Borges

13
Borges http://luisinmusica.blogspot.com.ar/2009/02/el-tango-borges-y- piazzolla.html El tango Jorge Luis Borges ¿Dónde estarán?, pregunta la elegía de quienes ya no son, como si hubiera una región en que el Ayer pudiera ser el Hoy, el Aún y el Todavía. ¿Dónde estará (repito) el malevaje que fundó, en polvorientos callejones de tierra o en perdidas poblaciones, la secta del cuchillo y del coraje? ¿Dónde estarán aquellos que pasaron, dejando a la epopeya un episodio, una fábula al tiempo, y que sin odio, lucro o pasión de amor se acuchillaron? Los busco en su leyenda, en la postrera brasa que, a modo de una vaga rosa, guarda algo de esa chusma valerosa de los Corrales y de Balvanera. ¿Qué oscuros callejones o qué yermo del otro mundo habitará la dura sombra de aquel que era una sombra oscura, Muraña, ese cuchillo de Palermo? ¿Y ese Iberra fatal (de quien los santos se apiaden) que en un puente de la vía, mató a su hermano el Ñato, que debía más muertes que él, y así igualó los tantos?

description

textos de Borges

Transcript of Borges

Page 1: Borges

Borges

http://luisinmusica.blogspot.com.ar/2009/02/el-tango-borges-y-piazzolla.html

El tangoJorge Luis Borges

¿Dónde estarán?, pregunta la elegíade quienes ya no son, como si hubierauna región en que el Ayer pudieraser el Hoy, el Aún y el Todavía.

¿Dónde estará (repito) el malevajeque fundó, en polvorientos callejonesde tierra o en perdidas poblaciones,la secta del cuchillo y del coraje?

¿Dónde estarán aquellos que pasaron,dejando a la epopeya un episodio,una fábula al tiempo, y que sin odio,lucro o pasión de amor se acuchillaron?

Los busco en su leyenda, en la postrerabrasa que, a modo de una vaga rosa,guarda algo de esa chusma valerosade los Corrales y de Balvanera.

¿Qué oscuros callejones o qué yermodel otro mundo habitará la durasombra de aquel que era una sombra oscura,Muraña, ese cuchillo de Palermo?

¿Y ese Iberra fatal (de quien los santosse apiaden) que en un puente de la vía,mató a su hermano el Ñato, que debíamás muertes que él, y así igualó los tantos?

Una mitología de puñaleslentamente se anula en el olvido;una canción de gesta se ha perdidoen sórdidas noticias policiales.

Hay otra brasa, otra candente rosade la ceniza que los guarda enteros;

Page 2: Borges

ahí están los soberbios cuchillerosy el peso de la daga silenciosa.

Aunque la daga hostil o esa otra daga,el tiempo, los perdieron en el fango,hoy, más allá del tiempo y de la aciagamuerte, esos muertos viven en el tango.

En la música están, en el cordajede la terca guitarra trabajosa,que trama en la milonga venturosala fiesta y la inocencia del coraje.

Gira en el hueco la amarilla ruedade caballos y leones, y oigo el ecode esos tangos de Arolas y de Grecoque yo he visto bailar en la vereda,

en un instante que hoy emerge aislado,sin antes ni después, contra el olvido,y que tiene el sabor de lo perdido,de lo perdido y lo recuperado.

En los acordes hay antiguas cosas:el otro patio y la entrevista parra.(Detrás de las paredes recelosasel Sur guarda un puñal y una guitarra.)

Esa ráfaga, el tango, esa diablura,los atareados años desafía;hecho de polvo y tiempo, el hombre duramenos que la liviana melodía,que sólo es tiempo. El tango crea un turbiopasado irreal que de algún modo es cierto,un recuerdo imposible de haber muertopeleando, en una esquina del suburbio.

*Borges, J. L. (1964). El Otro, El Mismo. Emecé Editores

Page 3: Borges

Un cuchillo en el norte

<table  border="0" align="center" style="color: rgb(93, 93, 93); font-family: arial, verdana, sans-serif; font-size: 14px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; letter-spacing: normal; line-height: normal; orphans: 2; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; widows: 2; word-spacing: 0px; -webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; background-color: rgb(255, 255, 254); ">               

Allá por el Maldonado,que hoy corre escondido y ciego,allá por el barrio grisque cantó el pobre Carriego,

tras una puerta entornadaque da al patio de la parra,donde las noches oyeronel amor de la guitarra,

habrá un cajón y en el fondodormirá con duro brillo,entre esas cosas que el tiemposabe olvidar, un cuchillo.

Fue de aquel Saverio Suárez,por más mentas el Chileno,que en garitos y eleccionesprobó siempre que era bueno.

Los chicos, que son el diablo,lo buscarán con sigiloy probarán en la yemasi no se ha mellado el filo.

Cuántas veces habrá entradoen la carne de un cristianoy ahora está arrumbado y solo,a la espera de una mano,

que es polvo. Tras el cristalque dora un sol amarilloa través de años y casas,ya te estoy viendo, cuchillo.

Page 4: Borges

De: Para las seis cuerdas

</table >

Milonga a don Nicanor Paredes (letra: Borges. Música: Piazzola)

Venga un rasgueo y ahora,

Con el permiso de ustedes,

Le estoy cantando, señores,

A don Nicanor Paredes.

No lo vi rigido y muerto

Ni siquiera lo vi enfermo,

Lo veo con paso firme

Pisar su feudo, Palermo.

El bigote un poco gris

Pero en los ojos el brillo

Y cerca del corazón

El bultito del cuchillo.

El cuchillo de esa muerte

De la que no le gustaba

Hablar; alguna desgracia

De cuadreras o de taba.

De atrio, más bien. Fue caudillo,

Page 5: Borges

Si no me marra la cuenta,

Alla por los tiempos bravos

Del ochocientos noventa.

Lacia y dura la melena

Y aquel empaque de toro;

La chalina sobre el hombro

Y el rumboso anillo de oro.

Entre sus hombres habia

Muchos de valor sereno;

Juan Muraña y aquel Suarez

Apellidado el Chileno.

Cuando entre esa gente mala

Se armaba algun entrevero

El lo paraba de golpe,

De un grito o con el talero.

Varon de animo parejo

En la buena o en la mala;

"En casa del jabonero

El que no cae se refala."

Sabia contar sucedidos,

Al compas de la vihuela,

De las casas de Junin

Page 6: Borges

Y de las carpas de Adela.

Ahora esta muerto y con el

Cuanta memoria se apaga

De aquel Palermo perdido

Del baldio y de la daga.

Ahora esta muerto y me digo:

Que hara usted, don Nicanor,

En un cielo sin caballos

Ni envido, retruco y flor?

Milonga de Manuel FloresJorge Luis Borges

Manuel Flores va a morir,eso es moneda corriente;morir es una costumbreque sabe tener la gente.

Y sin embargo me dueledecirle adiós a la vida,esa cosa tan de siempre,tan dulce y tan conocida.

Miro en el alba mis manos,miro en las manos las venas;con estrañeza las mirocomo si fueran ajenas.

Vendrán los cuatro balazosy con los cuatro el olvido;lo dijo el sabio Merlín:morir es haber nacido.

¡Cuánto cosa en su caminoestos ojos habrán visto!Quién sabe lo que verándespués que me juzgue Cristo.

Manuel Flores va a morir,eso es moneda corriente:

Page 7: Borges

morir es una costumbreque sabe tener la gente.

Milonga de Calandria

Servando Cardoso el nombrey No Calandria el apodo;no lo sabrán olvidarlos años, que olvidan todo.

No era un científico de esosque usan arma de gatillo;era su gusto jugarseen el baile del cuchillo.

Cuántos veces en Montiello habrá visto la alboradaen brazos de una mujerya tenida y ya olvidada.

El arma de su aficiónera el facón caronero.Fueron una sola cosael cristiano y el acero.

Bajo el alero de sombrao en el rincón de la parra,las manos que dieron muertesabían templar la guitarra.

Fija la vista en los ojos,era capaz de pararel hachazo más taimado,¡Feliz quien lo vio pelear!

No tan felices aquelloscuyo recuerdo postrerofue la brusca arremetiday la entrada del acero.

Siempre la selva y el duelopecho a pecho y cara a cara,vivió matando y huyendo.

Page 8: Borges

Vivió como si soñara.

Se cuenta que una mujerfue y lo entregó a la partida;a todos, tarde o temprano,nos va entregando la vida.

La flor de Coleridge (sobre un cuadro de Coleridge)

«¿Y si un hombre traspasara el umbral del paraíso en sueños y le regalaran una flor como prueba de que su alma ha estado de verdad ahí y al despertar se encontrara la flor en la mano?, ¿entonces qué?

El sueño del Coleridge

de Jorge Luís Borges

[desde Otras inquisicciones]

El fragmento lírico Kubla Khan (cinquenta y tantos versos rimados e irregulares, de prosodia exquisita) fue soñado por el poeta inglés Samuel Taylor Coleridge, en uno de los días del verano de 1797. Coleridge escribe que se había retirado a una granja en el confín de Exmoor; una indisposición lo obligó a tomar un hipnótico; el sueño lo venció momentos después de la lectura de un pasaje de Purchas, que refiere la edificación de un palacio por Kublai Khan, el emperador cuya fama occidental labró Marco Polo. En el sueño de Coleridge, el texto casualmente leído procedió a germinar y a multiplicarse; el hombre que dormía intuyó una serie de imágenes visuales y, simplemente, de palabras que las manifestaban; al cabo de unas horas se despertó, con la certidumbre de haber compuesto, o recibido, un poema de uno trescientos versos. Los recordaba con singular claridad y pudo transcribir el fragmento que perdura en sus obras. Una visita inesperada lo interrumpió y le fue imposible, después, recordar el resto. "Descubrí, con no pequeña sorpresa y mortificación -cuenta Coleridge- que si bien retenía de un modo vago la forma general de la visión, todo los demás, salvo unas ocho o diez líneas sueltas, había desaparecido como las imágenes en la superficie de un río, en el que se arroja una piedra, pero, ay de mí, sin la ulterior restauración de estas últimas." Swinburne sintió que lo rescatado era el más alto ejemplo de la música del inglés y que el hombre capaz de analizarlo podría (la metáfora es de John Keats) destejer un arco iris. Las traducciones o resúmenen de poemas cuya virtud fundamental es la música son vanas y pueden ser perjudiciales; bástenos retener, por ahora, que a Coleridge le fue dada en un sueño una página de no discutido esplendor.

El caso, aunque extraordinario, no es único. En el estudio psicológico The world of dream, Havelock Ellis lo ha equiparado con el del violinista y compositor Giuseppe Tartini, que

Page 9: Borges

soñó que el Diablo (su esclavo) ejecutaba en el violín una prodigiosa sonata; el soñador, al despertar, dedujo de su imperfecto recuerdo elTrillo del Diavolo. Otro clásico ejemplo de cerebración inconsciente es el de Robert Louis Stevenson, a quien un sueño (según él mismo ha referido en suChapter on dreams) le dio el argumento de Olalla y otro, en 1884, el de Jekyll y Hyde. Tartini quiso imitar en la vigilia la música de un sueño; Stevenson recibió del sueño argumentos, es decir, formas generales; más afín a la inspiración verbal de Coleridge es la que Beda el Venerable atribuye a aedmon (Historia eclesiastica gentis Anglorum, IV, 24). El caso ocurrió a fines de siglo VII, en la Inglaterra misionera y guerrera de los reinos sajones. Caedmon era un rudo pastor y ya no era joven; una noche, se escurrió de una fiesta porque previó que le pasarían el arpa, y se sabía incapaz de cantar. Se echó a dormir en el establo, entre los caballos, y en el sueño alguien lo llamó por su nombre y le ordenó que cantara. Caedmon contestó que no sabía, pero el otro le dijo: "Canta el principio de las cosas creadas." Caedmon, entonces, dijo versos que jamás había oído. No los olvidó, al despertar, y pudo repetirlos ante los monjes del cercano monasterio de Hild. No aprendió a leer, pero los monjes le explicaban pasajes de la historia sagrada y él "los rumiaba como un limpio animal y los convertía en versos dulcísimos, y de esa manera cantó la creación del mundo y del hombre y toda la historia del Génesis y el éxodo de los hijos de Israel y su entrada en la tierra de promisión, y muchas otras cosas de la Escritura, y la encarnación, pasión, recurrección y ascensión del Señor, y la venida del Espíritu Santo y la enseñanza de los apóstoles, y también el terror del Juicio Final, el horror de las penas infernales, las dulzuras del cielo y las mercedes y los juicios de Dios." Fue el primer poeta sagrado de la nación inglesa; "nadie se igualó a él -dice Beda-, porque no aprendió de los hombres sino de Dios." Años después, profetizó la hora en que iba a morir y la esperó durmiendo. Esperemos que volvió a encontrarse con su ángel.

A primera vista, el sueño de Coleridge corre el albur de parecer menos asombroso que el de su precursor. Kubla Khan es una composición admirable y las nueve líneas del himno soñado por Caedmon casi no presentan otra virtud que su origen onírico, pero Coleridge ya era un poeta y a Caedmon le fue revelada una vocación. Hay, sin embargo, un hecho ulterior, que magnifica hasta lo insondable la maravilla del sueño en que se engendró Kubla Khan. Si este hecho es verdadero, la historia del sueño de Coleridge es anterior en muchos siglos a Coleridge y no ha tocado aún a su fin.

El poeta soñó en 1797(otros entienden que en 1798) y publicó su relación del sueño en 1816, a manera de glosa o justificación del poema inconcluso. Veinte años después, apareció en París, fragmentariamente, la primera versión occidental de una de esas historias universales en que la literatura persa es tan rica, elCompendio de historias de Rashid el-Din, que data del siglo XIV. En una página se lee: "Al este de Shang-tu, Kublai Khan erigió un palacio, según un plano que había visto en un sueño y que guardaba en la memoria." Quien esto escribió era visir de Ghazan Mahmud, que descendía de Kublai.

Un emperador mogol, en el siglo XIII, sueña un palacio y lo edifica conforme a la visión; en el siglo XVIII, nu poeta inglés que no pudo saber que esa fábrica se derivó de un sueño, sueña un poema sobre el palacio. Confrontadas con esta simetría, que trabaja con

Page 10: Borges

almas de hombres que duermen y abarca continentes y siglos, nada o muy poco son, me parece, las levitaciones, resurrecciones y apariciones de los libros piadosos.

¿Que explicación preferiremos? Quienes de antemano rechazan lo sobrenatural (yo trato, siempre, de pertenecer a ese gremio) juzgarán que la historia de los dos sueños es una coincidencia, un dibujo trazado por el azar, como las formas de leones o de caballos que a veces configuran las nubes. Otro argüirán que el poeta supo de algún modo que el emperador había soñado el palacio y dijo haber soñado el poema para crear una espléndida ficción que asimismo paliara o justificara lo truncado y rapsódico de los versos1. Esta conjectura es verosímil, pero nos obliga a postular, arbitrariamente, un texto no identificato por los sinólogos en el que Coleridge pudo leer, antes de 1816, el sueño de Kublai2. Mas encantadoras con las hipótesis que transcienden lo racional. Por ejemplo, cabe suponer que el alma del emperador, destruido el palacio, penetró en el alma de Coleridge, para que éste lo reconstruyera en palabras, más duraderas que los mármoles y los metales.

El primer sueño agregó a la realidad un palacio; el segundo, que se produjo cinco siglos después, un poema (o un principio de poema) sugerido por el palacio; la similitud de sueños deja entreveder un plan; el período enorme revela un ejecutor sobrehumano. Indagar el propósito de ese inmortal o de ese longevo sería, tal vez, no menos atrevido que inútil, pero es lícito sospechar que no lo ha logrado. En 1961, el P. Gerbillon, de la Compañía de Jesus, comprobó que del palacio de Kublai Khan sólo quedaban ruinas; del poema nos consta que apenas se rescataron cincuenta versos. Tales hechos permiten conjeturar que la serie de sueños y de trabajos no ha tocado a su fin. Al primer soñador fue deparada en la noche la visíon del palacio y lo construyó; al segundo, que no supo del sueño del anterior, el poema sobre el palacio. Si no marra el esquema, algún lector de Kubla Khan soñará, en una noche de la que nos separan los siglos, una mármol o una música. Ese hombre no sabrá que otro dos soñaron, quizá la serie de los sueños no tenga fin, quizá la clave esté en el último.

Ya escrito lo anterior, entreveo o creo entrever otra explicación. Acaso un arquetipo no revelado aún a los hombres, un objeto eterno (paa usar la nomenclatura de Whitehead), esté ingresado paulatinamente en el mundo; su primera manifestación fue el palacio; la segunda el poema. Quien los hubiera comparado habría visto que eran esencialmente iguales.