Borobio, Dionisio - El Riesgo de Predicar (b)

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CION

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• «La Iglesia es sacramento de salvac ion para el mundo» Nueva de redención y liberación», «está al servicio de

^or la justicia, la verdad y la paz», «los pobre amor y la fraternidad entre hermanos».. . Per JZ con más ironía, siguen preguntando: Tod stra comunidad de la Iglesia, ¿lo cumplís?. '¿e

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EUGENIO ALTAZUBIAGA JAVIER VITORIA IÑAKI GOICURIA JOSÉ MANUEL VIZCARGUENAGA JULIÁN R. GAGO DIONISIO BOROBIO JUAN LUIS VILLOTA

EL RIESGO DE PREDICAR

GUIONES PARA LA HOMILÍA

Y

ELEMENTOS PARA LA CELEBRACIÓN

CICLO - B

NUEVA BIBLIOTECA DE TEOLOGÍA

DESCLÉE DE BROUWER

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Impr imatur Bilbao, 15 de noviembre de 1975

Dr. León María Martínez Vicario General

Editorial española Desclée de Brouwer - 1975

Henao, 6 - BILBAO-9

I S B N - 84-330-0534 - 0 Depósito Legal: BI -2.890-1975

E. Belgas, S. L. - Ntra. Sra. de la Cabeza, 2 - Bilbao-12

PRESENTACIÓN

Este libro tiene ya su propia historia; pero, sin duda, le queda por vivir otra etapa de la historia todavía inédita.

Ha vivido ya una historia de servicios a los sacerdotes de la diócesis de Bilbao y de otras diócesis cercanas. La entrega periódica de materiales para la celebración eucarística en los domingos y fiestas de los seis últimos años ha exigido serios esfuerzos de elaboración; trabajo en grupo; acepta­ción de las correcciones, discernimiento de las críticas; traducción al euske-ra; copia a máquina y multicopista; publicación; distribución...

Todos los que han vivido de cerca este proceso y los que hemos utili­zado sus servicios, reconocemos el mérito ejemplar de este equipo de sacer­dotes, así como de todos sus colaboradores vinculados al Secretariado de Liturgia.

La historia nueva comienza ahora. La experiencia pasada ha probado y madurado la calidad de este instrumental de trabajo al servicio de la Palabra de Dios y de toda la celebración eucarística.

Aquí lo tenemos, para este trabajo nuevo, los sacerdotes y los equipos litúrgicos de nuestras comunidades. Nos enfrentamos a cada nueva situa­ción de nuestros cristianos con la luz de la Palabra del Señor que todavía acontece haciéndose vida. Gemimos para servir al Espíritu con acierto cada día.

Este libro pretende también ayudarnos a orar, a responder al Señor en nuestras celebraciones de la Eucaristía o de la Palabra. No podemos olvidar que la Iglesia hoy impera también una creatividad en nuestras cele­braciones, para mantenerse fiel a los criterios paulinos de «constituir la comunidad» haciéndolo «con dignidad y con orden» (1 Cor, 14 4-40).

Y aquí comienza la nueva etapa de la historia, el nuevo servicio de este libro.

José Ángel Ubieta

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I N T R O D U C C I Ó N G E N E R A L

I. PARA COMPRENDER EL CONTENIDO Y EL USO DEL LIBRO

«El riesgo de predicar» quiere ser un servicio y una ayuda orientativa. para todos aquellos que, preocupados por el tema de la predicación y la cele­bración de la Eucaristía, se preguntan: «¿Dónde está la fuerza de la Palabra de Dios? ¿Por qué esta Palabra no es elocuente para muchos hombres de nuestro tiempo? ¿Cuándo podemos decir que nuestra predicación es, al mismo tiempo, noticia elocuente, anuncio gozoso y denuncia prof ética? ¿Cómo iluminar los problemas vitales de nuestra vida con el anuncio del evangelio? ¿Puede ser la predicación una palabra evangelizadora y «provocativa»? En suma, ¿qué y cómo predicar hoy?

«El riesgo de predicar» también quiere ser material práctico y sugerencia estimulante para todos aquellos, que son conscientes de la dificultad de unir Palabra y oración, y se preguntan: ¿Como hacer para que las palabras con que oramos expresen la fe que vivimos? ¿Por qué nuestro lenguaje oracional resulta inexpresivo, estereotipado, extraño? ¿Cuándo es verdad aquello de que la Pala­bra predicada se hace oración viviente? ¿Dónde está la unión entre el tema de la homilía y la oración de la comunidad?

Tal vez demasiadas pretensiones de respuesta para tan arduas y difíciles preguntas. Ahí está, sin embargo, el resultado de un esfuerzo de seis años llevado a cabo por un equipo de sacerdotes especializados de la Diócesis de Bilbao, al servicio de otros muchos compañeros de toda España, que han consi­derado útil este material y este trabajo.

1. Los «guiones para la homilía»

La primera parte del material que se ofrece para cada domingo o fiesta es lo que llamamos «guión para la homilía», destinado fundamentalmente a los sacerdotes para preparar la predicación.

Dinámica de los «guiones»:

Corno bien sabemos, la Historia de la salvación se iealiza en fases o tiempos sucesivos que, incluyéndose mutuamente, se superan de modo progresivo, hasta llevar los planes de Dios a cumplimiento pleno. Estas fases o etapas pueden distinguirse de la siguiente manera:

• Preparación de la salvación mesiánica: Antigüe Testamento = pueblo de Israel.

• RealÍ2ición de salvación: Evangelios = Cristo. • Continuación de la salvación: Cartas, Hechos dílos Apóstoles = Sacra­

mentos, asamblea litúrgica. • Plenitud recapituladora de la salvación: Escatclogía = Iglesia celeste.

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10 EL RIESGO DE PREDICAR •

Ninguna de estas etapas puede ser marginada en la homilía, si bien no es preciso hablar expresamente de todas ellas cada día. La perspectiva salvífica debe estar presente, sin embargo, en todo lo que decimos o predicamos, como orientación fundamental. A partir, eso sí, de las situaciones concretas de nuestra historia humana, en la cual y por la cual se va tejiendo y realizando hoy, en continuidad permanente, la historia salvífica.

Nosotros somos, juntamente con Dios, los actores que prestan su colabo­ración, como un día lo hicieran Moisés, los Profetas, Juan Bautista o Pablo de Tarso. Los acontecimientos de nuestro mundo, si bien cualitativamente dife­rentes, no por eso dejan de ser acontecimientos salvíficos. Y las intervenciones de Dios, sobre todo en la celebración de los sacramentos, no son menos inter­venciones que las que tuvieron lugar en el Antiguo Testamento o en la comu­nidad Apostólica.

Esta es la dinámica que hemos procurado tener siempre en cuenta en el desarrollo de los «guiones», aunque no siempre se haya logrado perfectamente.

Estructura de los «guiones»:

Hemos conservado siempre una misma estructura en el desarrollo de los temas, esforzándonos por conseguir la unidad y coherencia entre sus diversas partes, de manera que facilitara más la preparación de la homilía:

• La «situación en la viiai> pretende detectar aquellas situaciones vitales que, tanto desde una perspectiva eclesial-universal, como desde una ópti­ca más particular y concreta de nuestra comunidad, pueden y deben ser iluminadas por la Palabra de Dios. Estas «situaciones», que deberán concretarse más en cada momento, nos ayudan a comprender cómo el pueblo de Dios colabora hoy en la tarea de realizar continuamente la salvación liberadora, ya cumplida en Cristo. Hablamos de fidelidad o infidelidad a esta misión dentro de una comu­nidad cristiana determinada, como será siempre aquella que participa en la Eucaristía. Esto supone que se parte de su propia vida, y a su vida se orienta nuestra predicación.

• El «mensaje bíblico» intenta esclarecer el sentido de los textos bíblicos y su mensaje, a partir de su interpretación exegética, pero, sobre todo,

teniendo en cuenta su fuerza salvadora para el mundo actual. En todo momento se ha buscado la unidad dinámica entre las tres lecturas, en vistas a un desarrollo estiucturado del tema, y resaltando aquellos puntos centrales para la predicación. El mensaje bíblico nos recuerda que la salvación tiene su historia, y se ha ido realizando progresivamente en el tiempo: hubo una etapa de preparación (1.a lectura), que condujo a la realización definitiva en Cristo (Evangelio), y que fue vivida y continuada de un modo cualifi­cado en la comunidad Apostólica (2a" lectura). Pero también nos dice que nosotros estamos llamados a continuar y

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realizar esta salvación en nuestra historia actual, como lo hicieron los Profetas del Antiguo Testamento o los Apóstoles en la comunidad primi­tiva, aunque la plenitud manifestada esté todavía por llegar.

• La «respuesta a la Palabra» quiere sugerir aquellos puntos en que puede concretarse nuestra acogida de la Palabra, señalando cuáles deben ser las actitudes y compromisos de una asamblea que se ha sentido interpelada de un modo concreto, y que se ha reunido para celebrar la Eucaristía. Será la forma a través de la cual la comunidad de hoy intenta prolongar y realizar la misión salvadora recibida de Cristo, en conformidad con el mensaje recibido y con las coordenadas espacio-temporales en que vive.

Cómo utilizar los «guiones para la homilía»:

Las posibilidades de utilización de los «guiones» son diversas. Queremos ofrecer algunas sugerencias concretas.

• En primer lugar entendemos que estos guiones no se deben utilizar:

+ Como material hecho que libera de la «carga» de preparar la homilía.

+ Como «papel preparado» que rápidamente se lee antes de celebrar la Eucaristía, con el fin de «pescar» alguna idea de predicación.

+ Como objeto de lectura directa ante la asamblea y para la asamblea.

• En segundo lugar, creemos que estos guiones pueden ser utilizados con provecho: + Para preparar individualmente la predicación, como base orienta-

tiva que ayuda a reflexionar aplicando a la situación concreta, completando quizá con otros materiales.

+ Para preparar la predicación juntamente con otros sacerdotes de la parroquia o del sector..., completando las orientaciones que en los guiones se dan, eligiendo los puntos más adecuados a cada caso, fijando una línea unitaria para la homilía...

+ Para entablar un diálogo con algún grupo de seglares, quienes, junto con los sacerdotes de la parroquia, aportarían sus puntos de vista en orden a una predicación más realista y concreta, a partir del material-base de los guiones.

+ Para preparar la celebración de la Eucaristía y penetrar en el senti­do de las lecturas en una reunión de grupo, v. gr. religiosas, segla­res..., aunque no estuviera directamente encaminada a sugerir ideas para la homilía.

+ Para orientar una catequesis posteucarística (que tendría lugar inmediatamente después de terminada la Eucaristía) que se lleva­ría a cabo con los participantes en la Misa, a partir del material

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básico de los guiones, utilizado tanto por el sacerdote, como por los fieles.

+ Finalmente, para la meditación y oración personal del domingo, e incluso de otros días de la semana.

Reconocemos que no todas estas posibilidades son en cualquier caso reali­zables. Pero no nos cabe duda de que son posibilidades reales, y que los «guio­nes» pueden ayudar a ponerlas en práctica.

2. Los «elementos para la adaptación y creatividad»:

La segunda parte del material que presentamos para cada domingo o fiesta son lo que llamamos «elementos para la adaptación y creatividad», y que quieren ser un instrumento en manos del sacerdote, bien para la utilización directa o adaptada en la celebración litúrgica.

Sentido de este material:

Dado que en el punto de las «moniciones» creemos que ha sido posible ya llegar a una «mayoría de edad», nos hemos limitado a ofrecer aquellos ele­mentos que nos parece prestan un mayor servicio a los sacerdotes y la asamblea, bien porque su utilización es permanente, o porque en ellos se debe recoger de un modo especial el mensaje proclamado. Estos elementos son las «invoca­ciones para el rito penitencial», la «oración universal» o «de los fieles» y las «oraciones presidenciales» (colecta, oración sobre las ofrendas, oración para después de la comunión).

Como ya lo indica el título, no se trata de un material establecido, que haya de utilizarse necesariamente, y mucho menos de un material perfecto. Se trata más bien, de un material para ser adaptado, y de un intento de creatividad, en consonancia con el tema del día. Somos conscientes de que no siempre hemos logrado el ideal, y reconocemos que en no pocos casos se encontrarán reinci­dencias y repeticiones. Nuestro esfuerzo ha sido grande y nuestra intención since­ra, en u n intento de servicio a una oración más vital e inteligible. Estamos plenamente convencidos de que la oración de la asamblea debe estar en conso­nancia y unidad con la palabra que a esa misma asamblea se le predica. Cuando una misma idea o mensaje se hace motivo de perdón, palabra proclamada, ora­ción al Padre o acción de gracias es mucho más eficaz que cuando se escucha solamente una vez, y a veces en el marco de una «homilía ausente».

Las «invocaciones pata el rilo penitencial»:

Se h a elegido, como ya se supone, el segundo esquema del rito peniten­cial. Después de una introducción (que puede muy bien sustituir a lo que hemos llamado «monición de entrada»), se proponen normalmente tres invoca­ciones d e perdón, dirigidas a Cristo, con estructura o estilos diferentes. Su

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contenido quiere proponer como motivo de petición de perdón las ideas centra­les del mensaje del día, de manera que la asamblea vaya penetrando ya en lo que después encontrará pleno desarrollo.

Evidentemente, estas invocaciones pueden utilizarse en la celebración, aun­que a veces sea necesario adaptarlas, en correspondencia con la orientación homi-lética por la que se ha optado.

ha «oración universal»:

Respetando el sentido que cualifica a esta oración, hemos procurado presen­tarla con variedad de estructuras y estilos, poniendo especial esmero en desta­car su unidad con el tema central, o enfocándola en la misma dirección.

Lo mismo que con las «invocaciones para el rito penitencial», unas veces convendrá utilizarlas directamente en la celebración, mientras otras será nece­sario adaptarla a las circunstancias concretas.

has «oraciones presidenciales»:

Llamamos así a aquellas oraciones que corresponde decir al sacerdote que preside la asamblea litúrgica. Son la «oración colecta», la «oración sobre las ofrendas» y la «oración para después de la comunión».

Como ya sabemos, la Iglesia propone unos textos fijos para cada día. Son muchos de ellos textos antiguos y venerables, a veces verdaderas joyas litúrgi­cas por su riqueza y contenido. Pero son textos que responden a una visión reli­giosa, a una actitud de fe y a una problemática vital distintas a las nuestras. Por muy bien que estén traducidos, su lenguaje resulta a veces chocante, extraño e ininteligible para la gran mayoría de nuestros fieles. Por otra parte, su contenido no siempre está en consonancia con el tema que se desprende de las lecturas del día para el que se proponen.

Movidos por todas estas razones, hemos hecho un intento de creatividad, presentando a modo de experiencia nuevas oraciones, que sean más adaptadas a la mentalidad de nuestro tiempo, más inteligibles y sencillas y, sobre todo, que expresen más armónicamente las ideas centrales del mensaje bíblico. Sabemos muy bien cuál es la estructura técnica y la dinámica de ideas propias de este género eucológíco. No podemos decir que siempre se hayan conseguido estes objetivos o respetado estos principios. Dentro de una gran variedad de estilos, propios de los diversos autores que hemos intervenido, se percibe también la calidad diversa de los textos. Tal vez este esfuerzo pudiera servir para enriquecer el nuevo caudal de oraciones que ya nos propuso el «Nuevo Misal» desde Roma, y cuya traducción y edición se espera aparezca en breve.

Aunque estas oraciones no son para emplearlas directamente en la cele­bración de la Eucaristía, sí pueden utilizarse en otras celebraciones para las que la Iglesia no ordena unos textos fijos.

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14 EL RIESGO DE PREDICAR

II. SOBRE LA CREATIVIDAD EN LA CELEBRACIÓN LITÚRGICA

Uno de los puntos más conflictivos de la pastoral litúrgica actual es el de la creatividad. ¿Hasta dónde llega la posibilidad de creación en el ámbito litúr­gico? ¿Cuándo podemos decir que el ejercicio de esta función está permitido o prohibido? ¿En qué momentos se produce la tensión entre normatividad y creati­vidad? Estas y otras preguntas podrían plantearse al respecto. Lo cierto es que en la praxis este conflicto se manifiesta, con harta frecuencia, en comportamien­tos divergentes y en acusaciones contrarias. Mientras los colosos de la norma establecida adoptan actitudes estáticas y se sienten los portavoces de la fidelidad a la Iglesia, los amantes de la creatividad adoptan actitudes libertinas y se consideran los promotores de una liturgia viva. Los primeros acusan a los segun­dos de hacer lo que les da la gana, sin respeto a la norma. Los segundos acusan a los primeros de no cumplir más que el mínimo, sin atención a la vida... Es inútil seguir narrando acusaciones. También es peligroso generalizar. La gama de actitudes y comportamientos es muy amplia, y difícilmente pueden encontrar­se tipos «químicamente» puros. Cada responsable lleva dentro algo de genio creativo y algo de «mago ritualista».

Ante esta situación ¿será posible sugerir algunos principios clarificativos? Vamos a intentarlo con actitud humilde, y sin pretensiones absolutistas.

1. En primer lugar digamos algo sobre lo que debe entenderse por «creati­vidad»: es aquella función que ejerce el responsable o responsables de la acción litúrgica, antes o en la misma celebración, en vistas a que la participación de la asamblea sea más plena, consciente y activa, y atendiendo a las condiciones, capacidad y circunstancias de dicha asamblea. Creatividad no quiere decir sin más situarse fuera del campo de lo normativo, o inventar algo distinto de lo que la Iglesia nos propone. Es aquella actividad por la que se pronuncia una pala­bra o se realiza un gesto con el deseo de que se adapte más y mejor a los parti­cipantes.

2. ¿Qué dice la Iglesia sobre esta función de creatividad? La Iglesia ni la niega ni la impide. Muy al contrario, la promueve y estimula, aunque dentro de ciertos límites. Es verdad que en unas épocas se ha ejercido con más profu­sión (siglo II-VIII) mientras en otras se ha realizado más restrictivamente (siglo VIII-XV) y en otras se ha suprimido en la práctica (siglo XV-XX). No siempre la Iglesia ha sido igualmente sensible a este principio de creatividad. Sin embargo hoy podemos afirmar que la Iglesia ha recuperado esta función irrenunciable. Para darse cuenta baste recordar los principios promulgados por la Constitución de Liturgia y por los nuevos rituales: participación, adaptación, flexibilidad, preparación adecuada y colaboración, etc.

Evidentemente, hay que distinguir dos tipos de creatividad en la Iglesia:

— La que nos viene propuesta y dada por los organismos oficiales para la Iglesia universal o la Iglesia de un país.

— La que se pide a cada responsable de una asamblea para los distintos lugares y circunstancias, o para los diversos momentos de la celebración.

INTRODUCCIÓN GENERAL 15

Mientras la interferencia en la primera creatividad resulta hoy conflictiva en la Iglesia, el ejercicio de la segunda creatividad es obligatorio y necesario dentro de la Iglesia. A estos dos tipos vamos a referirnos a continuación procu­rando exponer y aplicar criterios.

3. Para ello vamos a distinguir los diversos campos de aplicación de la creatividad:

a) Celebraciones establecidas:

Por tales celebraciones entendemos fundamentalmente las que se refieren a los sacramentos: Bautismo, Eucaristía, Matrimonio, etc. Para el ejercicio de la función creativa en tales celebraciones hay que tener en cuenta las partes o momento en que se realizan, dado que no todas tienen la misma importancia y trascendencia.

Partes libres: Son aquellas partes de la celebración en las cuales se permi­te y recomienda la creatividad. Por ejemplo en la Misa: la invitación e invoca­ciones para el rito penitencial, la oración de los fieles, la invitación al Padre nuestro... Aparte de todos los momentos posibles de monición presidencial. Esta creatividad no sólo se puede, sino que se debe hacer.

Partes secundarias: Son aquellas que si bien forman parte del rito, su susti­tución o modificación adaptada no lesiona la integridad sustancial del mismo. En la Misa serían: el gloria y el credo, el «lavabo», el embolismo... Deben respe­tarse, pero no tiene gran importancia el que se les adapte, si esto se hace con profundo respeto y sentido.

Partes fundamentales: Son aquellas que constituyen un elemento esencial e insustituible en el rito. Por ejemplo, la liturgia de la Palabra, la plegaria euca-rística... Porque por ellas la Iglesia quiere asegurarse la identidad de la celebra­ción, no permite que se ejerza una creatividad espontánea. In principio sería posible, con tal de que se respetara el contenido y estructuri fundamental de estas partes. Pero ¿es todo sacerdote capaz de hacerlo?

b) Celebraciones espontáneas:

Son todas las que no están establecidas por la Iglesia ni tienen una estruc­tura necesariamente fija, aunque incluyan una estructura fundamental por las mismas leyes de la celebración litúrgica, v. gr. celebración de la palabra, ora­ción de la mañana o de la tarde, vigilias, Vía-crucis, celebración de acción de gracias, etc. En todas ellas hay un amplio margen para la creatividad, que debe constituir el principio orientador de toda celebración.

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16 EL RIESGO DE PREDICAR

I I I . EUCARISTÍA Y EVANGELIZARON

Es evidente que en la Iglesia se está dando un nuevo despertar a la urgen­cia de evangelización. No se trata de un simple «slogan» pastoral puesto de moda, que pueda aceptarse o rechazarse, sino de una nueva conciencia de la Igle­sia en su búsqueda de fidelidad al Evangelio y al hombre de nuestros días, con la cual todos debemos sintonizar de palabra y obra.

Una de las cuestiones más conflictivas que a este respecto se ha planteado es la de la relación entre «evangelización y sacramentos». También con respec­to a la Eucaristía se plantea este problema. ¿Cuándo y cómo celebrar la Euca­ristía? ¿Hay que evangelizar primero para que la celebración sea después autén­tica? ¿Puede ser la Eucaristía lugar de evangelización?...

Por supuesto, no intentamos en estas líneas resolver las tensiones plantea­das. Pero, puesto que nuestros guiones han querido ofrecer también una preorien-tación evangelizadora, vamos a ofrecer algunas sugerencias, buscando iluminación.

1. Un planteamiento entre conflictivo e ingenuo:

Sucede con frecuencia que la utilización de palabras idénticas no presu­pone la comprensión de idénticos contenidos en las personas que las emplean. Podemos llegar todos a hablar el mismo lenguaje, y puede ser que cada uno quiera expresar realidades y compromisos diferentes. ¿No nos sucede algo de esto con la llamada «evangelización»? De hecho, para unos la evangelización implica el sacramento, mientras para otros lo margina; hay quien cree que evan­gelizar es potenciar la Acción Católica, y quien piensa que evangelizar es superar todo tipo de organización apostólica: mientras unos creen que puede realizar-se esta tarea sin cambiar nada, otros estiman que sólo puede realizarse transfor­mando todo. Se puede pecar de psicosis conflictiva o de ignorante ingenuidad en nuestros planteamientos y realizaciones. Pero no cabe duda de que un serio afrontamiento de la tarea evangelizadora está más cerca de lo conflictivo que de lo ingenuo. Si la evangelización no llega a acuciamos hoy, incluso como proble­ma, tal vez sea porque no hemos comprendido en profundidad sus implicaciones. Esto no quiere decir, sin embargo, que evangelizar signifique excluir otros aspec­tos integrantes de la misión de la Iglesia. No todo lo que es problemático o complejo ha de ser, por necesidad, excluyen te.

2. ¿Qué es la «evangelización»?:

Intentamos dar alguna idea, aunque imperfecta, de lo que se entiende por evangelización:

Es el anuncio del Dios vivo y de Jesucristo, enviado para salvar a todos los hombres, a fin de que los «no cristianos», bajo la acción del Espíritu Santo, se conviertan (Ad Gentes, n. 13).

INTRODUCCIÓN GENERAL 1/

De un modo más descriptivo, podemos decir que «evangelización», «es el anuncio del Evangelio de Jesucristo, hecho por la Iglesia a través de sus miembros, y dirigido a los «no creyentes», a partir de su situación y proyecto humano, por medio de palabras y de signos liberadores, en orden a fundar la Iglesia o a renovarla, por medio de la conversión y la fe, que conduce al sacramento».

La evangelización tiene como base humana la justicia y el testimonio. Provoca la conversión y conduce a la fe, como acción gratuita de Dios. Implica medios y estructuras adecuadas al cumplimiento de la tarea. No es un simple momento de la edificación histórica de la Iglesia, sino una tarea constante enco­mendada por Cristo, que se ha de esforzar por cumplir hasta que llegue a su perfección.

3. Algunas razones que motivan la opción evangelizadWa:

— Deseo de ser fieles a la misión que Cristo ha encomendado a su Iglesia de extender el Evangelio y hacer que los hombres lleguen al conoci­miento de la verdad.

— Clara convicción de que el proceso liberador de Cristo debe continuarse hoy en una tarea verdaderamente liberadora de la Iglesia.

— Necesidad de que el rostro de la Iglesia no aparezca manchado por la inautenticidad, los privilegios, la lejanía de los que sufren y quieren promover la historia...

— Importancia de los valores mundanos y humanos, que nos llevan a comprender que el hombre verdaderamente es humano, que la fe no es un absentismo ni aislacionismo, que el servicio a Dios es fundamental­mente un servicio al hombre...

— Constatación de la «crisis» de fe que padecen muchos fieles, avocados a enfrentarse con su verdad religiosa, sin bases suficientes para un discer­nimiento, debido a la inmadurez en la misma fe...

— Dificultades de la fe, debidas a una serie de cambios que el mundo actual ha visto nacer, desde la ciencia y la técnica hasta los conflictos socio-políticos, pasando por la aparición de una nueva escala de valo­res, que el cristiano aún no ha asumido desde la fe. (Conf. Episcopal).

— Dificultades nacidas por una serie de estructuras y situaciones de poder, que no permiten al hombre realizarse como persona ni vivir según sus derechos, ni percibir consecuentemente el anuncio del Evangelio.

— Estado general de una fe más bien rudimentaria, sociológica y, en cierto modo, «infantil», que no ha descubierto todavía las verdaderas motiva­ciones del ser cristiano, ni ha hecho su opción fundamental por Cristo.

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18 EL RIESGO DE PREDICAR

— Existencia, por tanto, de un gran número de cristianos bautizados y sacramentalizados, pero no convertidos en el sentido riguroso de la pala­bra, ni comprometidos en las tareas de la Iglesia.

— Constatación de que no sólo con celebrar los sacramentos hacemos que la Iglesia crezca en verdad, y la fe según el Evangelio se incremente. El sacramento es el punto culminante de un proceso de conversión y de fe que se expresa eclesialmente por la celebración.

4. Celebración de la Eucaristía y posibilidades de evangelización:

La Eucaristía, como todo sacramento supone y exige la fe (cf. SC. n. 59) y, por tanto, la evangelización. Pero eso no excluye el que por la Eucaristía y a partir de ella pueda y deba ejercerse una tarea «evangelizadora», una catcque­sis permanente o una educación de nuestra fe. Vat. II, PO. n. 5. La asam­blea conjunta ha insistido en este aspecto (cf. pon. II , prop. 8, 1-2-6; VI, 19). Los esquemas y las gradaciones teóricas (evangelización-catequesis-sacramento) se rompen, a veces, ante las situaciones reales. Y una de estas situaciones es que muchos cristianos que acuden a celebrar la Eucaristía no tienen una fe «madura»; que sólo «educan su fe» o someten su vida a una confrontación con las exigencias del Evangelio con ocasión de la misa dominical. ¿Qué podemos hacer nosotros para que este encuentro sea realmente eficaz? ¿Qué posibilidades tenemos de hacer de la Eucaristía un medio auténticamente evangelizador?

Naturalmente, es preciso tener en cuenta los diversos tipos de asambleas, la frecuencia de sus reuniones, y la variedad de medios a emplear diferenciadamen-te, según las circunstancias. No se pueden fijar esquemas comunes.

Presuponemos siempre que los que presiden la celebración son capaces de ejercer, al mismo tiempo, una función evangelizadora. Es decir, suponemos que el que preside conoce el significado de lo que hace; que es capaz de adaptarse con flexibilidad; que posee el «sensus liturgicus» necesario; que se ha prepara­do convenientemente; que su testimonio no contradice a sus palabras...

Asimismo creemos que es necesario partir de una celebración dijerenckda de la Eucaristía, ya que sería utópico pretender una evangelización aplicando los mismos moldes eucológicos y rituales a los distintos tipos de asamblea, con el consecuente riesgo de que los fieles no nos atiendan ni nos eatiendan. ¿De qué serviría hacer ritos perfectos o decir bellas fórmulas litúrgicas, si el pueblo de Dios no entiende su significado o ao comprende su contenido? Podernos esforzarnos por cumplir el rito mandado, pero podemos también estar muy lejos de cumplir la catequesis exigida. Lo fácil es justificarse ante la ley, pero lo difícil es justificarse ante la vida.

Si los principios de adaptación, participación, colaboración, bien espiritual de las almas... son reales y debemos aplicailos (cf. SC. nn. 1, 14, 19, 26, 28, 11, 21, 34, 3 7 ; Ord. Gen. del Misal Romano, 2, 3, 73, 313, 5) no pódenos por menos de concluir que st requiere una celebración diferenciada que tesga en cuenta los siguientes factoies: edad, medio ambiente, capacidad de recepción, situaciones especiales, nivel d«fe...

INTRODUCCIÓN GENERAL 19

5. Evangelización y catequesis en la preparación de la Eucaristía:

La catequesis eucarística y la profundización en el misterio que celebra­mos es una tarea permanente de todo sacerdote (cf. SC. n. 35) . Las ocasiones para realizar esta tarea son diversas. Una de estas ocasiones, casi siempre olvi­dada por los responsables, es la preparación de la Eucaristía dominical, con aquellas personas que están dispuestas a colaborar, bien sea con la aportación de sus ideas o con la prestación de sus servicios.

Así lo exige la «Nueva Ordenación del Misal Romano, cuando dice: «El sacerdote, por consiguiente, al preparar la Misa, mirará más al bien espiritual común de la asamblea que a sus personales preferencias. Tenga además presen­te que una elección de este tipo estará bien hacerla de común acuerdo con los que ofician con él y con los demás que habrán de tomar parte en la celebración, sin excluir a los mismos fieles en la parte que a ellos más directamente corres­ponde... es menester que antes de la celebración el diácono, los lectores, el salmista, el cantor, el coro, cada uno por su parte, sepa claramente qué textos le corresponden, y nada se deje a la improvisación» (cf. n. 313).

Nosotros vemos dos medios para realizar esto: — Reunión semanal a la que se invita a todos los miembros de la comu­

nidad, para un diálogo abierto sobre la celebración del domingo ante­rior, el sentido de las lecturas, el tema de la homilía, etc. Sería una revisión y al mismo tiempo una preparación de la Eucaristía.

— Reunión semanal con el «equipo litúrgico» para determinar y elegir aquellos elementos más aptos al tema del día, a la situación y al bien espiritual de la comunidad.

No dudamos en que esto, bien dirigido, puede ser uno de los momentos mejores para una evangelización, una catequesis y una participación antecedente de la comunidad en aquello por lo que está interesada y le compete, ya que la celebración no es cosa solamente del que va a presidir.

6. Evangelización y catequesis en la celebración de la Eucaristía:

Creemos que toda la celebración es y debe ser «evangelizadora». Gestos y actitudes, ritos y ceremonias, Palabra y oraciones... se dirigen igualmente al hombre, expresan su fe o interpelan su vida, si es que son suficientemente elo­cuentes y significativos para ellos... Por supuesto, se requiere siempre que el que preside sepa dar vida y sentido a estos elementos, mantener el equilibrio entre las distintas partes y crear el ritmo de celebración adecuado.

Pero hay diversos elementos y momentos dentro de la celebración que ofrecen una mayor posibilidad evangelizadora o catequética:

a) Rito penitencial y llamada a la conversión: — En vez de repetir la fórmula invitación al perdón automáticamente,

preparar una breve catequesis, progresiva y sistemática, sobre los elementos esenciales del proceso penitencial.

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20 EL RIESGO DE PREDICAR

— En vez de rezar el «introito» sólo el que preside, proporcionar a los fieles un salmo penitencial y rezarlo juntos y, a partir de éstos, hacer una invitación a la conversión.

— En lugar de la precipitación y el miedo al silencio, ayudar a un examen (a veces podría dirigirlo también un seglar o el monitor), que descubra las verdaderas dimensiones del pecado.

— También sería posible que, juntamente con el sacerdote, los fieles propusieran los motivos de petición de perdón o las «invocaciones» para el perdón, en caso de elegirse la 3.° fórmula penitencial.

b) Liturgia de la Palabra y renovación de la je:

— Toda evangelización o catequesis supone la proclamación de la Pala­bra de Dios. La Eucaristía es el lugar preeminante donde esta acción encuentra su culmen.

— Los textos con que ha sido enriquecida la liturgia de la Palabra ofrecen suficientes posibilidades para un desarrollo temático unita­rio y coherente de los aspectos fundamentales de nuestra fe.

— Pero para que esto se lleve a efecto, de un modo adaptado a la peculiar situación de cada asamblea, exige estudio, preparación y programación, a partir de las posibilidades reales de los textos y teniendo en cuenta las aportaciones de la comunidad (cf. N.O.M. n. 313). De este modo pueden fijarse los temas centrales de un determinado período de tiempo, en orden a una verdadera evan­gelización o catequesis.

— En caso de que se den «situaciones especiales, en misas para grupos particulares, está permitido escoger textos, especiales más aptos para la celebración, con tal de que se tomen del leccionario aprobado» (cf. Instrucción «Liturgie instaurationes», n. 3 e).

— En algunas circunstancias, especialmente si se trata de pequeños grupos, será posible la intervención de algún seglar o el diálogo a partir de la Palabra, (cf. Conferencia E. Suiza, La celebración de la Eucaristía según las categorías de grupos y personas, nn. 52-56).

c) Otros elementos que ayudan a la renovación de la fe:

— Intervenciones del sacerdote o «moniciones presidenciales», por las que puede dirigirse al pueblo, extremando brevedad: al principio de la Misa, antes de las lecturas, antes del prefacio, antes del Padre nuestro, al despedir al pueblo (<f. N.O.M. n. 11; Instr. L.I., n. 3 f).

— Intervenciones del moderador ¿t la asamblea o «monitor», breves, bien preparabas y en el momento oportuno (cf. N.O.M. n. 18). La conveniente elección de los textos eucológicos, en corresponden­cia con el tema central de la lucaristía: Plegaria Eucarística, ora­ciones... Dígase lo mismo de los cantos u otras intervenciones de la asamblea.

INTRODUCCIÓN GENERAL 21

_ El silencio en los momentos oportunos, v. gr. rito penitencial, al terminarse la lectura u homilía, después de la comunión (cf. N.O.M. n. 23).

-— La acción de gracias, aprovechando sus posibilidades: canto, rezo de un salmo, silencio mientras toca el órgano, enunciación de un compromiso, sugerencia de motivos para dar gracias...

7. Evangelización y catequesis a partir de la Eucaristía:

También a partir de la celebración es posible ejercer una función evangeli-zadora en algún sentido. Nosotros vemos estas posibilidades:

— Invitar a quienes deseen a un diálogo abierto y sencillo sobre el tema de la palabra de Dios que se ha explicado. Si no nos hemos alargado en la Misa, esto es posible, despierta la participación, detec­ta la aplicación...

— Distribución a los participantes de un resumen de los puntos cen­trales de la homilía, con .las cuestiones para un diálogo durante algún día de la semana.

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PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Fracaso y esperanza»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Nuestro mundo podría caracterizarse por una doble experiencia. La expe­riencia de una sociedad que se acaba, que está en su crepúsculo. La experiencia de una sociedad que lucha por nacer, la experiencia de la aurora.

Vivimos en un momento histórico en el que es posible hacer algún balance de la historia humana. Todos los esfuerzos por realizar la gran aventura humana se han visto potenciados y multiplicados en lo que llevamos de siglo. Las conquis­tas del hombre en lo científico, en lo técnico, se han sucedido con una rapidez de vértigo. Estamos presenciando un mundo en el que es ya posible satisfacer las primeras necesidades del hombre: alimento, vestido, vivienda, etc. El hombre, dadas sus posibilidades, podría dedicar su mayor esfuerzo a satisfacer otro tipo de necesidades, menos primarias y por ello mismo más profundas.

Y en esta sociedad «poderosa», como contraste, se levantan una y mil veces, voces que gritan el sin sentido de nuestra sociedad. Porque constatan que siguen existiendo grandes dificultades para que «nuestras posibilidades» se conviertan en «nuestras realidades». Los hombres siguen muriendo por hambre de pan, de justicia, de dignidad. Nuestras posibilidades han cristalizado en una poderosa sociedad de consumo que maneja al hombre a su antojo y lo convierte en un gran «monstruo», ávido de devorar lo que se le «eche».

No es extraño que en muchos momentos nos preguntemos: «¿Para qué sirve todo este progreso? ¿Hacia dónde vamos?». Y nos asalta la duda de si nuestra historia personal y colectiva, no será más que un magnífico fracaso. Si nuestras conquistas se vuelven contra nosotros mismos, si en medio de tantas posibilidades, lo humano queda tantas veces marginado, ¿en qué esperamos ya? ¿Esperar en esa nueva aurora no será una ilusión más?, ¿una forma de ir tirando?

Y sin embargo, necesitamos de la esperanza. Sólo la esperanza nos hace vivir, luchar, caminar. Sólo el que espera es capaz de superar el fracaso.

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: h 63, 16b-17; 64, 1, 3b-8

— Este texto, con un marcado tinte apocalíptico, forma parte de una extensa oración compuesta por los habitantes de Jerusalén en la catástrofe de su caída y que es recogida por los exiliados cuando vuelven a la ciudad.

— El Pueblo ha experimentado el dolor del fracaso. El Reino de Israel

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24 EL RIESGO DE PREDICAR

creado por Dios y que había llegado a su esplendor con David, ha fracasado. Se ha venido abajo. Primeramente, la división. Por fin, el exilio.

Pero no se consideran solamente víctimas del fracaso. Son los autores del fracaso. Su pecado: «Nadie invocaba tu nombre y todos éramos impuros», ha hecho que Yahvéh, airado, se haya apartado de su Pueblo. Su fe les ha ayuda­do a tomar conciencia de su pecado.

— Por ello en forma de «lamentación» invocan a Dios. El Señor es «Padre» «Redentor» (liberador), «alfarero». El que «espera en El», «el que practica la justicia», y «se acuerda de sus caminos», forma parte de su Pueblo. Y Dios le mirará con amor Salvador.

— El hombre no es sólo víctima de su fracaso. Israel, fracasado, esperaba la salvación. La esperanza de un «resto» salvó a Israel y al mundo. La esperanza descansa solamente en el amor de Dios.

2.a Lectura: 1 Cor 1, 3-9

— La salvación se ha realizado. En Cristo, Dios se ha hecho liberador del hombre. Sabedor de esto, Pablo escribe a los Corintios, que tenían proble­mas de dispersión y peligro de división y despiste.

— El pasaje pertenece al saludo inicial de Pablo. Da gracias a Dios, porque ve a los cristianos enriquecidos por la gracia (el amor de Dios), un don real de Dios. Han sido enriquecidos en todo. Pero mientras esperan la manifestación del Señor Jesús, deberán ir acrecentando ese don.

— De lo contrario su vida seiá un fracaso y serán acusados ante el tribu­nal de Jesucristo. Como seguridad para ello cuentan con la fidelidad de Dios que les llamó a la vida de su Hijo Jesús.

3.a Lectura: Me 13, 33-37

— Este pasaje de Marcos está dentro del discurso de la parusía de Jesús. La Comunidad primitiva vivía en la continua espera del Señor. Marcos, ante la proximidad de la parusía, invita a la vigilancia.

-— La ignorancia de la hora obliga a vigilar, a no dormirse, a estar atentos. Pero la vigilancia está presentada bajo la imagen de la responsabilidad. Vigilar, esperar al Señor de la casa, exige cumplir con la tarea que cada uno tiene. No es simplemente otear el horizonte (Paralelismo con la parábola de los talen­tos: Mt 25, 14-30).

— Vigilar la venida de Jesús exige la responsabilidad en la tarea. El que esto hace, espera. Y no fracasará en el intento de que sus talentos se multi­pliquen.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

ADVIENTO es tiempo de esperanza. Esperanza en la venida de Jesús. En ese Señor que viene. Que llega, que está siempre viniendo. Esperanza en

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO 25

una gran aurora que supere todos nuestros fracasos. Adviento es tiempo de salva­ción, porque exige esperar a pesar del fracaso y metidos de lleno en el fracaso. Y esto realmente salva.

Esperamos al Salvador, al Libertador. Cristo ha sido el gran acontecimien­to salvador de nuestro Padre. Es su gran gesto de amor. Un amor que hace renacer al hombre de su gran fracaso: SU PECADO. Los fracasos humanos a nivel personal y colectivo no son más que las consecuencias del gran fracaso del hombre: apartarse de los caminos de Yahvéh. Pero la esperanza ha rena­cido en el mundo y en el hombre, porque Jesús —que ha sentido en sus carnes la amargura del fracaso (su muerte), ha resucitado, y resucitado, viene al encuen­tro de todos los que le esperan.

Espera que es vigilancia. Que es postura activa. Que no es vivir tranquilos, quietos, procurando no cometer ningún «pecado». Esperar es responsabilizarse, comprometerse real y eficazmente con un mundo que se tambalea, para hacer reales sus posibilidades. Las dificultades serán muchas. Cristo no nos ha garan­tizado que su espera sea placentera sino todo lo contrario. Pero sólo quien espera así puede darle sentido a este fracaso humano. No porque se resigna a aceptarlo, convirtiendo su esperanza en una alienación paralizante, sino porque ha comprendido que el don de Dios (el amor de Dios) tiene un dinamismo interior y una exigencia que lleva al hombre a levantarse de sus propias cenizas y a intentar nuevamente gestar un nuevo mundo, una nueva sociedad, donde se haga más patente la VENIDA DE JESÚS.

Cristo vino ya, y resucitado se ha quedado aquí, pero el «encuentro euca-rístico» sólo se realiza si le buscamos de verdad; si se vive hoy la vigilancia cristiana: esperándole y buscándole en todo y en todos.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

A la asamblea dominical de este primer día de Adviento venimos cargados con nuestras experiencias de fracaso. Y también con algunas esperanzas que alientan en nuestros corazones de creyentes.

Participar en la Muerte- y Resurrección de Cristo es saber todos juntos ayudarnos a superar nuestros fracasos, porque vivimos convencidos de que Jesús vive y viene hacia nosotros. En una palabra, vivir la esperanza.

Por ello, convencidos de que nuestros fracasos son fruto de nuestro gran fracaso, nuestro pecado, pidamos perdón a Dios.

— Tú que no dudaste en encarnarte para salvar al hombre de su fracaso, Señor, ten piedad.

— Tú que sentiste en tus carnes la derrota de la muerte, Cristo, ten piedad.

— Tú que estás junto al Padre y que sigues viniendo al hombre que espera en Ti, Señor, ten piedad.

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26 EL RIESGO DE PREDICAR

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Oremos a nuestro Padre del cielo que cuida de sus hijos los hombres.

— Por la Iglesia de Cristo, para que su compromiso con el mundo sea luz de esperanza para el hombre, roguemos al Señor.

— Por los hundidos en sus fracasos que nada esperan, para que descu­bran a Dios Padre, roguemos al Señor.

— Por todos los aquí reunidos, para que nuestro Adviento de este año sea un compromiso con Cristo, roguemos al Señor.

Escucha, Señor, la oración que te dirige tu Pueblo santo. Concédele vivir en la esperanza. Así su compromiso en el mundo será más real y eficaz. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, Tú que nos animas un año más a vivir con nuestra esperanza abierta a tu venida, y que ves nuestro cansancio y falta de ilusión en la construcción de tu Reino, danos fuerza y vigor para no detenernos en el camino, y preparar con alegría tu advenimiento definitivo. P.N.S.J...

Oración sobre las ofrendas:

Sabemos que todos nuestros esfuerzos, nuestras obras, valen bien poco para la construcción de tu Reino; pero sabemos también que Tú has querido nuestra colaboración. Acepta nuestros trabajos y esfuerzos, y mira más nues­tra buena voluntad que nuestros logros y éxitos. P.C.N.S.

Oración para después de la comunión:

Tú has aceptado, Señor, nuestra vida, y nos has visitado en esta Euca­ristía. Haz que con tu ayuda hagamos presente la salvación en medio de este mundo, que tanta necesidad tiene de Ti, que vives y reinas...

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Conversión como juicio y esperanza»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Nuestra propia realidad humana nos juzga y nos juzga condenándonos. Por doquier podemos descubrir situaciones personales, familiares, sociales, eclesiales, que son un duro juicio para nosotros, porque estas situaciones van deteriorando poco a poco nuestra condición humana. Somos «juzgados» por la misma realidad que nosotros hemos creado.

A niveles familiares, cada vez es mayor la falta de entendimiento entre padres e hijos. La irresponsabilidad de los padres, la intransigencia de los hijos, hace casi imposible la convivencia humana entre ellos, con el consiguiente que­branto del desarrollo humano.

Unas estructuras empresariales que impiden el desarrollo íntegro de la perso­na humana; la falta de medios eficaces de defensa de los derechos de los traba­jadores; la falta de unos auténticos cauces legales, a través de los cuales se pueda dejar oír con claridad las voces de los más débiles. La falta de reconci­liación entre vencedores y vencidos; la falta de reconocimiento práctico de los derechos de las minorías étnicas, todo ello contribuye a que nuestra conviven­cia ciudadana se haya convertido en una auténtica espiral de violencia, donde el trabajo conjuntado por un mundo mejor se hace cada vez más difícil.

La situación eclesial no es muy diferente. Falta la sinceridad en el diálogo entre los diversos grupos de la Iglesia. Silencio en ocasiones, ante problemas que exigen una respuesta de la Iglesia. Ruptura con la jerarquía. Rupturas con el pueblo. Tendencia a ligarse con el poder y las clases poderosas. Son los pecados de cada día.

La verdad es que todo esto nos juzga, nos dice cómo somos, cuál es nuestra condición. No es una visión pesimista. Simplemente nos sitúa; nos coloca «de esta manera» ante la realidad de Dios. Ante un Dios que salva. Que Juzga, cuando ama. Nuestra «obra mala» es la que aos condena.

Adviento es el tiempo de juicio y esperanza. Pero juicio de Dios. Juicio de Salvación y de esperanza en ese Dios que no se olvida de sus hijos. Pero no basta tomar conciencia de nuestra situación. Hay que volver a los caminos del Señor. Hay que convertirse.

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: Is 40, 1-5, 9-11

— El texto pertenece a los «poemas de consolación» dirigidos al Pueblo de Israel en el exilio y el cautiverio de Babilonia. El profeta conforta —en nom-

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28 EL RIESGO DE PREDICAR

bre de Dios— a los judíos anunciándoles una vuelta a la tierra, un porvenir mejor. Es un nuevo Éxodo del Pueblo hacia la TIERRA PROMETIDA.

— Dios viene, va a actuar con fuerza. Como un pastor, va a reunir nueva­mente a su Pueblo. Lo va a apacentar. La situación creada por la infidelidad del Pueblo, les ha condenado, llevándoles al destierro, a su destrucción. Pero ahora el Señor va a salvarlos nuevamente. Su juicio, el juicio amoroso de Dios es: el perdón.

— Pero como condición para el éxodo, una voz grita con fuerza: «Prepa­radle un camino al Señor; allanad la estepa». El Señor viene a salvar. Pero hay que cambiar, corregir. Hay que convertirse.

— Es una buena noticia también hoy. Un mensaje de alegría: «El Señor viene. Hay que convertirse».

2.a Lectura: 2 Pe 3, 8-14

— La venida de Cristo era entendida por los primeros cristianos como algo inminente. Vivían tensamente esta espera. Pero unos permanecían sin hacer nada, simplemente esperando. Mientras que otros se desalentaban porque los últimos tiempos no llegaban.

— Pedro, como los demás apóstoles, tuvieron que salir al paso de estos excesos. La venida del Señor es cierta. Pero esta segunda venida es una prolon­gación de la primera. El Señor viene continuamente. La segunda venida es cues­tión de fe más que de tiempo. Dios tiene otra noción del tiempo. Dios espera. Es la paciencia amorosa de Dios «que quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan».

— Lo importante es que el Señor nos encuentre en paz con El, porque hemos sido inmaculados e irreprochables, por nuestra fidelidad diaria a su plan.

3.a Lectura: Me 1, 1-8

— Marcos inicia su Buena Nueva con el texto de Isaías que hemos leído anteriormente. El Bautista es el «alegre mensajero» de la salvación. Igual que el profeta, pide que se prepare amorosamente el camino a Jesús que ya está presente.

— Juan predica la conversión. Sólo así la salvación, el «amor de Dios» se hará presente entre los hombres.

— Juan ratificaba la conversión con el Bautismo de agua; pero el que viene detrás de él, los ungirá con el Bautismo del Espíritu para que sean capa­ces de cumplir las obras de la conversión.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

La Palabra de Dios es clara: hay que preparar los caminos del Señor. Volverse a Dios, convertirse, es juicio y esperanza para nosotros. Adviento es tiempo de conversión, tiempo de desandar los caminos de la perdición para caminar nuevamente hacía la Salvación.

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO 29

La salvación se hizo presente en el hecho irrepetible de Cristo. Pero esta salvación, este juicio de Dios se va desplegando a lo largo de toda la historia humana, hasta que el Señor vuelva. El hombre, hoy como en tiempos del Bautis­ta o de Isaías, necesita hacerse con esta salvación. Es preciso que allane los montes y prepare los caminos al Señor. Sin esta actitud, la salvación no llega hasta el hombre.

Convertirse es un cambio de actitud. Una transformación interior, por la cual Dios nos da la salvación. La conversión no es algo que ocurre únicamente en nuestro interior. La conversión exige frutos. Allanar los caminos es corregir, rectificar, luchar diariamente en nuestra vida. Y así hacer posible un mundo más justo, más humano. No podemos estar brazo sobre brazo. La liberación de nues­tros propios egoísmos nos debe llevar a realizaciones concretas en las estructuras familiares, sociales, eclesiales.

Convertirse es vivir en Cristo y esperar en El. La autenticidad de esta vivencia exige poner la esperanza en la frontera de lo imposible sin traiciones que alienan. Esto pide frutos de realismo, coraje, lucha, fe y amor.

Nosotros hemos recibido por el Bautismo el Espíritu que nos da la fuerza para luchar; que es prenda para la esperanza. La Eucaristía es hacer presente a ese Señor que viene. Es aliento para el camino, para hacer el camino.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Adviento es tiempo de conversión. Pero es tiempo de alegría y esperanza. Convertirse no es entristecerse. Convertirse es hacer realidad la salvación en nosotros. Es hacer cercano el amor de Dios. Y esto siempre es Buena Noticia para el creyente, para el que espera.

Nuestra asamblea ha sido convocada por la Palabra. Nuestra respuesta de fe hoy se hace conversión. De ello nos habla la liturgia de la Palabra. Este es hoy el sentido de nuestra Eucaristía.

Por ello, para que podamos participar en este juicio amoroso de Dios, vamos a comenzar reconociéndonos pecadores.

— Tú que viniste a liberarnos de nuestros egoísmos, Señor, ten piedad. — Tú que quisiste ser precedido por Juan Bautista como anunciador del

tiempo de salvación, Cristo, ten piedad. — Tú que nos sigues llamando a la conversión, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Unidos en la fe y en el amor, roguemos al Padre de todos los hombres.

— Por la Iglesia, para que la llamada a la conversión que ella hace, sea real y eficaz en la vida, roguemos al Señor.

— Por los que sufren víctimas de la injusticia, la discriminación y la guerra, para que no pierdan la esperanza, roguemos al Señor.

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30 EL RIESGO DE PREDICAR

— Por los responsables de la marcha del mundo, para que entiendan su misión como un servicio, roguemos al Señor.

— Por todos los que nos reunimos alrededor de este altar, para que nuestra conversión y esperanza nos impulse a la lucha por un mundo mejor, roguemos al Señor.

Tú que mueves nuestros corazones a la conversión, escucha la oración que hoy te dirigimos con esperanza. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, Tú nos dices que es necesario allanar montañas y rellenar valles para que puedas llegar a los hombres; pero nosotros carecemos de fuerza para realizarlo. Ayúdanos con tu gracia, y haz que los que seguimos tus pasos en la tierra construyamos un mundo más justo y digno para codos tus hijos. P.N.S.J...

Oración sobre las ofrendas:

Todo el mundo no basta para conseguir la salvación; pero Tú, Señor, has querido pedir nuestra colaboración y nuestro esfuerzo. Acepta nuestra debilidad, ya que es lo único que podemos poner en tus manos. P.C.N.S.

Oración para después de la comunión:

Tu respuesta a nuestras debilidades y pecados, Señor, ha sido el perdón y la promesa de un pronto retorno a nuestra patria; pero sabemos que es necesario nuestro trabajo y esfuerzo. Ayúdanos en- esta nuestra diaria carea, y haz que construyamos un mundo que sea una verdadera casa familiar para todos los hombres, en torno a la misma mesa y al mismo pan, que Tú, Padre, nos ofreces. P.C.N.S.

TERCER DOMINGO DE ADVIENTO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Actualidad profética de Juan Bautista. Figura de Adviento»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

¡Qué difícil es saberse retirar a tiempo! Decimos estar al servicio de una misión, de una idea, de otras personas... pero en un momento dado nos encon­tramos al servicio de nosotros mismos. También las instituciones tienden con el tiempo a olvidar la tarea para la que nacieron y a convertirse en fines en sí mismas.

Es típico del hombre tener miedo al futuro y agarrarse a lo que hay. ¡Qué mal reaccionamos los hombres ante quienes intentan buscar caminos nuevos e incomodan nuestra tranquilidad!

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: Is 61, l-2a, 10-11

— Pertenece a la sección final del libro de Is, llamado frecuentemente Tercer Isaías, escrito a la vuelta del exilio.

— Es la última vez en la historia de Israel que un profeta expresa tan segura y libremente la certeza de que Dios le envía con un mensaje para su pueblo. Se suele ver en 61, 1-3 la figura del Siervo de Yahvéh de 42, 1-4 y 49, 1-6. Pero la alusión a la unción (v. 1) no se suele referir a los profetas y es más propia del mesianismo real. Unción y donación del Espíritu ya están relacionados con referencia a David en 2 Sam 23, 1-7. El uso en v. 2 de «año» y «día» indica que no se piensa en un suceso concreto e irrepetible sino en una «época nueva» en sentido general.

— La acción escatológica de Dios es liberadora como siempre en la Biblia desde la salvación del Éxodo, prototipo de todas las demás (Ex 3, 7 ss.; 6, 5 ss.; Dt 26, 5 ss., etc.).

El rey en el antiguo oriente se consideraba que era quien debía velar por los derechos del pobre y la liberación de los oprimidos. La justicia y el derecho que Dios promete y por los que suspira el hombre bíblico no son conceptos formales equidistantes para todos, sino intervenciones liberadoras de los pobres y oprimidos (v. 1, 2; Is 58, 6) y castigadora de los ricos y opresores (v. 2b; 2, 12; 13, 6; 6, 34... se pueden multiplicar los textos porque es un tema bíbli­co eje. Vid. Le 1, 51-53).

— Jesús en el umbral de su ministerio declara cumplidas estas palabras del profeta en su persona (Le 4, 16 ss.). El grito del hombre bíblico, las espe­ranzas de salvación del pueblo oprimido van a encontrar paradójica realización en Jesús de Nazaret (4, 22 ss.) («paradójica realización» no tiene nada que

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32 EL RIESGO DE PREDICAR

ver con la lectura espiritualizante y confortante a que nos acostumbran los docto­res y escribas del cristianismo de los privilegiados).

2.a Lectura: 1 Tes 5, 16-24

— Recomendaciones finales a la joven iglesia de Tesalónica. Parece que

en este párrafo Pablo se dirige en primer lugar (no exclusivamente) a «los que presiden» la Iglesia (v. 12) que le habían manifestado algunas inquie­tudes.

— Los vv. 16-19 son un mismo párrafo (pese a la indebida puntuación de algunas traducciones) de modo que las tres actitudes tienen su justificación «en la voluntad de Dios en Cristo Jesús» (v. 18 b) .

— Los creyentes no encuentran en ellos mismos ni en el mundo eviden­temente motivos para estar siempre alegres, al contrario. Pero en Cristo hay una alegría indestructible. (Fil 3, 1; 4, 4). El talento cristiano es dialéctico entre la participación por modificar lo que parece inmodificable y la alegría de quien no se crispa porque «la fe ha vencido al mundo... y mi alegría nadie podrá arrancarla de vuestro corazón» (Jn).

— El Espíritu es la fuerza del futuro. El hace penetrar en la verdad, buscar caminos nuevos. El Espíritu sopla donde quiere, no está atado a ninguna estructura ni a ninguna legislación. El Espíritu es el gran clandestino en nuestro mundo viejo.

3.a Lectura: Jn 1, 6-8, 19-28

— Juan Bautista es presentado como testigo delante del judaismo oficial (1 , 19-28), indirecta y negativamente; delante de todo Israel de forma posi­tiva (1 , 31) ; delante de sus propios discípulos (1 , 35 ss.).

— El cuarto evangelio insiste en presentar a Juan Bautista como subor­dinado a Jesús, debido a la polémica contra grupos que veneraban al Bautista como Mesías (1 , 8, 20-23, 25-27; 5, 34). En este evangelio Juan Bautista no tiene función autónoma (no exhorta a penitencia) sino es sólo testigo de Jesús (1 , 6-8, 19-23; 3, 23-30; 5, 33-35). El no es el Cristo sino que da testimonio de El ( 1 , 20; 3, 28). Encamina sus propios discípulos a seguir a Jesús (1 , 35 ss.).

— E l Logos hecho carne, el Hijo de Dios, no es públicamente perceptible en su esencia y dignidad, sino que debe ser testimoniado (5, 31-47). En el evangelio de Juan se trata de un testimonio religioso, aunque frecuentemente emplee formas jurídicas (5, 31 s.; 8, 14, 17 s.). Aquí también se presenta una forma jurídica: los enviados vienen de Jerusalén, de parte de la burocracia ecle­siástica. Corresponde a la mentalidad de las autoridades judías que pretenden controlar todo molimiento religioso del pueblo.

— E n el v. 21 el Bautista se distancia de otras esperanzas escatológícas del judaismo (Mal3, 1, 23; Sir 48, los; l e 9, 2; Mt 17, 11). El bautismo de Juan debía aparecerles con características mesiánicas (v. 25), debido a su

TERCER DOMINGO DE ADVIENTO 33

unicidad (no como las abluciones purificatorias esenias) y a la exigencia de que todo Israel se someta a él (no limitado a los prosélitos). La respuesta de Juan (v. 26) se limita a poner su bautismo en contraste y subordinación respecto a Jesús.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

El profeta verdadero remite a otro. Es un signo que anuncia y lleva a otro mayor que él. Si no se sabe quitar de en medio es una interposición que vela y no revela, no es precursor sino usurpador.

Juan Bautista, precursor, es signo del cual toda la razón de ser es remitir a Cristo. En la pobreza (Mt 3, 4) y austeridad, con valentía ante reyes (Mt 14, 3 ss.) y poderosos (Mt 3, 7 ss), en el terreno duro del desierto (Mt 3, 1) es el intérprete de siglos de esperanza del pueblo. Juan Bautista proclama la apertura al futuro incordiante de Dios; choca con el mundo viejo y sus repre­sentantes satisfechos.

La misión de los cristianos es ser profetas del adviento de la humanidad del siglo XX. Ser profetas que interpretan las esperanzas de un pueblo concre­to y de una situación concreta. La Iglesia no debe predicarse a sí misma ni sus­tantivarse, peligros inherentes a una institución humana. La Iglesia será profé-tica en tanto en cuanto remita a Cristo o le haga «visible».

Al ser más pobre, al humillarse, podrá reencontrar la Iglesia su libertad profética y su capacidad de ser signo de Otro.

El profeta habla de las esperanzas de la humanidad. La Iglesia no espera para sí, sino para el mundo. La historia de la humanidad es el gran adviento. El adviento simbólico (sacramentum in genere signi, dice Santo Tomás) de nuestros templos es una burla si no participamos real, existencial y políticamente en el adviento real del trozo de historia que nos toca.

Ahí está el Espíritu: en el adviento de una humanidad más fraterna que debe tener en los cristianos sus profetas.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

En la primera Iglesia, la Eucaristía era la celebración de la ausencia del Señor. Cuando nos ha abandonado una persona querida, la tenemos entraña­blemente presente en la herida que su partida deja en nosotros. La Eucaristía echa en falta la presencia física del Señor y desea su venida.

Nos reúnen las esperanzas de los hombres, los anhelos que palpitan en los vaivenes de la historia y que nosotros creemos que son una forma de decir: «Ven, Señor Jesús».

El cristiano en este mundo tiene la misión de ser profeta, es como Juan Bautista. Pero ¿no es cierto que muchas veces no lo somos, porque ocultamos con nuestra vida lo que creemos por la fe? Por eso, pidamos perdón.

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34 EL RIESGO DE PREDICAR

— Porque dejamos que se apaguen nuestras lámparas y nos aburrimos de esperar a Dios con ilusión, Señor, ten piedad.

— Porque a veces esperamos para nosotros solos, olvidándonos que nuestra esperanza es para todos los hombres, Cristo, ten piedad.

— Por tantas veces como la esperanza se convierte en nosotros en egoísmo de quien quiere poseer y no es fuente de libertad y genero­sidad, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Oremos, hermanos, unidos a todos los hombres que tienen esperanza. — Por el pueblo de Dios, para que la esperanza en el Señor que viene

le haga libre para predicar el evangelio, pobre para que sea signo transparente de Jesús, valiente para dar un testimonio profetice

— Por los enfermos, exiliados, encarcelados y por todos los que están en más necesidad. Que la esperanza cristiana llegue a ser para ellos fuerza y consuelo.

— Que el Espíritu del Señor traiga la justicia, fortalezca nuestra debi­lidad, anime e incordie nuestro aburrimiento y nuestra autosatisfacción.

— Para que nos preparemos bien a celebrar la venida del Señor, dándonos cuenta que nuestra sociedad monta una gran fiesta de negocios usando las palabras cristianas. Que los cristianos encontremos el sentido cristiano de la Navidad.

Oh Dios, que has prometido la salvación a los hombres y nos la has dado en Cristo Jesús. Danos tu fuerza para que nuestra promesa de fe sea también una vida sincera. P.N.S.J...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta: Señor, hace tiempo que la valentía y el lanzarse a gritar la buena noticia

por calles y plazas no está de moda en tu Iglesia. Tú sabes también que buscamos más nuestra victoria que la tuya. Haz, Señor, que esto cambie y que, como Juan el Bautista, anunciemos solamente a tu Hijo Jesús que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas: Al lado de Jesús, que se entregó hasta la muerte, y muerte de cruz,

por todos los hombres, ofrecemos nuestras vidas. Haz que en medio de nuestra rutina hagamos presente el fuege y la fuerza de tu Espíritu, para que se renueve y transforme la tierra entera. P.C.N.S.

Oración para después de la comunión: Tú, Señor, te das por entero y sin reservas a todos nosotros, a pesar de

nuestra indignidad y pecada Muestro mundo necesita que nosotros nos entre­guemos por entero, para que aparezca sobre la tierra la verdadera patria de los hijos de Dios. Que no tengamos mie<lo de pudrirnos en el surco, pues sólo así tenemos derecho a la esperanza P.C.N.S.

CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Jesús, salvación de Dios. María figura de adviento»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Las ideologías modernas están lanzadas hacia el futuro; pretenden buscar el sentido de una esperanza. Como dijo un autor, utilizando una posibilidad lingüística del castellano, el mundo es una sala de espera que ojalá se convierta en sala de esperanza.

Durante el Adviento han ido desfilando ante nuestros ojos una serie de nombres que personifican la marcha de una esperanza: Abraham, Isaías, Juan Bautista. Hoy aparece María. Ultimo eslabón del A. T. por quien la época de la esperanza arriva al período del cumplimiento.

2. MENSAJE BÍBLICO

Ia Lectura: 2 Sam 7, 1-5, 8b, 11-16

— El famoso oráculo de Natán, del que se han conservado tres versiones (Sam. 7; Sal 89; 1 Cor 17), está en los orígenes de la esperanza mesiánica del pueblo de Israel. David, una vez establecida la paz en Palestina, piensa edificar una casa para Yahvéh. Pero Yahvéh le responde —en un juego de palabras, que se conserva en castellano, basado en el doble sentido de la pala­bra casa— que será El quien le construya «casa» a David.

— Yahvéh no quiere tener una casa como los dioses cananeos por el peli­gro que supone de domesticar su presencia. El celo de Yahvéh, consecuencia de su realidad única y exclusiva, se opone radicalmente al riesgo de asimilación del yavismo a cualquier otro culto (Is 40, 18, 25; 44, 7). Todos los comen­taristas están de acuerdo en que el v. 13 es posterior. La «casa» la construirá el mismo Yhavéh. El lugar auténtico de la presencia de Dios será al fin mucho más íntimo y profundo de lo que los hombres hubieran podido sospechar.

2.a Lectura: Rom 16, 25-27

— La contemplación del «misterio» de Dios hace que Pablo prorrumpa al final de la carta a los romanos en un canto de alabanza a Dios.

— El «misterio» para Pablo es el plan salvífico de Dios, manifestación de su sabiduría y amor, escondido a las generaciones pasadas pero que última­mente ha sido revelado, en primer lugar a los apóstoles y profetas y posterior­mente a todos; el misterio tiene unas dimensiones universales afectando a judíos

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36 EL RIESGO DE PREDICAR

y gentiles y se resume en una sola palabra: Cristo (genéticamente: 2 Tes 2, 7; 1 Cor 2, 7-10; 4, 1; 13, 2; 14, 2-15 Rom 11, 25; 16, 25-27 Col 1, 25-28; 2, 1-3; 4, 3; Ef 1, 3-4; 3, 2-12; 5, 31-32; 6, 19; 1 Tira 3, 9; 3, 15-16).

— Cuando en la cumbre del Adviento contemplamos el desarrollo de la historia salvífica, podemos mejor que nunca hacer nuestro el himno de Pablo.

3.a Lectura: Le l, 26-38

— Las narraciones de la infancia no pertenecían al núcleo más primitivo de la tradición. Pero es indudable el ambiente judeo-cristiano en que nació este texto, aunque influenciado por la cultura griega (conoce los LXX).

— La Anunciación de Jesús (1 , 26-38) está en paralelismo con la de Juan Bautista ( 1 , 5-25). Subyace totalmente el pensamiento bíblico.

— Se habla dos veces de la virginidad de María. Aquí hay un tema teoló­gico fundamental: la salvación de Dios camina por senderos insospechados, de forma que supera las posibilidades de los hombres y la virtualidad inmanente de la historia. Es una constante del pensamiento bíblico que aparece en momen­tos claves de la historia de la salvación: al inicio Dios elige a Abraham y Sara, él ya viejo y ella además estéril; parecido en Gen 25, 21 sobre Isaac y Rebeca; idem Jacob y Rebeca en Gen 30; iden Sansón en Juc 13.. . Zacarías e Isabel en Le 1; en la genealogía de Mt 1, 1-16 aparecen los nombres de cuatro muje­res que inciden en momentos claves de la historia de la salvación por su mater­nidad realizada en circunstancias extraordinarias, lo que nos quiere indicar que Dios conduce esta historia por encima de las posibilidades humanas. La Virgini­dad de María tiene este profundo sentido teológico y bíblico.

— Nazaret no aparece ni en el A. T., ni en el Talmud ni en Flavio Josefo y era despreciado por los mismos judíos en tiempo de Jesús (Jn 1, 46). «Salve» es aquí probablemente más que un saludo y hay que entenderlo a la luz de So 3, 14; Za 9, 9; Jl 2, 2-27. «Llena de gracia»: María es objeto de la gracia y el favor de Dios, «El Señor está contigo» es saludo conocido en la Biblia (Rut 2, 4) .

— Lucas no labia de visión alguna sino de la comunicación de un mensa­je. Las palabras «tío temas» sirven para introducir una gran acción redentora de Dios (Gen 15, 1; Jos 1, 9; Is 41, 14). El anuncio del nacimiento es fórmula muy común en la Biblia (Gen 16, 11; Juc 13, 3; Is 7, 14; Le 1, 13). Es posible que este v. 31 haya que entenderlo en profundidad a la luz del Emmanuel de Is 7, 14 (sobre todo si se tiene en cuenta el v. 28). El v. 32 habla del hijo que va a tener María atribuyéndole unos rasgos que ordinaria­mente sirven para ¿escubrir la presencia salvadora de Dios en su pueblo. Lucas no considera a Jesús como Dios-entre-los-hombres, sino como el Salvador de Dios, (insistencia ea el tema real). En él se cumplen las viejas esperanzas que comenzaron en el oráculo de Natán. El ocupará el trono de David y reinará en la casa de Jacob (Israel). El es el Hijo de Dios prometido (2 Sam 7, 14), título que hay que entender no en sentido griego metafísico, sino como equi­valente a Rey Cristo liberador 2 Sam 7, 14; Is 9, 5; Ps 2, 7; 89, 27; 110, 3) .

CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO 37

— Sobre María reposa la sombra del Espíritu que es el signo de la presen­cia de Dios (Ex 40, 35; 1 R 8, 10; Ag 2, 6-9; vid. textos de la nube en la Biblia). La respuesta de María es de total apertura a esta difícil palabra de Dios.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

María es el último eslabón de la línea de esperanza más impresionante que ha conocido el mundo. Es el «tipo» de la Iglesia que camina al encuentro del Señor. La dignidad de María en la economía de la salvación proviene no tanto de su maternidad cuanto de su fe (Mt 12, 46-50; Me 3, 31-35; Le 8, 19-21; Le 11, 27-28). Datos bíblicos de grandes repercusiones prácticas. La fe de María es ante todo adhesión personal a Yahvéh y por tanto confianza y esperanza.

En María se hace verdad de forma eminente la ley central de la historia de la salvación: «Dios elige lo débil y despreciado de este mundo para confun­dir a los fuertes»: Israel (Dt 7, 6-7 «os ha elegido no por ser vosotros los más en número entre todos los pueblos, pues sois el más pequeño de todos»), Abra­ham (viejo y sexualmente acabado debe ser el padre de un gran pueblo), Gedeón (Juc 6, 15 ss. «mi familia es la más débil de las de Manases y yo soy el más pequeño de la casa de mi padre»), Moisés (Ex 4, 10), David (1 Sa 17), Jere­mías (1 , 6 ss.)... María. La portadora de la gran esperanza davídica era una pobre mujer, sexo que en el Oriente y más en aquel tiempo no contaba nada, de un villorio innominado, que no pertenecía a la tribu de David (prima de Isabel, luego de la tribu de Leví), que aún no conocía varón... Con razón puede recoger María la ley liberadora de Dios en la historia: «Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada» (Le 1, 52-53).

«Renovándonos con el cambio de mentalidad» (Rom 12, 2) , nos pregunta­mos los que teóricamente no somos de este mundo: ¿En el Adviento que vive hoy nuestro mundo, en dónde está la antorcha de la esperanza? En los últimos. Ser cristiano exige participar de las esperanzas de la clase obrera, de los grupos que no pueden expresar su voz, de los pueblos oprimidos.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

El Señor está cerca. Escuchando la Palabra de Dios vamos a prepararnos para celebrar cristianamente la Navidad. Con la ilusión y esperanza con que María por su maternidad ya inminente y —sobre todo— por su fe atendería la venida del Señor.

Existe el peligro de que nos dejemos arrastrar por tantas cosas que estos días nos envuelven, pero que están en contradicción con el significado cristiano de estas fiestas. En la Eucaristía de hoy debemos penetrar en el misterio salvador de la Navidad.

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38 EL RIESGO DE PREDICAR

Hagamos un examen de nuestra actitud ante las fiestas de Navidad. ¿Es una actitud pagana o cristiana? ¿Es de «pasarlo bien» o de aprender la lección de Dios hecho hombre?

— Para prepararnos a la venida del Salvador del mundo, pedimos perdón de todos nuestros pecados.

— Para que nuestras personas y nuestras vidas sean portadoras de la luz de Cristo y de la esperanza de Dios, nos arrepentimos de nuestra comodidad y falta de inquietud por los demás.

— Por todas las veces que hemos dejado de participar escépticamente en las más justas esperanzas que palpitan en los hombres que nos rodean.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Oremos a Dios, unidos a todos los hombres de buena voluntad. — Por todos los hombres, para que encuentren en Cristo el sentido de

sus deseos más íntimos y de sus esperenzas más profundas. — Para que la Navidad haga nacer entre nosotros una paz verdadera,

una convivencia justa, un amor eficaz. — Para que la Iglesia, siguiendo la trayectoria de la Virgen María, parti­

cipe desde las esperanzas de los pueblos pobres y de las clases oprimidas en el adviento de la historia del siglo XX.

— Por los que en estas fechas están separados de los suyos. Por los que sufren. Por los que lloran. Para que todos recibamos a Dios en esta Navidad.

Señor, que como María, seamos también nosotros un signo de esperanza y liberación, para los últimos de la tierra. Por N.S.J.

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Dios Padre, que elegiste a María, la humilde y desconocida para la entrada en este mundo de nuestro Salvador Jesús; haz que aprendamos la difícil lección de la fuerza de los pobres y marginados en tu Reino, y haz que los que nos llamamos cristianos pertenezcamos a su grupo. P.C.N.S.

Oración sobre las ofrendas:

Tú nos conoces bien y no nos pides milagros; únicamente deseas que pongamos en tus nanos nuestra debilidad y pobreza. Acepta, Señor, nuestra entrega y concédenos la fuerza del Espíritu que haga fructificar nuestros corazones estériles. P.C.N.S.

Oración para después de la comunión:

Señor, en esta comunión nos has hecho partícipes de tu salvación. Haz que nuestro egoísmo no ahogue en nosotros la fuerza de tu amor, sino que hagamos carne en nosotros tu Palabra, y que llenemos con ella nuestro mundo, t a n lleno de todo, pero vacío de Ti, que eres su única salvación. P.C.N.S.

NATIVIDAD DEL SEÑOR

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Meditación desde la cuna incómoda de Belén»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

En nuestro hemisferio, a partir de hoy los días comienzan a alargarse. Por eso en épocas pre-cristianas este día se festejaba al dios sol nuevamente vence­dor en su cíclico combate con las tinieblas. Cuando el cristianismo se convirtió en la religión del Imperio, esta fiesta llegó a ser celebración del nacimiento de Jesús: El fue anunciado como «la Luz de la altura que nos visita a fin de iluminar a los que se hallan sentados en las tinieblas». Toda la gente siente estos días como fiesta, y en el corazón de estas fiestas, debemos preguntarnos: ¿Vivi­mos el nacimiento de Cristo en su verdadero sentido bíblico? ¿El montaje social, festivo, de estos días es una expresión humana de una fiesta cristiana, o por el contrario, es una repaganización de los misterios cristianos? ¿Qué se encierra bajo los bellos conceptos —paz, amor, fraternidad— de estos días?

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: Is 52, 7-10

Pertenece al dt-Is., profeta que consuela al pueblo en el exilio y canta la esperanza. El mensajero va cantando la buena noticia (en griego usa la palabra «evangelizar») de la paz y salvación. Jerusalén está rodeada de montañas y el mensajero es descrito gráficamente conforme atraviesa sus crestas. (Vid. Is 40, 9-10). Los centinelas que guardan las ruinas de Jerusalén repiten las voces de júbilo porque ven que Yahvéh no abandona al pueblo. Para el profeta el anun­cio de la salvación es una Buena Noticia, algo chocante que sacude la modorra de un pueblo quasi conforme con su postración.

2.a Lectura: Heb 1, 1-6

— El prólogo de la carta a los hebreos tiene semejanza con el evangelio de Juan. En ambos se presenta el destino de la Palabra o del Hijo que estaba en Dios, realiza su obra en el mundo, y vuelve junto a Dios. La influencia griega en este texto es notable y presenta una de las cristologías más elevadas del Nuevo Testamento.

— La lenta y progresiva penetración de la Palabra en la historia llega a su punto culminante «...en estos días nos ha hablado por medio de su Hijo... cuando llegó la plenitud de los tiempos... ha aparecido la gracia de Dios que trae la salvación para todos los hombres... ha aparecido la Bondad de Dios y su Amor al hombre...».

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40 EL RIESGO DE PREDICAR

3.a Lectura: Jn 1, 1-18

— En el prólogo de Juan, como en una obertura musical, se recogen los temas principales que se van a desarrollar a lo largo del evangelio: vida, luz (4 ) , testimonio (7) , verdadero (9) , mundo (10), gloria, verdad (14) . . . El prólogo considerado en sí mismo, es un himno en cuatro estrofas (1-5; 6-8; 9-13; 14-18) en el que cada una recoge la idea de la anterior y explícita su contenido. Al llegar al versículo final, se recoge en el Hijo que está en el seno del Padre (v. 18) la idea inicial de su existencia en Dios (v. 1), pero ya enriquecida con todo el proceso que ha precedido, pues esa Palabra que estaba en Dios y era vida, luz, habitando entre nosotros nos lo ha contado (v. 18). Es el movimien­to ternario: descenso desde Dios —vida fecundante entre los hombres— ascen­so fructuoso a Dios, que descubríamos en el prólogo a la carta a los Hb y que es propio de la palabra de Dios en profetas y, sobre todo en la literatura sapien­cial (Is 55, 10-11; Sb 18, 14-15 etc.).

— El niño Jesús nace pobremente. Es perseguido, tiene que ir al exilio (Mt 2, 13 ss.), es rechazado por las autoridades políticas y religiosas y es acep­tado por los de fuera y por el subproletariado pastoril. La misma idea expresa Juan de forma más abstracta.

— Esto no es folklore, miserabilismo o casualidad. Estos grandes «teolo-gazos» expresan la turbadora y esencial ley de la intervención de Dios en la historia: DIOS SE SOLIDARIZA CON LOS ÚLTIMOS. Esta ley preside la vida de Jesús desde la cuna hasta la cruz.

— La meditación desde la cuna de Belén es profundamente turbadora.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

El verdadero Jesús no es el niño sonrosadote que la sociedad de consumo utiliza para justificar sus negocios y su evasión. El niño Jesús se «identifica» con los exiliados, los perseguidos, los marginados, los que sufren, los pobres...

El verdadero Jesús nunca fue un valor societariamente reconocido. Rescatar el significado de la salvación entre nosotros, exige denunciar la instrumentaliza-ción que la sociedad capitalista hace de los misterios y de las palabras cristianas. La paz y la fraternidad cristianas no son sentimientos superficiales del alma, sino compromisos vitales duros que buscan la eficacia en favor del prójimo... La paz y la fraternidad no son lubrificantes de una sociedad injusta y superficial, sino denuncia y transformación radical de esta sociedad.

Las bellas palabras cristianas son instrumentalizadas como sistema de inte­gración social. La última marioneta de la frivolidad nos cantará «la fraternidad del niño Dios» en un gran festival desde el «baal doméstico» de la tele. Los poderosos de este mundo volverán a intentar hacernos creer que con ellos la paz escatológica se ha establecido en la tierra. Nosotros caemos en la tentación de convertir la Navidad en otra forma de manipular y oprimir al pueblo.

Los relatos de la infancia de Jesús no tienen nada de ñoños o románticos. Desde la cuna, los homtires toman partidos diferentes respecto a Jesús: los de

NATIVIDAD DEL SEÑOR 41

la luz y los de las tinieblas (Jn), las autoridades político-religiosas del pueblo y los de fuera (Mt), los pobres y los ricos (Le).

¿De qué parte estamos nosotros? ¿Con los de arriba y sus palabras satis­fechas?; ¿con los técnicos en cuestión de divinidad que «no dejan entrar a los demás» porque la gente no les entiende?; ¿con los que compran, venden, comen, juerguean en nombre del niño Jesús? O ¿con los exiliados, pobres, solos, aban­donados en país extranjero, o en el propio país?; ¿con emigrantes que buscan en los países ricos de Europa el pan que no tienen en su tierra?; ¿con la clase obrera a quien se le da «pan y circo» y se le desposee en muchas ocasiones de sus derechos más fundamentales?...

En Belén HOY se repite una ironía sangrienta. Este pueblo a pocos kiló­metros al sur de Jerusalén, está habitado por una población palestina en su totalidad y muy pobre. Casi toda es cristiana. En la Basílica construida donde la tradición localiza la gruta del nacimiento, tienen lugar hoy grandes solem­nidades... Suelen asistir muchos turistas cristianos, que vienen en aviones espe­ciales. Un ejército de ocupación, o sea, no palestino como los habitantes del lugar, protege a estos turistas, les facilita el acceso a la gruta, a la vez que difi­culta que los naturales de Belén se acerquen a la carretera de la iglesia... Esta gente de Belén, cristiana en su mayoría, sencillísima y muy pobre («los pasto­res») desean con toda el alma ir a la cuna de su conciudadano Jesús. Pero tienen que esperar a otro día.

No se trata de la anécdota de un día, sino de una situación, típica de nuestro mundo. Es una muestra plástica e «in situ» de hasta qué punto los cris­tianos de hoy hemos dado la vuelta completa al planteamiento del nacimiento de Jesús. También nosotros hoy cerramos el camino de la cueva a muchos pastores de Belén, de nuestros días.

Ayudar de verdad a Tierra Santa es comprender que por la encarnación de Dios toda la tierra es santa y que el verdadero beso no es el que se da a un Niño Jesús de pasta, sino el que se da al hijo del hombre desterrado, oprimido, manipulado... aunque sea en nombre del cristianismo.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Hoy podemos decir más vitalmente que nunca «el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros». En este niño nacido pobremente, en un rincón del mundo, hijo de María y de José, reconocemos la manifestación del Amor de Dios, la verdadera luz del mundo. Ante el misterio del Amor increíble de Dios que se manifiesta en el niño que ha nacido, nos reconocemos más sinceramente que nunca pecadores.

•— Por todas las veces que somos tinieblas y no recibimos la luz del mundo, Señor, ten piedad.

— Por todas las veces que no reconocemos al hijo del hombre en nuestro prójimo, Cristo, ten piedad.

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42 EL RIESGO DE PREDICAR

— Por todas las veces que nuestra vida y nuestra persona se cierran y no reflejan la luz de Cristo en el mundo, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Unidos al niño de Belén, es decir, a los pobres y humildes de la tierra, a los hombres de buena voluntad, oremos a Dios nuestro Padre.

— Por el pueblo de Dios para que todos los cristianos adoremos de verdad al niño Jesús, es decir, para que nos pongamos de parte de los pobres y de los que sufren, roguemos al Señor.

— Por los hijos de nuestro pueblo que tienen que pasar estas fiestas lejos de sus familias. Por los exiliados, por los presos, por los emigran­tes, roguemos al Señor.

— Por los pueblos que sufren la guerra y la explotación; por los enfer­mos, por los tristes, roguemos al Señor.

— Porque reine entre nosotros la alegría que nace del fondo del corazón, la paz que nace de la justicia y de la verdad, la fraternidad que nace del amor.

Te lo pedimos a Ti, Dios Padre, festejando el nacimiento de tu Hijo... del amor.

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor y Dios nuestro, que enviaste a tu Hijo al mundo para que se hiciera en todo igual a nosotros, excepto en el pecado. Hoy queremos alegrarnos al celebrar el nacimiento de Jesús en Belén, y al recordar la esperanza que ha hecho nacer en tantos corazones sencillos y humildes de la tierra. Que al escuchar tu Palabra despertemos a la verdadera paz y justicia que el mundo necesita. Por N.S.J.

Oración sobre las ofrendas:

Recibe, Señor, el grito callado y los sinceros deseos de todos los hombres, especialmente de los más pobres y humildes. Tú, que no naciste en Belén para hacer negocio con los artículos de Navidad, enséñanos a ofrecerte el verdadero culto de justicia y paz que de nosotros quieres. Por N.S.J.

Oración para después de la comunión:

Por esta Eucaristía, Señor, has vuelto a nacer en nuestra vida. Concédenos la valentía del testimonio cristiano en estas fiestas de Navidad; para que, por nosotros, puedas nacer en todos los hombres que tienen esperanza. Por N.S.J.

DOMINGO INFRAOCTAVA DE NAVIDAD FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA DE JESÚS, MARÍA Y JOSÉ

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Familia y sociedad hoy»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

La familia es algo que se mantiene en la sociedad de hoy. Pese a los inten­tos de disolverla y a todos los ataques de diversas ideologías.

Hoy se habla de amor libre y del supremo valor de la unión carnal del hombre y la mujer. Incluso de los hijos como una carga. De la maternidad como esclavitud de la mujer. Y se defiende el divorcio, el aborto, las relaciones precon-yugales, el Estado nodriza. Pese a todo, los jóvenes sienten la llamada de la familia. Hoy como siempre el hombre ve como algo connatural la creación de una familia, la consagración fiel de su'amor. Los gestos que acompañan esta entrega serán de un cariz o de otro, más sinceros o más superficiales. Pero lo cierto es que la creación de una familia sigue siendo una de las aspiraciones del hombre.

¿No habrá que ver en esta fuerte inclinación de la naturaleza la voz de Dios? «y seréis una sola carne», dijo Dios al principio.

Y la familia, con diversas características accidentales, se va perpetuando a través de las generaciones. La fiesta de la Sagrada Familia debe servirnos para aclarar cuáles son las notas esenciales que dan cohesión y valor actual a la fami­lia cristiana en la sociedad de hoy.

2. MENSAJE BÍBLICO

Ia Lectura: Eccto 3, 3-7; 14-17 a

— La primera lectura viene a ser un comentario al cuarto mandamiento. «Honra a tu padre y a tu madre». Hay que respetar, amar, ayudar a los padres. En la sociedad moderna se observa con demasiada frecuencia, ancianos solos, abandonados, desatendidos. Y jamás se ha hablado tanto de solidaridad, filan­tropía, servicio. Por eso, este texto, por su contenido de denuncia, tiene tanta actualidad.

2.a Lectura: Col 3, 12-17

— «Hemos sido convocados en un solo cuerpo». Al afirmar esto, Pablo se refiere a la gran familia de la Iglesia. Pero la familia es también un cuerpo eclesial, una iglesia doméstica.

— La cohesión de la comunidad eclesial y familiar será efectiva si se tienen en cuenta estos valores cristianos. «La misericordia entrañable, la bondad, la

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44 EL RIESGO DE PREDICAR

humildad, la dulzura, la comprensión, el perdón mutuo, el amor, la Paz de Cristo, la Palabra de Cristo». San Pablo añade otro elemento de cohesión familiar y eclesial: la oración litúrgica y privada: «Celebrad la Acción de gracias, cantad... ofreced». Porque la oración «hace habitar a Cristo entre nosotros». Y Cristo es el fundamento insustituible de la unidad de la Iglesia y de la familia cristiana.

3.a lectura: Le 2, 22-40

— El evangelio nos propone a la Sagrada Familia que da valor a la ley del A. T. y se somete a ella. Ello nos muestra su sano positivismo. Es una familia abierta al futuro, que abre Simeón al profetizar sobre el Niño. No se puede colocar a esta familia en una situación idílica y, por tanto, irreal e inimi­table. Esa familia tendrá que afrontar mil dificultades: «bandera de contradic­ción», «espada de dolor». Debe estar dispuesta a la redención, a la madurez, a la liberación por el dolor.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Lo que da unidad a la familia y lo que debe ser su sólido fundamento es el amor. Nos lo ha afirmado la segunda lectura. Pero el amor cristiano no es sólo sentimiento o sexo. Está hecho de estimación, respeto de los derechos del otro, servicio.

Otro de los valores es la obediencia. La oración colecta de la misa la alaba y la propone a nuestra imitación. La obediencia de Jesús a María y José. Los hijos tienen que obedecer en todo aquello, agradable o no, que redunde en el bien común. ¿Cómo harán los padres fácil la obediencia de sus hijos? Obede­ciendo ellos también a una instancia superior, con alegría y libertad de espí­ritu. Obedecer a la ley de Cristo: José y María se saben bajo la ley de Moisés (Le 2, 22) que para ellos es como la «ley de Dios» (Le 2, 24). Y la creen obligatoria. La noble y leal sumisión a una norma «de honradez y de vida», hará posible vencer las solicitudes disgregantes del instinto y el egoísmo.

María y José «se sintieron admirados por lo que se decía de su hijo». Es el futuro de Cristo lo que causa esta atención: su personalidad, su misión a cumplir. Aquí está la gran labor de la familia: educar, formar, llevar a la madurez a los hijos de cara a la sociedad y a la Iglesia. Hacer de ellos hombres cristianos responsables y libres, capaces de asumir las tareas que el mundo y la iglesia les proponen. Los padres tienen que darse cuenta que esto no se hace sin contradicción y sin dolor. Es su contribución a la «pasión redentora de Cristo».

Y Jesús «se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios lo acompañaba». El evangelista quiere señalar que el «carisma divino» estaba en Cristo desde el principio. Pero estas palabras, para los demás hijos de todas las familias cristia­nas, marcan el camino de un esfuerzo progresivo de formación. Progresión de formación humana y cristiana, abierta a la enseñanza de padres y maestros. La educación humana y cristiana es un proceso que exige continuidad y compromí-

DOMINGU INFRAOCTAVA DE NAVIDAD 45

so. Uno no es hombre sólo por haber nacido, se hace hombre. Uno no es cristiano sólo por estar bautizado, se tiene que hacer cristiano.

La Sagrada Familia debe ser contemplada, para que sirva de ejemplo, no sólo en Nazaret.

Sino en el trance de la agonía de José, en la vida de trabajo, en la acti­vidad apostólica de Cristo, en la prueba de la cruz. Y en el gozo de la resu­rrección. La actitud profunda siempre es imitable, aunque sean diversas las circunstancias.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Nos reunimos para celebrar la fiesta de la Sagrada Familia, nosotros que formamos la gran familia de los hijos de Dios. Que Jesús, José y María nos inspiren con su ejemplo e intercesión.

El recuerdo de la Sagrada Familia nos debe animar a examinar nuestra vida familiar y a pedir perdón por las faltas que hemos cometido contra la familia con nuestros egoísmos e incomprensiones.

— Por las veces en que hemos desprestigiado a la Iglesia con nuestra mala conducta. Señor, ten piedad.

— Por los matrimonios desunidos, por los padres que abandonan a sus hijos, los explotan o les dan mal ejemplo. Cristo, ten piedad.

— Por los hijos injustos, desobedientes, egoístas, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Presentamos al Señor nuestras preces en favor de la familia.

— Para que nuestras familias se mantengan fieles en la profesión de su fe cristiana, roguemos al Señor.

— Para que los esposos se amen, como Cristo amó a su Iglesia y se sacrifiquen el uno por el bien del otro.

— Para que los padres acierten, con amor y tacto, en la educación cris­tiana y humana de sus hijos.

— Para que la familia creyente se abra en solidaridad a los problemas del mundo y sea signo de Cristo en él.

Señor, que quieres que imitemos los ejemplos de la Sagrada Familia, ayúdanos a ello con tu gracia. Tú que vives y reinas...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Nos llamamos la gran familia de los hijos de Dios; pero Tú sabes, Señor, que nuestra realidad está muy lejos de estas grandes palabras, y que nuestras

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familias actuales están muy lejos del ideal querido por Ti. Concédenos luchar todos unidos por un futuro mejor, donde el amor, la comprensión y la alegría llenen nuestros hogares; para que tu gran familia, la Iglesia, sea de verdad un signo levantado en medio de las naciones, que atraiga hacia Ti todos los pueblos. P.C.N.S.

Oración sobre las ofrendas:

En la fiesta de la Sagrada Familia te ofrecemos nuestros hogares. Haz que por la intercesión de María y José sean un verdadero reflejo de tu amor, y que la paz reine en todos los hombres. P.C.N.S.

Oración para después de la comunión:

Nos hemos reunido como una sola familia y hemos participado del mismo pan. Haz que no seamos con nuestras vidas una contradicción del misterio que hemos celebrado. Que no falte el pan en ninguna mesa, y que nuestros hogares cristianos sean, por su vivencia del Evangelio, un testimonio que invite y anime a todos los hombres a formar parte de la gran familia de los hijos de Dios. P.C.N.S.

OCTAVA DE NAVIDAD SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA MADRE DE DIOS

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «María y la paz del mundo»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

El 14 de octubre del año 1972, el Obispo de la Diócesis de Bilbao, mandó leer en todas las iglesias su pastoral sobre «las situaciones de violencia». Como características comunes a los diversos sectores, ideológicos y de acción, en situa­ción de violencia, señalaba: el dogmatismo, la intolerancia y el enfrentamiento. ¿Nos hemos examinado para ver si en nosotros, en nuestro grupo, se dan estos síntomas de situación de violencia?

Basta leer ciertos artículos de periódico, eco lejano de la opinión, basta oir las opiniones de mucha gente, o pulsar los criterios de diversos grupos socia­les para encontrarse con los gérmenes de la violencia: «Se elevan a verdades indiscutibles lo que sólo son simples opiniones sobre problemas humanos discu­tibles. Se descalifica, por principio, a los que discrepan de lo que cada esta­mento considera su verdad definitiva. Se desprecia la dignidad humana del adver­sario y se cultivan actitudes, incompatibles con la justicia serena, con la cari­dad cristiana, y se pierde el respeto a la vida del hombre no considerándolo como otro yo, sino como un obstáculo a eliminar, de manera cruenta».

Sin embargo estas afirmaciones son incontables: La paz no nace de la fuer­za. La violencia armada no es solución de las conflictos. La paz es fruto de la justicia. La transformación interior, que promueve Cristo y su mensaje, es el camino que lleva a la paz. María sufrió los embates de la violencia. Supo perdonar y amar, por encima de todo. He aquí los grandes principios de la transformación interior que forjan la paz.

2. MENSAJE BÍBLICO

Ia Lectura: Núm 6, 22-27

— Esta fórmula de bendición sacerdotal, se cumplió plenamente en María, verdadera «hija de Sión»: El Señor estuvo con ella, desde el principio, le dio su paz, fue la llena de gracia. Dones estimables, sobre todo en la fe, y que debe­mos pedir por medio de María, como un feliz augurio, a l comienzo del año. Así lo sintió la primera Iglesia postapostólica cuando la invoco: «Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros». Y así lo siente la Iglesia postconciliar llamándola: «Madre de la Iglesia».

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2." Lectura: Gal 4, 4-7

— El Concilio de Efeso (431) meditó profundamente este antiguo texto paulino, que se refiere a María sin nombrarla: «Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su hijo, nacido de mujer». S. Pablo señala que «el nacido de mujer» era el hijo de Dios. Jesús no alcanzó la plenitud divina progresivamente. Desde siempre, desde el vientre de su madre, ha sido Dios-Hombre auténtico. Así pudo definirse en Efeso: «Jesús no ha nacido de la Santa Virgen al principio como un hombre normal, sobre el cual luego hubiera bajado la Palabra, sino que ha salido del vientre mismo de su Madre ya unido y, por tanto, se dice que se ha sometido al nacimiento carnal porque ha hecho del nacimiento de su carne el nacimiento de él mismo».

— En este texto paulino se señala también la gracia, el don que nos trae a los hombres la Encarnación: «el ser hijos por adopción». Hijos con todos los derechos. Y es la «gracia litúrgica» que debe lograrse en estas celebraciones de la Navidad.

3.a Lectura: Le 2, 16-21

—- María cobra un particular relieve en este texto lucano. En el contexto anterior de la presentación en el templo, ella aparece como Madre carnal de Jesús. Es lo que señala S. Pablo también en la lectura anterior. Pero aquí se señala otra relación entre Jesús y María: la de la fe. «Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón». Actitud de fe adulta. Una fe reflexiva está muy cerca de ser operosa. Lo fue en María. ¿No fue esta fe refle-xiva-activa la que alabó Jesús en su Madre? «Más bien dichosos los que oyen la palabra de Dios y la guardan» (Le 11, 28). Así glosó San Agustín, en senti­do mariológico, estas citas evangélicas: «Más feliz es- María por la fe en Cristo que por la concepción de su humanidad. Ni siquiera su parentesco le hubiera servido de nada si no hubiera llevado a Jesús con más alegría en su corazón que en su vientre».

3. RESPUESTA A LA PALABRA

María, aparece en esta prerrogativa de Madre de Dios, como lugar de encuentro del hombre con Dios y de Dios con el hombre. Un mundo sin Dios, sería pronto un mundo sin hombres. Estaría la humanidad a merced del más fuerte, de la ley de la selva, de la violencia y la destrucción. En María, los hombres deben encontrar a Dios y sentirse hermanos los unos de los otros en Cristo Jesús.

María es el signo de la presencia de Dios en medio de los hombres. Un Dios con el que la humanidad debe contar para construir el mundo, en la verdad, la justicia y la paz. No se puede emplear el nombre de Dios para destruir a los hombres.

Se ha dicho que si el mundo fuera gobernado por las mujeres, sería un

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mundo sin armas, sin guerras, sin violencia. Tanto la mujer encarna todo lo que es amor, ternura, calor fraternal y de hogar. El hecho es que son muchas las mujeres, en la actualidad, que tienen en sus manos la responsabilidad de gobierno de sus pueblos, y los enfrentamientos sangrientos no cesan. No basta ser hombre o mujer para hacer la paz. Hace falta capacitarse, como factor activo de paz, por la transformación interior, que está exigiendo la fe cristiana y por el compro­miso y la lucha externa, que exigen las injustas situaciones.

Esa fe que brilla en esa actitud reflexiva de María, según comenta el evan­gelio de hoy. ¿A qué compromisos por la paz y el bien común nos debe llevar nuestra fe cristiana?

Desde luego, vistos los fracasos de la diplomacia humana, la paz no puede lograrse sin tener en cuenta a Cristo y su mensaje. Y María, en esta jornada mundial por la paz, nos lleva a Jesús. El es el Salvador. De las personas y del mundo. Hagámonos más permeables a su influencia, sobre todo a las exigencias del Mandamiento Nuevo.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

El primer día del año se abre a la luz de esta solemnidad de Santa María Madre de Dios. Y con un anhelo en el mundo: la paz. Por eso, como un saludo de felicitación, trasmitámonos este deseo: Que el Señor nos bendiga, y nos proteja, que El conceda su favor a todas nuestras empresas que buscan el bien común y da la paz a nuestro mundo.

Pero hace falta que examinemos nuestra vida y veamos si realmente vivimos comprometidos en la construcción activa de la paz.

Pidamos a Jesús la salvación de nuestros pecados, particulares y colec­tivos, contra la paz.

— Por los pecados de soberbia, de opresión al débil, de explotación al trabajador, Señor, ten piedad.

— Por los pecados de violencia, por la crueldad de las guerras, por los enfrentamientos étnicos, por la intransigencia religiosa, Cristo, ten piedad.

— Por tantas vidas suprimidas, por el aborto voluntario, por la pasión política, por el uso de las armas, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

El Señor, que nos ha hecho hijos de adopción, escucha nuestras oraciones por la paz.

— Para que cesen las guerras, para que la paz sea un hecho en nuestro mundo perturbado, roguemos al Señor.

— Para que los responsables de las naciones promuevan el diálogo

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fraterno, la justicia y respetan el derecho a la vida de todos los hombres.

— Para que nunca la religión sirva de bandera a la guerra, ya que Dios quiere la paz.

— Para que la Iglesia y los cristianos seamos signo de amor y solida­ridad entre los hombres.

Señor Jesús, Salvador de los hombres, que viniste a traer la paz a «todos los hombres de buena voluntad», danos la paz, que sólo nosotros no podemos lograr. Tú que vives...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

María no hizo la paz con palabras, sino que concibió, dio a luz y acompañó a Jesús en su camino hasta la cruz. Haz, Señor, que los que nos llamamos seguidores de Cristo, no nos refugiemos en la proclamación de las hermosas palabras: paz, justicia, igualdad; sino que seamos auténticos y humildes obreros de la paz. P.C.N.S.

Oración sobre las ofrendas:

Tú no has querido que te ofrezcamos grandes cosas, te contentas con nuestro humilde pan y vino... Que estas ofrendas, Señor, no estén vacías de significado, sino que sean verdaderamente el fruto de nuestros sudores y esfuerzos, por realizar una paz que se apoye en la justicia. P.C.N.S.

Oración para después de la comunión:

Tú, Señor, te has dado a nosotros sin haber recibido nada; Tú, que hiciste la Paz desde la cruz. Que sigamos tu difícil camino, y que seamos fuente de paz, no por la destrucción de nuestros enemigos como hace el mundo, sino dando, como Tú, nuestra vida por todos. P.C.N.S.

DOMINGO SEGUNDO DESPUÉS DE NAVIDAD

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «La Palabra de Dios hecha carne es la respuesta a la inquietud del mundo»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

El mundo busca sin cansancio y con inmensos trabajos y esfuerzos una respuesta a su inquietud. Llena de riquezas y tesoros sus almacenes, profundiza en los espacios y en lo profundo de la tierra, sus ojos abarcan desde las gala­xias hasta los elementos más pequeños de la materia; pero su corazón no encuentra una respuesta a sus más profundas inquietudes.

Hoy, entre nosotros, muchos tratan de suplir con la cantidad, con el núme­ro la falta profunda, la amargura que las cosas dejan en el corazón del hombre; pero todo queda en un intento y nunca se llega a dar la respuesta, que tranqui­lice el hambre y la sed de la humanidad.

Hemos corrido largos caminos y comenzamos a ver que estábamos parcial­mente equivocados. Hemos puesto toda nuestra esperanza en la ciencia, en la técnica, en el desarrollo... y sólo una pequeñísima parte de nuestro ser ha queda­do saciada y no ha decrecido apenas nuestra amargura.

¿Por qué? Somos demasiado grandes para llenar nuestra alma, para limitar nuestro

ideal «a un plato de lentejas». Fuimos hechos a imagen de Dios y la lejanía del original es nuestra ruina. Hemos querido interpretar la grandiosa sinfonía del universo sin tener en cuenta la clave en la que está escrita la Palabra hecha carne, hemos sembrado odio, y sólo guerra y ruinas hemos recogido.

La Palabra de Dios se hizo sencillez, debilidad, pobreza, se hizo niño... y esto es insoportable para un mundo de orgullo, de grandeza, de poder.

2. MENSAJE BÍBLICO

Ia Lectura: Eclo 24, 1-4-12-16

— Todos los pueblos han esperado una respuesta a sus inquietudes más profundas y la han esperado de fuera, una respuesta de parte de Dios.

— El pueblo de Israel en su última época centraliza su hambre y su sed en la Sabiduría. La Sabiduría adquiere cada vez más rasgos personales y propios, tiene hambre de encarnación de cercanía a los hombres.

— La sabiduría está presente en la creación; pero está sobre todo presente en la historia del pueblo de Israel. Su acción es siempre salvadora y sintoniza sola­mente con los santos, los escogidos, los benditos.

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— La sabiduría es gustar las cosas de Dios, no es conocer mucho, descubrir los secretos del universo; es más bien descubrir el gran secreto de todo, la base que todo lo sostiene en el ser y que dirige toda la historia. Ser sabios es leer la vida, el mundo... a la luz de Dios.

— Esta sintonía con Dios nos lleva a un recto vivir a un gozo y a una alegría dentro de nuestro mundo y de nuestra historia, que se hace respuesta en el culto a Dios, que es la fuente de la Sabiduría. Todo procede de Dios y para realizarse tiene que volver a él.

2.a Lectura: Efesios 1, 3-6 - 15-18

— El corazón de San Pablo comienza su carta a los efesios con una bendi­ción que termina en el Padre. El Padre no es el Dios lejano y aséptico que no quiere mancharse con el hombre, es el Dios cercano que nos ha elegido y que nos ha hecho hijos suyos por Jesucristo.

— Antes de ser, ya fuimos en el corazón del Padre, que siempre tiene la iniciativa. El corazón de Dios se ha manifestado en Jesús.

— ¿Qué se pide a los hombres? La adhesión firme y sincera a Jesús por la fe y la formación de una auténtica comunidad basada en el amor.

— Además es necesario para caminar una esperanza firme y clara que nos indique la meta de nuestro camino y que nos dé fuerza para conquistarla.

— El Padre abrirá nuestros ojos y nuestro corazón para captar la grandeza de nuestra vocación cristiana.

— No podemos encerrarnos en el miedo y en el raquitismo espiritual. Hay que ser valientes, no apoyados en nuestra fuerza, sino en la gracia de Dios.

— Dios es nuestra fuente, nuestra meta y camina, con nosotros; ¿qué pode­mos temer?

3.a Lectura: Juan 1,1-18:

— El prólogo es un admirable compendio de la historia de salvación y de la preexistencia de la Palabra.

— «Lo que henos visto, lo que hemos oído, lo que nuestras manos han tocado...». La Palabra de Dios es la clave de la historia, es la «exégesis de Dios, es Dios.

— La creación es la Palabra hecha palabras... la Palabra de Dios creó las cosas y las cosas fueron palabras de Dios; pero los hombres no supieron leer... La palabra de Dios tizo la historia y la historia fue en sus tragedias y dolores, en sus éxitos y triunfos... palabra de Dios.

— La Palabra no sólo hizo... se hizo carne y habitó entre nosotros, puso su tienda, dio su sangre por nosotros y volvió al seno del Padre; pero no en solitario, sino que con él subieron y suben todos los que han dado un «sí» a la Palabra.

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— El mundo y la historia entera terminan en Dios de donde proceden; pero Dios no ha lanzado el mundo a ser y lo ha abandonado... El ha corrido nuestro camino, El ha sufrido nuestros dolores, El nos ha salvado.

— Hay que hacer nuestra la historia de Dios por la fe... hay que caminar y correr el duro camino, que siempre sube. Todo lo que somos y tenemos lo hemos recibido de su plenitud, no por lo que nosotros seamos, sino por pura gracia de Dios.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Hoy, más que nunca, necesitamos alguien en quien confiar, una luz para caminar, necesitamos ir hacia una meta que supere y trascienda nuestros peque­ños y raquíticos horizontes, aunque se hayan hecho planetarios, y el único es Jesús. Tenemos que tener una clave de interpretación; tenemos que tener la suficiente humildad para reconocer que tenemos necesidad de ayuda y es urgente salir de la estrechez de nuestro yo y buscar la respuesta profunda a nuestra inquietud.

«Todo hombre resulta para sí mismo un problema no resuelto, percibido con cierta oscuridad. Nadie en ciertos momentos, sobre todo en los aconteci­mientos más importantes de la vida, puede huir de todo el interrogante refe­rido. A este problema sólo Dios da respuesta plena...» (Gaudium et Spes n." 21, d) .

Pero los hombres de hoy consideramos que no es brillante refugiarnos en Dios, que es más bonito andar el camino en solitario... y nos perdemos.

Es hora de volver a casa. Huir de Dios no es ser realistas; pues la realidad es creatura de Dios y ser hombre sin Dios es dejar de ser hombre, pues el hombre es imagen de Dios.

Dios no es lejanía, Dios se ha hecho carne y se ha hecho nuestro prójimo, nuestro hermano y no de una manera teatral, Dios no jugó a ser hombre, sino que fue hombre hasta la muerte y muerte de cruz.

La Palabra de Dios no nos viene de las nubes lejanas, sino que nace en nuestros surcos y nos interpela y obliga a mirar al hombre y al mundo y a convertirlo en una casa fraterna para todos.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Hoy no buscamos a Dios, no tenemos hambre y sed de su Palabra. Nuestras ilusiones se centran en la tierra, en las cosas, en la cantidad y dejamos a un lado todo lo que procede de más allá de los estrechos límites de nuestro pequeño mundo. Queremos vivir en la casa de Dios; pero despreciando al propietario. Hoy también él viene a los suyos; pero los suyos no le reciben.

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Por todo ello pidamos perdón a Dios. — Por cerrar nuestros ojos y nuestros oídos a Ti, que eres la vida y la

única respuesta capaz de saciar el hambre y la sed del hombre. S.T.P. — Por adherirnos a los ídolos de la tierra y seguir crucificando a los

hombres, tus hijos. C.T.P. — Por no querer correr el camino que sube hacia ti y seguir los pasos

más cómodos que nos acercan a las cosas. S.T.P.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Vacíos y llenos de hambre y de ser en nuestra tierra, levantamos nuestros ojos cansados a Ti, Padre de todos los bienes:

— Por la Iglesia de Cristo para que en ella todos los hombres encuentren pura y limpia tu Palabra y no manchada por los intereses terrenos. Roguemos al Señor.

— Por las personas que llevan sobre sus espaldas las responsabilidades del poder y del gobierno para que respeten la libertad del hombre y le sirvan. Roguemos al Señor.

— Por los que sufren en estos momentos crisis de fe, para que no se alejen de tu Palabra y permanezcan unidos a los auténticos valores cristianos. Roguemos al Señor.

— Por los que sufren y padecen por culpa nuestra, por nuestro abandono y olvido, que encuentren de nuevo en nosotros una respuesta nacida de la auténtica caridad cristiana. Roguemos al Señor.

Ayúdanos y haz que unidos a la Palabra hecha carne, nuestro Señor Jesu­cristo, caminemos llenos de fe y de alegría hacia nuestra meta que eres tú mismo. P.C.N.S.

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, que para darnos una respuesta a los hombres que buscamos con hambre y sed en nuestra tierra, has enviado a nosotros tu Palabra hecha carne; haz que caminemos en nuestra historia iluminados por su luz y que llevemos a los hombres y a las cosas hacia Ti que eres su creador y su meta. Por nuestro S. Jesucristo tu hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas Nada podemos darte, Señor, pues toda la tierra y nosotros somos tuyos;

pero acéptanos como somos, unidos a este pan y este vino y haz que nuestra vida sea testimonio siempre y en cada momento de tu Palabra que llena toda la t ierra. P.C.N.S.

Oración para después de la comunión: Llenos de Ti, Señor, caminamos hacia nuestro mundo. Haz que en nuestra

vida y nuestro trabajo no olvidemos que hemos nacido de ti y que a Ti cami­namos y danos fuena para llevar a Ti a todos los hombres nuestros hermanos que tanto te necesitan. P.C.N.S.

EPIFANÍA DEL SEÑOR

(6 de enero)

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «La Iglesia como Epifanía ante el mundo»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Muchos hombres conciben la fe cristiana como una carga pesada. O como una limitación. La fe, dicen, tiene unas exigencias que impiden la libertad. Es algo impuesto por la tradición, por la familia. Me prohibe hacer esto o aquello

De hecho hay que concebir la fe como una luz, como una liberación. Más bien decimos del ciego que lleva una carga, que está limitado en sus movimien­tos que del que ve. En orden a ayudar y facilitar un recto uso de la libertad hay que colocar las exigencias de la fe.-

Y la Iglesia, al servicio de la fe, tiene una función de iluminación y de liberación. Con sus profetas, sus mandamientos, su institución es luz de Cristo. Epifanía de Cristo. Pero ¿nuestra actividad eclesial puede reivindicar esta fun­ción en el mundo de hoy? Como miembros de la Iglesia, de verdad «manifesta­mos a Cristo o lo ocultamos? ¿Somos liberadores u opresores? ¿Nos sentimos esclavos o libres?

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: Is 60, 1-6

— Israel vuelve del exilio babilónico. Isaías quiere dar confianza a su pueblo en este momento difícil. «La luz del Señor, su gloria se cierne sobre ti». Hay, pues, que tener valor y confianza. Pero a la ciudad de salvación son llamados, no sólo los judíos, sino también los pueblos: vendrán en grandes cara­vanas las tribus de Madián y de Efá, que habitan al nordeste de Arabia. Tam­bién de Sabá, país famoso por el oro y el incienso. Incluso de la antigua Tarsis o Tartesios llegan las naves cargadas de riqueza. El profeta describe así, poéticamente, la universalidad de la salvación.

2.a Lectura: Efesios 3, 2-3a, 5-6

— Y este tema de la redención universal se aprecia en la lectura apostó­lica. Pablo se presenta como «distribuidor de la gracia de Dios», sobre todo entre las gentes. Actuando así, practica el misterio que le fue revelado por el Espíritu: «que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partí­cipes de la promesa en Jesucristo, por el evangelio». Ni el pueblo judío, ni ningún otro tienen el monopolio de la salvación.

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3.a Lectura: Mt 2, 1-12

— Cristo es el Salvador y se manifiesta como tal a los pueblos. He aquí lo que trata de probar este famoso texto de Mateo. Es llamado «Midrashc» por los exegetas. Describe un acontecimiento histórico explicado e interpretado por otros relatos. En concreto por una leyenda opócrifa de Moisés. Ciertamente que sería injustificado considerar los acontecimientos descritos por Mt 2, 1-12 como no históricos. Pero sí debemos interpretarlos como arreglados para expo­ner una idea teológica determinada. Jesús es el nuevo Moisés, liberador de todos los hombres. Por eso es importante el hecho de la manifestación del Salvador a los representantes del mundo pagano, encarnados en esos magos del Oriente. También hay que destacar su apertura y docilidad a las inspiraciones y manifes­tación del Mesías, frente a la dureza y oposición de los representantes del mundo judío.

La Iglesia del año 70 p.C, que ya se había separado de la Sinagoga, debía<

sentirse identificada con esa postura de los magos de Oriente, que de «rodillas adoran al Señor, y le ofrecen sus dones».

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Jesús no es el Salvador de un solo pueblo. Su misión redentora es universal. El es la luz que vio el profeta Isaías que «ilumina a todos los pueblos». Los gentiles representados en los «magos del Oriente», tras preguntar, caminar, supe­rar la contradicción, en una perseverancia ejemplar, encuentran al «niño, con María su Madre». Y gozosamente lo aceptan, lo adoran, y ofrecen sus dones: oro, incienso y mirra. Lo de menos son los dones. Dios no necesita el oro de los hombres, sino la sinceridad del corazón. Los hombres que buscan a Dios sinceramente, no están lejos de Dios.

N o es inútil señalar el itinerario de su fe: la iluminación interior (estrella), caminan, interrogan (a los doctores, a la Escritura) perseveran en su búsqueda, superando la dificultad, adoran, se ofrecen. Jesús les manda a su ambiente. Jesús para manifestarse no necesita de intermediarios. Pero corrientemente los usa. Ocurre en la historia del evangelio de hoy y ocurre en el itinerario de fe de los creyentes de nuestros días: el amigo creyente, el sacerdote, la lectura del evangelio, la devoción a María, la diversa actividad de la Iglesia. Al fin está la decisión personal del hombre ante la gracia de Dios.

Y esta decisión, si es libre, nos libera, nos compromete en una tarea de liberación en el mundo. La fe, si hemos recorrido el camino que a ella nos lleva, n o es esclavitud, ni extraña suposición. Es libertad.

La Iglesia tiene también hoy esta misión de ser «epifanía» de Cristo. El Concilio le aplicó estos nombres: «señal», «sacramento», «presencia» de Cristo en este mundo. Incluso el interés de su renovación, de su puesta al día, estriba en que quiere limpiar su rostro para que irradie mejor a Cristo.

Pero la Iglesia, que es la comunidad y cada uno de nosotros sólo seremos

EPIFANÍA DEL SEÑOR 57

signos de salvación cuando aparezcamos (epifanía) como tales por nuestras palabras y obras, cuando de hecho obremos con signos de liberación.

Porque aún se dan defectos en la Iglesia, no se debe pensar, con derrotismo, como es lo usual, que no se haya hecho nada en este terreno de la reforma y purificación. La perfección sabemos que se alcanzará sólo el último día. Pero esa meta debe alentar nuestro esfuerzo, sin interrupción. La purificación de la Iglesia tiene una vertiente personal: «Yo, como cristiano y miembro consciente de la Iglesia, tengo que esforzarme para ser «señal» más cabal y trasparente de Cristo.

¿Cómo? ¿Qué purificación personal, qué compromiso concreto me pide esto?

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Celebramos con alegría la Epifanía del Señor. Jesús se manifiesta como Salvador a todas las naciones. Celebremos nuestra vocación cristiana. La luz de Cristo brilla sobre nosotros, iluminando los caminos de nuestra vida.

Pidamos perdón porque hemos pecado contra la luz y nos hemos compor­tado contrariamente a nuestra vocación cristiana.

— Por las veces que hemos cerrado los ojos a la luz de tus enseñanzas, Señor, ten piedad.

—- Porque en vez de ser tus mensajeros, hemos dado mal ejemplo, Cristo, ten piedad.

— Porque hemos fallado ante las exigencias de vida de nuestra fe cris­tiana, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Como una pobre ofrenda, presentamos nuestras peticiones a Dios. — Para que todos los pueblos se abran a la luz del mensaje evangélico,

Roguemos al Señor. — Para que la Iglesia sea siempre manifestación cabal de Cristo, señal

levantada de salvación. — Para que los Obispos, Sacerdotes, Religiosos y Apóstoles seglares no

se dejen vencer por el cansancio, ante las dificultades del anuncio de Cristo.

— Para que nosotros, como miembros de la Iglesia, salgamos animados de esta celebración a ser consecuentes con nuestra fe y sus compro­misos.

Señor, que en este día, quisiste que brillara la luz de Cristo sobre todas las naciones, haz que sigamos fielmente el camino que ella nos marca, sin desfallecer jamás. Tú que vives y reinas...

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58 * EL RIESGO DE PREDICAR

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, Tú no te cierras en los estrechos límites de un pueblo, de una raza o de un grupo; Tú quisiste salvar a todos los hombres. Concede a tu Iglesia vivir abierta a todos los hombres de la tierra y dale fuerza y valentía para anunciar tu mensaje a todos los pueblos. P.N.S.J...

Oración sobre las ofrendas:

Señor, como los magos te ofrecieron los tesoros de su época, también nosotros queremos hoy ofrecerte nuestro esfuerzo, nuestro sudor y nuestro trabajo. Acéptalos, y haz que terminen todos nuestros sudores en Ti, y que no sean devorados por nuestro egoísmo. P.C.N.S.

Oración para después de la comunión:

Tú, Señor, te has entregado a nosotros como respuesta a nuestros pobres dones, Tú nos amas y nos salvas. Que no detengamos el torrente salvador de tu amor en nosotros; sino que nos convirtamos en manifestación de íu gracia y salvación en medio de nuestro mundo. P.C.N.S.

PRIMER DOMINGO DESPUÉS DE EPIFANÍA (1.° durante el año)

BAUTISMO DEL SEÑOR

I, GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Misión de Cristo y de todo el Pueblo de Dios: Anunciar la liberación»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Nuestra sociedad actual masifica y despersonaliza a los hombres. Como consecuencia, esta enfermedad del gregarismo afecta al Pueblo de Dios. La mayor parte de los cristianos se contentan con venir a la asamblea eucarística, se limitan a oír la Palabra, hacer su oración y cumplir su precepto.

A los fieles no se les han dado oportunidades a su alcance para que vayan adquiriendo conciencia de una «misión». Se les dice, sí, que Cristo quiso contar con ellos, que los destinó a ser sus testigos, pero no se les confían tareas concre­tas, ni se les abren caminos hacia una responsabilidad compartida. No se asume la tarea de liberación.

Por otra parte, resulta que el cristiano comprometido vive en situación de «diáspora», vive disperso entre no creyentes. Se ve incapacitado para realizar una tarea liberadora en el mundo.

2. MENSAJE BÍBLICO

Ia Lectura: h 42, 1-4, 6-7

— Las tres lecturas de este domingo tienen una misma temática y conver­gen en la figura del Siervo de Yahvéh, ungido por el Espíritu, que pudo estar representado por todo el pueblo de Israel. Después se fue personificando en una figura mesiánica idealizada que se encarnará en Jesús de Nazaret, presentado oficialmente como Mesías en la teofanía del Bautismo en el Jordán.

— Hay unos términos que se van a repartir en las tres lecturas: el Siervo amado, el ungido por el Espíritu:

— El autor parece identificar al siervo de Yahvéh con todo el pueblo de Israel. El profeta se imagina que Israel sigue en estado de dispersión entre las naciones. Dios va a aprovechar la situación de diáspora de su pueblo para dar testimonio de su luz ante las naciones paganas sumidas en las tinieblas. Los israelitas son hombres anónimos perdidos entre los demás hombres. Por su sim­ple presencia Israel va a ser luz de las naciones, tarea que, al personificarse en Cristo en el Nuevo Israel, será misionera y de evangelización.

— Más aún destaca en esta perícopa la misión liberadora del Siervo. Los ciegos y prisioneros representan a los hombres esclavizados por el mal y los diversos modos de opresión. Véase Le 4, 16-21.

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60 EL RIESGO DE PREDICAR

2.a Lectura: Act 10, 34-38

— Es uno de los momentos más decisivos de la acción de los Apóstoles en la apertura de la Iglesia a los gentiles. Partiendo del hecho de que un grupo de paganos recibieron el Espíritu y fueron bautizados.

— Es el discurso de Pedro en casa del Centurión Cornelio. Al anunciar a Jesús en una hermosa síntesis de la Buena Noticia, lo presenta como Mesías Ungido por el Espíritu Santo, al comenzar su misión profética.

— Es la fuerza del Espíritu la que hace superar a Pedro la dificultad de que el Evangelio llegue a los paganos. Llega a la convicción de que Dios no practica la acepción de personas. Que por tanto la misión profética del Siervo, Jesús de Nazaret tiene un destino universal, para todos los hombres, sean de la nación que sean. Vemos incluso cómo Pedro presenta al Pueblo de Dios, los israelitas, como depositarios de la Palabra, tarea de anunciar que se concre­tará más tarde en la persona de Jesús.

3.a Lectura: Me 1, 6b-ll

— Nos encontramos con la inauguración de la misión profética de Jesús Siervo de Yahvéh, que viene a traer la luz a las naciones y a liberar a los oprimidos. Misión evangelizad ora y liberadora.

— Jesús quiere empalmar con la misión de Juan Bautista y se suscribe entre sus discípulos. Lo que da ocasión a destacar que va a ser un Bautismo superior, no sólo de agua y conversión sino de agua y Espíritu Santo.

— Ya el A, T. había asociado el Espíritu, el fuego y el agua. Han llegado los tiempos mesiánicos, ha comenzado el juicio de Dios, que separará a su pueblo fiel de los impíos.

—: Como se puede ver por el poema del Siervo, Is. 42, 1, el judaismo esperaba que el Mesías se diera a conocer por medio de un don particular del Espíritu.

— Este nuevo Pueblo está en germen en la persona de Jesús, así enten­deremos que la misión de Cristo, ungido por el Espíritu, es la misión del nuevo pueblo de Israel.

— «Tú eres mi Hijo amado», (v. 11). Este texto nos recuerda el sal­mo 2, 7. Ambos términos tienen en sí mismos tan sólo un valor mesiáníco en función del cumplimiento de una misión. Pero si tenemos en cuenta los rasgos teofánicos y apocalípticos de la escena, abrimos la puerta a la reflexión cristoló-gica de la Tradición y la Liturgia, a la personalidad humano-divina de Jesús.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

El Bautismo de Jesús, con la manifestación del Espíritu, es la consagra­ción oficial como Mesías-Profeta. Solamente puede hablar en nombre de Dios aquel a quien El emía con sus credenciales. En el Bautismo en el Jordán, Jesús

PRIMER DOMINGO DESPUÉS DE EPIFANÍA 61

se manifiesta como el enviado. Véase Le 4, 43. «También a otras ciudades tengo que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios porque para esto he sido enviado». Toda tarea profética supone previamente una «misión».

¿Cuál es el objeto de este envío? «Te he hecho luz de las naciones para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión». Es decir anunciar la liberación a los hombres.

Jesús anunciado como Siervo Doliente, rehusa a un mesianismo triunfante y temporal. Para liberar se hace «esclavo». Va a vencer las miserias humanas asumiéndolas. Va a sentir en su propia carne la vivencia humana de la limita­ción y promete una situación de liberación de las esclavitudes en que vive el hombre.

El motivo se convierte en noticia de liberación cuando acoge a los peca­dores, cura enfermedades y vence la muerte con su propia resurrección. Así El es primicia y anticipo de nuestra propia liberación.

La misión de Jesús no quedó interrumpida con su muerte sino que se continúa con sus personales «enviados», los doce que se llamaron «Apóstoles».

El Nuevo Pueblo de Dios, la Iglesia recibe una misión, una vocación que afecta a toda la comunidad: denunciar la esclavitud en que está sumida y los pecados que la consumen como hiciera Jesús. Descubrir y anunciar la liberación que Jesús ha realizado en sí mismo, sobre todo en su resurrección.

Todos somos Iglesia, comunidad que ha recibido una misión, la de ayudar a los hermanos a descubrir nuestras cadenas y de anunciar la liberación obrada en Cristo.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Muchas veces se nos ha dicho que los miembros del Pueblo de Dios tienen una misión evangelizadora en el mundo, una tarea profética. Pero para ser testigos de Cristo es necesario dejarnos invadir por su Espíritu, al modo que Jesús comienza su vida pública. Esta celebración nos va a poner en contacto con la Palabra ardiente y penetrante del Señor, que nos invita a llevar la buena noticia a todos los pueblos.

Por diversas causas hemos pensado que el papel de los laicos es tan solo pasivo. ¿No habrá algo de pereza en nuestra actitud? ¿No tendremos que acusarnos nosotros, los sacerdotes? Pidamos perdón.

— Por las veces que, cediendo a la comodidad, hemos eludido cualquier compromiso de acción en nuestra comunidad, Señor, ten piedad.

— Porque nos resistimos a la acción del Espíritu Santo que quiere hacernos testigos de Jesús, Cristo, ten piedad.

— Porque preferimos servir al poder, al dinero y a la carne, que nos esclavizan, en lugar de servir al Señor y los hermanos que nos hacen libres, Señor, ten piedad.

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62 EL RIESGO DE PREDICAR

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Vamos a unir nuestras voces para presentar nuestras intenciones al Señor.

— Por los obispos y sacerdotes del mundo para que compartan con los seglares la responsabilidad de la evangelización, roguemos al Señor.

— Para que entre los laicos se despierte un sano espíritu crítico y una mentalidad evangélica para enjuiciar la sociedad en que vivimos, roguemos al Señor.

— Para que los cristianos de hoy no se dejen anular por los criterios paganos del momento, sino que sean levadura en la masa, roguemos al Señor.

— Por los hermanos que hemos sido convocados a esta asamblea para que tomemos conciencia de la misión de evangelizar, roguemos al Señor.

Señor, que nos envías al mundo con el mandato expreso de ser tus testigos. Ayúdanos a aceptar y compartir esta tarea. Por el mismo Cristo Nuestro Señor.

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor y Padre nuestro, Tú sabes que nosotros amamos la tranquilidad y la pasividad; pensamos que nuestra actitud en la Iglesia es recibir solamente, y nos olvidamos de que Tú quieres que sigamos los pasos de tu Hijo que, lleno del Espíritu, se dio a sí mismo por todos nosotros. Abrásanos con el fuego del Espíritu Santo, y haznos por nuestra vida y palabras anunciadores del Evangelio en nuestro mundo. P.N.S.J...

Oración sobre las ofrendas:

La única respuesta a Jesús, que todo lo dio y lo da por nosotros, es nuestra entrega sincera y activa a todos nuestros hermanos. Recibe, Señor, nuestros dones, y haz que con la fuerza del Espíritu sean fuente de salvación para nuestro mundo. P.C.N.S.

Oración para después de la comunión:

Alimentados por tu Palabra y tu Pan, caminamos hacia la patria del cielo; llénanos, Señor, de la fuerza de tu Espíritu, para anunciar con nuestra vida sincera y entregada a Ti la salvación a nuestros hermanos los hombres, en nuestra realidad de cada día. P.C.N.S.

PRIMER DOMINGO DE CUARESMA

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «La superación del pecado en Cuaresma»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

El tiempo de Cuaresma ha sido siempre un tiempo de una especial vivencia de fe para el cristiano. Ha sido vivido como un tiempo penitencial. Sus signos externos así nos lo manifestaban. Era la época del año en que los cristianos vivían con más fuerza y vigor su fe.

Sin duda, la Cuaresma ha perdido fuerza. Las razones son muchas. Hoy se entiende la vida cristiana como un esfuerzo más continuado, como algo que hay que vivir todos los días. Las formas concretas como se vivía la Cuaresma pertenecían a coordenadas culturales diferentes.

Pero hay una constatación más que hacer: el hombre moderno ha perdido el sentido del pecado. Si la Cuaresma ha sido un tiempo de superación del pecado, y hoy el hombre no constata la realidad del pecado en su vida, la Cuaresma como tiempo religioso ha sido herida de muerte.

El hombre de hoy es un constante insatisfecho, pero no se reconoce pecador. Sería iluso, absurdo, anacrónico, ir por las calles de nuestras ciudades modernas gritando «Arrepentios». No se cree en el pecado como realidad inquietante. Perte­nece a una época cultural diferente. Se detecta el mal del mundo, pero a lo mejor se cree que todo se solucionará con un cambio de estructuras. Una sociedad nueva daría origen a un hombre nuevo. A lo peor, ya no se cree ni se espera nada. Todo está fatalmente predestinado a ser así. El hombre se muere lánguidamente sin hacer nada porque no hay nada que hacer. Los defectos de nuestra sociedad y de los hombres son o determinados por una sociedad concreta o fallos de la naturaleza humana.

Los cristianos participamos de esta experiencia. Y, sin embargo, la Palabra de Dios, nos dice que el reconocimiento de nuestro pecado, del pecado del mundo es una experiencia privilegiada para descubrir al Dios liberador del hombre. Reconocer nuestro pecado es la única manera de aceptar la Alianza de Dios como único modo de superación.

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: Gen 9, 8-15

— La historia del Éxodo y la Alianza como «experiencia salvadora» es el centro de la historia de Israel que ilumina todo su pasado y todo su futuro. Siempre que Israel quiera interpretar las situaciones de esclavitud y de pecado y de liberación y salvación, recurrirá a la Alianza, y a su experiencia del desierto como momento privilegiado de sus relaciones con Dios.

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64 EL RIESGO DE PREDICAR

— Desde esta perspectiva hay que interpretar el relato del Diluvio y la historia de Noé. La historia del pecado del hombre (Gen 3-9) es juzgada por Dios. Se produce la clarificación de la conducta y la vida de los hombres. El mal ha sido aniquilado. Todo culmina con la «Alianza» de Dios con Noé y sus hijos. Alianza que significa el amor de Dios por los hombres. El amor que ofrece Dios a los hombres. Es una amistad que supera la situación caótica anterior. En este caso con sus características cósmicas significa la restauración del orden del univer­so y la armonía de los seres vivientes.

— Nuestra lectura está prefigurando la alianza nueva que Dios hará de una vez por siempre con los hombres en Cristo: la superación definitiva del pecado y' la entrada en un orden nuevo, en una tierra nueva, en una nueva creación.

— Sólo se puede descubrir esto y vivir esta experiencia, cuando conscientes de nuestra situación de pecado, descubrimos la necesidad del amor de Dios, de la iniciativa de Dios en la alianza para superar nuestra situación.

2.a Lectura: 1 Pe 3, 18-22

•— Pedro reflexiona desde su experiencia pascual. Quiere exhortar a los cristianos sobre la transformación de vida que deben experimentar los cristianos por su unión con Cristo.

— En Cristo se realizó de una vez por todas la alianza de Dios con el hombre. Su paso de la Muerte a la Vida supone la superación del pecado para siempre. Como poseía el Espíritu fue devuelto a la Vida y así superó el orden antiguo (el pecado), creando un orden nuevo.

— Pedro anuncia el alcance cósmico con que Cristo viene a crear un orden nuevo en la paz de Dios: el apóstol relaciona el hecho de Cristo con el signo veterotestamentario de Noé.

— Los creyentes —los que aceptan el ofrecimiento de amor del Padre en Cristo— se incorporan a Cristo por el Bautismo. Es el signo de incorporación en la alianza. Son las «aguas salvadoras». A través de ellas se supera la situación de pecado. La Cuaresma que se inicia con el reconocimiento de nuestra situación de pecadores —rito de la ceniza— y que concluye con nuestra incorporación a la Resurrección del Señor —rito de la renovación bautismal— es un tiempo litúrgico privilegiado para superar nuestro pecado incorporándonos nuevamente a la alianza que Dios nos ofrece siempre en Cristo.

3.a Lectura: Me 1, 12-15

— Marcos presenta a Jesús en su preparación inmediata para su misión pública. Y en el comienzo de su misión. Los dos momentos de la alianza supe­ración del pecado y ofrecimiento de la amistad de Dios— aparecen con toda claridad.

— El texto está lleno de simbolismos veterotestamentarios que relacionan a Jesús con la experiencia del éxodo: el desierto, la cuarentena, las tentaciones. El mal es superado por Cristo en el tiempo del desierto. Y esta superación

PRIMER DOMINGO DE CUARESMA 65

manifiesta la intimidad de Cristo con el Padre. La alianza de Dios con los hombres se realiza ya germinalmente en la existencia humana de Cristo.

— Esto es lo que ofrece Cristo a los hombres al anunciar la cercanía del Reino de Dios la superación del pecado y la intimidad con Dios. La respuesta del hombre será ponerse en marcha como signo de la aceptación en la propia vida de la victoria de Cristo.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

La Cuaresma es una llamada urgente a actualizar la alianza. La Palabra nos invita a superar el pecado viviendo la actualidad del amor que Dios nos ofrece en Cristo. Dios nos sigue invitando a actualizar nuestra intimidad con El. Pero, ¿estamos convencidos de que esto es verdaderamente necesario? Los cuarenta días de Cuaresma los entendemos a lo más como un arreglo de cuentas persona­les. Pero no descubrimos las exigencias de esa alianza como superación del peca­do. Actualizar el Bautismo es hacer nuestra la victoria de Cristo como superación del pecado. Es creer en un orden nuevo, en un mundo nuevo posibilitado germi­nalmente en ese hombre nuevo que es Cristo.

Es preciso que nos descubramos pecadores para ello. Necesitamos de salva­ción. Es el comienzo de la superación del pecado. Sólo quien se reconoce como pecador espera en el Dios que se entrega como Salvador.

Esta superación del pecado en Cuaresma trae consigo unas exigencias. Aceptar la alianza en Cristo como superación del pecado comporta una postura práctica hacia todo lo que aplasta, oprime, aliena al hombre. Exige luchar contra todo lo que aparta al hombre del orden nuevo inaugurado por Cristo. Superar el pecado no es algo que ocurre en un ámbito particular entre Dios y el hombre. Sino que es algo que nos proyecta hacia la comunidad humana, tratando de cambiar las situaciones, las estructuras que oscurecen y dificultan la Buena Nueva que Cristo vino a anunciarnos: el Reino de Dios está entre nosotros. El amor que Dios ofrece al hombre tiene exigencias concretas que es necesario cumplir.

La Eucaristía es la renovación de este amor de Dios que no falla; sólo fallará si fallamos nosotros. Sólo el que está dispuesto a ser fiel puede participar del misterio eucarístico.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Vivimos en situaciones de todo tipo que aplastan al hombre. El pecado a todos los niveles es algo que nos debería extrañar a los creyentes. Nuestra sociedad, nuestro mundo, nuestra vida personal, está necesitada de salvación. Y en esta situación, la Cuaresma se no ofrece como un tiempo fuerte para nuestra fe, como un tiempo fuerte de superación del pecado y de renovación de la alianza con Dios.

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66 EL RIESGO DE PREDICAR

Comencemos nuestro tiempo cuaresmal reconociéndonos pecadores y pidiendo perdón a Dios.

— Por nuestro orgullo y autosuficiencia, Señor, ten piedad. — Por exigir signos espectaculares para creer en Ti, Cristo, ten piedad. — Por el afán de poder y de dominio, causante de tantas injusticias,

Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Roguemos, todos juntos, al Padre que hace posible nuestra salvación.

— Por la Iglesia de Cristo para que, consciente de su valor de signo de la alianza entre Dios y los hombres, supere su pecado, roguemos al Señor.

— Por los poderosos de la tierra, para que descubran su misión como un servicio a los hombres y no como un dominio despótico sobre ellos, roguemos al Señor.

— Por los que más sufren las consecuencias del pecado: los oprimidos, los pobres, los encarcelados, para que descubran la fuerza del amor de Cristo, roguemos al Señor.

— Por todos los que aquí nos reunimos, para que en esta Cuaresma descubramos la necesidad de luchar contra el mal como exigencia del amor de Dios y como medio de superar el pecado, roguemos al Señor.

Escucha, Señor, la oración de tus hijos. Al escucharla, no tengas en cuenta nuestras muchas infidelidades, sino tu fidelidad. Por Cristo Nuestro Señor...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, un año más nos haces el regalo de este tiempo de Cuaresma, para que podamos superar con tu gracia nuestro pecado y para que nos acerquemos cargados de confianza a la cruz de Cristo, concédenos fuerza para vencer nuestras desganas y egoísmos y haz que carguemos con la cruz.

Oración sobre las ofrendas:

Nuestro mundo es un mundo destruido y golpeado por el pecado, ¿qué podemos ofrecerte nosotros los hombres? Acepta, Señor, los mismos dones que Tú nos has dado y haz que se conviertan para nosotros en salvación. P.C.N.S.

Oración para después de la comunión:

Tu respuesta a nuestros ruegos ha sido la entrega total tuya a nosotros. Que sepamos también nosotros responderte con nuestra vida y que este camino que comenzamos hoy de acercamiento a la Pascua, sea un continuo crecimiento en el amor a Tí y a todos los hombres. P.C.N.S.

SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA

I . G U I Ó N PARA LA H O M I L Í A

Tema: «Fe y conversión, caminos hacia la Pascua»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

En todos los momentos históricos han existido una serie de centros de interés que han presidido los procesos históricos del momento. Nuestro mundo viene presidido por la idea de progreso. Evolución, transformación, cambio, revo­lución, desarrollo, etc., son palabras que difícilmente se pueden eludir en una conversación, en un libro que pretenda tener éxito. Y todo esto viene dado por las características de nuestro mundo. El progreso técnico, el avance cientí­fico, el desarrollo económico, el avance en el conocimiento de la interioridad del hombre, la espectacular carrera en el conocimiento de otros planetas, confi­guran de alguna manera a nuestra sociedad.

Pensadores, revolucionarios, movimientos juveniles, mantienen la antorcha encendida de este deseo de progreso. El progreso y el cambio es entendido de un modo más humano y menos homogéneo a la vez. Se busca con pasión el cambio de la situación actual. Se desea por encima de todo una organización más justa, más humana, de nuestro mundo que signifique realmente un progre­so humano. Se piensa en un nuevo mundo, en una nueva sociedad, en un nuevo hombre, en una nueva generación, en una nueva cultura. Se trabaja con fe por todo ello y se espera que todo ello será algún día realidad. Creer en un «paraíso» es algo que guía en este caminar.

Pero todos estos deseos chocan en la vida diaria con el escollo de una estructura poderosa que muchas veces domina y ahoga todos estos anhelos. La inquietud es adormecida. Al caminante se le ofrece todos los días el espejismo de un «oasis» sustitutivo del paraíso que termina muchas veces por convertirlo en un ser instalado.

¿El cristiano tiene que decir algo y tiene algo que hacer en un mundo así? ¿Esta «espiritualidad laica del cambio» sintoniza de alguna manera con la espiritualidad cristiana de la fe y la conversión como caminos hacia la Pascua del Señor? La Palabra de Dios de este segundo domingo de Cuaresma nos aclarará estas preguntas.

2. MENSAJE BÍBLICO

Ia Lectura: Gen 22, 1-2, 9a, 15-18

— Abraham es el hombre de la fe. Es paradigma de la fe de Israel y de todo creyente. La alianza de Dios con Abraham tiene un ritmo «pascual»: hay que abandonar lo que se tiene para llegar a lo que se espera; hay que salir y ponerse en camino; hay que morir para vivir.

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68 EL RIESGO DE PREDICAR

— Hay que abandonar la tierra, la familia, Ur. La esterilidad de Sara persis­te, mientras la promesa de Dios anuncia una paternidad numerosa. Cuando por fin su esposa Sara le da un hijo, el Señor le pide su hijo para entrar nuevamente en el ritmo pascual: abandonar lo que se tiene para lograr lo que se espera.

— Abraham caminando hacia Moria refleja dos actitudes fundamentales frente a la alianza: una fe a prueba de todas las pruebas y una confianza en Dios que desafía todos los riesgos. Su fe y su conversión son la colaboración nece­saria para que Dios realice la promesa: un pueblo numeroso. Su fe y su conver­sión han sido los senderos por los que ha caminado hacia «su Pascua».

— El cristiano que quiera participar de la Pascua del Señor —su Muerte y Resurrección— tendrá que repetir las actitudes de Abraham. La fe y,la conver­sión le exigen abandonar lo que tiene para conseguir lo que se le promete: LA VIDA.

2.a Lectura: Rom 8, 3lb-34

— Pablo contempla la alianza realizada. Todas las promesas culminan con el envío del hijo de Dios. El tiempo de la promesa ha terminado. Vivimos un nuevo tiempo. El amor de Dios es tan grande que no ha dudado en no perdo­nar a su propio hijo para salvar a todos.

— Nada nos puede separar de este amor de Dios: ni la tribulación ni la angustia, ni la persecución, niel hambre (v. 35). La pascua de Cristo nos da la seguridad de que Dios está con nosotros. Y siendo esto así no hay nada realmente importante que esté en contra. Nada hay que nos pueda separar del amor de Dios.

— El cristiano podrá fiarse totalmente de este Dios que ha sacrificado a su Unigénito por amor a los hombres. Su fe y su confianza en Dios le harán participar de la victoria personal de Cristo.

3.a Lectura: Me 9, 1-9 — El relato de la Transfiguración aparece en una sección en la que se

contrapone la gloria o manifestación de la divinidad y el anuncio de su Pasión y Muerte. Los apóstoles no acaban de entender la Pasión y la Muerte de Jesús. La misma escena de la Transfiguración se cierra con el telón de fondo de la Muerte. Si los apóstoles discuten qué es lo que quiere decir con su Resurrección es porque no entienden que el Mesías tenga que pasar por la muerte.

— Jesús muestra a los apóstoles lo que comporta su misión. También su Pascua significa abandono de lo que se tiene para conseguir lo que se espera. Su Encarnación significa el abandono de su gloria, de la que le es propia, y empobrecerse, para así ser exaltado por el Padre, junto con toda la humanidad. Su Pasión y su Muerte no son más que la realización culminante de todo su proceso de anonadamiento. De aquí surgirá su Resurrección, su Victoria. Y en esto consiste su Pascua.

— Los apóstoles que contemplan la escena deberían comprender el ritmo pascual. El amor de Dios le da la seguridad para cumplir con su misión mesiá-

SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA 69

nica. La fe de Jesús en el amor del Padre seguirá estando presente en la cruz cuando Dios Padre únicamente se hace presente en el silencio.

— La Pascua tiene hoy también un camino: la fe. Esta fe absoluta en Dios que nos hace creer en su amor y por ello en la realización de su promesa de salvación, aunque Dios calle.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Participar en la Pascua de Cristo es la razón de nuestra existencia cristia­na. Ser cristiano significa entrar en ese ritmo pascual que es morir y resucitar. Así nos hacemos con el amor inmenso de Dios Padre. Esa es la garantía de nuestra salvación. Pero participar de la Pascua del Señor no es simplemente aceptar teóricamente su Muerte y su Resurrección. Hay que aceptar existencial-mente el ritmo pascual. Hay que vivir la pascua de todos los días como camino para llegar a la Pascua de Cristo.

Vivir de la fe es vivir a ritmo pascual. La fe nos lleva a abandonar —como lo hizo Abraham— lo conocido, lo que tenemos, lo que es nuestra seguridad, para, fiándonos solamente de Dios, emprender el camino de lo desconocido. Al final siempre hay una promesa que se hace realidad. Y de nuevo la realidad nos apunta a una promesa que supera esta realidad con mucho. Así caminamos hacia la Pascua.

El cristiano es un eterno caminante. Es un descubridor de horizontes huma­nos nuevos. Es un hombre inquieto que se rebela contra todo intento de domesti­carlo. Es un peregrino que se resiste a ser un ser sedentario. Todo ello con la confianza en Dios. Con la mirada en un Dios que no priva nunca al hombre del dolor que le produce el camino pascual, pero cuyo amor da la seguridad para caminar. El cristiano, por ser un hombre en texitura permanente de conversión, debe ser un renovador constante.

En nuestro mundo, la fe nos sitúa plenamente dentro de la «espiritualidad del cambio». No porque valoramos el cambio por el cambio, sino porque esta­mos convencidos de que es necesario abandonar lo que tenemos —aunque due­la— para conseguir lo que esperamos: LA VIDA DEL ESPÍRITU. La seguridad en conseguirlo es el sentido que aportaremos al hombre de hoy.

Participar en la Eucaristía —misterio pascual— exige este espíritu, para no profanar el pan que el Padre nos da para el cambio.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Reunirse en asamblea eucarística supone que cada uno de nosotros viene con todas sus características humanas. Somos hombres que participamos de una sociedad que valora fuertemente todo lo que significa cambio, evolu­ción, avance.

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70 EL RIESGO DE PREDICAR

La Palabra de Dios tendrá que iluminar nuestra situación. Pero algunos de nosotros nos podremos preguntar: ¿esta «espiritualidad laical del cambio-sintoniza de alguna manera con la «espiritualidad pascual» de los cristianos? La Eucaristía de este segundo domingo de Cuaresma nos contestará esta pregunta y nos pedirá una toma de postura.

Pidamos al Padre del Cielo perdón por todas nuestras falsas seguridades e instalaciones. Por los egoísmos humanos que hacen difícil la transformación de nuestra sociedad.

— Tú, que hiciste padre de un gran pueblo & Abraham, Señor, ten piedad. — Tú, que viniste a entregarte a la Muerte por nosotros, Cristo, ten

piedad. — Tú, que eres el don de la Pascua de Cristo, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Movidos por el Espíritu que desde el fondo de nuestro corazón exclama: «Padre», elevamos nuestra oración hacia Ti.

— Por la Iglesia y sus responsables, para que sepan vivir el espíritu renovador de la fe, roguemos al Señor.

— Por los que se afanan por conseguir una sociedad más humana, para que busquen su seguridad en Dios Padre, roguemos al Señor.

— Por todos los aquí reunidos, para que nos resistamos a ser domesti­cados por las seguridades de lo que tenemos, roguemos al Señor.

Escucha la oración de tus hijos. Y Tú que eres la fuente de la eterna juven­tud, haz que nuestros corazones se inquieten hasta no descansar en Ti. Por Cristo Nuestro Señor...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta: Señor queremos cambiar, progresar, crecer; pero Tú ves también que

para ello no contamos contigo, ni queremos saber nada de Ti. Danos a nosotros tus hijos un auténtico espíritu que nos transforme en unas nuevas criaturas; haz que rechacemos el pecado y que crezcamos en todo lo que es y significa el llamarnos hijos tuyos. P.N.S.J....

Oración sobre las ofrendas:

Toda vida nace de morir un poco, y toda gracia exige una entrega y donación. Tú sabes, Padre, que somos egoístas y que tenemos miedo a perder algo y a perdernos, concédenos que como este pan y este vino nos pongamos totalmente en tus manos. P.C.N.S.

Oración para después de la comunión: Tú nos pides también que cambiemos el mundo que nos rodea. Que al

salir de la iglesia no olvidemos nuestro compromiso, y que, apoyados en Ti, seamos capaces de realizar la nueva creación, donde todo lo viejo quede superado y donde el bien triunfe sobre el mal. P.C.N.S.

TERCER DOMINGO DE CUARESMA

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Exigencias de la verdadera conversión»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Nuestra vivencia religiosa ha sido limitada con frecuencia a una relación meramente cúltica con Dios. La vida transcurría por senderos propios sin que lo religioso tuviera la más mínima influencia en la vida normal nuestra de cada día.

Nuestra tendencia natural era a una construcción constante de murallas pro­tectoras frente a Dios, frente a los hombres y frente al mundo; al Dios de la historia, lo reducíamos a un Dios lejano, a un Dios máquina solamente apto para una colaboración con nuestros propios intereses personales de grupo o de par­tido.

La conversión no suponía un cambio de vida, sino más bien una conser­vación de la situación, un protegerse de todo compromiso, un sumergirse en un mundo falso donde nuestra seguridad fuera protegida por lo divino.

El Señor pasaba a ser nuestro siervo. Dios, un objeto, una máquina que bajo la fuerza de nuestra actividad cúltica producía efectos a nuestro antojo. Nuestras leyes eran la manera más propia de protección contra el fuego de Dios. Todo acercamiento a los hombres se regía por el principio de utilidad. Dios y el hombre eran nuestros objetos potenciadores del propio egoísmo y protectores de nuestra situación.

La religión, fuerza transformadora del mundo, pasaba a ser una potencia de conservación, de congelación, de inmobilismo. El Dios dinámico y vivo era convertido por nosotros en un ídolo bonachón, en un cadáver, cuyo peso inso­portable aplastaba a la humanidad. Nuestra falta de conversión sincera y autén­tica se ha convertido en la principal causa del moderno ateísmo. (G. S. -1. M. n.° 19 s.).

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: Éxodo 20, 1-17

-— En nuestro relato, historia y ley se unifican; pero la ley es como una exigencia de previa convivencia histórica.

— Dios se manifiesta como el que libra, como fuente de libertad y por lo tanto la ley no es un principio de esclavitud, sino una llamada a la libertad más sincera y auténtica, una exigencia de ser, de convertirse, de caminar, de llevar al límite de libertad comenzada en el paso del mar.

— Convertirse es un «no» a los ídolos; es un «no» a las falsas imágenes de Dios; es un sí servicial y sincero a los hombres. Convertirse es colaborar con Dios en su acción liberadora en la Historia.

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72 EL RIESGO DE PREDICAR

— La única imagen no alienada de Dios es el HOMBRE. Podemos fabricar miles de imágenes de Dios, de Cristo, de los santos; pero sólo hay una imagen hecha por él mismo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza» (Gen 1, 26 ss.).

— Liberación de ídolos, de imágenes limitadas del Dios verdadero, de utilización del hombre como cosa, esto es el decálogo.

— Liberarse de ídolos y de falsas imágenes para servir al hombre. Los liberados por Dios no pueden esclavizar a otros.

— La ley radica en la historia de Dios y del hombre. Hacer historia con Dios es luchar por la libertad. Dios al hacer historia crea una novedad y de esta nueva criatura nacida de Dios nacen unas exigencias: la ley. Dios no nos exige para ser; sino que nos crea y nos exige obrar según el nuevo ser de Hijos de Dios. Convertirse es caminar hacia delante, vivir para las promesas, crear futuro.

2.a lectura: 1 Cor 1, 22-25

— No es fácil comprender la ley vieja y menos aún la cruz como el gran monumento a la libertad. El mensaje cristiano chocó entonces como ahora con presupuestos filosóficos y religiosos que trataban de traer a Dios al propio terre­no, que trataban de idolizar, de cerrar en presupuestos humanos el infinito. No querían convertirse, sino convertir a Dios, humanizarlo, hacerlo esclavo y rey de esclavos.

— Para entender la cruz hay que ser dóciles a la llamada. Sólo Dios nos hace libres y el camino para el encuentro con Dios sólo es la fe.

— Para los que creen todo es cambio. La necedad es sabiduría y la debili­dad fuerza. El camino liberador de Dios no es el mismo de los hombres.

— Convertirse es aceptar la paradoja de la cruz. Muerte y cruz son la fuente de liberación de los hombres.

3.a Lectura: Jn 2, 13-25

— Jesús Mesías no sólo se enfrenta a los negociantes, sino a todo el sistema de compra-venta que rodeaba al templo (Jer 7, 11 ss.). La gracia se vendía a poco precio de acciones, de sacrificios, de cosas y animales... todo lo hacían menos el cambio y transformación de la propia persona. El templo era la cárcel de Dios y el principio de deshumanización del hombre.

— El camino era otro y el templo también. El lugar del encuentro era la cruz y la resurrección. El convertirse exigía la muerte de la propia persona para vivir una vida nueva.

— Dios no da señales despersonalizantes. Jesús que da la vida es la única señal dada a todos los hombres que creen en El sólo cambiando su interioridad, sus corazones se acercan a la \ida. Dios no se fija en las caras, en los hechos externos al hombre; pues «El sabe lo que hay dentro de cada hombre».

TERCER DOMINGO DE CUARESMA 73

3. RESPUESTA A LA PALABRA

CUARESMA es tiempo de conversión. Convertirse es caminar hacia la meta querida por Dios. No es repetición, no es tampoco convertirse al practicis-mo exterior. La conversión exige una transformación exterior, que nace de una convivencia con Dios en la historia.

Convertirse es caminar, crear; es rechazo de todo conformismo frente al momento histórico concreto y comprometerse en la producción de un mundo donde la imagen verdadera de Dios, el hombre, sea más respetada.

Convertirse no es refugiarse en Dios o en el templo para evitarnos el esfuer­zo de vivir y hacer historia. Convertirse es pasar por la zarza ardiente de Dios y quemados de todo amor falso a nosotros comprometernos en la vida y hacer que no sólo teóricamente, sino también prácticamente, los dolores y penas y las alegrías de la humanidad sean los nuestros. (I . M. 1.°).

Convertirse es cambiar no sólo nuestra postura personal, sino el conjunto de situaciones que nos empujan a vivir como si Dios no fuese.

Convertirse es dejar de creer que poseemos a Dios y la verdad para dedi­carnos a buscarla, es sentir que Dios está siempre más lejos que las fáciles situa­ciones y esquemas a que lo reducimos.

La conversión exige la muerte de nuestros «nos» al Dios verdadero, al mundo y al hombre y nos coloca en una postura de aprendizaje y de humildad para comprender que nuestros caminos no son los de Dios y que el Señor siem­pre entra en nuestras vidas por lo inesperado y nunca por lo prefabricado por nuestras propias teorías o intereses. Dios no tiene que ver con nuestros ídolos. Convertirse es liberarse de nuestros ídolos = dinero, poder..., de nuestras falsas imágenes de Dios y de los hombres e ideologías que queren substituir a Dios.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

En este caminar hacia la cruz de Cristo que es nuestra vida necesitamos convertirnos. Conversión es acercamiento, coger la cruz y seguir a Cristo en su subida hacia Jerusalén. La conversión no es fácil, ni se vende a bajo precio. Convertirse es vivir contracorriente de los deseos e intereses del mundo. Es búsqueda de Dios y encuentro con El en el hombre; pero no en el hombre que nosotros buscamos, sino en aquellos que El pone en nuestro camino. El encuentro con Dios en la Eucaristía es un encuentro privilegiado con los hermanos en la fe.

Pedir perdón a Dios es querer cambiar convencidos de que no corremos por sus caminos sino por los nuestros. Todo cambio exige una postura humilde de sabernos alejados de Dios.

— Por confundirte tantas veces con nosotros mismos y por adorarnos solamente a nosotros, Señor, ten piedad.

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74 EL RIESGO DE PREDICAR

— Por no quererte ver en la imagen de Ti mismo hecha por Ti: el hombre y adorarte en imágenes fabricadas por nosotros, Cristo, ten piedad.

— Por no comprender Tu muerte y ser opuestos a ver Tu cruz como fuente de libertad y de realización, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Señor, Tu nos ves por dentro y sabes cuan lejos estamos de Ti como personas y como pueblo.

— Por la Iglesia de Cristo, para que no se detenga en su camino de liberación auténtica de todo poder económico y político, de toda falsa vivencia triunfalista de Dios, roguemos al Señor.

— Por los hombres más atribulados y oprimidos para que no vean en nuestra conversión una evasión de sus problemas, sino un acerca­miento humilde y sincero a ellos, roguemos al Señor.

— Por nosotros, que en esta Cuaresma buscamos la conversión sincera, que no seamos extraños a la cruz de Cristo y veamos en ella la verdadera libertad, roguemos al Señor.

Danos, Señor, el buscarte con sinceridad en el camino y que te encontre­mos allí donde Tú quieres ser hallado, por Cristo Nuestro Señor...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, Tú ves nuestro esfuerzo en apagar tu fuego, en quererte hacer parecido a nosotros con nuestras ideas, nuestros pequeños moldes, nuestros ridículos ideales. Que Tú triunfes, Señor, y no nosotros y que sepamos que convertirse es caminar hacia la meta querida por Ti y no hacia nuestros propios fines e ideales. P.C.NS.

Oración sobre las ofrendas:

Convertirse es estar disponible en todo momento a realizar en nuestra historia el plan de Dios. Haz, que como el pan y el vino, nos dejemos transformar por tu palabra, y que te llevemos a Ti, única salvación, a todas las partes del mundo. P.C.N.S.

Oración para después de la comunión:

Llenos de la fuerza de tu Palabra y tu Pan caminamos a nuestras casas, a nuestro trabajo. Que nunca prescindamos de tu ayuda y de tu gracia, y que nuestra vida sea luz y no sombra, que ayude a los hombres que buscan a encontrar el camino que lleva hacia Ti. P.C.N.S.

CUARTO DOMINGO DE CUARESMA

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Dios fuente de perdón y salvación»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Hoy tenemos una gran fe en nuestras posibilidades humanas. El hombre ha ido luchando con esfuerzo y vigor contra el mal en todos los campos y más de una vez ha vencido. A pesar de los fracasos nadie puede negar los pasos formidables en los campos científicos y técnicos.

Hoy surge una pregunta. Todas las cosas que el hombre ha creado, más aún, las cosas que producirá en el futuro ¿serán capaces de salvar totalmente al hombre?

Entre la pregunta del hombre y ia respuesta del mundo hay un abismo infranqueable. Hoy hemos abierto el corazón a las cosas y hemos puesto en ellas nuestra fe; pero más allá de la posesión surge la amargura. En el mundo ño hay respuesta para nuestra sed y nuestro hambre.

Por otra parte, con nuestro progreso hemos cometido crímenes. Miles de víctimas inocentes nos acusan y no sabemos a quién dirigir los ojos.

Los hombres necesitamos ser perdonados. Pero ¿quién es capaz de reunir los gritos, los sufrimientos, los dolores de todos los hombres aplastados y perdo­narnos?

Sentir hambre y sed de salvación; ser conscientes de nuestra necesidad de perdón, es la primera gracia de Dios.

Levantemos los ojos y esperemos. Dios es perdón y salvación.

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: II Crónicas 36, 14-16, 19-23

— La historia del pueblo de Dios fue una historia de desconfianza en el poder salvador de Yahvéh. Creyeron que el Dios del Desierto era incapaz de salvar y llenaron el Templo de dioses de la naturaleza y de los poderes asirios y babilónicos que amenazaban el ser del pueblo.

— La voz de Dios, los profetas, sonó en Israel; pero para el pueblo fueron más fuertes las voces de los poderosos ejércitos de los reyes y de los ritos de fecundidad; prefirieron fabricarse cisternas de agua turbia a la fuente que procedía de Dios.

— Ellos dejaron de ser el Pueblo de Dios y los ejércitos de Babilonia no hicieron más que certificar la no existencia del Pueblo de Dios.

— Dios no les abandonó y envió a un salvador, Ciro, que volvió a hacer posible la vida de un pueblo humilde y purificado en Jerusalén.

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76 EL RIESGO DE PREDICAR

— El esquema de la alianza está claro: Pecado del pueblo = Dios castiga y purifica. Llanto del pueblo = Dios envía un liberador.

— Dios es misericordia aun en el castigo.

2.a Lectura: Ef 2, 4-10

— Al principio fue el amor. Nosotros no somos el comienzo de la historia de salvación, sino que todo tiene su origen en Dios.

— Nadie puede ir a Dios con exigencias. El único camino para ir es la confianza de que en Jesús hemos muerto y vivimos ya una vida nueva y distinta. Todo es don, regalo, gracia (Ez 16).

— Lo único que podemos presentar ante Dios no son exigencias, sino necesidad profunda, hambre, sed, que sólo en él alcanzarán plenitud.

— Dios nos ama, ésta es nuestra gran verdad. El envió a su Hijo y en .él somos amados y salvados. El nos crea, nos da un nuevo ser.

— Nosotros debemos de hacer visible este don con nuestras obras. No son las obras el principio, sino la consecuencia del don de Dios. De nada tenemos que enorgullecemos ante Dios a no ser de nuestra profunda necesidad; pero quizás también el sentir esto, sea el primer don de Dios.

3.a Lectura: ]n 3, 14-21

— Tenemos alguien a quien dirigir nuestras miradas. Una cruz, la cruz de Jesús, llena la historia. En él nuestra soledad y abandono han sido rotos. No es la cruz el signo de la venganza de un Dios justo, sino el grito de un Dios amor que lo entrega todo, que se vacía por amor a nosotros y esto carece de toda explicación.

— El signo de salvación, del amor total ha aparecido en la Historia. Mirar­lo con fe es nuestra salvación.

— Unirse es comprometerse en el amor de la cruz. Si él nos amó nosotros debemos amar, si él dio la vida, nosotros debemos darla.

— Esto explica nuestro miedo a mirar la cruz. Mirar es nuestra muerte y la luz del Señor nos hace daño en nuestros ojos egoístas y negativos.

— Abrirse a la fuerza de la cruz es salvación; cerrarse es nuestra condena. No es Dios quien nos condena, somos nosotros los que nos condenamos. Cerrar los ojos a la luz es condenarse.

3. RESPUESTA A LA PALABBA

Vivimos tiempos malos. Esperamos la salvación de las cosas y no necesi­tamos de perdón, pues hemos reducido los hombres a cosas y a las cosas no hay que pedirles perdón. Decir que Dios no salva es un tópico para la mayor parte de los hombres que hoy buscan en otros horizontes de ciencia, técnica o poder, la salvación. Hay que conformarse con ser hombres y cerrar los oídos a voces que nos llegan de lejos. Todos desconfiamos y también nosotros los que creímos un día ver la luz.

CUARTO DOMINGO DE CUARESMA 77

La primera pregunta no es ya si Dios salva, sino ¿necesitamos los hombres la salvación? Nos hemos empequeñecido tanto que cualquier cosa sacia nues­tra sed.

El amor de Dios lucha con nosotros. Amarguras, también tenemos hambre y guerra y lo queramos o no, somos lo suficientemente grandes para darnos cuenta que nuestro vacío es mayor que las respuestas.

Dios nos ha hecho para El y sólo su meta es nuestra paz. También, enseñados en nuestra tierra de compra-venta, hemos pensado

comprar a Dios. Obras y gracia, esto es el negocio. Hemos convertido al Señor en un gran negociante y Dios no es así. El es Padre. Su amor va siempre delan­te en el camino y él está también en el origen de nuestro bien obrar. Dios es el que da y nuestro bien es su alegría. El mayor bien que podemos hacer a Dios es ser nosotros, realizar nuestra vocación de Hijos de Dios en unión con Jesús. (Tenemos que purificar nuestra mente y nuestro corazón de todo orgullo y miedo, tenemos que abrir nuestros ojos y mirar la cruz. Dios es el que nos convierte, el que nos llama, El es el principio y la meta de nuestro camino.

El perdón, también es vieja palabra. Hoy contamos y nos faltan números los que nos tienen que perdonar; pero ¿nosotros? Nosotros somos los puros, los que pensamos bien, los que no hacemos daño a nadie, los que desde la altura de nuestra pureza farisaica juzgamos a los otros, llenando el mundo de hermosas palabras. Los que no necesitan perdón, nunca serán perdonados. «Perdónanos nuestras deudas», vamos a decir. ¿Lo diremos hoy con sinceridad?

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Carecemos de fuerzas para vivir la vida de Dios. Una y otra vez comen­zamos el camino y nos cansamos. ¿No será que tenemos demasiada fe y confianza en nosotros? Dios es quien salva y perdona. Nuestra máxima exi­gencia es la fe, confiar en el Señor, el único que es capaz de salvar.

Pecar es desconfiar de Dios y apoyarnos en nosotros. Creernos los únicos justos que pueblan la tierra... juzgar duramente a nuestros hermanos... no necesitar de Dios. ¿Es así nuestra vida? Pidamos perdón.

— Por no tener necesidad de Ti y creernos justos ante los hombres, olvidando nuestros compromisos cristianos, Señor, ten piedad.

— Por no levantar los ojos a tu cruz, por tener miedo a dar la vida y por quitar la vida a los demás con nuestro egoísmo, Cristo, ten piedad.

— Por desconfiar de tu amor y perdón, por hacerte uno como nosotros, por pensar que podemos vivir sin Ti, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Conscientes de nuestra necesidad de Ti, único salvador nuestro, y reco­nociendo nuestro pecado, abrimos a Ti nuestros corazones hambrientos.

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78 EL RIESGO DE PREDICAR

— Por la Iglesia de Cristo, para que, en medio de los pueblos, sea un lugar de salvación y perdón, roguemos al Señor.

— Por los que confían demasiado en el poder, en la técnica, en la ciencia, para que comprendan que la única salvación viene de Dios y abran sus corazones, roguemos al Señor.

— Por los cristianos que, a pesar de nuestra fe, confiamos más en las cosas que en Dios y pensamos que somos perfectos, y no nos abrimos al perdón, roguemos al Señor.

— Por los que nos hemos reunido hoy en torno a la cruz de Cristo, para que no cerremos los ojos a la LUZ y vivamos la vida nueva de amor que procede de Dios, roguemos al Señor.

Señor, fuente de toda gracia, danos a nosotros el sentir hambre y sed de perdón y salvación y poner toda nuestra esperanza en Ti, único capaz de salvar, por Cristo Nuestro Señor...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Danos luz para reconocernos pecadores, y danos humildad para que sepa­mos ir a Ti pidiendo perdón por todos nuestros pecados. Que tu Palabra nos ilumine, para que comprendamos, que nada podemos hacer sin Ti, y que toda la vida de los hombres y toda la historia sin Ti camina hacia la ruina y la perdición. P.N.S.J....

Oración sobre las ofrendas:

Llena, Señor, nuestro corazón y nuestra vida de Ti para que podamos ofrecerte algo, que merezca la pena. Que realicemos siempre y en todo nuestra vocación de hijos de Dios, y que sepamos poner en sus manos todos los momentos de nuestra vida: salud, enfermedad, alegrías y penas, y hasta nuestro propio pecado, pues eres el único capaz de perdonarlos. P.C.N.S.

Oración para después de la comunión:

Señor, que no vayamos al mundo con autosuficiencia, sino con la humil­dad de los perdonados. Y si hemos sido perdonados por Ti, que sepamos convertirnos nosotros en perdón y reconciliación en medio de nuestros her­manos. P.C.N.S.

QUINTO DOMINGO DE CUARESMA

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Unirse a Dios es renovarse»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Renovarse o morir, solemos decir los hombres y hoy más que nunca vivimos una época de crisis y cambios. Las realidades que vivimos no nos convencen y buscamos.

En nuestra Iglesia vivimos también tiempos de renovación, hemos roto el fixismo y la estabilidad y comenzamos a recorrer nuevos caminos. Esto es bueno y hermoso; pero ¿hacia dónde dirigimos los pasos?

Las miradas de los hombres no se dirigen precisamente a Dios, quizás por culpa de los hijos de Dios que más que una imagen fuerte y vigorosa del Padre, creador de un futuro nuevo y distinto, hemos proyectado una falsa imagen de Dios conservador de situaciones injustas y mutilador del hombre. Dios era para muchos, aquel que decía «no» a toda «búsqueda de novedad y crecimiento del hombre. El no era el «siempre antiguo y siempre nuevo», sino un viejo Dios, a quien la búsqueda de felicidad por parte del hombre molestaba. Del Dios de la historia, hicimos un mito siempre repetido y productor de cansancio.

Del seguimiento de Jesús hemos hecho con frecuencia los cristianos una repetición y por desgracia no de su vida, sino de nuestras teorías dogmáticas y morales, que ahogaban toda vida.

Dios es vida y unirse a él es creer en la novedad, en la posibilidad de cambio, en una tierra nueva, en una fuerza interior que nos transforme en novedad. Dios es capaz de hacer vivir a los muertos. El es el único que puede crear novedad auténtica.

2. MENSAJE BÍBLICO

Ia Lectura: ]er 31, 31-34

— La experiencia puso a los profetas ante el muro de la imposibilidad. La ley exterior al hombre no salvaba. Sólo servía para demostrarle la impo­sibilidad de ser él sin Dios.

— A lo lejos ellos descubren la nueva realidad. Dios crea algo nuevo y se introduce en el corazón de los hombres. Las viejas piedras de la Alianza eran pesadas y duras. Dios es desde dentro impulso y fuerza.

— Un Pueblo nuevo nace ante la acción de Dios. Cuando esto se realice ya no habrá imposiciones legalistas de unos sobre los hombros heridos de los otros, como hoy, sino «ofrecimientos», vidas liberadas.

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80 EL RIESGO DE PREDICAR

— «La ley mata y el Espíritu da la vida». Dios es fuerza y no peso inso­portable.

— Pero para llegar a esta experiencia hay que pasar por la experiencia total del destierro y de la pérdida de todo lo que consideramos valor.

2.a Lectura: Heb 5, 7-9

— Jesús siguió el camino de la pérdida total, camino de la cruz y muerte y así llegó a la novedad total de la vida, a la Resurrección. El unió en sí a todos los hombres; en él morimos y adquirimos el don de la vida nueva y distinta, vida sin fronteras y opresiones, vida cuyo horizonte nunca termina.

— Jesús fue el «sí» total y confiado al Padre. — Dios escuchó su grito, que fue libertad para todos; pero no le evitó el

paso por el duro camino de la cruz. No es la renovación de Dios un evitar nuestros esfuerzos y luchas, renovarse es esperar en la fuerza de Aquel que es capaz de dar la vida a los muertos y que se manifestó en Jesús.

— Renovarse es morir, es aceptar la voluntad de Dios dando la vida en el tajo de nuestro vivir, como Jesús nuestro sacerdote y víctima.

— Vivir es esperar muriendo cada día en la entrega total y esperar la respuesta de Dios.

3.a Lectura: Jti 12, 20-33

— Las paradojas evangélicas suenan con fuerza en esta perícopa de Juan. La gloria es la derrota de la cruz. Morir es fructificar. Perder la vida es ganar­la. Aborrecerse a sí mismo es amarse. Ser Señor es servir por amor.

— Los que buscan la novedad: «Señor, quisiéramos ver a Jesús». Encuen­tran la gran novedad de un hombre capaz de dar la vida por amor.

— El no va a la muerte como un estoico cargado de ideas. El va a la muerte como un hombre que ama la vida; pero que ve en la muerte el único camino para la vida. El ve como única posibilidad de vivir la entrega total y confiada a la voluntad del Padre,

— Dar la vida no es sólo un camino hacia la gloria; es ya la gloria del Padre que se manifiesta de una manera total. Dios es amor y los que aman dando la vida, manifiestan a Dios.

— La cruz es el centro de atracción del mundo, es la gran victoria del amor, la gran manifestación de la gloria de Dios.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Reconozcamos que no es fácil para nosotros la renovación. La novedad es vivir a contracorriente en el mundo. Es vivir para amar y no para ser amado. E s buscar más la derrota que el triunfo, es creer que la muerte es el camino para la vida.

QUINTO DOMINGO DE CUARESMA 81

Vivir sin Dios de esta manera es imposible. El tiene que crear la nove­dad, cada día y cada hora. Enseñarnos a dar la vida en la entrega total es una difícil tarea.

Los cristianos no nos acabamos de convencer que la única originalidad posi­ble en nuestro mundo es vivir el amor que procede de la cruz de Cristo y que en ello está el único camino salvador. Todo renovarse es morir un poco y esta renovación es dejar que se realice la obra de Dios en nosotros.

Pero la renovación interior es difícil. Por eso en nuestro mundo prefe­rimos cambiar ideas más que cambiar vida. Jesús no nos pide hablar de un modo distinto, sino vivir muriendo y dando la vida.

¿Acaso no nos damos cuenta que vivir hoy el Evangelio sería la mayor novedad? Pero no, es preferible seguir copiando de otros, sumergirse en un culto cómodo y apartado de la vida, pensar que todo el problema consiste en encontrar ceremonias o morales legalistas y farisaicas que nos protejan del fuego de Dios.

La cruz de Cristo se alza en todo horizonte humano; pero hoy como enton­ces la cruz del Señor sigue siendo una cruz solitaria. Creer que la cruz lleva a la Resurrección es un problema de fe.

Entender como Juan, que la cruz es ya la glorificación, es superior a nues­tras fuerzas humanas. Hemos nacido para la vida y no para la muerte. Pero el «que ama su vida la pierde y el que la pierde por amor la gana». Dejemos a Dios, sin miedo, que cree en nosotros la novedad y que nuestra vida sea mani­festación del amor hecho realidad en nosotros.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

En nuestro mundo queremos llamar la atención de muchas maneras, pero no es fácil para nosotros el lograrlo y nos sumergimos en lo exterior y fácil: modos de vestir, de hablar, de cantar... La renovación de Dios actúa dentro y la novedad consiste en vivir amando y amar en serio es dar la vida un poco cada día. Sin Dios no podemos hacer nada, pidamos hoy su ayuda para que podamos creer de verdad en la cruz de Cristo. Pensemos también en cual es nuestra postura ante Dios y ante los hombres.

Hemos corrido caminos largos para huir del fuego de Dios. Hemos hecho del culto un lugar de protección contra la vida y no fuego que nos impulse a vivir el amor. Hemos llenado nuestra vida de palabras y no de obras. Por todo ello y por no dejarnos renovar por el Señor, pidamos hoy perdón.

— Por no comprender que Tú eres nuestra vida, Señor, y por andar mendi­gando alegría en las criaturas, Señor, ten piedad.

— Por pensar que la cruz es principio de muerte y no de vida, por vivir para nosotros y no dar vida a los demás, Cristo, ten piedad.

— Por creer que Tú, fuente de nuestra alegría, eres sólo amargura, y por proyectar sobre nuestros hermanos juicios y condenas más que comprensión y ánimo para acercarse a Ti, Señor, ten piedad.

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82 EL RIESGO DE PREDICAR

2. ORACIÓN UNIVERSAL

«Sin Ti nada podemos hacer». Por eso recurrimos a Ti y esperamos que atiendas nuestra indigencia y necesidad.

— Por la Iglesia de Cristo, para que viva con autenticidad la renovación que procede del Espíritu, roguemos al Señor.

— Por los que gobiernan la tierra, para que pongan el interés más en la entrega y la vida para los hombres que en el interés propio, de ideologías o partidos, roguemos al Señor.

— Por los que nos acercamos al gran misterio de la cruz, para que seamos capaces de comprender la renovación pascual y lo vivamos, roguemos al Señor.

Concédenos Señor el dejarnos renovar por Ti y el vivir con alegría la vida de Hijos de Dios en nuestro mundo, siendo testigos tuyos entre nuestros hermanos, por Cristo Nuestro Señor...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Tu nos pides, Señor, renovación, cambio, conversión a nosotros que amamos la estabilidad, la tranquilidad y la buena vida. Quémanos, Señor, con el fuego de tu Palabra, y danos la valentía de dar la vida, que es la única manera de vivir; pues quien no ama no vive. P.N.S.J....

Oración sobre las ofrendas:

Amor y cruz van unidos, darse a Ti sin pasar por la cruz es imposible; pero Tú sabes que la cruz para nosotros es inhumana. Ayúdanos, Señor, para que nuestras ofrendas del pan y del vino no estén vacías de sentido, por falta de nuestra auténtica entrega a tu servicio. P.C.N.S.

Oración para después de la comunión:

Señor, hemos nacido para la vida y no para la muerte, y nadie quiere más la vida de los hombres que Tú, que eres Padre de todos. Ilumina nuestros ojos con tu luz, para que no sigamos llamando vida a lo que es muerte; una vida vacía de amor y de compromiso en la construcción de tu Reino en nuestra tierra. P.C.N.S.

DOMINGO DE RAMOS

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Liberación humana y liberación cristiana»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Enumeremos una serie de esclavitudes de nuestro tiempo. Países en la miseria al servicio de los grandes imperios económicos, políticos y militares. El poder económico convierte en explotadores y agresores a los países que lo poseen. Hoy ha aparecido, con toda su brutalidad, lo que significa el poder del dinero. Los países pueden dividirse entre los que poseen el poder, y los que únicamente tienen como misión servirlo con su trabajo y sumisión. Poder siem­pre económico, político y militar, en mutua trabazón y servicio. El poder de los técnicos (tecnocracia), nueva clase dominante, centro de decisiones que nos afec­tan a todos; decisiones tomadas en favor y condicionadas por un materialismo económico. Grupos humanos sin autonomía plena por razones étnicas, históricas o de falsos conceptos de unidad. Control y dominio de la mente humana por medios de comunicación social (publicidad y propaganda), por censuras, o subor­dinando la misma investigación a decisiones e intereses político-económicos. Con­trol de las masas por ideales de consumo. Represión o anulación de algunos dere­chos cívicos, de la capacidad de defensa de la persona o del obrero, por razones de puro voluntarismo político, por la irracionalidad de opciones unilaterales (uni­dimensionales) de desarrollo económico, o intereses de grupo.

Todo esto constituye uno de nuestros mayores pecados, nuestro pecado en el que estamos inmersos, que nos oscurece la misma luz de la fe, y nos esclaviza en nuestra capacidad de reacción, de lucha y dinamismo. No intentamos pola­rizar nuestra perspectiva. Existen otros pecados y otras esclavitudes que encade­nan también al hombre, tanto en el campo personal como de relaciones huma­nas. De todos ellos debemos liberarnos, siguiendo los pasos de Cristo, con la fuerza de su Espíritu. Sus medios «deben ser» los nuestros.

El Domingo de Ramos, pórtico de la Semana Santa, nos sitúa ante un Jesús que afronta con humildad y valentía a la vez el camino doloroso y triun­fante de la liberación. Como Israel en su nacimiento, los que siguen sus huellas, forman el éxodo, la gran marcha de liberación del hombre, hacia un cielo nuevo y una nueva tierra, en la que nadie oprima a nadie, en la que todos sean hermanos. Nadie que se diga cristiano puede estar ausente en este camino y esta lucha hacia la liberación integral del hombre.

2. MENSAJE BÍBLICO

Ia Lectura: Mt 11, 1-10

— La subida a Jerusalén es el cumplimiento de un signo mesiánico y el pueblo así lo reconoce: «bendito el que viene en el nombre del Señor», «Hijo

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84 EL RIESGO DE PREDICAR

de David», portador de las promesas del Reino escatológico, Jesús aparece así como el Mesías que va a liberar al pueblo, por el camino absurdo de la pasión y muerte. La vitalidad de su unción (Mesías) aparece poderosamente al entrar como jefe victorioso e invencible en Jerusalén, sin nada más que su persona, con positivos signos de debilidad, como Dios camina.

2.a Lectura: Is 50, 4-7

— La comunidad cristiana que escribió los Evangelios vio pronto en la figura del Siervo de Yahvéh, una imagen fecunda y apta para expresar lo que era para ella Jesús, el crucificado y resucitado. El Siervo de Yahvéh es mediador de salvación. Mediador con rasgos mosaicos y proféticos. Su unción profética es para una misión: enviado a los «abatidos» (50, 4; Mi 11, 28), a los ciegos y presos (24, 7; 49, 9; 50, 10), en definitiva, a todos los hombres. El es quien va a cargar con nuestros pecados, para liberarnos de ellos.

— Su misión, será volver a unir y conducir de nuevo a los pueblos a Yahvéh. De esta manera se convierte él mismo personalmente en «alianza para el pueblo» (42, 7; 49, 8). Así es un Moisés nuevo que va a conducir a un pueblo nuevo a un nuevo éxodo. Es decir, inicia, en conexión con el éxodo del Antiguo Testamento, un movimiento nuevo de liberación de toda esclavitud y de toda opresión, y así una nueva Pascua, en la que Dios se mostrará a su Pueblo en la liberación de la humanidad, con mano poderosa. Ahí se dará la experiencia de Dios.

— Su misión profética le conecta con la palabra (50, 4) y con la implan­tación de nuestro mundo de un «orden justo» (Hab 1, 4) , querido y revelado por Dios, como «garantía y presupuesto de la salvación universal». Hacia el Mediador apuntan las esperanzas de Israel y en definitiva, de la humanidad, y llevará las características del cuadro escatológico de la fe cristiana: salvador único y absoluto, superando las limitaciones de una mediación que quede cir­cunscrita únicamente a lo intramundano.

3.a Lectura: FU 2, 6-11

— Unido con una exhortación al amor al prójimo como comunión y servi­cio, convirtiendo a los demás en norma superior, nos transmite este himno. El amor al prójimo ha de tener las características del proceso de descenso de Cristo que se despoja de sí mismo (borra su yo), alienándose en los demás, asumiendo la existencia de los otros, como cumplimiento de lo que es la más auténtica y profunda voluntad del Padre (obediencia como misión, misión como comunión con Dios), hasta entregar la vida por los demás. Por eso, es exaltado. Es decir, obtiene mayor gloria de la que poseía.

— Esta es la imagen del amor al prójimo: solidaridad con la condición de esclavos, asumiendo la obediencia hasta lo último, para vivir totalmente al servi­cio de los demás. Una de las imágenes que parecen actuar aquí en el fondo es la del Siervo. Por su carácter hímnico, permite y parece que tiene otras resonan­cias, como podrían ser el hombre-primigenio, etc.

DOMINGO DE RAMOS 85

4.a Lectura: Mt 26, 14-27, 66

— El Hijo del Hombre (figura de poder) será entregado (se une a la ima­gen de poder del Hijo del Hombre, la pasión; corrección típicamente cristiana al mesianismo y a las figuras vetero-testamentarias). Sin embargo, va libremente a la pasión y a la muerte (26, 47-56), asumiendo la voluntad del Padre (Siervo de Dios = 26, 36-44). Asume y vive libre y activamente, la pasividad y opresión de los poderes que le llevan (y sin embargo va libremente) a la muerte. Poderes civiles y religiosos, y del mismo pueblo y discípulos que le abandonan. Señor soberano que elige y está por encima, con libertad suprema interior y exterior.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Ungidos por el bautismo y la confirmación, hemos de realizar nuestra vita­lidad cristiana, solidarizándonos con todos los oprimidos, asumiendo nuestro peca­do y el de los demás, luchando a su lado para liberarnos del ámbito de la muerte y liberar a los demás.

La Palabra de hoy nos descubre y desenmascara nuestra situación de hom­bres necesitados de liberación y nos descubre al Libertador Jesús el Cristo. Con Jesús el Cristo hay que caminar en el nuevo Éxodo en una lucha por la libera­ción de toda la humanidad. Tras él, unidos del brazo a nuestros hermanos, hemos de caminar hacia la liberación plena, hasta que, superados los odios y opre­siones del mundo, podamos entonar sin trabas en un coro infinito: «¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!».

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Va a comenzar la celebración de la PASCUA, conmemoración del paso poderoso del Señor, a quien se le experimenta dando nacimiento a un pueblo, liberándolo de sus esclavitudes políticas, económicas, sociales, culturales y pseudo-religiosas. La Pascua cristiana da sentido último y definitivo a esa primera Pascua de Israel. Jesús asumirá en su plenitud las figuras del Antiguo Testamento que recogen y simbolizan la liberación plena y total del hombre. Su resurrección es la plena manifestación de lo que será el hombre, nueva creación de Dios, plenamente libre. Una vivencia esencial de la fe cristiana es sentir la necesidad de una liberación profunda y plena.

Muchos no hemos percibido todavía la necesidad profunda de liberación personal y del mundo moderno; otros no hemos tenido el valor de compro­meternos en la lucha por la liberación; otros hemos colaborado con los pode­rosos de este mundo que esclavizan al hombre; otros nos hemos refugiado en una falsa religiosidad que nos acallaba la conciencia, fugándonos de nues­tras responsabilidades. Por todo esto vamos a pedir perdón al Señor.

— Tú, que nos predicaste un Evangelio de liberación al que no hemos respondido, Señor, ten piedad.

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86 EL RIESGO DE PREDICAR

— Tú ,que te hiciste semejante a nosotros para librarnos, Cristo, ten piedad.

— Tú, que por tu resurrección, nos asistes con una vida nueva, Señor, ien piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Unidos con el Señor resucitado, libre ya del pecado y de la muerte, ore­mos al Padre de todos los hombres.

— Por la Iglesia, para que con su palabra y su vida sea signo auténtico de libertad para todos los hombres, roguemos al Señor.

— Por los gobernantes para que, guiados por el Señor, no conviertan su autoridad en poder e implanten en el mundo condiciones de igualdad para todos, roguemos al Señor.

— Por todos los que sufren bajo la opresión de las modernas esclavi­tudes, pueblos del tercer mundo, obreros, campesinos, hombres priva­dos de sus derechos civiles, razas, culturas, para que no se resignen y confiados en el Señor, luchen por liberarse, roguemos al Señor.

— Por todos nosotros, para que desenmascaremos nuestra propia situa­ción y reconociendo nuestro pecado, nos comprometamos en una lucha decidida por la liberación de la humanidad, roguemos al Señor.

Señor, concédenos la verdadera libertad de los hijos de Dios y danos caminar llenos de esperanza hacia la total liberación en tu Reino. P.C.N.S.

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, a nosotros nos gusta tu triunfo y el nuestro; pero tu camino de gloria pasa por la cruz. Danos la fuerza de tu Palabra para caminar los duros caminos de tensión y compromiso, que terminan en la verdadera libertad; y que nunca tengamos miedo a seguir tus pasos. P.C.N.S.

Oración sobre las ofrendas:

El pueblo gozoso todo te lo dio en el momento de tu triunfo; pero estu­vo lejos de Ti en la pasión; haz, Señor, que nosotros tengamos valentía para poner nuestra vida en tus manos y que estemos siempre al servicio de los pobres, de los sencillos, de los pecadores, como Tu estuviste. P.C.N.S.

Oración para después de la comunión:

Tú te has hecho pan y vino para nosotros los hombres. A nosotros, Señor, se nos hacen difíciles los caminos de la sencillez y de la entrega a nuestros hermanos. Danos en esta Semana Santa, en que vamos a recordar los miste­r ios de tu muerte y Resurrección, fuerza para comprender lo que Tú nos pides y para ponerlo en práctica. P.C.N.S.

JUEVES SANTO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «La Eucaristía, memorial de liberación»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Hoy más que nunca, pierden vitalidad los actos que hagamos como no respondan a convicciones profundas y asimiladas. Hay que recobrar, pues, el senti­do de lo que hacemos y su relación con la vida real.

La Eucaristía nos reúne en torno a la Mesa del Señor para revivir en ella el acto central de la vida cristiana: el gran gesto de Cristo en su entrega en la Cruz (la entrega de su cuerpo y sangre) para liberar a la humanidad y condu­cirla a una existencia nueva. Es un hecho que la Eucaristía se ha convertido, a veces, para nosotros en un acto ritual estéril, sin transcendencia en la vida. La tentación del cristiano «instalado» es reducir la Cena del Señor a un tranquili­zante evasivo, aniquilando así su vitalidad y su dinamismo liberador en el mundo, la sociedad, el hombre. Bajo el pretexto de un «precepto eclesiástico» ha queda­do camuflado, muchas veces, la integrante verdad de un misterio que puede com­prenderse y vivirse más allá de la ley humana. Siendo la Eucaristía el gesto de la suprema liberación de Dios, la hemos convertido los hombres en signo de escla­vitud religiosa, bien porque nuestras motivaciones para celebrarla han sido pura­mente externas, o porque nuestros actos para vivirla han resultado simplemen­te contradictorios.

La Palabra de Dios nos iluminará el sentido de la Eucaristía en nuestra vida, la reunión en la mesa del Señor nos hará revivir la marcha de liberación que es la gran Pascua; esta fe ha de continuar en nuestra vida como compromiso real y sincero.

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: Ex 12, 1-8, 11-14

Si queremos entender el sentido de la celebración de la Pascua cristiana, hay que entenderla dentro de la Historia de Salvación con la Pascua judía. Israel entendió a Dios como su liberador de la esclavitud social, económica, religiosa y política que vivía en Egipto. El pueblo experimentaba la opresión (Ex. 1, 11; 1, 12; 1, 13; 2, 11, etc.), Dios le envió un liberador, Moisés (Ex 3, 7 s.) y así Dios es su liberador (Ex 3, 8, etc.). El pueblo comenzó a ser salvado ya en su historia por la intervención poderosa de Yahvéh (Ex 12).

— El sacrificio del cordero se convirtió en la señal y memorial de su libe­ración (Ex. 12, 23-27; 13, 9). La actualización ritual de la pascua (hecho funda­mental de Israel, Dt 6, 8-11, 18) será la actualización del compromiso (Alianza)

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88 EL RIESGO DE PREDICAR

con Dios, con el que expresa de su parte su voluntad de fidelidad a Dios liber­tador.

2.a Lectura: 1 Cor 11, 23-26

— El nuevo y definitivo memorial de Alianza es la Eucaristía. Memorial que habrá de repetir la Iglesia como expresión del hecho libertador, y que ha de tener para el creyente el poder de mantener vivo el compromiso de Alianza, de liberación. Con la mirada puesta hacia la vuelta del Señor, el creyente ha de presionar hacia ella para que se produzca la justicia definitiva.

— La Eucaristía que se celebró dentro de un rito y en la fiesta de la Pascua (Le) no sólo es el memorial de la liberación en Jesucristo, sino la culmi­nación de la que Yahvéh comenzó con el pueblo cuando le liberó de Egipto. La Eucaristía que celebramos los cristianos es el memorial de la liberación universal realizada por Dios en Cristo, y el anticipo de la liberación plena. Pero un memorial integrante de liberación no un memorial disolvente de libertados. En este nuevo Éxodo el pueblo de Dios, sabemos que debemos estar vigilantes, ceñi­da la cintura, dispuestos a partir y correr el mismo riesgo del gran libertador que nos procedió. También nosotros tenemos alimento nuevo para el camino: el pan del Señor. Sólo los valientes para aceptar la aventura del desierto y de la cruz liberadora, pueden comerlo sin sentirse «traidores».

3.a Lectura: ]n 13, 1-15

— Como expresión del amor extremo con que Jesús amó a sus discípulos (a la humanidad) tomó la figura de Siervo al lavarles los pies. Este servicio mutuo en el amor ha de ser el lazo de la fraternidad de los que creen en Jesús y la expresión de su comunidad.

— Todas las relaciones de la Iglesia deberán ser de servicio, siguiendo a aquel que fue el Siervo de Yahvéh. Este siervo que nos sitúa a todos al mismo nivel nos constituye en la comunidad del Reino, y así nace el pueblo nuevo, libe­rado por el servicio. Cristo nos ha dado el ejemplo. Nosotros no tenemos más que seguirle. Cualquier acto de la Iglesia, cualquier gesto del cristiano que deno­te triunfalismo, opresión o dominio sobre los demás, nos sitúa fuera del ámbito de Cristo, supone una venta con moneda falsa del «producto» más precioso de nuestra fe: el servicio, la caridad, la justicia... Jesús. El no vino a liberar al hombre con el poder, el dinero o las armas, sino con el Amor que se hace pobre, servicial, valiente. Con la cruz.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

La celebración de la Eucaristía ha de ser para nosotros el memorial de la liberación; el recuerdo de nuestro compromiso que nos puso en marcha para la construcción de la comunidad de Jesús en su proyecto de amor a la humanidad, en u n Éxodo nuevo de liberación. Si somos con (en la Eucaristía) y para los demás (en el servicio) seremos libres y nuestra vida se realizará en la nueva

JUEVES SANTO 89

libertad de los hijos de Dios. En El encuentran sentido pleno nuestros más profundos deseos.

Sentarse a la Mesa para compartir el Pan es comprometerse o compartir la vida. Celebrar el memorial de nuestra liberación es sentirse implicados en la tarea liberadora. No se puede «pasar» de la muerte a la vida sí no se está dispues­to a morir para dar la vida por los demás.

Y si hoy nace un poco más el Amor en nosotros; si al encender la antor­cha de la verdadera libertad nos sentimos más protagonistas; si la fuerza «revo­lucionaria» de la cruz hace más sincero el camino de la liberación... bien mere­ce la pena sentarse juntos para celebrar la Pascua del Señor.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Hermanos, la celebración de la Eucaristía, con sus humildes y familiares símbolos, el pan, el vino y todos reunidos en familia, es la celebración del memorial del Señor. El mismo Señor, la noche antes de su muerte y en un ritual de Pascua judía, inauguraba la nueva Pascua, que tenía que originar el caminar de un Pueblo nuevo en una permanente lucha de liberación. Todo nos va a hablar de que, en definitiva, nuestra liberación y la del mundo, será vivir en el amor mutuo: en comunión profunda entre nosotros y con Dios; en el servicio hasta la entrega total de nuestras vidas, como Cristo en la Cruz. Que la celebración de hoy nos vuelva a descubrir el sentido profundo que tiene la celebración de la Eucaristía en la Iglesia. Pero este gran deseo de Jesús, no va unido hoy a la realidad de nuestras vidas.

Mientras se iban creando en el mundo moderno las nuevas esclavitudes, los cristianos celebrábamos la Eucaristía sin inquietarnos. Nuestro pecado ha sido el no haber vivido lo que hacíamos, el haber contribuido a la creación de un nuevo tipo de esclavitud, mientras teníamos la convicción de recibir al Señor y de salvarnos. No somos salvos si no somos fieles a las exigencias de la Eucaristía. Pidamos pues, al Señor, que nos perdone.

— Por todos nuestros pecados contra los demás, al explotarlos, oprimir­los, negarles los derechos de persona, Señor, ten piedad.

— Tú, que entregaste tu vida por nosotros, haciéndote siervo, experimen­tando solidariamente nuestras propias esclavitudes, Cristo, ten piedad.

— Tú, que nos has demostrado un grande amor y nos has dejado la Eucaristía como signo de fraternidad y liberación cristiana, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Unidos en los mismos sentimientos de Cristo, oremos a Dios, nuestro Padre.

— Por todas las Iglesias cristianas, para que la celebración de la Euca­ristía les sea siempre la memoria viva de que su sentido en el mundo es trabajar en un servicio de liberación, roguemos al Señor.

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90 EL RIESGO DE PREDICAR

— Por los gobernantes de todo el mundo, para que no actúen como repre­sentantes de los poderosos, sino como servidores de los oprimidos, roguemos al Señor.

— Por todos los que luchan por la liberación en el mundo, para que no desfallezcan en la lucha y sientan la solidaridad cristiana de aquellos que celebramos la Eucaristía, roguemos al Señor.

— Por todos nosotros aquí presentes, para que la frecuente celebración de la Eucaristía nos fortalezca en la fe del Éxodo, roguemos al Señor.

Danos fuerza, Señor, para realizar lo que en nuestra oración te hemos pedido. P.C.N.S.

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, has querido quedarte con nosotros para siempre, y te has hecho pan y vino. Solamente podemos decirte: ¡gracias por tu amor y por tu entrega! Danos fuerza para comprender que cada vez que celebramos la Eucaristía conmemoramos el misterio de tu Muerte y Resurrección. P.C.N.S.

Oración sobre las ofrendas:

Recibe, Señor, el pan y el vino, y así como estos dones se transforman por la fuerza de tu Espíritu en el cuerpo y sangre de tu Hijo, haz que nosotros por la fuerza de este misterio, que celebramos, nos convirtamos en testigos tuyos en nuestra tierra, amando de verdad a todos los hermanos. P.C.N.S.

Oración para después de la comunión:

Recibirte a Ti, y no abrir nuestro corazón a las necesidades de nuestros hermanos es un contrasentido. Haz que no neguemos con nuestra vida lo que esta tarde hemos afirmado en tu presencia, comiendo juntos, en una misma mesa, el Pan, que eres tú mismo, J.N.S....

VIERNES SANTO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «La cruz, signo del triunfo sobre toda opresión»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Aunque es normal en nuestra fe y fundamental a ella la cruz de Cristo, solemos en nuestra vida abandonar el compromiso de lucha que implica cuan­do requiere de nosotros un esfuerzo notable. Solemos caer una y otra vez en el viejo y, por otra parte normal pensamiento, de todo hombre al tener unas esperanzas de tipo mesiánico, de salvación, de logro de nuestras libertades, de nuestros derechos, muy semejante a las que tenía el pueblo judío: una libera­ción y salvación, triunfal y sin agonía.

La cruz vista desde la resurrección, obligó a los cristianos a cambiar todo su pensamiento sobre aquel libertador-salvador que tenía que venir y tuvieron' que aceptarlo así como Dios lo quiso, no como a ellos les hubiera gustado: un salvador en la cruz. La salvación por la cruz nos indica que todo bien requiere un esfuerzo agónico, una lucha en cuyo horizonte está siempre la luz de la Resu­rrección, como esperanza suprema. La salvación, en definitiva, hay que conquis­tarla, lo mismo que todos los demás grandes bienes. Y esto nos lo demuestra también la historia. No sueltan fácilmente aquello que poseen los poderosos. Es preciso luchar para que los bienes de Dios lleguen a ser de todos. Esta «violen­cia» constante en nuestra vida, nos la recuerda la cruz.

2. MENSAJE BÍBLICO

Ia Lectura: Is 52, 13-53, 12

— El Siervo de Yahvéh nos es perfilado como despreciado, varón de dolores, que ni siquiera tiene aspecto humano. Solidario con el pecado de la humanidad, pesan sobre él todos nuestro crímenes y entrega su vida para que poseamos la vida. Así realiza su misión que tiene un alcance de salvación univer­sal. Pero Dios le exalta definitivamente. Consecuencia de la misión que tiene que cumplir en servicio de los pobres, oprimidos, su persona y su vida están marcados por el sufrimiento. Así es el mediador.

— No solamente es consecuencia de su fidelidad y consagración a su misión, sino que forma parte de ella. El sufrimiento se convierte en salvación, la Cruz en Resurrección. Probado en sus convicciones, ya que parece no tener éxito, y por tanto su vida se le presenta como absurda (49, 4 ) , rechazado y desprecia­do incluso por los suyos, abandonado por Dios.

— Además del drama interior, se da en Jesús la prueba exterior: difama­do ante un tribunal y sometido a castigo como malhechor (50, 6 ) . Estos sufri-

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mientos logran su punto máximo en una muerte violenta en la que entrega y se vacía de su vida. Pero no retrocede, mostrándose «duro e invencible en el dolor», porque confía en Dios, y por eso mismo, incluso se ofrece espontá­neamente al dolor (50, 5 s.). Esta figura, otra vez, evoca la de Moisés «el hombre de más aguante del mundo» (Núm 12, 3; Eclo 45, 4; Mt 11, 29). Siempre en relación con la misión que ha de llevar a término. La última palabra la tiene Dios y será de triunfo: Dios le exalta y triunfa de la situación de opresión.

2.a Lectura: Heb 4, 14-16; 5, 7-9

— El autor de la carta escribe maravillado de la obediencia del Hijo que con su muerte y ascensión ha realizado en su plenitud el sacerdocio. Toda su vida vivida en la entrega hasta la muerte por los demás. El Hijo exaltado por encima de los ángeles y de toda la creación, Palabra definitiva de Dios al mundo, ha realizado su existencia de Hijo solidario de los hombres asumiendo su existencia de pecado, experimentando así la opresión en angustia, tortura y ridículo (4, 15).

— Así se ha producido nuestra liberación que es reconciliación profunda con nuestro ser (4, 16; 5, 1-2) que es acogedor (el Padre). El Padre ha acepta­do esta vida en misión por la resurrección (4, 14; 5, 9-10). Asumiendo nuestra debilidad, solidarios con los demás hombres, hemos de vivir en la obediencia de Hijo de Dios y realizar así nuestra filiación, nuestra libertad de hijos de Dios.

3.a Lectura: ]n 18, 1-19, 42

— Para Juan el camino de Jesús a la cruz es un camino triunfal, por eso subraya los rasgos de poder y soberanía suprema, y triunfa también porque ya comienza a salvar. La cruz es ya exaltación. Muere en la Pascua, con todo el simbolismo de la pascua. Esto nos da a entender que Juan ve la nueva Pascua que se inaugura, y por tanto el nacimiento del nuevo «eón», del nuevo modo de existencia, nacida del triunfo de Cristo sobre los poderes que opri­men al hombre. Cruz y triunfo sobre la muerte sintetizan el don supremo de Dios a la humanidad (= salvación) y la respuesta maravillosa del hombre a Dios en Cristo ( = fidelidad a la voluntad del Padre).

3. RESPUESTA A LA PALABRA

La cruz es lo que discierne lo auténtico de lo inauténtico de la historia. El amor auténtico, no como mera posibilidad humana, sino como don de Dios, es probado en la cruz. La liberación de la servidumbre es agónica como la cruz. La cruz, muerte en cruz, no es el fin de una existencia, sino el momento que la cualifica como camino para la Resurrección.

VIERNES SANTO 93

De esta manera está presente en la vida del creyente: es decir, el amor ha de ser hasta la muerte, el cumplimiento de nuestra misión hasta la entrega total de la vida, y eso en cada actividad. Este ponerse todo entero en cada momento, en manos de Dios confiere cualidad nueva al acto existencial de servir y amar. Así pierde la vocación cristiana de entrada todo temor ante la lucha que sabe ha de ser su vocación la solidaridad con los oprimidos.

La única posibilidad de vencer toda opresión inframundana es aceptar y cargar con la cruz que la misma opresión pone sobre nuestros hombros. Si todos nos ayu­dáramos a llevar esta cruz, sería más fácil el triunfo sobre toda opresión. Si todos supiéramos «echarnos una mano», nunca desaparecería la esperanza por la que aspi­ramos y que, en definitiva, es Dios.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. REUNIÓN DE LA ASAMBLEA

Hoy la Iglesia se quiere concentrar un poco más que en otros tiempos en el misterio del Viernes Santo, aunque le resulte un misterio incompren­sible. Sabemos que la cruz no tiene sentido en sí misma, sino que es el camino para la resurrección. Vista desde la resurrección, sabemos qué senti­do tiene para nosotros, para todos los hombres. Es el sentido profundo que descubrió la primera comunidad cuando la vio desde la Resurrección. En sí absurda, es descubierta por la fe cristiana como salvación. No salvación entendida de un modo vago, sino como liberación de todo pecado, de los poderes que encadenan al hombre a la servidumbre y le oprimen: Ahí se origina nuestra nueva vida, que hay que vivir constantemente. Que al celebrar hoy la muerte del Señor, sepamos comprender su misterio. Sin grandes aspavientos, en el gesto más humilde y más valiente que existir pueda, Cristo nos salva con infinito amor desde la Cruz.

2. PROCLAMACIÓN DE LA PALABRA

Únicamente porque la palabra de Dios nos habla y relata lo que vamos a oír, aceptamos este hecho como definitivo y procuramos asimilarlo en la fe. Aunque la cruz misma es una palabra profunda que resuena profundamente en nuestras vidas, marcadas por el sufrimiento, y aunque creemos que aboca a la resurrección, nos resulta difícil e incomprensible. Confesemos con la primitiva Iglesia que esa muerte en cruz «es por nosotros» «por toda la humanidad» y que no hay salvación fuera del nombre de Jesús. De la escucha humilde de la Palabra de Dios y de nuestro compromiso con ella en nuestra vida, brotará la luz.

3. ADORACIÓN DE LA CRUZ

La adoración de la cruz es un gesto de reconocimiento a Dios que nos libera y salva por caminos paradójicos. Nos esforzamos por liberarnos de toda opresión, pero perdemos de vista que el camino auténtico es el de la

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94 EL RIESGO DE PREDICAR

cruz. A partir de ella descubrimos lo profundo de nuestro pecado: su univer­salidad; que todo hombre es pecador y que todo hombre necesita de salva­ción. Descubrimos que Cristo ha muerto por todos. No perdamos nunca de vista la muerte y resurrección de Cristo, fundamento de nuestra fe.

4. ORACIÓN UNIVERSAL

En nuestra oración hemos de estar abiertos y abarcar a todo el mundo. Así comenzamos a superar algo todas las divisiones y comenzamos a recon­ciliarnos. En tanto en cuanto pidamos por los demás, abandonados en la voluntad de Dios y no porque se haga nuestra voluntad, estaremos abiertos sinceramente a todos.

5. COMUNIÓN EUCARISTICA

La Vida no puede morir. Los hombres podemos matar el cuerpo, pero no podemos matar el Amor. Aunque enterremos con nuestra opresión y nuestro pecado los más hondos anhelos de los hombres, no podremos nunca ahogar los gritos de la esperanza.

Cristo vive y permanece para siempre, como un signo de esta vida que no muere, vamos a comulgar ahora. Unidos a Cristo en la cruz, lo estamos también a la Vida que de la Cruz nace.

VIGILIA PASCUAL

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «La resurrección, fuente de esperanza y liberación plena»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

La resurrección del Jesús constituye el núcleo del kerigma promitivo de la Iglesia (Conf. Act. 2, 22; 3, 12-26; 4, 8-12...). La resurrección es para Pablo, y lo mismo para la Iglesia primitiva, el objeto esencial de la fe, el «misterio de salvación por excelencia, el fundamento de la misma fe».

Hoy también, la resurrección de Cristo es para los cristianos el hecho donde se apoya y tiene sentido pleno su vida y la Historia toda. La Iglesia consciente de la importancia decisiva de este hecho lo celebra durante cincuenta días, como una fiesta ininterrumpida (Pascua-Ascensión), invitando a los cristianos a renovar su vida y a reafirmar su fe en la misma. Para la Iglesia esta noche es la noche de la alegría y del gozo. No le faltan motivos para ello. Ha llegado el día ansiado, el día de la liberación plena, el día de la esperanza recobrada.

En cambio se puede afirmar que el mundo vive al margen de esta realidad. Al mundo le importa poco que Cristo haya resucitado o no. Para él esta noche será una más entre tantas noches. Los gritos de «alleluia» y gozo de la Iglesia le deja­rán frío e insensible. ¿Por qué? ¿No será porque los que hemos sido llamados a ser testigos de esa liberación y esperanza somos un antitestimonio con nuestra conducta? Cristo vino a liberar a los oprimidos, a los perseguidos, a los encar­celados, a los pobres... ¿La actuación de los que nos confesamos como testigos suyos está en la misma línea? El mundo que nos rodea se ha hecho insensible a nuestras palabras, a nuestra burocracia y a nuestros planes formidables. Sólo entiende un lenguaje, el lenguaje de los hechos concretos. ¿Cuáles son éstos?

2. MENSAJE BÍBLICO

(Nota: Deben proclamarse al menos tres lecturas del Antiguo Testamento, más la epístola y el evangelio. Hemos elegido las que nos parecen más conve­nientes ).

1.a Lectura: Gn 1, 1-2, 1

— En este relato el autor sagrado quiere manifestar el hecho de que Dios ha creado el mundo. No se preocupa de reflejar una imagen del mundo irreprochable desde el punto de vista de las ciencias naturales. El interés del autor sagrado se centra en la afirmación siguiente: «Todo el cosmos ha sido creado por el único y eterno Dios». El mundo es también «palabra de Dios».

— En el centro y cúspide de la creación se halla el hombre a quien crea «a su imagen y semejanza» ( 1 , 27). Esta semejanza tiene su expresión en el señorío

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96 EL RIESGO DE PREDICAR

del hombre sobre el resto de la creación (1 , 28-30). Todo lo creado es bueno y obra del amor de Dios. El autor sagrado ve en la creación el comienzo de la histo­ria de salvación que culminará en la nueva creación al final de los tiempos.

2." Lectura: Ex 14, 15-15, 1

— El plan maravilloso de la creación ha quedado como roto y desbaratado por la actuación e intervención del hombre (Gn 3). Una nube negra, el pecado, ensombrece el panorama del porvenir humano. Donde Dios hizo brotar la liber­tad, el amor, la vida..., el hombre ha sembrado la opresión, el odio, la injusticia, la muerte. ¿De quién era la victoria? El autor sagrado, basándose en un hecho histórico, referido de forma épica y maravillosa, nos presenta la «travesía del mar Rojo», como una de las manifestaciones más brillantes de la proyección de Dios para con su pueblo. Es como una nueva creación. Es la victoria de la acción de Dios sobre la del hombre, la victoria de la libertad, vida y amor sobre la opresión, muerte y odio. Dios salva a su Pueblo. Las nubes se disipan y renace la esperanza.

3.a Lectura: Ez 36, 16-28

— Por parte del hombre la historia se repite. Sucumbe una vez más. La Alianza queda rota. La esperanza de la salvación se disipa. El pueblo de Israel, en el exilio, está al borde de la desesperación. ¿Le abandonará Dios? No. Dios se acuerda de su Alianza y la va a cumplir a pesar de la infidelidad de su pueblo. El mismo «lavará el pecado de su pueblo, volverá a reunir a los disper­sos, cambiará su corazón de piedra por un corazón de carne (Jer 32, 37-39) y hará con ello una nueva Alianza.

— El Espíritu que Dios infundirá en el corazón del hombre, en el futuro mesiánico que anuncia aquí, será el principio de una renovación interior que le hará apto para observar fielmente la ley divina. Renace, pues, la esperanza.

4.a Lectura: Me 16, 1-8

— Ha llegado el día y la hora en que Dios va a cumplir la promesa. Es la venida de Cristo. Con su muerte ha destruido el odio, la opresión, la muerte..., el pecado. Con su resurrección ha instaurado la nueva y definitiva creación de los redimidos, de los llamados a la libertad plena. Esta es la razón por la que, para los creyentes, este día está inundado de alegría y esperanza. La tristeza, el desaliento, el temor... han sido desterrados en esta noche de luz y esplendor.

5.a Lectura: Rom 6, 3-11

— Con todo cabía una duda. ¿Cómo puede apropiarse el hombre la salva­ción conseguida por Cristo. La acción salvífica de Cristo se nos hace presente y realidad en el bautismo. Así como Cristo murió por causa del pecado y en figura d e «carne de pecado» (Rom. 8, 3) , así muere el bautizado con Cristo al pecado y nace con El por el Espíritu Santo a una nueva vida. Los que hemos

VIGILIA PASCUAL 97

sido bautizados, hemos muerto al pecado y hemos resucitado a la vida divina. Ya no puede haber cabida en nosotros a la opresión, injusticia, odio... La comu­nidad de vida, que por el bautismo se ha inaugurado con Cristo en el bautizado, además de capacitarle para ello le obliga a una vida nueva de conversión y santidad, fuente de esperanza.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

La humanidad, como el pueblo israelita en Egipto o en el exilio, espera y ansia la liberación y la salvación. Hay situaciones y actuaciones que angustian y oprimen a muchos. Gritos de dolor y demandas de auxilio emanan por doquier. Quienes intentan tender su mano a los que se hallan en tales circunstancias a veces son despreciados, perseguidos, reducidos al silencio del destierro, de la cárcel, de la marginación. Y esto, muchas veces, por quienes nos confesamos defensores de la fe y testigos de la nueva vida de los resucitados con Cristo.

Ante esta situación Dios no se ha hecho esperar. Siempre fiel a su pala­bra, tiende una vez más su mano al hombre sumido en el dolor. Cristo muerto y resucitado es el momento culminante del amor de Dios al hombre y de la liberación plena de éste. Su lenguaje ha sido concreto y claro.

¿Seremos capaces de entender este lenguaje de Dios quienes despreciamos, perseguimos y reducimos al silencio a quienes tratan de tender una mano a todos los angustiados, oprimidos...? Se puede decir que somos nosotros los que actuamos de esa forma, los más pobres y necesitados de los hombres. Seremos posiblemente ricos en poder, dinero, sabiduría..., pero pobres, muy pobres en la vida del Resucitado.

Los que son despreciados, perseguidos, marginados, encarcelados... por tender una mano al necesitado, ¿comprenderán que ha sido Cristo Resucitado quien les ha liberado y salvado para sublimar su vida con la vida divina?

Y los necesitados, que en una medida o en otra somos todos los hombres, ¿comprenderemos que nuestra plena liberación, la liberación que no va a supri­mir ni el trabajo, ni el sufrimiento, ni el servicio, ni la muerte, pero que nos va a descubrir su sentido, reside en Cristo resucitado?

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

Nota: A continuación ofrecemos algunas sugerencias de moniciones para las partes fundamentales de la liturgia correspondiente a la Vigilia Pascual.

1. LITURGIA DE LA LUZ

En los profetas tardíos, en los salmos y en la literatura sapiencial, la luz aparece como símbolo de la acción salvífica de Dios. Las tinieblas, por otra parte, son el símbolo de la oposición y rechazo por parte del hombre de la iluminación o salvación que le ofrece Dios.

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En esta noche santa, en la que Cristo ha resucitado, celebramos la victo­ria de Dios sobre las tinieblas, de la gracia de Dios sobre el pecado, de la vida sobre la muerte. De ahí que esta noche sea noche de gozo y alegría.

El Cirio Pascual simboliza a Cristo resucitado. Nuestros cirios encendidos simbolizan la liberación y la salvación que Cristo nos ha conseguido y el deseo que tenemos de dejarnos iluminar por El.

2. LITURGIA DE LA PALABRA

Desde la creación, primer acto salvador de Dios, hasta la aparición de Cristo, culminación de la obra salvífica, el hombre, con sus infidelidades, una y otra vez desbarató los planes de Dios. Sin embargo, Dios no se cansó nunca. A cada infidelidad del hombre respondió con una promesa y una reali­dad de salvación. En la palabra de Dios vamos a escuchar la historia de las maravillas y portentos que ha tenido que realizar Dios para salvarnos y libe­rarnos plenamente.

3. LITURGIA DEL BAUTISMO

Nuestra liberación y salvación, que tuvo su momento cumbre en la muerte y resurrección de Cristo, se hizo realidad en nosotros en el Bautismo. «Por él pasamos de la muerte del pecado a la vida de la gracia, de las tinieblas a la luz. Desde entonces somos hijos de Dios y miembros de la gran familia de la Iglesia. Esta fue nuestra primera resurrección. Por esto, en esta noche santa, la Iglesia nos invita a renovar nuestras promesas bautismales, nuestra fe, nuestro nacimiento a la vida de Dios. Es como profesar públicamente nuestro deseo de volver a vivir y a resucitar con Cristo vivo y resucitado. A los signos del agua y de la luz debe acompañar una fe entusiasta y sincera».

4. LITURGIA DE LA EUCARISTÍA

La Eucaristía es «síntesis», actualización y representación real de la obra salvífica de Jesús y aplicación de sus frutos». Todo el misterio salvífico que se nos ha anunciado en esta noche santa se hará realidad para nosotros si con fe y comunión de vida nos abrimos a la gracia de Dios. La Eucaristía es el alimento indispensable de los que han nacido a la vida de Dios.

DOMINGO DE PASCUA DE RESURRECCIÓN

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «La Resurrección de Jesús inaugura la nueva creación»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Si leemos el discurso de cualquier jefe de gobierno, al presentar su progra­ma, tendrá en sus labios palabras como éstas: «La nueva sociedad», «un nuevo país», etc. Una nueva comunidad humana donde se garantice la paz, los derechos humanos de las personas y se distribuyan los bienes conforme a la justicia.

Pero gran parte del pueblo y los grupos más inquietos desconfían de tales programas. No aceptan una planificación que viene desde arriba, que mantiene las mismas estructuras, el mismo concepto de propiedad privada, el mismo siste­ma de privilegios, y dicen: Es necesario derribar los sistemas y volver a crear un mundo nuevo. Es preciso comenzar de raíz.

También nosotros, los cristianos, hablamos de renovación. Un mensaje nuevo, de alegría y liberación pascual resuena hoy en toda la Iglesia. Cristo ha triunfado y ha vencido a la muerte, al pecado, a la injusticia. ¿Qué vamos a hacer nosotros para constituirnos en protagonistas de este triunfo? ¿Serán nuestras palabras y nuestros hechos renovadores? ¿Qué nos exige el resucitar con Cristo?

Si bien hay que reconocer en el momento histórico en que vivimos una dinámica de progreso, nos podemos preguntar: ¿Qué supone la presencia de los cristianos en crear la nueva sociedad? Y como grupo, como comunidad creyente, ¿cuál es nuestra aportación para crear ese cielo nuevo y esa tierra nueva? ¿Qué significado tiene la Resurrección en nuestra vida, en la vida de la comunidad cristiana, en la historia del mundo para su presente y su futuro?

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: Act 10, 34; 37-43

— El discurso de Pedro en la casa del centurión Cornelio es el prototipo del anuncio de Jesús resucitado como Buena Noticia. La primera predicación apostólica no tuvo otro tema que Jesucristo resucitado, vencedor de la muerte. En este resumen de sermón se recoge ya todo lo que debió ser el esquema de aquella primera predicación apostólica.

— Resumen geográfico: Galilea-Judea. Cronológico: Bautismo de Juan -Ascensión. Biográfico: Predicación - curaciones - muerte - resurrección. Teológico: Unción del Espritu Santo - cumplimiento de las profecías - señorío universal de Jesucristo - remisión de los pecados por su nombre.

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— Destaca cómo el ministerio público de Jesús adquiere su verdadera dimensión salvífica a la luz de la Resurrección (v. 43). «Los que crean en El, reciben, por su nombre, el perdón de los pecados».

— De este modo la Resurrección de Cristo inaugura el tiempo de la «nueva creación» en él y en nosotros. Por la fe, el Bautismo y la Eucaristía, empezamos a ser nueva criatura y vivir una nueva vida.

— Pedro subraya la condición de los apóstoles como testigos oculares de la vida de Cristo, que han comido y bebido con él después de la resurrección.

2.a Lectura: Col 3, 1-4

— Con la Resurrección de Jesús, cabeza de muchos hermanos, se ha inau­gurado nuestra propia glorificación. Por el Bautismo estamos incorporados a Cristo glorioso. Hemos entrado en la dinámica de esa renovación que nos exige desprendernos del hombre carnal.

— Cristo sentado a la derecha del Padre se nos revela como «el Señor» en gloria, Señor de toda la creación, libre del espacio, del tiempo y de todas las limitaciones.

— Pablo parte de la realidad del Bautismo donde su vida quedó sepultada con Cristo para ser resucitado con El. Reconocerle como Señor es decir que es la única persona que puede dar sentido al hombre y al mundo. Es creer que lo sucedido en Jesús marca la dirección y la suerte de cada hombre. Si bien, mientras peregrinamos, esta renovación permanece oculta, esperando la manifestación final de Jesús.

— A primera vista esta lectura puede parecer que invita a la evasión de los problemas de la ciudad terrestre. Pero sabemos que en la vida nueva del cristiano hay unos materiales imperecederos, unos bienes que son «de arriba»: el amor, la entrega al servicio de los demás, la lucha por la justicia.

— El salmo responsorial, cantado el día de la glorificación de Jesús, nos habla de la nueva creación. Como el primer día de la historia de la creación quedó marcado por la acción de Dios, así «éste es el día en que actuó el Señor», sellado con la exaltación del Hijo, la nueva creación.

3.a Lectura: Jn 20, 1-9

— Al ver el sepulcro vacío creen. Entienden las Escrituras: «que El habrá de resucitar d e entre los muertos». La experiencia de la Resurrección es como si una luz intensa iluminara desde la altura todo. Un paisaje hasta ahora sumido en la oscuridad. La luz de la mañana de Pascua da sentido a todos los aconte­cimientos de la vida de Jesús.

— La fe del cristiano en la Resurrección no se basa en argumentos histó­ricos, fenoménicamente constatables, sino en la verdad de un testimonio, en la experiencia de una comunidad que sabe que Cristo vive para siempre. La verda­dera fe de los discípulos de Jesús no se producirá sino confrontando las Escri-

DOMINGO DE PASCUA DE RESURRECCIÓN 101

turas con el acontecimiento, sea cual sea la forma en que sucedió. Esto sigue siendo también el fundamento básico de nuestra fe en la Resurrección.

•— El evangelio del sepulcro vacío nos recuerda que Cristo ha superado la condición de un cuerpo mortal, las limitaciones estrechas del tiempo y el espacio caduco, de todo lo que está sujeto a la muerte, incluso de todo lo que ha toca­do el cuerpo de Cristo. Esto nos habla de renovación, renacer, vida y mundo nuevos.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Ese Jesús que ha abandonado los signos de la muerte, las vendas, el suda­rio, que busca las cosas de arriba, que por la Resurrección aparece como el Señor que salva, es prototipo del hombre nuevo y de la creación nueva y nos descubre nuestra vocación.

Jesús glorioso está presente de un modo nuevo, superior a la cercanía corpo­ral, da sentido a la vida del hombre y, a través de su Espíritu, nos hace hombres nuevos, capaces de renovar el mundo.

Así vemos el significado salvífico que la Resurrección de Jesús tiene para nosotros, para la humanidad y el cosmos.

Dentro de la gran familia descubrimos un dinamismo que empuja hacia una humanización del universo, con dificultad, entre avances y retrocesos. Cristo actúa hoy en este mundo por caminos misteriosos. El papel de la comunidad pascual y cristiana es el de ser fermento que transforme este universo; en la comunidad creyente continúa la acción de Jesús. Nosotros debemos ser protago­nistas de la renovación del mundo, de la liberación integral que Cristo inauguró.

Y la ley interna de ese fermento renovador es el dinamismo de la caridad, del amor radical y eficaz.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

El hecho de ser cristianos viejos nos entorpece para poder comprender la novedad original de nuestro Bautismo y el gozo pascual de este día. Hoy, Domingo de Resurrección, celebramos la glorificación de Jesús y nuestro renacer a la vida nueva. Por la proclamación de la Palabra y la renovación del misterio de la muerte y Resurrección de Jesús, nos ponemos en tensión para que nuestra vida sea renovación en Cristo. Para realizar en nosotros un tipo de hombre nuevo, con mente y corazón renovados.

En el esfuerzo común por transformar este mundo, hacerlo más fraternal y más justo, debemos estar más presentes los cristianos, como individuos y comunidad. Nuestra conversión cuaresmal ¿se traducirá en un compromiso social? ¿en un esfuerzo sincero de renovación?

— Por nuestros pecados de pereza rutinaria, que nos atan a una situación de conformismo con el pecado, Señor, ten piedad.

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102 EL RIESGO DE PREDICAR

— Por nuestra falta de sensibilidad ante los problemas y miserias de nuestros hermanos, Cristo, ten piedad.

— Porque en lugar de ser fermento renovador hemos sido lastre y peso muerto que se resiste a transformar este mundo. Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Sintiéndonos comunidad de hombres regenerados por el Bautismo y expre­sando nuestra confianza fil ial, oremos al Señor, nuestro Padre.

— Por todo el Pueblo Santo de Dios, para que se incorpore a los esfuer­zos de la humanidad por hacer un mundo más justo, roguemos al Señor.

— Por los gobernantes de las naciones, para que promuevan unas leyes que estén al servicio de los hombres, roguemos al Señor.

— Por los enfermos, los ancianos y los débiles para que no se sientan inútiles, sino que comprendan su tarea en la Iglesia, roguemos al Señor.

— Por esta Asamblea de creyentes para que, colaborando en la renova­ción de la Sociedad dé testimonio de la Resurrección de Cristo, rogue­mos al Señor.

Atiende, Padre, las peticiones de tus hijos. Concédenos vivir con tal inten­sidad el misterio pascual que sea una realidad en nosotros la vida nueva que brilla en la persona de tu Hijo, Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

La elegía de Pascua llena, Señor, los cielos y la tierra. Que nuestro cora­zón esté abierto también a esta alegría, y que el anuncio de Cristo resuci­tado nos empuje a mirar el mundo y los hombres bajo la luz de la Vida, que procede de Ti . P.C.N.S.

Oración sobre las ofrendas:

El hambre de todas las cosas, y sobre todo del hombre, ha sido saciada por Ti, que todo lo has llenado de esperanza con tu Resurrección. Todo lo que vive, todas las criaturas te las ofrecemos hoy, Señor. Hazte presente en nuestra t ierra y haz que nunca sigamos los caminos que llevan a la muerte P.C.N.S.

Oración para después de la comunión:

Caminamos a un mundo nuevo, que ya no termina en los oscuros hori­zontes de la muerte; pero caminamos también en un mundo triste, que vive cerrado a la luz y a la esperanza, que nacen de tu Resurrección; por eso te pedimos, Señor, que nuestro caminar, en medio de los dolores y problemas de nuestra t ierra, sea portador de la vida y de la fuerza, que proceden de tu triunfo sobre el mal y la muerte. P.C.N.S.

SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Elementos constituyentes de la comunidad cristiana»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Por referencia de personas que han visitado algunos países de regímenes marxistas sabemos hasta dónde puede llegar la mentalización de un pueblo. Ciertamente los procedimientos son discutibles. Más de un extranjero ha queda­do impresionado por la opinión que aquellos ciudadanos tienen sobre el traba­jo, el bien común, los bienes de consumo, etc. Nos encontramos con unos países que han llegado a tener una mentalidad conforme a su credo marxista, muy contra corriente del mundo occidental.

Llama la atención cómo de hecho a los cristianos no se nos identifica por un estilo de vida o por una mentalidad característica, sino que en el ser y en el pensar nos perdemos en la corriente anónima de un mundo paganizado y materialista.

Como grupo o comunidad dentro de nuestra sociedad, no tenemos una per­sonalidad definida. ¿Cuáles son los elementos constitutivos de la Iglesia y los signos que debe ofrecer al mundo para ser la esposa fiel a Cristo y a su misión salvadora? ¿Cuáles han de ser los signos concretos de las comunidades cristianas dentro de la Iglesia?

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: Act 4, 32-35

— Al leer los primeros capítulos de los Hechos de los Apóstoles, nos llaman la atención tres piezas, a modo de resúmenes sintéticos, piezas fijas, mani­das por la tradición oral. Son los llamados sumarios. La crítica literaria ha descu­bierto que su texto original era aún más sencillo. El segundo está contenido en esta lectura. Su idea central es cómo los primeros cristianos ponen sus bienes al servicio de la comunidad.

— La afirmación de la comunidad de bienes prepara un relato más concre­to de la generosidad de Bernabé y el episodio de Ananías y Safira. Lucas siempre ha sentido predilección por destacar la doctrina del desprendimiento de los bienes, necesario para formar parte del Reino y expresar la espera de los últimos tiempos.

— En la raíz de esta comunicación de bienes está una corriente espiritual más profunda, que animaba aquel estilo de compartirlo todo. «En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo». Esto, con otras palabras, se llama amor, que había llegado a mentalizar y concienciar a todos los herma-

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104 EL RIESGO DE PREDICAR

nos, llegando a la unión: un solo corazón y una sola alma. La «koinonia» no se reduce a la unión espiritual, se explícita en la «comunión» material, en el compartir los bienes.

— En el v. 33 b leemos: «Y gozaban todos de gran favor». Cuando se ofrecen signos tan evidentes y a la vista, la sociedad no puede menos de leerlos y sentirse atraída. Aquella comunidad pascual testificaba que Jesús resucitado seguía vivo en ella. Era una comunidad misionera.

2.a Lectura: 1 Jn 5, 1-6

— El tema de la filiación divina, tanto en Jesús como en nosotros, es el favorito de Juan. Asimismo el nacer y re-nacer de Dios. Ya en su evangelio había reflejado la idea del don que Dios nos hace de su vida a través de la imagen del nuevo nacimiento y de la filiación divina.

— Va a señalar como tres indicadores de esa condición de hijos: la fe, el amor de Dios y de los hermanos y la obediencia a los mandamientos. Llama la atención el v. 2: «En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios». En otro lugar, capítulo 4, v. 20, dice lo mismo trasto­cando los elementos de la prueba, lo cual indica la mutua permeabilidad entre el amor a Dios y el amor a los hermanos.

— En esta fe y actitud de lucha contra su egoísmo, cargada de amor y obediencia a Dios es como el cristiano vence al mundo en el momento de la conversión, en la lucha de cada día.

3.a Lectura: Jn 20, 19-31

— Juan, apoyado en el hecho de que la Resurección tuvo lugar el día prime­ro de la semana, tiene verdadero interés en colocar las apariciones de Jesús en un espacio de ocho días, pensando en dar apoyo a la asamblea dominical de las primeras comunidades.

— Llama la atención que Juan coloque el don del Espíritu el domingo de Pascua mientras que Lucas lo anuncia en Pentecostés. Cuando Jesús sopla sobre sus discípulos y les da su Espíritu está reproduciendo el gesto del Géne­sis. Jesús resucitado es el segundo Adán de la nueva creación. Cristo es el hombre nuevo que, al comunicar el Espíritu, comparte su triunfo sobre el mal y el pecado. Por medio de los sacramentos purificadores de la Iglesia, se prolon­ga en ella la acción renovadora de Jesús.

— «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Tanto el envío como el don del Espíritu Santo nos indican claramente que Jesús desea continuar su obra salvadora a través del colegio de los doce, primera comunidad y signo de la Iglesia. En esta comunidad El va a estar presente con una presen­cia nueva, que sólo se descubre por la fe.

— Jesús resucitado es el mismo de la vida pública, pero distinto al mismo tiempo, que n o se le reconoce con los sentidos, como no lo reconoció María Magdalena. L a nueva forma de vida del Señor no permite ya que se le reconoz-

SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA 105

ca según la carne, como Tomás, sino en los sacramentos y en la vida de la Iglesia, que son la continuación de su vida de resucitado.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

La comunidad cristiana, ella en cuanto tal, tiene un mandato de Jesús. «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Así es como el Pueblo de Dios tiene la misión de continuar la acción salvífica de Jesús, ser signo de salvación puesto en medio de todos los hombres. La Iglesia ha de ser una comunidad misionera.

Y para esta misión viene el don del Espíritu, según Juan un don pascual en función de una misión profética y purificadora de la Iglesia. No solamente reciben el Espíritu Santo los que presiden la comunidad sino también los laicos. Todos juntos constituimos la comunidad profética, servidora de la palabra, la comunidad que perdona a través del sacerdocio ministerial.

La comunidad cristiana tiene como elementos constitutivos de su propia identidad el amor, la comunicación de bienes, la fe. Si entre nosotros hay ricos y pobres, opresores y oprimidos, marginados y poderosos, es porque estamos lejos de ser la comunidad que Cristo quiere. El cristiano no puede buscar el disfrute egoísta de unos bienes, sino la comunicación de los mismos para el bien común. Esto será el signo que dé crédito a nuestra caridad.

Los cristianos hemos de formar una comunidad de je que se traduce en unos criterios-valor para llegar a tomar posturas ante el acontecimiento diario. Que se manifieste en un sentido cristiano del bienestar, lucha por la justicia, valor del trabajo, de la familia; valor escatológico del progreso humano, etc.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Al sentimos tan cerca unos de otros, codo a codo con los hermanos en esta asamblea, recordamos que entre nosotros hay lazos más profundos que nos unen. La celebración de la Eucaristía es un momento privilegiado para tomar conciencia de que somos un grupo de personas con una misma fe y una misma misión. Somos la comunidad creyente que expresa su fe.

Pero tal vez a nosotros nos suceda lo mismo que a la comunidad de Corinto. Cada uno traía su propia cena para tomarla aparte. Cada uno piensa en cumplir su precepto, en hacer su oración. Así en lugar de comunidad, somos una aglomeración de personas que se ignoran. Pidamos perdón.

— Por nuestros pecados de individualismo, que nos llevan a olvidar a nuestros hermanos en la fe, Señor, ten piedad.

— Por el mal ejemplo que hemos dado los cristianos con nuestras divi­siones e injusticias, Cristo, ten piedad.

— Por nuestros pecados de codicia, de apego al dinero, por nuestro empe­ño en mantener situaciones injustas, Señor, ten piedad.

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106 EL RIESGO DE PREDICAR

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Después de haber recibido el don de la palabra, que nos ha hecho ver nuestra condición de miembros de la comunidad, presentamos nuestras nece­sidades al Señor.

— Por toda la Iglesia Santa de Dios, para que no olvide la urgencia de su misión a todos los hombres de todos los grupos, roguemos al Señor.

— Por los que gobiernan las naciones, para que respeten la autonomía e independencia de las diversas comunidades religiosas, roguemos al Señor.

— Por los más necesitados del alimento de la fe, por los que no han sido debidamente evangelizados, por todos los alejados, roguemos al Señor.

— Por los que celebramos la Eucaristía, para que esta celebración sea un signo que nos lleve a compartir los bienes de todo orden que hemos recibido, roguemos al Señor.

Atiende, Señor, nuestras plegarias que con fe te presentamos. Concéde­nos realizar en la vida esta comunidad cristiana, viva por su fe y operante en la caridad. Por Cristo Nuestro Señor...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, queremos hacer una auténtica comunidad, que manifieste no sólo de palabra, sino también en las obras, el amor que Tú nos tienes. Danos tu gracia, pues sabes que sin Ti nada podemos hacer, y que nuestro egoísmo y nuestro miedo no nos dejan compartir nuestra vida con nuestros hermanos. P.N.S.J....

Oración sobre las ofrendas:

Señor, Tú no necesitas nada, pues eres el Señor de todo; pero Tú te haces mendigo y necesitado en todos los hombres que tienen hambre de pan, de amor, de comprensión, de justicia. Haz, Señor, que no cerremos nuestros oídos a tu voz, que desde ellos nos grita y nos pide una respuesta sincera. P.C.N.S.

Oración para después de la comunión:

Concédenos, Señor, a nosotros que hemos participado en comunidad de la Eucaristía el crear una verdadera comunidad en medio de nuestro mundo, que sea signo del amor que Tú nos tienes, y una invitación para todos los hombres a entrar en tu casa, la Iglesia. P.C.N.S.

TERCER DOMINGO DE PASCUA

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «La comunidad cristiana, comunidad misionera»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

En muchas de nuestras comunidades hay un estilo de hacer y programar cargado de rutina. Se vienen prestando unos servicios porque siempre se ha hecho así, porque es costumbre. Las actividades no responden a un planteamien­to de necesidades, sino a una tradición. Nos falta tal vez tomar el pulso a nues­tras comunidades con valor y sinceridad para descubrir los problemas, revisar nuestro programa pastoral, escuchar a todos los miembros, atender a los signos de los tiempos.

Cuando en asambleas y ocasiones similares abrimos las puertas y damos oportunidad de hablar a los seglares, hemos oído expresiones como éstas: «Los pobres no se identifican con la Iglesia, les hemos dejado en la cuneta». «El mundo del trabajo ve a la Iglesia como una fuerza reaccionaria». «Los jóvenes no esperan nada de la Iglesia». Estas afirmaciones aunque a veces vengan de hermanos «en punta», con expresiones duras, contienen una sangrante verdad.

Decimos que los cristianos no tienen formación religiosa, que muchos jóve­nes abandonan la fe, que nuestros emigrantes, al llegar a nuestros barrios subur-biales, pierden su bagaje cristiano. Pero debemos hacernos una pregunta más elemental: ¿Es que han sido debidamente evangelizados? A los fieles que acu­den a nuestras asambleas, ¿se les ha presentado sistemática y suficientemente todo el mensaje cristiano? ¿Qué importancia concedemos a las actividades del servicio de la palabra? ¿Qué valor damos al testimonio, como signo más autén­tico de credibilidad?

Ia Lectura: Act 3, 13-15; 17-19

— Nos encontramos con uno de los primeros discursos misioneros de los apóstoles ante los judíos. Entre los ocho que recoge Lucas en los Hechos, seis van dirigidos a miembros del pueblo elegido y dos a los paganos. Todos tienen una introducción partiendo de los hechos que provocan su intervención, aquí el de la curación del cojo de nacimiento. Seguidamente viene un relato de la muerte y resurrección de Cristo sobre el mundo y un llamamiento a la conversión.

— Este discurso es una pieza-tipo que nos ayuda a acercarnos a la predica­ción misionera de los apóstoles, a sus primeros contactos con los grupos judíos y paganos. En el fondo del discurso se descubre una alusión a los poemas del siervo paciente de Isaías. Los apóstoles y la comunidad primitiva leen los acon­tecimientos de la pasión y muerte a la luz del Antiguo Testamento. No en vano era el alimento que nutría a la comunidad. Y ve a Cristo como instrumento inocente que se entrega por nosotros, gracias al cual Dios realiza su designio de salvación.

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108 EL RIESGO DE PREDICAR

— Para apreciar el universalismo misionero y la restauración universal, es necesario leer todo el discurso de Pedro. Lucas es siempre el autor que recoge mejor estas ideas. En el ánimo de todos los judíos estaba la esperanza del retor­no de Elias y la restauración de Israel. En labios de Pedro esta esperanza se logra en la resurrección de Jesús, preludio de una restauración universal.

— El núcleo de este discurso se centra en la resurrección de Jesús. Pero no se trata de un simple retorno a la vida, sino de la glorificación de su siervo por el Dios de los padres. Esta exaltación es como la entronización de Jesús de Nazaret Mesías. Jesús glorificado sigue siendo solidario de toda la humanidad, cuyo proceso de glorificación será realidad a través del acceso de las naciones al beneficio de las promesas.

2.a Lectura: 1 Jn 2, 1-5

— Juan está presentando la vocación cristiana como un caminar en la luz, lo opuesto al pecado o caminar en tinieblas. En el capítulo anterior ha proclama­do el poder purificador del sacrificio de Cristo.

— En esta segunda lectura Juan hace una presentación misionera de Jesús como abogado ante el Padre, a quien después de la resurrección puede solicitar el perdón de los pecados, puesto que se entregó, siendo justo, como víctima de propiciación por nuestros pecados.

— Esta redención de Jesús no tiene límites, se extiende a los hombres del mundo entero. Tan sólo es necesario aceptar nuestra condición de pecadores y la mediación de Cristo.

— A partir del versículo 3 Juan afronta el problema que plantean los gnósticos: que basta sólo el simple conocimiento para lograr la perfección cris­tiana. A través de sus escritos, Juan gusta de emplear los términos: guardar sus mandamientos, caminar en la luz, guardar la palabra, en oposición al orgu­lloso «conocer al Señor». Doctrina que va de acuerdo con toda la tradición primitiva cristiana que une inseparablemente la fe y las obras.

3.a Lectura: Le 24, 35-48

— El pasaje de este domingo está marcado por su carácter apologético, ofreciendo un conjunto de pruebas a unos apóstoles que no creen y le toman por un espíritu.

— Las pruebas que Jesús les ofrece van dirigidas a disipar su miedo, sus dudas. Se deja tocar, les muestra las manos y los pies, come delante de ellos. Vemos un progreso en los once en el conocer al resucitado. Primero sólo ven un espíritu y después le reconocen como un ser físico. Esto para decirnos que la resurrección es un hecho real y no una simple supervivencia espiritual del Señor.

— Viendo este relato como una continuación de la aparición a los discípu­los d e Emaús, la fe en la resurrección de Cristo parece que está indicando que prolonga su existencia de resucitado entre nosotros, en el servicio de la palabra, en la fracción del pan y en la comunidad.

TERCER DOMINGO DE PASCUA 109

— En ambas apariciones destaca la exposición de las Escrituras que Lucas pone en labios del Señor, como argumento a favor de la Pasión y Resurrección. Verdadera catequesis sobre la muerte de Jesús y el escándalo de la cruz, dándo­les sentido salvífico a la luz del Antiguo Testamento. Tal vez Lucas insiste en esta catequesis porque aquellas comunidades tenían dificultades en superar el complejo de seguidores de un crucificado.

— Esta lectura constituye verdadero pregón misionero que acaba haciendo una llamada a la conversión. De nuevo la idea misionera de Lucas, el discípulo de Pablo: Este kerigma, esta conversión y perdón se ofrecen a todos los pueblos.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Para que una comunidad sea verdaderamente misionera, es necesario que todos sus miembros tomen conciencia de su condición de portadores de una «misión» o envío. Todos son responsables de presentar comunitariamente el mensaje cristiano con la palabra y el testimonio de sus vidas.

El discurso misionero de Pedro y la Catequesis de Jesús nos impulsan a convencernos que no basta escuchar la homilía para educar nuestra fe. Hay que programar Catequesis de adultos, grupos de renovación conciliar, reuniones de reflexión cristiana, con objeto de crear unos criterios cristianos básicos de cara a los problemas que plantea el hombre y el mundo de hoy. Esto es dar priori­dad a la evangelización.

Y junto a este esfuerzo de proclamar el misterio cristiano, es necesaria la cercanía de las obras y el actuar. Cabe el peligro de que caigamos en nuevo «gnosticismo», de quienes consideran la Iglesia como un grupo de hombres perdidos en discusiones y teorías; pero que no «hincan el diente» en los proble­mas del pueblo. No hay evangelización sin testimonio cristiano. Hay que anun­ciar y ofrecer signos.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

En esta asamblea eucarístlca vamos a reflexionar sobre la comunidad cristiana como comunidad misionera. Todo anuncio misionero tiene como meta lograr la conversión de los oyentes. Pero ¡cuántas veces nos reunimos sin pensar en cambiar nuestras actitudes internas frente a Dios y a los hermanos! Es necesario renovar primero nuestro corazón para sentirnos des­pués enviados por el Señor a ser sus testigos por nuestras obras.

Como comunidad cristiana se nos pedirán cuentas de qué hicimos del don de la fe, cómo empleamos la lámpara de nuestra fe. Si egoístamente la escon­dimos debajo del celemín o la pusimos sobre el candelero para que alumbre a todos.

— Tú que te entregaste como siervo paciente a la humillación de la cruz. Señor, ten piedad.

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110 EL RIESGO DE PREDICAR

— Tú que nos has devuelto la vida por tu muerte y resurrección, Cristo, ten piedad.

— Tú que nos envías a predicar la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

En el servicio de la palabra de Dios hemos dirigido nuestra mirada a los problemas que padecen nuestras comunidades. Ahora pongamos ante el Señor estas necesidades.

— Por todo el pueblo de Dios, para que tome conciencia de que es enviado por Cristo al mundo a continuar la misión, roguemos al Señor.

— Por los organismos internacionales para que, atendiendo a las necesi­dades urgentes de los pueblos, hagan lo posible por desterrar el hambre, el analfabetismo y la guerra, roguemos al Señor.

— Por todos los desengañados de la Iglesia, los defraudados, los que la han abandonado, para que vean en ella signos de que está presente en las angustias de los hombres, roguemos al Señor.

— Por los miembros de esta asamblea, para que sintamos la inquietud misionera y demos signos auténticos de nuestra fe, roguemos al Señor.

Atiende, Señor, nuestras plegarias. Tú que quieres que todos ¡os hombres gocen de los bienes de tu Reino, danos sensibilidad ante las necesidades de los hermanos y ayúdanos a ser portadores de tu mensaje. Por Cristo Nuestro Señor.

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, en nuestro mundo existen personas hambrientas de fe, amor y esperanza; y no hay testigos que anuncien la buena noticia a los pueblos. Haz que nosotros, que pertenecemos a tu Iglesia, seamos auténticos evan-gelizadores en medio de nuestro mundo, y aleja de nosotros la rutina y la comodidad. P.C.N.S.

Oración sobre las ofrendas:

Aunque te ofreciéramos el mundo entero no responderíamos a tu llamada; Tú, sólo nos pides nuestra pobre y humilde colaboración en la construcción de tu Reino. Que no cerremos nuestros oídos a tu llamada y que, así como por el pan y el vino te haces presente sobre el altar, que también nosotros te hagamos presente en nuestra familia y en nuestro trabajo. P.C.N.S.

Oración para después de la comunión:

Concédenos, Señor, tomar conciencia de que somos misioneros, y que no dar la buena noticia a los hombres es una traición a tu amor. Mata nuestra pasividad y cansancio para todo lo que significa evangelizar, y haz que no nos avergonzamos de Ti ante los hombres, pues Tú eres, Señor, el único salvador de todos. P.C.N.S.

CUARTO DOMINGO DE PASCUA

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Comunidad de testimonio y servicio»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Alejarse del mundo y de los hombres para no equivocarse en el camino que conduce a la salvación, puede ser una postura elegantemente estoica, pero no cristiana.

Separar la religión y la vida, la relación directa con Dios del compromiso social, convierte a los hombres «religiosos y creyentes» en hipócritas.

Desinteresarse por los problemas de los hombres, perder de vista la referen­cia social y comunitaria de la fe, es un egoísmo que nada tiene que ver con el Evangelio.

Cualquiera de estas actitudes están refutadas en el contenido de la Pala­bra de este domingo. Y sobre todo no pueden compaginarse con el ejemplo del Buen Pastor «que da la vida por las ovejas».

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: Hech 4, 8-12

— Nos encontramos aquí con el discurso pronunciado por Pedro ante el Sanedrín. La ocasión fue la curación de un hombre tullido, de la cual piden razón las autoridades. Jesús aparece como el único que puede salvar: fue cruci­ficado y Dios lo resucitó; fue desechado y ha venido a ser la piedra angular. El es el inevitable. Bajo el cielo ningún otro puede salvar. Es esta la expresión, firme, reverente y jubilosa de la fe de la primitiva comunidad cristiana. ¿Nuestra fe en Cristo coincide con ésta?

— Si nuestra fe no incluye el favor y el servicio al prójimo, el que sea, aun a costa de que las autoridades nos pidan cuenta de ello, no es verdadera fe. Y si la comunidad cristiana no pone su fundamento en Cristo, corriendo el riesgo de tener que denunciar a quienes hoy vuelven a crucificar a Cristo en el hermano, no es verdadera comunidad.

2.a Lectura: 1 Jn 3, 1-2

— La segunda lectura se relaciona con la primera en el tema de la «piedra desechada». El mundo (los ricos, los poderosos, los engreídos) no reconocieron a Cristo. Tampoco reconoce a los cristianos, ni su acción si es liberadora del hombre en medio de la sociedad. Sin embargo la fidelidad a la palabra del Evan­gelio, la lucha porque cada hombre sea respetado y liberado no deben funda-

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112 EL RIESGO DE PREDICAR

de Die.Se ^ ^ v e r s á t i l aplauso popular. Sino en nuestra condición de «ser hijos

hijo d~ TV ^ o m ' 3 r e e s n u e s t r o hermano, porque en todo hombre hay un Sólo e , • D e s cubrir esta realidad sólo es posible desde los ojos de la fe. £ n t Podremos darnos cuenta de lo que somos cuando aparezca la verdad plena, fnp- t , a n t 0 n o s basta saberlo, para respetar, amar y servir al hermano, como si

e r a e I propio Cristo.

" lectura: ]n 10, 11-18

j , « / o s°y» es la célebre afirmación que enlaza a Cristo con la Divini-que liberó al pueblo de la cautividad de Egipto, conduciéndolo como Pastor

su rebaño, hasta la tierra de promisión. La Iglesia que habla en la tradición ' a n"ea debía querer hacer muy patente esta relación, expresando así cuál era su «fe en Cristo Buen Pastor». La imagen bíblica del pastor dice siempre refe­rencia al servicio, al cuidado vigilante, al desinterés en favor de aquellos que nan sido encomendados. , — «Habrá un solo rebaño y un solo pastor». ¿Expresa un anhelo de uni­

dad? Todas las campañas ecuménicas lo han entendido así. Pero parece convin­cente que Jesús con estas palabras descalifica a otros redentores o pastores merce­narios, que sólo piensan en su provecho. Interpretación lógica a la luz de la clave más repetida en este texto: «Doy la vida por las ovejas». Se repite cuatro veces. También es clave para el tema de este domingo: testimonio y servicio.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Hoy en nuestra sociedad industrializada tal vez diga poco la imagen de pastor, de ambiente nómada y rural. Pero nos interesa sólo su significación de guía y de servicio. Y este significado que es claro en la misma glosa que hace Cristo, es altamente comprensible para el hombre de hoy.

Cristo es nuestro gula. No sólo, ni tanto, por la luz de sus palabras, cuanto por el testimonio de su conducta. Así resulta más convincente su invitación a seguir su ejemplo.

La Iglesia, toda ella, tiene que ser guía por el testimonio. De una sociedad que enseguida agota fórmulas humanas de salvación. No tanto por sus interven­ciones doctrínales, cuanto por el testimonio de su compromiso en una acción transformadora en medio del mundo. La Iglesia no se acreditará tanto por sus palabras, cuanto por sus okas. «Ser guía» no quiere decir tener una actitud orgullosa de posesión de la verdad, sino estar dispuesta a servir su verdad, siguiendo el ejemplo de Cristo.

Cristo es Buen Pastoi, por su espíritu de servicio. Calificado al sumo porque «da su vida por las ovejas». La Iglesia debe cualificar su testimonio por esa disponibilidad de servicio a todos. Y esto se predica fácil o se exige fácil­mente a los demás. Pero es difícil practicarlo a cualquier escala eclesial. Es difí­cil y por eso se busca fáciles excusas.

CUARTO DOMINGO DE PASCUA 113

¿Dónde debe hacerse la Iglesia presente como comunidad de servicio? En la atención a los pobres y enfermos; a los que sufren por las injusticias; aten­ción a los niños o ignorantes. Una nueva revisión de las obras de misericordia corporales y espirituales nos abrirían amplio campo a la actividad de servicio.

Como sobre Cristo, esto nos traerá la complacencia del Padre. El servicio comienza desde dentro. Soñamos, a veces, con servicios irrealizables en mundos extraños al nuestro

o en personas ajenas. Es la manera más fácil de reducir las palabras a la inutili­dad. El servicio es bien concreto, a partir de la comunidad cristiana en la que vivimos. Saber prestar un servicio al que nos rodea, y necesita educación o vivien­da, compañía o asistencia, pan o dinero, salario justo o conciencia de su ser humano y cristiano... eso es convertir en realidad el mensaje de Cristo. El que esto cree no espera que se lo pidan, se ofrece, para que no tengan que pedirlo.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

El Señor es el guía de nuestra Iglesia. Esto es lo que debemos entender bajo el título bíblico de Buen Pastor. Su conducta de entrega, hasta dar la vida, debe orientar nuestra actividad humana y religiosa. Cristo está dis­puesto a ayudar a los demás y servirles. También nosotros debemos hacer lo mismo, incluso en la asamblea eucarística.

Pidamos perdón por el fundamental desvío que supone todo pecado de orgullo o de egoísmo, contra el ejemplo del Buen Pastor.

— Por las veces que hemos actuado en contra de las enseñanzas de Cristo, Señor, ten piedad.

— Por todo lo que supone egoísmo en nuestra vida y desinterés por los problemas y necesidades de los demás, Cristo, ten piedad.

— Por los pecados de abuso de autoridad y rebeldía a las justas leyes, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Oremos a Jesús Buen Pastor que escuche nuestra común oración.

— Por los que tienen alguna autoridad en la Iglesia, para que sean guías de verdad y justicia, roguemos al Señor.

— Por la autoridad secular, para que siempre esté al servicio del pobre y del débil, roguemos al Señor.

— Por los padres de familia, para que sean verdaderos guías de sus hijos, por su buena conducta de fidelidad y amor conyugal, por su fe y por su ejemplo, roguemos al Señor.

— Por los que participamos en esta asamblea, para que estemos dispues­tos a aceptar la orientación de los que presiden nuestra comunidad y sepamos ayudarnos en todo, roguemos al Señor.

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114 EL RIESGO DE PREDICAR

Señor Jesucristo, que nos guías con tu ejemplo y has dado tu vida por nosotros, haz que sigamos fielmente tus enseñanzas y estemos dispuestos a dar nuestra vida por los demás. Que vives y reinas...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, Tú nos has mandado ir al mundo no a mandar y a imponer nuestras verdades; sino a servir y a dar la vida, como Tú, buen pastor, la diste. Haz que cuantos trabajamos en tu tierra, no volvamos la vista atrás para recoger una respuesta a nuestro pobre trabajo; danos más bien poner toda nuestra ilusión y esfuerzo en sembrar. P.C.N.S.

Oración sobre las ofrendas:

Sólo los pobres pueden darte algo a Ti, Señor. Los que todo lo tienen nada pueden dar. Haz que tu Iglesia pertenezca y sirva al mundo de los pobres y que se ponga totalmente en tus manos; pues Tú eres el único que nunca fallas, y la Piedra Angular que sostiene el mundo entero. P.C.N.S.

Oración para después de la comunión:

Tú no nos pides, Señor, que huyamos del mundo, para vivir, falsamente puros, en tu Iglesia. Tú quieres que nos encamemos en la realidad nuestra de cada día, y que allí, con humildad, sinceridad y amor, te sirvamos en nuestros hermanos los nombres. Que la Eucaristía sea nuestra fuerza para que no manchemos con nuestro egoísmo y miedo el nombre de cristianos. P.C.N.S.

QUINTO DOMINGO DE PASCUA

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Comunidad que se edifica por la unidad y la fidelidad»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Nuestro mundo sigue agitado por las guerras. La falta de concordia llega hasta los enfrentamientos cruentos. Los diversos partidos políticos se oponen. Reina la violencia.

Y los hombres se reúnen en conferencias para trazar planes de paz. Esto exige ceder. No encerrarse en posiciones particularistas, personales o de partido. Y se toman acuerdos que desgraciadamente se quebrantan pronto. Dando origen a nuevos frentes de fricción.

La unidad de la Iglesia se resiente de excesivos enfrentamientos de opinión, de discusiones que, a veces, nada tienen que ver con la caridad. Es inevitable, incluso necesario, que exista la diversidad en las expresiones de fe, en la liturgia, en la disciplina, en la manera de vivir el Evangelio... Pero ¿es lícito que esto rompa la unidad de la Iglesia?

Solamente la fidelidad a Cristo en la fe y en el amor a los hermanos, puede mantener la unidad en una Iglesia abierta a la renovación.

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: liech 9, 26-31

— Pablo ha tenido la experiencia de Damasco. Cristo resucitado se le ha aparecido. La Iglesia al incluir este texto en el tiempo pascual, quiere unir el testimonio de Pablo al de los demás testigos.

— Junto a la experiencia personal de Cristo, hay que destacar en San Pablo su adhesión a la primera comunidad cristiana de Jerusalén. Esta le recibe con desconfianza, pero pronto vemos «el amor de los hermanos«, en esa solici­tud por salvar a Pablo. La Iglesia crece en la paz, en la fidelidad a Cristo y en el amor a los hermanos. Pablo tuvo también «conflictos». Pero no por eso dejó de predicar. La Iglesia no se edifica por la fidelidad a los hombres, sino por la fidelidad a Cristo y la fuerza del Espíritu.

2.a Lectura: 1 ]n 3, 18-24

— Que la comunidad se edifique en la unidad de la caridad fraterna y en la fidelidad al Señor, se destaca muy bien en este texto: ya que las dos cosas propone «como mandato del Señor». Fe y caridad, no es cosa de sentimiento o palabras. Incluye: amar con obras y según la verdad. Y guardar los mandamien-

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116 EL RIESGO DE PREDICAR

tos y hacer lo que a él le agrada. He aquí bien expresado el llamado «positivis­mo cristiano».

3.a Lectura: Jn 15, 1-8

— La vid en el Antiguo Testamento designó frecuentemente al pueblo elegido. Así cuando Jesús afirma ser «la verdadera vid», quiere expresar que sólo en él está el auténtico Israel y que ningún pueblo puede ser llamado «elegi­do de Dios», si no permanece unido a El.

— La unión con Cristo, de fe, amor, obediencia, obras, es condición de vida o muerte. Rechazar a Cristo, simplemente apartarse de El, es morir. Como el sarmiento desgajado, que se seca y sólo sirve para arder.

— La unión con Cristo es también condición de eficacia, de dar fruto. Por la forma e insistencia con que se pronuncia este concepto, parece que se habla de una referencia vital y consciente.

— Ser cristiano es vivir unido a Cristo, para poder obrar en Cristo. Sólo si Cristo cuenta de verdad en nuestra vida, podremos nosotros contar con los demás y comportarnos con ellos como lo haría el mismo Cristo.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

En la situación de vida, hemos destacado el hecho de la diversidad o plura­lismo dentro de la Iglesia. Como ello se siente con particular sensibilidad hoy y, en ciertos casos, amenaza a la unidad de la Iglesia, es preciso repensar o insistir en los criterios de unidad de la Iglesia, es preciso repensar en los criterios de unidad que nos dan los textos de la Misa de hoy.

Primer criterio inmutable de unidad: la je en Cristo, Hijo de Dios:

Ello aparece tanto en la actuación de San Pablo (1 .a Lectura) como en las enseñanzas de los dos textos de San Juan. Desde el principio, en las diversas iglesias y tradiciones (Jerusalén y Santiago, Antioquía y S. Pedro, Acaya y Mace-donia con Pablo, Efeso y Asia Menor con San Juan...) se da este criterio de unidad d e origen-, la fe esi Cristo como Hijo de Dios. Identificando al Cristo de la Pascua con el Jesús de la historia, actualmente vivo y presente en la Iglesia. Importante leer 2 Cor 13, 5.

Las Escrituras. La Eucaristía. El Ministerio Pastoral:

Son otras tres referencias esenciales para la identificación de la verdadera Iglesia apostólica, a través de los siglos y de su diversidad aparente.

Las Escrituras: Nada de la Iglesia de hoy puede contradecir a la experien­cia eclesial que ellas testimonian. No se trata de un simple arqueologismo. Se impone, desde luego una interpretación para llegar al «mensaje» por debajo de su expresión. Pero las Escrituras imponen su autoridad al nivel de este mensa-

QUINTO DOMINGO DE PASfiUA 117

je. Una Iglesia que no aceptara esta autoridad de las Escrituras perdería su brúju­la. La palabra de Dios siempre será la norma última de nuestra fe, a la cual es preciso revertir una y otra vez.

La Eucaristía: Como centro de todos los sacramentos, como signo de fide­lidad a la «institución» de Cristo, hasta la consumación de los siglos. A través de las diversas liturgias, pasadas, presentes y futuras habrá que verificar si permanece la misma eucaristía y la misma iglesia. Imposible evitar este criterio: Confesar a Cristo resucitado no es inventarlo. Celebrar la Pascua del Señor es edificar la unidad de la Iglesia. La Eucaristía es el signo por excelencia de la unidad cristiana.

El Ministerio Pastoral: Al servicio de los criterios anteriores, debe darse tam­bién. La continuidad visible de las Iglesias se expresa por la continuidad del ministerio que de los Apóstoles pasó al colegio de los obispos, teniendo en su centro el ministerio del sucesor de Pedro. Es preciso incluir como referencia de continuidad en la unidad de la misma Iglesia este servicio de gobierno o indefec-tibilidad. No existe plenamente la Iglesia más que allí donde se ejerce, entre otros ministerios, el ministerio episcopal..

¿Vivimos nosotros en la unidad con la verdadera Iglesia? ¿Vivimos la fe en Cristo y la unión con El, tal como la describe en el evangelio? ¿Vivimos en la unidad de un mismo evangelio, de una estimación a la verdadera eucaristía? ¿Cuál es nuestra actitud frente a los que presiden la comunidad cristiana?

Es cierto que la Iglesia una se edifica a distintos niveles. La Iglesia no es un monolito uniforme, sino una diversidad vital. Pero dentro de la diversidad debe existir una unidad de identificación fundamental. Todos debemos edificar la Iglesia, sin rechazar las piedras que los otros colocan en el mismo edificio, aunque no sean del mismo color que las nuestras. Lo único que se exige es que sean auténticas, y que tengan por único fundamento a Cristo, que es la piedra angular.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

«Permaneced en mí y yo en vosotros», nos dice Cristo en la misa de hoy. Identidad con El en criterios, en conducta, en vida. Es el ideal que debemos perseguir toda la comunidad cristiana.

Pidamos perdón porque nos apartamos de Jesucristo y voluntariamente nos sustraemos a su verdad.

— Por las veces en que desoímos su llamamiento y nos apartamos de su vida, Señor, ten piedad.

— Por las veces que dejamos a Cristo para seguir la ley del instinto, Cristo, ten piedad.

— Por las veces que con nuestra infidelidad a Cristo hemos atentado contra la unidad de la Iglesia, Señor, ten piedad.

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II HlliSGO DE PREDICAR

"MACION UNIVI HSAL

riiliunoH u Dios que nos ayude a mantener nuestra unión con Cristo y con In Iglesia.

— Por los que han roto con toda práctica religiosa, roguemos al Señor. — Por los que todavía no han reconocido a Cristo como Hijo de Dios y

viven sin la luz de esta fe que salva, roguemos al Señor. — Por los que buscan un mundo mejor, para que este anhelo les acerque

a Cristo, roguemos al Señor. — Por nosotros mismos para que nos mantengamos en fidelidad de fe y

amor a Cristo y vivamos unidos a su Iglesia, roguemos al Señor.

Señor Jesucristo, que no quieres la muerte del pecador sino que se con­vierta y viva: que el que te busca te encuentre, que el que se ha apartado de Ti sienta la inquieutd que le obligue a buscarte. Tú que vives y reinas...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, Tú oraste por la unidad de tu Iglesia. Pero sabes que hoy, después de tantos años, vivimos separados y desunidos, damos más importancia a nuestras opiniones y teorías que al amor a los hermanos. Concédenos, Señor, acercarnos a Ti, que eres la única fuente de la verdadera unidad. P.N.S.J....

Oración sobre las ofrendas:

Gracias, Señor, por tu palabra, gracias por reunimos a todos los hijos en torno a una misma mesa. Destruye en nosotros todo lo que nos separa y haz en torno a la Eucaristía la verdadera unidad. P.C.N.S.

Oración para después de la comunión:

Una misma vida, la tuya, Señor, llena nuestros corazones. Que los ídolos de este mundo: el dinero, el hambre de poder, el ser y tener más que los otros no nos separen. Y que a todos nos una la necesidad de amor^y de servicio, que nacen del misterio pascual, que hemos celebrado. P.C.N.S.

SEXTO DOMINGO DE PASCUA

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Comunidad abierta, universal, fundada en el amor»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

¡Es tan fácil hablar del amor, la caridad! Pero los hombres, muchas veces, no hacemos más que matar el amor con nuestro odio, nuestras injusticias y egoísmos. Con frecuencia instrumentalizamos el amor al servicio de nuestro inte­rés, de nuestra ideología, de nuestro sistema. Todos defendemos el amor a los demás. Lo aplicamos en la medida en que ese amor nos sirve a nosotros.

Al amor cristiano no se le puede despojar de toda esa carga personal de afección, de simpatía, de relación, que naturalmente debe implicar so pena de que se convierta en una abstracción más.

Pero caería en un falso sentimentalismo si se le despoja de todo ese movi­miento liberador de toda injusticia y explotación, que tuvo el amor de Cristo por nosotros, que ha tenido el amor cristiano en los momentos estelares de la vida de la Iglesia, y que hoy también brilla en la vida de tantas comunidades ecle-siales.

Los textos de la Misa de hoy nos hablan del amor. Amor de Dios a los hombres y de los hombres a Dios. Amor de los hombres los unos para con los otros. Veamos cuál es la iluminación que la misa de hoy nos aporta.

2. MENSAJE BÍBLICO

Ia Lectura: Rech 10, 25-26; 34-35; 44-48

— El amor de Dios tiene una versión muy auténtica en esta voluntad divina de redención universal: Dios es Señor de todos. En Dios no hay acepción de personas. Frente al empeño judaizante de algunos primeros cristianos se mani­fiesta esta apertura de Dios. Es el mismo Espíritu Santo el que se derrama sobre todos. Dios acepta al que le teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Los apóstoles tienen que saber leer los signos de la voluntad de Dios.

— Siempre ha habido intentos de convertir a la Iglesia en un ghetto. En nuestros días estos intentos son bien patentes. La lección del Espíritu a Pedro es también útil para todos nosotros. Convertir la Iglesia en un monopolio particu­lar de naciones, razas o ideologías políticas, significa un intento de manipulación del don del Espíritu. Fomentar entre los cristianos la separación entre «buenos» y «malos», entre los llamados «enemigos de la fe» y «amigos» de la Iglesia impli­ca adoptar una postura «judaizante» y, a veces, farisaica.

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120 EL RIESGO DE PREDICAR

2.a Lectura: 1 Jn 4, 7-10

,nhr.~1 L a S C g U n d a k c l U r a eS u n a d e l a s acciones más limpias de San Tuan 7t Í:S1CTT & Í n t e r e s a n ^ d e ^ a c a r su carácter eminentemente teold además ZTuet" " ^ " * ? ^ N ° SÓI° ^ ^ « D i o s e s am<*»> «¡no D i o r ino en n ' 7 C ° n S 1 * t e d a m ° r : ^ m q U e n ° S O t r ° S h a y a m o s a ™ d o a nuestroTJ^S™ í T ^ Y mS mvió * SU HiJ°> c o m o P^iadón por

E í í r ;• i1 Dios es/mot>'creer en Ei es amar- EI * > a m a ¿tá tejos de Dios, no le ha conocido todavía.

• ~ H e , a ^ u í a l8° qu e se olvida con frecuencia en la meditación del amor cnsuano, afanados en considerar la parte antropológica o de correspondencia aei nombre, 1 rimero y ante todo es un don gratuito de Dios. Estimarlo así es ya mucho. Y, sin embargo, no lo es todo. Porque si Dios nos ha amado primero, es para que nosotros amemos. Dios nos concede su don antes de esperar nuestra respuesta.

3." Lectura: Jn 15, 9-11

<, _ El evangelio sigue con el tema del amor. El Señor nos ha elegido, el enor nos ama, con el mismo amor del Padre, el Señor nos comunica su vida

y su Espíritu: «Permaneced en mi amor». Esta recomendación adquiere en su contexto un estupendo sentido: seguir bajo la influencia de Cristo, en su favor, en su cariño. Primer deber del amor: dejarse querer.

Pero no es todo: hay que ser fiel. Mandamientos, voluntad, amistad, recurso en la oración. He aquí los diversos capítulos de la fidelidad a Cristo, que por nuestra parte hacen realista la «virtud de la caridad». Y, entre todos, el mas importante es el amor al prójimo. El paralelismo que pone Juan entre «si guardáis mis mandamientos...» y «éste es mi mandamiento» indica que lo principal es que «nos amemos, como Cristo nos ha amado». El amor cristiano es real cuando se plasma en amor al hermano concreto, cuando hace algo por et, v. gr. «dar la vida». Esta será la mayor prueba de que amamos a Dios. (Cfr. _ Jn 4, 20). El amor no hace discriminaciones, «amo» - «siervo», no tolera la mjusticia. Existe una esencial unidad dinámica entre caridad y justicia.

3- RESPUESTA A LA PALABRA

La Palabra más importante de este domingo es Amor. Jesús basa su amor a los apóstoles en el amor comunitario de la Trinidad

* esta comunidad de amor y de vida de Dios, debe tener su prolongación en la v*da de la Iglesia: comunidad abierta, universal, fundada en el amor. En el amor de Dios (no olvidemos el carácter teocéntrico del amor cristiano) pero que se vuelca en liberación, en ayuda humana a los hermanos (se hace, dinamos «antropocéntrico») desplegando todo su carácter «filantrópico».

SEXTO DOMINGO DE PASCUA 121

El amor cristiano tiene un paradigma fundamental: la vida de Cristo: «...lo mismo que yo» (Jn 15, 10). Este amor debe configurarse según el amor que Jesús anunció y vivió.

La vida de Jesús nos señala que el amor cristiano debe realizarse histórica­mente desde la situación concreta en que se encuentran los hombres. Desde un punto de vista cristiano, esta situación es una situación de pecado, de injusticia, de opresión, de egoísmo, de concupiscencia. El amor cristiano tendrá que tomar la forma fundamental de ser un amor doloroso, un amor redentor. El ejemplo de la vida de Jesús es la mejor prueba.

En este texto se presenta a los primeros discípulos «como llamados y ele­gidos» por el mismo Jesús para un ministerio de servicio. El ministerio apostóli­co es todo lo contrario de una autoglorificación. No es el dominio sino el afán de servir lo que Jesús pone ante los ojos de los suyos. Servicio a la Palabra liberadora y servicio de caridad a los hombres.

Por otra parte, el amor cristiano no puede ser discriminatorio ni parcial. No se recorta en los límites de una coincidencia ideológica ni se encadena falsa­mente a determinados proteccionismos sociales o económicos. Es un amor univer­sal. Si Dios manifiesta algún criterio de discernimiento en el amor es la justicia. Allí donde se «practica la justicia, sea en la nación que sea», está presente el don del amor de Dios en Cristo, que es el Espíritu. Esta es también para el Cristiano la única barrera del amor; el pecado, la injusticia.

La Iglesia, si quiere ser fiel al amor de Cristo, deberá seguir estos mismos pasos que recorrió la primera comunidad joanea del Asia Menor. «Esto os mando: que os améis los unos a los otros».

II . ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

«Dios es amor» es la maravillosa definición que escuchamos en la misa de hoy. Dios es amor para todos. Desde esta consideración, nuestro amor de cristianos no puede tener fronteras. La Eucaristía es el signo y la expresión del amor de Dios hecho vida y del amor del hombre hecho prójimo. Lo más contradictorio con la Eucaristía es el odio y la injusticia contra el hombre, en quien Dios vive.

Sin embargo, los hombres confundimos muchas veces el egoísmo con el amor o la sensualidad con el amor. Buscamos nuestro bien, y no el bien del otro. Por estas «prostituciones» del amor, imploremos perdón a Dios.

— Porque olvidamos que nos amas, Señor, ten piedad. — Porque no amamos a los demás como Tú nos amas a nosotros. Cristo,

ten piedad. — Por tantos pecados de omisión y de olvido al prójimo, Señor, ten piedad.

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122 EL RIESGO DE PREDICAR

2. ORACIÓN UNIVERSAL

A Dios, que nos ama, elevemos nuestras preces con gran confianza de ser escuchados, por medio de nuestro Señor Jesucristo.

— Por la Iglesia de Cristo, para que sea signo de amor en un mundo lleno de guerras e injusticias, roguemos al Señor.

— Por los que gobiernan las naciones, para que procuren la concordia interior de los ciudadanos y la paz internacional, roguemos al Señor.

— Por las familias cristianas, para que eduquen a sus hijos en sentimien­tos de respeto y amor a todos los hombres, roguemos al Señor.

— Por todos los que participamos en esta Eucaristía, para que, siguiendo el mandato de Cristo, nos amemos los unos a los otros como El nos amó, roguemos al Señor.

Señor, que nos has dejado este mandamiento del amor como tu testa­mento o última voluntad, haz que la cumplamos venciendo todo sentimiento de egoísmo y luchando contra toda acción injusta, Tú que vives...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, caminamos en una tierra, donde sólo hay amor para las cosas y donde las personas, tus hijos, son constantemente aplastados, utilizados y destruidos. Concédenos, a los que nos llamamos cristianos, un auténtico espí­ritu de amor y servicio a todos los hombres, sin preguntarnos nunca si perte­necen a nuestro grupo o a nuestra raza. P.C.N.S.

Oración sobre las ofrendas:

Tú creador de todo cuanto existe no deseas que te ofrezcamos cosas, sino a nosotros mismos; pero ya ves que somos egoístas y que vivimos cerrados en las murallas de nuestro propio egoísmo. Rompe todo lo que nos separa y haz que todos nos unamos en un único pan, que podamos ofrecerte. P.C.N.S.

Oración para después de la comunión:

Tú te has dado a nosotros en la sencillez del pan y el vino de la Euca­ristía; concédenos, a los que nos llamamos cristianos, vivir siempre y en todo un auténtico espíritu de disponibilidad y entrega; que no busquemos nuestros propios intereses, sino hacerte presente a Ti, único verdadero amor, en medio de nuestro mundo. P.C.N.S.

ASCENSIÓN DEL SEÑOR

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Comunidad que crece por la proclamación de la Palabra y la celebración de los Sacramentos»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Jesús en el Evangelio nos da un criterio de discernimiento para distinguir lo bueno de lo malo, lo verdadero de lo falso: «Por sus frutos los conoceréis» (Mt 7, 16). Si aplicamos esta norma para un análisis crítico de la Comunidad que decimos constituir los creyentes en Cristo, de la Iglesia de nuestro tiempo, encontraríamos seguramente argumentos muy serios para ser humildes y para buscar una conversión radical de nuestras trayectorias comunitarias.

Muchos se preguntan: ¿Qué hace y para qué sirve la Iglesia? Y nosotros los cristianos intentamos disipar las dudas del mundo con una lluvia de frases evangélicas y conciliares: «La Iglesia es sacramento de salvación para el mundo», «portadora de una Buena Nueva de redención y liberación», «está al servicio de todos los hombres», «lucha por la justicia, la verdad y la paz», «los pobres son sus predilectos», «predicar el amor y la fraternidad entre hermanos»... Pero el mundo y los hombres, cada vez con más ironía, siguen preguntando: Todo esto que decís los cristianos y vuestra comunidad de la Iglesia, ¿lo cumplís?, ¿en qué se nota?, ¿cuáles son los frutos que ofrecéis? Las palabras ya no nos conven­cen, queremos ver hechos, palpar vuestras obras...

En este día de la Ascensión, punto culminante de Cristo, inicio de la misión de la Iglesia como continuadora y complemento del quehacer de Jesús, es conveniente que los creyentes, reflexionemos sobre nuestras responsabilida­des eclesiales y comunitarias de cara a los hombres a los que decimos servir, al mundo que nos contempla un tanto excéptico.

2. MENSAJE BÍBLICO

Ia Lectura: Hech 1, 1-11

— Jesús, realizada su misión con su muerte y resurrección, da por termi­nada su presencia visible en el mundo, encomendando su continuidad en la historia a la Comunidad que por su fe en El se ha constituido: la Iglesia. Lucas inicia el relato de los hechos con la constatación de la Resurrección: «dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo» (v. 3), asentando así el fundamento de la fe y de todo el kerigma apostólico.

— Como cuadra a una despedida, Jesús da sus últimas instrucciones a los apóstoles que ha elegido, les promete nuevamente el envío del Espíritu, en cuyo «bautismo» encontrarán la fuerza para testimoniar ante el mundo el mensa-

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I.Í4 EL RIESGO DE PREDICAR

je evangélico. Esta será la tarea específica de los creyentes, de la Iglesia, hasta el fin de los tiempos.

— Y para cerrar esta última aparición, Lucas describe la asunción como un «levantarse hasta que una nube se lo quitó de la vista». Es una manera de describir su última manifestación visible. Su unión gloriosa con el Padre ya se produjo en el momento de la resurrección. El episodio de la ascensión es sólo el fin del último encuentro tangible con sus discípulos, el adiós definitivo a lo constatable por los sentidos.

2.a Lectura: Ef 1, 17-23

— Este fragmento de Pablo a los de Efeso es una síntesis de fe y un fundamento de la esperanza a la que hemos sido llamados los cristianos. La ora­ción de Pablo al Padre es una petición de gracia de luz, «de espíritu de sabiduría y revelación» (v. 17) para comprender todo lo que nos ha sido dado y lo que nos espera a los que creemos.

— Efectivamente, según la fe, la omnipotencia divina que se desplegó en Cristo «resucitándolo» de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo» (v. 20), se derrama en los creyentes de forma que un día nos resucitará y nos introducirá en la vida inmortal y gloriosa. Lo que el Padre ha hecho con su Hijo, lo hará también con nosotros, si somos bautizados en la muerte y resu­rrección de Cristo y si realizamos en el mundo la misión que El nos enco­mienda.

— Esta es la esperanza a la que somos llamados en la Iglesia, ya que Cristo es la cabeza de la Iglesia, y la Iglesia es su cuerpo, que recibe de El en su Espíritu comunicación de vida divina. La Iglesia es la continuadora de Cristo en la tierra, su complemento histórico. Esta es la terrible responsabi­lidad que compartimos cuantos constituimos por la fe la Comunidad de creyen­tes: complementar la acción de Cristo como Redentor, haciéndola extensiva a todos los hombres a lo largo de la historia.

3.a Lectura: Me 16, 15-20

— Estas palabras de Marcos son el colofón de su Evangelio que resumen y sintetizan la misión que Jesús encomienda a los Once, a la Iglesia que envía al mundo entero: «Proclamad el Evangelio a toda la creación» (v. 15). En estas palabras de Jesús, pronunciadas imperativamente, se contienen tres mandatos:

a) Dinamismo misionero: « I d al mundo entero». La Palabra no nos congrega en contemplación pasiva, en disfrute egoísta de los logros de Cristo sino en actitudes infatigablemente dinámicas de entrega, comunicación, difusión gozosa de la Buena Noticia.

b) Destino universal: «a toda la creación». El Evangelio está destinado a todos, pues a todos los hombres redimió Cristo y todos tienen derecho a recibir la Palabra que engendra la fe. Los que la hemos recibido, tenemos que seguir proclamándola mientras haya hombres que no la hayan escuchado.

ASCENSIÓN DEL SEÑOR 125

c) Garantizada por signos. La evangelización no consiste sólo en una repe­tición de un mensaje, en mecánica predicación, sino en la transmisión de una fe avalada por unos signos de autenticidad, que necesariamente debieran acom­pañar a los creyentes.

— La solución final de Marcos «ascendió al cielo y se sentó a la derecha de Dios» hemos de entenderla, igual que en Act, como la expresión simbólica no de una ausencia de Jesús (El prometió su presencia hasta el final de los siglos) sino de la privación de su visibilidad. Prueba de ello es que dos líneas más abajo Marcos afirma que cuando los apóstoles cumplían con su misión evan­gelizados «el Señor actuaba con ellos».

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Al celebrar la liturgia de la Ascensión hemos constatado que el último misterio de la vida de Cristo coincide con los perfiles que definen nuestra voca­ción y misión de creyentes, comprometidos comunitariamente en su Iglesia.

El triunfo de Cristo se culmina con la Ascensión, el retorno al Padre con la misión perfectamente cumplida. Pero el Verbo que salió del Padre vuelve a El como hombre, hermano y cabeza de los hombres. En Cristo queda elevada la naturaleza humana y su resurrección es garantía de la nuestra. Aquí radica el fundamento de nuestra esperanza.

Pero las lecturas no se ciñen a esta verdad, sino que nos concretan nuestro quehacer de cristianos:

1." Somos una Comunidad de creyentes. Tenemos un destino común y estamos unidos en un quehacer común. No podemos seguir tratándonos como desconocidos y extraños.

2° Nos congrega la Palabra en la que creemos y en la que asiduamente tenemos que alimentar la fe, que nos ha de llevar a una misión en la que todos somos corresponsables: evangelizar al mundo.

3.° Si queremos que nuestra tarea de cristianos, comunitariamente enten­dida, esté revestida de los signos que la avalen y garanticen, edifiquemos nuestra fraternidad en la participación fíe las acciones de Cristo, que son sus sacramen­tos, que nos lleven a difundir el amor entre los hombres, especialmente entre los pobres y más necesitados.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

En este jueves celebramos la Ascensión del Señor. Con este motivo nos reunimos, no como desconocidos que coinciden en el mismo lugar, sino como miembros de una familia y de una Comunidad fraternal, para festejar el acontecimiento de Cristo proclamando su Palabra y celebrando la Eucaristía.

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126 EL RIESGO DE PREDICAR

El pecado personal y comunitario nos hace a todos cristianos deficientes. Reconocerlo humildemente es ya un paso decisivo hacia la conversión a la que nos invita Cristo.

— Por nuestras voluntarias omisiones de participación, colaboración y esfuerzo evangelizador de la Iglesia, Señor, ten piedad.

— Por las actitudes egoístas que nos llevan a ignorar o desoír los sufri­mientos y necesidades de nuestro prójimo, Cristo, ten piedad.

— Por nuestras desatenciones a la Palabra de Dios que nos interpela, y por la poca seriedad con que celebramos los Sacramentos, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Jesús nos dijo que cuanto pidamos al Padre en su nombre nos lo conce­derá. En esta confianza acudamos con nuestras súplicas a Dios.

— Para que la Iglesia sea para cada uno de nosotros y para cuantos creen en Cristo una auténtica Comunidad de hermanos y un quehacer compartido, roguemos al Señor.

— Para que nuestro quehacer eclesial esté acompañado de obras que demuestren nuestro servicio y solidaridad con los hombres que pade­cen pobreza y opresión, roguemos al Señor.

— Para que nuestra comunidad-Iglesia, tanto universal como local, crezcan y se edifiquen por la proclamación de la Palabra y la Celebración de los Sacramentos, roguemos al Señor.

Acepta, Padre, las oraciones de esta Comunidad suplicante y concédele cuanto te pide en nombre de Jesús, que contigo vive y reina...

3. ORACIONES PRESIDEMCIALES

Oración colecta:

Tu Ascensión al cielo no fue una lejanía del mundo; fue una mayor cercanía y entrega a todos los hombres. Concede, Señor, a tu Iglesia el no refugiarse en la belleza de las teorías y de las palabras; y haz que proclame sin cesar tu salvación a todos los hombres y pueblos. P.C.N.S.

Oración sobre las ofrendas:

Contigo estamos, Señor, al lado de nuestro Padre; pero Tú quieres que te ofrezcamos nuestras cosas y nuestra vida; Tú has querido necesitarnos para prolongar tu encarnación en medio del mundo. Acéptanos y haz que nunca huyamos del camino de la cruz que lleva a la vida. P.C.N.S.

Oración para después de la comunión:

Ir al mundo es tu mandato, y sólo las evasiones manchan verdaderamente el alma. Que n o nos quedemos impasibles mirando al cielo; pues Tú, Señor, has querido estar allí donde los hombres sufren, luchan y trabajan. Ilumina nuestros ojos para reconocerte en cada hombre y danos fuerza para servirte. P.C.N.S.

SÉPTIMO DOMINGO DE PASCUA

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Comunidad corresponsable en medio del mundo»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

En la Iglesia postconciliar que nos toca vivir estamos asistiendo a un enfrentamiento de posiciones y a unos radicalismos de posturas, que a veces ponen en grave peligro el mayor bien eclesial, cual es el de la unidad en la caridad.

Es muy posible que, sin quererlo y sin pretenderlo, la divergencia estribe en los distintos contenidos que se dan a las mismas palabras a las que cargamos de sentidos intencionales diversos.

Cuando un sector eclesial intenta fijar su posición con las palabras jerar­quía y autoridad, el otro sector, predispuesto contra esas expresiones, entiende que se habla de jerarquismo y de autocracia. Frente a las expresiones participa­ción y corresponsabilidad usadas por unos, los otros entienden que ello significa anarquía y negación del principio de autoridad.

Lo mismo podríamos ver que sucede con los términos cargados de sentido peyorativo de espiritualismo y temporalismo, con el ambivalente término mundo, o con las expresiones uniformismo y pluralismo.

Las lecturas de la Palabra de hoy, escuchadas y reflexionadas a la luz de la fe, nos podrían ayudar a superar en nuestra vida eclesial estos antagonismos que nos dividen y que, consecuentemente, están esterilizando la eficacia de nuestra misión apostólica y evangelizadora.

2. MENSAJE BÍBLICO

Ia Lectura: Act 1, 15-17

— Una de las primeras manifestaciones de la naciente Comunidad eclesial es completar el equipo de los Apóstoles como testigos de la resurrección de Jesús por la vacante producida por Judas.

— El testimonio que nos ofrece la Iglesia en este pasaje de los Hechos es de doble vertiente, y en ambos aspectos hemos de fijar nuestra atención: actitu­des de Pedro y de la Comunidad.

— Pedro, asumiendo el servicio que Cristo le encomendara de ser funda­mento de la Iglesia, toma la iniciativa de plantear el problema de la sucesión apostólica. Su papel de Jerarca es unánimemente aceptado por la Comunidad.

— Pero esta Comunidad primitiva, aun reconociendo en Pedro un jefe por voluntad de Cristo, no acepta la actitud de pasiva docilidad, de esperar a

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128 EL RIESGO DE PREDICAR

que Pedro decida. Tanto la Comunidad como su Jefe y Pastor advierten que su responsabilidad está mutuamente compartida.

— De aquí que Pedro no actúe autocráticamente ni la Comunidad caiga en la tentación de anarquía. Con lo que aparecen perfectamente compatibles las ideas de Jerarquía y Participación, las de Autoridad y Corresponsabilidad.

— ¿No hay en esta lectura luz para superar los antagonismos eclesiales de nuestro tiempo?

2." Lectura: 1 }n 4, 11-16

— Este fragmento de la Primera epístola de San Juan es una variación más en su catequesis predilecta: el Amor, que es explicitación del mandato de Jesús: «Amaos los unos a los otros, como yo os he amado». El fundamento teológico lo sintetiza en la afirmación «Dios es amor» (4, 8) , lo que nos lleva a ver en Dios la causa de todo amor «porque El nos amó primero» (v. 19), puesto que «nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados» (v. 10).

— El amor que Dios nos tiene es, pues, la causa fontal del amor humano en su doble vertiente, hacia Dios en reciprocidad y hacia los hermanos, objeto del amor divino, como consecuencia necesaria.

— Pero la catequesis joannea nos da una fórmula práctica de discernimien­to: si se da entre nosotros el amor mutuo, ésta será la doble garantía de que Dios nos ama y que nosotros amamos a Dios, esto es, que «permanecemos en El y El en nosotros» (v. 13). He aquí, pues, el fundamento más genuino de nuestro cristianismo, asentado en la fe y en la caridad que dimana como conse­cuencia de que «nos ha dado de su Espíritu» (v. 13) y que nos hace confesar que «Jesús es el Hijo de Dios» (v. 15) .

3.a Lectura: Jn 17, 11-19

— Esta perícopa del Evangelio de Juan está contenida en la Oración sacer­dotal del Jueves Santo. Aunque primaria y directamente Jesús habla al Padre de sus Apóstoles, su contenido es perfectamente extensible a todos sus seguido­res, a todos los creyentes.

-— Estas palabras de Jesús que nos revela Juan se han prestado a tergiver­saciones cuando su lectura es precipitada y superficial, llevando a consecuen­cias prácticas que pueden desnaturalizar nuestra vocación y misión de cristia­nos. La clave está en la correcta intelección del término MUNDO, al que Jesús da contenidos distintos en cada momento que los usa. Esta palabra «mundo» la usa el Señor en dos acepciones fundamentales: el mundo expresión de peca­do, que hay que combatir (al que ni Cristo ni los suyos pertenecen), y el mundo-creación, obra de Dios, y conjunto de los hombres que lo habitan. A este último es al que el Padre envía a su Hijo, al que Jesús envía a los suyos y por los que no ruega al Padre que «los retire», sino que «los guarde del mal».

— Habrán comprendido muy mal a Jesús los cristianos que para precaverse del mundo-pecado, huyen y se apartan del mundo-creación, de las realidades

SÉPTIMO DOMINGO DE PASCUA 129

terrestres, a las que precisamente hay que servir y salvar. Pero también mal interpretarán al Señor quienes pretendiendo servir al mundo-creación se abrazan y pactan con el mundanismo pecador.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Sin pretender ingenuamente haber resuelto las antinomias entre las que nos debatimos los cristianos hoy, sí podemos afirmar que la Palabra de Dios nos ha iluminado lo suficiente como para sacar algunas conclusiones prácticas.

Los creyentes en Cristo constituimos una Comunidad que siendo jerárqui­camente estructurada, está integrada por unos cristianos que comparten una responsabilidad y participan plenamente en el dinamismo eclesial.

Este principio eclesiológico nos está urgiendo la revisión de nuestros esque­mas, a fin de evitar el que nos basculemos en extremismos falsos: ni «jerarquis-mos» que avalan irresponsabilidades, ni «pseudo-democracia» negadora del respe­to a los que presiden la comunidad eclesial. Sería más exacto hablar de una Iglesia que es Comunidad de corresponsables presidida por sus Pastores.

La pista de integración de las disensiones hoy existentes entre los creyentes está en la lectura 2.a, en la Carta Primera de San Juan: en el amor mutuo entre nosotros. Garantizando ese amor, quedan superadas todas las divergencias.

Las palabras de Jesús en el Evangelio nos enfrentan a una doble interpela­ción: a huir del pecado y a integrarnos y entregarnos al servicio de un mundo-creación que hay que realizar y completar según la mente de Dios y al que hay que aplicar los méritos redentores de Cristo. Examinemos, pues, nuestras com­plicidades pecaminosas con el mundo, pero analicemos también nuestras evasio­nes y nuestras inhibiciones, también pecaminosas, de un modo y de unas reali­dades temporales a las que Cristo/nos envía y de las que nosotros huimos bajo el pretexto falso de ser fieles a la palabra de Jesús.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Con la liturgia de este domingo concluye el ciclo pascual y se inicia el quehacer de la Iglesia en su dinamismo histórico. La experiencia de la Iglesia primitiva en sus primeros pasos debe ser para nuestra Iglesia de hoy punto de referencia y reflexión que nos proyecte hacia concepciones más genuinas de lo que debe ser nuestra Comunidad de creyentes.

Si el pecado es en su esencia negación del amor tengamos todos la sinceridad de reconocer nuestras faltas de caridad, para pedir perdón al Señor y a nuestros hermanos en este acto penitencial.

— Por nuestra colaboración en el mantenimiento de antagonismos disol­ventes en el seno de nuestra Comunidad eclesial, Señor, ten piedad.

— Por nuestros radicalismos en lo que es libremente opinable, que nos

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130 EL RIESGO DE PREDICAR

llevan a incomprensiones y a no respetar las opiniones de nuestros hermanos, Cristo, ten piedad. Por nuestras críticas y murmuraciones demoledoras de la unidad y caridad eclesiales, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Siguiendo el ejemplo de Jesús que acude al Padre en oración, así noso­tros, como Pueblo unido por la fe, supliquemos la ayuda de Dios para nues­tras necesidades y las de todos los hombres.

— Para que la Iglesia universal —Pastores y fieles— dé al mundo el testimonio de su unidad, roguemos al Señor.

— Para que todos los hombres nos unamos en la creación de un mundo más justo y fraternal, roguemos al Señor.

— Para que todos los cristianos se sientan responsables y participantes de la marcha y misión de su Comunidad eclesial, rompiendo todo individualismo, pasividad e inhibición, roguemos al Señor.

— Para que cada uno de nosotros se sienta comprometido en edificar la Iglesia en el amor y servicio a los hermanos, roguemos al Señor.

Escúchanos, Señor, cuanto te pedimos con fe, y concédenos lo que tu Hijo pidió para nosotros en la víspera de su muerte. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Gracias, Señor, por pertenecer a tu Iglesia y gracias por tu ayuda para seguir caminando en este mundo, que Tú has creado y salvado. Que no seamos, Señor, por nuestra soberbia o cobardía obstáculos para el creci­miento de la semilla de tu palabra en medio de nuestra tierra. P.C.N.S.

Oración sobre las ofrendas:

Te ofrecemos el pan y el vino fruto de la tierra y del trabajo. Con ellos queremos ofrecerte nuestro mundo, el que Tú nos has dado y en el que Tú quieres hacerte presente. Acéptalo, Señor, y haz que cada día seamos crea­dores contigo de un mundo nuevo y justo, donde la verdadera alegría llene todos los corazones. P.C.N.S.

Oración para después de la comunión:

Pertenecemos, Señor, a tu Pueblo, y esto no significa huir del mundo, sino pudrirnos en él, para producir una eterna primavera. Que los que nos llama­mos cristianos no huyamos nunca d e las obras de nuestro Padre Dios, sino que hagamos realidad su amor en todos los momentos de nuestra vida. P.C.N.S.

DOMINGO DE PENTECOSTÉS

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Comunidad animada por el Espíritu»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

En nuestros días muchos cristianos viven desconcertados, confusos, en una gran perplejidad ante la marcha de la Iglesia, sobre todo a partir del aconteci­miento conciliar del Vaticano II.

Para unos el panorama eclesial se les antoja un «pandemónium» sin rumbo ni sentido. La evolución les parece alocada y en desorientación. Ven desviacio­nes doctrinales, errores manifiestos, echan de menos las condenaciones y se lamentan de lo que consideran dejación de autoridad por parte de la Jerarquía, que no frena la marcha imprudente que llaman progresismo.

Otros, por el contrario, se impacientan al no ver plenamente aplicada la doctrina conciliar, acusan de retardataria a la Jerarquía, critican acremente al sector eclesial más conservador y tradicional, calificándolo de inmovilista y reac­cionario. En su afán de cambio y superación de enfoques que consideran trasno­chados inician reformas y experiencias que escandalizan a unos y entusiasman a otros.

Y entre ambos extremos, como espectadores de una partida de tenis, otro sector de cristianos de buena f¿ o indiferentes por convicción— se limitan a girar su cabeza «a la derecha» o «a la izquierda» contemplando cómo resuelven «a pelotazos» sus respectivas posiciones.

¿No tenemos todos la misma fe? ¿No hemos recibido todos el mismo Espíritu? ¿No hemos aceptado una misma misión? Entonces, ¿qué «espíritu» nos anima?

En este Domingo de Pentecostés —día del Espíritu Santo— vamos a reflexionar todos los que aquí nos reunimos como creyentes en la Palabra de Dios que nos congrega.

2. MENSAJE BÍBLICO

Ia Lectura: Act 2, 1-11

— El contenido de esta lectura relata un hecho trascendental: el nacimien­to de la Iglesia al serle comunicado ostensiblemente el Espíritu de Dios que la convierte en Comunidad viva y operante.

— La descripción que Lucas hace del acontecimiento, precisamente en la ambientación de la festividad judía que se celebra, la de Pentecostés (la Alianza del Sinaí), está revestida de unos símbolos veterotestamentarios típicos de las teofanías: ruido, viento recio, fuego... La contraposición es clara: hoy queda sellada una nueva alianza y una nueva ley, quedando la antigua derogada y reducida a promesa que ahora queda cumplida. En el Sinaí se manifestó el

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132 EL RIESGO DE PREDICAR

Padre, en esta nueva alianza Dios se manifiesta por su Espíritu, por el poder mediante el que Dios actúa en el mundo, por la energía divina que impulsó a los profetas de todos los tiempos y muy especialmente al Profeta Jesús de cuya plenitud fue prueba inequívoca su resurrección.

— El hecho central del que lo anterior es marco y la posterior consecuen­cia queda expresada en las palabra de Lucas: «Se llenaron todos de Espíritu Santo» (v. 4). El misterio de Cristo queda culminado con la efusión del Espí­ritu varias veces prometido y anunciado. Este Espíritu es el unificador de la Iglesia, el motor y la savia de la Comunidad naciente, el guía del nuevo Pueblo y de cada cristiano. La dispersión que los diferentes idiomas producían entr'e gentes de «todas las naciones de la tierra» queda superada por la presencia del Espíritu que otorga «el don de lenguas» (la glosolalia) que les permite a todos escuchar en su propia lengua «las maravillas de Dios» (v. 11).

— Si hoy (como señalábamos al principio) no nos entendemos ni incluso los que hablamos el mismo idioma y hasta decimos profesar una misma fe en Cristo, ¿no será que estamos ahogando al Espíritu, resistiendo a su influjo vivificante y unidor, y que, al no dejarnos invadir por El, estamos creando en nuestro tiempo una Babel de locos?

2.a Lectura: 1 Cor 12, 36-7; 12-13

— En este fragmento de la Primera Carta de San Pablo a los Corintios se nos habla de las manifestaciones del Espíritu en la Iglesia, a través de dones o carismas.

— Desde su manifestación en Pentecostés, el Espíritu no cesa de actuar en la Iglesia. Su actividad y sus manifestaciones son multiformes. De El proceden todo don y toda acción buena.

— No pretendemos controlar ni manipular al Espíritu', puesto que «sopla donde quiere» con absoluta libertad. Sus carismas son diversos y diversamente repartidos. Sin embargo, esta diversidad se unifica en el único Espíritu que los destruye y hacia la única finalidad por la que se otorgan: la común utilidad y la edificación de la Iglesia como el solo Cuerpo de Cristo.

—— Si todo, pues, procede del mismo Espíritu y está dirigido al bien común de todos, no caben entre los cristianos antagonismos ni emulaciones; nadie puede presumir que posee en plenitud ni en monopolio al Espíritu de Dios. Si Dios «obra todo en todos» a través de su Espíritu, los cristianos nos complementamos mutuamente unos a otros realizando entre todos la Iglesia, Cuerpo de Cristo, puesto que todos los creyentes «hemos bebido de un sólo Espíritu» (v. 13). ¿No encontramos en esta catequesis de Pablo solución para disipar entre nosotros las divergencias que nos están dividiendo en este postconcilio?

Ia Lectura: ]n 20, 19-23

En este Evangelio nos relata Juan en la aparición de Jesús resucitado a sus discípulos, la solemne transferencia Je la misión recibida del Padre («como el Padre me envió, así os envío yo») en favor de los apóstoles. Y para que esta

DOMINGO DE PENTECOSTÉS 133

misión tenga un aval de autoridad y poder, también de forma solemne, les otor­ga la facultad divina de perdonar o retener los pecados (por ejercerla Jesús fue acusado de blasfemo por los fariseos).

— En este ceremonial sacramental Jesús realiza un gesto simbólico: soplar hacia ellos («exhaló su aliento»), significativo de inspiración vital (cfr. Gen 2, 7 y Sab 15, 11) y nueva creación. Ese hálito que Cristo comunica es su Espíritu. («Recibid el Espíritu Santo») portador de las facultades que les otorga.

Esta escena de envío y misión tendrá su complemento y comprensión en Pentecostés, cuando por la fuerza del Espíritu los apóstoles entenderán el alcan­ce de la encomienda de Cristo, penetrarán profundamente en su misterio y descubrirán claramente el sentido de su propia vocación de enviados.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Pentecostés es la plenitud de la Pascua, el comienzo de la ininterrumpida presencia del Espíritu en la Iglesia. El Espíritu sin la Iglesia sería una fuerza sin medio de acción, la Iglesia sin el Espíritu sería un cuerpo sin alma. La Igle­sia animada por el Espíritu de Dios será el «instrumento» sacramental de salva­ción para el mundo, la presencializición y la visibilización de la acción de Dios en la historia.

Esta presencia del Espíritu en la Iglesia exige de los creyentes, de cada uno de nosotros, una conversión y una transformación que facilite en los cristianos y en la Comunidad el incesante quehacer santificador del Espíritu. Todo lo que en la Iglesia disgregue, separe y desuna, es un pecado contra el Espíritu; todo lo que mate la caridad entre los hermanos, lo que fomente la enemistad entre los hombres, es ahogar el Espíritu y condenar a ineficacia a la Iglesia.

Sólo quien deja en sí y en la Comunidad eclesial amplios espacios de liber­tad para que el Espíritu actúe sin trabas, quien pone sus dones al servicio de la común utilidad y quien es capaz de agradecer a Dios los carismas de sus hermanos, aunque sean diferentes a los que él ha recibido, sólo éste es el que ha comprendido el misterio de Pentecostés.

Pidamos a Jesús que nos ayude a comprender la acción del Espíritu que nos ha enviado y evitar contristarlo desconociéndolo en los dones y carismas de los demás cristianos.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

La Iglesia hoy, en la festividad de Pentecostés, reflexiona en comunidad a la luz de la Palabra de Dios, sobre su propia alma y principio vital: el Espí­ritu Santo. Esta verdad fundamental de nuestra fe no siempre es bien enten­dida entre los cristianos. Con frecuencia lo reducimos a interioridades piadosas de ámbito contemplativo; pero Pentecostés es primaria y fundamentalmente un acontecimiento eclesial comunitario.

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134 EL RIESGO DE PREDICAR

Esta acción del Espíritu Santo en nosotros con frecuencia la entorpecemos con nuestros pecados personales y sociales. Pidamos perdón por ellos antes de celebrar la Eucaristía.

— Porque vivimos de espaldas a la acción de tu Espíritu, Señor, ten piedad. — Porque el poder que otorgaste a tus apóstoles de perdonar nuestros

pecados los menospreciamos no celebrando el Sacramento de la Peni­tencia, Cristo, ten piedad.

— Por nuestras disensiones internas en la Iglesia, por nuestros despre­cios mutuos y por nuestros pecados contra la unidad eclesial, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Oremos al Señor nuestro Padre por medio de Jesús, que nos ha enviado su Espíritu a la Iglesia.

— Por la Iglesia, para que en la diversidad de un pluralismo legítimo, dé al mundo un testimonio de unidad, reguemos al Señor.

— Para que ninguno en la Iglesia se atreva a monopolizar al Espíritu en sus personales opiniones, reguemos al Señor.

— Para que reconozcamos la voz del Espíritu en los dones y carismas de nuestros hermanos, reguemos al Señor.

— Para que los cristianos de nuestro tiempo no sigamos hiriéndonos con los calificativos de «integrista» y «progresista», sino que nos sintamos unidos y vivificados por un mismo Espíritu, reguemos al Señor.

Escucha, Padre, nuestras súplicas y haz que la fuerza del Espíritu Santo supla en nosotros lo que no alcanzan nuestras débiles fuerzas. Por Cristo Nuestro Señor.

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta: Nuestra tierra está seca, Señor, y agostada; por sí sola es incapaz de

producir fruto. Envía tu Espíritu, que fecunde y cree de nuevo un paraíso, donde los hombres se amen y se comprendan. Que movidos por él colabore­mos nosotros tus hijos en la nueva creación. P.C.N.S.

Oración sobre las ofrendas: Purifica, Señor, en el fuego de tu Espíritu nuestros corazones y haz que

sean siempre, en cada instante de la vida, una ofrenda grata a Ti. Que lo mismo que nuestros hermanos, los primeros cristianos, te hagamos presente a Ti en todos los rincones de la tierra. P.C.N.S.

Oración para después de la comunión: Tu Espíritu no es un tranquilizante; es el fuego que Tú has traído a la

t ier ra para destruir todo mal y separar el oro de la escorla. Quémanos, Señor, y haz que nuestra vida sea un fuego que abrase la tierra y la llene de since­r idad y de amor. P.C.N.S.

SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Dios es amor en Trinidad»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

El dogma trinitario para el cristiano medio es: desconocido / desconectado de su vida / abstruso = pura especulación teológica / el ser misterio, le justifica para no tenerlo en cuenta / se admite la paradoja de pretender un cristianismo capaz de prescindir en la práctica del dogma trinitario.

Sin embargo, — la fe nos lo presenta como dogma básico y central — toda la revelación se conecta con la Trinidad — todas las expresiones cristianas más fundamentales se sientan en este

dogma: • la señal de la cruz: santiguarse • el Gloria de la Misa • el Credo • la conclusión de las oraciones • las fórmulas de los Sacramentos, etc.

— en la doctrina trinitaria-revelación explícita de Cristo está el fundamen­to teológico de toda nuestra fe: Creación-Encarnación-Redencíón-Iglesia-Sacra­mentos...

Luego el ser íntimo de Dios, aun siendo misterio = de incomprensible explicación racional para el hombre, no lo es en cuanto a su contenido, objeto de la revelación para conocimiento de los hombres. Tenemos que conocer qué nos ha manifestado Cristo acerca de Dios aunque no podamos racionalizar tal contenido.

Se puede afirmar que Dios no ha revelado verdades inútiles para el hombre. Todo cuanto nos ha revelado ha de ser integrado en nuestra vida de creyentes. Prescindir de una parte de la revelación es mutilar nuestra fe, deformarla y falsearla. Sin la Trinidad y sus implicaciones, la fe no sería la de Cristo, no seríamos cristianos.

2. MENSAJE BÍBLICO

Ia Lectura: Dt 4, 32-34; 39-40

— El autor sagrado pone en boca de Moisés una reflexión dirigida al pueblo de Israel haciéndole ver, a través de su historia, no con razonamientos sino con hechos palpables, la presencia de un Dios único y grande que por encima de

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136 EL RIESGO 0E PREDICAR

cualquier deidad ha mostrado su poder protegiendo al pueblo que se ha elegido. No hay otro dios que haya amado tanto a los hombres como el Dios de Israel. Esta es la prueba de su autenticidad. Los dioses que los hombres nos construimos son ídolos incapaces de amar.

— El Dios que Moisés mostraba a Israel se nos hizo aun mucho más cercano en Jesús: se hizo uno de nosotros. En Cristo se nos ha revelado en su íntima constitución como Amor (cfr. 1 Jn 4, 8) dinámico y proyectivo hacia los hombres a los que hizo a su imagen y semejanza. El amor divino se derrama sobre la humanidad en creación, redención y santificación. La Historia de la Salvación es un itinerario del amor de Dios a los hombres que para nosotros se convierte en norma que nos obliga a imitarle en nuestra conducta amorosa a los semejantes y hermanos como camino único y posible de amor a Dios.

2.a Lectura: Rom 8, 14-17

— Esta catequesis de Pablo a los Romanos nos ayuda a comprender el mis­terio de la Trinidad en su proyección a nuestras vidas de cristianos. No en explicaciones complicadas e ininteligibles, sino en realidades vitales y asequibles. Dejándonos llevar por el Espíritu de Dios, esto es, cuando con libertad personal permitimos al Espíritu que obre en nosotros, ello nos constituye en hijos de Dios, hasta el extremo de poder dirigirnos a él llamándole Padre. El Espíritu es la fuerza liberadora que nos saca de la esclavitud. Esta liberación se mani­fiesta en que hemos llegado a ser hijos de Dios, y podemos llamarle «Padre». Y se concreta en que somos herederos con Cristo de los bienes de la Resurrec­ción. La trinidad es comunidad de amor que se comparte. Nosotros tenemos ese amor y por eso somos libres. Luchamos contra la esclavitud.

— Esta integración familiar en lo divino como hijos de Dios y hermanos en Cristo no es un hecho inoperante ni intrascendente, sino que nos responsa­biliza en la adopción de una conducta y de una manera de actuar coherente con este principio de nuestra fe.

3.a Lectura: Mt 28, 16-20

— Este fragmento constituye el colofón del Evangelio de Mateo. Estos últimos versículos contienen en síntesis la «misión» de la Iglesia con todo su carácter de universalidad: «haced discípulos de todos los pueblos», y la despedi­da de Cristo con su promesa de permanencia: «yo estoy con vosotros todos los días», y asistencia a la Iglesia que constituye y envía. Así como Cristo ha revelado a los hombres el misterio de Dios, de igual modo la Iglesia debe transmitir a los hombres esta vida de Dios. Y esto lo ha de hacer con su predi­cación, con su testimonio, con sus sacramentos: Bautismo.

— De la misión de la Iglesia hay que destacar que la evangelización está dirigida a la conversión que sella el bautismo, a la que sigue la catequesis = «en­señándoles a guardar todo lo que os he mandado». En este mandato bautismal aparece plenamente la fórmula trinitaria que de otros modos aparece en distin-

SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD 137

tos pasajes del Nuevo Testamento (Mt 3, 16 ss.; 1 Cor 12, 4-6; Ef 4, 4-6; 1 Pe 1, 2, etc.) y en la que se funda la posterior y desarrollada doctrina de la Iglesia sobre la Trinidad.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

La gran novedad que nos revela la Palabra en lo que nosotros llamamos Trinidad, es que Dios es amor, que no es más que amor que se manifiesta en tres direcciones al interior del único ser divino. Las Personas en Dios se distin­guen por su peculiaridad en darse mutuamente en un amor infinito que funda comunidad tan íntima y compenetrada, que realiza la unidad.

Esto no se nos ha revelado para la pasividad contemplativa ni mucho menos para una especulación estéril. Cristo nos ha revelado la intimidad divina para que construyamos nuestra vida de creyentes sobre ese patrón. Cuando lleguemos a creer en un Dios que es Amor: diálogo, entrega, comunión y comunidad, feli­cidad compartida, obediencia y don..., entonces comenzaremos a sentir la nece­sidad de parecérsele, de imitarle, de darnos y entregarnos a lo divino, sin egoís­mos personales, a nuestros hermanos los hombres, a todos sin distinción, como el Padre entregó a su Hijo y ébte a su muerte en cruz como expresión de su Amor.

La comunidad trinitaria es también paradigma para nuestra comunidad humana y, sobre todo, para nuestra comunidad eclesial. La causa profunda de desunión entre los hombres y la más lamentable incomprensión entre los cristia­nos, es haber olvidado el ejemplo de convivencia amorosa de las Personas en la Trinidad. Y la causa más íntima de la lesión de la dignidad humana, de la esclavitud y la opresión es no haber comprendido que somos libres en el Espí­ritu e hijos de Dios.

En la medida en que los cristianos se sientan hermanos de Jesús, hijos de un mismo Padre, animados y vivificados por un mismo Espíritu, comprometidos en una única misión evangelizadora y testimonial, sintiéndose en la necesidad de amarse sincera y realmente en una entrega mutua y servicial, entonces y sólo entonces la Iglesia comenzará a ser para el mundo sacramento de salvación, por­que será signo del Dios Uno y Trino a quien imita.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Hoy es la solemnidad de la Santísima Trinidad. Es posible que para muchos de nosotros esta verdad cristiana signifique muy poco en nuestras vidas, que la veamos muy lejana de nuestras urgencias vitales. Pero la fe nos dice que Dios no nos revela nada inútil. Quizá no comprendamos esta verdad de nuestra fe, porque no hemos comprendido el amor de Dios. Nuestro pecado es nuestra falta de amor.

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138 EL RIESGO DE PREDICAR

Reconociéndonos pecadores delante de Dios y de los hermanos, pidamos perdón por nuestras habituales negaciones.

— Por nuestros pecados personales, Señor, ten piedad. — Por nuestras responsabilidades sociales incumplidas, Cristo, ten piedad. — Por los escándalos que damos al mundo con nuestras disensiones ecíe-

siales, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Pidamos a Dios para que su Palabra sea eficaz en nosotros.

— Por la Iglesia y sus Pastores, ios Obispos, unidos al Papa, para que nos trasmitan fielmente en su magisterio la revelación de Dios en Cristo, roguemos al Señor.

— Por todos los creyentes cristianos en el Dios Uno y Trino, para que, superadas las diferencias, demos al mundo el testimonio de una unidad amorosa y fraternal, roguemos al Señor.

— Para que nuestras comuniones cristianas sean reflejo del amor de Dios a los hombres por las actitudes serviciales de sus miembros, roguemos al Señor.

— Para que todos los hombres descubran a Dios como Padre y se funde una fraternidad universal en el mundo, roguemos el Señor.

Recibe, Padre, estas oraciones de tus hijos que confían en que sean escu­chadas por Ti, ya que te lo pedimos en nombre de Jesús, tu Hijo, que contigo y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos.

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Padre Dios, que conoces la debilidad de nuestra fe, y sabes qué difícil nos resulta comprenderte. Mira con bondad a este pueblo que se ha congregado para alabarte; danos la fuerza de escuchar y acoger tu Palabra; y concédenos el amor suficiente para entender que Tú nos has dado el Espíritu de vida, y nos has salvado por medio de Jesucristo tu Hijo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Oración sobre las ofrendas:

Señor, sabemos que estos dones que hemos puesto sobre el altar los has creado Tú, con la fuerza del Espíritu y la sabiduría de la Palabra. Ahora te pedimos que juntamente con estos dones nos bendigas a nosotros, para que seamos de verdad hijos tuyos, y nos alegremos de poder llamarte Padre. Por Jesucristo...

Oración para después déla comunión:

Gracias, Señor, porque una vez más nos has manifestado quién eres Tú, y cómo tenemos que ser nosotros. Hemos vivido tu amor en la Eucaristía. Te suplicamos que nos ayudes a manifestarlo en la vida, viviendo fraternalmente con nuestros hermanos, respetando su libertad y su dignidad. Por Jesucristo...

SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «La Eucaristía, sacrificio de Cristo y de la Iglesia»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Hay que constatar que los que acuden a nuestras celebraciones litúrgicas van disminuyendo, poco a poco. Por diversas causas, el precepto de la asistencia a misa los domingos y días festivos, es considerado con indiferencia, cuando no con hostilidad.

La participación en la celebración eucarística, en los que acuden, es muchas veces pasiva. Se adopta la actitud indiferente del espectador de la televisión. Incluso una actitud de aburrimiento. No. hay participación externa. Y, lo que es peor, no hay participación interna, es decir, de actitud ante el Sacrificio de Cristo y de la Iglesia, que es la santa misa. Nuestras celebraciones eucarísticas «mueren» de hastío. No hay fiesta porque no hay protagonistas de la fiesta...

Las consecuencias no se dejan esperar. Son las mismas que San Pablo fustigaba en sus comunidades de Corinto. «Muchos salen enfermos y débiles» de la Eucaristía. Enfermos y débiles en el espíritu. No se han alimentado del Pan de vida, que tenía que darles el arrojo de vivir con exigencia su condición de cristianos en medio del mundo.

La misa de esta Solemnidad del Corpus debe ayudarnos a revisar nuestras actitudes. Y debe enseñarnos a participar más conscientemente en el sacrificio eucarístico.

2. MENSAJE BÍBLICO

1." Lectura: Ex 24, 3-8

— La primera Lectura nos narra la Alianza establecida entre Dios y su pueblo, reunido al pie del monte Sínaí. Dios comunica por Moisés su voluntad, «todos sus mandatos». Y el pueblo manifiesta su compromiso de hacer «todo lo que dice el Señor». Pero esta Alianza se ratifica en el marco de una «litur­gia», descrita cuidadosamente en el texto que comentamos. Culmina con la rúbri­ca de la sangre, rito que en los pueblos de la antigüedad y también entre nosotros, da solidez de compromiso inquebrantable en todo pacto, todo compro­miso de amor. «Esta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros, sobre todos estos mandatos», dice Moisés, rociando al pueblo con la sangre de las víctimas inmoladas en sacrificio.

— Y esta alianza del Sinaí es figura preclara de la nueva y eterna alianza realizada por la sangre de Cristo, derramada en el monte Calvario por la reden-

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140 EL RIESGO DE PREDICAR

ción de todos los hombres. Y esta liturgia sacrifical es figura de la «liturgia de la cruz», que se renueva en la liturgia de la misa. Más allá de todo acento de dramatización, la Eucaristía será la celebración de la nueva Alianza, sellada por la sangre de Cristo.

2.a Lectura: Heb 9, 11-15

— La segunda lectura, nos habla de la nueva alianza, del nuevo sacrificio de la sangre, de la redención definitiva, realizada por Cristo, una vez para siempre. Las frases son tan rotundas, tan perfectas que resuenan a himno litúr­gico, del culto cristiano, a semejanza de los salmos que se cantaban en el templo de Jerusalén.

— Cristo es estimado como sumo sacerdote de los bienes definitivos. Su ser entero es el nuevo templo y la víctima del sacrificio del Nuevo Pacto.

— Es el Mediador, entre Dios y los hombres. «Su sangre» vale más que la de los antiguos sacrificios. Tiene poder para purificarnos de las «obras muer­tas» y para rubricar «la nueva alianza», cuyo cumplimiento nos hará partícipes de la herencia eterna. Por eso mismo el sacrificio de Cristo es un sacrificio de liberación.

— No hay que señalar que este texto es fundamental para hacernos ver la identidad del sacrificio eucarístico, que celebra la Iglesia a través de todos los tiempos, con el sacrificio de Cristo. La Eucaristía no es invento nuestro, es de Cristo y habrá que destacar todos los elementos que remitan a El en la asamblea que celebra la misa. He aquí un límite indeclinable de toda renovación litúrgica.

3.a Lectura: Me 14, 12-16; 22-26

— El evangelio de San Marcos destaca claramente la relación entre la Anti­gua y la Nueva Alianza, entre los antiguos y el Nuevo Sacrificio. Las figuras se cumplen. «El primer día délos ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual». «Este es mi cuerpo... ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos».

— San Marcos, coloca el relato de la cena, al comienzo del relato de la Pasión. Es un orden no sólo cronológico, sino intencional. El acontecimiento futuro de la muerte en la cruz será normativo para la interpretación de las pala­bras de la cena.

— Así hay que destacar el valor de la misa como sacrificio. Sacrificio de Cristo, idéntico al de la cruz. Y sacrificio de la Iglesia encomendado por Cristo, en su repetición a lo largo de los siglos: «Haced esto en memoria mía». Sacrificio de la Iglesia, actual en cuanto que los celebrantes deben hacerse hostias con Cristo, por la actitud de obediencia al Padre y de servicio a los hombres. Sin esto no hay verdadera participación en el Sacrificio de Cristo y de la Iglesia, que es la misa.

SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO 141

3. RESPUESTA A LA PALABRA

La primera lectura nos ha recordado el sacrificio de víctimas, practicado en el Antiguo Testamento. La segunda lectura, ha puesto en parangón estos sacrificios antiguos, con el único sacrificio de Cristo, ofrecido en la Cruz, con el derramamiento de la sangre. El evangelio relaciona la cena con la Cruz, y la Cruz y la cena con el sacrificio del cordero pascual. Las figuras y los símbo­los, que tenían su entidad y eficacia, quedan abolidas por la realidad del Sacri­ficio de Cristo, que en forma de banquete sacrifical, El mismo mandó celebrar «en su memoria».

El Sacrificio se expresa en la Eucaristía por medio de realidades sensibles. La Eucaristía es el «sacramento del sacrificio de Cristo». Pero lo importante es lo que esto significa para nosotros. La ofrenda viene a ser en el banquete sacri­ficial de la comunidad litúrgica el signo de la voluntad amorosa de Dios para entrar en comunión con los hombres. Es fácil, siguiendo en esta línea teológi­ca, señalar los dos aspectos, verdaderamente inevitables de la Eucaristía: El de sacrificio de Cristo y de la Iglesia, como entrega al Padre, en oblación de obediencia, y el de comunión, es decir, de don del Padre a los hombres, entrando en comunión con ellos, en la donación de su Hijo. Celebrar el sacrificio de Cristo es una acción comprometente para que nosotros nos «sacrifiquemos» por los demás.

En torno a la mesa eucarística nació la Iglesia (Cenáculo) y las primeras comunidades Cristianas. La gracia de la unión y de la caridad es específica de este sacramento. Entonces, entre los que comulgamos ¿por qué no son más vigorosas las virtudes de la solidaridad, del desinterés, de la justicia social, que buscan el bien de la comunidad por encima de los intereses particulares? Tal vez porque la celebración eucarística no encuentra en nosotros, como preparación y acción de gracias, una disposición habitual de combatir nuestro egoísmo.

Todo esto debe llevarnos a comprender mejor el sentido de lo que celebra­mos y sus permanentes exigencias en la vida.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

La solemnidad del Cuerpo de Cristo es una fiesta de fe, de reconocimiento y amor al mismo Jesús. El se dio a nosotros en la Cruz, y se da en el sacri­ficio del altar. Esta caridad de Cristo reclama una actitud semejante ante Dios y ante los hermanos.

Hemos concebido a veces la Eucaristía de forma egoísta. Un don para mí, sin ninguna relación y exigencia a mi vida comunitaria dentro de la sociedad y de la Iglesia. Y esto es un pecado. Por ello tenemos que pedir perdón a Dios.

— Por no haber participado consciente y comunitariamente en la Eucaristía, Señor, ten piedad.

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142 EL RIESGO DE PREDICAR

— Por no haber visto que Tú te entregas en la Eucaristía para que nosotros nos hagamos pan para los hermanos, Cristo, ten piedad.

— Por haber hecho estériles nuestras comuniones por nuestra actitud egoísta y de pura religiosidad exterior, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Unidos a Cristo, sacerdote y víctima del sacrificio de la Nueva Alianza dirijamos nuestras preces al Señor.

— Para que todos estimen en profundidad lo que vale el sacrificio euca-rístico, roguemos al Señor.

— Para que la Eucaristía nos haga más fraternales y más caritativos, rogue­mos al Señor.

— Para que en este día de caridad seamos conscientes del sentido de nuestros bienes y de nuestras obligaciones de justicia, roguemos al Señor.

— Para que los que participamos cada semana en la misa y frecuente­mente en la comunión seamos verdaderos testigos de Cristo, sobre todo por nuestra vida de justicia y caridad, roguemos al Señor.

Oremos: Señor Jesús, que en la última Cena nos has dejado la memoria de tu Pasión y este Pan de vida, haz que estimemos tus dones dignamente y que nos hagamos dignos de sus frutos. Tú que vives y reinas por los siglos...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, que nos has mandado recordar en la Eucaristía- las cosas grandes que has hecho por los hombres. No permitas que nuestras celebraciones sean mediocres. Danos la fuerza para que, sintiéndonos hermanos, podamos parti­cipar y celebrar con gozo en esta fiesta, en la que se renueva tu entrega y amor por los hombres. Te lo pedimos...

Oración sobre las ofrendas:

Para significar el amor que nos has tenido, Tú empleas, Señor, las cosas sencillas de la tierra: el pan y elvino. Que por estos dones aprendamos también nosotros a amar a nuestros hermanos, sobre todo a los que más nos necesitan. Por Jesucristo...

Oración para después de la comunión:

Te damos las gracias, Señor, porque nos has alimentado con tu Palabra y con tu Pan; porque te haces cercano a los hombres por los signos sencillos del vino y del pan; porque sabemos que aunque nos falte todo, nunca nos faltará tu amor. Que tu fuerza ros acompañe en este caminar de la vida, para que amando a nuestros hermanos, podamos llegar a la vida eterna. Por Jesu­cr isto. . .

SEGUNDO DOMINGO DURANTE EL AÑO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «La vocación cristiana como encuentro personal y un seguimiento de Cristo»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Uno de los signos de nuestro momento presente es la velocidad con que se vive la vida. Es el hombre que trabaja diez y doce horas diarias y no tiene tiempo de pensar, es el joven que vive a prisa sus sensaciones, repartidas entre el ocio y el trabajo. Nos pasan desapercibidos acontecimientos que debieran hacernos pensar y realidades que nos enfrentarían con nuestro yo. La superfi­cialidad nos impide a veces encontrarnos con nosotros mismos, con los hombres, con Dios.

En nuestros medios urbanos los hombres nos rozamos pero no vivimos ni siquiera en familia. Nuestra vida se ha deshumanizado. Nos falta comunicación de persona a persona, convivencia.

Los sacerdotes, al predicar, dan la impresión de unos profesores que dictan una lección más o menos magistral. Y sabemos que la fe es mucho más que comunicar un saber. Nos penetra mucho más la vivencia de la fe, cuando vamos descubriendo a Cristo en una convivencia, un diálogo con otros cristianos. Echa­mos en falta unas comunidades donde se pueda dialogar, buscar juntos y convivir.

2. MENSAJE BÍBLICO

Ia Lectura: 1 Sam 3, 3b-10, 19

Nos describe la vocación profética de Samuel. El autor sagrado concede un gran relieve a esta introducción de lo que llamaríamos un momento histórico del pueblo de Israel. Un grupo de tribus, que viven independientes, van a reali­zar la unidad política, como nación organizada. Esto se va a realizar, en comien­zo, con el profeta Samuel que ungirá a Saúl y David como reyes.

— El relieve que se concede en los tres primeros capítulos, a la persona de Samuel, profeta, va a subrayar la intervención de Dios en la historia de su pueblo. Interviene en la concepción. Lo escoge desde niño para una vocación que desborda su pequenez.

— Se trata de una vocación en función de un envío, va a acusar a Helí de sus desórdenes, como juez y profeta va a purificar el culto y dará al pueblo un rey.

— La expresión de Samuel: «Habla, Yahvéh, que tu siervo escucha» (v. 10) denota una disponibilidad absoluta, no sólo a escuchar sino a realizar, una actitud de fe profunda en Dios que le llama.

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144 EL RIESGO DE PREDICAR

2." Lectura: 1 Cor 6, 13c-15a, 17-20

— Esta lectura nos ofrece los fundamentos teológicos de la moral cristia­na en lo que al cuerpo se refiere, basándose en una concepción pascual que considera al cristiano como una persona que ha optado por Cristo: «El que se une al Señor es un Espíritu con El» (v. 17).

— «Hemos sido comprados a gran precio». Nuestro cuerpo ha sido resca­tado, en el sentido de que el hombre, reducido a sus propios instintos, es un esclavo de la «carne». Y la muerte y resurrección de Jesús, no sólo fue libera­ción en su propia carne, sino también en el cuerpo de la Iglesia. Por tanto es un pertenecer a Cristo que nos hace libres.

— Al decirnos que somos templo del Espíritu Santo, no lo debemos enten­der en un sentido material, como quien habita en un hogar. Más bien que esta­mos animados y guiados por el Espíritu precisamente por haber sido liberados de la esclavitud de la carne.

— «¡Glorificad a Dios con vuestro cuerpo!» (v. 20). Aquí nos ofrece San Pablo una de las ideas más honradas de la nueva alianza. En la antigua la glorificación a Dios consistía en cantar esa gloria presente en los muros del templo.

— En el verdadero culto de la nueva alianza se trata de hacer que esa gloria esté presente en nuestra manera de comportarnos. Dar testimonio de que Dios está presente en nosotros en espera de que lo esté totalmente en la resu­rrección de los cuerpos. Resumiendo: La vocación cristiana es un seguir a Cristo, adherirse a El, a su misterio pascual y liberador.

3.a Lectura: }n l, 35-42

— Es el evangelio de la vocación cristiana y en esta sencilla narración encontramos los aspectos fundamentales de la misma.

—- No es el mismo Jesús quien los llama sino que se vale de intermedia­rios. El Bautista que les orienta hacia Jesús. Andrés que anima a su hermano Simón. Es en el contorno de las amistades, en un proceso totalmente humano y natural donde el Señor llama a sus colaboradores.

— La vocación siempre es una llamada. Pero no siempre se puede fijar en una fecha o en un lugar. Muchas veces la respuesta a la vocación no es algo hecho, sino un buscar, estar inquietos, permanecer a la escucha de lo que el Señor quiere de nosotros. Juan y Andrés seguían al Señor buscando algo. Y les dice: ¿qué buscáis? Fue el encuentro con el Señor, y la vocación y la llama­da, seguir a Cristo, a enviar y compartir su vida en la comunidad de los doce. La vocación es una llamada a la comunidad.

— Cuando Andrés presenta a su hermano Simón ante Jesús, Este se le queda mirando y le cambia el nombre. Esto quiere decirnos que Jesús piensa en El para una misión importante en la obra del reino, en la función de un envío. Sí, a El le va a encargar el ser roca firme para confirmar la fe de los hermanos. La vocación cristiana es una llamada a la comunidad pero también es un envío.

SEGUNDO DOMINGO DURANTE EL AÑO 145

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Nuestra respuesta a la llamada de Dios no ha concluido porque el Señor no ha cesado de llamarnos. El nos invitó a seguirle, nos invita y nos seguirá invitando. Lo importante es permanecer fieles a esa reflexión, a ese seguir bus­cando y buscar, sin miedo a lo que nos pueda pedir. Disponibilidad absoluta.

Al ver a Jesús llamando a sus discípulos a convivir con El, descubrimos que tenemos que promover comunidades de reflexión, de acción apostólica que nos lleven a revisarnos. Para que haya una intercomunicación entre pastores y fieles, entre grupos de fieles, entre quienes han ahondado más en el cristianismo y quienes acaban de descubrirlo.

Como individuos y como grupos, en nuestros labios las palabras del salmo interleccional. (Sal 39); «Aquí estoy para hacer tu voluntad». Salmo que el autor de la carta a los Hebreos pone en ,.abios de Cristo, como actitud de dispo­nibilidad ante el Padre también. Disposición anterior que descubrimos también en Jesús al llegar su hora. En esta Eucaristía se trata de hacer nuestro este descubrimiento de Cristo.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Uno de nuestros peligros, como cristianos, es pasar junto a los hombres y no captar su lenguaje, no sentir sus problemas, pasar por la vida y no descubrir el lenguaje y la llamada de Dios. La Eucaristía que vamos a celebrar es una ocasión privilegiada para tener el encuentro con Cristo. Nos va a hablar, a través de las lecturas con su palabra viva, nos va a invitar a seguirle deci­didamente.

Cristo sigue llamando a los hombres a colaborar en la obra de anunciar el Reino. Para seguirle no basta darle el sí una vez en la vida, es necesario renovarlo siempre. Que nuestra reconciliación sea una gracia por Cristo.

— Señor, Tú que llamaste a tus discípulos a convivir contigo para comu­nicarles tu espíritu, Señor, ten piedad.

— Señor, Tú que quieres que seamos colaboradores tuyos en la tarea de orientar a los hombres, Cristo, ten piedad.

— Señor, Tú que sabes que nos hacemos sordos a tus llamadas, perma­neciendo en nuestra pereza, instalados en nuestro bienestar. Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Roguemos a Dios nuestro Padre, que escuche a los que le buscan, con corazón sincero.

— Por el Papa y los sucesores de los Apóstoles, para que se esfuercen en responder a la llamada de Cristo en las necesidades de los hombres más marginados. Roguemos al señor.

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146 EL RIESGO DE PREDICAR

— Por los gobernantes de toda la tierra para que promuevan la paz y la justicia. Roguemos al Señor.

— Por todos los miembros del pueblo de Dios para que no demos por con­cluida nuestra respuesta a Cristo sino que tratemos de descubrir lo que el Señor nos pide en cada momento. Roguemos al Señor.

— Por los que nos reunimos en esta asamblea para que la proclamación de la palabra de cada domingo sea llamada de Cristo a un compromiso concreto. Roguemos al Señor.

Oremos: Señor, que nos llamas a los hombres a colaborar con tu Hijo en la obra de la salvación, concédenos descubrir tu llamada en los aconteci­mientos de la vida. Por el mismo Cristo Nuestro Señor.

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, ¡qué fácil es decirte: «aquí estoy para hacer tu voluntad»!; pero Tú ves cómo con nuestras vidas traicionamos nuestras palabras. Danos since­ridad para escuchar tu voz y seguirla fielmente. P.C.N.S.

Oración sobre las ofrendas:

Qué podemos darte nosotros que Tú no tengas, Señor. Pero Tú has que­rido nuestra colaboración y ayuda en la proclamación de tu Evangelio a todos los pueblos. Estamos dispuestos a seguir tu llamada. Que nuestra vida no contradiga nuestros buenos deseos. P.C.N.S.

Oración para después de la comunión:

Tú eres Padre de todos los hombres; pero hay muchos que no te conocen y otros que te rechazan. Que nuestras vidas de auténticos hijos tuyos en medio de los dolores, sufrimientos, alegrías y penas de nuestro mundo, sean una invitación dirigida a todos los hombres, a participar un día todos unidos en tu mesa. P.C.N.S.

TERCER DOMINGO DURANTE EL AÑO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «La conversión primera, una respuesta radical a Dios»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

El hombre tiene proclividad a instalarse definitivamente en sus pequeños logros humanos de bienestar y estabilidad social. Y más aún a absolutizarlos, considerarlos como el completo y supremo bien de la persona humana, el ápice de las apetencias y metas del hombre.

Por otra parte, a pesar del devenir del tiempo, lo temporal lo valoramos como definitivo y permanente, no nos percatamos de la urgencia del momento de la salvación.

Nuestra sociedad es hedonista y pone, como única meta de la vida huma­na, satisfacer todas las apetencias, que el hombre puede sentir. Se prescinde de su condición de persona que puede poner unos objetivos a su vida, un ordena­miento de medios a fin.

Consumimos cosas, nos sentamos a todas las mesas, gustamos todos los manjares y llegamos a la conclusión de que el hombre ha de satisfacer todas sus hambres.

2. MENSAJE BÍBLICO

Ia Lectura: Jonás 3, 1-5, 10

— Este relato nos refiere la predicación de Jonás en Nínive y la conversión inesperada de los habitantes de esta inmensa ciudad.

— No se trata de una narración histórica; sino de una parábola, que contie­ne una clara lección para los judíos. Un pueblo acostumbrado a oir de labios de los profetas el juicio de Yahvéh contra las naciones, la justicia de Dios contra Asiria y Babilonia, antiguos opresores de su pueblo, no saldrá de su asombro al ver que Nínive, la ciudad perdida, hace penitencia.

— Más tarde vemos que Jesús habla de la conversión de los paganos para espolear a los hijos de Abraham, a los grupos más reacios a aceptarle. Contrasta la conversión de los paganos con la incredulidad de su pueblo (Le 11, 31-32). Los ninivitas se alzarán en juicio contra esta generación y la condenarán porque hicieron penitencia a la predicación de Jonás.

— La novedad del libro de Jonás es que el Señor extiende su perdón a los paganos. Que deponga su ira y perdone a Israel, en lugar de castigarle es conocido, pero que un rey pagano pueda convertirse con sus vasallos es una novedad. El horizonte se va abriendo hacia el Universalismo de la salvación.

— Nínive y Babilonia son la encarnación de la ciudad terrestre, inmensa,

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148 EL RIESGO DE PREDICAR

orgullosa de su técnica y bienestar, pero levantada sobre cimientos de barro. Construida sobre una soberbia, una explotación y un abuso del poder que cla­man al cielo. Sólo reconociendo su pequenez y sus pecados podrá librarse de la destrucción. Es la conversión.

2.a Lectura: 1 Cor 7, 29-31

— El hecho de que ha llegado la plenitud de los tiempos, en Cristo y la espera de la Parusía, les impone una actitud nueva ante los bienes de este mundo y los acontecimientos. Lo absoluto es la presencia escatológica de Dios. El tiempo, el matrimonio, las cosas de la vida son relativizadas. Aparece clara la provisionalidad de todo lo humano: «La representación de este mundo se termina» (v. 31).

— Esta visión exige un uso de las cosas de este mundo, libre de todo apego excesivo o desordenado. Es una libertad que nace del hecho de que estamos en los últimos tiempos y que vamos a participar en la parusía. Es un nuevo uso de las cosas de este mundo.

— La provisionalidad del tiempo presente no se opone a tomar en serio el compromiso cristiano por edificar la ciudad terrestre. No están reñidos provisio­nalidad y compromiso, porque ese desarraigo y libertad ayudan a poner unos cimientos no de paja o de barro, sino de servicio a los hermanos, a ese nuevo reino que ha entrado en la historia. Es una nueva visión del mundo, término de una conversión o cambio de mente.

3.a Lectura: Me 1, 14-20

— La primera parte de esta lectura nos centra en el mensaje de este domin­go. Dios nos lleva a la conversión. Jesús profeta de Nazaret, al anunciar la Buena Noticia, exige la conversión. Un rabino itinerante que no espera a que las masas vengan a él, sino que sale al encuentro de ellas. El llamamiento de Jesús es de carácter imperativo para subrayar una urgencia, un nuevo estilo que el joven rabí quiere imponer a los suyos. No es un maestro que se sienta en su cátedra rodeado de oyentes, sino un rabino siempre en marcha para acercarse a los pecadores, los enfermos y los alejados. El carácter imperativo de su llamada nos recuerda su modo de enseñar, distinto de los maestros de Israel. Las gentes dirán que su estilo es otro, que enseña como quien tiene autoridad y apremia.

— En la última parte se ven dispuestos los acontecimientos de tal modo que a la urgencia del llamamiento sucede la pronta respuesta de los discípulos. Conversión que empalma con un llamamiento y un envío: «Os haré pescadores de hombres» (v. 17).

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Toda la historia del pueblo elegido es una historia de conversión que llega a s u cumbre con Jesús profeta de Nazaret que grita: «convertios y creed la Buena

TERCER DOMINGO DURANTE EL AÑO 149

Noticia». Pero la historia de salvación continúa porque Dios sigue manifestán­dose mientras que el hombre se desenvuelve entre caídas, repetidas y grandes caídas. Esta palabra actual y penetrante nos llega a nosotros.

Hoy la Iglesia nos invita a la conversión por la proclamación de la Palabra de Dios. Ella actualiza su llamada, y ¿cuál es esa buena Noticia en que tenemos que creer? Es un alguien, es Cristo, noticia gozosa que da sentido a nuestra vida.

La Iglesia no sólo nos llama a la conversión por la fe en la Palabra, sino que exige que esa conversión se complete en el marco de los signos sacramen­tales. No sólo en el Bautismo y la Penitencia sino también en la Eucaristía donde somos acogidos en la comunión de la Iglesia y expresamos nuestro retorno. En nuestra asamblea, a la proclamación de la palabra, sigue la fracción del pan que ha de ser alianza y comunión en la persona de Jesús.

La conversión o «metanoia» significa, un cambio de parecer, un ver las cosas de otra manera. Supone reconocer nuestro error en la conducta, dolor por la falta, una nueva actitud, una nueva orientación de todo el ser a Dios.

Puesto que la conversión nos da una nueva visión del universo ante la urgencia del reino, ésta nos obliga a poner manos a la obra. Vemos la nece­sidad de un nuevo orden en nosotros y en los demás.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Uno de nuestros problemas es que no somos conscientes del desorden de nuestra vida. ¿Estamos dispuestos a examinarnos y reconocer la desorien­tación que hay en ella? Necesitamos del grito de Jesús que nos sacuda del letargo: «El reino de Dios está cerca. Convertios».

La palabra de Dios nos enfrenta con la verdad de nuestra vida y suscita en nosotros el deseo eficaz de emprender el camino del retorno a Dios.

Sucede a veces que El nos busca cuando estamos muy a gusto en nuestra vida y no lo esperamos. Nosotros debemos buscar siempre los caminos del Señor, sabiendo que El nos espera. Examinemos nuestra conciencia.

— Por las veces que nos hemos hecho sordos a tu voz que nos llama a una reforma interior, Señor, ten piedad.

— Porque hemos embotado nuestro espíritu con tanta droga de comodidad y bienestar egoísta, Cristo, ten piedad.

— Por nuestros pecados de cobardía, al no tener valor para romper con las ataduras de nuestra vida pasada, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Con la ayuda del Señor, podremos transformar el mundo entero. Que El despierte en nosotros el deseo de convertirnos y la oración sincera.

— La Iglesia, tu Esposa, necesita purificar y embellecer su rostro. Para

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150 EL RIESGO DE PREDICAR

que los pastores depongan todo lo que sepa a amor al poder y a las vanidades del siglo. Roguemos al Señor.

— Señor, Tú que no quisiste reservarte nada y te hiciste servidor de Dios y de los hombres. Para que los cristianos colaboremos en toda obra orientada al bien común. Roguemos al Señor.

— Señor, que te hiciste pobre para enriquecernos a todos con tus bienes. Por los pueblos que están sumidos en el hambre para que no les falte el pan y por los pueblos satisfechos para que tengan hambre de Ti. Roguemos al Señor.

— Señor, Tú no quieres la muerte del pecador sino que se convierta y viva. Por los pecadores y alejados, sumidos en la tristeza de sus vidas, para que conozcan la alegría del vivir cristiano. Roguemos al Señor.

Oremos: Señor, que llamas a los hombres a salir de sus pecados y servirte con generosidad. Haz que llevemos nuestra respuesta hasta las últimas conse­cuencias. Por Cristo Nuestro Señor.

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, Tú tienes un corazón grande, donde caben todos los hombres y todos los pueblos. Enséñanos a nosotros tus hijos a mirar con ojos limpios de todo exclusivismo a los que no piensan, ni sienten, ni son como nosotros, y que seamos capaces de hacerles presente la fuerza de tu amor. Te lo pedimos...

Oración sobre las ofrendas:

Hoy, Señor, no queremos huir de Ti como hiciera en otra época tu profeta Jonás; acepta nuestra vida unida a los dones de pan y vino que te presentamos y haz que nuestra conversión sincera, nos acerque también a las necesidades más profundas que los hombres tienen de Ti. P.C.N.S.

Oración para después de la comunión:

Todo el mundo es tuyo, Dios nuestro, y a él nos envías para que de nuevo vuelva su corazón, tan cargado de tierra, a Ti. Haz que no tengamos miedo en esta dura tarea, y que vivamos en medio de tantas tinieblas como autén­t icos hijos de la luz. P.C.N.S.

CUARTO DOMINGO DURANTE EL AÑO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Ser cristiano es permanecer fiel a la Palabra»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Los hombres de nuestro tiempo —con un sentido crítico más acusado que nunca— están ya cansados de cualquier tipo de «palabrería». Durante mucho tiempo han padecido una lluvia de «palabras», «discursos», «lemas o slogans» que los han reducido a la frustración: promesas incumplidas, «paraísos» nunca logrados, ofrecimientos de paz, prosperidad, justicia social, libertad y respeto de derechos humanos, que, con harta frecuencia, han incumplido los propagandis­tas de las diversas ideologías. Estas experiencias defraudantes han engendrado entre nuestros contemporáneos hombres escépticos, desilusionados, insolidarios y egoístas, afectando incluso a los que por la fe en Cristo debieran ser testigos de una esperanza inquebrantable y contagiosa.

Sin embargo, en este contexto social escéptico y precisamente a esos hom­bres frustrados tenemos que comunicar los cristianos, no una palabra más, sino la Palabra con mayúscula, una Palabra eterna hecha carne y que se llamó Jesu­cristo. Palabra que es, también con mayúsculas, Camino, Verdad y Vida; Palabra que, por tanto no defrauda, no engaña ni miente, promete y cumple, ofrece y da. Esta es la tarea profética que los cristianos, personal y comunitariamente, estamos obligados a realizar como el mejor servicio a los hombres y al mundo de hoy.

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: Deut 18, 15-20

— Esta perícopa contiene la promesa divina de la instauración del profe-tismo en Israel. (Expliqúese sucintamente el sentido bíblico —no vulgar— de lo que es un profeta, glosando las palabras del texto: «Pondré mis palabras en su boca y les dirá lo que yo le mande» (v. 18). El verdadero profeta no habla por sí, sino en nombre de Dios, repite la Palabra de Dios, la proclama y la difunde en todo lugar y en cualquier momento, incluso «a tiempo y a destiempo» como recomienda Pablo a Timoteo (cfr. 2 Tim 4, 2) .

— El profeta por antonomasia que aquí se pronuncia es Cristo = Palabra encarnada. De esta misión profética participarán todos cuantos se incorporan a Cristo por la fe y los sacramentos, todos los cristianos y su conjunto como Pueblo de Dios. Pero muy especialmente los que por el sacramento del Orden reciben esta específica misión en la Iglesia, que no excluye, por supuesto, la tarea profética de los laicos.

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152 EL RIESGO DE PREDICAR

— Proclamar la Palabra es, por tanto, un deber de la Iglesia y de cada cristiano, no una mera opción, un capricho o una afición. Pero nuestro deber prof ético exige fidelidad a la Palabra: no podemos atribuir a Dios lo que son sólo nuestras palabras o nuestras ideologías, nuestros gustos o nuestras opinio­nes. Incurriríamos en la amenaza contenida en el texto del Deuteronomio: «es reo de muerte» (v. 20).

2.a Lectura: 1 Cor 7, 32-35

— Este trozo de la carta a los Corintios ha sido utilizado más de una vez con un sentido que Pablo no le da. El Apóstol no se opone al matrimonio, como algunos apologistas del celibato han pretendido. Otros lugares de San Pablo lo demuestran. El celibato es un carisma y al mismo tiempo una opción para aquellos cristianos que ven en dicho estado condiciones más óptimas para un mejor cumplimiento de la tarea evangelizadora y proclamadora de la Palabra. Pero téngase en cuenta que el celibato es alabado por Pablo en tanto en cuanto potencia la misión cristiana: «los asuntos del Señor», la «consagración a ellos». No es, pues, una evasión de responsabilidades, sino el compromiso de asumir las mayores, de entregarse más intensamente al servicio de los hombres en el olvido de sí mismo. Un celibato cómodo, egoísta, sería la prostitución del carisma y, por tanto, un antitestimonio.

3.a Lectura: Me 1, 21-28

— Jesús, el Profeta anunciado en la primera Lectura, cumple su misión de proclamar la Palabra a lo largo de toda su vida pública. En este fragmento de Marcos le vemos precisamente en el ejercicio de su magisterio en la sinagoga de Cafarnaún. Sus oyentes quedan asombrados porque enseña «con autoridad», ya que las enseñanzas a las que estaban acostumbrados eran las de los letrados, carentes de ella. La autoridad de Jesús es la que brota de la conjunción de una Palabra divina con unas obras, una conducta y unos signos coherentes totalmen­te con ella. La explicación teológica nos la da la fe: El es el Verbo —la Palabra encarnada y, consecuentemente, su actuación, su obra y su vida toda no pueden ser ajenos a su condición divina y a la misión recibida del Padre.

— Nosotros, creyentes bautizados, gozaremos también de su autoridad en la medida que ajustemos nuestra vida a los imperativos de esa Palabra, en la medida en que la testimoniemos con una conducta coherente con ella. Entonces el mundo nos creerá, los hombres se convertirán y seguirán a Cristo.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Según nuestra fe, Dios ha irrumpido ea la historia humana y su Palabra no sólo nos fue comunicada por los profetas, sino que ella misma se hizo carne y habitó entre nosotros. Frente a toda la «palabrería» mentirosa que hoy se propala, frente a las promesas de tantas ideologías que han decepcionado a los

CUARTO DOMINGO DURANTE EL AÑO 153

hombres y aun hoy los siguen defraudando, los cristianos debemos ofrecer a nuestros hermanos la Palabra con mayúscula, la Buena Nueva que no miente ni engaña, que salva y redime, que, con la fuerza de Dios, impone la justicia auténtica entre los hombres, destruye la opresión, siembra la paz y el amor y hace gozar de la verdadera libertad. ¿Creemos esto? ¿Estamos convencidos de ello? ¿Qué hacemos para que esto sea verdad en nuestra vida?

El cristiano responsable de su fe ha de saberse respecto de la Pala­bra receptor y proclamador. A cada uno Dios nos sigue interpelando con su Palabra, en ella hemos de encontrar todas las actitudes que exige la fe, de ella nos hemos de nutrir para construir nuestra vida cristiana. Pero, además, la Palabra nos es dada para su comunicación, para ser proclamada y transmitida a los hombres y al mundo de nuestro tiempo. Los cristianos de cualquier estado o condición no podemos ni debemos callar la Palabra de Dios, ni siquiera cuan­do el proclamarla sea en muchas ocasiones riesgo peligroso por la reacción violen­ta de los poderosos del mundo.

Condición ineludible del cristiano es la de fidelidad a la Palabra de Dios: aceptándola en su integridad y difundiéndola sin manipulación, tergiversación acomodaticia o falsificación.

Si ajustamos nuestra vida a la Palabra y la anunciamos al mundo, nos revestiremos de la autoridad de Cristo, seremos fiables, convenceremos y demos­traremos que el Evangelio no es «palabrería».

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Comenzamos hoy nuestra Asamblea con la lectura de estos trozos del Concilio Vaticano II:

«El Pueblo de Dios se congrega primeramente por la Palabra de Dios vivo» (Decr. «Presbyt. ordinis», 4).

«Solamente con la luz de la fe y con la meditación de la Palabra divina es posible reconocer siempre y en todo lugar a Dios «en quien vivimos, nos movemos y existimos» (Act. 17,28).

Estas palabras iluminarán el contenido de nuestra celebración. La sinceridad nos obliga a reconocernos pecadores, pero la esperanza cris­

tiana nos impulsa a implorar y a obtener el perdón de Dios con nuestra actitud de arrepentimiento.

— Por no escuchar tu Palabra y haber preferido caminar en tinieblas, Señor, ten piedad.

— Por nuestras omisiones culpables al silenciar tu Palabra ante los hom­bres, Cristo, ten piedad.

— Por nuestras infidelidades a la Palabra y por nuestras actitudes peca­minosas, Señor, ten piedad.

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154 EL RIESGO DE PREDICAR

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Pidamos al Padre que nos ayude en nuestras necesidades.

— Para que los Pastores cumplan en la Iglesia su misión de predicar la Palabra de Dios con fidelidad y fortaleza, roguemos al Señor.

— Para que los hombres del mundo entero puedan escuchar la Palabra de Dios predicada libremente por la Iglesia, roguemos al Señor.

— Para que los cristianos sean fieles a la Palabra aceptándola y procla­mándola a los hombres, roguemos al Señor.

— Para que nuestra Comunidad sea edificada por la Palabra y comprome­tida con sus exigencias, roguemos al Señor.

— Recibe, Padre, nuestras súplicas y atiéndelas porque te lo pedimos por N. S. Jesucristo tu Hijo...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Vivimos rodeados de palabras, palabras que prometen, palabras que acari­cian, palabras que engañan; danos, Señor, la gracia de comprender lo que es y significa tu Palabra hecha carne y haz que la aceptemos en lo más profundo de nuestro corazón, y que la vivamos con valentía. P.N.S.J....

Oración sobre las ofrendas:

Nuestro mundo necesita más entregas sencillas que grandes palabras; haz, Señor, que comprendamos y entendamos lo que son el pan y el vino que ponemos sobre el altar, para que como ellos, en tus manos, seamos disponibles para la salvación de los hombres. P.C.N.S.

Oración para después de la comunión:

Tú nos has dado tu Palabra hecha carne para que la transmitamos a todos los hombres; concédenos que con la fuerza de esta Palabra y este pan seamos verdaderos testigos de tu amor en nuestro mundo de trabajo, en nuestras. diversiones, en medio de nuestra familia. P.C.N.S.

QUINTO DOMINGO DURANTE EL AÑO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «La tarea del cristiano es servicio a los hombres»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

En los ambientes del mundo, la generosidad, la entrega desinteresada, el sacrificio y el esfuerzo costoso en beneficio de otros, no es precisamente «mone­da corriente». Lo que se considera normal es que cada uno vele por sus propios intereses y, aun admitiendo un respeto exterior o jurídico de los derechos aje­nos el egoísmo y la despreocupación por los demás, la indiferencia ante el dolor, necesidad de los semejantes, es una línea de conducta muy común en nuestra sociedad.

El domingo pasado veíamos que el cristiano ha de ser un proclamador de la Palabra de Dios entre sus hermanos, edificando al mismo tiempo su vida sobre esas exigencias. Evangelizar, pues, es salir de uno mismo, de su postura cómoda y egoísta, y abrirse a los prójimos, darse y entregarse, sufrir con ellos y por ellos, ofreciéndoles lo mejor que tenemos: la Buena Noticia de su salvación en la persona de Cristo, Ser cristiano no es, por tanto, comodidad egoísta, sino donación comprometida y servicio a los hombres.

En esta clave nos habla hoy Dios por su Palabra proclamada en esta cele­bración.

2. MENSAJE BÍBLICO

Ia Lectura: Job 7, 1-4, 6-7

— Cuando el hombre se encierra en sí mismo y se contempla en su simple condición humana desligada de lo trascendente, cae en el peligro de la desespe­ración. Es la actitud de Job antes de abrirse al diálogo con Dios. Efectivamente, sin Dios no hay respuesta al dolor del hombre; la vida, carece de sentido y se comprende que Job la compare a la condición del exclavo, del soldado o del jornalero sin paga.

— En esta noche sin esperanza consumen su vida muchos hombres de nuestro mundo de hoy. A esos hombres tenemos que llevar los cristianos la luz de Dios, su Palabra vivificadora, que dé a sus vidas sentido y contenido, espe­ranza e ilusión, explicación a sus dolores y fatigas. Ese es el servicio que los hombres esperan de los creyentes en Cristo. Iluminar sus vidas es el grave deber que impone la caridad. No con actitud paternalista, sino con gesto que comparta la situación de los más pobres, de los que más sufren.

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156 EL RIESGO DE PREDICAR

— Pero esto es costoso, es duro y es difícil, pues a esa iluminación y a ese servicio se opondrá con todas sus fuerzas el mal y el pecado. La tiniebla siempre ofrece resistencias a la luz. Los poderes del mundo prefieren que los hombres sigan exclavizados. Al hombre se le invita con mil medios a evadirse de esta realidad de la vida: el «pan y el circo» que decían los romanos, y que hoy podríamos traducir por «sexo, electrodomésticos y fútbol»... Sin embar­go, el hombre necesita encontrar el sentido profundo de su vida.

2.a Lectura: 1 Cor 9, 16-19; 22-23

Esta página autobiográfica de Pablo debiera ser el planteamiento de cada cristiano. El evangelizar no es un capricho ni un «hobby»: es un deber ordi­nariamente nada cómodo, que brota ineludiblemente del compromiso de la fe asumida en el bautismo. Presumir de ello es necesidad y mentira, pues la Pala-bre que comunica el cristiano no es suya, sino de Dios. Así se comprende la exclamación paulina: «Ay de mí si no anuncio el Evangelio» (v. 16), y que debiera brotar de cada uno de los bautizados como una sincera preocupación, si no evangelizo, estoy frustrando mi fundamental deber cristiano...

— Pero la predicación de la Buena Noticia implica en las palabras de Pablo (v. 22) no una simple comunicación doctrinal o espiritualista, sino una entrega real y efectiva, un compromiso con los hombres, «débil con los débiles», «me he hecho todo a todos»...

— Es todo un programa de auténtico servicio palpable y tangible que no admite interpretaciones acomodaticias, ni a los cristianos en particular, ni a la Iglesia como comunidad.

3.a Lectura: Me 1, 29-39

— En esta escena que nos relata Marcos se confirma lo dicho por Pablo en la lectura anterior, pero ahora avalada por la autoridad de la conducta del mismo Señor: su predicación es inseparable del servicio, de la entrega y soli­citud por los sufrimientos de los hombres, «Predicar y dar trigo», como lo vulgariza el refranero. No basta predicar «teóricamente» la justicia y la caridad, sino que la auténtica predicación —la que realiza Cristo— es la que hace la justicia y la caridad en los hombres concretos y reales. Jesús no se limita a decirnos que nos amemos, sino que nos da un ejemplo personal: «como yo os he amado», compadeciendo al que sufre y curando y remediando sus males. Medir nuestra caridad con este baremo podría ser muy aleccionador y práctico.

— En esta misma línea de reflexión cabe una glosa a las palabras de Pedro y sus compañeros: «Todo el mundo te busca» (v. 37) y a las de Jesús: «Vamonos a otra parte... que para eso he venido» (v. 38). Hoy también los hombres, aunque no lo sepan, buscan a Cristo, ¿se lo mostramos los cristianos? Nosotros en cuanto creyentes y bautizados ¿para qué hemos venido a la Iglesia si no es para servir y evangelizar a los hombres?

QUINTO DOMINGO DURANTE EL ANO 157

3. RESPUESTA A LA PALABRA

La Palabra de Dios nos constriñe y nos urge a construir nuestra vida de acuerdo con sus exigencias. Con San Pablo hemos descubierto o hemos recordado que, como cristianos, tenemos que evangelizar, pero que esta evangelización exige una permanente actitud de servicio a los hombres concretos que nos rodean en la vida, que tenemos que salir de una concepción cómoda y egoísta de nues­tro cristianismo —que es falsa— a otra generosa, esforzada, atenta y entregada al bien de los prójimos. La síntesis es clara: ¡Ay de nosotros los cristianos de hoy si no evangelizamos! No tenemos más remedio, puesto que a nosotros tam­bién nos han encargado este oficio. Pero esta comunicación de la Palabra debe ir acompañada de signos exteriores que sean expresión de esa entrega interior a los hombres, en todas sus necesidades. Tenemos que luchar, y no sólo lamen­tarnos, contra todas las injusticias que los oprimen, contra el pisoteo de su digni­dad de personas y frente a cualquier modo de esclavitud o de falta de libertad. Este es nuestro mejor servicio.

Sólo así, a través de la Palabra proclamada y del servicio desinteresado de los cristianos, descubrirán los hombres a un Dios que da sentido a sus vidas, que les es cercano y que ha asumido en la pasión y cruz de Cristo todos los dolores del mundo, trocándolos en redención y en resurrección.

De no ser así podemos caer en una mera «religiosidad» intrascendente y estéril, que defrauda a los hombres y frustra totalmente el plan de Dios.

Cristo vino a servir, no a ser servido. Esto lo realizó identificándose con los últimos de la tierra, sin esperar una recompensa. Por eso nuestro servicio al hombre debe comenzar por los más pobres, sin exigir otro servicio a cambio. De lo contrario nuestro gesto será esclavizante y no liberador.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Unidos en la fe, nos reunimos los cristianos para celebrar el Día del Señor, escuchando su Palabra y ofreciendo la Eucaristía. Ambas nos van a impulsar hoy a un compromiso de servicio a los hombres, que cada uno hemos de esforzarnos en concretar, a fin de que esta Asamblea de creyentes sea ante el mundo un signo eficaz de Cristo. Esta actitud de servicio sincero y compro­metido no es fácil.

El egoísmo —personal o colectivo— es la gran tentación en la que, con frecuencia, sucumbimos los cristianos, esterilizando la tarea recibida de Cristo de amar y servir a nuestros prójimos.

— Por nuestras indiferencias ante los sufrimientos de los hombres, sus angustias y dolores, Señor, ten piedad.

— Porque negamos con nuestras obras lo que afirmamos con la fe cuando vivimos despreocupados de los males que aquejan a nuestros hermanos, Cristo, ten piedad.

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158 EL RIESGO DE PREDICAR

— Por nuestros personales pecados de egoísmo, que nos llevan a pecados de omisión, cuyas consecuencias sufren nuestros prójimos, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Conscientes de nuestras necesidades y deficiencias, oremos a Dios nuestro Padre.

— Para que la Iglesia toda —Pastores y fieles— cumpla con su respon­sabilidad de servir a los hombres y al mundo de hoy, roguemos al Señor.

— Para que los cristianos de nuestro tiempo nos sensibilicemos y sintamos como propios los dolores de los hombres, roguemos al Señor.

— Para que nuestra entrega y servicio a los prójimos sea un signo de la caridad y una imitación de Cristo, roguemos al Señor.

— Para que cada uno de los que celebramos esta Eucaristía sepamos comprometernos en el servicio a los más necesitados, roguemos al Señor.

Recibe, Padre, nuestra oración. Concédenos alcanzar estos deseos, para mejor cumplir nuestra misión en el mundo. Te lo pedimos por N. S. Jesucristo...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, Tú nos hablas de servicio en medio de un mundo donde todos queremos mandar. Sin tu ayuda nos convertiremos en «señores» y querremos «utilizar» a nuestros hermanos. Danos fuerzas para seguir las huellas de Jesús que no vino a ser servido, sino a servir; y que como él. también nosotros seamos capaces de dar la vida por nuestros hermanos. P.C.N.S.

Oración sobre las ofrendas:

Todo lo que podemos entregarte es ya tuyo, Señor, y Tú lo posees todo. Haz que nuestra vida sea una continua entrega y ofrecimiento; y que no nos cerremos en las murallas de nuestro egoísmo, para defender nuestra «nada» P.C.N.S.

Oración para después de la comunión:

Señor, que nos has dado todo, y te has hecho pan y vino para damos fuerza en el duro caminar por este mundo, concédenos tu gracia, para que nuestra vida sea un servicio auténtico y sincero a los hombres, y no caigamos nunca en los lazos de la fjerza y del poder. P.C.N.S.

SEXTO DOMINGO DURANTE EL AÑO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «El hambre en el mundo es la lepra de hoy»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Durante casi toda la historia de la humanidad y hasta nuestros tiempos, la lepra (término genérico extensible a la mayor parte de las enfermedades de la piel) ha sido un azote enormemente temido. La medicina moderna práctica­mente la ha eliminado del mundo o, al menos, la ha controlado suficientemente para que no constituya un temor angustioso.

De entre todos los males que afectan a los hombres de nuestro tiempo (cáncer, enfermedades cardiovasculares, contaminación ambiental, accidentes de tráfico, etc.) es indudable que, por su extensión geográfica, gravedad de la situa­ción y número impresionante de hombres que la sufren, el hambre y el sub-desarrollo son la plaga de nuestro tiempo.

Esta nueva enfermedad que aqueja al mundo de hoy, esta lepra del siglo XX, tiene su origen en la injusticia, ambición y egoísmo de hombres, colectividades y naciones, que se enriquecen con el sudor y las lágrimas de los pobres y de los pueblos atrasados y subdesarrollados.

Esta situación, que afecta a los 2/3 de la humanidad, no puede menos de preocupar a los que nos titulamos creyentes y a la Iglesia como pueblo de Dios. La caridad de Cristo nos conmina a luchar denodadamente contra esta gigantesca injusticia, y a remediar, en la medida de nuestras posibilidades, esta vergüenza de la sociedad humana o, al menos, mitigar sus graves consecuencias. Este es el contenido de la Campaña contra el Hambre.

2. MENSAJE BÍBLICO

Ia Lectura: Lev 1-2; 44-46

— Esta página del Levítico evidencia la preocupación de salvar a la comu­nidad de una enfermedad terrible y contagiosa, para lo cual se instituye la «impu­reza ritual» de carácter religioso que garantice una profilaxis social, aunque sea tan elemental como el aislamiento y los signos exteriores que adviertan a los sanos del peligro de contagio.

— Estas prescripciones, evidencian un claro sentido de bien común y de preocupación social. Ante un mal irremediable como la lepra, se prescriben remedios elementales y hasta ingenuos, pero que muestran un sentido de respon­sabilidad comunitaria que llega hasta el sacrificio personal para lograr el bien a los demás. Tampoco está ausente la preocupación por una purificación ritual que a veces, injustamente, llevará a la marginación y abandono de los leprosos.

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160 EL RIESGO DE PREDICAR

— Si esto impone la solidaridad social ¿qué no exigirá a los creyentes la caridad de Cristo en favor de los necesitados? También nosotros tememos conta­minarnos con los que más sufren, cuando tantas veces somos la causa de su sufrimiento.

2.a Lectura: 1 Cor 10, 31-11, 1

— Al explicar Pablo a los Corintios diversas soluciones de orden prácti­co, en un versículo anterior (v. 24) da la clave para acertar en la propia conducta: «Que nadie procure su propio interés, sino el de los demás». Esta debe ser la fórmula de una conducta cristiana. Tener la mirada puesta en el prójimo y en su servicio, olvidándonos de nosotros mismos y hasta de nuestros derechos, tendría, también en nuestro tiempo, repercusiones beneficiosas para todo el mundo.

— Por el contrario, la despreocupación y el egoísmo de los cristianos es el «motivo de escándalo» para los «judíos y griegos» — los pueblos y las naciones de nuestro siglo XX. Pablo nos ofrece su ejemplo como él siguió el de Cristo: «contentar en todo a todos...». Esta máxima puede ser luz potente que nos ilumine hoy en la Campaña contra el hambre.

3.a Lectura: Me 1, 40-45

— Esta curación del leproso, referida por los tres sinópticos, parece ser uno de los primeros milagros del Señor al inicio de su misión profética. De este pasaje hemos de destacar dos actitudes: la del leproso y la de Jesús. El leproso suplica de rodillas mostrando su necesidad y el convencimiento profundo que tiene del poder del Señor. Jesús, antes de su gesto curativo, expresa su piedad ante el sufrimiento del hombre que tiene delante. Además, tiene clara conciencia de que, a través de ese amor, de esa piedad y compasión, el Padre está mostrando su amor a los hombres.

— Si, como nos recomienda S. Pablo, los cristianos hemos de tener los mismos sentimientos de Crsto, la ingente multitud de «dolientes» de nuestro tiempo —regiones, países y pueblos oprimidos por la «lepra» del hambre, de la miseria y la incultura— deben suscitar en nosotros, en lugar de estériles lamentos inoperantes, reacciones vigorosas de piedad afectiva, de sed de justi­cia. Debemos salir de nuestros egoísmos y comodidades, para comprometernos en todos los planos (personal, comunitario, nacional e internacional) a reme­diar en su raíz y en sus consecuencias esta plaga que nos debiera avergonzar en cuanto hombres y que nos está condenando en cuanto cristianos.

— Como Cristo, cada uno debemos responder a la súplica de los hambrien­tos con u n «Quiero» comprometido que afecta no sólo a nuestra generosidad económica, sino a los planteamientos más hondos de nuestra mentalidad burgue­sa y acomodada.

SEXTO DOMINGO DURANTE EL AÑO 161

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Como fruto de nuestra reflexión a la luz de la Palabra y en el contexto de la Campaña contra el Hambre que hoy celebramos, han de brotar de cada uno de nosotros resoluciones firmes y comprometidas en la línea de exigencia cristiana, ya que afectan a la justicia y a la caridad.

Sería indigno de nuestra condición de cristianos que ignorásemos —ni teóri­ca ni prácticamente— la real situación de infrahumanidad en la que viven muchos millones de nuestros semejantes. Pero esta constatación del hecho nos urge a todos a adoptar actitudes serias en favor de los hambrientos: colaboran­do con nuestra aportación económica, sacrificada incluso, a mitigar esa situación, no sólo con lo que nos sobra, sino con lo que tenemos: su hambre no admite dilaciones; pero, además, los católicos debemos unirnos, sincera y eficazmente, a los esfuerzos de todos los hombres e instituciones que en el mundo entero están luchando por desterrar la causa radical de estas situaciones de mise­ria = el subdesarrollo (económico, social y cultural) y las situaciones de justi­cia y opresión).

En la Eucaristía que vamos a celebrar pidamos al Señor que alivie la situa­ción de los pueblos hambrientos del Tercer Mundo encomendemos a cuantos trabajan esforzadamente en esta tarea gigantesca de liberación, y pidamos tam­bién por todos los culpables, directos o indirectos, de este pecado «que clama al cielo», para que el Señor les conceda la gracia del arrepentimiento y de la conversión.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

«Perdonados te son tus pecados», dice hoy Jesús en el Evangelio; pero ¿tenemos conciencia de ser pecadores? Hoy existe inflación de inocencia, la culpa la tienen los otros. A pesar de todo, para entrar en relación con Jesús es necesario sentirse pecadores; pues él vino a salvar a los pecadores y sólo ellos experimentan su poder salvador.

Sólo los comprometidos en la lucha contra el mal saben que todo pecado es una negación de amor a los hombres, que son amados por Dios y que nos piden una respuesta. No sólo hacer el mal es pecado, hoy lo es sobre todo dejar de hacer el bien.

Nosotros no somos inocentes. Sabemos que no damos lo que podemos y que a veces somos fuente de dolor para los otros. Nos sentimos también inclinados a afirmar nuestra vida con un sentido egoísta, con un lamentable olvido del compromiso cristiano en su lucha contra el pecado. Pidamos humil­demente perdón a Dios.

— Por nuestra falta de sentido profundo del pecado, por pensar que somos inocentes frente al dolor del hombre... Señor, ten piedad.

— Por ser muchas veces un «no» al amor de Dios. Por robar paz y amor

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162 EL RIESGO DE PREDICAR

a los hombres, por nuestro silencio cómplice ante el avance del pecado en nuestra sociedad... Cristo, ten piedad.

— Por ver el mal en los otros y nunca en nuestro corazón. Por reservar egoístamente para nosotros lo que otros necesitan. Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Padre: tu Hijo Jesús nos dejó dicho: «Pedid y recibiréis». Escucha, pues, la oración de tu Pueblo.

— Para que la Iglesia sienta como propias las necesidades, angustias y dolores de los hombres del mundo entero, roguemos al Señor.

— Para que nuestros Pastores nos guíen con su palabra y su ejemplo en el cumplimiento de deberes de justicia y caridad en favor de los que sufren, roguemos al Señor.

— Para que los que tienen en sus manos los destinos de los pueblos acierten a remediar los males del hambre y del subdesarrollo de tantos millones de hombres, roguemos al Señor.

— Para que todos los que padecen hambre en el mundo de hoy puedan comprender nuestra ayuda y solidaridad, roguemos al Señor.

Recibe, Padre, las peticiones de esta Asamblea de creyentes. Concédenos sentirnos solidarios con los que sufren hambre y comprometidos para estirpar sus causas. Te lo pedimos, Señor.

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Entre los azotes de tus hijos los hombres tenemos, Señor, el hambre. Unos hijos tuyos almacenan y llenan sus graneros y otros mueren de hambre en la dura corteza de la tierra. Transfórmanos, Padre, y danos un corazón de carne y quítanos este corazón de piedra insensible al dolor de todos nuestros herma­nos. P.C.N.S.

Oración sobre las ofrendas

Ofrecerte a Ti el pan y el vino y no hacer partícipes a los hombres, nues­t ros hermanos, de los bienes de esta tierra es una falsedad y una mentira. Haz que abramos nuestros corazones a Ti y a nuestros hermanos los hombres y que te ofrezcamos lo mejor de nosotros mismos para la construcción de tu Reino en nuestra tierra. P.C.N.S.

Oración para después de la comunión:

Tú nos has dado el Pan del cielo para abrirlos a dar y a compartir el pan de nuestra tierra. Que nuestra vida no sea un antitestimonio de tu amor que envuelve la tierra entera. Haz que nuestra tarea no termine en hermosas palabras dichas u oídas y que se traduzca en humildes y efectivos hechos de caridad fraterna. P.C.N.S.

SÉPTIMO DOMINGO DURANTE EL AÑO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Negar el pecado no es la mejor manera de eliminarlo»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

«Vivimos en una sociedad inocente». La conciencia se ha ido obscurecien­do y todo, o casi todo está permitido. Pero ¿a costa de qué?

Miles de seres humanos mueren de hambre o a causa de la guerra... hom­bres, por el solo pecado de haber nacido pobres, son apretados en el lagar del egoísmo y nadie tenemos culpa de ello. El racismo, la idolización de la clase, del grupo y la inmolación del resto ante el altar de nuestros orgullos... al hombre se le mata lentamente... y callamos, es algo que no nos importa.

Se llama amor al más absurdo egoísmo, se llama libertad a la esclavitud, se asesinan niños en cuerpo y alma... y callamos. El muro protector de nuestro egoísmo hace que hayamos perdido nuestra relación al hombre y a Dios y nos quedamos tranquilos.

«Yo soy así», «la culpa la tienen los otros», «las circunstancias, la moda», «todos lo hacen»... vivimos en un mundo donde la mayoría siempre tiene razón y claro, la mayoría opina: Preocúpate de ti mismo y no llenes tu alma y tu cora­zón con los problemas de los demás.

El pecado ha muerto; pero ¿no será, por haber caído todos en él, y al hacerse común nos parece natural?

2. MENSAJE BÍBLICO

1." Lectura: h 43, 18-19; 21-22; 24b-25

— Toda la historia bíblica es la lucha del amor, de Dios contra el muro edificado por el egoísmo de los hombres. Una experiencia dura ha llevado a los israelitas a cerrarse en sí mismos y perder el recuerdo del Dios de la alianza. Ellos están sumergidos en un mundo cerrado y pecador que humanamente triun­fa. Ellos también han olvidado a Dios y la alianza.

— Pecan y nadie les reprocha, nada les sucede... el Pueblo de Dios al pecar va perdiendo su propia personalidad y se hace como el resto de los pueblos. Dios acusa y al acusar despierta a los dormidos, para que vean que están lejos de él. Dios perdona pero pide que reconozcan lo amargo que es perder la con­ciencia de Dios y olvidar la alianza. Reconocerlo hace que el destierro se vuelva camino nuevo y que el Pueblo de Dios retorne a la Tierra, (cfr. Jer 2,3; Os 1-2; Ez 36, 25-33, etc.).

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164 EL RIESGO DE PREDICAR

2.a Lectura: 2 Cor 1, 18-22

— Para nosotros el punto de apoyo, de referencia, nuestro «AMEN» es Cristo. El no se diluyó en su mundo, él fue un «sí» perfecto y total al dinamis­mo del AMOR, en él las promesas se hicieron realidad.

— No apoyarse en Dios es perderse, diluirse, ser un «no». La fuerza de nuestra personalidad cristiana está en el apoyo sincero y total en Jesús. Nuestra vida debe ser un Sí a Dios. El es la fuerza que nos empuja como a Cristo a ser un «SI» para el mundo y nuestros hermanos los hombres.

— La vida del apóstol es sincera por apoyarse en el Padre. La vida del cristiano está constantemente apoyada en Dios, que da firmeza en la adhesión al Evangelio. No apoyarse en Dios, ser «no» con nuestra vida, servir a Dios y al dinero... eso es pecado.

3.a Lectura: Marcos 2, 1-12

— La unión entre enfermedad y muerte con el pecado aparece clara en el Evangelio. Para los hombres lo que aparece en el primer plano es el dolor; el pecado ocupa un segundo plano; para Jesús el pecado ocupa el primer plano y es su primera inquietud. El pecador tiene abiertas las puertas para el Reino. Los milagros de Jesús son signos de una liberación profunda, de un perdón total por parte del amor de Dios.

Jesús nos libera del pecado y confiesa así la llegada del Reino. Tener con­ciencia del pecado es el principio del camino hacia aquel que es el único capaz de perdonar, Cristo.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

«Toda la miseria humana está hecha de pequeños actos de avaricia; todas las miserias físicas de negarnos a dar nuestros bienes propios; las miserias de las almas de negarnos a dar nuestro tiempo y nuestro corazón» (Isabelle Riviere).

Es natural que el grito de dolor llegue, como a los amigos del paralítico, más fácilmente a nuestros oídos que la tragedia del pecado. Pero todo dolor tiene su origen en una tacañería de amor, y cerrarse al amor es pecado.

Perder la conciencia de pecado es no tener ojos para ver la raíz del dolor, es separarse de Dios, es no comprometerse en la lucha de los hombres dignos, de los cristianos conscientes contra el mal.

Vivimos diluidos, sin personalidad propia, siendo «si y no» al mismo tiem­po, cañas que se mueven ante el impulso más fuerte... somos inocentes; descarga­mos nuestros compromisos en los otros, los culpables son los otros.

Un grupo cristiane que no tenga conciencia de pecado ha firmado su propia condena; pues Jesús no vino a buscar a los justos, sino a los pecadores.

Si un solo hombre sufriera en el mundo, ya n o seríamos inocentes... y hoy mueren, son asesinados y quedamos tranquilos. Afirmar: «no tengo pecado», es afirmar: no tengo amor. Todos los que sufren, comenzando por nuestra propia

SÉPTIMO DOMINGO DURANTE EL AÑO 165

casa, tienen derecho a una parte de nuestra vida y corazón que les hemos nega-go. Tener conciencia de pecado es abrirse a Dios y a los hombres, matar el egoísmo y abrir nuestras puertas como Jesús al Paralítico que llama.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

«Perdonados te son tus pecados» dice hoy Jesús en el Evangelio; pero ¿tenemos conciencia de ser pecadores? Hoy existe inflación de inocencia, la culpa la tienen los otros. A pesar de todo para entrar en relación con Jesús es necesario sentirse pecadores; pues él vino a salvar a los pecadores y sólo ellos experimentan su poder salvador.

Sólo los comprometidos en la lucha contra el mal saben que todo pecado es una negación de amor a los hombres, que son amados por Dios y que nos piden una respuesta. No sólo hacer el mal es pecado, hoy lo es sobre todo dejar de hacer el bien.

Nosotros no somos inocentes. Sabemos que no damos lo que podemos y que a veces somos fuente de dolor para los otros. Nos sentimos también inclinados a afirmar nuestra vida con un sentido egoísta, con un lamentable olvido del compromiso cristiano en su lucha contra el pecado. Pidamos humil­demente perdón a Dios.

— Por nuestra falta de sentido profundo del pecado, por pensar que somos inocentes frente al dolor del hombre, Señor, ten piedad.

— Por ser muchas veces un «no» al amor de Dios. Por robar paz y amor a los hombres, por nuestro silencio cómplice ante el avance del pecado en nuestra sociedad, Cristo, ten piedad.

— Por ver el mal en los otros y nunca en nuestro corazón. Por reservar egoístamente para nosotros lo que otros necesitan, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Conscientes de que nuestro pecado es fuente de dolor y muerte en el mundo, elevemos nuestro corazón al único que es capaz de perdonar.

— Por la Iglesia de Cristo, para que sea la voz de los que sufren y una respuesta efectiva al dolor de todos los hombres, roguemos al Señor.

— Por todos los que se juzgan justos, para que la visión realista del dolor de sus hermanos les comprometa en una lucha contra el mal, roguemos al Señor.

— Por todos los que formamos esta comunidad, para que a la vista de nuestros propios pecados nos comprendamos los unos a los otros y procuremos unirnos en la lucha contra el mal, roguemos al Señor.

— Por todos los que sufren por causa de nuestros pecados de acción u omisión, para que nuestro compromiso con el amor de Dios a los hombres, sea para ellos una respuesta, roguemos al Señor.

— Señor, Tú nos conoces y sabes que necesitamos tu ayuda no sólo para luchar contra el pecado, sino para descubrirle en nosotros, concédenos

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166 EL RIESGO DE PREDICAR

que este descubrimiento, nos lleve a una lucha sincera contra todo lo que en nosotros se opone al amor. P.C.N.S.

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, Tú que viniste a salvar a los pecadores, danos una clara conciencia de nuestro propio pecado, y concédenos un corazón comprensivo para las faltas y los pecados de nuestros prójimos. Y ya que nos perdonas nuestras faltas, haz que nosotros hagamos lo mismo con los demás en nuestra vida. P.N.S.J....

Oración sobre las ofrendas:

Nuestras manos están vacías de obras buenas, Señor y Padre nuestro. Sólo podemos ofrecerte nuestra debilidad y pobreza. Pero sabemos también que Tú no necesitas otra cosa de nosotros que nuestra debilidad para hacerte presente en medio del mundo. Acéptanos, Señor, como somos, pecadores, y haz que nos convirtamos en lo que Tú quieres de nosotros. P.C.N.S.

Oración para después de la comunión:

Señor, que al despedirnos de esta asamblea no nos consideremos más san­tos ni mejores que nadie, sino pecadores que han sido perdonados por Ti. Que seamos también nosotros fuente de reconciliación y de perdón, en medio de un mundo que carece de ojos para ver sus propios pecados, y que descubre siempre y en todo los pecados de los demás. Líbranos, Señor, de la falsa inocencia, que nos aleja de Ti. P.C.N.S.

OCTAVO DOMINGO DURANTE EL AÑO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «La alianza con Dios no puede entenderse sin la unión con los hombres»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

El centro de la religiosidad bíblica, la unión, el compromiso, el amor de Dios a los hombres que les empuja a caminar hacia una meta cargada de espe­ranza, la resurrección comprometida de los creyentes, se designa con el término Alianza.

Nosotros asistimos también hoy a la gran tendencia entre los hombres a la unión entre sí; pero el ritmo de estas uniones está con frecuencia marcado por el egoísmo, por la búsqueda de nuestro yo, por la necesidad de unirnos a otros para ser más nosotros. A nada que arañemos en la superficie de los grandes pactos internacionales, nos descubren como fuerza el egoísmo. Los ricos se unen entre sí, para ser más ricos y los pobres tratan de unirse en un vano esfuerzo de disminuir su pobreza.

Este hecho ha influido para que las relaciones entre Dios y los hombres hayan sido vividas como un compromiso costoso y triste vacío de amor. De Dios hecho más un objeto útil, que una persona que nos empuja a amar y a dar la vida.

Muchas veces nuestra relación con Dios ha sido una huida del mundo, una repulsa de toda incomodidad terrestre. Una religión así no es más que una nega­ción de Dios y del Hombre.

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: Oseas 2, 14 b, 15b, 19-20

— El problema de Oseas es un problema de amor. Israel, como esposa, sólo presenta traiciones; Dios por su parte sólo es amor. La única razón de la conversación es la gracia y el lugar es el desierto, esa experiencia profunda de que todo en la horizontal es soledad y nada sin la presencia de Dios.

— Dios es fiel a su primer compromiso, no sólo por el derecho y la justicia, sino ante todo y sobre todo por ser misericordia y compasión.

— Dios ama sin ser amado, busca, persigue y la única razón es que él es amor. La alianza no descansa sobre el legalismo, ni sobre la fidelidad de Israel y la Iglesia, sino sólo en una verdad: DIOS ES AMOR.

— Dios es más grande que nuestro corazón y tratar de interpretar el modo de proceder de Dios por moldes humanos es una blasfemia contra el Amor.

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168 EL RIESGO DE PREDICAR

2.a Lectura: 2 Cor 3, lb-6

— La alianza, no es letra, no son cartas de recomendación, leyes pasadas, todo eso que exigían los judaizantes, que atacaban a Pablo, había muerto con el Evangelio. La única realidad es la vida de fe y llena del Espíritu.

— El anuncio profético (Jr 31; Ez 36) se ha cumplido y para Dios no valen tablas de piedra, sino corazones comprometidos en una sincera vida, que no descansa en una letra que mata, sino en un espíritu que da la vida.

— La imposibilidad de guardar la ley ha desaparecido. El Espíritu que habita en nuestras almas da testimonio de nuestra intimidad con Dios superior a toda realidad terrestre.

— En la vida cristiana el orgullo no tiene lugar; pues lo más que podemos hacer es amar movidos por el Amor que vive en nuestras almas.

3.a Lectura: Me 2, 18-22

— Las relaciones entre Dios y los hombres son miradas en el Antiguo Testamento como unos esponsales entre Yahvéh y su Pueblo (Jr 2; Oseas Is. 1, 21-26; Ez 16...) En el Nuevo Testamento se nos habla de banquete de bodas y Pablo pone como ejemplo la unión entre el esposo y la esposa para tratar de dar un signo de la relación Cristo e Iglesia.

— Pero la mentalidad legalista y farisaica entonces y ahora han llenado de amargura estas relaciones. La imagen de un Dios juez riguroso y amargo inda­gador ha sustituido la imagen bíblica de esposo y padre.

— Dios es fuente de alegría, de libertad, El todo lo renueva y transforma. En el mundo que nace no hay lugar para la amargura vacía y la angustia. Dios está cerca y los hombres no pueden vivir ajenos a la gran presencia, refugián­dose en falsas amarguras.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Vivir hoy el cristianismo nos exige vitalizar este término alianza. Unirse con Dios profundamente y olvidar un viejo legalismo angosto y destructor de la verdadera vida. El que así se une con Dios supera la ley y respira libertad y alegría.

¿Cuál es hoy el rostro de los cristianos? Nuestra vida encerrada y amarga hace que la palabra Evangelio, Buena Noticia, haya sido falseada.

Si el acercarnos a Dios nos da amargura, opresión, tristeza... adoramos a un Dios falso. Sentirse amados por Dios y amar a los hombres con el amor que nace de Dios esto es cristianismo. Comprar a Dios con cumplimientos legalistas, esto es falta de amor y un insulto al Amor.

La alianza con Dios no es una lucha por lograr que nuestro egoísmo triun­fe, sino q u e es encontrar la fuerza que nos haga capaces de dar la vida, como él la dio y porque él la dío.

OCTAVO DOMINGO DURANTE EL ANO 169

Nuestro vivir cristiano actual exige una revisión profunda. No es el mora-lismo lo principal, la base es la unión sincera y creyente con el Señor y una vez unidos con él todos los caminos nos irán llevando a la total Alegría. Jesús está presente hoy en la Iglesia y los amigos del esposo no tenemos derecho a la tristeza. Seguir a Jesús es tomar su cruz pero la cruz llevada con amargura ya no es la de Cristo.

¿Por qué somos tan pocos y cada día menos en nuestros grupos? Miremos nuestros rostros. Con frecuencia reflejamos más bien un funeral que un banquete de bodas. El Reino de los Cielos no es un entierro sino el principio de una vida penetrada y movida por el amor.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Nuestra asamblea es el signo de una vida unida y comprometida en la Alianza con Dios y los hombres. Esta unión debe ser sincera y alegre. Si la unión con Dios no nos lleva a la alegría, a una nueva vivencia de nuestra libertad de hijos de Dios, a un serio compromiso con los hombres y el mundo, es que no hemos encontrado a Dios, sino a un ídolo a quien llamamos Dios.

Si creemos que Jesús está entre nosotros, sepamos como nos dice el Evangelio que los amigos del esposo no tenemos derecho a estar tristes mientras él esté entre nosotros.

Con frecuencia olvidamos nuestro compromiso con Dios o lo reducimos a una relación con él meramente cultual. Unirse con Dios es comprometerse y unirse con los que Dios ama, los hombres.

— Por nuestras utilizaciones de Dios y nuestro no a un servicio auténtico y sincero, Señor, ten piedad.

— Por habernos unido a Ti y haber olvidado a nuestros hermanos los hombres, Cristo, ten piedad.

— Por vivir con amargura y tristeza nuestra vida cristiana, invitando a los hombres a que no se acerquen a Ti, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Señor, hoy más que nunca necesitamos tus hijos dar testimonio de Ti, vivir nuestra vida como un grito alegre de que Tú existes, hacer que el Evangelio sea de verdad una buena noticia. Tú que ves nuestra necesidad ayúdanos.

— Por la Iglesia de Cristo, para que sea de verdad una invitación para todos los hombres, abierta y comprensiva con todos los problemas humanos, roguemos al Señor.

— Por los pueblos de la tierra para que en sus pactos busquen más el bien de los pueblos más pobres y necesitados, que su propio poder, el triunfo de sus propias ideas o la extensión de su influencia, roguemos al Señor.

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I /I I EL RIESGO DE PREDICAR

— Por los pobres, los enfermos, los oprimidos, para que encuentren una respuesta sincera y activa en los hijos de Dios, a sus problemas dolo­rosos y humillantes, roguemos al Señor.

— Por nuestra asamblea para que de verdad viva unida a Ti y manifieste ante todos los hombres la alegría y la liberación que la alianza contigo nos da, roguemos al Señor.

Concede, Señor, a tus hijos manifestar con su vida en medio del mundo, el amor que de Ti procede y que tu alianza con los hombres sea una realidad. P.C.N.S.

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Muchas veces, Señor, hemos querido engañarte con nuestro culto, mientras nuestro corazón estaba realmente alejado de Ti y de tus hijos, los hombres. Concédenos, que vivamos la verdad de ser hijos tuyos, y la más sincera y verdadera hermandad con los hombres. P.C.N.S.

Oración sobre las ofrendas:

Para el banquete a que Tú has querido invitarnos, sólo podemos y queremos ofrecerte nuestro hambre y nuestra sed. Llénanos, Señor, de Ti, y haz que en nuestra vida de cada día seamos una ofrenda tuya para el mundo hambriento y sediento de paz, justicia y amor. P.C.N.S.

Oración para después de la comunión:

No hay mayor contradicción que unirse contigo, Padre de todos los hombres, y separarse de ellos por una vida cristiana no comprometida en el amor a los hermanos. Haz que desaparezca este escándalo de tu Iglesia, y que compren­damos que el único camino hacia Ti, Dios nuestro, es el Hombre. P.C.N.S.

NOVENO DOMINGO DURANTE EL AÑO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «El cristiano y el culto en el día del Señor»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Hoy vivimos una época de descanso en la dimensión cultual de nuestra vida cristiana. Quizás a nosotros mismos, que seguimos reuniéndonos al menos sema-nalmente, se nos ha planteado más de una vez la razón de ser de nuestro «cum­plimiento religioso».

Lo importante es el hombre, oímos hoy repetir aun en la Iglesia y es verdad; pero a veces olvidamos que la importancia del hombre, la más profunda realidad depende de su relación a Dios y que todo nuestro acercamiento al hom­bre y toda nuestra realización como tales es imposible sin la unión con El.

También nos quejamos de que el culto es aburrido, pasivo, que no nos dice nada. Afirmamos que no es actual; pero ¿qué hacemos nosotros por una mayor participación activa y sincera?

Por otra parte, nuestro vivir acelerado en medio de nuestra tierra, nos exige pararnos y pensar que somos peregrinos. Necesitamos detenernos y ver que Dios nos ama, que los hombres existen, que no son importantes las cosas en tal medida que merezca quemar incienso y vidas en sus altares.

El domingo no es un día de evasión, sino de encuentro con Dios y los hombres.

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: Deut 5, 12-15

— En la ley se manda volver el rostro a Dios y el culto tiene un sentido profundo, como recuerdo de una libertad, de una acción gloriosa de Dios a

favor de los hombres. La acción de Dios es eterna y eternamente liberadora. Dios es el que nos hace libres.

— Esta experiencia de libertad debe ser contagiosa y alargada a todos l0 s

hombres, si Dios nos dio libertad es natural que nosotros procuremos luchar por la liberación de nuestros hermanos. En el Deuteronomio aparece ya claro como toda unión cultual con Dios va íntimamente unida a una acción liberador^ del hombre en la historia, sólo limitada en el Antiguo Testamento por las estre­checes del hombre, que tiende a esclavizar a sus hermanos.

— Guardar el sábado es confesar que Dios es Señor del tiempo. Es consg, grar un día a Dios para darle gracias por todos los días, que también son suyos Es volver la vista atrás y agradecer nuestra libertad.

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I EL RIESGO DE PREDICAR

2.a Lectura: 2 Cor 4, 6-11

— Para nosotros los cristianos el Domingo tiene una nueva dimensión unión profunda y gozosa con el misterio pascual. Cada día experimentamos núes, tro morir, nuestra limitación, nuestra lucha. Pero nuestra fe nos recuerda que

para los cristianos la muerte y la Resurrección van unidas. — Cada cristiano que se deja penetrar por Dios en el culto de una maner9

auténtica y sincera es una luz, no por lo que él sea, sino por llevar en su pobreza la gloria de Dios.

— El cristiano lleno de Dios es en medio del mundo un testigo de lo divi-no. Su dolor es el dolor de Cristo; pero si vive unido a él en el dolor también vivirá en su Gloria. La única razón de nuestra esperanza es la fuerza de Dios, que se manifiesta en nuestra debilidad.

3.a Lectura: Me 2, 23-3, 6

— El peligro del culto es ser un refugio, una muralla, que nos separe de los hombres. La interpretación farisaica y rigurosa llevó el precepto a estos lími­tes. Jesús guardando la Ley la purifica y libera. Jesús tiene empeño en unir el culto y la atención a los hombres. (Curaciones en sábado).

— Lo primero es el amor al prójimo antes aun que la obligación cultual. Unirse a Dios, sin sentirse más cercano a los hombres refleja solamente la false­dad de nuestra unión con Dios.

— Jesús es el Señor del Sábado y los unidos con Jesús por el bautismo somos con él señores. El vino a dar libertad, no para una desaparición del culto, sino para hacer ver que el culto no es la meta, sino el camino para el encuentro con nuestros hermanos y con Jesús nuestro Salvador.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

¿Dios o el Hombre? No, Dios y el hombre. El Señor no es la fuente de separación, sino el lugar de unión y encuentro. Un cristiano no es perfecto sin el hambre de unión con el Padre. La ley de encuentro con Dios no debe ser un peso, sino una necesidad. Si Dios es Padre ¿Cómo podemos explicar que los cristianos necesitemos un mandato para unirnos con él.

El sentido del culto cristiano, como vemos en el Evangelio, es una afirma­ción de Dios y del Hombre. No podemos llamar a Dios: «Padre nuestro... sin llamar a los hombres hermanos nuestros...

Culto y vida no son, ni pueden ser opuestos. Unirse a Jesús en el misterio de su muerte y Resurrección nos pide darnos sin miedo en la vida; pues sabe­mos que para los cristianos morir es nacer; mirar a Dios es saber que tenemos alguien en quien apoyarnos y si Dios es amor a todos los hombres, la unión con él en el culto sincero y auténtico nos obliga a unirnos con todo lo que Dios ama.

El Domingo es un canto a la libertad del hombre. E l no es esclavo de la técnica, ni del trabajo... él camina hacia un Domingo donde la convivencia con

NOVENO DOMINGO DURANTE EL AÑO 173

Dios Padre y los hermanos sea una constante y el gozo de la gran familia de Dios nos llene a todos. Que nuestros domingos sean también un anticipo del futuro por nuestra convivencia con Dios y con los hombres. Sólo Dios y los hombres son importantes, todo lo demás: trabajo, máquinas, proyectos... en la medida en que terminan en Dios y en los hombres.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

¿Para qué nos unimos con Dios los cristianos en el culto? Es ésta una pregunta que nos hacemos y nos hacen. ¿No es más impor­

tante unirse a los hombres, que unirse a Dios? ¿Acaso no hacemos esto por una fuerza de costumbre, por una presión social o familiar?

Los cristianos afirmamos que Dios es Padre y que él nos espera; creemos que toda la vida es un don y que por lo tanto es necesario, al menos una vez, decirle gracias. Por otra parte para dar la vida a todos los niveles nece­sitamos recordar que Jesús dio la vida y dándola venció la muerte. Unirnos con Dios, padre de todos los hombres no nos separa sino que nos une más a ellos.

Al unirnos hoy con Dios, tenemos que pedir perdón por las veces que venimos al culto más presionados por una ley que por amor y por no darnos cuenta de que la unión con nuestro Padre nos exige una unión más sincera entre nosotros.

— Por olvidarnos de Ti, Señor, que nos das la vida. Por venir muchas veces obligados y de mala gana a encontranos contigo, Señor, íen piedad.

— Por separar el culto de la vida, y escandalizar a nuestros hermanos que no te conocen, Señor, ten piedad.

— Por unirnos en la muerte y Resurrección de tu Hijo sin animarnos a dar la vida por nuestros hermanos y por vivir demasiado apegados a la tierra sin hambre de la Vida que nace de Cristo Resucitado, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Unidos en torno a un mismo Padre y con nuestro hermano que es Jesús con el que hemos muerto y vencido a la muerte dirijamos a Dios nuestra oración.

— Por la Iglesia de Cristo, para que renueve su culto haciéndolo más cercano al hombre de nuestro tiempo y más fiel al querer de Dios, roguemos al Señor.

— Por los hombres que viven alejados de Dios para que sean conscientes de la necesidad que tienen de unirse a El, de quien procede la vida y toda esperanza, roguemos al Señor.

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174 EL RIESGO DE PREDICAR

— Por los que nos unimos con el Señor en la Eucaristía para que nuestra vida en medio del mundo sea un fiel reflejo de nuestra unión con Dios

y con los hombres, roguemos al Señor. — Por los enfermos, necesitados, ancianos que no pueden acompañarnos

en este momento para que sepan que el sacrificio de sus vidas es una auténtica ofrenda al Padre en unión con Jesús muerto y Resucitado, roguemos al Señor.

Oración: Concédenos, Señor, hambre de Ti, para que nuestras misas no sean un momento de aburrimiento, sino un gozoso encuentro contigo y un compromiso en la lucha por la fraternidad de todos los hombres. P.C.N.S.

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, Dios nuestro, déjanos sentir hoy el dolor de que muchos hermanos nuestros no quieran acercarse a Ti en la celebración de la Eucaristía. Danos también, Señor, una visión clara de nuestra propia culpa; pues muchas veces contradecimos con nuestras vidas, lo que aquí unidos significamos: que todos somos hijos tuyos y hermanos los unos de los otros. P.N.S.J....

Oración sobre las ofrendas:

Te damos hoy todo nuestro trabajo y sus frutos, la alegría de vivir y de ser cristianos, la gran esperanza de que nuestro camino tiene como meta tu gran amor. Conviértenos a Ti por una sincera entrega a nuestro compromiso cristiano en la tierra. P.C.N.S,

Oración para después de la comunión:

Sabemos, Señor, que ir en paz supone marchar a construir la verdadera Paz que de Ti procede, en medio de nuestra tierra árida y seca. Que no nos cansemos en nuestro camino, y que la esperanza de encontrarnos contigo, nos haga superar las dificultades y problemas de nuestra vida. P.C.N.S.

DÉCIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Pecado y salvación»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

El hombre sufre en su propia carne el mal, el dolor, la contradicción. A los sufrimientos inherentes a nuestra condición humana, vienen a añadirse otros sufrimientos no menores, como son la injusticia, el hambre, la guerra.. . que tienen como causa el mismo comportamiento del hombre. Al enfrentarse con estas realidades surge con frecuencia en nosotros un grito espontáneo de protesta o una pregunta inquietante de explicación: ¿Por qué existe el mal? ¿Qué sentido tiene el sufrimiento? ¿No dicen que Dios es bueno?

Ante estas cuestiones suelen adoptarse diversas actitudes: Hay quienes piensan que los males no son sino la consecuencia de un fatal destino, que es preciso aceptar: su actitud es de pasivo conformismo. Otros creen que el mal es un absurdo, que no hace sino manifestar el sinsentido de la vida: su actitud es la angustia, la desesperación. Una gran parte de las personas que viven en nuestro mundo considera que el mal y el dolor es algo natural, pero que no hay que pensar en ello, es mejor disfrutar, vivir la vida: su actitud es de evasión y de olvido. Y entre los cristianos muchos creen que los males se deben a los pecados de los hombres, como si existiera una relación causal entre pecado-enfermedad, pecado-desgracia: su actitud es mágica y sacral.

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: Gen 3, 9-15

— La causa originaria de los males del mundo no está en Dios, que hizo todas las cosas buenas, sino en el hombre, que pecó rompiendo el orden de bondad querido por Dios. En este texto el autor del Génesis expresa, con un lenguaje sencillo, popular y sugerente las consecuencias del primer pecado del hombre. Al buscar una explicación a los males de la humanidad, encuentra una respuesta existencial, desde la profundidad de su fe en Yahvéh Dios: el origen radical del mal no está en la creación de Dios, sino en la perturbación y desarmonía introducida por el hombre en el orden creatural. El hombre, al absolutizarse y convertirse en centro de discernimiento entre el bien y el mal, pretende atribuirse unas funciones que no le competen a él, sino a Dios. Una vez marginado Dios, el hombre asume el riesgo, se hace responsable de su propia destrucción; debe cargar con las consecuencias de su falso endiosamien­to: huye del verdadero Dios, se avergüenza de su constitución bisexual, intro­duce una desarmonía en las relaciones humanas, se hace acreedor a la maldición de Dios . . .

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176 EL RIESGO DE PREDICAR

— Junto al ideal de la creación aparece, pues, el drama humano, la tragedia de una ruptura. Esta tragedia marcará toda la vida del hombre, pero no será su horizonte definitivo. El punto final de la historia no es el pecado, el dolor y la muerte, es la salvación y la vida. Por eso, aquí mismo aparece la promesa y la esperanza. Serán el origen de una apasionante aventura, en la que Cristo ocupará el lugar central, y en la que el hombre deberá empeñarse con todas sus fuerzas para romper el poder del mal y unirse a Ja victoria de Cristo.

2.a Lectura: 2 Co 4, 13-?, 1

— Es verdad que la vida humana está tejida de males y fracasos. El que cree en esta esperanza no tiene por qué ser el más afortunado, ni está inmune ante las tragedias humanas, ni se ve excusado de luchar. Esta es la profunda convicción que manifiesta Pablo en el texto que comentamos. Pablo no se defien­de ante los que le acusan de ser un «débil» o un «fracasado» en su ministerio, aduciendo sus «éxitos apostólicos». Reconoce simplemente que la debilidad, el sufrimiento, incluso el fracaso humano, son una condición inevitable de la fragi­lidad de la naturaleza, de nuestra condición física, de nuestro ser carnal y corrup­tible.

— Sin embargo, esto no es todo, ni es lo definitivo. El hombre no está llamado a la muerte, sino a la vida, a la resurrección, como Cristo. Para desple­gar todo el dinamismo de esta fe y esta esperanza es preciso tener confianza en la promesa del resucitado, ser consciente de la transitoriedad de las cosas terre­nas, apostar por la realidad invisible que nos espera más allá del pragmatismo de lo visible.

— Sólo entonces seremos capaces de hacer de la prueba un punto de parti-ta para la lucha; un estímulo para continuar la liberación del hombre en todos los terrenos donde vive angustiado por el mal, esclavizado por los poderes del mundo, oprimido por la injusticia.

3.a Lectura: Me 3, 20-35

— Naturalmente, esta lucha pueden conducirla muclios hombres que creen en los valores más profundos del hombre y tienen esperanza en su porvenir, aun­que no sean creyentes. Pero un cristiano la conduce, además, movido por una exigencia interna de su fe. En efecto, si para algo vino Cristo al mundo fue para luchar y liberarnos del poder del mal, personificado en Satanás, según los escritos del Nuevo Testamento. Cuando Cristo expulsa les demonios no ejerce el poder de un mago o exoteista que hubiera pactado con el poder del mal; ejerce la función del liberador, obra con el poder de Dios, como lo manifiestan todas sus obras.

— Está claro que la actitud que Cristo pide para participar en su lucha contra el mal, es la fe, la aceptación incondicional de su Palabra y sus obras, el compromiso por cumplir su voluntad. Así lo manifiesta la segunda escena de este logion evangélico: la madre y los hermanos de Jesús, es decir, los que son de Jesús y están con él son los que cumplen la voluntad de Dios.

DÉCIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO 177

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Ser cristiano no es una «excusa» para evadirse del mundo, es una forma de estar en el mundo. El cristiano no está inmunizado contra los males propios de la fragilidad humana, pero sí tiene la razón que explica su sentido. Esta razón nunca será la lógica del razonamiento, o la conclusión de un análisis científico: es la razón de la fe, apoyada en Cristo Jesús; es la razón de la espe­ranza, que no cierra su horizonte en la pura materialidad de los hechos, ni el simple éxito humano de sus esfuerzos.

Sin embargo, el cristiano no puede adoptar una actitud pasiva ni dramá­tica, fatalista o mágica frente a los males y el pecado del mundo. Su actitud tiene que ser la de asumir la transparencia de sentido que viene del aconteci­miento de Cristo, el cual pasando por nuestras situaciones humanas ha roto su opacidad, ha matado su absurdo. A partir de aquí ha de comprometerse con todas sus fuerzas en luchar contra todo mal e injusticia que rompe la armonía de la creación de Dios. El pecado no es para contemplarlo, ni para aliarse con él; es para destruirlo y luchar contra él; Nuestro mayor pecado es atribuir hoy el bien que los demás quieren hacer a un poder del mal; es rechazar el bien de los otros, para justificar nuestro propio mal. También hoy se dan nuevas «blas­femias contra el Espíritu», a diversos niveles: económico, social, político, reli­gioso...

Pero no sólo debemos luchar contra el mal que existe en el mundo, sino también contra el protagonismo del mal. Lo más contradictorio al ser cristiano es constituirse en causantes del sufrimiento, la opresión, la injusticia respecto a los hermanos... Cumplir la voluntad de Dios no es quedarse en simples pala­bras, es vivir esta voluntad en acciones. A pesar de la ambigüedad en que muchas veces nos vemos envueltos, sabemos que no hay razón para desesperarse. La construcción es siempre una tarea con horizonte. La culminación de esta cons­trucción es una meta futura apoyada en la promesa.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Nos reunimos una vez más para alabar a Dios y renovar nuestra vida. La reunión de los cristianos ha de tener un sentido gozoso y festivo. Pero hay momentos en los que nos dejamos vencer por el pesimismo y la desesperanza. Si padecemos, nos cuesta dar sentido a nuestro dolor. Si fracasamos, nos falta el coraje para comenzar. Si pecamos, nos desanimamos. Por todo ello tenemos que pedir hoy perdón.

— Tú, que has venido al mundo para asumir nuestra propia miseria y libe­rarnos de todo mal, Señor, ten piedad.

— Tú, que nos has enseñado el camino de la lucha y has dado sentido a nuestro esfuerzo, Cristo, ten piedad.

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178 EL RIESGO DE PREDICAR

— Tú, que has llenado nuestra vida de esperanza con la promesa de la Resurrección, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Dios no está lejos de aquellos que le buscan y ponen su confianza en él. Con estos sentimientos oremos, hermanos.

Para que la Iglesia sepa ofrecer a los hombres una palabra de esperanza, un testimonio de vida que dé sentido a sus dolores, roguemos al Señor.

— Para que los que sufren en su cuerpo o en su espíritu encuentren en nosotros el consuelo y la ayuda que necesitan, roguemos al Señor.

-— Para que todos los hombres nos unamos en la lucha contra los males, los sufrimientos, las injusticias del mundo, roguemos al Señor.

— Para que cuantos celebramos la Eucaristía no perdamos nunca la espe­ranza que nos da nuestra fe, roguemos al Señor.

Señor, escucha la oración de tu pueblo, y concédenos que pueda cumplirse aquello que te pedimos, con tu gracia y nuestro esfuerzo, por Nuestro Señor Jesucristo...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Padre bueno, que conoces las angustias y esperanzas del corazón humano. Tú ves cómo a veces, cuando sufrimos, nos rebelamos; cuando hay males alre­dedor, acusamos a los demás; cuando no somos felices, nos desesperamos. No tengas en cuenta nuestra actitud orgullosa. Es que nos olvidamos que Tú eres bueno, y aunque es nuestra la culpa, nos duele padecer tanta miseria. Que tu palabra nos ayude a encontrar el sentido de la vida, la fuerza para la lucha. Te lo pedimos...

Oración sobre las ofrendas: Te presentamos, Señor, nuestros sufrimientos y esperanzas. Es el sacrificio

humilde de nuestra vida. Que al celebrar el sacrificio de tu Hijo nuestra vida terrena se llene de luz y de sentido, confiados en la promesa de la Resurrec­ción. Por Jesucristo...

Oración para después de la comunión:

Señor, en esta Eucaristía nos has enseñado cómo tenemos que vivir y morir; cuál es nuestra alegría y nuestra esperanza. Gracias, porque a través del sufrimiento nos haces comprender quienes somos. Gracias, porque nos has salvado del absurdo y del fracaso. Danos la fuerza de luchar contra todos los males, para que nazca ya aquí ese mundo de justicia, de amor y libertad que nos has prometido. Por Jesucristo.,

UNDÉCIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Iglesia de cristiandad - Iglesia de evangelización»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Nadie ignora hoy los cambios que, con una u otra intensidad, se están verificando en la Iglesia, tanto a nivel de autocomprensión, cuanto a nivel de configuración o estructuración externa. Uno de estos cambios es el así llamado «paso de una Iglesia de cristiandad a una Iglesia de evangelización» (misionera). Diversos aspectos lo manifiestan: antes los cristianos éramos más numéricamen­te, hoy somos menos; antes se consideraba que todos los bautizados eran verda­deros creyentes, hoy se constata que no por estar bautizado hay que presupo­ner la fe; antes la tarea primaria de la Iglesia era sacramentalizar, hoy es evan­gelizar para convertir no ya a los que no pertenecen a la Iglesia sino a los mismos bautizados; antes se daba prioridad a lo institucional, hoy a la vida; si todo estaba antes centrado en el culto y los ritos, hay todo se centra en el testimonio y el compromiso...

A pesar de que la misma Iglesia ha tomado en serio este proceso, todavía no ha sacado sus últimas consecuencias doctrinales y prácticas. Por todas partes se habla de evangelización, pero no todos comprenden y realizan la tarea evan-gelizadora en el mismo sentido. Este cambio, quizá el más importante en los últi­mos tiempos, va también marcado por la ambigüedad y la crisis. Desde el que vuelve su mirada con nostalgia al pasado, pasando por el que adopta la actitud de indiferencia ante el presente, o el que esgrime utópicamente el slogan «ahora somos pocos, pero buenos» hay una gran distancia.

Una cosa es cierta: la Iglesia ha tomado conciencia y ha proclamado como tarea prioritaria para nuestro tiempo la «evangelización». ¿No es este caso el aspecto nuclear de la misión que Cristo le ha encomendado? ¿Qué exige e implica esta concepción de la Iglesia misionera? ¿Cómo ilumina esta opción la Palabra de Dios?

2. MENSAJE BÍBLICO

Ia Lectura: Ez 17, 22-24

— El pueblo de Israel soñó con el poderío, el prestigio y el dominio sobre los demás pueblos circundantes. Una de las imágenes con las que expresó sus aspiraciones es la del árbol: el cedro opulento y frondoso, plantado en lo alto del monte, simboliza al pueblo de Israel. Pero Israel, que se fía más de sí mismo que de Dios, ve fracasadas estas sus aspiraciones triunfalistas. El árbol es decapi-

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tado y sus ramas tronchadas; el pueblo de Israel es deportado en tiempos del rey Joaquín; los últimos retoños y esperanzas de la dinastía davídica desapa­recen.

— ¿Es que ha abandonado Dios a su pueblo? ¿Acaso ya no cuida del árbol tan amorosamente plantado? No. (Aquí es donde encajan las palabras prometedoras y esperanzadas del texto de Ezequiel). Lo que pasa es que Dios no quiere ni necesita el poder, la apariencia, el dominio. Dios no necesita un árbol estructural y externamente poderoso, aplastante, para realizar su obra. Se sirve de lo pequeño y de lo humilde, pero auténtico; prefiere la confianza en su iniciativa a la autosuficiencia de las propias obras. Por eso, debe plantar un árbol nuevo en el monte Sión, tomando el brote más frágil y tierno del viejo árbol podrido: no parte de la pretendida grandeza del pueblo, sino de la pequenez de los pobres, del «resto» humilde y fiel. Y este árbol pequeño llegará a dar frutos grandes de autenticidad. Y se extenderá no por el prestigio externo, o el pacto con las potencias mundanas, sino por su sinceridad, su testimonio, su humildad, su fidelidad a Yahvéh Dios.

2.a Lectura: 2 Co 5, 6-10

— Pablo se nos presenta aquí como un hombre fatigado, sin éxitos huma­nos, tentado de abandonar el campo de batalla (v. 4) . Sería mucho más sencillo morir para dejar de sufrir y estar para siempre con Cristo. Pero esto, piensa el Apóstol, sería en parte un huir de la realidad. La verdadera tarea del creyente es vivir en la fe, continuar la lucha en la esperanza, esforzarse por agradar a Dios y no por alagar a los hombres. Lo contrario sería correr el riesgo de presen­tarse ante el Señor el día del juicio con las manos vacías.

— Ayer como hoy la Iglesia tiene la tentación de renunciar a su misión. Unas veces huye de la realidad; otras veces busca seguridades humanas: dinero, concordatos, alianzas con los poderosos. Con frecuencia cree agradar a Dios con oro y plata, con aparatosas manifestaciones, con complicados ritos... Pero a Dios no le interesa nada de esto. Nos juzgará por lo que hayamos hecho en favor o en contra de la misión verdadera y de la verdad del evangelio.

3.a Lectura: Me 4, 2Í-34

— Con estas dos parábolas del «campesino perseverante y del grano de mostaza, Jesús quieie justificar su actitud ante la humildad de medios que emplea, ante los fracasos aparentes, ante el dejar escapar la oportunidad de imponerse por el poder aplastando a los enemigos...

— La primera parábola nos presenta a Dios como el agricultor que siembra con esmero (cfr. Mt 13, 33 = parábola del sembrador), y espera pacientemente a que la semilla dé frutos. A veces, los frutos aparentes son falsos. El verdadero fruto está escondido, se produce en aquellos que habíamos despreciado como «malos». Dios actúa y juzga de una manera distinta a como lo hacemos los hombres.

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— La segunda parábola, con profunda conexión con la imagen de Ezequiel, se refiere posiblemente a la pequenez de los medios empleados por Jesús para cumplir su tarea mesiánica. Jesús no emplea medios grandiosos, pero en lo pequeño está ya actuando lo maravilloso, y la apariencia no cuenta...

3. RESPUESTA A LA PALABRA

La opción de la Iglesia por la tarea evangelizadora no es otra que la opción por el evangelio, por el anuncio humilde y fiel de la Palabra de Dios para provocar la conversión de corazón de los hombres. Según la Palabra de Dios, esta tarea exige a la Iglesia:

• Renunciar a la apariencia externa, a las alianzas con los poderes del mundo, al éxito humano, a lo simplemente ritual, a poner la meta en el número de adscritos, a no tener en cuenta la Palabra de verdad y de justicia que germina en tantos corazones sinceros...

• Exige igualmente humildad de medios, reconocimiento de su impoten­cia, confianza en Dios, constancia en la lucha, paciencia en la realización de la tarea...

La Iglesia vuelve a ser «resto». Es un nuevo comienzo para que la semilla se haga árbol grande, auténtico, con frutos verdaderos. El reducto no es el ideal. Tampoco puede ser la excusa. Muchos que se van no son los que sobran, sino los que hacían falta. Pero no se les acoge. La evangelización es una llamada a la autenticidad de la conversión y de la misión en el mundo, según el evangelio.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

El verdadero creyente ha de pensar siempre que su fe no es una adquisi­ción que se conserva, sino un don de Dios que necesita crecer y extenderse. Podemos engañarnos pensando que tenemos verdadera fe, porque cumplimos con una serie de requisitos religiosos o de ritos. Pero nuestra fe no es autén­tica si, junto a esto, no existe la conversión profunda y radical por la verdad del evangelio, por Cristo. Podemos ser cristianos bautizados, pero aún no plenamente convertidos. Vamos a examinar en estos momentos nuestra con­ciencia y a pedir perdón por la mediocridad de nuestra opción cristiana...

— Tú, que viniste a llamarnos a conversión, y ves cómo nosotros acepta­mos con medianerías tu Palabra, Señor, ten piedad.

— Tú, que para proclamar la verdad no empleaste las armas, ni el poder o el dinero, y conoces nuestro afán por hacer alianzas mundanas, por apoyar nuestra fe en estructuras de poder y dominio, Cristo, ten piedad.

— Tú, que a pesar del fracaso aparente cumpliste hasta el final tu misión, y sabes cómo nosotros nos desanimamos cuando no tenemos triunfos

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externos, cuando el cambio nos exige esfuerzo, cuando descubrimos nuestra pequenez, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Confiados, no en nuestro propio éxito, sino en la fuerza de Dios, unamos nuestras voces y nuestro corazón para orar al Padre.

— Por la Iglesia, que somos todos los creyentes, para que dirijamos nues­tros esfuerzos a una verdadera evangelización, roguemos al Señor.

— Por todos los hombres que luchan por ser sinceros con sus ideales, para que aprendamos de ellos a ser consecuentes con nuestra fe, rogue­mos al Señor.

— Por los que están comprometidos en la tarea evangelizadora y quieren hacer una Iglesia más auténtica, para que reciban de nosotros el apoyo y no el rechazo, el estímulo y no la incomprensión, roguemos al Señor.

— Por cuantos estamos aquí reunidos, para que lejos de todo afán triun­falista, busquemos la verdadera conversión y la autenticidad de la vida, poniendo en Dios nuestra confianza, roguemos al Señor.

Señor Dios, que no quieres la apariencia externa sino la verdad de la vida, ayúdanos a luchar para cumplir nuestra misión evangelizadora, apoyados en tu fuerza, y no en los poderes mundanos, por Nuestro Señor Jesucristo...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, nos ves reunidos en tu presencia para alabarte y renovar nuestra vida. A veces, no nos damos cuenta de que nuestra, actitud cristiana no es verdadera. Pensamos creer en Ti, y sólo confiamos en nuestros medios. Nos contentamos con la apariencia externa, y no convertimos nuestro corazón. Que al escuchar tu Palabra nuestra vida se vea comprometida a cumplir tu voluntad, por encima de los falsos deseos humanos. Por Nuestro Señor...

Oración sobre las ofrendas:

Los propósitos qoe con tu Palabra has sembrado en nosotros, Señor, quere­mos presentarlos sobre tu altar, como verdadera ofrenda. Aunque no necesitas nuestros méritos ni nuestros éxitos, haz que estos deseos fructifiquen en una vida más auténtica y evangélica. Por Jesucristo...

Oración para después de la comunión:

En esta acción de gracias queremos recoger, Señor, la alabanza callada de tantos hombres buenos que se esfuerzan por ser fieles a su ideal. Danos tu gracia para que también nosotros podamos vivir sinceramente lo que creemos, colaborando así en la tarea de evangelización de la Iglesia. Por Jesucristo...

DUODÉCIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Renovación y cobardía en el cambio»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

La reflexión conciliar ha llevado a la Iglesia y a los católicos a la necesi­dad de una renovación y a una adaptación constante a las nuevas necesidades de los tiempos. Así lo proclamó el Vaticano II y así lo repite constantemente el magisterio pontificio y episcopal. El proceso y la evolución posconciliar están descubriendo y provocando igualmente nuevos cambios, nueva actitud en sinto­nía con el momento socio-cultural que nos ha tocado vivir.

Sin embargo, esta renovación intentada en esta etapa postconciliar está desconcertando a muchos cristianos y está suscitando enfrentamientos y rivali­dades, extremismos y hostilidad entre los propios creyentes. Entre el «no tocar nada» y el «cambiarlo todo», exageraciones de inmovilismo y progresismo, se está obstaculizando esa sana renovación que preconiza el Concilio y que ha de arrancar de una sincera y valiente renovación interior de los cristianos y de las comunidades.

Un sector sencillo de la Iglesia, a quienes no se les ha hecho una catc­quesis iluminadora del cambio y de la renovación eclesiales, y que tampoco han comprendido la evolución cultural del mundo actual, son los que más están sufriendo en estos momentos y más desconcertados se encuentran. No son, en cambio, disculpables los que con cultura y formación suficientes, por motivos que sólo su conciencia dirá, se mantienen, sin embargo, en la postura intransigente e inmovilista, inquisidores y acusadores de todo intento de adaptación y renova­ción, no respetando en sus ataques ni siquiera a la propia Jerarquía. Pero tam­poco son excusables los amantes de lo nuevo por lo nuevo, los propugnadores de lo anárquico y los que rechazan por sistema cualquier tipo de norma o de autoridad.

Pero en el centro de estos extremos hay un sector amplísimo de cristianos perplejo entre el inmovilismo y la osadía, cristianos que tienen derecho a que la luz de la Palabra ilumine sus vidas y a no ser manipulados.

2. MENSAJE BÍBLICO

Ia Lectura: Job 38, 1, 8-11

— Todo el libro de Job es un esfuerzo pedagógico de la Palabra de Dios a fin de que el hombre reflexione sobre el problema del mal, sobre las injusticias en el mundo, y, sobre todo, en el hecho insólito de que sufra el hombre justo. Job y sus interlocutores emiten sus opiniones explicatorias de su preocupación.

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En este momento del diálogo interviene el Señor. En esta 1.a Lectura se reco­gen algunos versículos del primero de los «discursos de Yahvéh». El Señor habla «desde la tormenta», expresión típica en la Biblia para expresar sus teofa-nías (cfr. 3.a Lectura: Jesús en medio de la tempestad). La lección que se nos trasmite es la de no racionalizar el problema, sino la de profundizar en él desde una actitud religiosa y de fe, sin pretender pedir a Dios explicaciones ni exigir respuestas que superan nuestra capacidad. Bástenos saber que hay una Sabiduría infinita que rige al mundo con unas leyes que evidencian el amor divino a los hombres.

2.a Lectura: 2 Cor 5, 14-17

— Pablo nos muestra la gran novedad cristiana. La Resurrección de Cristo impone un planteamiento nuevo para el creyente. El hombre y el mundo son vistos por la óptica cristiana con un rostro distinto e inédito. Novedad que afecta a lo personal y a lo social iluminados por el amor del mandamiento nuevo (cfr. Jn 15, 12-13; 1 Jn 4, 10-11) que exige nuevas estructuras sociales y nuevas maneras de ser y de obrar de los que viven con Cristo como nuevas criaturas. Ser cristiano, pues, es comprometerse seriamente en la construcción de una nueva tierra en la que reine la justicia y el amor. Esta es la misión de la Iglesia: realizar en la historia esta novedad, influir en las estructuras socio-políticas para que abandonados la injusticia, el odio, la ambición, se alcance la fraternidad, la paz, la solidaridad y la justicia entre los hombres. Con Cristo lo viejo ya ha pasado, se impone lo nuevo. Aquí radica la necesidad imperiosa de la renovación. La urgencia de hacerse con verdaderos «criterios» cristianos.

3.a Lectura: Me 4, 35-40

— En este fragmento se nos relata el conocido episodio de la tempestad calmada por Jesús en el lago. Es clásica en el Nuevo Testamento la imagen de la Iglesia como barca. De nuevo se repite aquí la presencia de Dios «en medio de la tempestad» y el contraste de dos modos de pensar y de obrar: la racional y la de la fe. Desde la primera no cabe más que el miedo y el horror. Es la que adoptan los discípulos. Es la misma de los cristianos de nuestro tiempo que ante las inevitables tempestades que agitan a la barca de Pedro, a la Iglesia de hoy, se encrespan, vacilan y titubean, se acobardan y todas sus energías las consumen en denunciar desviaciones, errores doctrinales, crisis de fe, y no tienen inconveniente en decir al Cristo visible en la tierra, al Papa, las mismas palabras que los discípulos: «¿No te importa que nos hundamos?». La respuesta del Señor, hoy lo mismo que entonces, es idéntica: «¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?

3. RESPUESTA A IA PALABRA

La Palabra de Eios nos habla, pues, de novedad, de renovación y de cam­bio, que impone a la Iglesia la autenticidad de la fe, la adaptación a los nuevos

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tiempos, la mejor manera de servir hoy a los hombres y al mundo. Pero la Palabra nos habla también de la presencia de Cristo en medio de su Iglesia, de un Cristo capaz de sosegar a los vientos y a las aguas, reales o imaginarias, que zarandean a la Comunidad de los creyentes.

La Iglesia y los cristianos no podemos detener nuestra renovación perso­nal y eclesial por la cobardía y la medrosidad de un sector aterrado ante el ries­go del cambio y de la adaptación. Pero tampoco debemos dejarnos llevar por el snobismo y la imprudencia temeraria de los que se complacen en provocar tempestades inútiles y peligrosas con opiniones, interpretaciones y conductas que no nacen precisamente de exigencias de autenticidad de la fe ni de una reno­vación interior sincera y humilde.

Cada cristiano debe tomar conciencia de su responsabilidad en esta tarea de renovación. No basta con palabras, es preciso poner los medios, comenzar de nuevo, esforzarse por descubrir la originalidad de la fe para nuestro mundo.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

La Iglesia y los cristianos nos movemos en la dinámica de la historia como el mundo y la cultura. El mensaje de Cristo, del que somos portadores, ha de iluminar a los hombres en sus concretas circunstancias históricas y culturales del hoy que vivimos y a sus peculiares necesidades modernas. Esto exige una adaptación del mensaje para hacerlo comprender a los hombres de nuestro tiempo y para nosotros mismos. La renovación eclesial no es un capricho, sino una necesidad que debemos asumir como una necesidad ineludible.

Los cristianos nos resistimos, con frecuencia a esta renovación, por miedo, por comodidad o por falta de compromiso. También esto es pecado y ofensa a Dios.

— Por nuestras hipócritas exigencias de renovación en los demás y por nuestro poco esfuerzo en la renovación de las estructuras eclesiales y sociales, Señor, ten piedad.

— Por nuestras acusaciones a veces infundadas, contra los que califica­mos de inmovilistas o de progresistas, sólo porque su postura eclesial no coincide con la nuestra, Cristo, ten piedad.

— Por nuestra despreocupación renovadora o por nuestras impaciencias carentes de comprensión y caridad evangélicas, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Esta comunidad de creyentes, con un mismo espíritu y una sola voz, nos dirigimos al Padre en nombre de Jesús que nos aconsejó: «Pedid y recibiréis».

— Por la Iglesia que hoy está comprometida en una urgente tarea de renovación interior para que sea el Espíritu el que la inspire, roguemos al Señor.

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— Por los cristianos que se dejan vencer por la cobardía ante la renova­ción y por los imprudentes que la ponen en riesgos innecesarios, para que descubran la verdadera novedad del evangelio, roguemos al Señor.

— Por todos los que, por una u otra causa, están sufriendo esta renova­ción eclesial, para que sepan buscar con los demás el camino verdadero de la verdad cristiana, roguemos al Señor.

Recibe, Señor, estas súplicas, haz que broten sinceras de cada uno de nosotros y acógelas con misericordia, pues te las pedimos por Nuestro Señor Jesucristo...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Mira, Señor, con bondad a este pueblo que se ha reunido para expresar y celebrar su fe. Tú sabes que a veces padecemos oscuridad y confusión. Ayúda­nos a descubrir la novedad de tu mensaje evangélico, para que la renovación que necesitamos sea más auténtica y sincera. Por Nuestro Señor...

Oración sobre las ofrendas:

Con estas ofrendas queremos también poner sobre el altar nuestra propia vida, la mediocridad de nuestra fe. Que con tu gracia, Señor, se transformen, para que donde hay confusión haya claridad, y donde hay cobardía haya esfuer­zo para una renovación verdadera. Por Jesucristo...

Oración para después de la comunión:

Renovados por el Cuerpo y la sangre de tu Hijo., te pedimos, Señor, que aumentes nuestra fe, renueves nuestra vida, y nos hagas testigos de tu resu­rrección en medio de este mundo concreto en que vivimos. Por Jesucristo...

DOMINGO TRECE DEL TIEMPO ORDINARIO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Es misión de la Iglesia luchar contra el mal»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

A medida que conocemos mejor los hilos que mueven este gran tabladillo de marionetas que es nuestro mundo, descubrimos con mayor asombro la prima­cía de lo económico, el imperio del dios dinero y lo poco que cuenta la dignidad de la persona humana. Los grandes planes económicos de empresas y naciones no tienen como objetivo el hombre y su perfeccionamiento, sino la codicia y el lucro de personas y grupos. No se busca tanto el «ser más» integralmente, sino el «tener más» económicamente.

Como consecuencia, grandes sectores de la humanidad carecen de los medios más imprescindibles para subsistir. Diariamente mueren miles de personas por falta de alimentación, mientras otros pueblos no saben qué hacer con sus exce­dentes agrícolas.

Pueblos enteros viven sumidos en la oscuridad de la incultura, lo que supo­ne una inferioridad de condiciones para su futuro y su convivencia humana.

Fruto de una sociedad orientada a consumir, descubrimos la erotización de la vida comercial, del ocio y de otras actividades humanas. La juventud y la familia son víctimas de este desorden que pervierte el orden querido por Dios en las fuerzas de la vida.

Una de las circunstancias que más convencen al hombre de su contingen­cia es la enfermedad, que siempre le hace pensar en la destrucción de su propio ser en la muerte. En la enfermedad vemos coartada nustra capacidad de perfec­ción, como una barrera que nos impide proyectarnos al futuro y al servicio de los demás.

Entonces podemos hacernos esta pregunta: Siguiendo el plan de Dios en la Creación, ¿cuál ha de ser la actitud del cristiano y de la Iglesia ante el mal físico y el mal moral?

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: Sah 1, 13-15; 2, 23-25

— «Dios no hizo la muerte ni se recrea en la destrucción de los vivientes». Esta lectura se completa con el Evangelio de hoy donde vemos al Dios del Nuevo Testamento, manifestado en Jesús de Nazaret, que nos devuelve la vida, que vence a la muerte.

— Esta primera lectura es una reflexión concisa sobre la muerte, realizada por un judío que vive en la diáspora griega, fiel a las enseñanzas del Génesis.

— Dios crea el hombre a su imagen y lo hace destinado a la vida. La

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muerte es algo accidental, que al hombre le viene de fuera, por el pecado. El autor ve, como buen israelita, una relación estrecha entre muerte física y muerte moral o pecado. Hay que decir que la vida muere definitivamente cuando la asfixiamos en los límites egoístas del para-nosotros. Tenemos el ejemplo de Jesús, que vivió respondiendo a la llamada del Padre. Este venció a la muerte.

2.a Lectura: 2 Cor 8, 7-9; 13-15

— Sabemos que las comunidades cristianas de Judea, sobre todo la de Jerusalén, pasaban por una situación angustiosa, de penuria material. Pablo organiza colectas en diversas Iglesias con la idea de comunicar los dones recibi­dos del Señor.

— Para comprender el alcance de esta nivelación que propone San Pablo a los corintios es necesario conocer las circunstancias del momento. En la Iglesia de entonces habían surgido grandes dificultades entre los cristianos de origen judío y los de origen pagano. Esta colecta es un signo de comunión eclesial que trata de deshacer las diferencias existentes entre ellos.

— Además, la igualdad a que alude San Pablo tiende a nivelar las dife­rencias sociales partiendo de una comunicación en el plano de la fe. Los cristia­nos de Jerusalén, pobres en lo material, no se han reservado para sí los bienes de la salvación sino que han querido compartirlos. Así los cristianos de origen pagano deben comunicar sus bienes materiales.

— Pablo se apoya en el ejemplo de Cristo en su Encarnación: «Siendo rico, por nosotros se hizo pobre, para que vosotros con su pobreza os hagáis ricos». De este modo un cristiano comprometido en la lucha por una más justa distribución de los bienes, prolonga la encarnación de Cristo, es un signo de salvación. Es necesario que los cristianos estemos presentes en el combate contra la injusticia en todas sus formas, que son otras tantas expresiones del mal.

3.a Lectura: Me 5, 21-43

— En este pasaje Jesús se nos revela como vencedor de la muerte y de la enfermedad. En la curación de la hemorroisa y en la resurrección de la hija de Jairo descubrimos un anuncio de su propia resurrección en la que dominará definitivamente a la muerte. Estos hechos están iluminados por la luz del miste­rio pascual. Al mismo tiempo manifiestan la misión liberadora de Cristo, concre­tada en el mundo del dolor y de la muerte, en los que sufren enfermedad y angustia.

— Estos signos que realiza Jesús tienen un profundo sentido. La actuación de Jesús expresa la presencia del Padre en nuestra existencia humana, herida por el pecado. Una presencia de lucha, dinámica y salvadora, que trata de arran­carnos de la enfermedad y de la muerte. Una verdadera lucha partiendo de la acción d e nuestra fe. In ambos milagros Jesús actúa movido por la fe: de la enferma y del padre d< la niña. Apoyados en la fe que Jesús nos pide, somos nosotros los que superamos la muerte y transfiguramos la enfermedad.

DOMINGO TRECE DEL TIEMPO ORDINARIO 189

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Nuestra actitud ante el poder del dinero, la injusticia y la discriminación en clases sociales ha de ser una actitud de crítica y de denuncia. Como discípu­los de Cristo hemos de participar en toda acción que rompa desigualdades, que dé apoyo a los humildes, que se oriente en la más justa distribución de los bienes.

Es un contrasigno que dentro del Pueblo de Dios se aprecie esta diferen­cia de niveles y de una manera escandalosa. Y vergonzoso que se den diferencias en países que hacen pública profesión de fe cristiana, en su constitución y en sus leyes. La primera comunidad cristiana tenía conciencia de su deber de luchar contra estas injustas desigualdades. Esta conciencia y compromiso deben ser tam­bién los nuestros.

Estos dos milagros de Jesús son signos de vida. Porque El es resurrección y vida, se enfrenta con la enfermedad y la muerte. Nosotros también tenemos que tomar una actitud dinámica y salvadora ante estos hechos. No ha de ser la resignación ante lo inevitable la actitud del cristiano. Si la muerte, la enferme­dad y toda situación discriminatoria son productos del pecado, nuestra postura ha de ser de lucha contra ellas. A medida que en nuestra vida nos liberamos de toda opresión de pecado, apoyados en la fe, estamos haciendo nuestra resu­rrección, que es victoria sobre la muerte. Desde la fe sabemos que la enfermedad y la muerte no son la última palabra de la existencia humana, sino el alba de un nuevo amanecer a la vida.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

El lazo más fuerte que nos une a los que nos hemos congregado en esta Asamblea es la fe en Jesús resucitado, presente entre nosotros misteriosa­mente. Se dice vulgarmente que la fe hace milagros. Más aún si se trata de la fe de una comunidad reunida en Asamblea. Hoy nos convoca el Señor para tomar conciencia de los males de todo orden que aquejan a la humanidad. Y nosotros, apoyados en el Señor resucitado, queremos poner nuestra aporta­ción para ese milagro de la victoria sobre la muerte, la enfermedad y el pecado.

El mejor modo de hacerlo es reconocernos pecadores, y a partir de esta reconciliación mutua, comprometernos en una seria lucha contra el pecado-

— Porque nos hemos acomodado a los criterios del mundo y hemos corri­do tras el dinero y el poder, Señor, ten piedad.

— Porque no tenemos suficiente confianza en el poder renovador de la persona de Cristo resucitado, en el mundo de hoy, Cristo, ten piedad-

— Porque hemos rehuido comprometer nuestro tiempo y nuestro bienestar por la causa de Cristo, Señor, ten piedad.

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2. ORACIÓN UNIVERSAL

Iluminados por la palabra, presentamos nuestras plegarias a Dios, autoc de la vida y fuente de todo bien.

— Por los Pastores de la Iglesia para que incluyan en su predicación |a

defensa de los derechos fundamentales de la persona, imagen de Dios, roguemos al Señor.

— Por todos los que cumplen tareas de gobierno, para que promuevan unas leyes que velen por la justa distribución de los bienes, roguemos al Señor.

— Por todos los enfermos, impedidos y afligidos para que, apoyados en su fe y unidos a la cruz de Cristo, superen su abatimiento, roguemos al Señor.

— Por todos los que formamos esta Asamblea para que vivamos en comu­nión compartiendo nuestros dones, roguemos al Señor.

Atiende Señor, las peticiones de tus hijos y concédenos emplear de tal manera los bienes materiales al servicio de los hermanos, que vayamos prepa­rando los cimientos del nuevo cíelo y la nueva tierra. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, que desde el principio has creado buenas todas las cosas, y las has llenado de vida. Atiende las súplicas de esta comunidad creyente; escucha los gritos de todas las personas oprimidas y explotadas; acoge el dolor de los enfermos y la angustia de los que mueren. Y a los que vamos a escuchar tu Palabra ayúdanos a comprender nuestra misión de luchar contra todo mal del mundo. Por Nuestro Señor...

Oración sobre las ofrendas:

Pongamos sobre tu altar, Señor, el pan y el vino. Tú los has creado para todos los hombres. Y, sin embargo, hay muchos hombres que sufren hambre y sed, mientras a otros les sobra de comer y de beber. Que este signo de la ofrenda nos ayude a romper desigualdades, a compartir nuestros bienes, a ser más justos. Por Jesucristo...

Oración para después de la comunión:

A pesar de los males que nos aquejan sabemos, Señor, que nunca puede morir la razón de nuestra esperanza. Tú eres la resurrección y la Vida. Así nos lo has recordado en este banquete eucarístíco. Que en nuestra lucha diaria contra los males del mundo no desfallezcamos; que donde hay dolor sepamos poner gozo y consuelo, y donde hay injusticia seamos capaces de hacer justicia. Por Jesucristo...

DOMINGO CATORCE DEL TIEMPO ORDINARIO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «La fuerza de Dios en la debilidad del profeta. Significación salvadora de la debilidad»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Todo seglar o sacerdote que lleva unos años comprometido en la acción evangelizadora de la Iglesia, tiene en su «haber» una serie de fracasos, que le dan la sensación de sentirse inútil o no-apto para desenvolverse en este mundo en continuo cambio. Nunca se ha apreciado tanto este desfase como en el momen­to presente cuando la diferencia entre las diversas edades es tan fuerte.

Todos participamos de un complejo de «no-competencia», de timidez ante las empresas del Señor. Y esto nos lleva al tema del profeta humilde que dice: «Señor, mira que no sé expresarme». Y siempre la respuesta del Señor: «No tengas miedo, que contigo estoy para salvarte».

La Iglesia siente a veces la tentación de apoyarse en los poderes de este mundo o en el prestigio que le da su condición sacral para lograr unos privile­gios temporales. Mas si hoy pretendiera presentarse ante el mundo en calidad de potencia, de igual a igual con otros poderes políticos o económicos, sería rechazada. El hecho de que su mensaje sea presentado despojado de todo poder humano es un signo que apoya su credibilidad.

2. MENSAJE BÍBLICO

Ia Lectura: Ez 2, 2-5

— Estos versículos recogen parte de la narración de la vocación del profeta. Ezequiel es un sacerdote y un profeta llamado por Dios de improviso, que se siente poseído por el espíritu para hablar a Israel, pueblo rebelde en el destierro. La misión que Dios le confía es difícil y le coloca en una actitud de lucha consi­go mismo y con un pueblo que se obstina en no querer oir. El profeta no puede por menos que sentir su impotencia.

— La característica de este profeta es la abundancia de acciones simbóli­cas que, como la del «libro que es comido» por él, nos hace ver la asimilación del mensaje y la fuerza del mismo que por necesidad producirá sus frutos.

— Al presentarnos el profeta como hijo de Adán frente a la palabra salva­dora: «esto dice el Señor», nos quiere indicar el contraste entre la debilidad del profeta y la magnitud de la empresa. Medios pobres para presentar a un pueblo difícil la palabra de salvación. El Señor no le oculta la dificultad de la empresa. Al aceptar la misión, el profeta se coloca en un camino de soledad y sufrimiento. Se siente confortado con las palabras: «Tú, hijo de hombre, no los temas, ni tengas miedo a sus palabras».

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192 EL RIESGO DE PREDICAR

2.a Lectura: 2 Cor 12, 7-10

— En la comunidad de Corinto han entrado nuevos trabajadores que pre­tenden desacreditar a Pablo ante los fieles, valiéndose de su «superioridad» sobre él en el campo de los carismas. Pablo hace la apología de su trabajo ponien­do de relieve la acción de Dios en la debilidad de su ministerio.

— El Apóstol, convencido de la urgencia de la misión, aprendió que el poder salvador de Dios alcanza su plenitud en la debilidad aparente de su acción y especialmente en las contrariedades que tenía que sufrir de parte de sus hermanos. El reconocimiento de la propia fragilidad no es obstáculo, sino punto de partida para la acción de Dios. Sólo el que cree bastarse a sí mismo, el orgulloso es incapaz de reconocer la fuerza de Dios.

— No se trata de afirmar que Dios actúa con poder donde el hombre renuncia a su personalidad, sino que la acción divina se hace tanto más -pode­rosa cuanto el apóstol coopera con ella en una fidelidad total a su condición de criatura e instrumento. Lo importante es que no se deje envolver por el atrac­tivo de los medios de poder y tome el camino de la debilidad.

3.a Lectura Me 6, 1-6

— Esta visita de Jesús a su pueblo queda marcada por el signo de la incredulidad. Los nazaretanos tienen dificultad en reconocer la acción de Dios en Jesús. Hasta ahora los dones de Yahvéh se han manifestado con signos de poder, majestad y abundancia. No comprenden que Dios revista sus actos de rasgos de debilidad.

— La pobreza y la sencillez de los padres y familiares de Jesús constituyó un obstáculo para aquellos que esperaban un Mesías maravilloso. Cristo quiere por el contrario, revelar la significación salvadora de esta condición humilde. En el fondo es el misterio de la Encarnación: Dios que asume toda la humani­dad en su pobreza. JDe este modo con Cristo la debilidad misma se eleva al plano de los medios de salvación.

— Jesús, con sus milagros, pudo dejar pasmados a sus paisanos. Pero no quiso. Ante el afán de gestos espectaculares y maravillosos Jesús se presenta con su realidad humilde. Sólo quien es capaz de descubrir este misterio por la fe puede profesar que él es el Cristo, el Mesías.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

El tema de este ¿omingo nos hace comprender el alcance del misterio de la Encarnación. Es la irrupción de Dios en la vida de los hombres con sus limitaciones, pobreza y miserias. No hemos asimilado las consecuencias de esta manifestación de Dios j padecemos la misma ceguera que los contemporáneos de Jesús: no creemos que la acción salvadora de Dios toma cuerpo en la debilidad de los hombres. A los hombres nos gusta el poder, lo maravilloso y espectacu­lar. Preferimos creer más en nuestras propias fuerzas que en la fuerza de Dios.

DOMINGO CATORCE DEL TIEMPO ORDINARIO 193

En la cruz y en la muerte de Jesús, momentos cumbres de su vida, encontra­mos la gran novedad del cristianismo. Lo que era escándalo de judíos y necedad para los griegos viene a ser sabiduría de Dios. Momento clave para comprender una concepción radicalmente nueva de lo que son las intervenciones salvíficas de Dios. ¿Cuál es la actitud de Cristo ante la muerte? La afronta en el amor y la obediencia. Una muerte sin compensación, en soledad y despojo total.

El crecimiento de la Iglesia, Cuerpo de Cristo y su tarea profética deben ir por el camino de la debilidad y la pobreza que son signos de la fuerza de Dios. Si la Iglesia quiere ser fiel a su Esposo debe dar prioridad a los medios de trascendencia como son: la oración, la pobreza, la caridad, el testimonio, etc. El reconocimiento de su debilidad no es el ocultamiento de su realidad, de su mensaje. Tampoco es renuncia a la lucha. Es la manifestación de que su fuerza no está en el apoyo de sistemas o poderes humanos, ni en gestos espec­taculares o folklóricos, sino en Dios, en la fuerza irreductible de su palabra salva­dora, en el testimonio fiel. Esta actitud es lo más lejano a la cobardía, pero también lo más opuesto al orgullo o a la estupidez. Es, con otras palabras, la verdadera actitud profética, que hemos de. tener todos los cristianos.

En la Eucaristía que celebramos recordamos el fruto de esta entrega de Cristo en obediencia y debilidad, su victoria sobre la muerte y el pecado. Y en El experimentamos nuestra propia victoria. Es el fruto de su humillación en el amor.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Cada domingo que nos reunimos para proclamar la palabra y partir el pan, recordamos nuestra condición de pueblo profético y nuestra vocación de enviados y testigos suyos. Hoy también el Señor quiere colmarnos de su espíritu para que la debilidad de nuestras pobres palabras se revista de la fuerza de Dios.

Antes de acercarnos a la palabra de Dios, pidamos perdón de nuestros pecados de soberbia, de amor al poder y a la ostentación.

— Tú, que quisiste compartir la dureza del trabajo en el taller de Nazaret, Señor, ten piedad.

— Tú, que quisiste para colaboradores tuyos en el anuncio del Reino a unos sencillos trabajadores, Cristo, ten piedad.

— Tú, que nos redimiste aceptando la humillación de la cruz en la soledad y el desprecio, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

La palabra de Jesús nos ha llenado de su espíritu y queremos ser soli­darios y hacernos eco de las necesidades de todos los nombres, nuestros hermanos.

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194 EL RIESGO DE PREDICAR

— Por la Iglesia santa de Dios, para que venza la tentación de aliarse con los poderosos según el mundo, roguemos al Señor.

— Por los gobernantes de todos los pueblos, para que no pretendan utilizar la religión y la Iglesia, roguemos al Señor.

— Para que en los enfermos, pobres, débiles y oprimidos descubramos un signo de Cristo doliente, roguemos al Señor.

— Por esta comunidad de fe que celebra el triunfo de Cristo sobre el pecado y la muerte, para que se sienta vigorizada para dar el testimonio de su fe, roguemos al Señor.

Te pedimos, Señor, que los que hemos recibido la misión de anunciar el evangelio, experimentemos la fuerza de tu espíritu en medio de nuestras debilidades y contrariedades. Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor.

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor Dios, que exaltas a los humildes y humillas a los orgullosos. Tú que conoces nuestro afán de poder, nuestra dificultad en reconocer las propias debilidades, ayúdanos a comprender dónde está la verdad de nuestra vida. Que cuantos nos hemos reunido en tu presencia podamos creer en la fuerza de tu Palabra. Por Nuestro Señor...

Oración sobre las ofrendas:

Con estas ofrendas te presentamos, Señor, lo que somos: nuestra debilidad y nuestros buenos deseos. Que tu fuerza nos transforme, para que podamos con valentía anunciar y vivir tu Palabra. Por Jesucristo...

Oración para después de la comunión:

Te damos gracias, Señor, unidos a todos los hombres del mundo, que se saben débiles y necesitados. Apoyados en tu fuerza, y no en los poderes y sistemas del mundo, podremos construir una sociedad más justa y menos egoís­ta, más humana y fraternal y menos opresora. Que así sea, te lo pedimos por Nuestro Señor Jesucristo...

DOMINGO QUINCE DEL TIEMPO ORDINARIO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Llamados a ser testigos de Cristo»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Aquellos que han vivido los últimos cincuenta años han sido testigos de las conquistas espectaculares del hombre. Lo que hasta ayer parecía propio de las novelas futuristas, hoy sucede ante nuestros ojos con normalidad y casi sin asombro para nosotros. Estamos dejando de ser testigos «asombrados» de nuestras conquistas. Nos hemos habituado tanto a ellas, que ya difícilmente nos sobresaltamos por una nueva meta conquistada. Estamos siendo testigos privi­legiados del poder del hombre.

Pero a la vez somos testigos de su miseria. Este mismo hombre capaz de encontrar el camino a los astros, no es capaz de andar el camino hacia sí mismo. No es capaz de terminar la guerra en el mundo para que los hombres puedan vivir con dignidad. No es capaz de superar la opresión, la injusticia, el hambre, la miseria, etc. Por contraste estamos siendo testigos privilegiados de la «impo­tencia» del hombre.

Los cristianos somos parte integrante de este mundo. No somos ajenos a nada de lo que pasa. Al menos, no deberíamos serlo. En este mundo hemos sido llamados a un nuevo testimonio: el de Cristo. Los cristianos somos testi­gos de Cristo. Pero esta cualificación, esta condición, ¿qué significado tiene para el mundo de hoy? ¿Qué «significa» para nosotros mismos? ¿A qué nos com­promete?

Si nuestra presencia como testigos no supone ninguna novedad, ninguna «radicalidad», ninguna originalidad, ¿podremos seguir llamándonos testigos de Cristo sin traicionar al portador de la Buena Nueva?

2. MENSAJE BÍBLICO

1." Lectura: Am 7, 12-15

— Amos, profeta, es testigo de la Palabra de Dios. Testigo del juicio que Dios hace contra su Pueblo y contra el Rey. Amos lo anuncia a su pueblo y al rey. Israel será llevado al destierro y Jeroboam —el rey— morirá a espada. Esto es consecuencia del pecado y de las infidelidades a la Alianza de Israel y del rey.

— Amasias, sacerdote de Betel (santuario real y nacional), pretende persua­dir a Amos. Su presencia es incómoda, es molesta. Provoca el malestar entre la gente. Pretente acallar al profeta. Pero comete el error de considerar a Amos como un profeta «profesional» al servicio de unos intereses concretos y particu­lares. Piensa que Amos se gana el pan de esa manera. Piensa que del mismo

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196 EL RIESGO DE PREDICAR

modo él es un funcionario real, Amos es un «profeta» al servicio de un buen pagador.

— Pero Amos es un testigo del juicio de Yahvéh. Ha sido «Dios» quien con una fuerza irresistible, le ha arrancado de su «profesión» con la que se ganaba el pan. Ahora el profetizar es una fuerza imperiosa de la que no se puede sustraer. Profetizar se ha convertido en «el verdadero pan» para Amos Su paga es el dar testimonio.

2.a Lectura: Ef 1, 3-14

— El Plan de Dios sobre el mundo y sobre la Humanidad no es su destruc­ción ni la sustitución, sino la salvación. Es la elevación de todas las realidades terrenas hasta la cúspide de su plenitud. Es esto a lo que llama Pablo «reca pitular todas las cosas en Cristo».

— Ningún testigo cristiano, ningún profeta actual, tendrá que anunciar un juicio de condenación de Dios para el hombre y su mundo. De una vez para siempre, en Jesús hemos sido bendecidos por el Padre; por Jesús hemos reci­bido la redención, el perdón de los pecados. El juicio y la condenación provie­nen del mismo mundo, cuando no se acepta a Cristo como punto culminante de la historia humana en la «praxis» de todos los días.

— Pablo con su palabra y con su «actividad misionera» es testigo de Cristo. Testigo de la salvación que él trae. Pablo es testigo de la promesa mante­nida por Dios Padre en Cristo a todos los hombres. Por ello Pablo es testigo de la Esperanza. El también —como Amos— se siente llevado a «anunciar esta Buena Nueva de la esperanza en Cristo (¡ay de mí si no evangelizare!) por una fuerza irresistible: la llamada de Dios a ser apóstol.

3.a Lectura: Me 6, 7-13

— Marcos nos presenta a Jesús enviando a los doce a una misión. Los enviados son testigos de la Buena Nueva de Jesús. El hecho de que vayan de dos en dos así lo indica (cfr. Dt 19, 15).

— Su testimonio, que es «liberador» para los que lo escuchan (echar demo­nios, ungir enfermos), tiene que reunir estas condiciones:

a) No presentarse espectacularmente: la sencillez, la humildad, el trato amistoso con la gente es condición necesaria para poder anunciar el Evangelio. Dios se manifiesta en lo vulgar, en lo de todos los días. Esta es la lección de la vida de Jesús. Y ésta es la condición del testigo.

b) Ño insistir en la aceptación cuando el oyente cierra su corazón: la aceptación del testimonio exige la libertad del destinatario. La Buena Nueva no se impone por la fuerza y el poder. La aceptación requiere la libertad de un corazón abierto a la escucha de la Palabra.

c) No exigir recompensa. El testimonio ha de ser desprendido, sacrifica­do. No busca el bien propio, ola recompensa económica, .sino el bien de los demás. Está dispuesto a correr el riesgo de lo imprevisible, del rechazo. Su obje­tivo es provocar la conversión.

DOMINGO QUINCE DEL TIEMPO ORDINARIO 197

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Somos testigos de Cristo. Esto quiere decir nuestro nombre de cristianos Pero, ¿qué significa nuestra condición de testigos de Cristo? Significa que somos portadores de una esperanza para el mundo: la recapitulación de todo lo creado en Cristo.

Hemos sido llamados por Dios para ser testigos de su bondad para con el hombre. Somos testigos de esta esperanza participando del optimismo y del miedo que la sociedad actual produce al hombre. Pero nuestra esperanza tiene que ser más fuerte, más radical que estos sentimientos encontrados que tiene el hombre de hoy.

Nuestra condición de testigos nos urge con una «fuerza irresistible» a ser signos de esperanza para los hombres de hoy. Pero esto no será posible única­mente con palabras. Nuestras vidas deberán verificar lo que la Palabra anuncia. O la palabra deberá explicar lo que nuestra vida significa. Las condiciones para esta verificación exigen:

La fidelidad a la Palabra de Dios y el servicio a los hombres como únicos criterios válidos para juzgar nuestra condición de testigos: ningún otro criterio podrá hipotecar nuestro testimonio sin traicionarlo. El poder, el prestigio, el dinero, la «buena fama», el miedo, etc., son los «panes» con que se nos querrá pagar y apagar a Dios y a los hombres. Habremos dejado de existir como signos de esperanza para el mundo.

La ausencia de todo triunfalismo en el testimonio: somos testigos de lo que se nos promete, de lo que está por llegar. De la condición «gloriosa de Jesús» que garantiza la nuestra. Pero mientras esto llega, mientras lo hacemos posible, nuestra condición es la de todos los testigos de Dios: la condición de siervos. En la humildad y en la sencillez es donde Dios se manifiesta. Todos los «triunfalismos» han sido una traición a la condición de testigos de la espe­ranza. ¿Acaso espera algo el triunfalista?

La Eucaristía es la celebración del misterio del que somos testigos. Cele­brarla es la fuerza del testigo de Cristo.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Reunirse a celebrar la Eucaristía supone haber aceptado nuestra condi­ción de testigos de Cristo. Nos reunimos para que la Palabra y el PAN DE VIDA nos ayuden a cumplir nuestra misión de «enviados» a anunciar la Buena Nueva. Nos reunimos a dar gracias al Padre por la Salvación realizada en Cristo.

También en la Eucaristía queremos ser testigos de la fe y la salvación de Cristo. Pero hemos de comenzar por reconocer que nuestras vidas y las de toda la comunidad cristiana hacen difícil —cuando no la ocultan— nuestra condición de testigos de Cristo. Por ello, necesitamos pedir perdón a Dios y a los hermanos.

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198 EL RIESGO DE PREDICAR

— Tú, que enviaste a tu Hijo a ser testigo de la VERDAD, Señor, ten piedad. — Tú, que llamas constantemente a los hombres a ser testigos de tu espe­

ranza, Cristo, ten piedad. — Tú, que nos das la fuerza del Espíritu para ser testigos de tu AMOR,

Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Oremos a Dios Padre que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

— Por la Iglesia para que convirtiéndose realmente a la sencillez y a la pobreza, sea signo de esperanza para el mundo de hoy, roguemos al Señor.

— Por los hombres que sufren persecución, cárcel, destierro, enfermedad, injusticia, para que las posturas demasiado cómodas de los cristianos no les impidan descubrir a Cristo como fuente de esperanza, roguemos al Señor.

— Por todos los que estamos aquí reunidos, para que un servicio real y efectivo a los hermanos, nos cualifique como testigos de Cristo, rogue­mos al Señor.

Escucha, Señor, la oración de tu Pueblo y, ya que hemos sido «marcados» por el Espíritu, danos la fuerza para ser testigos, te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor Dios, que llamas a los hombres a ser testigos- de la verdad, de la esperanza y del amor. Mira con bondad a este pueblo, que con frecuencia se olvida, tiene miedo y no predica con su ejemplo lo que cree por la fe. Que tu Palabra nos convierta hoy también a nosotros y nos haga verdaderos testigos de la Buena Noticia del Evangelio. Por Nuestro Señor...

Oración sobre las ofrendas:

Señor, a pesar de nuestras infidelidades, Tú conoces nuestros buenos deseos, y ves cómo michos cristianos se esfuerzan y entregan su vida por ser testigos de la verdad, la justicia y el amor. Con estas ofrendas bendice también este sacrificio humilde de los miembros de tu Iglesia. Por Jesucristo...

Oración para después de la comunión:

Con nuestras palabras y nuestro corazón queremos agradecerte, Dios Padre, lo bueno que eres con nosotros. Ayúdanos para defender siempre la verdad, para hacer la justicia, para anunciar la esperanza. Que no nos vendamos a los poderosos, ni aceptemos el soborno de quien ama la mentira. Que en nuestra vida seamos testigos, de palabra y obra, de Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina...

DOMINGO DIECISEIS DEL TIEMPO ORDINARIO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «La verdad de Dios no es monopolio de nadie»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

La verdad de Dios no es monopolio de nadie. Es una idea bonita para escribirla. Difícil de cumplirla. Desde siempre, el hombre ha pretendido tener a Dios de su parte. No de parte de lo humano. Sino del lado de lo que era propio de un hombre singular o de su grupo. Su raza, su grupo eran los que conocían, los que administraban la verdad de Dios. Su justicia, su verdad, su victoria eran la justicia, la verdad, la victoria de Dios. De esta forma lo que era relativo se ha convertido en absoluto. Lo que era fruto de unas circunstan­cias históricas se ha pretendido que fuese «para toda la vida». Aquello que apa­recía como discutible se ha transformado en dogmático. Todo el que pretendía oponerse, discutir, criticar esa verdad, esa justicia, esa victoria, se colocaba frente a Dios.

En nombre de este monopolio se lanzan condenas y desprecios. Se repri­me, se violenta, se insulta, se odia. De esta manera, la imagen que hemos trans­mitido de Dios tantas veces, es una imagen tan falsa, que en ella es imposible reconocer al Padre de Jesús. Dios aparecía como un tirano, como alguien que se impone por la fuerza. La «verdad de Dios» así manipulada e instrumentalizada al servicio de unos intereses concretos, se convierte en algo deshumanizante. En algo insoportable para el hombre.

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: Jer 23, 1-6

— Los reyes, los guías religiosos de Israel, son representados multitud de veces bajo la imagen del Pastor que guía al rebaño (el pueblo). Jeremías ve el rebaño disperso. El pueblo ha sido dividido en dos reinos. Judá ha sido ya deportada. Israel está a punto de serlo. Los responsables de esta dispersión son los jefes. Ellos han querido «instrumentalizar» la Palabra de Dios al servicio de sus intereses. Para ello se han rodeado de falsos profetas, que en nombre de Dios pronuncian falsas verdades.

— Por ello van a ser juzgados por Dios y van a ser condenados. El que es el ÚNICO PASTOR, reunirá sin necesidad de «mercenarios», nuevamente a su pueblo. Para que oiga su voz, su Palabra (VERDAD). Así crecerá y se multi­plicará.

— Por último, El resucitará a un «auténtico Pastor», heredero de las promesas davídicas, que hará justicia y derecho en la tierra. Porque este Pastor

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200 EL RIESGO DE PREDICAR

será el Revelador de la verdad de Dios. De esta forma el nombre de Yahvéh será: «Nuestra justicia». Esta promesa se cumplirá en Jesús de Nazaret, rey y pastor prudente que viene para «hacer justicia y derecho en la tierra».

2.a Lectura: Ef 2, 13-18

— Pablo reflexiona sobre el «vastago de David»: Cristo Jesús. En El se ha realizado la unión de todas las ovejas dispersas. Pero esta unión va más allá del pueblo judío: son todos los hombres (judíos y gentiles) los que han de ser reunidos en un solo rebaño. Lo que les separaba ha sido abolido. El AMOR ha sido más fuerte que el odio.

— La Cruz es la Verdad de Dios. En ella se ha manifestado como es El. Aquel hombre Jesús, cuya causa fue la justicia y cuya vida fue la entrega a los hombres hasta dar su vida, ha manifestado que la VERDAD de Dios es el AMOR. Dios es CARIDAD.

— Este AMOR es el que consigue la paz para los hombres. Y hace de éstos unos hombres nuevos, capaces de iniciar nuevamente el camino del reen­cuentro. La imagen rota del hombre, ha quedado restaurada mediante la Cruz. La paz perdida se ha restaurado mediante la reconciliación por la cruz. Desde entonces todos podemos llamar a Dios «Padre» y nadie puede usar este nombre como monopolio.

3.a Lectura: Me 6, 30-34

— Marcos contempla a Jesús en su vida pública. La muchedumbre le sigue y no le deja tiempo ni para comer. Los sencillos, los pobres, intuyen que aquel hombre puede ser su Mesías.

— Pero esos hombres tienen el peligro de confundir el mesianismo de Jesús. Sus intereses, sus deseos son proyectados sobre la misión de Jesús e intentan arrancarle una palabra, un gesto, un milagro que satisfaga sus necesida­des. Marcos, de una forma exteriorizada, muestra cómo Jesús tiene lástima de ellos y se pone a enseñarles. Necesita que su Palabra explique el sentido, la verdad de su vida y su misión. Precisa mostrarles cómo su VERDAD no coin­cide con la de ellos. Es desde su condición de Siervo de Dios desde donde va a salvar a su Pueblo. Sólo así será su Pastor. Esta es su VERDAD. La VERDAD de Dios. Pero teme decepcionar a unos hombres ansiosos de un milagro que sacie sus deseos de pan.

— N o coincidir con la verdad de los hombres llevará a Jesús a la Cruz. Pero únicamente aceptando y manifestando la VERDAD DE DIOS, Jesús salva­rá a la Humanidad. Jesús no es el pastor que divide, o enseña lo que no es verdad. El congrega, abre horizonte a la vida con la verdad de Dios, sin mani­pulación.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Dios se comunica, se manifiesta al hombre siempre de una manera insospe­chada y nueva. El Dios de Jesús es un Dios vivo y personal. Por ello, alguien

DOMINGO DIECISEIS DEL TIEMPO ORDINARIO 201

se sorprende siempre en su comunicación. El hombre tiene que estar atento a esta manifestación, a esta VERDAD de Dios. Todo intento de «acaparamien­to» de la Verdad de Dios, de Dios mismo, al servicio de unos intereses concre­tos es una «idolatrización» de la religión. Es volverse a los ídolos y ponerse de espaldas al Dios que salva.

Dios ya ha manifestado su verdad. El Buen Pastor, Cristo, ha sido el Reve­lador del rostro de Dios. Esta manifestación se ha hecho expresión máxima en la «locura de la Cruz». La Cruz, expresión del amor de Jesús a los hombres, nos ha manifestado que Dios es AMOR = El AMOR es la VERDAD de Dios. El AMOR que tiene a los hombres es la VERDAD más radical, la ÚNICA VERDAD que Dios ha revelado.

Este AMOR (VERDAD - CRISTO) es el que garantiza la consecución de la justicia en el mundo. El hombre estaba perdido por su pecado. Sus deseos de justicia, de amor, de libertad, estaban insatisfechos. No había esperanza de lograrlo. El hombre se sentía capaz únicamente de logros parciales que siempre le producían un mayor deseo. Cristo, Buen Pastor, garantiza la esperanza. Esos deseos serán cumplidos y colmados. La promesa de un «paraíso» hecha un día por Dios al hombre queda definitivamente en pie. En este «paraíso», en este Reino, serán recogidas todas las «ovejas» que hayan sabido recorrer el mismo camino que el Pastor.

Todos los logros, las verdades de los hombres, son logros y verdades parcia­les. Los logros que el hombre va alcanzando a lo largo de su historia deben apuntar hacia la meta definitiva. Las verdades de los hombres deben reflejar la de Dios. Es siempre la verdad de Dios la que juzga la de los hombres. La instancia crítica desde donde se descubre la validez de la verdad de los hombres es el Amor. La verdad del hombre será un reflejo de la de Dios en la medi­da que sea expresión: de entrega, servicio, dar la vida, comunión, integración, no hacer diferencias, ausencias de privilegios. De esta manera, siempre la verdad del hombre estará en tensión para lograr ser una expresión más plena de la de Dios y así servirá auténticamente para todos los hombres. Pero si la verdad del hombre se absolutiza porque no es criticada desde la verdad de Dios, con toda seguridad que acabará convirtiéndose en algo que se impone al hombre y que le priva de su libertad. Y siempre que alguna verdad quita la libertad a algún hombre no es la Verdad de Dios. LA VERDAD DE DIOS OS HARÁ LIBRES.

Participar en la Eucaristía significa participar en la Verdad de Jesús: su entrega constante a los hombres.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Los hombres, a lo largo de la historia, han pretendido muchas veces tener a Dios de su parte. Para ello, han hecho coincidir su verdad con la Verdad de Dios. Reunirse en la Asamblea con los hermanos exige arrancar de nuestro

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202 EL RIESGO DE PREDICAR

corazón toda pretensión de «acaparamiento» de la Verdad de Dios para uno solo o para su grupo. Y ponerse en disposición de escucha de la Palabra de Dios.

Vamos a pedir a Dios perdón por nuestros pecados. Especialmente hoy lo vamos a hacer por las veces que hemos «idolatrado» nuestras verdades.

— Tú, que te has manifestado a los hombres de una manera siempre distinta y nueva, Señor, ten piedad.

— Tú, que eres el Buen Pastor que apacientas a tus ovejas, Cristo, ten piedad.

— Tú, que sigues guiando hoy a los hombres con la fuerza del Espíritu, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Oremos al Dios que es Amor por medio de su Hijo. — Por la Iglesia de Cristo, para que la Verdad que anuncia sea la Verdad

del Evangelio, roguemos al Señor. — Por los poderosos del mundo, para que se conviertan a la Verdad del

servicio a los hombres, roguemos al Señor. — Por todos los hombres de buena voluntad, para que la luz de Cristo

les ayude a descubrir el sentido de la lucha contra todo lo que tiraniza, roguemos al Señor.

— Por todos los aquí reunidos, para que hagamos vida lo que aquí cele­bramos, roguemos al Señor.

Señor, de cuya bondad está llena la tierra, enséñanos tus caminos, para que seamos capaces de cumplir lo que te pedimos.

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Padre bueno, de quien procede toda verdad y justicia. No tengas en cuenta las veces que nosotros confundimos a los demás con nuestras verdades medio­cres. Danos un corazón siempre abierto a la verdad de tu Palabra, manifestada en Cristo, tu Hijo, que es Dios...

Oración sobre las ofrendas:

Señor, vamos a ofrecer el sacrificio de tu Hijo Jesús. Por su cruz todos fuimos reconciliados, por su amor fue vencido el odio. Que la participación en esta Eucaristía nos haga a todos verdaderos ministros de la reconciliación y la paz. Por Jesucristo...

Oración para después de la comunión:

Tú eres, Señor, la única verdad de nuestra vida. Nuestras palabras y nues­tras obras son pobres para expresar tu grandeza. Haznos buscadores incansa­bles de esa verdad que no se agota. Danos sencillez para reconocer la verdad que hay en los demás. Concédenos la fuerza de vivir según esa verdad que nunca engaña, y que se llama Amor. Por Jesucristo...

DOMINGO DIECISIETE DEL TIEMPO ORDINARIO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Mayor felicidad hay en dar que en recibir» (Hech 20, 35)

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Estas palabras del Señor (Hech 20, 35) ausentes en los Evangelios pero citadas por San Pablo, nos plantean a los cristianos algo trascendental: el DAR, el «saber dar». No es tarea fácil. Resulta poco agradable conjugar este verbo en todos sus tiempos y, sin embargo, el cristiano tiene que comprometerse en ello. «Da a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames» (Le 6, 30) dice el Señor. No resulta fácil comprender el sentido cristiano de esta «donación», en una sociedad donde domina la voracidad, el afán de pose­sión, el deseo insaciable de tener más que los demás... aunque sea a su costa.

La Liturgia de hoy nos ilumina sobre esta actitud vital de Dios y del cristiano. Dios da siempre, y el cristiano está llamado a transmitir este rostro del Dios que da.

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: 2 R 4, 42-44

— Un hombre bueno no duda en dar lo mejor a Dios (las primicias). Y el hombre de la lectura ha sabido dar.

— Pero Eliseo, a su vez, da también. Sabe que Dios cede su derecho al necesitado, al pobre, a todo el que se hace pequeño (cfr Is 58, 5-7) y por ello ordena se reparta la ofrenda entre gente necesitada.

— Puede que en nuestra vida no hayamos descubierto el puesto trascen­dental que el necesitado ocupa en el corazón de Dios y, al ser cortos de vista, busquemos excusas, como las del criado de Eliseo. ¿Puede remediar algo este poco que doy, siendo las necesidades tan grandes? En el fondo son excusas que encubren nuestro egoísmo. La verdad es que nos cuesta desprendernos y dar.

— Dios no espera que nosotros arreglemos todo. El espera que nosotros demos lo que nos incumbe dar; El se compromete a cubrir el resto.

— Cuando el hombre se compromete a dar, en nombre de Dios, ese poco que tiene y que pertenece al pobre, entonces vendrá el milagro.

2.a Lectura: Ef 4, 1-6

Pablo nos habla desde la cárcel. Está prisionero, y un prisionero cristia­no «sabe dar» desde la cárcel. Da lo que tiene y puede dar: consejos.

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204 EL RIESGO DE PREDICAR

— Los consejos de un perseguido y condenado que invita a la paz, al amor, a la comprensión, al perdón, a la esperanza, pueden resultar paradójicos, pero la verdad es que suponen mucho en nosotros, nos animan y nos orientan.

— Pablo exige, como primera condición, ser consecuentes: vivir en confor­midad a la llamada de Cristo. Aconseja que, a imitación del Señor (Mt 11, 29) nos presentemos como pequeños, humildes (cfr. 1 Cor 4, 13; 2 Cor 11, 30; 12, 1-10; Fil 2, 3; Gal 5, 26), con gran bondad (1 Cor 4, 12, 13; Rom 12, 21; 1 Tes 5, 15) sabiendo comprender a los hermanos y haciendo que los que le rodean se sientan a gusto con él.

— Pablo ve desde la cárcel los problemas que han surgido en Efeso: tensio­nes, críticas, malestar y por ello les invita a sobrellevarse mutuamente con amor (principio muy válido para todos los tiempos); aunque las opciones sean distintas, aunque los criterios sean dispares los cristianos tenemos que esfor­zarnos por mantener la paz del Espíritu, la unidad. La unidad por la que Cristo ruega al Padre en la oración sacerdotal (Jn 17, 21-23) no es la unidad en las ideas y criterios, sino la de los corazones; que, admitiéndonos distintos, vivamos unidos en el amor.

— Este viene a ser el gran consejo del preso Pablo, ésta es su preocupa­ción: la unidad de los cristianos; que nos mantengamos como un solo cuerpo teniendo un Señor, un solo Espíritu, una sola fe, un solo Bautismo.

3.a Lectura: Jn 6, 1-5

— La mayoría de los que seguían a Jesús lo hacían por egoísmo: unos por lo que podían recavar de él, otros por la baza política que podía prestarles Jesús. Nadie estaba en actitud de dar; sólo Jesús.

— Jesús siempre da; nunca presta. Nosotros, en cambio, cuando damos, prestamos.

— La gente que le sigue pasa hambre: un problema concreto. Y no hay solución humana posible por el momento; sólo hay cinco panes y dos peces y los que pasan hambre son cinco mil. Estamos en una situación sin salida, como en otras ocasiones. (Cana, Lázaro, etc.).

— Jesús que ha venido a dar y a darse, exige este poco que puede dar el hombre; lo necesita. El pondrá el resto y comerán todos. Y así fue, con la particularidad de que sobró mucho. Estas «sobras» son importantes, pues están cargadas de simbolismo: es la sobreabundancia del alimento con el que Cristo saciará a su pueblo.

— Pero el hombre es incansable en su egoísmo, y quiere todavía más; no le basta lo que ha recibido. Quiere más, y del don del pan pasan a otras aspira­ciones para las que Jesús les podría servir de pieza clave. Querían servirse de El, sin importarles mucho lo que fuese El.

— Pero Jesús no se deja instrumentalizar. No quiere pasar a la historia como un político vulgar, sino como el que ha salvado de verdad a su pueblo derramando en su favor hasta la última gota de su sangre.

DOMINGO DIECISIETE DEL TIEMPO ORDINARIO 205

3. RESPUESTA A LA PALABRA

El cristiano sabe que está llamado a vivir como vivió Cristo (Jn 2, 6) . El dio la vida por los suyos (Jn 10, 11, 15, 17), optó por amar hasta el extremo (Jn 13, 1), sacrificó su cuerpo y derramó su sangre por todos (Le 22, 19-205, en una palabra, lo dio todo, v nos dijo: «Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos» (Jn 15, 13).

Cristo dio y no prestó, y exigirá la misma actitud del cristiano: «Cuando des un banquete... llama a los pobres... a los que no te pueden corresponder» (Le 14, 12-14). Nosotros muchas veces prestamos y no damos.

Cristo además, se dio. No es lo mismo dar que darse. Cristo se dio y por eso dio a los pecadores (Me 2, 16), se dio a los niños (Me 10, 14-16), a los más necesitados (Le 4, 18-21). Se dio perdonando (Le. 23, 34), se entregó en servicio (Jn 13, 2-18), se despojó de todo por el hombre (Fil 2, 5-9) fue hasta la cruz con valentía (Mt 26, 45).

El cristiano tiene que definirse ante este mensaje, sintetizado en las lectu­ras de la Liturgia de hoy. Todos tenemos la obligación de dar y de darnos. Pero algunos se contentan con dar parte de lo que les sobra, mientras que otros dan con generosidad incluso lo que necesitan. Otros no pueden dar, porque no poseen nada. Pero todos pueden darse. El que da sin darse sigue siendo egoísta. Degenera su cristianismo. Sigue amando su vida (Jn 12, 25). El que da y se da con humildad al pobre, al enfermo, al hambriento, al encarcelado, al necesitado, escuchará de labios del Señor: «Ven, bendito de mi Padre, recibe la herencia del Reino» (Mt 25, 34).

Sufrimos, a veces, el engaño de pensar que cuando damos cumplimos un gesto de benevolencia, cuando sólo ponemos un acto de justicia. Damos lo que a los demás pertenece, o quizá lo que les hemos robado por otros medios. La garantía de que nuestro gesto no está falsificado es el darse, cuando damos.

I I . ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Una de las notas más características de la sociedad en que vivimos es el egoísmo. Todo nos lleva a pensar más en nosotros mismos y a interesarnos cada vez menos de los demás. Nos cuesta valorar al prójimo, optar por él. En una palabra, nos cuesta DAR. Preferimos recibir, ser centro alrededor del cual gire todo: la familia, los amigos, mi trabajo, el mundo en que vivo. Hoy, en esta Eucaristía, Cristo nos da su mensaje acerca del DAR cristiano. Dar es amar al prójimo, es pensar en los demás, es salir de nosotros mismos para encontrarnos con las necesidades de nuestros hermanos. Dar es darse. Sintámonos pecadores, hermanos.

— Por las veces que me he negado a dar al necesitado, Señor, ten piedad. — Por los casos concretos en que me he comportado egoístamente, Cristo,

ten piedad.

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206 EL RIESGO DE PREDICAR

Por las veces que hemos valorado sólo nuestros derechos, Señor, ven piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Roguemos hermanos, al Autor de todo don.

— Por la Iglesia, para que, a imitación de Cristo, dé lo que posee al pueblo de Dios necesitado, roguemos al Señor.

— Por los poderosos, para que descubran que lo que poseen es don de Dios a toda la humanidad, roguemos al Señor.

— Por los que sufren la injusticia de los que deberían ser sus hermanos, para que sigan luchando y para que ellos, a su vez, sepan dar y darse, roguemos al Señor.

— Por los que estamos aquí reunidos, para que el mensaje de Cristo nos descubra la necesidad de dar y de darnos, roguemos al Señor.

Escucha, Señor, nuestra oración. Haz que teniendo constantemente ante nuestros ojos el ejemplo de tu entrega a los demás, sepamos ser conse­cuentes contigo.

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, que al venir al mundo no sólo nos has dado tu Palabra, sino tu misma vida. Ayúdanos a superar nuestro egoísmo, para que cuando damos de comer al hambriento o de beber al sediento, sepamos dar también nuestra propia vida para que reine la justicia. Por Nuestro Señor Jesucristo...

Oración sobre las ofrendas:

Señor, esta ofrenda de pan y vino quiere ser el signo de otra ofrenda más profunda de nuestra vida, en favor de los hermanos: la ofrenda de nuestra comprensión, nuestra amabilidad, nuestro amor y nuestra paz. Tú que nos mandas amarte en nuestros hermanos, acepta con bondad estos propósitos, que son nuestros dones. Por Jesucristo...

Oración para después de la comunión:

El pan que nos has dado, Señor, y del que hemos comido, es tu propia vida. Gracias porque eres bueno con nosotros, porque no quieres que nadie perezca de hambre, porque nunca dejas insatisfecho a quien te busca. Que en nuestra vida sepamos también nosotros estar cerca del pobre, del hambrien­to, del oprimido, de aquel que nos necesita a nosotros, más que a nuestras cosas. Por Jesucristo...

DOMINGO DIECIOCHO DEL TIEMPO ORDINARIO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «No sólo de pan vive el hombre»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

El deseo más íntimo del hombre es la vida. El enfermo, el sano, el pobre, el rico, el anciano, el joven, todos coincidimos en esto: en querer vivir. Cuando esta vida disminuye o está en peligro la queremos restablecer, buscando el ali­mento que nos nutra y que nos dé vida.

Pero el hombre no está formado sólo de materia. Más todavía. La parte más importante del hombre no es la materia, sino el espíritu. Materia y espíritu forman el todo del hombre. Por ello, sólo el alimento corporal no dará vida al hombre, ni tampoco sólo el alimento espiritual. Los dos son necesarios. Pero el más importante es, sin duda alguna, el alimento espiritual. Dios nos ha hecho así.

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: Ex 16, 2-4; 12-15

— El pueblo pasa por una profunda crisis. Murmura contra Dios. Prefiere la seguridad que experimentaba en una esclavitud deshumanizante en la que tenía lo suficiente para comer a la libertad en la que pasa hambre. El hombre es capaz de vender todo por su comida.

— Dios lleva a este su pueblo a una experiencia crítica hasta que descubra existencialmente que «el hombre no vive sólo de pan, sino de Dios» (Deut 8, 3) , y que el mejor alimento lo recibimos cuando contamos con El, cuando nos fiamos plenamente de El, cuando El es importante en nuestra vida y cuando nos sentimos libres de los que nos oprimen. La verdadera seguridad nos vendrá únicamente de El.

— Dios en su pedagogía lleva al pueblo al desierto donde carecerá de todo. Necesitará de él hasta para comer. Y Dios toma el cuidado de su pueblo y le alimenta. Cada día le da lo necesario y no permite que lo amontone, evitando así que una prolongada posesión le haga sentirse seguro y dueño de lo que no es suyo. En el pan que da Dios no habrá acepción de personas, no habrá distin­ciones: es de todos e igual para todos.

— Pero nosotros los hombres acaparamos lo que es de Dios y lo hacemos nuestro para aplastar con ello a los demás. Es un robo sacrilego.

— Así somos los hombres.

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208 ' EL RIESGO DE PREDICAR

2.a Lectura: Ef 4, 17; 20-24

— Hay gente que está perdiendo su tiempo. Pablo les sale al paso y les asegura con firmeza que el que se preocupa de cosas que no alimentan ni condu­cen a nada pierde su tiempo; que el que se preocupa demasiado de su «yo», y de sus criterios, de su fama, no importándole Cristo, antes bien, marginán­dole porque no le interesa, pierde tontamente su tiempo y vive vacío. Ya nos lo ha dicho el Señor: «De qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde?» (Le 9, 25).

—Si nos dejamos adoctrinar de verdad por Cristo, entonces sí tendremos el alimento necesario que dará sentido a nuestra vida: Su Palabra que fructificará y crecerá en nosotros (cfr. Col 1, 5-6).

— Pero este alimento es exclusivo; obliga a abandonar los demás alimen­tos, de lo contrario no alimenta. Y nos hace descubrir nuestro propio egoísmo, nuestro deseo de comodidad, de placer, en una palabra, nuestro hombre viejo, y la necesidad de luchar contra él. El Señor nos lo advierte: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niegúese a sí mismo, tome su cruz cada día, v sígame» (Le 9, 23).

— Este alimento transforma nuestro egoísmo en tierra buena (Mt 13, 8, 23), en hombres cristianos. Esta tarea supera las fuerzas humanas y será realizada por el Espíritu. He aquí otro alimento sensacional y fundamental: El Espíritu. Será necesario dejarle actuar para que nos renueve profundamente, nos haga hijos adoptivos de Dios a quien podemos llamarle Abba (Rom 8, 15; Gal 4, 6) , nos haga conocer lo íntimo de Dios (1 Cor 2, 11), nos haga libres de verdad (2 Cor 3, 17).

— El Espíritu hace del cristiano un hombre en plenitud (cfr. Gal 5, 22).

3.a Lectura: Jn 6, 24-35

— El pueblo busca a Jesús: El «buscar a Jesús» es un tema importante en el Evangelio de Juan. Pero hay que buscarle por El mismo y no por egoísmo, como le buscaba el pueblo judío que quería obtener de El la solución de sus problemas materiales. Euscan en Jesús lo que no es Jesús. El no ha venido a proveer bienes materiales haciendo de ellos un ídolo. El hombre dejado a sus fuerzas busca desmesuradamente este tipo de alimento, que en sí es pere­cedero y efímero y que no le saciará nunca, pero que es desafortunadamente, el más codiciado.

— Cristo ofrece otro alimento: el verdadero, que da la vida en plenitud. El ha venido para esto: para ser comida nuestra. Pero esta comida viene condi­cionada a una actividad existencia! nuestra: la fe; para comer y alimentarse de Cristo es necesario crea en El, aceptarle. Esta actitud de acogida es absoluta­mente necesaria. Todo comienza con esto. Sin esto, nada sirve. Sólo el que cree vivirá.

— El hombre se tebela y quiere señales claras, pues en el fondo no acepta la fe que exige un salto en el vacío, un aceptar sin ver, sólo porque nos lo dice El. El hombre quiete algo más claro, más concreto según sus categorías.

DOMINGO DIECIOCHO DEL TIEMPO ORDINARIO 209

— Pero Jesús vuelve a insistir que todo brotará cuando creamos en El como el único Pan que puede alimentar.

— El que va a él limpiamente, sin egoísmos, no pasará nunca ni hambre, ni sed. Nos lo ha dicho.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

El hombre quiere vivir sólo de pan, es decir, del dinero, de la fama, de la comodidad, de la abundancia. Pero este pan no alimenta. Cuanto más se tiene, más se quiere, y deja siempre con hambre. He aquí el drama del hombre de hoy.

Pero este pan perecedero se transforma cuando hacemos centro de nuestra vida al que nos ha dicho: «Yo soy el Pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre» (Jn 6, 35).

Cristo es el único Pan que con su Palabra y su Eucaristía sacia y da la verdadera vida.

Nos alimentamos con su Palabra que es «antorcha para nuestros pies y luz para nuestro sendero» (Sal 119, 105) y que «ilumina a todo hombre que viene a este mundo» (Jn 1, 9).

Esta Palabra arroja luz clara sobre nuestra vida concreta, exigiéndonos un amor fuerte compartido en nombre del Señor (Jn 13, 34, 35; 1 Jn 2, 10).

Su palabra nos alimenta al hacernos ver cuál es la voluntad del Padre. Este fue el alimento del Señor. Nos dice: «Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra» (Jn 4, 34).

Cristo que es «la luz del mundo» (Jn 8, 12) ilumina con su Palabra todos los acontecimientos de nuestro tiempo, en medio de los cuales vivimos.

Con su Palabra Cristo alimenta y da sentido al sufrimiento de cada día. Los creyentes estamos llamados a transmitir este alimento, a «predicar

la Palabra» (2 Tim 4, 2) que tiene que ser «fuego ardiente prendido en nuestros huesos que no se puede ahogar» (Jer 20, 9) , «dulce para el paladar, pero amargo para las entrañas» (Ap 10, 9) , «una espada de dos filos» (Ap 2, 12), «la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios» (Ef 6, 17). La Palabra alimenta, aunque muchas veces tenga que hacernos daño.

Cristo nos alimenta asimismo con su Carne. Nos lo asegura: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros» (Jn 6, 53). Cristo murió y resucitó para convertirse en alimento constante de nuestro peregrinar en esta vida. Esta es la Eucaristía, culmen de nuestra experiencia de Cristo, que es alimento cuando la recibimos con espíritu de servicio, humildad y amor irreprochable.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Todo hombre quiere vivir en plenitud. Trabaja para vivir más y mejor y busca con ansiedad todo lo que le pueda ayudar a vivir mejor. En esta búsqueda

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210 EL RIESGO DE PREDICAR

puede acertar o puede equivocarse. Se equivoca si se alimenta con lo que no da vida, con lo que es absurdo o, incluso, con lo que da una vida efímera. Acierta si encuentra el manantial de la vida y bebe de él. En esta Eucaristía, la Palabra de Dios nos iluminará sobre esta aspiración profunda de todo hombre. Sintámonos pecadores y reconozcamos nuestro pecado.

— Por haber buscado vida donde sabíamos no la íbamos a encontrar, Señor, ten piedad.

— Por no haber creído que Dios nos podía alimentar, Cristo, ten piedad. — Por haber rechazado la luz que nos ha querido iluminar. Señor, ten

piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Oremos hermanos al Padre, de quien procede todo don.

— Por la Iglesia de Cristo, para que busque en la Palabra y en la Euca­ristía el único alimento para su vida interna, roguemos al Señor.

— Por los que nos presiden en el Señor, para que alimenten al pueblo con la vida de Dios y no con falsas seguridades humanas, roguemos al Señor.

— Por los enfermos, encarcelados, oprimidos, los que necesitan un alimen­to más fuerte de Dios, para que sean sensibles al Espíritu que les quiere iluminar y robustecer, roguemos al Señor.

— Por todos los aquí reunidos, para que en esta Eucaristía su Cuerpo y Sangre nos haga experimentar la vida que necesitamos, roguemos al Señor.

Escucha, Señor, la oración sincera de tus fieles. Danos tu alimento: tu Palabra, tu comida, tu luz, tu paz, para que, por medio de Ti, podamos alimentar a nuestros hermanos. Por Cristo Nuestro Señor...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Estamos reunidos, Señor, para escuchar tu Palabra y celebrar la Acción de Gracias. Escucha nuestra oración humilde. Ilumina nuestra oscuridad con la luz de tu Palabra. Alimenta nuestra vida con la fuerza de tu Pan. Te lo pedimos...

Oración sobre las ofrendas:

Señor, Padre nuestro, que has creado los bienes del mundo para los hom­bres. De ellos necesitamos cada día; pero sólo ellos no pueden saciar nuestra hambre y nuestra sed. Al poner sobre el altar estos dones, te pedimos que nos des la fe, para comprender que el verdadero alimento de nuestra vida eres Tú. Por Jesucristo...

Oración para después de la comunión:

Te alabamos, Señor,porque nos has alimentado con tu Palabra y con tu Pan. Que tu palabra sea fuego ardiente que ilumine nuestro sendero. Que tu pan sea fuerza para nuestro peregrinar por la vida. Por Jesucristo...

DOxMINGO DIECINUEVE DEL TIEMPO ORDINARIO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «La fuerza del creyente no es el poder, ni el dinero, sino Dios»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

El hombre, en su vida, o bien opta por sí mismo con todas sus consecuen­cias de egoísmo, autosuficiencia, orgullo, comodidad, rechazo, o bien opta por Dios y por todo lo que construye partiendo de Dios: el amor, la bondad, el altruismo, la fraternidad.

El hombre ha sido creado por Dios y El se ha comprometido en llevarlo hacia su auténtica plenitud.

Desafortunadamente el hombre busca sus propias metas y quiere alcanzar­las con sus propios medios. Pero se equivoca: se cree fuerte y es débil, se cree seguro y pierde constantemente su equilibrio, quiere construir un mundo mejor y lo lleva a la ruina.

Y vive descentrado hasta que opte por hacerse fuerte en Dios, por dejarse guiar por El, por convertir su luz en propia, por sentirse pequeño y dejar actuar a Dios en su historia. Entonces descubre que «Dios ha escogido lo débil del mundo, para confundir a lo fuerte» (1 Cor 1, 27), que «la fuerza de Dios se muestra perfecta en la flaqueza del hombre» (2 Cor 12, 9).

2. MENSAJE BÍBLICO

Ia Lectura: 1 R 19, 4-8

— Jezabel decreta la muerte de su enemigo personal incansable: Elias. El profeta tiene miedo y huye. Elias está cansado de luchar. Llega a creer que sus esfuerzos son inútiles, pues la idolatría sigue su curso a pesar de su infatigable labor. La persecución a muerte que se trama contra él y la necesidad de volver a la primera experiencia del Desierto, a un encuentro personal con Dios para establecer la alianza y la pureza de la fe hacen que se encamine, huyendo, hacia el monte santo, el Sinaí.

— Elias está desesperado. Mira a su trabajo y mira al trabajo de sus ante­pasados. El no ha sido capaz de hacer lo que hicieron ellos. Sus padres (Moisés, David, etc.) lograron vencer la idolatría del pueblo; él, no. Se encuentra solo y fracasado; se desespera y pide a Dios la muerte. Ha creído que era capaz de más. Ha contado quizás demasiado con sus fuerzas humanas.

— En medio de esta crisis se siente ayudado por Dios. Pero Elias acepta esta ayuda como algo para recuperar sus fuerzas, como algo propio y no para los demás, para seguir luchando. Interviene Dios para decirle que se alimente más, que el camino y la tarea va a resultar superior a sus fuerzas. Elias cree y

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212 EL RIESGO DE PREDICAR

acepta el alimento que le viene de Dios, se fía de él y le da la fuerza que le vendrá de Dios. Elias, débil, se hace fuerte con Dios.

2.a Lectura: Ef 4, 30-5, 2

— Pablo comienza esta lectura con algo que deja perplejo al cristiano de hoy. Dice: «No pongáis triste al Espíritu. Dios nos ha marcado con él».

— El cristiano de nuestros días no se preocupa del Espíritu ni para su gozo ni para su tristeza. Para el cristiano de nuestros días el Espíritu podría reci­bir el nombre de «El Dios desconocido».

— Uno de los escándalos más serios de nuestros días es la desconsideración existencial del Espíritu. Podríamos suprimir del Credo este artículo de fe y el pueblo de Dios apenas lo notaría.

— Por el contrario, para Pablo, hombre activo y contemplativo, luchador y perseguidor por la Palabra, hombre comprometido, el Espíritu es lo íntimo de Dios y del cristiano, es la base y la consolidación de su experiencia cristiana.

— Según Pablo, el Espíritu sella al cristiano (Ef 1, 13, 14), le lleva (Gal 5, 16), es el fundamento de nuestra creación (Rom 8, 15, 16, 26), nos hace llamar a Dios «Abba» (Gal 4, 6) , nos introduce en el conocimiento íntimo de Dios (1 Cor 2, 10-15). El constituye la rica gama de dones diversos repar­tidos entre las personas (1 Cor 12, 4-11), nos hace plenamente libres (2 Cor 3, 17), hace al cristiano hombre de una pieza (Gal 5, 22, 23).

— La vida cristiana consiste en dejarse trabajar por el Espíritu. El nos hará hombres «según Dios»: serenos en las adversidades, positivos siempre, sabiendo devolver el bien por el mal recibido, perdonando siempre, como Cristo, ya que Dios perdona siempre en Cristo.

— El Espíritu que es Amor quiere trabajar al cristiano de modo que ame siempre, como Dios, y no a ratos, como los hombres.

3.a Lectura: Jn 6, 41-52

— Cuando no se acepta plenamente a Cristo su mensaje resulta incompren­sible. Es lo que sucedió a los judíos. Jesús, en la lectura de hoy, es un incom-prendido. Se le critica duramente el que haya dicho: «Yo soy el pan bajado del cielo». «Pero, cómo —dicen—, ¿no conocemos todos a sus padres, no conoce­mos la posición social de ellos?».

— N o se puede aceptar a Cristo con solas las fuerzas humanas, ni con silogismos humanos; todo lo contrario, se le rechaza, porque incide como una cuña mordiente en la historia de todo hombre y hace daño al que no le acepta.

— Para aceptar a Cristo se precisa de una fe profunda que es don de Dios. — El no ser aceptado da pie a Jesús para asentar varias verdades básicas,

fundamentales, aunque sean inadmisibles para el hombre autosuficiente y creído. — Para creer en Jesús es necesario «ser atraído por el Padre». La fe no

parte del hombre, sino de Dios. E l cristiano es el que humildemente se deja iluminar y llevar por el Padre a Jesús, el que se deja enseñar por Dios, a través

DOMINGO DIECINUEVE DEL TIEMPO ORDINARIO 213

de su Palabra, de los acontecimientos, de la oración. Solamente los sencillos, los que se consideran poca cosa reciben esta luz de Dios.

— La actitud básica para hacer vida de este mensaje es la fe existencial. El cristiano se distingue de quien no lo es por la fe en Cristo traducida en obras (no en palabras). Esta fe en Jesús nos lleva a comer el doble alimento de la Palabra y de la Carne-Eucaristía. Jesús se hizo carne para ser comido y dar vida, fuerza y amor.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

El hombre se cree dueño absoluto de lo que no es suyo. Quiere dominar, mandar. Se cree autosuficiente. Unos se creen superiores a otros y los dominan, los aplastan. A medida que avanza en la técnica cree más en sí mismo. Quiere ser como Dios. Esta es la tentación perenne del hombre, desde que existe.

Sólo el creyente podrá restablecer el equilibrio perdido. El creyente logra vivir, por la fe, el puesto que Dios le ha asignado en el poema de la creación y en la historia de la salvación. Descubre que aun siendo la letra más pequeña de la creación es la más importante y que su misión es llevar todo al creador. He aquí la gran responsabilidad del hombre.

Descubre las limitaciones inherentes a su condición de criatura, limitación en el poder, en el saber, en el amor, en el construir una sociedad mejor. Descu­bre que el sufrimiento es su pan cotidiano y llega a convertir, con Dios, el sufri­miento en resurrección.

Pero para esto precisa de una gran opción: opción por vivir la vida en conformidad a la lógica de Dios y no a la suya propia; opción por dejarse guiar por su Palabra; opción por alimentarse de El en los sacramentos. Quiere ser hombre plenamente, pero viéndolo todo a la luz de Dios.

Y en esta opción será sensible al Espíritu, la fuerza de Dios que le guiará hasta la verdad completa (Jn 16, 13), tendrá luz para «pasar haciendo el bien» (Hech 10, 38), para «vivir como vivió El» (1 Jn 2, 6). Se dejará llevar por el Padre hacia Cristo, sentirá la presencia del Padre en él (Jn 14, 23).

En esta presencia de hombre débil pero robustecido por Dios (2 Cor 12, 9) sentirá que su fe se va vigorizando día a día, constantemente.

Resumiendo: la vida cristiana no debe consistir en obrar, sino en dejarse obrar por Dios.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Desde siempre el hombre ha querido independizarse de Dios, ha querido ser como Dios. La tentación crece en la medida en que avanza en sus hallazgos, en la técnica. Pero si el hombre es sincero consigo mismo descubre que no es así, que está lleno de limitaciones: es pobre en el amor, no sabe construir

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214 EL RIESGO DE PREDICAR

una sociedad mejor, se hace egoísta y enemigo del que es hermano suyo. Pidamos perdón, hermanos, por nuestros pecados.

— Por haber querido independizarnos de Ti, Señor, en nuestro diario que­hacer, Señor, ten piedad.

— Por haber buscado nuestra fortaleza y seguridad fuera de Ti, Cristo, ten piedad.

— Por habernos creído superiores a los demás usurpando tus derechos, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Hermanos: unidos en el Señor dirijamos nuestra oración al Padre.

— Por la Iglesia de Cristo, para que sintiéndose débil y pobre deje relucir la fuerza de Dios, roguemos al Señor.

— Por los gobernantes, para que a imitación de Dios no insistan en el poder y la opresión sino en el humilde servicio al necesitado, rogue­mos al Señor.

— Por el pueblo de Dios, para que descubra que la debilidad es el mejor campo de acción para la fuerza de Dios, roguemos al Señor.

— Por los aquí reunidos, para que desconfiando de nuestra soberbia y de los autosuficientes nos hagamos un pueblo de humildes, roguemos al Señor.

Escucha, Señor, la oración de tus hijos. Llénanos de tu luz para que des­cubramos la belleza de lo pequeño, de lo pobre, de lo humilde y podamos vivir tu fuerza, tu poder, tu Vida. Por Cristo Nuestro Señor...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, Tú no nos has salvado con el poder y el dinero, sino con el don de tu propia vida, que da sentido a la nuestra. No te fijes en nuestra estupidez y arrogancia. Perdona por nuestra pretensión de salvarnos con nuestros medios materiales. Y ayúdanos a convertirnos con la escucha de tu Palabra. Por Nuestro Señor Jesucristo...

Oración sobre las ofrendas: Sin Ti, Señor, somos débiles, y nuestra vida pierde su sentido. Que tu

Espíritu sea nuestra fuerza en la lucha, y nos transforme en verdaderos hijos tuyos, lo mismo que va a transformar estos dones de pan y de vino. Por Jesucristo...

Oración para después de la comunión: Danos, Señor, una fe humilde y sincera para creer en tu Palabra, para

comprender que Tú eres el Pan que nos da la vida. Si Tú estás con nosotros nuestra debilidad será tu fortaleza. Si confiamos en Ti, no pondremos toda nuestra esperanza en el poder y el dinero. Si te amamos a Ti, no oprimiremos a nuestros hermanos. Así te lo pedimos por Nuestro Señor Jesucristo...

DOMINGO VEINTE DEL TIEMPO ORDINARIO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Celebrar es compartir la vida y la fe»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Vivimos tiempos malos. Tiempos en que da la sensación que vivir es cerrar­se dentro de la concha y sacar sólo nuestros tentáculos de molusco para ver qué podemos atrapar y meter en nuestra concha.

En la misma Iglesia, aunque nos empeñemos en destruir murallas aparen­tes, construimos terribles murallas espirituales de inocencia, desde las que lanza­mos sobre el resto de los mortales nuestros finísimos dardos.

Vivir es entregarse y no lo contrario. Vivir es dar la vida y la paz. Todo lo positivo, lo alegre, lo limpio y lo just(J|triunfará en el futuro.

El bien es por sí mismo comunicativo y no admite ahorros. Dar es crecer; guardar para sí mismo es pérdida y putrefación. Celebrar es comunicar, poner en común. Hacer fiesta con los demás porque algo o Alguien merece la pena. Nada se celebra en solitario. Nadie participa en la celebración sin comer, sin aportar algo, sin darse.

Muchas veces nosotros mismos, los cristianos, seguidores de aquel que todo lo dio sin mirar «las vueltas», nos reservamos todo para nosotros hasta lo que no es nuestro. El Reino de Dios es un banquete y hay sitio para todos los que tienen hambre y sólo los hartos quedan fuera. La celebración de los cristianos no es un reducto para escogidos; es una fiesta para pecadores que saben arre­pentirse.

El reino de los cielos no necesita almacenes; pues su riqueza crece en la medida de su comunicación. No debemos de celebrar nada con las puertas cerra­das, sino en total y absoluta apertura y no sólo de puertas, sino, y sobre todo, de corazones. ¿Es así nuestra celebración Eucarística?

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: Proverbios 9, 1-6

— Invitar a la mesa no es sólo dar cosas, es ante todo y sobre todo darse y lo contrario a dar y no darse siembra el banquete de amargura.

— La Sabiduría, atributo divino, prepara su banquete y hace sabios a los que comen. Ella es el manjar y el don. Dios que se acerca y se hace Palabra que salva y da vida.

— Participar en el banquete es llenarse de bienes mesiánicos y estos bienes, o mejor este bien, es fundamentalmente el Amor y llenarse de amor es AMAR.

— En Proverbios como en Mt 22, 1-14 y Le 14, 15-24 los invitados son

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216 EL RIESGO DE PREDICAR

los pobres e ignorantes... sólo a los hambrientos les gusta el pan y sólo a los sencillos se les comunica sabiduría.

— Nuestra sabiduría y pan es Cristo y en él todos los débiles encontra­mos acogida. El no nos da cosas, ni verdades, él es la Verdad que a sí mismo se entrega y comunica.

2.a Lectura: Ef. 5, 15-20

— Cristo ilumina con su luz la tierra; pero es necesario que nosotros los hombres nos dejemos iluminar por su luz. La única sabiduría del cristiano es tratar de conocer la voluntad de Dios y cumplirla.

— «Llegan días malos»... días en los que la sombra y la lejanía de Dios inundan la tierra y entonces más que nunca es necesario esforzarnos en buscar no lejos del mundo, sino en medio de los hombres la luz que viene de Dios. Sabiduría y necedad están entendidas en un sentido religioso y moral.

— Sabio es el que ama y se comunica y necio el que odia y se encierra en sí mismo...

— No es signo de sabiduría emborracharse de licores y drogas (ciencias técnicas de nuestro mundo) y vivir de espaldas a Dios.

— Sólo el Espíritu de Dios nos hará sabios y nos inundará de una alegría que revierte en canciones donde comuniquemos a los hombres nuestros herma­nos la alegría que procede de Dios.

— Y nuestras canciones tienen un tema común: Acción de gracias por el gran don recibido = Eucaristía.

3." Lectura: ]n 6, 51-59

— Jesús no habló del pan, se hizo a sí mismo pan entregado a la muerte y muerte de cruz por nosotros. Un pan que se entrega a todos los que le buscan, un pan que es escándalo inadmisible para los que no son movidos por el Espíritu, pero que es el único pan que comunica la vida, que no conoce ocaso.

— La entrega de Jesús la debe asimilar y hacer suya el hombre que come el pan y bebe la sangre de la Eucaristía. El debe también hacerse entrega y donación a sus hermanos.

— Sólo la fe nos hará superar el escándalo y nos animará en la entrega. Comer el pan es llenarnos de la vida de Jesús. Y vivir la vida de Jesús es vivir llenos de esperanza en la futura Resurrección.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Vivir cristianamente es vivir al revé de como vive el mundo, vivir en entrega y en donación. Sabemos que sólo el dar es don dado por Dios al hombre y que encerrarse en sí mismo es morir.

DOMINGO VEINTE DEL TIEMPO ORDINARIO 217

Toda vida cristiana que no sea entregada es una mentira y una traición a Cristo.

¿Son así nuestras Eucaristías? Muchas veces da la sensación de cansancio y hastío que no es capaz de llamar a nadie... no se puede invitar a nadie, sino es para gozar de la alegría y de la comunión con Dios.

Vivimos días malos, días en que creer y amar se nos hacen cuesta arriba, días en que negras nubes empañan nuestra esperanza... Es fácil evadirse en cultos formalistas y huir al mundo del engaño y de la mentira, donde se es más famoso y donde aparentemente somos mejor mirados; pero las palabras de Jesús siguen vivas: «Si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre no tenéis vida en vosotros»... si no comunicamos vida... ¿no será que estamos muertos?

Para San Juan sólo la vida que nace de la cruz puede llamarse vida; pero nosotros estamos enamorados de la muerte y lajlamamos vida.

¿Existen más reuniones entre nosotros que para enterrar muertos, recordar muertos, o para huir de la muerte? Da la sensación que no.

No somos una comunidad de «sigilos», aunque sí de misterios que llenan nuestra alma no de obscuridad, sino de esperanza, de luz.

Otra tristeza inmensa es que nos reunimos en torno a un pan y no come­mos. ¿Por qué? ¿Es que acaso no existe entre nosotros hambre, sed, fatiga... o pensamos que Cristo se hizo pan para los ángeles?

Sepamos que comer el pan es necesario para no convertirnos en cadáveres ambulantes.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Nos reunimos para alegrarnos y comer juntos el pan, para llenarnos de amor e ir luego al mundo a llenarlo de la alegría, que sólo viene de Dios. Los que creemos sabemos que Dios es la vida y la vida nos empuja a vivir con un nuevo estilo en medio del mundo. Debemos de dar; pues nuestros bienes crecen con la donación. Seremos más ricos cuanto más nos entregue­mos y viviremos en la medida en que demos la vida.

El primer paso para poder dar es renunciar al egoísmo, perdonarnos y pedir perdón a Dios. Ante el Señor no existen inocentes, todos somos manchados y necesitamos del perdón de Dios y el de nuestros hermanos. No pedir perdón es cerrarnos en falsas inocencias.

— Señor que te acercaste a nuestra tierra y te hiciste pan. Por nuestros desprecios, por no comer tu pan, por no creer en la Vida, Señor, ten piedad.

— Tú, que diste la vida y ves nuestro miedo a entregarnos y a correr tu camino. Tú, que nos ves más dispuestos a quitar la vida que a darla, Señor, ten piedad.

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218 EL RIESGO DE PREDICAR

— Tú, que nos das la vida que nunca termina. Por los desprecios que hacemos de tu vida y tus palabras, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Reunida la familia cerca de Ti, Padre de todo don y gracia, escucha nuestra súplica.

— Por la Iglesia de Cristo, para que más que guardiana de tesoros, sea para los hombres fuente de vida, de paz y de justicia. Que abra sus puertas a los pobres y a los más necesitados, roguemos al Señor.

— Por los poderosos y hartos de nuestra tierra para que tengan hambre y sed de Jesús; para que descubran que almacenar bienes es robar y que sólo dándonos somos ricos, roguemos al Señor.

— Por todos los que creemos en Cristo y no comemos el pan de Dios. Para que seamos capaces de comprender que la Eucaristía es un ban­quete. Para, que si comemos el pan nos entreguemos en un auténtico y verdadero amor a los hombres, roguemos al Señor.

— Por los que sufren, para que sepan que toda fuerza y ayuda vienen del Señor y para que encuentren en los que comemos el pan una res­puesta más sincera y auténtica a su dolor, roguemos al Señor.

Señor, Tú que invitaste a pobres, enfermos y pecadores a tu mesa; concé­denos humildad para participar de tu pan y fuerza para superar todos los respetos humanos que de Ti nos alejan. Por Cristo Nuestro Señor...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Nos has convocado y reunido, Señor, para celebrar tu fiesta. Ayúdanos a salir de nuestra pasividad e indiferencia. Concédenos la alegría de compartir con los demás nuestra fe y nuestra vida. Que nadie sea extraño entre nosotros. Que no haya nadie que no pueda compartir con nosotros el pan que nos ofre­ces. Por Nuestro Señor Jesucristo...

Oración sobre las ofrendas:

Señor, lo que Tú nos has dado, lo que han trabajado las manos del hombre, eso te presentamos sobre el altar. Que haya pan para todos y nadie quede excluido de tu mesa. Que quienes participamos de tu misma vida, sepamos compartir la nuestra con los demás. Por Jesucristo...

Oración para después de la comunión:

Señor, sabemos que el pan de la Eucaristía es tu vida entregada por los hombres. Que todos cuantos hemos comido de este pan, sepamos dar la vida por los hermanos que nos necesitan, en la tierra. Para que así podamos vivir eternamente con los hermanos que nos precedieron, en el cielo. Por Jesu­cristo.. .

DOMINGO VEINTIUNO DEL TIEMPO ORDINARIO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Dificultades y tentaciones de la fe hoy»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Hoy como siempre creer es un riesgo. No tenemos un Dios que podamos manejar a nuestro propio antojo, y nosotros en nuestra lucha y esfuerzo trata­mos de encontrar a un dios capaz de suplirnos en nuestros sudores y problemas.

Por otra parte hemos vivido largo tiempo adorando a un «dios idea», a un dios que se parecía demasiado a nosotros, a nuestros propios intereses, como para ser algo distinto de ellos. Hemos sido idólatras y la búsqueda del Dios verdadero se nos hace costosa.

Dios, en un mundo donde todo se mide por la utilidad, es necesaria­mente desechado. Dios no puede ser utilizado. El interviene en la historia del hombre empujándonos a servir y a dar la vida, y tampoco esto es demasiado agradable.

Además El guarda silencio, un silencio pesado y agobiante que no rompe ni ante la blasfemia, ni ante el aplastamiento del hombre...

Creer hoy es recorrer un camino penoso que sube y nos aleja de todo lo que la mayoría de los mortales adoran. Creer no es un sí a un sistema de verdades; sino una entrega a aquel que puede salvarnos.

El hombre, olvidado del sentido de la vida, llena su yo de su ciencia y de su técnica, y ni siquiera le queda un tiempo para abrirse a nuevas posibilidades. En el fondo del caminar del hombre, los «sabios» de nuestro tiempo sólo descubren el absurdo, absurdo de una vida encogida en las fronteras de nuestra miseria, nada puede ya creer y esperar.

Tampoco podemos dejar de decir, que vivimos en un mundo pragmático y materializado. Y un mundo dimensionado en la vulgaridad de la materia es inca­paz de soñar.

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: Josué 24, l-2a, 15-17, 18b

— La historia de Dios con el pueblo de Israel fue siempre una historia de amor que el pueblo no entiende y comprende, amor que exige al hombre «ser» y lo libera de las esclavitudes del tener.

— En este momento el Pueblo de Dios, mejor, un grupo de nómadas, tiene que optar por un nuevo camino... Todo depende del «sí» o del «no» dado a la Palabra de Dios. Lo que une a los nómadas es su fe común en el Dios del Desierto y del monte. No les une la raza, ni la política, les une la fe en Yahvéh y el «sí» dado a la Alianza.

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220 EL RIESGO DE PREDICAR

— Pero la fe del pueblo de Dios está sometida a prueba. Los cananeos adoran a otros dioses que son más fáciles, más cercanos, más útiles para el campo y más fáciles para el egoísmo humano. No se puede adorar a Yahvéh y al resto de los dioses, «no se puede servir a Dios y al dinero».

— El pueblo eligió a Dios y comenzó el duro camino de su historia. La historia, lugar donde Dios actúa, no es fácil camino para el elegido.

2.a Lectura: Ef 5, 21-32

— El camino del cristiano es una aproximación continua a la unidad. Uni­dad que nace de una entrega total siguiendo el camino de Cristo que se entregó a la Iglesia. «Sed sumisos unos a otros...». Dar importancia al otro, es seguir los pasos de Cristo.

— Toda unión humana, toda entrega en autenticidad, es signo de la entre­ga y del amor de Dios al hombre, de Cristo a la Iglesia.

— Esta entrega de Cristo fue hasta la muerte y muerte de cruz v la respuesta de la Iglesia debe llegar al mismo grado de sinceridad y de amor.

— Amar hasta la muerte, vivir totalmente para Aquel, que es nuestra vida, ése es el destino de los cristianos.

— «Sumisión, entrega, el amor, la misión de salvar, la donación total reno­vada cada día son exigencias del amor que Dios nos tiene y deben también manifestarse en nuestro mutuo amor y entrega.

3.a Lectura: Jn 6, 61-70

— La revelación brutal del amor engendra crisis. El vocabulario de Jesús es demasiado fuerte. Su luz no es de las que se acostumbran a utilizar entre los hombres, luces tamizadas de miles de engaños

— Muchos abandonan a Jesús. El largo camino hacia la cruz va reduciendo el grupo de Jesús, que a medida que se entrega, se va quedando más solo.

— En un mundo de egoísmo es difícil el creer en las locuras del Amor. Nosotros, como los apóstoles y los cercanos de Jesús, sentimos el mismo escán­dalo, la misma tentación; pero hoy también suena la voz sencilla y dura de Pedro: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna».

— Creemos como ellos en Jesús y nuestra fe es don del Padre, no somos nosotros los que por nuestra virtud y fuerza tenemos más luz en los ojos, la fe es puro don y regalo de Dios (Jn 6, 37-40, 44; Mt 16, 17).

— Creer no es comprender, es arriesgarse y comprometerse; pues estamos en buenas manos y sabemos en quién hemos depositado nuestra confianza: JESÚS.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Creer en Dios hoy es difícil. Hay tantas cosas que nos ofrecen apoyo en el camino, que nos cuesta trabajo el comprender que ninguna podrá sostener-

DOMINGO VEINTIUNO DEL TIEMPO ORDINARIO 221

nos. Nuestros mercados están llenos de cosas y nos han engañado diciéndonos que el problema de nuestra vida es no «tener», cuando en realidad nuestro problema es «ser». Dios no da respuesta en el orden del tener, sino que es la respuesta única que da sentido a nuestra vida.

No es la fe llenar nuestro cerebro de «verdades»; creer es dar un sí apasio­nado y total a la única razón de nuestra existencia, a Jesús.

Creemos a él que todo lo da y perdemos la fe en los que todo nos lo quitan, y sobre todo en los ídolos que con bocas, manos y pies caminan robotizados entre inciensos de imbéciles; pero sin corazón, sin sangre y sin alma.

Tenemos seca la garganta de gritar a seres de polvo, que no pueden salvar. Luchamos por cosas creyendo que dan vida y lo único que en ellas encontramos es la muerte.

Nuestros ojos cargados de cosas, y cosas hermosas no saben mirar a la profundidad y la hondura donde surgen las grandes preguntas del sentido de nuestra existencia.

No es Dios quien se aleja, somos nosotros los que nos alejamos de él, los que construimos murallas infranqueables de egoísmo, los que evitamos citarle en nuestra conversación y vivirle en nuestra vida, pues los tiempos son malos y es más vistoso hablar de la «muerte de Dios».

El problema no es la muerte de Dios, sino la muerte del hombre doblado y empequeñecido ante las obras de sus manos.

No nos gusta Dios, cada día nos abre horizontes nuevos, y que nos empuja a amar y a dar la vida. Preferimos lo acostumbrado, lo estable y Dios es fuego, que nos funde y transforma.

No somos nosotros los que dejamos el mundo en las manos de Dios; El es el que ha dejado el mundo en nuestras manos para que hagamos una morada digna de los hijos de Dios. Nuestro Dios es exigencia y buscamos la comodidad. Nuestro Dios dice que los otros existen y nos llaman, y nosotros preferimos la vida egoísta y cerrada.

Hemos descubierto que Dios no es precisamente tranquilidad y descanso y huimos. El Señor camina delante de nosotros en el largo camino de la histo­ria y nos obliga a soñar y a fabricarnos un mañana.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Hoy nosotros estamos aquí reunidos en torno al Señor en quien creemos. Después de recorrer muchos caminos hemos descubierto que sólo El merece nuestra fe. Apoyados en Dios démosle gracias en esta Eucaristía sabiendo que la fe es un don y un regalo del Padre.

Conscientes de que muchos hermanos nuestros no ven a Dios por no encontrar amor en su camino; sabiendo que tenemos un tesoro escondido en vasos de barro y que ponemos constantemente en peligro nuestra vida por poner más fe en las cosas que en Dios, pidamos perdón al Padre.

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222 EL RIESGO DE PREDICAR

— Por vivir cerrados en nuestro egoísmo y no abrir los ojos a Ti que eres la vida y el amor, Señor, ten piedad.

— Por estar lejos de la luz y ser incapaces de creer los milagros de íu amor; por cerrarnos en nuestra cárcel y en nuestra noche y vivir con miedo de Jesús, que dio su vida por nosotros, Señor, ten piedad.

— Por no creer que venciste a la muerte, por pensar que vivimos solos en un mundo sin sentido y que sólo tenemos como meta la muerte, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Señor, estamos cansados de ser mendigos, siendo como somos tus hijos, escucha hoy nuestra oración y responde a nuestra necesidad.

— Por la Iglesia de Cristo, para que su vida en el mundo sea una señal que lleve a los hombres a Dios, roguemos al Señor.

— Por todos los que gobiernan el mundo, para que apoyados más en Dios que en el poder, hagan de la tierra una casa de hermanos, roguemos al Señor.

— Por los que sufren, para que la fe sea su fuerza y no abandone a Dios en la dureza de su caminar, roguemos al Señor.

— Por nosotros los que afirmamos creer en Dios, para que nuestra vida no sea una contradicción de lo que afirmamos creer, roguemos al Señor.

Señor, no nos dejes solos en nuestro duro caminar hacia Ti y haz que seamos capaces de dar testimonio, en medio del mundo, de que Tú eres AMOR y la única razón de nuestra existencia. Por Cristo Nuestro Señor...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor y Dios nuestro, que por medio de los sacramentos alimentas y hraces crecer nuestra fe. Tú que conoces nuestras dificultades para creer, Tú que sabes de nuestra inclinación a confiar en falsos ídolos, danos la fuerza para buscar siempre tu verdadero rostro. Que tu Palabra nos manifieste cuál es tu verdad, para que así vivamos una fe verdadera. Por Nuestro Señor...

Oración sobre las ofrendas:

Sabemos, Señor, que no te agradan los simples ritos externos, ni amas las celebraciones hechas sólo por cumplir una costumbre, pero que no impli­can la fe y a nada comprometen. Perdona por las veces que hemos querido negociar con tu gracia, sin responder con nuestra persona. Perdona tantos ritos estériles y vacíos. Y acepta hoy la ofrenda sencilla de nuestra pobre fe. Por Jesucristo...

Oración para después de la comunión:

Te damos mil gracias, Señor, por el don maravilloso de nuestra fe; porque nos descubres tu verdad y das sentido a nuestra vida; porque nos fortaleces en la debilidad y estás cerca de nosotros. Que podamos vivir lo que aquí hemos profesado, con nuestras palabras y nuestro ejemplo. Por Jesucristo...

DOMINGO VEINTIDÓS DEL TIEMPO ORDINARIO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «La fe se muestra con las obras»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

El hombre con frecuencia cae en el autoengaño y la contradicción. No es lo más difícil reconocer la verdad, sino vivirla consecuentemente. También a los que nos decimos cristianos lo que más nos cuesta no es decir que creemos, sino demostrar nuestra fe con obras verdaderas. Estamos dispuestos a aceptar la verdad que Dios nos dice en su Palabra, pero muchas veces no lo estamos para llevarla a la práctica con nuestros actos.

Una «salida» fácil a nuestra insinceridad suele ser el cumplimiento de unos actos rituales, o la fijación religiosa en unas costumbres más o menos estable­cidas y tradicionales. Estos actos, lejos de ser acicate y estímulo para las obras justas en la fe, los convertimos con frecuencia en excusación justificante o en evasión tranquilizadora.

Esta duplicidad de nuestra vida es causa de las más graves consecuencias y fariseísmos. Se encuentra en el origen de algunas de las más graves acusaciones de nuestro mundo: «creen cosas hermosas, pero no viven lo que creen»; «prego­nan el mensaje de Jesús, pero no lo cumplen»; «hablan de la caridad y la justicia, pero no las practican»... El mundo tiene derecho a juzgarnos por nues­tras obras y realizaciones. Sólo los signos auténticos y el testimonio de la vida pueden convertirse en aval certificante de la fe, en una sociedad harta de enga­ñosas palabras y promesas incumplidas. Y cuando esto no se da, se nos lleva justamente al banquillo de los acusados. Estas son las cargas que se nos impu­tan: falsedad, mentira, cobardía, injusticia... Y la sentencia es condenatoria por ser farsantes e hipócritas, por contribuir a la alienación del pueblo, por ser opre­sores, por manipular la verdad de Dios y detener el ritmo de la Historia.

Es cierto que la realidad presenta también otros rostros, que la autenticidad y la mediocridad crecen juntas, que el juicio puede ser monocolor... Pero, ¿son falsas estas acusaciones? ¿Es injusto el que se nos condene por esto? ¿Dónde se encuentra la religión pura e intachable a los ojos de Dios?

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: Dt 4, 1-2; 6-8 — El texto recoge uno de los grandes discursos del libro, por el que

Moisés exhorta a su pueblo a cumplir los mandatos del Señor. El autor parece reflejar una situación de infidelidad a la Alianza, y está interesado en reforzar los vínculos que unen a Dios y a su pueblo (v. 5). Por eso insiste en el cumpli­miento de los preceptos y las exigencias de la Alianza (Dt 4, 9-20). Es en este contexto donde hay que entender el lenguaje de los «mandatos del Señor». No

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224 EL RIESGO DE PREDICAR

como un encasillamiento de su voluntad, sino como el cauce o el medio por el que ésta se expresa, por una presencia activa y correspondiente.

— Cumplir los preceptos es, por lo mismo, hacerse acreedor del cumpli­miento de la promesa, posibilitar la vida de Dios en el hombre (v. 1), adoptar un comportamiento de sabio (v. 6) , convertirse en testigos de Dios ante los hombres (v. 6). Y es que sólo cuando se da esta fidelidad la vida se convierte en signo y el testimonio es elocuente. Sólo cuando se obra consecuentemente con la fe, demostramos que Dios no es para el hombre un extraño, sino Alguien que cuenta en nuestra vida, y cuya proximidad es siempre actual. La^cercanía de Dios se hace comprensible a través de las obras de quienes en Dios creen. El mundo no descubrirá a Dios por las solas palabras, sino por las obras que certi­fican su verdad.

2.a Lectura: Sant 1, 17-18; 21b-22, 27

— Los hombres no podríamos llegar nunca a comprender la voluntad de Dios plenamente, si el mismo Dios no nos la revelara. Y Dios se revela a los hombres porque quiere, gratuitamente (v. 17). Si «todo beneficio y don perfec­to vienen de Dios» y la Palabra es un don que lleva a la verdad y engendra la vida, ésta no puede venir más que de Dios (vv. 17-18).

— Pero, ¿cuál debe ser la actitud del cristiano ante la Palabra de Dios? — En primer lugar, escuchar la Palabra y aceptarla con docilidad, para

que crezca y despliegue su dinamismo salvador (v. 21; Prov 2, 1; Mt 13). Acep­tar la palabra es no poner trabas a su eficacia, es romper con la actitud arrogante de los orgullosos (Sant 4, 6; 3, 13-14).

— En segundo lugar, es preciso no contentarse con escucharla y aceptarla internamente; hay que llevarla a la práctica, hay que comprometerse con su contenido; si no se quiere caer en el autoengaño (vv. 22-25; Mt 7, 21-26).

— ¿Cómo, en concreto? Visitando a los huérfanos y a las viudas, haciendo justicia con los oprimidos y marginados, no confabulándose con los criterios y poderes mundanos (v. 27; Sant 2, 1-9). Esta es la religión pura e intachable para Dios. Quien así obra, como dice el salmo 14, puede hospedarse en la tienda del Señor: porque procede honradamente y practica la justicia, porque no hace mal a su prójimo, ni roba, ni acepta soborno contra el inocente.

3.a lectura: Me 7, l-8a; 14-1?; 21-23

— La tentación constante de los judíos fue el camuflaje de la Palabra, el ocultamiento de su verdad más radical, a costa de acentuar unas costumbres y unas leyes rituales, centradas en lo externo: el contacto físico con animales o cosas impuras causa la impureza, el apartamiento de Dios (cfr. Lv 11; Dt 14; Lv 21. . . ) . La importancia dada a lo accidental externo se convirtió para ellos en obstáculo para vivir y comprometerse con lo fundamental interno. Por eso los profetas atacan aquel principio, insistiendo en la sinceridad del corazón (Os 6, 6; Am 4 , 1 - 5 . . . ) -

— Jesús se encuentra con aquella mentalidad encarnada en los fariseos, que son los que se plantean las cuestiones legal-rituales (vv. 1-8). Y su actitud

DOMINGO VEINTIDÓS DEL TIEMPO ORDINARIO 225

es semejante a la de los Profetas. Superó lo accidental ritualista de la tradición actuando libremente ante estas normas (Me 1, 41; 5, 41; Le 7, 14). Les acusa de hipocresía por fijarse en lo externo, y les dice que su culto es vacío, porque no hacen más que quedarse en normas humanas, falsamente atribuidas a Dios. Entretanto olvidan lo fundamental, que es el amor al prójimo, propuesto por Jesús como básico principio de comportamiento.

— Es en la actitud injusta, en la opción profunda e interna de nuestro corazón, donde se encuentra la raíz de nuestras malas obras. Lo externo peri­férico no lo dice todo. Si hemos optado por el amor, buscaremos el amor en nuestras obras. Si nos hemos decidido por el egoísmo, nuestras obras serán su reflejo.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

El mundo no deja de tener razón cuando nos acusa y condena. También Dios habla por sus juicios. El cristiano sabe que dentro de él siempre hay un fariseo escondido o manifiesto, contra el-que es preciso luchar siempre.

Y la única posibilidad de hacerlo, es ser plenamente fiel a la voluntad de Dios, viviendo en sus obras el compromiso permanente de una fe sin cortes ni espacios.

Dios no nos abandona. El, como su Palabra, permanecen siempre como manifestación auténtica de su presencia y voluntad. Creer en Dios no es sólo escuchar esta Palabra, sino cumplirla y manifestar sus frutos en las obras.

En este terreno no cabe ambigüedad. Las obras que hemos de hacer están claras: atender al huérfano y a la viuda; ser justos. El culto puramente exter­no, el ritualismo, el aferramiento a unas tradiciones, la discusión entre lo permi­tido y prohibido, puede llevarnos a olvidar lo fundamental, al fariseísmo. El amor, la actitud que se demuestra en obras, serán siempre el principio máximo de nuestra vida.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Si los hombres se aman o se aprecian, estar juntos es un motivo de gozo y alegría. Por otra parte, la presencia de las personas con las que tene­mos algo que ver, nos recuerda inevitablemente nuestro comportamiento con ellas. Lo mismo nos sucede con Dios. Ponemos en su presencia es confrontar nuestra vida con lo que le hemos prometido, nuestra fe con nuestras obras. Esto es lo que vamos a hacer hoy, sintiendo al mismo tiempo la alegría de estar reunidos en su presencia.

Pero tenemos que reconocer que uno de nuestros mayores pecados es la poca autenticidad de nuestra vida, la falta de consonancia entre lo que cree­mos y lo que hacemos. Por ello debemos pedir perdón.

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226 EL RIESGO DE PREDICAR

— Por nuestras falsedades e hipocresías, que contradicen el Evangelio, Señor, ten piedad.

— Por contentarnos con escuchar la Palabra, sin acogerla de verdad ni llevarla a la práctica, Cristo, ten piedad.

— Por nuestro olvido de la justicia y el amor, a costa de fijarnos en costumbres y cosas secundarias, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Que nuestra plegaria a Dios sea no sólo con los labios, sino con el corazón sincero.

— Para que la Iglesia sea fiel a la voluntad de Dios y no a la voluntad de los hombres, o sus tradiciones, roguemos al Señor.

— Para que todos los hombres, de cualquier condición o ideología, bus­quemos obrar sinceramente, según creemos, roguemos al Señor.

— Para que nuestra fe sea auténtica, por las obras de justicia y caridad entre los hombres, roguemos al Señor.

— Para que los que estamos reunidos no nos contentemos con escuchar la Palabra, sino que también la pongamos en práctica, roguemos al Señor.

Oh Dios, que ves igualmente nuestras malas obras y nuestros buenos deseos, atiende la oración de tu pueblo y danos la fuerza para obrar siempre según creemos, por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Padre Dios, que has manifestado tu amor a los hombres con las palabras y las obras de tu Hijo Jesús. Reconocemos lo que somos: nuestra falsedad e hipocresía. Ayúdanos Tú a convertirnos en cristianos no sólo de nombre, sino de verdad. Por Nuestro Señor...

Oración sobre las ofrendas:

No tenemos muchas cosas para ofrecerte, Señor. Tú quieres vida, y nosotros te damos ritos; Tú quieres amor, y nosotros lo olvidamos entre leyes; Tú quieres obras, y nosotros sólo te presentamos palabras; Tú quieres justicia, y nosotros no hacemos sino injusticia. Tampoco necesitas el pan y el vino, porque Tú no comes ni bebes. Sin embargo, por estos signos humildes que­remos ofrecerte lo que somos, para que con tu ayuda podamos presentarte lo que tenemos que ser. Por Jesucristo...

Oración para después de la comunión:

No sabemos cómo decirte nuestro agradecimiento, Señor. Tenemos miedo de cantar con nuestra boca lo que Tú nos has dado, porque somos capaces de darte muy poco. Ayúdanos a comprender que nuestra religión se hace en la vida: visitando a los huérfanos y viudas, practicando la justicia, no explo­tando a l pobre, ni aceptando el soborno contra el inocente. Por Jesucristo...

DOMINGO VEINTITRÉS DEL TIEMPO ORDINARIO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Los signos de la fe son los compromisos por la liberación»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

A pesar de las injusticias del mundo, de los egoísmos humanos, de las desigualdades establecidas en la sociedad... resurge hoy y se incrementa entre los hombres, sobre todo los más pobres y explotados, un ansia verdadera de libe­ración. El monopolio de la palabra y el poder, las presiones que quieren some­ter a reducto insignificante el grito de los más débiles, son incapaces de acallar las aspiraciones más hondas y legítimas del hombre. Muchas personas se compro­meten, se sacrifican y arriesgan por conseguir que el hombre, todo hombre, sea el verdadero protagonista de su historia. A veces, estas personas no son cristianas.

Y los cristianos debemos preguntarnos: ¿Tiene que ver algo esto con nuestro ser de cristianos? ¿Podemos estar nosotros ausentes de esta tarea de liberación? ¿En qué puede y debe consistir nuestra aportación cristiana y huma­na? Sabemos que no es cristiano el que reduce su fe a un creer teórico o a una escucha inoperante de la Palabra. La fe debe demostrarse con obras. La Pala­bra debe hacerse compromiso en la vida. Pero ¿cuáles son las obras, que son signos de la fe?, ¿cuáles los compromisos que certifican la fidelidad a la Pala­bra? Evidentemente han de ser los que Cristo quiere, y los que entienden los hombres. Nuestra dificultad no está en la comprensión, sino en la concreción. Es triste pensar, que muchas veces, la ineficacia y pasividad de nuestra vida se debe al no discernimiento de las posibilidades para el compromiso, al no saber dónde y cómo.

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: Is 35, 4-72

— Uno de los peligros del hombre es el abochornarse o acomplejarse ante las mil dificultades y problemas de la vida: opresión, enfermedad, escasez de medios humanos... Esto es lo que le pasó también al pueblo de Israel en el destierro (Is. 43). En estas circunstancias Isaías, profeta de la liberación, se dirige al pueblo para sacarlo de su desánimo, para abrirle a la esperanza y anun­ciarle la intervención liberadora de Dios. Una liberación que abarca al hombre integralmente, sin aceptación de parcelas que quedan al margen: con su forta­leza libera a los angustiados y abatidos (Is 40, 29-31; 61, 1-3; 57, 18-19); con su intervención personal sana a los ciegos, a los cojos y a los sordos, no sólo dándoles la salud, sino también liberándoles de toda opresión (Is 40, 5-8;

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228 E L RIESGO DE PREDICAR

cfr. Le 4) material y espiritual. Y como signo o imagen de esta liberación insospechada propone la imagen árida del desierto infructuoso, convertido en vergel surcado por aguas fertilizantes (v. 7; cfr. Is 41, 17-20; 43, 16-21; Jn 4, 1). La venida del Salvador transformará el desierto en Paraíso, las maldi­ciones de Adán en bendición liberadora de Dios (Gen 3). Isaías propone lo insospechado como realidad para el futuro y como fuerza dinámica para el pre­sente. Si la esperanza es firme, nadie puede recortar su virulencia liberadora. Cuando el Dios de la Biblia se manifiesta como un Dios liberador, que hace justicia a ios oprimidos, que da pan a los hambrientos, que libera a los cautivos... (Sal 145) el hombre creyente comprende cuál debe ser el objeto de su esperan­za y el cometido de su actuación.

2." Lectura: Sant 2, 1-5

— Todo mensaje de liberación tiende a convertirse en actuación libera­dora. Y esta actuación consiste para el Apóstol Santiago en ser fieles a la Palabra, en visitar a los huérfanos y a las viudas (1 , 19-27), en optar claramente por el servicio a los pobres y humildes (1, 9-11; 2, 5-9). Toda discriminación entre pobres y ricos, todo clasismo social es contradictorio con este mensaje. Y si esta discriminación tiene lugar en la misma asamblea cristiana debe de ser totalmente reprobable (2, 5-7). Todo culto que no sea expresión o que no conduzca a una vida social justa, sin opresiones de ningún tipo, es condenable por ser contradictorio con la voluntad y la actuación de Dios (cfr. Am 2, 6-7; Is 1, 23; cfr 7, 1-11). La predilección por los pobres y humildes de que habla­ron los profetas, es la que expresa Santiago en su carta (cfr. Os 14, 4; 5, 28).

— Para que el cristiano adopte una actitud liberadora es preciso que el mismo se libere de los falsos criterios del mundo y acepte los verdaderos crite­rios de Dios (2, 4-9). El mundo obra y juzga según los valores del dinero, el poder, la ostentación. Dios juzga según los valores de la sencillez, la disponibi­lidad para el Reino, la fidelidad a su mensaje.

3." Lectura: Me 7, 31-37

— Lo que había sido anunciado, se cumple. Jesús que se había aplicado la profecía de Isaías (Le 4), actúa como verdadero liberador del hombre en su enfermedad y en su pecado. Si la ceguera y la sordera son signos de castigo (Me 4, 10-12), la curación de la vista y el oído son signos de salvación, de liberación. El relato de Marcos es una réplica al de Is 35, 4-7. Si al pueblo en el Exilio se le promete la salvación, esta salvación vemos que se realiza ahora con la curación del sordomudo en un país pagano. De este modo, el gesto de Cristo se convierte en juicio para los mismos israelitas que le escuchan y le ven, y no quieren aceptar su palabra o comprender sus signos. El mutismo está ligado a la falta de fe (Is 28, 7-13; Ez 3, 22-27), la proclamación al reconocimiento y la fe (Le 2, 27-29; Me 7, 36-37) de aquellos que han comprendido que la era mesiánica ha llegado. El comportamiento «ritual» de Jesús hay que enten-

DOMINGO VEINTITRÉS DEL TIEMPO ORDINARIO 229

derlo atendiendo al significado de los gestos y a la intención de Marcos (cfr 8, 22-26). Hay diversas interpretaciones. Es interesante notar que si Jesús lleva al enfermo «fuera» de la multitud, es para indicar que ésta por su manera de pensar y de ver no puede comprender lo que hace. Hay que aceptar a Cristo para comprender su liberación.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

El cristianismo «no parte de cero». No tiene necesidad de inventarse el camino ni de copiar de otras ideologías para luchar por la liberación. Dios nos ha dicho su voluntad y nos ha precedido Cristo con su ejemplo.

Lo mismo que Cristo, nuestra actuación en el mundo debe ser liberadora \de toda opresión, de toda injusticia entre los hombres, por un compromiso real

en la transformación del mundo que nos rodea. Cuando los signos de nuestra fe sean los compromisos por la liberación

de todo mal y egoísmo humanos, entonces comprenderán los hombres de hoy nuestro lenguaje y nuestra vida.

El culto verdadero no puede compaginarse con la discriminación y la humi­llación de los pobres, ni dentro ni fuera de la asamblea cristiana. Cuando la vida social está establecida sobre una brutal diferencia de clases y reina la injus­ticia, las manifestaciones cultuales de quienes sustentan esta situación son una injusticia contra el evangelio de Cristo.

Cristo es el centro de la liberación plena, porque ha vencido la raíz última de toda opresión: el pecado. Sólo desde la fe pueden comprenderse sus signos y aceptar sus compromisos.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Si el hecho de reunimos en Asamblea para celebrar la Misa supone un olvido de los problemas de la vida, quiere decir que no hemos comprendido el sentido de lo que hacemos. El cristiano no deja «fuera» la vida, viene a celebrar su vida. Y esta vida es Cristo. Siempre que conmemoramos su muerte y resurrección, recordamos nuestra propia salvación, los compromisos que con El hemos hecho para ser protagonistas de la liberación del hombre. La tarea del cristiano es una tarea de salvación, de lucha por la liberación de toda esclavitud humana. Nuestros propios egoísmos e injusticias nos dicen que hay mucho camino por andar. Pidamos perdón.

— Porque no hemos comprendido tu mensaje y nuestro compromiso de liberación, Señor, ten piedad.

— Porque colaboramos con situaciones injustas y opresoras de la verda­dera dignidad del hombre, Cristo, ten piedad.

— Porque distinguimos entre pobres y ricos injustamente y nos justifica­mos con un culto externo, Señor, ten piedad.

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230 EL RIESGO DE PREDICAR

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Dios no admite diferencias. La oración verdadera no distingue a los hom­bres, limitándose a orar por unos y olvidar a otros. Que nuestra plegaria sincera sea por todos.

— Para que la Iglesia proclame siempre la salvación liberadora de Cristo y se comprometa a realizarla en nuestro mundo, roguemos al Señor.

— Para que los que rigen las naciones no busquen sus intereses, sino el servicio en la justicia a la comunidad humana, roguemos ai Señor.

— Para que todos los hombres que luchan por la verdad y la justicia encuentren en nosotros un apoyo sincero, roguemos al Señor.

— Para que en la comunidad cristiana no haya discriminaciones y nuestro culto responda a una vida social según el Evangelio, roguemos al Señor.

Señor, que nos has creado a todos iguales, para que nos amemos y ayude­mos, danos tu fuerza para luchar contra toda discriminación e injusticia, de manera que un día lleguemos a la liberación plena. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Dios poderoso y justo, que enviaste al mundo a tu Hijo para dar vista a los ciegos y oído a los sordos; para liberar a los pobres de la opresión y sacar de la cárcel a los presos. Tú que conoces nuestras esclavitudes e injusticias abre nuestros oídos para escuchar tu Palabra, y danos tu luz para que com­prendamos nuestra misión liberadora en el mundo. Por Nuestro Señor...

Oración sobre las ofrendas:

Con el pan y el vino todos queremos presentarte nuestra vida. No sabe­mos, Señor, si Tú puedes aceptarla igualmente, porque la vida de unos es de abundancia, y la de otros de pobreza, porque a unos les sobra de todo, y a otros de todo les falta. Que este gesto sea hoy nuestro compromiso contra la discriminación, el clasismo de nuestra vida. Por Jesucristo...

Oración para después de la comunión:

Señor, Tú has elegido a los pobres de este mundo para hacerlos ricos en la fe. Enséñanos a ser pobres para necesitar siempre de tu pan. Que nuestra acción de gracias por tu liberación, nos conduzca a comprometer­nos por la liberación de nuestros hermanos. De este modo nuestro lenguaje será inteligible para los hombres, y un día podremos alcanzar la salvación eterna. Por Jesucristo...

DOMINGO VEINTICUATRO DEL TIEMPO ORDINARIO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Sólo triunfa la liberación si se acepta el riesgo de la cruz»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

La expresión de dolor y de sufrimiento en la vida de los hombres, es dema­siado frecuente y universal como para que nadie tenga que esforzarse demasiado en descubrirla. Una mirada rápida a nuestra propia historia y a la historia del mundo nos obliga a constatar que junto a los momentos de alegría se encuentran siempre otros de dolor: fracasos, desilusiones, desengaños, enfermedades y muer­tes van jalonando nuestra vida y hasta han llegado a crear en muchos una espe­cie de sicosis de desamparo y de incertidumbre que les ha borrado la alegría.

La vida es dura, demasiado dura para muchos que a este dolor natural, patrimonio de todos los hombres, suman el dolor de verse situados en condicio­nes sociales, económicas, culturales o políticas que hacen aún más difícil su existencia: el despido y la cárcel, la inseguridad en el trabajo, la humillación constante, la falta de libertades que ahogan lo mejor de nuestras vidas, el no poder dar a los hijos lo que realmente necesitan... han ido recortando su espe­ranza y han llegado a hacerlos insensibles a las voces que todavía siguen hablando de una liberación que nunca llega.

El sufrimiento, la persecución, la cruz, hace crisis en la vida humana y nos obliga a tomar postura, aclarando las posiciones.

Hay quienes, a pesar del avance de las ciencias y de la cultura, siguen dando al sufrimiento un carácter semi-divino; como si un poder ciego dominara trági­camente nuestras vidas a su antojo. Un destino inexorable conduce ciegamente la vida de los hombres y ante él no cabe más postura que resignarse. El Destino, la Fatalidad, la Mala suerte, explican para muchos, los acontecimientos dolorosos de la vida y les fuerzan a una pasividad estéril.

En el otro extremo están quienes ven en el dolor una señal de Dios. «A quien Dios más ama, más hiere». El dolor, la enfermedad, purifica; Dios lo envía y hay que adoptarlo como un don que se agradece. El mal es un castigo de Dios por nuestros pecados y esto es también una señal de Dios que quiere convertirnos. Hay que aceptar esta penitencia si queremos nuestra salvación. Hay que «abrazar la cruz» con alegría u entrar en el camino del sufrimiento para llegar después de la muerte a la gloria de la resurrección.

Pero la postura que tiene más adeptos es la huida. Hay que escapar «como sea» del dolor fabricándonos un Dios del dinero, de la salud... o comprando la Buena Suerte a cambio de nuestra dignidad, de nuestra libertad. Y al fin y al cabo... «que cada palo aguante su vela».

¿En qué posición nos encontramos nosotros? ¿En qué posición se encuentra Cristo al enfrentarse con la Cruz?

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232 EL RIESGO DE PREDICAR

2. MENSAJE BÍBLICO

Ia Lectura: Is 50, 5-10

— Esta descripción de los sufrimientos del Siervo de Yahvéh que se repite en el canto cuarto (52, 13-53, 12) no es una aceptación masoquista del dolor ni una aceptación «resignada» del destino. Es una forma de decir que el mal, el dolor y la injusticia se redimen afrontándolos. No se salva a los hombres huyendo de su tragedia, sino rompiendo su sinsentido con la lucha, haciendo saltar con el amor el círculo de la opresión del hombre. La liberación tiene rostro de cruz.

— Por no hacerse atrás ni resistirse al Dios que nos habla y nos invita por el camino del desierto hacia la recuperación de la tierra prometida, siente sobre su cuerpo el dolor de todos. No renuncia a la esperanza y su fortaleza es aliento para el que, cansado, ha dejado de esperar.

2.a Lectura: Sant 2, 14-18

— La fe sin obras es una fe muerta. Creer en un Dios que nos salva libe­rándonos de todo mal y resignarse estérilmente ante el dolor es sofocar el Espíritu liberador que la Resurrección de Jesús ha derramado entre los hombres. La medicina, el progreso científico, la lucha social... orientadas al servicio de una humanidad más feliz, son las obras que hacen viva nuestra fe, y traducen a un lenguaje inteligible, los signos liberadores que Jesús realizó para mostrar su mesianismo. Las palabras resonantes, las fáciles promesas que no se cumplen, de nada sirven si los pobres siguen desnudos y a los hambrientos les falta el pan y al trabajador su justo salario.

3.a Lectura: Me 8, 27-35

— El mismo Pedro que movido del Espíritu confiesa a Jesús como Mesías, trata de disuadirle del riesgo de la cruz. Más tarde, al enfrentarse con su Mesías ajusticiado, le abandona por miedo a correr ellos la misma suerte. La cruz, escándalo para los judíos y necedad para los griegos, hizo crisis en la vida de los discípulos. Sólo después, al recibir el Espíritu de Jesús, aprendieron que los pensamientos de Dios no son nuestros pensamientos, ni sus caminos son nuestros caminos... Cristo no amó el dolor, ni se sintió dichoso al verse abandonado. La angustia y el miedo le hicieron dudar de su misión, pero no se echó atrás. Se mantuvo fiel por encima de todo. A todos los que le quieran seguir les advier­te de su destino. Pero la cruz, la persecución no es una receta medicinal que El nos recomienda, sino una consecuencia inevitable para quien toma en serio su «asunto» y trata de llevarlo adelante. La salvación tiene carácter agónico.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Desde esta postura de Cristo hemos de criticar nuestra mentalidad y corre­gir nuestra posición ante el dolor y el sufrimiento. Ciertamente que hay males

DOMINGO VEINTICUATRO DEL TIEMPO ORDINARIO 233

fruto de la limitación humana, ante los que no cabe más que una aceptación serena, y que nos fuerzan a reconocernos como somos. Pero otros muchos males son fruto del egoísmo y de la injusticia, y aceptarlos con «resignación» sería matar nuestra esperanza. Seguir a Cristo es creeer que lo que le pasó a él es lo que nos está pasando a nosotros. No habrá piedras en el mundo capaces de aplas­tar nuestra esperanza. La vida de muchos hombres da fe, de que Jesús tenía razón: «el que quiera salvar su vida...». Cuando se aprecia la vida de verdad, no hace falta buscar la manera de darla, te la quitan. El sufrimiento, la persecu­ción, el despido, el abandono vienen solos cuando alguien ha apostado su vida al servicio de la verdad. No debemos engañar a nadie predicando un Evangelio sin exigencias ni tampoco apagar la esperanza prediciendo un sufrimiento inútil. Estamos llamados a crear desde esta tierra una situación en la que «ya no habrá muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado» (Apoc 21, 4-5). Esto es lo que importa y lo que triunfa. Dispuestos a perderlo todo para ganarlo todo. «Si tu ojo te escandaliza, córtatelo; más te vale entrar tuerto en el Reino que con los dos ojos ir a parar al fuego».

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Todos sabemos que la vida está llena de dificultades. El sufrimiento y la alegría, los días felices y los días aciagos van entretejiendo nuestro discurrir por este mundo. Pero, ni el pesimismo destructor, ni el optimismo irrealista son actitudes válidas para quien desea seguir los caminos de Dios. La reunión del domingo tiene que ser para nosotros un encuentro gozoso con Cristo, quien nos salva precisamente a través de la cruz, y nos invita a comprender el sentido del dolor y la alegría, de la lucha y la esperanza.

Nos sucede a los hombres que, muchas veces, sólo recurrimos a Dios en la dificultad o huimos de la prueba, o falsificamos la realidad cuando es dura. Dios no acepta estas actitudes, pidámosle perdón.

— Tú, que nos has salvado a través de la muerte y de la cruz, Señor, ten piedad.

— Tú, que en el dolor y el sufrimiento, no perdiste la confianza en Dios, Cristo, ten piedad.

— Tú, que supiste afrontar las dificultades y mantener la esperanza entre los hombres, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Llenos de confianza en Dios, oremos hermanos. — Por la Iglesia, para que siga el ejemplo de Cristo y los sufrimientos

y persecuciones no le impidan cumplir su misión, roguemos al Señor. — Por todos cuantos luchan por la liberación del hombre, para que la

persecución y el sufrimiento no apaguen su esperanza, roguemos al Señor.

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234 EL RIESGO DE PREDICAR

— Por los enfermos y encarcelados, por los que sufren difamación e injusticia, para que encuentren en nosotros palabras y obras de ayuda, roguemos al Señor.

— Por la comunidad cristiana, para que las dificultades no le impidan luchar, como Cristo, por la liberación del hombre, roguemos al Señor.

Señor, que has entregado a tu Hijo al mundo para que el mundo se salve. Danos tu fuerza para seguir su ejemplo. Ayúdanos para ayudar nosotros a los demás con nuestras palabras y obras de justicia y amor. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, aunque Tú nos has hecho para ser felices, nuestra vida está llena de males y egoísmos. Muchos hombres sufren porque otros hombres les hacen sufrir. Enséñanos a seguir el camino de liberación de tu Hijo. Danos fuerza para luchar contra toda esclavitud y llevar juntos la pesada carga de la cruz, para que no muera nunca nuestra esperanza. Por Nuestro Señor...

Oración sobre las ofrendas:

Tú nos has enseñado, Señor, que la salvación del hombre tiene su precio; que sólo triunfa la liberación si se acepta el riesgo de la cruz. Estas ofrendas significan el ofrecimiento gozoso y esperanzado de nuestra vida, para que en el mundo reine un poco más la justicia y el amor entre los hombres. Por Jesucristo...

Oración para después de la comunión:

Queremos, Señor, alabarte con corazón sincero. Nuestra oración quiere recoger las esperanzas más profundas que nacen en todo hombre de buena voluntad, especialmente en los pobres y oprimidos. No permitas que esta espe­ranza se apague, ni que nuestra evasión o indiferencia aparte a los hombres de tus caminos. Por Jesucristo...

DOMINGO VEINTICINCO DEL TIEMPO ORDINARIO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Liberación y esperanza»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Con las palabras pasa como con las cosas, que el tiempo las gasta y al final no sirven para expresar lo que queremos. Si nos preguntamos lo que enten­demos cada uno de nosotros por Paz, Justicia, Libertad, Amor, nos encontraría­mos con respuestas dispares y aun contradictorias. Con las mismas palabras se expresan experiencias tan distintas, que ya es difícil hasta entenderse.

Sucede además, que los medios de difusión, para controlar y ahogar a veces los posibles movimientos de liberación, se apropian de los vocablos con los que se expresaba y comunicaba la nueva verdad descubierta, y así, vaciados de su fuerza, se lanzan al consumo y se utilizan para hacer publicidad. Cuando un dictador habla de democracia humana, están destripando el lenguaje. Es como un sacrilegio que impide la comunión de los hombres.

Algo de esto sucede también con las palabras que tradicionalmente usamos para expresar el contenido de nuestra fe. Decir hoy que «Cristo nos ha salvado del pecado» es para muchos no decir nada. ¿A qué pecado nos referimos? ¿De qué salvación hablamos?

Hoy decimos que Cristo nos ha liberado de toda opresión pensando que así expresamos mejor lo que creemos, pero lo que importa es redescubrir el con­tenido verdadero de la vida de Jesús, expresada en la fe de los Apóstoles, para identificarnos con él y traducirlo de una u otra manera, a los hombres de nues­tro tiempo.

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: Sab 2, 17-20

— El autor del libro, pone en boca de «los impíos» toda una concepción de la vida. Desde el comienzo del capítulo 2 en adelante expresan una menta­lidad hedonista de la vida. Liberarse es para ellos alejarse de toda preocupación que pueda poner freno a los placeres de la vida. En esa situación, la sola presen­cia del «justo» se les hace insufrible y ponen a prueba su fidelidad. El texto que indudablemente se refiere a la experiencia de los judíos fieles de Alejandría ha sido aplicado a la Pasión de Cristo, «El justo», piedra de choque de sus contem­poráneos. La eliminación del incómodo, del que se opone al modelo de vida esta­blecido por los poderosos, ha sido, y sigue siendo, un procedimiento normal para mantener inmutables los propios intereses.

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236 EL RIESGO DE PREDICAR

2.a Lectura: Sant 3, 16; 4, 3

— Estos versículos de la carta de Santiago hay que encuadrarlos dentro de uno de los temas fundamentales que aborda en su carta: la fe sin obras es una fe estéril. Estas recomendaciones de Santiago a las primeras comunidades cristianas, por una parte, nos obligan a desmitificar el concepto excesivamente «puro» que de las mismas nos hemos ido forjando, y por otra parte, sugieren una reflexión a fondo para corregir las actitudes y posturas que son causa de toda clase de maldad. Todavía se tiene del Evangelio una idea excesivamente casuística y moralizante, cuando la conversión que exige el Evangelio debe llevar a una transformación mucho más radical de la persona humana. En este sentido la interpretación Paulina enlaza con la de Santiago. Un cambio de actitud que no se manifiesta en obras es estéril; «Quien no vive como piensa acaba pensan­do como vive»; pero también unos actos a los que no responden, actitudes, son hipocresía.

— La pelea, la lucha, el robo, la injusticia son el fruto de una actitud más honda del hombre y suponen la opción egoísta por sí mismo, aunque sea pasan­do sobre los demás y pisando sus derechos.

3.a Lectura: Me 5>, 29-36

— A este segundo anuncio de la Pasión se acompaña en Me y en Le (9, 46-48) la respuesta de Jesús acerca de quién es el mayor en el Reino de los Cielos. Si las palabras del Evangelio hay que interpretarlas en el contexto global de todo el Mensaje, estos versículos nos tienen que recordar toda la tradición bíblica que habla de la predilección de los pequeños, los pobres, los humildes... Ante las pretensiones «lógicas» de sus apóstoles, Jesús expresa un criterio opuesto que supone un cambio total de actitud. La muerte que les anuncia será el último servicio por el que el Padre le da el Reino en posesión.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

La salvación, la Liberación que anuncia y realiza la Muerte y Resurrección de Jesús se concretiza en la implantación del Reino de Dios. El Reino ha sido inaugurado y de una manera definitiva. Pero al mismo tiempo es una tarea por hacer. Hay que «revelar» el Reino, sacarlo a la lu2, apartando las piedras, que como en la muerte de Jesús, aplastaban la nueva vida del Resucitado. Esa es la tarea. Eso es liberar: hacer posible el desarrollo de los nuevos valores que el Espíritu de Jesús ha desparramado en el mundo.

Frente a un concepto de liberación burguesa que se expresa en términos de «tener tiempo libre», no complicarse la vida, «cada uno en su casa y Dios en la de todos»... la liberación cristiana nos cambia el juego colocándonos en acti­tud de servicio, provocando una conversión que es un cambio de estilo de vida. En este cambio siempre salimos perdiendo, porque si lo que pintan son oros, no podemos pretender ganar sin triunfos en la mano. Más aún: al organizar

DOMINGO VEINTICINCO DEL TIEMPO ORDINARIO 237

la vida de manera distinta, al establecer otra jerarquía de valores, dando más importancia a la Paz que al Orden, amando más la verdad que el cumplimiento de la Ley, intentando ser más «fieles» que eficaces... nuestra misma vida se hará insoportable para quienes, como en el libro de la Sabiduría han organizado su vida alrededor de sí mismos.

No podemos reducir la Salvación de Cristo al campo de lo «espiritual», al terreno de la intimidad, ni aplazarla hasta el límite de la muerte. Pero tampo­co podemos olvidar la garantía definitiva que Dios reveló en Cristo, porque traicionaríamos al mundo al dejar de aportar nuestra esperanza. Esperanza de la que estamos todos necesitados para no jubilarnos antes de tiempo.

Cuando las palabras ya no sirven hay que mirar la vida. La amargura de muchos, el pesimismo y la falta de inquietud hablan demasiado claro de pecado, opresión, que ha llegado a aplastar hasta la raíz misma de la esperanza pensando como muchos, que «esto no hay quien lo cambie».

Frente a esta actitud, está la vida de Jesús que debe romper nuestra resis­tencia. Si el asunto de Jesús no hubiera existido, tendríamos que haberlo inven­tado, porque sin él se nos haría muy difícil a los hombres pensar y luchar por un mundo nuevo.

Hoy urge hacer un esfuerzo gigantesco para redescubrir la salvación reali­zada por Cristo y situarla en la misma vía por la que circulan las pocas espe­ranzas que aún quedan en el mundo de los pobres. Nuestra aportación tiene que acelerar el proceso de liberación que se intenta, y abrir el horizonte de los hombres y de los pueblos hasta la meta infinita apuntada por Jesús. En la medida en que esto se haga patente, sin triunfalismos ni paternalismos sino con sincera actitud de servicio, el cristiano será el grano de trigo que cae en tierra y muere, liberando así su fecundidad y dando fruto.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Cada domingo es una nueva convocación de Dios a cuantos han creído en su salvación. Venir a misa no puede convertirse en un acto vulgar sin relieve o en el cumplimiento de una práctica sin trascendencia. Si es cierto que siempre celebramos la misma salvación, también es verdad que cada día esta salvación nos descubre un nuevo rostro, nos presenta un aspecto inédito. Descubrir este aspecto y confrontarlo con nuestra vida, reconocer y celebrar los caminos siempre nuevos de la salvación de Dios, es el objetivo de este encuentro de hermanos, a la vez gozoso e inquietante.

Hoy debemos preguntarnos: ¿Cómo intentamos nosotros hacer la salvación en el mundo? ¿Con el poder que oprime o con el servicio que libera? ¿Margi­nando al que nos inquieta o aceptando al que nos dice la verdad? ¿Implantando un orden o sembrando la paz que es fruto de la justicia? Pidamos perdón.

Por nuestra insolencia y orgullo ante quien nos dice la verdad con sus palabras y sus obras, Señor, ten piedad.

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238 EL RIESGO DE PREDICAR

— Por nuestra pasividad ante injusticias legalizadas, por nuestra evasión egoísta ante los problemas de nuestro mundo, Cristo, ten piedad.

— Por nuestro afán por ser los primeros, aun a costa de oprimir al hermano, por servirnos de los demás en vez de servirles, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Con los mismos sentimientos de Cristo, oremos, hermanos, a Dios que nos ha salvado y liberado de toda opresión.

— Para que la Iglesia no busque el poder y la gloria del mundo, sino el servicio humilde a los más pobres y marginados, roguemos al Señor.

— Para que todos los hombres nos unamos en la defensa de la verdad y la justicia, hasta conseguir la liberación del hombre, roguemos al Señor.

— Para que aquellos que han sido eliminados por nuestra sociedad, por defender una causa justa o decir la verdad, no desesperen, roguemos al Señor.

— Para que entre nosotros no domine la ambición de poder, el deseo de revancha o el odio que impide la paz verdadera, roguemos al Señor.

Señor, que amas a todos por igual y no quieres la injusticia ni la opresión de los hombres, atiende nuestras súplicas y danos la fuerza para seguir siem­pre tus caminos sin mediocridad, te lo pedimos por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Danos, Señor, a cuantos estamos reunidos lucidez para acoger tu Palabra y valentía para seguirla. Que el sufrir por causa de la verdad y la justicia no nos entristezca, sino que nos haga sentirnos más unidos a tu Hijo Jesús, que dio su vida por nosotros, y ahora vive y reina contigo...

Oración sobre las ofrendas:

Tú sabes, Señor, que nuestra vida está tejida de alegrías y sufrimientos. Quisiéramos ofrecerte nuestro sufrimiento por llevar adelante tu misión libe­radora. Pero nuestras manos están vacías. Somos demasiado cómodos. Acepta nuestros sinceros propósitos, junto con el sacrificio de tu Hijo, que vive y reina por los siglos...

Oración para después de la comunión:

Con tu Palabra y con tu pan has levantado, Señor, nuestra esperanza. Que también nosotros con la actitud y el ejemplo de nuestra vida sepamos mante­ner la esperanza de nuestros hermanos, para que un día todos juntos podamos llegar a la liberación plena. Por Jesucristo...

DOMINGO VEINTISÉIS DEL TIEMPO ORDINARIO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «El escándalo de nuestra sociedad y la opción del cristiano»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

La palabra «escándalo» puede admitir diversas acepciones. Hay escándalos públicos y escándalos más bien privados; escándalos que tienen un preciso mo­mento manifestativo, y escándalos más o menos establecidos en el comportamien­to de los hombres o de la sociedad. Uno de estos escándalos establecidos en nuestra sociedad es la tremenda desigualdad económica, que provoca diferencias indignantes, crea áreas de dominio y poder, divide a los pueblos y a las perso­nas (desarrollados-subdesarrollados), y somete de hecho a esclavitud a países e individuos... Esta situación económica está condicionando la evolución de la sociedad tanto en el terreno político, cuanto en el social o cultural. Los que poseen las riquezas acaparan para sí igualmente las posibilidades que a todos debieran ofrecerse, originando muchas veces situaciones injustificables desde el punto de vista humano y cristiano.

Otro de los «escándalos» más o menos establecido, tanto en las sociedades civiles como religiosas, a lo largo del tiempo, ha sido el mantenido a ultranza de unos grupos, cuyo origen a veces se ponía en Dios, con el fin de mantener unas falsas seguridades o de defender unos determinados intereses. Esta actitud, prota­gonizada sobre todo por los que detentaban cualquier tipo de poder, ha llevado con frecuencia a rechazar y marginar a quienes buscaban la renovación por otros medios o caminos y tenían una palabra que decir. El convencimiento de que se poseía la verdad, como si ésta se hubiera conquistado monopolísticamente en un grupo determinado, conducía a la supresión de elementos extraños sin remordimiento.

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: Núm 11, 25-29

— El texto de los Números hay que comprenderlo en el contexto insti­tucional que muestra su sentido: Los Números es un libro que defiende a ultran­za la institución contra toda iniciativa paralela (cfr. 12, 1-10; 14, 16); Moisés es presentado como el jefe del pueblo, a quien ayuda el consejo de los sententa ancianos, institución tradicional en Israel (Ex 3, 16 ss.; Ez. 8, 1; 14, 1...). Como su función ya a ser servir al pueblo, Moisés les transmite al Espíritu de Dios, y con su fuerza comienzan a profetizar. Pero resulta que dos de estos ancianos, que no habían participado en la ceremonia y por tanto no se les había transmitido «oficialmente» el Espíritu, también profetizan en la fuerza

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240 EL RIESGO DE PREDICAR

del Espíritu. Esto hace surgir la acusación y suscita la respuesta de Moisés: «Oja­lá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el Espíritu del Señor» (v. 29).

— Ya en esta perícopa aparece claro que el don del Espíritu de Dios no es posesión de unas personas, ni privilegio de una institución determinada. El Espíritu que Moisés posee y se da a los ancianos es un Espíritu para el servicio.

2.a Lectura: Sant 5, 1-6

— Siguiendo la línea de su carta, y adoptando un estilo profético-apoca-líptico, Santiago parece responder al primer escándalo que señalábamos. Su acusación contra los ricos y los poseedores de bienes de este mundo es dura, sin mediocridades. Los que han puesto su afán en la riqueza, en el oro o la plata, deben saber que su riqueza está podrida, y será destruida (vv 1-4) Lo será porque es un bien perecedero: «no atesoréis riquezas en la tierra...». El tono que emplea el Apóstol es un tono de castigo inminente (vv. 3-4). Y la causa fundamental es porque estas riquezas han sido injustamente conse­guidas, porque han defraudado el jornal del obrero y han oprimido al pobre (cfr. Dt 24, 15; Mal 3, 5; Eclo 31, 4; 34, 21-27; Am 2, 6-7...). Pero Dios tiene sus preferencias puestas en los pobres y los trabajadores y no dejará de escuchar sus gritos (v. 6; cfr. Mt 5, 1-12; Le 6, 24-26). Santiago como el resto del Nuevo Testamento, no desprecia ni rechaza en sí los bienes de este mundo, ni defiende la miseria (aunque sí la pobreza, a veces incluso material), pues Dios ha creado las cosas para el disfrute del hombre y la misma Biblia considera los bienes como una bendición. Lo que Santiago, como Cristo, denun­cia y ataca sobre todo es el abuso de la riqueza y el poder, la injusticia y el soborno por los que se consigue... En definitiva, la riqueza siempre será un obstáculo para entrar en el Reino de Dios (cfr. Bienaventuranzas; Mt 6, 19-21; 24; Le 12, 16-21; 16, 19-31...).

3.a Lectura: Me 9, 37-42; 46-47

— Marcos nos presenta a Jesús actuando en la misma línea de Moisés. Las palabras puestas en boca de Juan, de colorido sectario y exclusivista, al suponer una actitud de rechazo a aquellos que se sirven del nombre de Jesús para expul­sar demonios sin pertenecer a su círculo, provocan la respuesta de Cristo: «no se lo impidáis» (v. 39; cfr. Núm 11, 25-29), «el que no está contra vosotros, está a favor vuestro». Jesús quiere afirmar claramente que el hacer el bien, o el poseer el Espíritu o el decir verdad no es privilegio de ningún grupo. Es más, todo aquel que da un vaso de agua, es decir, todo el que ayuda a otro hombre, sin discriminación ni particularismo... no quedará sin recompensa.

— A continuación Marcos parece cambiar de tema, y nos habla del escán­dalo como una de las mayores dificultades para entrar en el Reino (Le 17, 1). El escándalo a los pequeños o los débiles, es decir, a los sencillos, a las personas

DOMINGO VEINTISÉIS DEL TIEMPO ORDINARIO 241

«normales» es de tal gravedad que cualquier castigo humano es preferible a cometerlo (vv. 42-49). Todos los medios humanos son pocos para evitar el escándalo, cualquiera que sea. Ningún escándalo percibido como tal puede dejar indiferente al que lo comete, a la sociedad, y menos a la Iglesia...

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Hoy como ayer, el escándalo de los pequeños y sencillos se repite a un nivel u otro. El cristiano, la Iglesia no pueden quedar indiferentes ante hechos y situaciones escandalosas que, a veces se dan en su propio interior. La actitud debe ser siempre de lucha por todos medios contra el escándalo... evitando que estos medios, a su vez, provoquen nuevos escándalos.

Uno de los ejemplos más claros es el desnivel económico, la acumulación de las riquezas en pocos, el espolio y la injusticia que llevan consigo. Las riquezas se edifican sobre las espaldas de los pobres... Ante esta situación, sostenida muchas veces por los que nos decimos cristianos, nuestra actitud debe ser de clara denuncia, de audaz compromiso p.ara la superación de estas injusticias. Para un cristiano el ideal no puede constituirlo el dinero, sino el hombre en quien Dios vive. Tampoco puede ser la posesión de bienes (propiedad privada mal entendida), sino la comunicación de los mismos (Hech 2, 42-45; 4, 32-35).

Igualmente se ha de luchar contra otro escándalo patente: la defensa de unas estructuras o actitudes sin alternativas que no responden a la vida y llevan consigo la injusticia, consideradas como valor absoluto o como reflejo único y exclusivo de la verdad... El cristiano sabe que la estructura está al servicio de la vida, y no la vida al servicio de unos intereses que proporcionan la estruc­tura. Está convencido de que la institución es para el hombre, y no el hombre para la institución.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

En la vida se dan numerosos escándalos. Todos podemos ser protagonistas de los mismos. Celebrar la Eucaristía implica siempre un deseo de superarlos. Que al reunimos hoy sepamos acogernos con amor fraternal, dispuestos a escuchar la Palabra del Señor y a celebrar su Pascua con sinceridad.

El ejemplo que Cristo nos dio es el que nosotros debemos dar a los demás. Sin embargo, a veces, nuestra vida y nuestras obras están muy lejos de las de Cristo. Tampoco faltan los escándalos más o menos patentes entre nosotros. Por todo ello pidamos perdón.

— Por los escándalos establecidos en nuestra sociedad, por el abuso de los ricos, por la explotación de los pobres, Señor, ten piedad.

— Por los escándalos en la Iglesia, por los extremismos y evasiones, por el poco respeto a la verdad de los demás, Cristo, ten piedad.

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242 EL RIESGO DE PREDICAR

— Por nuestros malos ejemplos, por nuestra falta de respeto a los demás, por la irresponsabilidad con los más pequeños, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Oremos, hermanos, a Dios nuestro Padre, que ama a todos los hombres y nos ha dado su Espíritu para encontrar la verdad y alcanzar la salvación.

— Por la Iglesia de Cristo, para que se renueve en sus instituciones y escuche la voz del Espíritu en sus miembros y en los hombres, rugue­mos al Señor.

— Por nuestra sociedad, para que luche contra las desigualdades injustas y los escándalos económicos, roguemos al Señor.

— Por los pobres y obreros, para que encuentren el apoyo de la comunidad en sus justas reivindicaciones, roguemos al Señor.

— Por todos cuantos hoy nos reunimos para celebrar la Eucaristía, para que sepamos superar el escándalo y aprender de los demás, roguemos al Señor.

Señor, Padre nuestro, que conoces nuestras debilidades y nuestros buenos deseos, escucha nuestra oración y la de todos aquellos que buscan sincera­mente la verdad y la justicia del mundo. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor y Dios nuestro, que no aceptas otro escándalo que el que provoca la defensa de la verdad y la entrega por amor hasta la cruz. Perdona nuestros escándalos económicos y sociales; perdona nuestro afán de monopolizar la verdad y nuestra desconsideración con los más pequeños. Que todos los que estamos reunidos nos convirtamos con la escucha de tu Palabra. Por Nuestro Señor...

Oración sobre las ofrendas:

La ofrenda que Tú quieres, Señor, es la ofrenda de nuestra justicia. Pen­samos, a veces, que podemos comprarte con dinero; pero olvidamos que Tú no aceptas el soborno. Creemos que es posible acumular riquezas, defraudar e l jornal al obrero, espoliar al pobre y después alabarte con nuestros labios; pero Tú no aceptas nuestro engaño. Que estos dones sean el signo de nuestro compromiso por la justicia. Por Jesucristo...

Oración para después de la comunión:

Nos has renovado, Señor, en esta Eucaristía, con la fuerza del Espíritu de Jesús. Te pedimos que nuestro agradecimiento se haga realidad en la vida: no poniendo nuestro corazón en las riquezas, siendo justos con nuestros hermanos, dando ejemplo a los más pequeños, respetando la verdad de los demás. Por Jesucristo...

DOMINGO VEINTISIETE DEL TIEMPO ORDINARIO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Crisis del matrimonio hoy e ideal matrimonial según la voluntad de Dios»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

En nuestros días, apreciamos en el seno de la sociedad unos comporta­mientos muy distintos a los que nos tenían acostumbrados respecto del matri­monio. Lo que contemplábamos hace unos años como la expresión de la inmo­ralidad matrimonial: separaciones conyugales, divorcios, desuniones, etc., se ha convertido en nuestra sociedad actual en uso al que independientemente nos esta­mos acostumbrando. Los poderosos medios de comunicación social colaboran a difundir, lo que no hace aún mucho tiempo se silenciaba con pudoroso recato.

No entramos ahora a dilucidar si esta crisis matrimonial es hoy mayor que en otros tiempos o si lo que hoy es público, antaño, aun existiendo en parecida proporción, no era conocido porque celosamente se ocultaba.

De hecho, la crisis matrimonial existe en nuestra sociedad. Pero la crisis no es sinónimo de catástrofe, sino ocasión de clarificación de ideas fundamentales de lo que es para los creyentes el matrimonio.

A la luz de esas ideas —contenidas en la Palabra de Dios— es posible que tengamos que reconocer que la unidad e indisolubilidad del matrimonio cristiano no se logra por la imposición de leyes (canónicas o civiles), sino que es una meta que sólo el amor es capaz de alcanzar.

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: Gen 2, 18-24

— En estos primeros capítulos del Génesis, superados los literalismos bíbli­cos e interpretándolos a la luz de los géneros literarios, el mensaje que contiene la Palabra es fundamentalmente la afirmación de la acción divina de creación en general y del hombre en particular; al que hizo varón y hembra, evidenciando junto con la igualdad en dignidad de los sexos, la complanentariedad de los mismos en una unidad («dos en una sola carne») que fundamente la institución natural del matrimonio.

— Todo el relato tiene una clara intencionalidad: evidenciar a partir de la soledad de Adán la necesidad de una compañía, de otro ser semejante a él en naturaleza que lo complementase, de manera que juntos pudiesen realizar su ser total de hombres, capaces de perpetuarse en la unidad más completa que puede darse, asentada en el amor que brota de este encuentro que los sorpren­de y entusiasma. Convendría profundizar en lo que el amor tiene de descubrí-

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244 EL RIESGO DE PREDICAR

miento, admiración y contemplación; el amor como donación y aceptación del otro en su singularidad; el amor como fundamento del matrimonio, que implica todos los elementos integrantes de la persona humana.

2.a Lectura: Heb 2, 9-11

— El autor de esta carta pretende salir al paso de la dificultad que ator­mentaba a los primeros cristianos ante lo que se ha llamado «el escándalo de la cruz». Toda la argumentación se basa no en el ocultamiento de la muerte ignominiosa de Jesús, sino en el valor «meritorio y satisfactorio» de su pasión y muerte «para bien de todos». La muerte de Jesús no es algo ajeno a los planes divinos, sino expresamente querido por Dios como instrumento «para llevar a una multitud de hijos a la gloria». La explicación, como es obvio, no está en un Dios que se complace en el sufrimiento en cuanto mal, sino en que acepta complacido el sufrimiento de Cristo porque es asumido libremente por amor («Nadie tiene mayor amor que aquel que da la vida por sus amigos»).

— En otras palabras, el sufrimiento, la pasión y la muerte de Jesús son la revelación más patente del Amor. Por otra parte, unidos a Cristo doliente es como daremos sentido a nuestros inevitables sufrimientos y muerte personales. Esta verdad de nuestra fe establece una conexión ineludible entre amor y muer­te, entre amor y sacrificio, ya que no es posible amor de verdad sin la dolorosa renuncia a nuestro egoísmo y a nuestro amor propio. Y esto es verdad tanto para amar a los hombres como para amar a Dios. El amor de Dios para con la humanidad será siempre el modelo, la realidad prototípica para el amor de los hombres entre sí, de los esposos (cfr. Ef 5, 20-33).

3.a Lectura: Me 10, 2-16

— Marcos en este pasaje da una versión simplificada de lo que Mateo más detalladamente expone en su texto paralelo (Mt. 19, 1-9). La explicación está en los destinatarios de los respectivos evangelios: Mateo escribe a judíos y Marcos a romanos. Sin embargo, la cuestión de fondo interesa a todos y tam­bién a los hombres de nuestro tiempo: el problema de divorcio.

— La pregunta no tiene escapatoria y en la contestación de Jesús se contie­ne una distinción que hay que tener muy en cuenta para comprender el proble­ma: el origen de la institución matrimonial, su regulación jurídica y las exigen­cias del Evangelio para los creyentes.

— La historia nos confirma que aun en el pueblo de Israel el divorcio y el repudio estuvieron regulados por la Ley. Jesús no condena a Moisés como legislador, lo que indica es que en determinadas circunstancias la ley que estipula el divorcio puede ser legítima aunque no sea el ideal deseable. La ley tutela el bien común de la sociedad y por vía excepcional puede normarse y regularse el divorcio, aunque no sea más que como concesión o tolerancia. Este dato habría de tenerse en cuenta antes de condenar ligeramente legislaciones civiles divor-cistas.

DOMINGO VEINTISETE DEL TIEMPO ORDINARIO 245

— Pero la enseñanza de Jesús va más allá de lo puramente jurídico. El Evangelio es plenificación del Antiguo Testamento y su enseñanza nos lleva a una comprensión más honda del matrimonio que la visión legalista. Cristo recuerda el origen de la institución tal como se contiene en el Génesis: su uni­dad, su permanencia y sobre todo su naturaleza amorosa. Y el pensamiento de Jesús aparece claro para quien reciba sus palabras en la fe: el matrimonio para el creyente es indisoluble por su propia naturaleza y por el simbolismo sacra­mental que expresa: el amor entre Cristo y la Iglesia y que no es concebible teológicamente como caduco o temporal. Este es el contenido explícito de la enseñanza de Jesús a sus discípulos, a quienes reciben sus palabras en la fe.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Del contenido de la Palabra la enseñanza aparece bien clara también para nuestro tiempo: para el creyente la institución matrimonial, es por su natura­leza amorosa algo estable, permanente e indisoluble, al margen de la legisla­ción, sea ésta civil o canónica. No olvidemos que la propia Iglesia también ha hecho concesiones sin dejar de proclamar continuamente el ideal evangélico de indisolubilidad. ¿Será quizá también por la «dureza de corazón» de los cristia­nos o por circunstancias que han hecho aconsejable la tolerancia? De hecho en la legislación canónica existe la separación conyugal, aunque no vincular, y las anulaciones del vínculo en los casos del privilegio paulino o del rato y no consu­mado, lo que a la luz del Evangelio no aparece como el ideal.

Vivamos todos conscientes que la actual crisis matrimonial no la superare­mos con leyes drásticas ni con impedimentos jurídicos, sino convenciendo a los casados y a los que van a casarse que el matrimonio sólo tiene una defensa inexpugnable: el amor mutuo, siempre creciente y siempre perfeccionable por la abnegación, la entrega plena al cónyuge, la mutua admiración y descubri­miento y con la continua mortificación de los egoísmos personales. Es también lección práctica para todos los unidos en matrimonio cristiano la necesidad de clarificar a la luz de la fe sus propias posiciones amorosas, la de defender y desarrollar su matrimonio sobre la base del amor y la de sentir sobre sí la tremenda responsabilidad de poder matar, hacer languidecer o intentar reverde­cer el propio amor matrimonial como acto humano libre y mutuo.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

La Palabra de Dios ilumina hoy nuestra fe sobre un tema que a todos, de una manera y otra, nos afecta y nos preocupa: el matrimonio. Es ocasión para que reunidos en asamblea renovemos nuestra fe en el proyecto de Dios sobre el matrimonio.

Entre nuestros pecados, los cometidos en el seno de la familia nos deben

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246 EL RIESGO DE PREDICAR

doler de un modo especial. De ellos hemos de arrepentimos ahora expresa­mente.

— Porque muchas veces no damos testimonio del verdadero amor para el que Dios nos creó, Señor, ten piedad.

— Por nuestros egoísmos personales, destructores del amor en el seno de nuestras familias, Cristo, ten piedad.

— Por nuestra actitud irresponsable, frivola y superficial, que destruye la unidad, la armonía y el amor conyugal y familiar, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Acudamos confiadamente a Dios Padre para pedirle su auxilio en nuestras necesidades.

— Por la gran familia de los hijos de Dios, que es nuestra Iglesia, para que dé al mundo un testimonio de amor entre todos sus miembros, roguemos al Señor.

— Por todas las familias del mundo y especialmente por las que se han fundado en la fe de Cristo, roguemos al Señor.

— Por todos los esposos e hijos que sufren las consecuencias de la incomprensión, la separación, el abandono o el divorcio, roguemos al Señor.

— Por todos nosotros, a fin de que cada uno aporte en su familia un esfuerzo de amor, de cordialidad y comprensión, que unan más estre­chamente a todos sus miembros, roguemos al Señor.

Recibe, Padre, nuestras súplicas y acógelas benignamente concediéndonos tu gracia y tu ayuda. Te lo pedimos...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Dios y creador nuestro, que hiciste buenas todas las cosas del mundo; que creaste al hombre y la mujer para que vivieran unidos en el amor. Ayúda­nos a descubrir con tu Palabra el sentido cristiano del matrimonio y la familia. Para que, superando las dificultades por las que atraviesa en este mundo, podamos realizar el ideal que nos encomendaste. Por Nuestro Señor...

Oración sobre las ofrendas:

Te ofrecemos, Señor, el amor sincero de tantos esposos buenos. Sabemos que donde hay amor verdadero, allí estás Tú presente. Que al celebrar en esta Eucaristía tu amor y entrega por los hombres, todos aprendamos a amarnos, como Tú nos has amado en Jesucristo, nuestro Señor, que vive y reina...

Oración para después de la comunión:

Sin tu amor, Señor, la vida está vacía. Sin amor fracasa el matrimonio y la familia, se separan los esposos, se dividen los hijos. Que al agradecerte tus dones, todos sepamos comprometernos para superar los egoísmos y edifi­car la familia en el amor. Por Jesucristo...

DOMINGO VEINTIOCHO DEL TIEMPO ORDINARIO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «La Palabra de Dios es exigente»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Está muy difundida en nuestros ambientes cristianos la idea de que nuestra religión es un puro instrumento moralizante y tranquilizador de las conciencias, a base de unos cumplimientos rituales y la observancia externa de determinadas prácticas o devociones.

Sin embargo, la realidad de nuestra fe, de un catolicismo auténtico basado en la Palabra de Dios, es precisamente todo lo contrario a una adormidera o a un tranquilizante: es una urgencia, un quehacer continuado, una constante superación de nuestras comodidades y egoísmos, una misión exigente y compro­metida que no sólo afecta a nuestras personas individuales, sino que trasciende a las esferas sociales: económicas y políticas.

Mientras los católicos reducían su fe a puros campos de espiritualidad y moralización de signo individualista, el mundo y sus poderes se sentían tranqui­los y hasta protegían y estimulaban esa manera de ser católicos y de ser Iglesia. Pero cuando la Iglesia y los creyentes descubren las urgencias de la Palabra de Dios y se comprometen en las exigencias del Evangelio con todas sus consecuen­cias, los poderosos del mundo se inquietan, se revuelven y se vuelven contra un catolicismo que se sale de las sacristías y de las intimidades de una vida privada, y lo acusan de temporalizar, de hacer política y hasta de dejarse influir de ideologías marxistas.

Pero la Palabra de Dios ahí está y ella nos juzgará. Nosotros como creyentes no podemos tener otra normativa que esa Palabra «viva y eficaz», «más tajante que espada de doble filo», y no podemos aceptar ni tolerar que los poderosos del mundo la deformen a su capricho y la conviertan en suave pero aletar­gante abanico de plumas de avestruz. No podemos seguir haciendo inútil nuestra misión cristiana con evasiones espiritualistas que desoyen las exigencias de la Palabra.

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: Sab 7, 7-11

— Este trozo del himno a la Sabiduría, atribuido a Salomón, encuentra su explicación plena no tanto en la sabiduría humana que como don recibió este rey de Dios, cuanto en la «sabiduría de Dios» que se hizo carne en la persona de Jesucristo. Si para Salomón la sabiduría humana fue preferible a todas las riquezas, poderes y dones, para el creyente Jesús y su doctrina ( = la auténtica Sabiduría) tienen que ser preferidos a cualquier otro valor terreno y humano.

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248 EL RIESGO DE PREDICAR

Es la sabiduría de vivir según la voluntad de Dios a la que nos comprometemos por la fe. En este texto está la explicación del Evangelio de hoy cuando nos hable de lo difícil que es al rico entrar en el reino de Dios, precisamente porque pone su confianza en el dinero.

2.a Lectura: Heb 4, 12-13

— En este pasaje de la carta a los hebreos encontramos los creyentes el fun­damento de nuestro culto a la Palabra y de lo que ella significa para nuestro comportamiento en la vida. Aquí, como en otros lugares de la Escritura, la Palabra está personificada, es Dios quien habla por ella, no es una palabra conservadora, sino actual y viva, dirigida personalmente a cada uno de los que la escuchamos cuando es proclamada, no vacía sino llena de contenido y eficacia.

— Esta Palabra para el creyente a quien va dirigida le compromete en toda su totalidad de persona, y le penetra hasta juzgar «los deseos e intenciones del corazón». La Palabra nos juzga y nos interpela, nos pone ante la disyuntiva de aceptarla o rechazarla, provoca en nosotros la opción. Nadie puede quedar ante ella indiferente.

— Una reflexión serena y honda de esta verdad de nuestra fe debería modificar profundamente nuestras actitudes personales respecto de la Palabra que es proclamada en nuestras celebraciones eucarísticas: no preocuparse seria­mente de llegar para oírla, oírla con despreocupación y no escucharla o, si es escuchada, no preocuparse de cumplirla.

3.a Lectura: Me 10, 17-30

— Este fragmento de Marcos es la aplicación de lo que hemos escuchado en el Libro de la Sabiduría y en la Carta a los Hebreos. En este diálogo de Jesús con el joven hay hondura para que cada uno pueda aplicárselo personal­mente en toda su extensión. Conviene insistir en la distinción de dos estadios: el cumplimiento de los mandamientos (obsérvese que los mandamientos que cita se refieren sólo a los deberes para con el prójimo...), lo que le sitúa en el ámbito del Antiguo Testamento, en lo programado en el Sinaí; y en «lo que le falta» y cuya observancia le introduce en la novedad del Evangelio y en el contexto de las Bienaventuraizas. Observar lo primero —que indudablemente es un deber— no es suficiente para ser cristianos si no nos abrazamos con las exigencias evangélicas. Nos limitaríamos a ser «repugnantemente buenos», nada más, pero no cristianos...

— La enseñanza de Jesús que sigue al abandono del joven rico es suficien­temente clara. La máxima dificultad está en el dinero para quienes lo poseen cuando en él «ponen su confianza». La única solución es desprenderse de las riquezas, lo que Jesús califica de humanamente imposible, sólo la fuerza de la fe y el impulso de la Palabra de Dios pueden hacer el milagro. La opción que pide Jesús no se queda en el «mínimo» que propone la ley. Va más lejos. Sólo quien es capaz de dejarlo todo ha comprendido lo que es convertirse a la palabra.

DOMINGO VEINTIOCHO DEL TIEMPO ORDINARIO 249

— No intentemos paliar las palabras de Jesús. Son claras y condenatorias. Sin formular ninguna doctrina social, fustiga cualquier sistema que se funda­mente en la posesión egoísta.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Dios, hoy como ayer, sigue dirigiendo su palabra a los hombres. Lo que nos ha dicho no hay quien lo rectifique, ha penetrado —si se lo hemos permi­tido— hasta los tuétanos y ha juzgado hasta nuestros deseos e intenciones.

Dar respuesta a esta Palabra exige el compromiso personal de superar con­cepciones cómodas del cristianismo, desfigurándolo; adoptar como propios los criterios evangélicos y esforzarnos, con generosidad y valentía, en convertirlos en la norma de nuestro compromiso personal y social, confiando más en la fuerza de Dios que en nuestros proyectos de hombres. Para aceptar y vivir la Palabra es preciso haberla descubierto con entusiasmo; es necesario haberse convertido a la Palabra. Sólo entonces se es capaz de dejar todo por seguirla.

Sólo así preferiremos la Sabiduría a todo lo demás y sólo así haremos del Evangelio algo eficaz al servicio del mundo y de los hombres.

Ante la fiebre actual en nuestro mundo de tener, de poseer, de acumular y de enriquecerse, nuestra conciencia de cristianos tiene que reaccionar sobre la Palabra de Dios. Entrar en el reino de Dios es difícil, humanamente imposible. Lo dice Cristo que no es precisamente un «demagogo marxista» ni habla de consignas recibidas de un sistema ideológico cualquiera. Y cuando los creyentes: Obispos, sacerdotes o laicos repiten fielmente las palabras de Cristo como cum­plimiento de su misión profética, tampoco son revoltosos, subversivos ni dema­gogos, como insistentemente lo pretenden los sustentadores del poder y de los sistemas establecidos, sino sencillamente cristianos que no quieren ni pueden suavizar ni acomodar las exigencias de la Palabra de Dios.

Claro está, que la validez de nuestra palabra será tanto mayor, cuanto más vaya unida a un comportamiento consecuente, a todo nivel.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Si queremos que nuestras Eucaristías dominicales dejen de ser mero cumplimiento de un precepto y deseamos que se conviertan en impulso motor que dé sentido cristiano a toda nuestra vida, es necesario, ya al comienzo de ella, una actitud sincera y humilde de escucha atenta de la Palabra de Dios. Hoy la Palabra va a hablar de sí misma. Nosotros hemos de acogerla con actitud de conversión.

Nuestros pecados son frecuentemente la causa principal que nos impide escuchar la voz de Dios. Hagamos todos un esfuerzo para superar lo que nos separa del Señor y pidámosle perdón por nuestras continuas ofensas.

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250 EL RIESGO DE PREDICAR

— Tú, que conoces mejor que nosotros mismos nuestros pecados perso­nales y hasta los cometidos en la más recóndita intimidad, Señor, ten piedad.

— De nuestras ambiciones desmedidas, de nuestros afanes de posesión egoísta, de nuestras obsesivas preocupaciones materiales, que nos impi­den o dificultan gravemente el cumplimiento de nuestras exigencias de fe, Cristo, ten piedad.

— Porque nos apegamos a las riquezas o, careciendo de ellas, las ambi­cionamos envidiosamente, lo que equivale a poner en ellas nuestro corazón, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Oremos, hermanos, al Padre confiando que de El venga lo que nuestras fuerzas no pueden alcanzar.

— Que la Iglesia de Cristo sea para los hombres un testimonio de pobreza evangélica, sabiendo desprenderse de todo poder y riqueza, roguemos al Señor.

— Por todos los pueblos y naciones que padecen el hambre y la miseria del subdesarrollo, para que unidos luchen por superar las injusticias que con ellos se cometen, roguemos al Señor.

— Para que nosotros tengamos la fortaleza suficiente para saber despren­dernos de lo que nos impide ser testigos fieles de la Palabra, roguemos al Señor.

Recibe, Padre, nuestras peticiones y da eficacia a nuestros propósitos. Te lo pedimos...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Muchas veces nos hemos reunido y hemos escuchado tu Palabra, Señor. Tenemos que reconocer también que muchas veces no la hemos cumplido. Nos hablas y no hacemos caso; nos pides una respuesta, y no te la damos. No te canses de recordarnos tu voluntad, Señor. Y ayúdanos a seguirte y a preferir tu Palabra a todos los bienes del mundo. Por Nuestro Señor...

Oración sobre las ofrendas:

Te presentamos, Señor, junto con estos dones de pan y vino, el sacrificio que nos exige ser fieles a tu Palabra. Si la cumplimos, edificamos nuestra casa sobre roca; si la vivimos, transforma nuestra vida; si por ella nos dejamos juzgar, Tú nos llamarás bienaventurados. Así te pedimos que se cumpla por Nuestro Señor Jesucristo...

Oración para después de la comunión:

Con el gozo de haberte escuchado, danos también, Señor, la alegría de ser testigos de tu Palabra, Que tengamos la valentía de vivirla y anunciarla a los hombres, para que un día puedas reconocernos como tuyos en la vida eterna. Por Jesucristo...

DOMINGO VEINTINUEVE DEL TIEMPO ORDINARIO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Poder y servicio»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

El poder y el dinero hacen que el mundo se divida en pueblos ricos y pueblos pobres». Los primeros, se enriquecen más y más a costa de una pobreza creciente de los segundos. Los países ricos gobiernan tiránicamente el mundo entero.

Esta realidad, constatable a un nivel internacional tiene su traducción a nivel nacional. Los poderosos imponen su programa. Se imposibilitan los cauces de crítica, de creatividad, de representación. Se organiza la sociedad al servicio de los privilegios de unos pocos. La empresa de nuestros días es la tarea del «orde­no y mando» del capital. El sindicato no es lo que debe ser. La familia en muchas ocasiones, es un campo de batalla donde mueren los mejores valores del amor y de la creación en común.

En la Iglesia misma aparece demasiadas veces un modelo de autoridad y poder más cercano al estilo de los poderes políticos y económicos que a las exigen­cias evangélicas. Y lo que es peor, hoy también aparecen en la Iglesia, obras reli­giosas, movimientos apostólicos, corrientes de espiritualidad que quieren legi­timar un camino de evangelización apoyado en los poderosos. Con el talento y el dinero de unos, con el poder y las influencias de los mejor instalados, será más viable, piensan, llegar a la sociedad entera y «convencer» a los hombres para que se hagan cristianos.

Cuando los abusos de los poderosos son clamorosos: guerras, masacres, cár­cel, torturas, etc., la sensibilidad del pueblo suele rebelarse. Cuando los pode­rosos actúan con técnicas «humanizadas» que «cazan» al hombre vivo y lo colo­can en una situación en la que le arrancan hasta la capacidad de reaccionar, se está hiriendo lo más íntimo de la persona humana.

2. MENSAJE BÍBLICO

Ia Lectura: Is 53, 10-11

— El Hijo del Hombre (Dan 7, 9 ss.) se presenta entre los hombres bajo la figura de Siervo. No aparece revestido de poderes humanos. No piensa sacar a su pueblo de la esclavitud empleando armas ni tanques. Al contrario, su único poder es el amor que rompe el sufrimiento absurdo asumiéndolo; su única arma es el servicio hasta la muerte. Amor y servicio no pueden morir, no pueden ser destruidos. Llevan en sí mismos el germen del triunfo. Y este triunfo lleva el sello de la universalidad: «justificará a muchos». Estos son los medios de salvación que emplea el Siervo de Yahvéh.

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252 EL RIESGO DE PREDICAR

-— La esperanza de Salvación que el pueblo va alimentando entre destierro y destierro, se presenta con una condición: la humillación, el sufrimiento. Cuatro veces cantará el Profeta al Siervo que lograría a través de su humillación la exaltación propia y la de todos los hombres. Dios Salvador está como a la espectativa del quehacer de su Hijo en su caminar entre los hombres. A la vista de la tarea, realizada en humildad y servicio pleno, la humanidad será salvada.

2.a Lectura: Heb 4, 14-16

— Frente a los sacrificios rituales del Antiguo Testamento, sacrificios inefi­caces, presenta el escritor la realidad del único sacrificio, de una vez para siem­pre, realizado por Jesús, a través de la ofrenda de sí mismo, que se convierte en sacerdote y víctima; el sacrificio de Jesús que se realiza en la entrega total de su ser.

— Así será en adelante la única presencia válida del sacerdote cristiano y de todos los cristianos en medio de sus hermanos. Desaparece la base para cual­quier postura de privilegio. Solamente sirve el servicio pleno en la tarea humana integral. Los verdaderos jefes de las comunidades no serán aquellos que se sirven del poder para oprimirles, sino aquellos que las sirven para liberarlas.

3.a Lectura: Me 10, 35-45

— Junto a la presencia operante de una vida que habla por sí sola, está la palabra que define y da razones a los que le rodean.

— Aquí, como en otros lugares del Evangelio, nos encontramos con expre­siones claras que van entretejiendo el mensaje salvador.

— Nuestra apuesta por Cristo, elemento básico de la vida de fe auténtica, tiene que ir llenándose de contenido, tiene que ir buscando fórmulas de expre­sión. Aquí nos encontramos con una. Frente al afán de ser los primeros, ocu­pando puestos de poder, Cristo propone a sus Apóstoles el principio de compor­tamiento de la comunidad cristiana: «El que quiera ser grande, sea vuestro servi­dor...». Para un cristiano no sirve el «modelo» de la sociedad civil, sino el mode­lo de Cristo...

3. RESPUESTA A LA PALABRA

La figura del Siervo de Yahvéh es un retrato por adelantado de lo que vivió en plenitud Jesús de Nazaret.

Fue, además de Dios, un hombre entre los hombres. Un hombre cabal que vivió en perfecta solidaridad la aventura misma de los hombres. Jesús, «nacido de mujer», «ha sido probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado, que «todo lo hizo bien», termina haciendo verdad en su propia carne la afirmación cumbre de su mensaje, «nadie tiene más amor que el que da la vida por sus hermanos».

DOMINGO VEINTINUEVE DEL TIEMPO ORDINARIO 253

Camina junto a los hombres sus hermanos, curándoles, liberándoles, sirvién­doles con profundidad, para revelar en «moneda» inteligible a los hombres senci­llos, la gran verdad que encierra dentro de sí: Dios es AMOR y salva a los hombres en el amor.

Al mismo tiempo nos va explicando, con el entrelazado de su vida lo que significa ser hombre. Nos enseña para siempre, con su realización humana, las enormes posibilidades que se encierran en germen en nuestra condición de hom­bres. Y nos muestra el único camino para lograr la realización integral de dichas posibilidades. Solamente seremos hombres enteros si somos solidarios, si quema­mos nuestras mejores energías en el servicio de los otros.

Esto significa vivir a contrapelo del mundo que nos rodea y de sus hombres más significativos, los poderosos. Hoy, como parece que ocurría en tiempos de Jesús, lo normal en el mundo es tiranizar, oprimir; gusta más que les sirvan que estar sirviendo; los hombres que hoy privan son los poderosos.

Es necesario dar un paso más. Hay que releer la Palabra, aquí y ahora. Y esta relectura nos dará los verdaderos perfiles del servicio a los hombres de hoy.

El servicio auténtico del creyente, sin olvidar la cercanía a los hombres concretos, a su problemática personal, tiene que buscar el modo de abrir brecha en la situación socio-política donde el hombre se nos va desintegrando. Hay que denunciar y hay que transformar estructuras e instituciones injustas de la socie­dad y de la organización política en que vivimos. Hay demasiadas máquinas de deshumanización que impiden la creación de un hombre integral.

Todo ello surge de la interpelación que hoy nos hace la lectura de la Palabra de Dios.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Posiblemente nos encontramos al comenzar esta celebración con una dis­yuntiva. Se nos presenta a cada uno de los cristianos y a la misma Iglesia como tal. Jesús nos va a decir en el Evangelio: «Los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan y los grandes los oprimen; vosotros nada de eso el que quiera ser grande, sea vuestro servidor» ¿qué pasaría si nosotros aplicamos estas palabras a nuestra situación concreta? ¿qué con­clusiones sacaríamos, si nos las aplicamos a nosotros mismos? ¿Nos encon­tramos entre los que oprimen o entre los que sirven?

La convivencia se hace especialmente difícil por el afán de poder que tenemos los hombres. Demasiadas veces nos atropellamos los unos a los otros. Demasiadas veces convertimos nuestro mundo en una selva donde impo­ne la ley el más fuerte. Esas actitudes de poder son pecado. Vamos a pedir perdón a Dios y a los hermanos a quienes oprimimos de mil maneras.

— Por nuestro afán desmesurado de poder y dominio, Señor, ten piedad. — Por aprovecharnos de los demás, en vez de ayudarles, Cristo, ten piedad.

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254 EL RIESGO DE PREDICAR

— Por permanecer indiferentes ante los poderes mundanos y el pecado que tiraniza al hombre, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Ante tarea tan importante y tan urgente, sentimos, Señor, la necesidad de contar con tu fuerza para una serie de tareas. Te las recordamos en la oración común.

— A veces la Iglesia ha copiado para su quehacer en la tierra modelos de ejercer la autoridad que han degenerado en opresión. Para que aprenda nuestra Iglesia a vivir en postura de permanente servicio al mundo que tiene que salvar, roguemos al Señor.

— Los gobernantes, los poderosos de la tierra, se han servido muchas veces de su posición para oprimir o explotar al débil. Para que cumplan con su misión de servir a todos sin distinción en la búsqueda del verdadero bien común, roguemos al Señor.

— Todos los que estamos aquí tenemos sin duda problemas de este estilo. Tu palabra ha sido clara y terminante. Que seamos capaces de aportar por una auténtica línea de servicio, roguemos al Señor.

Oremos: Señor Jesús, que en tu paso por la tierra serviste a los hombres y fuiste amigo y defensor del pobre, te rogamos nos enseñes a imitarte para mostrar al mundo el auténtico rostro de tu Iglesia. Tu que vives y reinas por los siglos...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Padre Dios, que enviaste a tu Hijo a salvar a los hombres, no con el poder y las armas, sino con el amor y el servicio. El no rechazó el sufrimiento, estuvo al lado de los pobres y humildes, denunció a los poderosos y satisfe­chos. Nosotros, en cambio, Señor, amamos el poder y el dominio, no estamos dispuestos a sufrir por los demás, despreciamos al pobre y nos unimos al poderoso. Que tu Palabra y tu gracia nos conviertan a una verdadera actitud de servicio a los hombres. Por Nuestro Señor...

Oración sobre las ofrendas:

Aunque la ofrenda de nuestra vida es pobre, porque está manchada de egoísmo, Tú no la desprecias, Señor, porque ves el sacrificio de nuestros herma­nos y el de tu Hijo Jesús, que contigo vive y reina...

Oración para después de la comunión:

Te damos gracias, Padre, porque nos has enseñado que sólo sirviendo se ama, y sólo amando podemos servir. Comprendemos ahora mejor porque Jesús se hizo uno de nosotros, porque en cada Eucaristía se hace pan para los humildes. Danos la fuerza para crear un mundo más justo, más sencillo y más fraterno. Por Jesucristo...

DOMINGO TREINTA DEL TIEMPO ORDINARIO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Sólo Dios puede salvarnos»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

¿Podríamos salir hoy a la calle y gritar a los hombres que encontramos: «Sólo Dios puede salvarnos?».

¿Nos atreveríamos a decir a los militantes de nuestro pueblo: La libera­ción de la clase obrera, la liberación de los pueblos encuentra en Cristo su últi­ma palabra?

Soñemos un poquito. Coloquemos en un lugar de afluencia dominguera un letrero de grandes letras luminosas que diga: «Sólo Dios puede salvarnos», y observemos a los que se paran para leerlo. Las reacciones son para todos los gustos.

Algunos, al ver nuestro slogan han sentido de nuevo una bofetada en su rostro. «¿Dios qué puede hacer?». «¿Qué es eso de Dios?». Porque lo más claro que saben sobre Dios es que lo pronuncian muchas veces los que les oprimen en la vida social, en la empresa, en todas partes. Y... lo rechazan. Dios es una invención de los poderosos; y lo han inventado para dominar, con promesas de un cielo futuro, las ganas de liberación de los marginados y desposeídos. Dios se ha convertido en la expresión del máximo vaciamiento de las personas de su clase. Dios ni salva ni sirve para nada. Hay que eliminar su presencia engañosa.

Habrá quien mire, hará un gesto de extrañeza y seguirá pensando en el último cambio de los valores en la bolsa, en el último programa de planificación económica, en el último cerebro electrónico.

Para otros muchos será un interrogante serio que les produce escozor. ¡Eso es una verdad auténtica! Dirán. Pero... ¡qué hemos hecho de ella en nues­tra vida! Nadie nos cree..., ni puede creernos. Hemos sido tan inconsecuentes! Bajan su mirada, caminan en silencio y en su corazón nace un propósito serio. Buscarán el modo eficaz de decir con su vida la verdad del letrero luminoso.

Vamos a adentrarnos con estos últimos en la verdad sin fondo de la Pala­bra de Dios.

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: Jer 31, 7-8

— Es la reflexión de fe que va haciendo el pueblo escogido sobre la historia de su liberación, descubren su origen y la razón de ser como pueblo en la presencia de Yahvéh luchando junto a sus antepasados y ayudándoles a vencer.

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256 EL RIESGO DE PREDICAR

— Siempre que viven una experiencia de destierro y retorno a la patria, recuerdan sus orígenes pero olvidan, con facilidad la dimensión más profunda de la lucha: la liberación integral que tienen que ir consiguiendo paso a paso. Para recordárselo, Yahvéh suscita los Profetas como pregoneros insobornables.

— Jeremías, más que ningún otro, nos recuerda las dimensiones más ínti­mas y vitales de la verdadera y única salvación que protagoniza Yahvéh y culmi­nará en Cristo. Sus tonos son de gozo y de júbilo, porque la salvación que ase­gura Dios no se funda en medios humanos, sino en su fuerza y su amor. Los pobres de Yahvéh, los pobres y despreciados, aquellos que confían en que Dios nunca puede faltarles, esos se congregarán y alcanzarán la salvación.

2.a Lectura: Heb 5, 1-6

— La liberación de Cristo, salvación de Dios, no se hace en la lejanía de los principios, de las ideas programáticas. El sacerdote, miembro señalado en el quehacer salvador, es un hombre cercado, que vive su misión compartiendo con los demás la carga de su compromiso. Responde a la llamada de Dios para ope­rar la salvación mano a mano con los hombres sus hermanos. Cristo es «media­dor» porque no yuxtapone su servicio a Dios y su servicio a los hombres. Sir­viendo a los hombres, ama a Dios. Sirviendo a Dios, ama a los hombres. Este servicio es siempre por-los-demás y por eso, al implicar una lucha contra el pecado, tiene el carácter remisivo. Desde la humildad de este servicio puede com­prender a los «ignorantes y extraviados». Este es el sentido del texto.

3.a Lectura: Me 14, 46-52

— ¡Cuántas veces se confunde a los hombres presentando la tarea de Cristo y de la Iglesia como puramente espiritual!

— Cristo se nos presenta liberando a un hombre concreto de una atadu­ra material y no tiene reparo; se acerca a Bartimeo, dialoga con él, le cura. Pero no se queda en la superficie. Aparece el milagro, liberación concreta, como signo visible de una liberación más profunda: la opción por el otro que supone la fe habitando en el corazón de un hombre.

— El mal, la enfermedad, es signo de otro mal más radical y profundo, aunque no sea carga inmediata del mismo: el pecado. La salvación que Cristo ofrece no es la de un médico, o un vulgar curandero: es la salvación total, inte­gral. Es la salvación del sentido más profundo de la vida.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Tres pasos podíamos dar al responder hoy a la interpelación recibida de Dios por su Palabra.

En primer lugar: la salvación cristiana, nacida en el calor del amor eterno del Padre, opera en el hombre entero. El hombre «un todo único» que espera una liberación integral, una liberación del «cuerpo y alma, corazón y conciencia, inteligencia y voluntad», diría el Vaticano II (G. et Sp. 3). Opera en el hombre

DOMINGO TREINTA DEL TIEMPO ORDINARIO 257

en situación, con una historia recibida, con un presente en el que trabajar intensa­mente y con un futuro como proyecto de su vida.

Opera en el hombre, que soporta en su ser personal y solidario, la fragili­dad de lo humano, la liberación de su gran cuerpo cósmico que es el mundo. Leamos a Pablo en (Rm 8, 21 ss.). El mundo, que son las instituciones y las estructuras injustas, espera la redención con dolores de parto.

Un paso más. La salvación cristiana no es una autoliberación sino que viene de OTRO. A nuestro mundo adulto que piensa que todo lo puede, hay que recordarle muchas veces sus ansias prometeicas y las fatales consecuencias que han producido.

Todas las liberaciones, lo mismo burguesas que socialistas nos dan un dato de experiencia que no podemos olvidar. Los mejores proyectos y las mejores intenciones de liberación se han absolutizado y se han convertido en dogmas intransigentes. El resultado siempre es el mismo: Desaparecen unas esclavitu­des, pero aparecen otras nuevas y, a veces, más profundas.

Por último, descubrimos que ese OTRO, Cristo, es un ser cercano sintien­do en su propia carne la fuerza de las esclavitudes humanas.

Esto es importante. La cercanía de Cristo, pero de un Cristo íntegro no lejano ni mutilado. Cristo nos salva no desde una ideología o un sistema, sino asumiendo las mismas situaciones dolorosas del hombre, viviendo radicalmente la tragedia humana.

Hoy también, junto a nosotros hay muchos que quieren mantener a Cristo lejos, presentar un Cristo parcelado. Son dos maniobras inconfesables.

Cristo es el más cercano de los hombres. Cristo apuesta por la salvación integral del hombre, apuesta, por tanto, por todas las liberaciones donde se construye la salvación en plenitud que es la libertad para el amor.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

«Sólo Dios puede salvarnos». Sería un slogan polémico en el mundo de hoy sin duda alguna.

Toca muy de cerca a las aspiraciones más íntimas del hombre como tal. Aspiraciones que son atacadas de mil maneras y a todos los niveles.

Hay junto a nosotros profetas de todos los colores que prometen esa liberación, esa realización integral de nuestros sueños.

También en nosotros han surgido ganas serias de ser más libres, de realizarnos más plenamente. En muchas ocasiones las hemos adormecido; nos obligaban demasiado. Son actitudes de pecado. Pidamos perdón.

— Por todas nuestras iniviciones, Señor, ten piedad. — Por todas las ocasiones en que hemos preferido la comodidad, el poder,

el dinero a la verdadera libertad, Cristo, ten piedad. — Por las veces que hemos arrastrado a nuestros hermanos presentándoles

liberaciones engañosas, Señor, ten piedad.

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258 EL RIESGO DE PREDICAR

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Oremos hermanos a Dios salvador de todos los hombres.

— Para que la Iglesia sepa ser siempre la conciencia crítica insobornable que denuncia cualquier intento de dominación, cualquier programa de manipulación del hombre, roguemos al Señor.

— Para que todos los que luchan en el mundo por la salvación de los hombres, coloquen en el centro de su tarea al hombre con toda su dignidad, roguemos al Señor.

— Para que los cristianos, que sabemos cómo en Cristo está ya realizada la salvación total, trabajemos con esperanza y alegría para incorporar a esa salvación a todos los hombres, roguemos al Señor.

•— Para que ninguno de nosotros viva en situación de esclavitud más o menos solapada, ni se inhiba en la tarea de salvación concreta que nos ha sido asignada, roguemos al Señor.

Señor y salvador nuestro, de quien procede todo don perfecto; ayúdanos a aceptar tu salvación mientras luchamos por la liberación del hombre. Por Nuestro Señor Jesucristo...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, que conoces los más íntimos deseos y aspiraciones del hombre. Tú sabes cómo vivimos engañados: ponemos toda nuestra confianza en el dinero, las acciones, el negocio; soñamos con el chalet, la finca o el piso lujoso; creemos que nuestros medios humanos pueden salvarnos. Pero nuestro cora­zón está vacío, porque la salvación verdadera, la respuesta a nuestras más íntimas aspiraciones eres Tú. Que esta Eucaristía nos ayude a confiar más en tu Palabra y tu promesa. Por Nuestro Señor...

Oración sobre las ofrendas

Por este sacrificio recibe, Padre, el sufrimiento de tantos hombres enfer­mos, a quienes nosotros olvidamos y marginamos. Que tu salvación sea su más profunda esperanza. Por Jesucristo...

Oración para después de la comunión:

Llenos de gozo te alabamos, Padre nuestro, porque nos has salvado; porque cada día haces presente tu salvación para nosotros en la Eucaristía. Ayúdanos para que en nuestra vida confiemos más en tu salvación que en las «salva­ciones» del mundo. Danos tu gracia para unir nuestro esfuerzo al de todos los hombres en la construcción de un mundo mejor, donde Tú estés presente. Por Jesucristo...

DOMINGO TREINTA Y UNO DEL TIEMPO ORDINARIO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «La primacía del amor»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Por muy mediocres que seamos en la vida, puede asegurarse que la gran mayoría de los cristianos sabemos cuál es el mandamiento principal de Cristo: amor a Dios y al prójimo. Incluso podría afirmarse que casi la totalidad de los hombres aunque no sean creyentes ni cristianos, admiten el principio del amor como la base de toda humana interrelación, como el fundamento primordial de la convivencia y el entendimiento. A veces, este principio subyace bajo formas diversas de expresión: humanitarismo, filantropía, solidaridad, cooperación, ayu­da, relaciones cordiales... Otras veces, dichas formas no son más que un medio­cre ocultamiento del verdadero rostro del amor.

Lo cierto es que aunque teóricamente el amor tiene un puesto prioritario en la concepción humana, prácticamente esta prioridad se ve con frecuencia frus­trada, prostergada, aniquilada, ahogada por los egoístas intereses del hombre y del mundo. Personal, social y eclesialmente sigue triunfando con escandalosa persistencia el egoísmo sobre el verdadero amor. El hombre escamotea con faci­lidad el amor, cuando le exige renuncia y entrega, dando así preferencia práctica al egoísmo, al odio y al rencor. La sociedad claudica constantemente del amor, cuando éste le pide igualdad de derechos, justicia, libertad, participación... incli­nándose más bien por los intereses económicos, por la opresión del débil y «sub-desarrollado», por la defensa de sus áreas de poder. La Iglesia misma (todos los cristianos), a pesar de sus bellas palabras y convicciones, pisotea a veces el amor, con sus «alianzas humanas» o con sus acciones.

Y es que a los cristianos nos acecha un peligro constante: olvidar lo prin­cipal a costa de insistir en lo secundario. La «estructura» que hemos montado sobre el amor ha llegado a ocultar la misma base que debe sustentarla para ser verdadera. Entretenidos en el «cómo» y el «cuándo» hemos prescindido, a veces, del «qué» fundamental. Y así en vez de defender y vivir el amor que Cristo nos enseña, hemos preferido defender y vivir el amor que a nosotros nos interesa.

2. MENSAJE BÍBLICO

Ia Lectura: Dt 6, 2-6

— Dios, sin embargo, es celoso con sus preceptos y no quiere que se ocul­ten con intereses humanos. El autor deuteronomista, teólogo predicador de la Ley, es consciente de que ante todo se debe ser fiel a los mandatos del Señor.

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260 EL RIESGO DE PREDICAR

Esta es la única condición que garantiza la vida, la felicidad, la salvación (Dt 5, 32-33; 6, 3). Al amor total de Dios hacia su pueblo debe responder la fideli­dad exclusiva y sin mediocridad del pueblo respecto a Dios. Es una fidelidad que se pide no sólo a los individuos particulares, sino al pueblo entero, implica­do en el mismo compromiso (vv. 2,1) .

— Esta respuesta de fidelidad la concentra el autor en el precepto del amor a Yahvéh, esencia de la Ley (vv. 4-9; cfr. 10, 12). En ningún libro del Anti­guo Testamento se expresa con tanta claridad la primacía del amor a Yahvéh sobre cualquier otro precepto, aunque esta idea se halle implícita en otros muchos lugares (cfr. 2 R 23, 25; Os 6, 6; Jer 31, 33). Por eso este texto, cuya impor­tancia no se oculta, será el principio y núcleo de la oración llamada «Sema» (que traduce la palabra inicial «escucha»). Oración que se recitaba dos veces al día, en el templo y en la sinagoga (cfr. Me 12, 29), y que venía a ser una profesión de fe para el pueblo. El contenido que se expresa en este texto es de gran importancia: (vv. 4-9) el amor a Yahvéh es el precepto fundamental; este amor debe ser exclusivo y total (afirmación monoteísta); el israelita debe poner todos los medios para no olvidarlo; por eso no sólo debe grabarlo en el cora­zón, sino también en su frente, en su mano, en las jambas y en las puertas; esto será para él como un signo, como un memorial de la voluntad de Dios y del compromiso del hombre, su obligación es tanto recordar y vivir este precep­to, cuanto enseñarlo en todo momento y lugar a sus hijos.

2.a Lectura: Heb 7, 23-28

— Para encontrar la conexión del tema del amor con el texto de Hebreos, es preciso ver en Cristo a aquel que ha realizado plenamente el principio del amor, manifestado de forma privilegiada, en la cruz. La confrontación que el autor hace entre el sacerdocio y sacrificio de la Antigua Ley y el Sacerdocio y sacrificio de Cristo en sus diversos aspectos, mostrando la superioridad y origi­nalidad del mismo, pone de relieve que el verdadero quicio del culto cristiano consiste en el amor, en la oblación total y definitiva por los demás hasta la muerte, cuyo paradigma irrepetible, aunque siempre actualizable, es Cristo.

3.a Lectura: Me 12, 28-34

— Jesús no rechaza la concepción judía del amor, la lleva a cumplimiento y plenitud (Mt 5, 17). El Antiguo Testamento proclamaba ya tanto el amor a Dios como el amor al prójimo; sin embargo no veía con claridad ni la conexión entre estos preceptos, ni la inclusión del amor al enemigo (Lv 17, 8, 10-13; 19, 16-18; Ex 21, 24, etc.). La originalidad de la respuesta de Jesús radica preci­samente en esto: en que une estrechamente el amor a Dios y el amor al próji­mo; identifica el amor al prójimo con el amor a Dios; sitúa los dos preceptos al mismo nivel como síntesis del Decálogo; incluye en el amor al prójimo el amor al enemigo (vv. 29-31; cfr. Mt 22, 34-40; Le 10, 25-28; Mt 35; 5, 43-48, etc.). Así se explica que Pablo pueda afirmar que el amor al prójimo es el

DOMINGO TREINTA Y UNO DEL TIEMPO ORDINARIO 261

cumplimiento de la Ley (Rm 13, 8-10; Gal 5, 14.. .) , y que Juan pueda decir que quien no ama a su hermano, tampoco ama a Dios, permanece en las tinie­blas, no conoce la verdad, es un asesino... (cfr. 1 Jn) .

— Es interesante también notar cómo el texto afirma que el amor a Dios y al prójimo «vale más que todos los holocaustos y sacrificios» (v. 33). Es decir, éste es el culto fundamental: el amor, la justicia, la ayuda incondicional... por encima de todo culto ritual como afirmaron los Profetas (cfr. Is 1, 10 ss.; Am 4, 4-5... Sant 2, 1-13).

3. RESPUESTA A LA PALABRA

A pesar de que los hombres, y sobre todo los cristianos, creemos y habla­mos del amor a Dios y al prójimo, nuestra vida es un constante fracaso del amor verdadero. El egoísmo sigue triunfando sobre el amor, los intereses indi­viduales y sociales sobre el bien y amor a los demás.

Mientras el precepto del amor a Dios y al prójimo no ocupe el centro de nuestra fe, nuestras actividades y nuestra vida, estaremos falseando mediocre­mente la respuesta constante que debemos al amor de Dios.

El amor no tiene barreras, no excluye ninguna parcela de la vida, no se queda en teorías, no se oculta impunemente. El creyente tiene obligación de amar y de enseñar a amar, de confesar su fe en el amor y de vivirlo como «memorial» de amor de Dios.

Luchar contra el permanente sabotaje de este máximo principio significa no engañarse con falsas justificaciones; no fijarse en lo secundario, olvidando la principal; no dar prioridad al egoísmo, al orgullo o al poder sobre el amor; no mancharse las manos con la injusticia de un mundo que prefiere los intereses económicos y la opresión del débil a la justicia que se funda en la caridad.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Toda reunión lleva consigo un compartir algo. Pero sólo se comparte de verdad cuando se ama. El amor se expresa y se fortalece en la reunión de amigos. Este es su fruto más auténtico.

También nosotros al reunimos hoy, debemos partir de esta actitud funda­mental de fraternidad y de amor. Sólo de este modo, la Eucaristía será el signo verdadero que expresa, realiza y fortalece el amor de Dios a los hombres, y el amor de los hombres entre sí y para con Dios.

Pero sabemos que de hecho, el amor se ve suplantado por el egoísmo muchas veces en nuestra vida. Por eso debemos perdir perdón.

— Por todas las veces que hemos hablado del amor y la caridad, y no lo hemos llevado a la práctica, Señor, ten piedad.

— Por anteponer nuestros propios intereses y egoísmos al amor verda­dero hacia los demás, Cristo, ten piedad.

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262 EL RIESGO DE PREDICAR

— Por haber olvidado las verdaderas exigencias del amor cristiano, fiján­donos en otros aspectos secundarios, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Si de verdad creemos que el amor cristiano no tiene fronteras, oremos ahora por todos los hombres.

— Para que la Iglesia proclame y viva el precepto del amor, por encima de sus leyes y preceptos humanos, roguemos al Señor.

— Para que las sociedades y los gobiernos de los pueblos busquen más el bien y la fraternidad de los hombres, que sus propios intereses, roguemos al Señor.

— Para que todos los hombres luchemos unidos para implantar la paz donde reina la lucha, el amor donde triunfa el odio, la justicia donde existe la opresión, roguemos al Señor.

— Para que cuantos profesamos nuestra fe en el amor a Dios y a los hombres, hagamos preceder nuestras palabras con el ejemplo, rogue­mos al Señor.

Señor, que prefieres la entrega y el sacrificio del amor verdadero a los actos externos de culto, danos la fuerza de colocar este amor en el centro de nuestra vida, y de ser consecuentes con nuestra fe. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Míranos congregados en tu nombre, Señor, con ganas de expresarte nues­tro amor, de ser un poco más buenos. A veces nos da vergüenza pensar en lo mucho que nos has amado a los hombres, porque vemos lo poco que te amamos. Pensamos más en nosotros mismos que en los demás. Olvidamos el precepto fundamenta! y nos quedamos con lo secundario. Que iluminados por tu Palabra podamos renovar nuestra vida en el amor. Por Nuestro Señor...

Oración sobre las ofrendas:

Señor, Tú ves cómo los hombres casi siempre damos cuando esperamos recibir. A Ti no podemos darte cosas, porque no las necesitas. Sólo quieres nuestro amor, y éste a veces no lo tenemos. Mira con misericordia nuestras manos vacías, y llénalas Tú con el amor verdadero. Por Jesucristo...

Oración para después de la comunión:

Nos has enseñado una cosa, Señor: que el amor no tiene fronteras, que sólo es válido nuestro amor a Ti cuando va unido al amor al prójimo. Que la fuerza de esta Eucaristía nos ayude a amar a los demás, como Tú nos has amado a nosotros. Por Jesucristo...

DOMINGO TREINTA Y DOS DEL TIEMPO ORDINARIO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Sólo el pobre tiene esperarla»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

«Todo tiene un precio». Es una frase que se ha convertido en tópico. Pero la verdad es que la realidad, la vida de los hombres está dando la razón al dicho popular. En nuestro mundo todo está a la venta. Todo ha sido tasado y conve­nientemente valorado. Pero desgraciadamente, muchas veces no sólo están a la venta los objetos y las cosas materiales, sino también otros valores. La amistad, la honradez, la solidaridad, la justicia, la misma vida de los hombres, están a la venta en el mercado, como cualquier otro objeto.

En el fondo esto es así porque nuestro mundo nos ha acostumbrado a creer que lo poseído es el bien último. Somos inmediatistas, queremos satisfacer nuestras necesidades de cada momento. Pensamos, equivocadamente, que lo que vamos a conseguir a cambio de lo que sea es lo que puede satisfacer nuestros deseos de felicidad. Cuando comprobamos que esto no es así nos lanzamos nueva­mente a la adquisición de algo inmediato que hemos situado como fin último. De esta manera, nuestra vida es un constante adquirir y acumular bienes que nos den una seguridad y una tranquilidad.

Si esto es así, es muy difícil pensar cómo le es posible a nuestro mundo tener esperanza. Esperar algo distinto que tiene que ser fruto necesariamente del sacrificio, de la entrega, del servicio, del don gratuito. Ser cristiano comporta todo esto. De tanto repetirlo se nos han quedado vacías las palabras.

La Palabra de Dios de la Eucaristía de hoy nos enfrenta con nosotros mis­mos. Lo hace con crudeza y nos pregunta por nuestra condición de anunciadores de la esperanza de Jesús. Pero la Palabra exige fruto. Escucharla con fe es dejar­te trabajar por ella y esperar que nuestra vida haga crisis.

2. MENSAJE BÍBLICO

Ia Lectura: 1 Re 17, 10-16

— El relato nos cuenta un hecho que no es nuevo en la Historia de Salvación. Elias, enviado de Dios, pide a una mujer viuda (pobre) que le dé todo lo que tiene. A cambio se le hace una promesa aseguradora en la Palabra de Dios. La mujer cumple lo que le pide Elias y la promesa se realiza.

— El esquema es sencillo. Dios pide una desinstalación. Pide abandonar lo que se tiene en favor de otro. Si se corre este riesgo Dios devuelve en pleni­tud lo que se ha abandonado. Pero hace falta ser pobre. Porque el pobre no se aferra a lo que tiene. Y así vive más de la esperanza, de lo que enriquece a la larga, que de aquello que posee en el presente.

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264 EL RIESGO DE PREDICAR

— Simpre que Dios sale al encuentro de un hombre, sigue el mismo proce­so. Lo empobrece (lo saca de su situación), para lanzarlo hacia un futuro de plenitud que sólo vislumbra en la esperanza.

2.a Lectura: Heb 9, 24-28

— El autor de la carta a los Hebreos contempla el hecho de Jesús. Cristo se ha revelado a los hombres en el momento culminante de la historia destru­yendo el pecado. De esta manera ha quitado los pecados de todos. Es algo que ha ocurrido ya de una vez para siempre y que sólo se puede conocer por la fe.

— Pero la obra de Cristo no ha llegado hasta su plenitud. Entre la prime­ra y segunda venida de Cristo hay un proceso de Salvación. Hay que esperar que aparezca nuevamente, para salvar definitivamente.

— Pero sólo espera el que acepta esta salvación definitiva como un úni­co camino que hay que recorrer, como algo que hay que buscar siempre con auténtica novedad. Para ello hay que ser pobre, vivir desinstalado. El que confía en otras salvaciones, fácilmente pierde la esperanza en la única e irrepetible salvación de Cristo.

3.a lectura: Me 12, 38-44

— Marcos nos presenta un ejemplo práctico del comportamiento del pobre. Es la actualización evangélica de la historia de la viuda de Sarepta. Cristo elogia su comportamiento. Siendo pobre ha dado todo lo que tenía empobreciéndose más. Su pobreza le ha enseñado a vivir desprendida. A aceptar la vida como una participación de todo lo que tiene con los demás. De esta manera ha echado «más que nadie». Su limosna es el signo de la entrega total de su vida en manos de Dios.

— Con esto, Cristo no alaba la injusticia de los hombres, ni apoya la miseria de los pobres. Lo que hace es denunciar la injusticia de los ricos y aplau­dir la actitud de aquellos que no ponen su meta en el tener o poseer más, sino en ser mejores, compartir, ayudar.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Cristo ha realizado su salvación de una vez por todas. Sin embargo, los hombres vivimos esta salvación en la fe y en la esperanza. Es una salvación que se va realizando en la Historia del hombre, hasta que Cristo vuelva de nuevo y su salvación llegue a su plenitud. Vivir el tiempo que va entre las dos venidas de Cristo es vivir un proceso de esperanza. Es sentirse protagonista de la propia Historia con la actitud de abandonar constantemente lo que se tiene aferrado entre las manos, para lanzarse a la búsqueda de lo que se promete.

Esto es, realmente, ser pobre. Los pobres han sido junto con Dios los auténticos protagonistas de la Hstoria de la Salvación. Ellos han sido los elegi­dos por Dios para realizar la Historia santa. Cristo tuvo su predilección por los

DOMINGO TREINTA Y DOS DEL TIEMPO ORDINARIO 265

marginados, los explotados, los oprimidos de la sociedad judía que le tocó vivir. Esta salvación como participación del don de Dios, exige por parte del hombre repetir el mismo gesto de Dios: darse a otros. Toda entrega es empobrecedora. La entrega a los demás despoja, desarraiga, desinstala, saca al hombre de cual­quier situación de privilegio que pretenda vivir para colocarlo en la pobreza. Pero precisamente este «empobrecimiento» se convierte en la riqueza más grande ante Dios.

La Iglesia, comunidad de los que creen en Jesús, necesita convertirse a la pobreza. A niveles individuales y sobre todo a niveles comunitarios y estructu­rales. Una Iglesia que dé todo lo que tiene, que se ponga realmente a disposi­ción de los hombres y del mundo, será despojada, desinstalada, empobrecida por los hombres y el mundo. Una Iglesia así será signo de salvación. Podrá ser pregonera de la esperanza de Jesús. Sólo así, señalará con su vida y con su compromiso al futuro de plenitud prometido por Jesús. Entonces sus palabras y sus gestos serán más audibles y entendibles por el mundo de hoy.

Celebrar la Eucaristía es sentirse necesitado del pan de la vida eterna como alimento para caminar con esperanza por la tierra.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

La Eucaristía de hoy nos va a enfrentar con una verdad salvadora: «Sólo los pobres tienen esperanza». Pero nos va a enfrentar con nuestras vidas. La Palabra de Dios es como una espada de dos filos que entra hasta lo profundo del corazón del hombre y hace que el hombre se defina ante ella. Ella no admite componendas. A ella no se la puede comprar. Escucharla con fe exige dejarse trabajar por ella y hacer algo para que nuestra nada cambie...

Si queremos que nuestra Asamblea de hoy sea «verdad», tendremos que disponernos a la escucha de la Palabra de Dios con este espíritu de conver­sión y de pobreza.

Reconocernos pecadores y sentirnos pobres. Pedir perdón, ejercitar la esperanza, es necesario para todos los que queremos participar en la Acción de Gracias.

— Tú, que te has entregado a los hombres para salvarnos, Señor, ten piedad.

— Tú, que amaste especialmente a los marginados, Cristo, ten piedad. — Tú, que sostienes nuestra esperanza, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Unidos a todos los hombres que necesitan pedir y luchar para satisfacer sus necesidades, elevemos nuestra oración a Dios.

— Por la Iglesia de Jesús para que sepa ser una Iglesia de y desde los pobres, roguemos al Señor.

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266 EL RIESGO DE PREDICAR

— Por los pobres del mundo, para que sepan unirse y así consigan la liberación que esperan, roguemos al Señor.

— Por todos los aquí reunidos para que demos claras muestras de con­versión y nuestra meta no sea tener más cada día, roguemos al Señor.

Te pedimos, Señor, que escuches nuestra oración. Acudimos a Ti como necesitados que saben que sólo en Ti está la salvación. Por Nuestro Señor...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor Dios, que no miras la apariencia externa de los hombres, sino su corazón sincero. Ante Ti no valen el dinero o el vestido, la sabiduría humana o la posición social. Tú que amas a los pobres y a los sencillos, danos una actitud de pobreza para ser dignos de tu riqueza; danos corazón sencillo, para ser dignos de tu Palabra. Por Nuestro Señor...

Oración sobre las ofrendas:

Estos dones de pan y de vino quieren ser los signos de nuestra pobreza, Señor. Que al ponerlos sobre el altar sepamos renunciar a la ostentación y falsedad de este mundo, para optar por la verdad y la salvación que de Ti proceden. Por Jesucristo...

Oración para después de la comunión:

Señor, nos has dicho que no hay mayor bien y amor que dar la vida por los hermanos. Al darte las gracias por tu ejemplo, te suplicamos que nos des la valentía de estar siempre del lado de los pobres; que nos enseñes a dar, para recibir tu riqueza; que nos ayudes a esperar, para que tus promesas se cumplan. Por Jesucristo...

DOMINGO TREINTA Y TRES DEL TIEMPO ORDINARIO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «El anuncio del mundo nuevo»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Nuestro mundo se ha quedado viejo. Viejo de repetir demasiado a menudo los mismos gestos. Si algo constatan los hombres hoy es la necesidad de alum­brar un mundo, una sociedad, un hombre nuevo. Con lo que no están de acuerdo es con la radicalidad de esta novedad.

Desde los jóvenes que cantan y protestan hasta los grupos más revoluciona­rios de nuestro mundo, pasando por toda la gama de grupos y personas, todos se presentan con la pretensión no sólo de anunciar un mundo nuevo, sino de haber encontrado la fórmula que lo haga nacer.

Nuestro mundo está viejo de dolor, de sufrimiento, de injusticia, de menti­ra y de odio. Las viejas estructuras se han manifestado impotentes para satis­facer el anhelo del «paraíso perdido» que tiene el hombre. Junto con esa toma de conciencia se vislumbra la posibilidad de conseguir hoy, lo que parecía impo­sible. Las posibilidades que el progreso ha puesto en manos de los hombres les están indicando que están a punto de lograrlo.

Todo está preparado para el feliz acontecimiento. Pero todo no está claro en la nueva criatura que va a nacer. Las posibilidades de la humanidad son exce­sivamente antiguas. Se espera una obra perfecta, pero se sabe que puede ser un monstruo. Con ello, la espera activa del mundo va acompañada con desánimo y miedo. Efectivamente, algo nuevo va a nacer, pero ¿será la ciudad del hombre o la sepultura del hombre? El mundo nuevo que nazca, ¿será verdaderamente el paraíso perdido o un auténtico «infierno» de esclavos satisfechos?

Tremendas preguntas de un tremendo drama. Las respuestas son distintas. Dentro de esta situación, ¿tienen los cristianos algo que decir? ¿Aportan alguna novedad en el anuncio que también hacen de un mundo nuevo?

2. MENSAJE BÍBLICO

Ia Lectura: Dan 12, 1-3

— La finalidad del libro de Daniel es sostener la fe y la esperanza de los judíos perseguidos por Antíoco Epífanes. El perseguidor va a ser abatido por la cólera de Dios, y entonces vendrá el tiempo del fin.

— De esta manera los momentos de la historia del mundo se convierten en momentos del plan de Dios. Cada momento de la historia se hace profecía porque se ve a la luz de Dios.

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268 EL RIESGO DE PREDICAR

— Daniel es el Profeta que va revelando el sentido último que tiene la historia. Dios asegura un orden nuevo para su pueblo y para los individuos. De la situación de injusticia y opresión se pasará a una vida en plenitud. El discer­nimiento de Dios será el resultado de la actitud del hombre. El mundo nuevo no se improvisa, se va construyendo cada día.

— «Participar de la vida en plenitud» (Anuncio de la resurrección: desper­tarán para la vida o para la ignominia), exige haber practicado la justicia.

2.a Lectura: Heb 10, 11-14, 18

— El autor de la Carta a los Hebreos contempla a Cristo como sacerdote mediador entre Dios y los hombres. El es el único sacerdote capaz de ofrecer un sacrificio válido por los pecados de los hombres. El ha ofrecido este sacrificio de una vez para siempre.

— Lo anunciado por el Profeta Daniel ya se ha realizado. La venida del Hijo del Hombre y su obra ha sido hecha. El anuncio se ha convertido en reali­dad. La salvación y el juicio escatológico de Dios se han realizado, con nove­dad insospechada en Cristo Jesús.

— El hombre vive este tiempo: el que va desde el sacrificio de Cristo hasta la segunda venida. Pero lo vive con esperanza. Una esperanza basada en la fe en Jesús que es el Señor. Una esperanza que se apoya en la novedad de Cristo, pero que espera todavía la manifestación plena de aquello que la sostiene.

3.a Lectura: Me 13, 28-32

— El texto de Marcos enlaza claramente con los profetas del Antiguo Testamento, aproximándose en su estilo a la apocalíptica. judía. Se mencionan tres momentos importantes: la conmoción del universo, la venida del Hijo del Hombre y la reunión de los elegidos.

— Marcos contempla la segunda venida del Hijo del Hombre. La seguridad de esta venida está en las palabras de Jesús que no pasarán. Aunque no sepamos el momento, no hay que despreciar cada instante. El final se realiza en la defi­ní tividad de nuestras acciones humanas.

— Toda tribulación es de alguna manera el anuncio de este mundo nuevo, de esta nueva creación. No es posible el anuncio de una nueva creación sin dolores, sin crisis. Estos son como los signos de la naturaleza que anuncian la primavera.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

— El cristiano vive el drama que vive su mundo. No es un extraño en su propio mundo. Cristo es su modelo en todo. Y Cristo no fue extraño al mundo. Vivió en el mundo y con los hombres. Y participó de su condición. Cristo fue co-partícipe de la pasión humana. De esta manera ofreció por los peca­dos un sacrificio para siempre.

DOMINGO TREINTA Y TRES DEL TIEMPO ORDINARIO 269

Como consecuencia de ello vive hoy resucitado. El es el Señor y todo será puesto algún día bajo sus pies. Mientras, los cristianos vivimos la condición terrestre de Cristo, no su condición gloriosa. Por eso al cristiano le toca co-sufrir la pasión de ser hombre en el mundo de hoy. Al hombre moderno se le crea la construcción del mundo nuevo que espera. El cristiano no puede permanecer en una espera alienante la llegada de este mundo nuevo.

El cristiano vive activa, comprometidamente esta espera porque sabe que el mundo nuevo llegará: sólo y cuando el hombre haya apurado y recorrido todas sus posibilidades, sólo y cuando el hombre haya hecho todo lo que haya podido. Sólo de esta manera los cristianos anunciarán real, verdadera, evangélicamente el mundo nuevo en el que creen. Para el cristiano la novedad no está fuera de la vida, sino dentro de ella. La novedad es su vida, que es la de Cristo. La novedad es Cristo. El mundo nuevo no es para él un falso invento, es una insospechada realidad, que crece en vistas a su plenitud.

La Eucaristía exige un serio compromiso en este sentido, para hacer verdad el que la celebremos mientras él vuelva.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

La liturgia de hoy nos reúne alrededor del altar con la idea de un mundo nuevo. Un mundo nuevo, una sociedad nueva, un hombre nuevo es algo que de alguna manera esperamos todos. Pero nuestras formas de esperar son bien diferentes. Y sin duda alguna en nuestra espera, hay mucho de inhibi-cionismo, de frenazo, de traición al Evangelio.

Los cristianos muchas veces no somos auténticos transmisores de esta novedad. Por todo ello tenemos que pedir perdón. Tenemos que pedir al Señor que purifique nuestros corazones.

— Tú, que conoces nuestros miedos y nuestras inhibiciones, Señor, ten piedad.

— Tú, que supiste participar de la condición humana, Cristo, ten piedad. — Tú, que vendrás a plenificar nuestra obra, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Unamos nuestros corazones en la plegaria común y pidamos al Padre de todos los hombres por todas las necesidades, esperanzas e ilusiones de nuestro mundo.

— Por la Iglesia de Cristo, para que sepa vivir encarnada en el mundo de hoy, roguemos al Señor.

— Por todos los que creen en un mundo nuevo, para que el Señor les sostenga en su esperanza, roguemos al Señor.

— Por los que sufren las consecuencias de una búsqueda honrada de un

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270 EL RIESGO DE PREDICAR

mundo nuevo, en las cárceles, el destierro, para que el Señor les con ceda su fortaleza, roguemos al Señor.

— Por todos los aquí reunidos para que trabajemos realmente en la construcción de este mundo nuevo, roguemos al Señor.

Señor, Tú que eres siempre una radical novedad para nosotros, inquieta nuestros corazones, arráncanos de nuestras comodidades y seguridades y con cédenos lo que te pedimos con fe. Por Nuestro Señor Jesucristo...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Dios y Señor nuestro, mira a tu Iglesia congregada para alabarte y alimen­tar su esperanza. Nuestra vida es inquieta, nuestro deseo de felicidad insa­ciable. Buscamos en las cosas humanas un mundo nuevo, y no lo encontramos. Queremos amor y vivimos con odio. Anhelamos libertad y nos rodea la escla­vitud. Que tu Palabra resuene en esta asamblea para que, creyendo en Ti, podamos encontrar la novedad de nuestra vida, y construir el mundo nuevo que nos has prometido por Cristo. Que vive y reina...

Oración sobre las ofrendas:

Desde que Cristo murió y resucitó por nuestros pecados creemos, Señor, que ha nacido una vida nueva, una insospechada felicidad. Si tenemos espe­ranza, nadie podrá quitarnos esta alegría. Si vivimos con justicia, nadie podrá matar nuestra libertad. Estos deseos y esta fe sincera es lo que hoy te pre­sentamos sobre el altar. Por Jesucristo...

Oración para después de la comunión:

Señor, queremos unir nuestras voces y nuestro corazón para darte las gracias por tu bondad. Lo nuevo no tenemos que inventarlo, está dentro de nosotros que hemos comido tu Cuerpo y bebido tu sangre. Ayúdanos para poder avanzar sin miedo por la vida, alimentando el fuego de la esperanza que late en los hombres que luchan y buscan un mundo mejor. Por Jesucristo...

DOMINGO TREINTA Y CUATRO DEL TIEMPO ORDINARIO

SOLEMNIDAD DE CRISTO REY

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Cristo, Señor y Centro del Universo»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

La fiesta de Cristo Rey se estableció en un contexto social e histórico determinado. Esta carga histórica hizo que se viese impregnada muy pronto, de tintes triunfalistas que desvirtuaban su auténtico sentido. Todo ello trajo consi­go implicaciones políticas y sociales evidentes. Se pensó que la festividad de Cristo Rey era la consagración y la bendición definitiva del orden establecido.

Sin embargo, afirmar la realeza de Cristo, es decir que Cristo es el Señor de la Historia y el centro del universo. Esta afirmación lejos de consagrar las situaciones establecidas, las critica y las emplaza a no constituirse jamás en Señor, ni en centro del universo.

Sería interesante hacer una encuesta a todos los niveles (individúales-colec­tivos; derechas-izquierdas; cristianos-no cristianos) preguntando: ¿quién es el Señor?, ¿quién es el centro del universo? Las contestaciones serían variadas. Pero, ¿cuántas darían como respuesta: Cristo?

Seguramente muy pocas. Porque nuestro mundo está convencido que el Señor es el poder y sus instrumentos. El dinero, la fuerza, la violencia, la clase social, el prestigio, el sexo, la propaganda, etc., no son más que las concrecio­nes de este «poder». Y los hombres sirven ciegamente sus mandatos. Lo real­mente importante es tener poder para dominar, gobernar, apoderarse de los otros y del mundo.

Pero la Palabra de Dios nos dice que Cristo es el Señor. Que únicamente esto, asegura la libertad, la convivencia, la construcción de un mundo de verdad, de justicia, de amor y de paz.

La fiesta de Cristo Rey nos sitúa ante este dilema: o Cristo es el Señor y entonces hacemos un mundo humano, o el poder es el Señor y este poder nos destruirá. La respuesta al dilema, no es algo puramente intelectual sino exi­gencia de conversión y de cambio. Es esfuerzo por relativizar la obra del hombre.

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: Dan 7, 13-14

— El texto de Daniel nos describe en su visión cómo un hijo de hombre aparece entre nubes y cómo recibe de Dios el señorío universal. Más que su iden­tidad, el término «hijo del hombre» designa una función.

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272 EL RIESGO DE PREDICAR

— Esta función es la función mesiánica: perfeccionar la creación de Dios conduciendo a la humanidad a la plenitud de la vocación que Dios le ha asignado: reconciliar a todos los seres, los del cielo y los de la tierra.

— Pero esta figura escatológica de la apocalíptica judía sólo se aclarará con la venida de Cristo, que se declara a sí mismo como el hijo del hombre.

— La condición del hijo del Hombre no es la del triunfador sino que se identifica con el que padece hambre, sed, necesidad (Mt 25, 31 ss.): Siervo de Yahvéh. En este texto de Mateo es donde se nos revela el gran misterio del Hijo del hombre.

2.a Lectura: Apoc 1, 5-8:

El Hijo del Hombre de Daniel toma carne, se hace radicalmente hombre con todas las consecuencias. No asume la naturaleza de un super-hombre, sino la naturaleza frágil y perfectible de los miles de hombres que han pasado por esta tierra.

— Por eso precisamente ha podido liberarnos de la fragilidad, del absur­do, del dolor, del sinsentido de la muerte, de la raíz de nuestros males que es el pecado. Su cuerpo y su rostro aparecen magullados, como los de tantos hombres. Muchos murmuran sobre él lamentos de compasión, porque temen que ha perdido la partida.

— Pero el amor nunca pierde. Por su sangre, su obediencia y libertad ha conquistado millones de hombres a la esperanza. Se ha convertido en el primer verdadero conquistador del hombre, en el «primogénito de los muertos», en el «alfa y el omega». Los hombres no podremos nunca inventar un poder tan revolucionario como el de Cristo, porque su poder no es agonía y aplastamiento, sino nacimiento a la vida y libertad. Esto es lo que quiere anunciar Juan a sus hermanos cristianos perseguidos por el poder imperial.

3.a Lectura: ]n 18, 33-37

— En este evangelio el mismo Apóstol Juan contrapone claramente el poder humano, personificado en Pilato, y el poder divino, personificado en Cristo.

— El poder humano juzga injustamente; pretende ocupar el mismo puesto de Dios; se vende y acepta el soborno; huye de la verdad, para defender sus intereses y su puesto; se excusa ante los demás vilmente...

— El poder divino no se manifiesta en armas o en tronos; no lleva ejérci­tos consigo; no pretende subyugar u oprimir a los pueblos; su reino es otro que el que aparece a los ojos humanos; ama la verdad, defiende la verdad, y es testigo de la verdad con sus palabras y con su vida...

— Todo cristiano Jebe optar entre el poder de los hombres y el poder de Dios. Si ama la verdad, no tiene más que escuchar a Cristo y seguirle.

DOMINGO TREINTA Y CUATRO DEL TIEMPO ORDINARIO 273

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Efectivamente Cristo es el Señor y el centro del Universo. Su Resurrección le ha convertido en el primogénito de entre los muertos. El es el punto Omega al que converge toda la creación y en el que toda la historia humana encontrará un final digno y glorioso. En él está nuestra garantía y él es de donde arranca la fuerza de nuestra esperanza.

Pero nuestra esperanza es combativa y operante. Todavía no ha llegado a su plenitud el Reino de Cristo. La verdad, la justicia, el amor y la paz no son las características de este mundo. La obra de Cristo está inacabada.

Por culpa del poder todavía hoy se pasa hambre y sed. Se vive explotado, aniquilado, esclavo. El Hijo del Hombre, el Señor se hace presente en el mundo de los marginados, oprimidos, humillados, empequeñecidos, en los pobres porque se identifica con ellos. Liberar al hombre de su opresión es creer firmemente que Cristo es el Señor. Asumir la tarea de desmontar los ídolos, los falsos dioses, es ejercitar la esperanza.

Esto no se hace sin riesgo y sin cruz. Pero, el cristiano asume su tarea con espíritu profético, con talante de apóstol. La seguridad de Cristo le lleva a vivir las tribulaciones que le acarreará el testimonio de la verdad con alegría. Porque sabe que él no es mayor que su Maestro y que identificarse con El significa identificarse radicalmente con su cruz.

Este es el «triunfalismo» cristiano. Triunfar es «morir» en servicio de los hermanos los hombres como semilla fecunda de un Reino que se espera, pero que no es posible hacer sin asumir el misterio de la Cruz.

Si nuestra Eucaristía dominical es un compromiso con Cristo y con los hombres, viviremos eternamente. Si no, ella será la comida de nuestra conde­nación. .,

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

L RITO PENITENCIAL

Durante mucho tiempo la fiesta de Cristo Rey ha estado cargada de acen­tos triunfalistas. La realeza de Cristo se ha pretendido visibilizar en el mundo y en la Iglesia por la pompa, el poder. Sin embargo estas características son las propias de los reinos de aquí abajo.

Afirmar que el reino de Cristo no es de aquí es decir que sus caracte­rísticas son la verdad, el servicio y el amor.

Si la Iglesia quiere visibilizar la realeza de Cristo lo tendrá que hacer de esta manera.

Abandonar los triunfalismos exige como primer paso el reconocimiento de que somos pecadores. Y lo somos porque hemos colocado realidades que no son Cristo, en su lugar. Y por ello hemos prostituido nuestras relaciones con Dios. Pero Dios siempre perdona a quien se reconoce pecador.

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274 EL RIESGO DE PREDICAR

— Tú, que eres primogénito de toda criatura, Señor, ten piedad. — Tú, que eres reconciliador de todas las cosas, Cristo, ten piedad. — Tú, que eres el primogénito entre los muertos, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Oremos a nuestro Padre para que El nos mantenga firmes en la Fe en Cristo-Señor.

— Por la Iglesia de Cristo para que, despojándose de todo poder, sepa hacer visible a Cristo por el signo del servicio, roguemos al Señor.

— Por los poderosos del mundo, para que sepan abandonar sus situacio­nes de privilegio y entiendan que su misión es servir y no acaparar a los hombres, roguemos al Señor.

— Por todos los que sufren la fuerza del poder para que descubran en Cristo a alguien que les estimula, roguemos al Señor.

— Por todos los aquí reunidos para que abandonando todo triunfalismo busquemos al Señor en los poderes, roguemos al Señor.

Tú, que has constituido a Cristo Señor de la historia y centro del universo, escucha nuestra oración y ayúdanos a vivir lo que confesamos con la boca. Por Cristo Nuestro Señor...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, Dios del universo, que por medio de Jesucristo has creado todas las cosas, con su sangre las has redimido, por su resurrección nos prometes una creación nueva. Ayúdanos a comprender y a vivir a Cristo como el centro y Señor del universo. Que no nos cieguen los poderes del mundo. Que los que escuchamos tu Palabra y creemos en Ti no usemos de tu santo nombre para oprimir a nuestros hermanos. Por Nuestro Señor...

Oración sobre las ofrendas:

En estos dones, Señor, que presentamos sobre tu altar, está representada la creación entera. Todo lo hiciste para tu alabanza; te lo devolvemos alabán­dote. Que por este sacrificio de reconciliación tu reino de verdad y de justi­cia se extienda a todos los pueblos. Por Jesucristo...

Oración para después de la comunión:

Unidos a todos los hombres y a todas las cosas creadas te alabamos, Señor, porque Tú eres nuestra salvación y nuestra meta. Los que hemos participado en esta Eucaristía, queremos participar también en la extensión de t j reino de justicia, de amor y de paz. Que tu fuerza nos acompañe, para que un día podamos participar en el banquete eterno de tu reino. Por Jesu­cristo...

FESTIVIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN (8 de diciembre)

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «María y la vocación»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

La fiesta de la Inmaculada, podríamos llamarla, «la fuerza de la llamada de Dios».

Dios llama y a quien llama le hace recorrer un camino de libertad, que no es un camino de evasión, sino un camino de compromiso, de entrega y liberación.

El camino de la libertad es siempre un camino de servicio y de aproxima­ción seria y sincera a la Cruz.

La Fiesta de la Inmaculada, no es solamente el gozo porque María fue libre de pecado; es sobre todo y ante todo el gozo, de que María, nuestra Madre, supo y quiso decir sí a la llamada de Dios que la unía a la cruz de su hijo Jesús, de la que nacía su libertad del pecado y la nuestra.

María no huyó del mundo para no mancharse, se hundió en él y le amó; «pues Dios amó tanto al mundo, que le entregó a su Hijo» y María se unió también al amor del Padre al mundo, y entregó a su propio hijo.

Los que oigan la voz de Dios, deben de amar lo que Dios ama y amar de lejos no es amar. Hay que caer en el surco, hundirse, pudrirse y sólo así será posible una nueva primavera, la vida comenzó con María, que siga con nosotros.

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: Gen 3 9-U, 20

— El libro del Génesis nos presenta el diálogo entre el hombre y Dios después de la caída y la maldición de Dios a la serpiente. Pero el texto deja entrever la victoria final del hombre sugerida por la distinta situación de los contendientes.

— Es el primer destello de la salvación. A este pasaje se le ha llamado el «Protoevangelio» por la interpretación mesiánica que de él hacen muchos Padres. La mirada de fe de la Iglesia de Cristo ha visto aquí un anuncio profético de la salvación.

— El vencedor de Satanás será Cristo. La mujer a El asociada, en la lucha y en la victoria, María, su madre.

— De María, la nueva Eva, nacerá el nuevo Adán, Cristo. María será la madre de los «nuevos vivientes» por ser la madre de Cristo, Cabeza de la nueva Humanidad.

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276 EL RIESGO DE PREDICAR

— El cristiano en el hoy de la Historia de la Salvación está como-María, llamado a la realización actual de esta Historia de Salvación. El creyente estará llamado a luchar contra el mal que hoy se realiza en el mundo.

2.a Lectura: Ef 1, 3-6; 11-12

— San Pablo al comienzo de la carta a los Efesios da gracias: — A Dios porque la salvación se ha realizado. Lo que había dispuesto y

previsto desde el principio de la creación del mundo se ha realizado en Cristo Jesús.

— A Cristo, por quien hemos entrado a formar parte de la herencia de la «Porción»; por quien se ha realizado la profecía mesiánica.

— Pablo es consciente de que su misión apostólica (sacerdotal) le obliga a hacer cercana al hombre la predilección de Dios por el hombre. Pablo es sabe­dor de que la salvación realizada en Cristo tendrá que ir realizándose a lo largo de la Historia de la Humanidad y de la historia de cada hombre. La fuerza de su ministerio y la de sus sucesores deberá hacer presente en todo tiempo y lugar la salvación. Deberán hacer patente al mundo de entonces, y de hoy y de siempre, el misterio de Cristo.

3.a Lectura: Le 1, 26-38

— Lucas nos presenta el anuncio a María del nucimiento del Mesías. — El «Protoevangelio» se convierte ahora en Evangelio. La profecía del

Génesis es en Lucas anuncio de Buena Nueva que se va a realizar por medio de esa mujer «llena de gracia» que se llama María.

— María, de la «estirpe de Eva», al decir «hágase en mí según tu pala­bra», va a colaborar decisivamente en la victoria sobre Satán.

— Su fe va a hacer realidad al Mesías esperado desde «antiguo». María hará cercano a Cristo. Le da su carne y así engendra a uno de los nuestros, hace posible el «Dios con nosotros».

— Repetir en su vida las actitudes de fe, abandono, disponibilidad, pobreza de María, capacitará al cristiano para repetir el gesto que hace posible la presen­cia de Cristo entre los hombres,

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Dios realiza la historia, llamando a hombres que colabaren con él. Todos los cristianos hemos sido llamados por Dios para la construcción de su Reino.

Dios ha querido tener necesidad en nuestra debilidad, es más, sólo a través de ella puede y quiere hacerse presente en nuestro mundo.

¿Sabemos decir «sí» como María o vivimos cerrados en nuestro egoísmo y comodidad? '

Abrir las puertas a Dios es disponernos no a mandar, a dirigir, a brillar­es prepararse para el servicio, para la disponibilidad total, para la entrega de

FESTIVIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN 277

todo lo que somos y tenemos para la construcción de la «nueva tierra y de los nuevos cielos», objeto de nuestra esperanza.

Nosotros debemos servir a Dios, no en un mundo inventado e idealizado por nosotros; sino en este mundo real donde los hombres sufren y lloran tratan­do de dar a luz un mundo nuevo y más fraternal según el corazón de Dios, un mundo donde llamarse hermanos deje de ser una mentira.

Dios que ama nuestro mundo nos quiere a su lado para llevarle al punto omega, a la meta, que es sólo y únicamente, Cristo.

Procuremos ser un «sí» total a la voluntad de Dios, como lo fue María y el Señor llenará de alegría los corazones rotos y cansados del largo caminar.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

La fiesta de la Inmaculada, que hoy celebramos, no es el recuerdo de la evasión de una mujer de las lacras y manchas del mundo solamente, es mucho más el recuerdo del compromiso fuerte y fecundo de María que supo decir un sí total al querer de Dios y que unió su vida a la de su Hijo Jesús hasta la Cruz.

¿Seguimos nosotros los pasos de María o pensamos que huir del mundo es amar a Dios?

La vida del cristiano, del hombre llamado por Dios es compromiso, entrega y servicio a los hombres... ¿Cómo entendemos nosotros nuestra vocación cristiana?

— Señor, Tú que al elegir a María por Madre, no la llevaste lejos de la tierra, sino que la uniste a tu Hijo hasta la muerte, Señor, ten piedad.

— Tú, que diste tu vida por todos los hombres y ves nuestros egoísmos y reservas, Cristo, ten piedad.

— Tú, que nos das fuerza para comprometernos en la construcción de tu reino y ves que no amamos la cruz, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Oremos al Señor por medio de María, que supo serle siempre y en todo fiel.

— Por los que han sido llamados a colaborar en la construcción del Reino de Dios, para que descubran que el único camino es el servicio activo y humilde a todos los hombres, roguemos al Señor.

— Para que los que nos llamamos cristianos sepamos a qué nos compro­mete y obliga este nombre, roguemos al Señor.

— Para que nos preocupemos más de hacer el bien, que de descubrir el mal en nuestros hermanos los hombres, roguemos al Señor.

— Por todos los que estamos aquí reunidos, para que la visión de la belleza de María nuestra Madre, nos anime a seguir sus pasos de servicio y humildad, roguemos al Señor.

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278 EL RIESGO DE PREDICAR

Señor, que para vencer al mal en nuestra tierra elegiste la humildad y la sencillez de María, danos fuerza para poner nuestra debilidad en tus manos; pues sabemos que sin Ti nada podemos hacer. Por Cristo Nuestro Señor...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, que para preparar a tu Hijo una digna morada libraste a María de todo pecado; concédenos a nosotros vivir libres de todo mal y seguir, como ella, sin volver la vista atrás, el camino que lleva a la vida eterna. Por Nuestro Señor Jesucristo...

Oración sobre las ofrendas:

María fue un «sí» perfecto a tu voluntad; concédenos, Señor, a nosotros poner en tus manos nuestra debilidad, para que sepamos servirte en nuestros hermanos, los hombres, con corazón sincero, humilde, y entregado. Por Cristo Nuestro Señor...

Oración para después de la comunión:

Señor, llenos de gozo en la fiesta de nuestra Madre, y llenos de confianza en tu poder, que ha querido servirse de nuestra debilidad para la salvación del mundo, caminamos a tu tierra para hacer presente en ella tu salvación. Por Cristo Nuestro Señor...

FESTIVIDAD DE SAN JOSÉ

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Los planes de Dios no son los planes de los hombres»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

«Hacer planes», palabra mágica al conjuro de la cual parece marchar el mundo. No hay ningún asunto importante que hacer, ningún objetivo concreto que cubrir, que no exija previamente una planificación de objetivos, de métodos, de prioridades, etc. Se planifica a largo, a corto y a medio plazo. Toda institu­ción importante tiene un gabinete de planificación. Y todo ello, ciertamente contribuye a asegurar el éxito de la empresa emprendida. Planificar es necesario y conveniente. Sin planificar no sería poblé ningún éxito.

Por otra parte todos los humanos tenemos planes. Planes para cuando nos suban el sueldo. Planes para cuando seamos mayores. Planes para cuando se case la chica o se coloque el chico. Planes para las vacaciones. Planes... Siempre tenemos algún plan entre manos. Pretendemos con ello conseguir lo que anhela­mos y vivir ahora, mientras hacemos planes, la ilusión de lo que ocurrirá después, si las cosas suceden como las pensamos. Mientras hacemos planes o planificamos, de alguna manera pretendemos tener entre nuestras manos lo que pueda suce­der cuando cambien las actuales circunstancias.

Pero muchas veces llevamos esta misma actitud al terreno de la fe y de la sal­vación. Pretendemos planificar también la actuación de Dios. Dios no puede entrar de improviso en nuestras vidas y alterar nuestros planes. No hemos entendido el sentido de la Palabra del Señor: «los caminos de los hombres no son mis caminos». Dios entra siempre de improviso en la vida del hombre y altera sus planes.

La festividad de San José nos pone ante la figura de un creyente que supo aceptar en su fe la interferencia de Dios en sus planes, Dios le sorprende en su fe y acepta su visita inesperada.

2. MENSAJE BÍBLICO

Ia Lectura: 2 Sam 7, 4-5a; 12-Ua; 16

— Un profeta en nombre de Dios unge a David, despreciando lo que po­dían ser los planes de los hombres. David es el pequeño de la familia. Una vez elegido rey, David consigue la pacificación de su pueblo. Entonces es cuando por su amor a Yahvéh, David quiere construir un templo donde se pueda adorar a Yahvéh.

— Pero nuevamente un profeta es enviado por Dios para alterar los planes de los hombres. No será David quien construya la casa para Yahvéh, sino su

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280 EL RIESGO DE PREDICAR

hijo. Dios a cambio levantará una casa (dinastía) a David para siempre. Es la promesa mesiánica hecha al linaje de David.

— Los planes de Dios no coinciden con los de los hombres. Pero la gran­deza de David consiste en plegarse a los planes de Dios. Y esto será siempre así, aunque no coincidan o sean contrarios a los del hombre.

2.a Lectura: Rom 4, 13-16-18, 22

— No fue la ley lo que obtuvo para Abraham y su descendencia la prome­sa, sino su fe. Una fe que acepta en todo momento los planes de Dios, aunque éstos no se entiendan, aunque parezcan absurdos.

—- Es la intervención gratuita de Dios la que sigue salvando a los hombres. Dios se la ofrece gratuitamente a todos y todos se pueden hacer con ella acep­tando la salvación con humildad y fe. Para Pablo la ley no salva. Los planes de Dios escapan una vez más a las previsiones concretas de la lógica humana.

— El cristiano tendrá que aceptar siempre la gratuidad de esta salvación que de improviso trastoca su vida. Ni la ley judía salvaba entonces, ni el cum­plimiento de unos planes, de unas normas, de unos preceptos salvan hoy. Dios aparece en la vida del hombre para salvarle y hay que aceptar su plan.

3.a Lectura: Mt 1, 16; 18-21; 24a

— José, lo mismo que Abraham en otro tiempo, se encuentra ante una situación paradójica. En el nacimiento de Cristo se combina misteriosamente lo natural y lo sobrenatural. Cristo era un hombre como los demás, pero al mismo tiempo era fruto del Espíritu Santo. Esta es una paradoja que Jesús acepta por la fe.

— Todos los planes humanos, están en contra de la situación que no entiende. La fe en Dios no es el resultado de planificaciones humanas o de humanos raciocinios. La fe en Dios es aceptar los planes y las razones de Dios.

— Son las contrariedades de la fe. Todo aquel que quiera vivir de la fe y en la fe se encontrará en situaciones semejantes que humanamente son inexpli­cables y por lo tanto, alteraciones de nuestros proyectos.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Dios irrumpe siempre en la vida de los hombres. Es imposible calcular cuán­do y cómo lo hará. Será con amor y por amor, pero su presencia siempre tiene ese matiz de lo imprevisto que de alguna manera altera los planes establecidos de antemano. Así nos quiere hacer comprender la gratitud de su salvación. Siem­pre que Dios hace una obra nueva (lo mismo es salvar que crear para Dios) lo hace de una manera insospechada para el hombre. Es Dios el que crea, es Dios el que salva. Nuestros planes tratan de confirmarnos en nuestro poder. Los planes d e Dios intentan hacernos ver que el auténtico poder, el único poder, es el suyo. ' ; ' :;~ '• ••••'•' -'"• --•

FESTIVIDAD DE SAN JOSÉ 281

Los planes de Abraham, de David, de José, no eran los de Dios. No coinci­dían. Otro tanto ocurre en nuestro mundo de hoy. Los planes que el hombre traza sobre su destino en el mundo y los que Cristo ha trazado no coinciden. Los hombres planifican un mundo del desarrollo, de la técnica, de las jugosas rentas «per cápita». Cristo nos llama a todos a la construcción de un mundo más humano, donde la medida del progreso sea: la verdad, la justicia, la solidaridad. Por ello, cuando la Iglesia, cumpliendo con su misión, trate de anunciar estos planes de Cristo y las condiciones de su cumplimiento, nuestra sociedad, los poderosos, sienten que se alteran sus planes, e intentarán amordazarla. Es la consecuencia del anuncio de los planes de Dios. Es el pago que se da al profeta.

Si nuestro plan de vida no se siente interpelado, cambiado por el Plan de Dios, tendremos que preguntarnos seriamente: si escuchamos al Dios que hoy habla desde el Evangelio y desde la historia de los hombres. Tendremos que preguntarnos por nuestra fe. Ya que la fe siempre acepta la paradoja de Dios que trastoca la vida del hombre. En esto precisamente radica la grandeza del hombre.

La Eucaristía es la celebración de la Muerte y la Resurrección del Señor. Vivir la Muerte y la Resurrección es algo que debe alterar profundamente nues­tras vidas.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Hermanos, al reunimos alrededor del altar, acudimos con todo lo que somos. Por ello, venimos con nuestros planes y con nuestros proyectos. Puede ser que nuestros corazones se encuentren fuertemente aferrados a estos planes que, de alguna manera, se convierten en el sentido de nuestras vidas. La festividad de San José nos sitúa ante la vida de un creyente que dejó que la Palabra de Dios cambiara sus planes. Ser cristianos es aceptar la intervención turbadora de Dios en nuestras vidas.

Pidamos al Dios que libera al hombre de una forma insospechada para él que nos libere ahora de todos nuestros pecados.

— Tú, que hiciste salir de su tierra a Abraham, Señor, ten piedad. — Tú, que quisiste tener como Padre en la tierra a San José, Cristo, ten

piedad. — Tú, que invitas a los hombres constantemente a hacer tu voluntad,

Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Pidamos a Dios por medio de su Hijo Jesucristo que acepte la oración de su Iglesia:

— Por la Santa Iglesia de Dios, para que sepa aceptar los planes de Dios, roguemos al Señor.

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282 EL RIESGO DE PREDICAR

— Por la juventud del mundo de hoy, para que dentro de sus planes renovadores acepte la voluntad del Señor, roguemos al Señor.

— Por todos los aquí reunidos, para que la celebración de esta Eucaristía cambie nuestras vidas, roguemos al Señor.

Escucha, Señor, a tu familia y dale tu bendición para que pueda ser fiel a tu Palabra. Por Jesucristo Nuestro Señor...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, una vez más actúas como no esperamos ni deseamos los hombres. Tú eliges lo pequeño, lo humilde, lo despreciable a los ojos del mundo para llevar a cabo tu salvación. Haz que como José sepamos aceptar en el silencio y en la humildad tus caminos y mandatos y que sólo sepamos, como él, ser un «sí» constante y sincero a tu voluntad. Por Nuestro Señor Jesucristo...

Oración sobre las ofrendas:

Ponerse en tus manos, Señor, no es precisamente andar un camino fácil en medio de nuestro mundo. Los elegidos por Ti, como José, saben que tu elección les acerca a la cruz. José puso sus planes, su vida entera en tus manos. Concédenos a nosotros saber y querer hacer siempre y en todo tu voluntad. Por Cristo Nuestro Señor...

Oración para después de la comunión:

Señor, Tú has querido hacernos colaboradores de tu plan de salvación a pesar de nuestra pequenez y de nuestros pecados. No permitas, Señor, que te fallemos con nuestras vidas cerradas en sí mismas, que oigamos como José tu voz en medio de nuestras noches de dificultades y problemas, y que la pongamos en práctica aunque nos cueste. Por Cristo Nuestro Señor...

SOLEMNIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «La Iglesia y el testimonio de justicia-amor»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Para definir el momento presente en que vivimos hay que decir que es una situación de cambio. Pero un cambio que es el resultado de una mutación sustancial en la forma de concebir el mundo y el hombre, opuesta a muchos de los modos en que nuestra fe fue predicada y vivida.

Vemos cómo hoy la Iglesia está marginada en el concierto de los poderes mundanos. Ha dejado de ser una potencia institucional de carácter político o social. Hasta ahora ha actuado a nivel de poder «a nivel de estados», hoy debe actuar a nivel de hombres y grupos humanos. Entendíamos la Iglesia-socie­dad perfecta de un modo paralelo a la sociedad —Estado—, reivindicando para sí unas áreas de poder semejantes. Veíamos al sucesor de Pedro como el Papa-Rey, bajo la figura de un soberano de la tierra.

Los movimientos que hoy luchan por la libertad, y la fraternidad humanas tienden a prescindir y descalificar a la Iglesia o a sus formas institucionales como uno de los poderes superados.

En buena hora la Iglesia ha tomado conciencia de que la manera de estar presente en el mundo, de evangelizar, de realizar un papel activo en la transfor­mación de la sociedad ha de ser totalmente nueva. Que se ha terminado la situa­ción de cristiandad y, abandonando posiciones de privilegio, se ha de apoyar en su único poder evangélico, en una real pobreza de poder humano por el camino del testimonio.

2. MENSAJE BÍBLICO

Ia Lectura: Act. 12, 1-11

— La comunidad de Jerusalén sufre un duro golpe, pasa por un momento de fuerte persecución. Herodes Agripa quiere ganar una buena baza ante los judíos, apresando y juzgando al que es cabecilla de aquella «secta peligrosa» que sigue a un tal Jesús muerto y que se empeña en decir que vive.

— Nos encontramos con un Pedro, fiel discípulo del Maestro, siervo de Yahvéh, que sigue a Jesús en el dolor. Pero ya en este acontecimiento vemos el doble ritmo de sufrimiento y liberación que encontramos en el mismo Cristo. En esta lectura quiere destacar más la liberación que el encarcelamiento, lo cual reafirma la confianza de que el Señor está con ellos: «Sabed que estoy con vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos».

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284 EL RIESGO DE PREDICAR

— La comunidad cristiana de Jerusalén está al lado de su jefe mediante la oración. Esto nos hace pensar cuáles son los poderes específicos de esta Iglesia naciente: la fuerza de la presencia del Señor, el testimonio del amor fraterno, el sufrimiento por causa del Evangelio y la oración al Padre. Esta comunidad torturada y pobre, desprovista de toda fuerza o privilegio es la semilla de una Iglesia que se hará presente en todo el mundo.

2.a Lectura: 2 Tim 4, 6-8; 17-18

— Ahora es Pablo, apóstol de la última hora, misionero entre los gentiles. Está preso en Roma, sabe que su muerte está cercana, ha sufrido la soledad y el abandono, pero lo lleva con esperanza. Siente gozo de que su sufrimiento ha resultado fecundo. Su cárcel le ha prestado la ocasión de anunciar el mensaje a los paganos.

— A nuestros ojos carnales les cuesta descubrir la fuerza pascual que puede tener el testimonio de un hombre humillado en la cárcel, abandonado de sus anteriores colaboradores, que por amor al mundo, se han avergonzado de sus cadenas. Pablo, físicamente envejecido, con su testimonio de sufrimiento y amor, es el grano de trigo depositado en el surco que dará fruto abundante.

— Esta fecundidad pascual queda expresada en los términos deportivos que emplea: «He luchado la noble lucha, he finalizado la carrera y me está reservada la corona de la justicia».

3.a Lectura: Mt 16, 13-19

— Tal vez un atardecer, un rato de descanso en el que Jesús se vé libre de la multitud, acompañado de los doce, cambia con ellos impresiones sobre el día y siente curiosidad por las reacciones del pueblo. Apenas los demás discípu­los expresan las opiniones que han recogido, Pedro se adelanta manifestando un sentimiento personal y hace la gran profesión de fe a favor de la Mesianidád de Jesús. Para indicar la importancia de su misión, le cambia el nombre,,jugan­do con el término de Kefa-Roca-Piedra. Leyendo la Escritura vemos que Dios cambia el nombre de los personajes que son clave de la historia del Pueblo de Dios. Pedro ha confesado su fe, y es voluntad del Señor que una y confirme a los hermanos en la fe, que sea roca firme, que dé consistencia y unidad a aquella comunidad de los hermanos que creían en Jesús.

—• Cuando Jesús dice: «Les poderes del infierno no la resistirán» quiere decir: Las fuerzas del mal no conseguirán dominarla. Es la promesa que repite Yahvéh a través de toda la historia de la salvación ante un envío para una misión importante: «No temáis, 70 estoy con vosotros».

— «Te daré las llaves del Eeino de los cielos» significa el poder de condu­cir y guiar a la Iglesia en fidelidad al Maestro. El poder de «atar y desatar» expresa, en el lenguaje rabínico, la facultad de condenar o absolver que Pedro recibe en colegialidad con los demás apóstoles; es un poder de discernimiento en los distintos órdenes, para conducir a la salvación a la comunidad cristiana.

SOLEMNIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO 285

3. R E S P U E S T A A LA PALABRA . , •.

••„.; La confesión de Pedro, en nombre de los doce, es un testimonio vivo a favor de Jesús. La Iglesia actual tiene que ofrecer dicho testimonio a favor de Cristo, un testimonio de justicia y amor. Pedro y Pablo, columnas de la Iglesia, confiesan su fe desde la oscuridad de la cárcel. La Iglesia de hoy sigue la tarea profética de Jesús y de los apóstoles por diversos medios. Es una función evan­gelizados que tiene que realizar no sólo con su palabra sino también con el testimonio de los signos. La Iglesia confiesa eficazmente a Cristo cuando une la vida y la palabra. La vida es signo cuando da testimonio de lá fe, La palabra explica el sentido del signo, expresa las últimas motivaciones. Las palabras de Pablo explican el sentido de su encarcelamiento.

Este testimonio lo ha de ofrecer toda la Iglesia, todo el Pueblo de Dios de cara no sólo a los que están dentro sino también a los alejados, increyentes.

Uno de los signos que debe ofrecer la Iglesia ha de ser el de la unidad en el amor, para que sea Iglesia de Cristo. Tarea importante de todos será promo­ver la concordia, la reconciliación y la superación de las diferencias que divi­den entre los miembros del Pueblo de Dios. Como actitud permanente es nece­sario quitar los contrasignos que expresan división, posturas autoritarias o acep­ción de personas.

Otro signo ha de ser una Iglesia más comprometida en la promoción de la justicia. «No pertenece de por sí a la Iglesia, en cuanto comunidad económica y jerárquica, ofrecer soluciones concretas en el campo social económico y político para la justicia en el mundo. Pero su misión implica la defensa y la promoción de la dignidad y de los derechos fundamentales de la persona humana» (Sínodo de los obispos 71). Asimismo descubrir la violación de los derechos humanos en la sociedad civil y en la misma Iglesia. Realizar la correspondiente denuncia con mansedumbre, con sinceridad y verdad, con respeto a las personas e institu­ciones y sobre todo con auténtica caridad fraterna. Renunciar a una conserva­ción de áreas de poder e influencia en la sociedad terrena, centrando su misión en el servicio a los hombres, desde la humildad y la oscuridad de la cruz, y a veces de la persecución.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

i . RITO PENITENCIAL

En esta Eucaristía se reúne nuestra pequeña comunidad, que es signo de la Iglesia Universal. En la fiesta de San Pedro y San Pablo queremos tomar conciencia de que somos Iglesia de Cristo que se realiza en este lugar. A la luz de la palabra de Dios queremos reflexionar: ¿Con qué instrumentos ha de trabajar la Iglesia en el mundo de hoy? ¿Deberá recuperar su posición de privilegio y prestancia social o deberá escoger el camino evangélico de la sencillez y humilde testimonio del amor y la justicia?

Comencemos descubriendo en cada uno de nosotros las faltas y las acti­tudes que nos impiden ser verdadera comunidad.

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286 EL RIESGO DE PREDICAR

— Por nuestros pecados de individualismo egoísta que nos llevan a la discordia dentro de la Iglesia, Señor, ten piedad.

— Por nuestra falta de fe en la fuerza del Espíritu que guía a la Iglesia a través de las dificultades de la historia, Cristo, ten piedad.

— Por nuestros pecados de pereza que nos llevan a una postura cómoda de no querer comprometernos con la Iglesia, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Invoquemos confiadamente al Padre que a través de su Hijo ha fundamen­tado la Iglesia sobre el cimiento de los Apóstoles.

— Por nuestro Padre y Pastor el Papa Pablo VI, para que el Espíritu Santo le asista en la tarea de servir a la Iglesia, roguemos al Señor.

— Para que todo el Pueblo de Dios ofrezca ante ei mundo el signo de la concordia, de la unión y del amor, roguemos al Señor.

— Por toda la Iglesia, pastores y fieles, para que nos comprometamos más en promover la justicia, en defender los derechos fundamentales de la persona humana, roguemos al Señor.

— Por esta comunidad para que permanezca vigilante y fiel a la plegaria comunitaria por sus pastores, roguemos al Señor.

Escucha, Padre, nuestras peticiones y ayúdanos a sentirnos miembros responsables por la oración y la acción dentro de la comunidad eclesial. Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, que has creado a tu Iglesia con tu poder, la has redimido con tu sangre, y la has edificado sobre el fundamento de los Apóstoles. Atiende sus problemas y dificultades en medio del mundo; y haz que por la fidelidad a tu Palabra pueda cumplir mejor la misión que le encomendaste. Por Nuestro Señor...

Oración sobre las ofrendas:

Estos dones, Señor, son el signo de la humildad de tu Iglesia. No te presenta oro ni plata, porque no los necesitas. Tampoco se presenta a Ti con poderes mundanos, porque no te agrada. Nuestra sencillez y oscuridad, nuestro esfuerzo por servir y amar a los hermanos ésa es la ofrenda que queremos presentarte. Acéptala como aceptaste la humildad y la entrega de tu Hijo, que vive y reina contigo...

Oración para después de la comunión:

Como se reúnen los granos de trigo para formar el pan, así nos has reunido a nosotros, Señor, en el pan de la Eucaristía. Que tu fuerza nos acompañe para que podamos vivir unidos, y dar testimonio ante el mundo de la justicia y el amor verdaderos. Por Jesucristo...

SOLEMNIDAD DE SANTIAGO APÓSTOL

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Del triunfalismo a la verdad en palabras y obras»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

La figura de Santiago está cargada de acentos triunfalistas. En el correr de los años, se ha trastocado la figura del apóstol por la de un guerrero poderoso» que confunde a los enemigos, que garantiza el favor de Dios en la victoria de los unos, y el castigo en la derrota de los otros. Con todo ello se ha «mezclado» peligrosa y confusamente lo divino con el poder militar temporal y político.

La Palabra de Dios, hoy, nos va a descubrir el auténtico sentido del apóstol cristiano. Nos va a exigir una purificación de nuestras formas religiosas. Nos va a presentar al apóstol como el anti-héroe. El ministerio apostólico es comu­nión en el ministerio de Jesús. Y por lo tanto, comunión en su destino. El destino de Jesús es el de ser servidor humilde y verdadero de los hombres. Este destino comporta además el riesgo del sufrimiento y de la pasión.

Una comunidad cristiana que entiende así su apostolado se convierte en la comunidad del perdón, de la apertura a todos, de la humildad radical. Una comu­nidad cristiana triunfalista, apoyada en el «héroe», es una comunidad que ha «instrumentalizado» la fe al servicio de los intereses de un grupo, de un parti­do, de una fracción. Y por lo tanto, es una comunidad que disgrega, mantiene las rencillas, aplasta.

Participar en esta Eucaristía, en la solemnidad de Santiago, nos llama a salir de la «mentira» del triunfalismo hacia la verdad del servidor que es Cristo. El camino son las palabras de perdón, pero sobre todo, las obras de recon­ciliación.

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: Act 4, 33; 5, 12; 27b-33; 12, Ib

— La primera lectura recoge unas cuantas perícopas de los Hechos de los Apóstoles, que concluyen con la narración escueta de la «decapitación» de Santia­go. Pero los textos no están unidos arbitrariamente. Pretenden mostrarnos cuál es la razón de la muerte de Santiago.

— Santiago, como Juan Bautista, como Jesús, es eliminado porque es un personaje incómodo en aquella sociedad judía de Jerusalén. Para aquellos judíos triunfalistas —seguros de que Dios estaba con ellos—• la presencia de Jesús había sido incómoda. Ahora, la presencia de unos testigos, que con valor, signos y prodigios perpetúan su recuerdo, anunciando la resurrección del Señor, resulta igualmente molesta.

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288 EL RIESGO DE PREDICAR

— Por eso les manda callar. Pero los apóstoles replican: «Hay que obede­cer a Dios antes que a los hombres». Por ello siguen anunciando que la Salva­ción viene del Mesías, pobre, colgado de un madero. Esto es algo que no puede admitir aquella sociedad segura de sí misma, convencida de que su Mesías será un gran caudillo que salvará a la patria de sus enemigos y les devolverá la prospe­ridad material. No lo entienden. Rompe el orden de las cosas.

— No queda más que una solución: matarlos. Santiago es el primer Após­tol que paga con su vida la fidelidad a su misión. Es un riesgo que él ha acep­tado mucho antes. El ya sabía que no es el discípulo mayor que su maestro.

2.a Lectura: 2 Cor 4, 7-15 .

— Pablo nos habla de las tribulaciones del ministerio. Pero también de las esperanzas. El evangelizador es una vasija de barro, pero en ella se mani­fiesta el poder de Dios. Un poder que no puede provenir de la fragilidad.

— Pero es desde aquí desde donde únicamente se puede anunciar el Evan­gelio con autenticidad. No desde el orgullo y la seguridad. Aceptar vivir «apre­tados por todas partes», «apurados», «acosados», «derribados» de nuestros pedes­tales, «entregados a la muerte», es aceptar que la muerte de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. Es la consecuencia lógica de una fidelidad al Evangelio. Por muchos siglos que hayan pasado, la historia de Jesús vuelve a repetirse en sus discípulos.

— Pero, Pablo proclama este mensaje porque previamente lo ha creído con firmeza. Porque solamente sabe a «Cristo y a Cristo crucificado». Cuando esto se convierte en una convicción profunda de un hombre, entonces y sólo entonces, este hombre puede cumplir con el ministerio apostólico: entonces puede y se atreve a hablar.

3." Lectura: Mt 20, 20-28 '

— Mateo nos narra la ambición de la madre de los Zebedeos. Pero Jesús aprovecha la petición para mostrar cuál es el sentido de la relación entre los miembros de la comunidad.

— La grandeza en la comunidad de Jesús se mide por el servicio a los demás. El que es Hijo del Hombre es el SIERVO. A los demás nos queda repe­tir su gesto. El primero que se haga el último. El que quiera ser jefe, que sea el esclavo de todos.

— Es ésta una de las muchas paradojas que aparecen en el Evangelio de Jesús. Pero ello garantiza el que una comunidad que de verdad —no con frases— viva así, sea una comunidad abierta a todos, humilde, una comunidad del perdón, del encuentro auténtico entre los hombres.

— Lo otro, imitar los comportamientos de las sociedades civiles, lleva a las seguridades de un poder triunfalista que tiraniza y oprime a los pueblos. El apóstol cristiano que ha hecho del servicio su estilo de vida, vive atento a denunciar todo intento de tiranía y opresión, aunque ello le suponga el riesgo de la pasión y la muerte.

SOLEMNIDAD DE SANTIAGO APÓSTOL 289

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Ciertamente, si hemos escuchado la Palabra de Dios con un corazón sincero, habremos comprendido que necesitamos la conversión a todos los niveles: perso­nal, social y eclesial. Sería el mejor modo de celebrar la fiesta del apóstol Santia­go, porque sería pasar del triunfalismo a la verdad de las palabras y de las obras.

Conversión personal que exige desmontar nuestras falsas seguridades. Apo­yadas en nuestro orgullo. En nuestros criterios. En el control absoluto de la verdad. En nuestra ideología. En nuestro poder económico. En nuestro prestigio social, etc. ¿Cómo nos sentiremos vasijas de barro, si en la realidad somos unas fortalezas inexpugnables para los demás? ¿Cómo seremos servidores para los demás si buscamos constantemente medrar, subir, ocupar puestos importantes, aunque para ello haya que convertir a los demás en peldaños de mi escalada personal?

Conversión social y colectiva porque sin ella no es posible la personal. Tene­mos que desmontar el triunfalismo de nuestra sociedad. Triunfalismo que le ciega para ver que todavía no están restauradas las heridas entre vencedores y venci­dos. Triunfalismo que le impide ver que no existirá verdadera paz mientras no exista el respeto fundamental a la persona humana. Mientras exista discrimina­ción cultural, étnica, política, económica, religiosa. Mientras no se establezcan auténticos cauces de diálogo entre los diversos grupos. Triunfalismo que no permi­te darse cuenta de que el desarrollo económico no se identifica siempre con un auténtico desarrollo humano.

Conversión eclesial que exige desmontar tantas posturas de privilegio. Tan­ta alianza con el poder y con los poderosos. Y no por oportunismo. Aunque demos esa impresión, sino por asumir de una manera real y efectiva la condición de Jesús, que fue siervo. La Iglesia no sólo es apostólica, debe comportarse como tal en su quehacer. Esto le llevará a asumir la función incómoda del apóstol. El apóstol sabe que no es mayor que el Maestro. Y como él, sus palabras y su presencia son incómodas para la sociedad. Pero porque cree, habla. Hasta que lo hacen callar. Y esto le llevará a que intenten decapitarle. Pero entonces sabrá que está cumpliendo con su misión apostólica. Aunque siga teniendo necesidad de conversión.

La Eucaristía es la celebración del Amor de Dios a todos los hombres. Vivirla con fe nos obliga a adoptar una postura auténtica de servicio a todos los hombres.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

La solemnidad de Santiago nos reúne a celebrar la Eucaristía. Reunimos a celebrar el Amor que Dios nos tiene, nos exige abandonar toda actitud

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290 EL RIESGO DE PREDICAR

triunfalista y de seguridad, para convertirnos en una comunidad abierta a todos los hombres. Una comunidad que sea signo de reconciliación entre todos los grupos y tendencias.

Por ello, antes de escuchar la Palabra de Dios y de celebrar la Acción de Gracias al Padre, vamos a pedir perdón a Dios y a los hermanos.

— Tú, que amas a todos los hombres y tienes un corazón siempre dispues­to al perdón, Señor, ten piedad.

— Tú, que adoptaste la figura de Servidor para salvar a los hombres, Cristo, ten piedad.

•— Tú, que sigues invitando a los que creen en Ti a imitarte en el servicio, Señor, ten piedad.

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Pidamos a Dios que escuche nuestra oración.

— Por la Iglesia de Cristo, para que sepa ser de verdad servidora de los hombres, roguemos al Señor.

— Por los jefes de las naciones, para que su puesto no sea ocasión para tiranizar y oprimir a los pueblos, roguemos al Señor.

— Por todos los aquí reunidos, para que sepamos ser una comunidad de reconciliación entre los hombres, roguemos al Señor.

Escucha, Señor, lo que te pedimos y transforma nuestros corazones para que, abandonando nuestras posturas triunfalistas, sepamos caminar por los caminos de la Verdad y de la Fraternidad. Por Jesucristo Nuestro Señor...

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, Padre nuestro, escucha la oración humilde de tu pueblo reunido. Y aunque nos ves divididos y orgullosos, aunque conoces nuestra cobardía para defender al pobre y al humilde, danos la fuerza para convertirnos en una comunidad de amor y servicio. Esta es la enseñanza de esta fiesta del Apóstol Santiago, y esto es lo que te pedimos. Por Nuestro Señor Jesucristo...

Oración sobre las ofrendas:

Que las dificultades y sacrificios padecidos en tu nombre, Señor, no nos entristezcan. Haz que con estas ofrendas que te presentamos sean para Ti agradables, junto con el sacrificio de tu Hijo, que vive y reina...

Oración para después de la comunión:

Hemos participado de tu Palabra y de tu Pan. Hemos unido nuestro corazón y nuestras voces en la alabanza. Hemos estado juntos para celebrar tu fiesta. Te damos gracias por todo, Señor. Ayúdanos a ser servidores humildes de los hombres. Aparta de nosotros a cuartos tiranizan y oprimen a quienes Tú creaste y redimiste, por tu Hijo, que vive y reina...

SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN (15 de agosto)

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Quien cree no teme la muerte»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

Hoy, que el hombre va dominando la naturaleza, que la vida sobre la tierra se hace cada vez un poquito más agradable para todos, surge en nuestro horizon­te más negra que nunca la necesidad de decir «Adiós» a todos y a todo.

Existe un límite que nos sofoca y aturde, algo que no queremos, que no esperamos, algo en lo que queremos no pensar: La muerte.

¿Cómo reaccionamos los cristianos ante este hecho? Para nosotros no existe la muerte..., decimos; pero no sentimos; es más, creemos que nuestra muerte no es menos dolorosa ni trágica que la del resto de nuestros compañeros de camino. ¿Por qué?

Sólo es la muerte objeto de esperanza para aquellos que han llegado a la perfecta libertad, para los que han vivido las Bienaventuranzas aquí en la tierra.

Hoy en nuestro duro camino de Iglesia Peregrina en la tierra se levanta una señal, grande e inmensa; una señal atrayente y profunda; la más pobre, la más agraciada en la creación, la que lo dio todo... María de Nazaret. Ella lo recibe todo como don, como gracia, como respuesta del AMOR, que inunda la tierra. Una mujer, que sabe de dolor y de fe, que amó hasta la cruz, donde su vida moría con la Vida, entra hoy agraciada en la Gloria del Padre.

Ella es llamada para nosotros, y da fuerza a nuestra esperanza. Nosotros sabemos que caminamos a alguna parte y que con Ella nuestra noche es menos noche y que Cristo que la llevó consigo también nos llevará a nosotros.

2. MENSAJE BÍBLICO

Ia Lectura: Ap 11, 19; 12, 1-6, 10

— La mujer es el Pueblo de Dios, es el centro del amor de Dios y todo el Cosmos le envuelve. Pero el pueblo de Dios sufre y sólo con dolor engen­dra la vida. La lucha entre el mal (la serpiente, Gen 3) y los hijos de Dios, es una lucha a muerte... Un grupo nace en medio de la tierra que vence y domina al mal; un Pueblo nacido de una cruz, la de CRISTO; un Pueblo que ha visto a su Señor vencer la muerte y sentarse a la derecha del Padre.

— Este Pueblo vive en el desierto, en la lejanía; pero no está solo, Dios le acompaña y el desierto se rompe en esperanza; el desierto no es la meta; sino que se hace camino de libertad hacia la Vida.

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292 EL RIESGO DE PREDICAR

— María es la imagen viva del Pueblo de Dios. Ella ya ha corrido nuestro duro camino y vive más allá del desierto en la Tierra Nueva donde el amor de Dios todo lo inunda y llena.

— Ella es la imagen gloriosa de nuestro futuro de caminantes y peregrinos aquí en la tierra.

2.a Lectura: 1 Cor 15, 20-26

— La muerte, fruto del pecado, inunda la tierra. Dos hombres están al principio de la muerte y de la vida: el viejo y el nuevo Adán. Lo que el primer Adán destruyó ha sido reconstruido maravillosamente por el segundo Adán. Si el primero trajo el pecado, el dolor y la muerte, el segundo trajo la salvación y la vida. Hasta que esto se realice plenamente en nosotros, es preciso luchar.

— Estamos alienados y vendidos. Una fuerza nos domina y estrangula: el pecado. Y el fruto del pecado es la muerte.

— Jesús venció y en él y con él también nosotros vencimos. Ya no somos un grupo de derrotados, sino de vencedores, aun cuando la guerra continúe.

— El último enemigo, la muerte, también ha sido vencida por El. En Cristo y con Cristo entraremos en el Reino del Padre, que no conoce fronteras. María la madre de Jesús ya vive nuestro futuro. Ella es la primera del gran grupo de hermanos, que después del largo camino, entra en la VIDA.

3.a Lectura: Le 1, 39-56

— La lucha contra el mal comenzó muy pronto. María, el arca de la Nueva Alianza, hace presente la Fuerza de Dios entre los hombres y la alegría de la Victoria mesiánica inunda la tierra.

— Un Niño pequeño y una humilde mujer de las montañas, Isabel, son testigos de la primera victoria. Los pobres y los humildes están abiertos a la ale­gría, que viene de Dios. María ante el milagro canta el gran himno de la liber­tad para los pobres y los oprimidos, los únicos capaces de esperanza.

— El «Magníficat» es el himno de los hijos de la libertad, que no creen en su propia fuerza o grandeza, sino en la fuerza de Dios, ante el cual todo poder es como el tamo de la era arrastrado por el viento.

— Los pobres y los humildes son exaltados, María llevada al cielo realiza esta esperanza fundamental de nuestra raza.

— Nuestra esperanza no descansa en nuestra bondad, sino en la promesa hecha por Dios a nuestros padres y esto es la base de nuestra seguridad.

— La muerte se abre a la vida y el odio es definitivamente vencido por el amor.

3. RESPUESTA A LA PALABRA

No podemos vivir tristes y encogidos en las estrechas paredes del mundo, si es que vivimos de esperanza. Ella, la Madre de Jesús, peleó, supo de las

SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN 293

dificultades de la fe, sufrió la contradicción de la cruz; pero venció, venció por gracia, venció por su debilidad... ¿No confiamos quizás nosotros demasiado en nuestras pobres grandezas y por ello caminamos cargados de amargura?

Morir no es el fin, morir es nacer, comenzar a vivir, es salir del seno esclavizante de nuestra madre la tierra y romper en la Vida... ¿Por qué nos agarramos tan fuerte a la vida, si la vida es camino? Vivimos atándonos con miles de esclavitudes y por ello el despegue es doloroso. Los pobres y los humil­des son los primeros y María, la pobre mujer de Nazaret, que lo dio todo, suelta y libre entró en la vida.

Hoy hablamos de libertad; pero mientras nuestro horizonte está ensombre­cido por la muerte, todas nuestras libertades no suenan sino a mentira y enga­ño... Cristo venció la muerte; pero nosotros seguimos luchando como si la vida fuese sólo una quimera y tratamos de graparnos cada día un poquito más a esta pobre y miserable tierra, que sólo es bella cuando es camino.

Mirar hacia el cielo no es huir de la tierra, es una invitación a amar y a transformar la tierra de una prisión de condenados a muerte, en una casa de hermanos, que creen en la vida. María, no huyó de la tierra, no se alejó de la cruz, siguió el camino hasta el fondo, hasta la muerte...; pero vive y nos llama como signo de esperanza segura y de consuelo (L. G. 60-68}.

Muchas cosas tenemos que decir los cristianos; pero la primera es que la Vida existe; muchas cosas tenemos que vivir; pero la primera es ESPERANZA.

La luz de nuestra Madre, que sube al cielo llevada por el Amor es nuestro mejor monumento a la libertad profunda y total del hombre.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Hoy llena de alegría nuestros ojos una señal que nuestro Padre Dios nos da en medio de nuestro duro camino: María, la madre de Jesús, ha vencido a la muerte y vive en la casa del Padre. Para nosotros, los cansados y fati­gados por el camino duro de la lucha y del trabajo ha nacido la esperanza de la vida auténtica y profunda en la casa de nuestro Padre. El fruto de la muerte y la resurrección de Jesús que se manifiesta hoy en nuestra Madre también nos llenará un día a nosotros.

Sin embargo muchas veces no damos testimonio los cristianos de la Vida que nos viene de Jesús. También con frecuencia hablamos de la Vida futura pero nos evadimos del camino del amor, el único que a ella conduce. Pidamos perdón.

— Tú nos prometiste la resurrección. Por no ver rnás que esta tierra y olvidarnos del objeto de nuestra esperanza, Señor, ten piedad.

— Tú diste la vida por nosotros. Porque con frecuencia no respetamos, despreciamos o quitamos la vida de nuestros hermanos, Cristo, ten piedad.

— Tú venciste a la muerte. Por lo poco que creemos en tu victoria y por vivir derrotados y cansados en olvido de Dios, Señor, ten piedad.

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294 EL RIESGO DE PREDICAR

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Llenos de alegría por la victoria del Señor, manifestada en María nuestra Madre, levantemos los ojos al Padre.

— Por la Iglesia de Cristo para que, a la luz de María, sea en medio de las naciones un signo de esperanza, de vida y de amor, roguemos al Señor.

— Por los que caminamos en la tierra, para que la visión del gozo de nuestra Madre en el cielo, nos anime a unirnos más a la cruz de Cristo, fuente de la auténtica liberación, roguemos al Señor.

— Por todos los que trabajan en nuestro mundo por vencer el dolor, la enfermedad y la muerte, para que la visión de nuestra Madre les anime en su lucha y en el duro camino, viendo que la victoria es segura, roguemos al Señor.

— Por nuestra comunidad, para que aprendamos hoy a contagiar nuestra alegría y esperanza al mundo que nos rodea y sobre todo, al mundo de los pobres, ancianos, enfermos y afligidos, roguemos al Señor.

Señor, Tú que llenaste a María de gracia y la hiciste triunfar de todas nuestras esclavitudes y de la misma muerte, danos a nosotros, que caminamos en nuestra tierra, el gozo de la esperanza en la Vida que no conoce ocaso. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Señor, Padre bueno, que elejiste a María para que fuera madre de tu Hijo, y la hiciste al mismo tiempo madre de los creyentes. Tú que conoces nuestro amor a la vida, y nuestra angustia por la muerte, despierta en nosotros la esperanza. Concédenos que al escuchar tu promesa y celebrar el triunfo de María, confiemos en la eterna resurrección. Por Nuestro Señor Jesucristo...

Oración sobre las ofrendas:

Nuestra ofrenda es, Señor, un canto a la esperanza que has confirmado en nosotros por María. Con todos los pobres y oprimidos de la tierra queremos esperar luchando la liberación definitiva que ya ha conseguido nuestra madre del cielo. Por Jesucristo...

Oración para después de la comunión:

Señor, que exaltas a los pobres y humillas a los poderosos, hoy queremos darte las gracias unidos a María; queremos recoger en nuestras voces el grito de esperanza y libertad de los últimos de la tierra. Que amando y luchando en esta vida, podamos alcanzar un día la vida eterna. Por Jesucristo...

FESTIVIDAD DE TODOS LOS SANTOS

I. GUIÓN PARA LA HOMILÍA

Tema: «Quiénes son los Santos»

1. SITUACIÓN EN LA VIDA

«Santidad», «Santos», «aspirar a la Santidad»... He aquí unas palabras y expresiones que hoy en día han bajado muchos enteros en el aprecio y estima del creyente, y de los hombres en general. Con todo no nos atreveríamos a afirmar que hoy en día haya menos santos y menos aspirantes a la santidad, en el sentido auténtico de esta palabra, que en otras épocas de la historia de la Humanidad. Sin embargo no sería muy aventurado afirmar que no nos agrada demasiado defender la santidad como meta a la que debemos aspirar. ¿Por qué? La causa, indudablemente es múltiple y compleja. He aquí brevemente algunas razones:

El hecho de que la santidad, para muchos, ha venido a ser sinónimo de apocado, resignado, «beato».

El que hayamos presentado a los santos como unas personas despreocupa­das y alejadas del mundo: familia, trabajo, diversión.

El hecho de que hoy en día la mayoría tiene puestos sus ojos en los famosos de este mundo, artistas del cine, de la canción ligera, del fútbol.

Si alguna vez, hoy es cuando se habla del amor, de la justicia, del traba­jo, de la igualdad, de la verdad, del servicio, entrega a los demás... Y no sola­mente se habla sino que hay también testimonios de ello por doquier. ¿Qué signi­fica todo esto?

2. MENSAJE BÍBLICO

1.a Lectura: Ap 7, 2-4; 9-14

— El autor del Apocalipsis nos relata simbólicamente las visiones que ha tenido. Si queremos ser fieles a lo que nos quiere transmitir tenemos que tratar de descifrar el simbolismo que encierran dichas visiones.

— La visión que nos presenta en esta lectura es la de los servidores de Dios que reciben el triunfo en el cielo. De ellos nos dice el autor sagrado que son muchos: «Después miré y había una muchedumbre inmensa» que nadie podía contar...» (v. 9) . En otro lugar nos afirma que ellos son los que confie­san que han sido salvados por Dios y redimidos por la sangre del Corde­ro (10-14). Estos alaban a Dios y se postran ante El como unos mendigos que agradecen el don recibido.

— Los artistas, famosos y grandes del mundo son pocos. En cambio los que van a ser redimidos por la Sangre del Cordero muchos. Para ello lo que se requiere es ser sencillo, pobre, trabajador.

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296 EL RIESGO DE PREDICAR

2.a Lectura: 1 Jn 3, 1-3

— El amor de Dios nos ha elevado al rango y categoría de hijos de Dios. La redención por la sangre del Cordero (primera lectura) es la que nos ha dado el título para formar parte entre los que van a recibir el triunfo en el cielo. Este título consiste en «ser Hijos de Dios». Este galardón llegará a su plenitud cuando «aparezca el Señor». Ahora estamos en el tiempo de espera del Señor. Es preciso trabajar y pasar por la tribulación y prueba para estar prepa­rados en la venida del Señor. Caminamos en «imagen» y no podemos compren­der plenamente lo que somos hasta que esta realidad escondida no manifieste toda su verdad. El cristiano vive en el «ya», pero «todavía-no». Sólo puede comprender lo que el mismo significa cuando vive en tensión escatológica.

3.a Lectura: Mt 5, l-12a

— El Evangelio nos presenta a Cristo como el acontecimiento decisivo para todo hombre. Dichosos los que ven, los que oyen la palabra (Le 7, 23; 10, 23; 11, 28; Mt 16, 17). Desgraciados los que rechazan su misión (Mt 11, 21; 22, 13, 16; 26, 24).

— Jesús juzga sobre la verdadera felicidad y lo hace con acierto. A Dios le gusta inclinarse hacia lo que es menesteroso y manifestar su misericordia con esplendor, donde falta hasta el valor humano, el mérito y la virtud propia (Mt 12, 25; I Cor 1, 18-31).

— Los pobres, los menesterosos, oprimidos por la miseria actual o perma­nente, tan defendidos en el Deuteronomio (15, 11) y en los primeros profetas (Amos 2, 6-7) son los «pobres de Yahvéh»; los que en su carencia ponen en Dios su única confianza, los que en la pobreza y en el desaliento buscan ardien­temente a Dios en la perfección de la fe. Precisamente éstos son los plena y auténticamente bienaventurados de los que nos habla Jesús en el Sermón de la Montaña. Ellos son quienes han escogido la mejor parte, quienes, por haberse vaciado totalmente de sí mismos se encuentran en condición de ser poseídos por Dios, dador de la dicha plena y sin límites.

— Ciertamente no es ésta la manera de pensar y actuar de los mundanos, de los ricos, de los soberbios. Por eso en medio de su riqueza, soberbia, placer... son los ausentes del reino de Dios, los que en su desdicha creen ser felices, los que en su ceguera juzgan ver. Porque ¿acaso puede haber mayor desdicha y más desgraciada ceguera que huir del que es la Luz misma y Fuente inagotable de felicidad?

3. RESPUESTA A LA PALABRA

Todos estamos llamados a la Santidad. La palabra de Dios en la Sagrada Bscrkura* yTas" enseñanzas del ConeihW respecto-'a^eate particular;—no 'efréeen dudas (1 Tes 4, 3; L. G. 40). .lobaifidcil ,3idoq .oílbroa isz ?.$ atrampai

FESTIVIDAD DE TODOS LOS SANTOS 297

Aunque todos están llamados a la Santidad, no todos llegarán a la meta. Dios invita, pero no fuerza; señala el camino a seguir y facilita los medios para conseguirlo, pero quiere que nuestra respuesta sea libre. Su amor ha abierto el camino a todos redimiéndonos en su Sangre (1. a Lectura) nos ha elevado al rango de hijos suyos (2.a Lectura), pero espera a que aceptemos libremente ese ofrecimiento que nos propone.

Seremos redimidos, hijos de Dios, estaremos entre esa muchedumbre incon­table de tribus, es decir, llegaremos a ser santos, si, juzgando como Cristo, esco­gemos el camino que El nos presenta en el Evangelio.

Son santos aquellos que, por defender su condición de hijos de Dios, defien­den la justicia, los derechos humanos, la verdad, la libertad, la igualdad entre los hombres..., conscientes de que al actuar de esta forma serán perseguidos, reducidos al silencio, encarcelados, olvidados, marginados... es decir, conscien­tes de que al actuar así están cumpliendo en ellos las bienaventuranzas (3.a Lec­tura ).

El número de éstos es muy grande. Hay padres de familia e hijos, ancianos y jóvenes, obreros y estudiantes, enfermos y sanos, blancos y negros. Son los que en este mundo han renunciado al poder, al orgullo, a la opresión, al placer... y han escogido el sencillo camino de la humildad, de la pobreza, del servicio callado... para dejarse posesionar por la plenitud de la felicidad (3 . a Lectura), sin renunciar, al mismo tiempo, a la lucha a la que se ven instados por el mismo Evangelio.

La Eucaristía será su fuerza en la lucha diaria.

II. ELEMENTOS PARA LA ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD

1. RITO PENITENCIAL

Hermanos: La festividad de todos los Santos debe ser para todos nosotros un día muy familiar. Es el día de nuestros abuelos, padres, hermanos,vecinos... Un día ocuparon ellos los asientos que ocupamos hoy nosotros, Con la ayuda de Dios supieron escoger el camino de las bienaventuranzas y han llegado victoriosos a la meta. Otro día será también nuestro día. Unidos a ellos dispongámonos a celebrar en la Eucaristía, el memorial de nuestra Salvación.

Lo mismo que nosotros, los Santos cuya festividad celebramos hoy fueron también pecadores. Ellos fueron redimidos por la «Sangre del Cordero». Acer­quémonos también nosotros a Cristo con verdadero arrepentimiento de nues­tros pecados.

— Tú, que redimiste a nuestros padres de los pecados de ambición, ira y desesperación, Señor, ten piedad.

— Tú, que saciaste a los hambrientos, misericordiosos y limpios de cora­zón, Cristo, ten piedad.

— Tú, que haces bienaventurados a los que son perseguidos y encarce­lados por la justicia, Señor, ten piedad.

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298 EL RIESGO DE PREDICAR

2. ORACIÓN UNIVERSAL

Como unos mendigos que necesitamos de todo, dirijámonos ante nuestro Padre celestial para presentarle nuestras necesidades y plegarias.

— Por la Iglesia. Que de palabra y obra sea fiel al camino trazado por Jesús en las bienaventuranzas, roguemos al Señor.

— Por los gobernantes de las naciones. Para que gobiernen a sus subditos en la justicia y no en el temor de las armas, roguemos al Señor.

— Por los perseguidos, encarcelados, exiliados y marginados de la socie­dad. Que Cristo los fortifique en la fe, roguemos al Señor.

— Por todos los miembros de nuestra comunidad parroquial. Que todos vivamos en el amor y servicio de unos a otros, roguemos al Señor.

Escucha, Señor, estas plegarias que te hacemos con fe y confianza, por Cristo Nuestro Señor. Amén.

3. ORACIONES PRESIDENCIALES

Oración colecta:

Padre santo, que en este día nos concedes celebrar la memoria de todos aquellos hermanos buenos que nos precedieron en la vida. Enséñanos con su ejemplo. Ilumínanos con tu Palabra. Para que viviendo nosotros según las bienaventuranzas, podamos un día reunimos con ellos en el cielo. Por nuestro Señor...

Oración sobre las ofrendas:

Nos has llamado a todos, Señor, para ser santos, buenos, honrados. Pero no siempre lo somos. Quieres que aprendamos del ejemplo de los demás. Pero a veces lo despreciamos. En esta fiesta te ofrecemos nuestro sincero deseo de seguir a tantos hombres que nos precedieron y nos enseñaron a trabajar, a sufrir, a luchar, a vivir según las bienaventuranzas de Cristo. Que vive y reina...

Oración para después de la comunión:

Te damos gracias, Dios, Padre de nuestro hermano y amigo Jesucristo, y Padre nuestro. Gracias por las cosas buenas de esta vida, por los hombres buenos de este mundo. Gracias por el amor que vive, por la esperanza que no muere. Gracias por habernos hecho hijos tuyos y porque nos llamas a participar de la gloria junto con todos los santos. Por Jesucristo...

Í N D I C E

Pág.

PRESENTACIÓN 7 Introducción general 9

TIEMPO DE ADVIENTO

Primer domingo «Fracaso y esperanza» 23

Segundo domingo «Conversión como juicio y esperanza» 27

Tercer domingo «Actualidad profética de Juan Bautista. Figura de Adviento» 31

Cuarto domingo «Jesús, salvación de Dios. María figura de Adviento» 35

TIEMPO DE NAVIDAD Y EPIFANÍA

Natividad del Señor «Meditación desde la cuna incómoda de Belén» 39

Domingo infraoctava de Navidad. Fiesta de la Sagrada Familia «Familia y Sociedad hoy» 43

Octava de Navidad «María y la Paz del mundo» 47

Domingo segundo después de Navidad «La Palabra de Dios hecha carne es la respuesta a la inquietud del mundo» 51

Epifanía del Señor «La Iglesia como Epifanía ante el mundo» 55

Primer domingo después de Epifanía «Misión de Cristo y de todo el pueblo de Dios: anunciar la libe­ración» 59

TIEMPO DE CUARESMA

Primer domingo «La superación del pecado en Cuaresma» 63

Segundo domingo «Fe y conversión, caminos hacia la Pascua» 67

Tercer domingo «Exigencias de la verdadera conversión» 71

Cuarto domingo «Dios fuente de perdón y salvación» 75

Quinto domingo «Unirse a Dios es renovarse» 79

Domingo de Ramos «Liberación humana y liberación cristiana» 83

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300 EL RIESGO DE PREDICAR

Pág.

Jueves Santo «La Eucaristía, memorial de liberación» 87

Viernes Santo «La Cruz, signo de triunfo sobre toda opresión» 91

Vigilia Pascual «La Resurrección, fuente de esperanza y liberación plena» 95

TIEMPO PASCUAL

Domingo de Pascua de Resurrección «La Resurrección de Jesús inaugura la nueva creación» 99

Segundo domingo «Elementos constituyentes de la Comunidad Cristiana» 103

Tercer domingo «La Comunidad cristiana, Comunidad misionera» 107

Cuarto domingo «Comunidad de testimonio y servicio» \\\

Quinto domingo «Comunidad que se edifica por la unidad y la fidelidad» 115

Sexto domingo «Comunidad abierta, universal, fundada en el amor» 119

Ascensión del Señor «Comunidad que cree por la proclamación de la Palabra y la cele­bración de los sacramentos» 123

Séptimo domingo «Comunidad corresponsable en medio del mundo» 127

Domingo de Pentecostés «Comunidad animada por el Espíritu» 131

FIESTAS DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Solemnidad de la Santísima Trinidad «Dios es amor en Trinidad» 135

Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo «La Eucaristía, sacrificio de Cristo y de la Iglesia» 139

DOMINGOS «ORDINARIOS»

Segundo domingo «La vocación cristiana como encuentro personal y un seguimien­to de Cristo» 143

Tercer domingo «La conversión primera, una respuesta radical a Dios» I47

Cuarto domingo «Ser cristiano es permanecer fiel a la Palabra» 151

Quinto domingo «La tarea del cristiano es servicio a los hombres» I55

Sexto domingo aomsil ab oanrmou f.8 «El hambre, en el mundv<mülfc$ttymb'^^hó$»v..mVí™v\.xtó&KKS$\3.» 159

ÍNDICE 301

Pág.

Séptimo domingo «Negar el pecado no es la mejor manera de eliminarlo» 163

Octavo domingo «La alianza con Dios no puede entenderse sin la unión con los hombres» 167

Noveno domingo «El cristiano y el culto en el día del Señor» 171

Décimo domingo «Pecado y salvación» 175

Undécimo domingo «La Iglesia de cristiandad, Iglesia de evangelización» 179

Duodécimo domingo «Renovación y cobardía en el cambio» 183

Decimotercer domingo «Es misión de la Iglesia luchar contra el mal» 187

Decimocuarto domingo «La fuerza de Dios en la debilidad del profeta. Significación salva­dora de la debilidad» 191

Decimoquinto domingo «Llamados a ser testigos de Cristo» 195

Decimosexto domingo «La verdad de Dios, no es monopolio de nadie» 199

Decimoséptimo domingo «Mayor felicidad hay en dar que en recibir» 203

Decimoctavo domingo «No sólo de pan vive el hombre» 207

Decimonoveno domingo «La fuerza del creyente, no es el poder ni el dinero, sino Dios» ... 211

Vigésimo domingo «Celebrar es compartir la vida y la fe» 215

Vigesimoprimer domingo «Dificultades y tentaciones de la fe hoy» 219

Vigesimosegundo domingo «La fe se muestra con las obras» 223

Vigesimotercer domingo «¿05 signos de la fe son los compromisos por la liberación» 227

Vigesimocuarto domingo - «Sólo triunfa la liberación si se acepta el riesgo de la Cruz» 231

Vigesimoquinto domingo «Liberación y esperanza» 235

Vigesimosexto domingo «El escándalo de nuestra sociedad y la opción del cristiano» 239

Vigesimoséptimo domingo «Crisis del matrimonio hoy e ideal matrimonial según la volun­tad de Dios» 243

Vigesimoctavo domingo «La Palabra de Dios es exigente» 247

Vigesimonoveno domingo «Poder y servicio» 251

Trigésimo domingo «Sólo Dios puede salvarnos» 255

Trigesimoprimer domingo «La primacía del amor» 259

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302 EL RIESGO DE PREDICAR

Trigesimosegundo domingo «Sólo el pobre tiene esperanza» 263

Trigesimotercer domingo «El anuncio del mundo nuevo» 267

Trigesimocuarto domingo. Cristo Rey «Cristo, Señor y Centro del Universo» 271

FIESTAS DE LOS SANTOS

Festividad de la Inmaculada Concepción. (Ocho de diciembre) «María y la vocación» 275

Festividad de San José «Los planes de Dios no son los planes de los hombres» 279

Solemnidad de San Pedro y San Pablo «La Iglesia y el testimonio de justicia-amor» 283

Solemnidad de Santiago Apóstol «Del triunfalismo a la verdad en palabras y obras» 287

Solemnidad de la Asunción. (Quince de agosto) «Quien cree no teme la muerte» 291

Festividad de todos los Santos «Quiénes son los Santos» 295

ÍNDICE 299