Biblioteca Nacional del Ecuador Eugenio...

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Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

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  • Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

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    Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

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    PRECIO ·· · r·o:UITO-(,~UJ1DO.F{

    Cosa Editorial de Proaño, Delgado y Gálvez

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    Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

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  • ·PRÓLOGO

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  • fr . . G~~.)D, pobres ,cantos.de la l~r.·a mía,.

    antes, aqm, en m1 corazon, sent1dos; .(J 1 1 1 ' .

    0 _,y, en e mar azu ele a poes1a, vogac1 sin nombre y sollozad perdidos.

    El mar es suma ele infinitas gotas; la luz, ele rayos infinitos, suma, y hervor sonante ele incontables notas del himno del océano, la espuma.

    Cada átomo ele lüz tiene un reflejo de cada gota en la vivaz pupila, y la gota y el mar son el espejo del azul co'nstelado que rutila.

    La perla ele agua que la espuma deja sobre la playa que la luz colora, siempre en su pompa ele cristal refleja al átomo ele sol que la evapora:

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  • 4 . CÉSAR ]lORJA

    en la alba luz, purificada, sube, y á los espacios encumbrados llega; y, otra vez gota, desde la alta nube vuelve á la espuma que las playas riega.

    El genio es como el piélago divino, y un átomo ele genio, cada mente: y cumplen uno y otras su destino, reflejando la luz eternamente.

    Gigante, como el himno del oceano,· es el himno del genio. ¿Quién percibe la gama que su acento soberano de cada ignota vibración recibe?

    ¡Quién ve en el aire la sutil burbuja, prisma clo el tono de la luz resalta? Y es en rocíos en que el sol dibuja los Iris bellos que en el aire esmalta[ ....

    Así, natura sus bellezas crea, con la nota y el átomo en acervo; y así produce su creación la idea, que en forma visten el cincel y el verbo.

    Como el divino piélago es el Arte, acervo ele matices y ele notas: luz que en mil chispas de color se parte, caudal sonoro ele infinitas gotas.

    Id, pobres cantos de la lira mía, antes, aquí, en mi corazón, sentidos, y, en el mar azul de la poesía, vagad sin nombre y sollozad perdidos ....

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  • ' FCO~ES BfH{DI,R8

    ~ . ua~-~. J ied::¡.des! (¿.h~y humanas piedades. en :el mundo?)

    ~¿quiénes sereis vosotras? ¡ni entonces lo sabré! .. 6 ':\ Mi süeño será eterno; mi. sueño, muy profundo ...

    ¿en qué piedad reposaré?

    Piedades .. ¡oh piedades! vendreis á mis despojos; es fuerza que al cadáver lo lleven á enterrar; ni os tocarán mis manos, ni os mirarán mis ojos: me llevareis á. descansar. .

    Mi pecho será mármol; mi sangre será nieve, y el plasma, que fué vida de espíritu y razón, dulce panal del vennes, que en lo interior se mueve y no lo siente el corazón.

    ¡Oh fúnebres piedades de póstumo consuelo! cabad, cabacl profunda la fosa, para mí; cabádla en tierra dura, donde es más duro el suelo, como la vida que viví.

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  • 8 Cl~SAF BORJA

    Ponédme bien, al fondo; mí rostro hacia el abismo, á que mis ojos palpen la .eterna oscuridad; á que mis labios toquen en el silencio mismo de la inmutable eterníchtcl.

    Echádme tierra y tierra, pisándola á cubrirme: que llenen bien la fosa, compacta y á nivel: yo quiero, con la tierra sedienta confundirme, que chupe el jugo ele mi piel.

    Ni lápida, ni túmulo: quiero una piedra grande, co.mo la del sepulcro del Mártir ele la Cruz:-un trozo de granito, de los que rueda el Ancle, al aire libre y á la luz.

    No quiero sombra de árbol ni ele ciprés;-no quiero que me vigile el cuervo, ni la serpiente vil: ni el salmo de blasfemias del pájaro agorero, ni la· ironía del reptil.

    Piedades de este mundo, dejad que las deidades de la intemperie libre,-la Noche, el Viento, .el Sol, sobre mi tumba canten sus bíblicas piedades, con el canoro rusiñol.

    Piedacies de este mun~lo!-clebajo .de la piedra de cada fosa, hay germen eterno de piedad: dejad al germen, libre: que bi·ote de él la hiedra, en su sencilla caridad.

    Dejad que broten plantas ele espinos y de abrojos; ·p.unzantes son, mas tienen su primavera en flor,-ciüéronse á mis sienes, ciñéronse á mis ojos. ¡Ah! ya conozco ese dolor.

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  • FLORES TARDÍAS

    Dejad que broten libres la grama y la maleza: son plantas de espontáneo silvestre florecer, bella piedad que teje la gran naturaleza sobre el misterio del no-ser.

    Debajo de la losa, lucha en la tierra el germen profundo, deo en savias ele aroma y ele matiz: libando los despojos, que allá en el fondo duermen, echa profunda su raiz.

    Profunda nace; crece, surge á la luz y trepa, y en torno de la piedra revienta á floración-sangre de carne en flores á engalanar la cepa, sangre,, quizás del corazón.

    Y pasan intemperies: la noche, el sol, el viento; rocíos, ó tormentas ele lluvia torrei1cial, y reflorece en broches, ·sobre el mortal asiento, un nuevo amor primaveraL

    Y pasa y pasa el tiempo, que mata y que fecunda; y en cada planta pone la primavera fiel, para la abeja ardiente, la flor más pudibuncla,-himen, aroma y dulce mieL

    Y es tálamo la piedra, cubierta de veTClura, lecho ele amor, fragante, para el fecundo amor: música de alas tenues en cada flor murmura, y hay un deleite en cada flor.

    ! .lega la noche fresca, y es la verdura un nielo 1ie amor, y el cuervo pasa: no hay carne á su avidez,-. la podre de la muerte se transformó en olvido, y duerme en dúlce placidez.

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  • 8 CÍ

  • FLORES TARDÍAS

    Dejad que broten libres la grama y la maleza: son plantas de espontáneo silvestre florecer, bella piedad que teje la graú naturaleza sobre el misterio del no-ser.

    Debajo de la losa, lucha en la tierra el germen profundo, rico en savias ele aroma y ele matiz: libando los despojos, que allá en el fondo duermen, echa profunda su raiz.

    Vrofunda nace; crece, surge á la luz y trepa, y en torno de la piedra revienta á floración-Bangre de carne en flores á engalanar la cepa, Bangre,, quizás del corazón.

    Y pasan intemperies: la noche, el sol, el viento; rocíos, ó tormentas ele lluvia torrencial, y reflorece en broches, sobre el mortal asiento, un nuevo amor primaveraL

    V pasa y pasa el tiempo, que mata y que fecunda; y en cada planta pone la primavera fiel, para la abeja ardiente, la flor más pudibunda,-himen, aroma y dulce mieL

    Y es tálamo la piedra, cubierta de venlura, b:ho de amor, fragante, para el fecundo amor: 111Úsica de alas tenues en cada flor murmura, y hay un deleite en cada flor.

    1 .lega la noche fresca, y es la verdura un nido 1lu amor, y el cuervo pasa: no hay carne á su avidez,-. l11 podre ele la muerte se transformó en olvido, ,1' duerme en dulce placidez.

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  • IO CÉSAR EORJA

    Nace en el Orto el día,-sube al zenit, se inflama: céfiros, aves, flores, liras de linfa y luz.-clarclos ele sol ele Apolo vibran en oro y llama sobre los brazos de la cruz.

    Sobre la Cruz,-leyenda ele niuerte de martirio-ponéclme ese epitafio, poema y facistol, · que en él me' canten salmos, el picaflor y el lirio, la noche, el céfiro y el sol.

    Oh flores! las queridas del alba y de la noche! ceñías al madero de brazos de oración; modestas flores dulces, ele perfumado broche, poned en cruz mi corazón.

    Mi corazón-:--abismo que os engendró tardías-úacisteis ele su sangre, del fondo ele su horror, nacisteis poco· á poco, para piedades mias, bajo la piech;a del dolor.

    Flore·s ele zarza, flores ele espinos y ele abrojos, nacisteis desgarrando mi corazón mortal, punzantes á mis sienes, punzantes á mis ojos-, brotes ele herida sin igual.

    Mi vida os dió la vida: mi vida, fértil vaso ele amor y fe, colmado de lágrimas y hiel: tardías dulcamaras, nacisteis de un regazo ele amargo acíbar y de miel.

    Sobrevivídme ¡oh flores!: mi corazón enfermo os dió su amor, su fibra, su sangre y su latir; nacisteis, ;cual la· zarza, de la aridez del yermo-piedad de intenso revivir.

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  • FLORlcS TARDÍAS

    Creced sobre la piedra que cubra mi cadáver, en bella, impenetrable, fecunda floración: / creced cual la amapola que brota del pap:1Vcr-opio ele paz del corazón.

    Tejed, para mi tumba, muelle tapiz florido, sobre la hiedra lacia:cle verdinegro tul: quizás entre vosotras vaya i tejer su nielo, para cantar la vida, para arrullar mi olvido, el ave de mis versos, mi ruiseñor azul.

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  • 12 CÉSAR BORJA ---------------------

    A MI ESPOSA

    . ..

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    L liger"o rocío de la tarde . ha templado el ardor de la canícula,

    La llanura descansa, y se adormece al soplo ele la brisa que, rozando la espuma ele las olas, la emanación salina del mar recoge. y á la pampa llega ele olor de yodo y de frescura henchida, El sol poniente irradia cárdena luz oblícua; los celajes de Oriente se coloran; las nieblas, fugitivas, debajo del azul cruzan calladas y con pálidos tonos se matizan; en las techumbres, el reflejo de oro del sol lo obscuro ele la paja aviva; y allá, lejos, muy lejos, en la azulada línea donde los cielos y las ondas llegan, se abrazan y se miran, reverberan las nubes, y las aguas cerúleas del mar brillan.

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  • VESPERTINA

    En la sabana inmensa, que esmaltan melancólicas umbrías, vela .el silencio el declinar hermoso del astro que agoniza : y sucede un instante, lleno de religiosa poesía, en que todos los seres se prosternan y enmudece la vida; en que la tierra se recoge y ora y los cielos suspiran ; · y, cual vuela en los ámbitos del templo, mientras callada multitud medita; sobre el misterio del silencio grave, del armonio la dulce melodía, así en el éter transparente sube, en medio de la calma vespertina, algo, como el rumor de una plegaria, como el triste gemir de una elegía. En tanto, el Sol con la postrer vislumbre, encantados paisajes ilumina, y con suspiros de color exhala su hermosa despedida: bella esperanza, que en los cielos deja al alma pensativa, la luz, que al soplo ele la noche muere, y triunfa de la noche y resucita.

    En el pueblo cercano tafle doliente la oración la esquila, y el son pausado, que en el aire tiembla, de un eco en otro se dilata y vibra. El atezado pescador, que vuelve dejando en la ribera su barquilla, con la fe mansa del humilde escucha el toque, y se persigna: cerca de allí le aguardan

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  • 14 CÉSAÚ BORJA ---------------------

    su huerto y su casita,--la parda choza que al espacio eleva del humo .blanco del hogar la espira, entre las frondas del capa y, en donde sus proles tiernas la cucube anida.

    * * * Mugidora vacada cruza el llano:

    perezosa y tardía, el pasto huella y al clamor responde ele otras vacadas que el pastor aprisca. Las aves vuelven ele lejanas cumbres, á posarse garridas en las copas en flor ele los aromos y en las obscuras cimas ele los umbrosos tamarindos; canta la solitaria tórtola sus cuitas, y el angel del amor callado tiende sus alas desde arriba, y derrama la paz_ en los hogares y el sueño deleitoso en las pupilas ele los cansados seres, que se acercan, se estrechan y se abrigan, y al amparo ele Dios, y en calma, duermen, al amable_ calor ele la familia.

    ¡Sólo mi alma está huérfana! Yo sólo téngole al ave envidia! ¡Quién pudiera como ella y con sus alas hender las .brumas ele la ausencia impía!

    Dos aves tordas ele matices claros y festsmadas guías, en el ramaje florecido y verde de un algarrobo triscan,

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  • VESPERTINA

    De allí revuelan, aleteando en torno, bajan, se elevan, giran, ( se persiguen, se ocultan tras las hojas, que tiemblan, y se atisban. Luego se asoman al colgante nielo donde sus pollos pían, cuchicheando ternezas en idioma que es todo melodía; y, con suaves gorjeos que remedan los murmurios del agua cristalina, preludian el cantar ele sus amores, al apagarse el día.

    Oigo las frases ele la arpada lengua ele estas aves sencillas, sus trémulos arrullos, sus estrofas ele apasionadas rimas, y en vano intento, en vano, sorprender en mi lira cadencias que remeden la .m tÍsica exquisita con que cantan su amor en el creplÍsculo estas aves selicillas. Unen sus voces de encantado acento, cual las quei1as tañidas . en el hondo silencio de los valles de las sierras andinas; y sus notas se apagan dulcemente, como la luz que exvira; y mi alma queda del postrer acorde suspensa; y, aclonnicla, sueña que oye tu voz ... ¡Ay! y, del sueño al despertar, suspira .. .

    * * *

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  • r6 CÉSAR BORJA

    El rosado crepúsculo se extingue; la noche se avecina, la estrella azul de los amantes sale y el arco de la hma se delínea.-¡Paz en los cielos y en la tierra calma! Pero en la mente mía se agolpan mis recuerdos, mis tristezas, mis ideas extrañas y enemigas,~ enemigas ¡ay! s{, porque, en el mundo, quien siente como yo, se fataliza. ¡Quién me diera olvidar! ...

    Mas, ¡ah! perdóna, no te aflijas, por Dios, prenda querida: Oye, mi pensaniento es conmigo traidor, y se encarniza cuando á solas me halla, y se complace en robarme la paz, la paz bendita que en sus treguas me dan las sordas luchas y los recios combates de mi vida. No llores, dulce bien; mira, el lucero de Venus está allí, suave escintila; si te empañan las lágrimas los ojos, la sombra le obscurece y me lo quita, ¡Afligirte! jamás! mi suerte es nube torva de tempestad, nube sombría; pero tú eres estrella, tú eres astro, y no llegan las nubes tan arriba. N o te allí jas, por Dios! Y o tengo el arpa de rudas cuerdas, que restalla y vibra, para cantar á solas mis pesares y retar á mi suerte y mal decirla ... Tü no oirás esa música de guerra,-para tí, dulce amor, tengo una cítara.

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  • VESPERTINA

    Ven. En los limbos del Oriente vagan las nocturnas neblinas, y las estrellas el azul inundan de suave claridad. Ven, ·alma mía. Ya duermen en las lomas las cabañas pajizas, apenas se oye en el silencio el eco de alguna voz perdida, el dejo· de un cantar, la alada nota ele la dulce vihuela campesina. Las aves duermen en las ramas, quietas, ó en sus cunas de espigas; las flores ele la tarde . duermen en sus capullos, y las brisas en los lechos de aroma del follaje de las plantas floridas. Duerme el viento meciéndose en las olas del piélago brumoso, que dormita, y entre vagos rumores duerme y sueña la llanura sin fin ...

    Ven, al~a mía,-la calma de esta noche de verano á gozar nos convida: lejos del mundo nuestro amor cántemos, como cantan su amor las avecillas. Siéntate, así, á mi lado. Mi cabeza en tu seno apoyarse necesita, porque vean mis ojos en tus ojos reflejado mi amor; y tu sonrisa. bañe mi fi'ente, como el fresco soplo del aura vespertina. Mírame, dulce amor. Tus ojos negros de serenas pupilas tienen, como las noches de verano, en medio de la sombra pensativa,

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  • I8 CÉSAR BORJA

    vaporosos efluvios transparentes de claridad suavísima. Esa luz amo yo, porpue es aurora perenne, que disipa las sombras ele la noche ¡de mis tristezas íntimas. Ah! Nunca en los luceros de tu alma asome la quemante chispa del enojo mortal,-¡Ah! nunca, nuncal-Mírame siempre como aquí me miras. Pon la mano en mi pecho. Con mi brazo cléjame que te oprima dulcemente, mi amor, como otras veces en los felices días.

    ¿Te acuerdas? Tu hermost¡ra y mi amor sonreían, y eran leves las horas que llegaban trayéndonos la dicha. . Ni una arruga en mi frente, ni una sombra ¡ay! entonces había; y los lin:ipios cristales ele tus ojos reflejaban mis plácidas sonrisas.

    ¿Te acuerdas? En la alcoba abrigada y tranquila, entraba el sol ele la mañana en haces ele luz te m placla y tímida. Él veia flotar-como á las nieblas en las lagunas límpidas-en nuestros ojos el postrer ensueflo de una noche ele paz y de caricias. Él, en átomos leves de oro, se cernía al través de las suelta., y blancas muselinas,

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  • VESPERTINA

    y besaba en los labios entreabiertos de nuestros niños la postrer sonrisa de un sueño celestial ... ¡Ay! desde entonces, quizás, del Sol se enamoró la niña, la dulce niña de cabellos ele oro y rosadas mejillas!

    ¿Te acuerdas? En la alcoba ue cándidas cortinas, en castos lechos de inocentes gasas tres ángeles dormian. Allí estaba la cuna de blondas blancas y ele azules cíntas,-la cuna, que en cuatro años, ni triste estuvo ni se vió vacía. Y éra el encanto de tn amor y el mío, era nuestra delicia ir quedos á la cuna y mirar á la niüa, la dulce nina de cabellos de oro y rosadas mejillas! ...

    ¿Te acuerdas? En la alcoba de blancas celosías, al blando beso de la luz temprana, nuestros pequeños recordar solían. Era su dulce despertar ele aurora, alba sin nubes para cada día, •en ese nido del8mor.

    ¿Te acuerdas? Las altas rejas ele la estancia abrías, y el sol alegre penetraba en ondas de luz dorada y viva. La enredadera ele lujosos. tallos y azules campanillas

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  • 20 CÉSAR BORJA

    perfumaba el ambiente, y tres amores de rubias cabecitas, el aire henchían de explosión de besos, de alegres charlas y de frescas risas. Ellos llenaban nuestro sér de orgullo; élla, de bendición y de alegría; éllos eran, como hoy, viva esperanza. Élla era el ángel del hogar, la niña, la dulce niña de cabellos de oro y rosadas mejillas! ...

    No sé qué sombra por mí frente pasa! Ahuyéntala, mi bien. Tu mano amiga pon en mis sienes, y tu dulce boca á mis cálidos labios aproxima. Bórra, bórra el recuerdo tormentoso que me amarga la vida, y no llegue tras él otro recuerdo, ¡ay! que, en pos de la níf1a, voló otra: niña de cabellos de oro y rosadas mejillas! ...

    ¿Lloras? La lumbre ele esos dos luceros, que allá en Oriente solitarios brillan, en tus lágrimas ruede hasta m~s ojos .... ¡Quizás, quizás me diga sí en esos astros rutilan tes moran nuestras prendas queridas,-las dulces niñas de cabello~s de oro y rosadas mejillas!

    No sé qué sombra por mí frente pasa: Ah1.1yéntala ...

    ¿Do estás, mí dulce amiga? Yo he sentido tus labios en mis labio;

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  • VESPERTINA

    yo he sentido tus manos en las miasl ¡Ay! sueño fué de mi cabeza loca, grata ilusión, mentira! La noche de la ausencia nos separa, y en la llanura solitaria y fría, sólo me hallo, con mi pena á solas, con mis tristezas ínümas ...

    A las aves, que duermen en nidos de plumón, les tengo envidia! ¡Quién tuviera como ellas blando arrimo; quién, sus noches tranquilas! ¡Quién pudiera, como ellas, con sus alas, hender las brumas de la ausencia impía!

    Pta;•as de Santa Ele;ta, I888.

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  • CÉSAR BORJA

    ON tres rayos de amor de un mismo rayo, que del amor del Infinito nacen. Son tres voces dulcísimas que placen, de aves tempranas de canoro ensayo.

    Son tres auras purísimas de Mayo que en susun'os y aromas se deshacen. Son tres lirios en broche que renacen de su inocente soñador desmayo.

    Tres auroras perennes de mi vida; tres estrellas perennes de mi cielo; tres prendas ele mi amor y de mi orgullo.

    Son tres polluelos que mi amor anida, y que calienta el paternal anhelo, y en que se goza el maternal arrullo.

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  • ME!IIIcNTO Z3

    Oú Die u trouve-t-il tout ce noír. qu'il met

    dans les c~urs brisées et les nuits tombées?

    V. HUGO.

    UELO ingrato, aquí me tienes, tras cortos aüos, de vuelta; no proscrito á tus rigores ni sujeto á tu inclemencia,

    sino libre pasajero, que, huello tu árida tierra sólo un punto, com-o el ave que cruza tus pampas yermas.

    Caro me hiciste pagar el asilo que me die:ras:-llenaste mi hogar de luto y de sombras mi existencia;

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  • CÉSAR BORJA

    mas, no vengo á devolverte mal por mal: de mí no temas.-Sólo lágrimas te traigo, y el llanto sólo es tristeza.

    Rencor para tí no tengo: mi rencor para otros fuera, para quienes á sus iras inmolaron á mi prenda.

    ¡Ay! ... y tomara venganza, y diera á mi encono suelta, si no me vengara el tiempo que es el que á todos nos venga!

    ·Pero, cálla, corazón! ¡corazón llóra, y recuérda que otros, están más que tú, en noche más honda y negra! ...

    * * * Allá abajo, en la hondonada

    que tiende playas desiertas, entre ribazos sombríos y un mar que siempre se queja,

    yace en gris campo asentada, al pié de montes de arena, la villa de tristes calles y techumbres cenicientas.

    ¡Así la vi aquella tarde! y, como la tarde aquélla, al través ele mis dolores, vuelven mis ojos á verla!

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  • MEMENTO

    ¡Tierra ingrata! ... Mas no tienes, no, la culpa ele mis perias:-echáronme aquí proscrito la Injusticia y la Protervia. : .

    Un suspiro envié á la nave ' que, dejándome, se fuera; y, con la entrada hacia el ·Norte, puse en la playa mi 'tienda.

    Lejos estaba úü hog

  • z6 CÉSAH BORJA -----------------------------~----------~~~~

    Aves que del patrio monte arrebató la tormenta, volvimos á hacer el nielo en esta playa extranjera,

    Vino el calor del hogar; manso calor que no quema, y la soledad, que es fría, huyó ele mi blanca tienda,

    Huyó el silencio.-Llenóse ele risas y voces frescas la antes desierta moxada, de amores y cantos huérfana.

    Volvió la luz á mis ojos, á tejer dorada y trémula, sobre la sien ele mis l1ijos aureolas de rubias hebras.

    La voz de la fiel esposa,-líra de dulces endechas, volvió á sonar á mi oído, más armoniosa y ll1ás tierna.

    Vinieron la paz, la dicha, las Íntimas confidencias, y el amor en medio al coro de la infancia hermosa y leda.

    Pero, pensando en la Patria --¡quién en la Patria no piensa?-aguardámos largos días, con el ánsia del que espera.

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  • Siempre mirando hacia al Norte; siempre siguiendo una vela, se abismaban nuestros ojos en la lontananza inmensa.

    Hasta que, un día, echó el ancla otra nave mensajera, yuna esperanza nos trajo Ia nave, en amables letras.

    Fué la noche ele aquel día, noche ele luna serena, y del almo azul bajaba fulgor ele paz á la Tierra.

    La niña ele mirar dulce cerró sus pestaüas negras, mecida al aman te arrullo de maternal cantinela.

    Con la sonrisa en los labios dunnióse la niña nuestra ... Con la sonrisa en los labios dunnióse, tranquila y quieta.

    Pero, la Muerte traidora entró esa noche en mi tienda, cuando del Cielo bajaba ;fulgor de paz á la Tierra ...

    N o sé que sneños horribles tuvimos !a noche aquella.--El alma ve en lo futuro mientras duerme la materia;

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  • CÉSAR BORJA

    mas, cuando el Sol; á la vida de este mundo,.nos despierta, parece que olvida el alma lo que ve en la noche negra.

    N o sé qué sueños horribles tuvimos la noche aqúella. Vimos en la noche abismos, y la luz nos puso vendas.

    Sólo sé que, al tercer día, antes que el Sol se pusiera, en medio á la soledad estaba la niña, muerta.

    ¡Muerta! ... Y nuestra alma vacía; vacía nuestra existencial Los días vienen y van y el vado no se llena ...

    Los días vieliet't y van, y, ¡oh Dios! tu Justicia Eterna ni nos devuelve á la niña ni de su muerte nos venga! ...

    Pero, cálla corazón! ¡Corazón, llóra y recuérda que otros, están más que tlÍ, en noche más honda y negra!

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  • MEMENTO

    He regaao con mi llanto la fosa agrietada y seca, vacfa ya del cadáver, pero de. re¡;uerdos llt:::pa.

    Todo un mundo de esperanzas, mas, ya de esperanzas muertas: las que la niña nos trajo, las que se fueron con ella,

    yacen aquí, tristes sombras en la sombra· de la huesa. ¡Esperanzas fenecidas, nada, ni despojos dejan!

    De ~lla sí, caras reliquias, que me devolviste ¡oh tierra! en el ánfora en que guardo mis íntimos duelos, quedan.

    Mandé romper stÍ sepulcro, porqüe en la Patóa estuviera ese polvo, en que la Muerte mudara tanta belleza.

    Cedió la losa, insensible al golpe de la barreta; é insensible abrióse al hierro la tumba callada y hueca.

    Pero yo, junto á la sima que devoró esa existencia, hoy, para evocar su sombra, darla luz y embellecerla,

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  • 30 _____ ~- CÉSAR BORJA ---------------------tengo que rasgarme el alma,

    fibra á fibra, toda entera, y á mis dolores dormidos llantarlos á que me muerdan.

    Ah! no supo--¡clulce bien! ¡bien percliclo!)-ni supiera, cómo duele el alma, cómo, cuando así se abre y recuerda!

    El tiempo vario adormece y encanta á la misma pena; y á las clesclicl1as pasadas cubren las desdichas nuevas.

    Sólo el recuerdo encantado, sólo una dulce tristeza, sobre el abism.o del alma flotan, cual pálidas nieblas.

    Pero, el tenaz pensamiento, que en el espíritu vela, ele tarde en tarde el silencio ele ese abismo rompe, y entra.

    Y, como el sepulturero, que viene con planta lenta, y en los ecos de las tumbas ayes trémulos despierta;

    como el abridor de fosas, sombra ftínebre y siniestra, que para exhumar cenizas quebranta lápidas viejas;

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  • MEMENTO

    así el pensamiento mío, por que yo á la niña vea, hoy me ha destrozado el alma con su terrible piqueta;

    y'ha despertado en mi pecho, tumba de mis propias penas, los. que callados yacían, ecos de rencor y queja.

    Pero, cálla, corazón! Corazón, llóra y recuérda que otros, están más que tú · en noche más honda y negra!

    * * * La ültima vez que la ví,

    estaba dormida y yerta, en una cuja de flores, ele flores blancas como ella.

    Como la faz ele la niña, los lirios y las gardenias estaban tristes, más tristes, como mi propia tristeza.

    V elábanla cuatro cirios ele llamas rojas y quietas, y la soledad velaba en el umbral ele la puerta.

    Sólo el sollozo se oía, de angustia y de grito mezcla, del corazón de la madre. ¡Pobre alma herida á sorpresa!

    JI

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  • CÉSAR BORJA ~-----------------

    Y esé dolor, ése llanto sonaban en mi cabeza, y en mi corazón sonaban, como la hazada en la piedra.

    No tuve llanto en los ojos ese día; pero opresa lloraba mi alma á la niña, llorábala en lucha interna.

    Mil veces besé su frente, blanca como una azucena; mil veces besé su boca, caliz de intacta pureza;

    mil veces pensé que estaba sólo dormida; y, al verla, hallaba en su faz la muerte, como la tigre en su presa.

    ¡Ay! y hallaba que tenía aun en los labios las huellas de los mortales dolores, de la congoja suprema.

    ¿Qué te hacen los niüos, dí, qué te hacen, Naturaleza, que así- en tan débiles séres con tanta crueldad'te cebas?

    Ellos no empañan·ni el aire, porque son diáfana esencia; ellos no ofenden á Dios porque en el alma le llevan.

    Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

  • MRMRNTO

    ¿Por qué los hieres así? ¿por qué rompes su existencia? ... Ah! nó, nó ... ¡ttí no eres madre, criminal Naturaleza!

    Si eres justa y eres sabia, mira al mundo, y has la cuenta de la inocencia que inmolas y la iniquidad que alientas,

    y verás cómo en el mundo, para oprobio de la Tierra, por cada niüo que matas muchos malvados sustentas.

    ¡Pobre paloma, inmolada por la venganza proterva, duerme en pazl-Viva el malvado, para oprobio de la Tierra!

    Mas, perdóna, corazón! Corazón, llóra, y recuércla que otros, están. más que tú, en noche más honda y negra!

    En el Cemmteri(} dePaita.-Octttbre de I900.

    33

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  • 34 CÉSAR BORJA

    ' D~SpiERTfl!

    (sonrm SU TUMBA)

    ~~ . . ESPIÉRTA, niña,-sacúcle el sueño, que ya tu duei1o te espera aquí. El sol radiante, de la llanura sube á la altura; el mar despeja su limbo suave, y esbelta nave raya el turquí.

    Niüa, clespiérta con alegría,-ya llegó el día de redención ... Cuando maüana veas las playas del patrio Guayas, vuélve á tu sueí'ío, duénne y clescánsa á la luz mansa de la oración.

    Despiérta, mi árigel, .. ¡Tus ojos vieran cómo sonrieran á tu placer el mar, la tierra, la luz, el cielo! ... ¡1\.h loco anhelo! Si despertaras, mi bien, tu harías mis alegrías amanecer.

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  • Despiérta! El día las costas raya; borda en la playa perlas el mar; flota á lo lejos ros.ada bruma; salta la espuma, y en tumbos ledos danzan las olas las barcarolas de su cantar.

    Apárta, prenda mía, los linos que te cubren; tus graneles ojos ábre, tan negros y tan dulces;

    y, como antes, tu absorta mirada se alegre en el día,, que todo lo encanta.

    * * * Como bandadas ele aves 'VIaJeras,

    nubes ligeras ele blanco tul; al zenit suben con raudo vuelo buscando el cielo; y, cuando al cielo llegar parecen, se desvanecen en el azul.

    Allá, en las rocas ele las rompientes, olas hirvientes, en, borbollón, con roncos gritos, y en rudo asalto, ele salto en salto llegan, se agolpan, y se atropellan, y al fin se estrellan en el peñón ...

    Despiérta, dulce niña, del sueño que te postra; despiérta á ver los bellos contrastes ele las cosas;

    y, como antes, tu absorta mirada se alegre en el día, que todo lo encanta.

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  • CÉSAR BORJA

    * * *

    De las gaviotas entre el revuelo un barquichuelo se hace á la mar ... Así, una barca salió otro día, y no volvía ... En las rompientes la hallaron rota, do la gaviota llega á pescar.

    Mecen las aguas del mar sonoro el lampo ele oro del sol vivaz:-tiénclense al cuervo, lascivas y hondas las verdes ondas; el pez inquieto la linfa esmalta cuando lo asalta la ave voraz ...

    Despiérta, dulce niña, despliéga tus pestañas, y vé la vida hermosa al sol ele la Inañana,

    y, como antes, tu absorta mirada se alegre en el día, que todo lo encanta.

    * * >'k,

    Al pié del cerro, junto á un remanso do el mar es manso y arrullador, al sol levante sonriendo brilla la blanca villa; y dentro esconde cada techumbre, bañada en lumbre, risa y dolor.

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  • DESPIÉRTA!

    Aquí, en la piedra de cada fosa también se posa la blanca luz; arde en la tierra do tántos duermen; incuba al gérmen; y de la carne que ha tiempo yace el árbol nace junto á la cruz.

    De allá, de lejos, llega á mi oído claro tañido de alegre són: es el saludo que á la mañana da la campana ... Y, aquí, en la ermita del cementerio llora el salterio del esquilón! ..

    Apárta, prenda mia, la tierra que te cubre; tus grandes ojos abre tán negros y tán dulces;

    y, como antes, tu absorta mirada se alegre en el día, que todo lo encanta.

    Ah! nó, no puedes despertar! La muerte redujo á polvo tu infantil belleza; y es mi palabra; como el polvo, inerte, y sorda á mi clamor Naturaleza.

    La Fe es la vida-á su querer profundo, Lázaro surge del mortal sudario; pero esa Fe se proscribió del mundo con el alma del Mártir del Calvario ...

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  • CÉSAR BORJA

    N ó! no puedes despertar! Mi egoísmo ¡ay! bien ·quisiera, por curar mi herida, arrancarte á la sombra del abismo; darte otra vez la deleitosa vida;

    verte á mi lado á regalar mis ojos; con tus ternuras endulzar mis penas y, al casto beso de tus labios rojos, darles calor á mis heladas venas.

    Mas nó; no debes despertar! Repósa: tu carne vírgen fertilice el suelo, y nazca de él inmaculada rosa, ánfora de perfumes, de la fosa, que reciba las lágrimas del Cielo ...

    Enero de z888.

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  • 1

    IDRAL

    IDE.f\l

    RAN ele ángel tus blondos cabellos, que al ~ol irracliaba_n auroras clivinas,-te corte una guedeJa, ésa noche,

    y púsele cuerdas ele oro á mi cítara.

    Esa noche te fuiste ! Los ángeles lleváronte en nubes ele gloria, alma mía, y en la estancia cubierta ele flores, · al són de mi llanto sollozó mi cítara.

    Cuando yo ele esa noche me acuerdo, y pienso en mis duelos y negras desdichas, lloro y gimo desdichas y duelos, y, en cantos, repite mis penas, mi cítara.

    Eran de ángel tus blondos cabelllos, que al sol irradiaban auroras divinas;-te corté una guedeja, esa noche, y púsele cuerdas ele oro á mi cítara.

    1888

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  • f1osa t· Borja de Izquit¿rdo.

    QuERIDA HERMANA MÍA:

    A tí, grato recuerdo vivo de la morada bella de nues· tra infancia, te dedico las estrofas contenidas en este li brito, en las cuales no canta el verso airado que inspira el dolor amargo.

    Para cantar la feliz edad nuestra, que pasó como un soplo de céfiro en medio á la belleza indescriptible de los campos de Esmeraldas; para recordarte y recordarme á mí mismo, niña tú, niño yo, felices é inocentes, con el en-canto de la naturaleza en las pupilas, el amor del hogar en el alma y la alegría de la vida en el corazón, le he puesto otras cuerdas á mi lira-cuerdas de oro suaves y dulces, como las hebras rubias y sedosas de tus cabellos.

    El terremoto ele Marzo de 185g, que redujo á la nada \a modesta fortuna ele nuestros padres ; y, luego, la guerra

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  • 44 CÉSAR BORJA

    civil, de la cual parece que fuera precursor aquel horrendo cataclismo del Pichincha, nos arrojaron del edén de nues-tra felicidad. Entonces comenzaron nuestros dolores y nuestras tristezas, los cuales, por tempranos y crueles, nos abrieron los ojos á la realidad de la vida y nos apena-ron el corazón, cuando aún éramos niños.

    La experiencia es sedimento cálido del dolor, y, cuando es prematura, sepulta en el alma aún la poesía misma ele los recuerdos.

    No obstante: á pesar de los sufrimientos de mi ado-lescencia y de mi juventud ; á pesar del trabajo rudo y árido al cual dediqué, desde muy temprana edad, todas mis energías y facultades, conservaba yo, vivo, aunque confuso, en el alma, el recuerdo de nuestra niñez:-la sali-da de Quito; el viaje á Esmeraldas por las selvas vírgenes ele bs faldas occidentales del I)icincha, y el panorama es-pléndido de aquella región de la costa ecuatoriana, en la cnal se juntan, en bella y perenne armonía, el lujo, exube-rancia y color del trópico ardiente, y la frescura y lozanía de la primavera.

    ¡Extraña coincidencia! La guerra nos arrojó ele Es-' meraldas el año de r86o, y la guerra me llevó después, en r88z, á ése edén perdido de nmestra infancia.

    De grado ó por fuerza debía yo ir, y fuí, de Cirujano en Jefe de una divisi611 de mil hombres.-Llegué á punto para presenciar un combate; ;,tlivié los dolores de los heri-dos ; y, ya restablecida la calma, y repuesto yo de mi pro-pio dolor,-eri el cual mezclaron sus amarguras las triste-zas de la ausencia de mi hogar y los estragos de luto y de-solación de le guerra,-trasmonté las colinas; pasé mil veces los vados y las vegas del Tiaone, claro y tortuoso

    , como una inmensa sierpe ele plata ; subí lomas verdes y plácidas; crucé cármenes y praderas bellísimas ; llegué á los frondosos plantíos ele Timbre; remonté la corriente del ,j"'''ll'"'.ll'-''"'• me interné en sus boscajes paradisiacos, y pe-!1i::tr,i.el1 la sombra serena y perfumada de la selva, en en-

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  • PAISAJES Y RECUERDOS ·--------

    yo silencio, apenas turbado por la melodía ele los rumores ele la espesura, oré al Dios de la naturaleza.

    Entonces surgieron más vivos y claros á mi mente los antes dormidos recuerdos/ míos, y, tracé, pensando en tí el boceto no más ele l~s estrofas que en las siguientes pá~ ginas te dedico. Allí, ante el cuadro mismo ele la natura-leza que me inspiró ; en medio á los vergeles por los cua-les se deslizó nuestra niñez, le habría dado yo forma con-creta, unidad y colorido á este sencillo poema ; pero cuan-do iba á declicanne á ello, recibí bruscamente la infausta noticia de la muerte trágica de Estéban .... Con motivo ele esta horrenda desgracia de familia, regresé en el acto á Guayaquil, y guardé, para mejor ocasión, el manuscrito pero tan bien guardado, que nunca pude dar con él. Ha~ ce pocos meses, al abrir un tomo del Diccionario de Medi-cina de J accoud, cayeron á mis piés, los ya olvidados pa-peles; pero n·o puedes imaginarte qué trabajo no me ha costado descifriulos, tú que sabes lo patoja y enrevesa-da que es mi letra, máxime cuando escribo de prisa y con lápiz. Y, así ~on ciertos caprichos pueriles de los hom-bres que vamos ya para viejos : tan enamorado estaba yo de estos mis versós, que no me he dado punto de reposo hasta recoi1struirlos y darles la mediana forma poética con la cual te los ofrezco y presento, aunque nada gane con ello la literatüra nacional, y tengan la crítica sorda y lagra-matica parda, nueva ocasión para censurarme, y digan una vez más que el médico que escrib

  • CÉSAR BORJA -------- ·--------·

    mal ejemplo para mis hijos. Sospecho que no me censu-ren mi pequeño vicio del tabaco, porque, en el mundo, to-dos fuman, unos la pipa gorda y otros la flaca. Eu cuanto á los versos, los escribo en mis ratos de ocio, de los cuales dispongo á mi sabor con el mismo derecho que lo hace el prójimo. ¿Quién no tiene ratos de ocio? ¿A quién le es-tá vedado disponer de sus ocios y emplearlos como mejor les parezca? Pues, bien: yo empleo los míos en platicar con mi familia, en charlas con mis amigos, en conversar con mis libros, y, en ocasiones, en escribir en prosa ó en verso, y sólo para gusto mio. Más claro no lo puedo decir.

    La crítica literaria dirá algún día si los tales versos mios son buenos 6 malos ; ó no dirá nada; y el público discreto hará lo mismo.

    Y, aquí paz ; y después, gloria 1 Tiempo vendrá, hermana mía. en el cual eche yo á

    rodar tabaco y versos : al primero, cuando ya no lo puedan soportar mis nervios; á los otros, cuando se me osifiquen á la vez el corazón y el cerebro.

    La composición que ahora te dedico, muy poco ó na-da se recomienda por sí misma ; porque además de los defectos de forma y de fondo que el análisis literario po-dría descubrir en ella, adolece de otro grave defec-to,-la sinceridad con que la he sentido y escrito; y quizás también la verdad histórica de las escenas que la · ani-man, en las cuales, aún el sueüo simbólico que re-fiero, tiene mucho de real, aunque no fuesen lobos ni cuervos los que. me perseguían, cuan4o yo, en el corcel a-lado y generoso del entusiasmo juvenil, me lancé hacia los pensíles encantados del ideal y de la gloria.

    Demás de esto, hermana mía, la poesía del coraz6n, y, principalmente la 'que se inspira en los recuerdos ele la infancia 6 en la contemplación absorta é ingenua ele la naturaleza, está dada de baja. Ahora priva la poesía de

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  • PAISAJES Y RECUERDOS 47

    cerebro, plectro vibrante en el cual resuenan con estruen-do de catá'strofes los dramas trágicos de la vida humana.

    Modestos y sin trascendencia son, pues, los versos que te dedico; .pero si ellos te hacen pensar y sentir, como yo sentí y pensé al escribirlos, quedarán satisfechos los deseos y alÍn el amor propio literario ele tu herm~no

    ~ésar.

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  • PfliSflJEs v [1EceaE!1Dos

    -L Tiempo es mago que al dolor aduerme entre sus alas, y al recuerdo encanta: y el alma, entonces, su profunda vena

    abré, á la magia del recuerdo, y llora, llora sin duelo, se resigna y canta.

    Vi~ámos del recuerdo, hermana mía, el instante ele tregua que nos deja el presente cruel, que hora por hora aun del mismo recuerdo nos aleja.

    ¡Bella, feliz edad! Era yo niño ; tü, una linda parlera rubiecita; joven, dichosa y de hermosura llena, nuestra amante, adorada madrecita.

    Él era joven y marcial. Bizarro jefe del Tatt1'"a; el escuadrón glorioso ; y, en el santuario del hogar tranquilo, tan dulce padre como tierno esposo.

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  • so CÉSAR BORJA -----Junto á nosotros, en sus frescos años, suyos haciendo nuestros bellos días, en mútuo amor y regocijo mütuo, dichosas erai1 nuestras buenas tías.

    Y, en medio á todos, cual patriarca antiguo, en grata placidez, ya viejecito, ledo vivía la serena tarde sin nubes de su edad, nuestro abuelito.

    Todo era dicha en el hogar. El mundo nos deslumbraba con su luz ; la vida nos parecía interminable goce celestial de ventura sin medida.

    ¡Qué perenne sonrisa en nuestros labios! ¡qué péenne sonrisa en nuestros ojos! ¡Y qué bella ignorancia de la vida nuestra bella ignorancia sin enojos! ...

    ¡Cuán deleitoso nuestro blando sueño, por el arrullo maternal meciclol ¡Cuán grato. despertar todos los días al sol del mundo y al amor del niclol

    Mas, .una noche en avanzadas horas, dió un ay doliente el pobrecito abuelo; y, como un niño, se durmió en la muerte, quizás soñando en la ilusión del Cielo.

    Y, cuando el rayo de la luz temprana llegó á llamarnos, como bien solía, á la encantada realidad hermosa del ser ale¿;re y al calor del día:

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  • PASAJES Y RléCUJ

  • CÉSAR BORJA

    QuedÓse solo! ¡Pobre abuelito, bajo la fría tierra de Quito! Que, atras dejando las altas sierras, de ésa partimos para otras tierras.

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  • PAISAJES Y RECUERDOS

    I

    Después de muchos años surgen claros, y en todo su esplendor, á mi memoria, aquellos días, y á mi mente acuden mi edad feliz y su inocente historia.

    Después de tántos años me sonríe la odisea encantada de ése viaje, en el cual fué más bello cada día, y más bello también cada yaisaje.

    He vuelto á esta lozana prirriavera que cruzámos tú y yo, desde las faldas del Pichincha hasta el piélago azulado donde muere el raudal del Esmeraldas.

    Aquí vivió nuestra niflez su vida exenta de dolor y ele tristeza; siempre en los brazos del amor, y siempre absorta en la visión ele la belleza.

    He vuelto á este vergel donde nos trajo aquélla vez el paternal cariüo, cuando se abrió naturaleza á mi alma, al bello sol ele mi ilusión ele niüo.

    He vuelto á este vergel! ... mas vine enfermo ele ese crónico mal ele la experiencia, que mata la ilusión porque marchita la frescura del alma, la inocencia.

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  • He vuelto herido ele la edad! Y vine á aliviar los dolores de la guerra. Trájome el mar para el combate horrendo que ha ensangrehtaclo á tan hermosa tierra.

    Todo acabó! Sobre la fosa negra repleta de cadáveres, el suelo vuelve

  • Y he visto al ave regresar ele lejos, de entre la sombra ele la bruma ciega, lenta batiendo su plmnaje blanco hacia el juncal de su florida vega.

    Me he sentado á la sombra ele las guaduas, que cimbrean sus vástigas crujientes, y reflejan, temblando, sus plumeros en elhondo cristal de las corrientes.

    He dormido la siesta en los bohíos, ele la hamaca fresquísima al arrullo, al gemir ele la brisa en los follajes, y al rumor de las aguas en murmullo.

    He aspirado el perfume de la selva, henchida de humedad y de frescura, y he escuchado el cantar de la marimba melancólica y dulce, en la esperma.

    Cuán grato recordar! Cada perfume, cada onda ele color ó de sonido ha tocado en mi mente, despertando un recuerdo ele imáge11esvestido;

    y, cual la garza que bajó en el río, dejándose llevar como dormida, y ele la bruma ele la mar lejana tornó, volando, á su mansión querida;

    así, mi vivo pensamiento alado deja el presente ele la vida mía, y vuela en pos ele primeros aüos, al blanco y bello amanecer del día.

    55

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  • PAISAJES Y RECUERDOS ----

    II

    l)ejámos la ciudad que .aun reposaba envuelta por las sombras. Tenue lampo clareó después en el confín del cielo, dormido en suave obscuridad el campo.

    Llevábannos delante, en su montura, dos veteranos á mi padre fteles,-viejos sargentos del antiguo liwra, criados en el vivac, con los corceles.

    Seguíannos ele cerca nuestros padres, dominando el ardor de sus overos, y cerraba, detrás, la cabalgata una escolta ele pajes y l-anceros.

    Ibamos tú y yo, medio dormidos, al vaivén de la marcha mecedora, pugnando en vano por abrir los ojos á los frescos paisajes de la aurora. ·

    Y, anegada mi mente en-la penumbra y en el deleite sin igual del sueño, vía extasiado, en lo interior ele mi aln1a, en las bellas ficciones del ensueño,

    ese viaje ofrecido túntas veces y .túntas por nosotros esperado, al través ele un p:-:ís ele aves y t-lores, por nosotros también imaginado.

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  • CÉSAR BORJA

    Creció un punto la luz. Llenó el ambiente el aura matinal de la montaüa, y huyó ele nuestros lángui~los sentidos, del sueño embriagador la sombra extrafla.

    Era inmenso el egido. En sesgo curso, iba la senda, entre los verdes tallos del pasto en flor, cuyos retoüos frescos morclian al pasar nuestros caballos.

    Aun flotaban las nieblas en las cumbres y en las faldas abútptas de los montes; y velaban las bntmas, á lo lejos, adormidos paisajes y horizontes.

    Aun exhalaba su humedad nocturna la tierra, en fresco y oloroso aliento, y rodaba ele frondas y ele tallos menudo aljófar, al mecer del viento.

    Aun reinaba el silencio ele la noche, como extasiado ante la luz; y, en tanto, por e'l piélagq azul se dilataban golfos vivos de rosa y amaranto.

    Un soplo de onda recorrió las mieses; llenóse el aire de silvestre aroma, y preludió el concierto de los pájaros el arrullo ele amor ele la paloma.

    Qué bello despertar! La luz triunfante doquier hería á la rebelde sombi-a, descubriendo calladas perspectivas sobre la verde matizada alfombra;

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  • PAISAJm; Y HJ

  • Co CitSAR BORJA

    Tus ojos negros ele pestañas crespas·, realce·cie tus mejillas sonrosadas, recorrían los cielos y los campos, en absortas y límpidas miradas.

    Y á cacla nuevo lampo, á cacb nuevo conjunto hermoso del paisaje andino, brotaba de tus labios y mis labios

    . un aplauso ele notas, argentino.

    Quisiéramos coger cuanto brillaba, y envolvía en placer nuestros sentidos,~ sol y cielo, bos.caj es y perfumes, brisa~, aves, colores y sonidos.

    En vano los-severos conductores domar querían nuestro ardor inquieto, cada vez que las tórtolas se alzaban del suelo herboso ó del florido seto;

    cada vez que cruzaban el camino, sobre lechos de gram~s onclulosas, los arrollas bullentes, bajo el vuelo de azules y doradas maríposas.

    " Sólo dos \'Oces refrenar solían l't:cstras ardientes inquietudes de ave,~ la de mi madre, cariñosa y dulce; la ele mi padtc, cariñosa y grave.

    Mas no d raudal de tu argentino acento paraba \.m pun lo; que, en parleras ondas, como bandadas de canoros mirlos que al aire van ele las teniblantes frondas,

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  • PAISAJES Y RECUEimÓS

    risas y charlas de tus labios iban las vibraciones á turbar, lejanas, de la ciudad, que saludaba al dia con el himno triunfal ele sus campanas.

    * * * Volveremos á ver ¡oh dulce hermana! nuestra tierra bellísima; sus montes, sus valles, remedo del paraíso ; sus campiñas de claros horizontes.

    Sentiremos quizás la poesía que puso Dios en la sin par belleza de esa tierra sin par! Ay! pero acaso a través de una insólita tristeza! ...

    Faltárales al sol, al cielo al valle ele la tierra encantada en que nacímos, el encanto mejor, el ele nuestra alma en la cual aun lo bello embellecfmos.

    Conocemos al mundo! Ya sabemos donde está el lnal y la asechanza en dónde. La belleza lozana ele la tierra todo un abismo ele miseria esconde ...

    El Tiempo es n1ago que al dolor acluenne entre sus alas, y al recuerdo encanta; y el alm~t, entonces, su profunda vena abre, á la magia del recuerdo, y llora, llora sin duelo, se resigna, y canta.

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  • 6z d:"SAR BORJA ~-----------------------

    Vivámos del recuerdo, hermana mía, el instante ele tregua que nos deja el presente cruel, qne hora por hora aun del mismo recuerdo nos aleja.

    Volvimos al camino, á ese camino que seguímos alegres á la aurora, sin pensar que detrás iba quedando para siempre perdida, para siempre, nuestra infancia feliz y encantadora.

    Cruzó la senda entre tupidos setós de urdimbre de rosal y cabuyeras, cercos floridos ele [ronclosos huertos y ele áureos campos ele espigada~> eras.

    Sucedíanse prados y sembríos, bosques ele alisos ele azuladas hojas, y se veían doquier á la distancia, entre el follaje luminoso y verde de obscuros sotos, las techumbres rojas.

    Luego trepámos rocallosas sierras ; y al1:1 quedaron, por la luz heridos, del lmbabura los repuestos valles, al pié ele sus alcores, adormidos.

    Lejos ... muy lejos, entre paja estéril, la choza oscura del pastor errante: ... nüs pareCía abandonada tola, del pueblo antíguo que la honró, distante ...

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  • l'AISAJ1'S Y RECUERDOS ----

    En ésa choza solitaiia, el indio solloza y canta su profunda pena, al triste rayo ele la tarde fría, y al son doliente ele su flébil quena ...

    ¿Quién, que en la tardé cruzó el camino ( r) del desolado páramo andino, no oyó, á lo lejos, con honda pena, sonar la qltella ó el ronrlarlor?

    Rústicas flautas ele tristes voces, jamás cantaron glorias ni goces: las halló el Indio, con su clestino,-1\orar su sino, la esclavitud.

    Ruego lloroso que, en lontananza, se oye, cual queja sin esperanza; inconsolable dolor sentido, ante el olvido ele lo que fL1é ;

    cantar humilde que en nieblas flota, y en ay es muere, nota por nota .. Como elegía, como lamento, suena el acento del )'araví.

    Allá á las tolas~cle un pueblo n~uerto tumbas echadas en el desierto-llega esa queja desgarradora, y, en brumas, llora la soledad.

    (1) Con el título LA HAZA i\IUEWrA, publiqué hace algunos años una composi-ción elegiaca á la raza .-:bórigene de la América. Reproduzco las Ítnica.s C!>-trofas qne de esa composición de~eo conservar.

    N. DEL A.

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  • 64 CÉSAR BORJA ----··--"--·

    ¡Pobre Indio esclavo, sollóza y cántal Tu voz, lo triste clel yermo encanta: del mundo helado de la meseta eres poeta ¡oh ltanwec!

    Mas, cuando rauda locomotora cruce inflamada y atronadora, 'por medio al valle donde naciste, tu quena triste no cantará.'

    ·Del tren el soplo te dará muerte, ó anclar errante será tu suerte; que, ante el progreso, tú eres cual hoja que al viento arroja la tempestad.

    Que algo derriba si algo endereza, como la misma naturaleza, la ley del fuerte, que te rechaza. ¡Pobre tu raza! ¡Pobre de tí! ...

    ¡Paria infeliz! Al recordar suspiro al indio humilde que en su ruda espalda nos trajo, en medio ele la selva vírgen, bajando el monte de ri~cosa falda.

    Recuerdo el brillo de sus ojos negros grandes y dulces y su faz despierta ; su tez de bronce, y su melena obscura de ébano en hebras, sobre el dorso abierta.

    Era ágil como el ciervo; como el cóndor, ele vista aguda y podo roso alien lo; como el toro del p(\ramo, fornido, y duro al hielo y al rigor del viento.

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  • ·~~~~--~~PA~IS_AJES Y RECUE_R_D_O_s ____ ~~-

    Era, como los mirlos, desconfiado ; y, al través de su ingénita viveza, descubría en los ojos, que guardaba en el alma una insólita tristeza.

    ¡ Quizá el recuerdo de su tierra antigua, hoy sólo tumba ele su raza muerta! ... Quizá el recuerdo de su tierra libre, hoy de otro dueüo por la mies cubierta! .. :

    Quizá pensaba al contemplar ele lejos, del Imbabura hasta el Purhuá distante, que, en esa tierra en que imperó su raza, él, sólo esclavo ha de vivir ó errante.

    ¿Qué será de él? Bajo el nervudo azote, quizás, del torpe mayoral ha muerto! O anciano, y triste, y miserable vive en la nómada tribu del desierto! ...

    El nos tomó de entre los rudos brazos de los ginetes, en el flanco andino, donde ya corre á fecundar las selvas el deshielo sonante y cristalino.

    :f;¡ en su dorso nos llevó, triunfante, entre el horror de la sublime escena del bosque eterno y solitario, en donde rabiosa el agua ele los Ancles truena.

    Él nos condujo en atrevida marcha, por medio á la espesura temerosa, do el sol penetra en tamizado efluvio, y es la calma, solemne y misteriosa.

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  • 66 CÉSAR BORJA

    Él nos condujo entre la brava espuma del Blanco atronador de aguas hirvientes, que desgasta la peña y la repule, con el raudo cdstal de sus torrentes,

    y huye cantando, en alaridos roncos, su triunfo eterno, en la inmortal belleza soberana y salvaje de los bosques, do vive en libertad naturaleza.

    Él nos velaba el apacible sueño, al pié del rancho de pambil inerme, que el puma asecha con ardientes ojos, mientras rendido el caminante duerme.

    Él vigilaba la profunda noche al resplandor ele recrujiente hoguera, ó espiaba entre la sombra el centelleo de las rojas pupilas de la fiera;

    y daba la señal de la partida, al primer lampo de la luz, y al trino de las aves silvestres, compañeras músicas entonadas del camino.

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  • PAISAJES Y RECUJmDOS

    III

    Una mañana resonó en el bosque, · sordo, creciente, continuado trueno, como el bramido de la mar que estrella, sobre las rocas, su agitado seno.

    Era como un tumtilto de torrentes en frenético asalto, que minara el asiento del bosque y las raíces profundas de los árboles tronchara.

    Música deleitosa era á la selva la voz del Esmeraldas resonante, que se anunciaba en fragoroso estruendo, de su caída rápida y distante.

    La mañana era espléndida, cual nunca en ésos días, luminosa. El cielo brillar dejaba entre las altas. frondas el limpio azul de su lejano velo.

    Abrióse de repente á nuestros pasos honda cañada de verdor cubierta, entre las faldas de vestido monte de espesísimos árboles, abierta.

    Piedras enormes, que arrancó á las cumbres la violencia del agua embravecida, llenaban el sendero, que mi padre allanó con su brazó, y que ya el tiempo j ay! horró, cual la senda rlé su vida

    67

    Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

  • 68 CÉSAR BORJA

    Ya no irán por los pasos de ése surco, que él abrió para el hombre, otros viajeros. ¡Ay! infeliz! Si le olvidó la patria y crecieron sobre él tántos traidores, qué mucho que medraran altaneros los jarales del monte y que borraran las huellas del soldado y del patriota, que llevó para siempre al ostracismo, huérfana de esperanza, el alma rota !

    Él iba por delante esa maüana, pié á tierra, seiialando el derrotero, aliado ele sus tauras zapadores que, á filo ele machete, despojaban de malezas y juncos el sendero.

    Y élla, la dulce madrecita nuestra ; élla, la dulce madrecita mía, mis hondos miedos y los miedos tuyvs con dulces frases disipar hacía ...

    Trepaban jadeantes nuestros indios la "nlta desigual ele la garganta. firmes clavando sus agudas chontas para asentar con decisión la planta.

    Pájaros raros ele plumaies vivos, pintando el aire y las frondosas ramas, los claros ecos de la selva herían con los acordes ele sus dulces gamas.

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  • ~~~~P~A~IS~A-'JES Y RECUERD·--o-O~S~-~-~-~~6-'-9

    Filtraba el agua, de proflmdas venas, en chorros de cristal, de los repechos, hilos regando entre el encaje verde, tupido y temblador de los helechos.

    ExhaJaban los árboles y el suelo aliento de humedad y de bochorno, y brotaban enjambres zumbadores ele cínifes ardientes, clelfollaje que en palio abría su calado adorno.

    La humedad, el calor, la marcha lenta; el trueno sordo del lejano río ; la vaga obscuridad que derramaba la comba espesa del boscaje umbrío;

    todo enervaba el ánimo y le abstraía, sumiéndole en pesada somnolencia, cual si aplastara á nuestra vida débil la de aquella gigante arborecencia.

    Mas ¡oh alegría!. El gutural acento son6 del indio, en la profunda calma,--grito salv:1je que el arribo anuncia, y torna en gozo la ansiedad del alma.

    Desde la altura, nuestra vista absorta, libre ya de espesuras y ele montes, clescubri6 sobre mares de esmeraldas, todo un cielo ele inmensos horizontes.

    Bajo el ígneo esplendor del medio día reposaban los campos: las praderas, como embriagadas en la luz; los bosques, en profundo sopor; y, adormecidas en la lumbre del aire, las palmeras.

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  • CÉSAR BORJA

    Vibraba sobre el haz de la llanura, como tenue vapor enrarecido, la exhalación de los fecundos légamos, y del pantano de verdor vestido.

    Lenta vacada hacia las sombras iba ele los boscajes, por mitad del llano, mordiendo al paso los retoüos frescos, ó saciando la sed en el pantano.

    Todo callaba en la ardorosa siesta, del sol bajo el radiante poderío, mas, desdeüoso de la inercia torpe, con bramador estrépito lanzaba sus torrentes indómitos el río.

    Llegámos cerca de él. ¡Qué horror sublime 1 ¡ Qué belleza sin par nuúca soñada! ¡Qué müsica de guerra y de victoria, jamás por otra müsica imitada!

    Ceñíanle en verdor muros ingentes ; queríanle atajar rocas g·igantes, que, en guerrero alarido, avasallaban cien hervidoras rápidas triufantes.

    Sobre los anchos y bruflidos torsos, ele inmoble pedernal, de las cancaguas, reventaban en vórtices de espumas, con bramidos coléricos las aguas.

    Luego se unían en compactas ondas, cuyos torrentes de cristal y plata, tras nuevo asalto bramador, caían rompiéndose en ruidosa catarata;

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  • _________ P_A_IS_A--'J'--E·S Y RECUERDOS

    hasta que all~, tras prolongada lucha, playas lamiendo ele verdura amena, se dilataban en caudal brillante ele corriente mansísima y serena.

    * Al nu.evo sol nos despertó el ollero con su dulce temprana melodía: lleno el aire ele aromas y rumores, y, los plácidos campos, ele alegría.

    Colmaba el río su ánfora, bordada del lujoso verdor de las riberas, y resbalaba abrillantad9 y terso, reflejando en su espejo luz y sombras, cielos, av"es, boscajes y palmeras.

    Llevábase en su viaje á nuestra mente, tánto en verle y seguirle entretenida, que, rii es_i::uchámos el acento dulce del indio cariñoso, que nos dijo en su lengua, el adiós de despedida.

    ¿ Qué será de él? En la frondosa márgen del Esmeraldas nos dejó, sonriente; volvióse por la selva á sus montañas, y nosotros bajámos la corriente.

    * * * Aun torna en calma su braveza el río; y el hervor ele sus rápidas, en lampos ; y en sus profundas transparencias copia le etern:a prima vera de los campos.

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  • L:___ _______________ C~E~éS~A __ R __ B~O_R~J~A----------~~--~

    Aun retratan en él los platanales sus lozanas y esbeltas muchedumbres ; y, entre el verde lujoso de las frondas, sus aleros humildes, las techumbres.

    Aun extienden sus sombras los barrancos, vestidos de bambú, sobre las aguas; y en los claros remansos de las vegas balancean sus quillas las piraguas.

    Aun desatan al viento de la tarde sus penachos sonoros las palmeras ; y, rizándose en ondas, la corriente salta en cándida espuma á las riberas.

    Y se oye, en la tristeza del crepúsculo, el doliente cú cú ele las palomas,

    .ó resuena el clamor de las vacadas en los trémulos ecos de las lomas.

    Y vela en sombras su paisaje el campo, y el Esmeraldas sus encantos vela, y en el silencio vespertino cruza la nota del bordón de la vihuela ...

    Aun gime el remo acompasado y bronco, nublado en noche y soledad el río, y se oye el dejo del cantar agreste del mulato misérrimo y sombrío ...

    Tarde al abrigo ele su choza llega, que en el pensil del Esmeraldas tiene : cantando, al son ele su pausado remo, la ruda estrofa de sus penas, viene. "

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  • PAISAJES Y RI~CUERDOS 7 3 ---------- ----------~-"----------------

    Mísero sér, deJa belleza misma ele este vergel encantador,, salido! Del paría etíope y del cayapa libre, hijo sin nombre, á esclavitud nacido ...

    Tiene un dueño cruel que le maltrata, y un vicio que le embriaga y que le enerva¡ y es padre sin piedad de oscura prole, que engendra esclava en miserable sieP:a.

    Tarde sacude su embriaguez pesada, ;i la ruda labor de la tarea, y cruza el bosque en tempestad ó en lluv= a, ó hiende el río donde el sol flamea.

    Para él no es bello y deleitoso el campr. ni espejo el río de apacible lumbre; por ellos cruza, como triste sombra,' forzado á su rigor y servidumbre.

    Tarde al abrigo ele su choza llega, la mente, imbécil ... el vigor, rendido: y, más esclavo y taciturno, bebe la turbia copa de embriaguez y olvido.

    Cuando á su negra esclavitud despierta, en medio al blanco amanecer ele\ clia, ve, con hosca y estúpida mirada, el fresco rosicler ele la alborada que derrama en los campos su ale6rÍa.

    lO

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  • · PAISAJES Y RECUE_R_D_O_S _____ ~

    IV

    Cerca del Tione, en las hermosas vegas donde más ancho su raudal dilata el Esmetalclas. y entre verdes islas parte su espejo de bullente· plata,

    hay una ¿la recuerdas? la más fresca y lozana ele todas y florida, reflejada por límpidos remansos, y por plácidas sombras protegida.

    f:sa fué la horeclad,-hoy de otros dueüos próvida tierra y deliciosa estancia-donde fueron felices nuestros padres y fué alegre el hogar con nuestra infancia.

    ¡ i\f acla queda ele entonces ! ... Aquí estuvo la casa blanca de rojizo alero, y el jardín, y la huerta, y la llanura, y, poblado ele alondras, el cantero.

    Aquí estuvo el redil donde dormía la vacada olorosa y plañidera, que llegaba en las tardes, paso á paso, del lejano confín ele la pradera.

    Aquí estuvo el boscaje misterioso, que con miedo veíamos y encanto, donde á la luz crepuscular solían cantar las ;wes religioso canto. )

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  • CÉSAR RORJA ----------------

    Aquí arrullaron nuestro grato sueño la brisa alada y el· sonoro río, que fué, en un tiempo que pasó insensible, al par que tuyo el embeleso mío ..

    Aquí nos despertaban á la aurora; con sus gamas acordes los turpiales, y ele nuevo aquietaban nuestro sueiio los be,sos y caricias maternales.

    Aquí vivió nuestra niñez su vida exenta ele dolor y ele tristeza, siempre en los brazos del amor, y siempre absorta en la visión de la belleza.

    ¡Qué perenne sonrisa en nuestros labios! ¡Qué perenne sonrisa en nuestros ojos 1 Y qué bella ignorancia de la vida nuestra dulce ignorancia sin enojos 1

    Mas ¡ay! cuán pronto entristeció la suerte nuestro inocente corazón ! ¡ Cuán pronto 1 Rugió la guerra, y á la vez tronaron en fuego el Ancle, en tempestad el Ponto (1)

    ¡ Qué espantosa catástrofe 1 ¿ Te acuerdas ? Qué mañana tan triste ésa mañana 1 ¡Qué silencio en los campos 1 ¡ Qué negruras en el cielo, en el río, en la sabana!

    La calma era ele muerte, sólo á ratos por los bramidos del volcán herida, y otra vez bajo el nublo del espacio quedaba en honda suspensión la vida.

    (1 )~Alude·~ la gnel'ra civil y al terremoto de 1859, ocaSionado por una de las más grandes erupciones del Pichincha hacia sus faldas occidentales.

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  • PAISAJl-:S Y RECUERDOS

    Lejos estaba el mat: oyó intranquilo las tronaciones del volcán remoto, y adelantóse, en cólera salvaje, con bramidos de horror, al terremoto.

    Y cruzó el huracán de la montaña, al fulgor del relámpago, el abismo, como á anunciar con su alarido agudo el estrago y fragor del catacli.smo.

    1 Qué catástrofe horrenda 1 En brusco ataque rodó la tierra á convulsión movida, por fiamígeros vientos azotada, y por crecientes de turbión barrida.

    Abrióse el suelo en tenebrosas simas ; y rompieron sus ánforas los ríos, arrastrando en sus trombas sulfuradas, vegas, troncos, techumbres y plantíos l ...

    N un ca me olvidaré de aquél instante, breve en el tiempo, mas en ira largo 1 1 Un minuto de cólera en el cielo, y, en toda vida, ele terror amargo ! ...

    El Di:>s clemente nos salvó. , . En la tromba se hundió la vega del eclen amado 1 ¡ Dolor primero en la primera noche que cayó en nuestro espíritu, llorado ...

    Pero ese campo renació á la vida, tan bello y primoroso y tan lozano, cual si de nüevo al esplendor saliera. del almo Sol, de la divina mano 1

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  • CÉSAR BORJA

    Han pasado los años y es más bello, como es triste la edad que nos abruma : por él pasó nuestra feliz infancia, cual flor que lleva en su corriente el río, de la vega nativa hacia la bruma.

    La guerra de él nos arrojó ! Los días, olas del tiempo, hacia el abismo ruedan: ola tras ola hacia el abismo. vamos, y allá, en la margen florecida y verde,. las ilusiones de la vida quedan ...

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  • -PAISAJES Y RECUERDOS -------

    V

    He vuelto á esta lozana primavera, que cruzámos tú y yo, desde las faldas del Pichincha, hasta el piélago azulado que recibe el caudal del Esmeraldas.

    Mas no esta vez por la armoniosa selva vine, ni en medio al paternal cariño, tal como entonces, cuando abrió natura to,clo su encanto á mi ilusión de niño.

    Hoy me trajo la guerra, entre las ondas del mar, que vive en sempiterno embate; y han turbado la paz ele mis recuerdos los honores sangrientos del combate.

    Aún veo al a'bor ele la mañana, cabe las vegas del seYeno río, en humo y sangre la hecatombe horrenda del combate mortífero y sombrío.

    Truena aun el bronce ; y castigado cruza el corcel vencedor, que el áire hiende:-ebrio ginete ele l;otín ansioso en su sed y en su cólera le enciende,

    y en alto lleva el brillador alfanje, tras la planta veloz del fugitivo, que huye .turbado _¡jorque ya le alcanza el tajo del acero vengativo ...

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  • 8o CÉSAR BORJA

    Aún me llega al corazón la angustia del último momento del herido, de faz exangüe y de sedientos labios, que dió en mis brazos el postrer vagido.

    Sobre la alfombra ele la grama fértil que los matices de la luz esmaltan, los muertos, tristes, 'de entreabiertos ojos, y de marmórea palidez, resaltan.

    Cruzan, en medio ele amenazas sordas, los prisioneros ele semblante insano: pálidos, torvos, desgarrados, muelos ... ¡ carne cautiva del botín humano 1

    N o para el río su cristal sonante, ni el campo vela su esplendor ... ni el día J Y ayes, blasfemias, alaridos, quejas van á perderse en la extensión vacía 1 •••

    Todo acabó! Sobre la fosa negra repleta de cadáveres, el suelo mas rica y fresca tejerá su alfombra, al almo sol del inmutable cielo ...

    * * * Al otro día, al declinar la tarde, teñida en grana por ,el sol poniente, cruzaba yo los cárnienes del Tiaone cristalino de rápida corriente.

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  • PAISAJES Y HJ

  • 8z CÉ-SAR BORJA ------~

    Suelta la rieacla en el arzón, mi potro siguió ligero al alazán del guía ; y yo, anegado en infinita sombra, extraüo ensue:w en mi interior seguía.

    * -Soü~ que, un valle encantanclor cruzando, de largo viaje en la postrer jornada, iba yo ~1 un bosque del Oriente, en donde vivía el bien ele mi ilusión dorada.

    La Ninfa Gloria ele mis sueüos, era,-gallarda niüa ele inspirada mente, de garzos ojos y cabellos rubios,· cei'ida en mirtos y laurel la frente.

    La ví en mi edad ele primavera hermosa, de un bello día en la feliz maüana, so nióme dulce con su:s lindos ojos, y con su boca ele encendida grana.

    Lampo ele luna de serena noche, en limpio lago que besó la brisa, asi fue en mi alma el luminoso efluvio ele ése mirar que me baüó en sonrisa.

    Cautivo de ella, la seguí ele entonces, un día y otro sín contar los clías,-hacia aquel bosque donde huyó á mis ojos la dulce Egeria ele las ansias mías.

    Llegué muy cerca ele la selva, cuando ya desataba el ruiseñor sus trinos, en el silenci:> ele apacible tarde y entre las fronda.s de lozanos pinos.

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  • PAlSAJES Y RECUERDOS

    Ardiendo en ansias castigué á mi potro, que hirió con paso resonante el suelo ... Mas, ¡oh prodigio y desventura! el bosque se iba alejando de mi loco anhelo ...

    Y huyó á mi vista, y se mudó en llanura, de polvo estéril y de zarzas llena ; y un sol de fuego en.la mitad del día, caldeaba el aire y la rojiza arena.

    ¡Oh desencanto á mi ilusión! En vano con vista ansiosa escudriñé el desierto. Inútihnente castigué á mi potro, que dócil iba á mi capricho incierto.

    No hallé á mi paso dirección, ni huella de planta humana, ni de fieras rastro. Doquier la inmensa soledad dormía, bajo el aliento abrasador del astro.

    Loco, sediento, sudoroso el bruto, por mí hos.tigaclo, en la extensión volaba, hacia espejismos de lagunas tersas que la fulgente reflexión forjaba.

    Pero también, como el perdido bosque, despa"recieron en los .

  • CÉSAR BORJA ------- '-----------

    Cual si oyera el clarín de la batalla se irguió mi potro, perspicaz y vivo,- . la oreja inquieta, la cerviz nerviosa, y rudo el paso y á la vez esquivo.

    Rebelde al par que al acicate al freno, y un bote y otro intempestivos dando, giró de un salto, recogida el anca, y partió en fuga de terror, bufando.

    Ah! Ya era tarde! E11 polvoriento nublo como la tromba que el Simotm levanta, espega turba de feroces lobos, en carrera frenética adelanta.

    Crecen, se acercan en tropel furioso, de salo en salto, como turbias olas; fulgor siniestro de sus ojos lanzan, y al aire agitan las hisurtas colas.

    Ciérranle el¡~aso á mi alazán; se agolpan, ladran, le hostigan, amenazan, muerden; ágiles saltan, se retuercen, caen, mas no el furor ni la distancia pierden.

    Raudo, valiente, en volador escape tendido, el potro los .rechaza y huella. Vibra mi fusta en la feroz jauría, y cien hocicos puntiagudos sella.

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  • PAISAJES Y RECUERDOS ------------------ ----------------------

    Cuál, con el lomo destrozado aúlla; cuál, roto un miembro se retuerce y vuelca; cuál, á quien recio le cegó el azote, la testa, en sangre y en dolor, revuelca.

    Mas ¡ah!, son mtlchos en famina y odio, furia salvaje que les da denuedo: cobardes son, pero, en alianza torpe, pierden el odio y la famina el miedo.

    Tenaces son! En repetido asalto, la fusta muerden y en mi brazo hieren ; los breves miembros del corcel destrozan; pónense en valla y derribarle quieren.

    Mas, no en tan rudo y desigual combate mi noble bruto ni mi brazo cejan; que mi agil" potro y mi acerada fusta cien craneos torpes destrozados dejan ...

    Pero innúmeros, tenaces, ya dispersos, ya en enjambre, ii1stigados por el odio, instigados por el hambre, la carrera ele mi potro siguen; saltan, se atropellan, se disputan, se entrechocan, se abalanzan, y se estrellan en mi látigo vibrante y en el pecho palpitantante ele mi rápido corcel.

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  • 86 CÉSAF BORJA

    Son innúmeros, tenaces, y es inmensa la llanura; y á rendirme sólo esperan la callada noche obscura. Ya mis carnes y las carnes de mi potro, sangre manan ; y las fieras la olfatean, gimen, gruñen y se afanan m.is hambrientas, más feroces:-tan ligeras y veloces cual mi rápido corcel.

    Raudo vértigo arrebata á mi bruto en la carrera; y, en relincho agudo, lanza honda queja lastimera ! ... Y, á su queja y á la queja ele mi ronco pecho herido, las salvajes fieran rompen en frenéticv alarido. Y me asaltan y me rozan y me muerden, y destrozan los ijares del corcel.

    Sobre el haz de la llanura la siniestra iloche avanza ... Ya flaquea mi caballo, y flaquea mi esperanza! Vuelvo á Dios mi pensamiento; pongo en lo alto la mirada; y en la atmósfera, sombría cual la estepa desolada, sobre mí se ciernen lentos, negros, hórridos, h8 mbricntos los rapaces del festín.

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  • --~-- _____ P_A_IS_A_Jl_

  • Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

  • PAISA]l

  • PAISAJES Y IU:CUERIJOS

    Allá, en lo oscuro del fondo, ardía, regada en ascuas, sangrienta lumbre, entre el rescolclo.clel hogar negro, bajo la soml;ra ele la techm'nbre.

    Nfeclroso y ciego, ele tu ve el paso, cual nauta envuelto por las neblinas, con las negruras en torno mío, y con las ascuas en mis retinas.

    Un haz ele caucho prendió el baquiano; lanzó el flamero sus resplandores, y huyó la corte de las tinieblas con sus manteos y sus terrores.

    Ya puesto en ira, l~dró el mel\unpo ele ojos ardientes, al pié ele un lecho donde una bella joven tenía la faz ele un mozo sobre su pecho.

    Dulce triguei'la de garzos ojos, ele esas que en Tiaone la vega cría, que andan con gracia, meciendo el talle, y hablan con dejos ele melodía,

    velaba el sueüo del mozo herido, sueltas las ondas de su cabello,

    · cualVenus triste, que en la espesura, gimió abrazada ele 1\clonis bello.

    Separó al joven ele su regazo ; elióme á su lado rústico asiento, y, puesta en llanto, bajo los oins, triste el se:nb'antc>y el ¡:ens:m~ient:).

    C)l

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  • CÉSAR BORJA

    Con honda pena miré al mancebo ; con honda pei1a pensé en su suerte ... ¡Viril renuevo ele sangre hermana con germen de odios hasta la muerte ! ...

    De sus dolores en el letargo, gimiendo á veces, como convulso, dormido estaba, marchito el rostro, la piel ardiente, febril el pulso.

    Con voces quedas probé á sacarle ele entre las sombras ele su beleüo; y lento y débil abrió los ojos donde piadosu flotaba el sueño.

    ¡Con cuánta pena le ví dormido! ¡Con cuánta pena le ví despierto! ¡Viril renuero de S

  • PAIS,\JRS Y RECUERDOS

    Pintó el horror ele la sangrienta rota, cuando él ya en tierra y destrozado y yerto, quedó en el campo en abandono i_mpío, por las malezas del jaral, cubierto.

    -"Mas ah !"-me elijo-y señaló á la jon:n poniendo en ella una mirada intensa-"voló el amor y me arrnacó á la muerte, y aquí me trajo su ternura inniensa."

    1

    "Y, ya me véis, como el feliz Adonis ele amor cuidado para dulces vidas." Y, así diciendo, me mostró sus carnes por la metralla del combate heridas ...

    ¡ Cuánto sarcasmo en su dolor había! ¡ Cuánto· amargo dolor en su estoicismo, y, en sus labios sardónicos, qué amarga 1

  • C~:SAR IJORJA

    "La patria misma para mí se acaba! ¡Cuántos, por ella al inmolarse, har1 sido héroes sin nombre que su sangre dieron,~ héroes sin nombre,

  • PAISAJ !

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  • PAISAJES Y RECUERDOS 97 ---------- --- ··----

    \Tn'

    Ya recOgiÓ la güe1:ra su negro· pabdlón ensangrentado ... Ya vino, en paz, á aclormercer la tierra . la noche, y, co11 s.u hál~amo beleñ,o, á aliviar las fatiga's de"] soldado.. . Ya cubre á todos la pi~dad del süeñ.o: la hueste yace, y sin zozobras duérnle; en todo pecho eL corazóri repos.a, sin pena ni cuidado, . . . el odio en calma, y ,el furor, inerme .. : Bajo el ala ele lumbre del ensueüo, descansa el Capitán afor:tunado, junto á su espada espléndida y gloriosa: y yace, bajo el suelo desgarrado, repleta ele cadáveres, la fosa.

    Sombra y silencio en el vivac. El viento cruza y esparce en la profunda noche la voz del mar lejano, ó el acento estentóreo y marcial del centinela, ele alerta y ele temor. Mi pensamiento, mártir .insomne, ~-olitario vela.

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  • ¡ Ah, sí l Vela en mi mente, en cuadro fiel y vivo, la noche triste de mi hogar ausente donde mi esposa inconsolable llora, lejos de mí, á su hermano ... Y oigo la voz de su dolor demente, que á mi alma llega, cuando en vano implora á Dios, y ruega, y le suplica en vano que aparte del hermow adolescente á la pálida muerte aterradora, que puso en él su inexorable mano ..

    • • • • • • • • • • : • ••••••••• o ••••••••

    ¡Cuántos dolores á la vez juntaron, para amargarme el corazón, sus hieles !-Los que, en estruendo y en fragor, regaron sobre el campo de luz de estos vergeles, donde corrió nuestra niñez florida,-el plomo y la metralla, la furia sin piedad de la batalla, y la furia del odio fratricida ! ... Y los que trajo para mí á estas playas, en triste nueva ele mi hogar salida, el negro barco mismo en que antes vine sobre el turbio· abismo desde el hermoso piélago del Guayas 1 ...

    ¡Cómo me trae ele mi hogar h Suerte al bello edén ele los recuerdos míos, y abre mi hogar á la traidora Muerte y á los imsomnios del dolor, sombríos! ... ¡Y cómo, al par que ennegreció mi ausencia, enlutando mi dicha y mis amores, tiüó en sangre el vergel de mi inocencia, y anegó mis recuerdos en dolores! ...

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  • ~-~~--~- ~I_SA_J_E_S _Y ~J

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  • I '¡ )C URCA el hondo remanso la piragua, ~-:>al pié de umbroso platanal esbelto, 01 c)cuyo follaje satinado y suelto

    copia en su seno tembloroso el agua.

    Arden las playas, _al fulgir de fragua del Sol estivo ; y, eri: la luz envuelto, relumbra, en chorros el raudal, disuelto sobre un áspero lomÓ de cancagua.

    Como dormidos en la siesta ardiente, yacen los campos ; y, en el haz ele grama del llano, esplende el implaca~le Estío.

    Y cruza, y riega en el cristal luciente del Esmeraldas,. su sonora gama el mirlo negro, trovador del río.

    ..

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  • 102 CÉSAR BORJA

    II

    Y al bohío llegué de "Los V erjeles", palacio agreste de pambil, seguro, fresco, espacioso, sin tapiz impuro;. ele enrejados clarísimos dinteles.

    Diéronme pomas de sabrosas mieles, café oloroso, enardecido y puro, ricos vegueros ele tabaco oscuro y el filtro de Cognac .de Jos Marteles.

    Bebí el néctar ele Siria y el de Galia, prendí una breva y aspiré su algalia en humo blanco, de sutil beleño.

    Me eché en la hamaca, y, á su arrullo blando, soñé despierto y me dormí fumando,-clu\ce á mis ojos el placer del sueño.

    Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

  • III

    Y al mecer de la hamaca arrulladora, de bronco ritmo, perezoso y largo, lleno mi labio del sabor amargo de la cálida breva embriagadora;

    la rima oyendo del palmar, sonora, medio dormido ó en vigil letargo ; y en el profundo delicioso embargo de una griega visión encantadora,

    soñé que estaba bajo fresca umbría, . ! con las ninfas y el sátiro ( ¡oh milagro del café y del cognac! ) en la espesura:

    Soñé y soñé, y en el sopor del día sonó el rebuzno del salvage onagro, como un grito de Pan en la llanura.

    Esmeraldas, 1882.

    Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

  • Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

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    STA en su dulce atardecer la iÍ1fancia, siempre hermosa y fresquísima y eterna, de un paisaje del trópico, escondido

    en los pensiles ele repuesto afluente del Guayas,-allá lejos,clonde el flujo del mar;· ele linfas áridas no llega.

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    Es un. paisaje del Eclen-pcrcliclo en los albores da la Tierra antigua,-dori.de aun palpita esplendoroso y grato, en vida y !tunen, el amor del Verbo.

    Es un lecho de grama rica y blanda, en su ternura original, ele vCl'de y oro, en cambiantes de peinada felpa, por donde ruedan, en retozo ele ondas, el céfiro, el color y la fragancia.

    Es una alfombra, con primor tegida, de tallos, hojas y silvestres flores y céspedes y frondas y rocíos,-que allá se esfuma en horizonte, ó muere al pié del bosque, ó se levai1ta y cubre, bajo sus pliegues verclegay, las lomas.

    Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

  • CÉSAH BORJA ------------------------~----------~---

    Árboles seculares :-robles viejos ele obscuras copas y dorados lises ; bellas acacias ele purpúreos ramos ; guachapelines ele ramaje esbelto; y graciosos arbustos, y follajes en mucheclmnbres ele bTillantes foglias, ele trecho en trecho la llanura esmaltan, sobre claros ele rosa, y se perfilan bajo la dulce claridad del cielo.

    Corta al paisaje encantador el agua que, en cauce angosto, rebosante brilla y en sesgo curso dilatado. Viene ele allá, ele lejos, ele la pampa inmensa, donde su ponto florecido y fresco tiende y dilata, en soledad salvaje, la tembladera ele plumosa fauna.

    De allá deriva, nimoroso y blando, á flor del suelo en primavera, el río.

    Oh qué tersura ele 'cristal ! ¡ Qué lampos, qué sombras pulen su rodar eterno ; qué róseas nubes y verdores suaves, en sus profundas claridades tiemblan!

    Ora es el fleco del grama!, que flota; ora la vega, en cuyos frescos tallos mecen los lirios su soñar ele nieve, enamorados ele su imagen blanca.

    Ora es la garza, que, en un pié, contempla, en la tersura del eristal, el ampo ele sus plumones rc;cogiclos. Ora esbelto grupo ele bambú elegante, ele cuyas verdes ttntblacloras cimas cae la sombra, en placidez ele ensueño á dormirse en el fondo del remanso.

    Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

  • RIO ARRIBA l 07 --------- ···-·-----·- ------------'-

    Ora el palmar de empenachadas cumbres, que dibuja en las aguas sus astiles, y en las alturas ele sus frondas canta, ebrio de savias y de luz, al viento.

    Ora es un lienzo de celaje, un trozo de azures róseos, en serena imagen bajo el bruñido resbalar sin tregua de la argentada transparente linfa.

    O es el sembrío del aduar montuvio. aduar risueño ele techumbres pardas, acreas y humildes ; platanales glaucos, canteros rubios y emparradas flores.-Todo ello el río en su cristal de espejo, inquieto y hondo, embellecido, copia.

    Y es la tarde muy bella: Sol ele mayo, de luz dorada y fresca, ya se inclina ; ya raya el verde de la pampa, en haces; ya colora los cielos; ya colora de grana en toques, y en purplíreos tintes, las copas de los árboles, y riela, en manchas rojas, en el haz del río.

    Ya hay quietud y misterio: más temprano pasó arrastrando su ruidosa orquesta el viento alado, trovador salvaje, viajero trovador de eternas jiras.

    Oh música del viento! Riza y canta, estremece y doblega, tañe y pulsa !

    Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

  • CÉSAR BORJA

    Y todo, al ritmo y á la voz del viento, se levanta y resuena: árboles, juncos, prados, vegas, palmares y espesuras, talio en coro magnífico responde, en fantástica danza atronadora ele clamores y apóstrofes,-en himnos ele selvático acento. La corriente del manso río se alboroza; rasga sus verdes linfas, y en menudas olas, fiorclelisadas ele sonante espuma, á combates olímpicos se entrega, en medio al rudo festival salvage del vie11to trovador ele la esp~sura.

    Ya pasó el trovador: de campo en campo va regando su música sublime de epopeya triunfal y ele perfumes.

    Reina un silencio pláciclo,-en su seno, dilata el eco temblador, mil voces: dejos, notas, gemidos y cantares lejanos y pianísirnos-agreste müsica extraña ele encantado ritmo, y dulce solitaria melodía.

    Es, ya un arrullo ele paloma; un raudo aleteo sonante ; ya un chasquido ele rama seca; ó la joy;mte risa ele dos frondas en ósculo; un gorjeo ele amor, á clüo 1 ímpiclo, ó la flauta de armónica inflexión ele la colemba.

    Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

  • RIO AR