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8 Revista Novedades Educativas | N° 299 | Noviembre 2015

ariEl MErPErtCoordinador de Educación de chequeado.com

Chequeado y la educación

Nuevos votantes: decidir con datos

En 2012 la Argentina incorporó formal-mente a los adolescentes desde los dieci-séis años a las elecciones nacionales. La sanción de la ley 26.774 provocó gran-des discusiones y debates sobre si los adolescentes argentinos tenían la madu-rez y preparación suficiente para incor-porarse al sistema electoral. A partir de un sitio web que brinda herramientas de toma de decisión basada en datos, se ge-neró una propuesta para que los jóvenes aprendan a diferenciar hechos y datos de información, de sesgos y prejuicios.

Con el objetivo de brindar herramientas de toma de decisión basada en datos, en chequeado.com creamos la actividad “Discurso público, una his-toria de amor”, una propuesta libre, abierta y transmedia.

“discurso Público, uNa historia de amor”Estás sentado con tus dieciséis años en la mesa de tu casa, cenando con tu familia y charlando sobre el día que tuvieron. Un tema lleva al otro y, de repente, tu papá dice:

— Es que se quedan embarazadas para cobrar el plan social, estamos criando vagos.

Tu mamá y tu hermana asienten con la cabeza, como si coincidieran con lo que tu papá dice…

¿Vos qué dirías?Podrías decir: “Sí, tenés razón…”.O también: “Papá, dejá de decir pavadas…”. Yo tengo una respuesta mucho mejor que cual-

quiera de esas. Es, creo yo, la mejor respuesta que podemos dar, y en unas líneas les voy a decir cuál es, pero antes déjenme que les cuente algunas cosas.

¿Cuántos de los que están leyendo esto alguna vez se tragaron un chicle? Qué feo, ¿no? Se siente como si uno se tragara una granada. Nada bue-no puede salir de eso. Sentimos esto porque la mayoría de nosotros sabemos que tragar chicle hace mal. ¿Pero sabés por qué? Probablemente, algún buen argumentador rápidamente podría decirme que el estómago no puede digerirlo, eso no puede ser bueno.Qué pasa si yo te digo que esto es un mito y que no hay problema con tra-gar un chicle. ¿Me creés? ¿Sí? ¿Por qué? ¿Por qué me crees? ¿Porque me publicaron en una revista educativa? ¿Por qué soy de Chequeado y no debo ser un chanta?

Ahora, ¿qué pasa si cuando te digo que es un mito que tragar un chicle hace mal te recuerdo tu propia respuesta a mi primera pregunta sobre si al-guna vez tragaste un chicle? Y si lo hiciste, ¿tuviste alguna consecuencia negativa después de haberlo hecho? Ahora sabemos que, por lo menos en tu caso, tragar chicle no te hizo mal. Hace unos días hice estas mismas preguntas en un evento en don-de había aproximadamente cien personas presen-tes, y los resultados fueron los siguientes:

1. Personas presentes que tragaron un chicle

alguna vez: 100 %

2. Personas presentes que tuvieron alguna consecuencia negativa después de haber tragado un chicle: 0 %

Ahora ya no es solo un acto de fe creerme. Te estoy brindando datos y evidencia para que me creas. Y si decidís no confiar en mi afirmación, podés incluso hacer estas preguntas en la mesa de tu casa, con tus compañeros de trabajo o en tu círculo de amigos. Y si todavía tenés dudas, te invito a leer el artículo que publicamos en che-queado.com al respecto en donde aportamos mu-chos más datos contrastables (http://chequeado.com/mitos-y-enganos/ino-te-tragues-el-chicle/).

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Estamos acostumbrados a hablar de muchas cosas sin ningún temor a equivocarnos. Nos animamos a discutir sobre temas muy importantes sin siquiera tener un solo dato contrastado. Y esta costumbre está presente en casi todos nuestros diálogos cotidianos. Ya hace muchos años nos convertimos en esclavos de nuestros propios prejuicios.

Pero la cosa se pone un poco más complicada cuando de lo que hablamos no es de tragar chicles sino de temas más importantes como el empleo y la desocupación, la seguridad vial, la política de salud, la educación y otros temas de la agenda pública.

Estamos viviendo una época única en la que tenemos la posibilidad de expresarnos todo el tiempo y en muchos formatos. La tecnología, las redes sociales, los dispositivos dieron rienda suelta a nuestra expresión, y estamos solo en el comienzo. Los que trabajamos cerca de las tecnologías y junto con niños y adolescentes sabemos que hoy es parte de la subjetividad de las nuevas generaciones decir públi-camente. Si no digo, si no me manifiesto, si no me expreso, si no me muestro en estos territorios digitales, es como si no existiera. Por supuesto que esta “nueva subjetividad” (Sibilia, 2005), tan contrapuesta a la subjetividad moder-na de la privacidad y la introspección, genera un sinfín de conflictos. Pero por más discutida que sea o incómoda que nos resulte a los más grandes, esa es la manera en la que muchos adolescentes sienten y viven.

Nunca en la historia se dijo tanto públicamente como ahora y nunca fueron tantos los que dijeron tanto. Y con la posibilidad de decir lo que pensamos también se mani-fiesta otra característica de los territorios tecnológicos: la transparencia. Nunca quedó tan claro como ahora la enor-me influencia de los sesgos y los prejuicios que circulan en nuestro diálogo cotidiano.

sobre chequeado y la educacióNChequeado nació para mejorar la calidad del debate públi-co y subir el costo de la mentira. Mediante una propuesta periodística en la que contrasta afirmaciones de políticos, periodistas, sindicalistas y empresarios con datos abiertos y evidencia logramos, de a poco, que muchos de estos per-sonajes empiecen a responder por lo que dicen. También conseguimos que muchos se sientan observados no solo por nosotros, sino por una enorme comunidad de chequea-dores que todos los días nos acompañan y ayudan desde las redes sociales.

Somos el proyecto principal de la Fundación la Voz Pú-blica, una organización sin fines de lucro y no partidaria y nos dedicamos a defender el derecho a la información y a abrir y poner en circulación datos fidedignos. Promove-mos el derecho del ciudadano a contar con información confiable y clara, para que pueda evaluar y juzgar mejor los temas que forman parte de los debates centrales de la

sociedad. Para esto, analizamos, contrastamos y abrimos los datos y los presentamos en formatos más atractivos y fáciles de entender.

Pero después de un tiempo de trabajar en esto, nos dimos cuenta de algo.

Somos un medio independiente y por supuesto podremos crecer, pero no vamos a poder tener un impacto en nuestro objetivo solamente a fuerza de notas y periodismo.

Y entonces sucedió.Los adolescentes desde los dieciséis años obtuvieron su

derecho de votar en las elecciones nacionales.En 2012 la Argentina incorporó formalmente a los adoles-

centes desde los dieciséis años a las elecciones nacionales. La sanción de la ley 26.774 provocó grandes discusiones y debates sobre si los adolescentes argentinos tenían la madurez y preparación suficientes para incorporarse al sistema electoral.

Hemos visto en los medios de comunicación, en los foros de debate, en los comentarios de los artículos de diario, en las redes sociales como Facebook y Twitter y en otras expresiones públicas de muchos ciudadanos, argumenta-ciones tales como que los adolescentes de hoy no saben nada de política, que se la pasan jugando con el celular, que son muy jóvenes para asumir esa responsabilidad, que la juventud está perdida y muchas otras cosas. Los canales de televisión se cansaron de hacer preguntas terminológi-cas, sobre historia, sobre posición política a muchos adoles-centes que no sabían contestar esos cuestionarios, como si eso fuera una característica inherente de la adolescencia. Tal vez hubiera sido bueno que hicieran esas mismas pre-guntas a adultos, a ver si obtenían diferentes resultados.

Desde el otro lado de las argumentaciones se mostró una imagen de los adolescentes militando y participando. Mu-chos de los que argumentaban a favor del voto joven mos-traron a los adolescentes como ciudadanos modelo, llenos de vigor y entusiasmo, que habían conseguido después de mucha lucha su derecho a votar. En ambos casos, los que argumentaban a favor y en contra solían homologar a to-dos los adolescentes, embebiéndolos de características claramente sesgadas.

Una vez puestas sobre la mesa las primeras argumenta-ciones, lo que quedó claro para muchos de los que traba-jamos en educación fue que teníamos que ayudar a estos nuevos votantes a incorporarse en el debate para que aprendan a elegir mejor que sus padres y abuelos.

Ahí estaba delante de nosotros, nunca más claro. Si quere-mos que los adolescentes elijan mejor de que lo que elegi-mos en el pasado, tenemos que ayudarlos a fortalecer sus criterios para tomar decisiones.

Por eso nació “Discurso público, una historia de amor”, una propuesta libre, abierta y transmedia para apren-der a diferenciar hechos y datos de información, sesgos y prejuicios e incorporar nociones básicas de investiga-

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ción basadas en un corto de ficción en donde dos adolescentes se están conquistando por chat. Esta actividad fue desarrollada gracias al financia-miento del Fondo Jefe de Misión de la Embajada de Nueva Zelanda en la Argentina, y con el acompañamiento tecno-pedagógico del Proyecto de Educación y Nuevas Tecnologías de FLACSO Argentina y en alianza con Sociopúblico.

Libre, porque puede ser utilizada por quien la quiera utilizar en el momento y lugar que desee.

Abierta, porque es modular y sus ma-teriales pueden ser reagrupados para dar lugar a tantos recorridos como se les ocurra a quienes la implementen.

Y transmedia, porque propone la utilización simultánea de la web, ma-teriales audiovisuales, redes sociales y el espacio de clase en el aula.

En Chequeado proponemos como objetivos de esta actividad introducir a los estudiantes en el mundo de la verificación crítica del discurso público para que tengan más herramientas a la hora de participar en el debate. Para hacerlo, partimos de otro tipo de “dis-curso” vertido en una conversación en-tre dos adolescentes, más cercano a los alumnos, con la intención de explorar los conceptos básicos del trabajo de in-vestigación con datos desde un punto de partida más familiar para ellos.

Sin embargo, es importante no que-darse solo con las conclusiones vertidas del análisis del “discurso privado”, por eso es fundamental tomarse un mo-mento en la actividad para resolver la analogía planteada entre el discurso de la esfera privada y el discurso público.

desarrollo en etapas Primera etapa.Se trabaja con el objetivo de aprender juntos a diferenciar qué es chequeable y qué no lo es. Es decir, qué es un dato o un hecho contrastable y qué forma parte del universo de la opinión. No para desmerecer la opinión, sino para diferenciarla de aquello que pretende ser una verdad o una categoría gene-

ralizable. Para esto, luego de una ex-plicación muy simple del docente se les propone a los participantes que observen el corto del diálogo entre los dos jóvenes y que anoten textualmen-te qué frases de las que enuncian son contrastables. Al finalizar el corto se pone en común lo que cada uno anotó y se debate para llegar a un acuerdo.

Segunda etapa. Tiene como eje central la investiga-ción y la consulta de fuentes. A partir de preguntarles a los estudiantes dón-de buscarían los datos para contrastar las afirmaciones que encontraron che-queables, se les propone que busquen esas fuentes y vean qué encuentran. Los personajes del corto poseen cuentas de Facebook en donde los participantes también pueden buscar datos en forma de fotografías y otros contenidos.

Tercera etapa.Resolvemos la analogía y nos de-dicamos a pensar cómo podemos trasladar lo aprendido al ámbito del discurso público. Para esto utilizamos un material multimedia que mezcla consejos de nuestro equipo de Re-dacción en video con animaciones e hipervínculos a notas.

la plataforma en líneaPara garantizar que todos los docen-tes y educadores puedan acceder a los materiales para realizar la activi-dad, desarrollamos una plataforma en línea a la que se puede acceder (en www.chequeado.com/chequeatuvo-toenlaescuela) y en la que encontra-rán la actividad secuenciada y lista para ser realizada con los estudiantes. En la misma plataforma se encuentra una guía didáctica para docentes que,

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además de explicar una secuencia po-sible de la actividad, agrega informa-ción de contexto, preguntas para pro-fundizar el debate e incluso algunas actividades complementarias para realizar una vez que hayan conclui-do la secuencia. Si bien la actividad está lista para ser realizada utilizando como guía del trabajo la plataforma en línea, todos los contenidos pueden ser descargados para ser utilizados si en la escuela o el lugar donde se reali-ce no tiene conectividad garantizada.

¿y desPués de la actividad, qué?Esta propuesta tiene un inicio y un fi-nal, pero el trabajo en el aula puede profundizar sobre los temas que se trabajaron a partir de esta actividad. Estas son algunas ideas para conti-nuar en esta línea de trabajo.

1. En chequeado.com pueden en-contrar notas que utilizan datos para verificar frases de políticos, medios, famosos y personalidades con relevancia en el debate.

Sugerimos: a. Seleccionar alguna nota que te

parezca apropiada para el mo-mento del programa de estudios en el que se encuentran.

b. Tomar las bases de datos que Chequeado publica como fuente de su verificación y crear afirma-ciones que puedan ser verificadas a partir de esas bases de datos.

c. Proponerles a los alumnos las afirmaciones y la base de datos para que ellos saquen sus con-clusiones.

2. En la plataforma www.chequeado.com/chequeador podrán partici-par de chequeos ya iniciados por otros, y también proponer y reali-zar nuevos chequeos de frases de forma colaborativa.

3. Realizar un debate sobre un tema en donde dos equipos deban defender posturas diferentes.

a. Designar el tema para debatir.

b. Crear cuatro equipos. Dos que de-batirán y dos que chequearán las afirmaciones de cada uno de los equipos que debaten.

c. Realizar una simulación de debate en donde los “equipos chequeado-res” tomarán nota de las afirmacio-nes de cada uno de los equipos que debaten, y luego realizarán che-queos de esas afirmaciones.

d. En una siguiente instancia, podrán exponer los resultados de sus chequeos.

4. Si se te ocurren nuevas maneras de continuar el trabajo, envialas a [email protected] para que las sumemos a la guía didác-tica para docentes.

Realizamos esta actividad en varios espacios educativos y la respuesta de los chicos fue excelente. Al comenzar la actividad, uno de cada treinta era capaz de diferenciar claramente datos de prejuicios, supuestos u opinión. Con muy poco esfuerzo y al cabo de una hora de trabajo la mayoría de ellos

podía identificar a grandes rasgos cuál era un dato y cuál no.

Sabemos que les estamos enseñando un pequeño juego que podrán jugar por su cuenta: distinguir qué es un dato y qué no. Esperamos que este concepto básico les ayude a tamizar el discurso de los candidatos, adhieran a la corriente política que adhieran, para poder tomar una mejor decisión y evaluar los resultados de las políti-cas de quién salga elegido.

Y soñamos con que en la mesa de su casa, cuando alguno de sus padres repita una frase que escuchó en la tele o leyó en un diario, ellos puedan decir: ¿De dónde sacaste ese dato? ¿Estás seguro? ¿Podés mostrarme la fuente? ¿Está chequeado?

bibliografía

Pomares, J. y Leiras, M. (2012). “¿Una deci-sión prematura? Fundamentos para el debate legislativo sobre el voto joven”. En Observatorio Electoral Argentino [en línea]. Documento de Políticas Públicas, N° 114, octubre de 2012. Centro de Im-plementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC). <http://cippec.org/oear>.

Sibilia, P. (2005). El hombre postorgánico. Cuerpo, subjetividad y tecnologías di-gitales. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.