Boletin N°3¿Usted es un caso, un grupo o una comunidad?

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Documento de discusión Sobre el Plan de estudios de Trabajo Social N°3 ¿Usted es un caso, un grupo o una comunidad? Aportes para el debate sobre nuestra formación teórico- metodológica para la intervención El Viejo Topo - CAUCE Por un Trabajo Social contrahegemónico Muchas veces hemos escuchado a lo largo de nuestra formación, que la realidad social constituye una totalidad, que la práctica profesional es a su vez una práctica teórica. Es decir, que los atributos que caracterizan las dinámicas, procesos y prácticas sociales son los de unidad, totalidad. Pese a esto, convive en nuestra carrera una serie de escisiones sucesivas, que lejos están de conformar “recortes” necesarios para el análisis que luego tienden a ser reconstruidos. Un ejemplo paradigmático de esto son los “niveles” de intervención, cuya estructura se replica no sólo en las materias del mismo nombre sino en los talleres y prácticas pre- profesionales. En este material te contamos qué opinamos, cuáles son nuestras críticas y, claro, nuestras perspectivas y propuestas sobre este aspecto de nuestra formación... Vayamos por “partes”... Sobre las implicancias de la fragmentación en “niveles” Entendemos que la existencia de niveles de intervención conlleva una fragmentación doble: de la realidad y de los sujetos con que trabajamos ¿Por qué? Nuestra profesión nace de la mano, y en un vínculo embrionario, con la nombrada tantas veces en nuestra carrera “cuestión social”, la cual entendemos como la contradicción entre el capital y el trabajo. Es por eso que consideramos que nuestra formación tiene que poder desarrollar el conocimiento de determinaciones generales de la vida social en el modo de producción capitalista, para permitirnos develar y aprehender los problemas sociales como manifestación de esa “cuestión social”, al tiempo que construir las mediaciones entre esas determinaciones generales y la realidad concreta y particular sobre la cual debemos intervenir. La fragmentación de la cuestión social en diferentes “problemas sociales”, que en apariencia se encuentran “desconectados”, va configurando, al mismo tiempo, una fragmentación de los sujetos con los que trabajamos, dado que, en este andamiaje institucional, ellxs van constituyéndose en sujetos de distintas políticas sociales sectoriales, que lejos están de pensar problemáticas y necesidades de forma integral. Entendemos que nuestra profesión debe tender a una aprehensión integral de la realidad, que permita reconstruir esta artificial segmentación de los problemas sociales, los sujetos y las luchas por la superación del orden vigente, por la transformación de la realidad. Es cierto que en nuestra intervención nos encontramos con sujetos individuales, con grupos, con barrios, lo que no consideramos correcto es pensar que el criterio que permite diferenciar distintas intervenciones, o que estructura el proceso metodológico es el tipo de sujeto con el que nos topamos. Por otro lado, llama la atención la artificialidad de ese sujeto que se piensa como prototipo: no existe la comunidad por fuera de los grupos, ni estos podrían existir si en él no se expresaran los sujetos. De modo que no podemos admitir que en sí misma una intervención contenga una metodología específica, particular, si está dirigida a un sujeto individual, familiar, grupal, o comunitario. Pensamos, como señalamos, qiue posiblemente podamos distinguir estas instancias a lo largo de un proceso interventivo, pero aquello que lo estructura son sus objetivos y el camino que se propone para conseguirlo, y que en ese marco se construyen instancias diversas para construir junto a sujetos diversos, en sus expresiones más individualizadas o más colectivas. El llamado a intervenir sobre el sujeto fragmentado en caso, en grupo o en comunidad, o a intervenir sobre la cuestión social fragmentada en problemas sociales, responde a un determinado proyecto político que invisibiliza la contradicción fundamental entre capital- trabajo (y por ende la acción política sobre ella), haciendo visible sus expresiones de forma inconexa, admitiendo que en la intervención sobre esas expresiones (definidas de forma segmentada) se encuentra la posibilidad del cambio de las condiciones de vida de los sectores populares. Desde El Viejo Topo- CAUCE nos proponemos poner en cuestión esto que se nos aparece como dado para el ejercicio profesional, para poder pensar colectivamente otra forma de construcción de conocimiento que esté cada vez más ligada a las necesidades de la clase trabajadora y los sectores oprimidos. Porque consideramos necesario aportar a la formación de profesionales comprometidos con el cambio social; porque el conocimiento será crítico o cómplice, te contamos a continuación nuestras críticas a las líneas hegemónicas por las que son pensadas las familias, los grupos y comunidades... No cualquier caso, grupo o comunidad Sobre las perspectivas predominantes en Trabajo Social

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Aportes para el debate sobre nuestra formación teórico- metodológica para la intervención El Viejo Topo - CAUCE Por un Trabajo Social contrahegemónico

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Documento de discusión Sobre el Plan de estudios de Trabajo Social N°3¿Usted es un caso, un grupo o una comunidad?

Aportes para el debate sobre nuestra formaciónteórico- metodológica para la intervenciónEl Viejo Topo - CAUCEPor un Trabajo Social contrahegemónico

Muchas veces hemos escuchado a lo largo de nuestra formación, que la realidad social constituye una totalidad, que la práctica profesional es a su vez una práctica teórica. Es decir, que los atributos que caracterizan las dinámicas, procesos y prácticas sociales son los de unidad, totalidad. Pese a esto, convive en nuestra carrera una serie de escisiones sucesivas, que lejos están de conformar “recortes” necesarios para el análisis que luego tienden a ser reconstruidos. Un ejemplo paradigmático de esto son los “niveles” de intervención, cuya estructura se replica no sólo en las materias del mismo nombre sino en los talleres y prácticas pre- profesionales. En este material te contamos qué opinamos, cuáles son nuestras críticas y, claro, nuestras perspectivas y propuestas sobre este aspecto de nuestra formación...

Vayamos por “partes”... Sobre las implicancias de la fragmentación en “niveles”

Entendemos que la existencia de niveles de intervención conlleva una fragmentación doble: de la realidad y de los sujetos con que trabajamos ¿Por qué?

Nuestra profesión nace de la mano, y en un vínculo embrionario, con la nombrada tantas veces en nuestra carrera “cuestión social”, la cual entendemos como la contradicción entre el capital y el trabajo. Es por eso que consideramos que nuestra formación tiene que poder desarrollar el conocimiento de determinaciones generales de la vida social en el modo de producción capitalista, para permitirnos develar y aprehender los problemas sociales como manifestación de esa “cuestión social”, al tiempo que construir las mediaciones entre esas determinaciones generales y la realidad concreta y particular sobre la cual debemos intervenir.

La fragmentación de la cuestión social en diferentes “problemas sociales”, que en apariencia se encuentran “desconectados”, va configurando, al mismo tiempo, una fragmentación de los sujetos con los que trabajamos, dado que, en este andamiaje institucional, ellxs van constituyéndose en sujetos de distintas políticas sociales sectoriales, que lejos están de pensar problemáticas y necesidades de forma integral. Entendemos que nuestra profesión debe tender a una aprehensión integral de la realidad, que permita reconstruir esta artificial segmentación de los problemas sociales, los sujetos y las luchas por la superación del orden vigente, por la transformación de la realidad.

Es cierto que en nuestra intervención nos encontramos con sujetos individuales, con grupos, con barrios, lo que no consideramos correcto es pensar que el criterio que permite diferenciar distintas intervenciones, o que estructura el proceso metodológico es el tipo de sujeto con el que nos topamos. Por otro lado, llama la atención la artificialidad de ese sujeto que se piensa como prototipo: no existe la comunidad por fuera de los grupos, ni estos podrían existir si en él no se expresaran los sujetos. De modo que no podemos admitir que en sí misma una intervención contenga una metodología específica, particular, si está dirigida a un sujeto individual, familiar, grupal, o comunitario. Pensamos, como señalamos, qiue posiblemente podamos distinguir estas instancias a lo largo de un proceso interventivo, pero aquello que lo estructura son sus objetivos y el camino que se propone para conseguirlo, y que en ese marco se construyen instancias diversas para construir junto a sujetos diversos, en sus expresiones más individualizadas o más colectivas.

El llamado a intervenir sobre el sujeto fragmentado en caso, en grupo o en comunidad, o a intervenir sobre la cuestión social fragmentada en problemas sociales, responde a un determinado proyecto político que invisibiliza la contradicción fundamental entre capital- trabajo (y por ende la acción política sobre ella), haciendo visible sus expresiones de forma inconexa, admitiendo que en la intervención sobre esas expresiones (definidas de forma segmentada) se encuentra la posibilidad del cambio de las condiciones de vida de los sectores populares. Desde El Viejo Topo- CAUCE nos

proponemos poner en cuestión esto que se nos aparece como dado para el ejercicio profesional, para poder pensar colectivamente otra forma de construcción de conocimiento que esté cada vez más ligada a las necesidades de la clase trabajadora y los sectores oprimidos. Porque consideramos necesario aportar a la formación de profesionales comprometidos con el cambio social; porque el conocimiento será crítico o cómplice, te contamos a continuación nuestras críticas a las líneas hegemónicas por las que son pensadas las familias, los grupos y comunidades...

No cualquier caso, grupo o comunidadSobre las perspectivas predominantes en Trabajo Social

La metodología del seguimiento de caso social individual presupone el seguimiento de situaciones problemáticas y la intervención a partir de la gestión eficiente de recursos y la derivación a otras instituciones. Tanto en las aulas como en las prácticas pre-profesionales, circula una concepción sobre la familia como unidad de intervención descontextualizada, como si fuera la responsable última de la reproducción de sus miembros. En algunos casos, se puede llegar a problematizar la idea tradicional de familia, vinculándola con la red social más cercana (la comunidad...). Sin embargo, estos sentidos ocultan el reconocimiento de la familia como la unidad de reproducción más inmediata de un sistema social estructurado a partir de que los individuos reproduzcan su vida de manera privada e independiente, teniendo la satisfacción de sus necesidades la mediación de la mercancía ¿Qué produce esto? La familia tiende a ser pensada como una instancia dado, natural, difuminándose su carácter como producto socio- histórico. En los últimos años, ha comenzado a introducirse la discusión acerca de la imposibilidad de separación entre reproducción familiar y contexto, entre la (re)producción de la familia y la de la sociedad, pese a lo cual persiste el riesgo se otra fragmentación: la de este análisis respecto de las metodologías a utilizar para la intervención. Esto se traduce en: “podemos entender que la familia no es la responsable última por su reproducción pero nos limitaremos a trabajar con ella”.

En el Trabajo Social con grupos, los grupos “posibles” suelen ser aquellos ligados a la dinámica institucional más que a la comunitaria y la de las organizaciones sociales que existen independientemente de la institución. No se cuenta entre el instrumental teórico metodológico con herramientas para pensar las formas de organización de los grupos y su existencia en los procesos sociales más generales. Se pierde así de vista que es a través de instancias colectivas que los sujetos pueden enfrentar mejor la resolución de necesidades en tanto se encuentran con su verdadera potencia en la transformación de la realidad (su pertenencia de clase). Finalmente los grupos quedan aislado de relaciones sociales más generales, construyéndose una mirada descontextualizada y ahistórica sobre ellos.

En relación al abordaje comunitario, una mirada tradicional es la de la comunidad como “todo armónico”. En los últimos años se ha intentado avanzar en una mirada histórica sobre lo comunitario, pese a lo cual sigue presentándose de forma acotada y limitada por otro obstáculo: el reconocimiento de intereses antagónicos o en enfrentamiento que se presentan en este espacio microsocial. La discusión de la categoría “comunidad” tiende a desarmar esta visión armónica del ámbito comunitario, sin embargo, pocas veces puede analizarse la correlación de fuerzas en el mismo como expresión de relaciones sociales y políticas más generales. Sin dudas, en esto influye una falta de lectura de las relaciones de fuerza y de actores políticos que intervienen en la vida comunitaria. Además, muchas veces se restringe la intervención en este “nivel” a la elaboración de diagnósticos y relevamientos, como si no fuera posible pensar en otro tipo de estrategia.

Para intentar una propuesta de superación de esta intervención fragmentada sostenemos que la intervención del TS es una y que, en ella, trabaja con sujetos que se los puede encontrar en distintas instancias y expresiones. La tarea en todo caso deberá consistir en realizar un trabajo de análisis de las distintas dimensiones que hacen a la vida de “el” o “los” sujetos, para poder desprender y construir posibilidades de abordaje que puedan contemplar encuentros con la persona, situaciones grupales, movilización de recursos comunitarios según la situación que se enfrenta. Esto requiere entender la práctica profesional inserta en una totalidad donde todo el tiempo deben estar presentes el análisis de la estructura social, la coyuntura y el cotidiano de la intervención, la reproducción de la unidad doméstica y la inscripción de ésta en la reproducción social. Eso permitirá abordajes que, además de ser más potentes y sólidos, no caigan en frustraciones o esfuerzos infructuosos (el seguimiento de casos realizado más allá del análisis de los contextos institucionales y de las transformaciones que se dan en la configuración y reconfiguración de las políticas sociales, genera intervenciones muchas veces ingenuas y poco conducentes). Entendemos que estos análisis sucesivos de lo general, lo particular y sus mediaciones, permite discernir en cada momento de la intervención qué estrategias y recursos técnicos permiten mayores posibilidades en una coyuntura y marco institucional determinados, en detrimento de formas de intervención construidas a partir de herramientas que, al no ser repensadas, se convierten en recetas pre- determinadas.

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Por todo lo antedicho nos parece apropiada la eliminación de las materias Niveles de Intervención tal como hoy existen. Pese a esto, consideramos necesario conservar el análisis de la familia, los grupos sociales, en tanto son expresiones concretas de la realidad social, dimensiones susceptibles de ser analizadas, pero en su carácter de mediaciones de los procesos sociales de (re)producción de la vida social.

Es satisfactorio para nosotrxs, que luego de varios años de discusiones con la gestión de la carrera (en la que ha estado, invariablemente, la agrupación Lucía Cullen), se reconozca una de nuestras demandas históricas, como lo es la necesidad de superar la fragmentación de la intervención profesional en “caso, grupo y comunidad”. Pero, como era de esperar, la salida que le vemos es distinta. La gestión intenta hacernos creer que con articular los talleres II y III se solucionó el problema de la fragmentación. Lo que nosotrxs proponemos no es un ‘como si’ sino una reflexión acerca de cómo esta estructurado nuestro plan de estudios a partir de la cual re-estructurar las prácticas y talleres de forma integral (sobre todo ante cuestiones problemáticas evidentes, como lo es la no consideración de Taller IV en esta “unificación”).

Entendemos que todo proceso de aprendizaje debe desmenuzar la realidad para poder aprehenderla, y en este sentido siempre se impone algún “criterio” que oriente las sucesivas y parciales aproximaciones que vamos realizando en torno de ella. Nuestra propuesta es que el plan de estudios se estructure no sobre la fragmentación de los niveles de intervención, sino que vemos la necesidad de que el énfasis esté en el proceso metodológico. Desde El Viejo Topo entendemos necesario poder abordar integralmente el aprendizaje de la cuestión social, construyendo las mediaciones que nos permitan comprender sus expresiones cotidianas, la intervención de las políticas públicas en ellas, y cómo la vida de los sujetos desarrolla en el marco más general de nuestra organización social actual. De aquí se desprende, que todo proceso de intervención conlleva un proceso de reflexión, de planificación, anclado en la comprensión global de la realidad social. Esto que parece tan complejo constituye nuestra potencialidad, porque construir las formas más sólidas de intervenir implica desarrollar formas de conocer, porque conocer es transformar y transformar es conocer.

Otro caso de “separados al nacer”Sobre la escisión teoría- práctica

Lo que venimos analizando, configura también esta falsa dicotomía entre teoría y práctica. Seguramente estemos familiarizadxs con la crítica a esta común e histórica escisión en las Ciencias Sociales, pese a lo cual hay muchas huellas de ella en nuestra formación, que en realidad dan cuenta de que esta separación pisa fuerte en nuestra carrera ¿Por qué?

En principio, podemos observar la estructura misma en que se monta nuestro plan actual. Tenemos por materias de carácter “teóricas” por un lado, y aquellas que constituyen la formación “específica”, que comprende las asignaturas Trabajo Social I y II, y todas aquellas relacionadas a la intervención: metodologías, niveles de intervención, técnicas complementarias, talleres y prácticas pre- profesionales.

Y este dato de color, revela algo que venimos señalando: en nuestra formación cotidiana, las situaciones concretas que vamos atravesando en la “práctica”, no pueden articularse con un conocimiento más general que las “reconstruya” de forma más compleja como objeto de conocimiento y de intervención. No sólo porque ese conocimiento general es poco sólido en nuestra carrera sino porque, como decíamos, no se construyen las mediaciones entre el mismo y la particularidad, de modo que se va configurando una idea de que una cosa es la teoría que vemos en los libros (con suerte), y otra la práctica, cotidiana, real.

Esta escisión entre “conocimiento” e “intervención”, también se expresa en nuestra formación metodológica. Por un lado las primeras metodologías se refieren a la “investigación”, y luego, las otras dos, a la “planificación” de proyectos y programas. Sin dudas, podemos reconocer que las tareas de investigar y de formular proyectos presentan particularidades, sin embargo, planificar supone también un proceso de conocimiento, y tanto planificación como investigación, se basan en fundamentos teórico- epistemológicos y metodológicos que pueden ser compartidos por paradigmas investigativos y de intervención. En este sentido, es que también comparten a veces incluso técnicas.

Como si no fuera suficiente, nuestra formación metodológica se plantea, de forma predominante, desde un sentido metodológico-instrumental, que se centra en la aprehensión de un conjunto de herramientas formal – abstractas, como los “pasos” de un diagnóstico, programa o proyecto, o distintas formas de presentación de documentos (marco lógico, gráficos, presentación de evaluaciones, informes sociales, etc.) En este punto, aparece como importante no negar la necesidad de ejercitar de alguna manera, el manejo de estos recursos, pero discutiendo la reducción de la formación metodológica a ello, lo cual va también separando la “técnica” de sus fundamentos teóricos y epistemológicos, disociando instrumento de metodología.

Sin embargo, no podemos pensar que la estructura que sigue nuestra formación “específica” contenga de forma casual estos “errores”. Como intentamos mostrar, estas diferentes escisiones y formas de comprender a los sujetos con quienes trabajamos, forma parte de una concepción de orden teórico- epistemológica, y por ello, también política. Como nudo de nuestra formación, la configuración que ésta adquiere hoy nos construye como profesionales que intervendremos (e intervenimos) en la realidad con dificultades en la construcción crítica de nuestro objeto de intervención, y de este modo, con una “caja de herramientas” seguramente abultada, pero muy difícilmente puesta en el marco de un proyecto teórico- metodológico que construya objetivos de mediano y largo alcance y que tienda a reunir diferentes instancias con los sujetos, a veces más individualizadas, otras más colectivas.

Desde El Viejo Topo entendemos que nuestra tarea como profesionales es la de volver a totalizar aquello que se nos aparece como fragmentado, para poder pensar de forma crítica aquella realidad concreta, sobre la que reflexionamos e intervenimos. Sólo así, asumiendo que este proyecto profesional constituye a su vez un proyecto político, es posible desplegar nuestra potencia de realizar una praxis transformadora, que pueda hacer “concreto” aquello que vemos como “abstracción” en las aulas. Principalmente, que nos permita dimensionar nuestro campo de intervención como un campo histórico, configurado por disputas que son parte de un movimiento más general (al que damos el nombre de “lucha de clases”), y que nuestros proyectos actúan también en este sentido, manteniendo o queriendo transformar las relaciones de poder.

Como dijimos, hace 15 años trabajamos en la carrera, discutiendo con la mayor cantidad de compañerxs posible qué pensamos, qué nudos problemáticos identificamos, pero también qué proponemos, cómo nos gustaría que fuera nuestra formación. Así que...

¡No te mareés! Nuestra propuesta quedaría así:

Nuestra propuesta en relación a estas reflexiones que venimos compartiendo, se basa en una tríada: Talleres de Síntesis; Metodologías; e Instrumentalidades.

Planteamos dos materias metodológicas que intentan saldar la escisión entre formas de conocimiento para la investigación, y aquellas relativas al conocimiento para la planificación y la intervención. De este modo, construimos los siguientes contenidos:

Metodología de la investigación para la intervención social: indicadores cuantitativos y análisis estadísticoLa medición en ciencias sociales. Aspectos teóricos y metodológicos ligados al uso de fuentes estadísticas. Escalas de medición, bases de datos, unidades de análisis, unidades de registro, variables, valores y unidades de medida. Herramientas estadísticas fundamentales. Interpretación teórica y estadística de los datos. Elementos generales para el análisis demográfico. Crecimiento y estructura de la población. Indicadores de estructura (crecimiento, empleo, migraciones, familia). Análisis de fecundidad, morbilidad y mortalidad. Incidencia y prevalencia. Búsqueda y uso de fuentes estadísticas existentes: Encuesta Permanente de Hogares, Censos, datos de salud pública, etc. Límites de las fuentes cuantitativas.

Metodología de la investigación para la intervención social: el método etnográficoLas distintas concepciones respecto de la naturaleza y los alcances de la perspectiva etnográfica: objetivismo, subjetivismo y postmodernismo. Método comparativo. Principales técnicas del trabajo de campo etnográfico: observación participante y entrevista no directa. El registro. Problemas epistemológicos. Límites de la etnografía.

Asimismo, planteamos dos asignaturas llamadas “Instrumentalidades”, que son aquellas que de forma más particularizada atienden los fundamentos y formas que adquieren los procesos de conocimiento e intervención, así como las distintas perspectivas teórico- metodológicas, y sus respectivas herramientas.

Instrumentalidad del Trabajo Social I Delimitación del problema. Investigación. Planificación. Intervención. Evaluación. Distintas formas del proceso metodológico: Investigación Acción Participativa (IAP), Método BH, Método Ver, Juzgar, Actuar.

Instrumentalidad del Trabajo Social II

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Censos. Encuestas. Observación. Entrevista. Visita domiciliaria. Registro. Informe social. La educación popular. El trabajo con grupos. El taller. Las herramientas de comunicación. Revisión histórico- crítica del abordaje metodológico de “caso, grupo, comunidad”. Supuestos epistemológicos de dichas categorías y niveles. Teorías subyacentes y limitaciones.

Finalmente, ¡la mejor parte!: los Talleres de Síntesis, ¡agarrate!

Entendemos que los talleres tienen la tarea pedagógica, formativa, de lograr una síntesis entre la práctica y la teoría, cosa que raramente pasa en la actualidad. Proponemos que los Talleres tengan tres “patas”: las prácticas pre- profesionales; el espacio áulico denominado talleres de síntesis; y seminarios temáticos que permitan una construcción teórica más profunda del objeto de intervención.

Nos parece de suma importancia que las prácticas se configuren como un proceso continuado, donde se vayan construyendo aproximaciones sucesivas a la realidad. Por ello es que nos parece importante que se privilegie el criterio de continuidad en los centros de práctica, y en caso de que no sea posible, mantener el territorio de inserción o el área temática. Esta idea de las prácticas como proceso continuo puede darse en llamar “prácticas integradas”.

El tipo de intervención a realizar no puede estar prefijada de antemano, sino que deviene de un análisis de la estructura, coyuntura y cotidianeidad, que se expresará en cada momento y experiencia, en la necesidad de mantener abordajes personalizados, conformar procesos grupales, insertarse en procesos de participación social preexistentes (grupos sociales ya constituidos), o/y trabajar con organizaciones comunitarias o movimientos sociales.

Por lo antedicho, desde El Viejo Topo- CAUCE entendemos que las prácticas van construyendo las instancias que, en cada momento, se presentan como necesarias para la intervención, dando lugar a productos de cada taller que no pueden homologarse casi “en serie” para todas y cada una de las experiencias en la diversidad de centros de práctica. Nos parece válido y adecuado que todo proceso de aprendizaje en la universidad implique pensar en un producto con un objetivo de conocimiento y formación, y otro u otros que permitan dar cuenta de la intervención. Pero consideramos que los formatos pueden ser múltiples y diversos: relevamientos, diagnósticos de distintos tipos, investigaciones acciones participativas, indagaciones bibliográficas, investigaciones en el caso de los de conocimiento; crónicas o análisis sistematizado de las experiencias, avances o informes de gestión de un proyecto en marcha, formulación de un proyecto, audiovisuales, informes institucionales... Esto favorecerá que lxs estudiantes podamos tener mayor autonomía en definir y sostener (defender) un criterio de intervención y construir prácticas instituyentes fundadas con rigurosidad teórica metodológica.

Ahora sí, te presentamos nuestra propuesta para los talleres de síntesis, que es la formulación con la que dimos en llamar al espacio áulico que, desde nuestra perspectiva y concepción, debe acompañar y alimentar a las prácticas pre- profesionales y que, como verás, sí se estructuran de acuerdo al proceso metodológico.

Taller de síntesis IAl iniciar el proceso de práctica, los estudiantes se enfrentan con un todo caótico, las cosas aparecen como

desconectadas. En este primer año deberían poder trascender las formas para encontrar la unidad, adoptar una visión de totalidad a partir del conocimiento y análisis crítico de diferentes intervenciones del Trabajo Social (por un criterio temático o territorial) y la contextualización de los problemas sobre los que se interviene como manifestaciones de la “cuestión social”. Se requerirá de los estudiantes la producción de informes de los relevamientos y una monografía final que de cuenta del proceso de síntesis realizado.

Taller de síntesis IIEl proceso comienza con el análisis de las particularidades de la institución/organización desde la cual los estudiantes desarrollarán la intervención y del/de los problema/s sobre los que ella actúa. Se entiende este segundo año como continuidad del proceso de conocimiento iniciado el año anterior, en el que se construirá un objeto de conocimiento/intervención a partir del análisis de las particularidad como expresión de una totalidad. Se requerirá de los estudiantes la elaboración de un análisis institucional/organizacional que de cuenta de las particularidades de la forma de tratamiento de las manifestaciones de la Cuestión Social de las que se ocupa, su relación con la historia y características de la inserción de dicha institución en un contexto más amplio. Continuando con el proceso los estudiantes deberán avanzar en la construcción del objeto de conocimiento/intervención, en la realización de un diagnóstico donde vayan acotando el problema, avanzando en el conocimiento de las determinaciones más concretas y puedan, finalmente, proponer líneas de intervención fundamentadas. Se privilegiará el desarrollo de metodologías participativas de construcción de conocimiento.

Taller de síntesis IIILos estudiantes avanzarán en la delimitación de la intervención a partir de las líneas planteadas hacia final del Taller de Síntesis II, el análisis de los actores, los proyectos en disputa y las relaciones de fuerza presentes. El proceso de elaboración e implementación del proyecto de intervención implica en sí mismo la articulación y negociación con la institución/organización en la cual los estudiantes se insertan y, de ser posible, con otros actores involucrados o pasibles de involucrar. Desde la formación se fomentará el carácter crítico, innovador y reflexivo de la intervención a desarrollar por los estudiantes, diferenciándose de prácticas rutinizadas, poco reflexionadas y burocratizadas presentes en muchas de las instituciones/organizaciones. Asimismo, se promoverá la utilización de metodologías participativas como la de la educación popular. Los estudiantes deberán presentar el proyecto, dar cuenta de las intervenciones que se vayan desplegando en sistematizaciones periódicas y realizar evaluaciones de proceso.

Taller de síntesis IVDurante este año se continuará con el desarrollo de la intervención iniciada. Se comenzará el año con una profunda evaluación de proceso, en la que se deberán incluir instancias de participación de la institución/organización y demás actores involucrados en el mismo. A partir de la misma, los estudiantes deberán plantear, de ser necesarias, readecuaciones en el proceso de intervención. Hacia el final del año, deberá realizarse un proceso de evaluación y síntesis de los cuatro años de práctica. Finalmente los estudiantes deberán realizar una devolución a todos los actores involucrados en el proceso, que tienda a brindar elementos para la problematización de las prácticas de los diferentes actores en relación a el/los problema/s abordados.

Seminarios TemáticosLas prácticas implican la construcción teórica de nuestro objeto de intervención, tarea para lo cual precisamos herramientas muy particulares, de acuerdo a la temática en la que nos insertemos, de modo de poder hacerlo de forma sólida. Estos seminarios se piensan como el espacio en el que, estudiantes de distintos niveles, pero que comparten la intervención en una expresión específica de la cuestión social (salud, vivienda, niñez, educación, etc.), podamos encontrarnos para elaborar aquellas mediaciones necesarias para la intervención, al tiempo que tener una perspectiva más amplia sobre el conjunto de intervenciones que, desde instituciones diversas, se llevan adelante en relación a la temática. Consideramos que la inclusión de estos seminarios no significa incrementar la carga horaria de los talleres, dado que puede pensarse un criterio de rotación mensual o bimensual, entre los seminarios y los talleres de síntesis.

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Pero esto no termina acá... Seguramente a esta altura te estarás preguntando: ¿y estxs cómo piensan a los sujetos, las familias, los grupos y los espacios comunitarios?

Pues acá van algunos esbozos y posibilidades...

En el trayecto de estos años de reforma de plan de estudios a puertas cerradas, nos vimos en la necesidad de tomar en nuestras propias manos la tarea de investigar cuál es la forma y el contenido más potente para superar la fragmentación de la realidad y los sujetos expresada en los niveles de intervención. En este proceso de estudio es que nos encontramos con otras reformas de planes de estudio de Trabajo Social de otras unidades académicas. Así es que no se nos ocurre una idea mejor que la de socializar las materias que consideramos necesarias para abordar las mediaciones de la realidad social ¡Chusmealas!

Sobre el llamado “caso individual y familiar”Rescatamos de la materia Trabajo Social IV de la Universidad Nacional de La Plata, la necesidad de pensar los sujetos y las familias en el marco de las relaciones individuo- sociedad, en una dimensión de análisis tanto micro como macrosocial. Esto implica pensar al hombre en la realización de la vida social, de la historia, y de las diversas teorías que conceptualizan esta relación (Servicio Social de Caso; perspectiva sistémica; perspectiva socio- antropológica). También es importante dimensionar en relación a esto la relación humana establecida en la intervención profesional y las formas de conciencia que constituyen el marco de la misma, por ejemplo la problemática de la “alienación”.

Sobre los grupos:También desde La Plata, la materia Trabajo Social III propone encarar el análisis de los grupos retomando diversas teorías que los estudian, teniendo como eje que los grupos son articuladores del trabajo comunitario, así como también posibles de desarrollarse en el marco de una institución. Para el abordaje de técnicas, se proponen las perspectivas de la comunicación social, de la investigación- acción, la coordinación y evolución grupal entre otros. Se destaca en la materia la interacción grupal en la comunidad.

Sobre los espacios comunitarios:Retomamos aquí los aportes de un proceso de reforma de plan de estudios de San Luis, del año 1975, que quedó trunco en su aplicación efectiva por la dictadura militar que un año después se montó sobre el país. Se procuraba en la materia Trabajo Social IV, el estudio de técnicas que posibilitaran la organización popular: técnicas de debate, organización de asambleas, planificación de trabajo popular; técnicas de comunicación social y socialización de información. Así también, se encaraban los problemas de carácter coyuntural que podrían enmarcar dicho trabajo de organización. Lo interesante es que en la materia Trabajo Social V se enfocaba el trabajo grupal en relación a la organización a nivel comunitario, así como la participación en estas instancias de los sujetos singulares: se pasaba así por el estudio de la estructura social para comprender los asentamientos poblacionales y las formas de conciencia y de pertenencia; por la conformación de grupos y las formas de expresión individual en ellos; y por las formas de poder y participación, en relación al Trabajo Social en sus formas asistenciales y organizativas. Se abordaba algo desconocido hoy en nuestra formación: la organización política y gremial.

Para ir terminando o sobre el por qué de este material...Desde El Viejo Topo estamos convencidxs de que para transformar la sociedad hay que dar la batalla en los distintos

territorios de la realidad social, ya que la lucha política, la lucha de clases, se encuentra en cada espacio, siempre expresándose de una forma particular. En el caso de la Universidad, la disputa por los contenidos que estudiamos, por cómo se piensa una reforma del plan de estudios, es una de las “puntas” por las que cuestionamos el terreno propio de la producción de conocimiento, para que esté orientado a un cambio social radical, a la transformación de las relaciones sociales de explotación y subordinación. Y es que estas relaciones se dan también en la universidad, y en nuestra carrera. Sin ir más lejos, quedándonos en el terreno de la reforma del plan de estudios ¿Cómo es posible que en los 10 años que lleva este proceso de reforma las instancias de discusión colectiva, que nos contemplan a lxs estudiantes, puedan contarse –literalmente- con los dedos de una (sola) mano? Por todo esto es que vemos la necesidad de luchar y organizarnos en la universidad: no sólo por las condiciones en que estudiamos y aprendemos, es decir, por las llamadas luchas gremiales y presupuestarias (por el comedor, la biblioteca, el edificio único, etc.), sino también por la tarea de disputar lo específico de la Universidad: qué conocimiento producimos y cómo (y con quiénes) lo hacemos.

Lo que hemos intentado hacer al pensar y explicar las problemáticas de nuestra formación, no es otra cosa que ir dilucidando qué tipo de profesionales de Trabajo Social se está construyendo hoy en nuestra carrera. Resulta que la reforma

del plan de estudios nos interroga directamente sobre qué profesionales queremos ser, cómo queremos intervenir en la realidad, y nos confronta con cómo nos estamos formando hoy, qué tipo de intervención en la sociedad se está modelando desde la institución universitaria. Este interrogante nos lleva a afirmar que los proyectos sobre la profesión, sobre el Trabajo Social, son al mismo tiempo proyectos de sociedad: en fin, lo que queremos es formarnos más y mejor, para intervenir de otra forma sobre la realidad. Queremos conocer para transformar la realidad... y lo que estamos viendo es que la formación de hoy no nos habilita a hacerlo. Pese a que no suene lindo, lamentablemente los discursos renovados de La Cullen sobre un Trabajo Social para defender el “nuevo modelo”, no muestran una traducción en lo específico de nuestra carrera más que en intentos de reformas parciales, que mantienen las grandes limitaciones de nuestra currícula.

Luchar por la transformación de la sociedad parece una tarea muy vasta, pero como dijimos, en el camino hacia ella sabemos que podemos disputar y ganar espacios. En lo más cercano que tenemos, nuestra carrera, se trata de todo esto que venimos tratando: bregar por una formación que nos permita comprender integralmente la realidad y los sujetos, de modo de intervenir más que para fragmentar (y “fragmentarnos”), para discernir cuáles son las relaciones y procesos que queremos transformar para cambiar todo aquello que vemos en los espacios en que trabajamos cotidianamente: pobreza, subordinación, explotación. Pero sabemos además que no podemos cambiar esas relaciones, ni nuestra formación (que es la que nos da las herramientas, los insumos para comprender y actuar), a menos que podamos encontrarnos con otrxs, organizándonos desde abajo y democráticamente. Esto quiere decir que así como no queremos como “profesionales en el mañana” ser pasivxs ni sumisxs, tampoco queremos serlo como lxs “estudiantes de hoy”. Muy diferente a esto, apostamos a ser protagonistas en nuestro paso por la carrera, y luego de ella, aportando con nuestros saberes y prácticas al cambio social ¿Es esto lo que encontramos en nuestra carrera, en nuestra facultad hoy? Creemos que no, por eso discutimos y nos enfrentamos a la política que se construye desde los sectores que hoy más poder tienen para modelar nuestra formación (como profesionales y sujetos). Porque la lucha “no está en otra parte”, Porque el Conocimiento Será Crítico o Kómplice... Sigamos organizándonos por una reforma en la que seamos partícipes, sigamos luchando por un Trabajo Social al servicio de la transformación social.

Este Boletin es el tercero de una serie de materiales que se proponen socializar las discusiones que hemos tenido desde El Viejo Topo sobre la formación de profesionales de Trabajo Social. Este número en particular se ha dedicado a la puesta en análisis de la formación más “directamente” ligada a la intervención. Pero como señalamos, nuestras propuestas sobre lo metodológico no pueden ser comprendidas en su totalidad, sino es en la relación que mantienen con nuestras iniciativas para el tronco “teórico” de la carrera. Por eso, a este tercer boletín le seguirán otros materiales. Te proponemos un pequeño juego mientras seguís la lectura... En cada “entrega”, aparecerán fragmentos de una imagen, la de la tapa de nuestra revista de Trabajo Social, La Tormenta. Si armás la imagen, te la cambiamos por un ejemplar de La Tormenta. Sabemos que con las pocas herramientas que nos da nuestra formación, reconstruir la totalidad es una tarea difícil y desafiante, así que si lo estás haciendo en la carrera... armar este rompecabezas ¡es una papa!

¡ALEGRES, ALERTAS Y COMBATIVXS!

CREANDO UN TRABAJO SOCIAL CRÍTICO, PARA

CONSTRUIR LA NUEVA SOCIEDAD