Bengoa Historia Del Pueblo Mapuche

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    HISTORIADELPUEBLOMIApucHE

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    HISTORIA~DEL PUEBLOMAPUCHE

    (Siglo XIX y XX)

    JOSE BENGOA

    E DI C IONE S S URCOLECCIONE S T UDI OS H I ST OR I C OS

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    RECONOCIMIENTOS

    Q uiero agradecer a las personas qu e han co laborad o en esta historia;en primer lugar a mi colega Rolf Foerster, sin el cual no podria haberrealizado este trabajo. A Lila AcuAa y el equipo de trabajo form ado p orGon zalo Tapia, Ver6nica Oxm an y Pedro Segure. Co n tod os ellos discu-t i las principales hip6tesis a q u i planteadas.

    Agradezco especialm ente a 10s dirigentes indigenas su entusiasmo enla realizaci6n de esta historia, y les pido excusas por 10s defectos q uepueda tener. Debo mencionar especialmente a don JosC Luis Huilca-m i n , con quien recorrimos detalladamente la Provincia d e Malleco. Elme ensefi6 buena parte de lo q ue s6 sobre la sociedad mapuche y suhistoria. C on el enton ces presidente d e Ad Mapu, Mario Curihu entro,recorrim os Boroa y Hu illio; Melillin Painemal, vicepresidente del Con-greso Mundial de Pueb los Indigenas, nos ubic6 en el me dio hist6rico yco n 61 discutimo s largamente las interpretacion es qu e haciamos. JosCSa nto s Millao ley6 una prim era versi6n y nos hizo valiosos com en tarios ;Jose Luis Levi fu e n ue stro gu ia en la pa rte precord illerana de l Malleco,terri torio de sus antepasados arribanos ; con Isolde Re uqu e, visitamos a10s caciques de Truf Truf, y Sergio Melinao nos condujo a 10s descen-dientes d el gran guerrero Esteban R om ero. Deb eriamos agradecer a m u-chos mds q ue nos dieron horas d e su tiemp o, y q ue pusieron esperanzasen la fidelidad d e n uestro relato; espero no defraudarlos. A tod os ellosm i reconocimiento.

    De bo agradecer a las personas qu e leyeron el borrador y m e hicierondetalladas correcciones, Bernard0 Subercaseaux y Francisco Vergara.Finalm ente agradezco a Paulina M atta su dedicaci6n en la correcci6n yedici6n del texto .

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    PRESENTACION

    Esta es una historia acerca de la intolerancia. Acerca de unasociedad que no soporta la existencia de gente diferente. De un paisespafiol, criollo, e ur op eo , cristiano occ iden tal, q u e se dice civilizado ytrata de acabar con 10s birbaros, 10s salvajes, 10s hombres que deambu-lan l ibremen te por las pampas y cordilleras del su r del c ontinen te. Ellosse de fen diero n del salvajismo civilizado; hicieron lo q u e pud ieron , vivie-ron com o m ejor supieron, pelearon hasta el cansancio, y terminaron p ormorir y ser vencidos por el progreso. Entrt, el ejkrcito, lo siguieron elferrocani l y 10s colonos q ue venian a hacer la am irica, sin percatarsesiquiera de lo qu e hab ia ocurrido . Esta guerra inicua, qu e nuestrosgloriosos ejkrcitos republicanos emprendieron en la segunda mitad delsiglo pasado, fue guiada por la intolerancia: el dere cho d e quien se Creecivilizado a co m batir la ba rbarie, en nom bre d e ban deras y santo s coro-nados d e las mitologias del progreso de la h uma nidad.

    La historia de 10s que no aceptaron ha sido silenciada. Hay, a1 pa-recer, una definida tendencia a identificar la historia humana con lahistoria de 10s venc edores ; 10s vencidos -tan tas veces percibidos co m obirb aro s- n o Suelen tener historia, o su historia es absorbida por eltriunfalismo de 10s vencedores. Quedan asi en la memoria, cuando hanque dad o, com o curiosas especies qu e no lograron sobrevivir, o perdien-do la propiedad d e sus aportes a1 desarfollo del hom bre, u oc upa ndo unlugar en la mitologia del vencedor, donde personifican fantasmalesfuerzas del m al, del pasado, d e la m onstruosidad q ue el progreso d e 10spueblos debe desterrar. Es lo sucedido con el pueblo mapuche ennuestras historias, las que nos han hecho olvidar que en 61 habiafamilias, amo res, sentido del ho no r, mo ral intacha ble; en fin, vidahurnana en tod a su complejidad.

    Nu estro inte nto ha sido rescatar esta historia olvidada, negada, silen-ciada por nuestras culturas intolerantes. Cada frase, cada relato, cadaepisodio recuperado, es un alegato Ctico que rechaza la intolerancia yafirma el derec ho d e 10s pueb los a ser co m o qu ieren ser, a vivir d e acuer-d o a sus propias moda lidades sociales. N o solamente importa qu e hayanm uerto mu chas personas, qu e se pueda hablar d e genocidio o etnocidio;importa m i s aun q ue se siga pensando en form a intolerante.

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    Para recu pera r esta historia es necesario ir a las fue nte s m ismas, a lagente, a 10s sobrevivientes, desc end iente s del h oloc austo . Hoy son otros,diferentes, llenos de pena, rabia y tragedia, fruto de la pobreza de laderrota. En ellos encon tram os la experiencia hist6rica de un p ueblo q uesigue ten iend o conciencia d e serlo. Nos relataro n las batallas, 10s recuer-do s del viejo cgcique, sus can tos entona dos con voz ronca antes de em-prende r u n largo viaje. Com pletam os esos relatos, la memo ria del pue-blo, su tradici6n oral, con documentos de la Cpoca que fueron preci-sando fechas y lugares, olvidados po rqu e no ten ia n la im po rtanc ia Sufi-ciente para dejarles hueco en la memoria escasa. Asi se fue hilvanandouna historia, comp uesta de mu chas historias, d e heroismo s, de traicio-nes, de victorias parciales y derrotas; una historia q u e sabemos c6m oterm in6 . La hem os reescrito con la pasi6n 6tica de quien defiende elderecho de un pueblo a ser soberano, y fus t iga la incomprensih in to-leran te qu e con duce a1 hu m ano a la perversidad y la m uerte.

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    INTRODUCCION10s origenes

    y la guerra colonial

    Ni a extranjero domini0 sometida.

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    1. E L ORIGEN DE LOS HOMBRES DE LA TIERRADebe liaber sido liace muchos aiios; ellos tenian mlsde cien aiios cuando fallecieron y yo tengo mucho ma's desetenta. .Per0 era lo que me conversaban mis abuelos.Hubo una gran agua, el mar se sal ia, se desbordaban 10s rios

    y se llenaron tod os 10s campos. Ellos se salvaron porque sesubian a 10s cerros. Y hacian cantaritos que se ponian enla cabeza porque la lluvia era muy fuerte. Y aq ui llovii, m i sde tres meses sin parar. Y murieron 10s anirnales, 10s chan-chos y las gallinas. Y las casas fueron llevadas po r el agua.Entonces ellos arriba del cerro hicieron una oracion y lepidieron aI Sefior qu e n o lloviera ma's. En tonc es hicieron unNguillatdn para poder calmar el agua, y seguramentenuestro Seiior 10s escuchd porque se calmaron las aguas.Todos 10s mapuches se subieron a un cerro que queda alotro lado del Bio-Bio y de alli despuis se esparcieron por latierra y la poblaron .

    Asi comenzaba a contarnos la historia del pueblo mapuche un mcia-no y culto descendiente de 10s caciques de Malleco. El diluvio indica elco m ien zo de 10s tiemp os. A1 parecer, n o hay noticias en su cultura acerc?del origen del hombre y del m un do , de 10s primero s habitantes, d e cuhn-do y c6mo llegaron. El relato del diluvio es el m ito original de un puebloya es tablecido en las regiones del sur, cuya vjda co m o naci6n -poblar laTierra- comienza a partir de esa cathstrofe.La historia d e 10s pueblos q u e hab itan hasta h oy estas tierras d e Chi-le, comienza con la lucha feroz de 10s elementos desatados. El mar, elagua y la montaiia, elementos centrales de esta geografia, aprisionan a1hombre como entre dos tenazas, el Mal y el Bien, disputhndose estas es-trechas tierras. Los sobrevivientes fundan el pueblo, 10s qu e han muer tose han transformado'en rocas y objetos de la naturaleza. Hombre y na-

    turaleza, religih, cultura y sociedad, vida y muerte, objetos vivos einertes, surgen de este mismo mo me nto fund ador (1).Alll en el mar, en lo m is profund ovivia una gran culebra que se llamaba Cai Cai.Las aguas obedecian las ordenes del culebr6ny un d ia come nzaron a cubrir la tierra.Habia otra culebra tan poderosa como la anteriorqu e vivia en la c um bre de 10s cerros.

    (1) El padre Dicgo d e Rosalcs, en su Historia General, trac u na vcrsi6n d e cstc mit o originario;cl abatc Juan Ignacio Molina, cn su compcndio dc la Historia Civil del Reyno de Chile,trae una completa v e r s h , q u e es reproducida por diversos autores. Vcrsioncs de este mitose cncucntran cn todos 10s text os de mitos y leycndas araucanas (vcr bibliografia). Hcmosrccog ido varias versiones, siendo las do s que aq ui transcribimos las prototipicas. No cs clobjetivo de cstc trabajo hacer un cstudio sobrc estos mitos. En la tradici6n oral mapuchcun buen relato completo de la historia del pueblo comicnza con e l mito de origcn. Respe-tamos CSd tradici6n.

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    El Ten Ten aconsej6 a 10s rnapu$esque se subieran a un cerrocuando comenzaran a subir las aguas.Muchos mapuches no lograron subir a1 cerroy murieron transform indose en peces.El agua subia y subia,y el cerro flotaba y tambi6n subia y subia;10s mapuches se ponian 10s can tarito s sobre las cabezaspara p rotegerse de la lluvia y el sol;y decian:Cai, Cai, Cai;y respondian:Ten, Ten, Te n;liicieron sacrificios y se calm6 el agua,y 10s que se salvaronbajaron del cerro y poblaron la tierra.A s i nacieron 10s mapuches (2).

    '

    C)

    Esta variante del m ito original d e 10s mapuches muestra 10s mismoselementos: el pueblo nace d e u n gran cataclismo, d e una lucha poderosaentre 10s elementos desatados, las aguas del mar y 10s volcanes d e la co r-dillera, m arco telfirico q u e lo circunscribe fisicamente, realidad reiteradad e marem otos, terremotos y erupciones vo lch ica s (3 ) .Despues del relato del diluvio, la historia de 10s mapuches se

    interrumpe largos aHos, retomandose con la llegada de 10s espaiioles, apartir d e la cual se van en trem ezcla ndo versiones hasta llegar a kpocas enqu e la lectura puede apoya r la mem oria, y las historias aprendidas en laescuela, reforzar, confundir y , muchas veces, hacer olvidar la tradici6noral.Los tieinpos antiguos se nos fueron perdiend o en la mem oriacon tanto desastre que ha pasado el pueblo. Antiguamente seeducaba a 10s jbvenes en la historia, hoy d ia no. El !iueipife(4) se preparaba largos afios; sentado a 10s pies del historiador

    (2) Rclato rccogido ccrca de Purtn. La parte del rclato qu c scfiala lo quc 10s mapuchcs dccian,cs acom paiiada c on m ovimicntos dc las manos y sonidos como d e lluvia que cac sobrc cltccho (0 antaritos), y q u e rcsp ond c la gotc ra en la ticrra: "tcn, ten , tcn".(3) Hay algunos relatos product0 del contacto con espaiioles y misioncros catblicos. Se cuentael rclato biblico dcl origcn dcl mundo, dcl paraisoy cn general la versi6n judaica cristiana,adicionindolc clcmcntos autbctonos. Vcr, por cjcmplo, 10s quc rccogc S. de Saunibrc: Cuen-tos Populares de Araucanos y Chilenos, publica do cn la Rcvista Chilcna dc Historia y Cco-STafia rn n nrhlnrrn d r I en7

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    viejo aprend ia una a una las hazaiias de 10s antiguo s hom bresde Arauco, cuidaba de im itar la entonaci6n del relato, nienio-rizaba nota a nota las canciones, lloraba cuando habia quellorar, se paraba y recitaba emocionado en 10s inomentos enque 10s hkroes hablab an a1 pueblo congregado (5).La historia no estaba dejada a la improvisacibn, ni a1 buen recuerdo

    d e u no s poco s; era una actividad reglamentada po r la sociedad; tenia susespecialistas, y no se p erm itia n las interp retacio nes antojadizas. Unc6digo estricto reglamentaba su us0 social. Habia ceremonias en quc 10sliueipife relataban a1 pueblo, sentado en redondel, ]as historias de 10santiguos, IlamAndolo a defen der sus tierras, tal co m o lo habian hecho susantepasados. H oy di a eso se ha perdido. Q uedan m uy pocos historiadoresque recuerden co n precisi6n la historia pasada, la mas antigua historia d ela guerra de Arauco; el t iempo ha ido borrando el recuerdo de 10santiguos m apuches. La derro ta d e la nacion m apu che en el siglo diecinue-ve, rompi6 las tradiciones, aniquilo 10s recuerdos, sum io el pasado en elolvido ( 6 ) . La m ayor parte d e las historias q u e se cuen tan acerca de 10santiguos, provienen d e la historia chilena, espafiola, en fin, d e la po cahistoria qu e qu ed 6 escrita y ta l com o qu ed o escrita. Se recuerda a Caupo-lican empicado en la plaza de Cafiete y el discurso helknico de su esposaFresia. Es la version popularizada del canto treinta y cuatro de La Arau-cana d e d o n Alonso d e Ercilla y Z6fiiga. Sucede lo m ismo co n el supliciode Galvarino, qu e se puede escuchar relatado c on gran em ocion, per0 q u ecorre spo nde a la versi6n sem im itica ensefiada en las escuelas. Los j6venesmap uches invocan a Lautaro com o una imagen, una guia s imbblica, unespiritu guerrero, una fuerza que da identidad y valor; el hombre se ha( 5 )( 6 )

    Explicaci6n d e D . Jos6 Luis Huilcaman.La instituci6n social de l orado r histbrim , del relato p ormenorizado d c la historia delpue-blo, es consignada por muchos cronistas espaiioles. A fines de l siglo diecipc ho, a casi tres-cientos af5os d e la llegada d c 10s espaiiolcs, escribia el frailc franciscano Fray Anto nio Sors,que pas6 m i s d e cuarcnta aiios entrc 10s mapuches: Aunque 10s indios no sabcn lccr niescribir, ni tienen ciudades, ni villas, no obstantc no carecen de las noticias y guerras q u ehan tcnido, sabcn 10s rnis lcvcs hechos que acaecieron en la antigiiedad; porqu e en cadaAyllarehuc tienen un indio o dos d e particular memoria que como historiador Ies reficretodo cuanto ha pasado. Suelen tcncr sus di as en 10s cuales haccn un gran circ ulo d e indiosy cn medio se pone el historiador, el cual en prosa y verso les va refiriend o la m i s minimanoticia dcsdc la creaci6n del mundo; pcro particularmente desde que 10s cspaiioles entra-ro n a sus ticrras, pun tua lm entc les reficrc tod as las guerras, to do s 10s trabajos que pasa-ron sus antcpasados, c6mo le yuitaron las ticrras dando a cada cosa lo qu e le pertcnece,w m o v . gr. s i el suceso cs alcgrc, con palabras alcgrcs, y si es funcsto, con un tono muylastirnoso y ffincbrc, y entonces lloran, sc agarran cl pelo y haccn ot ros adem anes en seiiald c sentiniiento q u e vicncn de 10s trabajos qu c pasaron su s antepasados. Este historiador en-sefia a ot ro y asi van conscrvando las noticias. Fray Antonio Sors, Historia del Rcyno d eChilc, en: Revista Chilena de Historia y CRografia. Afio XI, t o mo 38, 2 tr imestre d e1921, N 4 2 , ; publicada por d on Josd Toribio Mcdina. La tradici6n del buen historiadorpaptiche sc pucde ai in pcreibir. I;n nucstra s entrev istas cnc on tram os algunas personas d ecdad q u c comcnzaban si1 rclato coli la crcaci6n del mundo (Cai Cai, Tcn Tcn), continua-ban con la I lcpda d c 10s cspariolcs, relataban algtrna historia d e C au po lic ~n Galvarino, yfinalnicntc contaban la historia de su familia. (;cneralmcntc pcdian disculpas por norcalizar u n rclato con ~plc to habcr olvidado cantos y diclios elavcs, ya quc sabcn las cxi-ycncias dc la tradicibn. Son 10s filtimos vcstigios d e una tradici6n d e historia oral cn f rancadcscoinposicibn.

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    perdido en el tiemp o, en el reino de , 10s heroes q u e se mueven en unm un do m itico . iQuiCn pue de afirmar hoy di a la existencia hist6rica demuchos de 10s caciques q u e aparecen en el Ca nto de La Arau cana? LSonfuerzas simb6licas q u e personifico la imag inaci6n poe tica de Ercilla? (7).La reconstruccion del antiguo pasado indigena se llena de dificultades;no s acercamosa la frontera entre la historia y el m ito. Q uiz i no impo rtademasiado. Lo que fue quedando grabado en la memoria de ambosban do s guerreros -espaAoles y araucanos- es lo q u e qu edb del pasado,es su interp retaci6n tendenciosa fruto de l largo com bate, es lo q ue sabe-m os y quiz8 es tambidn la realidad, a lo menos la realidad recreada por10s ho m bres en luc ha po r sobrevivir e im po ne r sus convicciones. LAcasoexiste o tra realidadqu e la interpretaci6n q ue d e ellas hacen 10s q ue bre-gan con las cosas? Los m apuc hes poblaron la tierra despuCs q ue hub o u ngran diluvio qu e cubri6 d e agua 10s valles. Los que se salvaron arriba deu n gran cerro, bajaron y cubrieron el terri torio.2. LAS INCOGNITAS DE LA PREHISTOR IA MAPUCHE (8)

    El origen de 10s map uches es relat ivamente inci er t4 y acerca d e 61 sehan formulado numerosas hipotesis. Ricardo Latcham postul6 que 10smapuches consti tuir ian un grupo extrafio a 10s cazadores recolectoreschilenos, provenientes d e la vertiente oriental d e la cordillera, pamp eanay guarani. Estos g rupos se habrian traslada do del centro de AmCrica, po rm igraciones sucesivas, do m ina nd o a 10s primitivos h abita ntes d e Chile, eim p on ih do le s sus costum bres, lengua, religibn, etc. (9). Afios mlis tardeotros autores apoyaron esta hip6tesis, contribuyendo con pruebas a sudefensa. D urand sefiala: Lo s araucano s, co m o la totalid ad d e las familiasn6m ades d e Sud Am erica, proceden d e las regiones d e la selva amazbnicay d e las de l gran Chaco platense. A con tjnuaci6n darem os prueb as del ca-m ino q u e siguieron, y detalla elementos del trins ito desde el cen tro deAmerica a la orilla del Pacific0 austral. Sin duda, quien formul6 estahip6tesis co n m ayo r audacia fue el historiador Francisco A nto nio Encina,qu e en el primer t o m 0 d e su Historia d e Chile sigue fielmen te la tesis d eLatcham. Dice: Uno o do s siglos antes d e la invasion incaica, u n pu ebloguerrero se incrust6 como cuAa en la cultura que acabamos de reseiiar(chinch adiag uita) a la al tura d e C autin, co rt ind ola en dos porciones. Laform a c om o dividi6 a la po blacion au tbc ton a, hace inverosimil la posibi-lidad de un arribo por el norte o por el sur. Po r ot ro lad o, la persistenciade costumbres pampeanas y algunos no mb res personales y geogrificos yapellidos o denominaciones totCmicas, como nahuel (tigre) y cheuque

    (7) Muchos autores plantean criticamcntc la cxistcncia real de personajcs com o M ichimalonco,ColoColo y otros, seiialando quc sc trataria dc nonibrcs de cargos gubernativos y no denombrcs d e personas naturales. (Vcr Bibliografia).(8 ) Para todos 10s aspcctos rcfcrcntc a arqucologia y prchistoria mapuche, hernos seguido cnestas notas, quc tienen s610 on valor intr od ud orio , las opinioncs de 10s principales cstu-diosos, cspecialnicntc dc Ro do lfo Casamiqucla, Carlos Aldunate del Solar, Ambrim Gor-do n, Osvaldo Silva y otros. Ver Bibliografia.(9 ) Ricardo Latcham: El Origcn d c 10s Araucanos cn: La organizaci6n social y las creenciasreligiosas d e los antiguos araucanos. Publicacioncs dcl Museo dc Btnologia y Antropologiade Chilc. Vol. 111 1924, pp. 254-265. Santiago dc Chilc (p . 2 3 y siguicntcs). 1924.

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    y huanque (avestruz), inducen a suponer que 10s araucanos residieroncierto tiem po en las pam pas argentinas com o cazadores nbma des, vistien-dose de pieles y construyend o sus toldos con cueros de huana cos; y qu eatravesaron 10s Andes p o r 10s pasos bajos y desem bocaron en el Valle deC au tin (10). La tesis d e L atcham-Encina pas6 a1 dom ini0 pfiblico a tra-ves d e 10s libros escolares de historia.Desde el mism o m om en to e n qu e se formu16 esta hipdtesis, nu bo in-vestigadores q u e estuvieron en desacuerdo. D on T o m is Guevara seiialabaen 19 28 : Con el Dr. Latcham d iscrepamos en un p un to fundam ental: e1ha sostenido desde tiempo atris la hip6tesis de que 10s araucanoschilenos proceden de emigraciones de la Argentina, y yo, a1 contrario,q u e 10s araucanos argentinos se derivaron d e sus congen eres d e este ladod e 10s An des (1 1). Guevara, sin em bargo, rem onta la presencia d e rna-pu ches chileno s en las pam pas a1 siglo dieciseis, a poc os afios d e la fun da-

    ci6n d e Buenos Aires. Com o se v er i mAs adelante, 10s estudios modernoshan dado mayor complejidad a esta cuestibn, situando la presencia arau-cana en las pampas s610 en el siglo dieciocho .Con posterioridad. numerosos autores han criticado la tesis migrato-r ia de Latcham (12) , tanto que hoy dia 10s circulos ilustrados la handesestimado totalmente. N o existen pruebas confiables para sostener elorigen tupi guarani. y en cambio se conocen numerosos testimonios ar-queol6gicos q u e avalan h ipbtesis alternativas.El territorio o cup ado ho y po r Chile -seAalan estas ot ra s hip6tesis-habria estado habitado desde muy antiguo por grupos huma nos q u eVivian de la caza y la recoleccih . Eran cul turas que tenian su baseecon6mica en la recoleccion d e h o l u s c o s (hom bres d e 10s conchales); d efrutos, com o el piiibn, el algarrobo y ot ro s: cazadores d e guanacos, hue-mules, y to do t ip0 de animal q ue poblaba abunda ntem ente el te r ri tor io ;eran pescadores de rios y lagos en algunos casos, y m uchas veces osados

    marinos que salian a pescar en balsas y botes de cueros (13). Estos~~(10) Francisco Anto nio Encina. Historia d e Chile. Tomo I, Capitulo 111, A d p i t e 33 EditorialNascimento, 19 54.(1 1) T o m i s Cucvara. Sobrc cl origcn dc 10s araucanos. Rdplica a do n Ricardo Latch am, en :Revista Chilena de Historia y Geografia. T o mo LM, 1928 (pp . 128-168), p. 132. SeiialaGucvara q u e don Icstanislao Zcballos, el ilustrc sabio argcntino, tambi6n sostenia la tesisdel origcn chileno de 10s araucanos dc las Pampas, scghn lo plantc6 en e l Congreso d eArnericanistas de Bue nos Aircs en 19 10 (p. 148).(12) Don Carlos Kcllcr en la introduccibn a L& Aborigenes d e Chile, d c d on Josh Toribio Mc-dina, discutc la tcsis d c la m igraci6n pa mpina. 19 54 .(13) I:sti suficicntcine ntc com probd da la cxistcncia d c vida hum ana hacia el aiio 10.000 an tesdc Cristo. I k San Viccntc de Tagua Tagua, cn dondc la asociaci6n de una industria decazadorcs supcriorcs con mastodontc y caballo cn cl d6cimo tnilcnio A.C. csti fucra detoda duda : Rodolfo Casamiqucla, Inun icrac i6n c ri t ica de 10s inainifcros contincntalcsplcistoccnos dc Chile en: REHUE,Conccpcibn, Chilc. Univcrsidad de Conccpci6n, Escuc-la de Antropologia, N2 , 1969 , p. 156. Las cxcavacioncs que sc continilan rcalizando e n elsector de la l aguna de Tagua Tagua han fcchado rcstos huinanos sobrc el 12.000 A.C. CO-municacibn d el profcsor Albc rto Mcdina d c la 13scucla d c A ntro polo gia d e la Univcrsidadd e Chile.

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    grupos recolectores no tenia n asentamiento f ijo, per0 si ocupab an ciertasireas de manera estable. Se podria plantear hipoti t icamente que el losfuero n la base del asen tam iento map uche. U no d e estos grupos recolecto-res se erigi6 sob re el re sto, Ies impuso su lenguaje, sus creencias, etc . Esegrup o pud o ser ex tern 0 a1 ire, chilena, o qu e vivia desde antig uo en estaregi6n. No lo sabemos. S610 hay una cierta evidencia de que, alrededorde 10s aAos 500 a 600 A.C. ya existia una cultura que se puede denom i-nar mapuche (14).Los mapuches ocupaban a la llegada de 10s espafioles un vasto terri-torio. En 10s valles de lo que hoy es el centro del pais, se encontrabangrupos d e mapuc hes som etidos a1 inca nato , y en proceso de cam bio cul-tural muy acelerado como consecuencia de esta influencia. Se les deno-minaba picunches o gente del norte ( 1 5). Por las noticias que entregan10s primeros cronistas, pareciera que la poblaci6n no era muy numerosa

    y que, adem&, disminuy6 violentamente en 10s primeros afios de con-quista (16). El r io Maule (a la altura de la actuql ciudad de Ta k a) , era elprimer limite del territorio mapuche (17). A partir de alli iba aum entan-(14)Los restos liticos, la alfareria, las costum bres funerarias y en general las evidencias culturalcsde las que da cuenta el arque6logo comienzan a partir de esas fechas a homogcneizarsc y aestableccr una relaci6n continua con 10s mapuches contemporheos. Ver en la bibliografia10s trabajos citados d e Berdichcwsky, Dillehay, G ord on y Mcnghin.(15)En sentido estricto habria qu e escribir mapuche, picunche, etc..., sin s en cl plural, y a q u eel sufijo che significa gente (n o se dice gentes en castcllano); sin embargo , hem os

    op tad o por castellanizar la palabra distinguiendo en tre singular y plural, para haccr mLs flui-da la lectura del texto.(16)Pedro de Valdivia reparti6 encomiendas a sesenta y tantos vecinos y como despuds an-duve conq uistando la tierra traye ndola de paz, tuve la relaci6n verdadera e v i la poca genteque,habia; ... acord6 reducir 10s sesenta y tantos vecinos a la mitad ... Cartas de R el ac ih dela Conquista de Chile. Ed. Universitaria. 1970.p. 63.Es sin duda la falta de poblaci6n en lazona cen tral del pais lo que empuja a Valdivia a preparar la expedici6n a1 territorio mapu-che propiamente tal. Jer6nimo de Vivar en Cr6nica del Reyno de Chile (Fondo Hist6ricoy BibliogrPfico Jose Toribio Medina. Santiago. 1966. T o m o 11), dice que en el valle delMapocho no habia m i s d e 5.000 indios y en Aconcagua habria de 3 a 4.000; por cadaindio para encomkndar habria que mul tipl icar por el n b e r o de su familia, lo cual haria

    una poblaci6n entre 20 y 30 m il personas en cada valle.(17)Algunos autores hablan del rio Itata com o el l h i t e norte del terri torio mapuche propiamen-te tal, est0 es, a la altura de Chillin, aproximadarnente 150 Km. ini s ai sur. Dc hecho elMaule fue tradicionalmente la frontera mapuche, el lugar donde comenzaban a atacar a 10sinvasores (inca s o espaiiolcs). En palabras modernas, podriamos decir que era su zona deseguridad. El Ifmite preciso, en t6rminos a nalitic os, dcb eria ser la zona don de cam bia lacomposicih econ6mico-social del asentamiento indigena. Entre el Cachapoal y el Mauleterminaba el Area de agricultura y comenzaba el &ea donde la caza y recoleccih seguiajugando el papel principal y la agricultura era de roza o roc e; esto es, d e un nivel tecnolbgi-co bastante m i s atrasado. En una reciente comu nicaci6n, e l profesor Osvaldo Silva, de laUniversidad deC hilc, distinbwe a1 norte del Maule, picunchcs en cl vallc del Ma pocho y Acon-cagua principalmente, y promaucaes entre 10s valles d el Maipo y Cachapoal. El tercer grupoestaria ubicado en esta zona de l~ansicibn,y ultra Bio-Bio estarian 10s mapuches propia-mente tales; en el extremo continental Sur;Valdivia a Llanquihuc sc ubicarian 10s cuncos,(huilliches) mezcla dc mapuches con chonos y gru pos d e las islas. La unidad o diversidad deestos pueblos se puede ver tambi6n desde un punto de vista politico. Es sabido q u e 10spicunches -0bligados o volun tariamente- acom paiiaron a 10s espafioles en su conquistadel territorio mapuche. Algo similar ocurri6 con 10s promaucaes. No tan evidcntc resulta elcas0 de 10s mapuches entre el Maule y el Bio-Bio. No parecen haber participado activa-me nte contra 10s del sur, y si hay m uchos testimonios de habersc alzado ju nt o a cllos contrael invasor. Lo hacen en la campaiia de Lautaro, per0 -lo q u e es m i s importante- lo ha rin a

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    do la poblacidn hacia el sur. El r io I tata m arcaba el l imite precis0 del te-rr itorio araucano propiam ente tal ; s in embargo, desde m uy temprana laconquista, esta frontera se corri6 a1 rio Bio-Bio, t ransform indos e Csteen la separacidn natural del territorio. De hecho, la zona entre Concep-ci6n y la desemb acadura del I tata , el no rte d e TomC, fue ocupada per-m ane ntem ente de sde el siglo diecis& AI sur del ri o ToltCn dism inuianuevam ente la poblacidn m apuche, pareciendo ser qu e el r io Cruces, enla provincia de Valdivia, fuera el l im ite sur de l territorio. Por lo general,consideraremos que en la Cuesta de Lastarria, o tambiCn llamada deLoncoche, se encontraba la frontera austral.de 10s m apuch es propiam en-te tales. Se utiliza el no m br e huilliche, o gente del sur , para denom inara 10s grupos que Vivian en las actuales provincias de Valdivia, O sorno yLlan qu ihu e; 10s espafioles 10s llam aban cu nc os ; era n, a1 parecer, num ero-sos, muy guerreros, y se les relaciona con 10s hab itante s de las islas delarchipiClago de Chilo&.3. LA POBLACION MAPUCHE

    Existe acuerdo entre historiadores, antropdlogos y araucanistas enconsiderar que la poblaci6n de Chile, a la l legada de 10s espafioles, eraaproximadam ente d e u n mill6n d e habitantes (18 ) ; se t ra ta de . unafines de la Colonia, cuando ya llevaban varios siglos d e servir en las haciendas y estancias d ela regi6n. A pesar d e ser indios encom endados, participan en revueltas generales lideradaspor indios independientes del sur de l Bio-Bio. No sucede lo mismo con 10s indios del no rtede l Maule. To dos estos argum entos nos llevan a situar una rontera de seguridad en el Maule,una zona d e transici6n hasta el Itata, y una fronte ra en ese rio y el Bio-Bio, q ue finalmentesera la frontera decisiva.(18) La dem ografia indigena ha tenido una evoluci6n muy imp ortante en 10s filtimos veinte aiios,a partir d e 10s estudios d e la Escuela de B erkeley. Las cifras que tradicionalmente se entrega-ban sobre la poblaci6n precolombina eran m uy pequeiias, fun dam enti ndo se en 10s primeroscensos y recue ntos de la Colonia, bisicam ente siglo diecisiete. E t a s cifras escon dian la mor-tandad gigantesca qu e se ha bia pro ducid o con la conquista espaiiola, principalmente a causade las pestes. Pierre Chaunu ha llegado a plantear que es un cuarto de la humanidad, engeneral, el qu e hab ia sido golpeado por el efecto microbian0 de l siglo diecis&. W. orahcalcula para Mkxico 25 millones de habitantes; Nathan Wachtel, 10 millones para el dreaandina incaica. Pierre Clastres calcula un m ill& y m edio de guaranies en el ire a del C ha wparaguayo-argentino-brasilefio. En defmitiva, 10s estudios modernos muestran un continen-te bastante m i s poblado de lo que la historia tradicional nos ha contado. La metodologiapara alcanzar estas cifras utiliza do s caminos principales: el primer0 consiste en medir l ad en -sidad por kil6m etro cuad rado, analizando 10s recursos d e qu e dispon ian, tom ando en consi-deraci6n 10s aatos arqueol6gicos y 10s relatos de cronistas y observadores; el segundo con-siste en un metodo regresivo, esto es, a partir de 10s censos del siglo diecisiiis y diecisiete,ver cu into s m urieron product0 d e Ias epid em ks de las qu e hay numerosos testimonies.A partir de estos dos m6todos complementarios se puede llegar a estimaciones bastanteprecisas. En el cam mapuche tenemos un terri torio de m i s de cinro millones de hectke as,abundante de recursos para la caza, pesca y recolecci6n. Como lo ha mostrado Sahlins, unsistema de este tip0 soporta con tranquilidad a m i s de un ha bitante po r kil6metro cuadra-do. Clastrcs calcula cn cl Paraguay una poblacSn de un milldn y mcdio cn 350 mil kil6mc-tros cuadrados solamente. Sobre la base de estos criterios, podemos estimar un habitantepor kil6metro cuadrado, lo que es un a baja densidad y una cifra de poblaci6n conservadora;es to es, como mh im o, 486.000 habitantqs para la Araucania.El mhtodo regresivo dc la Escuela dc Berkcley aplicado rigurosamcntc nos llevaria a aumcn-tar sensiblemcntc csta cifra, ya qu c 10s tcstim onio s de porccntajes de indigenas mucrtos porcpidcmias son cnormcs. Si calculamos que a fincs dcl siglo diecisdis la pobIaci6n cra de unpoco mis de doscicntos mil personas y tcncmos q u e con el chavalongo o tifus, diccn 10s

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    estimaci6n qu e plantea un conjun to de problemas te6ricos e hist6ricos.Un mill6n de habitantes significa que el territorio estaba densamentepoblado, con habitantes asentados establemente en sus lugares, o conmigraciones y nomadism0 rninimo y ordenado, y qu e habia un volumend e recursos capaces d e sostenerlos y m antenerlos. A1 hablar de u n m ill6nd e hab itan tes , ,estamos seiiafando qu e a la llegada d e 10s espafloles, el te -rritorio chileno n o era habita do po r bandas de aborigenes desarrapad os,ni p or gm pos aislados de cazadores ndmades, com o normalm ente se insi-n c a en 10s libros d e historia y en la historiografia nacional, Un mill6n d ehabitantes en u n terri torio tan delimitado com o el chileno -desierto d eAta cam a, cordillera y mar- plan tea la existencia d e un a organizaci6nsocial, o varias organizaciones, bien estru ctura das .

    .

    Todos 10s cron istas -y especialmen te 10s d e la primera Cpoca-queda ron admirados con la cantidad de poblacibn qu e encontraban en sum arch a hacia el sur. Es lo q ue r nis impresion6 a quienes incursionaban enla aventura de la fundaci6n d e ciudades, encabezada por Valdivia. La m i salta concentraci6n fue encontrada cruzando el Itata. Habia ciertas ireas,obviamente, rnis pobladas qu e otras. Una d e las rnayores concentracionesestaba en lo qu e h oy es la provincia de Arauco, esto es, en la falda mari-tima de la Cordillera de Nahuelbu ta, y tambiCn en su falda orien tal, hacia10s llanos centrales. Sin embargo, las planicies y llanos, generalmentecubiertos de bosques, eran d e m enor densidad.

    Se pued e estimar, para la regibn de la A raucania, una poblaci6n cer-cana a1 medio mill6n de habitantes (19). Entre el rio Itata y el rio Cru-ces (Loncoche), el territorio posee 5.4 millones de hecthreas (20), loque significaba una densidad de un habitante por cada 10.8 hec tbeas ,o 92.5 habitantes por cada 100 kil6metros cuadrados (21). Esta no esuna concentracibn exagerada, y es adecuada a1 tip0 de organizaci6necon6mica y politica qu e poseian 10s ma puches, com o veremos m i sad elan e.cronistas, habria sucumbido un tercio de la poblacibn en 1554 ver m i s adelante en texto),en 1563 mu erto un qu into d e la poblaqi6n restante de vimela, la sifilis ataca a las poblacio-ncs m i s al norte 15 aiios despuks, etc., en 10s primeros cincuenta aiios de contacto habriamuextd a lo menos dos tercios de 10s liabitantes a consecuencias del contacto bacteriolbgi-co. Habria que calcular con mLs detalle la d is tri bu ci h de estas epidemias, el efecto,sobrela poblaci6n de 10s lavaderos dc or0 y otra s actividades extractivas de ese per iod 0 y, com oes obvio, las muertes en guerra, que por lo general son las menos numcrosas comparativa-mente. Ver: W. orah. New Spains centu ry of depression, Berkeley, 1951. N. Wachtel. Lavision des vaincus, Gallimard. Paris, 1971. P. Clastrcs La societe contre Ietat. Les cditionsd e rninuit, Paris, 1974.(19) d. nota anterior.(20) De estos 5.4 millones de hectireas, hoy dia 3.400.000 on tierras de cultivo o pastoreo, y elresto forestales. Es un &rea d e relativa homogeneidad ecolbgica, con las salvedades que seanalizad n en el texto.(21)Clastres calcula, para 10s guaranies, 4 habitantes por kil6m etro cuadrado. El nivel d e desa-rrollo tecnol6gico de este grupo hum ano es sernejante a1 d e 10s rnapuches, d e don de nuestracifra es, sin duda, conservadora. Pierre Clastres, Elementos de dernografia arnerindia, enLHomme, Vol. XI11 No -2,1973.

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    Los lugares de concentracibn de la poblacibn mapuche estaban enrelaci6n dire cta con el ti p o d e recursos existentes en la naturaleza. L osmap uches tenia n u n conjunto d e conocimientos tCcnicos sobre agricul-tura, pesca y caza, recolecci6n de frutos, etc... Ten ian ins trumentos yherramientas limitadas. Estaban en u na etapa d e desarrollo en q u ehabian superado la simple recoleccibn, aunque esta actividad seguiateniendo gran importancia en su economia. Eran, ademis de recolec-tores, cazadores y pescadores, conocedores de muchos secretos y tCcni-cas de estas artes. Y , lo qu e es m i s impor tante , comenzaban a criarganados y a sem brar produ ctos. La comb inacibn de estas tres form asde obtener e l sus tento -cazador-recolector-horticultor-, era la base desu economia .

    La preg unta q u e es necesario hacerse, es c6 m o u n sistema econbrnicota n p oc o desarrollado perm itia la reproduccibn y supervivencia de u napoblaci6n tan grande. Para responder a esta cuestidn central es necesariopasar revista en detalle a1 ti p o d e eco nom ia map uche.

    4. LA ECONOMIA MAPUCHE: CAZADORES, RECOLECTORES,HORTICULTORES.Los m apuch es se enco ntraban en u n estado d e desarrollo proto-agra-rio, esto es, conocian la reproduccih de ciertas especies vegetales en

    pequefia escala, pero no habian desarrollado a h na agricultura propia-m en te tal. En AmCrica, 10s diversos pueblos p oseia n diferentes niveles d etecno logia agraria. El mBs sim ple y primario es el cono cido com o roza-tumba-quema, o simplemente d e roce. Se trata del limpiado d e u nterren o po r -generalm ente- el fuego. Q uem ada la m aleza y Brboles, sedes t ronca ( tumba) y l impia. Se hace u n claro en el bosqu e, ap t0 paraechar las semillas. La ceniza sirve de fertilizante. Se siembra varias tem-poradas, rozando cada vez 10s rastrojos. Cuando ha mermado la fertili-dad, se busca otro lugar donde se realiza el mismo proceso. Este tip0 d etecnologia exige un territorio bastante amplio para cada familia, grupoo unidad de producci6n. Los medios de trabajo y herramientas son m uysimples, no utilizBndose el arado, ni instrumentos especializados,solamente u n palo labrador.El sistema d e barbecho implica un m 6tod o d e utilizacibn mas in-tensivo de la tierra, con preparacih de suelos que se especializan para10s cultivos. Se rota la prod ucc i6n dejando descansar las tierras, dandolas

    vuelta con 10s rastrojos para fertilizarlas, etc...; com o es lbgico, u n siste-ma d e este tipo provoca asentam ientos d e poblacibn mas estables, inclusola constituci6n de pequefios poblados y sis temas de propiedad, qu e enAmerica eran en general comunales. Un sistema de produccih afin masdesarrollado e intensivo, es el que implantaron 10s mexicanos a1 produciren chinampas, y 10s peruanos en las terrazas de cultivo y otr os sis-temas de agricultura d e riego. A lli se produce u na o mas cosechas al

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    afio; la poblaci6n se asienta en pueblos y ciudades estables; y existenexcedentes d e producci6n q u e permiten u na divisi6n social del trabajo ,en q u e u n g m p o o casta no p roduce directamente.En 10s valles del norte y centro de Chile comenzaba a desarrollarseun a agricultura prop iam ente ta l bajo la influencia d e la dom inaci6n

    incaica. En 10s valles de l M apoch o y Q uillo ta ha bia sistemas de regadiosa la llegada d e 10s espafioles. Per0 10s m apu che s de l su r n o co no cia n aimestos m6todos, aunque habian incorporado el ma iz y la quinua, prove-nientes del Perk La base de la al imentacibn era la papa y 10s poro tospallares. Estos se cultivaban en claros d e bosques, en terrenos d e vegasd e gran fert il idad po r su humed ad; en fin, en terreno s q u e no exigian un agran preparaci6n. Las co ntin ua s lluvias del sur perm itian el desarro llo d eestos productos; es to expl ica la ubicacih en terrenos pluviosos de lam ayo r parte de la poblaci6n. La papa, principalmente, requ eria d e unatecnologia hor t icola re la t ivamente s imple; se hacia un hoyo con u n paloexcav ador, se sem braba y se rellenaba d e tierra. Las lluvias regaba n natu -ralmente la semilla y se esperaba la cosecha. No hay tes timonios de pro-ducci6n en gran escala de prod uctos agricolas, ni tam poc o antecedentessobre sistema de guarda o bodegas, qu e nos hablen d e grandes cosechas yrecurso s acumulados. Co n este nivel d e c ono cim ientos, las tierras lluvio-sas de l su r eran mds fertiles qu e las del Valle Ce ntral, q u e sufren u na largasequ ia d e casi seis meses (octub re a m ayo ) y, p or lo tan to, requieren d eriego y un a jecn olo gia agricola mds desarrollada.Lo anterior quizh nos explica la maravillada op ini6n q ue tenian mu -chos cronistas sobre pro duc tos de esta t ierra, ya qu e la horticu ltura d eclaros de bosques, en tales condiciones climaticas, pued e ser mu y prod uc-tiva y eficiente, sin reque rir ni un g ran cuida do ni tecnolo gia m u y avan-zada.

    ,

    Hay una estrecha relacih entre el nivel tecnol6gico alcanzado, ladensidad d e poblaci6n y el t ip0 d e asentamiento (22). Una poblaci6n d equinien tas mil p ersonas qu e o cupa un territorio d e med io mill6n d e ki16-m etros cuadrados (un h abi tante por ki l6metro cuadrado), representa unadensidad bastante al ta, mucho m ayor q ue el com dn d e poblaci6n qu e tie-nen las sociedades de esta naturaleza.(22) Esta relacih puede llevarse a una funcibn matemitica, y establecer con bastante precisi6ncuinfas hectbeas de terreno requiere una unidad familiar para sobrevivir en un sistema deroce-horticultura y recolecci6n de productos. W. Allan fue cl primcro en aplicar un indice

    general de capacidad d e pob laci6n para la agricultura por el ststerna d e rozas (roce); despudshan sido numcrosos 10s antrop6logos quc sc han plantcado el problema de la rclaci6nentre territorio, tecnologia y densidad d e poblacibn. Se plantea la cuesti6n te6 rica y pricticade saber si hay una re la ci h arm6nica entre poblaci6n y recursos; si hay p oca poblacibn parael territorio; si hay exceso, etc... Sahlins tmJa deta llad am ente estas cuestiones. Ver:Marshall Sahlms. Econornia de la Edad d e Piedra, AKAL E ditor. Madrid, 1977. Capitulo Sc-gundo. El modo de producci6n domkstico: La estructura de la subproduccibn, piginas 55en adelante. En este trabajo se presentan varias tablas de densidad poblacional con sistemade rozas (roce), en diversas culturas del m undo.

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    La numerosa poblacion se concentraba en ciertas k e a s qu e poseiangrandes recursos alimenticios, ap to s para la recoleccion. No es casualidadq u e a l li 10s conquistadores espafioles hayan colocado sus fuertes y pre-ten did o fun dar sus ciudades; su inte r& principal era enco ntra r minas olavaderos d e or o, y m ano d e obr a para hacerlos producir.La zona d e Arauco (23) ju n to con la vertiente oriental d e Nahuelbu-ta (Angol y P u r h ) y e l extremo sur d e es ta cadena montai iosa (Impe-rial), parecieron haber sido 10s lugares mas den sam ente pob lados. Lo q u ehoy d ia es Caiiete, Lebu, Arauco, Co ntulm o y las orillas del lago Lanal-hue, poseian un a poblaci6n sedentaria, establecida, m u y num erosa, sinllegar a constituir poblados. El camino rodeaba el Lanalhue y cruzaba lacordil lera aproximadam ente po r el mismo si tio en qu e hoy se encuentrael boq ue te q u e une C on tul m o con PurCn. En esa regi6n las habitacionesse encontraban cercanas unas d e otras. iC 6 m o era posible la alimenta-

    cion de esa poblacion a1 no existir un sistema agricola desarrolladoplenamente? Estamos en un espacio privilegiado para la recolecci6n, lapesca y la caza. Es jus tam en te la abundancia d e recursos recolectables Ioq u e permitia q u e hubiese al l i un a pobIaci6n m uy superior a lo qu e un sis-tema econ6mico preagrario p od ria abastecer. El m ar, fuen te d e moluscosy peces, e s ti m u y cerca. Los rios y lagos (Lanalhue, Lleu Lleu y variaslagunas qu e hay en tre la cordillera y el m ar -San Pedro, etc.) abasteciand e peces y aves. La cordillera cercana perm itia la re co le cc ih del princi-pal aliment0 mapuche, el piiibn. Asimismo, habia una fauna abundantede guanacos, hueques, pudcs, venados (huemul) y otras especies. Laregion era apta para u n sistema horticola-recolector, 6p tim a com o fuen-te d e recursos.El piiidn es la harina base d e la alirnentacion m apuch e. C om o se sabe,el fruto de la araucaria crece en las montaiias sobre 10s 600 metros dealtura (24) y tiene ciertas temporadas de maduracion. AI parecer, 10sm apuch es almacenaban alimentos para una parte del afio, lo qu e les deja-ba bastante t iempo l ibre, qu e pod ian dedicar a otra s tareas. N o se cono ceq u e h ubiera especializacion del traba jo, est0 es, pifioneros q u e se dedica-

    (23) El o rk en d e las palabras Arauco y A raucano provicnc d c esta zona. AI parecer existia u n rioq u e se llarnaba Ragco, a1 sur d e Concepcibn, cuyo m anantial se enco ntraba a1 pie del cerroColo Colo ( no m br c del c6lcbrc cac ique dueiio d e esa cornarca a la e ntrada d e 10s espaiiolesa sus dominios), donde se instal6 un f o r t h de avanzada dcn ominado d e Arauco Vicjo ...el anciano cacique Pascual Coiia explicaba Rau como voz onoma topdyica: ruido d e aguao brarnar de las olas. Los mapuchcs de cspd zona se dcnominarian raucos y a ellos10scspafiolcs Uarnaron Arauco y Araucanos. L u g 0 se design6 a todos 10s mapuches conese nornbrc. C om o qucda dich o, cs un nom bre totalr ncntc castellano, y a qu c el verdaderonornbrc dcl aborigcn (originario) dc la Araucania cs rnapuchc (de rnapu, ticrra, terreno,regihn, ctc., y chc, gcntc, habitante dc a k h n pais). Profesor Hugo Gu ncke l Variacionessobrc la palabra araucano, en: Boletin de la Universidad de Chile No 2. 69-70. Scpticrnbrc-oc tubrc dc 1966,pp. 18y ss.(24) Ignacto Dom cyko rcaliza una larga dcs cr ip ci h d c la A raucania cn cl viaje q u c realiza en1845. Hablando dc las araucarias, dicc: En las cxtrcniidadcs de estos brazos, cn la cima1ioriLontal del i rb ol , cs adondc maduran 10s pifiones, el verdadero pan de 10s indios q u c lanaturalcza, pr6diga e11 cxtrcnio, suniinistra a estos pueblos. Ignacio Dorncyko, Araucaniay sus habitantes. I di to ri al 1:rancisco d e Aguirrc. Bu cnos Aircs, 2a. Ldici6n 1971,&. 28.

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    10s cuales eran denominados con el nombre genQico de l lamas, oguanacos. El huemul era otro animal d e caza. Co n perros (quiltros) secazaba el pum a (pangui) . Com o t rampas se usaba el lazo d e corredera qu eaprisiona la pata del animal , conocido hasta e l d i a d e hoy en to d o Chileco m o huachi. Igualmente se ut il izaban t rampas para pi jaros y aves d eto do t ipo, q ue servian d e a l imento. Los bordes d e las lagunas y vegaseran privilegiados en este t ip0 de actividad (27). El perro, a1 parecer,,hab ia adquirido imp ortancia en las faenas d e caza, y se lo domest icabatLatcham habla d e d os razas d e perros aut6ctonos: el qui lt ro, q u e seriaun pequerio perro lanudo, con 10s ojos tapados por e l pelo (mun utrh omunitetregua); y el thregua, q u e seria el perro d e caza propiamen tetal; 6stc provendria de la domesticaci6n del chacal o culpeu, y tendriala form a zorrina (pol icial) q u e se con oce aGn en los campos (28).

    Este es e l co nte xt0 econ6mico d e la sociedad mapuche. C om o se ob-serva, exist ia una a d e c u a c ih bastante grande e ntre el t ip0 d e tCcnicasutilizadas y 10s recursos disponibles. Si se hub iera tra ta do d e u n mediom eno s prbdigo, el au m ento d e poblaci6n hab ria obl igado a desarrollarla agricultura en forma m h intensiva, o habria provocado guerras deexterminio internas. Un cambio en 10s sistemas productivos, en 10s asen-tamientos de poblacibn, e tc... habria l levado rapidamente a cam bios en laestructura social y polit ica, lo q u e no ocurrio. La naturaleza abundanteen recursos, perm iti6 el desarrollo d e u n sistema recolector en granescala.Quiza en esta estructu ra d e relaciones homb re-naturaleza se halla u n ad e las principales explicaciones de la larga guerra d e Ara uco y el espiritubelicoso de 10s mapuches. La llegada de 10s esparioles encontr6 a1m ap uc he en un a situaci6n mu y especial en com parac ibn co n la evoluci6nde otros pueblos aborigenes invadidos por europeos. Era una sociedadqu e n o Iiabia su frido a6 n en plenitud la revoluci6n agricola y, p o r lo tan-to , no se habia asentado en comunidades productoras sedentarias. Con-tinuaba poseyendo la l ibertad del cazador-recolector, que no obedec e ahorarios, tienipos y dias de t rabajo, que no esth habi tuado al t rabajosistenizitico propio d e las culturas agrarias. El cazad or era en la p ric ticau n guerrero; exponia su vida pemmanentenmente en la bcsqueda del sus-tento diario. Pero el pueblo niapuche tampoco estaba en el estadio evo-lutivo d e las bandas d e cazadores, sin organizacibn ni ase ntam iento

    Un testimonio que a poya la importancia d c la caza cs el d c Bibar, q u c dice: habia muchoshuanacos y lconcs y tigrcs y zorros y vcnados pcquciios y unos gatos inontcscs y avcs dcmuchas mancras. (Gcr 6n imo de Bibar. Clrdnica y relac& copiosa y verdadera d e los Reinosde.Chile). Lo inismo seiialan casi todos 10s cronistas d c 10s siglos d ic ci s h y diccisictc.(27) Los llanos o vcgas d e Ipbico ccrca do Pur&, donde sc dcsarrollaron tantas batallas, cstabanpoblados dc avcs. Ipinco significarh cl lugar dondc acudcn a comer las avcs. Como sc hadicho, es un a d c Pas zotias rnis pobladas d c la vcrticntc oricntal de la Cordillcra d e Nahucl-buta.(28) Ricardo Latcliam. I l pcrro dom6stico cii Atndrica Prccolombinn. cn: Rcvista Chilcna dcHistoria y Gtwgrafia. Aiio XII. Tomo XLI, primcr trimcstrc de 1922. N045 , pp. 3 a 4 9 Y224 2 247 del nfimcro siguicntc dc la misma rcvista.

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    alguno. Por lo general, esos pueblos huyeron frente a 10s invasores (29).r ia, u n asentam iento estable (sentimiento d e lugar propio, d e terr itorio)y , po r ta nt o , recursos d e guerra -guerreros- para hacer fre nt e a 10s inva-sores. Sin querer ser reduccionistas, pensamos q u e de esta c o n tr a d ic c ihsocial surgen las vias d e explicacion del ca ric te r libertario e independien-te map uche, ju nt o a la defensa de u n ter ri tor io c ircunscri to y demarcado.Una naturaleza rica en recursos permiti6 que esa sociedad continuara,m uch o m i s a ll5 qu e ot ras , en una etapa cazadora recolectora, y q u e n ofuera pob re, n i discriminada, ni escasa en cua nto poblaci6n.

    , En este cas0 existia u na pob laci6n equivalente a la d e un a sociedad agra-

    5 . GUERRA Y BARBARIELa mayoria de 10s que han escrito sobre 10s mapuches, han sido

    influidos por el concept0 decimon6nico de barbarie; segtin 61 10s birba-ros -en op osici6 n a 10s civilizados- son pueb los, personas, tribus, qu e notienen organizaci6n ni leyes, ni se som eten a autoridade s, do m inan do enellos el estado de guerra. La civilizacion consistiria precisamente en las u p e r a c i h , p o r nie dio d e la r a z h , d e ese es tado bi rb aro semihumano.Barros Arana, historiador liberal q u e fun da en cierta medida la historiad e Chile, dice: Henios consagrado algunas piginas a la descripci6n d e lascostumbres de 10s indios chilenos no por satisfacer un van0 inter& decuriosidad, sino p or la impo rtancia q u e este estudio tiene an te la cienciasocial..., se trabaja en nuestros dias po r construir... la historia del caminoq u e ha n seguido las agrupaciones hu nianas para alcanzar a1 desarrollo in-telectual y moral en que se encuentran las sociedades mas adelantadas.Este estud io, a1 cual sirve d e ejemp lo com pro bativ o la observaci6n d e lascostum bres, d e las ideas y las preocupaciones d e 10s pueblos bdrbaros, haproducido 10s resultados mis sorprendentes para recocstruir la historiad e la civilizaci6n, d e la industria y las ideas morale s (30).

    N o siempre ha existido esta idea de q u e 10s antiguos eran m i s barba-ros qu e 10s m ode rno s. Po r el contra rio, en las tradiciones orientales, grie-gas, y hasta la Edad Media, se veia a las sociedades primitivas comoviviendo en el paraiso, siendo puras y morales. Muchas veces se vi0 eldesarrollo de la sociedad coni0 decadencia (31). Sin embargo, 10s( 2 9 ) 13 cl cas0 d e 10s aucas d e la frontcra amazbn ica, qu e huycn a escondcrsc por siglos en laselva impenetrable; de 10s aborigcnes de la sclva costera de Ikuador y Colombia, que scretracn a sus territorios, pero no c nfrentan organizadamcnte a 10s invasorcs.(30) Diego Barros Arana. Historia de Chile. Tomo I. Partc Prirncra, Capitulo V, pig. 111. Utiliza-mos la cdici6n d e Rafael Jovcr, llditor, Santiago, 1884.( 3 1 ) Barros Arana dicc dcl Cautivero Feliz de Pincda y Bascuiian, quc cl autor habia lcidoalgunos poetas d c la antighcdad y crcia como cosa verdadcra 10s cucntos de la edad dc or0de las socie dadcs ptiinitivas, do nd c s610 h ab i an rcinado Pas sciicillas virtudcs, la lcaltad, lapurcza i la honradez. Habicndo conocido pcrsonalmcntc a 10s mdios, obscrv indolos grosc-ros, fcroces, f d k O S , embustcros i ladroncs, se persuade, i afin trata d e probarlo, de cjuc cstosvicios cran nuevos en ellos, i de quc 10s habian adqu irido dc spub s d c la conquista. B ascu-t i in , que cs un cscritor de cicrto talcnto, cs uno de 10s muchos atitores dc qu c ofrecc ta ntoscjcmplos la historia de las lctras, quc por poscer una ilustracibn dcfcctuosa c incomplcta, sc

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    histm iado res chilenos se nu triero n d e la ideologia liberal, qu e veia en lasociedad burguesa la culminaci6n y perfeccion am iento de la organizaci6nsocial. Los historiadores q ue siguieron a Barros Arana han con tinu adopropagando estas ideas hasta el d ia de ho y, haciendo gala d e un eno rmedesprecio p or el indigena y dem ostrand o un desconocimiento abismanted e 10s cambios en e l pe ns m ien to con temp or ineo (32) . Hoy d ia se piensacon mucho mayor escepticismo acerca de las bondades de la sociedadm od erna , d e su organizaci6n social, de su s relaciones hum anas y morales.Se han relativizado m uchas aseveraciones q u e hacian ver a la humanidaden u n avance pe rma nente e im placable desde la edad de la barbarie hastala m od ern a civilizaci6n.

    Barros Arana nos pinta un a sociedad indigena dom inada por la incul-tu ra y la guerra (violencia).Reservados y sombrios por naturaleza, 10s indios chilenoscasi desconocian la conversacih franca y familiar de l hogar;s610 tenian algunas horas de expansi6n en sus borracheras;aun entonces, en lugar de dar libre vuelo a 10s sentimientosamistosos, dejaban con preferencia estallar sus odios yconvertian la fiesta en u na rifia sangrienta.Esta reserva habitual 10s hacia desconfiados, 10s obligaba avivir con las armas en la mano, casi viendo en cada hombreun enemigo... La guerra estiniulaba tambih su actividad.Su inercia habitual desaparecia cuando era necesario mar-char ssbre el enemigo ... Estas grandes dotes guerreras hanhecho olvidar en cierto m odo su ignorancia y sus vicios, leshan conquistado una brillante pagina en la historia y 10shanconvertido en heroes de una epopeya (33).

    Se ha visto co rrien tem ente a la sociedad indigena agotada por guerrasintestinas, en un estado de belicosidad general. N o vamos a t r a ta r dedemo strar su ca ricte r pacif ico, ya q ue obviam ente no es exacto, peroesnecesario situar y dim ens iona r el con flict0 y la guerra interna en la socie-dad ma puch e. El historiador Encina se basa en esta formulacibn d e guerrainterna permanente entre 10s mapuches para caracterizar la guerra deArauco com o que no fu e una guerra d e espaiioles con tra arau canos, sinode indios afectos capitaneados por espaiioles contra indios comandadospor sus caciques y m is tarde , por m estizos o cruzados espaiioles, como

    han dejado extraviar por sus pro pio s cono cim ientos literarios. La imagen q u e Barros Aranadari de 10s indios ser i mu y mala, com o ya pareciera ser obvio. Rcchaz a con fuerza a cual-quiera qu e dd una imagen mfis positiva. Dice, por ejemplo, del Ab ate Molina, que El deseode hacer una apologia de su patria e n el cstranjero lo llev6 insensiblemente a suaviza rel colo-rido de sus descripcioncs, prese ntand o a 10s indios bajo una faz mas lisonjera que la reali-dad ...csos indios aparecen m i s cultos y casi pod ria decirse poetizados.(32) b istoriografia marxista, d e una u ot ra m aner a, recogib esta dualidad barbaric-civilizacibn,y analiz6 el problema indigcna en terminos de la expansi6n (necesaria) del capitalism0europeo y la destrucci6n d e las form as primitivas. La prcsencia en nuestro medio, ade m is,de m ucho s historiadores hispanistas, no ha permitido q u e la imagen del indigena m ejore S U Etantivamentc.( 3 3 ) Barros Arana, op. cit. 110.

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    Alonso Diaz o el cura Barba (34). Obviamente es 6sta un,a apreciaci6nq u e s610 qu iere justif icar (y escond er) la conq uista espafiola, disf razin do -la poco m eno s qu e d e guerra civil . Existian rivalidades entr e indigenas, yesas disputas favorecieron la participaci6n d e map uches (prin cipalm entepicunches y gente del norte del Maule) en las batallas, por el lado delespafiol. Per0 no es el cas0 d e MCxico o Pen l, do nd e el nivel d e desarrolloalcanzado po r estas sociedades hab ia l levado a qu e se estructuraran frac-ciones, agrupaciones, grupos polit icos articulados (dinastias), e tc . queposeian rivalidades objetivas. AI llegar Pizarro a1 incanato, Cste se encon-trab a dividido en do s reinados o principado s. Esa rivalidad fu e aprovecha-da para la destrucci6 n del Tawantinsuyo. Lo mism o oc urri6 en el MCxicoazteca , en qu e e l imperio d e Tenochti t lan dom inaba por la fuerza , y enform a a me nu do sangrienta, a num erosas sociedades subordinadas. Nadade esto ocu rr ia en Chile .

    Las condiciones d e vida en q ue se desenvolvia el pueb lo m apuch eeran sin duda favorables, e incluso se las podria caracterizar como deabundancia de recursos. Esta abundancia se pu ede m edir en do s aspectos:la cantidad d e poblaci6n qu e existia y la robustez y sanidad d e esa pobla-ci6n. Sobre lo primer0 ya hem os hablado. S obre lo segundo, digamos qu elo q u e mAs im pac t6 a 10s espafioles, fu e la talla, el po rte , la rob uste z d e10s niocetones araucanos. Repitamos solamente con el poeta :La gente qu e produce es tan granadatan soberbia , allarda y belicosa

    Convenganios -sin tener que c i tar test imonios- qu e ade m is d e m u-chos eran m uy fuertes, lo qu e h ablar ia d e condic iones a limentic iasbas tante holgadas.La abundancia d e recursos es jus tamente lo q ue permi te sostener qu e

    exis tia un a convivencia relativaniente p acifica a1 interi or d e 10s gruposniapuches del sur. No hab ia disputas p or la propiedad terri torial , ya qu eCsta no existia. No habia d isputas por ganado, ya q u e -com o se hadich o- la ganade ria era incip iente . El Frob0 d e aliniento s era en cie rtom odo improduct ivo, ya que e l s is tema econ6mico imperante no permit iagran acumulaci6n de productos. N o pareciera haber existido esclavitudde hombres ; po r t an to , las enemistades s610 podian provenir de conflic-tos en el intercambio de mujeres, o de confl ic tos de otras especies , deord en magic0 rcligioso.

    El robo de niujeres no era gencralizado con anterioridad a la dismi-nuci6n de la poblaci6n por causa de las guerras y d e las pestes. El inter-cambio de mujeres sc producia entre las faniil ias (lov) de una misniacoiiiarca o regi6n, y seguia 10s principios d e acu erdo y alianzas politicas.(34) I:iicina, Pco. Antonio. Historia de Chile. Rcslinien de Castcdo, Lcopoldo, Tonio I, pig.129.

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    Los confl ic tos qu e en este terreno ha bia , no pasaban de ser cuest ioneslocales, ep isbdicas; no eran grand es conflic tos en q u e se viera involucra-da to da la pob lacib n, sino rifias en tre familias. Lo mism o oc ur ria con 10sconflictos pro duc t0 de la su percheria , que p erduran hasta el dia de hoyoriginando fuertes peleas infrafamiliares, per0 que no fueron origen dedivisiones politica s sustantivas (35).La situaci6n de guerra perm anente se produce en sociedades qu etienen u n nivel d e acum ulaci6n m ayor q u e el qu e poseia la sociedad ma-puche , y , por tan to , en qu e 10s recursos comienza n a ser escasos a conse-cuencia de la apropiaci6n d iferenciada (36) . Es el cas0 d e las sociedadesganaderas, en que la lucha por pastos y ganados divide profundamentea 10s grupos. Es lo que les sucederii a 10s mapuches en 10s siglos XVII yXVIII principalmente , a1 adop tar una econom ia esencia lmente ganadera .En consecuencia, se pu ede caracterizar la sociedad mapu che anteriora la llegada d e 10s espafioles, com o u na es truc tura arni6nica ta nt o en susrelaciones c on la natur aleza c om o en sus relaciones internas. N o an ima aestas consideraciones ningim espiri tu rombntico en el sentido de e ncon-trar a1 buen salvaje, viviendo en felicidad en medio de las selvas. Perotod as las evidencias nos obligan a concluir q ue no estamos ni fren te a unasociedad de la escasez, ni tampoco frente a una sociedad sometida a laguerra permanente entr e sus miembros. La econom ia recolectora y caza-

    dora posee una fragilidad obvia. Hay dias en que no se obtiene caza opesca alguna, y hay dias en que las condiciones climiticas no permitenrecolectar. Esos dias son de hambre. Quien est5 sometido a esa econo-m ia no suele alimentarse c on la regularidad d e qui enes viven en socieda-des agrarias o postagrarias (37). La reparaci6n del esfuerzo fisico, el(35) El Padr e Rosales seiiala: y estas peleas son d e ordin ario despuks d e habe r comid o y bebid ojuntos , que con el calor d e la bebid a se les enciende la sangre, se les exita la &era y d e laembriaguez nacen 10s pleitos y se origina la venganza, so bre hu rtos, a dulterio s, hechizos,toman las lanzas y se acometen tan furiosos, y se matan unos a otros. (Historia de l Reynod e Chile). Pareciera evidente q ue es t l hablando d e reyertas entre personas que comen ybeben junto s y no de guerras permanentes entre bandos enemjgos.(36) El te m a de la guerra en las sociedades primitivas tiene u na im portancia te6rica ind udable, yaq u e se con fun de con la cuesti6n d el origen de la guerr a y la violencia en las sociedades hum a-nas. Hay diversas teo rias a1 respec to: Levi Strauss seiiala q u e no se pued e es tudiar la guer rasin estudiar el comercio o en g eneral 10s-sistemas de intercam bio. La guer ra estaria ligada a10s intercambios de rnujeres, productos y bienes en general. Hay quienes seiialan con mayor6nfasis el origen de la guer ra en la relaci6n escasa d e pro duc tos y, en general, bienes. C lastresplantea una crit ica rnuy du ra a estas interpretaciones, y postula la guerra como una relaci6nritualizada entre diversos agrupamientos humanos. No tenemos suficientes antecedenteshist6ricos com o para interpretar estrictamente la situaci6n de guerra de 10s antiguos mapu-ches; nuestro argument0 seRala m l s bien que existi6 una situaci6n en que, si bien ocurriannum eroso s acto s d e violencia (conflictos intr a e interfamiliares), no hab ia una situacibn d eguerra o estado de guerra prop iamente tal; q ue con el pasar d e 10s siglos y las transformacio-nes provocadas por la ganaderia, cambia esta situacibn y se produccn bandos relativamenteestructur ados qu e mantienen largos conflictos organizados en tor no a1 contro l de pastos,ganados y, en general, recursos escasos. (V er: Pierre Clastres,La guerr e dans les so ci et bprimitives. E n: Recherches en A nth rop olo gie Folitique.. ar k. 1982).(37) Los c ronistas se asombraban d e las comilonas d e 10s ma\ ches. Es una c onstan te que a 10s

    OJOS espaiioles aparece como uno de 10s signos de barbarie rnis evidentes. Habria que

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    com er, el saciarse, el ham bre, es u n ri to determ inado p or la vida social yla cu ltura. No se tra ta d e una relaci6n m ejor o peo r qu e la actual , s in0d e u na organizacibn social dist inta ,que es taba en u na determ inad a s itua-ci6n fren te a una naturaleza ab un da nte en recursos, qu e le perm itia cre-cer e n tamaA o y desarrollar adec uad am ente a sus hom bres, m ujeres y ni-Aos. N o son m uch as las sociedades qu e en la historia ha n conseguido es-to, y vale la pen a sefialarlo.6. ORGANIZACION SOCIAL

    La familia era el centro d e es ta sociedad, y pr ic t icam ente la h i c ainsti tuci6n social perm anen te. A1 parecer se trata ba d e un a fam ilia m uyamplia, extensa y compleja (38) , en qu e convivian tod os 10s descendien-tes m asculinos del p adre o jefe d e familia . Abuelos , padres con sus espo-sas, hijos co n sus esposas, nie tos, etc. Las m ujeres pareciera qu e no lleva-ban a sus esposos a la ruc a patern a, s in0 q u e el intercambio seguia lasreglas patrilocales, esto es, la m ujer se cam biaba de dom icilio ad op tan doel de su mar ido .

    Los cronistas hablan de rucas gigantescas, algunas con mds de cienpersonas en su interior. En otro s casos habia una agrupaci6n de rucas a l-rededor d e la d el cacique ( lonco, ulmen) , per0 s iempre se m anten ia cad afamilia separada d e las otras , con una au ton om ia terr i tor ia l .El andis is d e 10s tes t imo nios d e la Cpoca m uestra q ue no hab ia u naestr uc tura econ 6m icam ente significativa, sup erior a la familia. El ce ntroecon 6m ico estaba en la familia. A ll i se pro du cia un a divisi6n del trab ajo ,ya sea por diferencia sexual (mujeres en labores horticolas, texti leria,etc.) o p o r hab ilidad es (10s viejos e n tare as mas caseras, 10s j6v en es en lasm i s arriesgadas, pesca en el m ar, po r ejemp lo). Los al imen tos se consu-m ian en la familia, distr ibuy6 ndo los en tre sus miembros, obviam ente deacuerdo a l a s necesidades bio lbgicas d e cada uno. No ha y , po r lo ta n to ,

    una comunidad local , o pr imi t iva , como se ha p lan teado m i s de a lgunavez.La organizaci6n social m ap uc he no ha bia l legado a1 estado de unadivisi6n del trabajo mAs alli de la familia amplia, extensa y compleja.Nada parece mostrar procesos d e diferenciacibn social qu e estuvieran pre-sagiando un sistema sefiorial , donde un grupo dominara socialmentesobre otro. A1 no existir diferenciacidn social significativa, no se reque-

    r ia s is temas de gobierno m i s a l l i de la unidad d e producc ion y reproduc-ci6n, q u e era la familia. Lo q u e s i exist ia era u n sistema d e regulaci6n de.preguntar si esa comilona es d os o tres veces al di a -a1 estilo mo derno - o era la comida devarios dias o quiZa: de la semana. A1 no existir ticnicas para conservar la c a n e y otros ali-mentos frescos, habia qu e sacrificarlos y comerlos en el acto.(38) Es extensa porque 10s hijos casa dos y 10s niet os siguen vivien do en lamisma casa paterna fo pmando una sola unidad familiar. Y e s compleja porque es UM misma cas hab itan la familiadel jefe de hogar y diversas esposas .

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    conflictos y diversos sistemas d e alianzas. Para regular con flictos, estab an10s grandes sabios, viejos por lo general , hoy dia denoniinados ulnicn(39) , qu e hacian las paces en tre grupos, inipartian justicia, daban consc-ios. Se les h a I laniado toquis de t iempos de paz, pero no tenian n i bpoder q u e acluel q u e les otorg aba n la s partes en c onflicto . En la vida coti-diaiia eran coiiio cualquier o t r o mapuche.

    Ex istian tambiCn sistenias de alianzas, q u e se realizaban no s610 para laguerra , s in0 t a m b i h para faenas econbmicas , conio las recolecciones d epiliones o viajes de pesca en el mar. Habia alianzas pcrmanentcs selladaspo r el purentesco ( in tercambios de mujeres), y t a m b i h habia al ianzaspun tualcs. Para ellas se elegia un toq ui q u e dirigiera las faenas o la guerra.Al l i valia la dcstreza; posiblem cnte el relato d e la eleccibn d e Caupolicanrecope u na cos tum bre utilizada p ara esos casos.Vale la pcna rei terar q ue ninguno d e estos do s s is tenias representaun a organizaci6n social y politica pcrnianente. Esto significa q u e no hayun s is tema de poder especializado; no hay toquis o ulmenes o loncos (40)fuera del nivel familiar, q u e don iinen territorios, grupos amplios; hay unsistenia d e regulacibn d e conflictos -justitia se po dria Ilamar hoy dia- yun sistcma para hacer alianzas y eniprender acciones com unes. Las par-cialidadcs que vieron 10s espaiioles, eran reales, sin duda. Se t ra taba d e]as familias contiguas qu e tenia n relaciones d e parentesco e ntre s i , qu ereconocian a un ulmcn coni0 consejero y juez, y que solian aliarse enviajes, recolecciones, faenas de caza y tam biin en defensa frente a alglinataque, riiia o conflicto. El grado d e coniplcjidad a q u e h abia llegado lasociedad mapuche, 10s abundantcs rccursos qu e ten ia a su disposicibn, larelacibn, cn fin, que establecia con la naturalcza, el ordenaniiento natu-ral y biolbgico que se daba al interior d e la gran familia, no requeria d ela existcncia d e gobernantes, d e principados y reinados (41).La guerra con. Espaiia va a cambiar radicalmente a la sociedad mapu-

    chc. Sc incorporar i el caballo, el ganado vacuno y lanar, el trigo y diver-(39) Ulmcn, m a p u c h c noble , r i a . cu l to , (Mocsbach). persona dc influencia por su posici6n yfortuna. La sabicluria va unida cstrecharncntc a la riqucza, cs SLI dcmostracibn.(40) Principal, cabcza, cabccilla, por lo tanto jcfc, son significados d e lonco, traducido general-mente como cnciquc. La t r a d u c c i h i d s iteral es cabccilla.(41) Nucstro aPjn d e jcrarquias y 6rdcncs cs ta n grandc coni0 el de 10s espafiolcs, y n o s a m t aiiiiagin.ar una socicdad con unidad de Icnpua, tcrritorio, y sin c struc tura politica organizaday cstablc. Analimndo ;I 10s cronistas, uno pcrcibc q u e la ncccbidad de cxplicarse la gucrra dcA I U I ~ ~ , aw por comprrndcr tin ordcn politico en et cncmigo q u e sca tan cficaz -0 miis-que cl del 1n1i)crio cspaiiol. La idca de Butal h l a p u s parccicra provcnir de 10s parlanicntos.

    Tln cstas rcunioncs todos 10s caciques quiercn dccir sus discursos, lo que a 10s c s l ~ ~ o l c scsrcsultaba insoportable. Para cso agrupaban a 10s caciques d c und parte en cl lado derccho delc a m p o , a 10s otros en o t ro lado. y 10s fucron o b l i g n d o a poncrsc d e acucrdo en ut1oradorqLic 10s rcprcscntara. I:l orador hablaba en rcprcscntaci6n d e caciq tics d e una dctcrminadarcgi6n. !,:I mismo liecilo de tcncr ( ~ u c oinbrar rcprcscntantcs fuc otorgando rcalidad acstas divisioncs, q t i c ~ci i i n comicnzo s61o cran funcionalcs. A fines d e la colonia el sistcmad c butalinapirs rrii una realitlad or;ani/.;itiw: h b i a cnibajatlorcs d e 10s butalriiapus (ItIcviajabaii a Santiilzo. solian rciinirw e11 i until>, ctc .. 1:ticron la base d e las aprupacioncs delines del siplo X v l 1 1 \ sigh XIS C I ~ I C rrcmos in is adclantc.

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    sos otros alimentos; el aguardiente hara estragos entre el pueblo, y laspestes (chavalongo o t ifus, viruela, etc.) diezmaran la poblaci6n. Unasociedad cazadora y recolectora se transfo rm ari en una sociedad en piede guerra, donde poco a poco la ganaderia sera la principal actividadecon6mica. A pesar d e tod os esos camb ios, mu chas de las inst itucionesancestrales permanecergn. Permaneceri la costumljre de vivir en formaaislada, cada ruca separada d e las otra s, sin form ar agrup am ientos o pue-blos (42). Esta costumbre se explica por la economia horticola, cazado-ra y recolectora q ue hemo s detal lado, per0 a pesar d e 10s cambios eco-nbmicos, se mantiene en el t iempo y va a caracterizar y marcar a estasociedad. Permaneceri tambiCn la falta de organizacibn politica centra-lizada y el derecho de cada familia a decidir independientemente. Est0tambiCn proviene de un sistema de relaciones con la naturaleza en queel comer es fruto de la decisi6n y habilidad del cazador. Aunque cam-bia el s istema econ6m ic0, se man tiene la dem ocracia fund am ental qu ego biern a t od as las de cisiones colectivas. H ay sistemas d e regulaci6n de lconflict0 y alianzas, per0 siempre se mantendra una delegacih parcialdel poder: se otorga poder para solucionar tal o cual con flicto; para diri-gir la guerra con un objetivo preciso, etc. A pesar d e 10s cambios qu e ocu-rririn en 10s siglos posteriores, el mapuche conservari estos elementoscentrales d e su cultura.

    7. EL TIEMPO DE LOS HERO ESFu e despuCs cua ndo 10s map uches escucharo n el ruido d e 10schoroyes. Nunca habia n b ajado d e la cordillera dond e anida-ban entre 10s pifioneros. Una mafiana 10s sintieron bajar consu bullicio. Se le consult6 a la machi, la qu e tomando a unode 10s animalitos en sus manos dijo las grandes desgraciasque iba a vivir el pueblo. Dijo que las familias iban a llorarmucho, que iban a sufrir mucho a causa de una gran guerraque iba a venir. Eso lo dijo claraniente la machi, porque 10scho royes anunciaron la llegada de 10s espafioles (43).Y asi pas6 un poco el tiempo y llegaron 10s espafioles. Loscaciques llamaron a la gente para poder defender su tierra.Se organizaron grandes ejircitos que esperaron a 10s invaso-res a1 lado del Bio-Bio. Ahi pelearon con 10s espafioles. A1principio perdian las batallas porque le tenian niiedo a 10scaballos. DespuCs vino Lautaro y les enseR6 a niontar, leens& a1 mapuche a ser jin ete . Fuero n grandes jinetes 10s

    (42) I:n cl lcvantamicnto d e Cu rE an co en dicicmbrc d e 1766, 10s mapuchcs gritaban a 10s espa-iiolcs sitiados cn Angol: Tonia pucblos, toma pueblos; probablcmcntc gritaban liuaria-tunguc, liuariatunbqc; huaria: pucblo, tun : ton iar; y as; traducia n litcralmcntc 10s cronistastoma pucblo. Pcro hua riatu n (una palabra) significa hac cr pueb los; asi sc dcbc traducir:Haz pueblos, funda pueblos. Fray Jcr6nimo dc Ambcrga. El pueblo indigena en la liisto-ria. (Vc r Bibliografia).(43) Rclato rccogido cn la provincia de Mallcco; cl scgundo cs parte dc u n rclato rccogido cn laprovincia d e Arauco.

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    mapuches. Les ganaron a 10s espaiioles. Todavia estdii lasruinas del fuerte Tucap el don de mataron a I'cdro dc V aldivia.El 11 d e febre ro de 1546 sa lieron d e la c iudad d e San tiago 60 j ine-tes b ien armados con numeroso contingente de indios auxi l iarcs . Unassemanas de s p u b , en la localidad d e Quilacura , se enfrentaron 10s e j i rc i-to s espafiol y m apuc he po r prim era vez (44 ).Esa primera incursi6n fue un triunfo para las armas mapuches. En lanoche el enemigo dej6 encendidos 10s fucgos del campamcnto y h u y 6sin atreverse a en fren tar nueva batalla. DespuCs d e varios aRos d c rcorga-nizacibn, en enero d e 1550, sa lia nuevam ente una expedici6n d c ma's dcdoscientos ho mb res m onta dos , a1 m and o de Pcdro de Valdivia, cap i t ingenera l d e la Co nquista ; la not icia corr ib r ip ida m en tc a o i do s d c 10s caci-ques, que hicieron el l lamado a la guerra. A 10s veinte dias dc salido de

    Santiago, Valdivia cruzb el r io Itata y fue a tacado p or las t ropa s arauca-nas preparadas para la guerra. El 24 de enero l legaron a1 rio Bio-Bio,donde 10s mapuches observaron c6mo 10s espafioles construian balsaspara cruzar la corriente. Dos mil mocetones atravesaron en la nochc ana do el ri o , y c aye ron so bre 10s espafioles.Valdivia avanz6 hacia el mar y se instal6 cerca d e lo q u e hoy es Con-cepcibn, do nd e se produjo e l m ayo r enfrentamiento . Diversas razoncs im-

    pidieron el tr iunf o to tal d e las armas araucanas. Los espafioles lo atribu-yeron a u n m ilagro, af i rmand o q ue la Virgen Maria se hab ia aparecido yq u e San tiago, p atr on 0 d e Espafia, hab ia p eleado a1 lad o de 10s castella-nos. H ay varios cronistas convencidos d e la versi6n.La derro ta m apuche ep Anda liCn fue u n breve pa rh te s is qu e Vald iv iaocup6 para cruzar e l Bio-Bio e in ternarse en terr i tor io mapu che. Fu nd 6Tucapel, PurCn, Angol, Imperial , continu6 hacia el sur y abri6 ciudades

    en Villarrica, Valdivia, O sorn o. M ientras ta nt o se suce dian las ju nt as d ecaciques, d i sc ut ih do se qu 6 hacer con e l invasor . Despues del pr imer im-pac to , se com enzaba a saber d e qu e se t ra taba la conquis ta , e l t rab a jo enlas minas , la o rg an iza c ih d e c iudades , e tc... La aparici6n de La utaro s induda fue u n fac tor decisivo. Co noc ia e l caballo , sabia m on tar , p lanteabaqu e 10s espafioles n o eran invencibles, q u e se cansaba n; elabo r6 una estra-tegia. Se ha escrito mu ch o sob re el genio m ili tar d e Lau taro y es conoci-da su personalidad ap asion ante, q u e se sitfia en el bo rd e d e la historia y laley end a.

    El d ia d e Afio N uevo d e 15 54 , Valdivia se encuentra mirando a t6ni-to las ruinas del fue rte Tucapel, cerca d e la actu al ciudad d e CaAete.Ese dia la derrota fue total para 10s ejkrcitos del Rey. Valdivia fue

    (44) Este cap itulo t iene un sentido descriptivo; nos pare& indispensable seiialar algunos hec hosde la historia colonial, aun que para e l esp ecia lita Sean conocidos. En esta tem it ica hemostrabajado con fuentes y docum entos de amplia di fu si h. Ver Bibliograf ia .

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    hecho pr is ionero y som etido a juic io d e acuerdo a la norma map uche. Selo acus6 de haber querido esclavizarnos y de haber pretendido poblarlas t i e r ras de gente de o t ros mundos y d e ensefiorearse d e todo s e llos(P. Ro sales). A1 d i a siguiente d e juzg ado , se 10s ajusticib siguiendo el rit oprescrito (45) .El afio 1554 habia muerto Valdivia y tre s afios despuCs, luego d e laconocida campafia, L autaro era asesinado. En esos afios surgib la primeragran peste d e t ifus, q u e 10s map uches l lamaron chavalongo. Se dice en lascr6nicas qu e habr ia mu er to u n 3 0 po r c iento d e la poblacibn indigena, loq u e representaria alrededor d e trescientas mil personas. El afio 6 3 , est0eso, cinco aAos m& tarde, sobrevino la peste d e viruela, qu e as016 a lap o b la c ih ind igena , mur i endo un qu in to de e lla, lo que equivale a unas10 0 mi l personas aproxim adam ente (46) . Estas pestes afectaron princi-palm ente a 10s picun ches o mapuches del nor te del Bio-Bio, qu e tenian m 8scontac tos con 10s espafioles. En el valle Central de Chile qu ed 6 m uy poc apoblaci6n aborigen; las pestes 10s diezmaron y mu chos otros arrancarona la zo na sur a d efenderse ju n to a 10s map uches. Per0 tambiCn m urieronm uch os mapuches del sur ; se cue nta q u e en medio d e las batallas se pro-ducian v6mi tos y muertes por e l chavalongo. Como se sabe, en todaAm erica Latina 10s indigenas fu eron pres2 d e un a verdadera gu erra bacte-r iolbgica, pro du ct0 d e las pestes q u e t ra ian 10s espafioles (47).Muerto Lautaro, 10s m apu ches volvieron a1 sur, a sus territo rios . Nun-ca las guerras m apuches tuvieron Cxito lejos d e sus t ierras. Era u n p ueb loqu e defendca su m apu del extraf io (huinca) (48) . AI afio sigu iente lleg6do n Gaic ia Hur tado d e Mendoza, h i jo de l v ir rey de l Pe rk Se t ra taba deun joven seiiorito, q u e hacia sus primeras arm as en la guerra en Am&

    (45) Leucot& cumple la sentencia golpein dolo con unamacana en el crineo. Como ajusticia-miento era bastante m i s civilizado q u e la pica en qu e clavaron a Ca u po lid n 10s seiioritosde don Ga rc ia , e incluso o t ra s fo rma s de e l im ina c ih social qu e a h pe ra n en e l mundomo derno y c ivil izado. Aquello d e qu e se comieron e l coraz6n y que C au po lid n se l lev6 e lcrdneo a su casa y bebia chicha en 61, es parte de la by en da ne ga . En la t radic i6n m apuch eha qued ado una leyenda, que d l o es eso, en q ue se dice q ue a Valdivia se lo habria a justicia-do echindole or0 fundido por la boca para m ostra rle qu e moria con el e le me n to q ue t a n tobuscaba. Es del tod o imposible qu e a si sucediera , y la leyenda t iene e l valor d e mostrar lapercepbi6n q u e 10s map uches tuvieron de la codicia espaiiola, algo q u e obv iam ente paraellos era muy extravagante y fuera de tod a l6gica(46) En 1 5 3 3 estall6 la primera epidemia en el Per6 en el coraz6n mismo d e l r e h o i n d si c o , y esficil comprender que de alli fu e transmitida a nuestros aborigenes, Mar tin Gusinde. Medi-cina e Higiene de 10s Antiguos Araucanos. Trabajo presentado al Congreso Cat6lico Arauca-nista de Santiago, en diciembre de 1916. Gu sinde tra ta e n detalle el tema d e las fiebres, Ali-C ut ri n y AreC utrPn, qu e traian 10s espaiioles.(47) No d l o trajeron tifus y viruelas. La sifilis hizo estragos en 10s afios 70-80 de l siglo XVI, enlas zonas cezcanas a pueblos donde barraganeaban 10s castellanos. En e l 1 5 8 0 hubo unaplaga d e ra tones en t od o el territorio, y se dieron muchos cams de niiios comidos POI ellos.Los mapuches, qu e hacian gala de su d u d y limpieza, consideraban a 10s espaiioles comoseres extremad amen te sucios. Ver sobre el aseo y limpieza mapuche, el capitulo 2 de Ma-nuel Manquilef, Comentarios a1 pueblo araucano. Publicado POI 10s Anales d e la U niversidadde Chile, 1914, ma yo y junio, pp. 801 a 823 .(48) Humca vendria d e hinca, muchos incas, y va a ser adoptado para todos 10s extran jerp sno mapuches. Huincan es robar, lo qu e muestra q u e el ro bo y las tropelias se asocian princi-palmente con la invasi6n.

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    rica. Se caracteriz6 po r la crueldad d c sus ni6to dos niilitarcs, po r la apli-caci6n de to rtur as salvajes contra 10s mapu ches, ta nt o qu e fue crit icad opor 10s propios soldados y cura s espafioles q u e co n 61 vcnian. En una oca-si6n -a causa d e un a rifia d e cuartcl- casi envi6 a la horca a do n Alonsode Ercilla y Zaiiiga, el cClebre pocta autor de La Araucana. Don Garciatra ia u n e jkrc i to mu y bien apertrechado, avanz6 a C onccpci6n, rcfundola ciudad , cru z6 el Bio-Bio y se intern 6 en el terri torio mapu che.

    Una segunda generaci6n de caciques to m 6 el m and o para enfren tar a1nuevo ejCrcito q u e hab ia llegado d e Espaiia. Galvarino fu e elegido to qu i,y se en fre nt 6 a 10s espaiioles en Lagunilllas, siendo der rota do. A lli ocu -rri6 el c6lebre acon tecim iento en q ue el cruel joven espaiiol co rt6 lasmanos del estoico indigena. Caupolicin asumi6 el niando en la faniosajun ta ca ntada po r Erc il la :Con u n desdCn y muestra confiadaasiendo del t ronc6 n d uro y iiudosoco m o si fuera vara delicadase le pone en el ho m bro po derosola gente enmudeci6 maravilladade ver el fuerte cuerpo ta n nervoso (...)

    Ercilla se,imagina a1 pueblo eligiendo como su toqui, en medio deaclamaciones, a1 tuerto de grandes espaldas. Imagen idealizada y hermo-sa d e 10s hCroes. Co m o se sabe, Caupo licin fue traicion ado y llevado a1suplicio en la plaza de lo q u e ho y es Ca i ie te (49). La mu erte del gran to-qu i perm iti6 q ue 10s espaiioles reconstruy eran 10s fuertes y ciudades delinterior d e la Araucania. En esos aiios (60-63) se abr iero n alg unos lavade-ros y minas d e o ro, hasta qu e nuevas acciones mili tares paralizaron 10strabajos.

    Una tercera generaci6n d e caciques cond ujo la guerra entre el 1560 yel 80 (50). F u e un t iempo d e guerra cas i pe rmanente. Los espafioles eranpocos y t ra taban d e hacer t rabajar a 10s m apuches por la fuerza d e lasarmas; habia guerras, batallas, masacres. Los espaiioles sembraban eltemor en las rucas y terri torios mapuches. Muchos indigenas huyeronhacia las montaiias o a p o b l ar ti er r as de l in te ri or , d o n d e a h no seaventuraban 10s invasores.En esos aiios, 10s mapuches se apropiaron del caballo, la principal

    arma del enemigo, transformindose en grandes j inetes. Adaptaron el ca-ballo al.ter reno , le pusieron un a silla m i s liviana y usaron el sistem a d einfanter ia mo ntada , qu e dio gran movil idad a sus t ropas. Cada j ine tellevaba un infante en la grupa, que se desmontaba en el momento de(49) He grabado do s relatos sobre este hech o, contad os por antiguos mapuches. C on diversas va-riantes, son idknticos a1 que hace Ercilla er, La Araucana y qu e se reproducen en todos 10slibros de historia chilena. Lo mismo ocurre con 10s relatos qu e se escuchan d e Ca up ol idn y10s otrosgrandes hkroes.(SO) Loble, L langulikn, Milladelmo, son algunos toqu is de este per iod o.

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    entrar en combate. Los infantes corrian agarrados de las colas de 10scaballos, lo que apresuraba 10s desplazamientos militares. En esos afios,10s mapuches com enzaron a w a r for ti ficaciones y fosas para compl icar10s ataques de la caballeria castellana. Se habian apropiado de espadas,dagas y fierros, inc orp or ind ol as a sus picas d e coligues y haciCndolas maseficaces . La h i c a t6cnica mi l itar q ue no a dop taron 10s guerreros mapu-ches , fueron las annas d e fuego (51).En 1598 cam bi6 el curso d e la guerra d e A rauco, Pelantaro dirigio lastrop as m apuches a1 enfrentarse en Curalaba con el gobe rnado r Ofiez deLoyola , quien mu ri6 en e l cam po d e bata l la . Al li se dem ostr6 la super io-r idad mil i tar de los mapuches. Pelantaro destruy6 todas las ciudades a1sur del Bio-Bio; Valdivia fue incendiada, se despo blaron A ngol e Im perialy Vil larr ica fue destmida y olvidada po r doscien tos och enta y tres ai ios.Cuando el ejCrcito chileno encontr6 las minas de Villarrica, ya la selvahabia cubierto to do vest igio d e vida hum ana. Las ciudades fun dada s a1inte rior del terr i to rio no volvieron a construirse hasta la ocup aci6n de laA rauc ania en el siglo XIX.

    La des trucc i6n d e Villarrica y las ciudad es d e la A rau can ia fu e el he-cho m & im portan te de la h is toria m apu che y espaf io la de es te per iodo .El t r iu nfo m il i tar cam bib el sentido de la guerra: fue necesario const i tuirun ej6rcito profesional y m antener lo c on fond os del rey (Real Si tuado) ;se eliminaron 10s lavaderos d e or 0 m8s im po rtan tes (o r0 d e Valdivia) y lacolonia espafiola en Chile se empobreci6 enormemente ;muchos indige-nas del norte se refugiaron en la A raucan ia, con el consiguiente despobla-miento del val le central . Guerra y ejCrci t6 pagado desde el extranjero,eco no m ia p ob re y defici tar ia , poca pob laci6n y ausencia creciente de in-digenas en el valle central , ser in tres d e 10s elemen tos m i s imp ortantesq u e en definitiva e stm ctu rar 6n en 10s siglos pos teriore s a la sociedadchilena.

    8. G U E R R A Y PARLAMENTOS: DE QUILIN A NEGRETEEn esos afios comenzaron a aparecer 10s primeros planes de paz. Lallegada del jesuita Luis d e Valdivia fue mu y im po rtan te, en la medida enqu e repre sen t6 una voz dif eren te en tre las filas castellanas. El pad re Luisde Valdivia estaba imbuido en 10s principios de hum anidad qu e inspira-ron a alguno s m eritor ios frailes d e aquellas Cpocas, q u e se rebelaban fren-

    te a l genocidio comet ido por 10s espaiioles. Luis de Valdivia trat6 de(51 ) Lo seiiala enfiticamente, y con antecedent,es suficientes, d on Horacia Zapater en La expan-si6n araucana en 10s siglos XVIII y XIX, e n Villalobos: Re lacio nes fronterizas en la Arauca-nia. Ediciones Universidad Cat6lica de Chile. Santiago. 1982. Sobre la adopci6n del caballover: Arturo Leiva, La arau canizacibn del caballo en 10s siglos XVI y XVII, en: Anales dela Universidadde La Frontera. Temuco. 1981 -82, pp. 181-2 03, y del mismo autor (A . Leiva),Rechazo y abso rcih de e lementos de la cultura espafiola por 10s araucanos en e l primersiglo de la Conquista de Chile. Tesis para optar a1 grado de Licenciado en Antropologia.Santiago, Universidad de Chile. 19 77 , pp. 70-9 6.

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    llegar a las paces con 10s mapuches, viaj6 por el territorio, 10s conoci6,llegando a tener una respetuosa admiraci6n por ellos. Sin embargo, laspaces no log raro n Tealizarse. Lu is d e Valdivia viaj6 a Espafia a entrevistar-se con el rey, realiz6 todo t ip0 de campafias, y finalmente se volvi6 aEspafia dec epcion ado . M uri6 en u n con ven t0 espafi