Ballester y Álvarez 2014-2015 - Nadando Entre Alegorías Tribales

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    CONJUNTO DE PICTOGRAFÍAS DE LA QUEBRADA DE IZCUÑA, TALTAL

    35781 Tapa taltalia.indd 1 24-02-16 11:46

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    TALTALIANº 7-8 2014 - 2015

    MUSEO AUGUSTO CAPDEVILLEIlustre Municipalidad de Taltal

    Representante Legal:

    Sergio Orellana MontejoDirector:

    Rodolfo Contreras Neira

    Comité Editorial:Agustín Llagostera Martínez, Universidad Católica del Norte

    Patricio Núñez Henríquez, Universidad de AntofagastaSergio Prenafeta, Periodista Científico

    Adriana Hoffmann, Botánica

    Dirección:Av. Arturo Prat Nº 5, Taltal-Chile.

    Teléfono: 611 891Corrreo electrónico: museo.taltal&gmail.com

    ISSN 0718-7025

    TALTALIA:

    Publicación anual del Museo Augusto Capdeville Rojas.Distribuido por suscripción y canje.

    Permitida la reproducción de los artículos citando la fuente.

    Valor de suscripción anual con envío:E. 20 euros en el extranjero

    Portada y Contraportada:Conjunto de pictografías de la quebrada de Izcuña, Taltal.

    Diseño y diagramaciónAndros Impresores

    www.androsimpresores.cl

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    CONTENIDO

    CONTENTS

    5-7 Presentación Foreword

    9-17 Nadando entre alegorías tribales o la crónica del descubrimiento de las pinturas deIzcuña.

    Swimming through tribal allegories on the discovery’s chronic of Izcuñas painting. Benjamín Ballester. Colaboración de Javier Álvarez

    19-37 Intercambio y consumo ritual funerario: los cazadores recolectores marinos tardíos dela costa de Taltal (desierto de Atacama, Norte de Chile).

    Exchange and ritual funerary consumption: late marine hunter gatherers of the Taltalcoast (Atacama desert, Northern Chile).

    Nicole Fuenzalida y Francisco Gallardo

    39-60 Un costeño del desierto de Atacama: acercamiento al modo de vida en el períodointermedio tardío mediante imagenología e isótopos estables.

    Man of Atacama desert coast: approaching the way of live in the intermediate late period through imaging and stable isotopes.

    Alejandro Clarot, Adriana Méndez y Benjamín Ballester

    61-71 Una primera aproximación al estudio de los rasgos no métricos craneales de la costaarreica del norte grande de Chile.

    An approach to the research on cranial nonmetric traits of the arreica coast in the greatNorth in Chile.

    G. Martínez, P. Andrade, Z. Pardo y V. Castro

    73-83 Tres costeras. Three coastals. Álex San Francisco

    85-100 Copiapó: conquista, período colonial y el mar. Copiapó: conquest, colonial period and the sea. Patricio Núñez

    101-115 Elogio a la irreverencia: sobre nombres y sobrenombres en Taltal. Praise to the irreverence: about names and alias in Taltal. Sergio Prenafeta

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    117-119 Ecos de la ciencia y el vecindario Echoes of science and vecinity

    121-123 Los libros

    125-126 Normas editoriales

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    Revista Taltalia N os. 7-8 (2014-2015), pp. 9-17

    NADANDO ENTRE ALEGORÍAS TRIBALES O LA CRÓNICADEL DESCUBRIMIENTO DE LAS PINTURAS DE IZCUÑA

    SWIMMING THROUGH TRIBAL ALLEGORIES OR THE DISCOVERY’SCHRONIC OF IZCUÑA’S PAINTINGS

    BENJAMÍN B ALLESTER R.1En colaboración con J AVIER Á LVAREZ A.2

    1 Investigador independiente, [email protected] SERNAGEOMIN, [email protected].

    Por mucho que aspiremos a que la Arqueologíase vuelva una más de esas rigurosas cienciasbasadas en la deducción, es probable quenunca pueda desprenderse por completo de sutradicional y fundacional motor de marcha: loshallazgos fortuitos. Podemos desarrollar cientosde avanzados métodos de búsqueda de sitiosarqueológicos basados en preguntas previas,plantear distintas hipótesis de trabajo –negativas,alternativas, contrapuestas– y ponerlas a pruebaen el campo y los materiales recuperados, perosiempre el hallazgo fortuito y el descubrimien-to inesperado tendrán primeras planas en las

    revistas de mayor lectura e irán de boca enboca entre quienes sentimos algo especial ynos interesamos por la sociedad humana y supasado no escrito. Para mí esa es una de susvirtudes, ya que nunca agota la sorpresa.

    *****

    Hace pocos meses un grupo de geólogos delSERNAGEOMIN (Servicio Nacional de Geologíay Minería) recorría la zona comprendida entrePaposo y Caleta El Cobre para la confecciónde un nuevo y más detallado mapa geológico,cuando en una de las tantas quebradas que seformaron por el flujo esporádico pero milenariode aguas lluvias llamada Izcuña, se toparoncon algo sobre las rocas completamente ajenoal mundo de la geología: decenas de pinturasen color rojo intenso con motivos aún pococlaros, pero con evidente relación al mundomarino.

    Da la casualidad que uno de estos geólogos, Javier Álvarez –con quien escribo esta crónica–,es un viejo conocido y entendido en el temaarqueológico, por lo que notó de inmediatola relevancia del descubrimiento y no demoróen comunicarse conmigo vía la arqueóloga yamiga en común Carolina Carrasco. Yo llevababastante tiempo estudiando a las antiguas po-blaciones que habitaron en el litoral del desiertode Atacama, teniendo la oportunidad de visitarEl Médano y excavar los aleros con pinturasubicadas en Miguel Díaz, Loreto y Punta dePlata en el marco del proyecto Fondecyt de

    Francisco Gallardo. Aun así la noticia me dejóperplejo, ya que hasta ese entonces la únicaquebrada conocida con pinturas de este estiloera la de El Médano descubierta por AugustoCapdeville (1910’s) (Lámina 1 y 2), trabajadapor Hans Niemeyer (1980’s) y revisitada luegopor otros investigadores (2000’s y 2010’s),convirtiéndola en una incógnita arqueológicacargada de especulativas interpretaciones portratarse de un caso único por su magnitud, sin-gularidad y la belleza de sus representaciones

    (Berenguer 2009; Capdeville 1918; Contreraset al . 2008; Gallardoet al . 2012; Mostny yNiemeyer 1983, 1984; Niemeyer 2010; Núñezy Contreras 2003, 2006, 2008). A los diez mi-nutos de la noticia yo había llamado a varioscolegas y coordinado junto a Javier una visitalo antes posible para conocerlas.

    Un mes despúes y sobre un bus “Ramos Cholele”arribé a Taltal para encontrarme con quienes

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    Lámina 1. Derrotero para hallar las piedras pintadas de El Médanorealizado por Augusto Capdeville en 1918 (Capdeville 1918: 73).

    llevaban varios días en un campamento en lacordillera de la costa. Luego de reunirnos en elbar “Capri” y abastecernos de víveres y agua,emprendemos la ruta en camioneta rumbo nortehacia Paposo, la instancia perfecta de crear yestrechar vínculos con quienes compartiría variosdías entre sierras y arenales. La camanchacanos acompañó como de costumbre todo eltrayecto litoral hacia Paposo hasta remontar elacantilado costero, en cuyo ascenso cruzamosla espesa nube para dar con el sol y el intensoazul del cielo, mis otros compañeros en lospróximos días en el desierto.

    Al cabo de pocos kilómetros salimos de la ruta

    B-710 para seguir por una improvisada huellavehicular que serpenteaba entre quebradas,llanos, bancos de chusca, salares y lomas por

    más de 50 kilómetros en dirección norte. Aambos costados el paisaje era idéntico y lastonalidades se agotaban únicamente en dossistemas de colores, la gama que funde losazules y blancos en la cúpula celestial, y unamezcla de matices de rojos, amarillos y cafésdesde el horizonte y las cumbres hasta el puntode apoyo de la camioneta, como si todo lovisible estuviese bruscamente dividido en dos.El cerro más alto a la vista era el Paranal y ensu cima brillaban a lo lejos los telescopios einstalaciones del observatorio. Por abras y suavesladeras rodeamos los faldeos del cerro en vigiliade sus lentes hasta llegar a una quebrada donde

    descansaba el campamento de geología a lasombra que entregaban a esa hora las colinasdel poniente.

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    11NADANDO ENTRE ALEGORÍAS TRIBALES O LA CRÓNICA… / B. BALLESTER R.

    La recepción fue cálida y la luz aún alcanzabapara conocernos cara a cara. La cena fue pro-tagonizada por almejas paposinas, vino tinto ycongrio, manjares inimaginables en un parajetan alejado y desértico, pero que terminaríanconvirtiéndose en solo un sutil aperitivo luegode los frutos que traería la expedición de losdías venideros.

    El alba bastó para despertar y sacarnos a todosde nuestras carpas. El primer día era de expec-tativas colectivas y todos queríamos conocer laspinturas. Desde el campamento se podía avanzarúnicamente un par de kilómetros quebrada abajoen camioneta hasta un punto en que los enormesbloques de roca impedían el paso. Acordamosbajar todos por la escarpada cañada hasta lazona de pinturas para conocerlas y que luegosolo un pequeño grupo descendiera siguiendosu curso para intentar llegar al mar, distante adoce kilómetros en línea recta y bajando desdelos 1.550 msnm.

    La quebrada es irregular, llana en algunos sec-tores, escarpada en otros, amplia a veces y muyestrecha en ciertas ocasiones. Zigzagueante y

    nutrida constantemente de nuevos afluentesque le dan más volumen, su forma en V nosdirigió por un cauce natural de descenso llenode curvas y algunas caídas de agua. Luego dedos kilómetros y medio de caminata Javierdivisó el primer conjunto de pinturas (I-01),el mismo que había descubierto hace pocassemanas (Lámina 3). Se trataba de un granbloque que contenía siete motivos pisciformesde esquemáticos trazos lineales en color rojo,muy lavada y deteriorada, pero que me recor-daron claramente a algunas de las pinturascaracterísticas del estilo El Médano.

    Luego de las fotos de rigor continuamos lamarcha hasta toparnos con lo que sería elconjunto más grande de pinturas de toda laquebrada (I-02). En una caída de agua de unpar de metros el cañón se abre levemente de- jando dos pequeños aleros a ambos flancos yun amplio espacio central. Desde el centro unoqueda rodeado de decenas y tal vez cientos depinturas. Un anfiteatro digno de los mejoresmuseos de arte del mundo está construido enuna quebrada desierta y olvidada desde hacemás de quinientos años. El rojo de las pinturas

    Lámina 2. Mapa con la ubicación de las pinturas rupestres del estilo El Médano conocidas hasta la actualidad.

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    resalta sobre el gris pálido de las rocas y sontantas que es imposible dar un número apre-surado. Al verlos en conjunto parecía una granescena que vinculaba todos los motivos en unasola obra magistral que utilizaba como soporte

    este anfiteatro natural, pero al acercarse vemosque existen escenas e historias diferenciadassobre la roca, grupos de motivos asociados enactos comunes utilizando una estricta normaestilística de representación.

    El alto número de pinturas contrasta con loacotado de la temática tratada en las repre-sentaciones (Láminas 4 y 5). En ellas el tópicoprácticamente no logra salir del mar y loselementos más comunes son las figuras de ani-males marinos y embarcaciones, acompañadosde diseños abstractos y unos pocos camélidos.La escena más recurrente es la de caza marinacon embarcación. Una nave dibujada con untrazo lineal en forma de media luna acostada,a veces con uno o dos tripulantes, dispuestaregularmente por sobre una presa ilustrada deun tamaño notoriamente mayor y unidos entresí por entre una y cuatro líneas que simbolizanlas cuerdas de retención de los arpones. Laspresas exhiben un detalle acabado y conscientede los elementos anatómicos de cada una de

    las especies representadas, demostrando unelevado conocimiento morfológico y fisionó-mico de los animales marinos por parte de

    los pintores: se distinguen inmediatamentedelfines, lobos marinos, tiburones, jibias, al-bacoras y distintos tipos de ballenas. Quienestuvo detrás del trazo y las figuras debió seralguien que tuviera constante acceso a lo que

    estaba dibujando, por la elocuencia y similitudentre la representación y la especie real decarne y hueso. Individuos que debieron estaríntimamente ligados al mar, a la vigilia de sushabitantes submarinos y firmes conocedoresde sus conductas cotidianas.

    La monotonía temática de estas expresionesrupestres es una alegoría que está lejos de sertrivial y más cerca de tener una razón puramentetribal. Alegorías tribales que ensalzan represen-tacionalmente una actividad por sobre todo eluniverso de prácticas sociales que realizaban laspoblaciones litorales, poniendo como protago-nistas en el universo representacional a solo ungrupo específico de todo el colectivo social –loscazadores marinos–, cumpliendo seguramenteun rol ideológico en cuanto mecanismo materialde constitución de lo social. El mundo de lasrepresentaciones cumple un papel activo en larealidad social y cultural de las personas, por loque esta alegoría temáticamente restringida debetener una causa y razón de ser esencialmente

    social, buscando posicionar a estos personajessobrerrepresentados en una situación diferencialfrente al resto de los individuos del grupo.

    Lámina 3. Mapa de la quebrada de Izcuña: Sectores con concentraciones de pinturas rupestres y aguadasde la quebrada.

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    Lámina 4. Detalle de algunas pinturas de Izcuña:(superior izquierda) Representación de un conjuntode animales marinos dibujados en planta, I-02;(superior derecha) detalle de una de las pinturasdel panel anterior, escena de caza, I-02;(inferior izquierda) representación de una escena decaza de I-09;(inferior derecha) representación de escena de caza marina junto a una jibia, I-11.

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    Luego del fichaje de los paneles y pinturas delanfiteatro, continuamos caminando quebradaabajo. A los 500 metros nos topamos con otros

    dos sectores dotados de un reducido númerode pinturas, motivos pisciformes esquemáticossimilares a los del primer sector. En total logra-mos contabilizar 12 sectores (I-01 al I-12) conconcentraciones de pinturas que aparecieronen cuatro kilómetros lineales de quebradaentre los 1.320 y 680 msnm, todos del mismoestilo rupestre compartido con la quebradade El Médano (Lámina 3). Justo a la altura enque comienzan a aparecer las cactáceas enlos cerros de la cordillera de la costa (600-700

    msnm) y en la frontera de penetración hacia elinterior de la camanchaca se encuentra el límiteinferior de las pinturas, definiendo el territoriorupestre de la quebrada afuera del alcance dela neblina costera.

    Bajo esta altura el rojo desaparece de las rocas.La senda continúa cada vez menos escarpaday la quebrada se va abriendo lentamente antesde desembocar en la planicie costera. Aúnentre los farellones del cañadón y a unos treskilómetros de la costa llegamos a un vergelformado por un manantial natural que brotade bajo la tierra. Una vegetación inusitada quedebe atraer a toda la fauna de esta sección deldesierto, y entre ellos también al ser humano.A uno de los costados de la aguada yace unaantigua estructura de piedras que por susmateriales parece ser de la era republicana yen los alrededores del manantial no es difícildivisar en el suelo fragmentos cerámicos y de-sechos líticos de tiempos prehispánicos. Casiun kilómetro y medio más abajo no sin sortearalgunas curvas pronunciadas de la quebrada,una segunda aguada casi tan grande como laprimera marca visualmente el paisaje.

    A esa altura y desde hace algunos cientos demetros la brisa marina y el frescor del ambientehacían intuir que la llegada a la costa era in-minente. El último tramo de la quebrada antesde arribar a la planicie litoral está marcadopor la presencia de una enorme duna a ambosflancos del accidente geográfico. Esto hizo

    que el remontar del farellón norte para salirdel lecho fuera difícil, lento y tedioso, peroen la cumbre un enorme conchal disperso nos

    recibía como última sorpresa antes de acabarel viaje. Es un inmenso sitio arqueológicoprehispánico y un antiguo campamento de

    las poblaciones costeras apostado justo enlos lomajes que unen la planicie litoral conel escarpado acantilado.

    Más imponente aún era el mar que por prime-ra vez podía verse en su máximo esplendorluego de salir de la hondonada. La vista mehacía volver a pensar en aquellos animalesmarinos plasmados con rojo sobre las rocas dela quebrada, en la posibilidad de que quieneshabitaron antiguamente estos parajes hayanrealmente surcado estos mares sobre cuerosinflados en busca de animales tan grandescomo las albacoras, tiburones, lobos marinos yballenas. Desde ahí arriba el mar ocupaba unlugar privilegiado y magnánimo en el cuadrovisual, sublime, apreciable en todo momen-to, amo y señor del poniente y el horizonte.Vivir en su margen continental obligó a sushabitantes a mirar en todo momento el océanoy con ello a los animales que ahí residían,generando sin lugar a dudas ese cosquilleoprístino y el hábito posterior de internarse acazarlos. Antes de salir por ellos había quesaber embarcarse mar adentro, deambularen el oleaje y observar el movimiento de losdistintos tipos de seres que habitaban dentrode esa masa de agua salada, conocer sus con-ductas, aprender su fisionomía, distinguirlosy entender sus relaciones. Todo un universode conocimientos especializados creados porla experiencia directa y la herencia memorialde los antepasados que llevaban viviendo pormilenios en estos mismos arenales y roqueríos.Las pinturas materializan estos conocimientosancestrales mediante trazos realistas sobre laroca: los distintos animales y sus formas, quélos distingue, cómo distinguirlos, los que secazan y los que no, cómo se mueven, dóndeubicarse en la caza, entre cuántos se sale acazar, cuántas líneas usar y dónde clavar losarpones.

    Desde lo alto y hacia el norte asomaba solemnela chata península de Miguel Díaz, que entre

    sus promontorios y afloramientos rocosos es-conde un alero colmado de pinturas del mismoestilo rupestre que las de Izcuña y El Médano

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    (Lámina 6). En una cavidad amplia pero debaja altura, más de una decena de motivos enun rojo hoy lavado por la camanchaca yacenplasmados en el techo de la bóveda, dando alespectador una perspectiva visual que lo obligaa ver las pinturas desde el piso y hacia arriba,

    como si los animales marinos estuviesen nadandosobre él. A diferencia de lo que ocurre en lasquebradas, en el alero los animales marinos

    deambulan libremente sin cuerdas o líneasque los aten a embarcaciones, y estas últimasse encuentran completamente ausentes en elescenario iconográfico de este y los otros alerosubicados cerca de la línea de costa de Taltal(Punta de Plata y Loreto), como si el mundo

    de lo humano hubiese sido conscientementeexcluido de la temática a retratar en las rocasapostadas a los pies del océano.

    Lámina 5. Detalle de algunas pinturas de Izcuña:(superior izquierda) Representación de una escena de cazamarina, I-02;(superior derecha) Representación de una escena de caza marina, I-02;(centro izquierda) Representación de una escena de caza marina, I-09;(centro derecha) Representación de una escena decaza marina, I-09;(inferior izquierda) Representación de una escena de caza marina, I-02;(inferior derecha) motivos abstractos, I-02.

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    En los días venideros me dediqué a descenderen soledad hacia la quebrada para fichar, mediry fotografiar cada uno de los paneles y motivosde Izcuña. En paralelo, el grupo de geólogoscontinuó visitando otras quebradas que reque-rían revisión para el mapeo del sector. En esedeambular entre arenales, cerros y antiguosescurrimientos de agua dieron nuevamentepor casualidad con dos quebradas con pinturasdel mismo estilo rupestre. Una de ellas a ochokilómetros al norte de Izcuña, en las nacientesde la Quebrada de Botija a los 1.380 msnm(Lámina 2), donde un enorme bloque de piedra

    Lámina 6. Relevamiento de las representaciones deanimales marinos del alero Miguel Díaz (obra dePaulina Riquelme): (A) panel 1 y (B) panel 3.

    en medio del lecho exhibe en todas sus caraslaterales decenas de representaciones en rojode escenas de caza, animales marinos y figuras

    abstractas. La segunda, una única representa-ción de una escena de caza marina en un rojointenso, fue encontrada a catorce kilómetros alsur de Izcuña en la parte alta de la Quebradade La Plata (Lámina 2), mismo sector en quese ubican las pinturas del alero de Punta dePlata, pero esta vez a 1.435 msnm, repitiendo elmismo patrón dual que observamos entre Izcuñay Miguel Díaz, entre quebrada interior y costa.

    La noticia que inicialmente era solo un nuevodato terminó transformando por completolo que hasta hace unos meses conocíamosacerca del estilo de arte rupestre de El Médano,arrebatándole su singularidad, expandiendosus límites geográficos y complejizando lasrazones sociales tras producción, y quien sabe,su reproducción. Hoy solo socializamos loshallazgos, pero nos queda por delante volver aestudiar el estilo rupestre dentro de sus nuevosmarcos geográficos y condiciones materiales,algo que vale la pena decir, siempre estuvo unpoco en deuda en las investigaciones pasadas.

    *****

    Las reflexiones generadas luego de conocerlas pinturas y volver al mar son un insumo yuna nueva guía a nuestras futuras investiga-ciones contribuyendo en la idea general –enla ontología– que nos hacemos acerca de laspoblaciones que antiguamente vivieron en estelitoral. No podemos mirar a un costado y hacercaso omiso a las representaciones de esta socie-dad, ya que estas germinan desde su realidadsocial y material tomándola como referente ala hora de construirlas y plasmarlas sobre laroca. Ahí radica la importancia de estudiarlasdentro de sus contextos sociohistóricos y nocomo obras singulares, aisladas y pasivas. Deconsiderarlas alegorías tribales que por ningúnmotivo son triviales.

    AGRADECIMIENTOS

    La visita a las pinturas pudo realizarse graciasal apoyo del proyecto FONDECYT 1110702de Francisco Gallardo, a Daniel Quiroz y al

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    SERNAGEOMIN. Agradecemos a nuestrosamigos y compañeros Jan Domagala, FelipeFlores, Virginia Toloza, Nicolás Poblete, Carolina

    Miralles, Marco Vaccaris, Héctor Toro y GrecoRamírez por tan grata recepción y acompañarnosen la travesía. A Paulina Riquelme por los dibujosde las pinturas de Miguel Díaz y finalmente aFrancisco Gallardo, Alexander San Francisco,Alejandro Clarot y Magdalena García por suscomentarios al manuscrito.

    REFERENCIAS

    BERENGUER, J. 2009. Las pinturas de El Médano,norte de Chile: 25 años después de Mostny yNiemeyer. Boletín del Museo Chileno de ArtePrecolombino 14 (2): 57-95.CAPDEVILLE, A. 1918. Arqueología. Llanuradel Hueso Parado. Cementerio de los túmulosde tierra . Cuaderno de campo de AugustoCapdeville depositado en el Museo AugustoCapdeville Rojas de Taltal.CONTRERAS, R., P. NÚÑEZ y O. RODRÍGUEZ2008. El Médano: reflexiones antropológicas

    en torno a la cosmovisión de los habitantesprehispanos de la costa sur del Norte Grande.Taltalia 1: 87-122.

    GALLARDO, F., G. CABELLO, G. PIMENTELM. SEPÚLVEDA y L. CORNEJO 2012. Flujos deinformación visual, interacción social y pinturas

    rupestres en el desierto de Atacama (norte deChile).Estudios Atacameños 43: 35-52.

    MOSTNY, G. y H. NIEMEYER 1983. Arte rupestrechileno . Ministerio de Educación, Departamentode Extensión Cultural, Santiago de Chile.

    MOSTNY, G. y H. NIEMEYER 1984. Arte rupes-tre en El Médano, II Región.Creces 9 (5): 2-5.

    NIEMEYER, H. 2010.Crónica de un descubri-miento. Las pinturas rupestres de El Médano,

    Taltal . Museo Chileno de Arte Precolombino,Santiago.

    NÚÑEZ, P. y R. CONTRERAS 2003.Pinturas prehispánicas de Taltal . Impresión Ercilla S.R.L.,Antofagasta.

    NÚÑEZ, P. y R. CONTRERAS 2006. El arterupestre de Taltal, norte de Chile. En Actasdel V Congreso Chileno de Antropología ,pp. 348-357. Colegio de Antropólogos deChile, San Felipe.

    NÚÑEZ, P. y R. CONTRERAS 2008. El arte ru-pestre de Taltal, Norte de Chile.Taltalia 1: 77-85.

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