Beatriz Gonzalez-Stephan Economías fundacionales.pdf

32

Transcript of Beatriz Gonzalez-Stephan Economías fundacionales.pdf

  • BEATRIZ GONZLEZ STEPHAN

    ECONOMAS FUNDACIONALES Diseo del cuerpo ciudadano

    La intensa reflexin que se ha venido dando en

    torno a la cuestin nacional, la ciudadana, las

    relaciones entre lo pblico y lo privado, la cons-

    truccin del cuerpo individual como el social, la

    validez del orden jurdico democrtico, hace supo-

    ner el carcter nada ms que cultural e histrico

    (en el sentido de provisorio) de estas categoras con

    las cuales se han constituido aquellas identidades

    que an podemos reconocer como Estados nacio-

    nales. La certidumbre de existir dentro de los lmi-

    tes de la legalidad o mejor, en situacin de lmi-

    tes; un cierto sentido de las posibilidades expresi-

    vas del cuerpo y de la lengua, la imaginacin de

    unos otros semejantes y de otros diferentes; la sen-

    sacin de pertenencia a un territorio cuya verifi-

    cabilidad pareciera comprobarse en las represen-

    taciones cartogrficas; la confianza de estar ads-

    crito a un orden cuya legitimidad descansa en la

    escritura, son algunas de las muchas instancias

    que el Estado postindependentista para referir-

    nos slo al caso latinoamericano del siglo xix ha

    tenido que enfrentar y disear.

    El nuevo espacio poltico que se abra con las

    nuevas repblicas obligaba a una cuidadosa re-

  • 18 BEATRIZ GONZALEZ STEPHAN

    orientacin de la distribucin e implementacin

    de los mecanismos del poder que, a la luz del re-

    ciente orden jurdico ciudadano y como consecuen-

    cia de los alcances importados de la Ilustracin,

    deba hacerse menos punitivo y evidente que du-

    rante el perodo colonial. Son ampliamente cono-

    cidos los niveles de violencia practicados sobre los

    cuerpos de indios, negros, pardos, esclavos, ma-

    sones, disidentes e independentistas criollos, in-

    dgenas y cimarrones, por parte de gobernadores

    y encomenderos, miembros del Santo Oficio, ca-

    pataces y hacendados que en el nombre del Rey y

    de Dios exponan los cuerpos torturados y mutila-

    dos a la vista del espectculo pblico, sin despre-

    ciar el ilimitado derecho que tenan maestros, pa-

    dres y maridos de implementar castigos fsicos a

    sus discpulos, hijos y esposas: la autoridad y la

    ley se imponan sobre el cuerpo con violencia a

    travs de una poltica sistemtica del castigo cor-

    poral tanto en el mbito pblico como domstico.

    Pero tambin en otros rdenes de la vida so-

    cial, al menos hasta muy entrado el siglo xix, im-

    peraba la fuerza y expresividad de las pasiones, la

    violencia de las conductas en el juego, en las rela-

    ciones familiares, en las fiestas, carnavales, tea-

    tro, trato con los sirvientes, la expresin desinhi-

    bida de la sexualidad, la gestualidad corporal, la

    sensualidad, el desenfreno, la gritera, la risa: en

    fin, una sensibilidad poco dada a la contencin de

    toda clase de pulsiones, y que la cultura de los

    tiempos modernos calificara de brbara e iden-

    tificara no slo con un pasado arcaico y vergonzo-

    so, sino con la incivilidad, la infraccin y la culpa.

    Al respecto vale ilustrar esta nueva sensibili-

    dad con la polmica que se desat en la Caracas

    de 1790 a propsito de la creacin de una Casa

    de la Misericordia para albergar un creciente n-

    mero de expsitos. Los promotores del proyecto

    alegaban que tratndose de una situacin propia

  • de las mujeres, resultaba ms bien urgente co-

    rregir sus costumbres, es decir, que la nueva Casa

    tuviese por funcin su reeducacin: corregir las

    que tenan por bajeza la ocupacin que deba hon-

    rarlas aplicndolas a demotar, hilar, tejer, benefi-

    ciar el algodn, y otras cosas capaces de sostener

    en gran parte la misma casa . La violencia de los

    castigos y el desenfreno de las pasiones deban

    reconducirse* para construir el homo economcus y

    tambin la no menos mujer domestica(da), suje-

    tos de la nueva sociedad burguesa, prototipos re-

    queridos para la utopa del progreso y de la mo-

    dernizacin. La reorientacin de una vitalidad gra-

    tuita y explosiva dentro del orden jurdico republi-

    cano supona una relacin entre el poder y el cuer-

    po fundado en la disciplina, en la productividad y

    en la higiene2. No en vano tanto los catecismos,

    ahora de urbanidad, y las constituciones naciona-

    les insistirn tanto en que el ocio es la madre de

    todos los vicios, como en perseguir la vagancia p-

    blica.

    El proyector fundador de la nacin es civiliza-

    torio en el sentido de darle, por un lado, a la escri-

    tura un poder legalizador y normativo de prcti-

    cas y sujetos cuya identidad quedase circunscrita

    al espacio escriturario; y, por otro, organizar un

    19 ECONOMAS FUNDACIONALES: DISEO DEL CUERPO CIUDADANO

    1 Frdrique Langue: en Desterrar el vicio y serenar las con-

    ciencias: mendicidad y pobreza en la Caracas del siglo XVIII"

    Reutsta de Indias, enVol.LIV, N 201, 1994. p.367.

    Los dos tomos de Jos Pedro Barrn; Historia de la sensibili-

    dad Uruguaya, Tomo I La cultura -brbara' (1800-18601 Edics.

    de la Banda Oriental, Montevideo, 1989; y Tomo II El discipl-

    naraiento (1860-1920), Edics. de la Banda Oriental, Montevi-

    deo 1990. Resultan sumamente aleccionadores en cuanto a

    una investigacin documentada que da cuenta del cambio de.

    sensibilidad desde formas ms desenvueltas y espontneas

    hacia actitudes ms contenidas y empaquetadas.

  • 20 BEATRIZ GONZALEZ STEPHAN

    poder mltiple, automtico y annimo que con-

    trolase sin cesar y discretamente a los individuos:

    lograr que estos fuesen ciudadanos de la polis, de

    una red invisible de leyes, reglas y textos de poli-

    ca, vigilados y vigilantes en una mutua complici-

    dad contenedora de posibles transgresiones. La

    escritura sera el ejercicio decisivo de la prctica

    civilizatoria sobre la cual descansara el poder de

    la domesticacin de la barbarie y la dulcificacin

    de las costumbres: debajo de la letra (de las leyes,

    normas, libros, manuales, catecismos) se replega-

    rn las pasiones, se contendr la violencia.

    Obviamente la nacin que se erige deviene en

    una realidad meramente escrita ciudad escritu-

    raria al decir de Angel Rama reservada a una

    estricta minora de y para letrados: slo de este

    modo se cumplira el efecto y el juego de esa co-

    munidad imaginaria que se imagina semejante a

    partir del circuito que establece la cultura impre-

    sa, que finge, por razones lejos de ser simples,

    desconocer las contradicciones y carcter pluri-

    cultural del grupo no slo potencialmente lector

    sino de la sociedad global.

    El modelo liberal de nacin que se implementa

    sigue en sus premisas bsicas la frmula occiden-

    tal: un poder fuertemente centralizado en la figura

    de un Estado que dispone de una violencia que

    no pasa por la guerra: ms que guerreros, emplea

    policas y carceleros, no tiene armas y no tiene

    3 V. La ciudad letrada, F.I.A.R., Montevideo. 1984. que motiv

    otras importantes investigaciones: para nuestro caso la de Ju-

    lio Ramos: Desencuenfros de la modernidad en Amrica Latina.

    Literatura y poltica en el sigla xix. Fondo de Cultura Econmi-

    ca, Mxico, 1989. 4 Benedict Anderson: Imagined Communities. Rejlections on the

    origin and Spread oJNationalism, Verso, Londres/Nueva York.

    1983.

  • 21 ECONOMAS FUNDACIONALES: DISEO DEL CUERPO CIUDADANO

    necesidad de ellas, acta por captura mgica in-

    mediata, 'capta' y 'liga', impidiendo cualquier com-

    bate; fija, sedentariza la fuerza de trabajo porque

    crea corporaciones, talleres, manufacturas, y por-

    que adems recluta entre indigentes una mano de

    obra forzada; regula todo tipo de movimientos; li-

    mita, distribuye, clasifica, jerarquiza territorios e

    individuos; establece un interior con unidad y sen-

    tido frente a un exterior salvaje e irracional; acaba

    con un vagabundeo de banday un nomadismo de

    cuerpo; identifica la historia y el libro con su triun-

    fo5.

    La configuracin del Estado nacional se va con-

    cretando en una lenta dinmica que hunde sus

    raices en un proceso anterior al xix, donde ciertas

    prcticas sociales anticipan modalidades de la fu-

    tura sociedad liberal disciplinaria. Las rebeliones

    de esclavos y pardos y la situacin cada vez ms

    insostenible de desviantes, vagos y mendigos en

    la Venezuela del siglo XVIII llev a las elites econ-

    micas a financiar una variedad de establecimien-

    tos la Casa de Correccin destinada a pardos,

    negros y especialmente a esclavos rebeldes; el hos-

    picio-crcel de las mujeres blancas y pardas de

    mala vida; las crceles para indgenas para

    encerrar y en casos separar una masa poblacional

    cuya ociosidad la llevaba a la criminalidad y a

    horrorosos vicios. En otra direccin, y tambin

    por la misma poca, el coronel de ingenieros don

    Nicols de Castro fund en Caracas una Acade-

    mia de Geometra y Fortificacin, que inaugur un

    creciente inters por institucionalizar las matem-

    Gilles Deleuze y Flix Guattari: MU mesetas, capitalismo y

    esquizofrenia, Pre-Textos, Valencia, 1988: v. en particular los

    captulos Introduccin: Rizoma (pp. 9-32) y Tratado de No-

    tnadologa: la mquina de guerra (pp. 359-432).

  • ticas, la topografa y el lgebra en la enseanza

    universitaria del pas, inters estrechamente vin-

    culado al desarrollo cientfico de la cartografa y a

    una agresiva poltica de fronteras''. Es obvio que

    las elites criollas se vieron como los nuevos suje-

    tos de un proyecto social tambin nuevo, donde

    las estrategias del saber cientfico el clculo y

    las mediciones y las polticas de una (re) educa-

    cin para el trabajo servirn, por un lado, para

    canalizar sus temores escondidos ante una pobla-

    cin llena de otredades diablicas y, por otro, para

    formalizar su razn histrica como sujetos de so-

    ciedades civilizadas, como agentes beneficiados de

    la riqueza moderna: reencauzar la violencia hacia

    la plusvala del capital.

    Ahora el ejercicio del poder en las sociedades

    modernas o al menos que se abocan a serlo se

    vehicula a travs de la proliferacin de una serie

    de instituciones (talleres, escuelas correccionales,

    hospicios, manicomios, crceles) y de prcticas

    discursivas (constituciones, registros, censos,

    mapas, gramticas, diccionarios, manuales de ur-

    banidad y tratados de higiene) que conforman todo

    un conjunto de tecnologas especializadas e ins-

    tituciones del orden pblico que coercionan, con-

    trolan, sujetan, regulan con docilidad el movimien-

    to de los cuerpos para hacer de ellos subjetivida-

    des domesticadas sujetos del Estado y poder j

    neutralizar los peligros de agentes des-centrados.

    Se las reconoce como las disciplinas y su poder

    22 BEATRIZ GONZALEZ STEPHAN

    6 V. Hernn Gonzlez y Manuel Alberto Donis Ros: Cartografa |

    y cartgrafos en la Venezuela colonial. Siglo XVIII-, en Memoria

    del Quinto Congreso Venezolano de Historia, 1992. Academia

    Nacional de la Historia, Caracas, Tomo III, 1992. pp. 61-85.

  • 23 ECONOMAS FUNDACIONALES: DISEO DEL CUERPO CIUDADANO

    descansa precisamente en una vigilancia escritu-i

    rada7.

    Particularmente las constituciones, gramticas

    y manuales (para slo referirme a las formas pa-

    radigmticas) constituyen a travs de sus leyes y

    normas un campo policial de vigilancia y ortope-

    dia que capta e inmoviliza al ciudadano. La cons-

    titucin en sujeto slo es posible dentro del marco

    de la escritura disciplinaria como requisito previo

    a su reconocimiento como ciudadano.

    La proliferacin en mltiples formatos de estas

    escrituras disciplinarias que iban desde el art-

    culo de prensa, la hoja suelta, la folletera, hasta

    el libro abarca toda la centuria, intensificndo-

    se hacia finales del siglo, cuando la moderniza-

    cin se hace palpable en las ya crecidas urbes la-

    tinoamericanas y la densidad demogrfica recla-

    maba una mayor difusin de estos textos como

    tambin el celo de una vigilancia ms escrupulo-

    sa. Esto no debe significar que la violencia de las

    pasiones, la soltura de los cuerpos y lenguajes

    qued inmediatamente normada por las constitu-

    ciones, gramticas y manuales formulados en las

    primeras dcadas. Ms bien habra que pensar en

    una tensin y si acaso lucha, no siempre cmoda-

    mente resuelta entre los universos postulados por

    la escritura reguladora y la dinmica de la reali-

    dad. Pese a ello, es un hecho que el proyecto de

    nacin y ciudadana fue un imaginario de mino-

    ras pero que se postul como expansivo, y que

    efectivamente tuvo la capacidad de englobar-do-

    mesticar a comunidades diferenciales que ofrecan

    resistencia a costa de no fciles negociaciones. En

    7 V. Mlchel Foucault: Vigilar y Castigar. Nacimiento de la pri-

    sin. Siglo XXI, Mxico. 1976, esp. Disciplina. Tb. La verdad

    y las formas jurdicas, Gedisa, Barcelona, 1980.

  • 24 BEATRIZ GONZALEZ STEPHAN

    una doble direccin (centrpeta y centrfuga) el

    cuerpo escrito de disciplinas incluyendo las cons-

    tituciones tuvo como tarea incorporar y mode-

    lar a los grupos sociales: y contrariamente expul-

    sar a aquellos que no lograban mi me tizarse con

    las normas. El programa de escolarizacin de los

    gobiernos ilustrados del ltimo tercio del siglo se

    dio la mano en varias oportunidades con la polti-

    ca de exterminio de las poblaciones indgenas (Ar-

    gentina y Mxico) o nmade-campesinas (Canudos

    en Brasil). Tambin la preocupacin por limpiar

    las ciudades de perros, puercos y animales sin

    dueo comprendi un plan ms general: la cons-

    truccin de hospicios y manicomios sirvi para

    encerrar a vagos y delincuentes por carecer de ofi-

    cio estable (y por ende, propiedades y domicilios

    estables), con el pretexto de atender a los enfer-

    mos mentales y con ello dar un buen empuje a

    las ciencias mdicas. Y en un sentido muy parti-

    cular, tambin la literatura funcion en muchos

    casos como prctica disciplinaria: por un lado, la

    delincuencia campesina fue una estrategia que

    legaliz la recluta de mano de obra para los ha-

    cendados y de soldados para el ejrcito: la casa-

    hacienda y la milicia fueron claras instituciones

    disciplinarias que ameritaban construir la diferen-

    cia como ilegalidad para contener las masas br-

    baras dentro de la ley. Y, por otro lado, el gnero

    gauchesco tal como lo sugiere Ludmer inscri-

    bi dentro de los lmites de la cultura letrada la

    voz del campesino ilegal, para devolvrsela civili-

    zada con la aspiracin de integrarlo al cuerpo dis-

    ciplinado de la patria: el libro y la lectura son ejer-

    cicios disciplinarios del nuevo orden jurdico8.

    V. Josefina. Ludmer: El gnero gauchesco. Un tratado sobre la

    patria. Sudamericana, Buenos Aires. 1988.

  • 25 ECONOMAS FUNDACIONALES: DISESO DEL CUERPO CIUDADANO

    De todo este heterogneo conjunto de textos

    normativos, me interesa enfatizar como grupo es-

    pecfico las constituciones, gramticas y manua-

    les de conducta por representar cada uno de ellos

    una modalidad particular del disciplinamiento y

    del aparato escrito de vigilancia. De todos ellos

    hubo centenares en cada pas latinoamericano

    durante todo el siglo xix. Revisar una constitucin

    o un manual es como leerlos casi todos. Por consi-

    guiente, para agilizar el objetivo de este trabajo,

    me voy a referir como conjunto modlico a las cons-

    tituciones venezolanas9 del siglo pasado, a la Gra-

    mtica de la lengua castellana destinada al uso de

    los americanos (1847) de Andrs Bello y al Manual

    de urbanidad y buenas maneras (1853) tambin

    del venezolano Manuel Antonio Carreo. La Cons-

    titucin Federal para los Estados de Venezuela de

    9

    Las constituciones venezolanas recopiladas y editadas en su

    versiones facsmiles fueron publicadas en Manuel Fraga Iribarne

    (dir.): Las constituciones Hispanoamericanas, vol. 17, Luis

    Marinas Otero: Las constituciones de Venezuela, Centro de

    Etudios Jurdicos Hispanoamericanos del Instituto de Cultura

    Hispnica, Edics. Cultura Hispnica, Madrid. 1965. Para el

    presente trabajo hemos utilizado las constituciones de 1811,

    1819 (de Simn Bolvar). 1830 (de Jos Antonio Pez), 1857

    (de Jos Tadeo Monagas), 1874 (de Guzmn Blanco). Durante

    el siglo xix Venezuela tuvo unas doce constituciones. Todas las

    referencias pertenecern a esta edicin citada. La primera edi-

    cin de la Gramtica de Andrs Bello aparece en Chile en 1847.

    Usamos la edicin critica de Ramn Trujillo: Instituto Univer-

    sitario de Lingstica Andrs Bello. Tenerife. 1981. El Manual

    de Manuel Antonio Carreo apareci en forma de folletos en

    1853, siendo publicado como libro en 1854. En 1855 el Con-

    greso Nacional acord recomendacin especial para el uso de

    esta obra; las citas corresponden a la edicin, corregida y au-

    mentada. de Casa Editorial Garnier Hermanos, Pars. 1927. A

    10 largo de este trabajo usar el nombre genrico de

    constitucio-

    nes, gramticas y manuales por constituir tipologas discursivas

    especficas.

  • 26 BEATRIZ GONZALEZ STEPHAN

    1811 es la primera de todo el mundo hispnico; la

    Gramtica de Bello y el Manual de Carreo han

    pasado a convertirse en libros de cabecera tanto

    para el buen decir y escribir como de las buenas

    maneras: obvian las razones para haberlos elegi-

    do como ejemplos de estos gneros normativos y

    disciplinarios.

    1. CUERPO POLICIAL SUBJETIVADO

    Constituciones, gramticas y manuales compar-

    ten en su espritu nuclear el ser discursos que en

    su forma de leyes, reglamentos y normas no slo

    previenen de la infraccin o error, del castigo o

    culpa, sino que asumidos sistemticamente a tra-

    vs del ejercicio continuo van formando un cuer-

    po policial subjetivado, una representacin inte-

    riorizada en cada individuo. No persiguen el casti-

    go sino la prevencin. Se mueven en el campo de

    las prohibiciones y de las amenazas sistemticas

    para infundar la adecuada dosis de temor en cada

    individuo ante su posible exclusin o marginamien-

    to de los escenarios legitimados por la autoridad

    estatal.

    Tambin en cierto sentido se podra decir que

    son la escritura fundacional por antonomasia por-

    que constituyen en s mismos los centros desde

    los cuales se irradia la ley del Estado (las consti-

    tuciones), la lengua nacional (las gramticas) y el

    cuerpo ciudadano (los manuales). Cada uno traza

    desde su ngulo de pertinencia el perfil y requisi-

    tos del sujeto deseado que el nuevo espacio jurdi-

    co necesitaba. Construyen los marcos del sujeto

    legal tanto en su condicin para ser reconocido

    como sujeto, para ser aceptado como sujeto de la

    ciudad escriturara, y como agente de las fuerzas

    productivas y morales del proyecto nacional. Y es

    que las escrituras de polica escrituras que di-

    sean el movimiento social de la polis marcan

  • 27 ECONOMAS FUNDACIONALES: DISEO DEL CUERPO CIUDADANO

    en su lmite espacios ticamente diferenciales: por

    un lado, la urbe, el Estado, la industria, el progre-

    so: por el otro, el campo, el caudillo, la casa-gran-

    de. Pero el nuevo orden el policial va no slo

    a contraponerlos, sino a desautorizar al segundo:

    Despus de constituidos los hombres en socie-

    dad han renunciado a aquella libertad ilimitada y

    icencosa a que fcilmente los conducan sus pa-

    siones, propia slo del estado salvaje. El estable-

    cimiento de la sociedad presupone la renuncia de

    estos funestos derechos, la adquisicin de otros

    ms dulces y pacficos y la sujecin a ciertos de-

    beres mutuos. Y ms adelante dentro de la mis-

    ma Constitucin de 1811: La propiedad es el de-

    recho que cada uno tiene de gozar y disponer de

    los bienes que haya adquirido con su trabajo e in-

    dustria .

    La necesidad de rotular en trminos de salva-

    je a la sociedad rural confiere automticamente a

    escritura/ley y por contigidad/a sociedad/ciu-

    dadano/trabajo/ propiedad la cualidad de valores

    naturalizados. Obviamente controlar el ocio y el

    desenfreno implicaba tambin una nueva tica

    donde la virtud radicaba tanto en el ahorro de pa-

    siones como de riquezas. El deseo de acumular

    bienes pasa por la escritura policial que modela

    las pasiones del cuerpo y de la lengua.

    2. LA INVENCIN DE LA CIUDADANA

    La funcin jurdco-poltica de las constituciones

    y tambin en cierto modo de las gramticas y ma-

    nuales apuntan, entre otros objetivos, a la inven-

    a

    Primera Constitucin de 1811, pp.149 y 151.

  • 28 BEATRIZ GONZALEZ STEPHAN

    cin de la ciudadana, en el sentido de la creacin

    de un campo de identidad que deba construirse

    como espacio de elementos homogeneizados para

    su gobierno ms viable.

    La constitucin de un espacio simblico que

    identifica suletos semejantes, bien porque hablan

    y escriben una lengua comn y porque sus cuer-

    pos simtricos se ajustan al mismo patrn, son al-

    gunas de las condiciones, entre otras, que van a

    permitir el establecimiento de un orden mercantil

    entre las regiones de la nacin y su articulacin al

    comercio internacional. Las nuevas formas de co-

    municacin exigan que los cuerpos y las lenguas

    tambin unificaran sus lenguajes, as como los

    ferrocarriles, telgrafos y vapores acercaban terri-

    torios y ciudades.

    Uno de los atractivos del proyecto modernizador

    descansaba en la eficacia de la racionalidad, que

    implicaba una estrategia de uniformizacin o mis-

    mificacin a todo nivel en aras del mayor benefi-

    cio del Estado nacional. Aunque en la configura-

    cin de la ciudadana intervienen numerosos y

    complejos factores, uno decisivo fue la gramtica,

    en el sentido y as lo pensaba Andrs Bello de

    ser una de las instancias ticas, jurdicas y polti-

    cas con mayor poder de intervencin para la cons-

    titucin de la ciudadana y como discurso funda-

    cional del Estado moderno. La imposicin a tra-

    vs de una pedagoga obligatoria de una estruc-

    tura normadora de la lengua erradicara no slo

    los hbitos viciosos, defectos y barbansmos

    groseros de las gentes de poca instruccin, sino

    tambin impedira la proliferacin de multitud de

    dialectos irregulares, licenciosos y brbaros en el

    continente hispanoamericano, oponiendo estor-

    bos a la difusin de las luces, a la ejecucin de las

    leyes, a la administracin del Estado, a la unidad

    nacional .

    Muy claramente para Bello la gramtica tiene

  • 29 ECONOMAS FUNDACIONALES: DISEO DEL CUERPO CIUDADANO

    una misin civilizatoria porque, al distribuirse re-

    gularmente la norma lingstica, las diversas re-

    giones nacionales quedaran articuladas no slo

    para efectos del orden mercantil, sino tambin para

    que la escritura de la ley (la constitucin) pudiese

    propagarse y cumplirse sin equvocos, ya que la

    fijacin de la ley de la lengua permitira mediante

    un cdigo transparente la lengua del intercambio

    comercial como ser la condicin de la lengua de la

    ley12. La escritura de la ley requera, por lo tanto,

    de la estabilizacin lingistica para la correcta eje-

    cucin de las leyes. La gramtica en su funcin

    jurdico-pollca crea las condiciones de enuncia-

    cin del nuevo sujeto jurdico en la medida en que

    provee los marcos estructurales de la tica del bien

    decir. La relacin entre lengua y ciudadana pre-

    supone la intervencin disciplinaria de la autori-

    dad maestros y padres de familia sobre las

    prcticas viciosas del habla popular con el fin de

    corregir la lengua defectuosa de la plebe y ha-

    cer de ellos ciudadanos que sepan leer y escribir .

    V. A. Bello: 'Advertencias sobre el uso de la lengua castella-

    na en Ral Silva Castro (ed.): Antologa de Andrs Bello, Zig-

    Zag, Santiago de Chile, 1965. pp. 184-206. serie de artculos

    publicados entre 1833y 1834: el Prlogo a la Gramtica de la

    lengua Castellana destinada al uso de los americanos (1847).

    12 V, Julio Ramos: El don de la lengua en Casa de lasAmri-

    cas, N" 199, 10-12/1993. 13 A. Bello: Prlogo. La competencia de la lectura y la escritu-

    ra son consustanciales a la ciudadana. Tambin las constitu-

    ciones amparan como sujeto legal a quien domine bien el

    decir: pertenece exclusivamente a la Cmara establecer, orga-

    nizar y dirigir las escuelas primarias, as de nios como de

    nias, cuidando de que se les ensee a pronunciar, leer y es-

    cribir correctamente, las reglas ms usuales de la aritmtica y

    los principios de la gramtica. (Art. 7, secc. 3era, Constitu-

    cin de 1819, p.193). En este sentido, el letrado fue el ciudada-

    no por excelencia: el representante de la ciudadana.

  • 30 BEATRIZ GONZALEZ STEPHAN

    Al revs: la constitucin en ciudadano exige la com-

    petencia de la lengua escrita: y los ciudadanos que

    estn ms cerca de la ley de la lengua (de la gra-

    mtica ) sern la lengua autorizada para elaborar

    la escritura de las leyes. De este modo, el poder de

    la gramtica atraviesa las constituciones y los ma-

    nuales como instancia sobredeterminante al dis-

    ciplinar la lengua de la ley y de la norma de los

    cuerpos.

    3. DEL ESPACIO PBLICO/DEL ESPACIO PRIVADO

    Constituciones, gramticas y manuales van a dis-

    tribuirse en un campo especfico pero no exclu-

    sivo de intervencin reguladora del sujeto civil.

    Las constituciones , tal como el trmino lo sugie-

    re, son en s mismas la propia constitucin del

    Gran Derecho. Y en esta medida es el discurso que

    le corresponde intervenir para delimitar el espacio

    pblico del nuevo orden jurdico. Su coercin inci-

    de sobre el cuerpo social de la patria, donde la vas-

    ta extensin territorial es aprehendida como el

    cuerpo geogrfico que debe ser de-limitado, estu-

    diado, fraccionado para ser controlado mediante

    el aparato blico. Las constituciones modelan el

    espacio como el gran cuerpo fsico el macro-su-

    jeto de la nacionalidad. Se es venezolano o para-

    guayo porque esa identidad est ligada a una tie-

    rra cuyas fronteras siempre imaginarias dibujan

    una escritura.

    Las constituciones, al expresar al gran poder

    disciplinario, se hallan consustanciadas con la tra-

    dicin patriarcal: atienden a las posibilidades del

    sujeto masculino con mayor exactitud, a la de

    cierto sujeto masculino en tanto nico agente

    privilegiado de la vida pblica (de los asuntos ad-

    ministrativos del Estado, del sufragio, de la edu-

    cacin, del cuidado de la moral, de los oficios, de

    los bienes, de la libertad de expresin)14. Ya desde

  • 31 ECONOMAS FUNDACIONALES: DISEO DEL CUERPO CIUDADANO

    este ngulo, podramos decir que el proyecto fun-

    dador de las naciones fue bsicamente falocntri-

    co, si nos atenemos a las constituciones, ya que la

    construccin, por ejemplo, de la ciudadana recae

    sobre el ciudadano, el senador, el maestro, e le-

    trado y el padre de familia. La constitucin abre el

    espacio el pblico como zona de emergencia

    de cierto sujeto masculino, quien termina por le-

    gitimar la ley de todos y el sistema de normas que

    regir las esferas no visibles. Muy a grosso modo,

    la ley no legisla al sujeto femenino; lo excluye de la

    vida pblica; es decir, es un no ciudadano.

    Si bien las constituciones se ocupan de regi-

    mentar los aspectos pblicos y la dimensin ofi-

    cial de la vida civil, los manuales actuarn con

    sus incontables reglas de urbanidad y aseo sobre

    el cuerpo Jisico del individuo y, particularmente,

    sobre el espacio privado y familiar. Y es que el pro-

    yecto civilizador que abraza el Estado moderno slo

    puede organizar la esfera pblica porque imple-

    menta un sin fin de pequeos tribunales instala-

    dos en todos los resquicios de la vida cotidiana. El

    gran aparato judicial que permanece afuera

    se desgrana en una variada antropologa discipli-

    naria. La norma que controla hasta la ms leve

    insinuacin del cuerpo, de la mirada del deseo,

    alguna emocin inoportuna o palabra mal dicha

    penetra en los hogares a travs de la escuela y de

    14

    Se consideran ciudadanos activos los que pueden sufra-

    gar aquellos que hayan cumplido los veinticinco aos y se-

    pan leer y escribir; sean dueos de una propiedad raz, cuya

    renta anual sea de doscientos pesos, o tener una profesin,

    oficio o industria til que produzca trescientos pesos anuales,

    o gozar de un sueldo anual de cuatrocientos pesos (Art. 27,

    Titulo VII. Constitucin de 1830. p. 227). Estos requisitos van

    a permanecer prcticamente inalterados hasta las constitucio-

    nes de 1870.

  • 32 BEATRIZ GONZALEZ STEPHAN

    la imprenta para instalarse sutil y perseverante,

    cual vigilancia invisible, en el centro no slo del

    ncleo familiar o laboral, sino dentro de la misma

    intimidad del individuo s.

    No es casual que en los textos disciplinarios la

    mayor estigmatizacin punitiva recaiga sobre la

    mujer; la severidad en la domesticacin de su cuer-

    po y voluntad est en estrecha relacin con la pro-

    piedad de su vientre las imbricaciones entre fa-

    milia, propiedad y Estado, ser la custodia no slo

    de una educacin que reproduce la contencin y

    la docilidad en los hijos/as sino tambin la vigi-

    lancia de la hacienda privada. Una buena duea

    de casa, adems de ser discreta lo que equivale

    a pasar desapercibida, debe ser ahorrativa en

    dos direcciones: con los bienes materiales y el de-

    seo de su cuerpo. El precio de su cosificacin ciu-

    dadana guarda una relacin inversamente propor-

    cional con el incremento de la riqueza privada

    eje de la nueva sociedad liberal y numerosos

    descendientes varones que pasarn a engrosar en

    calidad de cuerpo letrado el demos del Estado re-

    publicano.

    Y las gramticas tal como nos referimos en el

    punto anterior nivelarn con un solo cdigo el

    lenguaje de la call y de la casa. Es la bisagra que

    permitir articular en un solo proyecto lo pblico

    y lo privado como los escenarios indispensables

    para el buen desempeo del ciudadano.

    13 Los alcances de esta domesticacin/represin cubre los es-

    pacios ms insospechados. Reza el Manual de Carreo que no

    est permitido a un hombre el permanecer en su casa sin cor-

    bata. en mangas de camisa, sin medias ni con los pies mal

    calzados (p.55), como tampoco el llevar la mano a la cabeza,

    ni introducirla por debajo de la ropa con ningn objeto, y me-

    nos con el de rascarnos. Todos estos actos son siempre asque-

    rosos, y altamente inciviles (p.23).

  • 33 ECONOMAS FUNDACIONALES: DISEO DEL CUERPO CIUDADANO

    De este modo, estos tipos de textos reparten y

    organizan entre s complementariamente campos

    de identidad nacional, los que ataen a las territo-

    rialidades pblicas, zonas privadas y canales de

    comunicacin. Directamente operan sobre el cuer-

    po (fsico y psquico, individual y colectivo) y la len-

    gua con medidas preventivas, penalizantes y de

    correccin. Perfilan las condiciones de funciona-

    miento y enunciacin del sujeto legal de la cultu-

    ra: deciden la lengua y el cuerpo del agente civili-

    zatorio. La casa prepara al ciudadano para el gran

    teatro del mundo.

    4. ESTADO, ESCUELA Y PAMJLLA: SUJETOS DE AUTORIDAD

    Las instituciones que articulan y respaldan bue-

    na parte de los dispositivos disciplinatorios son el

    Estado con todo su aparato legislativo y Judi-

    cial, la escuela y la familia; y, por consiguiente,

    los sujetos modlicos llamados a la implementacin

    y cumplimiento del orden constitucional, lings-

    tico y conductual son el juez, el maestroy el padre

    de familia como agentes autorizados para velar por

    el cumplimiento de la escritura normativa. Por lo

    tanto, la obediencia pasa a convertirse en un ejer-

    cicio clave del cuerpo y mente para la hegemona

    de este sujeto. La modernidad traer nuevos

    reacomodos entre los sexos y el poder: el hombre

    sigue teniendo el saber de la lengua, la lengua de

    la ley, y as, la autoridad. Y en otro orden de co-

    sas, la figura del mdico y del psiquiatra reempla-

    zarn a la comadrona y al cura como las dos nue-

    vas autoridades que regirn la asepsia del cuerpo

    y la coaccin del eros.

    La adquisicin de la ciudadana es un tamiz por

    el cual slo pasan aquellos hombres en competen-

    cia del buen decir, mayores de 21 aos, casados,

    dueos de una propiedad raz, cuya renta anual

    sea de doscientos pesos, o tengan profesin, oficio

  • 1B Ya desde la Constitucin de 1811 hay una restriccin contra

    la violencia fsica en las penalizaciones: El uso de la tortura

    queda abolido perpetuamente (Art. 173, p.153); No se usar

    jams del tormento, y todo tratamiento que agrave la pena de-

    terminada por la ley (art. 207, Constitucin de 1830, p.252).

    Tambin los manuales traern toda una seccin para el trato

    con los sirvientes, sugirindoles a los dueos de casa la abs-

    tencin de los malos tratos, golpes y humillaciones. Al parece

    era sumamente frecuente que el servicio domstico padeciera

    de golpizas de parte de los seores.

    34 BEATRIZ GONZALEZ STEPHAN

    o industria til que produzca trescientos pesos

    anuales, o gozar de un sueldo anual de cuatro-

    cientos pesos. Por ende, la escritura de las le-

    yes y normas recorta un campo que autoriza la

    voz del sujeto masculino, blanco, catolico, casado,

    letrado, propietario y/o comerciante; y, al tiempo,

    inscribe en sus grietas el silenciamiento de los

    sujetos subalternos, los que constituyen el envs

    del pasaporte de la ciudadana. Por su parte, la

    mujer queda como institutriz, (en la constitucin)

    o duea de casa (en los manuales), subordinada,

    sin derecho a la palabra o a la ciudadana, perma-

    nece junto a una legin de pares nios, sirvien-

    tes, locos, enfermos, pobres, indios, negros, escla-

    vos, obreros, analfabetos, homosexuales, judos

    como una menor de edad.

    La violencia de la autoridad de este sujeto cui-

    dar en prohibir los maltratos y sanciones fsicas

    en aras de una mayor y aparente dulcificacin de

    las costumbres ; ahora la violencia pasa por los

    filtros de las diversas disciplinas o saberes que mo-

    dificarn represarn cuerpos, lenguas y ni-

    mos as como tambin la fisonoma de la tierra. La

    pedagoga es la gran artfice de la prevencin: los

    saberes que imparte gramtica, geografa, his-

    toria, aritmtica, clculo, latndistribuyen de otro

    modo las pulsiones de la barbarie. Sobre la edu-

  • 35 ECONOMAS FUNDACIONALES: DISEO DEL CUERPO CIUDADANO

    cacin descansar uno de los acicates del progre-

    so, y sobre la figura del maestro las llaves de par-

    ticipacin de la ciudadana letrada.

    5. GEOMETRIZACIN DE LAS SUPERFICIES:

    LMITES Y FRONTERAS

    Si bien el mundo escriturario recorta un campo

    sobre otros por ejemplo, sistemas culturales no

    centrados en una legalidad grafmica: las comu-

    nidades orales, su lmite configura una frontera

    que no slo separa un adentro de un afuera, sino

    que provee al espacio que regimenta (el adentro)

    de una cuidadosa geometrizacin del territorio. En

    palabras de Deleuze y Guattari, el poder del Esta-

    do, como en un juego de ajedrez, codifica y desco-

    difica el espacio, y desde el centro de su fuerza

    gravfica, lo estria y lamina'7.

    Una de las tcticas de la domesticacin de la

    naturaleza es la racionalizacin lo que aqu sig-

    Una de las tareas fundamentales del Estado continan

    Deleuze y Guattari es la de estriar el espacio sobre el que

    reina, o utilizar los espacios lisos como un medio de comunica-

    cin al servicio de un espacio estriado. Para cualquier Estado

    no slo es vital vencer el nomadismo, sino tambin controlar

    las migraciones y, ms generalmente, reivindicar una zona de

    derechos, sobre todo un 'exterior', sobre el conjunto de flujos

    que atraviesan el ecumene. En efecto, el Estado es insepara-

    ble, all donde puede, de un proceso de captura de flujos de

    todo tip>o, de poblaciones, de mercancas o de comercio, de di-

    nero o de capitales, etc. (del captulo Tratado de nomadolo-

    gia: la mquina de guerra, ob. cit., p. 389). De all que sea ley

    constitucional Promover y decretar la apertura de caminos,

    canales y posadas; la construccin de puentes, calzadas, hos-

    pitales ... Procurar la ms fcil y pronta comunicacin de los

    lugares de la provincia entre s y las de stos con los de las

    vecinas; la navegacin interior, el fomento de la agricultura y

    comercio ...(Constitucin de 1930, p. 248).

  • 36 BEATRIZ GONZALEZ STEPHAN

    nifica fraccionamiento, divisin, desglose, clasifi-

    cacin no slo de la tierra (agronoma, geogra-

    fa), sino tambin del cuerpo individual (medicina,

    biologa), del social (censos, estadstica, sociolo-

    ga) y de la lengua (gramticas, diccionarios). La

    geometrizacin convierte la materia en una super-

    ficie cuadriculada, mensurable para la optimiza-

    cin de su uso, bien sea de riquezas naturales o

    fuerzas laborales humanas. El ejercicio consus-

    tancial a las disciplinas trabaja la tierra, el cuerpo

    y la lengua por partes. Aritmtica, matemtica, geo-

    metra y lgebra son ahora decisivas para el poder

    controlador del Estado y de la burguesa liberal.

    Fueron las constituciones las que con mayor

    pertinencia fraccionaron el territorio multiplican-

    do la frontera dentro de su confinuum liso. Como

    escritura de polica, deben tener la capacidad de

    filtrar la libre movilidad de las masas e individuos

    como regir su contacto. Mapean una territoriali-

    dad que ha de ser subdividida en mltiples ins-

    tancias jurdicas (Estados, gobernaciones, muni-

    cipios, alcaldas), en cuyas fronteras las aduanas

    vigilan, inspeccionan, fiscalizan mercancas y pa-

    ralizan el flujo incontinente de hombres y anima-

    les. El estriamiento del territorio y no en vano

    tanto la cartografa como las relaciones de viaje-

    ros tuvieron una notable ingerencia en ello pre-

    par el campo para el inmediato establecimiento

    de la red de comunicaciones: qu red fluvial ms

    idnea para el calado de grandes vapores; qu te-

    rrenos los menos desnivelados y ms alejados de

    hordas salvajes para la construccin de ferroca-

    rriles. El espacio-nacin se contabiliza numrica-

    mente, por regiones, habitantes, sexos, oficios, ca-

    pacidades. Cuantificar es saber el potencial de una

    futura riqueza.

    Cada una en su especie, constituciones, gra-

    mticas y manuales son discursos fundacionales

    de fronteras. Su propio lenguaje est forjado a

  • 37 ECONOMAS FUNDACIONALES: DISEO DEL CUERPO CIUDADANO

    partir de la prohibicin. Las disciplinas circuns-

    criben espacios, encierran; la ley ata, centra. Por

    su lado, los manuales, en su afn disciplinador

    del cuerpo humano, atendern su domesticacin

    por partes; partes que no debern entrar en con-

    tacto entre s los dedos, las manos con la boca,

    orejas, nariz, ojos, cabezas, piernas, pies; zonas,

    flujos, gestos, expresiones, claramente delimita-

    das para ser cubiertas (no salgamos nunca de

    nuestros aposentos sin estar ya perfectamente

    vestidos, p.53), eliminadas (la costumbre de le-

    vantarnos en la noche a satisfacer necesidades

    corporales, es altamente reprobable, p.48) o mo-

    dificadas (no acostumbremos llevar la mano a la

    cabeza, ni introducirla por debajo de la ropa con

    ningn objeto, y menos con el de rascarnos. To-

    dos estos actos son siempre asquerosos, y alta-

    mente inciviles cuando se ejecutan delante de otras

    personas, p.23) en aras de la obtencin de un

    cuerpo asptico, hiertico, serio, distante, conte-

    nido. La escritura normadora flagela las pasiones

    hasta circunscribirlas a zonas ahora abyectas y

    de la culpabilidad.

    As como las constituciones en su distribucin

    del territorio habilitan reservorios para fijar las

    poblaciones nmadas como los indios en Nor-

    teamrica o nuestros goajiros y yanomamis para

    encerrarlas y poder localizarlas, los manuales re-

    pliegan el eros y las emociones hacia el fondo de la

    caja oscura del inconsciente o las casas para en-

    fermos mentales, donde la psiquiatra tendr como

    reto canalizar civilizatoramente estas pulsiones

    represadas.

    La civilizacin es un acto de intramuros, de es-

    pacios cerrados que la escritura ha cuidado en

    delimitar. La monumentalidad de las obras y edifi-

    cios pblicos, de los teatros e hipdromos, plazas

    y balnearios, escuelas y academias, mansiones y

    mataderos, acueductos y cementerios, parcelan la

  • 38 BEATRIZ GONZALEZ STEPHAN

    vida en todas sus dimensiones. La vida que trans-

    curre extramuros, fuera de la polis, es el espacio

    de la barbarie, la superficie lisa an no estigma-

    tizada por los signos de la escritura disciplinaria.

    6. LA MQUINA DE LAS OTREDADES

    Del otro lado de la escritura, lo que la letra deja de

    nombrar, se levanta una dimensin amenazante

    que provoca la tensin de esta racionalidad, que

    slo alcanza a tranzarse sobre el reconocimiento

    de la mimetizacin con el orden pre-escrito (de este

    lado), y negociar la diferencia en trminos jurdi-

    cos, ticos y culturales de otredad (lo de all),

    construida a base de una serie de operaciones

    donde lo otro supone la penalizacin, pesquisa,

    juzgamiento, exclusin en lo jurdico; la degrada-

    cin (asqueroso, repugnante, incivil, desagra-

    dable, vicioso) en el terreno tico-cultural; y el

    fracaso en lo social y econmico.

    La naturaleza especular parece ser la condicin

    de la norma/ de la ley: quien no se conjuga en ella

    ser sujeto, lengua o territorio incivil; se constitu-

    ye en la anti-ley; cuerpo y espacio culposo de un

    no Estado, perseguido por la misma escritura que

    lo expulsa para luego castigarlo. El poder del Es-

    tado forja otredades porque si no, no tendra sen-

    tido el disciplinamiento, la domesticacin. Es la

    prueba de fuego de la eficacia de las nuevas tecno-

    logas del poder: las disciplinas van recortando las

    excrecencias (los sobrantes) inadecuados por

    inmanejables de sujetos otros, de otras lenguas

    y de las otredades del mismo cuerpo.

    En el borde de la escritura legal se acumula

    una otredad indeterminada, extraa especie de de-

    formidad, que las constituciones apenas alcan-

    zan a designar en trminos de vagancia, demen-

    cia, bandidaje o criminalidad, para slo referirse a

    sujetos cuya forma de subsistencia es fundamen-

  • 39 ECONOMAS FUNDACIONALES: DISEO DEL CUERPO CIUDADANO

    talmente nmada o no precisamente sedentaria,

    porque se dedican al comercio ambulante o al tr-

    fico de ganado (el caso de los llaneros, gauchos y

    can-ganQeiros). Si se quiere, de otro modo: si la

    categora de ciudadano siempre masculina im-

    plicaba el correlato de rentas anuales tasadas en-

    tre los 100 y 600 pesos; si implicaba la tenencia

    de propiedades races; si implicaba una profesin

    o industria til, prcticamente el 90% de la pobla-

    cin pasaba a convertirse en esa otredad, bien

    fuese por razones de insolvencia econmica (po-

    bres, artesanos, pequeos comerciantes urbanos

    y rurales, deudores), por inadecuacin profesio-

    nal (sirvientes, esclavos, campesinos, no letrados),

    por insuficiencia tnica (indios, negros, pardos,

    mestizos), por diferencia sexual (mujeres, homo-

    sexuales porque se exiga estar formalmente ca-

    sado), y deficiencias fsicas o mentales (los en-

    fermos, ebrios, locos).

    Las disciplinas limitan porque son limitadas:

    estn regidas por una dinmica logocntrica que

    no es capaz de articular otras racionalidades. En-

    tonces el borde se vuelve un muro de contencin

    frente a la amenaza del afuera. Este debe ser pre-

    viamente invalidado a travs de un lenguaje des-

    calificado: lo otro se vuelve vulgar, grosero, en-

    fermo, salvaje, sucio: en palabras de Dominique

    Laporte es el lugar de la mierda13.

    Quizs uno de los aspectos ms preocupantes

    de la fundacin de las naciones fue el manejo de la

    diferencia. La ratio monoltica que se impuso den-

    tro de categoras expansivas homogeneizantes slo

    le cupo, para autenticar el proyecto que levanta-

    ba, agenciar una multiplicidad de dispositivos que

    rpidamente cancelaban la articulacin de hete-

    ' Historia de a mierda. Pre-Textos, Valencia, 1980.

  • 40 BEATRIZ GONZALEZ STEPHAN

    rogeneidades expulsndolas hacia el espacio de la

    (im)posible barbarie. Quiero decir que lo otro

    y en esos trminos es una construccin poco

    afortunada, que desde el mismo centro de su locus

    enunciativo enrarece la diferencia en cuanto tal.

    El poder debe fabricar otredades porque al aplas-

    tarlas/aplanarlas se fortalece y legitima.

    Si solapamos ciertos campos semnticos de las

    constituciones y de los manuales, y establecemos

    lneas de contigidad, podemos observar que uno

    de los flancos principales de la re-educacin del

    individuo en sociedad es la domescacin de su

    nimo, lo que equivale en trmino de las buenas

    maneras (de la sana cordura) no slo a dejar de

    gritar, aplaudir, rer, escupir, sonarse la nariz, chu-

    parse los dedos, sino acostumbrarse a usar de

    un discreto disimulo; frente a las ofensas opon-

    gmosle una serenidad inalterable, y dominmo-

    nos hasta el punto de que ni en nuestro semblan-

    te se note que nos hemos enojado (p.260), es de-

    cir, y acercndose a las constituciones, se tendr

    por enajenado mental o ebrio aquel ciudadano que

    sea contestatario, que manifieste en voz alta lo que

    piensa, que discuta, que se oponga, que d rienda

    suelta a su ira y odio. Tendrn derechos polticos

    los ciudadanos que hayan neutralizado en lo po-

    sible las exaltaciones de su espritu (p.256) y con-

    quistado una elegante exterioridad (p.254). Todo

    lo dems sudores, olores, acercamientos, hibri-

    daciones permanecer bajo el eufemismo de lo/

    el/ los otro(s).

    7. POLTICAS DE HIGIENIZACIN: LIMPIEZA Y CONTACTO CONTROLADO

    La modernidad se ve intrnsecamente ligada a po-

    lticas de higienizacin de sujetos, lenguas y terri-

    torios que complementan la anatoma de la vigi-

    lancia y coercin con la imposicin de categoras

  • 41 ECONOMAS FUNDACIONALES: DISEO DEL CUERPO CIUDADANO

    puras y no contaminadas. Y es en este sentido que

    constituciones, gramticas y manuales (incluyen-

    do los de de higiene sexual) al ser escritura de l-

    mites establecen campos puros de trabajo. Es ms

    fcil normar lo que se ha homologado o controlar

    conjuntos previamente expurgados de cualquier

    contaminacin tnica, lingstica, sexual o social.

    El escritory el gramtico, no menos que el prnci-

    pe apunta Laportedescargan la lengua al igual

    que se hace con la ciudad tanto tiempo mantenida

    llena de lodos, basuras, escombros y otras inmun-

    dicias: descienden a la letrina para limpiarla ... De

    la mierda nace un tesoro: el tesoro de la lengua;

    del rey, el Estado19.

    La suciedad entendida como los humores y

    contacto de cuerpos, una sexualidad abierta, la

    masturbacin, el carnaval, los castigos fsicos, las

    rias de gallos, las corridas de toros, las jergas

    populares, la dramatizacin de los funerales re-

    presenta una de las metforas que complementan

    el gran axioma de la barbarle. La asepsia y lim-

    pieza de las calles, lengua, cuerpo y hbitos apa-

    recern como una de las panaceas del progreso y

    de la materializacin de una nacin moderna. Lim-

    piar la res pblica de grupos transhumantes im-

    productivos, de locos y enfermos (en otras pala-

    bras, de indios, cimarrones, negros libertos y al-

    zados); la lengua de expresiones viciosas (las

    malas palabras ensucian el lenguaje), y el cuer-

    po de sus olores y pulsiones espontneas. En este

    rengln, lo otro cobr visos de enfermedad y, como

    tal, se temi su contagio.

    A la par de las polticas de coercin, se imparti

    el hbito por la higiene: el aislamiento y desinfec-

    cin de todo elemento o sujeto contaminante. Como

    ig Ibd.. pp,15y 25.

  • parte de una nueva sensibilidad se desarrolla una

    fobia por el complejo cultural de la barbarie y

    una compulsin por la correccin y limpieza. El

    cuerpo mismo deber ser objeto de una serie de

    estilizaciones donde la moda ejercer una fun-

    cin perponderante porque toda su materialidad

    estar asociada sobre todo el cuerpo femenino

    a lo sucio, bajo, feo y corrompido. No slo los cuer-

    pos deban desinfectarse, sino que la moderniza-

    cin supuso todo un plan urbanstico que remo-

    del las ciudades latinoamericanas de acuerdo a

    una redistribucin de sus edificaciones en unida-

    des discretas que alejasen de los centros urbanos

    los desperdicios y el trajn de lo bajo de la vida

    social. A modo de ejemplo, Antonio Guzmn Blan-

    co, entre las innumerables remodelaciones que hizo

    durante su largo perodo presidencial (1870-1888),

    acometi el saneamiento de Caracas construyen-

    do tanto el matadero como el cementerio principal

    en las afueras de la ciudad, el sistema de canali-

    zacin de las aguas servidas, acueductos, el basu-

    rero municipal, el exterminio de perros callejeros,

    la habilitacin de un leprocomio a 60 kilmetros

    de la capital, y, en otro sentido, la fundacin de

    las Academias de la Lengua, Historia y Medicina

    porque tambin la lengua y los hroes patrios

    deban ser preservados en la pureza que legaba el

    pasado colonial e independentista, sin contar con

    la presencia obsesiva que adquiri en su agenda

    poltica la creacin de escuelas a lo largo y ancho

    del territorio nacional. No en vano el guzmanato

    acogi seriamente las exigencias de la civilizacin:

    limpieza, orden y belleza. Podramos suponer la

    complacencia de Freud.

    Tambin como parte del programa general de;

    aseo, se implementaron una serie de estrategias

    que introdujeron un contacto controlado en todos

    los mbitos de la vida privada y pblica. Esto im-

    plic un discreto distanciamiento entre los cuer-

    42 BEATRIZ GONZALEZ STEPHAN

  • 43 ECONOMAS FUNDACIONALES: DISEO DEL CUERPO CIUDADANO

    pos (jams nos acerquemos tanto a la persona

    con quien hablamos, que llegue a percibir nuestro

    aliento; o la mujer que tocase a un hombre no

    slo cometera una falta de civilidad, sino que apa-

    recera inmodesta y desenvuelta; pero an sera

    mucho ms grave y ms grosera falta en que incu-

    rriera el hombre que se permitiese tocar a una

    mujer (Carreo, pp. 32 y 120); el confinamiento a

    determinados territorios de grupos tnicos inde-

    seables (como seran los territorios Amazonas y la

    Goajira); el encierro en correcionales, hospicios,

    crceles y talleres de sujetos de conductas anor-

    madas por las disciplinas.

    En otro orden de cosas, este afn por la limpie-

    za convergi con soluciones dogmticas y conser-

    vadoras y por qu no pre-fascistas, donde la

    persecucin de la pureza (del cuerpo, de la len-

    gua, de la sangre) trajo consigo las polticas de in-

    migracin europea para el mejoramiento de la

    raza as como el fomento del hispanismo a finales

    del siglo, como si el blanqueamiento de la pobla-

    cin y la canonizacin del castellano de Espaa

    garantizaran la utopa del progreso.

    8. UNA ECONOMA DEL CALCO

    En palabras de Carreo para no citar a Fou-

    cault, las costumbres domsticas, a fuerza de

    la diaria y constante repeticin de unos mismos

    actos, llegan a adquirir sobre el hombre un impe-

    rio de todo punto irresistible, que le domina siem-

    pre, que se sobrepone al conocimiento especulati-

    vo de sus deberes, que forma al fin en l una se-

    gunda voluntad y le somete a movimientos pura-

    mente maquinales (pp. 227-228). Y es que el apa-

    rato normativo de las disciplinas exige en su puesta

    en prctica la repeticin mecnica de movimien-

    tos, gestos, actitudes para corregir las operacio-

    nes del cuerpo y de la lengua, lo que permite la

  • 44 BEATBIZ GONZALEZ STEPHAN

    sujecin constante de fuerzas y su docilidad-utili-

    dad.

    Tanto el conjunto de leyes (de las constitucio-

    nes) como de normas (de las gramticas y manua-

    les) pretenden lograr un mximo de eficacia colec-

    tiva porque operan a partir de la singularizacin

    de los individuos. Trabajan las partes del cuerpo

    individual y social en su detalle. Separan, distan-

    cian, clasifican, reagrupan unidades anlogas;

    crean conjuntos serializados que, en su homogenei-

    dad, son dispuestos en grados progresivos de

    acuerdo a edades, sexos, clases, saberes, conduc-

    tas, capacidades.

    Disponer en series jerarquizadas unidades ho-

    mogneas. Vigilar la diferencia para reubicarla en

    la escala social correspondiente; dentro de su es-

    pecie (la fiebre de la taxonoma recorrer todos los

    resquicios del saber y de la vida); neutralizar la

    disparidad para hacerla anloga al conjunto; me-

    diante la repeticin infinita del ejercicio; regulari-

    zar los movimientos del cuerpo y usos de la len-

    gua. La ortografa y la gramtica slo se aprende-

    rn a travs de las tareas diarias que el maestro

    exija en la escuela: ser el lugar privilegiado de la

    nivelacin de las irregularidades expresivas e in-

    quietudes corpreas. No en vano guardar silencio,

    permanecer sentado, desplazarse en fila, sern los

    moldes de la ortopedia escolar que an se prolon-

    ga en nuestros das.

    Las disciplinas normalizan la arritmia de la vida

    social estableciendo una economa del calco que

    distribuye en una escala jerrquica relaciones di-

    simtricas. Se mantiene la estructura jerrquica;

    al interior de cada escalafn una serializacin

    mimtica. La pretendida igualacin de los tiempos

    postcoloniales no era otra cosa que la refunciona-

    lizacin del poder monrquico. La violencia y as-

    pereza punitivas fueron reemplazadas por el tra-

    bajo de la estandarizacin de mecanismos que con-

  • 45 ECONOMAS FUNDACIONALES: DISEO DEL CUERPO CIUDADANO

    trolaban tanto la analoga como celaban las jerar-

    quas. El esquema arbreo que rige el logos de

    los nuevos Estados distribuye sus cargas pre-

    viamente lavadas en compartimientos diferen-

    ciales y subordinados entre s.

    9. LA MIRADA VIGILANTE/EL OJO PUNITIVO

    La Constitucin venezolana que Simn Bolvar re-

    dactara en 1819 propuso un cuarto poder, el Po-

    der Moral, integrado por los cuarenta ciudadanos

    ms virtuosos de la ciudad. Este Arepago, a la

    manera de un tribunal honorfico, tendra a su car-

    go la vigilancia de la moral pblica, y proclamar

    con aplausos los nombres de los ciudadanos vir-

    tuosos y las obras maestras de moral y educacin,

    y pregonar con oprobio e ignominia los de los vi-

    ciosos y las obras de corrupcin y de indecencia20.

    Aunque este punto no se mantuvo en las consti-

    tuciones posteriores, el espritu de censura y vigi-

    lancia fue acogido por otras prcticas sociales

    entre ellas los manuales que propagaron invi-

    siblemente dentro de la colectividad un cuerpo an-

    nimo de micropenalizaciones que fungan a modo

    de infraderecho. El maestro observa, el mdico exa-

    mina, el padre de familia vigila, cada quien atisba

    el celo de su mirada sobre los dems. Las consti-

    tuciones invitan permanentemente al espionaje

    socializado y a la denuncia (todo ciudadano es

    hbil para acusar); los manuales ms bien sugie-

    ren que la mirada sea discreta, que la vigilancia

    sea elegante (no fijemos detenidamente la vista

    en las personas que encontremos, ni en las que se

    hallen en su ventanas, ni volvamos la cara para

    mirar a las que ya han pasado, p. 82). La vida

    20 V. Constitucin de 1819. p.189.

  • domstica y pblica estn destinadas a ser un gran

    teatro en el cual todos al unsono son actores y

    pblico, personajes observados ininterrumpida-

    mente.

    La progresiva desaparicin del castigo corporal

    o al menos su dulcificacin como el abierto y

    bochornoso escarnio en pblico fueron reempla-

    zados gradualmente por la implementacin de esta

    nueva sensibilidad punitiva, ms sutil e impercep-

    tible: el desarrollo de la mirada vigilante21. El te-

    mor a ser visto, la vergenza a ser observado. En

    todo caso normas y leyes tejen por su parte tam-

    bin un imaginario del control donde el ojo de cada

    quien se vuelve juez de los dems: la escritura

    normadora forja individuos vigilantes y vigilados.

    La mirada del juez, del maestro, padre y mdico se

    disemina en mltiples otras miradas que contro-

    lan continuamente la ms leve transgresin de los

    lmites pblicos, privados e ntimos. Por ello se cui-

    darn las formas, las apariencias, la contencin

    de las emociones, el contacto de los cuerpos, las

    retricas del buen decir, porque el ojo del otro re-I

    cuerda permanentemente fronteras que slo son

    imaginarias.

    Si bien ver y ser visto convierten la vida urbana

    en una gran mascarada, no es menos cierto cierto

    que la ciudad finisecular pasa a ser un inmenso

    observatorio no slo policial, clnico, pedaggico,

    lingstico y literario. Bajo una mirada que todo lo

    21 Foucault seala al respecto: Tradiclonalmente el poder es lo

    que se ve, lo que se muestra, lo que se manifiesta(,..) En cuan-

    to al poder disciplinario, se ejerce hacindose invisible (...) E

    la disciplina, son los sometidos los que tienen que ser vistos

    Su iluminacin garantiza el dominio del poder que se ejerc

    sobre ellos. El hecho de ser visto sin cesar, de poder ser vist

    constantemente, es lo que mantiene en su sometimiento al in

    dividuo disciplinario. [Vigilar y castigar, op. cit., p.192).

    46 BEATRIZ GONZALEZ STEPHAN

  • 47 ECONOMAS FUNDACIONALES: DISEO DEL CUERPO CIUDADANO

    escruta para su examen y clasificacin analtica

    se abren los compartimientos del saber moderno,

    las disciplinas del conocimiento, que sita a los

    individuos en una red de escritura que los capta,

    explica, cura, corrige y adapta. La razn de la cien-

    cia no es menos disciplinaria.

    * * *

    El nuevo rgimen jurdico de las nacionalidades

    supona una relacin tambin nueva entre el po-

    der y las categoras modernas de productividad; lo

    que implicaba redefinir las implementaciones del

    poder entre los sujetos en trminos de una mayor

    rentabilidad de esfuerzos, encauzamiento til de

    las energas, fiscalizacin de movilidades gratui-

    tas, en aras de poder cumplir con la deseada agen-

    da utpica del progreso.

    Independientemente de cmo interactu el cuer-

    po de escrituras de la patria con la dinmica de

    cada una de las realidades nacionales latinoame-

    ricanas, el conjunto de textualidades disciplina-

    rias se propuso como uno de los bastiones del pro-

    yecto civilizatorio y, como tal, crey en la capaci-

    dad domesticadora de la palabra, deposit su fe

    en el poder del sujeto letrado patriarcal y en la

    difusin de la pedagoga como mquina de captu-

    ra/captacin/castracin de las autonomas inor-

    gnicas y fuerzas confusas de la barbarie. Para

    ello jams fueron suficientes todas las tcticas de

    intervencin controladora fronteriza, geometri-

    zante, compartimentadora, excluyente, seriali-

    zadora y disimtrica para erigir las soadas na-

    ciones y ciudadanos blanqueados y aspticos que

    prescriban los modelos allende los mares.