Bozzolo - Nuevas Armas Para Pensar (Rev AAPPG 2013)

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Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 17-40 Nuevas armas para pensar los procesos de subjetivación * Raquel Bozzolo **

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Filosofía

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  • Psicoanlisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 17-40

    Nuevas armas para pensarlos procesos de subjetivacin *

    Raquel Bozzolo **

  • (*) Trabajo aprobado por el Comit de Referato Internacional.(**) Psicloga Clnica (UNLP, 1970). Miembro Activo de AAPPG.

    E-mail: [email protected]

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    Tal vez el ms verdadero de nuestros pro-blemas filosficos sea el problema del tiem-po presente, de lo que nosotros somos, eneste preciso momento.

    Michel FoucaultNo se trata de temer o de esperar, sino debuscar nuevas armas.

    Giles Deleuze

    De la subjetividad a los procesos de subjetivacin: el pro-blema del lenguaje

    Hace ya varios aos vengo trabajando algunos de los pro-blemas que hacen obstculo en las clnicas que me interpelan yla posibilidad de pensarlas conceptualmente, sobre todo el dela equivalencia subjetividad-sujeto psquico-sujeto moderno.1Las experiencias desplegadas en las prcticas de asistencia einvestigacin de los efectos del terror dictatorial, y de otrassituaciones denominadas de catstrofe, el acompaamientode procesos polticos autogestivos y en una singular docenciauniversitaria de los psiclogos pensada como capacitacinclnica haciendo clnica as como las alteraciones producidasen la clnica institucional y la clnica centrada en la cura, exce-dieron el horizonte disciplinario y las teoras con que me habaformado. Ya no alcanzaba el nombre de coordinadora de gru-pos, el de analista institucional, ni el de psicoanalista vincular.Ese exceso no reducible indujo la bsqueda de otros modos depensar cmo somos. Nuevas lecturas proveyeron nuevos con-ceptos y otras lgicas para pensar lo que aconteca, siempre enco-pensamiento con compaeros de prcticas.2

    1 He publicado algunos artculos, en Campo Grupal y en la Revista dePsicoanlisis de las Configuraciones Vinculares de la AAPPG, y el libroen colaboracin El oficio de intervenir. Polticas de subjetivacin engrupos e instituciones (Buenos Aires, Biblos, 2008).

    2 Tanto el equipo que integramos con Marta LHoste y Osvaldo Bonanocerca de veinte aos, el actual Equipo de Anlisis Institucional de laAAPPG y el de la Ctedra de Psicoterapia II de la Facultad de Psicolo-ga de la UNLP, como el Grupo Inmanencia, coordinado por DiegoSztulwark.

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    Intento aqu pensar la nocin de procesos de subjetivacin.La circulacin lenguajera de vocablos como el de subjetivi-dad, cuando stos no reconocen su inscripcin conceptual,dificulta el intercambio con colegas, al suponer una signifi-cacin comn y un status conceptual solamente legitimadopor la repeticin. La ecuacin inversa entre velocidad y sig-nificacin que caracteriza nuestras condiciones de existenciaconspira contra la conceptualizacin necesaria. La subjetivi-dad, lo social, lo socio-histrico, lo contextual, son algunosde esas nociones y se repiten una y mil veces; hoy se le agre-gan con toques actualizados: el acontecimiento, el devenir, elentre. Acotar mi referencia a la nocin de subjetividad, oms precisamente a los procesos de subjetivacin.

    En el Congreso de Configuraciones Vinculares del ao2008, describ las dificultades para pensar de otra manera lanocin de subjetividad-subjetivacin, que derivan de una cier-ta superposicin entre pensar un concepto y definir un voca-blo; la insistencia por definir tiende a instalar sustitucionesterminolgicas que se inscriben en una lgica que no consti-tuye verdaderos problemas de pensamiento, que no piensa.Es a esta lgica que Castoriadis denominaba conjuntista iden-titaria y que es obra del pensamiento heredado. Las defini-ciones no son el camino del pensamiento, aunque suelen par-ticipar de su coagulacin: sustantivar un proceso, un movi-miento, implica siempre el riesgo de sustancializarlo, es de-cir aludir otra vez a una sustancia y no a un acto, y los proce-sos de subjetivacin son ante todo movimientos, actos, enciertas condiciones que abren ciertos posibles, sin determi-narlos.

    Es imprescindible entonces realizar una elucidacin de laslgicas que pensaron la subjetividad de una cierta manera yensayar un movimiento de pensamiento en otra lgica. Peroadems es importante tambin registrar los posibles que in-augura y las operaciones que habilita esa otra manera de nom-brar, es decir la justificacin de la nueva manera de nominar.

    Pero como siempre que se aborda un problema de pensa-miento, surge un problema nuevo: slo se puede pensar la

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    produccin de subjetividad, en un recorrido prctico, que in-tervenga sobre las subjetividades con que se inici la mar-cha. Pensar la produccin de subjetividad, requiere hacer unrecorrido juntos y luego hacer una vuelta reflexiva, un plie-gue que recoja las afectaciones que se experimentaron y lasorganice en un plano conceptual, eso permitir reconstruirgenealgicamente cmo se arm la mquina que produjo yest produciendo esas y estas subjetividades, esos y estosmodos del habitar.

    En un esfuerzo por explicar solemos decir que la produc-cin de subjetividad es esto que hacemos, se hace y nos hace,esas mltiples operaciones que realizamos para habitar unasituacin. Alcanza con decir esto? Hay un viejo chiste quecuenta que Einstein est en una fiesta y una seora lo inquie-re una y mil veces para que le explique qu es su teora de larelatividad, sin lograr entenderlo Luego de varias explica-ciones, cada vez ms sencillas, la seora exclama: ahoraentend lo que es la relatividad!. Einstein le informa enton-ces que eso que ella entendi no tiene mucho que ver con lateora de la relatividad

    Probemos de otra manera: Ello funciona en todas partes,bien sin parar, bien discontinuo. Ello respira, ello se calienta,ello come. Ello caga, ello besa. Qu error haber dicho elello. En todas partes mquinas, y no metafricamente: mqui-nas de mquinas, con sus acoplamientos, sus conexiones. Unamquina rgano empalma con una mquina fuente, una de ellasemite un flujo que la otra corta. El seno es una mquina queproduce leche, y la boca, una mquina acoplada a aqulla

    As comienzan Giles Deleuze y Flix Guattari el Anti-Edi-po (1990),3 realizando un acto de provocacin al pensamien-to. Leerlo suele producir rechazo por incomprensin o fasci-nacin esttica, no explica, pero puede intervenir, puede con-mocionar el aparato de pensar los pensamientos, que consti-tuye uno de los sitios de una subjetividad.

    3 Anti-Edipo. Capitalismo y Esquizofrenia, 1990.

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    Volver a leer este fragmento con mis jvenes compaerosde la ctedra de la Universidad de La Plata constituy toda unaconmocin, pareca que lo lea por primera vez; compartamosla necesidad de esa lengua y no intentbamos traducirla. Pero,para quienes trabajamos en una experiencia comn, esa lectu-ra era una pausa, un pliegue problemtico en un recorrido prc-tico, que considero imprescindible compartir para pensar. Porlo que compartir problemas en las prcticas, requiere interro-garse acerca de cules son los que se presentan, cules pode-mos formular, antes que diferenciar entre prcticas (por dispo-sitivos, por corriente terica, por pertenecas institucionales),como si se armaran territorios especializados en lugar de cam-pos de interrogacin para los devenires contemporneos. staes una invitacin a pensar y a producir un comn problemti-co, para aquellos que son sensibles al devenir intil de ciertasherramientas, en el decir de Ignacio Lewkowicz.4

    No se trata de agregar un trmino al diccionario de configu-raciones vinculares, ni de inscribir otro significado para la no-cin de subjetividad; se trata de interrumpir un modo del pen-sar que detiene el movimiento, que sustancializa, que capturay parcializa. Ser necesario, dejarse intervenir o permitirsedevenir y escaparle a las formas en que nuestro lenguaje noshace pensar, disponerse a quedarse sin palabras un rato almenos. Es probable que entonces se disuelva en nuestras re-flexiones toda categora previa al pensamiento que consolideidentidades, cortando los flujos presentes en esa situacin.Quizs entonces no haya para nosotros individuo y sociedad,psique y macro-contexto, objeto y sujeto y fundemos otralengua. Como vern tengo (y tenemos) un problema: declaropor un lado no poder explicar una nocin sin que se interven-gan las formas instituidas de habitar el mundo y de pensarnosen l, pero a la vez acepto ponerme a escribir sobre el tema.

    4 Comentario de I. Lewkowicz a la presentacin realizada por OsvaldoBonano, Marta LHoste y la autora en el Espacio de Investigacin de laAAPPG Dispositivos de intervencin y alteraciones socio-histricas,en septiembre del ao 2001, publicada en la Revista de la AAPPG, n 2del ao 2002.

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    Ah! es como cuando bailo, entonces no percibo mi cuerpoque se mueve, porque soy el movimiento dijo hace pocouna psicloga devenida bailarina, en un seminario.

    Pensar en subjetivaciones, es pensar producciones, crea-ciones y esto requiere una lgica con verbos; porque esta-mos aludiendo a un movimiento, a una multiplicidad de ope-raciones, que llamamos subjetividad. Pensar con verbos, paralograr pensar esos movimientos, esos devenires, usar adjeti-vos para consignar los modos, constituye una apuesta fuerte.No s mucho de lingstica, pero me veo forzada a estas bs-quedas semnticas, para pensar con otra lgica, para inventarotra lengua, que permita alojar lo que nuestras herramientasde pensamiento no logran abordar sin forzamientos.

    Los psiclogos, los psicoanalistas, los psicodramatistas,los psicopedagogos, es decir la llamada poblacin psi, he-mos sido los seores de la subjetividad cuando sta aluda alo opuesto a la objetividad. Nos hemos formado y deformadocon teorizaciones donde la subjetividad de la que hablamos ycon la que pensamos y operamos coincida con un cuerpo yuna psique individual. As hablamos de sujeto psquico, desujeto social, de sujeto del grupo, etc. Ese sujeto designa unpunto de voluntad, de accin, de intencin, de deseo. Es des-de esa concepcin de sujeto que afirmamos que nuestras prc-ticas psi contribuyen a un tipo de subjetivacin individual,pero sa no es la nica subjetivacin posible en las condicio-nes actuales, y quizs ni siquiera podemos afirmar que sea lamejor forma de habitar las condiciones contemporneas.

    Durante mucho tiempo se entroniz un modo universaldel sujeto y se lo pens como lo sustancial del ser humano,hoy sabemos que estas formas fueron y estn siendo produ-cidas en unas condiciones especficas de existencia, en unmodo de funcionamiento del socius. La conciencia, el len-guaje, el deseo, lo social, ocuparon el lugar de lo que noshace ser humanos.

    Si pensamos a las subjetividades como modos de organi-zacin del sentido, y como las operaciones prcticas por las

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    que se conectan hombres y cosas, los hombres con los otros,lo otro, podemos afirmar que en algn tiempo exista un aco-ple entre sujeto y subjetividad dice Pablo Hupert (2005), unjoven historiador con el que he intercambiado ideas, luego dela dispora que a algunos nos sumi la muerte de IgnacioLewkowicz. En la antigedad, ese acople funcionaba al modode una sutura, el sujeto y la subjetividad eran uno La mo-dernidad inaugur un pensar acerca de un sujeto que sedesujetaba de la subjetividad de la poca Surgieron prcti-cas polticas revolucionarias, psicoanalticas, artsticas y cien-tficas el sujeto sujetado a la subjetividad epocal no era unsujeto plenamente consistente. Segn el recorrido, esta incon-sistencia se pens como vaco, inconciente, punto ciego, sn-toma, lucha de clases, sujeto barrado, falta, falla, exceso, plus.No eran sinnimos, eran diferentes sesgos, cada uno con suutilidad y su nfasis propios, pero eran cooperadores en unproblema comn a todo sujeto que se afirmara autnomamen-te: el de pensar cmo un sujeto poda deslindarse de una sub-jetividad sin que eso fuera un retorno a la pura animalidad.Esas subjetivaciones producan un sujeto sin sujeciones, o almenos con un punto de afirmacin propia, autnoma. Peropor la calle no circulan slo sujetos y sujetos desubjetivados,como dice Pablo: No todo lo que hoy camina es sujeto: tam-bin los chabones yiran pori. Simpatizo con este recurso allenguaje porteo contemporneo, es todo un hallazgo, y unadecisin, ya que es muy difcil encontrar vocablos que logrennombrar los modos actuales de subjetividades, sin quedar atra-pados por lo que portan los nombres.

    Conocemos los dispositivos familiares, los escolares y la-borales, los polticos y dems dispositivos que produjeron alsujeto moderno, tanto en su constitucin material como en suformulacin terica, lo que hoy nos convoca es qu nuevosmodos de la existencia, qu dispositivo produce hoy a estoschabones.

    Pensar en otros trminos los procesos de subjetivacincontemporneos permite alojar aquello que la operacin mo-derna dejaba en sombra y que hoy se presenta con fuertessentimientos de extranjera, con perplejidad de los no tan j-

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    venes, dificultando en ocasiones un encuentro dialgico im-prescindible. Qu posibles inaugura? Cundo se nos tornaimprescindible? Cuando lo que nos interpela venga o no anuestra consulta es un chabn y no un sujeto alienado, nicomo se suele llamar un sujeto desubjetivndose, cuandolo que se presenta no condice con nuestras concepciones niregistros, cuando lo que hacemos no interviene y pasa de lar-go como si no marcara una consistencia, que suponemos. Esdecir, cuando se nos presentan una multiplicidad de formasde habitar el mundo que no se incluyen en la nocin de sujetoque portamos desde nuestra formacin como psi, o desdenuestra constitucin como ciudadanos, all se nos torna im-prescindible elucidar crticamente, pero para ello ya algo delrecorrido prctico de problematizar nuestra clnica ha comen-zado a intervenirnos.

    Estas formas de habitar el mundo pueden presentarse enocasin de un suceso o de un dispositivo diseado para ello.Un ejemplo de lo primero para los miembros de la AAPPG,fue el trabajo sobre los efectos de la catstrofe de Cromagnn,que nos convoc con algunos de los presentes a una tramita-cin singular; en ella nos topamos inesperadamente con for-mas de ser en el mundo que interpelaron nuestros saberes ypor lo tanto nos obligaron a pensar en lugar de aplicar lasnociones que funcionaban como pre-conceptos.

    En un principio no podamos menos que pensar a los pibesque prendieron las bengalas como perversos que desmentanel riesgo, que renegaban de la muerte, pero algo no cerrabaen ese planteo y fue necesario preguntarse si nos encontrba-mos con la organizacin subjetiva con la que creamos en-contrarnos o se presentaba otra composicin, otro anudamien-to desconocido de afectaciones, deseos y acciones, otro modode habitar el mundo, que nos resultaba no slo distinto sinoextranjero y hasta ajeno. Fue importante disear un dispositi-vo que nos posicionaba como afectados por el suceso trgicono como profesionales al margen, brindando un servicio yall se pudo presentar lo que nos dejaba perplejos y nos obli-gaba a pensar y pensarnos. De otra manera hubiramos for-zado a que se presente aquello para lo que estamos prepara-

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    dos y las nuevas formas de habitar el mundo se hubieran si-lenciado o replegado sin haber sido registradas, por el acota-miento de los posibles del propio dispositivo. Recordemosque segn Michel Foucault el dispositivo psicoanaltico tieneuna continuidad con la confesin religiosa, basada en la pro-duccin de s del hombre de la modernidad que se comienzaa interrogar sobre sus acciones. Conviene entonces pensarcomo fechables tanto el modo de subjetivacin como los dis-positivos que lo producen y revelan. Dejarnos intervenir pornuevas perspectivas del pensamiento, puede permitir el posi-cionamiento subjetivo y el diseo de dispositivos que conci-ten la presentacin de esas nuevas formas subjetivas.

    Desde hace unos aos estoy realizando una experienciadocente como Profesora Titular de la ctedra de Psicotera-pia II de la Facultad de Psicologa de la Universidad Nacio-nal de La Plata, correspondiente al quinto ao de la carreraque me ha permitido dar cuenta de algunas de las operacio-nes que sobre todo realizan los jvenes para habitar la uni-versidad. Nos preocupaba el modo en que los estudiantes tran-sitaban su carrera, como si fueran en piloto automtico, conuna perspectiva extremadamente aptica, sin conmocionessubjetivas: hacer la carrera era aprobar materias, saltando losobstculos para recibirse que constituan las asignaturas. Enun principio nos sentamos extraos, extranjeros a las opera-ciones ms frecuentes que efectuaban para sobrevivir en unacursada que los convocaba desde diferentes dispositivos gru-pales a abandonar ese modo de cursar, juzgbamos sus sub-jetividades como cnicas, pragmticas o como una variantede la subjetividad consumidora a la que llamamos gestionaria.Comenzamos por interrumpir los clsicos dispositivos docen-tes, interviniendo desde nuestras propias afectaciones en dis-positivos experienciarios.

    Fuimos realizando esa singular experiencia que posterior-mente denominamos experimentacin a partir de interrum-pir, bloquear algunos de los mecanismos que nos producan,tanto a los docentes como a los estudiantes con una subjetivi-dad empobrecida, de baja intensidad,5 y de gran capacidadpara lograr habitar ese dispositivo expendedor de ttulos uni-

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    versitarios. Pudimos registrar positivamente las sustraccio-nes necesarias para evitar el contagio que se tema al entraren contacto vivo con los otros. Entender esos procesosinmunitarios (Roberto Espsito [2005] as los denomina) comoproteccin negativa de la vida, como forma biopoltica ac-tual, nos acerc a estas formas subjetivas que rechazbamosentendindolas slo negativamente porque no se sumaban anuestras entusiastas invitaciones a pensar con nosotros.Fuimos registrando que la amenaza que se experimenta enciertos dispositivos que renen obligatoriamente a los cuer-pos, requiere de oficio y sensibilidad para intervenir y dispo-nibilidad para devenir.

    Identidad, Subjetividad y Vnculos. Elucidaciones y preci-siones conceptuales

    Poner en lnea estos tres trminos identidad, subjetividady vnculos obliga a encontrar alguna relacin entre ellos, o almenos a pensarlos en sus usos comunes o diferenciales. In-tento realizar una cierta elucidacin de las condiciones deposibilidad de dos de las nociones nombradas: identidad ysubjetividad. Por ltimo me propongo tomar como horizontede referencia algunos aportes tericos que permiten formularlo vincular.

    El concepto identidad proviene de la psicologa que aldecir de Michel Foucault (2001), como toda disciplina pro-dujo los conceptos necesarios para la constitucin del indivi-duo. Nos llega entonces, como legado del gesto moderno defundacin de los estados nacionales; era necesario constituirun sujeto libre y unificado, para fundar la ciudadana, que elpueblo soberano requera.

    Desde el punto de vista del pensamiento, el concepto deidentidad reclama el de mismidad y se inscribe en la lgica

    5 Ana Fernndez denomina as a las subjetividades actuales cuya caracte-rstica fundamental es tratar de pasar sin riesgos por la vida, sorteandoaquellas situaciones que puedan afectarlos.

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    de lo uno. Lo identitario siempre se opone a la multiplici-dad que se presenta en modos singulares de componer endiferencia.

    Sospecho que la presencia del trmino identidad no es in-genua en los temas propuestos para paneles y actividades pro-fesionales de los ltimos aos, probablemente este terminollegue a esos eventos profesionales6 acompaando los proce-sos de recuperacin y reivindicacin de los estados naciona-les, vigentes en este perodo socio-poltico, en la latino-amrica post-dictaduras. An entendiendo esta pertinencia,quiero dejar sentada la interrogacin acerca de la potencia deuna operacin de recuperacin semejante, tanto para esta no-minacin como para algunos de los nombres que toman cier-tos modos originales de agrupamientos y organizacin decolectivos, que al quedar incluidas en el movimiento de re-cuperacin del estado nacin, pierden su potencia de inven-cin.

    La fuerte intervencin que el psicoanlisis produjo sobreel carcter indiviso del sujeto, fue expresin de y colaborcon la crisis de la modernidad racionalista. El capitalismono cesa de mutar y las posteriores alteraciones que se produ-jeron, conmociona profundamente tanto las condiciones deexistencia como las condiciones de produccin conceptual.En el apremio generado por la extenuacin de lgicas y cer-tezas, se produjeron entre nosotros declaraciones apresura-das acerca de la muerte del sujeto, muerte de la representa-cin, etc. Este movimiento crtico, estuvo alentado por la cons-tatacin de la impotencia de ciertos conceptos para nombrarlos modos de existencias contemporneas, a los que me referen el apartado anterior. La carencia de articuladores concep-tuales que armen otro plano de pensamiento, gener y generanominaciones poco rigurosas y en ocasiones confusas y enmuchos colegas se produce una profunda desconfianza ante

    6 Esta referencia explica el ttulo de este apartado, ya que se basa en unaponencia en el panel titulado Identidad, Subjetividad y Vnculos, delCongreso Latinoamericano de FLAPAG, en Julio de 2011, en la Facul-tad de Derecho, de la UBA, en Buenos Aires.

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    esas precarias invenciones que los condena a aferrarse a sis-temas ya probados.

    En un breve escrito sobre la produccin de conceptos,Deleuze (1995) afirma que no resulta interesante la crtica deun concepto, sino crear otros y agrega crear se asume siem-pre atado a las condiciones de un encuentro efectivo, una au-tntica relacin con el afuera, porque la creacin no es arbi-traria Quiero puntuar que pensar con el afuera no sig-nifica pensar la poca en forma molar, sino albergar la mul-tiplicidad que pulsa en ella.

    Resulta imprescindible realizar una nueva deriva, tratandode no caer en una perspectiva historicista que ordene el mun-do en forma secuencial: una cosa es un concepto y otra losefectos que ste tiene en sus diversas apropiaciones, que enocasiones desvan o difractan su nominacin. Ejemplo de estoha sido la utilizacin del trmino identidad efectuado en nues-tro pas, donde la restitucin de las identidades sustradasa los hijos de los desaparecidos, an forma parte de nuestropresente. En ese caso, se le otorga una nueva potencia por lapoltica en la que se inscribe a la nominacin.

    Los invito a realizar juntos un breve recorrido por algunosde los problemas que enmarcaron los conceptos que estamoselucidando. En los sesenta, la urgencia por la transformacindel mundo en forma revolucionaria y por lo general colectivaentonces entendida como fruto de condiciones objetivas yde una fuerte voluntad poltica de vanguardia marcaba laexistencia de numerosos jvenes; esa urgencia generaba unaprofunda desconfianza en las lgicas que fijaban sentidos yformatos del mundo ya fundado. No era tan importante laidentidad individual obtenida, ya no era importante seguir sien-do quienes ramos sino trabajar en ser el que debamos o de-sebamos ser.

    El freudomarxismo se insinu entonces como una activaperspectiva de pensamiento, pero no terminaba de armar otralgica que permitiera salir del par individuo sociedad, ysurgieron los sintagmas con guiones: psicologa-social, indi-

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    viduo-sociedad, etc. El estructuralismo imperante nos ama-rraba a cierto determinismo por lo material-histrico y con-denaba al fracaso muchas intervenciones tanto profesionalescomo polticas. Esa matriz de pensamiento fue obstculo paraentrever alteraciones del mundo, que se profundizaran anms, al inaugurarse nuevas formas del capitalismo post-fordista.

    El temporal de la dictadura, afect profundamente nues-tras existencias e inaugur una bsqueda de nuevas teoriza-ciones que permitieran pensar lo que estaba ocurriendo. Du-rante la resistencia, la lgica de la multiplicidad, se iba abrien-do dbil paso entre las diversas apuestas tericas que nos per-mitan sobrevivir pensantes. Por un lado la necesidad de re-afirmar todo aquello que era arrasado en nuestras vidas coti-dianas, haca obstculo a la provisin de ejes conceptualesms potentes y por otro, intuamos que el mundo ya no iba aser lo que fue. Nosotros ya no ramos los mismos y muchasde las herramientas que habamos utilizado ya no nos servanpara pensar una vida y una clnica que registraba las altera-ciones producidas en los modos de existencia, pero que anno dispona y acaso an no dispone de herramientas teri-cas vlidas. Cuando la dictadura se retir, la identidad pasde ser un concepto en regla, a convertirse en un reclamo. Ascomo el trmino madres haba sido re-fundado, para exigiren el mbito pblico la aparicin con vida de los hijos des-aparecidos, la recuperacin de la identidad fue y es banderade la lucha por la restitucin de los hijos de desaparecidos,secuestrados y en ocasiones criados por sus apropiadores.

    Hoy me interesa puntuar que en esa misma lgica del re-clamo, se advierte que la nocin de identidad abrocha con elderecho de los ciudadanos y la obligacin del estado de ase-gurar ese derecho. Identificar a sus ciudadanos es una tareaprimordial en los estados nacionales, en su modo de gober-nar disciplinando cuerpos, gobernando poblaciones y arman-do pblicos. Creo recordar que la Argentina que se nutri dela inmigracin europea y necesitaba unificar al pueblo sobe-rano es el pas donde se invent el sistema de identificacinpor medio de la huella digital. Un cuerpo, un individuo, un

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    voto, un ciudadano, un sexo, una identidad. Pero tambinconstituyendo identidades colectivas: un pueblo para laNacin Argentina, al decir de Halpern Donghi. Es decir siem-pre UNO.

    Otra vez, no se trata de sustituir los vocablos de identidad yde sujeto, sino que se trata de pensar de nuevo cmo somos,qu nos hace ser as, pero tambin qu otros posibles nos ani-man. Ese es nuestro problema. La nominacin que realiza AnaFernndez, al fundar el Programa de Actualizacin de la Fa-cultad de Psicologa de la UBA que ella dirige, alude a estasituacin del pensamiento: Campo de problemas de la subjeti-vidad. Considerar a la subjetividad como campo de problemasrequiere consignar la inscripcin terica que le da un sentido ala nocin cada vez que la usemos, ya que si no lo hacemos, lasobre-codificacin psi, interpreta que hablamos de algo ascomo mi subjetividad, o la singularidad de la personaestoy citando ac frases repetidas por los estudiantes de psi-cologa de la UNLP, pero seguramente no slo all se repiten.Se manifiesta as lo ambiguo de una nominacin que al serpositivizada en los dispositivos de transmisin universitarios,pierde su carcter problemtico, en la que me inscribo desdehace aos y espero poder desplegar aqu.

    En la ctedra de la Facultad de Psicologa de La Plata (Psi-coterapia II, de quinto ao) sugiero leer dos enfoques biendiferentes del problema: por un lado el de Ignacio Lewkowicz,quien fue trabajado tanto por su propia investigacinhistoriogrfica sobre Esparta, como por pensadores contem-porneos, y postula esta nocin para los diversos modossituacionales de la existencia. Su perspectiva es provocadoray anuda al mismo tiempo una variante no estructuralista delmodo de subjetivacin y una fuga de la encerrona que armael binarismo individuo-sociedad, pero nos deja en las puertasdel problema. Para apreciar otra perspectiva usamos un bre-ve escrito de Silvia Bleichmar, donde denomina subjetividada las marcas del perodo histrico, de la poca.

    Por lo que vemos, el vocablo subjetividad designa al anu-damiento singular y situacional de recursos, con que se habi-

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    ta y se hace ser un mundo (I. Lewkowicz); pero tambin estnombrando a las marcas dejadas por el encuentro con lo so-cio-histrico, que acompaan la produccin de psiquismo (S.Bleichmar). Es decir el vocablo slo indica el problema quenos hemos lanzado a pensar. Ya en el congreso del ao 2008,haba expresado la imposibilidad y la inutilidad de definir lanocin de subjetividad, pues no se trata de definiciones nitampoco se resuelve el problema fugando a la transitada, peroabstracta frmula de los modos de subjetivacin como mo-dos de la existencia.

    Entonces qu es lo que se intenta pensar y se recorta en lanocin subjetividad? Hay cuerpos afectados y hay mltiplesmodos humanos de organizar la existencia, que no siempre res-ponden causalmente a una psique y su historia individual. Laapuesta intelectual que comparto es la de nombrar esos flujosque modulan los modos de habitar situaciones. Pero como en uncuento borgeano, se complica ms el panorama, al abrir dos nue-vos problemas tericos: 1) nombrar esos flujos, sin caer en laecuacin individual: persona, sujeto, etc. que confiscan lo co-lectivo del modo de subjetivacin. 2) Indicar al mismo tiempola construccin de un modo de habitar y la constitucin de unasituacin por esos modos de habitarla, ya que la situacin noantecede a la subjetividad ni la moldea desde afuera, sino que sealtera al ser habitada de un modo que habla de la produccin deotra subjetivacin. Son los cuerpos los que portan el nombrepropio, pero albergan mltiples modos de habitar el mundo anu-dados singularmente, cada vez. Para esos procesos de subjetiva-cin, no hay en este registro interior/exterior ni antes/despusaunque sean histricos, en el sentido de producidos en una con-fluencia singular de fuerzas, en unas prcticas que son siemprecolectivas. Resumiramos afirmando que la nominacin proce-sos de subjetivacin alude a los modos en que los hombres sonconstituidos, a la vez que constituyen sus mundos.

    En el comienzo, refer una eleccin designar lo vincular yno a los vnculos, espero poder justificar tal decisin. Sole-mos confundir sitio de la intervencin clnica con dispositivotcnico. Trabajamos en y con parejas, familias y grupos, or-ganizaciones y agrupamientos, empresas, equipos de trabajo

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    y hasta barrios o instituciones pblicas Pero el sitio de laintervencin clnica no es ese agrupamiento, que alguna vezdenominamos configuracin Elijo lo vincular al modo enque Marcelo Percia toma lo grupal, que la categora de loneutro de Roland Barthes le permite pensar, como una di-mensin que excede y produce, donde lo no efectuado se ex-presa y pulsa, pero es irreductible a su efectuacin Perciaescribe: En la proposicin lo grupal no son los grupos, loneutro transforma la negacin en enunciado infinito (no sonlos grupos ni las instituciones, ni las comunidades, ni lasmultitudes ni los conjuntos). No importa lo que es sino lo queacontece (en los grupos, las instituciones, las comunidades,las multitudes, los conjuntos) en forma inesperada.7

    Pensar lo inesperado no es tarea fcil, cuando los hbitosdel pensar heredado nos conducen a atribuirle rpidamenteunas causas. As atribuir las alteraciones en nuestras formasde existencia, con exclusividad a la dictadura, ha sido y es unerror bien pensante y con buena prensa, al igual que atribuir-le al 2001 el agotamiento del Estado Nacin como organiza-dor simblico, sin tomar en cuenta las mltiples alteracionesde la existencia contempornea en el mundo.

    Algunos devenires se han producido, en nuestras existen-cias y creo que hoy disponemos de algunas herramientas/ar-mas en el decir de Deleuze, para pensar las alteraciones delmundo ocurridas. Estas alteraciones no se dieron en contrade lo existente como creamos desde el pensamiento revolu-cionario sino al alojar los efectos de lo que haba. La revolu-cin tecnolgica, que permiti la invencin de internet y tam-bin los modos del capitalismo financiero, donde una opera-cin financiera se realiza en el otro lado del mundo con unsimple botn, son slo algunos de esos efectos. Ya hace va-rios aos Deleuze planteaba algunas consideraciones acercade la modulacin de los deseos, como modo de gobernabilidadcontemporneo de la llamada sociedad de control (queFoucault denomina de seguridad), a diferencia del discipli-

    7 Percia, M., Lo grupal y la cuestin de lo neutro, Ficha interna de laCtedra Grupos II, Facultad de Psicologa, UBA.

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    namiento de los cuerpos, propios de la sociedad disciplina-ria. Resaltar este aspecto de la gobernabilidad no descarta yan ms, implica considerar la considerable ampliacin depotencialidades cognitivas, artsticas y de vinculacin o in-vencin o trabajo intelectual colectivo que estas alteracio-nes abrieron.

    Los nuevos modos de pensar y hacernos ser como somos

    Me interesa puntuar un aspecto novedoso de constitucinsubjetiva, que permite y permitir enriquecer an ms nuestrasherramientas de intervencin. Siguiendo las tesis acerca de losfuncionamientos maqunicos postuladas inicialmente porGuattari, Maurizio Lazzarato socilogo italiano contempor-neo ha desarrollado una interesante diferenciacin en losmodos de la gobernabilidad propias del capitalismo post-fordista que no dependen de la significacin, ni de la ideolo-ga, es decir no constituyen sujecin por alienacin sino sub-ordinacin maqunica,8 donde el sujeto constituye una piezade la mquina y no su presa. Como podemos apreciar, estamospensando con nuevas armas, que nos ayudan a pensar no slolos rasgos de las subjetividades del presente sino los modos desu constitucin. Algunos de estos modos apelan a mecanismosdesconocidos o despreciados en nuestra formacin profesio-nal como por ejemplo la modalidad a-significante de incidir enlos procesos de subjetivacin. Incluir esta dimensin en nues-tra cultura de la significacin e interpretacin es fundamentalpara comprender a las nuevas formas de estar en el mundo, yaque son esas formas las que hacen mundo.

    Guattari le llama semitica a-significante y otros autoreslo pre-significante a un cierto rgimen de significacin endonde los signos no se organizan en torno al par significante-significado. El rgimen segn el cual la significacin depen-

    8 Lazzarato, M., La mquina; Multiplicidad, Totalidad y Poltica,extrado de Lazzarato, M. (2006), Por una poltica menor. Aconteci-miento y Poltica en las sociedades de control, Madrid, Ediciones Trafi-cantes de Sueos, pp. 17-34.

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    de siempre del juego entre significado y significante es slouno de los regmenes posibles, es el que impera, pero no es elnico. No estamos hablando de un hombre previo al lenguajesino de algo que est siempre al lado del lenguaje. Se puedeafirmar entonces que lo que nosotros llamamos hombre mo-derno es una excepcionalidad histrica: unos pocos siglos enlos que una cierta cantidad de poblacin blanca cre una se-rie de mundos de significacin.

    Este aporte permite comprender gestos automticos, poracoplamientos maqunicos que van produciendo unos modosde transitar por la vida, es decir nuevas subjetividades, que norealizan acciones especficas intencionadas ni actitudes sin-tomticas, en el sentido de transacciones inconcientes. Sim-plemente funcionan as: ac soy as, expresan alumnos de lafacultad cuando son interpelados por unos dispositivos dise-ados para ello, o simplemente con modos de habitar la facul-tad, basados en otra circulacin del deseo. Estos mecanismospermiten tambin comprender algunos comportamientos quesolemos pensar como desmentida de riesgos: la conducta almando de un volante o el encendido de una bengala en unrecital de rock, pero tambin una cierta sustraccin de algunosfuncionamientos colectivos, donde como bien expone RobertoEspsito se protege negativamente la vida, achicndola enintensidad, movimiento e implicacin al mnimo posible. Sen-sibilizarse al registro de estas semiticas nos permite no sobre-interpretar conductas que responden a unas subjetivacionestodava no reconocidas como otros modos de existencia y porlo tanto pensadas en la grilla de la psicopatologa.

    Unas subjetivaciones distintas, otras subjetividades habi-tan los cuerpos, y entonces no hay una subjetividad para uncuerpo sino varias en cada cuerpo, producidas por acopla-mientos de todo tipo: significantes y no significantes.

    Hemos estado trabajando los aportes de Gilbert Simondon(2009), filsofo de las ciencias, cuya tesis de doctorado de-nominada La individuacin inaugur una filosofa que ins-pir a Guattari y a Deleuze, entre otros. Su enfoque distingueentre individuacin fsica, biolgica, psquica y colectiva. In-

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    teresante anotar: no dice humana sino colectiva As, un su-jeto siempre se constituye con lo individuado y lo pre-individuado. En este pre-individuado reside el mundo sensi-ble, que afecta directamente y conforma subjetividad sin pa-sar por la significacin. Entonces cada individuacin alojatambin lo inevitablemente procesual que acompaa la indi-viduacin y permanecer no individuado, creando un siste-ma meta-estable que por esa caracterstica est disponible paradevenir otro.

    La individuacin no slo actualiza potenciales sino querenueva al potencial en tanto potencial. Como la individua-cin nunca actualiza la totalidad de los potenciales, todo pro-ceso de individuacin, incluye un conjunto de potencialessiempre presente, que se recrea, se reorganiza, pero nunca seagota. No slo hay actualizacin sino creacin de potencia-les. Cada nuevo nivel de individuacin crea y activa una fuentede potenciales. El ser individuado es punto de partida, siem-pre, para nuevas individuaciones justamente porque llevaconsigo una carga potencial.

    La teora de la individuacin implica una teora de la co-individuacin: porque siempre nos individuamos en relacina otros que tambin se estn individuando. Esto es lo queSimondon llama, la transindividualidad. No es que haya in-dividuacin en medio de un escenario de sujetos ya constitui-dos: el colectivo es el espacio en el que cada quien participa attulo de aquello que no tiene individuado. Pensar en esta pers-pectiva permite pensar lo vincular en confluencia con algu-nos de los desarrollos que se vienen produciendo en nuestraasociacin.

    Este original pensador considera que el binarismo cultura-naturaleza achata la diferencia y escoge un distanciamientode la bipolaridad naturaleza-cultura, no para producir una in-distincin, sino porque atravesando el monismo es que apa-rece la multiplicidad.

    Algunas de las consecuencias de estos aportes son en elterreno de la poltica. Paolo Virno, pensador italiano que fue

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    su primer traductor y difusor, piensa hoy ciertas experienciascolectivas contemporneas, de tal forma que permiten enten-der los devenires de la construccin de nuestro mundo y enmedio de las crisis de los estados nacionales vislumbra algu-nos embriones de instituciones post-estatales. Una perspecti-va semejante impacta tanto en las teorizaciones e interven-ciones denominadas terico-clnicas como las tico-polticas.

    Paolo Virno plantea como universal antropolgico la posi-bilidad humana de crear mundos, a diferencia de los anima-les que crean su ambiente. Si nuestro sitio de la intervencines lo vincular, lo grupal, lo institucional, aun lo comunitario,podramos pensar que nuestras intervenciones clnicas, tantocomo la creacin de conceptos, apunta a enriquecer y produ-cir otros posibles.

    Los conceptos citados en Simondon no son, desde luego,idnticos a los de Deleuze, pero me permito hacer algunasconexiones desde lo que les hace problema. Lo que para De-leuze es lo actual y lo virtual de lo real, es posible entreverloen Simondon en lo individuado y lo pre-inidividuado. Mepermito tambin asociarlo a la afirmacin que realiza Corne-lius Castoriadis (2009) caracterizando al magma de signifi-caciones sociales como infinitamente determinable. Este pen-sador al igual que Deleuze, Guattari y Virno, enriquecen unaperspectiva que tiene formidables consecuencias, ya que seinaugura una poltica de la determinacin en la que se inscri-be la invencin de procedimientos y operaciones para favo-recer devenires.

    Para terminar este escrito quisiera comentar que el habermantenido en cierta forma el contenido de dos ponencias decongresos entre las que transcurrieron cuatro aos, me obli-g a registrar una alteracin en mi aparato de pensar lospensamientos que se produjo en ocasin de algunas expe-riencias y alguna de las lecturas que quise compartir con loslectores. Co-pensar estas bsquedas con quienes vengo ha-ciendo un recorrido prctico problemtico, no slo es unaapuesta y una alegra sino que puede permitir la creacin deotros mundos.

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    Resumen

    El artculo trabaja sobre los modos de subjetivacin con-temporneas, y los modos de configurar las nociones acercadel sujeto, correlacionando condiciones para esa produccin

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    con los saberes y poderes dominantes en una coyuntura o for-macin histrica. Revisa la nocin de identidad, tan dominanteen el pensamiento psi moderno, as como la nocin de subjeti-vidad que la reduce a lo psquico, a la luz de los aportes delpensamiento contemporneo para producir herramientas / ar-mas tiles, para pensar las polticas de subjetivacin que per-miten intervenir en situaciones clnicas. Para ello, retoma apor-tes de Castoriadis, Deleuze-Guattar, Simondon, Lazzarato yVirno, adems del historiador argentino Ignacio Lewkowicz.

    Palabras clave: Sujeto moderno. Subjetividades. Procesosde subjetivacin. Devenir. Dispositivos experienciarios. Mul-tiplicidad. Identidad. Individuacin. Sujeccin social. Subor-dinacin maqunica. Lo asignificante. Lo transindividual.

    SummaryNew tools to understand subjetctification processes

    This paper deals with contemporary subjectification pro-cesses, as well as the ways to compose the different notionsabout the subject by making a correlation between the condi-tions for such production and the dominant knowledge and pow-ers at a given situation or historical setting. The author reviewsthe notion of identityso dominant in the current psychoana-lytical thinking as well as the notion of subjectivity, which re-duces it to the psychic aspect, in the light of the contributionsmade by the contemporary thinking, in order to produce usefultools/weapons to understand subjectification policies that mayallow for intervening in clinical situations. For that purpose,the author revisits the contributions made by Castoriadis,Deleuze-Guattar, Simondon, Lazzarato, and Virno, as well asthose made by Argentine historian Ignacio Lewkowicz.

    Key words: Modern subject. Subjectivities. Subjectificationprocesses. Becoming. Experiencing devices. Multiplicity.Identity. Individuation. Social subjection. Machinic enslave-ment. Ssignification. Transindividualism.

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    RsumNouvelles armes pour penser les processus de subjectivation

    Cet article aborde les modes de subjectivation contemporaineet les modes de configuration des notions de sujet, et met en rap-port les conditions pour cette production avec les savoirs et lespouvoirs dominants dans une conjoncture ou formation histori-que dtermine. La notion didentit si dominante dans la pensepsy actuelle, ainsi que la notion de subjectivit rduite au psychi-que y sont revues, la lumire de la pense contemporaine pourproduire des outils/armes visant penser les politiques desubjectivation qui permettent dintervenir sur les situations cli-niques. Pour ce faire, lauteur reprend les contributions deCastoriadis, Deleuze-Guattari, Simondon, Lazzarato et Virno,en plus de celles dIgnacio Lewkowicz, historien argentin.

    Mots cls: Sujet moderne. Subjectivits. Processus desubjectivation. Devenir. Dispositifs exprientiels. Multipli-cit. Identit. Individuation. Assujettissement social. Asser-vissement machinique. La-signifiant. Transindividualit.

    ResumoNovas armas para pensar os processos de subjetivao

    O artigo trabalha sobre os modos de subjetivao contempor-neos, e os modos de configurar as noes acerca do sujeito,correlacionando condies para essa produo com os saberes epoderes dominantes em uma conjuntura ou formao histrica.Revisa a noo de identidade, to dominante no pensamento psimoderno, assim como a noo de subjetividade que a reduz ao ps-quico, luz das contribuies do pensamento contemporneo paraproduzir ferramentas/armas teis, para pensar as polticas desubjetivao que permitam intervir em situaes clnicas.. Para isso,retoma contribuies de Castoriadis, Deleuze-Guattar, Simondon,Lazzarato e Virno, alm do historiador argentino Ignacio Lewkowicz.

    Palavras chave: Sujeito moderno. Subjetividades. Processos desubjetivao. Devir. Dispositivos experiencirios. Multiplicidade.Identidade. Individuao. Sujeio social. Servido maqunica.O assignificante. O transindividual.