BELLAS ARTES EN GUIPÚZCOA -...

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REVISTA BASCONGADA. 25 BELLAS ARTES EN GUIPÚZCOA Al Excmo. Sr. D. Pedro de Madrazo DE LAS RR. AA. DE LA HISTORIA, DE BELLAS ARTES Y DE LA LENGUA. VENTURA RODRIGUEZ EN SAN SEBASTIAN Existen en San Sebastián dos verdaderas obras de arte, de gran mérito, pero por desgracia solo debidamente apreciadas por un pe- queño número de inteligentes donostiarras y personas ilustradas que nos visitan el verano. Nos referimos á los preciosos altares de N.ª S.ª de la Soledad y del Sagrado Corazón de Jesús, existentes en la parroquia matriz de San- ta Maria, obras que, por su sencillez y elegancia, proclaman una vez más la justa y merecida nombradía de su autor, el Restaurador de la arquitectura española en el siglo XVIII, el insigne Ventura Rodriguez. Entra completamente en el cuadro de los trabajos de esta Comi- sión de Monumentos el estudio de asuntos tales, doblemente gratos, cuando se considera que son en sí obras de mérito artístico superior, y que unen el nombre de Ventura Rodriguez no solo á la historia local de San Sebastián, sino á la de Guipúzcoa, bajo el punto de vista de las bellas artes sagradas; pues aparte de los dos preciosos altares cita- dos, poseemos en Rentería otra magnífica obra suya, ó sea el altar mayor, y en Azpeitia el pórtico de su iglesia parroquial, amén del de la catedral de Pamplona, concepción bella y grandiosa, cuyo único

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BELLAS ARTES EN GUIPÚZCOA

Al Excmo. Sr. D. Pedro de Madrazo

DE LAS RR. AA. DE LA HISTORIA, DE BELLAS ARTES Y DE LA LENGUA.

VENTURA RODRIGUEZ EN SAN SEBASTIAN

Existen en San Sebastián dos verdaderas obras de arte, de gran mérito, pero por desgracia solo debidamente apreciadas por un pe- queño número de inteligentes donostiarras y personas ilustradas que nos visitan el verano.

Nos referimos á los preciosos altares de N.ª S.ª de la Soledad y

del Sagrado Corazón de Jesús, existentes en la parroquia matriz de San- ta Maria, obras que, por su sencillez y elegancia, proclaman una vez más la justa y merecida nombradía de su autor, el Restaurador de la

arquitectura española en el siglo XVIII, el insigne Ventura Rodriguez. Entra completamente en el cuadro de los trabajos de esta Comi-

sión de Monumentos el estudio de asuntos tales, doblemente gratos, cuando se considera que son en sí obras de mérito artístico superior, y que unen el nombre de Ventura Rodriguez no solo á la historia local de San Sebastián, sino á la de Guipúzcoa, bajo el punto de vista de las bellas artes sagradas; pues aparte de los dos preciosos altares cita- dos, poseemos en Rentería otra magnífica obra suya, ó sea el altar mayor, y en Azpeitia el pórtico de su iglesia parroquial, amén del de la catedral de Pamplona, concepción bella y grandiosa, cuyo único

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defecto, no en sí, sino estudiando el conjunto del monumento todo, consiste, como dice el sabio crítico y arqueólogo D. Pedro de Madra- zo, en haberse adosado el estilo greco-romano al ojival.

Otro tanto, diremos, ocurre en Azpeitia. La descripción de los altares de la Soledad y del Corazón de Jesús

nos obliga á la vez á señalar la presencia de Ventura Rodriguez en Guipúzcoa, donde, por datos y detalles penosamente recogidos, he- mos podido saber que á tan eximio artífice le ocurrió en San Sebas- tián lo que en Madrid y en diferentes provincias de España le sucedia con frecuencia, debido á esa lucha tenaz, á la envidia con que le per- seguian, y acerca de todo lo cual tan brillantemente nos habla Gaspar Melchor de Jovellanos en el elogio fúnebre del ilustre arquitecto ma- yor de la corte, del hijo insigne de Ciempozuelos, en cuya villa nació en 1717; frutos de la guerra sin cuartel, tenaz y sañuda que sostenian los malos gustos de las escuelas de Churriguera y Ribera contra la nueva y para nosotros simpática concepción arquitectónica que im- plantaron en España el gran Ventura Rodriguez y el Director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, D. Diego de Villa- nueva, autor en San Sebastián del altar mayor y de los laterales de Santa Bárbara y de San Pio V en la misma parroquia de Santa María, hermosas piezas de arquitectura, pero no comparables con las sencillas y elegantísimas de Ventura Rodriguez.

Sabido es qué el origen y antigüedad de Santa María la matriz, ó la mayor, como la llamó el Emperador Carlos V por cédula de 13 de Abril de 1522, son desconocidos, si bien ya la mencionan diplomas de 1007, 1014 y 1027, siendo el principal el segundo, ó sea el tan conocido de D. Sancho el Mayor, rey de Nabarra, el mismo que le- vantó las primitivas murallas de esta ciudad.

Seria entonces, siguiendo el estilo arquitectónico de la época, una iglesia románica, no pasando de conjetural la tradición popular acerca de la existencia en el mismo solar de un templo que ya figuraba en los siglos VIII y IX, parroquia del barrio de pescadores y marineros llamado Izurum.

La parroquia, probablemente románica de Santa María, fué reem- plazada por otra ojival, despues del horroroso incendio de la pobla- ción, acaecido en 30 de Junio de 1278, y durante el cual, debido á la intensidad del fuego, se desplomó la fachada principal de la parroquia matriz, sustituyendo por fin á la gótica, fabricada al gusto de la cate-

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dral de Burgos y muy semejante á la de Santiago de Bilbao y San Sal- vador de Guetaria, la actual, construida de 1743 á 1764 por la Real

Compañía Guipuzcoana de Caracas.

Diremos, como dato curioso, que la piedra se labró en los fosos de las murallas, y que los arquitectos directores y sus oficinas se ha- llaban en la casa, aun hoy existente en la calle del 31 de Agosto, ado- sada contra la sacristía y ábside de Santa María y conocida bajo el nombre de Arostegui.

No es esta la ocasión de que entremos en la descripción de dicho templo, en el cual, no obstante dominar el gusto vago del siglo XVIII, siguiendo las corrientes del estilo libre y caprichoso del Renacimiento, introducido por Miguel Angel, y no pertenecer á orden determinado, reina en todas sus partes principales y ornamentación la más perfecta armonía, la cual hace que sea Santa Maria una iglesia suntuosa y mo- numental, descubriéndose esto aun desde fuera con solo contemplar su riquísima portada, que es un verdadero y magnífico retablo exte- rior.

No reparó la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas en los me- dios de dar el mayor realce á dicho templo, así es que vemos que contribuyeron á su esplendor artistas como Villanueva, Rodriguez, Lizardi, Salezan, Ibero, Mena, Jauregui, Michel, Ruete, Azurmendi

y otros.

PEDRO M. DE SORALUCE. ANTONIO ARZÁC.

(Se continuará)

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BELLAS ARTES EN GUIPÚZCOA

VENTURA RODRIGUEZ EN SAN SEBASTIÁN

(CONTINUACION)

Ventura Rodriguez sabia imprimir en todas sus obras un carácter de sencillez, distinción y elegancia que las hace reconocer inmediata- mente, como puede verse aquí, por los artísticos altares de Nuestra Señora de la Soledad y del Sagrado Corazón de Jesús, acerca de los cuales tanto hemos solido hablar con el reputado arquitecto munici-

pal D. José de Goicoa. Ambos altares, situados á derecha é izquierda del coro, trazados

por Rodriguez, son de estilo greco-romano, reinando una sencillez y unas proporciones tan ajustadas y precisas, que constituyen una ver- dadera obra de arte de la cual se pueden vanagloriar San Sebastián y Guipúzcoa.

Los dorados capiteles de sus cuatro columnas son corintios, obe- deciendo todo el conjunto de la arquitectura á este orden, cuya gran riqueza y caracter tanto se prestan siempre á la grandiosa sencillez.

Dos columnas forman el cuerpo principal saliente, y las otras dos el segundo, adosado contra la fábrica, siendo sus fustes lisos.

En los intercolumnios se hallan las hornacinas, existiendo en el altar de la derecha la efigie del Sagrado Corazón de Jesús y en el de la izquierda el de Nuestra Señora de la Soledad, sobre elegantes pe- destales, mejor dicho, grandes gaines, como llaman á dichas especia-

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les pilastras los franceses, por su forma más ancha de arriba que de

abajo. En las claves de los arcos de las hornacinas y festoneado el con-

junto todo con elegante cordón florestal, se destacan dos bonitas ca- bezas de Angeles, y sobre el romanato se hallan blancas efigies de las cuales nos ocuparemos más adelante.

En el coronamiento, adosado contra la fábrica, se ven, en medio de esplendentes nimbos rodeados de rayos solares: en el altar del Co- razón de Jesús, sobre esmalte, el simbólico triángulo con el ojo cen- tral representando la Santísima Trinidad, y en el de la Soledad el monograma de los primitivos cristianos, el Pax-Christi; atributos á los cuales cubren coronas de laurel sostenidas por angelitos, cual sopor- tes heráldios.

En el altar de la Soledad las cuatro esbeltas columnas, sus pedesta- les y basamento general son todo de hermosos jaspes de Choritokieta (Renteria) y mármoles del Izarraitz (Azpeitia); de color rojo oscuro las columnas, combinados los pedestales y negro el basamento.

Sobre las columnas laterales adosadas al muro de la iglesia, se destacan angelitos con ramos de guirnaldas y pebeteros, motivos de coronamiento muy adecuados.

La ornamentación escultural es idéntica en el altar del Sagrado Corazón de Jesús.

A derecha é izquierda del altar de la Soledad se hallan empotrados en la fábrica dos elegantes medallones dorados de forma ovalada, re- presentando, en relieve, á San José y San Pedro.

Debajo de los mismos y en elegantes cartelas de madera graciosa- mente exornadas, todo pintado de blanco, se ven en letras negras dos conmemorativas inscripciones que debemos transcribir por el justo recuerdo tributado á Ventura Rodriguez, Francisco Ibero, Francisco Azurmendi y Pedro José Ruete, quienes, cada cual en su arte, traba- jaron en dichos altares.

Nos mueve también á ello el que dichas inscripciones formen par- te de los trabajos epigráficos de esta Comisión de Monumentos, pues desgraciadamente de un simple brochazo podría un mal intencionado hacerlas desaparecer.

Dice la cartela situada debajo del medallón de San José, (evange- lio):

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BONAVENTVRA RODRIGVEZ ACADEM. MATRI= TENS. INVENIT ET DELINEAVIT FRACISCVS AZVR= MENDI EXECVTVS EST ALTARIVM.

Y la que se halla debajo del medallón de San Pedro (epístola): FRANCISCVS

IBERO EXECVTVS EST COLVMNA SVPLE DANEA. ESTEREO

BATAM. PETRUS JOSSEPH RVETE PINXIT ET INAVRAVIT.

Ultimamente, cuando hace pocos meses se efectuó la limpia de ambos altares, la mesa, en cuyo centro se destacaba un hermoso cora- zón atravesado por siete espadas, fué regalada á las Religiosas domi- nicas de Santo Domingo, del barrio de Ategorrieta.

En su lugar se ha colocado una mesa con estribos dorados y en cuyo interior ha sido depositado, cual se hacia con los cuerpos de los mártires en los primitivos altares, el Santo Sepulcro que suele sacarse en las procesiones de Semana Santa.

Un gran cristal que cubre el frente todo, deja ver la efigie de nues- tro Salvador, obra del insigne Arizmendi y que formaba parte de los Pasos de Semana Santa.

Cuida del entretenimiento y ornamentación de dicho altar la anti- gua familia donostiarra de Echagüe.

No podemos menos de llamar la atención de los aficionados á las bellas artes acerca del mérito, del gran trabajo y habilidad que existe en el labiado y talle de piedras, lo cual prueba, una vez más, lo que valen nuestros canteros bascongados.

Aparte de las esbeltas columnas, estudien los aficionados los pe- destales y el basamento general del altar de la Soledad. Allí verán que los pedestales de mármol están vaciados al blanco, y en ellos embuti- das panelas de tinte rojo oscuro, de una sola pieza, y tan perfecta-

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mente unidas y calcadas, que al pronto parecen pintadas en las caras de los pedestales.

Dicha elegante y airosa combinación de mármoles en los pedes- tales de las cuatro pilastras, deja ver en cada lado cinco panelas gran-

des y una pequeña. El basamento lo constituyen grandes bloques de mármol negro de

una sola pieza.

PEDRO M. DE SORALUCE. ANTONIO ARZÁC.

(Se concluirá)

OLLOAK ETA AZERIYA

Olloak lo zeudela ganbara batean, zeñen zuben echeak matsa paretean; azeriya mats artan igorikan gora, arrimatu zan leio zar ganbarakora; eta sartu naiean zebillela andik, bidaditurik ollo gazte bat barrendik, kakaraka asi zan esnatzen lagunak, esanaz,—jaiki, jaiki nere lagun onak; leioan norbait dabill jaiki ¡ai! au lana, pisti gaiztoren bat da leioan dagoana.—

Ontan saltarik denak choil izuturikan, eta zebiltzala an denak zalapartan, batek otsegin zuben —ez mugitu iñor, gezurra da pistirik dala leioan or; aizeak mugitu ta egin du soñuba, eta ori zan dena jartzeko izuba: —bai, ala da bai, zuben beste batek esan, aizearen kontuba besterikan etzan;— eta besteak presaz zulotik irtenik, esan zuben:—jende au zer dan eztakit nik;

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indifféremment pour le futur le génitif possessif en en ou le génitif relatif en ko; on dit: eroriko da ou eroriren da, il tombera; artuko du ou arturen du, il prendra.

Nous avons dit que toutes les formes positives de la conjugaison basque se déclinent: ainsi da fait dena, celui qui est; denaren, denari,

denaz, etc.; zen, il était, fait zena, celui qui était; dateke fait datekena,

celui qui sera; lizateke, lizatekena; daiteke, daitekena;—du, il a, fait duena, ou diana; zian, ziana, zianaren, etc.; dezake, dezakena, etc.

Il resterait beaucoup à dire pour faire connaître la richesse du bas- que et son admirable mécanisme; mais nous pensons en avoir dit assez pour donner l’idée vraie de cette langue aux esprits non prévenus et pour les convaincre de la fausseté des apreciations de ses détracteurs.

M. le Chanoine INCHAUSPE.

(A suivre)

BELLAS ARTES EN GUIPÚZCOA

VENTURA RODRIGUEZ EN SAN SEBASTIÁN

(CONCLUSIÓN)

Pasemos ahora al altar hoy llamado del Sagrado Corazón de Jesús, y donde antes existió el de la antiquísima y venerada Virgen del So- corro, del Buen Suceso, la Antigua ó la Morena.

Este altar, que imita en un todo al de la Soledad, tiene las colum- nas y los pedestales de madera, siendo solo de marmol negro con vetas grises, el basamento.

Sobre el romanato desticanse dos esculturas: la Esperanza, con la áncora y la Prudencia con el espejo en la mano.

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El medallón colocado en el lado del evangelio representa á San Francisco de Asís, y en el de la epístola á Santo Domingo de Guz- mán.

La inscripción contenida en la cartela existente en el lado del evan- gelio, es idéntica á la que se ve en el mismo lugar del simétrico altar de N.ª S.ª de la Soledad, y por lo cual no la reproducimos, leyéndo- se en el escudo de la epístola

FRANCISCVS

YBERO

EXECTVS EST

ESTEREOBATAM

PETRVS JOSSEPH

RVETE PINXIT

ET INAVRAVIT.

Del medallón del centro de la mesa del altar destácase un corazón atravesado por dos clavos.

De este altar cuida la familia Bermingham-Goenaga, como suce- sores de D.ª Margarita Meagher que á fines del siglo pasado lo hizo construir.

En la pilastra de la columna, del lado del evangelio, existe un cuadro conteniendo un impreso que dice:

Que Su Santidad el Papa Pio Séptimo, por Rescripto de II de Agosto de 1818 á súplicas de D.ª Margarita Meagher de Bermingham concedió indulgencia plenaria á los que confesados y comulgados vi- sitasen la parroquia de Santa María desde las primeras vísperas de la festividad del Sagrado Corazón de Jesús, hasta el ocaso del sol de la festividad misma. Igualmente 300 dias de indulgencia para las ánimas del purgatorio á los que visiten otro templo, el primer viernes del mes. Por Rescripto de la misma fecha, fué declarado privilegiado dicho altar.

Las advertencias son: que para ganar dichas indulgencias, los fie- les deben tener la Bula de la Santa Cruzada, y que ambos Rescriptos poseen el correspondiente pase del Excmo. Sr. Comisario Gral. de la Cruzada y del Ordinario.

Ya hemos dicho al principio de este pobre trabajo que el insigne Ventura Rodriguez sufrió en San Sebastián otra decepción de esas á

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que tan acostumbrado estaba en la incesante lucha con que en Madrid

y provincias le perseguian los admiradores y continuadores de Bar- nuevo, Ricci, y Donoso, que á tal estado de decadencia trajeron la arquitectura española en los reinados de Felipe IV y de Carlos II, dis- frazándola y sacándola á la escena, sin unidad, sin gracia y sin deco- ro, gustos importados hácia mediados del siglo XVII de Italia; envi- dia que se convertia en saña, entre los secuaces de Barbás y Tomé, Churriguera (hijos) y Ribero, escuelas todas ellas que tan infausta in- fluencia habian de ejercer á fines del siglo XVII y principios del XVIII en las bellas artes españolas, hasta que por fin Carlos III con mano férrea, animando y sosteniendo la nueva reforma de Diego de Villa- nueva y Ventura Rodriguez logró poner freno á aquella delirante ar- quitectura, nacida para representar el exacto estado de decadencia de España con los últimos Austrias, y de la cual tan perfectamente decia el eximio crítico y arqueólogo D. Pedro de Madrazo, en su informe acerca de la iglesia de Monserrat, en Madrid, publicado en el Boletín

de la Real Academia de Bellas Artes, de Octubre de 1892: «La arquitectura llamada churrigueresca es una arquitectura que se

halla en perfecta consonancia con las tendencias que en todas las hu- manas especulaciones habia tomado el genio español en aquella época de infortunio y decadencia en que, no acertando á mantener la digni- dad y decoro de su pasado Renacimiento bajo los primeros Austrias, hacia desesperados esfuerzos en busca de una artificiosa y falsa origi- nalidad.

»Hay que considerar este arte con relación al espíritu del siglo en que floreció: no es justo juzgar á Churriguera y á sus secuaces por los principios y reglas de los grandes maestros del siglo XVI.»

Dominando por lo visto de tal manera también en San Sebastián ese mal gusto, Ventura Rodriguez sufrió un gran desaire con motivo del altar de N.ª S.ª de la Soledad que se le habia encomendado.

«D. Ventura Rodriguez,—(de quien dice Jovellanos que estuvo)— dedicado á la primera, á la más difícil, á la más importante y necesa-

ria de las bellas artes, consagró á su ejercicio y perfección su vida y sus talentos, la levantó desde la mayor decadencia al más alto grado

de esplendor, arrancó á la opinión pública el titulo de primer arqui- tecto de su tiempo y fijó en el la época más brillante de la arquitectu- ra española». Rodriguez, el hombre cuya fama es ahora indiscutible y justamente elogiada, vió menospreciada su obra del altar de N.ª S.ª

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de la Soledad, que le habia sido encargada por el Ilustre Consulado de San Sebastián, corporación que después de desairarle así, prefirió, conforme con los estrambóticos gustos de la época, quedarse con el actual altar llamado de la Sagrada Familia, vulgarmente arroketako al-

daria; obra del escultor Tomás Jauregui, admirador de Churriguera, artista á quien se deben otros muchos retablos que se ven en las igle- sias de Guipúzcoa.

Justo es, y lo decimos con imparcialidad, que este altar de la Sa- grada Familia, de la Comunión ó del Consulado, como quiera llamár- sele, es de lo mejor que hay entre la escuela de la decadencia, pues ya se nota allí la influencia de ese orden y elegancia artística que Pedro de Ribera fué introduciendo en la misma, en ese gusto arqui- tectónico del cual fué Co-jefe; escuela, á la cual ha llamado D. Pedro de Madrazo libertinaje y desórden churrigueresco, el ROCOCO de los fran- ceses.

Después que en España tuvimos bellísimos ejemplares de arqui- tectura románica, gótica, plateresca y la severa greco-romana del gran Herrera, hácia fines del siglo XVI empezó á acentuarse el decaimien- to, perdiendo nuestras obras en pureza y elegancia, hasta que ya por mediados del XVII no solo habia desaparecido la artística sencillez, sino que empezaba á peligrar nuestro arquitectónico decoro, por in- troducción de adornos impropios y monstruosos que lo oscurecían y manchaban.

Borromini y Bernini fueron en Italia los primeros autores de estas licencias, que pasaron pronto á España, debido nada ménos que á un Herrera, á Sebastián Herrera-Barnuevo y á José Jimenez Donoso.

En medio de aquella atmósfera de extravagancias, extravíos y li- gerezas, nunca podrá negarse que José Churriguera, el padre, fué una excepción, cual verdadero y gran talento que era, pero sus dos hijos y sus discípulos prostituyeron su escuela; y eso que se llama impro- piamente churrigueresco más merecería el nombre de tomenesco, por lo funesto que fué Tomé para nuestra arquitectura.

Por el desaire sufrido por Ventura Rodriguez en Santa María, in- dudablemente nos vemos privados de poder admirar algunas otras piezas de su arquitectura peculiar en esta Ciudad.

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Para hacer pendant, como ya hemos dicho, se construyó luego, á fines del pasado, el altar llamado hoy del Sagrado Corazón de Jesús y en cuyo sitio existió antes la efigie de N.ª S.ª del Socorro, escultura de prodigiosa antigüedad, (de la cual se ocupan Camino y otros his- toriadores), muy venerada en esta población y que en siglos anterio- res denominaban los donostiarras también N.ª Sª del Buen Suceso, la

Antigua ó la Morena. Lo único que hemos podido saber fijamente, en nuestras investi-

gaciones arqueológico-históricas, locales, acerca de la desaparición de tan venerada imagen, según la tradición popular existente entre los ancianos, es, que en 1794, cuando los convencionales franceses se apoderaron de San Sebastián huyó por mar en una lancha el enton- ces cura de Santa María Sr. Goicoa, llevándose la sagrada imágen de

N.ª S.ª del Socorro. Dirigíanse hácia las costas de Bizcaya cuando en alta mar les sor-

prendió un fuerte temporal que amenazó sus vidas. En medio de aquellos terribles momentos el presbítero Sr. Goicoa mostró la vene- rada efigie que llevaba escondida, y llena de fe toda la tripulación ante su vista, imploró el auxilio divino, luchó bravamente contra el huracán, éste empezó á calmarse desde aquel instante y todos llega- ban sanos y salvos á puerto seguro.

La efigie de N.ª S.ª del Socorro fué llevada luego á un convento (de religiosas, dominicas hemos oido) y ya desde entonces se pierde su rastro total y desgraciadamente.

Mucho nos alegraríamos que esta tradición popular donostiarra que narramos, noticia que quizá ahora se publique por primera vez, sirva para esclarecer la verdad de tan prodigioso suceso y para averi- guar el lugar donde hoy se halla dicha histórica y antiquísima efigie.

En tiempo de dicho señor cura Goicoa, fué cuando se construyó el camarín de la Virgen del Coro, en el altar mayor, tal cual existe hoy, segun la misma tradición popular.

Ya se ha visto, por las inscripciones reproducidas, que dirigió la construcción de dichos altares, bajo los planos de Ventura Rodriguez, el notable arquitecto azpeitiano Francisco Ibero, que fué quien ter-

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minó la actual iglesia de Santa María en 1764, templo trazado y em- pezado en 1743 por Juan de Lizardi y Miguel Salezan.

Francisco Ibero habia antes ayudado á su padre D. Ignacio, artifi- ce de mucho valer, Director de la edificación del grandioso monumen- to churriguerresco de San Ignacio de Loyola en Azpeitia.

Para que se vea quién fué D. Ignacio de Ibero, gloria de las bellas artes de Guipúzcoa, no obstante el mal gusto de su escuela, solo dire- mos hoy, que tal era la decadencia y la postración de la arquitectura en España, que cuando nadie se atrevia á cerrar la cúpula de la igle- sin del Santuario de Loyola, él llevó á buen fin dicho difícil y arries- gado trabajo, curiosa noticia que nos ha facilitado nuestro excelente amigo y consultor el arquitecto municipal Sr. Goicoa.

No es extraño, pues, que el hijo hubiera salido buen discípulo y de mérito aun hoy en día, no obstante sus aficiones churriguerescas,

mejor dicho, riberescas.

En ambos altares trabajaron igualmente Francisco Azurmendi y Pedro José Ruete, como ya tenemos expuesto.

Es tradición popular que la actual efigie del Sagrado Corazón de Jesús no agradó cuando fué terminada.

En cuanto á la de N.ª S.ª de la Soledad, nada podemos decir, por hallarse recubierta de ricos ropajes, y sí solo que no es de talla y que su fisonomía denota visible y natural dolor.

¡Cuánto sentimos no poseer en esta Comisión de Monumentos, las valiosísimas obras de Cean Bermudez! La posesión de dichos notables libros nos ayudaria muchísimo en nuestros trabajos sobre bellas artes y arqueología en Guipúzcoa.

Este invierno pasado han sido limpiados ambos artísticos altares, y frecuentemente solíamos examinarlos con verdadero cariño.

Con gusto podemos manifestar á esta Comisión de Monumentos, que nada se ha renovado ni tocado de la antigua decoración y talla, limitándose el trabajo todo á una limpia general.

Por las capas de polvo allí acumuladas se deduce que hacia mu-

chísimos años no habian sido lavados dichos altares, dándose el caso que á las columnas del altar de la Soledad, que son de mármol, de tal manera se habia adherido el polvo, destruyendo así toda su hermo-

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sura natural, que no es extraño que Madoz, en su Diccionario Geográ-

fico dijese que estaban pintadas y que esto las afeaba completamente. Hoy, ambos altares han quedado siquiera limpios, y en cuanto á

la crudeza de algunos colores de las pinturas del conjunto, el tiempo irá amortiguándola.

Terminamos este ligero trabajo, proponiéndonos en otra ocasión rendir el debido homenaje al insigne Ventura Rodriguez, cuando nos sea dado estudiar detenidamente el altar mayor de Rentería y el pór- tico de la parroquia de Azpeitia.

Entonces, ó cuando podamos presentar á esta Comisión de Monu- mentos otro trabajo sobre bellas artes también, y para el cual estamos reuniendo datos referentes á arquitectos y escultores guipuzcoanos cuyo recuerdo existe hoy casi borrado, (por no decir otra cosa); en- tonces, repetimos, ensalzaremos y diremos lo mucho que debe Espa- ña al verdadero restaurador de su arquitectura nacional.

Ventura Rodriguez, modesto, bueno y sencillo, nunca se quejó en medio de la guerra que se le hacia: supo arrostrar la tempestad con gran entereza y valor moral, y mientras sus presuntuosos colegas de aquel siglo trataban con el consabido desdén á la preciosa arquitectura ojival, denominándola bárbara, él, en sus frecuentes excursiones por provincias se dedicó á estudiarla detenidamente, en cuantos edificios podia.

Somos entusiastas de la arquitectura ojival, bajo el punto de vista de las construcciones religiosas, y por esto, cáusanos satisfacción ver que un talento tan egregio cual Ventura Rodriguez, no obstante ser su escuela y gustos diametralmente diferentes á la gótica, nunca fui. de los que la denigraron.

Ventura Rodriguez supo estudiar y armonizar tan perfectamente todo lo que hallaba de bueno en sus profundos y constantes estudios comparativos, que de eso proceden esas bellísimas obras greco-roma- nas que inmediatamente denuncian su mano por su misma sencillez y elegancia, cual á Herrera (el bueno), la grandiosa severidad.

Así es que no tuvo por qué arrepentirse, como después ocurrió á su mismo vate Gaspar Melchor de Jovellanos, y más recientemente

aún, á mediados del presente siglo, al conocido paleógrafo y crítico

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francés Merimée, quien después de escribir aquella frase desgraciadí- sima, que el arte ojival amenazaba al cielo, fué luego uno de los arqueó- logos que más han hecho por la conservación de los monumentos ro- mánicos y ojivales, y á quien se debe principalmente la restauración de la artística é histórica iglesia de Vezelay, que llevó á cabo el céle- bre Viollet-le-Duc.

Grato nos ha sido llamar la atención de esta Comisión de Monu- mentos históricos y artísticos de Guipúzcoa, acerca de dos obras de arte donostiarras, dignas de ser más conocidas que actualmente, me- reciendo, á nuestro juicio, ser popularizadas por el grabado ó la foto- grafía.

PEDRO M. DE SORALUCE. ANTONIO ARZÁC.

San Sebastián, 20 de Mayo de 1893.

(Leida en la sesión ordinaria celebrada por la Comisión de Monumentos de Guipúzcoa en 26 de Mayo de 1893)