Biodanza Carmen Manceras

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NATURALEZA SAGRADA

“Si pudiésemos eliminar las ideologías que nos separan, detener la codiciosa destrucción, y encontrarnos en la orilla del río, descubriríamos que todos somos hijos de la misma tierra y que nuestras vidas están moldeadas por el fluir ceremonioso del Sol, la Luna, las estaciones y las mareas. Todos somos uno, en el espíritu y en el cuerpo”.

(Sedonia Cahill y Joshua Halpern)

Desde tiempos cercanos a la Prehistoria, las culturas de todo el mundo han realizado celebraciones comunitarias para honrar los ciclos anuales de germinación, crecimiento, formación del fruto, caída y muerte, y de nuevo germinación. Hay algo muy satisfactorio y tranquilizador en estos ciclos, una promesa de renacimiento y renovación a la vez que honramos los procesos de decaimiento y muerte. Al alinearnos de forma consciente con este ciclo, aceptamos sabiamente nuestros propios procesos y realizamos una profunda y poderosa conexión con nuestro planeta. Compartir esta conexión con otros y Celebrar los Ciclos anuales nos ofrece un camino para recuperar nuestro sentimiento de que la Tierra es sagrada, ya que ella se convierte en el cuerpo de una gran Madre, sabia, nutriente y amorosa que nos enseña infinitas cosas.

Lejos de los puntos de vista de culturas alienantes que nos enseñan a dominar la naturaleza dando permiso a la humanidad para destruir y contaminar el planeta y toda la vida que contiene ( principio antropocéntrico), el camino que Biodanza propone es el principio Biocéntrico, donde la vida es sagrada y de vital importancia para el conjunto, todos estamos interconectados en espíritu a este planeta. Dependemos de él para nuestra supervivencia y le debemos el don de la vida.

Biodanza nos ayuda a Regresar a las Fuentes originarias de la vida recuperando en nuestra vida moderna la armonía sagrada de “Vivir el presente” celebrando con cantos y danzas los dones maravillosos de la vida en nosotros mismos y en nuestro planeta; y así como cada amanecer es diferente, año tras año podemos Danzar y celebrar el círculo de las estaciones, como practicaban nuestros antepasados y siempre será distinto.

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lAS ENERGÍAS DE LOS ELEMENTALES

Para nuestros antepasados, las estaciones se correspondían con los cuatro elementos mágicos: tierra, agua, fuego y aire, que a su vez conforman la naturaleza humana, según los modelos básicos del ser.

Desde esta perspectiva, cada año se convierte así en un viaje a través de cada uno de estos elementos, ofreciéndonos la oportunidad de vivirlos de forma plena e integradadora, a fín de corregir el desequilibrio que hay en nuestras vidas

En la espiritualidad de la diosa, se celebran las estaciones en ritos de venerar la vida con su eterno ciclo de transformaciones, tan milagroso y bello. Los espíritus guardianes de los cuatro elementos nos acompañan y protegen, nos guían y son testigos de nuestras vidas. Para formar el círculo sagrado, saludamos a los espíritus del aire, del fuego, del agua y de la tierra. Y para dar fin a nuestra celebración, nos despedimos de ellos, dándoles gracias por su presencia y bendición.

¿Qué cualidades especiales atribuimos a cada elemento? ¿Cuáles son los temas propios de cada estación?Vamos a hacer un breve recorrido por todo ello, pues con esta información, creamos vivencias en Biodanza que ayudan a los participantes a profundizar en el significado de cada estación y su elemento correspondiente, para danzarlos desde la identidad y la regresión, integrando de esta manera la experiencia consciente e inconsciente.

PRIMAVERA – AIRE – LA MENTE

Los espíritus del aire son de la mañana, de la primavera, de nuevos comienzos y nuevas comprensiones. Aportan una visión más amplia, más clara, de las cosas. Ayudan a la comunicación. Traen nueva información, nuevas perspectivas. Ayudan a planificar, a ver las cosas desde otra óptica. Son la inspiración, los vientos, los cielos despejados y luminosos de una mañana de primavera. Se siente la esencia de todo aire, el aliento de la vida.

VERANO – FUEGO – LA VOLUNTAD

Los espíritus del fuego son de mediodía, del verano, de la voluntad, la energía vital, la pasión, el deseo. Aportan vitalidad, fuerza, persistencia, calor, salud, y la luz del día. Son las llamas doradas, anaranjadas y rojizas del fuego, el flujo creativo de la vida. El impulso de energía positiva que nos incita a finalizar los proyectos, a celebrar la abundancia que vemos por todas partes.

OTOÑO – AGUA – LAS EMOCIONES

Los espíritus del agua son del crepúsculo, del otoño, de la poesía, , el subconsciente, lo onírico, la transformación. Ayudan a fluir por la vida, a expresar y procesar los sentimientos y las emociones, a profundizar en los símbolos, a descubrir los significados que se esconden detrás de la realidad. Nos enseñan a respetar nuestro conocimiento interno, escuchar la voz interior, intuitiva y sabia. Nos ayudan a dejar ir, abandonar, permitir que la vida –aparentemente- se vaya. Son del umbral misterioso entre el día y la noche. Son las olas, la ensoñación, la orilla plateada del mar en un atardecer de otoño.

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INVIERNO – TIERRA – CUERPO

Los espíritus de la tierra son de la medianoche, del invierno, de la sabiduría, los secretos, y también de todo lo manifiesto y material. Son la oscura tierra, los misterios de las raíces y las semillas, todo lo que está dentro de la tierra y que contiene vida . Son la estrella polar, las montañas, los minerales, los milenios y lo arraigado de la vida manifiesta. Nos aconsejan a cuidar de nuestra salud, escuchar la sabiduría del cuerpo y respetar nuestras propias estaciones de oscuridad; en ellas, como la tierra que ahora yace estéril, está el poder de la gestación y, por ello, resulta posible nacer de nuevo a la vida.

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La primavera es cuando la semilla brota. El verano es cuando está en flor, y empieza el fruto a crecer. El otoño es cuando se cosecha el fruto, y la hoja se seca y se cae. El invierno es cuando en la tierra se produce la gestación, cuando la muerte da paso a la nueva vida, en la quietud de los meses fríos.

En todo momento del año, algo se está transformando. Los días largos y soleados del verano dan paso a las noches largas y oscuras del invierno. La abundancia de hojas y flores y frutos en los meses cálidos da paso a los árboles sin hojas, los campos sin cultivos, en la época más interior, reflexiva, pausada, de los meses fríos.

En primavera y otoño, día y noche se igualan en los equinoccios. Se equilibran las energías yin y yang por un tiempo, y después, se produce un nuevo equilibrio, al ir creciendo los días o las noches después. Son estaciones de transformación, cuando la Biodanza ayuda a las personas a integrar el tumulto de estímulos y sensaciones propio de estas épocas.

En verano e invierno, la pauta de frío o calor está ya establecida y aprovechamos esta estabilidad para danzar otros aspectos de la vida.

Las danzas de aire, de levedad, del ave, ayudan en muchos momentos a resurgir como el ave fénix, a desplazarse por la sala llevados por la música y la sensación de no tener peso, a dejar las cargas y los espacios que atrapan y limitan atrás, “abajo”, mientras se danza la posibilidad de moverse, de considerar todo con distancia, de desapegarse de la tierra y los vínculos a lo establecido y volar libremente, ingrávidos.

Las danzas del agua, de fluidez, ayudan a ajustarse a lo que hay, a disolver durezas y resistencias,a mantener un movimiento constante, desacelerado, sorteando los obstáculos con calma y gracia.

Las danzas del fuego ayudan a movilizar la pasión, la energía, la vitalidad, a menudo apagados por una sociedad que requiere una actitud monótona y anodina, desapasionada, en la mayoría de las circunstancias. La alegría, el juego, la chispa, salen con el fuego, la rapidez y fuerza de los movimientos, como llamas que pronto salen, ¡zas! con su resplandor, calor y color.

Las danzas de tierra anclan, con el ritmo, y ayudan a sentir el peso del cuerpo, su presencia. Activan el cuerpo entero, y aumentan la consciencia del propio organismo. Ayudan a soltar tensiones, rigideces, y poner en movimiento articulaciones y otras zonas del cuerpo quizás algo entumecidos por llevar una vida sedentaria o limitada en cuanto a la diversidad de movimientos que habitualmente se realizan.

Dentro de cada estación y cada elemento, hay una infinidad de matices que permiten danzar de muchas maneras. Las consignas y las músicas, el entorno y el grupo son todos factores que influyen o determinan el enfoque de cada vivencia. Con los elementos y las estaciones como marco, como fondo, como hilo conductor, como esencia, se danza la vida.

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