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Los albores de Grecia llanuel Bendala hi¡torialó 475úas

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Los albores de Greciallanuel Bendala

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LI CUTTURA IIIINOICA

RPTA, .por la antigüedad de sunlsrorÞ y por el prestigio de sucultura, se convirtió eñ uno delos escenarios'reãurrentes y favoritosdel mito griego. En la ista;,"¿;¿;;ä;menos que Zeus, el padre Ae los-Jio]ses, y en una de sus cuevas, en el mon_

gia de un. hermos" Tåiå:i3,Tri1,,..înacieron los reyes Minos, Rrdril;;;;y Sarpedón. -

También hasta Creta hubo de lle_garse Heracles pisus célebres tra6aobjeto domeñar aestaba asolando liHércules, en suna-, se lo llevópresencia del revy el toro, suelto äedevastadoras acom

liqrras del Atica fue una vez más some_tido pqr la valenría de otiãiä.Ë;ü-gular: Teseo.

.. La miís célebre aventura de este úl-to,no_luyq rambién a Creta poiö*;rio. Había nacido

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rotauro, mitad toroa unión de pasífae,)n un toro enviadonpre el toro, entra-mítica de Cret¿!-.dalo, el gran artÍfi-

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ce ateniense, una residencia que ocultara al Minotauro a los ojos de todos, y leconstruyó el Laberinto, un palacio de complicadísimos accesos, en el centro delcual estaban las estancias del monstruo. Hasta allí le eran llevadas sus víctimas,entre ellas los siete adolescentes y las siete doncellas que, cada nueve años, en-tregaban los atenienses como tributo por una pasada guerra. Teseo se ofrecióa su padre, el rey Egeo, para ir como uno de los jóvenes, dispuesto a acabarcon la terrible historia del tributo.

Así comenzó su conocida aventura, que tuvo un buen final por el concursode Ariadna, hija de Minos; ella proporcionó al héroe ateniense el célebre ovillo,con el que volver sin perderse tras penetrar en la intrincada mansión del Mino-tauro, y una espada mágica con Ia que pudo darle muerte. Pero contemos el fi-nal de la aventura para explicar el origen de un nombre geográfico que estamosusando repetidamente. Liberados los jóvenes, Teseo se reembarcó con todospara regresar a Atenas, llevando consigo también a su ya inseparable Ariadna,Pero supo Teseo en sueños que debía abandonar a su compañera en Naxos, unade las islas Cícladas, porque el Destino la había reservado para el dios Diónysos.

Abatidos por la tristeza, Teseo y sus compañeros olvidaron preparar la señalque habían convenido con el rey Egeo para dar cuenta de su éxito desde que Iaembarcación pudiera ser avistada por quienes esperaban su retorno en la costaática: sustituir la vela negra por una blanca. Viendo Egeo, impaciente, desde unpromontorio, que el barco regresaba con la vela negra con la que partió, lo tuvopor cumplimiento de sus primeros presagios, que tenían por imposible la proe-za de volver con bien de Ia presencia del Minotauro, y desesperado se arrojó almar. Por ello, y en recuerdo del personaje y de su triste peripecia, se lo conocecon el nombre de mar Egeo.

Pero, åqué podemos encontrar de provecho en éstos y en otros mitos referidosa Creta? Se percibe en ellos, de una manera general, la importancia que tuvo Iacivilización minoica en las más remotas etapas de Ia historia griega, o el hecho deque aspectos principales de su cultura hunden sus raíces en aquélla. Sería inter-minable, por otra par[e, dar cuenta de los muchos ensayos que se han hecho paraexplicar esos mitos como expresión de ura realidad que en ellos quedaría trans-figwada. Muchas vueltas se ha dado a si el mito de Teseo y el Minotauro traducelo que pudo ser una dominación efectiva de los minoicos sobre el Atica y la ulte-rior liberación de ella, idea conectable con Ia afamada talasocracia, o dominio delmar, de los cretenses; o a la sospecha de si en la concepción del Laberinto sub-yace un aprovechamiento poético de la complejidad arquitectónica del palacio deCnosos. Y qué decir del toro, un punto indudable de confluencia entre lo que enlos mitos se cuenta y los datos reales dicen; y hago referencia a la repetida pre-sencia del toro en los testimonios de la cultura material, prueba indudable de sLr

importancia, sobre todo en el ámbito de Io religioso.

Creta en la epopeya homértcu

En la obra de Hotnero se alude repetidamente al príncipe cretense Idome-neo, nieto de Minos, que figura entre los ilustres combatientes en la guerra deTroya; pero, además, en la epopeya homérica, como era de esperar, pueden es-pigarse alusiones a Creta en las que se hacen palpables los puntos de contactoentre la leyenda y la realidad. Se dice enla Od'isea (19, I72 ss.), por boca deUlises: En medio del uctsto mat" se encuentrct el, país de C'reta, islo, het'mosay Jecunda; conti,ene innumerabLe s l¿ombre s'y no u enta ciudades. E stdn mez-cladas en ellct diuet'sas lenguas; se encuentran aLLí Los aqueos, Los magnó.-

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Jarra de pi,co uerteclot" d"el períocloprepaløci,al, de Vassi\iki

(lvluse o de Herac\i,on)

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CABO SPATHA

GOLFO.DE CANEA

o PEN. DEACROTERI MAR

BAHIADE HALMYRO

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I. PAXIMADHIA 4

\ t. aavouoeuu CABO LITION

ISLAGAVDHOS

E pataclos

t Palaclos

lvtoNrAñAs ELANcss

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I Epanõ.^. Archaneg

o Dlctalont

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MEDITERRANEO

hermosos paxajes de Creta, sus habitantes podían encontrax abundante piedra ca-\tza, fácù de tallar y aprovechable para la arquitectura, y también madera, utiliza-ble para lo mismo y paxa la construcción de barcos.

Las costas de Creta, bastante escarpadas en el sur, se recortan en el bordeseptentrional en numerosas ensenadas y bahías, en las que los barcos encontra-ban cómodo y seguro refugio; en ellas se multiplicarán los asentamientos de gen-tes dedicadas a las cosas de la mar: la pesca y la navegación con fines comer-ciales. El estrecho marid4je de los cretenses con las aguas que los circundabantiene cumplida expresión en el arte minoico, muestrario de una vívida captaciónde la naturaleza marina; sus motivos, interpretados con colorido y frescura ex-traordinarios, se proyectan en muy variados soportes, y trasladados a las pare-des de las estancias miás nobles, les otorgan la apariencia de verdaderos acua-rios fosilizados. También Ia ganadería y la agricultura ocuparon una impor[anteparcela en las ocupaciones cotidianas y en la economía de los antiguos creten-

O Otros asentamientog

.^. Santuerios en cimas

CRETA

CRETA MINOICA

Vrocastro

M. DICTE

- Cuevas sagradas

I Tumbas en tholos

Asentamlentos dætru¡doshacia 1450 a. C.

GOLFO DEMIRABELLO

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Skafta Âo

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C, SIDHEROS

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lra de Mesara, hacia el cen_ción que se remonta al pe_ente en torno al cultivo de

)greso, con etapas bien dif:!mo Rara que resulte aprrìmotcas.

GeneralÍdqdes arqueológicas e histórícss

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pas palaciales siguientes.nte desde el punto de vista

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Jan"ro de estila Camaresprocedente de Faistr¡s(Museo de Heracli,on)

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arqueolóqico, ofrece en esta etapa una gran variedad y un gusto por la innova-ción que la convierten en expresivo paiadigma de la-capaðidad creativa y deldinamismo que caracterizan a la civilización minoica. Tras una fase en la que laproducción cerámica muestra claras perduraciones de la neolítica anteriof -enlo que llamaríamos tradiciones subneolíticas, con estilos diferentes conocidoscomo de Pyrgos, de Partira, de Hagios onouphrios-, s€ pasa a otra decidida-mente innovadora, decantada en estilos cerámicos como el denominado de Vas-sjliki: a la riqueza y perfección de las formas, que incluye características jarrasde pico vertedor de gusto metálico y de inspiración seguramente microasiática,se añade una decoración que busca efectos abstractos de manchas de color detonos rojos y negruzcos, producidas por la aplicación de efectos de oxidacionesy reducciones parciales en el horno. Era fruto de una franca mejora en el dominio de las técnicas de la alfarería, próximas en algo a las de la metalurgia, tam-bién en _continuo perfeccionamiento, como demuèstran las armas y aemás útiles metálicos fabricados por entonces. El ascendente nivel artesano tuvo tam-bién una refinada manifestación en la joyería, realizadaya con las complejas téc-nicas del granulado y la filigrana.

Pero quizá los recipientes más hermosos de esta época prepalacial no salie-ron de las manos de los alfareros, sino de los artesanos de la-piedra. A imita-ción de Egipto, y por su influencia, los cretenses fabricaron magníficos vasosde piedra, algunos con ornamentación figurada; en general, para añadir a las for-mas otros valores estéticos, las calizas coloreadas y veteadas de la isla propor-cionaban una materia prima llena de posibilidades, como puede compiobàrseen los numerosos y magnÍficos ejemplares procedentes de MocNos, También enpiedras semipreciosas, como Ia esteatita y otras, empezaron a tallar los creten-ses de esta época sellos y adornos en una producción de la que llegarán a serconsumaclos maestros.

En todo se observa un considerable incremento de las relaciones con el ex-telior. Son abundantes los testimonios de los contactos con Egipto, Chipre o elPróxirno Oriente; indudables los mantenidos con las Cícladas, qùe vivían enton-ces,_colllo hemos dicho, su época de mayor esplendor. Parece que hubo inclusoverdaderas colonias de cicládicos establecidos en las costas del nordeste, en lascercanías de Cnosos y otros puntos, todo lo cual ha perrnitido hablar de una ver-dadelaprouittcin ci,cló.tli,ca existente en Creta. Una de sus manifestaciones máselocuentes estaría en el hecho de que tnviera Creta su propia producción de ído-l_os ci,cl,ó"clico.s, en los que han señalado investigactores corno C. Renfrew yK. Branigan el misnto interés miniaturista que manifiestan los sellos o los amu-letos. Conviene nrencionar, una vez más, la zona de Mesara, ahora porque cle-bió de ser el centro básico de ìa producción de estos ídolos, desde dónde se ex-portat'ían al resto de la isla. Por otra parte, el estudio de los idoliltos parece apun-tar a que pudieron tener los cretenses de la época relaciones con èl Calcolíticodel ámbito italiano, por las semejanzas que se advierte en aquéllos con algunasfigurillas de Cerdeña.

Tiempos de esplendor

El paso al Mirtoico Medio, a la etapa cle los Primeros Palacios, significa laentrada en tlna época dc. espleudor, en la que se definen los elementos básicosde la civilización minoica. Bastaría analizar la cerámica propia de este períodopara adquirir plena concieucia de su madurez y de su alto ñivel cultural. Es lacerárnica que se conoce como de estilo de Camares, por el nonlbre de la gruta

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Tíempos de esplendor

El pzrso al Minoico Medio, a la etapa cle losentrada g_l] una época de esplendor, eri Ia que sede la civilización minoica. Bastaría'analizai la cegarg a.dOuirir plena conciencia de su maclu rez yceranÌca que se conoce como cle estilo de camares, por el nombre de la gruta

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que estas cerámicas se prodigaban. El deseo de los alfareros de ennoblecer susproductos dándoles apariencia metálica -un afán recurrente entre ceramistasy motor indiscutible del progreso de su oficio- dio por resultado vasos de Ca-mares de paredes tan sutiles que se conocen como d-e cáscara cle l¿ueuo.

Pero lo más característico de la cerámica de Carnares es su decoración, rea-entalmente blanco y rojo, sobre las pa-os temas, imaginativos y de magnÍficosfirme, abstracto en esencia, aunque nos de las veces irreconocibles en los ela-

s dibujos francamente naturalistas, comoprocedente de Faistos con peces, que se

a ros esrilos cerámicos de ras erapas ,åï:ii#J.:Sä iiå':åiä tï j3å,iåf"ffrmares un gusto por los , o que sugieren giro y movimiento, enel que parece.plasmars de la civiiízación"minoica, el dinamis_mo de su espíritu. Se c :a en la preferencia por la espiral

"o^otema decorativo repetido mil veces, hasta el punto de ser un auténticõ emblemade la cultura minoica.

_ .La aparición de vasos del inconfundible estilo cle Camares en el OrientePróximo, e do el mundo griego, e incruso en siciliay l"g;.;tpróximos, itud del radio-deâci,ciónen que empezó"a¿Ësen-volverse el su cultura comienza a teñii con füerza a las delos pueblos con los que entraba en contacto, configurándose Creta como unfocòde_vanguardia creadora de trascendentales conse-cuencias para el progreso ãela Hélade.

. _ El progreso social y económico tiene su mejor parámetro en la aparición de la

vida plenamente urbana. El proceso de a$utináción de individuos, y de coordina-ción de sus actividades, que se habÍa puèsto en marchaanteriores, cuaja ahora en los altos niveles de cultura ouedanos. No imple cuestión de númer'o,tórmulas dnómico se o eco-

sivo de un rev'l-, cada

uno con su imporLancia especÍfica, traerá. consigo la aparición de estamentos o cla.ses y su jerarquización; y la imprescindible cooidinación de una sociedad cadavez

eja sólo será n de formas demonarquías,a como esce _ sociedad, y es

alavez fruto y materialtzación de eIIa. I tiene su ^ä;o,manifestación en la presencia de los llar residencias äe_

ñoriales que presiden la vida de la ciudad y se convierten en centros de princi-pal atención arquitectónica y urbanística. Pero la vida urbana implica formas deorganización que sobrepasan los límites físicos de las ciudades mis^as; r,rpor,ãsistemas de relac territoriales que conectan a centros de diferente nivel con y a unas ciudãdes con otras.

Esta realidad da no como organismo aislado, sino comovértice de un territorio amplio estructurado a paftirîe e[a, explica la atenciónque el triunfo de la vida urbana hace concedêr a los caminosi garantía de los

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Pintu'ct mu'al representando unaerpedici,ón marítima (Casa Oeste

de Akrotiri, iskt de Thera)

yor monumentalidad sus edificios princ.

Erpansión marítíma y comerciøl

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M Tucídides y la época denoica cuánto se îa oó"p"Að fcomp I texto. AI margen de laque se ha pensado que fuera un nombre gõnérico, al erble a una dinastía- la cuestión de la taTásoñ¿il;p".ece como una realidadcierta, si por tal no se entiende un imperio .o" toau"'rri connotaciones. Hubode ser, eso sí, una irradiación comerciäL ru..âä. ðä;äoyada en argunos en_claves de carácter colonial, o en representaciones méråntites en los lugaresoportunos, y e.iercida con indudable ãutoridu¿ v con uiân.. ."pun.ionistas. Nofaltln, incluso, las pruebas arqueológicas.

Son evidentes en Ia isla de Therä, donde la ciudad de Akrotiri se presenta; de la llamada Casa Oeste in_

ones, dispuestas como unasimo testimonio gráfico de

minoicos se han descubie 'e, restos de asentamientos

tre creta v .i Þàroponeso- y hueilas de su das, o en la de citera -en-

trarse en muchos otros lugares (Mileto, Ias ;,_flu.encia generalizada_en elãmbitò egeo,'de I Iacultura micénica. Se ha /neo, desde Palestina a S à-

nombre Mi,noa guarda rcretenses, aunque no existen pruebas de una implanni parece.probable que se dieia; muchos ¿e esos norexplicación incierta. _Parece, no obstante, que con los cretenses de la Edad delBronce se emprendió un camino

_qug trauiíän aã ã"rrãriàát más tarde los micé-nico_s, los fenicios o los griegos dê época clásica.Está bien documentado, por lo demris, .i-itð."*.nto del comercio exteriorde los cretenses, entre otros ìitios con ngipto;r*üä;ísimo mercado abiertod.esdg hacil tiempo. Como se sabe, el coñtinu'o iniercàmùio de mercancías conel país del Nilo,_y ta consiguiente apâriciOn ¿e ôú;ét";

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glo:,"1 Cr_eta,, ha permitião aphcár fechas a¡soiriáã tohistórico de la cultura minoica por el establecimiànt ücronología egipcia.

En sus textos, denominan.los egipcios a.Creta eL paß d,e Kefii,u, y repre_sentan a sus gentes en los relieves õômo individuos oõ ãuerpo gíárcrl', ä" hãr"_bros fu ostro de ãjõ, g*"a., y expresivos, conperfil a rgo y ensortijado. proporcionan, por tan_to, una eienses dan äe sí mismos en sus propiascreaciones artísticas.,Entre otras cosas, suministrab acre{aansipto piedi;õ;;:ciosas, metales, plantas y productos ar'omáticos v r-*ì.ð,ìticos, metales, cerá_micas y otros derivados aitesanales.La riqueza y la pr

níficos pätacioä, oð t mag-

demas "o*pã"ånìãr n los

rámica, vemos manifestarse una vez más el afán por la renovación en .I u.'il;:dono del estilo de camares y su sustituci¿n poi-àí.o, îulîïr, más sobrios, conla nota común de -que,ahora

los vasos quedair .on .i .ãìo.'iatural del barro co-cido en horno oxidanre, y por ranto en to"oÀ;;ì* ãã^iu.ìuoo *uto, ióùi. ãrrojizo, castaño o negruzco.entre ellos la consabida es_

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Ce la llamada Casa Oeste in_

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tre Creta y el Peloponeso las' o en la de Citera -en-trarse en muchos otros I r presencia pueden encon-

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Está bien documentaão, þor lo dämas, eI inõ.emento del comercio exteriorde los crerenses, enrre orros ìitios "o"

nãiptã;id;ä;iä*o mercado abierrod.esdg hacía tiempo' como se sabe, el coñtìnu'o *î.."ã*uio de mercancías conel país del Nilo, y la consiguiente apãricr."^-áq;b¡Ëil"*"* p_Sio:.el Cr_erq, ha permirido ap[cär feðnas

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histórico de Ia cultura minoica por el establecimientr ücronología egipcia.En sus textos, gToilhui.los egipcios a.Creta eI.país d,e Kefiiu, y repre_sentan a sus gentes en los rerieves õómo individuos oä ãu"rpo grácil, de hom_bros fuertes y cintura estrecha, y un rostro dtójò? s¡r1äà, y expresivos, conperfil a menudo recto; el pero, neþro, Iargo y ensort¡aäo. pioporcionan, por tan-to, una imagen parecida a Ia quelos cretenses dan äe sí mismos en sus propiascreaciones artísticas_. Entre otras cosas, suministrab, ciòtrãËgrd;;åäi'*ïäciosas, metales, plantas y productos aromáticos t fñ;ilticos, metales, cerá_micas y otros derivados artesanales.Lariquezay la pr

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El d.isco de Fa,istos,siglo nn a. C. (Museo cte

Herakli(tn)

Vßta general de lnsruines de Faßtos

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FÍnal de Ia cultura mínoica

pañantes de la erupciónde azufre y cenizas, etc.- mrsmo_ -maremotos, nubela cercana isla de óreta. graves consecuencias para

;ar de exBlicar aquí, con lara minoica, sus causas, surtión. polémica, largamónie

algo postión tan irpero no 1

a ser tan sraves J,Tsi1:ifJîff?îîîå:.*i#ì:.i;

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Ciudødes y pølacíos

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Vista parcial del patio delpqlacin de Cnosos

con estas y aquellas referencias. Un gran conocedor de la civilización minoica,Paul Faure, comienza su interesante libro La ui,e quotidi,enne en crete autemps de Mi,nos (del que existe traducción española), con un capítulo introduc-torio que titula EL despertar de ln jouen Europa, una de tantas muestras dela caída en una tentación a la que, como se ve, no es fácil sustraerse.

Hemos visto también que Homero proporciona un portillo inestimable porel que franquear el muro que separa el terreno de Ia leyenda del de la realidadhistórica; y en su obra se pinta una Creta moteada por noventa o por cien ciu-dades. La indagación arqueológica ha venido a confirmar esa imagen literaria,enriqueciéndola con los perfiles de una realidad cadavez mejor conocida y con-trastada.

En principio, la alta densidad urbana es privativa de la mitad oriental de laisla, mientras en la occidental se comprueba una ocupación de menor nivel, conpredominio de pequeñas comunidades de pescadores en la costa, o de pastoresy agricultores en el interior. Las excavaciones han puesto alaluz en aquella mi-tad oriental multitud de centros, entre Ios que destacan el principal de Cnosos,cerca de la costa norte, en las inmediaciones de la ciudad actual de Heraclion(o Candía); cerca, al oeste, se halla Tilisos, y al este, junto a la costa, otro asen-tamiento principal en Mallia; hacia la costa meridional, y en el ámbito de la pla-nicie de Mesara, se hallan Faistos y la villa cercana de Hagia Triada; al este dela isla se encuentra Gournia, al fondo del golfo de Mirabello, y, más al extremo,Zacro y Palaicastro.

Esta constelación de ciudades hemos visto que empieza a estructurarse a par- 35

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sitios, como ui1.i potu.io cle Faistos, por qjem-as directrices clel urbanismo nrinoico .n gä,ì.-r, estaban definidas e' lo ese'cial clescle "estðs

tros menores, cotìto cortijcls, con fineses o centÌ'os cle rnayor t.atìgo.

þañcíón de lq escritura

, uua cat'acterística nianifestación cle lasen: la es-cle escriia de cli_

t priure.o f.r..as cle escritur" ,i.üTuill

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EL Llcnnado sello o anillo de MinosprocecLente de Cnosos

ter jeroglífico o pictogrâfico, a los que corresponde el curioso ejemplo deÌ discode Faistos, con inscripciones en espiral realizadas mediante la impresión en laarcilla de caracteres móviles. De estas primeras escrituras deriva en pafte otrade signos silábicos conocida como escritura LineaLA, que se usó en los palacioshasta el Minoico Reciente. Son escrituras muy complejas, que permanecen sindescifrar pese al esfuerzo de los filólogos, En su estudio se han dado pasos im-poftantes, pero aún se discute, incluso, sobre la lengua que reproducen,

Se ha pensado que en el lineal A se contiene una lengua sernítica, o una len-gua de tipo indoeuropeo emparentada con el luvita, eÌ hitita o alguna otra delAsia Menor) o una lengua de raigambre fundamentalmente egea, que algunos lla-man peló,sgi,cct -de las islas-, acaso pefieneciente también al tronco lingüís-tico indoeuropeo. La escritura lineal A dará lugar a una forma derivada de ella,también siìábica, con el añadido de signos nuevos, que es la llamada Lineal B.Aparece en tablillas de Cnosos de la época Pospalacial y en las ciudades rnicé-nicas, y -ésta sí- pudo descifrarse gracias al ingenio que a tal efecto puso acontribución el joven arquitecto y lingüista inglés Michael Ventris. Tras un pa-ciente trabajo, comprobó en 1952 que el lineal B transcribía una lengua griegaarcaica, un descubrimiento revolucionario para el conocimiento moderno de lacivilización griega. Su aparición en Cnosos se convirtió desde entonces en la me-jor prueba del dominio de los aqueos sobre Ia isla.

La posesión de escritura es un logro cultural cuya trascendencia parece in-necesario ponderar. Habría de convertirse en un instrumento importantísimo defijación, consolidación y transmisión de la cultura, aunque en sus comienzos Ia-tieran preocupaciones bastante prosaicas: selir a la contabilidad del palacio,controlar los tributos, inventariar los bienes, estar al serurcÍo, en suma, de las 37

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Uno de l,os grandes a\macenesdel pølnci,o d,e Cnosos

ces. También se advierte en tes¿urroniosr función de la escritura como mèáioã"

Aspectos urbanßticos y arquÍtectónicos

El clima benigno propiciaba las viviazoteas.ogurameîte visitaïiéstñ;; rrazas ointeresantãs reproduccion.J ¿ã.ã"uÃ,'. ;,i ðü

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EL LLamacLo Salón del Tronode Cnosos

sos; formaban parte de Ia decoración de un m n una especie

ãó inosaico de tema paisajístico, a juzgar por i das' De la ob-

iervación de estas piaquitas puôoe o.lî:tïîî,rar los vanos o. or$,i"?rffi-q:#

:achadas se explica por la bien probada.uz interiores.

queóloga americana Mrs. Harriettänte iñegular, con calles pavime as, ?daptadasà los acciãentes topográficbs del s' Ei tono ge-

neral de las casas .tïuy modesto, err ón, a base de" adobes Þisos: el infe-estaba ancias desti-es; el P los dormito-

rios, era accesible por una escalôra he es, de made-

;;;ï"dir;;*biétt tãn.t entrada propia las zonas de

mucha pendiente.Inclùso una ciudad tan modesta como esta de Gurnia dispone, hacia el cen'

il

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muy poco o nada en común- p6¿;;;;;ó; *;ï ä:,åä,:årTìå:].". tienel

abu renú.e^1^R_r9zas o estancias se al

lare clones mediante vanos. de dos o más pisos smuchas vece

oliferació. de entalidad. La adaptación air y el exterior ducen una íntima-conexiólrla ausencia d arquitectura.y paisaje, quc

el conjunto de los oisurio

,as y àvanzadas, por ejentiluminación de lós intério: la piedra, con frecuenci¿rares y paftes sustentantes

constructivo prinaruco en los movi-columna minoica:

, remata en un vo.convexo y una pieza pris

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Pafte esencial cle la apariencia de los p¿lacios la proporcionaban el coloric'rde los etementos alquiteôtóni¿";;ï ìiquisirna decoración pictórica mural qu.

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e de lransnìrl,etì unlrrr el-p, í.i'åiTìåÌii¿" i

3 arqurtectura I' entolr-ro paisajístico qu(,se adr,ret-le.

tPulacíos o sqntuaríos?

tatios puede explicarse bien como resulescripciones rituales. y tan importantc r r

sos, por ejemplo, se hallan en ese lado el l

bterráneas de rico contenido religioso, con las interesalrlr,:.9.^lT,:.ryiente¡, y, jurto a b eíquinå .*, un conjurrri rt,,rnpantta, bren documentada como una fórmula ar{uite.t,,

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ruca propia de templos o edjficios sag'a,Mallia una pequeña estancia con un ñaroquedades en el borde y en el centio, rquizá los primeros frutos de las cosechareferencia a los altares) cuenìos de con¡(como eI b,brys, o doble hacha, en Cnorituales, etc., hallados en los palacios.

. Es también significativo el hecho de que, arruinados los palacios, las ocupa-ciones o utilizacionesligiosa, Rðcorãemos c re-

el"de Cnoso, f* p..p å"la llamada capilla de I

"rìel sector suroriental del palacio, donde eran veneradas dos hachas dobles situâ-das sobre sendos altares de cuernos.

Son éstas las razones que han llevado a algunos autores a sostener el carâc-ter esencialmente religioso de los supuestos pãìacios, y a que p. Faure propon-ga, con rotundidad, que_ deben dejar de ser considerados ìomo tales pará serinterpretados como verdaderos santuarios o monasterios, Según este estudiosofrancés, la residencia del so en otroen los edificios de notable p que losbién existen en la generalid cas conþ 0.. Hagi-a Triada, junto a Faistos; er llamado pequeno palac,io, en las inme-diaciones de cnosos; la gran casa de la colina del profeta Elías, jr"t" ;f p;Ëi"de Ma_llia; y Ia casa-A, en la loma de San Antonio, en Zacro.

SiIos palaczos son en realidad santuarios, habría que concluir que, en la so-un lugarel clero,cia capi-cción de

; mismos. Son, por tanto, cuestiones prin_qip-aleq para penetrar adecuadamente en la particuÍar idiosincrasia de la socie-dad minoica y en sus sistemas de organización.

Las creencías y el ørte

Terminar la breve semblanza de lasin asomarnos, siquiera sea de pasada,caso una incuestionable mutilación demitir. Porque en la cultura minoica la resi es bien cierto que se repite a menudota de Minos arcanza extremos poco comunes. Acabamos de ver, por ejemplo,que el palacio podría tratarse, en realidad, de un santuario, y razoñes nó taîtanpara pensarlo.

Por otra parte, la carencia de textos de la época, al margen de tradicionesposteriores que conserven con mayor o menor fiescura el reðuerdo de los tiem-

que reconstruirlas fundamentalmente abemática fundamentalmente religiosa, yrs, filológicos y cuantos pudierañ coad-onerse a ello, el gran investigador de la;ubrayar la abundancia de ilustraciones

que aportan los monumentos minoicos, antiôipaba las dificultades que podían 45

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Diosas de las serpientes cle Cnosos, releuantentlLestt'cL cle lct esccLscL pLásticct nti:¡toiccL

toparse, Inediante el recurso al expresivo súnil de que es como si nos hubier.¿rIlegado un lib¡o de imágenes sin texto, y rehacer éstò a t ru¿. ,r. aquåiráÀ;;;ìtarea sencilla,

Una religíón nqturalísta

Tras utt recorrido por las manifestaciones conocidas, puede proponerse urìcltadro de la-r'eligiosidad minoica clefiniclo por su .u.¿ãtãi^p.ofun^damente natìr.ralista, heredero directo de las tracliciones èlaboradas duraite el Neolítico. Aun-qug sq?^.a.Iiesgo de simplificar demasiado las cosas, y cle echar.*u^; àã hþ;tesis clifíciles de contrastar, puecle decirse que la .érígi* minoica tiene com'centro plincipal de atención el culto a L

gurarnente con la 'Iierra, rnadre universtiende sns poderes sobre la vicla v sobrno, qlle se concrculino, tal vez ecada año: seríama religioso quagrarlas, y que se ntes formas de cuÌto en época clásic¿r,en especial en el religìones mistéricas: cuitos dionisí¿r_cos, mlsterios de libeleõ y Attis, cle Isis y Osiris, etã8ter¿r

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Pinturu del sa|to clel toro proceclented.e Cnosos

Las llamadas Di,osas d,e kß setpì,mtn9g de aquella divinidad principal, ãparttplastica minoica. Se trata de dos figriras ,

los depósitos hallados en las cishsäel sa

te las serpientes hacen en este caso alu_rciadas como protectoras de la casa, tra-1a. Según esta idea, serían diosas áe Ìa

vq-.y a los pájaros -la lechlza-, asociminoicas.

Iln efecto,.los pájaros aparecen a menudo en las representaciones minoicas decaracter religioso, quizá como atributo o. urgúãr-äì*iiouo.r, p.- ðr"pori_ 47

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