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Boletín de Economía y Política de los Estudiantes de UNILA - n°18 / 2014-3

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Boletín de Economía y Política de los Estudiantes de UNILA - n°18 / 2014-3

2 n°18 / 2014-3

Reflexiones sobre la democracia, la integración y la UNILA - Agustín Casanova

“Ser agitador revolucionario y mal estudiante es fácil, ser dirigente

revolucionario y buen estudiante es más difícil”. Salvador Allende Gossens

La palabra democracia ha sido se-cuestrada por el imperialismo, que

la usa para justificar acciones tan anti-democráticas como los bombardeos “hu-manitarios”. Desde nuestra trinchera, es imperiosa la necesidad de rescatarla de las tinieblas, de darle contenido y trans-formarla en una bandera de emancipa-ción de los pueblos. En el presente artí-culo, reflexionamos sobre cómo nuestra Universidad Federal de Integración La-tinoamericana (UNILA) debe entender el concepto y sobre cómo actuar en con-secuencia.

Democracia e integración latinoamericana

A través de innumerables medios, la burguesía y sus aliados intentan impo-ner autoritariamente la definición de democracia. Léase sinónimo de capitalis-mo, donde el gobierno se legitima cada cuatro o cinco años a través de elecciones, a los cuales se presentan partidos políti-cos monoclasistas, que realizan una es-pecie de show llamado campaña electo-ral, donde a través de la “imagen” y las propuestas, intentan captar electores. Es la lógica de la base donde se asienta: la competencia capitalista. Alegóricamente podemos afirmar que es como Coca-Cola y Pepsi competiendo por el consumidor a través de promociones.

Lo que mejor definiría este sistema es el concepto de plutocracia (gobierno de los ricos); ya que el de democracia, el gobierno “del, por y para el pueblo” en palabras de Lincoln, nada tiene que ver.

Fundamentándonos en la conceptuali-zación que se hizo, se desprende que la democracia es imposible de articular con las sociedades de clase. Sin embargo, no vamos a negar la existencia de procesos de democratización. Cuando algo sirve al pueblo es democrático, así no sea en el marco de una democracia plena.

¿Es democrática la integración la-tinoamericana? La respuesta es sí. El porqué radica en que una genuina in-tegración de Nuestra América – basada en esencia y forma, no como el Mercosur neoliberal-, no puede ser otra cosa que antiimperialista. ¿Por qué? Porque los países ricos para mantener su condici-ón, ya que son ricos por la transferencia de riqueza desde los países pobres, no pueden permitir la integración de las regiones expoliadas. Ya que la misma proporcionaría las herramientas para la liberación nacional y así para cortar la expoliación.

¿Es anticapitalista la integración de las regiones pobres como América Lati-na? No necesariamente de forma abierta e inmediata. Pero en última instancia claro que lo es – siempre pensando en una auténtica integración. ¿Por qué? Por el carácter antiimperialista, es decir, por el carácter contrario al imperialismo. El cual es, nada más y nada menos, que la forma tomada por el modo de producci-ón capitalista desde fines del siglo XIX.

La síntesis es que existe una secuencia lógica de integración al antiimperialis-mo, al anticapitalismo y la democracia. En términos concretos, la integración latinoamericana es naturalmente de-mocrática y por ende, deseable para los demócratas bien entendidos.

Democracia y proyecto UNILA

Acorde a lo dicho, sobre el carácter democrático de la integración latinoa-mericana, la UNILA como institución debida a dicho fin, es naturalmente de-mocrática en sus fundamentos.

Ahora, ¿cómo debe manifestarse esa característica en cuestiones precisas? De modo general basta decir que la ex-presión concreta debe ser que efectiva-mente cumpla con su misión, la de ser-vir al proceso de integración a través de la enseñanza y la investigación. Lo cual no se consigue siendo furgón de cola de la academia dominante, sino que im-plica superarla en capacidad interpre-tativa, siendo capaz de crear su propia agenda. Esto implica enorme respon-sabilidad, dedicación y consciencia. No hay que olvidar que el perfeccionamien-to es fruto del trabajo y que el contexto donde estamos inmersos se caracteriza por el boicot constante de quienes ven perjudicados sus intereses, léase el im-perialismo y sus lacayos locales.

La cuestión del funcionamiento inter-no es marginal (que no es sinónimo de no importante) en relación al proyec-to institucional. No es en la estructu-ra interna de la universidad donde la democracia “corta el bacalao”. Muchos piensan que lo democrático está en

Prezados estudantes, professores e fun-cionários da UNILA, estimados leito-

res de todas as partes: com muita satisfação, chegamos ao n°18 do “La Espada”. Desde a sua criação, em outubro de 2012, este boletim de Economia e Política já contou com a par-ticipação de dezenas de estudantes, professo-res e convidados especiais.

A presente edição traz dez artigos de onze autores. Os seis primeiros textos abordam

temas relacionados com a integração re-gional, com a evolução geopolítica recente e a dependência latinoamericana em suas distintas formas. Escrevem Agustín Casa-nova e Ignacio Horminoguez (do curso de Ciência Política e Sociologia – Sociedade, Estado e Política na América Latina), além de Angela Garofali Patrón, Gustavo Bodaneze, Rodrigo Alonso Marichal e Luciano Wexell Severo (Ciências Eco-nômicas – Economia, Integração e Desen-volvimento).

Andrea Haro Sly (Economia) escreve

Editorialsobre a descriminalização do aborto em nossos países, enquanto Karina Fernan-des (Economia) e Ferenc Diniz Kiss (professor de Física) abordam o machismo e apresentam uma bela homenagem à que-rida companheira Martina Piazza Conde. Julien Demelenne (Ciência Política e So-ciologia) e Balmore Alirio Cruz Aguilar (Economia) trabalham questões relaciona-das com o Paraguai e El Salvador.

la participación en el gobierno de la universidad de quienes la componen directamente. Pero no es así porque la universidad pertenece al pueblo, que es quien con su esfuerzo constante permite su existencia. Yendo al grano, la búsque-da del cogobierno se presenta como de-mocrática, desde una concepción de de-mocracia como autogestión, cuando en realidad lo que hay es corporativismo.

¿Esto implica que estamos en contra del cogobierno? De ninguna manera, a nivel general, la práctica ha demostrado que el cogobierno es necesario para neu-tralizar las ofensivas de las oligarquías más rancias. Mientras que al nivel con-creto de nuestra universidad, la paridad lograda en base a proporciones inéditas en los porcentajes adquiridos por los órdenes de los trabajadores y los estu-diantes, es un enorme avance que tiene

que ser motivo de orgullo. Sin embargo, es importante no olvidar que es tan sólo una herramienta, no el fin último y que la misma ostenta el riesgo de ser utili-zada de forma destructiva al no existir una confluencia natural y mecánica entre los intereses de los estudiantes y los del pueblo. Basta observar el triste ejemplo de los estudiantes de la UCV (Universidad Central de Venezuela).

En síntesis, la democratización pasa por servir al pueblo, el cogobierno es una herramienta a priori positiva, pero de ninguna forma es la democracia rea-lizada. La misión de quienes compone-mos esta universidad es tener presente la razón de ser de la institución, que por lo expresado anteriormente, impli-ca trabajar con dedicación, creatividad, disciplina y amor por la integración de Latinoamérica

La trampa de la autogestión (un paréntesis)

Es necesaria una aclaración a raíz de la fuerte presencia de la autogestión en el concepto no hegemónico de de-mocracia (en el no liberal). La esencia de la autogestión es dependiente de su espacio y tiempo, no tiene un carácter positivo o negativo por sí mismo. Por ejemplo, la autogestión en el capitalis-mo no es democrática, es decir, no pue-de deberse al pueblo. Si se mantiene el lucro como principio rector, lo que im-portan son las utilidades de la empre-sa y no los intereses generales. Alguien podría decir con lógica que no es con-denable ese sistema, ya que con las ga-nancias, cada obrero podrá satisfacer sus necesidades. Pero lo cierto es que en el mejor de los casos, ese sistema podrá ser justo de forma efímera. Al existir el lucro, existe la acumulación, el desarrollo desigual, la diferenciaci-ón social, la asalarización y por ende la explotación capitalista. Es decir, los trabajadores de las empresas más eficientes serán cada vez más ricos, obteniendo la capacidad de contratar trabajadores menos ricos, pertenecien-tes a las empresas menos eficientes. Un experimento de dicho modelo lo vimos en la experiencia yugoslava del siglo XX, donde se comprobaron los límites del modelo. No por casualidad Enver Hoxha, con gran precisión, hablaba de “socialismo capitalista” para referirse a la Yugoslavia titoísta. Tal vez la auto-gestión pueda ser democrática en un sistema socialista, donde la búsqueda de la satisfacción de todos es el quid, el valor moral que rige la conciencia de la sociedad.

Reflexiones para avanzar

Una UNILA absolutamente demo-crática es imposible en el marco de las sociedades de clase, no obstante, como hemos dicho, sí puede existir un pro-ceso de democratización. Que no debe entenderse sólo a través de la estruc-tura interna, sino que debe pensarse a partir del progresivo aumento del grado de contribución con el proyecto político popular que ontológicamente constituye la integración latinoameri-cana. Dicho de otro modo, más demo-cracia es igual a más América Latina.

Apuntes sobre Ruy Mauro Marini y la dependencia -

Angela Garofali Patrón

Ruy Mauro Marini (1932-1997) fue una figura excepcional. Como buen hijo

de su tiempo, contribuyó como ningún otro intelectual en el principal debate de la época: la dependencia de América Latina. Desarrolló una carrera político-académi-ca que, a pesar de obstáculos y sucesivos exilios, fue extremadamente articulada y coherente. Es autor de la principal obra de la vertiente marxista de la dependen-cia, publicada en 1973, titulada “Dialécti-ca de la dependencia”.

A 40 años de esa obra, este número de La Espada pretende rescatar la principal con-tribución teórica desarrollada en Dialéc-tica. En ese sentido, expondremos dos categorías fundamentales: dependencia y superexplotación de la fuerza de trabajo.

Vale destacar que la tarea fundamental de la teoría marxista de la dependencia, según Marini, consistía en determinar la legalidad específica por la que se rige la economía dependiente. En Dialéctica, Ma-rini intentó demostrar, por un lado, “que la producción capitalista, al desarrollar la fuerza productiva del trabajo no supri-me sino acentúa, la mayor explotación del trabajador”. Por otro lado, que “es en fun-ción de la acumulación de capital en escala mundial, y en particular en función de su resorte vital, la cuota general de ganancia, como podemos entender la formación de la economía dependiente”.

Dependencia

América Latina, desde que es integrada al mercado mundial en el siglo XVI como resultado del proceso de expansión comer-cial europeo, se desarrolla al compás de la dinámica capitalista. Es a partir de media-dos del siglo XIX que, superado el pacto colonial y con una división internacional del trabajo bien más definida, se determi-nan las bases de las formaciones sociales de los países latinoamericanos.

La dependencia es definida por Marini como “una relación de subordinación en-tre naciones formalmente independientes, en cuyo marco las relaciones de producci-ón de las naciones subordinadas son mo-dificadas o recreadas para asegurar la re-producción ampliada de la dependencia”.

Con la internacionalización del capital, la dependencia se configura como un me-canismo capaz de subordinar a los países más “débiles”, surgiendo de este modo la posibilidad de subordinar su territorio, re-cursos y trabajadores.

El enfoque marxista de Marini sobre la de-pendencia tiene una salida política que está directamente asociada con la superación del capitalismo. Es decir, para superar la depen-dencia de nuestros países es necesario rom-per con el modo de producción capitalista.

Superexplotación de la fuerza de trabajo

Marini sostiene como tesis principal que el fundamento de la dependencia es la su-perexplotación de la fuerza de trabajo. Y es ésta categoría la que permite explicar la particularidad histórica que cumple Amé-rica Latina en la reproducción ampliada del capital a nivel mundial.

Marini identifica que las clases domi-nantes de América Latina, a modo de com-pensar la transferencia de valor realizada mediante el intercambio desigual en el mer-cado mundial, utilizan tres mecanismos en el plano de la producción interna, los cuales permiten una superexplotación de la fuerza de trabajo: i) la intensificación del trabajo; ii) la prolongación de la jornada de trabajo; iii) la reducción del consumo del trabajador, transformado de este modo el fondo nece-sario de consumo en un fondo de acumu-lación de capital. En palabras de Marini: “la superexplotación es mejor definida por la mayor explotación de la fuerza física del trabajador, en contraposición a la explota-ción resultante del aumento de su produc-tividad, y tiende normalmente a expresarse

en el hecho de que la fuerza de trabajo se remunera por debajo de su valor real”.

Cada sociedad capitalista combina de manera desigual las formas de explo-tación, posibilitando de este modo en-gendrar formaciones sociales diversas, según cual sea el mecanismo que predo-

mina. Y dependiendo del predomi-nio de determinado mecanismo de superexplotación se tendrán efectos diferenciados en los procesos de re-producción del capital.

En ese sentido, Marini agrega que “llamada a coadyuvar a la acumulaci-ón de capital con base en la capacidad productiva del trabajo, en los países centrales, América Latina debió hacerlo mediante una acumulación fundada en la superexplotación del trabajador. En esta contradicción radica la esencia de la dependencia latinoamericana”.

Debido a la reproducción de un patrón de acumulación del capital basado en la exportación de produc-tos primarios, se torna específica la

contradicción inherente de la producci-ón capitalista, confrontando el capital al trabajador como vendedor y comprador de mercaderías. Es decir, el consumo in-dividual del trabajador es independiente de la realización del capital, dado que éste se realiza en el extranjero. En pala-bras de Marini: “la producción latinoa-mericana no depende de la capacidad interna de consumo para su realización”. Esto es lo que posibilita que la depen-dencia se fundamente, como comentado anteriormente, en la superexplotación de la fuerza de trabajo.

A partir del marxismo y sin abandonar el rigor metodológico que lo caracterizaba, Marini se embarcó en localizar a la de-pendencia como la contracara de la acu-mulación a escala mundial y no como una distorsión o insuficiencia del capitalismo dependiente. Se preocupó por identifi-car las especificidades y mecanismos que configuraron a nuestros capitalismos sui generis y, principalmente, se envolvió com-pletamente en el proceso político. Luego de haber comprendido la realidad, su princi-pal objetivo fue luchar para transformarla.

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¿Tiempo de reflujos?Luciano Wexell Severo

Mientras no existan evidencias de vida en otros planetas, será necesario ga-

rantizar las condiciones de existencia en este. Para eso parece fundamental tener en cuenta dos premisas: i) Que nadie vive solo y los hombres solamente pueden sobrevivir en sociedad, y ii) Que para poder efectiva-mente vivir en sociedad es obligatoria la existencia de armonía entre sus integrantes.

Por lo tanto, mientras vigore el estado de calamidad impuesto por el actual sistema, en el cual más de veinte mil niños mueren diariamente a causa de la pobreza y unas pocas centenas de magnates controlan el 80% de las riquezas globales, a los seres humanos les tocará un inmenso trabajo para arreglar el mundo.

Hay que creer en esa utopía. Creer que hasta hoy, los 100 mil años de la aventura humana conforman la pre-Historia de la Humanidad. Creer que la Historia como tal aún estaría para nacer, caracterizada por nuevos seres y sus nuevas relaciones con los demás. Relaciones solidarias, fra-ternas y efectivamente humanas. Hay que creer en un tiempo futuro en el cuál no se destruirán pueblos y culturas para robar petróleo, diamantes, oro, agua y demás re-cursos naturales. Ni se gastarán centenas de miles de millones de dólares para asal-tar países, para propagar el consumo de drogas, para fomentar el individualismo, la vanidad y el consumismo, para entor-pecer a la gente, plastificarla, deprimirla y distanciarla de sus semejantes.

Ahora resta saber si habrá tiempo y fuerzas suficientes para frenar el actual proceso de decadencia. El sistema capita-lista “ultra-liberal” se asemeja a un tren en alta velocidad rumbo al abismo. Hay que detener su movimiento, frenarlo. Y será

enormemente difícil pararlo. Después ha-brá que arreglarlo, ponerlo en condiciones de marchar de vuelta, todo de vuelta, en una dirección distinta. Por fin, habrá que empujarlo. Empujarlo bastante y con to-das las fuerzas, sabiendo que las dificul-tades serán crecientes. A lo largo de todo el camino, esquivándose de los obstáculos y las trampas, lo más importante será res-catar los más nobles valores humanos: el amor y la solidaridad.

La fuerza viene del Sur

Hace cuarenta y tantos años, al tomar conocimiento del asesinato del Che Gue-vara, Silvio Rodríguez alertó que “La era está pariendo un corazón, no puede más, se muere de dolor, y hay que acudir cor-riendo pues se cae el porvenir”. Hoy día, afortunadamente, en América Latina, en los demás países subdesarrollados e in-cluso en los países hegemónicos, son cada vez más los que han ganado conciencia y luchan para transformar la realidad. Los pobres de la tierra, las mayorías, están se levantando. La responsabilidad de eso está depositada en el Sur, en la fuerza, energía y creatividad de los países explota-dos. Como expresó el presidente Evo Mo-rales, “Los pueblos del Tercer Mundo son la reserva moral del planeta para salvar la especie humana”.

En América Latina se ha verificado, si-multáneamente, cómo es posible detener el tren y cómo es complicado hacerlo. En algunos lugares, hay vagones en que se ha trabajado mejor. Hay unos en que no hubo avances después de casi quince años de gobiernos denominados “progresistas” o “de izquierdas”. Y desgraciadamente hay otros vagones que se han descarrillado. Sin embargo, lo más importante es que algunos países representan hoy un ejem-plo para los que creen en la posibilidad de avanzar en dos sentidos: uno externo, con el estimulo a la construcción de un mun-do multipolar, y uno interno, con mejoras crecientes en las condiciones de vida de nuestras sociedades.

La coyuntura en Nuestra América es muy interesante en la mitad de la segunda dé-cada del siglo XXI. Parece evidente que en líneas generales hubo un giro en la región, una inversión de ruta con relación a la ló-gica unipolar, privatista y concentradora de los noventa. En los últimos quince años, líderes populares, nacionalistas, desarrollis-tas, socialistas o “progresistas” de distintos

n°18 / 2014-3 5matices han llegado al poder. Hugo Chávez (en 1999); Lula, en Brasil, y Néstor Kirchner, en Argentina (en 2003); Tabaré Vázquez, en Uruguay (2005); Evo Morales, en Bolivia (2006); Rafael Correa, en Ecuador, y Daniel Ortega, en Nicaragua (ambos en 2007); y Fernando Lugo, en Paraguay (2008). Al-gunos fueron reelectos (Chávez, Lula, Evo y Correa), otros garantizaron la victoria de sus sucesores (Cristina, Dilma, Pepe Mujica y Nicolás Maduro). El nuevo escenario llevó al presidente Correa a afirmar que “América Latina no vive una época de cambios, sino un cambio de época”.

¿Qué significa ese giro?

Ese cambio significa en primer lugar que hay que acelerar aún más las transforma-ciones. Hay que profundizarlas hasta que el costo de frenarlas o revertirlas sea muy alto. La gente no sabe ni quiere saber lo que es el “neoliberalismo” o el “Consenso”. Las personas no saben ni quieren saber quién es Washington. Los pueblos votaron contra el desempleo, el hambre, el colapso de la educación y la salud, contra la cor-rupción sistémica, las privatizaciones, la desnacionalización. Por eso, los nuevos proyectos tienen que mostrar resultados y realizar sus promesas. Para ello serán necesarios trabajo, tiempo y recursos fi-nancieros. Dependiendo de cada caso, hay trabajo y faltan tiempo y dinero. Se nota que llegar al gobierno no es llegar al poder. Es crucial tener voluntad, plata y mucha organización política para enfrentar inter-namente a los grupos conservadores y ex-ternamente al interés transnacional sobre nuestras economías y sociedades.

¿Las victorias electorales de partidos polí-ticos y movimientos sociales de “izquierdas” han sido capaces de gestionar efectivamente los desastres dejados por la herencia neoli-beral? ¿Han podido transformar para me-jor la compleja realidad? En la mayoría de nuestros países, se puede decir que sí. Sin embargo, la difícil derrocada de un gobier-no subordinado al Fondo Monetario y al Banco Mundial en los años noventa puede ser considerada la parte más fácil de esa tarea. Ahora, obligatoriamente, habría que hacerse el trabajo mucho más arduo: cons-truir sobre los escombros, rápido, algo nue-vo y necesariamente mejor que lo anterior.

Por ese motivo, una de las medidas más importantes es exponer para la población

problema central, que es el creciente con-trol extranjero o de monopolios privados nacionales sobre la agricultura, la indus-tria, la banca, la prensa y los servicios que antes eran públicos. Algunas políticas eco-nómicas liberales continúan reduciendo la soberanía del Estado nacional brasileño. Una situación similar, con acciones igual-mente negativas en el campo económico, vive Uruguay –que en la práctica tiene mucho menos condiciones de reaccionar solo. Sus políticas se restringen a la llama-da “agenda de derechos”, con importantes planteamientos de caracter social, como la discriminalización del aborto, el matrimó-nio entre personas del mismo sexo y la le-galización del auto-cultivo de marijuana.

Como se sabe, en 2012 el proceso de cam-bios en Paraguay, aunque bastante tímido y lento, fue interrumpido por un colérico golpe de Estado parlamentario express, cuando en dos días 76 senadores decidie-ron derrocar al presidente elegido por más de 765 mil electores. El país más católico de Nuestra América vuelve al pasado con Horacio Cartes y el Partido Colorado.

En el otro lado de la Cordillera, Perú, que aparentaba encaminarse hacia un proce-so de mudanzas positivas con la elección del militar Ollanta Humala en 2011, parece hundirse en un lamentable alineamien-to con Colombia y Chile, que mantienen su agenda de subordinación a la política americana para la región. Juntos, con la bandera neo-cepalina del Regionalismo Abierto, conspiran contra el Mercosur e improvisan una “alianza” del Pacífico.

Un único, breve y poco alentador co-

la complejidad del problema generado por décadas de dependencia, abandono y su-misión dirigidos por los intereses extran-jeros y las elites internas. Habrá que ex-plicarse la dimensión de los obstáculos: el verdadero drama de las cuentas públicas, las deudas externa e interna ilegítimas, el déficit de servicios públicos de calidad; las consecuencias sobre diez generaciones de seres humanos trágicamente abandona-dos en la exclusión y extraviados de los sistemas de salud, educación y trabajo.

Pese a los esfuerzos, desde 2003 se hizo clara la gran dificultad de los nuevos go-biernos trascender el laberinto del subde-sarrollo y destrabar los mecanismos de la dependencia. Fueron inmensas las dificul-tades y adversidades para implementar las políticas de cambio. Los principales obstáculos siguen siendo el imperialismo y los lacayos criollos. Así, queda cada día más claro que solos los proyectos no llega-rán muy lejos. Deben unirse aunque sean visibles las diferencias de matices y colores entre cada experiencia.

Es posible decir que en Venezuela, Bo-livia y Ecuador, ocurre un proceso mucho más profundo, incluso con la perspectiva de avance hacia un socialismo latinoame-ricano. Argentina afirma claramente un proyecto de nacional-desarrollismo, que busca la construcción de un capitalismo nacional, reivindicando la herencia del General Perón.

Brasil implantó políticas públicas –re-conocidas en todo el planeta– de mejora de la calidad de vida de decenas de millo-nes de personas aunque sin enfrentar el

mentario acerca de México y la mayoría de naciones de Centroamérica: de la forma que avanzan con sus trata-dos de libre comercio con la economía hegemónica, caminan a pasos largos para volverse provincias es-tadunidenses.

Integración cooperativa

El camino para nuestros países es la integración su-damericana y eso depende

esencialmente de un liderazgo solidario por parte de Brasil. Desastrosamente, des-de que el presidente Lula se fue –llevando al chanciller Celso Amorim y al embajador Samuel Pinheiro Guimaraes– el país dejó de cumplir ese rol. La acción externa del Estado brasileño entre 2003 y 2010 fue muy positiva en ese sentido. Pero hoy la postura brasileña es por lo menos de doble cara en los cuatro ejes de la integración económica: la infraestructura, las finanzas, el comercio y la producción.

La salida de Lula y el fallecimiento de Kirchner (quién estratégicamente condu-cía la puesta en marcha de la UNASUR) ya habían significado un atasco aparente-mente temporal en el avance del proceso.

En muchos países “progresistas” hubo demasiada tardanza en la ampliación de la presencia del Estado frente a los gran-des conglomerados privados y en el incre-mento de los mecanismos de participación popular para la definición y el seguimiento de políticas públicas. Ese retraso de algu-nos gobiernos, que contradictoriamente generaron una gran desmovilización de los movimientos sociales de izquierdas, también permitió una rearticulación de las élites conservadoras.

La desaparición física de Chávez, hace un año, abrió cauce para otras dos preo-cupantes tendencias: el reflujo de algunas iniciativas integradoras y una nueva ofen-siva del poder americano sobre la región, por medio de sus aliados. Las expectativas del Cono Sur parecen estar depositadas en los ejemplos de los procesos desarrollados en Ecuador, Bolivia, Venezuela y Argentina.

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Tensão na Ucrânia: quem ganha? - Gustavo Bodaneze

Com o desenvolvimento da situação ucra-niana em um golpe de Estado e a en-

trada da Crimeia como parte da Federação Russa poucos ainda se lembram do que mo-tivou as pessoas a protestar contra o ex-pre-sidente Viktor Yanukovich.

Tudo começou quando o então presidente Yanukovich recusou-se a assinar, na última hora, um acordo de cooperação econômica e livre comércio com a União Europeia. Tal acordo, segundo especialistas e o próprio ex-presidente, seria muito prejudicial para a já estagnada economia ucraniana. As in-dústrias ucranianas (concentradas no leste do país, de maioria russa) não teriam como competir com as indústrias européias. Também toda a cooperação econômi-ca com a Rússia deveria ser revista. A Ucrânia depende do gás russo para não congelar no inverno, e o mercado con-sumidor do setor industrial do leste do país são os países da ex-União Soviética. Cerca de 60% das exportações ucranianas vão para estes países. Além disso, o acordo da União Europeia veio com todo o pacote neoliberal de “coordenação macroeconômi-ca” e austeridade, coisa que seria desastrosa para o povo ucraniano.

No entanto, em um país dividido, este foi o estopim para a revolta. A divisão da Ucrânia mais do que política, é étnica e lingüística. O oeste do país é ucraniano, fala ucraniano e prefere uma integração com a Europa. Já o leste e sul são de maioria russa, que fala rus-so e se identificam com a Rússia. Essa divi-são também tem a ver com a própria história ucraniana: na Guerra Civil Russa, a capital dos ucranianos de Nestor Makhno era Kiev, a capital bolchevique era Kharkov (no leste do país). Durante o período bolchevique, o povo ucraniano sofreu com uma fome pla-nejada que matou milhões, conhecida como Holodomor. Na Segunda Guerra, o leste do país colaborou com os nazistas contra a União Soviética. Estes fatores históricos exa-cerbam ou a russofobia, no caso do oeste, ou a russofilia, no caso do leste.

A “Revolução Laranja”

Na “Revolução Laranja” de 2004 foi visto o

mesmo padrão. O candidato que venceu nas urnas, Yanukovich, era apoiado pela popula-ção russa. Após protestos por denúncias de fraude, foi feita uma nova eleição e o candi-dato do leste ganhou.

Bem, e quem se beneficia com a desesta-bilização ucraniana? Certamente a União Europeia e os Estados Unidos, ainda guia-dos pela política de “cordão sanitário” contra a Rússia. Como disse o politólogo Zbigniew Brzezinski “sem a Ucrânia, a Rússia deixa de ser um Império Euroasiático”. Para os Estados Unidos, a Ucrânia pode expandir a fronteira da OTAN. Para a Europa, a Ucrâ-nia expande seus mercados.

Para a gran-de finança in-ternacional, a Ucrânia é

um alvo

suculento para a rapina. O FMI já empres-tou 19,5 bilhões de euros ao novo governo e há boatos de que todo o ouro do tesouro ucraniano foi transferido para Washington.

Certamente quem se beneficia não é o povo ucraniano, que nos primeiros meses de “revolução” já viu como o preço do gás dobrou e as aposentadorias foram corta-das pela metade, como parte dos pacotes de austeridade. Todos os problemas da dissolu-ção da URSS são mais graves na Ucrânia: a corrupção, o baixo crescimento populacio-nal, a pobreza, a emigração, a estagnação

econômica. Os anseios do povo ucraniano por mudança, totalmente legítimos, foram manipulados pelos Estados Unidos e pela União Europeia.

O papel da Rússia

E a Rússia? Desde o começo dos distúr-bios, a Rússia foi a única parte interessada em buscar a paz, inclusive mediando um acordo entre a oposição e Yanukovich (que previa novas eleições) que foi descumprido no dia seguinte pela oposição. Não é uma coisa boa que o maior país de sua fronteira e peça chave na “União Euroasiática” impul-sionada pela Rússia torne-se hostil. A partir deste momento e vendo que a situação esca-lava, a Rússia agiu rapidamente apoiando os russos do leste e do sul da Ucrânia. A Criméia, por decisão soberana e quase unâ-

nime de sua população, aceitou voltar à Rússia.

Apesar de perder a Ucrânia (ou pelo menos uma parte

dela), a Rússia sai fortaleci-da. Em um processo inicia-do com a subida de Putin

ao poder em 2000, com a der-rota dos terroristas chechenos

financiados pelas Monarquias do Golfo e pelo Ocidente, com a vitó-ria na Guerra da Geórgia e com frustrar os planos americanos de invasão da Síria, a Rússia defi-nitivamente volta a ser um ator primordial no cenário inter-nacional. O tempo da “Guerra Preventiva”, da “lei da pistola” e

d a expansão da democracia através das bombas acabou.

E não pode haver coisa melhor para quem busca construir um projeto contra-hege-mônico na América Latina. Em um mundo multipolar, novas alternativas podem surgir e se fortalecer mais facilmente. Tanto no aspecto geopolítico e econômico como no aspecto cultural e da produção de conhe-cimento nossa autonomia aumenta. Tudo que enfraqueça o poder relativo dos Estados Unidos nos fortalece. A História ainda está longe de acabar.

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8 n°18 / 2014-3Hipótesis para pensar la Deuda Pública - Rodrigo

Alonso Marichal

El movimiento de lo real va siempre delante de la capacidad del pensa-

miento para captar sus trazos esenciales y reproducirlo a través de la teoría. Esta disociación hoy la padecemos particu-larmente y la distancia entre la realidad y nuestra percepción de ella se ha vuel-to un problema político de primer or-den para el desafío de la construcción de una nueva síntesis de izquierda.

El desafío por delante no es única-mente el Qué Hacer?, esto es, cómo orientar un proceso de acumulación de fuerzas tendiente a minar las bases del orden dominante para finalmente desalojar del poder a la burguesía; el desafío pendiente es también recom-poner la capacidad de comprender el Dónde Estamos?, es decir, cómo se mueve (reproduce) el capitalismo pe-riférico sobre el que existimos.

En este artículo presentamos una serie de hipótesis para pensar la cuestión de la deuda pú-blica y su papel en la dinámica de repro-ducción de nues-tras sociedades.

Hipótesis 1. La deuda pública genera efectos distribu-tivos regresivos.

El flujo de intereses de la deuda pública oficia como un me-canismo de transferencia de ingresos desde una entidad pública hacia sectores privados con capacidad de ahorro. En otras palabras, la existencia de la deuda pública implica el traspaso por parte del Estado a cier-tos sectores de la burguesía de una par-te del excedente que el Estado se había apropiado bajo la forma de impuestos. En este sentido, la deuda opera como un proceso de distribución regresiva del in-greso al interior de nuestras sociedades y hacía el exterior.

Se conforma un grupo de acreedores del Estado a los que se les remunera intereses por la compra de activos de alta liquidez. Decía Marx en El Capital: “En realidad, los acreedores del estado no dan nada, pues la suma prestada se convierte en títulos de deuda, fácilmente transferibles, que en sus manos continúan funcionando como si fue-ran la misma suma de dinero en efectivo”.

La deuda pública acaba siendo una suerte de subsidio de clase al capital;

probablemente el mayor pro-grama estatal de transferen-

cia de ingresos.

Hipótesis 2. La deuda pública opera

como mecanismo de valori-

zación financiera del excedente.

La propia dinámica de acumulación ca-pitalista ha alcanzado un estadio donde parte del capital requiere desplazarse de la acumulación real a la esfera financiera para mantener o incrementar sus niveles de rentabilidad.

Capitales excedentes, que no encuen-tran valorización en la esfera productiva,

precisan migrar hacía su valorización cómo capital a préstamo. Esto es necesario para la reproducción de la clase capitalis-ta en general y no solo para aquellos que efectivamente compran los títulos públi-cos. Cuando se le otorga un espacio de va-lorización a una parte de la masa total de capitales en busca de inversión en nuestra economía se evita que éstos se destinen a la inversión productiva empujando a la baja los niveles de ganancia de la clase capita-lista en general, dado que la economía real presenta limitaciones para garantizarle a todo el capital niveles de rentabilidad que

éste considera aceptables.

La deuda pública, desde el punto de vista del capitalista,

no debe ser pagada nunca. Solo basta que haya el ne-

cesario superávit fiscal primario para poder

asegurar el flujo de rentas hacía los acre-

edores del Estado y, si este superávit no es suficiente para el pago de los in-tereses, el Estado o bien capitaliza los intereses y los transforma en deuda, o bien se

endeuda aún más para poder mante-

ner los pagos.

Pensar el problema de la deuda como un instru-

mento de valorización financie-ra no necesariamente nos induce a

pensar en la existencia de una fracci-ón financierizada del capital desligada

del resto del bloque capitalista como el enemigo principal al cual torcerle el brazo. No se supone que es una casta financiera la que valoriza su excedente a través de la deuda pública, sino que de este proceso participan varias facciones del capital, ya sea industrial, agrario o de otra naturale-za. Esta distinción es importante ya que se suele suponer la existencia de una fracci-ón financierizada del capital en oposición a una productiva, cuando lo cierto es que todo capitalista es un rentista en potencia.

fundamentalmente grupos económicos concentrados, obliga al Estado a pedir-lo prestado y remunerar por ello a estos particulares. Debemos agregar además que una banca privatizada y cada vez más concentrada agudiza las connotaciones negativas de la dinámica de financiamien-to público actual.

Hipótesis 6. La deuda pública es parte estructural de la diná-mica capitalista bajo el actual padrón de re-producción.

Si bien la deuda apa-renta ser fundamental-mente un instrumento de financiamiento del Estado o de gestión de la base monetaria por parte del Banco Central mediante las operaciones de merca-do abierto, la hipótesis que aquí se plantea es que la deuda pública, si bien puede tener como causas inme-diatas las funciones ya mencionadas, las causas últimas que permiten comprender su existencia y perpe-tuación exceden la sola presencia de déficits fiscales a ser financia-dos y están relaciona-das con el papel que juega la deuda pública en la manutención del padrón de reproduc-

ción de nuestros capitalismos periféricos. No hay deuda porque hay déficit fiscal, hay déficit porque hay deuda.

¿Es un problema entonces la deuda pública? Si y no. Depende desde el pun-to de vista de quien estemos mirando la realidad. Para la burguesía la deuda más que un problema es una solución a sus dificultades de realización de su capital y de manutención del orden social, mien-tras que para quienes viven de su esfuer-zo diario, la deuda pública es sin dudas una forma más mediante la cual les es expropiado su trabajo.

conforme se agudicen las contradicciones aumentará la presión sobre la deuda pú-blica y/o cobrará fuerza la opción burgue-sa por el ajuste fiscal (recomposición del superávit fiscal primario) para mantener el instrumento de valorización financiera del excedente y diferimiento de las contra-dicciones funcionando.

Hipótesis 5. Las causas últimas de la naturaleza de nuestra deuda pública

tienen su raíz fundamental en la falta de control popular sobre el excedente social.

Si bien las causas aparentes o inme-diatas de la deuda pública están rela-cionadas con el déficit fiscal o la necesi-dad de operar en el mercado con títulos para la regulación de la base monetaria, las causas últimas hay que buscarlas en la apropiación privada del excedente y su grado de concentración que caracte-riza a nuestro capitalismo.

El hecho de que el excedente sea priva-do, es decir, esté en manos de particulares,

Hipótesis 3. La naturaleza del actual patrón de endeudamiento coadyuva al re-traso de la acumulación real y la creación de valores de uso.

Este incentivo a la colación de parte del excedente monetario en títulos de deuda pública implica un retraso del proceso de acumulación económica en la medida que se fomenta el direccionamiento de parte del excedente hacía fines financie-ros y no productivos. De esta forma se res-ta potencialidad a la acumulación real, ge-neradora de empleo y de ingresos genuinos. Al mismo tiempo, el alto endeudamiento del Estado obliga a una política de tasas de interés elevadas para captar fondos que encarece el cré-dito adormeciendo también por esta vía las posibilidades de la acumulación real. No estamos diciendo aquí que toda deuda públi-ca opera restando a la acumulación real, sino que es el actual patrón de endeudamiento, asociado a la valoriza-ción financiera del ex-cedente, lo que opera en este sentido.

Hipótesis 4. La deuda pública opera como mecanismo de diferimiento de las contradicciones.

La deuda pública opera también un mecanismo para diferir el conflicto distributivo entre capitalistas y entre el capital y el trabajo. Estrictamente, quien oficia como el ‘diferidor’ de los con-flictos es el Estado, mediante por ejemplo el uso de subsidios y exoneraciones impo-sitivas o políticas sociales redistributivas y de contención de la pobreza, entre otros mecanismos. El punto es que al final del camino, una renuncia a ingresos fiscales o un mayor gasto público, en las actuales condiciones, acaba derivando en nueva deuda pública.

Podemos agregar a la hipótesis, que

n°18 / 2014-3 9

Anticlericalismo: como necesidad histórica

inevitable - I. Horminoguez

Pensar en América latina, en sus dualismos, en sus contradicciones, en su estructura

económica y social con ciertos rasgos semi colo-niales, es reflexionar sobre ciertas herencias que condicionan nuestro desarrollo como sociedad. Existen otros aspectos relacionados a la moderni-dad que remiten más a como se concibe la relación del individuo con el Estado, a como se delimitan ciertos aspectos entre lo privado y lo público.

Sergio Buarque de Holanda, en Raízes do Brasil (1936), describía como la cordialidad del brasileño tenia orígenes en la herencia del mundo patriarcal, atrasando el proceso de racionalizaci-ón creciente que desde su perspectiva weberiana transformaría el viejo Estado patrimonial en un moderno Estado Burocrático. La democracia en Brasil “fue un lamentable mal entendido” decía Buarque, y dejaba claro como la modernidad en países latinoamericanos no se había desarrollado como en el continente europeo. Teníamos nuestra particularidad. Un hombre cordial que bien pue-de proyectarse al resto del continente latinoameri-cano, donde prevalece lo que Buarque denomina como una “ética de fondo emotiva”, el disfraz que permite preservar de forma innata la sensibilidad y las emociones, pudiendo el individuo mantener cierta autonomía en relación a lo social.

Ahora bien, ese mundo tradicional y patriarcal se sustentaba a demás con una iglesia fuerte en una sociedad profundamente creyente. Si el libera-lismo no había podido arraigar con firmeza ciertos principios y premisas, la Iglesia por otro lado fue una de las instituciones que más contribuyo al ar-raigo de ese mundo más tradicional y conservador. O sea, el proceso de reformas burguesas que se pro-duce en Europa durante los siglos XVIII y XIX, en países latinoamericanos se desdoblará de manera hipertrofiada e inconclusa. En este sentido, hoy prevalecen ciertos obstáculos para el desarrollo de nuestras sociedades, representados en el clericalis-mo -y a éste solo se le puede contestar con un fuerte anticlericalismo- hoy más que nunca vigente.

Durante la etapa revolucionaria, las posturas con respecto a la religión adquieren tonos disími-les que van desde la tolerancia religiosa a partir del principio de laicidad, y las tendencias más radicales con posturas anticlericales. Y es esta última postura la que creo necesaria de rescatar ante la persistencia de elementos retrógrados, porque así como sucede con categorías como la de populismo, la idea del anticlericalismo tambi-én se tornó “mala palabra” ente la hegemonía del

liberalismo espiritualista- deísta.

La Ilustración dejó como legado una tradici-ón liberal más asociada a la costumbre escocesa y norteamericana, y una tradición jacobina que tiene sus orígenes en la Francia revolucionaria. Y es fundamental realizar esta distinción analítica ya que es a partir de la postura jacobina que el anticlericalismo toma fuerza y coherencia.

Mientras que para el liberalismo es el in-dividuo el centro de la vida política, que debe ser protegido del Estado, de la Iglesia y de las mayorías que pongan en cuestionamiento su libertad (el liberalismo “negativo” de sus inicios), para el jacobinismo el protagonista político es el Pueblo. Robespierre dijo “hay algunos hombres útiles, pero ninguno es im-prescindible. Sólo el pueblo es inmortal”.

La primera asociara la democracia más al di-senso, la “pluralidad de intereses contrapuestos”, mientras que para el jacobinismo la normalidad será cuando el pueblo realice los grandes consen-sos, la voluntad general roussoniana. El jacobino entiende que la prolongación de lo disenso es si-nónimo de que existe cierta intromisión de los intereses particulares en la cosa pública.

El jacobinismo desconfía de la sociedad civil porque es allí donde aparece la preeminencia de los intereses particulares por sobre la voluntad popular. No acepta como el liberalismo que al Estado se lo debe contrarrestar en su poder e in-fluencia, cree que debe reclamarse a los ciudada-nos la adhesión hacia el Estado, y que en última instancia la iglesia es el tipo de institución que puede disputar la adhesión de los ciudadanos al Estado. Durante el siglo XIX en Latinoamérica el liberalismo dominante sostenía la clásica idea de la necesidad del Estado para garantir de mejor forma las libertades individuales basados en le idea del bien común. Algunas posturas estaban más asociadas al racionalismo espiritualista, mientras que otras más positivistas se acerca-ban a filosofías materialistas y agnósticas, dentro de este universo se daba la presencia de muchos anti clericales ferverosos.

El historiador francés René Rémond publi-ca en 1976 su influyente obra “L’anticlericalis-me en France. De 1815 á nos jours”, expresan-do que el clericalismo y anticlericalismo son dos enemigos complementarios. Clericalismo como propio de religiones que poseen un cle-ro, específicamente como la Iglesia católica.

La noción de clericalismo se aplica en efec-to a las acciones de la fe de los individuos y su comportamiento en sociedad, más precisamen-te entre sociedad eclesial y sociedad civil. Hay clericalismo para Rémond cuando existe con-fusión entre ambas, “el clericalismo es la mezcla

de los géneros, la confusión de los órdenes.”

El anticlericalismo hoy necesario para barrer ciertos atavismos heredados de nuestro pasa-do colonial y oligárquico se opone vehemente-mente a este desplazamiento de lo religioso a lo civil, del pasaje de la religión desde el ámbito privado al ámbito de lo público. Es una postu-ra que levanta la bandera de la tradición laica, abraza ese concepto que separa lo religioso de lo profano, que sostiene independencia del Esta-do y las Iglesias así como la no injerencia de los clérigos ni de la santa sede y sus órdenes.

No es una cuestión de intolerancia hacia el que cree, es una lucha de dos cosmovisiones, dos visiones antropológicas distintas e incluso anti-téticas. Aquí se disputa la lealtad de los indivi-duos como creyentes o como ciudadanos. Desde sus orígenes históricos la perspectiva jacobina mira con desconfianza a la Iglesia porque esta última se concebía como una sociedad diferente (el clero), por eso se le reprocha esa idea de verse diferente en sus modos de vida, en su vocabula-rio, sus costumbres. El anticlericalismo atacaba todo tipo de particularismos, segregación que Rémond consideraba como intolerable por parte del cuerpo social, “No hay nada que la sociedad soporte menos que el desvío, a mayor razón la co-munidad tolera con dificultad que en su seno un grupo más restringido se estructure a su manera y desarrolle una vida relativamente separada”.

Este clericalismo vigente hoy en nuestros paí-ses continua siendo una amenaza para el pueblo, es una amenaza para el estado porque trata de tener influencia sobre la precepción de los más jóvenes, abusa y utiliza la excepción de impuestos y además mantiene un gran ejército de individu-os que gastan y no producen. Con respecto a la familia (no necesariamente de tipo tradicional), la institución se inmiscuye a través de la confesi-ón entrando dentro del núcleo familiar, intenta captar herencia, tratar de influir en la escuela al igual que en las prácticas sexuales femeninas.

Es necesario hoy más que nunca defender la idea del laicismo combativo que acentue el progresivo proceso de secularización aún inconcluso en las sociedades latinoamerica-nas. En este camino de construcción de so-ciedades más justas, igualitarias y libres, el anticlericalismo no aparece como un atavis-mo político, sino más bien como una necesi-dad del devenir histórico inevitable, que pre-tende desconstruir la estructura falo céntrica y patriarcal heredada de nuestro pasado.

10 n°18 / 2014-3

“Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir” - Andrea Haro Sly

En el mundo, 2 de cada 5 embarazos son no deseados; aproximadamente el 60% de es-

tos se interrumpen. El 41% de los embarazos interrumpidos se realizan en países donde el aborto es ilegal. En América Latina se practi-can 3.700.000 abortos inseguros al año, de los cuales el 17% acaban en muerte materna.

Más allá de las divergencias en las cuestiones morales que involucra el tema, el aborto es una realidad a nivel mundial. Actualmente, en los tratados internacionales de derechos humanos (DDHH) se puede interpretar como un dere-cho de la mujer la interrupción del embarazo, lo que lleva al comité de DDHH a encaminar a los países a despenalizar y legalizar el aborto.

Sin embargo, aproximadamente 70 paí-ses que comprenden 26% de la población mundial tienen un régimen donde es ilegal el aborto. El 60% de la población mundial vive en países donde el aborto inducido es permi-tido, pero sólo el 39% accede a interrumpir sin ningún tipo de restricción su embarazo.

Lo curioso es que en América Latina 7 países tienen el aborto totalmente prohibido, desta-cándose el caso de Chile y Surinam que pena-lizan el aborto cualquiera sea el caso. Del total de los 34 países sólo 5 legalizaron la libre inter-rupción inducida: Cuba, Puerto Rico, Guyana, México y recientemente Uruguay. El resto tiene legalizado el aborto solamente en alguno de los siguientes casos: resguardar la vida de la ma-dre cuando está en riesgo, violación, incestos, malformación, problemas económicos.

En América Latina, existe un aspecto exce-sivamente cuestionado en la legalización del aborto inducido que es el de acabar con una nueva vida. Hay que reconocer que en nuestro continente habita una fuerte creencia cristiana que aún adueña parte del poder de decisión sobre las políticas sociales de nuestros países.

Hay sin embargo, algunos que compren-den el aborto como la interrupción de un

proyecto de hijo puesto que no solo es el pro-ceso biológico que se genera del cigoto hasta la creación del embrión lo que determina el nacimiento de una nueva vida, sino también se requiere la aceptación de la mujer que va a ser la futura madre o del círculo familiar. El rechazo de una mujer al embarazo se puede dar por diferentes y múltiples razones. En las informaciones extraídas de los socorros se puede mencionar: falta de recursos, no sen-tirse preparadas, el tener otras obligaciones u objetivos que no son compatibles con un em-barazo, que no se les permita en el trabajo, el simplemente no tener ganas, entre otras.

Resulta que cuando la interrupción del em-barazo no está contemplada dentro de la sa-lud pública y no existe generalizada y correc-ta información sobre el tema pone en riesgo la vida de muchas mujeres. De aquí se despren-de la creación de falsos mitos de mecanismos abortivos con elementos que llevan a abortos inseguros como la utilización de: lavandina, cerveza negra, agujas de tejer, tijeras, sondas, té de ruda, perejil, inyecciones, entre otros. También crea un rentable negocio a costa de la necesidad y del cuerpo de una persona me-diante raspajes por parte de no especialistas o de especialistas a precios elevados.

El uso libre del Misoprostol disminuye los abortos inseguros y muertes maternas. Este argumento corresponde muy bien a lo que demuestran los índices publicados por la Or-ganización Mundial de la Salud (OMS). Es importante resaltar que las propiedades abor-tivas del Misoprostol, medicamento para curar úlceras en el estómago, fueron descubiertas por las mujeres pobres de América Latina hace tres décadas. Hoy se utilizan en la mayoría de los países donde el aborto es legal, ya que permite un aborto seguro antes de las 12 semanas de embarazo, expulsando los productos del parto con bajísimas probabilidades de complicacio-nes como infecciones o hemorragias.

Prohibiendo la libre venta de Misoprostol sólo se hieren mujeres vulnerables, puesto que el acceso al aborto seguro únicamente queda-ría posibilitado a aquellas mujeres con altos y medios recursos e información. En el caso de

aquellos países que aplican pena a la utilizaci-ón de mecanismos abortivos, la misma recae selectivamente a mujeres pobres y/o negras.

La legalización y despenalización del aborto no debe ser presentada como una solución a la totalidad de problemáticas que se les presenta a las mujeres a la hora de quedar embarazadas. Se debe garantizar la posibilidad de tener un hijo sin que ello implique una condena o un pesar so-bre las madres, la lucha por las guarderías en los trabajos/universidades/escuelas, la ampliación del sistema de salud público, una mejor regla-mentación laboral para obtener permisos para ir al médico, tiempo de licencia necesario para reponer el desgaste físico del embarazo, tener derecho a acceder a los servicios básicos como: educación, transporte, vivienda, energía, etc.

El derecho al aborto legal, gratuito y seguro es una deuda de los estados democráticos que aún no implementan la legalización del mis-mo resguardándose en las polémicas entre las diferentes valorizaciones morales. La le-galización del aborto y las posibilidades para garantizar el embarazo y disfrutar de los hijos son unas de las luchas que les corresponden vencer a las mujeres latinoamericanas.

En la actualidad, Uruguay consiguió le-galizar el aborto mientras que Argentina propuso un ante-proyecto de Reforma del Código Civil y Penal que muestra una derro-ta en la lucha de las movimientos feministas y hombres antipatriarcales por la legalizaci-ón del mismo. El país sudamericano elaboró una propuesta que intenta mediar entre los intereses del vaticano con las necesidades y problemáticas de la sociedad argentina. En parte, esta postura está fundamentada por el cambio en la correlación de fuerzas interna que ejerció la asunción de Francis-co I como Papa. Este hecho le otorgó mayor influencia a la iglesia católica y a sus man-datarios en las decisiones sociales del país. Análogamente en España también se pre-sentó una reforma que intenta regresar a la ilegalidad del aborto.

n°18 / 2014-3 11

Paixão não mata. Controle, poder e propriedade, sim -

K.Fernandes e Ferenc D.Kiss

A relação histórica e material do pa-triarcalismo sofrida pela mulher não

é um advento da sociedade vigente e em muitos casos sua origem remonta a tempos tribais. Entretanto, este fenômeno atroz é in-tensificado com o aprofundamento do capi-talismo. Neste atual modo de produção da vida na sociedade, as mulheres e as crianças são o germe da propriedade privada.

A divisão social do trabalho também é a divisão sexual do trabalho. Assim, há atividades masculinas e atividades femini-nas que se aprofundam com a relação de opressão sofrida pelas mulheres, princi-palmente as pretas e pobres.

Para Heleieth Saffioti, “Quando um país é ocupado militarmente por tropas de outra nação, os soldados servem-se sexualmente de mulheres do povo que combatem. [...] Desta sorte, não foi o capitalismo, siste-ma de dominação-exploração muitíssimo mais jovem que os outros dois, que ‘inven-tou’ o patriarcado e o racismo. Para não recuar demasiadamente na história, estes já existiam na Grécia e na Roma antigas, sociedades nas quais se fundiram com o sistema escravocrata. Da mesma maneira, também se fundiram com o sistema feu-dal. Com a emergência do capitalismo, houve a simbiose, a fusão, entre os três sistemas de dominação-exploração. Na realidade concreta, eles são inseparáveis, pois se transformaram, através deste pro-cesso simbiótico, em um único sistema de dominação-exploração, aqui denominado patriarcado-racismo-capitalismo.”

Na sua esmagadora proporção, a relação da divisão do trabalho é naturalizada nas relações sociais, estabelecida nas famílias onde as mulheres são reduzidas ao cativei-ro, dominadas pelos homens. Sua função em casa? Reproduzir a família. Sua função social? Ser explorada no trabalho. Essas duas relações de propriedade - seja da fa-mília, seja no trabalho - se estabelecessem dialeticamente a partir de uma cultura pa-triarcal na qual há um nítido interesse para que isso se perpetue e se intensifique cada vez mais. E nós, mulheres pobres das cama-das populares, quando nos esforçamos para estudar, se ergue a tríplice jornada.

A situação é gritante. A consciência pa-

triarcal está enraizada na sociedade, rami-ficada em todas as suas entranhas e se ex-pressando nas mais diversificadas formas. A mulher é oprimida em todas as esferas, em todas as classes, em todos os continentes e em todos os países. Mas, é na classe tra-balhadora que há uma soma de opressões. Além da opressão pelo homem, evidencia-se a opressão do patrão, de classe, de cor, de opção sexual, do estado, da religião e da so-ciedade em geral.

A consequência de uma cultura machis-ta/patriarcal, intensificada pelo capita-lismo e sua reprodução nos âmbitos po-líticos, culturais e econômicos, tem como resultado a violência sobre a mulher.

Em toda a América Latina os números da violência contra a mulher são alarmantes. Em 2013, morreram na região ao menos 7 mil mulheres em decorrência da violência de gênero. Estes dados não incluem o México, que não apresenta números disponíveis nem tão atualizados. Em um estudo preliminar, o Instituto de Pesquisa Econômica Aplicada (Ipea) estima que entre 2009 e 2011, o Brasil registrou cerca de 17 mil feminicídios (mor-te de mulheres por conflito de gênero), que corresponde em média a uma morte a cada duas horas. De acordo com os dados da Ce-pal, 45% das mulheres da região dizem ter recebido ameaças por parte de seus compa-nheiros, sejam noivos ou maridos. Segundo dados do Programa ONU-Mulheres, a Bolí-via é o país latino-americano onde mais mu-lheres (52%) afirmam ter sofrido violência ou sexual ou física por um companheiro íntimo, seguida por Colômbia (39%), Perú (39%) e Equador (31%). Estes dados revelam quão enraizado está o machismo em nosso meio.

Este levantamento de dados expõe apenas os casos de feminicídio. Os outros tipos de agressão, - psicológica, verbal, emocional, fí-sica, sexual - considerados “não declarados”, são ainda mais numerosos e não seguem o devido acompanhamento requerido. A Lei Maria da Penha é um avanço nos princípios de defesa da mulher, porém, é mais um dos claros exemplos de que a Lei segue os valo-res predominantes da sociedade, servindo a quem interessa. Os princípios da Lei são consistentes, mas sua execução é ineficaz.

Apesar da lei estar vigente a mais de sete anos, sua aplicação tem sido substancial-mente comprometida por descaso dos go-vernos e despreparo dos agentes públicos que, muitas vezes, refletem os valores ma-chistas predominantes em nossa sociedade, reforçando a opressão contra a mulher in-

clusive nos espaços de referência que deve-riam combater essa violência.

Na maioria das cidades as “casas-abri-gos” para mulheres em risco estão em péssimo estado de conservação; não se aplica nenhuma punição aos criminosos, que voltam a perseguir as mulheres; as agressões são deturpadas pelo agentes pú-blicos, sugerindo que a culpa do ocorrido foi motivada por alguma ação da mulher; as medidas de proteção não são aplicadas com o devido rigor, trazendo insegurança às vítimas; a orientação sexual é tratada como um problema; a mulher é tratada como um sexo frágil, entre outros fatores.

Oprimir a mulher significa oprimir me-tade da população mundial e dentro da perspectiva das forças produtivas, esta opressão é vista como redução de custo. Portanto, mão de obra oprimida é traduzi-da como mão de obra barata. Ontologica-mente salientamos que o mundo não é as-sim, ele foi construído socialmente, possui historicidade para estar desta forma que não é perene e pode vir a mudar. Ou seja, o mundo não é assim, o mundo está assim.

A mulher não é fraca, não é frágil, não é delicada, não é pura, não é burra, não é meiga, não é magra, não é um objeto se-xual, não é bela, não é perfeita, não é divi-na, não é mãe, não é do homem, não veio do homem, não é minha, não é sua, não é dele, não é vulnerável, não é padronizada, não é tudo igual, não pode ser desrespeita-da, não pode ser violentada, não pode ser assassinada. A luta da mulher é de todos, diariamente, que buscam a emancipação plenamente humana!

Nenhuma tradição, nenhum costume, nenhuma religião justifica que uma mu-lher seja: assassinada, apedrejada, violen-tada por ser mulher. Nada justifica que sejamos: mutiladas, sacrificadas, prosti-tuídas, humilhadas, subjugadas, privadas dos nossos direitos elementares.

Por Martina e por todas nós. Levante, mulher!

12 n°18 / 2014-3

mite sindicatos en sus empresas) demostró su inexperiencia en el ámbito. Tanto que en vez de generar desmovilización ter-minó acentuando la movilización. Días antes comenzó a dar mucho protagonismo a la Huelga del 26M, generando un clima de amenazas, de supuesta politización de la huel-ga, de intereses partidarios que se profundizó con la ridícula divul-gación de un audio de supuestos planes desestabilizadores expues-tos por perfectas voces de una actu-ación bien planificada (¿o sería mal planificada?). Una vez que Cartes se dio cuenta que no podía boico-tear la Huelga, propuso una mesa de diálogo. El 26 en la madrugada salía a la luz un comunicado en el que proponía una mesa encabe-zada por el vice presidente. Lo que quedó demostrado es que el pueblo paraguayo salió a las calles más allá de las amenazas y de los intentos de introducir miedo por parte del go-bierno. Esto es un hecho marcante teniendo en cuenta los anteceden-tes autoritarios de la dictadura y de hechos violentos como la reciente Masacre de Curu-guaty y el Marzo Paraguayo.

El punto es que siempre se puede retroceder en materia política pero el pueblo siempre va a estar ahí para exigir sus derechos. Esto se evidenció con la Huelga del 26 de Marzo. Una Huelga que nos trae mucha memoria en una tradición de desmemoria marcado por la dictadura stronista. Memoria que recordaba que 20 años atrás se llevaba a cabo la última Huelga General por parte de los sindicatos con algunas reivindicaciones y un escenario parecido a la del 26, pero en ese entonces con otro empresario como presidente, Juan Car-los Wasmosy. Por otro lado, este 26 de marzo nos recordaba los 15 años del Marzo Para-guayo, hecho en el cual se intentó generar un golpe de Estado con el asesinato del enton-ces vice presidente del Paraguay, y terminó con “El País en Una Plaza”, plaza donde se definía la democracia del país, plaza donde fallecieron 8 jóvenes que salieron a la defensa de la democracia en un enfrentamiento con grupos armados y la policía.

Una de las reivindicaciones de la Huel-ga era la libertad a los presos políticos de Curuguaty, que habían iniciado una huelga de hambre que continúa hasta hoy y que el 26 de Marzo cumplía 42 días sin ingerir alimentos. Ese miércoles 26, uno de ellos,

Paraguay: Volvimos al escenario de hace 20 años -

Julien Demelenne

El pasado 26 de marzo se concretó la anunciada Huelga General que paralizó

el país. Sindicatos de diferentes sectores obre-ros así como la XXI Marcha del Campesinado Pobre paralizaron el país. El centro estuvo en dos plazas de la capital del país. Pero a su vez, por todo el Paraguay se extendieron piquetes de diferentes grupos. Las reivindicaciones sumaban. Se destacaban la derogación de la Ley de Alianza Público Privada; un modelo económico agroecológico en respuesta al avance del agronegocio; el reajuste salarial de un 25%; derogación de la ley de militarizaci-ón; la libertad a los presos políticos de Curu-guaty; el rechazo a la política neoliberal de Cartes; y así la lista se extiende a otras áreas. La Huelga demostró su fuerza, por un lado por haber paralizado el país con una multi-tudinaria convocatoria en más de 40 puntos del teeritorio nacional con un alto nivel de acatamiento y por sobre todo por evidenciar una alianza obrero-campesino fortalecida.

A partir del Golpe de Estado Parlamenta-rio ya se venía hablando de un retroceso de 20 años. Lo que se había conseguido el 20 de abril de 2008, la victoria electoral sobre el Partido Colorado -partido que sustentó la dictadura de 35 años y que se perpetuó por más de 60 años en el poder- se derrum-baba en 2012 con el golpe. La asunción de Horacio Cartes expresaba el “volvimos para quedarnos” de los Colorados. El “volvimos con todo”, que incluye las viejas políticas de los gobiernos anteriores. Esa oscura era neoliberal que pasó por América Latina y que creíamos haber superado vuelve con más fuerza que nunca. Las privatizaciones ahora tienen otro nombre, la Alianza Pú-blico Privada, donde el Poder Ejecutivo -sin aprobación del Legislativo- tiene la potestad de entregar los recursos y bienes públicos a empresas privadas vía concesiones negocia-das a puertas cerradas.

Lo que no esperaba Cartes era que el “volvimos con todo” implicaba también el regreso de las movilizaciones populares. El famoso tranquilo pueblo paraguayo, apáti-co políticamente, sumiso del que tanto ha-blan. Demostró que hay otras formas de ha-cer política y que la supuesta apatía política provocó un temor en el gobierno que se vio obligado a crear una mesa de negociación.

Cartes (empresario prepotente que no per-

Ruben Villalba tuvo que ser trasladado de urgencia a un hospital por haberse descom-pensado. La jueza Ana María Llanes afir-maba al respecto “Si mueren, mueren”.

Comprender el impacto de la Huelga Ge-neral del 26 de Marzo, es comprender la realidad que está reflejando. El Paraguay es el único país de América del Sur donde el índice de desigualdad social ha aumenta-do en el último año según la CEPAL. Pero no necesitamos de índices para observar la cada vez mayor concentración de riquezas en pocas manos principalmente a través del agronegocio y el aumento de la pobreza, no necesitamos de índices para demostrarnos las constantes violaciones a los Derechos Humanos. Las víctimas de Curuguaty, pre-sos políticos, nos demuestran la resistencia en el día a día a un sistema judicial y políti-co terriblemente injusto. Un sistema políti-co expresado en un gobierno a favor de los intereses económicos de un grupo minori-tario que está dispuesto a todo. Inclusive al desmonte de las tierras de una comunidad indígena de los Ayoreo Totobiegosode.

El gobierno de Cartes puede estar que-riendo retroceder a los tiempos oscuros de la noche neoliberal de hace 20 años, pero quedó evidenciado que la memoria del pueblo paraguayo no está dispuesta a aceptar tan fácilmente ese retroceso.

n°18 / 2014-3 13

14 n°18 / 2014-3Un vistazo al pulgarcito de

América - B.Alirio C.Aguilar

El pulgarcito de América es la denomi-nación que se le dio a la Republica de

El Salvador como muestra de “cariño’’-pa-ra aludir a su extensión territorial que consta de 21,040 km²- por Julio Enrique Ávila (poeta, narrador, periodista, quími-co y profesor universitario salvadoreño) y Gabriela Mistral (poeta y pedagoga chile-na). Antes de la invasión europea, el actual territorio de El Salvador se conocía por los indígenas locales como Cuscatlán o ‘’tierra de la abundancia” o “de las piedras precio-sas’’; significado que procede de la lengua náhuatl que hablaban los maya-pipil (una mezcla de la descendencia azteca y maya).

En este apartado, osare en presentar un pincelazo de la historia salvadoreña como manifestación introductoria, con el único propósito de poder entender en alguna me-dida su contexto, su condición y su sentido en la inserción al sistema global que acom-paña la historia. En primer lugar, resaltaré el contexto de independencia ocurrido en el siglo XIX y las dinámicas que detonaron e hicieron posible la independencia del blo-que centroamericano, que en su momento estaba constituido por provincias inde-pendientes bajo la tutela del virreinato de Nueva España en México. Como segundo punto, destacar los umbrales del siglo XX, donde ocurrieron diversos acontecimientos que determinarían el siguiente siglo: la in-surrección de 1930, la creación del partido comunista salvadoreño, la guerra civil de 1980-1992 entre paramilitares y el frentes guerrilleros, los acuerdos de paz y los presi-dentes post-guerra.

La desligación política: independencia en el siglo XIX

El Salvador, como los demás países centroamericanos, corrió la suerte de in-dependizarse en su conjunto debido a la misma condición que los ligó: la invasión, el saqueo y la conquista a comienzos del siglo XVI. Se formó la capitanía General de Guatemala que estaba constituida por los territorios de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, quie-nes tenían su propia autonomía a pesar de la influencia y su inherencia al Virreinato de Nueva España en México.

La situación del escenario independen-

tista comenzó debido a la coacción de parte de las autoridades locales provenientes de España y los diferentes cambios políticos y sociales externos. Es indudable decir que el siglo XVIII fue testigo de los más diver-sos sucesos que darían directrices y matices diferentes a la historia; dentro de ellos po-demos encontrar la independencia de los Estados Unidos, la Revolución Industrial inglesa y la Revolución Francesa, ésta que también fue foco para que muchos quisie-ran incursionar la misma dirección, como el caso de Simón Bolívar y también el de los criollos del istmo centroamericano.

Estos últimos comenzaron a tener in-fluencias por los cambios estructurales y políticos que se estaban realizando a nivel “planetario”, y tuvieron esa inspiración en los ideales liberales de la Ilustración. La invasión napoleónica de 1808-1814 a Es-paña- que jugó un papel muy importante-, además de la tiranía que las autoridades coloniales españolas hacían hacia el pueblo salvadoreño por medio de medidas tribu-tarias y económicas con el fin de llenarles los bolsillos a “madam religious”, quien con su deslumbrante encanto, se prostituía por toda Europa dejando la fortuna y loza-nía que despojaba de su nueva conquista, América, a quien miraba como un ‘’chaval’’ manipulable y desquiciado, y en cierta medida inferior.

En este apartado histórico, Eduardo Galeano señala ese suceso: ‘’los metales ar-rebatados a los nuevos do-minios coloniales estimularon el de-sarrollo económico europeo y hasta puede decirse que lo hicieron posi-ble, (…) los españoles tenían la vaca, pero eran otros quienes bebían la leche.(…) Colber escribía que, cuanto más comercio con los españoles tenía un Estado, más plata tendría’’. Como prosigue el autor, ‘’América era un nego-cio europeo’’, y frente a esto, los criollos no tuvieron autonomía, y en alguna medida estimularon im-petuosamente para desligarse de España y crear los mecanismos necesarios para su in-dependencia, en vísperas de que sucedieran

graves acontecimientos en el viejo mundo.

No obstante, los tres elementos destaca-dos, fueron un motor propulsor de la in-dependencia Centroamericana de España, que se declaró el 15 de septiembre de 1821, bajo la figura de los representantes de las provincias reunidas en Guatemala, inde-pendientes. Dado este acontecimiento his-tórico, posteriormente tenían tres opciones: conservar la unión de las provincias, inde-pendizarse en naciones bien definidas o anexarse al imperio Mexicano, que también tuvo la consumación de su proceso de inde-pendencia en 1821. En realidad los primeros intentos mesoamericanos de independen-cia comenzaron antes de esa fecha.

La republica cafetalera: la oligarquía cafetalera

En la segunda mitad del siglo XIX, las po-líticas económicas liberales sentaron bases en el pequeño centroamericano. En 1840, el inicio del cultivo del café (grano de oro) hizo crecer la economía relativamente, su impacto macrosocial determino un cambio

estructural en la organización social. Esta oportunidad incentivó a inmi-

grantes extranjeros y agentes ajenos a los orígenes rurales a establecer

una nueva composición social, la formación de la histórica ‘’oligarquía cafetalera’’, que traía inherente preceptos terratenientes-feudales. Esto posibilitó el proceso consti-tutivo de la formación del Es-tado-Nación salvadoreño y el manejo de éste por una clase dominante.

Esto representó la pri-vatización de tierras co-munales y ejidales o de dominio local que eran parte del Estado, las cre-cientes reformas hicieron que el campesino perdie-ra sus tierras y formase parte de las hileras de los trabajadores asalariados en las fincas privadas. Durante varios años hubo un crecimiento económi-co devenido del café, pero cuya concentración queda-

n°18 / 2014-3 15ba ciertamente bajo dominio oligárquico. En las primeras décadas del siglo XX, debido a las circunstancias exógenas, y de la crisis histórica social y económica que ya vislumbraba el sistema capitalista, decayó el comercio cafetalero y esto deter-minaría una dinámica social.

La oligarquía ‘’semifeudal’’, continuaba la legendaria tradición colonial, la depen-dencia económica que ciertamente se veía regida por las políticas norteamericanas. El modelo económico se basaba en el mode-lo agroexportador, bajo la forma específica del monocultivo: el café, “el grano de oro’’. Debido a esta composición de la economía nacional, El Salvador se hacía depender de factores externos. La importación de bie-nes de consumo rondaba el 70%, el 80% de la renta nacional venía directamente de la producción y venta del café. Además, el 60% de la composición poblacional era de la zona rural y las relaciones interpersona-les eran predominantemente de sumisión. El sistema de mejoras sociales era una burda demagogia y los gastos del Estado salvadoreño consistían en la manutención del Ejército y la deuda pública. En verdad, ya no encajábamos en el engranaje de la economía internacional (si es que lo estu-vimos), y la polarización socio-económica (marcada desigualdad polarizada) se ha-cía notar con ímpetu, la desigualdad im-positiva y la crisis económica coyuntural sacudieron esas relaciones subjetivas y las ubicaron en un marco objetivo y con claros ideales sociales.

1932: la insurrección campesina

‘’La emergencia económica contaminó a los estratos políticos y al entrelazarse la

crisis económica con la crisis política, el país estuvo al borde de la revolución social’’ (Francisco Marroquín, intelectual salvadoreño).

Durante la existencia –que fue difí-cil- de la Republica Federal de Centro-américa, en 1833 un cacique indígena del occidente del país, Anastasio Aquino, el “Comandante General de las Armas Libertadoras’’, batalló para la liberaci-ón de su pueblo, contra las condiciones inhumanas que sufrían. Fue capturado y decapitado, y su cabeza se puso en una jaula a vista del pueblo para intimidarlo. Ya, en 1920, la oligarquía se aferraba al constreñimiento económico, la inestabili-dad política, y la vorágine social, lo que permitió que ciertos sectores afectados de la sociedad crearan asociaciones coo-

perativas para su subsistencia. Jose Feli-ciano Ama, un cacique del occidente del país, quería “recuperar cierta autonomía local económica, política y cultural’’ (afir-ma Segundo Montes). Dada esta situa-ción, indígenas asumieron una posición decisiva y fueron a la lucha. Miembros del Partido Comunista (fundado el 30 de marzo de 1930), y entre ellos Agustín Fa-rabundo Martí (partícipe de la Interna-cional Comunista ‘’Komintern’’, en 1925 estuvo en la fundación del Partido Co-munista Centroamericano y entró para la Liga Antiimperialista de las Américas) se vio arrastrado por el sentimiento de sus compatriotas y los siguió. En 1932, Fe-liciano Ama fue colgado en la rama de un árbol en un parque, y Farabundo Martí, fusilado. Alrededor de 30.000 personas fueron asesinadas, con mayoría indíge-na. Fue una revolución ciertamente in-dígena con apoyo de algunos pensadores marxistas.

La guerra civil de los 80`s

Sin lugar a dudas, no solo El Salvador, sino toda América Latina vivió un escena-rio de dictaduras y represión durante las siguientes décadas y en el contexto de la Guerra Fría. ‘’A comienzos de los años 70 existe un incipiente grupo guerrillero de extracción urbana e intelectual con algunos componentes obreros y sindicales’’ (dice Montes). Los problemas venían siendo ar-rastrados desde los años 30.

Ya en los 70’s, se sienten con amplitud los fraudes electorales, la ausencia de reforma agraria, el miedo a los escuadrones de la muerte, la violación sistemática de los dere-chos humanos, la muerte indiscriminada a jesuitas, persecución a estudiantes universi-tarios y a dirigentes de grupos opositores, la muerte del rector de la Universidad Nacional de El Salvador, y la muerte de arzobispo de San Salvador, Monseñor Oscar Arnulfo Ro-mero, el 24 de marzo de 1980 mientras minis-traba una homilía. La represión les obligo a armarse y se crearon, como recuerda Montes, vínculos orgánicos entre muchos grupos del magisterio, sindicales, campesinos, obreros, universitarios e intelectuales, una simbiosis orgánica. Surgen la ARENA (partido ultra-derechista) y el frente Farabundo Martí de Liberación Nacional -FMLN (partido de iz-quierda) en la década de los 80´s, aunque este último fue constituido partido político legal solo en los acuerdos de paz. Montes explicita el suceso de esta forma: ‘’De una simple pre-

sión social reivindicativa (transmutó) a un movimiento revolucionario. ’’

La participación político ideológica avanzaba y cierto sector de la iglesia ya concientizaba. En 1968, en Medellín, Co-lombia se había realizado el “Concilio Vaticano II, cuyo propósito era la revi-sión y aplicación del mismo que hizo la conferencia Episcopal de América Latina (Celam)” , dice Montes. Allí nació una nueva teología pastoral, la Teología de la Liberación, cuyo propósito era la de er-radicar el “pecado estructural”. Con esta nueva conciencia religiosa, sumada a los acontecimientos de los distintos grupos y la muerte de Monseñor Romero, el 22 de enero de 1980 se movilizaron más de 200.000 personas en las calles de San Salvador, las cuales fueron ametrallados por las Fuerzas Armadas. Como conse-cuencia, el 10 de enero de 1981 se desata formalmente la guerra civil en El Salva-dor, que duraría hasta 1992. El enfrenta-miento provocó estragos que aún hoy se sienten en la sociedad salvadoreña. El 16 de enero de 1992 se firman los acuerdos de paz en Chapultepec, México.

En 1989 fue electo presidente de la repu-blica el oligarca Alfredo Cristiani (1989-1994) quien tiene al mando al partido ARE-NA y sus sucesores, Armando Calderón Sol (1994-1999), Francisco Flores (1999-2004) y Elías Antonio Saca González (2004-2009). Fueron 20 años más bajo el dominio de la derecha. Durante sus gobiernos privati-zaron las empresas estatales de fondos de pensiones, hidroeléctricas, compañías tele-fónicas. Flores incluso dolarizó la moneda del país. En 2009, Mauricio Funes (2009-2014), a través del FMLN, llego a la Presi-dencia. Junto a la primera dama, Vanda Pignato (brasileña nacionalizada salvado-reña) creó programas de inclusión social, entre ellos: Ciudad Mujer y la Secretaria de Inclusion Social.

Este año, nuevamente hubo elecciones pre-sidenciales, y el pueblo una vez más, se hizo escuchar a través del grito del voto. Sánchez Cerén, profesor, vicepresidente de la Repu-blica, hijo de carpintero y de vendedora de mercado, ganó las pasadas elecciones tras un caótico e inmenso escenario político, la oposi-ción llamó a las fuerzas armadas a asumir el control como en la dictadura de los 80´s, pero ni de esa forma, le arrebataron la victoria.