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Planificación, legislación y convenios internacionales:
el Estado argentino frente a la oferta inmigratoria de la segunda
posguerra (1945-1955)1
Carolina Biernat (CONICET-UNCPBA)
Una vez finalizado el segundo conflicto bélico mundial, la Argentina se
propuso abrir las puertas a la inmigración. En los años de la posguerra, su economía
asistió a un importante crecimiento basado en una continua expansión de la actividad
industrial, respaldada por políticas oficiales de promoción, la mejora de los términos del
intercambio, el uso intensivo de la capacidad ociosa y la orientación de recursos hacia la
actividad manufacturera. La política migratoria no fue un tema ajeno a los planes de
gobierno que organizaron esta expansión económica. La atracción de extranjeros -
preferentemente europeos- podría, además de cumplir con su histórico papel
modernizador, cubrir el déficit de mano de obra en los ámbitos de la construcción de
obras públicas, los proyectos industriales militares y las actividades rurales y
manufactureras. Por su parte, la elevación del salario real, el incremento del consumo
interno y las restricciones impuestas por Estados Unidos a los aspirantes a ingresar a su
país, hacían de la Argentina un destino tentador y, a su vez, posible.
A pesar de estas intenciones aperturistas del Estado argentino, la política
migratoria resultante no se parecerá a aquella de “puertas abiertas” vigente desde la
segunda mitad del siglo XIX hasta los años veinte del siguiente siglo. Los prejuicios ytemores, los marcos legales y los instrumentos administrativos restrictivos del período
anterior estarán presentes, de forma inercial o como parte del universo de convicciones,
en la elaboración de las políticas de admisión, en su reglamentación y en su puesta en
1
El presente artículo forma parte de un trabajo mayor, mi tesis de Maestría en Historia,presentada en la Universidad Nacional de Mar del Plata en febrero del corriente año y que llevapor título “La inmigración durante el primer peronismo: ideas, políticas y prácticas administrativas(1945-1955)”. Una versión preliminar del mismo fue presentada en las IX Jornadas de Escuelasy Departamentos de Historia, Córdoba, 24 al 26 de septiembre de 2003. Agradezco a mi
director, Eduardo Muíguez, por su inteligente orientación y sus útiles consejos y a PatriciaBerrotarán por su minuciosa lectura e idóneas críticas, gracias a las cuales este trabajo cobróforma de artículo.
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práctica. Por otro lado, un Estado en pleno proceso de cambio será el encargado del
diseño y la implementación de estas nuevas políticas. Lejos del modelo liberal del siglo
XIX, su horizonte será ahora la intervención en los fenómenos sociales y económicos a
través de ambiciosos planes de desarrollo. Ambición que entrará rápidamente en
conflicto con la falta de consenso para su elaboración y con la carencia de una máquina
administrativa lo suficientemente consolidada como para llevar a la práctica estos planes
con alguna coherencia.
El objetivo del trabajo es presentar las políticas migratorias del primer
peronismo, teniendo en cuenta las continuidades y rupturas con el período anterior.
Aunque estamos convencidos de que las políticas surgen de la tensión entre su proceso
de formulación, su reglamentación y su puesta en práctica, sólo nos detendremos aquí
en la etapa enunciativa de las mismas. La primera parte del trabajo se concentrará en el
examen de las políticas migratorias como parte de la planificación del factor población,
dentro de los planes de desarrollo elaborados por el gobierno peronista. La segunda
parte será destinada a la presentación de la legislación inmigratoria del primer
peronismo, tratando de establecer sus continuidades con aquella elaborada en el
período precedente, y al análisis de los acuerdos de inmigración firmados por la
Argentina con otros países, quizás la apuesta más fuerte del gobierno en cuanto a
planificación y asistencia de los extranjeros y el rasgo más original de la política
inmigratoria del Estado peronista.
1. El factor demográfico en los planes de desarrollo del primer peronismo
La convicción acerca de la posibilidad del Estado de torcer el rumbo de los
fenómenos económicos y sociales, se instala con renovada fuerza en el imaginario
político de occidente, una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial. Ambiciosos planesde desarrollo, de uno y otro lado del Atlántico, se convierten en los instrumentos
privilegiados de los gobiernos para llevar a cabo este objetivo. Como podemos constatar
a través de la lectura del conjunto de los trabajos que integran este volumen, el primer
peronismo no escapa a esta tendencia internacional y enuncia la utilización de planes
como herramientas de gobierno. En ellos se delinean los ejes a través de los cuales se
organizarán una política económica orientada a la expansión del sector industrial, una
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política social de corte redistributivo y, a su vez, la infraestructura necesaria para
llevar adelante tales propósitos. 2
Si la gestión del gobierno peronista es responsable del primer ensayo de
planificación estatal en la Argentina, también lo es de incluir por primera vez la variable
población en el diseño de una política pública. Mientras que para el Primer Plan
Quinquenal (1947-1951) constituye prioritariamente la fuerza de trabajo, presente y
futura, necesaria para responder a los proyectos de desarrollo industrial y agrícola y, en
virtud de ello, es incorporada en la tercera parte del Plan junto con los rubros de
economía, obra social, energía, trabajos públicos, transporte, producción, comercio
exterior y finanzas; para el Segundo Plan Quinquenal (1952-1956) pasa a ser
considerada como un elemento clave para la concreción del proyecto político de
ampliación de la ciudadanía y otorgamiento de beneficios sociales. De este cambio de
enfoque entre un Plan y el otro dependerá la distinta valencia que asumirá la variable
inmigración en el trazado del conjunto de las políticas demográficas. Es justamente en
virtud de la consideración por parte de la gestión peronista del carácter subalterno de la
inmigración respecto de la población, que esta sección del trabajo requiere ser destinada
al análisis del factor demográfico en los planes quinquenales de gobierno.
La redacción del apartado sobre población del Primer Plan Quinquenal es
encargada a algunos de los discípulos de Alejandro Bunge. Como es sabido, Bunge
había intentado influir desde su Revista de Economía Argentina, fundada en el año 1918,
en la opinión de las elites políticas conservadoras con sus ideas y programas de acción
filiados a un pensamiento económico nacionalista. A su vez, había organizado un nutrido
debate en el seno de la opinión pública y en ámbitos académicos, basados en sus
predicciones estadísticas en torno al futuro de la población argentina.3
Tras su muerte,
ocurrida en el año 1943, muchos de sus seguidores, entre ellos el mismo Figuerola, se
nuclearon en torno al Instituto Alejandro Bunge de Investigaciones Económicas y
Sociales con el que trataron de perpetuar la tarea científica y académica del maestro.4
2 Cuidadosos análisis sobre los antecedentes, discusión y elaboración de los planes económico-
sociales durante la época peronista: Berrotarán, P. y Villaruel, J. (1995) y Berrotarán, P. (2003).3 Sobre las ideas poblacionistas de Alejandro Bunge puede consultarse Biernat, C. (2004, pp. 21-
42)4 El consejo directivo del instituto estaba compuesto de la siguiente forma: presidente: Max
Bunge, vicepresidente: Rafael García Mata (ingeniero agrónomo, Director General deInvestigaciones Agrícolas en el Ministerio de Agricultura y Ganadería de la Nación, Profesor deEconomía y Organización Agraria en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad deBuenos Aires, miembro de la GAEA), secretario: Emilio Llorens (ingeniero industrial, profesor deGeografía Económica en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, Director del Banco deCrédito Industrial Argentino entre 1944 y 1946 y del Banco de la Nación Argentina entre 1949 y
1950, miembro de la GAEA); Tesorero: Carlos Correa Avila (secretario de redacción de la Revistade Economía Argentina, Profesor de Geografía Política y Economía en la Universidad Nacional deLa Plata), vocales: César Belaunde, Alejandro Bunge, Federico Bunge, Ignacio Bunge, Juan
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Uno de los primeros resultados del instituto fue la publicación, en 1945,
del libro “Soluciones Argentinas a los Problemas Económicos y Sociales del Presente”.
El mismo surgía como compilación de los trabajos realizados por sus miembros,
aparecidos en el reconocido diario católico El Pueblo entre junio de 1943 y diciembre de
1944. En su prólogo se advierte que como la Argentina atraviesa por una “ etapa de
transición en su vida económica y social” -habiendo superado la fase agraria ha entrado
vigorosamente en la de la industrialización- resulta fundamental preguntarse qué
perspectivas le depara el período de posguerra. Alrededor de este problema central se
plantean infinidad de otros no menos importantes tales como “la diversificación de la
producción agropecuaria y su liberación de la dependencia económica extranjera; la
conquista de nuevos mercados exteriores para la producción primaria e industrializada,
dentro de una armónica cooperación internacional; la disminución de la natalidad que
amenaza detener el aumento de la población; la necesidad y posibilidad de recibir una
inmigración sana; los problemas sociales básicos: la elevación del nivel de vida de la
población mediante el aumento y la redistribución de la renta nacional, la tierra en
propiedad, la vivienda digna, el infraconsumo y la seguridad social”, todos ellos aún sin
solución.5
El instituto asumirá como propia la tarea de diagnosticar y de proponer
soluciones técnicas a este conjunto de problemas siguiendo la línea interpretativa de
Bunge. En lo que concierne a la población los dos temas centrales de la reflexión girarán
en torno al descenso de la natalidad -a pesar de reconocer que los datos estadísticos
aportados por el Censo Escolar de 1943 mostraron que se había producido una
estabilización de la tasa general de natalidad en las provincias del oeste, del norte y en
la Capital- y al envejecimiento de la población, causada esta última tanto por el
estancamiento del crecimiento vegetativo como por el alargamiento de la vida media
como consecuencia de los progresos higiénicos y médicos alcanzados en la última
centuria. De allí que sostenga que como “el solo crecimiento natural de nuestra población
no asegura el necesario volumen compatible con el progreso económico y éste, por lo
Bunge, Luis María Bunge Campos, Rafael Bunge, Eduardo Coghlan, José Figuerola (español,doctor en Derecho y licenciado en Filosofía y Letras, participa como jefe de gabinete del ministeriode Trabajo del gobierno dictatorial del general Primo de Rivera en España en la década de 1920;en 1937 dirige la encuesta sobre la vivienda obrera siguiendo los lineamientos de Bunge cuandola realizó en 1913), Carlos García Mata, Osvaldo Lavalle, Carlos Luzetti, Pío Monteagudo, CarlosMoyano Llerena (economista, aunque probablemente abogado de formación) y José María Rosa(hijo) (historiador revisionista, casado con una de las hijas de Bunge). También colaboran con elinstituto: José Astelarra, Juan Becker, Horacio Mariscotti, Enrique Miguens, Federico Schindler yOvidio Ventura “Informes, Notas y Comentarios”, Revista de Economía Argentina, Año XXV, n°301, julio 1943, p. 312.5
Instituto Alejandro Bunge de Investigaciones Económicas y Sociales, Soluciones argentinas alos prob lemas económicos y sociales del presente, Buenos Aires, Imprenta Kraft, 1945, pp. 3-4.
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tanto, alcanzará muy pronto su punto de saturación”, es conveniente contar con el
aporte inmigratorio como una herramienta temporaria. De todos modos, concluye que el
ingreso de extranjeros debe ser regulado por un sistema de cuotas, similar al de la ley
norteamericana de 1924 pero, aún así, no es seguro que se produzca porque depende
de la actitud que asuman los países europeos en relación a la emigración de sus
trabajadores una vez finalizada la guerra.6
La Revista de Economía Argentina retomará estas dudas desde sus páginas
sugiriendo la conveniencia de tener presente que como “la inmigración no fue causa del
progreso de la Nación, sino más bien efecto de ese progreso”, la Argentina debe
arrogarse el derecho de seleccionarla y hasta de prohibirla según el dictado de sus
necesidades. Avanzando con seguridad en sus convicciones “natalistas” afirma que el
aporte de extranjeros podrá infundirle “sangre nueva” a la población pero no contribuirá a
“elevar la actual tasa de natalidad ni siquiera a mantenerla en su actual nive l”.7
Ello se
debe a que, para los colaboradores de la revista, las causas de la “desnatalidad” no se
encuentran ni en el origen étnico de la población, ni dependen de su cantidad o del
progreso material de la sociedad, sino en el debilitamiento de las “ ideas morales y
religiosas” en el mundo moderno. De allí que la única forma de palearla sea a través de
medidas que tiendan a devolver la “dignidad” al matrimonio y a la familia.8
La mayoría de estas ideas y temores acerca de los fenómenos demográficos
contemporáneos quedarán plasmadas en la discusión y redacción del apartado de
población del Plan que, aunque no hace explícita una política de población global, se
refiere a cinco problemas centrales proponiendo sus respectivas soluciones. En primer
lugar, el incremento de la nupcialidad a través de estímulos de carácter social, tales
como el reconocimiento de la indisolubilidad del matrimonio y el otorgamiento de validez
al matrimonio religioso, y otros de carácter económico como los subsidios y préstamos
6 Ibid, pp. 221-248
7 Hervé Le Bras (1997, pp. 95-114) define al “natalismo” como una doctrina que busca el
crecimiento de la población a través de la estimulación de la natalidad. En Francia, puedenencontrarse varios tipos de “natalismo” que se han sucedido a lo largo del tiempo o convividosimultáneamente desde fines del siglo XIX. En primer lugar la tendencia militarista, seguida portendencias familiaristas que pusieron el acento en la moral familiar, tendencias eugenistasdurante el período de entreguerras y tendencias económicas después de la Segunda GuerraMundial.8“¿Conviene a la Argentina la llegada de un gran caudal humano?”, Informes, notas y
comentarios, Revista de Economía Argentina, Año XXVI, n° 320, febrero de 1945, pp. 58-60;Eduardo Coghlan, “¿Es la mujer extranjera más prolífica que la Argentina?”, Revista deEconomía Argentina, Año XXVII, n° 324, junio 1945, Tomo XLIV, pp. 297-301; Eduardo Crespo,“El problema vital de la Argentina”, Revista de Economía Argentina, Año XXVII, n° 324, junio1945, Tomo XLIV, pp. 302-303; Eduardo Coghlan, César Belaunde, “La denatalidad en laArgentina. Aspectos del problema. Causas y remedios (A propósito del reciente informe de la
Comisión Nacional de la Denatalidad)”, Revista de Economía Argentina, Año XXVII, n° 328,
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por casamiento, el incremento del salario familiar y la entrega de viviendas
preferentemente a personas que se encuentran legalmente casadas. En segundo lugar,
el fomento de la natalidad a través de campañas nacionales, de la protección de la mujer
embarazada, de la severa represión del aborto, de subsidios a la natalidad, la concesión
de posibilidades prioritarias de empleo a padres de familia, de la disminución de
impuestos a la familia numerosa, del fomento a la posesión de la vivienda propia y de
recaudos sanitarios tales como la enseñanza eugenésica, la regulación del trabajo
femenino y la asistencia pre y post natal a la madre y al niño.9
En tercer lugar, la
disminución de la mortalidad, con énfasis en la lucha contra la mortalidad infantil, a
través de medidas preventivas -relacionadas con la alimentación, la higiene, la
vacunación y la asistencia médica- y las curativas tales como la lucha contra las
enfermedades endémicas y la ampliación de la asistencia social y farmacéutica a toda la
población. En cuarto lugar, la promoción de proyectos de colonización en tierras fiscales
y públicas y medidas de arraigo de la población rural como herramientas clave para
evitar su éxodo. Por último, el estímulo de la inmigración (4.000.000 de extranjeros en
cinco años) pero con la aplicación de criterios de selección y encauzamiento,
prefiriéndose contingentes culturalmente cercanos a los usos, costumbres e idioma de la
población nativa y ocupaciones de interés para los planes de desarrollo del gobierno,
tales como agricultores, pescadores, técnicos industriales y obreros especializados.10
Si en las soluciones sugeridas para aumentar la nupcialidad y la natalidad ypara disminuir la mortalidad, los discípulos de Bunge logran imponer su propia línea
interpretativa, los apartados sobre inmigración y colonización parecen haber sido
producto del enfrentamiento con otros ejes argumentativos. Un primer debate se
organizó en torno de la conveniencia de abrir nuevamente las puertas a la inmigración
ultramarina. Los encargados de redactar la sección sobre población del Primer Plan
Quinquenal propusieron una política aperturista tendiente a asegurar en el corto plazo la
mano de obra necesaria para cumplir con los planes de industrialización del gobierno.
Esta posición fue respaldada dentro del gabinete del Poder Ejecutivo Nacional porMiguel Miranda, presidente del Banco Central y del Instituto Argentino de Promoción del
octubre 1945, Tomo XLIV, pp. 494-496; n° 329, noviembre 1945, pp. 529-535 y n° 330, diciembre1945, pp. 577-581. 9 Mas allá de la discusión de si verdaderamente los lineamientos pro-natalistas del Plan se
correspondieron con políticas concretas en este sentido (represión del aborto, subsidios a madresembarazadas), existe cierto consenso en la historiografía argentina acerca del lugar privilegiadoque la familia y la maternidad tuvieron en la arquitectura de las políticas de bienestar socialperonista. Sobre este tema puede consultarse: Barrancos, D. (2001), Bianchi, S. (2000, pp. 763-774) y Di Liscia, M. H. (1999, pp. 33-5).10
Plan de Gobierno 1947-1951, Presidencia de la Nación Argentina, Secretaría Técnica, Edicióndel Banco Hipotecario Nacional, Buenos Aires, 1947. Una presentación de los hechosdemográficos tenidos en cuenta por el Primer Plan Quinquenal en Novick, S. (1992, pp. 21-23).
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Intercambio (IAPI) y uno de los artífices de la política industrialista de Perón, pero se
encontró con los reparos de los ministros de Relaciones Exteriores y de Interior, Juan
Atilio Bramuglia y Angel Gabriel Borlenghi, ligados a las estructuras sindicales y al
Partido Laborista, quienes temían a la competencia que los extranjeros podrían ejercer
en el mercado laboral a los trabajadores locales. Finalmente el Plan estableció,
intentando despegarse, pero no totalmente, de la política decimonónica de “puertas
abiertas”, el principio de “inmigración libre pero seleccionada y dirigida”. En su discurso
de presentación del Plan ante la Cámara de Diputados, José Figuerola intentó explicar el
cariz de la nueva política justificando la aparentemente contradictoria convivencia entre
los conceptos de “igualdad inmigratoria” y de “selección”. Según el Secretario Técnico
de la Presidencia resultaba imprescindible, para ello, tener en cuenta que “igualdad no
significa identidad, y que no siendo todos los países idénticos entre sí, las corrientes
inmigratorias que hacia ellos van, deben ser conducidas en forma que las mismas se
adecuen lo más posible a las respectivas peculiaridades. Ello no quiere decir que se
haya seguido un sistema de cuotas, pero sí el de una selección dirigida que es por otra
parte el criterio que siguen otros países, entre ellos los Estados Unidos de Norte
América”11
Los criterios de selección anunciados para la nueva política inmigratoria
llevaron, a su vez, a un nuevo debate. De un lado se encontraban los funcionarios
nucleados en torno al Ministerio de Trabajo y Previsión, al IAPI y al Banco Central,
quienes sostenían que dichos principios debían centrarse en la conveniencia de la
actividad ocupacional del aspirante a ingresar al país -técnicos industriales y obreros
urbanos, necesarios para satisfacer la demanda de mano de obra generada por los
proyectos de expansión de las actividades manufactureras, de la industria militar y de las
obras públicas- y no en su origen nacional o religioso. Del otro, los miembros del Consejo
de Defensa Nacional aliados con el propio Director de Migraciones, Santiago Peralta
(antiguo militante antipersonalista, simpatizante de las ideas nacionalistas de derecha,
nativistas y antiliberales, responsable desde finales de 1945 de poner en prácticacriterios de admisión discriminatorios hacia ciertos grupos étnicos y religiosos, personas
con defectos físicos y extranjeros procedentes de ámbitos urbanos), quienes se
inclinaban por la elección de extranjeros de origen rural y de un tipo humano compatible
al de la población local (latino y católico). En el medio, posiciones mixtas como la de
algunos miembros del Instituto Alejandro Bunge quienes sostenían la necesidad de
incorporar extranjeros, concordantes con los patrones culturales argentinos, como mano
de obra para los proyectos de modernización económica, sin por ello brindarle los
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mismos beneficios que al poblador nativo, como por ejemplo el acceso a la tierra; o la
de Figuerola quien defendía la inmigración de origen rural puesto que además de
“adaptarse a ciertas exigencias fundamentales de producción del país, es la que facilita
también en mayor medida una tarea colonizadora y de distribución equilibrada de la
población en la Argentina” 12
La resolución no hegemónica de este debate puede ser rastreada en el
contradictorio texto del “Proyecto de ley de bases” para solucionar los problemas de
inmigración, colonización y población. Concebido, junto con otros 26 proyectos referidos
a variados aspectos de la realidad nacional, como una forma de reglamentar el Primer
Plan Quinquenal, nunca llegó a convertirse en ley a pesar de haber sido discutido en el
seno de numerosas reparticiones del gobierno. En la exposición de motivos que precede
al proyecto se reconoce a la población como una de las “riquezas fundamentales” del
país y, a la inmigración y a la colonización como los instrumentos, complementarios entre
sí, para multiplicarla. Aunque en las primeras páginas se declara que el único tipo de
inmigrante que le interesa al gobierno argentino y que será beneficiado con políticas de
promoción es el de origen campesino, destinado a poblar los “inmensos campos”, en el
tercer apartado se admite la necesidad de dejar entrar a “obreros o técnicos cuya
capacitación o perfeccionamiento sea conveniente o necesario en el país” y, en el quinto
que serán considerados inmigrantes beneficiados los agricultores, ganaderos, artesanos,
obreros o técnicos especializados que ingresen para desempeñar “seguidamente en un
lugar pre-establecido su actividad como tal”.13
Para la redacción del Segundo Plan Quinquenal (1953-1957) el gobierno
peronista debió enfrentar un contexto económico menos auspicioso que el de los
primeros años de la posguerra.14
A su vez, los datos aportados por el IV Censo Nacional
de Población, realizado en 1947, brindaban una idea más certera acerca de las
características y proyecciones del capital demográfico del país. Aunque el análisis de los
datos ofrecidos por el recuento nacional de habitantes no dejaba de ligarse a las
hipótesis heredadas de Alejandro Bunge acerca del envejecimiento de la población de“raza blanca”, de la caída de la natalidad y del riesgo de la “nativización” del país, era
11 Plan de Gobierno 1947-1951, op. cit, p. 9. Sobre los diferentes criterios en torno a la
conveniencia de una política aperturista: Devoto, F. (2001, p. 293).12
Sobre el enfrentamiento entre los principios de selección de tipo económico y aquellos de tipoétnico-ruralista: Senkman, L. (1995, pp. 674-680). La posición del Instituto Alejandro Bunge desarrollada en: “Plan de Gobierno 1947- 1951”, Informes, notas y comentarios, Revista deEconomía Argentina, Año XXVIII, n° 341, noviembre de 1946, pp. 391-397. Las ideas deFiguerola presentadas en: Plan de Gobierno 1947-1951, op. cit., p. 9.13
“Proyecto de ley de bases”, Consejo de Defensa Nacional, Comisión de Estudios n° 6
(Potencial Humano), AGN, ST, legajo 547.
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evidente que las cifras mostraban un grado mucho menor de dramatismo. Los
responsables de la redacción de los comentarios introductorios al IV Censo Nacional, en
su mayoría discípulos del fundador de la Revista de Economía Argentina, se vieron
obligados a reconocer que las previsiones acerca de la forma de urna funeraria que
adoptaría la pirámide de población argentina no se registraban, lo que aliviaba el
pesimismo de los pronósticos de su maestro sobre el crecimiento demográfico en los
sucesivos cincuenta años. Dos explicaciones venían a justificar, según sus seguidores,
las inexactitudes de estos presagios. Por un lado, que Bunge no contaba en la década
del cuarenta con la certeza de que se produciría un nuevo aporte inmigratorio importante
después de la Segunda Guerra. Por otro, que recién con los datos brindados por el
censo se podía confirmar que posteriormente al año 1937 se habían registrado
aumentos en las tasas de natalidad que, si bien no cambiaban su tendencia
descendente, la contenían y estabilizaban.15
Este relativo optimismo acerca del futuro demográfico argentino
proporcionado por los resultados del censo de población -de todos modos siempre
amenazado por su dependencia respecto del aporte inmigratorio que, si bien había
crecido considerablemente en los años de la posguerra pasando de 697 ingresos en
1945 a 148.372 en 1949, comenzó a declinar en los años cincuenta registrándose
74.294 ingresos en 1952-, sumado a la consolidación de la “doctrina peronista”, cuyo
principal protagonista era el “pueblo”, podrían explicar un tratamiento distinto del factor
humano en la enunciación del Segundo Plan Quinquenal. 16
De todos modos, cabe
aclarar
que este giro
en la concepción de la población entre un Plan y el otro debería
considerarse, también, en paralelo con el cambio de los elencos técnicos de la
Secretaría Técnica de la Presidencia y de los organismos vinculados con ella. Hacia
1952, no sólo el mismo Figuerola había abandonado la dirección de la Secretaría sino
también la mayoría de los miembros del Instituto Alejandro Bunge se habían alejado de
la función pública. Tal el caso, por ejemplo, de Carlos Correa Avila, responsable de la
redacción del apartado sobre población del Primer Plan Quinquenal y Emilio Llorens,
14 Un análisis de ese contexto y de las medidas tomadas por el gobierno peronista para hacerle
frente en: Gerchunoff, P. y Llach, L. (1998, pp. 203-231).15
IV Censo Nacional de Población, Presidencia de la Nación, Ministerio de Asuntos Técnicos,Buenos Aires, 1947, Tomo I, pp. XXXVII y XLI.16
La “doctrina peronista” fue concebida por el Estado como una suerte de “marco mentalcolectivo” a través del cual la realidad debía de ser interpretada de forma unificada. En el año1952 es declarada por ley en el Congreso como “doctrina nacional” y, aunque nunca fuesistematizada de manera coherente, estaba orientada por tres principios básicos que debíanregular la vida nacional: la justicia social, la independencia económica y la soberanía política.
Aludía a una “tercera posición”, de características humanista y cristiana, que se ubicaba a símisma entre el capitalismo individualista y el comunismo colectivista, Plotkin, M. (1994, pp. 42-71).
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director del Banco de Crédito Industrial Argentino entre 1944 y 1946 y del Banco de la
Nación Argentina entre 1949 y 1950.
En el Segundo Plan Quinquenal la variable demográfica parece abandonar
su carácter subalterno a los propósitos de desarrollo económico de la post-guerra -el
factor población pasa de integrar la sección de economía en el primer Plan, a formar
parte de la sección destinada a la sociedad en el segundo- para asumir un rasgo más
político. De allí que la acción del Estado se concentre en “ la conformación de la unidad
del Pueblo argentino sobre las bases y principios de la Constitución Nacional Peronista”,
a cuyo fin el gobierno auspicia la “organización integral de la comunidad nacional en sus
sectores básicos, social, económico y político”. Desde el discurso oficial la población -
compuesta por hombres y mujeres con igual status de ciudadanos a partir del
otorgamiento del derecho al voto femenino- es considerada como “capital humano”,
depositaria de beneficios pero, a su vez, con pautadas obligaciones para con el Estado .
Tal el caso de las mujeres, protegidas junto a los niños desde el Primer Plan Quinquenal
por su responsabilidad en la reproducción y la organización de la vida familiar, a quienes
se estimula a participar en la vida social, política y económica sin por ello descuidar el
ejercicio de sus “funciones familiares específicas”.17
Por otro lado, se establece un nuevo orden de prioridades según el cual el
crecimiento vegetativo debe estar por encima del aporte inmigratorio. Para lograrlo se
promueve el incremento de la natalidad y la disminución de la mortalidad, especialmente
la infantil. La inmigración pasa a subordinarse, así, tanto a las “posibilidades de
absorción” de la población local como al desarrollo de “regiones infrapobladas”. Con ello
el Estado argentino deja de lado el proyecto inmediatista de atraer fuerza de trabajo
extranjera y apuesta, a través de la propuesta de un conjunto de normas concretas, al
crecimiento endógeno de la población y al reaseguro de los términos cualitativos de su
existencia. Así, para proteger a la familia se prevee el amparo y fomento de su
patrimonio, la generalización del salario familiar, las exenciones impositivas en concepto
de “carga de familia”, el auspicio de la regulación de uniones ilegítimas, la integración denúcleos familiares de origen migratorio y la supresión de las discriminaciones públicas y
oficiales entre los llamados hijos legítimos e ilegítimos. Para lograr el equilibrio urbano-
rural, se propone la disminución de las poblaciones de las grandes ciudades a través de
una firme política de descentralización industrial, el aumento de la población agraria
arraigando al agricultor a la tierra que trabaja y el incremento de habitantes en los
pueblos del interior auspiciando el desarrollo de actividades industriales de
17
Segundo Plan Quinquenal, Presidencia de la Nación, Subsecretaría de Informaciones, BuenosAires, 1953, Capítulo I, “Organización del Pueblo. Población”. Sobre el cambiante lugar de lamujer dentro del discurso peronista: Bianchi, S. (2002).
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características regionales. Para promover el desarrollo de regiones infrapobladas,
especialmente la Patagonia, se sugiere orientar hacia ellas los movimientos migratorios
internos y externos. Por último, para regular la inmigración se propone la selección de su
aporte de acuerdo con sus características étnicas, ideológicas, morales, profesionales,
intelectuales, económicas y físicas; la orientación del flujo hacia puertos del interior,
especialmente Rosario y Bahía Blanca y el otorgamiento de facilidades económicas a los
extranjeros para la introducción de sus propios elementos de trabajo.18
A diferencia del Primer Plan Quinquenal, el segundo contó con organismos
más específicos para las tareas de planificación e implementación de los lineamientos
generales por él propuestos. El Consejo Nacional de Planificación, integrado por
representantes de los ministerios, de los gobiernos provinciales, territoriales y de la
municipalidad de la Capital Federal, trabajó durante cinco años para realizar los estudios
de base necesarios y para coordinar la información y propuestas provenientes de más de
100.000 iniciativas populares individuales, de los gobiernos provinciales y territoriales, de
los ministerios y de las universidades nacionales. Por su parte, una vez elaborados los
objetivos generales y específicos del Plan, se procedió desde las tres instancias del
gobierno federal a establecer los mecanismos adecuados para su ejecución y, desde los
distintos ministerios –responsables directos o con funciones concurrentes o principales- a
verificar los resultados obtenidos.19
Aunque la información con la que contamos no nos
permite saber hasta qué punto el trabajo del Consejo fue autónomo de presiones
gubernamentales y de intereses sectoriales y cual fue su real participación en la puesta
en marcha y evaluación del Plan, podemos suponer que el hecho de proyectar su
continuidad en el tiempo a través de organismos especializados da una idea del
fortalecimiento de un perfil técnico de las instituciones estatales durante la segunda
presidencia de Perón que requería, a la vez, lealtad partidaria y profesionalismo de sus
cuadros. Así por ejemplo, en materia de población, el Plan preveía el estudio, la
regulación y la evaluación constante de los fenómenos demográficos a través de la
creación de un ente especializado, el Instituto Nacional de Población, cuyas funcionesserían la realización de estudios e investigaciones de naturaleza demográfica y la
conducción y coordinación de todos los organismos vinculados al problema demográfico
tales como el Instituto Etnico Nacional, la Dirección Nacional de Migraciones, el Registro
Nacional de las Personas y la Dirección de Estadísticas Demográficas.
18 Segundo Plan Quinquenal, op. Cit. Un estudio acerca de los distintos intentos de regulación
de la familia y de los hijos ilegítimos del primer peronismo: Cosse, I. (2003).19
Exposición del Presidente Juan Domingo Perón presentando el Segundo Plan Quinquenal antelos representantes del Congreso de la Nación, Segundo Plan Quinquenal, op. cit., pp. 12-16 yexposición del Ministro de Asuntos Técnicos, sobre el Segundo Plan Quinquenal realizada en la
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Dentro de estos organismos enumerados por el Segundo Plan Quinquenal
se encuentran aquellos de registro y control de los fenómenos demográficos, que forman
parte de los aparatos del Estado desde su consolidación en el siglo XIX, junto con otro,
surgido durante la gestión peronista, que tiene como principal objetivo el estudio de las
características, problemas y proyecciones de la población argentina. El Instituto Étnico
Nacional, fundado en marzo de 1946, es creado como un organismo estatal que intenta
dar respuesta, desde la etnología, a dicha empresa indagatoria. El gobierno argentino
asume así, como propia, la investigación de los hechos demográficos, antes relegada al
mundo académico. Aunque la pertinencia y el status científico de la disciplina elegida
para realizar dicha tarea pudieron haber conspirado en contra del alcance y la
divulgación de los resultados obtenidos y de la misma permanencia en el tiempo de la
institución, su sola existencia puede ser considerada como un antecedente de la
tecnocratización de la gestión demográfica en los años sesenta.20
2. La política inmigrator ia del primer gobierno peronista
Los planes quinquenales pueden ser considerados como un esquema general en
el que se delinean los principios básicos de la política migratoria del primer peronismo.
Por primera vez en la historia argentina, durante los años de la segunda posguerra, los
criterios de admisión de extranjeros aparecen oficialmente presentados dentro de una
problemática mayor, como aquella del crecimiento de la población y su vinculación con el
desarrollo económico. De todos modos, ceñir el estudio de las políticas migratorias a los
lineamientos generales esbozados en dichos planes sería desconocer la compleja
naturaleza del concepto de lo político. Por un lado aunque los planes quinquenales
fueron concebidos, especialmente el primero de ellos, como matrices de futuros marcos
normativos para reglar aspectos que eran considerados como nodales de la vidaeconómica y social del país, en la gran mayoría de los casos, incluido el tema migratorio,
no llegaron a plasmarse en leyes aprobadas por el Congreso. En efecto, la ley de
Inmigración y Colonización del año 1876 siguió vigente, a pesar de los múltiples
proyectos e intenciones políticas de reformarla y del creciente peso de la opinión pública,
Cuarta Reunión de Gobernadores en: Raúl Mende, “Ejecución y verificación del 2° PlanQuinquenal”, Hechos e Ideas, Tomo 24, n° 106-109, enero-abril 1953, pp. 431-444.20
El Instituto Nacional de Estudios Demográficos, INED, fundado en 1945 como institución del
Estado francés al servicio del estudio de los fenómenos ligados a la población, suele proponersecomo ejemplo de esta tendencia mundial de la posguerra. Un estudio pormenorizado del caso en:Rosental, P. A. (2003).
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siendo parcialmente modificada, tal cual se venía practicando desde las primeras
décadas del siglo XX, a través de resoluciones administrativas. Por otro lado, más allá
de los enunciados discursivos y de la letra de las leyes y de sus reglamentaciones, la
política migratoria del primer peronismo se construyó – probablemente como casi toda
política- en el dinámico cruce entre normas y prácticas.
Según hemos advertido, este capítulo se concentra solamente en el aspecto
enunciativo de las políticas migratorias pero, aún así, se intentará en esta segunda parte
presentar tres elementos constitutivos de todo marco normativo: el ideológico -en tanto
conjunto de convicciones, resultado de múltiples negociaciones entre diferentes actores
políticos, sociales e institucionales, que orientan la elección, jerarquización y
organización de las distintas normas jurídicas-, las leyes propiamente dichas y,
finalmente, su reglamentación.
2.1 Principios generales: selección y encauzamiento
La gran afluencia de hombres a las tierras del Plata una vez finalizado el segundo
conflicto bélico mundial y los discursos aperturistas hacia la inmigración modelados por
el gobierno -decisión que en el imaginario político vinculaba al nuevo régimen sea con
los fundamentos de la Argentina moderna, sea con ambiciosos planes de desarrollo
económico- contribuyeron a formar entre los contemporáneos una visión rupturista de la
política inmigratoria del primer peronismo con respecto a los años de entreguerras.
Fundamentalmente se insistió en calificarla como de “puertas abiertas”, filiándola con
aquella vigente desde mediados del siglo XIX hasta los años del Centenario y
diferenciándola del período de restricciones inaugurado en la década del treinta. Sin
embargo, una mirada sobre la enunciación de criterios para la recepción de contingentes
inmigratorios contenidos en los dos Planes Quinquenales revela no solo un interés oficialpor renovar la afluencia de brazos extranjeros, tanto para dar impulso a los proyectos de
industrialización y construcción de obras públicas como para estimular el crecimiento
demográfico, sino también la voluntad de elegir a los más convenientes. En efecto, lejos
de privilegiar el carácter espontáneo de la inmigración, la nueva política se funda en los
principios de selección y encauzamiento. Según el primero de ellos el inmigrante debe
ser elegido en función de su capacidad laboral (nivel técnico suficiente para incorporarse
a la producción industrial o a la colonización de áreas rurales como trabajador
cualificado), ideología (exenta de todo cariz “disolvente” y “extremista”) y origen étnico(aquél más fácilmente asimilable a las características étnicas y culturales de la
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Argentina); según el segundo, debe ser dirigido a las áreas productivas y a los
asentamientos geográficos que impliquen su aporte inmediato y real a las necesidades
económicas del país.
Como es sabido, los principios selectivos estuvieron presentes en la política de
admisión de extranjeros argentina desde la promulgación de la ley de Inmigración y
Colonización en 1876, en la que se privilegiaba la aptitud para el trabajo (opuesto al
anciano o al enfermo) y el origen europeo (particularmente del norte del continente) de
los candidatos a ingresar al país. No obstante ello, la posibilidad de aplicar rigurosos
criterios selectivos recién fue evaluada en los años de transición entre el siglo XIX y XX,
después de la aparición de hechos que fueron vividos como reales amenazas al
ordenamiento de la sociedad y a la identidad nacional -tales como la creciente
conflictividad social, los problemas de asimilación de nuevos grupos de inmigrantes o la
desmedida urbanización- y cuyas causas parecían estar estrechamente vinculadas al
ingreso indiscriminado de extranjeros.21
Con todo, la implementación de una política inmigratoria selectiva y restrictiva
caracterizará la acción y respuestas del Estado recién a partir de la década de 1930. La
crisis mundial de 1929 y sus efectos durante la coyuntura de desocupación y retracción
de la economía, influyeron para que el gobierno dictara un decreto el 16 de diciembre de
1930 a los efectos de limitar el arribo de extranjeros, a través del pago obligatorio de un
arancel consular de diez pesos oro por el visado de cada uno de los certificados de
buena conducta, no mendicidad y buena salud exigidos para ingresar al país. En 1932 se
restringe la entrada de quienes no tengan de antemano asegurada una ocupación
remunerativa o la subsistencia, promoviendo la inmigración de aquellos que sean
llamados por sus parientes, que acrediten ser “antiguos residentes” o que demuestren el
respectivo contrato de trabajo. Todas estas disposiciones restrictivas están basadas sea
en razones del mercado laboral, sea en consideraciones sobre la salud física y moral de
los aspirantes a ingresar. El cambio de índole en los fundamentos de las normas legales
se inicia con el decreto del 17 de octubre de 1936 con el que se extreman las medidasde control y vigilancia del movimiento de extranjeros con destino al país, tendientes a
evitar infiltraciones de elementos que puedan constituir “un peligro para la salud física o
moral de nuestra población o conspiren contra la estabilidad de las instituciones creadas
por la Constitución Nacional”. Las disposiciones de este decreto se recrudecen con otro
del 25 de julio de 1938 cuyo objetivo principal es reprimir el ingreso clandestino de
refugiados –republicanos españoles o judíos centroeuropeos víctimas de las
21
Sobre los cambios en la percepción del inmigrante por parte de las elites argentinas en latransición entre el siglo XIX y XX ver: Gurevich, B. (1998, pp. 31-39) y, principalmente, Devoto, F.(2003, pp. 272-293).
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persecuciones raciales de la Europa nazi-, que logren entrar a Argentina vía Uruguay
o Brasil, cruzando los ríos Paraná o Paraguay. El decreto del 28 de julio de 1938
completa el anterior y establece, justificándose en la necesidad de restringir la
inmigración en función de la desocupación y la caída de producción agrícola del país y
de propiciar solo aquella inmigración que venga con propósitos rurales, que cada
aspirante a ingresar al país debe solicitar un permiso del Departamento de Inmigración y
de un tribunal especial formado por tres funcionarios ministeriales –en representación de
los Ministerios de Agricultura, de Relaciones Exteriores y del Interior- y un delegado de la
sección Orden Social de la Policía Federal.22
El cariz selectivo y represivo que asume paulatinamente la política migratoria a
partir de los años treinta es cuestionado en la Cámara de Diputados, por iniciativa de los
legisladores Leónidas Analtasi y Bernardino Horne, de origen radical, y de Juan Antonio
Solari de filiación socialista, a través de una interpelación parlamentaria al Poder
Ejecutivo, en agosto de 1939. La intervención del diputado Horne, que abre la
interpelación, puede ser considerada como un esquema del conjunto de objeciones de
una buena parte de la Cámara a la política sostenida por el gobierno, claramente
discriminatoria hacia los refugiados y de “puertas cerradas”. En primer lugar, después de
marcar una profunda contradicción entre la política inmigratoria y las declaraciones de
corte aperturista y humanitario sostenidas por los delegados argentinos en las
conferencias internacionales de Ginebra y de Evian en el año 1938, le sugiere al Poder
Ejecutivo que deje sin efecto todas las normas “establecidas por decreto, a fin de que se
abra para el país una nueva época, la del acrecentamiento de su población,
incorporando nuevos contingentes a la vida del trabajo nacional en sus múltiples
aspectos o manifestaciones, previa selección de las condiciones físicas y morales y
hasta de las aptitudes”. En segundo lugar, critica el procedimiento de selección de
inmigrantes quienes después de pasar por un doble control, por parte de la Dirección de
Inmigración y del tribunal especial, deben someterse a la buena voluntad de los cónsules
que ponen trabas al ingreso de refugiados y de extranjeros de origen urbano. En tercerlugar, presenta como inmigrantes “deseables” a los trabajadores rurales pero también a
obreros industriales, técnicos, sabios, químicos y profesores. Si para la primer categoría
ocupacional advierte que existen numerosos grupos de ascendencia no latina -suizos,
polacos, daneses- que estarían dispuestos a dejar sus países de origen, para la segunda
propone a los refugiados españoles que se encuentran internados en Francia en busca
de un destino para emigrar. Por último, sugiere para una óptima resolución del problema
22Un detallado análisis de la legislación selectiva y restrictiva de la inmigración a partir de los años
30 en la Argentina: Senkman, L. (1991, pp.117-121). Sobre las políticas contrarias al ingreso de
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migratorio la sanción de una ley de colonización y de tratados bilaterales que puedan
conciliar los intereses de los países receptores con aquellos de las naciones
expulsoras.23
Las intervenciones de los ministros representantes del Poder Ejecutivo confirman,
por su parte, la política restrictiva seguida por el gobierno. El canciller José María Cantilo
sostiene que “el indeseable, el expulsado, el refugiado político, el refugiado racial que
huye de Alemania, de Austria, de Italia, de España” no debe ser considerado un
inmigrante puesto que ha dejado su país por la fuerza y no tiene intenciones de
arraigarse en aquél que lo recibe, lo que podría generar en el futuro el “grave problema
de las minorías”. Por otro lado, estos contingentes incluyen “mucho menos agricultores
que pequeños artesanos o pequeños comerciantes y, lo que es peor, gente sin oficio”
que puede conspirar contra la seguridad social y la estabilidad del mercado de trabajo.
Para el ministro, no debería decirse que “la Argentina haya obedecido a normas
mezquinas de orden racial” -después de E.E.U.U. es el país que ha recibido mayor
número de inmigrantes judíos-, “pero tampoco podría pretenderse que, para no aparecer
sujeta a esos prejuicios, la República abra sus puertas sin control ni limitación de
ninguna clase, a todos los hombres que Europa rechaza”. Son los cónsules, bajo la
vigilancia de la Dirección de Inmigración y del Comité Consultivo, quienes ejercen dicho
control descartando en el punto de procedencia la “mala inmigración” y seleccionando
dentro de lo posible los elementos capaces de “prosperar y de asimilarse a nuestro
medio”. El inmigrante deseado es el de origen latino - español, vasco francés o vasco
español- o aquellos como los daneses, suizos u holandeses quienes, al poseer “cierta
cultura” están llamados a ser “un instrumento de mejora de la población rural y hasta
perfeccionamiento de la técnica de nuestra producción”.24
El Ministro de Agricultura José Padilla, por su parte, sugiere que el país sigue
necesitando de los contingentes inmigratorios, dada la “extensión del territorio y lo
limitado de la población”. De todos modos, no se trata de cualquier extranjero sino de
aquél “que llegue al país con el fin de trabajar su suelo y con los medios necesarios para hacerlo”, en el marco de “una organización agrícola adecuada, que permita al inmigrante
retener la tierra que trabaje”. Los desocupados, los trabajadores urbanos y los refugiados
quedan afuera de las predilecciones del gobierno, razón por la cual ha adoptado como
medida de emergencia los decretos de 1938. Según el ministro, lo que resulta
indispensable es una nueva ley de inmigración y colonización que regule el ingreso de
refugiados: Avni, H. (1983, pp. 443-479), Jackisch, C. (1989), Newton, R. (1986), Rissech, E.(1989), Schwarstein, D. (1992, pp. 5-32) y Senkman, L. (1995, pp. 53-76).23
Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados , 1939, Tomo II, 9 y 10 de agosto de 1939, pp.836-845.
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los extranjeros y asegure su definitivo asentamiento en las zonas rurales.25
Aunque
finalmente una ley de colonización es aprobada en agosto de 1940 con el objeto de
poblar el interior del país –sea con elementos nativos o extranjeros, siempre que formen
parte de un núcleo familiar- racionalizar las explotaciones rurales, subdividir la tierra y
estabilizar a sus habitantes sobre la base de la propiedad de la misma y llevar mayor
bienestar a los trabajadores agrarios; no logra canalizar la elección mayoritaria de los
inmigrantes hacia la campaña ni impedir el éxodo rural.26
La admisión de extranjeros de
origen agrícola se sigue realizando a través de decretos del Poder Ejecutivo que surgen
del compromiso de empresas de colonización privada de venderle parcelas de tierras a
familias que tienen la intención de asentarse en colonias rurales. Las direcciones de
Inmigración y Agricultura son las encargadas de autorizar y supervisar el proceso
colonizador, razón por la cual muchos de estos contratos con empresas que representan
a inmigrantes que poseen la categoría de “beneficiados” son revocados por un nuevo
decreto o por una resolución ministerial cuando se prueba que los extranjeros no son de
origen rural y han utilizado el procedimiento como artilugio para ingresar al país. Un
ejemplo de ello es la resolución del Ministerio de Agricultura del 22 de abril de 1940 por
la que se dejan sin efecto tres decretos del año anterior, en los que se otorgaban
franquicias a la Jewish Colonization Association para el ingreso al país de inmigrantes
contratados para sus colonias y de familiares de los ya radicados en las mismas, ante la
duda de si “efectivamente se trata de agricultores auténticos” y de si su edad no
sobrepasa el límite permitido.27
Este repaso de los principios selectivos contenidos en las disposiciones
migratorias desde el último cuarto del siglo XIX ponen en evidencia que el gobierno
peronista no fue innovador en este campo, a lo sumo hizo explícitos dichos conceptos en
sus lineamientos normativos. Según lo advierte Mónica Quijada, la noción de selección
étnica remite al carácter intrínseco de todo pensamiento en torno a la población y a la
inmigración. Dicha preocupación está presente en la Argentina desde los días de la
Independencia y se desarrolla en dos momentos sucesivos atravesados por elCentenario. En el primero prima el imperativo de “mejorar la raza” a través del
“blanqueamiento” de la población aportado por los contingentes europeos, dejando fuera
de la nacionalidad a una parte de los habitantes del territorio. En el segundo, tras la
penetración paulatina de la distinción entre nación y Estado y la equiparación del
24 Ibid., pp. 852-864.
25 Ibid., pp. 845-851.
26 Ley n° 12636 del 21 de agosto de 1940, Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores ,
Tomo II, Año 1940, pp. 991-1000.
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concepto de nación a una “personalidad colectiva”, aparece la necesidad de
amalgamar la población. Así, el criterio de exclusión es desplazado por otro de inclusión
y la búsqueda de la homogeneidad cultural lleva a la preocupación por la asimilación del
inmigrante. 28
La preocupación por la asimilación del inmigrante parece orientar, al menos
desde el discurso, los criterios de selección de la política migratoria del primer
peronismo. En el “Proyecto de ley de bases” que acompaña al Primer Plan Quinquenal
se expresa que “en ningún caso la inmigración será restringida ni prohibida por razones
de origen ni de credos de ninguna especie, pero será preferida aquella que por su
procedencia, usos y costumbres e idioma sea la más fácilmente asimilable a las
características étnicas, culturales y espirituales de la Argentina”. Aunque no se aclara en
el texto, las preferencias étnicas, tal cual se venían dando desde los años del
Centenario, se proyectan hacia españoles e italianos y, en menor grado, hacia elementos
noreuropeos que pudieran aportar su experiencia laboral en campos productivos todavía
no desarrollados en el país. Tanto la creación, en 1946, de la Delegación Argentina de
Inmigración en Europa, con dos únicas sedes en Italia y en España, como la firma de
acuerdos de inmigración solamente con estos dos países parecerían hablar, por sí solos,
de las preferencias étnicas del gobierno argentino en materia inmigratoria.29
Por su parte, los grupos que son considerados refractarios a la homogeneización,
por la distancia cultural y por la diferencia religiosa con los nativos, son los europeos
orientales y los judíos. Aunque en ninguna normativa se establece expresamente la
prohibición de ingreso a estos contingentes –de hecho el gobierno permitirá la entrada al
país de inmigrantes eslavos respondiendo a los compromisos internacionales de la
posguerra y terminará por otorgar una amnistía en 1948 a los extranjeros considerados
“ilegales”, en su mayoría de origen judío- los criterios de preferencia pueden encontrarse
transversalmente en uno de los puntos del “Proyecto de ley de Bases” en el que se
manifiesta: la “Dirección General de Inmigración y Colonización, sin menoscabo en
ningún caso de las libertades inherentes a la persona, realizará aquellas tareas deasimilación progresiva y digna del inmigrante a fin de que éste integre la comunidad
argentina, evitándose la subsistencia de núcleos de población o colectividades que
27 Sobre la acción de la Jewish Colonization Association en la Argentina durante los años de las
persecuciones raciales en el continente europeo: Avni, H. (1983, pp. 401-480).28
Quijada, M. (1992, pp. 867-888).29
“Proyecto de ley de bases”, op. cit., punto III y Mónica Quijada, (1992, pp. 884-885). Respectode las políticas del Estado argentino hacia los refugiados de la segunda posguerra puedeconsultarse: Senkman, L. (1985, pp. 107-126).
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constituyen por su manera de vivir elementos extraños, ajenos, indiferentes o
perturbadores a ese proceso de integración.”30
Como último escalón de este proceso de integración, el gobierno propone el
derecho de adquisición automática de la ciudadanía. Formulado en el artículo 31 de la
reformada Constitución Nacional de 1949, establece que “los extranjeros que entren en
el país sin violar las leyes, gozan de todos los derechos civiles de los argentinos como
también de los derechos políticos después de haber obtenido la nacionalidad. A su
pedido podrán nacionalizarse si han residido dos años continuos en el territorio de la
Nación y adquirirán automáticamente la nacionalidad transcurridos 5 años continuados
de residencia salvo expresa manifestación en contrario”. La reglamentación de este
derecho –surgida de una intensa discusión parlamentaria y de la presentación de varios
proyectos legislativos- se establece con la ley N° 14.354 sancionada el 28 de septiembre
de 1954. En la misma se aclara que la naturalización no es totalmente automática porque
los extranjeros con más de cinco años de residencia en el país deben acreditar
previamente su identificación con la Nación Argentina, poseyendo nociones elementales
del idioma y demostrando conocimientos básicos de historia, geografía y de la
organización política y social de la República. A su vez, establece como requisitos no
hallarse mentalmente incapacitado, tener medios honestos de vida, no ser nacional de
un país en guerra y no ejercer actividades que repugnen los artículos 15 y 21 de la
Constitución Nacional. Finalmente fija como motivos de pérdida de la nacionalidad, el
ocultamiento de circunstancias o hechos que, de ser conocidos en su oportunidad,
hubieran impedido la naturalización, la participación directa o indirecta en el tráfico ilegal
de estupefacientes o la trata de blancas y las acciones contrarias al artículo 17 de la ley
12.331 de profilaxis social.31
En la justificación que en la oficialista revista Hechos e Ideas hace el doctor
Carlos Juárez, de la incorporación del derecho de adquisición automática de la
nacionalidad para los extranjeros a la legislación argentina, puede verse cuán cercana
está esta reforma de la preocupación del gobierno por integrar definitivamente alinmigrante a la vida social y política del país. Para Juárez “el desierto ha sido ya vencido
por la civilización; las distancias han sido superadas por los multiplicados medios de
comunicación y de transporte y la población argentina ha crecido intensamente”, de allí
que el objetivo del presente sea “la asimilación de las corrientes inmigratorias que llegan
a estas orillas del Plata”. El verdadero “problema es el de incorporar elementos humanos
que se adapten a nuestra modalidad, a nuestras costumbres, a nuestros ideales ” no
30
“Proyecto de ley de bases”, op. cit., punto XX.31 Carlos Juárez, “La ley de nacionalidad, ciudadanía y naturalización”, Hechos e Ideas, Año XV,
n° 124-125, agosto septiembre de 1954, pp. 324-327.
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20
existe ya “el problema albeardiano de poblar a cualquier precio inmensas y dilatadas
extensiones desiertas, abriendo de par en par las puertas a toda clase de corrientes
inmigratorias”. Resultan indispensables, pues, “hombres que sepan que en esta tierra de
promisión hay un vínculo espiritual que nos une a todos los argentinos y que se traduce
en la expresión de un solo idioma, hombres que sepan que en esta patria hay una sola
bandera”.32
Aunque esta ley no llegó a aplicarse puesto que el gobierno de Perón fue
destituido por un golpe militar casi un año después de ser sancionada, sus enunciados
nos muestran hasta dónde la preocupación por la integración de todos los habitantes del
país a un “ser nacional”, que incluyera a inmigrantes y nativos por igual, se torna
evidente durante el período peronista. Los procedimientos de selección de extranjeros
aparecen como el requisito indispensable para preservar dicha homogeneidad cultural y
social. De allí que la capacidad de asimilación del inmigrante –problemática que se
desarrolla con fuerza en el contexto científico internacional, como uno de los objetos de
estudio privilegiados por la sociología y la demografía después de la Segunda Guerra
Mundial- sea medida como el reaseguro de su integración a una nación que se concibe
como ya formada.33
2.1 Marco jurídico: decretos y resoluciones administ rativas
Si la política migratoria del primer peronismo es heredera de una tradición que
impone a los extranjeros criterios selectivos cada vez más estrictos, también lo es de la
tendencia, iniciada en los años veinte, de actualizar la Ley de Inmigración vigente desde
1876 mediante decretos del Poder Ejecutivo o resoluciones ministeriales. Dicha forma de
32
Ibid., pp. 322-323.33Al respecto pueden verse la presentación de Georges Mauco -sociólogo francés a cargo del
organismo consultivo de la Secretaría General de la Familia y la Población durante los años de lasegunda posguerra en Francia- a la Asamblea General de la Unión Internacional para el EstudioCientífico de la Población (Génova, 1949), “L’assimilation des étrangers en France” en:L’assimilation culturelle des immigrants, INED, 1950, pp. 21-31 y alguno de los trabajos delreconocido demógrafo italiano Corrado Gini: “La asimilación física de los descendientes deinmigrantes”, ponencia presentada en inglés a la Conferencia Internacional de la Población (Roma, 1954) y “La asimilación cultural de los inmigrantes”, conferencia publicada en francés enla Revue de l’Institut de Sociologie Solvay en el año 1955; ambas en español en: Corrado Gini,Esquemas teóricos y problemas concretos de la población, Madrid, Aguilar, 1963, pp. 337-357. Particularmente ilustrativas de esta preocupación son también las encuestas realizadas porAlain Girard y Jean Stoetzel para el Instituto Nacional de Estudios Demográficos (INED), sobre la
opinión de los franceses acerca del proceso de adaptación de los italianos y de los polacos: AlainGirard et Jean Stoetzel, “Francais et inmmigrés. L’attitude francaise. L’adaptation des Italiens etdes Polonais”, Travaux et Documents, Cahier n° 19, INED-PUF, 1953.
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respuesta del Estado, que prescinde de la labor parlamentaria para sancionar una
nueva legislación y que establece restricciones y exclusiones al ingreso de extranjeros a
través de medidas administrativas de emergencia, es totalmente coherente con la
modalidad de intervención estatal en la economía y en la sociedad, a partir del gobierno
del general Justo. La mayor parte de estas decisiones resultan de acuerdos de gabinete
que concilian la posición de diferentes grupos partidarios -conservadores, radicales anti-
personalistas y socialistas independientes- y de comisiones de consulta integradas por
representantes de corporaciones económicas que buscan armonizar los intereses de los
distintos sectores de la producción. En el caso de las disposiciones referentes al tema
inmigratorio, se busca evitar el debate en el Parlamento y en la opinión pública -siempre
fluctuante al igual que la incidencia de las oscilaciones de la economía en el flujo de
extranjeros- reglamentado leyes precedentes o adicionando nuevas prescripciones
mediante decretos del Poder Ejecutivo, aún si esta normativa entra en contradicción con
los principios establecidos en la Constitución de 1853 o en la Ley de Inmigración de
1876. De este modo, como lo ha señalado oportunamente Fernando Devoto, se elige “ la
vía menos costosa políticamente pero la más confusa jurídicamente, al superponer a un
marco aperturista heredado del siglo XIX las disposiciones restrictivas hijas de los
nuevos contextos de entreguerras”.34
La primera evidencia de que el gobierno peronista se constituye en heredero de
esta modalidad de la regulación del ingreso de extranjeros es un Congreso casi silenteen referencia a la problemática migratoria y legisladores opositores con intervenciones
fragmentarias bajo la recurrente forma de denuncias, a pesar de la exigencia de los
planes Quinquenales de reglamentar a través de leyes sus disposiciones generales. En
efecto, la actividad parlamentaria sobre este punto se centra, en primer lugar, en los
debates -vacíos de contenido, llenos de reproches de un bando a otro y utilizados como
pretexto para discusiones políticas más amplias- por la derogación de la ley 4.144
llamada de “Residencia”. En dichas polémicas se enfrentan dos posiciones imposibles de
reconciliar en esos años: la de la oposición, que propone la abolición inmediata de la leyy la del oficialismo que apoya la derogación siempre y cuando una ley que regule la
entrada, el tránsito y la permanencia de los extranjeros, la sustituya.35
Un segundo grupo
de intervenciones lo constituyen los pedidos de informe de la oposición, ninguno de ellos
34Un análisis sobre la nueva modalidad de intervención estatal a partir de la década de 1930 en:
Campione, D. (2003, pp. 87-113). Los primeros en advertir esta particularidad de la normativamigratoria desde los años de entreguerras: Senkman, L. (1991, pp.116-117) y Devoto, F. (2003,pp. 170-172).35
Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados : 27 de junio, 5 y 17 de julio, Año 1946, Tomo
I, pp. 188-189, 453-454 y 574-621; 26 de septiembre, Año 1946, Tomo V, pp. 445-446; 11 de
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exitoso, que se concentran en al menos cuatro núcleos temáticos: la creación de la
Delegación Argentina de Inmigración en Europa con sede en Roma, sus características,
composición y su intervención en el Acuerdo sobre Inmigración con Italia; el contenido
del Acuerdo con Italia y su remisión al Congreso para su ratificación, la relación del
Banco Central y de la empresa de transportes Dodero con la concreción del Acuerdo; los
criterios selectivos de la política de admisión y el control de los inmigrantes una vez
instalados en el país y el ingreso de ex-jerarcas de los regímenes nazi y fascista.36
Por
último, la discusión del Senado acerca del proyecto de ley de ciudadanía presentada por
el Poder Ejecutivo en junio de 1950.37
La segunda evidencia en cuanto a la continuidad del gobierno peronista con los
gobiernos que le precedieron, respecto de la modalidad de regulación de la inmigración,
la constituye el hecho de que a pesar del incremento cuantitativo del ingreso de
extranjeros, producto de una oferta relativamente importante y -según hemos visto- de
intenciones políticas de atracción plasmadas en los planes de gobierno, sólo se
producen algunas modificaciones al corpus jurídico vigente a través de la vía
administrativa. El permiso de libre desembarco, instrumento que desde los años treinta
faculta a la Dirección de Inmigración para resolver discrecionalmente el ingreso de
extranjeros, no es aplazado aunque sí atemperados sus requisitos por medio del decreto
14.882 del 29 de mayo de 1947. Según esta resolución, puede aspirar a obtener el
permiso de libre desembarco todo extranjero, cualesquiera sea el grado de parentesco
con personas residentes en el país, el tiempo de permanencia de las mismas o el lugar
donde se inicien los trámites, siempre que presente tres certificados (de no mendicidad,
de salud mental y de falta de antecedentes penales), un contrato de trabajo y
comprobantes que acredite sus datos de nacimiento y estado civil. Tanto la legalización
de la documentación requerida como los aranceles consulares son totalmente gratuitos.38
El resto de la legislación, resuelta a través de decretos o de resoluciones
ministeriales, parece acompañar tanto la disputa por la imposición de distintos criterios
de admisión sostenidos por una multiplicidad de actores institucionales que responden a
diciembre, Año 1946, Tomo VIII, pp. 308-320 y 10 y 16 de junio, Año 1948, Tomo I, pp. 741-749 ypp. 863-872.36
Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados: 7 de mayo y 2 de julio, Año 1947, Tomo I,pp. 139-140 y pp. 233-234; 11 de mayo, Año 1949, Tomo I, p. 135; 20 de julio, Año 1949, TomoII, p.1742; 31 de agosto, Año 1949, Tomo IV, p. 3037 y 30 de mayo, Año 1951, Tomo 1, p. 251.37
Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores, 26 de abril al 9 de agosto de 1950.38
Los tres certificados ya habían sido impuestos como requisito por la reglamentación de la ley deinmigración de 1876 en el año 1919, mientras que el contrato de trabajo fue exigido por decreto apartir de 1932. Por su parte, el decreto nº 18.471 del 26 de junio de 1947 agrega como
documentación a ser presentada para obtener el permiso de libre desembarco, la partida denacimiento y la libreta de matrimonio del aspirante. Finalmente el decreto 14.882 del 29 de mayode 1947, dispone la exención de los derechos consulares, AGN, AT, legajo 547.
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intereses disímiles, como las contradicciones surgidas de su conflictiva aplicación. El
resultado sugiere una fluctuación entre coyunturas de mayor recrudecimiento de las
medidas restrictivas y otras de mayor laxitud que intentan rectificar situaciones de hecho
o mejorar la imagen pública de la implementación de la política migratoria, combinadas
con un conjunto de órdenes y contra órdenes que muestran cuánto de ensayo y error hay
en el diseño del cuerpo legal que organiza el ingreso de extranjeros.
Así por ejemplo, en enero de 1949, ni bien se conocen las denuncias por
irregularidades cometidas en la Dirección General de Migraciones, un decreto del Poder
Ejecutivo intenta recrudecer los controles para evitar la inmigración “clandestina” a través
de una tarjeta de contralor. La misma es entregada a todo turista, beneficiario de
convenios, pasajero en tránsito o de estancia temporaria, consignando el término de
permanencia concedido por el Estado. Una vez excedido el plazo acordado, el extranjero
será considerado "ilegal" y deberá abandonar el país. Los resultados del sumario
administrativo con el que finalmente se investigan las irregularidades denunciadas,
mostrarán un escenario mucho más complicado de aquellas personas que han ingresado
al país de forma irregular y sin documentación. La solución encontrada para regularizar
esta situación será la promulgación de dos decretos de indulto sumados a otro que
beneficia a asilados políticos.39
De todos modos, el otorgamiento de este último beneficio también puede ser
leído como un recurso del gobierno para blanquear la imagen de su política inmigratoria
que, como resultado de la publicidad del sumario y de denuncias en foros internacionales
por parte de organizaciones humanitarias y de asociaciones representantes de la
comunidad judía, aparece como persistentemente discriminatoria. La autorización de
entrada, previa determinación del Ministerio de Salud de que no constituye un peligro
para la población local, a los inmigrantes que padezcan enfermedades transmisibles que
lleguen al país llamados por miembros de su familia o que ingresen en compañía de
ellos, parece obrar también en este mismo sentido.40
El año 1950 es testigo de un nuevo recrudecimiento de las restricciones y delconvencimiento del Poder Ejecutivo de que los mecanismos de control migratorio siguen
siendo burlados. Un decreto de marzo deja sin vigencia el permiso de ingreso de
personas enfermas por resultar desvirtuado, en el abuso del beneficio, su sentido
humanitario, mientras que otro de abril establece sanciones a los extranjeros que
39El decreto nº 1.162 del 20 de enero de 1949 establece el nuevo mecanismo de control mientras
que los decretos 15.972 del 8 de julio de 1949 y 24.666 del 4 de octubre de 1949 (prorrogado pordecreto 12.369 del 17 de junio de 1950) otorgan el indulto. Por su parte, los decretos 19.935 del
22 de agosto y 21.680 del 6 de septiembre de 1949 conceden el beneficio de asilado residente,AGN, AT, legajo 547, carpeta 10.40
Decreto 19.168 del 11 de agosto de 1949, AGN, AT, legajo 547, carpeta 10.
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permanezcan ilegalmente en el país. Por su parte, la Dirección Nacional de
Migraciones se propone dejar sin efecto los permisos de entrada concedidos
colectivamente a contingentes de personas desplazadas durante la segunda
conflagración, por adolecer éstos de “marcadas deficiencias administrativas” permitiendo
el arribo de núcleos de inmigrantes integrados por “verdaderos deshechos humanos”
que “perjudican el acervo étnico de nuestro país". En su lugar concede permisos, a
través de la Delegación Argentina de Inmigración en Europa, a integrantes de grupos
familiares ya radicados en la Argentina (75%) y a aquellos que acrediten
“fehacientemente” tener trabajo asegurado en el interior de la República (25%).41
En los meses sucesivos nuevas restricciones son incorporadas para otorgar el
permiso de libre desembarco -tales como saber leer en cualquier lengua o dialecto, no
modificar antes de tres años la residencia o la actividad establecida, no instalarse en la
zona comprendida en el radio de cien kilómetros de la Capital- con excepción de
aquellos aspirantes a un destino rural o que acrediten parentesco de segundo o tercer
grado con residentes en la Argentina. Siguiendo con las prácticas rectificatorias y
buscando un equilibrio entre inmigrantes con parientes ya radicados y extranjeros sin
ellos, un decreto determinará que los primeros pueden cambiar su radicación y
establecerse en cualquier lugar del país, salvo en el radio de cien kilómetros de la ciudad
de Buenos Aires, mientras que los segundos están autorizados a variar el oficio
declarado siempre que se encuentre dentro del mismo orden de actividades.42
La compleja maraña de decretos y disposiciones que intentan regular el ingreso
de extranjeros no será sustituida por una nueva ley de inmigración, a pesar de la
redacción de variados proyectos en el seno de las reparticiones ministeriales. Un ejemplo
de ello puede verse en el ante-proyecto preparado por una comisión presidida por la
Dirección Nacional de Migraciones, en el año 1950, que procura diseñar un marco
normativo que contenga el conjunto de disposiciones administrativas que organizan el
fenómeno migratorio desde los años veinte. Entre los puntos más relevantes se
encuentran, por un lado, los que establecen las prioridades de ingreso para familias condestino rural y proponen la tipología de inmigrantes, instaurada por el decreto de
noviembre de 1932, que comprende a “beneficiados” (aquellos que llegan como
consecuencia de un convenio internacional o de un contrato de trabajo pre-establecido),
“de llamada” (cuyos parientes en el país se hacen cargo de los gastos de traslado de su
radicación y ocupación) o “antiguos residentes”. Tipología que es cuestionada, desde
41Decreto nº 6.363 del 25 de marzo de 1950, Decreto nº 6.636 del 1º de abril de 1950 (AGN, AT,
legajo 457, carpeta 10) y Resoluciones de la DNM nº 240 del 19 de abril de 1950 y nº 326 del 29
de mayo de 1950, (AGN, AT, legajo 458).
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una postura más “aperturista”, por la Delegación Argentina de Inmigración en Europa
quien propone incorporar la categoría de inmigrante “espontáneo”, para aquél que
carezca de parientes que lo llamen o de empleadores que lo contraten. Por otro lado, los
artículos que concentran las atribuciones de la admisión de extranjeros en la Dirección
Nacional de Migraciones, en detrimento del cuerpo consular, conservando los
mecanismos de control establecidos por los decretos precedentes. 43
Esta falta de innovación legislativa contrasta con las abundantes
disposiciones que crean y dotan de estructura a nuevos organismos institucionales
encargados del fenómeno inmigratorio -como la Oficina Etnográfica, cuyo objeto es
estudiar las “condiciones de adaptabilidad y asimilación” de los extranjeros y orientar su
distribución de forma racional, la Delegación Argentina de Inmigración en Europa,
encargada de “convenir, organizar, proveer y dar ejecución en Europa” a todo lo
relacionado con el flujo inmigratorio, y la Comisión de Recepción y Encauzamiento, a
cargo de la “recepción, encauzamiento, radicación y establecimiento” de los recién
llegados-, reorganizan los ya existentes –la Dirección de Inmigración pasa de depender,
con cambiantes atribuciones y distintos grados de autonomía, del Ministerio del Interior a
la Secretaría de Trabajo y Previsión en noviembre de 1947, a la Secretaría Técnica de la
Presidencia en 1949 y al Ministerio de Relaciones Exteriores en 1954- y establecen
jerarquías entre las distintas reparticiones – la Comisión de Recepción y Encauzamiento
es concebida en los primeros años de la gestión peronista como un instrumento del IAPI
y del Banco Central, para pasar a subordinarse a la Dirección de Migraciones en 1949.44
El surgimiento de estas nuevas instituciones y el reordenamiento de las ya
existentes parece formar parte del proceso que se viene desarrollando desde la década
de 1930, de una fuerte y generalizada expansión de la estructura de un Estado que va
asumiendo nuevas funciones específicas conforme va pasando de un modelo liberal a
otro intervensionista y, finalmente, después de 1943, a otro planificador y de bienestar
social. Las consecuencias de este proceso de expansión de la burocracia estatal pueden
constatarse en la creación de nuevos organismos y en el fortalecimiento de losexistentes -para facilitar de un modo directo la capacidad regulatoria de los fenómenos
económicos, la organización de una infraestructura que responda a los planes de
42Decreto nº 24.453 del 7 de noviembre de 1950, decreto nº 8721 del 22 de febrero de 1952 y
decreto nº 2.093 del 7 de julio de 1952, AGN, AT, legajo 457, carpeta 10.43
“Plan de Trabajo para 1951. Anteproyecto de ley sobre inmigración”, AGN, AT, legajo 548,carpeta 2.44
Decretos n° 9435 del 30 de marzo de 1946, n° 20707 del 2 de diciembre de 1946, n° 23.112 del17 de diciembre de 1946, n° 34.728 del 6 de noviembre de 1947, n° 2.896 del 4 de febrero de
1949, n° 5.806 del 7 de marzo de 1949, n° 10.238 del 29 de abril de 1949, n° 10.831 del 6 demayo de 1949 y n° 12.204 del 22 de julio de 1954 y Resolución del Ministerio de AsuntosTécnicos n° 42 del 4 de febrero de 1953, AGN, AT, legajo 547.
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desarrollo y la reproducción de la fuerza de trabajo a través de la provisión de un
sistema de seguridad social y salud y del acceso a la vivienda-, en la ampliación de
recursos administrativos y la dotación de nuevas capacidades políticas y técnicas a los
aparatos estatales para desarrollar sus funciones y, por último, en los desajustes entre
áreas, la superposición de funciones y los conflictos internos producidos en el seno de
las agencias estatales. 45
La gestión de la admisión de extranjeros parece no escapar a estas
consecuencias profundizadas, aún más, por el hecho de que las estructuras encargadas
del problema inmigratorio, que involucran tanto a la Dirección de Inmigración como al
cuerpo consular, no solo carecen de cuadros administrativos con la experiencia e
idoneidad suficiente y con competencias claramente establecidas sino que, además, son
protagonistas de intensos conflictos por el control de los organismos que las componen y
de los magros recursos con los que cuentan, en un contexto de abundante oferta de
extranjeros. Dichos conflictos serán resueltos en su gran mayoría, dada la imposibilidad
de llegar a un consenso, a través de decretos del Poder Ejecutivo, nuevamente la vía
más "económica" desde el punto de vista del gobierno.46
2.3 Acuerdos internacionales: italianos y españoles, protagonistas privilegiados
La apuesta más fuerte del primer peronismo en cuanto a planificación y
asistencia de la inmigración está dirigida a los grupos migratorios históricamente
mayoritarios, que a su vez coinciden con el perfil étnico de preferencia por ser
considerados los más asimilables. En este sentido, los acuerdos firmados con Italia y
España a partir de 1947 son una clara expresión del intervencionismo estatal de la
segunda posguerra. Si bien a fines de la década del treinta ya se habían establecido
convenios bilaterales con Suiza, Holanda y Dinamarca que propiciaban la inmigración deorigen rural, comprometiendo a la Argentina a no exigir el permiso de libre desembarco a
los aspirantes a ingresar y a las naciones firmantes a asegurarles el destino invocado o,
en caso de no lograrlo, encargarse de repatriar a las familias llegadas; los tratados
subscriptos con Italia y España contienen muchas más ambiciones respecto de las
45 Campione, D. (2003, pp. 151-153).
46 En virtud de escapar a los objetivos que nos hemos propuesto en este artículo no nos
detendremos aquí a analizar los conflictos institucionales al interior de la Dirección de Inmigracióny de esta institución con el cuerpo consular. Los mismos han sido abordados en mi tesis deMaestría: Biernat, C. (2004, pp. 103-136).
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capacidades del gobierno argentino de seleccionar y organizar, por sus propios
medios, el flujo migratorio.47
El primero de estos dos países en firmar un acuerdo con Argentina fue Italia.
Una vez terminado el conflicto bélico mundial, su aparato productivo se encontraba
destruido y la desocupación afectaba a casi dos millones de personas. Para afrontar esa
crisis el gobierno proyectó, inicialmente, dos estrategias: el pedido de créditos
internacionales y la liberalización de las restricciones a la emigración impuestas por el
régimen fascista en los años treinta. Si la primera de estas soluciones fue aceptada por
la mayoría de los partidos y de los grupos de interés, la segunda encontró la oposición
del Ministerio de Trabajo y de los sindicatos más representativos, quienes apoyaban la
apertura del flujo emigratorio pero exigían la firma de convenios bilaterales con los
países interesados, a fin de proteger a los trabajadores italianos en el exterior. Es en el
marco de estas discusiones y del interés del gobierno italiano por firmar un tratado
comercial con Argentina que le asegurase el ingreso de materias primas, sobretodo de
granos, que los dos países comienzan las negociaciones, en los primeros meses del año
1947, para redactar un convenio de inmigración. De un lado la Delegación Argentina de
Inmigración en Europa y, del otro, representantes de los ministerios de Trabajo y de
Relaciones Exteriores y de la Confederazione Generale Italiana del Lavoro intentarán
ponerse de acuerdo fundamentalmente en torno a tres puntos. En primer lugar, el
proceso de selección de los aspirantes a inmigrar. Mientras que los enviados argentinos
insisten en que un organismo propio, a lo sumo con veedores italianos, debe encargarse
de seleccionar a los inmigrantes más convenientes (preferentemente meridionales) y
decidir en qué lugar se realiza el reclutamiento, las autoridades peninsulares reclaman
que debería estar a cargo de órganos italianos competentes. En segundo lugar, la
modalidad del contrato de trabajo. Para los funcionarios argentinos, los futuros
inmigrantes deben recibir información sobre las condiciones laborales y el costo de vida
del país al que se dirigen, pero el contrato de trabajo tiene que ser firmado una vez
arribados al puerto de Buenos Aires. Por su parte, la comisión italiana insiste en que loscandidatos deben tener una copia de dicho contrato antes de tomar su decisión de partir
y subscribirlo en el momento de embarcar. Por último, las condiciones del transporte de
extranjeros. Mientras que la delegación argentina reclama la habilitación exclusiva de
buques de su bandera para el transporte de inmigrantes, aún si la Marina Mercante del
Estado cuenta con apenas una decena de naves cuyas características no son
47 Los acuerdos bilaterales de la Argentina con Suiza, con Holanda y con Dinamarca fueron
reglamentados, en lo concerniente al tema migratorio, a través de Resoluciones del Ministerio de
Agricultura. Resoluciones Ministeriales n° 7.965 y n° 7.966 del 7 de agosto de 1939 en: Facultadde Derecho y Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, El fenómeno migratorio, BuenosAires, 1941.
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públicamente conocidas, los representantes italianos proponen que su gobierno
puede conceder licencias a armadores argentinos, viaje por viaje, -aunque esta
concesión implica, además de la amenaza que otros países firmantes del tratado de paz
exijan los mismos privilegios que la Argentina, una grave renuncia para la marina
mercante italiana cuya reconstrucción es vista como un negocio a futuro- siempre y
cuándo respondan a los requisitos impuestos por las leyes vigentes al respecto en Italia.
Con todo, el punto más conflictivo desde el punto de vista discursivo, que hace peligrar la
firma del acuerdo por las fuertes presiones de los delegados sindicales italianos -
interesados en representar ellos mismos los intereses de los trabajadores de su país en
el exterior- quienes llegan a denunciar a las autoridades argentinas de "negreras" y
"esclavistas", es el de las condiciones del contrato de trabajo. Finalmente los
representantes italianos ceden en su posición –en un claro triunfo de la postura
sostenida por el Ministerio de Relaciones Exteriores- y muestran su voluntad de acordar
con las autoridades argentinas ante la necesidad de firmar el convenio comercial, de
preservar la imagen internacional de Italia, fundamentalmente entre los países de
América Latina y para no dejar libradas las posibilidades de emigración a la Argentina a
los españoles.48
El 21 de febrero de 1947, Argentina firma el primer tratado de inmigración con
Italia en el que se otorga claro protagonismo a los dos Estados en cuanto a las
decisiones de reclutamiento (en base a listas compiladas por oficinas italianas, según
necesidades planteadas por el gobierno argentino) y de selección (a través de un
examen técnico y sanitario a cargo de órganos competentes de los dos gobiernos) y en
cuanto al transporte de los inmigrantes que no puedan hacerse cargo del monto del
pasaje (adelantado por el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio con el
compromiso de devolución en catorce meses). Por otra parte, la intervención del
gobierno italiano a través de observadores ante la Comisión de Recepción y
Encauzamiento de Inmigrantes para fiscalizar el proceso de inserción en el mercado
laboral de sus con-nacionales, es compensada por el contundente artículo 14 quereserva al Estado argentino el derecho de quitar la condición de inmigrante a aquél
extranjero que antes de los dos años abandonara la profesión declarada al obtener el
permiso de ingreso. Aunque este tratado no es ratificado, el Convenio Comercial y
Financiero firmado en octubre del mismo año, incluye un capítulo sobre emigración en el
que se acuerda, a cambio del compromiso del gobierno italiano de asegurar la
48 Rosoli, G., (1993, pp. 343-366).
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capacitación laboral de los emigrantes, que los trabajadores italianos gozarán de los
mismos derechos que los trabajadores argentinos. 49
En enero del año siguiente se firma un nuevo acuerdo en el que, además de
retomar aspectos contenidos en los tratados anteriores, se regula la condición de
inmigrante "beneficiado" que goza de derechos especiales: pago de pasaje y gastos
iniciales de estadía; asesoramiento sobre las condiciones de trabajo, vivienda y el envío
de remesas; cursos de capacitación y especialización profesional. Por su parte, aquellos
inmigrantes que abandonen sin causa justificada la actividad declarada al obtener el
permiso de entrada, pierden sus beneficios y derechos. El gobierno argentino se
compromete, también, a facilitar la obtención de permisos de libre desembarco para los
inmigrantes italianos no beneficiados, que deseen radicarse en el país para reunirse con
sus familiares, mediante un acta regular de llamada o para desarrollar una actividad
laboral.50
Así todo, la puesta en práctica de los convenios de inmigración con Italia
conocerán trabas de uno y otro lado del Atlántico. En los primeros meses del año 1948,
la oposición en el gabinete italiano entre los ministerios de Trabajo y de Relaciones
Exteriores por el control de la política de emigración, entorpecerá la puesta en práctica
de la mayor parte de las iniciativas del gobierno respecto de la asistencia y tutela de los
nativos residentes en el exterior. Por su parte, la presencia cada vez más fuerte del
Partido Comunista en la vida política italiana a partir de las elecciones de 1948, refuerza
las prevenciones del gobierno argentino respecto de la posibilidad de recibir elementos
comunistas “infiltrados” dentro de los contingentes de italianos. De allí que los controles
de los aspirantes a inmigrar se recrudezcan hasta el extremo de exigir una certificación
expedida por el Partido Demócrata Cristiano Italiano, de no pertenencia a algún partido
de izquierda. Desde el punto de vista del inmigrante, la Argentina comienza a perder en
los años cincuenta ante la baja del salario real, la falta de asistencia social para el
extranjero, el bloqueo de las remesas y la amenaza de la pérdida de la ciudadanía de
origen con la reglamentación del derecho de naturalización automática contenido en laConstitución de 1949, su valor ideal como “tierra de promisión”.
51
49 Ibid., p. 366-375.
50Barbero, M. I. y Cacopardo, M. C. (1991, p. 294). Las causas de la formulación de un nuevo
acuerdo, nos remiten a preguntarnos no sólo acerca de aquellas condiciones desafortunadas parael emigrante italiano susceptibles de ser re-negociadas, sino también acerca de las presiones quepudo haber ejercido la comunidad italiana local al ver amenazados sus intereses. Así por ejemplo,las serias restricciones impuestas por el gobierno argentino, a partir de julio de 1947, al envío deremesas en moneda extranjera al exterior, habrán actuado como detonante para renegociar los
términos del acuerdo en tan importante dominio. Idea contenida en el análisis de Ignacio Klich(1997) sobre el acuerdo comercial argentino-israelí.51
Rosoli, G. (1993, pp. 381-390).
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Si los convenios firmados con Italia dan cuenta de la urgencia del gobierno
de ese país por llegar a un acuerdo, sin prestar demasiada atención a las condiciones
impuestas por el gobierno argentino; la tardía firma del tratado con España así como el
cuidadoso estudio al que es sometido por las autoridades españolas revelan el poco
interés de ese país en fomentar una corriente emigratoria de importancia. En efecto,
mientras el gobierno italiano presionado por la crisis de posguerra, por los altos índices
de desocupación, por la presencia de refugiados extranjeros a los que no estaba en
condiciones de alimentar y emplear y por una situación social y política potencialmente
conflictiva, encuentra en la emigración una válvula de escape; el gobierno español
embarcado en un proyecto de desarrollo industrial autárquico, ve en la emigración una
limitación del recurso población de por sí escaso. Sin embargo, la deuda contraída por
España con Argentina en concepto de envíos de trigo y la necesidad de que éstos se
sigan haciendo, según se había establecido oportunamente en los convenios
comerciales entre los dos países, define la firma del acuerdo en octubre de 1948. El
resultado es un texto muy cuidado en el que los españoles consiguen eliminar la mayor
parte de las cláusulas que imponen limitaciones a los derechos del inmigrante,
desaparece toda mención a los centros de reclutamiento que el gobierno argentino
aspiraba a establecer en los puertos de embarque, se otorga igual prioridad al transporte
de pasajeros de ambas banderas y se aseguran la equiparación entre inmigrantes y
trabajadores argentinos, así como también el envío de remesas.52
La firma del convenio de inmigración tiene una excelente acogida entre los
trabajadores españoles -presionados por el alto costo de vida, los bajos salarios, la
escasez de artículos de consumo esenciales en su país, la represión del régimen
franquista y tentados por el programa de beneficios sociales propuestos por el gobierno
peronista para los asalariados- y en la comunidad española asentada en Argentina,
preocupada por su languidecimiento creciente debido a la interrupción de los flujos
migratorios. No obstante ello, a finales del año 1949 sus objetivos esenciales no se
encuentran todavía aplicados. En primer lugar, tanto la emigración “contratada” como la“colonizadora” carecen de un marco normativo en la Argentina y de un presupuesto
especialmente destinado para cubrir sus gastos. En segundo lugar, las trabas
burocráticas, producto del intervencionismo estatal pero también de las prácticas de
corrupción administrativa, hacen que los trámites de peticiones de llamada ante los
organismos competentes, de uno y del otro lado del Atlántico, se demoren provocándole
al aspirante a emigrar largas y costosas estancias en los puertos de embarque. En tercer
52 Sobre el convenio comercial y de pagos entre Argentina y España del 30 de octubre de 1946 y
el “Protocolo Perón-Franco” subscripto el 9 de abril de 1948: Figallo, B. (1992) y Quijada, M.
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lugar, el tema del transporte se convierte en una fuente constante de roces y quejas
provocadas por la existencia de dos jurisdicciones paralelas que impiden la aplicación de
un control adecuado sobre las condiciones del mismo, de por sí caracterizado por la
precariedad y por el hacinamiento de sus pasajeros. En cuarto lugar, la canalización
exclusiva de las transferencias de remesas a través de la cuenta del Instituto Español de
Moneda Extranjera en el Banco Central, encuentra serias dificultades para su
concreción, mucho más aún después de 1949 cuando la Argentina, aquejada por
problemas económicos, comienza a oponer dificultades a la transferencia de divisas al
extranjero. Por último, no obstante las intenciones de ambos países, a mediados de
1949, de redefinir los puntos más conflictivos del convenio, el transporte y las
transferencias, a través de un protocolo adicional, el deterioro de las relaciones
diplomáticas bilaterales como consecuencia de las diferencias sobre el pago de las
deudas contraídas por España con la Argentina y por la incorporación del derecho de
naturalización automática de los extranjeros a la Constitución de 1949 –interpretado por
las autoridades de Madrid como carente de toda lógica y equidad- ensombrecen aún
más las perspectivas de una acción conjunta para impulsar la corriente inmigratoria.53
A pesar de que la política migratoria convenida por España y Argentina no
alcanza el desarrollo cuantitativo (el gobierno peronista esperaba atraer anualmente a
100.000 inmigrantes españoles) y las características (“control” y “encauzamiento”)
esperados por ambos países, el flujo de españoles a las costas del Plata se multiplica en
los años de la posguerra. De 2.366 ingresos en 1946, se eleva a 8.498 en 1947, a
13.901 en 1948, a 33.368 en 1949 y a 38.758 en 1950, manteniéndose un ritmo
equivalente hasta finales de la década del cincuenta. La explicación de este hecho
parece encontrarse, según lo ha sugerido Mónica Quijada Mauriño, en la utilización por
parte de los aspirantes a emigrar y de sus parientes radicados en la Argentina, del
tradicional mecanismo de “cartas de llamada”, aprovechando el contexto de eliminación
de la legislación restrictiva.54
En febrero de 1953 se firma un nuevo acuerdo, esta vez con el ComitéIntergubernamental para las Migraciones Europeas (CIME) –organismo internacional
encargado, fundamentalmente, de incrementar la emigración desde Europa, asegurando
los mecanismos necesarios para su instalación en los países de destino, de asistir a los
refugiados y desplazados como consecuencia de la guerra y de asegurar el transporte de
los emigrantes que no contaran con los recursos suficientes- persiguiendo dos objetivos
(1991). Un análisis pormenorizado de las negociaciones para la firma del acuerdo en Quijada, M.(1989).53
Ibid., pp. 55-59. Sobre los emigrados españoles por razones político-idiológicos: Schwarsztein,D. (2001).
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fundamentales: la reunificación de núcleos familiares de origen migratorio y la
selección de trabajadores agrícolas, oriundos de Europa occidental, para promover la
inmigración hacia áreas rurales. Ambos objetivos están respaldados por los principios
sobre inmigración contenidos en el Segundo Plan Quinquenal, que sostienen una nueva
orientación de la política de población a la vez que afrontan la perspectiva del
agotamiento del flujo de extranjeros de origen europeo, y acompañan la recurrente,
aunque improbada en sus resultados, estrategia del gobierno de estimular el crecimiento
del sector agrario a través de la colonización.55
Su puesta en marcha demorará los primeros embarques dejando un saldo de
5.372 pasajeros para el primer año sobre un total de 34.330 postulantes. Por un lado,
conspiran los complicados requisitos para aquellos que se acogen a los beneficios del
acuerdo quienes deben ser reclutados por las oficinas regionales y provinciales del
Ministerio de Trabajo italiano, demostrar la existencia de familiares en Argentina o la
intención de trabajar en tareas agrícolas, presentar la documentación debidamente
legalizada y visada ante las autoridades de la Delegación Argentina de Inmigración en
Europa y pasar por una severa revisación médica. Por otro, imprevisiones
presupuestarias del gobierno argentino para llevar a cabo el programa. Según el acuerdo
con el CIME, la mitad de los inmigrantes beneficiados deben ser transportados por
buques argentinos y la otra mitad por barcos elegidos por dicho Comité. El pasaje de los
primeros será pagado entre la Argentina (40 dólares) y el CIME (100 dólares), mientras
que los otros pasajes serán abonados por un fondo general al que la Argentina deberá
aportar 101.983 dólares. Aludiendo problemas financieros, nuestro país sugiere empezar
embarcando en buques argentinos (mal equipados y poco confortables sólo podrán
transportar 10.000 inmigrantes de los 25.000 requeridos para todo el año) y el CIME
acepta pagar los pasajes en su totalidad debitando el importe de la suma que aportará la
Argentina al fondo general. Así todo, la Dirección Nacional de Migraciones no está en
condiciones de hacerse cargo de los pagos con su presupuesto y reclama asistencia del
Tesoro Nacional quien, finalmente, responde con sus fondos.
56
54 Ibid., p. 60.
55 José Picerno, “La Constitución del CIME y su aprobación por el Parlamento Argentino”, Hechos
e Ideas, Año XV, n° 126-127, octubre-noviembre de 1954, pp. 477-491.56
Acerca de los requisitos para acogerse a los beneficios del acuerdo y de los resultados para elaño 1953: Memoria anual de la Delegación Argentina de Inmigración en Europa, Ministerio de
Asuntos Técnicos, Roma, 1954, pp. 1-2, 10-12, 17-21. Sobre los problemas financieros:Memorandum del Director Nacional de Planificación de la Dirección Nacional de Migraciones alMinistro de Asuntos Técnicos del , 19 de mayo de 1953, AGN, AT, legajo 666.
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Consideraciones finales
Una mirada sobre los resultados cuantitativos de la política migratoria del primer
peronismo pueden ayudarnos a cambiar el foco desde el plano enunciativo de las
mismas a la evaluación de sus alcances. En primer lugar, la evidencia parece indicar que
en la segunda posguerra los ingresos de ultramar ascienden hasta el año 1950, para
comenzar a disminuir con el cambio de década con un ligero repunte en 1954,
probablemente como consecuencia de los programas de reunificación familiar (4.185 en
1946, 38.370 en 1947, 116.115 en 1948, 148.372 en 1949, 133.120 en 1950, 103.946 en
1951, 74.294 en 1952, 48.258 en 1953, 60.452 en 1954 y 47.457 en 1955). Si bien este
crecimiento podría ser atribuido solamente a los efectos de la particular política
aperturista del Estado argentino, es importante no desconocer la excepcional coyuntura
de oferta inmigratoria una vez terminada la guerra, que incluyó la presión de un caudal
importante de extranjeros por entrar al país que apelaron al ingreso “clandestino” (a
través de canales y vías no oficiales y, en consecuencia, no registrado por las
estadísticas) o a formas alejadas de las normas para cumplir con su objetivo.57
En segundo lugar, el origen nacional de los extranjeros arribados parece marcar
una tendencia coherente con los criterios étnicos de selección de la política migratoria,
aún si se hace la salvedad de que los inmigrantes ingresados de forma “clandestina” no
constan en los registros oficiales. Mientras que los italianos y los españoles ocupan más
del 80% de los ingresos, con una importante preeminencia de los primeros por sobre los
segundos, otros grupos nacionales apenas alcanzan representatividad numérica en
algunos períodos (yugoeslavos, rusos y polacos con un aporte del 15% en 1948;
alemanes con un 2% a partir de 1950 y con un 4% en 1953 y japoneses con un 3% en
1955). En el caso de los criterios de selección ocupacional, los datos nos muestran una
realidad menos coherente con los principios establecidos en la normativa. Si la
inmigración de obreros industriales alcanzó niveles muy significativos entre 1947 y 1951
(39,4% en 1947 y 27,9% en 1950), para luego comenzar a reducir su importanciarelativa; la de origen rural se mantiene estable (entre el 22% y el 35%) durante todo el
período peronista. De todos modos, sabido es por los estudios del período de la
inmigración masiva, que aunque los inmigrantes se declaren como agricultores esto no
implica que se hayan radicado en zonas rurales. Según los datos del censo de 1960, el
74% de los italianos arribados entre 1945 y 1960 residía en la ciudad de Buenos Aires y
57 Los datos están tomados de: Barbero, M. I. y Cacopardo, M. C. (1991, p. 300).
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en los partidos del conourbano y, el 68% de los mismos, desarrollaba ocupaciones
ligadas al sector secundario.58
Por último, los principios de planificación y asistencia de la política migratoria del
primer peronismo parecen ser cuestionados por un lado, por la distancia entre las
ambiciones de admisión de extranjeros (4.000.000 para el quinquenio comprendido entre
1946 y 1951) y los ingresos reales (784.569 entre 1946 y 1955) y, por otro, por la baja
proporción de inmigrantes “beneficiados” por sobre los que ingresaron sin ningún tipo de
asistencia de las autoridades argentinas. Las cifras fragmentarias, pero tendencialmente
representativas, surgidas de la evaluación de los resultados de los diferentes acuerdos
internacionales, presentadas anteriormente y algunos estudios de caso en los que se
muestra la reactivación de cadenas migratorias que se habían establecido antes de 1930
en la Argentina, podrían confirmar esta última afirmación. Así, la inmigración
“espontánea”, desde el punto de vista del Estado, que apela a recursos interpersonales
de solidaridad étnica o aprovecha la corrupción administrativa o las ambigüedades de la
ley, para acelerar las trabas burocráticas generadas por la estructura de inmigración
asistida o para burlar las disposiciones restrictivas, parece prevalecer por sobre aquella
imaginada por la voluntad política.59
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58 Ibid., pp. 305 y 317-318.
59 Ilustrativos sobre los mecanismos informales de inmigración resultan los estudios de caso sobre
la reactivación de cadenas migratorias de grupos italianos que se habían establecido con
anterioridad a 1930 en la Argentina: Argiroffo, B. y Etcharry, C. (1992, pp. 345-370), Marquiegui,D. (1992, pp. 51-81), Villeco A. y de Villeco, M. C. (1992, pp. 83-102) y Weimberg, F. y Eberle, A.(1992, pp. 27-50).
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