Borges y El Nominalis, Amanda Garma

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Borges y el nomalismo. [análisis] Amanda Garma Enrique Anderson Imbert señala que Borges, al releer sus propios ensayos, advirtió “indi- cios de un escepticismo esencial” (Epílogo a Otras inquisiciones)[1]. Dice Anderson Imbert que este comentario de Borges es fundamental porque él dudaba de sus propias dudas. Le interesaba la filosofía sin ser filósofo y se enroló en las escuelas más subjetivas. La primera a la que se acercó fue el Nominalismo. En la controversia medieval de los uni- versales algunos escolásticos opinaban que los conceptos eran reales (realismo) y otros insistían en que eran meros nombres (nominalismo). Los realistas creían en la existencia objetiva de las ideas abstractas. Por ejemplo, sugiere Anderson Imbert, que la idea de Humanidad se basaba en una humanidad real. En cambio, los nominalistas creían que las ideas abstractas se reducen a un nombre. Por ejemplo, que la Humanidad no existe, que es una palabra vacía. Lo que existe son hombres individuales. Transcribo parcialmente las dos primeras estrofas de la milonga “Jancinto Chiclana” con letra de Borges y música de Astor Piazzolla, donde Borges apela a una posición nominalista. “Me acuerdo, fue en Balvanera, en una noche lejana, que alguien dejó caer el nombre de un tal Jacinto Chiclana. Algo se dijo también de una esquina y de un cuchillo. Los años no dejan ver el entrevero y el brillo. ¡Quién sabe por qué razón me anda buscando ese nombre! Me gustaría saber cómo habrá sido aquel hombre[…]” Tal controversia se había vuelto a extender en el siglo XIV con Duns Scoto y Guillermo de Ockham: para ellos la realidad era mental. Con vehemencia poco escéptica Borges se hizo nominalista, según Anderson, pero su afirmación es relativa ya que Borges manifestó interés por el realismo platónico. De todas maneras, transcribo las citas de Borges que, para avalar su opinión, utiliza Anderson Imbert. “El Nominalismo afirma la verdad de los individuos y lo convencional de los géneros. Todos hacemos nominalismo sin saberlo; es como una premisa general de nuestro pen- samiento, un axioma adquirido (“Historia de la eternidad” en el libro así titulado, 1936). […] Para el realismo lo primordial eran los universales (Platón diría las ideas, las formas: nosotros, los conceptos abstractos) y para el nominalismo, los individuos. El nominalis- mo, antes la novedad de unos pocos, hoy abarca a toda la gente; su victoria es tan vasta y fundamental que nadie se declara nominalista porque no hay quien sea otra cosa” (“De las alegorías a las novelas”, Otras inquisiciones, 1952).[2] En más de una ocasión, Borges se definió como nominalista. [3] Se lo puede acercar al nominalismo y al idealismo de Berkeley al que reconoce como su punto de partida en la :: Malabia :: arte cultura y sociedad | [email protected] 1

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Borges y el nomalismo.[análisis]

Amanda Garma

Enrique Anderson Imbert señala que Borges, al releer sus propios ensayos, advirtió “indi-cios de un escepticismo esencial” (Epílogo a Otras inquisiciones)[1]. Dice Anderson Imbertque este comentario de Borges es fundamental porque él dudaba de sus propias dudas.Le interesaba la filosofía sin ser filósofo y se enroló en las escuelas más subjetivas. Laprimera a la que se acercó fue el Nominalismo. En la controversia medieval de los uni-versales algunos escolásticos opinaban que los conceptos eran reales (realismo) y otrosinsistían en que eran meros nombres (nominalismo). Los realistas creían en la existenciaobjetiva de las ideas abstractas. Por ejemplo, sugiere Anderson Imbert, que la idea deHumanidad se basaba en una humanidad real. En cambio, los nominalistas creían que lasideas abstractas se reducen a un nombre. Por ejemplo, que la Humanidad no existe, quees una palabra vacía. Lo que existe son hombres individuales. Transcribo parcialmente lasdos primeras estrofas de la milonga “Jancinto Chiclana” con letra de Borges y música deAstor Piazzolla, donde Borges apela a una posición nominalista.

“Me acuerdo, fue en Balvanera,en una noche lejana,que alguien dejó caer el nombrede un tal Jacinto Chiclana.Algo se dijo tambiénde una esquina y de un cuchillo.Los años no dejan verel entrevero y el brillo.

¡Quién sabe por qué razónme anda buscando ese nombre!Me gustaría sabercómo habrá sido aquel hombre[…]”

Tal controversia se había vuelto a extender en el siglo XIV con Duns Scoto y Guillermo deOckham: para ellos la realidad era mental. Con vehemencia poco escéptica Borges se hizonominalista, según Anderson, pero su afirmación es relativa ya que Borges manifestóinterés por el realismo platónico. De todas maneras, transcribo las citas de Borges que,para avalar su opinión, utiliza Anderson Imbert.

“El Nominalismo afirma la verdad de los individuos y lo convencional de los géneros.Todos hacemos nominalismo sin saberlo; es como una premisa general de nuestro pen-samiento, un axioma adquirido (“Historia de la eternidad” en el libro así titulado, 1936).[…] Para el realismo lo primordial eran los universales (Platón diría las ideas, las formas:nosotros, los conceptos abstractos) y para el nominalismo, los individuos. El nominalis-mo, antes la novedad de unos pocos, hoy abarca a toda la gente; su victoria es tan vastay fundamental que nadie se declara nominalista porque no hay quien sea otra cosa” (“Delas alegorías a las novelas”, Otras inquisiciones, 1952).[2]

En más de una ocasión, Borges se definió como nominalista. [3] Se lo puede acercar alnominalismo y al idealismo de Berkeley al que reconoce como su punto de partida en la

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filosofía junto con David Hume y Schopenhauer. En el empirismo aristotélico están pues-tas las bases para una interpretación nominalista al menos por las siguientes razones. Porun lado, destaca la primacía de lo individual como existente y por otro, el universal esuna construcción del entendimiento.

Porfirio, comentador de Platón y de Aristóteles menciona en su breve obra tres temascentrales de investigación:

Si los universales existen en la realidad o sólo en el entendimiento.

Si existiendo en sí, son corpóreos o incorpóreos.

Si están en las cosas sensibles o separados de ellas.

De una manera general, se puede decir que para los nominalistas los universales no sonentidades existentes sino términos del lenguaje. Sólo otorga existencia real a los individ-uales. Mientras que por realismo entendemos aquella posición que otorga existencia a losuniversales.

Borges ve resurgir a Aristóteles en el nominalismo: “En las arduas escuelas de la EdadMedia todos invocan a Aristóteles. George Henry Lewes ha opinado que el único debatemedieval que tiene algún valor filosófico es del nominalismo y del realismo: el juicio estemerario, pero destaca la importancia de esta controversia tenaz de una sentencia dePorfirio, vertida y comentada por Boecio, que provocó una discusión a principios del sigloIX, que Anselmo y Roscelino mantuvieron a fines a fines del siglo XI y que Guillermo deOccam reanimó en el siglo XIV.”[4]

Roscelino de Compiège, iniciador en el siglo XI del nominalismo en el medioevo, identi-ficó la idea general con la palabra que la designa, negándole realidad a la especie desig-nada y relegando la realidad sólo a los individuos que, a su vez, conforman la especie.La especie no es algo real: sí lo son los individuos que la constituyen. Cualquier universalno es en sí algo real sino que se relaciona con dos realidades: 1.Con la palabra como fla-tus vocis, la simple emisión de la voz, por ejemplo: el término “rosa”. 2. Con cada unade las rosas individuales a las cuales nombra “rosa”.

Pero no hay una realidad que sea de la especie mencionada.

Pedro Aberlardo descubrió, pocos años después, que el nominalismo de su maestro,Roscelino, conducía a la reducción de la lógica a la gramática. El universal es aquelloque puede predicarse de muchas cosas y, si acepta a su vez que éstas no pueden predi-carse entre sí, ha de concluirse que la universalidad en cuestión debe ser atribuida a laspalabras, pero no a la cosas.

Para Guillermo de Occam y para Duns Scoto un universal es algo mental Para Occam noes algo real sino un término que significa cosas individuales y está puesto en su lugar enla frase, o sea, está puesto en lugar de cosas individuales. Occam evita de este modo lamultiplicación de entidades.

“Si (como el Griego afirma en el Cratilo)el nombre es arquetipo de la cosaen las letras de rosa está la rosay todo el Nilo en la palabra Nilo.”(Jorge Luis Borges: "El golem")

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"Stat rosa pristina nomine, nomina nudatenemus" (palabras finales de la novela"El nombre de la rosa" de Humberto Eco, extraídas del himno"De contemptu mundi", de Bernardo Morliacense

Estos son los temas por los cuales se puede ubicar a platónicos y aristotélicos en una posi-ción u otra y es el aspecto de la división que a Borges le interesa resaltar. “[…] todos loshombres nacen aristotélicos o platónicos. Los últimos sienten que las clases, los órdenesy los géneros son realidades: los primeros, que son generalizaciones.” [5]

Ahora bien, relacionemos lo dicho hasta aquí con el tema concreto de “El ruiseñor deKeats”. Borges expresa en este trabajo que los ingleses no supieron interpretar aquellosversos en donde el poeta, a través del ruiseñor concreto, evoca o simboliza al ruiseñorgenérico.

Borges dirá al respecto: “Los hombres, dijo Coleridge, nacen aristotélicos o platónicos:de la mente inglesa cabe afirmar que nació aristotética. Lo real, para esa mente, no sonlos conceptos abstractos, sino los individuos; no el ruiseñor genérico, sino los ruiseñoresconcretos. Es natural, es acaso inevitable, que en Inglaterra no sea comprendida recta-mente la Oda a un ruiseñor. […] El inglés rechaza lo genérico, porque siente que lo indi-vidual es irreductible, inasimilable e impar. Un escrúpulo ético, no una incapacidadespeculativa, le impide traficar en abstracciones, como las de los alemanes. No entien-den la Oda a un ruiseñor; una valiosa incomprensión les permite ser Locke, ser Berkeleyy ser Hume […]”.

En “Funes el memorioso” este peón de campo quien perdió la capacidad de olvidar acausa de un accidente, ante la innumerable singularidad de la experiencia dirá al nar-rador: “mi memoria, señor, es como un vaciadero de basuras” durante una larga nochede insomnio. Funes no puede dormir ni pensar. Pensar, concluye el narrador “es olvidarlas diferencias, es generalizar, abstraer” [6]

Señala Carlos Nuño que el ambicioso y designativo proyecto de Funes era levantar “uncatálogo mental de todas las imágenes del recuerdo”[7] , algo que Borges califica de“inútil” e insensato”[8] De tal manera, según Nuño, Funes cayó en un monstruoso nom-inalismo que, se veía obligado a nombrar todo en un ilimitado descenso que –agrego- notendría fin en una visión microcósmica del universo. Para Nuño, así como Almotásim es elhombre que resume y compendia a todo lo hombres, que en el universo-biblioteca, bus-caba el catálogo de los catálogos, Funes, en cambio, es, según lo califica Nuño, el mis-erable empirista que vive apegado a lo concreto e individual. Funes es incapaz, tal comolo describe Borges, de elaborar ideas generales y, por lo tanto, de pensar, de reconocerla identidad de lo percibido.

Me parece que con un adecuado criterio Nuño no deja de señalar que ningún empiristaclásico prescinde de ideas generales, sino que las subordina a las básicas que resultan dela percepción. [9]

Si Funes no podía abstraer lo dado en la percepción, no podía construir ideas generales,compuestas lo cual impide identificar la identidad de lo percibido.

Borges no se comprometió filosóficamente, aunque, como así algunos comentadorashayan afirmado, con el nominalismo y, en general, con ninguna posición filosófica. Entodo caso, le han proporcionado ideas que ha sabido utilizar con una finalidad estética.

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Bibliografía:

Borges, Jorge Luis., Obras completas, Emecé, Buenos, Aires, 1986.Anderson Imbert, Enrique, El realismo mágico y otros ensayos, Monte Ávila Editores,Venezuela, 1992.Mateos, Zulma, La filosofía en la obra de Jorge Luis Borges, Ed, Biblos, Buenos Aires,1998.Nuño, Carlos, La filosofía de Borges, FCE, México, 1986.Rest, Jaime, EL laberinto del universo. Borges y el pensamiento nominalista, EdicionesLibrerías Fausto, Buenos Aires, 1976.

[1] Citado por Anderson Imbert, E., en El realismo mágico y otros ensayos, Monte ÁvilaLatinoamericana, Caracas, 1991, p. 83.[2] Citado por Anderson Imbert, Enrique, op.cit., p.84.[3] Cfr. “De las alegorías a las novelas”, en Otras inquisiciones, O. O. T.II[4] Ibidem, p. 123[5] “El ruiseñor de Keats”, en Otras inquisiciones, O. C., T. II. P.96.[6] Ficciones. , O. C. , p490.[7] Citado por Nuño, Carlos, La filosofía de Borges, FCE, México, 1986, p.101.[8] Ibidem[9] IBidem, p. 102

Amanda Garma. Licenciada en Filosofía egresada de la Universidad de Buenos Aires. Doctorada.Docente de la UBA. Investigadora de la Universidades de Buenos Aires, de Mar del Plata(Argentina) y de la Universidad Estatal de Campinas (Brasil)Autora de trabajos (comunicaciones destinadas a congresos, artículos, libro) en las áreas deepistemología y más recientemente de estética.

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