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ÓRGANO INFORMATIVO Y CULTURAL DE LA ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA octubre 2012 No.6

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ÓRGANO INFORMATIVO Y CULTURAL DE LA ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA

octubre 2012No.6

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Editorial

Índice Directorio DIRECCIÓN DE LA ENAHJosé Luis Vera Cortés

SUBDIRECCIÓN DE EXTENSIÓN ACADÉMICAMarcela Montellano Arteaga

DEPARTAMENTO DE PUBLICACIONESInés Segovia Camelo

DIRECCIÓN EDITORIAL BOLETÍN ENAHIlya Tatiana Jiménez Medina

EDITOR GENERALRodrigo Ortiz Sánchez

COEDITORESLeonor Gurría CamposMiguel Ángel Silva Cossio

COLABORADORES Osvaldo Mendoza BahenaRafael Chaveste NavarreteRodrigo Hernández Sandoval

CORRECTORA DE TEXTOSEréndira Reyes García

DISEÑO GRÁFICODayana Itzel Bucio OrtegaGustavo Jiménez Salinas

IMPRESIÓNAntonio García G.

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La fotografía estenopeica El Huequito

“El perro que miraba el amanecer”

Los sonidos de Cuaxuchpa; breve crónica de un diario de campo

Cuicuilco, un recuento de su historia

El avati como sustento, ritual y costumbre, entre los Avá-Katú-Eté

Crean archivo de lenguas en la enah

Concurso de ofrendas

Cartelera

Saltando la cuerda en la enah

FOTOGRAFÍA DE PORTADAEmmanuel Ramos, (con edición de Aarón Cadena)“Huequito trabajando”

Los estudiantes de la enah requerimos nuevas fórmulas para promover la inclusión social de los indígenas, fun-dadas tanto en el respeto a lo distinto

como en la pluralidad cultural y lingüística. Es satisfactorio ver como dentro de nuestra

comunidad surgen propuestas que motivan esta visión humanista, tal es el caso del ʼProyecto de Fotografía Estenopeica El Huequitoʼ, que busca acercar a niños indígenas a los fundamentos bá-sicos de la técnica fotográfica, para que expresen su visión del mundo. De la misma forma, agra-decemos a esta organización, iniciada por inte-grantes de la enah, el facilitarnos la fotografía de portada que aparece en la presente publicación.

En este número también podrás leer un re-cuento de la historia de Cuicuilco, revista pu-blicada desde 1980 por la Escuela Nacional de Antropología e Historia.

Cuicuilco difunde las investigaciones del gre-mio antropológico e histórico a nivel nacional e internacional y ha destacado por mantenerse dentro de los índices de excelencia que exige el Conacyt.

Los sonidos de Cuaxuchpa, es un fragmento de diario de campo que nos lleva por un recorri-do de resonancias y montañas en la Sierra Negra de Puebla. Desde este verde paisaje, nos vamos hasta Paraguay, donde Hugo Florencio Centu-rión, originario del país sudamericano, hace un análisis de la importancia del maíz para los Avá-Katú-Eté, comunidad que investiga desde hace 15 años.

La licenciatura de lingüística inicia con un ambicioso proyecto: arlenah, un archivo de lenguas que pretende extenderse a nivel inter-institucional.

Por supuesto, no pueden faltar las actividades deportivas, así que te informamos acerca de los cursos de box. Asimismo, te informamos de los eventos que se realizarán durante el mes de oc-tubre y te compartimos una prueba más del ta-lento artístico que hay en la enah, esta vez con el cuento “El perro que miraba el amanecer”.

Esperamos que disfrutes del ejemplar que tie-nes en tus manos.

El equipo de Boletín enah

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Leonor Gurría Campos

“El proyecto continúa […] Como una sandalia o un

cinturón de cuero que hacen las manos de

nuestros pueblos origina-rios […]” aarón cadena

La enah cuenta con diversos espacios donde la comunidad se reúne. Bau-tizados con nombres peculiares, son la referencia para designar nuestros

puntos de tertulia; decimos: “Nos vemos en el lagartijero”, en la “cafetería de doña Mar-tha”, o en “el Mcenah” y así en estos lugares, incluso en la mismísima “Marimba”, las ideas van y vienen, se intercambian, se combinan y conviven. En muchos casos, esas interesantes pláticas crean verdaderos proyectos.

Algo frecuente en la comunidad de la es-cuela es la creatividad, pues los intereses de la gente, no sólo giran en torno a sus especialida-des, también en muchos casos, a una vocación artística: música, escritura, artes plásticas, fo-tografía, etcétera.

Emmanuel Ramos, estudiante de quinto se-mestre en etnohistoria, muestra en “el Mcenah” sus postales. La primera fotografía tiene a cinco niños sentados en una banqueta; atrás de ellos una pared blanca. El retrato indica a un lado: “Sierra Mazateca”, en la otra esquina, Proyecto de Fotografía Estenopeica El Huequito.

Las imágenes muestran en casi todos los casos, retratos de niños de comunidades indí-genas, otras sólo paisajes. En ellas se aprecian sombras, algunas claras y otras obscuras.

“Las fotos fueron tomadas por los niños de la comunidad de la sierra Mazateca, después de haber recibido un taller de fotografía este-nopeica. El curso es dirigido por Aarón Cade-na, antropólogo social egresado de la enah e impartido por otros compañeros y yo. Se tra-ta de un proyecto que nació desde junio de 2011”, expresó el estudiante de etnohistoria.

En los espacios y con la gente de la enah…

Además de ser antropólogo, Aarón Cade-na es también fotógrafo, oficio que lo llevó, en junio de 2011, a trabajar en una universidad de Ecuador, país donde tuvo la oportunidad de conocer a una comunidad de bajos recursos.

Los niños de la comunidad interesados en su labor, le pedían que les prestara su cámara. De esta curiosidad, surgió la idea de enseñar-les a construir una cámara estenopeica, que es una cámara fotográfica sin lente, consistente en una caja a prueba de luz con un pequeño orificio. De esta manera, ellos podrían hacer sus propias fotografías.

Con ayuda y financiamiento de la Funda-ción Cultural la Trinchera de la ciudad de Man-ta en el Ecuador, Aarón Cadena armó el primer taller de fotografía. Los niños construyeron su cámara con madera “balsa”, aprendieron cual es la función de la misma y tomaron sus fotos. Después del taller, con dos días de duración, se montó una exposición para que la comunidad conociera el trabajo de los niños.

Ya en México, el egresado de la enah reto-mó el proyecto que inició en Ecuador como un método para crear y fortalecer vínculos de acercamiento entre los antropólogos y las co-munidades, durante el trabajo de campo. Así, en enero de 2012, varios antropólogos ofrecie-ron un primer taller de fotografía a niños de la Sierra Mazateca.

“La fotografía estenopeica El Huequito”

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también, a veces pulque y palomitas; bueno hasta salimos a ‘botear’.

”Aceptamos cualquier donativo en dinero o en especie, como: material fotográfico, quí-micos, etcétera. Otra forma de financiamiento es ofrecer talleres a gente que puede pagarlos, aunque las cuotas también son de coopera-ción voluntaria. Actualmente queremos edi-tar un libro para la comunidad de Zoactepan, así que estamos en busca de financiamiento”, añadió Cadena.

Entre los planes más ambiciosos de los par-ticipantes del proyecto, está impartir el curso en Ciudad Juárez, Chihuahua, dirigido a ado-lescentes en riesgo de violencia.

“Nos gustaría proponerles como tema; la violencia y el narcotráfico. La idea es que uti-licen la imagen para exponer sus vivencias y expresar los problemas que algunas socie-dades enfrentan todos los días, a través de la mirada de los niños. La utilización de esta técnica fotográfica se presta como una alterna-tiva de la creación artística”, comentaron los miembros de la comunidad enah.

Finalmente, los impulsores de El Huequi-to resaltaron que a lo largo del tiempo, con el taller se han impuesto diversos propósitos, como: fortalecer lazos entre antropólogos y comunidades, en busca de un mayor acerca-miento y afinidades; una manera de regresar algo a los pueblos indígenas, procurando fo-mentar la creación artística entre los niños y ofreciéndoles una forma de expresión artesa-nal, que a pesar de todo, es más barata que las técnicas utilizadas en la actualidad.

Asimismo, el Proyecto de Fotografía Esto-nopeica El Huequito, invita a toda la comuni-dad de la enah a participar en el próximo con-curso a realizarse en el mes de octubre (convo-catoria en la página de Facebook del boletín), así como acercarse al taller o hacer algún do-nativo y conocer su página en Facebook, don-de están publicadas fotos de los talleres.

La fotografía estenopeica El Huequito, es un proyecto más que se gestó y desarrolla en los espacios de la enah.Mayores informes:Aarón Cadena: [email protected] Ramos Rosales: [email protected]

“En la primera etapa del taller se construyen las cámaras, dentro de ellas se coloca un papel fotográfico sensible. La cámara cuenta con un “huequito” que mide el diámetro de una aguja y es por donde se captura la imagen. Cuando las cámaras están listas, los niños toman las fo-tos, capturadas en tiempos de exposición muy diferentes a las de las cámaras que usan pelí-culas fotográficas (rollos). Durante ese tiempo, los niños arman la escena que quieren repre-sentar y dan rienda suelta a su creatividad ar-tística; algunos posan frente a la cámara, elijen paisajes o acomodan los objetos que quieren fotografiar”, señaló Aarón Cadena.

Después los talleristas enseñan a los niños el proceso de revelado y en la etapa final se monta la exposición, a la que asisten los pa-dres de los niños y toda la comunidad.

En junio de 2012, El Huequito organizó otro taller, con niños de la comunidad de Zoa-tecpan, en la sierra norte de Puebla, mientras que para agosto de 2012, se realizó en Cherán, Michoacán. Algunos más se han impartido en Xochimilco y en la enah.

“El taller tiene ya un stock de material fo-tográfico artístico de los talleres, y como dice en la postal ´El proyecto continua […]´. Los cur-sos están evolucionando, pues ahora los niños de las comunidades también participan en el proyecto. Al final siempre nos preguntan ¿Y ahora, qué sigue? ¿Cuándo regresan? Quieren una continuidad, destacó Aarón Cadena.

Para responder a estas preguntas, los par-ticipantes del proyecto buscarán editar un li-bro, iniciativa que tanto Aarón Cadena como Emmanuel Ramos aseguran, es también por voluntad de la propia comunidad.

Sin embargo, los entrevistados comentaron que uno de los principales obstáculos a los que se enfrentan son los altos costos de los materiales de revelado; químicos y el papel donde se imprimen las fotos que con el auge de la fotografía digital, han subido de precio.

“Realizamos varias actividades, ofrecemos las postales intercambiándolas por donativos voluntarios conscientes, (es decir, el donativo debe contener la consciencia de que en las postales, también se invirtió dinero). Vende-mos camisetas con el logo de El Huequito,

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A mi sombra niña

Hubo un perro sentado en una banca de un parque mirando el amanecer. Sus ojos alcanzaban los rayos nacientes del sol y sus orejas se helaban con el frío que llegaba del norte. Su reflejo en el

charco sucio se rompió al momento en que éste cayó sobre el mismo. Motivado por el hambre que en sus entrañas renacía caminó con las patas mojadas moviendo la cola, por una calle donde murió la última lámpara del alumbrado público.

A lo lejos, un niño de la mano de su madre llegó hasta el puesto de tacos, donde la mujer pidió una orden, que entre ambos desayunarían. El perro llegó hasta allí, con la cabeza agachada y husmeando sobre algún rastro perdido de comida. El niño recibió dos de los tres tacos y los comió lentamente, disfrutándolos hasta que sólo quedó un pedazo; de pronto miró a personas que lanzaron sendos gritos a un perro que se alejaba asustado de ellas, con la cola entre las patas. El niño no pudo dar el último bocado al sobrante de su taco y tratando de que su madre no le viera, lanzó el pedazo de taco hacia el perro que se había alejado con los ojos tristes y flacos. Éste perro se lanzó sobre lo que había caído cerca de él, descubriendo con sus sentidos agudizados por el hambre, que se trataba de comida. La devoró al instante. El niño lo miraba y lo llamaba con leves movimientos de su mano, pidiéndole que se acercara, pero al tratar de hacerlo se interpuso un grito entre él y ese niño que ahora ya no sonreía. Era la madre regañando al chiquillo, quien lo jaló otra vez de la mano, llevándoselo lejos del perro que abría el hocico, como sonriendo.

La madre continuó regañando al niño y éste al agachar la cabeza y sin querer, vio que el perro al que le había dado de comer, les seguía. En un descuido el niño se soltó de la mano de la mujer en el momento en que los dos cruzaban la calle, justo cuando un camión pasaba. La madre soltó un grito y el perro, a pocos centímetros del niño, se aventó con las patas delanteras para, sin proponérselo, dejarlo tirado fuera del alcance del camión y quedar él, debajo de las llantas, chillando de dolor. Cuando el niño pudo alcanzar a su amigo, éste miraba desde el piso con sus ojos vacíos, la salida entera del sol.

Cuento

“El perro que miraba el amanecer”

Rodrigo Hernández Sandoval

Rodrigo Hernández

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breve crónica de un diario de campoRafael Chaveste Navarrete (pasante de etnohistoria)

Los sonidos de Cuaxuchpa;

Cuaxuchpa, es una comunidad nahua localizada en la Sierra Negra de Puebla, perteneciente al municipio de San Sebastián Tlacotepec de Porfirio Díaz. Se encuentra en el extremo sureste del estado y colinda al norte con Veracruz y al sur con Oaxaca, así como de lado Este con

ambos. Tiene una altitud de 580 metros sobre el nivel del mar y su clima es subtropical.

A continuación comparto datos etnográficos pro-venientes de mi diario de campo, tratando de mostrar como los nahuas de Cuaxuchpa apre- henden el universo a través del sentido del

oído, en donde los sonidos, más que un fenómeno de la na-turaleza, son signos que marcan el ciclo agrícola, la tempo-rada de lluvias y de secas, así como celebraciones religiosas y la relación que los nahuas tienen con el “tiempo-espacio anecúmeno” [López Austin, 2008: 27], con lo divino, con lo sagrado.

En el trayecto hacia Cuaxuchpa, conforme el viejo camión de pasajeros avanzaba y me sumergía en la serranía, el paisaje seco y ardiente del asfalto se convirtió en un húmedo y pintoresco lugar, donde diferentes colores, olores y sonidos dan la bienvenida.

A pesar del aislamiento y la pobreza de los nahuas de la Sierra Negra, son evidentes sus ganas de luchar por la vida, misma que está en un constante cambio de hábitos culturales, los cuales se observan tanto en la forma de vestir como en las pocas tiendas que hay.

Una vez que llegué a mi destino, los coaxochconem o hijos de Cuaxuchpa, como ellos se llaman en náhuatl, me saludaron y mostraron interés por mi llegada. Me dirigí a la tienda de doña Alberta, quien después de saludarme, me preguntó si ya estaba listo para la fiesta del “Señor de las cinco llagas”, el santo patrono:

— Qué bueno que has venido a festejar a nuestro Señor con nosotros, más tarde vienen los músicos de Tehuacán. La fiesta es mañana, pero le cantarán en la noche las mañanitas, para que vea que no nos olvidamos de él. Está molesto por las envidias de nosotros, por eso le traemos música.

Mientras escuchaba las palabras de doña Alberta, me vino a la mente lo que el franciscano Gerónimo de Mendieta en el siglo xvi recopiló en su obra respecto a la música, su origen y su función:

“Dicen que el devoto de Tezcatlipoca, perseverando en esta su devoción, llegó a la costa del mar, donde le apareció en tres maneras o figuras, y le llamo y dijo: Ven

acá, fulano, pues eras tan mi amigo, quiero que vayas a la casa del sol y traigas de allá cantores y instrumentos para que me hagas fiesta […] Pues hecha la dicha puente, y dándole un cantar que fuese diciendo, entendiéndole el sol, avisó a su gente y criados que no le respondiesen al canto […]. Y así aconteció que algunos de ellos, pareciéndoles melifluo el canto, le respondieron, a los cuales trajo con el atabal que llaman ueuetl y con el tepunaztli […]” (sic)

[Mendieta,1945: 363]. Terminada la amena plática,

partí a casa de don Alberto Me-drano, pequeño ganadero y joven padre de familia, quien me co-mentó acerca de las tres campanas que se encuentran a las afueras de la iglesia, que en ese momento los topiles –uno de los cargos de la co-munidad– repicaban.

Una de ellas fue traída por el abuelo Medrano, es por ello que tiene grabado su nombre. Cada que se celebra algo, como Todos santos (día de muertos), la fiesta del santo patrono, o en bautizos y en fallecimientos, se tocan las campanas.

Debido al tiempo de traslado, no pasó mucho para que dieran las 12:15 a.m. Con linterna en mano hasta la iglesia, me dirigí al atrio donde la gente se reunió en espera de que los topiles termina-ran de tocar las campanas, mien-tras que los fuegos pirotécnicos iluminaban el cielo.

En un ambiente de melancolía y felicidad; todo se percibía en ese momento: los cuetes, la banda de viento y el repique de las campa-

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mundo creado por los dioses y habitado por las criaturas: los hombres, los animales, las plantas, los astros [López Austin, 2008:27], los cuales estaban en constante relación.

El ritual, como forma de reproducir y mantener el orden del cosmos, fue una manera en que el hombre se relacionó con el tiempo-espacio de las divinidades. La música, a través de los sonidos, permitía que aquellos dos mundos llegaran a involucrarse de una forma íntima. Se creaba una estrecha relación entre el mundo de los dioses y el mundo de los hombres.

En la actualidad, resistiendo al tiempo, los nahuas de Cuaxuchpa mantienen vivas muchas creencias en cuanto a su forma de entender e interactuar en el universo y relacionarse con la divinidad. Estas creencias son producto del choque entre dos culturas, en donde el cristianismo en busca de anteponerse a la tradición religiosa mesoamericana, dio como resultado una nueva religión, en la cual el núcleo duro o matriz de pensamiento mesoamericano, nos regala la esencia de una tradición milenaria.

Bibliografía:López Austin, Alfredo2008 “Los mexicas ante el cosmos” en Arqueología Mexicana, vol.

91, México, Raíces, pp. 24-35.Mateos Segovia, Elizabeth 2009 Las hierbas mágicas del tonal. El uso de herbolaria y

animales con fines curativos en Cuaxuchpa, Sierra Negra de Puebla, México, inah-sep, p. 219.

Mendieta, Gerónimo de 1945 Historia eclesiástica indiana. México, Salvador Chávez

Haynot, p. 363.

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nas que festejaban al “Señor de las cinco llagas”. Era el cuarto viernes de cuaresma, el 16 de marzo; los sonidos anunciaban el importante momento tanto para Cuaxuch-pa como para las comunidades aledañas, que peregrinaron para estar presentes en la celebración.

Llamó mi atención una de las dos imágenes del santo patrono, la más vieja y preferida de los coaxochconeme, cuya cruz des-cansa sobre un monte adornado con flores. Recordé lo que en una visita anterior me compartió doña Leónides:

—Mi madre me contó que un día vinieron unos músicos, los había contratado “quién sabe quién”, pero allá arriba fueron. Subieron al Covatepetl y ahí se perdieron; mucha gente se ha perdido, el cerro se los traga, los engaña, ven oro en las entradas; a veces se escucha música hasta arriba, yo los he escuchado […]

Para los nahuas del siglo xvi existía el tiempo-espacio original y ajeno, anecúmeno; donde habitan los seres divinos, las fuerzas, los muertos y el tiempo-espacio causado, propio, ecúmeno; el

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Tradicionalmente, desde hace muchí-simos años –incluso desde el siglo xix–, las revistas fueron espacios idó-neos para la discusión académica.

En las disciplinas pertenecientes a las ciencias sociales y las humanidades se crearon muchas y diversas publicaciones que tuvieron distin-ta suerte: algunas de vida efímera y otras con trayectorias más largas.Desde los años sesenta, y hasta inicios de los ochenta del siglo pasado, proliferaron varias publicaciones que en sus páginas buscaban conjuntar los aspectos académicos con otras inquietudes teóricas y políticas, porque –a fi-nal de cuentas– uno de los caminos naturales del trabajo académico es su vinculación con la política y con el planteamiento de nuevos enfoques teóricos en aspectos esenciales de la vida social.

Como ejemplos de este tipo de revistas que han abordado distintas aristas del amplio es-pectro de las ciencias sociales –algunas de tipo institucional– , debo mencionar entre ellas a

Cuicuilco, Juan Perujo (Gerente editorial de Ediciones Castillo)

Antropología e Historia (nombre que tuvo el boletín oficial del inah) entre 1960, año de su creación y 1985, cuando dio paso a otra nomenclatura para dicho boletín. Historia y sociedad, fundada en 1965 y desaparecida a mediados de los años ochenta, era un espacio en el que confluían la historia y la sociología. Cuadernos políticos, que salió a la luz pública en 1974, creada por Ediciones era y que signi-ficó un espacio de discusión teórica y política. Nueva Antropología, nacida en 1975, abordaba diversos aspectos de los problemas torales de las ciencias sociales en México, también con énfasis en la antropología. Cuicuilco, revista de la enah que surgió en 1980, se pensó como un medio para el debate de temas de las discipli-nas antropológicas.

Basten estos ejemplos para mostrar la efer-vescencia, continuidad –con sus sobresaltos, es claro– y necesidad de espacios para el de-bate académico, teórico y político.

En 1984 fue creado el Sistema Nacional de Investigadores (sni) por el Consejo Nacional

un recuento de su historia

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de Ciencia y Tecnología (Conacyt), como una respuesta –así se planteó– del gobierno fe-deral para hacer frente a las secuelas de esa pequeña parte de la perenne crisis vivida en este país que fue la crisis económica de 1982, la cual había afectado el financiamiento de los proyectos académicos y para dar seguridad y continuidad a los mismos.

Pero ¿por qué menciono al sni? Porque sig-nificó un parteaguas en la vida académica en México. Pervirtió las prácticas académicas –la docencia y la investigación– al condicionar un salario digno para investigadores y profesores a la presentación de una serie de requisitos –renovables cada cierto tiempo– con los cuales se “demostraría” que ese individuo “mere-cía” recibir un sobresueldo y apoyos para su práctica académica. Lo cual, en los hechos, significó ir condicionando –de un modo más evidente, porque desde antes ya sucedía– el trabajo, sus productos –horrible palabreja efi-cientista– y los resultados.

Esto incidió en que las revistas dejaran de ser esos espacios de debate, de discusión, y entraran en una ficticia categorización entre revistas científicas –las que “sí” cubren las estrictas normas de transmisión del conoci-miento y dirigidas a los especialistas– y las de divulgación y difusión –“pobre” hermana pe-queña que llega a un público heterogéneo, sí interesado, pero sin la sapiencia académica–, como si los trabajos publicados en uno u otro tipo de revista carecieran de rigor, de seriedad y que la divulgación fuera casi una práctica menor del quehacer académico.

Esta perversión llevó a que se perdiera de vista el sentido original que tenían las revistas en, por lo menos, el ámbito de las ciencias so-ciales y las humanidades. Los mismos investi-gadores han caído en este juego y en muchas ocasiones, deciden dónde publicar de acuerdo con esos estándares, ya que aparecer en una revista científica les brinda puntos para sus evaluaciones y sobresueldos, aunque lo más probable es que les quite lectores.

Pasemos ahora al aspecto central de este artículo: los avatares de las revistas. Hay una serie de males endémicos, por llamarles

de este modo, en toda revista universitaria o académica. Para no aburrirlos con una larga lista, baste mencionar los más importantes o frecuentes: irregularidad en la aparición de cada número, los tortuosos caminos de la dic-taminación que casi siempre se hace de modo honorario, los cambios en la conformación de los equipos editoriales, los problemas presu-puestarios, la casi nula distribución que las hace casi clandestinas, y un largo etcétera. Toda persona que haya estado en contacto con alguna revista, ya sea como autor, editor académico o editor, puede hablar de alguno de estos casos.

Si hiciéramos un estudio “estratigráfico” del caso de Cuicuilco. la revista de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, tal como es su nombre oficial, veremos que ha pasado por cuatro grandes fases –con una protofase–; cada una de ellas con sus características téc-nicas y sus contenidos que responden a un contexto académico, político y cultural en el modo de hacer revistas.

Así, podemos fechar a Cuicuilco 1 como el momento más temprano, cuando surge esta revista. Esta etapa se caracteriza por ser una revista con un formato inusual para estos tiempos. Un tamaño oficio –24 x 32–; con pá-ginas de texto a dos, tres y hasta cuatro colum-nas, en donde la idea no era tanto hacer una página atractiva, sino que le cupiera el mayor texto posible. Sus portadas recurrían a una gran fotografía del archivo de la enah y que ligaba con la primera sección de la revista. Ini-ciaba con una sección llamada “Testimonio”, en la que se recogían experiencias muy crudas de la vida convulsionada de América Latina, en especial Centroamérica, señalo esto porque muestra de modo muy evidente, el carácter que tenía la revista en ese entonces. Era para la acción, para el debate académico y político. Y así se organizaba por el debate, la polémi-ca. No había un tema que conjuntara o hilara cada número. Como dato curioso baste seña-lar que el índice aparecía hasta la página 7, lo principal era introducir de inmediato al lector en sus temas. En esos primeros años tuvo cier-ta regularidad la revista.

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La fase 2 de Cuicuilco, inicia en el año 1983, donde se pasa a un formato más tradicional de 21 x 27 –tamaño carta–, y continúan las dos columnas de texto, pero mucho más legibles en términos editoriales. La portada es con un diseño muy simple, con alguna viñeta o foto-grafía sobre fondo blanco. Es una fase en que la revista mira hacia el interior de la enah. Su contenido sigue con las mismas secciones al principio, pero claramente disminuyen la efer-vescencia política y el debate académico, tan es así, que la sección “Testimonios” pasa del inicio de la revista hasta el final, y se empieza a dar a cada número, una unidad temática al agrupar artículos bajo una misma problemá-tica, desde diferentes ángulos. La revista se vuelve por sus contenidos más “académica” y menos política. En esta nueva fase empieza a predominar la irregularidad y deja de tener tres números por año, a salir un promedio de uno y medio por año.

Hay una protofase o fase 2b que se trata de un número 22 sobre Historia Oral, que re-presentaba un cambio respecto a la etapa an-terior –incluía ya una portada a todo color–, y que anunciaba la nueva fase. El eje sí era una temática específica, pero también había espacio para artículos sueltos que abordaban otros temas.

Continuando con nuestro trabajo estrati-gráfico llegamos a la fase 3 de Cuicuilco. En esta fase la revista recuperó una regularidad trimestral y se caracterizó por un cambio radi-cal de diseño, más moderno y acorde con esos años en que la computadora irrumpió en el medio editorial, aportando un sinnúmero de ventajas y el inicio de algunos vicios –como los muestrarios tipográficos en que se convir-tieron muchas publicaciones, dando paso a los que algunos llamaron el art nacó editorial–; se jugó con dos columnas –como antes–, pero por su disposición, de una ancha y otra delgada, al centro tenía la intención de que visualmente parecieran tres, al juntarse las dos columnas delgadas de las dos páginas. El tamaño conti-nuó siendo carta y se buscaron hacer portadas muy atractivas al usar plastas de color muy fuertes y llamativas. El contenido giraba en

torno a un tema –que le daba nombre al nú-mero–, pero dando un espacio muy grande a otros artículos, con una sección llamada Parén-tesis (y en las disciplinas antropológicas, estos paréntesis suelen ser más amplios). Es en esta época cuando se inicia un proceso de profe-sionalización en el área, que permitiera hacer todo el proceso editorial en la propia escuela. Así, ahí se corregía, se formaba y se dejaban los materiales listos para impresión.

Llegamos así a la fase Cuicuilco 4, donde la revista encuentra un camino institucional de-finido. Su tamaño cambia a un medio oficio –16.5 x 22–, su diseño la emparenta más con otras revistas académicas universitarias; en la portada se empezó a exponer una pintura a color –que no pretendía contextualizar nin-gún tema– y se le dio un tono más serio. Su cambio en el año 1994, se debió a la necesidad de tener una revista arbitrada internacional-mente que permitiera indexarla en los índices de Conacyt y contar así con un respaldo pre-supuestal, que le diera una solvencia y regu-laridad definitiva. Se continuó con un dossier que le diera nombre al número, pero se dejó de privilegiar la aportación de académicos de la enah, como en otras épocas y se invitó a es-pecialistas de otras instituciones.

Es en esta fase que ya abarca largos 18 años, en la que nos encontramos. Cuicuilco ha su-frido de todo, pero ha sido un fiel reflejo de la enah, al mantenerse contra viento y marea. Ha logrado un fortalecimiento institucional y ya no importa de modo definitivo, quienes sean las personas que están al frente, ya sea en su parte académica o en su parte editorial; ahí sigue, firme en su labor por darle otras mi-radas al quehacer antropológico.

No quiero terminar sin recordar a una per-sona que ya no está entre nosotros, pero que su aportación a Cuicuilco fue invaluable des-de diferentes espacios: la subdirección de la escuela, extensión académica, la administra-ción, pero también como autora, directora de la revista e integrante del Comité editorial. Me refiero a la antropóloga Eyra Cárdenas. Sin su trabajo para Cuicuilco, por cerca de 15 años, no habría esta estabilidad institucional.

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Hace más de quince años, luego de caminar como doce kilómetros, lle-gaba por primera vez a una aldea Avá-Katú-Eté, también denomina-

dos Avá-Guaraní, los "auténticos-verdaderos-hombres". Desde ese día, estos moradores de la selva me recibieron en sus fuegos, y la pri-mera comida en convidarme, el dueño de la casa, fue a base de maíz, avati en su lengua. En el compartir alrededor del fuego, me enseña-ron sobre su modo de ser. He aquí unas líneas sobre el sustento principal de esta etnia:1

La creación del maíz se debe a Ñanderu Guasu, Nuestro Gran Padre, quien en el proce-so de la Creación, al preparar su conuco* por roza-quema, lo primero que plantó fue dicho grano. Posteriormente, pidió a su esposa que trajera maíz tierno del conuco e hiciera mbai-py, polenta de maíz; desde ahí la cosecha de los frutos quedó a cargo de la mujer. Por eso lo primero que debe hacer un recién casado, es lo que hizo Ñanderu Guasu, proceder a construir su casa y después plantar maíz para comer.

Una particularidad de la planta de maíz, es que difícilmente se dispersa y reproduce sin la ayuda del ser humano; por sus características, tiene granos adheridos al marlo-espiga y sus hojas, que envuelven celosamente la mazorca, son incapaces de abrirse por sí solas para dejar libre la semilla.

En el caso del proceso productivo, no es posi-ble pensar que las técnicas se “dan”, separadas de toda la estructura, en la cual se generan y se transmiten. Todo está ligado al corpus cosmo-

1 Hugo Florencio Centurión Mereles, investigador inde-pendiente. Licenciado en Pedagogía por la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción, Maestría en De-sarrollo con especialización en Antropología y Sociología Ambiental por la Universidad Nacional de Asunción.Pre-mio de Antropología Paraguaya Dra. Branislava Susnik, año 2000.*Conuco.- Porción de tierra que los indios taínos dedica-ban al cultivo.

El avati como sustento, ritual y costumbre, entre los

Hugo Florencio Centurión Mereles1 investigador invitado (Paraguay)Avá-Katú-Eté

gónico, en los preceptos y normas dejadas por Ñanderu Guasu.

En las chacras*, los chamanes todavía rezan una oración para espantar a las plagas-enfer-medades, en tres de las esquinas de la parce-la atacada, dejando la última libre para que salga la enfermedad. A veces, son los propios dueños quienes en su recorrido por la misma, aplican tanimbu, cenizas en ciertas partes de la parcela contra los insectos.

Indí

gena

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* Chacra.- (Del quechua ant. chacra, mod. chajra). Alque-ría o granja.

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El maíz es la columna vertebral de la cultu-ra Avá-Guaraní –como de todos los grupos ét-nicos Guaraní– y todo lo que indique cambios en la producción, consumo y re-distribución de este grano, significa una transformación en la propia reproducción social, cultural y biológica de la etnia. La cosecha de maíz (cho-clo) se produce a los 90 días luego de su siem-bra; el avati morotĩ (chipa) y el karape pytã, se siembran de julio a octubre; el avati pororo y el morotĩ porã (locro), se siembran de agosto a febrero. Al maíz sembrado luego del 24 de ju-nio, se le llama avati San Juan, por ser día del santo patrono.

El maíz es fundamental en el ceremonial más importante que practican los Avá-Katú-Eté; el ñemboʼe kaʼaguy (rezo de la selva).

El ñemboʼe kaʼaguy o jeroky ñemboʼe

El ñemboʼe kaʼaguy, es una ceremonia que se realiza en ciertas épocas del año, determinado por los sueños del chamán y los sucesos que alteran el orden social. Anteriormente se rea-lizaba sólo una vez al año, para celebrar la co-secha de maíz; los maíces a punto de ser con-sumidos deben ser objeto de esta ceremonia.

El chamán empieza y termina los rituales con una reverencia llamada jerojy, realizada frente al altar, mirando hacia el este, en la cual flexionan la rodilla tres veces. Frente al altar, hay también una organización jerárquica en la posición de las personas, permaneciendo el Paʼi Kaʼaguy en el centro de la línea, seguido de sus principales ayudantes, y así en adelan-te. Los danzarines y niños con menor habili-dad permanecen en las puntas o se acoplan ya iniciado el ritual.

Seguidamente, el oficiante empieza a hacer sonar su maraca y a danzar con las rodillas flexionadas, moviendo los hombros con el característico: ¡He!, ¡He!, ¡He! Las mujeres no tardan mucho en ejecutar el takuapu (bastón de ritmo) y el coro se incrementa con sus vo-ces, cada tanto el oficiante realiza plegarias y la salivación es constante; en este caso se utili-zan palabras espirituales tradicionales que no se pueden interpretar con la palabra común y

mucho menos se pueden expresar en español, que es una lengua diferente. En este momen-to, otros participantes, incluyendo niños y vi-sitantes (si los hay), pasan a danzar una serie de coreografías. Las muchachas tomadas de las manos y las adultas de los brazos, danzan al lado una de otra, un pie empujando al otro, en sentido norte-sur. Los hombres y niños se deslizan de un lado a otro, muchas veces en círculo. Caminar es el movimiento básico de la danza del grupo, cimentada en la peregri-nación-caminata que protagoniza Ñanderu Guasu a Ybytimi.

El canto, la danza y la oración, son aspectos de un mismo acto religioso, revelados e inspi-rados de manera personal. Las palabras son puentes que comunican el pasado, el presente y el futuro; que unen los mundos.

El jeroky ñemboʼe como ritual, se convierte en ocasión inefable para renovar y reforzar a diario los vínculos sociales y cosmogóni-cos, en tanto constituyen espacio-tiempo de interacción dialógica de los actores humanos (Avá-Katú-Eté) entre sí y los actores divinos Nanderu Guasu, Ñandejára, y es en esta con-fluencia de esferas donde encuentran momen-to oportuno para la reactualización y resignifi-cación –por mediación de la pareja chamánica que los conduce– las normas y preceptos que sustentan el teko Avá-Guaraní.

El ñemboʼe kaʼaguy tiene como propósi-to alejar el pochy, la agresividad. El enojo es el primer afecto que aparece en el mito de la creación y causante del conflicto, es la causa de que Ñanderu Guasu salga disgustado, ale-jándose, al dudar de Ñande Sy (“Nuestra Ma-dre”), quien le aseguró que ya se podía cose-char maíz.

En los rituales se utiliza el tabaco (Nicotina tabacum) en el petÿngua, pipa de barro o made-ra, con el que el chamán hecha bocanadas de humo sobre la coronilla de los participantes. Mediante el uso de determinados elementos simbólicos, el indígena se conecta y se reen-cuentra con sus orígenes.

Este ceremonial tiene una duración total de nueve días. Al cuarto día se elabora el Kaguĩ, chicha de maíz, que beben los participantes

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desde la batea ceremonial en el altar que mira hacia el este.

La elaboración del kaguĩ

Las mujeres fabrican el kaguĩ, masticando trozos de maíz, previamente pisado en el mortero y hervido en recipientes, que van escu-piendo en la batea de cedro para mezclarlo con agua; su sabor es agridulce. Uno de los principales cambios en el proceso de elaboración de chicha de maíz es el uso de molinos en vez de morte-ros, para triturar los granos. Después de tres días, una vez fermentado y filtrado, está listo para el consumo. También se puede elaborar de bebida de caña de azúcar y miel de abeja. La prepa-ración requiere de mucho esfuerzo, aunque no de utensilios especiales para su preparación y tiene un bajo costo de producción.

Las propiedades medi-cinales que se le atribuyen a esta bebida son: evitar el cansancio, combatir la gri-pe, dar fuerza muscular y espiritual. El consumo de esta bebida sigue siendo una de las principales carac-terísticas de la cultura Avá-Guaraní.

Mientras existan mujeres que preparen la chicha de maíz para estas ceremonias, un chamán que los congre-gue en la casa de oración, y conecte lo humano con lo divino, es seguro que la cul-tura Avá-Katú-Eté seguirá manteniéndose en pie.

La licenciatura de Lingüística inició ya el pro-ceso de conformación del Archivo de Len-guas de la enah (arlenah), con la finalidad de ampliar y sistematizar los datos del corpus

actual del laboratorio, conformado por grabaciones aportadas por alumnos de la licenciatura, que cabe señalar, es digno de la importancia de la institución.

El proyecto, encabezado por el encargado del labo-ratorio, Octavio Alonso González, se encuentra en su primera fase de desarrollo, debido a la dificultad que implica conseguir los datos, también “porque se re-quiere crear confianza en los investigadores para que estén dispuestos a compartir su material”, señaló el en-trevistado.

“La intención es crear una red interinstitucional que permita el acceso a la información de las lenguas que se han documentado y actualmente se investigan en México, con la colaboración de instituciones como inali, colmex, ciesas, iia-unam, iifl-unam, uam-i, Universidad Veracruzana Intercultural e inah”, dijo González.

Dentro de las labores propias del laboratorio, destaca el trabajo de documentación del tarifit (lengua bereber de la familia afro-asiática hablada en la región del Rif, en el noreste de Marruecos), el propósito a largo pla-zo es poder presentar una gramática de referencia. Di-cho trabajo es una colaboración con el Departamento de Lenguas; en él participan, el profesor de la lengua y alumnos de diversas licenciaturas que se imparten en la escuela.

Cualquier alumno de la enah interesado en el esfuer-zo de la producción del archivo del laboratorio se pue-de sumar a las labores a través del servicio social; del programa de becarios o la donación de todo material que permita la documentación de las lenguas: audios, videos, transcripciones, notas de campo, entre otras fuentes de información.

Rodrigo Ortiz Sánchez

Crean archivo de lenguas en la enah

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ÉNTRALE AL CONCURSO DE OFRENDAS

Fiesta de las catrinas y

Concurso de calaveras

ESTE NOVIEMBRE NOS PROPONEMOS REALIZAR UN MAGNO CONCURSO DE ¡¡OFRENDAS VIVAS!!

Sí, como lees, vivitas y coleando. Imaginamos unas ofrendas con elementos vivos, ya sea con personas, animales o plantas caracterizados para la ocasión.

¡No te puedes perder esta oportunidad de mostrar tus dotes histriónicas, tu creatividad y tu talento!

¡Participa!

Mayores informes con Karla Bustos, Difusión Cultural de esta escuela

El Boletín de la ENAH recibirá desde ahora calaveras literarias con dedicatoria. Anímate a colaborar y, para empezar, ahí les va esta:

Para el Director:

Estaba acostado el Vera

cuando de pronto pensó,

como sesudo que era

¡Yo director de la ENAH!

que formidable tarea

pero poco le duró

su fantástica quimera

que cual triste primavera

la parca se lo llevo

derechito a la nevera

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Saltar la cuerda, practicar el Jab, mover la cintura, colocarse vendas en los pu-ños; son algunos de los elementos que deben ser conocidos y manipulados

por aquellos –amateurs y profesionales– que aspiren a subir a un Ring.

Pugilista de corazón, psicólogo y antrop-ólogo social, Salomón García dirige desde hace dos años al equipo de box amateur, en la enah. El entrenador deportivo, quien cuenta con ex-periencia en olimpiadas nacionales, comentó en entrevista para Boletín enah que, “uno de los objetivos principales dentro del programa de esta actividad, es fomentar el desarrollo de una cultura deportiva en la comunidad de la escuela, tanto en mujeres como en hombres”.

Para impulsar el desarrollo de esta cultura deportiva, se han organizado competencias de carácter amateur, como la realizada hace año y medio, durante una celebración de una comu-nidad Triqui –donde Salomón García también es entrenador de box, ubicada en la Ciudad de México. En dicha competencia destacó por su papel en el ring, Itzamna Guarneros, compa-ñero de quinto semestre de Etnología, quien obtuvo un reconocimiento por su labor en la contienda.

El entrenador deportivo argumentó que es fundamental que las autoridades de la escuela vislumbren “un lugar donde se pueda edificar un gimnasio, o un sitio propio para la instruc-ción del boxeo y el acondicionamiento físico.”

Actualmente, el equipo de box toma como “gimnasio al aire libre” la parte trasera del edi-ficio principal, ahí los estudiantes se reúnen, dejando que las vendas canalicen lo que libre-tas y libros generan.

Haciendo un llamado para promover el box-eo amateur e impulsar proyectos que fomenten y desarrollen una cultura deportiva en la co-munidad de la enah, Salomón García invita a todos los interesados a participar en el taller que dirige, lunes, miércoles y viernes de 13:00 a 15:00 horas.

Osvaldo Mendoza

SALTANDO LA CUERDA EN LA ENAH

Osvaldo Mendoza

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Periférico Sur y Zapote, s/n col. Isidro Fabela, Del. Tlalpan, C.P. 14030, México, D.F.

Boletín ENAHinvita a participar a los alumnos de las siete disciplinas que se imparten en la escuela (antropología física, antropología social, arqueología, etnología, etnohistoria, historia y lingüística). Envía tus diarios de campo, reseñas, entrevistas, dibujos, poemas, cuentos, anuncios, etc., al correo:

CarteleraOctubre

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Exposición de arte-objeto: Barbie alterada1 al 5 de octubre de 2012Espacio cultural Media LunaInformes: René Ferreiro

I Congreso Internacional. La antropología social en el siglo xxi1 al 8 de octubre de 201209:00 a 21:00 hrs.Auditorio Román Piña ChanInformes: María Elena Padrón: 50 06 04 87 ext. 244

Presentación del libroIxtlahuacas: población, haciendas, pueblos y sistemas de trabajo colonial (1640-1711) 4 de octubre de 201217:00 a 20:00 hrs.Sala Dra. Eyra Elizabeth CárdenasInformes: Dra. María Isabel Campos [email protected]és Latapí Escalante [email protected]

XIX Coloquio de Experiencia de Campo8 al 12 de octubre de 20129:00 a 20:00 hrs.Auditorio Román Piña ChanInformes: Fernando Irwin Badillo: 52 12 50 66 55 13 00 95 94 [email protected]

Coloquio: Reflexiones en torno a la discriminación racial y étnica10 al 12 de octubre de 201210:00 a 20:00 hrs.Auditorio Javier RomeroInformes: A.F. Haydeth Morales [email protected]

Presentación del libro: Antropología Filosófica, psicoanálisis y pensamiento postmetafísico 15 de octubre de 201218:00 a 20:00 hrs.Auditorio Javier Romero MolinaInformes: Francisco de la Peña: 55 36 93 52 [email protected]

Coloquio: Mujeres Indígenas, participación y transformaciones generacionales17 al 19 de octubre de 201210:00 a 20:00 hrs.Auditorio Javier Romero Molina

Ciclo de conferencias: Rostros e Inferencias. Investigaciones y reflexiones en torno al cincuenta aniversario de “Archaeology as antropology” y el cuarenta aniversario de “Archaeological context and systemic context”23 de octubre de 201209:00 a 19:00 hrs.Auditorio Javier Romero MolinaInformes: Gustavo Sandoval [email protected]

Coloquio de Laboratorios25 al 26 de octubre de 2012De 10:00 a 14:00 hrs. y de 16:00 a 20:00 hrs.Auditorio Román Piña ChanInformes: Natalia Bernal [email protected]

Presentación del libro: Casinos y Poder. El caso de Kickapoc Lucky Eagle Casino29 de octubre de 201218:00 a 21:00 hrs.Auditorio Javier RomeroInformes: Elisabeth A. Mager Hois [email protected]

Las estéticas de la calle: Diversidad y complejidad en el grafiti como práctica cultural urbana29 al 30 de octubre de 2012 10:00 a 20:00 hrs. Auditorio Román Piña ChanInformes: Marco Tulio Pedroza 41 78 15 [email protected]

Entrada libre / Museo Nacional de Antropología / 27 de septiembre al 7 de octubre de 2012

Presentaciones de los libros de la enah miércoles 3 de octubre desde las 16:00 hrs. en el salón Tláloc