Boleti n Filarmo nica 24 MaquetaciÛn 1 · tación musical: el violinista Fritz Kreisler. Recuerdos...

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Marzo, 2014. Bilbao Núm. 24 D.L.: 1278-07 · ISSN: 1886-5437 de la Sociedad Filarmónica de Bilbao El oletín b

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Marzo, 2014. Bilbao Núm. 24D.L.: 1278-07 · ISSN: 1886-5437

de la Sociedad Filarmónica de Bilbao

El oletínb

EN PORTADA:

Dibujo de la Sala de Conciertos de la Sociedad Filarmónica de Bilbao realizado por Jorge García (Bilbao, 2014)

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Sociedad Filarmónica de Bilbao

presentación

ESTE NÚMERO ESTÁ LLENO DE RECUERDOS, algunos cercanos, otros lejanosen el tiempo pero que, por diversas circunstancias, se han agrupado para

con figurar este Boletín que hace ya el número veinticuatro.

De cara a la primavera, queremos dejar constancia de una temporada de gran ca -li dad con muchos conciertos que creemos quedarán en nuestro recuerdo perotam bién tenemos que corroborar una vez más las grandes dificultades económi-cas en las que nos vemos inmersos. Esperamos que con el esfuerzo de todos, in -clui das las aportaciones de nuevos socios tan necesarias, lograremos seguir ade-lante por el camino que nos hemos trazado.

Iniciamos este Boletín con un recuerdo, para mí sentimental, de aquel grandísi-mo director que fue Claudio Abbado y de su única visita a Bilbao.

El trabajo sobre la Sociedad Filarmónica de Madrid nos aporta unos conoci-mientos sobre una sociedad hermana de indudable interés con quien tantos artis-tas y aventuras musicales compartimos, como dice su autor. Un capítulo esencialen la historia de la música de nuestro país.

La semblanza histórica está dedicada a una de las figuras estelares de la interpre-tación musical: el violinista Fritz Kreisler. Recuerdos a través de su juventud enViena y París llenos de retazos emocionantes, de su carrera artística, de anécdo-tas divertidas, de la guerra del 14, de su época de Berlín, de su huida de Alemaniaa Estados Unidos donde residió hasta su muerte, de su única actuación en la So -cie dad Filarmónica cuando estaba en el apogeo de su fama...

La entrevista está protagonizada por Thomas Hampson. Este gran barítono, quenos visitaba por primera vez, nos dejó un recuerdo imborrable.

Unas notas referidas a nuestras actividades y efemérides más recientes completaneste número.

Asís de AznarPresidente de la Sociedad Filarmónica de Bilbao

EL PASADO 20 DE ENERO falleció enBo lonia uno de los grandes directo-

res de nuestra época. No pretendo cones te comentario hacer una semblanza deeste insigne y extraordinario directorque, por lo demás, todos los medios deco municación han hecho. Su carrera alfren te de las mejores orquestas y óperasdel mundo es bien conocida.

Lo que me gustaría recordar aquí es suúni ca visita a Bilbao en 1987 con laCham ber Orchestra of Europe de la ma -no de la Filarmónica. Cuando tuvimos laoportunidad de participar en la gira deesta orquesta con él, no lo dudamos ennin gún momento. La única condiciónque nos pusieron y que, por supuesto,acep tamos era que, al ser el inicio de lagi ra y el reencuentro de muchos instru-mentistas, dispusieran de nuestra saladu rante tres días para los ensayos que serea lizarían antes del concierto.

Aunque el concierto se podría haber ce -le brado en nuestra sala, como despuésde los ensayos nos comentó Abbado,da da la importancia del acontecimientoy la colaboración del Patronato “JuanCrisóstomo de Arriaga” de la OrquestaSinfónica de Bilbao ya habíamos deci-dido hacía tiempo celebrarlo en el Tea -tro Arria ga, con mayor aforo y, por lotan to, abierto a más público.

Desde el primer momento en que fui are cibirle al aeropuerto, mi primera im -pre sión fue inmejorable, por su senci-llez y simpatía. Pronto se estableció unaflui da comunicación entre nosotros y seor ganizaron los planes de ensayo dema ñana y tarde en nuestra Filarmónica.En su primera visita a la sala vio consor presa en el camerino principal la fo -to de su padre Michelangelo Abbado,vio linista y director, que nos había visi-tado en 1946 al frente de la Orquestade Cámara de Milán. Desde aquel día,las fotos de ambos cuelgan juntas en elca merino de directores.

A lo largo de aquellos días, tuve la suer-te y el privilegio no sólo de asistir a losensayos y hacer unas fotos de recuerdo,si no también de charlar y comentar conél las obras que iba a dirigir. La Cham -ber Orchestra of Europe ya había es -tado con nosotros en tres ocasiones yde mostrado su calidad. En aquellosmo mentos, Abbado era su consejeromu sical y este hecho dice mucho de suin terés y dedicación que prestó a los jó -ve nes con ésta y otras orquestas.

Claudio Abbado fundó y colaboró conuna serie de orquestas, muchas formadaspor jóvenes músicos, que son las que me -jor representan su ideal musical. Desdela European Union Youth Or ches tra y la

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CLAUDIO ABBADO en el recuerdo

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fue espléndido. El programa, a mi mo dode ver, fue muy interesante con obrasque no estaban en el repertorio ha bitual.Comenzó con la Serenata nº2 de Brahms,continuó con la Suite de Pul cci ne lla de Stra -vins ki para terminar con la Cuarta Sinfoníade Schubert en una versión impresionan-te, para mí toda una re velación que yaha bía podido apreciar en los ensayos. Elconcierto culminó con la propina: unavi brante y estupenda interpretación de laObertura Egmont de Beethoven.

Al acabar el concierto teníamos previs-to, con un reducido grupo de amigos,ce lebrar una cena en casa con Claudio.

Gustav Mahler Jun gen dor ches ter hasta ladel Festival de Lucerna, de la que forma-ban parte músicos de gran renombre y laOrquesta Mozart de Bo lonia. De hecho,ningún otro director de su generacióninspiró la creación de tantos conjuntosnuevos. También co laboró con laOrquesta Simón Bo li var del sistema deorquestas de José An to nio Abreu enVenezuela, de la que han salido directo-res como Gustavo Du damel.

Llegó el día del concierto –10 de di -ciem bre– y el Teatro Arriaga presentabaun aspecto brillante dada la expectacióncreada. Qué decir del concierto, sino que

Claudio Abbado dirigiendo a la Chamber Orchestra of Europe durante uno de los ensayos en la Sociedad Filarmónica de Bilbao

Allí fuimos entusiasmados por el con-cierto y comenté a los invitados que nole gustaba que le llamaran maestro yque se dirigieran a él por su nombre.Una de mis invitadas, nada más llegar yan tes de las presentaciones, se dirigió aél y le saludó con un “Come va Clau -dio” que quedó muy natural y pronto lareu nión fue muy distendida. Mi mujer,Ju lia, había preparado una merluza fritacon pimientos que fue muy alabada porAbbado y luego recuerdo que en la so -bre mesa se retransmitía un partido de lacopa de Europa, en la que jugaba el Mi -lan, que le apetecía ver. En ese ambien-te informal estuvimos comentando deto do de manera muy cordial.

Era reciente, 1986, el li bro que Claudiohabía escrito para los jóvenes “La Casadei Suoni”. Yo tenía la edi ción francesaque salió al mismo tiem po que la origi-nal. Se la enseñé y enseguida nos la dedi-có a Julia y a mí. No me resisto a trans-cribir la presentación que hace en estelibro y que tanto dice de su preocupa-ción por los jóvenes:

“He aceptado escribir este libro ya quedesde que dirijo orquestas de jóvenesmúsicos –en particular la formacióneu ropea enteramente hecha por chicos ychicas con edades que oscilan entrecatorce y veintitrés años- he encontradoen ellos un entusiasmo, un impulso nomermado ni estropeado por la profe-

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Fotografía dedicada a la Sociedad Filarmónica de Bilbao

sión o, como ocurre a veces, por la exis-tencia. Su entera disposición así comola frescura de su interpretación me hanenseñado mucho y me aportan todavíanumerosas alegrías. En efecto, me es -fuer zo en mantener vivace esta relaciónde aprendizaje recíproco. He aquí porqué dedico este pequeño trabajo a to -dos los jóvenes en testimonio de mi re -co nocimiento y de mi amistad para elconjunto de los que consideran la músi-ca como una razón de vivir”.

También quiero destacar un párrafo delmismo libro en el que Abbado relata suexperiencia cuando a los siete años lelle varon a un concierto en la Scala quedirigía el maestro Antonio Guarneri.“Des de el paraíso me inclinaba hacia laescena y divisaba como en un sueñogrupos de músicos, todos pequeños ylejanos, pero también delante de ellos

un hombre que agitando sus dedos de -sen cadenaba sonidos de gran belleza.(Se trataba de los Nocturnos de De -bussy). De vuelta a casa escribí inme-diatamente en mi diario: yo también, undía, dirigiré esta obra”. Toda una sor-prendente y emocionante premoniciónde su carrera, siendo tan niño.

Creo que, tras la cena, se fue muy con-tento al hotel. Luego me dijeron que nosolía retirarse tarde, pero aquella vez sílo hizo, por lo que fue una gran satis-facción para todos. Sólo un año mástarde fue designado Director titular dela Orquesta Filarmónica de Berlín.

He tenido, a lo largo de los años, mu -chas ocasiones de escuchar a ClaudioAbba do en óperas y en conciertos, peroaque llos días inolvidables quedarán enmi recuerdo para siempre.

A. A.

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Programa del concierto dirigido por Abbado en Bilbao

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MADRID, comienzos del siglo XX.El panorama musical, en cuanto

a conciertos se refiere, resulta desola-dor. La Sociedad de Conciertos y la So -cie dad de Cuartetos han pasado a mejorvida. “Hacía un año que en Madrid nose oía mú sica. En los comienzos de lapri ma ve ra dio un concierto la Fi lar mó -nica de Berlín dirigida por el maestroNi kisch, y tan inmensa impresión pro -dujo, que el deseo de escuchar pe rió di -ca mente las obras de los grandes com -positores, se hi zo latente” escribe Jo séBo rrell, futuro presidente de la So cie -dad Filar mó ni ca de Madrid.

Impulsados por el gusto por el asocia-cionismo musical y por la necesidad dereu nir se con fines artísticos para escu-char música y verse en sociedad, FélixAr teta, Fé lix Borrell y Agustín Lhardyde ciden dar forma a la idea de una so -ciedad filarmónica. Se convoca una reu-nión en el Ate neo madrileño y el 30 deabril de 1901 la Sociedad FilarmónicaMadrileña (así se denominó en su fun-dación) queda constituida con sus 291socios.

Para entonces ya había nacido nuestraSo ciedad Filarmónica de Bilbao y pocodes pués vieron la luz las de Vitoria, LaCoruña, Zaragoza, Pamplona, Oviedo,Salamanca, León... a su vez reflejo deotras asociaciones musicales del sigloan terior como las sociedades wagneria-nas, la Sociedad Nacional de Música ola Asociación de Cámara de Barcelona.

Pronto la Sociedad Filarmónica de Ma -drid adquiere tal relevancia que durantesus primeros 20 años apenas tiene com-petencia en la capital, consiguiendo reu -nir ya en su segundo año a 1.100 sociosy otros cientos en cola de espera. Las se -des elegidas para los recitales son el Tea -tro Español y el Teatro de la Come dia.La cuota mensual, cinco pesetas.

La Sociedad vive la monarquía de Al -fon so XIII, la dictadura de Primo deRi vera y la Segunda República, pero sede fine siempre como una instituciónpri vada e independiente de los poderespo líticos y económicos. Eso sí, entresus socios aúna todos los elementosbur gueses, aristocráticos e intelectualesdel momento en Madrid. Músicos co -mo Conrado del Campo o Tomás Bre -tón, intelectuales como Galdós o lamis mísima reina y las infantas fueronso cios y asiduos a sus recitales.

En 1915, mientras el resto de Europa sehunde, España, declarada neutral en laPri mera Guerra Mundial, experimentaun notable resurgir económico. Las clasesmenos favorecidas pueden acceder a ins-tituciones como la Sociedad Fi larmónica,y en Madrid llega a haber hasta tres or -questas en activo: La Or questa Sin fó nicade F. Arbós, la Or ques ta Filar mó nica deP. Casas o la Or questa Clásica de Madridde Arturo S. del Valle. Incluso hay días enque uno pue de elegir entre 2 y 3 concier-tos en la misma tarde.

SOCIEDAD FILARMÓNICA DE MADRID(1901-1936)

La Sociedad cumple una labor educativafundamental en la España de entonces yabre a nuestro país el repertorio ex tran -jero, sobre todo en música de cámara ypiano. Pronto se la conoce co mo la “ca -tedral del género” por la continua pre -sencia de las grandes formaciones decuartetos de cuerda. Además, al igualque otras sociedades filarmónicas, esti-mula la creatividad de muchos composi-tores nacionales de la época gracias a laactividad promocional y divulgativa.

Como apuntan en sus primeras circula-res, se proponen programar las obrasme nos conocidas del público madrileñoy en las mejores condiciones posibles.Con los más prestigiosos intérpretes yutilizando las mejores ediciones musica-les, “más conformes con el original, quese interpreten al pie de la nota”, y que

desentrañe de ésta el espíritu que encie-rra y que en ella puso el alma su autor.

Es gracias a este espíritu emprendedorque se puede escuchar por primera vezen Madrid la música de Debussy,Schoen berg, Webern, Stravinsky, Bar -tók, Milhaud... así como la de innume-rables compositores españoles descono-cidos para el gran público.

La repercusión internacional de la So -cie dad es inmediata. Sirvan estas pala-bras del crítico inglés Henry Lafontaineen una conferencia en Londres en1910: “la intensa atención de la sala enes tos conciertos es verdaderamenteasom brosa. No conozco ninguna quepueda comparársele, salvo el teatro deBay reuth. Es una especie de reverentecom penetración entre el artista y eloyente. Deseo que pudiera crearse enLondres una Sociedad parecida“.

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Portada del programa de mano correspondiente al recital ofrecido por Ninon Vallin y Madeleine de Valmalète

en la Sociedad Filarmónica de Madrid el 19 de abril de 1926

El primer concierto acontece el 4 denoviembre de 1901, y a partir de en -ton ces se suceden una media de entrequince y veintidós recitales por tempo-rada. Como es habitual por entonces,ca da sesión se divide en tres partes, condos descansos de quince minutos.

Durante los 35 años de vida de la So cie -dad se puede escuchar en Madrid a lomás destacado del panorama musical in -ter nacional. Pianistas de la talla de Cor -tot, Schnabel, Backhaus, Horowitz, Lan -dows ka, Busoni, Bauer, Teresa Ca rre ño oGodowsky. Violinistas de primera tallamundial como Thibaud, Ysa ÿe, Kreisler,Mils tein, Enescu, Hu ber man, Szigeti...

Cuartetos de cuerda tan relevantes co -mo el Pro Arte de Bruselas, el Cuartetode Londres o el Rosé de Viena estrenanobras de Schoenberg, Ravel, Stravinsky,We bern o Bartók, en lo que fueron sindu da verdaderos acontecimientos musi-cales en la capital. Igualmente, el míticotrío Cortot-Thibaud-Casals hace sonarobras de Casella y Debussy jamás escu-chadas en España.

Mención especial merece el lied, formatoignorado en Madrid (y en España) has -ta entonces. De inmediato se convierteen la estrella de la sociedad y consiguentraer a las mejores voces femeninas delmomento: Geneviève Vix, Julia Culp,Ele na Gerhart, Lotte Leonard, Ni nonVa llin o María Gay. Varios musicólogosapuntan a la Sociedad Filar mó ni ca deMadrid como pionera en integrar estegénero en el panorama musical es pañol.

Entre muchos de los recitales que pasana la historia figuran, por ejemplo, el delfestival Ravel con la orquesta de P. Casasy el propio Ravel al piano y po dio en la

temporada 1923-1924. Igual men te, esemismo año, Falla interpreta su famosoRetablo y las Noches en los Jar di nes de España enlo que debió de ser una velada para elrecuerdo. Las cuatro se sio nes en quetocaron juntos F. Busoni con F. Kreislertambién se nos antojan históricas.

El 29 de mayo de 1936, con la sombrade la Guerra Civil planeando sobre Ma -drid, tiene lugar el último recital de laSo ciedad. Al igual que el día de su inau-guración, se interpretó el Cuarteto op.18 de Beethoven, el músico insignia dela Filarmónica, el más interpretado conmucha diferencia. Apuntemos que suintegral de cuartetos de cuerda llegó asonar hasta en cuatro ocasiones.

Tras la guerra, el panorama musical (ysocial) es completamente diferente y yanunca volvió a ver la luz el que fue du -ran te aquellos 35 años, posiblemente, elmayor referente musical en España. Pa -ra la historia quedan los 596 recitalesprogramados. Más de 4.000 interpreta-ciones de 521 compositores diferentes,47 de ellos, españoles.

Queremos rendir desde nuestro Boletínun merecido homenaje a aquella “socie-dad hermana”, con quien tantos artistasy aventuras musicales compartimos yque grabó con letras de oro un capítuloesencial en la historia musical madrile-ña y española. Esperemos que su ejem-plar espíritu emprendedor se contagie amuchas otras instituciones musicalesque están por venir.

B. E.

*Artículo escrito a partir del libro La So cie dadFilarmónica de Madrid. Contexto histórico y valora-ción del repertorio de José M. García Laborda.

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RUDOLF SIECZYNSKI fue un oscurocom positor vienés, cuatro años

más joven que Fritz Kreisler, y cuyonom bre se encuentra con dificultad enlos diccionarios. Su restringida fama re -si de casi exclusivamente en una delicio-sa canción, llena de nostalgia, que escri-bió en 1914: Wien, du Stadt meiner Träume(Viena, tú, Ciudad de mis Sueños). Despuésde cien años, esta canción sigue estandoviva en los programas de lied. Sieczynskifue autor de la música y el texto. Y tan -to la melodía como las palabras invocanel recuerdo de Fritz Kreis ler, que podríaha berlas firmado.

Porque Kreisler, que había nacido enVie na en 1875, era casi consubstancialcon su ciudad natal, cuya memoriaguar dó en su corazón durante toda suvi da, más aún durante los muchos añosde exilio. Su última composición, escri-ta en los Estados Unidos en 1942, llevael título de Viennese Rhapsodic Fantasietta(pa ra violín y orquesta) y, aunque no essu composición más inspirada, la obracanta el amor del compositor por suciu dad natal, lejana entonces y ocupadapor los nazis. No es sorprendente quela Fantasietta deje un sabor agridulce. Al -

gún crítico considera esta obra como laquin taesencia de Kreisler, y debo dis cre -par. Pienso que el Kreisler por ex ce len -cia está en el Caprice Viennois y sus im pe -re cederas Liebesleid y Liebesfreud que Rach -ma ninov inmortalizó en sus transcrip-ciones pianísticas. Escuchando la me -lodía The Old Refrain, otra de sus pe que -ñas joyas, es fácil trasladarse a un ima -ginario Café vienés de finales del si gloXIX. Un grupo de cíngaros desgrananla vieja melodía en una atmósfera car ga -da de humo y aroma de tabaco, mientraslos parroquianos leen perezosos los pe -rió dicos del día, y consumen, sin prisa,unas tazas de café o chocolate.

La Viena que conoció la infancia y laju ventud de Kreisler vio también el de -clinar de los Habsburgo. Después decin co siglos en el trono la dinastía enve-jecía con su emperador. Aunque, comoha señalado Frederic Morton1, el Im -perio Austriaco era una ficción dinásti-ca, venerable, frágil, soberbia, solamen-te aglutinada por la figura del Em pe ra -dor Franz Joseph I, cuya mente estabaan clada en el pasado.

FRITZ KREISLERRecordando a

«Wien, Wien, nur du alleinSollst stets die Stadt meiner Träume sein»

1 Frederick Morton, A Nervous Splendor (1979).

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semblanza histórica

En su reino, una es pecie de torre debabel, trece millones hablaban alemán,diez millones húngaro, cinco millonescheco, tres millones eslovaco, y unosmillones más hablaban diversas lenguaseslavas o árabes.

Sin embargo, mientras la dinastía declina-ba, destrozada por tragedias familiares,Viena, la capital del Imperio, des lum bra -ba con los suntuosos edificios le van tadosen la recién construida Rings trasse; laciu dad brillaba con sus artistas, y sus ha -bi tantes se entusiasmaban con la músicade los Strauss, el hún garo Franz Le har, elbohemio Gus tav Mahler o con las sinfo-nías de Anton Bruck ner. El ham burguésJohannes Brahms era otro vienés desde1863, y se ha bía convertido en el perfec-to manager de su propio éxito, cultivandola amistad con los ricos y famosos. Estono le im pedía ser tremendamente genero-so con sus amigos menos afor tunados.En tre los famosos se en con traba su con-temporáneo Johann Strauss (“el Rey delVals”), en cuya villa de verano pasabaagra dables vacaciones. Sin embargo,Brahms tenía que sufrir los ata ques musi-cales, violentos e injustos, de Hugo Wolf,el maestro del lied, convertido por untiem po en crítico musical del Wiener Sa lon -blatt. Con la misma violencia, Wolf acla-maba y elogiaba sin reservas la mú sica deRichard Wagner y, como Anton Bruck -ner, peregrinaba regularmente a Bay reuth.En Viena el arte se trans formaba con laspinturas de Gustav Klimt y Oscar Ko kos -chka y las nuevas armonías –o disonan-cias– de Arnold Schön berg, pero los vie-neses también dis frutaban con las opere-tas del Theater an der Wien o con unsimple paseo por el Prater, el gran parquejunto al Da nu bio.

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Friedrich “Fritz” Kreisler, nacido el 2de febrero de 1875, fue el mejor emba-jador de la Viena del siglo diecinueve almundo del veinte. En muchos aspectosla familia Kreisler fue típica de la clasemedia de su época en la que los unifor-mes eran reverenciados y la aristocraciaparecía inalcanzable. Solomon Kreisler,padre de Fritz, era un modesto doctor yviolinista amateur que adoraba la música,pero nunca se sintió inclinado o tuvo eltalento suficiente para convertirse enpro fesional. Entre sus amigos intelec-tuales se encontraba otro violinista ama-teur llamado Sigmund Freud, que mu -chas noches acudía a su casa para hacermú sica de cámara. Así, Kreisler crecióro deado de música y músicos. “Yo nacícon un sentido musical –confesó enuna ocasión– y conocí la música antesque mi abecedario. Por lo tanto, no me -rezco ningún crédito por mi arte. ¿Ala -ba la gente a los peces porque nadan oa los pájaros porque cantan?” Viena es -ta ba inundada de música, desde las ópe-ras de Wagner a los recitales de músicade cámara, los estrenos de Brahms o lasapariciones de Adelina Patti.

Realmente no había mejor lugar que Vie -na a finales del diecinueve para educar aun joven músico. Kreisler comenzó a to -car en un violín de juguete a los cuatroaños y al cumplir siete fue admitido en elCon servatorio de Viena. Pron to es tu diócom posición con el mis mo AntonBruck ner, un hombre que, años más tar -de, Kreisler describió como “una com bi -na ción de genio y sim plón”. Ya desde ni -ño, Fritz Kreisler se movía en un círculode instrumentistas y compositores quein cluía a Brahms, a quien conoció antes

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de cumplir diez años. En una entrevistaque concedió en Nueva York en 1955recordaba su temprana familiaridad conel compositor y la primera vez que escu-chó su magnífico Concierto para violinOp.77. Fue en Viena, y el intérprete eraBronislaw Huberman. “Él tenía catorceaños y yo alrededor de once o doce”.

“Tuve la inmensa fortuna –relataba enotra ocasión a Olin Downes del New YorkTimes– de participar con Brahms en cuar-tetos en los que más de una vez traía elmanuscrito de una nueva composiciónpara que hiciésemos una primera lectura.De vez en cuando nos in di caba que hicié-ramos una pausa, cambiaba una o dosnotas, o discutía la instrumentación de

un pasaje. Hablar con un dios del Olim -po como él, estar presente en la creaciónde una música su pre ma, es algo que notiene precio, un regalo inolvidable”.

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Viena no fue, sin embargo, el único ho -gar que tuvo Kreisler en su niñez. A losdiez años de edad se trasladó a París,don de recibió impresiones muy durade-ras, aunque menos formativas que las deViena. Una estancia de dos años en elConservatorio de París, acompañadopor su siempre delicada madre, fue elarranque y la base del profundo afectoque siempre mostró por Francia, y quefue correspondido durante su adultaca rrera por un público igualmente leal.

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Fritz Kreisler en los años 20

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El joven Kreisler no fue tal bombazo.Muy dotado en muchos aspectos y claromaestro de su instrumento, nunca inten-tó obtener el tipo de éxito que más tardedisfrutó Heifetz. No obstante, sólo con-taba trece años cuando realizó un tourpor los Estados Unidos con el pianistaucraniano Moriz Rosenthal, que le do -bla ba su edad y había sido discípulo deLiszt. La invitación había sido hecha aRosenthal, pero en aquella época pocosin térpretes se atrevían a ofrecer un recitalen solitario y el joven Kreisler era unaop ción adecuada. El crítico de The NewYork Times consideró que Kreisler (quesalió al escenario con pantalón corto)“no es todavía un fenómeno, pero es unjoven muy prometedor del que puedenesperarse grandes cosas”.

Pero la gira con Rosenthal debió de seren conjunto frustrante. Tan pronto co -mo regresó a Viena decidió, con el con-sentimiento de sus padres, dejar a un la -do sus ambiciones musicales y terminarsus estudios en el Piaristen Gymna -sium. En cualquier caso, esta decisiónabrup ta y sorprendente nunca ha sidoexplicada por completo.

En 1892, inseguro de la dirección queiba a seguir y consciente de que en dosaños le esperaba el servicio militar obli-gatorio, Kreisler se enroló en la facultadde medicina de la Universidad de Viena.Estos años de estudios de medicina per-manecieron con él, de una u otra forma,por el resto de su vida: en su dominiodel latín y el griego, en la comprensiónde sus propias enfermedades, y en suobsesión por coleccionar libros anti-guos, muchos de ellos textos de medici-na. Finalmente, en 1896, cumplidos susdeberes militares, regresó contento al

Allí trabajó el violín con Joseph Lam -bert Massart y estudió composicióncon Léo Delibes. El autor de Coppelia noocultaba su apasionada admiración porel sexo opuesto, al que trataba de con-quistar en cualquier oportunidad.

Tan exitoso fue el joven Fritz en sus es -tu dios –no importaba lo poco que prac-ticase– que dos años después de su en -trada en el Conservatorio obtuvo elPremier Prix, el más alto galardón quecon cedía esta institución. Era el año1887, había cumplido doce años, y es ta -ba al borde de una prodigiosa carreracuando volvió a Viena. Pero Kreisler re -gre saría a Viena, en música, si no física-mente, durante el resto de su vida. Por -que “Kreisler era Viena –dice uno de susbiógrafos– hasta la punta de su bi go te.Pasadas muchas décadas, nunca per dióese adorno de su cara ni su semblantevienés. Después de los muchos años quepasó en los Estados Unidos, ca sado conuna americana, nunca dejó de pareceruna figura de una opereta de Franz Le -hár, robusto, cortés, con un atractivo airemilitar, y rebosante de música”.

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“El más dotado niño prodigio siempresupone un desafío para el solista adul-to. Porque si un niño de ocho años pue -de tocar un Capricho de Paganini con elgarbo y la soltura de un violinista detreinta, ¿qué más puede hacer el músicode treinta?” –escribe Amy Biancolli ensu completa biografía Fritz Kreisler. Jas -cha Heifetz fue, por muchas razones,uno de los más pasmosos prodigios dela moderna historia del violín, no sien-do menor el terror que causaba entrelos virtuosos adultos que le escucharontocar de niño.

violín, el instrumento que había tratadodemasiado tiempo con negligencia. Unintervalo de tiempo que casi destruye sucarrera, que comenzó, verdaderamente,cuando cumplió veintiún años.

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Sin terminar el siglo, en marzo de 1899,Kreisler hizo una sensacional pre sen ta -ción en Berlín con el Concierto pa ra vio -lín de Vieuxtemps, en fa sostenido me -nor. Entre las celebridades que esa no chese sentaban en el Beethoven Hall se en -

con traba el gran violinista bel ga EugèneYsaÿe, que más tarde de cla ró: “FritzKreis ler es el Wieniaws ki de nuestrotiem po. Sé de lo que estoy ha blando por-que yo estudié con el gran po laco, y leescuché tocar muchas veces. Kreisler tie -ne un brillante futuro por delante”.

En 1909 se celebró una reunión en Ber -lín, en casa de Arthur Abell, el escritory cronista de celebridades musicales. Enesa ocasión Fritz Kreisler interpretó laScottish Fantasy de Max Bruch, acompa-ñado por el propio compositor al pia -

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Un joven Fritz Kreisler

no. Bruch confesaba después que“Kreis ler comunica una especie de ma -gia. Tiene un sonido maravilloso y meim presiona especialmente su estilo defraseo”. Pero ese mismo día Bruch que -dó doblemente sorprendido, porqueKreis ler se sentó al piano, ofreciendouna selección de valses de Strauss. “¡Pe -ro bueno! –exclamó Bruch– si Kreislerto ca el piano casi tan bien como el vio-lín. Sólo un vienés puede tocar los val-ses de Strauss con este charm”.

Queremos recordar otra noche berline-sa, tres años más tarde, también en casade Arthur Abell. Otra muestra delenor me talento musical de Fritz Kreis -ler. Un jovencísimo Jascha Heifetz ha -bía hecho su debut en Berlín interpretan-do el Concierto para violín de Tchai -kovs ky con un éxito clamoroso. Con es -te motivo Abell organizó una cena en sucasa en honor del debutante, y consi guióreunir a los violinistas más importantesde la ciudad. Terminada la comida Hei -fetz se ofreció para interpretar el Con -cier to de Mendelssohn y, al descubrirque no tenía la partitura para piano delacompañante, Kreisler, que era uno delos presentes, se levantó y muy amable leinsinuó: “¿Puedo tener el honor deacom pañarle?”; el vienés se sentó al pia -no y tocó todo el concierto de me moria.Al finalizar se produjo un si len cio ex -pec tante. Entonces Kreisler se le van tó ydirigiéndose a los invitados, en tre losque se encontraban artistas del ca librede Carl Flesch, Bronislaw Hu ber man,Juan Manén y Jan Kubelik, pro nunció lacélebre frase: “Caballeros, ya podemosromper nuestros violines...”. Dice la le -yenda que en cierta ocasión Pa derewskicomentó: “Si Kreis ler hu bie se decidido

ser pianista, estaríamos ahora murién-donos de hambre”.

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Fritz Kreisler conoció a Harriet Lies en1901. Kreisler volvía a Europa a bordodel Prince Bismarck, después de una gira enlos Estados Unidos con Josef Hof mann,y Harriet viajaba en el mismo bu que. Ylo que sucedió en el Bismarck podría ser laescena de una vieja película de Holly -wood. Kreisler entró en la barbería delbar co, que era también una tienda deregalos y souvenirs, y vio reflejado en unes pejo el rostro fascinante de una chicapelirroja que estaba probándose un som-brero. “Me enamoré de ella ins tan tá nea -mente –le confesó al escritor WilliamStid ger– porque ella me sonrió y yo lede volví la sonrisa. Esto fue el principio yel final para mí”. Fritz y Harriet se com-prometieron antes de finalizar su viaje enel Bismarck y, un año más tarde, se casaronen la Ciudad de Nueva York.

Harriet, nacida en Manhattan, era hijaúnica de George P. Lies, un rico comer-ciante de tabaco, y estaba divorciada deun hombre llamado Fred Woerz. Pareceque su carácter dominante desagradó,tam bién instantáneamente, a los amigosde Kreisler. Josef Hofmann exclamó alco nocerla “¿Quién es esta horrible mu -jer?”. Unos la llamaban “el comandan-te”, otros “el gendarme”, pero todoscoin cidían en que ella controlaba total yab solutamente al tolerante Kreisler. Al -guien la calificó de “vieja bruja”. Era fe -roz mente celosa y prohibía a su maridosocializar con otras mujeres cuando ha -cía las giras de conciertos. Aunque losde votos de Kreisler lo niegan, hay quiensos tiene que sin Harriet, constantemen-te empujando, Kreisler nunca habría he -

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cho la brillante carrera artística que hizo.Para empezar, Fritz no era tan am bicio-so como Harriet, le gustaba la compañíade los amigos, sentarse a jugar una buenapartida de poker o acomodarse en una bu -ta ca confortable con su colección de li -bros antiguos. Todo el mundo que le co -no cía sabía que odiaba ensayar.

En su interesante libro de memorias,Our Two Lives, Halina Rodzinski, laatrac tiva esposa de Artur, recuerda unaoca sión en la que su marido iba a diri-gir un concierto en Cleveland. El solis-ta era Kreisler, por quien Rodzinskisen tía especial admiración y cariño.“En el ensayo para el concierto –escri-be Halina– Kreisler se quitó la chaque-ta y se quedó en mangas de camisa y ti -ran tes junto a Artur que estaba prepara -do para comenzar. De repente Kreislerse volvió a él y le dijo ‘Artur, tú ya cono-ces este concierto. Yo también. Vá mo -nos a casa’. Por supuesto, el conciertore sultó perfecto” – termina Halina.

Tampoco carecía Kreisler de un ciertosen tido del humor, como se desprende

de una divertida historia que cuenta El -sa Maxwell, la conocida cronista de so -ciedad. Como es natural, el prestigiouni versal que rodeaba a Fritz Kreisler loconvertía en un invitado ilustre en lasca sas de snobs importantes. “Cierto día,una adinerada dama americana, residen-te en París, invitó a Kreisler a un partyque se celebraba en su casa, e inciden-talmente le dijo:

‘Como es natural, traerá usted su violín’.

‘Entonces me veré obligado a pedirle aus ted cincuenta mil francos’, replicóKreisler.

‘Siendo así, tendré que rogarle que no sesiente con mis invitados’, dijo la damacon insolencia.

Kreisler se inclinó,

‘En tal caso, serán sólo diez mil francos’”.

La historia, de ser cierta, diría muchode la agudeza mental y verbal de FritzKreis ler. Pero surge una duda. ArturoRubinstein, en sus memorias, no siem-pre absolutamente fiables, relata unahis toria similar en la que cambian los

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Fritz Kreisler y su mujer Harriet

personajes y el escenario. El protagonis-ta es el célebre pianista polaco IgnazPa derewski. La escena, una manor houseen la campiña inglesa.

Tampoco debemos profundizar en lahis toria del matrimonio de Fritz y Ha -rriet Kreisler. Amy Biancolly dedica unextenso capítulo de su biografía paratra tar de explicarlo. No cabe duda deque fue algo muy complicado y difícilde analizar, que constituyó un capítulotrascendental en sus vidas, pero que notiene cabida en estas páginas. Sea comofuere, estuvieron casados durante sesen-ta años, hasta que la muerte los separó.

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Las dos Guerras Mundiales dejaronpro fundas heridas físicas y emocionalesen Fritz Kreisler. En 1914 pensó quetenía un deber de lealtad con su patria ycon su anciano Emperador, a quien re -

ve renciaba, y se alistó como oficial delejército austriaco. Pero su experienciaen las trincheras, aunque fue breve (ca -yó herido después de cuatro semanas),re sultó traumática. Escribió un relatode esas semanas en las trincheras –TheWar Story of a Violinist– en el que decía:“Un día somos seres ordinarios, civili-zados. Dos o tres días más tarde nues-tra ‘cultura’ ha desaparecido, desechadaco mo ropa vieja, y somos brutalmentepri mitivos”. Cuando regresó a los Es ta -dos Unidos, a pesar de su matrimoniocon Harriet, fue considerado un enemi-go de América, especialmente despuésde 1917 (al entrar los Estados Unidosen la guerra), y rechazado en gran nú -me ro de círculos. Durante su convale-cencia y parcial retiro terminó de escri-bir su opereta Apple Blossoms que, finali-zada la guerra, se estrenó en Broadwayen octubre de 1919, y permaneció un

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Manuscrito de Schon Rosmarin con las correcciones realizadas por Kreisler

año en cartel. En ella tenían unos pape-les modestos los jóvenes Fred y AdeleAs taire. Para Kreisler escribir la operetafue un verdadero escape de la guerra yde su propio exilio musical.

Entre 1924 y 1939 Fritz y Harrietman tuvieron una casa en Grunewald, laprivilegiada zona residencial de Berlín.La mansión, construida en un parque

de varios acres, representaba un lujocon siderable para un matrimonio quesiem pre había mostrado unos gustospo co ostentosos. La casa, idílica y aisla-da, ofrecía a los Kreisler un verdaderohogar, un lugar donde obsequiar a susamigos, relajarse después de los concier-tos, disfrutar de la colección de librosantiguos y objetos de arte.

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Fotografía dedicada a la Sociedad Filarmónica

su amada Viena. Sin embargo nunca seaclararon los verdaderos motivos de sueventual huida de Alemania. En elotoño de 1939 Kreisler cruzó el Atlán -ti co hacia los Estados Unidos, dondere sidió el resto de su vida. En diciembrede 1942, un bombardeo aliado destru-yó su mansión de Grunewald y todoslos tesoros que contenía.

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La única actuación de Fritz Kreisler enla Sociedad Filarmónica de Bilbao –el12 de mayo de 1934– costó casi diezaños de espera. Durante este tiempofue ron innumerables los intentos para

Pero no eran buenos los vientos que so -pla ban sobre Alemania. Un año antesde instalarse los Kreisler en Grunewaldtuvo lugar el primer golpe de Hitlercon tra el gobierno de Weimar, predi-cando la intolerancia racial. En 1933lle gó a la Cancillería, en 1935 vino elrear me de Alemania (violando el Tra ta -do de Versalles) y en 1938 la ocupacióny anexión de Austria. Kreisler se sintióper sonalmente afectado por los aconte-cimientos que acompañaron al encum-bramiento de Hitler, se negó a actuar enuna Alemania nazi, y abandonó la ciu-dadanía austriaca cuando Hitler invadió

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Fotografía dedicada a la Sociedad Filarmónica

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contratarle realizados con sus agentes,Conciertos Daniel, que terminaban, in -va riablemente, en un rotundo fracaso. Yno por falta de buena voluntad de laagen cia, que escribía en 1926: “Cree -mos que no hay otro remedio que desis-tir de la actuación de este gran violinis-ta en provincias, pues ahora, al mandar-nos el contrato firmado para Madrid yBarcelona, nos dice que no le interesa ira provincias2, y que si se decidiera aacep tar alguna de estos conciertos, seríacon el cachet por él solicitado, o sea 2.500

dólares. No sería imposible que cuandollegue a España pudiéramos convencerlede que acepte condiciones más razona-bles, pero antes nos es im po sible inten-tarlo siquiera, pues es un artista suma-mente susceptible, y por un detalle dees ta categoría sería capaz de dejar elcon trato que tiene con nosotros”.

¿Sería esto una exageración, un temorinjustificado? Es cierto que el gran vio-linista vienés, que había eclipsado losúl timos años de Joseph Joachim y Eu -gè ne Ysaÿe, estaba considerado como elmaestro supremo, “el mejor violinistade nuestros tiempos”.

2 Parece, por alguna razón, que Barcelona no en -tra ba en la categoría de ‘provincias’.

Programa que ofreció Kreisler en la Sociedad Filarmónica de Bilbao

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Esto mismo, sin duda pensaban los so -cios de la Filarmónica que tuvieron labue na fortuna de escuchar su conciertoen 1934. La Sociedad se vistió de galay esa noche el triunfo de Kreisler hizohis toria.

“Con broche de oro ha cerrado la So cie -dad Filarmónica la temporada de con-ciertos” –escribió entusiasmado el crí -tico musical de El Noticiero Bilbaino–. “Na -da menos que el eminente y genial violi-nista Fritz Kreisler fue el que ayer nosofreció aquella Sociedad... Es el ins -trumentista admirable, el de la musicali-dad perfecta, de finura de sonido prodi-gioso; sus ejecuciones tienen un se llomuy especial, único, por su expresión y lanobleza de estilo. Su concierto, grandio-so, sublime, emocionó al au di torio”.

“Las ovaciones y aclamaciones se sucedie-ron en cada número del programa, y has -ta después de habernos obsequiado contres obras de propina, el público es pe ró supaso por el pasillo y aún en la puerta dela Filarmónica para tributarle una nuevaovación, siendo aclamado con ver daderoentusiasmo. Ciertamente que hasta ayerno habíamos escuchado a un artista de lamagnitud de Kreisler. Es sencillamentegenial, admirable, maravilloso”.

El programa había terminado, muyapro piadamente, con su Caprice Viennois.Kreisler tenía una elegancia natural quetrascendía a su manera de tocar. “Susonido tenía magia”.

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El 26 de abril de 1941, poco despuésde mediodía, Kreisler se disponía a cru-zar Madison Avenue a la altura de la ca -lle 57. Distraído, no se dio cuenta deque se había encendido la luz roja en el

se máforo, y se lanzó delante de la ca -mio neta de un repartidor de huevos. Elaccidente fue inevitable, y Kreisler que -dó inconsciente y gravemente herido.Cuando se descubrió su identidad fuetras ladado urgentemente a un hospitaldon de la situación, alarmante, se pro-longó día tras día, semana tras semana.Los médicos se limitaban a informarque el paciente seguía en coma. Casi unmes más tarde –el 23 de mayo– el hos-pital declaró, por fin, que Kreisler esta-ba fuera de peligro. Cuando recobró elconocimiento, sin embargo, no se diri-gió a los que le rodeaban hablando enin glés, o francés, ni siquiera en su nati-vo alemán; muy propio de su extensacul tura, sólo se expresaba en latín ogrie go antiguo.

Kreisler pudo volver a los escenarios, alas salas de concierto, pero los que leco nocían bien aseguraban que algo im -portante había cambiado. El accidentehabía sido algo más que un momentocru cial en su carrera, fue el aconteci-miento que encasilló a Kreisler comoun artista anterior a la Segunda Guerra.Cuando murió, en 1962, Fritz Kreislerya había dejado de tocar profesional-mente durante los últimos doce años.The New York Times publicó un expresivoeditorial al día siguiente de su falleci-miento, y una de sus frases me pareceparticularmente acertada:

Kreisler was a rare human being who spread abeam of light wherever he passed3.

R. R.

3 “Kreisler fue uno de esos raros seres humanosque extienden un rayo de luz por dondequiera quepasen”.

THOMAS HAMPSON«Podemos hacer la música más accesible»

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entrevista

«La música es extremadamente especial porque nacede compositores que han sido geniales».

¿Cree que las audiencias tienden aidea lizar el pasado? ¿No cree que or - questas, instrumentistas y cantantesson mejores ahora que nunca antes?El actual nivel estándar de músicos einterpretaciones es muy alto hoy en día,y de hecho es superior al del pasado.Cuan do escuchamos grabaciones deotros tiempos se puede captar perfecta-mente que el nivel es menor. Pero, porotro lado, hay algo que me atrae y megusta de las grabaciones de las viejasgeneraciones, y es algo que las actualesprobablemente no ofrecen porque todose hace en poco tiempo, con premura enlos viajes, en los ensayos… me refiero alsentido y el significado profundo de lasinterpretaciones.

Frecuentemente, cuan do se comunicala música clásica se hace poniendo én -fa sis en su dificultad, se transmite quese trata de algo que es especial, qui záelitista. ¿Cree que esto es así, y creeque es beneficioso? Pretender que la música clásica sólo espara un determinado tipo de gente notiene sentido, todo lo contrario. Es unmensaje erróneo. Es evidente que lamú sica es extremadamente especial,por que nace de compositores que hansi do geniales, pero eso no significa queexiste sólo para un determinado tipo degente, ni significa que por no saber demúsica el mensaje no vaya a llegar.

Sucede como en otras formas de arte. Piense en un museo en el que se mues-tra una exposición de El Greco. En unnivel alguien puede decir: “qué cuadros

tan bonitos”. Otra persona en cambiopuede usar una audioguía que le expli-cará el por qué de esos colores, de esastécnicas, de esos personajes, o cómo elpintor cuenta una historia en el cuadro.En la música es lo mismo. Puede quesaber de armonía, de instrumentos, dehistoria de la música o simplemente leerlas notas al programa ayude a conocer-la, pero no significa que la música no sepueda disfrutar sin todo eso. Hoy endía debemos ser especialmente cons-cientes de este hecho, porque es mássen cillo que nunca hacer que la músicallegue a un mayor número de personasde todo tipo y nivel cultural. Podemoshacer la música más abordable y másaccesible a la gente, y de esta maneraenriqueceremos sus vidas.

Al menos hasta el cambio del S. XIXal XX, Centroeuropa era el principalespacio de creación de canciones:Schu bert, Brahms, Zemlinsky, Wolf,Mahler… ¿Se ha desplazado esa cen-tralidad en la producción y difusiónde canciones a los Estados Unidos alo largo del S. XX? Esta pregunta necesita una respuesta ex -tensa. A finales del S. XIX la importan-cia de la canción era muy grande en mu -chos lugares, por ejemplo en España, cu -ya producción de canciones fue y es muyrica. En muchos idiomas y lugares, lascan ciones son una vía a través de la cualexplorar sus culturas y conocer cómo laspersonas han entendido la vida.

Llamamos Estados Unidos a una in -creí ble extensión geográfica llena degen tes y culturas diversas, y todas ellasapor tan co sas a un concepto tan am -

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plio como la canción en Nortea merica.Pero debemos ser rigurosos, por quequi zá el hecho esen cial sea la in creíbleaportación de los europeos que llega-ron a los Estados Unidos en los añostreinta, cuarenta y cin cuenta, por razo-nes que todos conocemos. Mu chos deesos músicos experimentaron enEstados Uni dos un renacimiento, por-que allí fue ron libres para articular ycrear su música, lo contrario de lo quesucedía en Centroeuropa. Ellos lleva-ron a Estados Unidos sus tradiciones ylas aportaron al conjunto, y esa es unaparte muy importante de la música y lacultura americanas. La música que seha producido en Estados Uni dos esmu cho más que Cole Porter, por ejem-plo. Es una música que refleja nuestraforma de vivir, nuestra manera de seramericanos.

¿Cuáles son los objetivos de laHamp song Foundation?El objetivo de la Hampsong Foun da -tion es precisamente reflexionar sobrees tas cosas de las que estamos hablan-do aquí esta noche: la comprensión dedistintas culturas a través de la poesía yla música. No se centra sólo en la cul-tura ame ri ca na, sino que trabajamoscon mu chos idio mas, con muchas he -rencias cul tu rales. La fundación es unespacio al que la gente puede acudirpara escuchar mú sica, especialmentecanciones, y preguntarse: ¿quién hizoesta música, de dón de venía, por qué lahizo así? Y esas preguntas no están sóloal alcance de programadores musicaleso especialistas, sino también de perso-nas corrientes.

Su actividad está muy volcada en ladi fu sión.Nuestro lema es: “From page to stage”.Y perseguimos un trabajo intercultural,en el que todos se puedan conocer a tra -vés de las culturas y la música de todos:por qué decimos lo que decimos, porqué hacemos lo que hacemos. La activi-dad de la fundación es gratuita y tam-bién se estructura en la actividad propia-mente docente. En Heidelberg, don desoy profesor, selecciono ocho alumnosde entre unas doscientas solicitudes paratrabajar con ellos intensamente. Tam -bién disponemos de un archivo fonográ-fico, con grabaciones de Victo ria de losÁngeles, o por ejemplo de Joy ce di Do -na to, de grandes cantantes de la historia.La gente puede ir a escucharlos gratis ypuede llevárselo a su casa. Pensamos quesi alguien quiere ser cantante es impor-tante que escuche a los grandes cantan-tes, lo que tienen que decir. Tenemostam bién un programa de radio en unaemisora de Chicago. Nuestro primerprograma fue sobre la canción america-na y tuvimos ocho millones de oyentes.Ese programa y otros, al igual que mu -chos otros contenidos, son accesibles enla web de la fundación.www.hampsong-foundation.org

J. L.

N o t a s

CX Aniversario de la sala de conciertos

El pasado 26 de enero nuestra sala de conciertos cumplió110 años. Proyectada por el arquitecto tolosano FidelIturria, está considerada una de las cinco salas de músicade cámara más antiguas del mundo y una de las más apre-ciadas por su belleza y acústica. A excepción de los estra-gos causados por la Guerra Civil –el órgano fue destrui-do y la onda expansiva de la bomba que cayó delante dela fachada destrozó el lucernario que cubría el techo delinterior– actualmente podemos disfrutar de la misma salaque nuestros antepasados construyeron en Bilbao parapoder escuchar la mejor música clásica en las mejores con-diciones. Con motivo de esta efemérides, la Sociedad Filarmónica,con el patrocinio de la Fundación BBK, ha editado unpós ter de la Sala, dibujo del pintor Jorge García reprodu-cido en la portada de este número.

Encuentros con artistas

En los últimos meses hemos tenido el inmenso placer detener como invitados de nuestros Encuentros a dos mag-níficos artistas. El primero de ellos tuvo lugar el viernes 10 de enero ycontó con la participación de la excelente violinista Isa be -lle Faust. Tras su soberbia interpretación de la integral delas Sonatas y Partitas para violín solo de J.S. Bach, regresóal escenario para responder a las preguntas de nuestros so -cios. Nos habló de su grabación de esta obra, del por quéde cidió utilizar su Stradivarius y una arco ba rroco pararealizarla, del prodigio de la génesis de la Cha co na alrede-dor de cuatro notas y de cómo es posible que Bach sea elcompositor que sin contarnos nada de su vida personal, desus sentimientos, sea capaz de transmitir una emoción yespiritualidad máximas. Una lección de música barrocapor parte de una excelente estudiosa e intérprete.

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El siguiente Encuentro se desarrolló el 18 de marzo y, enesta ocasión, el protagonista fue uno de los directores deorquesta más importantes de la actualidad: Vladimir Ju -rows ki. Director principal y asesor artístico de la Or ques -ta Filar mónica de Lon dres, Artista Principal de la Or ques -ta of the Age of Enlightenment y Director Ar tís ti co de laOrquesta Sinfónica Académica del Estado Ru so, nos visi-tó dirigiendo a la Chamber Orchestra of Eu rope y al vio-linista Christian Tetzlaff. Aunque el En cuen tro estaba pre-visto por la mañana, un cambio de última hora en su vuelohizo que finalmente se desarrollará después del concierto.Jurowski aprovechó las preguntas de nuestros socios parahablarnos de las diferencias entre dirigir a una orquesta decámara como la COE y a una Orquesta Sinfónica, la im -por tancia del liderazgo en un director, del aprender y escu-char a los músicos de la orquesta…Una oportunidad única de conversar con uno de los gran-des maestros.

Encuentro con Isabelle Faust, 10-01-2014

EditaSOCIEDAD FILARMÓNICA DE BILBAO

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Tel. 94 423 26 21 a Fax: 94 423 90 [email protected]

DirectorAsís DE AZNAR

PatrocinadorFundación BILBAO BIZKAIA KUTXA Fundazioa

Colaboradores en este númeroAsís de AZNAR

Borja ECHEVARRIA

Ramón RODAMILÁNS

Joseba LOPEZORTEGA

Diseño y maquetaciónIKEDER, S.L.

El Boletín de la Sociedad Filarmónica de Bilbaoes una publicación cuatrimestral, no venal dirigida a los socios de la misma

de la Sociedad Filarmónica de BilbaobEl oletín