Beatificacions caputxins (CAST)

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MÁRTIRES DE LA ORDEN DE FRAILES MENORES CAPUCHINOS Fray Gil Parés Casellas, OFM Cap. Ministro provincial de los Capuchinos de Cataluña y Baleares Este sábado 21 de noviembre en la catedral de Barcelona tendremos la ceremonia de proclamación como beatos de veintiséis hermanos capuchi- nos mártires de la guerra civil. Celebramos que estos frailes en los días de persecución no renegaron de su fe y murieron perdonando como Cristo en la cruz. Es decir, que nuestros hermanos, en el momento clave de sus vidas, tuvieron los mismos sentimientos que Cristo: compasión, bondad, humildad, serenidad, pacien- cia, perdón... Celebramos que veintiséis frailes, en medio de una situación de injusticia y de dolor, mantuvieron su corazón en Dios y no se dejaron llevar por los sentimientos del mun- do: juicio, venganza, desdén... Estamos celebrando, por poner solo unos ejemplos, que fray Federico de Berga, a pesar de la situación de persecución, sentía el deber de llevar la eucaristía a muchos cristianos que vivían su fe en las «cata- cumbas» barcelonesas; que fray Eloy de Bianya, en sus días vividos en la clandestinidad, no perdió la sonrisa ni la bon- dad, y no quiso juzgar a las personas que quemaban los conventos y asesinaban a otros religiosos; que el joven fray Ángel de Ferreries no quiso dejar solo a fray Modesto de Mieres, un hermano mayor y enfermo; que fray Marcial de Vilafranca, con solo diecinueve años de edad, afrontó la muer- te serenamente y consolando a sus familiares. Por lo tanto, estamos celebrando que nues- tros hermanos fueron autén- ticos seguidores de Cristo, que agarraron su cruz y siguieron a Cristo hasta el final. Los frailes Capuchinos de Ca- taluña y Baleares queremos agradecer a Dios el testimonio de unos hermanos que en los momentos decisivos encar- naron los sentimientos que corresponden a los elegidos de Dios. Y queremos que su fide- lidad nos espolee a ser fieles a nuestra vocación de seguir al Cristo pobre, humilde y cruci- ficado. E SPECIAL B EATIFICACIONES

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El sábado 21 de noviembre se celebrará en la catedral de Barcelona la beatificación de 26 frailes mártires de la orden de los capuchinos. Encontrará todos los detalles de las biografías de los beatos en un suplemento especial que os ofrecemos esta semana en Catalunya Cristiana.

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MÁRTIRES DE LA ORDEN DE FRAILES MENORES CAPUCHINOS

Fray Gil Parés Casellas,OFM Cap.Ministro provincial de los Capuchinos de Cataluña y Baleares

Este sábado 21 de noviembre en la catedral de Barcelona tendremos la ceremonia de proclamación como beatos de veintiséis hermanos capuchi-nos mártires de la guerra civil. Celebramos que estos frailes en los días de persecución no renegaron de su fe y murieron perdonando como Cristo en la cruz. Es decir, que nuestros hermanos, en el momento clave de sus vidas, tuvieron los mismos sentimientos que Cristo: compasión, bondad, humildad, serenidad, pacien-cia, perdón... Celebramos que veintiséis frailes, en medio de una situación de injusticia y de dolor, mantuvieron su corazón en Dios y no se dejaron llevar por los sentimientos del mun-do: juicio, venganza, desdén... Estamos celebrando, por poner solo unos ejemplos, que fray Federico de Berga, a pesar de la situación de persecución, sentía el deber de llevar la eucaristía a muchos cristianos que vivían su fe en las «cata-cumbas» barcelonesas; que fray Eloy de Bianya, en sus días vividos en la clandestinidad, no perdió la sonrisa ni la bon-dad, y no quiso juzgar a las personas que quemaban los conventos y asesinaban a otros religiosos; que el joven fray Ángel de Ferreries no quiso dejar solo a fray Modesto de Mieres, un hermano mayor y enfermo; que fray Marcial de Vilafranca, con solo diecinueve años de edad, afrontó la muer-te serenamente y consolando a sus familiares. Por lo tanto, estamos celebrando que nues-tros hermanos fueron autén-ticos seguidores de Cristo, que agarraron su cruz y siguieron a Cristo hasta el final.Los frailes Capuchinos de Ca-taluña y Baleares queremos agradecer a Dios el testimonio de unos hermanos que en los momentos decisivos encar-naron los sentimientos que corresponden a los elegidos de Dios. Y queremos que su fide-lidad nos espolee a ser fieles a nuestra vocación de seguir al Cristo pobre, humilde y cruci-ficado.

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Cuando el momento de la prueba se presentó seriamente, ellos no se echaron atrás y dieron su testimonio supremo

Fr. Mauro JöhriMinistro general OFMCap

Casi cotidianamente nos llegan noticias de cristianos asesi-nados, sobre todo en Oriente Próximo, por el único motivo

de ser de religión cristiana. Son hechos que nos horrorizan. Nos preguntamos: ¿cómo es posible que en nuestros días aún ocurra esto? Se trata, realmente, de hechos inaceptables, sin embargo, quizá nos olvidamos demasiado fácil-mente de que cosas parecidas pasaron por ejemplo en España hace menos de cien años y que entre las víctimas de aquella persecución figuran también muchos frailes capuchinos.

La Orden se une muy estrechamente con los hermanos de la Provincia capu-china de Cataluña en la celebración de la beatificación de 26 de sus hijos, asesi-nados in odium fidei durante la guerra civil (1936-1939). El próximo 21 de no-viembre en la catedral de Barcelona a las 11.30, la Iglesia proclamará beatos a fray Federico de Berga y a 25 compañe-ros de martirio. ¡Alegrémonos y demos gracias al Señor!

El contexto histórico

La Provincia de Cataluña celebró el Capítulo provincial del 13 al 16 de julio de 1936. Durante el Capítulo ya se ha-bló de la posibilidad de que estallase algún tipo de revuelta, con incendios de iglesias y asesinatos de sacerdotes, como ya había sucedido en otros lugares. Se procuró salvar en casas de amigos los ornamentos más preciosos y los objetos sagrados. Además, cada convento tenía una lista de personas cercanas a los frai-les, dispuestas a acogerlos. De esta ma-nera, cuando empezó la persecución, re-cién estallada la guerra civil, los frailes se dispersaron y fueron acogidos en casas de familiares y amigos. Los lugares don-de los hermanos encontraron refugio podían dar seguridad durante algunos días o como máximo durante algunas semanas, que era lo que se creía que duraría la turbulencia, pero no durante dos años y medio que había de durar la clandestinidad y la persecución y la caza de quien era sacerdote o religioso.

No fueron las autoridades de la Re-pública las que persiguieron a los reli-giosos. En aquellos primeros meses de guerra, la retaguardia republicana se vio superada por los comités revolucionarios anarquistas, que se hicieron los dueños de la calle sin freno de nadie. Nuestros frailes, en general, habían mantenido siempre un comportamiento dialogante con la República. Además, en Cataluña eran particularmente apreciados por su sintonía con la Renaixença, movimiento de redesciubrimiento y revaloración de la identidad catalana, desde fines del siglo XIX y durante todo el inicio del siglo XX. De todos modos, esto cons-tituyó un agravante a ojos de algunos

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Dispuestos a darse hasta el fondo

revolucionarios, los cuales consideraban la República y el amor a la propia tierra y cultura como una característica bur-guesa a erradicar igual que la religión.

La persecución no fue simplemente obra de personas incontroladas. Había instrucciones muy precisas para ir en búsqueda y supresión de religiosos. Se hicieron registros en muchas casas priva-das. Algunos de estos mártires tuvieron que huir de una casa a otra, sin poder encontrar un refugio seguro. En el caso de fr. Martín de Barcelona, historiador que había estudiado en Lovaina y era autor de trabajos sobre san Francisco y Ramón Llull, los revolucionarios captu-raron a toda la familia y, bajo amenaza de muerte, obtuvieron que los familiares revelasen dónde se encontraba. Otros, como fr. Vicente de Besalú, tuvieron que dormir al raso muchos días.

He aquí la lista de los frailes capuchi-nos de los cuales ha sido reconocido el martirio y serán beatificados:

P. Frederic de Berga (Martí Tarrés Puigpelat)P. Modest de Mieres (Joan Bover Teixidó)P. Zacaries de Llorenç del Penedès (Sebastià Sonet Romeu)P. Remigi de Papiol (Esteve Santacana Armengol)P. Anselm d’Olot (Laurentí Basil Matas)P. Benigne de Canet de Mar (Miquel Sagré Fornaguera)P. Josep de Calella de la Costa (Joan Vila Colomé)P. Martín de Barcelona (Jaume Boguñà Casanova)P. Rafael Maria de Mataró(Francesc de Paula Soteras Culla)P. Agustín de Montclar de Donzell (Josep Alsina Casas)P. Doroteo de Vilalba dels Arcs (Jordi Sampé Tarragó)P. Alejandro de Barcelona (Jaume Nájera Gherna)P. Tarsicio de Miralcamp (Josep Vilalta Saumell)P. Vicente de Besalú (Julià Gebrat Marcé)P. Timoteo de Palafrugell (Jesús Miquel Girbau)Fr. Miguel de Bianya (Pelai Ayats Vergés)Fr. Jorge de Santa Pau (Manuel Collellmir Senties)Fr. Buenaventura de Arroyo Cerezo (Tomàs Díaz Díaz)Fr. Marcial del Penedès (Carles Canyes Santacana)Fr. Eudaldo d’Igualada (Lluís Estruch Vives). El más joven, solo

tenía dieciocho años.Fr. Paciano Maria de Barcelona (Francesc Maria Colomer Presas)Fr. Ángel de Ferreries (Josep Coll Martí)Fr. Cebrián de Terrassa (Ramon Gros Ballvé)Fr. Eloy de Bianya (Joan Ayats Plantalech)Fr. Prudencio de Pomar de Cinca (Gregori Charlez Ribera)Fr. Félix de Tortosa(Joan Bonavida Dellà)

Tratemos de conocer más de cerca a algunos de estos hermanos.

Fr. Federico de Berga, que es el pri-mero de la lista, había sido guardián, misionero en América Central y Provin-cial durante un trienio. El obispo de Vic había dicho de él que era «el predicador más apostólico» que había en su dió-cesis. Al iniciarse la revolución era el guardián del convento de Arenys. Tras esconderse algunos días por la montaña, llegó a Barcelona y participó activamen-te en la red clandestina de la Iglesia que se estaba formando. Poco antes de su muerte, en febrero de 1937, calculaba que había distribuido, siempre con peli-gro por su vida, unas 1.200 comuniones. Celebraba la Eucaristía en casas priva-das, donde se reunían pequeños grupos de fieles, usando el permiso dado por la Santa Sede de celebrar sin ornamentos ni vasos sagrados. Fue descubierto en uno de los registros en la casa donde estaba acogido.

Fr. Eloy de Bianya es, quizás, la figu-ra más entrañable de todo el grupo de

Entrada del convento de Sarrià y monumento a fray Eloi de Bianya.

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los mártires. Era el hermano portero del convento de Sarrià. El padre de un fraile actual, que lo había conocido, decía de él que era «el hombre que menos me ha hablado y el que más me ha comunicado». Fue acogido en casa del señor Maurici Serrahima, vecino del convento, que en sus memorias ha dejado esta bellísima descripción: «De fray Eloy, se ha habla-do mucho, y con motivo. (…) Tenía en el rostro una sonrisa bondadosa y al mismo tiempo dulcemente irónica. (…) Era una figura de hombre agradable de ver y de tener cerca. Las simpatías que se había ganado en la portería del convento eran inmensas, y todos lo conocían. Sonreía, y sabía gastar una broma, cuando venía a cuento. Pero debía haber en él una vida interna muy intensa, de donde tenía que venir aquel equilibrio del conjunto. No molestaba ni se le oía. No hablaba si no le hablaban. Cuando lo hacía, lo hacía a media voz, con una suavidad con la que solo quería ser discreto y a menudo resul-taba cautivador. Nunca palabra alguna de queja, ni de protesta. Mientras estuvo en nuestra casa, ni por un instante habló de venganza, y ni tan solo de hacer justicia. ’’Estos hombres (decía refiriéndose a la gente que se habían dejado llevar a la de-bilidad de las quemas y de los asesinatos) son buena gente. Han sufrido mucho, han pasado necesidad y humillaciones. Han sido, estoy seguro, fieles a su esposa, han luchado por subir a una familia. Y esto que hacen ahora es la primera fechoría que realizan. Y, aún, la hacen porque es-tan seguros de que ejecutan un acto de justicia y así mejorarán la suerte de los pobres. Los encontraremos en el cielo…’’ No respondo que dijera literalmente es-tas palabras. Pero sé con seguridad que era esto lo que significaban las que él me decía cuando me hablaba.» Fray Eloy fue arrestado en la estación de tren junto con otros tres frailes cuando intentaba dirigirse a su pueblo natal.

Entre los jóvenes estudiantes asesina-dos cabe destacar a fr. Marcial de Vila-franca, el más joven de cuatro hermanos frailes. Tras dos registros por parte de los revolucionarios que buscaban a sus her-manos mayores, la familia se decidió a trasladarse a otro barrio, pero una ve-cina los siguió y los denunció al comité de zona y lo arrestaron. Saludando a su madre, dijo: «Mamá, no sufra por lo que me pueda pasar. Mi conciencia está en paz con Dios.»

Fr. Modesto de Mieres y fr. Ángel de Ferreries eran un anciano teólogo y un joven fraile laico que se refugiaron en casa de otro fraile, cerca del convento de Sarrià. La casa se vio sometida a diferentes registros, durante los cuales se hicieron pasar por parientes de la familia. Fr. Án-gel hubiera podido escaparse, pero no quiso abandonar a fr. Modesto y a otro fraile, enfermo, encamado. Fr. Modesto compuso una oración que recitaban cada día: «En este momento y ciertamente a la hora de la muerte si no me encuen-tras en circunstancias convenientes, con la ayuda de la gracia divina que humilde-mente confío que me concederás, acepto, oh Dios mío, voluntariamente, de buen grado, humildemente y de todo corazón, la muerte que quieras enviarme. Sea cual sea, uno mi muerte a la muerte santísi-ma de nuestro Señor Jesucristo, que en este momento se está renovando en el santo sacrificio de la Misa, y así unida os la ofrezco, oh Dios mío, suplicándote humildemente que te dignes a aceptarla benignamente, a pesar de mi bajeza y miseria, en unión con la muerte de nues-tro Señor Jesucristo, para la remisión de

De los 26 que en esta ocasión son beatificados, 17 murieron entre julio y agosto. Después, la persecución empezó a perder intensidad. El último en morir fue fr. Federico de Berga, el 16 de febre-ro de 1937. En mayo de 1937 el gobierno de la República tomó el control de la situación en Barcelona y prácticamente cesaron los asesinatos. De todos modos, la Iglesia continuó viviendo en la clan-destinidad hasta el final de la guerra, en el año 1939.

El rol de familiares y amigos

Junto con el heroísmo de los mártires, hay que poner de relieve el de las fami-lias que, arriesgando la propia vida, los acogieron a ellos y a otros que sobrevi-vieron a la persecución. Hubo casos de personas asesinadas por haber acogido en su casa a un sacerdote o religioso, pero esto no sucedió con ninguno de los que acogieron a nuestros hermanos. En algunos casos sí fueron arrestados durante algunas horas o días miembros de las familias que les habían acogido, pero finalmente todos fueron liberados. En un primer momento, estas familias fueron personas muy cercanas a los con-ventos. Pero después se tuvo que recurrir a otros amigos y a amigos de amigos, los cuales también generosamente se prestaron a darles acogida, por amor a los frailes y a la Iglesia, conscientes del riesgo que eso comportaba. A veces en las familias se enseñaba a los niños de la casa que al fraile lo llamasen «abuelo» o «tío» cuando entraba algún desconoci-do. Hubo un caso en el cual un dirigente anarquista tomó bajo su protección a un fraile que había sido arrestado por el simple hecho de estar rezando discre-tamente el Rosario en un lugar público.

Dispuestos a darse hasta el fondo

Estos hermanos nuestros eran cons-cientes de lo que podía pasarles. Busca-ban protección aquí y allá, recordando lo que dice Jesucristo en el evangelio de Mateo (10,23): «Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra», pero cuando el momento de la prueba se presentó seriamente, ellos no se echaron atrás y dieron su testimonio supremo. Me pre-gunto si nosotros hoy como frailes ca-puchinos tenemos la misma convicción y disponibilidad a dar, si fuera necesario, nuestra vida por Cristo, si se nos presen-tase lo que Hans Urs von Balthasar llama «El caso serio».

Me parece justo hacernos esta pre-gunta, porque todos corremos el peli-gro denunciado por san Francisco en la sexta Admonición: «Contemplemos, hermanos todos, al buen Pastor, que su-frió la pasión de la cruz para salvar a sus ovejas. Las ovejas del Señor le siguieron en la tribulación y en la persecución y en la humillación, en el hambre y en la sed, en la debilidad y en la tentación, y en todo lo demás. Y como premio por ello, recibieron del Señor la vida eterna. Por tanto, vergüenza nos debiera dar a nosotros, siervos de Dios, que los santos hayan realizado las obras buenas y que nosotros, con solo divulgarlas y predicar-las, queramos a su costa recibir honor y gloria.» Alegrémonos del don de estos 26 mártires que la Iglesia proclama, y con la intercesión de la Virgen Inmaculada, Patrona de la Orden, pidamos para no-sotros, frailes capuchinos, un renovado compromiso para seguir a Cristo con alegría anunciando la misericordia y la paz de Dios.

Urna con las reliquias de los beatos.

Cuadro de las dos patronas de la provincia, la Virgen de Montserrat y santa Eulàlia, con san Francisco.

todas mis culpas y pecados, y de las cul-pas y pecados de todos los hombres.» Finalmente, denunciados por algunos vecinos, fueron arrestados y asesinados en los alrededores del convento.

Algunos de los nuevos mártires fue-ron misioneros: fr. Anselmo de Olot y fr. Benigno de Canet habían estado en

el Caquetá (Colombia); fr. Zacarías de Llorenç terminó los estudios en Pasto (Colombia) y fue ordenado sacerdote en Bogotá; fr. Remigio de Papiol estuvo en Manila (Filipinas), en el vicariato de Bluefields (Nicaragua) y en Costa Rica; y fr. Federico de Berga estuvo en Costa Rica.

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respondió: «Yo soy hermano.» Era la sen-tencia de muerte. Se los llevaron y un par de horas más tarde eran asesinados en «Els Garrofers». Era el 28 de julio de 1936.

FRAY ANSELMO DE OLOT

Laurentino Basil Matas nació en Olot el 28 de diciembre de 1878 y fue bauti-zado el 1 de enero de 1879. Estudió en los escolapios y acabó el bachillerato en Barcelona. Dotado de una notable capa-cidad intelectual, empezó los estudios de Derecho en Barcelona. Dos años antes de acabar la carrera decidió entrar en los ca-puchinos pero el rector de su parroquia le aconsejó que acabara los estudios.

Una vez obtenida la licenciatura en De-recho pidió la admisión a la Orden. Vistió el hábito de fraile menor capuchino el 18 de octubre de 1903, y cambió su nombre por el de fray Anselmo de Olot. Al cabo de un año emitió los votos temporales. Estu-dió Teología en los conventos de Manresa y de Sarriá. Profesó solemnemente el 20 de octubre de 1907. La ordenación sacer-dotal la recibió el 13 de junio de 1908.

Solicitó a los superiores que le envia-ran a misiones. El día 10 de julio de 1910 embarcó rumbo a la Misión del Caquetá (Colombia). En la misión se hizo querer mu-cho por los indígenas. Predicaba con gran simplicidad adaptándose a la capacidad de los oyentes. En 1918 volvió a la Provincia a causa de su vista delicada, y fue enviado a Manresa donde permaneció hasta 1920, año en que le enviaron a Lyón, a la Casa-Mi-sión confiada a la Provincia de Cataluña. Desde 1924 hasta 1936 residió en varios conventos. La revolución le sorprendió en el convento de Tarragona. Encontró acogi-da en un domicilio de esta ciudad, pero en cuanto pudo se trasladó a Barcelona en casa de su sobrino médico, en la calle Bruc, 81. En este domicilio, por denuncia de la mujer de la limpieza, fue detenido y golpeado violentamente por un escamote de la FAI. Los milicianos se lo llevaron y lo asesinaron. Al día siguiente, 16 de agosto, el cadáver era identificado por su sobrino.

El padre Anselmo sobresalió en la vir-tud de la piedad, toda su vida estuvo ani-mada por una fe viva y sobre todo por una gran devoción a la Eucaristía.

FRAY BENIGNO DE CANET DE MAR

Miguel Sagré Fornaguera nació en Ca-net de Mar el 15 de mayo de 1890. Fue

el primero de agosto de 1925 donde cambió el nombre de Jaime por el de Alejandro de Barcelona. Emitió la pro-fesión simple el 2 de agosto de 1926 y la solemne el 27 de julio de 1931. Cursó estudios de Filosofía en Olot y estudios de Teología en el convento de Sarrià (Barcelona). Recibió el pres-biterado el día 11 de marzo de 1933.

Al estallar la revolución fray Alejan-dro se encontraba destinado en Olot, desde donde escribió a su madre: «El discípulo no puede ser tratado mejor que el Maestro. Si uno de sus hijos (o los dos) tuvieran la gracia de ser mártires, alégrese, madre mía...»

A la señal del superior abandonó el convento y se refugió en el domicilio asignado. Al ver quemar el convento lloró como un niño. Salió de Olot y se trasladó a Barcelona, residiendo en una pensión de la calle Valencia. El día 23 de noviembre, posiblemente delatado por la criada de la pensión, le detuvieron junto a tres personas más. Fue llevado a la checa de San Elías. Fue asesinado al día siguiente, 24 de noviembre, en el cementerio de Montcada.

FRAY ÁNGEL DE FERRERIES

José Martí Coll nació en Menorca en una propiedad rural que se llama-ba Alfurinet, el día 11 de febrero de 1905. José solo pudo ir un par de años a la escuela, porque tenía que ayudar al padre en las tareas del campo. El maestro que tuvo le inculcó el gusto por la lectura y el estudio.

Su vocación a la vida capuchina la despertó un sermón cuaresmal que predicó el P. Timoteo de Palafrugell, también mártir en la misma persecu-ción. El 8 de noviembre de 1923 José vestía el hábito en el convento de Manresa, y desde aquel momento se le conocería como fray Ángel de Fe-rreries. Al año siguiente hizo los votos temporales y permaneció en el mismo convento. El 9 de noviembre de 1927 profesaba solemnemente.

En el convento de Manresa ejerció los oficios de limosnero de la ciudad. Por su forma de ser se hizo querer por los manresanos; también hizo de sacristán. Como era muy diestro, hizo mejoras en el convento, una de ellas fue la instalación eléctrica de algunas dependencias del convento. Era cari-tativo con todo el mundo. No tenía un no para nadie. Dos años antes de que estallara la revolución, los superiores, dada su delicada salud, lo enviaron al convento de Sarrià (Barcelona). En este convento se encontraba cuando estalló la revolución y, como todos, tuvo que abandonarlo. Él y el P. Mo-desto de Mieres fueron acogidos en una casa vecina al convento y en este domicilio les detuvieron. Los milicianos preguntaron al P. Modesto quién era. Respondió: «Yo soy sacerdote.» A fray Ángel le hicieron la misma pregunta, y

bautizado en la iglesia parroquial el día 19 del mismo mes. Era un chico des-pierto y listo en los estudios. Hizo de monaguillo en la capilla del Hospital bastantes años. Junto a otros compa-ñeros fundó la Congregación Mariana en Canet de Mar.

A los 13 años entró de montador en una fábrica del pueblo donde tra-bajó hasta los 17 años, cuando deci-dió entrar en los capuchinos. Vistió el hábito el 10 de agosto de 1907 y cambió el nombre de Miguel por el de Benigno de Canet de Mar. Emitió profesión temporal el 15 de agosto de 1908 y la solemne en 1911. Cursó estudios de Filosofía en Olot y los de Teología en el convento de Santa Ana de Sarrià (Barcelona). Recibió el pres-biterado el 16 de junio de 1916. El año siguiente fue enviado a la Misión del Caquetá (Colombia). Se le confiaron cargos de responsabilidad: secretario de la Prefectura Apostólica, superior regular, pro prefecto apostólico, vica-rio general delegado y ecónomo.

En 1934, por motivos de salud, re-gresó a la Provincia. Fue destinado al convento de Sarrià donde fue profesor y director espiritual de los teólogos.

Al estallar la revolución, él era guar-dián del convento y fue él quien dio la orden a los frailes de abandonar el convento y refugiarse en los domicilios asignados. El padre Benigno y fray Eloy de Bianya fueron los últimos en aban-donarlo. El padre Benigno buscó un do-micilio donde refugiarse pero no tuvo suerte. Finalmente encontró lugar en una pensión de la Ronda San Pedro, 20. Allí fue detenido el 20 de agosto; en la calle le esperaba el coche de la muerte. Subieron por Paseo de Gracia y se detuvieron para recoger a unos benedictinos. Al día siguiente apare-ció el cadáver del padre Benigno en el Depósito Judicial del Hospital Clínico.

FRAY BUENAVENTURA DE ARROYO CEREZO

Tomás Díaz Díaz nació en Arroyo Cerezo, una aldea de Castielfabib (Va-lencia), el 7 de marzo de 1913. A los 13 años manifestó ya su deseo de ser sacerdote. Se trasladó con su padre a Barcelona donde vivieron pobremente.

Ingresó en el seminario menor y pos-teriormente en el seminario mayor de Les Corts. Siendo confesor del semina-rio el P. Esteban de la Garriga, Tomás le manifestó su deseo de ser capuchino.

Vistió el hábito el 21 de septiembre de 1930 cambiando su nombre por el de Buenaventura de Arroyo Cerezo. Emitió la profesión simple en Arenys de Mar el día 26 de septiembre de 1931.

Cursó Filosofía en Olot y Teología entre Sarrià y Palma de Mallorca duran-te el tiempo de servicio militar. En mayo de 1936 hizo su profesión solemne y recibió las Órdenes menores en Sarrià donde le sorprendió la revolución.

FRAY AGUSTÍ DE MONTCLARJosé Alsina Casas nació en Montclar de

Donzell, obispado y provincia de Lleida, el 8 de diciembre de 1907. Cuando tenía 11 años entró en el Seminario diocesano de Lleida, pero, gracias al ejemplo de su hermano y otros chicos del pueblo que es-tudiaban en el Seminario menor capuchino de Igualada, se determinó a entrar en él. Fue admitido en octubre de 1923. El 13 de julio de 1924 vistió el hábito capuchino en Manresa y desde aquel día se le conocería como fray Agustín de Montclar. Estudió tres años de Filosofía en Olot (1925-1928) y Teología en Sarrià, Barcelona (1928-1932). El 9 de diciembre de 1928 emitió los votos solemnes. El 20 de febrero de 1932 recibió el presbiterado de manos del obispo de Barcelona, Dr. Manuel Irurita Almàndoz.

Tenía una gran capacidad de trabajo y era buen conocedor de la literatura. Fue profe-sor de Filosofía de los estudiantes del con-vento de Sarrià (Barcelona). En el Capítulo provincial de 1936 le nombraron secretario provincial. Era un buen predicador. Vivió de cerca y con intensidad el inicio de la Fede-ración de Jóvenes Cristianos de Cataluña.

Al estallar la revolución tuvo que aban-donar el convento y encontró refugio en casa de la familia Quadras. El 12 de agosto los milicianos se presentaron en el domici-lio con la certeza de que tenían un fraile escondido. Cogieron a los tres hombres que estaban en la casa y pedían quién era el fraile. Como ninguno decía nada decidie-ron llevárselos a los tres. Entonces el padre Agustín dijo con decisión: «El fraile soy yo. Dejad a los demás.» Eran las 3 de la tarde del 12 de agosto.

Poco después, era asesinado en Pedral-bes en el lugar conocido como «Els Ga-rrofers». Antes de ser fusilado pidió a los verdugos que le dejaran prepararse, y se lo concedieron pero, como la cosa se alar-gaba, uno de los milicianos perdió la pa-ciencia, le disparó y cayó muerto en el acto.

El cadáver entró en el Hospital Clínico a las 8 de la mañana del día 13.

FRAY ALEJANDRO DE BARCELONA

Jaime Nájera Gherna nació en Barcelona el 25 de julio de 1910. Su abuelo materno, Jaime Gherna Giustatti, fue compañero de san Juan Bosco, con el que nunca perdió el contacto.

Vistió el hábito capuchino en Manresa

IV 15 noviembre 2015ESPECIAL BEATIFICACIONES

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detenerle. Les costó identificarle, ya que los niños de la casa se habían acostum-brado a decirle «abuelo». Pero al darse cuenta de que era el fraile que buscaban, empezaron a pegarle brutalmente.

Pidió ponerse una chaqueta que te-nía, diciendo que «hay que ir bien mu-dado a recibir la palma del martirio». El empujón que le dieron al entrar en el coche le hizo estrellarse contra la ven-tana del otro lado. Fue asesinado junto con fray Miguel de Bianya, fray Eloy de Bianya y fray Jorge de Santa Pau el día 28 de julio de 1936.

FRAY DOROTEO DE VILALBA DELS ARCS

Jorge Sampé Tarragó nació el 14 de enero de 1908 en Vilalba dels Arcs (Terra Alta), obispado de Tortosa. Era un buen chico, estudió en la escuela del pueblo. En una ocasión fue a predicar al pue-blo un capuchino, el padre Doroteo de Barcelona; lo conoció, y de aquí nació su vocación capuchina. Lo dijo a los de casa pero al padre no le pareció bien; gracias a su tía se superó la oposición paterna y Jorge entró en el Seminario menor capuchino de Igualada el 12 de septiembre de 1921.

Acabados los estudios de Humanida-des empezó el noviciado en Manresa donde vistió el hábito el día 13 de julio de 1924; a partir de aquel día se le co-nocería por el nombre de fray Doroteo de Vilalba dels Arcs. El 14 de julio del siguiente año emitió los votos tempo-rales y empezó el trienio del estudio de Filosofía, que acabó en 1928. Los estu-dios de Teología los hizo en Roma en la Universidad Gregoriana donde obtuvo el grado de Doctor. En Roma emitió la profesión solemne el 27 de enero de 1929, y recibió la ordenación sacerdotal el 26 de marzo de 1932.

Al regresar a Cataluña, su primer des-tino fue el convento de Sarrià donde ejerció de profesor. En 1933 se trasladó a Olot como director del colegio de fi-losofía y vicario del convento, pero en 1935 regresó a Sarriá como profesor de teología. La revolución le encontró en Hostalric donde le habían enviado a ce-lebrar. Como pudo regresó a Barcelona.

En la Ciudad Condal estuvo escondido en diversos domicilios. El último en la calle Dels Arcs, donde también estaba el P. Martín de Barcelona. Un escamote fue a detener al P. Martín pero encontraron al P. Doroteo y se lo llevaron. Visto que no era el que buscaban, presionaron a la familia del P. Martín amenazando de matar al cuñado; la hermana dio la direc-ción donde se encontraba y le detuvie-ron. Los padres Doroteo y Martín fueron llevados a la checa de San Elías y de allí al cementerio de Montcada donde fueron asesinados el 19 de diciembre de 1936. En 1940 fueron identificados los restos de los dos religiosos.

El P. Doroteo había manifestado que estaba dispuesto a aceptar el martirio.

días más tarde en la Parroquia de Ntra. Sra. de la Soledad.

Estudió con los hermanos Maristas e ingresó en el Seminario Seráfico. Vistió el hábito capuchino el 3 de sep-tiembre de 1933 en Manresa donde cambió el nombre por el de Eudal-do de Igualada. Emitió la profesión simple el 9 de septiembre de 1934. En las vigilias a su profesión escribió a su padre una carta donde decía: «Me hago religioso para seguir la voluntad de Dios, que me llama a la religión.» Hizo el primer curso de Filosofía en Olot y el segundo curso en Sarrià (Barcelona).

Al estallar la revolución, fray Eu-daldo fue de los últimos en abando-nar el convento; ayudó a salvar libros de la biblioteca conventual. Después se trasladó a casa de su prima Merce-des Estruch. Al restablecerse el funcio-namiento de los trenes quiso volver a Igualada para estar cerca de sus pa-dres. Su prima le recomendó que se sacara la cruz que llevaba sobre el pe-cho. Él no quiso e hizo el viaje sin nin-gún incidente. En casa de sus padres, los primeros días no salía para nada. Rezaba, leía y escribía. No queriendo ser una carga para la familia, se puso a trabajar en la fábrica Las Cartucheras. Allí, algunos trabajadores de menta-lidad revolucionaria le atacaban y le amenazaban. Él callaba y cumplía con sus obligaciones laborales. El 31 de octubre unos hombres con fusiles se presentaron en la vivienda familiar buscándole. Cuando se lo llevaban, su madre rompió a llorar, pero fray Eudaldo la consoló diciéndole: «No llore, madre, que volveré pronto. Yo no he hecho ningún mal a nadie.» Fue asesinado aquella misma noche en el cementerio de la Pobla de Cla-ramunt. Tenía solo 18 años. El asesi-nato de fray Eudaldo conmocionó a toda la ciudad de Igualada.

FRAY FÉLIX DE TORTOSA

Juan Bonavida Dellà nació en Tortosa el 2 de abril de 1894. A los 27 años, y cogiendo por sorpresa a todos, decidió hacerse fraile capuchi-no. Antes tuvo que cortar la relación con una chica, con quien creían que se casaría. En el noviciado le dieron el nombre de fray Félix de Tortosa.

El oficio que ejerció normalmen-te fue el de limosnero. En las casas donde se alojaba mientras hacía de li-mosnero, solía levantarse muy pronto para rezar. En una de estas casas, Casa Comalares de Tordera, le encontró el estallido revolucionario. No pudien-do volver al convento, se quedó allí. No tardaron muchos días en descu-brirle los milicianos, que amenazaron a la propietaria de la casa de que no le dejara marchar. Él trabajaba el huer-to. Decía: «¡Sé que me matarán, pero

Cuando le llegaron las noticias de los estragos revolucionarios decía que las personas estaban ofuscadas y les per-donaba de todo corazón. El día 24 de agosto, la casa donde se ocultaba sufrió un registro por parte de los milicianos. Fue llevado al Comité de la Sagrera, don-de fue maltratado, incluso a golpes de pistola. Los milicianos le acusaron de ser contrario al proletariado por ser religio-so, y él respondió: «¡No tengo miedo! ¡Si tengo que dar la vida por mejorar la suerte de la humanidad o las condiciones de vida de los trabajadores, la ofrezco a gusto!» Querían que blasfemara, y que se sacara la cruz que llevaba, pero él se negó diciendo: «Por la cruz he entrado en la Orden y por la cruz quiero morir.»

Asesinado en la madrugada del 25 de agosto, se escucharon tiros en la carretera de la Verneda. Fray Buenaventura, antes de morir, dijo: «Podéis matarme, pero soy inocente y muero por Dios.» Y en el último momento gritó: «¡Viva Cristo Rey!»

FRAY CIPRIANO DE TERRASSA

Ramón Gros Ballvé nació en Terras-sa el 23 de enero de 1871. Sus padres vivían en una pequeña propiedad, con viña y sembrados, cerca de Sant Llorenç Savall. Muerta la madre cuando él tenía siete años, el padre y él se trasladaron a Terrassa a casa de la abuela. En 1886 entraba de aprendiz en una tienda de Barcelona. Allá conoció a los capuchinos, especialmente al P. Ruperto M. de Man-resa, que le supo acoger y encaminar en un momento en el que él se encontraba más bien disperso.

Vistió el hábito de san Francisco en Arenys de Mar en 1893 y recibió el nom-bre de fray Cipriano de Terrassa. Estuvo en diferentes comunidades, tanto en Ca-taluña como en las misiones de Filipinas y de América Central.

Durante mucho tiempo hizo de limos-nero. En las casas donde se alojaba solía bendecir la mesa y tomarse tiempo para rezar. Su temperamento era jovial y ale-gre. Le gustaba divertir a la comunidad con chistes inocentes. También había he-cho de cocinero, de sastre y de sacristán.

La revolución le encontró en el con-vento de Sarrià. Después de unos días acogido en una casa próxima al conven-to, se trasladó a casa de un primo suyo, Juan Torrella, junto con fray Miguel de Bianya.

Fray Cipriano era consciente del peli-gro que corría. Al abandonar el primer refugio se despidió de sus anfitriones con un «¡Hasta el cielo!». Igualmente decía las pocas veces que salió de casa de su primo, despidiéndose cada vez como si fuera la última.

El 27 de julio se sentía extrañamente triste. Dijo que sentía una «tristeza de muerte». Al día siguiente los milicianos, que habían detenido a fray Miguel de Bianya en la estación del tren, fueron a

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FRAY ELOY DE BIANYA

Joan Ayats Plantalech nació en Sant Sal-vador de Bianya el 4 de junio de 1875. Sintió la vocación a los trece años pero hasta los veinticinco estuvo trabajando de paleta con su padre. En 1900 recibió el hábito de capuchino y el nombre de fray Eloy de Bianya. Después de un tiempo de cocine-ro en Manresa pasó a Sarrià, haciéndose cargo de la portería desde 1906 hasta su muerte.

Hablaba poco, pero transmitía una gran paz a todos los que le trataban. Se le veía lleno de Dios. Se interesaba por todo el que llamaba a la puerta y ofrecía pan con cho-colate y agua a los niños que jugaban ante el convento. Para él, siempre era Dios aquel que llamaba a la puerta. Los pobres acudían a él sabiendo que siempre encontrarían una ayuda o bien, si eso no era posible, al menos un oído atento y una oración.

El 19 de julio de 1936 los frailes estudian-tes fueron enviados a dormir a casas de ami-gos. Él se quedó en el convento junto con algunos frailes más. Cuando al día siguiente se decidió la dispersión de la fraternidad, él fue el último en salir, junto con el guardián fray Benigno, y cerró la puerta.

Fue acogido en casa de la familia Serrahi-ma. De ellos nos ha llegado este testimonio: «Era un hombre agradable. Las simpatías que se había hecho en la portería del con-vento eran inmensas. Sonreía y sabía gastar una bromita, pero debía haber en él una vida interna muy intensa. Decía de los que incendiaban y asesinaban: “Son buena gen-te. Eso que hacen ahora es la primera fecho-ría que hacen. Y la hacen porque piensan que mejorarán la suerte de los pobres. Los encontraremos en el cielo...”»

Obligado a cambiar de casa por el ries-go que representaba estar con una familia conocida como católica, planeó ir a Bianya para esconderse con su familia. El 28 de julio, junto con los estudiantes fray Miguel de Bianya y fray Jorge de Santa Pau, fue detenido en la estación de tren. El interro-gatorio al que fueron sometidos sirvió para localizar también a fray Cipriano de Terras-sa. Los cuatro recibieron juntos el martirio. El estado del cuerpo reveló que fray Eloy había sido brutalmente golpeado.

FRAY EUDALDO DE IGUALADA

Luis Estruch Vives nació en Igualada el 6 de abril de 1918. Recibió el Bautismo ocho

ESPECIAL BEATIFICACIONES

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decidieron buscar otro lugar donde vivir, donde fueran menos conocidos, y alquilaron un piso en la calle París.

Pero una persona que se dio cuenta de la maniobra, los denunció al comité de la plaza del Centro, el más cercano al nuevo domicilio. Cuando ya se habían instalado allí, los milicianos fueron a hacer un registro. Fray Marcial se les encaró, reprochándoles que asaltaran a mano armada a gente pacífica.

En la noche los milicianos fueron re-levados por otros que venían con órde-nes de llevarse a alguien. Al encontrar a fray Marcial dijeron: «Bien, al menos no habremos hecho el ridículo.» Él, al marchar, le dijo a su madre: «Madre, no sufras por lo que me pueda pasar. Mi conciencia está en paz con Dios.» Los milicianos dijeron que lo interrogarían y lo devolverían a casa.

Pasado un rato, el padre fue al comi-té, donde fue recibido con amenazas, gritos y burlas. El cuerpo sin vida de fray Marcial se encontró en la aveni-da Pearson de Pedralbes el día 20 de agosto.

FRAY MARTÍN DE BARCELONA

Jaime Boguñà Casanovas nació en Sant Andreu de Palomar (Barcelona) el 4 de octubre de 1895. A los 12 años, ingresó en el Seminario diocesano don-de estudió Humanidades, pero mucho antes de entrar había manifestado el deseo de ser capuchino.

El 15 de octubre de 1910 vistió el há-bito capuchino en el noviciado de Arenys de Mar y cambió el nombre de Jaime por el de fray Martín de Barcelona. El 29 de octubre de 1911 profesó temporalmen-te. Los estudios de Filosofía los cursó en Olot, los de Teología en el convento de Sarrià (Barcelona) donde profesó solem-nemente el 18 de abril de 1915. Fue or-denado sacerdote el 5 de mayo de 1918.

Dada su capacidad intelectual y sus buenas disposiciones fue enviado a la Universidad de Lovaina, donde se es-pecializó en Historia eclesiástica y civil.

Regresó a Cataluña y se dedicó al ministerio sacerdotal y al estudio e investigación histórica. Fue director de la revista Estudios Franciscanos y miembro de honor de la Escuela Libre de Lulismo.

La guerra le sorprendió en el con-vento de la Mare de Déu de l’Ajuda. Inocentemente pensaba que todo aca-baría en pocos días. Afortunadamen-te, en un primer momento, un vecino del convento, Miguel Gavín, le salvó la vida. Otro vecino, Salvador Anguera le afeitó la barba, le quitó la tonsura y lo escondió a él y al padre Javier de Olot, durante un mes aproximadamente.

El padre Martín continuó investigan-do y frecuentando archivos y bibliote-cas. Pensaba que al ir de paisano nadie le reconocería, pero los milicianos le

FRAY JORGE DE SANTA PAU

Manuel Collellmir Sentíes nació en Santa Pau (Girona) el 7 de junio de 1917. De los 8 a los 13 años estudió en el co-legio de los Padres Escolapios y poste-riormente en el Seminario Seráfico de Igualada. De carácter extrovertido y alegre, dedicó tiempo a la práctica del dibujo con afición y éxito.

Vistió el hábito capuchino en Manresa el 26 de agosto de 1934. Emitió la pro-fesión simple el 29 de agosto de 1935. Cursó el primer curso de Filosofía en el convento de Sarrià (Barcelona) donde le sorprendió la revolución.

Fray Jorge se refugió en el domicilio asignado junto a otros frailes jóvenes. Allí dedicó tiempo a la oración, a la vida familiar y al dibujo de estampas de la Virgen. El 28 de julio se despidió del niño de la casa diciéndole: «Reza un Padre-nuestro, hasta que nos volvamos a ver.» Partió hacia la estación del Norte, junto con fray Eloy de Bianya y su sobrino, fray Miguel de Bianya, obedeciendo las indi-caciones de los superiores.

Reconocido como religioso, fue ata-do de manos y llevado a la guardilla de la estación, donde se había instalado el Comité. Fue fusilado ese mismo día en lugar desconocido.

El hermano de fray Jorge llegó a Bar-celona el mismo día 28 para llevarse a su hermano, pero fray Jorge ya estaba muerto. Lo reconoció en la ficha del Hos-pital Clínico con el número 4.055.

FRAY JOSÉ DE CALELLA DE LA COSTA

Juan Vilà Colomer nació en Calella de la Costa el 19 de noviembre de 1890 y fue bautizado pocos días más tarde en la parroquia de Santa María y San Nicolás del mismo pueblo. Acabados los estudios de Humanidades entra en el Seminario de Girona donde estudió dos cursos de Filosofía. Su deseo era ser capuchino y así se lo manifestó a su madre. Pero ella le dijo que sería mejor que fuera sacerdote diocesano ya que así no se tendría que separar de la familia.

Juan tenía un tío capuchino, el padre

lo prefiero si tengo que vivir sin ir a misa ni cumplir como un cristiano!» El día 1 de agosto, un grupo de milicianos que llevaban a un cura, Mn. Antonio Doltra, rector de Pineda, se paró delante de la casa y le reclamaron. Después de rezar un momento con la propietaria de la casa, subió dócilmente al coche.

En el lugar llamado la Subida de Nofre, en la carretera de Barcelona, fray Félix y Mn. Antonio fueron obligados a bajar. Les preguntaron si preferían que les mataran de frente o de espaldas. Fray Félix respondió: «Como morimos por Cristo, podéis disparar de cara.»

Los milicianos, que venían de Barcelo-na, siguieron su camino dejando allí los dos cuerpos. Fueron recogidos más tarde y enterrados en el cementerio de Pala-folls. Acabada la guerra se supo que en el momento antes de recibir el disparo fray Félix se arrodilló y dijo las palabras de Cristo: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.»

FRAY FEDERICO DE BERGA

Martín Tarrés Puigpelat nació en Ber-ga el 8 de octubre de 1877. Empezó sus estudios en la escuela de Berga hasta que decidió entrar en el Seminario de Solsona. Conoció a los capuchinos y en-tró en el noviciado de Arenys de Mar, donde vistió el hábito el 21 de noviem-bre de 1896 y cambia su nombre de bau-tismo y apellidos por los de fray Federico de Berga. Acabados los estudios, recibió la ordenación sacerdotal el 24 de junio de 1901. Residió en varios conventos de la Provincia y en Centroamérica. Se le confiaron distintos cargos de responsa-bilidad, entre ellos el de ministro pro-vincial. Fue un buen predicador popular. La guerra le sorprendió siendo guardián del convento de Arenys de Mar; tuvo que disolver la comunidad y entregar el convento a los milicianos. Para más segu-ridad personal se trasladó a Barcelona. En esta ciudad ejerció clandestinamente el ministerio sacerdotal. Poco antes de ser capturado confesó que había admi-nistrado 1.200 comuniones, además de las celebraciones clandestinas.

El 16 de febrero de 1937 dos patru-lleros de la UGT se presentaron en el domicilio donde estaba acogido el pa-dre Federico, situado en el paseo de San Juan, 106. Los patrulleros le interroga-ron, y aunque la familia que lo había acogido lo quería salvar, él les respondió: «Dejémonos de rodeos. Yo soy un sacer-dote.» La familia Guilera fue testimonio de esta confesión con la que se ganó el martirio. Uno de los milicianos se quedó en el piso vigilando, el otro fue a buscar «refuerzos»; al cabo de un rato llegaron 4 o 5 individuos armados y se lo llevaron.

La noche del 16 al 17 de febrero de 1937 fue asesinado en la calle del Arra-bal de la Bonanova. El cadáver del pa-dre Federico fue recogido y llevado al Hospital Clínico.

Javier de Arenys de Mar; seguramente que Juan, con la ayuda de su tío, entró en el noviciado de Arenys de Mar, donde vistió el hábito y cambió el nombre de Juan por el de fray José de Calella de la Costa, el día 7 de octubre de 1898 e hizo la profesión temporal al cabo de un año y un día. Acabó Filosofía en el convento de Olot y Teología en Sarrià (Barcelona). Recibió la ordenación presbiteral el 19 de marzo de 1904.

Fue destinado al convento de Olot; su ministerio fue el de la predicación. Por motivo de salud estuvo exclaustrado una larga temporada. Formó parte de la comunidad de Arenys de Mar hasta 1931, año en que fue destinado a Pom-peia y en este convento se encontraba cuando estalló la revolución. El 20 de julio el padre José y todos los religiosos tuvieron que abandonar el convento. Durante unos pocos días se quedaron en Barcelona, después marchó a Calella a casa de su hermano, pero debido al peligro que corría, ya que era conoci-do, volvió a Barcelona. En esta ciudad encontró acogida en una casa de la calle Bertrán, 67, donde estuvo durante unos diez días, pero debido al peligro tuvo que cambiar a menudo de domicilio.

El 9 de septiembre fue detenido en el domicilio en el que le habían acogi-do. Según el testimonio del propietario del piso confesó su condición sacerdo-tal. Respondió al patrullero que le pre-guntaba quién era: «Soy el padre Josep de Calella.» Allí mismo le empezaron a maltratar. Se lo llevaron y lo fusilaron aquella misma noche, según dijo el jefe de control, llamado Isart, del ramo del transporte.

FRAY MARCIAL DE VILAFRANCA

Carlos Canyes Santacana nació en Vilafranca del Penedès el 16 de abril de 1917. Fue admitido en el Seminario menor a los 9 años, antes de lo habi-tual, y vistió el hábito de san Francisco en Manresa a los 15 años, recibiendo el nombre de Marcial de Vilafranca.

En julio de 1936 estaba haciendo los cursos de Filosofía en el convento de Sarrià. Los testimonios le describen como un chico dócil y respetuoso con todos, alegre y expansivo, pero que al mismo tiempo era muy recto y no hacía distinción de personas cuando se tenía que hablar claro. Era también muy activo y trabajador.

Al dispersarse la comunidad de Sa-rrià el día 20 de julio, él se fue a ca-sa de sus padres que vivían cerca del convento. Sus dos hermanos, Marcos y Marcelino, frailes profesos y sacerdo-tes, también fueron allí, pero al cabo de pocos días buscaron otros refugios.

La familia sufrió varios registros, acompañados de interrogatorios, amenazas e insultos. Querían detener especialmente a fray Marcos, que ya no estaba en la casa. Entonces los padres

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desde su casa. Allí estudió Humanidades y Filosofía porque quería ser sacerdote. Acabados los estudios de Filosofía, em-pezó Teología en el Seminario mayor de Girona.

El 20 de junio de 1899 vestía el há-bito capuchino en Arenys de Mar. Se le impuso el nombre de fray Modesto de Mieres. Emitió los votos temporales al año siguiente, y el 28 de junio de 1902 profesó solemnemente. El 20 de julio de aquel mismo año recibía el presbiterado.

El resto de su vida se dedicó a la ense-ñanza de Teología u otras materias afi-nes. Los estudiantes le tenían una gran confianza, respeto y veneración. Escribió también un gran número de artículos en las revistas Estudios Franciscanos y Criterion.

Era un religioso de gran profundidad y espíritu de oración. Decía que en la oración encontraba la solución a muchos problemas espirituales.

Cuando estalló la revolución, per-tenecía al convento de Santa Ana de Sarrià (Barcelona). El 20 de julio él y fray Ángel de Ferreries fueron a refugiarse a una casa vecina al convento, donde permanecieron hasta el 28 de julio, día en el que a la hora de la comida se pre-sentó un escamote de milicianos para hacer un registro. Al ser preguntado quién era, el padre Modesto respondió: «¡Yo soy sacerdote!» Se los llevaron a él y a fray Ángel; al cabo de poco rato fueron asesinados en «Els Garrofers», un lugar cercano a Pedralbes. Los ca-dáveres fueron recogidos y llevados al Hospital Clínico.

FRAY PACIANO DE BARCELONA

Francisco María Colomer Presas nació en Barcelona en 1916. Estudió siempre en escuelas religiosas: escolapios en Igualada, maristas y jesuitas en Barce-lona y después interno en La Salle de Manlleu.

En marzo de 1935 iniciaba el novicia-do en Manresa y recibía el nombre de fray Paciano María de Barcelona. Hizo los primeros votos en marzo de 1936 y se trasladó al convento de Sarrià para comenzar los estudios de Filosofía.

Durante los primeros meses de la guerra tuvo que cambiar de casa en diversas ocasiones. Pasó un tiempo en casa de sus padres, pero también allá hubo un registro. Finalmente se instaló en una pensión, en la calle Muntaner, 190, de Barcelona.

Intentó mantener el ritmo de oración del convento. Muchos días asistía a al-guna de las misas que clandestinamente se hacían en pisos de la ciudad. También llevaba la comunión a los enfermos y a personas que estaban escondidas.

Fue detenido mientras visitaba las ruinas del convento de Sarrià con el compañero fray Tomás de Castelló d’Empúries. Junto con fray Remigio

de Papiol, fueron encarcelados en la checa de la Tamarita, en la Avenida del Tibidabo.

Los restos de fray Paciano se encontraron en el cementerio de Cerdanyola en el año 1939. Parece que fue asesinado el 24 de enero de 1936.

FRAY PRUDENCIO DE POMAR DE CINCA

Gregorio Charlez Ribera nació en Pomar de Cinca, provincia de Huesca, en 1875. Se trasladó a vivir a Barce-lona, donde conoció a un sacerdote que le orientó vocacionalmente has-ta que entró con los capuchinos en 1901, recibiendo el nombre de fray Prudencio de Pomar de Cinca.

En el convento ejerció varios de los oficios que entonces eran habituales de los hermanos legos: hortelano, li-mosnero, portero, zapatero y sobre todo cocinero. La revolución le en-contró en Arenys de Mar. A sus 61 años estaba muy envejecido y casi ciego. Por este motivo, aunque el convento no fue abandonado hasta el día 21, ya el día anterior el guardián fray Federico de Berga le hizo afeitar la barba, le dio un traje de seglar y lo envió a la Casa Nogueras.

En la familia Nogueras tenían un hermano fraile, el P. Venancio de Arenys de Mar. Ellos acogieron en su casa a fray Prudencio, y también al vi-cario de la parroquia de la población.

El 28 de julio el Comité de Arenys recibió la orden de eliminar a frailes y sacerdotes. Detuvieron a fray Pru-dencio y al vicario en la Casa Nogue-ras, y al rector en casa de un sobrino suyo. Los milicianos se los llevaron a golpes de culata desde la plaza de la iglesia hasta una finca que se llamaba Casa Jalpí, en el término de Arenys de Munt.

Una vez en Casa Jalpí, saltaron la valla y durante mucho rato se estuvie-ron burlando de los dos sacerdotes y del fraile. Un miliciano le dijo a fray Prudencio: «¿De qué te sirven ahora tantos milagros? ¡Haz uno para mí!»

Los mataron a primera hora de la mañana. Los cuerpos quedaron extendidos en el mismo lugar has-ta media mañana. Después fueron cargados de cualquier manera en un camión y enterrados en el cementerio de Arenys de Munt.

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seguían la pista, aunque cambiara de domicilio.

El 19 de diciembre lo detuvieron y se lo llevaron al Comité de Sant Andreu, y de allí a la cárcel clandestina de San Elías. En la noche lo sacaron y se lo llevaron al cementerio de Montcada-Reixac donde lo asesinaron.

FRAY MIGUEL DE BIANYA

Pelayo Ayats Vergés nació en la pro-piedad La Juvineria de Sant Salvador de Bianya (Girona), el 23 de agosto de 1915. Fue alumno del Seminario Seráfico de Igualada.

Vistió el hábito capuchino el 24 de agosto de 1930, cambiando el nombre por el de Miguel de Bianya. Emitió la profesión simple el 25 de agosto de 1931 en el convento de Arenys de Mar. Cursó Filosofía en Olot y después dos cursos de Teología en Sarriá (Barcelona) donde le sorprendió la revolución.

Fray Miguel era una verdadera es-tampa de su tío, fray Eloy, a quien se parecía incluso físicamente.

Era un joven bien dispuesto al traba-jo, quizás por ello le supo mal y hasta le afectó un poco una vez que por la calle un desconocido, al verle vestido de fraile, le insultó diciéndole «holgazán».

Dejado el convento y acogido en las casas asignadas, rezaba mucho y sufría por sus padres, que no sabían nada de él, y por una hermana suya monja. El día 28 de julio, junto a su tío, fray Eloy y con fray Jorge, obedientes a los superiores, marcharon hacia la estación de Francia a tomar el tren hacia Olot. Al registrar su equipaje le encontraron el breviario, rosarios y libros religiosos.

Fue asesinado junto a fray Eloy de Bianya, fray Jorge de Santa Pau y fray Cipriano de Terrassa el mismo día 28 de julio en lugar desconocido. Fue recono-cido su cadáver en el Hospital Clínico, con el número 4.055.

FRAY MODESTO DE MIERES

Juan Bover Teixidor nació en Mieres (Girona) el día 8 de junio de 1876. Fue a la escuela pública de Mieres. Hasta los 18 años vivió en su casa. Estudió en el Semi-nario menor de El Collell donde fue a pie

FRAY RAFEL DE MATARÓ

Francisco de Paula Soteras Culla nació en Mataró el 12 de abril de 1902.

El pequeño Francisco entró en los capu-chinos porque conoció al P. Pío de Iguala-da en una predicación cuaresmal. El 9 de septiembre de 1912 entró en el Seminario menor capuchino de Igualada y se supo adaptar a la nueva vida que era muy di-ferente de la de su casa. Acabados los estudios de Humanidades vistió el hábi-to en el convento noviciado de Manresa el día 5 de agosto de 1917. A partir de ese día sería conocido como fray Rafael de Mataró. Al cabo de un año y un día pronunció los votos temporales. Cursó los estudios de Filosofía en Olot, y los de Teología en Sarrià (Barcelona) donde profesó solemnemente el 13 de abril de 1923. Recibió la ordenación sacerdotal el día 1 de febrero de 1925.

Su primer destino fue el convento de Olot como profesor de Filosofía, y más tar-de sería designado director del Colegio de Filosofía y vicario del convento. Durante el trienio 1933-1936 ejerció el cargo de secre-tario provincial. Era un religioso delicado de espíritu y de trato.

El Capítulo provincial de 1936 lo destinó al convento de Pompeia, pero no pudo ha-cer el traslado porque estalló la revolución. El 20 de julio tuvo que abandonar el con-vento y encontró acogida en el domicilio de unos benefactores, pero pronto tuvo que cambiar porque había un vecino que se destacaba políticamente como hombre de izquierdas y era peligroso. En el nuevo domicilio que le acogió llevaba vida reti-rada y un buen amigo le preparaba los pa-peles para poder salir al extranjero. Estaba previsto que se embarcara hacia Italia el 2 de agosto. El día anterior se tenía que pre-sentar en comisaría para poner las huellas digitales en el pasaporte. En la estación del tren de Sarrià fue reconocido por unos milicianos y detenido.

A las cinco de la tarde aparecía muerto. Su cuñado reconoció el cadáver en el De-pósito del Hospital Clínico.

FRAY REMIGIO DEL PAPIOL

Esteban Santacana Armengol nació en El Papiol el 20 de septiembre de 1885. De

ESPECIAL BEATIFICACIONES

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d’Hostoles, primero pensaron que era un mendigo, pero en el interrogatorio él re-conoció que era fraile. Retenido en una cabaña en el lugar conocido como «La era de Simón», mucha gente del pueblo pasó a verle, algunos agradecidos por la misión que había predicado tiempo atrás y el buen recuerdo que había dejado, sobre todo en las visitas a los enfermos, pero otros para burlarse de él. Pasó la tarde rezando hasta que a las cinco de la tarde un coche le vino a buscar.

Antes de subir al coche, se giró hacia el pueblo y lo bendijo, como hizo san Francisco antes de morir con el pue-blo de Asís. Cuando ya lo iban a matar, perdonó a sus verdugos. Intentaron sin éxito quemar su cuerpo, que después de la guerra fue enterrado en Sant Esteve de Llémena.

FRAY ZACARÍAS DE LLORENÇ DEL PENEDÈS

Sebastián Sonet Romeu nació en Llo-renç del Penedès el 4 de junio de 1884. Descubrió su vocación capuchina a tra-vés de las cartas que le escribía desde el Seminario Seráfico un compañero del pueblo, el futuro padre Dionisio de Llo-renç. Sebastián ingresó en el seminario menor capuchino para cursar los estu-dios de Humanidades. Una vez cursados pasó al noviciado de Arenys de Mar don-de vistió el hábito el día 26 de julio de 1899 y recibió el nombre con el que se le conocería a partir de ese momento: fray Zacarías de Llorenç del Penedès. Acaba-do el año de noviciado emitió los votos temporales y pasó al convento de Olot donde cursó los estudios de Filosofía. Emitió los votos solemnes el 2 de agosto de 1903.

Después de una breve estancia en el convento de Manresa, pasó al Comisa-riato de Pasto (Colombia). Recibió la or-denación sacerdotal en Bogotá el 31 de marzo de 1907. Al cabo de poco tiempo regresó a Cataluña. Fue nombrado pro-fesor de Historia de la Iglesia y de Patro-logía en el convento de Sarrià. También fue profesor del Seminario Seráfico de Igualada.

La revolución sorprendió al buen pa-dre Zacarías en el convento de La Ayuda. Encontró refugio en algunos domicilios, hasta que encontró uno estable.

Tuvo suerte de poder entrar a traba-jar en el Hotel Continental donde un sindicalista de la CNT se hizo cargo de él y lo protegió poniéndole a trabajar en la cocina del hotel. Los trabajadores le querían, hasta incluso alguno intentó salvarle haciéndole huir. En el hotel se alojaban algunos milicianos, entre ellos el tristemente célebre Cojo de Málaga. Fue él quien con un pelotón lo asesinó en la pared del Hospital Francés el día 25 de agosto de 1936.

de Olot. La Teología la estudió en el convento de Sarrià (Barcelona), pero la tuvo que interrumpir por causa del servicio militar. Profesó solemnemente el 14 de marzo de 1935. Recibió la orde-nación sacerdotal el 20 de abril de 1935. Su primer destino fue el convento de Igualada como profesor del Seminario menor capuchino, donde se dedicó a la enseñanza y al estudio de la música.

Cuando estalló la guerra el padre Tarsicio se encontraba en el colegio de Les Borges Blanques supliendo las clases del Superior que había ido al Capítulo Provincial.

El 24 de julio tuvo que abandonar el convento y fue acogido, con otro fraile, en casa de la señora María Griñó donde permaneció once días.

Como su quinta fue movilizada y por parte del gobierno había ciertas garan-tías de seguridad decidió incorporarse al ejército. El mismo alcalde de Les Borges Blanques lo acompañó a Lleida. En prin-cipio tenía que trabajar en las oficinas pero reconocido como religioso fue de-tenido. «Entró en capilla» el 5 de agosto.

La noche del 19 al 20 de agosto, un grupo de milicianos armados entró en el recinto de los prisioneros. Llevaban una lista de setenta y dos nombres, en-tre los que figuraba el de José Vilalta Saumell.

Se los llevaron al cementerio, donde llegaron a la una y media de la madru-gada. Los pusieron ante una tapia y los fueron ametrallando de doce en doce.

FRAY TIMOTEO DE PALAFRUGELL

Jesús Miquel Girbau nació en Pala-frugell el 24 de marzo de 1897. Era el pequeño de once hijos de un banquero. A los diez años le llevaron a vivir con una tía a Olot. Allí conoció a los capu-chinos, especialmente al P. Atanasio de Palafrugell.

Entró en el noviciado de Arenys de Mar en 1912, y recibió el nombre de Timoteo de Palafrugell. Ordenado sa-cerdote, se dedicó especialmente al ministerio de la predicación, a pesar de que tenía que vencer siempre su tempe-ramento más bien tímido.

La revolución le sorprendió en Olot, preparando el traslado hacia Les Borges Blanques, donde había sido destinado. A partir del 25 de julio encontró acogida en casa del Sr. Agustín Canals. Quince días más tarde se trasladó a un piso vacío propiedad de su prima María del Tura Miquel. En el piso de abajo había otros parientes, con quienes podía comer de vez en cuando y que procuraban que no le faltara nada.

ESPECIAL BEATIFICACIONES

Fue descubierto en ocasión de un registro que los milicianos hicieron en todas las casas de la calle, y encarcelado en la misma celda que un sacerdote dio-cesano y un fraile agustino del convento de Calella. Durante la primera semana estaban incomunicados, pero después les permitieron recibir visitas y hablar con los otros presos. Fray Timoteo, a medida que iban pasando los días, se iba sintiendo cada vez más sereno y con-formado con la voluntad de Dios, y se dedicaba a dar ánimos a los demás. Se ofrecía para confesar a los que quisieran, y parece que en una ocasión celebró la eucaristía.

El sacerdote que estaba detenido con él fue trasladado a la cárcel de Girona, un lugar seguro ya que los milicianos no tenían acceso a ella. Se intentó hacer lo mismo con todos los presos, pero el comité local decidió eliminarles antes de que esto pasara.

El 31 de octubre en la madrugada, fray Timoteo y diez presos más fueron llevados en camión al campo conocido como El Triay. Fray Timoteo pidió la li-bertad para sus compañeros pero no le hicieron caso. Entonces les dio la absolu-ción, acompañando las palabras con un gesto de cabeza, ya que tenía las manos atadas. Después perdonó a los asesinos.

Una vez muertos, sus cuerpos fueron enterrados en una fosa, de donde se sa-caron en 1939. El cuerpo de fray Timo-teo, que casi no se había corrompido, fue enterrado en el cementerio municipal.

FRAY VICENTE DE BESALÚ

Julián Gibrat Marcé nació en Besalú el 15 de junio de 1880. Atraído por el ejemplo de un compañero de escuela, que sería después fray José de Besalú, pidió de entrar en el Seminario menor de los capuchinos en Igualada. Hizo sus pri-meros votos en Arenys de Mar en 1896 y recibió el nombre de fray Vicente de Besalú.

Al estallar la revolución, se encon-traba en el convento de Olot. Durante algunos días fue cambiando de casa, sin encontrar un refugio suficientemente seguro.

Durante tres semanas estuvo acogido en Casa Bosch, una casa de campo cerca de la Fageda d’en Jordà. Les ayudaba en las tareas del campo y se le veía de buen humor, rezando y cantando mucho. Pero tuvo que marchar de allí. La última se-mana de su vida la pasó viviendo como un vagabundo, pidiendo limosna y dur-miendo en la calle. Alguien le reconoció, uno de esos días, mojando trozos de pan seco en una fuente. No se había querido afeitar la barba de fraile.

Detenido por el Comité de Les Planes

jovencito quería ser sacerdote, pero la familia no podía pagarle los estudios. Gracias a una señora de Rubí que le ayu-dó económicamente, pudo entrar como alumno interno en un colegio religioso de Barcelona y de aquí pasó a estudiar Humanidades en el Seminario Conciliar de Barcelona.

El joven Esteban deseaba una vida más retirada. Conoció a los capuchinos y, con permiso del obispo diocesano, entró en el noviciado de los capuchinos de Arenys de Mar donde vistió el hábito el día 1 de octubre de 1901; emitió los votos temporales al año siguiente, y el 4 de octubre de 1905 hizo la profesión solemne. El presbiterado lo recibió en la parroquia de Arenys de Mar el 5 de junio de 1909.

Acabado de ordenar fue enviado a la misión de Filipinas. Llegó a ser el con-fesor más notable de Manila. En 1914 fue enviado a Bluefields (Nicaragua), y a Costa Rica. En 1921 volvió a la Provincia, donde ejerció el ministerio sacerdotal con gran celo. Fue un buen predicador popular. Como director espiritual era muy apreciado y buscado.

En su estancia en tierras centroame-ricanas escribió El protestantismo ante la Biblia, libro que alcanzó un notable éxito y del que se imprimieron diversas ediciones. También escribió sobre Santa Teresita de Lisieux.

La revolución le sorprendió en el con-vento de Sarrià. Fue acogido en diversos domicilios y en una pensión que fue el lugar donde le detuvieron junto con otros religiosos y se los llevaron hacia la cárcel clandestina de la avenida del Dr. Andreu. Era el día 21 de enero cuando les sacaron hacia las once de la noche para llevarles a Cerdanyola del Vallès donde fueron asesinados. Acabada la guerra, su cadáver fue identificado por una reliquia de Santa Teresita que siem-pre llevaba, un pañuelo con sus iniciales y las gafas doradas. Sus restos mortales fueron trasladados a un nicho del ce-menterio de Cerdanyola del Vallès.

FRAY TARSICIO DE MIRALCAMP

José Vilalta Saumell nació en Miral-camp (Pla d’Urgell) obispado de Solsona, el 11 de junio de 1912. A los 11 años entró en el Seminario diocesano de Sol-sona, pero en el siguiente curso pidió ser admitido en el Seminario menor ca-puchino de Igualada, donde entró el 25 de junio de 1924.

Vistió el hábito capuchino en Manre-sa, el día 4 de agosto de 1927; a partir de aquel momento se le conocería con el nombre de Fray Tarsicio de Miralcamp. Al cabo de un año y un día emitió los votos temporales. Empezó y acabó los tres años de Filosofía en el convento

VIII 15 noviembre 2015