Boletín AGEPCC | octubre 2014

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Octubre 2014 ASOCIACIÓN DE GRADUADOS ESCUELA PROFESIONAL DE CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN

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El boletín de la Asociación de Graduados de la Escuela Profesional de Ciencias de la Comunicación - octubre 2014 | Universidad de San Martín de Porres.

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Octubre 2014

ASOCIACIÓN DE GRADUADOSESCUELA PROFESIONAL DE CIENCIAS

DE LA COMUNICACIÓN

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Todos los que nos graduamos vivimos una etapa inolvidable durante nuestra vida universitaria; todavía tenemos presentes las cátedras que impartían nuestros maestros, ayudándonos a entender los problemas sociales y queriendo cual súper héroes, solucionarlos. Recordamos vivamente, a los maestros que alimentaron nuestras ansias de trazarnos una meta tras otra. También están presentes –aquí y ahora– y en nuestra memoria los compañeros de aula, muchos de ellos nuestros mejores amigos, con quienes, entre risas y llantos, fuimos madurando y poco a poco, como si se tallara el más �no mar�l, nos per�lamos como profesionales y nos convertimos en una familia. Y como una madre nunca se cansa de esperar, nuestra alma máter abre sus puertas a todas las promociones para reencontrarnos y revivir los bellos momentos que pasamos durante nuestra formación, para organizarnos y seguir siendo parte de nuestra universidad, fundada bajo el principio de: UNA UNIVERSIDAD PARA TODA LA VIDA.

La AGEPCC se compromete a a�anzar estos lazos de amistad, confraternidad y formación académica, que nos han unido y nos seguirán uniendo.

Hoy tu alma máter te ofrece sus instalaciones para que puedas reunirte y coordinar actividades para la celebración del aniversario de egresados. Tienes la oportunidad de disfrutar de ambientes cómodos, privados o públicos, como en el restaurante-gourmet. Recuerda que si tienes más de 10 años de egresado podemos preparar una visita guiada para que conozcas el nuevo campus. Tu Escuela te espera.

EDITORIAL

Decano de la FCCTP:Dr. Johan Leuridan Huys

Asesor:Dr. Alan Patroni Marinovich

Junta Directiva de la AGEPCC: Zoila Guzmán Hurtado | Presidenta Lourdes Isabel Peschiera Chanamé | Vicepresidenta Isabel Portuguez Cuya | Secretaria Mary Lourdes Zubillaga Lara | Tesorera David Sarazú Trinidad | Vocal

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Desde este número reproduciremospor entregas la investigación delDr. Johan Leuridan Huys, Decano de la Facultad de Ciencias dela Comunicación, Turismo y Psicología.

Introducción

El presente artículo pretende exponer en base de algunos autores la crisis de la Ética en la sociedad actual, llamada postmoderna, y las propuestas actuales de solución.

Según el sociólogo Max Weber, la racionalización, característica genial del mundo occidental, signi�ca la cancelación del carisma o aura que da a la vida humana su sentido –su dignidad, su misticismo, su heroísmo– y correlativa exasperación del principio colectivista, burocrático y cientí�co. En la Modernidad se encuentra la semilla del nihilismo contemporáneo. Para Weber, la desaparición de la cultura de los valores humanos y más sublimes es «el destino de nuestro tiempo». Considera que la evolución observada desde el encantamiento del mundo hasta la racionalidad nihilista era inevitable. Solo en Occidente la razón se puso al servicio del capitalismo para asegurar un lucro permanente. Solo el Occidente desarrolló una cultura con valor universal. Las complejas sociedades de masas modernas demandan una especí�ca racionalidad que sea capaz de administrarlas, aun a precio de una burocratización total de la vida y de la eliminación en ella «de los valores últimos y más sublimes». Dicho en otros términos, modernidad y nihilismo van de la mano y mutuamente se reclaman.

El sociólogo Ralf Dahrendorf, gran representante en Europa del siglo XX, piensa que hemos llegado a una situación problemática en la cual la gran época del Liberalismo parece haber llegado a su �n en Occidente. Considera que los valores económicos de las

LA CULTURA DELA VULGARIDADY LA ÉTICADE LA VIRTUD

empresas transnacionales prevalecen sobre la Política y la Ética. R. Dahrendorf señala que el nuevo economicismo de los capitalistas es tan poco liberal como el viejo de los marxistas (Johan Leuridan Huys, Modernidad y Relativismo, Revista Cultura, Asociación de Docentes, USMP, 2008, p.62-65).

El sociólogo Alain Touraine señala que los gobiernos son vistos como administradores de las grandes empresas y del mercado. Los políticos ya no pueden modi�car la vida. La persona humana desaparece como sujeto que interviene en la sociedad y la historia. El habla del mercado y los excluidos (Crítica de la Modernidad, Editorial Fondo Económica de la Cultura, Buenos Aires, 1995).

Hans Küng escribe: «A menudo la Bolsa responde menos a la realidad económica que al estado de ánimo de los inversores: a su comportamiento gregario, a la sobrevaloración de sus capacidades de pronóstico, a su aversión a vender valores que están cayendo y reconocer una pérdida. Hace ya años, en un aparte del Foro Económico Mundial de Davos, me explicó el �nanciero George Soros: lo que impulsa a los mercados es el greed and feer, la avaricia de tener siempre más y el miedo a volverlo a perder. No sin razón se llama a esto «capitalismo de casino» (Hans Küng, Ética Mundial en América latina, Editorial Trotta, 2008, p. 59). La nueva constelación política-económica global no puede fundarse en un pluralismo arbitrario «postmoderno». Más bien presupone un consenso social con respecto a determinados valores, derechos y deberes fundamentales (Hans Küng, o.c., p.49).

¿Qué dice la �losofía al respecto? Presentamos en primer lugar el pensamiento �losó�co de Friedrich Nietzsche, Jean Francois Lyotard y Javier Gomá sobre esta temática. Los tres autores analizan desde diferentes enfoques la problemática. Terminaremos el artículo con una referencia a las propuestas de solución de Aristóteles y Kant, en quienes se inspiran los �lósofos actuales.

La Modernidad se caracterizaba por considerar la razón como la herramienta principal para construir la sociedad. Fue una reacción contra el sistema monárquico, donde la voluntad del rey era la norma y la ley. El pensamiento de John Locke y posteriormente los �lósofos franceses y la revolución en Paris se oponían a una autoridad arbitraria y planteaban que todos eran iguales ante la ley. En el liberalismo tradicional la ley, producto de la razón y de la voluntad de todos, a su vez, protege la libertad de cada uno. Si todos cumplen la ley, todos vivirán en libertad.

A pesar de los ingentes aportes cientí�cos y tecnológicos de la Modernidad que permitían un gran avance para la humanidad, surge en el siglo XIX el cuestionamiento de la Modernidad. Sus máximos exponentes fueron Marx, Nietzsche y Freud que cuestionaban la razón.

Ellos están al inicio de la época que se llamará posteriormente la postmodernidad.

El pensamiento de Marx es determinista y no deja ningún espacio para el sujeto con sus ideas, ideales y valores. El comunismo no es un valor o un ideal sino un futuro que está previsto en el curso de la historia. Este futuro vendrá inevitablemente por las leyes deterministas del proceso de la naturaleza, es decir, del desarrollo de las fuerzas tecnológicas de producción. La historia está regida por leyes económicas inevitables. El socialismo tiene un carácter cientí�co. Los trabajadores son productores de una cultura que no conocen.

Freud descubre la existencia de la subconsciencia que in�uye en las decisiones y comportamientos del hombre, independientemente de la razón.

¿Cómo pueden entenderse los conceptos de «sujeto», «razón» y «autonomía» tras el psicoanálisis?

I. Análisis de la Problemática

1. La Deconstrucción de la Razón y de la Ética o el Antihumanismo de F. Nietzsche

a. Precursor de la Post ModernidadF. Nietzsche es considerado como el precursor de la Postmodernidad. Además se le

considera el máximo exponente de la Postmodernidad (Luc Ferry, Apprendre a Vivre, Ediciones Plon, 2006, p.173).

¿Por qué Nietzsche emprenderá una crítica radical contra el racionalismo y el humanismo de la Ilustración?

La �losofía moderna había eliminado el cosmos y criticado la autoridad religiosa para reemplazarlos por la razón y la libertad con valores construidos sobre la humanidad. Sin embargo, la base de este pensamiento era la duda radical planteada por Descartes. La duda radical elimina toda tradición y hasta la misma ciencia se inspira en este principio de crítica permanente. Descartes puso en movimiento un espíritu crítico que nadie podrá detener. Para Nietzsche, los modernos siguen siendo «creyentes» porque siguen creyendo, ya no en Dios, sino en ideales superiores a la vida como los derechos del hombre, la ciencia, la razón, la democracia, el socialismo, el progreso, la igualdad etc. Nietzsche lo llama una religiosidad sin Dios, ídolos que el va a destruir. Para Nietzsche el ideal es la mentira que pesa sobre la humanidad. Nietzsche y sus seguidores ya no creían en la universalidad de las leyes. Los grandes horrores, destrucciones masivas de las guerras, racionalmente plani�cadas, armamento so�sticado, patrimonio genético hacen dudar de los gobiernos constitucionales y sus legitimaciones.

Ya no se trata de construir un mundo humano, un reino de los �nes donde los hombres serán iguales en dignidad. La democracia es una nueva ilusión religiosa. La democracia es una forma degenerada de la organización política, una decadencia de la humanidad que lleva a la mediocridad.

Para Nietzsche todos los ideales o valores, de derecha o de izquierda, tienen una estructura teológica, es decir, buscan algo superior o trascendental a la vida. Ellos no quieren ayudar a la humanidad sino condenar la vida misma en lugar de asumirla tal como es. Cada juicio pertenece a la vida misma y no puede situarse fuera de ella. La tarea consiste en liberarse de las creencias y las lógicas sociales.

Los modernos inventaron el espíritu crítico pero este mismo espíritu se torna ahora contra ellos mismos. La razón cuestiona todo. Por este motivo, Nietzsche, Marx y Freud serán considerados los �lósofos de la sospecha, porque buscan desenmascarar las ilusiones de la Ilustración o del Humanismo clásico. Ellos buscan detrás de los valores o de la nobleza de sentimientos, los intereses o las verdades escondidas, inconscientes, que pertenecen a los instintos. El siglo diecinueve cuestiona la fe en la Razón y en la Libertad de la Modernidad. Nietzsche quiere hacer tabla rasa del pasado.

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Introducción

El presente artículo pretende exponer en base de algunos autores la crisis de la Ética en la sociedad actual, llamada postmoderna, y las propuestas actuales de solución.

Según el sociólogo Max Weber, la racionalización, característica genial del mundo occidental, signi�ca la cancelación del carisma o aura que da a la vida humana su sentido –su dignidad, su misticismo, su heroísmo– y correlativa exasperación del principio colectivista, burocrático y cientí�co. En la Modernidad se encuentra la semilla del nihilismo contemporáneo. Para Weber, la desaparición de la cultura de los valores humanos y más sublimes es «el destino de nuestro tiempo». Considera que la evolución observada desde el encantamiento del mundo hasta la racionalidad nihilista era inevitable. Solo en Occidente la razón se puso al servicio del capitalismo para asegurar un lucro permanente. Solo el Occidente desarrolló una cultura con valor universal. Las complejas sociedades de masas modernas demandan una especí�ca racionalidad que sea capaz de administrarlas, aun a precio de una burocratización total de la vida y de la eliminación en ella «de los valores últimos y más sublimes». Dicho en otros términos, modernidad y nihilismo van de la mano y mutuamente se reclaman.

El sociólogo Ralf Dahrendorf, gran representante en Europa del siglo XX, piensa que hemos llegado a una situación problemática en la cual la gran época del Liberalismo parece haber llegado a su �n en Occidente. Considera que los valores económicos de las

empresas transnacionales prevalecen sobre la Política y la Ética. R. Dahrendorf señala que el nuevo economicismo de los capitalistas es tan poco liberal como el viejo de los marxistas (Johan Leuridan Huys, Modernidad y Relativismo, Revista Cultura, Asociación de Docentes, USMP, 2008, p.62-65).

El sociólogo Alain Touraine señala que los gobiernos son vistos como administradores de las grandes empresas y del mercado. Los políticos ya no pueden modi�car la vida. La persona humana desaparece como sujeto que interviene en la sociedad y la historia. El habla del mercado y los excluidos (Crítica de la Modernidad, Editorial Fondo Económica de la Cultura, Buenos Aires, 1995).

Hans Küng escribe: «A menudo la Bolsa responde menos a la realidad económica que al estado de ánimo de los inversores: a su comportamiento gregario, a la sobrevaloración de sus capacidades de pronóstico, a su aversión a vender valores que están cayendo y reconocer una pérdida. Hace ya años, en un aparte del Foro Económico Mundial de Davos, me explicó el �nanciero George Soros: lo que impulsa a los mercados es el greed and feer, la avaricia de tener siempre más y el miedo a volverlo a perder. No sin razón se llama a esto «capitalismo de casino» (Hans Küng, Ética Mundial en América latina, Editorial Trotta, 2008, p. 59). La nueva constelación política-económica global no puede fundarse en un pluralismo arbitrario «postmoderno». Más bien presupone un consenso social con respecto a determinados valores, derechos y deberes fundamentales (Hans Küng, o.c., p.49).

¿Qué dice la �losofía al respecto? Presentamos en primer lugar el pensamiento �losó�co de Friedrich Nietzsche, Jean Francois Lyotard y Javier Gomá sobre esta temática. Los tres autores analizan desde diferentes enfoques la problemática. Terminaremos el artículo con una referencia a las propuestas de solución de Aristóteles y Kant, en quienes se inspiran los �lósofos actuales.

La Modernidad se caracterizaba por considerar la razón como la herramienta principal para construir la sociedad. Fue una reacción contra el sistema monárquico, donde la voluntad del rey era la norma y la ley. El pensamiento de John Locke y posteriormente los �lósofos franceses y la revolución en Paris se oponían a una autoridad arbitraria y planteaban que todos eran iguales ante la ley. En el liberalismo tradicional la ley, producto de la razón y de la voluntad de todos, a su vez, protege la libertad de cada uno. Si todos cumplen la ley, todos vivirán en libertad.

A pesar de los ingentes aportes cientí�cos y tecnológicos de la Modernidad que permitían un gran avance para la humanidad, surge en el siglo XIX el cuestionamiento de la Modernidad. Sus máximos exponentes fueron Marx, Nietzsche y Freud que cuestionaban la razón.

Ellos están al inicio de la época que se llamará posteriormente la postmodernidad.

El pensamiento de Marx es determinista y no deja ningún espacio para el sujeto con sus ideas, ideales y valores. El comunismo no es un valor o un ideal sino un futuro que está previsto en el curso de la historia. Este futuro vendrá inevitablemente por las leyes deterministas del proceso de la naturaleza, es decir, del desarrollo de las fuerzas tecnológicas de producción. La historia está regida por leyes económicas inevitables. El socialismo tiene un carácter cientí�co. Los trabajadores son productores de una cultura que no conocen.

Freud descubre la existencia de la subconsciencia que in�uye en las decisiones y comportamientos del hombre, independientemente de la razón.

¿Cómo pueden entenderse los conceptos de «sujeto», «razón» y «autonomía» tras el psicoanálisis?

I. Análisis de la Problemática

1. La Deconstrucción de la Razón y de la Ética o el Antihumanismo de F. Nietzsche

a. Precursor de la Post ModernidadF. Nietzsche es considerado como el precursor de la Postmodernidad. Además se le

considera el máximo exponente de la Postmodernidad (Luc Ferry, Apprendre a Vivre, Ediciones Plon, 2006, p.173).

¿Por qué Nietzsche emprenderá una crítica radical contra el racionalismo y el humanismo de la Ilustración?

La �losofía moderna había eliminado el cosmos y criticado la autoridad religiosa para reemplazarlos por la razón y la libertad con valores construidos sobre la humanidad. Sin embargo, la base de este pensamiento era la duda radical planteada por Descartes. La duda radical elimina toda tradición y hasta la misma ciencia se inspira en este principio de crítica permanente. Descartes puso en movimiento un espíritu crítico que nadie podrá detener. Para Nietzsche, los modernos siguen siendo «creyentes» porque siguen creyendo, ya no en Dios, sino en ideales superiores a la vida como los derechos del hombre, la ciencia, la razón, la democracia, el socialismo, el progreso, la igualdad etc. Nietzsche lo llama una religiosidad sin Dios, ídolos que el va a destruir. Para Nietzsche el ideal es la mentira que pesa sobre la humanidad. Nietzsche y sus seguidores ya no creían en la universalidad de las leyes. Los grandes horrores, destrucciones masivas de las guerras, racionalmente plani�cadas, armamento so�sticado, patrimonio genético hacen dudar de los gobiernos constitucionales y sus legitimaciones.

Ya no se trata de construir un mundo humano, un reino de los �nes donde los hombres serán iguales en dignidad. La democracia es una nueva ilusión religiosa. La democracia es una forma degenerada de la organización política, una decadencia de la humanidad que lleva a la mediocridad.

Para Nietzsche todos los ideales o valores, de derecha o de izquierda, tienen una estructura teológica, es decir, buscan algo superior o trascendental a la vida. Ellos no quieren ayudar a la humanidad sino condenar la vida misma en lugar de asumirla tal como es. Cada juicio pertenece a la vida misma y no puede situarse fuera de ella. La tarea consiste en liberarse de las creencias y las lógicas sociales.

Los modernos inventaron el espíritu crítico pero este mismo espíritu se torna ahora contra ellos mismos. La razón cuestiona todo. Por este motivo, Nietzsche, Marx y Freud serán considerados los �lósofos de la sospecha, porque buscan desenmascarar las ilusiones de la Ilustración o del Humanismo clásico. Ellos buscan detrás de los valores o de la nobleza de sentimientos, los intereses o las verdades escondidas, inconscientes, que pertenecen a los instintos. El siglo diecinueve cuestiona la fe en la Razón y en la Libertad de la Modernidad. Nietzsche quiere hacer tabla rasa del pasado.

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Introducción

El presente artículo pretende exponer en base de algunos autores la crisis de la Ética en la sociedad actual, llamada postmoderna, y las propuestas actuales de solución.

Según el sociólogo Max Weber, la racionalización, característica genial del mundo occidental, signi�ca la cancelación del carisma o aura que da a la vida humana su sentido –su dignidad, su misticismo, su heroísmo– y correlativa exasperación del principio colectivista, burocrático y cientí�co. En la Modernidad se encuentra la semilla del nihilismo contemporáneo. Para Weber, la desaparición de la cultura de los valores humanos y más sublimes es «el destino de nuestro tiempo». Considera que la evolución observada desde el encantamiento del mundo hasta la racionalidad nihilista era inevitable. Solo en Occidente la razón se puso al servicio del capitalismo para asegurar un lucro permanente. Solo el Occidente desarrolló una cultura con valor universal. Las complejas sociedades de masas modernas demandan una especí�ca racionalidad que sea capaz de administrarlas, aun a precio de una burocratización total de la vida y de la eliminación en ella «de los valores últimos y más sublimes». Dicho en otros términos, modernidad y nihilismo van de la mano y mutuamente se reclaman.

El sociólogo Ralf Dahrendorf, gran representante en Europa del siglo XX, piensa que hemos llegado a una situación problemática en la cual la gran época del Liberalismo parece haber llegado a su �n en Occidente. Considera que los valores económicos de las

empresas transnacionales prevalecen sobre la Política y la Ética. R. Dahrendorf señala que el nuevo economicismo de los capitalistas es tan poco liberal como el viejo de los marxistas (Johan Leuridan Huys, Modernidad y Relativismo, Revista Cultura, Asociación de Docentes, USMP, 2008, p.62-65).

El sociólogo Alain Touraine señala que los gobiernos son vistos como administradores de las grandes empresas y del mercado. Los políticos ya no pueden modi�car la vida. La persona humana desaparece como sujeto que interviene en la sociedad y la historia. El habla del mercado y los excluidos (Crítica de la Modernidad, Editorial Fondo Económica de la Cultura, Buenos Aires, 1995).

Hans Küng escribe: «A menudo la Bolsa responde menos a la realidad económica que al estado de ánimo de los inversores: a su comportamiento gregario, a la sobrevaloración de sus capacidades de pronóstico, a su aversión a vender valores que están cayendo y reconocer una pérdida. Hace ya años, en un aparte del Foro Económico Mundial de Davos, me explicó el �nanciero George Soros: lo que impulsa a los mercados es el greed and feer, la avaricia de tener siempre más y el miedo a volverlo a perder. No sin razón se llama a esto «capitalismo de casino» (Hans Küng, Ética Mundial en América latina, Editorial Trotta, 2008, p. 59). La nueva constelación política-económica global no puede fundarse en un pluralismo arbitrario «postmoderno». Más bien presupone un consenso social con respecto a determinados valores, derechos y deberes fundamentales (Hans Küng, o.c., p.49).

¿Qué dice la �losofía al respecto? Presentamos en primer lugar el pensamiento �losó�co de Friedrich Nietzsche, Jean Francois Lyotard y Javier Gomá sobre esta temática. Los tres autores analizan desde diferentes enfoques la problemática. Terminaremos el artículo con una referencia a las propuestas de solución de Aristóteles y Kant, en quienes se inspiran los �lósofos actuales.

La Modernidad se caracterizaba por considerar la razón como la herramienta principal para construir la sociedad. Fue una reacción contra el sistema monárquico, donde la voluntad del rey era la norma y la ley. El pensamiento de John Locke y posteriormente los �lósofos franceses y la revolución en Paris se oponían a una autoridad arbitraria y planteaban que todos eran iguales ante la ley. En el liberalismo tradicional la ley, producto de la razón y de la voluntad de todos, a su vez, protege la libertad de cada uno. Si todos cumplen la ley, todos vivirán en libertad.

A pesar de los ingentes aportes cientí�cos y tecnológicos de la Modernidad que permitían un gran avance para la humanidad, surge en el siglo XIX el cuestionamiento de la Modernidad. Sus máximos exponentes fueron Marx, Nietzsche y Freud que cuestionaban la razón.

Ellos están al inicio de la época que se llamará posteriormente la postmodernidad.

El pensamiento de Marx es determinista y no deja ningún espacio para el sujeto con sus ideas, ideales y valores. El comunismo no es un valor o un ideal sino un futuro que está previsto en el curso de la historia. Este futuro vendrá inevitablemente por las leyes deterministas del proceso de la naturaleza, es decir, del desarrollo de las fuerzas tecnológicas de producción. La historia está regida por leyes económicas inevitables. El socialismo tiene un carácter cientí�co. Los trabajadores son productores de una cultura que no conocen.

Freud descubre la existencia de la subconsciencia que in�uye en las decisiones y comportamientos del hombre, independientemente de la razón.

¿Cómo pueden entenderse los conceptos de «sujeto», «razón» y «autonomía» tras el psicoanálisis?

I. Análisis de la Problemática

1. La Deconstrucción de la Razón y de la Ética o el Antihumanismo de F. Nietzsche

a. Precursor de la Post ModernidadF. Nietzsche es considerado como el precursor de la Postmodernidad. Además se le

considera el máximo exponente de la Postmodernidad (Luc Ferry, Apprendre a Vivre, Ediciones Plon, 2006, p.173).

¿Por qué Nietzsche emprenderá una crítica radical contra el racionalismo y el humanismo de la Ilustración?

La �losofía moderna había eliminado el cosmos y criticado la autoridad religiosa para reemplazarlos por la razón y la libertad con valores construidos sobre la humanidad. Sin embargo, la base de este pensamiento era la duda radical planteada por Descartes. La duda radical elimina toda tradición y hasta la misma ciencia se inspira en este principio de crítica permanente. Descartes puso en movimiento un espíritu crítico que nadie podrá detener. Para Nietzsche, los modernos siguen siendo «creyentes» porque siguen creyendo, ya no en Dios, sino en ideales superiores a la vida como los derechos del hombre, la ciencia, la razón, la democracia, el socialismo, el progreso, la igualdad etc. Nietzsche lo llama una religiosidad sin Dios, ídolos que el va a destruir. Para Nietzsche el ideal es la mentira que pesa sobre la humanidad. Nietzsche y sus seguidores ya no creían en la universalidad de las leyes. Los grandes horrores, destrucciones masivas de las guerras, racionalmente plani�cadas, armamento so�sticado, patrimonio genético hacen dudar de los gobiernos constitucionales y sus legitimaciones.

Ya no se trata de construir un mundo humano, un reino de los �nes donde los hombres serán iguales en dignidad. La democracia es una nueva ilusión religiosa. La democracia es una forma degenerada de la organización política, una decadencia de la humanidad que lleva a la mediocridad.

Para Nietzsche todos los ideales o valores, de derecha o de izquierda, tienen una estructura teológica, es decir, buscan algo superior o trascendental a la vida. Ellos no quieren ayudar a la humanidad sino condenar la vida misma en lugar de asumirla tal como es. Cada juicio pertenece a la vida misma y no puede situarse fuera de ella. La tarea consiste en liberarse de las creencias y las lógicas sociales.

Los modernos inventaron el espíritu crítico pero este mismo espíritu se torna ahora contra ellos mismos. La razón cuestiona todo. Por este motivo, Nietzsche, Marx y Freud serán considerados los �lósofos de la sospecha, porque buscan desenmascarar las ilusiones de la Ilustración o del Humanismo clásico. Ellos buscan detrás de los valores o de la nobleza de sentimientos, los intereses o las verdades escondidas, inconscientes, que pertenecen a los instintos. El siglo diecinueve cuestiona la fe en la Razón y en la Libertad de la Modernidad. Nietzsche quiere hacer tabla rasa del pasado.

Page 6: Boletín AGEPCC | octubre 2014

Introducción

El presente artículo pretende exponer en base de algunos autores la crisis de la Ética en la sociedad actual, llamada postmoderna, y las propuestas actuales de solución.

Según el sociólogo Max Weber, la racionalización, característica genial del mundo occidental, signi�ca la cancelación del carisma o aura que da a la vida humana su sentido –su dignidad, su misticismo, su heroísmo– y correlativa exasperación del principio colectivista, burocrático y cientí�co. En la Modernidad se encuentra la semilla del nihilismo contemporáneo. Para Weber, la desaparición de la cultura de los valores humanos y más sublimes es «el destino de nuestro tiempo». Considera que la evolución observada desde el encantamiento del mundo hasta la racionalidad nihilista era inevitable. Solo en Occidente la razón se puso al servicio del capitalismo para asegurar un lucro permanente. Solo el Occidente desarrolló una cultura con valor universal. Las complejas sociedades de masas modernas demandan una especí�ca racionalidad que sea capaz de administrarlas, aun a precio de una burocratización total de la vida y de la eliminación en ella «de los valores últimos y más sublimes». Dicho en otros términos, modernidad y nihilismo van de la mano y mutuamente se reclaman.

El sociólogo Ralf Dahrendorf, gran representante en Europa del siglo XX, piensa que hemos llegado a una situación problemática en la cual la gran época del Liberalismo parece haber llegado a su �n en Occidente. Considera que los valores económicos de las

empresas transnacionales prevalecen sobre la Política y la Ética. R. Dahrendorf señala que el nuevo economicismo de los capitalistas es tan poco liberal como el viejo de los marxistas (Johan Leuridan Huys, Modernidad y Relativismo, Revista Cultura, Asociación de Docentes, USMP, 2008, p.62-65).

El sociólogo Alain Touraine señala que los gobiernos son vistos como administradores de las grandes empresas y del mercado. Los políticos ya no pueden modi�car la vida. La persona humana desaparece como sujeto que interviene en la sociedad y la historia. El habla del mercado y los excluidos (Crítica de la Modernidad, Editorial Fondo Económica de la Cultura, Buenos Aires, 1995).

Hans Küng escribe: «A menudo la Bolsa responde menos a la realidad económica que al estado de ánimo de los inversores: a su comportamiento gregario, a la sobrevaloración de sus capacidades de pronóstico, a su aversión a vender valores que están cayendo y reconocer una pérdida. Hace ya años, en un aparte del Foro Económico Mundial de Davos, me explicó el �nanciero George Soros: lo que impulsa a los mercados es el greed and feer, la avaricia de tener siempre más y el miedo a volverlo a perder. No sin razón se llama a esto «capitalismo de casino» (Hans Küng, Ética Mundial en América latina, Editorial Trotta, 2008, p. 59). La nueva constelación política-económica global no puede fundarse en un pluralismo arbitrario «postmoderno». Más bien presupone un consenso social con respecto a determinados valores, derechos y deberes fundamentales (Hans Küng, o.c., p.49).

¿Qué dice la �losofía al respecto? Presentamos en primer lugar el pensamiento �losó�co de Friedrich Nietzsche, Jean Francois Lyotard y Javier Gomá sobre esta temática. Los tres autores analizan desde diferentes enfoques la problemática. Terminaremos el artículo con una referencia a las propuestas de solución de Aristóteles y Kant, en quienes se inspiran los �lósofos actuales.

La Modernidad se caracterizaba por considerar la razón como la herramienta principal para construir la sociedad. Fue una reacción contra el sistema monárquico, donde la voluntad del rey era la norma y la ley. El pensamiento de John Locke y posteriormente los �lósofos franceses y la revolución en Paris se oponían a una autoridad arbitraria y planteaban que todos eran iguales ante la ley. En el liberalismo tradicional la ley, producto de la razón y de la voluntad de todos, a su vez, protege la libertad de cada uno. Si todos cumplen la ley, todos vivirán en libertad.

A pesar de los ingentes aportes cientí�cos y tecnológicos de la Modernidad que permitían un gran avance para la humanidad, surge en el siglo XIX el cuestionamiento de la Modernidad. Sus máximos exponentes fueron Marx, Nietzsche y Freud que cuestionaban la razón.

Ellos están al inicio de la época que se llamará posteriormente la postmodernidad.

El pensamiento de Marx es determinista y no deja ningún espacio para el sujeto con sus ideas, ideales y valores. El comunismo no es un valor o un ideal sino un futuro que está previsto en el curso de la historia. Este futuro vendrá inevitablemente por las leyes deterministas del proceso de la naturaleza, es decir, del desarrollo de las fuerzas tecnológicas de producción. La historia está regida por leyes económicas inevitables. El socialismo tiene un carácter cientí�co. Los trabajadores son productores de una cultura que no conocen.

Freud descubre la existencia de la subconsciencia que in�uye en las decisiones y comportamientos del hombre, independientemente de la razón.

¿Cómo pueden entenderse los conceptos de «sujeto», «razón» y «autonomía» tras el psicoanálisis?

I. Análisis de la Problemática

1. La Deconstrucción de la Razón y de la Ética o el Antihumanismo de F. Nietzsche

a. Precursor de la Post ModernidadF. Nietzsche es considerado como el precursor de la Postmodernidad. Además se le

considera el máximo exponente de la Postmodernidad (Luc Ferry, Apprendre a Vivre, Ediciones Plon, 2006, p.173).

¿Por qué Nietzsche emprenderá una crítica radical contra el racionalismo y el humanismo de la Ilustración?

La �losofía moderna había eliminado el cosmos y criticado la autoridad religiosa para reemplazarlos por la razón y la libertad con valores construidos sobre la humanidad. Sin embargo, la base de este pensamiento era la duda radical planteada por Descartes. La duda radical elimina toda tradición y hasta la misma ciencia se inspira en este principio de crítica permanente. Descartes puso en movimiento un espíritu crítico que nadie podrá detener. Para Nietzsche, los modernos siguen siendo «creyentes» porque siguen creyendo, ya no en Dios, sino en ideales superiores a la vida como los derechos del hombre, la ciencia, la razón, la democracia, el socialismo, el progreso, la igualdad etc. Nietzsche lo llama una religiosidad sin Dios, ídolos que el va a destruir. Para Nietzsche el ideal es la mentira que pesa sobre la humanidad. Nietzsche y sus seguidores ya no creían en la universalidad de las leyes. Los grandes horrores, destrucciones masivas de las guerras, racionalmente plani�cadas, armamento so�sticado, patrimonio genético hacen dudar de los gobiernos constitucionales y sus legitimaciones.

Ya no se trata de construir un mundo humano, un reino de los �nes donde los hombres serán iguales en dignidad. La democracia es una nueva ilusión religiosa. La democracia es una forma degenerada de la organización política, una decadencia de la humanidad que lleva a la mediocridad.

Para Nietzsche todos los ideales o valores, de derecha o de izquierda, tienen una estructura teológica, es decir, buscan algo superior o trascendental a la vida. Ellos no quieren ayudar a la humanidad sino condenar la vida misma en lugar de asumirla tal como es. Cada juicio pertenece a la vida misma y no puede situarse fuera de ella. La tarea consiste en liberarse de las creencias y las lógicas sociales.

Los modernos inventaron el espíritu crítico pero este mismo espíritu se torna ahora contra ellos mismos. La razón cuestiona todo. Por este motivo, Nietzsche, Marx y Freud serán considerados los �lósofos de la sospecha, porque buscan desenmascarar las ilusiones de la Ilustración o del Humanismo clásico. Ellos buscan detrás de los valores o de la nobleza de sentimientos, los intereses o las verdades escondidas, inconscientes, que pertenecen a los instintos. El siglo diecinueve cuestiona la fe en la Razón y en la Libertad de la Modernidad. Nietzsche quiere hacer tabla rasa del pasado.

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CONVERSATORIO

Con gran éxito se desarrolló esta actividad académica engalanada por los profesores y autoridades de nuestra Facultad.

La mesa estuvo formada por el doctor Amador Navarrete Canales, reconocido periodista y director de la Sección de Postgrado, quien con gran maestría nos ilustró sobre el Tema: La ética del profesional en periodismo.

Luego estuvo el magíster Miguel Valdez Orriaga, decano del Colegio de RR.PP., quien atrajo el interés del público con su magistral disertación: La ética del profesional en RR.PP.Y para darle un marco dentro de las comunicaciones el doctor Alan Patroni Marinovich, director de la Escuela Profesional de Ciencias de la Comunicación, desarrolló la ponencia: La ética del comunicador frente a la crisis moral.

EL COMUNICADOR SOCIALEN EL SIGLO XXI Y LA ÉTICAPROFESIONAL

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Por Ghiovani Hinojosa

Fui redactor del suplemento dominical de La República por tres años. Escribía dos textos por semana, uno grande y relativamente complejo, y otro pequeño y fácil. Los martes entregaba la nota pequeña; y los jueves, la grande. Los viernes nos reuníamos para de�nir los temas. Los sábados y domingos eran días de descanso.

Como el tiempo que teníamos para hacer un texto era corto (dos días) debía abordar temas asequibles, que no implicaran mucho reporteo. Así, muchas de mis notas se basaban en una sola entrevista con alguien, y varias veces provenían de los planes de agentes de prensa y relaciones públicas. Esto aligeraba mucho el trabajo. Con frecuencia me descubría consultando las mismas fuentes: profesores de la Universidad Católica, activistas medioambientales, artistas extravagantes, entre otros personajes típicos de un medio de centroizquierda. Y al escribir recurría a más de un artilugio retórico.

Domingo, como se llama el suplemento, se dejaba in�uir por la agenda de los días especiales: Día de la Madre, Día del Padre, Fiestas Patrias, Navidad, etc. Concebida como una revista que ante todo debe entretener al lector, seguía de cerca los estilos de vida de este y le daba consejos.

Luego me he convertido en redactor del semanario “Hildebrandt en sus trece”. Allí el periodismo se vive de un modo diferente. Realizamos una nota a la semana, que de�nimos los miércoles al borde de la medianoche. Nuestro trabajo de campo empieza el jueves y suele extenderse al sábado e, incluso, domingo. Los dos últimos años he pasado mis cumpleaños fuera de casa: el 2013 visitando a un violador preso en el penal de Aucallama, Huaral (en Domingo nunca había pisado una cárcel); y este año, recorriendo los poblados que están en las faldas del volcán Ubinas (Moquegua), que ha empezado a erupcionar. Creo ahora que el periodismo es una misión y que está por encima de los asuntos personales.

La publicación dirigida por César Hildebrandt fomenta en sus redactores un espíritu �scalizador. Él cree que el periodismo debe denunciar las injusticias con razones y belleza. Es decir, combinando el reporteo exhaustivo con una prosa briosa. El semanario, además, hace gala de una proeza editorial: sobrevivir sin un solo aviso publicitario. ¿Cómo lo hace? Los lectores, comprando la revista, pagan nuestros sueldos.

Con el tiempo he aprendido a valorar la simpleza en la redacción, el dato duro, la contención narrativa. He empezado a escribir con menos adjetivos y más sustantivos. He empezado a llenarme de papeles que corroboran mis a�rmaciones. He empezado a buscar la primicia en las calles.

Luego de un año y medio de trabajar con Hildebrandt, me he dado cuenta de que hay que estar dispuesto a sacri�car todo por el lector, empezando por nuestros �nes de semana. El periodista es aquella persona feliz de perderse en una mar de datos intrincados para emerger, airoso, con un texto claro. La felicidad del lector es su felicidad.

Y ponerse del lado de la víctima en un artículo periodístico es una forma de mejorar la realidad. El año pasado hice una nota sobre Dalila Orellana Córdova de Ramos, una mujer de 59 años que murió por una negligencia médica en la clínica Javier Prado. Una pericia realizada por la Sociedad Peruana de Auditoría Médica probó la mala praxis: la señora entró a la clínica con un dolor de estómago y salió con los pulmones llenos de pus. La había atendido un falso neumólogo. Mi artículo relató los hechos con veracidad e indignación. Cinco meses después, INDECOPI sancionó a la clínica Javier Prado con 25 unidades impositivas tributarias (95.000 soles).

TESTIMONIODE UN APRENDIZ

PERIODISMO

Page 9: Boletín AGEPCC | octubre 2014

Por Ghiovani Hinojosa

Fui redactor del suplemento dominical de La República por tres años. Escribía dos textos por semana, uno grande y relativamente complejo, y otro pequeño y fácil. Los martes entregaba la nota pequeña; y los jueves, la grande. Los viernes nos reuníamos para de�nir los temas. Los sábados y domingos eran días de descanso.

Como el tiempo que teníamos para hacer un texto era corto (dos días) debía abordar temas asequibles, que no implicaran mucho reporteo. Así, muchas de mis notas se basaban en una sola entrevista con alguien, y varias veces provenían de los planes de agentes de prensa y relaciones públicas. Esto aligeraba mucho el trabajo. Con frecuencia me descubría consultando las mismas fuentes: profesores de la Universidad Católica, activistas medioambientales, artistas extravagantes, entre otros personajes típicos de un medio de centroizquierda. Y al escribir recurría a más de un artilugio retórico.

Domingo, como se llama el suplemento, se dejaba in�uir por la agenda de los días especiales: Día de la Madre, Día del Padre, Fiestas Patrias, Navidad, etc. Concebida como una revista que ante todo debe entretener al lector, seguía de cerca los estilos de vida de este y le daba consejos.

Luego me he convertido en redactor del semanario “Hildebrandt en sus trece”. Allí el periodismo se vive de un modo diferente. Realizamos una nota a la semana, que de�nimos los miércoles al borde de la medianoche. Nuestro trabajo de campo empieza el jueves y suele extenderse al sábado e, incluso, domingo. Los dos últimos años he pasado mis cumpleaños fuera de casa: el 2013 visitando a un violador preso en el penal de Aucallama, Huaral (en Domingo nunca había pisado una cárcel); y este año, recorriendo los poblados que están en las faldas del volcán Ubinas (Moquegua), que ha empezado a erupcionar. Creo ahora que el periodismo es una misión y que está por encima de los asuntos personales.

La publicación dirigida por César Hildebrandt fomenta en sus redactores un espíritu �scalizador. Él cree que el periodismo debe denunciar las injusticias con razones y belleza. Es decir, combinando el reporteo exhaustivo con una prosa briosa. El semanario, además, hace gala de una proeza editorial: sobrevivir sin un solo aviso publicitario. ¿Cómo lo hace? Los lectores, comprando la revista, pagan nuestros sueldos.

Con el tiempo he aprendido a valorar la simpleza en la redacción, el dato duro, la contención narrativa. He empezado a escribir con menos adjetivos y más sustantivos. He empezado a llenarme de papeles que corroboran mis a�rmaciones. He empezado a buscar la primicia en las calles.

Luego de un año y medio de trabajar con Hildebrandt, me he dado cuenta de que hay que estar dispuesto a sacri�car todo por el lector, empezando por nuestros �nes de semana. El periodista es aquella persona feliz de perderse en una mar de datos intrincados para emerger, airoso, con un texto claro. La felicidad del lector es su felicidad.

Y ponerse del lado de la víctima en un artículo periodístico es una forma de mejorar la realidad. El año pasado hice una nota sobre Dalila Orellana Córdova de Ramos, una mujer de 59 años que murió por una negligencia médica en la clínica Javier Prado. Una pericia realizada por la Sociedad Peruana de Auditoría Médica probó la mala praxis: la señora entró a la clínica con un dolor de estómago y salió con los pulmones llenos de pus. La había atendido un falso neumólogo. Mi artículo relató los hechos con veracidad e indignación. Cinco meses después, INDECOPI sancionó a la clínica Javier Prado con 25 unidades impositivas tributarias (95.000 soles).

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CONOCIÉNDONOS

¿Cómo descubriste que querías dedicarte a la publicidad?

Fue una casualidad y gracias a la Universidad. En el 2004 había tenido un buen rendimiento académico y, por ser un alumno destacado, me invitaron a participar en un concurso publicitario en Colombia. Me fue bien, gané el concurso y esa fue mi primera experiencia trabajando en publicidad. Conocí la adrenalina, el ritmo de trabajo publicitario y me di cuenta de que eso era lo que me gustaba.

¿Cuál es la campaña publicitaria en la que has trabajado que más recuerdas?

Probablemente la más reciente del “DNI Feliz”, que ganó el premio Cannes, porque fue un proyecto bien ambicioso y que buscaba dar un poco más de felicidad a los peruanos que no necesariamente eran los más felices como los mostraba la publicidad de otras marcas. Así decidimos hacer este experimento que era básicamente invitarlos a sonreír, y al no haber ninguna restricción por ley, decidimos hacerlos sonreír en los documentos de identidad. Esta campaña nos da mucho orgullo porque fue el primer Grand Prix que ganó Perú y McCann a nivel de Latinoamérica.

LA PUBLICIDAD PERUANAPASA POR UN BUEN MOMENTO,PERO AÚN DEBEMOSMEJORAR

Rodrigo Revoredo

¿Cuál crees que sería la clave para este galardón?

Hubo dos aspectos fundamentales, una investigación profunda y la genialidad de la creatividad. Yo recibí un “brief” que nos pedía celebrar que estábamos en un momento lleno de felicidad y crecimiento del país. Sin embargo, mi trabajo debía encontrar evidencias de esa hipótesis para ver si era verdad o no, y encontramos que a nivel de identidad no éramos felices. Si celebrábamos esa aparente felicidad en una publicidad no iba a ser algo cierto. Luego de este análisis, compartimos con el área creativa que se debía buscar una identidad más feliz. Pensamos en varios símbolos de identidad y lo más cercano es nuestro DNI, en donde nadie sonríe. Allí surgió la idea de empezar una campaña para hacer sonreír a los peruanos. ¿Este Grand Prix nos puede hacer pensar que la publicidad peruana está pasando por uno de sus mejores momentos?

Yo creo que hace bastante tiempo existe un producto creativo mejor; el tema es que varias agencias están estableciendo entre sus prioridades el logro de premios. McCann hace tres o cuatro años no inscribía nada en Cannes, pero de pronto nos ha parecido que es interesante que se reconozca el trabajo de nosotros a nivel internacional. Esto produce que crezca el número de inscripciones y por otra parte el cliente se da cuenta de que la creatividad y el impacto publicitario de las campañas es importante para sus objetivos. Existen tantos medios que los clientes necesitan diferenciarse y para lograr eso la creatividad es básica. Sin embargo, lo que todavía falta por mejorar es una comprensión más holística de la disciplina publicitaria, entender de que no se trata de agencias sino de ideas y que todas las áreas estén desarrolladas y disciplinadas. ¿Cuán importante fue tu paso por la Universidad de San Martín de Porres para conseguir lo que ahora estás logrando?

No hubiese sido publicista sino hubiera tenido la oportunidad que me dio la Universidad para ir a un concurso en Colombia. Además, lo más importante que me ha pasado en la vida es ser papá, y a mi esposa la conocí en la Universidad. Así que estudiar aquí ha cambiado mi vida positivamente, desde todo punto de vista.

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¿Cómo descubriste que querías dedicarte a la publicidad?

Fue una casualidad y gracias a la Universidad. En el 2004 había tenido un buen rendimiento académico y, por ser un alumno destacado, me invitaron a participar en un concurso publicitario en Colombia. Me fue bien, gané el concurso y esa fue mi primera experiencia trabajando en publicidad. Conocí la adrenalina, el ritmo de trabajo publicitario y me di cuenta de que eso era lo que me gustaba.

¿Cuál es la campaña publicitaria en la que has trabajado que más recuerdas?

Probablemente la más reciente del “DNI Feliz”, que ganó el premio Cannes, porque fue un proyecto bien ambicioso y que buscaba dar un poco más de felicidad a los peruanos que no necesariamente eran los más felices como los mostraba la publicidad de otras marcas. Así decidimos hacer este experimento que era básicamente invitarlos a sonreír, y al no haber ninguna restricción por ley, decidimos hacerlos sonreír en los documentos de identidad. Esta campaña nos da mucho orgullo porque fue el primer Grand Prix que ganó Perú y McCann a nivel de Latinoamérica.

¿Cuál crees que sería la clave para este galardón?

Hubo dos aspectos fundamentales, una investigación profunda y la genialidad de la creatividad. Yo recibí un “brief” que nos pedía celebrar que estábamos en un momento lleno de felicidad y crecimiento del país. Sin embargo, mi trabajo debía encontrar evidencias de esa hipótesis para ver si era verdad o no, y encontramos que a nivel de identidad no éramos felices. Si celebrábamos esa aparente felicidad en una publicidad no iba a ser algo cierto. Luego de este análisis, compartimos con el área creativa que se debía buscar una identidad más feliz. Pensamos en varios símbolos de identidad y lo más cercano es nuestro DNI, en donde nadie sonríe. Allí surgió la idea de empezar una campaña para hacer sonreír a los peruanos. ¿Este Grand Prix nos puede hacer pensar que la publicidad peruana está pasando por uno de sus mejores momentos?

Yo creo que hace bastante tiempo existe un producto creativo mejor; el tema es que varias agencias están estableciendo entre sus prioridades el logro de premios. McCann hace tres o cuatro años no inscribía nada en Cannes, pero de pronto nos ha parecido que es interesante que se reconozca el trabajo de nosotros a nivel internacional. Esto produce que crezca el número de inscripciones y por otra parte el cliente se da cuenta de que la creatividad y el impacto publicitario de las campañas es importante para sus objetivos. Existen tantos medios que los clientes necesitan diferenciarse y para lograr eso la creatividad es básica. Sin embargo, lo que todavía falta por mejorar es una comprensión más holística de la disciplina publicitaria, entender de que no se trata de agencias sino de ideas y que todas las áreas estén desarrolladas y disciplinadas. ¿Cuán importante fue tu paso por la Universidad de San Martín de Porres para conseguir lo que ahora estás logrando?

No hubiese sido publicista sino hubiera tenido la oportunidad que me dio la Universidad para ir a un concurso en Colombia. Además, lo más importante que me ha pasado en la vida es ser papá, y a mi esposa la conocí en la Universidad. Así que estudiar aquí ha cambiado mi vida positivamente, desde todo punto de vista.

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