Bernhardt Reinhold - La Pretension de Absolutez Del Cristianismo

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La pretensinde absolutez del cristianismoDesde la Ilustracin hasta la teologa pluralista de la religinReinhold Bernharcit

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CRISTIANISMOilustracin de hasta la la teologa religin

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REINHOLD

BERNHARDT

Descle

De

Brouwer

Ttulo de la edicin original: Der Absolutheitsanspruch des Christentums, Gtersloher Verlagshaus Gerd Mohn, Gtersloh, 1993 Traduccin: Manuel Abell Martnez

Descle De Brouwer, S.A., 2000 Henao, 6 - 48009 Bilbao www.desclee.com [email protected]

Diseo de coleccin: E G O Comunicacin

Printed in Spain ISBN: 84-330-1485-4 Despsito Legal: BI-649-00 Impreso: RGM, S.A. - Bilbao

En ningn otro hay salud, pues ningn otro nombre nos ha sido dado bajo el cielo, entre los hombres, por el cual podamos ser salvos. (Hechos de los Apstoles 4, 12).

Quiero dar las gracias a los profesores Dietrich Ritschl y Theo Sundermeier, que con su amable asesoramiento ha impulsado este trabajo y seguido su desarrollo; a la Facultad de Teologa de la Universidad de Heidelberg, que lo acept como trabajo de doctorado; a la Iglesia Evanglica de Hessen y Nassau, por su apoyo financiero mediante una beca de doctorado y su participacin en los costes de edicin; al Comit Nacional Alemn de la Liga Mundial Luterana, que hizo posible una estancia de investigacin en los EE UU; a la Sociedad Alemana de Misiones por su decisin de publicarlo; y, no en menor medida, a todos aquellos interlocutores que, con sus diversas sugerencias, han contribuido al logro del objetivo propuesto. Reinhold Bernhardt

SUMARIO

I. INTRODUCCIN II. DEL ANLISIS ESTRUCTURAL A LA INTERPRETACIN DEL CONCEPTO DE ABSOLUTEZ III. MODELOS DE LA PRETENSIN DE ABSOLUTEZ DEL CRISTIANISMO IV. ALGUNOS PLANTEAMIENTOS INDIVIDUALES ESPECIALMENTE RELEVANTES V. TEOLOGA PLURALISTA DE LA RELIGIN: JOHN HICK VI. LA ABSOLUTEZ DEL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES VIL BIBLIOGRAFA

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INTRODUCCIN

A.

LA PRETENSIN DE ABSOLUTEZ DEL CRISTIANISMO EN UNA POCA PLURALISTA. U N ANACRONISMO?

Slo tiene vida aquel que cree en Cristo; Slo hay salvacin dentro de la iglesia. Consignas de este tipo no encajan bien en el mundo moderno, cuya sea de identidad es la pluralidad. Los proyectos de vida (de vida de salvacin, es decir, de vida plenamente lograda) divergen considerablemente. Concepciones del mundo, modos de fe y caminos de salvacin que quieran substraerse a esta multiplicidad, con pretensiones monopolistas, resultan ya de entrada sospechosos, como ideologa no adecuada a los tiempos, para la cultura europea-occidental y norteamericana de este siglo X X que termina. Es que acaso una determinada y particular concepcin del mundo puede substraerse a

toda crtica, -empleando para ello cualquier vulgar estrategia de inmunizacin-, y proclamarse la nica con valor salvfico? N o confirma la experiencia que tal fundamentalismo suele ir acompaado de un fanatismo religioso que, con su absolutismo totalitario de la verdad, ejerce el terror sobre aquellos que piensan de otro modo? Pero, por otro lado, puede la religin cristiana reducir su pretensin de verdad hasta el punto de instalarse en un mbito de coexistencia, coordinacin y contraposicin de pretensiones de validez, todas igualmente justificadas? Debe, pues, conformarse con suministrar meros estmulos al pensamiento, hacer su propia oferta, limitarse a ser una forma de verdad, slo vlida, quiz, para su propio tiempo y su propio mbito de actuacin? O debe. por el contrario, tambin en nuestro

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presente plural, presentar su mensaje como la verdad una, nica y vinculante para todos los hombres?l Cmo replicar, entonces, a las inevitables protestas de todas las dems religiones y concepciones del mundo, que muy a menudo elevan tambin ellas mismas pretensiones de exclusividad semejantes? Cmo puede el cristianismo explicar y asumir el fenmeno de que haya pretensiones de verdad externas al cristianismo mismo? Se trata acaso de que los no cristianos, hasta ahora, no han podido conocer la verdad, teniendo que ir a anuncirsela los misioneros? O permanecen en el error de forma culpable? O son, sin ms, vctimas del rechazo divino? A su vez, estas preguntas nos conducen a problemas teolgicos muy p r o fundos: En qu sentido se puede hablar propiamente de verdad en el mbito de lo religioso? En qu medida cabe enunciar aqu afirmaciones de verdad,

es decir, con pretensin de validez? Para responder a estas preguntas hay que tomar en consideracin las aportaciones de la epistemologa y el anlisis del lenguaje. Tales son las cuestiones -entre otras- que estn implicadas en la que se refiere a la pretensin de absolutez del cristianismo. D e ellas se trata en el presente libro. Absolutez y pretensin de absolutez del cristianismo se revelan, ya en una primera aproximacin, como conceptos fluctuantes, difcilmente aprehensibles. Lo mismo pueden designar una pretensin de validez expresada mediante una proposicin simple que una locucin m u y compleja. D e entre estas dos significaciones posibles, el objeto de investigacin generado por la primera es ms operativo que el que surge a partir de la segunda. Por ello, y para lograr una determinacin ms concreta del fenmeno absolutez/pre-

I. De forma especialmente enrgica defiende esta ltima postura el obispo D. Hermann Dietzfelbinger en su prlogo a Rudolf Baumer et alii (eds.): Weg und Zeugnis, p. 2: "Si no me engao, nos encontramos hoy en da en medio de una lucha por la fe, en una lucha por la iglesia, en comparacin con la cual, la lucha por la iglesia que se dio en tiempos del Tercer Reich fue una mera escaramuza.Y lo desasosegante de ello es que esta lucha de hoy apenas es reconocida como tal, es en general minimizada y marcha camuflada bajo palabras como pluralismo".

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parto (en el segundo captulo) de un anlisis de su forma lingstica en un enunciado afirmativo. En este primer captulo, en cambio, tomaremos todava en consideracin la comprensin ms amplia del trmino. Intentemos aclarar, en primer lugar, en qu dimensiones se despliega esa pluralidad a la que he situado en el centro de nuestro diagnstico sobre la poca presente. C o n la fragmentacin confesional de la Reforma saltaron en pedazos la unidad de culto, la unidad de confesin y, con ello, la unidad de fe. Desde este momento, y con las convulsiones de la modernidad incipiente, la concepcin cristiana del mundo perdi su carcter vinculante universal, garantizado hasta entonces p o r la autoridad eclesistica. C o m o fuerza motriz de este proceso de emancipacin actuaron, en el campo de las ideas, las concepciones ilustradas de libertad individual, autodeterminacin v toterancia (referidas precisamente a los asuntos de la religin, de la fe y de la conciencia moral). Bajo la bandera del liberalismo burgus, la opinin pblica

se fue configurando como un mercado con libre comercio de productos y opiniones. Los juegos de libre intercambio entre grupos de inters en la constitucin poltica del Estado; el complicado y conflictivo sistema de atribucin de roles en la organizacin social; la multiplicidad de interpretaciones de sentido y concepciones de mundo; la posicin espiritual del individuo, desvinculada de la autoridad de los reglamentos tradicionales y entregada a la subjetividad libre..., todo ello pone de manifiesto un mismo fenmeno: la unidad de la organizacin poltica, socio-econmica y religioso-espiritual del tejido social, mantenida por un principio de autoridad y considerada en los siglos anteriores como irrenunciable, tendi a dispersarse en una multiplicidad de individuos, grupos y opiniones en mutua competencia e igualmente legitimados. La estabilidad de la vida social comn no viene ya garantizada por la unidad - e n el contenido- de los fines propuestos, sino slo por la existencia de procedimientos umversalmente reconocidos en la configuracin e imposicin de la voluntad. Para nuestro presente post-moderno, los sistemas que incorporan una

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concepcin integral del mundo resultan sospechosos, debido a las experiencias traumticas que hemos tenido con ellos. Pero con la renuncia a ellos desde la crtica de las ideologas, con la defensa del anything goes, con el elogio del carcter polimorfo de la verdad y la discrecionalidad en la eleccin de las concepciones de mundo, el hombre corre peligro de quedar espintualmente desprotegido, de perder todo vnculo y aun toda capacidad de vinculacin. All donde, frente a semejante desarraigo, han podido sostenerse posiciones religiosas o concepciones de mundo, sin quedar reducidas al rango de mera cuestin de gusto en el mbito de la interioridad privada, dichas concepciones se dan por satisfechas con una pretensin de validez relativa, que tolera pretensiones opuestas. En la libre competencia de ideas, donde siempre es p o sible la aparicin de alternativas equivalentes, no puede haber una ltima palabra. El supermercado de las opciones ideolgicas fomenta precisamente la hereja en el sentido originario de2. Vase: Peter L. Berger: Der Zwang zur Hresie.

hairein: "elegir"; P. L. Berger habla de un imperativo herticoL Hasta la decisin misma de seguir firmemente la tradicin obedece tambin, en tanto que decisin personal, a los preceptos de la autodeterminacin religiosa (para prescindir del hecho de que se puede elegir entre muchas tradiciones distintas). La movilidad espacial del hombre contemporneo tiene su correlato en la flexibilidad ideolgica. Los valores y concepciones fundamentales se encuentran a disposicin de todos. C o n ello, resulta cada vez ms fcil ser tolerante con los otros, pero, no se obtiene esto a costa de una continua inseguridad, inquietud e inconstancia (latentes o manifiestas) respecto de s mismo? Y se trata de una autntica tolerancia o de una tolerancia represiva, tal y como ha indicado Marcuse? Es "pluralismo" el circunloquio que sirve para designar la actitud que se recrea en la diversidad de lo posible sin decantarse por ningn camino?- "Sncb apluralism masks a genial confusin in which one tries to enjoy the pleasures of diffe'igion in der pluralischen Gesellschaft.

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rence without and hope "3.

ever committing visin of

oneself resistance

rresponde - c o m o la otra cara de la misma moneda el supuesto de una unidad ms amplia de todo lo real - y por tanto tambin de lo religioso- en la interrelacin de lo mltiple4. H a y un segundo signo de estos tiempos, tambin estrechamente emparentado con esta pluralidad (si no necesariamente vinculado a ella): la historicidad de nuestra comprensin del mundo. La pluralidad define una perspectiva que apunta a la amplitud de la experiencia de la hisde la realidad. La conciencia de la historicidad sondea la profundidad toria, pone de manifiesto el carcter fluyente de la realidad, su variabilidad en el proceso incesante del devenir y el perecer. En la pluralidad e historicidad de toda la experiencia humana se cifra la ampliacin de horizontes de la poca moderna, con su creciente conocimiento de culturas y religiones extraas. La

to any particular

Pluralidad designa, por lo pronto, la diversidad (plunformidad) y entrelazamiento de los fenmenos de la realidad en los terrenos poltico, social, econmico y espiritual-ideolgico: la interpenetracin de los diferentes grupos humanos; las densas estructuras de informacin, comunicacin y trfico en un m u n d o altamente tecnologizado, en que todo est en dependencia de todo; la coexistencia de ofertas culturales y religiosas distintas (y a menudo contrapuestas) en un surtido de libre eleccin. Estrechamente apretadas unas con otras, en su heterogeneidad y en su semejanza, las religiones van participando cada vez ms las unas de las otras, van interpenetrndose. A esta multiplicidad de elementos que se limitan entre s co-

3. D.Tracey: Plurality and Ambiguity. Pg. 90. (Traduccin:"Un pluralismo semejante esconde en realidad una plcida confusin en la que cada cual trata de disfrutar de los placeres de la diferencia sin encomendarse nunca a un punto de vista particular de resistencia o esperanza"). 4. Discuten el tema del "pluralismo", desde diferentes puntos de vista:A. Schwan (especialmente pginas 199-209), H. Kremendahl, F. Nuscheler/W. Steffani, H. Oberreuter, D.Tracey, H. Coward, P.M. Z u e - - s H. Spinner, N.Anderson.A. Bsteh, H. G. Geyer.J. Hick, G. Lindgens.A. Race,A.T. Sanon, H. Scbc~e-.s Vanse tambin las publicaciones de la Geselhchaft fr editen religisen Pluralismus de Zrich.

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posicin del que contempla se va relativizando conforme el campo visual va ampliando sus lmites. All donde se hace todava valer la pretensin de que el camino propio de salvacin tiene un carcter absolutamente nico, tal pretensin, no obstante, deja de ser algo que va de suyo y reacciona a la defensiva, en un impulso de fundamentacin. N o s damos cuenta de que hay otras religiones que realizan tambin a su manera, no cristiana, muchas de las funciones que el cristiano, hasta ahora, vea realizadas en el cristianismo de forma exclusiva o, al menos, inmejorable (transcendencia del mundo y del propio yo hacia un conocimiento que salva, vida de redencin en el autntico ser del hombre). Con qu derecho, entonces, podra uno de estos caminos de salvacin, el cristiano, elevarse por encima de los dems? Cmo puede el cristianismo hacerse pasar por la nica religin verdadera en un mundo concebido de forma pluralista? Antes de analizar las respuestas teolgicas a esta cuestin, debemos analizar el significado del concepto absolutez del cristianismo y el tipo de problemas a los que se refiere.

B. CONCEPTO Y PROBLEMA DE LA "ABSOLUTEZ DEL CRISTIANISMO"

Teniendo en cuenta lo que hemos dicho sobre la situacin de la cultura contempornea occidental, cabe afirmar que la pretensin de absolutez del cristianismo es el p u n t o en que la concepcin moderna del mundo y el mensaje cristiano chocan con ms mpetu. Al hablar aqu de "absolutez del cristianism o " empleamos el concepto en su uso coloquial, mediante el cual se afirma que slo la religin cristiana representa la verdad de Dios. Absolutez significa aqu validez nica y exclusiva. Ahora bien, una mirada a la historia de la teologa nos coloca ante otra perspectiva: H a y un concepto especial de absolutez del cristianismo, que aparece slo de forma muy marginal en el debate teolgico y tiene, entonces, un significado distinto y ms amplio que el uso lingstico aqu esbozado./ . HISTORIA DEL CONCEPTO

Dicho concepto se remonta la la filosofa de la religin de Schelling y Hegel, si bien es verdad que no aparece

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all bajo esta denominacin: Hegel prefiere hablar de religin absoluta^. La denominada teologa liberal del siglo XIX habla tambin de religin absoluta en el marco de un esquema de fases en el desarrollo histrico de la religin, cuya coronacin sera el cristianismo. Slo en torno a la mitad del siglo X I X aparece literalmente la expresin absolutez del cristianismo. La eclosin definitiva del concepto se produce con Ernst Troeltsch, quien lo somete a una sistematizacin y tambin a una revisin crtica. Desaparece, en cambio, ms adelante, con la convulsin provocada por el surgimiento de la teologa dialctica, que elimina precipitadamente y sin discusin la controversia entera en torno a la absolutez del cristianismo. Desde entonces, y hasta el momento presente, se han mantenido el escepticismo y la desconfianza frente al con-

cepto de absolutez en su aplicacin a la religin y al mensaje cristiano, especialmente dentro del mbito protestante. Este breve esbozo de la historia del concepto pone de manifiesto los condicionantes histricos de la pregunta por la absolutez del cristianismo, esto es, muestra que ha surgido en el mbito de influencia del Idealismo alemn y sus consecuencias histrico-espirituales, permaneciendo estrechamente vinculada a l. Dentro de este horizonte, la determinacin de la absolutez "presupone un determinado modo de comprender la religin, la verdad religiosa y las relaciones entre las religiones"7. Desde la perspectiva actual, el problema de la religin absoluta o la absolutez del cristianismo, tal y como se plantea en historia de la teologa del siglo XIX, tiene valor nicamente como pieza de museo, y puede ser, tranquilamente, rele-

>."En U Fenomenologa ."absoluto" se usa slo como atributo de religin. El concepto de "religin absoluta", en cambio.no aparece, hablndose al respecto de "religin revelada", que ser definida ms adelante, en el sistema, como la primera determinacin de la "religin absoluta", hacindose un uso ms limitado del trmino". H. Glckner: Hege/-Lex/kon,Tomo I, pg. 14. i La referencia ms antigua que conozco se encuentra en LA. Dorner: Die deutsche Theologie una ihre ogmatischen und ethischen Aufgaben in der Cegenwart, 1856 Gesammelte Werke, 1883, pg 21 y sig.) Falta hasta el presente un anlisis penetrante de la historia del concepto. El examen lxico de R. Schafer (Artculo : Absolutheit des Christentums) en HWP, no logra suplir esta ausencia. 7 L Rtti. pgina 45. Tambin E. Troeltsch, Die Absolutheit, pg. 35. Vase tambin p. 39.

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gado al desvn de la teologa pasada. El hecho mismo, no obstante, de que el lenguaje coloquial actual maneje un concepto de absolutez, nos induce a suponer que hay tambin una problemtica actual por l designada. sta no tiene por qu servirse necesariamente del concepto de absolutez para expresarse. El concepto de absolutez no es, pues, suficiente como indicador del problema. Es cierto que apunta a l, pero no lo agota. U n a cosa es el concepto tal y como se plantea en el siglo XIX; otra cosa, muy distinta, es el asunto mismo expresado y abordado mediante l. Y dado que este asunto no ha perdido ni un pice de su actualidad, parece justificado servirse, para designarlo, del concepto de absolutez, que resulta indudablemente expresivo. Por lo tanto, en este libro no pretendemos elaborar una historia del concepto, ni tampoco reproducir el debate decimonnico en torno a la absolutez. Se trata, ms bien, de tematizar un problema que no se identifica con el concepto pero que puede ser oportunamente designado mediante l. Y vamos a comenzar la exploracin de este problema con una nueva consideracin a propsito del

concepto, aunque esta vez desde un punto de vista sistemtico.2. SISTEMTICA DEL CONCEPTO

Si se dejan de lado los complejos conceptuales absolutismo, absolucin y absolutorium - q u e no son en principio relevantes a propsito de la absolutez del cristianismo- y se pregunta por los significados fundamentales del concepto de absolutez, aparecen las dos expresiones nominales el/lo Absoluto y la absolutez. Todas las restantes configuraciones del concepto (lo mismo adjetivas o adverbiales -absoluto, absolutamenteque verbales -absolutizar-) se dejan reducir a estas dos formas en su contenido significativo. Si se las lleva a su campo de referencias semntico, se pone de manifiesto que ambas, aunque pertenecen al mismo campo lxico, tienen connotaciones diferentes. Su significado no coincide ntegramente; ms bien guardan afinidad desde matices diferentes. Esta diferencia, que vamos a esbozar brevemente, no es demasiado ntida. Tiene, ms bien, un carcter tpico-ideal, que no puede verificarse plenamente en el uso efectivo del concepto.

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El/lo Absoluto es un concepto independiente, autnomo, que caracteriza a un sujeto cualificado. Absolutez, por el contrario, apunta a la cualificacin misma, o al hecho de estar cualificado. Determina, pues, por lo general, un concepto distinto de s mismo, que generalmente viene expresado en genitivo. A este concepto (por ejemplo al de "cristianismo") se le atribuye la absolutez como propiedad. El significado de estas dos expresiones (por referencia a su contenido), se pone de manifiesto cuando nos remontamos a su origen latino, absolvere, que se puede traducir como dejar suelto. El significado de Absoluto se decide, pues, en la pregunta por el objeto respecto del cual lo Absoluto queda suelto. En el mbito de la teologa, el/lo Absoluto se presenta como una instancia que transciende la historia, pudiendo apuntar este transcender al fundamento creador de sentido de la historia, al todo que la soporta, a su fin temporal o a su ms all intemporal. El/lo Absoluto puede contraponerse a la historia dominndola 'tesmo), estando completamente sepa-;o de ella (desmo), envolvindola rznentesmo) o incluso penetrndola

(pantesmo). En todos estos casos, n o obstante, lo constitutivo es precisamente la relacin al mundo, al tiempo y a la historia. Y esta relacin es constitutiva de forma negativa, limitante. El/lo Absoluto es lo no histrico, lo que est suelto o libre del sistema de los condicionantes del mundo, lo que es completamente para s. Es lo libre por antonomasia, lo que no-tiene-que-ser-relacional (lo que puede ser-desde-s), no determinado por nada fuera de s mismo. Esta no-relacionalidad constitutiva significa que el/lo Absoluto es sin necesaria referencia a algo otro (ausencia de referencia), completamente libre de todo concicionante (incondicionalidad); es puramente en s (aseidad), sin principio (incausabilidad) ni fin (infinitud). El/lo Absoluto se contrapone a lo relativo lo mismo que lo infinito se contrapone a lo finito, el ser a lo ente, la esencia a lo histrico, la mera unidad a la multiplicidad. N o corresponde aqu discutir la problemtica del concepto de Dios al que se apunta desde esta perspectiva, ni tampoco sus tensas relaciones con el Dios de la Biblia. Absolutez, i.e. el carcter de estar desvinculado, se atribuye como propie-

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dad a un sujeto que ni es idntico ni llega a identificarse con el Absoluto transcendente. Se puede tratar aqu de un fenmeno de la realidad del mundo del hombre, que mediante esta absolutizacin adquiere un status especial frente a los restantes fenmenos de la historia (como es el caso de la religin cristiana). Para referirme al sujeto absolutizado de este modo (en su diferencia con el Absoluto) emplear el concepto (latino) absolutum. D e este modo, cuando en teologa se hable de absolutez del Cristianismo, habr que preguntar de qu manera es posible asignar absolutez a lo no-absoluto-en-s-mismo. La curiosa discrepancia -entre los campos del lenguaje y la significacinque se ha mostrado antes en la no-relacionalidad constitutiva de la expresin lo Absoluto, se pone tambin de manifiesto en el anlisis lingstico del concepto la absolutez. Ab-solutez exige, por la preposin ab, un objeto respecto del cual algo est suelto. Comporta, por tanto, una referencia objetiva. De esta manera, el concepto mediante el cual se expresa la falta de relacin en el plano del contenido, funciona en cambio, en el plano lingstico, como concepto re-

lacional. Para su definicin necesita, precisamente, del objeto por l rechazado. Esto ocurre tambin a propsito de la pretensin de absolutez del cristianismo. Cuando se reclama la absolutez para el cristianismo, se hace mediante un rechazo implcito o explcito de otras afirmaciones de validez en competencia. Semejantes objetos de demarcacin pueden ser las pretensiones de verdad de concepciones del mundo no cristianas, propuestas filosficas, doctrinas de salvacin de religiones no cristianas o, simplemente, la indiferencia religiosa de la vida cotidiana. Una vez hemos constatado la relacionalidad negativa del concepto de absolutez, podemos ya identificar el marco de referencia en que se inserta el concepto de absolutez del cristianismo. Dicho muy en general, pertenece a la familia de aquellas afirmaciones que tematizan las relaciones externas del cristianismo, cualificndolas de un modo determinado; pertenece, p o r tanto, al instrumental mediante el cual el cristianismo se demarca respecto de lo nocristiano. Todas las instituciones - t a m bin todas las construcciones ideolgicas-, suelen realizar determinaciones

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semejantes de sus relaciones externas. Por supuesto, tambin todas las religiones de todos los tiempos. El objetivo de dicha prctica es la afirmacin de la propia identidad y de la propia validez, i.e., la autoafirmacin, dirigida en principio hacia el exterior, pero tambin hacia dentro. En su contexto ms amplio, esa cosa que buscamos y que designa el concepto absolutez del cristianismo, el problema caracterizado mediante ese concepto, se revela, pues, desde la necesidad manifiesta que la religin cristiana tiene de autodeterminarse frente al exterior, de ponerse en relacin con el entorno extracristiano. La pretensin de absolutez del cristianismo pertenece, por lo tanto, a la clase de las pretensiones de validez de carcter relacional, mediante las cuales el cristianismo toma posicin frente a afirmaciones de verdad no cristianas8. Pero esta demarcacin general del concepto resulta todava demasiado amplia. Segn ella, todas las determinaciones externas de la religin cristiana deberan caer bajo la expresin absolu-

tez del cristianismo. Por el contrario, ios dos modos de uso de esa expresin que hemos sealado hasta la fecha (el del lenguaje coloquial y el del Idealismo alemn) resultan demasiado estrechos para poder captar el problema de fondo: Absolutez del cristianismo abarca, un espectro de significacin ms amplio que la concepcin hegeliana de una religin absoluta, en la que el Espritu llega a la Autoconciencia. Y el uso coloquial de este concepto, en el sentido de la validez nica y exclusiva, cubre solamente una de las mltiples concepciones posibles de la determinacin de la validez del cristianismo cara al exterior. La siguiente afirmacin nos servir para demarcar un mbito amplio del concepto absolutez del cristianismo (o, en su caso, de la locucin pretensin de absolutez del cristianismo), sin reducirlo a uno de los dos significados restringidos: La pretensin de absolutez del cristianismo determina la relacin hacia lo extracristiano de un modo tal que ste experimenta una devaluacin. Y a fin de ceir a un nivel operativo (apto a los fines de

8. Lo que deba decirse sobre las relaciones externas del cristianismo se puede aplicar tambin, en un sentido ms amplio, a la relacin, interna, entre cristianismo autntico e inautntico (hertico).

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esta investigacin) esta comprensin del concepto -todava demasiado holgadaelegir, de entre el amplio campo de objetos posibles de devaluacin, uno con valor ejemplar: el de las religiones no cristianas. Tratar, por lo tanto, el p r o blema de la determinacin de validez cristiana hacia fuera como pregunta por la relacin entre religin cristiana y religin no cristiana. De ambas delimitaciones, tomadas conjuntamente, se sigue que caen bajo el concepto de pretensin de absolutez del cristianismo todas aquellas afirmaciones en virtud de las cuales la religin cristiana, su fundador, sus instituciones o sus doctrinas se contraponen a otras religiones de forma devaluativa para stas ltimas. Al final del curso de ideas que estamos desarrollando aparecer una tercera delimitacin, de carcter temporal.

3. HISTORIA DEL PROBLEMA

Si se plantea la cuestin de dnde, cundo y cmo se ha manifestado histricamente este fenmeno de pretensin de absolutez del cristianismo que hemos descrito como devaluacin de las religiones no cristianas, habremos

de ir mucho ms all de la historia del concepto de absolutez esbozada en el captulo I. B.l, remitindonos ms bien a la historia total del cristianismo. La funcin de determinacin de relaciones con lo no cristiano est presente en la religin cristiana - c o m o en cualquier otra desde sus comienzos, asocindose siempre, con facilidad, a una tendencia a la autocomplacencia, a la devaluacin de lo otro no cristiano. El surgimiento y aplicacin del concepto de absolutez en el marco teolgico-filosfico del Romanticismo, del Idealismo alemn y del Historicismo, constituye, no obstante, el momento histrico en el cual entra en crisis radical el m o d o tradicional de concebir esta tarea; el momento, por tanto, en que se siente la necesidad de buscar un nuevo m o d o de fundamentacin. Esta crisis se haba iniciado con la Ilustracin. C o n ella se produce un profundo cambio de paradigmas que conviene examinar en primer lugar, pues se trata del marco de problematicidad en que surge el debate en torno a la absolutez. A comienzos de la Edad Moderna, la determinacin de las relaciones exter-

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as del cristianismo era antes un problema de teologa acadmica que una cuestin vital de autntica importancia. El cristianismo copaba la totalidad del horizonte de la mayor parte de los hombres del tiempo, y las religiones no cristianas hallaban sitio, en el mejor de los casos, en su margen extremo. Incluso all donde aparecan como un peligro inmediato - c o m o en 1529, cuando los turcos llegaron a las puertas de Viena- no se segua de ellas ningn peligro teolgico. El juicio acerca de ellas permaneca inclume. Pero cuando el hombre occidental dej de conformarse con despachar de un plumazo las pretensiones de las religiones extraas calificndolas de idoltricas o, por lo menos, de inferiores; cuando, siguiendo el impulso de extender el horizonte, se fue conociendo y reconociendo cada vez ms esas religiones, salt en pedazos la autocomplacencia de los cristianos. Tras una larga preparacin, este nuevo modo de ver las cosas tuvo su consagracin con la Ilustracin. Se produjo aqu esa doble apertura de horizontes a la que ya antes nos hemos referido: por un lado se tom conciencia de la amplitud del mun-

do presente, con todos sus pueblos, culturas y religiones, hasta entonces ignorados o no tomados en serio; por otro lado, la mirada en las profundidades de la historia puso de manifiesto el carcter del presente como un producto determinado por mltiples factores en un largo desarrollo. Esta apertura de horizontes se corresponde, en lo teolgico, con un importante cambio de paradigmas: En la historia del cristianismo no es nueva, desde luego, la situacin en que la religin cristiana se ve presionada p o r otras o tiene que polemizar con ellas espiritualmente, desde un punto de vista misional (la situacin, en suma, en que se requiere una apologtica). Pero la novedad epocal es que, ahora, comienza a rebatirse desde el interior de la propia cultura cristiana la naturalidad con la que, hasta el momento, la religin cristiana haba afirmado su propia autoridad y superioridad. Cabe sealar, a este respecto, cuatro tendencias estrechamente vinculadas entre s: historizacin, generalizacin, racionalizacin y antropocentrismo. La idea de progreso pas a ser el referente fundamental en todos los

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mbitos de la vida, eliminando la anterior imagen de la historia, ms bien cclica y retrospectiva, orientada a la Antigedad. Los conceptos de tiemp o y desarrollo inspirados en la ciencia natural comenzaron a aplicarse al estudio de la historia, con lo que todo ser mundano apareci como un proceso del devenir, situado en un contexto relacional inmanente y cerrado en s mismo. C o n ello, se hizo imposible reservar a Dios un lugar absoluto en la historia, establecido mediante revelacin. Esto tuvo como consecuencia la secularizacin y dinamizacin de la imagen total del mundo. Lo que en el presente vale de forma ilimitada puede quedar superado en cualquier momento, merced al proceso incesante de desarrollo histrico. Por ello, la absolutez, entendida como una cualidad permanente, slo resulta posible ms all de lo procesual, en un mbito transhistrico (y por tanto transreligioso), ms all de la historia en general y de la historia de la religin en particular. Una vez expulsados de la historia, a los contenidos religiosos que aspiren a la validez absoluta s-

lo les queda la retirada al interior del hombre o a un ms all transcendente. La historizacin del mundo tiende, por tanto, a una deshistorizacin y espiritualizacin de lo religioso. La Ilustracin identifica lo histrico con lo puramente particular y, frente a ello, busca lo esencial en una generalidad permanente-suprahistrica, intemporal y ahistrica, en lo "natural", en las ideas de la razn, eternas, inmutables y comunes a toda la humanidad. Desde esta perspectiva, resulta imposible comprender que una religin histrica pueda pretender validez exclusiva. El inters ilustrado no se dirige a la particularidad de la religin cristiana, sin o ms bien a la universalidad del concepto general de religin. El concepto general de religin prevalece sobre sus manifestaciones particulares, cuyo rango es el de ejemplares semejantes de uno y el mismo gnero. Detrs del cristianismo, en su constitucin histrica particular, se busca una religin natural de la razn, que ha de venir dada a todos los hombres junto con su capacidad racional.

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El estilo de racionalidad desarrollado, sobre todo, en las florecientes ciencias naturales lleg a tener carcter ejemplar para otros mbitos de la vida intelectual. El saber se emancip de la fe, la razn de la autoridad eclesistica; abandon su papel ancilar, sin voz ni voto, y comenz a crear autnomamente, aplicndose a la elaboracin de verdades. La validez general se convierte en el nuevo criterio de validez, desplazando al presupuesto escolstico de conformidad con la tradicin. Al igual que toda otra pretensin secular de validez, tambin las de la religin cristiana habrn de acreditarse en el foro de la razn. Esta, como depositarla del lumen naturalis, se considera llamada a realizar una crtica de toda idea de revelacin que resulte metafsicamente sospechosa por su carcter supranatural o suprarracional. La revelacin especial {revelatio specialis) pretendida por el cristianismo queda desplazada en favor de una revelacin general referida a la totalidad de la historia (revelatio generalis). El centro del pensamiento ilustrado

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$5 ei hombre eme se autodetermina,25

que realiza la libertad. La reflexin teolgica, con ello, deja de tomar como punto de partida la revelacin (transmitida por la iglesia) como hecho objetivo, para buscar ahora su objeto en las disposiciones religiosas de la naturaleza humana. Desde este momento, el camino pasa necesariamente por la Ilustracin, convirtindose la conciencia religiosa del hombre (entendida como conciencia de Dios) en el p u n t o de arranque de la teologa. Objeto de conocimiento no sern ya lo Transcendente y sus manifestaciones, sino la relacin a Dios del creyente. Las funciones de la conciencia humana, en su receptividad hacia lo Infinito, pasan a interesar ms que los hechos histricos de la salvacin, que se tornan inseguros. En correspondencia con esto se produce un desplazamiento fundamental en la comprensin de la verdad, que pierde su rango de realidad autnoma, independiente de la conciencia y capaz de revelarse en s misma, para convertirse en asunto de pretensiones subjetivas. Esta misma tendencia hacia la subjetivacin sirve tambin de motor en la elabo-

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racin de doctrinas teolgicas, donde el concepto de religin (en el sentido de la religio naturalis ahistrica) hereda las funciones que haban correspondido al concepto de revelacin. Semejante fundamentacin antropolgica de la religin tiende fcilmente hacia la individualizacin, privatizacin e interiorizacin de la praxis religiosa. Estas cuatro tendencias complementarias dejaron sin base todas las pretensiones cristianas de validez que daban por sentado, como p u n t o de partida, la diferencia radical del cristianismo frente a las restantes religiones, as como su aislamiento respecto de ellas y, en general, respecto del mundo extracristiano. Desde este momento qued deslegitimado cualquier intento de separar al cristianismo, como pretendida fundacin divina, del marco general de la historia (de la religin). La religin cristiana se halla instalada, sin solucin de continuidad, en un entorno de doctrinas religiosas y filosficas que son, en principio, semejantes a ella. N o cabe ya pretender exclusividad, unicidad, validez definitiva o incondicionalidad. La

historia relativiza toda pretensin de absolutez mostrando la limitacin de su mbito de validez. En esta fase de convulsin y problematizacin, la validez del cristianismo, hasta el momento incontrovertida, sufri una profunda conmocin. Para p o der dar cuenta de esta conmocin, para poder hacerla objeto de debate, se hizo necesario tratar de expresar conceptualmente esta afirmacin de validez que, hasta el momento, haba sido postulada como algo de suyo. A partir de este momento, si se quiere mantener la pretensin de validez de la religin cristiana, ello slo ser posible de m o d o reflexivo y aportando razones. Y este replanteamiento habr de afectar necesariamente al modo mismo en que se formula la pretensin. El mejor ejemplo de conceptualizacin incipiente que aqu se inicia podra ser la pregunta de Lessing por la religin verdadera. En su contenido, esta cuestin es ya la pregunta por la absolutez del cristianismo; el concepto mismo aparecer algo ms tarde, en el marco de un intento especfico de respuesta. En cambio, en otros intentos de responder a la crisis planteada por la revolucin ilustrada y de vol-

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ver a fundamentar la prioridad de la religin cristiana, dicho concepto no desempea un papel central. A comienzos del siglo XIX, los planteamientos programticos de Hegel y Schleiermacher asumen estos apremiantes indicios de problematicidad, inaugurando, con ello, el autntico debate en torno a la absolutez del cristianismo. Dicho debate prosigue con intensidad a lo largo del siglo XIX. Ernst Troeltsch lleva la discusin a su punto supremo, sometiendo a una crtica radical todos los modelos hasta entonces ofrecidos - e n especial el de H e g e l - y ensayando una nueva p r o puesta. La teologa dialctica, aunque rechaza el concepto de absolutez y el modelo de fundamentacin concebido bajo su bandera, trabaja, no obstante, en la misma pregunta de partida: la cuestin de si es posible fundamentar reflexivamente las relaciones entre cristianismo y e n t o r n o no cristiano. Tampoco la teologa catlica ha podido eludir la necesidad de pronunciarse ante este problema acuciante. Sin compartir la aversin protestante por el concepto de absolutez, se ha inclinado hacia l con determinacin, especial-

mente en los entornos cercanos a K. Rahner y al Concilio Vaticano II. A la quiebra radical de los modelos tradicionales contribuyen, en el presente, los telogos anglo-norteamericanos, que se oponen expresamente a toda absolutizacin del cristianismo. Importante estmulo para ello ha sido el encuentro inmediato con religiones y concepciones de m u n d o extraas, en el mbito misional, en el dilogo interreligioso o simplemente en el trato cotidiano dentro de una humanidad en movimiento. Ya este mero esbozo de la historia del problema, simplificado y esquemtico como es, pone de manifiesto que sta no se deja reducir a la historia del uso explcito del concepto absolutez del cristianismo, expuesta ms arriba. H a y que hacer sitio tambin a todos aquellos planteamientos que se apartan crticamente de los ofrecidos en el marco del debate idealista en torno a la absolutez, recorriendo caminos propios de cara a la solucin del problema. Queremos, por tanto, desvincular el concepto de absolutez de sus presupuestos, implicaciones y contenidos idealistas, considerando a estos ltimos como meros indicadores del dficit de legitimacin (arri-

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ba descrito) en que cae la religin cristiana a partir de la Ilustracin, i.e. como indicadores de un problema que, no obstante, supera ampliamente la situacin en que surge y se transmite. El inicio de la historia del concepto muestra la virulencia que el problema adquiere en y tras la Ilustracin. Es tambin el inicio de la polmica (necesariamente reflexiva) en torno a la pretensin de validez del cristianismo, hasta entonces, casi siempre, simplemente presupuesta como algo de suyo. C o n ello aparece, junto a las dos limitaciones antes mentadas del concepto (pretensin de) absolutez del cristianismo, una tercera, a saber: Bajo este concepto no caen todas aquellas afirmaciones en las cuales la religin cristiana, su fundador, sus instituciones o sus doctrinas son contrapuestas a otras religiones devaluativamente, sino slo aqullas que forman parte de un intento de fundamentacin teolgica desarrollado especficamente a este fin. Intentos semejantes pueden hallarse, espordicamente, antes de la Ilustracin, pero con posterioridad a ella resultan imprescindibles. En este libro trataremos de hacer inventario de tales respuestas conceptuales al proble-

ma de validez que surge en el transfondo del debate en torno a la absolutez.C . CAMINO Y FIN DE LA INVESTIGACIN

Absolutez del cristianismo significa, segn lo dicho ahora, pregunta por (y respuesta a) la determinacin de validez entre cristianismo y entorno extracristiano, que se ha vuelto problemtica a partir de la Ilustracin. C o n ello queda designado el objeto de la presente investigacin. N o es nuestro inters seguir la historia del concepto de religin absoluta o absolutez del cristianismo. N o nos interesan las posibilidades de solucin implicadas en semejantes expresiones, ni tampoco su terminologa especfica. Nuestro inters se dirige al problema al que dichos conceptos apuntan, i.e. al de la auto afirmacin de la religin cristiana cara al exterior. Trataremos de ejemplificarlo en la relacin del cristianismo con religiones no cristianas, y abordaremos las diferentes posturas adoptadas por los telogos cristianos en respuesta a este problema denotado por el concepto de absolutez. N o podremos, desde luego, estudiar todos los pormenores y ramificaciones de

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cada planteamiento. Se intentar, ms bien, realizar una sistematizacin de la discusin total, elaborando una tipologa de los puntos de vista propuestos. Para este fin, habremos de retroceder, ms all de los planteamientos individuales, al canon de las diversas posibilidades bsicas de respuesta. Se trata de identificar y contraponer modelos caractersticos con sus respectivas premisas fundamentales, i.e. los tipos ideales segn los cuales la religin cristiana intenta demarcarse frente a las religiones no cristianas. El curso de pensamientos que proponemos no pretende ser una investigacin histrico-eclesistica (o histrico-teolgica), ni tampoco interreligiosa o de ciencia de las religiones, sino intrarreligiosa-sistemtica9. Nos interesa menos el desarrollo histrico que el contexto sistemtico. No vamos a estudiar las formas en que, en la historia del cristianismo, se ha configurado la relacin con las religiones no cristianas. Tampoco vamos a estudiar los modos en que se ha producido el dilogo interreligioso, ni sus resultados. Son los

planteamientos teolgicos los que constituyen el objeto de esta investigacin. Es cierto, desde luego, que stos nunca escapan al influjo de las relaciones externas del cristianismo, tal y como se han vivido de jacto, histricamente. A su vez, dichas relaciones externas no pueden desvincularse de los conflictos de poder entre religiones, o entre religin y Estado. Pero el sentido de nuestra pregunta, que es en cierta medida reductivo y comporta una abstraccin metodolgica, exige que prescindamos ampliamente de la imbricacin histrico-social de las ideas teolgicas. Ni siquiera los planteamientos en teologa de la religin nos interesan en s mismos; juegan, ms bien, el doble papel de material de investigacin y de ejemplo concreto, capaz de hacer visibles los resultados; en ellos se han de reflejar, a ttulo de ejemplo, resultados obtenidos a partir de ellos, pero que los transcienden. No es fcil determinar en qu lugar se sita la tarea propuesta dentro de la teologa sistemtica. No lo es, al menos,

9. O.V. Jathanna ha tratado el tema desde un punto de vista fuertemente cientfico-misional. Se ocupa de los planteamientos de H. Kraemer, G. Hogg.W. E. Hocking y P. Chenchiah.

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si lo que se quiere determinar es su emplazamiento en la arquitectnica de la teologa tradicional. Tal determinacin de lugar es, en esencia, una parte ms del problema propuesto. Yo situara la temtica de este libro en el primer plano de una teologa de la religin (o de las religiones) que todava est por hacer. Una vez hemos nombrado el lugar, los lmites y el marco general de nuestra propuesta, podemos ya ponernos en camino. A este fin son imprescindibles, en primer lugar, algunas aclaraciones ms sobre el concepto problemtico absolutez del cristianismo. Para no introducir precipitadamente restricciones en su comprensin, queremos realizar una aproximacin que, en vez de definir o limitar, trate de explorar y desplegar. Este desarrollo distincional de las implicaciones del concepto de absolutez constituye el punto central del segundo captulo. La pretensin de absolutez ser all interpretada a partir del concepto de validez. Su amplitud resultar ser una valiosa ayuda en el anlisis estructural del fenmeno complejo que investigamos. El anlisis parte de pretensiones de absolutez conocidas, interpre-

tndolas como pretensiones de validez, para analizar as su estructura enunciativa, distinguir sus componentes funcionales y tratar de mostrar las pretensiones particulares implcitas en ellas. Se logra, as, reconstruir enunciados de pretensin tpico-ideales, en los que se encuadran todas las pretensiones fcticas de absolutez. Lo que con ello se consigue no es, desde luego, de-finir (de-limitar) el contenido del concepto, cercenando su multitud de significados, sino realizar un anlisis lingstico aplicado al caso concreto de la pretensin de absolutez del cristianismo, elaborando el esquema de las diversas posibilidades en que dicho concepto puede tomar contenido. Partiendo de este anlisis, continuaremos nuestro curso de pensamientos, pasando por las preguntas de la fundamentacin y del marco de referencia, hasta llegar a la interpretacin de la pretensin de absolutez. Pero para llevar a trmino nuestra autntica tarea la sistematizacin y tipologizacin de los planteamientos en teologa de la religin ser necesario todava dar un paso ms. Desde el anlisis lingstico estructural surgir un cuadro de modelos capaz de expresar las

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diferentes posibilidades de determinar teolgicamente la relacin entre el cristianismo y las religiones no cristianas, extrayendo su patrn conceptual y reducindolas a una tipologa general. Esto ser en el captulo tercero. Distinguiremos all tres modelos tpicoideales, cuyo ncleo es, en cada caso, u n modo especfico de determinar la relacin, y que incorporan cada cual su propio contexto de fundamentacin. En la cuarta parte del libro descenderemos de este nivel de abstraccin, para aplicarnos al estudio de los planteamientos ms significativos desarrollados en este siglo en el mbito de la teologa de la religin. Troeltsch, Barth y Rahner, (i.e. las tres concepciones sobre el m o d o de relacin entre cristianismo y religiones no cristianas ligadas a estos nombres), sern considerados a ttulo de ejemplos. Al final de la tercera y de la cuarta parte realizaremos balances parciales, en los que se resumir el curso de pensamientos planteados. En la quinta parte dejaremos los caminos tri-

llados de la teologa de la religin convencional para transitar por otros nuevos. E n el campo de fuerzas establecido entre pretensin de absolutez y pluralismo, los arquitectos de la llamada teologa pluralista de las religiones (John Hick, Paul Knitter y otros) se sitan claramente del lado de la comprensin pluralista del m u n d o . Los presupuestos fosfico-teolgicos de los que parte el replanteamiento radical de Hick, as como las conclusiones a las que llega, son completamente distintos de los puntos de vista contenidos en los tres modelos "clsicos", al rechazar con vehemencia la pretensin de absolutez del cristianismo. En la sexta y ltima parte intentaremos, a modo de conclusin, volver sobre las lneas fundamentales desarrolladas al comienzo, para realizar, desde ellas, una reconstruccin del fenmeno pretensin de absolutez del cristianismo. Intentaremos all responder a la pregunta inicial de si hablar en trminos absolutos ha de ser necesariamente un anacronismo en u n mundo pluralista.

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DEL A N L I S I S ESTRUCTURAL A LA I N T E R P R E T A C I N DE LA PRETENSIN DE A B S O L U T E ZTras haber delimitado histrica y sistemticamente e\ campo de nuestra investigacin (en el captulo anterior) podemos aplicarnos ahora al estudio de la forma lingstica de la pretensin de absolutez. Qu significa propiamente pretender algo? Qu es aquello que se pretende? Cules son los elementos de una expresin semejante? Y con qu fundamento se realiza? Preguntas de este estilo son las que hemos de someter ahora a debate. Si intentamos una primera aproximacin a la expresin pretensin de absolutez tomando como ayuda el concepto de validez, se puede, por lo pronto, formular de modo general que: una pretensin de absolutez es una pretensin de validez, cualificada por el significado del predicado absoluto. En esta definicin aparece el concepto de validez como genus proximum, como concepto superior al que queda subordinado e\ de absolutez. Y subordinado de tal modo que ste ltimo ha de entenderse como una forma extrema del primero. Dicho de otra manera: el predicado absoluto especifica el concepto general de validez en el sentido de la absolutez, de modo tal que sta se puede determinar como validez absoluta, y la pretensin de absolutez como pretensin extrema de validez. Si nos fijamos, en primer lugar, en la segunda parte de las composiciones conceptuales que acabamos de establecer, el carcter de pretensin, se sigue inmediatamente la vinculacin de tales expresiones al acto de habla. Pero una pretensin es ms que una interpelacin. Los destinatarios de la pretensin no son slo interpelados (an-gesprochen), sino que, adems, se pretende (wird be-an-sprucht) su asentimiento.

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Lo afirmado ha de valer tambin para ellos, ha de valer de forma intersubjetiva o incluso general. Se les exige un compromiso con lo pretendido. A partir de esto resulta posible establecer el rasgo distintivo fundamental de una pretensin de validez (en general) y de la pretensin de absolutez (en particular). Reside en la supuesta intersubj envidad de la validez - e n sus diferentes grados, hasta llegar a la validez general. La pretensin de validez intersubjetiva o general es, por tanto, aquello que constituye la pretensin de validez. Intentaremos aclarar lo dicho, con especial referencia al mbito religioso, tratando de delimitarlo en dos sentidos y realizando, as, una determinacin del lugar del fenmeno pretensin de validez (o pretensin de absolutez). Una pretensin semejante ha de distinguirse, por un lado, de lo que sera la expresin de una certeza puramente subjetiva. U n a tal certeza puede, desde luego, ir acompaada de la sensacin de validez "de suyo", ilimitada, y, en este sentido, "absoluta" 1 , pero no pretende que esta ltima sea vinculante "hacia fuera". TalI. Es evidente la proximidad al concepto scheleri;

sentimiento inmediato de validez ("yo tengo por cierto") puede convertirse en pretensin de validez ("ello es cierto") cuando su mbito de validez se extiende en el espacio intersubjetivo, cuando ingresa, con fuerza asertrica que exige asentimiento, en un entorno comunicativo. Al dar este paso, la validez abandona su vnculo con la persona (o grup o de personas) a quien perteneca la vivencia originaria de la certeza. Lo mismo que hay que distinguir la pretensin de validez, por un lado, de la mera expresin de la vivencia subjetiva de una certeza, o de la mera declaracin facultativa de opiniones ("a mis ojos, x es p " o "yo siento x como p " o "x es relevante para m"), hay que distinguirla tambin, por otro lado, de lo que sera una constatacin de hechos "objetivos" ("x es p " , "es el caso que x es p " , "es cierto que x es p"). U n a pretensin de validez no se limita a constatar el contenido "fctico" de x, o la adecuacin y verdad de un enunciado referido a l, sino que expresa una valoracin. Al atribuir determinados predicados a un objeto, lo tasa, le da su valor, su peso, sude " absolutez sentida".

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importancia. N o se trata del registro detallado de las propiedades de un ente, ni tampoco de la exigencia de su deber ser, sino de la expresin de una importancia. La diferencia fundamental est en la relacin del hablante al objeto de su afirmacin de validez: no se coloca ante l de forma desinteresada o indiferente; el objeto significa algo para l. Una importancia semejante se puede expresar descriptivamente, como donacin de una validez ("x vale"), o normativamente, como exigencia de un deber valer ("valga x"; "x ha de valer"). Estas breves indicaciones ponen ya de manifiesto que nuestra comprensin de "la pretensin de validez en el contexto religioso" hace saltar por los aires las ms estrictas determinaciones de un anlisis lingstico-filosfico. Partimos de la forma fundamental "valer como", remitimos la afirmacin de validez no slo a enunciados ("vale o ha de valer: x esp"), sino incluso a sus objetos ("x vale") y los interpretamos como predicacin valorativa, como juicio de valor de la forma "x vale como..."; pero, justamente, como un juicio de valor para el que se pretende carcter vinculante intersubjetivo.

Ahora bien, cuando esta "teora" de las pretensiones de validez religiosa se compara con el uso prctico de las mismas (en una tensin con la que nos volveremos a encontrar en otros pasajes de la presente investigacin), se descubre que las dos lneas-lmite que acabamos de trazar son continuamente traspasadas. La predicacin valorativa (segn la hemos denominado) queda atrapada en la polarizacin entre desvinculacin subjetivista y seguridad objetivista (de hechos) y corre peligro de ser absorbida por u n o u otro de dichos extremos. El contenido de validez tan pronto aparece como puramente subjetivo (referido al hablante como mera expresin emotiva) que como objetivo y proposicional-asertrico (referido a la supuesta facticidad de la realidad). En ambos casos se pierde el carcter de pretensin. En el primero, como consecuencia de la retirada a la privacidad religiosa, en el segundo, debido a una sobrevaloracin que apunta al fundamentalismo religioso. El uso de la pretensin de absolutez tiende peligrosamente al segundo caso; tanto se acerca a l que, a menudo, se considera su medio de expresin caracterstico. Las declaraciones de validez.

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en lo religioso, suelen pretender para s mismas un carcter vinculante supremo {absoluto), expresando su contenido no simplemente como algo que vale (o ha de valer) de forma puramente intersubjetiva, sino como algo que es objetivamente. Pero con ello - y segn lo que hemos visto- la pretensin de absolutez renuncia a su propio carcter de pretensin y se autoliquida. En casos semejantes se hace necesaria una correccin lingstica, que reconduzca el juicio asertrico objetivista ("x es ...") a la forma lingstica de la pretensin de validez intersubjetiva (de una predicacin valorativa con fuerza afirmativa): "x vale como ...". Esta reconduccin se puede tambin entender como reintroduccin del hablante, del acto de habla y de la situacin lingstica: "El hablante afirma que x es... o vale como...". El acto de pretender validez para un contenido proposicional es una actividad lingstica de carcter performativo. Tras haber localizado el fenmeno pretensin de validez en la polarizacin entre expresiones objetivistas y subjeti-

vistas, preguntaremos ahora, en una segunda aproximacin, por la gnesis de esta actividad lingstica. Cmo se produce? A partir de qu necesidad se origina? Parece que son tres los estadios tpico-ideales propios de la formacin de toda pretensin de validez; los denomino (a) atribucin ingenua de validez 2 , (b) problematizacin de esta atribucin y (c) desarrollo de estrategias de solucin. En el estadio de la atribucin ingenua de validez se le imputa a un determinado estado de cosas (afirmado) una validez que va de suyo. N o es necesario que la afirmacin de validez est propiamente tematizada. Puede situarse en un segundo plano, detrs del contenido de la afirmacin y con carcter implcito y meramente co-mentado. Para que sea posible, basta con excluir otras pretensiones de validez extraas. N o es en modo alguno necesario reflexionar sobre la validez intersubjetiva atribuida a la afirmacin, y menos an fundamentarla. N o tiene lugar el acto de pretensin autnticamente performativo. sta permenece adherida

2. El concepto de ingenuidad (NaMti) lo tomo de E.Troeltsch (Die Absolutheit des Chn'stentums pags. 104 y sigs.) y de A. Schweitzer (Das Christentum, 56). p.

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a la afirmacin del contenido. El hablante puede identificarse con lo dicho sin necesidad de justificar el contenido de validez; sin necesidad, incluso, de tomar conciencia de su actividad lingstica afirmativa. Esta validez, presupuesta de forma incontrovertida, incuestionada, sin lugar a dudas y hasta indubitablemente, est vinculada a un sentimiento de evidencia inmediato. Pero no se agota en la expresin de la mera certeza subjetiva (antes aludida), sino que parte del carcter general-vinculante de lo dicho. Este modo de la atribucin de validez es compartido por toda expresin de un convencimiento (no slo religioso, y, desde luego, no slo cristiano). En este sentido concreto, todas las religiones postulan, como algo que va de suyo, la validez de sus doctrinas. El estadio de autosuficiencia ingenua, aproblemtica y, por ello, irreflexiva, llega a su fin en el preciso momento en que ese carcter "de suyo"en la atribucin de creencia es suprimido por un replanteamiento crtico. Esto puede ocurrir en la confrontacin con otras pretensiones rivales, o tambin por me3. Umberto Eco: Postscriptum a El nombre de la

ra puesta en duda de la propia afirmacin. Se requiere aqu un distanciamiento del hablante respecto del contenido expresado y respecto de s mismo. El hablante se ve obligado a suprimir la identificacin con lo expresado y a aducir razones a favor de la validez afirmada. Debe, por tanto, desarrollar una conciencia reflexiva de su propia actividad lingstica actual y, en cierta medida, contemplarse a s mismo desde fuera. C o m o consecuencia de este doble distanciamiento, la validez ya no se deja presuponer de forma puramente p o sitivista como donacin objetiva. Se problematiza y exige una reconsolidacin. En este dficit de legitimacin, al irrumpir la cuestionabilidad, la afirmacin de validez se independiza respecto del contenido del enunciado. Es en este momento cuando surge la pretensin de validez, pues slo ahora se toma conciencia de la pretensin de validez como tal, y slo ahora se la conceptualiza, siquiera sea para para poder expresarla como pregunta. C o n esta fase de problematizacin destructiva comienza el tiempo de la inocencia perdida3.

-, p. 79.

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En el estadio de los intentos de solucin del problema se desarrollan estrategias para debilitar la duda: retiradas, estancamientos o avances. La retirada ocurre cuando se reduce el mbito de validez, es decir, cuando se renuncia a la afirmacin de validez intersubjetiva y el contenido de validez se presenta ahora como opinin privada de carcter no vinculante. U n a segunda reaccin puede consistir en ignorar o negar la p r o blematizacin. Sintiendo inseguridad, pero sin realizar un autntico cuestionamiento, se pasa a posiciones defensivas, de trinchera, manteniendo invariable la pretensin de validez y tratando de consolidarla, todo lo ms, mediante adicin de nuevos postulados, en u n camino que conduce al dogmatismo. D e ah se pasa, fcilmente, a intentar racionalizar el contenido de la afirmacin, hasta llegar a sostener que la afirmacin misma de validez objetiva es u n enunciado racional. El tercer m o d o de afrontar la crisis consiste en superarla rebasndola: Se toma completamente en serio la problematizacin, a fin de integrarla en una nueva concepcin de lo originariamente postulado.

Resulta evidente el paralelismo entre estos tres estadios tpico-ideales de carcter sistemtico (en la gnesis de la pretensin de validez) y el esbozo histrico, antes ensayado, de la crisis iniciada con la Ilustracin. El segmento epocal establecido en la historia de las ideas por el perodo del Absolutismo aparece como el momento de revulsin en torno al cual se centran el primer y el tercer estadio. Resulta innecesario demostrar que, como respuesta a esta crisis, aparecen cada una de las tres estrategias de respuesta que hemos nombrado: retirada a la privacidad, anclaje en el dogmatismo y replanteamiento superador. Habrn de interesarnos especialmente los modelos constructivos, capaces de ir ms all, ofrecidos por filsofos y telogos a fin de afrontar el desafo propuesto. Pero de momento hemos de continuar con nuestro intento de reconstruir el fenmeno pretensin de absolutez, centrndonos ahora en su estructura. Para realizar un primera determinacin bsica de la pretensin de absolutez hemos tomado como punto de partida su carcter de pretensin. Para aclarar, ahora, la estructura lingstica

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de una tal pretensin, es necesario seguir preguntando y constatar, en principio, algo sumamente elemental: la articulacin lingstica de la pretensin de validez se realiza por revestimiento de un contenido bajo el ropaje de una oracin enunciativa. La configuracin de dicho enunciado determina, con ello, la estructura de la pretensin. Cuando, en lo que sigue, tratemos de poner en claro esta constitucin, nuestro punto de partida ser ms fuerte que en las consideraciones precedentes4 sobre el uso fctico del lenguaje, pues se tratar, ahora, de perfilar p r o posiciones de pretensin con carcter tpico-ideal, al objeto de determinar funciones expresivas particulares, separables de su posicin en el enunciado, que puedan luego ser sintetizadas en un esquema estructural. Los trminos que empleemos para designar tales componentes han de entenderse en sentido lgico, no gramatical. El sujeto, por ello, no aparece siempre aqu en nominativo.

Acudiremos tambin a una comprensin ms amplia del trmino pretensin de validez, que incluye no slo la pura afirmacin de validez, sino^adems, el contenido y el m o d o de la pretensin. La forma pura, la pretensin de validez reducida a su enunciado bsico es "x vale". Se pretende validez para el sujeto x. C o n referencia a la pretensin de validez del cristianismo, este sujeto x puede ser una expresin de diferente amplitud -desde enunciados muy abarcantes hasta la absolutizacin de experiencias religiosas particulares, vgr: el cristianismo como todo, la fe en Cristo, el evangelio, el kerigma, algunos contenidos centrales del mensaje cristiano (encarnacin, cruz, resurreccin), intuiciones, vivencias y sentimientos religiosos, en la medida en que se conviertan en objeto de una afirmacin general de validez. Es fundamental distinguir aqu entre un objeto formulado lingstica-

4. Como ejemplos, elegidos al azar, de pretensiones de validez, mencionaremos: "Slo en Cristo encontrarn los hombres de una vez por todas su salvacin definitiva"; "En el cristianismo, la esencia de la religin se ha realizado de la forma ms pura"; "Dios se da a conocer slo en la religin cristiana"; "Slo en la Biblia se halla la palabra de Dios"; "El evangelio revela, de manera incomparable, el mensaje nico de salvacin de Dios"; "Slo en Cristo puede haber una vida plena".

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mente (como dogmas, profesiones de fe) y las realidades que van ms all del lenguaje (como el cristianismo, la iglesia, o Cristo). U n a distincin vinculada a sta, aunque no idntica a ella, surge de la cuestin de si la validez pretendida se refiere al enunciado mismo, en el sentido de la verdad de enunciado ("vale/ x es ..."), o bien a aquella realidad mentada por el enunciado ("x vale"). En tercer lugar- y esto supone una nueva variacin- puede tambin preguntarse si se logra aprehender el absolutum en la expresin lingstica o si, por el contrario, queda siempre ms all de las palabras, de modo tal que stas no tienen otra funcin que la meramente indicativa. C o n ello se actualiza la controversia clsica entre realismo y nominalismo, que es relevante tambin para el debate en torno a la absolutez. Las pretensiones de absolutez que se han hecho a lo largo de la historia de la teologa se han planteado, casi siempre, sobre una base realista. Dada una pretensin de validez (en este sentido puramente formal) del tipo "x vale", la afirmacin de validez propiamente dicha (a la que denominar g: g otorga validez a x) est, o bien sola ("x

vale") o bien conectada con determinaciones adverbiales o adjetivales, que indican el modo y manera de la validez. A estas determinaciones las denominar g(a) (vgr: "x vale ilimitadamente", "x tiene validez incondicionada"). Es aqu donde se descubre " c m o " se pretende validez, qu concepto de validez (o de absolutez) se emplea. En el captulo II. B continuaremos la investigacin en torno la forma del concepto de validez. La validez puede afirmarse de forma negativo-restrictiva (como validez frente a) y tambin de forma positivoreferencial (como validez para). En ambos casos, el enunciado que contiene la pretensin de validez experimenta una ampliacin; en el segundo caso, se aade el elemento que designa el objeto de referencia (vgr: validez para determinadas religiones, personas, pueblos, pocas, etc). En el primer caso, en cambio, lo que se aade es u n elemento de delimitacin (vgr: otras afirmaciones, que contradicen la propia). En el caso concreto de una pretensin de validez referida al cristianismo, se p o dra tratar, por ejemplo, de la historia entendida como u n todo (el "mundo"), de las pretensiones de verdad de tipo

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cientfico-natural, filosfico o ideolgico, de otras religiones, de sus contenidos fundamentales, fundadores o vehculos de salvacin. Este objeto de delimitacin juega un papel importante en la pretensin de validez (incluso all donde no es mentado propiamente). En lo que sigue lo denominar y; al o b jeto de referencia, por el contrario, lo denominar z. Entre ambos establecen el contorno de la afirmacin de validez, el alcance del contenido de la pretensin. Mediante z se designa el mbito de validez de un modo explcito ; y, en cambio, lo contiene implcitamente, pues las dimensiones de y expresan el grado de validez general afirmada, segn la siguiente regla: Cuanto ms limitado sea y, tanto ms particularmente vale x; y viceversa. As, a ttulo de ejemplo, el mbito de validez de una pretensin referida a a la fe cristiana se decidir examinando si, como objeto de delimitacin, tiene en cuenta solamente las denominadas "religiones de juventud" o apunta, en cambio, a toda forma de religiosidad no cristiana.5. Ms al respecto en el captulo II.A.5

Las posibilidades expresivas descritas hasta ahora son de carcter ms bien formal. Establecen que x vale, cmo vale, frente a quin vale y-para quin vale, i.e. para qu mbito espacio-temporal se predica esta validez. Pero falta todava aducir uno o varios predicados para x, es decir, faltan los datos referidos al contenido: como qu vale x. A la expresin de esto la denomino p. P establece como qu vale x. Dicho de otra forma: en la afirmacin de validez, lo que se afirma es la validez del predicado p para el sujeto x, de forma tal que se puede decir tambin que "p vale para x" o "vale para x, quep", o tambin, incluso " vale que x es p" o "x vale como/?". Con ello, la validez no se refiere ya nicamente a x, sino a la relacin entre x y p. Se atribuye validez al hecho de que a x le corresponde p o, incluso, de que x es p. Esta segunda variante, la identificacin entre x y p, es especialmente significativa para la pretensin de absolutez del cristianismo, pues resulta fundamental en la expresin del valer-como (x vale como p), donde valer-como no puede ya entenderse co-

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mo un mero equivalente significativo de la expresin coloquial ver-como. En el captulo II. C estudiaremos las posibilidades de dar un contenido ap. Funcin Expresiva Sujeto

D e las consideraciones anteriores surge el siguiente esquema estructural, para pretensiones de validez articuladas enunciativamente. mbito Predicado, de validez contenido D e validez para z como p

Expresin Objeto de validez

Descripcin Variable

Ello x

vale (cmo) frente a g I g(a) y

C o n este esquema debera ser posible aprehender y clasificar todos los componentes de una pretensin de validez. Las variables utilizadas pueden caracterizar tanto componentes del enunciado como funciones enunciativas. Esta diferencia se puede aclarar mediante un ejemplo en el que ambas cosas dejan de ser lo mismo: se puede establecer un mbito de validez espaciotemporal (z) bien expresndolo como componente autnomo del enunciado ("x vale para todo espacio y tiempo"), bien dentro de las partes g(a) del enunciado ("x vale universal/definitivamente") op ("x vale como universal/ definitivo...). N o s centraremos ahora en un anlisis ms detallado del mbito de va-

lidez (z), del modo de determinacin de la validez (g) y del contenido de la afirmacin de validez (p).

A . EL MBITO DE VALIDEZ ( z )

Las consideraciones que siguen a propsito del mbito de validez (z) no se refieren a la afirmacin de validez tomada en su conjunto (pues sta viene, como hemos establecido ms arriba, constituida mediante subjetividad o universalidad de la validez). Se trata ms bien de el campo de validez que se afirma para el sujeto de la pretensin (x); en nuestro caso, para el cristianismo. Este puede determinar su mbito

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de validez bien como universal (referido a la totalidad humana) o bien como particular-elitista. A su vez, ambas cosas pueden entenderse en sentido espacial o en sentido temporal. El establecimiento del mbito de validez va, por tanto, desde la generalidad a la particularidad, en el espacio y en el tiempo. Podemos designar las cuatro posibilidades que surgen de aqu mediante las siguientes denominaciones: Validez universal en sentido espacial: Universalidad, validez para todos los hombres y grupos humanos, para todas las regiones, para el mundo entero, catolicidad, carcter omniabarcante. Validez universal en sentido temporal: Carcter definitivo, validez ltima, validez para todos los tiempos y en toda la eternidad (de una vez por todas), inmutabilidad. O bien: Validez particular en sentido espacial: Validez para determinados hombres (grupos humanos) y / o para determinadas regiones. Validez particular en sentido temporal: Validez para determinados tiempos. Valor temporal.

La particularidad puede surgir de diferente manera en diversos contextos teolgicos: Desde la doctrina de Dios, cuando la actividad selectiva de Dios (predestinacin) es entendida de modo excluyeme, cuando se entiende que reserva su virtud amorosa para grupos, regiones o tiempos determinados, o cuando queda limitado el mbito de conocimiento de su Revelacin, sin aceptarse que haya verdad fuera de dicho mbito. Los modelos de pensamiento particularista surgen tambin muy especialmentedesde la cristologa, cuando se honra a Jesucristo como Palabra de Dios una y nica, el nico cuya vida, muerte y resurreccin son promesa de salvacin, vinculndose el logro de esta salvacin a su presencia en el Espritu. A esto le corresponde una soteriologa cristocntrica, segn la cual toda justificacin pasa por Cristo y slo en la fe en Cristo se puede ser hombre en sentido verdadero (i.e. redimido). C o n ello, la donacin de la salvacin de Cristo queda fcilmente limitada a grupos concretos (creyentes), lugares (el espacio de la cultura cristiana) y / o tiempos (el tiempo

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posterior al nacimiento de Cristo). U n nuevo marco de referencia puede ser, tambin, la eclesiologa, cuando afirma que la iglesia es el nico mbito de actuacin de Dios y declara que extra ecclesia nulla salus. A nuestro modo de ver, ha de rechazarse, por simplista, la concepcin que ve en la particularidad el rasgo caracterstico de las religiones nacionales o raciales, y en la universalidad el rasgo caracterstico de las religiones universales (entre las que se contara el cristianismo). Precisamente, la idea de ser el ncleo, la avanzada, el grupo de los elegidos, desempea un papel fundamental en las pretensiones de absolutez del cristianismo. N o obstante, desde esas mismas ramas de la teologa que contribuyen a justificar la particularidad se puede tambin derivar la universalidad: Desde la doctrina de Dios, cuando se entiende que la obra creadora y redentora de Dios es ilimitada espacio-temporalmente, que su dominio se extiende por la totalidad del cosmos, que su gracia acta por todas partes, vertida por encima del bien y el mal, o que su reve-

lacin trasciende toda finitud. En este caso prevalecen los conceptos de revelacin general (protorrevelacin, revelacin de la ley, revelacin natural). Tambin la cristologa ofrece puntos de aplicacin universalista, sobre t o d o cuando, en lugar de destacar tanto el carcter exclusivo del solus Christus, la unicidad de la cruz y la resurrecin, el origen singular de la salvacin divina, insiste ms bien en el pro toto universal de la ofrenda de salvacin, de la meta de la salvacin; cuando insiste, por tanto, en que Cristo ha muerto para todos los hombres y su evangelio est dirigido a todos los hombres. C o n todo, se puede afirmar que una teologa del Tercer Artculo es ms propicia que una del Segundo de cara a la fundamentacin de posiciones universalistas. Desde la doctrina del Espritu Santo (o desde la eclesiologa) puede afirmarse que Dios infunde su Espritu donde quiere. La Palabra de Dios no est ligada a manifestaciones mundano-humanas o eclesisticas, y por ello N O cabe circunscribir espacialmente su esfera de influencia. Ocurre al revs: Cristo est presente all donde acta la Palabra libre. Al

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decir esto se tiene ms en cuenta la universalidad de la gracia divina, de la obra y mensaje de salvacin, que la comunidad particular de salvacin, ya realizada. Tambin la antropologa puede suministrar ideas de tipo universalista, por ejemplo al establecer constantes antropolgicas, como puedan ser la imposibilidad de suprimir la disposicin al pecado o la disposicin natural hacia la Palabra de Dios.B. LAS FORMAS DE LA DETERMINACIN DE VALIDEZ (G)

B) Afirmacin de validez relacional. Se afirma la validez de x en una relacin de delimitacin con (frente a) y. Esto, a su vez, puede suceder de tres maneras: BA) Relacin de orden idntico: "x vale tanto como y ". BB) Relacin de orden superior: que puede expresarse de forma comparativa ("x vale ms que y") o superlativa ("x vale mximamente frente a y"). BC) Posicin nica: "x vale, y no". En la explicacin y discusin pomenorizada de este esquema, que realizaremos a continuacin, puede prescindirse de la discusin de la afirmacin de validez no relacional (A), pues en la mayor parte de los casos, el objeto y est contenido como implicacin, con lo cual resulta posible reconstruir una afirmacin relacional a partir de la no relacional. El objeto implcito se revela, entonces, como m u y amplio, prestando a la afirmacin un alcance mximo. As por ejemplo, la expresin "el cristianismo es la verdadera religin" significa que todas las otras religiones (objeto implcito y) no son verdadera religin, o no lo son en el mismo sentido. As

La pregunta por los modos en que se puede afirmar la validez, i.e. la pregunta por la configuracin de g y g(a), ha de ser tratada, en principio, con independencia de las mltiples posibilidades de determinar el contenido de la validez (p). Este modo formal de afirmacin de validez se dirime en la relacin entre x ey. Caben las siguientes posibilidades. A) Afirmacin de validez no relacional. N o se considera un objeto y o una relacin entre x e y. La pretensin es, simplemente, " x vale".

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pues, la determinacin de validez ser considerada en lo sucesivo como una expresin relacional. En el caso de la igualdad de orden equivalente (BA), x se coloca junto a y en un mismo grado de justificacin; no se puede afirmar ninguna diferencia significativa a propsito de la validez, ni, con ello, ninguna diferencia de validez entre x e y. Entre ambos existe equivalencia (paridad); valen del mismo modo. Esto ocurre cuando x e y dominan cada cual en sus mbitos respectivos, sin colisin entre s, al modo de dos enunciados que, segn el modelo de Wittgenstein, pertenecen a dos juegos de lenguaje distintos. Cuando, por el contrario, la pretensin elevada a propsito de x se ampla hasta el punto de solapar el mbito de validez de y, se produce la colisin entre ambos. Se ha de afirmar entonces, en favor de x, una diferencia de validez respecto de y. Esto sucede mediante una pretensin de validez para x, que o bien se enuncia como superioridad (BB) o como exclusividad (BC). La pretensin de superioridad (BB) se apoya en el presupuesto de una continuidad y comunidad ltimas entre x e

y. Esa continuidad se expresa, conceptualmente, como el concepto general que abarca x e y. Sobre esta base (determinada del modo que corresponda) surge un conflicto de validez entre diferentes sujetos, aplicndose el concepto de generalidad como concepto normativo. El resultado de esta confrontacin es una afirmacin de validez comparativa o superlativa: validez mayor o mxima, validez superior o suprema; preeminencia, preponderancia, valor aadido. Esta diferencia de validez puede, a su vez, expresarse en un sentido cuantitativo o en un sentido cualitativo, dependiendo de si la relacin entre x e y es pensada como un continuo sobre un nico nivel o como un salto a otro nivel, como lnea ascendente o como escaln. En el primer caso cabe afirmar que la mayor validez es de carcter puramente gradual; en el segundo, por el contrario, se trata de una mayor validez genrica, en correspondencia con el gnero, con la diferencia de tipo. Al afirmar una superior validez cuantitativa, al sujeto x le corresponde meramente, frente al objeto semejante y, un grado superior de validez, siendo x simplemente una forma superior de y. La pretensin de una di-

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ferencia cualitativa de validez, por el contrario, permite distinguir radicalmente entre x ey, haciendo valer al primero en un nivel fundamentalmente nuevo. C o m n a todas las formas de la pretensin de superioridad es el reconocimiento positivo, la concesin de validez, el dejar valer a y. El objeto de la delimitacin puede ser considerado de forma positiva; puede seguir siendo objeto de referencia, pero, con todo, ser incapaz de limitar la validez pretendida de x. X deja a y tras de s, sobrepasndolo. Tal sobrepasamiento puede pensarse como inclusin (inclusividad), aunque no necesariamente 6 , dependiendo de si al y colocado por debajo en la jerarqua se le atribuye un significado positivo en s mismo o slo respecto de x (es decir, yendo al caso concreto de la relacin entre las religiones: dependiendo de si las religiones no cristianas colocadas por debajo del cristianismo siguen siendo consideradas fuentes autnomas de la verdad divina, de las cuales puede tambin nutrirse con aprovechamiento

el conocimiento cristiano de la verdad, o de si se las considera meros ramales muertos en el curso general de la religin). La pretensin de validez exclusiva (BC) parte exclusivamente del presupuesto de una diferencia cualitativa entre x e y. X se coloca frente a y en estricta anttesis. Se rechaza toda forma de continuidad. La "relacin" queda determinada por una distasis radical, por una contraposicin fundamental, de principio, en calidad, m o d o y nivel; por la disyuncin, en vez de la conjuncin o la relacin capaces de cualificar positivamente. X es completamente inconmensurable, enteramente incomparable con y. A esta distasis cualitativa le sobreviene el momento de la exclusividad. X quiere eliminar y; quiere valer en solitario; expulsa a y de su mbito y, mediante la negacin total, le discute cualquier tipo de validez. Este ltimo modelo de determinacin de validez sirve para caracterizar la forma "clsica" de la pretensin de ab-

6. Hay tambin un tercer elemento medio entre inclusividad y exclusividad. Lo denomino transgresividad, designando con ello un estar sobrepasado histrico-procesualmente, que hace aparecer como ya innecesaria la exclusin (exclusividad) y como ya indeseable la inclusin (inclusividad).

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solutez: la pretensin de exclusin, exclusividad, validez nica. C o m o ya observramos en el primer captulo, el concepto de absolutez aparece como caso lmite de un concepto de relacin. En el enunciado "X vale absolutamente respecto de y", dicho concepto relaciona, en primer lugar, el sujeto x cono el objeto y, para luego caracterizar esta relacin como una "no-relacin", como desvinculamiento o, mejor, como estar desvinculado. Se puede, as, prescindir completamente del objeto y: "X vale absolutamente"("el cristianismo es la religin"). La esfera lingstica y la esfera del contenido del enunciado entran en conflicto, pues desde el lenguaje se afirma una relacin y desde el contenido una no-relacin. Cuando la pretensin de absolutez se define de manera exclusivista, el objeto destacado queda elevado, con ello, al rango de elemento constitutivo de la propia pretensin de validez. Si completamos el esquema estructural antes propuesto, aadiendo ahora las distinciones adicionales, el resultado es el siguiente cuadro sinptico (para g): Dentro de la relacin entre x e y se puede pretender validez (g) como:

(BA) Equivalencia en un orden de coexistencia (paridad): N o hay diferencias de validez entre x e y. (Vgr: "x vale lo mismo que y"; "X vale aqu, y all"; x y "X vale desde este p u n t o de vista, y desde tal otro"). (BB) Superioridad: (Vgr: "x vale ms que y"; "x es lo que ms vale"; x "x vale ante todo"; "x / vale por encima de y"). / (BBA) x est por encima J cuantitativamente, donde x (BBAA) x asume y en s (inclusi-

vidad)(BBAB) x deja y tras de s (transgresividad) y (BBB) x est por encima cualitativamente, donde x , x (BBBA) x asume y | en s (inclusividad) y (BBBB) x deja y tras de s (transgresividad) yx (BC) Exclusividad; slo x vale; x excluye a y. x y (Vgr: "X vale exclusivamente") y

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Es claro que, para afirmar la absolutez del cristianismo, hay que invocar, o bien la relacin de superioridad (BB) o bien la de validez nica exclusiva (BC). Las posibles implicaciones de ambos conceptos de validez salen a la luz cuando se examina con ms detenimiento la determinacin modal aproximativa g(a). Ms an: G(a) no es, en realidad, otra cosa que el despliegue mismo de las implicaciones del concepto de absolutez. Cada uno de los tipos de pretensin que mencionaremos a continuacin puede ser entendido como uno de los aspectos del significado de absoluto. As, la variante "clsica" de la pretensin de absolutez cualitativa-exclusivista se constituye a partir del campo de conceptos de validez que queda delimitado por los cinco siguientes grupos de pretensiones, caracterizados mediante palabras-clave: Exclusividad: Validez nica, representatividad nica, negacin de pretensiones de validez ajenas, regulacin de normatividad exclusiva. Unicidad: Falta de referencias, desvinculacin, autosuficiencia, aseidad, incausabilidad, independencia, intangibilidad, inmutabilidad.

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Incondicionalidad: Validez en cualesquiera condiciones o independientemente de todas las condiciones (nticas y / o noticas), infalibilidad, irrestrictividad y, tambin, en u n sentido ms amplio: ausencia de excepciones, ilimitacin, ausencia de lmites, ausencia de reservas. Carcter de nico en su clase: Incomparabilidad, novedad de principio, inderivabilidad, ausencia de analoga, irrepetibilidad, ocurrencia nica, singularidad. Perfeccin: Plenitud, cumplimiento, carcter omniabarcante, insuperabilidad, realizacin plena, propiedad, infalibilidad, ausencia de error.

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Cuando, por el contrario, la pretensin de absolutez se presenta slo como la medida de una mera superioridad, no resultan ya posibles todas estas implicaciones. Las pretensiones de exclusividad, unicidad e incondicionalidad no se dejan replantear al modo de la mera validez superior y no pueden, por tanto, mantenerse en un concepto de absolutez semejante. La pretensin de "ser nico en su clase" puede slo vincularse con el concepto de validez en trmino?

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de superioridad cualitativa, pero no con el concepto de validez cuantitativa, mientras que el ltimo grupo de pretensiones, por su parte, se deja reducir a una validez gradual, parcial y relativa, conservndose, en esta forma modificada, como una especie de perfeccin relativa, desarrollada todo lo ms posible. Si ponemos ahora en relacin los dos conceptos de validez elaborados con las determinaciones espacio-temporal establecidas en la funcin z, veremos que la exclusividad y la superioridad se pueden vincular tanto a un mbito de validez universal cuanto a un mbito de validez particular, aunque la pretensin de validez exclusiva se orienta preferentemente hacia la determinacin particular, y la pretensin de superioridad tiende, ms bien, a la determinacin universal.C . EL C O N T E N I D O DE LA PRETENSIN DE VALIDEZ (p)

mientras que all se trataba de aspectos internos de la significacin de ese concepto, debemos ahora abordar tambin enunciados que se le aaden de forma externa para ampliar su significado. Al hacerlo, nos concentraremos en la pretensin de absolutez del cristianismo con ms fuerza que en II.B. Es poco menos que imposible, dada la inabarcable cantidad de posibilidades, decir, en general, cules seran los contenidos de validez. El esfuerzo mismo por sistematizar los contenidos de validez usuales en el dominio de la religin cristiana no puede aspirar a la completud. Cabe, todo lo ms, ofrecer un sistema abierto, en el cual se puedan ordenar o acomodar tambin los contenidos que aqu no tengamos en cuenta. Mediante la funcin de relacin/? se expresa el contenido de validez atribuido a x. Puede limitarse a u n componente enunciativo nico, p, o bien abarcar otras partes de la oracin (g(a), z). U n mismo contenido se puede, a veces, expresar mediante/? y mediante g(a), como se hace patente, a propsito del predicado de exclusividad, en los dos enunciados siguientes: "exclusivamente x vale c o m o . . . " o "x vale como... exclusivo".

En el captulo II. B se mostr que el concepto de validez g, especialmente en su forma ampliada g(a), puede entenderse como despliegue de las implicaciones del concepto de absolutez. Pero

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D e una oracin plurimembre (en que se expresa/>,) extraemos la o las afirmaciones nucleares, prescindiendo de aquellos conceptos (como "religin", "mensaje", "revelacin", "conocimiento de Dios") que no amplan x, sino que meramente parafrasean, generalizan o especifican su significado -vgr: "El cristianismo es la religin...". Prescindimos, as, de los conceptos que no predican directamente algo respecto de x, o que no lo hacen por s mismos. Cuando preguntamos p o r las expresiones que cualifican directamente estos conceptos y, con ello, cuando expresamos el contenido autntico dep, nos encontramos con expresiones acerca d