Bernard Lahire - De la teoria del habitus a una sociologia psicológica.

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    Revista de Investigacin Educativa 14enero-junio, 2012 | ISSN 1870-5308 | Xalapa, Veracruz Todos los Derechos ReservadosInstituto de Investigaciones en Educacin | Universidad Veracruzana

    CPU-e

    Bernard Lahire

    Profesor de SociologaMiembro del Institut Universitaire de FranceUniversit Lumire-Lyon 2

    Traduccin:

    Guadalupe Navarrete GarcaEstudiante

    Seminario de traduccin de textos cientficos y literarios del francs al espaol y su didcticaInstituto de Investigaciones en Educacin, Universidad Veracruzana, Mxico

    Mtra. Mara del Pilar Ortiz Lovillo

    CoordinadoraSeminario de traduccin de textos cientficos y literarios del francs al espaol y su didctica

    Instituto de Investigaciones en Educacin, Universidad Veracruzana, [email protected]

    Dr. Jorge Vaca UribeCoordinador

    Seminario de traduccin de textos cientficos y literarios del francs al espaol y su didcticaInstituto de Investigaciones en Educacin, Universidad Veracruzana, Mxico

    [email protected]

    Jeanne DumasEstudiante

    Seminario de traduccin de textos cientficos y literarios del francs al espaol y su didcticaInstituto de Investigaciones en Educacin, Universidad Veracruzana, Mxico

    De la teora del habitus a una sociologa psicolgica

    Para citar este artculo:Lahire, B. (2012, enero-junio). De la teora del habitus a una sociologa psicolgica. CPU-e, Revista

    de Investigacin Educativa, 14. Recuperado de http://www.uv.mx/cpue/num14/inves/lahire_

    teoria_habitus.html

    Recibido: 3 de agosto de 2011| Aceptado: 31 de agosto de 2011

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    En este texto, Bernard Lahire desarrolla las bases de un programa de sociologa psicol-gica, y en el camino, deja ver por qu no slo es deseable sino necesaria la interaccin dedisciplinas como la sociologa, la antropologa y la psicologa. Por ejemplo, expone queel concepto bourdiano de habitustiene su origen en el concepto piagetiano de esquemade accin, con lo que se muestra que, reconocindolo o no, existe de hecho una fuerteinteraccin entre disciplinas. Adems, este texto permite refrescar las reflexiones acercade la cultura, las identidades, la socializacin y las mentes de los individuos que al finalson las que in-corporan, asimilndolos y organizndolos, los patrones socio-culturalesde comportamiento que entran en conflicto o en competencia con otros. Lahire nosbrinda as una sugestiva imagen del hombre, siempre plural e imposible de aprehenderpor estereotipos reductivos y estriles.

    Re-tradujimos este texto apoyndonos en uno de sus traductores y en un grupo depersonas entusiastas por la traduccin, convirtiendo as el trabajo en un ejercicio inte-lectual enriquecedor y formativo para todos los participantes del Seminario (y ahoraExperiencia Electiva en la UV, denominada La traduccin de textos cientficos y literarios del

    francs al espaol y su didctica).

    Palabras clave: Sociologa psicolgica, habitus, esquema de accin, inter-disciplina.

    In this text Bernard Lahire develops the foundations for a psychological sociology re-search program. He brings to l ight why an interaction within such disciplines as soci-ology, anthropology and psychology is not only desirable but necessary. For example,he elaborates on Bourdieus concept of habitus,which emerges from Piagets conceptof action schemes, a theory that proves, whether we recognize it or not, that there is infact a strong interaction within disciplines. Furthermore, this text allows the renewalof discussions about culture, identity, socialization and the minds of the individuals,which, in the end, are the ones that incorporate, by assimilating and organizing, thesocio-cultural behavior patterns which come into conflict or competition with others.This way, Lahire provides a suggestive image of the man a lways as plural and impossibleto compare to sterile and reductive stereotypes.

    We have translated this text thanks to the support of previous published traslation anda group of enthusiastic people, turning this work into a formative and enriching intel-lectual exercise for all the participants in the Seminar (now a Learning Module in theUniversity of Veracruz called Translation of Scientific and Literary Texts from Frenchto Spanish and its Didactics).

    Key words:psychological sociology, habitus, action squemes, inter-discipline.

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    De la teora del habitus a una sociologa psicolgica

    En consecuencia, puesto que hay una amplia reginde la conciencia cuya gnesis es ininteligible para lapsicofisiologa en s misma, no se debe concluir questa se haya formado sola y que por consiguiente esrefractaria a la investigacin cientfica, sino solamenteque corresponde a otra ciencia positiva que se podrallamar sociopsicologa.

    Emilio Durkheim, De la divisin social del trabajo.

    Dnde y cmo aprehender lo social? Es una pregunta que no han dejado deplantearse los investigadores en ciencias sociales y que ha dado lugar a unaincreble diversidad de respuestas segn las tradiciones sociolgicas. Adems, lasciencias del mundo social tienen objetos predilectos en el mundo? Una epistemo-loga realista se inclinara a pensar que ciertos objetos del mundo son sociales yotros no (o lo son menos). As, los movimientos colectivos, los grupos, las clases,las instituciones seran evidentemente objetos para las ciencias sociales, mientrasque el comportamiento de un individuo singular, las neurosis, las depresiones, lossueos, las emociones y los objetos tcnicos que nos rodean seran objetos de estu-

    dio para psicosocilogos, psiclogos, psicoanalistas, mdicos, ingenieros, ergno-mos Ahora bien, sabemos que en la prctica cientfica efectiva los investigadorestienden a traspasar esas fronteras realistas. De hecho, como lo enunciaba Saussurecon firmeza, el punto de vista crea el objeto y no es el objeto el que esperara pru-dentemente, en la real idad, a que el punto de vista cientfico venga a revelarlo.

    . Texto tomado de: Lahire, B. (Dir.). (). Le travail sociologique de Pier re Bourdieu: Dettes et cr i-tiques. Paris: La Dcouverte et Syros. Este texto es una versin modificada del artculo tituladoEsquisse du programe scientifique dune sociologie psychologique [Esbozo de un programacientfico de una sociologa psicolgica] publicado inicialmente en Cahiers Internationaux deSociologie[Cuadernos Internacionales de Sociologa] (Lahire, ).

    Esta traduccin fue realizada inicialmente por Guadalupe Navarrete Garca, estudiante de la

    Facultad de Idiomas de la Universidad Veracruzana, como parte de su servicio social bajo la co-ordinacin de Jorge Vaca Uribe y Pilar Or tiz Lovil lo. Posteriormente, su revisin se realiz enel Seminario de traduccin de textos cientficos y literarios del francs al espaol y su didcticadel IIE-UV.Participaron adems: Jeanne Dumas, Vernica Aguilar Martnez, Javier Bustamante Santos y

    Yareli Varela Saucedo. Se contrast con la traduccin publicada en El trabajo sociolgico de PierreBourdieu, deudas y crticas, siglo XXI, , realizada por Ariel Dilon.

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    No es excluyendoa prioriun tema cualquiera de su campo de estudio comolas ciencias sociales pueden avanzar hacia una mayor autonoma cientfica. Comopara la literatura ms pura que, para manifestar la ruptura con las demandasexternas, afirma la primaca del modo de representacin sobre el objeto repre-sentado, las ciencias sociales deben mostrar que no hay ningn lmite empricoa lo que pueden estudiar; es decir, que no hay objetos ms socio-lgicos, msantropo-lgicos o ms histricos que otros, sino que lo esencial reside en el modocientfico (sociolgico, antropolgico, histrico) de abordar el tema.

    Pero estas extensiones cognitivas de aquello que una disciplina cientfica puedeadoptar como objetos de estudio no son fciles de operar. De hecho, es impo-sible, en la mayora de los casos, aplicar mecnicamente a los nuevos temas ocuestiones los conceptos o los mtodos probados anteriormente. Es aqu dondelos temas de estudio resisten ms de lo que la idea de una epistemologa nomi-nalista podra sugerirnos. La superposicin de antiguos esquemas interpretativosa nuevas realidades puede simplemente contribuir a reforzar la creencia en laincapacidad intrnseca de la disciplina para estudiar esas realidades. Otro riesgoradica en el uso que le da la sociologa a los esquemas interpretativos provenien-tes de tradiciones disciplinarias ajenas al propio desarrollo cientfico, en forma deuna importacin fraudulenta y en consecuencia no controlada.

    De lo social individualizado

    La dificultad de la aprehensin de lo social en su forma individualizada se debeas a dos riesgos permanentes que son, primero, al hecho de creer poder estu-diar el nuevo tema de estudio reciclando simplemente lo antiguo (conceptos ymtodos) y, segundo, al hecho de pensar que se han logrado los fines cientficosmezclando una sociologa de aqu (de origen sociolgico) y de all (de origenpsicolgico).

    Si dejamos de lado el segundo tipo de riesgo (que, por ejemplo, dio lugar adesafortunadas tentativas de acercamiento del marxismo al psicoanlisis en losaos setenta), el cual necesitara una amplia exposicin sobre los obstculos de

    . Por ejemplo, la sociologa progresara mucho ms si no se conformara con permanecer enla periferia de los lugares clsicos de la psicologa. Pues no se tratara solamente de estudiar lapercepcin social e histrica de una enfermedad mental o la trayectoria socio-institucional deun enfermo mental, sino ms bien la produccin social de la misma enfermedad. As mismopara el sueo, el estrs, la depresin...

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    la inter- o multidisciplinariedad (Lahire, a), el primer tipo ha permanecidoinsistentemente invisible a los ojos de los investigadores. En efecto, el cambio deescala del anlisis de grupos, movimientos, estructuras o instituciones a la deindividuos singulares que a la vez viven en y son constitutivos de esos macro-objetos no ha sido tan brutal como para forzar la vista de los investigadores,provocarles dolores de cabeza y, al mismo tiempo, hacerlos tomar conciencia. Eldesplazamiento ha sido insensible, imperceptible y, debido a esto, se ha dificul-tado el ejercicio de la lucidez terica. Incluso es sin darse cuenta y sin medir lasconsecuencias, que la sociologa se interes en individuos sociales como tales(enlos estudios de caso o de trabajo que presentan, entre otros tipos de datos, im-genes individuales, sostenidos metodolgicamente por las prcticas de historias devida o las entrevistas a profundidad), adems de interesarse en grupos, categoras,estructuras, instituciones o situaciones (cualquiera que sea su dimensin y su tipo).El movimiento hubiera sido ms visible si los investigadores no tuvieran el hbitode reivindicar la pertinencia de su propsito, cualquiera que sea la escala de con-textualizacin (del grupo social ms grande al individuo ms simple).

    Entre los trabajos existentes, los de Pierre Bourdieu, ms que todos los otros,han designado y caracterizado tericamente estas pequeas mquinas produc-toras de prcticas (en el sentido amplio del trmino), estas matrices que retie-nen en el cuerpo de cada individuo el producto de las experiencias pasadas. Esosmodelos tericos podan parecer satisfactorios cuando, por ejemplo, las nociones

    (y las realidades a las que ellas remiten) de estructuras cognitivas, psquicas omentales, esquemas, disposiciones, habitus, incorporacin e interiorizacin, noestaban en el centro del estudio, sino que solamente servan en los reportes de lasencuestas como conmutadores necesarios para dar razn de las prcticas al evocarburdamente la socializacin pasada incorporada. Los trminos tomados de la psi-cologa (piagetiana principalmente) permitan designar un vaco o una ausenciaentre las estructuras objetivas del mundo social y las prcticas de los individuos.El habitus poda entonces ser tanto grupal como individual. Eso no planteabaningn problema particular, pues no se le prestaba una atencin especfica yla teora no propona estudiar verdadera y empricamente estas realidades. Esobastaba ampliamente para el trabajo sociolgico y sin duda basta, an hoy, para

    la mayora de los investigadores. En efecto, numerosos socilogos continanpracticando la sociologa incluso sin tener la necesidad de dar un nombre a es-

    . La epistemologa muy poco weberiana de Pierre Bourdieu hace que no sea muy sensible a lascuestiones de variaciones de escala en la produccin de conocimientos sociolgicos (Cf. Lahire,).

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    tas matrices corporales (cognitivas, sensitivas, evaluativas, ideolgicas, culturales,mentales y psquicas) de comportamientos, de acciones y de reacciones. Inclusoalgunos piensan que se est aqu en presencia de las cajas negras (como las no-ciones de socializacin o de habitus) frente a las que toda sociologa cient-fica y explicativa debera abstenerse absolutamente (Boudon, ).

    Pero no se poda hablar de estructuras cognitivas, psquicas o mentales, deesquemas, de disposiciones, habitus, incorporacin o interiorizacin, sin arries-garse a l lamar la atencin y el cuestionamiento crtico de los investigadores. Todolo que fue tomado de manera acrtica hasta ese momento como obvio para ciertatradicin sociolgica, puede entonces ser reconsiderado: explicacin disposicio-nal? Esquema? Disposicin? Sistema de disposiciones? Frmula generadora oprincipio unificador de prcticas? Habitus? Transponibilidad o transferibilidadde esquemas? Herencia cultural? Transmisin de capital cultural? Interioriza-cin de estructuras objetivas? Incorporacin de estructuras sociales? Al universa-lizar las adquisiciones de un estado de la psicologa de su tiempo (no enteramentedesarrollado, claro est), Pierre Bourdieu import al seno de su teora, de formapetrificada y casi igual despus de treinta aos, conceptos psicolgicos que sloeran como todo concepto cientfico una sntesis del estado de los trabajos psico-lgicos ms avanzados en el desarrollo del nio. Ms que suponer la existencia detales procesos socio-cognitivos, omitiendo imprudentemente la larga y laboriosaserie de actos de investigacin que sera indispensable poner en marcha, se debe

    regresar al camino de la interrogacin cientfica empricamente fundada. Se abreentonces el campo de una sociologa psicolgica para la que una parte del mundo

    cientfico ha contribuido, poco a poco, a crear las condiciones de emergencia ycuyo programa cientfico voy a precisar (Lahire, b, p. -).

    Estudiar lo social individualizado, es decir, lo social refractado en un cuerpoindividual que tiene como particularidad traspasar instituciones, grupos, esce-nas, campos de fuerza y de luchas diferentes, es estudiar la realidad social bajosu forma incorporada, interiorizada. Cmo la realidad exterior, ms o menosheterognea, es hecha cuerpo? Cmo las experiencias socializadoras pueden co-habitar en el mismo cuerpo? Cmo tales experiencias se instalan de manera mso menos durable, en cada cuerpo y cmo intervienen en los diferentes momentos

    de la vida social o en la biograf a de un individuo? Mientras que la sociologa seconforma con explicar los grupos de individuos a partir de una prctica o de uncampo particular de prcticas (los asalariados de una empresa, los cnyuges, loslectores, los usuarios de tal institucin cultural, los votantes, etc.) puede ahorrar-se el estudio de estas lgicas sociales individualizadas. Sin embargo, desde que se

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    interesa en el individuo (no como tomo y base de todo anlisis sociolgico sinocomo producto complejo de mltiples procesos de socializacin), no es posiblesatisfacer los modelos de actor, de accin y de cognicin, implcitos o explcitos,utilizados hasta ahora. Es el historiador Giovanni Lvi quien subraya con perti-nencia el hecho de que nosotros no podemos () aplicar los mismos procedi-mientos cognitivos a los grupos y a los individuos (Lvi, , p. ).

    La vida de las disposiciones

    El desarrollo de una sociologa psicolgica implica que la nocin misma dedisposicin sea examinada, puesto que es primordial para pensar el pasadoincorporado a escala individual. Ahora bien, al mirar el uso que se hace de ellaen los trabajos sociolgicos, nos damos cuenta de inmediato del hecho de queno ha tenido hasta el momento una importancia considerable para el anlisisdel mundo social.El socilogo aumenta as ocasionalmente su conocimientodel mundo social en los usos rutinarios de este concepto. Por ejemplo, mientrasPierre Bourdieu explica que no existe una prctica ms distintiva que frecuentarun concierto o tocar un instrumento noble de msica, por la rareza de lascondiciones de adquisicin de las disposiciones correspondientes (Bourdieu,, p. ), afirm algo sobre la funcin de distincin de ciertas prcticas cul-

    turales, sobre su rareza, pero no mencion nada con respecto a las disposicio-nes correspondientes a stas prcticas. Del mismo modo, cuando declara quelas obras literarias de Mallarm o de Zol llevan la marca de las disposicionessocialmente constituidas de sus autores (Bourdieu, , nota , p. ), el lec-tor interesado est absolutamente dispuesto a creerlo, pero no se nos proponeningn anlisis de las disposiciones de estos autores, de lo que se entiende pre-cisamente por disposiciones ni de la manera en la que se podran reconstruirtales disposiciones. Las disposiciones sociales de los escritores, pertinentes paracomprender sus obras, son disposiciones sociales generales adquiridas fami-liarmente o son el producto especfico de la socializacin literaria, lo que sig-nificara que no todo lo que se refiere a la experiencia socializadora de los

    autores es pertinente para reconstruir o para aprehender sus comportamientosliterarios?

    . Por otra parte, mientras que se la disocia de las condiciones en las cuales es activada y movi-lizada, se termina por esencializarla y cosificarla (Cf. Lahire, b, p. -).

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    Revisar sistemticamente el conjunto de contextos de uso de la nocin dedisposicin en La distincin,nos lleva a plantear cada vez ms tales cuestiones. Eluso del trmino, sin ms precisiones, puede ser especfico ya que el autor designatipos de disposiciones slo con la ayuda de sustantivos y adjetivos calificativos: ladisposicin cultivada, las disposiciones ordinarias y la disposicin propiamenteesttica, el moralismo pequeo-burgus, las disposiciones regresivas y repre-sivas de las fracciones en declive de la pequea burguesa, la disposicin pura,las disposiciones constitutivas del habitus cultivado, las virtudes ascticas y labuena voluntad cultural de la pequea burguesa asalariada, la disposicin queapela a las obras de arte legtimas, las disposiciones ascticas de los individuos enascenso, el aristocratismo asctico de las fracciones dominadas de la clase domi-nante, el hedonismo higienista de los mdicos y de los ejecutivos modernos,una disposicin austera y casi escolar, la moral hedonista del consumo, lamoral asctica de la produccin, el progresismo optimista, el conservaduris-mo pesimista; una disposicin sabia e incluso erudita, la disposicin distante,indiferente, impertinente respecto del mundo o de los otros; las disposiciones ylos modales finos como caractersticas de burgueses; el hedonismo realista delas clases populares; la disposicin poltica conservadora; el conservadurismoliberal de las fracciones de la clase dominante; las disposiciones reaccionarias;el esnobismo tico y las disposiciones de ejecutante.

    La nocin puede entrar, por otro lado, en la economa general del razona-

    miento terico: el modo de percepcin que pone en marcha cierta disposiciny cierta competencia; las experiencias diferencialesque hacen los consumidores enfuncin de las disposiciones que ellos deben a su posicin en el espacio econ-mico; el habitus de clase como forma incorporada de la condicin de clase yde los condicionamientos que sta impone; sus propiedades que pueden existiren el estado incorporado, bajo la forma de disposiciones; la homogeneidad delas disposiciones asociadas a una posicin; dialctica que se establece a lo largode una existencia entre las disposiciones y las posiciones; todas las propiedadesincorporadas (disposiciones) u objetivadas (bienes econmicos o culturales); lasdisposiciones sociales cuentan ms que las competencias escolarmente garan-tizadas; las disposiciones del habitus se especifican, para cada uno de los gran-

    des dominios de la prctica, realizando tal o cual posibilidad estilstica ofertadapor cada campo; la afinidad entre las potencialidades objetivamente inscritasen las prcticas y las disposiciones; el ajuste a las posiciones de las disposicio-nes ligadas a las trayectorias; desde el punto de vista de su origen social y detodas las disposiciones correlativas; las disposiciones socialmente inculcadas;

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    las disposiciones heredadas; las disposiciones que estn en el principio de laproduccin de opiniones.

    Pero en ningn caso se dispone de ejemplos de construccin social, de incul-cacin, de incorporacin o de transmisin de estas disposiciones. No se tieneninguna indicacin de la manera en la que se puede reconstruir, ni de la maneraen la que actan (es decir, en la que son activadas o suspendidas segn los dominiosde las prcticas o los contextos ms restringidos de la vida social). Simplementeson deducidas de las prcticas sociales (alimentarias, deportivas, culturales...) ob-servadas con ms frecuencia estadsticamente en los encuestados.

    El nico estudio de caso ms o menos preciso del que disponemos es el dedi-cado a Martin Heidegger, pero resulta muy decepcionante desde el punto de vistade la reconstruccin de las condiciones y modalidades de la constitucin de suhabitus filosfico. El habitus de Heidegger, escribe Pierre Bourdieu, profesor defilosofa ordinaria de origen campesino y que vivi en la Alemania de Weimar,integra, en la unidad de un sistema de disposiciones generadoras, por una parte,las propiedades caractersticas de, primero, una posicin en la estructura de las re-laciones de clase, la de Mittelstand (clase que se vive y pretende estar fuera de clases

    y de la fraccin universitaria de sta, fraccin sin par en una clase subjetivamentefuera de clases); luego, una posicin en la estructura del campo universitario, ladel filsofo, miembro de una disciplina an dominante aunque amenazada yfinalmente, una posicin en el campo filosfico; por otro lado integra las propie-

    dades correlativas de la trayectoriasocial que conduce a esta posicin, la del univer-sitario de primera generacin, mal insertado en el campo intelectual (Bourdieu,, p. ). As es como se define el habitus de Heidegger, del contexto msglobal al ms especfico: su pertenencia de clase, luego la fraccin de clase a la quel pertenece, su oficio de filsofo, su lugar particular en el mundo de la filosofa

    y su relacin socialmente milagrosa con el mundo intelectual. Acaso esto serasuficiente para aprehender la frmula generadora de sus prcticas? ...Y la so-cializacin familiar de Martin Heidegger? Y su socializacin escolar?, religiosa?,sentimental?, amistosa?, poltica?, y as sucesivamente.

    Desde este punto de vista, el anlisis (inconcluso sin embargo) de NorbertElias sobre la economa psquica de los lazos que se traman entre Leopold Mozart

    y su hijo, Wolfgang Amadeus Mozart, es ms rica, aunque no utilice un slidoequipo conceptual. Elias nos describe un joven Wolfgang Amadeus sometido, apartir de los tres aos, a un rgimen de trabajo riguroso, una disciplina impla-cable a base de ejercicios regulares preparados por el padre, director de orquestaadjunto en Salzburgo. l muestra cmo, a muy temprana edad, su vida se va

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    a reducir esencialmente a la msica y cmo el padre va a tejer lazos afectivosmuy fuertes con su hijo a travs de la msica: Wolfgang reciba una prima deamor suplementaria por cada uno de sus logros musicales (Elias, a, p. ).Convencido de que el ms singular de los rasgos de una persona slo se puedecomprender si se reconstituye el tejido de las imbricaciones sociales en las quese inserta, y que comprender los comportamientos de un individuo supone lareconstruccin de los deseos que trata de satisfacer y que no estn inscritos en lantes de cualquier experiencia (Elias, a, p. ), Elias da un ejemplo, aunquemuy rpido, de lo que podra ser una sociologa psicolgica de la constitucin delas primeras disposiciones.

    A partir de la comprobacin actual de la inutilidad de la nocin, se puedenobtener dos conclusiones opuestas: una consiste en pensar que se puede hacersociologa sin este tipo de conceptos y que la economa conceptual (en el doblesentido del trmino) de los modelos explicativos debe tender hacia una depura-cin del modelo (exitnociones de disposicin, esquema o habitus consideradassuperfluas); la otra es la que formulo aqu y que nos conduce al programa de unasociologa psicolgica y lleva a pensar que en lo sucesivo hay que poner a pruebaen las investigaciones empricas tal concepto retrico para elevarlo al estatus deconcepto cientficamente til. Si la sociologa pretende seguir siendo sociologadisposicional, ms que situarse del lado de los enfoques ahistricos y disociali-zantes del mundo social (reducido a una gramtica o a una lgica de la accin

    presente, a los sistemas de accin, al orden presente de la interaccin...), deberebasar la sola invocacin ritual del pasado incorporado, tomando por objeto laconstitucin social y el modo de vida de ese pasado.

    Nos podemos preguntar entonces, por ejemplo, cmo se forman las disposi-ciones (o los esquemas)? Acaso estas disposiciones pueden debilitarse progresiva-mente, e incluso, desaparecer completamente, por falta de actualizacin (Peircedeca que las disposiciones pueden agotarse)? Pueden ser destruidas, eventual-mente, por un trabajo sistemtico de contra-socializacin (pensemos en todas lasbuenas voluntades misioneras, sectarias, totalitarias o escolares de destruccin dehbitos existentes, considerados como malos hbitos que erradicar)? La posibili-dad de evaluar los grados de constitucin y de reforzamiento de las disposiciones

    de acuerdo principalmente con la frecuencia y la intensidad del entrenamientoseguido, para distinguir as disposiciones dbiles (creencias pasajeras y que sedesvanecen, hbitos efmeros o dbilmente constituidos) y fuertes, es factible?Cmo se organizan o se articulan las mltiples disposiciones incorporadas queno forman necesariamente un sistema coherente y armonioso?

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    Se ve a travs de esta primera serie de preguntas que uno no se aparta ver-daderamente de las cuestiones ms clsicas de la sociologa de la educacin, yque incluso se precisan y afinan. En efecto, es difcil comprender totalmente unadisposicin si no se reconstruye su gnesis (es decir, las condiciones y las modali-dades de su formacin). Aprehender las matrices y los modos de socializacin quehan formado tal o cual tipo de disposiciones sociales debera ser parte integrantede una sociologa de la educacin concebida como una sociologa de los modosde socializacin (escolares como extra-escolares) y articulada a una sociologadel conocimiento (en el sentido amplio del trmino conocimiento). Ademsesto es un punto de sociologa general inscrito en la reflexin weberiana: En lamedida en que la accin social es llevada a cabo por los hombres (detrs de laaccin est el hombre), Weber siempre consider que el anlisis social debaintegrar precisamente la cuestin del hombre, lo que l llama el punto devista antropocntrico, planteando la pregunta del tipo de hombre que las re-laciones sociales son capaces de formar a largo plazo.

    Formas de la interiorizacin y de la exteriorizacin

    El programa cientfico de una sociologa psicolgica vendra a llenar el vacodejado por todas las teoras de la socializacin o de la inculcacin, retricamen-

    te la interiorizacin de la exterioridad o la incorporacin de las estructurasobjetivas sin jams verdaderamente darle cuerpo a travs de la descripcin et-nogrfica (o historiogrfica), ni el anlisis terico (Bernstein, ). Preocupadospor mucho tiempo principalmente por la cuestin de la reproduccin social porparte de la familia, la escuela y las diferentes instituciones culturales y sociales,los socilogos se conformaron con comprobar una desigualdad frente a las ins-tituciones legtimas (escuela y otras instituciones culturales) y/o una herenciacultural y social intergeneracional (familia). Para resumir, se podra decir quea fuerza de insistir sobre el se reproduce, se termina por descuidar lo que sereproduce y el cmo, segn qu modalidades, se reproduce. Resultado: unateora de la reproduccin llena, pero una teora del conocimiento y de los mo-

    dos de socializacin vaca. Qu es con precisin la escuela? Cules son loslazos de interdependencia especficamente escolares? Qu es lo que se trans-

    . J.-P. Grossein (, p. ) precisa que el grado de unidad y de homogeneidad internas deuna conducta de vida no es presupuesta por Weber; sta no puede ser establecida ms que porel anlisis empr ico.

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    mite escolarmente? Cmo funciona esta transmisin?Las preguntas puedenigualmente plantearse del lado de la familia y de toda institucin cultural.

    Una parte de las encuestas de sociologa de la educacin y de la cultura llevaprogresivamente a hacer diferencias entre las modalidades de la interiorizacinde lo social o, ms exactamente, de la interiorizacin o de la incorporacin dehbitos, de maneras de hacer, de ver, de sentir. Nos damos cuenta, principalmen-te por sus maneras de hablar de sus prcticas culturales, que los encuestados noincorporaron el conjunto de sus hbitos de la misma manera. Las investigacionesempricas deberan, en consecuencia, permitir precisar las diferentes maneras enlas que son vividos los hbitos incorporados y su actualizacin.

    En efecto, no todo se vive con base en la idea de la necesidad hecha virtud,es decir, en la idea del amor a lo necesario, del placer experimentado al practicar,al consumir, eso a lo que no se ha podido escapar. Esta relacin ilusionadacon el mundo impide considerar que las cosas pudieran ser de otra manera, queotra decisin pudiera tomarse. Ya que la imposicincultural ha sido tan bieninteriorizada inicialmente, la decisin se impone en s misma y parece natural

    y evidente. El modelo de la necesidad hecha virtud es aquel de la imposicinobjetiva exterior transformada en motor interno, en gusto (o en pasin) perso-nal, en necesidad vital. Por ejemplo, ciertos nios de medios populares parecentener interiorizado precozmente el xito escolar como una necesidad interna,personal (Lahire, a, Les bel les reussites, p. -). Para ello es necesaria

    una complexin psquica particular (ligada a una economa socio-afectiva sin-gular que el anlisis sociolgico de las relaciones de interdependencia permitereconstruir) que, sin duda, no constituye el caso ms frecuente. Desde este puntode vista, parece que mientras ms precoz, regular e intensa haya sido la socializa-cin (es decir, la instalacin corporal de hbitos), habr ms oportunidades de veraparecer esta lgica de la segunda naturaleza, del es ms fuerte que yo.

    El mismo modelo supone tambin que la disposicin sea fuerte (no dbil omedianamente fuerte) y anule casi toda distancia respecto del papel que se des-empea. La adhesin a la prctica es tal que toda duda queda eliminada. No seresiste, no se es atrado por otros deseos, trabajado por otras pulsiones, cansadopor la inversin en la prctica... El modelo de la necesidad hecha virtud desig-

    . La nocin misma de transmisin debe ser revisada, si se quiere progresar en el sentido deuna sociologa psicolgica de fenmenos de conocimiento (Cf.Lahire, b, p. -).. Para un anlisis de las modalidades de la socializacin escolar en la escuela primaria, vaseLahire, .

    . Pierre Bourdieu () habla de el habitus como necesidad hecha virtud (p. ).

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    na, de hecho, una modalidad particular de existencia de lo social incorporado yde su actualizacin. Pero la manera ilusionada de vivir sus hbitos no es la nica,ni mucho menos.

    As, los individuos socializados pueden haber interiorizado de manera dura-dera un cierto nmero de hbitos (culturales, intelectuales) y, sin embargo, notener ningn deseo particular de aplicarlos. O bien, los aplicarn por rutina o au-tomatismo, por hbito, o peor, por obligacin (lo hago porque me presionan ome obligo), sin pasin ni ilusin; eso significa que se debe distinguir claramen-te, con ms frecuencia de lo que se hace, competencias y apetencias, capacidadespara hacer tal o cual cosa y gusto o ganas de hacerlo. Contrariamente a la ideacomn en sociologa que consiste en pensar que slo nos gusta lo que domina-mos, las encuestas sobre las prcticas culturales permiten destacar dos dimensio-nes muy distintas. Por ejemplo, el descubrimiento de lectores fuertes o de aman-tes de la lectura entre los estudiantes que tienen competencias dbiles en francse, inversamente, el de lectores dbiles, poco interesados por la cultura literariaentre los estudiantes ms competentes, en la secundaria como en el bachillerato,permite disasociar competencias y apetencias. Si las competencias culturales sonfrecuentemente una condicin favorable para la aparicin de una prctica asidua

    y apasionada de la lectura, estas no son siempre suficientes para crear al lectorfuerte o al lector apasionado (Singly, ). As mismo, en el nivel equivalente decompetencias, las mujeres actan ms en el dominio de las prcticas ordinarias

    de lo escrito que los hombres. Ellas desarrollan sus competencias ms porposicin(en el universo familiar) que porformacin (escolar) (Lahire, b).Por otro lado, ciertos hbitos pueden haber estado instalados en el cuerpo de

    un individuo por mucho tiempo de tal forma que, en un nuevo contexto de vida(por ejemplo, cualquier evento biogrfico: matrimonio, nacimiento, divorcio,muerte de un pariente, nuevo trabajo) deseara eliminar lo que l considere comomalos hbitos. Todo sucede como si la nueva situacin lo llevara a sentir unaparte de sus disposiciones o de sus hbitos como externos a l.

    Entonces, los hbitos pueden ser interiorizados y no ser actualizados msque como coercin u obligacin; pueden serlo como pasin, deseo, necesidado incluso como rutina no consciente, sin verdadera pasin ni sentimiento de

    coercin particular. Todo eso depender a la vez de la manera en la cual fueronadquiridas estas disposiciones o estos hbitos,del momento de la biografa in-

    . Ciertas interiorizaciones tienen por poderosos impulsores mecanismos sociales y mentalescomo la culpabilidad personal (e.g.el caso de las madres que interiorizan ciertas normas pedi-tricas para no atraer el reproche de malas madres) o el chantaje mental-identitario que reposa en

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    dividual en el que fueron adquiridos y, por ltimo, del contexto actual de su(eventual) actualizacin. As, los hbitos que fueron interiorizados precozmente,en condiciones favorables a su buena interiorizacin (sin fenmeno de amenazacontradictoria, sin interferencia de la transmisin cultural por las disonanciasculturales entre los padres o entre lo que los adultos dicen y hacen, entre lo quedicen y la manera en la que lo dicen.) y que encuentran condiciones positivas(socialmente gratificantes) de aplicacin, pueden dar lugar a lo que llamamos lapasin, la necesidad o el anhelo.

    Bien podran dejarse de lado ciertos matices importantes desde el puntode vista del grado de la interiorizacin y de la instalacin de los hbitos, de lascondiciones en las cuales lo fueron, de las modalidades de su adquisicin y delde las condiciones en que fueron puestos en funcionamiento, considerando demanera muy rgidamente durkheimiana que, emitidos en el ilusorio lenguaje delamor, de la rutina o de la coercin, los comportamientos individuales no son,en todos los casos, ms que la exteriorizacin del producto de la interiorizacinde las coerciones sociales. Entonces se dejar de lado del sentido comn y de laideologa todo el discurso sobre la eleccin, el deseo, la pasin, la espontaneidad,sin darse cuenta que aqu se niegan las dimensiones finas de las condiciones, mo-dalidades y efectos de la socializacin.

    Por qu, salvo algunas excepciones, la interiorizacin de los modelos de com-portamiento sexuados se vive de manera distinta a la del modo de interiorizacin

    de una coercin, de una obligacin? Sin embargo, no hay nada ms exigente yarbitrario (cultural e histricamente) que los modelos sexuados, ya que el mundosocial constituye algo as como una institucin total que socializa de manera per-manente a los individuos con esas diferencias. El mundo social est sobresaturadocontinuamente de diferencias sexuadas, pero es precisamente porque estas diferen-cias son a la vez precoces y omnipresentes que las coerciones son raramente sentidascomo tales, o en todo caso, mucho menos fuertes que otros tipos de obligacionessociales. Por ejemplo, si los hbitos y modelos escolares de comportamiento y depensamiento son vividos por los nios y los adolescentes sobre todo como obliga-ciones, es porque la escuela, cualquiera que sea el grado de integracin familiar,sigue siendo con frecuencia un universo relativamente ajeno y restrictivo, sobre

    todo cuando exige que el grado de ascesis sea el mximo, como en tiempos depreparacin de exmenes o de concursos. Si los nios estuvieran sometidos a un

    creencias ms fuertes (e.g.todos los suecos saban leer en por la presin de la ig lesia luteranaque negabala comunin y el matrimonio a aquellos que no eran capaces de hacerlo).

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    rgimen duro de ascesis escolar intensiva en la escuela primaria, en la preparatoriay en una parte de la enseanza superior tal vez sera vivida como normal, lo queno es ms que un caso excepcional, evidentemente.

    Transferencia y latencia

    Los trabajos sociolgicos de Pierre Bourdieu tambin dan por obvia la idea detransferibilidad o de transposicin y el carcter generalizable de los esquemaso disposiciones socialmente constituidos. Pero, la nocin de transferibilidad au-ment la imaginacin sociolgica, o, dicho de otra manera, hizo posible encues-tas en ciencias sociales que sin ella hubieran sido impensables? Nada es menosseguro. Para verificar que efectivamente hubo transferencia se deber estudiarprecisamente un modo de socializacin y ver los efectos precisos de su difusin.Por ejemplo, la socializacin escolar produce efectos de socializacin que se con-sideran generalmente, en el medio de los socilogos de la educacin, duraderos

    y transferibles. Pero qu es lo que se transfiere de la situacin escolar a otrassituaciones extra-escolares? Un sentido de la legitimidad de los productos cultu-rales (e.g.un sentido de la pequea y de la gran literatura)? Una concepcingeneral del conocimiento, una relacin con el saber? Ms bien cierto nmero degestos de estudio o de hbitos intelectuales? Un sentimiento personal de impor-

    tancia (de autoestima alta) que puede conferir esta institucin legtima a todosaquellos que se integran a ella? Es dif cil decir que tales procesos de transferenciahayan sido puestos realmente a prueba en las investigaciones empricas.

    Sin embargo, los socilogos se han apoyado frecuentemente en tal nocin,tanto como en la de generalizabilidad de las disposiciones y de los esquemas,para reforzar una cierta pereza emprica. Si cada encuesta sobre tal o cual prcticapermitiera verdaderamente aprehender las disposiciones generales, que se presu-ponen transferibles a otras situaciones, entonces se evitara, en efecto, un largo yfastidioso historial de investigacin,el mismo que una sociloga psicolgica sepropone contribuir a realizar.

    . Cuando Emmanuel Bourdieu, al desear desligar disposiciny regularidad de aparicin de unaprctica, escribe que una sola y nica ocurrencia de un comportamiento es un criterio necesario

    y suficiente para establecer el hecho de que el individuo posee una disposicin a tener este com-portamiento (Bourdieu, , p. ) no se da cuenta, por un lado, de la necesidad de apoyarse, enciencias sociales, en series de datos y no en observaciones aisladas para el trabajo interpretativo y,por el otro, de la fantstica pereza empr ica que promovera la adopcin de tal proposicin.

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    Tomada de la psicologa piagetiana, la nocin de transferibilidad suscita hoyen da la desconfianza creciente de una parte de los psiclogos contemporneos(Loarer, Chartier, Huteau & Lautrey, ). Pero es sobre todo el proceso degeneralizacin abusiva o prematura el que constituye el problema esencial subya-cente al uso de tal nocin. En efecto, lo que da problemas es la idea segn la cuallos esquemas o las disposiciones seran todosy entodaocasintransferibles y gene-ralizables.El investigador se salta pasos en el proceso normal de la encuesta yevita as la dif cil comparacin de las prcticas de un dominio de prcticas con lasde otro, o incluso de una situacin con la otra al interior de una misma esfera deactividad, que por s misma permitir a decir, ) si la transferencia efectivamentetuvo lugar y ) de qu naturaleza es. Deducir apresuradamente del anlisis de lasprcticas de un individuo o de un grupo social, en un contexto social determina-do (cualquiera que sea la escala del contexto), esquemas o disposiciones genera-les, habitus que funcionaran igualmente en cualquier otra parte, en otros lugares

    y en otras circunstancias, constituira entonces un error de interpretacin.Las diferencias de comportamiento observables de un contexto al otro no

    seran ms que el producto de la refraccin de un mismo habitus (de un mismosistema de disposiciones) en contextos diferentes? De hecho, la forma no discu-tida (y puesta muy poco a prueba empricamente) de transferir de manera gene-ralizada, impide concebir y por lo tanto observar la existencia de esquemas o dedisposiciones de aplicacin muy local (propias a situaciones sociales o a dominios

    de practicas particulares) de modos de categorizacin, de percepcin, de apre-ciacin, o de accin sensoriomotora parciales, apegadas a objetos o a dominiosespecficos. Este estatus reduce un complejo proceso de exteriorizacin de lainterioridad a un funcionamiento nico y simple, a saber, el de la asimilacin/acomodacin: asimilacin de situaciones a esquemas incorporados y acomoda-cin (correccin) de esquemas anteriormente adquiridos a las variaciones y a loscambios de situacin.

    Y si, en lugar de generalizarse, las disposiciones estuvieran a veces simple-mente inhibidas o desactivadas para dejar el lugar a la formacin o a la activacinde otras disposiciones? Y si pudieran limitarse a no ser ms que disposiciones so-ciales especficas, en un dominio de pertinencia bien circunscrito, ya que el mis-

    mo individuo aprende a desarrollar disposiciones diferentes en contextos socialesdiferentes? Y si en lugar de un simple mecanismo de transferencia de un sistema de

    . Usuario del concepto de habitus, Max Weber no lo conceba forzosamente como un sistemade disposiciones generales. l poda escribir as: Este estado poda corresponder a un habitusextracotidiano de carcter solamente pasajero (Weber, , p. ).

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    disposicionesse tratara de un mecanismo ms complejo de latencia/puesta en accino de inhibicin/activacinde disposiciones que supone, evidentemente, que cadaindividuo singular sea portador de una pluralidad de disposiciones y atravieseuna pluralidad de contextos sociales?

    Los esquemas interpretativos de los comportamientos humanos que Jon Els-ter formula a partir de su lectura del texto de Alexis de Tocqueville , De la de-mocracia en Amrica, me parecen caractersticos de una interpretacin del mundosocial que, sin saberlo, afronta el problema de la pluralidad de esferas de actividadatravesadas por cada individuo, portador l mismo de una pluralidad de disposi-ciones. Elster escribe: Los hbitos y los deseos pueden reforzarse, compensarse ylimitarse los unos con los otros por tres mecanismos que yo llamar el efecto dedesbordamiento, el efecto de compensaciny el efecto de sumanula (Elster, , p.). El de desbordamiento es un efecto de transferencia: los hbitos adquiridosen una esfera son transferidos a otra. El de compensacin supone por parte delindividuo que lo que no encuentra en una esfera, lo busca en otra. Finalmente,el efecto de suma nula est ligado a la imposibilidad de tener una infinidad deinversiones sociales pues la inversin en una esfera de actividad explica que estausente o que la reduzca en las otras.

    Se podra juzgar con cierta dureza este aparente desorden terico, que puedetanto apelar a la presencia del fenmeno mental A en la esfera X para explicarpor qu A tambin est presente en la esfera Y: es el efecto de desbordamiento

    como apelar a la ausencia de A en X para explicar su presencia en Y: es el efectode compensacin o incluso apelar a su presencia en X para explicar por qu steest ausente en Y: es el efecto de suma nula (Elster, , p. ). Pero entonces sedejarn de lado ciertas caractersticas del funcionamiento del mundo social en unasociedad diferenciada. De hecho, el efecto de transferencia se explica por la ana-loga de las situaciones pasadas y presentes: mientras que construyeron una partede sus disposiciones en ciertas situaciones, los individuos las ponen en prctica ensituaciones anlogas. El efecto de compensacin no puede comprenderse si no seadmite que el individuo es portador de disposiciones heterogneas (e incluso con-tradictorias): forzado a suspender, a inhibir una parte de sus disposiciones socialesen una esfera de actividad (e.g. la vida pblica), ste las deja expresarse en otra

    esfera (e.g.la vida privada). Finalmente, el efecto de suma nula no puede compren-derse en el mismo plano. Reposa principalmente en la constatacin antropolgicasegn la cual el volumen de tiempo del que disponemos es una cantidad finita.El tiempo que gastamos en un dominio no ser invertido en otros: as, si nuestrasdisposiciones sociales nos obligan a invertir con ardor en el universo profesional,

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    el universo domstico ser en proporcin dejado de lado. La pluralidad de losmundos o de los marcos sociales es entonces tambin un problema para cada indi-viduo que debe compartir su tiempo entre estos diferentes universos.

    Cmo vive el individuo la pluralidad del mundo social as como su pro-pia pluralidad interna? Qu produce esta pluralidad (exterior e interior) en laeconoma psquica o mental de los individuos que la viven? Qu disposicionesinvierte el individuo en los diferentes universos (en el sentido ms amplio deltrmino) que ha de cruzar? Cmo distribuye su energa y su tiempo entre estosmismos universos? He aqu una serie de preguntas que una sociologa psicolgi-ca, a escala del individuo, necesariamente se plantea.

    Lo singular plural

    Quien creer que un individuo sea una cosa tan sim-ple o tan dcil que pueda, as, actualizar a lo largode su trayectoria un habitus inherente a l, como unpunto actualiza a lo largo de la curva la funcin mate-mtica que la define?

    Jean-Claude Passeron, Le raisonnement sociologique

    Por un simple efecto de escala, la aprehensin de lo singular como tal, es decir, elindividuo como producto complejo de diversos procesos de socializacin, obligaa ver la plural idad interna del individuo: lo singular es necesariamente plural. La co-herencia y la homogeneidad de las disposiciones individuales consideradas por lassociologas en la escala de grupos o de instituciones se transforma en una visinms compleja del individuo menos unificado y portador de hbitos (esquemas odisposiciones) heterogneos y, en ciertos casos, contradictorios.

    Las ciencias sociales (y principalmente la sociologa, la historia y la antropolo-ga) han mantenido por largo tiempo una visin homogeneizadora del individuo

    . El estudio de los casos de trnsfugas de clase es esencialmente con el fin ) de comprender

    cmo un individuo puede incorporar disposiciones contradictorias, cmo vive con esta con-tradiccin (reprimiendo o poniendo en suspenso sus disposiciones anteriores? Dividiendo-separando muy netamente los universos donde pondr en marcha tales o cuales d isposiciones?Soportando a cada instante la contradiccin obstaculizadora de las disposiciones?) y ) deevaluar en qu medida la pluralidad relativa de las disposiciones de las que son portadores losindividuos, desemboca o no en conflictos psquicos o en conflictos de identidad.

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    en sociedad. Buscar su visin del mundo, surelacin con el mundo o lafrmulageneradora de sus prcticas (el habitus) ha sido considerado, y lo sigue siendo engran parte, como un proceso obvio. Por ejemplo, en la obra que defiende filosfi-camente la idea del sistema de disposiciones coherente y homogneo, EmmanuelBourdieu toma el ejemplo del clebre trabajo de Erwin Panofsky sobre Galileo(Panofsky, ), quien pone en evidencia el hecho de que las mltiples inver-siones intelectuales del gran fsico no se reducen a una yuxtaposicin de acti-vidades separadas y que forman, al contrario, un sistema de prcticas homlogas(Bourdieu, , p. ). La frmula generadora de las prcticas cientficas del fsicoes designada as por Panofsky: se trata del purismo crtico. E. Bourdieu conclu-

    ye entonces que a travs de la idea de purismo crtico, Panofsky aprehendi lapropiedad fundamental en funcin de la cual se organiza todo el comportamientodel gran fsico, confirindole su coherencia y su estilo propio (Bourdieu, ,p. ). Sin embargo, Panofsky no dice exactamente que el estilo propio de Ga-lileo se condense en esta frmula disposicional (el purismo crtico). No hablade todo el comportamiento de Galileo, sino del comportamiento erudito delGali leo-fsico. La diferencia es enorme. Este purismo crtico constituye la dis-posicin social general que podr dar razn de los comportamientos domsticos,amistosos, amorosos, alimentarios e indumentarios de Galileo? Es dudoso. Delmismo modo, mientras se evoca el habitus literario de un novelista como Gus-tave Flaubert (Bourdieu, ) o el habitus filosfico de un autor como Martin

    Heidegger (Bourdieu,

    ), se puede preguntar en qu medida estos ltimos im-portan el mismo sistema de disposiciones en toda una serie de situaciones socialesextra-literarias o extra-filosficas. El conjunto de sus comportamientos sociales

    cualquiera que sea el mbito considerado sera reductible a este sistema? La ob-servacin de los comportamientos reales muestra que tal presuposicin est lejosde ser obvia y de confirmarse.

    Sin embargo, ciertas sociologas post-modernas, invirtiendo la perspectiva,parecen al contrario deleitarse con la idea de dispersin, de divisin, de frag-mentacin o de diseminacin infinitas del actor. Ahora bien, no se trata de re-solver de una vez por todas, a priori, la cuestin (del grado) de la unicidad o dela pluralidad del actor individual, sino de preguntarse cules son las condiciones

    socio-histricas que hacen posible la produccin de un actor plural o de un ac-tor caracterizado por una profunda unicidad. La eleccin de la unicidad o de lafragmentacin constituye casi siempre un postulado no discutido y se basa, enciertos casos, ms en presuposiciones ticas que en constataciones empricas. Dehecho, la coherencia (relativa) de los hbitos (de los esquemas o de las disposicio-

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    nes) que puede haber interiorizado cada individuo, depender de la coherenciade los principios de socializacin a los que fue sometido. Cuanto ms un indivi-duo ha sido colocado, simultnea o sucesivamente, en el seno de una pluralidadde contextos sociales no homogneos, y algunas veces incluso contradictorios,

    y cuanto ms esta experiencia ha sido vivida de manera precoz, ms se est enpresencia de un individuo con un patrimonio no homogneo ni unificado dedisposiciones, de hbitos o de capacidades, que vara segn el contexto social enel que debe evolucionar.

    Las mltiples inscripciones contextuales

    Con excepcin de algunas investigaciones en sociolingstica particularmen-te sensibles a las variaciones contextuales (David Efron, William Labov, JohnGumperz...), raros son los trabajos sociolgicos que se han hecho con el objetivode comparar las prcticas de un mismo individuo (y no globalmente de un grupode individuos) en esferas de actividad diferentes, de universos sociales diferen-tes, de tipos de interaccin diferentes. Al estudiar a los individuos en escenariosparticulares, en el marco de un solo mbito de prcticas (y siguiendo una divi-sin sub-disciplinaria muy discutible cientficamente: sociologa de la familia,de la educacin, de la cultura, del arte, del trabajo, de la salud, de la juventud;

    sociologa religiosa, poltica, jurdica...), se apresuran frecuentemente, sin razn,a deducir del anlisis de los comportamientos observados en estos escenariosdisposiciones generales, habitus, visiones del mundo o relaciones generales conel mundo.

    Una parte del programa sociolgico que yo propongo implica exigenciasmetodolgicas nuevas. Para aprehender la pluralidad interna de los individuos

    y la manera en la que procede y se distribuye segn los contextos sociales, sedebe contar con dispositivos metodolgicos que permitan observar directamenteo reconstruir indirectamente (por diversas fuentes) la variacin contextual (enel sentido amplio del trmino) de los comportamientos individuales. Solos, talesdispositivos metodolgicos permitiran juzgar en qu medida ciertas disposicio-

    nes son transferibles de una situacin a otra y otras no, o incluso cmo funcionael mecanismo de inhibicin-suspensin / activacin-aplicacin de las disposi-ciones y evaluar el grado de heterogeneidad u homogeneidad del patrimonio dehbitos incorporados por los individuos durante sus socializaciones anteriores.Si la observacin directa de los comportamientos sigue siendo el mtodo ms

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    pertinente, rara vez es posible, en la medida en la que seguir a un individuo enlas situaciones diferentes de su vida es a la vez una tarea pesada y deontolgica-mente problemtica. Pero incluso la entrevista y el trabajo de archivo pueden serreveladores cuando se es tan sensible a las diferencias como a las constantes demltiples contradicciones mnimas, de heterogeneidades de conducta inadverti-das por los encuestados que tienden frecuentemente, al contrario, a mantener lailusin de coherencia y de unidad del yo.

    No se trata solamente de comparar las prcticas de los mismos individuos enlos universos sociales (en los mundos sociales que pueden en ciertos casos, perono sistemticamente, organizarse en forma de campos de lucha) tales como elmundo del trabajo, de la familia, de la escuela, del vecindario, de la iglesia, delpartido poltico, el mundo de los pasatiempos, de las instituciones culturales,sino tambin de diferenciar las situaciones al interior de estos distintos y ampliosdominios no siempre tan claramente separadas en la realidad social tomandoen cuenta las diferencias intrafamiliares, intraprofesionales, etc.

    La produccin del individuo

    Un programa que se interesa en el mundo social a escala del individuo, en losocial individualizado, no puede ahorrarse el estudio de las condiciones sociales

    (y discursivas) de produccin del individuo moral e ideolgico vindolo comoun ser aislado, coherente, autnomo, singular, fundamentalmente cerrado ens mismo, sin contacto con otro y que dispone de una interioridad o de un yoautntico. Si la sociologa psicolgica se interesa en el sujeto emprico (en el sen-tido de Louis Dumont) y en las lgicas sociales aprehendidas en la escala de esesujeto emprico (que no tiene ningn parecido con el individuo asocializado delindividualismo metodolgico), no puede dejar de interesarse en la produccin dela imagen (moral, ideolgica, etc.) del yo individual.

    Esta produccin del individuo como singular y autnomo es frecuentementetomada del contenido de discursos (ideolgicos, filosficos...) (Dumont, ;Taylor, ), pero no se debe desatender el estudio de las instituciones, de los

    dispositivos sociales o de las configuraciones de relaciones de interdependenciaque contribuyen a producir ese sentimiento de singularidad, de autonoma, deinterioridad, de identidad del yo consigo mismo (Elias, b, p. -).

    . Actualmente trabajo sobre la manera en que la escuela primaria contribuye a formar al

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    Podra ser muy til una investigacin orientada a una historia y/o a unasociologa de las formas de unificacin discursiva (principalmente narrativa) delyo. La ilusin de un yo unificado, homogneo, coherente, tiene fundamen-to social. Se podra incluso decir que la celebracin de la unidad del yo es unaempresa permanente en nuestras sociedades. Comenzando por el apellido aso-ciado al nombre propio, simbolizado en la firma manuscrita, que consagra lasingularidad entera de la persona y que nos sigue durante toda nuestra vida,

    y terminando por todas las formas discursivas de presentacin del yo, de su his-toria, de su vida (curriculum vitae, obituarios, registros necrolgicos, panegricos,biografas y autobiografas, relatos de s mismo, bildungsroman,relatos de vidadel acusado en el marco de un tribunal, etc.). En muchos de estos gneros dis-cursivos el postulado de la unidad del sujeto es fuerte. El yo que se expresa oel l que es narrado, garantizan una clase de perennidad y de permanencia deuna identidad personal coherente y uniforme.

    Finalmente ya es posible un dilogo renovado con la historia acerca de laprctica de la biografa histrica. Cmo modificar el gnero biogrfico queprivilegia, como gnero discursivo, la coherencia de un trayecto, de una vida, deuna conducta, a costa de todas las incertidumbres, las incoherencias, las contra-dicciones mismas en las que son moldeados los personajes histricos reales? No setrata de ninguna manera de ceder a la ilusin positivista de poder aprehender latotalidad de una personalidad, en todas las facetas de su existencia o, como an

    se dice algunas veces, en toda su complejidad. Evitar el borrado o eliminacinsistemtica de los datos heterogneos y contradictorios al cruzar los datos de losarchivos de un mismo individuo, al aprehenderlo por aspectos muy diferentesde su actividad social, en lugar simplemente de hacer el retrato coherente de lcomo artista, escritor, rey, guerrero, hombre de Estado o de Iglesia bajo el pre-texto de que la ciencia es forzosamente simplificadora y de que la reconstruccincientfica es inevitablemente ms coherente que la realidad o de que la cienciapone necesariamente orden en el desorden relativo del mundo emprico es una

    alumno autnomo, tomando la autonoma como forma de dependencia histrica especfica yla escuela como el lugar donde se opera el aprendizaje progresivo de esta nueva relacin con el

    poder y el saber.. N. de la T.: Bildungsroman: novela de aprendizaje.

    . Se coincidir as con la voluntad expresada por Giovanni Lvi cuando pide reconsiderar latradicin biogrfica establecida as como la retrica misma de la historia que se apoya enmodelos que asocian una cronologa ordenada, una personal idad coherente y estable, accionessin inercia y decisiones sin incertidumbre (Lvi, , p.).

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    manera de renovar el gnero biogrfico en historia convirtindolo en un lugarexperimental (en el sentido del lugar de experiencias, de ensayos) de reflexinmetodolgica muy importante.

    La generalidad de lo singular

    Contrariamente a lo que se podra temer al principio, la sociologa psicolgicano se opone en absoluto a los enfoques estadsticos. No solamente se nutre de lasconstataciones y de los anlisis de la sociologa estadsticamente fundada, sino queconsidera que las buenas encuestas estadsticas finalmente nos permiten investigarlas variables ms discriminativas en funcin del dominio de prctica estudiado, yentonces aprehender las disposiciones sociales que son ms movilizadas particu-larmente en tal o cual contexto especfico de prctica segn las categoras de in-dividuos. La sociologa psicolgica no tiene entonces como especialidad ocuparsede casos teratolgicos, excepcionales, estadsticamente atpicos e improbables, in-cluso si tales casos a veces le son tiles para sacar a la luz algunos de los problemasque intenta especficamente comprender (e.g.el caso de los trnsfugas).

    Como lo muestra el estudio histrico de un caso atpico realizado por Car-lo Ginzburg, a saber, el de un molinero llamado Menocchio (Ginzburg, ),la aprehensin de lo singular pasa necesariamente por una comprensin de lo

    general y se podra decir que no hay nada ms general que lo singular. Poco apoco, se llegar a comprender cmo segn algunos pliegues, segn algunasfricciones especficas de propiedades generales, de experiencias en las formas devida sociales Menocchio lleg a ser lo que es. Para comprender lo social en suestado plegado, individualizado, se debe tener un conocimiento de lo social ensu estado desplegado; o, dicho de otra manera, para dar razn de la singularidadde un caso se deben comprender los procesos generales de los que este caso no esms que el producto complejo.

    Puesto que Ginzburg mismo se refiere a Conan Doyle y a su hroe, Sher-lock Holmes, para explicitar el paradigma indiciario en el que se inscriben sustrabajos, podramos apoyarnos en el trabajo de investigacin de este ltimo para

    mostrar que llegar a convertir los detalles insignificantes en detalles reveladores,es decir, en ndices de tales o cuales propiedades, prcticas, disposicines o rasgosde carcter, supone un conocimiento general (histrico, geogrfico, antropol-gico, econmico) del mundo social y de sus tendencias histricas, bien sea quehayan sido establecidas estadsticamente o reconstruidas sobre bases documenta-

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    les, observaciones directas o de testigos. As, Sherlock Holmes no llega a operarsus deducciones ms que sobre la base de un conocimiento erudito increble: lapoya su razonamiento en el conocimiento que tiene de ciertos hbitos profesio-nales, culturales y nacionales. Lejos de apoyarse en sus conocimientos singulares,estas deducciones suponen la aplicacin de conocimientos generales movilizadospara una comprensin de un caso singular.

    La idea que viene espontneamente a la mente frente a todo lo que puedeparecerse a los case studies, es la de la dbil representatividad estadstica de loscasos estudiados. Al estudio del caso singular, se opondra el conocimiento delas tendencias generales, de las recurrencias del mundo social estadsticamenteaprehendidas. Pero singular no significa irrepetible o nico. Al constituirlo singular como lo inverso a lo general, se actualiza una vieja oposicin entreciencias nomotticas y ciencias ideogrficas, mtodo generalizador y mtodoindividualizador (Freund, , p.-) que es apenas pertinente.

    Paradjicamente, el estudio de casos, en su singularidad y no a ttulo de casosilustrativos con relacin a las figuras ideal-tpicas o con las tendencias o propieda-des generales estadsticamente asociadas ms frecuentemente a un grupo, puedeactualizar situaciones estadsticamente ms frecuentes de lo que se cree. En efecto,los investigadores en ciencias sociales trabajan a menudo con la ayuda de dicoto-mas que les permiten ver cmo se distribuyen los diferentes grupos o categorasde individuos entre dos polos opuestos. Por ejemplo, la sociologa de la educacin

    puede oponer a los estudiantes segn tienden ms hacia el polo asctico o mshacia el hedonista. As se podrn tener en mente dos figuras ideal-tpicas del es-tudiante, a saber: por una parte, el estudiante asceta, completamente abocado altrabajo escolar, que sacrifica todo (sociabilidad amistosa, sentimental y familiar,pasatiempos y vacaciones, etc.) para consagrarse al estudio y, por la otra, al estu-diante bohemio, amante de las fiestas, los pasatiempos, los amigos, los amores,que trabaja de manera forzosamente discontinua, ocasional (Bourdieu & Passeron,; Lahire, ). Sin embargo, si se busca en la realidad estudiantes que co-rrespondan mejor a estos dos polos, se corre el riesgo de no tener estadsticamentems que muy pocos candidatos. La gran mayora estar entre los dos, en las situa-ciones promedio que son, de hecho, situaciones mixtas, ambivalentes: no son

    ni monstruos del trabajo, ni juerguistas consumados, sino que alternan, segn loscontextos y, principalmente, segn su entorno (y las presiones) del momento, eltiempo de ponerse a trabajar y el tiempo de relajacin, y sufren alternativamentela carga de su ascetismo obligado y la mala conciencia del estudiante hedonista(Lahire, b, p. -). Portadores de disposiciones (ms o menos fuertemente

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    constituidas) relativamente contradictorias, son estadsticamente ms numerososque sus compaeros ejemplares (desde el punto de vista de la oposicin tericaconsiderada). E incluso, los estudiantes ms tpicos de los polos opuestos podranser afectados por deseos contradictorios, al menos simblicamente.

    As mismo, cuando el socilogo de la educacin intenta comprender losprocesos de fracaso y de xito escolares a partir de la oposicin conceptualentre dos tipos de cdigos sociolingsticos (restringido y elaborado [Bernstein,]), dos arbitrarios culturales (arbitrariedad cultural dominante y arbitrarie-dad cultural dominada ([Bourdieu y Passeron, ]), dos tipos de relacin conel lenguaje (relacin escrituraria-escolar con el lenguaje y relacin oral-prctica[Lahire,]), concentra generalmente su anlisis en los polos de la oposicin,olvidando las situaciones mixtas y ambivalentes de los a lumnos promedio cu-

    yas disposiciones escolares no son inexistentes sino dbiles, o en todo caso, no losuficientemente fuertes como para imponerse sistemticamente frente a las dis-posiciones no escolares. No es una casualidad epistemolgica que los socilogosde la educacin se sientan esencialmente apegados a explicar los casos de xito

    y los casos de fracaso escolares, abandonando totalmente el caso de estos alum-nos promedio. Pero incluso en el caso de los nios con gran dificultad escolar,stos nunca salen de la escuela como entraron y desarrollan tambin comporta-mientos escolares ambivalentes (Lahire, ).

    Entonces, no podemos reprochar al programa de una sociologa psicolgica

    que se limite al estudio, interesante pero secundario e incluso marginal, de lasexcepciones estadsticas, sino al contrario. Paradjicamente, numerosos investiga-dores, al comentar sus tablas estadsticas, interpretan sus resultados en la lgica delas proximidades relativas de las categoras o grupos de individuos a los polos dela oposicin pertinente considerada y fallan, al mismo tiempo, en la aprehensinde los casos intermedios que son, frecuentemente, los ms numerosos, los mscomunes. El ejemplo (demasiado) perfecto que a veces condensa o acumula elconjunto de las propiedades ms ligadas estadsticamente a un grupo o a una ca-tegora, es sin duda necesario cuando queremos ilustrar un anlisis fundamentadoen resultados estadsticos. Es utilizado frecuentemente para hacer el retrato de unapoca, de un grupo, de una clase o de una categora. Sin embargo, puede llegar a

    ser engaoso y caricaturesco cuando ya no se le confiere el estado de ilustracin(representante de una institucin, de una poca, de un grupo) sino que es tomadocomo un caso particular de lo real, es decir, como el producto complejo y singularde experiencias socializadoras mltiples. En efecto, la realidad social encarnada encada individuo singular siempre es menos lisa, menos simple que eso. Adems, si el

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    cruce de las grandes encuestas nos indica las propiedades (recursos, actitudes, prc-ticas) estadsticamente ms ligadas a tal grupo o categora, es imposible deducir deah que cada individuo que integra el grupo o la categora (ni siquiera la mayorade ellos), tiene la totalidad (y ni siquiera la mayora) de estas propiedades.

    Por esto mismo, puesto que intenta aprehender las combinaciones relativa-mente singulares de propiedades generales, la sociologa psicolgica encuentraalgunas dificultades con cierto uso del mtodo ideal-tpico. Si el socilogo se con-forma con suministrar cuadros coherentes sin permitir que se lean casos menoshomogneos, menos claros, ms ambivalentes, entonces presenta un mbito social(y particularmente casos individuales) sospechosamente coherente y casi inexis-tente. El mtodo ideal-tpico se orienta entonces claramente en el sentido de unaaprehensin de lo social desplegado y des-heterogeneizado. La dificultad vienemenos de Weber, consciente del hecho de que los elementos heterogneos soncompatibles por ellos mismos (, p. ) y de que los hombres nunca fueronlibros pulcros en todos los detal les, ni tampoco construcciones lgicas o exen-tas de contradicciones psicolgicas (, p. ), sino de sus seguidores cuandoconfunden, como dice Marx, la lgica de las cosas con las cosas de la lgica.

    Las razones de una sociologa psicolgica

    La sociologa no puede comprender lo ms esencial deljuego social sino a condicin de tomar en cuenta al-gunas de las caractersticas universales de la existenciacorporal, aunque para constituirse deba rechazar todaslas formas de biologismo que siempre tiende a natura-lizar las diferencias sociales al reducirlas a invariablesantropolgicas, como el hecho de existir en el estado deindividuo biolgico separado o de estar ubicado en unlugar y en un momento, o incluso el hecho de estar y desaberse destinado a la muerte o tantas otras propiedadesms que cientficamente comprobadas, que nunca en-

    tran en la axiomtica de la antropologa positivista.Pierre Bourdieu, Leccin sobre la leccin

    Apegndose al anlisis de los pliegues ms singulares de lo social, la sociologaa escala del individuo o sociologa psicolgica se inscribe en la antigua tradicin

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    sociolgica que, de Emilio Durkheim a Norbert Elias y pasando por MauriceHalbwachs, aspira a vincular de manera cada vez ms fina la economa psquicacon los marcos de la vida social. Tal estudio supone dotarse de herramientasconceptuales y metodolgicas adecuadas.

    Pero legtimamente podr preguntarse cul(es) razn(es) empuja(n) al soci-logo a estudiar lo social a escala individual. Al seleccionar tal punto de vista delconocimiento de la realidad, el socilogo no est a punto de casarse y de acom-paar activamente el movimiento de individualizacin que experimentan nues-tras formaciones sociales? Fuera de la dinmica propia del campo sociolgico,que explica que tal inters progresa hacia la autonoma cientfica de la disciplina,es evidente que esta sociologa responde a una necesidad histrica de pensar losocial en una sociedad fuertemente individualizante. En el momento en el queel hombre puede ser concebido cada vez ms como un ser aislado, autnomo,dotado de razn, sin apego ni races, opuesto a la sociedad contra la cual ldefender su autenticidad radical, la sociologa tiene el deber (y el desafo) dedevelar la produccin social del individuo (y de las concepciones que se hacen del) y de mostrar que lo social no se reduce a lo colectivo o a lo general, sino que

    yace en los pliegues ms singulares de cada individuo.Desde este punto de vista, la sociologa debera apegarse a producir una

    visin del hombre en sociedad ms precisa cientficamente que las (necesarias)caricaturas que nos hemos hecho cuando nos imaginamos al individuo a partir

    de lasfiguras ideal-tpicas extradas de los trabajos sobre grupos sociales, pocashistricas o instituciones. Especialmente, debera ser capaz de responder a las

    interrogantes comunes, profanas pero esenciales, en cuanto a la vida de los in-dividuos en sociedad. Por ejemplo, cmo comprender que un individuo puedeasombrar a su entorno cercano (entorno que tiene, sin embargo, un buen cono-cimiento intuitivo-prctico de este individuo) e incluso de asombrarse l mismodel hecho de haber sido capaz de hacer esto o aquello en tal circunstancia o endeterminado momento de su biografa? Qu concepcin del determinismo so-cial se debe tener para dar razn de esta indeterminacin relativa del comporta-miento individual que le da encanto a la vida social?

    En efecto, es imposible prever la aparicin de un comportamiento social

    como se predice la cada de los cuerpos a partir de la ley de la gravitacin uni-versal. Esta situacin es el producto de la combinacin de dos elementos: poruna parte, la imposibilidad de reducir un contexto social a una serie limitada deparmetros pertinentes, como en el caso de las experiencias fsicas o qumicas y,por la otra, la pluralidad interna de los individuos cuyo patrimonio de hbitos (de

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    esquemas, o de disposiciones) es ms o menos heterogneo, compuesto de ele-mentos ms o menos contradictorios. Por lo tanto, es difcil predecir con certezalo que, en un contexto especfico, va a jugar, a pesar sobre cada individuo

    y lo que, de los mltiples hbitos incorporados por l, va a ser desencadenadopor tal contexto. La constatacin sociolgica que estamos obligados a extraer denuestro conocimiento actual del mundo social es que el individuo est demasia-do multi-socializadoy demasiado multi-determinadopara que pueda ser conscientede sus determinismos. Desde este punto de vista (socio-) lgico se ve que hay unaamplia resistencia a la idea de un determinismo social. El individuo puede tenerel sentimiento de libertad de comportamiento porque tiene muchas posibilidadesde ser plural y porque se ejercen sobre l fuerzas diferentes segn las situacio-nes sociales en las que se encuentra.

    Esta idea compleja y sutil del determinismo social sobre los comportamientosindividuales ha sido, de cierta manera, ya abordada por una parte de la literatura,

    y prinicipalmente por Marcel Proust. Ya cuasi-terico de la pluralidad del yoen cada individuo (Lahire, b, Le modle proustien de lacteur pluriel, pp.-) en su Contre Sainte Beuve, el novelista desarroll una escritura literariaque no solamente pone en escena esta pluralidad de herencias y de identidadesindividuales, sino que da el ejemplo de una sociologa individual sutilmentedeterminista (Dubois, , p. ).

    En fin: ) porque cada uno de nosotros puede ser portador de una mul-

    tiplicidad de disposiciones que no encuentran siempre los contextos de su ac-tualizacin (pluralidad interna insatisfecha), ) porque podemos estar desprovistosde buenas disposiciones que permitan hacer frente a ciertas situaciones ms omenos inevitables en nuestro mundo social multidiferenciado (pluralidad externa

    problemtica) y ) porque la multiplicidad de inversiones sociales (familiares, pro-fesionales, amistosas, etctera) objetivamente posibles, pueden llegar a ser a finde cuentas incompatibles (pluralidad problemtica de inversiones o de compromisos); poreso nosotros podemos vivir malestares, crisis, desfases personales con el mundosocial. Ante todo, sentimientos de soledad, de incomprensin, de frustracino de malestar pueden ser los frutos de esta (inevitable) distancia entre lo que elmundo social nos permite expresar objetivamente en un momento dado del

    tiempo y lo que puso en nosotros en el curso de nuestra socializacin pasada.Porque somos portadores de disposiciones, de capacidades, de saberes y saberes-hacer que deben eventualmente vivir de manera duradera en estado de suspen-sin por razones sociales objetivas, podemos sentir entonces un malestar que setraduce generalmente en la ilusin de que nuestro yo autntico (personal, y

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    por lo tanto pensado como a-social) no encontrar su lugar en el marco restrici-tivo de la sociedad (asimilada a un conjunto de normas sociales extraas a su pro-pia persona). Esta situacin es favorable para el reforzamiento de la ilusin de laexistencia de un fuero interno o de un yo ntimo (autntico), independientede todo marco social, mientras que es el desfase o la disyuncin entre lo que losocial deposit en nosotros y lo que nos ofrece como posibilidad de realizacinde nuestra disposiciones y capacidades diversas en tal o cual momento del tiempolo que est en el origen de tal sentimiento. Pero inversamente, las situaciones decrisis pueden ser producidas por las mltiples ocasiones de desajuste, de desaco-plamientoentre lo que nosotros incorporamos y lo que las situaciones exigende nosotros. Se trata entonces de crisis respecto de lazos de complicidad o deconnivencia ontolgica entre el pasado hecho cuerpo y la situacin novedosa.Finalmente, por no tener el don de la ubicuidad, el individuo puede sufrir por lamultiplicidad de inversiones sociales que se le presentan y que pueden terminarpor entrar en competencia, incluso en contradiccin.

    Entonces, queda claro que nosotros podemos vivir estas pequeas o grandespreocupaciones, que a veces terminan por agobiar nuestra existencia, porquenuestro mundo contemporneo est diferenciado y porque somos portadores dedisposiciones y de capacidades (ms o menos) plurales. Estos males y malestaressocialmente producidos son adems objetos de estudio privilegiados para la so-ciologa psicolgica.

    Lista de referencias

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    modalits de sa pratique. Critiques Sociales,-, -.

    . Este tipo de situacin lleva a pensar que, ms que postular a prioriy de una vez por todas laexistencia de una teor a de la prctica (y de la accin) singular, es preferible reconstituir, segnlos universos y los medios sociales, segn los tipos de actores y los t ipos de accin, los diferentestiempos de la accin y las diferentes lgicas de la accin: tiempo de la concertacin, de la deli-

    beracin, de la preparacin, de la planificacin, tiempo de la aplicacin de esquemas de accinincorporados en la urgencia relativa segn la naturaleza de la accin acompaados a vecesde tiempos de pausa, de reflexin y de correccin, tiempos de retornos sobre la accin, sobre smismo, etctera. En breve, se trata de desarrollar una sociologa de la plural idad de las lgicasefectivas de accin y de la pluralidad de las formas de relacin con la accin que no puede apre-henderse ms que a escala del individuo.

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