Bello, Andrés - Obras completas. Vol. 05. Estudios gramaticales

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OBRAS

COMPLETAS

DE

ANDRES BELLO

y

Primera Edicin, 1951 Ministerio de Educacin, Caracas. Segunda Edicin Facsimilar, 1981 Fundacin La Casa de Bello, Caracas. Depsito Legal if. 8 1-2.990

ESTUDIOS GRAMATICALES

COMISION EDiTORA DE LAS OBRAS COMPLETAS DF

ANDRES BELLO

RAFAEL CALDERA1)IRECTOR

PEDRO GRASESSECRETARIO

AUGUSTO MIJARES ENRIQUE PLANCHART JULIO PLANCHART

(1897-1979

1894-)953(1885-1948)

FUNDACION LA CASA DE BELLOCONSEJO DIRECTIVO

1980/1983

OSCAR SAMBRANO URDANETADIRECTOR

RAFAEL CALDERA PEDRO PABLO BARNOLA PEDRO GRASES JOSE RAMON MEDINA LUIS B. PRIETO F.

J. L. SALCEDO BASTARDOVOCALES

ANDRES

BELLO

ESTUDIOS GRAMATICALESPROLOGO SOBRE

LAS IDEAS ORTOGRAFICAS DE BELLOPOR

ANGEL ROSENBLATDE LA UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA

LA CASA DE BELLOAO BICENTENARIO DE ANDRES BELLO

CARACAS, 1981

RELACION DE LOS VOLUMENES DE ESTA SEGUNDA EDICIONPOESIAS BORRADORES DE POESIA FILOSOFIA DEL ENTENDIMIENTO Y OTROS ESCRITOS FILOSOFICOS 1V. GRAMATICA DE LA LENGUA CASTELLANA I)ESTINADA AL USO DE LOS AMERICANOS V. ESTUDIOS GRAMATICALES VI. ESTUDIOS FILOLOGICOS 1. PRINCiPIOS DE I.A ORTOLOGIA Y METRICA DE LA LENGUA CASTELLANA Y OTROS ESCRITOS Vil. ESTUDIOS FILOLOGICOS II. POEMA DEL CID Y OTROS ESCRITOS VIII. GRAMATICA LATINA Y ESCRITOS COMPLEMENTARIOS IX. TEMAS DE CRITICA LiTERARIA X. DERECHO INTERNACIONAL 1. PRINCIPIOS DE DERECHO INTERNACIONAL Y ESCRITOS COMPLEMENTARIOS Xi. DERECHO INTERNACIONAL II. XII. DERECHO 1NTERNACIONAL III. DOCUMENTOS I)E LA CANCILLERIA CHILENA (Vol. XXI de la primera edicin de1.

11. 111.

Caracas)

XIII. XIV. XV. XVI. XVII.

DERECHO INTERNACIONAL IV. DOCUMENTOS DE LA CANCILLERIA CHILENA (Vol. XXJ1 de la primera edicin deCaracas)

CODIGO CIVIL DE LA REPUBLICA DE CHILE (Vol. XII dela primera edicin de Caracas)

CODIGO CIVIL DE LA REPUBLICA DE CHILE (Vol. Xiii dela primera edicin de Caracas)

CODIGO CIVIL DE LA REPUBLICA DE CHILE (Vol. Xlii de

la primera edicin de Caracas) DERECHO ROMANO (Vol. XJV de la primera edicin de Caracas) XVIII. rEMAS JURIDICOS Y SOCIALES (Vol. XV de la irimera edicin de Caracas) XIX. TEXTOS Y MENSAJES DE GOBiERNO (Vol. XV! de a primera edicin. de Caracas) XX. LABOR EN EL SENADO DE CHILE (DISCURSOS Y ESCRITOS) (Vol. XV!! de la primera edicin de Caracas) XXI. TEMAS EDUCACIONALES 1 (Vol, XViJI de la primera edicin de Caracas) XX11. TEMAS EDUCACIONALES II (Vol. XV111 de la primera edicin de Caracas) XXIII. TEMAS DE HISTORIA Y GEOGRAFIA (Vol. XIX de la pr);iiera edicin de Caracas)

XXIV. XXV. XXVI.

COSMOGRAFIA Y OTROS ESCRITOS DE DIVULGACION CIENTIFICA (Vol. XX de la primer~i edicin de Caracas EPISTOLARIO (Vol. XXJJI de la primera edicin de Caracas EPISTOLARIO (Vol. XXJV i~e la primera edicin de Caracas

LAS IDEAS ORTOGRAFICAS DE BELLO

Las ideas ortogrficas de Bello tuvieron extraa fortu na, hasta el punto de que los legos las identifican frecuentemente con todo su pensamiento gramatical, tan rico y complejo. Esas ideas eran consecuentes con su criterio general: deslatinizar la gramtica castellana, para elaborarla, como es natural, segn el sistema de la propia lengua caste llana. Pero le preocupaba mucho ms un problema de orden prctico: simplificar de manera racional la ortografa para facilitar la inmensa tarea de extender y generalizar en el naciente mundo americano las artes de leer y escribir, ~que son dice como los cimientos sobre que descansa todo el edificio de la literatura y de las ciencias. Y sin embargo, don Andrs Bello, siempre tan circuns pecto, no se habra arriesgado a una reforma tan aventurada de no sentirse alentado por circunstancias extremadamente favorables. De una parte, la falta de una norma ortogrfica general1 de un uso constante, ni aun entre las capas. ms cultivadas de Espaa. De la otra, un impulso de reforma ortogrfica que abarcaba toda la tradicin espaola. desde Nebrija, que haba seducido a figuras de primer orden como Juan de Valds, Fernando de Herrera el Divino y Mateo Alemn, que en su tiempo estaba encabezado por la misma Academia Espaola y que flotaba en el ambiente general. Todava en 1837 la Academia estaba atenta al urumbo1 indicaciones sobre a conveniencia de simplificar y unificar la ortografa e* Amrica. Vase en este volumen, p. 72.

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que seguan los buenos escritores para adoptar sus normas ortogrficas. Pero en 1844 la reina Isabel oficializa la ortografa acadmica, que en la segunda mitad del siglo XIX se impone en Espaa y casi toda Amrica, y hoy son los escritores los que deben atenerse al rumbo seguido por la Academia. La ortografa ha llegado a fijarse, lo cual no quiere decir que estn cerradas las puertas para toda reforma. Las nicas tres innovaciones de la Academia despus del primer ~ensayo ortogrfico de Bello, la de 1837, la de 1884 y la de 1911, estn, como veremos, dentro de la lnea de las ideas de Bello. Cualquier progreso futuro estar siempre dentro de esa misma lnea. Porque Bello representa el ideal hispnico de sencillez ortogrfica, de fidelidad a la lengua hablada, permanente a travs de toda la historia espaola y que ya haba sustentado en la Roma imperial el espaol Quintiliano. Vamos a ver cules fueron las circunstancias especiales que impulsaron a Bello a la reforma ortogrfica, en qu consistan sus ideas, cmo surgi la llamada impropiamente ~ortografade Bello, y el destino ulterior de sus ideas e innovaciones. Pero a fin de comprender el alcance de la reforma que l sostuvo y alent, no est de ms que recorramos de manera panormica la historia de la ortografa castellana. Veremos as que la manera de representar por escrito los sonidos no tiene fijeza intangible, sino que ~esun producto histrico, que se encuentra en continua transformacin, que cambi antes de Belloa en la poca de Bello y despus de Bello, y que lo que llamamos ortografti castellana es en rigor una adquisicin reciente, susceptible de reformas futuras.

1.

ORIGENES DE LA ORTOGRAFIA CASTELLANA

La ortografa castellana es una prolongacin directa de la latina. Las primeras palabras en romance castellano las esx

Las ideas ortogrficas de Bello

cribieron los que escriban en latn, y es natural que trasladaran a las nuevas formas sus viejos hbitos. Se escribe casas, flores, amas, tres, etc., ininterrumpidamente desde la poca latina hasta hoy. Aun en los casos en que la pronunciacin ha cambiado sensiblemente, hay perfecta continuidad ortogrfica: avellana, cruc.es, etc., se escriben exactamente igual en el latn clsico y en el castellano actual, aunque ni la y, ni la 11 ni la ce se pronuncian igual. La pronunciacincin cambia y la letra queda. Pero en los siglos oscuros en que monjes y notarios empiezan a escribir, en sus glosas, textos religiosos y documentos, las primeras palabras castellanas, tampoco era muy firme el sentimiento ortogrfico de la lengua latina, la cual se pronunciaba a la manera romance y casi se escriba como se pronunciaba. Y cuando monjes y notarios se encuentran con sonidos inexistentes en latn~, tienen que improvisar signos nuevos o combinaciones nuevas de signos viejos.

Uno de esos sonidos nuevos es el de la . Como procede de combinaciones diversas 2 se represent en los viejos documentos castellanos de maneras tambin diversas: uinias, famanjo, entraina, estagno, castango, senigor, pungno, dom~gna,anno (vias, tamao, entraa, estao, castao, seor, puo, doa, ao), etc. Entre tan variadas soluciones acab por triunfar nn, que poco a poco se impuso en la forma abreviada de . A travs de vacilaciones que se prolongan durante muchos siglos, el castellano fij una grafa seor frente al italiano signore, al francs seigneur, al provenzal y portugus senhor y al cataln scnyor La vacilacin fu extrema en el caso del sonido ch, que es un desarrollo del castellano antiguo. El moderno Sancho~.

2 Nn (annum>ao), irzn (danznum>dao), -ni(vinea>via), gn (ligna>lea), ng (tangere>tair).

(Hispania>Espaa),

-ne-

~ Del mismo modo, antes de fijarse la 11 para el sonido actual, se escribi mu-~ ser, Palgares (Pallares), fi/go (filio hijo), anos (llanos), Casiieilia (Castiella), etc. Predomin, con sentido conservador, la misma II latina.

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o Snchez aparece en los documentos hispanolatinos y en los comienzos de la grafa castellana de modos diversos: Sango, Sangez, Saniez (igualmente dereio ~derecho, etc.), Saniho, Sanxez, Sancxez, Sancgio, etc. Y aun haba otras variantes: contradicho aparece escrito contradiggo, etc. Por ltimo se impuso la combinacin ch, tomada del francs. El nuevo sonido castellano que result de las combinaciones latinas ce, ci, ho, tia lo representan ios documentos antiguos con c o con z (la z de los viejos helenismos del latn) : prezio, palazio, preseizzia, conzilio, etc. La escritura visigtica acostumbr poner a esa z un copete en forma de e. Ese copete fu cobrando cada vez ms cuerpo, hasta el punto de desplazar hacia la parte inferior a la z. Cuando la vieja letra visigtica se sustituy en Espaa por la letra francesa, esa z suscrita se fu convirtiendo en un puro apndice o rasgo, y as surgi la cedilla o zeda pequea. Como se pronunciaban distintas la z de razn y de caza, la escritura de la poca trat de diferenciarlas. As aparecen grafas como Goncainez (Gonzlvez), infancones, Maccanares (Manzanares), kabesza, moszo, Mascanares, aranzcadas (aranadas). Poco a poco se fijan en el siglo XIII los signos z y para distinguir los dos sonidos. La diferencia en la pronunciacin de y z se borra a fines del siglo XVI y principios del XVII, pero la diferencia ortogrfica se prolonga hasta el siglo XVIII. El castellano abandona entonces su cedilla, que van a conservar el portugus, el cataln y el francs, ms conservadores en materia ortogrfica. Pero si el castellano abandona la cedilla, conserva todava, como resto de la vieja distincin, aunque muy adulterada por las vicisitudes ortogrficas, la distincin entre ce y zeta, que hoy carece en absoluto de sentido fontico. Llama la atencin que en aquellos primeros tiempos de la escritura castellana se impongan con amplio uso dos signos que no son propiamente latinos, sino griegos, introducidos en el latn con los helenismos de la poca clsica: z, y. Y aun ms curiosa es la frecuencia con que se encuentra la xl

Las ideas ortogrdficas de Bello

k, tambin griega, aun en voces y nombres de claro abolengo latino: kauallo, Kastelia, etc. Es sin duda influencia de los textos eclesisticos, llenos de voces griegas, y quiz sobre todo de los textos religiosos visigticos, aun ms helenizados que los hispano-romanos. En realidad no se puede hablar de una ortografa antigua. La escritura era vacilante e insegura, y a veces coexistan siete u ocho maneras de representar un soio sonido Se llegar a una relativa uniformidad a travs de una lenta labor de seleccin que dura siglos y en que colaboran muchos pases. Los mismos problemas se presentan en todas las lenguas romnicas, y aun en escala europea general. En la escritura latina medieval alternan dos formas de la u (u, y, forma angular o redondeada del mismo signo), y ambas van a servir para la u romance (vn, un), y tambin para el nuevo sonido consonntico de y: ava o ania (haba). Del mismo modo, alternan tres formas de i: la i corta o media, la 1 (i alta, muy frecuente desde el siglo XIII, que va a dar la mayscula moderna) y la j (i baja, cada, que se va a transformar en la jota moderna), y aun vino a sumarse a ella la y, que..de los helenismos se extendi a todos los casos Y a su vez las distintas formas de la i alternan para nuevos sonidos consonnticos surgidos por evolucin: inuier-mujer~.

~ Vase Ramn Menndez Pidal, Orgenes del espanol, 2~cd., Madrid, 1, 1929, pp. 50-78. 5 Los escribas medievales, que no podan distinguir entre helenismos y voces latinas patrimoniales, empezaron en seguida a usar promiscuamente i e y. Primero en cualquier palabra de apariencia extica, luego en cualquier palabra. Se prefera y, por razones de claridad, en contacto con n, m, u (hay que tener presente que la 1 se escriba sin punto); y luego en posicin final, sobre todo en diptongo. Como la i representaba a veces un sonido consonntico (uieio viejo) se tendi a preferir la y para la vocal (ysla, yr, tenye tena, etc.). Este uso fu general hasta el siglo X\TII, y subsisten restos de l (la conjuncin y, la y final de los diptongos) en la ortografa actual. La conjuncin copulativa se representaba con el signo & o r de las notas tironianas (la taquigrafa jurdica romana), pero a veces tambin i o y: hi en documentos de 1222, 1258, el Apolonio y el Fuero Juzgo; hy o y en el Fuero Juzgo y el Cid; i en el Misterio de lo~ Reyes Magos y en los textos aljsmiados; y (yl y le) en la Primera Crnica General y la General Estoria de Alfonso el Sabio (Menndez Pidal, La Leyenda de los infantes de Lara, Madrid, 1934, pp. 392-393). Tambin hubo la tentativa de reemplazar la 1 por la j (la i baja). Desde el siglo X, es, los documentos latinos, se distingue libi de grat)a, en diptongo (un manuscrito toledano del ao 902 escribe gratjas, benedicijone), pero luego en romance

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muger, jerba-ierba-yerba, etc. Casi todas las lenguas europeas llegarn a la diferenciacin de estos signos en poca muy moderna, despus de denodados esfuerzos. Cuando la escritura va pasando de los clrigos y notarios al uso de los juglares, que transformarn el castellano en lengua literaria, se alejar aun ms de los orgenes latinos, se ajustar ms a la pronunciacin: la escritura juglaresca ser escritura para el odo. Los cantares de gesta se difundirn gracias a las numerosas copias y refundiciones, y estas copias y refundiciones, a travs de todos los senderos de Europa, crearn tambin hbitos generales de escritura. Paulatinamente se van manifestando y extendiendo ciertas tendencias regularizadoras sobre la base del principio de la claridad y la sencillez. Esas tendencias han progresado ya mucho cuando se compone el Poema de Mio Cid (hacia 1140), pero todava se observa gran irregularidad, aun en la copia tarda de Per Abat, de 1307, en la que se nota indudablemente una regularizacin modernizadora. Una serie de alternancias y vacilaciones se remontan sin duda al manuscrito original. Alternan para la i tres grafas: dige, sjn, yfante 6 Dos para la u: aun o avn, cauallo y averes. Se escribe archas o arcas; plogniere o piogiere; Aiffonsso o Aifonsso; iuntar, juntados, mensaie y mensage, y aun consejo, consegar y guego (consejo, consejar, juego), cuatro maneras de representar un mismo sonido; ayuda, aiudar y hyerno; ritad y rritad riqueza); sonrrisss (sonrisse) y sonrisar, seor y sseor, falso y falsso; Campeador y Canse encuentra esa j baja para el uso voclico: sn, etc. Igualmente se us en las cifras romanas: iij, etc. Y tambin se empieza a reemplazar por la i alta (1: sobrepasaba la lnea por arriba, y tambin por abajo). Desde el siglo XIII en inicial de palabra: lusticia, Induzir, Instrumento, etc. Pero tambin en interior (cuando tena el valor de la consonante y): malor, alo, etc. Y en el uso consonntico: justicia, filo, concejo, etc. Parece percibirse en esos usos un claro afn de distincin fontica, que se resolva en nuevas confusiones y que deba tardar muchos siglos en definirse. 6 Dci mismo modo, en un manuscrito de las obras de Berceo de principios del XIV (cdice A): auja (iaba), nsj, ujllano (villano), ujda (vida), ieiunjos (yeyun:os ayunos), Njnjue (Nnive), mejores (mejores), etc. Vase C. Carroll Marden, Cuatro Poemas de Berceo, Madrid, 1928, y Veintitrs milagros, Madrid, 1929.

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peador, campaas y con paa; duea y duena; vassailo y vassalo, castellano y castelano, etc. Vacilaciones de carcter especial presenta el uso de la h. La copia de Per Abat tiene las grafas heres eres, hacomendamos encomendamos trabe (para marcar el hiato), hi y, hya ya., hyo yo hyd id etc. Es la h muda del latn, conservada por los escribanos y clrigos y extendida profusamente por falta de conciencia etimolgica a casos diversos. Pero ya desde los comienzos de la grafa castellana hay en el Norte de Castilla una aspiracin, procedente de f latina (Menndez Pidal la ha documentado desde el siglo XI), que se representa tambin con h, quiz como prolongacin del hbito de la escritura visigtica de representar con h la aspirada germnica. Abunda ms la h muda en las tierras donde no se aspiraba la h, pero pronto en los textos castellanos del Norte deba alternar la h aspirada con la h puramente ortogrfica. Toda la literatura de la poca va a presentar en general las mismas vacilaciones, y cuando ci mester de clereca recoge la herencia juglaresca, la escritura castellana es ya escritura para el odo. El mester de clereca como literatura libresca (los clrigos tenan siempre presentes los textos litrgicos, con sus consonantes dobles, sus grupos consonnticos cultos y sus helenismos con ph, th, ch, y, z) le imprimir algn sello ms cultista y latinizante, lo cual contribuir a aumentar las vacilaciones, hasta que las experiencias d~ trescientos aos de escritura castellana van a dar, en un primer esfuerzo de sistematizacin, la ortografa de Alfonso el Sabio.II. DESDE ALFONSO EL SABIO HASTA NEBRIJA (1212-1492)

En los varios siglos en que la lengua castellana la escriban los juglares, y la poesa era sobre todo obra de entrete7 R. Menndez Pidal, Cantar de Mio Cid. Texto, nueva edicin, Madrid, 1944, ~ 5 1-59. gramdtica y vocabulario,

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nimiento, la grafa estaba, en general, a merced de las tendencias individuales de los copistas. Pero cuando con Alfonso el Sabio asciende a la categora de lengua oficial del reino de Castilla, y se escriben en ella, y no en latn, los documentos de la Cancillera Real y las cartas de ventas y contratos; cuando empiezan a salir de la corte, y de la misma cmara real, las obras en romance que van a compendiar todo el saber jurdico, histrico y cientfico de la poca y una serie de libros nuevos traducidos del latn y del rabe, la manera de escribir habr encontrado una norma superior. La regulacin ortogrfica es una de las manifestaciones de la regulacin lingstica general. Mientras la ortografa francesa se fija en el siglo XIII bajo la tutela del latn, por influencia curialesca y notarial, en reaccin contra la escritura de los cantares de gesta ~, Alfonso el Sabio, que recoge y consagra la poesa de los juglares para verterla en su Crnica general como documento histrico de primer orden, va a mantener y fijar la ortografa castellana sobre las mismas bases que haban servido a ios juglares: la pronunciacin popular. Y as como la obra de Alfonso el Sabio asegura la continuidad de la tradicin juglaresca a travs de toda la literatura espaola, hasta nuestros das, asegura tambin, por reflejo, la fidelidad de la ortografa castellana a las fuentes de la pronunciacin viva. La ortografa alfons es una prolongacin de la de los siglos XI y XII, con un afn nuevo de precisin, sencillez y regularidad. Si en general la lengua culta del siglo XIII se levanta sobre la lnea popularista de la poesa romance, hay que agregar, en el siglo en que surgen las universidades, en que se seculariza la cultura y se produce un primer Renacimiento europeo de las letras, una sensible influencia latina. En la armonizacin de las dos tendencias, que se manifiesta ya en el mester de clereca, est la obra lingstica de8 Vase Charles Beaulieux, Histoire de lorthographe franaise. Tome premier: Forniation de lorihographe ds origines au nsilieu du XVIC siecle. Pars, 1927, 367 pginas.

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Las ideas ortogrficas de Bello Alfonso el Sabio, campen del castellano, drecho, el castellano recto en que l endre o armoniz los usos divergentes de sus colaboradores. La Cancillera Real, con sus funcionarios de jerarqua varia, estaba encargada de elaborar y emitir los documentos oficiales. Adems, en la cmara real del Alczar de Toledo o del Palacio de Sevilla, los escribanos copiaban las grandes obras del Rey Sabio. El arte de escribir se emancipa entonces de la tutela conventual, y hace su aparicin la clase prolfica de los amanuenses laicos, adscritos al palacio o libres. Surge as un conjunto de cdices (Cntigas, Libros del axedrez, Libros del saber de Astrono-ma, General Estora, etc.) de valor nico en Europa Desde las primeras obras del reinado (tomamos el Setevario, por ejemplo) hasta las ltimas (tomamos la Crnica General) se nota una paulatina progresin, una lenta seleccin de recursos. Vamos a sistematizar las lneas generales de esa ortografa:~.

se ha fijado el uso de la 11 y la nn (= ); y z se han diferenciado con criterio fontico estricto (dezir, fazer; coraon, aucar) 10 y tambin x y j (dexar, dixo; fijos), aunque, para el sonido de la j se usaba tambin la i y la ge 11; tambin estn diferenciadas s y ss (casa, passar), aunque en posicin inicial y en las voces compuestas hay discordancias e irregularidades entre los distintos manuscritos y aun dentro de un mismo captulo de un solo manuscrito 12; b y y estn diferenciadas en general con criterio fontico (bien, biuir, sober~ia, auer, etc.), para la bilabial oclusiva y la bilabial fricativa, pero para el sonido fricativo alternan u y y; estn fijadas tambin ga, go,Agustn Millares Carlo, Tratado de Paleografa espaola, 2~ cd., Madrid, Antonio C. Itioriano Cumbreo, Curso general de Paleografa, y Paleografa ~ Diplomtica espaolas, Oviedo, 1946. 10 La (cedilla) como signo constituido triunfa con los sibalaes de Alfonso el Sabio, ya en 1271 (Menndez Pidal, Orgenes, 72-4). Y la distincin con la z s~afirma y generaliza desde 1240 (Id., Cid, 1, 221). 11 Por ejemplo, meior, iuez, trabaiar, uieio, fijo, jamas, coio (cogi); snugier, enuegeer, lenguage, ageaso, etc.; gela darie y ie la darje; Egypto, Eggipto o Egipto; consejo y fija en la misma lnea de la Crnica General. 12 El Selenario (al menos uno de los manuscritos) escribe casi sin excepcin ssieie, Ssanta, otrossi, fazensse, etc., pero la Crnica General y otras obras usan sistematicamente a inicial y duplican de n~anerairregular en las voces compuestas. 9

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gu, gue, gui (tambin aguero, verguena, sin diresis) y ca, co, cu,que, qui (pero tambin q-ualro, quando, etc.), y la ch est impuesta para el nuevo sonido africado del castellano (mucho, noche, etc.) 13~

Persisten en el sistema las siguientes inconsecuencias, que se mantendrn en toda la poca: 1) i-y, y a veces j o 1 (s~baja y alta), alternan para el valor voclico: yr, juyzio, ueye (= v~e), ayre, mouyiniento, ymagen, seys, muy, rey, otrosy, deuyeran (debieran), yuyerno (tambin yuierno, ivierno), muj (muy), etc., y al mismo tiempo la i y la j alternan como hemos visto para el uso consonntico con la g (meior, fijo, mugi~er;lenguage junto a lenguaje); la y tiene adems valor Consonntico en mayor, reyes, Troya (tambin Pompeio), etc; 2) u-ii alternan para el valor voclico y Consonntico a cada paso: vos junto a uos; lluuia, vn, noluntad, uuestra, nueuo, yeruas, etctera. Como mayscula slo V, uso que todava se conserva a veces en nuestros tiempos. 3) nb, np es lo general (nonbre, enbiar, menbrarse, conpanna, sienpre, etc.), pero tambin con frecuencia mb, mp (Llambla junto a Llanbla; complida junto a conplida, etc.);4) rr inicial se encuentra sistemticamente en el Setenario (rrey, rrazon, rreebir), pero no en la Primera Crnica General; en cambio es general onrra, con criterio fontico, en el Setenario; en la Crnica alternan onra y onrra 14~

A estas inconsecuencias, que vienen de la poca anterior y que quedan sin resolver, se agregan otras, de tipo cultista, por influencia latinizante: uso de h, duplicacin de consonantes, representacin de los grupos consonnticos cultos, etctera. Tratemos de sistematizarlo:13 Dice Menndez Pidal, Orgenes del espaol, pg. 78: Todava alguno de los primeros escritos literarios del siglo XIII, como la Disputa del Alma y el Cuerpo, se manifiesta muy dentro de los usos arcaicos: desconoce la , empleando la c y la z indistintamente para el sonido sordo o el sonoro (ama,zezient, corazo,s, fecist); desconoce la ch, usando en su lugar : o g (leio, nog); es como muestra ltima de la grafa de nuestros siglos X y XI, y nos confirma en la idea que esa grafa vacilante arriba estudiada sirvi para escribir una literatura romance perdida, de la cual formaban parte, sin duda, los primitivos cantares de Los Infantes de Lara y del Infant Don Garca. 14 El manuscrito A de la General Esloria, que reproduce Solalinde en su edicin, emplea al comienzo de palabra, con vaior de rr, ursa R mayscula bajaHubo, pues, un intento de diferenciacin con criterio fontico.

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Las ideas ortogrficas de Bello 1) En general la h no se escribe 15, y as tenemos omnes (hombres), onrra, auer (haber), onbro, oy, istoria, etc. Pero est ya generalizada la h antes de u 1e inicial (hueste, huerta, etc.) ~, y la h para marcar el hiato entre vocales (acabeser, Tuhy, lahen, mahestre, etc.); se encuentra adems, con frecuencia, en las formas monosilbicas del verbo haber (ha, han), en algunas palabras que tienen h en latn (heredad, humor; heredar, junto a deseredar; tambin eredar), en otras ocasiones (hya ya, hy all, hermanos), y aun a veces una h antietimolgica, ultracultista: horden, husar, etc. Ya hemos visto que tambin en la copia de Per Abat abundaban estos usos de h. 2) Es frecuente la duplicacin de consonantes, sobre todo la de que llega a convertirse en manera sistemtica de representar la letra 17; tambin se duplican cc (peccado), bb, J4i, y aun 11 (sillabas, Gallizia junto a Galizia, etc.). Abundan tambin, aunque no siempre de modo consecuente, las grafas latinizantes ph, th y ch (philosoffo o fflosopho, propheta, thesoro, cithas escitas, Nabuchodonosor, christiano; pero tambin cristiano, etc.). 3) Aparecen frecuentemente representados los grupos consonnticos cultos: fructos, sancto, Occident, Septentrion, escrlfrto, sciencias, naser, ineresimiento, asettcion, resurrecion, etc. Y hasta casos ultracorrectos: Occeano (General Estoria), etc. En los distintos manuscritos alternan septimo, octavo con s~tmo,olauo, etc. 4) Se encuentra en general quatro, quando, etc., y aun quenta, con criterio etimolgico (junto a cuenta); tambin grafas latinizantes como numqua (Crnica General). 5) Aparece a veces la grafa ti por ci (gneration o generacioli, gratia-plena, prophetia o fr rophecia). Se encuentra igualmente en manuscritos de Nebrija de principios del XVI: redemption, resurection, etctera. 6) Las grafas regno, regnado junto a rey, reyna, etc., son probablemente de tipo latinizante 18~15 Hay que tener en cuenta que las obras de Alfonso el Sabio mantienen con regularidad la f latina: fazer, fijos, fermoso, etc. (a veces con ff). En el Norte de Castilla se usaba en esos casos la h, que se pronunciaba aspirada, y con ese motivo surge en muchos manuscritos un nuevo motivo de confusin e irregularidad entre la muda y la aspirada. 16 Sobre esta h vase nuestra nota en la pg. 110 de este volumen. 17 Por ejemplo, en uno de los manuscritos del Setenario (ffazer, ffe, ffrio, enffermo, etc.). Es menos frecuente en la Crnica General, pero tambin se encuentra (affan, deffiendo, fflaca, inffantes, Affrica, Ffernando, etc.). Esa duplicacin abunda en todos los textos del siglo XIII y principios del XIV (tambin en la copia de Per Abat se encuentra offrecieron, Alffonso, aff), y era c~racterstica europea general: es frecuentisima en francs, junto a la duplicacin cultista de otras consonantes, y tambin en antiguo alto-alemn. 18 Desde los lejanos comienzos de la grafa castellana se usaba g con valor de y (bago bayo, (egea leyes), pero es hbito desaparecido en los siglos XII y XIII

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Toma as cierto arraigo la corriente ortogrfica latinizante, manifiesta desde los orgenes de la escritura castellana, que va a cobrar plena fuerza con el triunfo de las humanidades en el siglo XV y XVI. Pero en los manuscritos de Alfonso el Sabio es apenas tendencia que se esboza. Despus del reinado de Alfonso el Sabio surge en los manuscritos un nuevo motivo de confusin ortogrfica. Hasta entonces se usaban una s redonda y una s larga (5), segn la posicin (5 en principio y medio, s en final o inicial mayscula) : Sus, Siete, firuieffe, hueSte, meSmos, etc. (la 5 se extendi luego al final de los monoslabos, y la s redonda en cambio pas al interior en palabras compuestas). En la poca de Alfonso XI cunde un tercer tipo de s, con el trazo superior largo y horizontal, como una, especie de 5, que se usa para representar la z (fa5er, rra5on, de5ir, etc.). Esa s con valor de z se encuentra dos veces en el manuscrito A de la General Estoria, pero es corriente luego en la Crnica General de 1344 y en una serie de manuscritos medievales, y ha hecho creer a muchos, erradamente, en un seseo medieval. El signo vuelve a recobrar su valor exclusivo de s en el siglo XV, y se borra ese nuevo motivo de confusin ortogrfica 19 Con todas las inconsecuencias e irregularidades que heinos visto, en la poca de Alfonso el Sabio la ortografa castellana qued establecida en sus lneas fundamentales. Pero ~ortografa sin fijeza, con cierta flexibilidad. Los diversos cdices salidos de la cmara regia muestran diferencias sensibles, y aun un mismo cdice, como testimonio de la intervencin de distintos copistas o de las vacilaciones de uno mismo. No hay regularidad ortogrfica dice Menndez Pidal ni aun en el ms breve privilegio escrito con el mayor esmero y atencin por los escribanos de la c(Menndez Pidal, Orgenes, 77). La grafa rcgno la prescribe en 1433 Don Enrique de Villena. Vase ms adelante, nota 36. 19 Menndez Pidal, La leyenda de los infantes de Lara, 404. En rigor, haba diversas formas de s, algunas del tipo de la ~ griega. En el siglo XV se empieza a usar s redonda en cualquier posicin, pero esto no se impondr hasta avanzado el siglo XVIII.

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Las ideas ortogrficas de Bello

mara real Alvar Garca de Fromista o Juan Prez de Cuenca 2O~ Cmo hablar de regularidad ortogrfica si no haba regularidad en la pronunciacin ni en la morfologa gramatical? La lengua medieval tena amplia libertad de eleccin: en los cdices reales alternan, por ejemplo, affincada mente frente a brava inientre; cuende, cuend, citen junto a conde; dizien junto a dezien; ueuir junto a uiuir; Ferrand junto a Fernand o Fernando; comino, cuerno, como, cumo, com; edad y edat, segund y segunt, etc. Esa ortografa de las grandes obras de Alfonso el Sabio, con todas sus vacilaciones y libertades, representaba fielmente la pronunciacin castellana de su tiempo y ha quedado como legado de una poca. En su fisonoma general es la ortografa castellana que prevalece hasta fines del siglo XV.III. NEBRIJA Y LA ORTOGRAFA CASTELLANA

La ortografa castellana estaba fijada con criterio fontico en una serie de rasgos, desde la poca de Alfonso el Sabio. Pero la vaga corriente latinizante que se manifiesta desde los orgenes, que crece con el mester de clereca y se afianza en la vasta obra de Alfonso el Sabio, va a cobrar relieve especial en el siglo XV con el triunfo del humanismo. Al nacer la imprenta, esa corriente toma mayor auge. Adems, el humanismo desarrolla la idea del origen latino del castellano, el portugus, el italiano y el francs, y cada lengua va a rivalizar con las otras en parecerse a la lengua madre. Las grafas latinizantes (profusin de h, ph, th, ch, y, x, qn, ct, pt, tt, pp, ff, cc; etc.), por puro deleite visual, representan la nostalgia del latn lejano. Y con todo, junto a ello, sigue firme la tradicin hispnica de la sencillez y el respeto a la pronunciacin. Frente a la divergencia de los usos, nunca consecuentes20 La leyenda de los infantes de Lara, Madrid, 1934, pg. 391. vanse adems pgs. 391-393 sobre partieularidades de la lengua en la poca de Alfonso el Sabio.

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ni sistemticos, la imprenta misma impondr la necesidad de una regulacin. Entonces es cuando empieza a hablarse de ortografa 21 Los primeros impresores (la imprenta aparece hacia 1441, y en Espaa hacia 1468) conservan los hbitos ortogrficos de mediados del siglo XV, con todas sus irregularidades e inconstancias, pero a medida que ios textos impresos en romance van cobrando importancia y destierran casi por completo la labor manuscrita, los impresores mismos se van a preocupar de la regulacin ortogrfica: en Italia, Aldo Manuzio; en Francia, Geoffroy Tory, luego los Estienne. En Espaa va a ser un humanista, Antonio de Nebrija, el primero que tratar de ordenar y fijar la ortografa castellana. Nebrija emprende la tarea inslita de escribir una Gramtica castellana con la idea de que su lengua est ya tanto en la cumbre, que ms se puede temer el decendimiento della que esperar la subida (Prlogo). Quiere reduzir en artificio este nuestro lenguaje castellano [que hasta nuestra edad anduvo suelto e fuera de regla]: para que lo que agora i de aqu adelante en l se escriviere pueda quedar en un tenor: i estenderse en toda la duracin de los tiempos que estn por venir. Como vemos que se a hecho en la lengua griega i latina: las cuales por ayer estado debaxo de arte: aunque sobre ellas an pasado muchos siglos: todava quedan en una uniformidad. Es decir, afn de fijacin gramatical, que deba ser tambin de fijacin ortogrfica. Es curioso que Nebrija, que llega desde Bolonia donde hizo su aprendizaje de humanidades con el propsito de desarraigar la barbaria, tan ancha e luengamente derramada, es decir, desterrar la mala latinidad para implantar la autntica, la de la Roma clsica, Nebrija, que moldea su Gramtica castellana atenindose a su Gramtica latina (SUS contemporneos le echarn en cara esa latinizacin),21 La palabra la toman de los gramticos latinos (orthogra~hia), los cuales a su vez la haban adoptado de los griegos (?QOoyQcupCa). Quintiliano, Institutiones oratoriae, libro 1, cap. VII, la traduca al latn como recte scribendi acientia.

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Las ideas ortogrficas de Belio

al plantearse el problema de la ortografa castellana se va a atener, no a la grafa latina, sino a la misma pronunciacin castellana. Su mentor espiritual va a ser un espaol de la gloriosa latinidad, Quintiliano, al que parafrasea: Dize nuestro Quintiiano en el primero libro de sus oratorias instituciones: que el que quiere reduzir en artificio algn lenguaje: primero es menester qud sepa: si de aquellas letras que estn en el uso: sobran algunas: i si por ci contrario faltan otras~.Y despus de seguir a Quintiliano en el anlisis de las deficiencias de la ortografa latina, pasa a analizar la ortografa y pronunciacin castellanas. Para lo cual sienta su principio bsico, el principio general del fonetismo, que tambin es parfrasis de Quintiliano: ass tenemos de escrivir como pronunciamos: i pronunciar como escrivimos: por que en otra manera en vano fueron halladas las letras 23 Parte, pues, de un criterio fontico, que le lleva, a travs de Quintiliano, al concepto aristotlico de la imitacin: Las letras son figuras que representan a las voces, cC~ las bozes significan, como dize Aristteles, los pensamientos que tenemos en el nima 24 Considera que cada letra tiene22 Quintiliano, libro 1, cap. IV, 7: grammatici saltem omnes in hanc descendent rerum tenuitatem: desintne aliquae nobis necessariae litterae. (Por lo menos los gramticos querrn descender a estas sutilezas de si nos faltan algunas letras necesarias). Entre las letras necesarias que faltaban en latn, segn Quintiliano, figuraba por ejemplo el digama elico que quiso introducir el emperador Claudio para el sonido consonntico de seruus, uulgus, etc.; y entre las que sobraban, la Ir, la q y la x. En nuestras citas castellanas modernizamos en general la acentuacin para fa. cilitar la lectura (por lo comn tambin al dar ejemplos). La historia de la acentuacin castellana la dejamos para otra ocasin. La misma ortografa de las citas no es siempre sistemtica, porque proceden de ediciones diversas, -algunas antiguas, otras modernas y otras de criterio inseguro (como la Biblwteca del Conde de la Vinaza). 23 Quintiliano, 1, cap. Vii, 30: Ego, nisi quod consuetudo obtinuerit, sic scribendum quidque iudico, quomodo sonar. Hic enim est usus litterarum, ut custodient uoces er uelut depositum reddant legentibus. Itaque id exprimere debent quod dicturi sumus (Juzgo que se debe escribir como se pronuncia, a menos que la costumbre no lo hubiera consagrado de otro modo. Porque el uso de las letras es para que custodien las voces y las devuelvan como un depsito a los lectores. Deben expresar lo que vamos a decir). ~~ Libro 1, cap. III. La misma idea desarroll despus, en 1~03, en De vi ac sotestate litterarum (el cap. 1 se titula: Voces, res, conceptus et litteras quadrare

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un solo officio proPrio, que representa su sonido original. Si adems se usa en otras ocasiones, ser en oficios prestados o ajenos. La c, por ejemplo, tiene un oficio propio (en ca, co, cu) y dos oficios prestados (en la y en ch). Entonces hay que fijar cada letra en su oficio propio y modificar la figura de las letras de oficio prestado, para evitar confusin: la ch deber escribirse con tilde, la 11 con un signo especial (11), etc. Y hay que observar que el oficio propio es el que cada letra tena en latn (de las 23 letras tomadas del latn slo doce dice sirven limpiamente con oficio propio), y para evitar el error de que las mismas letras se pronuncien de modo distinto en latn y en castellano quiere introducir signos nuevos. Pero al establecer un sistema ortogrfico en que cada sonido tenga su signo, no quiere sin embargo ser autor de mucha novedad, porque dice en aquello que es como ley consentida por todos es cosa dura hacer novedad. En su anlisis de la lengua castellana, encuentra que hay 26 sonidos o bozes, a las cuales de necesidad an de responder otras veinte i seis figuras si bien i distinta mente las queremos por escriptura representar:c, a, h, c (ca, co cii; ce, ci con i) 26, ch (la ch con tilde, avalor fin

de ke, ki)

~,

(a, o, u,con

de

que no se confunda

la

debere). Y luego en las Reglas de ortographia de 1 17: no es otra cosa la letra, sino trao o figura por la qual se representa la boz (cd. de Gonzlez-Llubera, p. 234) Principio primero. Que ass como los conceptos del entendimiento responden a las cosas que entendemos, i ass como las bozes y palabras responden a los conceptos; ass las figuras de las letras han de responder a las bozes. Porque si ass no fuesse, en vano fueron halladas las letras; i la scriptura no menos sera falsa que si el enten dimiento concibiesse una cosa por otra, i las palabras representassen otra cosa de lo quel entendimiento concibe. Ass que ser ste el primero principio, el qual ninguno que tenga seso comn puede negar: que las letras, i las bozes, i los conceptos i las cosas delios han de concordar (pg. 237). Vase Amado Alonso, Examen de las ideas de Nebrjja sobre antigua pronunciacin espaola, en la Nueva Revista de Filologa Hispdnica, Mxico, 1949, III, 5 y sigs., y Cro,sologa de la igualacin -z en espaol, en la Hispanic Revicav, 1951, XIX, pg. 156 y nota. 2.) No es muy explcito en este valor de ce_ke, ci=ki, y en realidad nunca lo aplic. Pero slo as puede suprimir en castellano la Ir y la qn, que considera superfluas. 26 Delante de e-i, Nebrija vacila frecuentemente entre y c: evada o cevada; erilla o cerilla. Tan-ibin en sus autgrafos: cielo, cieno, ceniza frente a enar, esped, ibdad, etc. (Galindo Romeo y Ortiz Muoz, cd. de la Gram., II, 147).

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Las ideas ortogrficas de Bello ch del latn) 27, , e, f, g (ga, go, gu, gue, gui) , h (en la pronunciacin aspirada de hago, hijo, etc.; en hermano y humilde se escribe sin causa; en huesjged, huerto ya no es necesaria si se reserva la u para la vocal), i (slo como vocal), j (slo como consonante), 1, u (pera quiere que se escriba 1, cortando el pie de la segunda 1, por no hazer mudana sino donde mucho es menester), m, n, 28, o, p, r (no considera letra aparte la rr), s, t, u (siempre vocal), y (siempre consonante), x (x con tilde, para representar el sonido espaol de xabon, etctera, tan distinta del latino, que debe representarse con cs), z.

Como se ve, ha desterrado del alfabeto castellano la k y la q (que reemplaza siempre, aunque no en la prctica, con la c) y la y (que tiene la fuerza y sonido de la i latina). Su alfabeto castellano es un alfabeto fontico. Y lo presenta con criterio de templanza dice a la reina Isabel micntras que para ello no entreviene el autoridad de vuestra alteza o el comn consentimiento de los que tienen poder para hazer uso. Para imponer su sistema o un sistema cualquiera consideraba necesaria una autoridad, como la que ha venido a constituirse siglos despus con la Academia Espaola. Despus de esa enunciacin general, entra en las aplicaciones: las reglas ortogrficas. Y la primera regla de la ortografa castellana vuelve a insistir en el captulo Xes que assi tenemos de escrivir como pronunciamos: i pronunciar como escrivimos. Luego da una serie de reglas de carcter prctico. La segunda, que slo la rr y la SS SOfl consonantes dobles en castellano (corro, cosso) y que es un error escribir illustre, sillaba con la 11 latina (la 11 castellana es sonido distinto y peculiar). La tercera es escribir rei y onra con una sola r, como sabio y consejo con una sola s, porque la r, como la s, suena ms al comienzo de27 La tilde de la ch apareca ya en viejos manuscritos espaoles, y Menndez Pidal, Cid, 1, 227, crea que era para indicar que las dos letras formaban un solo sonido; tambin se pona ph con tilde. 28 En realidad prefera gis porque crea errneamente, por influencia de los tratadistas italianos, que en latn gn se pronunciaba como sI. En el libro V de la Gramtica castellana, que es un apndice para extranjeros, la representa con gis y no con . Luego rectific esa opinin, y en las Reglas de orthographia, 1517, slo registra la .

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slaba 29 La cuarta, que se escriba m (y no n) delante de m, b, ~: emmuckcer, ombre, emperador La quinta, que no se escriba dapa, soleinpnidad, con p delante de la n, -como hacan los malos gramticos latinos 31 e imitan alguno en castellano siguiendo el autoridad de las escripturas antiguas. La sexta, que no se escriba signo, dignidad, benigno, etc., porque la gn suena como i~ (deba escribirse sino, dinidad, benino, etc.) La Gramtica castellana no es la obra de xito de Nebrija. Mientras su Gramtica latina y su Diccionario se renuevan (y adulteran) en ediciones sucesivas, la Gramtica no se reimprime hasta mediados del XVIII, y luego en nuestros das, y eso respondiendo a los intereses de la erudicin filolgica En la doctrina gramatical del castellano se haba anticipado mucho a su tiempo. Pero s era de actualidad la parte ortogrfica, y por eso vuelve a ella con~. ~. ~.

29 En rigor, esta regla est en contradiccin con su principio de escribir como se pronuncia, pero puede defenderse con criterio prctico: la r inicial de palabra era siempre mltiple en castellano, y la s siempre sorda, pero no la is~icialde slaba, como se ve por cara y casa (no puede sostenerse hoy ei silabeo car-a, cas-a). La regla la aplica casi sistemticamente, pero alguna vez aparece, en su Gramtica, as frente a assi; en varias ocasiones el pronombre se encltico como sse (dvesse, lidsnase, etc.), sin duda por confusin tipogrfica con la terminacin -sse de los subjuntivos (esta confusin la encontramos tambin en obras impresas del siglo XVI y XVII). En el caso de rr interior slo encontramos Enrrinque (sic). Con criterio fontico estricto debi haber puesto la rr y la ss como dos signos ms de su alfabeto, pues eran dos sonidos distintos de r y s. 30 Lo defiende con criterio fontico: porque se pronuncia iii y no u, y por eso lo escriban as los griegos y latinos. La grafa sim o mm se la planteaba ya Quintiliano, 1, cap. VII, en el caso de inm.unis, en que nm se pronuncia realmente dice-- como mm. 31 Alude a las grafas som~nus,sole-mpnis, etc. Vuelve a insistir contra ese uso en sus Reglas de orthographia, cap. XI. Ya en la Crnica General de 1344 aparece en castellano la grafa pseudolatinizante dapo, que cundi despus. Es imitacin de la escritura francesa, que desde la poca merovingia acostumbraba intercalar una fi entre ns-u o m-t (damjsisable, damjnser, temptare). Ese hbito pas al castellano seguramente con la escritura francesa. En un documento latino de Madi-id, del 3 de marza de 1080, se lee dampnatus, calusnpnia, etc. (Millares, obra cit., 210). 32 Vase ms arriba (nota 28) el valor que atribua a la gis latina. ~ La reedicin de mediados del siglo XVIII es la que reproduce el conde de la Viaza en su Biblioteca, de manera muy deficiente (Gonzlez-Llubera, cd. de la Gramtica, pp. XLVI-XLVIII). En 1909 Waiberg public la Gramtica en facsmil. Luego viene la importante edicin de Gonzlez-Llubera, Oxford, 1926, que incluye las Reglas de Orthographia. Y recientemente la edicin de Galindo y Ortiz, Madrid, 1949, en dos tomos (tomo 1: Edicin crtica de la Gramtica castellana; tomo II: Facsmil de la edicin prncipe).

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Las ideas ortogrficas de Bello

sus Regias de Orthographa en la lengua castellana, Alcal1 1517~~ La obra est dedicada al Doctor Lorenzo de Carvajal, senador del Consejo Real. Le dice que la ortografa castellana est corrompida y que nadie escribe con pureza, porque hay letras que se pronuncian y no se escriben, y letras que se escriben~y no se pronuncian. Nebrija tiene la esperanza de que Carvajal interceda ante los Reyes para una reforma de la ortografa, empresa en que podrn ganar dice gloria inmortal, honra, eternidad, glorioso renombre en el presente y en el futuro. Bastara con mostrar seis figuras de letras que nos faltan, e sin las cuales no podemos escreuir nuestra lengua Nebrija asignaba, pues, una enorme importancia a la reforma ortogrfica. En sus Reglas de Orthographa vuelve a repetir, con menos amplitud y detalle, los principios ortogrficos de su Gramtica castellana, la lengua castellana est corrompida porque escriuimos una cosa e pronunciamos otra; por una parte faltan letras, y por la otra sobran; tenemos que escreuir como hablamos, e hablar como escreuimos. Y vuelve a proponer sus 26 letras para representar los 26 sonidos de la lengua castellana. Tenemos en Nebrija el primer cdigo ortogrfico del castellano 36~ Pero l mismo no lleg a aplicarlo ms que~.

34 Reproducidas por Gonzlez-Llubera en su edicin de la Gramtica de Nebrija, Oxford, 1926 (pgs. 229-259). Galindo Romeo y Ortiz Muoz anuncian una nueva edicin, que hasta ahora no ha aparecido. Hay una edicin de Escudero de Juana, Madrid, 1923 (La ortografa de Lebrija, comparada con la de los siglos XV, XV! y XVII). ~ Cules son esas seis letras? Seguramente la ch y x con tilde y la 11 con el pie de la segunda cortado. Y las otras? Quiz , rr, as. Nebrja hubiera preferido inventar signos enteramente nuevos, pero no se atreva a tanta novedad. ~ Hay un pequeo tratado anterior a Nebrija: el Arte de trobar de Don Enrique de Villena, escrito en 1433 y dedicado al Marqus de Santillana. Slo han quedado de l unos pobres extractos hechos, en el siglo XVI, segn ha demostrado F. J. Snchez Cantn, por el humanista toledano Alvar Gmez de Castro (Revista de Filologa Espaola, Madrid, VI, 1919, pgs. 158-180, y ed. del Arte de trobar, Madrid 1923). Es una adaptacin al castellano de las doctrinas trovadorescas de Provenza, que tuvieron su prolongacin en Barcelona: Enrique de Villena fu el principal roantenedor de los Juegos florales en la poca del rey Don Fernando. La parte octava de la obrita trataba de Cmo se ponen algunas letras e no se pronuncian; e otras se pronuncian aunque no se ponen. Y la novena, En el escreuir, segunt las reglas

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Obras Completas de Andrs Bello

parcialmente~La misma Granutica castellana en que propone y defiende su sistema es a cada paso inconsecuente:La qu ociosa aparece no slo en los casos de que, quien, quiero, etctera, sino tambin, con persistencia del criterio latinizante, en el de qua: qual, quales alternan con cual; quasi con casi; q-ualidad con calidad, y hasta se encuentra qitatorze ~. La i, que slo deba tener valor voclico (conjuncin i, mu, oi, ai, etc.), alterna an con la 3: iudio~ o judios, justIcia o justicia, scmeiana o se-mejana, subiunctivo subjuntivo, etc. 38~ Del mismo modo la u sigue usndose con valor consonntico: escriuir junto a escrivir, inuencion junto a inv~ncion;maraullia junto a maravilla, etc., y por otro lado persisten, aunque raras, grafas como vn, avnque, etc. ~. La g, que deba reservarse exclusivamente para el sonido ga, gue, etc., alterna con la i-j: linage-linaje, ests-angcro-estranjero, Geronimo-Jero-nimo, y son corrientes ageno, coger, general, etc.; adems, no distingue ambiguidad y distinguir. La que slo deba representar la aspiracin procedente de f- latina o de ios arabismos (hazer, hablar, hallar, hasta, etc.), y que quiere suprimir cuando es muda (Omero, Oracio, ercules, istoria, oi, ayer, etc.), aparece muchas veces: humano frente a umana, umanidad; buesp~edy nesped; huevo, huerto, himnos, humilde, hyperisole, etc., y aun, antietimolgicamente, hironia, La y, que suprime de su sistema, aparecede los trovadores antiguos, como se deuen situar. Nos parece que se ha exagerado mucho el valor de esta obrita. Tomamos las noticias que pueden tener inters ortogrfico: 1. Lcnguagge, linagge se escriben con gg; 2. La rr en principio de diccin no se dobla, y tampoco en medio de diccin en los nombres propios (Enrique, Feraudo); 3. Se escribe quantidad, pero calidad; 4. Tiempo y tienflo suenan igual; segn el uso moderno se escriben ccn si, pero deben escribirse con m;t 5. Debe escribirse Matheo, As/bonzo (en los nombres proprios, que es menester que la pronunciacin sea fuerte, ponen en medio aspiracin); 6. En fle, Gorma, la final tiene sonido de z; 7. Philosopho, Jshilosophia se pronuncian con f; 8. En sciencia no s~pronuncia la 5; en flsalmo no se pronuncia la fi; en honor, ha, Marcho no se pronuncia la h; 9. Las letras que se ponen y no se pronuncian, algo aaden al entendimento y significacin: magnifico, sane/o, doctrina, signo; 10. Acchilles o Saccheo, con otra c, para que che, chi suenen que, qus; 11. Se escribe ayo y no ao (posiblemente aluda ms bien a la grafa catalana); 12. Misto, testo se escriben mixsto, texsto; 13. Tanto se escribe tancto; 14. Se escribe illumination, con t que se pronuncia como e; 15. Por pronunciar reyno se escribe regno. - Este trabajo permaneci indito hasta que Mayns, en 1737, exhum una mala copia del extracto. Est, pues, fuera de la corriente de desarrollo de la ortografa castellana. ~ Galindo Romeo y Ortiz Muoz, cd. de la Grain. de Nebrija, II, 146, encuentran la misma vacilacin, y aun mayor, en otras obras; y en sutgrafos de Nebrija, qualquier, quatorze, y hasta eloquenle. 38 Tambin aravjgo, legitjma, vjda, barbarjs,no, jambico, con la larga o que no se deben atribuir a Nebrija, sino a hbitos de la imprenta. ~ Gonzlez-Llubera observa que a partir de la pgina 22 hay regularidad casi absolut~en el empleo de u vocal y y consonante (Gram., pgs. LIII-LIV).

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Las ideas ortogrficas de Bello casi sistemticamente en las voces de origen griego: syntaxis (tambin sintaxi), synecdoque (tambin sinecdoche), sy-nthcsis, etc. Y hay adems constante vacilacin en los cultismos: digno, ignorancia, significado (contra su regla sexta), pero tambin repuna (junto a repugna); sexto y sesto, expression junto a es~rcssamunte; exce~cion, excelencia (o ezcelencia), expone, experiencia (junto a espericncia, y tambin estender, estrao, estrangero, essecucion) ; accento (2 casos frente a un centenar de acento), accidente (13 casos frente a 5 de acidente), accusativo (6 frente a 11 de acusativo), occidente frente a ocidente, succedio frente a sucedio 40; lection y lecion, Interjection e interjecioii; differ~-ncia, of ficio (ms frecuentes con una f); illustre, allegoria (tambin con una 1), b~lligero; grammatica y sus derivados (tambin con una m); immortalidad, e?nmudecfr frente a comigo, emendar, etc.; a~~osicion; ubjecto, subjunctivo, substancia, obscuro, s etctera (en otras obras de Nebrija sin b) ; christlano, machina, manarchia, etc., dipthongo, apheresis, orthographia, Orpheo, synalepha, Atheitas, Carthago frente a Cartagineses, filosofia, etc.; adjectivo, subjunctiyo, doctor, doctrina (dotor, dotrina en el Diccionario), auctor, auctaridad, distincto (tambin sin e); construcion frente a costrucion; demanstrativo (frente a demostrar); eclipsi, concepto, precepto, escripto, escriptura (tambin escritura), sciencia frente a ciencia o decender.

Esas vacilaciones, generales en todas las obras de Nebrija, y aun en sus autgrafos 41~ son todava ms frecuentes en otros autores de la poca. Nebrija, como primer gramtico de la lengua castellana, quiso simplificar y unificar la vacilante ortografa de su lengua. Propuso una reforma radical, pero, con nimo prudente y criterio selectivo, slo ad3pt en su obra lo que ya estaba bastante generalizado en la escritura de su tiempo. Quiso innovar los signos, y la ch y la x con tilde las aplic, aunque con inconstancia; la 11 con la segunda 1 de pie quebrado (It) no la us jams 42 sin duda por razones tipogrficas. Cualquier inten40 Galindo Romeo y Ortiz Muoz, Gram., II, 162; Gonzlez-Lluhera, C-ram., pg. LV (uso constante de ini/rucios, dic:on, acion, afecion, introducion). 41 No inclumos entre las vacilaciones aquellas q-ue implicaban una pronunciacin vacilante: cibdad-ciudad, sant-san, etc., que tienen indudablemente otro valor. 42 Gonzlez-Llubera dice que se encuentra una vez en las Reglas de orthogrephia. Y adems, que no era en rigor un signo nuevo, pues se usaba en los numerales por encima de mil, parecida a una U mayscula (Gram., pg. LIII).

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Obras Completas de Andrs Bello

to de crear un signo nuevo se ha visto condenado al fracaso, al menos desde la creacin de la imprenta ~ El sistema de Nebrija hubiera puesto la ortografa castellana sobre fundamentos rigurosamente cientficos. Le falt el apoyo oficial, y por el contrario cont con opositores de notable prestigio e influencia. Los impresores fueron reacios, hasta en la edicin de sus mismas obras. El mismo fu inconsecuente y no aplic casi nunca sus propias normas. A pesar de la severidad de su fonetismo, se deja llevar en el uso por el etimologismo, y abundan en los textos de este gran humanista las grafas latinizantes. Pero sus ideas son de tipo moderno, y algunas de ellas (la diferenciacin de u-y, i-j, etc.) se extienden poco a poco por Espaa y el extranjero (al menos por Francia) 4d~ y tardarn varios siglos en imponerse. Y con l se inicia en lengua castellana el reformismo ortogrfico, que va a llenar, con tono siempre polmico, todo el movimiento gramatical espaol, y que a travs de Andrs Bello llegar hasta nuestros das.

IV.

LA ORTOGRAFA

CASTELLANA EN EL SIGLO XVI

Con Nebrija se inicia el movimiento gramatical espaol, que pronto se vuelve animado y polmico. Vamos a seguirlo en materia ortogrfica. En Espaa, Francia e Italia, el XVI va a ser un siglo de continuados proyectos~ Hay que sealar, como fuerza de la tradicin latina a travs de los siglos, que el espaol no cre ningn signo ortogrfico nuevo. El alfabeto latino se mantuvo inalterable: la no es ms que una manera abreviada de escribie~sss; la transitoria era una combinacin de e y z; la ch une dos letras latinas, y ya el latn usaba la h para modificar la pronunciacin de otras letras (ch, ph, th); u y y, i y no son sino forsnas diferentes de la u y de la i latinas. Las tentativas artificiales para crear signos nuevos, desde la del emperador Claudio hasta las de los infinitos reformadores espaoles, fracasaron por completo. ~ La distincin entre u-y, i-j la introduce Trissino en italiano (Sofoiisba, 1524). En Francia la adopta Geoffroy Tory en 1529 (aunque no de modo enteramente consecuente, pues usa j y y siempre en posicin inicial), luego Meigret (1542, 1550), Ronsard, La Rame, etc. Esa distincin preocup a todos los crtgrafos espaoles, franceses e italianos del XVI. Los humanistas la extendieron abusivamente- a la ortografa latina: se impuso a fines del XVII y persiste hasta hoy er~las gramticas corrientes y en los textos escolares.

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Las ideas ortogrficas de Bello

reformadores. Nebrija es, tambin en este sentido, un pre cursor. A los gramticos se van a sumar en seguida los poetas (Fernando de Herrera, por ejemplo, como en Francia Ronsard), que reclamarn una ortografa para el odo y no para la vista. La ortografa es en el siglo XVI y lo seguir siendo hasta comienzos del XIX materia de opinin personal. La misma palabra o~rtograa era tan nueva, a pesar de Nef brija, que hacia 153 5 Juan de Valds consideraba necesario introducirla en castellano ~ Y es curioso que despus de sentar como norma ortogrfica que se escriba j (y no i) para representar el sonido consonntico de mejor, trabajo,. jugar, jams, naranja, etc., en que la j sonaba en aquel tiempo como gi toscano, agrega que cuando escribe a un italiano prefiere megior, gente, etc., con lo cual dice me parece que es sacar de quicios mi lengua, antes adornarla con el agena, mostrando que es tan general, que no solamente es entendida de los naturales, pero aun de los estraos. Haba, pues, amplia libertad ortogrfica. Juan de Valds refleja el espritu predominante en Espaa e Italia. Y lo mismo pasaba en toda Europa. Todava a fines del siglo XVI, un maestro de escuela de Francia, que era a la vez notario y poeta, se indignaba contra los que pretendan temerariamente que no haba ms que una manera buena de escribir las palabras (l admita dos o tres igualmente fundadas en razn), como si no hubiera ms que un camino para ir a un lugar, como si no hubiera ms que una manera de guisar los huevos o de llevar las calzas ~ Con45 Valds. De la lengua griega desseo introduzir estos [vocablos) que stn medio usados: paradoxa, tiranizar, idiota, ortografa - - Pacheco. El tira&zar y la ortografa bien los entiendo, pero los otros no s qu quieren dezir (Dilogo de la lengua, Clsicos castellanos, Madrid, 1946, pgs. 136-137). ~ Charles Beaulieux, obra citada, 1, pg. 151. Dice ci prefacio de la primera edicin del Dictionnaire de la Academia Francesa (1694): La premire observation que la Compagnie a creu devoir faire est que, dans la langue franoise comme dans la plupart des autres, lOrthographe nest pas tellement fixe et dtermirse quil ny ait pluseurs mots qui se peuvent escrire de deux differentes manieres, qui sont deux esgalement bonnes.

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Obras Completas de Andrs Bello

todo, se ve que ya empieza a perfilarse el fanatismo ortogrfico. Un humanista Justo Lipsio considera alma de lo escrito la buena ortografi~. Vamos a seguir paso a paso el movimiento ortogrfico espaol para ver cmo se van esbozando las corrientes modernas. El primer gran antagonista de las ideas de Nebrija es Juan de Valds ~ en su Dilogo de la lengua. Juan de Valds no tiene un sistema ortogrfico cerrado, sino ideas ortogrficas. Quiere Sistematizar el uso de i-j-y y el de u-y con criterio que prevaleci en general en la lengua moderna. Marcio le pide que le explique el laberinto castellano de las tres es (i corta, j o i larga, y o i griega), que considera una deficiencia, y Valds le va proponiendo sus normas: la j para mejor, trabajo, jams, naranja, etc.; la y para mayor, reyes, leyes, ayuno, yunque, yerro, etc., para ay (verbo e interjeccin, pero no para el adverbio ai), oy, etc. Y rechaza la y en assi, casy, ally, etc., porque siempre que es vocal hay que usar la i corta. Ni siquiera admite la y la

47 Antes de Valds, en 1531, otro humanista, el bachiller Alejo Vanegas, fasasoso despus por sus obras ascticas, publica en Toledo su Tractado de Orthographia y accentos. Admite el alfabeto de Nebrija, pero mantiene la qu, que no cree del todo superflua. Y adems, la h mud~en las voces que del latn vienen aspiradas sin huelgo sensible, como hombre honrado. Se ve que renuncia en parte al fon~tismo etricto de Nebrija. Tambin antes, en 1533, Fray Francisco de Robles publica en Alcal su Copia accentuum osnniurn fere dictionum difficillium, del latn, hebreo y griego, con un apndice de reglas ortogrficas del castellano (2a. cd., 1564; reimpreso cii Zaragoza, 1621) . Toma de Nebrija el anlisis de los oficios propios y prestados de las letras, pero sus reglas son conservadoras: se escribe la h en huerto, hueso, vihuela, etc., para mostrar que la u es vocal; y en honrra, hombre, hunzanided, humildad, etc., para imitar a los latinos. No siempre dice---- se guarda el precepto e Quintiliano: se escribe que el, pero se pronuncia que! en una slaba; se escribe nuestro amigo, pero se pronuncia nuestrarnigo; se escribe a la manera griega y latina philosopho, thalamo, signo, magnifico, pero se pronuncia con f y t castellanas y sin la g. Nebrija no tuvo xito oficial. Cuando ci Dr. Bernab de Busto, maestro de los pajes de Su Majestad, escribe en 1533 su Arte flara aprender a leer y escriuir perfec lamente en romance y latn, aunque se atiene a Quintiliano ccmo educador y elogia extraordinariamente a Nebrija, no ios sigue en ortografa. El Dr. Busto escribe hiel, huesped, rehierta, enhiesto, vihuela, etc. (con h para marcar que la i y la u son ~ocales), Claris/o, physicos, philosophos, phama, etc. (a la manera latinizante), Em/serador, ambos, siemflre (m ante la, p, se, como en latn) y Manrique, honra (con una e, aunque no lo discute a pesar de parecerle raro). Utilizamos para estos tres autores los extractos del Conde de la Viaza, Biblioteca histrica de la filologa castellane~, Madrid, 1893, obra utilsima a pesar de sus defsciencsas y errores. Lo mismo haremos siempre que no podamos encontrar las cdi.ciones originales.

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Las ideas ortogrficas de Bello

tinizante en mysterio y sylaba, y da las razones (pgs. 6364):Por no obligar al que no sabe latn ni griego a que scriva como el que lo sabe, pues todos podemos cscrivir de una mesma manera poniendo misterio y slaba - - - y tambin porque no quiero poner y griega sino cuando es consonante, y, cuando es consonante, no quiero poner la pequea. Y si queris ver lo que importa, considerad que ley con y es muy diferente de lei [= le] con i pequea; lo mesmo veris en rey o rei [= re].

De manera anloga regula el uso de u y y (pg. 68): y para la consonante. Sin embargo, mantiene la y para la vocal en principio de palabra (vn), pero aqu ms por ornamento de la escritura que por otra necessidad ninguna. Es decir, el criterio esttico puede prevalecer sobre el fontico. Pero no siempre, porque al ordenar el uso de la y (pg. 63) se haba decidido por el segundo:

u para la vocal,

Algunas vezes parece que esta y griega afea la escritura, como en respondy, provey y otros desta calidad, pero yo no mc curo de la fealdad teniendo intento a ayudar la buena pronunciacin, y con el que quiere hazer de otra manera no contender.

Valds se plantea tambin el uso de la h. Marcio le pregunta (pg. 79): ~aqu propsito hazis tantos potages de la h, que jams puede la persona atinar dnde sta bien o dnde sta mal?. Y Valds contesta:En eso. - tenis mucha razn, porque es ass que unos la ponen adonde no es menester, y otros la quitan de donde st bien. Pnenla algunos en hera, hay/a y han y en otros desta calidad, pero esto hzenlo los que se prezian de latinos; yo, que querra ms serlo que preziarme dello, no pongo la h, porque leyendo no la pronuncio. Hallaris tambin una h entre dos ees, como en leher, ve/ser, pero desto no curis, porque es vicio de los aragoneses, lo qual no permite de ninguna manera la lengua castellana. Y otros la quitan. . . de dondeVol. V.

Estudios Gramaticales3.

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Obras Completas de Andrs Belio st bien, dizicndo cs/igar, mojos, urfanos, usped, ueste, etctera. - .

Es decir, quera que se escribiese siempre delante de nc (huerta, y no urrta o gerta) o cuando se pronunciaba aspirada (hinojos, hostigar, etc.) Adems, en unos pocos casos, con criterio de diferenciacin: he, ha) frente a la conjuncin e y la preposicin a (pgs. 52-53, 79). Y tambin hermano (de germanum) El criterio estrictamente latinizante5 no sio en materia~

de haches, estaba representado al parecer por la Cancillera de Valladolid (pg. 74), cuyos notarios y escribanos, por saber tres maraveds de latn dice- piensan levantarse diez varas de medir sobre el vulgo. Y como Juan de Valds ms bien quiere preciarse de ser latino que de parecerlo, escribe esfera, filosofa, fariseo, etc., con f y no con ph (por conformar mi escritura con la pronunciacin, pgina 85); slaba con i y con una sola / (por que el que no es latino no pronuncie las dos eles juntas, pg. 64) ; cccienc.ia, es~eriencia (porque nunca pronuncia x sino s, pginas 90-91). Y concluye:Esto hago con perdn de la lengua latina, porque quando me pongo a escrivir en castellano, no es mi intento conformarme con ci latn, sino esplicar el conecto de mi nimo de tal manera que, si fuera posible, qualquier persona que entienda el castellano alcance bien lo que quiero dezir.

Sin embargo, no se despoj enteramente del criterio latinizante. Defiende, frente a Nebrija, las grafas quatro, quarenta, qual, etc., y hasta lleg a creer que la qu de quaresma es ms hueca, ms vehemente, que la cu de cuello (pg. 70); escribe affetto, y no afeto (aunque lo considera difcil de introduzir., por la poca pltica que ay de la lengua latina entre los ms de nosotros, pg. 76), y lo mismo~ Es la h procedente de f latina, y tambin la de los arabismos. Algunos mantenan la f latina (farina, fazer, etc.), que les pareca ms culta. Contra ellos dice Valds: los que ponen la / son los que, no siendo muy latinos, van trabajando de parecerlo.

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Las ideas ortogrficas de Bello

otto, perfetto, respetto, etc., con tt correspondiente a ct

latina (pg. 87), en lo cual se dejaba llevar, ms que por el criterio latinizante, por la ortografa de Italia, su tierra adoptiva. Como se ve, Juan de Valds no era nada rgido. Lo era menos an en el caso de rn~,mb, o np, nb:Bien s que el latn quiere la m, y que a la verdad parece que st bien, pero como no pronuncio sino n, huelgo ser descuidado en esto, y ass, por cumplir con la una parte y con la otra, unas vezes escribo m y otras n.

Y co-n todo, tiene por mejor la m que la u (pgs. 8384). Su criterio conciliador le lleva tambin a escribir significar, magnfico, etc., cuando se dirige a algn italiano, pero dice (pg. 78) quando escrivo para castellanos, y entre castellanos, siempre quito la g y digo sinificar y no significar, manfico y no magnfico, dino y no digno, y digo que la quito, porque no la pronuncio, porque la lengua castellana no conoce de ninguna manera aquella pro nunciacin de la g con la n. Aunque la obra de Juan de Valds permaneci indita hasta que la edit Mayns en 1737, parece probado que circul manuscrita y tuvo su influencia, al menos sobre el pensamiento lingstico de Cervantes. De todos modos, su Dialogo testimonia que los espritus ms finos de aquel tiempo tenan una preocupacin ortogrfica,. que el sistema de Nebrija no haba cundido y que la manera de escribir constitua un problema general. El criterio flexible, oscilante, condescendiente, de Juan de Valds hacia 1535 representa un esfuerzo de armona entre las distintas tendencias en pugna. Despus de Nebrija y de Juan de ~i alds, nos ene )ntra mos con la figura del licenciado Cristbal de Villaln, cuya grandeza se ha reducido bastante desde que se ha demostrado49 que nada tuvo que ver con el Crotaln ni con eI4~ Marcel Bataillon, Erasmo y Espaisi, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1, 1950, pp. 263-304.

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Obras Completas de Andrs Bello

Viaje a Turqua. Cristbal de Villaln public en 1558 su Gramtica castellana. Considera que la gramtica de la lengua est por hacer, porque Nebrija dice se ha limitado a traducir la que haba hecho de la lengua latina. Sin embargo, le sigue mucho en su tratado. Y lo curioso es que en materia ortogrfica (la parte IV) es mucho ms latinizante que Nebrija: defiende la qn (aunque slo en la combinacin que, qui: quebrantar, quinze, etc.) ; mantiene la y (ypsilon o y mayor) en seys, bay/e, soy, ley, cuydado, vays., etc.; escribe philosopho, philosopha, etc. (En la cual manera de escreuir no ser cosa muy fuera de razn que los castellanos imitemos a los latinos) ; justifica el uso de la / como equivalente de la h aspirada (fazer o hazer, fablar o hablar, etc.), aunque en ninguna parte de Castilla se pronunciaba esa f; escribe Char/os, Chanciller, Chancelleria, aunque observa que esa ch se pronuncia k. ~ En conjunto, representa un retroceso frente a Nebrija En 1565, Pedro de Madariaga, un vizcano que haba~.

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Tambin mantiene las distinciones s-ss, z-, x-j que respondan a diferencias

reales de la pronunciacin castellana, y adems, la distincin de b-u (u=v), aunque dice que ningn puro castellano sabe hazer differencia (Conde de la Viaza, Biblioteca, col. 1111). Defiende tambin la m delante de b, p, m: cambio, campo, quammal (=~cuan mal). ~ii Tampoco representa un progreso el gramtico annimo de Lovaina de 1559 (Gramtica de la lengua vulgar de Espaa), que parece estar con la doctrina de Quintiliano cuando dice: es mui gran falta la de aquellos cuia escritura no responde a su habla, siendo ella el retrato de nuestras~ palabras (La Viaza, col. 1130), o cuando habla de letras sobradas, indiferentes e impertinentes (col. 1123). De sus normas ortogrficas nos interesan las siguientes: 1. Nunca se pone rr en principio de diccin ni en el medio cuando va delante o detrs de consonante (condena a los que escriben honrra, esrremo, manrrique, Enrrique, burrlas, herrnandez (col. 1125); 2. Debe escribirse carece, cierto, etc., sin cedilla; 3. Se escribe qucitro, qual, quartana, y tambin querer, quebranto, quien, quiero, etc.; 4. No se debe escribir magnfico, magnnimo, etc., sino manfico, mannimo, etc.; 5. La h es una aspiracin: hazer, hecho, hize, hora, hemo [?], en lo cual incluye voces en que no se ha aspirado nunca; 6. No se debe pronunciar ni escribir Christo, charidad, orthografa, sino Cristo, caridad, ortografa. Como se ve, su doctrina parece la de Nebrija, pero no siempre la sabe aplicar. No nos detenemos en algunas obras que tienen sin duda inters en la historia de la ortografa, pero que no hemos podido encontrar, y que el Conde de la Viaza resume de manera demasiado escueta: Juan de Miranda. Losservationi della lingua castigliana, Venecia, 1569 (ms que regular la ortografa da noticias precisas sobre la pronunciacin Castellana y atestigua el uso variado de las letras) ; P. Fray Miguel Salinas, Libro apologtico que defiende la buena y docta pronunciacise, Alcal, 1563; Juan de Robles, Cartilla menor para ensear a leer en romance, Alcal, 1565 (representa el criterio de Nebrija, al cual sigue ea los oficios de las letras).

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Las ideas ortogrficas de Bello

iniciado su enseanza en la Universidad de Valencia con el afn de introducir nuevo modo de escribir., publica en esa ciudad su Libro subtilissimo intitulado honra de Escribanos. Parte tambin de la preocupacin de Quintiliano y Nebrija de representar estrictamente los sonidos., para lo cual inventa tres signos nuevos: ) (c invertida) con valor de ch; una 1 cruzada con un trazo que mira hacia arriba, para la 11; una r con el raniillo extendido dos tercios del mismo cuerpo, para la . Rechaza la ph, la Iz., la th, la. rh. Prescribe coro, caridad, etc. (no choro, charidad, etc.), porque la h es ociosa. Pero despus de ese alarde de fonetismo, desbarra en seguida: 1) La h es aspiracin en hombre, hiedra, etctera; y se pone para partir slaba (traher) y para distinguir palabras (hierro-yerro, hara-ara) ; 2) la y vocal se usa despus de vocal (ley, arguyr, etc.), en posicin inicial (yro na, yglesia), en la conjuncin (y) y en dicciones hebreas (alleiuya) ; 3) la y se usa en posicin inicial para la vocal o lii consonante (vn, vizcocho, etc.) y regula m~-v otros en casos con reglas arbitrarias (tuno, anduuiessen, ma, estana, etc.). Adems, es partidario de la r simple en posicin inicial y no rr como hacen muchos con error. A pesar del xito del autor, su sistema ortogrfico no es realmente un sistema. Un humanista insigne, el Maestro Ambrosio de Morales, defiende en 1570 el criterio de Quintiliano en unas glosas marginales a una consulta que le hace el poeta Francisco de Figuero.a: La ortografa se debe conformar a la pronunciacin, en castellano muy ms que en otro ningn lenguaje; no se debe escribir a la manera lacina (scri~to, sancto, subjecto, etc.), porque el castellano como todo idioma tien su particularidad, y el uso es poderoso; no se escribir Pro~rio,sino propio; ni Plutarcho, sino Plutarco; ni Hiernimo o Ioan~,sino Gernimo o Juan. Frente al criterio del origen dice: Tengamos por lo mejor pronunciar como el natural del lenguaje pide; tengamos tambin por lo mejor el escribir como pide el pronunciar. pues se escribe-

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Obras Completas de Andrs Bello

para que se pronuncie lo que se haya escrito. El Maestro Morales considera que la lengua castellana de su natural ama lo sencillo en escritura y pronunciacin, de donde nace la conformidad entre ambas cosas 52 Con el Maestro Ambrosio de Morales y con el fino poeta Francisco de Figueroa, el problema ortogrfico se nos revela como preocupacin del crculo de continuadores de Garcilaso. Uno de ellos, Fernando de Herrera, va a recoger esa preocupacin. Y como era adems un erudito, nos va a dejar un sistema ortogrfico completo, que trat de aplicar en la edicin de las poesas de su gran maestro. En 1580 aparecen en Sevilla las Obras de Garcilaso de la Vega con las Anotaciones de Fernando de Herrera. El Maestro Francisco de Medina., en el Discurso a los lectores, explica el criterio ortogrfico que ha seguido Herrera er~ edicin: suHa reducido a concordia las vozes de nuestra pronunciacin con las figuras de las letras, que hasta ahora andaban desacordadas, inventando una manera de escrebir ms fcil y cierta que las usadas.52 La Viaza, cola. 874-880 y Memorias de la Real Academia Espaola, VIII, 1902, pgs. 285-297. En el manuscrito conservado hay unas notas, que, segn la vinaza, pueden ser del mismo Ambrosio de Morales, pero de letra diferente, que dicen entre otras cosas: en estos tiempos. - - no hay ningn cuidado de escribir bien ni pronunciar la lengua castellana; que se haya de escribir conforme a lo que se pronuncia, y de esta regla se hagan las menos excepciones que se pueda, pues es cosa clara que la escritura es representacin de lo que se habla; que se modifique la abreviatura de Ill~.~ limo, con una 1, la de mag~ sin la g, y se escriba cuento y cuenta con c y no con qu; que no se esriba ct en doctor, rector, lector, lectura, doctrina, etc., ni ct ni cc en diction o diccion, acce-ntci d accusar, ni t en escri~tura, escri~to, precepto, ~rece~tor, receptor, ni se escriba eccejscion; ni ff en affectatian, af/ection, affemnado; ni bb en Abbadesa, abbadia, ni pp en appellacion, apparato, applicar; ni b en objeto, observante, obstinado, substancia, subcession, subcedido, etc. No hay razn para que se escriba Sylva, Sylvano, Sylvia, antes en latn se deban escribir con i. La y se debe reservar para mayor, etc., para voces tomadas del griego o del latn (Cyprian, Syla, physica y metaphysica) para la Conjuncin y y para Rey, ley, buey. La j (i larga) para hijo, Julio, etc., y la 1 pequea en los nombres propios de otras lenguas, como lason, lesus, lacobo, leremias, Ierusale,n. Siempre se debe usar la h en he dado, he de dar, hube, y as en todo el verbo. Al principio de palabra, la y cuando es consonante (vos, vm.) y la u cuando es vocal (uno, ayuno, tu, etc.), aunque el uso lo confunde todo; pero a quien da reglas est bien mejorar las cosas y no ayudar a la corrucin del vulgo. Tambin cree Ambrosio de Morales que en la pronunciacin a veces se duplica e y f, como cuando pronunciamos con vehemencia ceceo, differente, etc. Sus notas parecen el prlogo de un libro.

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Las ideas ortogrficas de Bello

El principio general de Herrera es el de Quintiliano y Nebrija: escribir como se pronuncia. La novedad est en que aplica rigurosamente sus principios, que son a la vez ortogrficos y ortolgicos: 1. Escribir y pronunciar (para suavizar la pronunciacin) ogeto, dicin, noturna, repunante, co~migo, concetos, decienda, esamen, calunia, continas, dc~scrici6n, eceder, esalacin-, eceknte, emendacin~,

lacivas, etc.;

2. Escribir cuando, cual, etc., con c y no con qn (pero encontramos eloqencia); 3. Escribir sin h, porque no se pronuncia, Ercules, Imeneo, rrido, istoria, ornbre, ermano, bito, umildad, ayer (en toda la conjugacin), uevo, 6 (oh); etc.; 4. Usar la i para la vocal (inclusive para la conjuncin copulativa) y la y para la consonante (rei, mui, soi, etc.; rayo, cayendo, etc.); 5. Usar apstrofo, trema y acentos (del, dEgito, laltura, etc.). Parece indudable que ha influido en Herrera, adems de la tradicin espaola, el ejemplo de Italia. Es en gran parte una ortografa al itlico modo. Las ideas de Herrera, en alas del endecaslabo de Garcilaso y con el enorme prestigio de su propia obra, tuvieron gran difusin. En 1599 emplea el mismo sistema su amigo Francisco Pacheco, suegro de Velzquez, notable pintor y poeta, en su Libro de descripcin de verdaderos retratos de ilustres y memorables varones ~ y lo aplica todava cuando publica en Sevilla, en 1619, los Versos de Fernando de Herrera. En 1601 escribe contra esas ideas el Dr. Gregorio Lpez Madera, fiscal de Su Majestad en la Chancillera de Granada ~ Todava dos autores eminentes del siglo XVI se van a pronunciar a favor del principio de Quintiliano: en 1582, Juan Lpez de Velasco, cronista mayor de Indias; en 1586,~3 Sevilla, 1599. Qued manuscrito. Reproducido modernamente en fotolitografa. ~ Discurso de la certidumbre de las reliquias descubiertas en Grat!ada, Granada, 1601. Rechaza el principio de Quintiliano de escribir como se pronuncia, y niega, frente a Herrera, que se pronuncie doto, ogeto, ato, mo, antiga, etc. Sostiene adems que en hombre humano la h se pronuncia con aspiracin suave (lo cual invalida en absoluto su opinin en materia fontica).

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Obras Completas de Andrs Bello

el latinista cordobs Juan Snchez. Mientras Lpez de Velasco., en su Orthographia y pro-nunciacion castellana se adhiere a Quintiliano slo en principio, pues no quiere introducir novedad ofensiva y es en general latinizante (sus ideas las tomar luego en cuenta la Academia) ~ Juan Snchez elabora un sistema bastante armnico. Sus Principios de la graindtica latina incluyen una Instruccin breve de las letras para figurarlas, nombrarlas i pronunciarlas bien. Quiere escribir como se pronuncia y no usar letras sin necesidad:1) Escribir Santidad (no Sanctidad), perfeck5n (no perfecti-n), vitoria, dotrina, fruto (no fructo), J?unto (no puncto), conocimiento (no cognoscimiento), dinidad, sinificar, estender, escusar, espirar, esplicacin, esaltacin, eceder, ecesso, ecessivo, etc. Es decir, deslatiniza los grupos cultos. Se inclina, sin embargo, por docto, afecto, porque se iba introduciendo esa pronunciacin, y del mismo modo, en la terminologa gramatical, voz activa, pretrito perfecto, etc. (no se debe escluir el uso si es universal); 2) Escribir sin h abilidad, erencia, istoria, onra, umildad, etc., porque no se aspira; 3) Escribir carta, celiduea, coro, mquina, Aquiles, etc., con c o con qu, y no con la chi de los latinizantes; 4) Emplear i para la vocal, j e y para las consonantes (jardn, rayo); 5) Emplear la qu en querer, quebrar, quien, qui, etc., pero no en cuando, cuanto, cualquier, etc.; 6) Emplear la u para la vcal y la y para la consonante.

Como se ve, su criterio es bastante moderno. Es la sistematizacin de las mismas ideas ortogrficas que hemos visto en Herrera. La ortografa castellana segua a fines del siglo XVI al arbitrio de cada maestro de escuela, de cada escribano y de cada impresor. Llevaban un siglo los gramticos abogando por la clara diferenciacin entre i-j y u-y, y todava en 1573 observaba un gramtico que en una palabra castellana55 Explica as el objeto del libro: Con deseo que la lengua castellana se escriua bien, como lo merece. . ., y las gentes estrangeras la puedan aprender sin el cmbarao que hallan en su escriptura incierta y variable.

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Las ideas ortogrdficas de Bello

se encontraban las cinco vocales: oueia ~oveja (aun en 1663, Juan Caramuel, en su Prirnus Calarnus, vea las cinco vocales en IEOUA Jeov, el nombre inefable de Dios). Un grupo de maestros presenta en 1587 un memorial a Felipe II en el que sealan que la escritura castellana anda muy perdida y estragada, y solicitan que se examine a los maestros de primeras letras. Se queja el Memorial de que unos por no saber y otros por sealarse quieren introducir en la lengua letras que no existen en ninguna otra y suprimir letras usadas en todas, como la y, que a su venerable antigedad dice---- une el figurar dos veces en la firma de los Reyes de Castilla ~. El siglo XVI se cierra con los mismos problemas ortogrficos que se presentaban a Nebrija y que pasarn ntegramente al siglo XVII.

y.

LA ORTOGRAFIA CASTELLANA EN EL SIGLO

xvir

El siglo XVI dej planteadas las distintas corrientes ortogrficas. La lnea combativa se parapeta en el principio de Quintiliano: la ortografa debe representar la pronunciacin. Frente a ella, aunque sin tan clara formulacin terica, la corriente etimologista, latinizante, que representaba en cierto modo el tradicionalismo. Entre las dos, buscando cierto equilibrio, los partidarios del principio horaciano del uso, que se apoyaban a veces en razones estticas. Y apunta adems un cuarto criterio, que alcanz verdadera importancia en la ortografa francesa: la diferenciacin ortogrfica de homfonas (ha, verbo, frente a~ Conde de la Viaza, Biblioteca, col. 1167, y Mein.arias de la Real Academia Espaola, VIII, 292-3 14. El Rey dict una minuta ms o menos anodina, que estableca un examen para los maestros sobre la base de una cartilla elemental. En 1587 Benito Ruiz publica en Madrid su Declaracin e las bozes i ~roszunciaiones que ai en nuestra lengua Castellana (dice que haba escrito adems un Tesoro de letores y escrivanos que no pudo imprimir por no haber letras fundidas segn su doctrina). Y en 1589 Juan de la Cuesta, en Alcal, su Libro y tratado para ensear leei~ y escriuir (tiene ms valor fontico que ortogrfico; considera impertinente la en ce, ci, pero necesaria en a, o, u; la h se aspira en hago, hijo, Mahoma, etc.).

XLI

Obras Completas de Andrs Bello

a, preposicin). El siglo XVII nos va a mostrar estas distintas tendencias en forma ms combativa y polmica. Hacia 1600 el problema ortogrfico se complica de manera extraordinaria por la evolucin del consonantismo castellano: se borran las diferencias entre -z, ss-s, x-j ( ge), b-v (la b intervoclica deja de ser oclusiva y se iguala con la y u fricativa: soberuia, etc.), y se pierde en la lengua culta la vieja h aspirada. Mientras la pronunciacin elimina a principios del XVII varios sonidos tradicionales, la ortografa seguir manteniendo durante todo el siglo las viejas distinciones. Tradicionalismo e innovacin librarn por eso duras batallas. Entonces empieza a asomar la rigidez ortogrfica. Hemos visto que hacia 1535 Juan de Valds poda escribir de un modo cuando se diriga a un espaol y de otro cuando lo haca a un italiano. Pero un siglo despus, en 1634, el licenciado Francisco Cascales nos da a entender qtle los pecados ortogrficos podan desvalorizar socialmente:no es cosa tan tenue y humilde la que es bastante a desacreditar a un mdico, a un telogo y a un jurisconsulto, padre de la autoridad. Que un romancista, un idiota, un sin letras peque contra la ortografa, vaya; no me espanto, no me encolerizo por ello; mas que los hombres que han frecuentado universidades, han arrastrado manteos, han recibido grados y lureas con general aclamacin y aplauso, tropiecen a menudo en estas nieras, reputacin corre aqu; contagio tan comn, antes que se extienda ms, remedio presentneo pide. A los impresores, a los maestros de escuela, dirn que toca la noticia de esta arte. S, su oficio proprio es. Mas estn tan ajenos de saber las reglas de ella, que parece han estudiado en ignorarlas ~.

Y sin embargo, todava en 165 1~ P. Juan Villar, de la el Compaa de Jess, el ltimo de los ortlogos clsicos 58, admite una grafa libre: breve o vrebe, ya que y y se pronuncian igual; ce o ze, lo que ms presto a la memoria~ Edicin de Clsicos Castellanos, Madrid, 1940, II, 73-74. Romancisla era el que ignoraba latn; idiota era el iletrado, el inculto; reputacin corre, es decir, arriesga la reputacin. 58 vase Amado Alonso, Cronologa de la igualacin C-Z en espaol, en la Hisj,anic Review, XIX, 1951, pgs. 57-58.

XLII

Las ideas ortogrficas de Bello

venga 59; quando o cuando, indiferentemente; dije, dige o dixe, de los tres modos. Al Padre Villar le preocupaba ms la pronunciacin que el modo de representarla, que deba estar subordinado a ella.

El siglo XVII es ms animado que el XVI en materia ortogrfica. En 1609 60 aparece un reformador audaz: Mateo Alemn, el autor del Guzmn de Aif arache. Su Ortografa castellana se publica en Mjico, y es el primer tratado de cuestiones gramaticales que aparece en el Nuevo Mundo. .: para que por ella dice se publicasse ~t el mundo, que de tierra nueva, de ayer conquistada, sale nueva y verdadera manera de bien escrevir, para todas las naciones 61 Mateo Alemn, sevillano como Fernando de Herrera ~. es partidario decidido del principio de Quintiliano:.

Dgase cada cosa como suena, pan el pan, carne la carne. . . 1 si la pronunciacin es el orijinal cuya copia se percibe, de los que atentamente la oyen. . ., y la tenemos por la parte ms noble, qu razn ai en contrario para que nos apartemos della, buscando pan de trastrigo?. . . La letra tuvo principio i se invent slo para conseguir un fin, de dar noticia en presencia, de las cosas en que interviene ausencia. . . Y pues la ortografa es urz arte de bien escrevir, i el escrevir es copia del bien hablar, en razn est, puesto que se debe sacar todo traslado con toda fidelidad, que aquel retrato ser mejor, que se pareziere ms a su dueo (pg. 34).~ Admite a lo sumo algunos casos de z fijada: zelo, zelar, zeloso; cruzes, luzes, vozes, como cruz, luz, voz; dezir, hazer, induzir, etc., por el uso. 60 Antes, en 1604, aparece en Valladolid la Ortografa castellana del P. Francisco Prez de Njera. Su criterio era latinizante: Abbad, accomodar, Ecciesistico, occaso, succinto, accenio; Charidad, choro, etc. (tambin se pueden escribir sin h); aggravar, suggestones (tambin se pueden escribir con una g); hombre, humildad, etctera (lj h s~emplea por ornato, por imitar el latn); quatro (cuatro es error de ortografa, lo mismo que rrazon, onrra); etc. Vase la Viaza, cols. 1183-1188. 61 Ortografa castellana. Edicin de Jess Rojas Garcidueas. Estudio preliminar de Toms Navarro. El Colegio de Mxico, 1950, pg. 5. Citamos siempre por la edicin mejicana. ~ Toms Navarro, en su Estudio preliminar de la Ortografa de Mateo Alemn, dice que Herrera representa la forma moderada de la escuela sevillana, y Mateo Alemn la ms avanzada, y que quiz ambos partan de enseanzas y estimulos de la academia sevillana del maestro Juan de Mal Lara.

XLIII

Obras Completas de Andrs Bello

Su fonetismo ortogrfico se remonta, pues, a la doctrina aristotlica de la imitacin. Aunque piensa en ayudar a los pobreticos nios (pg. 40) o en el dinero que gastan intilmente los padres (pg. 52), le mueven sobre todo razones tericas, de orden esttico. Escribe su obra para reprender a los ignorantes y a los que se descuidavan en Castilla de mirar por su propia ortografa, de que se pudiera seguir (corriendo el tiempo) dao notable (pgina 5). Y asigna a la ortografa una importancia enorme: el efecto de una lectura no procede tanto de lo escrito como de estar bien escrito; los barbarismos y errores ortogrficos equivalen a estar locas las cuerdas y destemplado el instrumento (pg. 18) ; el mal escribir nos deja estragados y nos infama cerca de otras naciones (pg. 19). Pero escribir bien no es escribir como las naciones extranjeras (reacciona explcitamente contra la ortografa francesa: all corno all, y ac como ac) y tampoco a la manera latina: a los idiomas vulgares no hay por qu preguntarles cmo ni de quin heredaron, porque sera sujetarlos a reconocimiento de superior. Con mucho nfasis combate la grafa latinizante (pg. 98)~Estome parece que a sido querer obligarnos a feudo i vasallaje, o usar de nosotros lo que con los esclavos fugitivos, a quien suelen los dueos hazer cierta seal en el rostro, para que por donde quiera que fueren i llegaren sean conocidos, i los amos por ellos. Empero, los ladinos i discretos, cuando ya se hallan libres, procuran por todos los medios posibles borrar aquella ignominia, quitndose la seal, para no ser tenidos por cativos, y gozar de las onrras, previlejios i libertades que tienen i gozan los n~isen la r2pblica.

Mateo Alemn quiere, pues, que escribamos como hablamos para que otros nos entiendan con facilidad cuando escrevimos, y de nuestro escrevir vengan ellos a hablar segn i de la manera que hablamos (pg. 26). Y contina: ~Qume importa o qu se me da que la lengua latina diga scientia, comuncto, auc.tor, asum~cion, exem~to, niXLIV

Las ideas ortogrficas de Bello

contradictor, que haze gran afectacin y aspereza en el castellano, i el estranjero no sabr cmo lo tiene de pronunciar? Se burla de los maestros que escriben Phelipe o iliustrssiino, no siendo necesario, antes impropio, y aun impertinente, y de los que creen que es mejor maestro el que ms pepitorias d