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El mandato de la FAO consiste en mejorar la nutrición, aumentar la producvidad agrícola, elevar el nivel de vida de la población rural y contribuir al crecimiento de la economía mundial. BOLETÍN INFORMATIVO FAO EN URUGUAY N° 27 Enero-marzo 2017 Noticias Proyectos Talleres Eventos Estadísticas Publicaciones Síguenos en Twitter: @FaoUruguay © FAO /Andrea Canedo

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El mandato de la FAO consiste en mejorar la nutrición, aumentar la productividad agrícola,

elevar el nivel de vida de la población rural y contribuir al crecimiento de la economía mundial.

BOLETÍN INFORMATIVO F A O E N U R U G U A YN ° 2 7

E n e r o - m a r z o 2 0 1 7

N o t i c i a s P r o y e c t o s Ta l l e r e s Ev e n t o s E s t a d í s t i c a s P u b l i c a c i o n e s

S í g u e n o s e n T w i t t e r : @ F a o U r u g u a y

© FAO /Andrea Canedo

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En esta edición

EDITORIAL 3

Uruguay y los Objetivos de Desarrollo sostenible - Vicente Plata, Oficial a Cargo

FAO Uruguay

REPORTAJE 4

Integración del sector agrícola en el Plan Nacional de Adaptación—Cecilia Jones,

Coordinadora Nacional del proyecto

PROGRAMA 7

Uruguay trabaja en Plan Estratégico de Conciencia Agropecuaria con el apoyo de

FAO - Patricia Céspedes, consultora.

ACTIVIDADES 10

Sobrepeso afecta a casi la mitad de la población de todos los países de América

Latina y el Caribe salvo por Haití—Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutri-

cional en América Latina y el Caribe

Uruguay será sede del VIII Foro de los Frentes Parlamentarios contra el Hambre

ESTADISTICAS 16

Índice de los precios de alimentos de FAO - febrero de 2017

PUBLICACIONES

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En el año 2000 los países miembros de las Nacio-

nes Unidas consensuaron una visión amplia para combatir la pobreza en sus diversas dimensiones,

que resultó en lo que se denominó los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), y constituyó el marco de desarrollo para el mundo entre los años 2000 y

2015.

Durante este periodo se logró, a nivel global, que el número de personas que vivía en la pobreza se re-

dujera a menos de la mitad, que más niñas asistie-sen a la escuela, que las mujeres aumentaran su

participación en los parlamentos, que la tasa de mortalidad de niños menores de 5 años se redujera de 90 a 43 por cada 1.000 niños nacidos, que los

contagios de VIH se redujeran en un 40%, que 2.100 millones de personas accedieran o mejoraran

su acceso a saneamiento, que la tasa de mortalidad materna se redujera en un 45% a nivel mundial, y

que la asistencia oficial para el desarrollo aumenta-

se un 66%.

En la Conferencia Río+20 realizada en 2012, se

identificó un nuevo camino para mejorar el bienes-

tar humano, para lo cual se recogió el enfoque del

desarrollo sostenible como “… aquel desarrollo que

satisface las necesidades del presente sin compro-

meter las de las futuras generaciones”. Este con-

cepto contiene tres elementos clave: crecimiento

económico, inclusión social y protección ambiental.

En el año 2015 los países miembros de las Nacio-

nes Unidas, reunidos en Asamblea General, apro-

baron los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible

(ODS)

que son la referencia de metas globales

en pos de las cuales los países trabaja-

rán con miras al 2030.

La creación de estos ODS dio lugar a la

Agenda 2030 que es un plan de acción en favor de las personas, la prosperidad y el planeta, y ha

sido puesta en marcha por todos los países y par-tes interesadas mediante una amplia alianza de

colaboración.

A los ODS se llegó mediante un amplio proceso de consultas temáticas globales lideradas por los Es-tados miembros, paneles de alto nivel de líderes

mundiales y grupos de trabajo en Naciones Uni-

das abiertos por temáticas, entre otros.

Para dar seguimiento a los ODS y sus 169 metas,

se adoptó un conjunto de más de 230 indicadores para facilitar la evaluación de los progresos regis-

trados a nivel mundial. Un componente clave del proceso es un informe mundial anual sobre los

progresos, que se basará en el marco de los indi-cadores mundiales que preparará el Secretario General de Naciones Unidas en cooperación con el

sistema de las Naciones Unidas y la elaboración

de informes voluntarios por parte de los países.

El monitoreo, el reporte y la rendición de cuentas

son componentes centrales de la Agenda 2030 para asegurar que los sistemas de datos, las ca-

pacidades, las metodologías y mecanismos sean los adecuados para seguir el proceso. De este modo, cada país podrá ver la forma específica de

orientar sus políticas nacionales para el logro de los ODS, diseñar la institucionalidad necesaria y

rendir cuentas periódicamente.

Las metas globales de la Agenda 2030 ponen al hambre y a la agricultura en el centro de la políti-

ca global, por lo que la alimentación y la agricul-

tura son parte principal de los ODS.

Los países están decidiendo los indicadores por

los cuales reportarán los avances en los logros de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y la FAO está acompañando y cooperando con los países

en su esfuerzo por definir, medir y reportar sus

avances y logros.

Uruguay y los Objetivos de Desarrollo Sostenible Vicente Plata, Oficial a Cargo

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Los impactos del cambio climático como el aumen-

to proyectado de temperaturas, la variabilidad de precipitaciones y una mayor frecuencia de fenóme-

nos extremos, se hacen sentir cada vez más en los países menos desarrollados y en desarrollo con una fuerte dependencia del sector agrícola para su

desarrollo económico.

En respuesta a la reciente necesidad de considerar la planificación a mediano y largo plazo para la

adaptación al cambio climático en el marco de las prioridades nacionales de desarrollo, se creó el

Plan Nacional de Adaptación, y se invitó a las orga-nizaciones de las Naciones Unidas, organismos es-pecializados y organizaciones bilaterales a mejorar

el apoyo financiero y técnico de los países.

El proyecto hace hincapié en la importancia de identificar y evaluar las prácticas y tecnologías

agrícolas para aumentar la productividad de mane-ra sostenible, así como identificar los riesgos y la

vulnerabilidad de los sistemas ante los escenarios de cambio climático a nivel regional, nacional y lo-

cal.

El apoyo se brindará a cinco países en desarrollo como Kenia, Filipinas, Tailandia, Vietnam y Uru-

guay, y a tres países menos desarrollados como Nepal, Uganda y Zambia, para apoyarlos en la creación de capacidades técnicas para integrar la

agricultura en los procesos de planificación y pre-

supuestación.

Es así que la FAO, junto con el Programa de Nacio-

nes Unidas para el Desarrollo (PNUD), integra el proyecto que apoya a los países menos desarrolla-

dos y en desarrollo en la integración de los secto-res agrícolas en los Planes Nacionales de Adapta-

ción.

Para conocer más sobre el tema, y sobre la en-

cuesta de adaptación al cambio climático y género,

conversamos con Cecilia Jones, coordinadora na-

cional del proyecto.

¿Cómo se integra la problemática del cambio

climático vinculado a los medios de subsis-tencia basados en la agricultura, con los pro-

cesos nacionales existentes?

Uruguay es un país de base agropecuaria espe-

cialmente sensible a los impactos del clima. El cambio climático implica una dimensión adicional a la ya alta variabilidad climática histórica del

país. El aumento en esta variabilidad, un posible aumento en la frecuencia de eventos extremos, y

cambios en las precipitaciones y temperatura im-pactarán en la productividad agropecuaria y los recursos naturales en que se apoya, con repercu-

siones a nivel social y económico.

El Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca (MGAP) definió sus líneas estratégicas de gestión

en 2010, donde se define la intensificación de la producción agropecuaria con sostenibilidad y cui-

dado del ambiente, adaptando los sistemas de producción al cambio climático como dos de los

cinco ejes prioritarios de su gestión.

Esta definición reconoce el potencial de Uruguay para contribuir a la seguridad alimentaria mun-dial, al tiempo que marca la relevancia de la sos-

tenibilidad y el déficit de adaptación a las condi-

ciones climáticas del país.

ENTREVISTA A CECILIA JONES:

Integración del sector agrícola en el Plan Nacional de Adaptación

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© FAO

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Uruguay se inició en julio de 2016. Como punto

de partida se llevó a cabo un taller y una consulta amplia a los actores e instituciones del sector

agropecuario.

Este taller fue el origen de una revisión del estado de situación con respecto al conocimiento, medi-

das y arreglos institucionales para atender la adaptación al cambio climático en el sector. Tam-bién sirvió como insumo para hacer un mapa de

los actores claves para el proceso. Por otra parte realizamos una evaluación de capacidades y ne-

cesidades de capacitación

Con estos cimientos reformulamos el plan de tra-bajo de manera de contar con bases sólidas que

permitan integrar el Plan Nacional de Adaptación para el sector agropecuario a la gestión institucio-

nal.

El plan de trabajo está estructurado en tres com-ponentes principales que son el fortalecimiento de

capacidades, la construcción del Plan Nacional de Adaptación, y el apoyo a la aplicación de herra-mientas de evaluación de impacto y análisis costo

beneficio.

Actualmente el MGAP está convocando a una se-rie de diálogos de adaptación por sistema de pro-

ducción agropecuario, para discutir cuáles son las prácticas o medidas necesarias para manejar los

riesgos climáticos y reducir la vulnerabilidad a los impactos del clima. Esta convocatoria recogerá elementos para guiar el diseño de las políticas del

MGAP para la adaptación al cambio climático en el

sector agropecuario.

Por otra parte, el PNA-Agro acordó recientemente

un plan de trabajo con el Instituto SARAS para desarrollar junto con la Oficina de Programación y

Políticas Agropecuarias (OPYPA) una matriz de indicadores de mejora de adaptación y construc-ción de resiliencia para el sector agropecuario y

también para fortalecer capacidades en la evalua-ción de políticas.

¿Cuáles son los resultados que se pretende

alcanzar para cumplir con sus objetivos, y

en cuánto tiempo?

El proceso de PNA-Agro está pensado para ejecu-tarse en un período de tres años. Sin embargo, el resultado del Plan no se concibe como un docu-

mento cerrado, y deberá ser revisado y monito-reado por un plazo mayor para ajustarse a los

cambios de contexto.

Como resultado de esta priorización, el MGAP lleva

adelante varias iniciativas a través de programas de desarrollo rural, planes de uso y manejo responsa-

ble de suelos y promoción de programas de inver-sión que construyen resiliencia y capacidad de adaptación ante el clima.

En este contexto, el Plan Nacional de Adaptación al

cambio y variabilidad climática en el sector agrope-cuario busca integrar las políticas en curso y forta-

lecer capacidades con una mirada hacia el mediano

y largo plazo que integre los desafíos de los dife-rentes sistemas de producción del país.

¿Existe información técnica suficiente en Uru-

guay que permita comprender cuáles son los

riesgos actuales y emergentes, las vulnerabili-dades y los requisitos específicos de adapta-

ción para el sector agrícola?

La producción agropecuaria en Uruguay, así como en el resto del mundo, se realiza bajo incertidum-

bre. Los cambios en la frecuencia e intensidad de los eventos climáticos indican un desafío adicional a

la producción y también al diseño de políticas.

En 2013 Uruguay llevó a cabo un estudio con el ob-jetivo de analizar la vulnerabilidad de los principales

agro-ecosistemas del país ante los efectos de la va-riabilidad y cambio climático e identificar opciones para la reducción de la vulnerabilidad, que contribu-

yó a comprender cuáles son los riesgos actuales y los emergentes. Este estudio fue realizado en el

marco del proyecto de cooperación técnica sobre “Nuevas Políticas de Adaptación de la Agricul-tura al Cambio Climático” entre el MGAP de Uru-

guay y la FAO.

Este año Uruguay implementará la herramienta MO-SAICC de modelación de impactos del cambio cli-

mático, que buscará continuar contribuyendo a comprender estos riesgos emergentes para el sec-

tor agropecuario. Esta actividad es parte del plan

de trabajo del PNA-Agro.

Comprender los riesgos actuales no es sencillo, y

tener una medida de los riesgos emergentes es un desafío aún mayor. Sin embargo, la discusión está avanzada de manera de poder acercarse a las me-

didas de adaptación que pueden contribuir a reducir la vulnerabilidad y aumentar la resiliencia de los

sistemas productivos.

¿En qué etapa se encuentra el proyecto actual-

mente?

El proyecto de elaboración del Plan Nacional de

Adaptación al cambio y la variabilidad climática en

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En términos generales el proyecto busca identificar

alternativas de adaptación para diferentes sistemas

de producción de Uruguay e informar al diseño de

las políticas del MGAP mediante análisis costo-

beneficio de estas alternativas. Además, a través

del desarrollo de un sistema de indicadores de

adaptación y resiliencia, el proyecto proporcionará

herramientas para la revisión y monitoreo de los

avances en adaptación a la variabilidad y cambio

climático. El proyecto apoya al MGAP en su estrate-

gia de aplicación de herramientas de evaluación de

impacto de programas y políticas para el logro de

sus objetivos estratégicos. Otro resultado propues-

to es apoyar el desarrollo de un protocolo sistemá-

tico de medición de pérdidas y daños por eventos

climáticos en el sector agropecuario.

¿Cómo se vincula este proyecto con el proyec-

to FAO sobre fortalecimiento de capacidades para la recuperación de los pastos degrada-

dos y la reducción de riesgos ambientales y productivos ante el cambio climático en los

sistemas ganaderos?

Los sistemas ganaderos también son foco del pro-ceso del PNA-Agro. El campo natural, por su alta

diversidad y siglos de adaptación a la variabilidad climática, es una de las bases de la estrategia de

construcción de resiliencia de la ganadería del país.

Las estrategias de recuperación de pastos degrada-

dos y mejor manejo del campo natural producen al

mismo tiempo co-beneficios como herramientas de

mitigación de Gases Efecto Invernadero (GEI), por-

que permiten acumular más carbono en el suelo y

reducir la intensidad de emisiones por kilogramo de

carne producido.

Otros co-beneficios son la reducción de riesgos de

erosión y lixiviación de nutrientes a los cursos de

agua y cuidado de la biodiversidad.

¿Cómo está contemplado el factor género du-

rante el transcurso del proyecto, para el logro

de sus objetivos?

La información de género en el sector agropecuario

de Uruguay no es completa, por este motivo el PNA-Agro se propuso recabar información sobre cuáles

son las estrategias de las mujeres en este sector ante la adaptación a la variabilidad y cambio climá-

tico.

La OPYPA, junto con la Dirección de Estadísticas

Agropecuarias y la Dirección de Desarrollo Rural del MGAP, están en proceso de elaboración de

una encuesta para intentar sumar información pa-ra el diseño de políticas públicas para la adapta-ción a la variabilidad y cambio climático con pers-

pectiva de género. Esta actividad integra también al Ministerio de Desarrollo Social (MIDES), a tra-

vés del Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES), y a la División de Cambio Climático del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territo-

rial y Medio Ambiente (MOVTMA).

Los resultados de esta encuesta estarán disponi-

bles a finales de 2017.

Una vez se obtengan los resultados espera-dos en los diferentes países, ¿cuál será la

metodología a seguir para integrar los logros

alcanzados por cada país?

A nivel nacional podremos decir que el proyecto ha tenido éxito si las herramientas y alternativas

de adaptación priorizadas por el plan son incor-poradas a las políticas y presupuestos del MGAP. Sin embargo, con respecto al objetivo de mejorar

la adaptación al clima de los agro-ecosistemas, el desarrollo y seguimiento de los indicadores de

adaptación y resiliencia podrán medir el éxito a largo plazo. Cabe destacar que este proceso está muy alineado con la Contribución Nacional del

Uruguay al Acuerdo de París (NDC), y contribuye a identificar prioridades en la NDC y a estimar los

medios de implementación necesarios en térmi-nos financieros y de trasferencia de tecnología y

construcción de capacidades.

Para integrar los resultados a nivel externo, consi-

dero que el PNA-Agro ubicará a Uruguay en una

posición privilegiada para contribuir a la planifica-

ción para la adaptación en el sector agropecuario

de países de América Latina.

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Uruguay trabaja en Plan Estratégico de Conciencia Agropecuaria con

el apoyo de FAO

El Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca

(MGAP) trabaja fuertemente en cinco líneas de política estratégica, a las cuales se las conoce, en

su conjunto, como “Uruguay Agrointeligente”, que es el país que se proyecta al mundo con la vocación de ser identificado como proveedor con-

fiable de alimentos sanos, seguros y confiables.

Dado que los consumidores están en constante evolución y buscan consumir alimentos produci-

dos según su estilo de vida, garantías sociales, ambientalmente sostenibles, inocuos y que ga-ranticen el bienestar animal, surge el desafío de

fortalecer las conexiones del sector agropecuario

y la sociedad en su conjunto.

Para hacer frente a este desafío, el gobierno uru-

guayo, a través del MGAP, solicitó la cooperación técnica a la FAO a los efectos de desarrollar e im-plementar un “Plan Estratégico de Conciencia

Agropecuaria” para el “Uruguay Agrointeligente”.

Este trabajo permitirá mejorar la percepción pú-

blica de la agricultura en su conjunto, crear con-

ciencia de su rol en la economía y contribuir a

promover y decidir acerca de las capacidades de

educación, entrenamiento y empleo necesarios

para alcanzar las metas propuestas.

Para profundizar en el tema, conversamos con

Patricia Céspedes, consultora del proyecto.

¿Cuáles consideras pueden ser los grandes obstáculos en Uruguay, que impiden lograr una imagen positiva del sector agropecua-

rio?

Antes de responder sobre los obstáculos, me

gustaría señalar que el proyecto Conciencia Agro-

pecuaria es mucho más que buscar una imagen

positiva del sector. Ya lo dijo el ministro de Ga-

nadería, Agricultura y Pesca, Tabaré Aguerre, du-

rante la inauguración de la Expo Activa 2017 en

Soriano “el desafío pasa por generar una trans-

formación social que genere un modelo identifica

torio que movilice a su gente en torno a

las oportunidades para el desarrollo del

país”. Y agregó, “eso incluye influir y po-

ner a dialogar distintos modos de pensar, imagi-

nar, decidir y actuar en un proyecto de sociedad, y

no pensarlo solo como un proyecto del campo ha-

cia la ciudad”.

En ese sentido, los desafíos son aún mayores y los

obstáculos no son menores. Existen una variedad

de factores que podrían explicar las brechas, voy a

mencionar al menos cuatro que creo son clave.

Primero, los factores históricos y culturales. El his-

toriador Gerardo Caetano, en una entrevista a ra-

dio El Espectador en el año 2013, explicó clara-

mente que el divorcio campo ciudad tiene sus raí-

ces en la historia del Uruguay con la introducción

del ganado que además presidió al colono, y mu-

cho después permitió la instalación de la estancia

cimarrona donde la explotación del ganado a cam-

po abierto se realizaba exclusivamente con el fin

de extraer el cuero. Luego vino la estancia empre-

sa, con la incorporación del alambrado como incor-

poración de una nueva tecnología que expulsó la

mano de obra rural que migró a los pueblos y ciu-

dades. Luego un modelo agroexportador impulsa-

do por la creación de las vías férreas con un diseño

radial, confluía en Montevideo. Y más tarde, las

carreteras que se construyeron al lado de esas vías

férreas, consolidaron aún más un sistema de

transporte que siempre terminaba y empezaba en

la ciudad capital puerto, llevando y trayendo no

solo mercadería, sino también era vehículo de las

pautas culturales montevideanas. Por aquella épo-

ca, las transformaciones no solo se dieron en el

medio rural, también el medio urbano las vivió con

la llegada de los inmigrantes y el desarrollo indus-

trial, otro factor que termina por arraigar pautas

culturales, sociales y políticas tan diferenciadas en-

tre el campo y la ciudad.

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Ese devenir histórico se enlaza con el segundo obs-

táculo que hoy enfrentamos para generar la trans-

formación necesaria en términos de imagen e inte-

gración: el Uruguay agroexportador y sus esfuer-

zos de posicionamiento externo. Nuestro país debe

vender el 90% de lo que produce, eso significa que

los esfuerzos muchas veces están orientados a

consolidar una imagen internacional ya que el

mundo exige alimentos confiables, de calidad,

inocuidad, con trazabilidad y valor agregado am-

biental. Todo este esfuerzo, no tiene otra razón

más que apuntalar el crecimiento del sector que

contribuirá al crecimiento de la economía nacional,

generando oportunidades por los altos efectos de

multiplicación en todos los sectores de la economía

del país. Esto nos plantea un gran desafío: debe-

mos comunicar cuestiones que están lejanas a la

población y que difícilmente encuentran una cone-

xión. Nos preguntamos ¿cómo llegar a la gente y

crear conciencia agropecuaria cuando sobran ali-

mentos y debemos exportar su mayoría?, parece

una tarea más sencilla en países más poblados

porque juega un rol la soberanía alimentaria. Aquí

se trata de visualizar y aprovechar las oportunida-

des (laborales, inversión, investigación, entre

otras) que este sector está generando para el país

en su conjunto.

De esta manera, se establece el tercer gran obs-

táculo. Las demandas de los consumidores y las

demandas de los mercados evolucionan y cambian

en forma permanente. Todo ese crecimiento se po-

tenciará, y en el futuro el sector requerirá mano de

obra más calificada, más especialización, nuevas

habilidades en toda la cadena de valor (producción,

transformación y comercialización). Sin embargo,

algunos datos que confirmaremos con nuevos estu-

dios en el marco del proyecto Conciencia Agrope-

cuaria, indican que los dos problemas clave que el

país enfrenta para atender esas demandas cam-

biantes del mercado son el envejecimiento sosteni-

do de su población ocupada y recursos humanos

con escasa calificación en el sector rural.

Por último, cabe realizar una autocrítica. El sector

agropecuario en su conjunto no ha sabido comuni-carse con la población urbana. Utilizamos lenguajes

muy técnicos, dirigimos nuestras herramientas de

comunicación al propio sector, generamos conteni-

do y mensajes que multiplicamos entre nosotros,

tenemos una prensa especializada que nos apoya

y que también se dirige a los públicos agropecua-

rios. En definitiva, este obstáculo hoy es una

oportunidad de aprendizaje y cambio que estare-

mos promoviendo también desde el proyecto.

¿Qué elementos comunicacionales te parecen

clave para generar conciencia agropecuaria

en el público en general?

Debemos evitar la sensación de controversia o de

sociedad dividida en torno a este tema. Ese ca-

mino solo refuerza los esquemas mentales actua-

les, por eso será clave buscar puntos coincidentes

y evitar, en la medida de lo posible, lo que nos

enfrenta. Por eso será clave el desarrollo y gene-

ración de empatía. El involucramiento de la socie-

dad, esta es una invitación a recorrer un camino

de cambio.

Creemos que es fundamental comunicar en positi-

vo, sin adoctrinar ni insistir en mensajes endogá-

micos, debemos propiciar un diálogo de saberes.

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Más que herramientas de comunicación debemos

pensar en un diálogo como una dimensión que in-

corporemos en todos los procesos.

Será clave identificar tendencias y quiénes influyen

en nuestra comunidad, hay que competir por la

atención de los ciudadanos en los espacios urba-

nos, también en las redes sociales. Será un desafío

entrar en el discurso de personas influyentes para

ampliar el público.

Debemos además llamar la atención, rompiendo

moldes y aumentando la visibilidad en lugares no

tradicionales del sector. Hoy hay que entrar en la

corriente de lo que es relevante para las personas

y desde ahí conectar. Debemos trabajar más allá

de lo informativo, el desafío será entrar en lo coti-

diano de otros formatos más urbanos.

Este proyecto de intervención implica una voluntad

de cambio social, y para eso habrá que desarrollar

la creación de sentidos compartidos dotándolos de

un horizonte deseable y posible, un imaginario, en-

tendido como una representación posible del futuro

que queremos construir.

¿Cómo se estructurará esta consultoría para

poder atender todos los aspectos antes men-

cionados?

Existen tres objetivos estratégicos que guían esta

consultoría y forman parte del proyecto apoyado

por FAO en Uruguay. En primer lugar, generar un

ámbito de concertación y alineamiento estratégico

que siente las bases de la estrategia de Conciencia

Agropecuaria. Esto incluye una articulación con la

institucionalidad agropecuaria para desarrollar una

visión de prospectiva que caracterice el sector

agropecuario de hoy y de los próximos 20 años en

términos de RRHH necesarios, para cumplir con el

Uruguay Agrointeligente y sirva que de insumo pa-

ra los tomadores de decisión.

Un segundo objetivo vinculado a la generación

de un estudio de opinión pública que arroje luz

sobre las percepciones, valoraciones y conoci-

mientos que tiene el Uruguay más urbano so-

bre el sector agropecuario. Se involucrará al

IICA y a la academia para acompañar este pro-

ceso de análisis. Además, se analizará las es-

trategias de comunicación externa dirigidas a

públicos no agropecuarios por parte de los ac-

tores de la institucionalidad público agropecua-

ria. Este objetivo apunta a generar información

que brinde elementos sobre el estado de situa-

ción actual en torno al tema, y así tomar luego

decisiones en base a los datos.

Por último, el tercer objetivo de la consultoría es el diseño de la estrategia de comunicación. Esto incluirá el desarrollo de una Estrategia

Global de Comunicación con carácter de largo plazo, un Plan de Comunicación Integral para

el mediano plazo y la contratación de especia-listas para el diseño de una Campaña de Con-ciencia Agropecuaria a ser ejecutada en un

corto plazo (fuera del período de esta consulto-

ría).

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Sobrepeso afecta a casi la mitad de la población de todos los paí-

ses de América Latina y el Caribe salvo por Haití

Mientras que el hambre y la desnutrición disminu-yen, el sobrepeso y la obesidad han aumentado de

manera preocupante, afectando sobre todo a muje-

res y niños.

La obesidad y el sobrepeso han aumentado a lo lar-go de América Latina y el Caribe, con un impacto

mayor en las mujeres y una tendencia al alza en ni-ños y niñas, señalaron hoy la Organización de las

Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultu-ra (FAO) y la Organización Panamericana de la Salud

(OPS).

Según su nuevo informe conjunto, el Panorama de

la Seguridad Alimentaria y Nutricional en Amé-rica Latina y el Caribe, cerca del 58 % de los habi-tantes de la región vive con sobrepeso (360 millones

de personas).

Salvo en Haití (38,5%), Paraguay (48,5%) y Nicara-gua (49,4%) el sobrepeso afecta a más de la mitad de la población de todos los países de la región,

siendo Chile (63%), México (64 %) y Bahamas

(69%) los que presentan las tasas más elevadas.

La obesidad afecta a 140 millones de personas, el

23% de la población regional y las mayores preva-lencias se pueden observar todas en países del Cari-be: Bahamas (36,2%) Barbados (31,3%), Trinidad y

Tobago (31,1%) y Antigua y Barbuda (30,9%).

El aumento de la obesidad ha impactado de manera desproporcionada a las mujeres: en más de 20 paí-

ses de América Latina y el Caribe, la tasa de obesi-dad femenina es 10 puntos porcentuales mayor que

la de los hombres.

Según Representante Regional a.i. de la FAO Eve Crowley, "Las tasas alarmantes de sobrepeso y obe-sidad en América Latina y el Caribe deben ser un lla-

mado de atención a los gobiernos de la región para introducir políticas que aborden todas las formas del

hambre y malnutrición, vinculando seguridad ali-mentaria, sostenibilidad, agricultura, nutrición y sa-

lud ".

La Directora de la OPS, Carissa F. Etienne, explicó que, “la región enfrenta una doble carga de la

malnutrición que se combate con una alimenta-ción balanceada que incluya alimentos frescos, sanos, nutritivos y producidos de manera sosteni-

ble, además de abordando los principales factores sociales que determinan la malnutrición”, por

ejemplo la falta de acceso a alimentos saludables, a agua y saneamiento, a servicios de educación y salud, y programas de protección social, entre

otros.

Unir agricultura, alimentación, nutrición y

salud

El Panorama señala que uno de los factores que explican el alza de la obesidad y el sobrepeso ha

sido el cambio en los patrones alimentarios.

El crecimiento económico, el aumento de la urba-nización y los ingresos medios de las personas y

la integración de la región en los mercados inter-nacionales han reducido el consumo de prepara-

ciones tradicionales y aumentado el consumo de productos ultra procesados, un problema que afecta con mayor fuerza a las zonas y países que

son importadores netos de alimentos.

Para hacer frente a esta situación, la FAO y la OPS llaman a promover sistemas alimentarios sa-

ludables y sostenibles que liguen agricultura, ali-mentación y nutrición y salud. Para ello, los Esta-dos deben fomentar la producción sostenible de

alimentos frescos, seguros y nutritivos, aseguran-do su oferta, diversidad y el acceso a los mismos,

especialmente para los sectores más vulnerables. Esto debe ser complementado con educación nu-

tricional y advertencias para los consumidores so-bre la composición nutricional de alimentos altos

en azúcar, grasas y sal.

La desnutrición crónica infantil (baja talla para la

edad) en América Latina y el Caribe también ha presentado una evolución positiva: cayó de 24,5

% en 1990 a 11,3% en 2015, una reducción de

7,8 millones de niños.

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A pesar de este gran avance, actualmente 6,1 mi-llones de niños aún viven con desnutrición cróni-

ca: 3,3 millones en Sudamérica, 2,6 millones en Centroamérica y 200 mil del Caribe. 700 mil ni-ños y niñas sufren desnutrición aguda, el 1,3%

de los menores de 5 años.

Prácticamente todos los países han logrado mejo-rar la nutrición de sus niños, pero cabe destacar

que la desnutrición afecta más a la población más

pobre y a las zonas rurales.

“Ahí es donde los gobiernos deben enfocar sus

esfuerzos”, dijo Crowley.

Las prevalencias más altas de desnutrición cróni-

ca infantil en la región se pueden observar en Guatemala y Ecuador, mientras que Chile y Santa Lucía tienen las menores tasas. La desnutrición

crónica presenta niveles superiores en las zonas

rurales de todos los países analizados.

Desnutrición infantil cae pero aún afecta a

los más pobres

Según el Panorama, la región ha logrado reducir

considerablemente el hambre y hoy sólo un 5,5% de la población vive subalimentada, siendo el Ca-

ribe la subregión con la mayor prevalencia (19,8 %), en gran parte debido al hecho que Haití po-see la prevalencia de subalimentación más alta

del planeta: 53,4%.

© FAO

Políticas para mejorar la nutrición

Según el Panorama, Barbados, Dominica y México han aprobado impuestos a las bebidas azucaradas, y Bolivia, Chile, Perú y Ecuador cuentan con leyes

de alimentación saludable que regulan la publicidad y/o el etiquetado de alimentos.

La Directora de la OPS resaltó que estas medidas deben ser complementadas con políticas para au-

mentar la oferta y acceso a alimentos frescos y agua segura, con el fortalecimiento de la agricultura

familiar, la implementación de circuitos cortos de producción y comercialización de alimentos, siste-mas de compras públicas y programas de educación

alimentaria y nutricional.

Aumenta el sobrepeso infantil

El Panorama señala que en América Latina y el Cari-be el 7,2% de los niños menores de 5 años vive con

sobrepeso. Se trata de un total de 3,9 millones de niños, 2,5 millones de los cuales viven en Sudaméri-

ca, 1,1 millones en Centroamérica y 200 000 en el

Caribe.

Los mayores aumentos en el sobrepeso infantil en-tre 1990 y 2015 se vieron –en términos de números

totales- en Mesoamérica (donde la tasa creció de 5,1% a 7%), mientras que el mayor aumento en la

prevalencia se dio en Caribe (cuya tasa creció de 4,3% a 6,8%), mientras que en Sudamérica -la su-bregión más afectada por el sobrepeso infantil- hu-

bo una disminución marginal, y su tasa pasó de

7,5% a 7,4%.

© FAO

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Situación de Uruguay

Uruguay reporta prevalencias por arriba del promedio regional. La prevalencia de sobrepeso en menores de cinco años fue de 7.7% en 2011, y en 2013 ascendía al 10,5% (ENDIS,2013), muy superiores al promedio de América Latina que se ubi-caba en 7,1%. En relación a los adultos, la prevalencia de sobrepeso en el año 2014 fue del 61.7% y la prevalencia de obesidad en ese segmento de población fue del 26.7%.

Uruguay supera el promedio regional de 129,6 kilos per cápita de productos ultra-

procesados. Con 149.5 Kg anuales per cápita, Uruguay se ubica en la cuarta posi-ción regional en consumo de ultraprocesados. Más preocupante aún es la tenden-cia actual, en aumento, de un 7.2% anual.

Uruguay está en proceso de desarrollo de distintas herramientas de la política pú-blica. El pasado 8 de diciembre, el Ministerio de Salud pública con apoyo de FAO, OPS y UNICEF, lanzó la Guía Alimentaria para la Población Uruguaya que busca promover una alimentación saludable, compartida y placentera.

Asimismo hay avances para el abordaje de las temáticas de advertencias sanita-rias y etiquetado sobre el excesivo consumo de sal, azúcar y grasas.

© FAO

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Uruguay será sede del VIII Foro de los Frentes Parlamentarios

contra el Hambre

Uruguay se prepara para ser sede del VIII Foro de los Frentes Parlamentarios contra el Hambre (FPH)

durante el segundo semestre del año. Los coordinadores regionales de los FPH estuvie-

ron reunidos en el Parlamento uruguayo para dar el puntapié inicial de las acciones preparativas del

foro, buscando impulsar una agenda de erradica-ción del hambre, la malnutrición y la obesidad en sus países, y crear una red global de legisladores

comprometidos con la seguridad alimentaria y nu-tricional.

Los datos oficiales indican que la región fue la úni-ca en alcanzar las metas de reducción del hambre

de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y de la Cumbre Mundial de la Alimentación, pero aún

existen 34 millones de personas que padecen hambre.

Los foros anuales surgen en el 2009 en el marco de un proceso político regional denomina-

do Iniciativa América Latina y el Caribe sin Ham-bre (IALCSH), que es un compromiso interguber-

namental para combatir el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición al año 2025.

Esta iniciativa se ha visto reforzada por nuevos programas y acciones que han surgido en los últi-

mos años como la “Iniciativa Mesoamérica sin Hambre” y la aprobación del “Plan para la Seguri-dad Alimentaria, Nutricional y Erradicación del

Hambre de la CELAC”.

Desde entonces, con el apoyo de la FAO, el Parla-mento Latinoamericano (Parlatino) y diversos or-ganismos de cooperación internacional como la

Agencia Española de Cooperación Internacional pa-ra el Desarrollo (AECID), la Agencia Mexicana de

Cooperación Internacional para el Desarrollo (AMEXCID) y la cooperación brasileña, han consoli-dado 18 capítulos nacionales y cuatro subregiona-

les de los FPH.

Los coordinadores regionales y nacionales que par-ticiparon de la instancia en el Parlamento uruguayo

fueron la senadora mexicana Luisa María Guadalu-pe Calderón, coordinadora general de los FPH de América Latina y el Caribe, la diputada costarricen-

se Marlene Madrigal, subcoordinadora de Mesoa-mérica, el senador paraguayo y subcoordinador de

los FPH de Sudamérica, Hugo Ritcher, y los coordi-nadores del Frente Parlamentario contra el Hambre de Uruguay, Bertha Sanseverino y Armando Cas-

taingdebat.

ACTIVIDADES

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América Latina y el Caribe fue la primera región del

mundo en asumir la meta de erradicar el hambre, a través de la Iniciativa América Latina y el Caribe

sin Hambre, que determinó el año 2025 como fe-cha para que todos sus habitantes vivan en com-pleta seguridad alimentaria.

Se trata de una meta posible si se considera que la

región ya ha logrado reducir a menos de la mitad su número total y prevalencia de subalimentación desde los niveles de 1990, logrando las metas de

reducción del hambre de los Objetivos de Desarro-llo del Milenio y la Cumbre Mundial de la Alimenta-

ción.

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Cari-beños (CELAC), órganos de integración más impor-tante de la región, se ha sumado a este compromi-

so a través de su Plan de Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre.

Iniciativas regionales de la FAO para América Latina y el Caribe

La Oficina Regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) trabaja en tres iniciativas regionales que buscan erradicar el hambre, la malnutrición y la pobreza en to-

dos los países de América Latina y el Caribe. Las iniciativas fueron establecidas por los gobiernos y son una respuesta coordinada y multisectorial a los

principales retos que enfrenta la región en su lucha por lograr un futuro libre de hambre dentro de la próxima década, fortaleciendo la agricultura familiar, los sistemas alimentarios y el desarrollo rural, y fo-

mentando el uso sostenible de los recursos naturales, la adaptación al cambio climático y la gestión de riesgos y desastres.

INICIATIVA REGIONAL 1

Apoyo a la Iniciativa América

Latina y el Caribe sin Hambre

© FAO/Giuseppe Bizzarri

Esta iniciativa regional colabora con los países me-diante la mejora de los procesos de formulación y

aplicación de políticas y programas públicos multi-sectoriales de seguridad alimentaria y nutrición,

fortaleciendo sus instituciones, marcos jurídicos, sistemas de información y asignación de recursos.

La iniciativa mejora la coordinación entre los dife-rentes sectores, facilitando la inclusión de las dis-

tintas partes interesadas, la sociedad civil, los par-lamentarios, las organizaciones de productores y consumidores y el sector privado.

Promueve también el intercambio de experiencias,

programas y leyes exitosas creadas por los países que han hecho los mayores avances en su lucha contra el hambre y la malnutrición, facilitando el

diálogo y la difusión de las mejores prácticas a tra-vés de la cooperación sur-sur.

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PRINCIPALES LOGROS DE LA INICIATIVA REGIONAL 1

Plan para la Seguridad Alimentaria, Nutricional y la Erradicación del hambre de

la CELAC

Esta iniciativa apoyó la elaboración del Plan para la Seguridad Alimentaria, Nutricional y la Erradicación del Hambre de la CELAC, un acuerdo político sin precedentes que está siendo implementado por todos los países de la región y que aborda todos los aspectos de la seguridad alimentaria.

Frentes Parlamentarios contra el Hambre (FPH) nacionales y regionales

Esta iniciativa contribuyó a la consolidación de los Frentes Parlamentarios contra el Ham-bre (FPH) nacionales y regionales, que son espacios claves para garantizar el derecho a la alimentación mediante leyes. La iniciativa trabajó con el Parlamento Latinoamericano en la construcción de un marco legislativo regional que se convirtió en la Declaración sobre Agricultura Familiar adoptada por dicho parlamento en 2015.

Ley de Alimentación Escolar

La iniciativa apoyó la creación de la Ley de Alimentación escolar y la Ley de Promoción de Alimentación Saludable en Bolivia, y ha fortalecido las instancias de coordinación interi-nstitucional en El Salvador, Granada, Haití, Honduras y República Dominicana, para ase-gurar una participación inclusiva por parte de diversos sectores.

En Bolivia, El Salvador, Guatemala, Honduras, Paraguay y República Dominicana, la inicia-tiva está apoyando el diseño e implementación de leyes y políticas multisectoriales de se-guridad alimentaria con enfoque de género.

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Ver también:

Informe Mensual de Precios de los Alimentos en Amé-rica Latina y el Caribe—Febrero 2017

Nota informativa de la FAO sobre la oferta y la demanda

de cereales

Boletín de Agronoticias

Para suscribirse al boletín de Agronoticias escriba a: [email protected]

El índice de precios de los alimentos de la FAO aumentó en febrero

ES

TA

DIS

TIC

AS

El índice de precios de los alimentos de la

FAO se situó en febrero de 2017 en un promedio de 175,5 puntos, esto es, 0,9 puntos (un 0,5 %)

por encima de su valor ligeramente revisado de enero. A este nivel, el índice ha subido 26 puntos (o un 17,2 %) desde el mismo mes del año pasa-

do y se encuentra en su valor más elevado desde febrero de 2015. Con excepción de los aceites ve-

getales, en febrero aumentaron los índices de to-dos los demás productos básicos empleados en el cálculo del índice de precios de los alimentos de

la FAO, especialmente el de los cereales.

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Las principales publicaciones de la FAO ofrecen información completa y objetiva, así como el análisis de la situación mundial de hoy en materia de alimentos, agricultura, pesca y acuicultura, bosques, mercados de productos agrícolas básicos y el hambre.

FAO Uruguay Julio Herrera y Obes 1292 CP 11100— Montevideo, Uruguay Teléfonos: (598) 2901 2510 / 2901 2612

E-mail: [email protected] Web: www.fao.org/uruguay/es/

© FAO, 2017 I6869ES

Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional en América Latina y el Caribe

2016

Perspectivas de la Agricultura y del Desarrollo Rural en la Américas 2015-2016

Casos ejemplares de manejo forestal sostenible en Chile, Costa Rica, Guatemala y

Uruguay

OCDE-FAO Perspectivas Agrícolas 2015-2024

El Estado Mundial de la Agricultura y la Alimentación 2016

El Estado de los bosques del mundo 2016

PU

BL

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