Bartra- y Si Los Campesinos Se Extingue

13
ROGER BARTRA Y SI LOS CAMPESINOS SE EXTINGUEN... (Reflexiones sobre la coyuntura política de 1976 en México) La imaginaria política de la independencia del Estado y el "misterio" de la suce- sión presidencial. PARA que un sistema de explotación de la mayoría por la minoría pueda repro- ducirse se requiere —entre otras cosas— la presencia en la sociedad de ciertos fluidos enigmáticos convocados por el aquelarre burocrático de los políticos do- minantes: flujos ideológicos que se cuelan hasta en los más íntimos poros de la vida cotidiana con el fin de transformas, para decirlo como metáfora pitagórica, el misterio del número en la realidad del drama. En los países que han alcanzado una democracia burguesa moderna las matemáticas electorales y parlamentarias parecen crear la tragedia política. Otros países que, como México, viven fuera del mundo pitagórico de la aritmética política occidental tienen formas diversas y originales de alimentar, el misterio sobre el que se levanta el edificio de la política. En México el democrático y griego número de votos, gestador de la vi- da política, ha sido substituido por una leyenda de corte más bien medieval: es el tapado que como nuevo golem espera que se le introduzca en la boca la ade- cuada combinación cabalística de las letras del nombre de Dios para tomar vida propia e independiente durante seis años exactos; como el golem de la vieja tradición judía, el tapado mexicano también destruye a su procreador: pero en- cuentra su fin en las palabras talmúdicas de "no reelección". Nadie sabe cómo es elegido el presidente en México; todas las especulaciones de politólogos. periodistas, historiadores y aspirantes a políticos llegan a la mis- ma conclusión banal: el presidente que sale nombra a su sucesor impulsado por una mezcla incomprensible y azarosa de presiones, simpatías, traiciones y com- padrazgos. Todos suponen que existe un grupo más o menos reducido de políti- cos selectos, ubicados en la cimibre del aparato, que participa del "secreto" de la sucesión; pero desde hace 30 o 40 años todos los "iniciados" han guardado silencio sobre los mecanismos ocultos y se han llevado celosamente su secreto 64

description

campesinado mexicano

Transcript of Bartra- y Si Los Campesinos Se Extingue

ROGER BARTRA Y SI LOS CAMPESINOS SE EXTINGUEN... (Reflexiones sobre la coyuntura poltica de 1976 en Mxico) La imaginaria poltica de la independencia del Estado y el "misterio" de la suce- sin presidencial. P ARA que un sistema de explotacin de la mayora por la minora pueda repro- ducirse se requiere entre otras cosas la presencia en la sociedad de ciertos fluidos enigmticos convocados por el aquelarre burocrtico de los polticos do- minantes: flujos ideolgicos que se cuelan hasta en los ms ntimos poros de la vida cotidiana con el fin de transformas, para decirlo como metfora pitagrica, el misterio del nmero en la realidad del drama. En los pases que han alcanzado una democracia burguesa moderna las matemticas electorales y parlamentarias parecen crear la tragedia poltica. Otros pases que, como Mxico, viven fuera del mundo pitagrico de la aritmtica poltica occidental tienen formas diversas y originales de alimentar, el misterio sobre el que se levanta el edificio de la poltica. En Mxico el democrtico y griego nmero de votos, gestador de la vi- da poltica, ha sido substituido por una leyenda de corte ms bien medieval: es el tapado que como nuevo golem espera que se le introduzca en la boca la ade- cuada combinacin cabalstica de las letras del nombre de Dios para tomar vida propia e independiente durante seis aos exactos; como el golem de la vieja tradicin juda, el tapado mexicano tambin destruye a su procreador: pero en- cuentra su fin en las palabras talmdicas de "no reeleccin". Nadie sabe cmo es elegido el presidente en Mxico; todas las especulaciones de politlogos. periodistas, historiadores y aspirantes a polticos llegan a la mis- ma conclusin banal: el presidente que sale nombra a su sucesor impulsado por una mezcla incomprensible y azarosa de presiones, simpatas, traiciones y com- padrazgos. Todos suponen que existe un grupo ms o menos reducido de polti- cos selectos, ubicados en la cimibre del aparato, que participa del "secreto" de la sucesin; pero desde hace 30 o 40 aos todos los "iniciados" han guardado silencio sobre los mecanismos ocultos y se han llevado celosamente su secreto 64 a la tumba. Cada seis aos, no obstante, la "opinin pblica" se quiebra la ca- beza y es mantenida en ascuas ante el misterio de la sucesin presidencial. Sin embargo, no cabe ninguna duda de que dentro de algn tiempo, digamos a mediados del siglo xxi, los historiadores dirigirn una desapasionada mirada de tedio a la larga sucesin de sucesiones presidenciales que ojal no caracteri- ce a toda la historia poltica de los ltimos dos tercios del siglo xx. Tendrn la misma sabia actitud del obrero y del campesino de hoy, que no acaba de en- tender que una aburrida y burocrtica seleccin de candidato pueda convertirse milagrosamente, para la inteligencia burguesa y pequeoburguesa, en un emo- cionante misterio poltico. P or eso, el primer domingo de julio de cada final de sexenio ha sido para muchos mexicanos un da como cualquier otro, en el que las urnas se llenan de votos como de palabras vacas los discursos que los poh'- ticos pronuncian los otros das de cada ao de cada sexenio. Es cierto que a veces el aburrido ritual se presenta baado en sangre; pero ello no afecta el ce- remonial esencialmente burocrtico de las sucesiones presidenciales. A fin de cuen- tas, la lucha interna por lograr la presidencia de la repblica no se diferencia por su forma de los oscuros pleitos que se desencadenan entre oficinistas por al- canzar la jefatura de una hmeda y mohosa oficina subalterna de recaudacin de impuestos. No deja de ser inquietante que durante decenios se decida de ma- nera tan baja el puesto poltico ms alto de la nacin; y sin embargo, no es posi- ble dejar de reconocer que este mecanismo poltico forma parte de la maquinaria estatal burguesa posiblemente ms perfeccionada de Amrica Latina. Es justamente este carcter tan avanzado y sofisticado del Estado mexicano el que permite explicar cmo la banalidad de la forma de sucesin presidencial se ha convertido en el misterio principal que la ciencia poltica en Mxico in- tilmente procura develar. Slo un Estado profundamente burgus, en un pas donde la clase capitalista moderna ha tomado el poder por la va revolucionaria, puede lograr imponer, de manera tan radical y duradera, el conjunto de mitos histricos y desviaciones ideolgicas que en Mxico justifican y apuntalan la he- gemona burguesa. Al mismo tiempo, el mecanismo desptico y enigmtico de eleccin del presidente se forj en un pas agrario y, en consecuencia, el campe- sinado constituy una pieza fundamental del sistema; es probable, incluso, que sean los campesinos los poseedores de la clave del misterio. El misterio de la sucesin presidencial se reduce, en realidad, al siguiente planteamiento: en Mxico hay un Estado tan autnomo de las luchas de clases, tan bonapartista, tan excepcional, tan revolucionario, tan nacional, tan por enci- ma de la sociedad y tan arbitral que es capaz de autorreproducirse y autoalimen- tarse sin necesidad de intervencin de las fuerzas sociales. El Estado se supone que es el gestor determinante de la sociedad, es quien da vida a las clases sociales y quien ordena y decide la forma del desarrollo econmico. A quin bajo estas condiciones puede ocurrrsele que el Estado no es ms que una superestructura cuyas caractersticas dependen finalmente de las condiciones econmicas en que vive la sociedad? Esta idea, aunada a una praxis correspondiente, slo puede ser una tesis proletaria que recoja la tradicin marxista de pensamiento. Vale la pena reproducir una frase escrita por Marx muy pocos aos antes de morir, y que es poco conocida: la aparente suprema existencia independiente del Estado es en s misma slo una apariencia y. . . es en todas sus formas una excrecencia de la sociedad; as como su aparicin misma surge solamente en una cierta etapa del desarro- 65 Uo social, desaparece de nuevo tan pronto la sociedad llega a una etapa an no alcanzada.^ Es interesante proponer aqu un proyecto alternativo de misterio: Qu con- diciones provocarn la desaparicin del llamado "sistema poltico mexicano"? Qu tipo de crisis terminar con el ceremonial burocrtico de las sucesiones presidenciales? Estas preguntas cancelan el postulado de un Estado enfermiza- mente autnomo, Deus ex machina de la dinmica social; estos interrogantes nos enfrentan bruscamente a lo que en el fondo casi todos sabemos: que carece de importancia histrica la personalidad sexenal del elegido por el P RI para gober- nar al pas, que el misterio de la sucesin presidencial no es ms que el vapor adormecedor de una ideologa poUtica destinada a ocultar el hecho histrico fun- damenal: la burguesa tiene el poder en Mxico, para decirlo de una manera escueta que es como a veces hace falta descir las cosas en pases donde las vesti- duras imaginarias se acumulan farragosamente sobre el cuerpo del rey desnudo. P or cierto que en nuestra historia los campesinos ocupan el lugar del nio que en el cuento descubre la desnudez del rey; la diferencia consiste en que aqu los campesinos pagan con la vida su descubrimiento. P ero antes de seguir con nuestra historia, demos un vistazo rpido a lo que ocuhan las vestiduras del rey. La triple dominacin invisible de la oligarqua, los nuevos ricos y la tecnocracia Primera. Nadie habr dejado de reconocer la presencia en Mxico de una ten- dencia poltica represiva, autoritaria y desptica; muchos, adems, la han sufrido en carne propia. Su existencia es debida slo al mal humor que se despierta en algunos polticos ante la insurgencia de brotes de oposicin? O a la presencia de grupos de presin con ansias fascistas? P or el contrario, es posible ubicar las races de esta tendencia por cierto la ms poderosa pero no totalmente hege- mnica en una fraccin de la burguesa que goza de la doble peculiaridad de tener una vieja tradicin y de formar parte estructural de la oligarqua financiera. Se trata de una burguesa que naci en el siglo pasado, que tiene su propia his- toria, su pecado original porfirista y que ha, por lo tanto, conocido diferentes formas de Estado. Es entre otras por esta razn que no se identifica pleruzmente con el Estado "revolucionario" forjado por Carranza, Obregn, Calles y Crde- nas y que mantiene cierta autonoma frente al gobierno. Justamente es otra rela- tiva independencia la que le permite ejercer un peso decisivo en el aparato poltico sin que haya logrado, no obstante, una completa hegemona poltica. Esta frac- cin burguesa ha cristalizado en una faccin poltica bastante bien identificada que opera en forma unitaria: las burguesas regionales de Monterrey, Guadalaja- ra, P uebla y Saltillo son su expresin ms evidente y la Confederacin P atronal de la Repblica Mexicana (COP ARMEX) su instrumento poltico (no econmi- co) ms afilado. Se trata de una fraccin burguesa que se ha orientado preferen- temente al impulso de grandes empresas de fabricacin de bienes intermedios y de capital en estrecha asociacin con el capital extranjero; incluye tambin a la gran burguesa comercial, a parte de la burguesa agraria y a los grandes gana- deros. De aqu que no vea con buenos ojos la "excesiva" intervencin estatal en 1 "Marx Excerps from Henry Summer Maine, Lectures on the Early History of nstitu- lions", en The Ethnological Notebooks of Karl Marx, Internationaal Instituut voor sociale Goschiadenis, Amsterdam, 1974, p. 329. 66 la economa, que se oponga a una poltica fiscal que agilice los mecanismos mo- noplicos estatales y grave a las capas de altos ingresos. La "solucin" para esta fraccin se encamina a canalizar la accin del Estado hacia el incremento de las exportaciones (de materias primas, de productos maquilados, de manufacturas de las grandes empresas transnacionales que tienen un mercado asegurado). El Estado debe, adems, a los ojos de esta burguesa, encargarse de las grandes obras de infraestructura (presas, comunicaciones) para abrirle paso al capital privado. Desde el punto de vista de un poltico moderno y refinado esta posicin aparece como el apetito brbaro de la burguesa por acumular capital por las vas ms rpidas; aparece como el inters brutal y descamado por la ganancia, que quiere para s los dividendos y deja al Estado las tareas sucias, desprovisto de una cierta sensibilidad moderna que pueda contener y encauzar de manera global y con los menos conflictos posibles el desarrollo del capitalismo en Mxi- co. La vocacin de hegemona que sin duda tiene esta fraccin burguesa encarna de manera tosca en la imagen del burgus ultrarreaccionario y antidemocrtico. Sus esfuerzos hacia el logro de la hegemona son cada da ms patentes y ame- nazadores: ha logrado crear su propio sistema sindical (la Federacin de Sindi- catos Independientes) que en Monterrey por ejemplo agrupa a ms del 70% del proletariado industrial; tiene casi totalmente en sus manos uno de los medios de difusin ms importantes, la televisin, y varios peridicos de gran tiraje; no hace mucho tiempo intent comnrar una cadena de ms de 30 peridicos (los "So- les" de Valseca), lo cual fue frustrado por el Estado (que adquiri la cadena); su hbil trabajo de infiltracin y control en la Secretara de Hacienda, que es uno de sus canales de presin ms importantes, se encuentra muy avanzado (es sabido que mediante el obsequio de paquetes de acciones a altos funcionarios logran algo ms que simplemente comprarlos: aburguesan a la burocracia). Su cercana a dos sectores extraordinariamente sensibles de la economa mexicana la exportacin y el turismo les coloca en una posicin favorable para influir de manera fuerte y a veces determinante en el curso de la poltica econmica del Estado; recientemente esta fraccin dio un paso importante en el terreno poltico: la creacin del Conseio Coordinador Empresarial baio la presidencia de un sagaz terico y poltico de la burguesa: el cervecero Snchez Navarro. Las fracciones polticas de una clase no coinciden siempre con los estratos eco- nmicos en que se divide; es el caso de esta fraccin burguesa a que se hace referencia. Esta es probablemente la causa del carcter tosco, brutal e inacabado de las posiciones polticas que postula esta fraccin, que no plantean un proyecto o modelo refinado de los intereses generales de toda la burguesa. En efecto, esta es una fraccin de la oligarqua monoplica, pero en ella est ausente un grupo econmico clave cuya presencia aqu redondeara los perfiles de un estrato eco- nmico completo y permitira a la oligarqua financiera en su conjunto presentarse con ms unidad poltica. El grupo econmico ausente al que se hace referencia es el de los grandes banqueros, que manejan el verdadero sistema nervioso de la economa monoplica y que desde hace aos sostienen una posicin muy cercana al Estado, mantienen vnculos muy estrechos con el poder ejecutivo y con el sec- tor pblico de la economa. Este peculiar desprendimiento y la singular ubicacin de los grandes banqueros (a la cabeza de los cuales figura el grupo Banamex de Legorreta) significan una barrera de contencin a la hegemona de la oligarqua monoplica; pero, al mismo tiempo, los grandes banqueros se han convertido en 67 los representantes y mejores abogados de la malhumorada burguesa nortea al interior del bloque hegemnico. Segunda. P or qu no ha de sentirse profundamente "revolucionaria" la parte de la burguesa que ha ido surgiendo gracias al apoyo del Estado "revoluciona- rio"? En la existencia ya slidamente establecida de esta fraccin de la burguesa encuentra una base segura y una cierta proteccin la corriente poltica que se permite algunas veleidades populistas, que se cree enormemente nacionalista, que se ha ligado con frecuencia a los mecanismos mediadores del aparato poltico y que apoya diversas formas de intervencionismo estatal en la economa. En la cristalizacin de esta fraccin poltica tambin se entrecruzan los elementos his- tricos y las peculiaridades econmicas. Este es un grupo de "nuevos ricos" que creci a la sombra del proteccionismo estatal, de la poltica de substitucin de importaciones, de las exenciones de impuestos acordadas por el gobierno y de los subsidios indirectos que reciben (v. gr. tarifas especiales de consumo de electri- cidad). A pesar de que sta es la fraccin burguesa ms ligada al poder central es la menos independiente y la que presenta un perfil poltico ms borroso: se deja representar cmodamente por la burocracia poltica, la cual al mismo tiempo contribuye permanentemente a engrosar las filas de esta fraccin al propiciar las formas de acumulacin de capital entre los altos funcionarios. Si bien esta frac- cin poltica no es dominante por s misma, una parte de la burocracia poltica ejerce la hegemona en su nombre y en su beneficio. Esta nueva burguesa tam- bin tiene un asiento geogrfico propio: el Distrito Federal y el estado de M- xico (zona industrial de la ciudad de Mxico y su periferia). Desde el punto de vista del Estado y de su burocracia poltica, esta fraccin de la burguesa ha resultado ser la ms "manipulable" y la que se adapta con mayor facilidad a los modelos de desarrollo econmico propuestos por el Estado. Sin embargo, en ltimas fechas esta fraccin ha propiciado diversas corrientes, desde neocardenistas hasta demcratacristianas, que se resisten a las formas des- pticas y represivas y buscan nuevas altemativa3 de "apertura" a la situacin poltica. As pues, esta fraccin poltica presenta una posicin poltica menos unificada y menos coherente que su hermana la burguesa nortea, pero parad- gicamente, junto con los banqueros, est ms cerca del poder de decisin. Sus posiciones "neocardenistas" se manifiestan especialmente en materia agraria, don- de impulsan reformas que buscan eliminar los obstculos que la concentracin de la propiedad privada de la tierra presenta a la concentracin y circulacin del capital; medidas tales como los ejidos colectivos (y eficientes), la Ley de Aguas que limita la posesin de tierra a 20 has. etc., son medidas que son bien vistas, o al menos no entorpecidas, por esta fraccin. Al interior de este grupo han surgido algunos dbiles brotes polticos que de- mandan una cierta democratizacin del sistema. Es el caso de los empresarios que insinan tmidamente sus deseos de que en Mxico funcione un sistema me- nos represivo y ms parlamentario. Hoy en da esta fraccin alberga ya a una porcin importante de la gran bur- guesa que se orienta hacia la produccin de bienes de consumo directo (como efecto del proceso de substitucin de importaciones de este tipo de bienes), pero tambin contiene a capas de empresarios medios que buscan insistentemente toda clase de medidas protectoras del Estado para acrecentar su riqueza. Durante mu- chos aos la CANACINTRA (Cmara Nacional de la Industria de la Transfor- macin) logr canalizar los intereses de esta fraccin de la burguesa protegida 68 y revolucionaria; sin embargo, la CANACINTRA nunca logr ser plenamente un rgano de expresin de sus intereses y siempre fue ms una forma de control gubernamental. Tercera. La enorme y abigarrada buracracia poltica que controla directamente el aparato estatal contiene en su seno una gran diversidad de grupos y facciones polticas. P ero a medida que ha ido fortalecindose el capitalismo monoplico de Estado, se ha desarrollado una tecnocracia moderna que representa y constituye una fraccin an ms nueva de la burguesa: la ligada al capitalismo de Estado. Estos intereses se encuentran an muy teidos y sumergidos en las viejas formas de atraso paternalista que han caracterizado en buena medida a la poltica eco- nmica del Estado. No obstante, hoy en da el conjunto de intereses ligados a las grandes obras de infraestructura, al petrleo, la electricidad, el acero, a la construccin urbana, a la produccin ejidal, a la comercializacin y financiamien- to estatales, etc., constituyen un conglomerado de actividades econmicas con un marcado carcter propio. P lanificacin, organizacin y eficiencia son los concep- tos que orientan a la alta tecnocracia estatal en su lucha por controlar los meca- nismos claves del desarrollo econmico. La hegemona poltica al interior del Estado mexicano, hoy en da, se encuen- tra en manos de una triple alianza entre esta tecnocracia de Estado, los grandes banqueros y la nueva burguesa "revolucionaria". Este bloque de poder, que est rodeado y protegido por infinidad de grupos y facciones de muy diversa ndole, representa al conjunto de los intereses de la burguesa; este bloque no gozara de una relativa estabilidad si no se hubiese logrado un acuerdo poltico con la frac- cin con vocacin ms oligrquica de la burguesa, en virtud del cual el bloque hegemnico mantiene directamente las riendas del poder pero le permite una constante e importante injerencia en los procesos de toma de decisiones. La descomposicin del campesinado y la crisis poltica DURANTE el sexenio administrado por Luis Echeverra la triple alianza se ha tomado visible en forma de la incierta y desconcertante "apertura democrtica"; con este trmino se ha querido sealar la manera en que los gobernantes han decidido abrir las ventanas para que el pueblo pueda admirar desde lejos el es- pectculo de una democracia prometida pero no ejercida, y para que entren aires perfumados que hagan olvidar, entre otras cosas, la masacre de Tlatelolco en 1968. P ero las mieles de la "apertura democrtica" slo han venido a demostrar que el pas se est adentrando en una profunda crisis poltica. En realidad, la poltica de apertura ha tenido por base un pequeo reacomodo del bloque dominante: un mayor acercamiento entre algunos de los intereses de la que he denominado nueva burguesa y el modelo poltico de la tecnocracia estatal, en aras de un intento algo maltrecho y frustrado por controlar las ambi- ciones de la oligarqua; el objetivo poltico ms importante de este intento fue justamente el de frenar la paulatina destruccin de los tradicionales mecanismos mediadores que permitieron durante mucho tiempo una gran estabilidad al pas. Esta degeneracin de la legitimidad del Estado es a la vez causa y efecto de las fisuras y grietas que han aparecido en el bloque hegemnico; la erosin de las es- tructuras de mediacin y legitimacin del poder burgus no slo significa la caducidad de ciertas instituciones (CNC, CTM, Secretara de la Reforma Agra- ria, etc.), sino que por la que se refiere a la agricultura implica el dramti- co proceso de liquidacin de una clase social que hasta hace pocos lustros era 69 la ms numerosa y la depositara de los mitos ms caros de la revolucin me- xicana: el campesinado. El campesinado mexicano, tal como lo conocemos hoy en da, es en cierta manera una invencin de la burguesa, que lo engendr a su imagen y semejanza. La fraccin burguesa que consolid su poder a raz de la revolucin mexicana, despus de ahogar en sangre al campesinado revolucionario, inici im proceso de reformas indispensables para abrir Ubre cauce a las relaciones de produccin capitalista. De esta forma, fruto del miedo, de la astucia y de los sueos peque- oburgueses socializantes de las clases dominantes pero tambin fruto de la lucha popular naci el campesinado mexicano. En diferentes jalones de la his- toria el campesinado mexicano fue adquiriendo su carcter actual; Obregn y Calles lo unaginaron como un farmer norteamericano; Crdenas lo consolid co- mo minifundista atrapado en el mercado capitalista, con algunos toques colecti- vistas pero imcido al aparato estatal; muchos aos despus el "agrarismo" de Lpez Mateos generaliz la imagen de im semiproletarado dotado de un trozo de tierra rida o montaosa. Cada gobierno puso su peculiar contribucin al proceso de modelar al campesino mexicano. As pues, resultado de intrigas y alianzas que en su momento expresaron la correlacin de fuerzas polticas, sin que jams los campesinos tuvieran efectiva intervencin, fue surgiendo a retazos la masa heterognea que denominamos ejidatarios, minifundistas, comuneros, etc. Los campesinos mexicanos no son la reminiscencia de un obscuro pasado, sino el subproducto del crecimiento del capitalismo moderno (aunque subdesarrolla- do, valga la paradoja). El campesinado mexicano fue ubicado por la lgica capitalista como el polo de atraccin intermedio entre las dos clases antagnicas fundamentales: el pro- letariado y la burguesa. Su papel haba de ser tanto poltico como econmico: factor de equilibrio en los conflictos de clases y elemento de fijacin de una fuerza de trabajo que la economa del pas no poda emplear en la industria o en los servicios. He aqu la paradoja de nuestro subdesarrollo: el capital ha re- querido en Mxico, para crecer, de un tipo histrico de produccin la pequea economa parcelaria campesina que est llamado a desaparecer en la sociedad moderna. Como toda paradoja, se trata de una contradiccin de la realidad mis- ma; la contradiccin consiste en que las relaciones de produccin capitalistas requieren y al mismo tiempo destruyen al campesinado parcelario. P ero esta con- tradiccin se expresa de forma diferente en cada coyuntura poltica; por ejemplo, durante la poca de Crdenas prevaleci la necesidad de crear una economa campesina, an a costa de sacrificar algunos intereses de la burguesa rural. Hoy en da la situacin es diferente, y esta contradiccin se encuentra mati- zada por la presencia de elementos nuevos: la avanzada descomposicin y prole- tarizacin del campesinado, y la presencia importante y decisiva del capital monoplico (privado y estatal) en la agricultura. Estas nuevas condiciones (au- nadas a la crisis agrcola) han sealado la necesidad de reorganizar al sector reformado (ejidal) de la agricultura. Las posibilidades de reorganizacin oscilan entre dos alternativas extremas: a) P ermitir la libre circulacin y concentracin de capital en el sector ejidal; es decir, el fomento abierto de una burguesa agraria en tierras ejidales y la con- siguiente expulsin y pauperizacin de miles de ejidatarios (va del monopolismo privado). b) Dirigir la concentracin de capital en forma controlada y financiada por 70 el Estado, bajo la forma de ejidos colectivos, cooperativas y empresas estatales descentralizadas (va del monopolismo estatal). Los indicios permiten suponer que durante los ltimos cuatro o cinco aos ha habido varias escaramuzas entre las diferentes fracciones de la clase dominante para hacer prevalecer una u otra alternativa. P or un lado la nueva Ley de Re- forma Agraria permite embozadamente el arrendamiento de tierras ejidaJes, y no se observa ningn esfuerzo oficial serio por restringir el proceso de concentracin de tierra que la renta de parcelas ejidales implica; pero por otro lado la adminis- tracin actual ha puesto cierto empeo en la organizacin de ejidos colectivos y cooperativas, empeo que si bien ha ido un poco ms all de la tradicional de- magogia, no ha logrado cimentar un sector importante y eficiente de agricultura colectiva. La nueva Ley de Aguas, que legalmente podra impedir la concentra- cin de tierra en los nuevos distritos de riego, tampoco ha sido utilizada por el gobierno. Dirase que se ha creado un equilibrio crtico entre ambas alternativas extremas; es evidente que la disyuntiva no se resolver durante el sexenio de Luis Echeverra y el futuro presidente ha sido seriamente advertido por una vi- rulenta huelga agrcola patronal en Sinaloa y Sonora, ocurrida recientemente, de que la burguesa rural no est dispuesta a retroceder. El resultado concreto de este paro patronal ha sido muy significativo: el gobierno se ha visto obligado a dar cabida y representacin a los empresarios agrcolas en una comisin tripartita del ms alto nivel que decidir sobre asuntos agrarios de la mayor importancia; es muy significativa, por cierto, la ausencia en esta comisin tripartita de repre- sentantes de los obreros agrcolas. Cualquiera que sea la forma que adopte el proceso de concentracin y acumu- lacin de capital en la agricultura, no cabe duda que se acerca a su fin la poca en que la economa campesina parcelaria tuvo un papel clave en el equilibrio poltico y econmico de la estructura agraria mexicana. P ara las clases dominan- tes el problema consiste en deshacerse del campesinado parcelario sin provocar un caos poltico y al mismo tiempo encontrar un camino de desarrollo capitalista alternativo. P ara las clases explotadas el problema consiste en dirigir el proceso de disolucin del campesinado, no hacia un intento por recobrar su estatuto pri- mitivo, sino hacia la consolidacin de formas de lucha proletarias enfiladas a combatir las formas capitalistas ms modernas de explotacin. El proceso ser largo y difcil, pues de un lado y otro de la lnea de fuego an quedan rastros del romanticismo populista que no quiere ver desaparecer al viejo campesinado. Qu carcter tiene la crisis que vive la agricultura mexicana? De acuerdo con algunos esperanzados tericos populistas, se trata de una crisis estructural de la va capitalista o neolatifundista que abre paso a la revitalizacin de la pe- quea economa campesina. En realidad, la confluencia de dos tipos diferentes de crisis ha confundido mucho el panorama; por un lado, la gran crisis mundial que se inicia abiertamente en 1974 (de la cual la crisis agrcola mundial previa era ya un signo anunciador) se hace sentir en Mxico especialmente en la enorme contraccin de las exportaciones de productos agrcolas y de la produccin de insumos industriales, y desde luego afecta principalmente a las empresas agrcolas capitalistas. P ero por otro lado avanza inexorablemente (desde princi- pios de los aos 60) la crisis de la economa campesina, cuyos altos costos resis- ten cada vez menos los precios de mercado imperantes. La simultaneidad de ambas crisis durante los aos 1974-75 ha sido verdaderamente catastrfica para la agricultura mexicana. La inflacin ha tenido un efecto terriblemente desorga- 71 nizador para la pequea economa campesina: por una parte, este tipo de econo- ma responde automtica y positivamente (aumentando la produccin) a las alzas de los precios de los productos agrcolas; por otro lado, el alza en el costo de la vida ocasiona simultneamente y contradictoriamente un impulso por elevar la produccin y por buscar ms fuentes de trabajo asalariado fuera de la unidad agrcola familiar. Hay que advertir que ambas crisis no slo han sido devastadoras para el pe- queo campesino, sino que tambin han afectado profundamente al sector ms atrasado e ineficiente de la burguesa rural, que se sostiene gracias a la renta de la tierra y a la superexplotacin de la mano de obra; este sector tiene los vicios econmicos combinados del campesino (ineficiencia) y del burgus (ra- pia), pero no rene las cualidades de esfuerzo en el trabajo del primero ni de eficiencia del segundo. De esta manera, la agricultura mexicana est atravesando por una etapa de depuracin; a pesar de que en trminos generales la burguesa agraria ha tenido dificultades que ha transferido en buena parte al campesino y al obrero agrcola durante el prximo periodo de recuperacin de la crisis cclica el sector moderno de la clase dominante en el campo se encontrar forta- lecido y con el camino ms despejado. Ms despejado y depurado el camino desde el punto de vista econmico, pues la alternativa monoplica aparecer con ms pureza, pero no ser lo mismo desde el punto de vista poltico. Desde el punto de vista econmico la crisis es el entrecruzamiento de una crisis de sobre- produccin (encadenada a la situacin mundial) y una crisis de la economa ineficiente tradicional; la solucin ms sencilla parecera ser la salida monoplica (bajo direccin privada y estatal). P ero esta solucin est erizada de problemas polticos, pues implica forzosamente la liquidacin de gran parte del campesinado parcelario. Y sin embargo no parece haber otra alternativa, a menos que se pien- se en el cambio global del sistema. Quiero adelantarme a una posible crtica a lo dicho aqu, pues con anteriori- dad no han faltado tericos del P RI que han pretendido interpretar nuestras tesis de una manera particularmente chusca: imaginan que la interpretacin marxista propone que se promueva la organizacin capitalista de la agricultura con el fin de que la proletarizacin traiga consigo un nuevo modo de produccin: el socia- lista (y nos acusan de coincidir con la burguesa en este inters por promover el capitalismo). Hasta el marxista ms dogmtico y esquemtico contemplara con repugnancia unai tesis de esta naturaleza. P ara empezar, los marxistas no "proponen" formas de desarrollo capitalista y, por otra parte, en Mxico nadie los ha llamado a proponer nada al respecto (no hay que confundir con los mar- xistas a algunos intelectuales del lEP ES del P RI que se hacen la ilusin de que alguien va a hacer caso a lo que proponen). Los marxistas, a partir de una pra- xis, simplemente constatan y analizan el proceso de acumulacin capitalista, y cuando proponen algo lo hacen con una fuerza social y poltica que busca de- rrumbar al rgimen capitalista. Todo marxista sabe que no hay recetas para ubicar el momento revolucionario; nuestros crticos pretenden poner en nuestros labios la idea absurda segn la cual conforme haya ms capitalismo, habr ms contra- dicciones sociales y, por lo tanto, ms posibilidades revolucionarias; a nuestros crticos les horroriza la violencia del proceso de ruina del campesinado y, en un arranque de romanticismo, no saben "proponer" otra cosa que medidas de pro- teccin, que a fin de cuentas protegen ms al explotador que al explotado. Los marxistas, en cambio, se dan cuenta del renacimiento del campesino en la figura 72 del obrero, se inscriben en ese proceso y procuran examinar sus consecuencias polticas con el fin de enriquecer la prctica revolucionaria. Los seis aos de "apertura" han demostrado la incapacidad de una alternativa populista autnoma de corte neocardenista, que a nombre de la burguesa "revo- lucionaria" en alianza con la tecnocracia pueda implementar un modelo que fa- vorezca el desarrollo del capitalismo en el campo y que al mismo tiempo impida la proletarizacin y pauperizacin del campesinado. P or el contrario, la aplica- cin del modelo echeverrista ha demostrado que: a) La colectivizacin del ejido llega rpidamente a una encrucijada: o bien se crea un sistema corrupto y paternalista (como los ejidos henequeneros de Yu- catn) o bien se generan empresas eficientes que aceleran la proletarizacin del campesino y la migracin hacia las ciudades (Sinaloa). b) Las empresas capitalistas con participacin ejidal, sean cooperativas o no, crean una polarizacin y un enfrentamiento entre una minora de campesinos en proceso de "kulakizacin" y una mayora de jornaleros agrcolas. c) Amplios sectores de la burguesa agraria se oponen violentamente a la co- lectivizacin del ejido y no han permitido ser desplazados de los distritos de riego en donde arriendan tierras ejidales en gran escala. d) El proyecto de nuevas reformas en el campo no ha servido para reconsti- tuir la maltrecha estructura de mediacin y legitimacin (CNC, P RL Secretara de Reforma Agraria, etc.). P or el contrario, la lucha campesina independiente y casi siempre espontnea se agudiz (invasiones de tierra, guerrillas), se hicieron importantes concesiones a la burguesa (la comisin tripartita), la burocracia "agrarista" perdi poder de presin dentro del Estado y tuvo que recurrir a la absorcin de grupos populistas corruptos (CAM de Serrano, CCI de Garzn, UGOCM) para recuperar un poco la imagen perdida (P acto de Ocampo). Vale la pena destacar algunos aspectos de los dos ltimos puntos enumerados. En primer lugar, el descontento de la burguesa agraria (expresado tanto en el paro patronal como en el asesinato de campesinos) forma parte de la inconfor- midad de la fraccin oligrquica de la burguesa; aunque toler a regaadientes la apertura de Echeverra (estaba demasiado ocupada en salvaguardar sus inte- reses econmicos de los efectos de la crisis), durante el proceso de sucesin pre- sidencial en 1975-76 cobr caras al gobierno sus veleidades democrticas: aceler directamente una crisis interna del nico partido de oposicin oficializada verda- deramente importante (de derecha); de esta manera el P AN no logr elegir candidato a la presidencia y al candidato del P RI-gobiemo no le qued ms remedio que hacer una ridicula campaa electoral sin opositores legales. Esta situacin tan anmala para un Estado que se pretende democrtico significa un serio golpe a las tendencias que apuntalaban la relativa independencia de la tec- nocracia y burocracia polticas. En efecto, el futuro presidente y su equipo por llegar al poder en circunstancias tan desfavorables e ilegtimas encontrarn estrechas las proverbialmente muy amplias posibilidades de maniobra del poder ejecutivo. En segundo lugar, la alta burocracia poltica ha perdido tambin independen- cia debido al hecho de que ya no se encuentra cmodamente instalada en la cspide una pirmide de mediaciones que tiene por base al caciquismo. La mo- dernizacin del capitalismo agrario y la ruina de la tpica base social del caci- quismo; las comunidades campesinas han provocado la necesidad de substituir a los caciques, los cuales por lo dems en su mayor parte ya no ejercen ade- 73 cuadamente sus tradicionales funciones mediadoras y han degenerado en dspotas locales y regionales. P ero la administracin formal ^mimicipal y estatal no siempre se encuentra en condiciones de tomar el relevo y asegurar el statu quo sin desequilibrios. De esta manera, la faccin poltica que quijotescamente com- bati contra los entuertos de los caciques perdi a su Sancho P anza durante la lucha; es decir, perdi a buena parte del campesinado que le serva de escudero y de colchn amortiguador; de esta manera sent las bases agrarias de una crisis poltica. En resumen, y para los fines de la argumentacin que esbozamos en este en- sayo, podemos ubicar tres series de factores que pueden modificar a corto plazo las peculiaridades del proceso poltico en Mxico: 1) Los cambios en la composicin social de las masas rurales como resultado de la polarizacin y descampesinizacin inherentes a la extensin y concentracin del capital en la agricultura. 2) El surgimiento de un nuevo orden de conflictos sociales y polticos en el campo, en los que se comienzan a perfilar como protagonistas principales una enorme masa de jornaleros y un creciente proletariado agrcola. Estos problemas, aunados a la crisis econmica y a las tensiones que generan las migraciones hacia las ciudades, han contribuido a enervar a importantes sectores de las clases po- derosas y a incrementar su desconfianza en los mecanismos polticos guberna- mentales usados para superar los conflictos (ejidos colectivos, ley de aguas, coo- perativas, nueva ley de reforma agraria, unificacin y centralizacin del crdito rural, formas de combate contra la violencia rural, bloqueo a la organizacin sindical, "pacto" de Ocampo, denuncias contra el caciquismo, demagogia sobre la nacionalizacin de los distritos de riego, etc.). 3) La desaparicin paulatina del campesinado como base social del P RI-go- biemo, la crisis de las estructuras de mediacin (caciquismo, etc.), el fracaso o el carcter limitado de las reformas a la estructura agraria y las fuertes presiones de la burguesa agraria han minado la relativa autonoma de la burocracia pol- tica, misma que fue alcanzada gracias a la poltica agraria de los gobiernos de la revolucin mexicana. En Mxico el proceso de descampesinizacin afecta al conjunto de la sociedad: la llamada explosin demogrfica, el desperdicio de fuerza de trabajo, el creci- miento de los llamados sectores marginales, la violencia contra la propiedad privada de la tierra, el bracerismo, la desbocada migracin a las ciudades, la des- ocupacin, los bajos salarios, etc., etc., son fenmenos que se encuentran estre- chamente ligados a la desaparicin tendencial del campesinado. El sistema polti- co mexicano no se encuentra bien preparado para resistir el alud de conflictos y problemas que van apareciendo en cadena durante el proceso de acmnulacin de capital en el campo. La crisis poltica apunta porque aparecen fisuras y serias discrepancias entre las fracciones del bloque hegemnico. La oligarqua desconfa de la tecnocracia en la medida en que sta pierde autonoma y legitimidad, y se muestra poco apta para absorver, organizar y mediatizar a las masas proletarizadas del campo. La nueva burguesa, que de nuevo cada da tiene menos, se dispersa en un am- plio abanico de facciones polticas, pierde cierta coherencia que le daba la segu- ridad de ser mimada y protegida por el Estado y pierde tambin confianza en los proyectos reformistas que tmidamente haba apoyado; el resultado es que su alianza con la tecnocracia estatal se encuentra debilitada en la misma medida 74 en que se ha ido borrando su ya tradicionalmente escasa unidad poltica y econ- mica. En consecuencia, el fracaso del populismo tecnocrtico auspiciado por un cierto acercamiento entre tecncratas y nueva burguesa que fue uno de los signos con que se inici el sexenio de Echeverra ha hecho cundir la desmo- ralizacin o la desorientacin en las filas de la burocracia y ha encendido mu- chos rencores en la pequea y mediana burguesa urbana. No se pretende aqu afirmar que la causa fundamental de la crisis poltica ra- dica en el desmoronamiento de la pequea economa campesina y la consiguiente proletarizacin de las masas rurales; simplemente se intenta subrayar la gran in- fluencia que ejercen estos factores en el cambio de las reglas del juego poh'tico. P ara enfatizar la importancia de los factores rurales de la crisis, es interesante citar dos aspectos ms del problema. En primer lugar basta constatar el hecho de que el eje de la dinmica sociopoltica ha pasado del campo a la ciudad; sin embargo, los gobernantes an no se han acostumbrado y adaptado totalmente a la idea de que ya no es tan fcil acudir, pongamos por caso, al voto rural para demostrar la legitimidad del sistema frente a la abierta o velada oposicin cre- ciente de importantes sectores de obreros o capas medias de las ciudades. En segundo lugar, y esto es muy importante, es posible advertir la enorme influencia que los recientes conflictos agrarios han provocado en la conformacin del ejrcito. Desde hace 15 aos, periodo en que se ha intensificado considera- blemente la lucha campesina (Jaramillo, guerrillas en Guerrero y otras regiones, organizacin de la CCI, invasiones de tierras, paros en zonas azucareras, etc.) el ejrcito ha cumplido una funcin represiva esencial para mantener el statm quo en el campo; a raz de ello, especialmente en los aos 60 el ejrcito se moder- niz tcnica y logsticamente, prepar cuerpos de lite para la llamada "contra- insurgencia" o "guerra irregular" y para controlar "disturbios civiles", y adquiri grandes cantidades de armamento moderno a Blgica, Israel y Estados Unidos para sustituir sus armas anticuadas (sintomticamente, las grandes compras de armamento y pertrechos ocurren en 1961 y 1968). La administracin de Eche- verra hereda ya a un ejrcito relativamente moderno que conocedor de su importancia poltica, adquirida en sus enfrentamientos con las luchas populares presiona al gobierno con el fin de encontrar una ubicacin de mayor prestigio e importancia dentro del Estado. Los resultados han sido obvios: mejora notable en las condiciones de vida de oficiales y soldados, renovacin de mandos y so- bre todo un salto importante en la organizacin y el nivel de la educacin militar (desde 1972 se lleva a cabo el P lan de Reforma Educativa Militar que, entre otras cosas, desemboca en la creacin de una importante universidad mili- tar). En el aspecto tcnico, ha habido una renovacin total de la fuerza area, que hasta 1974 era prcticamente nula (ese ao se compran cerca de 50 aviones y 20 helicpteros, cifra sin precedentes). Los importantes servicios polticos prestados a la clase dominante por el ejrcito, sobre todo en las zonas rurales, no slo lo han modernizado y politiza- do, sino que han provocado el surgimiento de nuevas tensiones dentro del insti- tuto armado, que se revelan en ciertas resistencias de un sector ms culto de la oficialidad en realizar tareas sanguinarias y represivas, y en una gran polarizacin entre los cuerpos de lite bien armados y bien pagados y en un sector nu- meroso de soldados que vive pobremente en zonas inhspitas, condenados a una existencia nomdica. P ero al mismo tiempo, detrs de los llamados programas de "accin cvica", de obvia inspiracin norteamericana, se descubre el intento de un 75 sector proimperialista de la oficialidad por ocultar, tras la caricatura del militar bueno que siembra arbolitos, reparte alimentos y restaura escuelas, al verdugo de campesinos descontentos. Nuestro sistema poltico ha sido en cierto sentido una mesa de tres patas; es- taba apuntalado por una base triclasista: la burguesa llamada oficialmente clase media, los obreros y los campesinos. La clave de la continuidad "institucional" y "revolucionaria" de un Estado ubicado aparentemente por encima de la lucha de clases radicaba en alto grado, aun cuando no exclusivamente, en la base campesina del rgimen, hoy en da endeble y tambaleante. Cada vez ms clara- mente la mesa va quedando sostenida por dos patas, y an as cojea visiblemen- te, pues la clase obrera ha iniciado su movimiento hacia la independencia sindical y en la burguesa aparecen fisuras peligrosas. Cierto es que una bota militar po- dra, transitoriamente, compensar los desequilibrios; pero se arruinara para siem- pre el mito del Estado de la Revolucin Mexicana y con l la burocracia que le ha servido. Una alternativa democrtica tambin podra lograr un cierto reesta- blecimiento del equilibrio y, sobre todo, abrira el camino a nuevas opciones. Sin embargo, an cuando estas dos vas estn a la vista, lo ms probable es que el gobierno mexicano insista tercamente en vivir de las mediaciones perdidas o cada da ms ilusorias de un poder institucional que busca la solucin en todos pero que entrega el timn a unos pocos. Ser tambin una va hacia su ruina, ms lenta y menos dolorosa que un golpe militar, menos costosa para algunos secto- res de la burguesa que la salida democrtica, pero en cambio ms dramtica por cuanto puede arrastrar a la sociedad hacia esos peligrosos estados de enervamien- to que son buenos caldos de cultivo, para el fascismo. De cualquier forma, el Estado mexicano ha de resentir seriamente el proceso de extincin del campesi- nado: una extincin imposible en marcha permanente. 76