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SÓCRATES: EL SABER COMO ÉTICA medida de todas las cosas. Si ésta es, en cambio, la virtud, la cualidad propia de lo que llamaremos, con ella, el hombre, el ser humano, y de la que poseemos una descripción de su qué y para qué, lo que resulta es un mejor objeto de conocimien- to y así una más clara medida de todas las cosas, por lo me- nos de las del mundo en que hay que vivir con un criterio del bien y del mal. 20 Sócrates admite, con Protágoras, que todo es discutible, pero sólo antes del conocimiento. Y asiente, con él, que la re- ferencia de todo sea el hombre, pero sólo después de la virtud asimilada al conocimiento. El sofista continúa la marcha apoyado en su opinión del hombre como medida. El filósofo no prosigue la suya hasta haber descubierto una medida co- mún para todas las opiniones de contenido similar. El saber como ética y la virtud como mesura le han llevado a esta en- crucijada desde donde se divisa una nueva medida general del saber. Ahora no basta con decir que el hombre es la me- dida de todas las cosas. Hay que aclarar, para asegurarse de que lo es: «Todas las cosas son conocimiento»." El camino del relativismo ha tomado la dirección del universalismo, sin menosprecio del tramo recorrido hasta aquí. 20. PIatón, Protnooras, 323b, 356d-357d; ]enofonte, Recuerdos de Só- trates, I, 1, 16. 21. Platón, Protaaoras, 361 b (Pánta kbrémat/: estin episté mé'). 62 7 EL CUIDADO DE UNO MISMO La virtud de la mesura es la salud del alma. Pero, antes que nada: ¿Qué es el alma? «El hombre es el alma»,' dice Sócra- tes, y no parece que un más oscuro que éste en ningún idioma. Por pronto, el hecho de que el alma pase a ser objeto de atención del saber como ética ha supuesto un cambio radical del valor otorgado a lo grande y lo pequeño, lo exterior y lo interior con relación al hombre. La virtud, la cualidad personal, no puede menos que hacemos pensar que el universo más grande es el alma y la patria más pequeña es el mundo, que se hace uno entre muchos cuanto mayor es nuestro conocimiento y mejor nuestra voluntad. \ Para describir el alma, la psykht, vamos a centramos en sus funciones conocidas. El alma es aquella facultad del ser humano por la cual éste adquiere conocimiento. Pero tam- bién es aquella por la cual el conocimiento puede referirse a mismo y dar lugar a la particularidad de lo humano: la exis- tencia, para el individuo, de su yo o uno mismo. La propia actividad de su cerebro, órgano cultural por excelencia, le in- dica que junto a la realidad de la mente existe la del yo, el self que ningún científico puede negar. Lo mismo ocurre con otra función del alma, puesta ahora al descubierto por la ac- tividad práctica: ser aquello por lo cual el individuo es capaz de vivir y/de vivir bien. 1. Platón, Alcibíades, 12ge-13oe. BILBENY, Norbert, Sócrates. El saber como ética. Barcelona, Península, 2008.

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Sócrates y cuidado de sí

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  • SCRATES: EL SABER COMO TICA

    medida de todas las cosas. Si sta es, en cambio, la virtud, lacualidad propia de lo que llamaremos, con ella, el hombre, elser humano, y de la que poseemos una descripcin de su quy para qu, lo que resulta es un mejor objeto de conocimien-to y as una ms clara medida de todas las cosas, por lo me-nos de las del mundo en que hay que vivir con un criterio delbien y del mal. 20

    Scrates admite, con Protgoras, que todo es discutible,pero slo antes del conocimiento. Y asiente, con l, que la re-ferencia de todo sea el hombre, pero slo despus de la virtudasimilada al conocimiento. El sofista contina la marchaapoyado en su opinin del hombre como medida. El filsofono prosigue la suya hasta haber descubierto una medida co-mn para todas las opiniones de contenido similar. El sabercomo tica y la virtud como mesura le han llevado a esta en-crucijada desde donde se divisa una nueva medida generaldel saber. Ahora no basta con decir que el hombre es la me-dida de todas las cosas. Hay que aclarar, para asegurarse deque lo es: Todas las cosas son conocimiento." El caminodel relativismo ha tomado la direccin del universalismo, sinmenosprecio del tramo recorrido hasta aqu.

    20. PIatn, Protnooras, 323b, 356d-357d; ]enofonte, Recuerdos de S-trates, I, 1, 16.

    21. Platn, Protaaoras, 361b (Pnta kbrmat/: estin epistm').

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    EL CUIDADO DE UNO MISMO

    La virtud de la mesura es la salud del alma. Pero, antes quenada: Qu es el alma? El hombre es el alma,' dice Scra-tes, y no parece que un ms oscuro que ste enningn idioma. Por pronto, el hecho de que el alma pase aser objeto de atencin del saber como tica ha supuesto uncambio radical del valor otorgado a lo grande y lo pequeo,lo exterior y lo interior con relacin al hombre. La virtud, lacualidad personal, no puede menos que hacemos pensar queel universo ms grande es el alma y la patria ms pequea esel mundo, que se hace uno entre muchos cuanto mayor esnuestro conocimiento y mejor nuestra voluntad. \

    Para describir el alma, la psykht, vamos a centramos ensus funciones conocidas. El alma es aquella facultad del serhumano por la cual ste adquiere conocimiento. Pero tam-bin es aquella por la cual el conocimiento puede referirse asmismo y dar lugar a la particularidad de lo humano: la exis-tencia, para el individuo, de su yo o uno mismo. La propiaactividad de su cerebro, rgano cultural por excelencia, le in-dica que junto a la realidad de la mente existe la del yo, el selfque ningn cientfico puede negar. Lo mismo ocurre conotra funcin del alma, puesta ahora al descubierto por la ac-tividad prctica: ser aquello por lo cual el individuo es capazde vivir y/de vivir bien.

    1. Platn, Alcibades, 12ge-13oe.

    BILBENY, Norbert, Scrates. El saber como tica. Barcelona, Pennsula, 2008.

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    El alma es fuente de vida porque es evidente que nues-tro entendimiento se re fuerza cuando se refiere a l mismo ytambin cuando se dirige a otras mentes, de las que suele re-cibir nuevos estmulos si genera discusin y situaciones deacuerdo. No sera fuente de vida si no sintiera, como suelesentir, un sentimiento de contradiccin cuando, por lo con-trario, surge el desacuerdo con otras mentes o en el interiorde la propia. Adems, el alma hace que podamos vivirbien: cmo podramos hacerla sin un control y una guapara nuestro cuerpo e incluso para las puras funciones delconocimiento? Si no hubiera en nosotros ninguna facultadcapaz de hacernos actuar justa y honradamente tampocotendramos experiencia de una vida buena. Por ambos moti-vos el alma hace al individuo viviente, una forma de uni-dad entre lo orgnico y 10 cultural, lo heredado y lo aprendi-do, que no se da en el resto de seres vivos, limitados a estaren vida sin saberlo ni poder de alguna manera modificarlo.

    Tal forma de unidad es lo que permite a cada ser humanohacerse nico y singular: tener una vida personal, ser una per-sona. El alma es lo mismo que decir la persona; y la virtud,decamos, es la salud del alma. Sin duda la virtud est plena-mente justificada. Es aquella conducta destinada al mejordespliegue de la vida personal, al desarrollo de la persona, queconstituyen esa funcin del alma acabada de describir, y laque envuelve a todas las dems, por su valor pragmtico y fe-cundidad intelectual. Conforme sea nuestra concepcin yprctica del bien, as ser nuestra vida. El destino no est es-crito en las estrellas, sino en los mensajes que nos enviamos anosotros mismos y en el caso que les hacemos.

    El saber como tica prescinde de especular sobre el alma.Reconoce que est unida al cuerpo, pero no la identifica conuna supuesta vida corporal; ni, dentro de sta, con el psi-quismo, la mens. Menos an la reduce a una etrea vida es-piritual, pura inteligencia que Anaxgoras an cree inde-pendiente de la materia y que Descartes, despus, tomar

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    por una sustancia, la res cogitans, opuesta a lo material. Lapsykh con la que tiene que ver la virtud no es el smbolo nitampoco la forma fenomnica de ninguna sustancia, seacorprea o incorprea, as como de ningn principio, porejemplo el de la inmortalidad, para Pitgoras, otro griegoanterior a Scrates. En cualquiera de estas posibilidades elalma se referira slo a una realidad impersonal, cuando loque nos descubre la tica es justamente su identidad con lapersona. Todo lo que expresa y simboliza el alma es una re-lacin y tan slo una relacin; no hay que especular ms, des-pus de eso. Ahora bien, es la relacin nada menos que delindividuo consigo mismo y para s mismo, de conocimientov trato de hecho. Hablar, pues, de la analoga entre la salud~lel cuerpo y la salud del alma, o entre las virtudes de uno yde otra, no es nada descabellado, porque dichas cualidadesestn en mutua y continua correspondencia. Y tiene, sobretodo, una ventaja decisiva para la tica, pues permite que elbien no slo sea buscado por s mismo, sino por su efecto be-nefactor en general sobre la persona, incluida la salud delcuerpo. La paga de la justicia es tambin la felicidad. Enotras palabras, se refuerza nuestro inters por la tica.

    Por otra parte, qu se quiere decir cuando se afirma quela virtud es la salud (hygeia) del alma? Recordar su analo-ga con la salud del cuerpo no nos aclara mucho ms sobre elasunto. Hay que entrar otra vez paso a paso en el significadode un concepto tico. Primera observacin: del mismo modoque hay un cuidado (therapea) del cuerpo lo hay tambin delalma. Quin mejor, para entenderlo, que el propio mdico, yen especial si pertenece a la tradicin hipocrtica, que es lareconocida por Scrates. Z Segunda observacin: una y otraforma de cuidado no pueden estar separadas entre s, La ra-zn es que cada una resulta intil sin la otra.' Tercera nota,

    2. Platn, Cdrmides, Is6e-rS7b; Lnques, r8se.3. Platn, Cdrmides, Is6e.

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    ya ttulo ya de exhortacin: cuando se trata de nuestras ocu-p.aciones y su buen trmino, lo primero, en el orden de prio-ndades, es el tener cuidado del alma, en el pleno sentido dela persona de uno mismo. Slo despus hay que ocuparse delo estrictamente material u honorfico. La razn es que sislo nos interesa lo accesorio en una ocupacin, aquello que (la liga a la opinin y la fortuna, nos bastar con tener cuida-do de lo perifrico, lo que escapa de la esfera de la persona.En cam.bio, si de l:t,ocupacin miramos lo' esencial, aquelloque la lIga al conocimiento y a la excelencia de su ejecucin,resulta evidente el haber de tener cuidado al mismo tiempo,ya un nivel equivalente, de la persona, que es lo esencial del 'individuo." Dicho de otro modo: anteponer la virtud implicatener cuidado de uno mismo (epimleia ts psykhes), procurarla salud del alma. Quien se toma en serio lo primero nopuede dejar de hacer lo segundo. Scrates dice que as lohace y lo continuara haciendo por ms veces que se le con-denara a morir.'

    El dilogo socrtico exhorta siempre al uno mismo o~erso~a, en su integridad, de los hablantes, que luego, en elsilencio, 'continuarn dialogando consigo mismos. Esta lla-mada de la persona a la persona no es un hbito arraigado; niun mero recurso, ahora' entre dialogante s cultos, para avivarel.dilogo o darle un tinte dramtico. En verdad cuando sementa al alma en la conversacin y,se la hace objeto, si notestigo d: mxima excepcin, el dilogo cambia de tono y sepone seno. Pero es que de la discusin de estos asuntos y detener presente el alma depende el salvar o no la vida perso-nal, el alma de cada uno. El cuidado del alma se hace para suentera salud 6 salvacin (satera), y quien cuida su alma salvasu vida." Asklepis, dios que sana y salva, ha sido engendrado

    por Apolo, dios de la mesura y el autoconocimiento. Una g-nesis anloga acta en los humanos, entre el esfuerzo por lavirtud y el cuidado del alma que eso conlleva, en un origen,y la buena preservacin de sta, la vida personal, como in-mediata consecuencia. Conforme dura el esfuerzo, dura almenos la vida personal, y mientras dura sta, el esfuerzo lamantiene a salvo. La virtud es la salud del alma y el cuidadode uno mismo opera por su salvacin. .

    Ya se ve que el cuidado de uno mismo no est al alcancede cualquiera. Ms que unas facultades naturales y comunesa la mayora de individuos, requiere el persistente esfuerzode ponerlas en prctica y escoger con acierto su objetivo, elbien de una vida justa y moral. Adems, el desarrollo de lavirtud como cuidado de uno mismo es un ejercicio que exigeconstante atencin y vigilancia, la solliditudo que pronto la fi-losofa estoica ver como caracterstica de la conciencia mo-ral, el mejor centinela de la mejor ciudadela. Paradjicamen-te, la vida feliz del sabio y de las personas que cuidan de smismas no es una vida tranquila." La inquietud, el estado dealerta, es la compaa constante de una felicidad obtenidacon la licitud de una vida aceptable y aceptada. Es una para-doja lo suficientemente grande para alejar a muchos de una,vida de este tipo, reservada a los sabios y en parte a los fil-sofos que tratan sobre ella.8 Dice Scrates que si se le pre-gunta por qu no-puede vivir despreocupado de una vez nodispone de una respuesta para ello: Este es el punto-agre-ga-q'ue me resultara ms difcil hacer entender a algunosde vosotros." El cuidado de uno mismo parece destinado,no por definicin, sino de hecho, a los ms dispuestos acap-tar su sentido, y ello incluye a los filsofos. Aunque stos lo-gren hacerse entender, en realidad no sern aceptados. Y, aveces, cuanto ms claros, menos comprendidos. Contra esta

    4 .Plat~n, Apolog~a de S~crates, 29d-30c, 4re; Alcibtades, I28a-r 29d.5 Platon, Apologla de Socrates, 30b; Alcibades, 13 2C.6. Platn, Protagoras, 356d-357a.

    7. Platn, Apologa de Socmtes, 36b. 8. Platn, Alcibades, I24C-d.9. Platn, Apologa de Socrates, 37e, 38e-39d.

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    paradoja la filosofa no tiene solucin, porque se trata de ellamisma como eleccin de vida. '

    La vida elegida por el filsofo es una vida examinada:e~amen (extasis), en el dilogo, de las palabras del otro, ySIempre examen de uno mismo. 10 Es una eleccin tan busca-da y asumida qu~ hace decir despus a Scrates: Una vidasi~ este ~xamen no vale la pena ser vivida. 11 E.x:a1ll!llar,aqu,es mvestigar a fondo, algo ms que un detenido anlisis o unaminuciosa comprobacin. Tiene que ver con el cuidado deuno mismo y ste, recordemos, con un saber de la mesuracon la virtud. Es cierto que podra haber otras formas de cui~dar la propia persona: la virtud no tiene por qu hacer fil-sofo' a todo individuo mesurado. Pero la vida examinada es elmodo ms eminente de realizar este cuidado. No porque seala 'vida elegida por el filsofo, sino porque corresponde aldespliegue de todas las funciones del alma: conocimientoreferencia a uno mismo, desarrollo de la persona. Un des-pliegue que resulta ser la manera habitual de vida del fil-sofo y con la que Scrates intenta retratar la suya de un solotrazo." Lafuncin inicial del alma es el conocimiento, yesoslo ya es un primer obstculo para quien pretenda exami-narse a s mismo sin reconocer antes su ignorancia. ni aceptarque no puede haber virtud sin autoconocimiento. Al fin y alcabo, el cuidado de uno mismo es siempre una actividadcompletamente interior, y es de suponer que slo aquellosque adems de virtuosos estn dispuestos a proseguir conesta actividad, y ms an si conforman a ella su vida, sern los~ue a la postre figuren como candidatos a una vida elegida,Slll ser ellos mismos unos elegidos. .

    . La vida xaminada-vida, pues, filosfica-representa

    1111 constante movimiento en el alma o vida personal del in-dividuo. Es la accin, por descontado, tratndose de la facul-ud del conocimiento, de someter ala crtica las palabras, elmodo de razonar, el presunto conocimiento, en fin, de losf .(TOSy de uno mismo, que de sujeto pasa a ser tenido comof .hjeto al que examinar sin concesiones. '3 Nadie que reflexio-IIC puede, por ejemplo, perdonarse a s mismo; pero tampo-('() considerarse del todo malo ni, desde luego, del todo bue-110. Cuando la virtud, como una sonda, desciende pOl~supropio peso en el interior del individuo, descubre, an msque las limitaciones, la fragilidad constitutiva de la persona,un ser permanentemente expuesto a la crtica y la reflexin.Pero una vida examinada es ms que este movimiento desco-nocido para los individuos estpidos e ignorantes. La vida dereflexin, aunque sea la de un filsofo, consta tambin de loselementos sensitivos y emotivos que acompaan, en cual-quiera de sus localizaciones y etapas, al ejercicio del conoci-miento. Examinarse a uno mismo incluye, pues, una accinen nuestra vida personal que se aade al movimiento de lacrtica y puede 'resumirse como el sentimierto de respeto a lapersona sujeto y objeto de la crtica y a su ser constitutiva-mente expuesto. q A la par que lo sometemos a juicio lededicamos un trato muy atento y por eso lo criticamos. De 'cualquier modo, estos dos movimientos del alma o personahacia s misma hacen de ella todo lo que ella puede ser, suesencia, que no es sustancia ni puro pensamiento, se ha dichoya,. sino relacin,nada ms, aunque relacin personal, nadamenos. En otras palabras, el examen de uno mismo es lo quepermite a cada uno devenir lo que es: uno, es decir, dos sincontradiccin, porque cada uno est hecho de su propia re-lacin consigo mismo. Qu es un individuo sin esta rela-

    10. Ibid., 22e, 23c-d, 28e;]enofonte, Recuerdos de' Socrates, I, 6; IV, 8.Ir. Platn, Apologa de Socrates, 38a.12, Ibid., 27b. Vid. G. "V. F. Hegel, Lecciones sobre la filosofa de la his-

    toria universal, Ir, 3, 5.

    13. Platn, GOl'gias, 523e; Fedcn, 79c-d; Teeteto, r Soe-r ooa.14- Platn, GOl'gias, 524d- 525a; Hipias may01", 298b-e, 304c-e, Teeteto,

    176d-I77a. '

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  • ."'.

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    cin? Puede ser lo que se quiera, menos alguien preocupadopor su persona y que viva de verdad por y para s mismo. Apesar de las seales que desparrama a su alrededor para avi-sarnas de que existe, en realidad vive en el anonimato, pueses el primero en no tenerse presente a s mismo.

    El examen de uno mismo aporta al dilogo filosfico y alsaber como tica su criterio ltimo: evitar contradecirse yprocurar en toda ocasin el acuerdo con uno mismo. I; Parala virtud de la mesura y el cuidado del alma no hay una ver-dad objetiva, pero s una experiencia personal que vale tantocmo ella y ocupa en definitiva su lugar: que lo peor en unapersona es el desacuerdo consigo misma. En cierta-manera estransportar al mbito de lo personal uno de los principios b-sicos del pensamiento lgico occidental, el de no contradic-cin, pero ahora convalidado por la sabidura prctica, de laque quizs surgi mucho antes .

    En todo caso, nos encontramos ante una novedad singu-lar para la tica: el hecho de que la experiencia de la intimi-dad sea su criterio ltimo. As, desde el dilogo exterior has-ta el examen interior, la tica socrtica habr tratado deculminar las posibilidades inherentes a todo ser que razona ysiente. Pocas la igualarn en un empeo tan recio como sen-cillo.

    1S. Platn, Criton; 47d-48a; Protngoras, 339C-34ob; Gorgins, 474b,482b-483d,'soSc-s09b; Hipias 71Ul)'or,304c-d. Vid. H. Arendt, La vida delfspjritu, I, 3, IS., .--.---- ._-_ .. >

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