Bonanza Marimbera

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PUBLICADO: 01/11/1982 BONANZA MARIMBERA, ADIOS! La intensificación de operativos militares y la calidad superior de los cultivos en los Estados Unidos acabaron con la época dorada de la yerba... "A este país se lo tragó la coca" escribía, hace pocos días, el periodista Germán Santamaría, cuando pudo comprobar que casi el 50% de las 48 mil hectáreas de la comisaría del Guaviare están sembradas en diferentes variedades de la codiciada planta. Ahora, cuando muchos investigan sobre las dimensiones del problema, las conexiones del tráfico internacional, las secuelas de violencia y muerte, el país parece haber olvidado que, años atrás, otra yerba ocupaba el centro de atención: la marihuana. ¿Qué pasó con la bonanza marimbera? No es que se haya acabado en este país el tráfico de marihuana, pero sí su bonanza. De aquellos tiempos en que semanal y clandestinamente, por buque o avión, salían quinientas mil libras de "marimba" colombiana buscando costas de la Florida, quedan sólo los recuerdos. El negocio, al parecer, se encuentra ahora en poder de unos pocos grupos, clanes poderosos que resistieron con dinero y habilidad la represión de las fuerzas militares, planificaron su producción y mantuvieron sus exportaciones, utilizando apenas la mano de obra necesaria para cubrir tales operaciones. Lo que se terminó, entonces, fue la época dorada de la yerba, cuando por ejemplo millares de campesinos venidos del interior y más de trescientas mil familias de la Guajira, el Cesar y el Magdalena, agricultores empobrecidos, obreros desempleados e indígenas miserables podían sobrevivir, a veces con holgura, alquilando sus manos y sus hombros, sembrando, cuidando, cargando de un lado a otro tanta marihuana. Era fácil para los nativos ganarse cien mil pesos vigilando la mercancía durante una cosecha y era posible para cualquier sujeto realizar una colecta entre parientes, amigos y vecinos, con el fin de organizar así, a ritmo de sindicato, un

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Robert Serra

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PUBLICADO: 01/11/1982

BONANZA MARIMBERA, ADIOS!

La intensificación de operativos militares y la calidad

superior de los cultivos en los Estados Unidos acabaron

con la época dorada de la yerba...

"A este país se lo tragó la coca" escribía, hace pocos días, el periodista Germán

Santamaría, cuando pudo comprobar que casi el 50% de las 48 mil hectáreas de la

comisaría del Guaviare están sembradas en diferentes variedades de la codiciada

planta. Ahora, cuando muchos investigan sobre las dimensiones del problema, las

conexiones del tráfico internacional, las secuelas de violencia y muerte, el país

parece haber olvidado que, años atrás, otra yerba ocupaba el centro de atención: la

marihuana. ¿Qué pasó con la bonanza marimbera?

No es que se haya acabado en este país el tráfico de marihuana, pero sí su

bonanza. De aquellos tiempos en que semanal y clandestinamente, por buque o

avión, salían quinientas mil libras de "marimba" colombiana buscando costas de la

Florida, quedan sólo los recuerdos. El negocio, al parecer, se encuentra ahora en

poder de unos pocos grupos, clanes poderosos que resistieron con dinero y

habilidad la represión de las fuerzas militares, planificaron su producción y

mantuvieron sus exportaciones, utilizando apenas la mano de obra necesaria para

cubrir tales operaciones.

Lo que se terminó, entonces, fue la época dorada de la yerba, cuando por ejemplo

millares de campesinos venidos del interior y más de trescientas mil familias de la

Guajira, el Cesar y el Magdalena, agricultores empobrecidos, obreros desempleados

e indígenas miserables podían sobrevivir, a veces con holgura, alquilando sus

manos y sus hombros, sembrando, cuidando, cargando de un lado a otro tanta

marihuana. Era fácil para los nativos ganarse cien mil pesos vigilando la mercancía

durante una cosecha y era posible para cualquier sujeto realizar una colecta entre

parientes, amigos y vecinos, con el fin de organizar así, a ritmo de sindicato, un

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embarque propio que siempre les dejaba jugosas utilidades.

Entusiasmados por la insuperable calidad de nuestra yerba (en sus dos variedades:

la "Mona" y la "Red Point"), legiones de norteamericanos habían entrado al país

cargados de dólares, comprometiéndose a comprar toda la "marimba" que aquí se

cultivase. Una opulencia que duró cuatro años. Para esa época, la "Cannabis Sativa"

llegó a generarle al país ingresos anuales por 2.200 millones de dólares, superiores

a los del cafe.

A TIROS ACABARON LA BONANZA

Si se empiezan a señalar las causas de la decadencia "marimbera" salta a primera

vista la alianza represiva que el gobierno de Turbay Ayala pactó con el

Departamento de Estado Norteamericano. Este donó millones de dólares para

combatir el tráfico de narcóticos en nuestro país, regaló armas, municiones y asistió

a las fuerzas militares nacionales con detectives de la DEA (Drug Enforcement

Agency) quienes trajeron el propósito, entre otros, de erradicar todos los cultivos de

marihuana. Centenares de agentes de la DEA entraban y salían a diario de nuestro

territorio, entrenando oficiales colombianos que, después, por algún tiempo,

trabajarían con ellos, hombro a hombro.

Se estudió y se rechazó la posibilidad de regar "Paraquat" (un poderoso veneno

vegetal que no sólo hubiera esterilizado las tierras de cultivo, sino destrozado los

pulmones de los fumadores en Norteamérica). La Fuerza Aérea de los Estados

Unidos hundió y capturó numerosas embarcaciones de mafiosos. Con base en el

Estatuto de Seguridad, se acordó conformar un "corredor aéreo" y se ametrallaron

naves extranjeras que intentaron traspasarlo. El Comando de la 11 brigada, con

sede en Barranquilla, informó haber destruido, sólo en los primeros cuatro meses

de 1979, 147 aviones de traficantes, incluyendo un DC7, 60 buques y 800 vehículos

terrestres, además de dar de baja a 500 hombres y decomisar armas y municiones.

El ejército, la marina y la aviación colombianos le declaraban así la guerra a los

"marimberos". Un mes después, unidades del ejército descubrirían la plantación de

marihuana más grande del mundo, en pleno corazón de la Guajira. Su extensión:

¡40 mil hectáreas!

Muchos mafiosos quebraron. La mayoría de los cargamentos decomisados

pertenecían a traficantes medianos y pequeños, quienes se habían asociado para

fletarlos. Algunos de ellos, con anterioridad, habían tenido que prestar dinero de

usureros, a un 20% de interés, respaldando su palabra con escrituras de

propiedades, las que, en algunos casos, también perdieron. Los riesgos del tráfico

fueron entonces mayores. La marihuana subió de precio en el mercado. Y los

sobornos también. Lo que quebró a otros tantos.

A medida que se agudizó la represión, los grandes productores de marihuana

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empezaron a concentrar para sí las tierras sembradas y luego lograron crédito de

fuentes institucionales, incluyendo bancos comerciales además de contratar para su

servicio técnicos agrícolas especializados.

Gracias a esto a los sofisticados equipos de telecomunicaciones que ya poseían, y a

su dinero, se dice que los capos de la "marimba" no solo se sostuvieron sino que

progresaron. Los demás, lejos su mente de la tecnología, víctimas de las relaciones

económicas distintas que produjo la represión, empezaron a desaparecer del

negocio.

"CACHOS" DE MATARRATON]

Se asegura, por otra parte, que lo que provocó la caída de la bonanza "marimbera"

fue la misma irresponsabilidad de los delincuentes quienes desesperados ante las

altas demandas del mercado norteamericano (más de 20 millones de fumadores

habituales) y limitados a dos cosechas anuales, en medio de estrictas medidas

militares, empezaron a mezclarle ajonjolí, matarratón y hasta cilantro a los bultos

de marihuana, de pura avivatada, creyendo poder engañar a los americanos y

sacarle al producto una mejor rentabilidad. La respuesta de los importadores

estados unidenses fue masacrar de inmediato agentes de la"Conexión

Colombiana"en Miami y Nueva York o de pagarles esa mercancía "chimbeada" con

dólares falsos.

"MARIHUANA MADE IN USA'

Conscientes de los riesgos, cada vez mayores, que enfrentaba el tráfico de la hierba,

los mafiosos norteamericanos apuraron sus estudios tecnológicos y se dedicaron a

cultivar, con ayuda de fertilizantes y materias químicas, su propia marihuana. Con

ella abastecen, hoy día, el 40% de su consumo. De manera contundente, ésta sería,

además, la tercera causa de la decadencia "marimbera" en Colombia. Algunos

entendidos sostienen que la calidad de la yerba cultivada en California, Ohio, Alaska

o Hawai es igual o superior a la de la colombiana.

De acuerdo con datos extraoficiales, el 90% de la marihuana que los

norteamericanos consumían en 1978 era de nuestro país. Ahora ésta no llega a un

40%.

ARMAS, COCA, MUJERES Y RANGERS

Pero, dicen otros, también fue el despilfarro lo que acabó con numerosos

"marimberos". Tipos que no sabían que hacer con su dinero. Conocidos por sus

excesos y ostentaciones, se dedicaron a imitar a los más poderosos y organizados,

ignorando las enormes diferencias de capital. Inhalaban también coca durante sus

jolgorios (nunca los buenos "marimberos" han fumado yerba en sus fiestas).

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Dieron "sorpresas" de cinco mil pesos cada una en los cumpleaños de sus hijos. Les

abrieron "boutiques" y salones de belleza a sus mujeres. Matricularon a sus hijos en

las mejores escuelas del mundo. Algunos organizaron fiestas de mentira para

obtener préstamos de entidades financieras o de colegas. Otros se dieron a la farra

y a los amores de prostíbulos, ésos que invadieron las poblaciones costeñas, para

recoger en carne unos cuantos dólares de la"marimba". Confiados casi todos en

que muy pronto les caería más, derrocharon su dinero en armas tragos, mujeres y

camionetas Rangers y Blazers, con las que aterrorizaron hasta hace poco a los

habitantes del norte colombiano.

No tuvieron sentido de las proporciones. Quisieron igualarse en gastos con los

"capos", con los dueños de una solidez económica inconmensurable, que sí les

permitió a ellos comprar hoteles, líneas aéreas, colegios, ganaderías, fábricas,

flotas, radiodifusoras y hasta islas en el Caribe. Personajes que para sus agasajos

trajeron mariachis de México, orquestas de Puerto Rico, quesos de Suiza y

mármoles de Italia. Gente que puede darse el lujo de pagarle a una dama

aristocrática barranquillera cuatro millones de pesos para que les decore su

residencia, con materiales que ella misma viaja a seleccionar en el exterior.

DE REGRESO A LA MESURA

Las playas de la Guajira y del Magdalena siguen siendo sitios de embarque, pero en

menor escala. Se cree que pueden estar fletándose hoy unos doce buques diarios,

cuando antes partían más de cuarenta. Nadie hace ya recolectas para organizar un

cargamento. Los importadores gringos prefieren comprarles a grupos de prestigio,

que ya conocen. Esto es apenas un ejemplo: de más de 40 familias que exportaban

marihuana desde Ciénaga, se dice que hoy no lo hacen más de dos. El éxodo

continúa.

De regreso a la modestia y a la tierra.

Algunas cifras en frío que ayudan a verificar la crisis: en 1980 entraron al país, a

través de la llamada "Ventanilla Siniestra" del Banco de la República (cuenta

especial de servicios y transferencias que permitía lavar dólares de dudosa

procedencia) 1.239.9 millones US. Tan sólo un año después, 1981, bajó

abruptamente a 872.9 millones. Por otra parte, están escasos los dólares en el

mercado negro. No se consiguen. Por primera vez, que se recuerde, en varios años

el dólar negro cuesta más que el oficial. En julio último se pagó el oficial a $ 64.90 y

el negro a $66.50. Año y medio atrás, éste costaba 4 pesos menos que aquel.

Se han cerrado varias sucursales de corporaciones financieras. Ya no llega a ellas

tanta gente, como antes, con cajas de cartón y latas de manteca repletas de dinero.

En Santa Marta y Barranquilla los carros se pudren dentro de los garajes porque sus

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dueños no tienen cinco centavos para gasolina. Las "Chevy Van", unas camionetas

cabinadas de lujo, quedaron de microbuses, transportando pasajeros de un pueblo

a otro. Bienes que se oxidan, piscinas llenas de moho, betamaxes y equipos de

filmación tirados por ahí. Centenares de casas en venta, por un precio tres veces

inferior al que se pagó por ellas. Mafiosos que, en las buenas, dieron hasta diez

millones de pesos por una residencia que no valía cuatro y que ahora, en plena

crisis, regresan donde el vendedor a reclamarle aquel negocio escandaloso y a

pedirle que les devuelva el resto del dinero.

Mientras los "capos" se sostienen y progresan, a los "marimberos"menores les

queda la nostalgia de la opulencia. Los ex-peones de la yerba han retornado al

desempleo disfrazado, a sus labores de antes: la pesca, la carpintería, la albañilería,

etc. Matones y guardaespaldas que fueron despedidos por razones de restricción

económica regresaron o ingresaron al hampa, asaltando hoy bancos, empresas,

buses o almacenes o se integraron a mercados ilegales diferentes, como el de la

cocaína, droga de la que Colombia es en la actualidad el primer productor mundial.

Una bonanza nueva en la que los riesgos son mayores, pero también las ganancias.

Fuentes consultadas

-ANIF; "Carta Financiera"

-José Cervantes Angulo. "La Noche de las Luciérnagas"

-TIME, "Colombia Conection".

enero, 1979.

SOBORNOS

Un efecto funesto del tráfico de marihuana fue la descomposición moral, que

corrompió casi todos los estamentos de vigilancia y control. Sin embargo, en la zona

donde se cultivaba la yerba, esa economía "marimbera" no fue considerada al

principio una actividad ilegal. Acostumbrados a vivir el contrabando como una

fuente tradicional de trabajo, el cultivo de la "cannabis" fue asimilado con júbilo

como otra bendita manera de subsistir.

En 1975 el entonces jefe seccional del DAS en La Guajira, José Ignacio Lara, le

informó al presidente de la República que el 80% de los agricultores de la región

habían decidido sembrar marihuana. De la suma fabulosa global que deja el cultivo

de esta mata, los importadores norteamericanos se llevan un 80%. Un 19% es para

los vendedores colombianos y apenas un 1% para el cultivador. No obstante esos

seis dólares que éste aproximadamente recibe por libra, significan hasta diez veces

más de lo que obtendría si cosechara café, algodón o maíz. Y frente a estas razones,

difícilmente --quedó demostrado-- hay ética que valga.

Jornaleros que ganaban 50 o 70 pesos recogiendo algodón en tierras del Cesar,

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empezaron a ganar nueve dólares diarios como peones de brega en las siembras

de marihuana. Ante ofertas como esa, la gente se olvidó de la ley. La Guajira se

llenó de pistas clandestinas y de embarcaderos piratas. Individuos de todas las

clases y condiciones ingresaron al tráfico de la yerba. La mafia de Santa Marta

emergió como la más influyente y peligrosa. Tanto que uno de sus miembros, Rafael

Aron Manjarrés, alias "Maracas" resultó elegido concejal de la ciudad.

Se contaminó el aparato militar y policivo, cuya misión es la de preservar el orden

público. Los traficantes norteamericanos se escaparon cuando quisieron de las

cárceles guajiras, con la complicidad de los guardianes. Se aseveró que oficiales de

la Aduana y del DAS proveían vehículos y personal uniformado a los mafiosos. En

Barranquilla, éstos hicieron cambiar un comandante de policía. La economía de la

"marimba" y su represión produjeron, en fin, formas de corrupción institucional en

los jueces y las fuerzas del orden.

El costo de los sobornos que se pagaban en Colombia durante 1978, según ANIF,

era de 4.600 millones de pesos suma tentadora para policías cuyos sueldos no

alcanzaban a 3 mil pesos, para tenientes de 7.600, coroneles de 12 mil o jueces de

escasos 15 mil al mes. A estas compras de conciencia se les llamó desde entonces

"comisiones de embarqué.

En 1980 se le quitó al ejército la competencia de enfrentar traficantes. El trabajo

estaba hecho. Así que se creó una Policía de Narcóticos especializada para vigilar

La Guajira y el Magdalena. En Barranquilla, de otra parte, se ubicó la sede del

Grupo Antinarcóticos que depende directamente de la Procuraduría General de la

Nación y que se encuentra desde hace cuatro años bajo la dirección del Dr. Jesús

Salvador Quinones, abogado y catedrático universitario, a quien los mafiosos han

amenazado en varias ocasiones, ametrallando su casa y oficina, además de haberle

propuesto, más de una vez, la compra de su silenciosa complicidad. "Ellos primero

intentan sobornar a los funcionarios menores en el momento del decomiso. Si no

hay transacción o éstos no aceptan le envían entonces un "padrinó" o abogado a

uno. En medio de la conversación salta la oferta...".

El Dr. Quinones acepta saber quiénes son los "capos duros" del tráfico de

marihuana en Colombia. Pero tiene los brazos amarrados. "Aquí todo el mundo

sabe quiénes son, pero este es un país de leyes y no se les puede probar nada.

Resulta bien difícil demostrar que son ellos los autores intelectuales del negocio.

Muchos se han detenido, pero con los medios que contamos es casi imposible.

Nuestro presupuesto es irrisorio. Algunos de esos 'capos' llevan 700 muertos a su

haber. ¿Qué le espera a un pobre funcionario como yo, si acaso en posesión de un

revólver, frente a bandas organizadas? Siempre estará uno en desventaja y hay que

aceptar que el Estado no nos protege. Si el ejército no llegó hasta ellos, teniendo

más de diez mil hombres"

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MARIMBA EN DO MAYOR

Si hubiera que ponerle música a la Bonanza "marimbera" esta tendría que ser,

inevitablemente, una puya, un merengue o un paseo vallenato porque fueron, sin

duda, este aire y sus intérpretes los consentidos de grandes "capos traficantes,

quienes pagaban con generosidad dos y tres millones de pesos por cuatro noches

consecutivas de parrandas.

José Cervantes Angulo, en su exitoso libro "La noche de las Luciérnagas", dijo: "Se

afirma que 'Lucky' Cotes, en un momento de arrebato, después de escuchar una

interpretación del músico Jorge Oñate, le regaló una Blazer". En otro aparte del

mismo libro, Cervantes dice. " 'El Gavilán Mayor' le regaló al músico vallenato

Diomedes Díaz una camioneta Ranger, porque éste en una noche de parranda

cantó más de cien veces una canción cuya letra está dedicada al prestigioso y

vanidoso "marimberó ". Que todo "capó" que se respete--comentan en la Guajira-

debe ser nombrado en los discos vallenatos. Por lo general--sostiene Cervantes

Angulo--cada mensión les asegura a los músicos 100 a 200 mil pesos.

Nadie ha prensado más discos en los últimos seis años que los conjuntos vallenatos.

En promedio, es casi un Larga Duración diario. Lo que ha generado, por otra parte,

una nueva clase de corrupción. La de los programadores musicales y "disc-jockeys"

de emisoras que, según han denunciado temerosamente algunos intérpretes, les

cobran dinero para pasar sus números con regularidad. A este chantaje se le

conoce por el nombre de "payola" y fue comentado internacionalmente por la

revista especializada "Billboard".

LA ARQUITECTURA DE LA BONANZA

La "marimba" generó también su arquitectura. Antes hombres de pocos recursos

económicos, los traficantes colombianos que se enriquecieron desmesuradamente

con sus negocios, gastaron inmensas fortunas en su propio "habitat". Vanidosos,

dueños de una reconocida ostentación, hicieron de sus casas fortines llamativos,

rindiéndole culto en sus fachadas a lo anti-clásico, al desconocimiento de todo estilo

arquitectónico, persiguiendo en cambio en el diseño de sus construcciones, la

expresión de su sola individualidad.

Es la demostración y no el confort. Para que me noten. La apoteosis del yo. La

excentricidad. Kitsch. Para ellos, el criterio general siempre ha sido: lo mejor del

mundo. Y así, cohabitan el mármol de Carrara con los balcones españoles, budas y

baldosines italianos, fuentes de agua en la sala principal, todo junto, en amalgama.

Pero otro tipo distinto de arquitectura produjo igualmente la bonanza, en concreto,

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su secuela de muerte y destrucción. Matones, más conocidos como "gatilleros" en

la jerga popular, tipos al estilo del finado "Tim Sánchez" quien habia admitido

alguna vez haber matado a más de cuarenta, se tomaron las ciudades de la Costa y

protagonizaron en sus calles venganzas y a justiciamientos atroces, creando una

atmósfera de terror en sus habitantes. Estos, contradiciendo su propia naturaleza

extrovertida y tropical se vieron entonces obligados a encerrarse dentro de sus

casas, elevando enormes verjas de cemento o de metal por encima de su

entejardin, reforzando sus puertas y ventanas con fuertes rejas de hierro. La

impresión general que se lleva cualquier observador desprevenido que visita por

ejemplo Barranquilla es la de una ciudad encarcelada donde nadie se atreve

todavía a sacar sus mecedoras a la puerta.

EL OTRO CAMINO: LA LEGALIZACION

Ernesto Samper Pizano

Ernesto Samper Pizano, 31, fue el principal oponente del gobierno en su desmedida

campaña de represión contra la economía "marimbera". Desde la presidencia de

ANIF (Asociación Nacional de Instituciones financieras) inspiró el estudio más serio

realizado alguna vez en el país sobre el cultivo de la hierba. Después de reflexiones

sobre el tema, Samper surgió como el abanderado número uno de su legalización.

"Nosotros estábamos estudiando el comportamiento de la economía nacional y

velamos que los dos factores más perturbadores de la misma eran, por una parte la

bonanza cafetera de ese momento, 1976, y por otra parte la Cuenta de Servicios del

Banco de la República, o sea los dólares que ingresaban al país por 'Ventanilla

Siniestra' como también se le llamaba. Cuando nos pusimos a averiguar qué

determinaba el elevado ingreso de la Cuenta de Servicios, nos encontramos con

que debajo de la bonanza cafetera había otra bonanza, la "marimbera".

Fue entonces cuando realizaron la investigación acerca de las condiciones de

producción distribución y consumo de la marihuána colombiana. Al establecer las

diferentes terapias para el problema se mencionaron la represión, que aumentaba

el riesgo del tráfico y elevaba las utilidades, agigantando el problema. O la

legalización, que no consistia propiamente (como dijeron algunos) en obligar a la

genta a fumar marihuana sino en permitir sus cultivos en pequeña escala. Yo opté

por esta última. Crea que si se permitia el ingreso de esos dineros abiertamente a la

economía, no causarlan los efectos de perturbaciones que causaron".

Samper Pizano editó un libro sobre su propuesta y visitó oficialmente los Estados

Unidos pidiendo la colaboración de su gobierno. Era claro que Colombia no podía

legalizar la producción de marihuana si los norteamericanos a su vez no

legalizaban el consumo. Eran ellos los que tenían 45 millones de fumadores del

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producto. Sus encuentros con el director del Departamento de Lucha contra la

Droga en Washington y con varios senadores no surtió, a la larga, ningún efecto. Los

argumentos de Samper Pizano sobre la legalización eran empero bastante claros.

--Uno de carácter social: "No se podía perseguir a los campesinos involucra dos en

el cultivo o inclusive a los que estaban asalariados por cuenta de la marihuana, sin

ofrecerles una alternativa económica de sustitución. Nunca se vio esa alternativa".

--Uno de carácter moral: "Se corrompían profundamente las fuerzas de seguridad

de la nación, los jueces, los funcionarios de aduanas. El negocio daba para todo.

Inclusive corrompió las costumbres políticas. Hubo gente que comenzó a buscar

poder político para defender desde allí sus propios intereses".

--Y uno de carácter económico. "El país no podía prescindir de 1.500 millones de

dólares que buena falta le harían en momentos de crisis, como el de ahora.

Tampoco mantener una hoguera por debajo de su economía".

Quienes no están de acuerdo con Ernesto Samper aducirán que de todas maneras

la represión acabó con el problema. El replica que "eso no lo hicimos nosotros. Eso

lo hizo Estados Unidos. Nosotros nos quedamos con el pecado y sin el género

Estados Unidos se dedicó a sembrar su marihuana, a permitir su consumo y en este

momento lo que nos vemos es desplazados del mercado por ellos mismos, quienes

antes nos lanzaban argumentos moralistas para hacernos destruir los cultivos. Por

otro lado, uno de los defectos de esa represión fue que si antes el 90% de los

cultivos se localizaba en la Sierra Nevada de Santa Marta, a partir de la

militarización todo el país se puso a sembrar marihuana. En los Llanos Orientales,

en las zonas cafeteras, en el Magdalena Medio, en Urabá, mezclándose con otros

narcotráficos".

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