Bienvenida1

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8 de octubre, 2011 Página1 Encuentro Madre Francisca

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Encuentro

Madre Francisca

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Buenos días para todas. Y que estas jornadas nos animen, nos alegren, nos sean

una oportunidad para estrechar lazos, y para ahondar en nuestra vida de Franciscanas de

la Inmaculada.

Vamos a dar inicio a este día de encuentro con la explicación del lema que

hemos escogido este año:

“Vivir espiritualmente, explorando las huellas de Jesús”

Si un lema es una frase que expresa el pensamiento que rige la conducta o el

comportamiento de una persona o comunidad, y que tiene una finalidad motivadora,

podemos decir que este año estamos llamadas muy especialmente a vivir plenamente,

en sintonía con el Creador; a eso hace referencia la espiritualidad.

Nosotras, con mucha frecuencia nos llamamos y nos consideramos espirituales,

profesionales de las cosas del Espíritu, como algo ya conseguido como una actitud que se

da por supuesta en nuestra vida. Pero, hoy vamos a detenernos en lo de exploradoras,

en lo de buscadoras, escrutadoras.

Es posible que consideremos que nosotras con nuestras edades, con nuestros

compromiso, tareas, ocupaciones, con nuestras circunstancias personales y comunitarias,

que no, que … poco , nada, o muy poco, podemos en esta tarea de ser exploradoras.

Y puede ser que, por una parte, consideremos esto de ser exploradoras, como

cosas de jóvenes; y, por otra parte, como cosa propia de quien, supuestamente, esta más

alejado que nosotras de este mundo del Espíritu.

Sin embargo, si nos atreviéramos a empezar; si nos atreviéramos a soñar; si nos

creyéramos aquello de Jesús a Nicodemo “Es necesario nacer de nuevo”; si nos

convenciéramos del mandato de Francisco “empecemos Hermanos, porque hasta ahora

poco o nada hemos hecho”; seguro que nos pondríamos las botas de la fortaleza para el

camino, la lupa de la Gracia para andar; la brújula que nos orienta en la marcha y que es

la Palabra de Dios , sin olvidar que es nuestro Padre, la mochila de lo vivido para

transformarlo en equipaje de amor, vocacional; el silbato de la alegría para animar

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nuestra ruta; y la gorra de la misericordia para que los rayos ultravioletas del sol no nos

dañen nuestra capacidad de creer que lo nuevo está en otra parte, que lo mejor estará

siempre por hacer, y que esta es, precisamente, la tarea que tenemos asignada como

voceros de la Buena Noticia del Evangelio: La construcción del Reino.

Por eso, ser exploradoras de las huellas de Jesús es, puede ser, una novedosa

manera de motivarnos mutuamente, de animarnos; de comprometernos personal y

fraternalmente, en la misión de cada día; de apostar en cada momento por la VIDA.

Un explorador es el que busca tenazmente, el que camina sin dejarse vencer por el

cansancio, el que cree firmemente en el hallazgo de nuevas cosas; el que avanza

apasionado, pensando en el encuentro; el que anda permanentemente enamorado de

todo lo que alienta vida, el que anda con el corazón alborotado por los posibles

hallazgos…

Y ser espiritual es, precisamente, ser buscadores de la VIDA que no acaba, ni se

gasta; y ser contagiadoras y anunciadoras de esta VIDA. Ser espiritual, es ser,

sencillamente, gente que, canta, sueña, se empeña, se ilusiona; gente que se alegra y

alegra; gente feliz y que hace felices; gente que vive, que vivimos, “arraigados y

edificados en Cristo. Firmes en la fe”

Y vamos a ver que características tendríamos que tener como exploradoras:

Lo primero que tenemos que tener claro es nuestro objetivo de vida, nuestra

vocación.

Decimos, y es cierto, que somos “ religiosas, que seguimos a Jesús…” y aquí está la

primera pista que nos confirma como exploradoras: nosotras estamos embarcadas

en esta gran aventura de seguir a Jesús, de “encontrarnos personalmente con El, para

testimoniarlo con toda su fuerza transformadora en nuestras vidas”( Benedicto

XVI.JMJ).

Y las características que, como exploradoras podríamos señalar, son entre otras, las

siguientes:

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La exploradora, se pone en camino, busca, y aprende a encontrar las rutas más

adecuadas. Y nosotras estamos siguiendo a quien es El Camino… peregrinas

(Emaús), invitadas a salir de nosotras mismas y a estar abiertas al Misterio que se

nos revela en nuestra historia y nuestra vida.

Las exploradoras son aventureras y pioneras, curiosas hasta la médula,

rastreadoras de nuevas rutas, caminantes incansables. Y, por tanto, están siempre

motivadas, disponibles, a fin de poder hacer frente a los lugares remotos que

suelen frecuentar; y por eso, nos hacemos disponibles y arriesgadas.

Las exploradoras suelen ser independientes, o se unen a un equipo para sacar el

máximo provecho de sus talentos, y de sus búsquedas. Nosotras Escogemos cada día,

cada momento, el vivir en fraternidad,

Las exploradoras entienden la disposición en la tierra. Saben reconocer el peligro

y localizar lo necesario para sobrevivir. Nosotras estamos atentas a la realidad, a

lo imprevisto, y a las urgencias del camino.

Las exploradoras eligen conscientemente lo desconocido, lo más arriesgado, lo

más apasionante. La exploradora es consciente de las habilidades que posee, y las

pone en acción para sortear la dureza del camino, la dificultad. Nosotras, ponemos

a disposición de los demás lo que somos y tenemos. Y hacemos que toda nuestra

vida sea misión.

La exploradora busca el conocimiento, intenta resolver misterios y quieren ser

primera en ver algo nuevo y diferente. Y, así, cada día es una llamada a la

esperanza, a la novedad, a empezar de nuevo, a combatir la pasividad y la rutina.

Muchos exploradores se convierten en aventureros para ver lo que hay en el

horizonte, y aprenden habilidades que les convierten en miembros excelentes de

cualquier equipo. En comunidad aprendemos a otear horizontes, a compartir

capacidades, y a alentar nuevas búsquedas. La Fraternidad es nuestro don y

nuestra tarea.

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Los exploradores viven desinstalados e inasequibles a la rutina, sorbiendo las

maravillas de los hermanos, del sol, de la tierra, del agua, de los caminos, de las

aves… alegres de saborear tanta gracia de Dios derramada en cada criatura. Y

nosotras vivimos alegres, porque el malhumor, la tristeza, no cabe en nuestra vida.

Ya lo dijo San Francisco: “Si estás en pecado, ve y confiésate. Y si no ¿Por qué

estás triste”.

La alegría profunda es una buena pista para los que buscan el camino de Jesús.

En comunidad, aprendemos a ser exploradoras que mantienen “la sensibilidad e

ilusión por la verdad…” y a tomar conciencia de que “el camino hacia la verdad

completa compromete también al ser humano por entero, puesto que es un camino

de la inteligencia y del amor, de la razón y de la fe… pues no existe la inteligencia y

después el amor: existe el amor rico en inteligencia y la inteligencia llena de amor”

JMJ. Benedicto XVI (Llamada a la formación…).

Los exploradores, acogen y siguen las indicaciones de los guías nativos. Nosotras

tenemos un guía, JESÙS. Acoger sus palabras y ponerlas en practica es condición

primera para ponerse en camino, para iniciar, proseguir, y perseverar en el

seguimiento de Jesús. “Hay palabras que solamente sirven para entretener, y

pasan como el viento… las de Jesús, en cambio, han de llegar al corazón, arraigar

en él y fraguar toda la vida. Sin esto, se quedan vacías y se vuelven efímeras. No

nos acercan a El” (Benedicto XVI JMJ). Nos alejan de la ruta que queremos

descubrir, y como consecuencia, nos quedamos frustradas y decepcionadas en

nuestro camino de exploradoras de las huellas de Jesús.

Es un imperativo que, en nuestro camino de exploradoras de las huellas de Jesús,

escuchemos de “verdad las palabras del Señor para que sean en nosotras espíritu

y vida, raíces que alimenten nuestro ser, pautas de conducta que nos asemejen a

la persona de Cristo, siendo pobres de espíritu, hambrientas de justicia,

misericordiosas, limpias de corazón, amantes de la paz. Escuchémoslo cada día

con frecuencia, como se hace con el único Amigo que no defrauda y con el que

queremos compartir el camino de la vida. Pues sabemos que, cuando no se

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camina al lado de Cristo, que nos guía, nos dispersamos por otras sendas… que

dejan el vacío y la frustración tras de si” (Cfr. JMJ. Benedicto XVI).

Que María, que supo de esta escucha, “Haced lo que El os diga”, nos acompañe

en este camino de búsqueda incansable de exploradoras de las huellas de Jesús.

Que en esta aventura de exploradoras, Ella, como MADRE, arrope nuestro

seguimiento con la esperanza, y que, llegado el caso, enderece nuestros pies

perdidos.

Y que Francisco y Madre Francisca, nos den su mano fortalecedora en esta

andadura en la que queremos perseverar.