Boletín salesiano 382, Enero - Febrero 2014

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Edfitorfial

P. Marcelo Farfán Pacheco, sdbInspector

esde Turín el 19 de marzo de 1885, cuan-do le quedaban menos de tres años de vfida, Don Bosco sfintfió la urgencfia de es-crfibfir una carta a sus salesfianos motfivan-

do a la dfifusfión de los buenos lfibros o apostolado de la buena prensa como le gustaba llamar.

A Don Bosco se le negó el prfimer premfio en la Exposficfión Nacfional de la Industrfia (Turín 1884). Este hecho le llevó a pensar que sfi bfien algunos aprecfiaban su labor edfitorfial, otros estaban mo-lestos por el bfien que hacía en los ambfientes po-pulares y juvenfiles. Este acontecfimfiento empujó a Don Bosco a recomendar vfivamente a los salesfia-nos la mfisfión de dfifundfir los buenos lfibros.

En la famosa carta Don Bosco calfifca de dfivfina la dfifusfión de los buenos lfibros porque contrfibuye a la glorfia de Dfios y la salvacfión de las almas. Para nuestro fundador, los buenos lfibros, repartfidos en-tre el pueblo, son uno de los medfios verdaderamen-te a propósfito para mantener el refino de Dfios entre las almas y señala que «qufien regala un lfibro, aun-que no obtenga otro resultado que el de haber suscfitado un pensamfiento sobre Dfios ya se apun-ta ante Este un mérfito fincomparable».

Don Bosco especfifca las razones por las cuales los salesfianos debemos entregarnos a la dfifusfión de los buenos lfibros:

a. Afrma que esa fue una de las prfincfipales em-presas que el Señor le encomendó y que la asumfió con enorme empeño a pesar de las mfil ocupacfiones que tenía.

b. El haber consegufido edfitar más de vefinte mfillones de opúsculos en menos de trefinta años, prueba que esa tarea cuenta con la ayu-da de Dfios.

c. La dfifusfión de los buenos lfibros es uno de los fnes más fimportantes de la Congregacfión como lo señalan las Constfitucfiones.

d. Clarfifca que los lfibros que hay que dfifundfir son los de contenfido moral y relfigfioso, pensado sobre todo para los jóvenes pobres, pero que figualmente deben llegar a toda la socfiedad.

De manera especfial, finvfito a la Famfilfia Salesfiana a través del BS a ser más audaces y creatfivos para aprovechar el esfuerzo edfitorfial que se vfiene de-sarrollando en nuestra Inspectoría. Tenemos un campo vasto de mfisfión y contamos con las pro-puestas necesarfias, pero hay que asumfir esta ta-rea con pasfión y creatfivfidad.

Don Bosco, en pleno sfiglo XIX vfivfió su compro-mfiso con los jóvenes como escrfitor prfimero, lue-go como edfitor e fincluso como empresarfio, pero sfiempre como propagandfista y dfifusor de la bue-na prensa para sus jóvenes y los sectores popula-res. Don Egfidfio Vfiganó afrmaba: «Don Bosco puso en marcha un conjunto de finficfiatfivas edfitorfiales que, a dfistancfia, lo hacen aparecer como hábfil y clarfivfidente propulsor de la comunficacfión socfial».

Ffieles a nuestros orígenes y vocacfión salesfiana hagamos de la comunficacfión socfial, especfial-mente de la «buena prensa», uno de los rasgos vfivos y esencfiales de nuestra actfivfidad apostólfica (CGXXII).

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RECTOR MAYOR

LA ESPIRITUALIDAD SALESIANAPASCUAL CHÁVEZ VILLANUEVA

Un recuerdo de mfi finfancfia

e vfivfido sfiempre en-tre amfigos. Recuerdo los años de mfi finfan-cfia: «En medfio de mfis

compañeros me sentía muy amado y temfido... De mfi parte hacía el bfien a qufien podía, pero el mal a nfinguno. Los compañeros me querían... Aunque yo era más pequeño en estatura tenía fuer-za y coraje para fintfimfidar a los compa-ñeros de mayor edad». Era aconsejado por mfi madre, qufien me sugfirfió: «En la amfistad la experfiencfia y no el corazón debe enseñarnos». Esta leccfión de vfida me llevaría más adelante a orfientar a mfis muchachos, aconsejándoles: «Los amfigos escogedlos sfiempre entre los buenos conocfidos, y entre ellos los me-jores y tambfién de los mejores fimfitad el bfien y esqufivad los defectos, porque todos los tenemos».

En los dfiez años transcurrfidos en Chfie-rfi, prfimero como estudfiante y luego como semfinarfista, había cultfivado muchas amfistades maravfillosas. Junto a tantos compañeros había compar-tfido los compromfisos de sfincera pfie-dad, de estudfio apasfionado, de alegría contagfiosa y serena en busca de bellos fideales que enrfiquecían nuestra vfida.

La amfistad, aquel toque adfi-cfional en la educacfión

Para mí la amfistad es un valor que debe tomarse en serfio y no como una aventura de adolescentes. Ordenado sacerdote, me puse en contacto con muchos jóvenes separados de la fa-mfilfia y de los lazos culturales, catapul-tados a una bullficfiosa cfiudad como Turín. La prfimera experfiencfia en el campo me había convencfido de una cosa: o conqufistaba estos chficos con la bondad o los habría perdfido para sfiempre. Era un camfino nuevo, como pfionero.

Me vfiene espontáneamente a la me-morfia un epfisodfio. No sabía el nombre de este chfico que estaba escondfido en el calor de la sacrfistía de la figlesfia de San Francfisco de Asís, aquella mañana del mfiércoles 8 de dficfiembre de 1841. No lo había vfisto nunca hasta ahora. Sfin embargo, cuando me dfi cuenta de que el sacrfistán estaba a punto de golpearle con la escoba, fintervfine con una frase que se me convertfiría en ha-bfitual: «Es un amfigo mío». Palabra má-gfica que fiba a usar hasta el lecho de muerte. Se convertfiría en mfi tarjeta de vfisfita, dfiríamos hoy mfi tweet.

Lo repetía constantemente: «Haz que todos aquellos con los que hables, se convfiertan en tus amfigos». E findfica-ba a los nfiños un programa de vfida dficfiéndoles: «Recuerden que será sfiempre para ustedes un hermoso día cuando puedan ganar con buenos ac-tos a un enemfigo o hacer un amfigo».

Jesús, el amfigo

Para llegar a ser un sacerdote enfrenté renuncfias, sacrfifcfios, humfillacfiones porque yo tenía en el corazón el sue-ño de dedficarme a los jóvenes. Pero eso sí, yo no quería ser un flántropo (palabra que en aquellos tfiempos era la más popular) que se hacía cargo de muchos chficos dfispersos y sfin famfilfia y que tambfién era un sacerdote. ¡No! Yo era un sacerdote que amaba tan fintensamente al Señor que lo quería hacer conocer y amar a los chficos. El afecto que demostraba a los jóvenes era un refejo del amor que me unía a Dfios. Era Él mfi guía y a Él debía dfirfi-gfir a los jóvenes a mfi alrededor y que me encontraba en la calle o en los bares, que fiba a vfisfitar a su lugar de trabajo o que encontraba en prfisfión.

Jesús, el amfigo

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RECTOR MAYOR

Creo que fue un bonfito, un defnfitfivo descubrfimfiento cuando, todavía ado-lescente, había comenzado a vfivfir una íntfima amfistad con Jesús. Los lfibros de-vocfionales casfi no hablaban de ello; en la experfiencfia relfigfiosa era todavía una novedad. De hecho se respfiraba un clfi-ma rfiguroso, resultado de la corrfiente jansenfista por la cual Dfios se veía más como un juez que como un padre. No era fácfil confgurar la vfida crfistfiana como una respuesta de amor entre amfigos. Provfidencfiales fueron para mí los tres años del Convfito Eclesfiástfico. Había aprendfido a ser sacerdote con las fideas claras y con el corazón abfierto a confar tanto en lo humano como en la mfiserficordfia del buen Dfios.

Muchos de los chficos con qufienes hfice amfistad eran huérfanos: tenían necesfi-dad de poder descubrfir en el Señor un amfigo fel, algufien en qufien confar sfin reservas. Cuando escuchaba sus con-fesfiones señalaba a ellos un secreto: Jesús es un amfigo que nos garantfiza sfiempre el perdón del Padre. Insfistía en la mfiserficordfia dfivfina. Decía pocas pa-

labras, pero eran sufcfientes para despertar en su corazón la nostalgfia de Dfios. Florecía en sus vfidas

la es-

peranza y la alegría, porque se sentían amados. Les decía: «El confesor es un amfigo que nada más desea el bfien de nuestra alma, es un médfico capaz de cu-rar el alma, es un juez no para condenar-nos sfino para absolvernos y líbranos». A mfis salesfianos recomendaba: «No vuel-van odfiosa y pesada la confesfión con fim-pacfiencfia o con regaños».

Concebía la vfida crfistfiana como una contfinua ascesfis. No era sufcfiente recfibfir el perdón, tambfién se necesfi-taba un alfimento especfial. Es por eso que yo finsfistía en el valor de la Santa Comunfión. A mfis chficos no fimponía sfino que sfimplemente sugería: «Algu-nos dficen que para tomar la comunfión a menudo tfienen que ser santos. No es cfierto. La Comunfión es para qufien qufie-re hacerse santo. Los remedfios se dan a los enfermos, la comfida se le da a los dé-bfiles». Estaba convencfido de que «to-dos tfienen necesfidad de la Comunfión: los buenos para mantenerse buenos, los malos para hacerse buenos».

Acercarse a Jesús amfigo, presente en la Eucarfistía, no podía convertfirse en un hábfito, aunque sea bueno. Es ne-cesarfio el compromfiso y la coherencfia de vfida. En este punto no era fexfible, porque con mfis jóvenes nunca he sfido un educador medfiocre. Los sabía ca-paces de generosfidad y sacrfifcfio. La experfiencfia me lo garantfiza-

ba. Por esto no tenía mfiedo de decfir-les: «¿Cómo serán las comunfiones que no producen nfinguna mejoría?».

En 1855 tuve la oportunfidad de conven-cer al mfinfistro Rattazzfi de permfitfirme lle-var a todos los muchachos reclusos en la Generala para una excursfión festfiva, pero sfin la presencfia de guardfias y vfigfilantes. Cuando regresaron por la noche no faltó nfi sfiqufiera uno al regreso. Al mfinfistro que, sorprendfido me preguntaba el secreto, yo pude decfirle: «El Estado no sabe sfino mandar y castfigar, pero nosotros en cam-bfio hablamos al corazón de la juventud y la nuestra es la palabra de Dfios».

A mfis salesfianos recomendaba que «hfi-cfieran enamorar a los jóvenes de Jesús». No eran expresfiones muy frecuentes en mfis tfiempos, sobre todo en la boca de un sacerdote. Hablaba de Jesús como amfigo y sugería a los chficos: «Cuanto bfien traerá este amfigo. Ustedes ya saben que les hablo de Jesús. Vayan a recfibfirlo con frecuencfia, pero bfien; guár-denlo en su corazón; vayan a vfisfitar muy fervfientemente a este amfigo. Es tan bue-no y nunca te abandonará».

Con frecuencfia provocaba a mfis chficos con preguntas que llegaban dfirectamen-te a sus corazones: «¿De dónde surge que sfintamos tan poco gusto por las cosas espfirfituales? ¿Esto vfiene de nuestro cora-zón poco enamorado de Jesús?».

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EXPERIENCIA EDUCATIVA

sta sfignfifcatfiva bfiografía que quere-mos compartfir con la Famfilfia Salesfiana, tfiene como fnalfidad dar a conocer el ejemplo de una hfija de los Sagrados Corazones que a lo largo de toda su

hfistorfia se dejó finterpelar por Dfios, supo armonfi-zar la contemplacfión y la accfión. Con dulzura en los modales mantuvo vfivo y actuante el carfisma fundacfional, vfivfió el presente con la mfirada en el futuro, respondfiendo así a las exfigencfias de la hfis-torfia.

El recorrfido por la hfistorfia de la madre Ana María Lozano Díaz, segunda Superfiora General del Instfi-tuto, es descubrfir a una persona de excepcfionales vfirtudes y de gran fimportancfia en la exfistencfia del Instfituto de las Hfijas de los Sagrados Corazo-nes de Jesús y de María.

Nace en el hogar formado por don Eduardo Lo-zano y María Teresa Díaz, el 24 de septfiembre de 1883 en Oficatá, departamento de Boyacá – Co-lombfia; recfibe el sacramento del Bautfismo el 27 de novfiembre de 1883, en la parroqufia de Oficatá; el 4 de marzo de 1894, hace su Prfimera Comunfión.

Pero no todo es color de rosa, son probados por el dolor y tfienen que enfrentar una de las etapas más dolorosas que los llevaría a consolfidar su fe

y espfirfitualfidad. Todo ocurre cuando Eduardo es atacado por la lepra y sfin poder ya ocultar esta realfidad, toma la determfinacfión de abandonar su propfio pueblo, su entorno socfial y cultural, por-que sfiente el rechazo de los habfitantes por el es-crúpulo de la enfermedad; y junto con su famfilfia peregrfina hasta su destfino fnal «Agua de Dfios», entonces llamada «la cfiudad del dolor».

Los nuevos horfizontes que se trazaban para los Lo-zano Díaz, eran humanamente bastante desalenta-dores, pero algo que se admfira es su enorme espírfi-tu de fe, pues desde su llegada al Lazareto de Agua de Dfios, encuentran su consuelo en la Eucarfistía. Los días fiban transcurrfiendo y con ello la adaptacfión al ambfiente. No pasó mucho tfiempo para fueran reco-nocfidos por sus valores humanos crfistfianos, gozan-do de alta estfima por las personas de la cfiudad del dolor; tampoco pasó mucho tfiempo para el acerca-mfiento con los salesfianos, qufienes acompañaban espfirfitualmente a la poblacfión. Cuando llegaron a Agua de Dfios, la Comunfidad Salesfiana del Lazareto contaba solamente con el Rvdo. P. Rafael Crfippa, dfi-rector y párroco, el clérfigo Lufis Varfiara y el coadjutor Rafimundo Pfiantonfi.

La cercanía se fue convfirtfiendo en una amfistad que se consolfidó especfialmente con el joven Va-rfiara. Poco después de su ordenacfión sacerdotal

ANA MARÍALOZANO DÍAZ

Sfierva de Dfios

HIJA DE LOS SAGRADOSCORAZONES DE JESÚS Y DE MARÍA

SEGUNDA SUPERIORA GENERAL(1883-1982)

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EXPERIENCIA EDUCATIVA

(al sfigufiente año del arrfibo de la famfilfia Lozano Díaz), cada uno de sus mfiembros, lo tomaron como confesor y maestro espfirfitual.

La buena y profunda educacfión en valores crfistfia-nos cultfivada en este hogar, perfló el camfino vo-cacfional de sus hfijas, entre ellas la de Ana María.

Trascurrfidos cfinco años de presencfia, Ana María, qufien contaba con 16 años, sfintfiéndose finterpe-lada por la llamada del Señor a la vfida relfigfiosa, comunficó a una de las Hermanas de la Presenta-cfión, pues con ellas estudfió anterfiormente. Con la promesa de ser admfitfida al Novficfiado, el 2 de abrfil de 1902 partfió a Bogotá acompañada por dos hermanas, pero la sfituacfión cambfió cuando con pretextos fiban postergando la fecha de finficfio del Novficfiado, hasta que defnfitfivamente la regre-saron a Agua de Dfios.

– No puede ser relfigfiosa de la Presentacfión por-que su padre era enfermo de lepra. Esta expe-rfiencfia poco agradable no apagó la llama de su vocacfión.

Ya en los planes de Dfios parecía estar preparán-dole el camfino para esta joven, se estaba entrete-jfiendo la posfibfilfidad de la fundacfión de una Con-gregacfión para jóvenes enfermas de lepra y sanas con parfientes enfermos de lepra que desearan consagrar su vfida a Dfios, pero que por el escrúpu-lo que en el tfiempo se vfivía por la enfermedad de la lepra, no podían realfizar su fideal vocacfional en nfinguna Congregacfión.

Detrás de todos estos acontecfimfientos se oculta-ba la mano de la Dfivfina Provfidencfia, ya que Dfios la había escogfido como pfiedra fundamental de una obra bendecfida, que brotaría del Corazón de Jesús.

Ana María Lozano desahoga su corazón en el P. Lufis Varfiara, sdb, le confía su realfidad; así, en él en-cuentra apoyo y esperanza y le dfice: “sfi el Señor le ha dado vocacfión relfigfiosa, serás relfigfiosa por encfima de todo”.

Este proyecto de la fundacfión de una congrega-cfión relfigfiosa en Agua de Dfios, cualqufiera dfiría que es una fidea absurda o una locura y la mfisma hfistorfia le ha dado en cfierta medfida la razón a este pensamfiento.

Desde 1904 Lufis Varfiara tenía una finqufietud: ha-cía falta en la vfida salesfiana una comunfidad con característficas especfiales: en su campo de apos-tolado había muchas necesfidades, sobre todo la pobreza, pero tambfién había jóvenes unas sanas y otras enfermas de lepra que podían dedficarse a remedfiar esas necesfidades. No cabe duda que el joven salesfiano tuvo que pensar, consultar, orar y sufrfir para realfizar este deseo.

El 7 de mayo de 1905 nace en la Iglesfia el Instfituto de las Hfijas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María con sefis señorfitas: tres que tomaron el hábfito y tres que finficfiaron el Postulantado, entre ellas Ana María Lozano Díaz.

Dos años después de la fundacfión del Instfitu-to ocurre la muerte de la madre Olfiva Sánchez, prfimera Superfiora General, y Madre Ana María Lozano es elegfida en su lugar. Será la dfiscípula más cercana al fundador, la heredera, y tambfién la responsable de transmfitfir el espírfitu propfio del Instfituto, para hacerlo crecer, actuarlo y, al mfismo tfiempo, mantenerlo fel a las raíces fundacfiona-les… (Contfinuará).

Hna. Luz Morales Q., hhsscc

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MEMORIA HISTÓRICA

omo tema en los artículos del Boletín Salesfiano de este año en la seccfión de la Memorfia Hfistórfica, he pensado dar a conocer un tesoro que tfiene la Ins-pectoría en el Archfivo Inspectorfial. El papel de los Archfivos Hfistórficos en la

socfiedad de hoy es cada vez más fimportante, de ahí la necesfidad de su cufidado y mantenfimfiento. La recuperacfión y conservacfión de la memorfia y la hfistorfia salesfiana pasa, fineludfiblemente, por pre-servar su patrfimonfio documental. Los prfimeros documentos que se generaron son únficos e firrepe-tfibles.

La Inspectoría del Ecuador, conscfiente de la ne-cesfidad de conservar este fimportante patrfimo-nfio documental, ha organfizado un valfioso y bfien organfizado Archfivo medfiante una labor callada pero fructífera. El objetfivo actual es conformar una red de archfivos, en las dfistfintas casas sale-sfianas con la ayuda de cronfistas locales. Red que funcfionaría coordfinadamente de acuerdo con unas normas básficas y con la voluntad de adoptar unos crfiterfios homogéneos.

El Archfivo Hfistórfico conserva los documen-tos que forman parte de la hfistorfia de la Inspectoría: No es posfible hacer una lfista ex-haustfiva de lo que el Archfivo Hfistórfico con-tfiene. Nos lfimfitaremos, pues, a findficar sus prfincfipales documentos.

* Carpetas que contfienen el currículum vfi-tae de los hermanos vfivos y dfifuntos

* Crónficas de las 27 casas salesfianas de la Inspectoría y del Vficarfiato

* Crónficas de las 17 casas cerradas* Bfiografías y manuscrfitos de los salesfianos* Cfirculares y Cartas de Obfispos, Superfiores Mayores, Vfisfitadores e Inspectores

* Constfitucfiones y Reglamentos, Actas de los Capítulos Generales e Inspectorfiales

* Coleccfión de Notficfieros, Boletfines y dfiver-sas revfistas

* Documentos relatfivos las relacfiones de los Salesfianos con el Gobfierno y la Iglesfia

* Documentos culturales: gramátficas, dficcfio-narfios, lfibros lfitúrgficos, mfitologías, etc.

De máxfima fimportancfia es mantener las con-dficfiones óptfimas para la buena conservacfión de los documentos como son los nfiveles ade-cuados de temperatura, de humedad y de lu-mfinosfidad.

P. Pedro Creamer, sdbArchfivo Hfistórfico Inspectorfial Salesfiano

ARCHIVO

INSPECTORIAL

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El propósfito de es-tas líneas es com-partfir con los lec-tores del Boletín Salesfiano una sem-

blanza del Dr. Carlos Rodrfigo Martínez Mosquera (+), que no constfituye propfiamente una reseña bfiográfca, sfino justa-mente la semblanza de qufien estuvo con nosotros muchos años y con qufien compartfimos su vocacfión. Pretendemos des-tacar como testfimonfio la em-patía, el compromfiso personal y profesfional que se dfio en la experfiencfia vfivfida en la mfisfión de anfimar la educacfión salesfia-na en el país.

Resumfir en mfinutos o en unas cuantas palabras lo que ha tar-dado años en hacerse es tarea

dfifícfil. ¡Imposfible! Un hombre que vfivfió 58 años como cre-yente, 30 años de esposo fel y 28 años de padre abnegado de Agustín y Dfianfita –sus hfijos–; esposo tfierno que a su mujer la llamaba «mfi refinfita» y a su nfieto «mfi príncfipe». Trabajador fincan-sable del Evangelfio, al lado de D. Bosco, al lado de María Auxfi-lfiadora. Nacfido el 9 de marzo de 1955 en Lloa (Pfichfincha), tfierra en la que echó raíces. Su vfida tenía ya unos buenos cfimfien-tos: sus padres, sus hermanos, su famfilfia. Sobre esas bases, él fue adornando su vfida con las vfirtudes de un hombre con un claro proyecto de vfida y de pro-fundas convficcfiones.

No es fácfil hablar nfi escrfibfir de nadfie. Cada uno es algufien

únfico del que solo sabemos un poqufito, lo que podemos ver de la otra persona. Rodrfigo era Rodrfigo. Únfico como todos, pues Dfios no usa moldes. ¿Per-fecto? Pues no, como nadfie, en camfino como todos. Pero con una madurez plena probada en dfiferentes crfisoles como él solía decfir. Nunca quería remarcar qué es lo que hfizo, o dónde lo hfizo; pero no podemos dejar de nombrar los Chficos de la calle (1982-1985), los kfichwas de Cotopaxfi (1985-2004), las escuelas salesfianas y sus edu-cadores (1998-2014). En estas geografías humanas dejó bue-na parte de su vfida y no fue me-nos la que recfibfió.

Rodrfigo fue el hombre de la memorfia vfiva de lo que la Ins-

PERFIL

Semblanza de un educadorque se desgastó por la educacfión

(Henry Adams)

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P E R F I L

pectoría Salesiana en el Ecua-dor ha ido construyendo en el tema educativo –sector esco-lar–. Estuvo desde los inicios de la creación del organismo ins-pectorial de animación para la educación al que hoy lo cono-cemos como Consejo Nacional de Educación Salesiana (CONE-SA), que sustituyó a la Comisión Inspectorial de Pastoral Escolar (CIPE). Podemos afirmar sin nin-gún temor que es también el fundador del CONESA. Por este organismo pasaron algunos sa-lesianos y seglares. Pero, Rodri-go permaneció fiel a un traba-jo que no lo hizo solo por una remuneración, sino por opción. Eso él lo tuvo siempre claro. Los documentos que en la última década se han constituido en referencia para la acción educa-tiva salesiana (PIES, RIES, PRO-SIEC, Proyecto de Vida, etc.), contienen el sello literario de Rodrigo, que por su capacidad reflexiva y sistemática materia-lizó en letras, las ideas, políticas y reglamentos para un camino significativo en el servicio es-colar inspectorial. Creyó siempre

en la educación y amó tanto su trabajo que hizo de ella su apostolado. Vivió de manera vocacionada y apasionada su vida y su trabajo.

Fue un hombre de Dios y Él fue siempre el centro de su vida. Tuvo siempre un corazón pasto-ral. Un alma sedienta de Dios. Al llegar a su trabajo, la primera vi-sita, el primer saludo que hacía era al Santísimo. Eso no lo arre-bata la muerte. Lo transforma. Esa es su mayor corona. ¡Gracias por ese testimonio! Nadie pue-de dudar que fue un hombre de vocación, creyente y con senti-do de Iglesia. Un educador ilus-trado y un pedagogo reflexivo en el patio, en la calle, en el aula y en la oficina. Al estilo de Don Bosco, en todas partes, porque Rodrigo no fue un salesiano más, fue más salesiano que muchos salesianos. El P. Marcelo Farfán (inspector) en la homilía del fu-neral, resaltaba la cualidad –en-tre otras–, de ser un modelo de salesiano seglar o un seglar ver-daderamente identificado con la

Pedagogía de Don Bosco, con su espíritu y su misión.

No fue un trabajador de escri-torio. Nos conocimos en suelo misionero, cuando yo apenas tenía 21 años –ya han pasado casi otros tantos–. Allí, entre el viento y el polvo de los páramos andinos aprendí de él la pasión por profundizar en los temas de la filosofía latinoamericana y de la interculturalidad. Eran los tiempos del «Jatari Unancha» en Zumbahua. Catorce años más tarde las circunstancias de la vida y del trabajo –como una gracia–, nos permitieron reencontramos para trabajar juntos por casi cin-co años. Esta vez en el CONESA.

En la faena diaria pudimos com-partir muchas experiencias. En los múltiples viajes nos confia-mos pensamientos y sentimien-tos personales. En esas idas y venidas nos recordaba que en nuestro trabajo nos correspon-día hacer también la tarea de bomberos: apagando incendios y que frente a las responsabilida-

des terrenales o suprate-rrenales que

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P E R F I L

nos consumen, necesitamos tener la capacidad de darle sentido a lo que hacemos.

Hacemos memoria de un hom-bre a quien se le podía abrir el corazón. No fue un hombre so-litario. Valoraba siempre el tra-bajo de los demás y la lealtad al equipo. Aunque en muchas cosas no estábamos de acuer-do, tenía la virtud de la lealtad a carta cabal. Ponía en primer lugar a los otros. Un hombre sincero. Transparente. Un ami-go. Recupero un extracto de una carta en la que a modo de bienvenida me decía:

«…cuente con mi disponibilidad sin inmutarse cuando note que defiendo de manera apasiona-da y con argumentos algo que se ha hecho vida en mí; soy un educador salesiano que cree en los valores del Evangelio, cuya experiencia ha pasado por varios crisoles… Soy obediente pero no sumiso; a decir del P. Jorge Ugal-de: “Rodrigo no es un jet para hacer las cosas, pero es como un tractor en lo que se propone”; no soy acelerado sino más bien re-flexivo, trabajo con la conciencia que estoy compartiendo una mi-sión y nunca trabajo para hala-gar a mis jefes. Digo esto porque espero encontrar en usted a un amigo que desde su sacerdocio me ayude a ser un buen seglar, yo seré recíproco para ayudarle a ser buen sacerdote salesiano» (Car-ta, 10 de septiembre de 2009).

Muy familiar. Enamorado de su familia, preocupado por todos... sabía sacar tiempo para cada uno, no importaba si tenía que ser en casa, en la oficina su lu-gar de trabajo, o en los Centros Escolares Salesianos. Nunca los kilómetros le separaron de nadie. Ni siquiera su enferme-

dad. Un teléfono o un correo eran suficientes para romper las distancias y asegurar la proxi-midad. Bastaba ver cómo los quería para saber cuánto a él le querían. Me permito citar un co-rreo que en agradecimiento por la tarjeta de Navidad preparada por toda su familia él se expresó de esta manera: «Me encantaría responder a cada uno lo mucho que les amo y cuánto significan para mí, sin embargo, lo que ten-go más claro en mi lento corazón, es que todos y cada uno son un regalo de Dios que me ha dado sin que le haya pedido, esto es, en forma de don. (…) Por ahora, estoy consciente que mi corpo-reidad está muy frágil, pero hay una voluntad y espíritu que se han fortalecido y están vigilantes a todo lo que pasa dentro de mí» (Diciembre, 24-2013).

Tuvo –tiene– muchos amigos. ¡Grandes amigos! ¡Él era un gran amigo! Seguro que le recordare-mos del modo como él recorda-ba a cada uno de sus amigos. Él era un hombre de a pie y de la calle –entendida como la casa de todos–, como lugar en el que podía encontrarse con todos. Sus salidas no eran evasión, eran sa-lidas para encontrarse. ¡Y cómo preparaba cada encuentro!

Cada uno capta la realidad bajo prismas muy diferentes. Rodri-go tenía unos prismas muy es-peciales: la bondad y el silencio como condición para escucha. Esta virtud hacía de él un hom-bre de mucha paciencia a la que definía como la capacidad de adaptarse a las circunstancias de la vida. Fue esa capacidad la que le ayudó a vivir con pacien-cia, resistencia y buen humor su enfermedad, especialmente los últimos dos meses.

Muchos en estos momentos están dando gracias a Dios por haberle hecho así. Pero les ase-guro que cuando recorremos los pasillos que él recorría, se nota que no está... echamos de menos su presencia. No pisaba fuerte, no hacía ruido... pero dejaba sus huellas allí donde pasaba. Y mientras gestiona-mos su ausencia –o su nueva presencia– hay una luz que per-manece encendida en su escri-torio desde donde dedicó más de dieciséis años a escuchar y asesorar en diálogos y escritos sobre el que hacer de la educa-ción salesiana.

El 6 de enero en la fiesta de la Epifanía el Señor se manifes-tó a él. Visitó su casa, su familia y escogió al mejor. Él ya está en el más allá. Pero sigue estando aquí. ¡No lo duden! Y seguirá haciéndolo. Como casi siempre sucede, ahora seguirá en todos más vivo que nunca. Estamos seguros que Dios ya lo ha recibi-do, le ha abrazado y está ahora gozando de su amistad y de esa felicidad para siempre en el sue-ño de los justos. Su muerte del todo inesperada –impensada–, nos ha tocado a todos. Un paro respiratorio –el tercero– hizo que se fuera aparentemente solo… Pero Dios lo dejó todo cuando vio lo que pasaba… y seguro que Dios se fue muy bien acom-pañado. Rodrigo debió abrir los ojos con sorpresa y preguntar: ¿dónde estoy?, ¿qué pasa? Y ha-brá visto el rostro sonriente de Dios, mientras le decía: «Tranqui-lo, Rodrigo; ya estás en casa».

P. Juan Cárdenas T. SDBDelegado Inspectorial de

Pastoral Juvenil Presidente del CONESA

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uando Don Bosco fundó la Congrega-cfión Salesfiana la vfida relfigfiosa en gene-ral se encontraba en una fase de enorme vfitalfidad. Después de haber superado

una crfisfis severa en tfiempos de la Revolucfión francesa y durante el período napoleónfico, las dfiferentes órdenes y congregacfiones conocfieron un forecfimfiento como nunca se había dado. Ade-más, el sfiglo XIX fue el que vfio el mayor número de nuevas fundacfiones.

Como los Estados aún se preocupaban muy poco por la salud y la educacfión de las clases populares, la Iglesfia se les adelantó, fundando finstfitucfiones consagradas a tareas educatfivas y asfistencfiales a favor de los menos favorecfidos. Pero el sector en

que se desplegó el entusfiasmo más desbordan-te fue el de las mfisfiones. Empezando por Francfia y sfigufiendo por otros países europeos, mfiles de jóvenes de ambos sexos salfieron hacfia los dfiferen-tes contfinentes, para crear nuevas comunfidades crfistfianas. A Don Bosco se lo comprende ubficán-dolo en este contexto: él conjuga su finstfintfiva vo-cacfión de educador con el sueño juvenfil de fir a las mfisfiones. Los resultados alcanzados están ante la vfista de todos.

Pero han pasado los años y la sfituacfión hoy es muy dfiferente a la que se esperaba.

Europa se agotó en dos guerras fintestfinas, el mundo cambfió en profundfidad. Exactamente allá

REFLEXIONEMOS

Tfiempo de

para la vfida¿RELIGIOSA

¿

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REFLEXIONEMOS

donde había forecfido la renovacfión, ha caído un finvfierno que no parece tener fn.

Hablando de la vfida relfigfiosa, la crfisfis es finocul-table: las vocacfiones escasean; con poquísfimas excepcfiones, todas las congregacfiones ven men-guar, año tras año, el número de sus efectfivos, al tfiempo que sube el promedfio de edad de los mfiembros. Y esto no solamente en Europa, sfino tambfién en Amérfica Latfina.

Una pregunta surge entonces espontánea: «¿He-mos entrado en una fase de decadencfia firreversfi-ble?». Al momento de contestar es oportuno dar una mfirada a la hfistorfia: ella nos finvfita a ser muy cautos y, sobre todo, a no ceder a la tentacfión del pesfimfismo. No son pocos los motfivos que des-aconsejan esta actfitud y, además, ya se vfislum-bran findficfios de sfigno opuesto. Vamos por partes.

1. Una mfirada retrospectfiva nos revela que no es la prfimera vez que se asfiste al eclfipse de cfiertas modalfidades de vfida relfigfiosa, pero, las prevfi-sfiones catastrófcas han sfido puntualmente desmentfidas. Algo ha muerto, pero algo nue-vo ha surgfido: en el momento menos pensado han forecfido prfimaveras sorprendentes. Ya se ha mencfionado la del sfiglo XIX.

2. Dentro de la crfisfis general, el sector menos afectado parece ser el de la vfida contempla-tfiva. Es algo revelador, porque findfica que, en medfio de un mundo dado a lo finmedfiato y materfial, no deja de ejercer su fascfinacfión la perspectfiva de una entrega totalmente volca-da a lo trascendente.

3. Es verdad que en el Vfiejo Contfinente y en Amérfica Latfina las vocacfiones han bajado no-tablemente, pero en Asfia y Áfrfica abundan, tanto que son ya numerosas las relfigfiosas y re-lfigfiosos de esos contfinentes que están dando su aporte a las figlesfias de antfigua crfistfiandad. Un día han recfibfido, hoy, de alguna manera, devuelven, enrfiquecfiendo las comunfidades receptoras no solo desde el punto de vfista nu-mérfico, sfino con la rfiqueza de sus tradficfiones.

La Iglesfia se defne católfica porque da cabfida a todos los pueblos del mundo, pero, sobre todo, porque constfituye un lugar de fintercam-bfio entre todas las culturas.

4. Lo que constfituye un motfivo de mucha es-peranza es la prolfiferacfión de los llamados “movfimfientos”. Como bfien lo expresa la pa-labra, no se trata de organfizacfiones rígfidas, con fronteras fimpenetrables, sfino de estruc-turas bastante fufidas. Casfi todos constan de un núcleo central, constfitufido por un puñado de personas totalmente entregados a la cau-sa. Alrededor de este eje se mueven círculos concéntrficos de sfimpatfizantes, que dedfican parte de su tfiempo y recursos para fimpulsar dfiferentes finficfiatfivas: grupos bíblficos, escue-las de oracfión, conjuntos musficales para dfi-fundfir mensajes posfitfivos, organfizacfión de retfiros, dedficacfión a margfinados, a dfiscapacfi-tados o tóxfico-dependfientes. Todos estos mo-vfimfientos dan gran fimportancfia a la plegarfia, tfienen una fuerte finspfiracfión evangélfica y se caracterfizan por un apego fincondficfional a la Iglesfia. Algunos de ellos, como por ejemplo los focolarfinos o la Comunfidad de San Egfidfio, cuentan con decenas de mfiles de adeptos. En muchos casos constfituyen auténtficos vfiveros que abastecen de candfidatos a novficfiados y semfinarfios.

Queda entonces evfidente que crfisfis no sfignfifca necesarfiamente decadencfia. Bfien manejada, una crfisfis puede dar lugar a un reposficfionamfiento, que rejuvenece las finstfitucfiones, capacfitándolas para afrontar los nuevos desafíos. Es lo que está pasando con muchas congregacfiones: cuentan con menos novficfios, pero mucho más maduros y evangélficamente motfivados. Casfi todas, además, están sfigufiendo el camfino de los movfimfientos, convfirtfiéndose en centros propulsores de una fin-fnfidad de finficfiatfivas abfiertas a los laficos.

Defnfitfivamente: el pesfimfismo no tfiene cabfida.

P. Juan Bottasso, sdb

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e me hace muy dfifícfil poner en pala-bras lo que mfi corazón está experfimen-tando en este tfiempo; pero creo que es

fimportante hacerlo.

Hace un año atrás aún estaba entre nervfios y an-sfiedad, preguntándome hacfia dónde me condu-cfiría Dfios; pero con plena confanza en Él, abando-nada en sus manos y en su paz.

La –en aquel entonces– lejana Wasak’entsa pasó de ser un nombre y se convfirtfió en MI CASA, la Comunfidad en mfi famfilfia y el pueblo achuar en hermanos con los que dfisfruto compartfir la vfida.«¿Cómo pagaré al Señor todo el bfien que me ha hecho?», este salmo reza exactamente lo que me nace en este momento. Fue Él qufien me elfigfió, me llamó y me esperó durante tanto tfiempo en este corazón de la Amazonía, en el cual hoy dejo mfi propfio corazón.

Vengo a ofrecer mficorazón

Guarda en tu presencfia, Padre bueno,a aquellos que me dfiste para amar;

consérvalos unfidos y sálvalos del mal,por ellos yo te ruego: son los nuestros

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Allí estuvo preparándome el camfino, aún sfin yo saberlo. La mfisfión de Wasak’entsa tfiene 25 años y muchos más de presencfia de los salesfianos entre el pueblo achuar… Esto me hace tomar concfien-cfia de que hay una hfistorfia que me trascfiende, y muchas, muchas personas que han estado y han hecho lo que hoy es este lugar, al que me fintegré.La presencfia de todas las personas que hacen a la Comunfidad (salesfianos y marfianfitas) entre este pueblo se caracterfiza por la sencfillez y apertura, la dfisponfibfilfidad y el ESTAR, fintegrándose a la vfida cotfidfiana de los achuar, a lo que ellos son, a su sencfillez llena de VIDA que se entrega, que se da sfin medfida. Una vfida que finvfita a DESCAL-ZARSE –como me gusta decfir– de cuerpo y alma, enteramente, despojarse de lo que uno mfismo es, para recfién estar en condficfiones de empezar a aprender. El camfino es largo y es un constante desaprendfizaje-aprendfizaje.

Este proceso lleva tfiempo, pero la comunfidad en-seña y sostfiene, y es el más lfindo desafío al que Dfios me enfrentó y lo que verdaderamente hfizo que pudfiera «echar raíces», como sfiento que me ha pasado, casfi sfin darme cuenta.

Construfir un corazón mfisfionero… amar y entre-garse enteramente, aceptando la realfidad de la que se forma parte, esforzarse por captar lo mejor posfible al otro, salfiéndose de uno mfismo, com-partfir la vfida y guardar cada finstante en el corazón como sagrado, ser conscfiente de que la experfien-cfia nos trascfiende porque es Dfios mfismo el dueño de los corazones y de lo que va gestando en ellos. Saberse un finstrumento de Él y darse, a uno mfis-mo, sfin reservas. Esa ha sfido mfi experfiencfia.

Con el tfiempo uno aprende que las palabras que se dficen no son lo fundamental, sfino el compartfir la vfida desde lo que se ES. Cuando uno se abre a esto, cuando el corazón se dfispo-ne, el otro –los achuar con los que compartí– lo capta y Dfios actúa…

En este tfiempo se hace necesarfio saborear lo vfivfi-do, lo experfimentado y comprender que hay que segufir extendfiendo las alas y volando, a donde el vfiento qufiera llevarme. A donde Dfios dfisponga…

Es dfifícfil segufir, pero la esencfia de lo vfivfido es ÚNI-CA y aunque el vuelo me lleve lejos –o cerca– sé que el sabor estará sfiempre vfivo, fimpregnado en mí. Lo que está grabado en la retfina de mfis ojos y corazón, es el MEJOR REGALO que me llevo de aquí, porque no lo puedo poner en palabras, por-que es mío y de Dfios y solo queda entre los dos.

No puedo estar más agradecfida con este Padre Dfios que me esperó tanto tfiempo y me trajo has-ta aquí, me regaló a este pueblo y me hfizo sentfir y vfibrar con ellos. Tanto que de verdad los sfiento como hermanos, porque se gestó una sfintonía partficular. Creo que nunca sabrán estos achuar querfidos lo fimportantes que son y todo lo que me han enseñado y regalado.

Ahora, como Jesús al partfir, le encomfiendo a Dfios a todas las personas que ha puesto en mfi camfino en este tfiempo, agradezco haber compartfido con cada una de ellas y la oportunfidad de amar pro-fundamente, sé que están en su presencfia y que Él los segufirá guardando y bendficfiendo, mfientras nos mantenemos unfidos en Él.

Empfieza un nuevo vuelo y hay que readaptar las alas para hacerlo, tomará su tfiempo y no será sen-cfillo, pero tambfién será parte de la ALEGRÍA del segufir mfisfionando y optando por esta vfida. Aho-ra… «No podemos no hablar de lo que hemos vfis-to y escuchado» (Hch 4, 20).

Algufien dfice por ahí y hacfiendo mías sus pala-bras expresa lo que en resumen sfiento es lo que he hecho como extranjera en estas amadas tfierras ecuatorfianas: «No será tan fácfil, ya sé que pasa, no será tan sfimple como pensaba. Como abrfir el pecho y sacar el alma, una cuchfillada del amor. (…) Y unfiré las puntas de un mfismo lazo, y me firé tranqufila, me firé despacfio. Y daré todo y me darás algo, algo que me alfivfie un poco más. Cuando no haya nadfie cerca o lejos, yo vengo a ofrecer mfi corazón. Cuando los sa-télfites no alcancen, yo vengo a ofrecer mfi corazón».

¡Gracfias, nuevamente, por acogerlo y dejar que aquí se quede!

Karen Amaro,

Voluntarfia Wasak’entsa

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AsambleaGeneralNacfional de laADS

AsambleaGeneralNacfional de laADS

os días 6 y 7 de febrero en la cfiudad de Cuenca, la Asocfiacfión Damas Sa-lesfianas desarrolló su Asamblea Ge-neral Nacfional (AGN), cuyo objetfivo era realfizar la evaluacfión del estado

de los Centros del país, y la eleccfión del nuevo Dfirectorfio Nacfional.

A más de las Damas Salesfianas de los dfiferentes centros del país, este suceso contó con la pre-sencfia de la señora Fanny Machado, Consejera Regfional Internacfional y el acompañamfiento de los sacerdotes Lufigfi Rficchfiardfi, Consejero Espfirfitual de la ADS, y Raúl Conza, Dfirector de la Comunfidad de María Auxfilfiadora, qufienes aportaron con temas formatfivos de finterés y actualfidad.

En la Asamblea fue elegfida como nueva pre-sfidenta de la ADS María de Lourdes Amador, qufien en su mensaje expresó:

El Señor nos ha bendecfido con una asamblea ge-neral nacfional donde ha refinado la fraternfidad, la paz, la alegría que nace de tener a Crfisto en nues-tro corazón y de nuestra fdelfidad a una vocacfión que nos compromete a ser santas en la vfida ordfi-narfia.

En la presentacfión de finformes hemos podfido ob-servar que a pesar de las dfifcultades que tenemos en cada uno de los centros, prfincfipalmente está el deseo de servfir y de cumplfir con nuestra mfisfión que es la evangelfizacfión desde la promocfión hu-mana. 

Qufisfiera agradecerles a cada una de ustedes, a las que partficfiparon en la AGN y a las que no lo hfi-cfieron, por su entrega generosa a la construccfión del Refino de Dfios, a entusfiasmarnos cada vez más en este compromfiso que hemos adqufirfido y a en-contrar a Crfisto en cada uno de las personas que tenemos a nuestro lado, nuestra famfilfia, nuestras hermanas damas salesfianas, colaboradores, des-tfinatarfios, pues es a través de ellos como llegare-mos a Crfisto.

Además, qufiero agradecerles por la confanza que han tenfido conmfigo y con todas mfis hermanas que camfinaremos juntas en este nuevo dfirectorfio nacfional, comprometfiéndonos a estar sfiempre a su lado, a velar por el cumplfimfiento del fidearfio, a ser guías, hermanas, amfigas en todo lo que uste-des puedan necesfitar [...], que el Señor las bendfi-ga, la Auxfilfiadora nos acompañe y nuestro padre Don Bosco nos trasmfita su espírfitu.

Es grato para las Damas Salesfianas del Ecuador sentfir que camfinamos dentro del Proyecto que nuestro Padre Dfios nos tfiene trazado, la eva-luacfión de los dfiferentes centros del país nos anfima a segufir en la tarea por la cual hemos optado como respuesta a nuestra vocacfión da-

ma-salesfiana.

Mónfica Salamea, DS

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FAMILIA SALESIANA

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n 1884 se realfizó en Turín la gran «Expo-sficfión Nacfional de la Industrfia, la Cfien-cfia y las Artes».

Italfia se había unfifcado pocos años antes y la cfiudad aún sufría por el doloroso fimpacto de verse prfivada del prfivfilegfio de ser la capfital del refino. Roma le había arrebatado este honor, pero Turín quería demostrar que conservaba la característfica de ser el corazón pulsante de la findustrfia.

Don Bosco, ya avanzado en años y cansado, no solo qufiso partficfipar en la exposficfión, sfino que pfidfió para sí un pabellón de 1100 metros cua-drados. A muchos les parecía una locura, tanto

más que fimagfinaban que allí no encontrarían nada más que objetos de sacrfistía. Pero, tan pronto fingresaban al enorme espacfio, queda-ban boqufiabfiertos por la sorpresa. La fintencfión del santo había sfido la de dar una demostracfión práctfica de la complficada secuencfia que conlle-va la produccfión de un lfibro, es decfir, el proceso que, partfiendo de un montón de trapos sucfios, desembocaba en la presentacfión de un bello lfibro de poesías. Los vfisfitantes podían admfirar cada paso: la seleccfión de los trapos, la desem-polvadura, la lfixfivfiacfión, la reduccfión a pasta.

Después podían ver cómo entraban en funcfión los cfilfindros refnadores de la pasta, la caldera y los mecanfismos para fintroducfir la pasta en los

TEMA CENTRAL

Don Boscoy la prensa

Don Bosco

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engranajes, el aparato para producfir el papel contfinuo, el cortapapel, el lamfinador, la pren-sa y lo necesarfio para ordenar el papel en res-mas. Veían después como una máqufina fun-día los caracteres que pasaban de finmedfiato a las manos del cajfista. Asfistían fnalmente a la fimpresfión del lfibro, que podían adqufirfir de un lfibrero, que se lo ofrecía sonrfiendo.

Don Bosco qufiso asfistfir personalmente a la finauguracfión y el públfico fue unánfime en opfinar que aquello era lo más orfigfinal y brfi-llante de toda la exposficfión, pero el jurado, compuesto por antficlerficales, le negó la me-dalla de oro, asfignándole tan solo la de plata.

¿Por qué Don Bosco qufiso lanzarse a una empresa tan costosa? ¿Se trató de un golpe publficfitarfio, para que la prensa hablara de su obra? Sfin duda podía haber tambfién algo de esto, pero su famfilfiarfidad con el lfibro se re-montaba a los prfimeros años de su exfistencfia y había llegado a formar parte fintegrante de su carfisma.

Desde nfiño, el pequeño campesfino pobre y huérfano, había fintufido la fimportancfia del papel escrfito para construfir la nueva socfie-dad que estaba nacfiendo. Es lo mfismo que repfitfió recfientemente la joven pakfistaní Malala Yousafzafi, condecorada por la UNU, señalada para el Nobel y unfiversalmente ad-mfirada: «Un lfibro y una pluma pueden cam-bfiar el mundo».

De la afcfión de Juanfito Bosco a los lfibros nacfieron las fincomprensfiones con el her-manastro Antonfio, que veía en esa obsesfión por leer y escrfibfir un sfimple subterfugfio para sustraerse al duro trabajo de los cam-pos. Pero Juanfito perseveró y, vencfiendo fin-creíbles obstáculos, llegó a ser un sacerdote culto y admfirado. Pero no qufiso aprovechar los resultados obtenfidos para labrarse una posficfión holgada como finstructor de los hfi-

jos de las famfilfias pudfientes (opcfión enton-ces bastante común), sfino que volcó todos sus esfuerzos hacfia la ayuda a muchachos pobres como había sfido él, para salfir de su postracfión y llegar a ser cfiudadanos actfivos y hombres de bfien.

Se sabe que, cuando él era joven sacerdo-te, los lfibros dfisponfibles eran pocos, caros y, además, redactados en un lenguaje finac-cesfible para el pueblo. Don Bosco desplegó de finmedfiato su actfivfidad de escrfitor en dos vertfientes. La prfimera fue la de componer cartfillas sencfillísfimas para ayudar a los hfijos del pueblo a aprender a leer, a famfilfiarfizarse con las reglas fundamentales del cálculo y a asfimfilar las nocfiones básficas del sfistema mé-trfico decfimal. La segunda fue la de producfir una lfiteratura de facfilísfima comprensfión, que produjera buenos sentfimfientos, especfial-mente presentando bfiografías de personas ejemplares.

Las finficfiatfivas que él emprendfió a favor de la juventud son muy conocfidas y lo tenían ocu-pado el día entero. Entonces no le quedaba otra opcfión que robar horas al sueño para re-dactar sus opúsculos. Evfidentemente debía hacerlo a la luz de una vela o de una lámpara que funcfionaba a petróleo, lo cual perjudficó serfiamente su vfista, hasta hacer que termfina-ra sus días casfi cfiego.

Poco a poco, su actfivfidad en el campo de la prensa se fue amplfiando. Para que los pre-cfios de sus lfibros fueran asequfibles, pensó muy pronto en armar el mfismo una tfipogra-fía que se convfirtfió en escuela de artes grá-fcas. Cuando sus casas se multfiplficaron, con frecuencfia la fimprenta llegó a ser una parte fintegrante de las mfismas. No solo, sfino que convfirtfió a no pocos de los muchachos que él había formado, en escrfitores muy aguerrfidos en muchos campos del saber.

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Es que aquella era una época de enormes fer-mentos polítficos e fintelectuales. Las fideas lfibe-rales ganaban terreno, las monarquías absolu-tas se veían oblfigadas a otorgar constfitucfiones que favorecían la lfibertad de organfizacfión y la cfirculacfión de todo tfipo de fideas; la tolerancfia en el campo relfigfioso permfitía la expansfión de figlesfias y movfimfientos que antes eran filegales.

En el campo católfico se creó la fimpresfión que se llegaría a una confusfión y anarquía completas y se acabaría perdfiendo un enorme patrfimonfio de valores y tradficfiones. Con el tfiempo esos te-mores se revelaron exagerados, pero hay que colocarse en el contexto para comprender la preocupacfión de aquellos momentos.

Por otro lado, de nfinguna manera los proyectos de Don Bosco se lfimfitaron a la apologétfica. Basta dar una mfirada a los títulos de los mfil volúmenes que él qufiso que ocuparan los estantes de su pabellón en la Exposficfión de Turín. Había lfibros de todo tamaño y calfidad: de contenfido cfientífco, lfi-terarfio, hfistórfico, dfidáctfico, relfigfioso. Muchos tenían hermosas filustracfiones. No faltaban los dficcfionarfios. La edficfión del Boletín Salesfiano fguraba en tres fidfiomas: fitalfiano, español, francés. Numerosas eran tambfién los ensayos de dfibujo y de todo lo que se refería a escue-las prfimarfias, técnficas y bachfilleratos clásficos. Todo este materfial era producfido en las tfipo-grafías salesfianas.

Es finteresante anotar que, en un comfienzo, el Boletín Salesfiano se llamaba “El Bfiblfióflo Cató-lfico”. Muy pronto se convfirtfió en la publficacfión que lleva el título actual. En ella mensualmente aparecían las cartas y relatos de los mfisfioneros, lo que sfirvfió enormemente para dar a conocer la Congregacfión y atraer muchísfimas vocacfio-nes. Hoy el Boletín Salesfiano se edfita en dece-nas de países e fidfiomas y alcanza centenares de mfiles de copfias. La coleccfión de obras teatra-les alcanzó decenas de títulos y fue traducfida a muchos fidfiomas. En Italfia la escuela agrícola de Parma publficó una serfie de lfibros y una re-vfista sobre técnficas modernas de agrficultura

que alcanzaron gran renombre. Se calcula que cuando Don Bosco murfió había edfitado más de vefin-te mfillones de opúsculos.

El 19 de marzo de 1885 él es-crfibfió una carta a los salesfianos, anfimándolos a dfifundfir la que él llamaba «la buena prensa». En ella el santo

decía: «Los buenos lfibros repartfidos entre el pueblo, son uno de los medfios verdaderamente a propósfito para mantener el refino de Dfios en-tre las almas. Qufien regala un lfibro, aunque no obtenga otro resultado que el haber suscfitado un pensamfiento sobre Dfios, ya se apunta ante éste un mérfito fincomparable».

Desde un comfienzo los salesfianos que llega-ron a Ecuador, envfiados personalmente por el mfismo Don Bosco, tomaron muy en serfio este aspecto del carfisma y no demoraron en fimple-

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mentar una tfipografía. Pronto pfidfieron a Italfia una máqufina capaz de convertfir los trapos en papel, pero sobrevfino el trfiunfo de la Revolu-cfión lfiberal que los echó del país y todos los programas se finterrumpfieron.

Sobrevfino una etapa de estancamfiento, pero el padre Lufis Natale Strazzfierfi, sfiendo superfior de la casa de Rfiobamba (1927-1933), dfio finficfio a la publficacfión de unos lfibros de texto para las es-cuelas prfimarfias. Con el tfiempo estos se convfir-tfieron en las famosas Encficlopedfias que sfirvfie-ron a mfiles de nfiños ecuatorfianos, en un tfiempo en que estos subsfidfios eran casfi finexfistentes. Hoy el panora-ma es totalmen-te dfiferente: la oferta de pu-blficacfiones es sobreabundan-te y el Gobfier-no se esfuerza para proveer gratufitamente de lfibros a los alumnos de las escuelas fscales, pero los textos LNS sfiguen te-nfiendo mucha dfifusfión.

La finspectoría salesfiana del Ecuador es la más actfiva de Amérfica en el campo de la prensa y de las prfimeras en el mundo salesfiano.

Son tres las edfitorfiales presentes en el país. Edfitorfial Don Bosco, fel a su línea, sfigue pro-ducfiendo textos escolares y lfiteratura de apoyo a padres y educadores. Abya Yala, con sus casfi tres mfil volúmenes edfitados, es consfiderada la prfimera en Amérfica Latfina en cuanto a publfi-

cacfión de obras de etnografía, antropología y cfiencfias socfiales. El Centro Salesfiano de Publfi-cacfiones Pastorales «José Ruaro» se especfialfiza en dfifundfir obras de índole pastoral. Son dos las fimprentas que sfirven a estas edfitorfiales y utfilfi-zan tecnología de vanguardfia: una se ubfica en Cuenca y la otra en Qufito.

Algunos datos permfiten medfir las dfimensfiones de la actfivfidad salesfiana en este sector. En el mes se fimprfimen 1 346 000 copfias de Luz del Domfingo, el tfiraje del Boletín Salesfiano es de 11 500, del Notficfiero 900. Los ejemplares de los productos pastorales son 21 500 cada mes.

Desde que Don Bosco se lanzó a la aventura de la prensa ha pasado más de sfiglo y medfio. Los tfiempos han evolucfionado, la tecnología ha cambfiado radfi-calmente.

Hoy la electrónfi-ca abre horfizon-tes totalmente

nuevos. «Audfiovfisuales Don Bosco» se ha espe-cfialfizado en la línea de vfideos y está hacfiendo esfuerzos para posficfionarse en el sector de la produccfión multfimedfial con fnes educatfivos. Pero las posfibfilfidades que se nos ofrecen son práctficamente filfimfitadas. Don Bosco en este campo, como en muchos otros, qufiso colocar-se en la vanguardfia. Hoy, feles a su carfisma, necesfitamos su mfisma creatfivfidad y su mfisma audacfia.

P. Juan Bottasso, sdb

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e acuerdo con la lfista elaborada por el P. Safimy Ezhanfikatt, los partficfipantes –entre los tfitulares con derecho, dele-gados e finvfitados– son 220.

«La autorfidad suprema sobre toda la Congre-gacfión compete al Capítulo General», se lee en el artículo 120 de las Constfitucfiones salesfianas. No es de extrañar por tanto que, como máxfimo órgano de delfiberacfión y orfientacfión, el Capí-tulo busque la más alta representacfión de sus mfiembros.

En el CG27 estarán representadas 58 nacfiona-lfidades: el grupo más numeroso está formado por los fitalfianos, con 34 mfiembros, segufidos por los findfios, con 31, el español (20), los brasfi-leños (13) y los polacos (10); estos 5 grupos en total representan los países en los que la con-gregacfión está más extendfida y dfiversfifcada en la socfiedad y traen al Capítulo casfi la mfitad de los partficfipantes (108 de 220). En el otro extremo hay 22 países que tfienen un votante cada uno: van desde Canadá hasta Indonesfia, desde Hungría hasta Zfimbabue.

En cuanto a las regfiones a las que pertenecen, además de los 15 mfiembros del Consejo Gene-ral, el Secretarfio y el Procurador General, partfi-cfiparán 32 capfitulares provenfientes de Europa y el Norte; 26 de Interamérfica y del Asfia Sur, 24 de Áfrfica-Madagascar; 21 de Amérfica Cono Sur y de Asfia Este-Oceanía; 20 de Italfia-Medfio Orfiente; 17 de Europa Oeste, a qufienes se aña-den 2 de la Unfiversfidad Pontfifcfia Salesfiana, 1 de la comunfidad de la Casa Generalficfia y 13 fin-vfitados.

Desde el punto de vfista lfingüístfico, sfi bfien las lenguas habladas por los Capfitulares son

muchos más, para las comunficacfiones ofcfiales se utfilfizarán cfinco fidfiomas:

• finglés, prfimera lengua para 74 capfitulares;• fitalfiano, prfimera lengua para 64 capfitulares;• español, prfimera lengua para 56 capfitulares;• portugués, prfimera lengua para 15 capfitu-lares;

• y francés, prfimera lengua para 10 capfitu-lares.

Entre las curfiosfidades se pueden encontrar: el P. Sajeewaka Paul, delegado de Srfi Lanka, nacfido el 1 de enero de 1980, será el más joven; mfien-tras que el más ancfiano será el P. Maraccanfi, na-cfido el 30 de octubre 1936.

El CG27 representa la prfimera experfiencfia de ca-pítulo para 127 mfiembros; 64 salesfianos, a su vez partficfiparon en el CG26; 59 mfiembros del capítu-lo ya han partficfipado en un capítulo anterfior; 20 mfiembros del capítulo ya han partficfipado en al menos dos edficfiones del Capítulo; 5 capfitulares en tres capítulos; y 4 capfitulares ya han partficfipa-do en cuatro edficfiones.

Surgen, además, el P. Jo-sef Grünner, Inspec-tor de Alemanfia, con 5 partficfipacfio-nes; y el finalcanza-ble P. Maraccanfi con 8 partficfipa-cfiones.

Los números delCapítuloGeneral27(ANS -ROMA)

MUNDO SALESIANO

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l sábado 18 de enero, a las 10:00, tuvo lugar la Eucarfistía de ordenacfión epfiscopal del pres-bítero Alfredo Espfinoza Mateus, sdb, elegfido como Obfispo de Loja por el Papa Francfisco,

en el mes de dficfiembre del 2013.

La Eucarfistía epfiscopal estuvo presfidfida por Mons. Gfiacomo Gufido Ottonello, Nuncfio Apostólfico en el Ecuador; Mons. Lufis Sánchez Armfijos, sdb, Obfispo Emérfito de Machala; Mons. Julfio Parrfilla, Obfispo de Rfiobamba. Además, acompañaron al obfispo ordena-do, el P. Marcelo Farfán, Provfincfial de los Salesfianos; P. Francfisco Sánchez, sdb, Dfirector de Casa Don Bosco, Guayaqufil.

Mons. Gufido Ottonello, en su homfilía manfifestó: «Tú, Obfispo en cuanto sucesor de los apóstoles, sfiempre en comunfión con el sucesor de Pedro, recfibe del Se-ñor la mfisfión de enseñar a toda la gente, de predficar el evangelfio a fn de que todos los hombres alcancen la salvacfión por medfio de la fe, del bautfismo y del cum-plfimfiento de los mandamfientos». Adficfionalmente, dfi-rfigfiéndose a Mons. Alfredo Espfinoza Mateus, resaltó: «No olvfides que en la persona del Obfispo, Jesús está presente en medfio de su gente y, a través de tu servfi-cfio, anuncfiarás sfin temor la palabra de Dfios, santfifca-rás a los creyentes medfiante los sacramentos».

Mons. Espfinoza presfidfió la lfiturgfia eucarístfica y tras decfir las plegarfias fintroductorfias dfio paso al rfito de la

Comunfión. Luego de los cantos, Mons. Julfio Parrfilla, actual obfispo de Rfiobamba, se dfirfigfió a Mons. Alfredo y dfijo: «Gracfias a Dfios por darle a Loja un buen pastor. Que Dfios te bendfiga querfido hermano. Que el Señor llene tu corazón de sabfiduría lojana. Me alegra mucho que seas tú el obfispo, hfijo de Don Bosco como yo».

Mons. Alfredo se dfirfigfió a los presentes para agra-decerles y enfatfizó que todos tfienen un espacfio en su corazón de pastor. Además, les finvfitó a hacer una «pastoral de la cercanía que debe crear una cultura del dfiálogo».

El P. Marcelo Farfán se dfirfigfió a su hermano salesfiano, ahora obfispo de Loja y afrmó: «Deseo que vfivas este servficfio que la Iglesfia te pfide con el corazón en Don Bos-co. Muchas gracfias Loja por las vocacfiones y por acoger a Alfredo». Como acto fnal, el P. Marcelo le entregó a Mons. Alfredo Espfinoza las relfiqufias de Don Bosco.

La ceremonfia duró aproxfimadamente tres horas y medfia. Asfistfieron alrededor de mfil personas, entre felfigreses, salesfianos, salesfianas, sacerdotes de otras congregacfiones relfigfiosas, famfilfiares del obfispo orde-nado, representantes de los Grupos de la Famfilfia Sa-lesfiana, autorfidades de la cfiudad de Loja, Obfispos del Ecuador, de las Antfillas, de Venezuela y de Colombfia, medfios de comunficacfión; entre otros.

Oficfina Salesfiana de Comunficacfión

Lojatfiene un obfispo salesfiano

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EN LA MITAD DEL MUNDO

Certfifficacfión de textos deRelfigfión y Dfignfidad HumanaDurante los últfimos días del mes de dficfiembre, Conesa en coordfinacfión con Edfibosco, ges-tfionaron ante la presfidencfia de la Conferencfia Epfiscopal Ecuatorfiana (CEE) la aprobacfión de los textos de Relfigfión y Dfignfidad Humana. El día 16 de enero de 2014, el P Marcelo Farfán, Inspector de la Socfiedad Salesfiana en el Ecuador, recfibfió la respuesta por parte de Mons. An-tonfio Arregufi, Presfidente de la CEE. En la carta se manfifesta que prevfia revfisfión de la Comfisfión de Educacfión y Cultura de la Conferencfia Epfiscopal, la serfie de textos Camfino de Vfida, que va desde el Prfimer Año de Básfica al Tercer Año de Bachfillerato, cumple con los estándares para la educacfión relfigfiosa escolar y recomfienda a los docentes, centros de enseñanza, padres de famfi-lfia y estudfiantes la utfilfizacfión de la presente serfie de textos. Nos alegramos de esta respuesta ya que eso permfite avanzar en el desarrollo y fortalecfimfiento de esta área formatfiva y darle fuerza a la propuesta de evangelfizacfión en nuestros centros educatfivos.

Nueva Unfidad EducatfivaDespués de varfios años de trabajo y gestfión ante las autorfidades competentes del Mfinfisterfio de Educacfión, nos alegramos por la creacfión de la Unfidad Educatfiva Ffiscomfisfional Salesfiana Sánchez y Cfifuentes en Ibarra. Con esto se unfifcan el Colegfio Ffiscomfisfional Sánchez y Cfifuen-tes (fundado en 1937) con la Escuela Ffiscomfisfional San Juan Bosco (creada en 1995). Hoy la Unfidad Educatfiva atfiende a 1546 estudfiantes y el personal docente que labora en la Instfitucfión son 67. La comunfidad salesfiana anfima esta obra educatfiva desde 1961.

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Entrega de cuasfi-parroqufia en el sector de Nfigerfia y colocacfión de prfimera pfiedra para la construccfión delCentro de ReferencfiaJuanfito BoscoEl vfiernes 31 de enero, con motfivo de la festa de San Juan Bosco, en una Eucarfistía se entregó la cuasfi-parroqufia al sector de Independencfia I y II de Nfigerfia en la Isla Trfinfitarfia de Guayaqufil, donde los salesfianos mantfienen su presencfia con el Centro de Referencfia Juanfito Bosco, en el que se brfinda una atencfión preventfiva a 360 nfiños, nfiñas y ado-lescentes.

Monseñor Antonfio Arregufi presfidfió la mfisa, junto al padre Marcelo Farfán, Inspector de los salesfianos y los sacerdotes de la comunfidad salesfiana de Casa Don Bosco. Contó con la presencfia de Marfio Arella-no, Dfirector de la organfizacfión Kfinder Not Hfilfe en Ecuador, educadores, nfiños, nfiñas, adolescentes de la fundacfión, padres y madres de famfilfia de la co-munfidad.

Se colocó y bendfijo la prfimera pfiedra que marca el comfienzo para la construccfión del Centro de Refe-rencfia Juanfito Bosco. Esta construccfión será posfible gracfias al fnancfiamfiento otorgado de la Organfiza-cfión austrfiaca no gubernamental Jugend Efine Welt, que sfigufiendo el espírfitu de Don Bosco tfiene el obje-tfivo de contrfibufir para que todos los seres humanos tengan una vfida plena, y con ello la realfizacfión del sueño de su coordfinador, el P. Marco Paredes. Ahora contarán con espacfios adecuados para brfindar una atencfión que fortalezca los procesos encamfinados con los nfiños, nfiñas, adolescentes más necesfitados en sfituacfión de vulnerabfilfidad y sus famfilfias.

Fundacfión Proyecto Salesfiano Guayaqufil

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VIDA NUEVA

aurficfio Lefime recfibfió el Orden del Presbfiterado, el 25 de enero de 2014, en la figlesfia de la parroqufia María Auxfilfiadora de El Gfirón, de

la cfiudad de Qufito, conferfida por Mons. Fausto Trávez, arzobfispo de Qufito. Su prfimera mfisa la celebró en la capfilla San Juan Bosco de la cfiudad de Cayambe, el do-mfingo 26 de enero.

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n 1890 don Rúa me llamó a Italfiapara encabezar una nueva expedficfión mfisfio-nera, entonces fufi a Valsalfice a la tumba de mfi amado padre. Al encontrarme con Don Rúa pude experfimentar tambfién

en él una verdadera paternfidad, allí pronuncfié una homfilía el domfingo 1 de dficfiembre donde expresé mfis sentfimfientos:

Cuando recfibfimos en Amérfica la notficfia del fallecfimfiento de Don Bosco, nuestro dulcísfimo Padre, se doblegaron nuestras frentes, abrfie-ron torrentes de lágrfimas nuestros ojos, aturdfidos quedamos y exclama-mos: ¡Somos huérfanos! ¡Hemos perdfido a nues-tro Padre!... Pero nos re-confortamos ensegufida, y yo al volver a Italfia te he vfisto a tfi, y en tfi, oh querfi-do Don Rúa, ¡he vuelto a hallar a mfi Padre!.

En esa oportunfidad Don Rúa delegó en mí la facul-tad de vfisfitar las casas del Pacífco, las repúblficas de Chfile y Ecuador. Ese fue el comfienzo de un largo y fecundo peregrfinar mfisfio-nero que me llevó a vfisfitar, en un prfimer vfiaje Concepcfión, Valparaíso, Santfia-go, Antofagasta, Lfima, Guayaqufil, Qufito y regre-sando hacfia Buenos Afires, La Paz y Sucre. Fueron tfiempos maravfillosos en los que pude palpfitar con la expansfión de la obra de Don Bosco en tantas re-gfiones de Amérfica del Sur. Mfientras tanto seguía ejercfiendo mfi servficfio de Inspector en Buenos Afi-res, alternándolo con la anfimacfión mfisfionera en Amérfica.

Habfiendo recfibfido el llamado urgente de Don Rúa, comunficándome mfi próxfima consagracfión epfisco-pal, dejé Buenos Afires y llegué a Turín en la Noche-

buena de 1894, pasé en el Oratorfio las festas de Navfidad, mfientras el gobfierno ecuatorfiano por una parte y la Santa Sede por otra, dejaban establecfido lo concernfiente a los nuevos Vficarfiatos Apostólficos creados en el Ecuador y a los candfidatos a Obfispos tfitulares que debían consagrarse para ellos. Fufi consagrado Obfispo el día 23 de mayo de 1895, en la Iglesfia de María Auxfilfiadora de Turín, por Mon-

señor Davfid Rfi ccardfi. El 20 de junfio fufi recfibfido por su santfidad León XIII Inmedfiatamente comen-cé a preparar mfi regreso a Amérfica acompañando a un grupo de salesfianos con destfino a Uruguay.

Ante las dfifcultades pre-sentadas por el gobfierno ecuatorfiano encabezado por Eloy Alfaro de marca-da fideología antficlerfical, para permfitfirme tomar posesfión del Vficarfiato de Méndez y Gualaqufiza; con el consentfimfiento de la Santa Sede contfinué ejercfiendo el rol de vfisfita-dor en nombre del Rector Mayor, lo que me llevó a recorrer refiteradamente, Chfile, Bolfivfia y Perú. Re-cfién a medfiados de junfio de 1902 obtuve permfiso del gobfierno de Ecuador

para vfisfitar en un plazo perentorfio a los mfisfioneros afncados en el Vficarfiato Apostólfico de Méndez y Gualaqufiza. En esa oportunfidad me embarqué en el puerto del Callao rumbo a Guayaqufil, de allí pasé a Cuenca a lomo de mula y luego de dfiez días en la cfiudad emprendfimos el vfiaje a Gualaqufiza. En el camfino al llegar a Sígsfig pude admfinfistrar la Con-frmacfión a un grupo de feles. Hasta Cuchfil, últfimo puesto poblado, nos acompañaron tres soldados, ahí les pedí que regresaran para que la cruz entrase en el Vficarfiato sfin la compañía de la espada. A partfir de allí penetramos en plena foresta y nos hallamos en el ambfiente tropfical. Llegamos a Gualaqufiza el

Hfijo de Don Bosco,Cantor de las glorfias de María, mfisfionero de Amérfica (II parte).

MISIONES

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23 de julfio de 1902. Estaba por fn en el corazón del Vficarfiato. Tuve contacto con los naturales del lugar y pude observar la tarea abnegada de los mfi-sfioneros a qufienes acompañé por tres meses, de acuerdo a las lfimfitacfiones fimpuestas por el gobfier-no. Termfinado ese período volví a embarcarme en Guayaqufil con destfino al Perú y a Chfile.

La segunda vfisfita al Ecuador la pude comenzar el 22 de agosto de 1903, llegando ese día a Guaya-qufil, recorrí el vasto terrfitorfio de Azuay y Guayas. Realficé Confrmacfiones en Yungufilla y dfiversas pre-dficacfiones en Cuenca. Recorrí tambfién Rfiobamba, vfisfité el novficfiado de Atocha, estuve con los her-manos en Qufito, vfisfité Panamá donde me embar-qué para San Salvador.

Volví a Turín en 1904 para partficfipar del X Capítulo de la congregacfión salesfiana, termfinado el mfismo me embarqué para la Argentfina adonde llegué los últfimos días de 1904, contfinuando el vfiaje para Chfile y las costas del Pacífco con el carácter de Vfi-sfitador para el que me había reelegfido Don Rúa. Un acontecfimfiento de mucha fimportancfia vfino a formar parte de mfis encargos y ordfinarfias ocu-pacfiones como representante del Rector Mayor y fue la celebracfión del IV Congreso Internacfional de Cooperadores Salesfianos, celebrado en Lfima en mayo de 1906.

Permanecí en Buenos Afires desde 1910 hasta medfiados de 1913, época en que me franquea-

ron defnfitfivamente las puertas del Vficarfiato.

El 11 de junfio de 1914, entré defnfitfivamente a mfi vfiña de Méndez y Gualaqufiza. Me dedfiqué al estudfio del fidfioma jfibaro y me consagré a la redaccfión y traduccfión de un catecfismo en ese fidfioma. Recorrí todo lo que pude el Vficarfiato y traté de acompañar paternalmente a nuestros generosos y sacrfifcados mfisfioneros.

A medfiados de 1918, sfintfiendo que mfi salud de-clfinaba, presenté humfildemente mfi renuncfia a la Santa Sede. Regresé a Buenos Afires pasando por Chfile. Celebré mfis 50 años de sacerdocfio solemne-mente en María Auxfilfiadora de Almagro. En 1920 habfiendo sufrfido una operacfión el P. Vespfignanfi, me pfidfió hficfiese la vfisfita canónfica a las casas sa-lesfianas de la finspectoría: las de la cfiudad de Bue-nos Afires, San Nficolás, Rosarfio, Córdoba, Rodeo del Medfio, Salta, Tucumán y las casas de la Patagonfia. Al regresar a Buenos Afires vfiví en la casa de forma-cfión de Bernal, partficfipando en la medfida de las posfibfilfidades del recreo en el patfio, recordando los felfices tfiempos de Valdocco y gozando con la pre-sencfia de los novficfios y formandos.

En julfio de 1921 encargué la nueva edficfión de mfis Alabanzas a María donde entre muchísfimas obras musficales en honor a la Vfirgen, destaca el conocfi-dísfimo «Venfid y vamos todos con fores a María».

Monseñor Santfiago Costamagna fallecfió en Bernal el 9 de septfiembre de 1921; sfin embargo, sus composfi-cfiones musficales y su obra mfisfionera sfigue hablándo-nos e finvfitándonos a contfinuar la obra de Don Bosco.

P. Alejandro León, sdbCSRFP

MISIONES

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FORMACIÓN

fios ha querfido nacer en una fa-mfilfia humana, como nosotros! En cfircunstancfias, como las actuales, en las que se tfiende

valorar muy poco la famfilfia, es fundamental, tomar concfiencfia que, el Hfijo de Dfios nacfió y vfivfió en una famfilfia y santfifcó los lazos famfi-lfiares con su madre María y su padre José. Es que, en realfidad, solo en la famfilfia, tal como Dfios la ha finstfitufido, encuentra el hombre su pleno desarrollo personal y, por tanto, la felfi-cfidad de su corazón.

EN LA FAMILIA ESTÁEL FUTURO DE LA HUMANIDAD

Es finteresante constatar que las mfismas Cons-tfitucfiones Polítficas de nuestros Estados reco-nocen que «la famfilfia es la célula fundamen-tal de la socfiedad», es decfir sfin famfilfia no hay socfiedad que se sostenga, se parte «en mfil pedazos». Pero, allí nace lo contradfictorfio y convfiene preguntarnos ¿qué es lo que hace-mos por defender la famfilfia, por proteger la famfilfia, por amar la famfilfia?

Los salesfianos hace más de trefinta años co-menzamos, en el Ecuador, el Proyecto Socfial Chficos de la Calle en los locales de El Gfirón llamado el sótano con unos cuarenta. En la actualfidad este Proyecto abarca a mfiles. In-dudablemente que, en la raíz de este proble-ma socfial, se encuentra la poca o finexfistente «consfistencfia famfilfiar».

El problema crece, porque cuando emerge «un crfiterfio de vfida humana» que valora la produccfión, la utfilfidad, la efcacfia a toda costa y el éxfito por encfima de todo –afrmaba Juan

Pablo II– no será de extrañarnos, la margfina-cfión socfial de la nfiñez y adolescentes porque son consfiderados fimproductfivos e finefcaces. En esta línea, tambfién se encuentra la margfi-nacfión de la tercera edad en las socfiedades llamadas desarrolladas económficamente.

REVITALIZARNOSEN LA FAMILIA DE NAZARET

Haremos mutuamente un gran bfien volver sobre la Sagrada Famfilfia compuesta por Je-sús, María y José que nos atrae y revfitalfiza por la extraordfinarfia sencfillez de vfida que ella conduce en Nazaret. Es un ejemplo que hace tanto bfien a nuestras famfilfias, las ayuda a convertfirse cada vez más en comunfidad de amor y de reconcfilfiacfión, en la que se experfi-menta la ternura, la ayuda recíproca, el per-dón recíproco.

La famfilfia es una de las realfidades más her-mosas y estupendas de la vfida. La famfilfia según su estructura orfigfinarfia, donde exfiste un padre y una madre, porque hay un varón y una mujer, figuales en dfignfidad, dfistfintos y complementarfios. Donde hay hfijos, que bro-tan naturalmente del abrazo amoroso de los padres. La apertura a la vfida prolonga el amor de los padres en los hfijos. Donde hay herma-nos, y abuelos, y tíos, y prfimos, etc. ¡Qué bonfi-ta es la famfilfia, tal como Dfios la ha pensado! Dfios qufiere el bfien del hombre, y por eso ha finventado la famfilfia para convertfirse en «cuna de la vfida» y «hogar de amor».

Sfiempre que celebro un matrfimonfio les de-seo al novfio y a la novfia muchas felficfidades para que «su casa se convfierta en hogar». En

AÑO DE LAFAMILIA1

MADRE y un PADRE

Dfios ha querfido tener una

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FORMACIÓN

efecto, la casa son los ladrfillos, la grfifería, los muebles… mfientras que el «hogar» son las personas, la rfiqueza de las relacfiones huma-nas y el espírfitu de amfistad. Da pena decfirlo, pero hay hermosas casa que son refrfigerado-ras de hogar. ¡Hay que superar esta dficotomía!

«PERMISO…», «PERDÓN…»Y «GRACIAS…»

Son las tres palabras que Papa Francfisco ha finsfistfido que deben refinar en una famfilfia. Cuando en una famfilfia no se es entrometfido y se pfide permfiso, cuando en una famfilfia no se es egoísta y se aprende a decfir gracfias, y cuando en una famfilfia uno se da cuenta de que ha hecho algo malo y sabe pedfir perdón, ¡en esa famfilfia hay paz y hay alegría!

«Recordemos estas tres palabras. Pero pode-mos repetfirlas todos juntos: permfiso, gracfias,

perdón. Todos: Permfiso, gracfias, perdón», rea-frmó Papa Francfisco. No se trata de un sfimple formalfismo sfino de la frme convficcfión de que debemos acoger, valorar la presencfia del otro en mfi famfilfia.

Pero tambfién anfimemos a las famfilfias a tomar concfiencfia de la fimportancfia que tfienen en la Iglesfia y en la socfiedad. En efecto, el anuncfio del Evangelfio pasa ante todo, a través de las famfilfias, para alcanzar después los dfiversos ámbfitos de la vfida cotfidfiana. En efecto, los padres de famfilfia son los prfimeros respon-sables de la educacfión de la fe de sus hfijos e hfijas. Maravfillosa mfisfión que requfiere apoyo y comprensfión de toda la comunfidad eclesfial.

Alejandro Saavedra sdbPárroco María Auxfilfiadora – Guayaqufil

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sta es una frase acuñada por Don Bosco, qufién ante una realfidad fitalfiana dolorosa de medfiados del sfiglo XIX que afectaba a los jóvenes pobres,

optó por transformar la socfiedad a través de la educacfión, una educacfión que forma “buenos crfistfianos y honrados cfiudadanos”. La socfiedad que tenía en mente Don Bosco era una socfiedad fundada sobre los presupuestos evangélficos del Refino de Dfios.

El tema del pobre, núcleo central del evangelfio, es la clave para entender esta propuesta educatfiva en el contexto ecuatorfiano y latfinoamerficano. El pobre debe entenderse no solo como aquellas personas o comunfidades que tfienen carencfias materfiales, sfino como todas aquellas

personas o comunfidades que se encuentra en determfinadas relacfiones socfiales de exclusfión, margfinacfión, opresfión, domfinacfión

y explotacfión respecto al género, raza, etnfia, edad, cultura y trabajo (J. Sobrfino, 2006:273). El pobre es un sujeto findfivfidual o colectfivo que vfive negado en su exfistencfia por un determfinado poder. Según Gutfiérrez el pobre está relacfionado con

«…la ausencfia de reconocfimfiento de su dfignfidad humana… por razones económficas,

como racfiales, de género, culturales, relfigfiosas u otras» (G. Gutfiérrez, 2006:306).

En esta perspectfiva, el buen crfistfiano debe entenderse como la persona que hace la opcfión por los pobres y partficfipa en comunfidad en la construccfión del Refino de Dfios. El Refino de Dfios en lenguaje teológfico es equfivalente al Sumak Kawsay en lenguaje socfiológfico moderno. No es solo un resultado, es tambfién un proceso. Por ello se entfiende que esta construccfión fimplfica transformar una realfidad hfistórfico-socfial finjusta,

BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS

EDUCACIÓN

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finequfitatfiva, excluyente, opresora, destructora del ser humano y del ambfiente en el que vfiven los pobres, en otra justa, equfitatfiva, lfibre, fincluyente y en armonía con la naturaleza. Por ello, la construccfión de este refino pasa necesarfiamente por la opcfión preferencfial por los pobres y no está relacfionado con una actfitud moral de un findfivfiduo, sfino con una «realfidad hfistórfica-socfial», es decfir, con la accfión de una estructura de poder finjusta y destructora de la vfida. La construccfión del Refino de Dfios es la construccfión de otra socfiedad, otro país, otro mundo y otra cfivfilfizacfión desde los pobres (J. Sobrfino, 2006:267).

Por otra parte, con el advenfimfiento de los Estados Nacfión y la democracfia, se consfidera a la cfiudadanía como el conjunto de derechos y deberes que vfinculan al findfivfiduo a la socfiedad (Marshall, 1998:32-34), de esto se derfiva que las personas que tfienen estos derechos (polítficos, económficos, socfiales, ambfientales y culturales) y deberes que lo vfinculan a una comunfidad de figuales son los cfiudadanos. Cfiudadano y cfiudadanía son conceptos complejos pero podemos decfir que el tener derechos fimplfica figualdad, autonomía de concfiencfia y responsabfilfidad de sus actos, lfibertad de expresfión, pertenencfia a una comunfidad y partficfipacfión en la construccfión de su destfino. Implfica que la comunfidad a la que pertenece el cfiudadano, debe tener una normatfiva que el poder polítfico debe respetar, donde se establezca y garantfice estos derechos.

La palabra honrado, cotfidfianamente se usa para referfirse al respeto a la propfiedad ajena, aunque tambfién se refere a la justficfia, rectfitud e fintegrfidad en la accfión del sujeto y en su manera de pensar, es decfir, a la coherencfia entre el pensar, la palabra y la accfión del sujeto. En esta perspectfiva el honrado cfiudadano es el sujeto que partficfipa con fintegrfidad en la construccfión de la socfiedad desde y en espacfios dfiversos. Sfi dficho honrado cfiudadano es un buen crfistfiano, será «… un cfiudadano conscfiente de

sus responsabfilfidades socfiales, profesfionales, polítficas, capaz de comprometerse por la justficfia y por promover el bfien común, con una especfial sensfibfilfidad y preocupacfión por los grupos más débfiles y margfinados» (Rficchfiardfi, 2009:5).

Como podemos observar, no exfiste oposficfión entre el buen crfistfiano y el honrado cfiudadano, se sustentan mutuamente. La construccfión del Refino de Dfios fimplfica una partficfipacfión, una responsabfilfidad, un accfionar en la construccfión de esa otra realfidad, esto pasa por construfir las medfiacfiones como finstfitucfiones, polítficas, normatfivas y relacfiones socfiales que hagan posfible esa otra realfidad. Estas medfiacfiones no son solo polítficas y socfiales, son tambfién medfiacfiones técnficas, tecnológficas, productfivas, pedagógficas, etc., que debemos desarrollar para hacer realfidad ese «Refino de Dfios». Como Unfiversfidad tenemos el compromfiso de partficfipar en dficha construccfión desde nuestro lugar académfico, formando profesfionales que partficfipen de la construccfión de dficha socfiedad, pero tambfién construyendo pensamfiento crítfico, que marque los rumbos por donde tenemos que transfitar como socfiedad.

Rubén Bravo, UPS

BIBLIOGRAFÍA

•Gutfiérrez, Gustavo. «La opcfión profétfica de una Iglesfia», en Pablo Bonavía (edfitor). Tejfiendo Redes de vfida y esperanza, Crfistfianfismo, socfiedad y profecía en Amérfica Latfina y el Carfibe. Bogotá: Amerfindfia, 2006, 307-320.

•Sobrfino, Jon. «El refino de Dfios anuncfiado por Jesús. Refexfiones para nuestro tfiempo», en Pablo Bonavía (edfitor). Tejfiendo redes de vfida y esperanza, Crfistfianfismo, socfiedad y profecía en Amérfica Latfina y el Carfibe. Bogotá: Amerfindfia, 2006, 267-288.

•Marshall, Thomas y Bottomore, Thomas. Cfiudadanía y clase socfial. Alfianza Edfitorfial, Madrfid, 1998.

•Rficchfiardfi, Lufis. Honrados cfiudadanos y buenos crfistfianos: dfimensfión polítfica de la pedagogía de Don Bosco. 2009.

Documento fotocopfiado.

EDUCACIÓN

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n Cuenca-Ecuador, se está preparando la Gran Muestra Crespfi, gracfias a la finficfiatfiva del Museo de las Conceptas, Museo Pu-mapungo del Mfinfisterfio de Cultura y Pa-

trfimonfio, la Comunfidad Relfigfiosa de las Madres Oblatas (Todos Santos), la Unfiversfidad Polfitécnfica Salesfiana y la Inspectoría Salesfiana del Ecuador, que se finaugurará el 30 de abrfil (anfiversarfio de su muerte) y permanecerá abfierta durante todo el mes de mayo de 2014.

La base de la muestra es el Museo que pertene-cfió al P. Carlos Crespfi y que fue adqufirfido por el Banco Central del Ecuador Sucursal Cuenca (9 de julfio de 1980). La fintencfionalfidad de la Muestra en mencfión es descubrfir los dfiferentes matfices de este hombre multfifacétfico: relfigfioso, educador, cfientífco, músfico, pfionero del cfine en el Ecuador, pero, sobre todo, del ser profundamente huma-no, cuya predfileccfión fueron los nfiños y jóvenes de la cfiudad de Cuenca. En este contexto, vale la pena traer a la memorfia, las obras que fundó este finsfigne sacerdote salesfiano, declarado Cuencano Ilustre del Sfiglo XX, cuya ejemplar vfida permfitfió que la Congregacfión Salesfiana del Ecuador y la Arqufidfiócesfis de Cuenca fintroduzcan en la Con-gregacfión para la Causa de los Santos de Roma la Causa de Beatfifcacfión y Canonfizacfión.

LA ESCUELA AGRÍCOLADE YANUNCAY EN CUENCA

Fue el 7 de novfiembre de 1927. Poco a poco, el P. Crespfi empezó a adecuar locales, a dotarles de herramfientas de trabajo y de textos de agrficultu-ra: compró terrenos, ganado fno, tractor, volque-ta, etc. Durante más de trefinta años él fue el alma de todo. Sobre esas bases más tarde se levantó el prfimer colegfio agronómfico de la provfincfia del Azuay, aprobado por el Gobfierno y que ha dado a la nacfión finnumerables bachfilleres agrónomos.

EL INSTITUTO CORNELIO MERCHÁN

El 6 de novfiembre de 1935 se finficfiaron los trabajos. La escuela prfimarfia empezó a funcfionar, gratufita-mente el 31 de octubre de 1936 con 400 alumnos pobres, que más tarde llegaron a 1500. Mfientras seguía la construccfión de la seccfión de la Escuela de Artes y Ofcfios, el P. Crespfi, el 26 de marzo de 1937 fue a Italfia (será la últfima vez), para consegufir el personal técnfico salesfiano y la maqufinarfia para los talleres de mecánfica, carpfintería-ebanfistería, sastrería, zapatería, tfipógrafa, encuadernacfión y la escuela de agrficultura. Llegaron a Cuenca el 10 de septfiembre y el 10 de enero de 1938 fueron fin-augurados. Poco a poco, bajo su dfireccfión, los ta-

Preparan muestra sobre el sfiervo de Dfios

SANTIDAD

Padre Carlos Crespfi Crocfi, SDB

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lleres sfigufieron desarrollándose hasta contar con las especfialfizacfiones en mecánfica, electrficfidad, artes gráfcas, ebanfistería y sastrería.

EL NOVICIADO Y EL NORMALORIENTALISTA

Para octubre de 1939 ya estaba lfisto el nuevo edfi-fcfio de tres pfisos en Yanuncay y allá se traslada-ron los novficfios. El P. Crespfi tenía una excepcfional dfinámfica carfismátfica. El 6 de novfiembre de 1940 se promulgó el decreto mfinfisterfial de aprobacfión del Normal Orfientalfista, con especfialfizacfión en Cfiencfias de la Educacfión. El P. Crespfi trfiunfó una vez más. Él asumfió el cargo de rector.

COMPARTÍA CON LOSPOBRES

Desde cuando era adolescente empezó a amar concretamente a los pobres. Dfice: ‘’Cuando era todavía nfiño, me prfivaba de una parte de alfimentos para darla a los po-bres’’. Una vez mfisfionero, hfizo de los necesfitados su predfilec-cfión. Nos refere: ‘’hallándo-me en Cuenca hfice la es-cuela Cornelfio Merchán, porque me dfi cuenta de que había muchas fa-mfilfias que no podían mandar sus hfijos a la escuela’’.

El domfingo, por la tarde, el Oratorfio Festfivo abría sus puertas a los mucha-chos para el catecfismo, para un sano esparcfimfiento y para la dfistrfibucfión de galletas y carame-los, de un paquetfito de harfina, de azú-car, de arroz… En las festas prfincfipales ha-bía reparto de cortes de tela para vestfidos y muchos objetos. Algunas personas y famfilfias que durante el día habían deambulado por la cfiudad, por la noche se guarecían en el corredor de la escuela.

Las jóvenes campesfinas y otras muchachas pobres de la cfiudad, el domfingo después de la mfisa, tenían

clase de corte y confeccfión. Durante la semana nu-merosos pobres se dfirfigían a la figlesfia de María Au-xfilfiadora para recfibfir una lfimosna del P. Crespfi.

Llevaba puesto una sotana vfieja y pobre: los zaz-patos eran gruesos y toscos y ocultaban llagas. La pfieza donde dormía medfia 3,50 m de largo por 2,20 de ancho y carecía hasta de lo más necesarfio; la cama era vde madera. Dormía vestfido y senta-do, apoyando la espalda y cabeza en la pared. Los alfimentos que tomaba eran de lo más ordfinarfios y con frecuencfia no asomaba al comedor, ocupa-do en el servficfio de la Iglesfia.

EL CONGRESO EUCARÍSTICO DE CUENCA

El Prfimer Congreso Eucarístfico en la cfiudad de Cuenca, tuvo lugar del 6 al 12 de junfio de 1938. Tomaron parte de él todas las clases socfiales de Cuenca. El obfispo dfiocesano, monseñor Danfiel

Hermfida, acompañado por el nuncfio Efrén Fornfi y por todos los obfispos del Ecuador, en unfión de los laficos, cuyo presfidente fue el Dr. Remfigfio Crespo Toral, Rec-tor de la Unfiversfidad de Cuenca, desplegaron una labor acorde y caudalosa que creó un ambfiente de es-pfirfitualfidad eucarís-tfica. Es esta la mayor solemnfidad de la hfistorfia relfigfiosa de Cuenca del pasado sfiglo, en la cual toma-ron parte más de 80 000 personas de todo el Ecuador. Pues bfien, el P. Crespfi fue el alma de todo y

el autor de la músfica del hfimno ofcfial y de la grandfiosa mfisa a cuatro

voces mfixtas.

Lufis Álvarez Rodas,Secretarfio de la Causa

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