BIELINSKI, Vissarión. Sobre El Relato Ruso y Los Cuentos Del Sr. Gogol

34
Vissarión Bielinski Traducción de Omar Lobos Sobre el relato ruso y los relatos del sr. Gógol 1 (Arabescos y Mírgorod) Publicado por primera vez en El Telescopio, 1835. La literatura rusa, a pesar de su insignificancia, a pesar incluso en lo dudoso de su existencia, que ahora muchos reconocen como una ilusión, la literatura rusa ha experimentado cantidad de influencias ajenas y propias, se ha distinguido por cantidad de tendencias. En tanto esto tiene relación directa con el objeto de mi artículo, señalaré, en breves rasgos, las más capitales de estas influencias y tendencias. La literatura nuestra comenzó por el siglo del “escolasticismo”, porque la tendencia de su gran fundador no fue tanto artística cuando científica, lo que se reflejó también en su poesía, a causa de sus falsas nociones sobre el arte. La fuerte autoridad de sus indotados sucesores, de los cuales los principalísimos fueron Sumarókov y Jeráskov, apoyó y sostuvo esta tendencia. No teniendo ni una chispa del genio de Lomonósov, estas personas gozaron de no menor y por poco si no más autoridad que él, y comunicaron a la joven literatura un carácter “pesadamente pedante”. El mismo Deryavin pagó, por desgracia, un tributo demasiado grande a esta tendencia, con lo que mucho perjudicó tanto su originalidad como su éxito en su descendencia. A causa de esta tendencia la literatura se dividió en la “oda” y el “poema épico o heroico”. El último, en particular, se consideraba la revelación más solemne del genio poético, la corona de la actividad creadora, el alfa y el omega de cualquier literatura, la meta final de la actividad artística de cada pueblo y la humanidad toda. {Esta tendencia ridícula y lamentable fue a tal punto fuerte y tanto tiempo se prolongó que muchos literatos en 1813 aconsejaban al sr. Ivanchin-Písariev, que había escrito la bastante vanílocua “Inscripción sobre el campo de Borodinó”, escribir –¿qué creen?– ¡un “Poema épico”!...} La “Petríada” originó una prole digna de sí: la “Rusíada” y “Vladímir”: y estas, a su turno, algunos largos Pedros y finalmente la cacareada “Alejandríada”... Después sólo se oía cómo nuestros líricos, “embebidos del canto de la oda” según expresión de uno de ellos, en sus retumbantes odas forzaban a porfía “a bailar ríos y galopar colinas”... Esa era la tendencia principal, característica; ya en ese entonces y después hubo otros, aunque no tan fuertes: Krylov engendró una parva de fabulistas, Ózerov, de trágicos, Yukovski, de baladistas, Bátiushkov, de elegistas. En una palabra, cada talento notable ha forzado a bailar al son de su caramillo a una multitud de escritores indotados. Todavía el siglo del pesado escolasticismo no había terminado, todavía estaba, como se dice, en todo su apogeo, cuando Karamzín fundó una nueva escuela, dio a la literatura una nueva 1 Como “relato” estaré siempre traduciendo la palabra rusa póviest’, si bien en la misma familia de palabras encontramos poviestvovanie y poviestvovátiel’, que conviene traducir respectivamente como “narración” y “narrador”. Hay que observar, por otro lado, que esta familia de palabras remite más directamente al registro escrito, en tanto la familia de skaz (entre otras palabras: skazat’, rasskazat’, rasskaz...) remiten al registro oral (N. del T.) 1

description

.

Transcript of BIELINSKI, Vissarión. Sobre El Relato Ruso y Los Cuentos Del Sr. Gogol

Vissarin Bielimski

Vissarin Bielinski

Traduccin de Omar LobosSobre el relato ruso y los relatos del sr. Ggol

(Arabescos y Mrgorod)

Publicado por primera vez en El Telescopio, 1835.

La literatura rusa, a pesar de su insignificancia, a pesar incluso en lo dudoso de su existencia, que ahora muchos reconocen como una ilusin, la literatura rusa ha experimentado cantidad de influencias ajenas y propias, se ha distinguido por cantidad de tendencias. En tanto esto tiene relacin directa con el objeto de mi artculo, sealar, en breves rasgos, las ms capitales de estas influencias y tendencias. La literatura nuestra comenz por el siglo del escolasticismo, porque la tendencia de su gran fundador no fue tanto artstica cuando cientfica, lo que se reflej tambin en su poesa, a causa de sus falsas nociones sobre el arte. La fuerte autoridad de sus indotados sucesores, de los cuales los principalsimos fueron Sumarkov y Jerskov, apoy y sostuvo esta tendencia. No teniendo ni una chispa del genio de Lomonsov, estas personas gozaron de no menor y por poco si no ms autoridad que l, y comunicaron a la joven literatura un carcter pesadamente pedante. El mismo Deryavin pag, por desgracia, un tributo demasiado grande a esta tendencia, con lo que mucho perjudic tanto su originalidad como su xito en su descendencia. A causa de esta tendencia la literatura se dividi en la oda y el poema pico o heroico. El ltimo, en particular, se consideraba la revelacin ms solemne del genio potico, la corona de la actividad creadora, el alfa y el omega de cualquier literatura, la meta final de la actividad artstica de cada pueblo y la humanidad toda. {Esta tendencia ridcula y lamentable fue a tal punto fuerte y tanto tiempo se prolong que muchos literatos en 1813 aconsejaban al sr. Ivanchin-Psariev, que haba escrito la bastante vanlocua Inscripcin sobre el campo de Borodin, escribir qu creen? un Poema pico!...} La Petrada origin una prole digna de s: la Rusada y Vladmir: y estas, a su turno, algunos largos Pedros y finalmente la cacareada Alejandrada... Despus slo se oa cmo nuestros lricos, embebidos del canto de la oda segn expresin de uno de ellos, en sus retumbantes odas forzaban a porfa a bailar ros y galopar colinas... Esa era la tendencia principal, caracterstica; ya en ese entonces y despus hubo otros, aunque no tan fuertes: Krylov engendr una parva de fabulistas, zerov, de trgicos, Yukovski, de baladistas, Btiushkov, de elegistas. En una palabra, cada talento notable ha forzado a bailar al son de su caramillo a una multitud de escritores indotados. Todava el siglo del pesado escolasticismo no haba terminado, todava estaba, como se dice, en todo su apogeo, cuando Karamzn fund una nueva escuela, dio a la literatura una nueva tendencia, que al principio limit al escolasticismo, y a posteriori lo mat completamente. Ese es el principal y ms grandioso mrito de esta tendencia, que fue necesaria y til como reaccin y perjudicial en tanto tendencia falsa, que, cumplida su obra, exiga, a su turno, una fuerte reaccin. A causa de la inmensa y desptica influencia de Karamzn y su multifactica actividad literaria, la nueva tendencia gravit largo tiempo sobre el arte, sobre la ciencia, sobre el curso de las ideas y la educacin de la sociedad. El carcter de esta tendencia consista en la sentimentalidad, que fue el reflejo limitado de la literatura europea del siglo XVIII. En la poca en que esta tendencia sentimental estaba en todo su florecimiento, Yukovski introdujo el misticismo literario, que consista en la ensoacin unida a lo fantstico falso, pero que en realidad no era otra cosa que un sentimentalismo un tanto elevado, mejorado y renovado, y aunque engendr una parva de imitadores indotados, fue un gran paso adelante. {Hablando de Yukovski, yo tengo en vista la tendencia que l produjo en la literatura, no la valoracin de sus mritos literarios, entiendo sus baladas y un pequeo nmero de piezas originales, pero en absoluto sus traducciones, de las que nuestra literatura se enorgullece con justicia.} Desde la mitad de la segunda dcada del siglo XIX concluy completamente esta uniformidad en la tendencia de la actividad creadora: la literatura se dispers por diferentes caminos. Aunque la inmensa influencia de Pushkin (que, digamos de paso, constituye, en el desierto firmamento de nuestra literatura, junto con Deryavin y Griboidov por ahora la nica constelacin potica que brilla para los siglos) a este perodo de nuestra literatura tambin le comunic cierto carcter comn, en primer lugar, el propio Pushkin era demasiado diverso en los tonos y las formas de sus obras, luego, la influencia de las viejas autoridades no haba perdido an su fuerza, y finalmente, el conocimiento de la literatura europea mostr nuevos gneros y el nuevo carcter del arte. Junto con el poema pushkiniano aparecieron: la novela, el relato, el drama, se fortaleci la elega y no fueron olvidados: la balada, la oda, la fbula, incluso la propia gloga y el idilio.

Ahora es completamente otra cosa: ahora toda nuestra literatura se ha convertido a la novela y el relato. La oda, el poema pico, la balada, la fbula, incluso el as llamado, o, mejor dicho, que as se ha dado en llamar, poema romntico, el poema pushkiniano, que estuvo a punto de inundar y ahogar nuestra literatura, todo esto ahora no es ms que el recuerdo de cierto tiempo alegre pero pasado ya hace mucho. La novela lo ha matado todo, se lo ha tragado todo, y el relato, que vino junto con aquella, borr incluso las huellas de todo lo otro, y la propia novela se aparta con respeto y le da paso por delante de ella. Qu libros se leen y se agotan ms que ninguno? Las novelas y relatos. Qu libros les reportan a los literatos tanto casas como aldeas? Las novelas y relatos. Qu libros escriben todos nuestros literatos, convocados y no convocados, comenzando por la ms alta aristocracia literaria hasta los ms revoltosos caballeros del Tolkun y el mercado de Smolensk? Las novelas y relatos. Fantstica cosa! Pero esto an no es todo: en qu libros se despliega la vida humana, las normas de la moralidad, los sistemas filosficos y, en una palabra, todas las ciencias? En las novelas y relatos.

Como consecuencia de qu razones ocurri este fenmeno? Quin, qu genio, qu potente talento produjo esta nueva tendencia?... Esta vez no hay un culpable: la razn est en el espritu de los tiempos, en la tendencia generalizada y, puede decirse, universal.

Es cierto, tambin aqu hubo influencia de literaturas extranjeras, lo que es muy natural, pues un pueblo que ha comenzado a tomar parte en la vida de la parte educada de la humanidad no puede ser ajeno a ningn movimiento intelectual general. Por lo menos, esto ya no ha sido consecuencia del xito o la fuerte autoridad de un personaje cualquiera, sino que fue consecuencia de la exigencia general. Es cierto, an no hemos olvidado, al menos de nombre, al bisabuelo de nuestras novelas: Ivn Viguin; pero ha sido su bisabuelo slo por el tiempo de su aparicin, y no por su mrito interior. No fue su xito el que forz a todos a escribir novelas, pero l demostr la necesidad general. Era preciso que alguien comenzara. Adems, la cuestin no consista en si iba a tener xito en Rusia la novela. Esta cuestin ya haba sido resuelta, pues entonces las novelas traducidas de Walter Scott ya haban comenzado a diseminarse por Rusia en un amplio torrente. La cuestin consista en si poda tener en Rusia xito la novela rusa, escrita en ruso y extrada de la vida rusa. Al seor Bulgarin le aconteci resolver antes que otros esta cuestin: eso es todo.

La novela an ahora est en su plena intensidad, y quiz por mucho tiempo o para siempre va a conservar el lugar de honor recibido, o, mejor dicho, conquistado por ella entre los gneros del arte; pero el relato en todas las literaturas ahora es el objeto exclusivo de atencin y actividad de todo lo que escribe y lee, nuestro pan de cada da, nuestro libro de cabecera, que leemos cerrando los ojos a la noche, leemos abrindolos a la maana. Hay an un tercer gnero de poesa que debera, en nuestro tiempo, compartir el dominio con la novela y el relato: el drama, aunque sus xitos estn tapados por el xito de la novela y el relato. A causa de esta tendencia generalizada, aun en nuestra literatura se han convertido en gneros dominantes de la poesa la novela y el relato, y as ha sido, repito, no tanto como consecuencia de una ciega imitacin o el predominio de algn fuerte talento, o, finalmente, de la fascinacin por un xito demasiado fuera de lo comn de alguna obra, cuanto como consecuencia de la necesidad general y el espritu de los tiempos dominante.

En qu se encierra, pues, la razn de esta necesidad general, este espritu de los tiempos dominante, que todas las literaturas han resumido en forma de novelas y relatos?

La poesa de dos, por as decir, maneras cuantifica y reproduce los fenmenos de la vida. Estas maneras son opuestas la una a la otra, aunque llevan a un solo objetivo. El poeta o recrea la vida segn su propio ideal, que depende de la imagen de su modo de ver las cosas, de su relacin con el mundo, con el siglo y el pueblo en el cual vive, o la reproduce en toda su desnudez y verdad, permaneciendo fiel a todos los detalles, tintes y matices de su realidad. Por eso a la poesa se la puede dividir en dos, por as decir, secciones: en ideal y real. Expliqumonos.

La poesa de cualquier pueblo, en su comienzo, suele estar de acuerdo con la vida pero en discordia con la realidad, pues en la niez de cada pueblo, como en la niez de cada persona, la vida siempre rivaliza con la realidad. La verdad de la vida es inaccesible tanto para uno como para el otro; su elevada simpleza y naturalidad es incomprensible a su inteligencia, es insatisfactoria para su sentimiento. Aquello que a un pueblo viril, as como a una persona viril, le parece el triunfo de la existencia y la ms alta poesa, para l sera un amargo, inconsolable desencanto, despus del cual ya no hay por qu ni para qu vivir. Desprovista y desnudada de sus tintes falsos, la vida se le representara como una seca, aburrida, marchita y pobre prosa, como si la verdad y la realidad no fueran compatibles con la poesa; como si el sol fuera menos esplndido y radiante cuando es solo un simple y oscuro globo, y no la triunfal carroza de Febo; como si la cpula azul celeste del cielo fuera menos maravillosa cuando ya no es el Olimpo estrellado, residencia de los dioses inmortales, sino un espacio infinito limitado por nuestra vista, que mezcla en s miradas de mundos; como si finalmente la tierra, residencia del hombre, fuera menos asombrosa cuando yace no sobre los hombros de Atlante, sino que se sostiene y se mueve en el ocano del aire, sostenida por ninguna mano, sometida a la sola y simple ley de gravedad!... De ese modo era como la humanidad primordial, en la figura del griego, en toda la plenitud de sus fuerzas bullentes, en todo el apogeo de su fresco y vivo sentimiento y su joven y floreciente imaginacin, explicaba el fenmeno del mundo fsico como influencia de fuerzas supremas y secretas. Del mismo modo explicaba l los fenmenos del mundo moral, subordinndolos a la influencia de cierta fuerza temible e irresistible a la que llam destino. Para el griego no haba leyes de la naturaleza, no haba libre voluntad humana. Y es por eso que todo lo que entraba en el crculo de la vida corriente, todo lo que se explicaba por una razn sencilla, lo consideraba indigno de la poesa, la humillacin del arte, en una palabra, baja naturaleza, expresin tan estpidamente comprendida, tan absurdamente tomada por los franceses del siglo XVIII. Para l no exista la persona con su libre voluntad, con sus pasiones, sentimientos y pensamientos, sufrimientos y alegras, deseos y privaciones, pues l an no haba reconocido su individualidad, pues su yo desapareca en el yo de su pueblo, idea que trepida y respira en sus creaciones poticas. Sus canciones lricas no llevan en s la marca de su mirada sobre el mundo, las huellas de su aspiracin a penetrar sus secretos, no hay en ellas un pensamiento mustio, triste ensoacin: son simplemente o un himno triunfal de gratitud o un llameante ditirambo de alegra, expresin de una afectuosidad inconsciente, pues l miraba la naturaleza con la mirada del amante, no del pensador, la amaba, no la investigaba, y estaba plenamente satisfecho y fascinado por ella. Mirndola, no preguntas, sino xtasis se estrujaba en su alma, y l derramaba este xtasis o en un himno de gratitud o en un furibundo ditirambo o en una oda triunfal. Este es su lirismo; ahora miremos su epopeya y su drama. Qu es para l la vida de cualquier persona particular: esa novela, tan simple y tan corriente? Denle un rey, un semidis, un hroe! Qu es para l el cuadro de una vida privada, con sus preocupaciones y afanes, con su elevacin y su ridculo, con su pena y su alegra, amor y odio: ese relato, tan mezquinamente detallado, tan vanamente insignificante? Desenvuelvan ante l el cuadro de una lucha de pueblo contra pueblo, presntenle un espectculo, combates y derramamientos de sangre, donde tomen parte los mismos moradores del cielo y que concluyen por arbitrio y proyecto del desptico destino! La novela y el relato para l son vulgares, denle un poema, un poema inmenso, majestuoso, lleno de maravillas, un poema en el cual se refleje y se vea toda su vida, con todos los matices, como se refleja y se ve en el sereno espejo limpio del ocano infinito el cielo azul celeste con sus nubes, denle una Ilada! Pero pasa el siglo de las maravillas, por voluntad o ms all de su voluntad, el pueblo se acerca a la vida real y, en lugar del poema, exige el drama. Pero tampoco aqu se traiciona: solamente se alej del pasado, pero no lo ha olvidado, no se ha enfriado con respecto a l, no se ha deshabituado a l. Ya comienza a mirar hacia la vida, pero, insatisfecho con ella, no quiere trasladarla a la poesa, sino que a la poesa quiere trasladarla a aquella. Abandonando el presente, en el pasado busca elementos para su drama; y por eso su drama no es el nuestro, no es el drama shakespeariano, representante de la vida real; la lucha de las pasiones con la voluntad del hombre, no: es el gnero de un ritual arcano, religioso, un misterio oscuro, sacerdotisa y profetisa del destino, en una palabra, es la tragedia, la tragedia elevada y noble, en su grandeza regia, heroica, la tragedia con mscara y coturnos. Su hroe debe ser un rey, un semidios, un hroe, con trono, corona o yelmo en la cabeza, con un cetro, una espada o un escudo en la mano, con un manto largo y ondulante; su contenido debe ser el sino de toda una generacin de reyes, semidioses o hroes, estrechamente relacionado con el destino de algn pueblo o algn suceso grandioso, pues la suerte de la persona humilde y los detalles de una vida privada hubieran ultrajado su grandeza regia, alterado su carcter religioso, pues el pueblo quera verse en la escena a s mismo, su vida, no a una persona, no la vida de esta persona. Para su drama, tanto como para su poema, elige de la vida slo lo elevado y noble y arroja todo lo corriente, comn, domstico, pues su vida est en la plaza, en el campo de batalla, en el templo, en el tribunal, y all est su poesa, no en el crculo domstico; los personajes de su tragedia deben hablar un lenguaje elevado, ennoblecido, potico, pues son reyes, semidioses, hroes; su coro debe expresarse en una lengua arcana, oscura y a la vez solemne, pues es el rgano, el intrprete de la voluntad de un horroroso hado.

Tal suele ser el carcter de la poesa de los pueblos primordiales, tal era la poesa de los griegos.

Pero la niez no es eterna para el hombre, no es eterna para un pueblo, no es eterna para la humanidad; tras ella sigue la juventud, luego la virilidad, y ms all la vejez. La poesa tambin tiene sus edades, que siempre son paralelas a las edades del pueblo. El siglo de la poesa ideal concluye con la edad de la niez y de la juventud del pueblo, y entonces el arte debe o cambiar su carcter o morir. Con el arte de la humanidad nuestra, novsima, sucedi, como veremos ms abajo, lo primero; con el arte de la humanidad antigua sucedi lo ltimo, pues al pueblo cuya poesa, al principio, era ideal a consecuencia de su vida ideal, no le es posible pasar a la poesa real. Tercamente, contrariando a la naturaleza, se agarra del pasado tanto en el espritu como en las formas, y, varn experimentado, que ha perdido irremisiblemente la fe en lo maravilloso, que se ha familiarizado con la experiencia de la vida, se esfuerza en dotar a sus creaciones poticas de un colorido ideal. Pero en tanto su poesa no se aviene con la vida, lo que nunca podra ser, es asombroso entonces que se quede sobre los zancos, por la poca estatura, se d rubor, por no tener el color natural de la juventud, se inflame, por la falta de voz, que lo maravilloso en l pase a ser una fra alegora, el herosmo un quijotismo? Tal fue la poesa griega cuando, concluido su crculo, como una sombra plida se asom en Alejandra. Pero ms a menudo esto sucede con los pueblos cuya poesa se desarroll no a partir de la vida, sino que apareci como consecuencia de la imitacin: siempre suele ser una parodia de su modelo; su grandeza, nobleza e idealidad se parecen a un payaso con prpura de oropel y una corona de papel, pasendose con importancia en la entrada al retablo. Tal fue la literatura latina y francesa clsica (fundamentalmente la dramtica). La nobleza imaginaria y la elevacin de la tragedia clsica francesa no fue otra cosa que pequea burguesa en un mbito cortesano, el lacayo con el frac del barin, la corneja con plumas de pavo real, una simiesca imitacin de los griegos, pues no estaba de acuerdo con la vida. Pero esto se ve ms patentemente en los poemas. La Ilada fue creado por un pueblo, y en ella se reflejaba la vida de los helenos, era para ellos un libro sagrado, fuente de religin y moralidad, y esta Ilada es inmortal. Pero dganme, por Dios, qu son estas Eneidas, estas Jerusalenes liberadas, estos Parasos perdidos y Messadas... No son el extravo de los talentos que, quien ms quien menos, alcanzaron a extraviar a sus entusiastas? Quin los conoce, quin se admira ahora de ellos? No parecen viejos soldados a los que se rinde respeto no por sus mritos, no por sus hazaas, sino por su senectud? No pertenecen al nmero de esos prejuicios creados por la imaginacin, que el pueblo respeta cuando les cree, y que compadece cuando ya no les cree, los compadece o por su antigedad o por costumbre o por pereza y por no tener tiempo libre para examinarlos de una vez definitivamente y hacerlos aicos?... Pero esto es una cuestin secundaria: voy al asunto. La niez del mundo antiguo termin; la fe en los dioses y lo maravilloso ha desaparecido; el espritu de herosmo ha desaparecido; lleg el siglo de la vida real, e infructuosamente la poesa se plant sobre las tablas: en ella ya no haba esta elevada simpleza, esta grandeza simple, noble, serena y gigante, cuya razn se encerraba en la armona del arte con la vida, en la verdad potica. El mundo se transform por la cruz, y la humanidad renovada y espiritualizada march por otro camino. Naci la idea del hombre, el ser individual, separado del pueblo, curioso sin referencias, en s mismo... La melanclica cancin del trovador, en la cual se volcaba la pena de amor, la queja de la campesina sufriente o la princesa recluida, la cancin de triunfo y victoria, el relato de amor, de venganza, de proezas de honor: todo esto recibi una respuesta... El poema se convirti en novela. Es cierto, esta novela era caballeresca, soadora, mezcla de realidad y fantasa, de lo posible con lo imposible, pero ya no un poema, y en ella maduraban las semillas de la novela actual. Finalmente, en el siglo XVI se cumpli una definitiva reforma en el arte: Cervantes mat con su incomparable Don Quijote la tendencia falsamente ideal de la poesa, y Shakespeare la concili para siempre y la combin con la vida real. Con su mirada ilimitada y abarcadora del mundo penetr en el inaccesible santuario de la naturaleza humana y la verdad de la vida, mir y atrap las palpitaciones misteriosas de su pulso secreto. Inconsciente poeta-pensador, reprodujo en sus creaciones gigantescas la naturaleza moral, conforme con sus leyes eternas, inamovibles, conforme con su plan primordial, como si l mismo hubiera participado en el establecimiento de estas leyes, en el esbozo de este plan. Nuevo Proteo, supo inspirar una alma viva en la realidad muerta; profundo analista, supo en las ms, en apariencia, nimias circunstancias de la vida y las acciones de la voluntad del hombre encontrar la clave para resolver los ms altos fenmenos psicolgicos de su naturaleza moral. Nunca acude l a ningn resorte o soporte en el curso de sus dramas; su contenido se desarrolla libremente, naturalmente, a partir de su misma esencia, por las inmutables leyes de la necesidad. La verdad, la altsima verdad, ese es el carcter distintivo de sus creaciones. No tiene ideales en el sentido convencional de esta palabra; sus hombres son hombres de verdad, tal como son, como deben ser. Cada drama suyo es un smbolo, una parte separada del mundo, concentrada por un truco de la fantasa en los estrechos marcos de una obra artstica y presentada como si fuera en miniatura. l no tiene simpatas, no tiene costumbres, inclinaciones, no tiene ideas preferidas, tipos preferidos: es imparcial como

el pensativo dicono, encanecido entre rdenes, que

serenamente mira al rostro a los acusados,

el bien y el mal atendiendo indiferente.

l fue la brillante aurora y el amanecer triunfal de una nueva era, de un arte verdadero, y encontr respuesta en los poetas del ms nuevo tiempo, que regresaron al arte su dignidad, humillada, profanada por los clsicos franceses. Ya a fines del siglo XVIII, en las figuras de Goethe y Schiller, dos grandes genios que comenzaron su actividad por el estudio de Shakespeare siguieron sus huellas. A comienzos del siglo XIX apareci un nuevo gran genio, penetrado de su espritu, que complet la unin del arte con la vida, tomando como mediadora a la historia. Walter Scott en ese sentido fue un segundo Shakespeare, fue la cabeza de una gran escuela, que ahora se ha vuelto general y universal. Y quin sabe? Quiz alguna vez la historia se vuelva una obra de arte y reemplace a la novela, as como la novela reemplaz a la epopeya... Acaso ya ahora no estn todos convencidos de que la creacin divina es ms alta que cualquiera humana, que ella es el ms asombroso poema que slo se pueda imaginar, y que la ms alta poesa consiste no ms que en reproducirla en su completa verdad y fidelidad?...

As, he aqu otro aspecto, la poesa, he aqu la poesa real, la poesa de la vida, la poesa de la realidad, finalmente, la verdadera y autntica poesa de nuestro tiempo. Su carcter distintivo consiste en la fidelidad a la realidad; no recrea la vida, sino que la reproduce, la reconstruye y, como un vidrio convexo, refleja en s, bajo un punto de vista, sus diversas manifestaciones, eligiendo de estas las necesarias para componer un cuadro pleno, vivo y nico. Por el volumen y los lmites del contenido de este cuadro deben determinarse la grandeza y genialidad de la creacin potica. Para concluir la caracterizacin de lo que yo llamo poesa real, agregar que su eterno hroe, el objeto inmutable de su inspiracin, es el hombre, el ser autnomo, que acta libremente, individual, smbolo del mundo, su revelacin final, enigma curioso para s mismo, pregunta concluyente de la propia inteligencia, ltimo enigma de su afn curioso... La resolucin de este enigma, la respuesta a esta pregunta, la solucin de este problema, debe ser la plena conciencia, que es el secreto, el objeto y la causa de su existencia!...

Es asombroso despus de esto que en nuestro tiempo se haya desarrollado preferentemente esta tendencia real de la poesa, esta estrecha combinacin del arte con la vida? Es asombroso que el carcter distintivo de las ms nuevas obras en general consista en una sinceridad implacable, que en ellas la vida aparezca como si fuera en su oprobio, en toda su desnudez, en toda su horrorosa fealdad y en toda su triunfal belleza, que en ellas es como si la abrieran con un bistur? Nosotros exigimos no el ideal de la vida, sino la vida misma, tal como ella es. Sea fea, sea linda, pero no queremos adornarla, pues pensamos que en la representacin potica ella es igual de maravillosa en un caso o en el otro, y es por eso justamente que es verdadera y que donde est la verdad est tambin la poesa.

As, en nuestro tiempo sera imposible la poesa ideal? No, justamente en nuestro tiempo es posible ella, y a nuestro tiempo le est destinado desarrollarla, solo que no en el mismo sentido que los antiguos. En ellos la poesa era ideal a causa de su vida ideal; en nosotros ella existe como consecuencia del espritu de nuestro tiempo. Hablando de la poesa real, yo he mencionado solamente la epopeya y el drama y nada dije del lirismo. En qu se diferencia el lirismo de nuestro tiempo del lirismo de los antiguos? En ellos, como ya he dicho, esto era una inconsciente efusin de xtasis, ocurrida por la plenitud y exuberancia de su vida interior, despertada ante la conciencia de su existencia y modo de ver el mundo exterior y expresada en la plegaria y la cancin. Para nosotros la naturaleza exterior, sin relacin con la idea de la vida en general, no tiene ningn sentido, ningn significado, no tanto gozamos de ella cuanto aspiramos a desentraarla; para nosotros nuestra vida, la conciencia de nuestra existencia, es ms un problema que buscamos resolver, antes que un don del que nos apuremos a aprovecharnos. Hemos puesto la vista en ella, nos hemos habituado a l; para nosotros la vida no es un alegre festn, no es un jbilo festivo, sino que es terreno de labor, de lucha, de privaciones y de sufrimientos. De all viene esta angustia, esta tristeza, estas cavilaciones y, junto con ellas, este afn de pensar, de los que est penetrado nuestro lirismo. El poeta lrico de nuestro tiempo antes se entristece y se queja que se admira y se alegra, antes pregunta e investiga que exclama sin reparos. Su cancin es una queja, su oda, una pregunta. ....Beli su cancin dirigida a la naturaleza exterior, l no se asombra de ella, no la elogia, sino que busca en ella arrancar los secretos de su existencia, de su destino, de sus sufrimientos. Para todo esto le parecen estrechos los marcos de la oda antigua, y traslada su lirismo a la epopeya y el drama. En este caso en l la naturalidad, la armona con las leyes de la realidad, son un asunto secundario; en este caso l es como si conviniera de antemano, se pusiera de acuerdo con el lector para que este le crea de palabra y busque en su creacin no la vida, sino la idea. La idea, este es el objeto de su inspiracin. Como en la pera para la msica se escriben palabras y se inventa una trama, as l crea, por voluntad de su fantasa, una forma para su idea. En este caso su campo es infinito; tiene abierto todo un mundo real e imaginario, todo el suntuoso reino de la ficcin, el pasado y el presente, la historia y la fbula, la tradicin, la supersticin popular y la creencia, y la tierra, el cielo y el infierno! Sin ninguna duda, an aqu hay una lgica, una verdad potica, leyes de la posibilidad y la necesidad, a las que l permanece fiel, slo que el caso est en que l mismo se crea estas condiciones. Esta novsima poesa ideal extrae su principio de la antigua, pues de aquella tom la nobleza, la grandeza y el lenguaje potico y elevado, tan contrapuesto al habitual, coloquial, y la evasin de todo lo nimio y corriente. Para no hablar demasiado, dir que a las creaciones de tal gnero pertenecen, por ejemplo: el Fausto de Goethe, el Manfredo de Byron, Dziaby de Mickiewicz, Lalla-Ruk de Toms Moro, las Visiones fantsticas de Jean Paul, las imitaciones de Goethe y Schiller de los antiguos (Ifigenia, La novia de Mesina) y dems. Ahora creo que he explicado bastante satisfactoriamente la diferencia entre lo que llamo poesa ideal y real.

Por otra parte, hay puntos de contacto en los cuales se juntan y confluyen dos elementos de la poesa. Aqu se debe referir, en primer lugar, los poemas de Byron, Pushkin, Mickiewicz, estos poemas en los cuales la vida humana se representa, cuanto es posible, en su verdad, pero slo en sus manifestaciones ms solemnes, en sus momentos ms lricos; despus todas estas obras jvenes, inmaduras pero bullentes por exceso de energa, cuyo objeto es la vida real pero en las cuales esta vida es como recreada y transfigurada ya como consecuencia de alguna idea querida, entraable, o de un talento limitado, aunque poderoso, o, finalmente, por exceso de impetuosidad, que no deja al autor penetrar de manera ms profunda y fundamental en la vida y aprehenderla tal como ella es, en toda su verdad. As son Los bandidos de Schiller, este ditirambo llameante, salvaje, semejante a lava arrojada de lo profundo de un alma joven, enrgica, donde el suceso, los caracteres y las situaciones son como pensados para la expresin de las ideas y los sentimientos del autor, tan intensamente agitados que para ellos seran demasiado estrechas las formas del lirismo. Algunos encuentran en las primeras obras dramticas de Schiller muchas frases; por ejemplo, dicen ellos, de todo el inmenso monlogo de Karl Moore, cuando informa a los bandidos sobre su padre, una persona en una situacin semejante poda decir acaso unas dos-tres palabras.* Para m, no hubiera dicho ni una palabra, sino que acaso slo habra mostrado en silencio con la mano a su padre, y no obstante en Schiller Moore habla mucho, en sus palabras no hay ni sombra de fraseologa. El caso es que aqu habla no el personaje, sino el autor, que en toda esta creacin no hay la verdad de la vida, pero hay la verdad del sentimiento, no hay realidad, no hay drama, pero hay un abismo de poesa; situaciones falsas, antinaturales, pero un sentimiento fiel, una idea profunda; en una palabra, el caso es que Los bandidos de Schiller hay que mirarlos no como un drama, representante de la vida, sino como un poema lrico en forma de drama, un poema llameante, bullente. El monlogo de Karl Moore hay que mirarlo no como una expresin natural, corriente, de los sentimientos de un personaje que se encuentra en una determinada situacin, sino como una oda, cuyo sentido u objeto es la expresin de indignacin contra los hijos-monstruos, que pisotean la santidad del deber filial. Como consecuencia de una mirada as, me parece que deben desaparecer todas las frases en esta obra de Schiller y ceder el lugar a la verdadera poesa.

En general puede decirse que casi todos los dramas de Schiller, en mayor o menor medida, son as (excepto Mara Estuardo y Guillermo Tell), pues Schiller era no tanto un gran dramaturgo en particular cuanto un gran poeta en general. El drama debe ser en su ms alto grado un espejo sereno e imparcial de la realidad, y la personalidad del autor debe desaparecer en l, pues es preponderantemente poesa real. Pero Schiller incluso en su Wallenstein se hace or, y solamente en Guillermo Tell aparece como un verdadero dramtico. Pero no lo acusen de falta de genio o limitacin; hay inteligencias, hay caracteres tan originales y maravillosos, tan poco parecidos a la parte restante de los hombres, que parecen extraos a este mundo, y en cambio el mundo les parece extrao a ellos, y, descontentos con l, se crean su propio mundo y viven slo en l: Schiller fue de este tipo de hombres. Sometindose al espritu de los tiempos, quera ser real en sus creaciones, pero la idealidad quedaba como el carcter predominante de su poesa, a causa de la inclinacin de su genio.

As, la poesa puede dividirse en ideal y real. Sera difcil resolver a cul de ellas dar preferencia. Quiz, cada una de ellas es igual a la otra, cuando satisface las condiciones de la creacin, o sea cuando la ideal armoniza con el sentimiento, y la real, con la verdad de la vida que ella representa. Pero creo que la ltima, nacida a consecuencia de nuestro tiempo positivo, satisface ms su necesidad predominante. Por otra parte, mucho aqu significa la individualidad del gusto. Pero, sea como fuere, en nuestro tiempo una y otra son igualmente posibles, igualmente accesibles y compresibles para todos; pero, con todo esto, la ltima es con preferencia la poesa de nuestro tiempo, ms comprensible y accesible para todos y cada uno, ms conforme con el espritu y la necesidad de nuestro tiempo. Ahora La novia de Mesina y Juana de Arco de Schiller encontrarn simpata y respuesta; pero obras entraables y favoritas de la poca siempre seguirn siendo aquellas en las que la vida y la realidad se reflejan fiel y verdaderamente.

No s por qu, en nuestro tiempo, el drama no presenta tan grandes xitos como la novela y el relato. No ser porque aqul sin falta exige un Goethe, un Schiller, si no un Shakespeare, en cuyas obras la naturaleza es particularmente avara, o porque los talentos dramticos son en general particularmente raros? No s resolver esta pregunta. Quiz, la novela es ms cmoda para la representacin potica de la vida. Y en efecto, su volumen, sus marcos son indeterminados hasta lo infinito. Es menos orgullosa, menos caprichosa que el drama, pues, cautivando no tanto por sus partes y fragmentos cuanto por el todo, admite en s tales minucias que con toda su aparente insignificancia, si uno las mira por separado, tienen un sentido profundo y un abismo de poesa en relacin con el todo, en lo general de la obra; en tanto que los estrechos marcos del drama, directa o tangencialmente, en mayor o menor medida pero siempre sometindose a condiciones especficas, exigen una particular rapidez y vivacidad en el curso de la accin y no pueden admitir en s grandes detalles, pues el drama, con preferencia por sobre todos los gneros de la poesa, representa la vida humana en su manifestacin ms alta y solemne. As, la forma y las condiciones de la novela son ms cmodas para la representacin potica del hombre examinado en relacin con la vida en sociedad, y este es, me parece, el secreto de su xito fuera de lo comn, su predominio incondicional.

Pero el relato? Su significacin, el secreto de su predominio, ahora desptico, imperioso, que no admite rivalidad? Qu es y para qu sirve este relato, sin el cual el librito de la revista es lo mismo que sera una persona en la sociedad sin botas ni corbata, este relato que ahora todos escriben y todos leen, que se ha entronizado tanto en el boudoir de la mujer mundana como en el escritorio del ms rematado erudito, este relato, finalmente, que es como si hubiera desalojado a la novela misma?... Alguna vez y en alguna parte se dijo maravillosamente que el relato es un episodio del ilimitado poema de los destinos humanos. Esto es muy cierto; s, el relato es una novela disgregada en parte, en miles de partes; un captulo arrancado de una novela. Nosotros somos gente ocupada, nos afanamos sin cesar, corremos de aqu para all, valoramos el tiempo, no tenemos tiempo de leer libros grandes y largos, en una palabra, necesitamos el relato. Nuestra vida contempornea es demasiado diversa, complicada, fraccionada: nosotros queremos que se refleje en la poesa como en un cristal tallado, anguloso, repetida millones de veces en todas las formas posibles, y exigimos el relato. Hay sucesos, hay ocasiones que, por as decir, no alcanzaran para un drama, no se convertiran en una novela, pero que son profundos, que en un instante concentran tanta vida que uno no habra de vivirla ni en un siglo: el relato los atrapa y los encierra en sus estrechos marcos. Su forma puede hacer lugar en s a todo lo que quieran: un liviano cuadro de costumbres, una punzante burla sarcstica sobre el hombre y la sociedad, un profundo misterio del alma, el cruel juego de las pasiones. Breve y rpido, ligero y profundo a la vez, vuela de objeto en objeto, desmenuza la vida en migajas y arranca hojitas del gran libro de esta vida. Renan esas hojitas bajo una cubierta, y qu libro amplio, qu novela inmensa, qu complejo poema se armara con ellas! Qu son en comparacin con l vuestras infinitas Mil y una noches o los abundantes en episodios Mahabarata y Ramayana! Qu bien le ira a este libro el ttulo El hombre y la vida!...

En la literatura rusa el relato es an una visita, pero una visita que, semejante a un erizo, desaloja a los antiguos y verdaderos dueos de su domicilio legal. Yo ya he dicho, al comienzo de mi artculo, y ahora lo repito, que la novela y el relato son los nicos gneros que aparecieron en nuestra literatura no tanto por espritu de imitacin cuanto a consecuencia de la necesidad. Pienso que el razonamiento precedente contiene en s una explicacin bastante satisfactoria de la causa de su aparicin y xito. Ahora echemos una mirada a su marcha en nuestra literatura.

El relato nuestro comenz hace poco, hace muy poco, precisamente desde los aos veinte de la corriente centuria. Hasta ese mismo tiempo era una planta extica, trada de allende el mar por capricho y moda y transplantada por la fuerza en el suelo natal. Quiz por eso no prenda. Karamzn fue el primero, si bien con la ayuda de Makrov, que invit a esta visita, blanqueada y ruborizada como una comercianta rusa, llorona y lagrimeante como una mimada criatura mojigata, arrogante e inflamada como una tragedia clsica, tediosamente aleccionadora y empalagosamente moralizante como una peregrina hipcrita, discpula de Madame de Genlis, ahijada del bonachn Florin. A ese gnero de relatos pertenecen todos los relatos escritos antes de los aos veinte, y por suerte no se escribieron muchos: El soto de Maria, de Yukovski, algunos relatos del difunto V. Izmilov y... la verdad, no recuerdo cules ms.

En los aos veinte se manifestaron las primeras tentativas de crear el verdadero relato. Este fue el tiempo de la reforma literaria generalizada que apareci a consecuencia del incipiente conocimiento de las literaturas alemana, inglesa y la nueva francesa, y con las sanas nociones sobre las leyes de la creacin. Si el relato no obtuvo entonces los xitos actuales, por lo menos hizo que se le prestara una atencin generalizada por su novedad y falta de precedentes.

[...]

...Marlinski, Odievski, Pogodin, Polevi, Pvlov, Ggol, aqu est el crculo completo de la historia del relato ruso. S, completo, quiz excesivamente completo; pero yo he hablado aqu de todos los relatos notables en algn aspecto, y esta notabilidad consiste no en el solo valor artstico, sino tambin en el tiempo de su aparicin, en su influencia, buena o mala, en la literatura, en el mayor o menor grado de su talento, y, finalmente, en su mismo carcter y tendencia. Los autores denominados por m deben ser mencionados en la historia del relato ruso segn todos estos aspectos, y son sus verdaderos representantes. De los otros, que son muchos, muy muchos, me callo, pues con todos sus mritos no tocan el objeto de mi artculo, y por eso paso al sr. Ggol. Con l concluir la historia del relato ruso, y con l concluir mi artculo, que contra mi voluntad y expectativas se ha hecho muy largo.

Ponindome a analizar las obras del sr. Ggol, yo no sin intencin me he extendido sobre la poesa en general, sobre los relatos como gnero y sobre el relato ruso; slo con que haya sabido desarrollar mi idea, los lectores vern que todos estos elementos se encuentran en una relacin esencial entre s. Me parece que para la valoracin debida de cualquier autor notable es necesario determinar el carcter de sus creaciones y el lugar que l debe ocupar en la literatura. El primero se puede explicar no de otro modo que con la teora del arte (se entiende que conforme con las nociones del que juzga); el segundo, con la comparacin del autor con otros que han escrito o escriben en el mismo gnero que l. Hemos visto que entre nosotros an no hay relato en el sentido propio de esta palabra. El sr. Marlinski es destacable como el primero que nos hizo alusin a qu cosa es el relato; para el prncipe Odievski el relato es solamente la forma; dos-tres experimentos exitosos del sr. Pogodin an no constituyen una autoridad, tanto porque su mrito es limitado, cuanto porque para su autor ellos fueron una cosa secundaria, un descanso de sus ocupaciones eruditas. As, quedan slo el sr. Pvlov y el sr. Polevi; pero el sr. Pvlov recin ha comenzado su carrera, y por ms magnfico que sea el comienzo, por l no puede pronunciarse un juicio decidido sobre el escritor; por consiguiente, la primogenitura del poeta-narrador queda para el sr. Polevi. Pero en sus relatos o, ms justamente, en la mayor parte de sus relatos hay un muy importante defecto [...]. Este defecto consiste en que en ellos, as como en sus novelas, ante muchos signos evidentes de verdadera creacin, de verdadero valor artstico, se nota tambin gran parte de inteligencia, de esta inteligencia escrutadora, clara y multifactica, que en la actividad artstica busca reposo y para la cual la misma fantasa es como si fuera un medio de estudiar la naturaleza y la vida del hombre. Esto, en su mayor parte, son verificaciones sintticas de observaciones analticas sobre la vida. Veamos si no hay entre los nuestros un poeta narrador para el cual la poesa constituya el objetivo de la vida, y la ciencia sea su reposo, para el cual el relato sea un gnero, y no una forma, un gnero tan imprescindible y falto de relatividad como el relato para Balzac, la cancin para Branger, el drama para Shakespeare, que sea slo poeta, y no alguna otra cosa, poeta por vocacin, poeta por imposibilidad de no ser poeta. Me parece que, bajo estas condiciones, de los escritores contemporneos {Yo no incluyo en este nmero a Pushkin, que ya cumpli el crculo de su actividad artstica.} ninguno puede llamarse poeta con gran seguridad y sin cavilar un tanto como el sr. Ggol.

Yo ya dije que la tarea de la crtica y la verdadera valoracin de las obras de un poeta sin falta deben tener dos objetivos: determinar el carcter de las obras analizadas y sealar el lugar al que dan derecho a su autor en el crculo de los representantes de la literatura. El carcter distintivo de los relatos del sr. Ggol consiste en la simpleza de la invencin, la impronta popular [nardnost], la completa verdad de la vida, la originalidad y la animacin cmica, siempre doblegada por un profundo sentimiento de tristeza y melancola. La causa de todas estas cualidades se encierra en una sola fuente: el sr. Ggol es un poeta, un poeta de la vida real.

Saben qu defecto se encuentra en general en nuestra crtica? sta no est del todo bien adaptada a nuestras exigencias. El crtico y el pblico son dos rostros que platican: es preciso que se hayan puesto condiciones, que hayan convenido en el significado del objeto elegido para su pltica. De otro modo les ser difcil comprenderse uno a otro. Ustedes analizan una obra, hablan con importancia de las leyes de la creacin, las aplican a la obra analizada y, como 2 x 2 = 4, demuestran que es excelente. Y bien? El pblico est admirado con vuestra crtica y concuerda completamente con ustedes, viendo que, en efecto, los puntos de las leyes estticas han sido cumplidos correctamente y que en la obra todo marcha bien. Pero esto es lo malo: que a menudo sucede que aquel olvida la obra encomiada antes de olvidar vuestra crtica. Por qu es as? Porque la obra analizada por ustedes fue un trabajo astuto, de mercera, y no una creacin bella, que, quiz, tena una forma esttica, pero careca del espritu de la vida esttica. Entre nosotros son an tan sinuosas las nociones sobre lo bello y el gusto est an en tal niez que nuestra crtica imprescindiblemente debe apartarse en sus mtodos de la europea. Aunque algunos ociosos de nuestra esttica digan que es como si las reglas de lo bello estn determinadas entre nosotros con exactitud matemtica, yo pienso de otro modo, pues, por un lado, los productos propios de estos estetas, que se distinguen demasiado por su trabajo de hacha, contradicen bruscamente las leyes de lo bello, determinadas con exactitud matemtica, y por el otro, las leyes de lo bello nunca pueden distinguirse por su exactitud matemtica, porque se fundan en el sentimiento, y a aquel en quien no haya aceptacin de lo bello, le parecern siempre fuera de la ley. Y adems, de qu debern extraerse las leyes de lo bello si no de las bellas creaciones? Y hay entre nosotros muchas de estas bellas creaciones? No, que cada uno interprete a su modo sobre las condiciones de la creacin y las reafirme con hechos, es la mejor manera de desarrollar una teora de lo bello. El objetivo del crtico ruso debe consistir no tanto en ampliar el crculo de las nociones de la humanidad sobre lo bello, cuanto en extender en su patria las nociones ya conocidas, establecidas, sobre este objeto. No teman, no se avergencen de que van a repetir las zagas y no dirn nada nuevo. Esto nuevo no es tan fcil y frecuente como habitualmente se piensa: con tomos apenas perceptibles se pega a las moles de lo viejo. Lo ms viejo ser en usted nuevo si es una persona con opinin y profundamente convencida de lo que dice: su individualidad y su modo de expresin aun a lo que sea en usted viejo deben darle un carcter de novedad.

As, segn mi opinin, la primera y principal cuestin que se antepone para que el crtico resuelva es si exactamente esta obra es bella, exactamente este autor es poeta. De la resolucin de esta cuestin fluyen las respuestas sobre el carcter y la importancia de la obra.

La capacidad de creacin es un gran don de la naturaleza; el acto de creacin, en el alma del que crea, es un gran misterio; el momento de creacin es un momento de gran sacerdocio; la creacin es algo sin objetivo con un objetivo; inconsciente con conciencia, libre con dependencia: esas son sus leyes fundamentales. Ellas sern muy claras cuando se extraigan del acto de creacin.

El artista siente la necesidad de crear. Esta necesidad llega a l de repente, inesperadamente, sin que la demande y de modo completamente independiente de su voluntad, pues l no puede determinar ni el da ni la hora ni el minuto para su actividad creadora: esta es la libertad de creacin, esta es la independencia de la persona del creador! La necesidad de crear trae detrs de s la idea que yace en el alma del artista, que la domina, la carga. Esta idea puede ser una de las ideas humanas comunes, ya hace tiempo conocidas; pero el artista la toma no por eleccin, sino involuntariamente, la toma no como objeto de la inteligencia del que contempla, sino que la toma en s como su sentimiento, dominado por el presentimiento trepidante de su sentido profundo y misterioso. Esta accin se manifiesta maravillosamente con la intraducible palabra francesa concevoir. El artista siente en s la presencia de la idea percibida (concue), pero, por as decir, no la ve claramente y padece de deseo de hacerla palpable para s y para los otros: este es el primer acto de la creacin. Pongamos que esta idea sea la idea de los celos, y vamos a seguir su desarrollo en el alma del poeta. Con preocupacin y padecimiento la lleva en el secreto santuario de su sentimiento, como una madre lleva a su nio en su tero; gradualmente esta idea se revela ante sus ojos, se convierte en imagen viva, pasa a ser un ideal, y l, como si fuera en una niebla, ve al fogoso africano Otelo, con su frente morena y surcada de arrugas, oye sus salvajes aullidos de amor, odio, desesperacin y venganza, ve los cautivadores rasgos de la mansa y amante Desdmona, oye sus vanas palabras y sus gemidos en medio de la cerrada medianoche. Estas imgenes, estos ideales, a su turno van cobrando forma, maduran, se aclaran gradualmente; finalmente, el poeta ya los ve, habla con ellos, conoce su forma de hablar, sus movimientos, sus maneras, modo de andar, los rasgos del rostro, los ve en toda su estatura, de todos lados, los ve con ambos ojos y tan claramente como si fuera en realidad, en efecto, los ve ates de que su pluma les haya dado forma, exactamente como Rafael vio delante de s la celestial, no hecha por manos imagen de la Madonna antes de que su pincel fijara esta imagen en el lienzo, exactamente como Mozart, Beethoven, Haydn, oyeron los maravillosos sonidos de su alma convocados por ellos mismos antes de que su pluma fijara estos sonidos en el papel. Este es el segundo acto de la creacin. Despus el poeta da a su creacin formas visibles, accesibles para todos: este es el tercer y ltimo acto de la creacin. No es tan importante, pues es la consecuencia de los dos primeros.

As, el principal y distintivo indicio de la creacin consiste en la secreta clarividencia, en el sonmbulo potico. An la creacin del artista es un secreto para todos, an no tom en sus manos la pluma, y ya los ve claramente, ya puede calcular los pliegues de sus vestimentas, las arrugas de su frente, surcada por las pasiones y la pena, y ya los conoce mejor de lo que ustedes conocen a su padre, hermano, amigo, a su madre, hermana, a la bienamada de su corazn; asimismo l sabe tambin qu es lo que van a decir y hacer, ve todo el hilo de los acontecimientos que los hilvana y une entre s. Dnde ha visto estos rostros, dnde ha odo sobre estos sucesos y qu cosa es su creacin? La consecuencia de una prolongada y mltiple experiencia, de una fina observacin, de un profundo saber pescar las similitudes y determinarlas con bruscos rasgos? Qu son sus ideales? Acaso son rasgos distintos, dispersos en la naturaleza y reunidos en uno para conformar determinados tipos, constituidos segn una medida tomada de antemano, como crean y decan los honorables estetas de tiempos idos?... Oh, nada de esto, absolutamente nada!... l no ha visto en ninguna parte los personajes por l creados, no los ha copiado de la realidad, o no: l ha visto todo esto en un sueo fatdico, proftico, en momentos luminosos de revelacin potica, en estos momentos que solo conoce el talento, los vio con los ojos que todo lo ven de su sentimiento. Y es por eso que los caracteres creados por l son tan fieles, parejos, firmes; por eso el enredo, el desenlace, los nudos y el curso de su novela o drama son tan naturales, verosmiles, libres; por eso es que leyendo su creacin ustedes es como si estuvieran en un mundo maravilloso y armnico, como el mundo divino; por eso es que ustedes se habitan tan bien a l, lo comprenden tan profundamente y lo retienen tan firmemente en su memoria. aqu no hay contradicciones, no hay falsificaciones ni adulacin; pues aqu no hubo clculo de credibilidad, no hubo consideraciones, no se trat de juntar cabo con cabo; pues esta obra no fue hecha, no fue compuesta, sino que se cre en el alma del artista como si fuera por intuicin de una fuerza superior y misteriosa, que se encontraba dentro y fuera de l mismo; pues, respecto a esto, l mismo sera el terreno que tom en s el frtil grano arrojado por una mano desconocida, que veget y se hizo un rbol frondoso y de amplia copa... Sea del gnero que sea tal obra ideal, real, siempre es verdadera, verdadera poticamente. La tempestad de Shakespeare es una obra absurda, es el extrao capricho de su creador; en ella actan tanto personas como almas incorpreas, en ella acta Calibn, una creatura monstruosa, fruto del amor de un demonio con una hechicera; pero aun esta obra es verdadera, verdadera poticamente; pues, leyndola, ustedes le creen a todo, todo lo encuentran natural; pues, tras leerla, nunca la olvidarn, y ante vuestras miradas siempre van a pasearse las maravillosas imgenes de Prspero, Miranda, Ariel, imgenes areas, tejidas de nieblas nocturnas, irrigadas de prpura por la aurora, plateadas por un rayo de luna. Sea del gnero que sea tal obra, siempre es perfecta y ajena a los defectos. Pero por qu aun en las obras de los ms geniales poetas encuentran, junto a grandes bellezas, tambin grandes defectos? Porque tales creaciones o bien no estn maduras en el alma, no han nacido, sino que han sido arrojadas, como los abortos, antes de tiempo, o bien porque los autores, a consecuencia de sus falsas comprensiones sobre el arte o a consecuencia de objetivos y clculos equis se han hecho los pcaros y los metafsicos o han escrito a veces en minutos fros, prosaicos, pues las ideas e ideales poticos estos misterios celestiales deben manifestarse en luminosos minutos de revelacin, que se llaman minutos de inspiracin, de xtasis artstico. En una palabra, los defectos siempre estn donde termina la creacin y comienza el trabajo.

Ahora, creo, es fcil explicar que es la falta de objeto con un objetivo, la inconsciencia con conciencia. Cuando el poeta crea, quiere expresar, en un smbolo potico, alguna idea equis, en consecuencia tiene un objetivo y acta con conciencia. Pero ni la eleccin del objetivo ni su desarrollo dependen de su voluntad, dirigida por la inteligencia, en consecuencia, su accionar es sin objeto e inconsciente.

Ahora, qu es la libertad de la creacin respecto de la figura del que crea cuando hay dependencia de l? El poeta es esclavo de su objeto, pues no manda ni en su eleccin ni en su desarrollo, pues no puede crear ni por orden ni por encargo ni por propia voluntad, si no siente la inspiracin, que decididamente no depende de l: en consecuencia, la creacin es libre e independiente de la figura del que crea, que aqu aparece tanto como pasivo a la vez que como activo. Pero por qu en la creacin del artista se refleja tanto el siglo como el pueblo, como su propia individualidad? Por qu en l se refleja tanto la vida como las opiniones, como el grado de formacin del artista? En consecuencia la obra depende de l, en consecuencia es tan seor de ella cuanto su esclavo? S, ella depende de l como depende el alma del organismo, como depende el carcter del temperamento. Esto se puede explicar mejor que nada con un sueo. El sueo es una cosa libre, pero a la vez dependiente de nosotros. el melanclico tiene sueos terribles, fantsticos; el flemtico aun en sueos duerme y come; el actor oye aplausos, el militar ve batallas, el empleaducho coimas, y as. As el artista se refleja en sus creaciones. Los hroes de Byron son tipos del orgullo, con pasiones, deseos y sufrimientos inhumanos; las creaciones de Hoffman son sueos fantsticos, y as.

No es muy difcil a todo esto aplicar las obras del sr. Ggol, como hechos a la teora. Yo por esto no entiendo que este poeta sea igual a Shakespeare, Byron, Schiller y otros. Pero aqu no se trata del grado, de la grandeza del talento, sino del talento: para el genio y el talento las leyes son unas, a pesar de toda su desigualdad. Dganme qu impresin antes que nada produce en ustedes cada relato del sr. Ggol? No los fuerza a decir: Qu sencillo es esto, habitual, natural y cierto, y, a la vez, qu original y nuevo!? No se asombran aun ustedes de por qu a ustedes mismos no le vino a la cabeza esa misma idea, por qu ustedes mismos no podan inventar estos mismos personajes, tan corrientes, tan conocidos por ustedes, que han visto tan a menudo, y rodearlos de estas mismas circunstancias, tan difundidas, tan comunes, que tanto los han aburrido en la vida real y tan interesantes, fascinantes, en la representacin potica? He aqu el primer indicio de una obra verdaderamente artstica. Despus, no han tratado con cada personaje de su relato tan ntimamente como si lo conocieran de hace tiempo, como si hubieran vivido largamente con l? No completan con su imaginacin su retrato, aun sin eso ya dibujado por el autor en toda su estatura? No estn en condiciones de agregarle nuevos rasgos, como si hubieran sido olvidados por el autor, no estn en condiciones ustedes de contar sobre este personaje algunas ancdotas, como si hubieran sido dejadas de lado por el autor? No creen ustedes en la palabra, no estn dispuestos a jurar que todo lo contado por el autor es la pura verdad, sin ninguna adicin de ficcin? Cul es la causa de esto? Que estas creaciones son sealadas por el sello del verdadero talento, que son creadas por las inmutables leyes de la creacin. Esta sencillez de la invencin, esta desnudez de la accin, esta parquedad del dramatismo, este carcter nimio y corriente de los sucesos descriptos por el autor, son indicios fieles, no engaosos, de la creacin; esto es poesa real, poesa de la vida real, de la vida, ntimamente conocida por nosotros. Yo no me asombro en lo ms mnimo, igual que algunos, de que el sr. Ggol sea un maestro en hacer todo de nada, que sepa interesar al lector con detalles vacuos, insignificantes, pues no veo en esto absolutamente ningn saber: el saber presupone clculo y trabajo, y donde hay clculo y trabajo no hay creacin, all todo es falso y no fiel ante la ms cuidada y fiel copia de la realidad. Y cuanto ms corriente, ms vulgar, por as decir, sea el contenido de un relato que ha interesado demasiado la atencin del lector, mayor talento manifiesta de parte del autor. Cuando un talento mediocre se pone a dibujar fuertes pasiones, profundos caracteres, puede encabritarse, estirarse, soltar sonoros monlogos, manifestar cosas maravillosas, engaar al lector con un brillante remate, formas hermosas, el contenido mismo, un cuento maestro, una fraseologa florida: frutos de su erudicin, inteligencia, educacin, experiencia en la vida. Pero si se pusiera a representar cuadros ordinarios de la vida, de la vida habitual, prosaica, oh, cranme, para l esto sera una verdadera piedra de tropiezo, y su marchita, fra e inanimada obra los har bostezar. En efecto, forzarnos a prestar el ms vivo inters a la disputa de Ivn Ivnovich con Ivn Nikforovich, hacernos rer hasta las lgrimas con las tonteras, la nulidad y la debilidad mental de estos dos pasquines vivos de la humanidad, es asombroso; pero forzarnos despus a sentir lstima de estos idiotas, lstima de alma, forzarnos a separarnos de ellos con tal profundamente triste sentimiento, forzarnos a exclamar junto con l: Qu hasto en este mundo, seores!, helo aqu, helo aqu a este arte divino que se llama creacin; he aqu a ese talento artstico, para el cual donde est la vida est la poesa! Y tomen casi todos los relatos del sr. Ggol: cul es su carcter distintivo? Qu es casi cada uno de sus relatos? Una comedia cmica, que comienza con tonteras, contina con tonteras y termina con lgrimas, y que, finalmente, se llama vida. Y as son todos sus relatos: al comienzo cmicos, despus tristes! Y as es nuestra vida: al comienzo cmica, despus triste! Cunta poesa hay aqu, cunta filosofa, cuanta verdad!...

En cada persona deben distinguirse dos costados: el general, humano, y el particular, individual; cualquier persona antes que nada es persona y recin despus Ivn, Sdor y dems. Exactamente as tambin en las creaciones artsticas se deben distinguir dos caracteres: el carcter de creacin, comn a todas las obras bellas, y el carcter del colorido, comunicado por la individualidad del autor. Yo ya he tocado, en lneas generales, el primer carcter en los relatos del sr. Ggol; ahora lo examinar ms detalladamente; despus voy a hablar del carcter individual de sus creaciones y, finalmente, concluir mi artculo con una rpida mirada a aquellos de sus relatos de los que se pueda decir alguna cosa en particular.

Yo ya he dicho que los rasgos distintivos del carcter de las obras del sr. Ggol son la simpleza de la invencin, la completa verdad de la vida, la nardnost, la originalidad: todo esto son rasgos generales; despus la animacin cmica, siempre doblegada por un profundo sentimiento de tristeza y melancola: rasgo individual.

La simpleza de la invencin en la poesa real es uno de los ms fieles indicios de la verdadera poesa, del talento verdadero y a la vez maduro. Tomen cualquier drama de Shakespeare, tomen, por ejemplo, su Timn de Atenas: esta pieza tan sencilla, tan poco compleja, tan parca en el embrollo de los sucesos, que, verdaderamente, es imposible incluso contar su contenido. La gente ha engaado a una persona que amaba a la gente, denostaron sus santos sentimientos, lo privaron de la fe en la dignidad humana, y esta persona odi a la gente y la maldijo: y eso es todo, no hay nada ms. Y bien? Se han formado ustedes, por mis palabras, de alguna nocin sobre esta gran creacin de un gran genio? Oh, de veras, ninguna! Pues esta idea es demasiado corriente, demasiado conocida por todos y cada uno, demasiado gastada y deteriorada en miles de obras, buenas y malas, comenzando por el Filoctetes de Sfocles, engaado por Ulises y que maldice a la humanidad, hasta Tijon Mijievich, engaado por una mujer prfida y un pariente bribn {El bebedor, relato del sr. Ushkov, en la Biblioteca de Lectura.}. Pero la forma en la que est expresada esta idea, el contenido de la pieza y sus detalles? Los ltimos tan nimios, tan vacuos y a la vez tan conocidos por cualquiera que los aburrira mortalmente si se me ocurriera referrselos. Y, no obstante, en Shakespeare estos detalles son tan interesantes que ustedes no se arrancarn de ellos, y, sin embargo, su nimiedad y la vacuidad de estos detalles preparan una horrible catstrofe, que pone los pelos de punta: la escena en el bosque, donde Timn con enfurecidas maldiciones, con amargos y ponzoosos sarcasmos, con una furia concentrada, serena, ajusta cuentas con la humanidad. Y despus, cmo expresarles a ustedes este sentimiento que despierta en el alma la noticia de la muerte del rprobo voluntario! Y toda esta horrible, si bien no sangrienta, tragedia, horrible incluso en su simpleza, en su serenidad, se prepara como una comedia tonta, un cuadro repulsivo, cmo la gente engaa a una persona, la ayudan a arruinarse y luego la olvidan, esta gente que

del amor se avergenza, expulsa las ideas,

negocia su libre voluntad,

inclina la cabeza ante los dolos

y pide dinero, y cadenas!

Y aqu tienen la vida, o, mejor dicho, un prototipo de la vida, creado por el ms grande de los poetas! Aqu no hay efectos, no hay escenas, no hay barroquismos dramticos, todo es simple y corriente, como el da el muyik, que en das hbiles come y ara, duerme y ara, y en da de fiesta come, bebe y se embriaga. Pero en eso es que consiste la tarea de la poesa real, para extraer la poesa de la vida de la prosa de la vida y sacudir el alma con la fiel representacin de esta vida. Y tan fuerte y profunda es la poesa del sr. Ggol en su simpleza y mezquindad exteriores! Tomen su Propietarios de los viejos tiempos: qu hay en ellos? Dos parodias de la humanidad que en el transcurso de algunas decenas de aos beben y comen, comen y beben, y despus, como sucede desde antao, mueren. Pero de dnde esta fascinacin? Ustedes ven toda la vulgaridad, toda la ruindad de esta vida, animal, monstruosa, caricaturesca, y entre tanto toman tal inters en los personajes del relato, se ren de ellos, pero sin maldad, y despus sollozan con Filemn por su Baucis, compadecen su pesadumbre honda y fuera de lo terreno, y se enojan con el heredero miserable, que derrocha la fortuna de los dos simplones! Y despus, se imaginan tan vivamente a los actores de esta tonta comedia, tan claramente ven su vida, usted, que probablemente nunca estuvo en la Pequea Rusia, nunca ha visto tales cuadros y no ha odo de tal vida! Por qu esto? Porque es muy simple y, en consecuencia, muy fiel; porque el autor encontr poesa en esta vida vulgar y absurda, encontr el sentimiento humano que mueve y vivifica a sus hroes: este sentimiento es la costumbre. Saben ustedes lo que es la costumbre, este extrao sentimiento del que Pushkin dijo:

La costumbre por el cielo nos es dada:

Es reemplazante de la felicidad!

Pueden ustedes presuponer la posibilidad de un marido que solloza sobre el sepulcro de su mujer, con la cual se ha mostrado los dientes cuarenta aos, como un gato con un perro? Entienden ustedes que se pueda estar triste por una mala vivienda, en la que han vivido muchos aos, a la que se acostumbraron como el alma al cuerpo, y a la cual estn ligados recuerdos de una vida simple, uniforme, de vivo esfuerzo y dulce ocio y, quiz, de algunas escenas de amor y placer, y que cambian por un esplndido palacio? Comprenden ustedes que se puede estar triste por un perro que diez aos estuvo atado a una cadena y diez aos movi la cola cuando pasbamos delante de ella?... Oh, la costumbre es una gran problema psicolgico, un gran misterio del alma humana. A un fro hijo de la tierra, hijo de las preocupaciones y los propsitos vitales, le reemplaza los sentimientos humanos de los que lo priv la naturaleza o las circunstancias de la vida. Para l ella es una verdadera dicha, un verdadero don de la providencia, la nica fuente de sus alegras y (cosa llamativa!) de alegras humanas! Pero qu es ella para la persona en el pleno sentido de esta palabra? No es una burla del destino? Y l le paga su tributo, y se pega a cosas vacuas y a personas vacuas y sufre amargamente cuando se ve privado de ellas! Y qu ms? El sr. Ggol compara vuestro sentimiento profundo y humano, vuestra elevada, llameante pasin con el sentimiento de la costumbre de una lamentable semipersona, y dice que su sentimiento de la costumbre es ms fuerte, profundo y prolongado que vuestra pasin, y ustedes estn ante l, bajando la vista y sin saber qu contestar, como un alumno que no sabe la leccin ante su maestro!... As que miren dnde a menudo se ocultan los resortes de nuestras mejores acciones, de los ms maravillosos de nuestros sentimientos! Oh, pobre humanidad! qu vida lamentable! Y no obstante as y todo a ustedes les dan lstima Afanasi Ivnovich y Puljeria Ivnovna! Lloran por ellos, por ellos, que slo han bebido y comido y despus murieron! Oh, el sr. Ggol es un verdadero hechicero, y ustedes no se pueden imaginar qu enojado estoy yo con l porque por poco tambin a m no me hizo llorar por ellos, que slo han bebido y comido y despus murieron!

La completa verdad de la vida en los relatos del sr. Ggol est unida estrechamente con la simpleza de la invencin. l no alaba la vida, pero tampoco la calumnia; est contento de exponer todo lo que hay en ella de hermoso, humano, y al mismo tiempo no oculta en lo ms mnimo su fealdad. En uno y otro caso l es fiel a la vida hasta el ltimo grado. Ella es en l un verdadero retrato, donde todo est atrapado con asombrosa similitud, comenzando por la expresin del original hasta las pecas de su rostro; comenzando por el guardarropa de Ivn Nikforovich hasta los muyiks rusos que van por la avenida Nievski con las botas sucias de cal; de la fisonoma colosal del paladn Bulba, que a nada tema en el mundo, con la pipa entre los dientes y el sable en la mano, hasta el estoico filsofo Jom, que a nada tema en el mundo, ni siquiera a diablos y a brujas cuando tena la pipa en los labios y una copa en la mano. Magnfica persona Ivn Ivnovich! Le gustan mucho los melones. Son su manjar preferido. Ni bien termina de almorzar y sale en camisa bajo el alero, enseguida ordena a Gapka que le traiga dos melones. Y ya l mismo los corta, junta las semillas en un papelito especial y comienza a comer. Despus mando traer a Gapka un tintero y, con su propia mano, hace una inscripcin sobre el papelito con las semillas: este meln fue comido en tal fecha. Si aqu haba algn visitante, entonces: particip tal... A Ivn Nikforovich le gusta extraordinariamente baarse, y cuando est metido en el agua hasta la garganta, manda poner tambin en el agua una mesa y un samovar y le gusta mucho tomar t en ese frescor. Dganme, por Dios, se puede injuriar ms mordazmente, ms rabiosamente y, a la vez, ms bondadosa y amablemente a la pobre humanidad?... Y todo porque es demasiado fiel! Y ahora miren la vida de Filemn y Baucis: No se poda mirar sin inters su recproco amor. Nunca se trataban de t, sino siempre de usted: usted, Afanasi Ivnovich, usted, Puljeria Ivnovna. Fue usted el que hundi la silla, Afanasi Ivnovich? No es nada, no se enoje, Puljeria Ivnovna, fui yo... O: Despus de esto Afanasi Ivnovich volva a los aposentos y deca, acercndose a Puljeria Ivnovna: Y bien, Puljeria Ivnovna, quiz sea tiempo tomar algn bocado? y qu quisiera comer ahora, Afanasi Ivnovich? acaso unas galletas con tocino, o empanadas con amapola, o quiz mzcalos en vinagre? Tal vez, aunque sean mzcalos o empanadas, contestaba Afanasi Ivnovich, y sobre la mesa de pronto apareca un mantel con empanadas y mzcalos. Una hora antes del almuerzo Afnasi Ivnovich tomaba otro bocado, se beba una antigua copita plateada de vodka, devoraba hongos, distintos pescaditos secos y dems. A almorzar se sentaban a las doce. Al almuerzo habitualmente la conversacin iba sobre los elementos ms cercanos a la comida. Me parece como si esta kasha deca habitualmente Afanasi Ivnovich estuviera un tanto quemada; no le parece, Puljeria Ivnovna? No, Afanasi Ivnovich; pngale un poco ms de aceite y entonces no estar quemada, o tome esta salsa con hongos y pngale. Tal vez deca Afanasi Ivnovich y arrimaba su plato, probemos a ver qu tal... Pruebe, Afanasi Ivnovich, qu buena sanda. Pero usted no crea, Puljeria Ivnovna, porque sea roja deca Afanasi Ivnovich, aceptando un pedazo conveniente, suele pasar que sea roja pero no es buena. Advierten ustedes aqu toda la sutileza de Afanasi Ivnovich, que quiere, con distintos rodeos, desviar los ojos de su conviviente de su horroroso apetito, del cual es como si l mismo se avergonzara? Pero miremos sus ulteriores hazaas. Despus de esto Afanasi Ivnovich se comi todava varias peras y se dirigi a pasear por el jardn con Puljeria Ivnovna. Al volver a casa, Puljeria Ivnovna se dirigi a hacer sus cosas y l se sent bajo el alero... Tras esperar un poco envi por Puljeria Ivnovna y le dijo: Qu podra comer, Puljeria Ivnovna? Qu podra ser?, deca Puljeria Ivnovna: Acaso vaya y diga que le traigan pasteles con bayas, que orden expresamente dejar para usted! Sera bueno, contestaba Afanasi Ivnovich... O quiz comera usted jaleta? Tambin estara bien, contestaba Afanasi Ivnovich. Despus de lo cual todo esto era inmediatamente trado, y como procede, comido. Antes de la cena Afanasi Ivnovich tomaba todava algn otro bocado. A las nueve y media se sentaban a cenar... A la noche a veces Afanasi Ivnovich, andando por el dormitorio {En tanto semejantes transcripciones seran demasiado largas para el artculo, que aun sin eso es largo, yo me permit hacer omisiones y, para unir, algunos cambios en las palabras.}, se quejaba. Entonces Puljeria Ivnovna preguntaba: De qu se queja, Afanasi Ivnovich? Dios sabr, Puljeria Ivnovna, es como si me doliera un poco el vientre, deca Afanasi Ivnovich. No tendra quiz que comer alguna cosa, Afanasi Ivnovich?... No s si me hara bien, Puljeria Ivnovna! Aunque, qu tendra que comer? Cuajadita o .... usvaru lquido con peras secas. Tal vez, acaso slo probar, deca Afanasi Ivnovich. La doncella somnolienta se diriga a escarbar por los armarios, y Afanasi Ivnovich se coma un platito. Despus de lo cual l habitualmente deca: Ahora es como si me hubiera aliviado.

Cmo piensan ustedes de esto? Para m, en este esbozo est la persona entera, toda su vida, con su pasado, presente y futuro! El amor conyugal de los dos viejos, y las burlas de Afanasi Ivnovich sobre su conviviente en lo concerniente a un sbito incendio en su casa o, lo que es an ms espantoso, en lo concerniente a sus intenciones de ir a la guerra; el miedo de la bondadosa Puljeria Ivnovna, sus rplicas, su ligero fastidio y, finalmente, el sentimiento de autosatisfaccin experimentado por Afanasi Ivnovich ante la idea de haber conseguido gastarle una broma a su media naranja! Oh, estos cuadros, estos rasgos, son perlas tan preciosas de la poesa, en comparacin con las cuales todas las magnficas frases de nuestros Balzacs domsticos son un poroto!... Y todo esto no es inventado, no est transcripto de cuentos o de la realidad, sino adivinado con el sentimiento, en un momento de revelacin potica! Si a m se me hubiera ocurrido copiar todos los pasajes que demuestran que el sr. Ggol atrap con la idea la vida descrita y la reprodujo fielmente, tendra que transcribir casi todo el relato, palabra por palabra.

Los relatos del sr. Ggol son populares en el ms alto grado; pero yo no quiero extenderme demasiado sobre su nardnost, pues la nardnost es no un mrito, sino la condicin imprescindible de una obra verdaderamente artstica, si por nardnost debe entenderse la fidelidad a la representacin de los modos de vida, usos y carcter de tal o cual pueblo, tal o cual pas. La vida de cualquier pueblo se revela en su formas, propias slo de l, en consecuencia, si la representacin de la vida es fiel, entonces es popular. La nardnost, para reflejarse en una obra potica, no exige tan profundo estudio de parte del artista como habitualmente se piensa. Al poeta slo le cuesta echar una mirada a esta o aquella vida, y ya se la apropi. Como pequeorruso, al sr. Ggol desde la infancia le es conocida la vida pequeorrusa, pero la nardnost de su poesa no se limita slo a la Pequea Rusia. En sus Memorias de un loco, en su Avenida Nievski no hay ni un solo jojol, todos son rusos y, por aadidura, tambin alemanes, y cmo ha representado l a estos rusos y estos alemanes! Cmo son Schiller y Hoffman? Advertir aqu de pasada que, cierto, ya sera tiempo de dejar de afanarnos por la nardnost, as como sera tiempo de dejar escribir si no se tiene talento; pues esta nardnost es muy parecida a la sombra en la fbula de Krylov: el sr. Ggol no piensa en ella en lo ms mnimo, y ella misma se arrastra ante l, en tanto muchos corren en pos de ella con todas sus fuerzas y pescan... slo trivialidad.

Casi eso mismo puede decirse de su originalidad: lo mismo que la nardnost, es condicin imprescindible del verdadero talento. Dos personas pueden avenirse en un trabajo por encargo, pero nunca en la creacin, pues si la sola inspiracin no visita dos veces a una sola persona, menos an la misma inspiracin puede visitar a dos personas. Por eso es que el mundo de la creacin es tan inagotable e infinito. El poeta nunca dir: De qu puedo escribir?, ya todo est reescrito, o:

Oh dioses, por qu nac tan tarde?

Uno de los indicios ms distintivos de la originalidad creadora, o mejor dicho, de la creacin misma, consiste en este tipismo, si es posible expresarse as, que es el sello herldico del autor. Cuando hay un verdadero talento, cada personaje es un tipo, y cada tipo, para el lector, es un desconocido conocido. No digan: he aqu una persona de alma grande, con ardientes pasiones, con amplia inteligencia pero de razonamiento limitado, que ama a su mujer con tal furor que est dispuesto a aplastarla con sus manos ante la ms mnima sospecha de infidelidad; digan ms simple y brevemente: he aqu un Otelo! No digan: he aqu una persona que comprende perfectamente el designio del hombre y el objetivo de la vida, que se afana por hacer el bien pero le falta la energa del alma, no puede hacer ni una sola buena obra y sufre por la conciencia de su impotencia; digan: he aqu un Hamlet! No digan: he aqu un funcionario, que es infame por conviccin, intencionadamente pernicioso, delincuente a conciencia; digan: he aqu un Fmusov! No digan: he aqu una persona que hace cosas infames para sacar ventajas, que hace cosas infames desinteresadamente, por el solo impulso de su alma; digan: he aqu un Molchalin! No digan: he aqu una persona que en toda su vida no conoci ni un pensamiento humano, ni sentimiento humano, que en toda su vida no supo que el hombre tiene otros sufrimientos y pesares aparte del fro, el insomnio, las chinches, las pulgas, el hambre y la sed, que hay otros xtasis y alegras aparte del sueo tranquilo, una mesa oppara, un t de flores, que en la vida del hombre suele haber ocasiones un poco ms importantes que el meln comido, que tiene otras ocupaciones y obligaciones aparte de examinar diariamente sus bales, depsitos y graneros, que tiene la ambicin ms alta que la certeza, que es la primera persona en cualquier lugar perdido; oh, no gasten tantas frases, tantas palabras, digan simplemente; he aqu un Ivn Ivnovich Pererpienko, o he aqu un Ivn Nikforovich Dovgochjn! Y cranme, todos los comprendern ms pronto. En efecto; Onieguin, Lenski, Tatiana, Zaritski, Repetlov, Klestova, Tugojovski, Platn Mijilovich Grich, la princesita Mim, Puljeria Ivnovna, Afanasi Ivnovich, Schiller, Piskariov, Pirogov: acaso todos estos nombres propios no son ya ahora nombres comunes? Y, Dios mo!, cunto sentido encierra en s cada uno de ellos! Son un relato, una novela, una historia, un poema, un drama, un libro de muchos tomos, en breve: todo un mundo en una sola palabra, en una sola! Qu son ante cada una de estas palabras vuestros preciados: Quil mourut!, Moi!, Ay, yo Edipo Y qu maestro es el sr. Ggol en inventar tales palabras! No quiero hablar de aquellos de los que ya he hablado mucho; hablar solamente de una sola palabrita suya de este tenor: Pirogov!... Santos! Pero este es una casta entera, un pueblo entero, una nacin entera! Oh nico, incomparable Pirogov, tipo de tipos, prototipo de prototipos! Eres ms cuantioso que Shylock, ms significativo que Fausto! Eres el representante de la ilustracin y cultura de todas las personas a las que les gusta conversar de literatura, elogian a Bulgarin, Pushkin y Grech y hablan con desprecio y punzadas ingeniosas de A. A. Orlov. S, seores, asombrosa palabrita esta: Pirogov! Es un smbolo, un mito mstico, es, finalmente, un caftn tan maravillosamente confeccionado que le viene a medida a mil personas! Oh, el sr. Ggol es un gran maestro en inventar tales palabras, en soltar tales bons mots! Y por qu es tan maestro en ellas? Porque es original. Y por qu es original? Porque es poeta.

Pero hay an otra originalidad, que proviene de la individualidad del autor, consecuencia del color de los lentes a travs de los cuales l mira el mundo. Tal originalidad en el sr. Ggol consiste, como ya he sealado ms arriba, en la animacin cmica, siempre doblegada por un sentimiento de profunda tristeza. A este respecto el proverbio ruso: comenz por la salud y termin por el eterno reposo puede ser la divisa de sus relatos. En realidad, qu sentimiento queda en ustedes cuando recorren todos estos cuadros de la vida, vaca, insignificante, en toda su desnudez, en toda su monstruosa fealdad, cuando se ren hasta el hartazgo, cuando la han injuriado? Ya habl de Propietarios de los viejos tiempos, de esta comedia lacrimgena en todo el sentido de esta palabra. Tomen Memorias de un loco, este grotesco monstruoso, este extrao y caprichoso ensueo del artista, esta burla bondadosa sobre la vida y el hombre, la vida lastimosa, la persona lastimosa, esta caricatura en la que hay tal abismo de poesa, tal abismo de filosofa, esta historia de una enfermedad psquica, desplegada en una forma potica, asombrosa por su verdad y profundidad, digna del pincel de Shakespeare: ustedes todava se ren del simplote pero ya vuestra risa se ha transfigurado en amargura; es rerse de un loco cuyo delirio da risa y despierta la compasin. Ya he hablado asimismo de La disputa de Ivn Ivnovich con Ivn Nikforovich en relacin con esto; agregar aun que, por esta parte, este relato es de lo ms asombroso. En Propietarios de los viejos tiempos ustedes ven a personas vacas, insignificantes y lastimosas, pero por lo menos bondadosas y alegres; su amor recproco est basado en la sola costumbre: pero es que la costumbre es con todo un sentimiento humano, cada amor, cada afeccin, se base en lo que se base, es digna de inters, en consecuencia an se comprende por qu ustedes sienten lstima de estos viejos. Pero Ivn Ivnovich e Ivn Nikforovich son seres completamente vacuos, insignificantes y aparte moralmente ruines y repulsivos, pues en ellos no hay nada humano; por qu entonces, pregunto a ustedes, por qu sonren tan amargamente, suspiran tan tristemente, cuando llegan al desenlace tragicmico? Helo aqu, este es el secreto de la poesa! Helas aqu, a estas copas del arte! Ustedes ven la vida, y quien ha visto la vida no puede no suspirar!...

La comicidad o el humor del sr. Ggol tiene su carcter particular: es un humor puramente ruso, un humor sereno, ingenuo, en el cual el autor es como si se hiciera el simplote. El sr. Ggol habla con importancia del abrigo de Ivn Ivnovich, pero algn simplote pensar no en broma que el autor en efecto est desesperado por no tener tan magnfico abrigo. S, el sr. Ggol simula muy encantadoramente; y aunque hay que ser muy tonto para no comprender su irona, esta irona le va extraordinariamente. Por otra parte, esta es slo la manera, y el verdadero humor del sr. Ggol as y todo consiste en la fiel mirada a la vida, y, agregar adems, no depende en lo ms mnimo de la caricaturizacin de la vida por l representada. l es siempre el mismo, nunca se traiciona a s mismo, ni siquiera en el caso en que se deja arrastrar por la poesa del objeto que describe. La imparcialidad es su dolo. Como demostracin de esto puede servir Tars Bulba, esta maravillosa epopeya, escrita por un pincel audaz y amplio, esta brusca semblanza de la vida heroica de un pueblo en su primera infancia, este cuadro inmenso en estrechos marcos, digno de Homero. Bulba es un hroe, Bulba es una persona con un carcter de hierro, con una voluntad de hierro: describiendo las hazaas de su sangrienta venganza, el autor se eleva hasta el lirismo y, al mismo tiempo, se vuelve dramtico en altsimo grado, y todo esto no le impide en pasajes hacerlos rer con su hroe. Ustedes se estremecen con Bulba, que a sangre fra priva a una madre de sus hijos, que mata con su propia mano a su hijo, se horrorizan de sus banquetes sangrientos sobre el sepulcro de los hijos, y se ren de l, que se pelea a puetazos con su hijo, que toma aguardiente con sus hijos, que se alegra de que en este oficio ellos no ceden ante su padrecito, y manifestando su placer porque ellos han dado de las buenas en el seminario. Y la razn de esta comicidad, de esta caricaturizacin de las representaciones se encierra no en la capacidad o la tendencia del autor de encontrar en todo los costados risibles, sino en la fidelidad a la vida. Si el sr. Ggol a menudo y con intencin se re de sus hroes, es sin maldad, sin odio; l comprende la nulidad de aquellos, pero no se enoja por esto; es incluso como si se admirara de esto, como se admira una persona adulta de los juegos de los nios, que para l son cmicos por su ingenuidad pero que no tiene deseos de compartir. Pero ello no obstante esto es as y todo humor, pues no tiene piedad de la nulidad, no oculta ni adorna su fealdad, pues, cautivando con la representacin de esta nulidad, despierta repugnancia hacia ella. Es un humor sereno y, quiz, por eso mismo alcanza ms prontamente su objetivo. Y aqu est, advertir de pasada, aqu est la verdadera moral de tal gnero de obras. Aqu el autor no se permite ninguna sentencia, ningn sermn; solamente dibuja las cosas tales como son, y no le importa cmo son, y las dibuja sin ningn objetivo, por el solo placer de dibujarlas. Despus de La desgracia de la inteligencia yo no conozco nada en idioma ruso que se distinga por un tan pursimo sentido moral y que pueda tener tan fuerte y benefactora influencia en los usos y costumbres como los relatos del sr. Ggol. Oh, delante de tal sentido moral yo siempre estoy dispuesto a caer de rodillas! En efecto, quien comprenda a Ivn Ivnovich Pereripenko probablemente se enoje si lo llaman Ivn Ivnovich Pereripenko. El sentido moral en la obra debe consistir en la completa ausencia de pretensiones de parte del autor a un objetivo moral o inmoral. Los hechos hablan ms fuerte que las palabras; una fiel representacin de la fealdad moral es ms poderosa que todos los desplantes contra ella. No obstante, no olviden que tales representaciones solamente sern fieles cuando sena sin objeto, cuando sean creadas, y crear puede slo la inspiracin, y la inspiracin puede ser accesible slo al talento, en consecuencia, solamente el talento puede ser moral en sus obras!

As, el humor del sr. Ggol es un humor sereno, sereno en su propia indignacin, bondadoso en su propia picarda. Pero en la creacin hay an otro humor, temible y abierto; pica hasta sacar sangre, se embebe en el cuerpo hasta los huesos, descabeza a la altura del hombro, azota a diestra y siniestra con su ltigo trenzado de serpientes sibilantes, un humor bilioso, ponzooso, despiadado. Quieren verlo? Se lo mostrar, miren: he aqu un baile, donde se ha reunido una multitud de celebridades de oropel, de insignificante grandeza, para matar el tiempo, su enemigo de siempre, su asesino, una multitud plida, monstruosa, que ha perdido la imagen y semejanza de Dios, oprobio de los hombres y los que no tienen voz; he aqu el baile: Entre las multitudes yerran distintos personajes, bajo el alegre estribillo de la contradanza se tejen y destejen miles de intrigas y de redes; las multitudes de obsequiosos aerolitos dan vueltas alrededor de un efmero cometa; el traidor se inclina de modo humillante ante su vctima; aqu se oy una palabra indefinida, conforme a un plan de muchos aos; all una sonrisa de desprecio rod de un esplndido rostro y hel una mirada suplicante; aqu se arrastran despacio oscuros pecados y la infamia triunfante lleva en s orgullosamente el sello de la reprobacin... Pero de repente el baile se ve turbado, gritan: agua, agua!. En la otra punta de la sala suena an la msica, all bailan an, all an hablan del futuro, all an piensan en la infamia hecha ayer, en la que hay que hacer maana, all hay todava gentes que no piensan en nada... Pero poco despus los alcanza la terrible noticia, la msica se cort, todo se confundi... Por qu han palidecido todos estos personajes?... Cmo, sres. mos, hay algo en el mundo adems de sus diarias intrigas, chanchullos, clculos? No es cierto! No es nada! Pasar! De nuevo vendr el da de maana! De nuevo se podr continuar lo comenzado! Doblegar al contrario, engaar al amigo, trepar a un nuevo puesto!... Pero ustedes no escuchan, se estremecen, un sudor fro los baa, tienen miedo! Y verdaderamente, el agua sigue subiendo, ustedes abren una ventanita, piden socorro, les responde el silbido de la tempestad, y las olas blancuzcas, como tigres enfurecidos, se lanzan a las luminosas ventanas! S! Es en efecto horrible! Un minuto ms, y se empaparn los suntuosos, vaporosos vestidos de vuestras mujeres! Un minuto ms, y los ambiciosos adornos sobre vuestro pecho les agregarn peso y los arrastrarn al fro fondo. Es terrible, terrible! Dnde estn los todopoderosos medios de la ciencia, que se re de los esfuerzos de la naturaleza? Sres. mos, la ciencia qued inerte bajo vuestro aliento. Dnde est la fuerza de la plegaria, que mueve montaas? Sres. mos, ustedes han perdido el significado de esta palabra. Qu nos queda entonces? La muerte! La muerte! Una muerte espantosa! Lenta! Pero, nimos, qu es la muerte? Son gentes eruditas, juiciosas, como serpientes! Es posible que eso, en lo que en medio de vuestras profundas reflexiones nunca siquiera meditaron, pueda ser un asunto tan importante? Llamen en auxilio a vuestra perspicacia, prueben sobre la muerte vuestros medios habituales: prueben si no se puede sobornarla, calumniarla. No se asustar ella de vuestra mirada fra y temible?...

Yo no voy a resolver a cul de estos dos aspectos del humor se debe dar preferencia. La cuestin sobre semejante superioridad sera tan absurda como la cuestin de la superioridad de la oda sobre la elega, la novela sobre el drama, pues lo bello siempre es igual a s mismo, en cualquier aspecto que se manifieste. Hay cosas tan ruines que slo mostrndolas en su aspecto o llamndolas por su propio nombre despiertan repulsin por ellas; pero hay otras cosas que, con toda su fealdad esencial, engaan con el brillo de su exterioridad. Hay una nulidad burda, baja, desnuda, impdica, sucia, hedionda, en harapos; hay tambin una nulidad orgullosa, autosuficiente, suntuosa, esplndida, que pone en duda el verdadero bien del alma ms pura, ms ardiente, una nulidad que va en carroza, cubierta de oro, que habla con erudicin, que se inclina cortsmente, de modo que ustedes son aniquilados ante ella, que ya estn prontos a pensar que es ella la verdadera grandeza, que es ella la que conoce el objetivo de la vida y que son ustedes los que se engaan, ustedes los que corren en pos de fantasmas. Para uno y otro gnero de nulidad es necesario un ltigo propio, particular, un ltigo fuerte, pues una y otra nulidad estn cubiertas de una triple coraza. Para uno y otro gnero de nulidad es necesaria una Nmesis propia, pues es preciso que la gente a veces se despierte de su sopor irreflexivo y recuerden su dignidad humana; pues es preciso que el trueno a veces retumbe sobre sus cabezas y les recuerde a su Creador; pues es preciso que tras la mesa del banquete, en medio de los restos de un lujo enajenado, en medio de los placeres de un carnaval endemoniado, el melanclico y solemne son de una campana turbe de sbito su embriaguez enajenada y les recuerde el templo de Dios, donde cada uno tiene que presentarse con el arrepentimiento en el corazn, con un himno en los labios!...

El sr. Ggol se hizo conocido con sus Veladas en un casero. Estas eran semblanzas poticas de la Pequea Rusia, semblanzas llenas de vida y fascinacin. Todo lo que la naturaleza puede tener de maravilloso, la vida rural de los humildes de encantador, todo lo que el pueblo puede tener de original, de tpico, todo esto brilla con colores alegres en estos primeros ensueos poticos del sr. Ggol. Esta era una poesa joven, fresca, fragante, suntuosa, embriagadora como un beso de amor... Lean su Noche de mayo, lanla en una noche invernal junto a la chimenea ardiente, y se olvidarn del invierno con sus heladas y ventiscas; se van a imaginar esta noche luminosa y transparente del bendito sur, llena de maravillas y misterios; se van a imaginar esta joven y plida bella, vctima del odio de su malvada madrastra, esta vivienda abandonada con una sola ventana abierta, este lago desierto, en cuyas quietas aguas titilan los rayos de la luna, en cuyas verdes orillas danzan bellas muchachas incorpreas... Esta impresin es muy parecida a la que produce en la imaginacin Sueo de una noche de verano, de Shakespeare. Noche antes de la Natividad de Cristo es un cuadro entero y pleno de la vida domstica del pueblo, sus pequeas alegras, sus pequeos pesares, en una palabra, est aqu toda la poesa de su vida. Una terrible venganza compone ahora un pendant hacia Tars Bulba, y estos dos inmensos cuadros demuestra