Boletín Guadalupano Noviembre 2013

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BOLETÍN 2013 1

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Revista Mensual Gratuita de la Basílica de Guadalupe

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    SUMARIO

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    PEREGRINACIN Y ENCUENTRO

    Cango. Dr. Eduardo Chvez S. 4

    TODOS LOS SANTOS Y FIELES DIFUNTOS

    Mara de Guadalupe Gonzlez P. 25

    SANTA CECILIA, EL LIRIO QUE CANTABA A DIOS

    Lic. Carlos Ivn Arcila B. 28

    EL LAICO EN LA HISTORIA DEL SANTUARIO...

    Lic. Mercedes Aguilar Lara 32

    Nmero 152 Ao XIII Noviembre 2013.

    AMOR Y GRATITUD EN UNIDAD CON EL PAPA Y LA IGLESIALic. Marcela Vallecillo Gmez

    ENCUENTRO DE LOS INDGENASEN EL AO DE LA FELic. Marcela Vallecillo Gmez

    SOLEMNE PROFESINDE FE DE LOS LAICOSPbro. Alberto Medel Ortega

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    SANTUARIO DE NUESTRA SEORA DE LA PAZ

    Cango. Lic. Juan Castillo H. 36

    BREVES 38JESUCRISTO, KYRIOS,SEOR DE LA IGLESIACango. Dr. Eduardo Chvez S.

    DIRECTORIOPRESIDENTE DEL BOLETN

    Cango. Mons. Enrique Glennie Graue

    DIRECTORCango. Juan Castillo Hernndez

    COORDINADORA GENERAL

    Lic. Mara Natividad Correa Beltrn

    JEFE DE FORMACIN

    Cango. Dr. Eduardo Chvez Snchez

    EDICIN Y CORRECCIN DE ESTILO

    Cinthia Huelgas Moreno

    FOTOGRAFADepartamento de Comunicacin

    Social Baslica de Guadalupe

    DISEADORPbro. Omar Sotelo Aguilar

    Ricardo Vzquez Hernndez

    COLABORADORES

    Cango. Dr. Eduardo Chvez Snchez Cango. Lic. Juan Castillo HernndezCango. Dr. Gustavo Watson Marrn

    Mons. Salvador Diez de Sollano y OrtegaPbro. Dr. Ricardo Valenzuela

    Pbro. Lic. Alberto Medel OrtegaPbro. Salvador Gonzlez MoralesLic. Nydia M. Rodrguez Alatorre Lic. Marcela Vallecillo Gmez

    Lic. Carlos Ivn Arcila Lic. Mercedes Aguilar Lara

    Mara de Guadalupe Gonzlez PachecoArq. Oscar Jimnez Gerard Sr. Ricardo Galindo Melchor

    FOTGRAFOS

    Lic. Marcela VallecilloCinthia Huelgas Moreno

    Boletn Guadalupano, revista mensual ao XIII nmero 152, Noviembre de 2013. Editor Responsable: Mara Natividad Correa Beltrn. Nmero de Certificado de Reserva de De-rechos otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor 04-2004-102812475400-106. ISSN 2007-4603. Nmero de Certificado de Licitud de Ttulo y Nmero de Certificado de Licitud de Contenido otorgado por la Comisin Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretara de Gobernacin: 10545, Impresor: Edith Velzquez Martnez, Rin-conada de los Juegos, edif. Matatena. No. 204 Col. Pedre-gal de Carrasco. C.P. 04700. Delegacin Coyoacn Mxico D.F. Domicilio de la Publicacin y Distribuidor: Baslica de Guadalupe A.R., Plaza de las Amricas No. 1 Colonia Villa de Guadalupe, Delegacin Gustavo A. Madero, C.P. 07050 Mxico, D.F. Telfono 5118-0500. www.virgendeguadalupe.mx. Queda estrictamente prohibida la reproduccin total o parcial de los contenidos de imgenes de la publicacin sin previa autorizacin de Boletn Guadalupano.

    MODELO Y MAESTRA DE ESPIRITUALIDAD DE COMUNINMons. Salvador Diez de Sollano y O.

    LOS FRUTOS DEL CONCILIO VATICANO IIPbro. Lic. Alberto Medel OrtegaIglesia Cristo Rey

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    PEREGRINACIN Y ENCUENTRO

    Cango. Dr. Eduardo Chvez Snchez

    EDITORIAL

    En este mes de Noviembre se realiza uno de los eventos ms importantes: El Congre-so Peregrinacin-Encuentro. Nuestra Seora de Guadalupe, Es-trella de la nueva Evangelizacin en el Continente Americano. Y no nos equivocamos al decir que ste es uno de los acontecimientos que, sin duda, dejarn una huella profunda en cada corazn, ciertamente marcar la his-toria, y no slo de este sagrado recin-to de la Baslica de Guadalupe, sino de todo el Continente Americano y de toda la Iglesia Universal.

    No cabe duda que la Virgen de Gua-dalupe es la primera discpula y mi-sionera del Amor de Dios; Ella es el modelo de Evangelizacin perfecta-mente inculturada; Ella es la Mujer de rostro mestizo, Madre de todos los pueblos; Ella es el Arca viviente de la Alianza; Ella es el primero y ms dig-no santuario de Jesucristo; Ella es la Madre de la Iglesia; Ella es la primera peregrina y mensajera del Amor de Dios; Ella es la Estrella de la primera y de la nueva Evangelizacin.

    La Misin Continental ha sido una inspiracin muy importante para nuestro Continente y desde nuestro Continente para el mundo entero. El Episcopado Latinoamericano siem-pre ha sido consciente de la vocacin misionera de toda la Iglesia, pues el Amor es lo nico que le da sentido a nuestra existencia, y la Iglesia est

    enviada por Dios precisamente para difundir que Jesucristo es el Amor pleno de Dios nuestro Padre y que se entrega a nosotros para que tenga-mos vida y la tengamos en abundan-cia (Cf. Jn 10,10). Es por ello, que la misin surge como una necesidad intrnseca para dar al mundo lo que tanto desea y anhela; y es esto lo que alienta a toda la Iglesia.

    Como tambin lo expresaba gozo-so el Papa Benedicto XVI: En este sentido, ha sido para m un motivo de alegra conocer el deseo de realizar una Misin Continental [] con-vocando para ello a todas las fuerzas vivas, de modo que caminando des-de Cristo se busque su rostro. (Cfr. Novo millennio ineunte, 29).1

    Por ello, es muy significativo que este Magno Evento se lleve a cabo en este lugar, en este Santuario, en esta Tie-rra Bendita de Dios, como lo expres el amado y recordado Juan Pablo II, Aqu, Jesucristo, luz de las gentes quiso manifestar su presencia salva-dora en los albores de la evangeliza-cin de Amrica Latina, Por medio de la Virgen Mara, su Madre, en la persona del indio Juan Diego.2

    El primer obispo de Mxico, fray Juan de Zumrraga, quien recibi la por-tentosa Imagen de Nuestra Seora de Guadalupe, seal con la que se con-firmaba su aparicin y encuentro, ya lo haba manifestado de una manera

    que se torna por dems proftica, en una carta enviada al rey y emperador Carlos V el humilde fraile-obispo le deca con una alegra inusitada: aqu, desde las Indias [] quizs quiere y ha ordenado Dios que de ac, la dicha universal reformacin, se haya de comenzar.3

    Hoy, a cerca de 476 aos de distancia de esta carta y a cerca de 482 aos de las apariciones de Santa Mara de Guadalupe, constatamos que esto es verdad. Que la Virgen de Guadalu-pe sigue siendo esa misionera incan-sable que toca nuestro corazn para realizar una verdadera conversin. Es Santa Mara de Guadalupe quien nos ensea a caminar con Ella, en esta bendita Iglesia, y transformar el corazn, petrificado por el odio, en un corazn de carne lleno de amor y de misericordia; es Ella quien nos fortalece para seguir construyendo esta civilizacin del amor, cultura de la vida. Es as, de la mano de Ella, como realizamos una verdadera pe-regrinacin para encontrarnos con Jesucristo, Camino, Verdad y Vida.

    Peregrinacin y Encuentro con quien nos ama y nos salva.

    1 Benedicto XVI, Documento Conclusivo de Aparecida, Brasil, Vaticano 29 de Julio 2007.2 Juan Pablo II, Saludo al iniciar su V Visita Pastoral en Mxico, 30 julio de 2002.3 Carta de fray Juan de Zumrraga al Emperador Carlos V, 1539, en AGI, Indiferente, 1093.

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    AO DE LA FE

    Encuentro con los lderes de movimientos y asociaciones laicales:Los laicos en la Iglesia a 50 aos del Concilio Vaticano II

    SOLEMNE PROFESIN DEFE DE LOS LAICOS

    LAICOS UNIDOS EN LA FE, TESTIGOS DE LA ESPERANZA, SIGNOS DEL AMOR DE DIOS

    Pbro. Lic. Alberto Medel Ortega

    Luego de un arduo trabajo que emprendi la Comisin de Pastoral de la Baslica de Guadalupe, de la mano de la Comisin de Movimientos Laicales de la Arquidicesis de Mxico y del Apostolado El Sembrador, Nueva Evangelizacin (ESNE), lleg la fecha programada para la Solemne Profesin de Fe de los Laicos, el s-bado 5 de octubre de 2013. Fueron

    varios meses de reuniones semanales para preparar este evento que quera abrazar idealmente a los fieles laicos de Mxico y de toda Amrica gracias a la radio y la televisin.

    La jornada consisti en dos grandes momentos. El primero fue dedicado a los lderes y dirigentes de los mo-vimientos de laicos, y el segundo fue abierto a la participacin general.

    Encuentro con los lderes de mo-vimientos y asociaciones laicales: Los laicos en la Iglesia a 50 aos del Concilio Vaticano II

    El encuentro matutino inici hacia las nueve de la maana. El objetivo fue que los dirigentes de los grupos y movimientos laicales tuvieran una maana de reflexin con la imple-mentacin de algunas conferencias

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    y mesas de trabajo para releer el documento conciliar Apostolicam Actuositatem, y revisar el camino de la Iglesia en el involucramiento de los laicos en su vida y misin a 50 aos del Concilio Vaticano II, en vista a una renovacin institucional y carismtica desde la profesin de fe bautismal.

    Luego del registro correspondien-te de los participantes, dio inicio el encuentro con la bienvenida oficial por parte de la Baslica a cargo del Cannigo Carlos Ruz y Alvarado, Arcipreste y Vicerrector del Santua-rio. Enseguida inici un panel titu-lado Misin y Vocacin Laical, en el que participaron la Dra. Valentina Torres con el tema El papel que ha tenido el laico a partir del C.V. II, y el Lic. German Araujo con el tema Algunos retos que se presentan como miembros de la Iglesia llama-

    dos a ser sal de la tierra (cfr. Lumen Gentium 33).

    Finalizado el panel, la asamblea que lleg a sumar ms de 500 lderes, se dividi en cinco partes y en igual nmero de salones reflexionaron en temas especficos de apostolado laical: Ciudadana y Poltica por el Lic. Raymundo Mendoza; Cui-dado del Medio Ambiente a cargo del Lic. Gerardo Cruz; El papel de la Mujer en la Evangelizacin por la Mtra. Yarim; la Lic. Gabriela Pa-checo con el tema Educacin y Ge-neracin de Cultura, y el Lic. Jorge Navarrete con Laicos y Medios de Comunicacin. La Jornada de re-flexin termin con el testimonio de un laico con diversas facetas de la vocacin laical, el Sr. Noel Daz, esposo y padre de familia, empresa-rio y fundador de un movimiento laical al servicio de la Nueva Evan-

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    gelizacin a travs de los medios de comunicacin (ESNE). Finalmente, otro movimiento de Laicos fungi como anfitrin y ofre-ci a todos los participantes una rica comida en el comedor de peregrinos, a cargo de la Archicofrada Universal de Santa Mara de Guadalupe. Los expositores fueron aportados por la experiencia y la riqueza del Instituto Mexicano de Doctrina Social Cris-tiana (IMDOSOC).

    Festival de Testimonios

    A las tres de la tarde dio inicio la actividad que se prepar para los fieles en general, en el atrio de Amrica, donde se dispuso un esce-nario y las sillas para los invitados. Algunos llegaron a preguntar a los organizadores que dnde se coloca-ran a los invitados especiales, y la respuesta fue siempre la misma: en cualquier lugar de los dispuestos, pues los invitados especiales de la Baslica son todos los fieles laicos. Una hora antes de iniciar el evento, algunas personas ya haban tomado su lugar. En punto de las tres de la tarde, el Apostolado el Sembrador inici su participacin que consis-ti en un concierto a cargo del gru-po Cristo 3D venido de la ciudad de Puebla, por dos predicaciones a cargo del Sr. Noel Daz, quien con su carisma y particular modo de predicar el Evangelio, tuvo a los participantes muy reflexivos y me-tidos en la temtica, en la que los invit a tener una relacin intensa y personal con Dios y con los her-manos, y a comprometerse con la misin de la Iglesia.

    La segunda predicacin del Sr. Noel Daz termin con una Adoracin

    Eucarstica llamada Una Hora con Jess, en la que fue expuesto el San-tsimo Sacramento en una bella cus-todia que figuraba la flor nahui olli que tiene la imagen de la Santsima Virgen de Guadalupe a la altura del vientre, y que significa la divinidad del nio que lleva en su seno. Entre cantos y alabanzas el Santsimo Sa-cramento fue llevado en procesin entre los fieles los cuales pudieron acercarse a la custodia y expresar su amor y adoracin al Seor.

    Luego de un receso de 15 minutos, a las 19:15 horas dio inicio el Fes-

    tival de Testimonio que fue abier-to por la compaa de danza Xo-chitlalpan, la cual, con una bella estampa, nos llev de la mano para recordar la Primera Evangelizacin: representaron un sacrificio azteca, luego la conquista, enseguida la llegada de los Misioneros coronada por la presencia de la Evangelizado-ra: la aparicin de nuestra Madre de Guadalupe, para dar paso a la entrada del Evangelio cuya llegada trajo la alegra de la vida, que se sig-nific con los bailes y las banderas de los pases de Amrica que lo ro-dearon y le hicieron fiesta.

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    Luego se hizo recuerdo de los Padre en la Fe de Amrica, mencionando los nombres de los primeros evange-lizadores del Continente y la invoca-cin de los santos que han sido fru-to maduro de la fe de estas tierras. Luego tom la palabra el Arcipreste de Guadalupe, P. Carlos Ruz, que dio la bienvenida a todos y as inici la jornada de testimonios. En cuatro pequeas representaciones teatrales, a cargo de la Compaa Godspel de la Baslica de Guadalupe, se ex-plic a los fieles lo que es un laico, cul es su lugar en la Iglesia y cul es su misin en la misma Iglesia y en

    el mundo, intercalando entre cada representacin el testimonio de 11 laicos que viven su vocacin laical en las ms variadas actividades del mundo y la sociedad.

    Luego lleg la celebracin de la fe, es decir, la Eucarista, cuando el reloj marcaba las 21:30 horas, la cual fue presidida por Mons. Juan Carlos Guerrero, Vicario Episcopal para los laicos de la Arquidicesis de Mxico. Al finalizar la celebracin, los representantes de diversos movi-mientos laicales subieron al estrado y realizaron una proclama que los comprometa a vivir de la fe y ha-cerse testigos suyos en las realidades temporales del mundo y la sociedad, y luego, invitados por Mons. Gue-rrero, renovaron y realizaron solem-nemente la profesin de fe de su Bautismo.

    Sin duda que esta celebracin im-puls a sus participantes, tanto a los que estaban all presentes, como los miles que en todo el continente americano lo siguieron por la radio y la televisin ya que se transmiti ntegramente en vivo y en directo, para comprometerse con el Seor y su Iglesia a la Nueva Evangeliza-cin. Que la Santsima Virgen de Guadalupe, ante quien renovaron su fe y su misin en la Iglesia, haga que esta reunin de fe tenga mu-chos frutos para la Iglesia y la So-ciedad.

    La Baslica de Guadalupe agradece a todos los movimientos laicales que apoyaron para que esta actividad llegara a feliz trmino, y reconoce la desinteresada labor de los cientos de voluntarios que le dispensaron su ge-nerosa ayuda y su diligente caridad. Gracias y felicidades a todos.

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    AO DE LA FE

    Seamos capaces de mirar nuestro rostro: Pbro. Jacobo Abarca.

    ENCUENTRO DELOS INDGENAS

    EN EL AO DE LA FE Lic. Marcela Vallecillo Gmez

    En el Ao de la Fe los herma-nos de las comunidades ind-genas se reunieron tambin en la Baslica de Guadalupe, pues a lo largo del ao de se hicieron presentes los diferentes sectores ecle-siales para reflexionar y proclamar su fe en el Santuario. Y la reunin de la Pastoral Indgena se realiz el da del aniversario de la Evangelizacin de Amrica, de la Coronacin Pontifi-cia de Santa Mara de Guadalupe y del 37 aniversario de la Baslica ac-tual, fecha sin duda memorable.

    En encuentro de los hermanos ind-genas cont con la participacin de hermanos de Cuernavaca, Atlaco-mulco, Toluca y Mxico, y algunos de Oaxaca, quienes fueron invitados por el Padre Jacobo Abarca Prez, Secretario Ejecutivo de la Pastoral Indgena del Santuario, a renovar, ce-lebrar y proclamar la fe, a partir del encuentro en la confianza y el com-partir la experiencia de vida y fe; y pi-di la intercesin de Santa Mara de Guadalupe para que seamos capaces de mirar nuestro rostro y valorar el don de la fe y su palabra, subray. Antes de entrar de lleno a este com-partir, el Padre Salvador Gonzlez,

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    Secretario Ejecutivo de la Pastoral Proftica, expuso sobre la Fe como puerta y luz, a partir del contenido y sentido de dos textos sobre la vida de fe: la Carta Porta Fidei del Papa Benedicto XVI con la que convoc al Ao de la Fe, y la Encclica del Papa Francisco: La luz de la Fe.

    Seal que una puerta nos sirve para entrar o salir de un lugar; abre un ca-mino, y la puerta de la fe est siempre abierta y entramos a ella cuando es-cuchamos la Palabra de Dios. La fe es

    el gran don traido por Jesucristo, que nace del encuentro con el Dios vivo que nos revela su amor y en el que nos podemos apoyar para construir la vida. La fe se sostiene en la Palabra de Dios, los sacramentos y en el her-mano, dijo. Si no hay fe, no hay luz; necesitamos la luz que ilumina todos los aspectos de la vida. Con la luz de la fe, un hombre y una mujer ven las cosas de manera diferente.

    El Padre Salvador destac que quien se ha abierto al amor de Dios no puede retener este don para si, pues la luz de Cristo brilla en el rostro de los cristianos de manera que lo pue-den reflejar a otros; es as que la fe se transmite de persona a persona, sea por el testimonio o la palabra. Si la fe es luz quiere decir que el que tiene la fe ha sido iluminado, y ste ilu-mina a los dems. Qu importante esto en la vida comunitaria, aadi, porque es imposible creer cada uno por su cuenta, la relacin con Dios no es individual y exclusiva.

    Luego de la exposicin, los herma-nos indgenas compartieron frater-nalmente momentos de reflexin en grupo sobre el significado de la fe y su modo particular de vivirla, des-de lo que creen, son y celebran. La pregunta fue y t, en tu pueblo, en tu casa, en tu familia, cmo vives la fe?, cmo la expresas? Asimismo re-flexionaron sobre sus usos y costum-bres, sealando que observan cmo estas se van perdiendo entre los jve-nes y es necesario recuperarlas. Luego de concluir la jornada de re-flexin, los hermanos indgenas se di-rigieron a celebrar y proclamar su fe en la Misa de las Rosas, unindose a todo el pueblo reunido por el memorable 12 de octubre en la Baslica actual.

    Y t, en tu pueblo, en tu casa,

    en tu familia, cmo vives la fe?,

    Cmo la expresas?

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    Con un rosario de amor y gratitud, y la consagracin al corazn inmaculado de Mara, la Baslica de Gua-dalupe se uni a la Jornada Mariana convocada por el Papa Francisco, para contemplar el testimonio de fe de Santa Mara y gozarnos de su amor materno y de su intercesin, en este Ao de la Fe que concluye este prximo 24 de noviembre.

    Qu mejor manera de hacerlo que contemplando con ella los misterios

    AO DE LA FE

    JORNADA MARIANA EN EL AO DE LA FE

    AMOR Y GRATITUD EN UNIDADCON EL PAPA Y LA IGLESIA

    Lic. Marcela Vallecillo Gmez

    gloriosos y presentndole nuestro rosario de amor y gratitud (). Los invito a orar con todo el corazn por las intenciones del Papa, y a cantar con todo nuestro corazn por el re-galo que nos ha dado en nuestra her-mana Mara, que por la fe el Seor la hizo nuestra Madre, y que por su Providencia quiso que se apareciera en este lugar santo y nos dejara su bendita imagen.

    As dio inicio el Padre Salvador Gonzlez, Secretario Ejecutivo de

    la Pastoral Proftica, al presentar la jornada encabezada tambin por el Pbro. Alberto Medel, Di-rector de la Pastoral Litrgica, en la gua de los Misterios Gloriosos del Rosario: La Resurreccin del Seor, La Ascensin del Seor al Cielo; La venida del Espritu San-to sobre la Iglesia naciente y re-unida en oracin; La Asuncin de nuestra Seora la Cielo; La Co-ronacin de la Santsima Virgen Mara como Reina y Madre de todo lo creado.

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    Una cincuentena de feligreses par-ticiparon en el Rosario rezando un Ave Mara, y entre los misterios sor-prendi la participacin de la reco-nocida hermana Glenda, quien se encuentra de visita en Mxico. Con su canto, realz la Jornada e inspi-r a la oracin contemplativa a toda la asamblea reunida en el santuario, recordando a los feligreses las pala-bras de Cristo: ah tienes a tu ma-dre, y la actitud de Mara ante los acontecimientos: guardabas todo en tu corazn, lo bueno, lo bello, lo santo, lo perfecto, aquello que agra-da a Dios.

    En la letana el pueblo or a santa mara de Guadalupe: Felicidad de Mxico y Amrica; Estrella de la Nueva Evangelizacin; Mujer ves-tida de sol; Portadora de un nuevo mundo; Aurora de nuestra raza; Flor y canto de Amrica; Madre del nuevo milenio; Madre de Amrica y el mundo; Madre de la civilizacin del amor.

    Finalmente, toda la asamblea se con-sagr a la Reina de Mxico y Empe-ratriz de Amrica, Santa Mara de Guadalupe:

    Santa Mara de Guadalupe, con re-novada gratitud por tu presencia ma-terna, unimos nuestra voz a aquella de todas las generaciones que te han llamado bienaventurada. En ti celebramos las grandes obras de Dios que nunca se cansa de inclinarse con misericordia sobre la humanidad, afligida por el mal y por las heridas del pecado, para curarla y salvarla.

    Acoge con benevolencia de Madre, el acto de consagracin que hoy hacemos con confianza, delante a esta tu ima-gen para nosotros tan querida. Esta-mos seguros de que cada uno de noso-tros es precioso a tus ojos y que nada te es extrao de todo aquello que tenemos en el corazn.

    Nos dejamos encontrar por tu dulcsi-ma mirada y recibimos la consoladora

    caricia de tu sonrisa. Custodia nuestra vida entre tus brazos: bendice y forti-fica todo deseo de bondad; reaviva y alimenta la fe; sostiene e ilumina la esperanza; suscita y anima la caridad; guanos en el camino de la santidad.

    Ensanos tu mismo amor de predilec-cin por los pequeos y los pobres, por los excluidos y por los que sufren, por los pecadores y por los desorientados: ponlos a todos bajo tu proteccin, y a todos danos a tu amado Hijo, Jesucris-to Nuestro Seor. Amn.

    De esta manera la Baslica se uni al Papa Francisco y a toda la Igle-sia esparcida en el mundo, desde el espritu y el corazn, en la Jornada Mariana realizada en este glorioso Ao de la Fe que est por concluir y que ha sido una primavera para la Iglesia Catlica en el mundo entero, an ms con la llegada del Papa americano.

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    A lo largo de este Ao de la Fe, que comenz en octubre de 2012 y concluir el prxi-mo da 24 de este mes de noviembre, laicos, religiosos, obispos y sacerdotes, de las diferentes dicesis y movimientos eclesiales en el mundo entero, hemos sido llamados a pro-clamar nuestra Fe y a reflexionar un documento profundamente renova-dor, que sigue vigente para la Iglesia: el Concilio Vaticano II, que cumpli

    AO DE LA FE

    Mara comparte con la Iglesia su misin de Madre y Maestra.

    LOS FRUTOS DELCONCILIO VATICANO II

    Pbro. Lic. Alberto Medel Ortega

    50 aos en 2012. He aqu los frutos que dio para la vida eclesial actual y que hemos de considerar por supues-to, an despus del Ao de la Fe. El Concilio Vaticano II concluy sus trabajos el 8 de diciembre de 1965. En una misa solemne celebrada en la Plaza de san Pedro, el Papa Pablo VI, con el Breve Pontificio En el Espritu Santo, declar la clausura del Con-cilio y la puesta en marcha de todas

    sus conclusiones: El Concilio Vati-cano II, reunido en el Espritu Santo y bajo la proteccin de la Bienaven-turada Virgen Mara, que hemos de-clarado Madre de la Iglesia, y de San Jos, su nclito esposo, y de los santos Apstoles Pedro y Pablo, debe, sin duda, considerarse como uno de los mximos acontecimientos de la Igle-sia. En efecto, fue el ms grande por el nmero de padres que asistieron de todas partes, incluso de aquellas don-

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    de la jerarqua ha sido constituida re-cientemente; el ms rico por los temas que durante cuatro sesiones han sido tratados cuidadosa y profundamente; fue, en fin, el ms oportuno, porque, teniendo presentes las necesidades de la poca actual, se enfrent, sobre todo, con las necesidades pastorales y, alimentando la llama de la caridad, se esforz grandemente por alcanzar no slo a los cristianos todava separados de la comunidad de la sede apost-lica, sino tambin a toda la familia humana. [] mandamos y tambin ordenamos que todo cuanto ha sido establecido sinodalmente sea religio-samente observado por todos los fie-les para gloria de Dios, para el decoro de la Iglesia y para tranquilidad y paz de todos los hombres. Hemos san-cionado y establecido estas cosas, de-cretando que las presentes letras sean permanentes y continen firmes, vlidas y eficaces, que se cumplan y obtengan plenos, ntegros efectos y que sean plenamente convalidadas por aquellos a quienes compete o po-dr competer en el futuro. As se debe juzgar y definir. Y debe considerarse nulo y sin valor desde este momen-to todo cuanto se haga contra estos acuerdos por cualquier individuo o cualquier autoridad, conscientemen-te o por ignorancia.

    Ahora bien cules son estos frutos de los que habla el Papa Pablo VI que deben tener efecto inmediato? Vea-mos: ConstitucionesEl Concilio Vaticano II emiti cuatro constituciones que son los documen-tos conciliares ms importantes por-que ah se establecen los principios fundamentales de renovacin, de tal manera que constituyen el punto de partida para cualquier cambio, susti-tucin o modificacin en la discipli-

    na y en la pastoral de la Iglesia. 1.- Constitucin Dogmtica sobre la Iglesia Lumen Gentium (Luz de las Gentes). Para los especialistas en los estudios sobre el Concilio Vati-cano II, este documento es el ms importante, es como la columna vertebral. Recordemos aquella pro-videncial intervencin del Cardenal Suenens, obispo de Malinas-Bruselas, el 4 de diciembre de 1962, cuando en medio de la confusin de los padres conciliares, al ver el enorme trabajo que significaba querer hablar de mu-chas cosas y no tener un orden para abordar cada punto, propuso un ca-mino muy claro e iluminador: Sea el Concilio un Concilio de la Iglesia y tenga dos partes: de la Iglesia hacia adentro y de la Iglesia hacia afuera. En primer lugar debe responder a la pregunta: Iglesia, qu dices de ti misma?, enseando en qu consiste tu misteriosa naturaleza. Dilucidan-do su ser, trtese de su obrar. La Igle-sia ha recibido de Jess este mandato: Vayan y enseen a todas las naciones, bautizndolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espritu Santo. Al

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    hilo de este versculo del Evangelio, seala las tareas evangelizadora, ca-tequtica y docente, santificadora y celebrativa como temas que deberan tratarse. En segundo lugar, los temas de la Iglesia hacia afuera, de la Igle-sia en cuanto entabla dilogo con el mundo.

    En ese sentido, enumera los proble-mas sobre los cuales el mundo espera una palabra de la Iglesia: la vida de la persona humana, la justicia social, la evangelizacin de los pobres, la paz internacional y la guerra. Fue as como la Constitucin Dogmtica so-bre la Iglesia empez a definirse. En ocho captulos fue explicando lo que la Iglesia dice sobre s misma: El cap-tulo primero comenz por hablar so-bre el Misterio de la Iglesia, definin-dola como Sacramento Universal de Salvacin, para luego explicar en el segundo captulo que la Iglesia es el Pueblo de Dios, congregado por Jess en el Espritu Santo, como familia y casa del Padre celestial. En los cap-tulos tres y cuatro hablar sobre los dos grandes grupos que componen a

    la Iglesia; el captulo tres hace refe-rencia a la Jerarqua de la Iglesia, en particular al del Orden de los Obis-pos, reafirmando su sacramentalidad y estableciendo una doctrina slida al respecto, y en relacin a esta Orden, las otras dos que forman parte de la Jerarqua pero en colaboracin y refe-rencia con el episcopado: las rdenes Presbiteral y Diaconal. Y en el cap-tulo cuatro se referir a la otra parte componente de la Iglesia que son los laicos, definindolos como aquellos

    fieles cristianos que no son miembros del orden sagrado o del estado reli-gioso reconocido por la Iglesia, que tienen como vocacin particular el buscar el Reino de Dios ocupndose de las realidades temporales y orde-nndolas segn Dios.

    El captulo quinto recuerda que la Iglesia toda, Jerarqua y Laicos, tienen como vocacin la santidad, y hacia ella deben tender en todas sus acti-vidades y en todas las circunstancias de su vida, realizando en su estado propio el plan amoroso de Dios para cada uno y para toda la comunidad. En el captulo sexto se recordar que los religiosos, aquellos hombres y mu-jeres que viven de manera particular su bautismo con la profesin de los Consejos Evanglicos de castidad, po-breza y obediencia, son para la Iglesia y para el mundo signo elocuente de la vida bautismal que estamos llamados a vivir, vida que se vive en el amor y que tiene como frutos la vida comu-nitaria, el desarrollo de un carisma que se cristaliza en un modo concreto de evangelizar y que se signa en un estilo de vida marcado por una regla o constitucin. En el captulo sp-timo, la Iglesia recordar su camino hacia los bienes definitivos, pues en

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    esta tierra es peregrina, y mientras ca-mina est en comunin con aquellos miembros suyos que han alcanzado la gloria prometida, es decir, lo santos, quienes la estimulan intercediendo por ella y animndola con sus ejem-plos para alcanzar su plenitud en el banquete eterno de la gloria.

    Una vez establecido todo lo anterior, el captulo octavo de la Constitucin tratar un tema de capital importan-cia para la vida y la misin de la Igle-sia, y es el papel de la Bienaventurada Virgen Mara, Madre de Dios, en el misterio de Cristo y de la Iglesia. Una conclusin magnfica pues recuerda que Mara comparte con la Iglesia su misin de Madre y Maestra y al mismo tiempo es su miembro ms excelso al ser la primera entre los hi-jos de Dios, su figura y su modelo en

    el seguimiento de Cristo, y desde el da de la Cruz del Seor, su compaa como auxiliadora, refugio, abogada e intercesora.2.- La Constitucin Pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual Gau-dium et Spes (Los gozos y las espe-ranzas). En este documento, como hemos recordado anteriormente, la Iglesia ha querido responder a la pre-gunta: Iglesia, ya que nos has dicho qu dices de ti misma, ahora qu ha-ces en el mundo? qu tienes que de-cirle? Y as nace esta Constitucin que tiene adems una calificativo indito en la historia de los concilios ecumnicos, pues nunca a una cons-titucin se le haba dado el ttulo de Pastoral, pero con este nombre se quiso decir su naturaleza, pues sus relaciones con el mundo son de tipo pastoral, es decir, tratando de guiarlo

    hacia Dios, de iluminar sus realida-des y sugerirle caminos nuevos. Esta Constitucin fue toda una novedad, pues desde sus primeras palabras quiso dejar en claro que la Iglesia que camina con los hombres, quiere compartir con ellos sus gozos y sus esperanzas, sus tristezas y sus angus-tias, hacindolas suyas, pues no hay nada verdaderamente humano que no tenga resonancia en su corazn.

    3.- La Constitucin Dogmtica so-bre la Divina Revelacin Dei Ver-bum (La Palabra de Dios). Trata sobre el lugar de la Palabra de Dios y de la Sagrada Tradicin, as como el papel del Magisterio de la Iglesia en la interpretacin y enseanza de la Revelacin Divina, de la acogida de la misma por parte del Pueblo de Dios y de la custodia que detenta la Iglesia y que le obliga a preservarla y ensearla con fidelidad.

    4.- La Constitucin sobre la Sagra-da y Divina Liturgia Sacrosanctum Concilium (El Sacrosanto Conci-lio). Esta Constitucin fue el primer documento del Concilio Vaticano II, vio la luz el 4 de diciembre de 1963, y tambin fue uno de los documen-tos ms esperados, pues su contenido marcara el inicio oficial de la reno-vacin litrgica de la Iglesia. Luego de establecer en el primer captulo los principios generales de la reforma y el fomento de la sagrada liturgia, y par-tiendo de la exposicin sobre la natu-raleza de la liturgia y su importancia en la vida de la Iglesia, en el captulo segundo se har una exposicin sobre la santsima Eucarista y las disposi-ciones sobre la renovacin de su rito. Los captulos tres y cuatro se encar-garn de establecer las normas para la renovacin de los dems sacramentos y de la Liturgia de las Horas respecti-vamente. Otro elemento importante en la vida litrgica de la Iglesia es el

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    Ao Litrgico, de su adecuada re-forma se encargar el captulo quin-to. Finalmente, los captulos sexto y sptimo dirn una palabra sobre la msica sagrada y el arte y dems objetos sagrados. Hay que decir, que al ser este el primer documento del Concilio, su puesta en marcha fue casi inmediata, no sin serias dificulta-des que se han ido superando poco a poco todava hasta nuestros das.

    DecretosEstos documentos, sin hacer de lado su fundamentacin teolgica, apelan a lo ya expuesto en las Constitucio-nes arriba mencionadas, especial-mente a la Lumen Gentium, y hacen una serie de sealamientos prcticos sobre diversos puntos de la renova-cin impulsada por el Concilio. Vea-mos cules son los nueve decretos del Concilio Vaticano II:1.- Christus Dominus (Cristo el Se-or), sobre la funcin pastoral de los obispos en la Iglesia. Este de-creto, partiendo del captulo tres de Lumen Gentium, orienta a los obis-pos sobre su misin en el gobierno de la Iglesia Diocesana, en la comunin con el colegio episcopal cuya cabeza es el Papa, y la solicitud que deben tener con los fieles cristianos en co-laboracin con los presbteros y los diconos.2.- Presbyterorum Ordinis (El or-den de los presbteros), sobre el ministerio y la vida de los presbte-ros. Esta reflexin se hizo ms inten-sa sobre todo a la luz de la reflexin hecha sobre el episcopado, pues son los presbteros los primeros colabora-dores de los obispos al estar unidos a ellos por el honor del sacerdocio, y participando de una manera ms es-trecha en la presidencia de la comu-nidad cristiana en las porciones de las dicesis que se le confan, llamadas parroquias, y en las dems formas de

    apostolado en las que se desdobla la pastoral de la Iglesia local.3.- Optatam titius (La deseada re-novacin- de toda la Iglesia), sobre la formacin sacerdotal. Orienta so-bre la reforma de la formacin de los futuros sacerdotes en los seminarios y casas de formacin, se ordena la re-visin de los estudios y se armonizan las diversas reas en las que debe ser formado el sacerdote: espiritual, hu-mana, pastoral y acadmica.4.- Perfectae caritatis (La Caridad Perfecta), sobre la adecuada reno-vacin de la vida religiosa. En este documento el Concilio manda a to-das las comunidades religiosas, hacer una renovacin de su vida y misin a partir del regreso a las fuentes ori-ginarias de su carisma, por lo mismo les pide revisar sus reglas de vida o constituciones y adecuarlas al tiempo presente, de tal manera que su misin en la Iglesia resplandezca adecuada-mente.5.- Apostolicam Actuositatem (La actividad apostlica), sobre el apos-tolado de los laicos. Es un decreto que explica, a partir del captulo cuar-to de la Constitucin sobre la Iglesia, cmo los laicos deben colaborar con el anuncio explcito del evangelio y con las diversas actividades pastora-

    les de la jerarqua. Igualmente indica sobre cmo los laicos realizan su vo-cacin en las realidades del mundo y la sociedad.6.- Orientalem Ecclesiarum (Las Iglesias Orientales), sobre las iglesia orientales catlicas. Frecuentemen-te se confunde a las iglesias orientales catlicas con las iglesias ortodoxas. Ambos grupos tienen en comn que comparten un rico legado litrgico y una abundante, venerable y antigua disciplina eclesistica, desarrolladas sobre todo en el oriente cristiano, en ambiente griego, bizantino, eslavo y copto-egipcio. Sin embargo, aunque tienen muchas similitudes, hay algo que las diferencia notablemente, en la comunin que guardan con el Papa, Obispo de Roma. Las que no estn en plena comunin con el Papa son las Iglesias Orientales Ortodoxas, y las que s estn en comunin con el Papa son las Iglesias Orientales Ca-tlicas, y es precisamente a estas lti-mas a las que se dirige el documento. Dado que gozan de una disciplina y liturgia muy particular, la Iglesia las valora y las orienta a buscar una adecuada renovacin sin olvidar sus races, ms bien volviendo a ellas. Al mismo tiempo el texto las ubica en la comunin de la Iglesia Universal y las

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    alienta al fomento de la comunin y a la promocin del conocimiento de su tradicin y de su riqueza.7.- Ad gentes (A las gentes), sobre la actividad misionera de la Igle-sia. Con este documento la Iglesia impulsa su actividad misionera, en referencia directa a la evangelizacin de los pueblos que an no conocen a Cristo, pues la Iglesia, a pesar de sus dos mil aos de historia, no ha logra-do evangelizar a ms de la mitad de los habitantes de la tierra.8.- Unitatis redintegratio (La res-tauracin de la unidad), sobre el ecumenismo. En este texto el Con-cilio orienta sobre cmo se deben desarrollar las relaciones de la Iglesia Catlica con las otras Iglesias cristia-nas, las ortodoxas y las protestantes. Impulsa el ecumenismo basado en el respeto recproco, en el dilogo, en el reconocimiento del valor mutuo, en los desafos que todas las iglesias en-frentan y en la bsqueda del camino que lleve a la plena unidad de los dis-cpulos de Cristo.9.- Inter mirifica (Entre los maravi-llosos inventos-), sobre los medios de comunicacin social. La Igle-sia, en la poca del Concilio, estaba experimentando junto con todo el mundo, la sorpresa de la magia de los medios de comunicacin social, y ya desde entonces se fue haciendo cons-ciente de su enorme potencial, sobre todo como un medio para la difusin del evangelio. El Concilio, valoran-do esto, advierte de los peligros de su mal uso, y alienta un adecuado cuidado, para el bien de la sociedad y como una herramienta para la mi-sin de Iglesia.

    DeclaracionesComo su nombre lo dice, la naturale-za de este tipo de documentos conci-liares, es la de hacer una declaracin conciliar sobre temas especficos con

    los que la Iglesia tiene una especial re-lacin. El Vaticano II promulg tres declaraciones:1.- Dignitatis humanae (La dignidad humana), sobre la libertad religiosa. El tema de la libertad religiosa era es-pecialmente sensible para los obispos de los pases que entonces eran co-munistas. Mucho se discuti sobre el nivel que debera adoptar un discurso del Concilio sobre este tema. As que, basndose en la doctrina ya expuesta en Gaudium et spes se hace esta decla-racin en la que la Iglesia recuerda la dignidad humana y los derechos que de sta se desprenden, y de entre ellos el derecho a la libre profesin de la Fe, como base de una adecuada conviven-cia social y en el respeto a la libre de-terminacin de la conciencia personal en armona con la promocin perso-nal y la bsqueda del bien comn y de los valores humanos.2.- Gravissimum educationis (La importancia decisiva de la educa-cin), sobre la educacin cristiana. Una palabra sobre la educacin no poda faltar en el Concilio, precisa-mente en un tiempo en que muchos pretenden imponer modas ideolgi-cas sobre la educacin de las jvenes generaciones. En este documento la

    Iglesia orienta a los colegios e insti-tuciones educativas catlicas a la re-visin de sus programas formativos en concordancia con el espritu del Evangelio y en vistas a la promocin integral de los educandos.3.- Nostra aetate (En nuestra poca), sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas. En este documento la Iglesia valora la riqueza de las dems tradiciones religiosas, especial-mente de la religin juda y del islam, con quienes comparte la fe de Abraham, orientando el trabajo comn que se debe tener en ellas, en favor del crecimiento de la sociedad, en el fomento de los de-rechos humanos y de los valores genui-namente humanos; en el bien comn, en el respeto mutuo y en el fomento de la fraternidad universal.

    Como hemos visto, es muy rica y va-riada la temtica expuesta por el Con-cilio, por eso, atendiendo al llamado que nos hiciera el entonces Papa Be-nedicto XVI al convocar al Ao de la Fe con motivo de los 50 aos de la apertura del Concilio Vaticano II, dmonos la oportunidad de releerlos, de valorarlos y de ponerlos en prcti-ca segn nuestra propia vocacin, y an despus del Ao de la Fe.

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    JESUCRISTO, KYRIOS,SEOR DE LA IGLESIA

    Cango. Dr. Eduardo Chvez Snchez

    FORMACIN Y ESPIRITUALIDAD

    El trmino griego: Kyrios inicialmente signific: el amo, el dueo, el que posee una casa, o un sembrado, o una heredad. Posteriormente, se utiliz como Seor, y ste es un ttulo honorfico atribuido a Jesu-cristo para proclamar su gloria y su soberana sobre la historia humana y sobre todo el cosmos. As que, Je-sucristo no es slo un profeta ms o un sabio ms, sino que es el Hijo de Dios, Seor de la historia y del universo entero.

    Para captar plenamente el alcance teolgico de este ttulo es indispen-sable tener en cuenta el significado eminente de la resurreccin de Je-sucristo. En ella y por ella, el Hijo de Dios, por su pasin y muerte, entr en la gloria divina por el po-der del Espritu Santo y fue exal-tado por encima de toda criatura como Mesas y Seor del universo (cf. Flp 2,6-11; Rom 1,3-5), Seor y juez de la historia (cf. Hch 2,34. Jn 5), Seor de la esperanza de sal-vacin para todos los hombres (cf. Hch 4,12).

    Jesucristo como Seor de la Igle-sia est presente en varios pasajes de los evangelistas San Juan y San Mateo, pero particularmente en las cartas de San Pablo a los Efesios y a los Colosenses, donde se le ve como la Cabeza del Cuerpo que li-

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    bremente distribuye sus dones, vi-vifica y renueva con su Espritu. La Iglesia est bajo el Seoro de Jesu-cristo, su Cabeza. Este pensamien-to fue desarrollado sucesivamente tambin por los Santos Padres, es-pecialmente por San Agustn con su doctrina del Christus totus y por Santo Toms de Aquino con su visin del cuerpo mstico. Y en tiempos recientes, estos conceptos han llegado a su plena formulacin

    no, Verdad y Vida; para poner bajo su Seoro toda la existencia, y esto no es una confesin de fe abstrac-ta y formal, sino que tiene una enorme importancia para la vida histrica, social y poltica de todo cristiano.

    El Acontecimiento Guadalupano, que es un ejemplo de Evangeliza-cin perfectamente inculturada, como lo ha definido el amado y recordado Papa Juan Pablo II; ma-nifiesta a Jesucristo, Hijo de Dios, mediante el mensaje del Amor de Dios que la Perfecta Siempre Vir-gen Santa Mara de Guadalupe le comunic a San Juan Diego, cuan-do le dio a conocer su venerable aliento, su venerable palabra; es decir: su voluntad. La Virgen de Guadalupe quiere una casita sa-grada para ah entregarnos a l, a l que es el Dueo del cielo y de la tierra, a l que es la mirada comprensiva, a l que es nuestro auxilio, a l que es el remedio para todos nuestros males; a l que es su Amado Hijo Jesucristo, nuestro Seor.

    As naci la Iglesia Catlica en Mxico, con una conversin sin precedentes, fruto de este encuen-tro con el Kyrios, Cristo Vivo, Resucitado y Glorioso; el verda-dersimo Dios por quien se vive, quien por medio de su Madre, lo-gr derribar el muro del odio que separaba tanto a indgenas como a europeos, llamndolos e invitn-dolos, a construir juntos la civili-zacin del amor que tiene como centro a Jesucristo, Seor de la Creacin entera, Seor de la Igle-sia, Seor de la Historia.

    en la encclica Mystici corporis, de Po XII (1943), y en la Lumen gen-tium, del Vaticano II (1964).

    La tradicin teolgica cristiana desde los tiempos de los mrtires y de las primeras persecuciones has-ta hoy, ha captado la profundidad del ttulo que se le da a Jesucristo: Cristo Rey, manifestando con ello la radicalidad de su adhesin total a Cristo, como nico Cami-

  • BOLETN 2013 21

    El Amor es la fuente inago-table de la Espiritualidad verdadera, su camino de realizacin y su plenitud infinita. El Amor no tiene lmites, es el que da sentido a la existencia toda, el que da sentido al ser hu-mano y al cosmos (cfr.1 Cor. 13,). El Amor es Dios mismo como Co-munidad de Amor, como Trinidad de Personas divinas. Por eso la Es-piritualidad que de Ella brota y se expande se llama Espiritualidad de Comunin. La Virgen Santa Mara de Guadalupe es toda Ella una imagen preciosa, un smbolo riqusimo y un modelo verdade-ramente pedaggico de la Espiri-tualidad de Comunin, una obra perfecta del amor del Padre, de la gracia del Hijo y de la comunin del Espritu Santo.

    La Virgen Mara, como la perfecta discpula de Jess, se nos presenta en su imagen de Guadalupe plena del Misterio de Comunin trini-taria. Los discpulos de Jess estn llamados a vivir en comunin con el Padre (1 Jn 1,3) y con su Hijo muer-to y resucitado, en la comunin en el Espritu Santo (2 Cor 13,13). El misterio de la Trinidad es la fuente, el modelo y la meta del misterio de

    LA VIRGEN SANTA MARA DE GUADALUPE MODELO Y MAESTRADE ESPIRITUALIDAD

    DE COMUNINPRIMERA PARTE

    Mons. Salvador Diez de Sollano y Ortega.

    FORMACIN Y ESPIRITUALIDAD

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    la Iglesia (cfr. DA 155). Si el Con-cilio Vaticano II, en la Lumen Gen-tium, presenta a la Iglesia llamada a ser Misterio de Comunin; es decir, como un sacramento, signo e instru-mento de la unin ntima con Dios Trinidad y de la unidad de todo el gnero humano, esta realidad ms-tica se configura plenamente en la Mujer por designio divino es Madre y modelo de la Iglesia, plenitud de Iglesia(Ib.151).

    Santa Mara de Guadalupe desea, en su mensaje central del Nican Mopohua, que la Iglesia se cons-truya como LA CASA Y LA ES-CUELA DE LA COMUNIN. Hace falta promover una Espiritua-lidad de Comunin, proponindola como principio educativo en todos los lugares donde se forma el hombre y el cristiano, donde se educan los minis-tros del altar, las personas consagra-das y los agentes pastorales, donde se construyen las familias y las comuni-dades (JUAN PABLO, Novo Mi-llenio Ineunte, 43).

    Espiritualidad Comunin significa ante todo una mirada del corazn (de donde brotan todos los pensa-

    mientos, deseos, actitudes y acciones) sobre todo hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros, y cuya luz ha de ser reconocida tam-bin en el rostro de los hermanos que estn a nuestro lado. Espiritualidad de Comunin significa, adems, ca-pacidad de sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo mstico y, por tanto, como uno que me pertenece , para saber compartir sus alegras y sus sufrimientos, para intuir sus deseos y atender a sus nece-sidades, para ofrecerle una verdadera y profunda amistad. (ibid. 43).

    Y como la Iglesia, la Casa que Mara quiere que construyamos, no es el espacio fsico ni la cons-truccin material, simplemente un templo, sino el Pueblo de Dios, la construccin espiritual y humana de la Comunin formada de pie-dras vivas (Efesios 2:20-22; 1 Pe. 2,4-5; cfr. PAPA FRANCISCO, Catequesis 26/06/2013). (para las culturas indgenas mesoamericanas los templos o pirmides eran el sm-bolo sagrado del Pueblo), es necesa-rio salir de cualquier espacio cerrado o cercado, sea templo o vivienda a las periferias, al encuentro de los hom-bres, a la vida de la sociedad: Esta vertiente tico-social debe proponerse como una dimensin imprescindible de la Espiritualidad de Comunin y del testimonio cristiano. Juan Pablo tiene el coraje de rechazar como ten-tacin una espiritualidad oculta e individualista. Su propuesta es una Espiritualidad de Comunin, una espiritualidad que tiene en cuenta la dimensin social del hombre. La otra, individualista y oculta, poco tiene que ver con las exigencias de la Cari-dad, con la lgica de la Encarnacin y con la tensin escatolgica del cris-tianismo. (PAPA FRANCISCO:

    El Amor es Dios mismo como Comunidad

    de Amor, como Trinidad de

    Personas Divinas.

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    DSI, Espiritualidad de comunin y de trabajo, mayo 09, 2013).

    Es verdad que la esperanza del cie-lo nos hace conscientes del carcter relativo de la historia. Pero esto no nos exime en ningn modo del deber de construirla. Es muy actual a este respecto la enseanza del Concilio Vaticano II: El mensaje cristiano, no aparta a los hombres de la tarea de la construccin del mundo, ni los impulsa a despreocuparse del bien de sus semejantes, sino que los obli-ga ms a llevar a cabo esto como un deber (ib. JP II). La Espiritualidad de Comunin no es una evasin, tampoco una pura devocin y me-nos un sentimentalismo, no es una de tantas espiritualidades, sino La Espiritualidad Esencial de la que brotan los verdaderos carismas de las espiritualidades; es la profunda y plena insercin en Dios Trinidad, en la Iglesia, en la humanidad de la que formamos parte y en el univer-so entero; por eso mismo es tam-bin esencialmente Misin.

    Santa Mara de Guadalupe es educadora de la Espiritualidad de Comunin al llamar, en la persona de Juan Diego, al pobre, a despla-zado, al que se siente no ser capaz y despreciado, para ser protagonis-ta en comunin con la Jerarqua Eclesistica en la construccin de la Iglesia. Educadora de la Igle-sia: tambin de la capacidad de ver ante todo lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios, un don para m. La Espiritualidad de Comunin nos exige llevar la carga de los otros (en griego bastz: cargar/ bros: carga) (Glatas 6,2). Esta expresin de JUAN PABLO II (cfr. NMI 43) es de San Pablo, y ste la

    emplea cuando le pide a los glatas que se ayuden mutuamente a llevar las cargas, y as cumplirn la ley de Cristo; expresin de una autntica Espiritualidad de Comunin. Santa Mara de Guadalupe se hace sim-blicamente Ayate de Juan Diego, ayate que serva, entre otros usos, sobre todo para cargar, y as Ella lleva maternalmente nuestras pe-nas y trabajos, nos lleva a nosotros. Llevar las cargas del otro es un acto materno: la madre carga o lleva a su hijo en su seno, pro-curndole vida y crecimiento (Lc 11,27, el mismo verbo que Gl 6,2), y por lo mismo, mira a la gestacin de la vida, imitando as el acto crea-dor del Padre celestial. Ella nos lleva en su abrazo maternal, en el cruce de sus brazos, en el pliegue de su manto (cfr. NM 119-123).

    El deseo de la Virgen de Guadalupe, proyecto de Evangelio, es comuni-car y compartir bienes (materiales y espirituales, no por la fuerza sino por amor, para que la abundancia de unos remedie las necesidades de otros (cfr. 2 Co 8, 1-15). (CIC, N 2833). Esta comunin consiste en

    Que la Iglesia se construya como la

    casa y la escuela de la comunin.

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    una relacin extraordinaria de in-terioridad recproca, al modo de la Trinidad Santsima: el prjimo en m y yo en l. (cfr. JUAN PABLO II, 08.11.2000). Y Santa Mara de Guadalupe nos da el ejemplo de estar abiertos a la diversidad: comunin no es igual a homoge-neidad: El misterio de la Trinidad nos invita a vivir una comunidad de iguales en la diversidad (DA 451).

    La Virgen de Guadalupe nos edu-ca en la Comunin de Iglesia.No nos hagamos ilusiones: sin este ca-mino espiritual, de poco servirn los instrumentos externos de la comu-nin. Se convertirn en medios sin alma, mscaras de comunin, ms que modos de expresin y crecimien-to (Ib. NMI 43); seramos un club ms, una ONG filantrpica ms, y la Iglesia no es eso (PAPA FRAN-CISCO, en varias homilas). Santa Mara de Guadalupe, educa a Juan Diego y a nosotros en la comunin eclesial. La vocacin al discipu-lado misionero es con-vocacin a la Comunin en su Iglesia. No hay discipulado sin comunin. Ante la tentacin, muy presente en la cultu-ra actual, de ser cristianos sin Iglesia y las nuevas bsquedas espirituales individualistas, afirmamos que la fe en Jesucristo nos lleg a travs de la comunidad eclesial y ella nos da una familia, la familia universal de Dios en la Iglesia catlica. La fe nos libera del aislamiento del yo, porque nos lle-va a la comunin. Esto significa que una dimensin constitutiva del acon-tecimiento cristiano es la pertenencia a una comunidad concreta, en la que podamos vivir una experiencia per-manente de discipulado y de comu-nin con los sucesores de los Apstoles y con el Papa (DA 155-156).

  • BOLETN 2013 25

    A principios de noviem-bre, la Iglesia celebra la solemnidad de Todos los Santos (1 de noviembre) y la conmemoracin de Todos los Fieles Difuntos (2 de noviembre), uniendo as, en especial cercana el recordatorio de nuestro fin ltimo, de nuestro propsito en la tierra y de que nuestra vida actual es slo un peregrinaje y una prueba que nos permite demostrarle nuestro amor a Dios de manera desinteresada.

    En el Nuevo Testamento se mencio-na varias veces cmo nuestras obras y nuestra fe han de ser retribuidas despus de la muerte: parbola del pobre Lzaro (cf. Lc 16, 22) palabras de Jess en la Cruz al buen ladrn (cf. Lc 23, 43), y otros textos (cf. 2 Co 5,8; Flp 1, 23; Hb 9, 27; 12, 23) que hablan de que el destino ltimo del alma ser acorde a nuestras obras en la Tierra (cf. Mt 16, 26). Ml-tiples documentos de la Iglesia lo corroboran (cf. Concilio de Lyon II; Concilio de Florencia; Concilio de Trento, Juan XXII; Benedicto XII).

    Todas las almas que estn purifica-das despus de la muerte estn en el Cielo y ven la divina esencia con una visin intuitiva y cara a cara, sin mediacin de ninguna criatura. Es decir, gozan de la vida y unin per-fecta con la Santsima Trinidad, y de la comunin de vida con Dios y con la Virgen Mara, los ngeles y todos

    TODOS LOS SANTOSY FIELES DIFUNTOS

    Mara de Guadalupe Gonzlez Pacheco

    FORMACIN Y ESPIRITUALIDAD

    los bienaventurados (cf. Cat.Ig.C. 1024). Estas almas, que estn en el Cielo, son a quienes celebramos el da de Todos los Santos. Ellas han llegado ya al fin para el cual fueron creadas y a la plenitud de todos sus deseos y aspiraciones, en una dicha

    total y absoluta, pues, como dice San Pablo: Ni el ojo vio, ni el odo oy, ni al corazn del hombre lleg, lo que Dios prepar para los que lo aman (1 Co 2, 9).

    Sin embargo, hay que recordar que

  • 26 BOLETN 2013

    es necesario estar perfectamente pu-rificado para unirse a Cristo, que es la Santidad misma y para poder verlo cara a cara (cf. 1 Co 13, 12; Ap 22, 4), tal cual es (1 Jn 3, 2). Sabemos que el pecado grave, al pri-varnos de la comunin con Dios, nos incapacita para la vida eterna y nos conduce al infierno. Y que, por otra parte, el pecado venial conlleva un desordenado apego a las criatu-ras, que hay que purificar, ya sea en la tierra, ya sea en el purgatorio (cf. Cat.Ig.C. 1472), pues nada impuro puede entrar en el Cielo (cf. Apoc 21, 27).

    A esto es a lo que hace alusin la conmemoracin del da de los Fieles Difuntos. En este da se hace especial oracin por todas aquellas almas que no han expiado totalmente sus peca-dos, aun habindolos confesado. Un poco como cuando se perfora un trozo de madera y se extrae el clavo

    (el pecado), pero el agujero perma-nece y es necesario repararlo. En esta vida la purificacin puede hacerse por la oracin, las buenas obras, las mortificaciones, la aceptacin de las penas de la vida. Pero si no se ha he-cho a la hora de la muerte, se realiza entonces en el purgatorio, el cual es un estado de purificacin temporal que lleva a satisfacer por nuestras transgresiones hasta llegar a ser ca-paces y dignos de encontrarnos ante la visin beatfica de Dios.

    El sufrimiento de las almas del pur-gatorio puede ser aliviado por los sufragios y oraciones de los fieles, principalmente por la celebracin del Santo Sacrificio de la Misa, aun-que tambin por otras oraciones y buenas obras ofrecidas por su inten-cin. Como dice San Juan Crissto-mo, no dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos, ya que,

    En el Nuevo Testamento se

    menciona varias veces cmo

    nuestras obras y nuestra fe han de

    ser retribuidas despus de la

    muerte.

  • BOLETN 2013 27

    como lo dice la tradicin en la voz de varios Padres de la Iglesia, el me-nor sufrimiento del purgatorio es mayor que el mayor sufrimiento de esta Tierra (S. Agustn, S. Isidoro, S. Buenaventura, S. Roberto Belarmi-no).

    De manera que, por una parte, este 2 de noviembre, no descuidemos nuestro deber para con las almas de los fieles difuntos, ayudndolos a apresurar su entrada al Cielo y agra-dezcmosle a Dios el hecho de que, en su infinita misericordia para con nosotros, nos haya ofrecido un me-dio de purificacin que nos permite en el caso de que no hayamos vi-vido con absoluta fidelidad al amor en esta tierra llegar a vivir su mis-ma vida y alcanzar una unin plena y total con l. Y, por otra, el 1 de noviembre, regocijmonos con los bienaventurados que ya han llega-

    do al Cielo, dmosle gracias a Dios porque ellos ya han alcanzado su objetivo final y no perdamos de vis-ta esa meta gloriosa que nos espera, para poner nuestro empeo, en todo momento, enfocando todas nuestras acciones, para alcanzarla. Para ello recordemos lo que nos dice San Juan de la Cruz: A la tarde de la vida te examinarn en el amor. Todo mo-mento que ocupemos en otra cosa que no sea eso, es un momento perdido para la eternidad pues so-mos seres creados para el amor. Y tengamos en cuenta que, como dice San Ambrosio: La vida es estar con Cristo; donde est Cristo, all est la vida, all est el Reino. Tenemos, pues, la dicha de poder empezar a vivir la vida del Cielo, ya desde aho-ra, por la fe, siempre que nuestras acciones estn orientadas al amor y al cumplimiento de la Voluntad de Dios.

    En esta vida la purificacin

    puede hacerse por la oracin, las

    buenas obras, las mortificaciones, la

    aceptacin de las penas de la vida.

  • 28 BOLETN 2013

    SANTA CECILIA,EL LIRIO QUE CANTABA A DIOS

    Lic. Carlos Ivn Arcila Berzunza

    Cuando el Papa Gregorio XIII canoniz a Santa Ce-cilia, en 1594, no slo la elev a los altares, sino que tambin la convirti en una de las mrtires romanas ms populares al proclamarla patrona de la msica y la poesa, a la manera de las musas griegas, y no obstante que sus orge-nes fueran inciertos y se basaran en numerosas leyendas entrecruzadas a lo largo del tiempo, su historia ins-pir la imaginacin y creatividad de numerosos artistas. El Museo de la Baslica de Guadalupe conserva una obra annima del siglo XVIII, que la representa. Se trata de un leo so-bre tela.

    Entre los documentos ms antiguos, en los cuales se le menciona, estn el llamado Martirologio Jernimo as como las Actas de santa Cecilia, que algunos especialistas consideran que datan del siglo IV, lo que hace su-poner que su culto se remontaba a tiempo atrs. Con posterioridad, en el siglo XIII, Santiago de la Vorgine incluira su hagiografa en La leyenda dorada. De esta forma, se relata que naci en el ao 177 en Roma en el seno de una familia patricia de abo-lengo y que, desde su tierna infan-cia, le fue inculcada la fe cristiana, cuando ese credo an era perseguido por las autoridades imperiales.

    El alma de la joven Cecilia, nombre que en castellano significa lirio del cielo1, abraz el cristianismo con es-

    CULTURA

    pecial devocin y decidi consagrar-le su virginidad a Dios; sin embargo, sus padres le concertaron un buen matrimonio con el descendiente de una familia noble, su nombre era Va-leriano. El da de la boda, mientras el cortejo la acompaaba a su nueva casa y los msicos interpretaban me-lodas alegres, Cecilia slo pensaba en cmo confesarle a su marido el voto de castidad que haba jurado,

    lo cual fue posible en la noche de bodas.

    Entonces, ella le explic que un n-gel guardin le acompaaba siempre y preservaba su virtud, pero que Va-leriano no poda verlo, puesto que no era cristiano y la nica forma de logarlo era a travs de su conversin. De aquella manera y con las indica-ciones de su esposa, Valeriano acu-

  • BOLETN 2013 29

    di a entrevistarse con san Urbano, quien lo instruy en la fe y lo bauti-z. Luego, regres a la ciudad y a su casa; y al entrar en la cmara nupcial, hall a Cecilia en conversacin con un ngel que tena en sus manos dos coronas tejidas con rosas y azucenas. El ngel, al ver a entrar a Valeriano, ofrecile una de las coronas mientras ofreca la otra a Cecilia.2

    Creyente y fervoroso seguidor de su nueva fe, Valeriano convenci a su hermano Tiburcio de abrazar el cris-tianismo. A partir de aquel momen-to, la vida de ambos se transform y se entregaron a la tarea de enterrar a los numerosos mrtires que eran ejecutados por permanecer fieles a

    Jess y a los evangelios, obra de mi-sericordia que estaba prohibida por las autoridades romanas. Por dicha transgresin a las leyes del imperio, ellos mismos fueron condenados y sacrificados. Con inmensa tristeza, pero con el consuelo de que haban alcanzado la gloria eterna, Cecilia dio sepultura a su esposo y a su cu-ado. Debido a ello, fue llamada a comparecer ante el prefecto Alma-quio, quien en consideracin a la elevada alcurnia de la doncella, le ofreci el perdn a cambio de rea-lizar ofrendas a los dioses paganos. Ella se neg en forma terminante, por lo cual fue condenada a morir ahogada por el vapor en un caldario (caldarium: sala para tomar baos de

    En el siglo XVI, durante el proceso de

    canonizacin, el fretro fue abierto

    y se descubri el cuerpo incorrupto de Santa Cecilia.

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    vapor) sobrecalentado, pero un roco celestial la refresc3, por lo que su vida fue preservada de forma asom-brosa.

    Furioso ante la milagrosa salvacin de la joven, Almaquio orden que Cecilia fuera martirizada, en su pro-pia casa, mediante decapitacin. El verdugo procedi y asest tres cor-tes en el cuello de la santa, la cabeza qued semidesprendida, pero ella no muri. La legislacin romana es-tableca que no se podan descargar ms tajos contra la vctima, as que la inocente virgen permaneci mori-bunda durante tres das, lapso en el cual, se dice que por su mediacin y plegarias se logr la conversin al cristianismo de numerosas almas. Al final, suplic el auxilio espiritual del Papa Urbano, en cuyos brazos y consolada expir. Varios siglos despus, en el ao 821, el Papa Pascual I traslad los restos de Cecilia, junto con los de Valeria-no y Tiburcio, desde las catacumbas de San Calixto al sitio donde estaba el domicilio familiar de los mrtires, una antigua residencia imperial, en la cual haba fallecido ella, ubicada

    en el barrio romano de Trastvere, lugar donde se construy una iglesia en el siglo V, templo que ha experi-mentado diversas transformaciones estructurales hasta llegar a la baslica actual, donde se conservan destaca-das y valiosas obras de arte inspira-das en la vida y suplicio de la santa. En el siglo XVI, durante el proceso de canonizacin, el fretro fue abier-to y se descubri el cuerpo incorrup-to de Santa Cecilia, recostado sobre su flanco derecho, por lo que el Papa Clemente VIII le encarg al joven escultor Stefano Maderno que rea-lizara una obra que la representara en similar posicin a la que tena el cadver. Dicha estatua, de impresio-nante realismo y gran belleza, se lo-caliza bajo el altar mayor de la iglesia consagrada a la mrtir romana, en la capital italiana.

    Luego de su nombramiento como Patrona de la Msica y la Poesa, nu-merosos e importantes artistas como Purcell, Handel, Scarlatti, Gounod, Britten, dentro del ramo de los com-positores, o pintores como Rafael, Rubens, el Domenichino, Poussin, Guido Reni, Artemisia Gentiles-chi y Max Ernst, la eligieron como inspiracin, modelo, protagonista y musa de sus obras.

    En un principio, la iconografa de Santa Cecilia se confunda y utiliza-ba elementos comunes a la de otros mrtires de su poca, ya que no in-clua ningn smbolo caracterstico o especial que la distinguiera, pero a finales del siglo XV recibi como atributo un instrumento musical4, aunque no uno en particular, ya que en sus representaciones se incluan distintos instrumentos, pudiendo tratarse de un rgano, una lira, un lad, un clavicordio, un violn o un

    En la ciudad de Mxico, la Plaza dedicada a Santa Cecilia y la cual lleva su nombre,

    es uno de los sitios emblemticos del folklore y la tradicin nacionales.

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    arpa, slo por citar algunos. Cecilia tambin es patrona de los poetas y los invidentes, adems, en ocasiones se le muestra con las heridas en el cuello producidas por la espada en el momento de su inmolacin.

    En la pintura de autor annimo que resguarda el Museo de la Bas-lica de Guadalupe, la clebre mrtir romana aparece sentada, ataviada con vestimenta de la poca impe-rial, con largos cabellos castaos enmarcando la belleza de su clsico rostro, que arrobado por el amor divino dirige hacia las alturas, jun-to con una mirada profunda y me-lanclica que parece cautivada al escuchar una meloda gloriosa, la cual proviene del haz luminoso que anuncia la presencia omnipotente del Todopoderoso.

    En esta pieza, Santa Cecilia sos-tiene, con su mano izquierda, una especie de arpa de cajn, con seme-janza a una lira, cuya caja de reso-nancia se observa abajo, mientras con la diestra empua un plecto de doble punta, con el cual se pul-sa el instrumento musical. El dedo ndice, sin embargo, se dirige hacia las cuerdas, como si la dulce mrtir frenara un intempestivo deseo de tocarlas, sin necesidad de recurrir a tal aditamento. La atmsfera es de embeleso y xtasis sereno ante la msica celestial que nos conecta con la divinidad.

    En nuestro pas, y particularmente en la ciudad de Mxico, la Plaza de-dicada a Santa Cecilia y la cual lleva su nombre, es uno de los sitios em-blemticos del folklore y la tradicin nacionales, estrechamente relacio-nado con el conjunto musical ms representativo de Mxico, que es el

    mariachi. Dicho lugar tambin es conocido popularmente como Ga-ribaldi. Ah, cada 22 de noviembre, se realiza una extraordinaria reunin de msicos y visitantes, quienes a temprana hora llegan con especial cario y devocin para entonar las tradicionales maanitas a su pa-trona, Santa Cecilia, la angelical doncella que llevaba la cancin de Dios en su corazn.

    1 En referencia al nombre de Cecilia, algunos investigadores lo hacen derivar del latn Coeli-lilia, que en castellano sera Lirio del Cielo, pero tambin lo relacionan con otras interpretaciones etimolgicas, una de ellas se traducira como la pequea ciega; debido a esto, santa Cecilia comparte con santa Luca el patronazgo de los ciegos o invidentes.2 Vorgine, Santiago de la, La Leyenda dorada, Vol. 2, Madrid, Alianza Editorial, 1997, p. 747.3 Rau, Louis, Iconografa del arte cristiano. Iconografa de los santos. De la A a la F. Tomo 2/Volumen 3, Barcelona, Ediciones del Serbal, 2000, p. 291. 4 Ibid, p. 293

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    CULTURA

    EL LAICO EN LA HISTORIA DEL SANTUARIO DE NUESTRA SEORA DE GUADALUPE.

    PRIMERA PARTE

    ANTES: CORTE DE DAMAS CONGREGANTESDE SANTA MARA DE GUADALUPE

    AHORA: CORTE DE DAMAS DE AMOR Y HONORDE NUESTRA SEORA DE GUADALUPE1

    Lic. Mercedes Aguilar Lara

    Al culminar el Ao de la Fe es necesario y enriquece-dor hablar un poco de la actividad de los laicos den-tro del Santuario de Guadalupe. Quines son los laicos? Es pro-piamente laico todo lo que perte-nece al pueblo de Dios (del griego las pueblo). Laicado designa,

    o la condicin de los laicos, es de-cir, de los miembros de la Iglesia en general tomados por oposicin a los que tienen un ministerio particular, o a su conjunto2. Po-dramos decir que todos los bau-tizados que participan del culto y que no han optado por el sacer-docio o la vida consagrada son los laicos.

    La historia de los laicos en el desarro-llo del culto a Santa Mara de Gua-dalupe en su templo es muy amplia y diversa. Desde los orgenes de dicho culto, los laicos han participado esta-bleciendo obras pas, organizndose para cooperar para las fiestas a travs de mayordomas y formando cofra-das. Esto principalmente durante el Virreinato.

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    Durante la poca independiente con los graves problemas econmi-cos que en todos los grupos de la sociedad se dieron, fue difcil que florecieran nuevas formas de partici-pacin. Aunque en la segunda mitad del siglo XIX se distingui la Socie-dad Catlica que impuls la inicia-tiva de El Centavo de Guadalupe, no fue una asociacin que surgiera en la Colegiata de Guadalupe.

    Es en el Porfiriato cuando surgen grupos de laicos que van a desarro-llar una actividad bien reglamentada y comprometida en esta Iglesia. En este artculo conoceremos un poco a dos de esos grupos de laicos, no son los nicos grupos en esta poca pero son de los que han sobrevivi-do y tienen en la actualidad una re-presentacin activa en la Baslica de Guadalupe. Aparecen en una poca de relativa paz social, pero con cons-tantes ataques a travs de la prensa a la Iglesia Catlica. Viven la llegada de grupos protestantes y de filosofas antirreligiosas que hacen que dentro de la Iglesia surja la idea de defen-sa de la religin y la de proteccin y cuidado de sus templos.

    Son las mujeres las primeras en aparecer dispuestas a cooperar y servir. A iniciativa del Cannigo Licenciado Manuel Garca Coral se forma la Asociacin de la Cor-te de Damas Congregantes el 2 de febrero de 1887. Su objetivo es servir a la Virgen de Guada-lupe espiritual y materialmente, cooperando a la esplendidez de su culto y al decoro de su Palacio. Tienen estatutos desde 1914.3 Se proyectaban como todo un orga-nismo laical-eclesial ya que tenan su Mesa Directiva y un Director Espiritual elegido por el Arzobis-

    po de Mxico de entre los Seores Capitulares, Cannigos de Gua-dalupe. Podan pertenecer a ella seoras y seoritas de la zona del Santuario, de la Capital y de otras poblaciones.

    Desde sus orgenes su distintivo es una medalla de la Virgen de Gua-dalupe pendiente de un listn color rosa y azul. Por el reverso, la medalla tiene la imagen de la Santsima Tri-nidad para que pudieran disfrutar de las indulgencias concedidas por su Santidad Pio X.

    Es en el Porfiriato cuando surgen

    grupos de laicos que van a desarrollar

    una actividad bien reglamentada y

    comprometida en esta Iglesia.

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    La Asociacin de la Corte de Damas Congregantes pagaba 4 funciones solemnes al ao y todos los das 9 de cada mes tenan una misa rezada por la maana, y por la tarde un ejerci-cio solemne con procesin. Ellas reunan las limosnas para los gastos de las Siete Palabras y el P-same del Viernes Santo. Se impu-sieron la obligacin de hacer el aseo de los altares, presbiterio y criptas, los lunes de cada semana. Asistan a las procesiones de Corpus con su es-tandarte. Organizaban los ejercicios del mes de Mara, buscaban quienes costearan los gastos y vigilaban el buen orden en el ofrecimiento de flores que hacan las nias.

    Segn doa Mara Estela Robles Gu-tirrez, de 91 aos, la ms antigua

    de la Corte de Damas Congregan-tes, asisti por primera vez en 1927 cuando tena 5 aos a ofrecer flores a la Virgen. Dice doa Estelita, como le dicen de cario, que tenan que venir con un vestido blanco largo y con velo a ofrecer flores a la Virgen y que antes de hacer el ofrecimiento rezaban un rosario. Tiene recuerdos del Padre Garibay, luminaria del si-glo XX, quien las reciba y quien, dice Estelita, era muy enrgico. Doa Estelita recibi el distintivo de Vanguardia de la Asociacin de Damas Congregantes a los 7 aos y a los 15 le otorgaron el distintivo grande, del cual dice que es igual al que se impone ahora. Recuerda que la misa de los das 9, que siguen rea-lizando, de cada mes se las oficiaba, regularmente, don Feliciano Cortes, Abad de Guadalupe.

    Sirven con humildad y respeto

    en la Baslica de Guadalupe. Son

    laicas comprometidas y dispuestas a

    trabajar con mucho honor y amor.

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    Como ya lo mencion, las activida-des de la Asociacin incluan el aseo del Altar Mayor, lo que les permita estar muy cerca de la Sagrada Ima-gen. Doa Estelita recuerda haber tenido la oportunidad de limpiar en 3 ocasiones el grandioso cuadro pero comenta que en general haba hom-bres que ayudaban al seor Abad a hacerlo porque ellas no alcanzaban. Su gran devocin le hizo hacer relica-rios de los trapitos que utilizaron para esas limpiezas y an los conserva. En la actualidad las Damas ya no pueden realizar la limpieza del Altar, por los tiempos del culto, por los horarios en que se realiza y porque hay empleados dedicados a eso; pero siguen asindo-se cargo de la limpieza y cuidado del candelabro doblado, conocido como Cristo del Atentado.

    Doa Hermila Rodrguez Vda. De Ciceo, conocida como Milita, es miembro activo de la Asociacin desde 1950 y actual Presidenta Ho-noraria. Nos cuenta que una de las actividades que han realizado desde hace mucho tiempo es la conserva-cin y limpieza de ese Cristo al cual le mandaron fabricar un cojn especial para colocarlo de acuerdo a la forma que tom despus del atentado y del color correspondiente a la liturgia. Dice Milita que en la actualidad asis-ten todos los sbados a misa y los das 9 a la que se ofrece en Honor de San Juan Diego en el Altar Mayor.

    Es mucho el amor, la fe, el compro-miso de las Damas de Nuestra Se-ora de Guadalupe, tal vez por eso decidieron agregar al nombre de su Asociacin los adjetivos de amor y honor.

    Slo he podido presentar parte pe-quea de dos grandes testimonios

    que demuestran que el amor nunca muere, el amor de Dios, o que tie-ne como base a Dios, nunca mue-re. Despus de tantos aos siguen y quieren renovarse, seguir participan-do, servir y ayudar. La Corte de Da-mas de Amor y Honor de Santa Ma-ra de Guadalupe, est agregada a la Archicofrada de Nuestra Seora de Guadalupe que se erigi por decre-to del papa Len XIII en 1890. Esta agregada a la Archicofrada como muchsimos grupos, asociaciones, congregaciones, cofradas, etctera, en el pas. Sirven con humildad y respeto en la Baslica de Guadalu-pe. Son laicas comprometidas y dis-puestas a trabajar con mucho honor y amor.

    1 En la actualidad est conformada por: Adelina Lpez de 68 aos, Anabel Pereda de 59 aos, Braulia Cervantes de 64 aos, Estela Botello de 40 aos, Gloria Corona de 65 aos, Gloria Hernndez de 78 aos, Juanita Alans de 93 aos, Mara Cristina Alans de 82 aos, Mara Elena Alans de 75 aos, Mara Elena Soriano de 57 aos, Mara Feliz Neri de 68 aos, Margarita Albarn actual Presidenta de 83 aos, Martha Mosqueda de 85 aos, Martha Snchez de 68 aos, Hermila Rodrguez de 86 aos, Rosita Franco de 55 aos, Susana Reguera de 70 aos, Vernica Snchez Albarn de 54 aos, Socorro Vsquez de 65 aos, Mara Eugenia Campos de 47 aos, Eleazar Escamilla de 77 aos, Mercedes Prisma de 55 aos, Estelita Robles de 91 aos, Esperanza de 50 aos, Laura Constante de 53 y Rufi Villagomez Delgado de 96 aos. 2 L. Bouyer, Diccionario de Teologa, Barcelona, Herder, 1968, p. 393 3 Reglamento de la Asociacin de la Corte de Damas Congregantes de Santa Mara de Guadalupe, Mxico, Imprenta de Juan Reyes Velasco, 1915.

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    Uno de los anhelos ms profundos del ser huma-no es vivir la experiencia de la paz, sentirse tranqui-lo en nuestro interior y en nuestro entorno, por eso, anhelamos paz en el corazn, en la familia, en nuestra sociedad y en nuestras naciones. Este es un deseo que se ha experimentado en todas las pocas de nuestra histo-ria, muchos escritos del pasado as lo manifiestan. En el pueblo de Israel cuando una persona saludaba a otra, lo primero que deseaba era la paz Shalom, pues, durante todas las etapas de su caminar como pueblo, la amenaza de la guerra, de la violen-cia, de las confrontaciones internas estuvo latente, as como en nuestros das. La fe catlica que profesamos y por la Revelacin de Dios, nos ha

    transmitido que la paz es un don de Dios, el Seor cre al hombre para vivir en armona, en paz con toda la creacin, pero el pecado rompi ese estado primigenio y nos llev a una ruptura con Dios, con noso-tros mismos, con nuestro prjimo y con nuestra creacin; de ah que la promesa mesinica presenta a un Prncipe de la paz que restaura la armona original en el ser humano y saciar su anhelos de trascendencia. La presencia de Cristo en la vida del hombre es la nica que puede trans-mitir la verdadera paz que nadie puede destruir porque l llena en plenitud el corazn humano.

    Mara, su santa Madre, asociada al misterio de Cristo, tambin ha sido llamada Madre de la paz en muchos

    lugares y pases de todo el orbe. Nuestra Seora de la paz, como le nombran en el Salvador, un peque-o pas de Centroamrica, donde le rinden homenaje, da a da, pero principalmente el 21 de noviembre, ya que segn un antigua tradicin ella quiso quedarse en un pueblo lla-mado San Miguel en el ao 1682, actual ciudad de San Miguel, ubica-da en la zona oriental del Salvador, por eso llamada la perla de oriente, cerca del volcn que lleva el mismo nombre de la poblacin o Chapa-rrastique.

    Segn la narracin unos mercaderes encontraron una caja bien sellada que fue imposible abrir, a tal grado que un primer grupo prefiri dejarla abandonada, hasta que otros hom-bres la trasladaron a San Miguel en un asno, el cual se detuvo frente a la actual catedral dedicada al Santo Patrono del pueblo. Al abrir la caja, encontraron una bella imagen de la Virgen Mara con un nio en bra-zos. Algunos piensan que piratas ingleses, quienes constantemente merodeaban las costas del Ocano Pacifico, abandonaron la caja al no poder abrirla. Se dice que varios grupos de habitantes del lugar esta-ban en constantes pugnas y guerrillas y al enterarse del hallazgo cesaron sus conflictos, por eso le llamaron la Virgen de la Paz. Desde entonces la imagen ha permanecido en ese lu-gar. Es una estatua de altura media-

    CULTURA

    SANTUARIO DE NUESTRASEORA DE LA PAZ

    Cango. Lic. Juan Castillo Hernndez

  • BOLETN 2013 37

    na, seguramente de origen europeo, del tipo de las imgenes espaolas, tallada en madera, con una gran be-lleza que cautiva a sus devotos. En la actualidad esta vestida con elegantes ropajes que tienen bordado el escu-do nacional de la Republica del Sal-vador y otros escudos de personajes importantes de la ciudad y del Papa, en su mano derecha tiene una palma que recuerda el milagro que la Reina del Cielo hizo en 1787, cuando el volcn antes mencionado hizo erup-cin y amenaz con destruir la po-blacin, al invocar a su Santa Madre, la lava se fue por otro lado y no toco para nada al pueblo. Una nube que sala del crter simulaba una palma y los devotos sintieron que era el signo de la proteccin de la Virgen. Du-rante una guerra civil en el Salvador en 1833, el general Narciso Bentez logr el triunfo de sus ejrcitos y al entrar en la ciudad prometi ante la Virgen esforzarse por mantener la paz en la regin. La estatua ha sido restaurada, ya que el jueves 25 de junio de 1903, un rayo cay sobre la iglesia y ennegreci la imagen, sin embargo, a ella no le pas nada; al salir de su santuario cubierta con una sabana se llev a cabo una gran manifestacin de fe por parte de sus hijos amados, jolgorio que se sigue expresando todos los aos en el mes de noviembre, cuando vuelve a salir la venerada imagen; ahora tambin se lleva a cabo un vistoso carnaval, famoso en toda la regin.

    La edificacin de la Catedral, Bas-lica-santuario fue iniciada en 1862 por iniciativa del general Gerardo Barrios, presidente del Salvador en esa poca, sobre la antigua igle-sia parroquial realizada en el siglo XVI, junto a un convento de fran-ciscanos y otro de mercedarios, y su

    construccin dur exactamente 100 aos. Es una de las ms bellas y altas de ese pas, tipo barroco y eclctico, debido al tiempo que dur su cons-truccin, realizada con materiales de roca extrados del volcn cercano, popularmente llamados corrun-cha, los detalles fueron trados de diferentes pases del mundo, una es-tructura metlica del techo proviene de Blgica, las campanas de Alema-

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    nia, los vitrales con representaciones de pasajes bblicos de Mxico y el altar principal de mrmol de Italia.

    El primer ingeniero encargado de la construccin fue el ingls William Kirk y posteriormente fueron otros los diseadores, en el siglo pasado muchas piezas fueron ensambladas por el ingeniero Alberto Gheraldo, quien tambin diseo las torres de 57 metros. El Papa San Pio X le dio el ttulo de catedral en 1913. En 1921 por autorizacin del Papa Benedicto XV, la imagen fue coro-nada pontificiamente por el primer obispo de la dicesis de San Miguel, Mons. Juan Antonio Dueas y Ar-gumedo. El 10 de octubre de 1966, el Papa Pablo VI, declar solemne-

    mente a la Virgen de la Paz, Patrona de la Repblica del Salvador. El san-tuario tiene capacidad para albergar a 2000 fieles y es de los ms visitados por los salvadoreos.

    Contemplando la imagen de Nues-tra Seora de la Paz en su bello San-tuario, el cristiano catlico respira la paz que ella transmite, pongmonos bajo su manto protector e implore-mos que en nuestros pueblos reine la tranquilidad, la justicia, la solida-ridad, que tanto promovi un gran obispo del Salvador, Don Oscar Ar-nulfo Romero, martirizado por de-fender a su pueblo y que fue prro-co por un tiempo en este venerable santuario.

    El 10 de octubre de 1966, el Papa Pablo VI, declar

    solemnemente a la Virgen de la

    Paz, Patrona de la Repblica del

    Salvador.

    Es una estatua de altura mediana, seguramente de origen europeo, del tipo de las imgenes espaolas, tallada en madera, con una

    gran belleza que cautiva a sus devotos.

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    BREVES

    EL ARCHIVO HISTRICO DE LA BASLICA COMPARTE SU EXPERIENCIA A SACERDOTES

    En el marco del cuarto taller efectuado durante la gestin de Mons. Carlos Briseo Arch, Coordinador de la Dimensin de Cuidado de bienes eclesisticos y Arte Sacro, de la Con-ferencia del Episcopado Mexicano (CEM), los participantes llevaron a cabo una visita al Archivo Histri-co de la Baslica de Guadalupe, en donde el M.I.Sr. Cango. Dr. Gusta-vo Watson Marrn, Director del Ar-chivo Histrico del Santuario y de la Arquidicesis de Mxico, comparti la experiencia de trabajo en las ins-tancias a su cargo, a los representan-tes en la materia de las diferentes dicesis.

    El objetivo del taller, dijo Mons. Car-los Briseo, es que todos tomemos conciencia, desde los obispos hasta el ltimo laico, y que eduquemos, en el valor que tienen los bienes culturales eclesisticos y tambin que promo-

    vamos la creacin (). El archivo es la primera vez que lo tocamos () el bagaje de estos libros tenemos que cuidarlo, potenciarlo, protegerlo. Si hay poca cultura a todos los niveles, si hay laicos, obispos, sacerdotes que se preocupan pero no es algo comn entonces hay que ir motivando esto. Estamos felices porque si est au-mentando la participacin y a todos nos va a servir para ir levantando esta vida cultural eclesial en nuestro pas.

    El Dr. Watson coment a los asis-tentes la experiencia del trabajo que ha habido desde 1999 en el Archivo Histrico del Arzobispado de Mxi-co, y desde el 2003 en el Archivo Histrico de la Baslica de Guadalu-pe, as como la labor desarrollada en la Biblioteca Lorenzo Bouturini del Santuario, con el propsito de ilu-minar a los participantes en aspectos como la digitalizacin, la restaura-

    cin de documentos, la publicacin, el apoyo de servicio social en la clasi-ficacin, y la bsqueda de apoyos de otras instituciones para la restaura-cin de documentos y la realizacin de proyectos. Fue una experiencia muy bonita porque es la primera vez que sacer-dotes encargados de cultura de las distintas dicesis, vienen a la Basli-ca (), puntualiz.

    El Padre Samuel Gasca Reyes, res-ponsable de Arte Sacro de la I Vi-cara de la Arquidicesis de Mxico, dijo que el taller en general es una forma de conocer ms de Arte Sacro y sobre todo del manejo del archivo que se debe tener en todas las parro-quias. Indic que saber del archivo de la Baslica es muy importante, pues es una forma para que tam-bin apoyemos para dar a conocer la devocin a la Santsima Virgen de Guadalupe.

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    BREVES

    LA EPARQUA MARONITA LLAMA A ORAR PORLOS CRISTIANOS EN MEDIO ORIENTE

    La Eparqua Nuestra Seora de los Mrtires del Lbano, de la Iglesia Catlica Maro-nita, fundada por San Ma-rn y de rito oriental, presidida en Mxico por Mons. George Saad Abi Younes, cumpli diez aos de reali-zar su peregrinacin a la Baslica de Guadalupe.

    Antes de iniciar la Celebracin Euca-rstica, Monseor George Saad expu-so a la asamblea que la Iglesia Catlica Maronita es muy antigua pues cuenta con ms de mil 600 aos, y est en plena comunin con el Papa, tambin son catlicos apostlicos; el dogma, la filosofa, la teologa de la Iglesia Ca-tlica, la devocin mariana, es igual para ellos, su diferencia est en el rito oriental, la manera de celebrar los sa-cramentos como la Eucarista.

    Con toda paciencia explic a los fe-ligreses que se encontraban en la Ba-

    slica, la disposicin de los diferentes momentos de la misa de rito oriental: Entrada, Gloria, Himno especial a la Virgen Mara, las lecturas, la homila, el ofertorio pero con oraciones dife-rentes; la paz (antes de la consagra-cin; en el rito latino es antes de la comunin), el Santo, la Consagracin que sigue siendo en idioma arameo; la Oracin Universal por el Papa, los obispos, los sacerdotes, los fieles di-funtos y los vivos; el Padrenuestro, la Comunin y la Bendicin. Tambin destac la historia de los cristianos en Medio Oriente. Dijo que la Palabra de los apstoles lle-g a todo este territorio pero con la invasin rabe la situacin cambi porque muchos se convirtieron al Islam por el miedo a morir. Despus qued una minora de cristianos y hoy son ms perseguidos por el fa-natismo musulmn. En Irak, dijo, de dos millones y medio de cristia-

    nos, actualmente son 500 mil. Lo mismo est pasando en Siria porque los fanticos musulmanes estn des-truyendo las iglesias, mucha gente cristiana est saliendo de la zona por ese motivo. En Egipto, agreg, hace poco ms de dos meses destruyeron 95 iglesias y mataron a sacerdotes y al pueblo copto.

    Por eso, invit a los fieles a orar y pedir mucho por los cristianos para que el pueblo siga fuerte con su fe, con su devocin, y que los pueblos que an no conocen a Jesucristo puedan conocer su Salvacin.

    La Eparqua de Nuestra Seora de los Mrtires de Lbano es una juris-diccin eclesial creada por el Papa Juan Pablo II el 6 de noviembre de 1995. En Mxico existen siete tem-plos maronitas, Chihuahua, Guada-lajara, Pachuca, Puebla, Saltillo y en el Distrito Federal.

  • BOLETN 2013 41

    BREVES

    MASIVAS PEREGRINACIONES LLEGARONEN OCTUBRE

    SINDICATOS Y TRABAJADORES VENERANA SANTA MARA DE GUADALUPE

    Varias fueron las peregrina-cin a pie que llegaron a la Baslica de Guadalupe en el pasado mes de octubre, procedentes de las dicesis del pas: la femenil de Zitcuaro, las peregri-naciones varoniles de Irapuato, de la Arquidicesis de Morelia y de la Dicesis de Celaya, y la peregrina-cin a pie de de Atlacomulco, que pernocta en el Santuario. Cientos de peregrinos visitaron de madrugada a la Reina de Mxico y Emperatriz de Amrica, y a decir de ellos, alimentaron su corazn con el amor de nuestra Madre Santa Mara de Guadalupe, fortaleciendo su fe y su devocin.

    De acuerdo a los datos dados a co-nocer por los responsables de pere-grinacin, tan slo los peregrinos de la Dicesis de Irapuato ofrecieron cuatro mil 633 comuniones duran-te su caminar, en tanto los peregri-nos de Morelia en este Ao de la Fe

    ofrecieron un tesoro espiritual por la novena asamblea diocesana de pastoral: 92 mil 768 misas, 84 mil 273 comuniones, 284 mil 50 rosa-rios, 27 mil 237 visitas al Santsimo, y otras actividades.

    Sindicatos gubernamentales y trabajadores pertenecientes a stos, as como empleados y obreros de otras empresas, manifestaron su devocin a Santa Mara de Guadalupe, agradeciendo su intercesin ante Dios, por la vida, la salud, el trabajo y los bienes reci-bidos en este ao. As, visitaron el santuario la seccin 10, 28 y 31, del Sindicato ni-co de Trabajadores del Gobierno del Distrito Federal; Sindicato de Trabajadores de la empresa Merck; Sindicato de Hubard y Bourlon; Trabajadores de Nacional de Con-ductores Elctricos, Mineros de Hi-dalgo, Trabajadores de Cydsa y de Yale de Mxico.

  • 42 BOLETN 2013

    BREVES

    GRANDES MOTIVOS DE CELEBRACINEN LA BASLICA

    El 12 de octubre el santuario celebr el 118 Aniversario de la Coronacin Pontificia de Nuestra Seora de Guada-lupe y el 521 Aniversario del inicio de la Evangelizacin de Amrica.

    El 12 de octubre de cada ao nos reunimos en la casita de Santa Mara de Guadalupe para recordar aconte-cimientos de especial trascendencia, indic el Arzobispo de Mxico, el Emmo. Sr. Cardenal Norberto Rive-ra Carrera, al invitar a la asamblea re-unida, a vivir la celebracin con espe-cial gratitud a Dios Nuestro Padre.

    Agreg que en este Ao de la Fe he-mos tenido la gracia de profundizar y fortalecer este gran don de parte de Dios. En ese sentido destac adems que una de estas gracias para con-tinuar profundizando en la fe, es el Congreso Continental que se realizar en la Baslica del 16 al 19 de noviem-bre prximo, organizado por la Pon-tificia Comisin de Amrica Latina, los Caballeros de Coln y el Instituto Superior de Estudios Guadalupanos.

    Jesucristo es quien viene a nuest