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bak etik Revista de ideas éticas del Centro por la paz de Arantzazu Julio de 2008 211 y 12 de abril de 2008 El papel de la sociedad y los movimientos sociales en la construcción de la paz 4 Monográfico sobre las II Jornadas sobre prioridades éticas de nuestro tiempo

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Cuarto número dedicado Al papel de la sociedad y los movimientos sociales en la construcción de la paz (II jornadas de reflexión, 11 y 12 de abril de 2008)

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baketikRevista de ideas éticas del Centro por la paz de Arantzazu

Julio

de

2008

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11 y 12 de abril de 2008

El papel de la sociedady los movimientos sociales

en la construcción de la paz

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Monográfico sobre las II Jornadas sobreprioridades éticas de nuestro tiempo

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Baketik 4Edita: Baketik (Gandiaga Topagunea - Arantzazu - 20567 Oñati)Impresión: Antza (Industrialdea 2. pab. - 20160 Lasarte)Depósito Legal:julio de 2008

Instituciones colaboradoras

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baketikRevista de ideas éticas del Centro por la paz de Arantzazu

Julio

de

2008

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El pasado 11 y 12 de abril se celebró en Arantzazu lasegunda edición de las jornadas de reflexión sobre priori-dades éticas de nuestro tiempo. Vista la buena experien-cia del año pasado, se planteó el programa con la mismametodología: cuatro sesiones a puerta cerrada a la queestaban invitados los componentes del Comité Asesor ydel Consejo Rector de Baketik y otros amigos/as y colabo-radores/as de este Centro por la paz, un breve contactocon los medios de comunicación y una mesa redondaabierta al público. La meteorología se presentaba favora-ble, buen contrapunto con respecto a las nevadas del añopasado.

El punto de partida para plantear la reflexión era elsiguiente: «las últimas décadas los movimientos sociales yla sociedad han jugado un papel destacado en la búsque-da de la paz y de la normalización de la convivencia. Sinembargo, durante los últimos años, el impacto de esetrabajo se ha visto reducido o invisibilizado. La voz críticade la sociedad ha desaparecido del escenario. Convienediagnosticar sus causas, consecuencias y alternativas, asícomo valorar el papel que hoy y en el futuro pueden jugarlos movimientos sociales y la propia sociedad».

Se planteaban tres ejes para provocar el debate y lareflexión, cada uno con sus respectivos ponentes, y Maria-no Ferrer como moderador:

Sociedad. ¿Cuál es hoy el papel de la sociedad en labúsqueda de la paz? ¿En el siglo XXI hay que pensarnuevas formas de participación ciudadana?

Movimientos sociales. ¿Cuál es hoy el papel de losmovimientos sociales? ¿Por qué no terminan de implantar-se sus propuestas respaldadas mayoritariamente?

Acuerdo. ¿Es posible un gran acuerdo social por lapaz? ¿Cómo articularlo, en su caso, sobre qué bases yplanes de actuación?

A lo largo de la mañana fueron llegando los invitados a lasoficinas de Baketik y a las 13.00 h se sirvió la comida en elcomedor de Asis Topagunea. Había un mala noticia, el ponen-te de la primera sesión dedicada al primer eje, Daniel Innera-rity, no iba a poder asistir.

Una vez roto el hielo en la comida, el grupo sereunió en la sala Oiza de Gandiaga Topagunea a las15.00 h para dar comienzo a la primera sesión. Ante laausencia del ponente, el moderador realizó un breveresumen de la ponencia sobre el papel de la sociedad ylos participantes plantearon sus opiniones y dudassobre el texto.

A las 16.15 h se dio paso a la segunda sesión de lamano de Mario Zubiaga, encargado de desarrollar elsegundo eje sobre el papel de los movimientos sociales yque permitió una amplia participación. Después de undescanso entre las 17.30 y las 18.00 h comenzó la sesióncon Itziar Aspuru, Paul Ríos y Gemma Zabaleta comoponentes. Se compartieron impresiones y actitudes y unamplio debate en cuanto a prioridades que se alargó hastalas 20.00 h, para ir a cenar a las 20.30 h.

El sábado por la mañana, entre las 9.00 y 10.30 h seidentificaron los puntos de consenso y disenso.

La mesa redonda que dio comienzo a las 11.30 h fuemuy concurrida, con un aforo en torno a las 150 perso-nas. Los asistentes aprovecharon la ocasión parapresentar sus puntos de vista, así como para pedir acla-raciones a los ponentes sobre sus comunicaciones. Lasesión finalizó a las 13.00 h con lo que se dio fin a lasjornadas.

Las siguientes páginas recogen las comunicaciones delos ponentes y las conclusiones extraídas por Baketik.

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No está muy bien visto ponerle objeciones a la partici-pación ciudadana o limitar el significado de los movimien-tos sociales, ni mostrar alguna reserva que pueda acotar suespacio de actuación. Se hace uno así sospechoso dequerer ponerle puertas al campo de la sociedad autóno-ma, al libre movimiento de lo social. Si al mismo tiempo sehace una defensa de la política y la democracia represen-tativa, entonces deja ya de ser un sospechoso y es clasifi-cado definitivamente como un culpable confeso. Lo políti-camente correcto es llamar a la participación, pensar quela sociedad es mejor que sus representantes y adular a losmovimientos sociales. ¿A qué se debe tanta concentraciónde gente en torno a unos tópicos cuya revisión le hace auno inmediatamente acusable de elitismo democrático?Pues probablemente al hecho de que se ha convertido enun lugar común la idea de que la política se hace tan malque cualquier otra cosa debería ser necesariamente mejor.

Se ha hablado mucho de que las sociedades contem-poráneas han efectuado una transferencia de sacralidaddesde las religiones establecidas hacia los proyectos polí-ticos. Podría completarse este cuadro advirtiendo quedespués de la transferencia de sacralidad desde las religio-nes hacia la política ha venido una época en la que losacralizado han sido las formas no convencionales de lapolítica, lo que podríamos llamar la «alter-política». Nodeja de resultar curioso este deslizamiento de las expecta-tivas sociales en virtud del cual lo que hemos dejado deesperar de la política convencional creemos poder alcan-zarlo a través de formas alternativas de la política, reacti-vando unas energías puras que, al parecer, estaban intac-tas en la esfera de la sociedad despolitizada, llámese estasociedad civil, ciudadanía activa, movimientos sociales o«contra-democracia», por utilizar el término acuñado porPierre Rosanvallon.

En mi opinión, quienes esperan de la no-política lomismo que antes esperaron de la política demuestran nohaber entendido las transformaciones sociales que se han

producido. Vivimos en unasociedad que podemos deno-minar postheroica, en la queencuentran cada vez menoseco los llamamientos épicos ylas mentalidades de resisten-cia. Si la política ya no es lo queera, tampoco lo es la no-políti-ca. Tampoco en las formasalternativas de política (partici-pación, protesta, movimientossociales…) encontraremos ya elheroísmo que se ha desvaneci-do en la política institucional. El«alter-heroísmo» es un asilo

nostálgico para los decepcionados por la política realmen-te existente pero, como toda forma de nostalgia, algo resi-dual. Si queremos comprender y actuar en una sociedadque ya no se articula en torno al heroísmo, que ya noentiende esa semántica, no tenemos otra salida que revi-sar nuestra idea de normalidad y excepción política.

Mi defensa de la democracia representativa está llenade matices y no es ciega ante la crisis de nuestra culturapolítica. Por supuesto que hay más formas y cauces deexpresión, e incluso modalidades de acción política, quelos institucionales. La política se hace de muchas formas,también comprando, protestando, recurriendo a los tribu-nales o simplemente mediante la indiferencia o el desafec-to. Junto a la política que podríamos llamar «oficial» discu-rre todo un magma de procesos que condicionan elmundo institucional. A las tensiones que se siguen de estacoexistencia les debemos, entre otras cosas provechosas,que el sistema político se enriquezca, corrija o amplíe sucortedad de vista. No podemos confiar los avances políti-cos únicamente a la competencia de sus profesionales.Una buena parte de los progresos que la política ha reali-zado tuvieron su origen en causas exógenas: seguramentela mayoría de las conquistas sociales o la conciencia ecoló-

¿Los movimientos sociales enDaniel Innerarity

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trabajo de Gesto o Elkarri. Sólo por esto, utilizando lamanida expresión de Voltaire, si no existieran habría queinventarlos. Por eso las democracias avanzadas han desa-rrollado toda una reflexión conceptual y una rica experien-cia práctica en orden a proporcionar cauces de expresiónciudadana, sistemas de información y comunicación, espa-cios de deliberación e iniciativas de participación, procedi-mientos todos ellos que intentan aprovechar las posibilida-des abiertas por las nuevas tecnologías.

Ahora bien, quien tiene un buen instrumento en susmanos debe saber tanto para qué sirve como para qué nosirve, de manera que interprete bien sus éxitos y no losmalogre pensando que son trasladables a otros ámbitospara los que no es tan competente. ¿Cuáles son esas limi-taciones en el caso concreto de la movilización ciudadana?De entrada, la mayor parte de los movimientos socialesforman parte de esa dinámica que no se aglutina tanto entorno a proyectos como contra algo; suelen ser de protes-ta o de resistencia y con estos materiales se hace precisa-mente eso, protestar o resistir, lo que en ocasiones es unatarea encomiable, pero nada que se parezca a una proyec-ción en positivo. También suelen caracterizarse estas inicia-tivas sociales porque se inscriben en esa tendencia

gica, por ejemplo, no fueron ocurrencias de los políticossino el resultado de presiones sociales muy concretas. Enla sociedad hay una energía que el sistema político requie-re para ejercer su función, unos recursos de los que nodispone soberanamente y que a veces incomodan e inclu-so subvierten el orden establecido, pero que siemprecondicionan el ejercicio de ese poder establecido.

Los movimientos y las iniciativas sociales que compare-cen en el seno o en los márgenes de toda democraciaestablecida sirven para tareas tan diversas y tan poco pres-cindibles como, por ejemplo, la vigilancia en orden a impe-dir que determinados asuntos sean sustraídos de la miradapública, como es el caso de los conflictos internacionales,que no queremos sean manejados desde la oscuridaddiplomática o al margen de procesos de pública discusión;llaman la atención sobre lo excluido y muestran, con sudenuncia, aspectos incómodos de la realidad; tambiéncontribuyen a revisar la agenda política, en la que introdu-cen temas nuevos y prioridades diferentes, enriqueciendoasí el elenco de las cosas que deben ser atendidas por elpoder institucional. En Euskadi, por ejemplo, ni el recono-cimiento de las víctimas, ni las reflexiones en torno alacuerdo político serían lo que son de no haber mediado el

el paro?

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creciente, tal vez como consecuencia de la llamada crisisde las ideologías, a focalizarse en un solo tema: en torno aalgún género de víctimas, por la paz, en favor de las muje-res, para defender la naturaleza, e incluso coaliciones decazadores o automovilistas. Su fuerza se debe a esaconcentración puntual, pero también reside ahí su debili-dad manifiesta, ya que toda acción social organizadatermina requiriendo una coherencia de la que esas agrupa-ciones casuales carecen.

No deberíamos olvidar tampoco que el mundo de losmovimientos sociales es tan plural como la misma socie-dad y que de las energías sociales cabe esperar una cosay su contraria, avances y retrocesos, que los hay de dere-chas y de izquierdas. Hay quien invoca la participación dela sociedad y está pensando únicamente en aquella fuerzaque le conviene. Pero en la sociedad hay de todo, comoes lógico. Son movimientos sociales Lokarri y Gesto, perotambién la AVT y la Iglesia, los lobbies y las coordinadoras,las asociaciones de consumidores y las plataformas deoposición al TAV. La expectativa de superar el marco de lademocracia representativa cuenta con partidarios enambos lados del espectro político: lo que los movimientossociales de los 60 representaron en el imaginario de laizquierda se encuentra igualmente en la apelación neoli-beral a la sociedad civil en los 90. Se trata de una coinci-dencia que debería, al menos, hacernos pensar.

Los movimientos sociales, si quieren ser eficaces, hande reconocer sus propias limitaciones, su verdaderoalcance, no traicionar su especificidad. Lo que sirve paraalgo no sirve para todo y no hay mejor manera de arruinaralgo provechoso que utilizarlo para cualquier cosa:pretender que un partido, un club de fútbol o una comu-nidad de vecinos sean también una familia, por ejemplo,o… que un movimiento social sea la salvación del sistemapolítico. Los movimientos sociales, la participación ciuda-

dana no convencional o al margen de los partidos tienenuna gran función que malograrían si pretendieran sustituira la democracia representativa. Esta democracia repre-sentativa necesita muchas correcciones pero no tienetodavía un candidato para sustituirla. En el fondo delentusiasmo por las formas alternativas de acción social(que aquí, en Euskadi, se traduce en nuestra propensiónhacia las mesas y las coaliciones como herederas de lasinstituciones y los partidos) lo que hay, a mi juicio, es unintento de huir de la lógica política, es decir, de la acciónplural y el compromiso, el sueño de una sociedad en laque fueran superadas definitivamente las limitaciones denuestra condición política.

La mejor garantía de nuestra libertad se encuentraprecisamente en esa condición que no despierta grandespasiones ni promete en exceso, en el equilibrio de lasposiciones contrarias y en la tensión entre representacióny participación. No hay acción política coherente, esta-ble, articulada, eficaz, responsable fuera de la represen-tación política. Seguramente hay poco de esto en losactuales partidos políticos y en nuestras prácticas institu-cionales, pero menos aún fuera de ellos. Por eso tambiéna los partidos habría que inventarlos… y renovarlos conalgunas de las energías que bullen en los movimientossociales.

¿Qué consecuencias tiene todo esto para el casoconcreto de los movimientos sociales en Euskadi y particu-larmente de los que han batallado a favor de la paz? Pien-so que sus actuales dificultades responden al hecho deque nuestra sociedad se ha desheroizado, es decir, no semoviliza tan fácilmente salvo cuando ocurre algo traumáti-co; en esos momentos de movilización puntual, la socie-dad señala nuevamente los límites de lo inaceptable. Ojaláno tuvieran que demostrar nunca más su capacidad deconvocatoria. Tales movilizaciones tienen un significado

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más ético que político. Pero la sociedad vasca no está encondiciones de hacer un trabajo de concreción del acuer-do político que, en la lógica de la democracia representa-tiva, corresponde a las instituciones y los partidos. Por eso,no tiene mucho sentido lamentar la desmovilizaciónporque ésta es lógica y tiene un significado político quehay que saber interpretar. En una sociedad democrática-mente madura la gente no está dispuesta a hacer losdeberes de otros y el hartazgo o la movilización escasa yocasional significa que está esperando de los agentesrepresentativos un esfuerzo a favor del acuerdo.

El supuesto debilitamiento de los movimientos pacifis-tas responde, no lo perdamos de vista, a su éxito, a suenorme éxito. A ellos les debemos algunas conquistas irre-versibles como el reconocimiento de las víctimas, el recha-zo social a la tortura o el hito de reflexión compartida quesupusieron las conversaciones de Egino. Su éxito consisteen que la pelota ya no está en su tejado y, tal vez, sufunción actual consiste en impulsar para que los partidosalcancen un gran acuerdo social integrador.

Hay una canción de Jabier Muguruza titulada «Berri-tzea, horixe» que cuenta una historia banal pero de granfuerza poética. Un hombre decide, después de muchasvacilaciones, hacer lo que tenía que haber hecho muchoantes: comprarse un jersey que sustituya al viejo que tiene.Finalmente se decide por lo que, en el fondo sabía quedebía hacer, algo que era tan evidente que no terminabade percibir. Y su mujer aprueba con una sonrisa esa reno-vación. Lo que estaba buscando, la noticia esperada, lanovedad deseada, era algo tan sencillo como eso. ¿Cuáles nuestro «jersey» como sociedad, aquello que sabemosque debemos hacer y no queremos acometer, enredadosen mil disculpas? Un acuerdo amplio e integrador quesustituya las viejas tácticas para conseguir que un día laaritmética parlamentaria nos dé la razón. Hay mil disculpas

para no hacer lo que se tiene que hacer: que si unos vetan,que si la persistencia del terrorismo impone una moratoriapolítica… La sociedad vasca tiene derecho a percibir conclaridad quién no quiere el acuerdo. Y estoy seguro de quelos electores repartirán en consecuencia los correspon-dientes premios y castigos.

Propuestas de reflexión para revitalizar los movimien-tos sociales

1. Ser consciente de que nadie tiene garantizada sucontinuidad y menos un movimiento social. Aceptar inclu-so como hipótesis la posibilidad de ser mortal.

2. Identificar bien las propias capacidades para noconfundirlas con las actuaciones coyunturales y resistir lapresión de convertirse en algo más que un movimientosocial.

3. Saber que lo que un día fue innovador puedeconvertirse en un rito, en un lugar común, y que tal vez esomismo sea señal de éxito y no de fracaso.

4. Autolimitarse en otras cuestiones para las que nose es especialmente competente y examinar si ha habi-do actuaciones «invasivas» que debilitan el núcleomovilizador.

5. Preguntarse si se dispone de capacidad de reflexiónsobre uno mismo y el entorno social en el que se actúa, deanálisis de los cambios sociales e instrumentos para lamodificación de los propios puntos de vista y actuaciones,si fuera necesario.

6. En el caso de que haya que modificar algo, saber silo que debe ser modificado son los procedimientos demovilización o el contenido.

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Necesitamos un verdadero acercamiento ético a la pazy la reconciliación. Un acercamiento que no busqueconvertir o arrinconar a parte de nuestra sociedad, unacercamiento que permita expresar lo que la mayoría deeste país razonablemente desea, sin vulnerar la posibili-dad de que otras mayorías futuras puedan también articu-larse y llevar a la práctica sus no menos razonables dese-os. Un acercamiento, en fin, que entienda la paz y lareconciliación como reformulación provisional del antago-nismo hacia formas agonísticas, no bélicas. Formulacionessiempre reversibles, en la medida humana.

Esta reformulación sólo puede llegar de la mano de laparticipación activa de los sectores sociales que compartenese espacio de lo razonable: ¿qué obstáculo razonable sepuede poner a que las mayorías políticas articuladas encada momento puedan convertir en realidad su proyectopolítico? Como dijo Maquiavelo: «los deseos de los puebloslibres rara vez son dañosos para la libertad, porque nacen, ode sentirse oprimidos, o de sospechar que pueden llegar aestarlo». En este sentido, nuestro acercamiento ético partedel republicanismo cívico, parte de una posición a favor dela ciudadanía activa y el compromiso colectivo: la moviliza-ción de la sociedad civil, de sus actores colectivos, de laciudadanía, es una valor a promover, pues esa participaciónactiva es la mejor garantía de la libertad política. Una parti-cipación individual y colectiva que encuentra su mejorexpresión en los movimientos sociales.

Por tanto, la desmovilización social y, concretamente,la creciente encapsulación de un conflicto que continúagenerando sufrimiento es un problema muy grave. Vivimosen la paradoja de la inflación encapsulada. La sociedadvasca no directamente concernida por el conflicto se vuel-ve crecientemente insensible a una vulneración de dere-chos y un sufrimiento que, no obstante, es expansivo,creciente. La inflacionaria lista de víctimas, de presos, deperseguidos –por la violencia extrasistémica o la sistémi-ca– por razones estrictamente ideológicas cada vez estámás encapsulada por la apatía y el hastío social. La encap-sulación tiene muros de cristal espejado y traslúcido: atis-bamos a los que padecen persecución o injusticias, de untipo u otro, incluso llegamos a compadecernos, pero,

sobre todo, tendemos a mirar-nos a nosotros mismos, satisfe-chos de no estar en tal tesitura.El compromiso social, la inclina-ción hacia lo colectivo, notienen el tirón de antaño.

¿Cuáles son las razones dela desmovilización? Partimos dela desazón contemporánea porla contradicción entre el estadoorganizativo y movilizador–minoritario– de los movimien-tos sociales, y el eco discursivo–mayoritario– de sus propues-

tas que, no obstante, son muchas veces políticamente irre-levantes. Una situación paradójica que reclama algunaexplicación, siquiera tentativa. Tres razones:

1. Grandes ciclos de (des)movilización universales.Como afirma K.W. Brand, los movimientos sociales puedenentenderse como respuestas cíclicas a las inestabilidadesde la modernización. Como tales, están sujetos a procesossociales cíclicos de individualismo y solidaridad. Hoy domi-na el momento individualista. Además, la modernizaciónreflexiva de la que nos habla Beck nos haría abandonarantiguos frentes de movilización, los de la modernidadsimple –nación, clase…– sin que los nuevos frentes aparez-can suficientemente claros, todavía. Es discutible. En todocaso, estas razones globales trascienden nuestro espaciode acción política y, aunque nos colocan en el tiempo, enel espíritu de este momento, quizás nos arrastran a la pasi-vidad, a la resignación histórica. No en vano, aunque elmundo de hoy puede que sea así, ¿debería ser así?

2. Fin del ciclo de protesta vasco. Acercándonos anuestro contexto, podríamos decir que el ciclo de protes-ta abierto en los sesenta del pasado siglo parece estaragotando su combustible social. En esta ya post-EuskalHerria, la contraposición histórica de legitimidades –queno de identidades, necesariamente–, de proyectos hege-mónicos para el país, no se percibe socialmente comodilema fundamental, y por tanto no polariza lo suficiente

Sobre derrotas victoriosasMario Zubiaga

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como para activar el compromiso movilizador, tanto elrelacionado directa o indirectamente con el conflicto,como otros colaterales.

3. Cierre de ciclos de movilización/democratizaciónsectoriales. No obstante, sin negar estas razones universaleso particulares, nos parece más relevante –porque no abjurade la agencia social concreta– atender a las razones deriva-das de la naturaleza intrínseca de los movimientos sociales.

¿Cuál es esa naturaleza? Partimos de una definiciónclásica, la de Charles Tilly: los movimientos sociales soninteracciones contenciosas en las que están en juego elreparto, el contenido o el ejercicio del poder. Esas interac-ciones se manifiestan como contienda contenida –condesafiador reconocido y bajo formas regladas– y contien-da transgresiva, desafiador no reconocido e innovador enla formas. Los movimientos sociales son actores modernosque florecen en la herida siempre abierta entre el principioliberal y el democrático, en el cierre imposible de lo social.Privilegiando ya el momento democrático, ya el liberal. Losmovimientos sociales saben/intuyen que la reconciliación–ese cierre social– es imposible, pero al tiempo luchancomo si lo fuera: no son cínicos, pero tampoco ilusos. Sonagentes contenciosos, pues la movilización es un procesocontencioso, pero ¿conscientemente? autolimitado.

Si lo suyo es moverse, ¿cómo se mueven los movimien-tos sociales? Conforme a tres paradigmas de acción colecti-va: se mueven al tiempo por la emoción o la política deidentidad, por la razón o la política de poder, por lo razona-ble o la política de influencia. Los tres paradigmas juegan enla acción colectiva, pero no todos suelen tener el mismopeso en cada momento o circunstancia. El equilibrio y laevolución de los paradigmas es la clave que explica la movi-lización. Así, aunque estamos hablando de una desmoviliza-ción general de (casi) todos los movimientos socialesvascos, siendo los paradigmas dominantes en cada casodistintos, el diagnóstico debiera ser también diverso:

1. La familia de movimientos sociales nucleada confor-me a un determinado paradigma de poder/protesta vigen-te durante los últimos 40 años, con una articulación hege-mónica alternativa, vanguardista y transgresiva que combi-na medios convencionales (voto/violencia) con no conven-cionales, muestra síntomas de agotamiento. Ésa es larazón fundamental por la que el ciclo de protesta vasco, ensus parámetros históricos, parece llegar a su fin. La «razónalternativa» planteada en los actuales parámetros de pola-rización –el binomio violento/demócrata ha desplazado aotros binomios posibles– y con los modos de protestatradicionales no permite alimentar un ciclo de protestaque se apaga.

2. La mayoría de los movimientos sociales autónomos operiféricos al eje anterior y activados por él –euskera, femi-nista, ecologista…– han pasado de un paradigma de podera otro de influencia, en la medida en que los actores prin-cipales han sido reconocidos y algunas de sus propuestasasumidas. Específicamente el movimiento pacifista ha

pasado de un (débil) paradigma de poder basado en «otra»forma de entender el conflicto frente al dominante hasta losaños 90, a un paradigma de influencia que le convierte enuna parte más que busca influir en la política, pero no ser«el lugar» de la política. Esa parcialización ha traído consi-go un debilitamiento del paradigma de identidad, de esaemoción colectiva que conduce a la movilización. Unproceso de cambio de paradigma –del poder a la influen-cia– que es, propiamente, el corolario del proceso demo-cratizador, de integración sistémica de sus demandas. Así,los movimientos sociales mueren de éxito, languidecenporque partiendo del paradigma del poder y la protesta sehan convertido en grupos de interés cuya única vía depresión –la movilización– se ha agotado en ese mismoproceso de conversión. Por eso decimos que la desmovili-zación actual del ecologismo, del feminismo, del pacifismo,del movimiento por el euskera… es síntoma de un siemprelimitado éxito. Y a partir de ahí, sin la protesta, sólo quedala razonable política de influencia, la rutinaria, aburrida ydesmovilizada (y a veces cooptada) política de influencia.

¿Cabe abrir un nuevo ciclo de movilización? ¿En quéparámetros y sectores? La contienda transgresiva –para-digma de poder– histórica se ha revelado incapaz de arti-cular espacios sociales amplios, y la contienda contenidade unos movimientos convertidos en grupos de interés noilusiona por ser excesivamente vicaria de los partidos einstituciones. Pero el motor social no se para nunca. Nosabemos cómo y dónde se pondrá en marcha, aunquecreemos saber en qué condiciones. La (re)movilización–hacia la constante profundización democrática– dependede la apertura de un ciclo de movilización sustentado enun nuevo paradigma de poder, distinto al vigente. Unaarticulación hegemónica alternativa que conecte espaciossociales desconectados/desmovilizados y plantee unaalternativa social y política innovadora. Pues, la moviliza-ción, que es siempre una actividad heroica colectiva, sebasa precisamente en el desafío a los gobernantes ennombre de una legitimidad social alternativa, expresadaen manifestaciones innovadoras de dignidad, de unidad,de número y de compromiso (Tilly). Así, para la moviliza-ción, condiciones necesarias aunque no suficientes son lacorreduría social amplia, la polarización según dicotomíasno cerradas y la innovación en los repertorios de acción yde discurso. De las tres cosas andamos escasos en estostiempos de zozobra.

Ese planteamiento removilizador es imprescindible enel ámbito soberanista pero, en lo que nos ocupa ahora, enlo que respecta al pacifismo, la confluencia del acerca-miento procedimental –diálogo–, político –contenidos deLoiola– y ético, oposición a toda vulneración de derechos,debiera dar lugar a una polarización entre los que desea-mos un acuerdo razonable que permita una relecturacomún del conflicto y los que se oponen a tal cosa. Unapolarización dotada de discursos y prácticas sociales inno-vadores que nos devuelvan, si cabe, al menos, la ilusiónsuficiente para movilizarnos, sabiendo que para los movi-mientos sociales derrota y victoria son dos caras de lamisma moneda, la de la virtud política.

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1. Quiero comenzar esta intervención confesando micondición de persona no experta en los movimientossociales, su fenomenología y actuación. Modestamentepertenezco a esa categoría de vascos, que ha creídonecesario hacer algo más que pertenecer a un partidopolítico a la hora de intentar aportar algo para ver el finde una violencia que dura más que lo que duró la dicta-dura franquista.

Y lo he hecho desde un triple presupuesto:

·Mi condición femenina.

·La utilización del diálogo como método para conocerla parte de verdad de los demás.

·La de poner en práctica una estrategia para el consen-so basada en la búsqueda de aquello que se compar-te y no lo que nos divide y desune.

Bajo el sueño de que un ejército de ciudadanas pacificas,de distintas sensibilidades y/o adscripciones puedancompartir una misma causa, la de la paz, una misma estra-tegia, sólo pacífica siendo más fuerte que aquélla que,desde distintos ámbitos trabaja en la perpetuación de laviolencia.

2. Consciente del papel relevante que los movimientossociales desempeñan en la sociedad. Una sociedad quepercibe extraordinariamente la realidad y que juega unpapel crucial en una actividad política cada vez másdemoscópica. Una sociedad que quita o pone Gobiernos,que condiciona las estrategias políticas y que, en unmomento dado, puede y debe hacer llegar su voz a todosaquellos interesados en escucharla.

Una sociedad con capacidad de impulsar, debe tenertambién la voluntad de impulsar. Y a veces eso no ocurreante la extraordinaria desesperanza que atraviesa lacolumna vertebral de una sociedad, que además vive lassacudidas de la contaminación que la violencia vieneperpetuando en amplios ámbitos de la misma, extendien-

do una pátina de recelo entreunos ciudadanos respecto deotros.

Los movimientos sociales porla paz en Euskadi han contri-buido a:

-crear una nueva agenda políti-ca, basada en la deslegitima-ción de la violencia, cuandoentre violencia y conflicto existí-an vasos comunicantes, en ladefensa del diálogo, cuandoéste estaba demonizado, en

poner en pista la transversalidad, cuando lo que prima-ban eran los frentes excluyentes. Hay que reconocerlespor ello su papel de vanguardia.

-lo han hecho practicando un nuevo lenguaje, entiempos en que el propio lenguaje levantaba recelos,y las palabras se convertían en una suerte de cárcelde las palabras, que nos encerraban en vez de apor-tarnos la capacidad de ser una puerta de salida a lassoluciones.

-con nuevas estrategias que han convertido a la para-política en un acompañante fundamental para el hallaz-go de un camino resolutivo.

Así han sido fundamentales a su vez para:

·Visibilizar el diálogo.

·Ofrecer la esperanza de que una solución es posible.

·Romper el hielo del recelo y las fronteras entre unos yotros, generando confianza.

·Reforzar la pluralidad desde el punto de vista de quepluralidad no es sólo la presencia de los que somosdistintos sino que cada uno de nosotros rompamos las

Los movimientos sociales antGemma Zabaleta, Ahotsak

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etiquetas por las que nos clasifican, siendo capaces dedecir cosas distintas.

·Poner en valor el matiz cuando los escenarios son deblanco y negro.

·Poner en práctica la transversalidad.

Hoy defender estos principios y procedimientos es másimportante que nunca, en un momento dramático y deretroceso.

Quiero defender desde estas líneas los dos asuntos que meparecen más importantes rescatar del pasado reciente yque fueron pilares básicos del proceso de paz. A su vezsiguen siendo válidos a día de hoy, porque creo que aglu-tinan en torno a ellos a la inmensa mayoría de la sociedadvasca:

1. La Propuesta política de la izquierda abertzale enAnoeta.

2. El Acuerdo suscrito en el Congreso de los Diputadosentre todos los partidos políticos excepto el PP, a favorde un camino dialogado ante el inequívoco abandonode las armas, por parte de ETA.

Porque ambas son incompatibles con la violencia. Ambasson incompatibles con la vía militar, terrorista.

La vía militar-terrorista, busca entre sus objetivos:

·Tratar de contaminarlo todo, buscando su legitimidad.

·Intentar cortocircuitar los acercamientos, los puentes,los puntos de encuentro.

·Expandir el daño de las bombas y de los atentados,tratando de hiperdimensionarlos.

·Anular los espacios para la política, anular incluso a subrazo político.

Se sirve de cualquier estrategia paramilitar, que ayuda afortalecer la vía armada, y que puede llegar desde diversospuntos de origen. Son estrategias paramilitares las que nonos acercan a la paz, sino que legitiman la guerra. Son lasque fortalecen la vía armada, porque debilitan a la política.

Así como debió existir un común denominador ético ypolítico entre los partidos y agentes sociales para un esce-nario de tregua, debiera existir, hoy más que nunca, uncomún denominador ético y político para un escenario deruptura de tregua y vuelta a las armas. El que no lo hayani en un caso ni en otro, sólo fortalece a la estrategiaarmada.

Por ello, debe haber un antídoto por parte de una socie-dad vigilante, organizada y exigente por contribuir a trazarese camino compartido, vigilante para discernir qué accio-nes nos acercan o nos alejan de la paz, y útil para ayudar aclarificar ese común denominador político y social queaisle a la armas y minimice sus daños.

La política debe debilitar los tres frentes que hoy tiene laestrategia armada: la que proviene de las acciones de suscomandos, la que deviene de su frente de presos, rehenesde la organización armada y la que deviene de la coartadapolítica que pretende legitimar la acción terrorista, bajo laexistencia del denominado conflicto político.

Hay, por lo tanto, una tarea inmensa que hacer y una apor-tación generosa y desinteresada que desde los movimien-tos sociales podemos trabajar.

Éste puede ser un camino para la esperanza y el compro-miso. Para avanzar por los derroteros de la ley, que ofrecegarantías a la sociedad pero también de la moral que nosampara como seres humanos.

e un proceso de paz vasco

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Entendemos que el papel principal de los movimientossociales en nuestro ámbito es impulsar que la sociedadcivil asuma su responsabilidad en el final de la violencia deETA, en la minimización de sus consecuencias y en la recu-peración de la convivencia.

Lo que nos preocupa especialmente en el momentoactual es que la reacción ante la ruptura de la tregua porparte de ETA y la consiguiente vuelta a los atentados y ala violencia ha tenido una respuesta social que valoramosnegativamente como escasa.

Las prioridades fundamentales para Gesto por la Pazhoy son las siguientes:

1. La deslegitimación de la violencia porque no ha exis-tido, ni existe ninguna justificación para la utilización de laviolencia terrorista. Creemos necesario insistir en que supersistencia es debida a la decisión voluntaria de unaspersonas para ejercerla y a la decisión voluntaria de otrasde seguir justificando, contextualizando o explicándola.

2. La separación entre el problema de la violencia y losconflictos políticos. La deslegitimación de la violencia sólose puede llevar a la práctica desde la separación clara entreviolencia y política. Es un error intentar explicar, aunque seaparcialmente, la persistencia de la violencia por la situaciónpolítica actual, y, desde esta perspectiva, intentar «haceralgo» para ver si de esa forma se «convence» a los terroris-tas para que abandonen las armas. La responsabilidad de laviolencia es de ETA y de quienes les apoyan y la condiciónfundamental y básica para su final es la voluntad de ETA.

No negamos la necesidad de continuar afrontandolos conflictos políticos y avanzando en el debate, aunquepersista la violencia de ETA, pero habrá que reconocerque la violencia es la principal dificultad para hacer unapolítica normalizada; habrá que dejar claro que el ejerci-cio democrático de la política requiere que se opte deci-didamente por el diálogo y se rechace la violencia, por loque quien no sea capaz de desmarcarse de la violencia yde su justificación se autoexcluye de la posibilidad deinfluir en el debate y en la gestión política. Y creemosque la deslegitimación de la violencia tiene una derivada

más: mientras persista la vio-lencia habrá que realizar mayo-res esfuerzos de consensosobre las grandes cuestionespolíticas.

3. El reconocimiento y lamemoria de las víctimas. La socie-dad en su conjunto debe asumirla realidad de las víctimas y deberesponsabilizarse de que éstasperciban la solidaridad real y elacogimiento de la ciudadanía.

4. Las bases fundamentalesy permanentes de nuestro trabajo, son la defensa de losderechos de todas las personas y la apuesta por la Educa-ción para la Paz.

¿Es posible un gran acuerdo por la paz? Desde nuestropunto de vista, el objetivo de este acuerdo sería única-mente impulsar un planteamiento común ético-político,prepartidista ante la realidad del terrorismo y de susconsecuencias.

Este acuerdo sería valioso si en él están representadastodas las sensibilidades que conforman nuestra sociedadplural y que rechazan la violencia. Porque: 1. Permite subrayary que se reconozca que todas ellas son contrarias al terroris-mo; 2. Para demostrar que este planteamiento está por enci-ma de las legítimas diferencias políticas; 3. Se puede conver-tir en una referencia clara para la sociedad; 4. Que supongauna oposición o contraposición a la existencia, minoritariasocialmente, de una identidad vasca exclusivista y cerrada.

Hemos traído a estas Jornadas nuestro interés en quelos movimientos sociales demos respuesta a la situaciónactual en la que no se reduce el apoyo social, la justifica-ción, la explicación o la tolerancia con el terrorismo.

Entendemos que la reducción de este apoyo es clave,tanto para que acabe la violencia y ETA abandone, comopara que sea posible una sociedad reconciliada en el futu-ro. Es evidente que es una de las claves para que llegue el

Paz y Convivencia. MovimienItziar Aspuru, Gesto por la Paz

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El papel de la sociedad y los movimientos sociales en la construcción de la paz

final del terrorismo, aunque sabemos que también sonposibles otros finales de la violencia basados en la nego-ciación que no necesitarían la reducción de la base socialde la violencia. Pero, si lo que buscamos es un futuro deconvivencia y una sociedad reconciliada, la CLAVE paralograrlo es dar pasos hacia la superación de la distorsiónética, la intolerancia y la deshumanización que permitelegitimar hoy y aquí el uso de la violencia contra personasde esta misma sociedad.

Pero, ¿cómo podemos impulsar o facilitar nuevasiniciativas de desmarque de la violencia?

·Llevamos años evitando alimentar la dinámica de losbandos y de los sufrimientos enfrentados que tantosirve a quienes justifican a ETA. Hemos atendido yrespondido, en la medida que lo hemos consideradonecesario y dentro de lo que consideramos que esnuestro papel y nuestras posibilidades, a la situaciónde las personas detenidas y presas, y a acciones judi-ciales contra la libertad de expresión y de regulaciónde la participación política. Lo hemos hecho por razo-nes éticas, no estratégicas, pero tenemos que recono-cer que ha tenido escasos frutos en términos de logrardesmontar la dinámica de bandos y de enemigos. Loseguiremos haciendo en la medida que persistan situa-ciones y planteamientos injustos en el área de los dere-chos humanos relacionada con nuestros objetivos ycapacidades, porque afirmamos que no todo valecontra ETA. Nos parece importante acompañar estosposicionamientos contra vulneraciones de derechoshumanos o democráticos con la denuncia de que seutilice el dolor y la protesta ante situaciones injustaspara justificar o explicar la amenaza y el asesinato.

Y afirmamos con contundencia, además, que existeuna barrera ética básica que incapacita para realizarninguna aportación positiva a nuestra sociedad, aquienes no son capaces de desmarcarse de la violen-cia de alguna forma.

·Quizás sea el momento de que el rechazo mayoritariocontra ETA tenga más presencia social y se exprese conmayor rotundidad; de que se rompan tabúes para

defender el derecho a la vida y ponerlo claramente aotro nivel respecto a otras reivindicaciones.

·Por supuesto, entendemos que el abandono del apoyoa la violencia es un proceso, puesto que muchos/as denosotros/as lo hemos realizado, cada uno en sumomento. Y ese proceso consiste en avanzar desde unajustificación estratégica del abandono del uso de laviolencia, hasta, ojalá, el reconocimiento de que nohubo ni hay disculpa ni justificación para tanto dolor.Respetamos ese proceso en la medida en que se vacuajando en una postura más activa de rechazo a ETA.

Pero nos preocupa que esos procesos personalestengan la posibilidad de estancarse en posturas pocoútiles y más bien cómodas. El tipo de posicionamientosque pueden llevar a ese estancamiento incluirían plantea-mientos de este tipo:

·Se rechaza la violencia y a ETA, pero el acento funda-mental se plantea en otros problemas. De hecho, seafirma que el problema mayor de esta sociedad no esETA, sino la insatisfacción de reivindicaciones políticas.

·Se propone una solución poco concreta de diálogo ynegociación sobre un problema que abarca tanto elconflicto político como el fin de la violencia, con mayoro menor diferenciación.

·Se lanza la responsabilidad a los políticos y a las insti-tuciones, prácticamente en exclusividad, y no a ETA.

·Se contrapone el deseo social de que finalice la violen-cia al inmovilismo político.

El problema de estas posturas es que pueden no serfases de un proceso de deslegitimación de la violencia,sino posiciones maduradas y establecidas. Esas posicionesno responsabilizan a la base social de la violencia, nolanzan el necesario mensaje de urgencia por promover uncambio y no contribuyen a crear un colchón social paracomenzar el proceso de deslegitimación de ETA. Y acaborecordando que, además, esas posiciones hacen muchodaño a la mayoría de las víctimas.

tos Sociales

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11.. IInnttrroodduucccciióónn

Los movimientos sociales nos enfrentamos a una nuevarealidad social, en la que han aumentado las dificultadespara mantener la implicación por la paz. El mensaje nollega con la misma fuerza que hace 10 años y progresiva-mente se está perdiendo uno de los principales activospara lograr la paz: la movilización social.

22.. LLaa ttrraayyeeccttoorriiaa ddee LLookkaarrrrii

La trayectoria de Lokarri puede ser un ejemplo de estarealidad social a la que se enfrentan los movimientos socia-les por la paz. Lokarri nació en marzo de 2006 fruto delproceso de transformación de Elkarri, un movimiento socialcon una larga y contrastada trayectoria de impulso social dela paz, el diálogo y el acuerdo como principios básicos quecontribuyesen a superar la situación de violencia y conflictopolítico que la sociedad vasca venía arrastrando desdehace ya muchos años. Una de las principales razones quejustificaron dicho proceso de transformación fue la necesi-dad de adaptar Elkarri a unos nuevos objetivos, una nuevasituación política y una nueva realidad social.

En la trayectoria de Lokarri se pueden distinguir dosgrandes momentos:

1. Durante el proceso de paz, su principal objetivo fuetratar de contribuir a que el proceso de paz fuese unarealidad irreversible. Es obvio que este objetivo no secumplió aunque tampoco estaba en manos de Lokarrila posibilidad de lograrlo únicamente con sus fuerzas yposibilidades. Lo que sí nos correspondía era crear unared de «seguridad» social que hiciese difícil la vueltaatrás. En este sentido, el objetivo tampoco se cumplió.Siendo un símil poco adecuado para una organizaciónpacifista, cada movimiento social implicado en estetrabajo hizo la guerra por su cuenta, sin apenas coope-rar y sin proporcionar una referencia clara al conjuntode la ciudadanía. El resultado, al menos para Lokarri,fue una escasa presencia social y comunicativa y unaaún menor capacidad de influencia en el curso de losacontecimientos.

2. Tras el fracaso del proceso depaz Lokarri fijó la meta en ofreceruna alternativa para el desblo-queo de la situación. En estecaso centramos nuestras fuerzasen la reivindicación de la convo-catoria de una consulta popularen la que la sociedad vascatuviese la posibilidad democráti-ca de fijar las bases para avanzarhacia la paz y la normalización. Elresultado de esta empresa hasido paradójico, puesto que secontribuyó a situar el debatesobre la consulta en el centro del

escenario político (tal y como es posible comprobarahora) con una capacidad de movilización social sustan-cialmente menor a la de épocas anteriores.

Los expertos en economía siempre consideran unprimer síntoma de una crisis el descenso de la confianzaempresarial en el futuro. Posiblemente, el descenso en lacapacidad movilizadora de las organizaciones sociales,Lokarri la primera de ellas, es un indicador de una crisissocial de mayor calado, menos perceptible en los partidospolíticos por su gran capacidad de presencia en losmedios de comunicación. Esta crisis social no debe enten-derse como algo negativo sino como una oportunidadpara mejorar y no desaprovechar las oportunidades queofrecen la participación y la movilización ciudadana por lapaz. El problema radica en que una respuesta inadecuadaa esta crisis puede conllevar un alejamiento social insalva-ble respecto a la problemática de la paz.

33.. CCoonnttrraaddiicccciioonneess eenn llaa aaccttuuaacciióónn ddee llooss mmoovviimmiieennttoossssoocciiaalleess ppoorr llaa ppaazz yy llooss ddeerreecchhooss hhuummaannooss

Tres son las grandes contradicciones entre el discursoque mantienen los movimientos sociales pacifistas y suactuación diaria. Es conveniente destacarlas porque lasociedad percibe, aunque sea de manera indirecta, estascontradicciones, lo que resta credibilidad a las iniciativas ypropuestas planteadas por las distintas organizaciones.

Paul Ríos, Lokarri

Una alianza por la Paz y los Derechos Humanos

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El papel de la sociedad y los movimientos sociales en la construcción de la paz

aa)) RReeiivviinnddiiccaammooss aaccuueerrddooss yy nnoo llooss pprraaccttiiccaammoossÉsta es la gran contradicción en la que caen todos los

movimientos sociales. Exigen que las fuerzas políticaslleguen a acuerdos que permitan una acción conjuntacontra la violencia, a favor de los derechos humanos y depromoción de la convivencia cuando las propias organiza-

ciones encuentran muchas dificultades y obstáculos paraofrecer una referencia compartida ante las graves situacio-nes que se producen en nuestro país.

bb)) EEssttaammooss ssuussttaanncciiaallmmeennttee ddee aaccuueerrddoo ppeerroo nnoo lloo rreefflleejjaammoossQuizás es excesivamente aventurado afirmar que se

está totalmente de acuerdo. Lo cierto es que cuando serechaza o condena un atentado de ETA, las amenazas, uncaso de tortura o la situación de los presos son parecidoslos términos en los que cada organización se pronuncia.No hay que ocultar que existen matices a la hora demostrar un posicionamiento ante las vulneraciones dederechos humanos pero la mayoría de la sociedad noentra en tanto detalle sino que se queda con los grandesmensajes y en éstos hay un alto grado de coincidencia. Elproblema es que este mismo mensaje lo transmiten a lavez numerosas organizaciones, cada una por su lado, consus propias fuerzas, en una repetición que ha llegado acansar a la propia sociedad.

cc)) RReessppoonnddeemmooss aa llaass nnuueevvaass ssiittuuaacciioonneess ccoonn rreecceettaass ddeellppaassaaddoo

En el campo de la paz y los derechos humanos se ofre-ce a la sociedad la misma manera de responder y partici-par que hace 20 años. Básicamente cada movimientosocial promueve movilizaciones y campañas muy semejan-tes a las organizadas en el pasado. Hay poca innovación yse acrecentan las dificultades para hacer llegar los mensa-jes al conjunto de la ciudadanía. Falta algo nuevo e ilusio-nante.

44.. PPrriioorriiddaaddeess eenn llaa aaccttuuaacciióónn ddee llooss mmoovviimmiieennttooss ssoocciiaalleessppoorr llaa ppaazz yy llooss DDeerreecchhooss HHuummaannooss

aa)) DDaarr eejjeemmppllooLa manera más efectiva de reivindicar acuerdos entre

las fuerzas políticas e instituciones es llegar a acuerdosentre las propias organizaciones sociales, lo que permitiría:1) demostrar que no es imposible ponerse de acuerdo, 2)desbrozar y facilitar los contenidos para los acuerdos entrelos partidos políticos y 3) ofrecer una referencia comparti-da a la sociedad.

bb)) EEnnccoonnttrraarr llaa ffuueerrzzaa ddee lloo nnuueevvooEs necesario renovar la oferta de participación y movi-

lización para recuperar el dinamismo social por la paz. Losmovimientos sociales deben contribuir a que se manten-

gan la ilusión y la esperanza social. Las propuestas nuevas,bien presentadas y dinamizadas, pueden tener la capaci-dad de remontar el vuelo en lo que a la implicación socialse refiere.

cc)) PPoossiittiivviizzaarr eell mmeennssaajjeeLa sociedad vasca está posiblemente cansada de los

discursos presentados en clave negativa. Este tipo demensajes son necesarios cuando la sociedad percibe unasituación de crisis pero pueden llegar a ser contraprodu-centes y cansinos. La sociedad quiere soluciones ypropuestas constructivas que ayuden a superar los proble-mas. En este sentido, posiblemente ha llegado el momen-to de superar el mensaje «no a la violencia» y subrayar otropositivo como pueda ser «si a la paz, a los derechos y a ladignidad humana» y acompañarlo de iniciativas que contri-buyan a lograr este ideal.

dd)) SSuummaarr vvoolluunnttaaddeess ppoorr llaa ppaazz yy llooss DDeerreecchhooss HHuummaannoossEstas prioridades confluyen en este objetivo de sumar

voluntades sociales por la paz. No es una cuestión demeros números sino que parte del convencimiento deque la reciente oportunidad para alcanzar la paz vivida enel año 2006 fue fruto del trabajo sostenido por los movi-mientos pacifistas durante muchos años. Sin la implica-ción social no hubiese sido posible y si queremos quevuelva a ser una realidad en un plazo corto de tiempo nose puede prescindir del empuje social. Es necesario, portanto, ser capaces de volver a sumar voluntades indivi-duales y colectivas que permitan conquistar la paz y elrespeto a todos los derechos humanos de todas laspersonas.

UUnn rreettoo

Lo señalado hasta ahora es una serie de reflexionesque conducen a una misma pregunta: ¿por qué no traba-jar conjuntamente para dar respuesta a estas prioridades?¿Por qué no intentar alcanzar un acuerdo social por la pazy los Derechos Humanos? Sin apriorismos, sin ideaspreconcebidas, sin complejos, con valentía y audacia, convoluntad de compartir, con el objetivo de reimpulsar laimplicación ciudadana, por responsabilidad, los movimien-tos sociales pacifistas tenemos que intentar lograr unacuerdo que se traduzca en una alianza social por la paz ylos Derechos Humanos.

UUnnaa pprrooppuueessttaa ccoonnccrreettaa

La propuesta concreta que Lokarri quiere presentar enestas jornadas es la siguiente:

1. Lokarri se compromete a impulsar un proceso dedefinición de un gran acuerdo social por la paz y laconvivencia.

2. Este proceso estará abierto a otras organizacio-nes que también trabajan con este objetivo en la socie-dad vasca.

3. En octubre de este mismo año Lokarri dará cuentade estas gestiones, informando del acuerdo alcanzado obien de las causas que han impedido dicho acuerdo.

Una alianza por la Paz y los Derechos Humanos

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No parecía el momento óptimo para que un cónclavede movimientos sociales se preguntara cuál es el papel dela sociedad y el suyo propio en la búsqueda de la paz. DiceDaniel Innerarity que nos ha tocado vivir en una sociedadpostheroica y desheroizada, en la que encuentran cada vezmenos eco los llamamientos épicos a la movilización y quese aglutina con más facilidad en torno a la indignación quea la esperanza. Apuntan otros que no nos hemos recupe-rado todavía de la frustración que ha supuesto el triste finaldel último proceso de paz. Sean ésas u otras las razones,la realidad es que el mensaje de los movimientos socialesno llega hoy a la sociedad con la fuerza de años atrás ypretender lo contrario sería un ejercicio de ilusionismo.Muy en su línea de convertir las crisis en oportunidades,Baketik decidió que un momento bajo de los movimientossociales era precisamente la ocasión para reunirles a refle-xionar sobre la posibilidad de un gran acuerdo social parala paz, cómo contribuir a él y cómo articularlo.

Un menú largo, demasiado para quienes se reunían enArantzazu conscientes de que no iban a llegar al postre,mucho menos al brindis final. No obstante, que movimien-tos que se han esforzado todos estos años en la búsqueday formulación de compromisos sociales por la paz se junta-ran a reflexionar, ahora que su visibilidad se ha reducido,estaba más que justificado. Si la desmovilización socialsupone una pérdida en cualquier caso, todavía más enmomentos críticos como el presente en el que parecemosabocados a una nueva y prolongada situación de bloqueo.

El encuentro ha servido en primer lugar para ajustar eldiagnóstico sobre la situación de los movimientos socia-les y valorar el poso que su trabajo ha dejado en la socie-dad, su contribución para mover la agenda política, poneren circulación un nuevo lenguaje, proponer nuevas estra-tegias, consagrar la necesidad del diálogo, deslegitimar laviolencia, romper barreras y mantener la esperanza enque la paz es tan necesaria como posible. También haservido para analizar las causas de la desmovilizaciónactual y calibrar las negativas consecuencias de la disper-sión que debilita el impacto de las diferentes iniciativas

por la sospecha de clientelis-mo político. Todo ello, cons-cientes de que una respuestainadecuada a estas horas bajaspuede conllevar un peligrosoalejamiento de la sociedadrespecto de la necesaria bús -queda de un acuerdo amplio eintegrador.

La premura del tiempo invi-taba a no perderse en exhausti-vos análisis teóricos sobre elpasado y a centrar el debate enlo que la situación actual pide.

En particular, fórmulas para hacer confluir las tres grandeslíneas de trabajo que han desarrollado los movimientossociales por la paz: la que se centra en el diálogo comoprocedimiento, la que pone el acento en los contenidosde un acuerdo político razonable y la que enfatiza el presu-puesto moral del repudio de la violencia política de ETA.

La pretensión de ser prácticos más que teóricos, obli-gó a eludir la trampa de intentar un texto común que resol-viera las diferencias de concepto en los diferentes plante-amientos, para centrar el encuentro en mecanismos deinterlocución que, partiendo de la convicción común deque el compromiso por la paz debe continuar y de que lasdiferencias no deben anular las coincidencias, ponga envalor lo mucho que todos los movimientos comparten através de iniciativas que sumen voluntades y articulensinergias que devuelvan la ilusión a la sociedad.

Al levantar la sesión quedaron sobre la mesa propues-tas de trabajo en red, de búsqueda de fórmulas novedo-sas de participación, de renovación del discurso, decompromiso con la deslegitimación de la violencia, derevisión de dinámicas desgastadas. Apuntes nada más,pero también puntos de apoyo para una reflexión necesa-ria que los propios movimientos sociales podrán, si lodesean, continuar en el futuro.

El punto de vista del moderadorMariano Ferrer

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El papel de la sociedad y los movimientos sociales en la construcción de la paz

En las últimas décadas, los movimientos sociales y lasociedad han jugado un papel destacado en la búsquedade la paz y de la normalización de la convivencia. Sinembargo, durante los últimos años, el impacto de esetrabajo se ha visto reducido o invisibilizado. La voz críticade la sociedad, prácticamente, ha desaparecido del esce-nario. Conviene diagnosticar sus causas, consecuencias yalternativas, así como valorar el papel que hoy y en elfuturo pueden jugar los movimientos sociales y la propiasociedad.

EEll ppaappeell ddee llaa ssoocciieeddaadd yy ddee llooss mmoovviimmiieennttooss ssoocciiaalleess

Ayer como hoy, y en nuestro país o en cualquier otro encircunstancias parecidas, la sociedad y sus agentes jueganmúltiples y valiosas funciones. Destacamos cuatro: (1)garantizar una convivencia democrática participada y parti-cipativa y no sólo representada o representativa; (2) serparte activa de los procesos de transformación sociales ypolíticos de forma que no sólo se construyan por arriba; (3)ser voz crítica de las prioridades y urgencias sociales parainfluir en el juego político e institucional; y (4) denunciar,presionar, acelerar, urgir o facilitar el cambio de situacionesinjustas.

DDiiaaggnnóóssttiiccoo

··CCaauussaass:: Asistimos a una considerable desmovilizaciónde la sociedad por un hastío debido a las reiteradas frus-traciones y porque el conflicto vasco, entendido como unamezcla de violencia y crispación política, se ha convertido

en un anacronismo incompatible con la vida cotidiana delos/as ciudadanos. En este contexto, los movimientossociales han perdido masa crítica de apoyo y movilización,así como capacidad de motivar a la sociedad por falta derecursos creativos y eficaces. Además, política y mediática-mente, la lucha por la paz y la convivencia se ha proyecta-do en los últimos tiempos como una cuestión de exclusivacompetencia de las élites institucionales y políticas.

··CCoonnsseeccuueenncciiaass.. Esta pérdida de influencia no hacontribuido positivamente a un mejor desarrollo de losacontecimientos. Al contrario, se ha perdido el efecto faci-litador y acelerador de presión, empuje y apoyo social querequiere necesariamente un proceso de transformaciónpara la paz y la convivencia. Se ha perdido también elclima de urgencia y prioridad social que, desde el puntode vista ético, requiere todo contexto de vulnerabilidad delos derechos humanos.

··AAlltteerrnnaattiivvaass.. En opinión de Baketik, es posible dar lavuelta a esta situación si se cumplen cuatro requisitos:

1. Ofrecer a la sociedad la referencia de un acuerdo,claro y sencillo, que aglutine los distintos esfuerzos socia-les en una corriente decidida y comprometida con laurgencia de la paz.

2. Las bases de ese acuerdo tienen que ser sólidas yrepresentativas de una ciudadanía europea y del siglo XXI,como la vasca. Esas bases podrían ser, al menos, lassiguientes:

Conclusiones de Baketik

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Con

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·La defensa de la dignidad humana, el derecho a lavida y los derechos fundamentales.

·La desvinculación de la consecución de la paz y de laresolución del conflicto político.

·El compromiso con el diálogo, el pluralismo y los prin-cipios democráticos.

·La apuesta por una educación social en derechoshumanos y por la paz.

·La determinación de preparar y promover una convi-vencia reconciliada.

·La solidaridad con las víctimas y el compromiso conuna memoria crítica del pasado

·La voluntad de impulsar la participación ciudadana enel logro de la paz y la convivencia.

3. Articular este acuerdo en torno a los principalesmovimientos sociales por la paz que hoy actúan en lasociedad vasca y extenderlo a la más variada gama deagentes ciudadanos.

4. Definir un proyecto de actuación derivado de eseacuerdo social con recursos creativos y activos que permi-tan a la sociedad participar y sentirse representada en losmismos.

CCoonncclluussiióónn

En opinión de Baketik, sería muy importante que losmovimientos sociales que trabajan por la paz, los derechoshumanos y la convivencia iniciaran un proceso de diálogo.El objetivo claro y nítido de este proceso es alcanzar unacuerdo:

-que defina las bases coincidentes de todos ellos y uncampo de actuación conjunta,

-y que sea compatible con la pluralidad que represen-tan de modo que cada uno de ellos pueda seguir desa-rrollando su aportación singular.

Un acuerdo de estas características permitiría ofreceruna referencia clara, motivadora y esperanzadora a lasociedad, reactivaría el papel de la sociedad civil y contri-buiría de manera decisiva a la causa de la paz, los dere-chos humanos, el pluralismo y la convivencia.