Biblia Como Palabra de Dios

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BIBLIA COMO PALABRA DE DIOS REVELACION EN LA HISTORIA Y A TRAVES DE LA HISTORIA LA BIBLIA ESCRITA EN LENGUAJE HUMANO EL TEXTO DE LA BIBLIA LA BIBLIA ES PALABRA DE DIOS: INSPIRACION EL CANON DE LA SAGRADA ESCRITURA LA SAGRADA ESCRITURA: HISTORIA DE LA HERMENEÚTICA LA SAGRADA ESCRITURA: EL ALMA DE LA TEOLOGÍA (DV 24) LA INTERPRETACION DE LA BIBLIA EN LA IGLESIA LA SAGRADA ESCRITURA COMO FUENTE O “LUGAR” TEOLÓGICO

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BIBLIA COMO PALABRA DE DIOS

REVELACION EN LA HISTORIA Y A TRAVES DE LA HISTORIA

LA BIBLIA ESCRITA EN LENGUAJE HUMANO

EL TEXTO DE LA BIBLIA

LA BIBLIA ES PALABRA DE DIOS: INSPIRACION

EL CANON DE LA SAGRADA ESCRITURA

LA SAGRADA ESCRITURA: HISTORIA DE LA HERMENEÚTICA

LA SAGRADA ESCRITURA: EL ALMA DE LA TEOLOGÍA (DV 24)

LA INTERPRETACION DE LA BIBLIA EN LA IGLESIA

LA SAGRADA ESCRITURA COMO FUENTE O “LUGAR” TEOLÓGICO

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BIBLIA COMO PALABRA DE DIOS

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La Sagrada Escritura es palabra de Dios porque da testimonio de la revelación del Padre, que de muchas maneras y modos se comunica a los hombres para hablar con ellos.

La Escritura es el diálogo y coloquio que Dios realiza con los hombres de forma permanente “En los libros sagrados, el Padre, que está en los cielos se dirige con amor a sus hijos y habla con ellos” (DV 21).

El diálogo de Dios con el ser humano es un diálogo de amor, de amistad, toda la Escritura nos lo va presentando así de modo ascendente: Ex 33, 11 “El Señor hablaba con Moisés cara a cara, lo mismo que un hombre habla con su amigo”; Ba 3, 38 “La Sabiduría se ha derramado sobre la Tierra y ha conversado con los hombres”; Jn 15, 14-15 “Vosotros sois mis amigos[…] No os llamará ya siervos, sino que os llamo amigos”.

Al revelarse, Dios habla el lenguaje de la amistad y el amor

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La biografía del hombre es, en el fondo, una biografía de la palabra. El respirar y movernos nos hace seres vivientes, pero solo mediante la palabra, fundamentalmente la palabra dirigida a otro, el hombre se hace persona, hombre en el pleno sentido de la palabra.

La palabra configura las tres principales funciones del ser humano. La palabra es información: esta palabra es objetiva, la más adecuada para la ciencia, la historia. Ésta es también expresión, todo ser humano que habla dice algo de sí mismo. La palabra es llamada; por su naturaleza la palabra humana busca al otro, ya que el hombre es relación.

La palabra directa o indirectamente, es llamada a otro y por su misma direccionalidad, busca una respuesta. Esta puede ser asentamiento o rechazo, admiración o desafección, pero nunca puede quedar sin respuesta.

La palabra proporciona a cada uno la revelación de sí mismo en su recíproca relación con el otro; el hombre se hace <<yo>> en el diálogo con un <<tú>>.

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Dios llama, convoca, interpela a los hombres: es la función apelativa de la palabra. Los creyentes escuchan, acogen y viven la Palabra de Dios, son los llamados, la asamblea de los convocados, la Ekklesía.

Dios enseña al hombre. La Palabra de Dios juzga, promete, consuela, enseña. Pone al descubierto el misterio del hombre.

Dios se expresa, habla de Sí mismo, se revela a Sí mismo a los hombres, parta invitarlos y admitirlos a la comunión de vida con Él.

Dado que la Revelación es el diálogo entre Dios y la humanidad orientado a producir una comunión de vida que la Sagrada Escritura llama Alianza, las etapas que jalonan la Historia progresiva en esta Alianza, marcan a su vez, el ritmo a los términos del diálogo revelador entre Dios y el hombre.

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“Este plan de la revelación se realiza con hechos y palabras intrínsecamente conexos entre sí, de forma que las obras realizadas por Dios en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y los hechos significados por las palabras, y las palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen el misterio contenido en ellas. Pero la verdad íntima acerca de Dios y acerca de la salvación humana se nos manifiesta por la revelación en Cristo, que es a un tiempo mediador y plenitud de toda la revelación” (DV 2).

Las obras de Dios y de Jesucristo han llegado hasta nosotros a través de una Tradición. Nosotros no hemos sido testigos directos e inmediatos de estos hechos, sino que han llegado a nosotros por medio de testimonios, narraciones. Una palabra, los ha interpretado y nos lo ha transmitido.

Toda la Biblia es la interpretación de la historia de la salvación bajo la forma narrativa, aun existiendo múltiples géneros literarios en la misma.

La conexión entre suceso y palabra lleva a la unión entre Revelación y salvación. El punto culminante de la Revelación, que es Cristo, significa que Dios está con nosotros

REVELACION EN LA HISTORIA Y A TRAVES DE LA HISTORIA

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La Biblia es memoria escrita del Antiguo y del Nuevo Israel, es ante todo, y en toda su extensión palabra humana. Esta no es un libro, sino una colección de varios: códigos de leyes; proverbios; poesía lírica; narraciones; literatura profética; literatura apocalíptica.

La Biblia “habla” tres lenguas: el hebreo, el arameo y el griego. La lengua no es solo un sistema convencional de signos utilizado

por un determinado colectivo, es un modelo interpretativo de la realidad, y, como tal , está formado por las características espirituales de un pueblo, su sensibilidad, sus hábitos, sus constructos mentales.

Es obligado resaltar que los escritores de la Sagrada Escritura no son instrumentos inertes y pasivos en las manos de Dios, ni tampoco simples recopiladores de un material pre-existente. Como dice la Dei Verbum son “verdaderos autores” (DV 11).

Los escritores de la Biblia conservan sus cualidades y temperamento, su mentalidad, sus ideas, su estilo, su lenguaje, características muy diversas entre los autores (inspirados).

LA BIBLIA ESCRITA EN LENGUAJE HUMANO

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Los escritores, tanto veterotestamentarios como neotestamentarios no eran meros compiladores. Entre el material transmitido, ellos han realizado una labor de selección, de estructuración, de coordinación del material del que disponían, aportando cada uno sus talentos.

El Evangelio según Marcos es mucho más espontaneo y popular que en Mateo donde aparece más la seriedad doctoral.

En cuanto a los profetas, también hay diferencias según quien profetice: Amós más cercano al lenguaje del campo (4, 1-3; 6, 1-7); Oseas tiene un lenguaje muy pasional, tanto como esposo traicionado aunque enamorado (2, 1-25). Isaías aparece con un lenguaje más culto y cercano a la política (3, 16; 4, 1).

LA BIBLIA ESCRITA EN LENGUAJE HUMANO

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EL TEXTO DE LA BIBLIA

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No poseemos el original de ningún texto bíblico, pero tenemos testimonios del texto, es decir, ejemplares del texto que han llegado a nosotros a través de numerosas transcripciones durante la cuales el texto ha sufrido errores, correcciones, modificaciones y también revisiones bastante extensas.

Los testimonios del texto son muy variados. Unos se denominan directos, aquellos que reproducen el mismo texto: o íntegramente (rollos y códices de papiro o pergamino), por secciones o por fragmentos muy pequeños (los ostraca).

La Biblia conserva y transmite la Revelación de Dios, destinada a los hombres de todos los tiempos. El antiguo y nuevo Israel consideraron Palabra de Dios no sólo la Revelación, sino también su noticia escrita, la Sagrada Escritura

EL TEXTO DE LA BIBLIA

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ANTIGUO TESTAMENTO:

Israel siempre consideró la Torah como algo divino, ya que fue dada por Dios y transmitida por Moisés. Poco a poco la Ley se fue poniendo por escrito a lo largo de diversas épocas y haciendo sus correspondientes adaptaciones al momento.

“Todo cuanto el Señor ha ordenado, nosotros lo haremos” (Ex 24, 7). Mediante la lectura y escucha de la Ley, Israel se sitúa, con una fe obediente, frente a la misma Palabra de Dios.

En el Deuteronomio la Palabra o las Palabras no designan ya la palabra pronunciada por Dios, sino la Palabra escrita “La Ley se considera como la expresión codificada de la Revelación divina, a la que está prohibido sustraerle o añadirle nada. Esta noción es ya la del LIBRO SAGRADO, que se desarrolla después del exilio y que acaba por englobar no sólo a la Ley sino también a los libros en los cuales se conservaban los discursos de los profetas, y ulteriormente de los Sabios”.

EL TEXTO DE LA BIBLIA

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Respecto a los profetas: el profeta de Israel, es el que comunica al pueblo un mensaje de parte de Dios. Cuando los oráculos de los profetas se ponen por escrito, a veces por el propio profeta, el libro de las profecías llega consecuentemente a participar de la trascendencia del mensaje oral.

Hacia finales del siglo II a. C. junto a la Torah y a los Profetas, se menciona un tercer grupo de libros, considerados igualmente importantes para la formación espiritual y moral de Israel.

Este tecer grupo de escritos comprende textos de diverso carácter, si bien el género que predomina es el sapiencial. La Sabiduría es identificada con la Torah (Sir 24, 22; Bar 4, 1), con la misma palabra de los profetas (Sir 24, 31, Sab 9, 17); y llega a equipararse con la Palabra de Dios (Pr 1, 20-23). Los sabios de Israel prolongan de alguna manera la herencia profética.

Jesús y la Iglesia primitiva hacen propia la concepción que de los libros del A.T. tenía la Sinagoga: En ocasiones Jesús cierra cualquier discusión apelando a un pasaje del A.T. (Mt 4, 4-10); o reclama una autoridad indiscutible (Mt 21, 13).

EL TEXTO DE LA BIBLIA

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NUEVO TESTAMENTO

En el N.T. no solamente se da el paso espontáneo de la palabra hablada a la palabra escrita, sino que esta última asume el mismo valor, la misma autoridad vinculante que la predicación oral. Dado que ya existe la Escritura del A.T. que es Palabra de Dios, la memoria escrita del pueblo de la Nueva Alianza va a completar las antiguas escrituras.

Jesús cita el A.T. y reconoce su autoridad, pero además se pone incluso por encima de él (Mt 12, 6); (Mt 12, 41-42). Ningún maestro de la ley habla de esa forma; Jesús habla “como quien tiene autoridad y no como los escribas” (Mc 1, 22).

Cuando la predicación de Jesús y su obra de salvación se convirtió en palabra escrita en los Evangelios, saltó en la Iglesia primitiva la conciencia de poseer, encarnada en un libro, la definitiva Palabra de Dios que en la persona de Jesucristo se había hecho presente.

EL TEXTO DE LA BIBLIA

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Los apóstoles, fortalecidos con la autoridad que emanaba de la misión que les fue encomendada, anuncian el Evangelio de la salvación con clara conciencia de ser los mediadores humanos de la definitiva Palabra de Dios, revelada y realizada por Jesucristo (Hch 4, 29, 31; 8, 25). Se llega a equiparar el crecimiento de la Iglesia como un “crecimiento de la Palabra” (Hch 6, 7; 12, 24; 14, 20).

EL TEXTO DE LA BIBLIA

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“De hecho la Sagrada Escritura es Palabra de Dios, en cuanto que ha sido escrita bajo la inspiración del Espíritu Santo” (DV 9).

“Las verdades reveladas por Dios que se contienen y manifiestan en la Sagrada Escritura se consignaron bajo inspiración del Espíritu Santo. La Iglesia, según la fe apostólica, tiene por santos y canónicos los libros enteros del Antiguo Testamento y del Nuevo con todas sus partes[…] tienen a Dios como autor y como tales se le han entregado a la misma Iglesia” (DV 11).

En los estudios bíblicos, el término inspiración, remite al de Espíritu de Dios, y este aparece siempre en acción, se le atribuye el poder de Dios en acción ( Gn 1, 2; JU 13, 25; Ez 37, 9).

En todas estas manifestaciones del poder de Dios en acción destaca que Dios mediante Su Espíritu, inviste lo humano y lo proyecta más allá de sí mismo.

Es importante para esclarecer el tema de la inspiración en la Sagrada Escritura la presencia del Espíritu en los protagonistas de la historia de la salvación, y fundamentalmente en los profetas.

LA BIBLIA ES PALABRA DE DIOS: INSPIRACION

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La íntima conexión entre Espíritu de Dios y Palabra escrita aparece ya en el A.T. “Tu los amaestrabas con tu Espíritu por boca de tus profetas” (Ne 9, 30); “Ellos endurecieron su corazón como un diamante para no oir la Ley y las palabras que el Señor de los ejércitos les dirigía mediante su Espíritu por medio de los profetas del pasado” (Za 7, 12).

El N.T. comparte con el Antiguo el vínculo entre Palabra de Dios incluso escrita y el Espíritu de Dios. “es necesario que se cumpla cuanto el Espíritu Santo ha predicho en la Escritura por boca de David“ (Hch 1, 16).

Hay dos textos del N.T. paradigmáticos acerca de la inspiración de la Sagrada Escritura. La segunda carta de San Pedro exhorta a tener en cuenta que “ninguna profecía de la Escritura es objeto de interpretación personal, ya que nunca ha sido proferida por voluntad humana, sino que movidos por el Espíritu Santo hablaron aquellos hombres de parte de Dios” (1 P 1, 16-21).

LA BIBLIA ES PALABRA DE DIOS: INSPIRACION

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En el otro texto, San Pablo conmina a Timoteo a permanecer firme en lo que ha aprendido mediante las Letras Sagradas, y fundamenta su exhortación en el hecho de que “toda Escritura está divinamente inspirada” (2Tim 3, 17).

El tema de la inspiración de la Escritura se plantea por el hecho de que la Revelación divina no trae su propio lenguaje y Dios utiliza en ellas las formas de la comunicación humana. La doctrina y vida salvadoras que Dios desea transmitir exigen por coherencia una garantía de veracidad en los escritos que de hecho las transmiten.

El Concilio Vaticano II insiste en que el escritor no es un simple ejecutor pasivo en las manos divinas, sino un hombre elegido que escribe como verdadero autor del texto. Éste, es la persona que estudia reflexiona y comunica con su obra escrita la experiencia de la que ha sido protagonista, y los acontecimientos que ha conocido por sí mismo o por otros.

LA BIBLIA ES PALABRA DE DIOS: INSPIRACION

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La Dei Verbum usa, también, la idea de autor, aplicada a Dios, con el fin de expresar la actividad divina trascendente en relación con la Palabra escrita, y la coordina con la actividad humana del escritor sagrado, al que la inspiración impulsa y envuelve sin privarle de iniciativa y libertad.

El Concilio se apoya de este modo en la categoría de instrumentalidad aplicada a los redactores, pero no los llama instrumentos, sino “verdaderos autores” (DV 11).

Esta idea ya aparece en la Encíclica Divino Afflante Spiritu, de 1943, afirmando que la inspiración ni sustituye la plena, libre y consciente actividad del autor humano, dado que no se reduce a un dictado por parte de Dios o a una posesión del escritor por parte de la divinidad.

La Sagrada Escritura, como Palabra de Dios que es, debe acercarse también, dejarse configurar por el Misterio de la Encarnación, esta es, usando la analogía, el cuerpo de Cristo.

LA BIBLIA ES PALABRA DE DIOS: INSPIRACION

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Siguiendo a Ángel Cordovilla podemos citar al teólogo Hans Urs von Balthasar. Para este autor el problema de la interpretación y sentido de la Escritura es, en el fondo una cuestión cristológica

“la relación, entre el sentido literal y el sentido espiritual de la Escritura es un problema cristológico y ha de solucionarse haciendo que los dos sentidos se relacionen como la naturaleza divina de Cristo. Lo humano es el medium de la revelación de lo divino; medium accesible en primer término; medium que encubriendo se manifiesta; medium que en la resurreción se hace transparente, pero que no podrá suprimirse in liquidarse por toda la eternidad”·

Algo similar quiere decir la DV (13) al afirmar que “ Las palabras de Dios expresadas con lenguas humanas se han hecho semejantes al habla humana, como en otro tiempo el Verbo del Padre Eterno, tomada la carne de la debilidad humana, se hizo semejante a los hombres”

LA BIBLIA ES PALABRA DE DIOS: INSPIRACION

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Cristo está presente y permanece en su Iglesia a través de la Sagrada Escritura. Toda ella es un gran y único discurso sobre Cristo. La Escritura forma su cuerpo para nosotros hoy, pues en ella los misterios de su vida se hacen presentes contemporáneamente a los creyentes.

Desde esta estrecha relación entre la Escritura y el cuerpo de Cristo se puede entender la conocida expresión de san Jerónimo “Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo”.

Por su parte el Catecismo de la Iglesia católica recoge un bello texto de San Agustín, donde se deja patente el sentir de toda la tradición patrística “Recordad que es una misma Palabra de Dios la que se extiende por todas las Escrituras, que es un mismo Verbo que resuena en la boca de todos los escritores sagrados, el que, siendo al comienzo Dios junto a Dios, no necesita sílabas porque o está sometido al tiempo”.

Ángel Cordovilla El ejercicio de la Teología. Ed. Sígueme, Salamanca, 2007, p.115.

LA BIBLIA ES PALABRA DE DIOS: INSPIRACION

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Al igual que la Escritura puede y debe ser leída junto con el Misterio de la Encarnación, así mismo es obligado remarcar la estrecha relación entre Sagrada Escritura y el Espíritu. Espíritu que habla en la Iglesia; en el Espíritu fue escrita, y en la Iglesia y bajo la guía de dicho Espíritu debe ser interpretada.

Se puede afirmar, siguiendo a Karl Rahner, que la Sagrada Escritura es uno de los elementos esenciales amén de constitutivos de la Iglesia “En efecto, existe la Sagrada Escritura, y ella es esencialmente un libro de la Iglesia; ella es reconocible como Sagrada Escritura solamente a través de ella, ella ha sido dada para la Iglesia, solamente ésta puede interpretarla y actualizar su interna naturaleza”

En palabras del teólogo alemán esta labor interpretativa la tiene la Iglesia apostólica, de la que la Escritura es como parte constitutiva “La Escritura del Nuevo Testamento surge como un proceso vital de la Iglesia: ella es el sedimento de lo que fue predicado y transmitido como fe en la Iglesia y para la Iglesia”

LA BIBLIA ES PALABRA DE DIOS: INSPIRACION

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Esta inspiración esta atestiguada ya desde el A.T., aunque sea desde la Revelación, cuando esta llegue a su máxima expresión con Cristo “en la medida en que Dios produce para la Iglesia el Antiguo Testamento como una auténtica cristalización de su prehistoria, Dios mismo inspira el Antiguo Testamento y se convierte a sí mismo en su autor”

La Escritura es la voz del Espíritu a la Iglesia, pero también es el ámbito en el que ella es ofrecida y entregada a la comunidad de los creyentes, como Palabra de Dios y expresión objetiva de su ser.

La Tradición es la conciencia viva de la Iglesia, la posibilidad de comprensión de la misma Escritura. Si Cristo es la revelación definitiva en el que se concentra la historia anterior y posterior, la historia que acontece desde Cristo tiene que ser comprendida como anámnesis (conmemoración) de ese acontecimiento último y escatológico.

Este recuerdo debe realizarse a través de alguna realidad objetiva, realidad a la que la comunidad pueda acudir, una realidad de carácter normativo. Esta realidad es la Sagrada Escritura.

LA BIBLIA ES PALABRA DE DIOS: INSPIRACION

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Suele denominarse canon a una norma que rige un pensamiento o una doctrina. Es utilizado en muchos campos dentro del conocimiento, en muchas parcelas del saber humano.

Durante los primeros siglos de historia del cristianismo, con el término canon, se designa, en palabras de san Clemente Romano “la magnífica y sublime regla de la Tradición”. También este término para otro Padre de la Iglesia designa la “regla de la fe” o la “regla de la verdad” (san Ireneo).

Para el uso del concepto de Canon es importante el significado de “norma” que va adosado a dicho término, entendido este como norma de la verdad cristiana.

Respecto al Canon del A.T. dentro del cristianismo, siguiendo a Valerio Mannucci, se observa que estos no recibieron del judaísmo ningún Canon ya definido de todos los libros que posteriormente formarán el corpus de sus Libros Sagrados.

EL CANON DE LA SAGRADA ESCRITURA

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La relación entre el judaísmo y las primeras comunidades cristianas a la hora de fijar un Canon, fue intensa, la fijación del Canon hebreo y la del cristiano corren de la mano durante los primeros siglos, tanto para alejarse como para acercarse entre ellos.

Respecto al N.T., ya en el siglo II, san Justino testimonia que los Evangelios eran leídos junto con los escritos de los profetas en la liturgia eucarística “En el día llamado del sol (es decir, el domingo) nos reunimos en un mismo lugar, de la ciudad y del campo, y se hace la lectura de las Memorias de los Apóstoles (en 1, 66, Justino añade: llamados Evangelios) y de los escritos de los Profetas, mientras en tiempo lo permite”

Después de muchos avatares, de muchas reflexiones, oraciones, de mucho dirigirse a Dios para pedir que este iluminara su camino, la comunidad cristiana, en el Concilio de Trento ( si bien ya en el de Florencia en el Decreto para los Jacobistas de 1441, este canon ya está prácticamente definido), y como respuesta a los reformadores protestantes, en la sesión del 8 de abril de 1546, el Concilio definió definió definitivamente el Canon.

EL CANON DE LA SAGRADA ESCRITURA

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LA SAGRADA ESCRITURA: HISTORIA DE LA HERMENEÚTICA

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Antes de entrar en el “problema hermenéutico” de la Sagrada Escritura y el puesto de esta como alma de la teología, hagamos un repaso somero por la historia de la interpretación de la Biblia.

Respecto al A.T. Israel nunca ha dejado de reinterpretar su pasado y como este ha sido formado por la Escritura, hay múltiples ejemplos que atestiguan esto, baste algunos como botón de muestra.

La historia Yahvista de los Patriarcas y de Moisés en el siglo X a. C. está reproducida y narrada de nuevo por el autor sacerdotal (P) en el siglo VI según su propia forma literaria y teológica.

El Eclesiástico es, con frecuencia una reflexión existencial sobre temas antiguos y los temas correspondientes: Sir 3 es un comentario del cuarto mandamiento; Sir 15 es un comentario de Gn 3.

En los múltiples casos que esto pasa, se observa un cierto tipo de comprensión, una búsqueda del sentido de la Escritura que parte de la convicción de su carácter, antiguo y nuevo al mismo tiempo.

LA SAGRADA ESCRITURA: HISTORIA DE LA HERMENEÚTICA

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Consciente de que la Escritura debía ser la norma de vida para la comunidad de los creyentes aun a través de los cambios que experimenta la historia a lo largo de sus diversas edades, el judaísmo intertestamentario se percató de la necesidad de una interpretación oficial de la Sagrada Escritura.

Así es como nació la Midrash (búsqueda, del verbo darash= buscar), donde se explicaba el desarrollo de la Escritura desde su aspecto histórico, o profético (la haggadá, de naggad= narrar), así como desde su aspecto legislativo (la halaká, del verbo halak= caminar).

En cuanto al N.T., hay que decir que es Jesús el verdadero y definitivo exégeta, del Padre “A Dios nadie lo ha visto jamás: sólo el Hijo Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha revelado” (Jn 1, 18).

Además hay que destacar que Jesús es hijo de su tiempo, y al hablar con los judíos utiliza sus mismas técnicas exegéticas. Sirva de ejemplo el caso de la discusión acerca de la resurrección (Mt 22, 23-32), aquí Jesús recurre a Ex 3, 6 (“Yo soy el Dios de Abraham y el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”)

LA SAGRADA ESCRITURA: HISTORIA DE LA HERMENEÚTICA

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Aquí se observa como argumenta según la manera haggada: “Pues bien, no es Dios de muertos, sino de vivos”.

La Iglesia primitiva toma a Jesucristo como principio hermenéutico. Para ellos comprender todas las Escrituras significaba leer en ellas a Cristo y la realidad cristiana, con la plena inteligencia que les había proporcionado la resurrección de Cristo “Estas son las palabras que yo os decía cuando estaba todavía con vosotros: es preciso que se cumplan todas las cosas escritas acerca de mí en la ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos. Entonces les abrió su mente a la inteligencia de las Escrituras” (Lc 24, 44).

En los Padres de la Iglesia también hay ese esfuerzo de reinterpretación de la Sagrada Escritura; el primero es hacer esa gran reflexión sobre el problema hermenéutico es Orígenes. Con la edición de las Héxaplas, este hace una crítica textual con el fin de establecer y estudiar rigurosamente el texto de la Escritura.

Este autor sienta las bases de interpretación del doble sentido de las Escrituras, el sentido literal (o histórico), y el sentido espiritual.

LA SAGRADA ESCRITURA: HISTORIA DE LA HERMENEÚTICA

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Los dos sentidos antes mencionados en la interpretación de la Sagrada Escritura (literal y espiritual), usados por los Padres, en la exégesis medieval se articula en cuatro puntos, esto es, historia, alegoría, tropología y anagogía.

En el contexto global de la Sagrada Escritura, el intérprete distingue ante todo una historia: la serie de intervenciones de Dios en la historia de la salvación. Pero esta historia esconde el Misterio de Cristo, donde se distinguen varios niveles: lo que mira a la realidad histórica de Cristo y de su Iglesia, constituye la alegoría pura y simple; lo que ofrece una doctrina capaz de regular la vida cristiana, constituye la tropología; lo que se refiere a las realidades celestes y escatológicas, objeto de nuestra esperanza, constituye la anagogía.

Este no es el único método de exégesis, la Lectio Divina, buscaba en la Biblia “el alimento de una fe que, a partir de los textos sagrados y de los hechos referidos por ellos, pretende conocer el misterio de Cristo y de la Iglesia, para que la Iglesia se despliegue en existencia cristiana y contemple en forma anticipada la eternidad hacia la que camina”

LA SAGRADA ESCRITURA: HISTORIA DE LA HERMENEÚTICA

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Importante es mencionar la Reforma protestante y su influencia en la exégesis, amén de la respuesta católica, el Concilio de Trento.

La Reforma devolvió al primer plano el problema de la Escritura y su interpretación. El principio escriturístico sobre el que pretendía fundarse toda la Reforma, el principio de sola Scriptura, en realidad conrrespondía a la introducción en la cristiandad de un nuevo principio hermenéutico.

Algunas frases de Lutero pueden aclarar el problema “La Escritura reine por sí misma y que no quede expuesta por mí espíritu o por el de los demás, sino que sea entendida por sí misma y por su espíritu”; “Yo no puedo soportar que se pongan límites o formas de interpretar la Escritura, ya que la Palabra de Dios, que enseña toda libertad, no debe ni puede estar cautiva”.

Este es el motivo por el que el Concilio de Trento sintió la necesidad de oponerse a la Reforma con otro principio hermenéutico, proponiendo de nuevo a los creyentes la Iglesia y la Tradición como el lugar donde se conserva y desarrolla la Palabra de Dios.

LA SAGRADA ESCRITURA: HISTORIA DE LA HERMENEÚTICA

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“Para reprimir los ingenios demasiado engreídos (el sacrosanto Concilio) declara que nadie, basándose en su propio conocimiento, en cuestiones de fe y costumbres referentes a la doctrina cristiana, plagando la Escritura a sus propios modos de ver, se atreva a interpretarla contra el sentido que ha tenido y tiene la santa madre Iglesia, a la cual corresponde juzgar el verdadero sentido e interpretación de las Sagradas Escritura, ni contra el unánime sentir de los Padres , aun en el caso de que tales interpretaciones no hayan de ser jamás publicadas, y quien contraviniere, sea denunciado a los ordinarios y castigado según el derecho”.

Durante el Renacimiento, los humanistas del s. SVI inauguraron un nuevo modo de acercarse a los textos antiguos. Añaden estos un profundo conocimiento de las lenguas antiguas, y métodos de análisis más objetivos. La crítica moderna textual-literaria-histórica que surge con fuerza en el s. XIX es hija del Renacimiento.

La interpretación de los antiguos se coinvierte en hermenéutica, y se expande fuera de la Iglesia Católica. La actitud prevalente de la exégesis católica fue, al principio de defensa, hasta la aparación de la Divino Afflante Spiritu de Pio XII.

LA SAGRADA ESCRITURA: HISTORIA DE LA HERMENEÚTICA

Page 32: Biblia Como Palabra de Dios

Durante el Concilio Vaticano I, la constitución dogmática Dei Filius, de 1870, ya habla del peligro de la actitud del protestantismo liberal en el estudio bíblico, a lo que la exégesis católica volvió los ojos a Trento.

Posteriormente el Papa León XIII, con la Encíclica Providentissimus Deus (1893), abre la renovación bíblica en el campo católico. Esta Encíclica ofrece indicaciones para lo que se ha llamado el aparato crítico del exegeta, que lo haga capaz de defender a la exégesis católica.

Recomienda el estudio de las lenguas orientales y la ciencia crítica, esta última aplicada bien a los problemas literarios sobre el origen y conservación de los libros sagrados, bien a los problemas sobre la relación entre la Biblia y la ciencia.

El 30 de octubre de 1902 León XIII fundaba por medio de la Carta Apotólica Vigilantiae, la Pontificia Comisión Bíblica, con el objetivo principal de favorecer el progreso de los estudios bíblicos.

LA SAGRADA ESCRITURA: HISTORIA DE LA HERMENEÚTICA

Page 33: Biblia Como Palabra de Dios

La Encíclica Divino Afflane Spiritu de Pio XII del 30 de septiembre de 1943 abrió realmente una nueva era para la investigación bíblica católica. La segunda parte de la Encíclica es una acta de constitución para la moderna hermenéutica bíblica.

“La primera tarea del intérprete de la Biblia es la de captar el sentido literal del texto y descubrir toda la doctrina teológica en el contenida. Para logarlo debe conocer las lenguas orientales de la Biblia y recurrir a todos los recursos de la filología, de la arqueología y de la ciencia histórica”(EB 547-551).

“La suprema norma para interpretar es revisar y establecer que es lo que se propuso decir el escritor; y a tal fin el intérprete con toda diligencia no pase por alto las nuevas aportaciones que la investigación moderna ha aportado, tratando de distinguir cual es la índole propia del autor sagrado, cuales las condiciones de su vida, en qué tiempo ha vivido, qué fuentes escritas y orales ha manejado, de qué formas se ha valido. Así podrá conocer con más exactitud quien ha sido el hagiógrafo y que es lo que quiso decir en su escrito” (EB 552-554).

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En el ámbito de la crítica literaria, se pone atención a los géneros literarios. “Que es lo que han pretendido significar con sus palabras aquellos antiguos, no es algo que pueda determinarse con solo las leyes de la gramática o de la filología o sacándolo del contexto; el intérprete […] debe discernir claramente que géneros literarios quisieron emplear los escritores de aquella remotas edad” (EB 558-559).

En cuanto a la Pontificia Comisión Bíblica, en 1964 vio la luz un documento acerca de los problemas de la exégesis bíblica moderna. Es el Sancta Mater Ecclesia. Con este texto nos encontramos en pleno inicio del Concilio Vaticano II. La Constitución Dogmática Dei Verbum, constituye la última incursión del Magisterio de la Iglesia en el problema de la hermenéutica bíblica en nuestros días.

LA SAGRADA ESCRITURA: HISTORIA DE LA HERMENEÚTICA

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“La teología se apoya, como en cimiento perdurable, en la Sagrada Escritura unida a la Tradición; así se mantiene firme y recobra su juventud, penetrando a la luz de la fe la verdad escondida en el misterio de Cristo. La Sagrada Escritura contiene la palabra de Dios; y en cuanto inspirada es realmente Palabra de Dios; por eso la Escritura debe ser el alma de la teología. El ministerio de la palabra, que incluye la predicación pastoral, la catequesis, toda la instrucción cristiana y en puesto privilegiado la homilía, recibe de la palabra de la Escritura alimento saludable y por ella da frutos de santidad” (DV 24)

Esta expresión de la Escritura como alma de la teología, de sobra conocida es también usada en el Decreto sobre la formación para los futuros presbíteros Optatam totuis. En este Decreto, se utiliza esta expresión en el artículo 16, texto decisivo para la reforma de los estudios eclesiásticos.

En él se aboga por un método teológico más bíblico e histórico que dogmático y especulativo, donde la Escritura no se utilice únicamente al final de la construcción teológica para probar o rechazar tesis ya definidas, sino desde el principio como fuente y alma de los desarrollos teológicos posteriores.

LA SAGRADA ESCRITURA: EL ALMA DE LA TEOLOGÍA (DV 24)

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En cuanto a la DV, el artículo 24 utiliza tres imágenes, símbolos, para comprender el papel y la función esencial de la Escritura en el quehacer teológico; la Escritura ha de ser el fundamento perenne, la fuente rejuvenecedora y el alma de la teología. Analicemos estos tres aspectos, de un modo sintético, siguiendo el trabajo de Ángel Cordovilla

En primer lugar la Escritura ha de ser el fundamento permanente de la teología. Frente a una utilización como corolario y conclusión de lo que ya se ha propuesto y demostrado, cosa frecuente en manuales anteriores al CVII, se propone a la Sagrada Escritura como inicio que fundamenta y sostiene todo el edificio.

Este fundamento se refiere a la comprensión de la Escritura como un testimonio global de la revelación, inscrito en la tradición viva de la Iglesia. Cuando la teología se aleja del testimonio histórico y personal, de la simplicidad inherente a la Escritura, construye sistemas muy lógicos desde sí misma que al final, terminan por no necesitar a Dios.

LA SAGRADA ESCRITURA: EL ALMA DE LA TEOLOGÍA (DV 24)

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Este fundamento de la Escritura, no puede ser comprendido como algo estático, cerrado, sino como una fuente de vida que rejuvenece a cualquier sistema teológico. No se puede olvidar que el fundamento de la teología lo constituyen la palabra de Dios escrita y la tradición viva.

Así, la teología no debe buscar relacionarse en primer lugar con la palabra escrita, sino con la verdad contenida en el misterio de Cristo, pues la palabra de Dios escrita no agota la palabra de Dios que es Hijo.

La tercera imagen presenta a la Sagrada Escritura como el alma de toda la teología. Esta imagen hay que comprenderla desde la imagen paralela del Espíritu Santo como alma de la Iglesia. El Espíritu es quien hace posible la renovación permanente de la Iglesia, pues el vivifica, unifica y mueve a esta.

La aplicación de esta imagen a la Escritura sugiere en esta, una función nutricia y vivificadora, pues ella es la fuente inmediata de la teología. Ella es la que hace que la teología sea siempre una realidad viva y no algo que permanece anclado en el pasado. Es el centro que unifica, porque en ella se nos hace presente la figura y plenitud de la revelación.

LA SAGRADA ESCRITURA: EL ALMA DE LA TEOLOGÍA (DV 24)

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Toda esta reflexión nos lleva a la cuestión de Dios como “objeto” de la teología. Comprender la Escritura y su estudio como alma, fundamento y fuente del quehacer teológico, significa recuperar su centro y objeto primario.

No se trata pues de una legítima petición de los exegetas frente a los dogmáticos, sino de la necesidad de recuperar el verdadero centro y corazón de la teología: recuperar una teología que vuelve a poner el centro de su reflexión a Dios, y desde Él, busca integrar el resto de las afirmaciones sobre el mundo, el hombre y la historia.

LA SAGRADA ESCRITURA: EL ALMA DE LA TEOLOGÍA (DV 24)

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En 1993 la Pontifica Comisión Bíblica publicaba un documento de importancia capital acerca del tema de la exégesis de la Escritura “La interpretación de la Biblia en la Iglesia”

“La Pontificia Comisión Bíblica ha considerado un deber, cien años después de Providentissimus Deus y cincuenta años después de Divino Afflante Spíritu, procurar definir una posición de exégesis católica en la situación presente. La Pontificia Comisión Bíblica no es, conforme a su nueva estructura después delConcilio Vaticano II, un órgano del Magisterio, sino una comisión de especialistas que, como exégetas creyentes, y conscientes de su responsabilidad científica y eclesial, toman, posición frente a problemas esenciales de la interpretación de la Escritura apoyados por la confianza que en ellos deposita el Magisterio.” (del Prefacio) Ed. PPC, Madrid, 2007.

“El problema de la interpretación de la Biblia no es una invención moderna, como a veces se querría hacer creer. La Biblia misma testimonia que su interpretación presenta dificultades” (pág. 27)

LA INTERPRETACION DE LA BIBLIA EN LA IGLESIA

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“El interés de la Biblia entre los católicos ha aumentado y ha favorecido el progreso de la vida cristiana. Quienes han adquirido una seria formación en este campo, consideran ya imposible volver a un estado de interpretación pre-científico, que juzgan, no sin razón, claramente insuficiente.

Pero en el momento mismo en que el método científico más corriente -el método "histórico-crítico"-, es practicado habitualmente en exégesis, y también en la exégesis católica, este método se encuentra sujeto a discusión: por una parte, en el mundo científico mismo, por la aparición de otros métodos y acercamientos, y por otra parte, por las críticas de numerosos cristianos, que lo juzgan deficiente desde el punto de vista de la fe.

Particularmente atento, como su nombre lo indica, a la evolución histórica de los textos o de las tradiciones a través del tiempo -a la diacronía-, el método histórico-crítico se encuentra actualmente, en algunos ambientes, en competencia con métodos que insisten en una comprensión sincrónica de los textos, ya se trate de su lenguaje, de su composición, de su trama narrativa o de su esfuerzo de persuasión.

Por lo demás, al cuidado que tienen los métodos diacrónicos de reconstituir el pasado se sustituye, frecuentemente, una tendencia a interrogar los textos situándolos en las perspectivas filosóficas, psicoanalíticas, sociológicas, políticas etc., del tiempo presente. Este pluralismo de métodos y acercamientos es apreciado por unos como un índice de riqueza, pero a otros les da la impresión de una gran confusión” (pág. 29).

LA INTERPRETACION DE LA BIBLIA EN LA IGLESIA

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“El método histórico crítico es el método indispensable para el estudio científico del sentido de los textosantiguos. Puesto que la Sagrada Escritura, en cuanto "Palabra de Dios en lenguaje humano", ha sido compuesta por autores humanos en todas sus partes y todas sus fuentes, su justa comprensión no solamente admite como legitima, sino que requiere la utilización de este método” (pág. 33).

“Qué valor se debe acordar al método histórico-crítico, en particular en el actual estadio de su evolución? Es un método que, utilizado de modo objetivo, no implica de por sí ningún a priori. Si su uso se acompaña de tales a priori no es debido al método mismo, sino a opciones hermenéuticas que orientan la interpretación y pueden ser tendenciosas” (pág. 38).

“Ciertamente, el uso clásico del método histórico-crítico manifiesta límites, porque se restringe a la búsqueda del sentido del texto bíblico en las circunstancias históricas de su producción, y no se interesa por las otras posibilidades de sentido que se manifiestan en el curso de las épocas posteriores de la revelación bíblica y de la historia de la Iglesia. Sin embargo, este método ha contribuido a producción de obras de exégesis y de teología bíblica de gran valor” (pág. 38-39).

LA INTERPRETACION DE LA BIBLIA EN LA IGLESIA

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“Ningún método científico para el estudio de la Biblia está en condiciones de corresponder a toda la riqueza de los textos bíblicos. Cualquiera que sea su validez, el método histórico-crítico no puede bastar. Deja forzosamente en la sombra numerosos aspectos de los escritos que estudia. No es de admirarse, pues, si actualmente se proponen otros métodos y acercamientos para profundizar tal o cual aspecto digno de atención” (pág. 40).

“El desarrollo de la exégesis se debe repensar teniendo en cuenta la hermenéutica filosófica contemporánea, que ha puesto en evidencia la implicación de la subjetividad en el conocimiento, en particular en el conocimiento histórico. La reflexión hermenéutica ha tomado un nuevo impulso con la publicación de los trabajos de Friedrich Schleiermacher, Wilhelm Dilthey y, sobretodo, Martin Heidegger. En las huellas de estos filósofos, pero también apartándose de ellos, otros autores han profundizado la teoría hermenéutica contemporánea y sus aplicaciones a la Escritura” (pág. 71).

LA INTERPRETACION DE LA BIBLIA EN LA IGLESIA

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“La necesidad de una hermenéutica, es decir, de una interpretación en el hoy de nuestro mundo, encuentra un fundamento en la Biblia misma y en la historia de su interpretación. El conjunto de los escritos del Antiguo y del Nuevo Testamento se presenta como el producto de un largo proceso de reinterpretación de los acontecimientos fundadores en relación con la vida de las comunidades de creyentes. En la tradición eclesial, los primeros intérpretes de la Escritura, los Padres de la iglesia, consideraban que su exégesis de los textos no estaba completa, sino cuando sacaban de ella el sentido para los cristianos de su tiempo en su situación propia. No se es fiel a la intención de los textos bíblicos, sino cuando se procura encontrar, en el corazón de su formulación, la realidad de fe que expresan, y se enlaza ésta a la experiencia creyente de nuestro mundo” (pág. 74).

“La hermenéutica bíblica, si por una parte pertenece al ámbito de la hermenéutica general de todo texto literario e histórico, por otra es un caso único de esta hermenéutica. Sus características específicas le vienen de su objeto. Los acontecimientos de salvación y su cumplimiento en la persona de Jesucristo dan sentido a toda la historia humana. Las interpretaciones históricas nuevas no podrán sino descubrir y desarrollar estas riquezas de sentido. El relato bíblico de estos acontecimientos no puede ser plenamente comprendido sólo por la razón” (pág. 75).

LA INTERPRETACION DE LA BIBLIA EN LA IGLESIA

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“La exégesis católica no procura distinguirse por un método científico particular. Ella reconoce que uno de los aspectos de los textos bíblicos es ser obra de autores humanos, que se han servido de sus propias capacidades de expresión y de medios que su tiempo y su medio social ponían a disposición. En consecuencia, ella utiliza sin segundas intenciones, todos los métodos y acercamientos científicos que permiten captar mejor el sentido de los textos en su contexto lingüístico, literario, sociocultural, religioso e histórico, iluminándolos también por el estudio de sus fuentes y teniendo en cuenta la personalidad de cada autor (Divino Afflante Spíritu, EB 557). La exégesis católica contribuye así activamente al desarrollo de los métodos y al progreso de la investigación” (pág.83).

“La tarea de los exégetas católicos comporta varios aspectos. Es una tarea de Iglesia, que consiste en estudiar y explicar la Sagrada Escritura para poner sus riquezas a la disposición de pastores y fieles. Pero es al mismo tiempo una tarea científica, que pone al exégeta católico en relación con sus colegas no católicos y con diversos sectores de la investigación científica. Esta tarea comprende a la vez el trabajo de investigación y el de enseñanza. Uno y otro desembocan habitualmente en publicaciones” (pág. 99).

LA INTERPRETACION DE LA BIBLIA EN LA IGLESIA

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“Los exégetas católicos no deben jamás olvidar que ellos interpretan la Palabra de Dios. Su tarea común no está terminada cuando han distinguido fuentes, definido las formas o explicado los procedimientos literarios, sino solamente cuando han iluminado el sentido del texto bíblico como actual Palabra de Dios. Para alcanzar esta finalidad, deben tomar en consideración las diversas perspectivas hermenéuticas que ayudan a percibir la actualidad del mensaje bíblico y le permiten responder a las necesidades de los lectores modernos de la Escrituras” (pág. 100)

“La tarea exegética es demasiado vasta como para poder ser realizada adecuadamente por un solo individuo. Se impone una división del trabajo, especialmente para la investigación, que requiere especialistas en diferentes dominios. Los posibles inconvenientes de la especialización se evitarán gracias a esfuerzos interdisciplinares” (pág. 101)

“La declaración del Concilio hace comprender el papel fundamental que corresponde a la enseñanza de la exégesis en las facultades de teología, los seminarios y los escolasticados.. Es deseable que la enseñanza de la exégesis sea impartida por hombres y mujeres. Tal enseñanza tendrá una orientación más técnica en las facultades, más directamente pastoral en los seminarios. Pero no podrá jamás carecer de una seria dimensión intelectual. Proceder de otro modo sería falta de respeto hacia la Palabra de Dios” (pág. 102)

LA INTERPRETACION DE LA BIBLIA EN LA IGLESIA

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“Siendo ella misma una disciplina teológica, la exégesis mantiene relaciones estrechas y complejas con las otras disciplinas teológicas. Por una parte, la teología sistemática tiene un influjo sobre la pre-comprensión, con la cual los exégetas abordan los textos bíblicos. Pero por otra, la exégesis proporciona a las otras disciplinas teológicas datos que son fundamentales para éstas. Relaciones de diálogo se establecen, pues, entre la exégesis y las otras disciplinas teológicas, en el mutuo respeto de su especificidad” (pág. 104).

“Aunque la interpretación de la Biblia sea tarea particular de los exégetas, no les pertenece, sin embargo, como monopolio, ya que comporta, en la Iglesia, aspectos que van más allá del análisis científico de los textos. La Iglesia, en efecto, no considera la Biblia simplemente como un conjunto de documentos históricos concernientes a sus orígenes. Ella la acoge como Palabra de Dios que se dirige a ella y al mundo entero, en el tiempo presente” (pág.111).

LA INTERPRETACION DE LA BIBLIA EN LA IGLESIA

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“Al esfuerzo de actualización, que permite a la Biblia continuar siendo fecunda a través de la diversidad de los tiempos, corresponde el esfuerzo de inculturación, para la diversidad de lugares, que asegura el enraizamiento del mensaje bíblico en los más diversos terrenos. Esta diversidad no es, por lo demás, completa jamás. Toda cultura auténtica, en efecto, es portadora, a su modo, de valores universales establecidos por Dios”(pág. 115).

LA INTERPRETACION DE LA BIBLIA EN LA IGLESIA