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Leonardo Boff - Clodovis Boff

COMO HACERT E O L O G Í A

D E LA

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LEON AR D O B O F F - C LODOVIS B OF F

C O M O H A C ERTEOLOGÍA

DE L A LIBERACIÓN

EDIC IONES P AULINAS

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NIHIL OBSTATJosé Otávio M. Milanez, Superior Provincial OFMSao Paulo, 25 de noviembre de 1985

IMPRIMATUR

Paulo Evaristo Ar as, Cardenal-Arzobispo de Sao PauloSao Paulo, 10 de diciembre de 1985

© Ediciones Paulinas 1986 (Protasio Gómez, 13-15. 28027 Madrid)© Editor a Vozes Ltda., Petrópolis-RJ 1986

Título original: Como fazer teología da libertacáoTraducido por Eloy Requena CalvoFotocomposición: Grafilia, S. L. Pajaritos, 19. 28007 MadridImpreso en Artes Gráficas Gar.Vi. Humanes (Madrid)ISBN: 84-285-1092-X

Depósito legal: M.7789-1986Impreso en E spaña. Printed in Spain.

Al amigo D. José María Pires, arzobispo de Paraíba, teólogo deuna pastoral libertadora, a partir de los pobres y de los negros.

A nuestra hermana y compañera Benedita Souza da Silva (Bené),teóloga popular, ecuménica y negra, que ha asumido la diaconíapolítica, tomando partido por los trabajadores.

A Sergio Torres, teólogo y pastor de la liberación, tendedor depuentes en el diálogo teológico en favor de los pobres de todos loscontinentes.

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Presentación

ENTRO de la abundante producción teológicasobre la teología de la liberación, faltaba un libro que ofreciese una visión global, accesible y

serena de este modo de hacer teología, hoy debatido.

Este texto es fruto de un intenso ejercicio de pensamiento y compromiso con los oprimidos en favor de su liberación.

De cuanto aquí se dice son responsables ambos autoresindistintamente, ya que fue pensado y elaborado en común, lo mismo que, unidos en la realidad, se sic ten«hermanos y compañeros en la tribulación, en el reino yen la constancia en Jesús» (Ap 1,9).

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1.La cuestión de fondo:

cómo ser cristianosen un mundo de miserables

UNA SEÑORA de cuarenta años, pero que apa

rentaba setenta, se acercó al padre después dela misa y le dijo apenada: «Padre, he comul

gado sin confesarme antes». «¿Cómo así, hija mía?», preguntó el padre. «Padre, respondió la mujer; llegué unpoco tarde, cuando usted ya había comenzado el ofertorio. Hace ya tres días que sólo tomo agua y no he comido nada; estoy muerta de hambre. Al verle a usted

distribuyendo la comunión, aquel pedacito de pan blancoque es la eucaristía, fui a comulgar sólo para aliviar elhambre con un poco de aquel pan». Al padre se le llenaron los ojos de lágrimas. Recordó las palabras de Jesús:«Mi carne (pan) es verdadera comida... el que me comevivirá por mí» (Jn 6,55.57).

Cierto día, en plena sequía del nordeste brasileño,una de las regiones más famélicas del mundo, encontré aun obispo tembloroso que entraba en casa. «Señor

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obispo, ¿qué ocurre?» El , jadeando, respondió: «He presenciado algo terr ible . He encontrado a una señora contres criaturas y otra al cuello en frente de la catedral. Vique es taban desmayadas de hambre. La criatura que estaba en el cuel lo parecía muerta . Yo di je: "Mujer, dé elpecho a la criatura" . "No puedo, señor obispo", respondió ella». El obispo volvió a insistir varias veces. Pero ella

respondía s iempre: «Señor obispo, no puedo». Al f in,ante la insistencia del obispo, se descubrió el pecho. Estaba sangrando. La criatura se abalanzó con violencia alseno y chupaba sangre. La madre que había engendradoaquel la vida la al imentaba, como un pel ícano, con supropia vida, con su sangre. El obispo se arrodilló ante lamujer. Puso la mano sobre la cabecita de la criatura. Allímismo hizo una promesa a Dios: mientras perdurara lasituación de miseria, alimentaría por lo menos a una criatura con hambre cada día .

Al llegar, el sábado por la noche a casa del señor Manuel , coordinador de la comunidad ecles ial de base, medijo: «Padre, la comunidad y otras de la región se es tánext inguiendo. El pueblo se muere de hambre. No vienenporque no t ienen fuerzas para caminar has ta aquí . Se venobl igados a quedarse en casa, en la hamaca, economizando energías . . .» .

La compasión,origen de la liberación

¿Qué hay detrás de la teología de la liberación? Está lapercepción de realidades escandalosas como las descritasarriba, que existen no sólo en América Latina, sino a escala mundial por todo el Tercer Mundo. Según cálculos«conservadores», existen en los países sujetos al subdes-arrol lo:

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— Quinientos mil lones de hambrientos .

— 1.700 millones con esperanza de vida inferior alos sesenta años . Cuando en un país desarrol ladoalguien llega a los cuarenta y cinco años, alcanzando la plenitud de la vida, de vivir en algunade las vastas regiones de África o de AméricaLat ina, esa misma persona es taría ya muerta .

— Mil mil lones de personas padecen pobreza absoluta .

— 1.500 millones no tienen acceso a la mínima asistencia médica.

— Quinientos mil lones son desempleados o subem-pleados, con una renta per cápita inferior a 150dólares .

— Ochocientos catorce mil lones son analfabetos .

— Dos mil millones carecen de fuentes seguras yestables de agua.

¿Quién no se llena de ira santa contra semejante infierno humano y social? La teología de la liberaciónsupone una enérgica protesta ante una situación que significa:

— En el nivel social: opresión colectiva, exclusión y

marginac ión.— En el nivel humanístico: injusticia y negación dela dignidad humana.

— En el nivel religioso: pecado social, «situacióncontraria al designio del Creador y a la honraque le es debida» (Puebla, núm. 28).

Sin un mínim o de com pasión p or esta pasi ón queafecta a la gran mayaría de la humanidad, no es posible

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tener ni comprender la teología de la l iberación. Detrásde la teología de la liberación existe la opción profética ysolidaria por la vida, la causa y la lucha de esos millones dehumillados y maltratados en orden a la superación de estainiquidad histórico-social. Atinadamente lo subrayaba eldocumento del Vaticano sobre «Algunos aspectos de lateología de la liberación» (6 de agosto de 1984): «No esposible olvidar por un solo instante las situaciones d e

dramát ica miser ia de donde brota la interpelación así lanzada a los teólogos» (IV, 1) , de e laborar una autént icateología de la l iberación.

El encuentro con Cristo pobre en los pobres,origen de la teología de la liberación

Toda verdadera teología nace de una espi r i tua l idad,

es deci r , de un encuentro fuer te con Dios dentro de lahistoria. La teología de la l iberación ha encontrado sucuna en la confrontación de la fe con la injusticia perpet rada con los pobres. No se t ra ta sólo del pobre par t icular que l lama a nuest ra puerta pidiendo una l imosna. Elpobre a l que nos refer imos aquí es un colect ivo, lasc lases populares que abarcan mucho más que e l prole tar iado estudiado por Karl Marx (es un equívoco ident i f i car al pobre de la teología de la l iberación con el proletar iado, como hacen muchos cr í t icos) : son los obreros ex

plotados dentro del sistema capi ta l i sta ; son los subem-pleados, los marginados del sistema product ivo —unejérc i to en reserva , s iempre a mano para sust i tui r a losempleados—; son los peones y b race ros de l campo, sonlos temporeros ocasionales. Todo este bloque socia l ehistór ico de los oprimidos const i tuye a l pobre como fenómeno parcial . A la luz de la fe, el cristiano ha descubier to ahí la apar ic ión desaf iante del servidor paciente ,Jesucristo. El pr imer momento es de contemplación si -

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lenciosa y dol iente , como si estuviésemos ante una presencia misteriosa que nos l lama la atención. En seguidaesta presencia comienza a hablar . El Cruci f icado, presente en los cruci f icados, l lora y gr i ta : «Tengo hambre ,e s toy enca rce l ado , me encuen t ro desnudo» (c f Mt 25 ,31-46).

Aquí se ref iere , más que contemplación, una accióneficaz que libere. El Crucificado quiere resucitar. Estamos a favor de los pobres solamente cuando, junto conel los, luchamos contra la pobreza injustamente creada yque se les ha impuesto. El servicio solidario del oprimidosignifica entonces un acto de amor a Cristo que sufre, unaliturgia grata a Dios.

El primer paso :La acción qu e l ibera, l iber-ación

¿Cuál es la acción que efectivamente le permite aloprimido superar su si tuación inhumana? La práct ica ylas ref lexión de muchos años han demostrado que hayque superar dos estrategias, la del asistencialismo y la delre fo rmismo.

En e l j i s i stenciahsm o, la persona se conmueve an te e lcuadro de la miseria colectiva; procura ayudar a los necesi tados. En función de e l lo organiza obras asistencia les ,

como pan de los pobres, campaña de la manta , hogaracogedor , Navidad de per i fer ia , suminist ro gra tui to deremedios, e tc . Esta est ra tegia ayuda a los individuos,pero hace del pobre un obje to de la car idad, y nunca unsuje to de su propia l iberación. El pobre es consideradosólo como el que no t iene . No se advier te que e l p o b rees un oprim ido, víc t ima en su pobreza de los ot ro s; n o sevalora lo que é l t iene , como fuerza de resistencia , ca pa ci dad de conciencia de sus derechos, de organización y de

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transformación de su situación. Además, el asistencia-l ismo genera s iempre dependencia de los pobres , a tadosa las ayudas y decisiones de los demás, sin poder sersujetos de su propia liberación.

En el reformismo se intenta ya mejorar la situaciónde los pobres , pero manteniendo s iempre el t ipo de relaciones sociales y la estructura básica de la sociedad, impidiendo que haya más part ic ipación de todos y cambio enlos privilegios y beneficios exclusivos de las clases dominantes . El reformismo puede desencadenar un gran proceso de desarrol lo, pero ese desarrol lo se ha hecho acosta del pueblo oprimido, y raramente en beneficiosuyo . Por ejemplo, en 1964 Brasil era la cuarenta y seiseconomía del mundo; en 1984 era ya la octava. Ha habido en los últimos veinte años un innegable desarrollo técnico e industrial, pero al mismo tiempo una considerabledegradación de las relaciones sociales con explotación, mi

seria y hambre nunca vistas en nuestra historia. Fue el precio pagado por los pobres por ese tipo de desarrollo elit is ta , explotador y excluyente, en el cual los r icos , en palabras del papa Juan Pablo II , se hacen cada vez másricos a costa de los pobres cada vez más pobres .

Los pobres superan su s i tuación de opres ión cuandoelaboran una es trategia más adecuada a la t rasformaciónde las relaciones sociales, la estrategia de la liberación.En la l iberación, los oprimidos se unen, entran en unproceso de concienciación, descubren las causas de suopres ión, organizan sus movimientos y actúan de formaart iculada. Inicialmente reivindican todo lo que el s is tema imperante puede dar: mejores salarios , condicionesde t rabajo, salud, educación, vivienda, e tc . ; luego proceden a una t ransformación de la sociedad actual en el sent ido de una sociedad nueva, caracterizada por una ampliapart icipación, por relaciones sociales más equi l ibradas yjus tas y por formas de vida más dignas .

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En América Lat ina, cuna de la teología de la l iberación, hubo siempre, desde los orígenes de la colonizaciónibérica, movimientos de liberación y de resistencia. Indígenas , esclavos y marginados resistieron contra la violencia de la dominación portuguesa y española, crearon reductos de l ibertad, como los qui lombos y las reducciones ,y encabezaron movimientos de rebel ión y de independencia . Hubo obispos como Bartolomé de las Casas , Anto

n i o V a l d i v i e s o , T o r i b i o de Mogr ove j o y o t r o s m i s i o neros y sacerdotes que defendieron el derecho de losoprimidos e hicieron de la evangel ización también unproceso de promoción de vida. A pesar de la f i rme dominación y de la contradicción con el evangelio, nunca sedesvanecieron en América Lat ina los sueños de l ibertad.Entretanto, en los úl t imos decenios as is t imos en todo elcont inente a la aparición de una nueva conciencia l ibertadora. Los pobres , organizados y concienciados , l laman alas puertas de sus patronos y exigen vida, pan, l ibertad y

dignidad. Se inician acciones encaminadas a liberar a lalibertad cautiva; surge la liberación como estrategia delos propios pobres, que confían en sí mismos y en susins trumentos de lucha, como los s indicatos independientes , organizaciones campesinas , asociaciones de barr ios, grupos de acción y reflexión, part idos populares ,comunidades eclesiales de base. A ellos se asocian gruposy personas de otras clases que han optado por el cambiode la sociedad y se incorporan a su lucha.

La aparición de regímenes de seguridad nacional(léase de seguridad del capital), de gobiernos militares yde repres ión de los movimientos populares en cas i todaAmérica Lat ina se expl ica como reacción contra la fuerzatrasformadora y l ibertadora de los pobres organizados .

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El segundo paso:La reflexión de la fe a partir de la práctica libertadora

En el seno de este movimiento más global estaban yestán los cr ist ianos. En su gran mayoría , los pobres deAmérica Lat ina son simul táneamente cr ist ianos. La granpregunta que se hic ieron en los comienzos y que siguevaliendo hoy en día, pues se trata de la cuestión que va a

juzgar a l cr ist ianismo de nuest ro t iempo, era y es: ¿cómoser cr ist ianos en un mundo de personas miserables y víctimas de la injusticia? La respuesta no podía ser otra: solamente seremos seguidores de Jesús y verdaderos cr ist ianos si nos hacemos solidarios de los pobres y vivimosel evangelio de la l iberación. En el interior de las luchassindicales, en la defensa de las t ierras y los terri torios indígenas, en la lucha por los derechos humanos y en ot rasformas de compromiso surgía siempre esta interrogante :¿qué colaboración aporta el cristianismo en la práctica y

en las motivaciones para la l iberación de los oprimidos?Inspirados en la fe , que exige para ser verdadera e l

compromiso con e l prój imo, par t icularmente con e l pobre (cf Mt 25,31-46); animados por el mensaje del reinode Dios, que comienza ya en este mundo y sólo culminaen la e ternidad; mot ivados por la vida propia , por lapráctica y por el sacrificio de Cristo, que históricamentehizo una opción por los pobres, así como por el significado absolutamente l iberador de su resurrección, muchoscrist ianos, obispos, sacerdotes, re l igiosos y re l igiosas,la icos, tanto hombres como mujeres, se lanzaron a la acción en unión de los pobres y se asociaron a las luchas yaen curso. Las comunidades ec lesia les de base , los c í rculosbíblicos, los grupos de evangelización popular, los movimientos de promoción y defensa de los derechos humanos, par t icularmente de los pobres, los organismos l i gados a la cuestión de la t ierra, de los indígenas, de laschabolas, de los marginados, e tc . , se mostraron, más a l lá

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de su significado estrictamente religioso y eclesial , comofactores de movilización y espacios de acción liberadora,de modo especia l cuando se ar t icularon con ot ros movimien tos popu la re s .

Al cr ist ianismo ya no se le podrá jamás tachar deopio del pueblo, ni tampoco de favorecer solamente e lespí r i tu cr í t ico; ahora se t ransforma en fac tor de compromiso de l iberación. La fe se enfrenta no sólo con la razón

humana y con el curso de la historia de los victoriosos,sino que en e l Tercer Mundo se enfrenta con la pobrezadescodif icada como opresión. De ahí sólo podrá levantarse la bandera de la l iberación.

El evangel io se di r ige no solamente a l hombre moderno y cr í t ico, s ino pr incipalmente a los «no hombres»,es deci r , a los que se les niega la dignidad y los derechos.fundamentales. De ahí resulta una reflexión profética ysol idar ia , que pre tende hacer del «no hombre» un hom

bre pleno, y del hombre pleno un hombre nuevo, segúnel proyecto del «novísimo Adán», Jesucristo.

Reflexionar a par t i r de la praxis, dentro del inmensoesfuerzo de los pobres junto con sus a l iados, buscandoinspiración en la fe y en el evangelio para el compromisocontra su pobreza en favor de la l iberación integral detodo hombre y del hombre entero, eso es lo que signif icala teología de la l iberación.

Los cristianos que se inspiran en ella y la viven en susprácticas, escogerán el camino más difícil ; el que implicasoportar di famaciones, persecuciones y hasta e l mart i r io .No son pocos los que, enfrentados con sus intuiciones yviendo de dónde nace la práct ica sol idar ia , pasaron porun proceso de autént ica conversión. Ante e l cadáver delpadre Rut i l io Grande, asesinado por su compromiso l iberador con los pobres, e l a rzobispo Osear Romero de SanSalvador (Repúbl ica de El Salvador) , hasta entonces dementa l idad co nservado ra , se t ransformó en ab og ado y

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defensor de los pobres. La sangre derramada por e l mártir fue como un colirio para sus ojos, que se abrieron entonces a la urgencia de la l iberación.

El compromiso con la l iberación de los millones deoprimidos de nuest ro mundo le devuelve a l evangel io unacredibilidad que sólo tuvo en sus orígenes. El Dios deternura para con los humillados y el Jesucristo l ibertadorde los oprimidos se anuncian con un rostro nuevo y con

una imagen nueva a los hombres de hoy. La salvacióneterna que ofrecen pasa por las l iberaciones históricasque dignifican a los hijos de Dios y hacen creíble la utopía inmortal del reino de l ibertad, de justicia, de amor yde paz , e l re ino de Dios en medio de los hombres.

De cuanto hasta aquí hemos visto resulta evidente quepara entender la teología de la liberación se precisa previamente entender y participar activamente en el proceso concreto e histórico de la l iberación de los oprimidos. Aquí,

más que en otros campos, se hace apremiante superar laepistemología racionalista, que se contenta con entenderuna teología por sus mediaciones meramente teóricas, esdecir, leyendo artículos, oyendo conferencias y hojeando libros. Importa situarse dentro de la epistemología bíblica,para la cual comprender implica amar, dejarse involucraren cuerpo y a lma, comulgar íntegramente ; en una palabra ,comprometerse en consonancia con las palabras del pro-

' feta: «Juzgó la causa del afligido y del opr imid o; ¿no eseso conocerme?, dice e l Señor» (Jer 22,16) . Por lo tanto,

resul tan radicalmente improcedentes las cr í t icas del quelee la teología de la l iberación a partir de un nivel puramente conceptual , pasando de largo ante un compromisoconcreto con los oprimidos. A ése, la teología de la l iberación le responde con esta única pregunta : ¿Cuál es tuparte en la l iberación efectiva e integral de los oprimidos?

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2.

Los tres «pies»de la teología de la liberación:profesional, pastoral y popular

Desde las bases a la cima:Una reflexión única

CUANDO se habla de teología de la l iberación se

piensa en seguida en autores famosos co mo G ustavo Gut iérrez , Jon Sobrino, Pablo Richard, e tc .

Sin embargo, la teología de la l iberación es un fenómenoeclesial y cultural harto rico y complejo para l imitarlasólo a los teólogos de profesión. Se trata realmente de un

t ipo de pensamiento que recorre en buena par te todo e lcuerpo eclesial , especialmente en el Tercer Mundo.

De hecho, existe en las bases de la Iglesia, en las l lamadas comunidades de base y en los círculos bíblicos,toda u na reflexión de fe, a la que pod ríam os calificar deteología de la l iberación difusa y generalizada. Es un tipode pensamiento homogéneo con la teología de la l iberac ión más e laborad a, puesto que también e l la pon e en

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confrontación la fe cristiana y la situación de opresión.Como veremos, en eso consis te precisamente la teologíade la liberación.

Además, entre ese nivel más elemental y el nivel máselevado de la teología de la liberación encontramos unnivel intermedio. Es el campo en el que se sitúa la reflexión de los pastores: obispos, sacerdotes, religiosas yotros agentes de pas toral . Ese nivel es como un puente

tendido entre la teología de la liberación más elaborada yla reflexión liberadora de las bases cristianas.

Cada uno de esos niveles refleja la misma cosa: la feconfrontada con la opres ión. Sin embargo, cada una refleja esa fe a su modo, como explicitaremos más adelante.

Es importante observar aquí que, desde las baseshasta el plano más elevado, pasando por el plano intermedio, exis te un mismo flujo cont inuo de pensamiento,

un mismo proceso teológico global .

El árbol de la teología de la liberación:Ramas, tronco y raíz

Efect ivamente, la teología de la l iberación se puedecomparar con un árbol . El que en el la ve solamente teólogos profesionales sólo ve el ramaje del árbol. No veaún el tronco, que es reflexión de los pastores y los res

tantes agentes ; y menos todavía ve todas las raíces queestán bajo t ierra y que sus tentan el árbol entero: e ltronco y las ramas. Pues bien, así es la reflexión vital yconcreta , todavía subterránea y anónima, de decenas demiles de comunidades cris t ianas , que viven su fe y piensan en clave liberadora.

Por donde se ve que detenerse en los l lamados «teólogos de la l iberación» no es más que rozar la copa del

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árbol de la teología de la liberación. Esta continúa vivaen el tronco, y más aún en las raíces profundas escondidas bajo tierra.

Se ve, pues, que esa corriente teológica está íntimamente ligada a la propia existencia del pueblo: a su fe y asu lucha. Forma parte de su concepción de vida cristiana.Y, por otro lado, permanece orgánicamente l igada a la

praxis pastoral de los agentes, como a la teoría de su acción. Ahora bien, cuando una teología ha l legado a esenivel de enraizamiento vi tal y de encarnación; cuando hapenetrado en la espiritualidad, en la liturgia y en la ética;cuando se ha transformado en práctica social, es que seha hecho práct icamente indestruct ible , como lo muestranlos analistas de la religión.

Los niveles de la teología de la liberación:

Profesional, pastoral y popular

Presentamos aquí un esquema que visualiza los tresplanos de elaboración de la teología de la liberaciónmencionados y el modo como se relacionan entre s í .

Este cuadro nos presenta a la teología de la liberacióncomo un fenómeno amplio y diferenciado. Es toda formade pensar la fe ante la opres ión. Es evidente que cuandose habla de teología de la l iberación se ent iende cas i

siempre esa expresión en su sentido estricto o técnico, ysobre todo en ese sentido se la usará en este libro. Peroes imposible no tener en cuenta toda esa base concreta ,densa y fecunda de que se nutre la teología de la liberación profesional.

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Descripción

Lógica

Método

Lugar

Momentosprivilegiados

Productores

Producción oral

Producción escrita

Teologíade la liberaciónprofesional

Más e laboraday rigurosa

De tipo científico:metódica, sistemáticay dinámica

Mediación socio-analít ica,Mediación hermenéut icay Mediación práct ica

Institutos teológicos,seminarios

Congresos teológicos

Teólogos de profes ión

(profesores)

Conferencias, aulas-,asesoría

Libros , ar t ículos

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Teologíade la liberaciónpastoral

Más orgánica conrelación a la praxis

Lógica de la acción:concreta, profética,propulsora

V er ,juzgary ob ra r

Insti t . pastorales,centros de formación

A sam bleaseclesiales

Pastores y agentespas tora les : seglares ,

religiosas, etc.

Discusiones ,evangel io

Docum. pas tora les ,mimeografiados varios

Teologíade la liberaciónpopular

Más difusa y capilar,cas i espontánea

Lógica de la vida:ora l , ges tual ,sacramenta l

Confrontación,evangel ioy vida

Círculos bíblicos,comunidades eclesialesde base , e tc .

Cursos deen t r enam ien to

Participantes de lascomunidades eclesialesde base con sus coordinadores

Comentar ios , ce lebraciones ,dramat izaciones

I t inerar ios ,m apas

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Un contenido comúnbajo formas diferentes

¿Qué es lo que unifica esos tres planos de reflexiónteológico-l iberadora? Una misma inspiración de fondo:una fe transformadora de la historia o, en otras palabras,la historia concreta pensada a partir del fermento de lafe . Quiere esto decir que la sustancia de la teología de laliberación de Gustavo Gutiérrez es la misma que la de unlabrador cris t iano del nordeste bras i leño. El contenidofundamental es el mismo. La misma savia que corre porlas ramas del árbol es también la que pasa por el troncoy la que asciende de las raíces secretas de la tierra.

La distinción entre esos varios tipos de teología estáen la lógica, y más concretamente en el lenguaje. Enefecto, la teología puede es tar art iculada en mayor o menor grado. Es evidente que la teología popular se hace

en los términos del lenguaje corriente , con su espontaneidad y su colorido, mientras que la teología profes ionaladopta un lenguaje más convencional , con su r igor y suseveridad pecul iares .

Así , se puede entender fáci lmente qué es la teologíade la l iberación examinando su proceso a part i r de abajo,es decir , anal izando lo que hacen las comunidades debase cuando leen el evangel io y lo confrontan con susvidas de opres ión, ans iosas de l iberación. Pues bien, la

teología de la l iberación profes ional no hace otra cosa,pero se expresa de un modo más sofis t icado. Por suparte , la teología pas toral , del plano intermedio, adoptauna lógica y un lenguaje que saca sus recursos tanto de labase (concretez, comunicación, e tc .) como de la cima(sent ido crí t ico y orgánico, e tc .) .

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La teología de la liberaciónintegrada e integradora

Importa mostrar que esos t res t ipos de reflexión teológica no están aislados o yuxtapuestos. La mayoría delas veces progresan de un modo integrado. La integración se da en cualquier nivel: en el nivel de la teología dela l iberación popular cuando, por ejemplo, se ve a unpastor (sacerdote u obispo) y a un teólogo sentados enmedio del pueblo en un centro comunitario, reflexionando con ellos sobre su lucha y su caminar. La integración puede darse también en el nivel de la teología de lal iberación cient í f ica cuando, por ejemplo, agentes de pastoral y laicos de base participan en cursos sistemáticos deteología. Por lo demás, cada vez vemos más laicos participando en los cursos de teología o asistiendo a conferencias de profundización de la fe.

Pero la integración más clara t iene lugar jus tamenteen el plano intermedio, o sea, el de la teología de la liberación pas toral , especialmente con ocasión de las asambleas eclesiales. Se ven allí agentes pastorales (obispos,sacerdotes , rel igiosas y personas l iberadas) planteandosus problemas; cris t ianos de base contando sus experiencias, y teólogos contribuyendo con sus i luminaciones ,profundizando los datos susci tados y sacando conclus iones . Es de notar que en tales acontecimientos , lomismo que en las asambleas diocesanas o episcopales ,

participan también otros analistas sociales que se encuentran camino de la l iberación: sociólogos , economistas , pedagogos, técnicos , los cuales ponen su competencia profesional al servicio del pobre.

Por ahí se ve que la teología de la liberación, almenos en el espacio de modelo que brota de la Igles ia ,que es el de la liberación, integra cada vez más las figuras del pastor, del teólogo y del laico, articulados en

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torno al eje: misión liberadora. Estamos aquí lejos de lavieja fragmentación, en gran parte todavía vigente, entreuna teología canónica y oficial, hecha en las curias episcopales, una teología crítica y de contestación, realizadaen los centros de estudio e investigación, y una teologíasalvaje, elaborada en las márgenes de la Iglesia.

Todo el que cree y piensa su fees en cierto modo teólogo

El esquema arriba expuesto muestra también quetodo el pueblo de Dios reflexiona sobre su fe; todo él, dealguna manera, hace teología, y no solamente los profesionales. Mejor dicho, no existe fe sin un mínimo de teología. ¿Por qué? Porque la fe es humana y «desea entende r» , como decían los teólogos clásicos. Y todo el que

cree desea entender algo de su fe . Y cuando se piensa enla fe, ya se hace teología. Así pues, todo cristiano es encierto modo teólogo, y lo será tanto más cuanto máspiense en su fe. El sujeto de la fe es el sujeto de la teología: la fe pensante y pensada, colect ivamente cul t ivadaen el contexto de la Iglesia. Una comunidad eclesial debase que intenta sacar lecciones para hoy de una páginadel evangel io es tá haciendo teología. Mejor dicho, la teología popular es un pensamiento de fe hecho en grupo:cada uno da su opinión, completando o corrigiendo las

demás has ta as imilar con mayor claridad la cuest ión. ¿Oes que el pueblo no t iene derecho a pensar? ¿Es que sería sólo «Iglesia discente», es decir, la Iglesia que es educada y de ningún modo Igles ia educanda y educadora?

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La lógica oral y sacramentalde la teología de la liberación popular

La teología popular es sobre todo una teología oral .Es una teología hablada. Lo escrito obra ahí como función de diálogo de la fe (guía) o como residuo, es decir,como resumen de lo que se ha discut ido y que se quiereguardar. Pero la teología de la liberación popular es másque oral: es una teología «sacramental»; se realiza pormedio de ges tos y de s ímbolos . Por ejemplo, «el pueblode base» es tá acostumbrado a representar al capi tal ismobajo la forma de un árbol con sus frutos podridos y susraíces venenosas . Hace dramatizaciones de escenas evangélicas en una forma actualizada. Por ejemplo, un grupode evangelio representó la situación de las prostitutas hoymostrando una pancarta en la que se le ía: «Ult imas en lasociedad - primeras en el reino». O aquel otro grupo

q u e , en un curso sobre el Apocal ips is , preparó la oraciónde la mañana dibujando en el encerado un dragón desiete cabezas frente a un corderito herido y de pie. Invitóentonces a poner nombres en las s iete cabezas . Se levantaron hombres y mujeres y escribieron como pudieron:mult inacionales , ley de seguridad nacional , deuda externa, dictadura mil i tar , incluyendo nombres de minis t rosconsiderados ant ipopulares . Y debajo del cordero, a l guien escribió: «Jesucris to l iberador». Una señora se levantó y añadió: «El pobre de los pobres».

Ahí r ige todo un pensamiento rel igioso, se hace presente toda una teología. Es claro que el la no se autode-nomina as í . Ni lo necesi ta . Se t rata de hecho de una teología anónima y colectiva, pero con su vigor y verdad.Pero es teología de hecho y del hecho, lo mismo que lamedicina casera es verdadera medicina.

¿Es teología crí t ica? Ciertamente es crí t ica, porque eslúcida y profética; crítica, no en el sentido académico,

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sino en el real, puesto que se da cuenta de las causas ypropone los medios para l legar a ellas. Muchas veces, espreciso reconocerlo, supera con mucho la pre tendida cr í t ica de los doctores, que saben dar pelos y señales de lacausa del monst ruo, pero jamás le han mirado a la cara .

¿Qué contienen de teología de la liberación

los documentos de Puebla?

Existe ciertamente una teología pastoral: es la queproyecta la luz de la palabra salvadora sobre la realidadde las injusticias en orden a la animación eclesial en lalucha de l iberación. Es una teología de una especie particular. Se sitúa en la misma línea y en la misma inspiración fundamental que la teología de la l iberación talcomo es conocida. Ambas tienen la misma raíz: la feevangélica, y persiguen el mismo objetivo: la práctica l ibe

radora del amor.Estos dos t ipos de teología se enriquecen mutua

mente : los teólogos aceptan y profundizan los conceptospastora les, y los pastores incorporan los puntos de vista ylas conclusiones más fecundas de los teólogos profesionales.

Los pastores saben cuanto deben al asesoramiento delos teólogos. Con ocasión de la Instrucción del cardenal J .Ratzinger sobre la teología de la l iberación, los obispos de

Brasil , en su asamblea general de abril de 1985, declararonque, a pesar de las eventuales «ambigüedades y confusiones», la conocida teología de la liberación «favorece laevangelización» por el hecho de «esclarecer el nexo entrelos movimientos que buscan la l iberación del hombre y larealidad del reino de Dios» (n. 5).

Los obispos, igual que los sacerdotes y ot ros agentesde pastora l , no se contentan simplemente con apropiarsela teología de la l iberación de los teólogos profesionales.

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Ellos mismos hacen su teología de la l iberación en conformidad con su misión. Lo que e l los pueden hacer esenriquecer su reflexión propia con los desarrollos específicos de la teología de la l iberación más elaborada y detipo científico.

Por lo demás, la Iglesia insti tucional nunca consideró(ni podría hacerlo) a ninguna teología científica comovinculante para la fe. Le basta el mensaje básico de las

Escri turas y la gran t radic ión. Con todo, para e jercer sumis ión en cada época h i s tó r i ca , l os pas to re s han re curr ido siempre (y no podría ser de ot ro modo) a lascorr ientes teológicas que les prestaban mejor ayuda. Puesbien, eso es lo que está sucediendo ent re los pastores dela l iberación y los teólogos de la l iberación.

Por eso mismo se puede observar una armonía espi r i tual muy grande entre la teología de la l iberación profesional y la teología de la l iberación pastoral en la Iglesiadel Tercer Mundo. El lo está par t icularmente c laro en relación con los obispos que desean ser l iberadores. En esesentido, Juan Pablo II dirigió a los obispos brasileñosreunidos en la asamblea del día 1 de mayo de 1984, la siguiente re tadora exhortac ión: «Los obispos de Brasi l recuerden que deben liberar al pueblo de sus injusticias, lascuales, lo sé , son graves. Que e l los asuman ese su papelde l iber tadores del pueblo con los caminos y los métodosseguros».

Ahora bien, un obispo l iberador sólo puede hacer una

teología l iberadora .

Cómo actúa en concretoel teólogo de la liberación

Su t rabajo no se resume en producir teología en loscentros de reflexión, estudio e investigación, que son

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normalmente las facultades e institutos de teología en losque la Iglesia forma a sus sacerdotes y laicos cualificados.Debemos reconocer que tales lugares constituyen el lugarprincipal de elaboración de la teología de la liberación.El teólogo de la liberación no es un intelectual de escritorio. Es antes un «intelectual orgánico», un «teólogo militante», que se sitúa dentro del caminar del pueblo deDios y se articula con los responsables de la pastoral.Ciertamente conserva un pie en el centro de reflexión yotro en la vida de la comunidad. Por lo demás, aquíasienta su pie derecho.

¿Por dónde anda el teólogo de la liberación? Se lepuede encontrar en las bases. Está ligado a una comunidad concreta, inserto vitalmente en ella. Ejerciendo elservicio de la iluminación teológica, pertenece al caminarde la comunidad. Se le puede sorprender durante un finde semana en alguna chabola, en un grupo de la periferia

o en una parroquia rural. Allí está, caminando con elpueblo, hablando, aprendiendo, oyendo, interrogando ysiendo interrogado. No existe el teólogo puro, sólo teólogo que solamente sabe teología. Como hemos visto, elteólogo de la liberación debe poseer en alto grado el artede la articulación: articular el discurso de la sociedad, delos oprimidos, del mundo de las significaciones populares, simbólicas y sacramentales con el discurso de la fey de la gran tradición. En el ambiente de la liberaciónquerer saber solamente teología es condenarse a no saber

ni la propia teología. Por eso el teólogo de la liberaciónposee su momento de pastor, de analista, de intérprete,de articulador, de hermano de fe y compañero de camino. Debe ser siempre un hombre del Espíritu para animar y traducir, en reflexión de fe, de esperanza y deamor comprometido, las exigencias del evangelio confrontado con los signos de los tiempos, que aparecen enlos medios populares.

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También se podrá encontrar al teólogo en los encuentros con el pueblo de Dios: será un retiro espiritual, unencuentro de diócesis para una revisión o programación;será un curso bíblico; será un encuentro sobre pastoralde la tierra o de la mujer marginada, o será un debatesobre los desafíos de la cultura negra o indígena. Allíestá él sobre todo como asesor. Oye los problemas, escucha la teología hecha en y por la comunidad, es decir,esa primera reflexión de base que es la teología del pueblo a partir de su vida. Invitado por la asamblea, intentaentonces reflexionar, profundizar, criticar, replantear laproblemática suscitada, confrontándola siempre con lapalabra de la revelación, con el magisterio y con la grantradición. Otras veces lo vemos en debates interdiscipli-nares, en mesas redondas, incluso en los medios de comunicación social, como representante del caminar deuna Iglesia que ha tomado en serio la opción solidariacon los pobres. Podríamos decir que entonces hace teología con el pueblo.

Finalmente, encontramos al teólogo en su mesa de'trabajo: leyendo; investigando; preparando conferencias,clases y cursos; escribiendo artículos y libros. Es éste elmomento teórico o científico. Ahí, en ese laboratorio, esdonde la experiencia de la base y la praxis de los agentesde pastoral son reconsideradas críticamente, reflexionadas en profundidad y elaboradas en forma de conceptos, es decir, dentro del rigor científico. De ahí sale elteólogo no solamente para la animación pastoral, paraasesorar a los agentes de pastoral o para algún debate,sino también para las clases, conferencias, congresos, aveces viajando por el extranjero, hablando en los centrosmetropolitanos del poder y de la producción. Y ésa esuna teología a partir del pueblo.

Dada la inmensa agenda de actividades y las exigencias prácticas y teóricas que esta forma de teología im-,

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plica, no raras veces encontramos teólogos de la liberación cansados y hasta extenuados. Las cuestiones rebasanla capacidad de reflexión y elaboración del teólogo tomado individualmente. Por eso esa teología es fundamentalmente una tarea que ha de ser llevada a cabo colectivamente en articulación orgánica con toda la Iglesia ycon las varias formas de elaboración que antes hemosdescrito.

Al final de todo, al teólogo de la liberación no le cuadran otras palabras que las del Señor: «Somos siervosinútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer» (Le 17,10).

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3.

Cómo se haceteología de la liberación

LLEGAMOS aquí al centro de nuestro trabajo. Se

trata de exponer la cuestión del método, o sea,de cómo hacer teología de la liberación.

El momento previo:El compromiso vivo

Antes de hacer teología es preciso hacer liberación.El primer paso para la teología es preteológico. Se trata

de vivir el compromiso de la fe; en nuestro caso particular, de participar de algún modo en el proceso liberador,de estar comprometido con los oprimidos.

Sin esa condición previa concreta, la teología de la liberación se queda en mera literatura. Aquí no basta,pues, reflexionar sobre la práctica. Es preciso antes establecer un nexo vivo con la práctica viva. De lo contrario,pobre, opresión, revolución, sociedad nueva se reducen a

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meras palabras que se pueden encontrar en cualquier diccionario.

Es preciso que quede esto claro: en la raíz del método de la teología de la liberación se encuentra el nexocon la práctica concreta. Dentro de esa dialéctica mayorde teoría (de la fe) y praxis (de la caridad) es donde actúa la teología de la liberación.

Verdaderamente, sólo ese nexo efectivo con la práctica liberadora puede otorgarle al teólogo un «espíritunuevo», un estilo nuevo o un modo nuevo de hacer teología. Ser teólogo no es manipular métodos, sino estarimbuido del espíritu teológico. Pero antes de constituirun método nuevo teológico, la teología de la liberaciónes un modo nuevo de ser teólogo. La teología es siempreun acto segundo, siendo el primero «la fe que obra por lacaridad» (Gal 5,6). La teología viene después (no el teólogo); primero viene la práctica liberadora.

Importa, pues, tener primero un conocimiento directode la realidad de la opresión/liberación a través de uncompromiso desinteresado y solidario con los pobres. Esemomento preteológico significa realmente conversión devida e implica una «conversión de clase», en el sentidode llevar la solidaridad efectiva con los oprimidos y consu liberación.

Tres formas de compromisocon los pobres

Sin duda el modo concreto y propio de un teólogo decomprometerse con los oprimidos es producir una buenateología. Con todo, lo que aquí queremos acentuar esque esa empresa es imposible sin un contacto mínimo conel mundo de los propios oprimidos. Es preciso un verdadero contacto físico para poder adquirir una nueva sensibilidad teológica.

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Ese contacto se puede dar en formas y grados distintos, dependiendo de las personas y de las circunstancias:

— Hay teólogos de la liberación que mantienen conlas bases cristianas una comunicación más omenos restringida, sea de carácter esporádico (vi

sitas, encuentros, momentos fuertes, etc.), seade carácter más regular (acompañamiento pastoral durante los fines de semana, asesoramientoteológico-pastoral de una comunidad o movimiento popular, etc.).

— Otros alternan períodos de trabajo teórico (magisterio, estudio y elaboración) con períodos detrabajo práctico (trabajo pastoral o asesoramiento teológico en una Iglesia determinada).

— Otros, en fin, viven insertos en los medios populares, habitando y hasta trabajando en unión delpueblo sencillo.

Sea como fuere, una cosa está clara: si uno pretendehacer teología de la liberación adecuada, es preciso quese disponga a «pasar el examen preliminar» en unión delos pobres. Sólo después de haberse sentado en losbancos de los humildes estará en condiciones de entraren la escuela de los doctores.

Esquema básico del métodode la teología de la liberación

La elaboración de la teología de la liberación se desarrolla en tres momentos fundamentales, que correspondena los tres tiempos del conocido método pastoral: ver, juzgar y obrar.

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En teología de la l iberación se habla de tres mediaciones principales: mediación socio-analít ica, mediaciónhermenéutica y mediación práctica. Se habla de «mediac iones» porque representan medios o inst rumentos deconst rucción teológica . Veamos rápidamente cómo sepresentan esas t res mediaciones y cómo se ar t iculan.

La mediación socio-analít ica contempla el lado del

mundo del oprimido. Procura entender por qué e l opri mido es oprimido.

La mediación hermenéut ica contempla e l lado delmundo de Dios. Procura ver cuál es e l plan divino en relac ión con e l pobre .

La mediación práct ica , a su vez , contempla e l lado dela acción e intenta descubrir las l íneas operativas parasuperar la opresión de acuerdo con e l plan de Dios.

Expl iquemos con más deta l les esas mediaciones una

por una .

1. Mediación socio-analítica

La l iberación es l iberación del oprimido. Por eso lateología de la l iberación debe comenzar por incl inarse sobre las condic iones rea les en que se encuentra e l opri mido, de cualquier orden que sea .

Cier tamente , e l obje to pr imario de la teología esDios. Sin embargo, antes de preguntarse lo que signif icala opresión a los ojos de Dios, e l teólogo necesi ta preguntarse más en la base qué es la opresión real y cuálesson sus causas. En rea l idad, e l acontecimiento de Diosno sust i tuye ni e l imina e l acontecimiento del mundo real .«Un error acerca del mundo —afi rma e l gran santoTomás de Aquino— redunda en e r ro r ace rca de Dios»(Suma contra Gentiles II , 3) .

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Además, si la fe quiere ser eficaz, lo mismo que elamor cristiano, es preciso que tenga los ojos abiertos a larea l idad histór ica que quiere fermentar .

Por eso, conocer e l mundo real del oprimido formaparte (mater ia l ) de l proceso teológico global . Es un momento o mediación indispensable , aunque insufic iente ,para un entendimiento ul ter ior y más profundo, que esel saber propio de la fe.

1.1. Cómo entender el fenómeno de la opresión

Ante e l oprimido, la pr imera pregunta del teólogosólo puede ser : ¿por qué la opresión? ¿Dónde están susraíces?

Ahora bien, e l oprimido t iene muchos rost ros. Pueblaenumera: rost ros de niños, de jóvenes, de indígenas, de

campes inos , de obre ros , de subempleados y desempleados, de marginados, de ancianos (nn. 32-39) .

Con todo, la figura característica del oprimido en elTercer Mundo es la del pobre socio-económico. Son lasmasas deshe redadas de l a s pe r i f e r i a s u rbanas y de lc a m p o .

Es preciso que par tamos de ahí , de esa opresión in-fraest ructura l , s i queremos entender correctamente todaslas demás formas de opresión y articularlas en la forma

debida y aceptable . En rea l idad, según veremos mejormás adelante , esa forma socio-económica condic iona dealgún modo a todas las formas restantes.

Par t iendo, pues, de esa expresión fundamenta l de laopresión que es la pobreza socio-económica , pregunté-monos cómo se expl ica .

Pues bien, a este respecto la teología de la l iberaciónencuentra t res respuestas a l ternat ivas disponibles: la em-

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pírica, la funcionalista y la dialéctica. Vamos a exponer' con brevedad cada una de ellas.

Explicación empirista: La pobreza como vicio

Esa corriente expl ica la pobreza de manera corta ysuperficial. Atribuye las causas de la pobreza a indolencia , a ignorancia o s implemente a mal icia humana. No seve el aspecto colectivo o estructural de la pobreza: quelos pobres son masas enteras y que au men tan c ada vezmás. Es la concepción vulgar de la miseria social y la másdifundida de la sociedad.

La solución lógica de esa visión a la cuestión de la pobreza es el conocido asistencialismo, que va desde la limosna has ta las más diversas campañas de ayuda a lospobres . El pobre es t ratado aquí como un «infel iz».

Expl icación funcional is ta: La pobreza como atraso

Es la interpretación l iberal o burguesa del fenómenode la pobreza social. Esta se atribuye al simple atrasoeconómico y social . Con el t iempo, gracias al propio proceso de desarrol lo, favorecido en el Tercer Mundo porprés tamos y tecnología extranjeros , e l «progreso» habráde l legar y el hambre desaparecerá; as í piensan los fun-

cionalistas.La salida social y política es aquí el reformismo, en tendido como mejora creciente del s is tema vigente. Elpobre aparece aquí como «objeto» de la acción de lac um br e .

Lo posi t ivo de tal concepción es que ve la pobrezacomo fenómeno colectivo, pero desconoce su ca rác te rconflictivo. O sea, ignora que la pobreza «no es una

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etapa casual , s ino el producto de determinadas s i tuaciones y estructuras económicas, sociales y políticas», demodo que los «ricos son cada vez más ricos a costa de lospobres , cada vez más pobres» (Puebla 30).

Expl icación dialéct ica: La pobreza como opres ión

Esta ent iende la pobreza como fruto de la propia organización económica de la sociedad, que a unos explota—y son los trabajadores— y a otros los excluye del sistema de producción —y son los subempleados , los desempleados y toda la masa de los marginados—. Como loindica Juan Pablo II en la encíclica Laborem exercens, laraíz de esa situación se encuentra en la supremacía delcapi t a l sobre e l t raba jo : aqué l cont ro lado por unospocos , y és te ejercido por la gran mayoría (cap. III) .

En esa interpretación, l lamada también his tórico-es-t ructural , la pobreza aparece plenamente como un fenómeno colect ivo, l lamado también conflictivo, exigiendosu superación en un sistema social alternativo.

La salida a esa situación es, efectivamente, la revolución, entendida como la t ransformación de las bases dels is tema económico y social . El pobre surge aquí como«sujeto».

1.2. Aproximación a la mediación histórica y atencióna las luchas de los oprimidos

La interpretación socio-analítica, tal como ha sidoar r iba presentada , quedará convenientemente comple tadamediante el recurso a una aproximación his tórica de laproblemática de la pobreza. Tal aproximación muestra alpobre no sólo en su s i tuación presente, s ino como término de todo un proceso amplio de expol iación y de

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marginación social. Aquí se recuperan incluso las luchasde los pequeños a lo largo de todo su caminar histórico.

En efecto, la situación de los oprimidos no se definesolamente por sus opresores , s ino también por el modocomo reaccionan a la opresión, resisten y luchan para libe ra rse .

Por eso mismo jamás se entenderá a un pobre s in

comprenderlo en su dimensión de sujeto social coagente—todavía sojuzgado— del proceso his tórico. Consiguientemente, para anal izar el mundo de los pobres hay quetener en cuenta no sólo sus opres iones , s ino también suhis toria y sus práct icas l iberadoras , por más embrionariasque sean.

1.3. El caso de un marxismo mal digerido

Cuando se t rata del pobre y del oprimido y se buscasu l iberación, ¿cómo evi tar e l encuentro con los gruposmarxistas (en la lucha concreta) y con la teoría marxista(en el nivel de la reflexión)? Ya hemos podido verloarriba, cuando nos referimos a la interpretación dialéct icao his tórico-es tructural del fenómeno de la pobreza socioeconómica .

Por lo que hace a la relación con la teoría marxis ta ,

l imitémonos aquí a algunas indicaciones esenciales :

1) En la teología de la l iberación el ma rxism o no esnunca t ratado por s í mismo, s i ró s iempre a partir y enfunción de los pobres. Situado f i rmemente al lado de loshumildes , e l teólogo interroga a Marx: «¿Qué puedes decirnos tú de la s i tuación de misei ia y de los caminos parasu superación?». Aquí se somete al marxis ta al juicio delpobre y de su causa, y no lo contrario.

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2) Por eso la teología de la liberación se sirve delmarxi smo de modo puramente instrumental. No lo veneracomo venera a los santos evangel ios . Ni tampoco sesiente obligada a dar cuenta a nadie del uso que hace delas palabras e ideas marxistas (si las usa correctamente ono) , a no ser a los pobres y a su fe y esperanza. Para sermás concretos, digamos aquí que la teología de la liberación utiliza libremente del marxismo algunas «indica

ciones metodológicas» que se han revelado fecundas parala comprensión del mundo de los oprimidos , entre lascuales están:

— La importancia de los factores económicos .— La atención a la lucha de clases.— El poder mistificador de las ideologías, incluidas

las religiosas, etc.

Es lo que afirmó el entonces general de los jesuítas,el padre P. Arrupe, en su famosa carta sobre el análisis

marxista, del 8-12-80.

3) Por eso también el teólogo de la liberación m antiene una relación decididamente crítica frente al marxismo. Marx (como cualquier otro marxis ta) puede s induda ser compañero de camino (cf Puebla 554), perojamás podrá ser «el» guía. «Porque uno solo es vuestroguía, Cristo» (Mt 23,10). Siendo así, para un teólogo dela liberación, el materialismo y el ateísmo marxistas ni siquiera llegan a ser una tentación.

1.4. Para ampliar la concepción del pobre

El pobre como el negro, el indio o la mujer

La teología de la liberación lo es de la liberación deloprimido —del oprimido entero: cuerpo y alma— y de

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todos los oprimidos: el pobre, el sojuzgado, el discrimin a d o , etc. Es imposible detenerse aquí en el aspecto puramente socio-económico de la opresión, el aspecto «pobre» , por más fundamental y «determinante» que sea. Espreciso ver también otros planos de opresión social:

— La opresión de tipo racial: el negro.— La opresión de tipo étnico: el indio.

— La opresión de tipo sexual: la mujer.Esas diferentes opres iones , a las que algunos denomi

nan «segregaciones», y otras más (como las de tipo generacional: el joven; las relativas a la edad: el niño, el anciano, etc.), poseen su naturaleza específica y necesitanun tratamiento (teórico y práctico) también específico.Por consiguiente, hay que superar una concepción exclusivamente «clasista» del oprimido, como si éste fuese únicamente el pobre socio-económico. En las filas de los

oprimidos encontramos algo más que los meros pobres .Sin embargo, importa observar aquí que el oprimidosocio-económico (el pobre) no existe simplemente al ladode otros oprimidos , como el negro, e l indio o la mujer ,para atenernos a las categorías más significativas del Tercer Mundo. No, el oprimido de clase, e l pobre socio-económico, es la expresión infraestructural del proceso deopres ión . Los o t ros t ipos representan expres iones su-perestructurales de la opresión, y por este título están condic ionadas profundamente por lo inf raes t ruc tura l . En

efecto, una cosa es un negro conductor de taxi, y otracosa un negro ídolo del fútbol. De idéntica forma, unacosa es una mujer empleada domést ica, y otra cosa unamujer primera dama de la nación. Una cosa es un indioexpoliado de su tierra, y otra un indio dueño de su ter reno .

Esto permite entender por qué en una sociedad declases las luchas de clase son las luchas principales. Ellas

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colocan frente a frente a grupos antagónicos, cuyos intereses esenciales son irreconciliables. En cambio, las luchas del negro, del indio y de la mujer ponen en juegogrupos no antagónicos por naturaleza y cuyos interesesfundamentales son en principio reconciliables. Si el pat rono (explotador) y el obrero (explotado) no podránnunca en definitiva reconciliarse, el negro puede nacerlocon el blanco, el indio con el «civilizado» y la mujer con

el hombre. Se t rata aquí , en efecto, de contradiccionesno antagónicas, las cuales se articulan en nuestras sociedades con y sobre la contradicción antagónica de base,que es el conflicto de clase.

Inversamente, hay que notar que las opres iones det ipo no económico agravan la opres ión socio-económicapreexi s t ente . Un pobre es mucho más opr imido cuando,además de pobre, es negro, indio, mujer o anciano.

El pobre como el «humil lado y ofendido»del sent imiento popular

Sin lugar a duda, para entender crí t icamente la s i tuación del pobre y de toda suerte de oprimidos , es importante la mediación socio-anal í t ica. Con el la , s in embargo,sólo se aprende de la opres ión lo que puede aprenderuna aproximación de t ipo cient í f ico. Ahora bien, semejante aproximación tiene sus límites, que son los de la racional idad posi t iva. Esta capta únicamente (y ya es mu

cho) la es t ructura bás ica y global de la opres ión, dejandofuera todos los matices, que sólo la experiencia directa y...la vivencia diuturna puede percibir . Quedarme meramente en el entendimiento racional y cient í f ico de laopres ión es caer en el racional ismo y dejar fuera más dela mitad de la real idad del pueblo oprimido.

En real idad, e l oprimido es más de lo que dice deél e l anal is ta social : economista , sociólogo, antropó-

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l ogo , etc. Es preciso escuchar también a los propios oprimidos . De hecho el pobre, en su sabiduría popular ,«sabe» mucho más de pobreza que cualquier economista .O mejor, sabe de otro modo y con más densidad.

Así, ¿qué es el trabajo para la sabiduría popular yqué es para un economista? Para éste es las más de lasveces una simple categoría o un cálculo estadístico, mientras que para el pueblo «trabajo» connota drama, angus

t ia , dignidad, seguridad, explotación, agotamiento, vida;en fin, toda una serie de percepciones complejas y hastacontradictorias . Igualmente, ¿qué representa la t ierrapara un campesino y qué para un sociólogo? Para aquélla t ierra es mucho más que una real idad económica y social . Es una grandeza humana, con un s ignif icado profundamente afect ivo y has ta mís t ico. Y es to vale mucho mástodavía para el indígena.

Finalmente, cuando eJ pueblo dice «pobre» dice de

pendenc ia , debi l idad , desamparo , anonimato , desprec io yhumil lación. Por eso los pobres no acostumbran a l lamarse «pobres», y el lo por un sent imiento de honra ydignidad. Son los no pobres los que los l laman as í . Comoaquel la pobre mujer de una pobre ciudad del interior dePernambuco —Tacaimbó— que, al oír que la l lamaban«pobre», respondió: «Pobre, no. Pobre es el perro. Nosot ros somos desamparados , pe ro luchadores» .

Se s igue de aquí que el teólogo de la l iberación, encontacto con el pueblo, no ha de contentarse con anál is is

sociales , s ino que deberá captar también toda la r ica interpretación que hacen los pobres de su mundo, art iculando as í la necesaria mediación socio-económica con laindispensable comprensión de la sabiduría popular .

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El pobre como el hijo de Dios desfigurado

Finalmente, en la visión cristiana el pobre es todo esoy mucho más. La fe ve en el pobre y en todo oprimidojustamente lo que la teología de la liberación procura ex-plicitar (y aquí nos anticipamos ya a la mediación hermenéut ica):

— La imagen de Dios desfigurada.— El hi jo de Dios hecho s iervo paciente y rechazado .

— El memorial del Nazareno, pobre y perseguido.— El sacramento del Señor y juez de la his toria ,

etc.

De ese modo, la concepción del pobre, s in perdernada de su sustancia concreta, se amplía infinitamenteporque se abre a lo infini to. Por donde se evidencia que,para la fe y la misión de la Iglesia, el pobre no es tan

sólo un ser de necesidades y un obrero; no es únicamenteun oprimido social y un agente histórico. Es todo eso ymucho más; es también portador de un «potencial evan-gelizador» (Puebla 1147) y una persona con vocaciónpara la vida eterna.

2. Mediación hermenéutica

Una vez entendida la s i tuación real del oprimido, elteólogo t iene que preguntarse: ¿qué dice la palabra deDios sobre es to? Es ése el segundo momento de la construcción teológica; momento específico, por el cual undiscurso es formalmente discurso teológico.

Se t rata , por tanto, a esa al tura, de ver el proceso dela opresión/liberación «a la luz de la fe». ¿Y qué es eso?Esta expresión no designa algo vago o general. La «luzde la fe», en efecto, se encuentra positivamente regis-

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trada en las Sagradas Escrituras. Por eso decir «la luz dela fe» o «la luz de la palabra de Dios» es lo mismo.

Y así, el teólogo de la l iberación va a las Escriturasllevando toda la problemática del dolor y de la esperanzade los oprimidos. Solicita de la palabra de Dios luz e inspiración. Realiza, pues, aquí una nueva lectura de la Biblia: la hermenéutica de la l iberación.

2.1 . La Biblia de los pobres

Interrogar a la tota l idad de la Escr i tura desde la óptica de los oprimidos, tal es la hermenéutica o lectura específica de la teología de la l iberación.

Apresurémonos a deci r que no es ésta la única lec turaposible y legí t ima de la Bibl ia . Sin embargo, para noso

tros hoy en el Tercer Mundo es la lectura privilegiada, la«hermenéutica actual». En el seno de la gran revelaciónbíbl ica desentraña los temas más luminosos y e locuentesen la perspect iva de los pobres: e l Dios padre de la viday abogado de los oprimidos, la l iberación de la casa de laesclavi tud, la profecía del mundo nuevo, e l re ino dado alos pobres, la Iglesia de la comunión tota l , e tc . La hermenéutica de la l iberación acentúa esos fi lones, pero sinexclusivizar los. Puede que no sean los temas más importantes (en sí mismos) , pero son los más apropiados (para

los pobres en su si tuación de opresión) . Por lo demás, esel orden de la importancia el que define el orden de loconveniente .

Por ot ra par te , los pobres son más que simplementepobres, según hemos visto. Ellos buscan vida y «vidaplena» (Jn 10,10) . Por eso las cuest iones per t inentes ourgentes de los pobres se ar t iculan con las cuest ionest rascendenta les: la conversión, la gracia , la resurrección.

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Efect ivamente , la hermenéut ica de la l iberación pregunta a la palabra sin anticipar ideológicamente la respuesta divina . Como teológica , la hermenéut ica se haceen la fe, o sea, en la apertura a la revelación siemprenueva y siempre sorprendente de Dios, a l mensaje inaudi to que puede sa lvar o cond enar .

Por eso mismo, la respuesta de la palabra puede sersiempre cuestionar a la pregunta e incluso al propio inte

rrogante, en la medida en que llama a la conversión, a lafe o al compromiso de justicia.

Hay, por tanto, un «cí rculo hermenéut jeo» o una «interpelación mutua» ent re pobre y palabra (Pablo VI, EN,La evangelización del mundo contemporáneo 29). No obstante, es innegable que en esa dialéctica la preferencia lecorresponde a la palabra soberana de Dios. Ella ostenta lapr imacía de valor , s i bien no necesar iamente metodológica . Sabemos, por ot ro lado, por e l contenido int r ínseca

mente l iberador de la revelación bíblica, que la palabrapara e l pobre sólo puede sonar como mensaje de consuelo y l iberación radicales.

2.2. Rasgos de la hermenéutica teológico-libertadora

La relectura de la Biblia que se hace a partir de lospobres y de su proyecto de l iberación se caracteriza por

a lgunos rasgos:

1) Es una hermen éut ica que pr ivilegia e l mom entode la aplicación sobre el de la explicación. En él, porotra parte, la teología de la l iberación no hace otra cosasino redescubri r lo que fue vocación perenne de todasana lectura bíblica, según se ve, por ejemplo, en los Padres de la Iglesia ; vocación que durante mucho t iempo se

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descuidó en favor de una exégesis racionalista y exhuma-dora del sentido en sí.

La hermenéut ica l ibertadora lee la Bibl ia como un l i bro de vida, y no como un libro de historias curiosas.Busca en el las el sent ido textual c ie r t amente , pe ro enfunción del sent ido actual. Aquí lo impor tante no estanto interpretar el texto de las Escrituras cuanto inter

pretar el libro de la vida «según las Escrituras». Para decirlo en pocas palabras, la lectura bíblica nueva/antiguaculmina en la vivencia hoy del sent ido de ayer. Aquíviene el segundo rasgo.

2) La herme néut ica l iberadora busca descubrir y activar la energía transformadora de los textos bíblicos. Setrata , en resumidas cuentas , de obtener una interpretación que lleve al cambio de la persona (conversión) y dela historia (revolución). Tal lectura no está ideológica

mente preconcebida, puesto que la rel igión bíbl ica es unareligión abierta y dinámica debido a su carácter mesiá-nico y escatológico. Ya lo confesaba E. Bloch: «Es difícilhacer una revolución sin la Biblia».

3) Finalm ente, la relectura teológico-pol í t ica de laBibl ia acentúa, s in reduccionismos, e l contexto social delmensaje. Coloca cada texto en su contexto his tórico parahacer as í una t raducción adecuada, no l i teral , dentro denuestro propio contexto his tórico. Así , por ejemplo, la

hermenéutica de la liberación enfatiza (sin exclusivizar)el contexto social de opresión en el que vivió Jesús y elcontexto marcadamente pol í t ico de su muerte en la cruz.Es evidente que, as í relacionado, el texto bíbl ico adquiere una part icular importancia en el contexto de laopres ión del Tercer Mundo, donde la evangel ización l iberadora posee implicaciones pol í t icas inmediatas y graves ,según lo prueba l a l a rga l i s t a de már t i res l a t inoamer i canos.

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2.3 . Los libros de la Biblia preferidospor la teología de la liberación

Ciertamente, la teología ha de tener en cuenta toda laBibl ia . No obstante, las preferencias hermenéut icas soninevi tables y has ta necesarias , como nos lo enseña la propia liturgia y el arte homilética. En lo que respecta a lateología de la liberación en cualquiera de sus tres niveles:

profes ional , pas toral y principalmente popular , los l ibrosindudablemente más apreciados son:

— E l Éxodo, porque desarrolla la gesta de la liberación político-religiosa de una masa de esclavosque se convierte, en virtud de la alianza divina,en pueblo de Dios .

— Los profetas, por su intransigente defensa delDios liberador, su denuncia vigorosa de las in

justicias, la reivindicación de los humildes y elanuncio del mundo mesiánico.

— Los evangelios, evidentemente por el caráctercentral de la persona divina de Jesús , con sumensaje del reino, su práct ica l iberadora y sumuerte y resurrección, sent ido absoluto de lahis toria .

— L os Hechos de los Apóstoles, por ret ratar el idealde una comunidad cris t iana l ibre y l ibertadora.

— E l Apocalipsis, por describir en términos colectivos y simbólicos la lucha inmensa del pueblo deDios perseguido contra todos los monstruos dela historia.

Hay sitios en los que se privilegian otros libros, comolos Sapienciales, por recuperar el valor de revelación divinacontenido en la sabiduría popular (proverbios, historias,e t c . ) . Así también, en algunas áreas de América Central ,

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después de haber meditado las comunidades los libros de

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lo s Macabeos para alimentar su fe en un contexto de insurrección armada (legitimada, por lo demás, por sus past o re s ) , terminada la guerra e iniciado el trabajo pacífico dela reconstrucción del país, se pusieron a leer sistemáticamente los libros de Esdras y Nehemías porque retratan elesfuerzo de restauración del pueblo de Dios después delperíodo crítico del cautiverio de Babilonia.

Es ocioso decir aquí que cualquier libro bíblico ha deser leído en clave cristológica, o sea, a partir del puntomás alto de la revelación tal como se encuentra en losevangelios. Así la óptica del pobre es situada en el interior de una óptica mayor: la del Señor de la historia, adquiriendo con ello toda su consistencia y vigor.

2.4. Recuperación de la gran tradición

cristiana en la perspectiva de la liberación

La teología de la liberación es consciente de ser unateología nueva, contemporánea del período his tórico vigente y adecuada a las grandes mayorías pobres , cr is t ianas y también no cris t ianas , del Tercer Mundo.

No obstante, intenta mantener un lazo de cont inuidadfundamental con la tradición viva de la fe del pueblo crist i ano . Por eso mismo in te r roga a l pasado buscandoaprender de él y enriquecerse con él . Pues bien, ante latradición teológica la teología de la liberación adopta unadoble actitud:

D e crítica, tomando conciencia de los límites e insuficiencias de las elaboraciones del pasado, t r ibuto en parteinevi table pagado por la propia época. Por ejemplo, enla teología escolás t ica (s . XI a XIV), dejando a un ladosus inneg ables contribu cione s a la elabo ració n precisa ys is temática de la verdad cris t iana, se encuentra una no

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menos innegable tendencia al teoricismo, a vaciar elmundo de su carácter histórico (visión estática de lascosas) mostrando escasísima sensibilidad para la cuestiónsocial del pobre y de su liberación histórica. En cuanto ala espiritualidad clásica, se intenta superar su intimismoahistórico, su elitismo y el sentido insuficiente de la presencia del Señor en los procesos sociales liberadores.

D e rescate, incorporando fi lones teológicos fecundosque fueron olvidados y pueden enriquecernos , e inclusocuestionarnos. Así, de la teología patrística (s. II a IX)podemos integrar: la concepción profundamente uni tariade la historia de la salvación, el sentido de las exigenciassociales del evangelio, la percepción de la dimensión pro-fética de la misión de la Iglesia, la sensibilidad hacia lospobres , e t c .

Inspiradoras son también para la teología de la l iberación las experiencias evangélicas singulares de tantos

santos y profetas , muchos de el los condenados como here jes, pero cuyo significado liberador percibimos hoy claramente. Así ocurrió con Francisco de Asís , Savonarola,el maestro Eckhart , Catal ina de Siena, Bartolomé de lasCasas y, más recientemente, los padres Hidalgo y Mo-relos, así como el padre Cicero, sin olvidar la contribución preciosa de los movim ientos paup eris tas med ievalesde reforma lo mismo que las demandas evangél icas de losgrandes reformadores .

2.5. Cómo se relaciona la teología de la liberacióncon la doctrine social de la Iglesia

También en relación con la doctrina social de la Iglesia la teología de la liberación dice una relación abierta yposi t iva. Es preciso decir , en primer lugar, que la teología de la l iberación no se presenta como una conc epció n

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concurrente de la doctrina del magisterio. Ni tampoco po

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dría hacerlo, ya que se trata aquí de discursos con nivelesy competencias dist intos.

Pero en la medida en que la doctrina social de la Iglesia ofrece las grandes orientaciones para la afción socialde los cristianos, la teología de la l iberación intenta, porun l ado , integrar esas orientaciones en su síntesis yquiere , por ot ro, explicitarlas de modo creativo para el

contexto concre to del Tercer Mundo.Esa operación de integración y explicitación se funda

en el carácter dinámico y abierto de la enseñanza socialde la Iglesia (cf Puebla 473 y 539). Además, al hacerloasí, la teología de la liberación presta oído a la apelaciónexplícita del propio magisterio que, en la Octogésima adve-niens, de Pablo VI (1971), afirmó: «Pronunciar una palabraúnica, como también proponer una solución cofl valor uni-wisa \ . . . no es nuest ro propósi to rá tampoco auestaa mi

sión. Incumbe a las comunidades cristianas:

— Analizar con objetividad la situación propia desu país.

— Procurar esclarecerla mediante la luz de la palabra inal terable del evangel io. . .

— Discernir las opciones y los compromisos queconviene asumir para realizar las transformaciones sociales.. .» (n. 4; cf también 42 y 48).

Pues bien, ahí están indicados justamente los t res momentos de la producción teológico-l iberadora , a t ravés delos cuales lo que era menos concreto en la doctrina de laIglesia se torna más concreto.

Ahora bien, en la medida en que responde a l re to dePablo VI, lanzado a la doctrina social de la Iglesia, afirmando que ella «no se l imita a recordar unos principiosgenerales; al contrario, es algo que se desarrolla por me-

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dio de la reflexión madurada al contacto con situacionescambiantes de este mundo» (OA 42) , la teología de la l i beración se coloca plenamente en la l ínea de las exigencias de la doctrina de la Iglesia. Así es realmente considerada cuando es asumida y/o e laborada por los pastoresen la forma de la teología de la l iberación pastoral.

Por lo demás, e l propio cardenal J . Ratz inger , en laInstrucción sobre la teología de la liberación, cap. V, con

sidera la doctrina social de la Iglesia como una especie depreteología de la l iberación o como un tipo de «teologíade la l iberación pastoral» en la medida en que ha procurado «responder a l desaf ío lanzado a nuest ra época porla opresión y por e l hambre» (n. 1) .

La conclusión de todo esto es una sola: no existe incompatibilidad de principio entre la doctrina social de laIglesia y la teología de la liberación. Una completa a laot ra para bien de todo e l pueblo de Dios.

2.6. El trabajo creativo de la teología

Pert rechado con sus mediaciones propias y con todoel material así acumulado, el teólogo de la l iberación sepone a const rui r s íntesis de fe verdaderamente nuevas y aproducir significaciones teóricamente nuevas para losgrandes desaf íos de hoy.

El teólogo de la l iberación no es únicamente un acumulador de mater ia les teológicos, s ino un verdadero arquitecto. Por eso se arma de la necesaria osadía teórica yde una buena dosis de fantasía creadora, a fin de estar ala altura de los problemas inéditos que se alzan de loscont inentes oprimidos.

Desentrañando y desdoblando creat ivamente los contenidos l iberadores de la fe , intenta rea l izar una nueva

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codificación del misterio cristiano, ayudando así a la Iglesia a cumplir su misión de evangelización libertadora en lahistoria.

3. Mediación práctica

La teología de la liberación está lejos de ser una teología inconcluyente. Sale de la acción y lleva a la acción,y ese periplo está todo él impregnado y envuelto en la atmósfera de la fe. Desde el análisis de la realidad deloprimido, pasa a través de la palabra de Dios para llegarfinalmente a la práctica concreta. La «vuelta a la acción»es característica de esta teología. Por eso quiere ser unateología militante, comprometida y libertadora.

Es una teología que conduce a la plaza pública, porque la forma actual de la fe hoy en el submundo de los

desheredados es el «amor político» o la «macrocaridad».En el Tercer Mundo, entre los últimos, la fe es también ysobre todo política.

Sin embargo, la fe no se reduce a acción, aunque libertadora. Es «siempre mayor» y comprende tambiénmomentos de contemplación y de profunda gratitud. Lateología de la liberación lleva también al templo. Ydesde el templo lleva de nuevo al fiel a la plaza públicade la historia, ahora cargado con todas las fuerzas divinasy divinizadoras del misterio del mundo.

Es verdad; la teología de la liberación lleva también yprincipalmente hoy a obrar: acción por la justicia, obrade amor, conversión, renovación de la Iglesia, transformación de la sociedad.

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3.1. Quién articula el discurso de la acción

La lógica del tercer momento —la mediación práctica— posee su régimen interno propio. Naturalmente, elgrado de definición de la acción depende del nivel teológico en que uno se encuentra: profesional, pastoral o popular.

Así, un teólogo profesional sólo puede abrir grandes

perspectivas para la acción. Un teólogo pastor puede yaser más determinado en cuanto a las líneas de actuación.En cuanto al teólogo popular, está en condiciones de entrar en un plano de concretización práctica bastante preciso. Evidentemente, en los dos últimos niveles —pastoral y popular— la definición del obrar no puede ser másque obra colectiva, llevada adelante por todos los que están involucrados en la cuestión del caso.

3.2. Cómo se prepara el momento de obrar

Extremadamente compleja es la lógica de la acción.Comprende muchos pasos, como la apreciación racionaly prudencial de todas las circunstancias y la previsión delas consecuencias de la acción.

De todos modos, podemos decir aquí que el obrar implica entre muchas otras cosas los siguientes elementosque hay que tener en cuenta:

— La determinación de lo que es históricamenteviable, o del paso posible, a través del análisis delas fuerzas existentes, sin descuidar las resistencias y oposiciones de los que desean mantener elstatu quo en la sociedad y en la Iglesia, sin locual se cae en la mera utopía de las «intencionespiadosas».

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Paso 3: Mediación práctica (actuar)

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a) Valor de la unión y organización de los trabajadores: sindicatos, agrupaciones, reuniones comunitariasde iniciación, cooperativas y otros movimientos (de lossin tierra, etc.).

b) Necesidad de una reforma agraria protagonizadapor los trabajadores del campo.

cj Elección de las banderas concretas de lucha, articulación con otras fuerzas, previsión de las consecuenciaseventuales, posible distribución de tareas, etc.

Observación. Una excelente teología de la liberaciónpastoral sobre el tema de la tierra es el documento de laCNBB (Conferencia nacional de los obispos brasileños),llamado «Iglesia y Problemas de la tierra» (1980).

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4.

Temas clavede la teología de la liberación

AQUE RESULTADOS globales ha llegado la teo

logía de la liberación utilizando el método expuesto en el capítulo precedente? Vamos a exponer de manera sucinta algunos temas clave, que constituyen el contenido, las perspectivas y las intuiciones deesta forma de pe nsar y de actuar a la luz de la fe. V olvemos a insistir: no* se trata de otra fe, sino de la fe delos apóstoles y de la Iglesia, articulada con las angustias ylas esperanzas de liberación de los oprimidos.

¿Qué potencial liberador se desentraña de la fe cristiana, fe que promete la vida eterna, pero también unavida terrena digna y justa? A partir de las luchas de losoprimidos por su liberación, ¿qué imagen de Diosemerge? ¿Qué rasgos del misterio de Cristo se vuelvenespecialmente importantes? ¿Qué acentos coloca el pueblo en su piedad mariaaa? Comencemos por definir mejor el horizonte, es decir, la perspectiva que caracterizael enfoque de todos estos temas: la perspectiva del pobrey de su liberación.

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Solidarizarse con el pobre es dar culto a Dios el que se acerca a los que yacen en el suelo, como el

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y comulgar con Cristo

Podemos entender la teología de la l iberación comoaquella reflexión de fe de la Iglesia que ha tomado en serio la opción preferencial y solidaria con los pobres. Apartir de ellos y junto con ellos, la Iglesia desea actuarde forma l iberadora. Esta opción no es interesada y pol í

tica, como una manera de colocarse la Iglesia instituciónal lado de la fuerza histórica destacada: las clases popula res, cada vez más decisivas en la marcha de la historia.El la lo hace en vir tud de motivaciones propias , inherentes a la propia fe cris t iana. Considerémoslas una poruna .

Motivaciones teológicaspara la opción por los pobres

Motivación teo-lógica (de parte de Dios): El Dios bíbl ico es fundamentalmente un Dios vivo, autor y defensor de la vida. Siempre que alguien ve amenazada suvida y t iene que morir antes de t iempo, puede contar conla presencia y con el poder de Dios , que de alguna manera acude en su ayuda. Por su propia naturaleza, Diosse s iente impulsado a acudir en socorro del pobre, carente de vida (cf Ex 3,7-9). El culto grato a Dios ha de iracompañado de la justicia y de la conversión al necesitado y oprimido (cf Is 1,10-17; 58,6-7; Me 7,6-13). Al optar por los pobres, la Iglesia imita al Padre celestial queestá en los cielos (cf Mt 5,48).

Motivación cristológica (de parte de Cris to): No sepuede negar que Cris to hizo personalmente una opciónpor los pobres y los consideró como los des t inatarios desu mensaje (cf Le 6,20; 7,21-22). Cumple la ley del amor

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buen samari tano (cf Le 10,25-37), que hace del desconocido un prój imo y del prój imo un hermano. Los seguidores de Jesús que forman la Iglesia realizan esta opciónhoy en los cuadros de la pobreza general izada como manera eminente de expresar la fe en Cris to.

Motivación escatológica (de parte del juicio final):Jesús es claro en su evangel io: en el momento supremode la historia, cuando se trata de nuestra salvación o perdición eterna, lo que cuenta de hecho es nuestra act i tudde aceptación o de repulsa de los pobres (Mt 25,31-46).El propio Juez supremo se esconde detrás de cada oprim i d o , cons iderado como un hermano pequeño de Jesús(Mt 25,40). Sólo comulga definitivamente con Cristo elque efectivamente ha comulgado en la historia con los sacramentos de Cris to, que son los pobres y los necesit ados .

Motivación apostólica (de parte de los apóstoles):Desde sus orígenes , la Igles ia se preocupó de los pobres .Los apóstoles y sus seguidores lo pusieron todo en común hasta el pu nto d e no habe r pob res entre el los (cf He2 y 4). En el anuncio del evangel io recomendaron que nose olvidara nunca a los pobres (Gal 2,10). Como decía elmás grande de los Padres de la Igles ia de Oriente, sanJuan Crisóstomo: en virtud de la misión, se dividió elmundo en paganos y judíos ; pero en relación con los po

bres no hubo ninguna divis ión, porque el los pertenecen ala misión común de toda la Iglesia, la de Pedro (judíos)como la de Pablo (paganos).

Motivación eclesiológica (por parte de la Iglesia):Ante la marginación y el empobrecimiento de las grandesmayorías la t inoamericanas , la Igles ia cont inental , urgidapor las motivaciones arr iba referidas y movida por un

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sent ido humano de compasión, ha hecho una solemne

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opción preferencial por los pobres, iniciada en Medellín(1968) y ratificada en Puebla (1979). Los obispos reconocieron «la necesidad de conversión de toda la Iglesia auna opción preferencial por los pobres , en orden a su integral liberación» (Puebla 1134).

Partiendo de los anhelos y luchas de los pobres, la

Iglesia se esfuerza por acentuar su evangelización demodo que todos se sientan instados a vivir su fe también(no exclusivamente) como factor de trasformación de lasociedad en el sentido de una mayor justicia y fraternidad. Todos han de real izar una opción por los pobres :los r icos opten con generosidad y resuel tamente por lospobres reales , y los pobres opten por otros pobres o porlos más pobres que el los .

¿Quiénes son en definitivalos pobres?

Esta pregunta es formulada muchas veces por los querealmente no se cuentan entre los pobres . Exis te entreel los el r iesgo permanente de encontrar tantas definiciones y subdivis iones de pobreza y r iqueza que acabanhaciendo que se evapore la cuest ión y el los mismos pasana const i tuir una especie de pobres . En cambio, cuandolos efect ivamente pobres (carentes de medios de vida)

discuten la problemática, llegan con facilidad a esclarecimientos objetivos y a caminos concretos en orden a la liberación de la pobreza deshumanizadora.

En lo que concierne a nuestras reflexiones sobre lateología de la l iberación, dis t inguimos fundamentalmentedos sent idos de pobre:

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1. El pobre socio-económico

El pobre socio-económico es todo aquel que carece oestá privado de los medios necesarios para la subsistencia(comida, vestido, casa, salud básica, instrucción elemental y t rabajo). Puede haber una pobreza inocente, puesno depende de la voluntad concreta de los afectados ( t ierras infecundas , sequías cont inuas , e tc .) ; s in embargo,hoy en día es ta pobreza es mantenida la mayoría de lasveces por el sistema capitalista, que saca de ahí mano deobra barata; é l impide que esas regiones y poblaciones sedesarrol len, excluyéndolas de la promoción humana mínima y necesaria .

Hay también una pobreza socio-económica injus ta ,por es tar producida por un proceso de explotación delt rabajo, como lo ha denunciado el papa Juan Pablo II ensu encíclica sobre el trabajo (Laborem exercens 8) . Al

obrero no se le paga de acuerdo con la justicia, se degrada el precio de las materias primas, los intereses delos prés tamos necesarios para las cooperat ivas son abrumadores . La pobreza s ignif ica aquí empobrecimiento yconfigura una injusticia social, y hasta internacional.

Según queda dicho antes , exis ten otras formas de pobreza, condicionadas por la s i tuación socio-económica,pero que concretizan opresiones específicas con sus liberaciones también apropiadas . Así , tenemos los discrimi

nados en virtud de su raza, como los negros; en virtud desu cultura, como los indígenas, y en virtud del sexo,como las mujeres. Muchas veces dentro de éstos se encuentran los más pobres de los pobres , pues l levan sobresí toda la gama de opresiones y discriminaciones. En unacomu nidad de base se presentó una mujer com o oprimida y empobrecida poi seis títulos diversos: por ser mujer, prostituta, madre soltera, negra, pobre y leprosa.¿Qué significa ser cristiano a partir de tal condición, sino

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vivir la fe de forma liberalizadora, esforzándose de todos Es pobre evangél ico eminentemente e l que , aunque

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los modos posibles por superar tamañas iniquidades soc ia les? A esos pobres hemos de anunciar les que Dios lesama de manera preferencial, cualquiera que fuere la situación moral o personal en que se encuentran (cf Puebla 1142). Ellos son preferidos por Dios y por Cristo, nopor ser buenos, sino por ser pobres y víctimas de la injust ic ia . Dios no quiere la pobreza que padecen.

Esta situación significa un desafío al mismo Dios ensu natura leza más ínt ima y a l propio Mesías, que vino arestablecer el derecho violado, a hacer justicia al desampa rado y a socor re r a l abandonado .

2. El pobre evangélico

El pobre evangél ico es todo aquel que coloca su ser ysu poder a l servic io de Dios y de los hermanos; es todo

aquel que no se centra en sí mismo, y que no pone su seguridad y el sentido de su vida y de su acción en disfrutarde este mundo y en acumular bienes, nombre , fama ygloria, sino que se abre agradecido a Dios y sirve desinteresadamente a los ot ros, inc luso a l enemigo, const ruyendo medios que proporcionen vida más digna paratodos. Frente a una sociedad consumista y expol iadora ,e l pobre evangél ico usa con moderación de los bienes deeste mu ndo y com part ien do; no es un r ígido asceta q uedesprecia la creación buena del Padre con las cosas exce

lentes que puso a disposic ión de todos, ni es un derrochador que gasta sin medida por e l gusto de gozar deforma egoísta. Pobre evangélico es aquel que está a disposición de Dios en la realización de su proyecto en estemundo, y por e l lo se convier te en inst rumento y en señaldel re ino de Dios. Por eso e l pobre evangél ico se muestra solidario con los pobres y hasta se identifica con ellos,como lo hizo el Jesús histórico.

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no sea un pobre socio-económico, por amor y sol idar idadcon los pobres socio-económicos, se hace uno de e l lospara luchar en unión con ellos contra la pobreza injusta ybuscar unidos la l iberación y la justicia. El no alaba ni lapobreza mater ia l , porque es resul tado del pecado de explotación, ni la r iqueza , que es expresión de la acumulac ión opresora y excluyente , s ino que exal ta y quiere lajusticia social para todos. En el contexto del TercerMundo no es pobre evangél ico quien no se muest ra sol i dario con la vida, la causa y la lucha de los pobres realesy de los oprimidos concre tos.

El amor a l pobre puede asumir una forma tan intensaque no son pocos los que se identifican con los pobressocio-económicos y con los discr iminados, compart iendosus sufr imientos, consolándose mutuamente y muriendocon ellos antes de t iempo. Esta es la perfecta l iberación,pues la persona se ha l iberado de sí misma, y en el segui

miento de Jesús, e l pobre de Nazare t , se ha l iberado plenamente para los ot ros y para Dios, escondido en e l los.

La teología de la l iberación se propone hacer detodos los cr ist ianos también pobres socio-histór icos, pobres evangélicos; ayuda, a la luz de los desafíos que hacen los pobres concretos, a pensar y agilizar la dimensiónliberadora de la fe, a fin de que ya dentro de la historia seant ic ipen los f rutos del re ino de Dios, que son pr incipal mente el reconocimiento del Padre, la aceptación de la fi

liación divina, la vida y la justicia para todos y la fraternidad universal. Veamos cómo se i luminan dentro de estehorizonte de forma l iberadora los diversos temas c lásicosde nuest ra fe .

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Algunos temas clave mente. Y el amor no es «de palabra ni de lengua, sino

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de la teología de la liberación

1. La fe viva y verdadera

implica una práctica liberadora

La fe es el horizonte originario de toda teología, también de la de la liberación. Por la fe ponemos toda nuestra vida, el curso de nuestro tiempo y nuestra muerte enlas manos de Dios. A la luz de la fe vemos que la realidad divina penetra en todas las dimensiones de la historiay del mundo. Como manera de vivir, la fe permite discernir la presencia de Dios o su negación en las variasprácticas humanas. Es la fe viva la que propicia una visión contemplativa del mundo.

Pero la fe debe ser también verdadera, la que es absolutamente necesaria para la salvación. Para la tradiciónbíblica no basta que la fe sea verdadera en los términosde su expresión (ortodoxia); la fe se verifica, o sea, sehace verdadera, cuando está informada por el amor, lasolidaridad, el hambre y la sed de justicia. Bien enseñabaSantiago: «La fe sin obras es estéril» (2,21); y: «Una fepura, s in práctica, la tienen también los demonios»(2,19). Por tanto, la ortodoxia ha de estar unida a la or-topraxis. La fe viva y verdadera nos hace oír la voz del

Juez escatológico en las quejas de los oprimidos: «Tuvehambre...» (Mt 25,35). Esa misma fe nos manda escuchar esa voz, realizando un acto liberador: «Y me distede comer» (Mt 25,36). Si no se tiene esta práctica de liberación que sacia el hambre, la fe se queda en mera semilla; no produce su fruto; no solamente no se ama alhermano necesitado, sino que tampoco se ama a Dios(1 Jn 3,17). Solamente la fe que produce amor a Dios y alos demás es fe que salva y que, por tanto, libera íntegra-

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con obras y de verdad» (1 Jn 3,18).

Le incumbe a la teología de la liberación rescatar ladimensión práctica inherente a la fe bíblica; en el contexto de los oprimidos esta fe debe ser liberadora.

2. El Dios vivo que toma partido

por los oprimidos contra el faraón

En un mundo en el que la muerte por hambre y porla represión se han vuelto banales es importante destacaralgunos rasgos del Dios cristiano, que hablan directamente a la práctica de la liberación. Dios será siempreDios, y como tal constituye el misterio frontal de nuestrafe. No podemos jugar con él, sino cubrirnos el rostro y,descalzos, como Moisés, adorarle (Ex 3,6). El no es deltamaño de nuestras cabezas por más iluminadas quesean, pues «habita en una luz inaccesible» (1 Tim 6,16).A pesar de su trascendencia, él no es un misterio aterrador, sino que está henchido de ternura. Dios está especialmente cercano del oprimido; escucha su grito y decide liberarlo (Ex 3,7-8). Es ciertamente padre de todos los hombres, pero principalmente es padre y abogado de los oprimidos y de los injustamente ofendidos. Por amor a ellostoma partido y se opone a las relaciones represivas del faraón. Esta parcialidad de Dios muestra la universalidad

de la vida y de la justicia, que deben ser garantizadas atodos partiendo de aquellos a los que se les han negado;nadie tiene derecho a ofender la imagen y semejanza deDios que es la persona humana. Su gloria consiste en veral hombre y a la mujer vivos, y su culto en la realizacióndel derecho y de la justicia. El no asiste impasible aldrama de la historia, en el cual generalmente los poderosos imponen su voluntad y sus leyes. Los autores bíblicos nos presenta n muchas veces a Ya vé como «go'el»,

es deci r , como el just ic iero de los desamparados, padre 3. El reino: el proyecto de Dios

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de los huérfanos y tutor de las viudas (cf Sal 66,6-7; Is 40a 44; Jer 21 y 22; Jn 19,25).

En la experiencia fundante de la esclavitud de Egiptoelaboraron los hombres bíblicos el ansia de l iberación ytest imoniaron la intervención de Yavé como l iberador .La l iberación de la opresión egipcia fue un aconteci miento polít ico, pero que sirvió de base para la experiencia religiosa de una liberación plena, también de la esclavitud del pecado y de la muerte. Bien decían los obisposla t inoamericanos en Medel l ín (1968): «Así como en ot rot iempo Israe l , e l pr imer pueblo, experimentaba la presencia sa lvadora de Dios cuando le l iberaba de la opresión de Egipto, así también nosotros, nuevo pueblo deD i o s , no podemos de j a r de sen t i r su paso que sa lvacuando se da e l ve rdade ro desa r ro l lo , que e s e l pa so ,p a r a c a d a u n o y p a r a t o d o s , d e c o n d i c i o n e s d e v i d a

menos humanas a condic iones de vida más humanas» (Introducción a las conclusiones 6 ) .

Finalmente , e l Dios cr ist iano es Trinidad de Personas:Padre , Hi jo y Espír i tu Santo. Dist intas ent re sí , convivene te rnamente en re l ac iones de abso lu t a r ec ip roc idad eigualdad. En e l pr incipio no se encuentra solamente lasoledad de una natura leza divina , s ino la comunión plenay perfecta de las t res Pers on as e te rnas . Este mister io representa e l protot ipo de lo que debe ser la sociedad según los designios del Dios t r ino: af i rmando y respetandoa las personas individuales, deben vivi r en ta l comunión ycolaboración que const i tuyan una única sociedad de seresiguales y de hermanos. La sociedad ta l como hoy se encuentra , con toda suer te de divisiones, antagonismos ydiscr iminaciones, no ofrece una experiencia que nos permita experimentar e l mister io de la Sant ísima Trinidad.Es preciso t ransformarla par a que p ued a ser imagen y semejanza de la comunión de las Personas divinas.

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en la historia y en la eternidad

Jesucristo, segunda Persona de la Sant ísima Trinidad,encarnada en nuest ra miser ia , reveló e l designio de Dios,que se realiza progresivamente en la historia y constituyee l fu tu ro abso lu to en l a e t e rn idad : e l r e ino de Dios .Reino no es solamente e l futuro, pues está en medio de

nosotros (Le 17,21) y no tiene su origen en este mundo(Jn 18,36) , aunque comience a rea l izarse en este mundo.Reino significa la l iberación total y global de toda lacreación purificada finalmente de todo lo que la oprime,y t rasf igurad a po r la presen cia plena de Dios. N ingúnconcepto teológico y bíblico está tan próximo a la idea deliberación integral como este reino de Dios. Bien enseña-

iban los obispos en Puebla, siguiendo los pasos del papaPablo VI: «Surgen dos e lementos complementar ios e inseparables: la l iberación de todas las esclavitudes del pe

cado socia l y personal , de todo lo que ext ravía a l hombrey a la sociedad y t iene su fuente en el egoísmo, en elmisterio de iniquidad, y la l iberación para el crecimientoprogresivo en el ser, por la comunión con Dios y con loshombres, que culmina en la perfecta comunión del c ie lo,donde Dios lo es todo en todos y no habrá ya más lágr imas» (Puebla 482; Evangelii nuntiandi 9). Porque e lreino es lo absoluto, abarca todas las cosas, la historia sagrada y la histor ia profana, la Iglesia y e l mundo, loshombres y el cosmos. Bajo signos diferentes en lo sagrado y en lo profano, e l re ino está siempre presentedonde los hombres realizan la justicia, buscan la fraternidad, se perdonan mutuamente y promueven la vida . Peroen la Iglesia, este reino encuentra una expresión singular,porque e l la es su señal percept ible , su inst rumento pr ivi legiado, su germen y principio (cf Puebla 227-228), en lamedida en que vive el evangelio y de día en día se edificacomo el cuerpo de Cristo.

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Este proyecto universal de Dios nos ayuda a entender El reino es don de Dios ofrecido gratui tamente a todos .

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el nexo que une a la creación y a la redención, al tiempoy a la eternidad. El reino de Dios es más que las liberaciones históricas, siempre limitadas y abiertas a ulterioresperfeccionamientos; pero en ellas se anticipa y concretizatemporalmente, preparando su plena real ización en lairrupción del nuevo cielo y de la nueva tierra.

4. Jesús, el Hijo de Dios, que asumióla opresión para librarnos

Jesús es Dios en nuestra miseria , e l Hijo eterno queasumió un judío concreto, c i rcunscri to en una fecha histórica y en una s i tuación social determinadas . Como decía el obispo poeta de la liberación D. Pedro Casaldáliga:«El Hijo de Dios se hizo hombre en el seno de María yse hizo clase en la carpintería de José». Sus primeras pa

labras fueron anunciar que el proyecto de Dios , e l reino,se había acercado y que ya fermenta la real idad comouna alegre noticia (cf Me 1,14); al presentar públ icamente su programa en la s inagoga de Nazaret (Le 4,16-21), asumió las esperanzas de los oprimidos y proclamaque ahora (hoy) son escuchadas . El Mesías , es , pues , e lque realiza la liberación de los infelices concretos. Elreino es también l iberación del pecado (Le 24,47; He2,38; 5,31; 13,38): pero es to no se puede interpretar deforma reduccionis ta , amputando la dimensión infraes truc-

tural que los evangel ios subl iman en la predicación deJesús.

El re ino no permanece só lo como una inaudi t a esperanza; se concretiza ya en la práctica de Jesús. Sus milagros y curac iones , adem ás de docu me ntar la divinidad deJesús, intentan mostrar que su anuncio l iberador ya sehis toriza entre los oprimidos , interlocutores privi legiadosde su predicación y p rimero s beneficiarios de su práct ica.

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Pero se entra en él por medio del proceso de convers ión.La conversión exigida por Jesús no significa únicamenteun cambio de convicciones ( teoría) , s ino principalmenteun trueque de actitudes (práctica) respecto a todas las relaciones personales, sociales y religiosas que mantiene lapersona .

La libertad que ejerció Jesús ante la ley y las costumbres de su tiempo, sus exigencias radicales de cambio decomportamiento en la l ínea de las bienaventuranzas provocaron un conflicto grave que involucraba a las variasins tancias de poder de aquel t iempo. Jesús conoció la difamación y la desmoralización, la persecución y la amenaza de muerte . Su pris ión, tortura, condena judicial ycrucifixión sólo se entienden como consecuencia de supráct ica y de su vida. En un mundo que se niega a adherirse a su propuesta de entrar por el camino de la conver

sión, la única alternativa que le quedaba a Jesús comomanera de ser fiel al Padre y a su propio mensaje eraaceptar el martirio. La cruz expresa por un lado la repulsa humana, y por otro la aceptación sacrificial deJe sús .

La resurrección descifra el significado absoluto delmensaje del reino, de la vida y de la muerte de Jesús . Esel triunfo definitivo de la vida y de la esperanza de unreino reconciliado, donde la paz universal es fruto de lajusticia divina y de la integración en Dios de todas lascosas. La resurrección se presenta de es te modo como laliberación en plenitud de todos los obstáculos que se interponen al señorío de Dios y la plenificación de todoslos dinamismos de vida y de gloria puestos por Dios dentro de la creación y del ser humano. La resurrección revela part icularmente el sent ido de la muerte del inocente,del que es rechazado al proclamar una justicia mayor (lade Dios) y de todos los que, a semejanza de Jesús ,

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sucumben a una causa digna y anónimamente son liqui económico que los explota y que no pueden cambiar de

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dados. El que resucitó no fue un cesar en el auge de supoder, sino un crucificado destruido en el Calvario. Losinjustamente muertos por el bien participan de esta resurrección suya.

Seguir a Jesús implica asumir su causa, estar dispuesto a soportar las persecuciones que de ahí se derivany a compartir animosamente su destino en la esperanza

de heredar la plena liberación que la resurrección nos hatraído.

5. El Espíritu Santo, «P adre de los pobres»,presente en las luchas por los oprimidos

El Espíritu Santo fue enviado, con el Hijo, al mundopara completar y prolongar la obra de la redención y de

la liberación integral. Su campo privilegiado de acción esla historia. Aquel vendaval (espíritu, en sentido bíblico)está presente en todo lo que implica movimiento, transformación y crecimiento. No conoce compartimentos estancos, y sopla donde quiere, dentro y fuera del espaciocristiano. Toma a las personas; las llena de entusiasmo;les confiere especiales carismas y aptitudes para transformar la religión y la sociedad, destruir las instituciones anquilosadas y crear cosas nuevas. El Espíritu preside la experiencia religiosa de los pueblos, no permitiendo que ol

viden jamás la perspectiva de eternidad y que sucumbana la seducción de la carne.

De modo especial se muestra actuante en las luchas yresistencias de los pobres. No sin motivo le designa la liturgia como «el Padre de los pobres», porque les da valor para hacer frente día tras día a la dura lucha por lasupervivencia propia y de sus familias, encontrandofuerzas para soportar las opresiones del sistema socio-

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la noche a la mañana, manteniendo viva la esperanzade que siempre se puede mejorar algo y de que, unidos,podrán liberarse históricamente. La piedad, el sentido deDios, la solidaridad, la hospitalidad, la fortaleza, la sabiduría de la vida entretejida de sufrimiento y de experiencia, el amor a los hijos propios y de los demás, la capacidad de celebrar y de alegrarse en medio de los peores

conflictos, la serenidad con que hacen frente a la durezade la lucha de la vida, la percepción de lo que es posibley variable, la moderación en el uso de la fuerza y la resistencia casi ilimitada de soportar la agresión persistentey constante del sistema económico con la marginación social que provoca, todo eso son dones del Espíritu, es decir, formas de su inefable presencia y actuación en mediode los oprimidos. Mas esta actuación es todavía más claracuando se sublevan, deciden tomar la historia en susmanos, se organizan para reivindicar y transformar y sue

ñan en sueños y despiertos con una sociedad en la quehaya lugar para todos con pan y dignidad. La historia delas luchas liberadoras de los oprimidos es la historia de lallama del Espíritu en el corazón dividido de este mundo.A causa del Espíritu, jamás morirán y nunca se adormecerán bajo la ceniza de la resignación los ideales de igualdad y de fraternidad, la utopía de un mundo en el quesea más fácil am ar y reconocer en el rostro de l otro losrasgos materno s y paternos de Dios.

También a la luz de la acción del Espíritu h ay que en tender la aparición de la Iglesia en las bases, hecha másacontecimiento q ue institución, que actualiza el movimiento de Jesús y se compromete con la ju stici a delreino. Aquí es donde se muestra la Iglesia como sacramento del Espíritu Santo, dotada de muchos carismas,ministerios y servicies para el bien de tod os y la con struc ción del reino en la listona.

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6 . María, mujer del pueblo, profética y liberadora tra atenta y sensible a la suerte de los humillados y víctimas de la injusticia; incluso en una atmósfera de ala

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La devoción del pueblo a María posee una raíz dogmát ica profunda, pues e l la es la madre de Dios, la Inmaculada Concepción, la Virgen de Nazare t y la Asunta ,con toda su realidad humana, a la gloria celeste. En unaperspect iva de l iberación, se han desarrol lado par t icularmente a lgunos rasgos, queridos para los cr ist ianos de las

bases, comprometidos a la luz de la fe en la transformación de la sociedad.

En pr imer lugar , toda la grandeza teológica de Maríase asienta sobre la humildad de su condición histórica.El la es María de Nazare t , mujer del pueblo, que seguíala religiosidad popular de su t iempo (la presentación deJesús en e l templo, la peregrinación a Jerusalén, Le 2,21sy 41s), que visitaba a sus parientes (Le l ,39s), que no dejaba de asist i r a una boda (Le 2,48.51; Me 3,31-32) y quele acompañó a l pie de la cruz como toda madre ent re

gada (Jn 19,25) . Dentro de esa pequenez, y no a pesarde ella, María fue todo lo que la fe proclama de ella,porqu e Dios hizo en e l la cosas grandes (Le 1,49).

En segundo lugar , María es e jemplo de fe y de disponibilidad al proyecto de Dios (Le 1,45; 1,38). No ent iende, c ier tamente , toda la dimensión del mister io quepor ella se realiza: la venida del Espíritu sobre ella y laconcepción vi rginal en su seno del Hi jo e terno del Padre(cf Le 1,35; Mt 1,18), pero aun así se entrega a los desig

nios de Dios. No piensa en sí misma, sino en los ot ros,en la prima Isabel (Le l ,39s), en el hijo extraviado en laperegrinación (Le 2,43) , en los que no t ienen vino en lasbodas de Cana (Jn 2,3) . Solamente puede ser uno l iberador si está l ibre de sí mismo para poner su vida al servic io de los ot ro s, c o m o María , Jesús y José .

En tercer lugar , Ma ría es la profe t isa del Magníficat.Antic ipándose al an un ci o l iberador de su Hi jo , se mues-

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banza, alza su voz denunciadora y suplica la revolucióndivina en las re lac iones ent re opresores y oprimidos.Nada mejor que las palabras de Pablo VI para subrayartoda esta dimensión l iberadora: «María de Nazare t , aunhabiéndose abandonado a la voluntad de Dios, fue a lgodel todo dist into de una mujer pasivamente remisiva o de

religiosidad alienante, antes bien fue una mujer que nodudó en p roc l amar que Dios e s v ind icador de l os humildes y de los oprimidos y derriba de sus tronos a lospoderosos del mundo (cf Le 1,51-53); reconocerá en Mar ía , que «"sobresale ent re los humildes y los pobres delSeñor» (Lumen gentium 55), una mujer fuer te que conoció la pobreza y el sufrimiento, la huida y el exilio (cf Mt2,13-23): s i tuaciones todas éstas que no pueden escapar ala a tención de quien quiere secundar con espí r i tu evangélico las energías l iberadoras del hombre y de la sociedad»

(Marialis cultus 37).

Finalmente , María es la de la re l igión del pueblo lat inoam ericano. N o hay país en e l que e l nom bre d e Mar ía no esté consignado en las personas, en las c iudades,en los r íos, en las montañas y en un sinnúmero de santuar ios. María ha amado a los oprimidos del cont inente .As um ió el color ne gro y mestizo de los esclavos y de losindígenas oprimidos. Así es la «Moreni ta», la Virgen deGuad a lupe en Méj i co ; Nues tra Señora de l a A pa re c ida ,

negra como los esclavos del Brasil ; la Virgen de la Caridad, también morena, de Cuba, y ot ras más. A los centros marianos de romería l levan sus angustias, all í enjugan sus lágr imas, cansados de tanto penar , y se l lenan derenovada esperanza para cont inuar luchando y resist i r .En estos lugares María se hace «la presencia sacramenta lde los rasgos maternales de Dios» (Puebla 291), la «estrella de la evangelización siempre renovada» (Evangelii

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nuntiandi 81) y junto con Cristo quiere ser, unida a losoprimidos, «la protagonista de la histor ia» (Puebla 293) .

En estas comunidades se propic ia mejor e l encuentro entre fe y vida, evangelio y signos de los t iempos captados

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7. La Iglesia, señal e instrumento de liberación

La Iglesia no deja de ser un misterio de fe por heredar en la historia el misterio de Cristo y de su Espíritu y

por encontrar en ella el reino su expresión consciente einsti tucionalizada. Pero ella es también la respuesta humana organizada que los seguidores de Jesús han dado a ldon de Dios; por eso es a un tiempo, sin división ni confusión, divina y humana, participando de la debilidad detodo lo humano y de la glor ia de todo lo divino.

Desde los or ígenes de la histor ia la t inoamericana estácapi larmente presente en medio del pueblo. Muchasveces fue cómplice en la colonización desintegradora de

las cul turas- test imonio, pero también fue promotora de lalibertad y solidaria en la l iberación. En los últimos decenios, ante la creciente degradación de la vida del pueblo,se concienció de que su misión es la evangelización liberadora .

La mejor manera de evangel izar a los pobres consisteen permitir que los propios pobres se hagan Iglesia yayuden a toda la Iglesia a ser realmente una Iglesia pobre y de pobres. En vi r tud de e l lo comenzaron a surgi r ,un poco por todas par tes, en América Lat ina , mi l lares decom unidad es eclesiales de ba se , círculos bíblicos y unaverdadera pastora l popular . En estas comunidades, loscr ist ianos fueron descubriendo la comunión como el valorteológico est ructurador y est ructurante de la Iglesia . Másque una Iglesia inst i tuc ión, o rga niz ada como una sociedad perfecta y est ructurada pi ramidalmente , la Iglesiadebe ser la comunidad de los fieles que viven en relaciones fraternas de participación, de amor y de servicio.

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comuni tar iamente , la superación del anonimato de lasgrandes parroquias y e l test imonio más t rasparente delcompromiso cr ist iano. Así fue cómo surgió una ampl iared de comunidades eclesiales de base, dentro de la cualse encuentran cardenales, obispos, sacerdotes, la vida religiosa y las diversas expresiones del laicado.

Se verifica en general, abstrayendo de tensiones inevitables en todo organismo humano, la convergencia fe l izentre la Iglesia como gran insti tución y la amplia red delas comunidades ec lesia les de base . Ambas se abrazan enel mismo espíritu evangélico y quieren ponerse al serviciode todos con vistas al anuncio de la buena nueva deJesús y de la actuación liberadora en la sociedad divid ida .

Estas comunidades cr ist ianas, unidas en comunióncon sus pastores, constituyen la base real para que laIglesia sea de hecho, y no sólo re tór icamente , e l pueblode Dios en marcha. Para ser pueblo de Dios, los cr ist ianos precisan pr imeramente const i tui r un pueblo, es dec i r , una ar t iculación de comunidades vivas que e laborensu conciencia , proyecten un camino y se organicen parala acción. Cuando este pueblo entra en la Iglesia por elbautismo y por la práctica del evangelio, la concretizacomo el pueblo de Dios histór ico que aquí , en América

Latina, va asumiendo cada vez más las características dela cul tura popular .

En este caminar del pueblo de Dios y en e l seno delas comunidades surgen los varios ministerios y serviciospara atender a las diversas necesidades religiosas y humanas, se redefinen los cometidos y el esti lo de actuaciónde los agentes de pastora l y se asumen conjuntamente lastareas de la evangel ización.

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Una Iglesia que nace así de la fe del pueblo puedeverdaderamente presentarse como la señal de aquel la l i

de los derechos violados ha de comenzar por los derechos de los pobres. A partir de ellos se ve la urgencia de

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beración integral que Dios quiso para sus hijos, y el instrumento adecuado de su ejecución en la historia. En lascelebraciones, en las dramat izaciones populares, en la r i -tualización de la vida sacramental y en las más variadas

i form as de creatividad religiosa se expre sa simbólicam entela l iberación ya vivida por el pueblo, ciertamente frágil ,

j per o verdadera y ant ic ipadora de la plena l iberación en1 el reino definitivo del Padre.

8. Los derechos d e los pobres como derechos de D ios

La reflexión teológica sobre la eminente dignidad delos pobres, según se ha subrayado en e l capí tulo anter ior ,ha ayudado a enriquecer en el seno de las Iglesias el sent ido de la promoción y de la defensa de los derechos hu

manos. El t rabajo pastora l en unión con los pobres hizoque se descubriese su fuerza histórica y su dignidad sagrada. Per tenece a la evangel ización integra l susci tar e lsent ido de la inviolabi l idad de la persona humana y la garant ía de sus derechos fundam enta les, par t icularm entelos de contenido socia l . Las concepción l ibera l -burguesadefiende los derechos del individuo desconectado de lasociedad y de la solidaridad básica con todos los hombres. Ante esta comprensión, se desarrol ló en la teologíade l a l i be rac ión un enr iquec imien to a pa r t i r de l a s

fuentes bíbl icas. En e l las se habla pr imordia lmente delderecho de los pobres, de los peregrinos, de los huérfanos y de las viudas. Todos los que se encuentran desamparados y son a t ropel lados t ienen en Dios su garantey abogado. Dios mismo y su Mesías toman la defensa delos que no t ienen a nadie que mire por e l los. Los derechos de los pobres son los derechos de Dios. La luchapor la promoción de la dignidad humana y por la defensa

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una c ier ta jerarquización de los derechos: en pr imer lugar están los derechos fundamentales a la vida y a losmedios de vida (pan, trabajo, salud básica, vivienda, alfabet ización); después de e l los vienen todos los demásderechos humanos, como la l iber tad de expresión, la l i ber tad de conciencia , de movimiento, de re l igión, e tc .

Se cuentan por centenares por todo e l cont inente losgrupos de acción, Just ic ia y Paz y Centros de Defensa delos Derechos Humanos, en los cuales los propios pobrescon sus aliados (abogados y otros «intelectuales orgánicos») hacen denuncias proféticas de las violaciones quesufren, intercambian con ot ros movimientos experiencias,organizan resistencias y def ienden jur ídicamente a losa t ropel lados. Bien enseñaban nuest ros obispos en Puebla : «El amor de Dios a nosotros hoy en día ha de convertirse sobre todo en obra de justicia para con los opri

midos y esfuerzo de l iberación para quien más lo precisa»(n. 327; cf n. 1145).

9. El comportamiento del hombre libre y liberador

La teología de la l iberación, por ser esencialmentepráctica, incide de forma inmediata en la ética y en lasactitudes de las personas. Ella ha originado un perfilnuevo del ser cristiano en nuestros días, según lo detallaremos a l f ina l del presente t rabajo. Aquí queremos únicamente subrayar a lgunos aspectos de tenor más é t ico.

Los cristianos se ven confrontados con el pecado social y estructural de la opresión y la injusticia de lasmayorías. Se trata del pecado que existe en las insti tuciones sociales y en las estructuras de la sociedad, y queinduce a las personas y a los grupos a comportamientos

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que contradicen e l proyecto de Dios. Aclaramos aquí quelas estructuras no son cosas, sino modos de relación entre

c iones, respetando opiniones diversas, re la t ivizando lasposic iones propias, sa lvaguardando la unión de la comu

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las cosas y las personas a ellas vinculadas. Superar el pecado social exige una voluntad de trasformación quetrueque las estructuras y que éstas produzcan en su funcionamiento más justicia y participación. La conversiónevangélica exige no sólo un cambio de corazón, sino también una liberación de la organización social que producey reproduce comportamientos pecaminosos. Esta conversión social se traduce en la lucha social trasformadora, enel sentido de estrategias y tácticas que abren camino paralas modificaciones necesarias. Al pecado social hay queoponer la gracia social, fruto del don de Dios y del compromiso humano inspi rado por Dios.

La car idad como forma de ser para los ot ros tendrásiempre vigencia . Pero en una dimensión socia l , amarsignifica colaborar en la creación de nuevas estructuras,

apoyar las que representan un avance en la gestac ión deuna mejor calidad de vida y situarse bien en el campopolít ico a la luz de la opción solidaria con los pobres. Elamor social se ve especialmente desafiado en el conflictode c lases. Este no es postulado, sino lamentado; es undato de la rea l idad en una sociedad marcada por e l antagonismo de c lases. Jesús mostró con su e jemplo quepuede haber compat ibi l idad ent re amor a las personas yoposic ión a sus ac t i tudes. Es preciso amar a las personassiempre y en cualquier condic ión, pero combat iendo las

actitudes y los sistemas que no se compaginan con los criterios éticos del mensaje de Jesús. La paz y la reconciliación sociales solamente son posibles en la medida en quese superen los mot ivos rea les que siguen provocando losconflictos: las relaciones desiguales e injustas entre el capital y el trabajo, las discriminaciones entre las razas, lasculturas y los sexos. Amar sin odiar; luchar por el triunfode la causa justa sin ceder a los engaños de las emo-

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nidad, son los desafíos concretos que se propone a lasantidad de los cristianos l iberadores.

El compromiso por la l iberación en unión de los oprimidos ha suscitado persecuciones y martirios. Vivir eneste contexto e l espí r i tu de las bienaventuranzas, acogiendo ta les consecuencias como pertenecientes a l com

promiso evangélico, obliga al cristiano a ser verdaderamente l ibre, hijo ya del reino de la paz de Dios y porello realizador eficaz de la l iberación. Aquí la espiritualidad de la resurrección adquiere su pleno significado; másque celebrar el triunfo de la vida, muestra la victoria deun Liberador cruci f icado, que por haber ent regado l ibremente la vida en favor de los demás, ha heredado la pleni tud de la vida de Dios.

El cristiano liberador une el cielo y la t ierra, la construcción de la ciudad de los hombres con la ciudad esca-tológica de Dios, la promoción de la vida mínima en e lpresente con la promesa de la vida suprema de la e terni dad . No rechaza nada que sea ve rdade ramente humano yque haya sido asumido por e l Hi jo de Dios, todo potencia para la l iberación integral que será traída cuando elSeñor venga para consumar lo que los hombres y las mujeres, especia lmente los onerosamente oprimidos, hanc r e a d o .

10. Otros desafíos a la teología de la liberación

Además de estos temas axia les que acabamos de referir, la teología de la l iberación ha de hacer frente a otrosmuchos desaf íos, verdaderas temát icas concre tas que están siendo profundizadas a la luz de las intuiciones y enfoques propios de este t ipo de ref lexión. Así , par t icular-

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mente en América Central —dada la gravedad de la s i tuación de violencia— se ha profundizado una «teología

Descuido de las raíces místicas, de donde brota todoverdadero compromiso por la l iberación, supervalorando

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de la vida» contra los mecanismos socio-históricos de lamuerte . Art iculada con es ta temática, se es tá elaborandode forma crítica una teología de la economía y de la política.

La mujer no configura solamente un tema de reflexión, sino una perspectiva a partir de la cual todos losdemás pueden y deben ser contemplados por hombres ypor mujeres . Se es tán construyendo teologías de los negros y de los indios partiendo de ellos mismos, que ofrecen una colaboración y complementación a las otras vertientes de la teología de la liberación. La espiritualidadha sido ya desde el principio, como lo indicamos al comienzo, un campo privi legiado de la atención de los teólogos de la l iberación. Se ha elaborado de forma part icularmente vigorosa dentro de la vida rel igiosa (CLAR ylas conferencias nacionales de religiosos) y en los centros

de pas toral popular .Pero todo e l lo robus tece , como tonus firmus, la arti

culación entre la fe en su contenido dogmático con sudesdoblamiento práct ico y social . Las excelencias de la fecris t iana van permanentemente unidas a las urgencias históricas. De es ta aproximación y confrontación es dedonde nace la dimensión l iberadora del mensaje cris t iano.

11. Tentaciones de la teología de la liberación

No queremos descuidar l a s t en tac iones que puedensobrevenir a los teólogos de la l iberación, apuntadas yahace mucho por la crí t ica, y asumidas en parte por el magis terio. Cabe también reconocer que, en su mayoría , losteólogos de la l iberación incorporaron a su t rabajo talesadvertencias . Enumeremos algunas de es tas tentaciones:

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la acción política. Es en la oración, en la contemplación,en el t ramo comunitario e ínt imo con Dios donde se renuevan las motivaciones que hacen que nazca de la fe elcompromiso por los oprimidos y por todos los hombres .

Inflación del aspecto político de las cuestiones relativas a la opresión y a la liberación en perjuicio de otras

dimensiones más gratui tas , más profundamente humanasy evangél icas , como la amis tad y el perdón, el sent ido delocio y de la fiesta, el diálogo abierto con todos los hombres , la sensibilidad para el arte y para las riquezas espir i tuales .

Subordinación del discurso de la fe al discurso de lasociedad en una art iculación mal elaborada o demasiadomarcada por el conflicto de clases, sin prestar mayoratención a lo específico del campo religioso y cristiano.

Esta tentación vale especialmente para la exégesis y la liturgia .

Absolutización de la teología de la liberación, descuidando la val idez de otras teologías , y la exacerbación dela figura socio-económica del pobre evangélico, minimizando la importancia de otros aspectos de la opres ión social, como la de los negros, de los indios y d e las muj e re s .

Acentuación excesiva de las rupturas más que de lascont inuidades en cuanto a los comportamientos , ideas einiciativas pastora les en confrontación con la gr an tradición de la Iglesia.

Negligencia en profundizar el diálogo con las otrasIgles ias cris t ianas o con las teologías contemporáneas , eincluso con las enseñanzas doctrinales y sociales del magisterio pontificio y local, con pérdid a del en riq ue ci-

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miento que podría derivarse de ahí para una teología dela liberación más fecunda.

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Desatención de los teólogos de la liberación para hacerse comprender de las varias instancias eclesiales, atrasando el proceso de conversión de la Iglesia a los pobresy obstaculizando la necesaria asimilación de los derechoshumanos, vál idos también para el campo cris t iano.

Estas tentaciones serán tanto más fácilmente superadas cuanto más imbuidos estén los teólogos de la liberación del sentido de Cristo (1 Cor 2,16), vinculados a lacomunión eclesial y vitalmente nutridos con la vigorosasavia mística de la religión y de la fe popular.

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5.Brevísima historia

de la teología de la liberación

INTENTAREMOS en es ta pa r t e , en una l ec tura rá

pida, subrayar los puntos más sal ientes que hanpropiciado la aparición y el desarrollo de la teología

de la liberación. Estudios más detallados han sido realizados por Roberto Oliveros , Alfonso García Rubio, JoséComblin, Enrique Dussel y otros .

Antecedentes

Las raíces históricas de la teología de la liberación seencuentran en la t radición profét ica de evangel izadores ymis ioneros que, desde el comienzo de la colonización,cuestionaron el tipo de presencia de la Iglesia en el continente y la manera como eran t ratados los indígenas , losnegros , los mest izos y las poblaciones pobres del campo yt i c l a c iudad. Nombres como Bar to lomé de l as Casas ,Antonio de Montes inos , Antonio Vieira , Fray Caneca yol ios son la representación de una pléyade de personal i -

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dades religiosas que no faltaron en ningún siglo de nuestra corta historia. Lo que hoy surge a la superficie de la

2. Efervescencia eclesial

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conciencia social y eclesial tiene ahí su fuente.

1. Efervescencia político-social

Los gobiernos populistas de los años 50-60, especialmente con Perón en Argent ina, Vargas en Bras i l y Cárdenas en Méjico, es t imularon una conciencia nacional is tay un significativo desarrollo industrial de sustitución deimportaciones , beneficiando a las burguesías nacionales ya las poblaciones urbanas , pero lanzando a la margina-ción o al chabolismo a sectores inmensos del campesin a d o . Pero ese desarrol lo se promovió en los moldes deun capi t a l i smo dependiente , a soc iado a l de los pa í sesricos, que excluía a las grandes mayorías . Semejante hecho suscitó grandes movilizaciones populares, reivindi

cando t ransformaciones profundas en la es t ru ctu ra socioeconómica de los respect ivos países . Tales reivindicaciones provocaron la aparición de dictaduras militares enlas principales naciones lat inoamericanas , que propugnangarantizar el desarrollo del capital con el alto grado deseguridad alcanzada mediante la represión política y conel control policial de todas las manifestaciones públicas.

En este contexto la revolución socialista de Cuba sepresentaba como una alternativa del factor principal dedesarrol lo: la dependencia. Surgieron en muchas partes

focos de lucha armada encaminados al derrumbamientodel poder vigente y la instauración de regímenes de inspiración socialista. En las bases de la sociedad se produceuna gran efervescencia de cambios , una verdadera atmósfera prerrevolucionaria.

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A part i r sobre todo de los años sesenta se produce enel seno de las Iglesias un gran soplo de renovación. LasIglesias asumen su misión social: los laicos se comprometen con t rabajos populares , los obispos y sacerdotes caris -máticos avivan la llama del progreso y de la modernización nacional . Hay práct icas realmente promotoras de laconciencia y de las condiciones de vida de las poblacionesnecesitadas: son varios los movimientos de Iglesia, comola JUC (univers idades) , la JOC (obreros) , la JAC (campesinos), e l MEB (movimiento de educación de base),las escuelas radiofónicas, las primeras comunidades ecle-siales de base.

La teología europea de las real idades terrenas , e l humanismo integral de J . Mari tain, e l personal ismo socialde E. Mounier , e l evolucionismo progres i ta de P. Tei l -tiard de Chardin, la reflexión sobre las dimensiones so-

nales de los dogmas de H. De Lubac, la teología de losla icos de Y. Congar y de l t raba jo de M. D. Chenu,apoyaban teóricamente las práct icas de es tos cris t ianos(generalmente de la clase media) al lado de los movimientos populares . El conci l io Vat icano II proporcionó lamejor jus t i f icación teórica de las práct icas elaboradasaajo el s igno de una teología del progreso, de la autént ica secularización y de la promoción humana.

A finales de la década del sesenta, con la crisis del

popul ismo y del modelo desarrol l is ta , tuvo lugar la i rrupción de un vigoroso pensamiento sociológico, que mostraba las verdaderas causas del subdesarrol lo. Desarrol loy subdesarrollo son las caras y la cruz de la misma moneda. Todos los países occidentales se encuentran dentrode un ingente proceso de desarrol lo; s in embargo, és te esdesigual y asociado, haciendo que sus beneficios pasen alos pa í ses ya desa r ro l l ados y cent ra les , y los inconve-

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nientes los paguen los países his tóricamente at rasados ,subdesarrol lados y peri féricos . La pobreza de las na

tante, Emil io Castro, Jul io de Santa Ana, Rubem Alvesy José Míguez Bonino, comenzaron a profundizar, me

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ciones del Tercer Mundo es el precio que hay que pagarpara que el Primer Mundo pueda disfrutar en abundancia. En ambientes eclesiales atentos a la evolución de lasociedad y de los estudios sobre sus problemas, esta interpretación actuó como una sal y un ferm ento, generadores de nueva vitalidad y de crítica de las medidas pastorales . A la dependencia entre centro y peri feria habríaque oponer un proceso de ruptura y de l iberación. Sedesvanecía, pues, la base de la teología del desarrollo yse echaban los fundamentos teóricos de una teología dela l iberación. Las bases reales y materiales es tuvierondadas cuando los movimientos popula res y los gruposcris t ianos se encontraban ya mil i tando en el sent ido deuna l iberación socio-pol í t ica, abierta a una l iberacióncompleta e integral . Fue entonces cuando surgieron lascondiciones objetivas para una auténtica teología de la li

be rac ión .

3. Efervescencia teológica

En el contexto de diálogo entre Igles ia y sociedad enebullición, entre fe cristiana y anhelos de transformacióny de liberación a partir de las clases populares, se iniciaron las primeras reflexiones teológicas que apuntaban auna teología de la liberación. La atmósfera teológica caracterizada por una gran l ibertad y creat ividad que se ha

bía desarrollado durante la realización del concilio Vaticano II (1962-1965) favorecía en América Latina el valorde los teólogos para pensar nuestras cuest iones pas toralescon la propia cabeza, y el lo tanto del lado catól ico comodel l ado protes tante (espec ia lmente dent ro de l ISAL:Igles ia y sociedad en América Lat ina). Teólogos comoGus tavo Gut ié r rez , Segundo Gal i l ea , Juan Lui s Segundo,Lucio Gera y otros del lado catól ico; y, del lado protes-

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diante frecuentes encuentros, la reflexión sobre la relación entre fe y pobreza, evangelio y justicia social. EnBrasil, la izquierda católica produjo entre 1959-1964 unaserie de textos básicos sobre la necesidad de un ideal histórico cris t iano (Almery Bezerra, H. de Lima Vaz, DCE-PUC de Río de Janeiro), l igado a una acción popular ,cuya metodología anunciaba ya la teología de la liberación; urgía un compromiso personal con la real idad, descodificada mediante el estudio de las ciencias de lo socialy del hombre e iluminada por los principios universalesdel cristianismo.

En m arzo de 1964, en un encuen tro en tre teólogos lat inoamericanos en Petrópol is (Río de Janeiro), GustavoGutiérrez presentaba la teología como reflexión críticasobre la praxis. En las reun ione s de ju nio y julio de 1965en La Habana, Bogotá y Cuernavaca, es ta l ínea de pen

samiento adquiría contornos más ní t idos . En torno a lapreparación de Medel l ín (1968) se organizan otros muchos encuentros que funcionan como laboratorios de unateología pensada sobre las cuest iones pas torales y a part i rde la práct ica comprometida de los cris t ianos . Las reflexiones de G. Gutiérrez en Montreal (1967) y en Chimbóte (Perú) sobre la pobreza del Tercer Mundo y el desafío a una pas toral de l iberación avanzaron poderosamente en el sentido de una teología de la liberación. Enun encuentro teológico celebrado en Suiza en 1969 sepropo nen las primeras l íneas : «Hacia u na teología de lal iberación».

Del 6 al 7 de marzo de 1970 se celebra en Bogotá elprimer congreso sóbrela teología de la l iberación, que serepetirá en el mismo ligar, del 26 al 31 de julio de 1971.Paralelamente, entre 1970 y 1971, el ISAL organiza algosemejante en Buenos Aires , en el campo protes tante.

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Finalm ente , en dic iembre de 1971, G. G ut iérrez publica el l ibro inaugural de esta teología con su Teologíade la liberación, perspectivas. Ya antes, en mayo del

Del lado protestante , además de Emil io Cast ro y Jul io de Santa Ana, destacaron Rubem Alves {Religión:

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mismo año, Hugo Assmann publ icaba e l l ibro colect ivoOpresión -liberación: desafío de los cristianos (Montevideo) , y en jul io Leonardo Boff lanzaba su Jesucristo libertador (Pet rópol is) . Quedaba así abier to e l caminopara una teología hecha a partir de la periferia y articulada con las cuestiones de esta periferia, que representa

ban y siguen representando todavía un inmenso desaf ío ala misión evangelizadora de las Iglesias.

Formulación

Dist inguimos en esta par te , por razones de c lar idad yde percepción de los avances logrados, cuat ro e tapas enla formulación de la teología de la l iberación.

1. Etapa de roturación

Se t ra ta de los pr imeros que abrieron e l horizonte deeste modo de hacer teología, posibili tando su ulteriorevo luc ión . Además , ev iden temente , de Gus t avo Gut i é rrez , despuntaron ent re ot ros Juan Luis Segundo [De lasociedad a la teología, 1970; Liberación de la teología,1975); Hugo Assmann {Teología desde la praxis de liberación, 1973); Lucio Gera {Apuntes para una interpretaciónde la Iglesia argentina, 1970; Teología de la liberación,1973). A éstos se sumaban, con una ext raordinar ia ac t ivi dad de conferencias y re t i ros espi r i tua les, e l obispo (poster iormente cardenal) Eduardo Pironio, secre tar io delCELAM, Segundo Ga l i l ea y Ra imundo Caramuru , p r in cipal asesor de la conferencia episcopal brasileña.

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opio o instrumento de liberación, 1970, publicado anteriormente en inglés en 1969) y José Míguez Bonino {L afe en busca de eficacia, 1967 y Doing Theology in a Revo-lutionary Situation, 1975). Laicos como Héctor Borra t ,Methol Ferré y Luis Alberto Gómez de Souza, aportaronuna valiosa colaboración a la articulación de la teologíacon las ciencias sociales, al lado del padre belga F. Hou-tar t y del chi leno padre G. Arroyo.

2. Etapa de edificación

La primera e tapa se caracter iza por presentar la teología de la l iberación como una especie de teología fundamenta l , es deci r , como apertura de perspect ivas y hori zontes nuevos, a par t i r de los canales se podría re leer

toda la teología . La segunda e tapa representa ya e l pr i mer esfuerzo por presentar contenidos doct r inales en lalínea de la l iberación. Tres campos fueron privilegiados:el de la espiritualidad, el de la cristología y el de la ecle-siología , porque t raducían las exigencias más inmedia tasde vida ec lesia l . De ent re muchos nombres con una producción ya bien diversificada, destacamos los siguientes:E. Dussel , Juan Carlos Scannone, Severino Croato yAldo Bünt ig, todos de Argent ina; Loao Bat ista Libanio,Fray Be t to , Ca r los Meste r s , José Combl in , Edua rdo

H o o r n a e r t , J o s é O s e a r B e o z z o , G i l b e r t o G o r g u l h o ,Car los Pa l ac io , Leona rdo Boff, todos de Brasi l ; RonaldoMuñoz, Sergio Torres y Pablo Richard, de Chi le ; RaúlVidales, Luis del Val le , Arnaldo Zenteno, Camil ío Mac-cise , Jesús García , de Méj ico; Ignacio El lacuría , Jon Sobrino, Juan H. Pico, Urie l Mol ina , de América Centra l ;Pedro Tr igo y Ot to Maduro ( soc ió logo) , de Venezue la ;Luis Pat ino y Ceci l io de Llora , de Colombia .

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3 . Etapa de cimentación men L lora , R io l ando Ames , R . Antonc ich y Hugo Eche -garay (ya fallecido), del Perú; Víctor Codina, de Bolivia;Virgi l io El izondo, de Tejas; J . L. Caravia , de Ecuador ,

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Esta etapa ya avanzada de reflexión en interés de lal iberación de los oprimidos presenta un doble c imientonecesario para la consolidación de la teología de la l iberación. Por un lado, aparece una clara conciencia de fundar epistemológicamente e l discurso teológico l iberador .¿Cómo monta r cohe ren temente l a a rgumentac ión pa r tiendo de la experiencia espiritual básica, asumiendo elm o m e n t o d e l ve r anal í t ico, pasando por e l juzgar teológico para l legar al obrar pastora l , evi tando las yuxtaposi ciones, los paralelismos, las confusiones de lenguaje y deplanos? La buena teología de la l iberación supone el artede la articulación de varios discursos con la inclusión explícita de la praxis; en este campo la teología de la l iberación encontró colaboraciones fecundas no sólo para sí ,s ino también para e l quehacer teológico universa l . Porotro lado, la teología de la l iberación se cimenta efectiva

mente a condición de realizar la inserción de los teólogosy de ot ros «inte lec tuales orgánicos» en los medios populares y en los procesos de l iberación.

En esta perspect iva , como ya se anunció anter iormente , cada vez es mayor e l número de teólogos que sehacen también pastores, mi l i tantes y animadores de lavida eclesial en las bases de la sociedad y de la Iglesia.No es raro que sorprendamos a teólogos par t ic ipando enabst rusas discusiones epistemológicas en los congresos deerudi tos, los cuales regresan en seguida a sus bases populares a ocuparse de los problemas de ca tequesis , de pol í t ica sindical y de organización comunitaria.

En t re l os muchos nombres , nos l imi t amos a des t aca ra lgunos : Anton io A. da Si lva , Rogé r io de Alme idaCunha, Clodovis Boff, H u g o D ' A n s , F r a n c i s c o T a b o r d a ,Marcelo de Barros, El iseu Lopes, todos de Brasi l ; ElzaTámez y V. Araya, de Costa Rica; D. I rarrazaval , Car-

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Láennec, de Hai t í , y ot ros más.

4. Etapa de sistematización

Toda la visión teológica básica t iende, con el t iempo y

por lógica interna , a buscar una sistemat ización. Siemprefue intención de la teología de la l iberación releer todo elcontenido esencial de la revelación y de la tradición, a finde desentrañar de esas fuentes las dimensiones sociales yl iberadoras ahí presentes. Como se ha acentuado anter iormente , no se t ra ta de reducir la tota l idad del mister ioa esta dimensión, sino de subrayar aspectos destacadosde una verdad mayor para nuest ro contexto de opresióny de l iberación. Además, esta sistemat ización responde auna exigencia de la propia pastoral. En los últimos años

se han abierto nuevos frentes de compromiso de la Iglesia con los oprimidos, impl icando a muchos agentes depastora l . Surgieron var ios movimientos que se nutren enbuena parte de la teología de la l iberación y la colocanante nuevos desaf íos. Entre ot ros, tenemos en e l caso deBrasi l : e l Movimiento de unión y conciencia negra , laComisión pastora l de la t ie rra , e l Centro indígena misionero, e l Movimiento nacional de defensa de los chabo-l istas, e l Movimiento nacional de la mujer marginada, e lMovimiento en pro de los leprosos, e l Movimiento de lossufr idores de la ca l le . Como puede verse , nos enfrentamos aquí con los más empobrecidos, que rec laman conurgencia l iberación.

Para a tender a esta urgencia pastora l y ofrecer ayudasteóricas en la formación de agentes pastora les, un grupode más de c ien teólogos ca tól icos (abier tos a una perspect iva ecuménica y con colaboradores protestantes) está

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elaborando una colección de 55 volúmenes que l leva eltítulo de Teología y Liberación, y que se es tá lanzandosimultáneamente en portugués (Vozes de Petrópol is) y en

como de las mujeres, de los indígenas, etc.; la creaciónde l a Asoc iac ión ecuménica de t eólogos de l TercerMundo en 1976, con sus varios congresos internacionales

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español (Paul inas de Buenos Aires y Madrid) a part i r definales de 1985. En esta producción se intenta reunir, enla óptica de la liberación, todos los temas fundamentalesde la teología y de la pastoral popular.

No ci taremos nombres de es ta etapa, porque realmente incluye los teólogos de las etapas anteriores con laaportación de otros nuevos , que se van incorporando aes te caminar teológico.

Apoyos y resistencias

La teología de la liberación se ha difundido en virtudde la dinámica interna en el sentido de codificar la fecristiana de acuerdo con las necesidades pastorales de los

pobres . Encuentros , congresos , revis tas teológicas y pastorales y apoyo de obispos profét icos (como, por ejemplo, D. Helder Cámara , L . P roaño, S . Ruiz , S . MéndezArceo, el cardenal P. E. Arns y el cardenal D. A. Lors-cheider, entre otros muchos) han ayudado a conferi r leseriedad y credibilidad.

Im por tante s en la difusión de esta teología y de su«recepción» por parte de la teología mundial han sido losacontecimientos siguientes:

El encuentro de El Escorial, que tuvo lugar del 8 al15 de julio de 1972 sobre el tema Fe cristiana y transformación social en América Latina; el primer encuentro lat inoamer icano de t eólogos , a pr inc ip ios de agos to de1975 en la ciudad de Méjico y, seguidamente, del 18 al24 de agosto del mismo añ o, el prim er co ntacto formalde teólogos de la liberación con la teolo gía negra de la liberación de USA y otros movimientos de l iberación,

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(1976 en Dar Es Salaam en Tanzania; 1977 en Accra, capi tal de Gana; 1979 en Wennappuwa, Sri Lanka; 1980 enSao Paulo, Bras i l ; 1983 en Ginebra, Suiza), todos el losextrayendo conclus iones que, con acentos y caracterespropios, se sitúan en el marco de la teología de la liberación; y, finalmente, la revista internacional Concilium,

edi tada en s iete lenguas , ha dedicado un número enteroa la teología de la liberación (es el número 96 de 1974),es t ructurado con la colaboración de teólogos lat inoamericanos .

Revis tas importantes de América Lat ina se convirt ieron en vehículos normales de publicación de reflexiones ydebates de los teólogos de la l iberación. Así , en Méjico,Christus, Servir, Contacto; SIC en Venezue la ; PastoralPopular en Chile; Páginas de Perú; Revista Eclesiástica

Brasileira, Grande Sinal, Puebla, Revista de Pastoral,Perspectiva Teológica de Brasil; ECA y Revista Latinoamericana de Teología de El Salvador; Diálogo Social deP a n a m á .

Centros de es tudios teológicos y pas torales se señalaron en la formación de agentes imbuidos d e las perspect ivas de l a l ibe rac ión: ICLA, IPLA, OSLAM, ISPAC,I N P , C E S E P , C E C A , I B R A D E S y o t r o s m á s .

Paralelo a es te desarrol lo se observaron reservas y

oposiciones de parte de algunos por temer una excesivapot i l ización de la fe; por parte de otros , por rehusar cualquier utilización de categorías marxistas en el análisis dela real idad social , y, f inalmente, por parte de muchos porno es tar de acuerdo con los cambios profundos que postula es ta teología en las es t ructuras de la soc ieda d capi tal is ta . Esta reacción negat iva cris tal izó part icularmente,co m o es sabido, en tres f iguras : Alfonso Ló pe z Truj i l lo,

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en los t iempos en que era secretario, y luego pres idente,de l CELAM; Roger Vekemans , con su ins t i tu to CE-DIAL y su revi s t a Tierra Nueva, y Buenaventura Klop-

tianos sobre el riesgo de una aceptación rígida y acríticadel marxismo como principio determinante del quehacerteológico. A partir de 1974 se estudiaba en Roma este

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penburg, ex director del ins t i tuto pas toral de Medel l ín, yhoy obispo auxi l iar de Salvador (Bahía) .

Actitud del magisterio

De modo general , e l magis terio s igue con atención laaparición de nuevas teologías y raramente interviene, cas isiempre con mucha reserva y apoyos o críticas discretos.

Podemos observar resonancias de la teología de la liberac ión ya en 1971, en el doc um ento final sob re la Justicia en el Mundo, tema de la II Asamblea ordinaria del s í nodo de los obi spos . Más poderosamente resuena durante las intervenciones de la III Asamblea del Sínodo en1974, cuando se t rata de la Evangelización del mundocontemporáneo. Al año s iguiente, 1975, el papa PabloV I, en su extraordinaria exhortación apostól ica Evangeliinuntiandi, dedica 15 números a la relación entre evangelización y liberación (nn. 25-39). Discute esta cuestión enel núcleo central del documento cuando aborda el contenido de la evangelización. Sin querer resumir la posicióndel papa, podemos decir que se t rata de una de las expos iciones más profundas , equi l ibradas y teológicas de losanhelos de los oprimidos por la liberación.

Todavía en el ámbito del magis terio, cabe resal tar laInstrucción sobre algunos aspectos de la teología de la liberación, redactada bajo la responsabi l idad del prefectoy del secretario de la Congregación para la d octr in a de lafe, de fecha 6 de agosto de 1984, no publicada hasta el 3de sept i embre . Es te documento tuvo e l gran mér i to delegitimar la expresión y el proyecto de la teología de laliberación (cap. 3) y de advertir seriamente a los cris-

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tema, objeto de innumerables ses iones de t rabajo de laComisión teológica internacional . Solamente en 1977 publicó esta comisión sus resultados bajo el título de Promoción humana y salvaciómcristiana. El contenido y eln ive l de conc ienc ia de l a problemát ica no a lcanzael grado de expectat iva que legí t imamente era de esperar

de tan cualificado gremio teológico.

En relación con el magisterio de la Iglesia continentallat inoamericana importa resal tar la segunda conferenciage ne r a l de l e p i s c opa do l a t i noa m e r i c a no de Me de l l í n(1968) . Allí afloró la temática de la liberación. Sin embargo, sólo adquirió contornos ní t idos después de Medellín. En la tercera conferencia general de Puebla (1979),el tema de la liberación penetra el texto episcopal entoda su densidad. La dimensión l iberadora es conside

rada como «parte integrante» (n. 355, 1254, 1283), «indispensable» (1270, 562), «esencial» (1302) de la misiónevangelizadora de la Iglesia. Dedica gran parte a la evangel ización, la l iberación y la promoción humana (n. 470-506), y todo un capítulo a la opción preferencial por lospobres (n. 1134-1165), eje fundamental de la teología dela liberación.

Finalmente, cabe resaltar la tendencia general de las declaraciones del magisterio, tanto papal como del sínodo ex

traordinario de los obisps, a reconocer los aspectos positivos de la teología de la liberación, espec ialme nte en relación con los pobres y si necesaria liberación, como patrimonio universal del compromiso histórico de los cristianos.Las críticas a ciertas tendencias dentro de la teología de laliberación, que han de ser tenidas en cuenta, no anulan elnúcleo vigoroso y sano de esta reflexión cristiana, tan ác-tualizadora del mensaje del Jesús histórico.

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6.La teología de la liberación

en el panorama mundial

LA TEOLOGÍA de la liberación ha sido llamada

«teología benjamina». Realmente es joven; notiene más de quince años. Con todo, es innega

ble que ya deja sentir su presencia en el concierto mundial. Expondremos a continuación, en rápidas pinceladas,esa presencia en tres grandes áreas: la teológica, la de laIglesia institucional y el área social y po lítica.

Área teológica:Una teología dinámica e inspiradora

Entre las corrientes teológicas hoy existentes en lasIglesias, la teología de la liberación aparece sin lugar adudas como particularmente dinámica. La raíz de ese dinamismo se encuentra mucho más en el proceso eclesialy social de carácter popular, al que está unida, que en símisma. Porque expresan una temática viva y concreta,los escritos de los teólogos de la liberación son leídos en

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ampl ios c í rculos, par t icularmente ent re los agentes delt rabajo popular .

Nos referimos aquí más directamente a la teología de

En la l ínea de las insti tuciones culturales que se alinean con la orientación de fondo de la teología de la l iberación, debemos contar ot ras t res: e l CEHILA (Centro

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la l iberación profesional, a su irradiación eventual en elcampo propiamente teológico, dejando por ahora a unlado la expresión pastoral y popular de esa misma teología . En este sent ido, hay que reconocer que la teologíade la l iberación está fuertemente presente en varios institutos teológicos y seminarios, en muchos centros de formación pastoral y que informa la práctica pastoral de innumerables Iglesias locales, y hasta nacionales.

Veamos rápidamente cómo se si túa la teología de lal iberación dentro del vasto campo teológico: del TercerMundo, del Pr imero y del Segundo respect ivamente .

1. En el Tercer Mundo

Sin duda a lguna es en América Lat ina y en e l Caribedonde la teología de la l iberación posee mayor poder dei rradiación, hasta e l punto de confundirse con la propiaexpresión «teología latinoamericana». Es lógico: all í nació y all í encontró el humus fecundo de un pueblo masivamente cr ist iano y oprimido y de una Iglesia que buscacaminar con ese pueblo rumbo a su l iberación.

El vigor de la teología de la l iberación en el continente var ía de un país a ot ro, aunque esté en todos re

presentada. En a lgunos está menos presente ; en ot rosmás (Perú, Brasi l , Chi le , Méj ico, América Centra l , e tc . ) .

L a C L A R ( C o n f e r e n c i a l a t i n o a m e r i c a n a d e r e l i giosos) se configura en un espacio expresivo de elaboración y vivencia de las grandes intuiciones de la teologíade la l iberación, sobre todo en función de la vida religiosa . Lo mismo vale para muchas conferencias nacionales de re l igiosos, especia lmente la de Brasi l (CRB).

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histór ico la t inoamericano) , e l CEBI (Centro de estudiosbíblicos) y el CESEP (Centro ecuménico de servicio a laevangel ización popular) .

En cuanto a l CEHILA, está redactando la histor iaentera de América Lat ina y del Caribe a par t i r de la óp

tica del pueblo, es decir, en clave liberadora, habiendoya publ icado var ios volúmenes de un proyecto bastanteampl io .

Por su parte, el CEBI promueve estudios, cursos y publicaciones en él sentido de una relectura l iberadora y popular de la Biblia. Posee una red de más de quince núcleos, enraizados en las bases populares de diversas regiones de Brasil , siendo su objetivo estimular una lecturapopular de la Biblia y la formación de «exegetas populares». Está en curso la publicación de un comentario po

pular de toda la Biblia.

El CES EP es una inst i tuc ión ecuménica que pre paraagentes cual i f icados de toda América Lat ina y del Caribeen la l ínea de una pastora l l iberadora . Otras organizaciones ecuménicas toman su inspiración de la teología dela l iberación, como el CE D Í (Ce ntro ecum énico de divulgación e información) en Brasi l , e l ISAL (Iglesia y sociedad en América Lat ina) y ot ros.

Habría que c i tar aquí ot ras inst i tuc iones re l igiosas,como las edi tor ia les ca tól icas (Vozes, Paul inas, Loyola ,DEI, CRT, e tc .) , que son vehículos de producción y di fusión de la teología de la l iberac ión. En y con to dasestas instancias, se desarrolla la teología de la l iberación,fecundándolas y siendo por e l las fecundada.

En lo qu e atañ e a las l ín ea s de fuerza de la teologíala t inoamericana y car ibeña, hay que deci r que concede

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la palma a la cuestión de pobre socio-económico y de lasluchas políticas por su liberación social. Pero esta perspectiva se va ampliando en el diálogo con las teologías

han caracterizado por entablar un diálogo fecundo, a partir del cristianismo, con las grandes religiones del sector,con el propósi to de descubrir y despertar su inmenso po

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he rm an as , sobre tod o de Áfr i ca y de As ia , cuyosacento s , según veremo s, son dis t intos, , aunque s iemprecomplementa r ios .

Para finalizar la parte de la teología de la liberaciónen América Lat ina, hay que regis t rar que los teólogos deeste cont inente es tán art iculados en un grupo-movimiento,

que integra a más de un centenar de miembros . Estos l levan adelante al presente la elaboración de la primera tentat iva de s is tematización teológica lat inoamericana, quecomprende más de cincuenta volúmenes , que ya es tánviendo la luz pública.

África posee una teología de la liberación de fuentespropias . Desde el Vat icano II , e incluso antes , teólogosafricanos venían reflexionando sobre la necesaria incultu-ración de la fe y de la Iglesia en el contine nte africano.

El encuent ro con l a t eo logía l a t inoamer icana no h izosino enriquecer un pensamiento autóctono que ya es tabaen curso. En países como Zaire , Tanzania, Gana yÁfrica del Sur, la teología africana de la liberación se encuentra ya bien implantada.

En el último de los países citados posee un particularvigor la teología negra de la liberación y la «teología con-textual», ambas profund amente com prom etidas e n las luchas contra el apartheid. Dialogan con la teología negrade la liberación de los Estados Unidos y con la teología

lat inoamericana. Esta se es tá beneficiando de las fuertesinterpelac iones que le ha form ulado la teolo gía africanaen el sentido de reflexionar más a fondo sobre los fenómenos de la cultura y de la raza.

También en Asia es tá en marcha una reflexión propiade l a l ibe rac ión , espec ia lmen te en Ind ia , Co rea , Filipinas, Sri Lanka, Paquis tán. Estos esfuerzos teológicos se

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tencial socio-liberador.

La teología asiática, sobre todo en sus principios, seinspiró en la teología de América Latina, a la cual a suvez está enriqueciendo con su gran sensibilidad al fenómeno tan rico de las religiones orientales de masa y consu poderosa energía mís t ica.

Finalmente, queda por decir que los teólogos del Tercer Mundo que se colocan en la línea de la liberación, enun sent ido evidentemente abierto ( l iberación económica,cul tural , racial , sexual , e tc .) , es tán organizados desde1976 en la Asociación ecuménica de teólogos del TercerMundo (ASETT) , in tegrada por centenares de miembros ,que han celebrado ya cinco congresos internacionales deteología .

2 . En el Primer Mundo

También los teólogos del Primer Mundo han despertado ya a la confrontación de la fe cristiana con las contradicciones específicas de las sociedades llamadas avanz a d a s . Y así en los Estados Unidos se ha consolidado lateología negra de la l iberación, la cual se ha compromet ido seriamen te en las luchas por los derechos civi les de

los negros de aquel país.Bajo la presión particular de la teología latinoamericana, es tá despuntando en Europa la euroteología de lal iberación, que es especialmente viva en España; La teología europea de la l iberación es tá intentando reflexionarsob re l a cues t ión de las responsabi l idades de l P r im erMundo frente al Tercer Mundo y a los problemas de los«nuevos pobres» de h sociedad avanzada: los jóvenes

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drogadic tos, los ancianos jubi lados, los obreros ext ranjeros, etc., sin hablar ya de las teología articuladas con elmovimiento ecológico y e l ant inuclear .

bles desarrollos e influencias en términos de teología dela l iberación.

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En todo el Primer Mundo es significativa la influenciade la teología feminista de la l iberación, suscitada natura lmente por las propias mujeres teólogas. Esa teologíaentiende que la l iberación femenina es una dimensión integrante de la l iberación integral y se está dando cadavez más cuenta de la estrecha conexión existente entreopresión sexual y opresión económica , y , en consecuencia, de la fuerza polít ica de un movimiento feminista decontenido popular y de c lase . Además, se t ra ta de superar acentos machistas de la teología tradicional y de pensar la totalidad de la fe también a partir de la óptica femenina .

Hay que reconocer asimismo la creciente presencia dela teología de la l iberación en los enclaves subdesarro-l lados del Pr imer Mundo, como por e jemplo, ent re los

t re inta mi l lones de la t inos que viven en Estados Unidos,par t icularmen te ent re los «chícanos».

De una manera más genera l , la teología la t inoameri cana posee una penetración cada vez mayor en los círculosteológicos, eclesiales y culturales del Prim er M un do a travésde las traducciones de sus l ibros y de las discusiones queestán suscitando en los congresos e instituciones culturales.Es sintomático el hecho de que jóvenes doctorandos deuniversidades europeas famosas: Lovaina , Par ís , Sala

m a n c a , R o m a , T u b i n g a y M u e n s t e r , e l i j a n j u s t a m e n t etemas ligados a la problemática de la teología de la liberación para elaborar sus tesis.

3 . En el Segundo Mundo o bloque socialista

Poco se sabe del estado de pensamiento teológico enese mundo, y menos todavía en lo que a taña a los posi -

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Únicamente hemos escuchado a lgunos ecos, como eldel obispo or todoxo de la URSS, Fi lare te , e l cual , a propósito del documento romano sobre la teología de la l iberación, af i rmó que Roma t iene miedo de la teología dela l iberación porque tiene miedo del socialismo.

Sabemos también que, ya en enero de 1979, se tentateólogos procedentes de países socialistas se reunieron enMatanzas (Cuba) , para ref lexionar con teólogos de América Latina sobre las responsabilidades sociales de la fecristiana frente a los desafíos de nuestro t iempo.

Para terminar esta par te , digamos que la teología dela l iberación más que penetrar o invadir el campo de lateología universal la está despertando a su vocación propia, que es la de pensar la fe en la historia. De estemodo no se t ra ta tanto aquí de una corr iente teológicaque influye sobre las otras o incluso las contracoloniza,ni siquiera de una teología particular que dialoga conotras teologías particulares dentro de un mal definido«plura l ismo teológico». Se t ra ta más bien de un movimiento de toda la teología, el cual, si bien con focos devitalidad variados, fecunda y fermenta todas las teologías. Para decirlo en una sola fórmula: la teología de lal iberación no es un movimiento de teología, sino que es lateología en movimiento. La teología la t inoamericana,más que ser fuente o foco de irradiación de la teologíade la l iberación, es más humildemente un modesto ca ta l i zador o un re la t ivo dinamizador de la corr iente universa l .No obstante , hasta ser incorporada en su inspi rac ión central por toda la teología, la teología de la l iberación sólopuede aparecer como una corr iente par t icular , caracter i zada como es: contradist inta de las ot ras corr ientes y conun carácter programát ico. Aun así , está abier ta a toda

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teolog ía y sabe que su destino final es desa pare cer com oteología par t icular para volverse teología sin más.

en una teología universa l , es deci r , verdaderamente «ecuménica» y «católica».

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Área de la insti tución eclesial:Una teología generadora de Iglesia

Aquí nos preguntamos sobre e l espacio que ocupa lateología de la l iberación dentro del mundo eclesio-insti tu-

c ional . Veámoslo desde los niveles más e levados de laIglesia hasta los más básicos.

1. En el nivel de la Iglesia mundial

La temát ica de la l iberación par t ió de América Lat inay en poco tiempo llegó a la cúpula más alta de la Iglesiacatól ica , especia lmente con ocasión y a par t i r de l s ínodode 1974, según se ha documentado más en deta l le en e l

capí tulo anter ior . Hoy se advier te que e l lenguaje de lospobres y de la l iberación impregna los discursos papales ydel magister io ec lesiást ico en genera l .

El documento de la Santa Sede sobre la teología de laliberación suscitó el boom de esta teología en el plano dela opinión pública mundial y significó la explosión de suproblemática en el orden de la Iglesia universal. Loscasos L. Boff y G. Gutiérrez, agitados en las más altasesferas eclesiásticas, contribuyeron más todavía a difundire l interés por esta teología .

También ot ras Iglesias cr ist ianas se han visto envueltas en la discusión de la teología de la l iberación,como el prest igioso C on sej o mund ia l de las Iglesias(CMI), que desde hace ya t iempo venía ref lexionando entérminos af ines a los de aquel la teología .

Así la teología de la l iberación dejó decididamente deser una teología regional para convert i rse cada vez más

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2. En el nivel de las Iglesias regionales

Como se ha demostrado con documentos en e l capí tulo anter ior , e l episcopado la t inoamericano a par t i r de

Medellín ha venido asumiendo la temática de la l iberación, de tal forma que ésta impregna hoy en mayor omenor grado los campos de la homilética, de la l i turgia,de la catequesis, del himnario religioso y hasta de las expresiones l i terarias y artíst icas.

Es preciso deci r también que e l CELAM ha manifestado después de Puebla di f icul tad para si tuarse dentro dela inspi rac ión de esta or ientación y comprender suproyecto. Como se ha dicho anter iormente , no han fa l tado ni faltan frentes articulados de oposición a ella.

En cuanto a las Iglesias nacionales, el fenómeno esdist into: hay episcopados que oponen resistencia a la teología de la l iberación; otros se mantienen indecisos y, finalmente, otros la miran con simpatía, aliada con la crít ica posi t iva , acogiendo sus mejores contr ibuciones. Noestará de más decir que en Brasil la teología de la l iberación se siente en profunda afinidad espiritual con la l íneaprofética de la conferencia episcopal.

3. En el nivel de las bases eclesiales

Aquí es donde la teología de la l iberación está másviva y pres ente . N o es que haya pene trado ah í , pues n ose trata de l levar a las comunidades cristianas una teología de fuera adentro o de arr iba abajo. De ningún modo.Son las propias comunidades las que, en sus pastores y

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en sus bases, com ienzan reflexionando sobr e su fe enclave l ibertadora. La contribución part icular de la teología de la l iberación profes ional contribuyó a incrementar ,o a lo sumo a despertar, la reflexión teológico-liberadora

Hoy la teología de la liberación es noticia en los medios de comunicación social. Es objeto de discusión enlas universidades, en los sindicatos y en otras institu

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de los pastores y los fieles.

No hay duda, la teología de la liberación es en todossus niveles el pensamiento de la fe que está informando yanimando de manera part icularmente viva y enriqueee-dora las prácticas pastorales y la vida cristiana de lasIglesias en general.

Ya hemos tenido ocasión de decir que, en función delas solicitaciones urgentes de obispos, religiosos y laicos,los teólogos de la liberación se hicieron presentes en lasasambleas pastorales, en los capítulos generales de lascongregaciones , en los encuentros nacionales o regionalesde las diferentes «pastorales sociales» (CPT, CIMI, CPO,chabol is tas , negros , mujer marginada, e tc .) , has ta elpunto de poderse decir que la teología dinamiza la pasto

ral tanto como la pas toral dinamiza la teología.

Área social y política:Una teología pública y profética

La teología de la liberación ha rebasado los límites dela Igles ia , y hoy pertenece al dominio públ ico. ¿Porqué?Porque es tá abordando cuest iones que ataíen a toda lasociedad. Expongámoslo con detal le en el plano de la so

ciedad pol í t ica.

1. Nivel de la sociedad civil

Con el documento del ex Santo Oficio sobre la teología de la liberación se esparció aún más el interés ya amplio y creciente de la opinión pública respecto a esta teología.

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ciones culturales y políticas. Es tema de conversación enlas familias, los bares, las esquinas de las calles, hasta elpunto de recordar las discusiones teológicas de la Iglesiaantigua, en las que el pueblo en masa se sentía apasionadamente involucrado.

2. Nivel de la sociedad política'

Debido a las implicaciones políticas de un cristianismoliberador los gobiernos se han sentido en el deber de tomar posición frente a la teología de la liberación para reflexionar sobre este cristianismo y secundarlo.

Rockefel ler , enviado por el pres idente R. Nixon aAm érica L atina en 1969, declaró en su inform e que la

Igles ia del cont inente es taba t ransformándose en una«fuerza aplicada al cambio, incluso revolucionario, si eranecesario». A análoga conclusión llegó en 1972 el informe de la Rand Corporation, real izado a pet ición delDepartamento de Estado de los Estados Unidos .

Más conocido es el documento de Santa Fe, e laborado p or los asesores del presiden te R. Re agan y publicado en 1982, donde se afirma explícitamente que «la pol í t ica exterior americana debe comenzar a contraatacar (y

no sólo a reaccionar en contra) a la teología de la liberación». Como consecuencia de esta decisión, se fundó enUS A' el Ins t ituto Rel igioso y Demo cracia ( IR D ) con elobjet ivo , entre o tros , de iniciar una guerra ideológicacontra la teología latinoamericana de la liberación. Unteólogo católico de ese instituto afirmó: «Los acontecimientos de Irán y de Nicaragua han comenzado a mostrar a los analistas políticos que constituye un peligro,

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cuando hacen sus cálculos, omitir el factor religioso, específicamente las ideas de los teólogos».

En cuanto a los gobiernos la t inoamericanos, E. Dus-

más desprovistas las conocidas ideologías revoluc ionarias.

— Que la fe cristiana se está l iberando irremisible

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sel ha l legado a estimar que los teólogos de la l iberaciónles resultan más peligrosos que los militantes comunistas.Y e l gran teólogo a lemán Karl Rahner , lo mismo queG. Gutiérrez, declaró que ser teólogo de la l iberaciónhoy en América Lat ina es ser candidato a l mart i r io .

En lo que atañe al bloque socialista, son pocas nuest ras informaciones. Se sabe , no obstante , que miembrosde la academia de ciencias de Moscú han considerado yacon interés e l fenómeno de la nueva teología la t inoamer icana.

Digna de tenerse en cuenta es la a tención que estáprestando Fidel Castro al significado polít ico y ético de lateología de la l iberación en e l cont inente , considerandoel discurso de esa teología como una fuerza de persuasión muchas veces superior al propio discurso marxista.

Person almente se está ocupando de leer y discut ir lasobras de los principales autores de esta teología.

Finalmente , en lo que se ref iere a los grupos mar-xistas de acción en América Latina y en el mundo en general, baste decir aquí que la teología de la l iberación hamost rado :

— Que e l marxismo no detenta ya e l monopol io dela trasformación histórica, pues los cristianos en

nombre de la propia fe reivindican esta causa ylo hacen sin actitud de concurrencia o de polémica .

— Que la apelación cr ist iana a l compromiso socia lencuentra una resonancia par t icular en las masasre l igiosas la t inoamericanas y manif iesta un poder de comunicación del que aparecen cada vez

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mente del cautiverio capitalista, por lo cual ésteno puede ya contar con la Iglesia como uno delos pilares de sú sustentación ideológica, sinoque , por e l contrar io, está siendo obje to porparte de ella de ataques frontales y sorprendentes derivados del núcleo de la propia fe.

Rei terando la af i rmación de un eminente inte lec tual ypolít ico católico italiano, concluimos diciendo que la teología de la l iberación representa la más convincente refutac ión del a te ísmo moderno, por haber demostrado, basándose en la práct ica , que Dios es fuente de compromiso social y no ya de alienación histórica.

El significado históricode la teología de la liberación

De todo lo expuesto arr iba se desprenden a lgunos significados que rebasan el propio campo de la teología yafectan a la realidad misma humana.

1. La teología de la l iberación representa la primerateología de la periferia, elaborada a partir de las cuestiones suscitadas por la periferia, pero con una intencionalidad universal. Ella es el grito articulado del oprimido, de los nuevos bárbaros que presionan sobre lasfronteras del imperio de la abundancia de las nacionescentra les y les exigen humanidad, sol idar idad y op ort uni dad de vivii con dignidad y en paz; tal objetivo hoy solamente se a lcanza como resul tado de un generoso procesode liberación, al cual la fe cristiana quiere ofrecer su cont r i buc ión .

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2. La teología de la l iberación anota en la agenda dela discusión custiones que interesan a lo humano por encima de su color ideológico o de su pertenencia religiosa.

7. La teología de la l iberación qu iere ser sierva de la«fe que obra por la car idad», animada por la esperanza .Y por eso se somete al criterio de toda verdadera teolo

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Interesan a todos los que todavía no han perdido e l mínimo de humanidad los problemas de los muchos millones de pobres, de la justicia internacional, del futurode vida de los condenados de la t ierra.

3. La teología de la l iberación contiene un grito pro-

fético porque denuncia las causas que generan la opresión y suscita un torrente de generosidad en el sentido dela superación de las re lac iones deshumanizadoras y de laconstrucción de la l ibertad para todos.

4. La teología de la l iberación se presenta comocontemporánea de la histor ia en curso; no se encierra enuna espléndida soledad teológica, sino que desciende a laarena de la vida donde se juegan los dest inos humanos,procurando asumir la causa de los últimos, sin temer losconflictos desgarradores, en un esfuerzo por garantizar

una vida mínimamente digna.5. La teología de la l iberación le impone al teólogo

pensar en la praxis concreta, en los problemas reales dela existencia y de la comunidad de fe, y no sólo en losclásicos temas ya consagrados por la tradición teológica.En virtud de ello ha de ser dinámica y rehusar síntesis inmaduras o sistematizaciones artificiales.

6. La teología de la l iberación confiere credibilidadal evangel io, pues t ransmite una a tmósfera de a legría que

nace del sacrificio en favor d e los m ás déb iles y de lapromesa divina de justicia para los pobres y de vida paralos desvalidos. Por su naturaleza es una teología popular,pues el pueblo de los oprimidos es su destinatario privilegiado que, de modo genera l , ent iende su lenguaje yacepta sus propuestas. Por la teología de la l iberación semant iene viva la utopía de Jesucristo de un mundo amable y fra terno, posible morada de Dios con los hombres.

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gía, como los grandes teólogos san Agustín y santoTomás de Aquino no se cansaron de repet i r : a este saberle compete solamente lo que genera , nut re , def iende yrobustece la fe salvadora y l iberadora (ef De Trin., c. 1;S. Th. I, 2).

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7.

A partir de los oprimidos:una nueva hum anidad

Liberación: Su poder evocador

LIBERACIÓN: «Poderosa e irresistible aspiraciónde los pueblos» y «uno de los primeros signos de

los tiempos» (Instrucción Libertatis nuntius 1) ,tal es la palabra que define nuestra época, el tiempo quevivimos. El hombre moderno anda en busca de liberación; de una «vida liberada», que para los pobres pasapor los sacramentos humildes del pan, de una casa, desalud y de paz.

Liberación: Término «evangélico», en el sentido originario de la palabra: palabra de albricias, buena nueva,anuncio feliz. Los profetas bíblicos hablaban de shalom,término que significaba seguridad, reconciliación, plenitud y paz Por su parte, Jesús de Nazaret hablaba del«reino» como desalienación absoluta, revolución total yvida soberana querida por Dios. Liberación aspira a tener e l mismo poder de toq ue, de encanto y de fascina ción que tuvo la buena nueva originaria de Jesús. Quiere

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volver a encender su l lama y esparcir el fuego que trajoal mundo (cf Le 12,49).

Liberación: Palabra evocadora , henchida de resonancias. En ella se funden sin confundirse los horizontes de

busca y espera la superación de la pobreza y de la opresión que hoy piensa . Es, por tanto, una teología histór ica , decididamente ac tual . Con eso se quiere deci r quesu vigencia, si no es transhistórica, no es tampoco mera

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lo espiritual y de lo polít ico, de lo histórico y de lo meta-histórico. Palabra abierta, pues, hacia lo alto: hacia latrascendencia divina, y palabra abierta hacia abajo: hacial a i nmanenc ia de l a t i e r ra . Pa l abra a l ada y g rave a lmismo t iempo. Como en la idea del re ino de Jesús deNazaret, en la cual se manifestaba de modo unitario y sinrupturas la sa lvación del hombre tota l y de su mundo.

Liberación: Palabra que designa hoy e l programa deuna teología que piensa una fe despierta y que ha sacudido la pesadilla de la «religión opio» y aspira a ser unafe desal ienada, fermento de una histor ia nueva.

Liberación:

Convocación de las teologías

E s , pues, dentro del horizonte más ampl io de la l iberación integra l —humana y divina— donde la teología dela l iberación hoy, como teología de la época y contex-tual, piensa la cuestión de la l iberación social e histórica.Aquí es donde e l la pone e l acento; éste es e l sent ido queexpl íc i ta . Si túa a la l iberación histór ica como un momento dentro del gran proceso de la l iberación tota l .

El énfasis en la l iberación social no se da en relación

con la l iberación integral, sino frente a los momentos deesa l iberación integral: la dimensión individual y la dimensión escatológica . Contraponer , por tanto, l iberaciónpolít ica y l iberación cristiana es establecer una relacióntrasversa l , ya que aquél la es una dimensión de ésta .

Por eso la teología de la l iberación actual no pretendeser una teología absoluta , e terna y perenne. Porque e l la

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mente coyuntura l , y por lo mismo de moda, sino que cubre precisamente una época histór ica , y ésta se cuentapor decenas y c ientos de años.

Por ot ro lado, no es una teología parc ia l , un t ra tadoteológico a lo sumo, al lado de tantos otros. Es toda lateología pensada en e l t iempo de hoy. Por consiguiente ,la temática de la l iberación atraviesa todo el cuerpo de laproblemát ica teológica , desentrañando la dimensión his-tór ico- l iberadora de cada t ra tado, como lo hemos vistoen el capítulo cuarto: «Temas clave de la teología de lal iberación».

Por eso mismo, la teología de la l iberación hace unaconvocator ia de todos los teólogos, de l Pr imero, del Segundo y del Tercer Mundo, en e l sent ido de temat izar la

dimensión socio- l iber tadora de la fe . Y se t ra ta aquí deuna convocatoria definitiva. Cuando la teología asimiletoda e l la esa invi tac ión y la haga suya, la designación«teología de la l iberación» podrá desaparecer, ya que entonces todas las teologías serán a su modo de l iberación,o no serán teologías cr ist ianas.

Liberación:Bandera de una nueva sociedad

Entre tanto, f i rmemente implantada en suelo bíbl ico,cont inúa t remolando a los vientos de la histor ia , la bandera de la teología de la l iberación.

Ella señala que la historia de la fe se abre hoy a latercera gran época, la época de la const rucción.

E n e fecto, en la historia pasada la fe ha ejerci do yauna función de con-testación. Fueron los pr imeros siglos

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de cristianismo, los de la Iglesia de los apóstoles, mártires y vírgenes. Luego, con el gran período constanti-niano, la fe ejerció el papel de conservación del orden

libertos. Sin un sueñ o hacia adelan te y hacia arriba nohay hombres que se movilicen para conseguir la transformación en una sociedad que renueve sus fundamentos .Los cristianos creen que el sueño pertenece a la realidad

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social, consagrando el statu quo, y colaborando con lospoderes de es te mundo.

Hoy la fe asume con decisión la función de construcción, contes tando el orden vigente —relacionándose as ícon la Iglesia primitiva—, pero yendo más lejos todavía,

es to es , asumiendo su responsabi l idad his tórica, en elsentido de conformar la sociedad con la utopía del reino.

Por consiguiente, la teología de la liberación desea ylucha por una nueva sociedad ya en es te mundo; una sociedad alternativa de la capitalista, pero realmente alternativa; y por eso va más allá de los socialismos reales, enla dirección del proyecto de estos últimos y de sus potencialidades intrínsecas, lo cual encuentra una gran resonancia en la tradición de la fe.

La teología de la liberación intuyó que, en el únicocon t ine nte c r i s t i ano y opr im ido de l m un do , la fe nopuede perder la oportunidad de decir una palabra nuevadentro de la historia; no puede volver a los caminos yatrillados por las sociedades y que se sabe adonde llevan.

A partir de la utopía absoluta del reino, la fe puedecont r ibui r a indica r caminos nuevos de una soc iedadnueva —sociedad alternativa del capitalismo y alternativadel social ismo—, sociedad más plena y más humana, sociedad l ibre y l iberada; en una palabra, sociedad de l ibe

r a d o s . Pero la teología de la liberación sabe que el preciode es te proyecto es el compromiso en el proceso.

El sueño de una humanidad de seres l ibres

La teología de la liberación posee en su raíz una espiritualidad y en su meta final un sueño: la sociedad de los

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total porque ya lo han vis to real izado ant icipadamente enJesucristo, que creó en sí mismo la nueva humanidad (cfEf 2,15). Tracemos los rasgos predominantes de los queya ahora están llevando adelante el sueño de esta sociedad de l ibertos . El hombre que ahí se ges ta aparece con

los s iete rasgos que señalamos a cont inuación.

1. Hombre solidario

Como buen samari tano se incl ina sobre los caídospara levantarse juntamente con el los ; no hay lucha de l i beración que no sea también su lucha, a tento a las másdiversas formas de apoyo y hasta de identificación con las

consecuencias , a veces pesadas , que de ahí se derivan.

2. Hombre profético

Con lucidez crí t ica denuncia los mecanismos creadores de opres ión, detecta los intereses recóndi tos que seesconden de t rás de los proyec tos de los grupos dominan tes , anuncia con palabras y hechos el ideal de una sociedad de hermanos y de iguales y no negocia jamás con

la verdad.

3. Hombre comprometido

E s una a c c i ón i m bu i da de r e c t a c om p r e n s i ón q u e

t ransforma la real idad. Por eso el compromiso con losoprimidos por su l iberación sólo es digno de ese nombre

119

cuando se concretiza en un caminar al lado de otros quecomparten el mismo sueño, empeñan sus energías y gastan con generosidad su vida.

fraterno. Como Jesús , sabe recogerse para rezar con elcorazón desprendido, contemplar la presencia de Dios enla historia de los hombres, especialmente en las luchas yres is tencias de los humildes . Aprecia tanto la ternura del

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4. Hombre libre

Procura la l ibertad de los esquemas y de las i lusionesimpuestas por el sistema a fin de ser libre para crear con

los otros las formas más adecuadas de vida, de trabajo,de ser cristiano; se esfuerza por ser libre de sí mismo enorden a ser más l ibre y es tar más disponible para losot ros , y preparado incluso a morir como tes t igo de la justicia del reino de Dios que se historiza en la noble luchade los oprimidos por dignidad, derecho y vida.

5. Hombre jovial

La definición clara en favor de los pobres y de su liberación suscita conflictos. El esfuerzo por realizar la insurrección evangélica en sí mismo, en las estructuras dela sociedad y dentro de la Iglesia genera con frecuenciatens iones y rupturas d olorosas . Asu mir con jovia l idadtales situaciones como precio que es preciso pagar por lal iberación integral const i tuye una señal de madurez y escaracterís t ica del espír i tu de las bienaventuranzas , comolo demuestran tantos y tantos cris t ianos comprometidoscon el pueblo.

6 . Hombre contemplativo

A pesar de la lucha, no pierde el sentido de la gratui-dad, del valor propio de cada dimensión de la vida humana como el amor, la fiesta, la celebración y el convite

120

niño como el valor del militante, y sin servilismo sabemostrarse magnánimo ante los adversarios .

7. Hombre utópico

Con los adelantos no se da por satisfecho, con los reveses no se desanima. Traduce la esperanza escatológicadel reino de la plena libertad de los hijos de Dios en esperanzas históricas en el ámbito personal, social, de lasalud, del t rabajo, de la cul tura. La pequeña utopía deque todos puedan comer al menos una vez al día; la granutopía de una sociedad sin explotación y organizada en lapart ic ipación de todos , y, f inalmente, la utopía absolutade la comunión con Dios en una creación totalmente re

dimida, viven en el corazón del que se compromete poruna liberación integral.

La ciudad santa, la nueva Jerusalén que baja del cielo(Ap 21,2), sólo puede asentarse en la tierra cuando loshombres , imbuidos de fe y de pas ión por el evangel io,unidos con todos los sedientos y hambrientos de jus t icia ,hayan creado las disposiciones humanas y las condicionesmateriales requeridas . Sólo entonces la t ierra no seráotra tierra y el cielo otro cie lo, sino nuevo cielo y nueva

t i e r ra . Lo v ie jo con sus opres iones habrá pasado. Lonu ev o será d on de Dios y conquis ta del esfuerzo humano. Comenzará en la eternidad lo que se ha iniciadoen la historia: el reino de los libertos, como hermanos yherm anas , e n la gran casa del Padre.

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índice

Págs.

Presentación 7

1. La cuestión de fondo: cómo ser cristianos enun mundo de miserables 9

La compasión, origen de la liberación 10El encuentro con Cristo pobre en los pobres, ori

gen de la teología de la liberación 12El primer paso: La acción que libera, liber-ación 13El segundo paso: La reflexión de la fe a partir de

la práctica libertad ora 16

2. Los tres «pies» de la teología de la liberación:profesional, pastoral y popular 19

Desde las bases a la cima: Una reflexión ún ic a. ... 19El árbol de la teología de la liberación: Ramas,

tronco y a raíz 20Los niveles de la teología de la liberació n: Profe

siona l, pasto ral y popular 21

127

Págs.

Un contenid o com ún bajo formas di ferentes 24La teología de la l iberación integrada e integra-

Págs.

El pobre como el «humil lado y ofendido»del sent imiento popu lar 43El po bre com o el hijo de Dios desfigurado 45

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dora 25Todo el que cree y piensa su fe es en cierto

mo do teólogo 26La lógica oral y sacramental de la teología de la

l iberación pop ular 27

¿Qué contienen de teología de la l iberación losdocum entos de Pueb la? 28

Cómo actúa en concreto el teólogo de la l iberación •:. 29

3 . C ó m o se hace teología de la liberación 33

El mom ento previo: El comp romiso vivo 33

Tres formas de compro miso con los pobre s 34

Esquema básico del método de la teología de laliberación 35

1. Mediación socio-analít ica 361.1. Cómo entend er e l fenóm eno de la opresión 37

Explicación empirista: La pobreza como vicio 38Explicación funcionalista: La pobreza como

atraso 38Expl i cac ión d i a l éc t i ca : l a pobreza comoopresión 39

1.2. Aproximación a la m ed iac ión histórica yatención a las luchas de lo s opr imid os 39

1.3. El caso de un marx ismo m al digerid o 401.4. Para ampliar la con cep ció n del po br e 41

El pobre como el neg ro, el indio o la mu jer 41

128

2. Mediación herm enéut ica 452.1 . La Biblia de los po bre s 462.2. Rasgos de la herm enéut ica teológico-liber-

tadora 47

2.3. Los libros de la Biblia preferidos por lateología de la l iberación 492.4. Recup eración de la gran t radic ión cr ist iana

en la perspectiva de la l iberación 502.5. Cómo se relaciona la teología de la l ibera

ción con la doc trina social de la Iglesia 512.6. El trabajo creativo de la teología 53

3. Med iación práctica 543.1 . Qu ién articula el discurso de la acción 553.2. Cómo se prepara e l mo men to de ob rar 553.3 . Ilustración: Cómo hacer una «teología de la

tierra» 56

4. Temas clave de la teología de la liberación 59

Solidarizarse con el pob re es dar culto a Di os ycomulgar con Cristo 60

Motivaciones teológicas para la opción por los

pobres 60¿Q uién es son en definitiva los pob res ? 621. El pobre socio-económico 632. El pobre evangélico 64

Algunos temas clave de la teología de la l iberación

Págs.

1. La fe viva y verdadera implica una práctical ibe radora

Págs.

Apoy os y resistencias 94

Actitud del mag isterio 96

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2. El Dios vivo que toma part ido por los opri- 66midos co ntra el faraón 67

3. El reino: El proyecto de Dios en la his toriay en la etern idad 69

4. Jesús , e l Hijo de Dios , q ue asumió la op re

sión para librarno s 705. El Espíri tu Santo, «Padre de los pobres»,

pres ente en las luchas por los oprim idos 726. M aría, mujer del pu eb lo, profética y libera

dora 747. La Iglesia, señal e instru me nto de liberación 768. Los derechos de los pobre s como d erechos

de Dios 789. El com portamien to del hom bre l ibre y l ibe

rador 7910 Otro s desafíos a la teología de la liberación . 8111 . Tentacion es de la teología de la liber ació n... 82

5. B revísima historia de la teología de la libera-ción 85

Antecedentes 85

1. Efervescencia político -socia l 86

2. Efervescencia eclesial 873. Efervescencia teológica 88

Formulación 90

1. Etap a de roturación 902. Et ap a de edificación 913. Eta pa de cimentación 924. Eta pa de sistematización 93

130

6. La teología de la liberación en el panoramamundial 99

Área teológica: Una teología dinámica e inspiradora 99

1. En el Tercer Mu ndo 1002. En el Primer Mu ndo 1033. En el Segu ndo Mu ndo o bloq ue socialista 104

Área de la institución eclesial: Una teología gener ado ra de Iglesia 106

1. En el nivel de la Iglesia mu ndial 1062. En el nivel de las Iglesias region ales 1073. E n el nivel de las base s eclesiales 107

Área social y política: Una teología pública yprofética 108

1. Nivel de la socie dad civil 1082. Nivel de la sociedad política 109

El significado histórico de la teología de la liberación 111

7. A partir de los oprimidos: una nueva humani-da d 115

Lib era ción : Su pod er evocador 115

Lib era ció n: Convocación de las teologías . 116

13 1

Págs.

Liberación: Band era de una nueva sociedad 117

El sueño de una humanidad de seres libres 118

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1. Ho mb re solidario 1192. Hom bre profético 1193. Hom bre comprometido 1194. Hom bre libre 1205. Ho mb re jovial 1206. Hom bre contemplativo 1217. Ho mbre utópico 121

8. Bibliografía esencial de la teología de la libe-ración 123

132