. Cada uno de estos centros administrativos era un gran conjunto arquitectónico,
normalmente en torno a una gran plaza, e incluía instalaciones para el almacenamiento de los
productos y de las actividades estatales, en hileras de edificios de piedra techados con paja;
existían además, residencias oficiales y populares, conjuntos arquitectónicos de carácter religioso
(templos) y militar (pucaras), barrios de personal de servicio, etc.
De los depósitos de estos centros administrativos se proveían los ejércitos en campaña y las
guarniciones; y también servían para atender a los pueblos en casos de sequías, aluviones u otros
desastres telúricos.
Para tener un idea de la magnitud de una instalación de este tipo en el Imperio Incaico, se hará
referencia a uno de los Centros Administrativos estudiados por el arqueólogo C. Morris, el de
Huánuco pampa, (Fig. 22) 25. Acerca de él, Morris expresa: “Es un complejo arquitectónico en
torno de una gran plaza, y su estrado o ushno incluía numerosas viviendas oficiales y populares y
en la parte alta cuatrocientos setentinueve almacenes o colcas, con una capacidad de 3,000
metros cúbicos, donde se guardaban los excedentes de la producción, sin considerar otros
depósitos de ropa, herramientas y artículos de guerra”.
25
Historia General del Ejército Peruano, Tomo II, p. 380.
Fig. 22.-Plano general del Centro Administrativo Incaico de Huánuco Pampa,
con su gran plaza rectangular al centro y distribución urbana alrededor.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
33
Asimismo, acerca del Centro Administrativo de Vilcashuaman, construido a 2,500 metros de
altitud, el cronista Cieza de León, comenta: “En total habían, en sus alrededores, unos setecientos
almacenes o depósitos de maíz, sin considerar que habían otros para armas, vestidos y
herramientas”.
Así como los descritos, existen muchos más ubicados en Bolivia (Cochabamba) en gran cantidad y
estratégicamente ubicados para el control de los valles.
Los estudiosos G. Gasparini y L. Margolies en su obra “Arquitectura Inca”, citan como ejemplo al
Centro Administrativo de Cotapachi, “donde hay vestigios de 2,400 colcas perfectamente
alineados y con una capacidad equivalente de 4,800 toneladas de almacenamiento”.
Estas descripciones permiten resaltar la función sustantiva de los Centros Administrativos, que se
construyeron para cumplir con el doble propósito del Imperio Incaico, el de garantizar su
seguridad integral y, asimismo, el bienestar de sus pobladores, mediante la redistribución de los
excedentes entre las comunidades que lo necesitaran.
Los Tambos o Tampus
Fueron instalaciones logísticas que construyeron los ingenieros militares del Imperio a lo largo de
los caminos, principalmente en los troncales, espaciados entre 5 ó 6 leguas no exactamente
equidistantes; su ubicación casi siempre era en los puntos más difíciles del itinerario. Estas
posadas eran para el uso del Inca y de los diversos funcionarios imperiales, para el abastecimiento
de su ejército; así como, en ciertos casos, para alojamiento de las tropas del Inca e incluso para el
pueblo. Eran abastecidos por la provincia en cuyo ámbito territorial se encontraban edificados.
Los tambos eran grandes, medianos y otros pequeños; eran construidos con la participación de las
comunidades de los pueblos y provincias de acuerdo a las características geográficas del medio y
en función a las posibilidades de aprovisionamiento de la provincia donde se ubicaran. De
acuerdo a la finalidad del Tambo y a las posibilidades de la zona donde se iban a construir, el
ingeniero militar diseñaba estas instalaciones cuyas características generales, según el cronista
Juan de Velasco, eran las siguientes: “Constaba de un edificio cuadrado en cuyo interior había un
gran patio.
Fig. 22 A.- Detalle de arquitectura de
Huanuco Pampa,
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
34
La parte principal del edificio era una habitación techada, que por raro privilegio poseía tres
puertas; aquí se alojaban el Inca, los nobles o los funcionarios; las partes laterales eran galpones
de hasta doscientos pasos de largo, donde se alojaba el personal de servicio y acompañantes del
inca y demás viajeros o mercaderes. El centro del edificio era normalmente un patio. En la parte
posterior funcionaba la despensa donde se daba de comer al Inca y a todos los demás que fuera
menester, los depósitos o almacenes para el abastecimiento eventual del ejército que iba a la
guerra y el depósito de mantas con que se arropaban los viajeros. Detrás de todo el edificio
cuadrado estaban los corrales para guardar las llamas y alpacas de carga”.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
35
S E C C I Ó N 2
LA INGENIERÍA MILITAR DURANTE LA DOMINACIÓN ESPAÑOLA
1. La Ingeniería Militar en la época de la conquista.
2. En la época del Virreinato.
3. Durante la Independencia.
1. LA INGENIERÍA MILITAR EN LA ÉPOCA DE LA CONQUISTA
Esta etapa de nuestra historia se inicia con la declinación del Imperio Incaico y termina con el
sacrificio de Túpac Amaru I, último Inca de la resistencia, tras cuarenta años de cruentas luchas.
Esta etapa se caracterizó por lo siguiente:
- Insurgencia de los pueblos y naciones sojuzgados por los Incas, particularmente las
conquistadas durante el gobierno del Inca Huayna Cápac; debido a las relativamente
recientes anexiones.
- El territorio del Tahuantinsuyo era demasiado extenso, lo que imposibilitaba al Inca
consolidar su dominio sobre los pueblos y naciones avasallados por acción de las armas.
- Carencia de una auténtica identidad nacional, sumada a la carencia de una adecuada
estructura que permitiera mantener la unidad integral del Tahuantinsuyo.
- Sangrientas medidas represivas aplicadas por el Inca Huayna Cápac para combatir los
brotes de subversión, lo que originó que se acrecentara el resentimiento contra la
autoridad del Inca.
- Inesperada muerte del Inca Huayna Cápac y muchos de sus súbditos, como consecuencia de
una epidemia desconocida, presumiblemente introducida por los españoles que habían
llegado a suelo peruano, la misma que diezmó a las poblaciones del norte del
Tahuantinsuyo.
- Vacío de poder a la muerte de Huayna Cápac y consecuente rivalidad, por los derechos de
sucesión, entre sus hijos Huáscar y Atahualpa, lo cual favoreció el incremento de las
insurrecciones locales y originó enfrentamientos entre los grupos antagónicos.
- Caos interno y descontrol en el Tahuantinsuyo, que fue aprovechado por los
conquistadores españoles para culminar su tarea de conquista, en la que fueron apoyados
por los pueblos y naciones antes sometidos por los Incas, en razón de que veían en ellos a
su libertador.
La situación antes descrita y la carencia de otras informaciones acerca de las actividades del
ejército incaico; así como, acerca de la organización y actividades del ejército conquistador,
permiten establecer, por un lado, que las campañas o guerras de expansión características del
Incario fueron detenidas y, consecuentemente se paralizaron las obras que se gestaron en las
épocas previas, anulando así la capacidad y el desarrollo técnico alcanzado por los precursores de
la ingeniería militar de nuestros días; y, por otro lado, no permiten establecer si en el grupo
conquistador español podría haber existido personal cuya labor estuviera ligada a los trabajos de
ingeniería militar, tan necesarios en toda circunstancia de lugar y tiempo.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
36
2. EN LA ÉPOCA DEL VIRREINATO
Fue durante la gestión del Virrey don Francisco de Toledo (1569), que se consolidó el gobierno
virreinal en el Perú; y, como consecuencia de ello se pierde la soberanía estatal del Imperio
Incaico, episodio funesto marcado por la muerte de Túpac Amaru I, quien fuera el último Inca de
la resistencia; y, con ello empieza el vía crucis para los antiguos peruanos, quienes hubieron de
vivir una época de caos, explotación, sufrimiento y desdicha, derivados de los abusos en las mitas,
encomiendas y obrajes.
Sojuzgado el Imperio Incaico, avasallado su pueblo por los conquistadores, desaparece con ello la
presencia protagónica que tuvo, para convertirse en sujeto de una cruenta explotación y de su
transformación integral tanto racial, a través del mestizaje, cuanto en la absorción de nuevas
vivencias y creencias que lo anulan y hacen desaparecer en él, esa capacidad creativa que forjara
las obras de ingeniería militar, que constituyen motivo de orgullo nacional.
En esta etapa se propicia la transferencia tecnológica del Viejo Mundo, la que se plasma en una
serie de proyectos de ingeniería militar, tales como el diseño y replanteo de la fundación de
ciudades, la construcción de fuertes y castillos, y el amurallamiento de ciudades y puertos; obras
todas construidas para consolidar la dominación española en esta parte del Nuevo Mundo, y en
cuya ejecución participaron científicos e ingenieros militares españoles, así como también criollos
y mestizos que aprendieron los conocimientos sobre estas técnicas.
Las obras de ingeniería militar que se construyeron durante el Virreinato y que merecen
mencionarse son las Murallas de Lima y el Castillo del Real Felipe. Por el singular interés e
importancia que ellas tienen, se hará una breve descripción del proceso que siguieron estas obra
hasta su culminación, sin antes dejar de hacer también una ligera mención referente a las
ciudades españolas en el Perú.
La fundación de ciudades y pueblos españoles en el Perú constituyó el jalón sustantivo de la
hispanización en el país. Las ciudades fueron centros de dominación frente a la población nativa,
propiciando el mestizaje racial y cultural. También jugaron un rol militar preponderante, ya que
fueron los asientos de encomenderos, los que tenían armas y caballos que utilizaron para la
defensa del Rey contra todos los actos de rebeldía.
La ubicación, plano topográfico y replanteo urbanístico de las ciudades, fundadas entre 1532 y
1561, fueron inicialmente obra exclusiva de los conquistadores españoles, sin participación
técnica nativa en el diseño, pero es muy probable que en las postrimerías del coloniaje, sí la
hubiera, como mano de obra no especializada.
Entre los siglos XVI y XVIII, España, Inglaterra, Francia, Holanda, etc., se disputaban la hegemonía
en el Viejo Mundo, enfrascados en continuas luchas, cuyas consecuencias se irradiaron al Nuevo
Mundo creando serios problemas de seguridad a las colonias hispanoamericanas.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
37
Entre 1567 a 1763, se sucedieron alrededor de 37 incursiones de corsarios y filibusteros ingleses y
holandeses en los mares del sur, y de los cuales correspondieron al Virreinato del Perú unas diez.
Tales hechos originaron que la principal preocupación de los virreyes fuera atender a la “defensa
del litoral”, particularmente la defensa del Puerto del Callao, que implicaba también la seguridad
de las ciudades de Lima y Trujillo.
Es por esta razón que la Corona de España, por Real Cédula de 30 de Setiembre de 1580, dicta las
instrucciones al virrey Enríquez: “en orden de examinar las posibilidades de amurallar Lima”. Al
respecto se hicieron muchos proyectos iniciales, pero todos fracasaron por el inmenso esfuerzo
económico que representaba su ejecución, agravada por la situación caótica de la Hacienda
Pública, que no contaba con fondos públicos para este propósito, y por la falta de solidaridad de
los comerciantes y pobladores que no querían contribuir para hacer realidad este proyecto.
Esta situación determinó que la necesidad de “amurallar Lima” quedara en suspenso hasta el 22
de agosto de 1673 en que la Audiencia de Lima convocó a Junta de Guerra para realizar el
concurso correspondiente. Se presentaron tres proyectos, cuyos autores, el padre jesuita Jean
Raymond Connick, el lego dominico Juan Jiménez y Cosme Céspedes, presentaron cada uno sus
explicaciones fundamentadas para “ejecutarlo y los medios para financiar la construcción”.
Previas deliberaciones se decidió por el proyecto del Padre Connick (Fig. 23) 26.
26
Libro “Puertos y Fortificaciones en América y Filipinas”, p. 350.
Fig. 23.- Proyecto de defensa murallada de Lima, en base a Jean Raymond Connick, 1682.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
38
La memoria descriptiva de su proyecto comprendía tres partes: en la primera justificaba que la
“muralla” era el único elemento de “fortificación militar para defender Lima y no otro”; en la
segunda parte explicaba la configuración del recinto y en la tercera parte recomendaba el
financiamiento. Concluía el Padre Connick, “que el único sistema y el más eficaz de resguardar
Lima era circunvalarla mediante un muro y su foso, con la ubicación y distribución de baluartes y
cortinas de acuerdo con las técnicas de la arquitectura militar. Dispuesta así, la cerca era difícil de
asaltar, y constituía un factor disuasivo que desalentaría cualquier incursión contra la capital del
virreinato peruano a la que debía resguardársele libre de peligro, para acudir en auxilio de otra
localidad cuando fuera necesario”.
De acuerdo a lo contemplado en la segunda parte de la memoria descriptiva, se hará una
descripción sumaria del trazo de la muralla, la estructura de sus muros y su longitud perimetral.
- La muralla “arrancaba sobre la orilla izquierda del Río Rímac, en el sitio ahora denominado
la Barranca, seguía por el Convento de Santa Clara, el Monasterio del Prado, el de Santa
Catalina, la Recolección de Guadalupe, Belén, la Recoleta dominica y San Francisco de Paula
el Viejo, hasta encontrar nuevamente el Rímac junto a Monserrate”. Esta muralla cubría el
núcleo urbano, ubicado en la margen izquierda del río Rímac, excluyendo el Barrio de San
Lázaro y el arrabal de Malambo, para los cuales se preveía “guarnecerlas con algunas
trincheras en los montículos y estribaciones existentes, conjugados con el apoyo de los
baluartes previstos en Monserrate”.
- La estructura de los muros consistía “en dos parámetros de adobe sólidos, con un terraplén
intermedio, hasta sumar una sección de 11 metros que se descomponía de la siguiente
forma: 3.00 m. de la cara exterior y 1.20 m. de la cara interior, y el espacio entre ambas de
6.70 m. se rellenaría con el cascajo y tierra extraída del foso”.
“El muro exterior alcanzaría 4.62 desde su cepa y el interior 2.94 m. El foso presentaría una
anchura de 15.12 m. con 3.36 m. de profundidad”.
“La planta, según el plano, desarrollaba un polígono de 8,400 m. de longitud, en el que se
inscribían veinticinco baluartes con sus correspondientes cortinas. Cada uno de ellos ofrecía una
cara de 67.20 m. y un flanco de 29.40 m.; cada lienzo medía aproximadamente 134 m. de
longitud, que podían ser batidos por los disparos de un mosquete”.
En la tercera parte de su memoria detalla el costo de la obra, “cifrado en un total de 618,360
pesos, monto que podía obtenerse aplicando arbitrios, como sisa sobre la carne, retención de la
mensualidad del arrendamiento de cada inmueble y de cada propiedad rústica y un donativo de
todo el país”.
La Audiencia de Lima remitió a Madrid los planos e informes del proyecto, el mismo que fue
archivado en la Metrópoli; sin embargo, ante los riesgos permanentes a los que estaba sometida
la capital del Virreinato del Perú, situación que se agravó con la caída de la plaza fuerte de
Veracruz, determinaron que el Virrey Duque de la Palata, se decidiera, el 26 de octubre de 1683, a
la ejecución del proyecto del Padre Connick; sin embargo, recién el 30 de junio de 1684 se colocó
la primera piedra, dando inicio a la obra que culminó en diciembre de 1687.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
39
Es conveniente señalar que la construcción de la “Muralla de Lima” no se sujetó a los planos
originales; se desconocen las razones de tal hecho. Es probable que la “urgencia” de su edificación
se justificaría tanto por la presencia del Corsario David en las costas de Chile, cuanto por razones
de orden económico. Una vez terminada la obra, fue motivo de reproches y censuras y observada
al punto de vista técnico, por lo siguiente:
- Se incrementó la longitud perimetral del cerco, que llegó a totalizar 11,700m., por incluir el
barrio del Cercado y evitar la demolición de varios inmuebles.
- No se construyó el foso ni obras exteriores, así como el terraplén interior, lo que
desvirtuaba la capacidad defensiva de la muralla.
- Se construyeron cimientos no consistentes, no obstante que la zona estaba conformada por
terrenos poco sólidos y surcados por numerosas acequias, lo que la debilitaba ante los
continuos movimientos telúricos.
- No se construyeron troneras o portañolas para instalar piezas de artillería.
Estos y otros defectos técnicos en la construcción, dieron margen para afirmar que la “Muralla de
Lima” tenía “únicamente un valor decorativo”, sin ningún valor práctico como elemento
estratégico para proteger a Lima de un asalto por sorpresa.
En octubre de 1746, siendo Virrey del Perú el Conde de Superunda, se produjo un terrible sismo y
maremoto que destruyó totalmente al amurallamiento del Callao. Para restaurar las obras de
defensa, el citado Virrey, designa una Comisión Técnica, la que debía diseñar y proyectar la
reconstrucción de la defensa del Puerto, mediante la construcción de una verdadera “obra de
fortificación”, organizada dentro de un sistema defensivo.
Encargó esta responsabilidad al francés don Luis Gaudin, catedrático de matemáticas de Lima y
cosmógrafo mayor del reino, los otros miembros de la comisión eran el piloto de la Real Armada
don Joseph Aymich, experto en matemáticas y geometría, y Juan Francisco Rossa, experto en
fortificaciones e imbuido de las “nuevas” corrientes del siglo XVIII en el empleo de la “Fortificación
Moderna Permanente Abaluartada”, que modificaba las técnicas de las “viejas defensas
estáticas”, por la defensa ofensiva del nuevo sistema.
El Virrey aprobó el proyecto presentado y dispuso su ejecución, a partir de enero de 1747, bajo la
dirección del Ing. Aymich, originando así que el Callao se adaptara a la nueva concepción de
“ciudad fortificada” de forma pentagonal. A esta obra, el Virrey la denominó “Castillo del Real
Felipe” en memoria del difunto Rey Felipe V. (Fig. 24) 27.
27
V. Rodríguez Casado y F. Pérez Embid, Libro “Construcciones Militares del Virrey Amat”, p. 180.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
40
El Castillo tiene forma pentagonal y en cada uno de sus vértices existió un baluarte con nombre
específico: Del Rey, de la Reina, del Príncipe, de la Princesa, y de San José; tiene dos puertas: la
Real y la del Socorro.
Los baluartes del Rey y de la Reina tienen levantados torreones, construidos en 1771 y 1774,
respectivamente. El Torreón del Rey tiene dos plataformas circulares para artillería e
interiormente pequeñas casamatas y habitaciones para la guarnición. El Torreón de la Reina tiene
cuatro plataformas para artillería internamente unidas por un sistema de escaleras, pasadizos y
plantas en diferentes planos y, asimismo, casamatas y habitaciones para oficiales, tropa y la
guarnición, como también un lugar de reclusión militar.
Los baluartes del Príncipe y de San José, semejantes entre sí, están completamente vacíos. El
baluarte de la Princesa es de forma cuadrangular con Torreón y bóveda a prueba de bombas, que
es la casamata de alojamiento.
Sucede al Virrey Manso de Velasco el Virrey Gobernador del Perú don Manuel Amat y Junyet
Planella Atmerich y Santa Pau, a quien correspondió terminar esta fortaleza en 1774. Realizó una
serie de mejoras en los trabajos terminados de la gestión anterior y culminó las obras
construyendo la “contraescarpa del foso”; bajo las rampas construyó almacenes a prueba de
bombas, rellenó explanadas, edificó más cuarteles; en los lienzos de la muralla y a los lados de las
puertas eleva torreones aspillerados y almenados, bien abrigados en mampostería traza las
Fig. 24.- Plano del Fuerte del Real Felipe del Callao.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
41
casamatas destinadas a guardar las piezas que harán fuego por la abertura del muro para
destrozar a los posibles atacantes.
Con relación a la construcción del Castillo del Real Felipe se conoce quienes diseñaron el proyecto
de la obra, sin embargo, no se conoce a los oficiales de ingeniería que habían participado en su
construcción, pero se infiere que sí los hubo y probablemente tan eficientes como el Sub Teniente
Ayudante de Ingenieros Antonio de Estrimania, quien por encargo del Virrey Amat y Junyet
levantara el “Plano de Lima y de la Costa”, en mayo de 1771.
Tal inferencia se basa en el hecho de que en aquella época existían oficiales egresados de la
“Academia de Matemáticas e Ingeniería Militar”, que fuera creada en América por la Metrópoli
para que los españoles e hijos de españoles se formaran en esta “Escuela de Fortificación
Hispanoamericana”, y aprendieron las nuevas técnicas defensivas sobre “Fortificación
Abaluartada Española”.
Lo evidente es que en la construcción del Castillo del Real Felipe intervinieron algunos oficiales de
ingeniería y muchos españoles expertos en diferentes oficios de la construcción. Todos ellos
forjarán esta obra que constituye la máxima expresión de la ingeniería militar en la colonia; que se
construyó fuerte para que luchara contra el tiempo y que, hasta hoy, permanece casi intacta (Fig.
24 A y B), mostrando su aspecto exterior macizo y aplastado, con fuertes cimientos, ejemplo de
obra que en aquella época de nuestra historia se caracterizó por su sobriedad y rigidez. Además
de las obras señaladas, que son ejemplos portentosos de la ingeniería militar en el coloniaje, la
transferencia tecnológica procedente de Europa propició modificaciones en la arquitectura, tales
como las estructuras en arco que fueron empleadas en puentes, actualmente en pleno uso, como
los construidos sobre los ríos Rímac, Apurímac y Mantaro, etc.
Fig. 24 A.- Vista aérea actual de la Fortaleza del Real Felipe del Callao.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
42
3. DURANTE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ
Es por todos conocido que la conquista del Imperio Incaico no fue tarea fácil para los españoles; si
lo lograron, fue después de muchos años de lucha cruenta; y lo hicieron en forma parcial, ya que
el espíritu incaico rebelde, que en la colonia siempre existió, se puso en evidencia en diversas
manifestaciones de rechazo y protesta contra la dominación española, como una actitud valiente
de su lucha por la independencia, para lograr su rol histórico, sustentada en la libertad y la justicia
social.
No se debe olvidar, por otro lado, el rol que le cupo desarrollar al Perú como principal
protagonista en las luchas por la independencia en el continente americano. Dentro de este
enfoque es posible establecer tres etapas en la lucha contra la dominación española en el Perú:
- Bajo la dirigencia Inca y el apoyo de curacas regionales, entre 1572 a 1783, destacando las
revoluciones de Manco Inca, de Túpac Amaru Inca, de Juan Santos Atahualpa y de Túpac
Amaru II.
- Bajo la dirigencia de los criollos provincianos, aliados con los miembros de los linajes incas
que salvaron del genocidio del siglo XVIII, que tiene su máxima expresión en la revolución
nacionalista de 1814 y 1815 de los Pumacahua y de los hermanos Angulo; y,
- Bajo la dirigencia de los españoles americanos o criollos, desde 1820 a 1824, que culmina
en las batallas de Junín y Ayacucho, con la ayuda de los ejércitos aliados comandados por
San Martín y Bolívar, y con lo cual se puso punto final al poder colonial hispano y se selló la
independencia del Perú y de América.
En la composición de los ejércitos, tanto virreinal como patriota, que intervinieron en las luchas
por la independencia, participaron los criollos, los mestizos y grandes contingentes de personal
Fig. 24 B.- Vista actual del Torreón del Rey, Fortaleza del Real Felipe del Callao.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
43
nativo. En ambos contendientes se evidenció, en mayor o menor grado, la presencia del ingeniero
militar, particularmente en el caso del ejército virreinal, en el cual, si bien no existían unidades de
ingeniería organizadas permanentemente, sí se formó el denominado “Cuerpo de Ingenieros” en
función a lo dispuesto en la “Ordenanza de 1803” 28; la cual normaba las atribuciones y
prerrogativas de dicho organismo en lo referente a la dirección y ejecución de “todas las obras de
cualquier género de arquitectura militar, civil o hidráulicas”. Bajo la dirección del citado Cuerpo se
organizaban, temporalmente, “Unidades de Zapadores” al mando de Oficiales Facultativos de
Ingeniería, las que eran empleadas en la construcción y/o reparación en guarnición, de cuarteles,
vivaques, puestos de guardia, depósitos y demás edificios militares; y en campaña, para
incrementar el valor del terreno mediante la construcción de fosas, trincheras, parapetos, y para
detener o limitar el movimiento del adversario mediante la destrucción de puentes, oroyas y
balsas, etc.
En el caso de los ejércitos patriotas, no ha sido posible encontrar información que permita
precisar el rol que cumplió su ingeniería militar; siendo probable que hubieran realizado algunos
trabajos, particularmente de fortificaciones y obstáculos, tales como aquellos ejecutados por las
huestes de Juan Santos Atahualpa, quien ordenara “cortar los puentes sobre el río Chanchamayo
y obstruir los caminos”, para evitar que las tropas españolas situadas en Quimiri recibieran
refuerzos, o aquellos ejecutados por las huestes de Túpac Amaru, quienes llegaron “a represar
ríos a fin de lanzar sus aguas sobre las defensas de la ciudad” para lograr la toma de Sorata y la
Paz, en Bolivia; o llegaron a construir “un zanjón cavado cerca a Tinta”; la muralla “cerca a
Pampamarca”, y la muralla construida en Combapata, que consistía en un recinto “amurallado de
adobes y espinas”, con dos cañones pesados 29.
La proclamación de la independencia, efectuada el 28 de julio de 1821 no significó la desaparición
ni la derrota del ejército realista. Consciente de esta situación y en previsión a futuros conflictos
bélicos, el General José de San Martín, en su condición de “Protector de la Libertad del Perú”,
creó el primer Cuerpo Militar del nuevo Ejército Peruano al que denominó “Legión Peruana de la
Guardia”, y lo hizo mediante Decreto que expidiera el 18 de agosto de 1821, con la finalidad de:
“sostener la Independencia del Perú” y “Servir de modelo de los demás por su valor en los
combates y por su disciplina en todas las circunstancias”. 30 Dicho cuerpo estaba constituido por
Unidades de Infantería, Caballería y Artillería, cuyos integrantes eran los veteranos participantes
en la lucha por la Independencia y los de las “Partidas de guerrillas”.
Como es posible apreciar, la composición de dicho cuerpo militar obedecía al “Modelo Europeo” y
en él aún no figuraba “oficialmente reconocida”, el Arma de Ingeniería; sin embargo, su existencia
se posibilita en base a lo dispuesto en el Decreto del Protector N° 805, del 3 de setiembre de 1822
y cuya copia se muestra en el Anexo 1.
Dicho documento, que constituía un reglamento adicional a la Ordenanza de 1803, tuvo por
objeto “dar al ramo facultativo de ingenieros un centro de unidad correspondiente a su
28
Oviedo Juan, “Colección de Leyes, Decretos y Órdenes”, Tomo XIV, Cap. XXVI, p. 232. 29
Historia General de Ejército Peruano, Tomo II, Vol. I, pp. 489 y 506. 30
Ibídem, p. 498.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
44
establecimiento; del cual emanan directamente los conocimientos, dirección y economía de todas
las obras de cualquier género de arquitectura militar, civil o hidráulica que hayan de emprenderse
en el Territorio del Estado”, con lo cual se reconocía la importancia de su existencia y se le
otorgaba un lugar de preeminencia en el ámbito militar de aquel entonces.
En los archivos correspondientes a la etapa de la independencia existe muy poca información
acerca de la labor del “ramo facultativo de ingenieros”, al parecer porque esta institución ni se
organizó ni funcionó tal como lo establecían los documentos que le dieron origen; sin embargo,
ella ha permitido destacar su presencia, en unos casos, a través de la ejecución de obras y
proyectos orientados a proporcionar bienestar a la población (lo que actualmente se denomina
“trabajos de acción cívica”), y, en otros casos, mediante las actividades técnicas y administrativas
realizadas por el Comandante del Cuerpo de Ingenieros, tal como es posible apreciar a
continuación:
- En un Oficio 31 que cursara, a nombre de “Su Excelencia el Protector”, el Ministro de Estado
y Relaciones Exteriores al Señor Ministro de Guerra, le solicita que ordene al “Sub Inspector
de Cívicos” para que el Comandante de Ingenieros don Juan Pallardelli ponga “doscientos
trabajadores de su cuerpo para concluir cuanto antes la calle Siete de Setiembre” (acción
cívica).
- Don Francisco Ugarte, Comandante del Cuerpo de Ingenieros, ante el desorden inicial en la
organización del Cuerpo, en una primera solicitud dirigida al “Excelentísimo Señor
Presidente de la Junta de Gobierno” pone de manifiesto su celo profesional sobre el
particular, y además solicita se le confirme “Si los Oficiales del Cuerpo están en todo el goce
de las prerrogativas que les franquea dicha ordenanza (Decreto N° 805), tanto en sus pagos
y gratificaciones cuanto a los trabajadores y operarios en ejercicio”.
- En otra gestión, solicita al Director General de Marina que acelere la refacción del lanchón
utilizado por el “Ramo de Fortificaciones” en la bahía del Callao, toda vez que el ingeniero
responsable de la obra “La estacada del Castillo del Sol” ha manifestado que dicho trabajo
está experimentando continuas paralizaciones.
- En otra oportunidad, el Comandante General de Ingenieros pide la aprobación del “Cálculo
Prudencial del Costo” de la obra denominada “Hacer un cauce o canal a las corrientes del
río Rímac, desde el puente al paralelo del Baluarte de Monserrate”. Dicho costo era de
7,200 pesos, pero “atendiendo al bien público y economía del Estado puede ajustarse a
3,600 pesos”, siempre que “los amos de las haciendas de las inmediaciones manden el
tercio de sus siervos por solo un día en cada una de las semanas en que duren las obras”;
asimismo, deben participar los “Borriqueros” y los “Vecinos que por barrios destinen cierto
número de hombres”; los jueces ordinarios cuidarán que “se destinen a los vagos por 8, 15
ó 20 días a la obra”; igualmente, “los presos de las cárceles” y de parte del Cuerpo de
Ingenieros, el Oficial encargado de la obra y los “Sobrestantes” necesarios, los que ganarán,
estos últimos, “el diario que se les considere suficiente”, y aquellos, “dos reales para la
comida”.
- Finalmente el Comandante de Ingenieros, preocupado por obras de gran utilidad y de
ornato de la ciudad, preparó un presupuesto para la reparación del “Puente de la Ciudad
31
Documento N° 26, del 2 de Set de 1882, Legajo N° 37, Carpeta N° 2, de los archivos del CEHMP.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
45
sobre el río Rímac”, el que necesitaba del reforzamiento y mejoramiento de los cimientos y
estribos. El Estado no pudo atender la solicitud del Comandante de Ingenieros por carecer
de fondos, pero apreciando la “importancia y necesidad de su ejecución”, se trasladaron
todos los documentos del proyecto a la Municipalidad de Lima para que ésta la ejecutara.
Es pertinente hacer conocer que el término “Facultativo”, asignado a los ingenieros militares de
aquel entonces, corresponde a la acepción que en los ejércitos franceses se utilizaba para
referirse a los oficiales que integraban “Armas Especiales”, por los amplios conocimientos
adquiridos durante su formación. Se calificaban con dicha acepción tanto al “Artillero” cuanto al
“Ingeniero”, porque éste se prepara para “fortificar las plazas y posiciones”, conduce y coloca “los
puentes militares”, construye “los edificios necesarios” y contribuye con sus conocimientos
especiales al “ataque y defensa”.
Muchos jóvenes peruanos, en los albores de la vida independiente, ganaron becas para estudiar
en las Escuelas Militares de Bruselas (Bélgica) y en Francia y/o en Institutos Superiores del país y,
una vez egresados y seleccionados mediante concurso, se integraron a los cuerpos de ingenieros
como “Ingenieros Militares Facultativos”.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
46
S E C C I Ó N 3
LA INGENIERÍA MILITAR EN LA REPÚBLICA HASTA COMIENZOS DEL SIGLO XX (1900)
1. Durante los primeros años de vida republicana
2. En el Combate del 2 de Mayo de 1866
3. En la Guerra con Chile.
4. Durante la “Reconstrucción Nacional”
1. DURANTE LOS PRIMEROS AÑOS DE VIDA REPUBLICANA
En el período de 1822 a 1824, la naciente República del Perú vivió situaciones públicas cuyas
características eran las de anarquía, originada por un lado por las derrotas militares sufridas por
las fuerzas patriotas en las denominadas Campañas de Intermedios, conducidas por la Junta de
Gobierno que había sido designada por el Congreso Constituyente de 1822 ante el retiro del
General San Martín, y por el Mariscal José de la Riva Agüero, primer Presidente de la República y,
por otro lado, por el vacío de poder y falta de conciencia nacional de la clase política, etapa que se
agudizó con las desavenencias entre el Congreso y el Ejecutivo.
Esta situación fue superada con la llegada del Libertador Simón
Bolívar, quien convertido en Dictador del Perú, por los plenos
poderes que le otorgara el Congreso en febrero de 1824, se dedicó a
preparar “la última campaña contra los españoles” la que culminó
con los triunfos del ejército liberador en las Batallas de Junín y
Ayacucho, y con la firma de la Capitulación de Ayacucho por el
Virrey La Serna, a partir de lo cual el Perú quedó libre de la
dominación española.
Durante este período, los dos primeros presidentes del Perú
republicano, el Mariscal José de la Riva Agüero y su sucesor el
Marqués de Torre Tagle, mostraron sus buenos propósitos y
preocupación para fortalecer y mejorar la formación profesional de
los futuros oficiales del ejército y entre ellos, de los ingenieros
militares. Así el Mariscal De la Riva Agüero expide el Decreto
Supremo N° 811, del 8 de marzo de 1823, disponiendo la creación
de la “Academia Militar”, en la cual se instruiría en el arte de la
guerra y tomando como enseñanzas las guerras napoleónicas, a los
cadetes y guardiamarinas, proporcionando su formación en las
especialidades de Infantería, Caballería, Artillería e Ingeniería. Tal
disposición no llegó a decretarse.
Fig. 25.- Uniforme de Oficial de Ingeniería en 1823. Dibujo de R. Parodi G., 1984.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
47
Por su parte el Marqués de Torre Tagle emitió el Decreto Supremo N° 489, de agosto de 1823, en
el cual se detalla el uniforme de los oficiales ingenieros del Ejército, el mismo que debía constar
de “casaca y centro azul, solapa, cuello y marruecos de terciopelo negro, vivos y barras blancas;
siete ojales de oro en cada lado de la solapa; dos castillos bordados en el cuello conforme al
modelo que se dará; faja blanca con pasadores de seda encarnada y borlas del mismo color;
botón y cabos amarillos y plumas negras con blanco en el sombrero”. Es probable que este
dispositivo tampoco fuera cumplido.
En la composición del Ejército Unido Libertador, que participó en las campañas de Junín y
Ayacucho, se aprecia la presencia tanto de oficiales cuanto de Unidades de Ingeniería. Así como,
integrantes de la Plana Mayor del General en Jefe, en la Batalla de Junín, gran Mariscal José de la
Mar, estuvieron el Comandante General del Cuerpo de Ingenieros Crl. Clemente Althaus y su
ayudante el Capitán de Ingenieros graduado, Manuel Porras. Es probable que dichos oficiales
también participaran en la Batalla de Ayacucho y su función sería la de asesorar a su Comandante
General en el mejor empleo de las unidades de zapadores, organizadas y preparadas para
ejecutar trabajos específicamente planeados. Respecto a estas unidades, se relieva la presencia,
entre los cuerpos cívicos de Lima 32, del “Cuerpo de Zapadores” que actuó en el ejército unido y
cuyo Jefe fue el Comandante de Ingenieros Francisco Pallardelli, y el Sub Jefe, el Sargento Mayor
de Ingenieros Juan Portocarrero.
El período comprendido entre 1827 y 1844, al que se ha denominado de “La Soberanía Nacional”,
se caracterizó por la inestabilidad política imperante, debido a la incapacidad de las elites para la
formación del estado y la sucesión de gobiernos militares que se disputaban el poder ante la
anomia de la clase política, a lo que se sumó los intereses geopolíticos del exterior que originaron
la salida de tropas a Bolivia y la Gran Colombia en 1828, el establecimiento y disolución de la
Confederación Perú-Boliviana en 1836-1839 y, el conflicto con Bolivia de 1842; circunstancias que
frenaron el progreso nacional y debilitaron ostensiblemente la economía del Estado con las
consiguientes consecuencias de no poder satisfacer las necesidades destinadas a mejorar la
organización y los cuadros del ejército.
En este período gobernaron sucesivamente los caudillos militares José de la Mar, Agustín
Gamarra, Luis José Orbegozo, Felipe Santiago Salaverry, Andrés Santa Cruz, Francisco Vidal,
Crisóstomo Torrico, y Manuel Ignacio de Vivanco; finalizando el período con el triunfo del Gran
Mariscal Ramón Castila, quien resultó electo presidente de la República por voluntad popular y
asumió el cargo en abril de 1845, iniciándose así el apogeo republicano sustentado en el imperio
de la Ley y de la Constitución.
La preocupación del Presidente Ramón Castilla, por los aspectos que atañen a la defensa nacional,
fue siempre clara, precisa y permanente, y ella se manifestó a través de las orientaciones y
directivas que impartiera a sus Ministros de Guerra y Marina para que en la exposición de sus
memorias ante el Congreso, plantearan “las previsiones, realizaciones y urgencias en este
campo”. Algunos extractos de dichas memorias, relativos particularmente a la ingeniería del
ejército, se indican a continuación:
32
Historia General del Ejército Peruano, Tomo IV, Vol. 3, p. 1312.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
48
En las memorias expuestas en 1845, el coronel de caballería y consejero de Estado, Dr. Manuel
Mendiburu, manifestó que en aquel entonces aún no existía el “Escalafón en el Ejército”, por lo
que la cobertura de las plazas autorizadas, por grados y por Armas para los oficiales, que pasaron
lista ese año se justificaba con el Presupuesto Fiscal correspondiente. Respecto a los ingenieros
del ejército, precisó que pasaron lista un total de cinco Sargentos Mayores (a 140 pesos
mensuales c/u) y un Capitán (80 pesos mensuales).
Asimismo, puso en conocimiento la urgente necesidad de restablecer el “Colegio Militar” que
fuera cerrado desde 1834, por desórdenes revolucionarios o, en su defecto, que se autorice y
apoye “la formulación del Reglamento en el que se diseñe la enseñanza y el número de alumnos
de acuerdo a las disponibilidades del momento”.
Manifestó también que los pocos ingenieros militares existentes “estaban comisionados para
formular amplios y exactos itinerarios (levantamientos) de los caminos a los departamentos y
provincias y sus correspondientes distritos de la República, por todas direcciones”; habiéndose
expedido, para tales casos, el respectivo Decreto Supremo del 9 de junio de 1845, 33 en el cual se
nombraba, para dichos fines a los siguientes oficiales de Ingeniería: Coronel Jefe de Ingenieros
Militares, José Castañón, para el Dpto. de Puno; Sargento Mayor de Ingenieros José Gregorio La
Rosa, para Lima, Callao y Chiclayo; Sargento Mayor de Ingenieros Miguel Saturnino Zavala, para
los departamentos de Piura y Moquegua; Sargento Mayor de Ingenieros José Toribio Mansilla,
para el Dpto. de Huancavelica; Sargento Mayor de Ingenieros José Francisco Cañas, para el Dpto.
de Ancash; Sargento Mayor de Ingenieros Félix Cox, para Junín; Sargento Mayor de Ingenieros
Ramón Ascárate para La Libertad; y Sargento Mayor de Ingenieros José Noel, para Ayacucho.
En sus memorias expuestas en 1847, el entonces Ministro de Guerra y Marina General José Rufino
Echenique, hace conocer al Congreso la situación militar del país frente a las amenazas de Bolivia,
que podrían afectar la integridad nacional, y frente a la expedición que, desde Europa, preparaba
el ex Presidente del Ecuador Juan José Flores, con auspicio de la Reina María Cristina de España,
“con la pretensión de instaurar un trono para un monarca de dicho país en el Ecuador”, todo lo
cual obligaba a “levantar al Ejército y a la Marina en pie de guerra”.
Por otro lado, insiste en la necesidad de crear una “Escuela Militar Central” para la formación
profesional de los oficiales en concordancia con los últimos progresos de las ciencias exactas.
Incide también en hacer notar la carencia de oficiales facultativos de Artillería e Ingeniería, tan
necesarios en un ejército bien organizado, y concluye solicitando se le autorice hacer los gastos de
planificación para el local de la Escuela Militar y para la creación de los cuerpos de oficiales
facultativos antes citados.
Como aún no existía el Escalafón General, hace conocer que en aquel año existía un Coronel de
Ingenieros y tres Sargentos Mayores Ingenieros; y, además, informa que las comisiones
encargadas de formular “itinerarios” habían culminado sus trabajos, excepto en los
departamentos de La Libertad, Amazonas y Huancavelica.
33
Ing. Regal Alberto, “Castilla Constructor”.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
49
En sus memorias expuestas en 1849, el Ministro de Guerra y Marina Don José María Raygada,
reclamó la creación de dos compañías de zapadores, así como un nuevo cuerpo de ingenieros, en
razón de que no ha sido creada “una arma especial”; y por lo contrario, podría servir de base para
crear dos compañías de zapadores, con un triple propósito: “en provecho del ejército cuando
entrase en guerra” y “en tiempo de paz, empleándolas en la conservación y reparación de las
fortalezas existentes en el país”, y; finalmente, “dedicándolas a la instrucción de zapadores de
milicias (Defensa Civil) para prestar benéficos servicios en caso de incendio, inundaciones y otros
propósitos, incluyendo el de Policía Urbana”.
Insiste también en hacer notar que una nación que “carezca de oficiales y tropa de esta arma
(Ingeniería), no puede decirse poseedora de un ejército bien organizado”, y concluye afirmando
que “si el Perú ha de contar con un ejército permanente; por pequeño que sea, debe crear un
nuevo cuerpo de ingenieros, en función a los importantes trabajos que debe realizar tanto en la
guerra como en la paz”.
En aquella oportunidad presenta, por primera vez, el Escalafón General del Ejército, lo
correspondiente a los ingenieros militares en el cual se aprecian:
CORONELES GRADUADOS (*)
ARMA NOMBRE ANTIGÜEDAD
- Ing. Beltrán Pedro 08 Feb 1848
TENIENTES CORONELES EFECTIVOS (**)
- Ing. Beltrán Pedro 05 Nov 1842
SARGENTOS MAYORES EFECTIVOS (**)
- Ing. La Rosa José Gregorio 09 Jun 1834
- Ing. Cañas Francisco José 04 Ene 1842
- Ing. Velarde Manuel José 08 Oct 1844
- Ing. Castañón José 02 Nov 1846
(*) Grado del Oficial cuyo despacho aún no ha sido firmado. Usa como distintivo de grado, el que tenía
como “Efectivo”. (**) Grado del Oficial acreditado por el despacho firmado por el Presidente de la República. Usa el
distintivo de grado correspondiente.
Además de lo expuesto, merece relevarse la expedición del Decreto Supremo N° 809 del 19 de
junio de 1848, hecho por el Gran Mariscal Ramón Castilla, mediante el cual restablece la
“Comandancia de Ingeniería, con las facultades y atribuciones que se le asigna la Ordenanza de
1803 y el Decreto Protectoral N° 805 de 1822”, y nombra como Comandante del Cuerpo al
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
50
Coronel de Ingenieros José Domingo Espinar. Dicho profesional fue gestor de magníficos
proyectos como el del puente de Quiquijana en el Departamento del Cuzco, proyectado en 1847 y
construido en 1850, “en el mismo pueblo donde los Incas construyeron uno de Criznejas, de
Cabuya o Magüey”. El puente, que se conserva hasta la fecha, es de 3 arcos, de sólida albañilería,
tiene una longitud total de 42.50 m. y un ancho de 5.00 m. (Fig. 26) 34 .
Además de las características señaladas, el ingeniero Regal dice: “es todo de albañilería, de cal y
piedra; y se han combinado de tal manera que los pilares y arcos son de gris rojo o gris oscuro y
las piedras que forman los parapetos, de travertino blanco”.
A partir de 1851, los presidentes del Perú, que sucedieron al Gran Mariscal Ramón Castilla,
también demostraron su preocupación y empeño por incrementar y mejorar la organización del
ejército y la profesionalización de sus cuadros de oficiales; inquietudes que, desde el punto de
vista de la ingeniería, se aprecian en los siguientes hechos:
- Durante el gobierno del General José Rufino Echenique, se adquirió en Inglaterra el primer
puente metálico para ser instalado sobre el río Lurín, operación que fue encomendada al
Coronel de Ingenieros José Álvarez y Thomas, Inspector y Comandante General del Cuerpo
de Ingenieros en aquel entonces.
- En el mismo período, el Ministro de Guerra y Marina Juan Crisóstomo Torrico reitera al
Congreso la “necesidad que el ejército tiene, del Arma de Ingenieros, que además de ser la
más terrible por los estragos sorprendentes que ocasiona en las fuerzas enemigas, es un
auxiliar poderoso de la Infantería, principalmente en aquellas situaciones difíciles en que es
preciso duplicar el número por medio de las obras de fortificación de campaña, la
construcción de los puentes y el modo de inutilizarlos en ocasiones; el de derrumbar
caminos y abrir otros; el de facilitar vados y hacerlos impracticables”; y concluye
34
Ibídem.
Fig. 26. Puente de Quiquijana en el departamento del Cuzco, construido en 1850.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
51
sosteniendo que por tales razones es necesario que esta Arma sea “introducida en la
organización del Ejército”.
- Los gobernantes que sucedieron al General Echenique continuaron reclamando al
Congreso, a través de los correspondientes Ministros de Guerra y Marina, la creación del
Arma de Ingeniería, en vista de los eficientes servicios que proporcionaría tanto en el
aspecto militar, apoyando e incrementando la eficiencia de las tropas, cuanto
proporcionando apoyo a la civilidad en la construcción de obras públicas.
- Continuó publicándose en el Escalón General del Ejército la situación de los Jefes y Oficiales
de Ingeniería, cuyo número variaba de un año a otro. Así por ejemplo, en el
correspondiente al año 1864, aparecen inscritos los Coroneles de Ingenieros José Álvarez y
Thomas y José Domingo Espinar, los Tenientes Coroneles Efectivos Francisco José Cañas,
Manuel José Velarde y José Castañón; el Sargento Mayor Efectivo y Teniente Coronel
graduado Manuel Mansilla; el Teniente Efectivo y Capitán graduado Eduardo Álvarez y
Pinillos; y, los Sub Tenientes Efectivos y Tenientes Graduados Felipe Arancibia, Francisco
José Barrera y Cruz Emilio Frisancho.
- A medida que transcurría el tiempo y como consecuencia de la inestabilidad política que
vivía la República, fueron decayendo, en intensidad y énfasis, las gestiones para la creación
del nuevo Cuerpo y Unidades de Ingeniería; sin embargo, los ingenieros militares
disponibles continuaban por un lado con sus labores de asesoramiento, en su condición de
integrantes del Estado Mayor General del Ejército; y, por otro lado, realizaban algunas
tareas específicas a ellos encomendadas, como en el caso en que una comisión integrada
por el Teniente Coronel del Cuerpo de Ingenieros Francisco Cañas y el Sub Teniente Iglesias,
fue nombrada para que formule el croquis del valle de Ate, el que debía incluir las avenidas
(lluvias) de la sierra.
2. EN EL COMBATE DEL DOS DE MAYO DE 1866
El Combate del 2 de Mayo de 1866, que fuera librado entre la Escuadra Española y las baterías y
fortificaciones de defensa del puerto del Callao, y que culminaría con la derrota y posterior
regreso a Europa de la citada Escuadra, puso fin a las aspiraciones y pretensiones españolas de
recuperar sus colonias perdidas en América.
En aquel acontecimiento, que exaltó el espíritu patriótico nacional, participaron junto con el
Ejército y la Marina, muchos hombres, mujeres y adolescentes; y lo hicieron ayudando,
particularmente, en la construcción de las “obras de fortificación para la defensa del Callao”.
Tales obras, constituidas por baterías, torres y fuertes, sirvieron de base para los cañones que
defenderían el puerto del Callao y, a pesar de que algunas de ellas eran improvisadas y
construidas con sacos terreros y algunas paredes de ladrillos o de adobe, cumplieron con eficacia
su cometido.
No existe información precisa acerca del rol de los ingenieros militares en la dirección y ejecución
de dichas obras de fortificación; sin embargo, el historiador Jorge Basadre afirma, en relación a las
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
52
fortificaciones, que ellas 35 “…estuvieron a cargo de los Ingenieros Ernesto Malinowski, José
Cornelio Borda, Jorge Rumtil y Felipe Santiago Arancibia, bajo la supervigilancia de José Gálvez” 36.
Por otro lado, merece relevarse que en aquella ocasión se hizo evidente la capacidad creadora de
los ingenieros, quienes construyeron ingeniosas “minas flotantes” para limitar el desplazamiento,
en la rada del Callao, de las naves enemigas, las que fueron construidas colocando pólvora en
barriles y activándolas con detonadores mixtos, sensibles al choque.
Después del Combate del Dos de Mayo de 1866, la situación política y, particularmente, la
hacendaria experimentaron graves crisis que obligaron a priorizar la satisfacción de las
necesidades nacionales, evidenciándose un lamentable abandono en política de seguridad y
descuidándose, a diferencia de lo que hizo Chile, de lograr la superioridad naval en el Pacífico y de
realizar el equipamiento bélico moderno del ejército, adoptándose en cambio algunas medidas
destinadas a la formación castrense de los Cuadros del Ejército. Una de ellas fue la expedición del
Decreto Supremo del 1 de Octubre de 1872, que se hiciera durante el gobierno de Manuel Pardo y
Lavalle, primer gobernante civil de nuestra historia, disponiendo la reapertura del Colegio Militar,
que comenzó sus labores en 1875 en el antiguo local de la calle Espíritu Santo.
En 1878, la dirección del Colegio Militar la ejerció el Teniente Coronel de Ingenieros José
Castañón, 37 primer “Ingeniero Militar” que asume tan importante cargo. Del citado Colegio solo
egresaron dos promociones, en los años 1877 y 1878, ya que en junio de 1879 entró en receso y
sus alumnos pasaron a formar parte de los Cuadros de Oficiales de las diversas unidades que
marcharon al sur del país y que participaron en las Campañas de Tarapacá, Tacna y Arica.
35
Historia de la República del Perú, Tomo 5, Cap LXVI, p. 319. 36
Felipe Santiago Arancibia aparece inscrito en el Escalafón Gral del Ejto en 1864, como STte Efectivo de Ingenieros. 37
Historia de la EMCH, Primera Edición, 1962, p. 26.
Fig. 27.- Defensas del Callao y emplazamiento de baterías, 1866.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
53
3. EN LA GUERRA CON CHILE
La guerra de Chile contra el Perú y Bolivia, fue el más funesto episodio en la vida republicana
peruana y se desencadenó en circunstancias en que el país se desenvolvía en medio de la crisis y
la bancarrota fiscal, en la imprevisión de la acción gubernamental y en la falta de preparación
general para la guerra.
En todos los episodios desarrollados durante esta agresión, los integrantes del Ejército y de la
Marina de Guerra evidenciaron permanentes muestras de valor y sacrificio, destacando entre
ellos las ejemplares figuras del Coronel Francisco Bolognesi y del Almirante Miguel Grau, quienes
junto a muchos otros héroes se inmolaron en defensa de la soberanía nacional, demostrando
como un pueblo rico en tradición histórica se yergue con dignidad y honor a pesar de las más
adversas circunstancias.
En las batallas llevadas a cabo en la campaña terrestre, el Ejército no contaba, dentro de su
organización, con Unidades de Ingeniería. En las diferentes fuentes de información consultadas
casi nada se ha obtenido sobre el particular, pero es indudable que en tales contiendas
participaron tanto los ingenieros militares que se hallaban inscritos en el Escalafón General del
Ejército y cuyo número en 1876 se había reducido a tan solo el Teniente Coronel Efectivo José
Castañón, cuando aquellos profesionales civiles de la especialidad, que por efectos de la
movilización nacional decretada fueron incorporados al Ejército para participar en los trabajos de
organización del terreno y de fortificación.
Su labor se hizo evidente, por un lado, en la defensa de Arica, para cuyo fin construyeron
improvisadas baterías organizadas en los “Fuertes del Norte, del Este y del Morro”; además, en
los intervalos de las líneas de parapetos, en los pasajes obligados y en el mismo recinto de algunos
Fig. 28.- Morro de Arica, donde se estableció la defensa de la Plaza en 1880.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
54
fuertes instalaron minas también improvisadas, constituidas por cargas explosivas que resultaron
de dudosa eficacia; y por otro lado, en la defensa de Lima, para cuyo objeto organizaron y
construyeron sumariamente las líneas defensivas de San Juan, Chorrillos y la de Miraflores; y
además construyeron algunos caminos y puentes para facilitar el movimiento rápido de las
tropas, excavaron zanjas y erigieron parapetos de piedra partida en las partes llanas; y, en las
abras o pasos obligados construyeron trincheras e instalaron cargas explosivas. (Ver Capítulo III,
sección 5).
Los resultados obtenidos en las campañas antes mencionadas permiten afirmar que, en la
práctica, las previsiones adoptadas resultaron insuficientes e ineficaces frente al accionar del bien
preparado ejército enemigo; sin embargo, es pertinente señalar que no faltaron disposiciones
escritas referentes a las atribuciones de competencia del Estado Mayor General del Ejército y de
la sección de ingenieros, componente de aquel, que están contenidas en el “Reglamento del
Estado Mayor General de los Ejércitos de la República” que fuera expedido mediante Decreto
Supremo del 24 de febrero de 1880, firmado por el Jefe Supremo de la República Nicolás de
Piérola. Extractos de estos documentos relacionados con las “atribuciones” del Jefe del Estado
Mayor General del Ejército, en lo referente a Ingeniería, y con las de la Sección de Ingenieros, se
indican en el Anexo 2.
A manera de información se presente a continuación la organización nominal de la sección
Ingenieros del Estado Mayor General de los Ejércitos, existentes en 1880; así como también la
composición de la sección de Ingenieros del Estado Mayor del denominado Ejército de Reserva y
la organización de las 10 “Compañías de Ingeniería” (Cuadros de Oficiales) de que debía disponer
el citado ejército de reserva.
La Sección de Ingenieros del Estado Mayor General de los Ejércitos la integraban los siguientes
oficiales: 38
- Jefe : Coronel Máximo de Gorbitz
- Sub-Jefe : Teniente Coronel Maximiliano Giebert
- Adjunto : Sargento Mayor Juan Quiroz y Correa
- Adjunto : Capitán Luis Plazoyes
- Adjunto : Capitán Samuel Young
- Adjunto : Capitán Juan Olaechea
- Ayudante : Capitán Miguel G. Martín
- Ayudante : Teniente Guillermo Mertete
- Amanuense : Teniente Isaac Obando
- Amanuense : Teniente Carlos E. Berreto
- Adscrito : Teniente Arístides Cárdenas
La Sección de Ingenieros del Estado Mayor del Ejército de Reserva la integraban los siguientes
oficiales: 39
38
Archivo del CEHMP, Pqte. 0.18-80013, año 1880, Dctos. Diversos. 39
“La Gesta de Lima”, obra de la CPDHEP, Págs. 61 a 67.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
55
- Jefe : Coronel Francisco Paz Soldán
- Sub-Jefe : Sargento Mayor Daniel Desmaison
- Adjunto : Capitán Clemente Carrera
- Adjunto : Teniente Alejandro Murrieta
- Amanuense : Teniente José San Cristóbal
- Amanuense : Teniente Segundo Carrión
Además, el siguiente personal del “Cuerpo de Ingenieros” estuvo, en su totalidad, a disposición
del Ejército de Reserva: Juan Valderrama; Juan Grieve, José Granda, José M. Braun, José A.
Medina, Manuel C. Ramos, Rafael B. Muñoz, Juan Pardo, Roberto Gálvez, Julio L. Gálvez, Ricardo
Barroso, Bernardo Chávez, Domingo H. Pérez, Neptalí Zavala, Eduardo Baulot, Manuel A. Nogerol,
Enrique Salgado, Emilio G. Villa, Enrique Nalvarte, Rufino Macedo, Sebastián Huertas, Calixto Pozo
y Ríos, Emilio Basadre y Forero, Felipe Montjoy, Manuel Salas, Dionisio Castillo y Juan C. Villa.
Las diez “Compañías de Ingeniería”, que disponía el Ejército de Reserva dentro de su organización,
debían apoyar a las divisiones de sus cuerpos de ejército; sin embargo, dichas compañías sólo
estaban organizadas con sus cuadros de oficiales conforme se indica a continuación:
• PRIMERA COMPAÑÍA
- Capitán Ingeniero : Eulogio Delgado
- Teniente Ingeniero : José Francisco Maticorena
- Sub-Teniente, Ayudante Ingeniero : Francisco Alva
- Sub-Teniente, Ayudante Ingeniero : Pedro Guimet
• SEGUNDA COMPAÑÍA
-Capitán Ingeniero : Felipe Arancibia
- Teniente Ingeniero : Florentino Barreto y Helguero
- Sub-Teniente, Ayudante Ingeniero : Manuel Dextre Romero
- Sub-Teniente, Ayudante Ingeniero : Rafael Lagunas
• TERCERA COMPAÑIA
- Capitán Ingeniero : Augusto Elmore
- Teniente Ingeniero : Artidoro García Godos
- Sub-Teniente, Ayudante Ingeniero : Santiago Molleda
- Sub-Teniente, Ayudante Ingeniero : Leopoldo Cueva
• CUARTA COMPAÑIA
- Capitán Ingeniero : Ricardo Rey y Basadre
- Teniente Ingeniero : Teodorico Olaechea
- Sub-Teniente, Ayudante Ingeniero : Carlos Basadre y Forero
• QUINTA COMPAÑIA
- Capitán Ingeniero : Juan Torrico y Mesa
- Teniente Ingeniero : Bartolomé Trujillo
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
56
- Sub-Teniente, Ayudante Ingeniero : Enrique Castillo
- Sub-Teniente, Ayudante Ingeniero : Juan H. Garnier
• SEXTA COMPAÑIA
- Capitán Ingeniero : Manuel J. San Martín
- Teniente Ingeniero : Eduardo Giraldo
- Sub-Teniente, Ayudante Ingeniero : Mateo La Torre
- Sub-Teniente, Ayudante Ingeniero : Felipe Arturo Barrios
• SEPTIMA COMPAÑIA
- Capitán Ingeniero : José E. Castañón
- Teniente Ingeniero : Luis Musso
- Sub-Teniente, Ayudante Ingeniero : Justino Mantilla
- Sub-Teniente, Ayudante Ingeniero : Gerónimo La Torre
• OCTAVA COMPAÑIA
- Capitán Ingeniero : Darío Valdizán
- Teniente Ingeniero : Simón Patrón
- Sub-Teniente, Ayudante Ingeniero : Humberto Andrade
- Sub-Teniente, Ayudante Ingeniero : Emetrio Pérez
• NOVENA COMPAÑIA
- Capitán Ingeniero : Octavio Olavegoya
- Teniente Ingeniero : Manuel Pazos
- Sub-Teniente, Ayudante Ingeniero : Manuel Montenegro
- Sub-Teniente, Ayudante Ingeniero : Carlos Pérez
• DECIMA COMPAÑIA
- Capitán Ingeniero : José Mercedes Avellaneda
- Teniente Ingeniero : Manuel Marca
- Sub-Teniente, Ayudante Ingeniero : Pedro J. Cabello
- Sub-Teniente, Ayudante Ingeniero : Francisco Valentín
Es conveniente mencionar que la composición del denominado “Ejército de Reserva” se basaba en
los profesionales (civiles) más selectos de la sociedad de entonces, quienes a pesar de no estar
habituados a los rigores y azares de la guerra, demostraron mucho patriotismo y entrega en la
ejecución de las tareas que les fueron encomendadas. Es probable que los integrantes de las
Secciones de Ingenieros de los Estados Mayores y de las diez Compañías de Ingenieros antes
mencionados, al término de la guerra y por efectos de la desmovilización, se reincorporarán a sus
habituales ocupaciones profesionales; sin embargo, no se descarte la posibilidad de que algunos
de ellos continuaran integrando las filas del denominado “Ejército de la Breña”, tal como
sucediera con el Coronel Graduado Teobaldo Eléspuru Lazo, quien en Noviembre de 1882 es
destinado como “Agregado al Estado Mayor del Ejército del Centro” figurando como “Jefe de la
Sección de Ingenieros” (del EM) del Ejército de la Breña. (Ver Capítulo 6, sección 3).
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
57
4. DURANTE LA RECONSTRUCCIÓN NACIONAL
Al finalizar la Guerra con Chile el país quedó “literalmente” quebrado, en lo moral y en lo
material; en completa bancarrota, y además, mutilado, por lo que los gobiernos que se
sucedieron en la post-guerra se abocaron a la tarea de “Reconstrucción Nacional”, con la finalidad
de conducir al país por los cauces de una vida normal ajustada al ordenamiento que exige la vida
republicana.
En este sentido, le correspondió al General Andrés A. Cáceres destacada actuación. Sus primeros
esfuerzos estuvieron orientados a la obtención de créditos del exterior, requiriéndose para ello
resolver, previamente, el problema de la deuda externa contraída por el Perú en el período de
1869 a 1871 y para cuyo fin firmó, el 25 de octubre de 1889, el denominado “Contrato Grace”,
según el cual, a cambio de los empréstitos adeudados, el Perú cedía la “explotación de los
ferrocarriles nacionales ya construidos y los que se construyeran posteriormente, en un lapso de
66 años, al término de los cuales serían devueltos al Estado en buen estado y libres de todo
gravamen. Debíase entregar, además dos millones de toneladas de guano para pagarlas en 33
anualidad de 83,000 libras esterlinas cada una”.
Desde el punto de vista de la Defensa Nacional, le correspondió también al General Cáceres el
mérito de reorganizar el Ejército sobre la base de una preparación eficiente y necesaria para no
caer en la improvisación que se mostró durante la guerra con Chile. Con esta finalidad reorganizó,
en 1888, la Escuela de Clases 40 en el local que anteriormente ocupara en Chorrillos y en la que se
impartiría la “Instrucción Técnica” para la tropa; y además dispuso el 9 de diciembre de 1889, que
el Colegio Militar iniciara sus labores en su local, el entonces “Cuartel de Guadalupe”, en Lima,
con cien alumnos, de los cuales treinta serían seleccionados de la Escuela de Clases; treinta serían
civiles seleccionados, previo examen, con instrucción secundaria y serían becarios; y cuarenta
serían pensionistas, entre jóvenes procedentes de distinguidas familiar de la capital. Entre los
oficiales de la planta académica figuraba el Sargento Mayor Ingeniero Carlo de Neuter cuyo
desempeño como Inspector de Estudios fue eficiente.
Correspondió luego a Nicolás de Piérola, en su calidad de Presidente de la República, continuar
con las políticas de reorganización del Ejército Nacional. Para tal fin, contrató los servicios de la
primera Misión Militar Francesa (MMF) que llegó al Perú en setiembre de 1896. (Ver Capítulo II,
sección 4).
El 24 de abril de 1898, el Presidente Nicolás de Piérola inauguró la “Escuela Militar de Aplicación”,
origen remoto de la actual “Escuela Militar de Chorrillos”. Esta Escuela ocupó las instalaciones de
la antigua Escuela de Clases, las que fueron ampliadas y remozadas bajo las responsabilidades del
Oficial de Ingeniería Felipe Arancibia, de quien se desconoce el grado militar que ostentara en
aquella fecha, pero en que el Escalafón del Ejército de 1881 figuraba como Capitán.
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Historia de la Escuela Militar del Perú, 1ra Edición, p. 28.
HISTORIA DEL ARMA DE INGENIERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ
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Merece relevarse que en la División de Artillería e Ingeniería, que era parte constitutiva de la
citada Escuela, figuraron como Jefe, el Tte. Crl. Armando Pottín, y, como Teniente de Ingenieros y
Zapadores, el Teniente de Artillería Enrique A. Ruiz Buenaño.
Cabe destacar que, en abril de 1898 se presentaron a la Escuela los oficiales, alumnos
seleccionados de los Cuerpos de Tropa de las distintas Armas del Ejército; y que entre ellos se
presentaron procedentes del “Regimiento de Artillería”, los “Ingenieros” Alféreces Arturo
Beingolea, Eleazar Bermúdez, Oscar Otero, Edgardo Arenas, Vicente Alfaro y Jorge Bustamante.
Al parecer ninguno de los nombrados se reclasificó como Ingeniero Militar.