Borges La Aurora y El Poniente

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    Universitat Rovira i Virgili

    La aurora y el poniente(Borges, 1899-1999)

    Edicin de Manuel Fuentes y Paco Tovar

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    Biblioteca Digital, 4

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    Edicin de Manuel Fuentes y Paco Tovar

    La aurora y el poniente

    (Borges, 1899-1999)

    Tarragona, 2010

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    1 edicin electrnica: ebrero de 20111 reimpresin: septiembre de 20081 edicin: marzo de 2000

    Publicacions URVAv. Catalunya, 3543005 TarragonaTel. 977 558 474 Fax 977 558 393Correo-e: [email protected]

    de los textos, los respectivos autores

    ISBN: 978-84-694-0463-8

    La edicin de esta obra est bajo una licencia Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported de Creative

    Commons. Para ver una copia de esta licencia, visite http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/ o envie

    una carta a Creative Commons, 171 Second Street, Suite 300, San Francisco, Caliornia 94105, USA.

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    Nadie puede escribir un libro.Para que un libro sea verdaderamente,Se requieren la aurora y el poniente,

    Siglos, armas y el mar que une y separa.Jorge Luis Borges

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    So all my best is dressing old words new,Spending again what is already spent

    shakespeare, Sonnets, [LXXVI]

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    ndice

    Nota de los editores / 9

    La Aurora / 13paco Tovar

    Dos poemes anglesos / 15Joaquim maLLafr

    I

    El desliz humorstico / 21

    saL Yurkievich

    Borges en el peridico Martn Fierro / 27Trinidad Barrera

    En torno a Borges y Cansinos-Assens / 37ramn oTeo

    Borges, entre OrgenesyCicln / 45

    manueL

    fuenTes

    II

    El antihumanismo de Borges / 57Juan arana

    La cosmovisin de Jorge Luis Borges y sus races culturales / 67maradeL carmen Tacconi

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    III

    Jorge Luis Borges: las huellas de un corazn porteo / 79

    paco Tovar

    Jorge Luis Borges y el destino escandinavo / 89Teodosio fernndez

    IV

    Aspectos de la literatura antstica en Borges / 97mario goLoBoff

    Malevos, maleantes y detectives: los juegos con la ley de Borges / 103sonia maTTaLa

    Borges, Bioy y el gnero policial / 111rosa peLLicer

    V

    El uir interminable. Operaciones escriturarias de Borges / 127eLisa T. caLaBrese

    Mundos posibles en la narrativa de Borges / 143margarida ariTzeTa

    Borges y el canon, o de cmo ser un clsico. Borges y el canon argentino / 159mara caBaLLero

    El Aleph cinematogrfco / 171sergio vaLLhonraT

    Y el poniente / 177manueL fuenTes

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    Nota de los editores

    Cortesa y agradecimiento obligan. No hubiera sido posible la realizacin del SimposioInternacional Borges (1899-1999) sin la colaboracin de las distintas personas e instituci-ones que a continuacin se mencionan.

    Dejamos constancia aqu de nuestra gratitud al Departament de Filologies Romniquesde la Universitat Rovira i Virgili y al Departament de Filologia Clssica, Francesa i Hispnicade la Universitat de Lleida; a los Decanatos de Filosoa y Letras de ambas universidadesy al Consorci del 700Aniversari de la Universitat de Lleida; a la Diputaci de Tarragona quejunto a la Universitat Rovira i Virgili nos concedi su ayuda en el marco de colaboracinentre ambas instituciones; al Comissionat per a Universitats i Recerca de la Generalitat deCatalunya y al programaARCS98; al Museu dHistria de Tarragona y al Sr. Mag Seritjol delServei de Diusi quien nos acilit el espacio ideal para la representacin de la obra teatralLa sombra de Borges; a los actores Cristina Cervi y Eduard Teixidor que habitaron eseespacio en una noche memorable; a la Sr. Lourdes Latorre de la Fundaci La Caixa acuya gestin debemos esa memorable noche; a nuestros compaeros el Dr. Ramn Oteo(URV), que alent el proyecto, y el Dr. Antonio Garca Espaol (URV) sin cuya ayuda estaslneas perduraran en el olvido; a Santiago M ontes, que batall con el ordenador; a lossecretarios de los Departamentos de la URV y de la UdL, Sr. Salom Ortega y Sr GeneTorralba, que solventaron todos los contratiempos del azar y los que nuestra ineptitudorganizativa raguaba.

    La gratitud se extiende a todos los ponentes que aceptaron nuestra invitacin, y cuyaamistad y magisterio nos honran, y a los estudiantes de Lleida y Tarragona que quizsintuyeron que el saber es una de las metoras del respeto compartido.

    Tarragona-Lleida, Noviembre 1999

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    (Borges, 1899-1999)

    La aurora

    Tu nombre sigue siendo Jorge Luis Borges. Naciste, cuentas, y quizs puedas probarlo, un24 de agosto de 1899, dentro de esa ciudad que llaman Buenos Aires, aunque la verdad esque ese momento queda lejos, incluso antes de que buscaras los atardeceres, los arrabales

    y la desdicha, ms tarde sustituidos por las maanas, el centro y la seguridad.Conesabas un da que habas hablado mucho, que habas hablado demasiado, sobre la

    poesa como brusco don del Espritu; tambin armabas entender que el pensamiento es unaactividad de la mente, y recordabas haber visto a Verlaine como emblema de pureza lrica,compartiendo con Emerson cuestiones loscas. Un ahora posterior, armaste saber quetoda mezcla es posible y no hay causa que merezca desprecio. T, tan irnico y tan serio,no importa cundo, te ponas las mscaras al revs, mintiendo con descaro verdades comopuos. Al n y al cabo, queras proceder por denicin, no por suposicin, aceptando lospeligros voluntariamente. Cualquier cosa debe discutirse: la realidad ms clara, la ccinms transparente, la palabra oportuna y hasta la que lleva consigo la insolencia. No in-ventabas nada nuevo, aunque buscabas ser reciente, y no conundas resco con maduro.

    En una ocasin explicaste un sueo: salas de otro sueo, repleto de cataclismos, paradespertar en una pieza extraa, casi vaca de muebles. Apenas clareaba uera. Te pre-guntaste, entonces, dnde estabas, y reconociste tu ignorancia; quin eras, y no llegaste areconocerte. De inmediato, te creci el miedo: pensaste que era la vigilia de tu inerno yque all te reservaban plaza de innito. Eso pasaba justo antes de abrir los ojos de veras,pero temblando. De los temores, se aprende, nunca despiertas.

    No olvidars, t tan memorioso, que escribiste a trozos una breve historia de la eter-nidad, previa a cciones con rostro policiaco y cuerpos antasmagricos, seguidas stasde unos pocos articios que juzgabas menos torpes que los anteriores una leve muestrade orgullo le asalta a cualquiera. Tampoco echo en saco roto que uiste testigo de loimposible, sorprendindote con la magia completa del Aleph, reclamando desde entoncestu derecho al olvido.

    Abordaste otras inquisiciones, nuevos juicios elocuentes sobre temas de particular inters.Y por qu no tanto pliego crtico?: el Hacedor deba cumplir sus guardias religiosamente.Este ltimo te cones que a Borges es a quin se le ocurran las cosas mientras l cami-naba despacio por ese Buenos Aires tuyo. De Borges tenas noticias; del otro sabas que legustaban las viejas mquinas del tiempo, repletas de arena, los mapas y la tipograa delsiglo xviii; tambin las etimologas, el sabor del ca y hasta la prosa de Stevenson a lomejor ambos coincidan en gustos. Aqul ha compuesto algunas pginas de valor, perointiles para salvar al segundo... o a nadie. Los dos se atreven a conundirse.

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    La aurora y el poniente

    Pero volvamos a tus orgenes. Lo cierto es que nada sabes de tus mayores: los portugue-ses eran vaga gente que conservas en tu carne y orman parte del tiempo, de su pas y delolvido. As es mejor: son guras de buena tierra y a ti te guardan sus annimos laureles.

    Yendo ms cerca, s que preeres ver al otro contemplndote o me equivoco de plano

    si has vuelto a mentirme, descubrindote osado y vacilante, cada vez ms ciego, lcidoy tranquilo, atento a las piezas de ajedrez que te retan desde el tablero provocndote aseguir estrategias del orgulloso vencido.

    Siglos despus dira la EscrituraQue el Espritu sopla donde quiere.La cabal herramienta a su elegidoDa el despiadado dios que no se nombra:A Milton las paredes de la sombra,El destierro a Cervantes y el olvidoSuyo es lo que perdura en la memoriaDel tiempo secular. Nuestra es la escoria.

    S, vencido y alegre por haber bebido hasta las heces madres de caldos apreciables yde lquidos estivos un vino que ensea a sus borrachos el arte de ver su propia historiacomo si sta ya uera ceniza.

    Qu destino el tuyo, Borges: navegante por los mares del mundo; habitante de lugaresdierentes; viajero que regresa hasta su estirpe; curioso ciego progresivo que tanto ha visto,o casi nada: apenas el rostro de una chica portea que no quiere dar la cara a tu recuerdo.Cabe aadir, ya que viene al hilo, que elogiaste la sombra, instalando ah pedazos de vejezy trozos de tica, de los que no te envaneces. Pronto sabrs quin eres.

    Ms rastro tuyo queda disperso, disperso y recogido, para aventarte hacia el norte,hacia el sur, hacia el este y el oeste, marcando los caminos con el oro que raya el lomode los tigres.

    Y acechas desde siempre. En la tersuraDel agua incierta o del cristal que dura.

    Parte eres, Borges, de esos hombres de diversa estirpe y distintas religiones, con idiomasdierentes, que an conspiran para no ser enemigos. Acaso no es verdad lo que dices; ojalsea protico.

    Paco Tovar

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    (Borges, 1899-1999)

    Dos poemes anglesos

    Joaquim maLLafr*Universitat Rovira i Virgili. Tarragona

    * Joaquim Mallar es conocido por sus traducciones de Joyce al cataln, entre las que destaca Ulysses. Otrastraducciones suyas incluyen novelas del siglo xviii Fielding, Sterne y teatro del s. xx Beckett, Pinter,Osborne. Orece aqu una versin de los poemas ingleses de Borges en la lengua de R. Llull. Agradecemos suaportacin (Nota de los editores).

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    La aurora y el poniente

    joaquim mallafr

    Jorge Luis Borges

    Two English PoemsTo Beatriz Bibiloni Webster de Bullrich

    I

    The useless dawn nds me in a deserted street-corner; I have outlived the night.

    Nights are proud waves: darkblue topheavy waves

    laden with all hues o deep spoil, laden withthings unlikely and desirable.

    Nights have a habit o mysterious gits and reus-als, o things hal given away, hal withheld,o joys with a dark hemisphere. Nights actthat way, I tell you.

    The surge, that night, let me the customary shredsand odd ends: some hated riends to chatwith, music or dreams, and the smoking obitter ashes. The things my hungry hearthas no use or.

    The big wave brought you.Words, any words, your laughter; and you so lazily

    and incessantly beautiul. We talked and youhave orgotten the words.

    The shattering dawn nds me in a deserted streeto my city.

    Your prole turned away, the sounds that go tomake your name, the lilt o your laughter:these are illustrious toys you have let me.

    I turn them over in the dawn, I lose them, I ndthem; I tell them to the ew stray dogs andto the ew stray stars o the dawn.

    Your dark rich lie...I must get at you, somehow: I put away thoseillustrious toys you have let me, I want yourhidden look, your real smile -that lonely,mocking smile your cool mirror knows.

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    Dos poemes anglesos

    I

    Lalba intil em troba en una cantonada deserta;he sobreviscut a la nit.

    Les nits sn ones orgulloses: ones blau osc de cim eixuc

    llastades amb tots els matisos despoli pround,llastades amb coses desitjables i improbables.

    Les nits tenen un hbit dorenes i rebuigs misteriosos,de coses mig oertes, mig guardades,dalegries amb un hemiseri osc.

    Les nits actuen aix, taviso.Lonada, aquella nit, em va deixar els parracs i els caps

    per lligar habituals: uns amics odiats per a parlar-hi,msica per als somnis, i el um de cendra amarga.Les coses que el meu cor aamat no pot sorir.

    Lona gran et port.Uns mots, mots qualssevol, rialla teva; i tu tan mandrosament

    i incessantment bonica. Vam parlar i tuhas oblidat els mots.

    Lesclat de lalba em troba en un carrer desertde la meva ciutat.

    Salluny el gir del teu perl, els sons que vani et an el nom, el dring de la teva rialla:sn joguines illustres que tu em vas deixar.

    Les giro sota lalba, les perdo, les trobo;les dic als quatre gossos perdutsi als quatre estels perduts de lalba.

    La teva vida rica i osca...

    Thaig dheure no s com: Deso aquelles joguinesillustres que tu em vas deixar,vull la teva mirada amagada, el teu somrs realaquell somrs burleta i solitarique la redor del teu mirall coneix.

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    joaquim mallafr

    II

    What can I hold you with?I oer you lean streets, desperate sunsets, the

    moon o the jagged suburbs.I oer you the bitterness o a man who has looked

    long and long at the lonely moon.I oer you my ancestors, my dead men, the ghosts

    that living men have honoured in bronze:my athers ather killed in the rontier oBuenos Aires, two bullets through his lungs,bearded and dead, wrapped by his soldiers inthe hide o a cow; my mothers grandather

    just twentyour heading a charge othree hundred men in Peru, now ghosts onvanished horses.

    I oer you whatever insight my books may hold,whatever manliness or humour my lie.

    I oer you the loyalty o a man who has neverbeen loyal.I oer you that kernel o mysel that I have saved,

    somehow the central heart that deals notin words, tracs not with dreams and is un-touched by time, by joy, by adversities.

    I oer you the memory o a yellow rose seen at

    sunset, years beore you were born.I oer you explanations o yoursel, theories about

    yoursel, authentic and surprising news oyoursel.

    I can give you my loneliness, my darkness, thehunger o my heart; I am trying to bribe youwith uncertainty, with danger, with deeat.

    1934

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    Dos poemes anglesos

    II

    Amb qu et puc retenir?Toereixo carrers remagrits, postes de sol desesperades,

    la lluna dels ravals esmussats.Toereixo lamargor dun home que ha mirat

    temps i temps la lluna solitria.Toereixo els meus avantpassats, els meus morts, els antasmes

    que els homes vivents han honorat en bronze:el pare del meu pare mort a la rontera de Buenos Aires,amb dues bales travessant-li els pulmons,mort i barbat, embolicat pels seus soldatsamb una pell de vaca; lavi de la mare

    tot just vint-i-quatre anys encapalantla crrega de tres-cents homes al Per,ara antasmes dalt de cavalls esumats.

    Toereixo qualsevol lucidesa que hi pugui haver als meus llibres,qualsevol plenitud o bona jeia a la meva vida.

    Toereixo la lleialtat dun home que mai no ha estat lleial.Toereixo el centre del pinyol de mi mateix que he conservat,

    no s com el mig del cor que no tracta en paraules,no traca en somnis i que el temps, la joia,les adversitats no han tocat.

    Toereixo el record duna rosa groga vistaa posta de sol, anys abans que nasquessis.

    Toereixo explicacions de tu, teories sobre tu,notcies sorprenents i autntiques de tu.

    Et puc donar la meva solitud, la meva oscor,la am del meu cor; intento subornar-te ambla incertesa, amb el perill, amb la deseta.

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    El desliz humorstico

    saL YurkievichUniversidad Pars-VIII. Francia

    Creo que el sesgo o bies humorstico, creo que la vis humorstica constituye un componenteundamental de la relacin de Jorge Luis Borges con el relativo mundo y la ldica literatura.Intento sacar a luz o poner de maniesto esta actitud undadora y sus eectos en la escritura

    borgeana. Acometo un examen que devela y encomia cierto tipo de doblez o de desdobla-mientos borgeanos a partir de mi postura de examinador que tambin humoriza, porqueno hay otro ngulo de abordaje que el de la complicidad humorstica para entrar en tratocon esa indenible ambigedad, con ese decir excntrico, con esa tcnica paradjica deapertura del sentido, con ese tinte o halo divertido que caracterizan al humor. As como noexiste, para hablar de la metora, una posicin verbal exenta de lo traslaticio, despojadade lenguaje gurado (metora quiere decir transporte, recibe por ende una denominacinmetarica), tampoco hay una captacin del humor uera de su infujo, uera de sus tran-gresivas transposiciones. Y ya cuando aludo al decir ambiguo porque conlleva un desajusteentre el sentido y el tono, a la sutil inadecuacin del registro, al ejercicio desconcertantedel dislate, a todas esas marcas o guios que provocan el viraje o rebote humorstico, estoyenumerando caracteres borgeanos, rasgos que identican su literatura.

    La relacin que Borges establece con el mundo, consigo mismo y con la literatura (quealegoriza estos vnculos) es primordialmente humorstica. Digo primordialmente porqueel humor est en el principio ultrasta o vanguardista de Borges, porque basamenta susescritos de todo gnero y porque permanece como ln a menudo emergente a lo largode su obra. Unas veces el humor preside la concepcin de ciertos poemas harto conocidoscomo El general Quiroga va en coche al muere o Fundacin mtica de Buenos Aires ode algunas piezas (adjetivo que Borges atribuye a sus narraciones para evitar el cannicocalicativo de cuento) muy mentadas como Tln, Uqbar, Orbis Tertius, Pierre Menard,autor del Quijote o El Aleph; otras veces opera como irrupcin subvesiva o reversiva,como desvo o desliz que perturba la cohesin del texto o que desbarata las reglas del juego,como ocurre con las bromas lingsticas que mechan de humor y achispan el universo

    totalizador, totalitario de La Biblioteca de Babel.Borges es un esteta que juega con las palabras. Borges es un escptico que pone en obra el

    desvo irnico. El desvo de las ideas religiosas o loscas hacia la autnoma, ldica y ctivaesera de lo literario implica situarse en un interregno recreativo, en una rea intermediaria,uera de razn de uso, no sujeta a imperativos exteriores (como la exigencia de verdad) yde relativa implicacin subjetiva o existencial. Exculpada de gravamen social o moral, enesta zona de libre arbitrio, de desembarazada disponibilidad, se puede, como hace Borges,operar antasiosa o antsticamente con hombres y dioses, con bulas y argumentos, con

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    La aurora y el poniente

    sal yurkievich

    doctrinas y sistemas, con mitologemas y losoemas merced a su rica extraeza, su poderde sugestin o de pasmo, su enigmtica atraccin. Borges los adopta por su capacidad depersonicar lo inslito o de poner en intriga misteriosas situaciones. Su escepticismo talcomo Borges lo declara en el Eplogo de Otras inquisiciones: Dos tendencias he descubi-

    erto, al corregir las pruebas, en los miscelneos trabajos de este volumen. Una, a estimarlas ideas religiosas o loscas por su valor esttico y aun por lo que encierran de singularo maravilloso. Esto es, quiz, indicio de un escepticismo esencial reside en la distanciairnica (que es uno de los dispositivos ldico-humorsticos). Constituye una armaduraprotectora que provee el humor contra los excesos abrumadores de lo real eectivo, contralos colmos sentimentales, contra las polarizaciones excluyentes, contra la cerrazn de lossistemas, contra los absolutismos y los maximalismos, contra la lgica de la dominacin.Consiste en una desconanza, en una crtica implcita a toda creencia ehaciente, a todaconviccin consolidada, a toda rmeza dogmtica; consiste en un arte del desprendimientojuguetn que Borges ejerce como Kaka, su modelo, con pareja maestra.

    Tal escepticismo irnico le posibilita un tratamiento retrico (o sea gurado) de lo tras-cendental, como ocurre en El acercamiento a Almotsim, en Las ruinas circulares o en

    La escritura del dios por mencionar algunos de los muchos textos de imitacin mstica.Este escepticismo irnico otorga a Borges una mirada de coleccionista de curiosidades enrelacin con el acervo legendario atesorado por la gran memoria del gnero humano,posibilita concebir extraas composiciones o combinaciones extrayendo variados y a me-nudo opuestos ingredientes del almacn teolgico, cosmolgico y metasico sin sentirse nitransgresor de arcanos ni proanador de sagrarios. Ese escepticismo no se compromete; no seentrega; no se deja cautivar por la proundidad; permite no ser enajenado por el sentimientoni subsumido por lo trgico o pattico. Le permite a Borges sacarse de encima o quitarse deadentro todo intrngulis psicolgico, lo exonera de lo demasiado subjetivo y ms an delo subliminal (con humor incisivo y mordaz, Borges suele criticar a la secta reudiana). Lepermite humorsticamente suspender el juicio aectivo o moral, argumentar que Judas es el

    refejo invertido de Cristo y ms valeroso que Jess porque eligi como sacricio la inamia,imaginar que Otto Dietrich zur Linde, un ilustrado ocial nazi, destruye implacablementeal escritor judo David Jerusalem para extirpar en el verdugo toda traza de piedad o sea dehumanidad inerior o sensible. Ese escepticismo permite a Borges evitar que la instintivae impulsiva vitalidad o los pavores viscerales se implanten en su arte verbal, le permiteintentar una lcida y desapasionada conguracin de la orma literaria.

    La irona triuna en ese oasis donde la urgencia vital afoja y el pensamiento se liberade rdenes compactos, de monismos acaparadores. El humor desliga, unda un saber ver-satil, sostico, un diletantismo dialctico como el de Oscar Wilde, otro modelo que Borgesemula, no slo por su elegante agudeza tambin por la escritura despojada y diana.El humor comporta una consideracin irreverente, no partidaria, que mira a diestra ysiniestra, que admite la divergencia, que da lugar a la contradiccin, que juega a ser y a

    no ser, que hace, como Borges, malabarismos con la armacin y con la negacin, poneen controversia tesis y anttesis, hace uncionar a ondo la conjetura, el poder abulador,las variaciones hiperblicas, la diversidad de pareceres, sucederes, los nales biurcados ydispares. Fantasea con la novela progresiva ramicada de Tsui Pen o con la retrospectivaramicada de Herbert Quain. Borges juega con objetos absolutos y presencias eternas, conbibliotecas totales, con innitos circulares, con saberes hermticos y sobrehumanos, con unamemoria inalible e incensante que no deja pensar. Juega con personajes paradigmticos,con metoras matricias y perennes, con los arquetipos de la imaginacin mitolgica. Juega

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    El desliz humorstico

    con condensaciones que condenan toda la literatura a la reiteracin cannica, y contrari-amente, juega con la inabarcable, inagotable diversidad del mundo, con la agobiadora ydispar simultaneidad, con un universo heterogneo que no se deja alinear, hilar, inteligir,y que slo puede representarse pordisjecta membra, por heterclitas acumulaciones, por la

    aproximativa alegora de la enumeracin catica, ese Aleph oprimente que Borges, paraanularnos, prodiga en sus escritos.El humor es el antdoto contra la exaltacin que embarga o la posesin pattica que

    subsume y desespera. El humor es el arte malabar, arte de volatinera o acrobacia, de ro-zar sin apresar ni oprimir, de aludir sin adherir, o de mariposear sin posarse, del amateurrenado, sutil y dctil, tnto que cuesta saber dnde est, qu endilgarle, cmo denirlo,determinar en qu bando est.

    El humor no va a ondo, no se deja cautivar por las proundidades, no se entrega. Gustams de los intercambios de las relaciones cambiantes, de la libre asociacin, de los vnculosinslitos, de lo contradictorio, estimula la osada conjetural, el arrojo y el azoro hipotticos,al aventurarse hacia lo impensado, lo incompatible, y lo que pierde en ervor lo gana eninventiva movilidad, en exploradora inquietud. Para el humorista no hay jeza ni rmeza

    aseguradoras, no hay nada inconmovible, todo puede desplazarse o revestirse. El humordota de una conciencia ldica que puede hacer y deshacer, estatuir y destituir, invocar yrevocar con libre albedro. Juega con el equvoco, con las apariencias, disocindolas del ser,un juego de espejos que multiplican al innito o de inclusiones recprocas que no tienen n.El humor baraja posibilidades, ampla los posibles narrativos desentendindose del ser, (suontologa es plstica, mudable) y de las nalidades. Su propsito es provocar el asombro.No est al servicio de nada, no se somete a mandamiento exterior. El humor trabaja ensupercie y se complace en combinar propuestas y supuestos. Juega con ormas, con guras,no con lo substancial ni con lo esencial. Se recrea con las forituras del intelecto sosticadoque se autosatisace construyendo castillos en el aire; repite series peridicas de galimataso la insensata, o arma la catica Ciudad de los Inmortales, metora de un inextricable,

    impensable universo. Juega con los saberes, con el saber demirgico de Tzinacn, que vela rueda ormada por todas las cosas que sern y que ueron y que consigue descirar laescritura del tigre, una rmula de catorce palabras que parecen casuales y que dota aquien las proere de la omnipotencia divina. Juega con el saber acumulativo, imposiblede articular categorialmente, incapaz de generalizar juego con el conocimiento sosticode Tln que inventa un universo paralelo para propio solaz porque no busca ni la verdadni la verosimilitud, slo la consternacin.

    Borges no es serio. Subvierte la seriedad convencional o busca lo serio imponderable,una seriedad de segundo grado. Humoriza, o sea practica el nomadismo intelectual. Espolimoro y multilateral. Es oblicuo, perirstico, inquietante. Asegura a la conciencia unaconstante movilidad, arma y desbarata sus propias componendas para salvaguardar sucapacidad de entrar en las convenciones cognoscitivas y en las codicaciones culturales

    como lugares de pasaje, para poder salirse y subvertirlas. Perturba los arreglos, arruina lasconormidades para sembrar desconcierto, poner dudas, para azuzar las problemticas.Practica la reversibilidad de verdades, convicciones y certezas inclumes. Deliberada excen-tricidad que modica la percepcin y trastoca el sentido. Simula un estilo imperturbableque hace alianza con la reticencia y el pudor. Se complace en el proundo absurdo de lascosas, en su secreta y desatinada trama. El humor es por esencia esttico, propone un juegode complicidades donde no hay vencedores ni vencidos. Preconiza las coexistencias dis-

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    (Borges, 1899-1999)

    El desliz humorstico

    He mirado la Pampadesde el traspatio de una casa de Buenos Aires.Cuando entr no la vi.Estaba acurrucada

    Slo se descubrial entrevear la diestra las cuerdas.Slo se deselenal entreverar la diestra las cuerdas.(La guitarra)

    En estos poemas se esparcen los toques de humor que provocan deslices del sentido, risu-eas asociaciones y transposiciones traviesas, el sorpresivo brote o el rebote humorsticos.

    Dije la calesita, noria de los domingos,y el paredn que agrieta la sombra de un paraiso (sic.),y el destino que acecha, tcito, en el cuchillo,y la noche olorosa como un mate curado.

    (Versos de catorce)Todas las metoras de avecinamiento que vinculan lo magno con lo modesto y amiliar

    tienen un dejo humorstico.El humor negro preside la enunciacin de El general Quiroga va en coche al muere,

    donde Borges se acriolla y parodia la voz verncula que marca el discurso de una argen-tinidad gauchesca. Ostensible, sta acenta el lbrego localismo lingstico:

    El madrejn desnudo ya sin una s de aguay la luna atorrando por el ro del albay el campo muerto de hambre, pobre como una araa.

    Fesmo, adjetivacin entica, metoras osadas, idioma nacional, con notoria colora-tura roplatense, El general Quiroga va en coche al muere cumple con el programa del

    grupo Martn Fierro, que preconiza localizarse, asumir lo nativo, reivindicar una autoctonaamericana que haga buena alianza con la renovacin esttica.

    Con El general Quiroga va en coche al muere Borges inaugura su propensin a la pa-rodia y al pastiche, el humorismo mimtico, la reescritura imitativa que traslada registrosestilsticos, la copresencia de dos registros, el estilo ambiguo que todo lo vuelve impropio. Estatendencia basamenta su estrategia literaria, instaura el juego de espejos y de mscaras, laspropiedades vacilantes, las identidades trastocadas, eso que dene la narrativa borgeana.

    No hablo de humor ostensivo, de Borges y de su Isidoro Parodi, apellido que ms quealudir indica lo pardico, eludo las parodias detectivescas de ese H. Bustos Domecq, autorque designa la simbiosis de dos humoristas en divertida complicidad, Borges y Bioy. Quieroreerirme al ncleo de la obra de Borges, a esa obra maestra que es Ficcionespara insinuar

    el papel generativo que en ella cumple el humor.En el prlogo a FiccionesBorges explicita su gusto por los desvaros bibliogrcos, por lasreseas de libros imaginarios (Desvaro laborioso y empobrecedor el de componer vastoslibros... Mejor procedimiento es simular que esos libros ya existen y orecer un resumen, uncomentario.) Varias antasas trasundidas de humor nacen de tales supercheras donde loslibros reales mezclados con los apcrios se entrecruzan e intrincan, as como se conundenlos amigos reales con los personajes de ccin. El inventado universo de Tln, esa patraacosmolgica, es duplo y antittico, se divide en un hemiserio boreal y otro austral, y enellos todo diere. All prolieran sistemas increbles pero placenteros, sistemas paradjicos,

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    sal yurkievich

    sosticos, tesis ortodoxas y herticas, todas alaces y estrambticas, porque no persiguen laverdad sino el asombro. Todo conocimiento para Borges es hipottico, todo conocimientoes metarico o sea mitolgico, toda especulacin atae a lo antstico, o toda cognicines una actividad de la mente y por ende prepondera en ella el carcter psicolgico. Toda

    teora redunda en humorada, toda explicacin, en una reduccin al absurdo.Las mejores bromas de Borges son las lingsticas, como esa de la Ursprache de Tln: Nohay sustantivos en la conjetural Ursprache de Tln de la que proceden los idiomas actualesy los dialectos: hay verbos impersonales, calicados por sujos (o prejos) monosilbicosde valor adverbial. Por ejemplo: no hay palabra que corresponda a la palabra luna, perohay un verbo en espaol que sera lunecero lunar. Surgi la luna sobre el ro se dice hlr uang axaxaxasml o sea en su orden: hacia arriba (upward) detrs duradero-fuir luneci.(Xul Solar traduce con brevedad: upa tras perfuye lun. Upward, behind the onstreamingit mooned.).

    En otra parodia de recensin, El acercamiento a Almotsim, Borges consigna susuentes. Simulacro de erudicin, provoca un intrngulis libresco. Mezcla de jerarquas, desba-rajuste de categoras, gneros, autoras, dice aqu lo que gracias a l sabemos, que cualquier

    libro procede de todos los precedentes y de todos los coexistentes, que todos los libros seequivalen y conunden. Arma una abulacin bibliogrca para extraviar al lector en unlaberinto de letras semejante al de La Biblioteca de Babel. Tambin en La Biblioteca deBabel irrumpe el humor; el absurdo subversivo mete cuas para surar el sistema y paraponer en ridculo la denodada bsqueda de claves supremas. El desliz al dislate se acentaen otra broma lingstica: Hace quinientos aos, el jee de un hexgono superior dio conun libro tan conuso como los otros, pero que tena casi dos hojas de lneas homogneas.Mostr su hallazgo a un descirador ambulante, que le dijo que estaban redactadas enportugus; otros le dijeron que en yiddish. Antes de un siglo pudo establecerse el idioma:un dialecto samoyedo-lituano del guaran, con infexiones de rabe clsico.

    De las cciones de reseas ninguna ms ingeniosa que Pierre Menard, autor del

    Quijote. Paradoja de humor negativo, parodia del mundo al revs, constituye tanto unaheurstica como una mayutica de lo literario, la tragicomedia del intelectual. Borgesimita el anacrnico estilo de un literato decimonnico. Ridiculiza a las beneactoras delas artes y las letras como la baronesa de Bacourt o la condesa de Bagnoregio, uno de losespritus ms nos del Principado de Mnaco. Enumera para disear el retrato mentalde Menard una miscelnea produccin de escritos, mechada con reerencias de carctersibilinamente satrico que colindan con el absurdo y que preludian la insensata, til,imposible empresa de revivir la gnesis del Quijote. Menard no slo actualiza, por cambiode contexto histrico, el sentido quiz perdido del Quijote original. Tambin enriquecemediante el anacronismo deliberado (escribir como en el siglo xvii) y de las atribucioneserrneas (leer a Laurence Sterne como si uera posterior a Borges). Subvertida la autoray anuladas las determinaciones histricas, la literatura se vuelve un arte intemporal de

    dudosa atribucin que trueca predecesores por sucesores, un arte unnime y annimo quetorna accesoria la nocin de autor.El humor es disolvente, desplaza, desva, trastoca, tergiversa. Borges se aprovecha de

    esos eectos disuasivos para desbaratar las sistemticas, las sumas o logomaquias, loslenguajes que se suponen equivalentes del universo. Pone en juego la reversin o cor-rosin humorsticas para rebajar los poderes casi divinos que los romnticos atribuyen ala genialidad literaria.

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    (Borges, 1899-1999)

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    Borges en el peridico Martn Fierro

    Trinidad BarreraUniversidad de Sevilla

    Este perodo, de 1921 a 1930, ue de gran actividad, pero buena parte de sta era quizs temeraria y hastainsensata. Escrib y publiqu siete libros... Tambin und tres revistas y colabor bastante asiduamente conotra docena de publicaciones... Esta productividad me asombra ahora, as como el hecho de que siento slouna remota relacin con la obra de aquellos aos1.

    Estas palabras de Borges no nos resultan extraas pues es bien sabido el repudio queposteriormente ejerci sobre la etapa mencionada, sin embargo el conocimiento cabal de suobra resulta impensable sin la lectura de aquellos aos. Precisamente entre esa docena depublicaciones en las que conesa haber colaborado se encuentra la revista Martn Fierro.

    En Febrero de 1924 comienza a publicarse el peridico quincenal de arte y crtica li-bre Martn Fierro como ruto de un proyecto que, a la llamada de Evar Mndez y SamuelGlusberg, gestaron en el verano de 1923-24 un grupo de jvenes escritores reunidos enLa Cosechera de Avenida de Mayo y en la Richmond de Florida. Era la tercera vezque se utilizaba el nombre del poema mtico de Hernndez para un peridico. Ya en 1904Alberto Ghiraldo haba dirigido una revista con ese nombre que vio la luz entre los mesesde marzo y ebrero del ao siguiente, revista que combin las preocupaciones artsticascon las inquietudes sociales, impulsada quizs por la ideologa anarquista de su undadory de alguno de sus redactores. En sus pginas, a lo largo de cuarenta y ocho nmeros,colaboraron, entre otros, Bartolom Mitre, Vicente Rossi, Roberto J. Payr, Rubn Daro,Eduardo Schiano, Francisco Siccardi, Raael Barret, Charles de Soussens, Alredo Palacios,Francisco Grandmontagne y Juan de Soiza Reilly.

    Aos despus, en 1919, volva a resurgir el nombre para otro proyecto similar aunqueahora de uerte contenido poltico antiyrigoyenista. Ms emero que el anterior slosalieron tres nmeros goz de las plumas de Arturo Cancela, Evar Mndez, Hctor PedroBlomberg, Samuel Eichelbaum, Eduardo Guibourg y Alberto Gerchuno. Evar Mndez seracuatro aos despus el alma mater de la mtica Martn Fierro que aunara lo artstico y lopoltico en una larga trayectoria que se extiende hasta 1927.

    En ebrero de 1924 ve la luz el primer nmero de Martn Fierro con una nota de la direc-cin aclarando que se trataba de una segunda poca que recoga el testigo de la primera,expresado en los versos de Hernndez que puso punto nal a la primera salida y quemarcaba el carcter independiente y nacional:

    de naides sigo el ejemplo,naide a dirigirme viene;yo digo lo que convieney, el que en tal gueya se planta,debe cantar, cuando canta,con toda la voz que tiene.

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    Con la decisin de hacer suyo el antiguo programa del Martn Fierro del 19 se enarbolaun canto por la libertad de expresin y el cantar opinando segn la divisa del hroehernandiano. Evar Mndez traspasa el espritu del anterior. Esta etapa de Martn Fierroque se extiende hasta el nmero 44-45 se constituye en la espina dorsal de la vanguardia

    ultrasta, tambin llamada por infuencia martinerrista. Por sus pginas deslaron lasvoces ms autorizadas del panorama nacional y aun de uera de sus ronteras: chilenoscomo Neruda; peruanos, como Eguren; mexicanos del grupo de Contemporneos, uru-guayos nativistas, espaoles de la llamada luego generacin del 27, como Lorca, Guilln,Bergamn o Gerardo Diego, entre otros, y como no, la pluma de Jorge Luis Borges. Contabaentonces menos de treinta aos y recin acababa de llegar de Espaa, un ao antes habaaparecido su Fervor de Buenos Aires.

    La aparicin de Borges en las pginas de esta revista surge en el nmero 8 y 9, sep-tiembre de 1924, con un poema, Montevideo, que incluira luego en su libro Luna deenrente (1926). Dice as:

    Mi corazn resbala por la tarde como el cansancio por la piedad de un declive.La noche nueva es como un ala sobre tus azoteas.Eres el Buenos Aires que tuvimos, l que en los aos se alej quietamente.Eres remansada y clara en la tarde como el recuerdo de una lisa amistad.El cario brota en tus piedras como un pastito humilde.Eres estiva y nuestra, como la estrella que duplica un baado.Puerta alsa en el tiempo, tus calles miran al pasado ms leve.Claror de donde la maana nos llega, sobre la dulce turbiedad de las aguas.Antes de iluminar mi celosa su bajo sol bienaventura tus quintas.Ciudad que se oye como un verso.Calles con luz de patio.2 (60)

    El poema, retocado ms tarde para su edicin denitiva del libro y depurado en sus

    versos hasta conseguir, en mi opinin, eliminar los ms endebles, muestra sin embargo larescura del joven poeta ultrasta porque lo que respiran las colaboraciones de Borges enMartn Fierro es precisamente el mpetu juvenil y descarado, ms tarde rerenado al com-pleto. El amor a la banda oriental, a su capital, a sus poetas nativistas, ser una constantedel Borges en los veinte. Para l, que no ve dierencias entre Buenos Aires y Montevideo,como ha declarado en ms de una ocasin, tiene sentido el verso: Eres el Buenos Aires quetuvimos, el que en los aos se alej lentamente. Con un sentido nostlgico que le lleva ala memoria, a un pasado perdido para su ciudad, que ve en la capital oriental la imagen,como en un espejo, de un tiempo irrecuperable, quiere hacer del poema la plasmacin deuna identidad recuperada porque Los lmites de la identidad superan aqu vastamenteel sentido de pertinencia regional, geogrca o tnica3.

    No es accidental que la primera colaboracin de Borges sea un poema, un poemaultrasta, ya que precisamente el libro al que pertenece y que Borges escriba por aquellaecha quera ser el ejemplo de la esttica ultrasta, el enlamiento de la metora comoesencia de la poesa, segn haba puesto de maniesto en la proclama Ultrasmo (No-sotros, 1921). Por aquellos aos Borges quera ante todo ser moderno por eso cuando en1969 escribe el prlogo a la edicin denitiva de Luna de enrente recuerda: Hacia 1905,Hermann Bahr decidi: El nico deber, ser moderno. Veintitantos aos despus yo meimpuse tambin esa obligacin del todo superfua4. Los poemas que componen el libroquieren ser un tributo al momento ultrasta, insistiendo en la metora (paralelismos en-

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    tre objetos, traslados de percepciones, etc.) en un intento por captar la ciudad, su esencia.Como ha sealado Golobo: El esuerzo por hallar comparaciones vlidas que atrapencentralmente el corazn de Buenos Aires aparece maniesto de un modo elemental en elnumeroso uso de los como, que exhibe ntidamente la intencin de encontrar nexos, y

    de ligar trminos para proponer semejanzas, y que, parejamente, muestra la imposibilidaden que se halla el poeta de hacerlo de un modo ms libre.5 En Montevideo usa y abusadel como y el poema resulta un encadenamiento de imgenes que intentan atrapar laesencia de la ciudad vecina como si uera la propia.

    En el nmero 25 (14 de noviembre de 1925), publicar el prlogo de Luna de enrentecon el ttulo Al tal vez lector que excluira luego de las sucesivas reediciones. La primeraedicin del libro lleva como echa de impresin 4 de noviembre de 1925, as que muy pro-bablemente se leyese como primicia el prlogo gracias a la revista antes de que el libro sedistribuyera. Con el lenguaje que caracteriza al Borges en los veinte destaca los aspectos quese avienen con su yo, las tapias celestes del suburbio y las plazitas al tiempo que explicala tcnica reerida a la lengua distinguiendo el habla criolla del eterno espaol.

    En los nmeros 10-11 y bajo el ttulo Nora Lange resea el primer libro, La calle de la

    tarde, de la que sera compaera de Oliverio Girondo. La resea aparece con una nota queaclara Prlogo de La calle de la tarde y eectivamente al ao siguiente, 1925, aparece ellibro de Nora con el prlogo de Borges aqu publicado. Ella misma conesa en el autorre-trato del libro de Vignale y Tiempo6 que a los quince aos conoci a Jorge Luis Borges. Meobsesion de entusiasmo, escrib y publiqu La calle de la tarde, para cuyo libro y para m,Jorge Luis Borges, oci de nico maestro7. En esos momentos Norah tena veinte aos,an no conoca a Girondo, y destaca como dicha en su vida, aparte de la publicacin deotro libro, la visita, los sbados por la tarde, de Georgie, Paco Luis (Bernrdez) y Xul Solar.Es evidente la admiracin por Borges y el padrinazgo que ste ejerci sobre la joven ultra-sta. De la resea interesa destacar, por encima de los elogios a la belleza de Norah o a lostemas poticos del libro, su refexin sobre la esttica ultrasta. Dice as:

    En ese tibio ayer, que tres aos prolijos no han orasterizado en m, comenzaba el ultrasmo en tierras de Amricay su voluntad de renuevo que ue traviesa y brincadora en Sevilla, reson el y apasionada en nosotros. Aquellaue la poca de PRISMA, la hoja mural que dio a las ciegas paredes y a las hornacinas baldas una videnciatransitoria y cuya claridad sobre las casas era ventana abierta rente a cielos distintos, y de PROA cuyas treshojas eran desplegables como ese espejo triple que hace movediza y variada la gracia inmvil de la mujer querefeja. Para nuestro sentir los versos contemporneos eran intiles como incantaciones gastadas y nos urga laambicin de hacer lrica nueva. Hartos estbamos de la insolencia de palabras y de la musical indecisin que lospoetas del novecientos amaron y solicitamos un arte impar y ecaz en que la hermosura uese innegable comola alacridad que el mes de octubre insta en la carne juvenil y en la tierra. Ejercimos la imagen, la sentencia, elepteto, rpidamente compendiosos. (69)

    Su repaso del ultrasmo, su vocacin por la nueva esttica en oposicin a la del no-vecientos, hacen de sus palabras un maniesto ms sobre la nueva lrica. Y a la hora deenjuiciar los poemas de su amiga destaca la parvedad de sus versos y la prodigalidad delas metoras cuyo encuentro de hermandades imprevisibles justica la evocacin delas grandes estas de imgenes que hay en la prosa de Cansinos-Assens, sealando deentrada uno de los grandes admirados por Borges, el sevillano Cansinos al que le dedicarsu siguiente colaboracin, en los nmeros 12-13, Denicin de Cansinos-Assens.

    La admiracin de Borges por Cansinos es bien conocida y evidente. En la prehistoriaborgiana, Cansinos y el ultrasmo orman dos lneas de infuencia. El infujo de Cansinosdice Gloria Videla es ambivalente: dej su marca en el joven Borges a travs de su pro-pia prosa y como propulsor del ultrasmo. Su infujo renovador se ejerci, no a travs de supropio estilo, sino por medio de las exhortaciones a los jvenes que reuna en sus tertulias,

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    que lo admiraban como un erudito maestro.8 Su papel es similar al que en Buenos Airesejercera Macedonio Fernndez para los jvenes de las las martinerristas. La amplitud deperodos, el ritmo cadencioso y reiterativo, el lirismo orientalista que caracteriza la prosadel sevillano dejarn su huella en los escritos borgianos de aquellos aos. Como cansinos

    assensianos nombraba Borges al grupo integrado por Gonzlez Lanuza, Guillermo Juan,Francisco Piero y l mismo. Por todo ello no nos debe extraar la semblanza que publicasobre su admirado escritor en la revista bonaerense. En la edicin de 1925 de Luna de enrenteincluye un poema titulado A Raael Cansinos Assens donde recuerda al maestro ausentey dice: Ser la sombra de mi verano tu invierno y tu luz ser gloria de mi sombra./ Anpersistimos juntos./ An las dos voces logran convenir, como la intensidad y la ternura enlas puestas del sol. Este poema desaparecer de la versin denitiva quizs motivado porla idea de borrar la etapa ultrasta que practic ms tarde.

    En su Denicin... recogido luego en Inquisiciones no escatima elogios a unaprosa que refeja el anudador de metoras, la audicin de las clusulas, sus cono-cimientos de lenguas diversas, sus cualidades de conversador, en n toda una serie detemas y ormas que Borges querra para s en aquel entonces. Aos antes, en su artculo

    Ultrasmo (Nosostros, 1921) haba dicho: El ultrasmo lo apadrin inicialmente el granprosista sevillano Raael Cansinos-Assens.No ue Cansinos sordo a la admiracin del argentino, tambin l elabora una na y

    aguda diseccin de los modos poticos borgianos en sus primeros libros. Con el ttulo Jor-ge Luis Borges (1919-1923)9 el autor de El divino racaso recuerda el paso por Espaa delautor de Fervor de Buenos Aires, sus aportaciones en revistas ultrastas espaolas, su papelpropulsor en revistas bonaerenses como Prisma y Proa al tiempo que analiza sus pri-meros libros, Fervor..., Inquisicionesy Luna de enrente. Sin duda uno de los ms tempranosy ajustados balances crticos de la obra de Borges, uno de los valores ms slidos de esageneracin que pudiramos llamar de 1919, surgida al reclamo de esa palabra Ultra10

    en palabras suyas que sagazmente supo advertir, entre otras cosas, la concentracinde estilo que le caracterizara para siempre.

    Si Cansinos signic un pilar undamental para Borges, otro tanto ocurri con otroespaol amoso en aquellos momentos, Ramn Gmez de la Serna del que hablar en losnmeros que le siguen, 14-15. Con el ttulo de Ramn y Pombo traza un perl del crea-dor de las gregueras cargado de admiracin para reerirse por ltimo al libro La sagradacripta de Pombo (1924) donde en la galera de retratos que lo inorma ya aparecan Borgesy Girondo. En 1915 Ramn und una tertulia literaria en el Ca Pombo que dur,con algunas interrupciones, hasta 1936, por ella deslaron espaoles y americanos11 y sucrnica se encuentra en Pombo (1918) y La sagrada cripta de Pombo.

    Borges vuelve sobre Ramn en el nmero 19 (18 de julio de 1925) donde Martn Fierrole rinde un homenaje con motivo de una visita que iba a hacer a Argentina y que tuvoque ser aplazada por enermedad. En l colabor toda la plana mayor de la revista,

    permanentes, adherentes o simpatizantes,12

    Girondo, Giraldes, Caraa, Evar Mndez,Cancela, Piero, Prebich, Bernrdez, Hidalgo y tambin, Macedonio Fernndez y JorgeLuis Borges. Acompaaban sus palabras el hoy clebre dibujo de Girondo Instantnea delcerebro de Ramn. Este regio Adelantado del idioma viene a presidir la tercer y deniti-va undacin de Buenos Aires(133), dira Francisco Luis Bernrdez. El artculo de Borgesse desborda en elogios y le conere un papel deco, Lo sabremos todo por l, tanto laliteratura argentina como su poltica sern aclaradas gracias a Ramn, el hombre de losojos radiogrcos y tirnicos. No se mantiene esa admiracin a lo largo del tiempo, sinembargo muchos aos despus, cuando en 1984 le encargan a Borges la seleccin de cien

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    obras preeridas de la literatura universal con prlogo suyo, uno de ellos ser el de la obraSilverio Lanza. Indudablemente del tono de admiracin incondicional de los veinte pasaa la serena distancia y objetividad en los ochenta, pero no deja de ser curioso que entrelos elegidos gure el creador de gregueras13.

    Cansinos, Ramn y por ltimo Guillermo de Torre quien viene a completar la triada delos espaoles ligados a la nueva sensibilidad. Del que sera el marido de su hermana Norahen 1928, resea su libro Literaturas europeas de vanguardia en el nmero 20. Con Guillermode Torre le unan lazos desde la poca espaola, con l, entre otros, haba rmado la pro-clama de Prisma y ambos mantendran una raternal relacin por muchos aos.

    Si por parte de Espaa stos son los nombres que merecen su atencin, por la parte ar-gentina, adems de Norah Lange, resear libros de Oliverio Girondo, Fernndez Morenoy Leopoldo Marechal.

    Oliverio Girondo y su Calcomanassern su punto de mira en el nmero 18 (26 dejunio de 1925). Sus comentarios respiran tino y acierto, en mi opinin desvelan las clavesprioritarias de la esttica de Girondo, al sealar una orma de aprehensin que le lleva ahablar del manotn del poeta, de su cosmopolitismo, de la herencia de Ramn por lado

    espaol y de Eduardo Wilde, por el lado argentino.Si Lange y Girondo representan la nueva esttica ultraica, Fernndez Moreno ejemplica

    una corriente distinta, mal llamada sencillista. De resear su libroAldea espaola, 1925, seocupa Borges en el nmero 22. Nadie se arriesgar a pensar que en Fernndez Morenohay ms vala que en Lugones, pero toda alma nuestra se acordar mejor con la serenidaddel uno que con el arduo gongorismo del otro. Estas palabras borgianas, dichas como porazar, para arremeter una vez ms contra Lugones, el poeta ms admirado y denostadopor la nueva generacin, no son las nicas que Borges pronunci por aquellos aos.Si aqu parece preerir, para la posteridad, a Fernndez Moreno rente a Lugones, en susiguiente libro arremete contra l: S que hoy la ignoran (la dicha) a la vez los taciturnosde la parvilocuencia rimada ernandezmorenistas y otros canturriadores del verso ylos juiciosos de la travesura15. En 1925 cuando publica la resea deAldea espaola, el libroms hispnico de Fernndez Moreno, Borges que centraba su inters en Buenos Aires, noaprecia la nostalgia del que siente sus races espaolas: hay la aventura personal de unnostlgico que en ejercicio de recuperar lo pasado sin aniquilar lo presente, goza con elcontraste que esa cticia vuelta temporal le ocasiona (158). Sus comentarios adviertenadems la irregularidad de los versos del poeta y al tiempo que seala un vivir desdibu-jado en algunos poemas, rescata a otros marcados por la realidad de ensoacin.

    Ms tarde, en 1940, pasada ya la eervescencia novelera de los veinte, Borges vuelvehacia Fernndez Moreno y nos deja unas pginas de gran belleza y admiracin, Vein-ticinco aos despus de Las iniciales del misal16. En ellas recuerda Borges que el ttulo delprimer libro del poeta iba demasiado cargado de connotaciones rubendarianas, por otrolado recuentes en su momento: Lugones, Carriego; sin embargo admite que ese ttulo

    no preguraba el libro. Haba otra cosa en las pginas, otra cosa ms verdadera que unmaniesto y ms memorable que un ismo: esa otra cosa era la voz de Fernndez More-no.17 Una voz que haba realizado, en 1915, una cosa inslita, mirar a su alrededor,una mirada que no corresponde a un solo vistazo, sino a la conjuncin y simultaneidadde muchos recuerdos.18 Resalta en su siguiente libro, Intermedio provinciano, la inocenciaa la hora de captar la llanura y comenta Borges algo curioso: La alta de tradicin leha servido. Un literato criollo no puede mirar la llanura sin alguna memoria de la pocapastoril y de nuestras discordias civiles, sin la presin o la interposicin de un antasma...Fernndez Moreno, hijo de extranjeros, ha podido mirarla con integridad e inocencia, sin

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    que el pasado enturbie el presente.19 Poeta del nervio ptico, lo llama Borges con verda-dero acierto, autntico a la hora de transmitir un paisaje (curiosamente tambin aqu salela comparacin con Lugones de quien Borges dice que inventaba paisajes). Consideraque en este primero libro Fernndez Moreno est ya pregurando lo esencial de su poesa:

    percepcin del mundo exterior, economa verbal, carnalidad, amargura, soledad. Por l-timo sale al paso a una de las crticas ms comunes a la poesa de Fernndez Moreno, lade ser una poesa de circunstancia a lo que Borges responde que el verso duradero puedesurgir de la circunstancia ugaz.

    A Leopoldo Marechal, amigo de rancachelas dadastas auspiciadas porMartn Fierro,le resea su libro Das como echasen el nmero 36 y lo elogia plenamente, calicndolode el veinticinco de mayo ms espontneo de nuestra poesa(286).

    No todo su inters se encamin a poemarios ultrastas o sencillistas, el criollismo dealgunos poetas reclamaron tambin su atencin. Es quizs Borges, quien mejor ha de-nido el criollismo que persiguen los martinerristas, sobre todo en sus primeros ensayos,algunos de los cuales se publican aqu: El otro libro de Fernn Silva Valds (nmero 24),Nota bibliogrca al libro de Ildeonso Pereda Valds (nmero 31) y Nota bibliogrca

    de Jbilo y miedo de Ipuche. Oriental de Julio Silva (nmero 33). El primero es recogidoen El tamao de mi esperanza (1926) donde abundan otros ms en este sentido, as comoen Inquisiciones. A su regreso de Europa, Borges se encuentra con un ambiente intelectualen Buenos Aires an dominado por la preocupacin nacionalista de la dcada anteriory en estas reseas se hace eco de la polmica. Dene al criollo como burln, suspicaz,desengaado de antemano de todo y tan mal suridor de la grandiosidad verbal que enpoqusimos la perdona y en ninguno la ensalza.20 Una mezcla de silencio y atalismo queejemplica en Rosas e Yrigoyen, queridos por su pueblo pese a todo. Su tono, nostlgico, seremonta a los cambios producidos en la nacin desde la poca de don Juan Manuel:

    [...] los caminos de hierro ueron avalorando los campos, la mezquina y logrera agricultura desdiner la cilganadera y el criollo, vuelto orastero en su patria, realiz en el dolor la signicacin hostil de los vocablosargentinidad y progreso... Suya es la culpa de que los alambrados encarcelen la pampa, de que el gauchaje se

    haya quebrantado, de que los nicos quehaceres del criollo sean la milicia o el vagamundear o la picarda deque nuestra ciudad se llama Babel.21

    Su opinin aqu diere muy poco de la de los centenaristas, es la poltica liberal posterior a1852, en aras del progreso, la que ha venido a destruir el idlico mundo criollo, un criollismodel pasado en oposicin a un presente degradado. La alusin a Buenos Aires como Babelbien pudiera reerirse al plurilingismo originado por la poblacin inmigrante. El criollose ha vuelto, segn sus palabras, orastero en su patria, vctima desplazada por la masainmigrante: Ya la repblica se nos extranjeriza, se pierde. Fracasa el criollo, pero se altivay se insolenta la Patria.22 La tristura, la inmvil burlera, la insinuacin irnica, he aqulos nicos sentires que un arte criollo puede pronunciar sin dejo orastero.23

    Pereda Valds, Ipuche y Silva Valds pertenecen al mbito de la literatura uruguaya

    y en opinin de Borges cierran la literatura gauchesca en las orillas del pas ronterizo.Ambos eran representantes del nativismo, tendencia surgida hacia 1921 y que signicla prolongacin del viejo criollismo mediante la usin de la gauchesca tradicional conlas ormas de vanguardia.

    En los uruguayos detecta un paso ms hacia la pereccin de lo criollo. Comienza enLa criolledad en Ipuche, comparando a Giraldes, por este lado, con Silva Valds y PedroLeandro Ipuche, en la otra banda:

    Los versos de Fernn Silva Valds son posteriores en el tiempo a los compuestos por Ipuche y encarnan asmismouna etapa ulterior de la conciencia criolla. La criolledad en Silva Valds est inmovilizada ya en smbolos y su

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    lenguaje, demasiado consciente de su individuacin, no sure voces orasteras. En Ipuche el criollismo es unacosa viva que se entrevera con las otras.24

    Aunque parece preerir a Ipuche rente a Silva Valds, la verdad es que a la hora deresearAgua del Tiempo termina diciendo: Silva Valds invocando el gauchaje antiguo,

    por el cual han orado tantas obscuras y preclaras vihuelas, es el primero poeta joven dela conjunta hispanidad25. En uno y otro admira el tratamiento de los tradicionales temascriollos como cristalizacin y casi la perdicin de otro antiguo26, inclinndose hacia esageneracin de payadores que han preparado el terreno para que versos como los de Ipucheo Silva Valds no resulten postizos sino naturales. A Silva Valds vuelve a researlo enMartn Fierro, con el ttulo El otro libro de F. Silva Valds (nmero 24) se reere a Poemasnativosque calica en el mismo tono: Poemas nativos(nunca Versadas patriaspues no setrata de un remedo gauchesco, sino de culta poesa criolla) es la secuela previsible deAguadel tiempo (177).

    En El tamao de mi esperanza, 1926, Borges avanza en sus matizaciones criollistas. Quizsel ms importante al respecto sea el que da ttulo al libro que se inicia con una llamada alos criollos, a los hombres que en esta tierra se sienten vivir y morir, no a los que creen que

    el sol y la luna estn en Europa27. Con un rechazo hacia los argentinos nostlgicos de lolejano y ajeno, a los que calica de gringos, se dirige hacia aquellos argentinos que no leachican la realid de este pas. Reconoce las hazaas del pasado como gestas criollas, laexpulsin de los ingleses, la Federacin, Urquiza, a Sarmiento lo calica de desentendedorde lo criollo, mientras que sigue viendo en Rosas un paradigma criollista 28; busca unagura criolla legendaria, encuentra en Irigoyen un ser privilegiado por la leyenda y entonaun canto de amor a su ciudad, mi Buenos Aires innumerable que es cario de rboles...,dulzura larga...desganada sorna29.

    En esta poca Borges privilegia a Rosas rente a Sarmiento, pero estas ideas evolucionarnen el uturo borgiano. De momento ambos parecen encarnar los conceptos de criollismoy europesmo, respectivamente. Pero Borges con su maniestacin de amor por la capitalbonaerense est marcando tambin, solapadamente, otra orma de criollismo, el canto ala ciudad: Buenos Aires, ms que una ciud, es un pas y hay que encontrarle la poesay la msica y la pintura y la religin y la metasica que con su grandeza se avienen. Esees el tamao de mi esperanza30. Es interesante sealar cmo Borges ampla el criollismoremitindose no slo al mbito campesino y rural autntico (no a las imposturas actuales,apetencia foja del campo, viaraza de sentirse un poco Moreira) sino al perl urbano31.

    El nombre de Borges aparece en la revista asociado tambin a un homenaje a Carriegosu gran admirado (nmero 38), otro a Gngora (nmero 41) por el que muestra susreservas y en sentido homenaje por la muerte de Ricardo Giraldes (nmeros 44-45),pero de mayor inters resulta su participacin en la polmica del meridiano intelectualde Hispanoamrica32. Sobre ese punto, en el que participaron nanimemente los colabo-radores martinerristas, entre el 10 de junio y el 10 de julio de 1927, Borges comparte la

    opinin del grupo: Madrid no nos entiende. Sobre Buenos Aires pasan otros meridianos,Francia, Inglaterra, etc.Por ltimo conviene reparar en otras tres colaboraciones de Borges, Ascendencias del

    tango (n. 38), Leyenda policial (n. 42) y Apunte rvido sobre las tres vidas de unamilonga (n. 43). Su reivindicacin del tango, descendiente de la milonga, es rme: Eltango no es campero, es porteo. Su patria son las esquinas rosaditas de los suburbios, no elcampo; su ambiente, el Bajo; su smbolo, el sauce llorn de las orillas, nunca el omb(298).Sus palabras hay que conectarlas con el Apunte rvido ya que milonga y tango estnemparentados, as como con Leyenda policial que trata del arrabal, rosado de tapias,...

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    trinidad barrera

    relampagueado de acero (306) y que narra un duelo a cuchillos entre dos malevos, unodel norte, el otro del sur. Con estos tres textos Borges est marcando los temas que le em-piezan a preocupar para su narrativa de entonces, el valor, el coraje, recurdese el relatoEl hombre de la esquina rosada, duelos de compadritos y malevos.

    Al hacer el balance de las colaboraciones de Jorge Luis Borges en la revista Martn Fi-erro se observa un tringulo con tres vrtices equidistantes que apuntan a tres direccionescomplementarias y perectamente adecuadas a las inquietudes del escritor en la dcadade los veinte. Por un lado sus reerencias a tres puntales del ultrasmo espaol que perso-nalmente haba conocido y tratado, Cansinos, Ramn y Guillermo de Torre; por otro, lasreseas de cuatro libros de especial signicacin en aquellos aos, La calle de la tarde deNorah lange, Calcomanasde Oliverio Girondo y Das como echasde Leopoldo Marechalson tres de los mejores ejemplos de la esttica ultrasta en suelo argentino;Aldea espaolade Fernndez Moreno ejemplicaba el sencillismo con el que tuvieron que conversar losmartinerristas. Por ltimo la plasmacin de los dos temas que bullan en su mente, elcriollismo, matizado a travs de las reseas a Ipuche, Pereda Valds, Silva Valds y JulioSilva y el tema del valor o coraje muy ligado tambin a las refexiones criollistas en su

    tratamiento de la milonga, el tango y el duelo a cuchillo. Y an tuvo tiempo de ejercitarel humor del que hicieron gala los martinerristas en un soneto malo por cierto perono carente de gracia: La aureola es un sombrero que me queda grandsimo/ Y que segasta mucho. Mejor es abdicarlo/ Lolvidar en la percha y saldr calladito/ a ser Jota LuisBorges, guitarrero de ocasos(193).

    Notas1 Borges, Jorge Luis, en Autobiograa (1970). Recogido por Emir Rodrguez Monegal,Borges. Una biograa

    literaria, Mxico, FCE, 1987, 183.

    2 Manejamos la edicin acsimilar delMartn Fierro, Buenos Aires, Fondo Nacional de las Artes, 1995. Estudiopreliminar de Horacio Salas. A continuacin citaremos en el interior del trabajo con la indicacin de pgina.

    3 Lagos, Ramona, Jorge Luis Borges 1923-1980, Barcelona, Edicions del Mall, 1986, 45.4 Borges, Jorge Luis, Obra potica 1923-1977, Madrid, Alianza Tres/Emec, 19833, 71.

    5 Golobo, Gerardo Mario, Leer Borges, Buenos Aires, Editorial Huemul, 1978, 58-59.

    6 Vignale, P. J. y Tiempo, Csar,Exposicin de la actual poesa argentina (1922-1927), Buenos Aires, Tres Tiempos,1977 (reedic., en acsmil de la edicin de 1927).

    7 Ib., 169.

    8 Videla de Rivero, Gloria, Convergencias o fuctuaciones en los comienzos poticos de Jorge Luis Borges,Borgesentre la tradidin y la vanguardia, Sonia Mattala (ed.), Valencia, Generalitat Valenciana, 1990, 47.

    9 Cansinos-Assens, Raael, La Nueva Literatura, III: La evolucin de la poesa, 1917-1927, en Obra crtica, T. I,Sevilla, Diputacin de Sevilla, 1998, 595-608.

    10 Ib., 595.

    11 Sobre la relacin de Girondo con Ramn, vid., mi trabajo El gaucho que atrapa a lazo las gregueras criollas:

    Oliverio Girondo en Espaa en la dcada de los veinte en Obras completas de Oliverio Girondo, Raul Antelo(ed.), Col. Archivos, (en prensa). [Nota de los editores: El texto que anuncia la proesora Barrera puede leerseen Oliverio Girondo, Obra completa, Ral Antelo (coord.), Madrid, Galaxia Gutenberg/Crculo de Lectores,Coleccin Archivos, no. 38, 1999, 445-453].

    12 En los nmeros 12-13 se incluye la lista de redactores y colaboradores permanentes, adherentes o simpatizantescon el programa y otros ms de eventual colaboracin.

    13 Sobre las relaciones de Borges con Ramn, cr. el documentado estudio de Sal Yurkievich, Jorge Luis Borgesy Ramn Gmez de la Serna; el refejo recproco enEspaa en Borges, Fernando R. Lauente (Coord.), Madrid,Ediciones el Arquero, 1990, 73-93.

    14 Borges, Jorge Luis, Queja de todo criollo, Inquisiciones, Barcelona, Seix Barral, 1994, 137.

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    15 Borges, Jorge Luis, El Fausto criollo,El tamao de mi esperanza, Barcelona, Seix Barral, 1993, 17.

    16 Las he tomado del libro de B. Fernndez Moreno, Versos de negrita (ed. denitiva), Buenos Aires, Deucalin,1956, 5- 8, donde guran como prlogo a la edicin.

    17 Ib., 5.

    18 Ib., 6.

    19 Ib., 7.

    20 Inquisiciones, 132.

    21 Ib., 137.

    22 Ib., 138.

    23 Ib., 136.

    24 Ib., 57-58.

    25 Ib., 64.

    26 Ib., 62.

    27 Borges, Jorge Luis,El tamao de mi esperanza, 11.

    28 Tngase en cuenta que la generacin posterior a Caseros, en 1852, despreci la tradicin criollista rosina y sasigue siendo la actitud de la generacin del 80. El campo era considerado la barbarie.

    29

    Ib., 13.30 Ib., 14.

    31 No terminan aqu las refexiones borgianas sobre lo criollo, otros artculos vienen a incidir en el tema, ElFausto criollo es una alabanza al poema de Anastasio el Pollo; La pampa y el suburbio son dioses perla sudevocin por el espacio gauchesco y las orillas que le lleva a concluir en cuatro puntos de e ciega, la pampa,el gaucho, el malevo y el arrabal; de nuevo el criollismo gauchista y el descubrimiento de la ciudad orillera,como nueva maniestacin del criollismo. En la idea de su cosmopolitismo conversador con el mundo, ve enla obra de Hudson,La tierra crdena, un libro ms nuestro que una pena, un autntico sentimiento criolloque se parece al de Hernndez. Las coplas acriolladas es otro breve ensayo que conecta la copla criolla conla copla peninsular, como prueba de la existencia de un espritu criollo que viene de antiguo, esencial y nocontingente: Lo inmanente es el espritu criollo y la anchura de su visin ser el universo,El tamao, 79.

    32 Sobre este tema cr. el documentado libro de Carmen Alemany La polmica del meridiano intelectual de Hispano-amrica (1927). Estudio y textos, Alicante Publicaciones de la Universidad, 1998.

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    En torno a Borges y Cansinos-Assens

    ramn oTeoUniversitat Rovira i Virgili. Tarragona

    El estudio y la valoracin de algunos aspectos de las relaciones entre Borges y Cansinos-Assens pueden contribuir a arrojar luz sobre la signicacin de su amistad en la etapade ormacin del escritor argentino, amistad que se mantuvo desde la llegada de Borges

    a Madrid en el otoo de 1919 hasta los ltimos aos de la vida de Cansinos. Todava en1963 Borges regres a Espaa e insisti en que quera visitar en su casa a Cansinos, quepor entonces estaba prximo a morir. Cansinos muri en 1964, tan olvidado de todos quems de un periodista maniest en su nota necrolgica la sorpresa ante una prdida quese supona acaecida mucho antes, porque en realidad Cansinos vivi un largo y dolorosoexilio interior. Desde 1939 haba dejado de ser una voz pblica. El hombre que ue uno delos grandes periodistas de su tiempo, el hombre que durante muchos aos haba llenadolas pginas de Los lunes de El Imparcialy La Libertadcon artculos de crtica literariaque algunos juzgan excesivamente benvola pero siempre ponderada, viva y actual,vio retirado su carnet de periodista y se encontr recluido en su mundo amiliar. Vivilos ltimos 25 aos de su vida de 1939 a 1964 entregado a una labor de traduccin

    tenaz, constante, que era su modo de subsistencia. En estos aos tradujo directamentede sus lenguas originales las obras de Dostoievski, Goethe, Balzac y Las mil y una noches,entre otras. Cansinos realiz su inmensa labor de traduccin lejos ya de la vida culturalde la que haba sido un protagonista importante durante los aos que van de 1915 hasta1925, una dcada que abarca el perodo ms signicativo de las vanguardias dentro dela cultura espaola y la etapa ms ecunda de la aportacin de Cansinos-Assens a lahistoria de la literatura, que entre 1925 y 1927 haba de culminar con la publicacin delos cuatro volmenes de La nueva literatura, recopilacin de sus estudios crticos iniciadaya en 1917 con la aparicin de los dos primeros. Todos ellos han sido reeditados en 1998,juntamente con el quinto Evolucin de los temas literarios( Santiago de Chile, 1936) y Lostemas literarios y su interpretacin (Madrid, 1924) gracias al mecenazgo de la Diputacinde Sevilla, que ha sabido reconocer el mrito indiscutible de uno de sus hijos, y el exquisito

    celo de Alberto Gonzlez Troyano, que ha tenido a su cargo la exhaustiva introduccin yel cuidado de la obra.1 La amilia de Cansinos D. Braulia Galn y su hijo Raael, siem-pre eles a la memoria del escritor ven por n su labor crtica situada en el lugar quedesde hace muchos aos mereca. Lstima que Cansinos no hubiera podido sobrevivir alreconocimiento de su trayectoria literaria, tan signicativa desde el punto de vista crticocomo desde el punto de vista de la obra de creacin. Lstima tambin que yo no pudieraconocerle. Entr en contacto con la amilia de Raael Cansinos-Assens un ao despus desu muerte, en 1965, cuando visit por primera vez a sus deudos. Desde entonces mantuve

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    con la amilia una relacin cordial, muy generosa por ambas partes, y todava hoy, alconstatar la justa recuperacin de Cansinos, recuerdo con especial aecto a su esposa y alpequeo Raaelito, que yo conoc de tres o cuatro aos.

    Borges volvi a Espaa en 1963, como queda dicho, un ao antes de la muerte de

    Cansinos, y quiso visitarle. Dej unas palabras que dan cuenta de esta visita. Cuandolleg a casa de Cansinos, Borges encontr una vez ms hecho realidad uno de sus grandessmbolos: la biblioteca. El propio Borges escribe:

    Era como abrirse camino en un bosque. Era muy pobre para tener estanteras y los libros se acumulaban unosobre otro, desde el suelo al techo, obligando a uno a abrirse camino entre columnas verticales. Lo que aprendde l, primordialmente, ue el placer de la conversacin literaria. Asimismo, ui estimulado por l hacia lecturasuera de los caminos trillados. Al escribir, comenc a imitarlo. Escriba rases largas y fuidas, con un sabor queno era espaol, sino hebreo.2

    Borges recuent en Espaa la tertulia que tena Cansinos en el Ca Colonial de Madrid,que estaba situado en la Puerta del Sol, y cerca de all, a unos pocos metros, en la calleCarretas, Gmez de la Serna tena tambin su tertulia de la botillera de Pombo. Entre lasdos tertulias literarias hubo durante algunos aos una maniesta rivalidad, pero ambas

    sirvieron para impulsar decisivamente la vanguardia en Espaa. En los divanes rojos delColonial Cansinos reuni a un grupo de jvenes de los que haba de convertirse en mentor, enmaestro, y con ellos emprendi la empresa de llevar adelante un movimiento vanguardistaque en el maniesto publicado a comienzos de 1919 bautizaron con el nombre de Ultrasmo,que tena como meta un programa amplio y abierto, porque no era verdaderamente unavanguardia iconoclasta, rompedora, rebelde y bulliciosa como pudo ser, por ejemplo, eluturismo o el dadasmo. El ultrasmo era una corriente vanguardista que pretenda, comola misma palabra dice, ir ms all. Ms all de las ormas del modernismo ya un tantoepigonales, manieristas, repetitivas, que el mismo Cansinos haba empezado a cultivar. Detal manera que los primeros ultrastas haban sido tambin modernistas, haban militadoen las las de un modernismo epigonal. El ultrasmo es un movimiento vanguardista ex-

    traordinariamente poroso, receptivo, nada intransigente, que viene a establecer una especiede lnea de transicin y hasta cierto punto de continuidad entre el modernismo y el propiomovimiento hispnico de vanguardia, porque, en el panorama de las vanguardias, el ultra-smo es el nico movimiento verdaderamente autctono. Por el contrario, el creacionismoes un movimiento que tiene estrecha relacin con Francia: de ah las divergencias, quedesembocaron en polmica, entre Huidobro, Reverdy y Guillermo de Torre, poco gratas aCansinos, que era un sevillano templado, irnico, correcto y en denitiva prudente, aunquegustase de ciertas agudezas mordaces muy propias de la cortesa que detrs de la seriedadesconde la zumba, rasgo propio de un hombre que, por su primera ormacin, procedadel mundo andaluz. Lo que cohesiona a todas las vanguardias es el an de renovacin,de transormacin, y el cansancio rente a ormas estticas ya ms o menos periclitadas oagonizantes, porque, en ltimo trmino, el ultrasmo y el creacionismo, aunque diversos

    en su origen y dierentes en su temtica y propsito, tienen como undamento el rechazo dela esttica realista, la supresin de lo anecdtico y la renovacin del lenguaje a partir de laimagen, elemento constituyente undamental de ambos movimientos, que se materializaen ormas sorprendentes, a veces relacionadas con el mundo moderno y la tecnologa porel sustrato uturista del ultrasmo, u otras veces autnomas, yuxtapuestas y sin reerentepor la raz cubista del creacionismo. El ultrasmo es, pues, un movimiento de transicin,nacido al calor de Cansinos, al que se incorporar Borges tras su llegada a Espaa a nalesde 1918. Terminada la primera guerra mundial, la amilia de Borges se desplaza desde

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    En torno a Borges y Cansinos-Assens

    Suiza a Barcelona, de Barcelona a Mallorca y despus a Sevilla y, una vez instalada all, eljoven Borges marcha a Madrid donde, conocedor ya del ultrasmo sevillano, se incorporamuy pronto a la tertulia del Ca Colonial.

    Borges pasar en Madrid casi dos aos, entre 1919 y 1921, porque en marzo de 1921 la

    amilia Borges llega de nuevo a Buenos Aires. A lo largo de estos escasos dos aos, Borgesparticipar en la tertulia del Colonial y publicar en las revistas de la poca, emeras comotodas las revistas del vanguardismo, pero de indiscutible importancia para la historia denuestra esttica literaria. Publica en las pginas de Grecia (1918-1920) y colabora en ellasdiez veces a lo largo de sus cincuenta nmeros, con poemas de signo ultrasta y otros inclusode tono revolucionario y progresista, porque el joven Borges se ha dejado cautivar en aquelmomento histrico por los resultados de la revolucin bolchevique de 1917 y llega inclusoa titular sus primeros versos Poemas rojos, ttulo que despus cambiar por el de Salmosrojos en homenaje tal vez al Cansinos de El candelabro de los siete brazos, cuyo estilo elmismo Borges compara con el de los Salmosen su prlogo de 1981. Colaborar tambinmuy asiduamente en la revista Ultra, que public 24 nmeros entre el 27 de enero de 1921y el 15 de marzo de 1922, algunos ilustrados con grabados al boj por su hermana Norah

    Borges, ya colaboradora de los ltimos nmeros de Grecia y espordica asistente a la tertuliadel Colonial, que sola acabar a altas horas de la madrugada. Entonces Cansinos se dirigadespaciosamente a su piso de la calle de la Morera, 11, donde viva acompaado de susdos hermanas y algunos gatos, y all las noches sin tertulia segua leyendo y trabajandoinatigablemente, entre aquellas columnas de libros que Borges descubre asombrado ensu ltima visita al maestro en 1963. Cansinos es sin duda uno de los representantes dela ltima bohemia modernista l ue esencialmente un modernista, trasnochadora,a veces libertina y desenadada, que evoluciona del modernismo a la vanguardia con lavoluntad de ir ms all.

    Borges escribe casi veinte aos despus, en 1981, el ltimo texto en el que habla deCansinos. Es un prlogo a la reedicin del primer libro del sevillano El candelabro de

    los siete brazos, aparecido en 1914. Borges habla en l con admiracin y aecto de suantiguo maestro:Fue un coleccionador de idiomas. Se jact una vez de poder saludar a las estrellas en catorce lenguas clsicas ymodernas. El tema de una de las veladas (la tertulia del Colonial) ue, lo recuerdo, el epteto; Cansinos lo ilustrcon este gran ejemplo de De Quincey: the central darkness o a London brothel. Tradujo del rancs muchasobras, entre ellas la novela, hoy inexplicablemente olvidada, LEnerde Henri Barbusse; del ingls los EnglishTraitsde Emerson; del alemn, toda la vasta obra de Goethe; del ruso, la de Dostoievski; del griego, la de Julianoel Apstata. En su mente ue todos esos hombres y tambin l. Mi ignorancia del rabe me ha inducido al delei-table examen de distintas versiones occidentales de Las mil y una noches; despus de la primera, la de Galland,que abrevia las prolijidades del texto, deja caer lo obsceno y acenta lo mgico, la mejor, a no dudarlo, es lade Cansinos, que se public en Mxico.3

    Al principio de la cita anterior Borges repite, casi textualmente, una rase en la quehaca una reerencia a Cansinos en su ensayo sobre Los traductores de las 1001 noches,

    escrito en 1935 y recogido en Historia de la eternidad(1936): En algn lugar de su obra,Raael Cansinos-Assens jura que puede saludar las estrellas en catorce idiomas clsicos ymodernos.4 Cuarenta y seis aos separan al prlogo del ensayo y la admiracin de Borgespor el caudal polgloto de Cansinos no ha variado un pice.

    De aquel don de lenguas aduce Borges una sucinta enumeracin de ejemplos y con-cluye con una categrica valoracin de la traduccin de la obra rabe llevada a cabo porCansinos. No se trata de un juicio apresurado ni ocasional: es la opinin de un rigurosoerudito que ha dedicado a la valoracin de las traducciones inglesas, rancesas y alemanas

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    de Las mil y una nochesun inormado estudio. Pero hay ms: al reerirse a las traduccionesde distintas lenguas y autores realizadas por Cansinos, Borges hace una armacin queconstituye uno de los undamentos de su potica, reveladora de su congruencia intelectualcon el antiguo maestro: En su mente ue todos esos hombres y tambin l. Traducir no

    es, pues, una mera labor literal: el traductor vive el pensamiento del autor sin dejar de serl y siendo a la vez el otro, idea prxima a aquella en la que Borges sostiene que el escritorpuede descubrirnos la esencia de su pensamiento a travs de textos ajenos. Entonces sonmenos paradjicas de lo que parecen las palabras que Borges escribe en el breve eplogo aEl Hacedoren 1960, obra miscelnea en la que a travs de poemas, bocetos y citas apcriasda el ltimo testimonio de la supervivencia de las seas de modernidad abundantes ensu poesa juvenil5 y de su perenne culto a los libros, maniesto ya desde la dedicatoria aLeopoldo Lugones, antecesor suyo en la direccin de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires.Dice en el eplogo: De cuantos libros he entregado a la imprenta, ninguno, creo, es tanpersonal como esta colecticia y desordenada silva de varia leccin, precisamente porqueabunda en refejos y en interpolaciones. Pocas cosas me han ocurrido y muchas he ledo.Mejor dicho: pocas cosas me han ocurrido ms dignas de memoria que el pensamiento de

    Schopenhauer o la msica verbal de Inglaterra6, palabras con las que Borges anteponeel valor de la experiencia lectora al de la experiencia vital. La evocacin de Homero, elHacedor consciente de su ceguera en las postrimeras de su vida, abre el libro: Gradu-almente, el hermoso universo ue abandonndolo; una terca neblina le borr las lneasde la mano, la noche se despobl de estrellas, la tierra era insegura bajo sus pies. Todo sealejaba y se conunda. Cuando supo que se estaba quedando ciego, grit. Como Borges,acosado tambin por la ceguera, Homero entonces descendi a su memoria, que le pare-ci interminable, y logr sacar de aquel vrtigo el recuerdo perdido que reluci como unamoneda bajo la lluvia, acaso porque nunca lo haba mirado, salvo, quiz, en un sueo.7El sueo y el recuerdo, otras dos dimensiones undamentales de la mitologa borgiana,hermanados en una memoria a la vez creativa y capaz de salvar lo esencial de las cosas atravs de metoras eternas o mgicamente plsticas como la citada antes el recuerdoperdido que reluci como una moneda bajo la lluvia, que nos regresa a las comparaci-ones metonmicas de la prosa de Cansinos, quien ya en su primer libro El candelabro delos siete brazos(1914), asocia recuentemente una caracterstica moral con una realidadsica: Yo era [...] tosco como el bronce recin orjado, los sueos malogrados clamandentro de m como vctimas amordazadas, la conciencia es turbia como un agua deinundacin, Oh vida alegre y loca, ingenua como un borrador...

    La tradicin imaginstica de raz orientalizante se renueva en Cansinos y afora enBorges con la aportacin del experimentalismo vanguardista, a travs del cual el ultrasmobusca con ervor la utopa de la novedad, que haba sido tambin uno de los principios delmodernismo nisecular. Cansinos armaba hacia 1930: Fui un joven con la psicologa de1900. Modernista entonces y ultrasta despus, en espera de toda palabra nueva que nos

    evite repetir una antigua.8

    En su testimonio se maniesta una transicin desde el moder-nismo a la vanguardia con idntico propsito, actitud que puede parecer incongruente oambigua desde la perspectiva de los criterios periodizadores tradicionales en la historiade la literatura espaola, pero que, sin embargo, es coherente y lcida desde un punto devista sincrtico, omnicomprensivo e internacionalista del trmino modernismo.

    Cansinos y Borges saban muy bien que La palabra del poeta crea mundo. Y un mun-do pone en pie Cansinos con sus imgenes cuando nos habla en El candelabro de los sietebrazosde mujeres altas y plidas como acantilados, de ojos verticales como abismos,de vastas explanadas, vacas y desiertas, bencas como un olvido absoluto, de la hora

  • 7/27/2019 Borges La Aurora y El Poniente

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    (Borges, 1899-1999)

    En torno a Borges y Cansinos-Assens

    que hiere el bronce de los relojes con un rumor tan suave como un escaloro de ternura,o de la noche, denitiva como el ltimo peldao de un embarcadero hacia la muerte,todas ellas imgenes de raigambre cubista por su tendencia a la extrapolacin de lasmagnitudes sicas de espacio y tiempo al mbito de lo espiritual y aectivo. Estas imge-

    nes sorprendentes e inslitas, que dilatan y sobrepasan las analogas empricas abriendocamino al ultrasmo, deslumbran y cautivan al joven Borges en sus primeros encuentroscon Cansinos, cuando l mismo empezar a orjar un lenguaje potico, prouso tambinde imgenes comparativas, algunas procedentes del mundo de los recuerdos inantiles, aveces ligados a intensas impresiones, que el paso del tiempo no llegar a borrar: Tigresy espejos siembran sus poemas escribe Marcos Ricardo Barnatn. El primer tigre lodibuj de escolar en un cuaderno, la era que asustaba a la abuela inglesa no se separaranunca de l. [...] Y sus labios inexpertos aprenden a pronunciar la palabra mgica: tiger.9En El Hacedor, Borges recuerda aquellas vivencias inantiles y lamenta la incapacidadde engendrar ahora en sus sueos aquel tigre rayado, asitico, real, que slo puedenarontar los hombres de guerra, sobre un castillo encima de un eleante, porque pas lainancia, caducaron los tigres y su pasin y ahora el tigre aparece disecado o endeble, o

    con impuras variaciones de orma, o de un tamao inadmisible, o harto ugaz, o tirandoa perro o a pjaro.10 Queda lejos, pues, en la decadencia de la vida, aquel elino, a la vezadmirado y temido, smbolo del valor y la uerza, imagen de lo libre, remoto y salvaje,que la palabra potica, al nombrarlo, convierte en ccin del arte.11

    El tigre aparece tambin como imagen en El candelabro de los siete brazos: Los hombresmaduros [...] desearan ser [...] semejantes a tigres que en su sueo se adornan con tiernosvellones de cordero es una imagen cil, que se hace ms intensa cuando se asocia a unaamenaza incierta procedente del mundo mecnico y urbano: En el silencio del creps-culo canta as la sirena, la sirena terrible que ruge como un tigre, y al eco de su canto, micorazn se agita como un encarcelado.En un sentido contrario, no agorero ni agresivo,la metora alcanza una paradjica dimensin lrica: Y como un tigre de ternura, cruzaslas calles tenebrosas y pasas bajo los aroles rojos, [...] en busca de unos brazos compasi-vos que te acojan. Sin olvidar el recuerdo inantil como mvil de la imagen del tigre elpropio Borges da testimonio de ello, se la podra relacionar tambin con el gusto porlo extico que caracteriza la literatura espaola del n de siglo, lo que llev a algunos aidenticar el modernismo con aquel exotismo que, en palabras de Lily Litvak, ecundizabala personalidad con lo irracional, negaba la historia por la rehabilitacin de la leyenda y elmito, el tiempo objetivo y cronolgico por la creacin de un tiempo subjetivo y recuperabael subconsciente y el sueo.12 Vendra a reorzar la dimensin modernista de la imagendel tigre el hecho de que el propio Borges, justamente en su prlogo a El oro de los tigres(1972), haya escrito: Descreo de las escuelas literarias, que juzgo simulacros didcticospara simplicar lo que ensean, pero si me obligaran a declarar de dnde proceden misversos, dira que del modernismo, esa gran libertad, que renov las muchas literaturas

    cuyo instrumento comn es el castellano y que lleg, por cierto, hasta Espaa.13

    Una innegable amargura de signo decadentista brota de El candelabro de los siete brazos:a los treinta aos, Cansinos expresa ya su descontento del mundo de los hombres, quele lleva a entregarse a la creacin y al conocimiento con una dolorida conormidad: Asnosotros, oh hombres desencantados, buscamos un reugio en la labor, y acariciamos elruto de nuestro trabajo.14 En El Hacedor, Borges, desde la ceguera y la vejez ya prxima,siente suplantada su identidad personal por su entidad de escritor Yo he de quedar enBorges, no en m (si es que alguien soy)15, lo que le lleva a constatar el lacerante desam-paro en que le sume la conciencia del creador reducido slo a mencionar o aludir, pero

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    La aurora y el poniente

    ramn oteo

    incapaz de llegar a expresar la esencia de las cosas. Como Marino en su lecho de muerte,Borges descubre que los altos y soberbios volmenes que ormaban en un ngulo de lasala una penumbra de oro no eran (como su vanidad so) un espejo del mundo, sinouna cosa ms agregada al mundo.16

    A travs del tiempo que separa El Hacedor (1960) de El candelabro de los siete brazos(1914), el dolor del racaso y la melancola de la resignacin unen a Cansinos y Borges.El primero escribe: ...he aqu que hoy ya la hora forida ha pasado y rinde mi brazo ladebilidad; y una cobarda ha penetrado en mi corazn, y a la crueldad de la vida, slo seopone un llanto inructuoso.17 En un tono ms contenido, Borges conesa en el Poemade los dones recogido en El Hacedor:

    De hambre y de sed (narra una historia griega)Muere un rey entre uentes y jardines;Yo atigo sin rumbo los connesDe esa alta y honda biblioteca ciega.

    Enciclopedias, atlas, el Oriente

    Y el Occidente, siglos, dinastas,Smbolos, cosmos y cosmogonasBrindan los muros, pero intilmente.

    Lento en mi sombra, la penumbra huecaExploro con el bculo indeciso,Yo, que me guraba el ParasoBajo la especie de una biblioteca.18

    Algunos elementos del universo borgiano aparecen o se aluden en estos versos: la bi-blioteca, la ceguera, Oriente, la historia