Before Dawn Por Raikaku Rei

Adolf K Weissman era un genio.

Las personas a su alrededor se habían dado cuenta de su inmenso talento cuando era muy

pequeño, por lo que había recibido la mejor educación. No tenía amigos, y después de un

corto periodo de tiempo sus profesores empezaron a quedarse cortos, por lo que las únicas

cosas que tenia para tranquilizar su corazón y la curiosidad de su mente eran la gran cantidad

de libros y estar con su hermana, ella era dos años mayor que él, Claudia Weissman.

Claudia poseía la inteligencia igual a él o incluso supero su propia inteligencia. Para él, el

tiempo que dedicaba a hablar con Claudia era inmensamente agradable, podían discutir un

tema durante horas y horas. Claudia al instante podía captar sus pensamientos como si

compartieran el mismo cuerpo y luego ofrecía sus diferentes puntos de vista de sus ideas que a

él no se le ocurrían.

Su mundo era definitivamente grande y rico con solo un montón de libros y las conversaciones

con su hermana.

Pero hubo un momento en que Claudia le pregunto: “Dime, Ady. ¿No te sientes solo, no tienes

amigos?”

Él respondió con una sonrisa “No, no lo estoy. Cuando aprendo sobre el mundo a través de los

libros, se siente como si hiciera amigos en todo el mundo”

A pesar de que poseía un genio superior que lo aislaba de los demás, nunca quiso

menospreciar a aquellos que no estaban a su nivel ni llego a tratar de hacerse querer por la

sociedad. Su corazón era puro y él amaba a la gente.

Sin embargo, en su percepción del mundo se compone su hermana y todos los demás, por lo

que esas “personas” a quien supuestamente amaba, para él, eran parte de la muy amplia y

vaga agregación llamada “humanidad”

Cuando él creció, experimento dos sucesos que le cambiarían la vida.

El primero de ellos fue el encuentro con una antigua reliquia sagrada, la “Dresden Slate”, que

poseía poderes misteriosos.

Y el segundo fue el conocer a un oficial del ejército llamado Kokujoji Daikaku enviado desde el

país más oriental Japón para ayudar en la investigación de la Slate.

Él fue cautivado por las infinitas posibilidades que la Dresden Slate contenía. Poseía el poder

para cambiar la forma misma de la humanidad.

“Posibilidades” él era un investigador y la promesa de “Posibilidades” fue suficiente para

impulsarlo a la acción más loca, activar un sistema muerto en busca de esas “Posibilidades”

para hacer del mundo un lugar donde se puede ser feliz en realidad.

“Tú eres un optimista sin esperanzas” Kokujoji solía decir eso a él con toda honestidad.

Para él, Kokujoji fue su primer amigo.

“Te diriges demasiado duro, ¡Teniente! “

Él y Kokujoji tenían todo tipo de conversaciones, desde discutir argumentos como niños

pequeños a controversias científicas avanzadas.

Tenía diversión, persiguió un sueño que compartía con su amigo. Aquello se estaba

convirtiendo en un día que jamás había experimentado en su vida pasada.

Pero, con la muerte de su hermana, él abandono su sueño.

“¿Estas huyendo Weissman?”

Escucho la voz de su primer amigo detrás de él mientras huía hacia el cielo solo.

+

Sus ojos se abrieron.

Durante un tiempo, Shiro estaba distraídamente mirando hacia el techo preguntándose qué

año era ahora y donde estaba actualmente.

-Levántate Ady-

La voz de su hermana no se escuchaba más.

-¡Oye, Weissman!-

Tampoco era la voz del Teniente. Él no estaba en Alemania.

-¡Isana Yashiro, El desayuno está listo!-

-¡¡Shiro!! ¡La comida, La comida~!-

Pero tampoco había olor del agradable desayuno caliente de Kuroh, y tampoco había una Neko

animada. Ese lugar tampoco consistía en el dormitorio de aquella isla de la escuela.

-Eres todavía un dormilón tal como recuerdo que eras-

Es el Teniente….sí, es la voz del Teniente, solo que mucho mayor, solo que él no estaba ahí,

nadie.

Todo lo que había sucedido hasta ahora pasó por la mente de Shiro. El tiempo que permaneció

en Alemania con su hermana. El descubrimiento de la Slate, la reunión con el Teniente, los días

en que los tres persiguieron aquel sueño difícil de alcanzar juntos. Los ataques aéreos. La

derrota. Casi 70 años que habían transcurrido y solo permanecía el cielo a donde había huido,

mirando hacia abajo en el suelo desde lo alto. Luego su cuerpo fue secuestrado, él se convirtió

en un niño y cayó hasta el mundo de abajo, olvidando todo lo que había hecho, y vivió una

vida tranquila y normal, pero agradable. Después de eso, fueron días caóticos en donde fue

marcado de asesino y perseguido. Él recupero sus recuerdos y con el fin de matar al Rey

Incoloro, tenía que el Rey Rojo darle un puñetazo en el pecho con su puño con flamas. Una

gran oscuridad vino después, él despertó reunido con el Teniente, pasando sus últimos días

juntos, entonces….

“Buenos días” Shiro susurro en aquella sala vacía donde estaba solo mientras su mente se

sacudió en el último de su letargo.

En estos días, tenía un poco de problemas reuniendo todos sus cojines justo después de

levantarse. Cuando salió del mar de sus sueños, su cabeza se sentía confusa, posiblemente

porque durante mucho mucho tiempo, nada había cambiado para él si solo se quedaba

dormido o despierto y ahora su mente simplemente no podía comprender de inmediato que

esos días también habían terminado.

Shiro se levanto de la cama con ganas de respirar aire del exterior, salió de la habitación.

Todavía estaba oscuro afuera. Pero la línea del horizonte brillaba débilmente como si

prediciendo que el sol estaba a punto de levantarse también.

Parecía que estaba nevando ayer, por que había montoncitos de nieve aquí y allá. El aire era

helado de una mañana de principios de invierno golpeaba la piel de Shiro, despejando su

cabeza.

Shiro pensó en todos esos años que había pasado en el cielo, sólo viendo el mundo de abajo

todo el tiempo. Siguió mirando, incapaz de reunir valor para interferir con él, pero estar abajo

le impresionaba el conocer a esas criaturas “gente”

Al igual que cuando era pequeño y asumió que había llegado a conocer el mundo con solo leer

sus libros.

Al igual que cuando soñaba con hacer un mundo feliz para todos sin siquiera entender a la

“gente”. En esos 70 años, se mantuvo sin cambios.

El tiempo fugaz que paso como Isana Yashiro con Kuro y Neko y los otros en la isla de la

escuela fue muy corto. Pero el calor humano que le tocó por primera vez en 70 años fue

abrumadoramente real, no podía ser experimentado a través de los libros o viendo a la gente

desde lo alto.

“…… ¿Puedo recuperarlo?” Esos pocos días invaluables. Eran un tiempo falso que Neko le

había otorgado, pero esta vez quera conseguir una experiencia así él mismo, con sus propias

manos.

Shiro entrecerró sus ojos. El sol deslumbrante y hermosa mañana subían desde más allá del

horizonte.

Él estaba despertando.