Boletín del MAA UNMSM 2009

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7/26/2019 Boletín del MAA UNMSM 2009 http://slidepdf.com/reader/full/boletin-del-maa-unmsm-2009 1/12           B         o           l         e          t           í         n     o      A      ñ     o      1      1  ,      N      1  ,     e     n     e     r     o    -     m     a     r     z     o      2      0      0      9      E      U      N      D      A      P      C      O       S      G        É      A    M   u   s   e   o    d   e    A   r   q   u   e   o    l   o   g    í   a   y    A   n    t   r   o   p   o    l   o   g    í   a ISSN 1680-4236 EDITORIAL Este año, el MAA cumple 90 años de existencia. Tiempo extenso y complejo que resume, tal vez, la historia misma de la Arqueología Peruana. Periodo en el cual, generaciones de san- marquinos pasaron por sus salas, gabinetes y proyectos, formán- dose y preparándose para el mundo real, para atender el pat rimo- nio, para revalorar nuestra identidad a través de sus restos mate- riales. Estos noventa años, han sido difíciles, llenos de aciertos y ries- gos, repletos de datos acumulados y de colecciones arqueológi- cas casi fundacionales de la memoria material de nuestro país. No es el museo más grande del país, pero sí el más emblemático, el que permitió el nacimiento de ot ros museos, el que motivó los mejores y más importantes descubrimientos de la arqueología peruana. Todo esto puede resultar abrumadoramente importante en nuestra sociedad, pero no es así. Aún, después de 90 años, segui- mos luchando por más recursos, mas espacio, mejores condicio- nes, más personal y más consideración. Esto amerita una fuerte autocrítica, con el único y tal vez, estratégico objetivo de sensibi- lizar conciencias oficiales, administrativa s y públicas. Algo debe estar funcionando mal en la gestión del MAA para que tengamos que estar permanentemente buscando recursos, mejores condiciones, mayores oportunidades; y no es que el museo no haya producido en todo este tiempo, de más está recordar los emblemáticos trabajos de la revista Arqueología y Sociedad y las clásicas “reinauguraciones” de las exposiciones “Orígenes del Perú” e “Instrumentos musicales del antiguo Perú”, las cuales sirven para establecer un estado de la cuestión en esos temas de la arqueología peruana. Será tal vez el tipo de museo, el “Universitario”. Evaluando las problemáticas de otros museos universitarios en el Perú y en el extranjero, nos damos con la sorpresa que son similares. Salvando ciertas distancias presupuestales, todos, sin excepción, tenemos el problema de la conexión con la población universitaria y específicamente con los estudiantes de la especia- lidad. Todos, de alguna forma, concentramos nuestros esfuerzos en la investigación de colecciones y en la generación de publica- ciones. Todos, sin excepción, pretendemos trascender los límites de la universidad y plantear una propuesta comunicacional para toda la población en general. En este diagnóstico general de las características de un museo universitario, descubrimos un punto crucial. Todos o casi todos los museos universitarios ejercitan intensamente la opción académica, experimental, de vanguar- dia y renova dora de los museos de su comunidad. Somos algo así como laboratorios de experimentación de discursos museísticos y de procesos de investigación. Si las cosas son así, me retracto, sigamos en la brecha de ser museos cada vez más aguerridos, más sociales, más universitarios y más universales. Este ejercicio, no se vuelve a repetir en ningu- na otra institucionalidad pública. Por ta nto, deseo 90 años mas de museo universitario como el que hemos desarrollado estudiantes, profesores y científicos. Carlos R. Del Águila Chávez  D irector Universidad Nacional Mayor de San Marcos Rector Luis Fernando Izquierdo Vásquez Vicerrector Académico Víctor Antonio Peña Rodríguez Vicerrectora de Investigación Aurora Marrou Centro Cultural de San Marcos Director General Federico García Hurtado Director Ejecutivo Roberto Velásquez Gutiérrez Museo de Arqueología y Antropología Director Carlos Del Águila Chávez Av. Nicolás de Piérola 1222, Lima 1 Teléfono 6197000 anexo 5216 www.ccsm-unmsm.edu.pe/arqueologia/index.htm [email protected]

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ISSN 1680-4236

EDITORIALEste año, el MAA cumple 90 años de existencia. Tiempo extensoy complejo que resume, tal vez, la historia misma de laArqueología Peruana. Periodo en el cual, generaciones de san-marquinos pasaron por sus salas, gabinetes y proyectos, formán-dose y preparándose para el mundo real, para atender el pat rimo-nio, para revalorar nuestra identidad a través de sus restos mate-riales.

Estos noventa años, han sido difíciles, llenos de aciertos y ries-gos, repletos de datos acumulados y de colecciones arqueológi-cas casi fundacionales de la memoria material de nuestro país.No es el museo más grande del país, pero sí el más emblemát ico,el que permitió el nacimiento de ot ros museos, el que motivó losmejores y más importantes descubrimientos de la arqueologíaperuana.

Todo esto puede resultar abrumadoramente importante en

nuestra sociedad, pero no es así. Aún, después de 90 años, segui-mos luchando por más recursos, mas espacio, mejores condicio-nes, más personal y más consideración. Esto amerita una fuerteautocrítica , con el único y ta l vez, estrat égico objetivo de sensibi-lizar conciencias oficiales, administrativas y públicas.

Algo debe estar funcionando mal en la gestión del MAA paraque tengamos que estar permanentemente buscando recursos,mejores condiciones, mayores oportunidades; y no es que elmuseo no haya producido en todo este tiempo, de más estárecordar los emblemáticos trabajos de la revista Arqueología ySociedad y las clásicas “reinauguraciones” de las exposiciones“Orígenes del Perú” e “Instrumentos musicales del antiguo

Perú”, las cuales sirven para establecer un estado de la cuestiónen esos temas de la arqueología peruana. Será tal vez el tipo demuseo, el “Universitario” .

Evaluando las problemáticas de otros museos universitariosen el Perú y en el extranjero, nos damos con la sorpresa que sonsimilares. Salvando ciertas distancias presupuestales, todos, sinexcepción, t enemos el problema de la conexión con la poblaciónuniversitaria y específicamente con los estudiantes de la especia-lidad. Todos, de alguna forma, concentramos nuestros esfuerzosen la investigación de colecciones y en la generación de publica-ciones. Todos, sin excepción, pretendemos trascender los límitesde la universidad y plantear una propuesta comunicacional paratoda la población en general. En este diagnóstico general de las

características de un museo universitario, descubrimos un puntocrucial. Todos o casi todos los museos universitarios ejercitanintensamente la opción académica, experimental, de vanguar-dia y renova dora de los museos de su comunidad. Somos algo asícomo labora torios de experimentación de discursos museísticosy de procesos de investigación.

Si las cosas son así, me retracto, sigamos en la brecha de sermuseos cada vez más aguerridos, más sociales, más universitariosy más universales. Este ejercicio, no se vuelve a repetir en ningu-na otra institucionalidad pública.

Por ta nto, deseo 90 años mas de museo universitario como elque hemos desarrollado estudiantes, profesores y científicos.

C arlos R. D el Á guila C hávez D irector 

Universidad Nacional Mayor

de San MarcosRector 

Luis Fernando Izquierdo Vásquez

Vicerrector Académico

Víctor Antonio Peña RodríguezVicerrectora de Investigación

Aurora Marrou

Centro Cultural de San MarcosDirector General

Federico García HurtadoDirector Ejecutivo

Roberto Velásquez Gutiérrez

Museo de Arqueología y

AntropologíaDirector 

Carlos Del Águila Chávez

Av. Nicolás de Piérola 1222, Lima 1

Teléfono 6197000 anexo 5216

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2 Boletín año 11, enero-marzo 2009

La evidencia de la presencia humana al final delPleistoceno en América del Sur es escasa (i.e.  Pre-Clovis), pero de gran importancia en el debat e de las pri-meras ocupaciones humanas en América (Dillehay1999).

Uno de los datos más cruciales sobre la ocupaciónhumana más temprana en el Área Central Andina, pro-viene del complejo Ayacucho, en Perú; a pesar de las opi-niones difundidas sobre el confuso e incompleto reportefinal publicado de estos mat eriales (e.g., Rick 1988: 16).Ot ras críticas, at añen a la falta de detalladas definicio-nes de cada artefacto lítico y su asociación con otrostipos conocidos de los Andes (Dillehay 1985: 196). Aesto se suman dudosas muestras de carbono 14C toma-

das de hueso con algunos problemas de asociación(Lynch 1974, 1990, 1981, 1983; Rick 1988: 13), ausen-cia de evidencia de fuego (Rick 1988: 14); y serias dudasacerca de la credibilidad de los supuestos artefactos líti-cos realizados por humanos procedentes del complejoPacaicasa (Bonavia 1991: 89; Rick 1988: 13). Sinembargo, estas deficiencias no parecen presentes para lafase llamada Ayacucho. De acuerdo a Rick (1988:16),los materiales de la fase Ayacucho se encuentran en unestado diferente porque hay un número significativo dematerial lítico de materia prima exógena, los que proba-blemente fueron encontrados in situ , a lgunos incluso sepresentan en "concentraciones", a pesar de los proble-mas en la manera de cómo el material fue publicado. Enefecto, un estudio t afonómico podría ser en este aspectouna contribución fundamental, pero esto excede las pre-tensiones de este manuscrito que se ocupa exclusiva-mente de algunos artefactos líticos provenientes de estafase.

Nuevo análisis de los

artefactos líticos del (1)

Complejo Ayacucho, Perú

Arqueología 

Elmo León Canales*

 Juan Yataco Capcha**

En este contexto, Tom Dillehay (1988: 199) se pre-gunta por una detallada descripción de los artefactos líti-cos, la cual no se encuentra en los volúmenes originalesde Pikimachay (MacNeish et al. 1980, 1983). Por estarazón, nosotros estamos llevando a cabo una exhaustivarevisión de las herramientas en piedra de la cueva dePikimachay que se hayan en el Museo de Arqueología yAntropología de la Universidad Nacional Mayor SanMarcos (Lima–Perú), aplicando la metodología de la “ca-dena operatoria” (e.g., Pelegrin 1995). Es por esta razónque buscamos y examinamos una parte de la coleccióndel Proyecto Botánico Arqueológico Ayacucho en elmuseo; y presentamos aquí algunos resultados prelimi-nares.

La cueva de Pikimachay esta localizada a media lade-ra de una montaña a 2,850 m.s.n.m. en Ayacucho, sierracentral del Perú (MacNeish 1979; MacNeish et al.1980).

Los más antiguos componentes de esta cueva fuerondefinidos como el complejo Pacaicasa, el cual se eviden-cia en cuatro estratos, definidos como: “k”, “j”, “i”, y“i1”. En estas capas se encontró 96 huesos de megafau-na, 73 artefactos líticos y alrededor de 100 lascas (Mac-Neish et al. 1983: 2). Cuatro fechados radiocarbónicoshan sido tomados de huesos de perezoso y han resultado

aproximadamente entre 25,000–15,000 RCYBP (Di-llehay, 1985: 198). Sin embargo, las criticas anterior-mente mencionadas, hacen difícil aceptar a estos anti-

2guos niveles con la garant ía del caso.

Las dos siguientes capas superpuestas, denominadas“h1” y “h”, fueron atribuidas al complejo Ayacucho. Alparecer, por primera vez estamos frente a artefactos líti-

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Georg-Foster Post-Doctoral Fellow, Alexander von Humboldt Foundation, Institut of Ancient Americanist and Ethnology,*University of Bonn, O xfordstrasse. 15, D -53111. Bonn, Germany; e-mail: elmoleon@ gmx.net.Curator, Lithic Collection, Museo de Arqueología y Antropología, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Parque**

Universitario, Av. Nicolás de Piérola 1222, Lima 1, Peru; email: capchajuan@ gmail.com.2 Los lectores interesados en un análisis más profundo de este problema deben de consultar la publicación original (MacNeish et al.

1979).

Texto publicado en C urrent R esearch in the Pleistocene, vol 25, 2008.

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3Boletín año 11, enero-marzo 2009

cos modificados por acción humana(cf. Rick, 1988). Estos han sidoencontrados en ambos estratos.Esta fase se compone de 212 arte-factos, mas de 1000 desechos de

talla y 517 huesos de animales (Mac-Neish, et al. 1983: 3,5). La ocurren-cia de termofractura en las rocassugiere la presencia de fuego (Di-llehay, 1985: 1985: 198). Una mues-tra de radiocarbono obtenida de loshuesos de un Scelidotherium   (pere-zoso gigante) procedente de la zona“h” fue datada en 14,150 ± 180RCYBP (UC LA–1464). La calibra-ción del fechado usando la curvadel Hemisferio Norte (IntC al04) ha

dado el resultado de 17,221–16,560CALYBP. Aún cuando esta muestraproviene de un hueso sin modifica-ción, una coherente concentraciónde artefactos hallados en asocia-ción, le confiere una cierta credibi-lidad (cf. MacNeish 1979). Dehecho, la fase Ayacucho, aparente-mente conteniendo verdaderos arte-factos líticos ta llados y huesos modi-ficados, ha sido aceptada pormuchos investigadores como uncomponente pre-Clovis (Dillehay,1985:199).

Considerando estas opiniones, cadas de tufo volcánico. Asimismo,nosotros vamos a revisar brevemen- una lasca modificada puede ser clasi-te una parte de los materiales del ficada como un cuchillo confeccio-complejo Ayacucho que hemos nado de arenisca cuarzosa silicifica-encont rado en la colección. A da (Figura 1A), a pesar de haber sido

excepción de una punta de hueso, considerada como una punta unifa-todas las piezas provienen de la zona cial por MacNeish et al. (1980: 49,“h” (i.e., complejo Ayacucho). Figura 2–1) (Número de catálogoProbablemente el artefacto más inte- Ac100 274, 1a). Los dos negativosresante es una preforma de punta expuestos sobre su cara superiorbifacial (Figura 1F [cf. MacNeish et demuestran que este fue obtenidoal. 1980:49, figura 2–1]). Esta fue desde un núcleo preparado para laencontrada en asociación con vérte- extracción de lascas alargadas. El “ re-bras de perezoso y otros desechos a lo toque” puede haberse producidolargo de un margen de concentra- debido al uso por su forma irregular.ción de restos (Número de catálogo De otro lado, se ha registrado unAc100 231–VIIdd). La preforma fue

perforador. Por la disposición de losconfeccionada probablemente a par- negativos en su cara dorsal, es proba-tir de una lasca de tufo volcánico. La ble que éste provenga de una lascapieza ha sido lograda posiblemente de reducción bifacial (Figura 1B) (cf.empleando, un percutor blando y MacNeish 1979: Figura 23). Este eshaciendo uso de retoque parcial. La un claro ejemplo de “economía defractura en la parte basal parece débitage”. Esta pieza parece estarhaber sido originada por causas tec- hecha de pedernal y confeccionadanológicas al momento de la finaliza- por medio de percusión dura.ción de la pieza, más que por uso.

La colección también contieneTambién siete artefactos unifacia- una pequeña preforma bifacial ero-

les han sido localizados (cf. sionada (Figura 1C, sin número de

MacNiesh et al. 1980: 190–200). catálogo) y hecha de material meta-Entre ellos hay cuatro lascas modifi- mórfico (cf. MacNeish et al. 1980:

Arqueología 

Figura 1 : A rtefactos líticos del complejo A yacuch o, centro del Perú, posiblemen te datande alrededor de 17,200 – 1 6,56 0 C A LYB P.

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195, Figura 5–4). La orientación centrípeta de los nega- Dillehay, T. D. 1985 A Regional Perspective oftivos expuestos en ambas caras indica que proviene de Preceramic Times in t he Central Andes.  Review s inreducción bifacial y que fue modificada por percusión  A nthropology 12(3):193–205.dura. Este artefacto puede ser una preforma de punta ——— 1999 The Late Pleistocene Cultures in Southbifacial. America. Ev olutionary A nthropology 7(6):206–16.

Además, se ha identificado a una punta pulida en Lynch, T. 1974 The Ant iquity of Man in Southhueso de perezoso gigante (Figura 1D) (cf. MacNeish America. Q uaternary Research 4:356–77.1979: Figura 23) y un hendidor cuya materia prima ha

Lynch, T. F. 1981 Zonal Complementarity in the Andes:sido un tufo volcánico (Figura 1E) (cf. MacNeish 1979:A History of the Concept. In  N etw ork s of the Past:Figura 22). La punta de hueso muestra claros trazos Regional In teract ion in A rchaeology, edited by P. D.lineales, aquellos parecen haber sido originados duranteFrancis, F. Kense, and P. G. Duke, pp. 221–31. Calgary,la manufact ura. Un núcleo de forma cuadrangular sobreUniversity of Calgary.tufo volcánico también ha sido registrado.

——— 1983 The Paleo–Indians. In  A ncient SouthLos desechos están conformados principalmente de A mericans, edited by J. D. Jennings, pp. 87–137. Newlascas cuyas materias primas son basalto, cuarzo y tufoYork, Freeman.volcánico (cf. MacNeish et al. 1980: 190, 193, 198). En

este caso estas piezas están rotuladas con “h” y h1”. Sus ——— 1990 Glacial–Age Man in South America?formas y el orden de los negativos sugieren que ellas son  A merican A ntiqu ity  55(1):12–36.el resultado de actividades relacionadas con la reduc-

MacNeish, R. S. 1979 The Early Man Remains fromción de núcleos y ta lla bifacial. Finalmente, si asumimosPikimachay Cave, Ayacucho Basin, Highland Peru. Inla validez del fechado radiocarbónico del complejoPre-L lano C ultures of the A mericas: Paradoxes andAyacucho y estas posibles asociaciones en el mismoPossibilities, edited by R. L. Humprey and Dennisestrato, podríamos adelantar preliminarmente algunasStanford, pp. 1–47. Anthropological Society ofcaracterísticas de estos talladores andinos delWashington.Pleistoceno final: Ellos produjeron intencionalmenteMacNeish, R. S., R. K. Vierra, A. Nelken-Turner, and C .lascas alargadas (lascas laminares) y piezas bifacialesJ. Phagan (editors) 1980 Prehistory of the A yacucho B asin,sobre rocas de grano fino y obtuvieron el máximo prove-Peru. Volume III, N onceramic A rtifacts. Robert S.cho en el uso de la materia prima al reutilizar los dese-Peabody Foundation for Archaeology and thechos de ta lla para confeccionar nuevos artefactos.University of Michigan Press, Ann Arbor.A pesar de la pequeña colección de piezas examina-MacNeish, R. S., R. K. Vierra, A. Nelken-Turner, R.das, podríamos pronosticar hallazgos interesantes cuan-Lurie, and A. García Cook 1983 Prehistory of thedo analicemos en detalle otras posibles colecciones del A yacucho Basin , Peru. Volu me IV. T he Preceramic W ay ofpleistoceno-final de los Andes Cent rales. L ife. Robert S. Peabody Foundat ion for Archaeology andthe University of Michigan Press, Ann Arbor.

AgradecimientoPelegrin, J. 1995 Tech nolo gie Lith iq ue: Le

Un agradecimiento especial al Prof. Michael R. Chatelperronien de Roc de Combe (Lot) et de la CoteWaters, Director, CSFA (Center for the Study of the (Dordogne). Cahiers du Quaternaire. CNRS Editions.First Americans), quien ha concedido el permiso formal Paris.de la revista C urrent Research in T he Pleistocene, para la Rick, J. 1988 The Character and Context of Highlandpresente edición en español.

Preceramic Society. In Peruvian A rchaeology: A nOverview of Pre-Inca Society, edited by R. W. Keat inge,pp. 3–40. Cambridge University Press, London.Referencias Citadas

Bonavia, D. 1991 Perú, Hombre e Historia. De losO rígenes al Siglo XV. Edubanco, Lima.

Arqueología 

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Arqueología 

Ayancurí, un sitio del

Intermedio Tardío en Llapo,Pallasca, AncashNadiezhda Alva Lazo*

Bachiller en Arqueología por la UNMSM. Actualmente es responsable del área de Museografía del Museo de Arqueología y*Antropología de San Marcos.

Boletín año 11, enero-marzo 2009

INTRODUCCIÓN

La zona sur de Pallasca (Llapo, Santa Rosa, Corongo),indudablemente ha tenido un especial significado en el

establecimiento y gradual desarrollo del patrón andinode Pallasca – Ancash, en razón de su ubicación, manejode variedad de pisos ecológicos, accesibilidad al recursohídrico y probable ruta de comunicación.

En esta región, el período Int ermedio Tardío constit u-yó un tiempo de formación de la etnia de los Conchucosque se fortaleció en el período Horizonte Tardío y fuedesapareciendo con la llegada de los colonizadores.Según datos etnográficos la etnia local se resistió a lacolonización del estado inca, por lo que las influenciasno llegaron hasta esta zona. Por otro lado, se sugiere queestos poblados por ser demasiado altos, fueron conside-

rados de no mucha importancia y es por eso que los incasno se interesaron en su captación.

Ayancuri probablemente funcionó como un puebloagrícola de esta etnia, que durante el Intermedio Tardíose asentó en la cresta del cerro del mismo nombre,teniendo cierta independencia económica, con unmanejo ecológico vertical. Asimismo, su distribución yextensión arquitectónica asociadas a tierras de cultivonos hacen suponer que constituyó un pueblo de regulardemografía.

El presente trabajo de Prospección Arqueológica seorigina a partir de la intensión de conocer el desarrollo

y/o evolución de los patrones de asentamiento en la zonasur de Pallasca que es una zona que aún no tieneantecedentes de investigaciones arqueológicas a unnivel macroscópico. Sin embargo, a nivel microcósmico,la investigación consistió en un análisis comparat ivo dearquitectura y patrones para una cronología relativa delsitio de Ayancurí, así como un análisis espacial internopara evaluar la probable función del sitio y relación conel medio geográfico. Para la obtención de los datos serealizó una prospección, empleando como indicadoreslas características arquitectónicas, tomando en cuenta

datos históricos y etnográficos. Las conclusiones tienenun carácter preliminar, que constituye la primera partede la investigación realizada como parte del curso dePrácticas Pre Profesionales de la Universidad Nacional

Mayor de San Marcos entre los años 2005 y 2006.

EL ÁREA DE ESTUDIO

Entorno Geográfi co 

Pallasca presenta un territorio interandino de pronun-ciados pliegues orogénicos con clima desértico y seco.De acuerdo a la clasificación de Pulgar Vidal (1941),nuestra área de estudio comprendería geográficamentelas regiones quechua (2300 a 3500 m.s.n.m.), deambiente semi-árido, clima templado a seco y cuyossuelos agrícolas producen granos y tubérculos; y suni(3500 a 4100 m.s.n.m.), de temperaturas templado-frías, clima húmedo, con abundantes precipitacionesdurante el verano, la mayoría del terreno se aprovechapara el cultivo sin riego, cosechando cereales de granospequeños. Sin embargo, el pastoreo es predominante enestos terrenos.

Ubicación del Sit io Arqueológico 

El sitio arqueológico de Ayancuri, abarca un área de210000m y se encuentra asentado en la cima del cerro

del mismo nombre, ubicado al sur del distrito de Llapo,

provincia de Pallasca, en Ancash, a 3480 m.s.n.m. yentre los 08° 30'42'' de latitud sur y 78° 02'19'' delongitud oeste. Limita por el este con la provincia deCorongo, hacia el oeste con el distrito de Santa Rosa,por el norte con el distrito de Tauca y por el sur con eldistrito de Bambas, provincia de Corongo. (Fig. 2).

ANTECEDENTES

El sitio Ayancuri tiene escasas referencias etnográficas,las primeras referencias a sitios cercanos como Pashash

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Arqueología 

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las realizan H ernando Pizarro en 1553 (Espinoza, 1974:11), el viajero Charles Wiener (Wiener, 1993 1880:176) y el naturalista Antonio Raimondi (Raimondi,1874: 107), quienes hacen referencias del sitio arqueo-

lógico Pashash y de regiones cercanas.Espinoza Soriano en su obra El Curacazgo de

Conchucos y la visita de 1543   (Espinoza, 1974: 9-30),hace referencia a las crónicas del visitador CristóbalPonce de León al Curacazgo de Conchucos, menciona-do datos sobre las parcialidades, caciques y las llactas opueblos que conformaban este Curacazgo, entre loscuales figuran Llapoco (Llapo) y Ayango o Ayangore(Ayancuri) como dos llactas –de entre veintiséis–pertenecientes a la parcialidad de Yanamango. Según lascrónicas a las que refiere Espinoza, Ayancuri constiuiríauna de las llactas que fueron re-ocupadas después de la

rebelión de 1539 contra su encomendero FranciscoPizarro, por los abusos tributarios cometidos.En esta disputa, se realizó una masacre queobligó a los pobladores de las llactas principa-les a huir y refugiarse en las alturas. Esteescrito constituye una de las escasas referen-cias etnohistóricas del sitio.

Por otro lado, investigaciones arqueológi-cas efectuadas por Tello en 1929, Bueno en1973, y Terence G rieder entre 1971 y 1978(Grieder, 1978), se han enfocado en excava-ciones del sitio arqueológico de Pashash,

proponiendo una continuidad ocupacionaldesde el período Intermedio Temprano hastael período Horizonte Tardío. Seguidamente,Chanfreau (1984) realiza investigacionesetnográficas en la zona de ConchucosPallasca, en la cual hace un análisis de laevolución y características de la de la arqui-tectura. En sus recorridos ubica y describesitios prehispánicos los que en su mayoríacorresponden al período Horizonte Tardío.

Ot ros trabajos realizados en el Ca llejón deConchucos, Huaylas y valles adyacentes,

constituyen áreas con mayor informaciónarqueológica. Se destacan los trabajos deAlexander Herrera, Bebel Ibarra y CarolinaOrsini, publicados en el año 2003, los cualeslogran una mayor aproximación al análisis delos patrones de asentamiento de esas zonasque describen la evolución de sus ocupacionesque van desde el período Inicial, hasta elHorizonte Tardío. De las publicaciones,creemos que es necesario explicar algunosdatos concernientes a la evolución arquitec-tónica desde el período Horizonte Temprano

hasta el período Horizonte Tardío, queresumimos a continuación.

Para el Horizonte Temprano se identifican asenta-mientos pequeños en zonas elevadas (3500 – 4100m.s.n.m.) y de mayor extensión en las de menor altitud(2500 – 3500 m.s.n.m.). En el valle de Puchca seidentifica arquitectura monumental asociada a una

cerámica de forma similar a la cerámica Chavín, decarácter local denominada Pontó. En la zona deConchucos se construyen edificios de plant a circular yplataformas superpuestas, así como estructuras circula-res más pequeñas construidas con muros de contenciónaltos. Luego, en el período Intermedio Temprano (Recuay) hay mayor énfasis en estrat egias microvertica-

1les , los pat rones se invierten, hallándose sitios de mayordimensión en zonas de mayor altitud, en las laderas delos cerros, mientras que los asentamientos de menordimensión se ubican en las partes bajas aledañas a lazona de cultivo. En el valle del Puchca algunos asenta-

mientos son reocupados y otros nuevos que introducenla técnica de la Pachilla en su construcción. Estos

Figura 1 : Plano y sectorización del asentamiento Ayarcuri.

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asentamientos demuestran autosuficiencia evidenciadapor la presencia de estructuras ceremoniales (rituales)que carecen de litoesculturas. Asimismo existe uncambio en la arquitectura funeraria que se presenta enforma de galerías. Luego, en el período HorizonteMedio  encuentran estrategia de asentamiento queaprovecha todos los pisos altitudinales con zonas deproducción a más elevadas (suni) y con asentamientosmayores en zonas quechua y suni, con pequeños

asentamientos especializados. En el valle del Puchcadescriben una reducción en el número de asentamientosy reocupación de todos los asentamientos Recuay. Lapresencia de cerámica de otros sitios evidencia laintensificación del comercio con otros centros adminis-trativos. En el período Intermedio Tardío  los asenta-mientos se concentran en zonas de producción máselevadas, sobre los 3800 m.s.n.m. y con asentamientosespecializados. Estos asentamientos se concentran enzonas de mayor altitud (3500 – 4100 m.s.n.m.) confrecuencia fortificados, dada su diversificación eintensificación de la producción, mientras que en la

zona quechua (2500 y 3500m.s.n.m.) hay una ocupa-ción dispersa y tenue. La diferenciación morfológica

comprende grandes asentamientos de altura y pequeñosasentamientos de ladera. Asentamientos pequeños de laetnia C onchucos indican que no hubo en estas socieda-des un nivel de centralización, sino que pudieronmanejar enclaves o islas apartadas en ecozonas comple-mentarias. En el valle del Puchca, Ibarra describeasentamientos en las cumbres con elementos obstructi-vos (murallas y zanjas) y gran cantidad de estructuras. Lapiedra canteada es el principal material de construcción.

Varios de los sitios poseen un sector residencial y otroceremonial, el primero con viviendas y chullpas y elsegundo con plataformas circulares dispuestas adistancias regulares situadas en las partes más elevadas.Estas marcas defensivas están dispuestas en puntosestratégicos, desde donde se domina los valles permi-tiendo probablemente la comunicación entre ellas.Encuentra corrales asociados a los cerros o en explana-das de las cumbres. Las estructuras circulares encumbres aisladas se han considerado ceremoniales,mientras que dentro de la marca son viviendas. Lasestructuras agrícolas son andenes. En el Horizonte

Tardío  los asentamientos se alejan de las principaleszonas de producción agrícola y se evidencia un uso

Figura 2 : Ubicación del Cerro Ayancuri en cuya cúspide y laderas se ubica el asentamiento. Extraído en laC arta N acional H oja 18–G Santa Rosa, 1993.

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indistinto de los pisos ecológicos (producción intensifi-cada con la construcción de infraestructura de riego,caminos y tambos) reflejando una organización econó-mica más amplia.

EL ASENTAMIENTO DE AYANCURI

El período Intermedio Tardío se caracteriza por laformación de señoríos o entidades socio políticas que

desarrollan un patrón local. Es en esta región donde seconstituye la etnia de los Conchucos, fortaleciéndosedurante el período Horizonte Tardío y fue desaparecien-do con la llegada de los colonizadores. Proponemos queAyancuri fue un asentamiento desarrollado en elperíodo Intermedio Tardío.

2El sitio t iene aproximadamente 10 000m ubicado enla cúspide del cerro del mismo nombre, con tierras decultivo en ambas laderas y en las faldas del cerro adya-cente (H uamani) que ocupan pisos quechua y suni, porlo cual proponemos el manejo vertical de la ecología.Asimismo, su distribución y extensión arquitectónica

asociado a tierras de cultivo nos hacen suponer queconstituyó un pueblo de regular demografía.

DESCRIPCIONES

(PACA–CA–1)

El sitio de Ayancuri, constituye un asentamiento conestructuras aglutinadas, y espacios fácilmente diferen-ciados. Muestra una distribución no homogénea perorelativamente planificada. La diferenciación delasentamiento entre estructuras pequeñas y murosperimetrales hacia el sur supone un crecimiento del

pueblo en esa dirección.La ubicación del sitio, en una parte prominente

permitiría el control de tierras más bajas, probablementezonas de cultivo. Asimismo, permitiría la comunicacióncon otros pueblos cercanos como el de Llapo y SantaRosa, donde conocemos la existencia de sitios prehispá-nicos probablemente cont emporáneos.

La sectorización del sitio se realizó de acuerdo a ladistribución espacial que coincidió con la morfología delasentamiento (fig. 1). Se tiene así, los siguientes sectores:

SECTOR I: Sector de plazas. Amplios espacios poligo-nales cercados por muros de pircas con un promedio de1m de altura y 60 cm de ancho. Dos plazas poligonalesubicadas sobre una planicie. Se encuentran recintos

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rectangulares a los lados de esta, uno de los cuales estáanexado entre las dos plazas hacia el lado oeste (60 m x30 m aproximadamente).

SECTOR II: Sector de estructuras cuadrangulares.Zona donde predomina este tipo de estructura.Construida en piedra con la técnica de la Pachilla conmuros con ambas caras planas de un promedio de 50 cmde ancho. Se ubican en la zona adyacente a las plazas,parte más alta del cerro, y distribuida a lo largo de la

cumbre. La consideramos el sector principal por el tipode arquitectura y por mostrar relativa complejidad yplanificación. Presenta muros largos los cuales constitu-yen ejes probablemente para el tránsito y formación dehabitaciones pequeñas. Dentro de este sector se observauna zona libre de arquitectura pero con una serie deterrazas que conectan con la siguiente parte de estructu-ras cuadrangulares. Se encuentra una diferenciación enel área de recintos que se adaptan a la morfología; en laszonas más altas se ubican los recintos más grandes amodo de galerías, luego se presentan recintos medianosque pudieron constituir una zona de viviendas. En laszonas bajas se ubican estos recintos pequeños adosados amuros eje, al extremo vuelven a aparecer los recintosgrandes.

SECTOR III: Zona de Corrales. Ubicadas en las partesbajas en la confluencia de las dos cúspides del cerroAyancuri. Conformado por estructuras circulares(ovaladas) asociadas a estructuras cuadrangularespequeñas.

SECTOR IV: Zona Agrícola.

A. La primera zona ubicada en la unión del cerroHuamani y Ayancuri, cerca del sector de las plazas.

Compuesta por terrazas de cultivo asociado a uncorral ovalado actualmente reutilizado. Cubre unaárea aproximada de 100 m por 50 m.

B. La segunda zona, ubicada entre las cúspides delcerro Ayancuri, en la parte baja del sitio PAQA–CA–2 o Paranday. C ompuesta por terrazas asociadasa pequeños corrales ovalados.

SECTOR V : Sector Ceremonial. Sitio PAQA–CA–2,Paranday.

Ubicado en la segunda cúspide del Cerro Ayancuri.Estructura circular (ovalada) dividida en dos partes porun muro, con estructuras de piedra en cada mitad.Circundado por aterrazamientos alrededor de toda lacúspide.

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Se han podido identificar siete tipos de estructurasdefinidas por su forma y probable función. Con lamampostería de piedras pero diferenciada por su forma,tamaño y técnica constructiva.

a. Plazas.- Se encuentran en el sitio dos plazas, ambas

ubicadas en una explanada:Plaza 1: Presenta forma rectangular con muros bajosde 1.20 m de alt ura promedio y 60 cm de ancho. Losmuros fueron construidos con la técnica del pircado,empleando piedras de regular tamaño y homogéneo.En esta plaza se encuentran tres accesos: uno alextremo norte, uno al lado oeste y otro al lado este.

Plaza 2: Presenta forma poligonal, predominando elpatrón rectangular. Los muros y mampostería soniguales. Hacia los lados este y oeste se ubicanadyacent es recintos rectangulares amplios (fig. 3).

b. Estructuras cuadrangulares grandes.- Presentanforma rectangular y dispuesta s a modo de galerías, esdecir, intercomunicadas. Se encuentran adyacent esa la zona de las plazas y al final del asentamiento(lado sur). Presentan accesos de forma ligeramentetrapezoidal y dinteles de lajas grandes con alerosobresaliente en la parte superior. La técnicaconstructiva es la pachilla con ambas caras planas ymampostería regular. La forma triangular de lascabeceras de los paramentos suponen la existenciade techos a dos aguas.

c. Estructuras rectangulares pequeñas.- Ubicadashacia el extremo sur, a la a ltura de la zona aterraza-

da. C onservan una altura de 1 m y 60 cm de ancho.Construidas con la técnica de pircado de similarmampostería que los muros de las plazas.Probablemente tuvieron la función de depósitos.

d. Corrales.-Construidos con la técnica del pircado,con rocas de tamaño regular, con 1 m de altura y 60cm de ancho aproximadamente. Tienen formacircular – ovalada.

e. Terrazas.- Se ubican a los lados este y oeste del sitio,

adaptándose a la morfología del terreno y formandoen algunos casos pequeñas plata formas. Construidoscon la técnica del pircado y empleando piedras entremedianas y grandes (30 x 20 cm y 40 x 20 cm).Conservan una altura máxima de 1.70 m en el ladooeste. Sin embargo se encuentra seccionada, esdecir, no limita toda el área del sitio.

f. Estructuras ceremoniales.- Ubicadas en la segundacúspide del cerro Ayancuri. Sitio Paranday. Zonareconocida a partir de la fotografía aérea. Presentaforma ovalada con una división central. En cadamitad presenta una estructura de piedra. Este sitio se

encuentra circundado por una serie de aterraza-mientos (fig. 4).

g. Estru cturas agrícolas.- Constituyen terrazasagrícolas que presentan las mismas característicasconstructivas que los otros muros (pircado), pero demenor tamaño (80 cm promedio), empleandopiedras de tamaño regular y grande.

RESULTADOS PRELIMINARES

De acuerdo a la distribución interna de los espacios seconservan los criterios de sectorización para la interpre-tación de los espacios. El sector de plazas constituyelugares amplios donde probablemente se realizabanactividades públicas o donde hubo un acceso masivo degente, evidenciado por los tres accesos que existen a los

Figura 4 : Extremo sur del asentam iento (S ector II). A l fondo, vista del sitioParanday circundado por muros de contención formando aterrazamientos.

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lados. La plaza 2, de menor tamaño, al encontrarseflanqueada por recintos rectangulares grandes con unacceso y cercadas pudo constituir un espacio confunciones similares en un espacio más privado.

En el sector de los recintos cuadrangulares existe una

clara diferenciación de estructuras tanto en tamaño ycomo en técnicas constructivas. Se tienen habitacionescuadrangulares de 6 m x 8 m (en promedio) intercomu-nicadas entre sí formando al parecer galerías. Estosespacios habrían sido ocupados por la élite por suevidente diferenciación en técnica y tamaño compara-das con las estructuras menores ubicadas en zonas másbajas. Asimismo, la arquitect ura presenta modificacio-nes que podrían evidenciar los distintos momentos deocupación en el sitio.

Otras estructuras cuadrangulares pequeñas sepresentan alineadas al muro perimetral y muros eje al

interior del asentamiento, cuyos accesos miran hacia elinterior. El uso de estos recintos implica una restringidacantidad de personas al interior de los mismos, sinembargo, la cantidad de estos podrían indicar unapoblación regular que habitaba en ellos, asimismopodrían denot ar la diferenciación de grupos sociales.

A pesar de tener referencias etnohistóricas dereocupación del sitio durante el período HorizonteTardío y transición, estos mismos documentos refierensu ocupación previa como parte de la etnia de losConchucos, quienes probablemente constituyeron elasentamiento.

Las áreas agrícolas adyacentes recorridas constituyenterrazas ubicadas en las laderas, sin embargo no sedescarta la ut ilización de las zonas bajas de ambos cerros(Ayancuri y Huamani al este) donde probablemente seubicaron los almacenes. Por la cercanía de las t ierras sepuede inferir que el manejo microvertical de su econo-mía, permitió que el asentamiento tuviera una relativaautonomía. Por otro lado, dada la escasez de estructurasrelacionadas con la ganadería, es posible pensar q ue estaact ividad no constituyó fuente importante de recursos.Sin embargo, no se descarta el uso de sitios alejados y demayor altitud (puna) dedicados a esta actividad, comose conoce en los patrones del Callejón de Huaylas.

La segunda cúspide del cerro Ayancurí (Paranday)fue considerada como espacio ceremonial dada laprominencia y su ubicación frente al cerro Huamani,considerado huaca por ser el más prominente y asociadaa la extracción de oro. Presenta similitud a estructurasceremoniales del mismo período en el Callejón deHuaylas (Herrera 2003, Ibarra 2003).

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